CNN Altar Familiar
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1Cor 1:10. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma
cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en
un mismo parecer.
La figura más fiel que existe para hablar de la unidad, es el cuerpo, porque este, con todo y tener muchos
miembros, es uno, cada órgano en su lugar ejerciendo una función particular, pero todos funcionan dentro de
un mismo sistema. ¡Que interesante, particular y relevante es todo esto! Que siendo muchos, todos
diferentes, con funciones diferentes, puedan estar de acuerdo para cumplir un propósito.
Toda familia cristiana sabe que debe permanecer unida, porque todo reino dividido contra sí mismo, es
asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. Lucas 11:17
Cuando no estamos de acuerdo, o no nos podemos poner de acuerdo para resolver algo de índole familiar,
ministerial o de nación, estamos propensos a caer en la división. Por eso, no entender la importancia del
cuerpo hará que tengamos que vivir dispersos o desincorporados, y un cuerpo dividido tiende a desaparecer.
Imagínese por un momento su cuerpo con todos sus miembros desubicados y desincorporados, ¿recuerda
aquellos muñecos que eran armables y que, sobre todo, las niñas jugaban y los desarmaban todos, que cuando
iba la madre a recoger los juguetes, se encontraba con una pierna por un lado la otra por otro, los brazos
tirados, la cabeza toda despeinada y desprendida del cuello? Afortunadamente, ese cuerpo se podía armar,
pero era un cuerpo sin vida, de juguete, que podía ser manipulado por un niño. Sin embargo, cuando se
volvían a unir las piezas tomaba forma de cuerpo (muñeco) nuevamente.
¿Se da cuenta que las piezas deben estar unidas y en el lugar correspondiente, para que el cuerpo se parezca
a lo que es?
La familia es un cuerpo, la iglesia es el cuerpo de Cristo, ¡No estemos dispersos! Mostremos al mundo que
Cristo es el Señor de nuestra familia.
Altar Familiar- célula Oikos
EL PODER DE LA VIDA CORPORATIVA”. Mayo: “Cristianismo corporativo”
1 Cor 13:7. …Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Este texto se refiere a la grandeza del amor, y es que sin amor no seriamos capaces de soportar durante
mucho tiempo.
El amor es la base para la edificación familiar y de toda edificación.
El apóstol Pablo, en Efesios 4, entre otras cosas, aconseja, a causa del cuerpo, soportarnos unos a otros en
amor, y esto tiene que ver con una vida corporativa.
En una familia se manifiestan todas las cualidades, virtudes y defectos que hay en el ser humano. Para que una
familia se mantenga vigente en el tiempo debe trabajar con los valores y principios que los lleva a desarrollarse
sanamente.
¿Cuáles son esos aspectos influyentes que se deben cultivar?
Un pensamiento popular dice: Para estar mal acompañado es mejor estar solo.
¿Qué opina usted… piensa lo mismo? Esto posiblemente tiene lógica, pero cuando vamos a Génesis la palabra
nos enseña que, aunque la mujer de Adam, pasado el tiempo, lo indujo a pecar o desobedecer, cuando Dios
los mandó a salir del Edén, él no salió solo, sino que salió acompañado de su mujer, por esa razón pudieron
procrear y reproducirse.
La vida corporativa nos enseña a amar, a perdonar, a aceptar a los demás, a creer en la gente, a trabajar en
equipo, a mantener un ritmo positivo de vida.
Estar solos, muchas veces, nos hace ser egoístas, egocéntricos, ermitaños, nos aísla del mundo.
Hay personas que les tocó vivir o quedarse solas, por decisión propia o por circunstancias de la vida, pero esto
no quiere decir que se aíslen del mundo que los rodea. Muchas de ellas saben relacionarse con el mundo que
los rodea y cuentan con muchos amigos y algunas, hasta se desarrollan aún mejor que muchos que viven junto
a otras personas.
Hay personas que no les gusta hacer vida social, y muchas veces no cuentan con nadie a la hora de alguna
situación difícil (Ecc. 4:8-12); nunca siembran en otros, no son generosos, viven bajo un temor, son apáticos,
tímidos y asociales, se vuelven prepotentes y egoístas. Esto no es bueno ni edificante, al contrario, es
destructivo y en ocasiones peligroso.
Por eso, hacer vida discipular, es hacer vida de cuerpo: te rozas con la gente, te conectas con la gente, te
formas con la gente, aprendes de la gente, enseñas a la gente, trabajas con gente, haces equipos de trabajo y
ganas gente, que en el tiempo serán bendición para tu vida.
Como dijo Edwin Raphael Mc Manus: Las personas no te atrasan, las personas incorrectas te atrasan.
La Biblia expresa: ¡Ay del solo…!” Así que estamos llamados a hacer vida de cuerpo, a no estar solos. La genta
incorrecta (tóxica) no permanecerá en el cuerpo, pero el que permaneciere hasta el fin se gozará y disfrutará
de las bendiciones que produce un cristianismo corporativo.
Hechos 2:43-44: 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los
apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas
Hechos 4:32. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo
propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
En el libro de los Hechos vemos manifestada de manera bien clara, la vida de cuerpo. No solo por la
multiplicación, sino por la manera en que vivían los cristianos.
No podemos describir cómo sería el trato entre ellos, pero por lo que leemos debía haber mucha amistad o
más bien mucha comunión (eran de un corazón y un alma); Y es que cuando el Espíritu de Dios está presente
en la gente, en la familia, en la iglesia, se produce un ambiente de unidad.
Recordemos que Jesús mientras vivió en la tierra anduvo con sus discípulos a todas partes, y él tenía amistad
con ellos (incluso dejó de llamarlos siervos y comenzó a llamarlos amigos. Juan 15:15), así que, cuando se
derramó el Espíritu Santo en la vida de aquellos cristianos, se produjo el mismo efecto, pero repotenciado, y
con muchas más personas.
¿Qué los llevaba a ellos a tener todas las cosas en común a pesar de sus diferencias? Había ocurrido un gran
avivamiento en sus vidas que provocó en ellos la unidad, la amistad, el compañerismo, y despertó la
esperanza, la alegría, el gozo, la prosperidad y se desató un espíritu de generosidad.
Tener todas las cosas en común solo se puede lograr con una visión corporativa, con un corazón transformado
y redimido.
En el ambiente de aquellos cristianos no podía haber egoísmo, ni envidia, tampoco celos ni competencia. Por
otra parte, lo que se entregaba no podía ser con tristeza, nada era impuesto ni obligado, porque había un
espíritu de libertad y generosidad.
En una familia tradicional, donde hay vida corporativa, todo lo que existe en casa es para todos, no debe haber
discriminación porque todos colaboran, todos trabajan y producen en beneficio de todos.
Teniendo en común todas las cosas, veremos la multiplicación y la prosperidad en nuestra casa, iglesia y
sociedad.