Vida Sexual

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Efrén Quintanilla Sainz


Ilustraciones: JULAR, Wikipedia y Publicaciones Paulinas.
Edición 1974

ÍNDICE
CAPÍTULO TEMA PÁGINA
Índice 002
LOS SEXOS 004
1 EL SEXO MASCULINO 005
1.01 Pene 006
1.02 Uretra 010
1.03 Próstata 011
1.04 Vesículas Seminales 014
1.05 Conductos Deferentes 015
1.06 Testículos 017
1.07 Caracteres sexuales secundarios del 024
Hombre
1.08 Funciones de los órganos genitales 025
del Hombre
1.09 Erección del Pene 026
1.10 Eyaculación 035
2 EL SEXO FEMENINO 040
2.01 Vulva 041
2.02 Himen 044
2.03 Vagina 046
2.04 Útero o Matriz 049
2.05 Trompas de Falopio 054
2.06 Ovarios 058
2.07 Mamas 060
2.08 Caracteres sexuales secundarios de 066
la Mujer
2.09 Funciones de los órganos genitales 070
de la Mujer
2.10 Ovulación 071
2.11 Menstruación 078

2
2.12 Fecundación 087
2.13 Embarazo 092
2.14 Aborto 103
2.15 Parto 108
2.16 Parto sin dolor 115
3 LAS RELACIONES SEXUALES 121
3.01 Lo Físico y lo Psíquico en las 123
Relaciones Sexuales
3.02 La atracción de los Sexos 124
3.03 Los caracteres sexuales secundarios, 126
fuentes de atracción
3.04 Zonas Erógenas 127
3.05 El Acto Sexual 133
3.06 Mecanismo y Posturas del Acto 134
Sexual
3.07 Frecuencia de las Relaciones 145
Sexuales
3.08 Épocas de abstención de las 147
Relaciones Sexuales
3.09 Anomalías en el Acto Sexual 150
3.10 Relaciones sexuales anormales 158
3.11 Consecuencias de las Relaciones 169
Sexuales y Planificación Familiar
3.12 Higiene Sexual 197
3.13 Higiene en las Relaciones Sexuales 199
3.14 Épocas en que no deben practicarse 201
las Relaciones Sexuales
4 MATRIMONIO Y SEXO 203
4.01 El Matrimonio ante el Placer Sexual 203
4.02 Los primeros contactos sexuales y su 212
importancia
4.03 Dificultades Psíquicas en los primeros 213
contactos sexuales
4.04 Dificultades Fisiológicas en los 220
primeros contactos sexuales
4.05 El Goce sexual en el Matrimonio 223
VOCABULARIO 232

3
LOS SEXOS
El poder generativo de la especie humana, su capacidad de
proyección hacia el futuro creando nuevas vidas, la posibilidad
y seguridad de continuación de la especie, están vinculados a
la conjunción de unos valores y de unas fuerzas, repartidos y
como desdoblados en 2 sexos: el masculino y el femenino.

— El sexo masculino es impulso, agresión, poder


sembrador, capacidad generativa de siempre renovada
simiente, superabundante y generosa.

— El sexo femenino es recipiente y nido, esperanza de


nuevos seres, principio vital preparado para la
fecundación, ansiedad de ser fuente de vida y de
fertilidad.

Ambos sexos poseen cualidades y características propias, que


son, a la vez, complementarias y que, reunidas, hacen posible
la consecución de otros seres en los que se conjugarán la
personalidad y los valores de los 2 elementos que tomaron
parte en su formación.

Los principios vitales que los dos sexos poseen se reúnen


dentro del organismo de uno de ellos: el femenino, el cual
sirve de receptáculo de aquellos principios, de la unión de los
cuales brotará el nuevo ser.

A continuación, vamos a tratar de la formación de esos


principios vitales y de los órganos de la generación y sus
funciones.

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1) EL SEXO MASCULINO

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1.01) PENE

Es el órgano sexual que se introduce en la mujer. A la


extremidad del pene se lo denomina glande. Este es como la
cabeza del órgano, siendo su forma semejante a la de una
bellota.

El glande está protegido por una piel fina, movible: el


prepucio, el cual es la prolongación de la piel que recubre
todo el órgano.

Algunas veces como práctica religiosa y otras como medida


higiénica y terapéutica se extirpa una parte del prepucio. A
esta operación se denomina circuncisión.

En la parte interna del prepucio, se produce una secreción de


tipo sebáceo: el smegma. Su olor es penetrante y
desagradable y su acumulación puede producir irritaciones en
el glande y en el prepucio, por lo que es necesario mantener
éstos siempre limpios. El lavado habitual de glande y
prepucio, sobre todo en la parte del canal del glande, con
agua y jabón, es la medida higiénica adecuada.

La importancia del glande, por lo que se refiere a la


satisfacción en las relaciones sexuales, es muy notable, ya
que posee una extraordinaria sensibilidad. El fino tejido de
que está formada su superficie exterior, al ser estimulado
reiteradamente por cualquier roce suave, produce una gran
sensación de placer.

DIMENSIONES DEL PENE. El tamaño del pene en estado de


erección varía según los individuos y, en ocasiones, según las
razas. A menudo, no está en relación directa con la
morfología general del cuerpo, pudiendo tener un hombre de
gran talla y fortaleza física un pene relativamente pequeño; y
otro, de escasa estatura y limitada apariencia general, poseer
un miembro viril de grandes dimensiones.

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Como normal en nuestra raza, puede señalarse una longitud
aproximada de 15 centímetros, medidos por la parte superior
del pene, desde su intersección con el abdomen, hasta la
abertura uretral en el extremo del glande; y una
circunferencia de unos 12 centímetros de longitud exterior.

De todas las maneras, debe tenerse muy en cuenta que la


potencia sexual del hombre no está nunca condicionada a las
dimensiones del pene y que, por lo tanto, no tiene
fundamento el verdadero complejo de inferioridad que
padecen bastantes muchachos e incluso algunos adultos que
consideran su pene demasiado pequeño.

ANOMALÍAS DEL PENE. Las más frecuentes son:

a) Fimosis. Consiste en la estrechez del prepucio y a veces


en la sujeción anormal de éste por la adherencia inferior
denominada frenillo. En uno y otro caso, el prepucio no
se desliza y el glande no puede quedar descubierto o lo
hace con mucha dificultad.

Las consecuencias de esta anomalía son:

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— La imposibilidad de mantener la necesaria higiene en el
glande, con la consiguiente acumulación de smegma y el
peligro de irritaciones e inflamaciones.

— La dificultad y a veces imposibilidad de realizar el coito,


ya que la introducción del pene en la vagina de la mujer
y la frotación del mismo contra sus paredes provoca un
vivo dolor e incluso, en ocasiones, el desgarro de la
región del frenillo.

El remedio adecuado para esta anomalía, relativamente


frecuente, es la circuncisión, por medio de la cual se elimina
el prepucio, total o parcialmente, dejando libre el glande.

b) Parafimosis. Se produce cuando el glande queda fuera


del prepucio, pero yugulado por éste, debido a su
estrechez, sin posibilidad de que vuelva a su posición
normal en tanto dura la erección.

Estando el pene en estado de flacidez, ocurre que el glande,


aunque con dificultad, queda al descubierto al deslizarse la
piel del prepucio hacia atrás, hasta permanecer recogida en el
surco balano-prepucial. Si en este momento, por una causa
cualquiera, se produce una erección, al aumentar todo el
miembro viril de volumen, el borde del prepucio, al extremo
de su distensión, yugula el glande fuertemente, no dejando
circular la sangre y provocando un vivísimo dolor, que sólo se
amortiguará al cesar la erección y volver el prepucio a su
posición normal.

En estos casos de parafimosis, el único remedio es la


intervención quirúrgica, por otra parte muy sencilla y sin
complicaciones.

c) Gigantismo del pene. Aunque no con mucha


frecuencia, puede ocurrir que el pene tenga un tamaño
demasiado grande. Las dificultades causadas a
consecuencia de esta anomalía nacen todas en el
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momento de las relaciones sexuales y están
condicionadas a la configuración de los órganos genitales
de la mujer con la que se tengan esas relaciones.

Indudablemente, la vagina estrecha de una mujer que no


haya tenido ningún parto ni relaciones sexuales frecuentes,
no podrá soportar sin dolor el paso de un pene demasiado
grueso. Sin embargo, en mujeres que hayan tenido varios
hijos, la vagina dilatada puede permitir sin grandes molestias
el paso de un pene anormalmente grande.

Por lo que se refiere a la longitud, los inconvenientes pueden


ser aún mayores, ya que en este caso, el glande puede
empujar violentamente el cuello del útero en sus movimientos
de avance y retroceso. El remedio adecuado a esta anomalía
puede ser el no introducir por completo el pene en la vagina
de la mujer y también el colocar en el extremo inferior del
miembro viril, pegado al abdomen, una especia de rodete,
más o menos alto, según convenga, el cual impida la
introducción total del pene.

d) Infantilismo del pene. Suele estar motivado por


insuficiencia de la hormona masculina en el organismo.
El pene no alcanza su desarrollo normal, quedando
parecido al de un niño. Suele producirse la erección del
miembro y realizarse el coito, lográndose incluso la
fecundación, en el caso de que exista eyaculación fértil
en el hombre. Las dificultades que nacerán de esta
anomalía serán fundamentalmente la falta de
satisfacción sexual en la mujer con la que se mantengan
las relaciones sexuales y los complejos de inferioridad, a
menudo graves, en el hombre.

1.02) URETRA

Es un conducto que nace en la vejiga y termina en el extremo


del pene, comunicándose con el exterior por medio de un
pequeño orificio que existe en la parte final del glande.
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La uretra masculina tiene dos funciones: sirve para la emisión
de la orina y para la evacuación del semen, por lo que forma
parte a la vez del aparato urinario y del aparato genital. El
funcionamiento de uno y otro está convenientemente
separado mediante esfínteres, verdaderas puertas
musculares, que aíslan, cuando conviene, una función de la
otra y un líquido del otro.

En el interior del canal uretral, existen glándulas que


producen una secreción de aspecto hialino tan pronto como el
pene se pone en erección. Los fines de esta secreción son:

1) Lubricar el conducto uretral, por cuyo orificio llega a


desbordar ligeramente en forma de gota. Gracias a esta
lubricación, el semen se deslizará en el momento de la
eyaculación con facilidad y rapidez a lo largo del
conducto. Este líquido uretral no debe confundirse con el
semen propiamente dicho. Aunque aparezca en el orificio
del glande, su aspecto, olor y densidad son distintos a
los del semen. Además, aparece únicamente en forma de
gota brillante y cristalina, en tanto que el semen sale a
golpes en el momento de la eyaculación. Debe tenerse
también en cuenta que en el líquido uretral no hay
espermatozoos.

2) Otro fin de la secreción uretral es el neutralizar la acidez


de los restos de orina que pudieran existir en la uretra,
para liberar a los espermatozoos que pasan por ella en el
momento de la eyaculación del peligro que para ellos
supone siempre un medio ácido.

3) También contribuye a la fijación del esperma en las


paredes del saco vaginal de la mujer.

1.03) PRÓSTATA

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Es una glándula de secreción externa, situada junto a la parte
inferior de la vejiga, rodeando el canal de la uretra.

La próstata es redondeada y tiene un tamaño aproximado al


de una castaña, cuya forma también recuerda.

En la próstata se produce un líquido viscoso que forma parte


del semen.

Este líquido, denominado prostático, pasa a la uretra a través


de unos pequeños conductos. Presenta un aspecto lechoso y
tiene gran importancia para la movilidad de los
espermatozoos que van en busca del óvulo para fecundarlo.
Tiene un olor característico parecido al de la flor del
castaño. Este olor es el que predomina luego en el semen.

La formación del líquido prostático está condicionada a la


presencia de las hormonas masculinas en la sangre, las
cuales, al servir de estímulo a las células glandulares de la
próstata, hacen que la secreción sea más o menos abundante.
Por eso, en la edad juvenil y en la madurez cuando hay más
hormonas masculinas en el organismo del hombre, el líquido
prostático es rico y abundante, decreciendo ambas cualidades
en la vejez, hasta llegar a desaparecer por completo.

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Tampoco existe líquido prostático durante la niñez, ya que la
acción de las hormonas masculinas no se ha iniciado aún. Por
esta causa, el niño, desde muy pequeño, puede tener
erecciones, e incluso orgasmos, pero no eyaculación de
semen, ya que, hasta la pubertad, hacia los 14 o 15 años, no
comienza a haber secreciones en sus órganos genitales, por
no existir el estímulo de las hormonas masculinas en su
sangre.

ANOMALÍAS DE LA PRÓSTATA. Las más frecuentes son:

a) Hipertrofia de la glándula. Al llegar a la vejez, las


fibras de la próstata pierden elasticidad y se endurecen,
con lo cual se estrecha el conducto uretral, dificultando
la emisión de la orina y, en ocasiones, haciéndola
imposible.

Como remedio a esta anomalía, suele emplearse el


tratamiento de hormonas, los sondajes cuando comienzan las

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dificultades y la intervención quirúrgica como remedio
definitivo.

b) Tumor de próstata. La próstata es uno de los órganos


del hombre en que más frecuentemente se localizan los
tumores. Suele ocurrir esta anomalía después de la
madurez, cuando la glándula va cesando en su función.
El tumor, al ir desarrollándose, presiona cada vez más el
canal uretral, dificultando la evacuación de la orina.

La intervención quirúrgica, efectuada lo antes posible, es el


único remedio para esta anomalía.

c) Inflamación de la próstata. Puede presentarse en


todas las edades. Sus causas son infecciosas, con
frecuencia de origen venéreo, ocasionadas por contagio
en relaciones sexuales. Su primer síntoma son las
frecuentes ganas de orinar.

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El remedio adecuado se basa en un tratamiento con
antibióticos con el que se elimine el proceso infeccioso.

1.04) VESÍCULAS SEMINALES

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Las vesículas seminales son 2 glándulas de secreción externa,
como 2 pequeñas bolsas que se hallan situadas por encima de
la próstata.

Las vesículas seminales an a desembocar en los conductos


deferentes. En las vesículas seminales se produce una
sustancia viscosa, de aspecto blancoamarillento, que es
expulsada en el momento de la eyaculación, pasando al canal
de la uretra y mezclándose en él con los restantes
componentes del semen.

La función de la secreción de las vesículas seminales es la de


nutrir a los espermatozoos en su recorrido hacia el exterior,
facilitando a la vez su movilidad.

1.05) CONDUCTOS DEFERENTES

Los conductos deferentes se inician en la salida del epidídimo


y terminan en la uretra, ya en las proximidades de la vejiga,
al lado de las vesículas seminales. Su longitud es de unos 50
centímetros y su grosor aproximado, el de una aguja normal
de hacer punto. La función de los conductos deferentes es la
de comunicar al epidídimo con la uretra, transportando el
semen. Son, asimismo, el lugar de almacenaje de los
espermatozoos, que se reúnen en ellos y en los dos
epidídimos.

ANOMALÍAS DE LOS CONDUCTOS DEFERENTES. La


principal de las anomalías que pueden ocurrir en los
conductos deferentes es la obstrucción.

Esta anomalía es sumamente importante, por lo que se


refiere a la posibilidad de la fecundación, ya que esteriliza por
completo al hombre.

Hemos visto cómo el único camino de salida de los


espermatozoos, formados en los testículos, son los conductos
deferentes. Si, por cualquier motivo, se obstruyen éstos, no
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hay forma de que puedan llegar a la uretra y de ésta al
exterior, para la fecundación.

Aparentemente, no habrá ocurrido nada, ya que las funciones


propias de los órganos genitales seguirán ejerciéndose lo
mismo. Habrá erección y eyaculación del semen, va que la
mayor parte de éste se forma con las secreciones de la
próstata y de las vesículas seminales; pero no habrá nunca
fecundación, aunque los espermatozoos sigan produciéndose
en los conductos seminíferos. Poco a poco, se irán
reabsorbiendo y dando paso a otros nuevos, los cuales, a su
vez, se reabsorberán también.

La obstrucción de los conductos seminíferos, supone para el


hombre, por lo tanto, una verdadera castración.

La obstrucción de los conductos deferentes puede remediarse


por medio de una intervención quirúrgica, que consiste en
empalmar el conducto, eliminando el trozo obturado o
conectándolo directamente al epidídimo.

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1.06) TESTÍCULOS

Son 2 y están bajo el abdomen, entre la parte superior de los


muslos. Su forma es un tanto ovalada.

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Los testículos se hallan recubiertos y contenidos en una bolsa
de piel fina, que les sirve de envoltura y de protección. A esta
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bolsa se le denomina escroto y está formada por un tejido de
fibras musculares contráctiles que se dilatan cuando el calor
las hace distenderse y se contraen cuando el frío ambiental o
la baja temperatura del cuerpo hacen necesaria la
aproximación de los testículos al abdomen. Cuando ocurre
esto, da la impresión de que varía el tamaño de los testículos,
aunque, en realidad, lo único que cambia es la bolsa que los
contiene: el escroto.

Cada testículo está formado por una red de conductos muy


finos, los tubos seminíferos, los cuales, si se unieran,
llegarían a medir cerca de un kilómetro. En los tubos
seminíferos se forman los espermatozoos o células sexuales
masculinas.

Rodeando los tubos seminíferos, hay un tejido compuesto por


células en las que se forma la principal de las hormonas
sexuales: la testosterona.

Sobre el cuerpo de cada testículo se halla el epidídimo. Los


epidídimos desembocan en los conductos deferentes. Los
espermatozoos circulan desde los conductos seminíferos al
epidídimo, del que luego saldrán por los conductos
deferentes o conductos espermáticos, de los que ya
hemos tratado.

El epidídimo es como un copete o gorro que tuviera el


testículo, y tiene una parte más gruesa: la cabeza; y otra
parte más fina: la inferior o cola. En el epidídimo maduran los
espermatozoos, completándose en él su formación y
depositándose luego hacia la zona de la cola y los conductos
deferentes.

FUNCIONES DE LOS TESTÍCULOS. Los testículos son la


parte fundamental de todo el aparato genital del hombre. Sus
funciones básicas son:

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a) La fabricación de espermatozoos.
b) La producción de hormonas.

a) ESPERMATOZOOS. Son las células sexuales


masculinas; se forman en los tubos seminíferos de los
testículos, desarrollándose completamente en el
epidídimo, donde permanecen como aletargados,
cobrando movilidad al reunirse con las secreciones que
forman el líquido seminal.

El tamaño de los espermatozoos es de unas 5 micras, o sea, 5


milésimas de milímetro, por lo que sólo pueden apreciarse
mediante el microscopio.

El espermatozoo consta de una cabeza de forma ovalada,


donde se hallan todos los principios vitales que fecundarán al
óvulo femenino y llevarán las características de cada individuo
al nuevo ser.

Posee también una larga cola, cuyos movimientos


ondulatorios le impulsan hacia adelante, empujándole en
busca del óvulo, a través del útero y hacia las trompas, donde
se realiza la fecundación.

La formación de espermatozoos no cesa normalmente hasta


edad avanzada, produciéndose varios miles de millones de
ellos mensualmente, en un hombre normal.

La función de los espermatozoos es la fecundación del óvulo.


Al salir el esperma del aparato genital masculino en una
eyaculación y desembocar en la vagina de la mujer, cientos
de millones de espermatozoos emprenden una verdadera
carrera hacia el útero y de éste, a las trompas de Falopio. Uno
de ellos, probablemente el más fuerte o el más rápido y mejor
dotado, puede encontrar al óvulo femenino y penetrar en él
para fecundarlo.

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21
La vida de los espermatozoos en la cavidad genital de
la mujer suele ser de unos 3 días, al cabo de los cuales y
en una continuada desaparición, habrán ido muriendo todos
los que componían la eyaculación realizada.

Se puede afirmar que la consecución de que un espermatozoo


fecunde a un óvulo y dé principio a una nueva vida es una
verdadera carrera de obstáculos. Ocurre de tal manera que
parece como si se estableciera por la Naturaleza una serie de
pruebas cuyo fin fuese el hacer una rigurosa selección de los
más fuertes.

b) HORMONAS. Otra función de los testículos es la


producción de hormonas.

Las hormonas son cuerpos químicos, elaborados por diversas


glándulas del organismo, denominadas endocrinas, o de
secreción interna, ya que los productos por ellas elaborados,
van a parar a la sangre, a diferencia de lo que ocurre con las
glándulas de secreción externa, tales como las salivares, el
hígado, la próstata, etc. cuyos productos van a parar al
exterior.

Al volcarse en el sistema circulatorio los productos elaborados


por las glándulas de secreción interna, en este caso las
hormonas, su acción se localiza y concreta en órganos del
cuerpo humano a menudo muy alejados del centro emisor de
aquéllas. Pensemos que, por ejemplo, la hipófisis, glándula de
secreción interna situada en la base del cerebro, ejerce su
función en el aparato genital.

La principal de las hormonas masculinas es la testosterona,


cuya producción se inicia en los testículos, al comenzar la
pubertad, hacia los 14 o 15 años, decreciendo en la vejez.

La acción de la testosterona en el organismo del hombre es


de suma importancia, ya que toda su vida sexual está
condicionada a su influjo. Determina la producción de
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espermatozoos, influye en la excitación de las glándulas que
segregan los líquidos seminales y estimula los mecanismos
que intervienen en la aparición de los caracteres sexuales
secundarios, de los cuales depende toda la morfología del
varón: musculatura, voz, barba, desarrollo del pene…

ANOMALÍAS DE LOS TESTÍCULOS. Por su complejidad de


formación y funciones, son numerosas las anomalías que
pueden ocurrir en los testículos. Las más frecuentes son:

a) Traumatismos. Son bastante vulnerables, dada su


posición en el organismo, y con facilidad pueden ser
objeto de golpes durante ejercicios físicos violentos, con
lo que se producen inflamaciones.

b) Infecciones. Las de mayor trascendencia son las


producidas por bacilos tuberculosos y por el virus de la
parotiditis o paperas.

c) Tumores. Aunque no con demasiada frecuencia, los


testículos pueden ser asiento de tumores.

d) Falta de emigración. Puede ocurrir que, después de


pasados los 7 años del niño, época hasta la cual se
encuentran en el abdomen, no desciendan a las bolsas.
Esto puede provocar esterilidad, debido a la mayor
temperatura que existe en la región abdominal, la cual
temperatura no es apta para la formación de
espermatozoos.

LA CASTRACIÓN DEL HOMBRE. Consiste en la anulación


del poder de generación. Aun cuando en realidad bastaría
para conseguir la castración el impedir la llegada de los
espermatozoos al conducto uretral, se suele entender por
castración propiamente dicha la extirpación de los testículos.

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Con ella se origina la esterilidad absoluta, pues no sólo se
anula la posibilidad de salida de los espermatozoos, sino que
se impide totalmente la formación de éstos.

1.07) CARACTERES SEXUALES SECUNDARIOS DEL


HOMBRE

La característica sexual masculina fundamental es la


existencia de los testículos, por lo cual reciben el nombre de
carácter sexual primario.

Su existencia y funcionamiento condicionan la aparición, a lo


largo del desarrollo, de otros caracteres denominados
secundarios, los cuales afectan a una serie de órganos,
funciones y cualidades, alejados en apariencia de todo lo
sexual, pero que, en la realidad, están determinados por la
acción de las hormonas en el organismo del hombre.

Estos caracteres sexuales secundarios comienzan a dejarse


sentir en la época de la pubertad, hacia los 14 o 15 años, y
abarcan un campo muy extenso, que va, del aspecto externo,
a los impulsos psíquicos.

— En su parte física, los caracteres sexuales secundarios


del hombre son:

1) La mayor magnitud y solidez del esqueleto, cuando se lo


compara con el de la mujer.

2) El desarrollo y potencia del sistema muscular.

3) La distribución del pelo, sobre todo en la cara, brazos,


piernas, pecho y pubis.

4) El tono grave y profundo de la voz.

— Por lo que se refiere a lo psíquico, los caracteres


sexuales secundarios del hombre determinan en él:
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1) Su mayor capacidad razonadora y lógica, comparada con
la de la mujer, y a la vez su menor impulso sentimental
y sensitivo.

2) Su fuerza creadora y ambiciosa, su sentido de la


agresividad y de la violencia, su afán emprendedor y
aventurero.

3) Su impulso sexual hacia la mujer.

1.08) FUNCIONES DE LOS ÓRGANOS GENITALES DEL


HOMBRE

Todas las funciones de los órganos genitales del hombre están


encaminadas a la consecución de la generación.

Hemos ido viendo cómo en las diversas partes del aparato


genital masculino, se producen las sustancias básicas para
lograr nuevas vidas y cómo el elemento necesario para la
generación, el espermatozoo, encuentra en esas sustancias
alimento y estímulo para llegar a conseguir su fin: la
fecundación del óvulo.

Para que el encuentro de los dos elementos fundamentales,


espermatozoo y óvulo, se produzca, es necesario en el
hombre el ejercicio de dos funciones:

a) La erección.
b) La eyaculación del semen en la cavidad vaginal de la
mujer.

Mediante estos dos hechos se puede lograr que la siembra de


la semilla masculina llegue a terreno propicio para su
germinación y desarrollo.

Como es natural, también puede conseguirse la fecundación


mediante la inseminación artificial, sin necesidad de que el
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pene sea introducido en la vagina femenina. Bastará para ello
con hacer que algunos espermatozoos pasen al útero en el
momento propicio en el que el óvulo pueda ser fecundado.
Una pequeña parte de semen será suficiente para conseguirlo,
ya que en una eyaculación hay varios cientos de millones de
espermatozoos que se pierden, puesto que solamente uno
penetra en el óvulo.

La inseminación artificial se viene efectuando, desde hace


bastante tiempo, en veterinaria, con el fin de conseguir un
ahorro de semen de animales seleccionados. De esta forma,
con una eyaculación, convenientemente recogida y preparada
en tubos de ensayo, pueden ser fecundadas varias hembras.

También resulta útil el procedimiento en lugares donde las


distancias son muy grandes, ya que es más cómodo y
económico enviar el semen desde un centro de inseminación,
en tubos de ensayo, que trasladar a los animales de un lado
para otro, con la consiguiente pérdida de tiempo y los
cuantiosos gastos de viaje.

No obstante, en la especie humana, en la que cuentan otros


valores que los puramente biológicos, el empleo de la
inseminación artificial es sumamente raro, aunque sin duda
alguna posible. Por otra parte, su uso está prohibido por las
leves de muchos países y desde luego por la moral de la
mayor parte de las religiones.

1.09) ERECCIÓN DEL PENE

Hemos visto cómo el estado habitual del pene es el de


flacidez y cómo el tejido de que está compuesto consta de dos
cuerpos cavernosos y un cuerpo esponjoso que, al
inundarse de sangre, hacen que el órgano se ponga rígido y
duro, aumentado notablemente el volumen y resultando apto
para ser introducido en la vagina de la mujer y conseguir que
los espermatozoos alcancen el útero y, a través de él, el óvulo
para la fecundación.
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La erección es, por lo tanto, una función que podríamos
llamar necesaria para la consecución de la cópula o relación
normal entre los dos sexos. Sin ella, el pene no puede ser
introducido en la vagina.

Cuando no se logra la erección, se dice que el hombre es


impotente.

MECANISMO DE LA ERECCIÓN. La erección es la


consecuencia de una serie de causas que la producen. Se
localiza en el pene, pero su fundamento no está en él.
Podemos describir el proceso de la erección diciendo que, en
primer lugar, se produce un motivo que provoca una
impresión sensorial en nosotros. Este motivo ha de encerrar

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para cada uno un fondo erótico relacionado con el sexo. Lo
percibiremos por uno cualquiera de nuestros sentidos,
fundamentalmente por el tacto y por la vista.

El impacto sensorial es completamente subjetivo. Depende de


la edad, del temperamento, del estado físico y psíquico de
cada individuo, de sus hábitos... Lo que a una persona,
habituada a las relaciones sexuales, de edad ya madura y
habitante de un país de costumbres liberales, le dejará
insensible, provocará en cambio una excitación sexual muy
intensa en otro individuo, privado de las relaciones sexuales,
joven de edad y que viva en un medio de represión sexual y
de costumbres estrechas.

Una vez que el individuo percibe la impresión sensorial por


uno de sus sentidos o a través de su imaginación, el impacto
es transmitido al cerebro, el cual envía, por el sistema
nervioso periférico, estímulos a los órganos genitales que
producen la dilatación de los vasos sanguíneos y la
correspondiente erección; y, simultáneamente, la
estimulación de las diversas partes del aparato genital.

La erección cesará cuando las causas que la provoquen


desaparezcan, cuando se produzca la eyaculación o descarga
del semen o cuando el agotamiento sexual haga caer la curva
de excitación mantenida durante algún tiempo. Esto
dependerá de la potencia sexual del individuo, de su edad, de
su estado físico, etc.

Hay individuos que pueden mantener la erección durante


horas; y otros, en cambio, a quienes los mayores estímulos
no son capaces de producir una erección duradera e incluso
cualquier clase de erección.

Lo normal es que la potencia sexual vaya en incremento hasta


los veintitantos años de edad, disminuyendo a partir de los 35
aproximadamente, y extinguiéndose poco a poco según va
llegando la vejez.
28
De todas las maneras, cada hombre es un caso y la vida que
haya hecho, el estado general del organismo, el equilibrio
hormonal y psíquico y otras varias causas determinan la
potencia sexual que, en algunos estará completamente

29
agotada a los 50 años, mientras que en otros alcanzará una
edad mucho mayor.

Al irse agotando la potencia sexual, se notan diversos


síntomas, siendo los fundamentales:

a) La disminución del tiempo de erección y la necesidad de


estímulos eróticos cada vez más intensos y persistentes.
El menor motivo era antes causa de erecciones muy
duraderas. La simple contemplación de una persona del
sexo contrario, cualquier pequeño roce, una
conversación, un ligero pensamiento erótico... Sin
embargo, al ir decreciendo la potencia sexual, ya no
bastan los estímulos leves y, cuando, al cabo del tiempo
llega la erección, su duración es corta y poco intensa.

b) La menor frecuencia de las erecciones, con estados de


indiferencia sexual cada vez más prolongados.

En los años juveniles, parece como si una continuada


inquietud impulsara siempre hacia el sexo contrario. Cualquier
alusión, lectura o pensamiento conducen a él. Es más,
durante épocas enteras, no se tiene sosiego ni tranquilidad y
el sexo cobra una importancia que sobrepasa a todos los
demás valores de la vida. En estos períodos que, más o
menos largos, existen en todos los hombres normales, las
erecciones son muy frecuentes y el cuerpo y el espíritu
humanos parecen estar erotizados al máximo.

Pero pasan los años y el sexo va perdiendo interés, los deseos


eróticos van disminuyendo y hay períodos en los que se cae
dentro de la indiferencia sexual, para alzarse de nuevo por
algún tiempo y volver a caer en la falta de interés.

c) El menor endurecimiento del pene o la caída del estado


extremo de erección, mantenido por algún tiempo, en
estados intermedios.

30
El pene llega a erguirse por completo y permanece en este
estado durante algún tiempo, pero enseguida pierde dureza y,
sin llegar al estado completo de flacidez, se queda en un
estado intermedio, que incluso permite la cópula, pero que no
es la erección plena.

d) La dificultad de eyaculación y, en ocasiones, la


eyaculación precoz, a veces incluso antes de iniciada la
penetración del pene en la vagina de la mujer.

El primero de los síntomas es realmente frecuente en el


agotamiento de la potencia sexual, en tanto que el segundo
de ellos puede estar motivado por otras muchas causas.

CAUSAS DE LA ERECCIÓN. La erección puede tener


diversas motivaciones:

a) Causas psíquicas. Ya hemos visto cómo la imaginación


es uno de los factores más importantes en la excitación
sexual y, por lo tanto, en la erección.

Por ello, puede afirmarse que en la mayor parte de las


erecciones, existe un fondo de carácter psíquico que las
impulsa y condiciona.

b) Causas físicas. Pueden ser diversas. Una de ellas, el


alcohol, por la frecuencia de su uso, es de las más
importantes.

También pueden serlo las especias: mostaza, pimienta, etc.,


así como los condimentos picantes, ya que la irritación que
éstos producen, suscita la erección.

Otra causa de erección es la vejiga, cuando esta se halla


repleta de líquido. Sus paredes presionan contra los nervios
de los órganos sexuales próximos a ella y éstos transmiten la
sensación al resto del aparato genital. Este es el motivo por el
que ocurren las frecuentes erecciones matinales.
31
c) Acción de las hormonas sexuales en el organismo.
Las hormonas sexuales condicionan la erotización de los
centros nerviosos de la sexualidad y, como
consecuencia, la aparición de estímulos dirigidos hacia
los órganos genitales.

La mayor o menor sensibilidad sexual de un individuo suele


estar condicionada a la actividad de las hormonas en su
sangre. Este es el motivo de que la apetencia erótica alcance
su punto extremo durante la juventud, cuando las hormonas
sexuales que hay en la sangre alcanzan los niveles más altos;
mientras que, por el contrario, en la vejez y en la niñez, los
apetitos sexuales están como adormecidos, porque las
hormonas correspondientes no existen en el organismo o
están muy disminuidas.

d) Causas mecánicas. Hemos reseñado una serie de


motivos que son causa de las erecciones del pene. En
todos los casos, este órgano era el punto final de un
proceso. Diversidad de causas motivaban una especie de
reacción en cadena, que, partiendo del estímulo y
pasando por el cerebro y los sistemas nervioso y
sanguíneo, conducían al endurecimiento del pene, es
decir, a la erección.

Pero este camino también puede empezar donde antes


acababa. Esto ocurre cuando las causas de la erección son
puramente mecánicas y se hallan localizadas directamente en
el pene.

Hay que tener en cuenta que el tejido de que el pene se halla


formado, singularmente el de su parte extrema, el glande,
posee una gran sensibilidad. En la finísima piel de éste, existe
una serie de terminaciones nerviosas que se hallan en
comunicación con el sistema nervioso central. Su irritación
por medios mecánicos produce gran placer y la excitación de
todo el aparato genital.
32
La excitación mecánica del pene ocurre a veces al practicar
deportes en que se repite el mismo movimiento, por el que se
roza o mueve insistentemente aquél. Tal ocurre, por ejemplo,
en el ciclismo, en la equitación, etc.

Esta excitación mecánica se consigue singularmente


acariciando con suavidad el pene, el glande sobre todo, y
llega a su punto extremo de erección y de placer en las
relaciones sexuales de los dos sexos, cuando el glande roza
una y otra vez las paredes de la vagina, uniéndose en este
caso a la frotación la temperatura y la humedad provocadas
en ella por las secreciones de que se halla cubierta
interiormente.

Anomalías de la erección. La más grave de ellas es la


impotencia. Esta anomalía consiste en que el pene no alcanza
la suficiente erección para ser introducido en la vagina de la
mujer.

Las causas de la impotencia suelen ser:

1) Inhibiciones de tipo psíquico. Son las más frecuentes


y las más difíciles de eliminar. Dependen de una serie de
impactos psicológicos que han dejado huella profunda en
el psique y que actúan negativamente cuando se trata
de realizar el acto sexual. A veces la inhibición es total y
ocurre ante todas las mujeres.

Otras veces, únicamente tiene lugar ante un tipo de mujer o


ante una mujer determinada.

— Los medios curativos están basados en el tratamiento


psicoterápico, en la consecución de seguridad y dominio
de los nervios y de las reacciones del psique; y, muy a
menudo, en la hábil e inteligente colaboración de la
mujer.

33
2) Falta de actividad hormonal. Cuando la acción de la
hormona masculina es insuficiente, los impulsos sexuales
no llegan a erotizar los centros nerviosos del cerebro y
de la médula espinal, de tal manera que el movimiento
reflejo de la erección no llega a producirse.

— A veces, el tratamiento con hormonas suele dar buenos


resultados, pero sólo debe seguirse bajo el consejo y
vigilancia de un especialista acreditado.

3) Insuficiencia de los estímulos. Esta anomalía suele


ocurrir en edades avanzadas, en individuos de
reacciones muy lentas o en los casos en que la mujer
con quien se mantienen las relaciones sexuales carezca
de atractivos o padezca una completa frigidez de
temperamento.

— Los remedios consistirán siempre en reforzar dichos


estímulos y en conseguir la plena y eficaz participación
de la mujer en los preparativos para el acto sexual y,
luego, en la realización de éste.

4) El hábito. Ocurre a veces que la frecuencia, ejercitada


durante años, en las relaciones sexuales con una misma
mujer, máxime si ésta es de temperamento frío y poco
complaciente, provoque en el hombre una especie de
hábito que poco a poco vaya anulando su apetito sexual,
hasta llegar a provocar verdaderos estados de
indiferencia sexual que lo priven de la erección.

— Como ocurre a menudo en este tipo de anomalías de la


erección, es fundamental para librar de ellas al hombre
conseguir la colaboración incondicional de su compañera.

5) Enfermedades y agotamiento. Algunas enfermedades


de tipo cerebral y nervioso privan al hombre de la
erección. Lo mismo ocurre en ciertos estados de

34
agotamiento general del organismo o de agotamiento
sexual provocado por excesos.

La curación de las enfermedades y el tratamiento de


recuperación, unidos a la abstinencia de relaciones sexuales
por algún tiempo, serán los remedios adecuados para que
retorne la potencia sexual perdida. También es muy
importante seguir una dieta saludable.

1.10) EYACULACIÓN

Es la salida del esperma al exterior, mediante una verdadera


descarga, provocada por los movimientos de contracción de
los conductos espermáticos.

La eyaculación es el final de un proceso de excitación del


aparato genital.

Debido, normalmente, a las causas anteriormente


enumeradas, todo el sistema nervioso genital experimenta
una excitación intensa que alcanza un punto culminante,
denominado orgasmo, y una descarga, llamada eyaculación.

MECANISMO DE LA EYACULACIÓN. La eyaculación


responde, por lo tanto, al punto extremo de una tensión
nerviosa y sexual. Es como la liberación de un deseo y de una
exaltación que ha llevado al organismo del hombre a un
estado de excitación muy intenso, a una impaciencia
angustiosa por alcanzar el clímax.

En la eyaculación, ocurren 2 hechos fundamentales:

1) La relajación de las salidas de los conductos deferentes,


de la próstata y de las vesículas seminales, con la
consiguiente evacuación de sus secreciones hacía el
canal de la uretra.

35
2) La contracción poderosa de todas las fibras musculares
del aparato genital, con las que se consigue, en 5 o 6
golpes o espasmos, la eyaculación o expulsión al exterior
del semen en el que se han reunido todas las
secreciones señaladas.

Semen o esperma. Es el conjunto de secreciones producidas


en los diversos lugares del aparato genital masculino,
expulsadas a través del canal de la uretra en el momento de
la eyaculación.

El semen o esperma tiene un color blanquecino, y su


consistencia es viscosa y está constituido de:

— Espermatozoos.
— Líquido prostático.
— Secreciones de las vesículas seminales.
— Otras secreciones.

La cantidad de semen que suele reunirse en una eyaculación


es, aproximadamente, de unos 4 centímetros cúbicos.

El número de espermatozoos que hay en una eyaculación es


bastante variable. Depende del individuo, de su edad y vida
sexual, del estado sanitario y funcional de su aparato genital
y de la proximidad que exista entre una eyaculación y la
anterior. De todas formas, puede asegurarse que, en una
eyaculación normal, suficientemente distanciada de la
anterior, suele haber, al menos, unos 200 millones de
espermatozoos.

36
ANOMALÍAS DE LA EYACULACIÓN. Señalamos a
continuación las más importantes anomalías que suelen
presentarse en esta función del aparato genital.

a) Poluciones nocturnas. Aunque encajemos este hecho


en lo relativo a las anomalías, a cierta edad y en
circunstancias de represión de las relaciones sexuales,
pueden resultar completamente normales.

37
Hay ocasiones en las que el proceso por el que se llega a la
eyaculación no depende de la voluntad del individuo, sino que
resulta completamente involuntario. Tal ocurre en las
poluciones nocturnas, En ellas, se produce una eyaculación
completa y las secreciones sexuales, en lugar de ser una
consecuencia de la excitación de los órganos genitales, son
ellas mismas, al desbordar sus propios cauces por
acumulación, las que producen la erección, el orgasmo y la
consiguiente eyaculación del esperma.

Habitualmente, las poluciones nocturnas ocurren en


individuos jóvenes que no mantienen relaciones sexuales o lo
hacen con escasa frecuencia. Al funcionar
ininterrumpidamente las glándulas sexuales y no llegar a
producirse una descarga de las secreciones acumuladas, éstas
tienden a liberarse para dejar sitio a la nueva producción.

Debe tenerse muy en cuenta que las poluciones nocturnas,


aunque ocurran varias veces al mes, entran dentro de lo
normal y son una simple liberación del semen acumulado en
exceso.

Otra cosa sería si las poluciones ocurrieran mucho más a


menudo. Constituirían, en ese caso, la anomalía sexual
denominada espermatorrea, de la que trataremos a
continuación.

Las poluciones nocturnas suelen provocar en algunos


individuos intranquilidades y hasta verdadera sensación de
culpabilidad. En ocasiones, se pensará en enfermedades o
incluso en anormalidades sexuales. El adolescente asociará la
polución sufrida a sueños más o menos eróticos o a
situaciones cargadas de erotismo. A veces, incluso creerá
estar efectuando una relación sexual y el sueño terminará en
descarga de la tensión con orgasmo y eyaculación de semen.
En este momento, el muchacho se despertará sobresaltado,

38
perplejo, intranquilo por lo ocurrido, con sensación de
molestia.

Debe llevarse a la mente del muchacho la certidumbre de que


lo ocurrido entra dentro de lo normal y que no debe sentirse
intranquilo ni culpable.

b) Espermatorrea. Consiste en la eyaculación espontánea


y frecuente del semen, sin que medie una causa de
origen erótico y siendo involuntaria. Es como si el
mecanismo de eyaculación no respondiera al control
normal y se produjeran descargas de semen sin
aparente razón.

La consecuencia fundamental de la espermatorrea es la


debilitación del individuo, por el continuo desgaste a que está
sometido.

— El remedio a esta anomalía sexual ha de basarse en el


fortalecimiento del sistema nervioso, en la psicoterapia
apropiada y en la higiene general. También es
aconsejable la hidroterapia.

c) Eyaculación precoz. Consiste en la excesiva rapidez en


la eyaculación del semen. Apenas se ha introducido el
pene en la vagina de la mujer y en ocasiones incluso
antes de introducirlo, se produce la emisión del esperma.

Las causas de la eyaculación precoz suelen ser de origen


nervioso y psíquico: estados de excitación, ansiedad,
temores, complejos, falta de control durante el acto sexual…

— El remedio para esta anomalía no suele ser fácil de


encontrar. El dominio de la voluntad y la regulación de
los movimientos de pene dentro de la vagina pueden
ofrecer ciertos éxitos.

39
2) EL SEXO FEMENINO

40
Descripción de los órganos genitales de la mujer.

Los órganos genitales de la mujer son los siguientes:

— La VULVA, en la que se encuentran los GRANDES


LABIOS.
— Los PEQUEÑOS LABIOS.
— El CLÍTORIS.
— La VAGINA.
— El ÚTERO O MATRIZ.
— Las TROMPAS DE FALOPIO.
— Los OVARIOS.

2.01) VULVA

Es en realidad la parte externa de la vagina y como su


vestíbulo.

En el bajo vientre, en el lugar donde el hombre tiene situado


el arranque del pene, la mujer tiene una abertura vertical que
da entrada a todo el aparato genital femenino.

Esta abertura vertical se inicia con los grandes labios, los


cuales forman la parte más externa del aparato genital de la
mujer. Están cubiertos por una piel bastante gruesa.

Dentro de este vestíbulo están situados los pequeños labios


o ninfas, que, con la misma forma y posición que los grandes
labios, son como 2 protuberancias.

En la parte superior de la vulva, entre los pequeños labios,


está situado el orificio de la uretra, por donde sale al exterior
la orina procedente de la vejiga.

La uretra femenina no desempeña el papel relacionado con el


aparato genital que ocupa en el hombre, en el que es lugar de
recepción y paso de las secreciones de los testículos, próstata

41
y vesículas seminales, así como de su propia secreción, ligada
siempre a la actividad sexual.

Situado debajo del extremo superior de los grandes labios y


por encima del orificio de la uretra, se halla el clítoris.

Anatómicamente, es una pequeña protuberancia de unos 7


milímetros, cuya forma recuerda vagamente el pene
masculino. Al igual que éste, está formado por cuerpos
eréctiles y terminaciones nerviosas que hacen que se localicen
en él, más que en ninguna otra parte del aparato genital de la
mujer, las sensaciones sexuales.

42
El clítoris está dotado de una envoltura de piel, semejante al
prepucio masculino.

43
2.02) HIMEN

A la entrada de la vagina existe una membrana, abierta en su


parte central, a la que se le denomina himen.

Por lo común, esta membrana es desgarrada al introducirse el


pene del varón dentro de la vagina de la mujer en la primera
relación sexual de ella.

A causa del desgarro producido, suele haber una hemorragia


pequeña, la cual, habitualmente, carece de peligro.

44
En algunos casos, la elasticidad del himen y la dimensión de
la abertura central, hacen que la membrana se distienda y no
llegue a romperse, de tal forma que el pene del varón pasa
por ella sin que se produzca la hemorragia.

Como es natural, el himen puede ser perforado y desgarrado


por causas distintas a la relación sexual, tales como ejercicios
muy violentos, introducción de algún objeto duro en la vagina
e incluso a consecuencia de un accidente.

45
La causa más frecuente de rotura del himen antes de las
relaciones sexuales de la mujer, es la masturbación o
consecución del placer sexual por medio de manipulaciones
solitarias.

Durante grandes épocas de la Historia se ha concedido al


himen una importancia capital en el matrimonio, hasta tal
punto que, entre la realeza de muchos países, la desfloración
o rotura de la membrana en la noche de bodas era el punto
culminante de una ceremonia realizada ante testigos, ante los
que se exhibía la sábana con muestras de la sangre vertida en
el momento, como demostración indudable de la virginidad de
la esposa.

2.03) VAGINA

Es una cavidad virtual que supone aproximadamente en


hueco la forma del pene del varón. Por uno de los lados, pone
en comunicación a los órganos genitales externos de la mujer,
vulva, con los internos; mientras que por el otro extremo, se
une al cuello del útero.

La vagina tiene una dimensión variable, siendo


aproximadamente su longitud de unos 8 centímetros y su
anchura, distendida, de unos 4 centímetros de diámetro,
dependiendo ésta, en parte, de la edad, de la vida sexual de
la mujer y del número de partos que haya tenido.

Las paredes de la vagina están revestidas de una mucosa


húmeda, semejante a la que posee la boca. Están formadas
por un tejido de gran elasticidad, el cual, en el momento del
parto, llega a dilatarse de tal forma, que da paso al niño.

La vagina segrega una secreción viscosa de tipo ácido. En las


relaciones sexuales, las glándulas de la vagina y de la vulva
humedecen de tal forma las paredes de estas cavidades, que
el órgano masculino se desliza entre ellas con gran facilidad.

46
Esta especie de lubricación es debida a 2 glándulas muy
pequeñas denominadas glándulas de Bartholino.

Las paredes de la vagina son rugosas y están colocadas en


estrías o pliegues trasversales, que sirven para aumentar la
excitación sexual en el pene del hombre, por frotación con
ellas.

A la superficie de la vagina van a parar muchas terminaciones


nerviosas, por lo que este órgano posee una gran sensibilidad
y es fuente de placer en las relaciones sexuales.

FUNCIONES DE LA VAGINA. Las funciones que tiene la


vagina en el aparato sexual femenino son:

a) Hace el oficio de vaina (vagina: vaina), donde se aloja y


encaja el pene masculino en las relaciones sexuales del
hombre y de la mujer, recogiendo el semen en el que se
contienen los espermatozoos fecundantes del varón.

47
b) Sirve de conducto para la evacuación del flujo menstrual,
procedente del útero.

c) Da paso al niño cuando, habiendo llegado el momento


del parto, es expulsado del útero en el que se ha ido
formando durante los 9 meses que dura el período de
gestación.

ANOMALÍAS DE LA VAGINA. En la vagina se localizan


varías anomalías, con frecuencia de mucha trascendencia, ya
que suelen determinar la imposibilidad de la fecundación.

Las más importantes son las siguientes:

a) Vaginismo. Es la contracción espasmódica involuntaria


de la vagina. La consecuencia de la anomalía puede ser
la imposibilidad de penetración del pene del hombre.

Los motivos suelen ser de origen psíquico, temores e


inhibiciones graves. Los remedios deben encaminarse hacia
tratamientos de tipo psicológico.

b) Cortedad de la vagina. Suele ocurrir en mujeres que


presentan síntomas de infantilismo genital. Acostumbra
a ir acompañada la anomalía de ausencia del saco
vaginal, situado normalmente junto a la boca del útero.
Su consecuencia es que el semen del varón no queda
retenido, y por lo tanto, disminuyen las posibilidades de
que los espermatozoos alcancen la abertura del útero.

En estos casos, puede conseguirse la fecundación estudiando


la posición del útero y haciendo que la mujer permanezca en
situación horizontal y con la inclinación adecuada por espacio
de algún tiempo, después de efectuada la relación sexual.

c) Exceso de acidez de la secreción vaginal. La


secreción normal de la vagina es ácida. Esto permite que
este órgano, bastante vulnerable por su proximidad al
48
exterior, se libre de los efectos nocivos de cualquier
germen que se introduzca en él.

Pero, si la secreción vaginal posee un exceso de acidez, puede


ocurrir que los espermatozoos se destruyan o que, cuando
menos, queden disminuidos en su fortaleza y vitalidad, con el
consiguiente peligro para la fecundación.

El remedio que puede intentarse cuando se compruebe esta


anomalía es el de neutralizar la hiperacidez de la secreción
vaginal mediante lavados efectuados inmediatamente antes
de la relación sexual.

2.04) ÚTERO O MATRIZ

Es un órgano musculoso, como una especie de saco, en forma


de pera, cuyo extremo anterior o cuello, se inserta en el fondo
de la vagina.

El útero está normalmente situado entre el intestino grueso y


la vejiga. Este órgano puede moverse y variar de posición
ante el empuje del pene en el coito, por dilatación de la vejiga
y por otras causas.

En la parte superior, la más ancha, el útero tiene 2 aberturas


que conducen a las trompas de Falopio, por las que se llega a
los ovarios.

Visto de frente, el útero, en su interior, tiene forma casi


triangular, con su base hacia arriba, de cuyos extremos salen
las trompas.

La cavidad uterina está revestida de una mucosa que tiene


gran importancia, pues en ella anida el óvulo fecundado, para
lo cual sufre mensualmente una serie de transformaciones de
las que hablaremos al tratar de la menstruación y de la
fecundación.

49
En el útero se produce una secreción que consiste en una
especie de mucosidad pegajosa, que forma en el cuello del
órgano un verdadero tapón, el cual supone una barrera contra
muchas infecciones.

50
FUNCIONES DEL ÚTERO. El útero es uno de los órganos
más importantes del aparato genital femenino. Sus funciones
son:

a) Ser asiento de las modificaciones causantes de la


menstruación. Periódicamente, con intervalos que suelen
oscilar alrededor de los 28 días, el útero sufre ciertas
transformaciones, determinadas por la foliculina u
hormona ovárica.

La mucosa del útero se pone turgente, los vasos sanguíneos


se colman y las glándulas producen secreción. Puede
afirmarse que todo, dentro del útero, se prepara para recibir
al óvulo fecundado y ser para él la cámara y el nido donde se
desarrollará la nueva vida.

Pero, si el óvulo no es fecundado por el espermatozoo del


varón, cosa que ocurre la mayor parte de las veces, muere
dentro de la cavidad uterina, cuya mucosa, al resultar inútiles
sus preparativos, sufre una verdadera descamación, con la
que se produce una hemorragia que es evacuada a través de
su salida natural: la vagina.

b) Ser la cámara en la cual se fija y desarrolla el huevo


fecundado. Este es al principio de tamaño microscópico.
A lo largo de los 9 meses que dura la gestación, su
volumen va aumentando, distendiéndose a la vez
proporcionalmente el útero, hasta pasar éste de los 5
centímetros que, aproximadamente, tenía al comenzar el
embarazo, a poder dar cabida perfectamente al niño
formado por completo, a la placenta y a los líquidos que
rodean al feto.

c) Servir de órgano de expulsión en el momento del parto.


En el útero, se producen contracciones que empujan al
niño hacia el exterior. En este momento, el cuello del
útero, que estaba completamente cerrado, comienza a
dilatarse y las contracciones van haciendo pasar la
51
cabeza del niño a través de él y, a continuación, a través
de la vagina.

ANOMALÍAS DEL ÚTERO. Hemos ido viendo la importancia


y variedad de las funciones del útero dentro del aparato
genital femenino. De esta importancia, brota a la vez el
peligro de que ocurran en él anomalías de diversas clases,
algunas de las cuales señalamos a continuación:

a) Cáncer de útero. Es la anomalía más grave de cuantas


sufre este órgano. Ocurre con relativa frecuencia y es
uno de los lugares del organismo femenino donde más
habitualmente se presenta.

Su único remedio es el diagnóstico precoz, seguido de la


intervención quirúrgica. Debemos ponernos en aviso ante una
hemorragia fuera del período, un flujo sanguinolento, o
también ante hemorragias menstruales anormales en
cantidad o en aspecto.

b) Colocación anormal del útero. Su consecuencia suele


ser la desviación de la boca del útero, por lo que se hace
difícil, y a veces hasta imposible, el acceso de los
espermatozoos al interior del mismo.

La colocación defectuosa supone a veces un aplastamiento del


canal cervical del útero, de lo que se derivan con frecuencia
dificultades en la evacuación de las reglas, las cuales se
vuelven dolorosas y difíciles.

c) Prolapso uterino. Es lo que vulgarmente se denomina


caída de la matriz. Suele ocurrir en mujeres que han
tenido numerosos partos. La matriz cae sobre la vagina e
invade el espacio de su cavidad.

Esta anomalía produce molestias y puede llegar a dificultar


por completo las relaciones sexuales.

52
En estos casos, será necesaria la intervención del especialista
para volver a colocar en su sitio el útero, bien de forma
manual o bien quirúrgica.

53
d) Fibromas uterinos. Son tumores no cancerosos del
útero que frecuentemente aparecen durante la edad
fértil y casi nunca se transforman en cáncer.

2.05) TROMPAS DE FALOPIO

Las trompas de Falopio están situadas en la parte extrema


superior del útero, a ambos lados de éste. Ellas establecen la
comunicación entre el útero y los ovarios, aunque no están en
contacto directo con éste.

Las trompas son como 2 tubos de unos 12 centímetros de


largo cada uno y de un espesor algo menor que el de un lápiz
corriente. Su interior se halla tapizado de unas como pestañas
vibrátiles, que se denominan cilios.

54
FUNCIÓN DE LAS TROMPAS DE FALOPIO. Su función es la
de atrapar, como quien dice, al óvulo maduro, apenas
desprendido del ovario, y transportarlo hacia el útero por
medio de los cuerpos vibrátiles que tapizan su superficie
interna.

Durante el tiempo en que el óvulo permanece en las trompas,


puede producirse su fecundación por el espermatozoo
masculino, el cual habrá sido empujado hacia ellas por su
propia cola, en dirección contraria a la seguida por el óvulo.

Si la fecundación se realizara, el óvulo se implanta en la


mucosa del útero y comienza la gestación. Si no hay
fecundación, el óvulo también recorrerá todo el canal de la
trompa y acabará cayendo en el útero. Muerto ya el óvulo,
sus restos serán expulsados en la menstruación.

ANOMALÍAS DE LAS TROMPAS DE FALOPIO. De lo dicho


anteriormente se desprende la importancia de las trompas de
Falopio y el que cualquier anomalía que se produzca en su
estrecho conducto pueda representar su obstrucción y, como
consecuencia, la absoluta imposibilidad de que los principios
55
vitales del sexo masculino y del sexo femenino: el
espermatozoo y el óvulo, puedan encontrarse para la
fecundación.

La obstrucción de las trompas puede tener 2 causas


principales:

a) Deformación congénita de los conductos, poco


frecuente y con posibilidad de corrección, mediante
intervención quirúrgica.

b) Salpingitis o inflamación de las trompas,


consecuencia de enfermedades sexuales infecciosas,
prácticas abortivas o continuados esfuerzos excesivos.
También como consecuencia de infecciones tuberculosas
y de enfriamientos.

En todos los casos, el resultado es el mismo: la trompa se


inflama y el conducto interno se obstruye. La ovulación se
produce, pero el óvulo no cuenta con un camino por donde
pasar hacia el útero.

También puede ocurrir que la inflamación llegue a obstruir la


terminación de la trompa, en lo que se denomina
“pabellón obstruido”. Entonces el óvulo, al desprenderse,
no es recogido y va a morir en la cavidad abdominal.

Todas estas inflamaciones constituyen lo que médicamente


recibe el nombre de salpingitis.

El remedio para algunos de casos en que se produce esta


anomalía, suele ser quirúrgico. Se prescindirá del trozo de
trompa afectado por la enfermedad y se empalmará el resto,
en el caso de que la adherencia producida por la inflamación
sea pequeña. Si el mal ha afectado a toda la trompa, lo cual
es frecuente, la intervención quirúrgica no conseguirá
remediar la anomalía, produciéndose la esterilidad.

56
57
La salpingitis o inflamación de las trompas es una de las
principales causas de esterilidad de las mujeres que se
dedican a la prostitución. El mal es provocado en ellas por
alguna enfermedad venérea, sobre todo por la blenorragia.

2.06) OVARIOS

Son los órganos más importantes de todo el aparato genital


femenino. La repercusión de su funcionamiento alcanza a todo
el organismo de la mujer y a su misma vida psíquica.

Corresponden, en importancia y fines, a los testículos del


hombre, ya que ambos órganos son generadores de los
principios vitales de cuya unión nacerán nuevos seres.

Los ovarios son dos glándulas situadas a ambos lados del


útero, en su parte superior. Su color es blanquecino y su
forma, la de una almendra de unos 3.5 centímetros de larga
por 2.5 centímetros de ancha.

FUNCIÓN DE LOS OVARIOS. En los ovarios se producen las


células genitales femeninas, denominadas óvulos.

En los ovarios de la mujer hay más de 200,000 células que, al


llegar la pubertad, irán madurando mensualmente y una de
cada vez y se transformarán en el óvulo. Durante la
maduración de éste, las células eme le rodean formarán una
especie de bolsa, llamada folículo.

Las células precursoras de los óvulos están ya en la niña al


nacer y comienzan a madurar, una tras otra, cada 28 días
aproximadamente, cuando, al llegar la pubertad, se inician las
reglas. El proceso se repite constantemente en cada mujer,
hasta la época de la menopausia.

Uno de los folículos empieza a dilatarse, por haber ido


llegando a su madurez, hasta que se abre y deja libre al
óvulo, el cual cae en la cavidad abdominal, siendo recogido
58
por el pabellón de la correspondiente trompa de Falopio. Este
hecho se denomina ovulación.

En el ovario queda el folículo, del que acaba de desprenderse


el óvulo maduro. En la cicatriz del folículo, se desarrolla el
cuerpo lúteo o cuerpo amarillo, en el que se produce una
hormona que vuelca su influencia en la preparación de la
mucosa del útero para formar en ella el nido en el cual el
óvulo fecundado se asiente y fije para comenzar el período de
gestación del nuevo ser.

El óvulo vive, a lo más, unas 24 horas. Si en ese tiempo el


óvulo es fecundado por un espermatozoo, se produce el hecho

59
maravilloso de la creación de una nueva vida. De lo contrario,
el óvulo muere.

2.07) MAMAS

Aunque las mamas no sean órganos genitales propiamente


dichos, su desarrollo y fisiología están tan ligados a ellos, que
es obligado hablar de las mamas en una obra dedicada a
información sexual.

Las mamas se desarrollan de acuerdo con la actividad del


ovario. Se inicia su crecimiento en la pubertad, al comenzar
las primeras reglas. Se atrofian las glándulas cuando el ovario
cesa en su función. Se explica esto por la acción de las
hormonas del ovario, que estimulan el desarrollo de las
células productoras de la leche y el crecimiento adecuado de
los conductos que hay dentro de los senos de la mujer.

La forma externa de las mamas es la de un casquete en cuya


parte central está situado el pezón, por el cual se evacúa el
líquido segregado por las glándulas mamarias. Alrededor del
pezón hay una especie de aureola de color castaño oscuro.

En su interior, la mama es como un conjunto de canalillos,


semejantes a las múltiples raíces de una planta, que van a
reunirse en el tronco de la misma, en este caso, el pezón.
Dentro de los canalillos se almacena la leche, la cual es
producida por unas glándulas que se hallan al final de
aquéllos, formando pequeñas bolsas.

El seno está constituido por un tejido de tipo conjuntivo y por


gran cantidad de grasa. Las glándulas propiamente dichas
ocupan, dentro de la masa del seno, un espacio relativamente
pequeño, sobre todo cuando no son estimuladas a
consecuencia del embarazo. Debido a esto, debe tenerse en
cuenta que la buena o mala disposición para la lactancia de
los hijos no está marcada por el tamaño de los senos, sino
por el buen o mal desarrollo y funcionamiento de las
60
glándulas mamarias, así como por la configuración de los
pezones.

61
62
La secreción de las glándulas mamarias es la leche. Su
formación dentro de ellas es como un pequeño milagro en la
fisiología de las hembras de todos los mamíferos. Las
glándulas mamarias tienen la facultad de extraer de la sangre
los productos alimenticios y el agua, todo lo cual constituye la
secreción que conocemos con el nombre de leche.

FUNCIÓN DE LAS MAMAS. Cuando se produce el embarazo


y comienza el período de gestación, las glándulas mamarias
empiezan a ser estimuladas, aumenta de tamaño el pezón y a
la vez el seno entero.

Después del parto, empieza a desprenderse del pezón una


secreción amarillenta, de tipo acuoso: el calostro, que era el
que llenaba los canalillos durante el embarazo. La
composición de esta secreción es la adecuada para ser el
alimento inicial del recién nacido.

Dos o tres días después del parto, empieza a producirse la


leche propiamente dicha, siendo hacia el quinto día cuando
las glándulas mamarias consiguen su plena actividad. En ese
momento suele producirse subida de la temperatura de la
mujer, endurecimiento de los senos, completamente
colmados, y sensación de molestia y, a menudo, de dolor.

La secreción de las glándulas mamarias en buen


funcionamiento será siempre la apropiada para la
alimentación del niño e irá en aumento a medida que éste se
vaya desarrollando y exigiendo una mayor cantidad de leche.

La lactancia del niño es, por todos los conceptos, el sistema


más adecuado y conveniente de alimentación del recién
nacido y debe abarcar los primeros meses de su vida. Supone
una mayor facilidad de digestión y de asimilación, más
tranquilidad y sensación de protección en el niño, mayor
unión y afectividad de la relación madre-hijo y una defensa
incomparable del organismo del recién nacido contra las
enfermedades.
63
64
Para la madre, además de la unión íntima con su hijo,
representa una cierta protección frente a un nuevo embarazo,
ya que la función del ovario no suele restablecerse hasta que
no cesa la actividad de las glándulas mamarias, permitiendo
así que el organismo goce de un prudente período de
tranquilidad y de recuperación.

También ayuda la lactancia a una rápida recesión y


normalización de la matriz y de los demás órganos genitales
internos.

ANOMALÍAS DE LAS MAMAS. Las más frecuentes son:

a) Deformación de los pezones. A veces, el pezón parece


no existir, habiendo durante la lactancia dificultades para
mamar. Lo más frecuente es que el niño acabe formando
el pezón, mediante las repetidas succiones.

b) Grietas en los pezones. Son muy molestas y a veces


originan trastornos importantes en la lactancia.

El tratamiento debe ser preventivo, procurando fortificar los


pezones mediante masajes y aplicación de pomadas durante
los últimos meses del embarazo y, fundamentalmente, por
una escrupulosa higiene mediante agua y jabón.

c) La mastitis. Consiste en la inflamación de una glándula


mamaria. A consecuencia de ella se forman abscesos
que suelen ser muy dolorosos y que a menudo han de
ser abiertos o punzados. Suele producirse por infección,
por lo que se precisa siempre una gran higiene en los
senos, singularmente en el pezón y sus alrededores,
durante la lactancia.

d) El tumor de mama. Es la más peligrosa de todas las


anomalías que puede padecer una mujer en los senos.
Puede ser de naturaleza benigna o maligna; pero sobre
ello sólo el médico tiene capacidad de juicio. Dado que el
65
diagnóstico precoz, en caso de que se tratara de un
tumor maligno (cáncer), puede conducir con casi
absoluta seguridad a la curación total, exponemos los
síntomas habituales iniciales del mal, que toda mujer
debe conocer y buscar de forma periódica, aunque se
halle en perfecto estado de salud:

— Desigualdad de los pechos en tamaño, forma, movilidad,


altura o conformación de los pezones.

— Aparición de sangre por los pezones.

— Cambios en el aspecto de la piel, bien sea en su color o


en su forma, (retracciones, piel semejante a la cáscara
de naranja con pequeñas depresiones, ulceraciones)…

— Endurecimientos o nódulos, bien sean superficiales o


profundos, los cuales se pueden percibir fácilmente
colocándose en posición horizontal y palpando el seno
izquierdo con la mano derecha y el derecho con la
izquierda.

El tratamiento adecuado para el tumor de mama es la


intervención quirúrgica. El cirujano extirpa el tumor el cual es
analizado al momento con el fin de establecer su especie y su
peligrosidad. El resultado del análisis indicará si la operación
ha terminado con la extirpación del quiste, al ser éste de
origen benigno o si, por el contrario, es necesario extirpar
totalmente la mama y los ganglios linfáticos de la axila
correspondiente.

2.08) CARACTERES SEXUALES SECUNDARIOS DE LA


MUJER

Hemos visto cómo los caracteres sexuales primarios abarcan


todas las características propiamente relacionadas con los
órganos genitales y con las células en ellos producidas: óvulos

66
en el caso de la mujer y espermatozoos en el caso del
hombre.

Los caracteres sexuales secundarios, aun cuando relacionados


estrecha y directamente con las funciones sexuales, dependen
fundamentalmente de las secreciones hormonales. Su
repercusión está concretada en la morfología y características
externas de los sexos, en su temperamento psíquico y en su
comportamiento.

Como los caracteres sexuales secundarios abarcan los dos


campos, el físico y el psíquico, trataremos aparte de cada uno
de ellos.

— En su parte física, los caracteres sexuales secundarios


de la mujer influyen:

1) En su constitución ósea. Sus huesos son menos grandes


que los del hombre, salvo el de la pelvis, como apto y
apropiado para soportar el embarazo y el parto.

2) Su sistema muscular está menos desarrollado que el del


hombre.

3) Su tejido adiposo es, por el contrario, más rico y activo.

4) No aparece pelo en la cara ni en otras partes del cuerpo,


excepto en la cabeza, el pubis y los sobacos.

5) La voz es fina y atiplada.

6) La piel es suave y delicada.

7) Los pechos se hinchan, al formarse un considerable


tejido adiposo alrededor de las glándulas mamarias,
cuyo desarrollo está muy condicionado a la foliculina en
el organismo de la mujer.

67
68
69
— Por lo que se refiere a lo psíquico, los caracteres
sexuales secundarios de la mujer influyen en ella:

1) En sobreponer los sentimientos a la razón.

2) En su sentido de la maternidad y de la familia.

3) En su culto a la belleza y a la elegancia, al ritmo y a la


armonía, que se deja sentir en sus mismos movimientos
y ademanes.

Estos caracteres sexuales no implican que la mujer sea más


débil que el hombre. Por el contrario, ella se adapta mejor a
cualquier contratiempo y, a la larga, a cualquier esfuerzo;
resiste mejor las enfermedades y las intervenciones
quirúrgicas y es más prolongado su índice de duración de
vida.

2.09) FUNCIONES DE LOS ÓRGANOS GENITALES DE LA


MUJER

Todas las funciones de los órganos que componen el aparato


genital de la mujer están encaminadas a la generación, a la
consecución de nuevos seres. La vulva y la vagina, con su
cálida y suave mucosa y sus secreciones lubricantes,
con el fino y estimulante roce de sus paredes, facilitan
el que la eyaculación del semen masculino se produzca
en su interior y hacen que el hombre normal apetezca
sobre todas las cosas la conjunción sexual, la
introducción de su pene en la cavidad vaginal femenina.

Como preparación para el fin de la generación, una y otra


vez, durante la vida sexual de la mujer, en sus órganos
genitales, se va produciendo un ciclo repetido normalmente
por espacio de treinta y tantos años, en continuados procesos
mensuales de preparación para la posibilidad de lograr una
nueva vida.

70
Las funciones que ocurren en este proceso repetido son:

1) OVULACIÓN.
2) MENSTRUACIÓN.
3) FECUNDACIÓN.
4) EMBARAZO
5) y PARTO.

Haya o no fecundación, el proceso se inicia de la misma


manera: con la ovulación. Al ser penetrado el óvulo por un
espermatozoo, se produce la fecundación, y como
consecuencia, la anidación del huevo, el embarazo y el parto.
Si no lo es, ocurre la menstruación.

2.10) OVULACIÓN

Hemos visto, al tratar de los ovarios, cómo existen en ellos,


más de 200,000 células precursoras de los óvulos.

El óvulo es la célula germinal madura de la mujer. Desde que


se inicia la pubertad hasta que llega la menopausia,
aproximadamente cada 4 semanas, una de dichas células
madura y se transforma en óvulo, el cual está rodeado
entonces por una serie de células que forman una pequeña
cavidad al conjunto de lo cual se denomina folículo. De esta
forma, al cabo del año, se suceden de 12 a 13 ovulaciones en
la mayor parte de las mujeres.

Al llegar a la mitad de los días del ciclo menstrual — hacia el


día 14 en un ciclo de 28 días —, el folículo se rompe y el óvulo
se desprende de su bolsa y va a parar dentro de la
correspondiente trompa de Falopio, la cual recorre, no por
medios propios, pues el óvulo no posee movilidad, sino
empujado hacia el útero por los cuerpos vibrátiles que tapizan
interiormente las trompas.

71
De la forma descrita, se produce la ovulación propiamente
dicha, la cual suele ocurrir alternativamente en cada ovario.

En el folículo vacío se forman lo que se denomina cuerpo


LUTEO o CUERPO AMARILLO, y la PROGESTERONA.

Las secreciones del folículo sirven para preparar la mucosa del


útero y hacerla lugar apto para recibir al óvulo fecundado y
ser su nido; también para impedir la maduración de un nuevo
óvulo durante el tiempo en que el óvulo anterior puede ser

72
fecundado. Su actividad dura aproximadamente 14 días, al
cabo de los cuales comienza la menstruación.

Es muy importante tener en cuenta las 2 fases que componen


el ciclo de la mujer:

1) La primera fase abarca, en un ciclo normal de 28 días,


los 14 primeros. Es la fase de desarrollo del folículo de
un óvulo, de la rotura de aquél y de la salida de éste.

2) La segunda fase abarca los restantes 14 días y es el


período de desarrollo del cuerpo lúteo, la caída del óvulo
en las trompas, su avance a lo largo del conducto de
éstas y su terminación en la cavidad uterina.
73
El óvulo tiene una vida corta de alrededor de 24 horas.
Si en este tiempo no es fecundado, degenera y muere, siendo
luego expulsado en la menstruación.

De lo dicho se desprende que son muy escasos los días del


ciclo en que hay posibilidad de que ocurra la fecundación.
Tres días, más o menos, que vive el espermatozoo dentro del
útero, y un día aproximado de vida que tiene el óvulo forman
el tiempo apto para la fecundación. Durante el resto del ciclo
femenino, no se pueden dar las circunstancias de vida y
posible encuentro de los 2 principios vitales, no siendo, por lo
tanto, posible la fecundación.

La dificultad que se plantea se funda, no en la vida de los


principios vitales, que es bien clara, sino en lo indeterminado
del día de la ovulación, sobre todo en algunas mujeres cuyo
ciclo es de duración irregular y variable. En algunas raras
ocasiones, maduran simultáneamente 2 óvulos, que, al
desprenderse a la vez pueden ser fecundados ambos y dar
origen a lo que se llama gemelos bivitelinos, que están

74
dentro del útero cada uno en su envoltura y con su placenta y
que pueden ser incluso de distinto sexo.

Otro de tipo de gemelos es el llamado univetelino. Su origen


en vez de tener lugar en dos óvulos fecundados por 2
espermatozoos simultáneamente, lo tiene en un solo óvulo,
del cual se separan por diversas razones las dos primeras
células, que, a partir de este momento, se van a desarrollar
independientemente, originando cada una un ser completo.
Este tipo de gemelos, al derivarse ambos de una célula,
siempre son del mismo sexo y tienen gran semejanza
entre sí.

ANOMALÍAS DE LA OVULACIÓN. Son varias las anomalías


que pueden derivarse de la ovulación o estar relacionadas con
ella:

a) La más peligrosa de todas las anomalías relacionadas


con la ovulación, consiste en que el óvulo no sea
recogido por el pabellón de la trompa de Falopio y
vaya a caer en la cavidad abdominal. En el caso de
llegar a ser fecundado por un espermatozoo que hubiera
seguido el conducto de la trompa hasta su terminación,
se produciría un embarazo extrauterino y, como
consecuencia, un grave peligro para la vida de la mujer.

— Vigilancia médica e intervención quirúrgica serán los


medios adecuados para tratar esta anomalía.

b) Ausencia de ovulación. Suele estar condicionada a


causas patológicas. En ella, los ovarios no producen
óvulos maduros y por lo tanto no puede darse la
ovulación. La desaparición de las causas puede hacer
volver la ovulación.

c) Molestias, dolor sordo hacia los riñones y descenso


de la temperatura son anomalías relativamente
frecuentes en el momento de la ovulación.
75
EL ÓVULO. Es la célula germinal de la mujer. Se forma en el
ovario en el cual hay más de doscientos mil, todos ellos
contenidos en sus respectivos folículos. Su forma es
redondeada y su tamaño de unas 2 décimas de milímetro.

El óvulo, como toda célula, está compuesto de una serie de


partes de las que las más importantes son un nódulo central
llamado núcleo, rodeando al cual hay una zona de
constitución viscosa llamada citoplasma y una funda exterior
que rodea al conjunto y que se denomina MEMBRANA
CELULAR.

En su parte exterior, el óvulo está circundado y protegido por


un revestimiento del epitelio folicular.

LAS HORMONAS. Ya hemos tratado de las hormonas en


general, al hablar del sexo masculino. Al igual que en el
hombre, la pequeña hipófisis, situada en la base del cerebro,
señala con su influencia la actividad y control de las glándulas
de secreción interna de la mujer. En' el organismo genital
femenino influyen en el proceso del parto, en la contracción
de la matriz después de éste y en la puesta en marcha de las
glándulas mamarias. Indirectamente, al influir en la
ovulación, hace que dependan también de ella las hormonas
femeninas propiamente dichas, la foliculina y la
progesterona. Las 2 hormonas femeninas, elaboradas en el
ovario, tienen una importancia capital en la vida sexual de la
mujer.

— La foliculina se produce en el folículo que se forma al


madurar el óvulo. Pasa a la sangre y, por medio de ésta,
llega a todo el organismo, produciendo su influencia
alteraciones y modificaciones importantes. Cuando,
después de un ciclo menstrual comienza el siguiente, la
foliculina apenas si existe en la sangre, pero, poco a
poco, a medida que va madurando el nuevo óvulo dentro
de su folículo correspondiente, la cantidad de hormonas
76
va aumentando, hasta llegar a su punto extremo cuando
se produce la ovulación.

— La progesterona es elaborada por el cuerpo lúteo o


cuerpo amarillo, el cual, según hemos visto al hablar de
la ovulación, se forma en el folículo vacío cuando el
óvulo maduro acaba de desprenderse, para ser atrapado
por el pabellón de la trompa de Falopio. De esta
circunstancia de tiempo se desprende el que la hormona
de que tratamos no pueda existir durante la primera
mitad del ciclo, ya que, hasta el momento de la
ovulación, no se desarrolla el cuerpo lúteo, que es quien
la produce. Pero, a partir de ese momento, su presencia
en la sangre se hace constante, manteniéndose hasta
que se inicia la menstruación.

La influencia de las hormonas sexuales en el aparato genital


de la mujer es muy importante. Anotamos a continuación sus
funciones principales:

1) Influyen en la formación del útero y de la vagina, los


cuales, a veces, no alcanzan la forma y dimensión
normales a consecuencia de la insuficiencia de las
hormonas.

2) Condicionan la preparación de la mucosa uterina para la


recepción mensual del óvulo. La foliculina primero y
ésta y la progesterona después, provocan todos los
cambios de la mucosa del útero, su engrosamiento y
transformación para que el huevo fecundado anide en
ella.

3) Influye en la formación del moco cervical, que tapona el


cuello del útero.

4) Determina el desarrollo de las glándulas mamarias.

77
5) La progesterona provoca variación de temperatura en
el organismo de la mujer, circunstancia que ayuda a
conocer el momento de la ovulación.

2.11) MENSTRUACIÓN

Hemos visto cómo el óvulo, al no ser fecundado por un


espermatozoo, degenera y muere a las pocas horas de haber
llegado al útero.

Todo dentro del útero había sido preparado para formar un


verdadero nido donde se produjera, en óptimas condiciones,
la gestación del huevo.

Desde que éste inicia su camino a partir del ovario, la


hormona ovárica vuelca su influencia en la preparación de ese
nido uterino. Los vasos linfáticos y sanguíneos aumentan de
volumen, la mucosa cambia de aspecto, depositándose en las
células del útero glucógeno y materias grasas, sustancias que
servirán primeramente de nutrición al óvulo fecundado. En el
cuerpo amarillo del ovario seguirá produciéndose la hormona
que mantiene hipertrofiada la mucosa para que siga el
proceso de gestación dentro del óvulo.

Pero si la fecundación no se produjera, como ocurre en la


mayor parte de los ciclos, una vez muerto el óvulo, el cuerpo
amarillo va disminuyendo su secreción hormonal, hasta
desaparecer por completo. Todas las sustancias preparadas
para la anidación del óvulo resultan inútiles y la sangre y las
células acumuladas en las paredes del útero son expulsadas
de éste mediante contracciones, a veces dolorosas,
desembocan en la vagina y pasan de ésta al exterior. Este
hecho se denomina menstruación, regla o período.

La hemorragia producida en la menstruación es variable de


una mujer a otra. Normalmente es más espesa y más oscura
que la sangre ordinaria y, debido a las sustancias que a ella
van mezcladas, no se coagula.
78
La menstruación dura de 3 a 5 días. Inmediatamente después
se inicia la maduración del óvulo, la ovulación, la caída del
óvulo en las trompas y luego en el útero, la muerte del óvulo,
si no ha sido fecundado, y, de nuevo, la menstruación.

El ciclo sólo se interrumpe si el óvulo es fecundado o cuando


se llega al climaterio y las ovulaciones se acaban en la mujer.
79
— La edad en que da comienzo la menstruación depende de
la herencia, de la raza, de la alimentación y género de
vida y de otros factores más. En nuestro país suele
ocurrir hacia los 14 años de edad.

Al principio y al final de la vida sexual de la mujer, la


menstruación suele ser irregular en tiempo y en secreción.
Pero cuando han pasado las primeras reglas, suele fijarse la
frecuencia de las mismas alrededor de los 28 días, por lo que
se ha hablado siempre de mes lunar. Pero no ocurre siempre
con esta frecuencia, pudiendo ser mayor o menor el número,
de días del ciclo y, en algunas mujeres, durante toda su vida,
completamente irregular.

Son innumerables las creencias que ha habido en todas las


épocas en torno a la menstruación. Desde las referentes a su
influencia en la cocción del pan o en el avinagramiento del
vino, hasta las auténticas supersticiones sobre los
inconvenientes de la higiene y del cuidado personal de la
mujer durante ese período.

Debemos desechar todo ese cúmulo de errores y tratar de


encarar los pequeños problemas que puede plantear la
función orgánica de la menstruación con toda naturalidad y
con la mayor eficacia.

Dado que el proceso de la menstruación abarca 2 campos: el


fisiológico y el psíquico, hemos de tener en cuenta ambos.

1) Factores fisiológicos. En primer lugar debe tenerse el


convencimiento de que la menstruación no es una
enfermedad, sino un proceso fisiológico absolutamente
normal en la mujer.

Para este proceso normal, periódico y repetido, la mujer debe


estar preparada. Ella ha de conocer perfectamente el
mecanismo de la menstruación, saber al detalle lo que ocurre
80
en el interior de su organismo y estar al tanto en todo
momento de lo que es más conveniente hacer.

Las medidas higiénicas deben explicarse e inculcarse a la niña


desde que se supone va a comenzar a ser mujer. Por otra
parte, estas medidas son muy sencillas y se resumen en el
uso y cambio frecuente de compresas o tapones higiénicos y
el aseo personal extremado, ya que, durante esos días, las
glándulas sudoríparas desarrollan mayor actividad que la
normal.

Hay que desterrar por completo la idea de que el agua es


perniciosa para la mujer durante los días de la menstruación.
En ellos, puede bañarse o ducharse sin temor alguno,
teniendo en cuenta, eso sí, que el agua debe estar templada,
ya que el estado general del organismo durante el período
menstrual le hace más vulnerable a los constipados. Por lo
que se refiere a las compresas o tapones higiénicos, existen
hoy en el mercado diversos tipos de ellos, debidamente
esterilizados, cuyo uso resulta muy cómodo y de toda
garantía bajo el punto de vista sanitario.

El tapón puede ofrecer la ventaja de que no se nota su


volumen, ya que se coloca dentro de la vulva y de la vagina,
con lo que pueden usarse trajes de baño o vestidos muy
ajustados. Por el lugar donde va situado, será preciso
cambiarlo varias veces al día, pues podrían producirse
rozaduras si no se hiciera así.

En lo tocante a los ejercicios físicos, debe prescindirse de los


que sean excesivamente violentos, aunque es conveniente
realizar ejercidos suaves.

La alimentación no debe ser pesada y es conveniente tomar


más cantidad que la habitual de líquidos, frutas y verduras.

81
2) Factores psicológicos. También existen en la
menstruación factores de tipo psicológico, los cuales es
muy necesario valorar.

La mujer tiene molestias físicas. Se nota diferente de los días


en que no tiene el período. Además, advierte entonces una
sensación de suciedad, de tener que estar preocupada por
algo que ella siente como una verdadera debilidad periódica;
se ve obligada a cambiar las compresas, a extremar los
cuidados higiénicos e incluso a prescindir a veces de alguna
afición o de la puesta en práctica de algún proyecto. Todo ello
le produce una depresión nerviosa, unida con frecuencia a
entristecimiento, que suele terminar en llanto, y a sensación
de pesimismo e irritabilidad.

Es también frecuente que se produzca en ella un sentimiento


de inferioridad y, en ocasiones, incluso sienta cierta especie
de humillación por lo que le ocurre.

Por todos estos motivos, es necesario preparar a la mujer, ya


desde niña, para afrontar esta consecuencia de su fisiología,
haciendo todo lo posible por que no se considere a sí misma
como una enferma cuando llega la época de la menstruación.

Lo primero que hay que conseguir es que la mujer conozca


todas las características, etapas y proceso del ciclo menstrual,
para que en todo momento sepa a qué atenerse sobre los
trastornos que le pudieran sobrevenir y para que pueda
encarar adecuadamente todas las circunstancias
desfavorables que se le presenten.

La conciencia de la absoluta naturalidad de lo que Je ocurre la


llevará a tomar las adecuadas medidas profilácticas de una
manera casi mecánica, sin considerarse en ningún momento
como una enferma.

El ideal es que sienta la convicción de que el período es un


signo de su feminidad, de su potencia y valor como mujer en
82
disposición de ser madre y una prueba de que está viviendo la
etapa más grande y más importante de su vida física.

Todas las personas que conviven con una mujer, en el


momento en que ésta tiene su período menstrual, deben
tener en cuenta el proceso que está sufriendo, demostrando
cierta condescendencia y tratando de comprender sus
reacciones y de ayudarla a superar la pequeña crisis por la
que está pasando.

EL CLIMATERIO. Climaterio o menopausia es el cese de la


actividad de los ovarios en el organismo femenino. Cuando la
mujer llega a esta época, desaparece en ella la menstruación.

La edad en que suele ocurrir la menopausia oscila entre los 45


y los 50 años.

El cese de la actividad ovárica no es brusco, sino que


comienza por un retraso en la frecuencia de las reglas y en
una disminución progresiva de las hemorragias.

Las alteraciones que se producen en el aparato genital son


importantes. Los ovarios, al cesar en su actividad, sufren una
especie de retracción, se modifica la capa muscular de las
trompas de Falopio y del útero y se contrae la vagina. Por su
parte, las glándulas mamarias, que tanta relación tienen con
el aparato genital, se atrofian.

TRASTORNOS QUE PROVOCA EL CLIMATERIO. Pueden


dividirse en físicos y psíquicos.

1) Trastornos físicos. Los trastornos físicos que


acompañan al climaterio suelen ser sofocos,
palpitaciones, sudores, cansancio, depresión nerviosa,
insomnio y anomalías en la menstruación, en cuanto a
duración, cantidad o ritmo.

83
2) Trastornos psíquicos. Son los más importantes.
Hemos visto cómo, en el momento en que se inicia la
menstruación, se producen una serie de situaciones y
hechos difíciles para la psicología de la niña que se
convierte en mujer. Pero, en breve, la vida sexual
completa, con su ímpetu y su grandeza, se impone y el
mal momento queda superado, adaptándose la mujer
recién hecha a la nueva situación.

No ocurre así cuando la menstruación termina, pues es muy


difícil que la mujer no sienta que hay algo muy importante
para ella que se acaba sin remedio, algo que estaba
íntimamente vinculado a su ser y esencia más hondos y que
ha constituido durante años la plenitud y el logro de su vida,
como hembra.

Por estas causas, el choque psíquico es inevitable y la


conmoción en el espíritu de la mujer con mayor o menor
intensidad, según sean su temperamento y su preparación, se
produce siempre.

Las consecuencias de esta situación son el abatimiento y la


melancolía, que a menudo suelen desembocar en llanto y en
escenas de fondo depresivo.

La mujer tiene conciencia de que se pierde su feminidad, de


que se acaba para siempre esa facultad maravillosa que es el
poder ser madre.

Todos estos trastornos psíquicos que suele sufrir la mujer


cuando llega al climaterio tienen gran importancia en su vida.
Por eso, quienes viven a su alrededor deben extremar sus
atenciones para ayudarla a superar la prueba.

La mujer debe estar instruida sobre todas las particularidades


y características del climaterio, con el fin de afrontar la época
con la oportuna preparación y con las defensas psíquicas
adecuadas.
84
Es muy importante que la mujer se ponga en manos de un
médico competente que oriente su vida psicológica y
fisiológica durante ese tiempo peligroso de adaptación a la
nueva etapa, que establezca un tratamiento de hormonas
cuando lo considere necesario y ordene una adecuada
psicoterapia si lo estima oportuno, ayudándola a superar y
vencer a esos enemigos que se llaman el abatimiento, la
sensación tremenda de envejecimiento y de pérdida de las
facultades femeninas y, en ocasiones, los casos extremos de
reacciones difíciles de controlar hacia el erotismo y la pérdida
del freno moral.

ANOMALÍAS DE LA MENSTRUACIÓN. Es frecuente que


muchas mujeres padezcan algunos trastornos ocasionados
por la menstruación. A continuación señalaremos los más
comunes:

a) Molestias y trastornos. Suelen ser frecuentes. En


algunas mujeres, dan comienzo varios días antes de
iniciarse la menstruación y consisten en dolores de
cabeza y de espalda, tensión de los pechos, aumento de
peso por acumulación de líquidos en el organismo,
nerviosismo y sensación de cansancio y de abatimiento.

En ciertos casos, los trastornos son más importantes,


produciéndose un malestar general muy acusado, calambres
en el bajo vientre y dolores agudos.

Las molestias ordinarias suelen aminorarse con algún


analgésico, pudiendo la mujer con este simple remedio
continuar haciendo su vida habitual. Es importante la
restricción de líquidos.

En los casos agudos, será necesario guardar cama, sobre todo


durante los 2 primeros días de la menstruación.

85
Los dolores excesivos pueden estar causados por la estrechez
del conducto cervical del útero o por la anormal posición de
éste. Al dificultarse la evacuación del líquido menstrual, la
regla se hace más dolorosa.

b) Irregularidades. Consisten en la falta de periodicidad


del ciclo. Son normales cuando, después de un parto, el
organismo femenino vuelve poco a poco a su estado
habitual.

86
A veces, las irregularidades en la menstruación, bien por
adelanto bien por retraso, están motivadas por emociones
fuertes, cambios bruscos de temperatura o de altitud,
esfuerzos exagerados...

2.12) FECUNDACIÓN

Hemos visto, al tratar de la ovulación, cómo el óvulo, cuando


se desprende del folículo, va a parar a las trompas de Falopio
y de éstas al útero.

Si en su camino a lo largo de una de las trompas es alcanzado


por un espermatozoo masculino y penetrado por él, el óvulo
queda fecundado, anida en la mucosa del útero y da comienzo
la concepción.

Al introducirse el semen del varón en la cavidad vaginal,


innumerables espermatozoos de los millones de ellos que
existen en una eyaculación normal, se pierden en las paredes
de la vagina e incluso son arrastrados hacia el exterior con el
semen que resbala hacia la vulva. Pero, parte de aquellos
espermatozoos alcanza el cuello del útero y penetra en el
moco cervical que lo tapona y por el cual son atraídos. Una
vez atravesado éste, los espermatozoos pasan al útero.

Su camino sigue la dirección iniciada. Los espermatozoos van


hacia adelante, como remando contra corriente y, útero
arriba, se encamina hacia las trompas de Falopio en busca del
óvulo para fecundarlo.

En este camino, se establece una auténtica pugna entre los


pequeños corpúsculos, de la cual se desprende una verdadera
selección natural. Los más fuertes y más ágiles, los mejor
dotados, son los que alcanzarán antes el objetivo propuesto,
eliminando en esa carrera a los débiles, a los peor
constituidos.

87
Una vez hallado el óvulo, surge una nueva ocasión de
selección natural. Muchos espermatozoos lo rodean e intentan
88
penetrarlo. Pero uno sólo, sin duda el más fuerte, el más
impetuoso y agresivo, consigue introducirse en el interior del
óvulo, para fecundarlo. Automáticamente, el óvulo establece
una verdadera barrera, infranqueable para el resto de los
espermatozoos, los cuales, inútiles ya, mueren al cabo de
poco tiempo.

Al ocurrir el hecho de la fecundación, el óvulo suele estar en


el tercio de la trompa de Falopio en que haya caído.

A continuación, termina el recorrido de la trompa y va


descendiendo hasta el útero, en cuya mucosa, preparada
adecuadamente por la influencia de las hormonas, se fija y
anida.

Si el óvulo estaba situado en su posición normal del tercio de


la trompa cuando fue fecundado, el tiempo que transcurre
hasta la anidación en la mucosa del útero suele ser de unos 7
días.

Nada más ocurrir la fecundación, se inicia una serie de


fenómenos en el organismo de la mujer, encaminados todos
ellos a proteger y facilitar el proceso de gestación que acaba
de empezar. Las hormonas del cuerpo lúteo del ovario ayudan
a la anidación del huevo, impidiendo a la vez que en el ovario
se produzcan nuevas ovulaciones.

Entre tanto, dentro del óvulo va produciéndose una división


celular ininterrumpida, dando comienzo la formación del
nuevo ser.

89
EL SEXO DEL NUEVO SER. El sexo que tendrá el niño en el
momento del parto está ya fijado al producirse la fecundación
del óvulo femenino por el espermatozoo del varón.

90
Tanto en el germen de la mujer como en el del hombre,
existe una serie de pequeñísimos cromosomas en los que se
contienen ya los caracteres de la herencia que han de influir
en el nuevo ser.

En los óvulos de la mujer, los cromosomas determinantes del


sexo son todos femeninos, y están representados
habitualmente por el signo «X».

En los espermatozoos del varón, unas veces existe el


cromosoma masculino representado por el signo «Y» y otras
veces, el cromosoma femenino, «X».

91
En el momento de la fecundación, si un espermatozoo con el
cromosoma Y penetra en el óvulo, el nuevo ser será
masculino, al reunirse el grupo de cromosomas «XY». Pero, si
el espermatozoo es portador del cromosoma «X», el nuevo
ser será femenino, al reunirse 2 cromosomas «XX».

2.13) EMBARAZO

Cuando el óvulo ha sido fecundado por el espermatozoo, da


comienzo el embarazo. Al óvulo fecundado, se lo denomina
huevo.

92
La duración aproximada del embarazo en la mujer es de 280
días, lo que viene a ser el equivalente a 10 ciclos menstruales
normales.

93
94
95
SÍNTOMAS DEL EMBARAZO. Los síntomas por los que
puede conocerse que ha ocurrido el embarazo no suelen ser
muy claros y seguros en un principio. El dato más evidente de
un embarazo es, sin duda, la interrupción de la menstruación.
Sin embargo, pudiera ocurrir que, en determinadas
circunstancias y habiéndose producido la fecundación en las
trompas en un tiempo próximo ya a la menstruación, ésta
ocurra de todas formas. Pero esto sucede raras veces.

Otro síntoma frecuente son las náuseas y los vómitos,


producidos por reacciones anormales del organismo de la
mujer frente al fruto de la concepción.

En ocasiones, estos trastornos pueden ser muy molestos y


afectar a la mujer durante gran parte del embarazo,
singularmente en los primeros meses.

La forma más segura de diagnosticar el embarazo es el


análisis. El método mejor y el usado con mayor frecuencia en
nuestros días es la reacción de Galli-Mainini, que consiste en
inyectar a un macho de rana común, orina de la mujer que se
supone embarazada. En el supuesto de que esto sea cierto,
unas 4 horas después, la rana macho producirá
espermatozoos en gran cantidad.

EL EMBRIÓN. El óvulo, una vez fecundado en la trompa,


continúa su emigración hacia el útero, siendo la mucosa de
éste su destino final. En esta mucosa, engrosada y rica en
vasos sanguíneos para poder alimentar adecuadamente al
embrión, cae el óvulo fecundado y en ella se fija.

Durante el camino desde la trompa a la mucosa uterina el


huevo comienza ya a dividirse. El mecanismo de esta división,
llamada celular y que encierra una compleja variedad de
procesos, aparentemente se realiza de una manera muy
simple: la célula, en este caso el huevo, se parte por la mitad,
como una semilla de cacahuete. Cada mitad será una nueva
célula. Estas células hijas crecen hasta alcanzar un tamaño
96
determinado, el correspondiente a células adultas. En este
momento cada una de ellas se divide de nuevo en 2 mitades,
con lo cual se ha producido una agrupación de 4 células, las
cuales, previo el necesario proceso de crecimiento y
maduración, pasarán a dividirse para originar una agrupación
o masa de 16 células.

En un momento determinado y como resultado de las


repetidas divisiones del huevo, se ha formado una masa
celular que, por su aspecto y colocación, recuerda a una
granada, en la que cada grano sería una nueva célula. En este
momento, el destino de las células que forman esta masa se
va a decidir. La parte central será la que formará el embrión
humano, el nuevo ser; la parte exterior se transformará en
membrana que rodee y proteja al feto y también en el punto
de contacto con la parte interna de la mucosa uterina, en el
órgano que ha de tomar los alimentos de la sangre materna
para nutrir al embrión, es decir, en la placenta.

EL FETO. Hacia los 4 meses de iniciado el embarazo, el


embrión tiene ya su forma completa. Comienza entonces su
última etapa. De la ovular y la embrionaria, ha pasado a la
etapa fetal. La comunicación madre-hijo es cada vez mayor y
su relación más íntima y completa. La madre se nutre y
respira también para el hijo en formación, y los residuos del
nuevo ser son eliminados a través de los riñones y de los
pulmones de la madre. En adelante, se notarán ya los
movimientos del feto y los latidos de su corazón, mediante el
estetoscopio. Su posición puede observarse claramente por
medio de los rayos X. Todos los órganos comienzan su
entrenamiento y las manos y los pies se mueven, ya casi
completamente hechos.

Poco a poco, seguirá creciendo el feto y formándose más


completamente el nuevo ser. A los 9 meses, habrá alcanzado
ya su plenitud. Entonces, medirá aproximadamente unos 50
centímetros de altura y tendrá un peso de unos 3.5
kilogramos.
97
LOS MELLIZOS. En algunas ocasiones, la fecundación es
doble e incluso tripe y aun cuádruple. En rarísimas ocasiones
han llegado a nacer quintillizos, aumentando, como es
natural, las dificultades del embarazo y del parto, así como la

98
posibilidad de vida, a medida que es mayor el número de
fetos.

99
ANOMALÍAS DEL EMBARAZO. Hemos hablado
anteriormente, de pasada, de algunas de las anomalías y
trastornos que se pueden presentar durante el embarazo. La
duración de éste, su importancia y trascendencia en la vida de
la mujer, la gran conmoción que supone en su organismo,
hacen que, durante la gestación, se puedan producir diversos
trastornos. Por ello, es muy importante que todo embarazo
sea seguido por un médico, el cual orientará oportunamente a
la mujer gestante en todo lo que se refiera a su régimen de
vida y alimentación, ordenará los reconocimientos y los
análisis necesarios y vigilará el curso del embarazo hasta
conseguir un feliz término del mismo.

Trataremos a continuación de las anomalías y


trastornos más frecuentes durante este importante
período.

a) Embarazo extrauterino. Esta es una de las más graves


anomalías que pueden presentarse en el embarazo. Se
produce cuando el óvulo fecundado no llega a la matriz y
su implantación ocurre en una de las trompas de Falopio
o en la cavidad abdominal. Indefectiblemente, el
embrión, al irse desarrollando en un medio inadecuado,
provoca la rotura de la trompa si ha caído en ella o los
trastornos consiguientes en la cavidad abdominal. Esta
anomalía puede tener consecuencias muy graves y exige
la intervención quirúrgica para remediar el mal.

b) Náuseas y vómitos del embarazo. Ocurren sobre todo


durante el primer período de gestación y son padecidos
por gran número de mujeres. Su origen es a menudo de
tipo psíquico y está condicionado a la vida emocional de
la mujer gestante.

En los casos de náuseas y de vómitos puede dar resultado


una cura de carácter psíquico, una dieta sin demasiadas
grasas, frecuentes comidas ligeras evitando las que contienen
gran cantidad de líquido y el reposo después de éstas. Se
100
recomienda la toma de leche condensada sin diluir y
vitaminas, principalmente las del complejo B.

c) Estreñimiento. Aunque es una anomalía frecuente en la


mujer, gestante o no, suele agudizarse durante el
embarazo, a causa de la presión que ejerce el útero
contra el intestino.

Hay que tener en cuenta que, si siempre es peligroso el uso


de purgantes, lo es más durante el embarazo, por lo que
deben desecharse por completo.

El remedio al estreñimiento ha de buscarse por el camino de


una dieta adecuada, abundante en frutas y verduras y
tratando de conseguir un hábito, acostumbrándose a realizar
las deposiciones en un momento fijo de cada día.

d) Una consecuencia del embarazo suele ser la aparición


de hemorroides o el aumento de las existentes. Su
motivo es el encharcamiento circulatorio que acompaña
al período de gestación a causa de la compresión venosa
que produce el útero al aumentar de tamaño. También
están favorecidas por los esfuerzos en el caso de que
exista estreñimiento.

e) Varices. La predisposición de la mujer embarazada a


padecer varices está motivada por dificultades de
circulación en las extremidades inferiores, provocadas
por la presión que ejerce el útero sobre el abdomen.
Esta mala circulación se traduce en la dilatación de las
venas.

Las varices, de las que se ven libres pocas mujeres que hayan
tenido repetidos embarazos, pueden llegar a ser muy
molestas, creando, por añadidura, dificultades de tipo
psíquico, por suponer una conciencia de envejecimiento en la
mujer, la cual se siente privada de belleza y de elasticidad.

101
Todo caso de varices debe ser vigilado por el médico, quien
ordenará el oportuno tratamiento, de acuerdo con el mal y
con la edad y circunstancias físicas de la gestante.

Pueden dar resultado las medias ortopédicas, los vendajes, el


reposo de las piernas, ligeramente levantadas, y desde luego
la gimnasia.

Una vez pasado el parto, suelen ser muy eficaces los


ejercicios gimnásticos de las piernas, realizados de acuerdo
con el consejo médico.

No hace falta decir que, si siempre es abominable el uso de


las ligas circulares, lo es aún más durante el período de
gestación. Ellas contribuyen a la mala circulación de la sangre
en unos momentos en que ya de por sí ésta no circula
normalmente.

Entre los numerosos absurdos que el atuendo de algunas


mujeres supone, tales como cinturones muy apretados, fajas
demasiado rígidas, zapatos de altos tacones, falta casi
absoluta de protección en piernas, vientre, genitales y ovarios
durante los crudos inviernos, etcétera, etcétera, es éste de las
ligas circulares uno de los menos justificados y de los más
perniciosos, causa de muchos trastornos circulatorios a
menudo importantes.

— Otras anomalías, tales como calambres, sensación de


ahogo, fatiga muscular, insomnio..., son frecuentes
durante el embarazo y están dentro de lo normal,
siempre que se manifiesten prudentemente.

En todo caso, la mujer gestante debe aconsejarse siempre del


médico que vigile el embarazo, siguiendo fielmente sus
orientaciones. Debe tenerse muy en cuenta que,
posiblemente, no haya función femenina más rodeada de
leyendas, de supersticiones y de patrañas que ésta del
embarazo.
102
Cada comadre se considerará un pozo de ciencia médica y de
experiencia y asegurará haber pasado por todas las
circunstancias habidas, para las que tendrá siempre un
remedio propio e infalible.

2.14) ABORTO

Se denomina aborto a la pérdida del ser que se estaba


gestando, por expulsión del embrión o del feto, antes de que
éste haya alcanzado la madurez necesaria para vivir fuera de
la madre, lo cual suele suceder hacia el séptimo mes de la
concepción.

La gestación, por alguna causa, no llega a ser completa y se


interrumpe.

Sí el hecho ocurre a partir de los 7 meses de iniciada, el feto


suele lograrse, y, aunque con muchos cuidados, es normal
que pueda vivir y que consiga poco a poco completar su
formación y alcanzar el tamaño y la fortaleza adecuados.

En este caso, no se hablará de aborto propiamente dicho, sino


de parto prematuro, ya que el nuevo ser puede conseguirse
con relativa facilidad, a pesar de que su organismo no esté
aún del todo desarrollado y sea débil y vulnerable por
cualquier enfermedad o en cualquier medio adverso.

SÍNTOMAS DE ABORTO. La mayor parte de los abortos


ocurren entre el segundo y el tercer mes de gestación.

Los síntomas suelen ser las hemorragias y las contracciones


del útero.

Es frecuente que las hemorragias comiencen por pequeñas


pérdidas de sangre, con intervalos de uno o dos días entre
ellas. Debe bastar este primer síntoma, de apariencia leve,

103
para alarmar a la mujer gestante que lo padece y hacerle
acudir cuanto antes a la consulta médica.

Un aborto incipiente puede ser atajado mediante reposo en


cama y medicación adecuada, pudiendo llegarse por estos
medios a conseguir la continuación del embarazo y a lograr
un parto completamente normal a su debido tiempo.

Si, por el contrario, no se acude rápidamente a poner


remedio, las hemorragias continuarán, se harán más copiosas
y al fin será expulsado el embrión, o el feto, produciéndose el
aborto, con todas las molestias, peligros y consecuencias que
suele llevar aparejado.

Cuando, según es frecuente, no es expulsado completamente


el embrión y el útero no queda limpio, será preciso realizar un
legrado, operación quirúrgica que consiste en raspar
concienzudamente las paredes internas de la matriz, con el fin
de dejarla completamente libre de los restos que hubieran
quedado adheridos a ella después de producido el aborto.

Sin esta medida, la infección es casi segura y siempre


peligrosa, ya que se extiende al resto del aparato genital,
trompas y ovarios, y de éstos a sus órganos próximos,
pudiendo poner en inminente peligro la vida de la mujer.
También son causa dichos restos de irregularidades en la
menstruación y de posibles tumores.

CAUSAS DEL ABORTO. Son numerosos los motivos que


pueden provocar un aborto. Señalaremos a continuación los
más importantes.

1) Tumores y anomalías en la colocación de la matriz, que


dificultan la adecuada implantación y desarrollo del
embrión en el útero.

2) Enfermedades de tipo infeccioso, tales como la


tuberculosis y la sífilis.
104
3) Traumatismos producidos por golpes y caídas, aunque es
muy variable la influencia que esta causa puede tener en
cada mujer, ya que en unos casos será suficiente el
choque o la caída de apariencia inofensiva, en tanto que,
en otros no ocurrirá nada ni siquiera en circunstancias
extremas.

4) Defectos en la anidación del óvulo por efectuarse fuera


del lugar apropiado (embarazo extrauterino, placenta
previa...).

5) Incapacidad de supervivencia del embrión por


constitución defectuosa.

Debido a su importancia y trascendencia, trataremos a


continuación más extensamente de 2 motivos de
aborto: la incompatibilidad en el factor Rh del hombre y
de la mujer y el aborto provocado.

a) Incompatibilidad en el factor Rh. El factor Rh es una


característica que pueden poseer los glóbulos rojos de la
sangre.

No todos los individuos poseen este factor, siendo la raza


blanca la que cuenta con mayor número de casos positivos.

La denominación Rh procede de la abreviatura del Macaco


“Rhesus”, la especie de mono en que se descubrió, la cual
tiene siempre ese factor.

Dentro de la raza blanca, no existe el factor Rh en un 15% de


individuos, a los que, en términos médicos, se denomina “Rh
negativos”.

El problema a que da lugar esta característica de los glóbulos


rojos de la sangre surge cuando un Rh negativo recibe sangre
de signo positivo. En este momento, se produce una reacción
105
contraria, elaborándose anticuerpos que tratarán de eliminar
aquélla. El resultado principal que se deriva de la reacción es
la destrucción de glóbulos rojos.

Este hecho ocurre tanto en el hombre como en la mujer, por


lo que, al realizar una transfusión sanguínea, el médico se
asegura siempre antes del tipo de factor del individuo al que
va a efectuar la operación.

Por lo que se refiere a la mujer embarazada, cuando una Rh


negativa concibe de un padre Rh positivo, el hijo, con gran
probabilidad será Rh positivo y durante la gestación ocurre
que la madre, al recibir en su sangre, a través de la placenta,
los factores opuestos, reacciona contra ellos y elabora una
serie de anticuerpos, en defensa propia, los cuales tratarán de
destruir aquello que les molesta. La consecuencia es, que, en
ciertas condiciones, someterán a un auténtico bombardeo a la
sangre del feto que se está formando, con el fin de
deshacerse del factor Rh positivo que posee.

Los resultados pueden ser varios: A veces, el ataque prospera


y el feto muere, produciéndose el aborto. En otras ocasiones,
la acción de los anticuerpos producirá en el feto lesiones y
anomalías a veces importantes.

Finalmente, cuando los anticuerpos, por algún motivo no


tengan una gran actividad, el feto podrá salvarse y el parto
ser normal, cosa que ocurre en buena parte de los casos de
factores Rh opuestos.

Dado que los anticuerpos tardan bastante tiempo en


formarse, la mujer Rh negativa que no haya recibido una
transfusión Rh positiva, o tenido una gestación del mismo
signo, tendrá un hijo sano en el primer parto y acaso también
en el segundo, aumentando el peligro a medida que se van
creando más anticuerpos en la sangre de la madre.

106
Debe advertirse que la transfusión Rh positiva a una persona
Rh negativa es difícil que se pueda hacer, pues hoy se
extreman los cuidados en este sentido. También pudiera
ocurrir, aunque muy raramente, que, de un hombre Rh
positivo salga un hijo Rh negativo, ya que en ocasiones no
todos los espermatozoos tienen el mismo factor.

De todas formas, no debe pensarse que toda incompatibilidad


en el factor Rh ha de suponer por fuerza el que se tengan
hijos anormales. Esto sólo ocurre en un porcentaje
relativamente pequeño de casos, pero se debe estar
prevenido acerca de lo que puede ocurrir, así como de los
remedios que en caso necesario procede usar.

De todo lo dicho sobre este tema podemos sacar las


siguientes conclusiones:

1) No debe hacerse una transfusión sanguínea sin


determinar el factor Rh de la sangre del individuo que la
va a recibir. En el caso de que dicho factor sea negativo,
debe emplearse exclusivamente sangre de factor
negativo. De no ser así, se empezarían a producir
anticuerpos y más tarde podrían ocurrir percances, ya en
el primer embarazo de la mujer.

2) En el caso de fecundación, sólo existe duda cuando la


sangre de la mujer es Rh negativa.

Si la sangre es positiva, no importa el factor que tenga la del


hombre, ya que si ésta es también positiva, no puede haber
contratiempo y, si es negativa, el factor Rh no existe en ella
y, por lo tanto, tampoco su influencia.

3) Debe conocerse siempre el factor Rh de la sangre de


toda mujer embarazada. Si es positivo^ no tiene por qué
haber el menor motivo de preocupación. Si es negativo,
debe analizarse la sangre del varón. Si ésta fuera
también negativa, no existe el menor peligro, pero, si
107
fuera positiva, el médico debe estar prevenido y, si lo
considera necesario, anticipar el parto y hacer una
transfusión de sangre al niño recién nacido.

Esta transfusión, en las técnicas modernas, se hace incluso


dentro del claustro materno.

b) El aborto provocado. Consiste en la interrupción de la


gestación con expulsión del embrión o del feto, por
medio de manipulaciones, operaciones quirúrgicas o
administración de drogas abortivas.

Es necesario tener en cuenta que el aborto va contra la


vida de un ser humano en formación. Por ello, siempre
que su fin sea la anulación de esa vida, supone un
hecho criminal y repudiable.

Bajo el punto de vista moral, está condenado por todas las


religiones y la ética profesional de los médicos, conscientes de
su responsabilidad, así lo ha comprendido siempre. El
respeto a la vida es fundamental para los seres
racionales.

Hay países que, en los últimos tiempos, han tolerado el


aborto y centros sanitarios en los que, disfrazados los motivos
por excusas más o menos fundadas, se ha realizado este tipo
de intervención. Ello no hace variar lo más mínimo el principio
fundamental de respeto por la vida ajena.

2.15) PARTO

El período de gestación ha terminado y el feto ha adquirido su


formación completa, su peso y la fortaleza adecuada para
hacer frente a las dificultades que se le van a presentar.

El útero o matriz, en el que, por espacio de 9 meses, se ha


ido haciendo lentamente el nuevo ser, se prepara para la
expulsión de éste al exterior.
108
Podemos decir que parto es la expulsión del feto maduro. Se
inicia cuando dan comienzo las contracciones de la matriz. Es
como si los músculos de ésta, que se han ido distendiendo
durante el embarazo, adaptándose a un volumen cada vez
mayor, hubieran llegado a un punto extremo del que no
pudieran pasar e iniciaran una especie de retroceso,
contrayéndose una y otra vez de manera progresiva.

Cada una de estas contracciones, que se van haciendo más


seguidas y más prolongadas, va empujando al feto hacia la
única salida posible: el cuello del útero y la vagina.

109
Períodos del parto:

a) Período de dilatación. El fin del período de dilatación


es conseguir que el cuello del útero se vaya
ensanchando suficientemente para dar paso a la cabeza
del niño.

Esta dilatación supone un gran esfuerzo. Las fibras


musculares del cuello del útero son duras y poco elásticas. El
conducto interno es, en algunas partes, del grosor de un lápiz
ordinario. Sin embargo, ha de pasar por él todo el cuerpo del
niño. Para conseguirlo, ocurren 2 fenómenos:

1) El glucógeno que segregan en los momentos del parto


los tejidos del canal uterino, se transforma en ácido
láctico, cuya propiedad es la de distender las fibras
musculares del conducto.

2) Aparecen las contracciones, que van dilatando más y


más el cuello del útero.

Cuando el cuello del útero se ha dilatado completamente,


suele producirse la rotura de .la bolsa de aguas. El líquido
amniótico, que rodeaba al feto, sale al exterior.

La dilatación completa del útero suele durar varias horas. En


las mujeres que dan a luz por vez primera este período suele
ser de 12 a 15 horas. En partos posteriores, es normal que
transcurran unas ocho horas desde que comienzan las
contracciones hasta que nace el niño. De todas formas, no es
posible dar una regla, no ya fija, sino ni tan siquiera
aproximada, ya que cada mujer es un caso.

b) Período de expulsión. La siguiente fase del parto es el


período de expulsión. Se inicia después de conseguida la
dilatación conveniente del cuello del útero.

110
El feto ha ido descendiendo, empujado por las contracciones
que se suceden una a otra.

Lentamente, el niño va pasando a través del cuello del útero y


llega un momento en que la cabeza asoma por la vulva. Por
fin, tras un esfuerzo más de la mujer, cuya colaboración es
importantísima en este período de expulsión, los hombros del
niño pasan y éste sale por completo, unido aún a la madre
por el cordón umbilical.

El niño, por vez primera trata de respirar y. rompe a llorar


ruidosamente.

Durante el período de gestación, el feto no ha tenido


necesidad de usar los pulmones, los cuales empiezan a
funcionar cuando abandona el seno materno y se produce el
nacimiento.

La oxigenación y purificación de la sangre del feto se realiza a


través del organismo de la madre, con el que se halla en
contacto por medio del cordón umbilical.

Una vez finalizado el parto propiamente dicho, el médico liga


el cordón y lo secciona, separando por completo a la madre
del hijo. Este es ya un ser independiente, con vida propia y
distinta a la de su madre.

Días más tarde, el trozo de cordón umbilical que quedó en el


niño se secará. A la cicatriz consecuente la denominamos
ombligo.

El resto del cordón, unido a la placenta, saldrá al


desprenderse ésta. La placenta debe salir completa. Cualquier
adherencia que quedara dentro de la matriz podría tener
consecuencias peligrosas.

Durante unas 6 semanas después del alumbramiento, los


órganos de la mujer que han intervenido en el embarazo y en
111
el parto van volviendo a su lugar y la matriz va disminuyendo
de tamaño hasta llegar a ser sólo un poco más grande que al
iniciarse la gestación. Sus paredes internas, limpias ya por
completo, volverán a poseer su forma y constitución
anteriores. Todo estará entonces dispuesto para una nueva
anidación del óvulo y para un nuevo embarazo, cuando se
restablezca la función del ovario.

DIFICULTADES DEL PARTO. El parto es una función


compleja, en la que intervienen muy diversos factores. Este
es, a la vez, uno de los hechos más importantes en la vida de
los seres. El nacimiento de un niño parece siempre un hecho
milagroso y la serie de circunstancias que se reúnen para que
la nueva vida se logre, son algo sorprendente y como
imposible de conseguir.

Debido a esta complejidad, aun cuando lo normal es que el


niño nazca bien, ocurre en ocasiones que algo falla y provoca
trastornos en unos momentos que, por su peligrosidad,
pueden ser definitivos para el nuevo ser.

Trataremos a continuación brevemente de las dificultades


más frecuentes que pueden ocurrir a la hora del parto.

a) Para la madre:

1) COLOCACIÓN ANORMAL DEL FETO. Sucede a veces


que, durante el embarazo, el feto toma posiciones que
no son las adecuadas. En ocasiones, el mismo feto se da
la vuelta y acaba por encontrar la postura óptima antes
del parto. Otras veces, el feto queda en una posición que
no es la más apta para el parto. Las posiciones anómalas
más corrientes son: trasversal, de nalgas y frontal. En
estas ocasiones, el médico puede, antes del parto,
colocar manualmente el feto en la posición correcta.

2) DIFICULTADES EN LA DILATACIÓN. Suelen ocurrir,


sobre todo en mujeres primerizas, y son debidas a la
112
mayor rigidez de los tejidos del cuello del útero y de la
vagina. Su consecuencia es la mayor duración del parto.

3) DESGARRO DEL PERINÉ. Es relativamente frecuente.


El desgarro de la piel del espacio que existe entre el ano
y la comisura inferior de los grandes labios, denominado
periné, suele ser superficial. En ocasiones, es practicado
por el mismo médico, para facilitar la salida del niño.
Una vez ocurrida ésta, un par de puntos de sutura
repararán convenientemente el daño.

4) RETENCIÓN DE LA PLACENTA. La placenta suele


desprenderse momentos después de haber nacido el
niño. En ocasiones, su expulsión se retarda y es preciso
el estímulo de ligeras presiones en el bajo vientre que el
médico realizará para conseguir que se desprenda por
completo. Si dichas presiones no dieran resultado, será
preciso una intervención más directa.

En ocasiones, puede ocurrir que la placenta no se desprenda


completamente y que queden restos de ella dentro de la
matriz. El médico debe asegurarse de que esto no ocurre,
pues dichos restos serán, a los pocos días, focos de infección
y motivo de hemorragias y serios trastornos.

b) Para el niño:

1) MALA COLOCACIÓN EN EL MOMENTO DEL PARTO.


Ya hemos hablado de esta dificultad al tratar de la
madre. Si para ella existía el peligro de alargamiento del
parto, en el hijo las dificultades pueden ser mayores
aún.

El feto, normalmente, habrá ido quedando con la cabeza


encajada en el cuello del útero, de forma que, al salir, sea la
parte superior de la cabeza la que aparezca primero. Esta es
la postura normal y la más adecuada. Pero, en algunos casos,
el feto aparece de nalgas o de lado e incluso se da la vuelta,
113
presentando la cara en vez de la parte posterior de la cabeza.
En estos casos, el peligro más frecuente es el de asfixia. Pero
en la gran mayoría de las ocasiones, la habilidad del médico
consigue colocar adecuadamente al feto y hacer que el
nacimiento sea feliz.

2) DIFICULTADES EN EL PERÍODO DE EXPULSIÓN. A


veces, puede ocurrir que el niño tenga dificultades en los
últimos momentos para llegar al exterior. En estos
casos, a juicio del médico, se usarán los fórceps, que
consisten en un instrumento metálico que se introduce
vagina arriba hasta aprisionar la cabeza del niño, para
ayudarle a salir mediante una cuidadosa tracción.

Los fórceps pueden ser muy útiles en un momento dado, pero


deben usarse con habilidad y delicadeza, ya que su cuerpo
metálico, presionando sobre los huesos blandos del niño,
puede ocasionar traumas e incluso lesiones cerebrales. Por
este motivo, hoy sólo suelen emplearse en determinadas
circunstancias y siempre ya al final del período de expulsión.
En nuestros días, el uso del fórceps se sustituye a veces por
el de la ventosa. Esta consiste en un aparato que se aplica a
la cabeza del niño, la cual es succionada, con lo que se puede
ejercer una tracción ayudando de esta forma al deslizamiento
del niño a través de la vagina. De todas las maneras, también
este sistema debe emplearse con prudencia y sólo en casos
muy necesarios, pues también puede ser origen de lesiones
en la cabeza del niño.

En algunas ocasiones en que el parto normal se hace


imposible, la solución extrema es la cesárea. Esta consiste en
una intervención quirúrgica, por medio de la cual se abre el
vientre de la mujer en su sentido vertical, y a continuación, la
matriz, extrayendo al niño de esta forma, en lugar de hacerle
salir por el conducto normal de la vagina.

114
Sin duda alguna, la operación es importante, aunque, debido
a las modernas técnicas de cirugía, no ofrece normalmente un
riesgo grave.

Hasta no hace mucho tiempo, cerca de un 50% de las


operaciones de cesárea ponían en peligro la vida de la madre.
Hoy este peligro extremo es casi mínimo y hasta puede
decirse que nulo si el médico ha seguido las circunstancias del
embarazo y ha podido actuar a su debido tiempo.

La incisión practicada en el útero supone para éste un punto


débil, por lo que la cesárea no debe ser practicada muchas
veces, so pena de constituir un riesgo importante.

3) PELIGRO DE DAÑAR LOS MÚSCULOS DEL CUELLO O


DE LOS BRAZOS. A consecuencia de uso de los fórceps
puede ocurrir la paralización de parte de la cara, por
lesión del nervio facial. Esta anomalía suele desaparecer
al cabo de poco tiempo.

La parálisis de Erb es provocada por la lesión de los nervios


del brazo al tirar fuertemente del niño, en un parto difícil.
Suele ocurrir en los casos de niños demasiado desarrollados y
sus circunstancias pueden ser graves, inutilizando para
siempre el brazo lesionado. Cuando la lesión producida no sea
importante, la recuperación ocurrirá al poco tiempo.

4) ASFIXIA DEL NIÑO POR EL CORDÓN UMBILICAL.


Aunque no con mucha frecuencia, puede ocurrir que el
cordón umbilical se enlace fuertemente al cuello del niño
produciéndole la asfixia.

2.16) PARTO SIN DOLOR

Desde los tiempos más remotos, existió la preocupación por


conseguir un sistema que anulara o al menos aminorara los
dolores vivísimos que el parto origina a la mujer.

115
En nuestro siglo, si bien es verdad que muchas de las
molestias y dolores que el nacimiento de un hijo produce en
la madre no se han anulado por completo, al menos podemos
decir que se ha conseguido disminuirlos.

Dos son los procedimientos usados hoy para conseguir


aproximarse al ideal que denominamos parto sin dolor:

a) La Anestesia.
b) El Método Psicoprofiláctico.

A continuación trataremos brevemente de ambos sistemas.

a) LA ANESTESIA. Al descubrirse la anestesia, muchos


creyeron que iba a ser el remedio, por tanto tiempo
deseado y buscado, con el que se acabara de una vez
para siempre con. el tremendo dolor que experimenta la
mujer para dar a luz a sus hijos.

A partir de aquella fecha, la administración de drogas que


adormecen a la parturienta se ha generalizado bastante, al
menos en algunos países.

Pero, lo que al principio parecía una panacea universal, ha


terminado siendo desechado por muchos, debido a los
inconvenientes que ven en la anestesia. Eminentes
especialistas de diversos países se han pronunciado en favor y
en contra del procedimiento, sin que se haya llegado a un
acuerdo sobre su conveniencia o recusación.

Los detractores de la anestesia opinan que ésta suele acarrear


a la madre inconvenientes tales como mantenerla inhibida de
la función fisiológica del parto, anular su colaboración y
aminorar su vinculación al hijo; y para éste, una disminución
de la capacidad respiratoria en un momento extremadamente
difícil; y menos resistencia y vitalidad, factores que,
singularmente en el caso de niños prematuros o de poca
fortaleza, pueden ser definitivos.
116
Aun cuando es indudable que todas estas razones tienen un
fondo de verdad, creemos que la anestesia no se debe
recusar sistemáticamente. Las modernas técnicas, ordenadas
y .vigiladas por el ginecólogo y por un anestesiólogo
especializado, dan, sin duda, excelentes resultados, dentro de
unos mínimos inconvenientes. Lo que sí debe ser rechazado
por sistema es que la anestesia sea aplicada por cualquiera y
administrada sin control.

a) MÉTODO PSICOPROFILÁCTICO o PARTO NATURAL.


Se le ha denominado vulgarmente parto sin dolor y
constituye, a juicio de una mayoría de médicos, un
sistema óptimo para encarar y superar muchas de las
dificultades y molestias que se presentan en esos
momentos difíciles y dolorosos.

El parto natural está basado en una serie de factores,


psíquicos los unos y físicos los otros, todos los cuales,
reunidos, son capaces de alcanzar resultados muy
satisfactorios.

1) Factores psíquicos. El desarrollo del método debe ser


dirigido y vigilado por un médico especialista en la
materia.

Todo el sistema está de acuerdo con un plan de instrucción y


de ejercicios gimnásticos y respiratorios, que la mujer
gestante va siguiendo a través de los meses que dura el
embarazo. El interés por el método y la constancia en la
práctica de los ejercicios, son premisas indispensables para la
consecución del éxito, cuando el momento del parto llega.

La primera preocupación del ginecólogo que prepara a una


mujer para el parto natural es la de ganar la confianza de
ésta en su método y en su persona.

117
A continuación, tratará de alejar de la mujer toda idea de
temor. Para ello, ha de hacerle comprender lo normal de la
función en todos los seres vivos. A la vez desterrará, con
explicaciones unas veces y por medio del ridículo otras, los
falsos conceptos albergados en la mente de la mujer a
consecuencia de las exageraciones, leyendas y mentiras que
rodean esta función fisiológica del sexo femenino. Esto suele
ser relativamente fácil de conseguir, ya que cualquiera puede
exponer un abundante muestrario de inexactitudes y
exageraciones que toda mujer gestante ha oído una u otra
vez.

La labor inmediata del ginecólogo consiste en explicar a la


mujer que sigue el método, con detalle y exactitud, la
anatomía y fisiología relacionadas con el embarazo y el parto.
El temor a lo desconocido es una de las causas fundamentales
de los inconvenientes con que se encuentra el médico, por
parte de la mujer, cuando para ésta llega la hora del parto.

La mujer que sigue el método debe conocer perfectamente


todo el proceso del parto y estar familiarizada con la misma
terminología médica más necesaria y corriente. Se tratará de
que sepa en todo momento, cuando llegue su hora, qué es lo
que ocurre dentro de ella y qué es lo que va a pasar a
continuación.

La ayuda de gráficos, diapositivas, películas y discos


instructivos, viene dando excelentes resultados.

Una vez que la mujer ha sido instruida y ha depositado su


confianza en el médico, debe conseguirse de ella el sentido de
responsabilidad en lo que va a ocurrir. Ella será la
protagonista, mantendrá en todo momento la serenidad y la
fe en el sistema, encarará la situación, consciente de lo que
ocurre, siempre tranquila y dueña de las circunstancias.

2) Factores físicos, Son varios los factores físicos que


entran a formar parte del Método Psicoprofiláctico del
118
parto natural o parto sin dolor. Señalamos a
continuación los fundamentales:

— La relajación. Consiste en conseguir una distensión en


los músculos, lo más completa posible. Su consecuencia
es la rápida recuperación de fuerza, muy necesaria en
los momentos del parto, y el evitar contracciones que
impidan la salida.

El logro de una relajación completa no es nada sencillo y


obliga a un ejercicio repetido e intenso de distensión
muscular. Al principio, resultará poco menos que imposible;
pero, dado que la preparación para el parto sin dolor dura
varios meses, puede conseguirse con relativa facilidad un
dominio adecuado del sistema.

En los períodos de dilatación y de expulsión, en los que todo


ahorro de fuerzas es tan necesario, el conseguir una
relajación completa, cuando convenga, supondrá la
recuperación de energías necesarias en esos momentos.

— Respiración apropiada, desde la iniciación de las


contracciones, es una de las fases fundamentales del
método.

Los motivos en que se basa la importancia de una buena


respiración son dos: En primer lugar, porque, al desarrollar
todo el organismo un esfuerzo extremado, la aportación de
oxígeno es fundamental. Por otra parte, la respiración,
controlada y dirigida según el método que se sigue en el parto
natural, evita las dolorosas presiones del diafragma contra el
útero y hace contribuir a aquél oportunamente en los períodos
de dilatación y de expulsión.

El Método Psicoprofiláctico para el parto está dando en el


mundo entero excelentes resultados. Cientos de miles de
mujeres siguen el sistema, el cual es positivo en una buena
mayoría de casos.
119
Puede afirmarse que únicamente se fracasa cuando la mujer,
extremadamente nerviosa o poco preparada, pierde el control
de su actuación y no es capaz de realizar los ejercicios
respiratorios y de relajación que se le ha enseñado a practicar
durante el embarazo.

Para algunas mujeres, la dificultad del método consiste en su


falta de constancia para realizar diariamente los ejercicios.
Pero será suficiente un poco de sacrificio para conseguir un
éxito completo, capaz de liberar considerablemente a la mujer
de las molestias y dolores del parto.

120
3) LAS RELACIONES SEXUALES
Hemos hablado detenidamente en los capítulos anteriores de
la anatomía y fisiología de los dos sexos por separado.

Vamos a considerar a continuación las relaciones de los sexos


entre sí. De estas relaciones se desprenden para la
Humanidad hechos fundamentales: el ser origen de nuevos
seres y la perpetuación de la especie.

Un sexo completa al otro y de su conjunción nace el hombre,


que no es en realidad ni el varón ni la hembra por separado,
sino la unión de ambos, tal como si se tratara de las dos
facetas que componen un ser, de los dos factores que,
reunidos, forman el concepto hombre.

En la misma forma y colocación de los órganos genitales, se


puede comprobar esta complementación de los dos sexos.

121
El aparato genital de la mujer tiene la forma y colocación
adecuadas para que el aparato genital del hombre encaje en
él, y su fisiología receptora es la propia para recoger los
gérmenes vitales de la fisiología del hombre, la cual podemos
denominar fisiología emisora.

En lo psíquico, las cualidades y características del uno


complementan a las de la otra, como si de su suma brotara
un cúmulo de fuerzas y valores con los cuales pueda hacer
frente a las dificultades de la existencia física y espiritual, y
con los cuales pueda encarar y resolver cada una de las
situaciones que se presenten.

Quienes han pretendido igualar a los dos sexos en


todas sus circunstancias, manifestaciones, formas y.
actividades, no han hecho más que caer de error en
error. Ellos pretender hacer un ser andrógino, que sea
compendio de los dos sexos, es biológicamente un error y
socialmente una monstruosidad.

Cada sexo tiene unas características y unas cualidades


intrínsecas distintas a las del otro y no debe tratarse por
ningún concepto de anularlas para tomar las del contrario. La
mujer debe ser mujer con todas sus consecuencias y toda su
grandeza, con todas sus maravillosas facultades de
sensibilidad, de ternura, de sentido de la belleza, de
delicadeza de sentimientos, de aglutinante de la familia, de
dignidad en la vida, de continuidad de la especie por la
maternidad…

El hombre debe ser siempre hombre, con su fuerza y su


empuje, con su afán de conquista y su espíritu emprendedor,
con su mente más fría y razonadora, con su ansia de crear,
de ser principio vital y semilla de hombres y de empresas.

Cualquiera de los dos campos, el del hombre o el de la mujer,


son tan amplios, tan importantes, tan maravillosos, que son
más que suficientes para que todo individuo se logre, viva su
122
existencia con altura y dignidad y sienta hondamente la
alegría de vivir y la grandeza de pertenecer a la especie
humana.

Los fracasos de principio suelen ocurrir siempre por no


aceptar cada uno su propia vida o por vivirla
fragmentadamente, atendiendo sólo a una parte de su
actividad, al desarrollo de las más simples e intrascendentes
características y cualidades de su sexo.

Hombres y mujeres deben ser conscientes de su ser, de su


cuerpo y de su espíritu; asimismo, del cuerpo y del espíritu
del sexo contrario, del cual son complemento. Deben conocer
su propia anatomía y su fisiología, perfecta y totalmente; y
estar al tanto de las características, cualidades y valores que
cada uno de los sexos lleva en sí.

3.01) LO FÍSICO Y LO PSÍQUICO EN LAS RELACIONES


SEXUALES

Dos factores fundamentales entran a formar parte en las


relaciones sexuales humanas: lo físico y lo psíquico. Ambos
tienen gran importancia y se complementan y relacionan
estrechamente. Las relaciones sexuales entre el hombre y la
mujer ocupan un lugar muy importante en la vida del común
de los individuos. Su desarrollo conduce a la consecución de
dos fines importantísimos:

— La continuidad de la especie.

— y la satisfacción de un instinto poderoso, propio y natural


del ser humano y de la mayoría de los seres vivos, de un
impulso irresistible que empuja a un sexo hacia el otro.

Indudablemente, las relaciones sexuales tienen su base en el


mundo de lo físico y en el instinto de procreación de los seres
vivientes. Es como si la fuerza inmensa del sexo asegurase

123
indefinidamente la continuidad de la vida en el mundo, a
través del tiempo y del espacio.

Estos principios pueden servir perfectamente para hablar de


todas las especies, porque en todas ellas ocurre esta
atracción de los 2 elementos vitales y esta conjunción de
fuerzas y valores.

Una serie de factores de tipo psíquico amplía y da categoría al


instinto en los seres racionales. El privarse de esta dimensión
sería para éstos como mutilar el mundo de lo sexual; no
lograr todas sus posibilidades, perder una inmensa parte de
su valor, permanecer en posiciones primarias ante algo que
puede tener una trascendencia incomparable. La tragedia y a
la vez la inmensa grandeza de nuestra especie es que somos
seres racionales y debemos serlo con todas sus
consecuencias.

3.02) LA ATRACCIÓN DE LOS SEXOS

El hombre y la mujer están hechos para completarse, física y


espiritualmente. Las cualidades y características de un sexo
son como complemento de las del opuesto.

El instinto hace que un ser busque a otro. Desde el momento


en que el impulso sexual se abre con la pubertad, todo lo
referente a uno de los sexos tiene atractivo e interés para el
opuesto. Innumerables acciones, posturas, reacciones e
impulsos, están encaminados a atraer o a impresionar a los
individuos del sexo contrario. Vemos esto mismo incluso en
los animales irracionales, en sus reacciones, en su actitud en
la época del celo, hasta en las transformaciones que sufre su
cuerpo para llamar la atención de los individuos del sexo
contrario.

Hay épocas enteras, en la vida de los hombres y de las


mujeres’ singularmente durante la juventud y la madurez, en
las que no existe nada más importante que el sexo opuesto,
124
ni atracción más imperiosa que lo relacionado con su
búsqueda y obtención.

Una prueba de que el instinto sexual que condiciona la


atracción de los sexos está en todos los seres racionales, es
que, aun en aquéllos que han renunciado voluntariamente a
toda relación sexual y en quienes, por cualquier circunstancia,
no pueden ejercitarla, el impulso sigue actuando y las
secreciones de su aparato genital continúan produciéndose. A
pesar de todos los propósitos y de todas las consideraciones,
en el hombre siguen elaborándose los espermatozoos y en la
mujer, los ovarios, inexorablemente, continúan lanzando cada
mes un huevo maduro a las trompas, en busca de la
fecundación.

— Es fundamental para todos los humanos el ser


conscientes de que no hay nada malo en nuestros
órganos genitales ni en sus funciones. No son en sí
mismos considerados, ni morales ni inmorales. Nacen de
una necesidad fundamental que es la continuación de la
especie y son el único medio eficaz y apropiado para el
logro de este fin.

Al estudiar la anatomía y la fisiología del aparato genital


masculino y femenino, hemos visto cómo suponen, con su
complejidad y su perfección, una maravilla repetida en cada
individuo y cómo las funciones a ellos encomendadas
representan en cada ser un continuado milagro.

El ciclo periódico de la mujer, en cuyo seno se efectúa la


continuada preparación para ser origen de una nueva vida, la
maravilla del proceso de gestación en el que un nuevo
individuo se va formando a partir de dos células microscópicas
hasta el hombre completo, la elaboración del germen
masculino en los lejanos conductos seminíferos y la maravilla
de que en una célula infinitamente pequeña y simplificada se
contenga no sólo el principio de una nueva existencia, sino las
leyes maravillosas de la herencia, las cualidades o las taras
125
del nuevo individuo, y hasta el color de sus ojos y de su piel,
asombran siempre y hacen que los humanos sintamos la
conciencia, el orgullo y la dignidad de sabernos seres vivos,
portadores de vida.

3.03) LOS CARACTERES SEXUALES SECUNDARIOS,


FUENTES DE ATRACCIÓN

Hemos estudiado, al hablar de la anatomía del hombre y de la


mujer, los caracteres sexuales secundarios, que influyen en el
aspecto físico de cada uno de ellos. Estos caracteres
determinan las diferencias de aspecto y constitución física de
los dos sexos y suponen una de las fuentes más importantes
de atracción para ellos.

El primer contacto de dos personas de distintos sexos suele


establecerse por el órgano de la vista. Para la mujer, el
aspecto de fortaleza muscular del varón, su timbre de voz
grave y dominante, su aire de dominio y de seguridad,
empiezan por impresionar su feminidad y despertar su interés
y su impulso de atracción.

Para el hombre, las redondeces y turgencias del cuerpo


femenino, la suavidad de su piel, la delicadeza y elegancia de
sus movimientos, la dulzura de su voz, la curva atrayente de
sus senos, despiertan hasta los más íntimos impulsos de
admiración, de atracción y de posesión.

Cuando los caracteres sexuales secundarios impresionan


fuertemente al individuo del sexo contrario, un impulso
incontenible nace y se desarrolla dentro de él. Dichos
caracteres actúan como estimulantes de su sexualidad. Brota
instantáneamente el deseo de posesión, el ansia por
conseguir a la otra persona, por identificarse con ella; y se
busca el contacto físico, la descarga de la tensión sexual, que
sólo se logrará plenamente mediante la unión de los dos
sexos.

126
3.04) LAS ZONAS ERÓGENAS

Podemos decir que en las relaciones sexuales de los dos sexos


entran en juego todos los sentidos humanos, en mayor o
menor grado, pero, indudablemente, es el tacto el que
provoca una serie de sensaciones mayores y más
importantes, de más aguda intensidad y de más acusada
excitación de la sexualidad.

En el cuerpo humano existen zonas de la piel y de algunas


mucosas, cuya sensibilidad es extraordinaria y que tienen una
relación directa con los órganos sexuales en cuanto a la
excitación que a través de ellas experimentan éstos.

Estas zonas, llamadas erógenas, tienen gran importancia en


las relaciones sexuales, pues contribuyen a preparar el
camino del acto sexual propiamente dicho y son como la
iniciación de él, como la puesta en marcha de un mecanismo
complejo, cuyo fin es el orgasmo sexual.

Zonas erógenas en el hombre.

Las zonas erógenas del cuerpo del hombre están


concentradas sobre todo en el pene.

La zona más excitable y donde existe la mayor sensibilidad es


el glande. Su estímulo, mediante caricias repetidas, produce
un gran placer en el varón.

También resultan sensibles, aunque no en el grado que lo son


en la mujer, los pezones del pecho, el bajo vientre, el cuello,
los oídos y la boca, sobre todo la lengua.

Las zonas erógenas en la mujer.

Las zonas erógenas de mujer suelen ser muy amplias y de


gran sensibilidad. Por eso, su cuerpo puede experimentar en
grado extremo el placer sexual, incluso con mayor intensidad
127
y duración que el hombre. La piel de la mujer es más suave,
su sistema nervioso más rico y excitable, su capacidad de
erotización mucho mayor que la del varón.

Puede asegurarse que la mayor parte del cuerpo de la mujer


constituye una gran zona erógena, pero cabe señalar como
puntos extremos: los muslos, singularmente en su cara
interna, donde la piel posee una suavidad extraordinaria; las
zonas circundantes al sexo y al ano; el vientre y las caderas;
la cara interna de los brazos y la región de los sobacos; todo
a lo largo de la columna vertebral; el cuello, sobre todo hacia
la nuca; los oídos, la mucosa de la nariz y la boca, sobre todo
la lengua; los pechos, singularmente los pezones, que poseen
también un tejido eréctil que los hace erguirse ante un
estímulo de tipo erótico. Como es natural, la suprema zona
erógena de la mujer es el sexo y, en él, el clítoris y los
grandes y pequeños labios.

128
129
Las caricias.

El contacto de personas de distinto sexo, en condiciones


positivas de mutua atracción, produce una excitación
semejante a un fluido eléctrico, capaz de incrementar los
impulsos de acercamiento y los deseos de posesión.

La caricia consiste en el suave contacto de una epidermis


contra la otra. En este contacto, el lugar acariciado condiciona
mucho los resultados, jugando aquí su baza capital las zonas
erógenas de que hemos hablado anteriormente.

Los dos sexos, singularmente el femenino, necesitan algo así


como una puesta a punto previa al acto sexual propiamente
dicho. Los impulsos sexuales del varón suelen ser rápidos y
terminar inmediatamente después de la eyaculación. Pero los
de la mujer son más lentos, necesitan el estímulo de las
caricias, y de la preparación y se retardan más al acabar la
excitación sexual.

Por este motivo, aun cuando para el hombre y para la mujer


las caricias tienen una gran importancia, en aquél son
estímulos pasajeros y a veces innecesarios, en tanto que ésta
los precisa para llegar al estado de erotización adecuado.

Puede decirse que la gran mayoría de las relaciones sexuales,


al menos las más logradas, tienen un preludio de caricias con
las que los dos sexos llegan a un punto extremo de tensión
cuya terminación obligada es el acto sexual.

Siendo esto así, debe concederse gran importancia a las


caricias en todo lo que se refiere a las relaciones íntimas de
los dos sexos. Por ello, es necesario conocer con precisión las
zonas más apropiadas para hacer conseguir un mayor placer
a la persona con la que se tienen esas relaciones. El
conocimiento de las zonas erógenas del otro sexo es
fundamental para el logro de un placer sexual completo.

130
La franqueza y entrega total de los cónyuges uno a otro debe
llevarles a tratar naturalmente de estos temas y a exponer
sinceramente y con toda sencillez al compañero, los deseos
de goce y los lugares del propio cuerpo más propicios al
placer, más sensibles a 'las caricias, más apropiados para
conseguir un estado de excitación cuyo fin será el acto sexual.

Esta observación debe hacerse singularmente a los hombres,


por varias razones:

a) El hombre suele conseguir rápidamente el estado


de erección y se halla dispuesto en seguida a
realizar el acto conyugal, deseando introducir
cuanto antes su pene en la vagina de la mujer y
conseguir prontamente el clímax y la eyaculación.

b) La curva de excitación del hombre, rápida en subir, cae


verticalmente nada más expulsar el semen. Es más, en
seguida es invadido por una especie de desgana y de
abatimiento que le hacen desentenderse
momentáneamente de todo lo relacionado con el acto
sexual.

c) La mujer, en cambio, suele ser lenta en conseguir la


excitación y mucho más lenta en llegar al clímax y al
placer completo.

d) Muchas mujeres no consiguen llegar al orgasmo, sino


después de prolongadas manipulaciones. Por eso, para
ellas, las caricias previas son fundamentales y sin su
ayuda raramente lograrían llegar al orgasmo y, con él, a
la plenitud del placer sexual.

Si el hombre no lo comprende así, por egoísmo, por carencia


de sensibilidad o por torpeza, la mujer quedará defraudada y
las relaciones sexuales serán para ella únicamente una fuente
de desequilibrio nervioso, de repugnancia y, en ocasiones,
hasta de odio profundo por el sexo contrario.
131
132
Los besos.

Son, al fin y al cabo, una caricia. El hecho íntimo de que dos


personas de sexo contrario junten estrechamente sus bocas
supone un contacto directo, lleno de abandono y de
apasionamiento.

La boca posee una gran sensibilidad, por su mucosa y su


sistema nervioso, y constituye una zona erógena de gran
importancia.

Hay besos superficiales en los que solamente existe el


contacto de los labios. Pero el beso pleno, profundo, es aquél
en que las mucosas se tocan íntimamente, llenas de humedad
y de calor, contribuyendo la lengua a aumentar las
sensaciones de contacto y de placer. Estos besos son como
uniones profundas, excitantes, apasionadas, capaces de
conmover hondamente a quienes los protagonizan.

3.05) EL ACTO SEXUAL


El acto sexual o coito consiste en la unión de los órganos
sexuales masculinos y femeninos, mediante la introducción
del pene del varón en la vagina de la mujer.

Las circunstancias normales previas a este acto son la


consecución de un estado de erotización que impulsa a la
unión de los sexos. Dicho estado provoca en el hombre la
erección y endurecimiento del pene y en la mujer la humedad
en el saco vaginal, producida por las secreciones de la vagina.
A la vez, surge un deseo imperioso, superior a otro
cualquiera, de penetración y posesión en el hombre y
de ser poseída y penetrada en la mujer.

133
3.06) MECANISMO Y POSTURAS DEL ACTO SEXUAL

Producidas las circunstancias previas anotadas,


instintivamente, la mujer, en posición de acostada, abre
las piernas, colocándose el hombre entre ellas. Esta es
la posición más frecuente y más normal de copulación. Al
abrir las piernas la mujer y flexionarlas por las rodillas, ofrece
a la penetración del varón la postura más adecuada para dar
paso al pene, con la vulva entreabierta y toda la vagina
humedecida.

El hombre se coloca sobre la mujer, introduciendo


profundamente el pene en los órganos genitales de ésta. La
unión sexual, así conseguida, constituye lo que se denomina
el coito.

134
Luego, los dos cuerpos se mueven, de manera que el pene
roce insistentemente las paredes de la vagina, llegando a
estimular también el clítoris. El hecho produce, en ambos
sexos, un intenso placer, unido a una tensión nerviosa
extrema, capaz de hacer olvidar todo lo que no sea el propio
acto sexual que se está realizando.

El coito y con él la tensión nerviosa y la sensación de placer


llegan a un punto extremo, en que se produce una auténtica
descarga. Este hecho se denomina orgasmo. Con él, en el
hombre ocurre la eyaculación del semen y en la mujer una
especie de contracciones nerviosas en la vagina y en el
útero, y una a modo de succión en el cuello de éste, con
la que son absorbidos los espermatozoos.

En la mujer, no existe eyaculación de secreción alguna y sí


únicamente una descarga nerviosa. Por ello, el acto sexual
repetido puede causar fatiga y agotamiento en el hombre,
pero no así en la mujer, en la que sólo influirá a causa del
estado de excitación nerviosa que el acto en sí y su clímax
puedan provocar en su organismo.

Aun cuando, para que exista eyaculación en el hombre y se


produzca la fecundación del óvulo, no haga falta que la mujer
haya conseguido alcanzar el orgasmo en sus relaciones
sexuales, estimamos que debe conseguirse siempre que
ambos sexos logren llegar al orgasmo durante el coito.

Esto hecho es importante y, a menudo, condiciona toda la


vida sexual de la mujer y hasta el desarrollo de su mundo
psíquico.

— Hemos hablado del mecanismo y postura habituales en


las relaciones sexuales propiamente dichas del hombre y
la mujer. Indudablemente, no quiere decir que esos sean
los únicos posibles, sino tan sólo los más frecuentes y
lógicos, dada la anatomía y las características de ambos.

135
Lo que biológicamente se busca en la unión de los dos sexos
es la fecundación del óvulo y la perpetuación de la especie. A
la vez, y como estímulo e impulso de unión, la consecución
del placer sexual. El medio más propio para cumplir estos
fines será aquél mediante el cual mejor se consigan. Pues
bien, físicamente, en la postura habitual del hombre que se
coloca tendido sobre la mujer, vientre contra vientre, el pene
se introduce completamente en la vagina, hasta rozar con su
extremo la boca del útero, que es el camino que deben seguir
los espermatozoos en su carrera hacia el óvulo. Por otra
parte, al ser la vagina un verdadero recipiente, en él cae el
semen en la eyaculación; al estar la mujer acostada boca
arriba, dicho semen queda dentro de ella como un líquido en
un vaso, no perdiéndose de momento ninguna parte de aquél.

Incluso psicológicamente, el espíritu agresivo del varón,


marcado por su anatomía y características físicas y psíquicas,
se logra mejor siendo él la parte más activa y agresiva.
Pensemos que, en la Naturaleza, donde los instintos y los
impulsos biológicos son más puros y no están condicionados a
la educación, a las conveniencias sociales o a represiones o
desviaciones de cualquier tipo, el macho está siempre encima,
en una postura de protagonista, de actor.

Otras posturas en las relaciones sexuales.

Aunque no tan habituales ni tan de acuerdo con la forma


anatómica del cuerpo humano, caben otras posturas en el
coito.

136
1) La posición de la mujer sentada sobre el hombre
puede incluso estar aconsejada en los casos de irregular
colocación del útero, sobre todo en la retroversión de
éste. De esta forma, el extremo del pene llegará más
adentro que en la relación normal, haciendo más
probable la concepción, aun cuando se pierda mayor
cantidad de semen.

Esta postura puede dar resultado en los casos de frigidez


femenina. La relación normal está más condicionada a la
voluntad del hombre, siendo en ella la mujer más bien pasiva.
Sin embargo, al ocupar ella la postura superior, puede ser
protagonista, quedando más a su iniciativa los movimientos y
los roces que puedan llevarla al orgasmo.

137
2) Parecidas razones podrían darse para la realización del
coito sentándose la mujer sobre el hombre y frente
a él, estando éste también sentado. De esta forma
penetra aún más el pene dentro de la vagina.

3) Por lo que se refiere a la posición del hombre


abrazando a la mujer por detrás, estando ésta
arrodillada e inclinada completamente hacia
adelante (posición genupectoral), puede dar resultado
si a la vez se quiere acariciar y estimular el cuerpo
femenino. La posición del coito es, de esta manera, más
forzada y el pene se introducirá, por fuerza, menos
profundamente en la vagina. Esto, en algunos casos de
dificultad de concepción, es aconsejable, ya que la
posición inclinada de la vagina permite que el semen
permanezca en el fondo de la misma. Para ello la mujer
deberá mantener la postura descrita momentos después
del coito.
138
No debe extrañar a nadie el que hablemos de esta postura, ya
que, en la Naturaleza, es la empleada por la mayoría de las
especies superiores y probablemente haya sido la usada por
el hombre en sus etapas primitivas.

139
4) La posición de la mujer sobre el hombre permite a la
mujer tomar el control de los movimientos que la lleven
al orgasmo.

140
5) La posición de la mujer abajo con sus piernas
apoyadas en los hombros del hombre permite que el
pene entre profundamente en la vagina de la mujer.

141
6) La posición de acostados de lado, con el hombre
penetrando a la mujer por detrás es muy cómoda,
requiere poco esfuerzo físico, y es apropiada cuando la
mujer está embarazada. El hombre puede apoyarse en
un codo, o simplemente recostarse de lado, lo cual
también se aplica a la mujer.

142
7) Para quienes gustan de probar cosas nuevas en la cama,
la posición en escuadra, en que los cuerpos del
hombre y la mujer forman un ángulo 90°, con la mujer
bocarriba y el hombre recostado de lado, es una opción.

8) La postura de pie, con la mujer siendo cargada por el


hombre, es adecuada para realizar el acto sexual en
lugares donde no hay una cama, o en lugares reducidos,
como puede ser un closet o un vestidor. Para que esta
posición sea menos incómoda se recomienda que la
mujer sea esbelta y, si es posible, se recargue contra
una pared; y mucho mejor es que la mujer se siente en
una mesa. Esta posición también es una buena opción
para experimentar nuevas sensaciones durante el acto
sexual.

143
De todas formas, las posturas que hemos señalado entran
todas dentro de lo normal, aun cuando, indudablemente, unas
sean más habituales y lógicas que otras. En todas ellas, hay

144
introducción del pene dentro de la vagina y posibilidad de
eyaculación y de concepción.

El sexo oral y el sexo anal no se recomiendan porque van


contra la naturaleza del acto sexual. En ambos casos puede
haber infecciones, y en el caso del sexo anal, el ano puede
sufrir daño irreversible.

3.07) FRECUENCIA DE LAS RELACIONES SEXUALES

Se ha escrito mucho sobre este tema, desde todos los puntos


de vista. Médicos, moralistas, sociólogos, han aportado su
experiencia y sus opiniones sobre la frecuencia de las
relaciones sexuales en el género humano.

Unos han preconizado el absoluto libertinaje de costumbres y


han conducido a mucha gente a la obsesión sexual y a la
preocupación continuada y enfermiza por todo lo que a estas
cuestiones se refiere. Otros han llegado a parecidas
consecuencias por el camino opuesto, considerando las
relaciones sexuales como fuente de males físicos y morales,
llegando a augurar desastres sin cuento a quienes las
realizan. Durante bastantes años, las doctrinas expuestas por
el Dr. suizo Samuel-Auguste Tissot [1728-1797] dominaron
las mentes de muchos educadores y moralistas, cuyas
enseñanzas se basaban, fundamentalmente, en la represión
del instinto y en el temor. Las teorías expuestas por Tissot
encajaban perfectamente en la mentalidad de éstos y
apoyaban su sistema educativo. Por eso parecieron
excelentes. La intención del citado doctor y de sus seguidores
fue probablemente buena. Ellos trataban de hacer repudiar
unas relaciones que ellos consideraban aborrecibles,
valiéndose del medio de presentar un cúmulo de
enfermedades y peligros, de consecuencias funestísimas, de
muertes por consunción, de agotamiento y de desequilibrios
nerviosos y locura.

145
Parecía más sencillo conseguir que un joven se abstuviera de
toda relación sexual haciéndole temblar ante el pensamiento
de su cuerpo deshecho y envejecido por la pérdida de sus
sustancias vitales, que crear en él una mentalidad de
autocontrol y disciplina física y espiritual. Naturalmente, el
buen sentido acabó por imponerse y hoy; salvo raros y
anacrónicos casos, educadores y moralistas rechazan aquellos
métodos y teorías.

Es fundamental decir la verdad y profesar un auténtico culto a


ella. Normalmente, a un joven, fisiológicamente hablando,
porque tenga relaciones sexuales o incluso porque se
masturbe moderadamente, no le ocurre nada. Las pérdidas
seminales que ello provoca no influyen para nada en su
desarrollo físico ni en su capacidad intelectual. Un joven que
no efectuara esas relaciones, tendrá también pérdidas
seminales en las poluciones nocturnas, al rebosar de semen
sus órganos genitales.

Las consideraciones que haya que hacer, a los jóvenes o a los


mayores, deben encajar en un plano espiritual más que en un
plano físico.

Lo cierto es que, ciñéndonos a la anatomía y fisiología del


sexo, que es el fin de esta primera parte de nuestra obra, el
género humano normal tiene limitada la frecuencia de sus
relaciones sexuales por su misma fisiología. Para que un
hombre repita el acto sexual, necesita un tiempo de
recuperación de su organismo. Este tiempo está marcado por
la edad y por el estado físico en que se encuentre. La
exageración en las relaciones será limitada muy pronto por su
agotamiento y hasta por la misma repugnancia que el uso
forzado y anormal del acto sexual producirá en él.

Tampoco nos sirve la comparación con otros seres de la


Naturaleza. Unos tienen una época de celo y de relaciones
sexuales muy cortas; algunos, tan sólo de unos pocos días en
todo el año. Sin embargo otros, tales como la mayoría de los
146
cuadrumanos y muchas de las aves, viven en un continuo
apareamiento, sin que dé la impresión por ello que sus
fuerzas disminuyan en lo más mínimo.

De todas formas, si en algo tan difícil de puntualizar y tan


personal como es la vida sexual del hombre, tuviéramos que
establecer una aproximación de frecuencia de relaciones
sexuales, diríamos que encajan dentro de lo normal las
personas jóvenes que tienen relaciones sexuales 2 o 3 veces
por semana, las personas maduras que las tienen una o 2
veces por semana, y los que, ya en la declinación de la vida,
tienen relaciones más espaciadas, condicionadas a
circunstancias o a estados físicos o psíquicos determinados.

3.08) ÉPOCAS DE ABSTENCIÓN DE LAS RELACIONES


SEXUALES

La higiene unas veces, la enfermedad otras y siempre la


consideración debida hacia la persona con la que tienen las
relaciones sexuales, marcan los períodos de abstinencia de
éstas.

a) DURANTE EL EMBARAZO. Durante gran parte del


embarazo, pueden seguirse las relaciones sexuales,
condicionadas siempre al estado en que se encuentre la
mujer.

La posición en que se realice el coito debe estar marcada por


la comodidad de la embarazada, evitando, como es natural, la
presión exagerada sobre el feto, por lo que no es aconsejable
durante este período la posición habitual antes descrita.

En todo caso, de 4 a 6 semanas antes del parto deben


evitarse las relaciones sexuales, ya que pueden ser
peligrosas y ser motivo de infecciones que acaso resultaran
graves. Lo mismo cabe decir si existiera peligro de aborto o la
mujer tuviera pérdidas de sangre o flujo u otra cualquier
anomalía.
147
No existe regla fija sobre la apetencia sexual de la mujer en la
época del embarazo. Es frecuente que disminuya e incluso
desaparezca el deseo sexual. Pero también ocurre lo
contrario: que el deseo sexual sea más intenso y más
frecuente.

b) DESPUÉS DEL PARTO. El parto supone una conmoción


extraordinaria en todo el aparato genital femenino. Todo
él ha de volver muy lentamente a su estado normal.
Útero, músculos, mucosas, deben ir ocupando su
volumen, posición y características habituales. Este es
un período peligroso para la mujer, especialmente
propicio a las infecciones. Sus órganos genitales,
sensibles y delicados, deben guardar un reposo
adecuado y no ser alterados durante su recuperación.
Cualquier relación sexual que se intentara durante las
primeras semanas después del parto podría poner en
peligro la salud de la mujer. Por eso, es necesario
esperar unas 6 semanas para reanudar las
relaciones sexuales.

c) EN LA MENSTRUACIÓN. Durante los 3 o 4 días que


suele durar el período menstrual, la mujer no suele estar
en un momento físico ni psicológico completamente apto
para realizar el acto sexual. Por ello, es preferible
abstenerse durante esos días.

Bajo el punto de vista médico, siempre que se observen las


normas adecuadas de higiene, no parece existir inconveniente
serio en efectuar el coito.

La repugnancia que pueda existir a realizar dicho acto durante


la menstruación se deriva, seguramente, del horror a la
sangre menstrual que profesaron muchos pueblos primitivos y
que aún llega a nosotros, y de un fondo religioso tal como el
que prohibía al pueblo judío a cohabitar con una mujer
menstruante bajo severísimas penas. La necesidad de
148
establecer severas medidas higiénicas, por una parte, y el
conocimiento que tenía el legislador de la época en que la
mujer no era apta para la fecundación, llevaron a Moisés, jefe
de un pueblo perseguido y acosado, a dictar estas normas y a
crear una mentalidad que aún influye en nuestros días.

La ley mosaica prohíbe acercarse a una mujer durante la


menstruación y en los días siguientes próximos a ella.
Durante este tiempo, la mujer es impura. Como es lógico, el
hombre y la mujer, privados de todo contacto sexual durante
varios días consecutivos, tratarán de acercarse repetidamente
a partir del período de continencia forzada. Pero da la
casualidad que las relaciones sexuales ocurrirán precisamente
cuando se produce la ovulación y cuando más posibilidades de
fecundación existen.

En un pueblo como el judío, rodeado de enemigos y de


circunstancias adversas, la consecución del mayor número de
hijos era fundamental y la medida religiosa tomada por el
gran legislador Moisés era precisamente la más adecuada
para tratar de sobrevivir en medio de tantas adversidades y
de tantos peligros.

A pesar de lo dicho, hemos de considerar, a nuestro juicio,


que el estado de la mujer durante la menstruación, su
frecuente depresión nerviosa, su estado de ánimo, su
preocupación por la higiene íntima aconsejan el extremar, por
parte del varón, las atenciones y los cuidados, la comprensión
y la ayuda moral. Como consecuencia, estimamos que lo más
conveniente es abstenerse por completo, durante los
días del período menstrual, de toda relación sexual.

d) DURANTE LAS ENFERMEDADES. Las consideraciones


que se pueden tener en cuenta para el ejercicio de las
relaciones sexuales estando enfermo uno de los
participantes, abarca el campo de lo físico y de lo
psíquico. El coito, con su excitación nerviosa y su clímax,
o estado extremo de tensión, pueden ser perjudiciales en
149
muchas enfermedades. En las de tipo consultivo, habría
que añadir las pérdidas seminales que, si fueran muy
frecuentes, contribuirán al agotamiento del organismo.

Ha de tenerse en cuenta también que un estado general de


enfermedad podría influir en la formación de los elementos
vitales, singularmente del espermatozoo, lo cual tiene una
importancia capital a la hora de valorar su repercusión en los
posibles nuevos seres y en la herencia, factores de gran
responsabilidad. A todo esto hay que añadir la delicadeza que
es necesario extremar durante la enfermedad, valorando el
que en unas ocasiones la enfermedad abate y hace penosas y
hasta repugnantes las relaciones sexuales, o al menos, poco
apetecibles, mientras que en otras, provoca una excitación
extremada en el enfermo, a la que la persona sana no debe
contribuir.

Como norma general, debe establecerse la abstención de las


relaciones sexuales durante los períodos de enfermedad. En
caso de duda, debe seguirse el consejo y las indicaciones del
médico.

3.09) ANOMALÍAS EN EL ACTO SEXUAL

a) EYACULACIÓN PREMATURA. Como es natural, se trata


de una anomalía que sólo se presenta en el hombre, ya
que la mujer no tiene eyaculación. Consiste en que la
emisión del semen se produce apenas iniciadas las
relaciones sexuales propiamente dichas. En algunos
casos, la emisión se produce apenas el pene ha
empezado a introducirse en la vagina.

Se trata de una anomalía bastante frecuente, la cual, llevada


al extremo, puede dar origen a serios inconvenientes en las
relaciones sexuales hombre-mujer.

Los motivos de la eyaculación prematura suelen fundarse en


estados de excesiva excitación nerviosa, provocada por muy
150
diversas causas, a veces, incluso aparentemente
contradictorias. Un apasionamiento extremado puede ser el
motivo de la pronta eyaculación. Pero también puede serlo el
temor o la aversión a la mujer. Ocurre con mucha frecuencia
en los jóvenes y casi siempre en las primeras relaciones
sexuales de cada hombre.

Las consecuencias de la eyaculación precoz en el hombre son


la ansiedad, basada en la conciencia de su falta de control y
de la incapacidad para satisfacer a la mujer; y, por parte de la
mujer, las consecuencias son el desencanto y la decepción
ante el acto sexual.

El remedio para la eyaculación precoz puede basarse en una


psicoterapia adecuada, analizando a fondo las causas y
tratando luego de conseguir un dominio de los movimientos
nerviosos y de las emociones que los provocan.

Puede intentarse también un control de los estímulos


puramente físicos del acto sexual, mediante el reposo
momentáneo de los órganos genitales durante el coito.

b) IMPOTENCIA. La impotencia en el hombre consiste en


la incapacidad para realizar el coito. Cuando existe esta
anomalía, el pene no llega a alcanzar el estado de
erección completa. Su consecuencia es la imposibilidad
de tener relaciones normales con una mujer.

Pueden ser varios los motivos por los que se produce la


impotencia en el hombre. Algunos de ellos son pasajeros,
responden a un estado momentáneo, físico o psíquico, de un
individuo y desaparecen una vez anulada la causa. Otros, en
cambio, persisten a través del tiempo y constituyen una
verdadera anulación de la vida sexual.

Señalamos a continuación las causas más frecuentes de


impotencia:

151
1) Falta de excitación suficiente. Ocurre a menudo en
personas mayores, en las que si los estímulos no son
muy intensos, no se logra el estado de erotización
necesario para provocar una erección completa y
duradera.

La causa está en el individuo, en la atonía y lentitud de sus


reflejos, en el cansancio y desgaste de su sistema sensitivo.
Pero también está condicionada en gran parte a la actitud y
comportamiento de la mujer. A veces ocurre por falta de
atractivos físicos de ésta, por impericia o incomprensión.

2) Enfermedad. Hay enfermedades cuya consecuencia es


la impotencia del hombre. Tal puede ocurrir en todas
aquellas que lesionan o alteran la médula espinal o el
cerebro. Dependerá del tipo de lesión y de los motivos
de ésta el que la impotencia sea temporal o definitiva.
En ocasiones., la anomalía es consecuencia de
agotamiento nervioso, originado por excesos sexuales,
pero no es posible establecer una regla fija en este
sentido.

3) Agotamiento mental. Suele ser un motivo importante


de impotencia sexual. Se da en hombres que desarrollan
un trabajo intelectual excesivo y absorbente, capaz de
producir un agotamiento y unas inhibiciones mentales
que dificulten o hagan imposible la erección.

Un tratamiento adecuado y sobre todo el cambio de régimen


de vida, el reposo, la existencia al aire libre y el cese del
trabajo intelectual serán los remedios oportunos.

4) Vejez. A partir de la edad madura, los apetitos sexuales


van disminuyendo, de tal forma, que puede establecerse
una curva cuyo punto extremo coincide con la plena
juventud y que va en descenso continuado hasta la
vejez, edad en que la potencia sexual acaba por anularse
y desaparecer.
152
Sin duda alguna, el concepto de la vejez es relativo, por lo
que no es posible establecer una norma general sobre la edad
en que se produce la impotencia.

Tratamientos basados en hormonas y en drogas pueden dar


buenos resultados y retardar el momento de la impotencia
sexual.

No hace falta señalar que, cualquier tratamiento de este tipo


debe hacerse por indicación de un médico y bajo su vigilancia.

5) Causas psíquicas. Además de los motivos de tipo


fisiológico de que hemos hablado, existen otros motivos
cuyo fondo es puramente psíquico. El mundo de lo
sexual está fuertemente encajado en el campo de lo
mental, por lo que son innumerables las causas psíquicas
que pueden conducir a la impotencia. El impacto
producido en la mente dependerá del grado de
importancia que tengan los motivos que han conducido a
la anomalía sexual, así como del temperamento de cada
individuo.

Muchas veces no es posible conseguir la liberación de los


complejos y se arrastra de por vida una impotencia total que
llega a suponer una psicopatía incurable.

En otras ocasiones, el individuo, al conseguir la madurez


mental, se da cuenta de lo erróneo de su conducta, de la
escasa base de sus inhibiciones o de la falta de fundamento
de sus complejos. Entonces, espontáneamente retorna a la
normalidad al destruirse en su mente la causa de la anomalía
padecida.

Ahora bien, el dejar que espontáneamente se cure un mal, del


género que sea, supone una actitud pasiva, fatalista y poco
inteligente. En el caso concreto que nos ocupa, debemos
pensar que una anomalía sexual tiene que proceder, bien de
153
una causa fisiológica o bien una causa psíquica. Por eso, la
consulta al médico especializado es imprescindible.

Pero ocurre, que, así como entendemos muy fácilmente que


es necesario acudir a un médico cuando la anomalía procede
del campo físico, no pensamos ni obramos de igual manera
cuando se trata de un motivo psicológico. Sin embargo, en
infinidad de casos, el remedio realmente eficaz y seguro
consistirá en ponerse incondicionalmente en manos de un
psiquiatra competente.

El concepto que aún existe en muchas partes de considerar al


psiquiatra un “médico de locos”, a cuya consulta es poco
menos que vergonzoso el acudir, causa innumerables males
y, desgraciadamente, priva de una curación, a menudo fácil, a
infinidad de personas que no son, ni mucho menos, locos en
el sentido que solemos dar a la palabra, pero que son
psicópatas, enfermos mentales, con anomalías casi siempre
perfectamente catalogadas, estudiadas repetidas veces y con
frecuencia de muy sencillos tratamiento y remedio.

c) SATIRIASIS. Es el extremo opuesto a la impotencia.


Supone en el hombre un continuado y jamás satisfecho
deseo de realizar el coito. Las personas aquejadas de
esta anomalía nunca ven saciado su apetito sexual, viven
intranquilas y en continuo estado de excitación nerviosa.

d) FRIGIDEZ DE LA MUJER. La frigidez viene a significar


en la mujer lo que la impotencia en el hombre.

Por lo que se refiere al acto sexual en sí, sus consecuencias


no son las mismas, ya que la impotencia supone la
imposibilidad de realizar el coito, en tanto que la frigidez no,
debido a que, por su anatomía, la mujer puede ser
absolutamente pasiva y, no obstante, verificarse la relación
sexual y producirse, una y otra vez, la fecundación.

154
La mujer frígida no llega a alcanzar un estado de erotización
capaz de provocar en ella la congestión de los órganos
genitales, el humedecimiento del conducto vaginal y la
sensación de placer.

Jamás alcanza el orgasmo y, habitualmente, las relaciones


sexuales suponen para ella más un sacrificio que una
satisfacción.

La frigidez femenina puede estar causada por diversos


motivos, unos de tipo fisiológico y otros de tipo psíquico:

1) Infantilismo. Supone una falta de desarrollo de los


órganos genitales de la mujer. Los ovarios no alcanzan
su completa actividad, el útero es más pequeño que el
normal y la vagina más corta y estrecha. Los caracteres
secundarios no están apenas acusados y el aspecto
general indica un intermedio entre el adolescente y la
mujer.

El remedio para el infantilismo sexual de la mujer suele


basarse en los tratamientos de hormonas a los que puede
ayudar un régimen de vida sano en el ambiente y en la
alimentación.

2) Otras causas. Al igual que ocurre con la impotencia del


hombre, de la que hemos tratado anteriormente, la
enfermedad, la vejez y el mismo agotamiento mental,
pueden también ser motivo de la frigidez femenina.

— La falta de excitación suficiente merece capítulo aparte


entre las causas de esta anomalía sexual de la mujer. Su
frecuencia, aún en nuestros días, es bastante grande,
habiendo llegado a ser en épocas pasadas poco menos
que total.

Un conjunto de motivos de diversos órdenes han conseguido


una falsa educación sexual, tanto en el hombre como en la
155
mujer. Consecuencia de esa educación ha sido, durante
siglos, la creación de una mentalidad que ha hecho sentir a
una mayoría la certeza de la degradación y culpabilidad de
todas aquellas mujeres para quiénes las relaciones sexuales
supusieran un placer.

Contando con mujeres imbuidas de un absurdo, pero real


sentimiento de culpabilidad ante todo lo que es goce en las
relaciones sexuales, y con hombres egoístas cuya única mira
consiste en la propia satisfacción, pueden explicarse la gran
extensión de la frigidez femenina y sus consecuencias.

Un sentido de la existencia más limpio, más sincero y más


justo, un afán por llamar a las cosas según su nombre, por
exponer con valentía los problemas, analizarlos y encararlos,
hacen que hoy, en todos los países civilizados, se busque
ansiosamente la información veraz, la sinceridad completa y
el respeto por la vida y por la opinión de los demás, que se
repudien las discriminaciones de todo tipo, las coacciones
físicas y espirituales, la opresión y la mentira.

Por eso, hoy hay que decir a la mujer que el temor y la


hipocresía deben acabar para siempre y que, en las
relaciones sexuales, el placer no es para ella una
concesión ni mucho menos un pecado o una vergüenza,
sino que es un gozoso derecho al que no debe
renunciar.

También hay que decir a muchos hombres que deben acabar


de una vez su egoísmo y su ridícula mentalidad de cazurros
señores feudales. La mujer, bajo todos los puntos de
vista, es compañera del hombre en un duro y
complicado camino, y también debe serlo en el
momento feliz de la alegría y del goce. Ella no puede ser
ya instrumento ni esclava de nadie. Ella no es un ser inferior
ni superior. Ella es un factor distinto y complementario
del varón. Ella es un ser lleno de grandeza y de valores,
cuyas características y cualidades, unidas a las del
156
hombre, se reúnen para formar el verdadero concepto
del ser humano propiamente dicho.

La consideración hacia los demás, el respeto por su


existencia, por el desarrollo y por el logro de su vida en el
mundo, son básicos para toda convivencia social. Cuánto más
lo serán para la más íntima, absorbente y completa de todas
las convivencias, que es la del hombre y la mujer.

3) Causas psíquicas. Son de mucha importancia para la


mujer, debido a la gran sensibilidad que normalmente
posee.

Es muy frecuente que, desde la infancia, se inculque a la


mujer el temor al hombre. Este, para ella, es agresivo, a
menudo brutal y grosero, su lenguaje es crudo y descarado,
sus ademanes, desenvueltos, su forma de mirar, posesiva,
impertinente, muchas veces molesta. Hay que estar alerta
con él, permanecer a la defensiva, mantenerse distante. De
esta forma, va creándose poco a poco un fondo de temor en
el espíritu de la mujer y una actitud de defensa. La
constatación ocasional, momentánea y difusa, de la anatomía
del varón deformada acaso por la imaginación, consecuencia
de lecturas, de circunstancias raras o de conversaciones
fragmentarias y veladas, acrecientan ese temor y van creando
una serie de complejos, relacionados con el hombre en
general y con el acto sexual en particular.

Para muchas mujeres, estas sensaciones van desapareciendo


casi totalmente al ir alcanzando la madurez de su vida
psíquica. Pero algunas no llegan nunca a superar las
inhibiciones creadas en su mente ni los complejos en ella
formados. Esto ocurre sobre todo en aquéllas para quienes los
primeros contactos sexuales son una confirmación de los
prejuicios formados. La brutalidad de la posesión, la
indelicadeza sufrida, el dolor del primer coito y la sangre de la
rotura del himen, condicionan a veces el comportamiento

157
sexual de muchas mujeres y su frigidez a través de toda la
vida.

Como es natural, el único remedio para estos casos se ha de


basar en una adecuada psicoterapia con la que se trate de
alejar los temores, llevar la paz al espíritu de la interesada,
deshaciendo una a una las causas de las inhibiciones y de los
complejos.

Es fundamental para cualquier tratamiento de ese tipo la


colaboración del hombre. Sin ella, no daría resultado y,
aunque aparentemente fuera un éxito, volverían a producirse
las anomalías al dar motivo de nuevo a la creación de los
complejos, esta vez afirmados a consecuencia de la
experiencia negativa sufrida.

e) NINFOMANÍA. Supone para la mujer lo que la satiriasis


en el hombre. Consiste en la continuada excitación
sexual, unida a un insaciable deseo de realizar el coito.

3.10) RELACIONES SEXUALES ANORMALES

Las relaciones sexuales normales en el género humano están


descritas en las páginas anteriores. Estas relaciones se
encaminan directamente a la continuación de la especie,
teniendo como estímulo la atracción de los sexos y la
consecución del placer sexual.

Pero el hombre es un ser complejo, a menudo refinado en sus


gustos, con un amplio e intenso influjo de su vida psíquica en
su comportamiento fisiológico; y está rodeado y envuelto en
una serie de circunstancias que condicionan con frecuencia su
mentalidad, sus tendencias y sus actos. El mundo de lo sexual
supone para él un campo cargado de interés, de gran
importancia en su existencia, una fuente de placer singular e
incomparable, un estímulo en la dureza y complicación de la
vida y una especie de música de fondo de la que no es fácil
librarse.
158
Pero, como solución de sus problemas sexuales, como
descarga de la tensión de sus instintos y consecución del
placer que ve en el sexo, no siempre busca ni acepta la
relación normal de hombre-mujer, simple y limpiamente
establecida. De aquí nacen las desviaciones sexuales que
conducen a veces a verdaderas aberraciones del impulso
sexual. Unas veces, las desviaciones son consecuencia de
alteraciones congénitas; pero, con frecuencia, son fruto de
excesos sexuales, de deformaciones psíquicas del instinto, de
costumbres adquiridas viciosamente, incluso de verdaderas
psicopatías.

Las consecuencias de las desviaciones sexuales dependen de


su grado de intensidad, del estado general del individuo y del
peligro que puedan suponer para la sociedad que le rodea.
Algunas desviaciones tienen remedio con una adecuada
psicoterapia o una variación de las circunstancias de vida del
individuo. Otras, sobre todo las congénitas, ofrecen escasas
posibilidades de remedio.

Todas las desviaciones y aún aberraciones del instinto sexual


están latentes en el fondo de todos los seres humanos y
muchas veces depende del grado de intensidad con que se
manifiesten el considerar normal o anormal una tendencia, un
acto o un ser. Pensemos en lo que hay de sadismo en muchas
de las intervenciones sexuales del hombre, agresivo y
dominador por naturaleza; en lo que hay de masoquismo en
la pasividad y aceptación gozosa de la brutalidad del macho
por parte de muchas mujeres; en el fondo de fetichismo en el
verdadero culto y adoración de objetos y prendas
pertenecientes a personas determinadas del sexo contrario;
en la motivación sexual de la preocupación, cariño y desvelos
por algunos animales, por ejemplo de los perros y los gatitos
de las solteronas, de los tímidos sexuales, de los misántropos;
también habría que recordar el gran período de
indiferenciación sexual de los niños, las amistades íntimas y
absorbentes de los adolescentes, las efusiones afectivas,
159
cargadas de besos, de abrazos, de celos, de muchas mujeres
con amigas y compañeras.

Sólo en raros casos, la anormalidad hará su manifestación


extrema; pero, sin duda alguna, existe latente, poco o
mucho, en la mayor parte de los humanos.

Trataremos a continuación de las relaciones anormales


propiamente dichas, ya que, en realidad, sólo ellas pueden
constituir un peligro para el individuo en particular y para la
sociedad en general.

a) SADISMO. Consiste en la excitación sexual y la


consecución del placer mediante malos tratos dados a la
persona con la que se tienen las relaciones sexuales.

La denominación de la anormalidad procede del escritor


francés Marqués de Sade [1740-1814], en cuyas obras se
exponen casos de personajes aquejados de este mal.

En el fondo de su mente, el sádico tiene un ansia ciega de


dominio y de posesión, un deseo de anulación de la persona
con quien ejecuta las relaciones sexuales.

El sádico necesita hacer daño para conseguir el placer. A


veces, ni siquiera logra la erección a no ser maltratando a su
víctima, pero, con frecuencia, le basta con hacer daño para
alcanzar la eyaculación, aún sin haber llegado a realizar el
coito.

El sadismo ofrece a veces modalidades sumamente


peligrosas, mezcladas con perturbaciones mentales, a causa
de las cuales pueden producirse terribles violaciones y
crimines atroces, de los que los archivos de la policía de todos
los países podrían mostrar abundantes casos.

El sadismo, aunque puede darse tanto en un sexo como en el


otro, es más propio del sexo masculino y está más vinculado
160
al fondo agresivo y brutal que para algunos hombres
encierran las relaciones sexuales.

b) MASOQUISMO. Esta anormalidad es como la


contrapartida del sadismo. El masoquista goza siendo
golpeado, sufriendo el dolor y el desprecio, sintiendo en
su carne los malos tratos, incluso los traumas y las
heridas que le son producidos durante las relaciones
sexuales. Esto le hace sentir plenamente el placer, que
no llegará a alcanzar en relaciones normales.

La denominación de masoquismo procede del escritor alemán


Sacher Masoch. Esta anormalidad es más propia de la mujer,
estando más de acuerdo con su naturaleza pasiva.

c) FETICHISMO. Se produce cuando la atracción sexual se


dirige a algún objeto relacionado con la persona deseada
o simplemente con el sexo contrario.

Para que exista anormalidad debe haber un trastrueque de


valores y ocurrir que se prefiera el objeto al sujeto y que se
experimente mayor goce con aquél que con éste. El objeto,
para el fetichista, llega a ser lo más importante, de tal forma
que le bastaría para experimentar el goce sexual, con
erección, orgasmo y eyaculación.

Los objetos por los que el fetichista muestra su desviación


suelen estar relacionados con la intimidad del sexo opuesto,
siendo frecuente que ocurra con ropa interior, zapatos y
prendas íntimas. También, a veces, con partes del mismo
cuerpo, tales como los senos, el pelo, etc.

d) ONANISMO. Consiste en la realización de las relaciones


sexuales normales hasta llegar al momento de la
eyaculación, la cual se produce fuera ya de la vagina, al
retirar el varón el pene de ella. El onanismo no puede
considerarse como verdadera anormalidad, sino más

161
bien como fraude y adulteración del fin principal de
la unión sexual, que es la continuación de la especie.

El onanismo nace del temor a que se produzca la fecundación


del óvulo femenino. Para evitar ésta, se procura que no exista
la posibilidad de que los espermatozoos alcancen la boca del
útero.

La denominación de onanismo viene del personaje bíblico


Onán, el cual, según los Libros Sagrados (Gen. 38:8-10),
practicaba este fraude sexual, y por ello fue castigado con la
muerte.

Las consecuencias del onanismo son fundamentalmente de


tipo moral, ya que su práctica está prohibida por la moral
cristiana y por otras religiones.

No hay que descartar los trastornos psíquicos y nerviosos que


el acto puede acarrear en el caso de ser repetido con mucha
frecuencia.

e) HOMOSEXUALISMO. Consiste en las relaciones


sexuales entre hombres. Si ocurrieran entre mujeres, se
denominarían LESBIANISMO.

Esta perversión del instinto sexual es posiblemente tan vieja


como el mundo. Culminó su desarrollo en la antigua Grecia,
donde, durante largas épocas, no sólo no fue mal vista sino
que incluso se aconsejó. Singularmente, el trato sexual con
muchachos, denominado pederastia, fue practicado en
Grecia por gran número de varones entre los que se contaron
estadistas, filósofos, artistas y hombres que por su capacidad
intelectual y su influencia social cabía esperar que fueran
capaces de comprender y valorar toda la trascendencia que
tiene este tipo de relaciones contra la naturaleza.

Varias pueden ser las causas del homosexualismo. Estas


pueden resumirse en dos fundamentales:
162
— Causas de origen orgánico/patológico.
— Perversión sexual.

1) Causas de origen patológico. En muchos casos de


homosexualismo se trata de individuos verdaderamente
anormales. Existe alguna anomalía en su organismo, la
cual les hace ser distintos a los demás. Es como si su
desarrollo sexual se hubiera interrumpido o existiera en
ellos una causa que ha influido para que permanecieran
en un estado indiferenciado que puede inclinarse hacia
cualquiera de las dos tendencias.

Con frecuencia, esta anomalía sexual se hace notar en los


órganos genitales y casi siempre en los caracteres sexuales
del individuo: voz atiplada, falta de barba, suavidad en la piel,
redondeces en la anatomía, a veces, incluso insinuación de
mamas…

Las consecuencias son: tendencia a aficiones femeninas, a


ademanes y manifestaciones de la mujer, temor ante el
hombre y, desde luego, repugnancia por todo lo que
signifique relaciones sexuales normales.

Estos casos de homosexualismo deben considerarse como una


enfermedad, siendo el que la sufre verdaderamente digno de
compasión, por lo que la anomalía supone en sí y por los
graves inconvenientes sociales que de ella se seguirán
durante toda la vida para el individuo que la padece.

Al comprobar que el comportamiento del niño, cuando llega el


momento de la diferenciación sexual, se inclina hacia el
mismo sexo, debe consultarse sin tardanza con un médico
competente. En ocasiones, un adecuado tratamiento puede
ser capaz de paliar el mal y acaso de corregirlo. Por otra
parte, la vigilancia, la educación y la psicoterapia pueden
contribuir a conseguir un control de la anomalía y una
anulación lo más completa posible de sus consecuencias.
163
Bajo el punto de vista social, debe tenerse en cuenta que
estos individuos suelen ser acosados sin piedad, de una forma
o de otra, por la sociedad en la que viven, despreciados,
vejados y puestos al margen en todos los aspectos de la vida;
y, por lo mismo, empujados inconscientemente hacia otros
individuos de su misma clase, para buscar el medio en el que
no se les desprecie ni ofenda y, a la larga, donde puedan
realizarse tranquilamente sus desviados instintos sexuales.
Este es uno de los grandes peligros que acechan al invertido
de origen patológico: el caer, tarde o temprano, en manos de
homosexuales perversos sexuales, en los cuales la anomalía
tiene un carácter muy distinto y un desarrollo que constituye
siempre un verdadero peligro para la sociedad.

2) Homosexualismo por perversión sexual. Muchas de


las personas homosexuales han llegado a serlo por una
perversión del instinto. Suele tratarse de viciosos que,
en busca de nuevos placeres y experiencias, han caído
en la inversión. Estos homosexuales son más peligrosos
que los de origen patológico, ya que su homosexualismo
supone un camino de perversiones y una falta absoluta
de escrúpulos y de dignidad, que los hacen aptos para
cualquier aberración y a veces, incluso para cualquier
crimen.

A la sociedad le es más fácil defenderse del homosexual de


origen patológico, pues aún en medio de su anormalidad, este
suele ser en principio inocente y sin disimulo. Todo el mundo
sabe a qué atenerse con él. Le traicionan su aspecto y su
forma de producirse. Con el otro, en cambio, no valen estas
razones y hay que extremar las precauciones y tratar de
desenmascararlo.

Es necesario, sobre todo, tener en cuenta las consecuencias


que la degeneración de estos individuos puede tener cuando
tratan de buscar sus víctimas entre niños. Autoridades y

164
particulares deben actuar sin contemplaciones para cortar el
peligro.

— Capítulo aparte merecen las anormalidades de tipo


homosexual producidas a consecuencia de la falta de
mujeres en aglomeraciones de hombres, tales como
cuarteles, barcos, cárceles, internados, etc. Víctimas de
la anomalía suelen ser los abúlicos, los viciosos y todos
aquellos en cuyo fondo existen inclinaciones
homosexuales, que, en un medio normal, acaso nunca se
hubieran manifestado.

En estos casos, casi siempre, la anomalía deja de producirse


cuando los medios de relación sexual se normalizan y cesan
las circunstancias de aislamiento o de represión.

f) LESBIANISMO. Parecidas razones a las dichas al tratar


del homosexualismo, podríamos exponer al hablar de la
relación sexual entre mujeres.

El nombre de lesbianismo procede de la poetisa griega Safo


de Lesbos, quien, al parecer, fue víctima de esta anormalidad.

Lo mismo que ocurre en el hombre, existen:

— Lesbianas de origen patológico.


— Lesbianas de origen perverso sexual.

1) Lesbianas de origen patológico. Suelen tender en sus


caracteres sexuales secundarios, a la aproximación al
varón. Se tratará de mujeres hombrunas, de voz gruesa
y cuerpo liso y musculoso. Como en el caso del
homosexual patológico, estas lesbianas son fáciles de
distinguir y su peligro es relativo.

2) Lesbianas de origen perverso sexual. No parecen ser


demasiado numerosas. Suelen localizarse entre mujeres
con verdadera aversión por el hombre, a consecuencia
165
de algún trauma que ha dejado en ellas un impacto
desagradable y duradero, y con cierta frecuencia entre
las prostitutas.

Las efusiones, cariños y caricias de muchas mujeres entre sí,


más deben achacarse a la manera de ser afectuosa y tierna
de la mujer en general, que a verdaderas manifestaciones
lesbianas.

g) BESTIALISMO. Consiste en la realización de relaciones


sexuales con animales. Es difícil concretar la difusión que
esta aberración pueda tener, pero, indudablemente,
ocurre y su represión se halla especificada hasta en
legislaciones de tiempos muy remotos.

Las causas de esta perversión sexual suelen basarse en la


dificultad extremada de practicar relaciones sexuales
normales, en alteraciones mentales de tipo general y a veces
en aversión o temor a las consecuencias del coito normal.

h) EXHIBICIONISMO. Es una anormalidad que llevada a


sus extremos se da por lo común en los hombres.
Consiste en la exposición de los órganos genitales,
mostrándolos en público, habitualmente ante mujeres o
niños.

Con frecuencia, el exhibicionista se masturba a la vez, con lo


que completa el placer sexual que busca en su aberración.

Las consecuencias del exhibicionismo pueden ser importantes


a causa del impacto psíquico que el hecho puede ocasionar en
quienes lo presencien.

El exhibicionista no suele mostrarse agresivo y, una vez


cometida su falta, cae a menudo en un estado de postración e
incluso trata de huir.

166
i) MASTURBACIÓN. Se ha discutido mucho sobre si se
debe considerar la masturbación como anormalidad
sexual o si, por el contrario, supone un simple desahogo
del instinto, practicado, una u otra vez, por la mayor
parte de los hombres y por bastantes mujeres.

La masturbación consiste en la consecución del placer sexual,


con orgasmo, por medio de manipulación en el pene, cuando
se trata del hombre, o en los genitales externos,
singularmente en el clítoris, cuando se trata de la mujer.

Los motivos de la masturbación son variados y suelen


fundamentarse en el campo psíquico del individuo.

El goce sexual es una consecuencia de la masturbación, pero


rara vez su único motivo. Este suele ser la descarga de una
tensión sexual provocada por las más diversas causas, a la
que no se puede dar salida, en un momento dado, por medio
de las relaciones normales hombre-mujer.

Sensaciones eróticas percibidas por los sentidos,


singularmente por la vista, imaginaciones, recuerdos, etc.,
producen excitaciones sexuales más o menos intensas. De
ellas puede derivarse un deseo y una acumulación de tensión
nerviosa, la cual es preciso liberar de una u otra forma.

Naturalmente, siempre cabe el que esta liberación se consiga


desviando la imaginación hacia cualquier campo o actividad
capaces de contrarrestar y eliminar la excitación sexual.

Si no se llegara a lograr esta desviación, lo normal es llegar a


un punto extremo de tensión que se romperá mediante el
orgasmo.

Las dificultades de realizar el coito en el momento oportuno y


la falta de autocontrol empujan a muchos a buscar en la
masturbación la solución de sus excitaciones sexuales.

167
Los inconvenientes de la masturbación abarcan diversos
campos. Bajo el punto de vista moral, la doctrina católica
prohíbe rigurosamente la masturbación, siendo la base
fundamental de este criterio el principio de que la facultad
generativa y el semen humano se ordenan única, y
exclusivamente a la continuación de la especie y no a la
satisfacción de la sensualidad.

Bajo el aspecto médico, la masturbación moderada no parece


ser perjudicial para el organismo. Otra cosa sería si una
repetición abusiva de las manipulaciones y de los orgasmos
pusiera al individuo en peligro de sufrir un gran desgaste
orgánico y una excitación nerviosa sin duda peligrosa. Bajo el
punto de vista del psicólogo, la masturbación crea sensación
de culpabilidad a la mayor parte de las personas, avergüenza
al individuo y le produce una situación psíquica de desaliento
y una sensación de falta de dignidad y de carencia de dominio
de sus impulsos. Conduce también a la formación progresiva
de un concepto cerrado, limitado y egoísta del placer sexual,
llegando a influir con frecuencia en las mismas relaciones
sexuales del hombre con la mujer.

La masturbación ocasional no debe preocupar demasiado, al


menos bajo el punto de vista médico. Pero la muy repetida
debe ser tratada, conjugándose los medios físicos: deportes,
vida sana y activa, anulación de las ocasiones; y los medios
psíquicos: desviación del interés hacia otros campos,
ejercicios de voluntad, desarrollo del sentido de sacrificio,
valoración de la dignidad del individuo, apelación a su
concepto moral de las cosas, etc.

Hemos de añadir que, fisiológicamente, la masturbación


ofrece menos peligros en la mujer que en el hombre, ya que
en la mujer no se produce la pérdida seminal.

168
3.11) CONSECUENCIAS DE LAS RELACIONES SEXUALES
Y PLANIFICACIÓN FAMILIAR

Acerca de las consecuencias que se pueden derivar de las


relaciones sexuales normales entre el hombre y la mujer, ya
hemos tratado anteriormente, en los capítulos dedicados a la
fecundación, al embarazo y al parto.

Sistema basado en la observación fisiológica de la


mujer.

Hay 3 sistemas de evitación de las consecuencias de las


relaciones sexuales normales del hombre con la mujer
basados en la observación de las circunstancias fisiológicas de
los órganos genitales de ella. Estos sistemas son:

A) El CÁLCULO DE LOS DÍAS FÉRTILES de la mujer, según


su ciclo menstrual.

B) La TOMA DE LA TEMPERATURA BASAL, para conocer


exactamente el día de la ovulación.

C) MÉTODO DE LA OVULACIÓN o MÉTODO BILLINGS.

En realidad, los 3 métodos tienen su base en la observación


del ciclo menstrual, y, en la práctica, suelen servir de apoyo y
confirmación el uno del otro.

A) CÁLCULO DE LOS DÍAS FÉRTILES

Hemos visto, al hablar de la ovulación y de la menstruación,


cómo a lo largo de la vida sexual de la mujer y desde que se
inicia su pubertad hasta que, hacia los 45 años, llega a la
menopausia, se va repitiendo todos los meses un proceso,
interrumpido únicamente por el embarazo, en el que un óvulo
maduro se desprende del folículo, cae en una de las trompas
y, si no llega a ser fecundado por un espermatozoo, muere,

169
va al útero y es arrastrado al exterior en compañía de la
mucosa de éste.

170
En la observación de ese proceso, se fundamenta la teoría de
los doctores Kyusaku Ogino [1882-1975], japonés, y de
Hermann Knaus [1892-1970], austríaco, quienes,
independientemente el uno del otro, realizaron, entre los años
de 1920 y 1930, una serie de estudios, experiencias y
trabajos, que les condujeron a puntualizar todas las
circunstancias en que se desarrolla el ciclo menstrual de la
mujer y, de acuerdo con ellos, a sacar las consecuencias
oportunas. De esta forma nació el sistema denominado de
“continencia periódica” o también de “Ogino-Knaus”.

Sin duda alguna, en la antigüedad, pueblos como el judío y el


indostánico llegaron a fijar con bastante aproximación los días
fértiles de la mujer e incluso acomodaron a este conocimiento
algunas de sus normas religiosas. Pero, hasta los tiempos
modernos, no puede hablarse de un verdadero conocimiento
científico y de una observación amplia, detallada y hasta
exhaustiva de la anatomía y fisiología sexuales de la mujer en
general y de su proceso menstrual en particular.

Los doctores Ogino y Knaus y muchos de sus seguidores han


venido trabajando durante años sobre estas cuestiones,
siendo muy abundante la bibliografía con que hoy contamos
sobre el ciclo menstrual de la mujer con relación a su
fertilidad periódica y al control de los nacimientos.

Dada la importancia del tema, expondremos a continuación


los fundamentos y consecuencias del método de continencia
periódica, basado en las teorías de Ogino y de Knaus.

Factores con que hay que contar en la aplicación del


método.

1) POR PARTE DEL HOMBRE. El factor masculino con el


que es preciso contar es el espermatozoo.

171
En capítulos anteriores, hemos hablado de este principio vital,
sin el cual no puede efectuarse la fecundación.

Por lo que respecta al método de continencia periódica, debe


tenerse en cuenta fundamentalmente la vitalidad del
espermatozoo dentro de los órganos genitales de la mujer.
Parece ser que, normalmente, el espermatozoo no alcanza
más allá de los 3 días de supervivencia después de la
eyaculación. Este dato es muy importante para fijar las
posibilidades de concepción.

2) POR PARTE DE LA MUJER. Los ovarios: glándulas


femeninas de la generación donde se hallan acumuladas
las células precursoras de los óvulos, algunos de los
cuales irán madurando en el transcurso de la vida sexual
de la mujer.

Del buen o mal funcionamiento de los ovarios dependerá a


menudo la regularidad de los ciclos menstruales y, en
general, todo el mecanismo sexual femenino.

El óvulo: Es la célula germinal madura de la mujer. Junto con


el espermatozoo, son los dos principios vitales del género
humano. Suele alcanzar la madurez uno de los óvulos cada
ciclo menstrual y, una vez roto el folículo en que se halla
encerrado, emprende su camino hacia la concepción,
siguiendo el conducto de la trompa en que haya caído.

La vida del óvulo, una vez desprendido del ovario, es


aproximadamente de 24 horas, dato también de mucha
importancia para establecer el período de fertilidad de la
mujer.

Bases del método.

1) PERIODICIDAD DEL CICLO. El fundamento del método


es la periodicidad del elido menstrual de la mujer. A más

172
fijo y regular que sea este ciclo, más fácil y segura será
la aplicación del sistema.

El tiempo del ciclo es variable, según las mujeres, pudiendo


fijarse como más normal el ciclo de 28 días, o mes lunar. Pero
hay mujeres cuyo ciclo no llega a los 20 días, y otras cuyo
ciclo pasa de los 40 días. Sin embargo, estas mujeres pueden
ser muy regulares y tener la menstruación de acuerdo
siempre con un número de días fijos.

2) REGULARIDAD DEL CICLO. Es éste un factor muy


importante, hasta el punto que en el caso de un ciclo
completamente irregular, el método de Ogino-Knaus no
tiene apenas aplicación.

En una mujer, cuyo ciclo dure unas veces veintitantos días y


otras, más de 30 o inclusive 40, es casi imposible fijar la
fecha de la ovulación. Lo que sirvió para un ciclo, resultará
contraproducente para el siguiente y, pensando sacar unas
consecuencias de la aplicación del método, se conseguirán las
diametralmente opuestas.

3) EL DESPRENDIMIENTO DEL ÓVULO. Ovulación es el


desprendimiento del óvulo del folículo que lo encerraba
en el ovario. Este es el hecho más importante para el
establecimiento del método. Desde el momento en que
se ha desprendido el óvulo, hay que contar con el como
posible fundamento de una nueva vida.

Innumerables casos, observados por médicos del mundo


entero, confirman que la ovulación se produce normalmente
hacia la mitad del ciclo. La fijación del momento en que
ocurre este fenómeno es básica para el desarrollo del método.

4) LA VIDA DEL ÓVULO. Sólo a partir de su


desprendimiento, puede ser fecundado el óvulo, por lo
que los días anteriores a la ovulación son por fuerza,
días estériles.
173
La vida del óvulo es de unas pocas horas, que normalmente
no pasan de 24. Si, durante ellas, no es fecundado por un
espermatozoo, la célula germinal femenina muere. Como es
natural, a partir de la muerte del óvulo, también es estéril la
mujer.

5) LA VIDA DE LOS ESPERMATOZOOS. En determinadas


condiciones, el espermatozoo puede vivir bastantes días.
Pero dentro de los órganos genitales de la mujer, el
espermatozoo no suele vivir más allá de 3 días, debido a
la acidez de las secreciones femeninas y de la
temperatura que existe en la vagina y en el útero.

6) LA POSIBILIDAD DE COINCIDENCIA DE ÓVULO Y


ESPERMATOZOOS. De la posibilidad de coincidencia de
óvulo y espermatozoos depende la fecundación y el
principio de una nueva vida.

De lo dicho anteriormente se desprende que la fecundación


sólo puede efectuarse durante un tiempo muy corto, pues la
mujer sólo es fértil, a través de todo el ciclo, durante unas
pocas horas, las cuales, normalmente, no pasan de 24. Ello
supone, a lo más, un 8% del tiempo total que dura el ciclo
menstrual.

Ahora bien, lo difícil es concretar cuándo se desprende el


óvulo, porque, aunque supiéramos con toda seguridad cuánto
tiempo vive, no conseguiríamos nada positivo si no
supiéramos, aunque fuera aproximadamente, los momentos
en que se desarrolla esa breve vida.

174
175
Aplicación del método de continencia periódica.

176
Hemos expuesto brevemente los factores y las bases en que
se funda el método de continencia periódica. Estos ligeros
conceptos, unidos a lo anotado en los capítulos dedicados a la
ovulación, menstruación y fecundación, pueden ser suficientes
para fundamentar el desarrollo del sistema, adaptándolos al
caso concreto de cada uno.

A continuación trataremos de exponer con la mayor claridad y


sencillez posibles el camino que debe seguir quien desee
llevar a la práctica el método de continencia periódica para el
control de la natalidad.

1) ESTUDIO DE LA ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA SEXUAL


DE LA MUJER. La aplicación adecuada del método
supone una exacta información sobre los órganos y
funciones relacionados con el aparato genital de la
mujer. Debe procurarse, sobre todo, tener un
conocimiento muy claro y concreto de lo relacionado con
la ovulación, menstruación y fecundación.

2) OBSERVACIÓN DEL CICLO MENSTRUAL DE LA


MUJER. Ya sabemos que por ciclo menstrual se entiende
el tiempo transcurrido entre una menstruación y la
siguiente.

Para seguir el método, una vez conocidas perfectamente la


anatomía y fisiología sexuales de la mujer, debemos empezar
por realizar una observación minuciosa y extensa de los
ciclos, controlar su periodicidad, y anotar los trastornos que
se tengan. Con todo ello, debe hacerse un estudio detallado.

Para obrar con la mayor seguridad posible, debe llevarse un


cuaderno de anotaciones, con un calendario en el que se haga
figurar la duración y fechas de las reglas y cualquier trastorno
cuyo origen pudiera ser el desarrollo del ciclo.

177
Bastará realizar esto durante algunos meses para formarse un
juicio suficientemente real de la marcha del período, de su
regularidad y también de sus anomalías. Todo ello nos servirá
para conseguir una información y fijar unas bases en que
apoyar el desarrollo del método.

Una vez estudiado, amplia y minuciosamente, el ciclo de la


mujer, se llegará a una de estas 3 conclusiones:

— Contamos con un CICLO REGULAR Y SIEMPRE IGUAL.


Habremos observado para ello que la menstruación se
produce invariablemente cada idéntico número de días.
Es, sin duda alguna, el caso ideal para la aplicación del
método, ya que su éxito completo se basa precisamente
en la regularidad. Sabremos siempre a qué atenernos,
pues conoceremos exactamente el día de la próxima
regla, con lo que será muy sencillo efectuar los cálculos
necesarios.

— Contamos con un CICLO REGULAR PERO VARIABLE.


En él hemos observado que, de forma fija, se produce la
menstruación, por ejemplo entre los días 27 y 30 del
ciclo. Nunca antes y nunca después. El ciclo no es
perfecto en su desarrollo, pero la variación es pequeña y
encaja siempre en una variante igual.

La aplicación del método será también sencilla y segura.


Únicamente precisamos actuar con un margen de seguridad
que cubra la posibilidad de las fechas variables.

— Contamos con un CICLO IRREGULAR. La menstruación


se produce en fechas imposibles de precisar. Unas veces
los ciclos son muy cortos, mientras que otras veces, sin
motivo aparente, las reglas se retardan días y días.
Establecida una puntual y amplia observación y
realizadas las anotaciones en el calendario,
comprobamos que la menstruación se presenta de una

178
forma anárquica y que no es posible establecer ni
siquiera un remoto criterio de periodicidad.

En el caso del ciclo irregular, el método tiene muy poca


aplicación, pues es imposible contar con los datos
imprescindibles para su desarrollo.

El ciclo absolutamente irregular es mucho menos frecuente


que los otros dos que hemos anotado, pudiendo estimarse en
un 20% las mujeres que lo tienen. Con frecuencia, este ciclo
está motivado por causas de tipo patológico o funcional, a
veces no fáciles de precisar.

3) FIJACIÓN DE LA FECHA DE OVULACIÓN. Una vez


estudiadas la anatomía y fisiología del aparato genital de
la mujer y concretada con todo rigor la periodicidad de
su ciclo menstrual, debemos tratar de fijar, con la mayor
exactitud posible, la fecha de la ovulación. De ella
dependen la seguridad del método y sus resultados.

179
180
B) TOMA DE LA TEMPERATURA BASAL

181
Hay varios sistemas de conocer el día de la ovulación.
Señalaremos algunos de ellos, advirtiendo que únicamente el
de observación de la curva térmica que ponemos en primer
lugar, ofrece una seguridad completa, y es asequible a la
mayoría.

— LA CURVA TÉRMICA. Durante el proceso fisiológico que


en cada ciclo menstrual se verifica, se producen en el
aparato genital de la mujer diversos fenómenos, los
cuales determinan la temperatura de su organismo.
Dichos fenómenos están condicionados a la influencia de
las hormonas, singularmente de la foliculina y de la
progesterona.

La influencia de la foliculina en el organismo de la mujer se


ejerce durante la primera parte del ciclo, desde que termina
la menstruación, hasta que se va a producir la ovulación. Una
de las características de la foliculina es la de ser
hipotérmica, o sea, producir descenso de temperatura.

La influencia de la progesterona empieza a hacerse sentir


cuando, abierto el folículo, se produce la ovulación y el huevo
abandona el ovario. Es producida por el cuerpo lúteo del
folículo recién abierto y una de sus características es la de ser
hipertérmica, o sea, producir aumento de temperatura.

De lo dicho se desprende que, a lo largo del ciclo menstrual,


contamos con 2 períodos bien claros y definidos:

— Primer período, de baja temperatura, ocurre hasta que


se produce la ovulación.

— El segundo período, de más alta temperatura, abarca


desde la ovulación hasta que empieza la regla.

— LA TOMA DE TEMPERATURA. Para fijar el día de la


ovulación por medio de la curva térmica, es preciso que
182
la mujer tome diariamente su temperatura y que lleve
una gráfica de la misma. Esto, que puede parecer
complicado y engorroso, resulta en realidad muy
sencillo, de tal manera que, al cabo de poco tiempo, la
mujer lo hace maquinalmente.

Para la toma de la temperatura, deben observarse siempre


unas cuantas reglas:

— Se tomará diariamente durante 5 minutos, sin fallar, por


ningún pretexto, ni un solo día.

— Se tomará siempre al despertarse por la mañana y sin


haber abandonado el lecho, a ser posible hacia la misma
hora y antes de haber desayunado.

— Se empleará un termómetro de tipo especial, llamado de


“temperatura basal”, el cual se encuentra normalmente
en el mercado. Su sensibilidad permite apreciar
fácilmente las décimas de grado.

El termómetro se colocará preferentemente en la vagina.

— Se anotará la temperatura, haciendo una gráfica sencilla,


que puede ser parecida a la gráfica del grabado
[anterior].

— Se llevará la gráfica durante varios ciclos, hasta que se


pueda establecer un criterio seguro sobre el día de la
ovulación.

En el caso de que la mujer no sea regular, es preferible tomar


la temperatura durante un tiempo indefinido, y llevar siempre
las gráficas. Este es el único medio de poder conseguir una
información aproximada sobre la ovulación, para, de acuerdo
con ella, establecer un criterio lo más acertado posible en la
aplicación del método.

183
— Consecuencias de la curva térmica. Una vez
controlada la temperatura de la mujer cada uno de los
días del ciclo, podemos establecer una curva térmica,
con lo que obtendremos una gráfica muy clara y
concreta de la marcha que ha seguido el período
menstrual.

Repetidas la observación y la gráfica durante varios meses y


comparadas unas curvas con otras, será ya sencillo formarnos
un juicio muy aproximado a la realidad sobre la fecha de la
ovulación de la mujer.

La observación de las gráficas nos hará ver que, pasados los


días de la menstruación, la temperatura oscila alrededor de
los 36.5°. Esto, en un ciclo regular de una duración normal de
alrededor de 28 días, ocurrirá durante unas 10 fechas
aproximadamente. Pasado este primer período del ciclo,
podrá comprobarse cómo la temperatura sube hasta situarse
ligeramente por encima de los 37°. Esta subida es, en unas
mujeres, vertical, mientras que en otras, va ascendiendo por
espacio de 2 o 3 días, hasta alcanzar la temperatura
aproximada de los 37°, en la que se mantendrá durante los
restantes días del ciclo, hasta que, desaparecida la influencia
del cuerpo lúteo del ovario, la temperatura empieza a
descender y la menstruación aparece de nuevo.

Ese punto medio del ciclo, en el que la curva térmica se


eleva, marca el momento de la ovulación. En él debe
centrarse todo nuestro interés.

En líneas generales, podemos decir que, normalmente, la


ovulación ocurre el día anterior a la elevación de la
temperatura.

— El dolor intermenstrual. En algunas mujeres, ocurre


que, al producirse la ovulación, sienten dolor y molestias
en el bajo vientre, por lo común en el lado del ovario
donde se produce el desprendimiento del óvulo.
184
Este síntoma, en algunos casos, es señal inequívoca de la
ovulación. Para las mujeres que puedan obtener de él un dato
seguro, será suficiente para poder obrar en consecuencia.

Pero, por lo común, este hecho no suele ocurrir o pasa de una


forma poco determinada y segura. Debido a ello, el sistema
no puede considerarse viable para una mayoría, por lo que su
interés es muy limitado.

— Los análisis clínicos. Existen también medios de


determinar el día de la ovulación, basados en el análisis
del moco cervical del útero, en la observación de la
mucosa vaginal y en la comprobación de la
concentración hormonal de los distintos períodos del
ciclo, basándose en la presencia de la foliculina hasta
que se produce la ovulación y de la progesterona una
vez ocurrida ésta.

Debido a la dificultad que supone para la gran mayoría el


poder contar con métodos de análisis adecuados, debemos
desechar este sistema, al menos para el común de las gentes.

— De todo lo dicho se desprende, que, a pesar de la


relativa molestia y cuidados que exige el sistema de
determinar la ovulación por medio de la curva térmica,
es en realidad el más asequible y seguro para la inmensa
mayoría de las personas.

4) Determinación de los días fértiles y de los días de


seguridad. Todo lo expuesto anteriormente servirá
como información previa y necesaria para la aplicación
del método de continencia periódica. Conocimiento de
órganos y funciones, observación del ciclo y fijación de la
fecha de ovulación, son, como hemos visto, las bases del
sistema. Únicamente nos queda aplicar en cada caso los
juicios formados. Con el fin de simplificar y concretar
más el desarrollo del método, dividiremos en 3 los
185
sistemas a seguir, de acuerdo con las observaciones que
sobre el ciclo de que se trate hayamos hecho y de la
seguridad que en su aplicación deseemos obtener.

+ Sistema de seguridad total.

— Toma de temperatura: Desde el día en que termina la


menstruación hasta 2 días después de que se produzca
la ovulación.

— Relaciones sexuales: Abstención absoluta durante toda


la primera parte del ciclo, y hasta 2 días después de que
se produzca la ovulación.

— Personas a quienes se aconseja el sistema de


seguridad total: En todos aquellos casos que, por
ofrecer graves peligros un nuevo embarazo o estar
demasiado próximo el anterior, se necesite estar muy
seguro de que la mujer no quedará fecundada. También
en aquellos casos de irregularidad en el ciclo que no
permitan fijar, ni aproximadamente, el momento de la
ovulación.

+ Sistema de seguridad relativa.

— Toma de temperatura: Desde el día en que termina la


menstruación, hasta 2 días después de que se produzca
la ovulación.

— Relaciones sexuales: La observación de los ciclos


menstruales habrá indicado la oscilación del día de la
ovulación y habrá permitido formarse un juicio exacto
sobre sus variaciones.

Se tomará como referencia el día más cercano a las reglas y


se fijará como día de ovulación. De él, se descontarán 3
fechas, ya que 3 son los días de posibilidad de vida de los
espermatozoos. El tiempo transcurrido entre la fecha que

186
hayamos fijado y el último día de la menstruación será
cuando podemos realizar las relaciones sexuales sin peligro de
fecundación en la primera parte del ciclo.

Como la mujer seguirá tomándose la temperatura, apreciará


cuándo se produce la ovulación, actuando, después de ésta,
como en el caso anterior: dejará pasar 2 días y se reanudarán
las relaciones sexuales hasta la próxima menstruación.

— Personas a quienes se aconseja el sistema de


seguridad relativa: Pueden usar el sistema quienes,
después de una serie prolongada de ciclos observados,
puedan tener la certeza de que la ovulación se produce
dentro de unas fechas concretas.

También aquéllos que, oscilando las fechas de ovulación, no


les importe demasiado el que pueda producirse la
fecundación.

+ Sistema propio para personas muy regulares.

— Toma de temperatura: Desde 2 o 3 días antes de


producirse la ovulación hasta 2 días después de ocurrida
ésta.

— Relaciones sexuales: Desde el día que termina la


menstruación hasta 3 días antes de la ovulación y desde
2 días después de ésta, hasta que aparezcan las nuevas
reglas.

— Personas que pueden adoptar este método:


Únicamente podrán seguir este método aquellas mujeres
cuyo ciclo sea completamente regular y cuya ovulación
se produzca indefectiblemente el mismo día del ciclo.

Este sistema es el que permite un mayor número de días de


relación sexual estéril, ya que en él se resumen a 6 los días
en que es posible la fecundación.
187
— Todos los casos pueden encajar en alguno de los 3
sistemas de continencia periódica que acabamos de
exponer. Sin duda, el mayor número de mujeres
encajará dentro del segundo sistema. Para la gran
mayoría de los matrimonios será suficiente, pues, en el
peor de los casos, permite las relaciones sexuales
estériles durante 15 días, en un ciclo de 30.

Ventajas del sistema de control de la natalidad por el


método de la continencia periódica.

Son varias las ventajas que ofrece el sistema de control de


nacimientos por medio de la continencia periódica.

Expondremos a continuación las más importantes.

1) Es relativamente seguro en la mayor parte de los casos.


Ya hemos visto cómo el método ofrece, en la mayoría de
las ocasiones, una casi completa seguridad.

Hemos de tener en cuenta que la biología no es una ciencia


matemática y que, por lo tanto, difícilmente se puede en ella
hablar de “absoluta certeza”.

Una mujer completamente regular, por un motivo poderoso


tiene en la última etapa del ciclo una nueva ovulación y queda
fecundada. Un espermatozoo, por una causa indeterminada,
vive un día más y es capaz de penetrar en el óvulo. Esto
puede ocurrir, pero no es normal que ocurra, de tal manera
que a infinidad de personas que usen el método no les pasará
jamás. Por eso podemos afirmar que el método de continencia
periódica es un sistema seguro de controlar los nacimientos.

Los fracasos que a diario ocurren se deben, la mayor parte de


las veces, a una mala aplicación del sistema. No se fijan bien
las fechas de la ovulación, no se vigila la temperatura y, con
mayor frecuencia, por uno u otro motivo, no se respetan los
188
días dudosos, con lo que, cualquier variación en el ciclo hace
que coincidan vivos óvulo y espermatozoos.

Se puede asegurar que, en las mujeres regulares y también


en las relativamente regulares que observen todas las normas
que para la práctica del método hemos expuesto, el sistema
es seguro y puede confiarse plenamente en sus resultados.

2) Permite a la mujer beneficiarse de las sustancias


seminales del hombre. Está comprobado que los
elementos que forman el semen masculino ejercen
influencias beneficiosas en el organismo femenino.

Los preservativos impiden que el semen tenga el menor


contacto con los órganos genitales de la mujer, privándoles de
esta manera de su influencia.

El método de continencia periódica, al permitir las relaciones


sexuales normales en tiempo más que suficiente, hace que se
establezca plenamente esa relación vital entre los dos sexos,
con repercusión en toda la vida física y hasta psíquica de la
mujer.

3) Permite unas relaciones sexuales suficientes. Hemos


visto cómo, en la mayor parte de los casos, los días de
continencia forzada no pasan de 8 o 10. Si a ellos
añadimos los 4 días de la menstruación, tendremos que,
en un ciclo normal de 30 días, quedan, en el peor de los
casos, 16 fechas en que se pueden tener relaciones
sexuales sin el menor peligro de fecundación.

Si contamos con mujeres regulares, en ciclo y en ovulación,


estos días pueden llegar a 20 o a 21, quedando, como días de
abstención total, los 5 o 6 alrededor de la ovulación y los 3 o
4 de la menstruación.

Estimamos que, aún para los casos de personas jóvenes y


apasionadas, la aplicación del método ofrecerá un número
189
más que suficiente de fechas en las que tener las relaciones
sexuales.

4) Se consigue mediante él un espaciamiento en los partos


y un control en los nacimientos. A menudo, personas
aún jóvenes, con escasos medios económicos, que han
contraído matrimonio muy pronto, llegan a tener un
número de hijos que hace imposible el poder atenderlos
convenientemente. El hecho repercute en la vida de toda
la familia. Los hijos no tienen la educación y la formación
necesarias, su cuerpo se va haciendo sin poder recibir
nunca la alimentación y los cuidados más elementales.
Los padres envejecen prematuramente y llevan una
existencia dura, triste y desilusionada, sin alegría y sin
esperanza. A cada nuevo hijo, lo que debía ser motivo de
gozo y de orgullo, se transforma en agobio, en
problemas y en inquietudes.

En estos casos y en otros muchos de enfermedad,


circunstancias adversas, proximidad de partos, trabajo
imprescindible de la mujer, etc., el control de la natalidad se
impone. Lo contrario sería injusto, arriesgado y a veces signo
de irresponsabilidad. El método de continencia periódica
ofrece una solución adecuada a problemas de este tipo y
puede servir perfectamente a la mayoría para conseguir un
espaciamiento conveniente en los partos y un control en los
nacimientos.

Como es natural, a la conciencia de cada uno y a las


circunstancias que en cada caso se reúnan, debe estar
condicionada la actuación a seguir.

5) Permite seguir las normas de tipo religioso. Dado que el


método de continencia periódica se basa, única y
exclusivamente, en la abstención de relaciones sexuales
durante determinados días, su práctica no es contraria a
ninguna norma de tipo religioso. No se trata, como en el
uso de preservativos, pesarios o esponjas, de impedir
190
que los espermatozoos lleguen al útero y a las trompas y
fecunden al óvulo. Mucho menos, de destruir los
elementos vitales del hombre o de la mujer, tal como
ocurre con los medios anticonceptivos de tipo químico.
Tampoco se usan maniobras que, permitiendo el placer,
anulen la posibilidad de concepción.

Todos estos métodos anticonceptivos es lógico que sean


reprobados por la Religión, ya que suponen siempre un fraude
y, en algunos casos, tales como en los de tipo químico, una
destrucción de principios vitales, a veces, incluso con
posibilidad de repercusión perniciosa en el organismo humano
del hombre o de la mujer y hasta con el eventual peligro de
alterar el embrión en una posible fecundación.

El método de continencia periódica no supone otro


inconveniente que la renuncia, durante unos días en cada
ciclo, a ejercer el derecho de las relaciones sexuales entre
marido y mujer. Por ello no está en contraposición a la moral.

Esta circunstancia hace que las personas creyentes


encuentren en el método un medio de controlar la natalidad
que no repugna a su fe y que, por lo tanto, no es para ellas
motivó de creación de complejos de culpabilidad, de
preocupaciones religiosas y a veces incluso, de auténticas
psicosis.

Inconvenientes del sistema de control de la natalidad


por el método de la continencia periódica.

Durante el desarrollo de este capítulo, dedicado a exponer el


método de continencia periódica, hemos ido viendo los
inconvenientes que de él pueden derivarse.

Como nuestro deseo es exponer la realidad y no sólo hacer un


panegírico de un sistema o de otro, resumimos a continuación
los inconvenientes que, a nuestro juicio, puede tener dicho
método.
191
1) Inseguridad. El método no es absolutamente seguro. El
que lo usa no puede tener una certeza completa de que
nunca se vaya a producir la fecundación. Sabemos que,
siguiendo puntualmente el sistema, en el 99% de los
casos, dará resultado. Pero siempre cabe pensar que el
1% restante podemos ser nosotros.

Está demostrado que la ovulación, en algunas ocasiones, se


adelanta o se atrasa anormalmente, debido unas veces a
causas fisiológicas, otras a causas emocionales y otras a
motivos no determinados.

Sabemos asimismo que, en un mismo ciclo, puede producirse


más de una ovulación; y también que, en ocasiones, se ha
podido comprobar que la vitalidad de los espermatozoos
dentro del aparato genital de la mujer sobrepasa los 3 días
anotados como límite de su vida normal.

2) Molestias derivadas del control a que obliga el


método. No cabe duda de que, para muchas personas,
especialmente las perezosas, el sistema de observación
que el método de continencia periódica exige, constituye
un engorro notable. La puntualización de fechas, la toma
de la temperatura, la anotación fiel y diaria de las
circunstancias en que se desarrolla el ciclo, las gráficas,
todo ello forma un conjunto de molestias y de
inconvenientes, no fáciles de salvar para algunos.

El método está bien. Lo vemos claro y eficaz — aseguran


ciertas personas —. Pero necesitaríamos un contable para
llevarlo a la práctica.

Esto ocurre sobre todo en los casos de personas poco


habituadas a una observación detallada y puntual y en
aquéllos para quienes la aplicación de un método largo y
pesado constituye un obstáculo insalvable.

192
Hay infinidad de personas para las que el llevar una gráfica
supone un esfuerzo más costoso que el más duro trabajo
manual. Muchas de ellas, a la hora de escoger un sistema de
control de nacimientos, jamás optarían por el método de
continencia periódica. Piensan que éste exige una
preocupación constante y sin embargo estiman que un
preservativo se coloca en unos segundos, teniéndose con él
aun más seguridad. Es indudable que, para quien no piense
más y para quien no cuente con objeciones de tipo religioso,
el razonamiento es lógico.

3) Obliga a un control de las relaciones sexuales. Es


muy posible que, para algunas personas, sea éste uno
de los inconvenientes más graves del método de
continencia periódica.

La apetencia sexual brota de una serie de causas, de dentro y


de fuera del individuo, a menudo alejadas de su iniciativa.

Nada más difícil de concretar y de encasillar que el amor y el


deseo de posesión de la persona amada. Nace de
circunstancias imponderables y se produce sin norma fija ni
calendario determinado. Unas veces, ese impulso irrefrenable
de posesión empujará a realizar varios coitos diarios; pero, en
otras ocasiones, transcurrirán varios días sin que se busque la
satisfacción de las relaciones sexuales. Pero todo ello,
apetencias y alejamiento, determinado siempre por el
desarrollo de la vida sexual del hombre y de la mujer y no por
el frío y riguroso control de unos cálculos.

No cabe duda de que el método de continencia periódica exige


ese control y de que, a veces, en el momento más
inoportuno, obligará a refrenar el impulso sexual o a romper
una situación apasionada a que el normal y lógico cariño de
los cónyuges ha podido conducir.

193
Consideraciones finales sobre el método de continencia
periódica.

En un afán de sinceridad y de buena información, hemos


expuesto, no sólo las ventajas que tiene el método de
continencia periódica, sino también sus posibles
inconvenientes. Unas y otros deben ser valorados por cada
persona para luego obrar en consecuencia. Como en tantas
cosas de tipo personal, cada uno debe elegir su camino.

Desearíamos, no obstante, decir a quienes vean en el método


demasiadas dificultades que, una vez vencida la inercia
primera y encauzado el sistema, éste es más sencillo de lo
que a primera vista parece y está al alcance de cualquier
persona medianamente preparada; que el control de la
temperatura y la anotación de las curvas son muy fáciles de
llevar y puramente rutinarios; que el método da resultado en
la mayor parte de los casos, siempre que se haga seria y
puntualmente; y que la obligación de controlar los apetitos
sexuales alguna que otra vez, lejos de ser un gran
inconveniente, puede ser un ejercicio de voluntad muy
interesante para conseguir un autodominio del que sólo
pueden seguirse ventajas.

C) MÉTODO DE LA OVULACIÓN o MÉTODO BILLINGS.

Este método de planificación familiar fue desarrollado por los


ginecólogos John y Evelyn Billings, y consiste en observar
el Flujo Mucoso de la mujer.

La mujer es fértil cuando el Flujo Mucoso está presente, y


también es fértil en los 3 días siguientes (cuando ya no hay
Flujo Mucoso).

Este método es muy útil tanto para las mujeres con ciclos
regulares, como para las mujeres con ciclos irregulares.

194
Flujo Mucoso o Regla Blanca (indica fertilidad).

EL MÉTODO DE LA OVULACIÓN ES TAN NATURAL COMO


LA TIERRA

Tiempo seco e infértil. Tiempo húmedo es Tiempo Tiempo seco e infértil.


fértil. seco.
La tierra
está
húmeda
y es
fértil.

ASÍ TAMBIÉN ES LA MUJER

3
REGLA Tiempo seco REGLA BLANCA. 3 días Tiempo seco e infértil.
ROJA e infértil. Tiempo húmedo es secos
(marca el fértil. poste-
inicio del riores
Ciclo son
Ovula- fértiles.
torio)

195
TIEMPO FÉRTIL EN LA MUJER

3
REGLA REGLA BLANCA.
ROJA El tiempo fértil ocurre cuando
(marca el hay flujo mucoso, más 3
inicio del días.
Ciclo
Ovula-
torio)

Para mayores detalles, consulte folletos especializados:

https://es.scribd.com/document/409571447/Metodo-Billings-
o-Metodo-de-Ovulacion

196
3.12) HIGIENE SEXUAL

La higiene sexual en el hombre.

Hemos visto, al hablar de la anatomía del sexo masculino, las


características de los órganos genitales del varón. También
hemos tratado de sus secreciones, entre las que cabe
destacar, por lo que a la higiene se refiere, el smegma que se
forma en el glande.

El hombre debe extremar la limpieza de esta parte del pene,


ya que de otra forma podrían producirse irritaciones,
infecciones, mal olor y diversas molestias.

El mejor sistema de higiene consiste en hacer diariamente un


lavado cuidadoso del glande con agua y jabón, separando
hacia atrás el prepucio.

La higiene sexual del hombre no es, normalmente, más que


una consecuencia de la higiene general que cada individuo
observe, ya que es muy dudoso el que una persona que no se
ocupe apenas de su aseo general, vaya a observar éste
rigurosamente en sus órganos genitales.

La higiene sexual en la mujer.

Debido a su constitución anatómica y a las funciones de sus


órganos genitales, la higiene sexual en la mujer es
incomparablemente más importante y necesaria que en el
hombre.

En primer lugar, la configuración de su aparato genital y la


profundidad y forma de éste hacen menos sencillo que en el
varón, el mantenimiento de la imprescindible higiene.

Por otra parte, la abundancia de las secreciones genitales y la


relativa facilidad de sufrir infecciones, enfriamientos y otros
riesgos que provocan flujos y trastornos, obligan a extremar
197
los cuidados. A todo esto hay que añadir la menstruación
periódica y la circunstancia de que, al desembocar el canal de
la uretra en la vulva, por fuerza, la orina tiene que rozar las
paredes de aquélla en las que quedarán siempre restos de
ácido úrico.

Todas estas razones avalan la necesidad de que la mujer


extreme su higiene sexual.

Es necesario hacer hincapié en la conveniencia de que la


mujer lave con agua templada y jabón sus genitales más
externos, al menos una vez al día. El ideal es que, cada vez
que la mujer orine, efectúe sin falta dicho lavado.

Lo más sencillo y eficaz es crear un hábito desde la infancia,


haciendo que las niñas empiecen a practicarlo desde muy
pronto. Por otra parte, es muy sencillo contar con agua, jabón
y un recipiente o bidet para realizar los lavados.

Ha habido épocas en que el lavado vaginal se hacía


sirviéndose de cánulas largas que llegaban al fondo de la
vagina, usándose para la operación antisépticos poderosos.
Hoy se ha podido comprobar que estos lavados enérgicos muy
repetidos producen una anulación de la flora de la vagina, con
resultados perniciosos para la mujer. Por ello, en
circunstancias normales, cuando la mujer está sana y no
precisa ningún tratamiento específico contra alguna
enfermedad sexual, lo mejor es extremar la higiene de la
parte externa de la vagina, sobre todo alrededor de la uretra
y del clítoris; pero simplemente con agua templada y jabón.
Este medio es el más sencillo y el más eficaz.

Si la mujer observara flujos anormales, inflamaciones u otras


anomalías, deberá consultar con el médico, pues
probablemente no basten entonces los medios higiénicos
señalados.

198
Lo mismo que hemos dicho al hablar del hombre, ocurre con
la mujer: la higiene sexual no es sino una consecuencia del
concepto de higiene general que cada uno posea; y es muy
difícil que, quien no siente la necesidad de bañarse con
frecuencia y de mantener limpio todo su cuerpo, se preocupe
de la higiene de sus órganos genitales.

3.13) HIGIENE EN LAS RELACIONES SEXUALES

Las relaciones sexuales hombre-mujer, por la gran


intimidad que suponen, han de estar rodeadas de una
serie de circunstancias que las hagan atractivas y
llenas de mutua delicadeza y deferencia.

Por ningún concepto, la suciedad o el abandono deben estar


presentes en la íntima relación de los sexos. Tanto el
hombre como la mujer, han de extremar los cuidados
higiénicos a la hora de realizar el acto sexual.

Como recomendaciones generales, cabe aconsejar que,


previamente a las relaciones sexuales, el hombre y la
mujer hagan un lavado cuidadoso de sus genitales, con
agua templada y jabón. El talco ligeramente perfumado y la
vaselina, si ésta hiciera falta por estrechez de la vagina o por
dificultades en la introducción del pene, estarán
habitualmente a mano.

Una vez efectuada la eyaculación, el glande y sus alrededores


quedan rodeados de semen, el cual es aconsejable eliminar,
ya que su consistencia pegajosa resulta siempre
desagradable. Agua y jabón son los medios adecuados para
ello.

Por lo que se refiere a la mujer, entra en juego la posibilidad


de anular por completo el semen depositado en la vagina, si
los lavados son muy profundos, máxime si se realizan con
“pera” o con irrigador. De todas formas, aún sin hacer el
menor lavado, la mayor parte del semen acaba por salir de la
199
vagina al incorporarse la mujer o al tomar posturas diferentes
a la de acostada sobre las espaldas.

Al ser suficiente una mínima parte del semen para contener


millones de espermatozoos capaces de fecundar al óvulo, la
mujer, después de las relaciones sexuales, puede y debe
lavar sin temor sus genitales externos, sirviéndose del agua
templada y el jabón.

Utensilios para los lavados vaginales.

Los más adecuados son:

1) IRRIGADOR. Recipiente de unos 2 litros de cabida, en


cuya parte inferior hay una abertura a la que se conecta
una goma, en cuyo extremo se acopla una cánula
provista de varios agujeros por los que sale el agua.

2) PERA. Utensilio de goma en cuyo interior va el agua que


sirve para el lavado. Termina en una cánula de extremo
agujereado, la cual se introduce en la vagina para lanzar
el líquido contra sus paredes. Tiene el inconveniente de
que suele contar con poca cabida y de que es más difícil
de mantener limpia que el irrigador.

3) JERINGA NEUMÁTICA. Hoy muy poco usada. Consiste


en una jeringa grande con un émbolo interno que sirve
para empujar el agua hasta el extremo inferior, por
cuyos agujeros sale.

De los 3 utensilios descritos, el irrigador es, sin duda, el más


eficaz y completo. Este es el que debe usarse estando en la
propia casa. Tiene suficiente cabida y es muy sencillo de
mantener limpio.

La ventaja de la pera es su fácil manejo. Es propia para


viajes o fuera del propio hogar por su menor volumen y
aparatosidad.
200
Productos empleados en los lavados vaginales.

Normalmente, el agua templada es suficiente para realizar un


lavado vaginal. Debe ser bastante abundante, al menos un
litro, y, si el lavado es profundo, debe estar siempre tibia.

En el caso de que se desee poner algún producto que


contribuya a conseguir una mayor limpieza, se añadirán al
agua unos gramos de sal común o un par de cucharadas de
vinagre corriente. Cualquiera de los dos medios será
suficiente para mantener una buena higiene en la cavidad
vaginal.

En el caso de que, por algún motivo, sea preciso conseguir


una mayor desinfección, se usará con preferencia una
solución de permanganato potásico, producto que posee una
gran eficacia como desinfectante.

De todas formas, siempre que se aprecie alguna anomalía, tal


como picores, inflamación, fetidez de la vagina, flujos,
etcétera, debe consultarse con un médico y atenerse a sus
indicaciones.

3.14) ÉPOCAS EN QUE NO DEBEN PRACTICARSE LAS


RELACIONES SEXUALES

Al hablar de la menstruación, del embarazo y del parto, en los


capítulos correspondientes a estas funciones del aparato
genital femenino, ya hemos tratado de este tema. Resumimos
a continuación lo expuesto:

1) Durante la menstruación, por higiene y por


consideración a la mujer. En unos días en que los
trastornos físicos y la inestabilidad psíquica son
frecuentes, es preferible abstenerse de toda relación
sexual.

201
2) Durante el embarazo. Al menos durante las 4 últimas
semanas de éste, debe suspenderse, en absoluto, el
coito. Lo contrario sería poner en peligro de infección a
la mujer, a cuyos órganos internos podrían llegar
gérmenes nocivos.

3) Después del parto deben dejarse transcurrir unas 6


semanas antes de reanudar las relaciones sexuales.

202
4) MATRIMONIO Y SEXO
La unión de un hombre y de una mujer con el lazo indisoluble
del matrimonio supone una conjunción de intereses, valores,
mentalidad, problemas, fines, luchas y afanes, gozos y
dolores, inquietudes y satisfacciones... También, una unión
vital y creadora ante el placer de los sentidos, ante el amor y
ante la descendencia.

Ninguna sociedad de este mundo puede compararse con la


sociedad conyugal. Ella abarca cuerpo y espíritu, mutua
entrega y posesión de alma y de materia y absoluto abandono
en el ser amado. Por ella, brota el milagro de los hijos, la
creación gloriosa de nuevas vidas.

Ya hemos hablado en la primera parte de esta obra, de lo


concerniente a las consecuencias de las relaciones sexuales
hombre-mujer, por lo que se refiere al fin fundamental de la
sociedad conyugal: la unión de los principios vitales de los dos
sexos y la creación de nuevos seres.

Trataremos en esta segunda parte de lo referente al placer


sexual en el matrimonio, el cual placer es impulso y estímulo,
premio y gozo, alegría y derecho de la pareja humana.

4.01) EL MATRIMONIO ANTE EL PLACER SEXUAL

La mutua atracción de fondo sexual es el móvil primero que


empuja a la pareja humana a llevar a cabo la relación
afectiva, reforzada, y valorada por la dignidad y el sentido
trascendente mediante el establecimiento del contrato
matrimonial.

Aun cuando el fin primordial del matrimonio sea


indiscutiblemente la procreación de nuevas vidas, el impulso
sexual de atracción mutua es, sin duda, el móvil inmediato
que une al hombre y a la mujer, los cuales, a menudo, ni se

203
plantean siquiera las consecuencias que de esa atracción se
derivarán, por muy importantes que sean.

Durante largos períodos de la historia, el placer sexual en el


matrimonio ha sido conceptuado como indigno y hasta
pecaminoso, singularmente por lo que a la mujer se refiere.

Cabe a nuestra época, maravillosa por tantas causas, la gloria


de haber encarado esta cuestión con toda sinceridad, realismo
y justicia, dando a la relación de los sexos toda la importancia
que tiene y barriendo la hipocresía y la desigualdad en el trato
sexual de la pareja humana.

Hoy somos conscientes de que no sólo no es vergonzoso,


indigno y prohibido el goce en el matrimonio, sino que el
goce sexual supone un derecho de los cónyuges. El
mismo acto sexual propiamente dicho, dentro del
matrimonio legalmente constituido, supone ante Dios y
ante la sociedad, un hecho cargado de grandeza, de
dignidad y de trascendencia.

Jamás debe sentirse avergonzado ni medroso quien,


dentro de la ley divina y humana, posee y es poseído,
goza y hace gozar, hace entrega completa de su ser y, a
la vez, recibe el de su cónyuge, en un absoluto y arrebatador
abandono mutuo, por encima de lo temporal y de lo medible.

Es fundamental para el matrimonio, sobre todo durante la


edad de la potencia física y creadora, que el sexo no defraude
y que la unión conyugal satisfaga plenamente en todo lo que
tiene de logro sentimental, afectivo y sexual. Pero esto no
suele ser sencillo de conseguir y necesita para alcanzarse una
preparación adecuada.

Innumerables parejas sufren una completa y desconsoladora


frustración en su relación sexual. Lo tremendo del caso es que
esa frustración repercute en toda su vida y que en ellos solos

204
está la causa de la misma y también el remedio, si saben
actuar convenientemente.

No debería nadie embarcarse en la arriesgada aventura del


matrimonio sin estar seguro de la conducta a seguir en lo
afectivo, de acuerdo con la opinión, características y
mentalidad propias y con las del compañero o compañera.

Es muy importante plantear mutuamente los problemas de


relación sexual que pueden presentarse y conocer la postura
de los dos ante el placer de los sentidos. Esto presenta una
serie de situaciones que trataremos de analizar a
continuación.

1) Las primeras relaciones sexuales en el matrimonio.

Como es natural, no descartamos la posibilidad de que los


primeros contactos sexuales entre un hombre y una mujer
hayan podido realizarse antes del matrimonio, durante la
época más o menos larga del noviazgo. Pero rara vez, al
menos en nuestro país, estas relaciones habrán tenido plena
realización, física y afectiva. Lo normal es que esas relaciones
sexuales prematrimoniales hayan estado cercenadas por
temores, prisas y multitud de inhibiciones que las suelen
hacer incompletas y balbucientes, por furtivas y por cargadas
de sentimientos de clandestinidad y de culpabilidad.

Normalmente, sólo en el matrimonio puede alcanzarse la


plenitud del placer sexual, libre por entero de trabas
físicas y psíquicas, plenamente consciente de ejercitar
un derecho, y libre en absoluto de toda inhibición, sobre
todo por parte de la mujer, la cual es más vulnerable al
miedo, al qué dirán, a las conveniencias sociales y al temor a
las consecuencias.

Vamos a considerar, pues, que lo habitual en las parejas


hombre-mujer sea establecer los primeros contactos
sexuales, plenos y totales, dentro ya del matrimonio.
205
A todos se les plantea, por fuerza, la dificultad de estas
primeras relaciones:

— A la mujer, el temor a lo desconocido, el miedo, un poco


nebuloso, a la desfloración, la entrega, aunque sea
completamente legal y necesaria, de algo que durante
años ha estimado como valor extraordinario y
fundamental.

— Al hombre, por la incógnita del resultado del contraste


de su virilidad, de su comportamiento como varón cabal,
por el temor a no acertar en la forma de actuar oportuna
y hábilmente.

Es inevitable, en la mayoría de los casos, la aparición de una


serie de inhibiciones, que poco a poco irán desapareciendo
luego, pero que, en algunas ocasiones, perdurarán a través
de mucho tiempo.

La pareja hombre-mujer que afronta por vez primera los


mutuos contactos sexuales completos debe estar preparada
para que resulten lo menos violentos posible y para que su
impacto produzca los menores traumas psíquicos.

Como base de comportamiento, debe existir un completo y


serio conocimiento anatómico y fisiológico de los sexos.

Para las mujeres a la antigua usanza, ignorantes de los


más elementales principios sexuales y cargadas de
gazmoñería, la simple y lógica erección del pene del
varón tiene que representar un tremendo impacto. La
subsiguiente y asimismo normal urgencia varonil de posesión,
con sus frecuentes torpeza y violencia, la penetración
dolorosa del miembro viril en un cuerpo virgen, inhábil e
inexperto, asustado y medroso, por fuerza ha de suponer un
momento horrible, fuente de temores y de distanciamientos,

206
a veces de frigidez incurable y hasta de un verdadero fondo
de desprecio y de odio.

Sin embargo, para una mujer preparada, con pleno


conocimiento de la Naturaleza, consciente de la
grandeza y trascendencia del acto sexual, las primeras
relaciones pueden suponer una feliz culminación del
mutuo amor, del mutuo deseo de posesión, la entrega
gozosa, como si se tratara de un rito sagrado, de lo
mejor y más preciado de su ser; y la maravillosa
posibilidad de crear nuevas vidas con el prodigio de
conseguir de esa forma que, del amor arrebatado de un
hombre y una mujer, brote la flor de un hijo, como un
milagro en el que Dios pone sus dedos y su soplo
creador.

Para el hombre, a su vez, la conducta de la mujer puede


suponer la defraudación más completa y la decepción más
dolorosa, el sentido del propio ridículo y la duda punzante
sobre la propia virilidad; o, por el contrario, la conducta de la
mujer puede suponer la íntima afirmación de su hombría, el
suave y entrañable gozo de la esposa que ha de ser ternura y
alegría de la vida, óleo tibio y perfumado, caricia y flor,
estímulo e impulso para la lucha y la conquista, pero, a la
vez, premio y reposo del guerrero.

Abordaremos a continuación diversas situaciones y problemas


que se producen habitualmente en los primeros contactos
sexuales de la pareja humana.

EL DESNUDO. Aun para las personas bien preparadas y con


una adecuada formación sexual, el desnudo propio delante de
su pareja y el desnudo de ésta ante él ofrece unas primeras
situaciones de reparo y de sensación de inseguridad y de
auténtico apuro y embarazo.

207
208
En las primeras veces que una mujer se desnuda ante un
hombre se producen para ella, forzosamente, situaciones
violentas, consecuencia del desarrollo de una serie de
defensas fundadas en un innato pudor, en una falta de
costumbre, en una educación que, aún en el mejor de los
casos, conduce a experimentar una sensación de
incomodidad. A menudo, también se produce a la vez el
planteamiento de dudas sobre el propio valor físico y sobre el
atractivo personal.

Pero el desnudo propio no sólo es violento para la mujer, sino


que, para el hombre normal también resulta molesto. A la
mayor parte de los varones les produce desagrado el
permanecer desnudos incluso ante otros hombres. Cuando el
hombre se desnuda ante la mujer con la que se van a
tener por primera vez relaciones sexuales, hay que
añadir la conciencia de actitud agresiva y un tanto
ridícula que la erección del pene supone y, en algunos
casos, las dudas y el temor ante el escaso tamaño de
los genitales externos: pene y testículos.

Indudablemente, la sensación violenta ante el desnudo,


propio y ajeno, en las primeras relaciones sexuales íntimas
del hombre con la mujer, se experimenta en la mayor parte
de los casos. Es lo normal, pues supone el comienzo de un
enfrentamiento con hechos para los que no suele existir un
hábito y una experiencia y que, sobre todo en la mujer,
contradice a una formación y a una mentalidad elaboradas a
lo largo de años.

De todas las maneras, el problema, pequeño o grande según


los individuos, hay que solucionarlo; y hay que solucionarlo
bien.

No cabe pensar que, en nuestros días, pueda ser factible el


realizar habitualmente los actos sexuales del matrimonio a
oscuras, o cargados de ropa, como si se actuara furtivamente
en un hecho pecaminoso.
209
Por todos los motivos: psíquicos, fisiológicos, de comodidad e
higiene, de satisfacción y placer, las relaciones sexuales
plenas del matrimonio deben efectuarse estando
desnudos.

Caben dos soluciones al problema del desnudo en los


primeros contactos sexuales hombre-mujer. La elección del
más oportuno depende del carácter de los cónyuges, de su
educación y de su mentalidad. Expondremos a continuación
estas dos soluciones:

a) La primera de ellas consiste en una gradual y escalonada


familiarización con una situación que, por
desacostumbrada, resulta violenta e incómoda.

Lentamente, sin prisas ni actos forzados, se puede llegar en


varios días a superar las posibles dificultades, consiguiendo, al
encontrar reposo y confianza, una naturalidad y una
complacencia en lo que estaba próximo a lo difícil y
desagradable.

Corresponde al varón, como factor de mayor iniciativa, y más


activo y aún agresivo por temperamento y por constitución
anatómica, el obrar con mayor prudencia y delicadeza y el no
exigir imperiosamente lo que puede producir en su
compañera una situación molesta.

La regla a seguir en estos casos es la de la prudencia y de la


espera, teniendo en cuenta que ésta será seguramente breve,
pues, de la convivencia diaria, continua y afectiva de los
primeros días del matrimonio, debe seguirse por fuerza un
hábito de trato íntimo, muy pronto liberado de todo temor y
de todo sentimiento de defensa y de reparo.

Por lo que se refiere a la mujer, ella tratará de superar su


lógica timidez y de vencer su innato pudor, procurando
hacer lo más fácil posible estos primeros días de
210
convivencia íntima y total. No decimos que sea sencillo en
algunos casos el conseguirlo en breve tiempo, ya que es
preciso desmontar una serie de principios, rígidos y rigurosos,
que han servido a muchas mujeres para encarar durante años
todos los problemas derivados de lo sexual; estos principios y
la mentalidad creada actúan, por fuerza, como fuente de
reflejos condicionados a la hora de enfrentarse con este tipo
de situaciones.

b) En algunos casos, de común acuerdo y siempre habiendo


tratado con anterioridad entre los dos componentes de la
pareja el problema que se les plantea, puede dar
excelentes resultados el prescindir de todas las
inhibiciones y temores, de tal manera que se enfrenten
de lleno con la situación, desde el primer momento.

Esto no quiere decir brutalidad ni falta de principios, sino


sinceridad y plena confianza mutua. Se puede obrar de esta
manera y ser a la vez delicados y completamente dignos en la
forma de producirse.

Esta segunda solución tiene la gran ventaja, si se usa


adecuadamente, de conseguir una adaptación rápida a las
circunstancias, una superación casi inmediata del problema y
una anulación de multitud de inhibiciones que pudieran
derivarse luego de los primeros contactos sexuales.

Si existe buena preparación en los cónyuges, confianza mutua


y gran sinceridad, este sistema de adaptación es el mejor y el
más sencillo y rápido.

El hombre, como factor de mayor iniciativa en estos asuntos,


puede plantear, en los días próximos ya a la celebración del
contacto matrimonial, la necesidad de enfrentarse con este
problema. Tratará el tema con gran naturalidad y delicadeza.
Dará a la mujer una gran seguridad sobre la admiración física
que ella le produce, haciendo que se sienta segura de sus
valores estéticos y del gran atractivo que para él tiene. Luego,
211
hará hincapié en su cariño hacia ella y en su deseo de
producirse con la mayor delicadeza y consideración.

4.02) LOS PRIMEROS CONTACTOS SEXUALES Y SU


IMPORTANCIA

Al inicial enfrentamiento con el desnudo, suceden


inmediatamente los primeros contactos sexuales. Es lógico
que éstos sean en principio besos y abrazos. El final de ellos
será, como es natural, el coito.

212
El varón debe tener presente que no debe exigir lo que no
haya sido capaz de hacer desear a su mujer.

El coito en los humanos no puede responder a una absoluta


mecánica ni tampoco a un puro instinto sexual. Es preciso
valorar el factor psíquico como fundamental en la relación
sexual hombre-mujer. Por eso, el varón debe comprender
perfectamente el proceso psicológico que se está obrando en
aquellos momentos en la mente de su esposa, la destrucción,
dentro del espíritu de ella, de la conciencia de prohibición, de
pecado y de culpabilidad y su sustitución, ante unos mismos
hechos, por un concepto, diametralmente opuesto, de
legalidad, de derecho y hasta de dignidad. Por otro lado, debe
tener también en cuenta el temor al dolor físico de la
desfloración, a su trauma, que no es sólo corporal, sino
también psíquico.

Todo, en estos primeros contactos sexuales, debe estar lleno


de delicadeza y de ternura, de comprensión y de calma.

Tanto el hombre como la mujer han de pensar que el


matrimonio, normalmente, ha de durar toda la vida y que es
demasiado trascendente el vínculo para obrar en cosas tan
básicas alocada y frívolamente.

4.03) DIFICULTADES PSÍQUICAS EN LOS PRIMEROS


CONTACTOS SEXUALES

Exponemos a continuación, las dificultades psíquicas que


pueden aparecer con mayor frecuencia en los primeros
contactos sexuales del matrimonio, así como las soluciones
que nos parecen más adecuadas.

a) POR PARTE DEL VARÓN: Aunque el varón tiene, sin


duda alguna, una participación más activa y de mayor
iniciativa en las relaciones sexuales, no por eso deja de
experimentar dificultades y problemas en los primeros
contactos de este tipo.
213
1) Es relativamente frecuente, singularmente en
temperamentos tímidos e impresionables y en personas
muy alejadas de todo trato sexual, el que se produzca un
estado psíquico de temor, una sensación angustiosa ante
el inminente coito. El resultado suele ser una
momentánea impotencia, una falta total, o a veces
sólo parcial, de erección, circunstancia agravada
por la conciencia de sensación del propio ridículo.

Un estado intermedio, consecuencia de este temor ante


el acto sexual, es la eyaculación prematura, sin llegar a
conseguir realizar completamente el coito, habiendo
rozado apenas los genitales externos de la mujer y no
llegando ni mucho menos a conseguir la rotura del
himen.

El remedio de estas dificultades se basa siempre en el


autodominio, en el control de la tensión nerviosa, en el
establecimiento progresivo de una escala que va, de la
ternura y las caricias delicadas y suaves, al apasionamiento
más intenso, para finalizar en el coito.

En este tipo de personas, es un error el adoptar de entrada


actitudes de extrema pasión. Sin duda alguna, la actuación de
la mujer puede ser en estos casos definitiva. Ella procurará
comunicar seguridad y confianza a su compañero y hacerle
sencilla una situación difícil y cargada de obstáculos.

Debe pensar que la indecisión, el temor y las vacilaciones, la


inseguridad y la falta de aplomo del hombre en sus primeras
relaciones sexuales pueden marcarle para mucho tiempo y
provocar en él un verdadero complejo de inferioridad y de
inseguridad, de los que no será fácil librarse luego. Estas
situaciones atentan contra las virtudes propias del varón,
contra las cualidades viriles de que debe estar adornado si
quiere cumplir plenamente su misión de hombre en la
sociedad conyugal.
214
2) Otro de los temores que puede tener el varón, ante las
primeras relaciones sexuales, es el de no acertar a
comportarse adecuadamente en esos momentos difíciles.

Insistimos en que es siempre necesario alcanzar una buena


preparación teórica sobre estas materias. Ello nos servirá para
producirnos con seguridad y dominio de la situación, sin
vacilaciones ni temores.

A esta preparación debe añadirse la idea, ya repetida, de que


no debe exigir de su compañera lo que no haya sido capaz
antes de hacerla desear.

3) Aunque a muchos les parezca raro, es relativamente


frecuente que el hombre sienta la duda y el temor
de que su pene sea excesivamente pequeño.

El hombre debe vencer este prejuicio, ya que:

— La adecuación de su órgano genital a las dimensiones de


la vagina de su mujer, lo más probable es que sea la
normal; y, por otra parte, debe tener en cuenta de que
no se trata de dos piezas que hayan de coincidir
exactamente como si fueran los engranajes de una
maquinaria.

— En la mayoría de los casos de personas normales, la


mujer no posee un punto preciso de referencia para
establecer comparaciones, por lo que el hombre no debe
temer un problemático desprecio por parte de ella, del
que se siga una situación de ridículo para él.

Por fin, el varón ha de pensar que el pene no es otra cosa que


un órgano externo, cuya función es la de introducirse en la
vagina femenina, para conseguir que los espermatozoos
lleguen al útero y que esto se puede lograr siendo el órgano

215
de la generación, dentro de lo normal, más o menos
voluminoso.

4) Otra fuente de prejuicios y dificultades en el varón es la


desfloración de la mujer y las dudas o necesidad de
certeza sobre su virginidad. Hay innumerables leyendas
y literatura sobre el tema. Como es natural, los
inconvenientes de tipo psíquico que surjan al respecto
dependen sobre todo de la educación del varón, de su
mentalidad y de su formación humana.

Habitualmente, la desfloración no ofrece problemas y el


hombre no debe sentirse culpable de nada ni con temor a
nada. Debe obrar, eso sí, con delicadeza y no actuar, en
ningún caso, con brutalidad ni desconsideración hacia su
compañera.

La importancia que se conceda a la virginidad o no virginidad


de la mujer está en función de la mentalidad que posea cada
uno. No obstante, debe tenerse en cuenta que la escasa
hemorragia y aún la falta de hemorragia no indican, en
ocasiones, que la mujer haya tenido relaciones sexuales
completas anteriormente, ya que el himen es una membrana
de dimensiones y configuración variables. Con relativa
frecuencia se presenta la ausencia de himen; o por su tamaño
reducido y su elasticidad, permite normalmente, sin
desgarrarse, las relaciones sexuales, e incluso su rotura no
tiene lugar hasta el primer parto.

También debe tenerse en cuenta que es relativamente


frecuente que, al masturbarse o realizar manipulaciones en la
entrada de la vagina, puede rasgarse parcialmente el himen,
sin que por eso se haya efectuado el coito.

5) Posiblemente, en cierta clase de individuos con escasa


formación humana y no excesiva educación ni
sensibilidad, sea frecuente una actitud brutal en las
primeras relaciones sexuales.
216
En el fondo, suele encerrarse en esta manera de reaccionar
un deseo de afirmación de la propia personalidad y de la
propia virilidad.

A menudo, dicha actitud supone un enmascaramiento de


complejos de inferioridad o de fracasos en otros aspectos de
la existencia.

Pero el hombre no es más valiente ni más viril por


comportarse con violencia en sus relaciones sexuales. El valor
debe dejarse para otras ocasiones y otros menesteres en los
que verdaderamente exista un riesgo y un peligro.

El hombre cabal, íntegro y verdadero, por elemental y


primario que sea, no abusa en ningún terreno de la mujer,
sino que, por instinto, trata de protegerla y siente compasión
por su debilidad, por su menor fortaleza física, por su
servidumbre ante tantos aspectos de la vida.

Hemos de tener en cuenta, además, que la actitud brutal del


hombre en las primeras relaciones sexuales produce
normalmente en la mujer un trauma psíquico importante. De
él puede partir un total fracaso en la vida sexual de una
pareja humana.

6) La excitación excesiva es otro de los inconvenientes


que puede sufrir el hombre en sus primeras relaciones
sexuales. Sus consecuencias suelen ser la torpeza y el
apresuramiento, así como la eyaculación prematura.

El remedio adecuado se basa en el autodominio y en el


control de los impulsos sexuales, retardando el tiempo que
sea necesario la consumación del acto conyugal.

b) POR PARTE DE LA MUJER: Psíquicamente, la mujer es


más vulnerable que el hombre a los temores derivados
del sexo. Sus características anatómicas y psicológicas la
217
llevan a experimentar dificultades a menudo
importantes.

1) Podemos asegurar que, hasta las mujeres bien


formadas sexualmente, sufren un estado de
ansiedad y nerviosismo ante las primeras
relaciones sexuales plenas con el hombre.

La mujer es sujeto pasivo y ha de esperar acontecimientos.


Ella sabe, un poco nebulosamente, lo que va a ocurrir como
consecuencia del primer coito. Ella conoce también que de
éste primer coito puede seguirse su fecundación. Todo ello
crea en su mente una inseguridad, un temor a lo desconocido
y a lo presentido, un estado psíquico difícil y espinoso.

Lo adecuado para destruir estas dificultades es la buena y


ponderada información sobre lo que va a ocurrir y,
fundamentalmente, la colaboración del varón tranquilizándola
y haciéndole fácil la prueba.

2) El temor a la desfloración y al trauma físico es


posiblemente la principal dificultad en que la mujer
tropieza.

Es normal que la mujer atribuya al varón una excesiva


dimensión del pene y que espere ser materialmente
perforada por éste, o poco menos. Las informaciones
medio veladas de algunas mujeres mayores y la propia
imaginación, a menudo desbocada, crean muchas veces en
ella una psicosis de miedo, difícil de superar.

El remedio más adecuado es el logro de una buena educación


sexual. La mujer debe estar segura de que, normalmente, la
desfloración produce tan sólo una ligera molestia
momentánea y una pequeña hemorragia. Ni va a tener
necesidad de gritar ni, mucho menos, se va a desangrar.
Todo es mucho más sencillo y mucho menos peligroso.

218
3) El temor a la entrega de la virginidad es otra de las
dificultades con que habitualmente tropiezan muchas
mujeres. Este temor es, sin duda, el resultado de una
educación y de unos consejos que han ido calando en su
espíritu durante años.

Pensemos que, desde los primeros tiempos de la escuela de


cada mujer y aún antes, parientes, educadores y moralistas
han ido, paso a paso, valorando la virginidad y cantando sus
excelencias. Es natural, pues, que a la hora de entregarla,
aunque dentro de la más completa legalidad divina y humana,
la mujer sienta como una sensación de tristeza y hasta de
culpabilidad.

La valoración de la dignidad del matrimonio, cuando la


mujer ya tiene edad para contraerlo, la grandeza de la
misión de la madre y su inmensa trascendencia ante la
sociedad en general y ante la célula familiar en
particular, pueden ser las razones adecuadas para
destruir los temores que la entrega de la virginidad
suscite en muchas mujeres.

4) En algunas ocasiones, la pasividad femenina es una de


las mayores dificultades que se alzan contra las
relaciones sexuales. La actitud nace de la ignorancia y
del temor. La mujer no sabe cómo actuar ante la
situación que se presenta y se refugia en la más
absoluta pasividad.

Sin duda alguna, la actitud pasiva es peligrosa, pues con


suma facilidad deja defraudado al varón.

La mujer debe superar sus temores y sus inhibiciones. Es


fundamental que ella alcance un buen grado de instrucción
sexual, seria y objetiva, lo más completa posible. Y no debe
perder de vista que, aunque al varón, por su naturaleza, le
corresponde más la iniciativa en la relación sexual, la mujer
es también factor fundamental en esa relación y que, sin su
219
colaboración, no existe la menor posibilidad de éxito ni de
felicidad conyugal.

4.04) DIFICULTADES FISIOLÓGICAS EN LOS PRIMEROS


CONTACTOS SEXUALES

a) POR PARTE DEL VARÓN. Pueden concretarse a las que


surgen de la introducción del pene en la vagina de la
mujer al realizar el coito.

1) Aun cuando la torpeza natural de las primeras relaciones


sexuales pueda paliarse en parte con una adecuada
instrucción previa, siempre existen dificultades en estos
contactos iniciales.

La vagina femenina es estrecha en la virgen, existe el


pequeño obstáculo del himen y es normal que, ante la
situación de temor, frecuente en la mujer, no se produzca la
secreción que lubrica el saco vaginal y sí, por el contrario, la
contracción de éste. Todo ello, unido a la torpeza de las
maniobras previas, suele ser motivo de dificultad para la
introducción del pene en los órganos genitales de la mujer. El
varón debe ser consciente de estas circunstancias y debe
poner cuidado en anularlas. Para ello, él tendrá en cuenta
que:

— La postura más adecuada para el coito es aquella


en que él se sitúa entre las piernas de su
compañera, sobre ella, estando acostada, pero
sostenido en un principio por las manos y las
rodillas propias, de forma que él pueda
aproximarse o separarse, según convenga, sin
apoyar pesadamente el cuerpo sobre el vientre de
la mujer.

— Es conveniente extender sobre la piel del pene, sobre


todo en la parte del glande, una ligera capa de vaselina,

220
con lo que se facilitará grandemente la introducción del
órgano viril en la vagina.

— Los movimientos del coito deben ser suaves, pensando


siempre en la posible y normal molestia que la mujer
recién desflorada puede tener.

Es necesario advertir, para que no existan decepciones, que,


tanto el hombre como la mujer no deben esperar un goce
completo de esta primera relación sexual. Este vendrá cuando
vayan desapareciendo las inhibiciones y los temores, las
preocupaciones marginales, los prejuicios y la torpeza del
aprendizaje.

2) En algunos casos, el varón puede sufrir estrechez en el


extremo del prepucio. Esta anomalía, de la que ya
tratamos en la parte dedicada a la anatomía, es
imprescindible que se corrija antes del matrimonio. De lo
contrario, lo más natural es que el coito resulte doloroso
y desagradable para el hombre, fuente de dificultades en
un momento de por sí nada fácil, como es el de las
primeras relaciones sexuales.

b) POR PARTE DE LA MUJER: Por ningún concepto, la


mujer debe ignorar lo que exactamente le va a ocurrir en
el momento del primer coito. Las dificultades más
frecuentes con que se encontrará son las siguientes:

1) No saber cómo situarse. Aun cuando existen diversas


posturas para realizar el coito, la más indicada en los
primeros contactos sexuales plenos es la descrita
anteriormente. La mujer se tiende sobre sus
espaldas y el hombre se sitúa sobre ella.

Como de lo que se trata es de ofrecer al pene del varón la


menor dificultad para su penetración en la vagina, ha de
buscarse la postura óptima para que esto ocurra fácilmente.
Para ello, la mujer acostada abrirá ampliamente las
221
piernas, permitiendo de esta forma que su compañero
se sitúe entre ellas. La flexión de las rodillas, estando
en esta postura, facilitará la relajación de todo el
cuerpo.

2) La dificultad en la iniciación de la penetración puede


aminorarse si la mujer dirige el extremo del pene
hacia la abertura exacta de su vulva. De otra forma,
el hombre, torpemente, puede causarle molestias y aun
dolor, al no coincidir perfectamente ambos órganos.

3) Ante una psicosis de temor, resultado del inminente


coito, el saco vaginal de la mujer puede contraerse,
resultando de ello una dificultad y a veces una
imposibilidad de penetración del pene, cuyo resultado es
entorpecer aún más y a veces impedir la penetración del
pene.

El remedio ha de ser más de tipo psíquico que fisiológico. La


tranquilidad y relajamiento de la mujer, la anulación de todo
temor y el deseo de colaboración en el acto, son los mejores
remedios.

4) La dificultad más importante para muchas mujeres es,


sin duda, el temor derivado de la rotura del himen y de
la hemorragia subsiguiente. Es necesario que la mujer se
convenza de que estos hechos carecen de importancia y
de que las dificultades que en torno a ellos surgen,
nacen casi todas de sus temores y de sus prejuicios.

El himen, normalmente, se rompe con facilidad y la


hemorragia no tiene la menor importancia, e incluso es
posible que la hemorragia no se produzca.

Una vez realizado el primer coito, en el que se ha producido la


desfloración, la mujer lavará escrupulosamente sus genitales,
a ser posible, con agua tibia y jabón, singularmente,

222
alrededor de la zona donde se ha producido el desgarro del
himen.

Es preferible no abusar de la frecuencia de relaciones


sexuales en los primeros días, y si a consecuencia de la
desfloración, se produjeran inflamación y dolor, deberán
interrumpirse por completo y consultar con un médico.

4.05) EL GOCE SEXUAL EN EL MATRIMONIO

Uno de los fines del matrimonio es la consecución de la


satisfacción sexual. Esta satisfacción es, a su vez, el
estímulo fundamental para el logro del fin primero de la unión
conyugal: la procreación de los hijos.

El pleno goce sexual de la pareja humana brota de algo


tan sublime y tan lleno de dignidad y de grandeza como
es el amor.

Un hombre y una mujer, unidos con el vínculo del


matrimonio, deben sentirse conscientes y seguros de la
grandeza y trascendencia de sus relaciones sexuales,
que hacen de ellos una sola carne, una perfecta unión
física y espiritual, una fusión íntima y arrebatadora, de
fines, de deseos y de goces.

No hay nada vergonzoso ni indigno en el lícito placer


del matrimonio. Es más, este placer constituye un
derecho para ambos cónyuges, derecho al que no
deben renunciar.

En la complejidad de la sociedad matrimonial y al lado del


sinnúmero de dificultades de todas clases que ésta encierra,
el amor es como una luz buena que alegra todo y lo hace fácil
y llevadero, como un óleo que lubrica los engranajes y hace
que no chirríen, que no se desgasten, que funcionen siempre
satisfactoriamente.

223
Sobre todo en los años de juventud y madurez, el placer
sexual, consecuencia del amor, hace que el matrimonio
se logre plenamente, que viva satisfecho y que
encuentre un sedante y un estímulo en la lucha por la
vida, en las dificultades de la formación de una familia,
en la preocupación por la educación de los hijos, en el
encaje perfecto de dos vidas.

Dios ha puesto en el hombre el estímulo del placer sexual,


más fuerte y más imperioso en la edad más apta para la
consecución de nuevos seres en las mejores condiciones.

Muchas personas, que pretenden ser muy creyentes y muy


religiosas, muestran un verdadero encono contra todo lo que
pueda significar complacencia y goce en las relaciones
sexuales del matrimonio, incluso hacen lo posible por influir
con sus opiniones y consejos para que el placer sexual sea
considerado como algo vergonzoso y poco menos que
prohibido. Repetimos lo dicho anteriormente: el placer
sexual en el matrimonio, lejos de ser algo malo y
pernicioso, es en sí, de acuerdo con la moral, la
fisiología y la razón, algo conveniente y excelente,
fuente de equilibrio físico y psíquico de los individuos y,
desde luego, un derecho para los cónyuges y hasta un
motivo de tranquilidad para la sociedad entera. No perdamos
de vista que innumerables anormalidades, aberraciones y
crímenes tienen el fondo de su motivación en las
defraudaciones sexuales de los individuos y en la represión
violenta de sus impulsos.

Por lo tanto, la pareja humana que ha unido sus vidas


con el lazo del matrimonio debe ser consciente de su
derecho al placer sexual. Hombre y mujer, de común
acuerdo, deben plantearse su postura ante el gozo que, como
fin secundario, pero plenamente lícito y conveniente, se
desprende de su sociedad conyugal.

224
El amor es, sin duda, generosidad, deseo de bienes y
satisfacciones para la persona amada, renunciamiento gozoso
en beneficio del ser querido.

Por eso, ante el placer sexual, fuente indudable de


satisfacciones y de dicha, cada uno de los componentes
del matrimonio debe pensar en conseguir para el otro
el mayor placer, tal y como él lo desea para sí mismo.

Los primeros contactos sexuales de la pareja humana deben


servir ya para sentar unos principios y fijar una postura ante
el placer que de la relación de los sexos se derive.

Es imprescindible que, tanto el hombre como la mujer, hayan


estudiado las características y peculiaridades generales del
propio sexo y del contrario, la anatomía y fisiología de ambos,
sus normales reacciones psicológicas y sus problemas más
comunes. Este conocimiento general debe alcanzarse antes
del matrimonio. Después de consumado éste, se descenderá
al por menor, al detalle particular, a la peculiar forma de ser
de cada uno de los cónyuges, a su manera física y psicológica
de reaccionar ante el placer.

Pero todos estos detalles se aprenden sólo al cabo del tiempo,


ya que, con frecuencia, ni uno mismo conoce sus íntimas
peculiaridades y sus posibilidades de goce.

La base primera para gozar y hacer gozar en el matrimonio es


la sinceridad. Varias veces, a través de esta obra, hemos
insistido en la necesidad de poseer esta cualidad, fundamental
en la relación íntima hombre-mujer. Debe desecharse toda
la falsa vergüenza, partir del principio de que el goce
sexual en el matrimonio es un derecho de los cónyuges
y que, por lo tanto, es completamente lícito hacer uso
de él.

Con sinceridad y amor, muy pronto se alcanzará un


estado de plena satisfacción sexual, de íntima felicidad,
225
y la existencia se deslizará más reposada, más
satisfecha, más dichosa.

LAS ZONAS ERÓGENAS: En la primera parte de este libro,


hemos hablado ya de las zonas erógenas del hombre y de la
mujer. Ambos han de tener en el matrimonio un conocimiento
detallado y particular de las zonas más sensibles al placer en
el cuerpo de su cónyuge.

Debe tenerse en cuenta que en el hombre es más sencillo


conocerlas, ya que las zonas erógenas se concentran
fundamentalmente en el pene, y sobre todo en el glande.

Pero en la mujer, las zonas erógenas tienen más variedad y


riqueza, de manera que, en ocasiones, todo su cuerpo vibra y
se conmueve ante la caricia y el halago.

En el goce sexual del hombre y de la mujer, el coito no es


más que la culminación de una serie de estímulos sensoriales
que alcanzan, al cabo de cierto tiempo, una tensión extrema
que se rompe en un punto final: el orgasmo.

Pero, antes del orgasmo, existen un sinnúmero de


posibilidades de goce que los cónyuges pueden usar con
ternura y habilidad, en un deseo siempre renovado de
conseguir el goce el uno para el otro.

EL PLACER SEXUAL EN EL HONBRE: Ya conocemos que,


por sus características anatómicas y sensoriales, el hombre es
habitualmente lento al estímulo sexual en lugares de su
cuerpo que no sean el pene.

Sin embargo, él es muy excitable, mucho más que la mujer,


por medio del sentido de la vista.

Por otra parte, el hombre responde rápidamente al estímulo


sexual, desea llegar pronto al orgasmo y cae verticalmente en
la indiferencia después de producido éste.
226
Todas estas peculiaridades deben ser tenidas muy en cuenta
por la mujer.

EL PLACER SEXUAL EN LA MUJER: También la mujer posee


normalmente su fuente principal de placer sexual en los
órganos genitales, singularmente en el clítoris. Pero, a
diferencia del hombre, experimenta en otras zonas, tales
como los pezones, las caderas, la nuca, etc., un goce casi
comparable al que experimenta en el sexo.

Ella es más excitable por el sentido del tacto que por el de la


vista y responde menos ante el estímulo de la contemplación
de un cuerpo desnudo, de un grabado obsceno o de una
situación apasionada.

Ante el placer, ella reacciona lenta y progresivamente, tarda


en llegar al orgasmo y, a veces, ni se siente apremiada por
alcanzarlo, dando la impresión de que goza plenamente en un
estado intermedio que la agrada y satisface. Luego, una vez
alcanzado el clímax, ella vuelve lentamente a la normalidad y
al reposo.

En conjunto, podemos decir que la mujer está mejor dotada


para el placer sexual que el hombre y que sus reacciones son
más amplias, más refinadas, más completas, con más riqueza
e imaginación, aunque más lentas y de menor violencia.

— Si cada uno de los cónyuges desconoce estas


características generales y además las particulares del
otro, será muy difícil lograr plenamente el placer de la
pareja.

Cada uno actuará como cree que debe hacerlo, de acuerdo


con las propias apetencias, sin pensar que el compañero es
totalmente distinto a él en el camino a recorrer y en los
medios de recorrerlo.

227
De esta forma, el hombre quedará defraudado y la mujer
insatisfecha.

El uno se precipitará en su actuación, será torpe y brusco,


desconsiderado e impaciente; en tanto que la otra se perderá
en detalles inútiles y, a fuerza de delicada y sutil, aparecerá
fría e indiferente.

La mujer debe tener muy en cuenta que:

— Sus caricias deben centrarse fundamentalmente en los


órganos genitales externos del varón y que, por la
temperatura, la humedad y la posición, el hombre
experimenta el mayor grado de placer cuando mantiene
el pene dentro de la vagina femenina.

— La mayor parte de los hombres, al poco tiempo de


permanecer en esta postura y, ante el estímulo de los
movimientos de la mujer, alcanzan el orgasmo.

— Inmediatamente después de logrado el orgasmo, el


hombre pierde su interés por lo sexual y desea volver a
sus ocupaciones habituales, olvidándose,
momentáneamente al menos, de la mujer y del sexo.

El hombre, por su parte, ha de pensar que:

— Su compañera suele excitarse sexualmente con más


lentitud que él, y que para conseguirlo, él debe prodigar
sus caricias, su ternura y sus atenciones, hasta hacerla
vibrar a impulsos de la pasión y del deseo.

— Ella, normalmente, alcanzará el orgasmo con mayor


dificultad, y por ello, él deberá conseguir que la mujer
alcance el clímax momentos antes que él, con el fin de
poder gozar juntos de la culminación del coito.

228
Por otra parte, aun suponiendo para él un sacrificio, debe
tener en cuenta que el placer se apaga lentamente en la
mujer y que ésta siente un goce mayor si después del
orgasmo se la sigue acariciando y ocupándose de ella durante
unos momentos.

El amor “carezza”. Se denomina así el método, hoy muy en


boga, de dilatar el placer por medio de la habilidad en la
dosificación de los movimientos del pene dentro de la vagina.

Ya hemos visto cómo, en esta postura, el hombre suele tardar


muy poco tiempo en alcanzar el orgasmo. Esto representa
una dificultad, pues si no se actúa hábilmente, la mujer
quedará siempre insatisfecha, o de lo contrario, ella deberá
esperar a que retorne la erección en su compañero y se
reanude el coito, con la probabilidad de que vuelva a ocurrir
lo mismo. Esto puede, por otra parte, acarrear el agotamiento
del varón y su aborrecimiento por el acto sexual.

El método “carezza” consiste en controlar los movimientos


del pene dentro de la vagina, de forma que el órgano
masculino se mantenga unos momentos en reposo, cuando el
hombre se da cuenta de que está próxima a producirse la
eyaculación del semen, y vuelva a actuar nada más pasar
esta situación casi extrema.

Como, durante todas estas maniobras, el pene continúa


siempre alojado en la vagina, permite que la mujer vaya
alcanzando lentamente un estado de excitación sexual que
puede acabar en el orgasmo. De esta forma, teóricamente, la
mujer podría tener varios orgasmos sin que el hombre haya
tenido eyaculación.

La práctica de este método exige un gran control de los


impulsos y un aprendizaje cuidadoso del sistema.

Moralmente, el método es lícito, pues no se pone con él


ningún obstáculo a la generación. Médicamente, puede

229
seguirse en algunos individuos cierto agotamiento nervioso y
cierta fatiga. Sin duda alguna, el placer sexual se dilata y
aumenta si se actúa con habilidad; y puede conseguirse que
mujeres a las que normalmente no bastaría nunca el propio
acto sexual para alcanzar el orgasmo, lo consigan de esta
forma y logren plena satisfacción en las relaciones sexuales.

La conveniencia de adoptar o no adoptar el método “carezza”


es cuestión a dilucidar por cada matrimonio. Como siempre,
en caso de duda, lo mejor será que se consulte con un médico
experimentado que conozca bien las características físicas y
psíquicas de ambos cónyuges y pueda indicarles el camino a
seguir.

FRECUENCIA DE LAS RELACIONES SEXUALES. Está


condicionada a la edad y al estado físico y psicológico de los
cónyuges. No puede señalarse una regla fija. A partir de una
época de plenitud sexual, que suele alcanzarse hacia los
veintitantos años, las apetencias de este tipo disminuyen
hasta llegar a agotarse por completo en la vejez.

De todas formas, el hombre posee una referencia exacta de


su potencia sexual en la erección del pene. Ella es la
consecuencia de un conjunto de factores que señalan el
estado en que dicha potencia se halla.

— El hombre debe tener en cuenta el estado físico y


psicológico en que se halle su esposa, para no exigir
muchas veces lo que puede causarle molestia o
repugnancia, en un momento dado.

— La mujer, por su parte, debe considerar que el acto


sexual repetido con exceso puede provocar el
debilitamiento y la fatiga del varón. Por otra parte, ella
también debe valorar el que su oposición a
efectuar el coito, cuando para ello es
razonablemente requerida por el esposo, puede

230
causar graves daños psicológicos en éste y, a la
larga, destruir la armonía y la felicidad conyugales.

231
VOCABULARIO

Aberración sexual. Conducta anormal en lo tocante a la


actividad sexual del individuo.

Aborto. Interrupción del embarazo, con salida y muerte del


ser en gestación, antes de que éste sea viable.

Abulia. Falta de voluntad.

Acto conyugal. Relación sexual completa de los dos sexos,


denominada coito.

Acto sexual. Relación sexual.

Adolescencia. Edad que sucede a la infancia. Abarca, desde


la iniciación de la pubertad, hasta el completo desarrollo del
cuerpo humano.

Adulto. Se dice del individuo que ha alcanzado su completo


desarrollo. Abarca desde el fin de la adolescencia al principio
de la vejez.

Afrodisíaco. Excitante del apetito sexual.

Agenesia. Imposibilidad de engendrar.


232
Amnios. Membrana que rodea y protege al feto. Entre ella y
el feto está el líquido amniótico que actúa como
amortiguador.

Amor. Sentimiento afectivo que nos mueve a buscar lo que


consideramos bueno para poseerlo o gozarlo.

Análisis. Determinación de las partes que constituyen un


conjunto o sustancia.

Anatomía. Rama de la Medicina que estudia la constitución


de las diversas partes del cuerpo.

Anidación del óvulo. Fijación del óvulo fecundado en la


mucosa del útero para dar comienzo a la gestación.

Antibióticos. Sustancias químicas producidas por


microorganismos. Su aplicación procede de que, en contacto
con bacterias y otros microorganismos, los destruye. Tienen
su utilidad en el campo de la terapéutica, porque destruyen
los gérmenes de las enfermedades infecciosas.

Anticonceptivo. Se dice del medio por el que se evita la


concepción.

Anticuerpos. Medios por los que se impide el acceso de


gérmenes infecciosos al organismo humano y a los objetos
que puedan tener contacto con él.

233
Bacilo. Bacteria en forma de bastoncito, que puede actuar
perniciosamente en el organismo humano.

Bacteria. Microbio unicelular.

Balano. Parte extrema o cabeza del miembro viril.

Bestialidad. Relación sexual con un animal irracional.

Billings. Método de Ovulación. Método de planificación


familiar que consiste en observar el Flujo Mucoso de la mujer.
La mujer es fértil cuando el Flujo Mucoso está presente, y
también es fértil en los 3 días siguientes cuando ya no hay
Flujo Mucoso. Para mayores detalles, consulte a su médico y a
manuales especializados en el tema.

Biología. Ciencia que trata de los seres vivos y las leyes de la


vida.

BiOvulares. Mellizos que se forman de óvulos distintos.

Blenorragia. Inflamación de tipo catarral y supurativo que se


establece en las mucosas humanas, singularmente en los
órganos sexuales.

234
Bolsa de aguas. Saco membranoso que contiene el líquido
amniótico que envuelve el feto. Suele romperse antes de
iniciarse el parto.

Bubón. Tumor blando que suele ser consecuencia de


relaciones sexuales con enfermos de chancro blando. Se lo-
localiza en la región inguinal y a veces en el cuello o en las
axilas, según el lugar donde haya ocurrido la infección.
Acostumbra a ser doloroso y a tener pus.

Calostro. Primera leche que da la hembra, después del parto.

Caracteres sexuales. Peculiaridades diferenciales de cada


uno de los sexos.

Curva térmica. Gráfica sobre la temperatura de la mujer


relacionada con la ovulación.

Castracción. Mutilación que consiste en la extirpación de los


órganos genitales o en su inutilización para la fecundación.

Celibato. Soltería.

Celo. Apetito genésico de los animales.

235
Célula. La más pequeña porción de materia viva capaz por sí
misma de alimentarse, crecer y multiplicarse. Su tamaño es
tan pequeño que sólo es visible al microscopio. Los seres
vivos superiores somos un conjunto de millones y millones de
dichas células.

Cesárea. Operación quirúrgica que consiste en abrir el


vientre de la parturienta para extraer al hijo, cuando no es
posible que se realice el parto por el conducto natural de la
vagina.

Circuncisión. Extirpación del prepucio o piel que cubre el


extremo del miembro viril. En algunos pueblos, tales como el
judío, es usado como práctica religiosa.

Citoplasma. Parte del protoplasma que rodea el núcleo de la


célula.

Climaterio. Época en que las glándulas sexuales de la mujer


van perdiendo actividad, a causa de lo cual cesan las
menstruaciones. Suele ocurrir alrededor de los 45 años.

Clímax. Culminación de un proceso. En el caso del placer


sexual, es el orgasmo.

Clítoris. Órgano sexual eréctil de la mujer. Es de pequeñas


dimensiones y muy sensible a los estímulos. Se halla situado
en la parte superior de los pequeños labios.

Coeducación. Educación conjunta de personas de uno y otro


sexo.

Coito. Ayuntamiento sexual del hombre con la mujer.

Complejo. Formación de ideas alrededor de un asunto, de


manera que ellas impidan el desarrollo de las ideas normales
y lógicas.

236
Concepción. Acción y efecto de concebir.

Conducto deferente. Conducto excretor y eyaculador de


cada uno de los testículos.

Continencia. Abstinencia de placeres sexuales.

Copulación. Unión sexual.

Cordón umbilical. Conducto cilíndrico que en los mamíferos


placentarios une a la madre con el embrión.

Corpúsculo. Cuerpo muy pequeño. Partícula.

Cromosoma. Corpúsculo contenido en el núcleo celular de


animales y plantas. Su número es constante para cada
especie. En los cromosomas residen los factores hereditarios.

Cuello del útero. Parte inferior del útero, más estrecha y


próxima a la vagina.

Cuerpo lúteo. Formación ovárica que produce la


progesterona, hormona sexual femenina.

Cuerpos cavernosos. Tejido del pene que se llena de sangre


en la erección y es causa de ésta.

Chancro. Ulcera contagiosa de origen venéreo.


237
Desfloración. Acción y efecto de desflorar, es decir, terminar
con la virginidad de una mujer.

Embarazo. Tiempo que dura la gestación de la mujer.

Embrión. Germen. Producto de la concepción hasta el cuarto


mes del embarazo.

Epidermis. Capa celular externa más superficial del cuerpo.

Epidídimo. Parte del aparato excretor del semen. Va situado


en la zona superior del testículo.

238
Erección. Efecto de la afluencia de la sangre hacia los
cuerpos cavernosos del pene, produciendo el endurecimiento
de éste.

Erótico. Relativo al amor.

Escroto. Bolsa formada por la piel que cubre los testículos.

Esfínter. Músculo en forma de anillo que retiene o da paso,


según convenga, a una secreción o excremento.

Esperma. Semen animal.

Espermatorrea. Eyaculación involuntaria del semen.

Espermatozoo. Célula sexual masculina, principio viril de la


fecundación.

Esquema. Representación gráfica y simbólica de algo


inmaterial.

Estetoscopio. Instrumento semejante a una trompetilla,


usado en
Ginecología para auscultar.

Exhibicionismo. Aberración que consiste en exhibir


públicamente los órganos genitales.

Extrauterino. Que está fuera del útero.

Eyaculación. Acto de expulsar el semen en el espasmo


sexual del macho.

Eyaculación precoz. Expulsión del semen con demasiada


rapidez.

239
Factor Rh. Característica de los glóbulos rojos de la sangre
que puede existir o no existir en los humanos. Es importante
determinar su presencia en la mujer embarazada, pues, en el
caso de ser Rh negativa y su marido Rh positivo, podrían
existir graves peligros para el feto.

Farmacología. Parte de la medicina que trata de los


medicamentos.

Fecundación. Unión de una célula masculina con una


femenina, espermatozoo y óvulo, con penetración del primero
en el segundo.

Fetichismo. Búsqueda de la satisfacción sexual por medio de


objetos que pertenecen a la persona amada o simplemente al
otro sexo.

Feto. Se denomina así al producto de la concepción, a partir


del cuarto mes del embarazo hasta el momento del parto.

Fimosis. Estrechez del orificio del prepucio que impide la


salida del glande.

Fisiología. Ciencia que estudia las funciones de los seres


orgánicos y los fenómenos vitales.

240
Flujo. Secreción mucosa procedente de las vías genitales de
la mujer.

Foliculina. Hormona de los folículos del ovario que influye


sobre los cambios de la mucosa uterina en la menstruación y
en el embarazo.

Folículo. Formación celular que rodea al óvulo cuando está


en el ovario. Segrega la hormona folicular.

Fórceps. Instrumento metálico que se usa para la extracción


del niño en un parto difícil.

Formol. Solución antiséptica acuosa hecha a base de


formaldehido.

Frenillo. Ligamento que sujeta el prepucio al glande.

Frigidez. Frialdad. Impotencia para la generación. Carencia


de placer en el acto sexual.

Frivolidad. Ligereza, inconstancia.

Ganglio. Nudo o abultamiento que se halla en los vasos


linfáticos.

241
Generador. Que engendra.

Genital. Relativo a los órganos sexuales.

Gestación. Tiempo que dura el embarazo.

Ginecología. Rama de la Medicina que estudia y trata de las


enfermedades propias del sexo femenino.

Glande. Cabeza del miembro viril.

Glándula. Cualquiera de los órganos que sirven para la


secreción y excreción de humores.

Gomas. Tumor de origen sifilítico.

Gonococo. Microorganismo de forma arriñonada, descubierto


por Neisser, es el causante de la blenorragia.

Gráfica. Representación de datos por medio de líneas.

Grandes labios. Protuberancia de los órganos sexuales


externos de la mujer donde se inicia el aparato genital.

Hábito. Tendencia adquirida, propia de un individuo.

242
Hemorragia. Flujo de un vaso sanguíneo,

Hemorroide. Dilatación venosa que se forma en la parte


exterior del ano o en la extremidad del recto.

Hermafrodita. Que tiene los dos sexos.

Hialino. Diáfano, tal como si fuera vidrio.

Higiene. Rama de la Medicina que trata de la conservación


de la salud, precaviendo las enfermedades y desarrollando las
energías orgánicas.

Himen. Repliegue membranoso situado a la entrada de la


vagina en las mujeres vírgenes. En bastantes casos puede
tener dimensiones rudimentarias e incluso mínimas.

Hipertrofia. Aumento excesivo del volumen de un órgano.

Hipófisis. Glándula de secreción interna situada en la base


del cráneo. Produce diversas hormonas.

HomoSexualismo. Anomalía del que busca el placer sexual


con personas del mismo sexo.

Hormona. Producto de la secreción interna de ciertos


órganos que, transportado por la circulación sanguínea,
produce diversos efectos en partes distantes del organismo.

243
Impotencia. Incapacidad de engendrar o de conseguir la
erección.

Indiferenciación sexual. Período de la infancia del niño en


que éste no hace distinción en el trato entre el hombre y la
mujer.

Infantilismo. Estado de personas adultas que tienen


caracteres orgánicos propios de la niñez.

Inhibición. Suspensión pardal o total de una actividad del


organismo. Su origen puede ser orgánico o psíquico.

Inseminación artificial. Introducción de semen en el útero


de la hembra por medios distintos a la relación sexual.

Insomnio. Vigilia. Desvelo.

Invertido sexual. Se dice de la persona de tendencias


sexuales anormales, dirigidas hacia individuos de su mismo
sexo.

InterMenstrual. Dolor que aprecian algunas mujeres hacia


la mitad del ciclo menstrual, cuando se produce la ovulación.

244
Legrado. Raspado de la matriz. Suele hacerse después de un
aborto y a veces en el puerperio, cuando hay hemorragias.

Lesbianismo. Amor sensual entre mujeres.

Líquido amniótico. Rodea al feto hasta momentos antes del


parto, en que se vierte al exterior al romperse la bolsa de
aguas.

Mama. Teta de los mamíferos.

Masoquismo. Aberración que consiste en alcanzar plena


satisfacción sexual recibiendo malos tratos de una persona del
sexo contrario.

245
Mastitis. Inflamación de una glándula mamaria. Ocurre con
mayor frecuencia durante el puerperio y suele estar originada
por infección.

Masturbación. Acción mediante la que se produce una


persona a sí misma el placer sexual.

Matrimonio. Unión de un hombre y una mujer, con arreglo al


derecho.

Matriz. Útero.

Mellizos. Nacidos en el mismo parto. Gemelos.

Menopausia. Cesación de la menstruación, cuando la mujer


llega a la edad en que termina la actividad de los ovarios.
Suele ocurrir hacia los 45 años de edad y va acompañada de
diversos trastornos fisiológicos y psíquicos.

Menstruación. Regla Roja. Expulsión periódica de la


mucosa uterina, acompañada de sangre, al morir el óvulo sin
llegar a ser fecundado.

Moco cervical. Humor pegajoso que se forma en la entrada


del cuello del útero.

Morboso. Que causa enfermedad o concierne a ella.

246
Ninfas. Pequeños labios de la vulva.

Ninfomanía. Suele llamarse furor uterino. Deseo insaciable


del placer sexual en la mujer.

Obscenidad. Deshonestidad, ofensa al pudor.

Onanismo. Práctica del coito interrumpido antes de


producirse la eyaculación del semen. El fin de la operación es
la evitación de la fecundación. Se le da este nombre por el
personaje bíblico Onán, de quien nos habla la Biblia que lo
practicó.

247
Oral, época. Período de la infancia en que el niño centra toda
su atención únicamente en la comida. Es la primera etapa de
la vida.

Órgano. Cualquiera de las partes del cuerpo animal o vegetal


que ejercen una función.

Orgasmo. Sensación completa y extrema de placer sexual.

Ovarios. Glándulas sexuales de la mujer, situadas a uno y


otro lado del útero.

Ovulación. Desprendimiento natural de un óvulo en el


ovario, para que pueda recorrer el camino hacia el útero y ser
fecundado por el espermatozoo del varón.

Óvulo. Célula que se produce en los ovarios de la mujer. Es


el principio femenino de la fecundación.

Papiloma. Tumor pediculado en forma de botón o cabezuela.

Parafimosis. Contracción del anillo del prepucio inflamado


que ha dejado fuera el glande y no puede volver a su lugar.

Parálisis de Erb. Se produce a consecuencia de las


dificultades que se presentan al nacer el niño.

248
Parto. Expulsión del feto al final del embarazo.

Parto sin dolor. Método Psicoprofiláctico con el que se


consigue eliminar muchas de las molestias ocasionadas por el
parto.

Patología. Estudio de la naturaleza de la enfermedad,


especialmente de los cambios estructurales y procesos
morbosos que presenta el enfermo.

Pederastia. Abuso deshonesto cometido contra niños.

Pene. Miembro viril.

Periné. Espacio que existe entre el ano y los órganos


genitales.

Período menstrual. Menstruación, evacuación del menstruo.

Período de dilatación. Primera etapa del parto durante la


que se dilata el cuello del útero.

Período de expulsión. Etapa del parto en la que, dilatado ya


el cuello del útero, es expulsado el feto.

Perversión sexual. Acto o deseo sexual que se aparta del fin


propuesto por la Naturaleza, es decir, la continuación de la
especie.

Pesario. Objeto que se coloca al fondo de la vagina, para


evitar que los espermatozoos alcancen el útero y se produzca
la fecundación.

Pezón. Botoncito que sobresale en los pechos de las


hembras, por el que tiene salida la leche al mamar el hijo.

249
Placenta. Órgano muy abundante en vasos sanguíneos que
hace posible la nutrición y respiración del embrión y del feto,
en los mamíferos placentarios. El embrión está unido a la
placenta por el cordón umbilical.

Polución. Efusión del semen.

Pornografía. Carácter obsceno de obras literarias o


artísticas.

Prepucio. Piel móvil que cubre el balano del varón.

Preservativo. Cubierta de goma fina, usada para cubrir el


pene, como prevención de las enfermedades venéreas o
evitación de la fecundación. Se le denomina también condón,
debido a que su inventor fue el médico inglés de ese nombre.

Profilaxis. Prevención de las enfermedades. Tratamiento


preventivo.

Progesterona. Hormona segregada por el cuerpo lúteo del


ovario, una vez que el óvulo se ha desprendido.

Próstata. Glándula sexual de los mamíferos machos, situada


rodeando la uretra a la salida de la vejiga.

Prostitución. Comercio carnal a cambio de dinero.

Protozoarios. Animales microscópicos, unicelulares.

Psicoanálisis. Método de exploración o tratamiento de


enfermedades mentales, basado en el análisis retrospectivo
de las causas morales y afectivas, que determinaron el estado
morboso.

Psicología. Parte de la filosofía que trata del alma, sus


facultades y sus operaciones.

250
Psicópata. Enfermo mental.

Psicopatía. Enfermedad de la mente.

Psiquiatría. Ciencia que trata de las enfermedades mentales.

Psíquico. Relativo o perteneciente al alma.

Psiquis. Alma, espíritu. Todo lo que en el individuo no es el


cuerpo.

Pubertad. Edad en que empieza a manifestarse la aptitud


para la generación.

Pubis. Parte inferior del vientre. En la especie humana, se


cubre de vello en la pubertad.

Puericultura. Ciencia que trata del cuidado y crianza de los


niños, hasta el término de la infancia.

Regla Blanca. Flujo Mucoso. Fluido viscoso elástico cuya


presencia es indicador de que la mujer es fértil.

Regla Roja. Menstruación.

Relajación. Aflojamiento, ablandamiento.

251
Retroflexión. Inclinación de la matriz hacia atrás.

Roséola. Erupción cutánea, caracterizada por pequeñas


manchas rosáceas. Es indicio de una infección sifilítica.

Sadismo. Perversión sexual que consiste en conseguir el


placer venéreo y la propia satisfacción mediante actos de
crueldad contra otra persona.

Salpingitis. Inflamación o infección de las trompas de


Falopio,

Satiriasis. Estado de exaltación morbosa de las funciones


genitales. Propio del sexo masculino.

Secretar. Elaborar y evacuar las glándulas, membranas y


células una sustancia líquida o viscosa.

Semen. Sustancia segregada por los órganos genitales del


varón en la que existen los gérmenes fecundantes del macho.

SeudoEmbarazo. Falso embarazo.

252
Sexo. Condición orgánica que distingue al macho de la
hembra»

Sexual. Perteneciente o relativo al sexo.

Sífilis. Enfermedad infecciosa producida por un


microorganismo. Se transmite comúnmente por la relación
sexual con personas infectadas y también al feto por una
madre que padezca la enfermedad.

Smegma. Secreción que se produce en el balano del pene.

Sodomía. Relación sexual entre personas del mismo sexo.

Spirochoeta. Microorganismo productor de la sífilis.

Succión. Acción de chupar con los labios.

Tabes. Enfermedad de la medula espinal, de origen sifilítico,


cuyos síntomas básicos son la ataxia, la abolición de los
reflejos y diversos trastornos de la sensibilidad.

Testículos. Glándulas masculinas productoras de


espermatozoos. Tienen forma ovoidea. Además del semen, se
producen en ellos hormonas.

253
Testosterona. Hormona masculina producida por los
testículos.

Traumatismo. Toda lesión producida por una violencia


exterior, mecánica, física o química. También se usa el
término para hablar de los impactos de tipo psíquico que
producen un shock en la mente.

Treponema. Género de protozoarios de forma espiral,


provistos de flagelos en las extremidades. Producen
enfermedades como la sífilis.

Trompas de Falopio. Oviductos de 10 a 15 centímetros de


longitud. Nacen en la parte superior del útero y terminan
cerca de los ovarios, en el pabellón de las trompas.

UniOvulares. Se dice de los mellizos formados en el mismo


óvulo.

Uretra. Conducto por el que se expele la orina desde la


vejiga.

Útero. Matriz. Víscera situada en el interior de la pelvis de la


mujer, comunicada por abajo con la vagina y por arriba con
las trompas de Falopio u oviductos. En la matriz anida el
óvulo fecundado y se desarrolla hasta el momento del parto.

254
Vagina. Conducto que en las hembras de los mamíferos se
extiende desde la vulva a la matriz.

Vaginismo. Anomalía consistente en el temor a la


penetración del pene u otros objetos en la vagina. Sus causas
pueden ser psíquicas o físicas. Su consecuencia suele ser una
contracción espasmódica de la vagina.

Varices. Dilatación permanente de una vena.

Vejiga. Órgano a manera de bolsa, en el que va


depositándose la orina segregada por los riñones.

Venéreo. Perteneciente al deleite sexual. Se dice también de


las enfermedades contagiosas que se contraen
ordinariamente por el trato carnal.

Vesícula seminal. Cada uno de los dos pequeños depósitos


de semen situados en la parte posteroinferior de la próstata y
en comunicación con la uretra.

Violación. Tener acceso sexual con alguien por la fuerza.

Virgen. Persona que conserva la virginidad.

255
Virginidad. Integridad corporal de una persona que no ha
tenido trato sexual.

Viscoso. Pegajoso, glutinoso.

Vulva. Las partes que rodean y constituyen la abertura


externa de la vagina.

WasserMann. Reacción empleada para descubrir la presencia


de la sífilis en el organismo humano.

Zonas erógenas. Partes del cuerpo más sensibles,


sexualmente hablando.

256

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