Un Encuentro Con El Placer. La Masturbacion Femenina PDF
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IIx ExcuENrRo
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Diseño de la colección:Tasmanias
Ilustración de cubierta: Jean-FrancoisJonvelle
Ilustraciones de interior: Jesús Ramos
Realización de cubierta: Angel Sanz Martín
Editorial EspasaCalpe, S. A.
Carreterade lrún. km 12,200.28049Madrid
A mis hijas, por el amor y la ternura que rne ínspiran.
Y tarnbién,a susamigosy amigas.
<En mi soledadhe visto cosasmuv clarasque no son
verdad.>
ANroNro M¡cr¿oo (1875 -1939),
Poesíascompletas, EspasaCalpe(Selecciones
Austral),
CLXI:XVII (270),Madrid,1998
ÍNucB
Pnrurne PARTE
EXoRDIoPARAuNn pnÁcrICA INVISIBLE
otr sILENCIo....
1. LR coNsprn¡cIóN 23
Una prácticasolitaria,26.-La masturbacióny los mediosde comunica-
ción,) 4.-Masturbacióny lenguaje,
55.
2. El coNt¡NIDo DE LASPALABRAS................. 67
7 1.-Onanismo,75.
Mastu¡bación,
SrcuNon PARTE
NATURALEZASEXUALFEMENINA
4. sEXUALES
¿TruNrNDESEos ...........'..."
LASMUJERES? 105
5. LASMUJERES?....
¿SErxcrueN sEXUALMENTE lt7
8. ¿SrENrrNoRGASMoS
LASMUJERES?................. 169
Anorgásmicas, monoorgásmicas,multiorgásmicas, 169.-EI orgasmo
<<masculino>>
y el <femenino>>,177.-El orgasmo clitorídeo y el vagi-
nal,182.
9, ¿ESTARDÍoEL DESPERTAR
SEXUAL
FEMENINo?. 1.99
TnncpnePARTE
LA MASTURBACIÓN FEMENINA EN LA PRÁCTICA
T2. Le uasTunnACIÓNFEMENINA
EN CIFMS 231,
Una respuestasocialmente indeseable,239.-La verdadera extensión de
la masturbación femenina, 248.
Cu¡nr¡ PARTE
NATUMLEZA DE LA MASTURBACIÓN
EpÍloco.... 385
BBuocMFf¡........,...... 40I
INrnonuccróN
r-
Lrrando comuniqué a algunasamigasque escribíaun libro sobre la
masturbaciónfemenina,todas enmudecieron;como suelesucederante
las cosasque nos conmueven profundamente. Y la masturbación ha
sido durante centurias un tema que dispara todas las resefvasmentales
de las mujeresy, quizáen menor medida, la de los hombres. En cual-
quier caso, la masturbación es algo de 1o que una mujer casi nunca
habla con un hombre y, como se verá más adelante,casi tampoco con
otra mujer.
Y también percibí en esasamigasla sensaciónde que me conside-
ruban un intruso en el tema. ¡Qué puede saber un hombre sobre la
masturbación femeninal Algunas me lo dijeron expresamente, aña-
diendo que se habían sentido ofendidas por mi osadía,
No entendí la acusaciónde intrusismo que se me hacía, cuando
hay mujeres que no han tenido empacho alguno en escribir sobre el
pene, por ejemplo, y sobre la masturbaciónmasculina (Maggie Paley,
de citas
" Las citas literarias que se hacen en el texto las he extraído delDiccionario
escrito por \fenceslao castañares yJosé Luis GorrzáIezQuirós y publicado por la Edi-
torial Nóesísde Madrid (1991),salvoindicación en cont¡ario.
T6
dad autoerótica porque han consultado alguna fuente fiable que les
desdramatizael tema. Me gustaría creer que la lectura de este libro
puede ayudar a alguien en ese propósito, cualquiera que sea el género
al que pertenezca.
Lo cierto es que si no hablamos y escribimossobre la masturba-
ción femenina con rigor, seguiremosignorándolo todo sobre ella.
JEsúsArvroNroRAMos
Brurv¡
<jramosb@hrc.insalud.
es>
Madrid. Festividaddel Solsticiode Invierno del año 2001
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PnluEnA PARTE
<Thecruellestliesareoftentold in silence.>
(Lasmentiras
máscrueles sedicena menudo ensilencio.)
RosenrLoursSrrvpNSoN (1850-1894),
Virginibuspuerisque,l, 4
^
\¿fuizá hayan observado, participado o incluso promovido alganavez
la broma de atribuir la demora de un hombre en el cuarto de baño a la
posibilidad de que estuviesemasturbándose.Pero no recordarán cuán-
do fueron testigos del mismo tipo de chanzareferida a una mujer, so-
bre todo si usted pertenecea esegénero.
En una secuenciade una película escritay dirigida por una mujer,
titulada Colgadosen Beuerly Hills (The slurns of Beuerly Hilk, Tamara
Jenkins, 1998),la joven protagonista,Vivian (interpretadapor Natas-
cha Lyonne), regresaa casaalgo soliviantadaporque un vecino ha esta-
do acariciándoleel pecho a petición suya. El piso parece vacío, porque
la joven llama a su hermano variasvecessin obtener respuesta.Al ad-
vertir que suena la ducha y creer que él está alli (quien se ducha real-
mente es una prima suya), abre la puerta del baño sin pedir permiso
mientras pregunta sin esperarrespuesta:<iQué haces?¿Darle al ma-
nubrio?>>,haciendo así una clara referenciajocosa a la masturbación
masculina. No creo que ustedes recuerden una escenasimilar en el
cine en la que un personaje(seahombre o mujer) hagauna alusión se-
mejantea la masturbaciónfemenina.
24
Este silencio solo es comparable al que se guarda sobre los orgasmos masculinos
fingidos. Se habla tan poco de ellos y tanto de los que simulan las mujeres que muchas
personascreen honradamenteque solo ellas son capacesde falsearel clímax sexual.
Más aún: hay quienes creen imposible que los hombres finjan. Y, sin embargo, se trata
de una experiencia tan real como la masturbación femenina.
más importante de todo es que eso no les hace ni mejoresni peores que
el resto de los mortales. Todo lo contrario: las define como los seresse-
xuados normalesque son, semejantesa cualquier otro.
Algo a 1oque nuestrasociedadle estácostandoacostumbrarse.
<¡Qué vergüenzahablar de ello! -me refería hace poco tiempo una paciente
mía-. Yo nunca se lo he contado a nadie salvo a usted. ¡Qué vergüenza! ¡Por favor:
preferiría que alguien fuera diciendo por ahí que me he acostado con otro hombre que
no es mi marido a que dijeran que me masturbo! ¡Qué humillaciónl>>
viles, resulta tristemente irónico que las mujeres mantengan esta prác-
tica tan encerradaen sí misma como antes lo estabala homosexuali-
dad. Quizá seanecesarioque la masturbaciónfemenina haga un gesto
semejante(me atrevo a sugerir que se denomine la <salidadel capara-
zón>>^paru evitat equívocos) en beneficio no solo de las mujeres, sino
del ser humano sin diferenciasde género.Puesla ignoranciaes un mal
que nos afectaynos daña a todos.
Afortunadamente algo parece que se está moviendo al respecto'
Lorena Berdún, por ejemplo, una joven psicóloga que rcaliza divulga-
ción sexológicaen los medios de comunicaciónde España,escribíano
hace mucho tiempo en uno de gran tirada lo siguiente:<¿Quién ha di-
cho que las mujeres no se masturban?Así como los hombres tienen
asumídasu práctica onanistay hablan de ello sin problemas,las muje-
res aún no saltan lavalla y les cuestareconocero hablar abiertamente
de su intimidad a solas.Que eso no nos engañe.Las mujerestambién
semasturban...r>b.
Y también Esther Drill, Heather McDonald y RebeccaOdes, au-
toras del libro de educación sexual juvenil ¡Descúbretef se expresan
de un modo similar: <<Loschicos pueden ser más abiertos al respecto
que las chicas,pero quien diga que las chicasno se masturban,miente.
Las chicas se masturban, solo que quizá no hablen tanto de ello>>006
bág.72).
Mi primer contacto profesional con los resultados del célebre informe Kinsey so-
bre la sexualidad humana fue en mis tiempos de estudiante de Medicina, en Ia asigna-
tura denominada Psicología Médica. La mayor parte de los alumnos de ambos sexos
de aquel curso recibimos las cifras de frecuencia de la masturbación femenina con bas-
tante incredulidad. Todos sabíamosde un modo subjetivo que infrarrepresentaban Ia
realidad, aparte \a circunstancia de que entonces cuestionásemoscualquier cosa que
" Mi primera elección fue <salida de la conchat por las semejanzasque no escapan
a los lectores. Sin embargo, la analogía es excesivamente explícita en muchos países
hispanohablantes, donde la voz ..concha>>tiene un significado muy vulgar referido a
los genitales femeninos, semejante a <<coño>> en España. Por eso he preferido evitarlo
sustituyéndolo pot caparazón,que tiene un significado más profundo de protección
(que es la pretensión que tiene ese silencio), pero también de aislamiento y enroque so'
cial (que es lo que realmente consigue dicha actitud).
h El País Semanal, núm. 1.240 (2 VII'2000), pág. 104.
28
oliera a autoridad (era 1968). Pero en mi grupo de discusión había algunos chicos y
chicas que se resistían a creer que el género femenino tuviese una vida sexuál propia
e independiente, ajenaa la que pudieran proporcionarle los hombres (el temor subya-
cente entre quienes se niegan a admitir que las mujeres le tengan tanta afición a la mas-
turbación como los hombres). Uno de ellos pretendió argumentarIa escasaincidencia
de la masturbaciónfemenina sobre la basede lo poco que se hablaba de ella. Muchos
nos negamos a aceptat una argumentación tan endeble con gran escándalo. La más
contundente en rechazarlo fue una de las alumnas, que cerró esalínea de discusión es-
petándole a nuestro compañero una sentenciasemejantea esta: <<Mira,rico. Las tías
tampoco hablamos de pedos, y eso no quiere decir que no nos los tiremos. Lo que
pasaes que somosmásdiscretasque vosotros>.
Existen muchos testimonios sobre la forma de crecer las niñas con una ignorancia
casi total acerca de la masturbación femenina. Una paciente mía me comentó que des-
cubrió Ia masturbación a los catorce años de edad tras un primer orgasmo que obtuvo
al trepar por un árboI a horcajadas. No tardó en aprender a procurarse a sí misma
aquella intensa sensación placentera. Pero siempre temió que masturbarse fuera algo
malo <<porquenadie me hablaba de ellorr. Y aquel muro de silencio en torno al auto-
erotismo femenino le hizo crecer con la sensaciónde ser <<uncaso anómalo>>.Pensaba
que era la única chica que se masturbaba. Solo de adulta tuvo la información necesaria
para saber que hacía lo mismo que oras mujeres. Pero cuando eso llegó el daño ya es-
taba hecho, y su vida sexual estaba cargadade las culpas e inhibiciones que la llevaron
a mi consulta.
Otra paciente mía fue a ver la película Mater amatísima, de Josep A. Salgot (1980),
cuando se estrenó en Madrid, con dos primas hermanas suyasy alguna amiga de estas.
Tendrían entonces unos quince o dieciséis años de edad. Ese filme fue revelador para
LA CONSPIRACIÓNDEL SILENCIO 29
ella, porque <<alver cómo se masturbaba la actríz [Victoria Abril], caí en la cuenta de
que no era yo la única que hacía eso. No sé por qué nunca había pensado que las
demáslo hicieran también. Fue una especiede revelación...,al verlo así,tan en vivo en la
pantalla>. Al salir del cine, las jóvenes comentaron la película en una cafetería. Una de
ellas preguntó qué hacía el personaje interpretado por Victoria Abril en la mencionada
secuencia.Otra respondió que se estabamasturbando. <Entoncesse hizo un gran si-
lencio y todas pusimos carasde tonta...,hastaque una preguntó: ¿qué era eso de mas-
turbarse?S...Io explicó. Y aquellarespuestadespertóun coro de excusasde todas no-
sotras. Me recordó el refrán "quien se disculpa se culpa". Alguna comentó que nunca
había oído hablar de "eso"; otra, que se había enterado de su existenciaun mes antes.
Y todas afirmamos nerviosas, con una rotundidad que sonaba claramente falsa, que
nunca lo habíamos hecho (nadie nos lo había preguntado). Yo mentí como una bella-
ca, igual que las otras. Me masturbabadesdemuy niña, y con aquella "revelación" que
había tenido en el cine, pensé para mis adent¡os: "Sí, sí. lVosotras] os matáis a pajas
como fhago] yo".>>
social que sufre tal práctica. Patricia Duncker reconoce que <<elsexo
tendría que ser el momento en el que más sincerasy honradasfueran
las mujeres>>.Sin embargo, añade:<<... necesitamoscontar nuestrashis-
torias como si fueran inventadas,procurando que nuestra mano iz-
quierda no sepalo que hace la derecha.Utilizamos subterfugios,más-
carasy disfraces.Son las técnicasde la supervivencia.Y lo utilizamos a
menudo y por encima de todo en nuestrasvidas sexuales>>. Por eso,
<<nuestros escritossobre el sexo [...] mantienen una cierta reserva>>007.
Es decir, la mujer oculu la masturbaciónno solo porque se aver-
güencede ella e ignore que las demástambién lo hacen,sino como es-
ttategiapara no sentirsevulnerable si se llegara a conocer que Ia prac-
tica.
' Es lo que sucedió en su día con Erica Jong y su novela Miedo a oolar (Nogtet,
Barcelona, 1977), que afcanzóun volumen de ventas respetable pot tal tazón.
d En España,ia periodista Maruja Torres constituyeuna buena excepción a esta
<<reglor.A lo largo de su carera periodística ha hecho más de una referencia a la mas-
turbación femenina en sus escritos, con un delicioso sentido del humor (El País Sema'
nal, nÚrm.1321 120-I-20OZI,páe. 6).
LA CONSPIRACIONDEL SILENCIO ))
cho (más que ellas al menos), o que ellos la practican más porque necesitan desahogar
su fisiología regularmente.
La citada Pilar Rahola hace referencia a esa soledad interior, si bien la sitúa,
erróneamente,en el pasado:<... la sexualidadfemenina ya no es clandestina,no está
condenadaa la soledad de una habitación a oscurasdonde una adolescenteinquieta
se pregunta por qué sentía placer cuando se tocaba lo que no tenía nombre>>00e
(págs.106-107).
DECoMUNICACIoN
Le MasrunsACIoNY Los MEDIOS
vel de estudios. Los libros de autoayuda odrpan una buena parte del
tiempo de lectura del génerofemenino".
Pero, con mucho, suspreferenciasse decantanpor la narrativa (los
hombres parecen leer más ensayo,ademásde las páginasdeportivas,
técnicasy económicasde diarios y revistas).
Una de las característicasque tiene la narcativaes que reinventa el
mundo constantemente;algo semejantea lo que hacen las mujeres
cuando hablan enffe sí012,Quizá por eso ellas se sientan tan atraídas
por estegéneroliterario y menospor otros.
Pues bien: las cosasno van mucho mejor en los libros de ficción,
ya seannovelas,biografíaso relatos de otros géneros.En ellos, la pre-
senciade la masturbaciónmasculinasupera de lejos a la femenina,te-
niendo en cuenta que no me refiero específicamentea la literatura eró-
tica. Y eso sucedecon independenciade que susautorespertenezcana
un sexo o a otro. Las mujeresprefieren escribir más alusionessobre el
autoerotismode los varonesque sobre el de las de su género.
No obstante,es cierto que autorasde sexo femenino comienzana
incluir en las tramas dramáticasde personajesde su mismo género re-
ferenciaso escenasrelacionadascon la masturbación.Algunas 1ohacen
sin mencionar también la masturbaciónmasculinan,y otras no pueden
evitar compensar su osadía al escribir sobre la masturbación de sus
personajesfemeninosaludiendo también a la masculinae.
En cualquier caso,las referenciasal autoerotismo femenino suelen
h.
ser habitualmente más breves que las descritaspara el varón Y con
relativa frecuenciase encuentrala pandoja de que la autora describe
el despertar sexual de una adolescentesin mencionar en absoluto la
masturbacióncomo parte de aquel, aludiéndola,sin embargo,en rela-
ción con algún personajemasculinosecundarioi.
fuerua de ver las cosasuna y otta vez, se olvida ese principio funda-
mental y algunaspersonasllegan a creérselascomo ciertas.
Resultapenoso comprobar la pobre calidad de los contenidosque
tfansmiten esosmedios de comunicaciónde masassobre la sexualidad
humana, con algunas,muy pocas,excepciones.A pesarde la oportuni-
dad que tienen para hacer una pedagogíasobre ella,lo cierto es que las
ideas que difunden aún permanecenancladasen buena parte de los es-
tereotiposdel pasado.Es un hecho que no carecede importancia,pues
esa desinformación sexual se extiende, como si de conocimientos se
ffatase,de un modo masivo y con un poder de penetraciónen las ma-
sasmuy superior a la tradicional y simple comunicaciónoral. Así, lejos
de deshacerequívocos,1o que consiguenes transmitidos y enraizados.
Eso es lo que sucedecon la masturbación femenina. Si por esos
medios fuera, casi no existe, dadala contumacia con que la silencian.
y con ello reafirman aIa opinión pública en la creenciade esaleyenda.
La dolorosainvisibilidad que tiene la masturbaciónfemeninaen el
020,
cine es algo que han denunciadoya algunasmujeres ShereHite en-
re ellasj. Sin muchos resultados,la verdad.
A poca memoria cinematográficaque tengan los lectores podrán
comprobar que la masturbaciónmasculinatiene una mayor presencia
en las películasque la femenina,Así, resulta relativamentefácil encon-
trar filmes donde se aluda verbalmente a la masturbaciónmasculina;
ya lo haganpersonajesde esemismo sexok o mujeresl' Pero las alusio-
nes verbalesa |a masturbaciónfemenina ya no son mn frecuentes,ni
en boca de varones(Americangigolo,Paul Schrader,1980),ni pronun-
ciadas por féminas (Romy and Micbelle High SchoolReunion, David
Mirkin, 1997).
El gesto manual que se realizaen el aire para aludir a la masturba-
ción se encuentfa repfesentadoen el cine solo cuando se refiere a la
masculina.Y lo hacen tanto personajesvarones(FrenchConnectionII,
Quienes clasifican las películas por edades contribuyen al secuesro social cinema-
tográfico de la masturbación femenina. Parece que, al menos en España, las películas
que muestran escenasde masturbación masculina más o menos explícita suelen califi
carse como aptas para todos los públicos o para menores de entre trece y dieciocho
añ.os(Más pena que Gloria, Yíctor García León, 2001; Malena, Giuseppe Tornatore,
200I; Y tu rnamá también, Alfonso Cuarón, 2001). Pero las que muesran escenascon
LA CONSPIRACIÓNDEL SILENCIO 4'
masturbaciones femeninas menos explícitas que las mencionadas son calificadas para
públícos mayores de dieciocho años(American Pie, PattltVeitz, Ig99) ' Como si hubie-
fa un expresodeseode escamotearla existenciade la masturbaciónfemenina (pero no
la masculina) a los menores de dieciocho años; justo cuando están configurándose los
modelos de masculinidad y feminidad. Investíguenlo ustedes,no obstante, pues no es-
toy seguro de este dato y no quisiera llevarles a falsasconclusiones.
Por cierto, las críticas realizadassol:reAmerican Pie (Pa;JWeitz, 1999), con inde-
pendencia del género de los críticos, coinciden en hacer referencias a las escenasauto
eróticas de los personajesmasculinos, pero silencian la protagonizada pot el personaje
de Shannon Elizabeth. Solo he leído una alusión colateral a ella cuando la cronista Isa-
bel Piquer escribe sobre la filntografía de esa actriz (El País, suplemento <<Tentacio-
núm. 210 125-V-20011).
nes>>,
todo, ¿no se han conseguido otras cosasdel mismo modo? Pero las
mujeresestánagarrotadasen lo que a la masturbaciónse refiere.
Hoy el cine está regido y escrito mayoritariamente por hombres a
quienes parece que les trae sin cuidado Ia normalización de la mastur-
bación femenina. Si las mujeres aumentasensu peso en la industria
quizá modificaranlas cosas,a cambio de que previamentecorrijan su
actitud personalfrente la masturbaciónfemenina.
Existen algunos elementos que permiten atisbar cíerta luz para el
futuro. Por ejemplo,la citadaguionistay directora cinematográficaTa-
mara Jenkins, pese a algunos resabiosconvencionales,incluye dentro
de la trama áramáticade la chica protagonistauna escenade mastur-
bación femenina con vibrador en su filne Colgados ert Beuerly Hills
(The Slums of Beuerly Hills, 1998). Quizá no signifique nada y solo sea
una tormenta dé verano.Pero talvez muestreque algo semueve'
Es una cuestión de actitud, no de capacidadprofesional. No hay
temaspara directoresmasculinoso femeninos.Durante mucho tiempo
se consideróel cine de acción como prototípicamentemasculinoy, sin
embargo, El pacificador(The peacemake4Mimi Lede\ 1996), que es
una de esaspelículas,fue rodada con solvenciapor una mujer. Lo mis-
mo sepuede esperarcon el tema que nos ocupa.
En cualquier caso,repito, son las mujeres quienesdeben sentir la
necesidadde que hablar de la masturbaciónfemenina les reporta más
cosaspositivas que seguir silenciandosu existencia.Y para eso quizá
les ay'udela lectura del presentelibro.
Claro que tampoco puede esperarsemucho de una industria que considera viejos
a guionistas mayores de treinta años, sean hombres o muieres. Ellos serían los que po-
drían atemperar esas diferencias, si se les aceptaran sus iniciativas, previsiblemente
menos condicionadas pof sus inhibiciones juveniles. Al parecer, la mayoría de ellos
(75 por 100) tienen menos de esa edad; mientras que están en paro el 54 por 100 de
los mayores de cuarenta años y el 68 por 100 de los que han pasadolos cincuenta-.
¡Qué cosas!
ductos de ficción elaborados con los mismos criterios que los grandes
estudiosempleanpara producir filmes.
Más pacata alahora de incluir escenasexplícitasen las teleseries,
sí muestra alusionesque se centran, básicamente,en la masturbación
masculina. Es 1o que sucede en series como Friends (David Crane y
Mafta Kauffman), Ally McBeal (David E. Kelley) o Felicity (Matt
Reeves).La primera exhibe las alocadasvidas de un grupo de amigos
de ambos sexos que ya se encuentranlejos de la adolescencia,pese a
comportarsea vecescomo tales.La segundadesarrollalas aventurasy
desventurasemocionalesde una mujer adulta, abogaday soltera,y la
tercera,las de una chica adolescente.
Resultaespecialmentesorprendentela mayor presenciade alusio-
nes a la masturbación masculina en estasseriescuando se trata, por
ejemplo, de mostrar la vida afectivade una mujer adulta (Ally McBeal)
que pese a sus intensos deseossolo tiene relacionessexualesesporá-
dicamente,y de una adolescente(Felicity) que está despertandoa la
sexualidady semueve entre varios amores.En ambos casos,el mensaje
implícito es que esasmujeres ni siquiera piensan en la masturbación.
Sobre todo en Felicity.
Y no hablaré de los espaciospublicitarios, donde las alusionesa la
masturbaciónmasculinasirven de excusa pata aúaef la atención sobre
productos de diversafactura, como lentillas de contacto,motocicletas,
aperitivos...Mientras que la femeninaestácasiausente.
No me atrevo a escribi¡ nada sobre Internet por ahora. Estamos enla edad de pie-
dra del invento. Es cierto que contiene una cantidad de información ingente, pero su
calidad, hoy por hoy, es muy desigual.En la mayoría de los casos,perpetúan los tópi-
cos más que esclarecerlos,pese a las buenasintencionesde las muchas páginasque se
dedican al asesoramiento sexológico. Habrá que esperar a que se organice mejor da
Red>, antes de formarse una opinión definitiva sobre sus contenidos. Pero su poten-
cial formador e informador es impresionante; tanto como el manipulador.
M¡sruRnncrón
v rnNcun¡E
(pág. 130);<<...
ciadasy ellos castrados>> la ovariohisterectomíaparalas
hembrasy de la castraciónen los machos>> (pág. 127)".
' Gerard Tortora y Sandra R. Grabowski escriben para sus alumnos la siguiente
J.
definición de castración: <Escisión, inactivación o destrucción de las gónadas; es fre-
cuente que solo se utilice para hacer referencia ala eliminación de los testículos>>
(Principios de Anatomía y Fisiología, Oxford University Press, México, 2000,
pás.1026).
ñ Esta necesidadde desquite femenino la explota el cine hasta la saciedadpara
atraet al público de ese género a las salas de proyección como hace con la masturba-
ción masculina. En las películas, no solo los malvados reciben golpes en sus genitales,
sino también los héroes varones, procedan de contrincantes de un sexo u otro (hasta el
célebre James Bond es golpeado en la entrepierna por oponentes femeninas: Bambi
lDonna Garratt] y Thumper [Trina Parks] en Diarnantespara la eternidad [Diamonds
are foreuer, Guy Hamilton, l97Il). Pero no sucede lo mismo con las malvadas ni con
las heroínas de género femenino: ellas nunca reciben patadas en la vulva (ni en el pe-
cho) por muy violentas que sean las peleas en las que se involucran y con independen-
cia del sexo de sus conrincantes; aunque ellas sí las propinan. Ni siquiera se encuen-
tran en las películas, salvo rarísimas excepciones, referencias humorísticas a la
sensibilidad genital femenina como sucede con la masculina. Y no piensen que es un
recurso utilizado exclusivamentepor guionistasmasculinos.También introducen esas
escenasescritores del género femenino como Audrey Wells en El chico (The Kíd, Ion
Turteltaub, 2000), o Gina \üfendkos en el filme Princesapar sorpresa(The princessdia-
ries, Garry Marshall, 2002); ambas de la factoría Disney y aptas para todos los públi
cos. Y aun en filmes menos ingenuos como el escrito por Danielle Nexandra: La te-
niente O'Neill (G.1. Jane, Ridley Scott, 1997). También se encuentran en anuncios
televisivos de helados, por ejemplo, y en los dibujos animados dirigidos a la infancia
(El laboratorio de Dexter, TVE-I [10-XI-2001]). Por no hablar de anuncios de empre-
sasde telecomunicación inse¡tados en los diarios esoañoles.
64
Según escribió más tarde ese mismo periodista, tal comentario le valió recibir un
buen número de cartas escritaspor mujeres acusándole de haberse mostrado despecti-
vo y antifeminista(El Pah, núm. 8.965, 9-XII-2001, pág. 18). Y añadió que pareceque
cuando se denuncian hábitos hembristas las mujeres creen que con eso se pretende
ocultar los que son de tipo machista (¿no parecen ocultar estasprotestas la existencia
del sexismo femenino?). Cuando lo cierto es que ambas cosas coexisten y conffa las
dos hemos de luchar tanto hombres como muieres.
Soy incapaz de expresarlo mejor que Luisa Dieza Peso, una lectora del mismo
diario que escribió la siguiente carta a\ director titulada <Miopía sexista> (E/
66
^
Aunque pueda resultar una perogrullada-y este libro estálleno de
ellas-, no puede iniciarse un texto relacionado con la masturbación
sin haber establecido antes lo que se entiende con esa palabra. Los
conceptosson claros si disponemosde definicionestransparentesy de
palabrasque permitan reflejarlosde manera adecuadacuando nos co-
municamos. Si los términos utilizados son confusos, revelan que las
ideasaparentementerepresentadaspor ellos no estántodo lo definidas
que quisiéramos,o que nuestro vocabulario es de una pobrezadecep-
cionante. Por eso parece necesariodetenernosun poco pam realizat
una precisión terminológica que nos permita comunicarnossin ambi-
güedadesy con conocimientosuficientedel tema attatat.
Bien es cierto que no se requiereconocerninguna terminologíaes-
pecíficapara masturbarse.Existe un buen número de mujeresque cre-
cen ignorando que exista una palabra capaz de definir una actividad
tan íntima. Cuando descubrenla existenciade la voz rnasturbacións.ure-
68
len sorprenderse de que exista un término que designeun acto tan se-
creto. Pero lo frecuentees que sientantambién una cierta sensaciónde
alivio, puesto que la presenciade una palabtaque alude a esaactividad
implica que se trata de una práctica que trasciendela esferapuramente
personal.Su existenciaimplica un reconocimientomás o menos públi-
co de esa actividad y, de algún modo, esasmujeres dejan de sentirse
tan solasy únicasaunque,quizá, no por esomenos culpables.
' Catecismode la lglesia católica (9." ed.), Asociación de Edito¡es del Catecismo,
Bilbao, 1999 (2352).
EL CONTENIDODE LASPALABMS 69
Cuando yo estudiaba Medicina, a finales de los años sesentay principio de los se-
tenta, devoré con entusiasmo las obras completas de Freud. Así, en una ocasión, una
amiga de la época, sabedora de ese interés mío por el trabajo del fundador del psicoa-
nálisis, me refirió un sueño para que se lo interpretara en clave psicoanalítica.
Ya no guardo memo¡ia de é1.Pero sí recuerdo que bajo una apariencia muy ino-
cente el sueño enmascarabarn fuerte contenido erótico relacionado precisamente con
la masturbación.cuando se lo hice ver ala chica, enrojeció.Le pregunté a continua-
ción si le preocupaba algo relacionado con la masturbación o había tenido alguna clase
de experiencia reciente que pudiera evocar esa actividad aunque solo fuera muy co-
gida por los pelos. La respuestaque me dio fue antológica.
Esa joven, algo inocente en lo que se refería al sexo por lo que yo sabía de ella,
pertenecía a un grupo religioso, razón por la que se sentía ideológicamente obligada a
responder con since¡idada la pregunta. Como esta era muy directa, tampoco le resul-
taba sencillo eludirla; ni podía alegar ignorancia sobre su contenido dadas las explica-
ciones que habíamosintercambiado aruiz de la inrerpretación que le hice a su sueño.
Además, no se sentía con fuerzas de mandarme sencillamente a paseo por la amistad
que nos unía. Se sentíaapremiadaa responder.
Tardó varios días en hacerlo (lo que ya evidenciaba el impacto emocional que le
había ocasionado la pregunta), pero finalmente alegó algo así como: <<Mira,consciente-
mente, yo no he hecho nunca esa cosa>>.
Fue una respuestamuy inteligente, porque le resolvía la papeleta de tener que res-
ponder, daba una respuestaaparentementenegariva(como le obligaba a hacer la ver-
gienza que sentía ante una pregunta tan directa; si no: véanselos resultados de las en-
cuestas;¡antes muertas que responder que sí!) y, por si fuera poco, le permitía no
mentir.
En realidad, lo que estaba diciendo de forma subrepticia es que ella se había mas-
turbado antes de saber que a esa ¿ctividad placentera se Ie diera dicho nombre. Proba-
blemente conoció el término cuando yo le expliqué su sueño y le formulé las pregun-
tas. Ese era el mensaje para quien pudiera leerlo, pero que podría habe¡se interpretado
con facilidad como que esa chica nunca se había masrurbado (lo que en realidad pare-
cía aparentar la respuesta).Entre los católicos, esta es una de esasmentiras que llaman
Iaxas. No dicen lo contrario de lo que se piensa (definición de mentir), pero se organi-
za la respuestade modo que quien escuchacrea lo que a una le interesa.
Una joven refería de este modo esasexperiencias: <<Ysupongo que el hecho de pa-
sártelo bien masturbándote te hacía sentir culpable; debías de decir: "Seguro que esto
no esrá bien porque me lo paso bien". Y alfind. no te lo pasabasnada bien porque
pensabas:"Ahora me tendré que confesar y esto es un mal ro11o,y ahora que ya estaba
ümpia y que no tenía que irme a confesar, ahora ya estamos otfa vez, olta vez a confe-
sar [...] ¡Cuando resultaque él es un hombre!">>0'6(pág.6a).
La voz puñeta hace refe¡encia a unas piezas que se anclaban en las bocamangasde
los blusones que formaban parte del vestuario antiguo. Solían adornarse con puntillas
o bordados. En Latinoamérica es sinónimo de masturbación (como lo es también la
voz <ichaqueta>en México).
En España se ha olvidado el significado popular atribuido a tales palabras. Actual-
mente, en este país, una puñetera sería una mujer molesta. Enviar a alguien a bacerpu-
ñetas signl{ica darle un desplante, y suele afirmarse que con ello se le quiere enviar de
costurefa pafa coser puñetas. No me bagasla puñeta se dice cuando una reprocha a al-
guien que le esté fastidiando. Ser una cbaqueterasignifica una pefsona que cambia fre-
cuentemente de opinión o de bando.
EL CONTENIDODE LASPALABMS 7l
Pero esos usos españolesde la voz pilñeta caÍecenhoy día del significado ofensivo
que pretenden si se refieren ¡ealmente a los adornos de las bocamangas.Lo tienen si
evocan su significado popular original conservado en Latinoamérica.
Así, una puñetera o una chaqueteraes realmente una mujer masturbadora; enviar a
alguien a hacerpuñetas equivale a decirle que se masturbe y nos deje en paz; no me ha-
gas la puñeta significaría algo similar.
No es fácil determina¡ por qué se hizo esta asociación. Qúzá porque cuando la
gente se masturbaba agitaba (o meneaba) las puñetas. Y talvez así pueda encontrarse
también sentido a la asociacióndel verbo menearcon la masturbación.
La Real Academia Española ha incluido ya tales acepciones popuiares hispanoa-
mericanas de la masturbación en la vigésima segunda edición áel Diccionario de la Len-
gua (Editorial EspasaCalpe,Madrid,2001).
M¡sruRn¡crór.l
Los pobladores del Imperio romano eran tan procaces como nosotros para referir-
se al autoerotismo. Están documentadasnumerosas perífrasis y no menos voces al
efecto:frico (frotar, restregar), tero (frotar, restregar, pulir), glubo (mondar, descorte-
zar), sollicito (perturbar, excitar), tango (tocar, llevar la mano a), contrecto (tocar delei
tándose, palpar), entre otras. Los lectores no tardarán mucho en encontrarles su equi-
72
valencia actual. Algunas de esas referencias parecen más relacionadas con ei sexo
masculino y otras son aplicables a ambos, si bien la masturbación femenina era enton-
cestan escasamente mencionadacomo ha sucedidohastaayer mísmo.
o
J. N. Adams, Tbe Latin Sexual Vocabulary,Duckworth, Londres, 1982,
pá1s.208-211..
EL CONTENIDO DE LAS PALABRAS 7t
ON¡t¡tslvlo
NATURALEZASEXUALFEMENINA
3
<<ESAS>>
PARTES
t1
\ . r ^ ' . 1
,-)in nuestro cuerpo nada somos. Sin su morfología, sus sensacionesy
sus necesidades,la concienciaque tendríamosde nosotrosmismos se-
ría diferente e incompleta. Más aún: sin nuestro cuerpo no podríamos
experimentarlos sentimientosmás nobles que seamoscapacesde con-
cebir. Sin é1,el amor, la abstracciónespiritual o cualquier otro tipo de
experienciaoceánicaseríaimposible.
Basta con carecer de los núcleos dorsomedialesdel tálamo pan
que cualquier cosanos resulte emocionalmenteindiferente0a2. Una in-
sensibiiidad afectivacon la que cualquier sentimiento espíritual dejaría
de ser atractivo,nos resultaríaindiferente y, por lo tanto, no nos pare-
cería deseable.Sin esasestructurascerebralesintactas los grandes es-
critoresmísticosno habrían existido.
Por todo eso,carecede sentido el menosprecioque ha recibido el
cuerpo en nuestra cultura. Históricamente,no solo se ha intentado ig-
norarlo, sino que se le ha visto como un enemigo opuesto a nuestros
idealesde perfección.Pero el cuerpo no es nuestro enemigo:sornosno-
sotrosmismos.Ignorarloo zaherírloes ir en contra de nuestranaturale-
za, confta nuestrapropia esencia.
82
El crÍronIs
Naturalmente, esta es la percepción que tiene del cuerpo del clítoris un observa-
dor externo. La mujer lo detecta sin necesidad de realizar tocamiento alguno. Las nu-
<ESAS>PARTES 85
glande
Fíg. 2,-Estructura anatómica del pene (relaciones con las estructuras femeninas seña-
ladasen el texto).
Como se sabe, los genitales femeninos son tan sensiblesa los golpes como los
masculinos. Lo que se golpea en ei caso de la mujer es el llamado trígono uesical.Esto
<ESAS>PARTES 87
es, la zona que existe en la vejiga entre las desembocaduras de los uréteres (los con-
ductos que conducen la orina desde los riñones ala vejiga) y la salida de la uretra.
El trígono uesical áescansagran parte de su superficie sobre el tercio medio de la
pared anterior de la vagina. Dada la cortedad de 1auretra en la mu¡'er (de ahí sus fre-
cuentes cistitis), dicha zona se encuentra muy próxima al exterior y, por 1o tanto, muy
expuesta. Los golpes le llegan directamente porque las paredes vaginales y el espacio
virtual que existe enre ellas ransmiten sin dificultades la energía desarrolladapor
cualquier percusión rcalizada sobre la vulva.
Esos golpes producen dolor por un mecanismogeneral,aplicable a toda víscera,
interna o externa (ya seavejiga,testículos,estómago,hígado...),siendopotencialmente
sincopales (pueden ocasionar desvanecimientos)según su intensidad. Esto es algo que
conocenmuy bien los luchadoresde ambos sexosen general.
Esta informacrón quizá se antoje más relevante en un manual de defensa personal.
Sin embargo, hay una razón importante para traerla aqrÍ debido al silencio que suele
suardarse sobre ella.
88
EL PUNToG
L¡ ny¡curacróN FEMENTNA
LA cIRcUNCISIóN
Hace algún tiempo coincidí en una cena con un neonatólogo con quien tuve oca-
sión de hablar sob¡e esta curiosa costumbre estadounidense (supongo que saben que
en Europa la mayor parte de los hombres conservan el prepucio con el que les dotó su
madre al traerlos al mundo). Yo intentaba encontrar justificaciones de tipo social y
cultural para explicarla cuando mi colega me interrumpió para darme, según é1,una
nzón más sencilla y contundente: dinero. A la indusria que comercializa los diferentes
aparatos para circuncidar neonatos varones, me dijo, no le interesa que deje de practi-
carsela operación porque eso dañaríaa su negocio.Tampoco le convieneque se aban-
done la circuncisión rutinaria a las empresas que venden piel artificial con fines repa-
radores, pues esa piel se fabrica mediante el cultivo de células obtenidas de los
prepucios procedentes de esas intervenciones. La abundancia de prepucios los hace
baratos, pero si escasearanesa indusria se vería abocada a reducir sus márgenes co-
merciales o a repercutir en los clientes la subida del precio de los prepucios que segui-
ría a su escasezsi deiara de circuncidarse rutinariamente a los neonatos varones. Tam-
poco interesa a los hospitalesdonde se realizan las circuncisiones,pues corta¡ían la
fuente de ingresos procedente de la operación en sí misma y de la venta de los prepu-
cios excedentes.Existen demasiados intereses comerciales como para suprimir de un
plumazo la circuncisiónrutinaria de los varonesen EstadosUnidos.
Me deió bastante preocupado, porque tales explicaciones tienen algo de lógica. Si
fueran ciertas, resulta escalofriante pensar en ello, ¿verdad?
¡
4
¿TIENEN DESEOS LASMUJERES?
SEXUALES
^
Autq.r. nos pese,somosherederosdirectos del modo de pensarvic-
toriano en todo a lo que a la sexualidadse refiere.Este,vigente aún en
muchos sectoresde la sociedad,sosteníagrossomodo que la mujer es
por naturalezainsensibleal sexo, carecede interés espontáneopor su
práctica, no tiene fantasiassexualesy no disfruta con é1.Solo bajo in-
tervención masculinapuede despertarsesu deseo,casi a pesar de ella.
Pero, aun así,la mujer es muy lenta en excitarse y alcanzatel orgasmo,
si es que l7egaa é1.Más aún, no es virtuoso ni deseableque lo logre.
Además, en el casode que el orgasmovisitara a esta mujer sin deseos
sexuales,habría de serlo a través del estímulo del pene en el interior de
la vagina;como es natural, solo si la mujer es psicológicamentemadu-
ra. En cualquier caso,el orgasmoes para ellasuna experienciaprolon-
gada,profunda y desdeluego algo vagae imprecisa.
En tal contexto conceptual era impensable que la masturbación
formaseparte natural de la sexualidadfemenina.¿Paraqué habrían de
masturbarselas mujeres si no tienen necesidadessexualespropias que
satisfacer?¿Cómo habrían de hacerlo las señoraspsicológicamente
madurassi la masturbaciónrequiere el estímulo del clítoris? ¡Eso solo
es cosade mujeresperdidaso infantiles!
.\ié¿f*-{$+
106
q.n--...
"**.i*S
108
gráficos, molestos y ofensivos que aquellas personas con uil bajo índice de sentimien-
tos de culpa. Es una reacción que tiende a perdurar hasta veinticuatro horas después
lra.
de haber presenciado el filme, lo que demuesra la profundidad de esemalestar
.en€*-*_ é
110
Este modelo dual camina en ambas direcciones, porque así como existen hombres
capacesde acusa¡ a las mujeres áe putas por tomar la iniciativa sexual, o de frígidas,
pot rcchazat las suyas,también hay mujeres que no aceptan el rechazo masculino a sus
requerimientos eróticos, o que estos no tomen lainiciativa, con el apelativo de mancas.
Recuerdo haber leído en la prensa que la actriz Kathleen Turner llegó a afirmar públi
camente que el hombre que no la mirase por la calle en gay (ahí están las hemerote-
cas).Si 1odijo realmente,estabainfluida por estetipo de actitudes.
pués de todo, está fotlada sobre la base de las quejas que las mujeres
hacen en los consultoriosde esosprofesionalesy en las de los sexólo-
gos tt6.Esa queja no es otra qúe su escasointerés en la uida sexual.
A esta alteración se le ha dado el nombre de baja intensidad del de-
seo sexual o deseosexual inbibido, y es la que con más frecuencia con-
sultan las mujeres (37 por 100, frente al 19 por 100 entre los hom-
bres)117.Y aunque se ignora su extensión entre la población general
femenina, no faltan quienes han extrapolado este dato a esta, soste-
niendo qre, quizá,esebajo tono del impulso sexualno seapatológico
en realidad, sino el estado natural de la mujer. Alimentando de ese
modo el mito.
Ya hemos visto que esa consideraciónes una opinión fuertemente
arraigadaentre la población generalrr:. y le es hasta el extremo de
configurar el contenido de numerososchistesdonde la <<jaqueco> con
la que la mujer justifica su inapetenciasexual frente a un marido solíci-
to tieneel papel protagonista.
Sin embargo,las cosasno son tan clarascomo puede parecera pri-
mera vista. El deseosexual inhibido (hípoactivo o disminuido) es una
altención cuya definición está lejos de haber sido aceptada universal-
mente. Se ha descrito como <<1a ausenciao pérdida del deseo sexual,
puesto de manifiesto por la disminución de la búsqueda de estímulos
de contenido sexual,o de pensamientossexualesacompañadosde sen-
timientos de deseoy de apetito sexual, o de fantasíassexuales>> 118'11e.
Pero existen dudas de que esa definición searealmenteútil. ¿Por
qué? Porque cuando se comparan mujeres casadasque aquejan ese
bajo tono sexual,con otras mujeres (también casadas)que tienen una
vida sexual de pareja satisfactoria,se encuentra que las primeras, en
efecto, fantaseanmenos durante eI juego preuio, durante la masturba-
ción, el coito, y en las ensoñacionesdiurnas, ademásde tener menos
orgasmosen la cópula que las mujeres sexualmentesatisfechas 120.No
puede extrañar,por lo tanto, que las mujeresafectadaspor esetrastor-
no se sientanescasamente interesadaspor una actividad que les repor-
ta tan pocos ratos lúdicos, y eso las lleve a no intentar iniciar, o toleren
de mala gana,actividadessexualescon susparejas.
Existe una tendenciageneral,incluso entre la gente común, a con-
siderar que estasmujeres deficitarias padecen alguna clase de carencia
hormonal. Despuésde todo, se ha comprobado que la principal queja
Sr.i¡&
TL2
<Ognunuede quelcbetupari,pochisentonoquelcbetusei.>
(Todosvenlo queparecesy pocoslo queeres.)
NrcorÁsnr M¡euravnro(1469 -1,527 ),
El Príncipe,)flIIII
T T
L,/ na vez comprobado que las mujeres tienen deseossexualesautóno-
mos que les son propios, la siguientepregunta sencilla que una debe
formularse es si tales deseospueden excitarse(o despertarse)frente a
estímuloseróticos o, por el contrario, son insensiblesa ellos. Y sería
obvio preguntarse también de qué naturalezason tales incentivos.
Ya sé que formular estapregunta resulta tan grotescocomo la an-
terior, pero a veceslo que pareceobvio no lo es tanto. Sabersi las mu-
jeres son capacesde responder a estímulosmás o menos eróticos fue
otro de los dilemas que se plantearon nuestros inmediatos antepasa-
dos, aún sigueintrigando a los investigadoresactuales,y todavíaes ob-
jeto de numerosasespeculacionesentre la población generaly en los
medios de comunicación.Recuérdeseel lugar común que advierte de
la particular insensibilidadque tiene la mujer ante los estímulossexua-
les, hasta el extremo que, simplificando mucho el ejemplo, se ve más
natural e inocente que ellas entren en los vestuariosmasculinosque al
revés.
Pero ya he señaladoque lo que tiene aparienciade obvio no siem-
pre lo es.
118
Un pequeño inciso para advertir a los lectores que no siempre que se habla de es-
tímulos románticos se t¡ata realmente de eso, Ante la evidencia de que las muieres pre-
fieren ese tipo de estimulante, se tiende a interpretar como romántico todo interés
mostrado por ellas hacia algo. Gonzalo Morandé, un psiquiatra infantojuvenil, señala
que hay que ser muy románticos para entender como tal la pasión que sienten muchas
jovencitas por sus cantantes favoritos, por ejemplo 1a0,Entusiasmo que es vivido por
estas con inconfundibles señalesgenitales. Natalie Angier sostiene lo mismo desde Ia
122
perspectiva femenina 0'3 (pág. 338). Puede ilustrarse esta afirmación con la siguiente
anécdota.
Durante mucho tiempo ha circulado en España, medio en secreto, un suceso re-
lacionado con las pasiones que despertaba un conocido grupo autóctono de rock en
los años sesenta:Los Bravos (hicieron conocidísimo el tema Black is BlacH. Sehizo
famoso un concierto que realizaron a finales de esa década,en el que un buen núme-
ro de jóvenes seguidoras del grupo, excitadas, y no precisamente desde un punto de
vista romántico, se masturbaron allí mismo, en medio del público mayoritariamente fe-
menino. La anécdota corrió de boca en boca durante muchos años sin salir en los me-
dios de comunicación, controlados entonces por el régimen del general Francisco
Franco; por eso algunos llegaron a considerar apócrifa dicha anécdota. Pero ei lance
ha sido confirmado recientemente por el que fuera cantante solista de aquel grupo,
Mike Kennedy, casi cuarenta años después, en un programa de televisión (Crónicas
marcianas,dirigido por el periodista Javier Sardá, en la cadena Tele 5, la noche del día
31 de mayodel año 2000).
Los seres humanos solemos ser muy autocomplacientes con nosotros mismos y
tendemos a atribuirnos bondades que en ocasiones no son tales. Las mujeres, como
grupo, no son una excepcióna estaregla.Por eso,no se puede interpretar como fruto
de la sensible naturalezafemenina que solo el 3 por 100 de ellas fantaseen conforzar a
otros a tener relaciones sexualesrtO.La explicación real es más sencilla y está en la ma-
teria de sus ensoñacionessexuales.Las mujeres suelen imaginarse a sí mismas como /e-
ceptorasde sexo prácticamente siempre en sus fantasías1t1,152.Dado el papel pasivo, be-
neficiaria de sexo, que suelen otorgarse las mujeres en sus fantasías,no es factible que
surjan pensamientos de fotzar a otros; pues eso precisaría representarse a sí misma
como sujeto activo, donador de estímulos sexuales.Cosa que no hace la mujer. Se vol-
verá sobre ello dentro de unas oocas líneas.
Cuando una pareja acude a los consultorios sexológicos suelen consultar por la
disfunción que afecta a uno áe sus miembros (es decir, no suelen considerarlo como
un problema de ambos). Pero, además,los dos mantienen una actitud hacia el proble-
ma claramente diferente. Así, lo frecuente es que el hombre se autoinculpe tanto de los
problemasque le afectana él como de los que arañenala mujer. Esta, por el contrario,
no suele inculparse a sí misma nunca: ni de los problemas que aquejan al hombre, ni
de los que le incumben a ella. Su tendencia es atribuir a las circunstancias ambientales
el origen de la disfunción que presenteel hombrelst'156. Eilo se debe, sin duda, a la di
ferente socialización sexual que reciben unos y oras. Los hombres hacen,luego si algo
falla es culpa de ellos; a las mujeres les hacen (reciben), luego si algo falla es que el
hombre no sabe hacerlesbien. Sigttiendo en la misma línea de razonamiento, solo po-.
drá equivocarse quien se arriesga a realizat cosas. Quien no se atreve a hacer nunca
pero tampocoacierta.
nadano puedeequivocarse...
" En realidad, no se trata de una disocíación completa. Existe una correlación po-
sitiva entre la excitación sexual subjetiva y la genital en toda mujer (se intensifican si
multáneamente tanto la una como la otra), solo que no siempre alcanzasignificación
estadística160.Esto quiere decir que la asociación existe, pero no es tan intensa como la
que se observa entre los hombres.
128
COGNICIONES
Actitudes,
temores,
izaje, expectativas
DE
CONSCIENCIA
EXCITACION
SEXUAL
CONSCIENCIA
DE
RESPUESTA
SEXUAL
Estímulos
táct¡les
(1)
Fig. 5.-Esquema ¿e la excitación sexual. Los estímulos que proceden de los genita-
les (1) son transportados por el nervio pudendo hasta el centro reflejo medular especí
fico (2), situado al nivel de los mielómeros sacrosSr.. Cuando este centro alcanzael
umbral de estímulo estipulado, desencadenael arco refle¡'o,enviando una señal (l) por
las ramas anteriores del mismo plexo nervioso hacia los genitales.Así se produce la vaso-
dilatación responsablede la humidificación genital y del inoemento de las pulsaciones
vaginales, en la mujer, y de la erección, en el hombre. Otra señal es enviada al cere-
bro (4), que se encargade procesarlae interpretarla como sexual (si lo es), desencade-
nando la sensación subjetiva de excitación. Cuando el estímulo procede de cualquier
omo órgano de los sentidos como puede ser el oído o la vista (A), se dirige a ravés del
sistema neryioso hacia el cerebro. Allí se procesa la información, se infiere que es de
contenido sexual y se desencadena,simultáneamente, una serie de estímulos, enlaza-
dos por el circuito límbico, que promueve la sensaciónsubjetivade excitación sexual,
moviiza los cambios hormonales necesariosen el proceso alavez que envía, a través
de la médula espinal (B), una señal a los genitales (C) para que reaccionen como
en (l).
(Modificado de J. Brancoft, Human sexuality and its problems, Churchill Livingstone,
Edimburgo, 1981,pág.208.)
¿SEEXCITAN SEXUALMENTELAS MUJERES? t29
mentales obtengan una correlación muy baja para que las correlaciones del grupo se
muestren más débiles. Estadísticamente, las bajas correlaciones que obtienen esaspo-
cas mujeres (una de seis) sesgan alabaja los resultados experimentales que aquí se co-
mentan.
Durante años se dijo que las mujeres fantaseaban poco, o así se lo hacían creer
ellas a los investigadores, quién sabe. Pero dicha ausencia de fantasíassexuales,o las
dificultades para ¡econocerlas ante los demás, depende de la experiencia sexual y de la
libertad con Ia que esta se ejerce. Existen evidencias de que las diferencias que existían
entre los hombres y las mujeres respecto a la experiencia sexual están disminuyendo.
Los hombres han cambiadomenos que las mujeres,por 1o que los cambiosobservados
entre los jóvenesse debe a la ransfo¡mación experimentadapor las mujeres desdelos
tiempos de la doble moral hasta nuestros días. Actualmente, las jóvenes se inician en
las relaciones sexualesantes que sus madres y son más activas que ellas. Y también se
observa que ahora fantasean (o admiten hacerlo) más que antes165,166.En realidad, ac-
tualmente,la proporción de hombres y mujeres que se imaginan escenassexualesdu-
rante el coito, por ejemplo, es la misma (7I us.72 por 100)167.
Una paciente me refirió lo que le sucedió la primera vez que contempló un vídeo
pornográfico junto a su marido: <<...cuando vi aquellas escenástan explícitas me quedé
petificada. No había visto nunca nada igual. Me excité muchísimo y me sentí un poco
avergonzadapor si mi marido notaba algo. Eta un temor ridículo porque habíamos al-
quilado el vídeo precisamentepara eso.Cuando nos acostamosyo estabamojadísimay
mi marido tenía una medioerección que yo puse rígida con npidez en cuanto se "lo"
rocé con mi mano. Recuerdo que él también tenía la punra del p... lel glandel muy
mojado. Hicimos el amor muy excitados y nos corrimos enseguida.Después,estuvi-
mos hablando un ratito, pero yo no me atreví a decirle que seguíaexcitada. De modo
que cuando dejamos de hablar él se quedó dormido. Calculo que esruvemasrurbándo-
B4
me durante dos horas. Recuerdo con toda claridad que necesité hacerlo once veces
hasta que me quedé realmente relajada.Solo entonces pude dormirme>>.
Es obvia la influencia que ejerce sobre esta forma de manifestarsela doble moral
que ha regido hasta hoy mismo la educaciónsexual de ambos sexos.Tanto es así que
cuando una mujer ve abultada la entrepierna de un hombre deduce de inmediato
que este se encuentra sexualmenteexcitado. Aunque é1le jure que no lo está.Y, sin
embargo, las mujeres sometidas a estos experimentos demandan, implícitamente, que
se les crea cuando hacen el mismo tipo de juramento (en el contrato que firman al con-
sentir ser sujetos de experimentación se solicita sinceridad a cambio de la remunera-
ción económica que reciben), pese a que los resultadosdel laboratorio evidenciensu
excitación genital.
' La acción de los virus informáticos podría ilustrar muy bien la interferencia cog-
nitiva que ejercen los automatismos mentales. Solo se activan ante determinadas situa-
ciones ejerciendo las modificaciones que están previstas en el programa correspon-
diente, que de esamanera ve alterada su función normal.
B6
No está de más decir que los vídeos eróticos excitan más intensamente que las
propias fantasías131,1@, aunque estasse reconozcanmás como propias. Probablemente
eso se debe alaviveza y a la claridad sostenida de las imágenes que se ven en la panta-
lla, frente a las más desvaídasque surgenen las ensoñaciones.
que realizar un consumo más clandestino de ese máterial por la interdicción social que
existe sobre este y el confesado pudor que ellas sienten para entrar enlas sex-shopsy
adquirir ese u otro tipo de equipamiento erótico. Las cifras señaladashacen referencia
a un consumo más o menos regular, pero no al contacto circunstancial con dicho ma-
terial que es decididamente universal enre ellas (97 por 100¡ trt.
Pe¡o las diferencias se están acortando a pasos agigantados, en la misma medida
que se admite socialmentela normalidad del consumo de estosproductos por parte de
la mujer. La presencia de autoras de sexo femenino en la colección etóticaLa Sonrisa
Ve¡tical de la editorial española Tusquets se incrementa a cada año que pasa. Y el de
sus lectoras, también. Y mujeres son las que han dirigido recientemente las películas
distribuidas en circuitos comerciales con más escenasde sexo explícito: Auendre (Lae-
titia Masson, 1998), Post coitum (Btigitte Roüan, L998), Romance (Catherine B¡eillat,
1999), Baise-moi (Virginie Despentes y Coralie Trin Thi, 2000); f¡ente a las rodadas
por hombres:Lucía y el sexo[:ulio Medem,2001).
Esa diferencia también la está acortando cada día Internet, debido al supuesto
anonimato que permite su consumo. Sin embargo, incluso en la Red se dan algunos
elementos diferenciadores entre los hombres y las mujeres que acuden a este tipo de
páginas. Los hombres siguen prefiriendo el material gráfico, mienras que las mujeres
tienden a visitar más los chats eróticos para mantener conversacionessubidas de tonod
(el llamado cibersexo)176.
Es un hecho que no puede extrañar. Cada género se entretiene con el material que
se adapta más a sus aptitudes específicas.Y algunas investigaciones señalan que en el
hombre existe un predominio de las áreas cerebrales visuoespaciales,mientras que la
mujer tiene más desarroliadaslas áreasespecíficasdel lenguajetTT'178'17e.
Pese a la mcues-
tionable influencia que tiene la cultura sobre los comportamientos socialesy los gustos
personaies, existen algunas evidencias que muestran que esta especialización cerebral
surge en etapas del desarrollo embrionario muy tempranas y se relacionan con la pre-
sencia de andrógenosen el torrente sanguíneodel complejo madre-feto. Cuando se
han seguido hasta la edad de veinticinco años a niñas que estuvieron sometidascon
cefieza a elevadasconcentraciones de andrógenos durante su gestación, se ha observa-
do que ello no interfirió en su orientación heterosexual, pero determinó en ellas un
gusto por actividades que exigían una mayor capacitación visuoespacial del cerebro.
Y, respecto a la actividad sexual, mosffaron una mayor preferencia por la utlizactó¡
de estímulos gráficos, visuales,como la descrita para los hombres 180.
Denro de los contenidos, las mujeres prefieren aquellos elementos eróticos y
abiertamente sexualesque se encuentran incluidos en historias románticas; aunque no
hagan ascos a otro tipo de material explícito, como ya se ha visto con anterioridad.
A menudo se da a la voz ,<preferencia>un significado de exclusividad que no tiene, pues
solo marca una tendencia que no es excluvente. Prueba de que las muieres también
son sensiblesal material gráfico es la cantidad ingente de dinero que se gastanlas mar-
cas de cosméticos,lenceríafemenina, etc., en publicidad que incluye hermososcuer-
pos desnudos pata att^et las miradas femeninashacia sus productos. No se trata de
que las mujeres sean <<ciegas> a ese tipo de material, sino que los contenidos que pre-
fieren son ligeramente distinros. Las mujeres necesitan <<darsepermiso>)pá¡a admitir
unos determinadosestímulosvisualesy otros no. Por eso algunas06-10 por 100) han
desar¡olladouna nada desdeñablehabilidad cognitiva inhibidora cuasiautomática115
para aquellos estímulos que les pueden resuitar vergonzosos,lo que les permite mirar-
los haciendo como que no los ven.
El material que reúne ambas cosas,es decir: un contenido erótico de corte román-
tico y una configuración basada en las palabras, también existe. Son las nouelasromán-
ticas, dnigidas a un público inequívocamente femenino.
También existe un enorme mercado mundial de novelas románticas que produce
suculentos ingresos a sus productores. Puede sostenersesin forzar demasiado las cosas
que dichas novelas,con sus guaposhéroes,sus tórridas y difíciles historiasde amor, y
el inevitable final feliz, es la <<pornografía,
femenina adaptadaa su más desarrollada ca-
pacidad parala palabra y preferencias temáticas. La novela romántica puede contem-
plarse en íntimo maridaje con la literatura erótica en los estantesde librerías instaladas
en algunas grandes superficies, bajo el epígrafe común <Romántica/Erótica>>.Lo que
dice mucho sobre la sagacidad que tienen algunos libreros respecto al material que
venden.
Poco a poco, las mu¡'eresse están atreviendo a reconocerlo de forma privada y en
público. Cuando le comenté a una colega esta idea su respuesta fue: <<Note lo voy a
negaD>.Y la célebre escritora Erica Jong 181expone una opinión semejanteen su libro
¿Qué queremos las mujeres? Dice que después de creer durante años que el material
erótico no gráfico era superior, más elevado y sublime que la pornognfia explícita,ha
pasado a no establecer diferencias entre ellos, puesto que ambos excitan al mismo or-
ganismo aunque lo logren por caminos diferentes.
Este tipo de pornografía está menos perseguida e interdicta que la gráfica por dos
razonesprincipales,no nos engañemos.Porque los censoressiemprefueron hombres y
nunca supusieron que el material romántico pudiera encender a las damas (a ellos les
dejaba indiferentes). Pensaban así, entre otras cosas,porque creían que ellas no tenían
esa clase de sensaciones.Y porque las mujeres (que también han perseguido con furia
el erotismo gráfico por hacedes sentirse avergonzadasy no ajustarsea sus preferencias)
han sido bastante discretas al habla¡ de las emociones que les despertaban las novelas
¡ománticas.A fin de cuentas,¿por qué pelear contra un material ajustadoa sus gustos
y dejar así al descubierto sus <debilidadeso frente al enemigo común del que hay que
protegerse: el hombre? ooe.
La diferencia de género relacionada con la pornognfia qreda también reflejada en
el gusto que sientenlas mujerespor contarseentre ellaslos pormenoresmás íntimos y
detallados de sus relaciones sexuales.Tales relatos activan también esasáreas del len-
guaje en las que parecen más diestras, y los aspectospicantes de estos actúan como el
ISE EXCITAN SEXUALMENTE LAS MUIERES? 139
material pornográfico de tipo gráfico en los hombres (quienes nunca llegan a tales ex-
tremos narrativos; lo más que hacen es alardear de una conquista entre los amigos,
pero.no se paran en detalles).Podríamos darle el nombre de pornografíauerbal.Y es
un hecho: Erica Jong escribe respecto a sus relaciones con una íntkna amigalo siguien-
te: <<Noscontamossecretostremendos sobre nuest¡osmaridos [...]. Sabemosel tama-
ño de su polla y cuánto dinero ganan y si son [...] divertidos o aburridos en la cama y
(págs.4lI 412); en nuestro medio, la perio-
si roncan [...], van o iban de putas...>>012
dista Sylvia de Béjar ha escrito: <<...a más de un hombre se le pondrían los pelos de
punta si nos oyera hablar a algunasbuenas amigas.Dicen que ellos solo hablan de sexo,
pero a la ho¡a de la verdad, difícilmente sorprenderás a uno haciendo confidencias del
calibre de las de algunasmujeres>>016 (pág. 179).
Las mujeres rcchazanhabla¡ entre ellas de la mastu¡bación femenina, que después
de todo está referida a la propia intimidad. Pero no parecen sentir escrúpulos en ha-
blar con sus amigasde io que les hace o deja de hacer su pareja;lo que supone,sin em-
bargo, desvelarla intimidad de una tercera persona sin su permiso. Cosa, por cierto,
penalizadapor la ley.
Un ejemplo muy relevante sobre la adquisición dei gusto femenino por el erotismo
visual nos lo proporcionan los locales áe stripteasemasculinos y las fiestas de despedi
da de solteras con stripper incluido'. Unos y otras siempre se encuentran llenos de
mujeres alborotadoras que escondenbajo el aspectode la gamberrada sus pupilas dilata-
das, su corazón palpitante y evidentes humedades menos escrutables.Algunas justifi-
can su asistencia a esos espectáculos como un mero deseo de <<hacerel tonto>>,cosa
que, sin embargo, no estarían dispuestasa admitir en los hombres, a quienes les supo-
nen objetivosmenos <limpios>> que los propios.
Todo esto podría demostrar que el gusto por los espectáculosvisuales con mayor
o menor c rga etóIica no se encuenÍa tan condicionado biológicamente como podría
deducirse de lo expuesto más atrás. Su consumo parece, más bien, una cuestión de
oportunidad para desarollarlo en un medio social que lo permita. Eso es lo que está
sucediendo con la muier en este cambio de siglo, lo que aproxima a ambos sexos más
allá de 1o que muchos y muchas están dispuestos (o dispuestas)a admitir. La presunta
falta de afición femenina por esos espectáculosno ha sido más que un rechazo, psico-
lógicamente comprensible, hacia algo que históricamente les eru tnalcanzable. (Como
cuando alejamosun caramelomuy deseadodel alcancede un niño y estereaccionadi-
ciendo que ya no le gusta.) En la actualidad, allí donde es posible asistir a esos espec-
táculos y está socialmente bien uisto, se <<descubrettque la afición femenína por estos
no se diferencia mucho de su homóloga masculina.
' Léase, por ejemplo, entre muchos, el artículo de Elena Sevillano, <Vida de un
boy, en El PaísSemanal,núm. 1308 (21-X-2001),págs. I2I-124.
6
¿EXISTEEL CELOENTRELAS HEMBRAS
HUMANAS?
T
Los humanos somosun tipo original de primate por muchasrazones
en las que no se puede profundizar ahora.Pero hay una que sí nos in-
teresaaquí. Y para discutirla seríainteresanteestableceruna pequeña
comparación entre nosotros y nuestros primos los chimpancés,con
quienestenemosbastantessemejanzas.
Entre ellas, puede decirse que tenemos en común que las hembras
solo son fecundablesen periodos muy cortos de tiempo que se repiten
periódicamentedurante una buena parte de sus vidas. Como nunca se
sabe cuándo puede encontrarsea una hembra fertlizable, los machos
de ambas especieshan de estar biológica, psicológicay permanente-
mente capacitadospara responder a una que se encuentreen tal esta-
do. Es una ley que no se puede transgredir,pues viene dictada por las
necesidadesde supervivenciadel grupo y de los propios genes.
Es en este punto donde se produce una diferen cia zoológica apa-
rente: los machoschimpancéssabenque una hembra estáreceptiva,en
142
Lavoz estro procede del griego oístros, qruesignifica tábano o aguijón. En sentido fi-
gurado se le da el significado de ardor sexual. Ngo parecido sucede con la palabn celo,
del griego dsélos,a la que se aplica el significado de deseoreproductiuoentre los animales.
Es posible que esta sea una de las razonespor la que fracasacon tanta frecuencia
el método anticonceptivo de la continencia periódica. Tradicionalmente se atribuyen
días al ciclo para tener más relaciones sexuales.Pero
tales fallos aI afán de <<arañ.arle>>
quizá muchos de los <<hijosde Ogino> estén más vinculados con esasdificultades que
tienen las mujeres para determinar con exactitud el día del ciclo en el que se encuen-
tran que con la picardía de alegrarseun poco más la vida.
r44
Ese fracaso parece lógico, por offa parte, ya que las mujeres tienen
más cosasen las que pensar durante caáa día, diferentesa la determi-
nación del momento del ciclo en el que esténen cadaocasión.
Como las investígacionescitadas más arriba hacen que sus datos
dependan de la destreza femenina en detectar el momento en que se
encuentrasu ciclo, es admisibledudar de susresultados.Por esohabú
que considerar tan solo los de aquellasinvestigacionesdonde se haga
una evaluación más objetiva del ciclo menstrual.
Uno de esosprocedimientoses el control diario de la temperatuta
corporal basal de la mujer, que, como saben,sufre un incremento du-
nntela ovulación. Siguiendo esemétodo, algunos autoreshan obser-
vado que la conducta sexualfemeninaque dependeexclusivamentede
ella misma, como son el coito ainiciativa propia y la masturbación,se
incrementa progresiva y significativamente desde el final de la mens-
truación hasta el inmediato premenstruosiguiente,con un pico en los
días de la ovulación187'188.
Talesdiferenciasdesaparecencuando la mu-
jer toma anovulatorioshormonales;al cesarla ovulación se esfumanlas
fluctuaciones sexualesdurante el ciclo menstrual1E8. Sin embargo,
otros autores han encontrado que, incluso entre estasúltimas, se ob-
servaun aumento de la actividad sexualen lo que seríala segundami-
tad del ciclo; esto es, despuésde la fecha en que deberíahabersepro-
ducido la or,'ulación160.
En cualquier caso,si los estudiosson correctos,todos estosresul-
tados son muy similaresa los referidos con anterioridad: la mujer se
siente más receptiva sexualmente,y desarrolla una mayor actividad
auto- y heteroerótica, desdeel momento de la ouulación basta la mens-
truación siguiente,en la fase luteínica.
Pero si bien parece que las mujeres tienen más deseossexualesdespués de ovular
(lo que favorecería la fecundacíón, aunque solo fuera en los primeros días siguientes a
esta), cabría preguntarse si también se excitan más en unos momentos del ciclo que en
otros, frente a estímulos eróticos específicos.
Aquí los resultados son más bien confusos.
Slob y cols. 18ehan comunicado que las mujeres se excitan más en la fase folicular
(despuésde la regla y antes de la ovulación) que en la luteínica, cuando contemplan ví-
deos eróticos o se masturban con vib¡adores. Es una excitación que suele mantenerse
durante veinticuatro horas; tiempo en el que se producen más fantasíasy se tienen de-
seos eróticos con más frecuencia que en otros momentos del ciclo. Se ha comprobado
¿EXISTEEL CELO ENTRE LAS HEMBMS HUMANAS? 145
también que las mujeres reaccionan a los vídeos eróticos con más intensidad, tanto
subjetiva como genitalmente, cuando realizan una segunda sesión siempre que estén
en esa fase folicular 1eo.
vista de todos los hombres que están allí presentes.Y ellasmismas re-
conocen sentirsetentadasa responder a los requerimientosde los va-
rones que se les acercan,aunque no fuera esala intención consciente
que tenían al acudir a la discoteca.Esto es, se encuentranespecialmen-
te excitadasy seductorasaun sin ser conscientesde ello ni vetbalizaio
de esaforma.
Cuando se determinó el momento hormonal cíclico de esaschicas
se descubrió que estabanouulando.Las mujeresque se encontrabanen
las mismasdiscotecasvestidasmás comedidamente,o con sus parejas,
estabanen otros momentos del ciclo menstrual. Las diferenciaseran
estadísticamentesignificativas, iban más a1l'ádel simple azar, no suce-
día de modo casualles.Esto es:las mujeresque estánovulando no solo
se sienten más atraídaspor los hombres, más tranquilas,más eufóricas
y con más deseossexuales,sino que emiten señalesolfativasque les ha-
cen más atractivas a los oios de los varones y mantíenen comporta-
mientos visuales seductores pata aftaetlos. Algo que no sucede en
cualquierotro momento del ciclo menstrual.
Talesdescubrimientospermiten explicar conductasque hastaaho-
nhabían recibido toda suerte de razonamientossocialesy psicológicos
casi en exclusiva,sin convencernosdel todo. Ahora resulta que el fra-
caso de las campañasde información que se realizan periódicamente
sobre los adolescentespara que utilicen anticonceptivosen sus en-
cuentrossexualestambién podrían tener una explicaciónbiológica. Es
por eso que en las edadesen que las hormonas estánmás alborotadas
la Naturalezaconspiracontra ellos (los reproductoresmás fuertes y sa-
nos) haciéndolessentirsemás atraídoslos unos por los otros mediante
los olores y promoviendo err las hembras conductas diseñadaspara
atraeral macho, precisamenteen el momento de la ouulación.El perio-
do de mayor riesgo de embanzo. Y por si fuera poco, tales conductas
de proximidad y (potencial) apareamiento(me estoy refiriendo a las
citas, a la asistenciaa discotecas,etc,) suelen acontecercon más fre-
cuenciapor las tardes-noches,cuandoel semende los chicostiene ma-
yor calidadfecundadora(la eficacia del semenempeora por las maña-
\ rqq
nas)"'.
Si a ello se añadeque a estasedadeslos jóvenesse sienteninr,'ulne-
rables, valoran el riesgo como algo positivo, y se muestran excesiva-
mente optimistas en cuanto a su capacidad paru domínar la rcali-
r48
Todo ello demuestra que una visión exclusivamente zoológica del ser humano es
tan parcial como la simpiemente cultural. La tendencia general que existe en nuestfa
sociedad es sobrevalorar lo cultural y minusvalorar lo biológico, pofque ello nos per-
mite contemplarnos a nosotfos mismos como seres superiores. Así, conseguimos olvi-
dar que somos simios y que la Naturaleza ha dispuesto pafa nosoüos los mismos ele-
mentos de supervivencia,como especie,que para el resto de los seresvivos.
ffi i::l:;l;:,:im;;;:::n3
,J'":;fi:'ff
Menc¡nrr¡ RrvDn¡,
segúnlasnajeres,Aguilar,Madrid, 2000,pág.83
El rr¿und.o
T
l-a lentitud es un concepto relativo,puesto que suponeponef algo en
relación con un punto de referenciaque se consideranormal o rápido.
Cuando se afirma que las mujeres tardan más en excitarse se pone
como modelo de referenciaa los hombres. Por lo tanto, si se afirma
que las mujeres son <<más lentas>>
en su respuestasexualse está decla-
rando que los hombres son <<más rápidos>.Siempreha existido la ten-
tación de considerarel patrón de respuestasexual masculino como el
normal y las alternativasfemeninascomo las desviadas.Pero lo cierto
es que ninguno de los dos sexostiene la patente de normalidad en lo
que se refiere a la sexualidad(o la tienen los dos). Y menos aún se le
puede imponer al otro el propio modelo.
Si se atiende-a los hechos, y pueden considerarsecomo tales los
hallazgosexperimentalesdisponibles hasta el momento, podrá com-
probarse que entre ambos sexosexisten más semejanzasque diferen-
cias. Cosa que se ha ido documentando en líneas anteriores.Cuando
existen disparidades,carecende ese carácterperdurable que propor-
ciona el determinismo biológico, como siempre se ha pretendido. En
t54
Siempre/Casi siempre 45 30 53 6) 5)
A veces 27 )2 19 22
Raravez 16 22 8 1i 12
t 1
Nunca t2 29 7 7
Por añadir más datos válidos para esta cuestión, podría señalarse
que solo la mitad (51 por 100) de las mujereslogran el orgasmoen su
primer coito, ya seansolteraso casadas.La proporción de orgasmosen
la cópula es más frecuente entre las mujeres que viven emparejadasque
entre las que viven solas (86 y 80 por 100, respectivamente),siendo una
capacidad que aumenta con la edad (19 por L00 en jóvenesmenores de
veinte años,81 por 100 entre los 20-24 años,86por 100 en las que están
entre los 25-34 años,84 por 100 entre los35-44 años de edad y 85 por
100 en las mayoresde cuarentay cinco años)017.
Como puede apreciarse,existen razonespara pensar que la anor-
gasmia femenina en el coito es una dificultad más psicosociocultural
que bíológica.El ambientepermisivo,la mejor comunicaciónentre los
sexos,la experiencia...son factoresdecisivosque influyen en su mayor
o menor prevalencia.
Tener dificultades para llegar al orgasmo durante la cópula es una queja común
entre las mujeres2lr,y Fisher2la,en su conocido estudio sobre el orgasmo femenino,
encontró que solo un 20 por 100 de ellas no necesitabanun estímulo manual del clítoris
adicional para alcanzarlodurante el coito.
Las mujeres tardan un promedio que oscila entre dos y tfes minutos en alcanzar el
orgasmo mediante la masturbación, y sus ofgasmos suelen durar unos veinte segundos.
(Aunque parala mitaá de ellas la duración subjetivaes menor: diez segundos')21tSe-
gún Kinsey, en términos relativos, el 69 por 100 de las mujeres alcanzanel orgasmo en
cinco minuros como mucho (45 por 100 entre uno y tres minutos y otto 24 por 100 en-
tre cuatro y cinco minutos), con un 1.2por 100 que taldan más de diez. Pero, añade,hay
004.
algunas que son capacesde llegar al orgasmo en apenas quince o treinta segundos
En lo tocante a la brevedad de la actividad autoerótica femenina, también quiero
añadir una pequeña anécdota de última hora. Después de {inalizado el texto, se lo pre-
senté a una amiga para que lo leyera críticamente. Al cogerlo en sus manos, 1o miró y
sentenció con cierta guasa:<<Nosé cómo has sido capaz de escribir tantas páginas so-
bre una cosa que dura un ratito tan pequeño>>.
Lás lectoras habrán advertido algunavez que cuando practican el coito con poco
entusiasmo,solo porque les insisten sus parejas,lavagrna termina humedeciéndose
cuando el pene se introduce en ella, siempre que se haga con la debida delicadeza.La
interpretación que suele darse a tal efecto es que, a pesar de la ausenciade pasión ini-
cial, esta termina por aparecef, Pero también existe una razón fisioiógica que lo justifi-
ca, sin necesidadde que la mujer se encuentfe sexualmenteexcitada' La qrre he co-
mentado en los párrafos precedentes.
Es una reacción automática que también podría explicar los sentimientos de culpa
que sufren algunas mujeres violadas porque lubrican durante el asalto. Se sienten tur-
badas por esa reaccióngenital involuntaria. Su tendenciaes interpretarla,inadecuada-
mente, como consecuenciade una excitacíón sexual, y tienden a ocultarla. Por mucho
que se intente explicarles que tal excitación no ha tenido lugar, no se les puede con-
vencer de 10 contlario, pofque han sido testigos de esa reacción que no síempre son
capacesde verbalizar ante su terapeuta. Su íntima convicción de haberse excitado du-
rante la violación les lleva a sentirse una especie de monsmuos por haber <disfrutado,
en forma tan sutil de un acto tan violento. No suelen expfesar que sus pensamientosse
basan en esa reacción fisiológica, y los terapeutas que ignoren su existencia no sabrán
mitigar adecuadamenteel sufrimiento de estaspacientes, ni adelantarsepara expJicar-
les el verdadero significado de esa reacción.
Es frecuente considerar que las mujeres son víctimas del entorno social y que los
hombres crecen con una cierta impunidad hacia esas mismas presiones ambientales.
No es cierto, naturalmente: los hombres sufren las mismas presiones sociales aunque
tengan un signo diferente a las de las mujeres. Pero como se atribuye al sexo mascu-
lino toda actividad represora-por su papel dominante durante todos los siglospasa-
dos- se tiende a pensar, ¿ veces, que las presiones que puedan sufrir los hombres son
autoinfligidas to' y qn", de algún modo, <.selas merecen>>.Como si los niños fueran
culpables del mundo al que se les trae y las mujeres no hubieran ejercido un papel de
educadorasrelevante,como ha señaladola anropóloga Helen Fisher0lr.Todos parti-
cipamos de alguna manera en el mantenimiento de los estereotipos que hemos hereda-
do al transmitírselos a nuestros hijos; máxime si nos anclamos en la cómoda postura de
considerar que los demás son los únicos responsablesde tales prejuicios y no hacemos
algo personalmente por modificarlos.
Por eso ellos están tan condicionados por el interés general (de ambos sexos) por
el tamaño del pene, como ellas lo están por la obsesión social por el tamaño del pecho.
Puede rastrearseel interés de las chicas jóvenes por el tamaño del pene de sus com-
pañeros masculinos no solo en sus conversaciones,sino también en las ¡evistasdirigidas
al público femenino juvenil. No es difícil encontrar noticias relacionadascon ello. Léa-
se, por ejemplo, Ia página 68 del número 598 (febrero 2001) de la revista SuperPOP
(PublicacionesEkdosis. S. A.. Barcelona).
r64
Cab¡ía señalar que tal interés no es más que un reflejo del que muestfan los chicos.
Pero no debemos caer en la tentación de quedarnos solo ahí y evitar pensar' también,
en un intelés genuinamente femenino por el tema, pofque estafíamosracionalizando y
cerrando los oios ante la evidencia.
T T
-fl-ay que seguir trillando el terreno de las perogrulladas para com-
probar si, finalmente, resulta normal que las mujerestengan impulsos
sexualesautónomosy busquen por sí mismassu satisfacciónsin nece-
sidad de recurrir al varón si así lo desean.Ya se ha comprobado que
ellas tienen deseossexuales,que necesitansatisfacedos,que se excitan
con facilidad y que su respuestasexual es bastante úpida. Solo queda
por sabersi, una vez dispuestasa satisfacersusnecesidadessexuales,lo
consiguen alcanzandoel orgasmo. O si, por el contrario, al carecer de
esacapacidadde alivio, no tienen interés por lograrlo cuando les ape-
tece.
ANoncÁslrrcAs, MoNooRGÁsMrcAS,
MULTToRGÁsurcRs
No, no, lectores maliciosos; rechacen el dicho popular que acaba de acudir a su
mente: <<Nohay mujeres frígidas, sino homb¡es inexpertos>>.Tal máxima reduce a la
mujer a un ser pasivo e irresponsableque no tiene nada que ver con su propio placer,
dando al hombre un papel director, de control, que ni tiene ni le corresponde. Algu-
nos hombres siguen utilizándolo como una broma (segúnse les ha enseñado),y tam-
bién Io hacen algunas mujeres empleándola como árma arrojadiza contra ellos sin te-
ner en cuentael poco airosolugar donde tal fraselas coloca (también les han enseñado
a actuar así).
pequeño que sea. Me atengo a la primera definición en todas las referencias que haré
de ahora en adelante al orgasmo múltiple.
Enre las mujeres multiorgásmicas, el 40 por 100 comunican que sus orgasmos son
sucesivamentemás intensos,el 16 por 100 que son cada vez más débiles, un 35 por
100 indican que la intensidad es variable y otro 9 por 100 no encuentran diferencias
entre los primeros y los siguientes222.
Er oncmuo y EL <<FEMENINo>>
<<MASCULINo>>
te. Ignoramos cómo siente cada cual sus propios orgasmos;por eso,si
deseamosconocer dichas sensacionessubjetivas,no hay más remedio
que preguntar a los sujetosy obtener un pálido reflejo de susexperien-
cias a través de las palabras que emplean paru describirlas.Vance y
\Tagner2rarcalizaron esa investigaciónpidiendo a veinticuatro hom-
bres y otras tantas mujeres que describieransus orgasmospor escrito.
Los autores sustituyeron las palabras identificadoras de género por
otras neutras (pene, vagina o clítoris, por genitales;esposoo esposa,
por cónyuge, amante, etc.) y efiÚegaron esasdescripcionesa setenta
juecesde ambos sexosentre los que había ginecólogos,psicólogosy es-
tudiantes de Medicina. Ninguno de ellos fue capaz de identificar el
sexo de la personaque describíasu orgasmocon una frecuenciadistin-
ta ala esperadapor un acierto casual.Tú,eshallazgosparecenmostrar
que la vivencia subjetiva del orgasmo masculino y del femenino no se
expresacon palabrasde una forma diferenciada.O ninguno de los se-
xos sabeformularla verbalmente,o quizá ambos géneroshablen de lo
mismo.
Acaso los lectoresse creanmás sagacesque los iuecesde la investi-
gación que les acabo de comentar.Les propóngo un pequeño iuego
que ya ofrecieronantesTavrisy Sadd00t (págs.U0-171)u.Intenten des-
cifrar el sexo (H: hombre; M: mujer) de las cuatro descripcionesorgás-
micas femeninasy de las cuatro masculinasque les oftezcoa continua-
ción. Más adelante les daré la solución en una nota a pie de págína.
¡SuerteI
" Quienes la tomaron, a srtvez, de Linda Rosen, que lo publicó en una revista del
grupo Playgirl (Aduisor, abtl áe 1977).
¿SIENTENORGASMOSLAS MUJERES? 179
Un error muy común, sobre todo entre las mujeres que no tienen
la vivencia directa del fenómeno, consisteen creer que orgasmoy eyacu-
lación son sinónimos en el hombre. No hay nada más lejos de la reali-
dad. Aunque 1o usual es que ambas experiencias aparezc^nsimultá-
neamente,la verdad es que dependen de actividadesneurológicas
independientes.Además, existen condicionesespecialesen las que
puede producirse una disociaciónentre ambos fenómenos.Los orgas-
180
He aquí offo de los mitos que han dominado todo el siglo >ü gra-
cias ala influencia que ejerció sobre la sociedadla doctrina psicoanali
tica reveladapor Freud22a.Desde que él lo formulara así,es frecuente
encontrar en algunaliteratura sexológicalos ..argumentos>> psicoanalí-
ticos que pretenden sostener la existencia de <<ambas>> experiencias
orgásmicas.Sin embargo,no estaríade más indicar que semejantepo-
lémica no existíahasta que Freud la originó. Antes de é1,se sabíaque
todos los orgasmosfemeninosdependíandel clítoris2)5.Oúa cosabien
distinta es que ambién se creyeraque este se pudiera estimular ade-
cuadamentedurante el coito vaginal.
Quizápueda ser útil hacer un breve resumen de la doctrina psicoa-
na\ítica sobre el desarrollo sexual humano para comprender mejor
¿SIENTENORGASMOSLAS MUJERES? 183
Respecto a la <envidia del pene> referida por Freud, solo puede entenderse hoy
desde una perspectiva muy simbólica, como una metáfora. Es decir, que las mujeres de
la época victoriana envidiasen lá posición social masculinay td, sentimiento pudiera
representafse con esa frase. Pero si alguien quiere centrarse literalmente en la expre-
sión <envidia del penen no tiene más que escuchar a las mujeres para comprender su
verdadero alcance. Lo que estas parecen envidiar realmente de1 pene no tiene mucho
que ver con el sexo, ni con la estética,ni con la masculinidad. Más bien les interesarían
dos cosas:su utilidad para orinar en cualquier lugar sin mancharse ni exponer ninguna
otra parte an fómic a la vista ajena (es práctico), y que con él los hombres están muy
<<biencerrados>> por abí abajo2r6,con lo que se líbran de las humedadescotidianas,Ias
irritaciones e infecciones inoportunas, y no están pendientes de sus secrecionesregula-
res \es limpio\.
En cualquier caso,lo que verdaderamente envidian algunas muieres es el tamaño y
la belleza del pecho de sus congéneres.Una envidia que puede llegar a ser enfermiza.
Y el deterioro de la autoimagen que ocasiona dicha desazón puede ser de tal calibre
que induce a esasmujeres atflizat postizos (de corsetería o quirúrgicos) para obtener
los pechos deseados.La envidia del pene es, más bien, algo que afecta a una parte de
la población masculina, en el mismo sentido que las mujeres pueden envidiar el pecho
de susvecinas.
nencia del coito sobre cualquier otra actividad sexual.No insistiré más
sobre estetema, pues ya se ha desarrolladobajo el epígrafecorrespon-
diente.
Existe, no obstante,un buen número de mujeres (64 por 100) que
afirmansentirsemuy próximas al orgasmocuando se estimulandigital-
mente la pared anterior de la vagina057. Recordaránque sueleincluirse
bajo ese concepto no solo a la pared vaginalanterior propiamente di-
cha, sino también fuera de esta,al introito vulvar, el meato urinario y
al clítoris mismo 057'058.
Pesea que las observacionesreferidasestánrea-
lizadassobre experienciasmasturbatoríasvaginales,las lectoras saben
lo difícil que resulta estimular la vagina con los dedos sin hacer lo mis-
mo con el clítoris, aunque sea indirectamente. Es frecuente que la
palma de la mano o la muñeca reposensobre el clítoris durante esaac-
tividad. Lo raro esintroducir los dedos en la vaginasin eseapoyo, aun-
que pueda hacerseen la realidad.De modo que esasobservacionespa-
recen corresponder,más bien, a estímulossimultáneosde ambaszonas
eróticas, incluyendo el principal <<gatillo>>orgásmico femenino que es
el clítoris,
Se puede hacer esta afirmación porque sabemosque la masturba-
ción exclusivamentevaginal es algo muy poco extendido entre las se-
ñoras01e. La granmayoria de las mujeres adultasprefieren estimular el
clítoris para obtener el orgasmoporque resulta más eficaz228. Muchas
de ellas refieren que los orgasmosconseguidosmediante el estímulo
del clítoris en la masturbaciónson más intensosque los proporciona-
dos por el coitoo1e.Tal evidenciahaalimentado la creenciaen los dos
tipos de orgasmos.Pero lo cierto es que esaexperienciano refleja más
que el estímulo del clítoris es más directo en la masturbacióny, por lo
tanto, proporciona sensaciones más intensasque durante el coito, don-
de su estimulación es más indirecta, cuando existe, desencadenando
reaccionesmás vagasy menos intensas.Eso no quiere decir que tales
orgasmos(algunosno dudarían en denominarlos<<vaginales>>) no sean
deseables;su intensidad puede ser menor, pero íncorpora otras sensa-
ciones como el calor humano y la intimidad con la pareiaque no pro-
porciona la masturbacióno1e.
Prácticamente todas las mujeres adultas prefieren estimular el clí-
toris para obtener con facilidad sus orgasmos.Si siguiéramosla termi-
nología psicoanalítica,eso quiere decir que son <<clitorianas>>.Pero eti-
¿SIENTENORGASMOSLAS MUJERES? 189
quetarlas a todas ellas de inmaduras por tal cosa resulta abusivo, por
mucho que pueda gustar a algunoshombres pensar que todas las mu-
jereslo son. A mí me pareceque esainmensa mayoríade mujeres<<cli-
torianas>> estánmarcando,más bien, la pauta de la normalidad, pues el
principal órgano del placer femenino es el clítoris (más la pared ante-
rior de lavagina como elementocoadyuvante).Dicho de otro modo: si
la mujer adulta es clitoriana con carácteruniversal,seráporque esoes
lo normal entre ellas;y si la teoría psicoanaliticano se ajusta a la evi-
dencia de los hechos...seráporque es falsa.La consrucción de los edi-
ficios (teorías)comienzapor los cimientos (los hechos),no por el teja-
do (una idea preconcebida).
Recojo aquí dos testimonios, entre los muchos que podrían haberse elegido, de
dos muierescon más de cincuentaañosde edad:
<<Soiotenía diez años cuando sentí la necesidad lde masturbarme], y, como tenía
que hacerlo, 1o hice a menudo... pero siempre con un gran sentimientode culpa. Me
parecía que todos me lo veían escrito en la cara. Cadatanto lo he hecho, durante toda
mi vida, cuando la vida sexual de mi matrimonio no me satisfacía-como ahora- y
todauía me hace sentir mal, aun viviendo en California donde se supone que todos son
muy libres>>lto (pá9. 129).
<<Yaen mi más tierna infancia, yohabía tenido plena conciencia de mi sexualidad.
A pesar de los severos reproches victorianos de mí abuela la vez que me sorprendió
,,jugando
conmigo misma", no me amilané,seguímasrurbándomedurante toda mi in-
fanciay jamás he dejado de hacerlo ldesde entonces]>>2)i(pág' 195)'
(tercer trimestre) masturbándose inequívocamente (frotando con una mano la zona del
clítoris, parando tras una serie de sacudidas espasmódicascorporales y reiniciando Ia
actividad) en tápida sucesión durante veinte minutos2aT.
Definitivamente,
las teoríasde Freud respectoa la sexualidad
hu-
manahandemoradoduranteun siglosu auténticoconocimiento, lejos
de lo quesiempresecreyóduranteesetiempo.Y aúnlo hace.
¿Recuerdanel ;'uego que les propuse en las páginas 178 y I79 para comprobar su
sagacidada la hora de identificar el sexo de quienesdescribíansus orgasmospor escri-
to? Cojan sus notas y cotéjenlascon la solución:a(H), b(M), c (M), /(H), e(M),
oo'.
f Gt¡, t (H) y á (M)
Si han acertado cuatro de las descripciones no tienen mucho de lo que alegrarse,
pues lo habrían conseguido con mayor comodidad Tanzandouna moneda al aire. Pero
tampoco les ha ido mejor si han acertadoseis.La única posibilidad de superar al azar
de un modo estadísticamentesignificativo, con una seguridad del 95 por 100, era de-
termina¡ el sexo de las ocho descriociones.
9
¿Es rnnnÍo EL DESPERTAR
sEXUAL
FEMENINO?
Gncouo Lnopen¡r(1789-1,837),
Zibaldone.
I.45)
NI
I \ os encontramoscon otro de esos tópicos que aún resisteverse
arrumbado en el cuarto de los viejos recuerdos.Su persistenciaen los
libros de autoayuda sexual que se escriben hoy pan las mujeres es
contumaz016. Repetición que seríacompletamenteinocente si no fuera
porque enraízauna idea errónea que puede condicionar psicológica-
mente la sexualidadde ambossexos.
Dicha creenciaseñalaque los hombres y las mujeres alcanzansu
pico de máximo rendimiento sexualen momentos diferentesde sus ci-
clos vitales. Según se sostiene,existe una disposición,biológicamente
condicionada en apariencia,por la que los hombres alcanzansu mayor
frecuenciaorgásmicapoco antesde cumplir los veinte años para, des-
pués, declinar progresivay lentamentea partir de los treinta. Las muje-
res, al contrario, parece que 1escuestamás tiempo <<atrancan>> desde
este punto de vista; pero se mantendrían con un nivel de actividad
200
Siguiendo Ialógicade esre tópico, las parejas sexualmente ideales serían las forma-
das por mujeres mayofes y chicos jóvenes; lo contrario de lo que está <bien visto>>en
nuestra sociedad y ofias con similares ¡eferentes culturales.
gásmicos en el coito durante toda la adolescencia,la situación se inve¡tía con una cla¡a
ventaja para las mujeres ^ partir de los veinticinco años.
Y de este modo quedaron fijadas las pautas que inspiraron este tópico. Desde en-
tonces se ha repetido ininterrumpidamente en numerosos textos sin haber hecho una
crítica mínima aI razonamiento que lo originó. Probablemente son más los factores
emocionales que han influido en su aceptación sin ambagesque los racionales.Prime-
ro, porque el tópico se construyó en un contexto social al que le gustabaque la mujer
estuviera sexualmente dormida hasta que un hombre viniese a despertarla; aquellos re-
sultados no hacían más que confirmar una idea previamente aceptada' Y después de
eso, en tiempos posteriores, en el marco de liberación de la sexualidad femenina, acep-
tarlo permitía introducír una puya a la sobrestimada sexualidad masculina a cambio de
admitir un cierto retraso en el inicio de la sexualidad de la mujer. Así, se les puede ha-
cer a los hombres la bu¡la de que comienzan sexualmente al galope para verse luego
muy pronto menoscabadosen sus rendimientos, con lo que no podrían atender las de-
mandas de sus mujeres en la edad adulta, que seríalo que importa'
' La mediana es el valor que se sitúa en el medio de todas las frecuencias obteni
das. Pero en este caso, y esta es la c¡ítica metodológica, el estadístico más adecuado
quizá hubiera sidola moda257,que representa el valor que aparece con mayor f¡ecuen-
cia; lo que buscaban los autores. O también se podría haber realizado una ¡ansforma-
ción logarítmic¿ de los resultados y haber representado al conjunto de suietos median-
te la media geométrica. Este estadístico anula los sesgosintroducidos por valores
marginales y hace coincidir en un mismo punto a la media, la mediana y la moda.
¿ESTARDÍO EL DESPERTARSEXUAL FEMENINO? 20t
n
\ . ! l t
r)i algunavez se albergarondudas de que los organismosmasculinoy
femenino reaccionabande forma similar al estímulo sexual, Masters
y Johnson06ese encargaronde despejadasobservandonumerososci-
clos de respuestassexualesdesencadenadas mediante la masturbación
y el coito.
En este capítulo se exponen principalmente los resultadosde sus
investigacionesmás los de algunos otros autores. Y, salvo las diferen-
ciaspropias de las estructurasanatómicasmasculinay femenina,la res-
puestasexualdel organismoes igual para ambossexos.
Las mujeresno solo tienen un cuerpo, deseossexualesy capacidad
para excitarse,sino que también reaccionanfísicamenteante los estímu-
los sexualeshasta alcanzarel orsasmo.
2t0
Hncrn LA cUMBRE
les induce a abandonar la lactación. Y, finalmente, otras mujeres han contado que du-
rante e1parto, donde también se ]ibera oxitocina, han tenido sensacionessemejantesal
orgasmo26e.Serrano describe la siguiente experiencia: <<...a las pocas contracciones [...]
apretándomeIa mano, lmi mujerJ me dijo: "Ay, Pepe, que...", y se interrumpió. t...1.
[Tras el partoJ le pregunté qué había querido decir al interrumpirse, y me respondió:
"Quise decir: Ay, Pepe, qué gusto tan grande lorgasmoJ,y casi se me escapadecir esto
que me hubiera avergonzadoal haber extraños presentes">>0'7 (págs. 15)-154).
L¡ vecrNe
Algo similar sucede con el pene durante la fase de excitación. Puede perderse la
erección (porque el estímulo cambie o se haga reiterado) y recuperarla de nuevo en va-
rias ocasiones.Conviene saberlo para no interpretar inadecuadamente que existe una
disfunción eréctil (impotencia) o una pérdida de interés donde no 1ohay.
Tales reacciones carecen de relación alguna con la tensión sexual acumul ada alo
largo del día. Se ha comprobado en condiciones experimentales que Ia excitación pro-
ducida por la contemplación de un vídeo erótico antes de dormir no aumenta ni la fre-
cuencia del sueño REM ni las reaccionesgenitalesnocturnas270. Por otra parte, este
tipo de reacción genital asociadaal sueño REM también se ha observado íntrauterina-
mente en fetos de J6-41 semanasde gestación271.
del pene parece favorecer una reacción mayor. Probablemente debido al reflejo vascu-
lar que ocasiona216.La congestión que caracterízaal tercio externo vaginal (plataforma
orgásmica) en la fase de mesetaapareceigualmente en las mujeres mayofes. Solo que a
partir de 1ossesentaaños esa reacción se reduce a la mitad de lo que acontecíauna dé-
cada antes. Durante el orgasmo, esta zonavagínal se contrae como en las jóvenes, pero
un menor número de veces:cuatfo como promedio, en paralelo con la disminución de
la duración del orgasmo. Sin embargo, estas contraccionesson más frecuentes si la
mujer ha mantenido una actividad sexual regular hasta bien entrada su ancianidad.
La vagína de la mujer mayor se colapsa rápidamente hast¿ la situación previa a la
excitación tras el orgasmo. Bastante más de lo descrito para la mujer joven.
El crÍronrs
Esta reacción del clítoris es de origen vascular, como la erección del pene. La libe-
ración de óxido nítrico y oros factores de relajación produce una dilatación de las ca-
vernas del tejido del clítoris y una mayol afluencia sanguínea;ambas cosas,responsa-
bles finalesde su erección27r.
Salvo que no siempre aparece tumefacción del glande, el resto de las reacciones
del clítoris son similares en las muieres mayores.
Y Los MENoRES
Los reslos MAYoRES
Los prcHos
Er úrBno
ro, los labios mayores y menores y las paredes de la vagina pueden au-
mentar hasta dos y tres vecessu tamaño habitual. Dejados a su suerte,
dichos órganosno vuelven a su situacióninicial hastapasadaunahora
como poco. Pero si la situación de excitación sin resolución se repite
en varias ocasiones,durante varios días, esasmodificacionesgenitales
se hacen casi permanentes,con lo que la mujer se torna irritable, in-
somne,siente calambresabdominales,dolores lumbares y una molesta
sensaciónde plenitud pélvica. Tales molestiaspueden ser motivo de
consultaginecológica.Y no desapareceránhasta que esamujer disfrute
de un orgasmo resolutivo que alivie la tensión sexual acumulada y no
satisfecha.Tras e1 clímax, la normalización genital interna y externa
aparecepasadosdiez minutos, en las mujeresnulíparas,y entre los diez
y los veinte, en las multíparaso6e.
LA MASTURBACIÓNFEMENINA
EN LA PRACTICA
11
CÓuo SEMASTURBANLAS MUJERES
N I I
I \ o creo que a estas alturas quepan muchas dudas acenc de que la
mujer tiene sensaciones eróticasque gustasatisfacer,en contra del mo-
delo femenino que nos ha transmitido la épocavictoriana.Esta tercera
parte la dedicaremosíntegramentea conocer no solo cómo se mastur-
ban las mujeres,sino en qué circunstanciaslo hacen, con qué frecuen-
cia, desdequé edad y durante cuánto tiempo.
Este libro no es un manual de autoayudade los que muestran la
forma de masturbarsea suslectoras,Doy por supuestoque las mujeres
sabencómo hacerlo bastantemejor que yo, y que pocasnecesitanins-
trucción al respecto.Su finalidad no es otra que normalizar la presen-
cia social de la masturbación femenina a p^ftir de un mejor conoci-
que no solo ellas. Pero la razón última por la que se prefiere mantener
las piernas de una forma u otra aún no estábien esclarecida.Tal vez se
trate de hallazgoscasualesque luego se mantienenporque la experien-
cia indica a la mujer que tal posición <<lesirve>>.
Lo que sí parece claro
es que son preferenciasaprendidasen edadesmuy tempranasy que se
mantienen a lo largo de toda Ia vida en una proporción muy alta de
casos280.
Existe oro 11 por 100 de mujeresque combinan variasde las for-
mas de masturbacióndescritas;pero, de ellas,la mayoúa (85 por 100)
tiene como basela masturbaciónmanual,boca atriba con estímulo del
clítoriso1e.
Naturalmente, estasdescripcionesno agotan todas las posibilida-
des. Porque ShereHite no ha incluido, por ejemplo, a las mujeres que
también se masturban presionando su clítoris contra prácticamente
cualquier objeto: cenicerosde pie, sillas,esquinasde las mesas,bordes
de las puertas,libros, el borde de un pupitre y un larguísimoetcétera.
Por no mencionar oúo 2 por 100 que lo hacen utilizando fantasías
sexualesexclusivamente,sin ningún contacto físico con sus genitales,
segúnrefieren otros investigadores00a.
El matrimonio Sarnoff ilo comunica este ejemplo respecto al uso de objetos: <Viky
[...] con una sonrisa perversa, nos reveló que todas las puertas de los a¡marios inferio-
res de la cocina de su madre colgaban flojas sobre los goznes como consecuencia de
los frecuentes restregamientos y balanceos masturbatorios que había realizado con
ellas a lo largo de todos los años de su infancia>>(págs.182 I83). Y también esre otro:
<<Unamujer nos reveló que siempre que un maestrola llamaba para que le diera una
respuesta,se ponía tan nerviosa que experimentabala necesidad de aliviar su tensión
frotándose los órganos genitales contra la esquina del banco cuando se levantaba para
contestar>(pág. 18ó).
I\T
I\ o creo equivocarmedemasiadosi afirmo que muchos de los lecto-
res de uno u otro sexo se habrán preguntado alguna vez cuál es la ver-
daderaextensiónde la masturbaciónentre las mujeres.Es una incógni-
ta difícil de despejar dado el silencio que atenazaa estapráctica sexual
femenina. Quizá les consuelesaber que han sentido la misma curiosi-
dad que movilizó durante décadasa numerososinvestigadorescon la
intención de responder a esa cuestión.Y ellos también se han enfren-
tado a no pocasdificultadesen su empeño282.
Una vez se llegó al convencimiento de que la mujer tiene necesida-
des sexuales,la masturbaciónfue uno de los tópicos que más interesaron
investigar porque representala forma más autónoma de buscar su satis-
facción. No requiere la intervención de nadie más que una misma, ni se
lfeva ala práctica inducida por el interés de otros. Por eso,la pretensión
232
Adolescentes
Población general (%) Población universitaria (7") (%)
( 1 1 - 1 8a ñ o s )
Cuando los resultados sobre masturbación masculina no reflejan que /o/os los
hombres se masturban, el investigador se limita a exponerlos sin hacer mayores co-
226'286.
Por
mentarios,dejando parasí la impresión de que esoshombres le han mentido
ejemplo, Charron yJulliard286comunicanproporciones de masturbaciónmasculinaen
la población general deI73 por 100, y Malo y cols.28t,del 53 por 100; valores que están
por debajo del comunicado por el grupo de Kinsey226,que fue del 92 por 100, y es la
cifra que suele manejarse como estándár aproximado de la masturbación masculina.
Seguro que los lectores de ambos sexostambién ponen menos en duda esta última
cifra que las anteriores. Sucede así porque los datos del grupo de Kinsey se ajustan
más al tópico que la población general tiene acerca de la masturbación masculina y re-
sulta más fácil aceptarlos sin hacer demasiado gasto intelectual. Por eso, los otros re-
sultados se ponen en entredicho. Lo mismo nos sucede con las cifras de masturbación
femenina, solo que al contrario: el pensamiento colectivo induce a creersemás los da-
tos que la infrarrepresentan que los situados en la parte superior del rango, porque el
estereotipo dice que las mujeres deben masturbarse en menor medida que los hom-
bres, si es que lo hacen.
INDESEABLE
UNR nrspuesrA SocIALMENTE
Estoy seguro de que entenderán ala perfección cómo pueden condicionar los re-
sultados de las encuestaslas preguntas cuyas respuestasson socialmente indeseables
con un ejemplo que me parece muy gráfico.
Quizá recuerden, o hayan tenido noticias, de las eleccionesgeneralescelebradasen
España e\ día 3 de marzo de 1996. Gobernaba el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) salpicado por numerosos escándalos políticos y financieros que el principal
grupo de la oposición, el Partido Popular (PP), y los medios de comunicación que Ie
eran afines airearon hábilmente durante bastante tiempo. Eso propició la creación de
un clima social anticorrupción que se logró identificar como una atmósfera anti-PSOE.
Dicho estado de opinión resultó tan denso que a los simpatizantes del PSOE comenzó
a resultarlesembarazosoidentificarse como tales ante los demás y confesar públicamen-
te sus simpatías políticas reales.Coraenzóa estar socialmentemal uisto uotar alPSOE.
Todas las encuestaspreelectorales que se hicieron en ese tiempo coincidían en la
predicción de una victoria abrumadoramente mayoritaria del PP (se calculaba una di
ferencia promediada de votos de ocho puntos). Y en ese ambiente se celeb¡aron las
eleccionesgenerales.
Recordarán que el PP venció, en efecto, pero con tan escasomargen (la diferencia
fue de poco más de un punto; 290J28 votos) a que le impidió alcanzarla tan deseada
mayoría absoluta, obligándole a p^ct^t con otro panido para poder gobernar sin so-
bresaltos.
La noticia que más comentarios recibió en la prensa del día siguiente (consúltense
las hemerotecas) no fue tanto la escasavicto¡ia del PP o el estrecho margen del revés
electoral del PSOE, sino eI rotundo fracaso de las predicciones que habían realizado
los diferentes sondeos preelectorales.
¿Cuál fue el error cometido por las empresasque investigaron la opinión de los es-
pañoles? Considerar la masa electoral como un ente c paz de reaccionar automática-
mente a los estímulos sin un proceso de reflexión de por medio. El desliz se.centró en
olvidar el clima social hostil al PSOE que se había creado antes de las eleccionesy su
influencia sobre los potenciales votantes de ese partido político. Ese ambiente había
convertido identifica¡se en los sondeos como votante del PSOE (o tene¡ intención de
votar a ese partido político) en :unarcspuestasocialmenteindeseable.La consecuencia
inmediata fue que un buen número de los consultaáos ocultó su verdadera intención
de voto y respondieron en los sondeos como pensaban que el entorno social les de-
mandaba: votar al PP o ser votante potencial del PP. Tales respuestasfalseadasdaban
a ese partido político una intención de voto excesivamenteinflada que no se supo
corregir adecuadamentecuando se analizaronlos datos.
Las consecuenciasprácticas del caso es que los dirigentes del PP habían tomado
decisiones yhabían hecho previsiones de gobierno basados en el espejismo de la su-
puesta supremacía parlamentaria augurada por los sondeos. Y lo hicieron hasta el ex-
t¡emo de diseñar una campaña electoral extremadamente ofensiva contra la coalición
nacionalista catalanaConvergéncia i Unió (CiU). Lo que generó una serie de agravios
en dicha coalición que el PP tuvo que tajarse después,como si de una purga se trata-
rA, par^ poder asociarseprecisamente con CiU y faciitar la gobernabilidad del país.
Algo similar sucede con las encuestassexuales.Las preguntas cuyas respuestasson
socialmenteindeseables(y reconocer que una se masturba es, hoy por hoy, una de
ellas) tíenden a ser respondidas por algunas encuestadasminimízando la conducta szi-
terntíticatnente.Por eso las cifras referidas a la masturbación femenina arcoianvalores
tan discrepantes y modificables con el paso del tiempo; por la influencia cultural y por
el ambiente social. Cuanto más permisivo sea el colectivo de referenciahacia la mas-
turbación femenina, se producirán más respuestassincetas y afirmativas sobre las
prácticas autoeróticas; es lo que sucedía en pueblos primitivos como el de Samoa2aa.
Pero estas disminuirán cuando la atmósfera social sea la conffaria; como puede suce-
der en EstadosUnidos00a.Aunque en ambos casosel número de muieres que se mas-
turban de verdad sea aproximadamente el mismo y no varíe en realidad.
No resulta fácil entender este aspecto fatuo de muchos hombres respecto a la mas-
tu¡bación. Estamos más acostumbrados a contemplar esa actitud cuando se refieren al
número de conquistas o a la cantidad de los contactos sexualesque dicen tener. Pero
vanagloriarse de la masturbación es algo que choca mucho a las mujeres porque tienen
interiorizado que hacerlo es malo. De modo que no pueden ni imaginar ni entender
que alguien fanfarronee de algo que para ellas es tan negativo y humillante.
Existe la tendencia general a creer que los hombres poseen un impulso sexual más
intenso y urgente que el femeninoll', pese a estar comprobado que el 42 por 100 de
ellas (algo más de dos de cada cinco) se excitan frente a los estímulos eróticos con ma-
yor rapidez e intensidad que el promedio de los hombres10r.Las mujereshan sido con-
dicionadas desde su infancia para creer que los hombres tienen más impulso sexual
que ellas. Como cada una se toma a sí misma como punto de referencia, y se sabe fuer-
temente erotizada, tiende a tener una imagen lasciva del hombre completamente des-
mesurada(<más que yo; por lo tanto: mucho>). Imagen que cae estrepitosamente, no
sin una buena dosis de confusión por parte femenina, cuando contrastan sus expectati-
vas con la realidad masculina.Y ustedessabende lo que hablo. Las quejasque algunas
señorasexteriorizansobre la supuestafrialdad de sus pareiasmasculinasno son preci-
samente raras. Esa apariencia distorsionada de la realidad sexual de los varones está
reafirmada, en parte, por ellos mis-oi, cuando exageranal hablar de su sexualidad
mostrando la imagen que se espera del varón por muy alejada que esté de su realidad
cotidiana. Actitud que nace, a su vez, del condicionamiento al que han sido sometidos
desde su infancia.
Por eso, las muieres tienden a creer como cierto cualquier exceso que se diga so-
bre la masturbación masculina, y mantienen la actitud general de ser menos crédulas
frente a datos más comedidos aunque seanmás rea1es24 . Es lo que le sucedió a Maggie
Paley cuando escribió el capítulo dedicado a la masturbación en El libro del pene: <<Ya
246
FEMENINA
DE LA MASTURBACIÓN
L¡ vnno¡PERA EXTENSIÓN
El mismo problema visto desde otra perspecriva:casi la totalidad (9) por 100) de
las mujeres que no se masturbabanestudiadaspor MastersyJohnson06eeran comple-
ramente anorgásmicasfuera cual fuera el estímulo que utilizaran (coito incluido). Este
dato mantiene la férrea asociación que existe enffe ser anorgásmicay no masturbarse'
O lo que es 1o mismo, como vefemos a continuación: tener capacidadorgásmicay nas'
turbarse escasi la rnisma cosa.
Si parece excesivo aplicar el 8 por 100 de corrección a todos los casospor enten-
der que se es más propensa a mentir en unas edades que en otras, podemos corregir la
corrección. Si consideramosque las proporciones de respuestasengañosasque corres-
ponden a los dos exmemos de la vida pueden situarse entre el 1 y el 8 por 100 referido,
se obtendría una media aplicable a cualquier edad de aproximadamente el 5 por 100.
Eso arrojaría la siguiente frecuencia corregida de la masturbación femenina 90 por
100 (85 +5) para el total de las mujeres;el 45 por 100 (40+5) para las mujeres anor-
gásmicas,y eI 96 por 100 (91,+5) paralas mujeres orgásmicas.Valo¡es muy similaresa
los anteriormente referidos.
T T
-tlL"rno, visto en el capítulo precedenteque las mujeresse masturban
pese a que tradicionalmentese llegó a sospechar,o acasodeseaqque
no lo hacían.Joan Vendrell, que es antropólogo social, afirma que aun-
que la masturbación es una práctica que alcanzaa ambos sexos, con-
tiene significadosdiferentespara unos y otras debido a la distinta so-
cializaciónque tienen ambos sexos0ró.Comparto varios aspectosde
esta idea, porque es verdad que la condición femenina confiere algu-
nos rasgosdiferenciadoresa la forma que tienen las mujeres de viven-
ciar la masturbación.Y explica en parte por qué se muestran tan es-
quivas parahablar de ella.
No estaríade más repasaralgunasde esascondicionesdiferencia-
doras que hacen de la masturbación femenina algo tan propio y pafticu-
lar entre ellas.
256
DE LA MASTURBACION
EuEN DEINICIOY DESCUBRIMIENTO
Esta vieja idea aún se utiliza boy como argumento para justificar Ia
supuestamenor tasa de masturbación femenina, o su tardío aprendiza-
je. La escritoraSylviade Béjar describeen su libro de autoayudasexual
femenina la facllidad que tienen los chicos para descubrir la masturba-
ción -al contrario que las chicas- debido a que, desde su infancia,
todos los adultos se empeñan en mostrarles lo importante que es el
pene: <<Eslógico, pues, que ellos sientandesde temprana edad la llarna'
da del pene y vean laluz: " ¡Ajál) o seaque esto también sirve para pa-
sárselobien [masturbarse]">>016 (págs.105-106).La psicólogaLorena
Berdún cae en el mismo error en el suyo: <<... ellos tienen a la vista el
pene y selo tocan constantemente,por lo que suelen empezatantesque
ellas a masturbarserrot'(pág.62). Así como Pilar Cristóbal: <doschicos
suelenempezarla masturbarse]antesque las chicas>>r02 (pág.161).
Para que una teoría sea aceptada como cierta debe reunir las siguientes condicio-
nes: 1) ser ..bella>, es decir, que componga un conjunto de ideas coherentes entre sí y
sin fisuras; 2) ha de dar respuestasa los enigmas existentespreviamente, no complicar-
los; y 3) debe resistir la prueba de la investigaciónexperimental.Esto ultimo quiere
decir que si una teoría está acertada debe ser capaz áe formular previsiones o hipótesis
de trabajo que los datos objetivos puedan demostrar. Si no se cumpliesen las predic-
ciones, por muy bella y aparentemente explicativa que sea una teoría, es probable que
sealnexacta.
Pues bien, esto último es lo que le sucede alavieia idea mencionada: la que afirma
que la masturbación es menos típicamente femenina porque los hombres tienen un
aparato genital externo que resulta fácil de manipular y del que pronto o tarde extraen
sensacionesplacenteras que les llevan, finalmente, a la masturbación. Cosa que no su-
cede con las mujeres, cuyos genitales permanecen ocultos.
Quizá percibamos mejor estos datos si los agrupamos un poco. El promedio del
comienzo de la masturbación señaladopor esasinvestigacionesseríapara las niñas me-
nores de diez años del 3 1 por 100; entre los diez y veinte años comenzaríana masturbar-
se el 47 por 100, y se iniciarían en esta actividad con más de veinte años el 1l por 100. El
total de la suma de estos porcentajesno es del cien por cien (91 por 100) debido al
arrastre de los redondeos que supone este tipo de cálculos y a las personas que dejan la
pregunta sin responder. Pero permite hacernos una idea aproximada de la realidad.
Los niños que se iniciarían en la masturbación antes de ios diez años podría calcu-
larsedel mismo modo en torno al 7 por 100.
algo que me pareció una especie de descargaelécuica muy aguda y placentera en todo
mi interior. Me asustéun poco porque no esperabanada parecido y dejé de tocarme in-
mediatamente. Pero aquella noche, picada por la curiosidad, volví a intentarlo. Esra vez
ya sabialo que buscaba aunque no estaba segura de que volviese a suceder. ¡Y vaya si
sucedió! En aquella ocasión saboreé realmente la sensacióny me pareció maravillosa.
Durante años creí que yo era la única niña que había hecho semejante descubri-
miento. Nadie hablaba de eso y yo desconocíaque existieraalgo que se llamara mas-
turbación o de cualquier ora forma. Me enteré de ello con el paso del tiempo, sacan-
do conclusiones de las conversacionesque escuchaba y de alguna cosa que leía muy
esporádicamente...Los chicos no se cortan nada ala hora de hablar de "pajas" o de
"meneársela"delantede una [chica].
Desde aquellaocasiónhastaahora, que estoy casaday tengo treinta y seisaños,me
he masturbado de ese modo casi todas las noches que he necesitado ayuáa para conci-
liar el sueño. Con mi marido no hay problema porque esa forma de masturbarse boca
abajo es muy discreta y creo que él no se da cuenta.
Cuando llegué a la adolescencia,ademásde masturbarme de aquel modo todas las
noches, y durante las siestas,aprendí a hacerlo de otra manera que solo utilizaba cuan-
do estaba realmente excitada sexualmente. Me tendía boca a¡riba con las piernas
abiertas y dobladas por la rodilla. Y mientras que una mano se centraba en el estímulo
del clítoris, la otra inuoducía uno o dos dedos en la vagina. ¡Esa combinaciónsiempre
me ha parecido explosivay me ha procurado orgasmosespectaculareslA esaforma de
masturbarmeyo le llamaba entonces"pajasalvaje", y de ese modo me "tiré" a todos
mis compañeros masculinos de clase,en mi fantasía.
Pero, fíjate, si bien guardo un claro recuerdo de cuándo comencé a masturbarme
(recuerdo dónde estaba,la ho¡a que era...,todo), no recuerdo con precisión cuándo ni
cómo se me ocurrió esta offa forma de hacerlo>>.
Joana Bonet y Anna Caballé comunican también la siguiente descripción de otro
descubrimiento espontáneode la masturbación femenina, aunque en una edad más
adulta: <Despuésde hacer pipí me estabalimpiando y me enreruve más de la cuenta
por mis partes, y empecé a sentir algo raro que yo no había sentido nunca. Tiré el pa-
pel y seguí tocándome donde siempre me han dicho que no había que hacerlo. Estaba
sintiendo una sensaciónmuy rara y, de repente,todo se me puso a temblar. Por dentro
parecía que mis "interiores" tenían vida propia y daban saltos, y por los muslos tam-
bién parecía como si me pasaseuna corriente eléctrica. Tenía los pezones duros y por
el pecho me salió un gran calor que me subía hasta la cabeza.Du¡ó unos segundos y
mi cuerpo se quedó como muy cansado,pero a gusto>> rM (pág. 327).
Hite aporta una nota discordante al respecto, pues el 60 por 100 de sus varones
y
encuestadosle respondieron que habían aprendido a masturbarse <<porsí mismos.
un 34 por 100 que <le enseñó un amigo>>.No resulta fáciladivnar lo que se esconde
baio la afirmación <<porsí mismo>>,pues puede indicar tanto un aprendizaie espontá-
neo como refleiar el resultado de un descubrimiento posterior a algtna conversación
más o menos furtiva. En cualquier caso, estascifras de aptendizaje<<espontáneo>> de la
masturbación masculina (similar a la femenina) seguirían confirmando que Ia segunda
hipótesís es falsa, pues tanto hombres como muieres aprenderían a masturbarse de ese
que
*odo u partes iguales; no los hombres más que las mujeres, que sería el hallazgo
confirmaría el estereotiPo.
En realidad, la idea de que las niñas tienen oculto su clítoris también es fa-lsa.No
resulta difícil advertirlo a simple vista sobresaliendo en la vulva infantil hasta que los
labios mayores se desarrollan lo suficiente durante la adolescencia para acoplarseen la
línea media vulvar. Y tampoco es enteramente cierto en la mujer adulta, a la que basta
entreabrir muy poco las piernasy sentarseen el excusado,por ejemplo, para observar
sin obstáculos su clítoris.
Las más elementales normas higiénicas genitales impiden, por otra parte, que la
zona clitorídea perm^nezca tan inadvertida como se pretende, pues resulta necesario
manipularla todos los días para evitar que el esmegmase acumule en el su¡co balano-
prepucial.
Iupuc¡ctoNEs DELDESCUBRIMIENToDIFERENcIADo
DE LA MASTURBACIÓN
en la
Que hombres y mujeres se inicien de un modo diferenciado
masturbaciónno es algo anecdótico;tiene una importancia crucial en
el foriado de las actitudesque luego desplegaránsobre esa prácticay
sobre otros asuntoseróticos.La influencia de tales actitudescondicio-
natán,en mayof o menof medida, su vida sexualposterior y contribui-
tán ala constfucción del espesomuro de silencio que rodea a la mas-
turbación femenina.
cé a masturbarme a los seis años, fue un descubrimiento casual. ¿Esto es normal?, ¿no
fui demasiado precoz? Nunca nadie me habló de este tema ni yo me atreví a pregun-
tar. Aún hoy tengo las siguientes dudas: ¿La masturbación provoca algún daño en el
apatato genital? [...J ¿Los hombres rcchazan esta costumbre en la mujer? -esto 1o
pregunto porque no lo he hablado con mi pareja por temor a que piense mal de mí, a
que no me acepte-. ¿La masturbación puede dificultar en el futuro las relaciones he-
terosexuales.t...] ¿Sino me masturbaranecesitaríalas relacionessexuales?>>'
seanla misma cosa que hacen los chicos. Se trata del mismo tipo de di-
sociación que se encuentra cuando las mujeres se burlan del interés
que tienen los chicos por el tamañ,ode sus penes, por ejemplo, elu-
diendo que se trata del mismo tipo de preocupación que ellas sienten
por el tamaño de sus pechos.Centrar las conversacionessobre la mas-
turbación masculinales permite, además,evitar tener que pensar en la
propia y comentada,salvo que necesitenconfirmar que no es una acti-
vidad insana.
Las chicasintentan aprender todo lo que pueden sobre la mastur-
bación masculina,con la colaboraciónmás o menos desinteresadade
los chicos.Estos no se sientendemasiadointimidados por la presencia
de sus coetáneasdurante las chanzasque cruzan entre sí, en las que
dejan caer palabras que de otro modo ellas no llegarían a conocer has-
ta mucho más tarde: <<masturbación>>, <<hacerseuna paja>>,.<meneada>>,
<<sacudido>, etc. Las jóvenestoman buena nota de estas,se las consul-
tan entre sí, preguntan a una hermana mayor, buscan en los dicciona-
rios. Y poco a poco se forjan un cuerpo de conocimientosque consti-
tuye su escaso acervo cultural sobre la masturbación. Pero casi
exclusivamenterelacionadocon la masculina.
" También es cierto que los hombres no le dedican menos esfuerzo a su adapta-
ción al rol que la sociedad les tiene reservado.La socializaciónmasculina exige un
tiempo de infancia más largo antes de alcanzarla madurez exigida, como se ha demos-
trado que sucede en las sociedadesmás complejas.Esa adaptación debe de ser tan
estresanteque muchos homb¡es sucumben en el empeño. La mayor pane de l¿s conduc-
tas desadaptativasy antisociales (trastornos del comportamiento, actos deiictivos, con-
sumo de sustancias,población de las prisiones...)tienen más protagonistasdel género
masculino que del femenino, 1o que podría reflejar una dura realidad qtizá no estudia-
da ni conocida adecuadamente.
MASTURBACIÓNY CONDICIÓN FEMENINA 273
Existen datos experimentales que permiten sostener esta afirmación. Las actitudes
se adoptan y se mantienen tanto más firmemente cuanto más pronto se adquieren, más
próximo a nosotros esté el objeto de nuestra actitud y mayor impacto emocional nos
ocasione; sobre todo si el entorno en el que nos desenvolvemosse muestra de acuerdo
con dicha actitudr0T.El racismo es un buen ejemplo de ese forjado y enraizado de las
actitudes.La masturbación,también.
Recordarán el ejemplo que les puse de la escritora EricaJong. Esta autora hace en
su libro autobiográfico Miedo a los cincuentaal2una sola y aséptica referencia a la mas-
turbación femenina. El resto de las varias menciones sobre el autoe¡otismo contienen
una buena dosis de ironía y se refieren todas a la masculina. La citada autora no ha po-
dido evitar el reflejo aprendido durante su adolescenciade hablar más de la masturba-
ción masculina que de la femenina. Ni tampoco el de bromear sobre la primera, pero
no de la segunda.Y fíjense que esta autora es considerada un prototipo de escritora li-
berada; aunque aquí solo parece estarlo en las formas,
Una corresponsal de Hite expresaba esos temores sin tapujos: <<Mesiento molesta
porque los hombres creen que esto lpedir estímulo en el clítoris] significa que yo me
masturbor,oro(pá9. 264).
RazoNBs PARAMASTURBARSE
¿Han advertido cómo pese a la confianza la paciente eludió en todo momento uti-
lizar Ia palabra masturbación o cualquier variante vulgar de esta? Voces que eran de-
ducibles del contexto, por otra parte.
Una corresponsal de Hite le escribió lo siguiente: <<Tengodieciséis años y no fre-
cuento de una manera íntima ninguna amistad masculina [...1 por cuya razón los or-
gasmos que he experimentado han sido siempre a consecuencia de la masturbación.
Físicamente,esta me gusta. Me masturbo muy a menudo, de una a seisvecesdiarias.
De forma habitual, en el colegio o en público, me limito ^ cruzar las piernas y a com-
(pág.93).
primir un muslo contra otro [...]>>01e
respectivamente) 150,2ss.
Y las mujeressolterasparecenmasturbarsepor
causadel tedio más que las casadas1lo. Pero no solo se ahogan así las
penas; también se masturban para celebrar la alegríaproporcionada
por un éxito casiuna de cada cuatro mujeres (23 pot 100)288.
Más de tres de cada cinco mujeres se masturban durante el coito
254,aunque otfas autofas comu-
pan alcanzarel orgasmo(69 por 100)
017.Además
nican cifras algo menores:40 por 100 (dos de cada cinco)
de eso, casi la mitad (47 por t00) lo hacen despuésde un coito no or-
gásmico paru alivíarlas tensionesgeneradasen este.Y un 18 por 100
se proporciona también uno o varios ofgasmossuplementarioscuando
finalizan las cópulas que han sido orgásmicascomo un complemento
añadido para su propia satisfacción017. De hecho, y estoes muy impor-
tante, másde cuatro de cada cinco (83 por 100) ofgasmossimultáneos
(los dos alavez) que obtienen las parejasse deben a que la mujer se
masturba durante el coito254.Lo que nos viene a decir que el deseado
orgasmosimultáneo,que muchaspareiasesperancomo a SantaClaus,
lejos de ser una experiencia espontánea(que solo ocuffe ocasional-
mente), es el resultado de un decidido afán de la mujer en obtenerlo
por suspropios medios sin dejar las cosasal azary tomando las riendas
de su propio placer.
disminuir los calambresy los dolores que les ocasionael periodo 06e.
Pareceque el pico de secreciónde oxitocina que proporcionan los or-
gasmos266'268}08 favorece las contracciones, facllita la evacuación del
fluido menstrual y permite la relajación posterior de la musculaítra
uterina, aliviando asílas molestiaspremenstruales.Si hubiera que pos-
tular la masturbación como un remedio terapéutico para alg(n mal,
estaseríauna de susindicacionesmás seguras06e.
Un número no cuantificadode mujerestambién se masturba antes
de acudir a las citas con sus amigos o durante estas.Lo hacen para
mantener apagadossus propios ardores y poder resistir con éxito los
envitesmasculinos.La masturbaciónfemenina se transforma así en un
atrmapara protegerse de los hombres, siendo esta otra razón para ocul-
társela.Probablementeestamotivación para masturbarseestébastante
extendida dada la amplitud que tienen los recelos femeninos hacia
ellosooe.
No se conoce la extensión de esta taz6n pan masturbarseporque
no se ha investigado sistemáticamente;quizá porque los estudiosos
nunca sospecharonsu exístencia.Aunque, la verdad, tiene algunas
connotacionesque permite sospecharque se ocultaría de todos modos
en los sondeos.Su realidad es innegable,no obstante,dadoslos nume-
rosos testimoniosfemeninos que existen sobre el uso de la masturba-
ción con estosfines.
^ taya a los chicos y no volverme loca por ellos. Solía hacerlo poco antes de salir con
uno para ir rclajada, o durante la cita disculpándome un momenro para ir al baño...
Y allí 1o hacía...Bueno..., así, por mucho que él insistiesedespuésyo podía evitarlo
lacostarse con éll porque ya estaba tranquila. Si no lo hacía lentonces] aguantaba a
duras penas los intentos del chico y necesafiamentetenía que hacerlo luego al volver
a casa,yacasia punto de reventar de ganas.Hoy, actúo así algwa vez que otra, para evi-
tat caeren las manos de un tío que no me inte¡esa. Masturbarse es la mejor manefa de
mantenerseuna en su sitio con la cabezafuíar>.
El matrimonio Sarnoff recoge el testimonio de una mujer estudiada por Leach
Shaefer que decía: <Creo que lmasturbarme pefiódicamentel es mi manefa de no te-
nef que pensaf que cualquier hombre podría tenerme a su merced a causade mis ne-
cesidadessexuales>>s0 (pág. 285).
<<Lasrelaciones [con mi novio] fueron cortas y sin más que supefficiales caricias,
aunque alg:unavez al ser besada y abrazaáame provocó el orgasmo. Esto, posterior-
mente, al llegar a casa,me incitaba a masturbarme, ya con más deseo de vida matrimo-
nial y más libertadde caricias>r0"{pág.100).
<<Tuvenovio a los veinti¡és años, y como él se mostrab¿ muy apasionado, hasta el
punto de que a veces se mastufbaba tunto a mí, ello me excitaba gfandemente, pero
me contenía, aun cuando las simples caricias me producían olgasmos que Iuego me
procuraba yo con más intensidad en mi casa. [Le] decía a mi novio lo primero lque se
excitaba al verle masturbarse y sus caricias la llevaban al orgasmoJ y ello aumentaba su
amor hacia mí [...] pero nunca le dije lo segundo lque ella se masturbaba alllegat a
(pág.)9).
casalrro'7
to íntrascendente, pero hacia los catorce yasabía que lo que hacía era cosa prohibida,
pero nunca me sentí demasiadoviolentada moralmente [...]. [Masturbarme] me daba
más ánimo para todo, y como tenía costumbre de hacerlo al despertarmepor la maña-
na, comenzaba el día con mayor alegríay entereza>>$1 (pág. $).
EN LA MUJERSOLAY EMPAREJADA
LR MESTUNSACIÓN
Un dato muy llamativo es que Shere Hite no dedicara una sola línea a este tópico
en su libro sobre la sexualidadfemenina0le.Disponía de los datos necesariospataha-
cerlo, y le dedicó un buen número de páginas a la masturbación. Y llama más la aten-
ción porque no dudó en reflejar las cifras de hombres casadosque se masturban en el
libro que escribió sob¡e la sexualidad masculina02t.Tema al que luego se ha referido
en variasocasionesen sus artículospara la prensab.Es posible que no haya podido za-
farse de los tópicos que sostieneneste asunto,pesea haberlo conseguidoen otros mu-
chos. O también puede haber ocultado deliberadamente esos datos por alguna buena
razón que no ha explicado nunca'. Pero esto no deja de ser, de nuevo, oüa de mis es-
peculaciones,posiblementecarentede sentido.
Hamilton (1929)2\e 74
Kinsey y cols. (1967)oo4 64". 44 69
Hunt (1978)150
^^ t00
60 bl
Serrano(1978)o'1 38
Tavris y Sadd (1980)mt 74
Horer (1981)017 86 75 89
Malo y cols. (1988)28t 24
Dading y cols. (1991)'z22 g1***
Elberdin (1,999)"4 82 ót ^^^ 77
'! Las frecuencias comunicadas se inctementan con la edad.
o o 6 8 p o r 1 0 0 a l o s t r e i n t aa ñ o s .
*** Aproximadamente la mitad no está casada, pero mantiene relaciones sexuales dutante un
tiempo mínimo de un año.
5 [(casadas+ solteras)x100
Tal y como he señalado en otra parte del libro, es muy poco probable que las mu-
jeres se atribuyan una actividad que no practican, sobre todo si esta es cuestionada so-
cialmente17r,262'2e5.Poresfa razón se pueden considerarmás ciertaslas cifras de mas-
turbación comunicadaspor Tavris y Sadd, Horer y Darling que las otras, que son más
conseryadotas.Es más factible que las encuestadashayan mentido, ocultando su auto-
erotismo en los sondeos con resultados más moderados baio el efecto del inte¡dicto so-
cial que existe sobre 1amasturbación.
No parece muy probable que las diferentes tasas de masturbación que se encuen-
tran en la tabla I obedezcan a condicionamientos biológicos o culturales que inhiban
la práctica de actividades autoeróticas más en unos gfupos femeninos que en otros. La
fisiología es aproximadamente la misma para todas las mujeres; todas tienen los mis-
mos condicionantes sexualesatávicos desde nuestra etapa prehomínida;y todas sacian
MASTURBACIÓNY CONDICIÓN FEMENINA 285
sus necesidadessexualesde una forma muy parecida, sea cual sea el contexto social en
el que se encuentren. A mí me parece menos insensato pensar que las diferencrasmos-
ffadas por los datos de la tabla I están condicionadaspor el interdicto social de la
masturbación que influye en unas mujeres más que en otras tr alahora de reconocer
estaactividad sexual,como se ha visto líneasatrás.Y así,salvo que una quiera raciona-
hzar y engañarseal más puro estilo victoriano negando la evidencia, es muy posible
que las tasasde masturbaciónmás conservadorasprocedan de grupos de mujeres que
se han sentidomenos libres para expresarsesince¡amenteque las demás.
sus tensiones sexualesno procedía de tales encuentros, sino de sus cotidianas prácticas
autoeróticas. <Me hago pajas -escribe- con la puntualidad de un funcionario>>m2
bág.244).
Las proporciones que faltan para sumar 100 por 100 corresponden a quienes no responden a la
pfegun¡a.
El celebérrimoorgasmosimultáneo(ambosmiembrosde la pareja
a la vezl es logradosiempreo casisiemprepor un 1 1 por 100 de las
mujeres,a 1o que hay que añadir ofro 27 por 100 que lo logran en la
mitad de las ocasiones. En definitiva,el orgasmosimultáneoes una ex-
perienciaque alcanzancon ciertaregularidadel3B por 100 de las mu-
jeres que mantienenrelacionessexuales(dos de cada cinco). Pero no
llegana él espontáneamente o por casualidad:el 83 por 100 de esosor-
gasmosparalellsrse deben a que la rnujer hace suyala frase <hágaselo
usted misma>> y se masturbadttranteel coito 251para ^\c^nzarlo.
Así pues,la masturbacióntambiénestádetrásde la mayor parte de
l o s o r g a s m oqs u e t i e n e nl a sm u j e r e se n l a c ó p u l a " r " z r( ry as e p r a c t i q u e
durante o despuésde...)y en la inmensamayoría de las experienciasor-
gásmicassimultáneas 2ta.
De estemodo queda demostradala falsedaddel tópico que esta-
mos comentando.Ha seguidola misma suerte de otros estereotipos
cuando se enfrentancon los hechos.La vieja idea de que la mujer se-
xualmente activa que también se masturba es una desviadaresulta que
tambíén es falsa. Más bien sucede1o contrario. Si la ertensión real de
esta conductaentre la población femeninaemparejadaes tan masiva
como filuestranlos datosque acabode comentarseráporque obedece
a unas necesidadesapropiadasal desarrollo normal de las mujeres ea
es€lilomentctuital. Lo que apunta hacia Ia idea de que ser activa se-
xualmente y mantener la actividad autoerótica es la normq no la ex-
cepción.Todo lo opuestoa lo que dicta la teoríaencerradaen el tópico
quc acabamos de Jenunciar.
Olvídenlo. Si ustedesven a una mujer, joven o madura,muy acti-
va sexualmente,que se comporta de cara al exterior como si la mas-
turbación no le afectasepersonalmente,habla de esaprácticaen ter-
292
Ll MnstunsACIÓNEN LA MUJEREMBARAZADA
la musculatura uterina. Por eso parece l'azonablepensar que los orgasmos muy inten-
sos y muy frecuentespuedan desencadenarel parto y ser más responsablesde la pre-
maturidad que el propio coito (no se olvide que también esramoshablando de los or-
gasmosocasionadospor cualquier otro ripo de actividad sexual diferente al coito,
¿me
entienden?).Aunque no todos los autoreshan conseguidoencont¡ar esta relación en-
tre orgasmoy prematuridad110.
EN LA MUJERANCIANA
L¡ URSTUNBACIÓN
La ancianidadsuponemayoresriesgospara padecerenfermedades
que ponen en dificultades las reaccionesnormales del organismo du-
rante la excitación sexual, así como la obtención de su respuestaor-
gásmica.La nzón es bien simple: cuanto más longevossomoshay más
áportunidades para que incida en nuestfo cuerpo alguna enfermedad
crónica más o menosincapacitante3la'
Pero extraer de este hecho la conclusión de que la mujer anciana
esráirremediablementecondenadaa la abolición de su apetito sexualy
de su disfrute resulta una extrapolación tan excesivacomo efrónea.
Porque también hay mujeresmayoresrazonablementesanaso que tie-
nen padecimientosque no inciden en ningún aspectorelacionadocon
la sexualidad.Y se sabeque ellas pueden disfrutar de esta con un pla-
cer semejanteal de su juventud. De hecho, al menos dos de cada tres
de ellas (65 por 100) tienen deseossexualesespontáneosde los que
gustan disfrutar y cuya tensión agradecen aliviar)t5.
Se mantienensexualmenteactivasentre el fi y el61 por 100 de las
mujeres anciana{15,r16, aunque el interés sexual petmanezcavivo tanto
y coNotcróN rglvtrNrN¿
MASTURBACIóN 295
Otra razón importante por la que una mujer de edad no tiene rela-
cionessexualesson los problemasmédicos que afectana algúnaspecto
de su vida sexual o la de su pareja316,r18.
Esos problemas médicos son
los responsablesde las quejasmás comunesque suelenconsultarestas
mujeres:sus dificultades para alcanzarel orgasmoy la escasalubrica-
ción vaginal116.Cuando ambos problemas se mantienen durante algún
tiempo terminan por desmotivadasfrente al sexo compartido. Pese a
todo, no por eso dejan de tener alguna actividad sexual.Las caricias
296
NATURALEZA 2
DE LA MASTURBACION
r4
¿ES NORMATO ANORMALMASTURBARSE?
RosnnrFlsHrn,
El caballerode la armaduraoxidada
(Eds.Obelisco,Barcelona, 1994,págs.35 y2l)
T\
lJefinir un determinado comportamiento como normal o anormal re-
quiere mucho tacto y considerableprecaución, sin perder nunca de
vista que cualquier noción que tengamosde ello carecede la rotundi-
dad que solemospretender y siempre estarásometidaa revisión.
Las conductashumanasno suelenser normaleso anormalespor sí
mismas; dependen mucho de las circunstanciasque rodean su apari-
ción, del momento histórico en el que emergen,del desarrollo perso-
nal biográfico de quien las ejecutay del contexto cultural en el que se
desenvuelvenlas personas.Por eso resultatan difícil extraer conclusio-
nes universalmente válidas sobre las conductas que son normales y
anormales,con carácterpermanente.
La sexualidad humana es un buen ejemplo de lo que acabo de
decir. Conductas eróticas que antes se jrzgaban claramente desviadas
hoy estáncatalogadasdentro de las actividadessexualesnormales.Una
mujer que solicitasesexo oral a su marido a principios del siglo xx era
tachada de pervertida. Hoy, sin embargo, se encuentra juicioso que un
302
RAzoNEsÉrIc¡s
Parece, pues, una referencia, muy antigua (4.400 años) de las fuerzas éticas conta-
rias a la masturbación. Probablemente las mismas que nos han llegado a nosotros dadas
las influencias que los egipcios tuvieron sobre los hebreos, y estos,sobre el cristianismo.
RezoNEs ESTÉTICAS
bién pueden sufrir modificaciones con el paso del tiempo, lo que signi-
fica que las personascambiarán sus actitudesy sus comportamientos
para ajustatsea los nuevos patrones de belleza.
Todos nos encontramosinmersosen el mismo entorno conceptual
de lo estético,de lo que consideramosque tiene buena apariencia,
aunque nos afecte de distinta manera.Depende del grupo con el que
nos sintamosidendficados.La influencia que ejercensobre nuestrasvi-
das los valoresestéticosson, a veces,tan sutilesque no los advertimos.
Pero los hay tan evidentes que resulta difícil sustraersea la claridad de
su presencia.
Las mujeresparecenestar especialmenteexpuestasa la mediación
social que difunde los distintos valores estéticosque se encuentranen
boga en cadamomento histórico.
La escritora Barbara Probst Solomonñ señala que esos temores pueden detectarse
incluso en las críticas lirerariasescritaspor mujeres.Señalaque ellas tienden a omitir
comentar pasajesliterarios que muestren algún aspecto de tales aprensionesy desvían
la atención centrándose en otros asuntos estéticamentemenos <<ofensivos>> para su sen-
sibilidad. Da esta explicación a raíz de la ausencia de referencias femeninas a 7a anéc-
dota de la mofeta que se encuentra en la novela de Philip Roth titulada El teatro de
Sabbat h (Ediciones Nfagtata, Madrid, 1997).
Supongo que los lectores habún visto más de una vez la publici-
dad que inunda cualquier canal de televisión.Un tipo de anuncio om-
nipresente es el relativo a artículos para la higiene íntima femenina.
Habrán advertido que los publicistassiempre subrayanenre sus bon-
dadesque le hacen sentirsea una <<limpia>r, <<fresca>>
y, sobre todo, que
<<neutralizanel olon>.Todos los espectadores,hasta los más cándidos,
sabena qué se refierentalesanuncios.
Dado que cuando una mujer se masturbasueletocar su zona geni-
tal, se han transferido los equivocadosatributos estéticosdel lugar de
la acción (los genitales)a la actividad en sí misma. Por eso, al conside-
rarse <<sucios>>los genitales,tocarlos, como se hace durante la mastur-
bación, resulta (estéticamente)<<asqueroso>>; de modo que su manipu-
lación también será mala, anormal, inconfesable,repugnante...:<<una
cochinado>.
Así, reconocer masturbarseresulta para muchas mujeres algo en
exremo indiscreto y vergonzoso,pues significaríaadmitir una práctica
anormal: hacer literalmente <<unaguarrería>>. Desmeionría mucho la
imagen de limpieza que deben dar de can ú, exterior. Recuerdenque
Seymour Fisher2laencontró en su investigaciónsobre el orgasmo fe-
menino que las mujeresmás proclives a negar que se masturban alcan-
" La creencia de que una es perfecta y no necesita hacer cambios porque lo que
hace, dice o piensa es lo correcto está tan extendida entre el género femenino que ha
)16
obligado a algunas mujeres escritoraslúcidas a prevenir a sus lectoras sobre tan e¡ónea
certidumbre0l2'034'78rJr1.
Es obvio que no se plasmarían por escrito estasprevenciones si
el fenómeno no existiera. Es, pues, algo bastante real. Visiren también los foros femen!
nos de Internet para comprobar la existencia de estaactitud po¡ ustedesmismos.
¿ESNORMAL O ANORMAL MASTURBARSE? )17
Ya veremos más adelante que las mujeres que tienden a justificar la ausenciade ac-
tividades sexuales de todo tipo porque <<nonecesitanesascosas>> suelen puntuar alto
en neuroticismorl0.Lo que muestra cuán peligroso es el modelo tradicional de mujer
que se nos ha intentado imponer como normal y adecuadodurante siglos,por su tipo-
logía claramente disfuncional.
Las ióvenes necesitan relacionarse con chicos y expresar sus pasiones a través del
amor que estos les inspiran. Como la búsqueda de pareja estable es algo muy activo
entre las chicas, y 1o frecuente es que las tengan desde temprana edad, se supone que
entonces no precisan masturbarse, pues ya tienen con quien canaiizar su sexualidad.
t18
pude dejar de pensar en é1durante toda la tarde. Me parecía flotar en el aire... Me pasé
casi toda la noche masturbándomeuna vez tras otra hasta que me dormí, muy tarde...
de lo excitada que me había dejado aquel comentario. No sé. Lo haría como veinte ve-
ces...Pensaba en el chico: que me sacabaa bailar, que charlábamos cogidos de la
mano, que volvía a decirme gtrapay que le gustaba, que me besaba, que hacíamos el
amor.,.Pero era todo como muy romántico. ¡Fue fantástico!>.
p El origen de este dios es confuso. Unos lo hacen hijo del Kaos, junto al cielo
(Urano) y laTielta (Rea); pero otros lo consideran hijo de Afrodita, que lo tendría con
su padre Zeus, o con Hermes, o con el mismísimo dios guerrero, Marte; y otros decían
que era hijo de Iris y el Viento Oeste'5 (tomo I, pág.68), Tal disparidad de orígenes
permite sospechar que realmente sea una deidad sincrética, que asumió las caracterís-
ticas de otras divinidades semejantesanteriores. Los romanos 1o asimilaron con su dios
Cupido. Actualmente se atribuye a este las característicasdel amor que, si bien no es
ajeno a la pasión, se acercamás afa idea que tenemosdel enamoramien¡omás o menos
platónico. Eros se ha mantenido siempre más asociadoa la pasión sexual.De hecho,
erotismo viene de su nombre. Pero ambas deidades representan al Amor.
He realizado el juego <.amor sexuaVamor espiritual> (Eros/Cupido) utilizando li
bérrimamente parte de la leyenda de ambos dioses clásicos.
320
sexualidad nace y muere con nosotros, mientras que el amor del mis-
mo modo que viene seva.
La ingenuidad que ha permitido creer que no es normal que una
chica se masturbe antes de su primer amor, porque relaciona el sexo
con el afecto y no se permite lo primero hasta que llegaselo segundo,
solo es comparablea la de quienescreíanque los chicosprepúberesno
pueden experimentar orgasmos,simplemente,porque carecende ca-
pacidadeyaculadora.
RezoNBs EMPÍRrcAS
q Este concepto no tiene nada que ver con la masturbación compulsiva, que se en
marca dentro de trastornos de la personalidad con bajo conrol de los impulsos o den
tro de alteracionespsíquicas más graves,como un síntoma más enffe otros2a2.
¿ESNORMALO ANORMALMASTURBARSE? )27
Tabla 5. <<PERFIL>>
RESUMIDo DE LAS MUJERESQUE SE MASTURBAN
(Explicaciones en el texto)
Características anahzadas
,. s/se masturban ... aa se masturban
( 8 5a l % % ) 0 ^l I5%)
"o Entre el 52 y el 60 por 100 de las mujeres anorgásmicasno se masturban, haciéndolo el resto
ar¡nque no obtengan orgasmo.
¿ESNORMAL O ANORMAL MASTURBARSE? )29
is ueryconsonant
<<Nature and confortableuith herself.,
(La Naturalezaes verdaderamentecoherentey confor-
tableconsigomisma.)
Is¡¡c NEv¡roN (1642'1727),
Óptica,III
a1
formó en una paloma y puso el Huevo universal del que surgieron to-
das las cosasque existen.
Una interpretación simbólica muy evidente de ese mito pelasgo
nos revela que la masturbaciónfue el acto del que se sirvió Eurínome
para generar el mundo. La leyenda nos lo indica por tres vecesme-
diante el uso de elaboradaselipsis.La danzadesnuday solitaria de la
diosa simboliza un acto autoerótico onírico muy conocido22a; como lo
es también 7a acciónsolitaria de frotar con las manos (el mito dice que
el aire). Y no es menos cierto que la serpienteofión entre las piernas
de Eurínome despierta la imagen de una mujer utilizando un dildo,
olisbos o consolador,fabricado por ella misma con evidentesfines auto-
eróticos,pues la leyendadice que copula con é1.
Así pues, tanto si la divinidad creadoraes masculinacomo femeni-
na, los más viejos mitos cifran el origen de la masturbaciónen los dio-
sesseminales,los creadoresdel universo; con lo que las leyendasla si-
túan al comienzomismo de los tiempos.
como sucedehoy dia,las referenciasala masturbaciónde la divi-
nidad masculinase hace de un modo más directo y explícito que las de
la femenina,más evasivasy encubiertaspor bellasimágenes.
Los creadores de leyendas no entendían que una diosa pudiera engendrar hijos
<<desu propia simiente>>,porque ignoraban el papel femenino en la fecundación. En
aquellostiempos, las mujeresse considerabanmeros receptáculosdel semengerminal;
creían que no aportaban nada aIa generaciónde los vástagos.por eso, generalmente
no se atribuye a las diosas capacidad suficiente para realizar tal cosa por sí mismas;
cuando debería suponerse que por su condición divina tienen poder milagroso sufi-
ciente para ello. Estas, aunque se encuentren solas en el Universo, siempre son fecun-
dadas miste¡iosamenteno se sabebien por quién. Es 1o que sucede,por ejemplo, con
Aditi, la homóloga de Atón-Ra en la mitología prebrahmánicade la India: la mad¡e de
todos los diosesra2. Ella engendrahijos sin esposo...y sin masturbación.Es fecundada
misteriosamentepor unas fuerzas cuyo origen no explican los generadoresde mitos,
aunque se supone que Aditi estásola en el Universo. Lo mismo sucedecon Ataentsis,
la diosa-madrede los huronesra3.Eurínome, por lo que sé, parece una excepción, si
bien muy encubierta.
Luc¡n DE LA MAsTURBACIÓN
EN LA NATURALEZA
Una anécdota relacionada con la necesidad de aprender para ser capacesde tener
relaciones sexualesnos la proporciona Carlos Fisasrae(pág. 15), quien afirma haberla
recogido de Robert de Montesquieu.
El rey francés Luis XIII se casó con Ana de Austria cuando ambos tenían catorce
años de edad. Los dos reyesfueron inmo¡talizadosuniversalmentepor Alejandro Du-
mas en su célebre novela los tres mosqueteros.Pese a la fama que siempre ha tenido la
corte f¡ancesa, aquel rey se casó virgen e ignorante de todo 1o relacionado con el sexo.
Eso significa que pasó mucho tiempo sin que el matrimonio se consumara,algo in-
quietante en toda monarquía necesitadade sucesoresconsanguíneos.Ana de Aust¡ia
se quejó de ello a su hermano Felipe IV, el indolente rey de España, y este transmitió
la queja alPapa, que se encargó de hacer llegar el problema a su nuncio y al embajador
de Venecia en París; amigo personal del rey, este último. Ambos personajesu¡dieron
con la reina una pequeña, ingeniosa y práctica maniobra. Se las agenciaron para conse-
guir que el rey pudiera contemplar a escondidasuna cópula entre su hermana y el es-
poso de esta. Cuando el joven rey vio lo que había que hacer, solicitó acudir a los apo-
sentos de su reina para llevar la teoría ala práctica. Esta, que le estaba esperando, no
tuvo que volve¡ a quejarse al rey de España por este asunto y dio a Francia al que des-
pués fue conocido como Rey Sol: Luis XIV, inmortalizado también por Dumas en su
famosa novela La máscarade hierro.
b El chimpancé, el otro bombre (Le single, cet bomme!, Nathalie Borgers y Pascal
Picq, 1998).
UNA <HISTORIA NATUML> DE LA MASTURBACIÓN 345
ción autoerótic taly como la concebimos para las muieres. Estamos hablando de un
contexto, incluso científico,donde estabamal visto que las hembrasde cualquier espe-
cie, incluida la nuestra, se masturbaran.Descubrir que nuestrasprimas zoológicasse
masturban,y obtienen un placer sexualequiparableal de los machos,ha sido algo re-
uolucionario, pues aquí ya no se puede poner en relación dicha actividad con la necesi-
dad reproductora.
Una hembra solitaria que se encuentra tumbada bajo un árbol, aunque huela al
macho y se encuentre en periodo de celo, aunque sintiéndose excitada por tal motivo
no pueda alcanzar al macho, no precisa realizar ninguna actividad conducente a la re-
producción que no seair en pos del posible macho para que la fecunde,Ella no sienre
la necesidadde evacuarunas vesículasseminalesestimuladaspor la presenciade un con-
génere del otro sexo; porque no es macho. Así, si se masturba en tal contexto, ¿qué otro
sentido tiene esaactividad sino la simple obtención de placer? No hay nada, que sepa-
mos hoy, relacíonado con la reproducción que justifique esa actividad enre las hem-
bras de las especies.Por eso, descubrir la masturbaciónde nuestrasprimas ha resulta-
do perturbador y revolucionario. Porque ello demuest¡a sin duda alguna (dilema que
existíaal estudiar a los machos)que la masturbaciónpuede darseen <<especies inferio-
res>>por puro sentido del placer, sin ¡elacionarse con el acto reproductor, dándole así
una mayor carta de naturalezar.¡rdenada.
Pero tampoco hay que irse tan lejos. Podemos quedarnos con experienciasmás
cercanasy cotidianascomo las que nos proporcionan los animalesdomésticos.Quie-
nes tienen perros hembra que se masturban arrastrandosus genitalespor el suelo sa-
ben que dicha práctica es llevada a cabo durante el celo y fuera de é1.No puede du-
* que dicha actividad carece de connotaciones reproductoras incluso en esros
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352
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)egún las especulacionesque he realizadoenel capítulo anterior,la mas-
turbación parece haber existido siempre. Y los humanos han convivido
con ella de un modo máso menospacífico,preocupándosepor su práctica
en la medida que las religioneshan prometido las penalidadesdel infiemo
para quienesseabandonarana los placeresdel que fue llamado <<viciosoli-
tario>>.Pero lo que se dice una persecuciónen toda regla,con característi-
cassemejantesa la <<caza de brujas> de otras épocas,nunca parecehaber
existido en la historia conocidahastabien entrado el siglo xrtu.
Hasta los primeros años de ese siglo, las admonicionesque se ha-
bían hecho conra la masturbaciónfueron principalmente de tipo reli-
gioso. La novedad que trajo ese siglo fue que se pasó de considerarla
masturbacióncomo un problema únicamentemoral a otro también de
salud.Y se involucró a estaactividad en el origen de innumerablesma-
les psíquicosy físicos.Más adelantetendrán los lectoresla oportuni-
dad de conoceruna descripciónde esospadecimientos,
t54
Una colega mía que fue educada en un internado religioso recuerda que cuando
era niña las monjas insistían en que durmieran todas ellas con los dos brazos colocados
por encima de la manta. Bien a la vista. Al principio le extrañó aquella imposición.
Pero no ta¡dó en sabe¡ a qué se debía...Muchas internas se valían de a1gúntruco para
bu¡lar la vigilancia. Mi amiga utilizó el recurso de masturbarse con estímulos exclusi-
vamente mentales; costumbre que mantuvo fuera del internado y ya de adulta. Estoy
seguro de que algunas lectoras recordarán haber compartido una experiencia similar.
Asprcro DE LA pERSoNAMASTURBADoRA
LRs coNsncuENcIASFÍsIcAS
Pero el orgasmo del coito también ha sido cargado de culpa en no pocas ocasio-
nes; incluso hoy día. Por eso, \a relajación poscoital también se llegó a considerar
como un desorden que debilitaba al organismo. Se sostiene que el coito es culpable
cuando lo practican los solteros (a veces en condiciones poco confortables, como son
los asientosde 1osautomóviies)y los casados,fuera del matrimonio. Pero no hace mu-
chos años también se declaraba culpable el coito que se realizaba dentro del mat¡imo-
nio con una frecuencia que se juzgaba indecorosa, cuando no directamente pecami-
nosa. En cualquier caso, siempre que su único fin fuera el placer. Los (posibles)
sentimientos de culpa en ese tipo de cópulas, asociados a la relajación del orgasmo,
permitían que también se llegara a ínterpretar esta última como un desgastedel orga-
nismo que, alalarya, sería dañino.
'
Algo parecido sucederíacon la vieja creenciade que la masturba-
ción <<reblandece la médula y el cerebro>>que aún subsisteen algunos
medios.La idea procede de un antiguo concepto oriundo de la Grecia
clásicaque considerubaal cerebro como el órgano que producía el se-
men. El líquido seminal,que es capaz de engendrarnada menos que
una vida nuevab,estabacargadode una enetgíapotencial exffaordina-
úa. Razónpor la cual, en casode dilapidarsemediantela masturbación
o por coitos muy numerosos,habúa de gastar<<necesariamente>> mu-
cha energíanerviosa.Y como estaenergíaera ni más ni menos que ce-
rebral, este órgano seríaquien sufriría las consecuenciasdel dispendio
con un reblandecimientomortal. Y estaidea era aplicablea ambos se-
xos, puesto que, como ya se ha visto, se conocedesdemuy antíguo que
la mujer también eyacula.
Atiéndase a lo que aftrmaba Tissot en el capítulo V, dediCado ala
mujer, de su célebre libelo antimasturbación: <<lossíntomas que apare-
cen en las mujerestienen la misma explicación que los de los hombres.
La secreciónque pierden, menosvaliosay menosmadura que el semen
del hombre, no las debilita enseguida;pero, como su sistemanervioso
' Adopto la traduccíón hecha por Marisa Abdala en el libro de S. Andreae, Anato'
mía del deseo,Planeta, Barcelona, 20A0 báe. 16l).
)66
simple üsta aunque tengan cerrados los labios mayoresde la vulva. Sin
embargo, ello no es debido a la masturbación. Es una peculiaridad
anatómica,más o menos soportabley estética,como puede sedo la for-
ma y el tamaño de los pechos, dela nariz o de las orejas.
Pero como el desarrolloadulto de los labios menoresno se produ-
ce hasta la pubertad, las chicas no advierten su asimetríay longitud
hasta entonces,que es la edad en la que aumenta la autoobservación
debido ala natwal curiosidad del momento. La misma épocaen la que
aparecela masturbación,si no lo ha hecho antes.Si la chica se mastur-
ba con sentimientosde culpa y es permeable a las historias de temor
relacionadascon esta práctica,terminará por creer que se ha provoca-
do esadeformaciónella misma. Lo que no es cierto, ni de cerca,ni de
lejos,ni a media distancia.
Hagamos un poco de ficción paru relajarnos.Como ya saben,los
pechos normales también son asimétricos entre las mujeres: uno es
algo mayor, pesa y cae más que el otro. Si las mujeres se masturbaran
exclusivamenteacaúciándoselos pezones, en vez de la vulva, seguro
que se habúa atribuido semejantedefornidad a la masturbación,
puesto que ambas cosasse desarrollan aproximadamentea la misma
edad. Con lo que hoy no se encontraríanjóvenespracticando topless
en las playas por temor a que los demás advirtieran su costumbre auto-
erótica.
La reducción de los argumentosal absurdo es un ejerciciomuy sa-
ludable en cuanto a las historias que se relatan acercade la sexualidad
y de la masturbación.Debería practicarsemás a menudo, en lugar de
repetirlassin hacer un mínimo de crítica.
Lo que no entienden los jóvenes de ambos sexos es que después de una fiesta re-
gada con alcohol (u otras sustancias)tanto uno como otra tengan dificultades para al-
canzar el orgasmo en el coito (orgasmo retardado en el chico y en la chica), precisa-
mente a causa de la acción sedante del alcohol (que obstaculizala excitación) y por la
acción depresoraque ejerce este sobre la secreciónde oxitocinaJel(el neuropéptido
responsablede las sensaciones
orgásmicasen ambos sexos2r2).
LASCONSECUENCIAS
SOCIALES
vas; probablemente debido a que la idea del sexo entre ancianos se está abriendo ca-
mino enre las generacionesmás jóvenes, mientras que en las anterio¡es cuesta trabajo
modificar actitudesya aprendidasy consolidadasrtT.
Pe¡o esta disposición tiene una singularidad muy curiosa. Sea cual sea el sexo de
los cuidadores de los ancianos, todos ven con mejores o.josque un varón practique el
coito a que se masturbe; mientras que se adopta la actitud contra¡ia para las ancianas,
contemplándose con mayor benevolencia que se masturben a que practiquen la
cópularr7.¡Menos mal! Porque ya indiqué con anterioridad que la masturbaciónocu-
pa un lugar destacado entre ias actividades sexualesde las mujeres ancianasrle.
La piedra de escándalosocial en el caso de la sexualidad de los ancianos será,
pues, sorprender a un varón añosomasturbándose(no tanto practicandoel coito; qui-
zá porque la masturbación masculina en un anciano despierta la estereotipada imagen
deI uiejo uerde baboso);y sorprender a una anciana en pleno coito (se le perdonará me-
jor pillarla masturbándose; porque de ese modo no se pone socialmente en euidencia).
siglo xx, durante el primer mandato del presidente \X/illiam BillJ ' Clin-
ton. Más concretamente, en1994.
En efecto, el sexo en generaly la masturbaciónen particular pue-
den ocasionarmales socialesimprevisibles.Sin lugar a dudas,muy su-
periores a las supuestasdesgraciasfísicasy psicológicasque se le han
atribuido hastano hacetanto tiempo.
Pero la principal consecuenciasocial de la masturbación viene
dada por su ocultación,no por su divulgación.Y tiene lugar en el ámbi
to social más íntimo y pequeño como es el de las relacionesde pareja'
Estoy seguro de que las lectoras saben a lo que me refiero. Una
mujer que no transfiere su experienciaautoerótica alas relacionesde
parejatiene muy elevadasprobabilidadesde mantenerseanorgásmica
en el coito durante años.La satisfacciónpor sus relacionessexualeses
minoritaria entre las jóvenes:apenas1o estántres de caáa diez (28 por
100) de ellas.Suelenargumentarque eso es debido a que seles estimu-
la poco en el pecho, a que el coito suele resultarlesdoloroso, a que se
sienten cargaáasde sentimientosde culpa y de miedo y, básicamente,a
la ausenciadel orgasmore2.
De hecho, durante sus primeras relacionesde parcia,las mujeres
jóvenestienen relacionessexualesque son frecuentementeanorgásmi-
cas.Esa proporción cambia con los años,la experienciay la liberación
de las inhibiciones que hastaentoncesdominaron su vida' Lo cierto es
que hay menos mujeres adultas con años de experiencia sexual que
nunca sientenorgasmosen el coito (4 a 1,5por 100) que jóvenesen las
mismascircuntancias(20 por 100)otz'o;t. Entre estasúltimas la ausencia
de orgasmo ocurre en tres de cada cinco (56 por 100) de sus coitos0rl'
¿Por qué será?
Conviene no engañarse.La culpa no es exclusivamentede los
hombres, como cierta prensa feminista autocomplacientegusta de ha-
cer creer a todos. Si las mujeres adultas tienen más orgasmosdurante
sus coitos es porque al liberarse de las inhibiciones juveniles pueden
permitirse buscar por sí mismas el estímulo que más les complace:el
del clítoris. Y no lo hacen de cualquier manera;lo buscan solicitando
más atención hacia este por parte de sus parejas, ciertamente' pero
también responsabilizándose ellas mismas de esa manipulación' La
mayor parte de las mujeres adultas que alcanzanel orgasmo en el coito
no lo dejan al azar; ponen <<manosala obra>> masturbándosedurante
380
Sylvia de Béjar escribelo siguienteal respecro:<¿Por qué cuesratanro que nos sa-
tisfaga nuestra vida sexuai? Responderemosa ello con otra cuestión: ¿cuántas mujeres
conocesque realmentetomen cartasen esteasunto?¿Lastomas tú? ¿Qué hacestú por
tu placer? Ya sabes:No somosvíctimasinocentes;nuestra sexualidades responsabili-
dad nuestra [...] El buen sexo no es algo que te sucede,sino algo que tú hacesque su-
ceda [...] Con todos mis respetos:no te comportes como una muñeca hinchable. Muy
al contrario: ¡haz qte ocurral>>016(pág. 193).
Sylvia de Béjar -de nuevo- ha escrito: <El silencio nos perjudica. Callar y espe-
rar, eso es lo que hemos hecho siempre y no nos ha servido de mucho>>oló (pág.49).
L¡ n¡stunnAcróN ExcESIvA
La intimidación que sufren las mujeres ante la masturbación se puede detectar in-
cluso entre aquellas que por su profesión no deberían estarlo al haber modificado sus
actitudes negativas originales por sus conocimientos. Dos psiquiatras de género feme-
nino, que investigaronla incidencia de disfuncionessexualesen pacientesdeprimidos
üatados con fármacos antidepresivos, eliminaron de la escalaque utilizaron para hacer
la evaluación dos cuestionesque estaban relacionadascon Ia masturbación. Ellas lo ra-
zonaror, así: <<...se decidió eliminar los ítems 6 y 7 sobre frecuencia de la masturbación
y capacidad para alcanzarel orgasmo en la mastu¡bación por la dificultad para obte-
ner esta información en la población española>>rea. Pese a su apariencia,no se rata
ciertamente de un razonamiento, sino de una racionaltzación.Las dificultades las tenían
esasdos profesionalesque no se atrevieron a preguntar sobre la masturbación a las
65 mujeres y a los 35 hombres deprimidos que estudiaron, y que estaban mayoritaria-
mente (94 por 100) casados.Estasdificultadesen el personalmédico femenino ha sido
documentada en otra patte2lo.
cas, socialesy religiosas),a las que da pánico reconocer que las mujeres
se masturban,ya que eso revelaríaque tienen pulsionessexualesautó-
nomas,ajenasa los requerimientosreproductivosde la especie...y alas
demandasmasculinas.Y utilizan para sus fines toda suerte de subter-
fugios especulativospara negar la extensiónde esaactividad femenina.
Las posturas doctrinales suelen mezclar realidad y fantasíaen propor-
ciones desiguales,pero les otorgan el mismo grado de certezasubjeti-
va. En la medida que predominen las fantasías-siempre indemostra-
bles-, la ideologíay los comportamientosque se sustentenen ellas se
hacen tan sólidos como una roca y lastran el avancedel conocimiento
humano. Y eso es lo que ha venido pasandohastahoy con la mastur-
bación femenina,como creo que he podido mostrar a lo largo del pre-
senteIibro.
Pero también existen poderosos intereseseconómicos a los que
molestaque tales cosassalganalaluz en la medida que eso pueda sig-
nificar una potencial reducción de sus beneficios.Me refiero a las em-
presasque sustentana los grandesmedios de comunicaciónde masas,
que incluye la prensaescrita,la televisión,\a narcativay los estudiosci-
nematográficos.Esos medios, renunciando a sus extraordinariasposi-
bilidades formativas (quisiera creer que no abusandode ellas), trans-
miten en sus productos el modelo tradicional de sexualidadhumana
pan evitarentrar en colisión con la ideologíade suspotencialesconsu-
midoras. No importa que con su elevadopoder de influencia arraiguen
más profundamenteesostópicos. Susúnicos objetivos son a corto pla-
zo y se mide en euros. Según creen,no pueden arriesgarsea asustara
las mujeresenfrentándolascon la realidad de sus actividadesautoeróti-
cas en público, por si les rechazan;puesto que al ser las responsables
del 80 por 100 de las compras familiares,también son sus principales
clientes02r.Por eso la masturbacíónfemenina tiene una presenciade
perfil tan bajo en la narrativa,la prensa,y en la producción cinemato-
gráficay televisiva, abonando la impresión de que no existe.
Algunos investigadoresde la sexualidad humana tampoco están
exentos de responsabilidaden el actual estado de cosas.Lejos de ha-
berla esclarecidocon susanálisis,lahan complicadoelaborandoteorías
que competían entre sí en irracionalidad. En sus estudios no se han
despojadocomo debieran del subjetivismopropio de todo ser huma-
no. Han rcalizado pocos esfuerzospor superar los tópicos ofrecidos
)90
por el entorno cultural en el que han vivido para investigar con objeti-
vidad. I lejos de ofrecer explicaciones,han complicado la compren-
sión de la sexualidadfemenina hastaextremos que muchas de las teo-
rías existentes se apafian de la realidad más que esclarecerla.Han
olvidado la rcglabásica en Ciencia que supone el <principio de la par-
simonia>(también conocido como el principio <de la economía>o <<de
la pluralidad innecesaria>).
Ei principio dela economía quizá seamejor conocido a nivel popular como <{a na-
vaja de Occam>>;llamado así en honor del monie franciscano \X/illiam de Ockham
(1,235 1348). Aunque otros utilizaron la ley de la parsimonia en sus reflexiones antes y
después que é1,se bautizó el principio con su patronímico por lo profusamente que lo
utilizó en sus escritos filosóficos y teológicos'.
El principio de la parsimonia aconseiaque en caso de tener varias explicaciones
para un hecho, si todas ellas son correctas, explican el problema y permiten hacer las
mismas predicciones verificables, se debe aceptar la que resulte más simple, o sea: la
menos complicada y más fácil de comprender. En nuestros días suele interpretarse
también como que <<cuantomás simple sea una explicación, mejoo> o como <<nomulti-
plicar ni complicar las hipótesisinnecesariamente>>.
Otra historia es que se considere la cópula como la única actividad sexual posible.
No lo es. Pero, en cualquier caso, la normalización de la masturbación femenina tam-
bién permitirá considerar normal, y no algo devaluado, toda clase de encuentro sexual
aunque no incluya el coito. Este dejará de ser la relación sexual por excelencia. Y pasa-
rá a ser una más de las formas posibles de relacionarse sexualmente, sobre todo si una
deseareproducirse.
Es <<cosade hombres>; las mujeres no ae- Las mujeres tienen deseos sexuales es-
cesitan masturbarce. pontáneos muy frecuentesy se sienten
frustradas si no los resuelven. La mastur-
bación es uniuersal(91-99 por 100) entre
las mujeres orgísmicas.
La lenta respuesta sexual femenina les Las mujeres responden tan intensa y rá-
impide cogerle gusto a la masturbación. pidamente a los estímulossexualescomo
los hombres (diez segundos).Mastu¡bán-
dose llegan al orgasmo entre dos y algo
menos de cuatro minutos, como ellos.
Menos tiempo en casosde intensaexcita-
ción.
Las muieres tienen menos deseos sexua- La mitad de las mujeres tienen deseosse-
les y les cuestamás tener orgasmos. xuales a diario o casi a diario. Un 42 por
100 se excitanmás rápidae inrensamente
que el promedio de los hombres. Un 10
por 100 son completamente anorgásmi-
cas, un 47 por 100 son monoorgásmicas,
y un 43 por 100, multiorgásmicas.
Tabla 6. FEMENINA(continuación)
AlcuNos MITos soBRELA MASTURBACIóN
El sexo es algo para dar a los demás; por Concepto ligado a la relación sexo-pro-
eso la masturbación es una actividad creación. Las mujeres que se masturban
eg06ta. no por eso dejan de preferir tener contac-
tos sexualescon sus parejas.
La masturbación aleja al ser humano del Las mujeres que más copulan son tam-
deseode practicar el coito. bién las que más se masturban.Lo hacen
incluso aunque sus coitos sean satisfacto-
rios. La masturbación es la fuente del
80 por 100 de sus orgasmos. Y no por
masturbarsedejan de preferir la cópula.
Las mujeres que no desean practicar el Las mujeres con <<deseosexual inhibido>
coito inhiben su sexualidad hasta hacerla que han dejado de copular con sus cón-
desaoa¡ecer. yuges se masturban con la misma fre-
cuencia que las que mantienen relaciones
sexuales.Su libido no está inhibida; solo
su deseode copular.
EPÍLOCO 399
<Si el río suena, agua lleva.> Entonces, si La mujer no habla nada de su autoerotis-
no se habla de la masturbación femenina mo porque lo descubre a solas sin saber
será porque es poco frecuente. que es una actividad practicada por las
otras. Avergonzada porque solo oye ha-
blar de la masturbaciónmasculinay cre-
yéndose anormal por masturbarse,calla.
Masturbarse es darse placer a sí misma. Así van lás cosas en las relaciones de pa-
La mujer no lo hace porque prefiere que reja. En cuanto a la masturbación, es fal-
de hagan cosas>,no hacerlasellas. so: aunque prefieran que <<leshagan>r,
como todo el mundo, no por eso dejan
de masturba¡seactivamentetoda la vida.
BmuocnnpÍn
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