Juan era conocido como "Juan sin miedo" porque nunca había sentido miedo. Decidió irse de aventura para descubrir qué era el miedo. Después de vagar sin éxito, llegó a la capital y vio un cartel donde el rey ofrecía la mano de su hija al valiente caballero que pasara tres días en un castillo encantado. Juan sin miedo decidió aceptar el desafío para intentar experimentar el miedo.
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Juan era conocido como "Juan sin miedo" porque nunca había sentido miedo. Decidió irse de aventura para descubrir qué era el miedo. Después de vagar sin éxito, llegó a la capital y vio un cartel donde el rey ofrecía la mano de su hija al valiente caballero que pasara tres días en un castillo encantado. Juan sin miedo decidió aceptar el desafío para intentar experimentar el miedo.
Juan era conocido como "Juan sin miedo" porque nunca había sentido miedo. Decidió irse de aventura para descubrir qué era el miedo. Después de vagar sin éxito, llegó a la capital y vio un cartel donde el rey ofrecía la mano de su hija al valiente caballero que pasara tres días en un castillo encantado. Juan sin miedo decidió aceptar el desafío para intentar experimentar el miedo.
Juan era conocido como "Juan sin miedo" porque nunca había sentido miedo. Decidió irse de aventura para descubrir qué era el miedo. Después de vagar sin éxito, llegó a la capital y vio un cartel donde el rey ofrecía la mano de su hija al valiente caballero que pasara tres días en un castillo encantado. Juan sin miedo decidió aceptar el desafío para intentar experimentar el miedo.
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JUAN SIN MIEDO
Adaptación del cuento de los Hermanos Grimm
Érase una vez un hombre que tenía dos hijos totalmente
distintos. Pedro, el mayor, era un chico listo y responsable, pero muy miedoso. En cambio su hermano pequeño, Juan, jamás tenía miedo a nada, así que en la comarca todos le llamaba Juan sin miedo.
A Juan no le daban miedo las tormentas, ni los ruidos
extraños, ni escuchar cuentos de monstruos en la cama. El miedo no existía para él. A medida que iba creciendo, cada vez tenía más curiosidad sobre qué era sentir miedo porque él nunca había tenido esa sensación.
Un día le dijo a su familia que se iba una temporada para
ver si conseguía descubrir lo que era el miedo. Sus padres intentaron impedírselo, pero fue imposible. Juan era muy cabezota y estaba decidido a lanzarse a la aventura.
Metió algunos alimentos y algo de ropa en una mochila
y echó a andar. Durante días recorrió diferentes lugares, comió lo que pudo y durmió a la intemperie, pero no hubo nada que le produjera miedo.
Una mañana llegó a la capital del reino y vagó por sus
calles hasta llegar a la plaza principal, donde colgaba un enorme cartel firmado por el rey que decía:
“Se hace saber que al valiente caballero que sea capaz
de pasar tres días y tres noches en el castillo encantado, se le concederá la mano de mi hija, la princesa Esmeralda”
Juan sin miedo pensó que era una oportunidad ideal
para él. Sin pensárselo dos veces, se fue al palacio real y pidió ser recibido por el mismísimo rey en persona. Cuando estuvo frente a él, le dijo: