COG-1201 - 2.2 - Estructuras de Hormigón Armado
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Sigla: COG-1201 Nombre Asignatura: CONSTRUCCIÓN DE OBRA GRUESA.
Profesor Rediseñador: JUAN FRANCISCO VEGA SALAS
Unidad N°2: Obra Gruesa.
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6.3. Moldajes.
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fondo del elemento, lo que no siempre se puede disimular con estucos y pueden incidir en su
comportamiento estructural.
El tema de la presión es un poco más complicado por cuanto es más difícil de cuantificar.
Lo primero es entender que este factor afecta a los moldajes en la fase líquida del hormigón (u
otro material) de manera similar que lo haría el agua o cualquier líquido. A esto debemos sumar el
hecho que el hormigón es 2,4 veces más pesado que el agua, por lo que la presión ejercida es aún
mayor.
Recordemos que la presión de un líquido se ejerce sobre todas las caras de su recipiente,
influyendo fundamentalmente la altura que alcance el agua en dicho “envase”.
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Hormigonar elementos más delgados puede ser más peligroso, por cuánto con poca masa
se logra una presión considerable.
a. Si vaciamos hormigón en un molde a una velocidad de 60cm de altura por hora, a
una temperatura de 21º, la presión sobre las paredes, en los primeros 60cm, es de
0,09 Kg/cm2; en 1m de altura, es de 0,15kg/cm2, punto en que la presión
comienza a decrecer debido a proceso de fraguado. En el primer caso, la presión por
cada metro cuadrado de moldaje es de 900kg y en el segundo, de 1.500kg.
b. Al vaciar hormigón con una velocidad de 1,80m de altura por hora, con 10º de
temperatura, tenemos desde luego una presión mayor. Al alcanzar 1m de altura, la
presión es de 0,2 kg/cm2; a los 2m de altura, es de 0,38 kg/cm2. En el primer caso,
la presión contra el moldaje por metro cuadrado es de 2.000kg y en el segundo de
3.800kg.
Todo moldaje debe ser ejecutado de acuerdo a la forma del objeto que se quiere realizar,
definiendo además la forma más fácil para armar y desarmar el "encofrado" sin hacer daño al
elemento relevante. La gran mayoría de nuestros elementos constructivos son volúmenes rectos
y regulares, de forma tal que sus moldajes forman las caras de dichos elementos; de esta forma
se habla de "tablero" al encofrado que sirve para definir una cara del elemento de H.A. y que se
deberá unir con otros tableros para formar el molde completo.
En el caso de los moldes de tablas de madera lo
más frecuente es usar madera de Pino Insigne y Álamo
por ser las más económicas. Habitualmente no hay
mayor preocupación por maximizar el uso del material,
de 3,20m de largo, produciendo mucho despunte. Los
tableros se componen del entablado que estará en
contacto directo con la mezcla y de la estructura que le
da resistencia, compuesta por barrotes y costales.
Se acepta que la madera de los moldajes que
estén en contacto directo con la mezcla duren 3 usos,
con un máximo de 5. Maderas que no estén en
contacto directo con el hormigón pueden durar entre 6
a 10 veces, dependiendo todo del trato que se les de.
En obra se suelen preparar los moldes para las
piezas que se repiten, siendo las lineales las más
simples (vigas, cadenas, pilares, sobrecimientos) utilizando todo el largo de la madera con dos o
tres tablas (1x6”, 1x7”, 1x8”) con travesaños de 1x2” ó 1x3” cada 50cm. Los clavos más usuales
son de 21/2”.
Los tableros que sirven para fondos de vigas y dinteles deben tener el mismo ancho del
elemento de hormigón, con cantos rectos que permitan retirar los tableros laterales antes. Los
travesaños pueden sobresalir o no del molde.
La preparación de los moldajes se hace en obra, en un mesón especialmente
acondicionado para ubicar los travesaños, de forma de maximizar la producción.
Los encofrados se miden en su parte interior útil que estará en contacto con el hormigón.
Cuando el ancho es igual o menor a 30cm los moldajes se mide en metros lineales, mientras que
si son más anchos se miden en metros cuadrados.
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Vale la pena analizar los distintos requerimientos de moldaje según la pieza estructural de
que se trate. En este sentido los moldajes tradicionales de tablas de madera ofrecen soluciones
simples que se traducen más o menos literales a los sistemas más modernos y sofisticados.
a) Moldajes de Vigas. El principal cuidado con el moldaje de vigas y de cualquier pieza
de Hormigón es su precisión en sus niveles y escuadría. El nivel de fondo de viga debe
corresponder con el nivel indicado en el Plano de Estructuras, teniendo una tolerancia
mínima. La horizontalidad del fondo debe cotejarse a nivel y asegurada con refuerzos
diagonales.
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Como ya hemos visto los puntales deben apoyarse en un tablón de manera de repartir
la carga en una mayor superficie. Para conseguir un nivel parejo se utilizan cuñas
también llamadas alzaprimas, nombre con el que también se conoce al puntal
completo. Idealmente los puntales deben ser de una sola pieza, aceptándose sólo un
empalme no menor al tercio de la altura. Estos empalmes deben ser rectos con tablas
clavadas en sus caras de a lo menos 70cm de largo, y nunca deben ubicarse en el
centro por el peligro de ruptura por pandeo, cuestión que también se prevé con la
adición de diagonales.
Para contrarrestar la presión lateral se colocan refuerzos diagonales, lo mismo
que un listón de traba superior. A lo anterior se pueden agregar amarras de alambre
que trabajen a la tracción.
b) Moldajes de Losas. Se diferencia del anterior por la magnitud del entablado, el que
descansa sobre costillas ubicadas cada 50cm (más o menos), estas costillas se apoyan
sobre cuartones o soleras (4x4”) dispuestas cada 1m. Estas soleras están sostenidas
por puntales de la misma forma que en el ejemplo anterior. Las distancias entre
soleras, costillas y puntales dependen del espesor de la losa, variando dentro de un
margen relativamente leve.
La construcción del encofrado comienza por la toma de niveles respecto del N.P.T. de
forma de marcar el nivel de fondo de losa. Se ubican tablas de borde en los muros de
manera armar las costillas y disponer el entablado. Luego se ubican las soleras,
amarrándolas provisionalmente a las costillas mientras se ubican los pies derechos,
siendo lo último la colocación de la tabla o tablón de base y las cuñas para definir
niveles.
Aquí se acepta un máximo del 50% de
puntales con empalme, los que deben
disponerse manera homogénea. Es habitual
reforzar los pies derechos con diagonales en
ambos sentidos para evitar deformaciones
laterales producto del peso de la losa.
Cuando se hormigona losa con viga de borde
aparecen listones para mantener la distancia
entre los bordes y amarras de alambre para
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evitar que el moldaje de borde se abra. Se debe tener cuidado con las costaneras y
refuerzos en los encuentros de vigas y losas para poder retirar de buena manera el
encofrado. En todos los casos se debe cuidar mantener la sección de los elementos con
listones de madera llamados codales, los que se retiran mientras se hormigona.
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c) Moldajes de Pilares Aislados. Para los pilares, por ser elementos aislados y
eminentemente verticales, se utilizan preferentemente tablas dispuestas verticalmente
para sus moldajes, de forma que el mayor cuidado debe tenerse con la posible
filtración de lechada (mayor que en disposición horizontal). Se debe evitar usar tablas
muy anchas por el problema de la retracción y deformación de la madera ante la
humedad.
Lo usual es armar dos tableros del mismo ancho del
pilar y dos más anchos que incluyan el espesor de los
otros tableros, se montan con guías en su base
cuidando la distancia a la enfierradura y se asegura su
integridad hacia arriba con listones de amarre
horizontales dispuestos a distancias regulares. La
posición vertical del pilar se asegura con la colocación
de vientos, o sea, tablas diagonales dispuestas en dos
sentidos, cuidando de no molestar la circulación
normal dentro del lugar.
Importante resulta disponer de registros tanto en los
moldajes de pilares como de muros. Los registros son
aberturas (con sus tapas) dispuestas tanto en la base
como en zonas intermedias del moldaje, dispuestas
tanto para limpiar el interior de estos antes de la
faena de hormigonado así como para facilitar el
relleno de los moldes en piezas muy esbeltas o de
formas complicadas. Son de 15x15cm máximo, de
forma que se pueda meter una mano para registrar el
interior; se hacen en la parte central de una cara,
nunca en una esquina. Se deben cerrar de inmediato
una vez limpio el interior y reforzar tanto su sello
como perfecto calce. Los registros intermedios sirven
para hormigonar y evitar los problemas de
segregación que ocurren cuando se deja caer la
mezcla desde mucha altura.
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Los moldajes metálicos están formados por planchas de acero dispuestas sobre
bastidores de perfiles del mismo material. Los bastidores son los que llevan el sistema de unión
(generalmente pernos) que permite su gran combinatoria y resistencia.
Su duración es muy alta, dependiendo únicamente del trato que se les dé en obra. Se
arman como mecanos y tienen la ventaja de ser fabricados en varios tamaños y formas, de
manera que presentan una amplia gama de combinaciones.
Su desventaja más grande está por su mayor peso lo que los hace de complicado manejo
y puesta en obra, y el costo mayor frente a los moldajes tradicionales de madera, cuestión
relativa si se compara con su mayor duración y resistencia.
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6.6. Enfierradura.
Cuando hablamos de enfierradura para piezas de hormigón armado nos referimos a barras
de acero que arman un esqueleto interno cuya misión principal es tomar los esfuerzos para los
cuales el hormigón no es tan resistente, fundamentalmente tracción. Por lo anterior, la disposición
de la enfierradura depende de la pieza específica de que se trate y del cálculo estructural, cuestión
que también define la cantidad de “fierros”, su sección y forma de armado y amarre.
Lo ideal es colocar armadura sólo en los
lugares donde se requiera, tanto por economía
como para no llenar de barras de acero el interior
de la pieza, cuestión que puede cortar la
continuidad estructural del hormigón. Ahora bien,
si analizamos una viga de H.A. cargada de
manera habitual, veremos que los esfuerzos de
tracción se concentran en la parte inferior, por lo
que lógicamente su enfierradura debe
concentrarse en esta parte. Dependiendo de los
apoyos será la deformación de la viga, cuestión
que se complejiza al tener apoyos empotrados,
produciéndose en estos puntos una situación al
revés, vale decir, los esfuerzos de tracción se
concentran en la parte superior, y por tanto, la
enfierradura debe “subir”.
Pero, ¿por qué aparecen barras de acero tanto arriba como abajo en losas y vigas?
Fundamentalmente por esfuerzos puntuales específicos que puedan ocurrir, como pasa con los
sismos. En el caso de temblores y terremotos las estructuras son sometidas a esfuerzos complejos
que vienen desde la fundación, o sea, en la dirección contraria a lo habitual. Además la armadura
ayuda a mantener unida la pieza como elemento de amarre.
Podemos ejecutar la armadura tanto con barras, las que vienen en tiras y rollos, así como
también con mallas electrosoldadas. Existe además acero liso y con resaltes, usándose mucho
más el segundo (en barras) por su mejor adherencia con la mezcla. Las mallas se ocupan de
preferencia en losas y muros, mientras que las barras se pueden utilizar en cualquier elemento.
Debemos recordar que el acero para construcción tiene una nomenclatura específica, vista
en el curso anterior de Materiales de Construcción, que recordaremos rápidamente:
Donde la letra A significa “acero al carbono”.
El primer número indica su límite de ruptura
(Kg/mm2).
El segundo número indica su límite de fluencia
A 56 35 H (Kg/mm2).
Y la(s) última(s) letra(s) indican características
especiales, como la letra H que señala que este
acero es factible de utilizar como armadura de
hormigones estructurales.
El encargado de definir la enfierradura de las piezas de H.A. es el ingeniero calculista,
dentro del Proyecto de Estructura del edificio, el que se entiende tanto en planos como en
especificaciones técnicas. De la correcta interpretación de estos planos tenemos la adecuada
cubicación y presupuesto de esta partida, así como su ejecución en obra.
Recordemos que para la cubicación de esta partida debemos separar las barras de distintos
diámetros (φ) y sumar sus largos totales. Una vez que tenemos el largo total por cada barra de
diferente sección se debe calcular su peso (kg), ya que el costo se calcula en base a esta variable
(cuestión que vimos en un curso anterior).
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En obra el maestro enfierrador y sus ayudantes son los encargados de ejecutar las
armaduras, aunque día a día vemos como subcontratistas ejecutan esta faena fuera de la obra,
con el consiguiente ahorro de espacio y tiempo en la obra misma. Sea como fuere, el enfierrador
debe ver el despiece de los “fierros” en los planos para ejecutar las piezas requeridas, donde está
definido el tipo de fierro, sus largos parciales y totales, y la cantidad de piezas similares. Debemos
recordar que generalmente existe una enfierradura principal y otra secundaria, donde la primera
tiene un claro rol estructural, mientras que la segunda colabora con la primera y la amarra. En
vigas la enfierradura principal es longitudinal, mientras que la secundaria es transversal,
disponiendo los conocidos estribos u horquillas.
Las barras deben estar, idealmente, libres de corrosión. Para ello hay que limpiar las barras
con escobillas de acero hasta que todo el óxido suelto salga, lo que permanezca bien unido a la
barra se puede dejar. Recordemos que la corrosión del acero genera descamación degenerativa,
la que juega en contra de una buena adherencia acero-hormigón, las escamas firmes pueden
jugar a favor de la adherencia, al aumentar la rugosidad de la superficie. Además se debe eliminar
cualquier elemento que pueda jugar un papel antiadherente, como son pinturas, grasas, polvo,
etc.
La enfierradura en rollo debe ser estirada antes de ser ocupada, lo cual puede ser
problemático. La gran ventaja de los rollos es que se minimiza el despunte, y sirve mucho en
grandes obras. Las barras vienen en distintas dimensiones,
destacando las de 6 y 12m. Se cortan con napoleón, aunque
en diámetros mayores conviene usar guillotina o
herramientas con motor. Los despuntes se guardan para
usos puntuales, agrupándose por diámetros.
El acero es un material flexible, pero sensible a los
cambios de temperaturas y a los golpes bruscos. En obra el
doblado se hace en frío, en un mesón especialmente
acondicionado para este fin (con una matriz de doblez) y
con una grifa, herramienta que toma al fierro y permite
doblarlo en el arco que fije la matriz, haciendo palanca. Este
proceso se debe hacer sin prisa para evitar dañar la barra.
También existen máquinas dobladoras.
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Cuando se ejecuta una armadura para H.A. se debe considerar que toda barra longitudinal
debe empezar y terminar en un anclaje, vale decir, con un doblez que puede ser a 90º o un
gancho en U. Esto lógicamente tiene como función reforzar el anclaje del “fierro” al hormigón. La
dimensión de los anclajes está definido por cálculo y especificada en los planos, aunque depende
la pieza y del diámetro de la enfierradura. Los dobleces siempre deben quedar hacia el interior de
la pieza o paralelos a sus caras. En los estribos para vigas y pilares los extremos deben retornar
desde la esquina y doblar en 45º hacia el interior de la pieza.
Las uniones de barras o empalmes conviene hacerlas por traslapo, o sea, cruzando las
barras y amarrándolas en tres puntos (cerca de los extremos y al centro). La dimensión de este
traslapo depende de la pieza estructural, aunque siempre se habla de la regla de 40 veces el
diámetro de la barra. Si la enfierradura ha de soportar esfuerzos de tracción, no se puede
empalmar más de 1 de cada 5 en una misma sección del elemento; en vigas se debe evitar
empalmar barras dobladas o puentes, mientras que en cadenas los empalmes deben ir alternados.
Se acepta electrosoldar, pero no otro tipo de soldadura ya que aumenta la rigidez de la unión y la
posibilidad de falla o trabajo irregular.
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6.7. Hormigonado.
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Para hormigonar una losa en pendiente o una rampa de este material se comienza por
la parte inferior, vaciando el hormigón contra la pendiente. Al proceder al revés, desde
la parte alta, se produce una doble segregación bastante peligrosa: primero al avanzar
el hormigón hacia abajo en el momento de vaciarlo y luego, por efecto del vibrado. En
general, cuando se trabaja hormigonando superficies horizontales, como losas y pavi-
mentos, puede ser conveniente que los operarios usen una especie de suecos de gran
superficie inferior, semejantes a los que se emplean para andar en la nieve, a fin de no
hundir el hormigón.
En el hormigonado de piezas verticales hay que cuidar la altura de caída de la mezcla y
la velocidad de hormigonado, de forma que no se produzca disgregación. Además
existe otro problema factible, cual es la acumulación de material fino en la enfierradura
superior al caer la mezcla, lo que jugará en contra de la adherencia hormigón acero en
esa zona. El ideal es hormigonar desde menor altura con la ayuda de registros, o sea,
aberturas en los moldajes que sirven también para limpiar el interior del encofrado y
asegurar la buena posición de la enfierradura.
Es aconsejable llenar los pilares y elementos verticales de manera continua, para
evitar los puntos débiles que forman las juntas horizontales con mala adherencia entre
un hormigón fraguado y uno nuevo. Sin embargo, sabemos que no debe sobrepasarse
una velocidad de avance mayor de 1.20m de altura por hora en verano y de 0.80m por
hora en invierno, a fin de dar tiempo al tramo anterior para que adquiera una
consistencia que aminore la presión sobre las paredes del encofrado. Los pilares y
muros se llenan hasta el nivel en que comienzan elementos horizontales, como vigas,
losas y cadenas.
En general, se coloca el hormigón en capas horizontales de 30 a 50cm de espesor. Es
preferible que la capa anterior esté blanda al recibir al nuevo hormigón, de manera que
el vibrador penetre un poco en ella para conseguir una buena adherencia.
Es inevitable, en efecto, que cada faja horizontal de hormigón quede en su cara
superior con una capa delgada de hormigón fluido menos resistente, que colabora en
crear una junta débil. Es importante por lo tanto perforar esta capa con el vibrador,
para reforzarla o favorecer una traba entre ambas.
6.8. Vibrado.
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Existen diversos sistemas de vibración, los que pueden ser externos o internos respecto de
la masa de hormigón; por ejemplo, pueden actuar en su superficie, como en el caso de
pavimentos o losas, por medio de pisones, tablas o cerchas vibratorias. Es posible vibrar el molde
mismo, como se hace en la industria de fabricación de piezas de hormigón, bloques, postes,
cierros, pastelones, etc., donde se consigue este mismo efecto colocando los moldes sobre mesas
vibradoras.
La aplicación interna es la más recomendada en edificios, y se logra con un vibrador
provisto de un vástago que se sumerge en la masa del hormigón, conocido como vibrador de
inmersión.
Para emplear esta herramienta debe conocerse su radio de acción, para saber a qué
distancia ha de introducirse entre una y otra penetración en la masa fresca. Conviene tener en
cuenta que el vibrador actúa principalmente en sentido horizontal, en todas direcciones. Por
encima y por debajo suyo el efecto es pequeño. Debe introducirse en la masa ordenadamente, de
manera de estar seguro que toda la masa está siendo vibrada. La introducción se efectúa en
posición vertical, en lo posible, hundiéndolo por su propio peso sin ejercer presión sobre él. Tan
pronto como alcanza el punto más profundo de su inmersión se comienza a sacar lentamente de
nuevo, ambos movimientos con velocidad uniforme de unos 8cm por segundo. Si se extrae con
mayor rapidez pueden quedar agujeros escondidos o bolsas de lechada de cemento.
El tiempo aproximado de vibración está relacionado con la velocidad del aparato y va de
unos pocos segundos para los de mayor velocidad, hasta unos 90 segundos para los más lentos.
En último término prima la experiencia del operador, que le indica cuándo debe cambiarlo de sitio
por la sensación que percibe en las manos, por su sonido y por el aspecto de la superficie del
hormigón. Al principio aparece en ella una capa de mortero, luego un líquido espeso y al final de
la vibración se ven de nuevo algunas piezas de ripio. Si esto último no sucede, puede deberse a
que la mezcla se preparó con exceso de agua o que la vibración es insuficiente. Debemos recordar
que en hormigones sometidos a vibración mecánica la relación agua cemento debe ser menor.
Las condiciones óptimas para que el hormigón fragüe y endurezca están entre 10º y 20ºC,
siendo muy sensible tanto al exceso como a la falta de calor.
Las temperaturas frías retardan su fraguado, y con menos de 5ºC el agua empieza a sufrir
cambios que la llevarán a su congelación alrededor de los 0ºC: Por tanto no es aconsejable
hormigonar con estas temperaturas o si se espera que aparezcan en las siguientes 24 horas,
ahora bien, si es indispensable se puede utilizar agua caliente o áridos a mayor temperatura.
Además es aconsejable proteger las zonas hormigonadas con carpas u otros elementos por lo
menos una semana después de ejecutadas.
El otro extremo presenta otras dificultades. Es aconsejable no hormigonar sobre 25ºC, ya
que el exceso de calor aumenta la evaporación del agua y su pérdida desde la mezcla, provocando
pérdida de resistencia, fraguados desiguales y fisuras. También se recomienda proteger con
arpilleras y otros elementos que den sombra.
El exceso de humedad en el aire puede ser factor de problemas, porque la mezcla puede
absorber parte de esa agua y reducir su resistencia. La lluvia también es un factor negativo para
esta faena.
Otras precauciones apuntan a no cargar las piezas recién hormigonadas, protegerlas del
fuego, de basuras u otros contaminantes, de forma que gane su solidez y resistencia específica sin
mayor inconveniente.
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Ya hemos señalado que una estructura de hormigón trabaja como un elemento monolítico,
continuo, sin embargo, el proceso constructivo de todo edificio implica cortes en el proceso de
hormigonado que hacen que necesariamente convivan hormigones de distinta data.
La interrupción del hormigonado produce casi siempre una superficie débil, que es nece-
sario tener en cuenta. A veces se trata de descuidos graves, por desgracia no poco frecuentes.
Por ejemplo, pueden observarse en casos de ruptura del hormigón en pilares y muros, restos de
aserrín o virutas de madera, que originaron una completa separación entre una porción de
hormigón y otra, esto debido a que reparaciones de última hora en los moldajes de madera dejan
restos aserrín o de madera al interior del moldaje.
Hay juntas de hormigonado denominadas juntas de trabajo, que están programadas y
autorizadas por el profesional responsable de la obra, pero también se producen interrupciones
imprevistas para las que también se hace necesario estar preparados. Hay también juntas de
trabajo entre hormigones recientes, de uno o dos días de edad, y otras con hormigones mucho
más antiguos.
Existen diversos procedimientos para unir hormigones antiguos con nuevos, donde
lamentablemente los sistemas tradicionales dejan una unión débil, en que la resistencia resulta
perjudicada. Es preferible utilizar elementos como las resinas epoxi y el poliacetato de vinilo que
resultan muy eficaces, aunque más caras.
En general, es deseable no interrumpir el hormigonado sino en aquellos sitios expresa-
mente señalados en los planos de estructuras.
Si la programación contempla interrupciones cortas, sólo de algunas horas, puede agre-
garse un retardador al hormigón anterior, de modo que no haya terminado su período de
fraguado al reiniciar el hormigonado. Es aconsejable, además de limpiar bien la parte de la unión
con bastante agua, eliminar posibles capas superficiales de lechada de cemento, y comenzar un
nuevo hormigonado con una capa previa de 1.5cm de espesor con el mismo mortero del
hormigón. Da muy buen resultado emplear entre ambos hormigones un mortero en que se ha
adicionado una dosis de látex vinílico de 10% del peso del cemento.
Si es indispensable interrumpir el llenado de una losa o de una viga, por una emergencia,
ello debe hacerse en el centro de los paños o de las luces, o bien en las proximidades del cuarto
de la luz, donde el esfuerzo de corte es menor. En el primer caso, la unión debe ser vertical y en
el segundo, inclinada a 45º o siguiendo el talud natural del hormigón, en dirección contraria a los
puentes. Para sostener el hormigón en una unión vertical se requiere una especie de compuerta
de madera, que puede hacerse en parcialidades entre las barras de acero, sin importar que su
cara sea irregular.
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6.11. Curado.
Lo normal es realizar el curado desde el día siguiente de relleno el molde, con lo cual la
pieza está sólida y puede ser humedecida abundantemente sin temor a que el cemento la
absorba, pues ya ha reaccionado completamente. En condiciones de exceso de calor es necesario
considerar medidas como las descritas en el párrafo anterior. Veamos un ejemplo bastante
corriente, para que sirva de referencia: con una temperatura del aire de 18º, una humedad
relativa de 50%, una temperatura en la superficie del hormigón de 20º y un viento de una
velocidad de 25km/h, se evaporan 0,75 litros de agua por hora, por metro cuadrado de superficie
expuesta del hormigón.
Los elementos más expuestos a esta evaporación del agua interior son las losas y
pavimentos, el resto de las piezas están más protegidas por sus encofrados (los que obviamente
deben ser impermeables).
El mejor curado sigue siendo con abundante agua, ya que al humedecer la superficie del
hormigón el agua interior no puede salir hacia una zona más saturada de agua que el interior. En
losas y pavimentos lo ideal es hacer piscinas con diques laterales de arena, lo que mantiene
permanentemente su superficie saturada de agua. Lo ideal es mantener esta protección por una o
dos semanas, pero el desarrollo de la obra probablemente no nos deje usar los diques por más de
tres días, después de lo cual hay que cubrirlas con láminas de polietileno que evitan que el agua
interior se evapore.
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6.12. Desmolde.
También se le conoce como desencofrado o descimbra, vale decir, retiro de los moldes. Se
puede retirar la totalidad del encofrado, o por etapas o partes, siendo el requisto fundamental que
la pieza de H.A. esté endurecida y con resistencia mínima para autosoportarse, lo cual tiene un
cierto grado de dificultad de calcular, ya que cualquier variable que modifique el normal fragüe y
endurecimiento puede alterar su ganancia de resistencia. El retiro de los moldajes debe ser
estipulado por el profesional responsable, sobretodo de las piezas que estén sometidas a flexión y
tracción.
Debemos distinguir los encofrados de las alzaprimas (puntales), las que en el caso de losas
y vigas sostienen su peso mientras gana resistencia, y por ende se pueden ir sacando de manera
homogénea a medida que estas piezas ganen resistencia. Esto también lo indica el profesional
responsable. Los moldajes laterales también tienen tiempos menores de permanencia: vigas,
muros, pilares, pero se debe tener la precaución de iniciar el curado de las caras ahora expuestas.
Una precaución fundamental es no cargar estas piezas antes de lo debido, ya que esta
sobrecarga puede deformar moldajes y piezas de manera irremediable. Materiales, herramientas y
faenas pueden desarrollarse sobre elementos encofrados sólo cuando hayan ganado resistencia
suficiente y el profesional a cargo lo autorice.
Los plazos de descimbre hoy son relativos, ya que los aditivos aceleradores de fragua
consiguen resistencias en tiempos muy cortos. Si una losa debía permanecer 14 a 21 días con sus
encofrados, hoy dichos tiempos se han reducido a 5 días, y menos. Los moldajes metálicos han
colaboradora también en esta reducción de tiempos, al facilitar su instalación y desinstalación.
Estos menores tiempos dan un avance mayor, menor utilización de maquinaria y equipo específico
y ahorros considerables para las empresas.
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Sigla: COG-1201 Nombre Asignatura: CONSTRUCCIÓN DE OBRA GRUESA.
Profesor Rediseñador: JUAN FRANCISCO VEGA SALAS
Unidad N°2: Obra Gruesa.
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Sigla: COG-1201 Nombre Asignatura: CONSTRUCCIÓN DE OBRA GRUESA.
Profesor Rediseñador: JUAN FRANCISCO VEGA SALAS
Unidad N°2: Obra Gruesa.
Una losa es una placa plana ejecutada en hormigón armado y que trabaja estructuralmente
a flexión a manera de diafragma, o sea, que transmiten las cargas en dos direcciones
fundamentales (ancho y largo) hacia sus puntos de apoyo laterales.
Cuando tiene dos apoyos opuestos se le denomina losa simple, y su enfierradura principal
va en el sentido de la luz menor de manera similar a como se dispone un envigado. Las barras se
ubican preferentemente hacia la cara inferior, aunque se suele reforzar la parte superior cercana a
los apoyos cuando están empotrados, como habitualmente ocurre con el hormigón armado.
También cuenta con enfierradura perpendicular, cuya misión es de repartición de cargas y de
amarre, similar a la misión de los estribos en una viga.
Si la losa tiende a ser cuadrada y no existe una dirección predominante se suele hablar de
una losa cruzada, donde las barras resistentes van en ambas direcciones (perpendiculares).
Debe tener apoyos en sus cuatro costados, sean muros, cadenas, vigas o la combinación de estos.
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Unidad N°2: Obra Gruesa.
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Unidad N°2: Obra Gruesa.
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