Circulación Extratropical
Circulación Extratropical
Circulación Extratropical
Fundamento
El experimento
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El Sol emite energía en forma de radiación electromagnética, calentando la Tierra. Sin embargo, la
distribución del calor a lo largo de la superficie terrestre no es homogénea: las regiones ecuatoriales y
tropicales reciben mucha más energía solar que las latitudes medias y las regiones polares.
Además, la Tierra también emite radiación hacia el espacio, pero la cantidad de energía emitida por la
Tierra tampoco es homogénea, ya que depende de la temperatura de la superficie. Las regiones
tropicales, que están más calientes, emiten más energía que las regiones polares, que están más frías
(Figura 1).
Aún así, en latitudes bajas la cantidad de energía recibida es mayor que la emitida (hay ganancia de
energía), mientras que en latitudes altas la cantidad de energía emitida es mayor que la recibida (hay
pérdida de energía). De este modo, si no hubiera transferencia de calor entre los trópicos y las regiones
polares, los trópicos se calentarían más y más, y los polos estarían cada vez más fríos.
Estas onda a menudo forman remolinos cerrados, especialmente en la superficie: las borrascas y
anticiclones de las que hemos oído hablar todos los días a la persona que da el tiempo en la tele (Figura
4). En esta figura la “B” indica una borrasca (ciruclación ciclónica anti-horaria y baja presión) y la “A” indica
un anticiclón (circulación horaria y alta presión). Hacia los polos el aire está más frío (T-) y hacia el
ecuador más caliente (T+). De esta forma se producen frentes fríos (marcados por los triángulos azules
en la figura 4) y frentes cálidos (marcados por los semicírculos rojos en la figura 4).
¿Por qué se forman esas ondas?
Por la rotación de la Tierra, la circulación de la atmósfera se ve condicionada por una cosa: la
conservación del momento angular. La circulación general, además de asegurar la redistribución de la
energía, debe compensar el transporte de momento, por lo que la circulación atmosférica no puede ser
puramente meridional, habiendo forzosamente vientos de componente paralela al ecuador. Por ejemplo,
si una partícula de aire se mueve en altura hacia el este, tendrá mayor velocidad angular que un punto del
suelo (inmóvil) situado a la misma latitud y, por tanto, tenderá a desplazarse hacia el sur en busca del
paralelo que por su fuerza centrífuga le corresponde. Al desplazarse hacia el sur aumentará el radio de
giro en la proporción conveniente para compensar la pérdida de velocidad angular necesaria para que la
partícula se ajuste a la rotación de la Tierra.
Así, en cualquier dirección en que se mueva una partícula de aire, la rotación terrestre produce sobre ella
un efecto de desviación hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el hemisferio sur
(figura 5). Esta fuerza desviadora se conoce como efecto Coriolis o aceleración de Coriolis.