Escala de Valores (Todo Lo Demas)
Escala de Valores (Todo Lo Demas)
Escala de Valores (Todo Lo Demas)
En este sentido, las personas acumulan un gran conocimiento que les permite
jerarquizar los valores y cuestionar cuándo una actitud es o no adecuada, a fin de
propiciar el bienestar personal y el de todos aquellos que estén alrededor.
También, cabe mencionar que existe una escala de valores más generalizada que
pertenece al grupo social del cual cada quien forma parte como ciudadano y, en la
que se comparten valores éticos, morales y culturales.
Cada individuo debe hacer un esfuerzo por complementar e hilar su escala de
valores personal con la escala de valores social, con la finalidad de enfocarse en
ser un ciudadano que actúa de manera correcta, no solo a propósito individual
sino social. En consecuencia, mejores serán las relaciones sociales.
Por ello, es importante construir una escala de valores a partir del amor, la lealtad,
el respeto, la honestidad, la paz, la unidad, el amor al prójimo, a fin de evitar las
desigualdades y las injusticias
Valores universales:
Vea también:
Valores.
Axiología.
Por otra parte, más allá del interés propio o de las características de cada
individuo, los valores universales suelen ser comunes en distintas culturas, por lo
que se pueden compartir y fortalecer a medida que las personas se relacionan.
Por su parte, los valores relativos son aquellos que no se consideran comunes en
todas las sociedades y civilizaciones. Están supeditados a valoraciones subjetivas,
tanto desde un punto de vista individual como desde una determinada cultura.
Por otra parte, los valores relativos están influenciados por determinados
parámetros como la cultura o la religión. Asimismo, se considera que los valores
relativos no tienen mucha permanencia en el tiempo, ni intensidad o alcance en la
sociedad.
Tipos de valores:
11 tipos de valores fundamentales en la
vida social luis
Adriana Morales
Licenciada en Letras
Los valores son las cualidades que nos impulsan a actuar de una u otra forma,
a determinar de manera crítica qué consideramos correcto o incorrecto e,
incluso, a estimar como positiva o negativa una situación, individuo u objeto.
Por ello, los valores forman parte de nuestros principios como individuos, nos
caracterizan y, de igual manera, nos relacionan con las personas de nuestro
alrededor, con quienes compartimos muchas similitudes.
En este sentido, nos encontramos con unos valores que son compartidos y
otros particulares, que responden, por ejemplo, a un orden social, cultural,
organizacional o religioso.
Los primeros valores que aprendemos son los que nos enseñan en nuestras
familias, por ejemplo, el amor, el respeto y la gratitud.
Cabe mencionar que, aunque los valores tengan una connotación positiva,
también existe una serie de antivalores o valores negativos sobre los cuales
muchas personas determinan sus conductas y acciones, como el egoísmo o el
irrespeto.
Los valores y su esencia son estudiados por la axiología, una rama de la filosofía.
A continuación se presentan los tipos de valores más importantes y reconocidos
por las personas a través de sus relaciones personales, actividades y espacio en
el que se encuentran.
Valores éticos
Los valores éticos conforman unas guías de comportamiento que busca regular la
conducta de los individuos en la sociedad y se relacionan con los valores morales.
Entre los valores éticos, se pueden mencionar el respeto, la integridad, la justicia,
la equidad, entre otros.
Valores universales
Los valores universales abarcan todas aquellas cualidades y principios que se
consideran y reconocen como positivos y correctos por todas las personas. Estos
valores son transversales en la sociedad y no están limitados por ningún tipo de
diferencias culturales.
Los valores universales definen las conductas y normas que nos permiten llevar a
cabo una convivencia armoniosa, respetuosa, tolerante e integradora entre todos
los individuos que nos rodean sin distinción alguna porque se pueden compartir y
fomentar constantemente.
Valores humanos
Son valores humanos aquellos valores compartidos que establecen los principios y
regulan las acciones de las personas, a fin de alcanzar una convivencia saludable
entre los individuos. Los valores humanos no se ven limitados por ningún tipo de
barrea cultural o religiosa, ya que su propósito es generar bienestar a través del
respeto, la solidaridad, la libertad, entre otros.
Valores culturales
Se conoce como valores culturales el conjunto de creencias, costumbres, lenguas
y tradiciones compartidas y que identifican a un grupo de personas. Los valores
culturales establecen el sentido de pertenencia que una persona tiene con
respecto a su comunidad, pueblo, ciudad y país.
Valores sociales
Los valores sociales son el conjunto de valores reconocidos en una sociedad y
que determinan el comportamiento social de las personas que conforman una
comunidad.
Valores religiosos
Los valores religiosos están compuestos por aquellas conductas establecidas
como correctas según la religión o los dogmas que cada individuo siga. Estos
valores no son impuestos por la sociedad, sin embargo, conllevan a las cualidades
y virtudes que se consideran como correctas en la sociedad como, por ejemplo, la
caridad, la solidaridad, el amor, entre otras.
Valores familiares
Los valores familiares están compuestos por una serie de principios, creencias y
costumbres que se enseñan en el hogar y que son transmitidas de generación en
generación.
Valores personales
Se denominan valores personales aquellos que cada persona considera como
importantes para cubrir sus deseos y necesidades. Por esta razón, los valores
personales están adaptados a cada individuo y definen su personalidad, estilo de
vida, conducta, objetivos, entre otras cosas.
Valores cívicos
Los valores cívicos son aquellas conductas que se consideran positivas para el
buen y continuo desarrollo de la sociedad. Estos valores son reconocidos por
diversos grupos sociales y transmitidos de una generación a otra, por tanto,
también forman parte del legado cultural social.
Valores de la democracia
Los valores de la democracia son aquellos que buscan establecer el orden social y
progreso de los individuos. Están compuestos por valores éticos y sociales que
buscan fomentar los principios de la democracia, la comprensión política, la
libertad de pensamiento y la igualdad de derechos, entre otros.
Valores empresariales
Se llaman valores empresariales todos aquellos valores que definen los principios
éticos y la cultura organizacional que identifica a una empresa. Estos valores
tienen como propósito generar mayores rendimientos, un sentido de pertenencia y
fomentar la cultura organizacional.
Valores profesionales
Los valores profesionales son los valores que se fundamentan en el conocimiento
y la experiencia de los individuos, todo lo cual les permite tomar decisiones en
diversas situaciones laborales. Estos valores están relacionados con los valores
éticos, morales y empresariales.
Más fácil es empezar por definir lo que significa respetar a los demás. Independientemente del
valor que le adjudiquemos al otro, por distintas circunstancias que puedan estar involucradas
en esto, no lo tratamos como no nos gustaría ser tratados (utópico sería que en una sociedad
todos valiéramos lo mismo, pero no, porque desafortunadamente los seres humanos somos
biológicamente jerárquicos y tenemos que luchar con la razón para dejar a un lado esta odiosa
característica). La famosa regla de oro que dice “no hagas a los demás lo que no quieres que te
hagan a ti” es la más perfecta forma de respeto, de un respeto que nace de la compasión. La
compasión es ser capaces de ponernos en los zapatos del otro y saber cómo siente. Cuando
hacemos al otro lo que quisiéramos que otros nos hicieran estamos hablamos de afecto y de
amor. El respeto al otro es aplicar la regla de oro y la compasión. El que respeta no abusa ni
saca ventajas del prójimo ni de sus debilidades ni de sus fortalezas. El que respeta incluye al
otro, le ofrece un espacio, lo oye y lo evalúa, sin premura ni prejuicios. El respeto utiliza la
razón y la persuasión, no utiliza el enojo, ni amedrenta, no se vale de la coerción ni de la
imposición.
Apliquemos estos conceptos al respeto por nosotros mismos. Me respeto cuando no abuso de
mí (en juicios extremos, en exigencias absurdas, en autocríticas destructivas, aplicando ni
austeridad ni exceso a los placeres o deberes de la vida), ni dejo que otros abusen de mí. Me
respeto cuando he aceptado la responsabilidad de mis actos y espero sus consecuencias, para
bien y para mal; y por eso no grito y ni maldigo por las injusticias, cuando estas son directas
consecuencias de mis actos. Me respeto cuando soy honesto, ante todo conmigo mismo, y soy
honesto con los demás. Honestidad con uno mismo es reconocer nuestros defectos y
cualidades, la realidad y verdad detrás de los actos; y respeto es aceptarlos y afrontar lo que
somos, sin engaños. El que se respeta asume también las consecuencias de sus defectos y
debilidades y no hace culpables a los demás de estas. Conocernos es muy difícil, nos obliga a
discernir entre nuestros propios pensamientos, separando los que son producto del deseo, de
aquellos que se derivan de la lógica y la razón.
El que se respeta le da valor a sus ideas, a sus emociones y a sus sentimientos. El que se
respeta ha gastado tiempo en sí mismo para conocerse y para reconocer qué cosas le importan
verdaderamente, y poder ir tras ellas. El que se respeta defiende su espacio y su tiempo. Sabe
gozar de su propia compañía, sabe estar solo y no desperdicia su vida en demasiados y banales
contactos con el mundo.
El respeto propio se superpone a la aprobación, al éxito, a la fama; tres factores que dependen
de los demás, no de uno mismo. El que se respeta no está pendiente ni del aplauso ni de la
rechifla; medidas que conciernen a los otros; no espera la aprobación de nadie pues esta no
valida sus acciones. El que se respeta defiende sus intereses, pero no los impone. Sabe
reconocer y librarse de las modas que son para sí mismo dañinas o empobrecedoras.
El que se respeta reconoce a los amigos y a los enemigos y los enfrenta limpiamente. No se
apabulla ante el otro porque este ocupe un puesto jerárquico más alto, pues el que se respeta
busca la verdad y la justicia; y “la verdad es la verdad lo diga Agamenón o su porquero”. El
que se respeta no asiente con la cabeza cuando piensa que el otro está equivocado, ni permite
que una injusticia hacia otros ocurra en su presencia. Ante todo, quien se respeta reconoce sus
errores y sabe pedir perdón.
El que se respeta reconoce sus límites y sabe pedir ayuda; no se disminuye por no saber lo que
todos parecen saber. El que se respeta no mendiga ni amor ni aprobación, no engaña y trata de
no dejarse engañar, no vende su libertad ni su tranquilidad, no acepta relaciones de amor sin
amor, no acepta relaciones de amor sin equilibrio, respeto y justicia. Como lo dijo Margarita
Rosa de Francisco en una de sus recientes columnas aconsejando a las mujeres: “Yo me
arrepiento de no haberme arriesgado más temprano a corroborar mi verdadero valor como
persona y como mujer”.
Respetarse exige coraje. La cobardía es la causa principal que nos lleva a irrespetarnos. El
respeto por sí mismo es algo que se aprende, entrena y perfecciona.
El amor es un sentimiento que nace espontáneamente del corazón. Pero sí estamos obligados a mantener un mínimo respeto por
nuestro entorno y también por nosotros mismos. Amor y respeto son cosas diferentes, aunque es cierto que siempre mostramos respeto
por aquello que amamos. Y, en ocasiones, el respeto facilita el que surja una actitud amorosa.
Solemos tener respeto y admiración hacia personas u objetos a los que otorgamos un valor especial y que de alguna forma están por
encima de nosotros: personajes religiosos, grandes artistas, eminentes científicos e incluso deportistas famosos.
NATURALEZA CURATIVA
Pero el respeto no solo debería incluir esa dimensión vertical, sino extenderse horizontalmente a nuestros semejantes e incluso a los
seres que solemos considerar inferiores, como las plantas y los animales.
La cuestión estriba en si pasamos por la vida como bárbaros que no saben apreciar la belleza y el sentido de lo que nos rodea, o bien
procuramos advertir el valor que encierra. Se trata de actuar con benevolencia y ecuanimidad, cuando la tendencia sería hacerlo a través
del filtro de nuestros prejuicios y apetencias, de lo que nos gusta o nos disgusta.
ENTREVISTA
"Ir en bici te permite apreciar más la vida"
El término budista karuna sintetiza los valores de buena voluntad y consideración hacia todos los seres. Respetar es, pues, "mirar" con
atención y benevolencia. Tener miramientos es, en lenguaje popular, actuar con delicadeza.
Si buscamos el código secreto de la realidad, advertimos una tendencia hacia la armonía. El universo, con su danza de estrellas y de
planetas, parece regirse por leyes musicales, como sostenía el astrónomo Kepler.
La naturaleza entera es, en su conjunto, armoniosa, y la humanidad sueña con una sociedad más justa, menos inarmónica, podríamos
decir.
ASANA
En todas las civilizaciones antiguas se ha considerado al ser humano como situado —real y simbólicamente— entre el Cielo y la Tierra.
De ahí al mismo tiempo el respeto por lo celestial o lo sagrado, en el sentido de venerar el Espíritu, el origen de todo.
Como decía Confucio: "Si no se respeta lo sagrado, no se tiene nada en que fijar la conducta".
La consideración por las personas ancianas y los ancestros es también un valor que suelen tener las culturas tradicionales, pero que
tiende a disminuir en la sociedad actual, donde se rinde culto únicamente a lo nuevo.
El respeto por la naturaleza es asimismo fundamental. No estamos separados del entorno natural; de él hemos surgido y son las
energías del sol, el aire y la lluvia las que nos mantienen en vida.
Sin la humilde abeja que poliniza los campos, ahora enferma debido a la contaminación, la mayoría de alimentos vegetales que llegan a
nuestras mesas no podrían hacerlo. Plantas y animales, siendo simplemente lo que son, participan de lo sagrado y merecen ser tratados
con respeto.
ESPIRITUALIDAD
En las culturas chamánicas suele pedirse perdón a la Madre Tierra por haber tenido que matar, para comer, alguna de sus criaturas. Y en
el hinduismo todo se considera sagrado, en el sentido de que el Atman o Espíritu universal mora en todos los seres.
Al viajar por la India se observa a las apacibles vacas andar a sus anchas. Los occidentales suelen preguntar a los nativos por qué no se
comen esas vacas que solo causan molestias. La respuesta es que la vaca representa a la Madre, les da leche y combustible para el fuego
del hogar, por lo que matarla sería a sus ojos una falta de respeto e incluso un crimen.
La concepción cristiana de que Dios sitúa al hombre en medio de la creación y este puede servirse de ella, aunque simbólicamente
correcta, se ha prestado a creer que podemos abusar de los recursos naturales. Si justamente el ser humano, debido a su inteligencia, está
en el centro del orden natural es para cuidarlo y respetarlo.
El cuerpo nos acompaña siempre y permite nuestra movilidad y capacidad de expresión. Parece razonable cuidarlo con comida sana,
limpieza y adecuado reposo y movimiento.
La mentira es enemiga de la propia dignidad. Mantener los compromisos adquiridos es respetarse a uno mismo y a los demás.
No abandonar las nobles aspiraciones, aunque la rutina y las necesidades materiales parezcan impedirlo. Peor será arrepentirse de lo
que no se ha hecho.
Saber escuchar
Una de las formas de mostrar respeto por alguien es escuchar lo que necesite decirnos. Buscar un lugar y un tiempo que permita esa
comunicación. No es fácil: puede que no nos interese demasiado, pero sabemos que esa persona necesita desahogarse o buscar consejo. En
otra ocasión seremos nosotros los que necesitemos sentirnos acompañados y comprendidos.
AUTOCONOCIMIENTO
El diálogo, hablar y escuchar, requiere cierto esfuerzo. A menudo se trata de monólogos compartidos y no se escucha verdaderamente.
Hay que practicar la escucha activa. Si la otra persona se alarga, con delicadeza se le indica que no puede seguirse la conversación ahora,
pero sí en otra ocasión.
Utilizando un lenguaje religioso: todos somos hijos de Dios. Todos venimos al mundo desnudos, padecemos las mismas dichas e
infortunios y al final nos aguarda la muerte. ¿Qué motivo hay para sentirnos superiores a otros?
Hay aquí una paradoja: nadie es más que nadie y, al mismo tiempo, cada persona es única e irrepetible. Igualdad y jerarquía parecen
conceptos antagónicos, cuando no es así. Como sintetizó el doctor Eduardo Alfonso: "Los hombres son iguales en esencia, no tanto en
potencia, y desiguales en presencia".
FUERZA INTERIOR
Es decir, que la igualdad básica no impide la posibilidad de destacar. Hay que valorar que determinadas personas, debido a sus
cualidades y esfuerzo, logren objetivos difíciles de alcanzar para la mayoría. Simplemente sucede que a la dignidad básica innata cabe
añadir un plus de admiración.
En este planeta, que es de todos, nadie debería padecer sufrimientos innecesarios debido a la pobreza o vivir con la cabeza baja debido
al miedo causado por otros seres humanos.
La tolerancia es otra de las facetas del respeto. Significa admitir el diálogo y escuchar propuestas distintas a nuestro modo de pensar. No
implica necesariamente estar de acuerdo, o pensar que todas las ideologías están al mismo nivel. En todo caso, se combate una idea sin
atacar a la persona que la esgrime.
La base de la dignidad es procurar no perjudicar a los demás
Para el hinduismo y el budismo, es fundamental la noción de ahimsa, la "no violencia". Sin olvidar que podemos actuar a partir de tres
niveles distintos: pensamiento, palabra y obra. No solo faltamos al respeto mediante actos materiales inadecuados, sino también
empleando palabras ofensivas o pensando mal de alguien sin motivos reales.
Está claro que si todos actuáramos respetuosamente los males sociales disminuirían. Esa sería una asignatura importante en las
escuelas. La buena educación supone enseñar nociones de urbanidad y convertir el natural egocentrismo del niño en apertura al otro y sus
necesidades.
Cuando alguien obra mal, decimos que lo que hace es "feo". Por el contrario, nos agrada contemplar gestos "bonitos", como cuando se
cede en el autobús el asiento a una persona mayor.
ESTUDIO CIENTÍFICO
La ética se relaciona, pues, con la estética. Pero tiene sus raíces en la metafísica. Deberíamos respetar todo lo que nos rodea porque
formamos parte de una gran unidad. Si dañamos a alguien, en realidad nos estamos perjudicando a nosotros. Como un ladrón que se
robara a sí mismo.
El orgullo del ego nos lleva a considerarnos más importantes que el resto. Pero todo está interconectado: aunque un dedo pretendiera
sentirse independiente de la mano de la que forma parte y esta del brazo, del cuerpo y así sucesivamente, lo cierto es que no existe tal
independencia absoluta.
También nuestras almas, que brillan con inteligencia y sensibilidad, son rayos de un mismo sol espiritual.