Mauricio Toro Goya
Mauricio Toro Goya
Mauricio Toro Goya
Toro Goya
Caprichos: Imágenes rebeldes
Mauricio
Toro Goya
Caprichos: Imágenes rebeldes
Presentación
ROBERTO FARRIOL
Director Museo Nacional de Bellas Artes
6 Mauricio Toro Goya | Caprichos: imágenes rebeldes
Bajo el título Caprichos se estructura la muestra del artista nacional Mau- peos a este continente. En este deslizamiento de lo real a lo irreal, aparece la
ricio Toro Goya, quién emplea la fotografía a través de la técnica del am- crueldad como parte integrante de su creación, haciendo de alguna manera
brotipo, como registro y construcción escénica bajo distintas modalidades referencia al fotógrafo norteamericano Joel-Peter Witkin. De este modo, el
plásticas y discursivas. Su obra abordada a partir de referentes del arte con- autor nos introduce en voluptuosos y delirantes escenarios de realidades tra-
temporáneo, nos aproxima al empleo de los vestigios de un abundante mate- vestidas, haciéndonos partícipes como testigos de escenas sobre el exceso y
rial de archivo de diferente procedencia. El artista, a la manera de un collage el abuso, exponiendo la violencia de los cuerpos agredidos y transgresores;
mental, construye un relato en un escenario donde conviven los testimonios la crueldad es el motor de múltiples formas de perversión y de aberraciones
y los imaginarios populares. A través de los fragmentos y los vestigios de la generadas por instintos y prohibiciones.
historia, el autor aborda diferentes temáticas y fórmulas narrativas con citas
y referencias diversas. Todo ello no se agota en la representación y escenificación del travestismo
cultural e histórico que formula Toro Goya en torno a la muerte y sus formas
Como todo relato que intermedia entre el destinatario y la historia, ante la dis- de representación, sino por el contrario, se amplía en delirantes significacio-
tancia temporal y en ausencia de un presente, Toro Goya de manera insistente nes culturales, donde la brutalidad se infiltra hasta el punto que todo parece
(se) impacta, sin réplica, con el sentido de los episodios narrados, reconstrui- plausible y nada sorprende. De este modo, el artista postula desde la visua-
dos desde una representación, donde el punto de paroxismo es claramente lidad una historia latinoamericana fallida. Los relatos de heridas históricas
de carácter obsesivo. El artista mezcla y (con) funde los orígenes para luego son buena parte de los argumentos que el artista explora y manifiesta. A él
exhibir el inconsciente deseo de desbordarse él mismo en sus obsesiones. le sobran motivos para plasmar su(s) historia(s) y examinarlas a través de una
hiper-iconografía de múltiples acontecimientos construidos en los márgenes
Por otra parte, Toro Goya aplica una serie de dispositivos conceptuales y pro- de la realidad.
cesuales que le permiten introducir los inicios de la fotografía en relación con
la proliferación de las imágenes contemporáneas. Al respecto, el autor tiende
a utilizar un gigantesco volumen de citas y referencias de la(s) historia(s), que
emplea sin restricción. Por otra parte, en el espacio escénico, reservado cla-
ramente a la mirada del espectador, hace uso de residuos de otras escenas,
logrando constituir su propio espacio dramático de representación.
ANDREA JÖSCH
Curadora de la muestra
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La obra de Toro Goya es crítica y discursiva en torno a nuestro devenir lati- dernos transmodernos. Pero, como diría Martínez (2015), desde un “imaginario
noamericano, mestizo e híbrido. Sus escenas construidas revelan aquellos barroco americano, que quizás como ningún otro, (se) amasa (en) la violencia y
sistemas de control políticos, religiosos, sociales y culturales con los que se la particulariza (en) el vuelo de la imaginación”.
ha edificado nuestro continente desde el siglo XV, proponiéndonos analizar
las imágenes como prácticas de conocimiento, archivo y documentación, Según Dussel (s/f), la modernidad comienza con el descubrimiento de América
en donde se disputan las representaciones y los idearios de nuestra historia. en 1492, lo que faculta que Europa se convierta en el centro, en tanto recoge
para sí las cosechas de la conquista. Pero esa modernidad trajo consigo la vio-
El problema de la visualidad lo entendemos aquí como un espacio de cons- lencia suscitada en el proceso de dominación, pues el otro era alguien que debía
trucción social, que se compone de distintos órdenes, tanto geográficos, so- ser conquistado y educado, acto irracional que paradójicamente se constituye
ciales, económicos, políticos, comunicacionales, poéticos como estéticos. En como cimiento de la racionalidad moderna. Una que trajo también formas
definitiva, concebimos el lenguaje de las imágenes en cuanto contenedoras de de hacernos ingresar a la fuerza a un sistema de representación utilizado para
múltiples capas de información, de interpretaciones y lecturas posibles, ya que imponer creencias, cuerpos y paisajes; pero también relaciones de poder, poses
éstas no sólo permiten comunicarnos, sino que son un vehículo de resignifi- de jerarquización y panorámicas a conquistar –imágenes–, mientras “cuando
cación de los contextos locales adscritos a la memoria, a los acontecimientos nuestros gestos apuntan en apariencia al mundo (…) apuntan efectivamente
políticos y a las estructuras socioeconómicas que nos conciernen. a las imágenes, son respuestas a las imágenes” (Flusser, 2015:85). Toro Goya
bien lo sabe. Esta exposición, trasladada a este catálogo razonado, nos enfrenta
El nombre que reúne esta exposición tiene varias acepciones. Los ambrotipos a tres series, un cortometraje y antecedentes que nos posibilitarán ingresar a
de Toro Goya son escenas que punzan simbólicamente nuestra cotidianeidad, un espacio complejo de significados.
a través de estos caprichos entendidos como prácticas de ocurrencias e ins-
piraciones que cohabitan entre la fantasía y el delirio de nuestra existencia. Y La realidad es más real que el real de la imagen
son rebeldes, pues subvierten nuestro horizonte visual, develando a partir de
la utilización de recursos visuales como citas, referencias culturales,1 préstamos La serie Gólgota, Caravana de la Muerte2 es preponderantemente documen-
iconográficos y cruces de información nuestras propias analogías y espacios tal. Toro Goya investigó exhaustivamente en los archivos de informes sobre
socioculturales, llevándonos a analizar los relatos y acontecimientos que nos torturas cometidas por la Caravana de la Muerte3 acerca de los relatos de las
pueblan. Esto, porque sus imágenes se apropian del contexto desde donde personas que sufrieron esas vejaciones, intentando reconstruir dichas crónicas
emergen, para poder mirarlas y –en ese acto– descubrir los mecanismos de su en imágenes del horror, de la crueldad de una sociedad desalmada, a modo
construcción, que evidencian nuestras dependencias culturales aprendidas y de insistencia en la necesidad de la memoria por sobre el olvido.
estructuran un registro que revaloriza la historia para cuestionarla. Son algo así
como imágenes comentadas en las cuales los tiempos, sus encuadres, sus espa- Ana González de Recabarren, al ser entrevistada para el documental La ciudad
cios y las modificaciones por acumulación o cercanía a sus referentes, permiten de los fotógrafos (2006:27:21-28.25), nos narra sobre la importancia de las
ahondar en nuestra forma de ser, de estar, de existir, de narrarnos y de enten- fotografías de retratos de su marido y sus hijos aún detenidos desaparecidos
1 Son varias, pero además y como dato tanto genealógico como de referencia conceptual, el autor tiene 2 Toro Goya, Mauricio (2014). Gólgota, la Caravana de la Muerte. Editorial 1621 Editores. Texto y curatoría
como pariente a Francisco de Goya y Lucientes (pintor), padre de Francisco Javier de Goya y Bayen, padre Soledad Aguirre E.
de Mariano de Goya Goicoechea, padre de tres hijas y de Tomás de Goya y Vildosóla, padre de siete hijos y 3 Comitiva del Ejército de Chile comandada por el general Sergio Arellano Stark que entre el 30 de septi-
de Roberto de Goya García, padre de cuatro hijos y de María Ruth Goya Córdova, madre de tres hijos y de embre y el 22 de octubre de 1973, a semanas del golpe de Estado en Chile, recorrió el país para acelerar los
Mauricio Toro Goya. “procesos” de personas opositoras al régimen dictatorial, asesinadas sin miramientos.
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por la dictadura chilena que lleva colgadas en su pecho, y dice: “Tuvimos el lo infrahumano. Y entonces nos preguntamos, quién puede contener estas
alumbramiento (…) para decir [al fotógrafo que tocó la puerta de la casa], imágenes, quién tiene el derecho a avalar aquel calvario como método de
claro, pase. Entonces, no tener la foto de la familia es como no formar parte expiación. Las puestas en escena son mucho más que una mera escenografía,
de la historia de la humanidad”. Las imágenes se han constituido en una sobre todo viviendo inmersos en una sociedad del espectáculo, en donde la
forma de posición frente al mundo o, como dice Didi-Huberman (2013:61), realidad supera sin lugar a dudas a la ficción. El camino del Vía Crucis es una
el “mostrar que se muestra no es mentir sobre el estatus epistémico de la sentencia de muerte: el acarreo del dolor, la incertidumbre, el encuentro con
representación: es hacer de la imagen una cuestión de conocimiento y no el sentido a la vida y la necesidad y urgencia de luchar, volver a creer, para
de ilusión”. seguir mirando hacia el frente, siempre hacia el frente con la historia sobre los
hombros, aunque se esté despojado de las vestiduras e investiduras, crucifi-
Las catorce estaciones que componen la serie Gólgota, Caravana de la Muerte cado y muerto. Entonces, estas imágenes se convierten en un apuntamiento
relatan el calvario que significó esta caravana en su paso por la ciudad de social y su sentido está en nuestra forma de mirarlas, de aprehenderlas. Hoy
La Serena (IV Región), como uno de los episodios más horrorosos de nues- tenemos la premura de pasar de una mirada mecanizada y sistematizada, a
tra historia política reciente. Estas imágenes nos desafían a mirar no sólo la algo así como la autopoiesis del acontecimiento; de pasar del fotograma a
realidad de torturas y vejaciones realizadas por militares chilenos en contra entender el relato fuera de su encuadre; de pasar de la estetización de la
de ciudadanos y ciudadanas, sino que también nos hacen pensar en el su- realidad a proponer que somos capaces de construir nuestros propios me-
frimiento de miles de personas que por su condición social o su ideología canismos de traducción e interpretación visual. Toro Goya toma posición y
política están destinadas al sufrimiento, al abandono, a la desaparición, a al hacerlo nos insta, al menos, a pensar en la nuestra.
la migración. Este trabajo es un documento de indignación en contra de la
violencia y la represión. En Imagen divina4 el autor le otorga un cuerpo a lo invisibilizado, al estado
incorpóreo de nuestra diversidad sexual, debatiendo el espacio del ser y su
La analogía que hace Toro Goya con el Vía Crucis nos resulta cercana como sometimiento a los estándares de la subordinación. Las vírgenes travestidas
latinoamericanos, pues en nuestro continente –si nos remitimos a los pe- bajo las tinieblas de Magdala, del reino de la carne, de lo iracundo y de lo
ríodos de Conquista y Colonia– la fe y la piedad fueron parte constitutiva real. El cuerpo se convierte en cuerpo político, en un cuerpo subversivo, en
de la peregrinación forzada entre nuestra supuesta salvación y la siguiente donde el sujeto común se transfigura en sujeto de veneración para insistir
sumisión. Citas hay también a nuestros pueblos indígenas, pues la tragedia de en que estamos hechos de carne, a modo de apropiación del reprimido que
unos es la de todos. Al mismo tiempo, está presente la alusión al poder de la ingresa a la imagen para divulgar el territorio y la sangre de los que sufren. La
imagen y su circulación: cuando vemos posar a los jerarcas en actitud de ob- Virgen de la Caridad del Cobre y Nuestra Señora de Chinquinquirá cargan
servadores dando órdenes a la distancia, como método de propagación del con armas de fuego para defender a los suyos, mientras Nuestra Señora de
terror y del sometimiento a la imagen, ello nos remite a lo que vivimos a diario Guadalupe y la del Rosario portan cuchillos y machetes para protegerlos;
en la transmisión de información. Entretanto, las aves de rapiña acechan y también los vestidos de fiestas se convierten en trajes de damiselas, mientas
los soldaditos de plomo se encuentran en las penumbras, la población sufre que Nuestra Señora de la Presentación posa con los utensilios estilísticos
y llora sus imágenes. Estas escenas son siniestras, obscenas y depravadas, que la harán parecerse a la imagen de lo concertado socialmente, y la última
porque la historia fue así. También son urgentes, porque la memoria lo es. posa junto a un nonato a modo de mostrar las desgracias de la vida diaria.
Donna Morell, Daniela Valente, Angelina Casoz, Francisca Thomson, Tasha también reales, pues la sobreposición de las capas culturales y la noción de
Andino, Eva Bronxs posan en su doble condición, tanto de transformistas ac- ruina como origen de nuestra historia anacrónica nos sumergen en unos cruces
tivos en la escena nocturna en regiones como de la representación de nues- para otros impensados, pero sin duda auténticos. Basta con recorrer las calles,
tra Latinoamérica sincrética. Ellas, al enfrentar nuestras miradas, nos instigan los pueblos, los mercados, las iglesias, las selvas, para que aquellas estampas se
a cuestionar la representación forzada de las imágenes que se instalaron en nos manifiesten elocuentes, densas y cargadas de latinoamericanidad. Byung-
nuestro continente para someter nuestros cuerpos, pues el control sobre és- Chul Han (2015:63) comenta que “ante la pura masa de imágenes hipervisibles
tos (como diría Foucault) permite el dominio y la regulación de los sistemas hoy no es posible cerrar los ojos. (…) Cerrar los ojos es una negatividad que
disciplinarios. Durante los años de la Conquista esto permitió la sumisión y se compagina mal con la positividad y la hiperactividad de la sociedad actual
la obediencia cultural; en la era industrial y postindustrial la subsegregación de la aceleración. La coacción de la hipervigilia dificulta cerrar los ojos. Y es
socioeconómica estableció los requisitos corporales para ingresar al sistema, responsable también del agotamiento neuronal del sujeto del rendimiento”.
tanto en su representación simbólica como física. No hay ingenuidad en las
imágenes, hay que desconfiar de ellas (ya lo dirá Harum Farocki), así como de La propuesta de Toro Goya justamente contiene esta carga de sobresaturación
sus sistemas de circulación y sus formas cerradas de traducción. en un acto, pero nos insta a cerrar los ojos para mirarnos en el mar de visuali-
dades que nos circundan, generando un desmontaje de todas aquellas imá-
Otra situación interesante son las leyendas de cómo se nos presentan las imá- genes icónicas que nos habitan, para tomar postura frente a la pregunta sobre
genes de las vírgenes que comúnmente se les aparecen a pescadores, obreros, nuestra histérica forma de convivir, sobre la poesía de la existencia fantástica y
mineros, indígenas que narran sus visiones y encuentros; se les aparecen, las sustancial. Somos lo que somos, para desde ahí construir nuestros imaginarios
veneran, las entregan en procesión para hacer mandas, para tener fe, para no y nuestras luchas. Rojas Mix (2015:15) comenta que la simbología con la cual
sucumbir en el desasosiego. Esto nos hace pensar que en algún momento de se nos pensó imaginariamente a los latinoamericanos era aquella que pensaba
la historia europea se nos pensó como monstruos. Aquellas primeras carto- que el “fin del mundo geográfico se confun(dió) con el fin del mundo, como
grafías y algunos escritores, como comenta Rojas Mix (2015:68), decían “que fin de los tiempos”. Se equivocaron.
los monstruos forman parte de una información general sobre lo extraño (…);
introducen el exotismo y simbolizan el paganismo (…) Darles muerte, entonces, El cortometraje El cabello de la Virgen6 inicia con esta frase: “Muchos de nues-
era un deber: implicaba servir a Dios y al derecho”. Muchos de los sobrevivien- tros muertos habitan en las fotografías”, y concluye diciendo: “Las promesas
tes rezaron para salvarse de la barbarie. a la Virgen se cumplen. No siempre la Virgen nos regala un milagro”. En esta
obra, en donde la devoción se cruza con la vida y la muerte, en donde la fe se
Las escenas de Milagreros5 las entendemos como exvotos que mezclan lo divino vive para no morir en el desamparo, lo que nos queda es la sensación de que se
con lo terrenal, la devoción con la realidad, a las ninfas con las Adelitas, la Re- estuvo en esta tierra. Ahí la memoria oral y el registro visual permiten narrarnos
volución con la Virgen, a las quinceañeras con la pedofilia, el sueño americano nuestra procesión interna, nos hacen fuertes y, a la vez, evocan y conmemoran
con los narcocorridos, la aspiración social con las fronteras, a Juan Rulfo con a nuestros ancestros.
Bresson, a Claudia Ochoa jefa del Ántrax de Sinaloa con el Divino Anticristo,
a Emiliano Zapata con los 43 de Ayozinanpa, y sigue. Son una especie de Las citas fotográficas, las menciones biográficas, las alegorías, las citas históricas,
ofrendas imposibles, pero que en nuestras culturas no sólo son visibles sino las imágenes estereotipadas, la trasposición de los géneros y la insistencia por
5 Para mayor información: Toro Goya, Mauricio (2015). Milagreros. Texto y curatoría Andrea Aguad Ch. 6 Mauricio Toro Goya (2015-2016), El cabello de la Virgen, pieza fotográfica realizada en cine Super 8,
Coquimbo, Chile: 1621 Editores. documental ficcionado realizado en México.
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construir una imagen múltiple que permita condensar las diferentes prácticas
culturales que nos constituyen como pueblos, son las estrategias de Toro Goya
para relatar, por medio de estas imágenes rebeldes, nuestra propia insubordi-
nación. Eso es más que suficiente.
Referencias
PAULA HONORATO
Curadora MNBA
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Las imágenes transforman, pues, el espanto en atracción. explicitar la reflexión acerca de la fotografía que implica este fascinante gesto
Pero, puesto que tienen memoria, puesto que sufren reminiscencias, anacrónico. En cada una, la condición material se hace especialmente notoria
dejan que el espanto sobreviva en la atracción. al observar el leve desvanecimiento de la imagen hacia la zona de los bordes.
Didi-Huberman El efecto de esta cualidad concreta del medio, resulta equivalente al que se
produce en pintura al percibir el tejido de la tela o la textura del empaste.
Si colocamos el foco en las condiciones materiales de producción de estas Entonces, el rescate y uso del ambrotipo en Toro Goya viene a recuperar una
series, no podemos dejar de referirnos al lugar que ocupa la técnica del am- experiencia del cuerpo que en este caso está asociada al pasado visual de la
brotipo en la obra Toro Goya. No se trata sólo de mencionar que él haya res- región norte, a la que pertenece el autor. De ello dio cuenta la serie Andaco-
catado una práctica asociada al pasado fotográfico del norte de Chile, sino de llo (2010), antecedente de las que estamos abordando, en la que junto con
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desenterrar esta práctica técnica, fijó treinta escenas de la fiesta a la Virgen el fondo de la conciencia. Así, ha dado lugar a la trasgresión permitida por la
que se celebra en dicha localidad, celebrada desde tiempos inmemoriales, que religiosidad popular en Imagen divina, a la lectura bíblica del martirio político en
alguna vez también se registró fotográficamente con la técnica del ambrotipo. Gólgota, Caravana de la Muerte, o a la apabullante convergencia de la cultura
Toro Goya no sólo congeló imágenes de un acontecimiento importante para de masas, la cultura narco, la alta cultura y la religión en Milagreros.
su comunidad, sino que también apeló al retorno del tiempo ritual en la re-
cuperación de un cuerpo fotográfico que cobró vida al igual que la devoción Algo se emancipa y algo se repara cuando lo latente logra emerger en la digni-
religiosa de la comunidad durante la fiesta. Traigo este ejemplo para evidenciar dad de las formas culturales. Hay una violencia que se aplaca en el cuidado de
cómo lo específico del medio define la percepción de la imagen fotográfica, o la recepción. En Toro Goya sucede que las mezclas y su apelación a una mirada
sea, qué peso tiene el cuerpo de la imagen en la percepción de la misma. Así, que las contenga nos recuerdan que vivimos en un continente donde esa mi-
el color, el grano, el soporte y el tamaño se vuelven las señales concretas para rada es necesaria para liberar los efectos de la violencia y la maravilla poética
una conciencia de la imagen como fenómeno que es a la vez iconográfico y que nos constituye. Plantea Gruzinsky, a propósito de esta condición también
corporal, y cuyos alcances teóricos desarrolla Belting cuando afirma: “La imagen inherente a las fotografías que nos ocupan: “Los mestizajes no son nunca una
tiene una cualidad mental y el medio siempre una cualidad material, incluso panacea; expresan combates que nunca tienen ganador y que siempre vuelven
si en nuestra impresión corporal ambos se presentan como una sola unidad” a empezar. Pero otorgan el privilegio de pertenecer a varios mundos en una
(2007:39). Una conciencia en el medio fotográfico reivindica la experiencia sola vida” (2007:378).
del cuerpo, que es la más olvidada en la apreciación de toda imagen.
IV
III
La fotografía siempre ha sido un medio que desafía al tiempo en su afán de fijar
Cuando nos detenemos ante las fotografías de Toro Goya nos preguntamos instantes del eterno movimiento de la existencia. Sin embargo, lo que hace Toro
cómo se ha llegado a armar esta mezcla de elementos, composiciones, visua- Goya no es capturar el devenir de lo dado, sino crear y construir las escenas
lidades y temporalidades disímiles. Sin duda, estas fotografías apelan a una con ayuda de la pose y la escenificación, como si se tratara de un teatro, pero
mirada templada en lo heterogéneo y sin temor a la profusión de cruces poéti- de uno que sólo se justifica para una toma. Lo cierto es que en sus series el
camente desconcertantes. De algún modo, pertenecen a la clase de objetos que tiempo también trabaja de otro modo y lo hace despertando el ejercicio de
Serge Gruzinsky ha identificado como objetos mestizos, es decir, aquellos que la memoria en la confluencia de fragmentos de distintas fuentes culturales,
han sido generados por sincretismos, repulsas, integraciones, yuxtaposiciones, tiempos y relatos. Y con memoria me refiero a la actividad involuntaria que hace
y todo tipo de procesos de orden material, psíquico, mental y afectivo, que aparecer ciertas imágenes y contenidos del inconsciente individual y colectivo.
reconocemos como metáfora de la conformación cultural de América Latina. Sus fotografías hacen visible lo que insiste en cobrar presencia. En términos
de Didi-Huberman, podríamos hablar de que hacen presentes “imágenes su-
En efecto, estas fotografías demandan una mirada que ya no desea la tierra pervivientes” (2008:307) en las que reside la fuerza de lo traumático, lo que
prometida de Occidente, que ya no busca el reino de lo homogéneo donde la de algún modo demanda resolución y por lo mismo retorna una y otra vez.
síntesis impera en todo su esplendor, sino que descansa sin sobresaltos en el
mundo de lo heterogéneo y la sobreabundancia. Sin duda, Toro Goya reclama Desde esta perspectiva, pareciera que todo el proceso fotográfico, desde los
un pensamiento visual forjado en la libertad de las mezclas y en el poder de montajes escénicos hasta las reacciones químico-lumínicas, estuvieran en este
la imagen para hacer presente lo que tenemos enterrado en el pasado o en caso dirigidas a un sutil y fundamental acontecimiento: hacer visible lo que nos
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Referencias
Gólgota,
Caravana de la
Muerte (2013)
14 Ambrotipos (14 Estaciones), 18 x 24 cm.
Realizado en Taller Sputnik. La Herradura, Chile
Estación ii
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Imagen Divina
(2012)
21 Ambrotipos 18 x24 cm.
Realizado en Hacienda Lourdes, Ovalle, Chile.
Milagreros
(2014)
11 Ambrotipos iluminados a mano 1 8 x 24 cm.
Realizdo en Oaxaca México y Coquimbo, Chile.
Yo muxe
36 Mauricio Toro Goya | Caprichos: imágenes rebeldes
Este catálogo fue impreso por Andros Impresores con motivo de la exposición
Caprichos: imágenes rebeldes, del artista Mauricio Toro Goya, presentada en el
Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, entre el 8 de septiembre
y el 30 de octubre de 2016.
Reservados todos los derechos de esta edición © Museo Nacional de Bellas Artes.
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