Hirschman "Contra La Noción de Una Cosa A La Vez"

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Contra la noción de "una cosa por vez"

Author(s): Albert O. Hirschman and Martha S. Eguía


Source: Desarrollo Económico, Vol. 29, No. 115 (Oct. - Dec., 1989), pp. 303-308
Published by: Instituto de Desarrollo Económico Y Social
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466876
Accessed: 20-01-2016 23:59 UTC

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Desarrollo Econ6mico, v. 29, N? 115 (octubre-diciembre 1989)

En un acto academico Ilevado a cabo el 10 de noviembre


de 1989, la Facultad de Ciencias Econ6micas de la Univer-
sidad de Buenos Aires otorgo al Dr. Albert 0. Hirschman
el titulo de "Profesor Honoris Causa" de esa casa de altos
estudios. DESARROLLO ECONOMICO -Revista de
Ciencias Sociales- se asocia a ese reconocimiento con
la transcripcion de la conferencia que el profesor Hirschman
pronunciara en esa ocasion.

CONTRALA NOCIONDE "UNA COSA POR VEZ"

ALBERT 0. HIRSCHMAN

Le estoy muy agradecido a la Universidadde Buenos Aires por el honor


que me otorga hoy. Me alegra ademas que se haya podido realizar este acto
junto con la conferencia sobre Nuevas Estrategiasde Desarrollo para America
Latina organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Instituto
Di Tella. Cuando me anuncio el proyecto, Simon Teitel, mi corresponsal
en el BID, me advirtio tambien que para esa ocasion se me invitaria a dar
una "clase magistral". Esta informacion disminuyo algo mi entusiasmo
inicial, no solo porque parecia confirmar la austera y antipatica ma_xima
de Chicago que dice "no hay almuerzos gratuitos", sino porque la
transaccion que me proponian me ubicaba en un papel que nunca supe
desempeiiar. Jamas he aspirado a la funcion de sabio, experto o maestro
itinerante; por el contrario, he hecho casi una profesion de la critica a tales
personajes.
Es el caso de La estrategia del desarrollo econ6mico, escrito hace mas
de treinta afnos para disentir con las ortodoxias y los pronunciamientos
magistrales que predominaban entonces. Por supuesto, a menudo las con-
cepciones del disidente se convierten en una ortodoxia. Afortunadamente,
hasta el momento mi libro no ha sufrido tan horrorosa suerte. Pero como
esta conferencia ha sido organizada en parte para celebrar ese viejo libro,
parece insinuarse una nube en el horizonte. Por lo tanto, voy a aprovechar
la oportunidad para tomar una precaucion: presentar un argumento que
contradice o modifica una proposicion central del libro. Para ser mas espe-
cifico: tratare de mostrar que la validez de esa proposici6n tiene sus limites,
que es aplicable a algunas situaciones mas que a otras y, por fin, que el
camino que propuse tiene sus propios problemas.

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Para empezar, me permitire retomar una historia que referi a comienzos


de esta d6cada cuando el Banco Mundial me pidio -a mi y a otros que
habian escrito sobre desarrollo en afos ya lejanos- que expusiera los orige-
nes de las ideas sobre desarrollo economico que habia planteado en La estra-
tegia y reflexionara sobre ellas. En el trabajo que escribi respondiendo a esa
demanda recuerdo un episodio que me ocurrio en la Argentina hacia 1968
poco despues del golpe militar que destituyo al regimen civil de Arturo
Illia y puso en el poder al general Ongania. Algun funcionario o partidario
del nuevo gobierno militar me dijo: "Todo lo que estat haciendo nuestro
gobierno es poner en practica sus ideas sobre el crecimiento desequilibrado.
Nosotros no podemos llevar a cabo todos nuestros objetivos politicos, socia-
les y economicos a la vez; por lo tanto, hemos decidido proceder por etapas,
como en una secuencia de crecimiento desequilibrado. Primero, tenemos
que corregir los problemas economicos, es decir, restablecer la estabilidad
economica y estimular el crecimiento; despues trataremos de alcanzar una
mayor igualdad social; y solo entonces el pa is estara en condiciones de res-
taurar las libertades civiles y de emprender otras mejoras politicas".
Estas palabras me escandalizaron. Se invocaban mis escritos para justi-
ficar la anulacion "temporaria" de los derechos y libertades democraticas
con el fin de lograr objetivos economicos tales como la estabilidad y el creci-
miento, mientras que lo que yo habia escrito era que en ciertas circunstan-
cias era posible y hasta deseable impulsar, digamos asi, el desarrollo indus-
trial a pesar de una "infraestructura" inadecuada en cuanto a produccion
de energia electrica y transporte, por ejemplo.
Adopte una actitud positiva con respecto a este tipo de desequilibrios
porque me parecian correctivos por si mismos, no a traves de la sola media-
cion de las fuerzas del mercado sino por las reacciones que se producirian
previsiblemente tanto en esas fuerzas como en la politica pfublica. Pero no
estaba claro en absoluto como tales fuerzas correctivas pod ian activarse
cuando aparecia un "desequilibrio" o una "desproporcion", no ya entre
sectores de la economifa sino entre el progreso economico y el progreso
politico.
Puede haber un considerable crecimiento y progreso economicos y
quiza tambien una mejor distribucion del ingreso sin un avance correlativo
en la apertura politica o una disminucion de la represion, del mismo modo
que puede producirse un proceso inverso a lo largo de un periodo consi-
derable: el fortalecimiento de la democracia puede ir acompafiado de un
debilitamiento de la economia; ustedes saben demasiado de todo esto.
No hay una razon general por la cual estos diversos elementos positivos
deban ir necesariamente juntos, salvo nuestro deseo de que asi ocurra ya que
en ese caso el mundo seria menos complicado. Sin duda, es posible pensar
algunas razones que expliquen por que estos desequilibrios o desproporcio-
nes podrian poner en juego fuerzas equilibrantes; pero hay otras razones
que generan el movimiento opuesto, es decir, una acentuacion del desequi-
librio. Por ejemplo, una vez que un regimen autoritario ha logrado alcanzar
el progreso economico, bien podria ocurrir que el gobierno se encuentre

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en una situacion de mayor popularidad y solidez y, por lo tanto, bajo una


menor presion para evolucionar en el sentido del pluralismo y de los dere-
chos humanos. Por consiguiente, hay que desconfiar de un gobierno de
este tipo cuando dice que "las condiciones a(unno estan dadas" para ir en
esa direccion mientras proclama su determinacion de hacerlo "sin duda
mas tarde".
Hay mucho de sentido comuin en la vieja regla: una cosa por vez, pero
al parecer no siempre es una bendicion poder ordenar las tareas de ese modo.
Ultimamente he estado pensando algunas nuevas hipotesis en este terreno
y me gustaria transmitirselas brevemente.
Como ustedes saben, en los Estados Unidos hemos pasado por un pe-
riodo marcado por la ofensiva de los pensadores conservadores y neoconser-
vadores. Tradicionalmente, los conservadores han insistido en denunciar
como nocivas o desastrosas ciertas concepciones "progresistas" de reforma
social o politica que se postulan o han sido llevadas a cabo. En un nuevo
libro que estoy escribiendo me propongo identificar y discutir los argumen-
tos que se utilizaron con mas frecuencia para oponerse y desbaratar estas
concepciones. Uno de los argumentos mas estereotipados es el siguiente:
si se adopta tal o cual politica o reforma se pone en serio peligro una con-
quista anterior que constituye uno de nuestros logros y adquisiciones mas
preciados. Por ejemplo, si seguimos en el camino del sufragio universal
-esto se argumento repetidamente en Inglaterra en el curso del siglo XIX-
perderemos nuestra "antigua libertad". Mas tarde y de manera similar se
argumento que la adopcion de alg(unnuevo programa de bienestar social,
tal vez deseable en si mismo, perjudicaria tanto la libertad como la demo-
cracia.
Llamo a este argumento la tesis de la amenaza (jeopardy thesis). Afirma
que la medida que se va a adoptar es una amenaza que pone en peligro un
paso progresivo anterior considerado de mayor valor que el que esta en
discusion. Esta tesis ha sido utilizada fundamentalmente en paises como
Inglaterra, que han tenido una larga historia de cambios politicos y sociales
realizados en forma gradual. La mayor parte de mis ejemplos provienen de
ese pais: desde la oposicion a las Actas de Reforma Electoral del siglo XIX
a la literatura que pone en cuestion el "estado de bienestar", empezando
por el famoso libro de Hayek The Road to Serfdom, que fue escrito en
Londres durante la Segunda Guerra Mundial. La idea de la amenaza que
pone en peligro logros anteriores aparece directamente en el titulo de este
libro.
El argumento de la amenaza no puede utilizarse en paises que no tienen
ese tipo de historia gradual en el terreno de las reformas politicas y sociales.
iEs imposible que se ponga en peligro el progreso anterior cuando este no
ha existido! La problematica esta relacionada con un topico del "desarrollo
politico" que alguna vez fue muy discutido. En Europa occidental --como
fue sefialado por varios autores- las diferentes "tareas" de la construccion
de la nacion (lograr una identidad territorial, asegurar la autoridad en todo
el territorio, obtener y manejarla participacion de las masas) fueron empren-
didas una por vez a lo largo de siglos, mientras que las "nuevas naciones" del

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Tercer Mundo deben enfrentarse con todas al mismo tiempo. De manera


similar, la transicion de los derechos civiles a la participacion masiva en
politica a traves del sufragio universal y al estado de bienestar socioecono-
mico se instrumento de un modo mucho mas lento y "ordenado" en Gran
Bretafiaque en los otros grandes paises europeos, para no hablar del resto.
En cuanto al debate sobre "desarrollo politico", la distincion entre los
pocos paises que podian resolver sus problemas en forma paulatina a lo largo
de un periodo prolongado y los otros (supuestamente menos afortunados)
para los cuales ese perlodo resulta muy concentrado, sirvio a un proposito
obvio: demostrar que los paises nuevos enfrentaban una tarea dificilisima
y asi apreciar en toda su dimension las dificultades de la construccion de la
nacion en el siglo XX. Aceptemos este argumento por el momento. Se ve
entonces que los paises nuevos tienen por lo menos una ventaja: cuando
se trata de dotarlos de instituciones ligadas al estado de bienestar no sera
posible combatir entonces esta medida con el argumento de querer preservar
una tradicion democrfaticao de libertades individuales ya que esta tradicion
casi no existe. En otras palabras, la tesis de la amenaza no puede ser invo-
cada en estos casos. He aqui una cierta ventaja retorica para los que argu-
mentan en favor del estado de bienestar en los paises en desarrollo. Pero
esa ventaja puede parecer un pequefio consuelo si se la compara con las
condiciones desfavorables -la necesidad de resolver al mismo tiempo nume-
rosos problemas en la construccion del Estado- dentro de las cuales se
supone trabajanesos paises.
Pero esta desventaja es menos evidente si se pone en tela de juicio el
argumento subyacente. Para empezar, no es verdad que los paises avanzados
siempre tengan el privilegio de resolver los obstaculos en forma secuencial,
mientras que los paises nuevos esten forzados de manera uniforme a una
resolucion casi simultanea de sus problemas. Tomemos las etapas de la in-
dustrializacion: no se ha insistido lo suficiente -quizai por la falta de comu-
nicacion entre los economistas y los cientificos politicos- que aqui predo-
mina la relacion inversa. Porque cuentan con la posibilidad de adquirir bienes
intermedios y de capital en los paises industrializados, los paises en des-
arrollo pueden moverse pausadamente, siguiendo la dinfamicade eslabones
hacia atras, desde las iultimas etapas de produccion a las primeras y hacia
la produccion de bienes de capital (si es que llegan hasta ahi), mientras que,
por el contrario, los paises de industrializacion temprana a menudo tuvieron
que producir en forma simultanea todos los insumos necesarios, incluso
sus propios bienes de capital, aunque fuera por metodos artesanales. En este
caso, sin embargo, esa compulsion de los paises de temprana industrializa-
cion para cubrir todas las categorias al mismo tiempo ha sido considerada
como una ventaja porque impulsaba una vigorosa dinamica de crecimiento
industrial. De manera correspondiente, la naturaleza secuencial del proceso
de desarrollo en los paises de industrializacion tardia podria ser considerada
como un perjuicio, porque corre el riesgo de quedar detenida en la etapa de
produccion de bienes de consumo final. Este riesgo es real: como ya expli-
que en La estrategia, "a menudo, el industrial que hasta ahora ha trabajado

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con materiales importados estara en contra del establecimiento de industrias
nacionales que las produzcan".
Si se compara ahora la dinaimica de la industrializacion con la del
desarrollo politico se llega en primer lugar a una generalizacion desconcer-
tante: no importa si los paises avanzados tienen que enfrentar las tareas de
manera secuencial o simultanea, de todos modos siempre les toca lo mejor.
Pero esto apenas si constituye una sorpresa: se trata de una de las muchas
razones por las cuales estos paises son avanzados.
En realidad, puede extraerse una conclusion mais interesante de la
comparacion entre las dos dinamicas: la resolucion gradual o secuencial no
es necesariamente una bendicion, tal como lo ha sostenido insistentemente
la literatura sobre desarrollo politico. La resolucion por secuencias supone
el riesgo de quedarse detenido, y este riesgo puede afectar no solo a la
secuencia que va de la produccion de bienes de consumo a la de maquina-
rias y bienes intermedios sino tambien, de manera diferente, a la progresion
compleja -esbozada en la famosa conferencia del sociologo ingles T. H.
Marshall en 1949- de las libertades individuales al sufragio universal y al
estado de bienestar. Una sociedad que ha llegado tempranamente a la conso-
lidacion de las libertades individuales puede luego experimentar dificultades
cuando trata de establecer politicas amplias de bienestar social. Los mismos
valores que tan bien sirvieron a esta sociedad en una fase -la creencia en el
supremo valor de la individualidad, la insistencia en los logros individuales
y en la responsabilidad individual- puede constituir un verdadero problema
mas tarde cuando se hace necesario poner el acento en un ethos comunitario
y solidario.
Quiza esto explique basicamente por que las politicas de bienestar
social fueron instrumentadas en primer lugar por la Alemania de Bismarck,
un pais donde la tradicion liberal era particularmente endeble. Del mismo
modo, el reciente asalto retorico contra el estado de bienestar en occidente
no ha sido tan vigoroso y sostenido en el continente europeo como en
Inglaterra y los Estados Unidos. Nada de esto supone que en paises con
una fuerte tradicion liberal sea imposible establecer un espectro amplio de
politicas de bienestar social. Pero es aqui donde su introduccion parece
requerir la concurrencia de circunstancias especiales, tales como las presio-
nes generadas por la Depresion o la Guerra, asi como proezas notables en
el manejo de las politicas socioeconomicas. Mas auin, una vez que se imple-
menten las medidas del estado de bienestar en esos paises, van a ser nueva-
mente atacadas en la primera oportunidad que se presente. La tension
entre la tradicion liberal y el nuevo ethos solidario permanecera sin resolver
durante mucho tiempo y la tesis de la amenaza sera invocada con previsible
regularidady siempre va a encontrar una audiencia receptiva.
Ustedes habran advertido que el argumento que acabo de desarrollar
es, en muchos sentidos, exactamente la contraparte de mi argumento en
favor del crecimiento desequilibrado que sostuve hace treinta afnos. En La
estrategia, argumente contra la idea segun la cual -a causa de la interdepen-
dencia de la economia, ya sea desde el punto de vista de la oferta o de la

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demanda- no podia lograrse progreso alguno a menos que se incrementaran


de manera simultanea la expansion de la inversion y del producto en todos
los sectores claves por medio de un "plan de inversion integrado" o un
"gran impulso". En cambio, tanto en el plano teorico como en las experien-
cias de desarrollo historico reales, busque la posibilidad de soluciones secuen-
ciales al problema del crecimiento.
Pero ahora mi argumento da un giro completo ya que me he encon-
trado con algunos obstaculos reales en las soluciones secuenciales, en parti-
cular, alli donde la interdependencia entre las tareas es debil o inexistente.
El problema entonces puede ser el opuesto: las numerosas tareas a empren-
der, lejos de requerir un enfoque y solucion "integrados" como resultado
de la interdependencia, resultan demasiado separables. En estas condiciones,
es facil y tentador operar solo en una de las diversas areas deseables, con la
idea o el pretexto de que el resto sera encarado mas tarde. Sin embargo, a
causa de la resonancia del argumento de la amenaza y otros motivos rela-
cionados, ese primer avance puede dificultar y hasta imposibilitar la actua-
ci6n en otras areas. En esta eventualidad, los politicos que esgrimen argu-
mentos como el de hacer "una cosa por vez" o de "las condiciones todavia
no estan dadas", a menudo no tienen ningun deseo por moverse en esferas
donde la acci6n "lamentablemente", como suelen decir, debe postergarse.
Para terminar, me parece que el camino intelectual que he seguido no
es del todo extrafio. El rechazo de una prescripcion de politica economica
(crecimiento equilibrado), que ademas de erronea me parecio demasiado
exigente y peligrosa en sus implicaciones politicas, me llevo a elaborar un
enfoque alternativo. Mas tarde observe algunas situaciones en las que los
acontecimientos habian tomado un curso similar al que yo habia propuesto
y adverti que ese curso a su vez albergaba algunos peligros y riesgos especi-
ficos. Esto es natural ya que no hay accion que no entrafie riesgos. Recono-
cer e intentar evitar esos riesgos no implica que no deba actuarse ni que sea
necesario rehabilitar la proposicion original que he criticado.
Mas bien, de la historia que he referido aqui se pueden extraer dos lec-
ciones. Primero, a los paises que deben abordar al mismo tiempo numerosas
tareas politicas, economicas o sociales urgentes (que otros, fundamental-
mente Inglaterra, pudieron resolver paulatinamente en el curso de un largo
perfodo) les esta reservada una compensacion o -para volver a uno de mis
conceptos predilectos- una bendicion encubierta.
Segundo, la bfusqueda de soluciones uniformes para resolver los proble-
mas del desarrollo conduce invariablemente al error; esto se refiere tanto al
requisito de la simultaneidad como al de la secuencialidad, es decir, al impe-
rativo de un "plan integrado" asi como al mandato de posponer algunas
tareas esenciales con el pretexto de hacer "una cosa por vez".
De esta manera, puedo aspirar por lo menos a un elemento de conti-
nuidad en mi pensamiento: el de negarme a aceptar la idea de un "finico
camino correcto".

Traducci6n de Martha S. Eguia

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