Grandes Biografias
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Galileo Galilei
Por otra parte, el proceso inquisitorial a que fue sometido Galileo por defender
el heliocentrismo acabaría elevando su figura a la condición de símbolo: en el
craso error cometido por las autoridades eclesiásticas se ha querido ver la
ruptura definitiva entre ciencia y religión y, pese al desenlace del proceso, el
triunfo de la razón sobre el oscurantismo medieval. De forma análoga, la
célebre frase que se le atribuye tras la forzosa retractación (Eppur si muove, Y
sin embargo, la Tierra se mueve') se ha convertido en el emblema del poder
incontenible de la verdad frente a cualquier forma de dogmatismo establecido.
Juventud académica
El método experimental
En continuidad con esa crítica, una cierta tradición historiográfica ha forjado la
anécdota (hoy generalmente considerada como inverosímil) de Galileo
refutando materialmente a Aristóteles mediante el procedimiento de lanzar
distintos pesos desde lo alto del Campanile de Pisa, ante las miradas
contrariadas de los peripatéticos. Casi dos mil años antes, Aristóteles había
afirmado que los cuerpos más pesados caen más deprisa; según esta leyenda,
Galileo habría demostrado la falsedad de este concepto con el simple
procedimiento de dejar caer simultáneamente cuerpos de distinto peso desde
lo alto de la torre y constatar que todos llegaban al suelo al mismo tiempo.
Sea como fuere, su mérito innegable residió en que fue el primero que acertó
en extraer del instrumento un provecho científico decisivo. Entre diciembre de
1609 y enero de 1610, Galileo realizó con su telescopio las primeras
observaciones de la Luna, interpretando lo que veía como prueba de la
existencia en nuestro satélite de montañas y cráteres que demostraban su
comunidad de naturaleza con la Tierra; las tesis aristotélicas tradicionales
acerca de la perfección del mundo celeste, que exigían la completa esfericidad
de los astros, quedaban puestas en entredicho.
Bajo sus auspicios se publicó en 1613 la Historia y demostraciones sobre las manchas
solares y sus accidentes, donde Galileo salía al paso de la interpretación de
Scheiner, quien pretendía que las manchas eran un fenómeno extrasolar
(«estrellas» próximas al Sol que se interponían entre éste y la Tierra). El texto
desencadenó una polémica acerca de la prioridad en el descubrimiento que se
prolongó durante años e hizo del jesuita uno de los más encarnizados
enemigos de Galileo, lo cual no dejaría de tener consecuencias en el proceso
que había de seguirle la Inquisición. Por lo demás, fue allí donde, por primera
y única vez, Galileo dio a la imprenta una prueba inequívoca de su adhesión a
la astronomía copernicana, que ya había comunicado en una carta a Kepler en
1597.
Ante los ataques de sus adversarios académicos y las primeras muestras de
que sus opiniones podían tener consecuencias conflictivas con la autoridad
eclesiástica, la postura adoptada por Galileo fue la de defender (en diversos
escritos entre los que destaca la Carta a la señora Cristina de Lorena, gran duquesa de
Toscana, 1615) que, aun admitiendo que no podía existir ninguna contradicción
entre las Sagradas Escrituras y la ciencia, era preciso establecer la absoluta
independencia entre la fe católica y los hechos científicos. Ahora bien, como
hizo notar el cardenal Roberto Belarmino, no podía decirse que se dispusiera de
una prueba científica concluyente en favor del movimiento de la Tierra, el cual,
por otra parte, estaba en contradicción con las enseñanzas bíblicas; en
consecuencia, no cabía sino entender el sistema copernicano como hipotético.
Galileo ante la Inquisición
En 1616 Galileo fue reclamado por primera vez en Roma para responder a las
acusaciones esgrimidas contra él, batalla a la que se aprestó sin temor alguno,
presumiendo una resolución favorable de la Iglesia. El astrónomo fue en un
primer momento recibido con grandes muestras de respeto en la ciudad; pero,
a medida que el debate se desarrollaba, fue quedando claro que los
inquisidores no darían su brazo a torcer ni seguirían de buen grado las
brillantes argumentaciones del pisano. Muy al contrario, este episodio pareció
convencerles definitivamente de la urgencia de incluir la obra de Copérnico en
el Índice de obras proscritas: el 23 de febrero de 1616 el Santo Oficio condenó
al sistema copernicano como «falso y opuesto a las Sagradas Escrituras», y
Galileo recibió la admonición de no enseñar públicamente las teorías de
Copérnico.
Consciente de que no poseía la prueba que Belarmino reclamaba, por más que
sus descubrimientos astronómicos no le dejaran lugar a dudas sobre la verdad
del copernicanismo, Galileo se refugió durante unos años en Florencia en el
cálculo de unas tablas de los movimientos de los satélites de Júpiter, con el
objeto de establecer un nuevo método para el cálculo de las longitudes en alta
mar, método que trató en vano de vender al gobierno español y al holandés.
En 1618 se vio envuelto en una nueva polémica con otro jesuita, Orazio Grassi,
a propósito de la naturaleza de los cometas y la inalterabilidad del cielo. Tal
controversia dio como resultado un texto, El ensayador (1623), rico en
reflexiones acerca de la naturaleza de la ciencia y el método científico, que
contiene su famosa idea de que «el Libro de la Naturaleza está escrito en
lenguaje matemático». La obra, editada por la Accademia dei Lincei, venía
dedicada por ésta al nuevo papa Urbano VIII, es decir, al cardenal Maffeo
Barberini, cuya elección como pontífice llenó de júbilo al mundo culto en
general, y en particular a Galileo, a quien el cardenal había ya mostrado su
afecto.
Primera edición del Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo (1632)
La nueva situación animó a Galileo a redactar la gran obra de exposición de la
cosmología copernicana que había ya anunciado muchos años antes: el Diálogo
sobre los dos máximos sistemas del mundo (1632); en ella, los puntos de vista
aristotélicos defendidos por Simplicio se confrontaban con los de la nueva
astronomía abogados por Salviati, en forma de diálogo moderado por la bona
mens de Sagredo, que deseaba formarse un juicio exacto de los términos
precisos en los que se desenvolvía la controversia.
La obra fracasó en su intento de estar a la altura de las exigencias expresadas
por Belarmino, ya que aportaba, como prueba del movimiento de la Tierra,
una explicación falsa de las mareas, y aunque fingía mediante el recurso al
diálogo adoptar un punto de vista aparentemente neutral, la inferioridad de
Simplicio ante Salviati (y por tanto del sistema tolemaico frente al copernicano)
era tan manifiesta que el Santo Oficio no dudó en abrirle un proceso a Galileo,
pese a que éste había conseguido un imprimatur para publicar el libro en 1632.
La sentencia definitiva
Interpretando la publicación del Diálogo como un acto de desacato a la
prohibición de divulgar el copernicanismo, sus inveterados enemigos lo
reclamaron de nuevo en Roma, ahora en términos menos diplomáticos, para
que respondiera de sus ideas ante el Santo Oficio en un proceso que se inició
el 12 de abril de 1633. El anciano y sabio Galileo, a sus casi setenta años de
edad, se vio sometido a un humillante y fatigoso interrogatorio que duró veinte
días, enfrentado inútilmente a unos inquisidores que de manera cerril,
ensañada y sin posible apelación calificaban su libro de «execrable y más
pernicioso para la Iglesia que los escritos de Lutero y Calvino».
Galileo ante el Santo Oficio (Óleo de Robert-Fleury)
Encontrado culpable pese a la renuncia de Galileo a defenderse y a su
retractación formal, fue obligado a pronunciar de rodillas la abjuración de su
doctrina y condenado a prisión perpetua. El Diálogo sobre los dos máximos sistemas
del mundo ingresó en el Índice de libros prohibidos y no salió de él hasta 1728.
Según una piadosa tradición, tan conocida como dudosa, el orgullo y la
terquedad del astrónomo lo llevaron, tras su vejatoria renuncia a creer en lo
que creía, a golpear enérgicamente con el pie en el suelo y a proferir delante
de sus perseguidores: «¡Y sin embargo se mueve!» (Eppur si muove, refiriéndose
a la Tierra). No obstante, muchos de sus correligionarios no le perdonaron la
cobardía de su abjuración, actitud que amargó los últimos años de su vida,
junto con el ostracismo al que se vio abocado de forma injusta.
La pena fue suavizada al permitírsele que la cumpliera en su quinta de Arcetri,
cercana al convento donde en 1616 y con el nombre de sor Maria Celeste había
ingresado su hija más querida, Virginia, que falleció en 1634. En su retiro,
donde a la aflicción moral se sumaron las del artritismo y la ceguera, Galileo
consiguió completar la última y más importante de sus obras: Discursos y
demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias, publicada en Leiden por Luis
Elzevir en 1638.
En ella, partiendo de la discusión sobre la estructura y la resistencia de los
materiales, Galileo sentó las bases físicas y matemáticas para un análisis del
movimiento que le permitió demostrar las leyes de caída de los graves en el
vacío y elaborar una teoría completa del disparo de proyectiles. La obra estaba
destinada a convertirse en la piedra angular de la ciencia de la mecánica
construida por los científicos de la siguiente generación, cuyos esfuerzos
culminarían en el establecimiento de las leyes de la dinámica (leyes de Newton)
por obra del genial fundador de la física clásica, Isaac Newton. En la madrugada
del 8 al 9 de enero de 1642, Galileo falleció en Arcetri confortado por dos de
sus discípulos, Vincenzo Viviani y Evangelista Torricelli, a los cuales se les había
permitido convivir con él los últimos años.
Casi trescientos años después, en 1939, el dramaturgo alemán Bertold
Brechtescribió una pieza teatral basada en la vida del astrónomo pisano en la
que se discurre sobre la interrelación de la ciencia, la política y la revolución
social. Aunque en ella Galileo termina diciendo «Yo traicioné mi profesión», el
célebre dramaturgo opina, cargado de melancólica razón, que «desgraciada es
la tierra que necesita héroes». En 1992, exactamente tres siglos y medio
después del fallecimiento de Galileo, la comisión papal a la que Juan Pablo
II había encargado la revisión del proceso inquisitorial reconoció el error
cometido por la Iglesia católica.
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MAO TSE-TUNG
(Mao Zedong o Mao Tse-tung; Hunan, China, 1893 - Pekín, 1976) Político y
estadista chino. Nacido en el seno de una familia de trabajadores rurales, su
infancia transcurrió en un medio en que la educación escolar sólo era
considerada útil en la medida en que pudiera ser aplicada a tareas como llevar
registros y otras labores propias de la producción agrícola, por lo que, a la
edad de trece años, Mao Tse-tung hubo de abandonar los estudios para
dedicarse de lleno al trabajo en la granja familiar.
Mao Tse-tung
Sin embargo, el joven Mao dejó la casa paterna y entró en la Escuela de
Magisterio en Changsha, donde comenzó a tomar contacto con el pensamiento
occidental. Posteriormente se enroló en el Ejército Nacionalista, en el que sirvió
durante medio año, tras lo cual regresó a Changsha y fue nombrado director
de una escuela primaria. Más adelante trabajó en la Universidad de Pekín como
bibliotecario ayudante y leyó, entre otros, a Bakunin y a Kropotkin, además de
tomar contacto con dos hombres clave de la que habría de ser la revolución
socialista china: Li Dazhao y Chen Duxiu.
El 4 de mayo de 1919 estalló en Pekín la revuelta estudiantil contra Japón, en
la que Mao Tse-tung tomó parte activa. En 1921 participó en la creación del
Partido Comunista, y dos años más tarde, al formar el partido una alianza con
el Partido Nacionalista, Mao quedó como responsable de organización. De
regreso en su Hunan natal, entendió que el sufrimiento de los campesinos era
la fuerza que debía promover el cambio social en el país, idea que expresó
en Encuesta sobre el movimiento campesino en Hunan.
Sin embargo, la alianza con los nacionalistas se quebró, los comunistas y sus
instituciones fueron diezmados y la rebelión campesina, reprimida; junto a un
numeroso contingente de campesinos, Mao huyó a la región montañosa de
Jiangxi, desde donde dirigió una guerra de guerrillas contra Chiang Kai-shek, jefe
de sus antiguos aliados. El Ejército Rojo, nombre dado a las milicias del Partido
Comunista, logró ocupar alternativamente distintas regiones rurales del país.
En 1930, la primera esposa de Mao fue asesinada por los nacionalistas, tras lo
cual contrajo nuevo matrimonio con He Zizhen. Al año siguiente se
autoproclamó la nueva República Soviética de China, de la que Mao fue elegido
presidente, y desafió al comité de su partido a abandonar la burocracia de la
política urbana y centrar su atención en el campesinado.
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LENIN
En las últimas décadas del siglo XIX, el abismo existente entre la clase
cultivada y el zar Alejandro III de Rusia, defensor del absolutismo bizantino de sus
antepasados, se había agravado hasta tal punto que la lucha contra el zarismo
había llegado a ser, entre los rusos cultos, un deber y un honor. La oposición
política y el movimiento revolucionario crecían bajo el empuje de una
"intelligentsia" que hacía acólitos en las escuelas, en las fábricas, los periódicos
y las oficinas. El 1 de marzo de 1887, un grupo de jóvenes nihilistas intentó
acabar con la vida del zar.
Lenin
El atentado fracasó y los terroristas fueron apresados. Entre los condenados a
muerte figuraba Alexander Uliánov, el hermano mayor del futuro Lenin. Al
enterarse por la prensa de que el grupo había sido ahorcado en San
Petersburgo, el muchacho recibió una impresión indeleble, que con el tiempo
se transformaría en la más firme y decidida oposición al zarismo. Pero ya
entonces, con la lucidez de un visionario, resumía la situación en esta frase de
condena a los métodos del terrorismo individual: «Nosotros no iremos por esta
vía. No es la buena».
En el camino de la revolución
Ya en esa época, en el grupo marxista del que formaba parte le decían «el
Viejo» por su vasta erudición y su frente socrática, precozmente calva. El
rostro de corte algo mongólico, con los pómulos anchos y los ojos de tártaro,
entrecerrados e irónicos, el porte robusto y el poderoso cuello le daban el
aspecto de un campesino. Abogado sin pleitos, Lenin se inscribió en las listas
de instructores de círculos obreros, llamados «universidades democráticas».
Organizó bibliotecas, programas de estudio y cajas de ayuda con el objetivo
de enseñar los métodos de la lucha revolucionaria, para formar así cuadros
obreros, propagandistas y organizadores de círculos socialdemócratas, con
miras a la formación de un futuro partido.
Para ello necesitaba contar con el apoyo de los grupos marxistas emigrados,
dirigidos por Georgi Plejánov, y en abril de 1895 viajó al extranjero, decidido a
estudiar el movimiento obrero de Occidente. Pasó unas semanas en Suiza, y
luego visitó Berlín y París, donde tuvo como interlocutores a Karl Liebknecht
y Paul Lafargue. A su regreso fue detenido junto con su futuro rival, Julij Martov,
por la Ochrana, la policía secreta del zar. En la cárcel, Lenin rápidamente se
puso a trabajar. Se comunicaba con el exterior a través de su hermana Ana y
de Nadezda Krupskáia, una estudiante adherida al círculo marxista, que, para
poder visitarlo en la prisión, había declarado ser su novia.
Más tarde, en 1898, un año después de que fuera deportado a la Siberia
meridional, cerca de la frontera con China, Lenin contrajo matrimonio con
Nadezda en una ceremonia religiosa. En el destierro, la pareja llevó una vida
ordenada, sin sobresaltos, que le permitió a Lenin terminar de redactar su
primera obra fundamental, El desarrollo del capitalismo en Rusia, en la que sostenía
que la revolución industrial y el capitalismo avanzaban decididamente pese al
semifeudalismo imperante en el país.
En el exilio
Después de casi mil días en Siberia, a poco de comenzar el siglo y con treinta
años de edad, Lenin comenzaba su primer exilio en Suiza. Allí, reunido con
Martov, puso en marcha un proyecto largamente acariciado: la publicación de
un periódico socialdemócrata de alcance nacional. El primer número de Iskra
(La Chispa) vio la luz el 21 de diciembre de 1900, con un editorial de Lenin
encabezando la primera página. En esta época de andanzas entre Munich y
Ginebra fue cuando se convirtió en el líder de los marxistas rusos, sobre todo
después de la publicación del libro ¿Qué hacer?, una de sus obras más
importantes, en la que reclamaba la necesidad de una organización de
revolucionarios profesionales y sintetizaba la idea del partido como vanguardia
de la clase obrera.
La revolución había llegado al poder, pero ahora había que salvarla, y la tarea
más urgente para ello, según Lenin, era firmar la paz inmediata. El Tratado de
Brest-Litovsk, signado por Trotski el 3 de marzo de 1918, concertó la paz
unilateral de Rusia con Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía. El
tratado ahondó aún más las divergencias con los socialistas revolucionarios -
que en agosto atentaron contra la vida de Lenin-, y contribuyó a intensificar la
decisión de las fuerzas contrarrevolucionarias para derribar al nuevo gobierno
con el apoyo de los países aliados, especialmente Francia y Estados Unidos.
Durante dos años, entre 1918 y 1920, la guerra civil condujo al gobierno
soviético al borde del desastre; por último, el ejército de los
contrarrevolucionarios, los «blancos», conducido por antiguos generales
zaristas, fue derrotado por el Ejército Rojo, formado por campesinos y obreros
y dirigido por Trotski. Pero el país quedó devastado, la economía maltrecha y
el hambre se enseñoreó de grandes regiones. El reto más grande de la
revolución pasó a ser entonces la reconstrucción económica de Rusia, tarea
que Lenin se propuso encarar a través de la NEP (nueva política económica),
que detuvo las expropiaciones campesinas y supuso una apertura hacia una
economía de mercado bajo control.
Pese a las dificultades de la guerra civil, Lenin concretó en 1919 su viejo sueño
de fundar una nueva Internacional. En su opinión, el destino de Rusia dependía
de la revolución mundial, y en especial del futuro del movimiento llevado
adelante en Alemania por los espartaquistas. El 2 de marzo de 1919, en Moscú,
inauguró el Primer Congreso de la III Internacional, invocando a los líderes del
comunismo alemán asesinados: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. La Comintern
elevó el comunismo ruso a la categoría de modelo a imitar por todos los países
comunistas del mundo y, al defender los movimientos de liberación nacional
de los pueblos coloniales y semicoloniales de Asia, logró ampliar enormemente
el número de aliados de la Revolución soviética.
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En Bolivia
Relevado ya de sus cargos en el Estado cubano, el Che Guevara volvió a
Iberoamérica en 1966 para lanzar una revolución que esperaba que fuese de
ámbito continental: valorando la posición estratégica de Bolivia, eligió aquel
país como centro de operaciones para instalar una guerrilla que pudiera
irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. Al frente
de un pequeño grupo intentó poner en práctica su teoría, según la cual no era
necesario esperar a que las condiciones sociales produjeran una insurrección
popular, sino que podía ser la propia acción armada la que creara las
condiciones para que se desencadenara un movimiento revolucionario; tales
ideas quedaron recogidas en su libro La guerra de guerrillas (1960).
El Che, mito revolucionario
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JESÚS DE NAZARET
Los evangelios
En términos teológicos, Nuevo Testamento significa la Nueva Alianza establecida
por Dios con toda la humanidad en su Hijo Jesucristo, continuación y
cumplimiento de aquella primera Antigua Alianza establecida con su pueblo
escogido, el pueblo de Israel, en el monte Sinaí. Desde el punto de vista
literario, se entiende por Nuevo Testamento el conjunto de libros en los cuales los
discípulos de Jesús dejaron constancia de la instauración y primeros años de
esa nueva y definitiva alianza. El Nuevo Testamento se compone de 27 libros,
aceptados unánimemente por católicos, ortodoxos y protestantes: los
cuatro Evangelios, el Libro de los Hechos de los Apóstoles, las trece Epístolas de San Pablo,
la Epístola a los Hebreos, las siete Epístolas Católicas de Santiago, San Pedro, San
Juan y San Judas y el Apocalipsis de San Juan.
Los cuatro evangelios nos informan sobre la manera en que eran recibidas en
las primeras comunidades cristianas la vida y la enseñanza de Jesús de Nazaret.
Es necesario advertir que, en el momento de la consignación por escrito de las
tradiciones evangélicas transmitidas en las primeras comunidades cristianas,
varios de los apóstoles todavía vivían. Los Hechos de los Apóstoles (redactado
probablemente por Lucas entre los años 65-80) describen de manera viva y
detallada, aunque sólo parcialmente, los comienzos de la Iglesia desde la
Ascensión y Pentecostés (hacia el año 30) hasta la llegada de San Pablo a Roma
hacia el año 61. Lucas, compañero de Pablo, fue un testigo de primera mano
en todo lo que se refiere a la misión y viajes de su maestro y a las comunidades
por él fundadas.
A diferencia de los escritos del Antiguo Testamento, los del Nuevo Testamento
fueron compuestos en un breve lapso de tiempo; concretamente, durante la
segunda mitad del siglo I. Todos ellos nacieron en las comunidades cristianas
y tuvieron la finalidad de consolidar la fe de las mismas y de las nuevas que
se iban fundando. Resulta difícil determinar la fecha en que los distintos libros
del Nuevo Testamento fueron redactados; pero, con el apoyo de criterios
internos y externos, sí se puede determinar un cierto orden cronológico en su
aparición y, en muchos casos, la época en que fueron escritos.
Así, por ejemplo, las Epístolas de San Pablo fueron escritas entre los años 50 y 67.
La primera de las Epístolas de San Pedro fue escrita un poco antes del 64,
mientras que la segunda (escrita no por él sino por algún discípulo) y la de
Santiago son difíciles de datar. Los Evangelios y el Libro de los Hechos de los
Apóstoles fueron escritos entre los años 65 y 100. De finales del siglo I son
las Epístolas de Juan y de Judas, así como el Apocalipsis y la Epístola a los Hebreos.
Fueron muchos los cristianos que se propusieron contar en sus escritos cuanto
había ocurrido desde el principio, tal y como nos lo advierte Lucas al inicio de
su evangelio (1,1). Pero no todos esos escritos del siglo I fueron aceptados
como inspirados por Dios y, por lo tanto, admitidos como parte de las Sagradas
Escrituras. Se hizo una selección antes de incluirlos en un canon. Los criterios
utilizados para determinar la canonicidad de los escritos fueron tres: 1°) el
origen apostólico de un escrito, es decir, que hubiera sido escrito por un
apóstol o por un discípulo directo de algún apóstol; 2°) la plena concordancia
del escrito con la tradición viva de la Iglesia, es decir, su ortodoxia; 3°) la
utilización de los escritos en la lectura pública de un buen número de iglesias.
A finales del siglo II, el apologista Taciano, discípulo de Justino, fusionó en uno
los cuatro evangelios, en la obra llamada Diatesarón ("cuatro en uno"); esa obra
fue traducida a varios idiomas y adoptada como base de la catequesis para
pueblos bárbaros que iban llegando al Imperio romano. Ello demuestra que los
cuatro evangelios no gozaban todavía de la autoridad que luego tuvieron,
aunque ya habían comenzado a ser citados como tales desde mediados del
siglo II. La lista de obras más antigua que conocemos es la del llamado "canon
de Muratori", un texto del siglo II descubierto por el investigador Muratori en
1740. Este documento, del que falta la parte inicial que ciertamente hablaba
de Mateo y Marcos, menciona los evangelios de Lucas y Juan, el Libro de
los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas de San Pablo, las Epístolas Católicas y
el Apocalipsis.
En el siglo III se comenzó a dar el nombre de Nuevo Testamento al conjunto de
los escritos considerados canónicos. Pero la lista no estaba completamente
definida. Ésta aparece por primera vez en los escritos del historiador del siglo
IV Eusebio de Cesarea, el cual, sin embargo, refleja la duda sobre la canonicidad
del Apocalipsis, que era rechazado todavía por varios teólogos, especialmente
los orientales. Sería San Atanasio quien a finales del mismo siglo IV consiguió
que el libro fuera también aceptado por los orientales. El primer catálogo
completo del Nuevo Testamento fue promulgado, junto con el canon católico
actual para el Antiguo Testamento, en el concilio de Hipona (norte de África)
en el año 393. Fue luego confirmado por el concilio de Cartago en el 419 y por
los orientales en el concilio de Trullo (692). Y también por los concilios
ecuménicos de Florencia (1441, contra los jacobitas) y de Trento (1546) para
zanjar la cuestión ante las dudas proferidas por Lutero y otros protagonistas
de la Reforma respecto a la autenticidad de la Epístola a los Hebreos, de
las Epístolas de Santiago y Lucas y del Apocalipsis. Hoy día no existe ninguna
divergencia entre ortodoxos, católicos y protestantes respecto al canon del
Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento la palabra evangelio significa "buena noticia" y está
usada para expresar todo el contenido de la misión de Jesús y de la predicación
primitiva. En labios de Jesús, evangelio significa la buena noticia de que el reino
de Dios ha comenzado a hacerse presente entre los hombres (Mc 1,14-15). En
la predicación apostólica, significa la buena noticia de la muerte y resurrección
de Jesús, porque en estos acontecimientos descubrían que Dios había
comenzado a cumplir sus promesas.
El evangelio y su mensaje es uno, pero está expresado en diversas teologías
o diversos enfoques según los diversos escritos. Tenemos en primer lugar el
enfoque de los cuatro Evangelios y del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos
ofrecen una teología de la memoria de Jesús; estos libros tienen como finalidad
demostrar que la predicación de Jesús es algo histórico y no un sistema
ideológico abstracto. Luego se encuentra la teología kerigmática, propia de la
mayor parte de las Epístolas de San Pablo y de la Epístola a los Hebreos: es la teología
del anuncio, del pregón de aquello que los apóstoles han vivido y
experimentado, experiencia centrada en la resurrección del crucificado. La
teología de la praxis consiste en orientaciones sobre práctica de la vida
cristiana; es verdad que casi todas las cartas contienen alguna orientación en
este sentido, pero algunas, como la de Santiago y la primera de Pedro, lo
hacen con una insistencia particular. Otras, como la de Judas, la segunda de
Pedro y las de Juan, se centran más concretamente en orientaciones para los
casos de divisiones internas en las comunidades. Finalmente tenemos la
teología profética, propia del Apocalipsis, que entronca con el profetismo del
Antiguo Testamento y proporciona elementos para una interpretación de la
historia a la luz de la venida de Cristo.
El Evangelio de San Mateo
San Marcos fue uno de aquellos apreciables hombres que renuncian a destacar
para consagrarse al servicio de una personalidad de mayores iniciativas. De
familia acomodada, dio sus primeros pasos en el apostolado con su primo San
Bernabé y con San Pablo, a quienes sirvió como "ministro" en el primer viaje
misionero, reservándose las funciones exteriores para aliviar a aquéllos.
Inesperadamente, le faltaron los ánimos y quiso volver atrás, y así, en el
siguiente viaje, San Pablo no le quiso entre sus acompañantes.
Aparece luego en Asia Menor asociado al ministerio de San Pedro, quien le dio
pruebas de un cariño paternal. En Roma fue nuevamente compañero de San
Pablo, que le manifestó particular estimación preguntando por él desde Éfeso
en la época de su último cautiverio. En la Ciudad Eterna se le pidió que reuniera
los recuerdos de San Pedro acerca de la vida de Jesús, y, de esta suerte,
escribió el segundo Evangelio, en el que la divina figura del Maestro revive con
una riqueza de matices concretos y de colores que hacen de la minúscula obrita
la biografía más rápida pero asimismo más ágil y dramática de Jesús.
En los capítulos VII, VIII, IX y X Jesús precisa mucho más su doctrina, con el
consiguiente acrecentamiento de la animosidad por parte de los fariseos. Es
luz del mundo, y lo demuestra con la curación del ciego de nacimiento. El
milagro de la resurrección de Lázaro revela todo su poder y confirma su misión.
Jesús va a Efraim, después a Betania en casa de Lázaro, entra triunfalmente
en Jerusalén y, por última vez, habla de su grandeza y de su futura exaltación.
Llegado a este punto, el evangelista parece hacer una recopilación de lo
antedicho hablando de las causas de la incredulidad y aduciendo una
categórica afirmación de Cristo.
Por ello descarta muchos hechos que supone conocidos por medio de los otros
Evangelios; no refiere todos los preceptos morales del Sermón de la Montaña,
no reseña más que cinco milagros de Jesús, no menciona el viaje de Jesús a
Galilea; sólo recuerda los milagros y los admirables discursos de Jesús en
Judea y en Jerusalén, que los otros habían callado. Si consigna dos únicos
hechos anteriores a la Pasión, referidos ya por los Sinópticos (la multiplicación
de los panes y el paso de Jesús sobre las olas) es para mejor explicar las
palabras del Salvador en Judea y en Jerusalén. Añade, además, el episodio del
lavatorio de los pies a la cena, fija la época del encarcelamiento de Juan
Bautista, precisa el lugar de las tres negaciones de Pedro, determina las cuatro
Pascuas y proporciona el medio de coordinar todos los acontecimientos
narrados por los otros tres evangelistas y de establecer una concordancia
exacta.
ABIMAEL GUZMÁN
Desde entonces vivió con su padre, Abimael Guzmán, que tenía otros seis
hijos con tres mujeres distintas. Entre 1939 y 1946 vivió con sus tíos
maternos, antes de viajar a la Provincia Constitucional del Callao.
En junio de 1969 fue detenido por ser el presunto autor de los delitos de
ultraje a la nación y a los símbolos representativos, ataque a las Fuerzas
Armadas contra el Orden Constitucional y la seguridad del Estado,
fabricación, uso de armas y explosivos y daños a la propiedad pública y
privada.
Sendero Luminoso
El movimiento terrorista Sendero Luminoso fue responsable directo de
25.000 muertes y de 22.000 millones de dólares en pérdidas materiales.
Sendero Luminoso dinamitaba bienes públicos y privados, asesinaba
impunemente a los que luchaban contra la violencia, amenazaba, acosaba
e intimidaba a quienes no siguieran sus órdenes ni pagaran sus cupos. No
distinguían entre gente del pueblo y gente de poder, asesinaron a más de
100 dirigentes populares, uno de los sangrientos ejemplos fue la muerte de
Maria Elena Moyano, quien falleció en el distrito de Villa el Salvador, a causa
de una bomba que despedazó su cuerpo pero no sus ideales pues hasta el
día de hoy, la "Madre Coraje", es un ejemplo de lucha en el país.
El grupo terrorista fue fundado en 1969, por el "filósofo" Abimael Guzmán,
secretario de organización de Bandera Roja. Rompió con ese movimiento
para liderar un partido que fuera "por el sendero luminoso de José Carlos
Mariátegui", quien introdujo el marxismo en Perú.
PLATÓN
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y su
discípulo Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes pensadores
en que se asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el británico Alfred
North Whitehead quien subrayó su importancia afirmando que el pensamiento
occidental no es más que una serie de comentarios a pie de página de los
diálogos de Platón.
Platón
Obras de Platón
La filosofía de Platón
El mito de la caverna
El alma
Platón explicó el origen del alma mediante el mito del carro alado, que se
encuentra en el Fedro. Las almas residen desde la eternidad en un lugar
celeste, donde son felices contemplando las Ideas; marchan en procesión,
cada una de ellas sobre un carro conducido por un auriga y tirado por dos
caballos alados, uno blanco y otro negro. En un momento dado el caballo negro
se desboca, el carro se sale del camino y el alma cae al mundo sensible. Es
decir, las almas se encarnaron en cuerpos del mundo sensible por una falta de
su aspecto concupiscible (el caballo negro; el blanco representa el pasional o
irascible), que la razón (el auriga) no pudo evitar.
El alma, pues, se halla encarnada en el cuerpo por una falta cometida; de ahí
que el cuerpo sea como la cárcel del alma. La unión de alma y cuerpo es
accidental (el lugar natural del alma es el mundo de las Ideas) e incómoda. El
alma se ve obligada a regir el cuerpo como el jinete al caballo, o como el piloto
a la nave. Sin embargo, su aspiración es liberarse del cuerpo, y para ello
deberá aplicar sus esfuerzos a purificarse. Las almas que logren tal purificación
regresarán al mundo de las Ideas tras la muerte del cuerpo; las que no, irán
a la región infernal del Hades, donde, tras un período de tormentos (específicos
para cada alma según las faltas cometidas), se les permitirá elegir un nuevo
cuerpo en el que reencarnarse.
Ética y política
El hombre sólo puede conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado
de la virtud para perfeccionar y purificar el alma. "Purificarse -escribió en
el Fedón- es separar al máximo el alma del cuerpo." Dominando las pasiones
que la atan al cuerpo y al mundo sensible, el alma va desligándose de lo
terrenal y acercándose al conocimiento racional, hasta que, inflamada en el
amor a las Ideas, logra su completa purificación. Este amor a las Ideas es el
sentido original del amor platónico, muy distinto del que le daría la tradición
literaria posterior y del que tiene la expresión en nuestros días.
Practicar la virtud significa, ante todo, practicar la virtud de
la justicia (dikaiosíne), compendio armónico de las tres virtudes particulares
que corresponden a los tres componentes del alma: la sabiduría (sofía) es la
virtud propia de la razón; la fortaleza (andreía) de la voluntad ha de modular el
alma pasional o irascible hacia los afectos nobles; y la templanza (sofrosíne) ha
de imponerse sobre los apetitos del alma concupiscible. El hombre sabio será,
para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento,
acto intelectual (y no de los sentidos) por el cual el alma recuerda el mundo
de las Ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede darse
en la vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y
consistencia a las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una
República formada por tres clases de ciudadanos (el pueblo, los guerreros y
los filósofos), cada una con su misión específica y sus virtudes características,
en correspondencia con los aspectos del alma humana: los filósofos serían los
llamados a gobernar la comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; los
guerreros velarían por el orden y la defensa, apoyándose en la virtud de la
fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas, cultivando la
templanza. De este forma la virtud suprema, la justicia, podría llegar a
caracterizar al conjunto de la sociedad.
Su influencia
Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo (por sí mismas o a través
de su discípulo Aristóteles) sobre toda la historia posterior del mundo
occidental: su concepción dualista del mundo y del ser humano (materia-
espíritu, cuerpo-alma), la superioridad del conocimiento racional sobre el
sensible o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas
recurrentes del pensamiento europeo durante siglos.
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RENÉ DESCARTES
(La Haye, Francia, 1596 - Estocolmo, Suecia, 1650) Filósofo y matemático
francés. Después del esplendor de la antigua filosofía griega y del apogeo y
crisis de la escolástica en la Europa medieval, los nuevos aires del
Renacimiento y la revolución científica que lo acompañó darían lugar, en el
siglo XVII, al nacimiento de la filosofía moderna.
René Descartes
Tras renunciar a la vida militar, Descartes viajó por Alemania y los Países Bajos
y regresó a Francia en 1622, para vender sus posesiones y asegurarse así una
vida independiente; pasó una temporada en Italia (1623-1625) y se afincó
luego en París, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época.
Los cinco primeros años los dedicó principalmente a elaborar su propio sistema
del mundo y su concepción del hombre y del cuerpo humano. En 1633 debía
de tener ya muy avanzada la redacción de un amplio texto de metafísica y
física titulado Tratado sobre la luz; sin embargo, la noticia de la condena
de Galileo le asustó, puesto que también Descartes defendía en aquella obra el
heliocentrismo de Copérnico, opinión que no creía censurable desde el punto de
vista teológico. Como temía que tal texto pudiera contener teorías
condenables, renunció a su publicación, que tendría lugar póstumamente.
En 1637 apareció su famoso Discurso del método, presentado como prólogo a tres
ensayos científicos. Por la audacia y novedad de los conceptos, la genialidad
de los descubrimientos y el ímpetu de las ideas, el libro bastó para dar a su
autor una inmediata y merecida fama, pero también por ello mismo provocó
un diluvio de polémicas, que en adelante harían fatigosa y aun peligrosa su
vida.
Descartes proponía en el Discurso una duda metódica, que sometiese a juicio
todos los conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos, la
suya era una duda orientada a la búsqueda de principios últimos sobre los
cuales cimentar sólidamente el saber. Este principio lo halló en la existencia
de la propia conciencia que duda, en su famosa formulación «pienso, luego
existo». Sobre la base de esta primera evidencia pudo desandar en parte el
camino de su escepticismo, hallando en Dios el garante último de la verdad de
las evidencias de la razón, que se manifiestan como ideas «claras y distintas».
El método cartesiano, que Descartes propuso para todas las ciencias y
disciplinas, consiste en descomponer los problemas complejos en partes
progresivamente más sencillas hasta hallar sus elementos básicos, las ideas
simples, que se presentan a la razón de un modo evidente, y proceder a partir
de ellas, por síntesis, a reconstruir todo el complejo, exigiendo a cada nueva
relación establecida entre ideas simples la misma evidencia de éstas. Los
ensayos científicos que seguían al Discurso ofrecían un compendio de sus
teorías físicas, entre las que destaca su formulación de la ley de inercia y una
especificación de su método para las matemáticas.
Los fundamentos de su física mecanicista, que hacía de la extensión la principal
propiedad de los cuerpos materiales, fueron expuestos por Descartes en
las Meditaciones metafísicas (1641), donde desarrolló su demostración de la
existencia y la perfección de Dios y de la inmortalidad del alma, ya apuntada
en la cuarta parte del Discurso del método. El mecanicismo radical de las teorías
físicas de Descartes, sin embargo, determinó que fuesen superadas más
adelante.
Conforme crecía su fama y la divulgación de su filosofía, arreciaron las críticas
y las amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades
académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. Nacidas
en medio de discusiones, las Meditaciones metafísicas habían de valerle diversas
acusaciones promovidas por los teólogos; algo por el estilo aconteció durante
la redacción y al publicar otras obras suyas, como Los principios de la
filosofía (1644) y Las pasiones del alma (1649).
René Descartes
A partir de ello elabora Descartes toda su filosofía. Dado que no puede confiar
en las cosas, cuya existencia aún no ha podido demostrar, Descartes intenta
partir del pensamiento, cuya existencia ya ha sido demostrada. Aunque pueda
referirse al exterior, el pensamiento no se compone de cosas, sino de ideas
sobre las cosas. La cuestión que se plantea es la de si hay en nuestro
pensamiento alguna idea o representación que podamos percibir con la misma
«claridad» y «distinción» (los dos criterios cartesianos de certeza) con la que
nos percibimos como sujetos pensantes.
Clases de ideas
René Descartes
Del Yo a Dios
René Descartes
El atributo de los cuerpos es la extensión (un cuerpo no puede carecer de
extensión; si carece de ella no es un cuerpo), y todas las demás
determinaciones (color, forma, posición, movimiento) son solamente modos.
Y el atributo del espíritu es el pensamiento, pues el espíritu «piensa siempre».
Existe, por lo tanto, una sustancia pensante (res cogitans), carente de extensión
y cuyo atributo es el pensamiento, y una sustancia que compone los cuerpos
físicos (res extensa), cuyo atributo es la extensión, o, si se prefiere, la
tridimensionalidad, cuantitativamente mesurable en un espacio de tres
dimensiones. Ambas son irreductibles entre sí y totalmente separadas. Es lo
que se denomina el «dualismo» cartesiano.
EDITH LAGOS
La joven Edith Lagos, presentada por la policía a la prensa, tras uno de sus arrestos.
En una reciente entrevista para LaMula.pe, Willems cuenta que como tantos
otros jóvenes europeos de los años 60, él y su compañera Lieve Delanoy,
llegaron a nuestro país convencidos "que el hombre nuevo del que hablaba el
Che Guevara lo iban a encontrar en Latinoamérica". Las más de tres décadas
de vida en las serranías de Lima, Ayacucho y Apurímac que siguieron a esa
decisión, son materia de las anécdotas y estampas que componen su libro.
Uno de estos relatos llama especialmente la atención, pues se trata de una
nueva versión de de la muerte de un personaje icónico: Edith Lagos, la joven
ayacuchana protagonista de los años aurorales de la guerra que Sendero
Luminoso declaró al estado peruano. Su multitudinario entierro en Huamanga
la convirtió en mito, y como todo mito, en algo difícil de rememorar sin entrar
al fango de la polémica.
Poco es lo que se sabe con exactitud de las circunstancias de su muerte,
ocurrida poco después de su espectacular fuga de la cárcel de Huamanga. "Fue
abatida en un confuso tiroteo con un grupo de policías en Umaca. Según
versiones de la prensa, un hombre que la acompañaba huyó cuando a su vez
los policías se retiraron a buscar apoyo a Andahuaylas", señala el historiador
Ricardo Caro en su estudio sobre la construcción de la imagen de Lagos.
Bajo el título "Hierba silvestre", Willems propone su mirada personal, y su
participación en los hechos que conducirían a ese "confuso tiroteo" en el que
muere Edith, a los 19 años apenas. "Las personas aquí mencionadas son reales
y ficticias, porque han existido y existen en mi vida con otros nombres -nos
recuerda el autor- A todas les debo gratitud por las lecciones aprendidas, y
porque también, como yo, fueron y son víctimas de sus propios engaños".
Mark Willems en la nota introductoria a su libro "La patria del alma" (Ríos
Profundos Editores, 2014). "De más está decir que todo lo narrado en estas
páginas es verídico, incluso la ficción",
HIERBA SILVESTRE
***
Dos días después, una patrulla de cinco policías, bien armados con sus
FAL, metralleta belga de largo alcance, se movilizaba a Occobamba para
buscar al futbolista pófugo. A las cuatro de la tarde, regresaban por el
camino angosto hacia Andahuaylas, sin el preso. Vestidos como
campesinos con poncho y sombrero, los policías viajaban en la tolva de
la camioneta, y casi saliendo del pueblo de Umaca, se encontraron con
otro carro. No había pase, alguien debía ceder, dar paso, como es
costumbre. En el otro carro había dos jóvenes, con capucha roja.
***
Tomás apareció en la casa, con una moto que hacía bulla por dos. Tomás
siempre iba a visitar a la familia, pero esta vez se portaba extraño,
distinto, como queriendo y no queriendo decir algo.
- Pero -preguntó Lieve- ¿qué te pasa Tomás? ¿Algo ocurre con tu
señora, con tus hijos?
- No, nada, olvídate.
- No te creo. Nunca te he visto así, te conozco. Las mujeres presentimos
cuando hay algo, y a ti te pasa algo- insistió Lieve.
- Está bien, te diré. El auto de Marcos está donde la policía, con las lunas
rotas, y no quieren decir dónde está tu esposo.
Lieve se puso pálida, pero como era una mujer de armas tomar, mandó
a sus hijos mayores a cuidar la casa. Y con el pretexto de que había algo
que hacer en Andahuaylas, montó en la moto de Tomás.
***
Mark y Feliciano estaban esperando, sin saber qué hacer, y un poco
aterrorizados. Dudaban si debían regresar a pie, porque los tucos le
habían advertido que no podían salir. ¿Qué hacer? De pronto vieron a
unos comuneros con sus acémilas, tomando un camino hacia la ciudad.
Al instante, decidieron seguirles. Después de caminar cinco horas, Mark
encontró a su compañera, abrazada a sus tres hijos, llorando. Lágrimas
que se convirtieron en alegría por la resurrección del muerto.
Al dia siguiente le tomaron preso, y dos días más tarde escapó con toda
su familia hacia Cusco y Lima, subiendo a las cuatro de la mañana en
un carro contratado. Una amiga, casada con un policía, les avisó que
tenían preparada una celada para hacerle daño.
Y así se concretizó una etapa más en el engaño, con la idea de que eran
terroristas. En un breve lapso Mark pasó de ingeniero a agente de la
CIA, terruco, preso, refugiado.
Notas relacionadas en LaMula.pe: La patria del alma: Una conversación con Marc Willems,
un belga que llegó al Perú en busca del "hombre nuevo" y se encontró con su destino.