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Capítulo I

Claves de la Historia del Periodismo

Concha Langa Nuño

Introducción La Comunicación es consustancial a la naturaleza humana. Desde sus orígenes el


hombre ha necesitado comunicarse y la comunicación social es constatable ya en las primeras
sociedades humanas organizadas y conocidas. Se manifiesta ligado a la toma y centros de decisión
-al poder político o religioso-, y se hace explícito por medios y técnicas multiplicadoras de
mensajes (la palabra y el discurso, la escritura, los correos, etc.). Cuando el mundo se hace más
complejo las necesidades comunicativas se hicieron más variadas. Esta necesidad de estar
informados demandó nuevas formulas en las que aparece el mercader de noticias. Pero fue la
consolidación de los estados modernos en Europa la que estuvo detrás de la creación de los
primeros periódicos. Las revoluciones liberales marcaron un nuevo hito en la evolución de la
prensa. Mas me el siglo XIX el que vio nacer un público para la prensa que se multiplica y consolida
creando nuevos modelos como la prensa popular, las revistas ilustradas, etc. Desde entonces los
periódicos no han dejado de adaptarse a las nuevas necesidades aprovechando la innovación
técnica, como ponen de manifiesto la proliferación de la prensa digital en los últimos años.

1. Los orígenes Para hablar de los orígenes de la Prensa podríamos remontamos a los de la
Comunicación. Sin embargo hemos de tener en cuenta los factores que definen a la prensa: el
valor económico del producto que se vende y su periodicidad. Algunos historiadores consideran
antecedentes del periodismo la publicación de las actas del Senado, del Pontífice Máximo o las
Diurnas en Roma. O predecesores de los periodistas a los praeco pregoneros o a los subrostani,
personajes que se colocaban debajo de las estatuas que decoraban la fachada del foro para
comentar las últimas noticias. Sin embargo, como algo más específico e independiente comienza a
establecer sus propios márgenes en el mundo mercantil mediterráneo de los siglo XII y XIII
mediante la actividad de los Menanti o mercaderes de noticias. Inicialmente vendían información
en los puertos relacionada con el Mediterráneo oriental, recogida de marineros o de peregrinos.
Se trató de hojas (un folio doblado en cuatro partes) escritas a mano muy elementalmente sin
título ni firma, con la fecha y el nombre de la ciudad en la que eran escritas. A estas hojas en Italia
se les conoció como Flogi a mano, Avissi o Gazetas (tal vez por el nombre de la moneda veneciana
con que podían adquirirse). Las necesidades del floreciente comercio y de la nueva burguesía
(cuyos valores, racionalización y búsqueda de beneficios cuantificables, van a estar detrás de la
expansión de la moneda y de la escritura), explica su inmediato éxito en toda Europa. Desde
Venecia, probablemente, se extienden al resto de Italia y de Europa donde adaptan su nombre:
Nouvelles a la main, Geschriebene Zeitungen, Gacetas. Semejante origen tiene los Pricecourrents,
listados de precios que se vendían en los puertos del Norte de Europa. De la importancia de estos
nos da una muestra el comienzo de censura por parte de la Iglesia. También podríamos incluir las
Crónicas surgidas en las ciudades bajomedievales, el correo, popularizado en el siglo XVI, y la
pronta existencia de los Almanaques. Estos eran calendarios que contenían noticias sobre otros
tipos de materias, anécdotas y estadísticas, consejos, etc., y cuya presencia puede seguirse a lo
largo de toda la Edad Media europea, aunque alcanzaron su mayor éxito en la Edad Moderna.
Desde el siglo XVI y por influencia del Renacimiento y su atracción por la ciencia, los almanaques
incluyeron predicciones astrológicas. Si el propio Gutenberg parece que hizo el primer almanaque
impreso (Maguncia, 1448) el ejemplo más famoso de todos fije el Poor Richard, de Benjamin
Franklin, cuya última edición salió en 1758.

Concha Langa Nuño 11 Precisamente la demanda de noticias y de información está detrás de la


invención de la imprenta, en un momento en el que se hizo imprescindible la multiplicación de los
textos. La imprenta nació como medio para facilitar la actividad burocrática de los poderes
sociales, políticos y religiosos, vía de acceso al pensamiento escrito y, sólo secundariamente, como
instrumento de la creación intelectual. Es por ello que surge en una ciudad comercial alemana
como Maguncia donde Johann Gutenberg pudo conseguir los tipos móviles metálicos para la
impresión, perfeccionar la tinta, adecuar la prensa de lagar para las nuevas necesidades de
aquellos momentos, e imprimir como primer libro una Biblia publicada en 1456. La imprenta
marca un paso fundamental en la evolución de la Comunicación influenciando de inmediato en la
acción política de los incipientes estados nacionales, la extensión de los negocios y la propagación
de las luchas religiosas (el éxito de la Reforma protestante no hubiese sido posible sin ella).

La imprenta hace que los modelos anteriores se consoliden y multipliquen. Surgen ahora los
ocasionales, con formato libro y portada ilustrada, que informaban de un hecho excepcional (los
más famosos fueron los que anunciaron el descubrimiento de América por Cristóbal Colón), y las
Relaciones de sucesos (Messrelationen), que recogían las noticias más destacadas que circulaban
por Europa: batallas, matrimonios reales, etc. Su éxito hace que el noble austríaco Michael von
Aitzing las reúna desde 1587 al objeto de ofertarlos en venta anualmente en las ferias -primavera
y otoño- de Francfort. Se trata del primer ejemplo de información periódica de la Historia, cuyo
éxito provocó de inmediato la aparición de imitadores. Otros ejemplos son los Canards, similares a
los Ocasionales, pero de contenido más popular, gran importancia de la ilustración, y con temas
sensacionalistas: monstruos, milagros, etc., surgidos en el siglo XVI pero que tendrán gran éxito en
la Edad Moderna. En España tuvieron su paralelo en la llamada Literatura de cordel.

2. Los primeros periódicos A partir de 1600 alcanzan su culmen los fenómenos destacados por la
revolución de las comunicaciones. Ello está relacionado con la consolidación de los Estados
modernos iniciada en el Renacimiento (etapa en la que ya se generalizaron modelos
comunicativos como las crónicas para la glorificación y consolidación de las nuevas monarquías,
además del correo con el que se garantizaba la comunicación y el control de los estados). Así, las
monarquías y los estados, siguiendo las indicaciones de su propia teoría política, darán origen a
complejos modelos de propaganda, orientados no ya sólo hacia las élites sociales, sino hacia el
pueblo llano, el tercer estamento.

Surge a comienzos del siglo XVII el primer modelo periodístico de la Historia: las Gacetas. En un
principio se trató de una relación de periodicidad semanal, llamadas en seguida Semanarios y/o
Gacetas. Ya en 1597, en Florencia y Augsburgo se hicieron tentativas de publicar relaciones
semanales, sin demasiado éxito. Las primeras con cierta continuidad de las que se tiene noticia
fueron impresas en 1609, una en Estrasburgo y la otra en Wolfenbíitel.
La fórmula tuvo gran éxito y pronto aparecieron gacetas por todas partes: Basilea: 1610; Frankfort,
1615; Berlín, 1617; París, 1631; Roma, 1640; y Madrid, 1661. Seguían la fórmula de los Avisos:
portada decorada (semejante a las relaciones), formato pequeño, textos a una columna casi
siempre, y recogían una relación de las informaciones precedidas cada una por el nombre de la
ciudad de origen y la fecha, sin orden lógico. A medida que se multiplicaron, la forma más simple
de rellenar esos huecos era copiar las noticias de las gacetas que iban llegando, de modo que cada
una era una especie de refrito de las demás llegando a incluir resúmenes. Inicialmente fueron
impresas por editores privados y distribuidas por “gaceteros” ambulantes, pero pronto cayeron
bajo la protección y dirección de los estados absolutos. Una variante fueron las conocidas como
Gacetas Holandesas u Hojas Holandesas, de contenido muy crítico hacia los monarcas absolutos
europeos e impresas en los Países Bajos en francés aprovechando la ausencia de censura.

Con respecto a las primeras, el modelo que predominó fue el creado en Francia. La necesidad de
fortalecer el estado tras las crisis religiosas y de poder real, llevaron a Luis XIII y su primer ministro
Richelieu a utilizar todos los recursos posibles al objeto de restablecer el dominio


12 Claves de la historia del periodismo supremo del estado -representado por el rey-, así como
lograr una nación fuerte y unida, que hiciera frente a las potencias enemigas. Aquí es donde vieron
el potencial de la información, primero para vigilarla y luego como vehículo de propaganda. Se
crearon varios títulos que fueron durante mucho tiempo modelos copiados por las demás
naciones.

Como prototipo de la prensa política surge la Gazette. Aparecida en 1631 como semanal, de la
mano de Théophraste Renaudot, médico que había fundado en París en 1612 un Bureau
d'adresses, (establecimiento para poner en contacto a los que ofrecían y demandaban bienes o
servicios de muy diverso tipo, y que poco después obtuvo el privilegio real de publicar las Feuilles
du bureau d'adresses et les annonces et avis divers, es decir, una hoja impresa donde se recogían
los servicios que en dicha oficina se prestaban). Pronto aspiró a más, a crear un medio que
ofreciese información y mantuviese la periodicidad, del que ya existían antecedentes en Francia (la
Gazette Frangaíse de Marcellin Allard, fundada en 1605). Su Gazette seguía el formato ya conocido
de cuatro páginas de 23 x 15 centímetros en la que se agrupaban desordenadamente un
compendio de informaciones. Sin embargo, fue mucho más al crear un nuevo estilo de hacer
información. Ello se debe a los privilegios que este medio conseguiría gracias al amparo del rey
que le concedió un “real privilegio hereditario”. La Gazzette fue de obligatoria suscripción en todas
las células gubernamentales y Renaudot y sus hijos recibieron la exclusiva para su publicación a
perpetuidad. A cambio la monarquía absoluta de Luis XIII contaba con un órgano de propaganda
extraordinario del que hizo total uso pues tanto el rey con su ministro Richelieu utilizaron sus
páginas para ofrecer información privilegiada y una imagen esplendorosa de Francia y su
monarquía. Pronto se consolidó este hebdomadario que dobló a los seis meses su formato y
volumen y que, a la muerte de sus protectores, mantuvo su continuidad gracias al patrocinio del
cardenal Mazarino que la usó para defenderse de las críticas en su contra (las conocidas como
mazarinadas). Su éxito fue largo pues continuó en la siguiente centuria y en 1762 se convirtió en
periódico oficial editado por el Ministerio de Asuntos Extranjeros bajo el nombre de Gazette de
France.
El segundo modelo que Francia crea en esta centuria es el de la prensa científica con el Journal des
Scavans. De nuevo es promovido por el poder, en este caso por el ministro Colbert, y define el
modelo de prensa cultural consagrado a glorificar a la monarquía francesa publicando un
compendio de los acontecimientos más notables en el campo de las letras y las ciencias galas.
Fundado por Denys de Sallo en 1665, contenía noticias artísticas, científicas y culturales entre las
que destacan abundantes reseñas de libros de clara orientación ensalzadora de las glorias de la
monarquía cuya admiración se buscaba. Desde 1724 pasó a ser mensual y a depender de la
Academia de las Ciencias de París.


Concha Langa Nuño 13 El tercer prototipo, definido por el Mercure Galant, es el destinado a las
noticias de tipo mundano. Lanzado por Donneau de V12e' en 1672, seguía el ejemplo del Mercure
Francais que durante algunos años publicó Renaudot, como suplemento de la Gazette. Vizé, autor
mediocre de comedias, tuvo la intención de hacer un periódico entretenido y mundano.
Mezclando de modo caótico crónicas cortesanas, victorias militares, y noticias, con relatos
sensacionalistas, etc., mostró las modas y los modos franceses y presentó a la Corte como
paradigma del comportamiento a sus lectores, lo que le hizo un medio fundamental de
propaganda de la monarquía gala. Apareció como trimestral con 300 páginas y su elevado precio
no impidió su gran éxito, llegando en algunos momentos a tener una tirada de 10.000 ejemplares
y grandes beneficios por las suscripciones y la venta. Vizé también obtuvo el privilegio real a
cambio de entregar algunas rentas a los militares retirados, aunque los grandes servicios
prestados le trajeron recompensas como la de ser nombrado historiógrafo del Rey. En 1724 pasó a
depender del Estado con el nombre de Mercure de France y en 1778 fue comprado por el
periodista Panckoucke, que mencionaremos más adelante.

Frente a este modelo, en el Reino Unido surge una variante al calor de su evolución política. El
avance de la burguesía estuvo detrás de las revoluciones que tuvieron lugar en 1640 y 1688 y que
supusieron una mayor libertad religiosa y la mayor participación ciudadana en sus instituciones. Se
atacaron los principios de la monarquía absoluta que intentaron implantar los Estuardo creándose
un modelo de monarquía parlamentaria que se ha mantenido hasta hoy. Paralelamente a la lucha
por la libertad política, se peleó por conseguir una mayor libertad de prensa. Al igual que en el
resto de países europeos, el Estado había intentado el control de la información por medio de
diversos organismos. La censura era realizada por la Cámara Estrellada y Carlos I obligó a que los
textos obtuviesen licencia previa para su publicación de la Stationer ’s company (en la que estaban
reunidos los impresores) en la que tenía que estar registrado su copyright (1637). Un año más
tarde el rey concedió este régimen de monopolio a dos personajes: Butter y Bourne. Cuando
comienza la primera revolución las hojas a favor y en contra de ambos bandos se multiplicaron. El
rey contó con el Mercurius Aulicus publicado por Sir John Birkenhead, transformado luego en el
Mercurius Civicus, mientras que los parlamentarios disponían del Mercurius Bratannicus de
Marchamont Needam. El parlamento anuló el privilegio del Stationerís Company, pero promulgó
en 1643 una nueva censura bastante dura. La respuesta de John Milton a ésta en su Aeropagita
(1644) se ha convertido en un texto clásico en defensa de la libertad de expresión. Derrotado y
ejecutado Carlos I, el Parlamento suprimió todos los periódicos no oficiales, excepto el de Nedam,
llamado ahora Mercurius Politicus (después pasó a denominarse Public Intelligencer) y más tarde
salió el periódico de anuncios Public Advertiser (1657).
Con la Restauración monárquica en 1660 se volvió al modelo absolutista. En 1662 se aprobó la
muy dura Licensing Act, que fijaba el privilegio del rey para autorizar o no textos noticiosos (en
exclusiva a la Stationer's company, universidades y arzobispado de York) y lo obligatorio de la
censura previa; y el nuevo cargo de surveyor of press (inspector de prensa, que primero fue para
Sir John Birkenhead) pasó a Sir Roger L’Estrange, que lo ejerció con extrema dureza pues sus
competencias incluían registrar, investigar, examinar y secuestrar las publicaciones. Solo se
permitieron dos periódicos: la continuación del Mercurius Publicus, y el paso del Parlamentary
Intelligencer de Muddiman en la Kingdom & Intelligencer, ahora a favor del rey (y sin embargo
tiene lugar un gran acontecimiento con el nacimiento de la futura London Gazette durante la
estancia del rey en Oxford por la peste de 1665, como Oxford Gazette que, tras la vuelta del rey a
Londres, se convirtió en 1666 en la London Gazette, con informaciones y anuncios).

Este control absoluto se rompió cuando en 1679 el parlamento promulga el Habeas Corpus Act y
no renueva la Licensing Act. El vacío legal permite la proliferación de publicaciones que van a
ponerse a favor y en contra del gobierno y se cesa a L'Estrange en 1680. Cuando Jacobo II sube al
trono en 1685, intentó combatir la enorme propaganda antiabsolutista con la recuperación de la
ley y de la figura de L’Estrange. La actitud de Jacobo II, abiertamente católico y profrancés,
provoca una nueva revolución, la llamada Gloriosa, en 1688. Su triunfo marca el cambio de
dinastía con la subida al trono del yerno de Jacobo, Guillermo de Orange. Al asentar los principios
constitucionales británicos en el protestantismo y en el Bill of Rights (1689), acabó con el
problema. Mas conscientes del peligro de la “opinión pública”, mantuvieron sometida la


14 Claves de la historia del periodismo libertad de expresión a la Licensing Act. En 1695 se plantea
desde el Parlamento una posición más coherente y racionalista: se admitió la libertad de opinión
en su condición de “derecho natural”, pero a los impresos periódicos, como a cualquier otro
producto de consumo, se les consideraba susceptibles de gravámenes fiscales. Lo aplicaron desde
1697, al fijarse un impuesto sobre el papel por razones hacendísticas.

Así pues, lejos del “modelo absolutista” de la Europa, Inglaterra cerró el XVII con un contramodelo:
el de las libertades formales aunque no reales, imitado más tarde por el liberalismo burgués
decimonónico.

3. El siglo XVIII y la consolidación de nuevos modelos Va a ser un momento importante en la


Historia del periodismo pues consolida nuevos modelos y amplía el público lector. Si en el siglo
XVII la prensa se circunscribe a los círculos cortesanos, ahora llega a sectores burgueses e incluso
más populares.

La mayor parte de las monarquías europeas siguen el modelo francés que triunfa en el siglo XVII y
llega en plena vigencia al XVIII. Sin embargo en la nueva centuria la prensa británica tendrá un
enorme crecimiento gracias a la mayor libertad de expresión y se consolidará como el modelo de
prensa liberal que se expande por Europa y el Nuevo Mundo este siglo y el siguiente. Allí, se
consolida la idea de controlar la prensa por medio de los impuestos y no de la censura previa.
Desde 1712 la Stamp Act obligaba a que cada propietario de periódico pagase un penique por hoja
impresa y un chelín por cada anuncio inserto. Esta ley, endurecida en varias ocasiones (1724, 1756
y 1775) y vigente hasta 1853, constituyó el eje en tomo al que se polarizó la única pieza del
intervencionismo en la prensa que se concretó con la aprobación de la Libel Act en 1792: se
reconocía la libertad de expresión, solo limitada por el libelo.

En este contexto la prensa inglesa evolucionó según dos directrices: la noticioso-política y la de


negocio publicitario. La primera surge en el primer cuarto de siglo. Se trató de una prensa
polémica y partidista, pero de gran calidad basaba fundamentahnente en el ensayo, aunque con
un fondo informativo (sobre todo de índole política y económica) y con una intencionalidad
típicamente moralista y adoctrinadora a favor de los intereses de partido y en el ámbito del
pensamiento burgués individualista y puritano de la época que había triunfado con la Revolución
de 1688. Daniel Defoe, publicó The weekly Review (1704-1713) de ideología ambigua y
periodicidad semanal, y más tarde, cuando se enfrenta a los whig, saca el Mercator, de corte tory
y bastante novedoso. Thomas Steele dirigió la London Gazette durante un tiempo y después, bajo
seudónimo, el whig The Taller (1709), pero su gran aportación, tras su pronta desaparición del
anterior, fue la fundación en 1711 de una de las cabeceras más importantes de la época: The
Spectator (una de las publicaciones más copiadas de la Historia). Entre la gran cantidad de prensa
de oposición tory surgida tras la llegada al Reino Unido de Jorge I de Hannover, destacó The
Gentlemen's Magazine (1731) de Edward Cave, que armonizaba la información y la crónica política
con datos de la vida social, curiosidades y pasatiempos y que es el primer “Magazine” de la
historia (en 1740 salía el London Magazine). En la segunda mitad de siglo, la labor fue continuada
por John Wilkes, whig que reaccionó contra los torys que defendían el autoritarismo de Jorge 111
desde The Briton (1762) creando The North Briton en 1763. Su fuerte contenido crítico (número
45) le llevó a la Torre de Londres, pese a pertenecer al Parlamento. El pueblo londinense evitó que
los oficiales de la corona quemaran aquel ejemplar en la hoguera, pero no que Wilkes fuese
expulsado de los Comunes y condenado por los Lores y el rey. Huyó a París en 1764 y volvió en
1768 fiel a su línea política. De nuevo condenado, cesó cuando consiguió la renuncia al secreto de
las sesiones parlamentarias con la presencia allí de periodistas. En esa labor a favor de la libertad
de expresión fue ayudado por el misterioso Junius, personaje desconocido que, bajo seudónimo,
publicó cartas en el periódico de anuncios Public Advertiser entre 1769 y 1772 a favor del ideario
whig y que suscitaron un enorme debate.

También gran éxito tendrá el otro modelo de prensa, la de negocio. El primer paso revolucionario
vino marcado por la aparición de la prensa diaria que implicaba la creación de empresas
periodísticas serias en su estructura y organización para la búsqueda de fuentes de financiación y
de beneficios económicos. El Daily Courant (1702-1735) de Samuel Buckley puede


Concha Langa Nuño 15 ser considerado como el primer intento empresarial formal. Asimismo
deben nombrarse las publicaciones de los hermanos Woodfall que optaron por crear títulos de
carácter libre e independiente como el Public Advertiser. Pero, sin lugar a dudas, fue The Times el
modelo de mayor éxito y pervivencia que vamos a analizar en el siguiente apartado. No quedan
aquí las aportaciones inglesas a la Historia del periodismo.

En el siglo XVIII además de los diarios, la prensa moral, los magazines, y los advertiser, la
industrialización da lugar a otra fórmula dentro de la nueva mentalidad; los dominicales (Sunday
Papers). La influencia religiosa hizo que los domingos no se publicaran periódicos, pero ante la
competencia de los diarios, los semanarios aprovecharon el vacío informativo en el día de mayor
tiempo libre. En 1796 aparecía en Londres el primer dominical, el Weekly Messenger, fundado por
John Bell. Su hijo y continuador John Browbe Bell lanzaba poco después el dominical de más éxito
en la historia de la prensa: News of the World. Establece un modelo cuya finalidad es el
pasatiempo, oscilando sus contenidos entre lo espectacular, lo serio, el impacto, lo novelesco
literario, el pasatiempo, el humor. Y ello en un lenguaje asequible, mostrándose continuadores de
la literatura popular del Antiguo Régimen que seguirá en el futuro mercado de masas. Por último
florecieron los periódicos de anuncios, herederos directos de los antiguos pregoneros y de las
hojas de ofertas y que avanzaban lo que sería la Revolución Industrial y el cambio de mentalidad
en el negocio informativo. Limitándose a la información mercantil evitan la censura y sobreviven
sin problemas durante el siglo XVIII, aunque acaban incluyendo las secciones de ocio de los
magacines. Esto fue lo que hicieron los hermanos Woodfall, que incluyeron artículos de actualidad
y cartas de lectores. Henry dirigió el Public Advertiser, y su hermano William fundó en 1769 el
Morning Chronicle and London Advertiser.

4. La prensa y las revoluciones El siglo XVIII termina con el ciclo de las revoluciones atlánticas que
tuvieron su impacto en la prensa, prensa que les aportó el medio fundamental para la propagación
de las nuevas ideas. En las colonias de América del Norte la oposición al absolutismo se había
iniciado en el primer tercio del XVIII con la publicación de las ideas de los liberales, los
enciclopedistas y de la prensa moral. En el tercio central del siglo se produjo una oposición
organizada contra la Stamp Act y empezó la propaganda en pro de la sublevación con eslóganes a
favor de la unidad o muerte contra Inglaterra. Entre 1765 y 1775 los periódicos llevan a cabo la
revolución, bien organizando grupos de acción, bien generando propaganda: George Washington
se dedicó a organizar y motivar a sus tropas leyéndoles panfletos de Paine; Thomas Jefferson
escribió la Declaración de Independencia y Benjamín Franklin se dedicó a. organizar campañas
anti-inglesas en Francia a través de la revista Affaire. A partir de 1775, fecha en la que comienza la
guerra, será cuando se asiente el régimen basado en la libertad de expresión y en la prohibición
explícita de legislar en un futuro sobre ella. A partir de este momento la prensa de los estados
crecerá imparablemente. En 1783, año en que se firma la Paz de París, surge el Pennsylvanian
Evening Post, primer diario de los Estados Unidos, siendo ya 8 diarios en 1790 y 24 en 1800.

En la Constitución de 1787 no se hace mención a la libertad de prensa, pero si en la Primera


Enmienda, aprobada por el Congreso el 25 de septiembre de 1789. Este mismo año, la mayoría
federalista del Congreso creó dos leyes de carácter restrictivo, la Alien Act, que extendía el período
de residencia necesario para nacionalizarse de 5 a 14 años y daba poderes al presidente para
expulsar a aquellos extranjeros que considerara subversivos, y la Sedition Act, dirigida contra la
prensa anti-federalista, aunque admitía la veracidad de la información como argumento de la
defensa y quedaba a decisión de un jurado establecer si el acusado era autor del texto o no y si el
texto era sedicioso o no. En 1800 Jefferson llega al poder y deroga inmediatamente las dos leyes,
ya que era un gran defensor de los medios de comunicación. En los primeros lustros del siglo XIX la
prensa norteamericana tuvo un desarrollo espectacular aunque las tiradas eran pequeñas y no
solían circular muy lejos de donde se publicaban.

******

El otro foco de interés histórico y periodístico fue la Francia revolucionaria donde se logró la
desaparición del sistema informativo absolutista, pero se fracasó en el establecimiento de

16 Claves de la historia del periodismo un sistema informativo liberal como el estadounidense. La
prensa previa a la revolución seguía el modelo absolutista aunque habían entrado las nuevas
formas nacidas en Inglaterra. Encontramos ejemplos de prensa moral, como Le Spectateur
Franeais, de Marivaux, 1721-1724; una prensa crítica literaria, ahora muy agresiva y utilizada,
sobre todo, por los adversarios de los enciclopedistas, que defendían el régimen y las ideas
tradicionales; una prensa publicista dedicada exclusivamente a anuncios pues, a diferencia de
Inglaterra, los anuncios no tenían cabida en la prensa política (ejemplo L'affiche de Paris, conocido
como Les petites afiches); y una prensa noticiosa. En esta última surge la gran figura de Charles-
Joseph Panckoucke que funda en 1772 el Journal historique et politique y en 1774 el Journal de
Bruxelles (tanto el primero, publicado teóricamente en Génova, como el segundo se imprimían en
París). Panckoucke compró en 1778 el Mercure de France, y en 1785 la Gacette de France.
También en estos años surgió el primer diario francés: el Journal de Paris, que aparece en 1777 de
la mano de PierreAntoine de la Place.

Este panorama es transformado por la Revolución en la que el periodismo fue fundamental por
varias razones: por primera vez se ponen en práctica los grandes principios de la libertad de
prensa; se afianza la relación entre prensa e ideología; aparece la propaganda moderna
caracterizada por la existencia de una intervención constante; y se da un impulso cuantitativo
importante en el número de publicaciones (entre 1789 y 1800 aparecen 1.350 títulos). Desde que
se reúne la Asamblea de Notables en 1787, Francia se inundó de papeles, multiplicándose las
publicaciones cuando se reúnan los Estados Generales sin que los editores esperen la autorización
previa. Entre ellas predominan los panfletos, algunos de los cuales alcanzaron tanta celebridad
que llegaron a estar recogidos en las constituciones (destaca el de Mirabeau, Sur la liberte' de la
presse). Ante la avalancha de impresos, el poder tiene que ceder y el sistema de control se
desmorona y se hunde al tiempo que cae la monarquía absoluta. El articulo 11 de la Declaración
de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), establecía la libertad de prensa al tiempo que
fijaba sus límites en otros derechos fundamentales. Este artículo viene corroborado por el
establecimiento de la libertad de empresa y de profesión. En la práctica, esta libertad de prensa se
acotaba para evitar abusos, estableciéndose la censura a las caricaturas e imponiéndose castigos
para los escritos que incitasen a desobedecer la ley.

Este nuevo marco legal promovió formas periodísticas de lo más variopinto, pero todas con unas
características comunes: tienen una vida muy breve, condicionada por los cambios en el poder;
tiradas muy pequeñas, entre los 300 y los 500 ejemplares; y se emplea un tono de extrema
violencia, porque son reflejo de una revolución. Las publicaciones pueden agruparse en tres
bloques: la prensa diaria de información, las hojas revolucionarias y la prensa ultraconservadora.
Las primeras la constituyen periódicos conservadores cuya tendencia evoluciona hacia la
monarquía constitucional siguiendo un estilo anticuado, como el caso de La Gacette de France
(diario desde que en 1771 volvió a ser un órgano oficioso del Ministerio de Asuntos Exteriores con
el nombre de Gacette Nationale de France), Le Journal des Débats et des Décrets, o Le moniteur
universal de Panckoucke. Las Hojas revolucionarias pueden considerarse casi el verdadero motor
de la revolución. Se centran en temas políticos y sirven de aglutinadoras de las diferentes
tendencias. Suelen estar redactadas por un único hombre, se editan en Paris y tienen una gran
audiencia (se distribuían y se voceaban). En su contenido predominan los comentarios políticos y
los ataques personales: el periodista se convierte en agitador, no cuenta lo que pasa, sino que lo
provoca. Las hubo moderadas, que son las más importantes durante el período de la Asamblea,
como Le Courrier de Provence, de Mirabeau, o Le Patriote Francais, de Brissot (ocasionalmente se
acompañaba de suplementos y cuenta con una sección de cartas al director y otra de
colaboraciones). También hay hojas revolucionarias de extrema izquierda, muy atrayentes para el
público como Les revolutions de France, semanal de Camille Desmoulíns, o L'ami du Peuple, de
Marat, que inaugura un género de publicaciones sensacionalistas y demagógicas muy copiado
después. A la derecha surgieron publicaciones en las que destacan Journal de la Cour et de la Ville,
de corte absolutista, de Gautier (incorporó la novedad de dos ediciones, una para abonados y otra
para la venta callejera que incluye un sumario para ser voceado) y el Journal Politique et
Nationale, en el que colabora Rivarol quien, al no conseguir adeptos creó Actas d'Apótres, donde
atacaba a personas e instituciones surgidas con la Revolución.

Concha Langa Nuño 17 Cuando se radicaliza la revolución, sus efectos también se harán notar en
el periodismo. Uno de las primeras medidas de la Convención girondina es la supresión de la
prensa realista, justificándose en la guerra que se ha iniciado con Prusia y Austria. En julio de 1793
los jacobinos dan un golpe de Estado, respaldados por los sans-culottes, y se aprueba una nueva
constitución que reconoce el derecho a manifestar las opiniones a través de cualquier medio y sin
restricciones. Sin embargo, Robespierre considera después que el interés de la República puede
exigir ciertas medidas para reprimir revoluciones que se inciten desde la prensa. En septiembre de
1793 se aprueba una ley de suspensión de escritos, que permitía la condena a muerte de los
autores. Robespierre no consiguió una prensa uniforme, pero si mayoritariamente jacobina, con
Marat, Desmoulins y Brissot como protagonistas y con Le vieux cordelier; de Desmoulíns, como la
cabecera más importante hasta que su editor sea condenado a muerte. Como órganos oficiales
surgen Le Bulletin de la Convention y Le Proce's Verbal, que era un resumen de los debates de la
Convención y son magníficos instrumentos de propaganda. A ellos se añade las “hojas del frente”,
destinadas a levantar la moral y enardecer el sentimiento patriótico de los soldados que estaban
combatiendo en vanguardia.

Los cambios de poder que siguieron mantuvieron la línea de control sobre la prensa. La
Convención Thermidoriana agudizó la vigilancia y el Directorio, aunque mantuvo la libertad de
prensa sobre el papel, en la práctica hizo muy difícil su ejercicio (la Constitución de 1795, prohibía
cualquier tipo de censura previa, pero incluía, a la vez, una cláusula que facultaba al gobierno,
cuando las circunstancias así lo recomendasen, a establecer, provisionalmente y por no más de un
año, una ley controladora de la prensa, a la que el gobierno se acogió). Pero fue durante el
Consulado y el Imperio de Napoleón Bonaparte cuando la libertad de prensa pasaba a la historia.
Además poco a poco se estableció un control de prensa cada vez más absoluto y en beneficio
propio. Si la Constitución de 1799 no recogió la declaración de derechos y la libertad de prensa, un
decreto de 17 de enero de 1800 establecía la autorización previa para los nuevos periódicos y
suprimía la mayoría de los 70 existentes, reduciendo el número de las publicaciones parisinas a 13.
Aunque se justificó para preservar el pacto social y la soberanía popular, lo que se hizo fue poner a
la prensa bajo el control gubernamental y personal de Napoleón. Se desarrolló un modelo de
control (que intentara sin éxito el Directorio), encargado de centralizar y controlar toda la
información y de enviar comunicados oficiales a los periódicos para su inserción obligatoria. Para
reforzar esta labor, se encomienda a la policía la elaboración de informes regulares sobre todas las
publicaciones que quedaban en Francia. La guerra con el exterior recrudecerá las medidas contra
la prensa, estableciéndose la censura en 1804 y se impondrá, progresivamente, un censor a cada
periódico. Más adelante, en 1810, las restricciones serán mayores, permitiéndose sólo un
periódico político por provincia y un año después, 1811, en París el número de éstos se reduce a
cuatro: Le Moniteur, La Gazette de France, Le Journal de I'Empire (antes Journal des Débats) y Le
Journal de París. Todos ellos estarán severamente controlados, lo que les hará funcionar como
periódicos oficiales, en especial el Monitor Universal. A este control se sumaba el personal de
Napoleón que había ejercido como periodista en su juventud y conocía bien el poder de la prensa.
Estos rotativos tenían como actividad principal ser implacables en las críticas vertidas contra
cualquier enemigo del Emperador. Con todo este conjunto informativo, lo que se pretendía era
moldear la opinión pública a favor del gobierno y siempre según las directrices del poder.

La revolución francesa y las guerras napoleónicas provocaron una necesidad de noticias que
contribuyó a popularizar la prensa en buena parte de Europa. Buen ejemplo es España donde la
ausencia de poder primero y la libertad de prensa que se dio en el Cádiz de las Cortes motivaron
una auténtica

5. El siglo XIX o la Edad de Oro de la prensa Las revoluciones marcan la entrada en la Edad
Contemporánea. En lo económico está determinada por la profunda transformación que supuso el
desarrollo de la revolución industrial, iniciada en Inglaterra. En el aspecto social, la mutación que
trajo el ascenso de la burguesía como clase social hegemónica y dominante. El aspecto ideológico
lo marca la revolución intelectual que puso las bases del pensamiento liberal. Por último y
consecuentemente con estas tres revoluciones (económica, social e ideológica) se produjo una
revolución política, cuyas principales manifestaciones fueron la revolución e independencia
norteamericana y la revolución francesa que acabamos de ver. Todo ello tendrá su traducción al
mundo periodístico, que verá


18 Claves de la historia del periodismo cómo se amplía el público lector ahora con otros intereses
entre los que primará estar informados entre las clases medias, más desde que las revoluciones
comenzaran el giro en el sistema político, o el entretenimiento entre las clases populares, más
desde que se expande la instrucción (en Francia, de 1803 a 1870, la tirada de la prensa diaria de
París pasó de 36.000 a un millón de ejemplares). También la prensa será el principal motor de las
revoluciones liberales y de la consolidación del nacionalismo de los grandes Estados. De hecho, si
nos atenemos a Europa y a su evolución política, para los historiadores del periodismo, la
comunicación social en el siglo XIX se divide en tres grandes períodos: una primera etapa en la que
se lucha por la libertad de prensa aplastada por la contrarrevolución de la Santa Alianza; un
segundo momento en el que aparece la “gran prensa”, o diarios que ejercen ya una poderosa
influencia doctrinal sobre sectores determinantes de la población; en la última fase se organiza la
“prensa de información” o de negocio, con las características básicas de la prensa actual.

A ello se unió los considerables progresos técnicos que favorecieron mucho el desarrollo de la
prensa al abaratar sus costes. El uso del papel continuo, las mejoras de las máquinas de impresión,
desde la creada por el conde de Stanhope a la de Koening. A ellas se unió la invención de la
estereotipia y más adelante la creación de máquinas de componer, la linotipia de Mergenthaler, la
monotipia del norteamericano Tolbert Lanston, etc. Pero no podemos dejar de reseñar otros
inventos sin los que la prensa no hubiese sido lo que fue, como la litografía, la fotografía, la tinta
de imprenta, la rotativa, el fotograbado... y las mejoras en los transportes, el telégrafo...

En el siglo XIX el primer centro de modernización de la prensa será Londres que puso las bases de
todos los modelos posteriores. Pero pronto comenzará a destacar el periodismo de Estados
Unidos. Siguiendo este cambio geográfico veremos que surgirán tres grandes generaciones de
prensa. En el segundo tercio de siglo en Nueva York surgirá la denominada Primera Generación de
Prensa de Masas. En la segunda mitad de siglo se consolidará este tipo de periodismo, que ahora
será conocido como Nuevo Periodismo, y encontraremos ejemplos destacados en Nueva York,
Londres o París. El periodismo sensacionalista o amarillo motivará la aparición de una tercera
generación de prensa de masas, alumbrada en Estados Unidos.

5.1. Gran Bretaña marca el camino. Los modelos ingleses Gran Bretaña abrirá camino en el mundo
periodístico por muchas causas. Si fue la creadora de los modelos periodísticos más destacados,
también consolidó el prototipo liberal de control sobre la prensa en el que se consiguió la libertad
de expresión pero se gravó los periódicos por medio de impuestos. Todo ello ocurre
especialmente en la primera mitad del siglo XIX. Como ya hemos indicado, en 1792 se había
aprobado la Libel Act que garantizaba la libertad de expresión pero permitía a las autoridades
inglesas utilizar el arma de la persecución por libelo con rigor en determinados momentos. De
hecho, tras el fin de las guerras napoleónicas, el rey Jorge IV y algunos lores respaldan una
radicalización del control sobre la prensa y aprueban, en 1819, la Newspaper Stamp Duty Act,
popularmente conocida como “leyes de mordaza”, bajo la que se condena a algunos periodistas.
Mas eran los fuertes impuestos que grababan la prensa los que imposibilitaban la publicación de
periódicos a los que no manejasen grandes fortunas. La influencia de las nuevas corrientes
ideológicas progresistas, como el socialismo utópico, y el comienzo del asociacionismo obrero (en
1824 se conseguía la aceptación de las Trades Unions y en 1838 se ponía en marcha el movimiento
“cartista”), estuvo detrás de la lucha por la libertad de prensa. Al verse imposibilitados a pagar los
altos impuestos sobre el papel, la publicidad, y el timbre (el peor, puesto que la prensa se enviaba
por correo), algunos optaron por publicar de modo ilegal, sin pagar estos impuestos. Se conoce a
este fenómeno como Movimiento de los “intimbrados”.

El primer antecedente lo encontramos en el destacado periodista William Cobbett, quien creó en


1802 el Political Registen semanario político, independiente y crítico, considerado por algunos
como el primer periódico obrero de la Historia (aunque Cobbett era burgués la situación del
campesinado le hizo radicalizar su pensamiento y defender los intereses de los más
desfavorecidos) que triunfó por su estilo ingenioso e hizo muy popular a su dueño. Eso no le libró
de la cárcel por sus ácidas críticas en 1831. Cobbett decidió en 1816 bajar el precio del


Concha Langa Nuño 19 semanario a dos peníques en contra de la ley y el éxito fue enorme,
alcanzando los 40.000 ejemplares de tirada.

El Movimiento “intrimbrado” comenzó en 1831 por algunos de los periodistas que siguieron la
línea crítica de Cobbett, como Leigh Hunt (creador de la revista The Examinar); Thomas J. Wooler;
William Home; y, sobre todo, Richard Carlile (el más decidido partidario de la libertad de expresión
y que pagó con una constante persecución) y Henry Hetherington. Estos dos últimos, en especial
Hetherington quien sacó en 1831 The poorís man guardian (el primer periódico en ocuparse del
movimiento obrero), fueron los que organizaron este movimiento con la creación de una prensa
radical y popular, progresista y obrera que decidió evadir los impuestos estatales mediante una
distribución propia y paralela a la del correo oficial. Acudieron a partidarios del movimiento obrero
quienes vendieron los periódicos colaborando de ese modo en la lucha de clases. La persecución
del gobierno fue enorme, imponiendo penas de cárcel para los vendedores y escritores y
sancionando con altas multas a los lectores durante tres años. En 1834 Hetherington conseguía
una absolución favorable del Tribunal Supremo, pero las persecuciones continuaron y la
publicación del periódicos "intimbrados" también. Hacia 1836 el gobierno whig se declaraba
impotente. A esas alturas la circulación semiclandestina de la prensa radical superaba, con mucho,
la de la prensa legal. El gobierno reconocía su derrota y organizaba una contraofensiva en tres
frentes: aumentando las penas para quien leyera periódicos sin el oficial sello de correos; lanzando
una prensa barata dentro de la legalidad -una sociedad para la “instrucción popular” recoge
fondos que permiten la edición de la publicación Penny Magazine-; pero, sobre todo, se decidían
por la reducción de tasas (a partir de 1833) que comienzan así el lento camino hacia su
desaparición definitiva, cosa que sólo ocurrirá treinta años más tarde (en 1853 se anula el
impuesto sobre anuncios, en 1855 el que grababa el timbre y en 1861 el impuesto sobre el papel).

La reacción del gobierno obtiene éxito y en unos años la prensa radical o había aceptado las tasas
rebajadas o había desaparecido. Para entonces ya habían conseguido implantar el primer mercado
popular de prensa.

Pero Gran Bretaña, o más concretamente, Londres, también estuvo a la cabeza del periodismo en
estos años. En el siglo XIX se asienta la prensa- de negocio como la más destacada, con The Times
como modelo. Este periódico fue también el impulsor de la figura del corresponsal para conseguir
inmediatez a la información. La aparición de la prensa barata, la penny magazine, los dominicales y
revistas ilustradas, completan las innovaciones más destacadas.

Comenzamos con The Times. Nacido como Daily Universal Register (1785), su fundador, John
Walter, apostó por la independencia política para tener las manos libres para ofrecer una opinión
propia. El principal fin de Walker era conseguir beneficios comerciales con la publicidad.
Realmente detrás de su fundación estuvieron los intereses de Walker (enriquecido con carbones y
seguros) por la impresión que le llevaron a inventar un método de impresión llamado
“logográfico” que quería dar a conocer. Llamado desde 1788 The Times, su éxito se debe a su hijo,
a su frente desde 1803 a 1847. John Walter II es quien lo moderniza, introduce mejoras técnicas
(gracias a Koenig y Bauer primero, Applegarth y Cowper después), al uso del telégrafo, a
periodistas de reputación, y a sus corresponsales (Crabb Robison, en el continente, y Russell
enviado a la guerra de Crimea e iniciador de la Crónica de Guerra) que consiguen una
impresionante agilidad informativa mayor que la del gobierno. Esto provocó unas relaciones muy
especiales del diario con el poder, pues finalmente, los distintos gobiernos dependieron de los
canales informativos de The Times y a cambio recibieron información privilegiada.

Pero esta red de corresponsales llevaba al periódico a sentar las bases de dos fenómenos de
amplísima repercusión futura: de algún modo se convertía en una agencia de noticias, con servicio
para el propio periódico y para el gobierno -más tarde venderá directamente información a otro
periódicos-. Por otro lado, el prestigio y objetividad de sus corresponsales le llevaron a
transformarse en el primer periódico de alcance internacional (convirtiéndose el corresponsal de
The Times, según se decía a mediados de siglo, en el segundo embajador de la corte británica).
Parte de su éxito también se debió a la buena elección de sus directores. John Walter II era un
bueno administrador pero era consciente de su falta de habilidades como escritor. Fue capaz de
delegar en un director (editor en inglés), y de encontrar a las personas indicadas.


20 Claves de la historia del periodismo En 1817 contrató a Thomas Barnes y, tras su muerte en
1841, John Tadeus Delane ocupó su lugar. En definitiva, este diario fue capaz de aunar
innovaciones que infunden prestigio a lo que unió un refinado cuidado en la atención a sus
lectores, presentándose como el portavoz y órgano de los mismos.

Acabamos de ver que The Times también fue el impulsor de la figura del corresponsal que tenía en
William Woodfall, propietario y editor del Morning Chronicle, un destacado antecedente pues se
llegaba a pasar en el Parlamento de Londres doce horas diarias, y saliendo de allí a media noche
para dirigirse a su redacción, donde, usando de una admirable memoria, transcribía los debates.

En cuanto a la prensa política, ya vimos que había nacido en el siglo XVIII. Ahora, con la
generalización del liberalismo (y las luchas que ello conllevó) y la aparición de nuevas ideologías,
es cuando se hace más relevante. Normalmente son publicaciones que se presentan como
defensoras de una

determinada creencia, y con un claro compromiso ideológico. Sus contenidos

hacían referencia a programas, pautas doctrinales de asociaciones o partidos,

etc., con la finalidad de convencer a los electores. La primera que inaugura

esta nueva fórmula en 1802 fue la escocesa Edimburg Review, liberal y con

gran categoría literaria, nació al amparo de la Universidad de Edimburgo (para

darle respuesta Walter Scout fundó en 1809 la conservadora Quarterly Review).

Los títulos citados en la lucha de los “intimbrados” serían algunos de los más

destacados de esta categoría para el Reino Unido, sobresaliendo The Political Register o The poor's
man Guardian.

Los Sunday papers se consolidan en la primera mitad de siglo. Aunque sus orígenes se remontan a
finales del siglo XVIII, es ahora cuando se asienta el modelo. Los domingos era un día sin prensa
motivada por la obligatoriedad del descanso religioso. El éxito de los diarios hizo que los
semanarios casi desaparecieran. La nueva mentalidad comercial de la prensa llevó a ver en el


Concha Langa Nuño 21 domingo la jornada ideal para lanzar un tipo de prensa de entretenimiento
que llegase a amplias capas de la sociedad. Surgen así los dominicales, semanarios ligeros y de fácil
lectura en el que se daba gran relevancia a las ilustraciones y con contenidos muy variados que
iban desde narraciones extraordinarias o escandalosas (lo que les hace ser herederos de los
antiguos “canards” u “ocasionales”), pasatiempos, páginas de humor, etc. Su éxito fue grande y es
un modelo periodístico que mantiene su vigencia pues ha sabido adaptarse a los tiempos. El
primer dominical, el Sunday Monitor, nacía 1779. Le siguieron otros como The Observer (1791) o
el Weekly Magazine (1796) de Jonh Bell, que alcanzó gran éxito de tirada y público. Este dominical
se mantuvo gracias a su hijo, Jonh Brawne Bell, quién fundaría en 1843 News of the World, uno de
los mayores éxitos periodísticos de todos los tiempos, que se ha mantenido en los primeros
lugares de aceptación hasta nuestros días. Otro título destacado nacido el mismo año es Lloyd’s
Weekly. Fundado por Edward Lloyd, se trató de un magnífico negocio (sobre todo cuando en 1861
le rebajó su precio a un penique), superando a finales de siglo el millón de ejemplares, lo que
permitió a su propietario crear un gran imperio periodístico.

Por último, debemos mencionar a las revistas ilustradas, quizás el género más característico del
siglo. Su aparición está íntimamente relacionada con los importantes adelantos técnicos, más
desde la década de 1830. Entre las revistas más relevantes señalamos London News (1843), de
gran calidad, y Punch (1841), de tono popular, humorístico y ácido, famosa por sus caricaturas.
Mas, el título más importante por su significación fue Penny Magazine (1832) y que ya hemos
citado al hablar del movimiento de los “intimbrados”. Esta revista ilustrada, elaboraba a instancias
de la “Sociedad para las enseñanzas mutuas”, tuvo como editor a Charles Knight. Su interés se
debe a sus objetivos; lanzar una publicación cultural basada en la información general, con el
propósito de culturizar al pueblo mediante la lectura de la prensa. Para ello prestó gran atención a
estimular el interés del público entreteniendo y gracias a este método llegó a sectores de la
sociedad tradicionalmente marginados dándole gran influencia pues con ella aprenderán a leer
varias generaciones. A ellos también contribuyó el que desde 1870 se hiciese obligatoria la
educación primaria.

Estos nuevos tipos de prensa cumplirán una función determinada en estos decenios al fomentar el
gusto por la lectura en aquellos sectores sociales que no estaban habituados a leer. De esta
manera. se irán sentado las bases y preparándose un público que acogerá con entusiasmo a la
prensa de masas cuando ésta haga su aparición en la segunda mitad de siglo en Europa.

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