Prensa Española
Prensa Española
Prensa Española
1. Entre 1737 y 1750, consolidación de la prensa en España, con la aparición de los primeros
periódicos, como el El Diario de los Literatos.
2. Entre 1750 y 1770: época de madurez y especialización como el Diario de Madrid.
3. Desde 1770: momento de decadencia; si bien nacen algunas publicaciones interesantes en 1774
ligadas al auge impulsado por Campomanes de las Sociedades Económicas de Amigos del País,
desaparecen muchas publicaciones debido a los acontecimientos políticos y la situación exterior
(Revolución francesa).
Se distinguían claramente dos tipos de publicaciones diferentes: la prensa culta (papeles periódicos) y la
prensa popular (almanaques, pronósticos).
La prensa culta o papeles periódicos se imprimían con el permiso del Consejo de Castilla y se sometía a
la censura eclesiástica. Podían comprarse en librerías o puestos callejeros o ser leídos en cafés y eran
voceados por los ciegos, que poseían el monopolio de su distribución.
La información política y militar estaba en manos de dos periódicos oficiales (Gaceta de Madrid y Mercurio
Histórico y Político). Las publicaciones de iniciativa privada se dedicaban fundamentalmente a los temas
culturales o económicos. Defendían casi siempre una ideología avanzada y sus lectores eran una minoría
ilustrada y burguesa.
La ejecución de la familia real francesa provocó un recrudecimiento de la censura y la suspensión
temporal de la prensa: el rey Carlos IV de España prohibió la publicación de toda la prensa salvo los
periódicos oficiales el 24 de febrero de 1791.
Pero los burgueses crearon también publicaciones de carácter popular que, ya existentes en el siglo XVII,
se desarrollaron a lo largo del XVIII: los almanaques y pronósticos. Eran libritos ilustrados con grabados
que se distribuían a millares por pueblos y ciudades y ofrecían, so capa de informar del tiempo, los más
variados contenidos: fuera del pronóstico meteorológico del año incluían datos sobre los cambios de la
luna, pensamientos, pautas de conducta e instrucciones y enseñanzas sobre los más variados oficios.
Atraían con títulos sensacionalistas y poseían dos secciones: "La introducción al Juicio del año",
pronóstico de lo que iba suceder ese año según los astros, y El Juicio del año, especie de carta astral por
estaciones, meses y días. Hoy son valiosos porque constituyen una recopilación de cultura popular y una
vía de difusión de los valores burgueses entre las clases bajas, pero su peligrosidad llevó a Carlos III de
España a prohibir su publicación en 1767, bajo el pretexto de que constituían una lectura vana e inútil
para el pueblo. Con el siglo XIX estas publicaciones no desaparecieron, pero cambiaron su función, ya
que la burguesía contaba con un medio mucho más eficaz y directo para la difusión de sus ideas: los
periódicos populares. Los más famosos almanaques fueron los de Diego de Torres Villarroel, quien
renovó y actualizó el género en su Ramillete de astros (1718) al convertir el Juicio del año en una
narración ficticia donde unos personajes novelescos hacen el pronóstico y aprovecha para intercalar
descripciones, monólogos, y otros variopintos materiales.
El Diario de los Literatos de España (1737) era una publicación de carácter cultural y literario que duró
hasta 1742. Luchó contra las ideas barrocas y defendió la obra de Benito Jerónimo Feijoo e Ignacio de
Luzán. Su propósito es "emitir un juicio ecuánime sobre todos los libros que se publiquen en España".
Tenía 400 páginas, formato de libro, costaba de 4 a 5 reales y ponía en circulación una tirada de entre
1000 y 1500 ejemplares. En él escribieron Juan de Iriarte y otros eruditos de aquella época.
Salvador José Mañer empezó en 1738 a traducir El Mercurio Histórico y Político del francés. Juan de
Iriarte, en sus obras impresas en 1774, lo criticó por las malas traducciones que hizo. En 1784, ya de
mayor tamaño, tomó el título de El Mercurio de España y ha sido, con excepción de La Gaceta y El Diario
de Madrid, el periódico que más tiempo ha subsistido.
El Diario Noticioso, Curioso, Erudito, Comercial y Político fue la primera publicación de periodicidad diaria
de España. Constaba de dos secciones, una de divulgación con artículos de opinión, a menudo
traducciones francesas, y otra de información económica donde se anunciaban ventas, alquileres, ofertas,
demandas, etc. Por real privilegio el 17 de enero de 1758, se le concedió permiso para publicarlo en
Madrid a Manuel Ruiz de Urive y Compañía. Su primer número lleva la fecha de 1 de febrero de 1758. Lo
redactaba Francisco Mariano Nipho, un inquieto polígrafo ilustrado de curiosidad enciclopédica al que se
ha llegado a considerar el primer periodista profesional de la literatura española y que publicó casi un
centenar de obras, veinte de ellas de carácter periódico. Desde 1788, el Diario Noticioso... pasó a
llamarse Diario de Madrid.1
Hubo también una cierta prensa especializada, la económica, ya que las ideas ilustradas defendían las
reformas en este campo El Semanario Económico (1765 - 1766) difundía los adelantos técnicos para la
mejora de la industria y diversos textos económicos. Por otra parte, se difundió mucho la prensa literaria,
entre la que destacaba El Diario de los Literatos, dedicado a la crítica literaria de los libros que se
publicaban y El Pensador, cuyo creador, el ilustrado José Clavijo y Fajardo, inició un tipo de periodismo
costumbrista con temas típicamente españoles, como las tertulias y refrescos, los cortejos, la superstición,
y el comportamiento en las iglesias. Trató el tema de la educación tanto de las mujeres como de los
hombres y de la función y el comportamiento del maestro y atacó los autos sacramentales. En los primeros
números usó el seudónimo de D. Joseph Álvarez y Valladares. En el Semanario de Agricultura y Artes,
en 1797, cuyos 17 tomos primeros fueron publicados por Juan Antonio Melón, intervinieron desde el 4 de
julio de 1805 los distinguidos profesores de Botánica Simón de Rojas Clemente, Francisco Antonio Zea y
los Boutelón (D. Claudio y D. Esteban); era periódico dirigido a los párrocos para que sirvieran de
propagadores de las doctrinas agrícolas.
En 1786 nació El Correo de los Ciegos de Madrid, que desde 1787 se llamó Correo de Madrid, donde
entre artículos de divulgación de la actualidad literaria, científica, técnica y económica aparecían los
avanzados artículos de crítica social y de costumbres de "El militar ingenuo", Manuel María de Aguirre,
ilustrado radical admirador de Juan Jacobo Rousseau, un crítico consumado de la sociedad estamental y
de la superestructura política, según Antonio Elorza; ansía la división de poderes y la reestructuración de
la sociedad y ataca la Oración apologética por España y su mérito literario de Juan Pablo Forner,
criticando las instituciones y denunciando la injusticia, la desigualdad y la ignorancia. En sus páginas se
publicaron por primera vez, de forma póstuma, las Cartas Marruecas de José Cadalso.
El más influyente de los periódicos (fue imitado por personajes de la talla de Manuel Rubín de Celis, Pedro
Centeno y José Marchena) fue El Censor de los abogados Luis María García del Cañuelo (de carácter
descontentadizo y agresivo) y Luis Marcelino Pereira (experto en temas económicos) (1781), de influencia
enciclopedista, liberal, regalista y jansenista, que se atreve a cuestionar políticas y principios legislativos
y religiosos; hace crítica social y profunda de las instituciones y cuestiona la estructura estamental de la
sociedad; por eso tuvo que luchar constantemente para poder obtener licencia de impresión y luego contra
la censura y la oposición del poder conservador, representado por el apologista oficial Juan Pablo
Forner al que parodiaron en una Oración apologética por la África y su mérito literario; también publicó
una falsa "Carta marrueca" de Cadalso y la utopía de los Ayparchontes; pese a todo llegó a los ocho
tomos y 167 discursos, si bien sufrió tres interrupciones, y fue continuado por una serie de imitadores
como El Corresponsal del Censor, El Observador de José Marchena influido por
el utilitarismo de Jeremías Bentham, defensor del fisiocratismo y defensor del derecho
natural o iusnaturalismo, así como igualmente enfrentado a los apologistas fornerianos.
En realidad, según José Miguel Caso González, El Censor encubría a un grupo de presión ilustrado bien
configurado: los asiduos al círculo de la Condesa de Montijo: Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan
Meléndez Valdés, Tavira, Vargas Ponce, Samaniego; ellos son los responsables de algunos de los
discursos, especialmente Meléndez y Jovellanos; este último aparece con el sobrenombre de "Conde de
las Claras".
El Memorial Literario, en sus tres épocas desde 1784, mensual, de 123 páginas, es una revista literaria y
científica dirigida por Joaquín Ezquerra y Pedro Pablo Trullench, que tiene por fuente a los Reales
Estudios de San Isidro y combina la defensa de lo nacional con la crítica constructiva, incluyendo
interesantes novedades sobre ciencia. El Diario de las Musas de Luciano Comella y El Espíritu de los
Mejores Diarios de Cristóbal Cladera; El Semanario Erudito de Antonio Valladares de Sotomayor y
el Gabinete de Lectura Españolade Isidoro Bosarte (que introducía cada número con un "prólogo"),
ambos de 1787, son recopilaciones de textos clásicos antiguos como El Cajón de Sastre de Nifo. Con el
seudónimo "Patricio Bueno de Castilla" publicó Juan José López de Sedano, colector de los clásicos de
la literatura española en su Parnaso Español, El Belianis Literario (1765), sátira de las publicaciones de
entonces.
La prensa del XVIII es un fenómeno fundamentalmente madrileño, andaluz, murciano, valenciano y
zaragozano; las otras provincias apenas tienen algo que reseñar; extraña que Cataluña o el País Vasco
sean tan pobres en prensa dieciochesca. El 24-II-1791 se prohíben todos los periódicos no oficiales por
Real Resolución firmada por Floridablanca; eso provocó la protesta de los principales editores, que
quedaban así arruinados y exigían airadamente compensación económica (pensión) o algún destino. Sólo
quedaron los tres oficiales, la Gaceta de Madrid, El Mercurio y el Diario de Madrid. Dicha represión se
suaviza en 1792, en que se permite la publicación de El Correo Mercantil de España y sus
Indias de Eugenio Larruga y Diego María Gallard, pero se mantuvo hasta 1795, y no volverá a florecer la
prensa en términos comparables a la década de los ochenta hasta 1808, con la Guerra de Independencia.
El concepto de opinión pública deja de ser entendido en esta época en el sentido de 'fama' o 'reputación',
para designar una actitud de crítica social por parte de la burguesía, que reclama más poder y
representación política a través de las columnas de los diarios: la prensa y la opinión son un fenómeno
claramente burgués.
Paul Guinard, en su La presse espagnole de 1737 à 1791. Formation et significaticon d'un genre, Paris:
Institut d'Études Hispaniques, 1973, distingue cuatro tipos de prensa dieciochesca:
Liberales moderadas:
El Universal, conocido por sus medidas como el sabanón (31 x 21 cm –enormes par lo que era
habitual en la época-).
El Censor, dirigido por Alberto Lista.
El imparcial.
El periódico de las damas, desde la que se hace un llamamiento a las mujeres para que inculquen
a sus hijos los valores de la Constitución. Aunque (o quizás porque) rompió con el carácter clásico
de las publicaciones femeninas, fracasó y no se publicó más de tres números.
Liberales exaltadas, que introducen un elemento novedoso en la prensa española: la expresión
gráfica (caricaturas y chistes con connotaciones políticas).
El eco de Padilla, órgano de expresión de la sociedad secreta de los Comuneros.
El Zurriago fue un periódico muy radical, crítico y satírico que, con sus caricaturas, llegó hasta el
límite de lo permitido.
En 1823, con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, Fernando VII vuelve a abrazar el
absolutismo. Se inicia un periodo marcado por la censura impuesta en el Decenio Calomardino, en el que
el único periódico consentido sería el Diario de avisos como una variante o continuación del primer diario
español, el Diario Noticioso, Curioso, Erudito, Comercial y Político (más conocido como "Diario de
Madrid"), fundado por el pionero del periodismo Francisco Mariano Nipho en 1758 y definitivamente
desaparecido el 31 de diciembre de 1814. El Diario de avisos de Madrid, junto a la también oficial Gazeta
de Madrid compartieron el mismo estilo absolutista y servil.2 Sin embargo, en 1828 el rey inicia un tímido
aperturismo, provocado por su necesidad de ganarse a los liberales en su lucha contra su hermano Carlos
María Isidro por mantenerse en el poder. A partir de esa fecha, se permite la publicación de cabeceras
costumbristas y románticas, que serán una vía de expresión para el pensamiento liberal.
Publicaciones románticas:
El duende satírico del día, de Mariano José de Larra, 1828.
El pobrecito hablador, de Mariano José de Larra, 1831.
El Guadalhorce (1839), que fue el órgano del movimiento en Málaga.
La Alhambra (1839-1843), que tuvo como colaborador a José de Espronceda.
Publicaciones costumbristas:
Semanario pintoresco, de Mesonero Romanos, 1835.
Isabel II y el Sexenio Democrático
Aunque desde 1833 hasta la Restauración, los periódicos van a intentar ser controlados y usados por los
sucesivos gobiernos, no es menos cierto que es en esta época cuando las ideas democráticas (socialismo
utópico saint-simoniano) comienzan a aparecer en de la prensa liberal a través de los artículos de algunos
colaboradores.
Esta filtración ideológica se mantendrá durante la regencia de Espartero(1840-1843) y el reinado
de Isabel II (1843-1868). Quizás de lo más destacable de este período, en lo que concierne a nuestro
tema, sea el nacimiento del periodismo informativo, el acceso de la clase obrera a la prensa y la aparición
de una serie de cabeceras que la tienen a ella como su receptora natural.
Entre 1868 y 1875 (reinado de Amadeo de Saboya y la Primera República) aparecen en España cerca de
seiscientos periódicos. Esta explosión informativa se produce porque el proceso revolucionario comienza
con la libertad de imprenta, que se recogerá en la Constitución de 1869.Con el resurgimiento de Carlos
de Davil aparece un antes y un después en la historia.
Pese a todo, en el exilio o bajo la censura, la prensa creó una opinión pública e hizo desarrollarse poco a
poco las instituciones burguesas democráticas no sólo en Europa (revoluciones de 1830 y 1848), sino en
España (la ya mentada de 1812 y la de 1868). En España, en particular, la censura se extremó contra las
publicaciones del carlismo y, en el otro extremo del arco político, contra las del Partido Democrático. Tras
el triunfo del liberalismo, todos los países occidentales reconocieron (hacia 1881) la libertad de expresión
y dictaron leyes de prensa. Por otra parte, la tecnología creó nuevos cauces de distribución y los
perfeccionamientos de la imprenta posibilitaron ediciones más amplias, más baratas y más vistosas,
ilustradas con hermosos grabados. Además, la extensión de la lectura entre las clases bajas gracias a
la enseñanza pública, una de las conquistas de las revoluciones burguesas, y el ya citado abaratamiento
de la prensa posibilitaron que la prensa se extendiera a las clases bajas de la sociedad, configurando un
modelo de prensa denominada prensa de masas, cuya manifestación más visible fue el llamado folletín
o novela por entregas.
Desde 1868 siguen existiendo periódicos de opinión, defensores de un partido o líder político, pero se
desarrolla una prensa informativa que es la que más éxito tiene entre los lectores y la que alcanza mayores
tiradas. El aspecto externo de estos periódicos es más ameno. Su contenido ya no se limita a temas
políticos, sino que aparecen nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos, anécdotas y humor.
Dedican más espacio a la publicidad e insertan folletines, (novelas por capítulos) que gozaban de gran
aceptación entre las clases bajas, la llamada novela por entregas o folletín.
En 1853 inició su publicación el Faro de Vigo, diario decano de la prensa española. Tras la revolución de
1868 (la Gloriosa), la Constitución de 1869 reconoce la libertad de prensa y surgen numerosos periódicos
y revistas. En 1883, la Ley de imprenta establecida por el gobierno liberal de Práxedes Mateo
Sagasta favorece también las publicaciones periódicas. Todo ello unido a la sofisticación de los medios
técnicos permite que las publicaciones periódicas experimenten una auténtica explosión (unas 600
publicaciones registradas3) durante el Sexenio Democrático. Si bien la mayoría de la población era
analfabeta y las tiradas son muy pequeñas (nunca sobrepasan los 15.000 ejemplares) tienen una amplia
difusión debido a la tradición de la lectura en voz alta, la existencia de gabinetes de lectura y la costumbre
de leer los diarios en los cafés, ateneos y tertulias. En Madrid y en las capitales de provincias fue
creándose un público lector más amplio a medida que se extendió la educación. A partir de 1868 se
desarrolla la prensa femenina. Tras el triunfo de la Gloriosa se abren escuelas para instruir a las clases
más bajas y aparecen los primeros periódicos obreros.
A raíz de La Gloriosa surgen publicaciones ampliamente destacadas en su época como fue la revista La
Flaca. Al estilo y orientación de La Flaca fue seguido por otras revistas de Madrid y Barcelona, entre las
que destacarán L'Esquella de la Torratxa (1872), La Filoxera (1878), El Loro (1879), La Viña (1880), El
Motín (1881), La Mosca (1881), La Broma(1881), La Tramontana (1881) y Acabose (1883).4
A partir de 1880 surgen nuevos medios cuantitativa y cualitativamente distintos a los del siglo XIX que
constituyen el origen de la información propia del siglo XX. En torno a esta fecha los distintos países
occidentales dictan leyes de prensa burguesas en las que se reconoce la libertad de expresión y organizan
su estructura informativa en torno a las agencias nacionales de noticias que mantienen estrechas
relaciones con los gobiernos y surten de información a los periódicos. Bajo ese predominio de las
agencias, todos los medios atienden a los mismos temas. El nacimiento de las agencias de
noticias provocó algunos cambios en la información: el establecimiento de la red telegráfica mundial dio
como resultado la ubicuidad informativa y la tendencia a la uniformidad propias de la información del siglo
XX, y la prensa ganó en objetividad.
Se desarrolla entonces (en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX) la llamada prensa de masas
en Estados Unidos y algunos países de Europa: aumentan espectacularmente su tirada, incluyen muchas
páginas de publicidad, se establecen en grandes edificios y obtienen unos beneficios insospechados
hasta entonces, abandonan las viejas fórmulas y se atribuyen nuevas funciones en la sociedad del siglo
XX: son bienes de uso y consumo, se venden a bajo precio y ofrecen a sus lectores un producto atractivo
y bien acabado. Su presencia reiterada en la sociedad los convierte en instrumentos de gran influencia y
ese exceso de poder les va a permitir provocar manipulaciones de todo tipo. Surge en este contexto
la prensa amarilla. En contraposición, se desarrolló también una prensa muy documentada y seria para
élites, que representaban en España El Imparcial(1867) y El Liberal (1879). La Correspondencia de
España (1859) se define como independiente, a la vez que El Imparcial cuyo suplemento literario, Los
lunes del Imparcial, publicó desde 1879 hasta 1906, bajo la dirección de José Ortega Munilla obras de los
autores más importantes de la época: José Zorrilla, Juan Valera, Ramón de Campoamor, Emilia Pardo
Bazán, Rubén Darío... Los lunes del Imparcial "lanzó al estrellato" a los autores más importantes
del Regeneracionismo y la Generación del 98: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Ramón María del
Valle-Inclán...
El periodismo de la Restauración
Durante la Restauración, asistimos al surgimiento de las grandes empresas periodísticas, favorecidas
desde el poder, y que servirán de apoyo a la nueva situación política.
Al final del XIX tenemos una clase de periódico con unas características, no muy distintas de las que
definen a los actuales:
Abundancia de información, mejor, variada y más extensa, alimentada por corresponsales en cada
capital de provincia y en capitales de Europa, con noticias telegráficas y a veces dos ediciones: una
por la mañana y otra por la noche.
Variedad de secciones:
Sucesos.
Negocios.
Anuncios.
Extractos de sesiones de Cortes.
Viajes y entrevistas.
Sección diaria de espectáculos.
Artículos literarios.
Obras poéticas, cuentos, folletines, crítica.5
La prensa española en el siglo XX
En Cataluña La Vanguardia (de 1881 hasta la actualidad) fue creada en 1881 por los hermanos Godó. En
1896 Rafael Roldós creó Las Noticias, que le disputaría el liderato en Barcelona a La Vanguardia.6
El ABC empezó siendo un semanario fundado por Torcuato Luca de Tenaen 1903 y en 1905 se hizo
diario. Tenía formato de revista, incluida una grapa, e ideología monárquica y conservadora. El
Debate editado por la Editorial Católica, creada por Ángel Herrera Oria en 1910, defendía ideas católicas;
duró hasta el comienzo de la guerra civil. Era un periódico de calidad con preocupaciones políticas,
religiosas y culturales. En su seno nació la primera escuela de periodismo. El Sol fue fundado en 1917
por Nicolás María de Urgoiti. José Ortega y Gasset actuaba como principal inspirador intelectual y en él
colaboraron, entre otros, Mariano de Cavia y Salvador de Madariaga. El Sol quería renovar la situación
política y social del país, teniendo una cabecera hermana por la tarde, La Voz, de carácter más
popular. La Nación fue un periódico referente de la derecha entre 1925 y 1936, cuyos talleres fueron
incendiados en el violento clima anterior a la Guerra Civil Española. La vinculación de la prensa con los
partidos políticos a veces no era tan clara como podía parecer:
Uno de los reportajes más famosos en la historia del periodismo durante la Segunda República fue el realizado
por Ramón J. Sender sobre la matanza de anarquistas en Casas Viejas para el diario La Libertad. El valor de la serie
de artículos no se ve alterado, pero su significación política sí, al tener en cuenta que el periódico republicano era a
la sazón propiedad de Juan March, y que por consiguiente resultaba de la máxima utilidad servirse del suceso para
atizar un fuego en el cual ardiese el Gobierno presidido por Manuel Azaña. Otro tanto sucedía con el diario
izquierdista La Tierra, en cuyas páginas colaboraban anarcosindicalistas y comunistas cargando un día tras otro
contra el régimen, debidamente subvencionados por la derecha monárquica para tan santa labor.
Antonio Elorza7
No conviene olvidar que la mayor parte son periódicos de empresa, que además del impacto en la opinión
pública y la defensa de unos intereses y una ideología, buscan la rentabilidad económica y utilizan la
publicidad como principal medio de financiación; pueden considerarse prensa de masas por contenidos y
objetivos, pero no alcanzaron las grandes tiradas que caracterizaron a los diarios extranjeros por falta de
un amplio público lector: España era todavía un país escasamente urbanizado, con elevados índices de
analfabetismo. Pero desde 1910 nuestros periódicos están preparados para convertirse en periódicos de
masas, se utiliza ya un lenguaje menos envarado y más ágil y se detecta cierta renovación léxica y
estilística; la diagramación es más atractiva y aparecen fotografías; sus contenidos reflejan los gustos de
la cultura de masas: entretenimientos públicos (fútbol, toros, teatro...), actos políticos, referencias a otros
medios (prensa y cine), sección de cartelera, etc. Aparecen también páginas especiales o suplementos
de economía, espectáculos, arte, deporte, agricultura, mujer y niños. Por otra parte, el impacto de la
guerra europea potenció el interés por los temas extranjeros y los periódicos españoles se dividieron entre
aliadófilos y germanófilos.
Corresponde a esta época la aparición en España de las primeras mujeres periodistas. Destacan Carmen
de Burgos, redactora del madrileño Diario Universal, Sofía Casanova, en ABC y Concha Espina que
trabajó en El Correo Español de Buenos Aires y en España con La Libertad, La Nación, ya desaparecidos,
y El Diario Montañés de Cantabria.
Había también periódicos ligados al movimiento obrero, como El Socialista (del PSOE), Tierra y
Libertad (de la anarquista FAI), Solidaridad Obrera (de la poderosa CNT catalana) o Mundo
Obrero (del PCE).
Según una estadística de 1914, circulaban ese año en España 138 publicaciones periódicas definidas
como de «extrema izquierda», entre las cuales había 2 periódicos anarquistas, 26 socialistas, 79
republicanos, 10 federales, 3 republicanos socialistas, 15 radicales y 3 reformistas. El campo de la
«extrema derecha» contaba con 136 publicaciones, entre ellas 89 católicas, 38 tradicionalistas (carlistas)
y 9 integristas. Había 79 periódicos definidos como liberales, 52 como conservadores, 16 como
regionalistas y 8 como «monárquicos no definidos». Existían además 154 periódicos que se definían en
política como «independientes», aunque algunos de ellos eran considerados monárquicos y otros
republicanos según la opinión general.8
Aparece la prensa infantil, con el TBO, semanal desde 1917, cuyo nombre ha pasado a ser el que designa
en España a lo que internacionalmente se denomina comic.
En el periodo de entreguerras surgieron totalitarismos en distintos países occidentales
(nazismo alemán, fascismo italiano, comunismo ruso, franquismo español etc.) Se establecieron dos
modelos de información diferentes, el de estos Estados totalitarios, fundado en la propagandacomo uno
de los medios fundamentales para controlar a las masas a través de información sesgada y el control
absoluto de todos los medios de comunicación, y el de las vacilantes democracias liberales como
Inglaterra, donde se reconocía la libertad de expresión.
Debido a la competencia de los nuevos medios como el cine, la radio y la televisión, se desarrolló
el fotoperiodismo. La imagen fotográfica ya no era un mero adorno, sino un lenguaje alternativo. Los
medios se utilizaron como válvulas de escape de la realidad circundante: ofrecían un 90% de
entretenimiento y un 10% de información amena y pretendían alejar al lector de sus problemas diarios.
La Guerra Civil
Durante la Guerra civil, tanto en la zona republicana como en la nacional se instituyeron organismos
oficiales dedicados exclusivamente a la propaganda (el ministerio de Propaganda en la zona republicana
y la Delegación de Prensa y Propaganda en la zona sublevada). En la zona geográfica ocupada por cada
bando sólo podían editarse periódicos adictos, y sometidos a una fuerte censura de guerra. El caso más
curioso lo protagonizó ABC, cuya edición en Sevilla continuó respondiendo a su ideología tradicional,
apoyando al bando de los sublevados, mientras que las instalaciones de Madrid fueron expropiadas y se
editaba, con la misma cabecera, pero al servicio de la causa republicana (controlado por Unión
Republicana), mientras que las instalaciones de El Debate pasaban a publicar el Mundo Obrero. En las
trincheras de los sublevados se difundía un periódico satírico, La Ametralladora, donde colaboraban
humoristas de la talla de Miguel Mihura y Álvaro de la Iglesia, que durante el franquismo continuaron el
género con La Codorniz. Del otro lado, en la zona republicana se difundía la más elitista El Mono Azul (de
paradójico color, que hacía referencia al uniforme oficioso de los milicianos y el proletariado), con
colaboraciones de los poetas de la Generación de 1927.
El franquismo
Los vencedores aprendieron de la guerra que los medios debían cumplir una función social de servicio
público. Se desarrolló entonces la teoría de la responsabilidad social de los medios. Desde 1945 a 1970
se vive una etapa de expansión económica que repercute en el desarrollo del sector informativo. Los
Estados democráticos defienden la libertad de expresión y, al mismo tiempo, establecen normas de
control de los medios. Paralelamente, se convierten en dueño de diarios, emisoras de radio y cadenas de
televisión públicas. El negocio informativo crece y las empresas de información aumentan su poder. Esto
favorece la concentración de los medios (cada vez menos empresas son dueñas de más medios), a pesar
del control de los Estados que promulgan leyes antimonopolio. Sin embargo, mientras que en los Estados
democráticos se asienta definitivamente la libertad de expresión, esto no representa la situación de la
España del franquismo, donde se mantuvo la ley de prensa de 1938, pensada para el control férreo de
las publicaciones durante la Guerra Civil.
Durante la Segunda Guerra Mundial buena parte de la prensa española llegó a estar controlada por el
jefe de propaganda de la Embajada alemana en Madrid, el judío pro-nazi Josef Hans Lazar.10 El principal
exponente de esta situación fue el diario Informaciones, que se convirtió en el principal foco del publicismo
antisemita y filonazi en España.1112
Las características más importantes de la prensa de esta época fueron la censura previa y las llamadas
"consignas" a través de las cuales el ministerio de Información y Turismo podía ordenar la inserción de
artículos, incluso de editoriales, con una determinada tendencia o contenido. Las cabeceras de los
periódicos de Madrid representaban la mínima pluralidad que se consentía entre las distintas familias del
régimen:
¡Arriba!: oficialista, considerado como el órgano del Movimiento Nacional. En alguna ocasión se
utilizaba para probar el control de una u otra de las familias (el "gironazo" publicado por José Antonio
Girón de Velasco en 1974).
Hoja del Lunes, el único periódico que podía distribuirse ese día, por ser obligatorio el descanso
dominical en todos los demás. La de Madrid se imprimía los talleres del ¡Arriba! (anteriormenten en
los del Ya). Venía editándose desde 1930 por la Asociación de la Prensa de Madrid, y había
equivalentes en toda España (el Real Decreto de 1-5-1926 concedía a las diferentes asociaciones de
la prensa la posibilidad de publicarlas con para sufragar las necesidades de sus asociados). Dejaron
de aparecer en los años 1980, cuando los periódicos empezaron a aparecer todos los días.13
El Alcázar: excepto un corto periodo liberal entre 1966 y 1969, de extrema derecha (lo que se vino en
llamar el búnker), editado primero por una empresa cercana a Opus Dei y, a partir de 1975, por la
Hermandad de Excombatientes.14
Diario Ya: católico (lo que en el primer franquismo significaba nacionalcatólico y tras el Concilio
Vaticano II, alejado del régimen), heredero de El Debate; vagamente controlado por la conferencia
episcopal y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, inspirados por el periodista y
cardenal Ángel Herrera Oria.
Pueblo: próximo al sindicato vertical (lo que en el primer franquismo significaba nacionalsindicalista y
en su fase final pasó a ser considerado de alguna manera "obrerista"), dirigido en esa última época
por Emilio Romero, que coqueteaba con ambientes de la oposición de izquierdas sin abandonar el
falangismo. Fue el periódico más leído de España después de La Vanguardia y ABC.
ABC: de la familia Luca de Tena, conservador y monárquico, con la presencia de Luis María Anson,
que acabaría dirigiéndolo. La opción de Franco por la sucesión de Juan Carlos de Borbón en vez de
la de su padre Juan de Borbón (exiliado en Estoril) tensionó las relaciones del régimen con el
periódico, que fue secuestrado en alguna ocasión (1966). ABC fue el periódico madrileño con mayor
tirada, superado sólo por La Vanguardia a nivel nacional.
Diario Madrid: el que terminó demostrando una mayor decisión de desafiar al régimen, aprovechando
el ambiente tímidamente aperturista de la ley de prensa de Manuel Fraga(1966). A pesar de ello,
acabó siendo sancionado y clausurado en 1971. Su edificio fue demolido con una espectacular
voladura.
Informaciones: diario vespertino que era considerado el de orientación más progresista dentro de lo
posible, después del cierre del diario Madrid. Se hicieron famosas las viñetas de Forges.
Cambio 16: revista semanal publicada a partir de 1971 de orientación liberal tanto en lo económico
como en lo político. Durante los dos últimos años de la dictadura, se convirtió en el periódico más
progresista de España y consiguió un enorme aumento de su tirada.
Triunfo: revista publicada entre 1946 y 1982, fundada y dirigida durante toda su existencia por José
Ángel Ezcurra. Semanario de espectáculos en su nacimiento, se transformó en revista de información
general en 1962, cuando empezó su época de esplendor, convirtiéndose pronto en el referente
intelectual de la España de esa época.
Aparte de la muy activa prensa de Barcelona (donde La Vanguardia y Solidaridad Obrera vieron
cambiado su nombre por La Vanguardia Española y Solidaridad Nacional), en el resto de las provincias
había multitud de periódicos, entre los que puede destacarse El Norte de Castilla, dirigido por Miguel
Delibes, y donde empezó su carrera periodística Francisco Umbral.
El humor y la evasión
Los años del franquismo fueron también los del florecimiento de publicaciones periódicas infantiles, entre
las que sobrevivía el TBO, y al que se añadieron en los años cincuenta Tío Vivo y DDT, de la Editorial
Bruguera (refugio en la evasión de no pocos adultos). Alguna hubo de claro encuadramiento político en
el régimen, como Flechas y Pelayos. La evolución de La Codorniz (de orígenes intelectuales provenientes
del falangismo, las vanguardias artísticas y el surrealismo) hacia un humor amargo y desencantado le dio
no pocos problemas con la censura, y dio paso en los años setenta a otras publicaciones de humor adulto
que siguieron rozando el límite de lo permitido, desde una posición claramente progresista: Hermano
Lobo, El Papus, y ya en 1977 El Jueves.
Véanse también: Historieta en España y Nacionalismo español.
Una función especial cumplió la prensa que se consideraba menos seria o más popular, que podría
compararse con el papel de evasión que en literatura tenían los llamados subgéneros (las novelas del
oeste de Marcial Lafuente Estefanía o las novelas rosas de Corín Tellado) y
en radio las radionovelas (Ama Rosa, Simplemente María). Aunque de un modo mucho más modesto al
que se desarrolló en el periodo posterior, la prensa de evasión tenía en el sensacionalismo su orientación
dominante, con uso masivo de fotografías y, según los casos, el color, o el papel satinado y de mayor
calidad. El Caso se centraba en la temática de sucesos, centrándose en los aspectos más sórdidos,
marcando los anchos límites del buen gusto que la censura permitía. La prensa del corazón, de
periodicidad semanal, contaba con un público mayoritariamente femenino. Aparte de su amplia
distribución llegaba a un masivo público lector casual o habitual en consultas y peluquerías, donde se
establecían tertulias comentándola. Estaba segmentada (en precio y prestigio social) en una versión
aristocrática (el Hola) y otra más popular (el Diez Minutos).
La transición y la democracia
En el año 1970 se inicia una crisis que da entrada a la sociedad de información en la que estamos
inmersos. El desarrollo de las nuevas tecnologías afecta a todos los medios de comunicación. Hay un
claro predominio de las agencias y cadenas de televisión estadounidenses. Muchos estados que
mantenían medios públicos los privatizan dejándolos en manos de grandes grupos empresariales
(PRISA, Grupo Zeta, Grupo Godó, Grupo Correo, Prensa Española, estos últimos fusionados desde
septiembre del 2001 en Vocento).
En España, tras la transición democrática, la prensa experimenta un importante auge con la aparición de
publicaciones de todo tipo. Además de periódicos con historia, como el ABC o La Vanguardia, aparecen
otros nuevos como El País (Grupo PRISA, considerado cercano al PSOE) o El Mundo (considerado
cercano al Partido Popular), que se convierten enseguida en sólidas empresas de comunicación y grupos
de poder. Otros han tenido una vida más efímera, como Diario 16, surgido a partir de la experiencia en la
transición de la revista Cambio 16. Fue en ese periódico donde se inició como director Pedro J. Ramírez,
posteriormente en El Mundo. De aún más reciente creación, se ha consolidado algún otro periódico,
como La Razón (de tendencia muy conservadora, dirigido originalmente por Luis María Ansón, que había
salido del ABC por discrepancias con la propiedad, y que terminó abandonando también su nuevo
periódico tras haberlo hecho crecer con bastante éxito). Luis María Anson y Juan Luis Cebrián (en ese
momento directores del ABC y El País) fueron nombrados simultáneamente (1996) académicos de
número de la Real Academia Española, en lo que se vio como un reconocimiento de la contribución de la
prensa escrita a la lengua y un intento de la institución por aparecer neutral al debate mediático y político.
En Barcelona surgieron otras cabeceras, además de la tradicional La Vanguardia (Grupo Godó,
considerado no nacionalista y conservador), como El Periódico de Cataluña (Grupo Zeta, considerado no
nacionalista y progresista), y Avui (cercano al nacionalismo catalán). En el País Vasco, El Correo (antes
llamado El Correo Español-El Pueblo Vasco, grupo Vocento, considerado no nacionalista y
conservador), Deia(cercano al PNV) y Egin (cerrado por orden judicial por su vinculación con ETA, donde
publicaban periodistas que asimismo fueron procesados, como Pepe Rei) cuyo espacio fue ocupado
por Gara, también perteneciente al ámbito de Herri Batasuna.
Al igual ha ocurrido a lo largo de toda la Edad Contemporánea, la nómina de periodistas con alta calidad
literaria es muy extensa, con nombres como Antonio Gala, Francisco Umbral, Miguel Delibes, Gabriel
García Márquez, Fernando Savater, Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, etc., y de columnistas que
introducen argumentos en el debate de ideas de una sociedad: Jaime Campmany, Eduardo Haro
Tecglen, Martín Prieto, etc.
La presencia de la prensa escrita en los acontecimientos de los últimos años no ha sido exclusivamente
como reflejo de la realidad, sino que muchas veces la anticipa y provoca: los escándalos periodísticos
más famosos tuvieron que ver en su mayoría con campañas dirigidas por el periódico El Mundo (bajo el
nombre de periodismo de investigación) contra los últimos gobiernos socialistas de Felipe González, con
motivo de casos de corrupción (Juan Guerra, Filesa y Luis Roldán) o la llamada guerra sucia del grupo
terrorista GAL, actividad que vuelve a emprender tras los atentados del 11 de marzo de 2004, sosteniendo
la llamada teoría de la conspiración. Luis María Anson llegó a hacer unas declaraciones15 en que atribuía
la caída de Felipe González a una campaña periodística concertada entre él mismo y otros periodistas
como Pedro J. Ramírez, que terminó llevando al gobierno a José María Aznar.
El formato tradicional de la prensa escrita se ha visto desafiado en los últimos años por la aparición de
dos nuevos competidores: la generalización de Internet y de la prensa electrónica (siendo parte sustancial
del modelo de La Marea y Público, así como de Eldiario.es), así como de medios de información
alternativos como los blogs y, en segundo lugar, la aparición de la prensa gratuita, distribuida en la calle
y no en los lugares habituales como quioscos (20 minutos, Metro, ADN, Qué!). Menos éxito tuvo un
periódico que concibió como método de integración social para indigentes, que actuaban como
vendedores como alternativa a la mendicidad (La Farola).
Leyes de prensa
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