Tema 9. Kant y La Ilustracion
Tema 9. Kant y La Ilustracion
Tema 9. Kant y La Ilustracion
7. Vocabulario
1
La razón como capacidad de adquirir conocimiento en referencia a la experiencia, y como capacidad de
analizar lo empírico.
La razón da al hombre la libertad y la autonomía, rechazando la intolerancia y el
dogmatismo. La razón puede ordenar nuestra vida, la libertad y el derecho. Puede
hacer que el ser humano se comprenda a sí mismo. Además destacamos a Jovellanos
y Feijoo en España y a T. Jefferson y B. Franklin en E.E.U.U. En Alemania son
grandes pensadores el racionalista Christian Wolff y, más tarde, Fichte. Este último
autor, seguidor de la filosofía de Kant, es el iniciador de un nuevo movimiento
filosófico: el Idealismo Alemán. En torno a este movimiento destacan figuras como
Hegel, Schelling y el poeta Hölderlin.
La discusión filosófica no deja de prestar enorme atención a los
descubrimientos de Newton y la concepción mecanicista del mundo. Kant es un
ferviente admirador de Newton (su obra teórica se relaciona estrechamente con la
mecánica newtoniana) Dentro de las ciencias naturales es importante destacar a
Linneo (que sienta las bases de la taxonomía moderna) y Lavoisier, padre de la
química moderna. En matemáticas destacan Leonhard Euler, uno de los matemáticos
más grandes de todos los tiempos, y Laplace, que, además, era físico y desarrolló,
junto con Kant, una teoría acerca del origen del Sistema Solar.
En la filosofía práctica, tiene gran importancia la conciencia histórica, de la
universalización de los principios morales, la sociedad cosmopolita el derecho la
justicia, y el progreso social, a través de la noción de tolerancia.
2. Biografía de Kant
Kant es uno de los más grandes pensadores de la historia. Nació en 1724 en la
pequeña localidad de Königsberg, en la Prusia oriental, hoy dentro del territorio ruso.
Nunca se movió de su ciudad donde llevó una vida rutinaria y austera, dedicada solo a
la filosofía. Hombre metódico y sistemático, se dice que los ciudadanos de Königsberg
ponían su reloj en hora cuando veían pasar en su paseo diario al profesor Kant
Kant era de origen humilde, sus padres pudieron afrontar los gastos de su
educación con enormes sacrificios, pero Inmmanuel demostró pronto poseer una gran
inteligencia y encontró benefactores que le permitieron continuar su educación en
niveles superiores. Estudió lógica, metafísica, ciencias, geografía y teología en la
universidad de Königsberg, en la que finalmente trabajó como profesor a partir de
1770.
Dedicó toda su vida a la docencia, un hombre de universidad en cuya vida no
hay incidente ni acontecimiento digno de mención, sin embargo la obra que escribió es
profundamente revolucionaria, hasta tal punto que en la historia del pensamiento hay
un antes y un después de Kant. Fue un gran ilustrado, defensor de la libertad política y
de pensamiento, criticó la dogmática religiosa, lo que le valió una amonestación del
emperador prusiano Federico Guillermo. Kant nunca dejó de interesarse por
acontecimientos decisivos de su tiempo, como la Revolución Francesa, fruto de sus
reflexiones sobre la ilustración es un bello panfleto llamado “Qué es Ilustración”. Kant
empezó interesándose por las ciencias y de hecho su tesis doctoral la hizo sobre la
física de Newton.
Los dos ejes fundamentales de su reflexión fueron el conocimiento y la moral,
en ambos casos trató de superar la dicotomía entre racionalismo y empirismo en una
nueva síntesis que recogiese lo mejor de ambas corrientes. . Lo que a Kant le
interesaba era, más que conocer o descubrir las cosas (pues a ello se dedicaba la
ciencia con mucho más éxito que la filosofía), analizar las condiciones que hacen
posible el conocimiento y la moralidad. Puesto que conocemos y actuamos, hay que
estudiar las condiciones que han de darse para que sea así. Y a ello dedicó Kant sus
tres grandes “Críticas”: la “Crítica de la razón pura”, sobre el conocimiento, la “Crítica
de la Razón Práctica”, sobre la moral y la “Crítica del Juicio”, sobre la belleza y el arte.
También escribió muchos otras obras dedicadas a la política, en las que fundamentó la
idea de un derecho universal y una comunidad de naciones democráticas.
En sus últimos años padeció una arterioesclerosis cerebral que mermó sus
facultades, murió en su ciudad natal el 1804. A su entierro asistieron las más
importantes personalidades de Prusia y Europa.
La razón ilustrada es una razón «crítica». Esta razón autónoma que proclaman
los ilustrados, es una razón crítica que se alza contra todo aquello que la ahoga y no la
deja manifestarse como un poder autónomo. En este sentido, la crítica racional
ilustrada será una crítica:
No tanto contra la ignorancia, que puede superarse con cierta facilidad, sino contra
los prejuicios2 que la ciegan y paralizan.
No tanto contra la legalidad y la autoridad sin más, sino contra la autoridad externa,
es decir, contra la autoridad no reconocida ni reconocible como tal por la propia razón.
2
Prejuicio: Opinión sobre algo de lo que no tenemos cabal conocimiento
3 La concepción religioso-teológica del mundo se levanta sobre la relación entre el hombre y
Dios. Dios constituye el centro, origen y principio del sentido del mundo (teocentrismo); el sentido de la
humanidad y de la historia es establecido y regido por Dios providente (providencia); el destino último
del ser humano y el fin de la historia es la salvación sobrenatural y eterna del hombre, realizada por y
con la gracia de Dios (redención divina). La razón secularizada va a trasponer estas cuestiones al orden
mundano, reinterpretándolas y dándoles un significado secular. Frente al «teocentrismo» se postula el
fisiocentrismo (de physis, naturaleza), con la naturaleza como punto de referencia y con su «fe» secular-
racional en las leyes naturales. Frente al «providencialismo divino» se mantiene la fe en el progreso
continuo y sin límites de la razón y de la humanidad. Y frente a la «redención sobrenatural», la razón
secularizada propugna la liberación del ser humano como resultado de su propio trabajo en la historia:
la sociedad y la historia son, pues, el nuevo marco y horizonte de la salvación.
particular, se quiere dar luz sobre la naturaleza de la religión, es preciso que la
verdadera religión sea racional: mientras no nos guiemos por la razón «disputaremos
en vano, y en vano intentaremos convencernos mutuamente en asuntos de la
religión». De ahí que la «Religión de la Ilustración» sea el Deísmo4: la verdadera
religión es racional y la razón es criterio de la verdadera revelación. Por eso no se
puede admitir una religión revelada, sino una religión conocida por la razón y razonada
desde la misma razón.
La razón crítica ilustrada, así comprendida, no es una negación absoluta y
simplista de ciertas dimensiones de la vida y la realidad, o de ciertas cuestiones como
la historia, la legalidad política o la religión, sino el rechazo del modo de entenderlas
que contraría su idea de clarificación racional.
1- ¿Qué puedo conocer?, donde busca los principios y límites del conocimiento
científico de la naturaleza. La respuesta a esta pregunta la desarrolla en la “Crítica de
la Razón Pura” (1781). Además, en esta obra, crítica a la metafísica moderna, al
Racionalismo y al Empirismo, con la creación de un nuevo sistema filosófico que,
recogiendo lo mejor de ambos movimientos, permita progresar a la filosofía en el
ámbito en el que la ciencia moderna no puede pronunciarse: el de la acción humana.
2- ¿Qué debo hacer”, que busca establecer los principios y límites de la acción moral y
la libertad humanas. A esta pregunta responderá en en su “Crítica de la Razón
Práctica” (1788). En esta obra, Kant trata de desarrollar una moral que, a diferencia de
todas las anteriores, no trate de aleccionarnos acerca de lo que se debe o no se debe
hacer, sino que nos oriente sobre qué condiciones debe reunir ser la acción humana
para que verdaderamente pueda ser calificada como “acción moral”.
3- ¿Qué me cabe esperar?, reflexión acerca del destino último del ser humano y sus
posibilidades de realización, la respuesta a esta pregunta le corresponde a la religión y
a la política. En cuanto a la religión Kant escribió en 1793 "La religión dentro de los
límites de la mera razón", obra que le ocasionó un conflicto con el emperador Federico
Guillermo II, príncipe ilustrado por el que Kant profesaba una gran admiración. En
cuanto a la política, a pesar de que nunca escribió una gran obra sobre filosofía
política, sino obras “menores”, siempre se le ha considerado uno de los más grandes
defensores de los ideales de la Ilustración, en escritos como Ideas para una historia
universal en clave cosmopolita (de 1784), La paz perpetua, un esbozo filosófico (de
1795), y Metafísica de las costumbres (de 1797), entre otras, propagó los principios
políticos que configurarían las democracias actuales. Con su escrito de 1784 ¿Qué es
la Ilustración?, ha pasado a la historia como un firme defensor del proyecto
emancipatorio de la Ilustración. Mención aparte merece su tercera gran “crítica”, la
“Crítica del juicio” de 1790 en la que analiza el juicio estético, estableciendo las bases
de la estética filosófica moderna.
4- ¿Qué es el hombre?, pregunta que engloba a todas las anteriores, pues para Kant,
ni las preguntas, ni las disciplinas a las que van asociadas se hallan desvinculadas
unas de otras sino que se apoyan entre sí en un proyecto global de filosofía. La
filosofía debe ser entendida cono la disciplina que asocia todos los conocimientos con
4 Se entiende por Deísmo la doctrina que admite la existencia de Dios y la creación del universo
por Él, pero niega la Providencia y el Gobierno Divino. Dios existe y ha creado el universo, pero luego
se desentiende de él, sin tener ninguna intervención en el curso de los fenómenos naturales o humanos. El
Deísmo aboca a un agnosticismo esencialista: nada podemos saber acerca de la esencia de Dios.
los fines esenciales de la razón humana: la del desarrollo de una humanidad más libre
y más justa.
En su obra fundamental “La crítica de la razón pura” (1781), Kant trata de dar
respuesta a la pregunta ¿qué puedo conocer? Y para ello se plantea varios problemas
heredados de las teorías filosóficas anteriores, y relacionados con el conocimiento.
En primer lugar, encuentra que el Racionalismo desprecia el testimonio de los
sentidos y afirma que todos los conocimientos proceden de la razón. De forma
dogmática los racionalistas establecen que Dios es la garantía de la verdad de
nuestros conocimientos. Las ideas que tienen la perfección de ser claras y distintas,
son verdaderas porque proceden de Dios. Por otro lado el Empirismo, sobre todo con
su exponente más radical, David Hume, nos conduce a un escepticismo absoluto.
Para Hume lo único que podemos conocer son impresiones aisladas que nuestra
mente conecta, estableciendo contigüidades y poco más.
Estas dos posiciones epistemológicas contrastan con la situación de la ciencia
de la época. Kant era un gran admirador de Newton, cuya obra conocía bien, y sabía
que la ciencia moderna se basaba en al experimentación (uno de cuyos fundamentos
es la observación de los hechos) y en el establecimiento de leyes causales. Kant
estaba convencido de que la causalidad es un principio objetivo.
Así que, en definitiva, el panorama de la filosofía, tras un siglo de debates entre
racionalistas y empiristas, le resulta, a Kant, descorazonador: los científicos se ponen
de acuerdo y la ciencia progresa, por el contrario, la filosofía se estanca en disputas
interminables sobre los mismos problemas, ¿por qué ocurre esto?, ¿cuál es el
problema de la filosofía?, ¿podrán los filósofos algún día ponerse de acuerdo?, ¿podrá
progresar la filosofía, como lo ha hecho la ciencia?, si no es así, ¿es la filosofía un
modo de conocimiento necesario, o más bien una vana tarea?. En la “Crítica de la
razón pura” Kant quiere encontrar una respuesta a estos interrogantes, para ello su
estrategia de trabajo va a ser la siguiente:
- analizar la ciencia para ver cómo se origina y cual es su naturaleza
- comparar la filosofía, la metafísica, con la ciencia y descubrir si tiene una naturaleza
similar a la de la ciencia, si es, por tanto capaz, algún día, de progresar, o si por el
contrario se trata de una actividad inútil.
Hasta entonces se había aceptado que los juicios analíticos, a priori, por lo
tanto, eran el fundamento de las matemáticas, y que los juicios sintéticos, a posteriori,
lo eran de las ciencias naturales, por lo que la afirmación kantiana de que existía un
tercer tipo de juicios, los sintéticos a priori, y que eran el fundamento de la ciencia no
dejó de sorprender y dar lugar a no pocas polémicas.
d) CRÍTICA A LA METAFÍSICA
Así que, en definitiva, todo lo que los filósofos han afirmado sobre “Dios”, el
“Alma”, o el “Mundo” es erróneo. Podemos afirmar “Dios existe” y también “Dios no
existe”, y en ambos casos nos estaremos equivocando. El error consiste en una
incorrección al razonar, ya que en todos los casos se hace un uso ilegítimo de las
categorías, utilizándolas para tratar de conocer, entidades que no pueden ser
conocidas porque el conocimiento se ciñe exclusivamente a aquello que puede ser
percibido.
Esta equivocación es, por otra parte, inevitable, ya que es consecuencia de una
tendencia natural de la razón, que progresa generalizando y no puede evitar pasar de
hacer afirmaciones sobre el mundo físico a elaborar ideas sobre entidades
metafísicas, precisamente a las nociones de “Dios”, “Alma” y “Mundo”, Kant las
denomina ideas de la razón.
Sid Vicious y su novia Nancy en 1978, ella murió asesinada ese mismo año, él
por sobredosis de heroína un año después. Tenía 21 años y dejó “un bonito
cadáver”.
a) El plan de la Naturaleza
Kant es conocido, sobre todo por sus tres críticas que tratan sobre metafísica,
epistemología, ética y estética, sin embargo, como vimos al principio, la tercera de sus
tres grandes preguntas, tiene una solución política. De hecho, durante toda su vida
Kant se preocupó por los acontecimientos políticos y sobre teoría política en general,
lo que ocurre es que nunca escribió un gran tratado sobre política al estilo de sus tres
“Críticas”, su pensamiento en este tema está reflejado en un gran número de obras
dispersas, entre las cuales cabe destacar “La paz perpetua” (1795), “Metafísica de las
costumbres”(1797) y su breve ensayo “¿Qué es Ilustración?” de 1784. Es importante
que tengamos en cuenta que su pensamiento político se halla en total
correspondencia con sus teorías epistemológicas y éticas, y por lo tanto se
fundamenta en ellas.
Por otra parte el pensamiento político de Kant está fuertemente influido por
dos hechos históricos de la época: la Revolución Francesa de 1789 y la Independencia
de Estados Unidos en 1776. De ambos acontecimientos impresiona a Kant la
reivindicación de los derechos del ser humano, que para nuestro filósofo son una
expresión de la aspiración a la libertad frente a la autoridad que son puntos centrales
de su pensamiento.
Las ideas políticas de Kant se enfrentaron a los planteamientos clásicos:
mostró su desacuerdo con Hobbes, no aceptando tampoco las ideas contractualistas
de Locke, Hume y Rousseau, según explica, por la dificultad de alcanzar un consenso.
También rechazó el realismo político de Maquiavelo. Las ideas de Kant suponen una
superación de los planteamientos tradicionales, tratando de encontrar una idea que de
sentido al devenir histórico: la idea de progreso como plan de la Naturaleza para la
humanidad. Ver anexo 2- La idea de contrato social y el pensamiento político moderno
(al final)
En su obra “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita” (1784)
Kant nos explica que la Naturaleza tiene como propósito para el ser humano, único ser
racional, el desarrollo pleno de su propia naturaleza como ser racional y libre, esto
quiere decir que, más allá de los deseos y actuaciones particulares de las personas,
hay un plan natural para toda la especie humana. En el marco de este plan general,
cada ser humano tiene que realizar su vida autónomamente, defender sus intereses
en un contexto social, y es aquí donde encontramos una de las ideas políticas más
interesantes de Kant, la de la “insociable sociabilidad” del ser humano: todas las
personas nos enfrentamos a una situación paradójica, un egoísmo, que nos lleva a
defender nuestros propios intereses, enfrentándonos a los demás, pero por otra parte
también tenemos la certeza, basada en nuestra razón, de que sólo en un contexto
social de cooperación, tendremos alguna posibilidad de realizar nuestros propios
intereses. Esta “insociable sociabilidad” es la causa de todas las guerras y disputas
sociales, pero han sido precisamente las guerras las que finalmente nos han hecho
comprender que debemos basar nuestras acciones en la razón, y que esta nos ordena
actuar por el deber.
Por lo tanto, el antagonismo es el medio del que se sirve la naturaleza para
hacer que los seres humanos lleguen a un orden legal donde puedan realizarse como
fines en sí mismos. Es de esta naturaleza contradictoria de dónde surge el deseo de
erigir un sistema legal y una constitución civil que permita la máxima realización del
individuo dentro de la sociedad. Así nace el derecho, la constitución, la confederación
de estados en un “derecho cosmopolita” y, finalmente, la paz perpetua. Todo esto es el
producto de mentes ilustradas que se dejan guiar por los preceptos que les dicta la
razón.
Vemos así, nos explica Kant, cómo la Naturaleza ha dispuesto un antagonismo
en la naturaleza humana como medio para instaurar la paz, este es el “plan oculto de
la Naturaleza”, y la historia no es más que su ejecución. Por eso piensa que la
humanidad está inevitablemente destinada a el progreso en la ley el conocimiento, que
son la base de la paz, y por eso afirma en ¿Qué es Ilustración? que el uso de la razón
es una disposición de la naturaleza a los seres humanos y que ir en contra de esto es
ir en contra el fin que la Naturaleza le ha prescrito al ser humano, un “crimen contra la
naturaleza humana” destinada al progreso.
Kant concibe la sociedad como una “libertad bajo leyes externas”, es decir, la
insociable sociabilidad nos obliga a entrar en una constitución civil que limite mi
libertad cuando ésta empiece a dañar la de los demás originado nuevamente un
conflicto. El problema consiste en considerar cuál debe ser el fundamento de una ley
que tenga carácter universal, en este punto Kant recurre a su ética y defiende que el
fundamento de la ley no debe ser la felicidad sino la obediencia misma a la ley o en
otras palabras, el cumplimiento del deber, ¿por qué?, pues porque para Kant, el
Estado es un fin en sí mismo, ya que a través de él se consigue la plena realización
del ser humano
Para Kant los principios a priori del Estado son la libertad, la igualdad y la
independencia. El estado debe garantizar la mayor libertad posible para el ciudadano,
debe tener igualdad de coacción para todos sus miembros que deben estar todos
ceñidos a la ley (igualdad jurídica) y debe procurar los medios para que cada
ciudadano tenga la posibilidad de hacerse cargo de sí mismo.
En cualquier caso Kant estima que la felicidad del pueblo es una especie de
termómetro con el cual se puede calibrar en qué medida se están desarrollando los
principios que deben fundamentar la vida social. Pero no defiende la revolución como
mecanismo de corrección de los errores del Estado, sino la evolución, refiriéndose a
una evolución ilustrada dónde debe prevalecer el derecho a la libertad de pensamiento
y a la libertad de expresión, o cómo dirá en su “¿Qué es la Ilustración?” libertad en el
“uso público de la razón”, garantizada por el gobernante. En este ambiente de libertad
los filósofos pueden cumplir con su deber de señalar los errores en la gestión de los
mandatarios y proponerles leyes mejores.
c) La paz perpetua
Finalmente Kant augura que se está caminando hacia una época ilustrada de
paz perpetua, la desaparición de los ejércitos y la convivencia de los países en una
“federación de naciones” en la que, en una relación de igualdad, se producirá un
diálogo ilustrado de las diferencias culturales y religiosas y la consolidación de la paz
mundial. El pensamiento Kantiano se convierte en una propuesta utópica y defiende la
construcción de un reino donde los seres humanos y la comunidad de ellos sean fines
en sí mismos; es una tarea, por su puesto, de ilustración, pero también de libertad de
pensamiento, de deseo de paz y sujeción a un derecho público (orden nacional) y a un
derecho de gentes (orden internacional).
4. La idea de contrato en la constitución del Estado moderno.
El proceso de secularización que lleva a cabo la Ilustración va a proyectarse
también, con importantes consecuencias, sobre el modo de comprender el origen del
Estado. La idea fundamental en tal comprensión del origen del Estado es la idea de
contrato: las teorías contractualistas tienden a concebir la sociedad como fruto de un
acuerdo o pacto hecho por los individuos que la forman. Estas teorías del contrato, por
tanto, se abren paso tras la negación de la concepción teocrática del poder, según la
cual el origen del poder del Estado lo recibe el soberano directamente de Dios.
Thomas Hobbes y el absolutismo. La teoría contractualista de Thomas Hobbes (1588-
1679) sobre el origen del estado puede denominarse un contrato de sumisión, esto
es, de sometimiento de los individuos al poder absoluto del Estado (asamblea o
soberano). Los aspectos fundamentales de dicha teoría están recogidos en su obra
Leviathán, y se pueden resumir en las siguientes afirmaciones:
1. El instinto de autoconservación, y el poder como medio
de satisfacer las necesidades, los deseos y las pasiones,
mueven a los hombres. Cuando las pasiones, en su afán
natural de poseer, chocan (como si fueran átomos o
cuerpos físicos) con las pasiones de otros seres humanos, y
no hay ningún poder que las limite, o temor que las ate,
entonces se produce la guerra de todos contra todos.
2. Tal es el estado de naturaleza. En él el deseo del hombre,
que se muestra y se ejerce como teniendo derecho a todo,
choca con el deseo de los otros hombres, en posesión de
igual natural derecho. De ahí que en este estado natural
cada hombre sea un enemigo para cada hombre: «el
hombre es un lobo para el hombre» (homo homini lupus). Y Thomas Hobbes
si bien es verdad que hay unas «leyes naturales» por sí mismas contrarias al
poder sin freno de las pasiones, leyes que reclaman su limitación, no es menos
verdad que las pasiones vienen definidas por su parcialidad (egoísmo), y
contra ellas nada pueden los preceptos de la razón que habla en dichas leyes
de la naturaleza. Se hace necesario, pues, un poder superior que imponga
dichos preceptos, pues «sin la espada los pactos no son sino palabras».
3. El Estado viene requerido desde esa necesidad de erigir un poder común y
superior que ponga paz en la guerra de todos contra todos. Ello tiene lugar
mediante un pacto o contrato, que se caracteriza por:
a. cada individuo libremente y por su bien entrega y
enajena su poder;
b. se necesita elegir a uno que represente a todos y
en quien se aúnen todas las voluntades;
c. a ese uno se le reconoce todo el poder y de él se
acata toda acción de poder y fuerza a fin de que
vele por la seguridad y la paz comunes.
1. El soberano no forma parte del contrato o pacto, por lo
que está libre y por encima de él. Aquí aparece el
Absolutismo y el poder absoluto («suelto de») del
soberano y del Estado, ese Leviathán o Dios mortal.
John Locke
2. En relación con el poder soberano del Estado y de quien lo ejerce, el resto de
hombres no son sino súbditos. Para un estado absoluto como el hobbesiano no
hay ciudadanos5.
John Locke y el liberalismo. La filosofía política de Locke (al igual que la de Hobbes,
antes que él, y la de Rousseau, con posterioridad) se remite a la distinción básica,
introducida por los sofistas, entre naturaleza y convención.
Los seres humanos en estado natural son libres e iguales entre sí. En el estado
natural (en que no existe organización política) los seres humanos cuentan con una ley
moral descubierta por la razón: la ley moral natural que impone unos límites a su
conciencia y su conducta. También poseen naturalmente ciertos derechos. Entre los
derechos naturales Locke cita el derecho de seguridad para su existencia y también,
de acuerdo con las circunstancias socio-económicas de su época, el derecho de
propiedad: los hombres poseen un derecho natural a la propiedad, cuyo fundamento
es el trabajo. Ahora bien, en el estado natural los seres humanos pueden violar los
derechos (supervivencia y propiedades) y libertades de los demás6 fruto de un
excesivo «interés propio»; incluso pueden poner en peligro sus vidas y sus
propiedades porque sean incapaces de repeler por sí mismos las agresiones de los
demás. Se hace, así, necesaria una organización política y una ley objetiva que
remedie las desventajas del estado natural. Es decir, en vista del interés propio de
cada individuo, se hace necesario, desde el punto de vista racional, constituir un
«cuerpo político» o Estado que:
Por tanto, en el contrato social, por el que se pasa de una libertad natural a una
libertad civil y política, se da una alienación querida y libre, pero no en favor de una
voluntad individual, sino en favor de toda la comunidad, esto es, de una voluntad
general expresada en leyes morales, justas e iguales para todos, creándose a sí una
unión social perfecta, donde el pueblo es el soberano, porque en él reside el poder.
8 El pacto tiene como fin salvaguardar la propiedad privada, y, por tanto, nace con la intención
de perpetuar la desigualdad entre los hombres: la división entre ricos y pobres.
5. KANT: “RESPUESTA A LA PREGUNTA ¿QUÉ ES
ILUSTRACIÓN?
a) situación de la humanidad
“Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo
responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse
de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de
dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino
en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún
otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema
de la Ilustración.9
Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tanto hombres continúan
siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza
los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndolos físicamente
9
Al inicio del artículo, Kant hace un diagnóstico de la situación en la que se encuentra
la humanidad en relación a la Ilustración, situación de “autoculpable incapacidad”:
-Incapacidad; que consiste en la imposibilidad de servirse de la propia inteligencia sin
la ayuda de otro.
-Autoculpable; ya que la causa de tal incapacidad no estriba en la ausencia de
inteligencia, sino en la falta de decisión y valor.
Por lo tanto son la pereza y la cobardía las causas de que la mayor parte de la
humanidad se someta voluntariamente a los dictados de otras personas, el resultado
es la minoría de edad, o la heteronomía de la razón.
adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros erigirse en tutores suyos. Es tan
cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendimiento,
alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico
que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No
me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa
tarea. El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo)
consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de
muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han
echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño
e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso
fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que
les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no
es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien
después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta
para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentarlo de nuevo.”10
“Así pues, resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad
que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso
le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que
nunca se le ha dejado hacer ese intento. Reglamentos y fórmulas, instrumentos
mecánicos de un uso racional –o más bien abuso- de sus dotes naturales,
constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien lograra
quitárselos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, al no
estar habituado a semejante libertad de movimientos. De ahí que sean muy pocos
quienes han conseguido gracias al cultivo de su propio ingenio, desenredar las
ataduras que les ligaban a esa minoría de edad y caminar con paso seguro.11”
10
Kant, desde el principio del ensayo, hace suyo el lema de la Ilustración: “¡Atrévete a
saber!”, es decir, atrévete a hacer uso libre del propio entendimiento. Para Kant la
ignorancia es sinónimo de esclavitud, pues el ignorante acepta gustosamente ser
dirigido por los sabios o “tutores”, este sometimiento a la razón ajena constituye el
mayor pecado por cuanto va contra la propia naturaleza del hombre. En efecto, la
naturaleza nos ha hecho libres (puesto que la libertad es la condición necesaria para el
cultivo y desarrollo de la racionalidad) frente a la bestia, que está totalmente
determinada por el instinto.
Por ello la situación en la que se encuentra la humanidad es totalmente “contranatura”;
la división del género humano en dos tipos de individuos: pupilos y tutores.
-Pupilos: incapaces de pensar por sí mismos, se someten a la dirección ajena y, lo que
es peor, aceptan gustosamente esta situación de sometimiento.
-Tutores: gracias a la comodidad y cobardía de los pupilos, se erigen en directores del
pensamiento y la conducta ajenas: médicos, sacerdotes, políticos, militares... Se
preocupan por mantener su situación privilegiada advirtiendo a los pupilos sobre el
peligro que encierra el libre ejercicio de la razón.
11
Por lo tanto, salir de esta inmadura “minoría de edad” resulta para muchas personas
muy difícil, porque se sienten incapaces de pensar por sí mismos. Tienen unos
esquemas mentales tan estrechos que para ellos modificar alguna de sus ideas les
supone dar un salto espectacular y peligroso. La tarea de cambiar los esquemas
preconcebidos requiere un esfuerzo que pocos han realizado, pero los que han
conseguido emanciparse caminan con paso seguro, se transforman en hombres y
mujeres libres.
b) condiciones para el desarrollo de la ilustración
“Sin embargo, hay más posibilidades de que un público se ilustre a sí mismo; algo
que casi es inevitable con tal de que se le conceda libertad. Pues ahí siempre nos
encontraremos con algunos que piensen por cuenta propia incluso entre quienes han
sido erigidos como tutores de la gente, los cuales, tras haberse desprendido ellos
mismos del yugo de la minoría de edad, difundirán en torno suyo el espíritu de una
estimación racional del propio valor y de la vocación a pensar por sí mismo. Pero
aquí se da una circunstancia muy especial: aquel público, que previamente había sido
sometido a tal yugo por ellos mismos, les obliga luego a permanecer bajo él, cuando
se ve instigado a ello por alguno de sus tutores que son de suyo incapaces de toda
ilustración; así de perjudicial resulta inculcar prejuicios, pues éstos acaban por
vengarse de quienes fueron sus antecesores o sus autores. De ahí que un público
sólo pueda conseguir lentamente la ilustración. Mediante una revolución acaso se
logre derrocar un despotismo personal y la opresión generada por la codicia o la
ambición, pero nunca logrará establecer una auténtica reforma del modo de pensar;
bien al contrario, tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servirán de rienda
para esa enorme muchedumbre sin pensamiento alguno.12”
“Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva
de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos
los terrenos. Actualmente oigo clamar por doquier: ¡No razones! El oficial ordena: ¡No
razones. Adiéstrate! El asesor fiscal: ¡no razones y limítate a pagar tus impuestos! El
consejero espiritual: ¡No razones, ten fe! (Sólo un único señor en el mundo dice:
razonad cuanto queráis y sobre todo lo que gustéis, mas no dejéis de obedecer).
Impera por doquier una restricción de la libertad. Pero ¿cuál es el límite que la
obstaculiza y cuál es el que, bien al contrario, la promueve? He aquí mi respuesta: el
uso público de su razón tiene que ser siempre libre y es el único que puede procurar
ilustración entre los hombres; en cambio muy a menudo cabe restringir su uso
privado, sin que por ello quede particularmente obstaculizado el progreso de la
ilustración. Por uso público de la propia razón entiendo aquél que cualquiera puede
hacer, como alguien docto, ante todo ese público que configura el universo de los
lectores. Denomino uso privado al que
cabe hacer de la propia razón en una determinada función o puesto civil, que se le
haya confiado.13”
12
Está claro que la Ilustración, es decir, el progreso de la humanidad hacia la
consecución de la mayoría de edad de la razón, es algo inevitable, ya que este es,
precisamente, el “plan” que la naturaleza ha diseñado para el ser humano, este plan
se cumplirá si desaparecen las cadenas que atan al ser humano a la ignorancia.
Sin embargo el camino hacia la Ilustración debe emprenderse con cautela, los tutores,
que han mantenido a sus pupilos en una situación de ignorancia y “minoría de edad”,
no pueden incitar repentinamente a éstos a que emprendan un camino para el que no
están preparados, pues corren el peligro de ser víctimas de los prejuicios que ellos
mismos, los tutores, han inculcado en sus discípulos.
Esta es la razón por la que Kant repudió cualquier cambio revolucionario, pues solo se
consigue de éste modo la sustitución de antiguos prejuicios por otros nuevos. De lo
que se trata es de reformar el modo de pensar. Para que la Ilustración sea posible es
necesaria una reforma del pensamiento, pero dentro de un orden.
13
Un progreso ordenado requiere como condición la libertad, pero no la libertad total,
que frecuentemente se confunde con el libertinaje, sino una libertad en sentido
“En algunos asuntos encaminados al interés de la comunidad se hace necesario un
cierto automatismo, merced al cual ciertos miembros de la comunidad tienen que
comportarse pasivamente para verse orientados por el gobierno hacia fines públicos
mediante una unanimidad artificial o, cuando menos, para que no perturben la
consecución de tales metas. Desde luego, aquí no cabe razonar, sino que uno ha de
obedecer. Sin embargo, en cuanto esta parte de la maquinaria sea considerada como
miembro de una comunidad global e incluso cosmopolita y, por lo tanto, se
considere su condición de alguien instruido que se dirige sensatamente a un público
mediante sus escritos, entonces resulta obvio que puede razonar sin afectar con ello
a esos asuntos en donde se vea parcialmente concernido como miembro pasivo.
Ciertamente, resultaría muy pernicioso que un oficial, a quien sus superiores le hayan
ordenado algo, pretendiese sutilizar en voz alta y durante el servicio sobre la
conveniencia o la utilidad de tal orden; tiene que obedecer. Pero en justicia no se le
puede prohibir que, como experto, haga observaciones acerca de los defectos del
servicio militar y los presente ante su público para ser enjuiciados. El ciudadano no
puede negarse a pagar los impuestos que se le hayan asignado; e incluso una
indiscreta crítica hacia tales tributos al ir a satisfacerlos quedaría penalizada como un
escándalo (pues podría originar una insubordinación generalizada). A pesar de lo
cual, el mismo no actuará contra el deber de un ciudadano si, en tanto que
especialista, expresa públicamente sus tesis contra la inconveniencia o la injusticia de
tales impuestos. Igualmente, un sacerdote está obligado a hacer sus homilías,
dirigidas a sus catecúmenos y feligreses, con arreglo al credo de aquella Iglesia a la
que sirve; puesto que fue aceptado en ella bajo esa condición. Pero en cuanto
persona docta tiene plena libertad, además de la vocación para hacerlo así, de
participar al público todos sus bienintencionados y cuidadosamente revisados
pensamientos sobre las deficiencias de aquel credo, así como sus propuestas
tendentes a mejorar la implantación de la religión y la comunidad eclesiástica. En esto
tampoco hay nada que pudiese originar un cargo de conciencia. Pues lo que enseña
en función de su puesto, como encargado de los asuntos de la Iglesia, será
presentado como algo con respecto a lo cual él no tiene libre potestad para enseñarlo
según su buen parecer, sino que ha sido emplazado a exponerlo según una
prescripción ajena y en nombre de otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello;
he ahí los argumentos de que se sirve. Luego extraerá para su parroquia todos los
beneficios prácticos de unos dogmas que él mismo no suscribiría con plena
convicción, pero a cuya exposición sí puede comprometerse, porque no es del todo
imposible que la verdad subyazca escondida en ellos o cuando menos, en cualquier
caso no haya nada contradictorio con la religión íntima. Pues si creyese encontrar
esto último en dichos dogmas, no podría desempeñar su cargo en conciencia; tendría
que dimitir. Por consiguiente, el uso de su razón que un predicador comisionado a tal
efecto hace ante su comunidad es meramente un uso privado; porque, por muy
grande que sea ese auditorio siempre constituirá una reunión doméstica; y bajo este
“Si ahora nos preguntáramos: ¿acaso vivimos actualmente en una época ilustrada?,
la respuesta sería ¡No!, pero sí vivimos en una época de Ilustración. Tal y como
están ahora las cosas todavía falta mucho para que los hombres, tomados en su
conjunto, puedan llegar a ser capaces o estén ya en situación de utilizar su propio
14
En síntesis, para que la “maquinaria social” se mantenga en libertad pero con orden
es preciso obedecer normas y criterios propuestos por otros (uso privado de la razón),
pero nada debe impedir que los individuos hagan públicas sus ideas y reflexiones
personales sobre los diversos asuntos sociales (uso público de la razón). Por lo tanto
la libre crítica y la disensión son, según Kant, fundamentales para el progreso de la
humanidad. Impedir el libre uso de la razón es un crimen contra la especie humana, ya
que la propia naturaleza ha librado al hombre de tutelas y lo ha dotado con una
capacidad de autoperfeccionamiento (progreso) infinita.
La distinción kantiana entre el uso público y privado de la razón evidencia que nuestro
autor no es optimista respecto a la naturaleza humana. Ésta está presidida por una
“insociable sociabilidad”: condenado a vivir en sociedad –por sus carencias naturales-
en individuo tiene que conjugar sus intereses personales con los de la comunidad.
Esta situación de rivalidad entre distintos intereses es, según Kant, la fuente de todos
los conflictos sociales, pero es también el origen de las leyes y el Estado.
Precisamente, la función del Estado consiste en hacer posible una armonía entre los
distintos intereses de todos los ciudadanos, la constitución de la sociedad civil
presidida por las leyes, piensa Kant, es un signo de progreso; la “insociable
sociabilidad” y el conflicto, paradojicamente, generan y dirigen el progreso político.
Por lo tanto hay que proteger a la ley, y en este ensayo Kant toma partido, claramente,
por la imposición de unos límites a la libertad (como se aprecia en los ejemplos del
oficial, el ciudadano y el sacerdote, modelos en los que esta restricción a la libertad es
absolutamente necesaria para el mantenimiento del orden social). Este límite a la
libertad es imprescindible para que el progreso sea posible dentro de un orden.
Pero la libertad en el uso público de la razón es también imprescindible, por eso aclara
Kant que ningún pueblo puede, en virtud de acuerdos o tratados, hipotecar la marcha
de la Ilustración para generaciones futuras, condenándolas a no progresar. Esto
constituiría el mayor crimen contra la naturaleza humana, “cuyo destino consiste
precisamente en progresar”. Solo es posible, para una sociedad, establecer acuerdos
en este sentido siempre y cuando:
a)se tengan fundadas esperanzas de que estos acuerdos permiten construir leyes que
mejorarán el orden social y contribuirán a la liberación de los ciudadanos.
b) Permitan la crítica sobre el nuevo orden; el uso público de la razón.
En esta parte del ensayo, y en otras posteriores, Kant centra sus razonamientos en
torno a la religión, la tutela religiosa es, sobre el conjunto de todas las tutelas, la que
ha supuesto el yugo más vergonzante para la humanidad. Por esto es preciso aclarar
la necesidad de promover el ejercicio de la libertad en el ámbito de las instituciones
eclesiásticas.
entendimiento sin la guía de algún otro en materia de religión. Pero sí tenemos claros
indicios de que ahora se les ha abierto el campo para trabajar libremente en esa
dirección y que también van disminuyendo paulatinamente los obstáculos para una
ilustración generalizada o el abandono de una minoría de edad de la cual es
responsable uno mismo. Bajo tal mirada esta época nuestra puede ser llamada
“época de la Ilustración” o también “el siglo de Federico”.
Un príncipe que no considera indigno de sí reconocer como un deber suyo el no
prescribir a los hombre nada en cuestiones de religión, sino que les deja plena
libertad para ello e incluso rehúsa el altivo nombre de tolerancia, es un príncipe
ilustrado y merece que el mundo y la posteridad se lo agradezcan, ensalzándolo por
haber sido el primero en haber librado al género humano de la minoría de edad,
cuando menos por parte del gobierno, dejando libre a cada cual para servirse de su
propia razón en todo cuanto tiene que ver con la conciencia. Bajo este príncipe se
permite a venerables clérigos que, como personas doctas, expongan libre y
públicamente al examen del mundo unos juicios y evidencias que se desvían aquí o
allá del credo asumido por ellos sin menoscabar los deberes de su cargo; tanto más
aquel otro que no se halle coartado por obligación profesional alguna. Este espíritu de
libertad se propaga también hacia el exterior, incluso allí donde ha de luchar contra
los obstáculos externos de un gobierno que se comprende mal a sí mismo. Pues ante
dicho gobierno resplandece un ejemplo de que la libertad no conlleva preocupación
alguna por la tranquilidad pública y la unidad de la comunidad. Los hombres van
abandonando poco a poco el estado de barbarie gracias a su propio esfuerzo, con
tal de que nadie ponga un particular empeño por mantenerlos en la barbarie.15”
Por lo tanto, la única función del Estado es dejar libre el juego de las libertades
individuales, es decir, la libre circulación de comunicaciones e ideas. Kant es partidario
de in mínimo intervencionismo estatal. Afirma que al monarca solo le compete la
ejecución de leyes que favorezcan el orden y la concordia, y que eviten
enfrentamientos entre unos y otros. Sería muy injusta que el Estado aprovechase su
poder para controlar las ideas de sus ciudadanos, o a amparar a cualquier déspota
que tuviese intenciones en ese sentido. En definitiva, ni el Estado ni el monarca
15
“He colocado el epicentro de la Ilustración, o sea, el abandono por parte del hombre
de aquella minoría de edad respecto de la cual es culpable él mismo, en cuestiones
religiosas, porque nuestros mandatarios no suelen tener interés alguno en oficiar
como tutores de sus súbditos en lo que ataña a las artes y a las ciencias; y porque
además aquella minoría de edad es asimismo la más nociva e infame de todas
ellas. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta primera
Ilustración va todavía más lejos y se da cuenta de que, incluso con respecto a su
legislación, tampoco entraña peligro alguno el consentir a sus súbditos que hagan un
uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos
sobre una mejor concepción de dicha legislación, aun cuando critiquen con toda
franqueza la que ya ha sido promulgada; esto es algo de lo cual poseemos un
magnífico ejemplo, por cuanto ningún monarca ha precedido a ése al que nosotros
honramos aquí.16
Pero sólo aquel que, precisamente por ser ilustrado, no teme a las sombras, al tiempo
que tiene a mano un cuantioso y bien disciplinado ejército para tranquilidad pública de
los ciudadanos, puede decir aquello que a un Estado libre no le cabe atreverse a
decir: razonad cuando queráis y sobre todo cuando gustéis, ¡con tal de que
obedezcáis! Aquí se revela un extraño e inesperado curso de las cosas humanas; tal
como sucede ordinariamente, cuando ese decurso es considerado en términos
globales, casi todo en él resulta paradójico. Un mayor grado de libertad civil parece
provechosa para la libertad espiritual del pueblo y, pese a ello, le coloca límites
infranqueables; en cambio un grado menor de esa libertad civil procura el ámbito
para que esta libertad espiritual se despliegue con arreglo a toda su potencialidad.
Pues, cuando la naturaleza ha desarrollado bajo tan duro tegumento ese germen que
cuida con extrema ternura, a saber, la propensión y la vocación hacia el pensar libre,
ello repercute sobre la mentalidad del pueblo (merced a lo cual éste va haciéndose
cada vez más apto para la libertad de actuar) y finalmente acaba por tener un efecto
retroactivo hasta sobre los principios del gobierno, el cual incluso termina por
encontrar conveniente tratar al hombre, quien ahora es algo más que una máquina,
conforme a su dignidad”.17
16
La salida de la minoría de edad es necesaria sobre todo en materia religiosa,
porque la inmadurez o falta de emancipación en este sentido resulta especialmente
humillante, ya que es la que afecta más directamente a la conducta de las personas.
Pero en una época de ilustración, el monarca que favorece la libertad, y que hace
posible que sus súbditos desarrollen sus críticas, incluso en lo referente a las leyes y
promuevan mejoras de las mismas, está demostrando ser un monarca poderoso. En
efecto, solo un príncipe apoyado fuertemente por su ejército, puede garantizar la
obediencia del pueblo a las leyes y, al mismo tiempo, incitar la libre reflexión y
divulgación de las ideas, aun cuando estas contengan abiertas críticas a las leyes.
17
Se trata de una situación paradójica cuyo sentido conviene aclarar: La Ilustración
solo es posible como reforma y progreso en el marco de un orden social firme. Por
ello, piensa Kant que, a los ciudadanos aún poco ilustrados es mejor proporcionarles
Königsberg (Prusia), 30 de septiembre de 1784.
una libertad limitada, con una progresiva ampliación a medida que van desarrollando
su propio pensamiento. Mucho más negativo sería ofrecer a estos ciudadanos un
marco enorme de libertades, esta situación les conduciría (según lo expuesto al
principio del ensayo, y por la falta de “luces” o preparación para vivir en libertad) a
sustituir unas tiranías y tutelajes por otros.
Como vemos, los problemas que plantea el progreso de la humanidad hacia la época
ilustrada son, de índole política. El progreso es un deber social, pero los obstáculos al
progreso (la situación de minoría de edad descrita al principio) también tienen un
origen social.
Kant cree que la meta del progreso, la “época ilustrada”, se alcanzará cuando la
humanidad consiga establecer una sociedad ideal, en la que la libertad de cada uno se
compagine con la libertad de los demás. Kant está convencido de que el fin de la
evolución de la historia es una “federación de naciones” regida por un derecho
internacional en el que se acabarían todas las guerras, estableciéndose la “paz
perpetua”.
Por fin se habría alcanzado la meta del progreso humano: el refinamiento de la
naturaleza humana, el desarrollo de la vocación al librepensamiento, la superación
definitiva de la animalidad entendida como determinación. El sentido último del
progreso es de carácter moral: en la época ilustrada el ser humano deja de ser una
máquina y puede, porque se hace merecedor de ello, ser tratado con la dignidad que
se le debe en tanto que “humano”. Se trata de un progreso en la cultura y la
racionalidad para hacer del individuo algo más que un mero mecanismo regido por
leyes ajenas; un ser merecedor de la libertad y la dignidad que él mismo habrá
logrado.
6. Relación del tema o el autor elegidos con otra posición filosófica.
Valoración razonada de su actualidad.
Rousseau nos habla de encontrar “una forma de asociación (…) por la que
cada uno, uniéndose a todos no obedezca más que a sí mismo y permanezca tan libre
como antes”. Cuando encontremos tal comunidad, hemos pasado del estado de
“naturaleza” y necesidad, a un estado basado en la razón y fruto de la libertad. Este
orden racional y libre será posible para realizar la perfectibilidad y felicidad del hombre,
erradicando el mal moral y la injusticia. Esta tarea en Kant, la lleva a cabo la razón
práctica. La consideración reflexiva sobre la naturaleza y principios de esta razón
práctica, está encaminada a una clarificación racional de la acción moral del hombre.
Para Kant es Rousseau el “Newton del mundo moral” y es el mundo que quiere
comprender. La materia del análisis filosófico es el “factum” de la moral no de la
ciencia. La voluntad general (la Ley) de Rousseau es a la moral, como el
descubrimiento, lo que la atracción universal – la gravedad- es a lo físico. Podemos
hablar de revolución rousseniana, si pensamos que remueve profundamente el mundo
moral, donde la autonomía de la ley es rescata para el hombre, como ser autónomo y
soberano en el ejercicio de su mente.
La libertad física, según Rousseau, se convierte en libertad moral según el
contrato social y la voluntad general. La voluntad general es la ley universal de la
voluntad. Kant traslada a la conciencia lo que Rousseau había puesto en la sociedad.
El imperativo caegórico de Kant hace que la sociedad progrese, de nacional a
cosmopolita. Para Kant la idea de contrato es un contrato racional (una idea regulativa)
que permite legitimar la sociedad civil y toma la forma de perspectiva universal a
través del imperativo categórico.
El enfoque que da Kant a la acción moral contrasta con Aristóteles y Mill.
Kant considera que las emociones son irracionales o irrelevantes para la vida moral.
Para Aristóteles el cultivo de las respuestas emocionales adecuadas es un objetivo de
la educación moral. Las circunstancias pueden cambiar, en cambio en Kant hay una
rígida adhesión a principios que no admiten excepciones.
Kant descarta que las consecuencias de las acciones sean relevantes para
su valoración moral; mientras que para Mill las consecuencias de una acción
determinan su valor. La filosofía moral de Kant trata las emociones y los rasgos de la
personalidad como irrelevantes para la valoración moral.
Kant es un espíritu formado en la Ilustración, considera que la historia al
narrar el curso de las acciones humanas, las trata como fenómenos y por tanto sujetos
a leyes. Encuentra un paralelismo entre las leyes de la naturaleza en la ciencia y los
planes de la naturaleza en la historia. Esto lo lleva a llamar al plan de la historia plan
de la naturaleza. La historia pasada es un espectáculo de irracionalidad. El
descontento de la propia posición en la vida social es lo que impulsa a los hombres a
derrocar el sistema social en el que vive y el medio que se vale la naturaleza para
producir un mejoramiento en la vida humana.
6. Vocabulario
Ilustración: en alemán Aufklärung, es el término utilizado por Kant para referirse a una
época de la historia de la humanidad y del pensamiento, se trata de la época en la que
él se ve directamente involucrado. Al mismo tiempo es el destino de la humanidad, el
camino desde la minoría a la mayoría de edad de la razón, por lo tanto es lo que da
sentido al devenir histórico. Si el fin de la historia es la libertad, la Ilustración es el
signo de que la historia está progresando hacia ese fin. La Ilustración es, al mismo
tiempo la condición de posibilidad de la reflexión crítica y racional, ya que supone un
entorno de libertad creciente en la que es posible tal crítica.
Minoría de edad: metáfora con la que Kant se refiere a aquellas personas que no son
capaces de hacer un uso autónomo y libre de su propia razón. Es su falta de valor y de
energía la que hace que prefieran depender de otras personas para conducir su propia
vida. Por lo tanto los “menores de edad”, las personas no ilustradas, no quieren asumir
responsabilidades y tomar sus propias decisiones, prefieren servirse de prejuicios
inculcados por los tutores. Se trata de una situación antinatural, ya que lo que la
naturaleza ha dispuesto para nuestra especie, según Kant, es el desarrollo libre de la
razón. Es de destacar el toque sexista del filósofo, ya que atribuye a algunos hombres
la posibilidad de abandonar la “minoría de edad”, pero excluye de esta proeza a la
mayoría de los hombres y a la totalidad de las mujeres.
Entendimiento: facultad que nos permite razonar elaborando juicios en los que
unificamos el material proporcionado por los sentidos. Para ello necesitamos recurrir a
los conceptos. Solo al formar juicios puedo atribuir al conocimiento verdad o falsedad,
pues los categorías en sí mismas están “vacías”, no son ni verdaderas ni falsas. Los
conceptos pueden ser empíricos o “a posteriori” o aportados por el propio
entendimiento “ a priori”. La Ilustración anima a todo ser humano a hacer un uso
autónomo de su propio entendimiento, en eso consiste la mayoría de edad, que es
nuestro destino.
Naturaleza: Kant defiende en este texto una concepción teleológica del devenir
histórico, piensa que la naturaleza ha diseñado un plan para todos nosotros: el
progreso desde la minoría a la mayoría de edad. Por eso, en su teoría filosófica sobre
la historia, explica que la humanidad está condenada a progresar hacia su liberación y
ve en la Revolución Francesa un signo de que ese plan se está cumpliendo. Como la
cualidad natural del ser humano es la racionalidad, Kant ve en la promoción de la
libertad en el uso público de la razón, una realización de la esencia humana, que es al
mismo tiempo una herramienta para el progreso. Por lo tanto todo lo que se oponga a
este plan, constriñendo la libertad del pensamiento, es algo antinatural y destinado a
fracasar, ya que nadie puede ir contra los designios de la naturaleza.
Tutores: Son todas aquellas persona que se encargan de dirigir la vida de los
“menores de edad”, previniéndoles de los peligros de pensar por sí mismos. Por lo
tanto les impiden ser libres y responsables, actuando contra el plan de la naturaleza,
mantienen a las personas sumidas en la ignorancia, los prejuicios y la heteronomía. En
el texto aparecen como ejemplos el sacerdote, el médico y el abogado, se refiere
irónicamente a ellos como instrumentos del gobierno para manejar a la ciudadanía. En
la época de Kant, el lema de la ilustración es una consigna peligrosa, ya que puede
ser el germen de revoluciones y desórdenes sociales. Los tutores tratan de convencer
a la población de los peligros de pensar por uno mismo.
Conciencia Moral: Frente a la naturaleza, que es el ámbito del “ser”, aparece la
conciencia moral que establece el “deber ser”, significa ser conscientes de que nuestra
razón no está sometida a leyes físicas, sino que podemos decidir libremente siguiendo
las leyes que nosotros mismos nos imponemos. Solo estas leyes nacidas de la propia
conciencia, son leyes morales.
Dotes naturales: El principal atributo con el que la naturaleza ha dotado al ser
humano es la racionalidad, de la cual debemos hacer un uso autónomo. El uso de la
razón (en sentido general) nos permite un conocimiento del mundo, y de la razón (en
sentido restringido) nos capacita para elaborar juicios morales. Kant explica en este
artículo que tan nocivo es negarse a hacer un uso autónomo de nuestra capacidad
natural, prefiriendo mantenernos en la minoría de edad, como abusar de estas dotes
atreviéndonos a convertirnos en tutores, y usando nuestra razón para construir reglas
con las que dirigir la vida de los demás.
Libertad: Autonomía, capacidad para actuar según leyes que nosotros mismos nos
damos, de este modo escapamos a la necesidad de lea leyes naturales, las únicas
acciones libres son aquellas que proceden del ajuste entre voluntad y razón.
Ingenio: expresión sinónima de entendimiento y razón
Paso seguro: Actitud que deben tener aquellas personas que han decidido salir de la
minoría de edad, tras un periodo de inseguridad y miedo debido a la falta de
costumbre de pensar por sí mismos. Una vez acostumbrados a la libertad y a la
responsabilidad, adquirido el hábito de pensar por sí mismos, lo harán con seguridad.
Pensar por sí mismos: es pensar por cuenta propia, sin la ayuda de otros, es el modo
de pensar propio de las personas ilustradas.
Prejuicios: Es lo que precede a un juicio y lo condiciona, el prejuicio es juzgar algo
que no se conoce suficientemente, son las ideas que los menores de edad asumen
acríticamente de sus tutores. La actitud crítica y antidogmática es propia de quien
piensa por sí mismo.
Revolución: Cambio radical y traumático en el orden social causado por la sustitución
de viejos prejuicios por otros nuevos, en el fondo, piensa Kant, este cambio deja las
cosas como están ya que no se produce el verdadero cambio, una reforma en el modo
de pensar, por lo tanto el fin de la Ilustración es un cambio social a través de reformas
progresivas, no de revoluciones. A pesar de que Kant manifestó su entusiasmo por la
Revolución Francesa, no era un revolucionario, sino un reformista. Lo que
verdaderamente es valioso para Kant es el entusiasmo y la aceptación con que las
ideas revolucionarias fueron acogidas en toda Europa, signo de que se estaba
produciendo ese cambio en la forma de pensar que es la base de las reformas
ilustradas.
Reforma del modo de pensar: Es la base del cambio desde una época de ilustración
a una época ilustrada. (Véase “Revolución”)
Uso público de la razón: El uso que hace de su razón una persona en tanto que
experta en algún asunto cuando se dirige a la humanidad, se trata por lo tanto, de un
uso que solo pueden hacer las personas ilustradas y con el que contribuyen a ilustrar a
los demás. Se entiende que el cambio a través de reformas que Kant defiende sólo
puede hacerse en un marco de libertad progresiva en el que se fomente la divulgación
libre de las ideas es decir, el uso público de la razón.
Uso privado de la razón: Uso que hace de su razón quien se encuentra
desempañando la función que se le ha encomendado en el seno de una institución
social, por ejemplo cuando alguien está ejerciendo su labor de profesor, sacerdote,
militar. Este uso de la razón no puede ser libre, ya que lo contrario provocaría
desordenes sociales. Kant piensa que para que el progreso hacia la “época lustrada”
sea posible, el orden social debe ser mantenido y los cambios deben ser paulatinos y
también ordenados. Por lo tanto no estaría de acuerdo ni con la objeción de conciencia
ni con la desobediencia civil.
Unanimidad artificial: Acuerdo entre todos los miembros de una institución para
conseguir el fin fijado. Es artificial porque este acuerdo no exige la adhesión del
individuo en cuanto que realiza un uso público de su razón sino solo en su uso
privado. Nuestra “insociable sociabilidad” nos obliga a adoptar este tipo de acuerdos,
en el que de forma provisional, sacrificamos nuestros propios puntos de vista para
hacer posible que funcione la “maquinaria social”, la libertad en el uso público de la
razón garantiza cambios que permitan reformar esa maquinaria.
Comunidad cosmopolita: La propuesta de una “sociedad cosmopolita” es decir una
federación de naciones es uno de los aspectos más innovadores del pensamiento
político kantiano, y en dónde se muestra con más visión de futuro. De acuerdo con el
plan de la naturaleza para la humanidad, las leyes se convierten en la herramienta que
nos permite superar la paradoja de nuestra “insociable sociabilidad” y progresar hacia
una sociedad ilustrada. Estas leyes, que en primera instancia se acuerdan en el seno
de una nación, avanzarán hasta convertirse en un sistema de leyes internacionales
superándose las barreras y haciendo posible la convivencia pacífica de toda la
humanidad en una “sociedad cosmopolita”.
Actuar contra el deber: En la moral kantiana se analizan tres tipos de acciones
atendiendo a cómo se relacionan con el deber: contrarias al deber, conformes al deber
y por deber. Las acciones contrarias al deber son las que nacen de una voluntad que
quiere satisfacer sus inclinaciones y la hacerlo realiza acciones contra la ley moral, por
eso estas acciones son moralmente malas.
Acciones contrarias al deber: El sujeto actúa contra el deber, contra las normas, para
sacar algún beneficio de ello. El sujeto se guía por un interés particular.
Acciones conforme al deber: el sujeto actúa obedeciendo las normas, pero lo hace
porque comprueba que obedecer la norma es más beneficioso que transgredirla.
Como en el primer caso, también se guía por un interés particular.
Acciones por deber: aquí el sujeto actúa sin ningún interés particular, sino por el deber
mismo, por respeto a la ley en sí misma. Este tipo de acciones sólo son posibles
cuando somos nosotros mismos quienes nos damos la ley, por eso son las únicas
acciones morales.
Época Ilustrada: Época que aún no se ha dado y en la que los seres humanos ya
habrían salido de la minoría de edad, es decir, todas las personas pensarían por sí
mismas, haciendo un uso autónomo y responsable de la propia razón. Supone el
completo progreso de la humanidad, el fin de la historia y la “paz perpetua”, esta
expresión evidencia el carácter utópico del pensamiento político y moral kantiano.
Época de Ilustración: Con esta expresión Kant se refiere a su propia época en
cuanto a que se trata de un periodo en el que comienzan a darse libertades para que
el ser humano pueda pensar por sí mismo y así ir saliendo progresivamente de la
minoría de edad. Kant hace hincapié en que vive una época de Ilustración porque la
legislación de Federico II otorga libertad religiosa y de expresión a los ciudadanos.
Queda claro pues que en el artículo Kant hace un análisis filosófico de la situación de
la cultura, la filosofía y la política de su época.
Deber: Es la necesidad de una acción por respeto a la ley. En esta definición
encontramos dos elementos, la ley y el respeto. La ley es el principio objetivo de la
voluntad, el respeto es la conciencia que se tiene de esa voluntad. Por lo tanto, quien
actúa por deber es quien cumple la ley solo y exclusivamente porque la respeta, sin
que intervenga ningún otro elemento externo a la propia ley: intereses,
circunstancias…
Tolerancia: Refiriéndose al príncipe Federico II, supone dejar libertad para el uso
público de la razón, no se trata simplemente de permitir que se publiquen las opiniones
de los doctos, pues ésta sería la actitud altiva de quien, sabiéndose poderoso, es de
forma paternalista, indulgente con aquellos que se atreven a exponer públicamente
sus propios pensamientos. La actitud del príncipe ilustrado va más allá, incentivando la
libre circulación de ideas, y sin miedo a que esta libertad socave los cimientos de su
autoridad.
Juicios: El juicio para Kant es la expresión del conocimiento, es el resultado del
entendimiento (los juicios de la ciencia) de la razón práctica (juicio moral) y del
sentimiento estético. Los juicios de la ciencia necesitan de la ayuda de estructuras a
priori, formas de la sensibilidad y categorías. Toda la investigación de la filosofía
kantiana se centra en qué condiciones son necesarias para la formulación de los
juicios.
Estado de barbarie: lo opuesto al estado de civilización, debe entenderse la situación
de la humanidad anterior al inicio de la época de ilustración, se trata del estado de
rusticidad e ignorancia propio de las personas que no saben hacer uso de su razón ni
se avienen a la razón de los más ilustrados. En esta época predominan los intereses
particulares sobre los planteamientos generales, es una época ya superada pero que
aún pervive de algún modo, mientras no se alcance la época ilustrada. Ya que en
cierto modo la humanidad es merecedora de la libertad a la que aspira.
La minoría más nociva e infame: Kant se refiere a la minoría de edad en materia de
religión ya que es la que más profundamente afecta a la libertad de pensamiento.
Libertad civil: Margen de libertad que proporciona la legislación de un estado a sus
ciudadanos, si se cumpliese el ideal utópico kantiano se alcanzaría un grado máximo
de libertad civil, ya que no necesitaríamos una “libertad bajo leyes externas”, sino que
seríamos capaces de cumplir con nuestro deber por mero respeto a la ley de nuestra
conciencia.
Libertad espiritual: En el texto, libertad de pensamiento, especialmente en el ámbito
de la religión.
Dignidad: que tiene valor por sí mismo. Es una cualidad que Kant atribuye al ser
humano en cuanto que éste, al ser racional es un fin en sí. Por lo tanto, siempre debe
ser tratado como tal y nunca como medio para alcanzar otros fines. Por lo tanto, quien
actúa contra la dignidad humana, actúa moralmente mal. Esta dignidad inherente al
ser humano como ser libre y dotado de razón está reconocida en el primer artículo de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El lema Sapere aude, esto es, ten el valor de servirte de tu propio entendimiento, lo
toma Kant de Horacio. El que no es capaz de seguir exclusivamente a su propia razón
permanece aún en estado de minoría de edad, no ha llegado a su madurez como
hombre.