Entrepasados 32 PDF
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HISTORIA
AÑO XVI - NÚMERO 32- FINES DE 2007
El arte anarquista en Ideas y Figuras
El anarquismo y el poder
ARTÍCULOS
DE
El gobierno de Mercante en la provincia
de Buenos Aires
REVISTA
Liga Patriótica Argentina en Mendoza
Presentación
Juan Suriano 7
El anarquismo y el poder
Juan Suriano 105
Artículos
Cristiana Schettini
“Que tenhas teu corpo”: uma história social da
prostituição no Rio de Janeiro das primeiras
décadas republicanas
Lerice de Castro Garzoni 179
Sandra M. Szir
Infancia y cultura visual. Los periódicos ilustrados
para niños (1880-1910)
Laura Malosetti Costa 183
Horacio Tarcus
Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros,
intelectuales y científicos
Ricardo Martínez Mazzola 185
D
esde hace unos años se han incrementado los estudios históricos sobre la izquier-
da argentina y hoy comienzan a constituir un corpus rico y vigoroso.1 Numerosas
investigaciones, que se han plasmado en artículos y libros, han abordado el análi-
sis de diversas corrientes políticas e ideológicas y han abierto el campo de interpretación,
tradicionalmente vinculado a la historia del movimiento obrero, a diversos aspectos como
la cultura, el arte, la militancia, la política, la ideología, la prensa y la propaganda o la se-
xualidad y la familia, para nombrar sólo algunos núcleos de interés. El anarquismo no ha si-
do ajeno a esta preocupación por conocer y comprender a la izquierda y, precisamente,
fruto de ese interés presentamos este dossier en el que se abren temas novedosos, se revi-
sitan otros y se plantean nuevos interrogantes.
Agustina Prieto analiza la for mación de la militancia anarquista en Rosario durante el
entresiglos y explica cómo su acción nutrió el mito de la “Barcelona argentina” (por el pre-
dominio libertario casi absoluto), un mito que fue alimentado por las observaciones de diri-
gentes socialistas, periodistas y profesionales como Juan Bialet Massé. Estas miradas se ba-
saban en la observación de la urgencia militante de un grupo de líderes anarquistas y en la
creación de una red asociativa (círculos, sociedades de resistencia, la Casa del Pueblo) que
demostraba una notable capacidad de acción y movilización, especialmente en los barrios
más pobres de la ciudad. Estos testimonios y algunos actos callejeros emblemáticos (el ho-
menaje al obrero asesinado por la policía) le per miten a la autora reflexionar sobre las for-
talezas y debilidades del anarquismo rosarino y, de alguna manera, matizar la idea que asi-
mila Rosario con Barcelona.
Los conflictos en el interior del movimiento anarquista en los años 20 es el tema del ar-
tículo de Luciana Anapios. Allí se indaga sobre los motivos que llevaron a diversos grupos
a transfor marse de adversarios en enemigos y a convertir el debate (parte constitutiva del
anarquismo desde siempre) en combate violento que llegó en ocasiones al asesinato como
for ma de dirimir las polémicas. La autora sostiene que estas rivalidades se dieron en un con-
texto de redefinición de la identidad libertaria debido a los notables cambios producidos en
la sociedad argentina. Pero estos conflictos no siempre se originaron en diferencias políti-
cas o ideológicas (anarco-bolchevismo, terrorismo), a veces eran producto de rivalidades
personales (Diego Abad de Santillán y Rodolfo González Pacheco) o luchas por el poder
(control de La Protesta, hegemonía en la FORA, etc.). Resulta indudable la incidencia de
estos conflictos inter nos en la decadencia del anarquismo argentino.
Una de las carencias más significativas en los estudios sobre anarquismo refiere al cam-
po de los estudios biográfico-intelectuales de sus figuras relevantes. Aquí, Martín Albor noz
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Anarquismo y extranjería: notas en tor no a
la vida y la obra de Rafael Barrett*
Martín Albornoz**
Sed agradecidos con ese inmenso no-yo al cual debéis vuestro ser,
con ese extranjero que os ha creado, que os ha enriquecido con su in-
teligencia y con su carne, que os lo ha dado todo, menos la tierra, y
que aún podrá salvaros con sus lecciones de sensatez y sacrificio.
Rafael Barrett, El terror argentino, 1910
* Este trabajo, de alguna manera, es una reescritura de “El instante de Barrett”, Políticas de la me-
moria, 6-7, Buenos Aires, 2007, pp. 175-182. A su vez recoge los valiosos comentarios que Ricardo
Martínez Mazzola le hiciera en la mesa de intelectuales latinoamericanos, en ocasión de las XI Jor na-
das Interescuelas de Departamentos de Historia. A él mi agradecimiento.
** UBA.
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Esto ocurrió con Barrett. Nacido de hidalgos ricos, creció con la cultura de su época, vien- aceptó irse a Paraguay como cronista del diario El Tiempo para cubrir la revolución liberal
do crecer en el mundo el arte y la ciencia. Jugando a sabio y a artista, seguro de que la vi- que estaba teniendo lugar allí. Con su llegada a Paraguay pareció definirse el per fil más aca-
da era eso que floreció de los libros. [...] Y así, con este bagaje de señorito o de príncipe, bado de Barrett y su obra. Se refirió a Paraguay como “el único país mío, que amo entra-
se echó a vivir”.6 ñablemente, donde me volví bueno”. Lo cierto es que, salvo en el lapso de menos de cua-
tro meses que vivió en Montevideo y el tiempo que estuvo fuera con motivo de una depor-
tación, Barrett produjo la mayor parte de su obra en Paraguay. En Asunción trabajó como
II periodista, desde enero de 1905, en El Diario y realizó tareas como ingeniero, ocupando
diversos cargos en la Oficina de Estadística. Trabajó luego en el Departamento de Ingenie-
Rafael Ángel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo, tal su nombre completo, nació el ros y en el ferrocarril, a la vez que dictaba clases de matemáticas. En 1906 fue nombrado
7 de enero de 1876, cerca del mar Cantábrico, en Torrelavega (Santander), España. Pasó secretario del Centro Español, donde conoció a Francisca López Maíz, con quien se casa-
parte de su juventud en París, donde completó el secundario, y estudió, de manera inconclu- ría el 20 de abril y con quien habría de tener su único hijo, Alex. Ya en 1907 trabajó co-
sa, ingeniería en Madrid. Gran pianista, hablaba y leía a la perfección más de un idioma. In- mo agrimensor en Arroyos, Esteros y Laguna Porá y fue, aparentemente, en aquel año
teractuó en esta primera etapa de su vida con miembros de la llamada juventud del 98, a la cuando se manifestaron los primeros síntomas de tuberculosis.
que algunos estudios han asociado su figura. Tanto Ramiro de Maeztu como Pío Baroja y En 1908 su producción periodística se intensificó y se publicaron artículos suyos en Los
Ramón del Valle Inclán dejaron constancia en sus memorias de haber tratado con él. De he- Sucesos, La Tarde, El Paraguay, El Cívico, El Diario, todos periódicos asunceños. Si
cho, el único análisis integral de la obra de Barrett disponible, realizado por Francisco Co- bien, al parecer, ya había participado en actividades de la Unión Obrera, fue en ese año
rral,7 sitúa muchos de sus tópicos dentro del magma de inquietudes que animó la vida inte- cuando Barrett, junto con el militante argentino José Guiller mo Bertotto, desarrollaría acti-
lectual finisecular en España. A saber: regeneracionismo social y modernismo estético. vidades específicamente anarquistas con la fundación del periódico Germinal.10 Este perió-
Luego de “malgastar” su fortuna –algo modesta para el canon aristocrático– y de ser dico ha sido considerado como un hito dentro de la historia del movimiento anarquista pa-
víctima de la bizarra deshonra que incluyó una descalificación a su persona por conductas raguayo aunque, como todo en Barrett, fue de una increíble fugacidad. Germinal alcanzó
sexuales contranatura, un reto a duelo y un azotamiento en público al duque de Arión,8 por a publicar tan sólo once números entre el 2 agosto y el 11 de octubre.
el cual sufrió una suerte de excomunión de la aristocracia madrileña, previo paso por Pa- Barrett muere el 17 de diciembre de 1910 a los treinta y cuatro años en Arcachón,
rís, donde circula apócrifamente la noticia de su suicidio, parte a Europa con destino ame- Francia, en una última y desesperada tentativa por curar la tuberculosis.
ricano en los primeros días de 1903.
Se ignora con precisión en qué momento de 1903 Barrett llegó a Buenos Aires. Lo que
es posible afir mar es que el 1 de agosto de ese año apareció en la revista Ideas el primer III
texto, del que se tenga noticia, con su fir ma, titulado “Aguafuertes”. Colaboró también en
la revista Caras y Caretas y en los periódicos El Tiempo y El Correo Español, este últi- El conjunto de la obra de Barrett se compone de numerosos artículos periodísticos pu-
mo portavoz de los españoles republicanos en la Argentina. Se sabe también que se dedi- blicados en medios que no guardaban relación directa con el movimiento anarquista aun-
có a las matemáticas. que por el propio Barrett sabemos que ensayos suyos fueron reproducidos en periódicos de
En Buenos Aires, a partir de una polémica generada por la disertación del republicano esa tendencia y no siempre respetando su autoría. En un curioso escrito, que en realidad
español Ricardo Fuente llevada a cabo en el teatro San Martín, Barrett tuvo un duro inter- es una carta abierta al editor de la revista Germinal de Paraná, Barrett hace notar que se
cambio con el militar español Juan de Urquía, quien desde las páginas de El Diario y bajo están publicando sus “Moralidades” con la fir ma de Señor de Phocas: “¡No llevo dos años
el seudónimo de “El Capitán Verdades” atacaba a Fuente. El altercado ter minó en un reto de escritor militante y ya me plagian!”. La carta da lugar a una interpretación de la autoría,
a duelo que Barrett aceptó, pero que no habría de llevarse a cabo al llegar noticias desde según la cual la misma es considerada menos importante que las ideas en sí mismas: “¿Qué
Madrid que recordaban que Barrett había sido descalificado allí por un tribunal. Sin dudar- importa la fir ma? A usted le gustan mis ideas, las reproduce y las propaga; he ahí lo esen-
lo un segundo e imposibilitado de probar su honor en el duelo, Barrett se precipitó al ho- cial; ¿qué importa la etiqueta Rafael Barrett o Señor de Phocas? ¿Será distinto el vino?
tel Imperial en búsqueda de Urquía y, equivocándose de persona, golpeó duramente, con ¿Dejarán de ser mías las ideas? Son ellas las vivas, y no mi nombre, letrero casual. Son ellas
un bastón, al dueño del hotel, el señor Pomés. Hay que decir que, para Barrett, el duelo, las que constituyen mi personalidad, lo único de mi espíritu, y no las letras de mi apellido.
como instancia de autoafir mación, era absolutamente legítimo. En un texto de 1906 (una Usted es mi vehículo, el medio de que mis ideas circulen, algo así como mi cabalgadura
fecha casi tardía en la vida de Barrett) afir ma: “El duelo es legítimo: es la única salvaguar- mental”.11 Además de la prosa periodística, publicó una serie de ensayos y conferencias,
dia de nuestra individualidad, es un precioso excitante del valor personal y de las energías de diálogos, de cuentos breves (reunidos, después de su muerte, bajo el nombre “Del Natu-
sociales; es un bello gesto de las edades heroicas”.9 En la primera mitad de 1904 Barrett ral”) y un conjunto de pequeños textos titulados “Epifonemas” que, como bien observa San-
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tiago Alba Rico, a la manera de emblemas “parecen cortados de alguno de sus escritos o mente a lo que los editores aducen, Barrett deja entrever que no sólo le importaba la orde-
embrión para futuros textos”.12 Más tarde, cincuenta y siete años después de su muerte, se nación de los textos, y esto por la simple razón de que eligió unos y no otros, sino que se-
editaron sus cartas con introducción y notas de su viuda Francisca López Maíz. guía sumamente de cerca todo lo que tuviera que ver con el libro. En una carta a José E.
Barrett editó, en vida, solamente un libro titulado Moralidades actuales en 1910 –una Peyrot, amigo y teósofo uruguayo que inter mediaba entre Barrett y su editor en Montevi-
antología de sus ensayos publicados tanto en Uruguay, en la Argentina como en Paraguay, deo Orsini Bertani,15 a propósito de la futura edición de Moralidades actuales, detallaba:
dedicados a la comprensión de problemas que le fueron contemporáneos– y un folleto, “El “Constará de 89 artículos, aquello que he encontrado de interés durable en mi labor de tres
terror argentino”. Todos los trabajos incluidos en el primero fueron seleccionados y ordena- años. Se trata pues de un volumen de 300 a 400 páginas. Lo quiero sobrio, desnudo, sin
dos por él mismo y resulta sumamente difícil resumir las temáticas abordadas en este libro; retratos, prólogos ni epílogos, y me parece que lo mejor es hacer una edición barata, el li-
hay en él reflexiones religiosas, intentos de comprensión del anarquismo en la Argentina, de- bro es revolucionario (¡89!)”16. Ochenta y nueve y no los ciento tres textos que se incluyen
sarrollos sobre la dactiloscopia como expresión del control policial sobre la vida de las perso- en las últimas Obras completas bajo el título Moralidades actuales. Con respecto a El do-
nas, acercamientos a los adelantos tecnológicos encarnados en un palimpsesto de artefactos lor paraguayo y la intencionalidad del libro, Barrett escribe también a Peyrot: “No tiene us-
técnicos y especulaciones sobre el suicidio, como veremos tema recurrente en sus escritos. ted idea de lo salvaje que es esto. El paisaje imponente le agradaría mucho. Es la verdade-
El que fuera su libro probablemente más conocido, El dolor paraguayo, fue editado ra América. A veces aparecen tigres por estos contor nos, ¡no le digo más! Tengo la espe-
póstumamente, si bien el índice de los textos que habrían de incluirse lo preparó el propio ranza de que la aparición de las Moralidades actuales ayude a la publicación de mi libro
Barrett con sumo cuidado. Como su nombre lo indica, reúne la prosa periodística dedica- sobre el Paraguay: El dolor paraguayo que he ter minado ya. Entonces verá usted lo que
da a Paraguay y está compuesto por notas e impresiones que van desde la omnipresencia es esta comarca tan desconocida y tan calumniada”.17
de la mujer paraguaya después de la Guerra de la Triple Alianza, hasta sus escritos de de-
nuncia sobre la situación de los obreros en Paraguay, pasando por notables análisis de la
religiosidad popular paraguaya y del idioma guaraní. Todos los motivos y problemas abor- IV
dados en El dolor paraguayo se reconocen y recortan sobre la naturaleza entendida como
una suerte de ámbito de destino que, a la manera de un hilo conductor, dota de sentido a La obra de Barrett ha sido objeto de muchos comentarios y referencias, alguno de los
todo el libro. Como oportunamente señaló Leandro Delgado Rey: “Al contrario de lo que cuales ya hemos expuesto, aunque en su mayoría han sido marginales. Le han dedicado pa-
sucede con el resto de su obra, recopilada en volúmenes diversos después de su muerte, labras elogiosas, entre otros, José Enrique Rodó,18 Jorge Luis Borges,19 Barón Biza20 y
hay en El dolor paraguayo un cuidado en la edición que no respeta exactamente el orden Héctor A. Murena.21 Es David Viñas quien propone pensar líneas de continuidad entre Ba-
en que las crónicas fueron publicadas […]. De este modo el conjunto de textos se presenta rrett y experiencias literarias posteriores. En este sentido en Literatura argentina y políti-
como un largo proceso de percepción cada vez más diversificada y sofisticada”.13 Aunque, ca, en la equívoca bohemia porteña de principios del siglo XX, Viñas encuentra que “pro-
como observamos anterior mente, Moralidades actuales también fue preparado por Ba- bablemente con El terror argentino de Rafael Barrett se vaya dibujando un cauce alter na-
rrett, la cita de Leandro Delgado Rey es sumamente pertinente en la medida en que las pos- tivo que, más allá de ciertos tonos proféticos o de un filantropismo inoperante, llegue a lo
teriores reediciones de estos libros no han respetado el criterio establecido por su autor. El eventualmente rescatable de Boedo o al criticismo más reciente y certero de un Osvaldo Ba-
caso más llamativo es el de la edición más reciente de sus Obras completas, al cuidado de yer”.22 Pese a lo asombroso de esta última afir mación, todos los estudios sobre el tema tien-
Miguel Ángel Fer nández y Francisco Corral. Estos últimos han reunido con dedicación, en den a resaltar la fuerte recepción e impacto que tuvo Barrett en el grupo de Boedo. Como
1988, la totalidad de los escritos de Barrett accesibles hasta hoy, en cuatro tomos que ade- ejemplo de esto último, se puede invocar el estudio de Álvaro Yunque titulado Barrett. Su
más, a diferencia de la edición argentina de 1943 de Americalee, contienen una valiosa in- vida y su obra. Viñas destaca que el viejo trabajo de Álvaro Yunque es “el único esfuerzo
for mación hemerográfica que per mite situar cada uno de los textos con su fecha y lugar de argentino de reivindicación de ese emergente libertario de origen español”.23 Sin embargo,
edición original. Reunieron, además, una gran cantidad de comentarios y juicios de impor- este “único esfuerzo” reivindicativo está plagado de errores biográficos e interpretativos en
tantes políticos y escritores sobre Barrett. su semblanza, algunos notablemente mal intencionados. Desliza algunos reproches bastan-
El problema de estas Obras completas es que se tomaron los nombres de los libros te particulares. El principal es considerar “un error” de Barrett haber recalado en Paraguay:
compilados por Barrett como indicadores temáticos, no respetando los criterios estableci- “Huyó a la Asunción en busca de un clima más cálido y de paz. Fue su gran error. […] Con
dos por el propio Barrett para sus ediciones, como si éstos no fueran suficientes para con- toda su insensibilidad y su indiferencia, Buenos Aires es una ciudad y Asunción –insensible
for mar un libro en sí mismo. Los autores deter minaron que “hubiera sido válido mantener y curiosa– una simple aldea. […] En Buenos Aires se lee, se estudia, se piensa. Hay inquie-
el índice original de los tres libros preparados por Barrett y haber aplicado el criterio temá- tud. La Asunción es el marasmo, la parálisis”.24 En tér minos de merecimientos, la apuesta
tico al resto de sus textos. Tras detenidas evaluaciones, esta última opción no fue la utiliza- de Yunque es más fuerte aún, enfatizando que Paraguay tuvo “la rara suerte de que le ca-
da en base a no considerar tan esencial la ordenación realizada por Barrett”.14 Contraria- yera un hombre superior, pero no se lo merecía”.25 Más recientemente Viñas intentó situar
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la operación realizada por los escritores vinculados con Boedo comentando que “el boedis- chos de su tiempo y les presta un tono de inactualidad. De esta manera la realidad social
mo, mediante una táctica intuitiva, improvisada quizá en su revalorización de Barrett, al no es simplemente transcripta sino revelada en sus múltiples significaciones. Entendido a la
hacerse cargo de la zona periodística, sobre todo la representada por El dolor paraguayo, manera de Georg Simmel, el extranjero es un tipo de configuración en la que se conden-
prescindía de preconceptos genéricos. El trabajo cotidiano, los artículos en periódicos y re- san tanto la no vinculación a un punto del espacio como el sedentarismo, no es quien vie-
vistas […] podían exhibir un valor análogo al que se le adjudicaba tradicional, académica- ne hoy y se va mañana, sino quien viene hoy y se queda mañana; es, por así decirlo, “el
mente al libro como tal”.26 El sintético pero sugestivo juicio de Viñas per mite intuir la tra- emigrante en potencia, que aunque se haya detenido, no se ha asentado completamente.
ma de operaciones que tuvieron que llevar a cabo escritores como Elías Castelnuovo y Ál- Se ha fijado dentro de un deter minado círculo espacial –o de un círculo cuya delimitación
varo Yunque para asignarle valores literarios a la prosa periodística de Barrett. es análoga a la espacial–; pero su posición dentro de él depende esencialmente de que no
En cuanto al lugar que le cabe a Barrett dentro de la literatura anarquista propiamente pertenece a él desde siempre, de que trae al círculo cualidades que no proceden ni pueden
dicha, Jean Andreu, Maurice Fraysse y Eva Golluscio de Montoya la analizan subsumida proceder del círculo”.31
dentro lo que ellos llaman “poética de la urgencia”. Este tipo de poética incorporaría el ele- La mirada que Barrett trae consigo no es ni extraña ni familiar y pertenece a la zona
mento literario como un medio-instrumento con propósitos de propagación ideológica. Sin gris de quien tiene una posición de miembro, pero que a su vez está afuera (y enfrentado)
tiempo para devaneos estéticos y pensada para un público proletario, la tentativa anarquis- con un espacio social deter minado. Según Carlos Centurión, Barrett y su compañero Ber-
ta finalmente se trataría “de una literatura en la cual la ética predomina sobre la estética, totto fueron, “para los trabajadores asunceños, dos extranjeros que hablaban un extraño
puesto que el objetivo declarado con obstinación es el de ter minar para siempre con una pero sugerente lenguaje que llegaba al corazón y al entendimiento lenta pero hondamen-
sociedad de injusticias, de oscurantismo y de vicio, para construir aquella ar moniosa ciudad te”.32 Toda la vida de Barrett estuvo jalonada por los desencuentros y la falta de fir meza.
de Utopía, que ocupa un lugar tan importante en el imaginario anarquista y en la cual el Ni siquiera llegó a fundirse orgánicamente con el naciente movimiento obrero paraguayo,
hombre, libre al fin, recobrará su verdadera condición original de sensibilidad y de bon- para el cual, por invitación de la Federación Obrera Regional Paraguaya,33 brindó una se-
dad”.27 De for ma binaria, en la visión de Andreu, Fraysse y Montoya el anarquismo como rie de conferencias de las cuales se conservan tres: “La tierra”, “La huelga” y “El problema
for ma literaria encontraría su tonalidad a partir del tipo de militancia que los anarquistas rio- sexual”. Y pese a todo, el peso de la obra de Barrett en Paraguay es inestimable. Augusto
platenses de principios de siglo desarrollaban. Roa Bastos, al prologar una reedición de El dolor paraguayo, sostuvo que ofició de descu-
Signada por la urgencia, como sostiene Juan Suriano, la práctica anarquista “privilegia- bridor de la realidad social paraguaya y que “en la noche del infortunio paraguayo, la vida
ba la acción y la propaganda y, en ese sentido, relegaba la teoría a la descripción sistemá- y la obra de Barrett fue un meteoro que resplandeció, por desdicha, sólo un corto instan-
tica y reiterada de los problemas sociales. La enor me mayoría de artículos publicados en te. Un resplandor, sin embargo, que proyectó vislumbres futuras: las que hoy tienen plena
distintos medios periodísticos locales hacían referencia, generalmente desde una perspecti- vigencia”.34
va moralista, a los males de la sociedad capitalista: la perversión del Estado, la hipocresía y Entre todos los textos que Barrett dedica al análisis de la realidad social de Paraguay,
la lujuria de la Iglesia, la codicia y el carácter explotador de la burguesía o el sufrimiento del aquellos agrupados en Lo que son los yerbales resultan los más impresionantes, no sólo
proletariado, para mencionar algunos de los tópicos más importantes. Había un hilo con- por la intencionalidad clara de denunciar una injusticia, sino por el real conocimiento que
ductor en la for ma de abordar todos estos temas consistente en cierto grado de abstracción aportan sobre la situación de los sectores populares paraguayos (y no sólo paraguayos, si-
e intemporalidad, que ocultaba la especificidad de la sociedad en la que estaba operando no también argentinos de Corrientes y Misiones) a principios de siglo. Barrett escribe Lo
políticamente”.28 Más adelante Suriano agrega que “la pasión por la observación y la cuan- que son los yerbales en junio de 1908 y los artículos que lo integran fueron publicados por
tificación de los datos de la realidad económica y social estaban casi ausentes de sus análi- El Diario entre el 15 y el 27 de ese mes: “La esclavitud y el Estado”, “El arreo”, “El yugo
sis”.29 En medio de este marasmo de crítica moralista y de una discursividad en la cual “las en la selva”, “Degeneración”, “Tor mento y asesinato” y “El botín”. Con estos trabajos ha-
palabras no son ya experiencias vivas, sino modelos mediante los cuales se provocan en el ce su ingreso a la literatura social la figura del mensú, el obrero que trabaja en las planta-
lector deter minado tipos de emociones”,30 los lienzos escriturales de Barrett constituyen ciones de yerba mate. Es posible encontrar ecos de Lo que son…en la obra de Horacio
una excepción, no sólo por su calidad y sus efectivos intentos de denunciar de manera sis- Quiroga, particular mente en su cuento “Los mensú”, no sólo desde el título sino del modo
temática cómo se estructuran la explotación y la dominación en la Argentina y Paraguay si- mismo de abordar los problemas. Más explícitamente Alfredo Varela recupera los escritos
no por el lugar de enunciación desde el cual estos análisis son pronunciados. de Barrett para incorporarlos al argumento de lo que, en su momento, fue una de las no-
velas más representativas de la narrativa comunista afín a la Unión Soviética en la Argen-
tina, El río oscuro, publicada originalmente en 1943.35
V Lo que son los yerbales se basa, en cierta medida, en las impresiones recogidas por
Barrett en su trabajo como agrimensor y en infor mación suministrada por distintos testigos
El punto de mira de Rafael Barrett es el del extranjero español que interpreta los he- presenciales debidamente contrastada entre sí. Al igual que El terror argentino, su estudio
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sobre la estructura económica argentina, el método de análisis consiste en estudiar y poner envidiéis al prisionero de la selva. A vosotros todavía os es posible acostaros en un rincón
de manifiesto, no los accidentes sino las regularidades: “No he elegido lo más horrendo, si- para esperar el fin. A él, no, porque su lecho es de espinas ponzoñosas […]. A vosotros os
no lo más frecuente, la excepción sino la regla”.36 Con esta metodología se interpela al lec- separa de la libertad un muro solamente. A él le separa la inmensa distancia, los muros de
tor y se lo conduce al infier no de los yerbales: “Venid conmigo a los yerbales, y con vues- un laberinto que no acaba nunca. Medio desnudo, desamparado, el obrero del yerbal es un
tros ojos veréis lo real”. Todo el sistema de explotación yerbatero está enmarcado, no sólo perpetuo vagabundo de su propia cárcel”.40
en la costumbre, sino que está sancionado por el Estado. De esta manera, el polo de la ex- El mensú va perdiendo poco a poco sus atributos humanos; bajo el peso del fardo que
plotación económica, y en esto el argumento es debidamente anarquista, descansa en pri- lo aplasta, “aquello ya no es un hombre; es todavía un peón yerbatero. Hay quizá en él to-
mera instancia en la dominación política y no al revés. Barrett analiza los distintos decretos davía rebelión y lágrimas. Se ha visto mineros llorar con el raído a cuestas. Otros impoten-
y las diferentes leyes que después en la inmediata posguerra y apuntalaron el andamiaje so- tes para el suicidio, sueñan con la evasión”. El límite a partir del cual el hombre es impo-
cial mediante el cual es el trabajador el observado y puesto en rigor por las leyes y no las tente para el suicidio es prácticamente un punto de no retor no para Barrett, quien posee
empresas como la Compañía Industrial Paraguaya y la Matte Larangeira. Estas últimas, una visión bastante singular de la muerte voluntaria: “¿Cuál es la cobardía mayor, temer la
principalmente la Compañía Industrial Paraguaya, en los años posteriores a 1871 han ido vida o temer la muerte? ¿Resignarse a lo conocido o afrontar el misterio? Matarse es una
acaparando todas las tierras que fueran del Estado y estableciendo monopolios: “Es sabido cobardía a la que pocos se atreven; el presidiario que intenta evadirse, horadando el muro,
que el Estado perdió sus yerbales. El Estado llegó al extremo de regalar ciento cincuenta le- es más viril que el que se queda esperando órdenes en el calabozo, y me parece cosa gran-
guas a un personaje influyente. Fue aquella una época interesante de venta y arriendo de de convertir en llave el cañón de un revólver, y salir del mundo por el pequeño agujero de
tierras y de compra de agrimensores y jueces”.37 la sien”.41 En el mundo sin evasión posible de los yerbales un sinfín de problemas están
El grado cero de la explotación en el Alto Paraná se expresa por la for ma de contrata- asociados al trabajo. Entre otros, el salario (“su salario es ilusorio”), los precios (“son tan
ción de los trabajadores: el conchabo mediante la paga de un adelanto. Toda la operación exorbitantes que el peón, aunque se mate trabajando toda su vida, no tiene probabilidad de
se realiza ante un juez que rubrica la contratación y “con todas las for malidades de un in- saldar su deuda”), la alimentación (“yopará42 por la mañana y por la noche, toda la sema-
greso en presidio”. Por lo pronto, el adelanto deviene deuda que el obrero deberá pagar en na, todo el mes, todo el año. Alimento tan ruin y tan exclusivo bastaría por sí para dañar
for ma de trabajo. Todo el mecanismo está, según Barrett, preestablecido: “El anticipo, la profundamente el organismo más robusto”), la vivienda (“es un toldito para muchos cubier-
deuda, es la cadena que arrastra el peón de un habilitado a otro”. Incluso el holgorio tem- to de rama de pindó), la salud (“esta horda de alcohólicos y sifilíticos tiembla continuamen-
porario que significa el dinero rápidamente adquirido por el trabajador for ma parte del an- te de fiebre. Es el chucho de los trópicos”) y la prostitución (“el 90% de las mujeres de la
damiaje: “¡Durante horas la víctima es rica y libre! Mañana el trabajo forzado, infinita fati- mina son prostitutas”).43
ga, la fiebre, el tor mento, la desesperación que no acaba sino con la muerte. Hoy la fortu- En el penúltimo artículo Barrett describe los distintos tor mentos que infligen los capata-
na, los placeres y la libertad. ¡Hoy vivir, vivir por vez primera! Y el niño enfer mo sobre el ces a los mensús cotidianamente. Ante la más mínima muestra de resistencia las empresas
cual va a cerrarse la verde inmensidad del bosque, donde será para siempre la más hostiga- disponen de un repertorio de torturas: el estaqueamiento, el cepo, los azotes y el grillo. Por
da de las bestias, reparte su tesoro entre las chinas que pasan, compra por docenas fras- otra parte, por si los obreros-deudores atinaran a escaparse, las empresas tienen comisio-
cos de per fume que tira sin vaciar […] se embriaga en un supremo afán de olvido, se enlo- nes compartidas para recuperarlos. Barrett cita numerosos ejemplos del tesón que pone,
quece. Alcohol asqueroso a 10 pesos el litro, hembra roída por la sífilis, he aquí la postre- por ejemplo, La Industrial Paraguaya para recapturar a sus empleados, que llega incluso a
ra sonrisa del mundo a los condenados de los yerbales”.38 localizarlos hasta cinco años después de fugados.
En Lo que son los yerbales Barrett proporciona una infinidad de datos, precios de ali- Sólo falta denunciar cuál es el demonio que habita en el centro de la explotación de las
mentos que se venden en tiendas que pertenecen a las propias compañías yerbateras, va- selvas paraguayas: el beneficio de las empresas, el oro; lo que Barrett denomina “el botín”,
riaciones en los regímenes de contratación y en la organización del trabajo mismo. El rela- que es calculado a partir de la inversión inicial, la for ma en que han sido apropiadas las tie-
to descansa en infor maciones “objetivas” y mediante estas inclusiones Barrett escapa a la rras, la comparación de los salarios mensuales de los obreros según las distintas tareas a
mera crítica moral tan cara a la retórica libertaria. Y sin embargo todo en la narración de realizarse (atracadores y maquinistas, capataces, troperos, picadores, boyeros, chateros y
los hechos redunda en el patetismo de la situación de los mensús; cada artículo es un ani- mesús), el costo de la manutención de los trabajadores, la cantidad de bolsas que se pueden
llo más en la cadena de la opresión y el abandono, ya que una vez en la selva “el esclavo acarrear y su precio en el mercado. Obtenido el resultado, Barrett concluye Lo que son los
está tan desamparado como en el fondo del mar”.39 A cada paso que da, el trabajador de yerbales con una imprecación: “Yo acuso de expoliadores, ator mentadores de esclavos, y
los obrajes se va deshumanizando. La propia selva, “monstruo inextricable, inmóvil, hecho homicidas a los administradores de La Industrial Paraguaya y de las demás empresas yer-
de millones de plantas atadas en un solo nudo infinito”, contribuye a la situación constitu- bales. Yo maldigo su dinero manchado con sangre. Y yo les anuncio que no deshonrarán
yéndose como un espacio de experiencia más coercitivo que la misma cárcel. Dirigiéndose mucho tiempo más este desgraciado país”.44
a los que están en las prisiones, les dice: “Vosotros los que os apagáis en un calabozo, no
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vitalismo.
VI En Barrett el anarquismo no obtiene su fortaleza de una fe en la dimensión liberadora
de la ciencia y tampoco la extrae, enteramente, de una predisposición pedagógica apta
Como se pretendió demostrar anterior mente, existe en Barrett un intento de fundar para develar los mecanismos en los cuales se engarzaría y ocultaría la opresión. En este
la crítica y la denuncia de la realidad social sobre bases más sólidas que la simple decla- punto, el discurso no es poseedor de ningún tipo de supremacía ontológica. El logos se
mación contra el capital, la religión y el Estado. Pero por fuera de la denuncia en senti- contrae frente a otras fuentes de expresión y en este sentido la descripción “positiva” de
do estricto, Barrett intenta un acercamiento más especulativo a la temática, que aporta la realidad deviene un idioma de muertos incapaz de captar la vida en su constante fluir:
otro nivel de análisis de su obra. No hay duda de que la temática y el élan del anarquis- “¡Desvariados! De tanto mirar por el vidrio de vuestros microscopios y de vuestros teles-
mo sobrevuelan de diversos modos su prosa.45 En un sentido amplio, para Barrett el anar- copios tenéis la mirada de los difuntos. Analizáis maravillosamente lo automático. No veis
quismo, “extrema izquierda del alud emancipador, representa el genio social moder no en más que lo verdadero, y se os escapa lo real. Creéis tocar la sangre del universo, y no pal-
su actitud de suma rebeldía”.46 De este modo los anarquistas se engarzan en la milenaria páis más que su osamenta”.51 La diferenciación entre lo verdadero y lo real tan cara al vi-
marcha de los oprimidos en su búsqueda de la emancipación y de la resolución de la cues- talismo se presenta también, por ejemplo, a la hora de valorar el aporte de la obra de Marx
tión social. a la liberación de los oprimidos. Ésta es pensada como verdadera, en tanto que científica,
Para Barrett la moder na cuestión social, aun en su especificidad, es en realidad el colo- pero insuficiente para guiar la acción: “El razonamiento no crea energía. La razón será lo
fón y no el principio de algo que se estaría resolviendo desde comienzos de la civilización que se quiera, menos un motor. ¿En qué puede vigorizar al proletariado la idea del deter-
discutiendo la posibilidad de que la historia de la lucha de clases en su etapa actual no guar- minismo económico?”.52 Para Barrett el proletariado, del mismo modo que para Georges
dara relación con la lucha de clases a lo largo de la historia. Barrett, contraponiendo sus opi- Sorel y abrevando en éste, opera por demolición y no por comprensión ya que el prole-
niones con las del economista ruso Rodolfo Ritter,47 afir ma que si el proletariado moder no tariado se “inclina a cultivar los elementos que le prometen el triunfo, que se lo promete-
no guardara ninguna relación con las luchas de los esclavos de la Antigüedad, no es posible rían y tal vez se lo procurarían aunque se tratara de un triunfo ilógico: la disciplina y la fe.
explicar “¿por qué, entonces, nos conmueve la voz de Isaías: el que construya una casa la […] De aquí el sindicalismo, invasión reciente y for midable de algo que ya no es teoría, si-
habitará; el que plante un árbol comerá su fruto? Este beduino no habla con la precisión no una táctica austera. El carácter del movimiento es religioso; las grandes transfor macio-
de Engels, pero le entendemos muy bien”.48 Por eso mismo es que, para él, “la historia de nes sociales no se llevan a cabo sin estas magníficas epidemias de fe y esperanza. Sorel
la humanidad no es sino la epopeya única de la conquista de la vida y la emancipación del dice que la huelga general es un «mito» del sindicalismo”.53 La remisión al sindicalismo es
trabajo. […] Donde se establece la propiedad se establece la lenta y cobarde tortura de los importante en la medida en en que Barrett lo sitúa como una instancia de carácter unifi-
desposeídos”.49 La asociación entre el pasado y el presente no es sencillamente una simpli- cador de las dos tendencias predominantes en el seno del movimiento obrero inter nacio-
ficación atemporal de los conflictos sociales. Muy por el contrario, es desde el presente co- nal, el socialismo de cuño parlamentarista y el anarquismo: “La gran Inter nacional, que hi-
mo el pasado se resignifica y adquiere espesor: “El pasado no es una estatua encerrada; es zo vacilar a Europa, fracasó por la divergencia entre los discípulos de Marx y los de Baku-
un muerto del que apenas queda el polvo de los huesos, un muerto irresucitable, cuya po- nin. Si la actual Inter nacional lograra la unión de las dos ramas en el terreno relativamen-
dredumbre, para volver con las apariencias de vida a la luz del sol, requiere de la acción de- te neutro del sindicalismo, los minutos que le restan de vida a la sociedad capitalista esta-
for madora y mágica de otra vida en triunfo, así como el estiércol vanamente reunido por el rían contados”.54
recopilador escarabajo requiere del alma de las plantas para transfor marse en flores”.50 To-
da la revuelta del hombre por liberarse de sus ataduras presentes se articula con las luchas ***
del pasado contra la propiedad privada legal, la tierra, tanto en la Argentina como en Para-
guay, sancionada desde la Revolución Francesa en adelante. El presente trabajo pretendió establecer un marco general para el estudio y la recupe-
ración de la obra de Rafael Barrett, hoy injustamente olvidado. Como se ha intentado de-
mostrar, sus escritos son no sólo importantes para otorgar volumen a ese fenómeno histó-
VII rico tan proteifor me que fue el anarquismo en América del Sur a principios de siglo XX, si-
no que sirven de fuente para estudiar la for ma de explotación y dominación en los obrajes
Si bien es cierto que son abundantes en la obra de Barrett referencias a las bondades yerbateros de Paraguay y la Argentina. Por último, sus reflexiones de índole teórica sobre
de desarrollo de la ciencia y la técnica (juntas y por separadas), también es cierto que el la cuestión social habilitan una línea de pensamiento que opera por fuera del mero didac-
horizonte de expectativa emancipatoria no se extrae ni del análisis del binomio “ciencia tismo.
y técnica” en sí, ni del relevamiento de sus potencialidades. Sus ideas no pertenecen al
universo de ideas del positivismo, sino que se insertan en las corrientes de izquierda del
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dos, 2005, p. 232.
Notas 14
M.Á. Fer nández y F. Corral, “Criterio de la edición”, en R. Barrett, OC, t. I, pp. 33-36.
15
Orsini Menotti Bertani fue un anarquista de origen italiano que tuvo actuación en el anarquismo
1
Todas las cartas que componen la llamada polémica “Mejorana-Visca” en tor no a la figura de Ba- argentino como orador y escritor. Luego de ser deportado en 1902 recaló en Montevideo donde fun-
rrett fueron reunidas por Vladimiro Muñoz, sin lugar a dudas el más infor mado y meticuloso de sus bió- dó una imprenta y una editorial, O.M. Bertani Ediciones. Fue esta casa editorial la que editó los refe-
grafos, en un número homenaje, con motivo del centenario de su nacimiento, en la revista libertaria ridos Moralidades actuales y El terror argentino, ambos en 1910, y El dolor paraguayo en 1911.
Reconstruir. Véase V. Muñoz, “La polémica Mejorana-Visca sobre Barrett”, Reconstruir, 101, mar- Asimismo publicó distintas selecciones de trabajos de Barrett: Cuentos breves (del natural) en 1911
zo-abril de 1976, pp. 23-34. y Mirando vivir, Al margen, Ideas y críticas y Diálogos, conversaciones y otros escritos en 1912.
2
A. Castillo, “Lo que pasó aquella madrugada”, prólogo a C. Etcheverri, Rafael Barrett, una le- Para una semblanza de este interesante representante del anarquismo rioplatense véase H. Tarcus (dir.),
yenda anarquista, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2007, p. 10. Diccionario biográfico de la izquierda argentina, Buenos Aires, Emecé, 2007, p. 68.
16
3
M. Gálvez, Recuerdos de la vida literaria, I: Amigos y maestros de mi juventud. En el mun- R. Barrett, “Carta a José E. Peyrot, 27 de agosto de 1909”, en V. Muñoz, Barrett en Monte-
do de los seres ficticios, Buenos Aires, Taurus, 2002, p. 88. video, Montevideo, s/e, 1982, p. 27.
17
4
A. Donoso, “Un hombre libre”, prefacio a R. Barrett, Páginas dispersas (obra póstuma), Mon- R. Barrett, “Carta a José E. Peyrot, 9 de septiembre de 1909”, en V. Muñoz, Barrett en Mon-
tevideo, Claudio García, 1923, p. 8. tevideo, p. 32.
18
5
Entre el amplio repertorio de escritos sobre la vida de Bakunin, véase E.H. Carr, Michael Baku- J.E. Rodó, “Las moralidades de Barrett”, en R. Barrett, OC, t. IV.
nin, Barcelona, Grijalbo, 1970. Sobre la vida de Kropotkin, G. Woodcock e I. Avakumovic, El prínci- 19
Borges en una carta de 1917 a Roberto Godel citada en F. Corral, Rafael Barrett. El hombre
pe anarquista, Madrid, Júcar, 1971. y su obra, www.ensayistas.org/filosofos/paraguay/barrett/corral.htm.
6
R. González Pacheco, “Rafael Barrett. Prólogo a sus obras completas”, en Carteles, Buenos Ai- 20
Charleston, 3, agosto de 1926.
res, Americalee, 1956, p. 130.
21
H.A. Murena, “Carta del Río de la Plata. Ciudades”, Asonante, 4, San Juan de Puerto Rico,
7
F. Corral, El pensamiento cautivo de Rafael Barrett. Crisis de fin de siglo, juventud del 98 y octubre-diciembre de 1964, pp. 47-48.
anarquismo, Madrid, Siglo Veintiuno, 1994, pp. 3-55. La importancia de la obra de Francisco Corral,
22
que no se reduce tan sólo al libro referido sino que está asociada a una importante cantidad de artícu- D. Viñas, Literatura argentina y política. De Lugones a Walsh, Buenos Aires, Sudamericana,
los y conferencias y a la preparación de la última, y hasta cierto punto mejor, edición de las obras com- 1996, p. 45 (mi subrayado).
pletas de Barrett, merecería un estudio crítico aparte en la medida en que Corral lee a Barrett desde 23
D. Viñas, Anarquistas en América Latina, Buenos Aires, Paradiso, 2004, p. 34.
España y desde el clima de ideas que se fraguó en el entresiglos de ese país. Visto desde aquí, ese cli- 24
El folleto de Yunque, de 55 páginas, escrito en un tono fuertemente apologético, sitúa a Barrett
ma de ideas no parece ni tan singular ni tan deter minante como pareciera.
como un precursor de la literatura social en la Argentina. Lo recupera en tanto maestro, hombre, re-
8
Para una reconstrucción más minuciosa de su biografía, véase F. Corral, El pensamiento cauti- belde, escritor, crítico, articulista, conferencista, cronista, panfletista, pensador, cuentista y caballero an-
vo de Rafael Barrett, pp. 3-55. Puede consultarse también V. Muñoz, El pensamiento vivo de Ba- dante de los pobres. Á. Yunque, Barrett. Su vida y su obra, Buenos Aires, Claridad, s/f, p. 22.
rrett, Buenos Aires, Rescate, 1977, pp. 11-50. 25
Á. Yunque, ob. cit., p. 14.
9
R. Barrett, “La tragedia de hoy”, Obras completas (OC), t. IV, Asunción, RP Ediciones-ICI, 26
D. Viñas, “Barrett con el dolor paraguayo”, Ñ, 199, julio de 2007.
1988, p. 103.
27
10 J. Andreu, M. Fríase y E. Golluscio de Montoya, Anarkos. Literaturas libertarias de América
Para consultar acerca del lugar que ocupan Germinal y Rafael Barrett, en particular, y para la
del sur. 1900, Buenos Aires, Corregidor, 1990, p. 12.
historia del movimiento obrero de Paraguay, en general, véase D. Salinas, “Movimiento obrero y pro-
cesos políticos en Paraguay”, en P. Gonzáles Casanova (coord.), Historia del movimiento obrero la- 28
J. Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos
tinoamericano, vol. III, México, Siglo Veintiuno, 1984, pp. 359-421. Para establecer la importancia Aires, Manantial, 2001, p. 82.
de Barrett en la confor mación del anarquismo paraguayo, C. Rama y Á.J. Capelletti, El anarquismo 29
Ídem, p. 83.
en América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990, pp. LXXVII-LXXXIV.
30
11 L. Litvak, Musa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español (1880-
R. Barrett, “La gloria”, OC, t. II, p. 55.
1913), Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2001, p. 300.
12
S. Alba Rico, “Rafael Barrett. La sombra en llamas”, en R. Barrett, A partir de ahora el comba- 31
G. Simmel, “El extranjero”, en Sobre la individualidad y las formas sociales. Escritos escogi-
te será libre, selección, prólogo y notas S. Alba Rico, Madrid, Ladinamo, 2003, p. 16. Esta excelente
dos, Universidad Nacional de Quilmes, 2002, p. 211.
selección y su muy buen prólogo están disponibles en internet, http://www.ladinamo.org/editorial/.
32
13 C.R. Centurión, Historia de las letras paraguayas, citado por D. Salinas, ob. cit., p. 368.
L. Delgado Rey, “Anarchy in America: Influences of Anarchism in the Río de la Plata Literatu-
33
re (1890-1915)”, tesis de maestría en Literatura Hispanoamericana Rutgers University, Estados Uni- La Federación Obrera Regional de Paraguay, de tendencia anarco-sindicalista, fue fundada el 22
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de abril de 1906.
34
A. Roa Bastos, “Rafael Barrett descubridor de la realidad social del paraguay”, Prólogo a R. Ba-
rrett, El dolor paraguayo, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, p. IX.
35
A. Varela, El río oscuro, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986. Sobre este libro se pueden leer los
comentarios críticos de Noé Jitrik en “Los comunistas”, Contorno, 5-6, 1955.
36
R. Barrett, “La esclavitud y el estado”, OC, t. II, p. 7.
37
Ibídem.
38
R. Barrett, “El arreo”, en OC, t. II, p. 11.
39
R. Barrett, “La esclavitud y el Estado”, en OC, t. II, p. 9.
40
R. Barrett, “El yugo en la selva”, en OC, t. II, p. 13.
41
R. Barrett, “Suicidas anónimos”, en OC, t. II, p. 94.
42
El yopará es una mezcla de de maíz, porotos, charque y grasa.
43
R. Barrett, “Degeneración”, en OC, t. II, pp. 15-16. La Protesta, 1 de mayo de 1921
44
R. Barrett, “El botín”, en OC, t. II, p. 22.
45
Para una caracterización del anarquismo en Barrett véase M. Albor noz, “El instante de Barrett”,
Políticas de la memoria, 6-7, Buenos Aires, 2007.
Compañeros, adversarios y enemigos
46
R. Barrett, “La cuestión social”, en El dolor paraguayo, p. 148. Conflictos inter nos en el anarquismo argentino
47
Rudolf Ritter Layton nació en Moscú en 1864 y murió en Asunción en 1946. Fue economista, en la década del 20
matemático, abogado y periodista exiliado, y llegó a Paraguay en 1902. Difundió doctrinas vinculadas
con el liberalismo a través de publicaciones, conferencias y el semanario El Economista Paraguayo, Luciana Anapios*
que fundó y dirigió de 1908 a 1923.
48
R. Barrett, “La cuestión social”, El dolor paraguayo, p. 140. El pasionismo y partidismo es hoy casi una regla general en to-
49
Ídem, p. 141. dos los anarquistas. Los unos son “Antorchistas”, los otros son
50
“Protestistas”. Y los que no somos lo uno ni lo otro, también nos
R. Barrett, “De historia”, OC, t. III, p. 29.
insultan, porque nos dicen que hay que definirse, que somos ambi-
51
R. Barrett, “Filosofía del altruismo”, en OC, t. II, p. 236. guos, y otras sandeces por el estilo. Pero ¿definirse de qué? ¿Es aca-
52 so contra nuestro enemigo común contra quien se lucha?
R. Barrett, “La cuestión social”, en OC, t. II, p. 248.
¡No! Es de compañero a compañero.
53
Ídem, p. 248. Juana Rouco, “Un llamado a la concordia anarquista”,
54
R. Barrett, “La cuestión social”, en El dolor paraguayo, p. 151. Nuestra Tribuna, 34, 1 de septiembre de 1924, p. 1
E
ste artículo propone un breve recorrido por los principales sectores que confor ma-
ron el anarquismo en la década del 20. Las discusiones, la tendencia a la división y
la multiplicidad de enfoques fueron parte constitutiva del movimiento libertario, y su
desarrollo en la Argentina no fue una excepción. En este sentido, las disputas en esta eta-
pa fueron el punto de llegada de una serie de conflictos anteriores.1 En 1927, Diego Abad
de Santillán sostenía que “las discordias inter nas juegan y jugaron en el movimiento anar-
* UBA.
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Entrepasados - Nº 32, fines de 2007: 27-41
quista un gran papel, más que en ningún movimiento revolucionario”.2 Las discusiones en- mientos giraran en torno al manejo de los recursos dentro del movimiento. El protestismo
tre corrientes rivales de fines del siglo XIX –que habían establecido diferencias entre orga- intentó neutralizar la tendencia innata a la división a través del monopolio de la imprenta y
nizadores y antiorganizadores– habían sido importantes pero más bien teóricas y, en cier- esto despertó cuestionamientos. En segundo lugar, las diferencias ideológicas y de métodos
to modo, eran una prolongación de problemas europeos.3 El grado de violencia que cobra- de lucha utilizados atravesó los debates con cada uno de los sectores; la Revolución Rusa, la
ron los conflictos durante los años 20, junto con la confor mación de un adversario que len- caracterización de quién era un preso social, de qué huelga era reformista o espontánea o la
tamente adquiría los atributos de enemigo inter no, estuvo vinculado a aspectos locales. La caracterización del movimiento obrero variaba y fueron objeto de debate. Por último, los con-
Argentina de entreguerras brindó un contexto nuevo frente al cual el movimiento libertario flictos personales, que en un partido político tienden a ocultarse detrás de diferencias ideo-
debió adaptarse. La creciente intervención estatal, su interpelación a un sector del movi- lógicas o políticas irreconciliables, en el anarquismo no sólo no se ocultaban sino que pare-
miento obrero, los cambios en la organización sindical, la movilidad social y el proceso de cían alcanzar para explicar, desde la prensa, la radicalización del conflicto. “Diferentes men-
moder nización de la sociedad, la Revolución Rusa y la irrupción de nuevas prácticas dentro talidades”, “personalidades bohemias”, “falsos predicadores de la anarquía” y hasta acusa-
del movimiento, fueron algunos de los desafíos frente a los cuales el anarquismo debió de- ciones de cobardía y locura aparecen en la prensa como parte indisociable de los debates.
finir su identidad. A la hora de explicar las particularidades del proceso de radicalización de los conflictos
El análisis de los conflictos inter nos se inscribe en un intento por comprender qué su- inter nos, la relación con el movimiento obrero no puede escapar al análisis. Estas disputas
cedió con el polifacético movimiento anarquista de comienzos de siglo XX en una etapa en tuvieron lugar en momentos particulares con relación al nivel de movilización. Tras una eta-
la que su relación con el movimiento obrero se vio alterada y atravesada por otros movi- pa de repliegue del nivel de conflictividad social, luego de la represión del Centenario, y los
mientos de izquierda. Esto no significa buscar en las disputas inter nas una justificación que altos niveles de desocupación como consecuencia de los problemas económicos generados
explique la decadencia. Lo que la historiografía sobre el anarquismo ha analizado como el por la Primera Guerra Mundial, entre 1917 y 1922 se dio el período de mayor actividad sin-
fin de la etapa heroica en el Centenario y el comienzo del declive no fue vivido de esa for- dical y luchas reivindicativas.4 La recuperación del nivel ocupacional, gracias a la demanda
ma por los contemporáneos. Las prácticas políticas, sociales y culturales del movimiento li- de mano de obra para la industria, los saldos migratorios negativos y el hecho de que los sa-
bertario continuaron en las principales ciudades; su capacidad para liderar conflictos, huel- larios estuvieran rezagados frente al incremento de los precios, favorecieron el resurgimien-
gas y actos de solidaridad alter nó con fracasos y con la competencia del sindicalismo. En to de la actividad sindical, creando las condiciones clásicas para que se produjera un alza de
este cambiante contexto, el discurso anarquista siguió interpelando a un sector de la socie- las luchas.5 El auge de la actividad sindical se reflejó en el crecimiento y la representatividad
dad y sus prácticas continuaron teniendo sentido. El declive del anarquismo en la década de las centrales obreras, entre las cuales la FORA del IX Congreso registró el mayor creci-
del 20 es evidente desde la actualidad, teniendo en cuenta su peso a comienzos del siglo miento del período: en 1915 contaba con cincuenta sindicatos que pasaron a 734 en 1920.
XX. Pero en la tentación de representar lo sucedido en la historia como justificado se pier- También la FORA del V Congreso creció en esta etapa.6 Durante el primer congreso
den las particularidades que per miten comprender los conflictos inter nos en este período. extraordinario, en septiembre de 1920, la presencia de cuatrocientos delegados de doscien-
No es un dato menor que, luego del golpe de Estado de 1930 y en un contexto de perse- tas sociedades adheridas y cincuenta y ocho autónomas confir maba este hecho.7 “La re-
cución policial y represión que era nuevo en la Argentina –y que fue particular mente feroz composición de la FORA anarquista resulta, entonces, notable, si se tiene en cuenta que en
con el anarquismo–, las diferencias se diluyeron y se encontraron colaborando militantes 1915 estuvieron presentes en la fundación de la FORA V sólo 21 sociedades obreras (14
que hacía años habían protagonizado enfrentamientos violentos. como adherentes y 7 como observadoras). La situación de debilidad de los anarquistas pa-
Entre 1916-1917 y 1920 se delinearon cuatro corrientes en el anarquismo local. En pri- rece haberse revertido parcialmente a partir de los conflictos que se desarrollan durante los
mer lugar, el sector vinculado a La Protesta y la FORA; en segundo lugar, las agrupaciones años 1918 y 1919.”8 Este crecimiento estuvo vinculado tanto a las divisiones dentro de la
disidentes, que en un proceso de diferenciación interna confluyeron en lo que se denominó FORA del IX Congreso como al incremento de las tasas de sindicalización, resultado del
el “antorchismo” y que representaba a las agrupaciones, publicaciones y gremios vinculados asenso de las luchas de los trabajadores por recuperación de salarios, desocupación, con-
al periódico La Antorcha; la Revolución Rusa favoreció la conformación del sector anarco- trol del proceso de trabajo y calidad de vida. Este incremento llegó a su límite en 1922,
bolchevique, que reivindicó la experiencia soviética; por último, desde los primeros años de cuando la desmovilización y el repliegue de las luchas reivindicativas ganaron terreno y pa-
la década del 20 un sector de militantes y simpatizantes libertarios comenzaron a implemen- saron a for mar parte de las impugnaciones entre las diferentes corrientes que se responsa-
tar la expropiación como método de financiamiento y la violencia como forma de lucha. bilizaban por el declive.
En la base del conflicto se encontraba la puja por instalar un discurso predominante den- El principal desafío para el anarquismo argentino, en esta etapa, fue el avance del sin-
tro del anarquismo. Sin una línea dogmática que acatar, el hecho de qué sector definía qué dicalismo revolucionario; esto no impidió que una serie de factores ensancharan la brecha
era el anarquismo y qué acciones eran anarquistas fue objeto de debate. No obstante, una inter na. Hasta 1921, la división más profunda fue con los anarco-bolcheviques. Pero a par-
serie de ejes pueden ser delineados para analizar los conflictos internos. En primer lugar, la tir de 1922 el conflicto se expresó entre protestistas y antorchistas. Estas denominaciones
disputa por el control de la prensa determinó que una serie de enfrentamientos y distancia- fueron contemporáneas y serán utilizadas como una for ma de dar cuenta de dos sectores
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que fueron delineándose entre 1915 y mediados de la década del 20, en tor no a La Pro- suales a periódicos, comités pro presos y comités de solidaridad con diversas causas. Los
testa y La Antorcha. Durante la segunda parte de la década del 20 la disputa entre ambas movimientos de caja que publicaban todos los meses detallaban entradas en concepto de
corrientes llegó a extremos inexplorados. En este proceso se dio el paso de adversario a funciones filodramáticas, suscripciones, donaciones, pero fundamentalmente a través de la
enemigo. Los dos episodios más significativos fueron el atentado a la imprenta del periódi- venta de ejemplares y libros y las entradas por la imprenta.12 Al mismo tiempo recibían su-
co antorchista Pampa Libre y el asesinato de Emilio López Arango, principal redactor de mas de dinero desde el interior del país que eran enviadas para el propio periódico y para
La Protesta, en la puerta de su casa. De estos dos hechos clave, el atentado a Pampa Li- otros sectores. El principal problema para el resto del movimiento era que esta fuente de
bre representó un quiebre de importancia simbólica y práctica porque implicó la irrupción financiación estaba en manos del grupo editor de La Protesta y podía ser suspendida.
de una lógica de grupos en acción que era nueva en el interior del anarquismo argentino.9 Alrededor de este tema giró lo que las corrientes disidentes denominaron “el problema de
Entre el delineamiento de sectores diferenciados dentro del anarquismo local y el aten- la prensa anarquista”.13 El principal problema era la permanencia de las mismas personas en
tado hubo una serie de episodios que prepararon el terreno para el estallido de la violencia. el grupo editor de La Protesta y el intento de este sector por monopolizar el discurso liber-
La aparición en escena del anarquismo expropiador no sólo avivó las inter nas, reinstalan- tario. Durante el Primer Congreso Anarquista Regional, celebrado en octubre de 1922, se
do el debate; su incorporación a las disputas fue parte del propio proceso conflictivo y su discutió si se exigía a La Protesta un cambio en su administración, debido a que los mismos
radicalización. hombres llevaban varios años en sus puestos. El grupo editor de La Protesta no dependía del
voto de agrupaciones de afinidad o de los sindicatos. En la práctica funcionaba como un en-
te autónomo que había surgido en un momento crítico de una asamblea de militantes.
Un espacio disputado: La Protesta Por su parte, el protestismo desestimaba gran parte de las publicaciones que surgían
dentro del movimiento considerándolas más un producto de la vanidad de sus redactores,
En tor no al periódico La Protesta y a la FORA se delineó el sector más poderoso den- que al no conseguir un puesto en la administración o redacción de La Protesta emprendían
tro del movimiento. El periódico tenía una extensa trayectoria que se remontaba a 1897, su propio proyecto editorial. Los desencuentros personales, la oposición a Apolinario Ba-
cuando comenzó a publicarse La Protesta Humana, que en 1903 pasó a llamarse La Pro- rrera y Emilio López Arango, provocaban el alejamiento de numerosos colaboradores que
testa. Si bien nunca fue la única publicación anarquista –desde fines del siglo XIX compar- iniciaban su propio periódico para, en la opinión de Abad de Santillán, criticar libremente
tía espacios con los periódicos L’Avvenire y El Rebelde que desaparecieron en los prime- a sus ex colegas: “Fuera de ese matiz de oposición al máximo responsable de la conduc-
ros años del siglo XX–, fue desde el comienzo el representante del sector organizador.10 La ción del diario, no había nada fundamental que nos separase a unos de otros. […] De to-
principal ventaja del periódico, frente a los que quedaron en el camino, fue su transfor ma- dos ellos lo único que nos separa era el modo de ser bohemio o sensible de algunos de sus
ción hacia comienzos de siglo, principalmente al empezar a integrar infor mación sobre el responsables”.14
movimiento obrero que estaba ausente en otras publicaciones libertarias. Además, los pro- La diversidad y la proliferación de hojas anarquistas era una característica del movimien-
blemas económicos, que eran el mal irresoluble para estos emprendimientos, no afectaron to que el grupo editor intentaba controlar. Allí apuntaba una resolución adoptada durante
a La Protesta del mismo modo que a otras. Gracias al peso de su tradición, pero funda- el congreso extraordinario de la FORA, a comienzos de octubre de 1920: todos los perió-
mentalmente a su vinculación con la FORA, se convirtió a lo largo de los años en una em- dicos “tratarán de coordinar su propaganda gremial e ideológica, for mando con ese fin, en
presa editorial. Logró tener una imprenta propia, un recurso fundamental ya que no sólo cada ciudad importante un comité de relaciones […] a los efectos de unifor mar la propa-
evitaba las constantes interrupciones y las deudas impagables sino que le per mitía colabo- ganda para el fin propuesto para cada caso específico”.15
rar en la aparición de nuevas publicaciones anarquistas. El manejo de La Protesta fue un La Protesta no impedía que surgieran nuevos proyectos por fuera de ella pero la desi-
espacio disputado y una fuente constante de conflictos. Desde comienzos del siglo XX fun- gualdad a la hora de presentarse como órganos de la colectividad era evidente. Era allí don-
cionó como un elemento de centralización y unificación de la actividad libertaria. “Pero es- de se cometía, según Teodoro Antillí, una gran injusticia; porque el reconocimiento de la
te cometido, además de despertar lógicos resquemores, parecía una misión imposible en un tutela de La Protesta y la falta de recursos para quien intentara prescindir de ella implica-
movimiento cuya tendencia al agrupamiento libre y por afinidad de ideas lo convertían en ban una jerarquización de la pertenencia al movimiento. La lucha por apoderarse de los re-
un heterogéneo e incontrolable mosaico.”11 cursos había llegado a convertirse en una lucha por el poder.16
La Protesta representó a la línea dura del movimiento y la coherencia en la dirección El problema de la prensa enfrentó, en los primeros años de la década del 20, al protes-
adoptada en sus editoriales era una muestra de ello. En la década del 20 el grupo editor es- tismo principalmente con la corriente que se delineó alrededor de La Antorcha. Las rela-
tuvo confor mado por Diego Abad de Santillán, Emilio López Arango y Apolinario Barrera. ciones entre estos dos sectores eran inevitables. Eran compañeros, más allá de lo que de-
El financiamiento que podía conseguirse a través de este sector era muy superior al que po- jaban ver sus editoriales cada vez más provocativos. A estos conflictos se sumaron renco-
dían conseguir otras agrupaciones. La Protesta hacía llegar donaciones para otras publica- res personales de larga data, desconfianzas mutuas y diferencias en tor no a los métodos y
ciones y el mismo grupo editor colaboraba entregando una parte de sus recaudaciones men- las tácticas en coyunturas concretas. Cuando las prácticas del anarquismo expropiador y la
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utilización del atentado irrumpieron en Buenos Aires, la violencia se convirtió en un eje más tra La Protesta–, La Antorcha publicó un artículo de Fer nando del Intento que cuestiona-
a través del cual se polarizaron las posiciones, convirtiéndose en ocasiones para marcar la ba la conveniencia de poseer una imprenta ya que eso desembocaría inevitablemente en ac-
diferencia con aquellos que cada vez más ocuparon el lugar de adversarios. ciones autoritarias, deslealtades, asaltos y ataques destinados a conservar su exclusividad.22
A partir de septiembre de 1924, cuando La Antorcha y sus simpatizantes fueron ex- El artículo, que discutía la cuestión de la propiedad en el movimiento anarquista, había sido
pulsados de la FORA, La Protesta cortó el envío de dinero a estos sectores y les impidió rechazado por el periódico Ideas, a cuyo grupo editor pertenecía Del Intento, por estar en
utilizar su imprenta. Tras el atentado a Pampa Libre y la expulsión del antorchismo de las desacuerdo con su contenido, y fue publicado y discutido por La Antorcha. La respuesta no
filas de la FORA, el conflicto pasó a denominarse en la prensa como guerra abierta.17 Len- se hizo esperar, pero el hecho de que lo publicaran habla del grado de debate inter no que
tamente el lugar de adversario fue dando paso al de enemigo inter no. En este proceso, la habilitaba el periódico y de los desafíos que rodeaban al problema de los recursos.
interrupción del financiamiento, las críticas a la FORA por parte del antorchismo y la tibia Otra característica del antorchismo fue su insistencia en que la unidad del movimiento
crítica de este sector al uso de la violencia como for ma de lucha por parte del anarquismo obrero no debía lograrse a expensas del posicionamiento ideológico. Aquí había una fuer-
expropiador le per mitieron al grupo editor de La Protesta sostener desde la prensa que es- te discusión con el sector protestista y una de las razones por las que la primera publicación
tos dos sectores compartían un mismo fin: desvirtuar el significado del anarquismo y perju- del antorchismo fue La Protesta Humana, nombre originario de La Protesta que, en la in-
dicar al movimiento eran los objetivos de falsos cultores de la anarquía, auténticos “guerri- terpretación antorchista, había sostenido con énfasis la importancia de mantener ambas
lleros y agitadores”, “terroristas”, más que militantes comprometidos.18 condiciones. Antiestatismo, antiparlamentarismo y finalismo eran las bases del sector an-
torchista, que se presentaba a sí mismo como el sector radicalizado.23 Asimismo, si bien los
principios fundamentales del anarquismo constituían el telón de fondo sobre el que todos
“Alumbrando el camino de los que llegan”: La Antorcha coincidían, había matices. Esto se hizo evidente en una serie de coyunturas que enfrenta-
ron al movimiento con sus propios problemas.
La segunda corriente que se delineó en esta etapa fue el antorchismo. Este sector sur- Con respecto a la prensa, la posición de La Antorcha fue explícita desde el primer nú-
gió dentro del grupo de La Protesta, a partir del suplemento quincenal La Obra. En 1916, mero que salió a la calle, el 25 de marzo de 1921. Venía a discutir la centralización en el
a menos de un año de su publicación surgieron problemas entre los redactores y la admi- movimiento y a defender la organización libre y voluntaria de individuos o agrupaciones.24
nistración de La Protesta. Un grupo se separó cuestionando la conducta de Apolinario Ba- Apuntaba al punto neurálgico de la cuestión de los recursos al criticar la arbitrariedad de la
rrera, durante una acción de boicot a una empresa cervecera.19 Como consecuencia de es- colaboración de La Protesta con otras publicaciones. Le cuestionaba que los aportes fueran
tos roces –detrás de cuyos reclamos morales se escondía el descontento por la tendencia entendidos como una concesión y no como un derecho para toda la prensa anarquista y de-
centralizadora que pretendían ejercer sobre el movimiento los dirigentes de La Protesta y nunciaba que sólo apoyaban materialmente un nuevo emprendimiento –prestando sus ins-
la FORA–, los redactores de La Obra comenzaron a delinear una corriente disidente. El gru- talaciones y no sólo saludando la iniciativa desde sus columnas– cuando podían hacer pro-
po fundador estaba integrado por Rodolfo González Pacheco y Teodoro Antillí y su primer paganda de ello.25 Lo cierto era que esta crítica caía en el vacío; la imprenta era propiedad
proyecto independiente fue el periódico La Protesta Humana, que tuvo una corta vida. En- de La Protesta y era su grupo editor el que determinaba con qué sectores colaborar.
tre 1919 y 1920 publicaron Tribuna Proletaria. Finalmente, el 25 de marzo de 1921 apa- Lo que sí representaba un desafío a discutir era el debate en tor no a la multiplicación
reció La Antorcha, que salió hasta 1932.20 Además de sus fundadores for maban parte del de hojas libertarias. Los antorchistas veían allí una característica del anarquismo que había
periódico Horacio Badaraco, Alberto Bianchi, Mario Anderson Pacheco, David Valdés, que defender. Este aspecto tenía una larga tradición y se vinculaba a los postulados de la
Teodoro Dúctil y José González Lemos, y colaboraban entre otros Sebastián Faure, Fer- tendencia antiorganizadora de fines del siglo XIX, que veía en el enfrentamiento y las diver-
nando del Intento y Julio Barcos. El antorchismo estuvo for mado principalmente por tres gencias per manentes un hecho positivo que evidenciaba la fuerza del movimiento. La des-
periódicos –La Antorcha, de Buenos Aires; Pampa Libre, de General Pico, La Pampa, e centralización per mitía la ampliación de perspectivas y por lo tanto mayores posibilidades
Ideas, de La Plata– y los gremios adheridos. para la propagación de la idea. La Protesta utilizó estos aspectos que compartían las co-
Lo que definió al antorchismo como corriente dentro del movimiento fue la combinación rrientes antiorganizadoras y el antorchismo para identificarlos con aquella tradición. La uti-
de cierta homogeneidad con suficiente diversidad.21 Podían debatirse ideas con una ampli- lización despectiva del calificativo “individualistas” para referirse al sector disidente fue una
tud que no era frecuente en La Protesta; en más de una ocasión se dieron discusiones teó- de las primeras for mas en que interpelaron a este sector desde sus columnas. Lo cierto es
ricas o coyunturales en las columnas de La Antorcha, replicando de un número a otro lo que si bien el antorchismo compartió algunos postulados de las corrientes antiorganizado-
que se consideraban “actitudes bolchevizantes” o “desviaciones sindicalistas” de sus propios ras, en otros puntos, como en la relación que el anarquismo debía mantener con el movi-
colaboradores. El grado de discusión inter na que per mitía el periódico se evidenció en va- miento obrero, planteaba la necesidad de vincularse a esas organizaciones. Uno de los en-
rios momentos, pero fue clave en el debate por los recursos. En 1925, meses después de frentamientos decisivos entre La Protesta y La Antorcha tuvo lugar durante la huelga ge-
la compra de una imprenta propia –en una operación que implicó una campaña directa con- neral contra la ley de jubilaciones, en mayo de 1924. En aquella ocasión La Antorcha le
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reprochó al protestismo la actitud vacilante que les impidió encabezar la huelga, dejando Revolución Rusa era la revolución de la igualdad económica, el momento del comunismo y
que el descontento de los trabajadores fuera capitalizado por el sindicalismo.26 posterior mente habría un nuevo momento en el proceso revolucionario, el de la libertad y
La escalada conflictiva de 1924 –que implicó campañas contra La Protesta, acusacio- la anarquía.31 Nunca elaboraron una teoría de esa transición; sin embargo, esta visión eta-
nes durante la huelga general contra la ley de jubilaciones, la expulsión del Comité Pro Pre- pista chocaba con las imágenes previas del pensamiento anarquista porque implicaba acep-
sos y el atentado a Pampa Libre– culminó en la expulsión del antorchismo de la FORA. Es- tar la división entre una esfera de la igualdad económica, comunista, y otra de la libertad in-
ta resolución implicó la profundización de las divisiones y afectó la unidad del movimiento dividual-social, anarquista.
obrero adherido a la FORA.27 La expulsión de voces disidentes era un hecho grave e iné- La centralidad que esta corriente le otorgaba al movimiento obrero también implicaba
dito. Por su alcance y por el momento en el que llegaba, a menos de un mes del atentado una ruptura con la tradición teórica del anarquismo. El problema se agravó sobre todo entre
a Pampa Libre, implicaba el intento de imponer una única y centralizada voz libertaria. 1919 y 1921 porque los anarco-bolcheviques ocuparon puestos de dirección en la FORA
La Antorcha fue la corriente disidente más importante del anarquismo y en este proce- del V Congreso y desde allí reforzaron las tendencias a la unificación de las federaciones
so de radicalización construyó su propia identidad. Hasta 1924, el grupo editor evitó rom- obreras con la FORA del IX Congreso. Estas tendencias estaban presentes desde 1917, pe-
per con la FORA e identificarse como un sector diferenciado. En 1925 continuaba recha- ro durante 1921 se creó un Comité de Unificación que fracasó tanto por la oposición de los
zando la calificación de “antorchistas”, que La Protesta utilizaba para identificarlo como una sectores protestistas y antorchistas como por la nula solidaridad de los sindicalistas con las
facción, contestando que “el antorchismo era un fantasma” y que la pretendida fracción no huelgas de Las Palmas y la Patagonia.
era más que “antiprotestismo”.28 La irrupción de la violencia y el ilegalismo como métodos En 1921, tras el fracaso de los intentos fusionistas, los anarco-bolcheviques fueron expul-
contribuyeron a polarizar posiciones. Para La Antorcha significó el reconocimiento de que sados de la FORA. Tras el rumbo que tomaba la revolución, su adhesión al anarquismo ponía
conformaban un sector con identidad propia. A partir de 1927 comenzaron a utilizar abier- en juego la propia identidad libertaria. A partir de ese momento se dividieron entre un sector
tamente el calificativo de antorchistas que unos años antes les resultaba estigmatizador y a vinculado al anarco-sindicalismo y otro que mantuvo los principios con los cuales se habían
llenar de contenido esta imagen: “Los antorchistas, los que llevan La Antorcha en el cora- formado. Las escisiones fueron una característica del recorrido de este sector. “Los anarco-
zón y en el puño, levantándola bien alto para que alumbre el camino de los que llegan, de bolcheviques fueron entre los anarquistas quienes sostuvieron por más tiempo la obligación de
los que han hambre y sed de justicia, de los que se suman a la falange revolucionaria”.29 incorporar al acervo revolucionario ácrata las enseñanzas que la experiencia rusa brindaba.
Pero para 1919 esto ya no era tan simple. A esta altura era más que conocido que los maxi-
malistas rusos no eran anarquistas, ni una conjunción de distintas vertientes revolucionarias
Bolcheviques o anarquistas entre las cuales estuvieran estos últimos. Los bolcheviques se definían como marxistas y co-
mo tales eran, para el anarquismo, políticos y estatistas.”32 En 1923, el grupo separado de
La tercera corriente que surgió en este período fue la anarco-bolchevique. El grupo nun- la FORA se denominó “aliancista” y favoreció la formación de la Asociación Libertaria Argen-
ca aceptó esta denominación y se autoproclamaban “anarquistas nuevos” o “constructores” tina (ALA), en oposición a la FORA. Este sector terminó siendo absorbido por la Unión Sin-
frente a los “anarquistas cristalizados”, la línea más dogmática del movimiento, en la que dical Argentina (USA) y no llegó a convertirse en una alternativa al anarquismo tradicional.
eran incluidos tanto protestistas como antorchistas.30 Su apoyo a la Revolución Rusa fue El anarco-bolchevismo ocupó hasta mediados de 1924 el lugar del enemigo inter no. Pe-
inicial y desde el primer momento consideraron el maximalismo como el modelo de la re- ro lo cierto es que ya no for maba parte del movimiento y su expulsión había venido a fijar
volución futura y, por primera vez, posible. La defensa de la dictadura del proletariado, y un límite que recuperaba la identidad libertaria, una identidad que en 1921 se oponía cla-
por lo tanto del mantenimiento del Estado, fue el principal foco de conflictos con el anar- ramente al rumbo que tomaba la revolución. En el proceso de radicalización de los conflic-
quismo, mientras su rechazo a la política bajada del Komintern los alejaba del comunismo. tos inter nos, el lugar que antes ocupaba este sector pasó a ser progresivamente reemplaza-
Este sector tuvo su origen en 1913, con el periódico rosarino La Rebelión. Posterior men- do por el antorchismo y luego por el sector expropiador, en una amalgama sin distinción.
te crearon Bandera Roja (1919), El Comunista (1920, Rosario), El Trabajo (1921-1922), Con el transcurso de la década, en los editoriales de La Protesta el anarco-bolchevismo pa-
El Libertario (1923-1932) y nuevamente La Rebelión (1925). Su principal dirigente fue só a fundirse, como su propia trayectoria, con el sindicalismo.
Enrique García Thomas. Entre 1919 y 1921 este sector enfrentó la oposición, primero del
antorchismo y luego del protestismo. Tras la represión a los anarquistas por parte del Par-
tido Comunista en Rusia, los sucesos de Kronstadt y el llamado de atención por la crecien- Debates en torno a la violencia
te marxistización del anarquismo, el problema central consistió en cómo defender los prin-
cipios libertarios y sostener la pertinencia de la dictadura del proletariado. La respuesta de Durante los años 20 surgieron sectores que adoptaron for mas de acción violentas. De-
los anarco-bolcheviques fue defender la tesis del etapismo. De esta for ma concebían la dic- nominados expropiadores por sus simpatizantes y anarco-delincuentes por sus detracto-
tadura del proletariado como un momento necesario, previo a la sociedad emancipada. La res, “uno de los rasgos principales de estos sectores era el descreimiento de la acción de
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masas y su consecuente aislamiento de los trabajadores y sus instituciones, a la vez que de- tema y como for ma de financiamiento. A esto se sumaban los debates en tor no a la defini-
mostraban un extremado apego por la violencia para alcanzar sus objetivos”.33 Entre las ción de la categoría “presos sociales”. El hecho de qué sector del anarquismo definiera su
principales figuras de este sector se encontraban Severino Di Giovanni, Buenaventura Du- alcance no era menor y tenía consecuencias prácticas inmediatas en este contexto. Para La
rruti, Miguel Arcángel Rosigna, Andrés Vázquez Paredes, Vicente Moretti y Aldo Aguzzi. Antorcha y los defensores de la acción violenta, la definición debía incluir a anarquistas de-
Desde el periódico Culmine atacaron duramente a La Protesta y a sus redactores, sumán- tenidos por expropiación mientras que para La Protesta éstos eran considerados delincuen-
dose así a una campaña que había comenzado mucho antes y aportando una cuota de vio- tes comunes y había que negarles toda solidaridad.35 Las contradicciones se hacían eviden-
lencia renovada. tes en la ambigüedad de la defensa moral basada en la inocencia. Incluso La Antorcha, más
La acción violenta tomó dos formas; en primer lugar el atentado vindicador, el asesinato tolerante con la utilización de estos métodos, los presentaba como inocentes víctimas de la
político a figuras del orden, protagonistas de la represión al movimiento obrero y el atentado justicia burguesa, más que como anarquistas, revolucionarios o rebeldes.36
a sitios simbólicos del poder de la burguesía. En segundo lugar, las acciones menores: robos, Frente al acto individual la posición del movimiento libertario nunca fue unánime; el ac-
hurtos, expropiaciones, propaganda por el hecho, falsa moneda, sabotaje y toda acción ile- to dependía del carácter de quien lo ejecutara y contra quién. Desde un primer momento
gal destinada a conseguir fondos para la propaganda. En los años 20 el ilegalismo se convir- La Protesta descalificó la acción de este sector y la desvinculó de los “verdaderos gestos de
tió en una práctica y se reinstaló el debate en medio de un ambiente caldeado por la crecien- sacrificio” de Radowitzky y Wilckens. Para el protestismo estos actos estaban bajo un man-
te conflictividad interna. En este proceso, el uso de la violencia como arma de lucha contra to de sospecha y eran la acción de delincuentes y terroristas. El eje del debate giraba en tor-
el Estado –no así la violencia interna– había sido objeto de debate en varias ocasiones. Simón no a qué causas debía reivindicar el movimiento anarquista y cuáles definitivamente queda-
Radowitzky y Kurt Wilckens se habían convertido en mártires y si bien La Protesta nunca ha- ban fuera de su incumbencia. En este contexto es significativa la recurrente utilización de
bía reivindicado abiertamente el atentado individual, el tormento en la cárcel de Ushuaia del citas de los clásicos del anarquismo, como fuentes de autoridad para dar apoyo a la posi-
primero y el asesinato impune del segundo, con la complicidad de las autoridades de la Peni- ción de cada sector; tanto La Protesta como La Antorcha citaban a Kropotkin o Fabri pa-
tenciaría Nacional, los habían convertido en símbolos de la injusticia del sistema. ra condenar o justificar la violencia como legítima defensa contra el sistema. De esto se que-
Osvaldo Bayer sostiene que el primer asalto con fines políticos que inauguró las accio- jaba E. Roqué cuando le recriminaba al antorchismo que “cuando Malatesta les repite que
nes del anarquismo expropiador fue en mayo de 1919. En estas acciones incluye asaltos y la anarquía no es la bomba, casi lo tienen por un renegado”.37
fraudes; los atentados, en cambio, se extendieron a partir de 1925. Las bombas que esta- Los conflictos con el anarquismo expropiador se sumaron a los debates que venían dán-
llaron en Buenos Aires, durante la campaña por Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, des- dose dentro del movimiento desde fines de la década del 10. La Antorcha tuvo una posi-
de mediados de 1927, fueron decisivas. El 22 de julio contra el monumento a Washington ción ambigua con respecto a los atentados y la expropiación como método. Si bien no lle-
y el local de la Ford; el 24 de diciembre contra las sedes del Banco de Boston y en el City gaban a defenderlos abiertamente tenían contactos con varios miembros de estos grupos,
Bank; unos meses después, el 24 de mayo de 1928, una bomba explotó en la Embajada incluidos Scar fó y Di Giovanni. Negaban estar defendiendo el uso de la violencia como fin
italiana. La muerte de civiles hizo de estas acciones una nueva fuente de disputas. Conde- del movimiento libertario pero, en coyunturas como la de 1927, el tono a favor de la vio-
nados rotundamente por el protestismo y tolerados por el antorchismo, los anarquistas ex- lencia de masas y la venganza por la ejecución de Sacco y Vanzetti tomaba la delantera.
propiadores ocuparon un lugar central en el proceso de radicalización. El asesinato de Emi- “En ocasiones apoyaban las acciones de Di Giovanni y en otras efectuaban críticas elípti-
lio López Arango en manos de Di Giovanni fue parte de estos debates y sus consecuencias cas, como sucedió con la polémica en tor no a las tremendas consecuencias del atentado a
inter nas.34 la Embajada italiana. La Antorcha, por un lado sostenía que no criticaría los atentados po-
¿Debía apoyarse a quienes recurrían a la expropiación o al delito para sostener un mo- pulares aunque causaran víctimas inocentes, pero sí lamentaba que se produjeran.”38
vimiento ideológico? ¿Había que rechazarlos porque desprestigiaban la lucha libertaria? Pa- En la confor mación de la imagen del enemigo inter no, los atentados de fines de 1927
ra Bayer, la principal línea de conflicto en tor no a este tema se dio entre La Protesta, iden- fueron claves. En medio de un clima de persecuciones policiales y parapoliciales, la carac-
tificada como los hombres de la línea intelectual, y La Antorcha, los partidarios de la ac- terización de “terrorista” o “subversivo” dejaba de expresar conflictos inter nos y pasaba a
ción directa que apoyaban moralmente todo acto contra la burguesía, por más delictivo que ser un instrumento utilizado por las fuerzas de seguridad. La Protesta, que conocía la dife-
fuera; la derecha y la izquierda dentro del movimiento. No obstante, ni La Protesta se de- rencia entre el grupo editor de La Antorcha y el grupo de violentos que, en nombre del
finía como la línea intelectual, ni La Antorcha era el defensor de la acción directa. Este te- anarquismo, hacían del robo o de las bombas una for ma de expresión, identificaba al an-
ma merece ser problematizado e incluido dentro de una serie de diferencias entre ambos torchismo como el enemigo. Incluso Horacio Badaracco, miembro de La Antorcha, a
sectores. quien años después Abad de Santillán reivindicó en sus memorias, fue denunciado por La
Desde mediados de los años 20, las campañas por Sacco y Vanzetti y por la libertad de Protesta menos de una semana después del atentado del 24 de diciembre: “Figuraron en-
Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso y Gregorio Jóver –acusados de intentar atentar tre los terroristas individualizados por la policía, sujetos de acción y muy conocidos por sus
contra Alfonso XIII– pusieron en discusión el derecho a expropiar como ar ma contra el sis- ideas disolventes, como Miguel Arcángel Rosigna y los her manos Moretti. También for ma-
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ba parte de ese grupo, el que se denomina antorchista, otro anarquista de destacada ac- Notas
tuación: Horacio Badaracco”.39
1
A Badaracco se lo acusaba de haber quemado una bandera norteamericana en medio Véase J. Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910, Bue-
de una manifestación –razón por la cual fue detenido por la policía–, pero en la caracteri- nos Aires, Manantial, 2001; para un análisis de los conflictos de la prensa, D. Abad de Santillán, “La
zación que hacía La Protesta, antorchismo, expropiación y violencia eran parte del mismo Protesta: su historia, sus distintas fases y su significación en el movimiento anarquista de la América
del Sur”, en Certamen Inter nacional de La Protesta. Buenos Aires, 1927.
estigma que el movimiento libertario tenía que sacarse de encima como un lastre.40
2
D. Abad de Santillán, ob. cit., p. 49.
3
Véase E. Colombo, Los desconocidos y los olvidados. Historias y recuerdos del anarquismo
Consideraciones finales en la argentina, Montevideo, Nordan-Comunidad, 1999.
4
Véase O. Pianetto, “Mercado de trabajo y acción sindical en la Argentina, 1890-1922”, Desa-
En el recorrido por las principales corrientes que confor maron el movimiento libertario rrollo Económico, 4, 94, 1984.
en la década del 20, quedaron inevitablemente una serie de cuestiones sin explorar. Más
5
Los principales conflictos entre 1917-1922 son analizados por A. Doeswijk, “Entre camaleones
allá de las principales características esbozadas en cada uno de los casos analizados, falta
y cristalizados: los anarco bolcheviques rioplatenses, 1917-1930”, tesis de doctorado, Universidad de
profundizar en las bases de los conflictos inter nos, que en el presente artículo han sido só-
Campinas, 1998.
lo esbozadas. Los debates por los recursos fueron centrales a la hora de delinear los prin-
6
cipales sectores que se enfrentaron en esta etapa. Las diferencias en cuanto a métodos y La especificación de V Congreso refería al carácter comunista-anárquico aprobado en 1905. Du-
rante el IX Congreso, en 1915, y aprovechando la mayoría sindicalista, se suprimió; ambas centrales
tácticas también estuvieron presentes en coyunturas concretas. Sin embargo, los debates
convivieron hasta 1922, cuando la FORA sindicalista pasó a denominarse Unión Sindical Argentina.
ideológicos atravesaron los antagonismos y constituyen a su vez el aspecto más difícil de
En este artículo la denominación FORA refiere a la anarquista.
rastrear en la prensa libertaria. Más allá de la Revolución Rusa, se hicieron evidentes en tor-
7
no a la interpretación de los teóricos libertarios para sostener la posición a favor o en con- Véase R. Pittaluga, “La recepción de la revolución rusa en el anarquismo argentino (1917-
1924)”, tesis de licenciatura en Historia, FFyL, UBA, 2000.
tra de la violencia, el alcance de la categoría de preso social, el manejo de los recursos y el
8
ilegalismo. Profundizar en estas discusiones per mitirá comprender lo que las diferencias Ídem, p. 40.
personales o las disputas de poder dejan sin explicar; la confor mación de un enemigo in- 9
El 4 de agosto de 1924 militantes protestistas balearon el local del periódico Pampa Libre, en
ter no dentro del anarquismo al que se dio vía libre para combatir. General Pico. En el enfrentamiento murió el militante de la FORA Domingo Di Mayo y hubo heridos
La sobrerrepresentación de los sectores vinculados a La Protesta y La Antorcha se fun- de ambos bandos. Véase J. Etchenique, Pampa Libre. Anarquistas en la pampa argentina, Santa Ro-
damenta en el hecho de que la polarización entre estas corrientes fue la principal en los sa, UNQ, 2000.
años 20 y para los contemporáneos fue muy difícil no tomar partido. Los conflictos con el 10
Sobre este tema véase J. Suriano, Anarquistas…, e I. Oved, El anarquismo y el movimiento
anarco-bolchevismo y con el anarquismo expropiador se adecuaron a esta diferenciación. obrero en Argentina, México, Siglo Veintiuno, 1981.
En este sentido, la construcción que hizo La Protesta de su enemigo inter no involucraba 11
J. Suriano, Auge y caída del anarquismo. Argentina, 1880-1930, Buenos Aires, Capital Inte-
elementos del antorchismo y de los grupos expropiadores. La gran diferencia entre las co- lectual, 2005, p. 73.
rrientes representadas por La Protesta y por La Antorcha fue, una vez más, la cautela de
12
En los Talleres Gráficos La Protesta se imprimían “todo tipo de trabajos tipográficos, como ser
la primera, la selectividad en su defensa de miembros de la comunidad libertaria, la conde-
periódicos, revistas, programas, papel de cartas, invitaciones, sobres, tarjetas comerciales, sellos de go-
na de la acción violenta y el rol de la FORA. La Antorcha por su parte apareció como el
ma, timbrados y fábrica de libros comerciales, etc.”, La Protesta, 23 de enero de 1919.
sector más radicalizado; extendió y vinculó la defensa de Sacco y Vanzetti con las de Asca-
13
so, Durruti, Jóver, Eusebio Mañasco y Radowitzky; criticó la vacilación de la FORA para lla- T. Antillí, “El problema de la prensa anarquista”, La Antorcha, 29 de septiembre de 1922, p. 3.
mar a la huelga general, no condenó los actos violentos que se sucedieron a lo largo de 14
D. Abad de Santillán, La FORA. Ideología y trayectoria del movimiento obrero revoluciona-
1927 –en sus columnas los llamados a la acción violenta se sumaban a festejos por los des- rio en la Argentina, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2005, p. 98.
trozos durante las manifestaciones y el apoyo a boicots y sabotajes–, defendió la inocencia 15
Ídem, p. 264.
de los personajes involucrados en estas acciones y, sobre todo después de la ejecución de 16
T. Antillí, ob. cit, p. 3.
los obreros italianos, cobró un tono más violento que el que empleaba nor malmente.41 En
17
el debate alrededor de la violencia se conjugaban una larga cadena de disputas que eran an- “Reivindiquemos la libertad de opinión y de crítica en el movimiento anarquista”, La Antorcha,
teriores a la década del 20. Explorar las razones de la radicalización de los conflictos inter- 4 de julio de 1924, p. 1.
18
nos es parte del intento de esta primera aproximación. “Un atentado terrorista”, La Protesta, 29 de diciembre de 1927; “Terrorismo”, 26 de mayo de
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1928; “El anarquismo y las bombas. Una leyenda policial y periodística que debemos combatir con to- ciones culturales, Madrid, Iberoamericana, 1995.
da energía desde nuestro movimiento”, 26 de mayo de 1928; “Violencia negativa”, 27 de enero de 37
E. Roqué, “Anarquismo y violencia”, La Antorcha, 11 de febrero de 1928, p. 1.
1928.
38
19
J. Suriano, Auge y caída del anarquismo…, p. 84.
La extorsión a empresas durante acciones de boicot fue una vía infor mal de financiamiento.
39
20 “Un atentado terrorista”, La Protesta, 29 de diciembre de 1927, p. 1.
Desde abril de 1925 tuvieron imprenta propia e intentaron convertir la publicación en diario. El
40
proyecto sólo se concretó durante unos meses en 1927. “El anarquismo y las bombas. Una leyenda policial y periodística que debemos combatir con to-
21 da energía en defensa de nuestro movimiento”, La Protesta, 26 de mayo de 1928, p. 1.
Véase R. Pittaluga, ob. cit.
41
22 Luego del 22 de agosto de 1927 La Antorcha sumó a su título el epígrafe “¡Todos los caídos
Véase F. del Intento, “Temas de la vida anarquista: entre nosotros”, La Antorcha, 31 de julio
deben ser vengados! ¡Guay, si no lo son!”.
de 1925.
23
La posición finalista se refería a la obligación de mantener como finalidad de toda organización
obrera la adhesión al comunismo anárquico, votada durante el V Congreso. Véase R. Pittaluga, ob. cit.
24
Su impugnación a la centralización no implicaba oponerse a la creación de federaciones sino re-
cordar que el objetivo no era la creación de una central que concentre la autoridad y el poder suficien-
te para “organizar nos sobre un modelo igual y general y reservarse los derechos de gobier no y direc-
ción”. La Antorcha, “Por arriba o por abajo”, 25 de marzo de 1921, p. 1.
25
Véase T. Antillí, ob. cit., p. 3.
26
Véase L. Anapios, “Radicalización y conflictos inter nos en el anarquismo argentino: la experien-
cia de la huelga general de 1924”, XI Jor nadas Interescuelas, Tucumán, septiembre de 2007.
27
Para una lista de las agrupaciones, gremios y publicaciones expulsados, véase D. Abad de San-
tillán, La FORA. Ideología y trayectoria…, p. 276.
28
La Protesta separó a Rafael B. Alcaráz, miembro de la agrupación Voluntad, sosteniendo que
“tomó partido por La Antorcha y es uno de los peores enemigos que tiene[n] la FORA y La Protes-
ta. En consecuencia no podemos mantener con él ningún tipo de relación”, citado en La Antorcha,
164, 12 de junio de 1925, p. 4. Véase también “La Antorcha no constituye una facción”, 157, 24
de abril de 1925, p. 1.
29
“La Antorcha y orden social”, La Antorcha, 6 de enero de 1928, p. 2.
30
Véase A. Doeswijk, ob. cit.
31
Véase R. Pittaluga, ob. cit.
32
Ídem, pp. 92-93.
33
J. Suriano, Auge y caída del anarquismo, p. 83.
34
Emilio López Arango y Diego Abad de Santillán fueron sus fervientes opositores. Las amenazas
que cruzaron durante todo 1929 hicieron que fuera señalado como el principal sospechoso del asesi-
nato. Véase O. Bayer, Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia, Buenos Aires, Planeta,
1998.
35
A. Rey, “La violencia anarquista en la perspectiva de la prensa periódica (1909-1931)”, XI Jor-
nadas Interescuelas, UNT, septiembre de 2007.
36
Sobre el uso de argumentos de la burguesía por parte del anarquismo, Serge Salaün sostiene
que el discurso anarquista reproducía el orden burgués y se enraizaba en la dependencia verbal y cul-
tural del sistema que intentaban combatir. Véase S. Salaün, “Teoría y práctica del lenguaje anarquista
o la imposible redención por el verbo”, en I. Hofmann y T. Tours, El anarquismo español. Sus tradi-
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Anarquismo, criollismo y literatura
Pablo Ansolabehere*
Sin ley, sin patria, sin amo, he aquí el rasgo etnológico sobre el
cual está modelada nuestra psicología, he ahí el molde tradicional
de nuestras almas.
Luz al Soldado, 7 de septiembre de 1913
E
n 1888 Joquín V. González publica La tradición nacional, texto que desde el título
sintetiza uno de los temas centrales del período de entresiglos, y alrededor del cual se
van a formular y discutir preguntas tales como qué es lo que define lo auténticamen-
te argentino, qué tipo humano encarna mejor el espíritu nacional, cómo debe orientarse, en
función de esa tradición, el proceso inmigratorio que amenaza con disolverlo, etcétera.
El anarquismo, a su manera, participó del debate sobre la tradición nacional, y no sim-
plemente para negar su validez. Elaboró, por ejemplo, su propia lectura de la historia ar-
gentina. Y no dejó de involucrarse en una de las cuestiones más directamente vinculadas
con ese debate: los alcances y usos de lo criollo, palabra clave junto con gaucho en el pro-
ceso de elaboración o de redefinición de la tradición nacional, a las que se recurrirá frecuen-
temente cuando se le quiera dar un nombre a los rasgos diferenciales de la argentinidad.
Lo que me interesa analizar en las páginas que siguen es, en primer lugar, qué pasó den-
tro del discurso anarquista de comienzos de siglo con lo criollo, es decir, qué posiciones y
* UBA.
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Por otro lado, la visión negativa del gaucho se refuerza con el aporte de las teorías de un modo análogo pero inverso, uno de los compañeros de ruta de su autor (y de los pocos
Charles Darwin y Herbert Spencer sobre la lucha por la vida y la superioridad o inferiori- a quienes Basterra nombra de manera elogiosa en su libro), Alberto Ghiraldo, es quien lle-
dad de ciertas razas, más el agregado de la antropología criminal de Cesare Lombroso y sus va adelante el intento vindicatorio del elemento criollo y propone con mayor énfasis la alian-
teorías sobre el atavismo surgidas de la misma matriz positivista. De manera que el argen- za con el inmigrante. Y lo hace apelando también al gaucho, sobre todo a uno: Martín Fie-
tino es, según Basterra, un tipo racial definido por el estigma de la degeneración y la infe- rro, nombre elegido para la revista que funda y dirige entre 1904 y 1905, y en la que me-
rioridad, por eso la sinonimia criollo-gaucho que define lo argentino debe ser completada jor puede seguirse su propuesta de un criollismo libertario.6
con su componente más “enfer mo y decadente”: el indio.4 El nombre de la revista no es casual y le per mite elaborar un proyecto editorial que se
Quizá el mejor ejemplo ficcional del funcionamiento de este sustrato ideológico dentro propone intervenir en lo político desde una platafor ma cultural basada sobre todo en la li-
de la literatura anarquista sea “Un crimen”, cuento de Enrique Crossa en el que se narra teratura. El personaje de Martín Fierro puede representar, a comienzos de siglo, casi como
cómo una familia de gauchos, caracterizados por su “indolencia hereditaria”, su “pereza ningún otro nombre, al tipo de gaucho que les interesa rescatar a los anarquistas: un mo-
abrumadora”, sus rostros “peludos” o “siniestramente angulosos”, asesinan a un pobre tur- desto trabajador que por negarse a votar la lista del juez es enviado al ejército, y que tiene
co (“un inmigrante”) para robarle sus baratijas.5 el valor de desertar y de enfrentarse –y vencer– a la autoridad policial que lo persigue. Pe-
Pero además este anticriollismo anarquista se enfatiza por una comprobación: que el ro además Martín Fierro es el nombre de una pieza de literatura que también resulta admi-
grueso de las fuerzas de choque de la policía y el ejército responde al tipo social del “criollo”, rable. En el primer número de la revista de Ghiraldo, junto con la foto de Her nández y una
del habitante de “las provincias”, definido racialmente por la cruza del indígena con el espa- selección de estrofas de su poema, aparece un breve texto de presentación que sintetiza el
ñol. Se trata de los “indios” o “gauchos de uniforme”, cuya brutalidad en la represión de los porqué de la elección de Martín Fierro. Las razones son tres: su capacidad simbólica (“en-
manifestantes anarquistas muchas veces es explicada por su origen étnico y social. Un buen car nación de nuestras costumbres, instituciones, creencias”), el sentido clasista de su lucha
ejemplo es “¡Respetá l’autoridá, che!”, crónica aparecida en el número 245 de La Protesta, (“el grito de una clase luchando contra las capas superiores de la sociedad que la oprimen”)
el 1 de enero de 1904, en la que el habla es, ya desde el título, un modo de caracterizar al y su valor artístico, que define un modelo de literatura cuyo gran mérito consiste en poder
“indio de la esquina”, es decir, al vigilante. En el relato se denuncian los atropellos del policía plasmar de un modo “vivo, palpitante, natural, estereotípico… la vida de un pueblo”.7
en cuestión que, borracho, trata de encarcelar a un “joven argentino” al que acusa de “grin- Es decir que la revista de Ghiraldo concuerda con aquellos que sugieren –todavía tími-
go”. Lo curioso es que al arremeter contra el joven exclama: “Yo soy Moraira” (sic), en una damente– que en el gaucho puede encontrarse la clave de la idiosincrasia argentina, pero
inversión de la tantas veces citada anécdota de aquellos gauchos u orilleros que, borrachos, difiere notoriamente –al leer la vida del gaucho desde la perspectiva de la lucha revolucio-
desafiaban a la autoridad proclamando ser el famoso personaje de Gutiérrez. Lo que eviden- naria– en la definición de esa idiosincrasia. Y además hay que puntualizar que no se trata
temente se busca mostrar con la anécdota es que, en la Argentina, los que detentan la auto- de “el gaucho” sino de uno, que tiene la particularidad de ser un personaje literario. En es-
ridad y piden respeto por ejercerla son tan criminales como el peor de los delincuentes. te sentido la revista Martín Fierro aparece como precursora del proceso fuerte de consa-
Sin embargo, la posición frente a lo criollo encabezada por Basterra, si bien predomi- gración del poema de Her nández que se verificará algunos años después de su aparición.
nante, no fue unánime dentro del anarquismo. Una razón evidente es que un tipo de críti- El valor del Martín Fierro, de Her nández, lo que define su grandeza, es esa capacidad en-
ca radical como la suya excluye toda posibilidad de incorporación del elemento criollo tra- vidiable de plasmar la vida del pueblo y, lo que tal vez sea más importante todavía, de lle-
bajador a la lucha que propone el anarquismo. Las taras congénitas y atávicas que corro- gar a él.
bora Basterra inhiben al trabajador criollo no sólo de participar junto a sus compañeros de Desde su aparición la revista de Ghiraldo se instala en el medio de una doble disputa
trabajo inmigrantes en la lucha revolucionaria sino también de la sociedad futura que se pre- sobre la tradición de la que va a ser partícipe. Por un lado, como ya se sugirió, dentro de
tende construir. Frente a esta postura van a aparecer en el anarquismo argentino otras vo- la misma tradición anarquista. Recordemos que el libro de Basterra acaba de salir y que,
ces que sí creerán en la posibilidad de la alianza y en las cualidades –revolucionarias– del si bien la revista Martín Fierro no se identifica explícitamente como una publicación anar-
trabajador criollo. Y que además verán en las diferentes variantes de la literatura criollista quista (el subtítulo sólo dice Revista popular ilustrada de crítica y de arte), la postura po-
un modo de llegar al gran público que esa literatura cultivaba y de plantear la posibilidad de lítica de su director, la de varios de los colaboradores, el contenido de muchas de las no-
la alianza revolucionaria del inmigrante y el hijo de la tierra. tas y el hecho de que a partir del número 31 se convierta en el suplemento cultural de La
Protesta, nos dan la pauta de que se trata de una revista que se inserta dentro del movi-
miento libertario defendiendo una postura polémica sobre la cuestión de lo criollo-gau-
La vuelta de Martín Fierro chesco. Pero, por otro lado, la revista Martín Fierro también participa (debido en gran
medida a la ubicación de Ghiraldo en el incipiente campo cultural argentino) en la discu-
Así como El crepúsculo de los gauchos sintetiza mejor que ningún otro texto la postu- sión sobre la tradición nacional, y sobre el uso y la definición de lo criollo, de lo rural y de
ra anticriolla y elige al gaucho “crepuscular” como la figura a la que dirigir sus ataques, de la figura del gaucho.
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Frente a la postura más generalizada dentro del anarquismo que condena el elemento ca por las notorias inflexiones gauchescas que adquiere el lenguaje, así como por las afir-
criollo y frente al rescate oficial en curso del gaucho como encar nación de lo criollo, des- maciones del yo que se hace cargo de la enunciación, quien se presenta a sí mismo como
pojado en lo posible de todo resabio moreirista y más cercano a la imagen de un paisano un “pobre gaucho rústico”.8 Sin embargo, ese gaucho abandona la for ma de expresión ca-
sosegado y fiel, la revista Martín Fierro propone otra opción: incorporar al gaucho a la tra- racterística dentro de la tradición del género –el canto– y elige la más moder na de la prosa
dición libertaria inter nacional y, en el mismo movimiento, exhibir el componente anarquis- del periodismo de combate.
ta de lo criollo que define lo más puro y valorable de la tradición nacional. En “Diálogos criollos” ocurre algo similar: se les da la voz a interlocutores criollos, quie-
La línea criollista de la revista puede resumirse en tres secciones que la integran: “Clá- nes se expresan utilizando las inflexiones de la lengua que, se supone, les son característi-
sicos criollos”, “Crónica gaucha” y “Diálogos criollos”. La primera –que mantendrá una re- cas, pero dentro de uno de los géneros emblemáticos de la literatura anarquista (y de la gau-
gularidad de la que van a carecer las otras dos secciones– se compone siempre del fragmen- chesca): el diálogo.
to de algún poema perteneciente al género gauchesco, en el sentido amplio que pocos años Por eso también la denuncia, uno de los tonos característicos de la poesía gauchesca,
después lo va a definir Ricardo Rojas en su Historia de la literatura argentina (1917). va a ser un componente esencial de estas secciones de la revista de Ghiraldo. La denuncia,
En contra de lo que puede suponerse (y de lo que sugieren los versos del poema de Her- en este caso, va a apuntar a los males de la sociedad burguesa que, ya a esa altura del si-
nández elegidos en el primer número de la revista) el criterio de selección de los fragmen- glo, son tópicos de la literatura anarquista: la trampa electoral, los manejos turbios de los
tos de la revista de Ghiraldo no sigue un propósito militante. Es decir, salvo algunas excep- políticos, las mentiras de la Iglesia, la propiedad privada y el latifundio, las leyes, el servicio
ciones, los versos elegidos no denuncian la situación social a la que se ve sometido el gau- militar, la explotación laboral. Al darle a la denuncia esa for ma específica de politización,
cho, ni son un desafío a la autoridad, ni una glorificación de la deserción militar u otras pos- se va a operar una refuncionalización del género, pero siempre buscando, en la medida de
turas análogas. Por lo tanto “Clásicos criollos” es una sección cuya existencia podría justi- lo posible, mostrar que las injusticias que se denuncian también for man parte de la tradi-
ficarse, en principio, por razones estético-pedagógicas. Las últimas tienen que ver con la ción nacional (que a la vez es inter nacional). Ciertas situaciones ya presentes en el poema
confianza que los anarquistas tienen en la función educadora del arte y la creencia de que de Her nández, para no ir más lejos, sobre el uso del gaucho en las elecciones o como ma-
el contacto con la literatura y el arte, más allá de su mensaje ideológico manifiesto, produ- no de obra gratis en el ejército, se repiten en la crítica extendida a todo el sistema electo-
ce el efecto positivo de “elevar” al lector y, por lo tanto, de hacerlo más apto para asimilar ral de principios de siglo o a la flamante ley de servicio militar obligatorio y las denuncias
los postulados anarquistas y, sobre todo, para transfor marse en el hombre nuevo que la so- sobre malos tratos en el ejército.
ciedad futura necesita. Ahora bien, ¿para quién están escritos estos textos? La primera respuesta puede encon-
Sin embargo, la elección del género gauchesco también puede ser vista como el inten- trarse en los destinatarios que esos mismos textos proponen. El gaucho de las crónicas se
to de reconocer el valor literario de un tipo de literatura cuya “clasicidad” todavía no ha si- dirige, insistentemente, a su “er manos”, y en los diálogos, el destinatario evidente es el crio-
do consagrada. En relación con esto puede pensarse que la ausencia de los dramas rurales llo interlocutor. Es decir que, en ambos casos, el destinatario del discurso “esclarecedor” es
de Eduardo Gutiérrez, así como de los textos que integran lo que Er nesto Quesada define, un igual, gaucho o criollo a quien, además, se puede interpelar. En el caso de Camilucho
en for ma peyorativa, como “literatura criollista”, es un modo de asegurar la calidad estéti- Tresmarías, el pedido hacia el auditorio compuesto por sus “er manos” es ser fieles –una vez
ca de una sección de “clásicos”. Pero también puede pensarse que, sin incluir sus manifes- más– a los atributos y valores esenciales en la definición del criollo resumidos en la valen-
taciones más condenadas, “Clásicos criollos” es un intento de aprovechar la popularidad de tía y la resistencia a la opresión. Por eso, frente a los atropellos de la “sevelisasión” de que
la poesía gauchesca y, sobre todo, de lo criollo asociado a la literatura de alcance popular son objeto, el criollo se pregunta y les pregunta a sus criollos interlocutores: “¿Adónde es-
para llegar a un público lector muy numeroso, al que se intenta instruir, con la ayuda de tán los justicieros de sí mesmos?”.
otras secciones, en la necesidad de la lucha y de la revolución social. Pero además lo que se espera no es meramente la reacción el auditorio criollo sino la
Algo distinto ocurre con las secciones “Crónica gaucha” y “Diálogos criollos”. Aquí no se reacción esclarecida, gracias sobre todo a los efectos saludables de la alianza del criollo con
va a trabajar con los fragmentos de un género ya dado y de algún modo concluido sino que el trabajador inmigrante dentro del movimiento anarquista. En uno de los “Diálogos crio-
se va a hacer uso de la gauchesca, de sus procedimientos característicos, de sus tópicos, pe- llos”, “El infractor”, conversan dos criollos (que, por el lenguaje y el dibujo que acompaña
ro refuncionalizados por la mezcla con géneros propios de la literatura de prensa anarquista. el diálogo, más que gauchos parecen orilleros) sobre la decisión de uno de ellos de no pre-
“Crónica gaucha” –sección esporádica y que tiende a desaparecer luego de los prime- sentarse a la convocatoria del ejército y convertirse en desertor. El “infractor” es el perso-
ros números de la revista– se caracteriza, como su nombre lo sugiere, por el cruce entre naje esclarecido, no sólo porque explica las verdades, sino porque además lee libros y dice
una for ma narrativa propia del periodismo moder no, la crónica, con un procedimiento que cosas que su compañero, le confiesa, jamás ha “escuchao en la vida”. Su propuesta de en-
define al género gauchesco: el uso, por parte de un autor letrado, de la for ma expresiva ca- frentar a la autoridad hace que su timorato e inexperto interlocutor lo compare, irónicamen-
racterística del gaucho. Esa ficción enunciativa (el que habla es un gaucho), que se mantie- te, con Juan Moreira. El infractor entonces acepta la comparación con el gaucho de Gutié-
ne hasta en el seudónimo elegido para fir mar las notas (“Camilucho Tresmarías”) se ratifi- rrez, pero aclara que en todo caso él sería un Moreira con conciencia, porque Moreira “pe-
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leó sin pensarla”.9 El pecado de Moreira, para estos anarquistas, no es su enfrentamiento su vez, en el contexto de una discusión –derivada de ese problema– sobre “el idioma de los
con la autoridad sino la ausencia de un sentido que guiara ese enfrentamiento. Pelear “pen- argentinos”.
sándola” sería, para estos criollos, buscar la alianza, como se propone en una de las cróni- En 1902, año en que está fechada la carta, esta cuestión ha llegado a uno de sus pun-
cas gauchas, con el “pueblo trabajador”, que “emprinsipia a protestarla […] meta güelga”.10 tos más alto de disputa debido a la publicación, ese mismo año, de El “criollismo” en la
El cruce de lo gauchesco con for mas e ingredientes propios de la literatura de prensa literatura argentina, de Er nesto Quesada. Este estudio, presentado como una prolija répli-
anarquista persigue sin dudas el propósito de aprovechar la ya demostrada capacidad de lle- ca a quienes pretenden que la literatura criollista equivale a literatura argentina, es también
gada de textos como el Martín Fierro para acceder al “pueblo” y convencer a los trabaja- –y sobre todo– un intento de definir el alcance de los tér minos “criollista” y “criollo”, de
dores criollos de las bondades de sumarse a las filas del movimiento libertario o, por lo me- neutralizar las confusiones que genera su uso y de advertir sobre la peligrosidad de una li-
nos, de abandonar las filas de los “rompehuelgas”, de la policía o el ejército. teratura popular que amenaza con convertirse en paradigma de la lengua y de la cultura (y
Pero también es muy probable que desde Martín Fierro se esté pensando en el públi- por lo tanto del destino) de una nación en proceso de for mación. Así como, según argu-
co habitual que integra el movimiento anarquista, a quien se quiere mostrar que la alianza menta abundantemente Quesada, es ridículo sostener que una manifestación literaria dia-
con el criollo es posible y a quien además se intenta seducir con un tipo de literatura que, lectal –como puede ser la gauchesca, epítome de lo criollo– se convierta en la literatura na-
como lo señala Adolfo Prieto, tenía abundantes lectores no sólo en el sector criollo sino cional, más lo es pretender que no sea el español la lengua nacional y sí, en cambio, uno
también entre los inmigrantes, aunque depurándola de sus rasgos más censurables. de los tantos dialectos que la componen, o, peor aún, la mezcla de todos ellos.
Es en este punto donde Quesada impugna el alcance de los tér minos “criollo” y “crio-
llista”, no sólo porque se recurre a ellos para intentar proclamar la existencia del “idioma
Neocriollo y mala mezcla argentino”, sino porque, debido a su uso indiscriminado, han ido perdiendo su significación
originaria para pasar a designar indistintamente tanto a la literatura gauchesca como a los
Esta idea de la alianza revolucionaria entre criollos e inmigrantes plasmada en la revis- folletines de Eduardo Gutiérrez y a toda una vastísima producción de literatura popular cu-
ta de Ghiraldo que, por un lado, aparece como la respuesta polémica a una postura anti- ya lengua es una mezcla de diversas “jerigonzas” que, a su vez, son también hijas de la mez-
criolla predominante dentro del anarquismo, por otro parece funcionar como el correlato cla: “cocoliche”, “compadrito”, “orillero” y hasta “lunfardo”. En este sentido “criollista” vie-
de la creciente desconfianza, por parte de un grupo de intelectuales ligados con las clases ne a designar un tipo de literatura –que Quesada básicamente aborrece– en la que la len-
dirigentes, hacia las virtudes de lo “criollo moder no”, sobre todo en relación con algunas gua empleada es aquella que surge del modo de expresión más o menos fiel de las clases
manifestaciones culturales de carácter popular. Tal desconfianza reside fundamentalmente populares e “iletradas”.
en que, lejos ya de representar la esencia de lo nacional en estado puro, “criollo” también El problema de la literatura criollista aparece, según Quesada, hacia 1880 con los folle-
es un concepto usado para describir ciertos aspectos culturales producto del contacto entre tines de Gutiérrez y la consagración posterior de su secuela, el “moreirismo”. La extrema
las “bajas clases sociales” (como gustaba decir Miguel Cané) locales y extranjeras, y la lite- popularidad de la literatura que deriva de Juan Moreira amenaza con provocar un efecto
ratura “criollista” es la expresión más elocuente de los resultados indeseables de esa mez- social desastroso, porque enaltece al compadrito y, de este modo, pervierte al “inmigrante
cla y de su peligrosidad. acriollado” que lo adopta como modelo a seguir.
Si desde cierto anarquismo la fór mula de la alianza revolucionaria de los oprimidos es Literatura, lengua y clase social confor man el núcleo del problema que Quesada detec-
mostrar como positiva la mezcla entre criollos y extranjeros de baja condición, desde sec- ta y trata de analizar. Lo dice claramente: “El extranjero culto aprende sencillamente el cas-
tores ligados con el poder –y de un modo análogo pero inverso– será la metáfora de la ma- tellano: a él, pues, no me refiero, sino al obrero, el de clase humilde y que carece de for-
la mezcla el recurso más habitual para representar las consecuencias de una cruza indesea- mación”.12 Ése, Quesada lo sabe bien, es el tipo social que confor ma el grueso de la inmi-
ble. Lo que me interesa en este punto es ver qué sucede, no tanto desde el anarquismo si- gración que llega al país y que, en su afán de adaptación, asume rápidamente el modelo
no con el anarquismo, en algunas de las resoluciones simbólicas del conflicto generado por –que es sobre todo un modelo cultural– que le ofrecen las clases populares argentinas: el
esa mezcla. criollismo. Y de las jergas que lo confor man, el “cocoliche” se convierte en la versión más
En una carta dirigida a Fray Mocho, y refiriéndose a sus relatos publicados en Caras y ridícula y, al mismo tiempo, exasperante de una literatura que pretende pasar por sinóni-
Caretas, Miguel Cané le asegura que “cuando se reúnan en volumen todos esos bocetos de mo de la idiosincrasia argentina. Definido como “corrupción” idiomática, resultado de la
vida argentina, entonces diré ya lo que ellos representan y representaron en nuestra litera- mezcla de “los dialectos genovés y napolitano con el gauchesco y compadrito”, lo que más
tura. Ése, ése es el CRIOLLISMO legítimo, porque es el que existe, es el que vive, y no el del le alar ma a Quesada del cocoliche es que “aspira a vida propia” y que “se habla por milla-
gaucho desvanecido, o del cocoliche híbrido y cambiante”.11 La afir mación de Cané sobre res de inmigrantes y por los descendientes de tales”.13
la validez del criollismo de Fray Mocho frente a otras variantes menos legítimas tiene que En cierto sentido el “cocoliche” condensa un modo de resolución del problema plantea-
ver con el problema de la mezcla adelantado en el párrafo anterior, y debe enmarcarse, a do por la inmigración europea que resulta altamente insatisfactorio y alar mante: lleva a la
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práctica la integración del contingente inmigratorio más numeroso, el italiano, que adopta Sin embargo, como se lo hacen notar sus compañeros de trabajo, este criollo se llama
el modo característico de un tipo social en extinción –el gaucho, mezclado con otras varian- “Perrini”, y además le gustan “il maquerrone é la polenta”. Se trata, como él mismo se ve
tes menos “puras”, como el compadrito o el orillero– y que amenaza con desplazar no só- obligado a reconocer, de un “hijo ’e italiano”. Hijo de la inmigración, el “neocriollo” pare-
lo a una lengua y a una literatura sino también a “los criollos de abolengo”, clase a la que ce probar que el medio se impone a la herencia o la tradición familiar, y que son infunda-
pertenecen, entre tantos otros, Quesada y Cané. dos los temores de algunos sectores de la clase dirigente de una pérdida de los rasgos esen-
Y si Quesada coincide con Cané en que la solución frente al problema del idioma es la ciales de la nacionalidad en las nuevas generaciones de argentinos descendientes de los in-
instrucción, la escolarización masiva de los hijos de la inmigración y de la mezcla, y la fé- migrantes. Claro que el texto ironiza sobre estos temores y frente a la voluntad de trabajo
rrea enseñanza del español como único idioma nacional posible, en la literatura ambos pa- de los extranjeros muestra la indolencia del criollo, como una for ma invertida de ver los re-
recen coincidir en señalar al mismo modelo. En la búsqueda de ejemplos literarios del uso sultados negativos de la inmigración: en la Argentina –muestra el texto– los inmigrantes se
de las nuevas jergas, Quesada cita un texto del “popular semanario Caras y Caretas”, en echan a perder.
el que se “mezcla el cocoliche y el orillero”. Lo interesante en este caso es que Quesada no En el texto de Fray Mocho, el criollo hijo de italiano, también –puede decirse– sobreac-
desaprueba su uso, porque ayuda a pintar convenientemente el “estilo típico de clases so- túa su criollismo. Pero lo interesante es considerar sobre qué rasgos de lo criollo delinea esa
ciales deter minadas”, pero –y ahí reside su máxima virtud– “sin que se conviertan dichos actuación. Porque si, por un lado, como ya se observó, se muestra fiel a ciertos rasgos tí-
dialectos en el habla misma en que se escribe”. Y acto seguido dedica un párrafo elogioso picos del criollo indolente y acomodaticio, por otro asume la postura más extrema de aque-
al “chispeante escritor que se oculta bajo el seudónimo de Fray Mocho”, destacando el he- llos que apelan a lo criollo para marcar la distancia con el extranjero peligroso. Hacia el fi-
cho de que “las gentes del pueblo devoran sus escritos”.14 A pesar de que para Quesada el nal del relato, cansado por las objeciones de los italianos y de su insistencia en volver a la
gran modelo de literatura nacional es Rafael Obligado, en la disputa con otros modelos me- labor, el criollo concluye dirigiéndoles la siguiente advertencia: “El que quiera trabajar que
nos elogiables de literatura criollista el autor de Santos Vega carece de dos cualidades que no salga de su patria que aquí no los precisamos… ¡P’cha con los anarquistas estos! Con-
sí posee Fray Mocho: su capacidad de llegar a las clases populares y, cabría agregar, la ac- for me uno se descuida ya le chantan un discurso y a fuerza e palabrerío lo empiezan a’cer
tualidad de su literatura y sus personajes, a los que Fray Mocho hace hablar con el uso de cinchar… Pero, ¡a mí… con la piolita! ¡Yo soy criollo y sé morir en mi lai!… ¡El vivo vive
la jerga que los caracteriza, pero sin dejarse confundir –gracias a la intervención de una con- del sonso y el sonso de su trabajo y al que no le guste, que se descubra otr’América, si es
ciencia narrativa que se expresa con la corrección idiomática de la que esas jergas carecen– que ésta no le hace gracia!…”.
por ese encuentro dialectal que es la base discursiva y dramática de su literatura. El personaje de Fray Mocho parece coincidir ahora con Cané, su elogioso admirador,
Eso mismo es lo que parece reconocerle Cané al proponer sus “bocetos” como mode- quien en 1899, dos años antes de la aparición de este texto en Caras y Caretas, había ela-
lo del verdadero criollismo. Descartado el “gaucho” por su respetable pero inapelable ana- borado un proyecto de ley de Expulsión de extranjeros y redactado un folleto explicativo
cronismo, Fray Mocho aparece ante Cané como el único modelo de literatura de alcance al respecto en el que los principales acusados eran los extranjeros anarquistas que llegaban
popular capaz de enfrentar al “cocoliche”, género al que no casualmente –si de mezclas se al país con ideas disolventes. El enfrentamiento entre extranjeros y argentinos se resuelve
trata– descalifica por su hibridez. con la amenaza de la expulsión del territorio nacional, y “anarquistas” es el calificativo al
El repaso por los relatos de Fray Mocho publicado en Caras y Caretas entre 1898 y que se apela para expresar no tanto la peligrosidad del extranjero como el recurso con que
1903 –año de su muerte– es una muestra constante del aprovechamiento de la jerga “ori- cuenta el criollo para criminalizarlos. Pero la sobreactuación de lo criollo –asumiendo las
llera”, como dice Quesada, pero también del conflicto generado por el encuentro de grin- posturas más reaccionarias asociadas con su uso– no sólo se verifica en el uso de “anarquis-
gos y criollos, y de las paradojas de la mezcla. Me interesa detener me en uno de estos “bo- tas” sino en la percepción de que es en su discurso –el discurso anarquista– donde reside
cetos” que Cané tanto dice admirar: “Bello país debe ser”.15 su mayor peligrosidad; el anarquismo entendido, entonces, como otra de las “jergas” que
Los protagonistas son tres trabajadores, dos italianos y uno criollo, diferenciados clara- amenazan el modelo deseado de nación. Lo interesante en este caso es que, si la peligro-
mente, en principio, por sus respectivas jergas y, luego, por su diferente predisposición al sidad del “palabrerío” de los anarquistas consiste, simplemente, en un pedido de regreso a
trabajo, interrumpido per manentemente por la charla del último. la labor interrumpida, la acusación se vuelve contra los que acusan, convirtiendo la sobreac-
El criollo se caracteriza de entrada por un rasgo que aparece adosado a la idiosincrasia tuación del personaje de Fray Mocho en una parodia del criollo de abolengo paranoico,
local desde el nacimiento de la república: la desidia, el desinterés por el trabajo duro, el pro- del que Cané parece ser el principal modelo.
greso, etc. Rasgo originario al que se le suma, además, un modo acomodaticio de entender El encuentro de jergas y de idiosincrasias diversas, la sobreactuación y también el car-
la política (“si trabajo e pisonero no creas qu’ es por placer, sino porque naides me ha elegi- naval están presentes en otro texto donde el anarquismo se entrevera con los vaivenes de
do diputao que de todos los oficios es uno de los que más me gustan”, les explica a los “grin- la mezcla. En 1906 se estrena Los disfrazados, sainete de Carlos Mauricio Pacheco que,
gos” el criollo). En este sentido el personaje de Fray Mocho responde al estereotipo mane- como es característico del género chico nacional, toma del encuentro entre criollos e in-
jado por los críticos de la política criolla, tan abundantes, como se vio, entre los anarquistas. migrantes el núcleo de su estructura dramática y encuentra en el manejo de la diversidad
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lingüística la expresión más evidente de ese núcleo. Lo interesante de Los disfrazados es con lo cual evidentemente no hace sino citar esa jerga (el discurso anarquista), adaptada a
que puede ser visto como una variante del conflicto desarrollado en el relato de Fray Mo- las particularidades del voseo. Lo notable es que su interlocutor también responde citando
cho, no sólo porque se saca provecho del encuentro ríspido entre gringos y criollos, sino otro discurso altamente estandarizado: el discurso oficial que condena el accionar de los
más precisamente porque el anarquismo también se convierte en un ingrediente funda- anarquistas. Que no pueda finalizar la frase (“por alterar el orden público que’s la base…”)
mental. y que deba recurrir al verso de Trejo para completarla es la prueba de su distancia con ese
Unos de los personajes de la obra es Malatesta, pero no se trata en realidad del famo- discurso oficial que asume como propio pero que comprende a medias, y que, al mismo
so militante anarquista italiano que vivió en la Argentina en la década del 80 sino de un tiempo, contrasta con el manejo fluido de ese tipo de literatura popular que Quesada con-
habitante del conventillo en que se desarrolla la obra, que recibe ese mote en virtud de sus dena y que for ma parte de su más genuino horizonte cultural.
ideas “socialistas”. En contra de lo esperable, el anarquista de la obra no es un inmigran-
te sino un criollo cabal, de apellido Correa, que expresa sus ideales sociales en la jerga que
le es característica: “Yo nací pa protestarla. Lo tengo adentro, en la entraña. Retobao y El alma del gaucho
discutiendo siento que vivo mejor porque tengo bien metida l’idea de l’injusticia”.16 Sin
embargo, esta variante peculiar de la mezcla entre lo criollo y lo europeo no consiste, co- Sin embargo, y en for ma paralela a este circuito literario que pone en escena al criollo
mo propone la revista Martín Fierro, en una alianza entre dos tendencias revolucionarias moderno, producto de la mezcla y el aporte de la inmigración, el anacrónico gaucho que,
que al encontrarse se potencian, sino en una variante novedosa, actual, de ejercer la tra- entre otros, recuerdan con nostalgia Quesada y Cané sigue su curso consagratorio como
dicional haraganería criolla. Es como si este criollo del sainete de Pacheco retomara al del emblema de la nacionalidad argentina, pero también como símbolo de la rebeldía liberta-
relato de Fray Mocho, pero asumiendo para sí el anarquismo con el que acusaba a los de- ria, aunque con la condición de acrecentar el costado espiritual de su figura.
más. Si en Fray Mocho “anarquista”, desde la perspectiva del criollo, equivale a “trabaja- En 1906 Ghiraldo estrena Alma gaucha, drama que indudablemente sigue la línea de
dor” (y de ahí su peligrosidad, su carácter subversivo), en Pacheco el anarquismo se asu- criollismo anarquista esbozada por su autor en la revista Martín Fierro, pero que también
me como el discurso moder no que mejor y más originalmente justifica la molicie criolla. entra en sintonía –aunque de manera polémica– con la tendencia ruralista tan definitoria
En este sentido la lengua de Malatesta, cuando su jerga orillera se mezcla con el discurso del panorama teatral argentino del 900, marcado desde 1886 por la versión dramática de
del anarquismo, puede resultar tan risible como la de los italianos que cantan versos gau- Juan Moreira y su numerosa descendencia, y por una serie de obras que tratan de dar una
chescos en cocoliche. En un momento de la obra se produce el siguiente diálogo entre Ma- visión distinta del gaucho: la de un gaucho integrado y trabajador y que tiene en Calandria
latesta y Ramón, otro de los vecinos del conventillo, también criollo: “Malatesta: –Es que (1896), de Martiniano Leguizamón, su versión más consagrada.
vos como güen criollo no te has preocupao por ilustrarte… Ramón: –Callate… ¿Qué sa- El título parece apuntar al núcleo de la disputa por el gaucho, localizado en su alma. A
can ustedes con tanto ruido? Que les planchen el lomo. Sí, señor. Y bien hecho por alte- comienzos de siglo la discusión por el cuerpo de un tipo social cuya extinción ya se viene
rar el orden público que’s la base… por no vivir cada uno en su rancho «trancuilo cume el anunciando varias décadas antes no parece tener demasiado sentido. El tema es definir su
pacarito in la caula» pa usar la frase’el pueta Trejo…Malatesta: –Vení, te vi’a enseñar un alma y deter minar cuál es su relación con el espíritu nacional.
libro de Croponkine, vení… Vos te agitás en la tiniebla’el oscurantismo…”.17 Esta impronta espiritualista, tan presente ya en La tradición nacional, de Joaquín V.
El efecto cómico del diálogo surge de lo paradójico de la situación: Malatesta, persona- González, se actualiza y, en otra variante, se impone, en 1913, con la interpretación que
je caracterizado por su criollísimo desapego al trabajo, se corre de ese lugar “criollo” que lo propone Leopoldo Lugones en sus conferencias sobre Martín Fierro, fundidas y aumenta-
define, asumiendo el papel de anarquista para, justamente, criticar a su contrincante por su das en El payador (1916). Explica allí Lugones que la poesía “al inventar un nuevo lengua-
“criollo” desprecio por la ilustración. Éste, a su vez, le replica citando un verso del “pueta je para la expresión de una nueva entidad espiritual constituida por el alma de la raza en
Trejo” (Nemesio Trejo, uno de los más famosos autores de la literatura criollista criticada for mación, echó el fundamento diferencial de la patria. Pues siendo la patria un ser anima-
por Quesada), verso que está en “cocoliche”. Se produce entonces una disputa literaria: do, el alma o ánima es en ella lo principal”.18
frente a este autor, típico representante de la literatura criollista, Malatesta saca a relucir a Para Ghiraldo, el alma del gaucho es el “fundamento”, pero no para deter minar el ca-
“Croponkine”, es decir, Kropotkine, el pensador anarquista más difundido por la prensa li- rácter diferencial de la patria, sino de una idiosincrasia rebelde inter nacional.
bertaria local. Alma gaucha, en su definición esencialista del gaucho, retoma, podría decirse, la pro-
Pero además de una disputa literaria, lo que muestra este diálogo es cómo, en la boca puesta de Joaquín V. González acerca de la necesidad de buscar el origen de la nacionalidad
del criollo libertario, el discurso anarquista también puede funcionar como una suerte de co- en el pasado indígena –propuesta que será descartada de plano desde Mitre en adelante– pe-
coliche, como una jerga, tan extranjera para él como lo es el gauchesco para el italiano. ro con un sentido bastante diferente. La obra de Ghiraldo retoma una de las definiciones po-
Eso es lo que ocurre cuando dice “Croponkine” en lugar de Kropotkine. Un efecto análo- sibles de lo criollo –y del origen del gaucho– según la cual su composición racial sería el re-
go se produce cuando Malatesta agrega: “Vos te agitás en las tinieblas del oscurantismo”, sultado de la fusión entre el español y el indígena. Pero en Alma gaucha esa fusión toma,
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como en la revista Martín Fierro, el carácter de una alianza para muchos imposible: la del Quizá la mejor síntesis sea la frase de “Tradición” que sirve de epígrafe a este artículo, en
gaucho con el indio. Alianza en la que no interesa lo racial sino lo político-social. la que conviven el típico slogan libertario, el toque cientificista, la convicción tradicionalista
El protagonista de la obra es el gaucho Cruz, alguien que es enviado por la fuerza al y la retórica del alma, aunque no se crea en ella.
ejército y que es castigado por rebelarse contra las injusticias a las que es sometido. Hablan-
do con otros soldados de su rechazo de la institución militar, Cruz explica: “El asunto es lar-
go y viene de mi padre, que peleó con los indios”. “Contra los indios, querrá decir”, lo co- Notas
rrige su interlocutor. “No m’equivoco tan feo, amigo. Pelió con ellos, contra el ejército, ¿sa-
be? Gaucho alzao. Y con razón, fue perseguido por l’ autoridá y entonces ganó la fronte- 1
Sobre la trayectoria de Basterra en el anarquismo argentino, véase J. Suriano, Anarquistas. Cul-
ra”.19 Alianza táctica que, como la alianza propuesta entre criollos e inmigrantes, une a los tura y política en Buenos Aires, 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001, p. 135.
perseguidos en su lucha contra la autoridad. 2
Sobre el moreirismo y la discusión alrededor del criollismo, resulta de imprescindible referencia
Esta visión sobre el gaucho y el indio aparece desarrollada también en un texto apa- el trabajo de Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos
recido el mismo año de las conferencias de Lugones, en el periódico anarquista Luz al Aires, Sudamericana, 1988.
Soldado, titulado, significativamente, “Tradición”. Quien enuncia allí se presenta como 3
F. Basterra, El crepúsculo de los gauchos, Montevideo, Ed. Claudio García, 1903, pp. 88-89.
un criollo que se aver güenza de serlo, al comprobar que quienes integran el grueso de las
4
tropas del ejército o la policía son criollos como él. Herencia y tradición se funden en es- Ídem, p. 130.
5
te texto que define al criollo como el resultado de una cadena hereditaria que principia E. Crossa, “Un crimen”, Vida Nueva, 1, 2, 20 de noviembre de 1903.
con el indio, sigue con el gaucho y deriva –degenera– en el criollo. Si para Lugones el 6
Sobre la revista Martín Fierro, de Ghiraldo, puede consultarse el texto de Analía Rey, “Periodis-
componente indígena del gaucho es una mancha purificada por la prevalencia del elemen- mo y cultura anarquista en la Argentina de comienzos del siglo XX: Alberto Ghiraldo en La Protesta
to español, en “Tradición” será esa sangre indígena que corre por las venas del criollo su y Martín Fierro”, Hipótesis y Discusiones, 24, 2002.
legado más valioso. “¿Qué hemos hecho de la santa herencia que el indio y el gaucho nos 7
“Martín Fierro y su creador”, Martín Fierro, Buenos Aires, 1, 1, 3 de marzo de 1904.
legaron?”, se pregunta y le pregunta a su auditorio de iguales el criollo que habla.20 La
8
“Crónica gaucha”, Martín Fierro, 1, 3, 17 de marzo de 1904.
“tradición heroica” está siendo traicionada porque no se respeta su esencia libertaria. El
9
indio se define, sobre todo, por su amor a la libertad; lo mismo sucede con el gaucho, “El infractor”, Martín Fierro, 1, 2, 10 de marzo de 1904.
quien además es caracterizado recurriendo a una descripción ya cristalizada desde los tex- 10
“Crónica gaucha”, Martín Fierro, 1, 5, 31 de marzo de 1904.
tos de los viajeros ingleses de las primeras décadas del siglo XIX: errancia, altivez y, so- 11
“Una carta de Miguel Cané”, Caras y Caretas, VII, 308, 27 de agosto de 1904, citada en Fray
bre todo, influencia deter minante de su ambiente natural, la pampa, en la adquisición de
Mocho, Fray Mocho desconocido, compilación y estudio de Pedro Luis Barcia, Buenos Aires, Edicio-
su instinto libertario (“el gaucho al cruzar las llanuras, podía dilatar su vista en la inmen- nes del Mar de Solís, 1979, p. 56.
sidad de los campos lo que también era una lección de libertad para su alma”, dice el na- 12
E. Quesada, El “criollismo” en la literatura argentina, en A. Rubione, En torno al criollismo,
rrador criollo de “Tradición”). Y este amor irrestricto por la libertad se tradujo en ambos,
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 150.
indio y gaucho, en una pelea heroica contra todos aquellos que la pusieran en peligro. De
13
ahí que el legado convertido en el mandato final sea, para los criollos que leen, la deser- Ídem, p. 153.
ción de las filas de la policía o el ejército y la lucha sin cuartel contra los poderosos y sus 14
Ídem, p. 159.
leyes. 15
Caras y Caretas, IV, 156, 28 de septiembre de 1901.
En cierto sentido “Tradición” y la postura contemporánea de Lugones vertida en El pa-
16
yador parecen ser dos versiones, no tan contrapuestas como podría suponerse, de la ope- Carlos M. Pacheco, Los disfrazados y otros sainetes, Buenos Aires Eudeba, 1960, p. 31.
17
ración criollista de la revista Martín Fierro. Ghiraldo y Lugones no sólo coinciden en asig- Ídem, p. 24.
narle a la literatura un papel fundamental en la conformación de toda tradición sino en que 18
L. Lugones, El payador, Buenos Aires, Huemul, 1972, p. 21.
es en el poema de Hernández donde está la clave. “Tradición”, por su parte, acentúa la lec- 19
A. Ghiraldo, Alma gaucha, en Teatro argentino, Buenos Aires, Américalee, t. I, p. 204.
tura antiestatal, anarquista, del gaucho, sin dejar, por eso, de coincidir en más de un punto
20
con Lugones: la necesidad de buscar en el gaucho una identidad que se ha perdido en la con- D. Sánchez, “Tradición”, Luz al Soldado, 62, Buenos Aires, 7 de septiembre de 1913.
fusión de la vida moderna, y la consideración de esa búsqueda como un mandato ineludible.
Lo que revela esa coincidencia en todo caso es que en esta disputa entre tradiciones hay
un núcleo de conceptos, creencias, saberes y hasta retóricas cuya validez no se cuestiona.
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Amor y sexualidad en las publicaciones
anarquistas (Argentina, 1890-1930)
Laura Fernández Cordero*
* UBA-CONICET.
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En el segundo folleto de La Questione Sociale los editores intercalaron un anexo sin jer, “ese ser tan desgraciado”, debe ser emancipada “con iguales derechos sin más diferen-
fir ma sobre “La unión libre” donde se establecen los elementos indispensables para cual- cia en sus derechos que los contingentes á su sexo”. Según el autor, la civilización moder-
quier argumentación al respecto: el rechazo del matrimonio burgués y religioso, la caracte- na ha empeorado la situación del “bello sexo” y lo ha condenado a la esclavitud, transfor-
rización del matrimonio como prostitución, la voluntad y el gusto como únicos garantes de mando al hombre “de compañero en amo”. Recurriendo a la remanida tesis del matriarca-
la unión, el amor por encima de leyes y costumbres, la libertad de deshacer el lazo en todo do original Arana intenta demostrar la historicidad de “la monogamia actual” y llega a la
momento, la consecuente desaparición del adulterio y de la hipocresía, el respeto por “la conclusión de que “la institución matrimonial es la base del régimen económico vigente”.
necesidad genésica” natural, la familia basada en el amor y el afecto verdaderos, la posibi- Por tanto, será necesario abandonar el matrimonio prostituido de las leyes burguesas y dar
lidad de que la naturaleza humana sea, en estos casos, inconstante.10 a las mujeres todos los derechos, incluidos los sexuales.
El quinto y último folleto pone en debate, precisamente, la variación del gusto. Su au- Sin embargo, habrá que definir amor, sexo y libertad para no retroceder a la promiscui-
tor es Giovanni Rossi, un veterinario y agrónomo italiano, puntilloso lector de Charles dad primitiva de la cual la Biblia –ese “modelo de literatura por nográfica”, esa “colección
Fourier. Si, como afir maba el utopista francés, la variación es una de las más importantes de monstruosidades”– da ejemplos memorables. Para un anarquista, prescribe Arana, el
pasiones humanas, difícil encontrará Rossi respetar no sólo la monogamia del matrimonio amor sexual es natural y noble; tiene como fin “la conservación de la especie”. Por tanto,
tradicional sino la monogamia secuenciada y respetuosa propuesta por otros anarquistas. el amor es “electivo y mudable”, pero no demasiado: “Hay quienes desconociendo la natu-
Para demostrar su tesis –“Amar más de una persona contemporáneamente, es una nece- raleza íntima del amor, cuya existencia no puede ponerse en duda, sostienen la multiplici-
sidad de la índole humana”–, funda la Colonia Cecilia en Brasil donde durante tres años dad de este afecto, la existencia de más de una afección de esta índole, que «amar á más
practican la economía, la política y el amor libertarios. Agotado el experimento, escribe de una persona contemporáneamente es una necesidad de la naturaleza humana», lo
“Un episodio de amor en la Colonia Socialista Cecilia” y promociona el éxito de un amor que no pasa de ser una afir mación gratuita, sin base alguna, que revela una falta de obser-
múltiple.11 vación en quien sostiene semejante tesis, ó fines que, francamente, no alcanzo a compren-
En el relato, Éleda y Aníbal llegan a la pobre aldea iniciada por Cardias (un alias de Ros- der ni quiero entrar á investigar”.15
si). El protagonista se siente solo e inevitablemente atraído por la compañera así que, al más Rossi creía contar con una evidente base científica para su tesis a pesar de no sentirse
fiel estilo anarquista, le comunica su sentimiento. Ella accede y con una pulcritud pasmosa “un docto” y de saber que provocaría la duda, el escándalo y el sonrojo. En el “documen-
juntos explican la situación a Aníbal quien con mínimas reticencias acepta participar del in- to humano” que resulta del cuestionario psicológico, procura que Éleda responda si el amor
sólito trío. Éleda pasa a circular de una barraca a la otra y, cuando los primeros resquemo- compartido la hizo más sensual o si le perjudica la salud. Y por sobre todo aclarar que no
res ceden, ella porta los saludos frater nales entre ambos hombres. Para probar la viabilidad es una mujer de “fáciles amores”, ni “vulgar”, ni “romántica” sino tan “nor mal” y “delica-
de la experiencia, Cardias aplica cuestionarios psicológicos que intentan precisar el impac- da” como la segunda compañera que, según Rossi, se habría animado al “beso amor fista”:
to sobre los sentimientos y las conductas de los participantes. Además, introduce justifica- “La heroína […] estaba ligada por diez y ocho años de vida matrimonial y por una corona
ciones antropológicas que demostrarían la per fecta evolución de las costumbres hacia el de cinco hijos. Sin embargo, ella también ha sentido surgir un nuevo afecto al lado del afec-
amor múltiple y contemporáneo. to antiguo; y noblemente lo ha manifestado al padre de sus hijos [quien] apuró heroicamen-
Las primeras noticias del triángulo amoroso ya habían impactado en el resto del mun- te el amargo cáliz […] Todos nos hemos alegrado con él por la fuerza de ánimo con la cual
do libertario. El diario parisino La Révolte publicó una carta infor mativa de A. Capellaro ha sabido cumplir su deber”.16
en octubre de 1892 y una discusión sobre la cuestión en la primera página del número de Es probable que ese fragmento provocara la indignación del doctor Arana, quien en su
marzo de 1893. En Buenos Aires, los redactores de El Perseguido agregaron un comen- versión del amor libre aclara: “No es posible que si la mujer tiene caprichos sexuales, ha-
tario polémico inmediatamente después de la carta enviada por el compañero C.A. desde ya el hombre de procurárselos”. Para el conferencista, “docto en ciencias médicas y socia-
Colonia Cecilia.12 Los críticos atacaban dos características puntuales del emprendimiento. les”, la naturaleza y la moral son los límites que deberían contener el lazo “policromado”
Primero, la decisión de crear una colonia aislada y alejada del movimiento obrero y, des- que publicitara Rossi. En la sociedad futura, asegura, el número de los que tendrán relacio-
pués, los avatares de las relaciones sexuales y afectivas. A pesar de que ninguna de las car- nes de momento “para satisfacer sus necesidades genésicas” serán cada vez menos ya que
tas infor maba sobre tríos o cuartetos amorosos, las notas polémicas hacían reparos sobre la mayoría elegirá las “dulzuras del hogar”.
la radicalidad de la experiencia.13 Mientras la sociedad futura llega, Rossi intentará demostrar la posibilidad del amor a la
Poco después el episodio de amor será denostado, aunque sin mencionar su título ni el italiana en Brasil, pero calla el telón de fondo del romance: la falta de mujeres. En las car-
nombre del autor, por el respetado doctor Emilio Z. Arana. En una conferencia sobre “La tas e infor mes de la pequeña aldea “Anarquía” se repiten las quejas por la ausencia de mu-
mujer y la familia” despliega toda su erudición en historia, filosofía y antropología para pro- jeres solas y porque el amor libre “todavía no ha penetrado en el corazón” de las pocas y
bar la necesidad de la emancipación de la mujer, la superación de la familia jurídica y los lí- ya acompañadas colonas. Nada sabemos de sus razones, ni de sus reparos, ni de sus fan-
mites del amor libre.14 Los primeros dos tér minos no difieren del ideario conocido. La mu- tasías respecto al amor ceciliano. Si retomamos los discursos generalizados en que las mu-
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jeres son descriptas, prevalece la victimización. Precisamente, el folleto que más circula pero, sin ocuparse de las conocidas explotaciones, comienza por atacar la opresión sexual
luego de la serie es “La femme esclave” de René Chaugui. El Rebelde traduce un frag- a la que se ven sometidas por los hombres “ya sea éste de la clase explotadora o explota-
mento en 1899 mientras que La Protesta Humana comenta elogiosamente su versión da”. En esta nota es posible reconocer los elementos novedosos que traerán las redactoras:
francesa en 1901. La parte que los redactores de El Rebelde eligieron transcribir analiza la denuncia del “sexo fuerte” en general, la intimidación física per manente, la cuestión de
la educación retrógrada que reciben las mujeres y finaliza con la idea de la mujer libre co- la “falta” y la “caída”, la violencia velada o explícita y la inquietud por el futuro de los hijos
mo señal de una nueva humanidad.17 ante las uniones libres.
Como propone Chaughi, todos los anarquistas –sin contar los exabruptos de Proudhon– Esos elementos se repiten, aunque con otro esquema narrativo, en una nota de Pepita
insistirán con la necesidad de for mar, refor mar, iluminar, concientizar o despertar a las mu- Guerra, “Amemos no, luchemos”, donde despliega la sospecha sobre la posibilidad efecti-
jeres. En su conferencia, Arana exhortaba a sus compañeros a educar a “la mujer de nues- va del ejercicio de su sexualidad.23 La posibilidad de amar abiertamente y sin peligro se
tros días, débil y pusilánime, para for mar la mujer del porvenir”. Este tipo de caracteriza- anuncia imposible en la sociedad burguesa: “¡No os caséis!”, advierte. Pero, y aquí el es-
ción, muy frecuente, complementa el modelo de mujer esclava. Por su condición vulnera- cándalo, tampoco la unión libertaria es un espacio de resguardo para el amor y la sexuali-
ble y voluble casi todas son presa fácil de la religión y de la coquetería. Entonces, no habrá dad: “Es por eso que yo no pienso jamás enlazarme con nadie”, afir ma la autora, y es ella
emancipación posible sin su transfor mación radical en compañeras dispuestas a compartir quien agrega el énfasis. Por el momento, cualquier lazo la obligaría a ser “fregona”, ser
la brecha. “hembra de alguno” o a “ahogar en mis entrañas para conservar la negra honrilla al fruto
de mi amor o momentánea unión”. Sin nombrarlo, el aborto se denuncia como cosa de se-
ñoritas que se “desembarazan” pícaramente y no es una opción digna para las anarquistas.
“Anarquía y Libertad… ¡y las mujeres a fregar!”18 Aunque no hay otra nota dedicada al amor libre en La Voz de la Mujer, casi todas las
intervenciones incluyen algún aspecto de la sexualidad. Ésa es la originalidad del periódico:
Las colaboradoras y redactoras de la prensa local en nada se parecen a la razonable y no sólo ser el portavoz de las opiniones femeninas, sino per mitir que el relato de sus expe-
callada Éleda; poco guardan de los modos de la esclava descripta por Chaugui. Escriben riencias ponga en cuestión las versiones aceptadas del amor libertario y lo vinculen inquie-
muy esporádicamente en El Rebelde, La Protesta Humana y El Perseguido. Algunas for- tantemente a la violencia, al escar nio y al deseo femenino. Cómo entrelíneas se abren pa-
man el grupo Las Proletarias y otras surgen como oradoras encendidas e imprescindibles. so las dudas sobre el propio placer y la posibilidad de tener un cuerpo que no sea “car ne”,
Pero son pocas; quizá haya más, escondidas tras los seudónimos masculinos o neutros. En- “objeto” o “juguete”, que será un problema que retor nará con fuerza en los años 20.
tre las listas de suscripción suelen colaborar fir mando “una que piensa libre $0,20”, “una
costurera $0,10”, “Una mujer que quiere que mueran los burgueses $0,25”.
Entre ellas se destacan Virginia Bolten y Pepita Guerra quienes, junto a Josefa R.M. “¿Por qué durar es mejor que arder?”24
Martínez y Josefa Calvo, participan de La Voz de la Mujer, el primer periódico conocido
escrito por las anarquistas.19 El Perseguido saluda su aparición; también lo harán La Pro- Durante la primera década del siglo XX el anarquismo consolidó su presencia entre los
testa Humana y El Rebelde en ocasión de su efímera segunda vuelta rosarina.20 trabajadores, pero también sufrió una fuerte represión coronada por las leyes de Residen-
Las referencias a la serie de “Propaganda entre las mujeres” no son explícitas en La cia (1902) y de Defensa Social (1910) que produjeron, entre otras causas, su posterior de-
Voz de la Mujer, pero con toda seguridad la conocían ya que envían cartas a Soledad Gus- clinación. Pese a las clausuras y las persecuciones La Protesta se convirtió en una publica-
tavo y publican uno de sus artículos. Aunque en principio parecen compartir los modelos ción diaria en 1904 y, aunque las ediciones locales de folletos menguaron, no se detuvo su
canónicos de la mujer y de su emancipación, las redactoras dedican gran parte de los si- llegada desde Europa.
guientes números a defenderse y a hacer aclaraciones respecto de su derecho a existir y a Tampoco cesaron las polémicas. Entre las más famosas, el tembladeral que provocó el
elegir el estilo de su intervención. Según denuncian, han sido llamadas las “feroces de len- poeta uruguayo Roberto de las Carreras celebrando el “adulterio” de su esposa como un
gua y pluma” sólo por hacer respondido a la convocatoria y expresar su versión de la eman- triunfo del amor libre. De inmediato, los redactores de La Protesta Humana en Buenos
cipación en un periódico propio. No profundizaré aquí ese debate ya analizado en otro ar- Aires discutirán su filiación anarquista, espantados por la publicidad casi por nográfica del
tículo.21 Me concentraré en las versiones del amor libre discutidas y propuestas en La Voz caso.25
de la Mujer. Pocos años después, La Protesta publicará una nota sobre el amor libre que provoca-
La primera nota en el primer número, “El amor libre”, está fir mada por Car men Lare- rá una cantidad inusual de respuestas al atrevido Martín, quien pretendía llevar la idea del
va y lleva como subtítulo “¿Por qué lo queremos?”.22 Son ahora las mujeres quienes expli- amor a sus extremos argumentativos.26 Por ese camino, se quejaban los críticos, los instin-
can que el amor libre no significa darse a todos los hombres ni someterse a sus “desenfre- tos se confundirían con la razón, el temple con el desborde, el cariño con el apetito sexual,
nadas pasiones”. Lareva comienza por repetir que la peor condición la sufren las mujeres y así indefinidamente. Dispuestos a detener esa confusión, los redactores publicarán las res-
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puestas airadas de varios lectores y sus propias intervenciones. Entre la docena de cartas ofrece una conferencia, “Consideraciones sobre el amor”.32 Menos de una semana después
que dicen haber recibido, deciden explícitamente incorporar la voz de la mujer representa- Ángel Pumaré critica muy duramente la supuesta afir mación de la autora acerca de la in-
da por Delia Segovia. Ella afir ma que no está acostumbrada a escribir, pero tal es la indig- moralidad del amor libre.33 Gauna le contesta, los redactores intervienen, ella vuelve a es-
nación que le ha causado la opinión de Martín que se vio obligada a rebatir la idea de que cribir quejándose por las erratas, V.A. hace una reseña de la conferencia para evitar malen-
“no existirá más que el placer á la car ne, dando paso a la corrupción”. Además, acusa a tendidos, contesta T. Antillí, replica Quiroule. Ya llevan un mes y medio de intercambios
los responsables de La Protesta por publicar tal artículo en una publicación que leen “cons- cuando Blas Barri abandona todo eufemismo y publica en cuatro partes su larga nota: “Las
cientes e inconscientes”; qué dirán, pregunta, los vecinos que la conocen como parte de relaciones sexuales. Y la propaganda”. Luego de dirimir los peligros del embarazo y la con-
una familia anárquica y a quienes distribuye el periódico. 27 dena social, advierte: “En fin: que le es sumamente peligroso a una mujer olvidarse que no
Al modo de Rossi, una nueva intervención de Martín abre la discusión sobre el deseo estamos en anarquía y obrar como si ya lo estuviéramos. […] Lo mejor que ahora puede
de las mujeres –“la mujer sea libre de irse con Juan ó con Pedro”–, sobre la pater nidad hacer una mujer es quedarse con un compañero de su gusto y cambiar de compañero si es
–“¿qué precisión tiene ningún chico de saber quién es su propio padre?”–, sobre la infide- necesario; pero no muy a menudo, tratando en lo posible de no tener mucha familia”.34
lidad –“de cuando en cuando le pongo a la infeliz un cuernito”– y, sobre el papel de los va- Uno de los fragmentos de Barri es acompañado por un “Diálogo” fir mado por F.S. don-
rones en el hogar: “La misión del padre después del concurso pecuniario casi se reduce á de una dudosa Marta acepta escapar y unirse libremente a un decidido compañero pese a
acariciar á los hijos, al igual de los que no los tienen acarician al gato ú al perro”.28 Sin em- la oposición de su madre.35 Por último, Antero Dáymon cierra con “Instinto de reproduc-
bargo, los redactores deciden cerrar un mes de polémicas con la publicación en folletín de ción” donde liga el amor a la procreación, llama a dominar “la bestia humana” y asegura
“El amor libre” escrito por Diderot en 1772.29 que en el futuro anárquico todos serán mejores y, por tanto, amarán mejor.36
Sin alcanzar el tono de ese intercambio por el cual en los hogares anarquistas “arde En una nueva controversia entablada entre Luis A. Rezzano, Orlando Ángel, Eros y Se-
todo”, de vez en cuando aparecen notas fir madas con nombres masculinos en las cuales vero Bruno las variables de la discusión se repiten: presente-futuro, amor-pasión, instinto-
se hacen apreciaciones sobre el amor y la pasión, el honor o la falta de compañeras en razón, naturaleza-cultura, necesidad-voluntad, salud-enfer medad, deseo masculino-deseo fe-
las veladas teatrales. Hacia el Centenario, esas temáticas se hacen más esporádicas y no menino.37 Pero esta vez son los redactores quienes se impacientan: “Nota de Redacción:
es hasta 1913 cuando surge una nueva polémica. Comienza con Teodoro Antillí disertan- con el presente artículo-réplica del compañero Orlando Ángel, ponemos punto final a la
do sobre la familia y continúa en una nota fir mada por Epsilon, criticando un intento re- controversia en cuestión, visto que ella no arroja luz ni muchísimo menos en la mente de
glamentación de la prostitución titulada provocativamente: “Que se prostituyan pero que los lectores, sinó un puro confusionismo ideológico, cosa que no puede convenir en ningu-
trabajen”.30 na for ma al carácter explícito que es nor ma de La Protesta. Quedan advertidos, pues, los
Tres días después Pierre Quiroule sale al cruce para asegurar que la verdadera emanci- contendientes pro «Amor» y «Amor libre»”.38
pación de la mujer se dará en la futura anarquía y será, ante todo, económica. En el mis- Desde allí, no será La Protesta el espacio más receptivo para dirimir las cuestiones del
mo ejemplar, los redactores incluyen un diálogo “Entre mujeres” sobre “La felicidad en el amor. A través del periódico Ideas de La Plata las anarquistas, hasta ahora con menor par-
hogar” fir mado por XXX. El personaje masculino, un modesto obrero, vuelve al hogar con ticipación en el debate, retomarán esa problemática. Luego, con Nuestra Tribuna, se re-
un regalo para su compañera, se trata del libro La emancipación de la mujer de Jacques petirá una situación similar a la de los últimos años del siglo XIX: la aparición de un perió-
Novicow.31 Cierra ese número y continúa en los siguientes el relato de una joven adúltera dico escrito y dirigido por mujeres. Esa aparición per mite reconstruir parte de los diálogos
casada con un anciano financista y enamorada de un galante cirujano con quien una tarde entre los protagonistas de las relaciones afectivas –varones y mujeres– y obliga al discurso
“entonaron el cantar de los cantares”. doctrinario y a las narraciones de ficción a confrontar con otros relatos: los de la experien-
Los relatos de ficción son una parte fundamental del entramado de discursos sobre la cia cotidiana.
sexualidad. Es cierto que las obras dramáticas, los cuentos, las escenas dialogadas y hasta
los poemas transmiten un claro tono moralista y ejemplar; sin embargo, son también ve-
hículo de percepciones acerca de las relaciones afectivas y los roles de género que, ade- “Porque aquí hay madres, pero no hay padres”39
más, mantienen una interesante cercanía con otros imaginarios políticos de la época. Por
su riqueza, las revistas culturales como Martín Fierro (1904-1905) e Ideas y Figuras Así como a fines del siglo XIX la crítica al matrimonio burgués, el amor y la unión li-
(1909-1916), y los textos literarios de La Novela Ideal o la La Novela Roja, aunque ex- bre y la emancipación de la mujer fueron los temas predominantes respecto de las relacio-
ceden este artículo, deben ser puestos en relación con los otros discursos de la prensa pe- nes afectivas, hacia los años 20 crece la preocupación por el ejercicio de la sexualidad y
riódica. el control de la concepción. Es el momento en que la comunidad de lectores se extiende
Durante ese mismo año, Mercedes Gauna –quien además de escribir en varias publica- y aumentan los emprendimientos ligados a la literatura popular.40 El anarquismo deja de
ciones libertarias es profesora de corte y confección en la liga de Educación Racionalista– ser el espacio privilegiado para la emergencia de la cuestión sexual que pasa a ser objeto
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de diversas publicaciones relacionadas con la medicina o la divulgación.41 El control de la insultos pueden partir de la puesta en duda de su heterosexualidad llamándolos francamen-
natalidad también tiene otros emisores en este período; es necesario recordar que aunque te “invertidos”, sugiriendo actividades “contranatura” o utilizando metáforas como “pan
inquebrantablemente mater nalista el campo libertario fue el primero en difundir esos sa- con pan”. Esas características estarían ligadas a la “degeneración” y la “corrupción” huma-
beres.42 nas y constituirían una muestra más de la “perversidad” del capitalismo. En la prensa anar-
En este aspecto, la influencia del neomalthusianismo es más intensa de lo que se ha su- quista, en general, las referencias a la homosexualidad son negativas y relacionadas con
puesto. Si bien, como señala Marcela Nari, su implantación genera reticencias en algunos burgueses, policías y curas. Las acusaciones refieren más a situaciones de “estupro” o “abe-
libertarios, los folletos sobre anticoncepción ofrecidos a la venta provienen de esa corrien- rraciones” contra niños que a casos de “sodomía” entre adultos. La cantidad y riqueza de
te.43 “Huelga de vientres!” de Luis Bulffi y “Generación consciente” de Franck Sutor son las imágenes utilizadas al describir relaciones homosexuales merecerían un detalle que de-
los únicos dos materiales citados recurrentemente en los cuatro periódicos analizados para jaré para otra oportunidad.48
este período: La Protesta (1920-1930), Ideas (1921-1930), La Antorcha (1921-1930) y En este período de La Protesta son escasas las notas doctrinarias sobre la cuestión
Nuestra Tribuna (1923-1925).44 La disponibilidad de lecturas era obviamente más amplia, amorosa o la causa femenina. Esas temáticas se concentran en alguna acotación suelta y
pero las propuestas de venta y las recomendaciones se concentran en estos textos que, ade- en las reediciones de los folletos de La Questione Sociale y las Cartas a una mujer sobre
más, son reeditados en Buenos Aires. La reedición de “Generación consciente” en 1919 la anarquía del consagrado Luigi Fabbri.49 Muy halagado, el autor aclara que aunque ese
incluye el novedoso tapón uterófilo como la “última invención de la Ciencia Moder na” y su texto de 1905 merecería una revisión, aún es útil publicarlo. Es decir, todavía hay muchas
editor, Bautista Fueyo, era el representante local de la Biblioteca y Editorial “Salud y Fuer- mujeres a quienes es necesario explicar la anarquía. Y explicarla en el tono didáctico y com-
za” de Barcelona a cargo del mencionado Bulffi quien, a su vez, introdujo en España las placiente de las cartas con las cuales Fabbri guía amorosamente a su amiga hasta el final
ideas neomalthusianas provenientes de la Ligue pour la Régénération Humaine impulsada donde le reclama: “Ven!”. El pedido sugeriría que no hay compañeras en la brecha o que
por Paul Robin en Francia.45 hay pocas. Sin embargo, las páginas de “Colaboración Femenina” del periódico Ideas de
La profusa circulación local de textos de Paolo Mantegazza, René Chaugui, Jean Ma- La Plata –dirigido por Risto Stoianovich– demuestran, por un lado, la existencia de varias
restan, Charles Albert, Sebastián Faure, Alejandra David y Alfred Naquet reforzaron la pre- mujeres dispuestas a intervenir en la prensa y, por otro, la particularidad de esa interven-
sencia de las ideas de Richard Malthus o, mejor, un conjunto de for mulaciones que, partien- ción ya que se las incluye en una sección especial. Son seis páginas entre 1921 y 1923
do de la premisa de la desproporción entre población y alimentos, derivó en versiones obre- donde escriben Ir ma C. Penovi Lützelschwab, Demófila Gimeno, Sara Scheer, Esther Flo-
ristas opuestas a las avanzadas natalistas de algunos Estados europeos o a las políticas de res, Sofía Gutierrez, Rosa Wladimirsky y Aurelia Mancebo, una niña de trece años.
inmigración de los países receptores. Esa laxitud podría explicar que coexistan en Nuestra Ideas es elegido por Juana Rouco –quien, casi con seguridad, esté detrás del seudóni-
Tribuna, por ejemplo, “Huelga de vientres!” y un fragmento de un texto de Madeleine Ver- mo Flor de Ideal– para lanzar desde Necochea la iniciativa de producir un periódico escri-
net, militante antimalthusiana y defensora de los derechos de las madres. Quizá la respues- to por mujeres. Recibe inmediata respuesta de Esther Rivarola, desde Avellaneda: “Les es-
ta esté en la transcripción, es decir, algo se puede leer en la decisión de las redactoras por cribo encantada de su iniciativa porque si bien es verdad que Ideas con la publicación de la
tal o cual fragmento. Muchas veces hay un uso estratégico del recorte, en este caso, deci- sección femenina llena un vacío de mucho tiempo sentido, no tiene nunca para el mundo
dir por el pasaje más revulsivo, una seguidilla de párrafos donde la autora se pregunta por femenino el valor que tendría un periódico anarquista escrito y administrado por nosotras
la vida sexual de la mujer.46 mismas, y al que las que no sepan escribir como no lo sé yo, habríamos de contribuir en
En La Protesta la presencia de fir mas femeninas es casi inexistente durante comienzos diferentes for mas, para su sostenimiento”.50
de los años 20. Sin embargo, las mujeres no dejan de estar presentes como víctimas des- Hasta que el “Quincenario femenino de ideas, arte, crítica y literatura” comience a sa-
contadas. Bajo títulos como “Sirvientas jóvenes se necesitan”, “Las temibles bestias” o “Un lir regular mente, Ideas será el lugar de encuentro preferido. Su página de “Colaboración
estupro”, se acusa a burgueses, policías y curas de ejercer violencia sobre las mujeres. En Femenina” se suprimirá cuando la mayoría de sus participantes comience a escribir en
general, son casos específicos tomados de la “prensa burguesa” y comentados desde el en- Nuestra Tribuna, periódico cuyo primer número (15 de agosto de 1922) aparece en Ne-
foque libertario. Persiste, por supuesto, la denuncia de la prostitución y la comprensión ha- cochea y, tras un breve paso por Tandil, desaparece en Buenos Aires con el número 39
cia las prostitutas e, incluso, las infanticidas. (1 de julio de 1925).51 Juana Rouco ya era una destacada militante con mucha experien-
Las mujeres representadas en un rol más activo son madres, heroínas-mártires o mili- cia en deportaciones, encarcelamientos, dirección de periódicos y giras de propaganda.52
tantes consagradas en Europa. Es notorio que en el momento de juzgar los discursos pa- Así había llegado hasta Necochea donde encontró un grupo de compañeras dispuestas a
trióticos de una opositora o la actividad de una mujer policía hagan referencias a la sexua- realizar el sueño del periódico propio. En pocos meses el grupo editor, compuesto por
lidad de las protagonistas. Así en “Elsa Norton, temeraria” se compara la infertilidad de sus Juana Rouco, Terencia Fer nández, Fidela Cuñado y María Fer nández, comienza un diá-
ideas con la efectividad de los tapones uterófilos y en “Una perrita” se hace alusión al pa- logo con más de cuarenta mujeres de todo el país, además de incluir notas de las anar-
sado de la oficial de policía como “actriz en un teatro de variétés”.47 Hacia los varones, los quistas célebres. Mercedes Vázquez de Balcarce, Ceferina Sánchez de Per gamino, Ir ma
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C. Penovi y Teresa Maccheroni de Buenos Aires serán las más entusiastas colaboradoras
locales. Muy meticulosas, las redactoras no publican intervenciones con seudónimos ni Apuntes para una semántica sexual anarquista
tampoco con iniciales. Serán cálidamente recibidas por el grupo de La Plata y tibiamen-
te por el resto que, al modo usual, anuncia y saluda la aparición de otro emprendimien- Hasta aquí he rastreado y puesto en relación algunas lecturas y debates anarquistas so-
to anarquista. bre el amor y la sexualidad, pero ¿cómo dar cuenta de los momentos en que los discursos
De modo similar a La Voz de la Mujer, el enfrentamiento con algunos varones anar- se tensan y entran en contradicción?, ¿de qué modo inventariar las múltiples variaciones
quistas aumenta con el correr de los números. La tensión entre los discursos de la doctrina para decir el afecto?, ¿cuáles son los sentidos de la palabra amor en los relatos de la expe-
y las propias experiencias resalta en las cartas de las compañeras que se atreven a escribir. riencia efectiva?, ¿por qué insisten en relacionar sexualidad y escarnio?
La mayoría de las notas recitan las nociones mínimas del ideario libertario pero, por mo- No sólo esas preguntas per manecen irresueltas en un análisis del discurso convencio-
mentos, las dudas y preguntas planteadas casi treinta años antes vuelven a aparecer. Cómo nal sino que vuelven sobre el problema de la significación, de los sentidos que esas pala-
se organiza un hogar anarquista, por ejemplo. Por qué se asume que las mujeres podrán bras guardan. Y aunque se acepte –como consecuencia de los debates a los que se ha vis-
disfrutar su sexualidad sólo en la sociedad futura. Cómo combinar el deseo, el control de la to sometida la historiografía en las últimas décadas– que nada va a devolver un sentido
concepción y el mandato mater nal. De qué manera libertar un cuerpo de su condición de “verdadero” a las palabras sobre la sexualidad libertaria, ni existe el modo directo de ob-
“car ne de placer” sin resignar el disfrute. La radicalidad de esas inquietudes surgidas del servar las prácticas efectivas de los varones y mujeres que han escrito sus experiencias,
campo libertario no se repetirá en ningún otro discurso emancipatorio local hasta la emer- es posible leer sus intervenciones en conjunto. Y, a partir de allí, rastrear modos de apa-
gencia de los feminismos de las últimas décadas. rición, recurrencias y disputas por el significado dado por el propio discurso. Se trataría
El otro periódico importante de la época, La Antorcha, se sostuvo –al igual que La Pro- de precisar una semántica sexual anarquista, es decir, un conjunto estable de encadena-
testa y a pesar de sus duros enfrentamientos–53 con la participación de redactores que es- mientos ar gumentativos de los discursos sobre sexualidad en las publicaciones del anar-
cribían en masculino y fir maban con nombres de varón. Incluyen algunas notas de recono- quismo local.58
cidas autoras extranjeras: Angelina Arratia, Leda Rafanelli, Emma Goldman, Federica De las publicaciones analizadas en este artículo surge un conjunto cruzado de tensio-
Montseny, “Une Revoltée” desde París, pero casi ninguna compañera del ámbito local. Sin nes donde el sentido se construye en inesperada cercanía con otros discursos de la época
dudas, la más editada es María Álvarez, una joven anarquista uruguaya a quien publican –como la criminología y el positivismo–59 pero, a la vez, en una fuerte ruptura con los ima-
ocho notas de temas diversos hasta el momento de su inesperada muerte a principios de ginarios de la sexualidad imperantes. En ese sentido, los discursos libertarios presentan al-
1925. Los editores escriben una nota conmovida en recuerdo de la compañera donde es- gunas continuidades argumentativas originales que apuntaré a continuación y sobre las
tablecen un panteón femenino libertario que incluye a Louise Michel, Ger mana Berton y cuales pretendo continuar trabajando. En primer lugar, la emancipación anarquista se ex-
Gabriela Mistral, y de por aquí a Carolina Muzzilli y Raquel Camaña, ambas ya entonces fa- tiende hacia los espacios supuestamente privados o íntimos que, en tér minos generales,
llecidas.54 Extendiéndose en halagos sobre María Álvarez, algunos números después Euge- han sido relegados por otras expresiones emancipatorias del período. De esta manera en-
nio Almada escribe: “Tenía talento y tenía alma. Qué diferente la suya a la vida de las de- tienden las relaciones de pareja o familiares como relaciones de poder y, por tanto, como
más mujeres! Hablaba poco”.55 Mientras que HGB arriesga: “América jamás alumbró vida ámbitos a liberar.
femenina más alta”.56 Al mismo tiempo, el hecho de identificar como víctima de la opresión a todo el género
Juana Rouco, quien ya había abandonado Necochea a causa del recrudecimiento de la humano, y no a una clase económica, provoca que la participación de las mujeres sea un
persecución, transcribe esa afir mación y contesta enfurecida. Sin citar al autor, critica a hecho fundamental para la emancipación general, y no una dimensión particular a ser re-
“nuestra prensa” por su “hipérbole efectista e hinchada de alabanzas” que encubriría el ver- suelta por la conquista de derechos igualitarios. A pesar de que la convocatoria de las mu-
dadero temor de algunos anarquistas: la emancipación efectiva de sus compañeras, novias jeres tuvo un tono tutelado, el campo anarquista se complejizó con la aparición esforzada
y her manas. Luego de ese último editorial, el más encendido de toda la publicación, Nues- de esa voz que tendió a radicalizar el debate sobre las relaciones afectivas y sexuales.
tra Tribuna desaparece. Los relatos más alejados de la doctrina aportaron a las tradicionales denuncias de la
Muy pocas mujeres vuelven a publicar sus escritos en los periódicos anarquistas. Hacia violencia hacia las mujeres un tipo de violencia más silenciosa y más “privada”, relaciona-
fines de los años 20, Ideas continúa siendo una excepción con su insistencia en la cuestión da con el ejercicio concreto de la sexualidad, que ponía en duda la teórica libertad sexual
sexual, al incorporar la colaboración de Émile Ar mand y difundir publicaciones como “Ge- propuesta. A su vez, las trabajadoras reforzaron los típicos relatos del patrón lascivo y abu-
neración consciente” de España. En cambio, La Protesta y La Antorcha reducen su inte- sador, pero extendieron ese modelo a la conducta de cualquier hombre, incluyendo al
rés a las cuestiones inter nacionales y la vida gremial. A veces, incluyen alguna nota sobre anarquista. Del mismo modo, pese a sumarse a las denuncias de la burguesa viciosa, de-
“la mujer” o “la familia”, por ejemplo la transcripción de un texto de Práxedes Guerrero es- sestabilizaron la figura del enemigo al identificar a las víctimas como todas las mujeres. Sin
crito en 1900.57 embargo, esa línea fue menos explorada y los análisis se centraron en las compañeras de
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los trabajadores. Los relatos anudaron la explotación económica y la opresión sexual en editores, a la “Propaganda anárquica” en general, pero el 4 vuelve a estar dedicado a las mujeres.
un cuerpo –la mujer obrera– llamado simultáneamente al placer, al mundo de la fábrica, 10
Véase S. Poldervaart, “The recurring movements of Free Love”, workshop “Free Love an d the
al trabajo doméstico y a la mater nidad obligatoria. Labour Movement”, Inter national Institute of Social History, Amsterdam, 6 de octubre de 2000.
Aunque atrapados en oposiciones binarias, como naturaleza-cultura e instinto-razón, los 11
Véase L. Fer nández Cordero, “Una utopía amorosa en Colonia Cecilia”, Políticas de la Memo-
debates anarquistas acerca de la sexualidad percibieron otros pares cuyo desmontaje aún sue- ria, 5, Buenos Aires, 2004.
le ser problemático; a saber: deseo-violencia, maternidad-paternidad, identidad sexual-deseo 12
Se trataría en ambos casos de Amilcare Capellaro, quien figura en las listas de colonos.
sexual, maternidad-libertad sexual, etc. Las palabras disponibles como “apetito”, “amor”,
13
“necesidades genésicas” o “afinidad” fueron como nunca puestas en cuestión. Con ellas, y El Perseguido (en adelante EP), 55, 29 de enero de 1893. El epistolario de Rossi revela que
a pesar de sus limitaciones, el anarquismo permitió la emergencia de discursos que propu- los protagonistas de la experiencia de “beso amor fista” –como prefiere denominar al amor libre– eran
sieron la sexualidad y los cuerpos como territorios a emancipar. Y en sus extremos –las dia- cuatro: él mismo, Adele Serventi, Annibale y Jean Géléac. Véase R. Gosi, Il socialismo utopistico.
Giovanni Rossi e la colonia anarchica Cecilia, Milán, Moizzi, 1977.
tribas de Pepita Guerra, la pluralidad de Rossi o la desfachatez de Martín– rehusaron acep-
14
tar que, para amarse bien, habría que esperar las alcobas libres de la sociedad futura. Véase E.Z. Arana, “La mujer y la familia”, Rosario, Grupo de Propaganda Comunista Anárqui-
ca Ciencia y Progreso, 1897.
15
Ídem.
Notas 16
J. Rossi, Juan, “Un episodio de amor en la Colonia Socialista Cecilia”, folleto 5, traducido por
J. Prat, Buenos Aires, Biblioteca de La Questione Sociale, 1895.
1
D. Barrancos, Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo,
17
Buenos Aires, Contrapunto, 1990. Véase R. Chaughi, “La mujer esclava”, Barcelona, Salud y Fuerza, 1907.
18
2
Idem, p. 248. La Voz de la Mujer (en adelante LVM), 2, 31 de enero de 1896.
19
3
Véase M. del C. Feijóo y M. Nari, “Imaginando las/los lectores de La Voz de la Mujer”, en L. Véase M. Molineaux, “No God, No Boss, No Husband: Anarchist Femenism in Nineteenth Cen-
Fletcher (comp.), Cultura y mujeres en el siglo XIX, Buenos Aires, Feminaria, 1994; P. Ansolabehe- tury Argentina”, Latin American Perspectives, 13, 1, invier no de 1986, pp. 119-145.
re, “La voz de la mujer anarquista”, Mora, 6, IIEGE, UBA, 2000; D. Armus, “Salud y anarquismo. La 20
EP, 96, 8 de diciembre de 1895; La Protesta Humana (en adelante LPH), 73, 10 de diciem-
tuberculosis en el discurso libertario argentino”, en M. Lobato (comp.), Política, médicos y enfermeda- bre de 1899; El Rebelde (en adelante ER), 20, 3 de septiembre de 1899.
des. Lecturas de historia de la salud en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1996; M. Nari, Políticas 21
Véase C. Bacci y L. Fer nández Cordero, “Feroces de lengua y pluma. Sobre algunas escrituras
de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires, 1890-1940, Buenos Aires, Biblos, 2005, G.
de mujeres anarquistas”, Políticas de la Memoria, 6-7, Buenos Aires, 2007.
Zaragoza, Anarquismo argentino: 1876-1902, Madrid, Ed. de la Torre, 1996; J. Suriano, Anarquis-
22
tas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires. 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001. LVM, 1, 8 de enero de 1896.
4 23
Este artículo constituye un primer avance sobre mi proyecto de tesis “Semántica sexual de la LVM, 2, 3 de enero de 1896.
emancipación anarquista en Argentina (1880-1930)”, doctorado en Ciencias Sociales, UBA-CONI- 24
R. Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2003.
CET. Agradezco a Claudia Bacci, Ricardo Cicerchia, Alejandro Dujovne, Pablo Irrgang, María Celia La-
25
bandeira, Alejandra Oberti, Roberto Pittaluga, Horacio Tarcus y Fabiana Solari por los valiosos comen- LPH, noviembre de 1902.
tarios que acompañaron mi escritura. 26
LP, 1417, 5 de agosto de 1908.
5
El material fue consultado en Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquier- 27
LP, 1425, 15 de agosto de 1908.
das en la Argentina (CeDInCI), Biblioteca Popular Juventud Moder na de Mar del Plata, Biblioteca Po-
28
pular José Ingenieros, Federación Libertaria Argentina, Instituto de Historia Social en Amsterdam. LP, 1426 y 1427, 16-18 de agosto de 1908.
29
6
Véanse D. Abad de Santillán, El movimiento anarquista en la Argentina desde sus comienzos LP, 1441, 3 de septiembre de 1908.
hasta 1910, Buenos Aires, Argonauta, 1930; I. Oved, El anarquismo y el movimiento obrero en Ar- 30
LP, 2004 y 2005, 1-2 de agosto de 1913.
gentina, México, Siglo Veintiuno, 1978; G. Zaragoza, ob. cit. 31
LP, 2007, 5 de agosto de 1913.
7
Véase M. Nettlau, “Contribución a la bibliografía anarquista de la América Latina hasta 1914”, 32
LP, 2039, 12 de septiembre de 1913.
Certamen Internacional de La Protesta, Buenos Aires, 1927.
33
8 LP, 2043, 16 de septiembre de 1913.
Véase L. Fer nández Cordero, “¡Apareció aquello!”, Políticas de la Memoria, 6-7, Buenos Ai-
34
res, 2007. LP, 2083-2086, 1-5 de noviembre de 1913.
9 35
El folleto 3, “La religión y la cuestión social”, de Joan Montseny pertenece, tal como aclaran los LP, 2085, 4 de noviembre de 1913.
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36 54
LP, 2088 y 2089, 7-8 de noviembre de 1913. LA, 157, abril de 1925.
37 55
LP, 2927, 3 de agosto de 1916 ss. LA, 204, 2 de abril de 1926.
38 56
LP, 2929, 17 de agosto de 1916. LA, 158, 1 de mayo de 1925.
39 57
R. Barret, “El problema sexual”, conferencia pronunciada el 24 de junio de 1908 en el Institu- LP, 4500, 9 de septiembre de 1923 y LA, 231, 7 de enero de 1927.
to Paraguayo, publicada el 25 de junio de 1908 en El Diario. 58
Para una explicación más exhaustiva de este modo de abordaje, véanse L. Fer nández Cordero,
40
L.A. Romero, “Buenos Aires en la entreguerra: libros baratos y cultura de los sectores popula- “Semántica sexual anarquista. Una exploración a partir de la Teoría de los Bloques Semánticos de O.
res”, en D. Ar mus (comp.), Mundo urbano y cultura popular: estudios de historia social argentina, Ducrot y M. Carel”, Actas Congreso Inter nacional, Transformaciones culturales. Debates de la teo-
Buenos Aires, Sudamericana, 1990. ría, la crítica y la lingüística, Buenos Aires, 20-22 de noviembre de 2006, Facultad de Filosofía y Le-
41
Véase H. Vezzetti, “Historia del freudismo e historia de la sexualidad: el género sexológico en tras, UBA.
Buenos Aires en los treinta”, Prismas, 1, 1, 1997, pp. 211-218. 59
Véase P. Geli, “Los anarquistas en el gabinete antropométrico. Anarquismo y criminología en
42
Véanse D. Barrancos, ob. cit; M. Nari, ob. cit. la sociedad argentina del 900”, Entrepasados, 2, 2, 1992; D. Barrancos, Anarquismo, educación y
costumbres…, p. 241.
43
Véase M. Nari, ob. cit. p. 38.
44
F. Sutor, “Generación consciente. Anatomía, fisiología, preservación científica y racional de la
fecundación no deseada”, Barcelona, Salud y Fuerza, 2ª ed. 1910; L. Bulffi, “Huelga de vientres!”,
Barcelona, Salud y Fuerza, 6ª ed. 1910.
45
Véanse R. Sonn, “Your body is yours”: Anarchism, Birth Control, and Eugenics in Interwar
France”, Journal of the History of Sexuality, 14, 4, octubre de 2005, pp. 415-432; E. Masjuan,
“Procreación consciente y discurso ambientalista: anarquismo y neomalthusianismo en España e Italia,
1900-1936”, Ayer. Revista de Historia Contemporánea, 46. Madrid, 2002; M. Nash, “La refor ma
sexual en el anarquismo español”, en B. Hofmann, P.J. Tous Tietze (coords.), El anarquismo español
y sus tradiciones, Vervuert Verlagsgesellschaft, Iberoamericana, 1995.
46
NT, 32, 1 de junio de 1924.
47
LP, 4566, 25 de noviembre de 1923 y 4884, 4 de diciembre 1924 (subrayado en el original).
48
Véanse P. Ben, “Sexual Comedy and Plebeian Masculinity in Buenos Aires, 1880-1930”, Jour-
nal of the History of Sexuality, 16, 3, 2007 (e/p); C. Craft-Fairchild, “Sexual and Textual Indeter mi-
nacy: Eighteenth-Century English Representations of Sapphism”, Journal of the History of Sexua-
lity, 15, 3, septiembre de 2006, pp. 408-431.
49
LP, 4498, 7 de septiembre de 1923; L. Fabbri, Cartas a una mujer sobre la anarquía, Bue-
nos Aires, Editorial La Protesta, 1923.
50
Ideas, 69, marzo de 1922.
51
Véanse L. Fer nández Cordero, “¡Apareció aquello!”; D. Barrancos, “Mujeres de Nuestra Tribu-
na: el difícil oficio de la diferencia”, Mora, 2, Buenos Aires, IIEGE, UBA, noviembre 1996; E. Calzet-
ta, Nuestra Tibuna. Hojita del sentir anárquico femenino (1922-1925), Bahía Blanca, Editorial de
la Universidad del Sur, 2005.
52
Véase J. Rouco Buela, Historia de un ideal vivido por una mujer, Buenos Aires, s/e, 1964;
H. Tarcus, Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a la “nueva izquier-
da” (1870-1976), Buenos Aires, Emecé, 2007.
53
Véase L. Anapios, “Del debate al atentado. La lucha por el control de los recursos en el movi-
miento anarquista. 1915-1924”, Primeras Jor nadas Nacionales de Historia Social, La Falda, Córdo-
ba, 2006.
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) 75 (
Notas sobre la militancia anarquista
Rosario, 1890-1903
Agustina Prieto*
E
n octubre de 1901 tuvo lugar en Rosario un hecho sin precedentes nacionales reco-
nocidos: la muerte de un huelguista a manos de la policía. En Rosario y en Buenos
Aires se realizaron actos multitudinarios de condena a la policía y en memoria de
Cosme Budislavich, el primer mártir obrero. El de Rosario fue definido por un avezado mi-
litante socialista como “la procesión más importante que he presenciado en mi vida” y la
prensa rosarina opinó que había sido un acto “imponente”, de “una grandiosidad que es-
capa al límite de lo conocido en esta clase de reuniones populares”.1
El acto de Rosario descubrió, además, una ciudad que los delegados enviados por el Par-
tido Socialista Argentino calificaron de “anarquista”. Juan B. Justo y Enrique Dickmann la
llamaron “meca del anarquismo” y la compararon con Barcelona.2 Adrián Patroni, comi-
sionado por La Vanguardia para cubrir periodísticamente los sucesos, dijo que Rosario era
“el cuartel general de la propaganda anarquista”.3
En una de esas notas, Patroni abordó la cuestión de la “preponderancia de los anarquis-
tas”, fenómeno que atribuyó a la calidad del mensaje libertario, “sugestivo y fácil de ser
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una Casa del Pueblo que constituía desde su inauguración en enero de 1900 el centro de resistencia de la ciudad paralizaron sus actividades en solidaridad con la llamada “huelga
propaganda anarquista más importante de la Argentina. grande” de los ferroviarios.15 Aunque la huelga fracasó en cuanto a los objetivos buscados,
La propaganda anarquista giró fundamentalmente en tor no a los círculos, espacios don- un sector de los anarquistas rosarinos entendió que había que actuar en ese terreno fértil
de se elaboraban los mensajes que habrían de concienciar a los oprimidos, se ponían en que había demostrado ser el mundo del trabajo. La aparición del periódico La Federación
práctica redes solidarias y se diseñaban tácticas de reclutamiento de activistas. Con este ob- Obrera expresó ese giro.
jetivo, a lo largo de la última década del siglo XIX y la primera del XX se organizaron en En los tres años siguientes los conflictos en el mundo del trabajo y la actividad anarquis-
Rosario decenas de círculos, en su mayoría de efímera existencia, que operaron como cen- ta se redujeron sensiblemente pero en 1899 recuperaron impulso y la corriente anarco-sin-
tros de irradiación de las iniciativas vinculadas con la propaganda, esto es, con la publica- dicalista se abocó a hacer propaganda entre los trabajadores, a promover su organización
ción de periódicos y folletos; la organización de mitines públicos, veladas artísticas, confe- en sociedades de resistencia y a la creación de una Federación Obrera Rosarina. El listado
rencias y giras de propaganda; la for mación de militantes y la acción gremial.12 sociedades adherentes al acto de octubre de 1901, con un solo gremio realmente impor-
Entre 1886, año al que se remontan las primeras menciones a la presencia de anarquis- tante, el de los estibadores, mostró los resultados de esa operación.
tas en Rosario, y 1896 la actividad de grupos y círculos se expresó mayor mente en activi-
dades de difusión como la organización de conferencias y la edición de periódicos impulsa-
dos por “individualistas” o “doctrinarios puros” que se inclinaban por la for mación de gru- Propagandistas valerosos
pos por afinidad y se manifestaban contrarios a la acción en terreno gremial. Estas expe-
riencias tuvieron, en general, una muy corta vida. La espasmódica, efímera y socialmente acotada actividad desplegada por los círculos
En 1896 el nivel de actividad de los círculos aumentó sensiblemente. Salieron a la luz entre 1886 y 1899 resulta a todas luces insuficiente para explicar el fenómeno de la Bar-
los periódicos libertarios La Libre Iniciativa, La Federación Obrera, La Nueva Humani- celona argentina. Los sucesos de octubre de 1901 ofrecen, nuevamente, una cantera de
dad, La Verdad, Ni Dios ni Amo y el primero de los folletos Emilio Z. de Arana editados búsqueda. El acto del 24 tuvo como oradores a Adrián Patroni, Oreste Ciattini, Rómolo
en la ciudad. El grupo grupo Ciencia y Progreso editó una serie de folletos propaganda de Ovidi, Virginia Bolten, José Berg, Nicolás Rodríguez Blanco, Domingo Alloco y Manuel
Emilio Z. de Arana y salieron periódicos como La Nueva Humanidad (1899), La Voz de Manrique. Cinco eran anarquistas: Ovidi, Bolten, Rodríguez Blanco, Alloco y Manrique. Se
la Mujer (1899), La Libera Parola (1900) y Solidaridad (1902).13 Se organizaron confe- trataba de activistas de vieja data, cualidad singular para una ciudad confor mada por una
rencias y debates de confrontación en teatros, locales gremiales y casas particulares, como abrumadora mayoría de habitantes recientes o de paso. Rómolo Ovidi y Virginia Bolten,
la de Emilio Z. de Arana. Las conferencias pronunciadas en Rosario por Pietro Gori tuvie- por ejemplo, habían participado en la organización y realización del primer acto conmemo-
ron, como en otras ciudades argentinas, gran repercusión periodística y suscitaron la aten- rativo del 1 de Mayo, acto que sorprendió, en su momento, por su inusitado carácter y por
ción de un público numeroso y socialmente heterogéneo. Los círculos impulsaron también la cantidad de personas que habían acudido a la convocatoria de un grupo de hombres y
la creación de escuelas libertarias. mujeres identificados con principios libertarios o con la flamante Segunda Inter nacional So-
La Casa del Pueblo fue, sin duda, una de las concreciones más relevantes del anarquis- cialista. En un hecho sin precedentes por tratarse de una mujer, Virginia Bolten fue deteni-
mo rosarino. En su primer año de funcionamiento se pusieron en escena treinta obras de da por repartir volantes en la puerta de la Refinería Argentina del Azúcar. Pero el 1 de Ma-
propaganda social y se realizaron veintiocho veladas de índole diversa; se recitaron y canta- yo estaba en la plaza López con una bandera roja enlutada, inaugurando una perdurable li-
ron cincuenta y dos composiciones; se pronunciaron sesenta y cuatro conferencias sobre te- turgia libertaria.
mas sociales; se cedió el local a grupos y gremios en veintidós ocasiones; fueron compues- Ovidi, Bolten, Rodríguez Blanco, Alloco y Manrique fueron figuras principales en el pro-
tas dos piezas musicales; la orquesta de la Casa ejecutó esas piezas y otras tres más; se tra- ceso de consolidación de la corriente organizadora o anarco-sindicalista y desplegaron una
dujeron al castellano nueve obras dramáticas; se copiaron doce dramas y comedias para la notable actividad en el terreno de la difusión cultural e intelectual. Fueron oradores y con-
Casa y diecinueve para otros puntos del país; se repartieron 5.510 periódicos libertarios; se ferencistas, hicieron giras de propaganda e incursionaron en el campo periodístico como
dio empleo a 446 personas a través de la “bolsa del trabajo”; se repartieron 2.310 folletos editores o redactores de hojas locales y nacionales. Ovidi y Manrique escribieron también
diversos y se vendieron 2.670 libros y folletos de propaganda. La Casa del Pueblo contaba obras de teatro. A fines de 1902 la Ley de Residencia dispuso la expulsión del país de Allo-
además con una biblioteca que tenía 380 volúmenes de sociología, ciencias, artes y literatu- co, Manrique y Ovidi, y la policía local puso bajo vigilancia a Nicolás Rodríguez Blanco. Vir-
ra en castellano, italiano y francés, y una variada colección de revistas, diarios y periódicos.14 ginia Bolten dejó la ciudad en 1904 y el país en 1905.
La participación de sociedades de resistencia identificadas con el anarquismo remite a Estas figuras no agotaban, ciertamente, el espectro de la militancia anarquista de los años
un proceso que reconoce como hito las controversias que se manifiestan desde 1895 entre del cambio de siglo. Ni fueron la expresión de un patrón de militancia excluyente. Escribie-
los anarquistas por el tema de la organización y la primera huelga general realizada en Ro- ron, publicaron y dieron conferencias en ámbitos cerrados. Pero fueron, fundamentalmente,
sario y en la Argentina en agosto de 1896, cuando prácticamente todas las sociedades de consumados militantes de la urgencia y, como dirá Patroni, “propagandistas valerosos”.
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Algunos episodios per miten apreciar cómo se construyó la imagen a la que aludía Pa- lítico de la ciudad, Octavio Grandoli, comunicó que la empresa estaba dispuesta a recibir a
troni. En 1893, por ejemplo, la provincia fue escenario de la llamada “revolución radical” una comisión de seis obreros. Grandoli la vetó porque la mitad eran anarquistas a los que or-
y levantamientos ar mados protagonizados por colonos de las zonas agrícolas. La insurrec- denó detener. Un grupo de obreros quiso evitar que se los llevaran aferrándose al carro. Gran-
ción radical, que dejó en Rosario un tendal de muertos y heridos, provocó la intervención doli ordenó disparar y el obrero Cosme Budislavich fue alcanzado por una bala fatal. En las
del gobier no provincial, la declaración del estado de sitio y el encarcelamiento de los líde- horas que siguieron los anarquistas y la policía pelearon, literalmente, por el cadáver, que los
res del movimiento. En ese contexto signado por la prohibición de toda actividad política anarquistas pretendían velar en la Casa del Pueblo y la policía enterrar sin velorio.
pública, el grupo libertario Demoliamo editó y distribuyó un periódico con ese nombre que En enero de 1902 una huelga de los estibadores portuarios devino huelga general. Se
desafiaba el silencio impuesto por ley.16 Los once miembros del grupo fueron encarcelados registraron episodios callejeros de gran violencia entre trabajadores y entre huelguistas y
y luego puestos en libertad. La salida de otro periódico editado por el mismo grupo los lle- policías que dejaron un saldo de varios heridos y tres obreros muertos. Uno de esos epi-
vó nuevamente a la cárcel, que compartieron con los líderes de la insurrección radical y una sodios tuvo lugar en un almacén del Tiro Federal, cercano a la Refinería Argentina del
treintena de militantes detenidos por su supuesta participación en un complot anarquista. Azúcar. El propietario había organizado en el local un acto de protesta contra la policía.
Varios de ellos fueron expulsados de la ciudad. El comisario seccional dispuso el desalojo del almacén, orden que fue resistida con piedras,
Durante la “huelga grande” de 1896 grupos de anarquistas transfor maron el reclamo palos y tiros por los concurrentes, unos doscientos, entre los que se contaban varios mili-
de un gremio en huelga general. Actuaron sobre la marcha, arengando a los trabajadores tantes anarquistas.
en la puerta de cada establecimiento, hostigando a los rompehuelgas contratados por algu- Estos episodios tuvieron lugar en una etapa en la que distintas facciones políticas loca-
nas empresas y enfrentando con gritos y palos a una policía que reprimió con mucha vio- les, entre ellas lo que quedaba del radicalismo tras la derrota de 1893, se definieron por
lencia y detuvo a unos ochenta activistas. su antagonismo a los intereses de los sucesivos gobier nos provinciales, a los que se atri-
En 1900 los anarquistas de Rosario conmemoraron el 1 de Mayo con un acto en la Ca- buyó la intención de perjudicar a Rosario. El ariete de esa supuesta política antirrosarina
sa del Pueblo donde unas doscientas personas escucharon discursos alusivos pronunciados fue la Jefatura Política, a cargo de la policía y el control de los procesos electorales. En-
por Rómolo Ovidi, Teresa Marchissio y Carlo Tortti, que propuso la realización de una ma- tre 1895 y 1904 el cargo de jefe político fue ejercido por los her manos Floduardo y Oc-
nifestación callejera. Munidos de una bandera roja cruzada por el lema “¡Viva la revolución tavio Grandoli. Para la oposición, los Grandoli garantizaban elecciones favorables al ofi-
social!”, los manifestantes pasaron por la puerta de los grandes diarios entonando consig- cialismo y mandaban una policía que se destacaba por la arbitrariedad y la brutalidad de
nas en su contra e improvisaron una tribuna frente a la Comisaría 3ª. El comisario ordenó sus procedimientos.
disolver la manifestación y arriar la bandera que llevaba Manuel Manrique. No logró ningu- En un contexto más amplio, estos episodios deben ser entendidos con relación a la vi-
no de esos cometidos.17 da cotidiana de los trabajadores y a las for mas de intervención estatal en ese terreno. Du-
Semanas antes de la muerte de Budislavich los anarquistas organizaron un acto para re- rante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX Rosario tuvo índices de morta-
pudiar los hechos de La Coruña. Finalizado el acto, que había convocado a unas dos mil per- lidad general de la población que sus autoridades sanitarias estimaron entre los más altos
sonas, “se produjo un incidente que nadie podía prever. […] En dirección opuesta al meeting del mundo. Estas mismas autoridades, a cargo de oficinas y secretarías creadas en el ám-
venía un coche de tranway el cual se detuvo para dejar pasar a la columna, pero un indivi- bito municipal tras una epidemia de cólera que acabó con la vida de un millar de personas
duo que viajaba en dicho coche, ostentando una medalla policial ordenó al cochero que si- entre 1886 y 1888, elaboraron diagnósticos y diseñaron estrategias de acción. El diagnós-
guiera: este lo intentó, pero los compañeros sujetaron los caballos protestando de proceder tico, corroborado tras la declaración de una nueva epidemia de cólera en enero de 1895,
semejante. Esto fue suficiente para que se sulfurase un sargento del escuadrón de seguridad atribuía la afligente situación sanitaria de la ciudad a la ausencia de redes de provisión y
que se encontraba allí, el cual la emprendió a machetazo limpio contra los manifestantes, eliminación de aguas, a la insuficiencia de servicios asistenciales y, sobre todo, a las con-
ayudado en su tarea por varios vigilantes y empleados de policía. […] Los manifestantes al diciones de vida de las masas trabajadoras. El diagnóstico aseveraba que este conjunto de
ver actitud tan agresiva, decidieron repeler la fuerza con la fuerza, reluciendo de pronto ar- condiciones desfavorables alcanzaba niveles dramáticos en los llamados barrios obreros,
mas dirigidas hacia los agresores. Hubo un cambio de tiros, sablazos, garrotazos, puñetazos surgidos en tor no a la Refinería Argentina del Azúcar, los talleres del Ferrocarril Central
y la mar, llevando la peor parte la policía entre la cual hay varios agentes heridos y un oficial Argentino y un conjunto de establecimientos productivos de variada dimensión.
de la 3ª molido a garrotazos. Hasta este momento no tenemos conocimiento de que haya Las estrategias de acción apuntaron, en el casco urbano, a la construcción de una red
ningún herido o contuso de parte nuestra”.18 La actitud de los anarquistas contrastaba con sanitaria, la ampliación de la atención hospitalaria y la higienización de las habitaciones po-
lo sucedido con una manifestación de carácter pacífico organizada por la opositora Unión pulares. Con este último objetivo, la Oficina de Higiene dispuso la realización de inspeccio-
Provincial: brutalmente reprimidos por la policía, no ofrecieron respuesta. nes a conventillos y ranchos que, en el caso del casco urbano, solían traducirse en mejoras.
El 18 de octubre, los trabajadores de la Refinería Argentina del Azúcar constituyeron una En los barrios obreros, no. En 1896 se realizaron más de once mil inspecciones a ranchos,
sociedad de resistencia y redactaron un pliego con reclamos salariales y laborales. El jefe po- conventillos y establecimientos insalubres.
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En los barrios obreros vivían cientos de trabajadores que se alojaban en conventillos, ran- te de los trabajadores. Fue rechazada por un sector minoritario de los empresarios y por la
chos y casillas. En los conventillos, grandes e insalubres, el índice de hacinamiento superaba conducción, anarquista, de la Sociedad de Estibadores. El intento fracasó, pero al año si-
al del resto de la ciudad. Las condiciones sanitarias de los barrios obreros no sólo los hicie- guiente la Sociedad de Estibadores de dividía en dos: una anarquista y una que se procla-
ron objeto de las temidas inspecciones municipales. Durante las epidemias de cólera de maba socialista con estatutos redactados por Bialet Massé y que adoptaba el arbitraje como
1894-1895 y de peste bubónica de enero de 1900 se destruyeron y quemaron ranchos y ca- instancia de resolución de conflictos. La intransigencia, que en los anarquistas remitía a lo
sillas y se desalojaron decenas de habitaciones de conventillos. En el transcurso de la segun- doctrinario, y sobre todo la violencia con la que procuraron garantizar ese principio, fueron
da de las epidemias mencionadas, se destruyeron o quemaron un millar de ranchos y casillas el argumento principal de los rupturistas. En los años inmediatamente posteriores se crea-
de los barrios obreros y fueron bañadas compulsivamente unas veinticuatro mil personas. rán nuevas sociedades de resistencia de inspiración libertaria y gremios –no siempre iden-
Es precisamente en esos barrios en los que el poder público se inmiscuía en el ámbito tificados con el Partido Socialista Argentino– que aceptarán el principio del arbitraje.
de lo privado, desinfectaba gente y pertenencias, destruía viviendas y reprimía huelguistas,
donde el anarquismo tuvo mayor presencia. Esa presencia se expresó en la organización de
conferencias y veladas artísticas, únicas actividades de esparcimiento barriales en los años El propagandista anarquista, objeto literario y sujeto político
del cambio de siglo. Se manifestó también en la creación de escuelas libertarias en un es-
pacio donde el Estado todavía no había instalado ninguna. O en las reacciones a las inspec- Los sucesos de octubre de 1901 fueron el hito de inicio de una corta e intensa etapa
ciones sanitarias, en las que la prensa y las autoridades veían la influencia de agitadores o que tuvo su hito de cierre con la promulgación de la Ley de Residencia. La ley 4144 no
anarquistas. acabó, ciertamente, con el anarquismo rosarino, pero dejó fuera de acción a buena parte
La militancia anarquista se hizo presente asimismo en el terreno sanitario, en particular de la generación de militantes que habían convertido a Rosario en la Barcelona argentina.
durante las situaciones de epidemia. En este campo sobresalió la figura de Emilio Z. de Ara- Para entonces, el propagandista anarquista se convertía en personaje literario y en objeto
na, que instaló en su casa un consultorio para atención gratuita de enfer mos y tuvo una ac- de operaciones políticas.
tuación destacada por la prensa durante la epidemia de cólera de 1895. Fue en ese dramá- En abril de 1902 una revista rosarina publicó “Croquis rosarinos. En la Casa del Pue-
tico contexto, para los trabajadores, de la epidemia de peste bubónica de enero del 900, blo”, el primer relato literario local centrado en la figura del propagandista anarquista, “un
cuando los anarquistas inauguraron la Casa del Pueblo. joven rubio, extrañamente pálido, de mirada suave y melancólica” que exponía ante los
Los trabajadores encontraron solidaridad de la militancia ante la agresión de la autori- asistentes a la Casa del Pueblo una visión estupenda del futuro, “animándose a medida que
dad y la explotación laboral. Encontraron también ámbitos de contención en las escuelas li- habla y que se per filan en su imaginación, amamantada en los libros de Kropotkine, los
bertarias, en la atención gratuita de enfer mos, en la “bolsa del trabajo” de la Casa del Pue- contor nos de la sociedad del siglo XXI”. Un herrero de anchas espaldas, proseguía el rela-
blo o en las actividades de esparcimiento. to, levantaba “su mano encallecida y más de una vez quemada por la fragua” y exclamaba
“¡Mientras tanto nos morimos de hambre!”, frase que provocaba “una tempestad de vivas
y mueras”. El acto concluía con los anatemas furibundos contra la burguesía que lanzaba
Intransigentes una mujer “de rostro pálido y de rojo vestido” subida a una silla.19
En 1904 Juan Bialet Massé dedicó varios párrafos de su Informe sobre el estado de
Adrián Patroni sugería que la intransigencia evidenciada por los propagandistas anar- las clases obreras argentinas a la figura del propagandista anarquista. La mayor parte de
quistas en situaciones de huelga remitía a su carácter de militantes profesionales, cualidad esos relatos referían a sucesos ocurridos en Rosario entre 1902 y 1903 de los que había
que las fuentes sobre el tema no per miten corroborar y que en todo caso no podía hacer- sido protagonista o testigo presencial. A tono con Patroni y con concepciones científicas
se extensiva a la base de esa militancia, que era la que con su cuerpo garantizaba la aplica- entonces en auge,20 definía el anarquismo como “neurosis fanática, provocada por el des-
ción del principio. El tema de la intransigencia importa porque es precisamente en ese cam- gaste de las jor nadas excesivas y las privaciones del jor nal insuficiente, exaltada por la uto-
po vinculado al orden de los principios doctrinarios donde desde 1902 se revelarán las li- pía de remedios imposibles, que preside en las inteligencias medianas, y que se explota há-
mitaciones de acción de la militancia anarquista. bilmente”. Como Patroni, entendía que el anarquismo dominaba entre los obreros de Ro-
Ese año se crearon nuevas sociedades de resistencia de filiación libertaria y una Federa- sario como “único señor”.21
ción Obrera Rosarina. Pero ese sensible avance en el terreno gremial fue paralelo a la emer- Entre los propagandistas de las ideas libertarias Bialet Massé había conocido a fanáticos
gencia de nuevas for mas de acción obrera. La huelga iniciada por los estibadores portua- de buena fe que contagiaban su “exaltación sincera” a los criollos, a explotadores extranje-
rios al comenzar ese año dio a lugar a un intento de mediación promovido por el asesor le- ros que abusaban de “la ignorancia y de la sinceridad de los hijos del país”, a infor mantes
gal de la Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio de Rosario, Juan Bialet Massé. La pro- de la policía y a “una joven puntana de palabra enérgica y dominante, que arrastra a las
puesta de arbitraje tuvo eco favorable entre un grupo de empresarios del sector y una par- multitudes”.22 Entre los primeros destacaba la figura de un criollo “fanático: la mirada gran-
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de de sus ojos, la palidez mate de su piel trigueña, sus ademanes solemnes y la repetición 2
Citado por P. Grela, El estibador portuario, Rosario, El Remanso, 1990, p. 284.
de las frases hechas en los libros de Bakounine y Malatesta”.23 O la del propagandista de 3
“Los sucesos del Rosario”, La Vanguardia, 44, Buenos Aires, 2 de noviembre de 1901, p. 1.
Rosario que había observado en un acto realizado en Paraná: “Tartamudea y carece de ac- 4
Citado por P. Grela, El estibador portuario, p. 284.
ción y movimiento; su mano derecha no más se mueve, una veces rígida, elevada sobre la
5
cabeza doblada como quien cubre, otras con el codo doblado y el tercer dedo rígido […] ha- R. Falcón, D. Macor y A. Monserrat, “Obreros, artesanos, intelectuales y actividad político-sindi-
blando casi en italiano, es el orador más pobre que hasta ahora he oído. Recita una lección cal. Aproximación a un per fil de los primeros militantes del movimiento obrero argentino”, Estudios
Sociales, 1, UNL, 1991, pp. 29-73.
muy larga para su memoria, se repite tres veces buscando la ilación cortada, entrevera las
6
ideas, las corta, las retuerce”.24 J. Aricó, La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Ai-
Las apreciaciones de Bialet Massé deben ser entendidas en primer lugar como expre- res, Sudamericana, 1999, p. 38.
sión de la idea de que, “para concluir con el anarquismo, lo primero que se ha de procurar 7
J. Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos Ai-
es no hacerle mártires; no hay idea por absurda que sea que la persecución no levante, so- res, Manantial, 2001.
bre todo si ella es arbitraria; las leyes comunes, el menosprecio y el ridículo pueden más, 8
Véase J. Bialet Massé, Informe sobre el estado de la clase obrera, Buenos Aires, Hyspaméri-
mucho más, que las cárceles”.25 En segundo lugar, a la construcción, por contraste, de su ca, t. II, p. 675.
propia figura como publicista y dirigente gremial.26 9
Véase G. Zaragoza, Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, De la Torre, 1996, p. 337,
Para la misma época, el ascendiente de los propagandistas del anarquismo sobre las ma- que toma el dato de J. Moya, “Spaniards in Buenos Aires. Patterns of inmigration and adaptation
sas obreras, la eficacia demostrada en la calle y el modo de enfrentar a la policía hicieron 1852-1930”, tesis doctoral, Rutgers State University, 1988.
que fuesen percibidos, por algunos dirigentes radicales, como potenciales protagonistas del 10
Jefatura Política de Rosario, Suplemento a la “Orden del día” de 11 de febrero de 1903.
movimiento insurreccional del 4 de febrero de 1905, estrategia que tuvo como principal im-
11
pulsor al director de un diario muy popular, El Municipio, dirigido desde 1887 por Deolin- J. Suriano, Anarquistas, p. 130.
12
do Muñoz. Pueden mencionarse entre los grupos y círculos creados dentro del período en estudios a An-
Para el director no fue una sorpresa, como para los socialistas, el descubrimiento de la torcha Anárquica, Libre Iniciativa, Demoliamo, La Ribelione, La Expropiación, Antimoralistas, La Luz,
Barcelona argentina. Había dedicado una década a denunciar su carácter exótico primero La Verdad, Luz de la Infancia, La Venganza Será Terrible, La Nueva Humanidad, Ciencia y Progreso,
y su alar mante expansión después. Lo que descubrió en el acto de octubre fue que un he- Librepensadores, Los Proletarios, Las Proletarias, Voz de la Mujer, Amor Libre, Grupo Libertario In-
dependiente, La Aurora Social, Libertad y Amor, Claría, Centro de Estudios Sociales, Libertario, Lui-
cho obrero podía convertirse en un hecho político y elaboró a partir de allí una estrategia
sa Michel, Luz y Vida, Voz de Echesortu.
de captación del movimiento libertario que puso en marcha en 1903 y que tuvo como ins-
13
trumento fundamental su propio periódico. Deolindo Muñoz procuró que los anarquistas se Los folletos de Arana publicados en Rosario son “La sociedad. Su presente. Su pasado y su por-
venir” (1896), “La mujer y la familia” (1897), “La esclavitud antigua y la moder na” (1898), “La medi-
sumaran a la insurrección radical. Pero provocó que la aplicación de la Ley de Residencia
cina y el proletariado” (1899) y “Los males sociales. Su único remedio”, editado en 1901 por el gru-
dejara fuera de la ciudad a una parte sustantiva de la camada de propagandistas que había
po rosarino Independiente.
reemplazado a los expulsados en 1902.27
14
Los artífices de la Barcelona ar gentina eran para entonces un tópico literario presen- La Protesta Humana, Buenos Aires, 12 de enero de 1901.
15
te en las novelas naturalistas del rosarino Carlos Suríguez y Acha y en las crónicas de los Sobre este proceso véase A. Monserrat, “El anarquismo rosarino y la cuestión de la organiza-
magazines. Un personaje dibujado prácticamente con los mismos rasgos que le atribuía ción (1890-1910)”, en A. Ascolani (comp.), Historia del sur santafesino. La sociedad transformada
el conjunto de la literatura occidental de temática social. Aunque las menciones a la jo- (1850-1930), Rosario, Platino, 1993, y R. Falcón, La Barcelona argentina, Rosario, Laborde, 2005.
16
ven de rostro pálido e improbable vestido rojo y a la joven puntana de palabra enér gica Véase sobre el tema V. Accurso, “Demoliamo: primer periódico anarquista rosarino en lengua
aludían, sin lugar a dudas, a Vir ginia Bolten, una figura militante inequívocamente ligada italiana”, Anuario, 15, UNR, 1992, pp. 261-217.
a Rosario. 17
“Varias”, La Protesta Humana, 84, Buenos Aires, 84, 13 de mayo de 1900, p. 3.
18
“Correspondencias”, La Protesta Humana, Buenos Aires, 28 de septiembre de 1901.
19
Notas Carlos Lac Prugent en El Cronista, 1, 7, Rosario, 30 de abril de 1902.
20
Sobre el tema véase P. Geli, “Los anarquistas en el gabinete antropométrico. Anarquismo y cri-
1
La primera expresión está tomada de “Los sucesos del Rosario”, La Vanguardia, 44, Buenos Ai- minología en la sociedad argentina del 900”, Entrepasados, II, 2, 1992; E. Zimmer man, Los libera-
res, 2 de noviembre de 1901, p. 1; las de la prensa rosarina corresponden a “El meeting de ayer”, El les argentinos. La cuestión social en la Argentina 1890-1916, cap. 6, Buenos Aires, Sudamerica-
Municipio, Rosario, 25 de octubre de 1901, p. 1. na-Universidad de San Andrés, 1995.
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21
J. Bialet Massé, Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas, Buenos Aires, Hys-
pamérica, t. II, p. 674. Sobre el tema véase P. Geli, ob. cit.; E. Zimmer man, ob. cit..
Apuntes para pensar el arte anarquista
22
“Más enérgica que Luisa Michel, tiene indudablemente mejores for mas que ésta”; J. Bialet Mas- a través de la revista Ideas y Figuras
sé, Informe..., t. II, p. 668.
23
J. Bialet Massé, Informe..., t. II, p. 675.
Analía Rey*
24
Ídem, p. 403.
25
J. Bialet Massé, Informe..., t. II, p. 676.
26
Véase A. Prieto, “Prolegómenos de la legislación social argentina: la obra de Juan Bialet Mas-
sé”, y D. Lvovich y J. Suriano (eds.), Las políticas sociales en perspectiva histórica. Argentina, 1870-
1952, Buenos Aires, Prometeo, 2006, pp. 47-64.
27
Véase A. Prieto, “La revolución radical de 1905 en Rosario: ¿conspiración cívico-militar o re-
volución del pueblo?”, Revista de Historia, 1, 1, CEHIS, UNMP, 2005, pp. 127-146.
I
deas y Figuras. Revista Semanal de Crítica y Arte, dirigida por Alberto Ghiraldo, se
publica entre mayo de 1909 y agosto de 1916. Sin modificar nunca su for mato y ra-
ramente el número de páginas, alcanza a publicar 136 números, con una periodicidad
que promedia (cierres y prohibiciones mediante) las dos entregas mensuales.
Ghiraldo lanza este nuevo emprendimiento editorial después de una presentación públi-
ca durante la manifestación anarquista del 1 de Mayo en Plaza Lorea, en la cual él y algu-
nos de sus compañeros volantearon un folleto anunciando la publicación de la revista, don-
de se detalla el contenido de los cinco primeros números. Ideas y Figuras no tiene una de-
claración de principios o un manifiesto inaugural como es habitual en algunas revistas de
pequeño for mato; este tipo de intervención también es esperable ante la prolongada ausen-
cia de su director en el mundo anarquista después del cierre de su anterior publicación Mar-
tín Fierro en 1905.
La circulación de la revista se ve muchas veces suspendida, sea porque el gobier no de-
clara el estado de sitio que afecta directamente a la prensa o por la conflictividad existen-
* UBA.
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Entrepasados - Nº 32, fines de 2007: 89-104
te hacia el interior del movimiento que retrasa la redacción. Por ejemplo, el número dedi- ridad. Sin duda todos los colaboradores están, como ya es costumbre en las publicacio-
cado a denunciar el estado de sitio en la Argentina aparece en Montevideo el 11 de ene- nes de Ghiraldo, vinculados por lazos de amistad al director y quedan fuera de la convo-
ro de 1910 y apela a esta estrategia para sortear la censura que pesa sobre las opiniones catoria muchos intelectuales que, relacionados con el anarquismo, están alejados de la for-
de la prensa desde noviembre de 1909 cuando se había declarado el estado de sitio por ma en que él maneja la propaganda del movimiento. Este grupo, variado en sus especia-
el atentado al jefe de Policía Ramón Falcón. No obstante esa situación, Ideas y Figuras lidades como en su militancia política, aborda a lo lar go de los siete años de la revista un
publica dos números con contenidos exclusivamente culturales, uno dedicado a Leonardo arco temático que va desde la crítica teatral a la poesía y las artes plásticas, pasando por
da Vinci y otro con los poemas del joven chileno Max Jara (1886-1965). Es a partir de el ensayo político-social. Muchos de los números de Ideas y Figuras están dedicados a
este número cuando Ideas y Figuras realiza su primera declaración de principios y afir ma: rendir homenaje póstumo a intelectuales que este grupo considera ejemplos de síntesis
“Ya sea en el terreno de las letras amenas, ya en el del combate brioso, ya en el de la crí- entre producción estética y trayectoria ético-política: los casos de Rafael Barrett, Evaristo
tica, siempre hemos guardado, como un resguardo que desmienta toda malevolencia del Carriego, Florencio Sánchez, Pietro Gori, Juan Mas y Pi y León Tolstoi constituyen ejem-
público lector, los mismos ideales del principio, incorruptibles a través de las adversidades plos en este sentido.
y los obstáculos”.1 Más allá de la per meabilidad cultural de Ideas y Figuras, la revista también incluyó la si-
Más allá de las respuestas que la revista le da a las críticas que seguramente provienen tuación política nacional y los avatares del movimiento libertario a través de intervenciones
del mismo anarquismo por continuar la publicación sin hacer referencia al momento que vi- que declaran una fuerte vocación por el oficio periodístico y que denota los cambios sustan-
vía el movimiento, ambos números se convierten en indicios interesantes hacia donde de- tivos que han comenzado a vivirse en la prensa con periódicos creados y dirigidos por pe-
rivará nuestra mirada: el arte como un pilar de la publicación y la participación de intelec- riodistas. Es así como nos infor ma sobre el día a día de los hechos ocurridos en la huelga
tuales provenientes de España y América Latina del Centenario, nos pone en conocimiento sobre la conflictividad obrera en algunos gre-
Escasos son los estudios sobre esta publicación. En primer lugar, un trabajo contemporá- mios o le dedica un número completo a analizar el IX Congreso de la FORA. Brinda una
neo a la revista, realizado por Juan Mas y Pi,2 que busca poner el acento en la figura de Ghi- extensa infor mación sobre los detenidos por causa de las leyes de excepción y entrega nú-
raldo y en su doble esfuerzo de hombre de letras y gestor de emprendimientos periodísticos, meros completos dedicados a la Ley de Residencia y Defensa Social. En síntesis, la publi-
le otorga a Ideas y Figuras la función de abre puertas para escritores y artistas plásticos que cación intenta ofrecer una variada selección cultural y mostrar la producción de jóvenes pro-
pretenden alcanzar el reconocimiento público. Años más tarde, la clásica biografía de Héctor mesas del mundo de la literatura y el arte a la vez que un fuerte compromiso ideológico con
Adolfo Cordero3 hace coincidir los avatares de la revista con las peripecias de su director, que el pensamiento libertario.
alterna su actividad en el mundo cultural porteño y montevideano con las sucesivas persecu- Las reflexiones sobre el arte y más concretamente las intervenciones sobre la plástica
ciones, exilios y cárceles a las que se ve enfrentado por el accionar represivo. De ello resulta convierten a la revista en una publicación que nos per mite preguntar nos sobre las posibili-
que en este libro Ideas y Figuras se convierta más en una excusa para resaltar el aura perso- dades que tiene Ideas y Figuras de dar respuestas a la existencia de un arte anarquista o
nal de Ghiraldo que en un estudio particular acerca del emprendimiento editorial. sobre la preocupación manifiesta por mostrar una producción artística que refleje las inquie-
Por último el trabajo más académico y sistemático de Her nán Díaz,4 que caracteriza la tudes y los gustos del pueblo que dice representar; pero además cuáles son las influencias
publicación como “la más floja de las empresas intelectuales de Ghiraldo” y le critica la fal- intelectuales sobre las que Alberto Ghiraldo se apoya para pensar en una intervención ar-
ta de una orientación precisa. A su vez, Díaz considera que este eclecticismo de Ideas y Fi- tística y en promoverla. En la revista, quizá se pueden encontrar indicios sobre el diálogo
guras es un resultado previsible del estado de soledad política e intelectual del director du- que se entabló entre las producciones artísticas y la ideología y las contradicciones que con-
rante los años que siguen al Centenario. Para el autor, su estructura calca la del folletín, ex- lleva esa búsqueda.
hibiendo una pobre presencia editorial y limitándose a una producción casi monográfica al-
rededor de un literato en cada una de las entregas. A diferencia de Díaz, que considera es-
ta estructura como un síntoma de pobreza de contenido, en esta investigación se la valora Los caminos de la plástica
como una estrategia de Ghiraldo para per mitir un doble acercamiento, desde la política y
las artes, en for ma de entregas unitarias, a un público que efectivamente había incorpora- En 1904 la revista Martín Fierro dirigida por Alberto Ghiraldo publica un manifiesto ar-
do la “for ma folletín” a sus hábitos cotidianos de lectura.5 tístico bajo el título de “El arte para el pueblo”.6 La preocupación presente en él conjuga va-
Junto a la presencia editorial per manente de su director, en el doble carácter de críti- rias cuestiones: en primer lugar la simultánea inquietud entre las demandas de los oprimidos
co social y de hombre de letras, Ideas y Figuras reúne a una lar ga lista de colaboradores. y los valores artísticos en general, también la instrumentalización del arte para formar con-
Enrique García Velloso, Julio Barcos, Juan Emiliano Carulla, el cubano Ruy de Lugo y Vi- ciencias y educar, denunciando los males de la sociedad sin perder las “bellas formas” y la
ña, el español Juan Más y Pi, el chileno Víctor Domingo Silva, Car melo Martínez Paiva, razón. El manifiesto desde su título toma partido y remite a los límites de acción que impo-
José de Maturana, son aquellos a quienes Ghiraldo convoca a escribir con mayor regula- nen los principios de “el arte por el arte”; se pregunta sobre el beneficio social que esta fór-
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mula ofrece, sin distanciarse de este tópico donde el espíritu individualista y autónomo del trar un producto artístico, Ideas y Figuras se propone, entonces, reflexionar críticamente
artista está puesto en función de la obra de arte y de la belleza, el manifiesto ofrece un indi- no sólo sobre la plástica –tema al que no nos dedicaremos– sino también sobre la literatu-
vidualismo creador de belleza y energía revolucionaria pero toma como principio que todo ra, el ensayo y el lugar del intelectual como trabajador del arte.
arte debe ser bello y que la fealdad es la negación del mismo, pero tanto la belleza como el El for mato de Ideas y Figuras se convierte en un molde ideal para probar la creación
arte se aprenden y los sentidos se educan para poder percibir en la obra las secretas afinida- de un arte anarquista. Nuestro objetivo es ver cómo Ideas y Figuras se convierte en un la-
des que se dan entre el mundo sensible y el mundo espiritual.7 boratorio para poner en marcha el manifiesto “El arte para el pueblo” y también para en-
Las oposiciones guían el pensamiento sobre el cual el arte anarquista podía ser cons- sayar reflexiones en tor no a los artistas, a la vida de los artistas y a la función social del ar-
truido y nos dicen que el camino estético del decadentismo no ayuda a edificar un arte don- te y también producciones especiales centradas en un artista que interviene con su obra so-
de se conjugan belleza, sencillez y sentimientos pero sí el simbolismo porque éste per mite bre un tema de particular interés.
deter minar en las manifestaciones estéticas la afinidad entre el mundo sensible y el mundo Desde sus primeros números, la revista pone de relieve una premisa: la búsqueda de
espiritual. la función social del arte no en tér minos teóricos sino estrictamente prácticos. Para ha-
Resaltando los beneficios de la educación para el pueblo para que aprenda a reconocer cerlo se vale de la reproducción de obras, sean de un pintor reconocido a nivel inter na-
la belleza y también a compartirla con los artistas populares que si no provienen del pue- cional, de un dibujante connotado del ámbito local o simplemente de jóvenes desconoci-
blo, son capaces de comprenderlo. En este manifiesto el poder de la evolución coloca a las dos que manifiestan inquietudes artísticas. Pero también diferentes intelectuales reflexio-
clases consideradas inferiores por la burguesía de la época en un nuevo lugar de acción, por nan sobre la función social del arte, en ensayos presentados con ese objetivo o a través
eso los intelectuales cumplen un rol expectante para guiar las transfor maciones sociales y de opiniones vertidas en comentarios críticos sobre exposiciones de artistas realizadas en
el arte y convertirlos en una herramienta de conciencia. Buenos Aires
Detrás de este manifiesto están las lecturas que realiza Alberto Ghiraldo y que compar- En estos números la revista selecciona temas de fuerte contenido social, por ejemplo,
te con los lectores de la revista Martín Fierro; presentados a la manera de “pequeños pen- la trata de blancas, el anticlericalismo, los guardianes del orden, etc. Todos estos son mate-
samientos” se incluían textos de Jean-Marie Guyau y León Tosltoi,8 entre otros intelectua- riales caros al periodismo comprometido socialmente y también tópicos por donde la vida
les que constituían el horizonte de lectura de muchos jóvenes de la época. bohemia se toca con la política y la marginalidad. Ideas y Figuras coloca estos asuntos en
El filósofo francés Jean-Marie Guyau (1854-1888)9 es un autor de gran fama y amplia- debate desde una doble y articulada perspectiva: la imagen con su fuerza expresiva y la pa-
mente leído a finales del siglo XIX y principios del XX, que llega a manos de Ghiraldo se- labra con su contundencia denuncialista y pedagógica.
guramente a través de la traducción de una de las bibliotecas publicadas en Madrid. Su Ahora bien, para ordenar estos materiales y su posible significado debemos establecer
obra tuvo entre el movimiento anarquista fervorosos seguidores y sus escritos se conside- algunas preguntas iniciales: ¿cuál es el acierto de estos números tan bien producidos y di-
ran importantes para la concepción de la moral anarquista. Para Guyau el arte es eminen- señados?, ¿cómo se establece un diálogo entre la imagen y los textos?, ¿qué indicios nos
temente social, por su origen, por el fin que persigue y por su propia esencia. La búsque- brinda la revista sobre los artistas y por qué son seleccionados?, ¿sirve la imagen para pro-
da de la emoción artística es la ley inter na de la obra de arte y un medio de concordia so- fundizar el ideario anarquista para crear una cultura con color propio?
cial ya que el arte per mite sentir a todos de la misma manera; estos principios guían el Los números a los que hacemos referencia corresponden a la primera etapa de la revis-
manifiesto sobre el arte. ta que se cierra a nuestro criterio con el editorial publicado bajo el título “Nuestra obra” en
Esta declaración también reconoce el aporte del pensamiento de León Tolstoi (1828- diciembre de 1909 y que corresponde a un momento particular del anarquismo porque se
1910) sobre la relación entre el arte y la sociedad.10 Según este autor, el hombre puede per- había instrumentado el estado de sitio después del atentado al jefe de la Policía Ramón Fal-
cibir y experimentar emociones pero sólo unas pocas las puede transmitir a otros. Antigua- cón. Allí Ghiraldo pone especial énfasis en aclarar que pueden caminar juntas preocupacio-
mente, esa carga simbólica fue monopolio de los objetos religiosos, pero con una nueva nes estéticas con compromiso social: “Ideas y Figuras no ha puesto límites convenciona-
concepción señala que puede ser patrimonio de los espíritus sensibles sin que sea necesa- les al plan de arte que se trazará desde un principio: dentro de la más diversa heterogenei-
rio un acercamiento confesional. dad ha cumplido su propósito de divulgación artística y literaria, sin hacer nunca concesio-
Con estos antecedentes en el historial del director de la revista, en Ideas y Figuras el nes a los sistemas impuestos a la mayoría del público por empresas mercantilistas. [...] Tri-
arte se convierte en un eje central que estructura la publicación, pero de for ma mucho más buna de arte para todos y también campo de acción y de lucha: lo mismo para los que
ostensible que en Martín Fierro, donde si bien la estética aparece como una contundente han conquistado la popularidad como para los que empiezan…” (nuestro subrayado).12
declaración de principios, el carácter popular de la publicación no deja espacio a un desa- A su vez es notorio que el autor intenta situar a Ideas y Figuras dentro del mercado de
rrollo for mal de la propuesta publicada en la revista.11 publicaciones de la época, teniendo como un seguro referente a la prestigiosa revista No-
El arte, como lo dice el subtítulo de la revista, se constituye en uno de los ejes centrales sotros que, desde 1907, convoca a los jóvenes intelectuales funcionando además como un
de la publicación y, a diferencia de las revistas populares donde la idea es incorporar y mos- molde cultural de carácter ecléctico donde éstos encuentran legitimidad para sus aventuras
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estéticas y literarias. No obstante esto último, Ghiraldo, que colabora con la revista de Gius- En el primer número de la revista, “La trata de blancas”, ilustrada por Juan Hohmann
ti y Bianchi en muchas oportunidades, a la hora de pensar “su” revista toma especial dis- (1880-1955), se nos presentan por medio de las imágenes las cuestiones que recorrían el
tancia de aquel modelo. El centro de la diferencia que plantea está en las concesiones mer- problema social de la prostitución desde la perspectiva del anarquismo. Como afir ma Don-
cantilistas que muchos deben hacer para poder seguir publicando, mientras que en el anar- na Guy, las prostitutas europeas poblaron los burdeles de Buenos Aires entre 1870 y la Pri-
quismo el artista no sufre esas presiones, ya que el movimiento le brinda un público fiel, un mera Guerra Mundial; las que arriban a Buenos Aires pertenecen a familias de vidas mise-
mercado seguro, siempre y cuando cumpla con los principios de acción y de lucha del pen- rables y trabajan en el oficio de la prostitución por desesperación económica. Marginadas
samiento ácrata. del mercado de trabajo en sus países de origen, expulsadas de sus hogares por hambre, ven
Es importante destacar que nuestro objetivo no es sólo poner en discusión las cuestio- en la emigración una llave para la superviviencia. Sin duda los beneficios de la moder nidad
nes teóricas sobre la confor mación de un arte anarquista sino también ver la for ma en que habían abaratado los pasajes y los países a los que llegan están mayoritariamente habitados
el arte puede educar; la revista le abre las puertas a una praxis estética sobre los temas de por varones que facilitan su función. Muchas veces estas mujeres son víctimas de casamien-
índole social que le preocupan al anarquismo. Ideas y Figuras, desde sus primeros núme- to fraguados, organizados entre sus propias familias y los rufianes dispuestos a ampliar el
ros, propone el desarrollo de un problema social, ético o moral a través de imágenes. Esas negocio. La prostitución en la Argentina tiene un gran desarrollo, y el elevado y significati-
imágenes –realizadas por pintores o dibujantes– constituyen un corpus temático que es re- vo número de mujeres dedicadas a ejercer el oficio despertó preocupación tanto en Euro-
forzado por los títulos y los epígrafes, no sabemos si ellos provienen del autor o son colo- pa como entre las autoridades nacionales, y fundamentalmente en el Partido Socialista, que
cados por la revista; lo cierto es que al mirar la imagen acompañada de un título adecuado favorecieron la for mación de la Asociación Nacional Argentina contra la Trata de Blanca y
y de un epígrafe que refuerza aquello que se pretende resaltar podemos realizar una lectu- promovieron el debate legislativo que apunta a modificar una situación tan degradante pa-
ra del tema cargada de significado. No importa cuál fue el contexto de producción de la ra las mujeres.17
obra o si ella fue creada con las mismas motivaciones que movió la publicación, el conjun- El relato que se construye a través de los títulos y los epígrafes es justamente el de Mar-
to se resignifica. Esta pedagogía de las imágenes que se pretende impulsar en los primeros garita, una joven que ve a América como la tierra prometida y pone allí todas sus espe-
números de la revista es acompañada por textos cortos que proponen una lectura sobre el ranzas para salir de una vida miserable. Un hombre, seguramente un supuesto “her mano”
tema central del número. que facilita su ingreso a Buenos Aires, muy pronto la saca del nuevo mundo promisorio.
De todos los ejemplos que la publicación nos ofrece para su análisis hemos selecciona- Ni las mujeres encargadas de recibir a las jóvenes para evitarles el descenso al bajo mun-
dos el de “La trata de blancas”13 por ser una preocupación eminentemente social y de mu- do de la prostitución pueden con la realidad. Margarita ahora ya no sólo será esclava de
cha repercusión en la época; “Los guardianes del orden”14 porque se trata de un tema muy su pobreza; el hombre, el “her mano”, la lleva al dolor y a la muerte. A este relato en imá-
presente en el anarquismo y además absolutamente coyuntural debido a los hechos ocurri- genes lo acompaña un texto muy breve fir mado por Marco Nereo, seudónimo de Alberto
dos en la huelga de 190915 que involucra a la policía y también al ejército, y finalmente el Ghiraldo, que parte de un diagnóstico muy tradicional que incluye la exigencia fisiológica
número que hace referencia a un tema inter nacional que está en el debate público y en las o la incapacidad para ejercer otras tareas. La propuesta y única salida para el alto índice
políticas de las naciones de principios de siglo que salió a la calle con el nombre de “Los de prostitución entre las jóvenes inmigrantes es modificar la educación de las jóvenes; ni
patriotas de hoy”.16 la Asociación Nacional Argentina sobre la Trata de Blancas ni la Liga de Protección a las
Podemos hacer una lar ga lista de números de la revista Ideas y Figuras que ensayan Jóvenes pueden cambiar la realidad social que este flagelo produce en la sociedad y en los
esta for ma de comunicación, pero después del primer año la propuesta de los reportajes individuos.
en imágenes se va diluyendo; seguramente en ello influyó el costo de la impresión, difícil Otro relato en imágenes es el titulado “Los guardianes del orden”, ilustrado por Eduar-
de sostener con las interrupciones, los cierres y las persecuciones que sufrió la revista. do L. Holmberg (h.) con textos de Roberto Payró, que ya había acostumbrado al público a
También podemos pensar que la figura de Ghiraldo va perdiendo peso dentro del movi- los relatos ficcionales; en la revista –seguramente a pedido del director– se ocupa de temas
miento y su disputa hacia el interior del anarquismo se ve reflejada en cómo la revista va político-ideológicos, pero lo hace con los procedimientos del relato literario. Las imágenes
cediendo lugar en sus páginas a notas que ya no son sólo de arte y literatura sino que co- caricaturizan el comportamiento de la policía frente a diferentes situaciones sociales y po-
mienzan a aparecer los conflictos con los presos, la situación de la FORA, etc.; no obs- líticas, creando estereotipos definidos por rasgos que connotan tanto a opresores como
tante las imágenes están siempre presentes, si bien la obra pictórica de conjunto va desa- oprimidos. A lo largo del número vemos una policía excesiva, otra moralizadora, una po-
pareciendo; el grabado ilustra muchas tapas de la revista así como las fotografías de los licía abusadora que practica el exceso de autoridad frente a actos de absoluta justicia. El te-
escritores a los que le dedican el número y le per miten al lector ver la cara de los poetas ma lo cierra un texto de Payró que muestra una opinión casi banal sobre el problema del
e intelectuales que pretenden convertirse en referentes. Las fotos también ilustran los ar- orden y vuelve a remitir al tema de la educación afir mando: “Un guardián inculto del or-
tículos dedicados al teatro, básicamente de las compañías que representan las obras de den será siempre una especie de tirano, que no podrá suprimir su individualidad, conside-
Alberto Ghiraldo. rándose siempre parte o todo de la autoridad que representa. Cualquier infracción será pa-
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ra él una ofensa personal, y por inculto repetirá aquello de «L´état c’est moi» imponiéndo- ellos son dibujantes que residen en la Argentina, como José María Cao y Juan Hohmann.
se a los otros tanto más brutalmente cuanto más inculto sea”.18 En otras ocasiones la revista busca promover a nuevos artistas, como es el caso de Augus-
Payró escribe un artículo sin definiciones ideológicas, seguramente persuadido por el di- to Mas y Pi, her mano de Juan, que es presentado como “un espíritu joven que goza con la
rector de la revista ya que es muy notorio que se trata de un artículo por encargo. En este inquietud de sentir la vida entera” y que ha elegido para presentarse en público el “arte de
caso el reconocimiento y la legitimidad funcionan desde el intelectual hacia la publicación, batalla” o la rebeldía que muestra el número ilustrado por el joven pintor Saúl Tolmo.
brindando con su nombre respeto y prestigio a Ideas y Figuras. Con relación a las elecciones que la publicación hace dentro del panorama estético in-
Finalmente nos vamos a detener en “Los patriotas de hoy”.19 El número está dedica- ter nacional se destaca un magnífico tomo “Crímenes y castigos”, ilustrado por Félix Vallo-
do a una coyuntura de la época en el orden inter nacional, la exaltación del patriotismo en ton (1865-1925), un artista que había participado del posimpresionismo y adherido al Ma-
el marco de la paz ar mada y la competencia entre las naciones, y en la Argentina el foco nifiesto Simbolista del movimiento Nabis (1890).
está puesto en la proximidad de la celebración del primer Centenario. Esta particular si- El 20 de mayo de 1909 la revista infor ma que a partir de ese momento Ideas y Figu-
tuación, le per mite afir mar a Talero: “Conozco sedicentes anarquistas que no son sino de- ras regalará a sus lectores un afiche con el objeto de promover esta modalidad artística y
lirantes enfer mos de romanticismo patriótico, así como patriotas moder nos de primera fi- sus cualidades “democráticas” al poner al alcance de la mano de un público ampliado las
la, de esos a quienes la gloria de San Martín les quita el sueño y los pone amarillentos, cu- obras de arte. Con ese objetivo la primera entrega será un afiche presentado en el concur-
yos actos cívicos son más desastrosos para el terruño que un chaparrón de dinamita. […] so realizado por el vespertino Última Hora;22 esta empresa desaparece casi al mismo tiem-
Con motivo del centenario, nos ha dado por la mar molería; y en tanto que los cinceles in- po en que se esfuman los reportajes ilustrados.
dustriales. […] Va a resultar espléndidamente glorificada la car ne del prócer que se comie- Si el afiche es una técnica que hay que promover por su vinculación con el arte de pro-
ron los buitres; pero casi nadie se preocupa de exhumar los espíritus que hicieron la inde- paganda, Ideas y Figuras también pretende difundir y divulgar a los grandes maestros. Ba-
pendencia”.20 jo el título “Los maestros” publica dos números dedicados a grandes pintores, uno a Goya
Talero se refiere a dos cuestiones, que marcan la heterogeneidad propia del anarquis- con el objetivo de reproducir la serie completa de Los caprichos.23 Esta obra del pintor es-
mo ver náculo al mostrar la existencia de por lo menos dos grupos militantes, el que levan- pañol de 1799 marca su moder na tendencia por dejar huellas en la obra gráfica. Los gra-
ta la bandera del patriotismo y otro más fiel a los principios ácratas. Esta diversidad mues- bados fueron muy difundidos en los periódicos de la época y generaron mucho revuelo y
tra cómo aquellos grupos que reconocen las virtudes del patriotismo asociadas al naciona- controversias en el clero español, pero mientras esto se discutía en la Iglesia la fama de Go-
lismo, entre los que se encuentra Talero, están muy alejados de los que cuestionan la con- ya crecía porque casi simultáneamente a los dibujos es nombrado pintor de Cámara.24 Los
for mación de los Estados nacionales y por añadidura el poder coercitivo del Estado. Lo in- grabados de Los caprichos se encuentran dispersos a lo largo de la revista pero no le de-
teresante es que estos anarquismos conviven en un espacio de militancia y generan tensio- dican ni una sola línea al pintor español.
nes que marcan ascensos y descensos de per files militantes. Pero también en clara alusión El caso de Leonardo da Vinci es diferente. Ideas y Figuras le dedica al genio del Rena-
a los preparativos del Centenario, en 1902 ya se lanza la idea de un concurso para la rea- cimiento un número significativo ya que reproduce la obra y a su vez incluye textos referidos
lización del monumento conmemorativo de mayo. Como afir ma Adrián Gorelik, la prolife- al artista: fragmentos de una biografía de Dimitri Merejkowski y algunos artículos, como el
ración de estatuas se manifiesta en una “ritualización de las prácticas de la memoria” que de José Enrique Rodó, que resalta a Leonardo como un hombre de la modernidad que le pu-
venía produciéndose desde fines del siglo XIX con las conmemoraciones escolares, y con la so fin al oscurantismo medieval para darles poder a los hombres.25
ciudad como escenario privilegiado para materializarla.21 Talero pone la monumentaliza- En otro trabajo, realizado por el historiador español Rafael Altamira, también rescata al
ción y la ampliación del panteón patrio en clave espiritualista, reclamando que los hombres hombre, su relación con la naturaleza, el poder de observación que denotan sus obras fru-
de letras se inserten en el pasado nacional para construir estatuas cargadas de significado to de un espíritu introspectivo y de un contacto con la soledad que se traduce en acción
espiritual y no sólo de materialidad. Opuestos a los hombres del 80, los jóvenes critican la creativa y en vitalismo moder no y no en pesimismo romántico; lo que resalta el artículo son
tónica de los festejos por la falta de sentido espiritual, como reclamaba Rodó, que tenía el las enseñanzas que se pueden tomar de Leonardo. Altamira destaca la pedagogía de una
proyecto de la vieja generación. vida ejemplar y colabora con el objetivo de la revista.
Esta modalidad, después abandonada, es muy rica no porque se hagan aportes teóricos
sobre estos temas, pues no hay ninguna novedad; lo interesante es cómo estas cuestiones
son transmitidas al público, un público que está a medio camino entre aquel con destrezas Abrirle la puerta a lo nuevo
recientemente adquiridas y otro más culto y crítico; en un principio la revista está pensada
para cubrir estas dos variantes de lectores. Ésta parece ser la propuesta de la revista. Lo “nuevo” para la concepción de Ideas y Fi-
Los dibujantes y pintores elegidos para ilustrar estos reportajes en imágenes provienen guras es incorporar en sus páginas a los artistas que están surgiendo, jóvenes que hacen
de diferentes campos de la plástica y pertenecen a diversas corrientes estéticas. Muchos de sus primeros pasos, recién llegados de viajes de iniciación artística y que todavía no son co-
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nocidos por el gran público. El concepto de “nuevo” también es pensado como aquello que, tículo donde manifiesta la incompatibilidad existente entre el futurismo y el anarquismo,
aun siendo viejo en su factura, es descubierto ahora por un público recientemente alfabeti- dando cuenta de que ambos buscan, en su lucha, objetivos diferentes
zado que no ha tenido todavía oportunidades de acumulación de capital simbólico. Final- Lo nuevo para Ideas y Figuras implica también presentar nuevos artistas y sus obras
mente, lo “nuevo” está personificado en aquel que logra un reconocimiento de su arte por para mostrarle al público los talentos desconocidos y manifestar que esos pintores son los
fuera de los márgenes que impone la academia. Esta puntuación de las diversas significa- que están marcando el rumbo del arte de la época.
ciones que lo nuevo tiene para Ideas y Figuras debe también incorporar a las corrientes es- El número dedicado a Faustino Brughetti29 (1877-1956) nos per mite recorrer parte de
téticas que están naciendo en los albores del siglo XX y que se presentan, cada una, a sí la obra de merecidos premios inter nacionales pero que busca el reconocimiento del públi-
mismas como el paradigma de la renovación artística. co local. Brughetti, que en 1909 estaba regresando de su tercer viaje estético a Europa, ha-
En febrero de 1909 aparece en las páginas de Le Figaro la versión en francés del Ma- bía estado en Italia gracias a una beca del gobier no de la provincia de Buenos Aires y tam-
nifiesto Futurista fir mado por Filippo Tommaso Marinetti, y posterior mente lo hace en Ita- bién gracias a la gestión de su amigo el poeta Almafuerte. En este viaje obtuvo importan-
lia en la revista Poesía. El manifiesto tuvo un rápido despegue: al mes siguiente comienza tes premios en exposiciones italianas pero, salvo por una exposición realizada en el salón
a circular en España y en abril del mismo año la revista Prometeo, fundada por Javier Gó- del diario La Prensa en 1901, su obra no era conocida en Buenos Aires; ésta es la situa-
mez de la Ser na y dirigida por su hijo Ramón, lo publica; un breve texto anónimo es la an- ción que quiere revertir Ideas y Figuras haciendo conocer a sus lectores al pintor que in-
tesala de las “Proclamas futuristas a los españoles” aparecida en la misma revista en 1910 trodujo junto con Martín A. Malharro el impresionismo en la Argentina.
y fir mada por Tristán, seudónimo de Ramón Gómez de la Ser na.26 Es justamente este número el que provoca, según el director, gran revuelo y pone en
Como afir ma Jorge Schwartz, el futurismo es una de las vanguardias más utilizadas re- juego la continuidad de la revista. Frente a los ataques, Alberto se defiende y responde a la
tóricamente, básicamente porque los principios futuristas coinciden con las actitudes del acusación de inmoralidad que recibe la revista por la publicación de los desnudos de Brug-
modo de ser moder no.27 Además, si bien la recepción del manifiesto en estas latitudes fue hetti al poner de manifiesto la “idea” de arte que la revista se propone divulgar y además
temprana, debemos esperar hasta la década del 20 para que la literatura y la plástica asu- se aleja de las tendencias de consumo artístico de la época.30
man los principios propiamente estéticos del movimiento. Por caso vale señalar que en abril En junio de 1914 se inaugura en el salón Witcomb31 una exposición de arte inédito de
de 1909 Rubén Darío publica en La Nación un texto crítico a la obra de Marinetti y se ubi- Pío Collivadino (1869-1945). Bajo el título de “Una exposición de arte nacional”, Juan Mas
ca en el polo opuesto de su propuesta literaria. y Pi realiza una nota donde resalta la valentía del artista por haber resistido, a pesar de los
Con este horizonte de lecturas que reúnen moder nismo y futurismo, Juan Mas y Pi, re- éxitos obtenidos en Italia, la tentación de los grandes centros de arte europeos. La exposi-
cién llegado a la Argentina, comienza a publicar en la revista Ideas y Figuras y en otras re- ción se presenta en un momento donde se debate sobre la constitución de un arte nacio-
vistas de la época, como Nosotros. En un artículo publicado en julio de 1909 bajo el título nal, debate que se había iniciado en el Centenario, y esta visión también está presente en
de “La lucha en la belleza”, el autor español afir ma que Marinetti ha encontrado la fór mu- Ideas y Figuras, que sobre el tema afir ma: “El principal esfuerzo realizado por Collivadino
la para canalizar las tendencias combativas de la época: “La belleza pacífica, la vélelas pa- al frente de un grupo de artistas, entre los cuales pueden consignarse nombres de alto mé-
siva de la estatua inmóvil sobre su pedestal no es la belleza de nuestros días, de esta época rito, ha consistido en una acción puramente moral: el efecto necesario para hacer compren-
en que todo parece correr en la desesperación de un deseo no satisfecho. Todo lo que vi- der que la belleza no está solamente en las cosas extrañas, sino que la delicada y pura emo-
ve se agita, se mueve bajo el sol en el impulso másculo de la conquista. Por ello también, ción estética puede concretarse también en las cosas cotidianas que a fuerza de vistas y sen-
si nuestras obras han de tener la perduración que requiere nuestro anhelo, ¿cómo hemos tidas a nuestro lado pueden llegar a parecer nos vulgares”.32
de consentir que su espíritu –la belleza– sea el espíritu de la inmovilidad, de la quietud, de El recorrido que Mas y Pi realiza por la exposición de Collivadino resalta la importancia
la resignación mansa, de la inercia? […] Tiene cada tiempo su belleza y cada generación su que tiene la obra de este artista que ayuda al público a comprender las bellezas del paisaje
fór mula. Tengamos también nosotros la nuestra”.28 argentino, especialmente del olvidado paisaje campestre; rescatar el paisaje del campo fue
Dos cuestiones, típicas de los principios futuristas, plantea Mas y Pi en su artículo: la para Collivadino un desafío, dice Mas y Pi, porque esta tarea lo obligó a rectificar los con-
que refleja su compromiso político, pues sin lucha no hay belleza, no hay arte. La fuerza vi- cepto del arte aprendidos en otras latitudes, enfrentándose entonces con la necesidad de
tal de la lucha engendra obras de arte propias del momento, obras nuevas con la marca del crear una mirada específica para traducir estéticamente a la pampa argentina.
espíritu de la época. La otra cuestión es la que apela al concepto de “ruptura generacional” No sólo el paisaje rural está expuesto en la muestra de Collivadino, sino también el ur-
a partir de la muerte simbólica de los abuelos que ya han tenido su obra y su tiempo, el hoy bano, pero no cualquier paisaje urbano sino aquel que el gran público de los salones por-
es obra de los jóvenes. Son jóvenes los convocados por Marinetti desde Venecia con esta teños se negaba a ver: “Las calles del suburbio bonaerense, las lagunitas con el agua de llu-
fór mula: “Desviad el curso de los canales para inundar los museos”; son a su vez jóvenes a via, los desbordes del Riachuelo, los desmontes fangosos, la soledad de los barrios bajos, la
los que interpela Mas y Pi, llamándolos a romper con los cánones del pasado. poesía de las esquinas bañadas en la tenue luz de un farol de petróleo, todo eso que nos
En contrapunto con este artículo y con la circulación de la revista dentro del público hemos acostumbrado a amar en los versos admirables de aquel otro creador de la belleza
anarquista, el diario vespertino La Batalla publica en uno de sus primeros números un ar- local que se llama Evaristo Carriego”.33
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Para Mas y Pi el mérito de la obra de Collivadino es acompañar la existencia de los “na- ducción– solamente color y for ma, ya que en ese sentido la pintura caería en el desequili-
cionalismos incipientes” con la belleza artística, por ello debe convertirse en un ejemplo pa- brio de la literatura moder nista, […] que pretendía ser nada más que ar monía verbal dejan-
ra los jóvenes, porque de ese esfuerzo artístico arrancará el “arte nacional” que moldeará do a un lado lo que en todos los tiempos ha sido el encanto de las letras: la idea”.38
el gusto de los hombres “de ahora”. Nuevamente Mas y Pi toma posición sobre el arte y sobre dos cuestiones que deben
Más adelante, y nuevamente constituido en el crítico de arte oficial de la revista, Mas y guiar al “arte nuevo”: la expresión del espíritu y de las emociones, únicas for mas de crear
Pi presenta bajo el título “Una exposición de arte nuevo”34 una clara denuncia sobre el fun- y transmitir aspectos del mundo y única for ma de transmitir ideas, realizando así transver-
cionamiento del mercado del arte local en el contexto de la enjundiosa evaluación que ha- salmente una fuerte crítica al moder nismo rubendariano o quizá a las expresiones más de-
ce de las condiciones artísticas de Lorenzo Piqué. gradadas del mismo tan comunes en la literatura de la época.
Como afir ma María Isabel Baldasarre, a principios del siglo XX continúa el intenso de- Sentimientos y emociones están también en la concepción del arte que plantea Alber-
sarrollo del comercio artístico en Buenos Aires; llegaba desde Europa una importante can- to Ghiraldo en el artículo “El regionalismo en el arte”,39 pero no como fruto de una subje-
tidad de obras muchas veces de dudosa calidad que se incorporaban a un mercado que pa- tividad sino como reflejo del ambiente social. Ghiraldo pretende participar del debate sobre
gaba altos precios.35 La novedad que el nuevo siglo trae es la introducción del sistema de el “arte nacional” y anticipa que esta discusión está en pugna con sus ideas revolucionarias,
exposiciones rotativas y la apertura de varios espacios diferenciados que se destinan a las pero también adelanta que además de un militante revolucionario él es un artista y como
exposiciones de arte, poniendo en movimiento un mercado de bienes estéticos novedoso tal pretende dejar huellas en el “espíritu de sus contemporáneos” cuando afir ma: “He aquí
para el país. Mas y Pi recoge y analiza esa nueva realidad reflexionando así: “Yo creo que como este inter nacionalista, este incorregible soñador de sueños humanitarios y frater nales
la exposición organizada por Piqué habrá de despertar las iras de los eter nos «marchands –locos sueños libertarios–, este demoledor de fronteras políticas y barreras de Aduanas, afir-
de tableux [sic]» que año tras año inundan con los rezagos de los estudios europeos esto que ma en el arte un regionalismo que así, a priori, podría juzgarse como producto de una idea
ellos denominan mercado y que bien puede serlo para quien tenga espíritu de mercader”.36 que fue una aberración. No. Y sostendré mi tesis”.40
También responde el crítico al falso concepto de lo americano que se tiene en Europa. Ghiraldo pone como ejemplos para sostener su hipótesis del regionalismo la obra de
Todos los actores del sistema artístico: pintores, escultores, conferencistas y marchands, Tolstoi y de Zola, y sostiene que ambos autores son “subversivos universales porque su
piensan llegar a América para encontrarse con poblaciones salvajes de fácil deslumbramien- obra al desparramarse por el mundo ha llevado en sus páginas el ger men de las más sa-
to, públicos ignaros que aceptarán pedregullo de colores, como cuentan los relatos de la gradas rebeliones” porque han entrado en el alma del pueblo. Estos verdaderos ejemplos
conquista. Frente a este diagnóstico de las miradas europeas sobre América, Juan Mas y Pi de regionalismo contrastan con muchos escritores americanos que no han seguido ni ate-
propone un reconocimiento de los artistas locales que, muchas veces, son premiados en Eu- sorado las experiencias de su tierra, de su pueblo, y han consumido todas sus energías y
ropa pero tratados con indiferencia por el público local: “¿Cuál es la causa de esa transfor- su pasión en el poco fecundo trasplante europeo; por eso Ghiraldo vuelve a afir mar: “Y
mación? América tiene la culpa. Por un lado esa creencia de que América acepta todo lo es porque la eficacia de la obra de arte, repito, está sencillamente en el mayor grado de
que le quieren dar, […] porque siendo para América, el artista no siente ese pudor que man- pasión que alcanzamos al concebirla y en la mayor cantidad de fuerzas que tomemos del
tiene tan alto cuando se trata de conservar su fama en el mismo teatro de sus esfuerzos”.37 ambiente para darle for ma. […] ¿Que cómo se fecunda esa pasión y se adquiere esa fuer-
Este artículo nos presenta dos cuestiones: una relacionada con el mercado del arte ame- za? Ya está dicho: viviendo la vida de un pueblo, entrando en el espíritu de los hombres,
ricano, un mercado que está signado por el mercantilismo de los marchands que sólo pre- agitando ideas y planteando problemas que interesen a la humanidad, haciendo, en fin,
tenden aprovechar la ventajosa situación económica de la región y no tienen en cuenta las obra de proyecciones universales aunque el punto de partida sea, tenga que ser, la fami-
necesidades del artista, y la otra es que esa mercantilización de la cultura no sólo toca un lia, el grupo, la región donde se ha amado y sufrido, el ambiente donde el escritor se ha
área tan sensible a la comercialización como es el mercado del arte sino que también atra- for mado, desde que lo nutrió el seno mater no”.41
viesa a la literatura, la escultura y el teatro, como lo muestran la cantidad y variedad de Ghiraldo necesita justificar su línea de pensamiento cercana a los representantes del na-
muestras que llegan a Buenos Aires en los meses anteriores y posteriores a la celebración cionalismo cultural e ideologizar el concepto de región para decir que sólo así es posible el
del Centenario. Para entonces en la ciudad se multiplicaban las conferencias y las represen- triunfo de la verdad y la belleza, principios fundamentales en el anarquismo que promueve
taciones teatrales realizadas por intelectuales de diferente talla y por dramaturgos y actores; Ideas y Figuras y la única posibilidad para transfor mar las conciencias que llevarán a la re-
las visitas ilustres fueron la atracción de la época y convocaban a cientos de personas en las volución social.
actividades que les organizaban, por ejemplo, los grandes diarios. Siguiendo los pasos del regionalismo del poeta chileno Víctor Domingo Silva (1882-
Además de esta intervención sobre el arte Mas y Pi expresa una mirada hacia el arte 1960), publica en Ideas y Figuras el ensayo “El arte y su misión social en América”.42 El poe-
nuevo: “La complejidad del arte la siente Piqué en toda su intensidad, cuando frente a un ta que llega a Buenos Aires para estudiar la sociedad argentina y para “aprovechar todos los
aspecto del mundo comprende que para su debida interpretación. […] Porque esa interpre- beneficios de la cultura que este pueblo brinda a los que aquí viven y por aquí pasan”, critica
tación no puede ser –como han creído hasta ahora unos cuantos mecánicos de la repro- la situación de la literatura argentina y por extensión de la literatura americana y del arte en
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general y se pregunta por la existencia de una originalidad americana: “¿Literatura america- Los intelectuales que participan como críticos son de un variado color cultural y consti-
na? Pero si hemos quedado en que el arte no tiene patria, en que la belleza no reconoce fron- tuyen una for mación cultural donde sus integrantes se asocian por una unión de ideales o
teras… Y yo me apresuro a replicar que es verdad que el arte no tiene patria, pero también por expectativas coyunturales. En el caso de Ideas y Figuras este movimiento es muy no-
es verdad que la tiene el artista. Y la patria del artista es, después de todo, la única digna de torio articulando una filiación for mal en tor no a su director que aglutinaba y le daba identi-
consideración, la única patria natural, cien veces más noble que la patria sangrienta del mili- dad al grupo que lo acompañaba.
tar, que la patria embustera del político o que la patria cotizante del comerciante”.43
El ensayo plantea que en el mercado literario americano sólo se vende aquello que es
publicado en Europa y no hay ningún interés en promover a los autores locales que tienen Notas
que sobrevivir en otras actividades porque su talento no es reconocido. Silva invita a rom-
per con el servilismo que nos genera Europa y producir una literatura que nos represente, 1
Ideas y Figuras, 22, 22 de diciembre de 1909.
no generada en una torre de mar fil sino trabajada en el ideal. Esa misión social del arte les 2
Véase J. Mas y Pi, Alberto Ghiraldo, Buenos Aires, Establecimientos Tipográficos E. Malena,
corresponde a las jóvenes generaciones.
1911.
Ambos ensayos, el de Ghiraldo y el de Silva, están interviniendo en el arte literario, pe-
3
ro una postura y una búsqueda similar se advierten para las artes plásticas. En el número 81 Véase H.A. Cordero, Alberto Ghiraldo. Precursor de nuevos tiempos, Buenos Aires, Claridad,
1962.
Ideas y Figuras recorre el Salón Nacional de Arte de 1912,44 como también lo hace la pren-
4
sa comercial que incluye notas y comentarios muy críticos sobre las decisiones del jurado y H. Díaz, Alberto Ghiraldo: anarquismo y cultura, Buenos Aires, Centro Editor de América La-
sobre las expectativas de la organización. Ideas y Figuras expresa a través de su director que tina, 1991.
al recorrer las salas no se puede encontrar ninguna obra que “hablara el lenguaje de nuestra 5
Sobre los usos y la construcción de la “for ma folletín” véase B. Sarlo, El imperio de los senti-
vida”, y esto ocurre porque los artistas no conocen su país y por eso no pueden sentirlo. Hu- mientos, Buenos Aires, Catálogos, 1985.
yen a Europa para perfeccionarse, sin rasgos étnicos marcados, sin lecturas que expresen su 6
“El arte para el pueblo”, Martín Fierro, 7, 14 de abril de 1904.
idiosincrasia, y allí son presas fáciles del pensamiento dominante. Por eso el arte tiene una
7
misión de educación y alumbramiento que ya perseguían los grandes maestros. Véase D.D. Egbert, El arte y la izquierda en Europa, Barcelona, Gustavo Gili, 1981; H. Read,
El significado del arte, Buenos Aires, Losada, 2007.
Esta misión es muy difícil de cumplir para nuestros artistas –sostiene el ensayo– porque
8
tienen idiosincrasias nativas muy débiles y por eso recurren a la escuela clásica, pero esta co- Estas figuras no son aceptadas acríticamente por el movimiento anarquista; el sentimiento reli-
rriente estética tampoco es una solución. Las condiciones son difíciles, cuando la formación gioso que representa la obra de Tolstoi recibe comentarios adversos desde las páginas de La Protesta.
de los artistas depende en un 95 por ciento de becas distribuidas por el Estado, que oprime y 9
J.-M. Guyau, El arte desde el punto de vista sociológico, Madrid, Biblioteca Científico Filosó-
censura cualquier expresión diferente a los cánones establecidos por Europa, por eso culmi- fica, 1902.
na el artículo solicitando medios como Ideas y Figuras para que los artistas se expresen e ini- 10
L. Tolstoi, ¿Qué es el arte?, Barcelona, Península, 1992.
ciativas privadas para favorecer a los artistas que no quieren seguir las modas europeas.
11
Cuando hablamos de carácter popular nos estamos refiriendo a cierta similitud existente entre la
revista Caras y Caretas y Martín Fierro. Véase E. Romano, Revolución en la lectura. El discurso pe-
***
riodístico-literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses, Buenos Aires, El Calafate, 2004.
12
Este recorrido por los artículos de la revista vinculados al arte presupone una mirada Ideas y Figuras, 22, 22 de diciembre de 1909.
centrada hacia el interior de la publicación; en ellos se advierte la preocupación existente 13
Ideas y Figuras, 1, 13 de mayo de 1909.
por la confor mación de un mercado de arte que excluye a los jóvenes artistas donde la mer- 14
Ideas y Figuras, 2, 20 de mayo de 1909.
cantilización burguesa impide la aparición de nuevos talentos. Poniendo en primer plano al
15
artista, Ideas y Figuras propone un mercado que dé lugar a lo novedoso y a lo propio, así Aunque el número 2 de la revista, como ya hemos dicho, está pensado y producido antes de los
acontecimientos de mayo de 1909, evidentemente la figura de la policía y de su jefe Falcón son des-
como a la creación con una identidad moder na. Aunque Ideas y Figuras no es una revista
de hace bastante tiempo objeto de las más severas críticas tanto del anarquismo como del socialismo.
lujosa, se suma a la creciente especialización de la crítica de arte ofreciendo artículos muy
Justamente en la resolución de la huelga de 1909 queda pendiente la renuncia de Falcón.
minuciosos y poniendo el acento en los problemas que encuentra el artista para fortalecer
16
su ideología sin una fuerte idiosincrasia nativa. Por eso la revista ofrece la obra de pintores Ideas y Figuras, 4, 3 de junio de 1909.
que se han for mado en los centros europeos pero eligen hacer su obra en el país y buscar 17
Véase D. Guy, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires 1875-1955, Buenos
el “alma del pueblo”. Aires, Sudamericana, 1991.
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19
Ideas y Figuras, 2, 20 de mayo de 1909.
El anarquismo y el poder
Este número, ilustrado por Cao (1862-1918), muestra en diez narraciones caricaturescas un re-
lato en imágenes sobre el patriotismo y sus usos. Juan Suriano*
20
Ideas y Figuras, 4, 3 de junio de 1909.
21
Véase “La pedagogía de las estatuas”, en A. Gorelik, La grilla y el parque. Espacio público y
cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
22
No sabemos las dimensiones del afiche y tampoco nos infor ma sobre cuáles fueron los seleccio-
nados.
23
Ideas y Figuras, 16, 5 de octubre de 1909.
24
Véase R. de Angelis, La obra pictórica completa de Goya, Barcelona, Rizzoli, 1976.
25
J.E. Rodó, “Leonardo da Vinci”, Ideas y Figuras, 21, 14 de diciembre de 1909.
26
Véanse M. De Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX, Madrid, Alianza, 1979; J. Bri-
huega, Las vanguardias artísticas en España. 1909-1939, Madrid, Istmo, 1981.
27
Véase J. Schwartz, Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos, Ma-
drid, Cátedra, 1991.
28
“La lucha en la vida”, Ideas y Figuras, 7, 8 de julio de 1909.
29
Ideas y Figuras, 6, 29 de junio de 1909.
30
Ideas y Figuras, 8, 20 de junio de 1909.
31
Véase P. Artundo, “La galeria Witcomb 1868-1971”, en Fundación Espigas, Memorias de una
galería de arte, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2000.
Afiche de la Federación Anarquista Ibérica,
32
Ideas y Figuras, 112, 3 de julio de 1914. Barcelona, 1936
33
Ibídem.
L
34
Ideas y Figuras, 13, 10 de septiembre de 1909. as relaciones de poder son inherentes a la sociedad. Mario Stoppino sostiene que
35 “no existe prácticamente relación social en la cual no esté presente, de alguna ma-
Véase M.I. Baldasarre, Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos
Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2006, especialmente el cap. 6. nera, la influencia voluntaria de un individuo o de un grupo sobre la conducta de otro
36
individuo o grupo”.1 Esto es, las relaciones de poder se insertan en todos los intersticios de
“Una exposición de arte nuevo”, Ideas y Figuras, 13, 10 de septiembre de 1909.
la sociedad y se hacen más notables en la práctica de la política. Alcanzar el poder político
37
Ibídem. ha sido a lo largo de la historia el objeto deseado por la mayoría de las organizaciones y
38
Ibídem. sectores que han participado de la vida social y política, estuvieran ellas ubicadas a la dere-
39 cha, en el centro o a la izquierda del arco político. Fuera que se hablara en nombre de una
Ideas y Figuras, 31, 16 de abril de 1910.
clase social o de un proyecto deter minado, fuera a través de vías violentas o pacíficas, legí-
40
Ibídem. timas o ilegítimas, siempre la meta ha sido y es el poder. Un poder que, según Max Weber,
41
Ibídem. se estableció a lo largo del tiempo a través de las relaciones de mandato y obediencia en-
42
Ideas y Figuras, 66, 2 de febrero de 1912.
tre gober nantes y gober nados, basadas en un principio de legitimidad que radica en la au-
toridad pero que por encima de esa relación lleva a todos, incluidos los que ordenan, a obe-
43
Ibídem.
decer reglas y nor mas (leyes) for malmente abstractas.2
44
Ideas y Figuras, 81, 31 de octubre de 1912.
* IDAES-UNSAM.
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Entrepasados - Nº 32, fines de 2007: 105-119
Si aceptamos que la lucha política es una lucha por apoderarse del gobier no y contro- fensa de la libertad absoluta del individuo. No sería exagerado sostener que el principio
lar el Estado,3 sea para cambiar el sistema o para perpetuarlo, se podría afir mar, aun a ries- central del anarquismo plantea que toda autoridad es contraria a la libertad individual
go de simplificar, que para el amplio campo de la izquierda, desde el jacobinismo hasta el y que el hombre posee los atributos necesarios que le posibilitan vivir no sólo en libertad
bolchevismo, pasando por las innumerables variantes del radicalismo y del socialismo, la sino también en ar monía social. Entonces, individualismo y libertad son conceptos insepa-
conquista del gobier no, no importa cuál fuera la táctica utilizada para lograrlo, fue siempre rables e inherentes al hombre, que sólo pueden alcanzarse (o recuperarse puesto que se
un claro objetivo. Se debía conquistar el poder político en nombre de las clases oprimidas perdieron en el devenir de la historia por la dominación de los sectores socialmente más
con el objeto de liberarlas o mejorar su situación, pero el poder no desaparecería, cambia- poderosos) a través de la rebelión social, colectiva o individual según sea la concepción
ría de manos y se convertiría, al menos en teoría, en el poder emanado del pueblo o de la predominante.
clase trabajadora. En todo caso, a ello apuntaban tanto el acceso al gobier no por vía par- Esa rebelión va dirigida contra lo que ellos consideran el corazón de la sociedad capita-
lamentaria por parte de los partidos socialistas como la dictadura del proletariado sosteni- lista y burguesa: el Estado, fuente principal del ejercicio de la autoridad y el poder. Precisa-
da por el comunismo. Se trataba de reemplazar mediante tácticas progresivas o radicales mente, en este punto se concentra la idea de revolución libertaria cuyo objetivo principal
un poder por otro, de destruir uno viejo y construir uno nuevo. es la destrucción total y absoluta del Estado, institución que atentaba mediante la coerción
Ahora bien, si también aceptamos que el anarquismo es parte indudable del campo de contra la tendencia natural de los individuos a la contribución voluntaria. Casi todos los pen-
la izquierda es pertinente interrogar nos acerca de los motivos del rechazo frontal de cual- sadores libertarios han compartido esa premisa. El filósofo alemán Max Stir ner fue uno de
quier for ma de ejercicio del poder por parte de los militantes y pensadores libertarios y, los primeros en advertir que el Estado es la negación de la voluntad individual y “tiene un
fundamentalmente, sobre la incapacidad de los anarquistas para construir en situaciones solo objetivo: limitar, sujetar, domar al individuo, subordinarlo a algo general que sólo pue-
revolucionarias o de convulsión social un poder alter nativo al Estado democrático “bur- de subsistir en la medida en que el individuo no es todo; no es más que la manifestación
gués” o al “socialista autoritario”, que era como definían al gobier no bolchevique. Este ar- evidente de la limitación de mí mismo, de mi restricción, de mi esclavitud. Jamás un Esta-
tículo intentará reflexionar sobre la conflictiva e incómoda relación del anarquismo con el do se propone obtener la libre actividad del individuo, su fin per manente es la actividad que
poder. se refiere a su propio designio”.7
Pierre-Joseph Proudhon retoma la idea antiestatista y en varios de sus escritos plantea
que el Estado significa opresión del individuo. Pero se aparta del individualismo extremo pa-
I ra impulsar el mutualismo o federalismo, for mas de gobier no descentralizadas a través de
las cuales los trabajadores de una región (provincias o municipios) mediante el consenso (su-
Creo que esa imposibilidad de pensar una for ma de gobier no alter nativo, más allá de fragio universal) se gober narán a sí mismos y se relacionarán con los habitantes de otra re-
ciertas propuestas con rasgos utópicos, se debe centralmente a la peculiar concepción so- gión a través de pactos de convivencia. De esta manera se asegura la “revolución democrá-
bre el poder. Los anarquistas negaban toda posibilidad de existencia de leyes jurídicas, je- tica y social” que anulará el autoritarismo de la república unitaria, la monarquía constitucio-
rarquías sociales y de cualquier for ma de autoridad (gobier no): “Vivir sin leyes, sin regla- nal o la autocracia centralizadora.8
mentos, ni gobier no, sin administración, sin burocracia, sin ejército, sin libros verdes y azu- Por su parte, Bakunin también se diferencia del individualismo radical para defender e
les, ni jerarquías, ni mandarines, en una palabra, vivir libremente cada individuo, comien- impulsar la acción colectiva pero es concluyente al responder sobre el significado del Esta-
do, bebiendo, dur miendo y trabajando según sus necesidades…”.4 do: es “la suma de las negaciones de las libertades individuales de todos sus miembros, o
La consigna “Todo aquel que rechaza la autoridad y lucha contra ella es anarquista”5 ex- bien la de los sacrificios que hacen todos sus miembros al renunciar a una porción de su li-
presa bien y sintetiza mejor la zona común que transitan las múltiples y diversas for mas del bertad en beneficio del bien común […]. Por lo tanto, allí en donde comienza el Estado, ce-
anarquismo (individualistas, mutualistas, colectivistas, comunistas, sindicalistas, federalistas). sa la libertad individual, y viceversa”, pues la libertad individual es indivisible.9 Para el revo-
Significa que todos ellos rechazan la autoridad y luchan contra ella deseando una sociedad lucionario ruso el Estado era una invención basada en el principio de autoridad, “es decir,
mejor cuya definición nunca estuvo muy clara pero en la que desaparecería cualquier rasgo en la idea eminentemente teleológica, metafísica y política de que las masas, siempre inca-
de autoridad; esto es, cualquier for ma de poder. “Somos realmente enemigos de toda au- paces de gober narse, deben sufrir en todos los tiempos el yugo bienhechor […] que […] les
toridad”, sostenía Mijaíl Bakunin, “porque sabemos que el poder corrompe tanto a los que será impuesto desde las alturas (Estado)”.10 Por lo tanto, representaba esencialmente una
están investidos de él como a los que están obligados a sometérsele. Bajo su influencia ne- for ma a través de la cual los sectores poseedores ejercían la dominación explotando al con-
fasta, los unos se convierten en tiranos vanidosos y codiciosos, en explotadores de la socie- junto de los oprimidos y fomentando la desigualdad social. Esa dominación estatal se ejer-
dad en provecho de sus propias personas de su clase, los otros en esclavos”.6 cía y se mantenía únicamente mediante el uso de la violencia emanada del control y la cen-
La condena a la autoridad, que a su vez implica el rechazo tajante y absoluto del po- tralización burocrática y militar. Coincidía con los individualistas en que el Estado era la
der, parte de una concepción individualista de la naturaleza del hombre basada en la de- fuente del poder burgués en la sociedad capitalista y en que era inexorable su destrucción
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por parte de las masas oprimidas. En este sentido Bakunin, más que cualquiera de los pen- principal de las leyes consiste en mantener inalterables las riquezas del rico y la pobreza del
sadores libertarios, tenía una fe absoluta en el poder creador de la destrucción: “Pongamos pobre”.15 La misión de la ley, entonces, no era, como pretendía el legislador, la protección
nuestra confianza en el espíritu eter no que destruye y aniquila sólo porque es la fuente in- de todos los individuos, sino la preservación de la propiedad y de un Estado percibido como
sondable y eter namente creadora de la vida. El impulso de destrucción es también impulso instrumento de dominación y explotación al servicio de los grupos poseedores. Consecuen-
creador”.11 Por eso, el Estado debía ser abolido de manera perentoria aunque en el mo- temente, los anarquistas se opusieron en la práctica a la sanción de cualquier tipo de legisla-
mento de su destrucción se produjera una situación caótica que sería siempre preferible a ción, así beneficiara a los trabajadores como era el caso de la legislación laboral.16
cualquier for ma de gobier no. El segundo pilar sobre el que se apoyaba la autoridad del Estado era el ejército, que le
En un punto coincidían con el pensador liberal Herbert Spencer en que el Estado se garantizaba el poder de coerción y subordinación de los individuos.17 El ejército no hubie-
oponía al progreso en tanto concentraba el poder y regulaba las funciones de la sociedad.12 ra podido existir sólo como brazo ar mado del Estado si no se hubiera sustentado en la idea
En esta cuestión nunca pudieron resolver los problemas que el libre mercado les planteaba de la defensa de la nación. Precisamente, para los anarquistas la patria es una abstracción
a los trabajadores. El afán de destruir al Estado era tan fuerte que pensaban que sólo con y un brillante invento de la burguesía para dar sentido a la dominación estatal y de los sec-
la lucha de los trabajadores y los acuerdos entre partes se resolvía el aspecto reivindicativo tores privilegiados. El Estado necesitaba de la idea de patria para otorgarse sentido e iden-
de la cuestión social. Los representantes obreros anarquistas (por supuesto ha habido ex- tidad y para ello se delimitaban las fronteras dentro de las cuales se creaban naciones am-
cepciones) se opusieron a la intervención mediadora del Estado en las cuestiones laborales paradas en las diversidades étnicas y lingüísticas, separando a los hombres a partir de la ad-
y en este sentido coincidieron con las posturas de los empresarios, interesados también en hesión a una entidad abstracta denominada “patria”. Creaba divisiones ficticias en tor no a
la no inter ferencia estatal. la bandera y los símbolos que lleva a las masas a adherir a sentimientos chovinistas (irracio-
nales) enfrentando a los her manos explotados entre sí y rompiendo la solidaridad natural
que los oprimidos tienen entre ellos. Rafael Barret sostenía que “el patriotismo es un mol-
II de muy chico para nuestro futuro. Porque al delimitar la naturaleza nos homogeneizamos.
El patriotismo es la división. No venceremos desunidos”.18 En un contexto en el cual el pa-
El Estado fue cuestionado desde el anarquismo a partir de la impugnación de los tres pi- triotismo y los sentimientos nacionalistas crecían junto con el número de naciones, el anar-
lares básicos que lo sostenían: la ley, la patria/ejército y la democracia parlamentaria. quismo a contramano de las tendencias dominantes creía y bregaba por una sociedad sin
La ley era una herramienta fundamental de dominación y construcción del poder estatal. fronteras y un universo sin nacionalidades.
Resultaba indispensable para su supervivencia así como para garantizar la subordinación de Consecuentemente, en este punto el anarquismo demostró una férrea actitud pacifis-
los individuos y regular las relaciones humanas. La base de la impugnación libertaria se cen- ta (contra cualquier tipo de guerra y de enfrentamientos entre naciones) desplegando una
traba en que la ley era una violación de las leyes naturales. Kropotkin creía que el hombre incansable actividad antimilitarista cuyo objeto central era la eliminación del ejército y, por
es capaz, por naturaleza, de vivir libremente: “Los anarquistas conciben una sociedad en la supuesto, del servicio militar obligatorio. Esa actividad se reflejaba en la creación y proli-
que todas las relaciones mutuas entre sus miembros están reguladas, no por leyes, no por feración de una gran cantidad de grupos antimilitaristas (en el caso argentino: Luz al Sol-
autoridades, sean impuestas o elegidas, costumbres y hábitos sociales –no petrificados por la dado, El Cuartel, El Conscripto, entre otros) que ofrecían charlas y conferencias antimili-
ley, rutina o superstición, sino continuamente en desarrollo y en continuo reajuste– de acuer- taristas. Sus militantes se apostaban en las puertas de los cuarteles llamando a los solda-
do con los requisitos siempre crecientes de una vida libre, estimulada por el progreso de la dos a desertar. Uno de sus volantes decía: “Escucha conscripto, si te abstuvieras de hacer
ciencia, la inventiva y el firme crecimiento de ideales superiores. No hay allí autoridades que fuego contra el pueblo harías una obra esencial”. Asimismo, publicaban numerosos pan-
gobiernen. No existe el gobierno del hombre por el hombre; no hay cristalización ni inmo- fletos antimilitaristas y las páginas de sus diarios se ocupaban profusamente de este tema
vilismo, sino una evolución continua, semejante a la que contemplamos en la naturaleza”.13 denunciando los malos tratos, los preparativos de guerra con Chile o cualquier conflicto
De esta forma la ley permitía infringir las prácticas sociales consuetudinarias, pues los ar mado en otros confines del mundo.
hombres cedían su responsabilidad en las autoridades que sancionaban las leyes. La ley frus- A juicio de los anarquistas, además del ejército (que, a la vez, con la imposición del ser-
traba la rebelión popular y cristalizaba las relaciones sociales, convirtiéndose en un factor de vicio militar obligatorio de alguna manera complementaba el rol de la escuela), el otro gran
atraso y freno del progreso, entendido éste como la liberación de los individuos de todo la- soporte de la idea de nación y de la creación de los sentimientos patrióticos era la educa-
zo de explotación. Así el proceso de construcción legislativo se convertía en la mirada liber- ción impartida desde el Estado cuya aspiración tendía a homogeneizar a la población de-
taria en un hecho que atentaba contra las libertades individuales.14 Por otro lado, la ley con- trás del idioma y de los símbolos patrios, destruyendo las particularidades regionales y cul-
tribuía a que los grupos dominantes preservaran el poder y conservaran sus privilegios. Pa- turales de los oprimidos. En este punto juega un rol esencial la escuela pública, de ahí que
ra Rafael Barrett, “se establece para conservar y robustecer las posiciones de la minoría do- los anarquistas hayan intentado poner en práctica un proyecto educativo alter nativo tra-
minante, así, en los tiempos presentes en que el arma de la minoría es el dinero, el objeto tando de moldear la identidad de los trabajadores. Entonces, la educación alter nativa fue
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considerada un elemento fundamental para contrarrestar la educación patriótica y, tam- materia social y política se estaba oponiendo implícitamente a la integración de las masas
bién, para generar una conciencia liberadora del individuo oprimido (rol adjudicado a la trabajadoras en la democracia política y social.
educación, a la ciencia y a la técnica). Con la excepción de la experiencia española, cuya Así, el Estado, fuese una monarquía o una república, aparece como el principal enemi-
significación es indudable, la mayoría de estos proyectos educativos fracasaron rotunda- go del anarquismo en tanto encar na el poder y significa dominación y opresión en cualquie-
mente en aquellos países, como la Argentina, donde las políticas educativas guber namen- ra de sus for mas. Para Bakunin la principal distinción entre una monarquía y una repúbli-
tales eran sólidas.19 ca democrática era que mientras en la primera el Estado oprime y saquea al pueblo para
El tercer soporte en el que se apoyaba la autoridad del Estado era la democracia parla- favorecer a los privilegiados en nombre del soberano, en la república democrática “oprimi-
mentaria y la organización en partidos políticos que legitimaban el ejercicio del poder. El rá y robará” al pueblo para favorecer a los mismos sectores pero ahora en nombre de la
anarquismo basaba su impugnación en dos argumentos centrales: por un lado, al defender voluntad popular.24 La crítica al Estado se extendía a cualquiera de sus for mas revoluciona-
la soberanía absoluta del individuo, la democracia política, en tanto era sinónimo de sobe- rias (jacobinismo, comunismo o socialismo) aunque, por supuesto, no significaba lo mismo
ranía del pueblo, imponía la voluntad de las mayorías sobre las minorías y avasallaba la vo- luchar contra el Estado republicano o monárquico que contra aquel surgido de las experien-
luntad individual. Por otro, el problema central de las democracias parlamentarias era el te- cias revolucionarias. Pero este enfrentamiento, para el anarquismo, era inevitable porque la
ma de la representación. Bakunin sostenía que el sistema representativo no representa a constitución de un Estado revolucionario que gober nara en nombre del pueblo se converti-
los individuos sino que “crea y garantiza la existencia per manente de una aristocracia gu- ría generalmente en una dictadura que lo oprimiría en su mismo nombre. Bakunin había
ber namental (política) opuesta al pueblo”. criticado duramente el jacobinismo por auspiciar un doble culto de carácter abstracto tanto
Desde este punto de vista el sufragio universal es una trampa y un engaño al individuo a la religiosidad como al Estado.25 Kropotkin retomó esta crítica y repudió la dictadura ejer-
porque les per mite a los políticos engañar al pueblo en nombre de la “voluntad popular”. cida por Robespierre en nombre de la voluntad popular: “La dictadura de un individuo o un
El voto implicaba ceder la soberanía individual desde el momento en que el hombre de- partido (en el fondo es lo mismo) ha quedado definitivamente condenada. Sabemos que re-
lega sus necesidades y reivindicaciones en un representante que tomará en su nombre de- volución y gobier no son incompatibles. […] Sólo la libre iniciativa del pueblo puede hacer
cisiones sobre las que aquél no ejerce control. “Votar es abdicar”, sostenía un periódico li- algo bueno o duradero, y todo gobier no tiende a destruirlo”.26
bertario; “el hombre que va a depositar su voto en las ur nas entrega su voluntad y todos Esa crítica (arrogarse la representación de la voluntad popular) se conectaría y extende-
sus derechos al que ha elegido”.20 ría al gobier no bolchevique confor mado luego de la revolución soviética. Ésta, en un co-
Vinculaban el problema de la delegación política al concepto de ciudadanía emergente mienzo, había despertado el entusiasmo y la esperanza de los anarquistas que veían en las
del proceso de la Revolución Francesa que convirtió al individuo en ciudadano, desnatura- asambleas de soviets (trabajadores, campesinos y soldados) genuinos órganos revoluciona-
lizando su condición (el hombre es anterior al ciudadano) y legalizando el privilegio y con- rios. Sin embargo, pronto comenzaron a criticar los males de lo que denominaban “la dic-
virtiendo la representación política en una ilusión de representación universal.21 Por este tadura de partido”. Kropotkin fue tolerante a esta “dictadura” durante el tiempo que duró
motivo atacaban el sistema electoral que atraía a las masas y las alejaba del sendero revo- la guerra civil pero luego comprobó amargamente que la centralización política y la censu-
lucionario. Enrique Malatesta planteaba su oposición al sistema electoral “porque la acep- ra a la circulación de ideas se debían a la propia concepción del Partido Bolchevique que
tación de aquel sistema implica lógica y psicológicamente el reconocimiento del principio se asumía como la vanguardia de los trabajadores y hablaba en nombre de ellos. La revo-
de gobier no, de las leyes, de la autoridad, que son el antagonismo completo de la libertad lución, sostenía el pensador ruso, “se ha hecho en Rusia bajo una dictadura de partido fir-
y el progreso”.22 memente centralizada. Se ejecutó esta tarea lo mismo que la tentativa extremadamente cen-
Si bien los anarquistas no rechazaban de plano todo tipo de organización (por ejemplo, tralizada y jacobina de Baboeuf. […] Esta tentativa de edificar una república comunista so-
aceptaron no sin conflictos la organización gremial y en contadas ocasiones se vieron obli- bre la base del comunismo de Estado fuertemente centralizado, bajo la ley de hierro de la
gados a consentir alguna for ma de organización política), con su insistencia en la libertad dictadura de partido, se halla destinada al fracaso. Estamos aprendiendo en Rusia cómo no
individual y la espontaneidad descartaban la probabilidad de una organización rígida y en debe introducirse el comunismo”.27
particular la de adoptar cualquier for ma parecida a un partido creado con el objeto de con-
quistar el poder. Proudhon había adelantado tempranamente que “todos los partidos sin ex-
cepción, en tanto que buscan el poder, son variedades del absolutismo”.23 III
En consecuencia, lucharon denodadamente y sin demasiado éxito para desbaratar los
progresos del Estado en materia de regulación de las relaciones sociales o de ampliación Entonces, ¿cómo pensar el día después de la revolución? ¿Qué hacer con el poder?
del sistema político a partir de la sanción del sufragio universal. La estrategia del anarquis- ¿Cómo organizar a los individuos una vez destruidos los factores del poder constituido?
mo, si bien ha sido legítima y coherente desde el punto de vista doctrinario, también se ha “¡Que no haya gobier no!”, decía con cierta ingenuidad el mismo Kropotkin pues cualquier
parecido a una reacción un tanto anacrónica pues al oponerse a la intervención estatal en for ma de gobier no es sinónimo de orden establecido, de la supervivencia de las viejas ins-
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tituciones y, fundamentalmente, “es la negación de la libre iniciativa y de la acción del indi- la estructura de la sociedad y particular mente –pues éste es el común elemento que une a
viduo”.28 Aunque Bakunin no se oponía a esta idea, la complejizaba un tanto al plantear todas sus for mas– a la sustitución del Estado autoritario por alguna de sus for mas de coo-
que el “pueblo” sólo podría alcanzar la felicidad y la libertad organizándose de abajo hacia peración no guber namental entre individuos libres”.33 Esas for mas de cooperación contem-
arriba mediante asociaciones independientes y libres de cualquier influencia estatal, “pero plan la supresión de toda propiedad porque ésta nació de la injusticia y la reproduce. Y aquí
no al margen de las influencias diferentes e igualmente libres de hombres y de partidos” (la existió una disonancia, porque los anarquistas en la versión “comunista” impulsada por Kro-
cursiva es mía).29 Esta afir mación implicaba que un proceso posrevolucionario debería es- potkin aspiraban a que todos los individuos obtuvieran la misma retribución por el trabajo
tar orientado por hombres y organizaciones que ejercerían alguna for ma nueva de poder. realizado, mientras el anarquismo “colectivista” bakuniniano se negaba a aceptar que todos
Sin embargo, veremos que esta posibilidad tampoco fue aceptada por el anarquismo. los individuos recibieran el mismo pago pues éste debía establecerse de acuerdo al trabajo
Si bien el vocablo “anarquía” tiene una connotación negativa y significa “falta de todo realizado. No obstante, todos coincidían en exigir el derecho a la vida, el derecho al bienes-
gobier no en un Estado” o “desorden, confusión por ausencia o flaqueza de la autoridad pú- tar y la comodidad para todos los individuos.
blica”,30 para los anarquistas el concepto adquiría otra significación pues consideraban que La conquista del bienestar por parte de los oprimidos no podía ser pacífica puesto que
es el gobier no (el Estado) el que introduce los factores de desorden en la sociedad. Pero en los propietarios de los medios de producción y de la propiedad social no aceptarían ceder
general utilizaban el concepto de manera antinómica ya que también la anarquía significa- sus privilegios. Por eso sería necesario expropiar y devolver a la comunidad todo aquello
ba desorden en un sentido revolucionario, es decir, destrucción de los pilares de la vieja so- que le sirviera para conseguir el bienestar y para ello se imponía indefectiblemente el uso
ciedad y trastocamiento de sus valores para crear un nuevo orden social. Kropotkin, en su de la violencia. Los explotados (campesinos y obreros) deberían expropiar a los empresa-
famosa definición del concepto “anarquismo” escrita en 1905 para la Enciclopedia britá- rios industriales y echar a los grandes propietarios rurales declarando sus bienes propiedad
nica, sostenía “ANARQUISMO (del griego an y arke, contrario a la autoridad) es el nombre común.34
que se da a un principio o teoría de la vida y la conducta que concibe una sociedad sin go- Una vez destruida la vieja sociedad y establecida la comuna anarquista, todos los indivi-
bier no, en que se obtiene la ar monía, no por el sometimiento a la ley, no por obediencia duos participarían del “banquete de la vida”. Contrariamente al pesimismo de la teoría malt-
a la autoridad, sino por acuerdos libres establecidos entre los diversos grupos, territoriales husiana (la población se reproduce mucho más rápido que la producción de alimentos), Kro-
y profesionales, libremente constituidos para la producción y el consumo, y para la satisfac- potkin profesaba un profundo optimismo por el futuro de la humanidad y pensaba que, gra-
ción de la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado”.31 cias al desarrollo y al impulso de la ciencia, los recursos alimentarios se reproducirían más ace-
Como nunca pudieron revertir el sentido negativo atribuido por la sociedad al término, en leradamente que la población y esto garantizaría el bienestar general. Entonces, la cuestión
numerosas ocasiones prefirieron autodenominarse federalistas, mutualistas, colectivistas, co- de la desigualdad social se limitaba a un simple problema de reparto equitativo de la riqueza
munistas, sindicalistas o, simplemente, libertarios (socialistas libertarios o comunistas liberta- y de una correcta administración de la abundancia. Ésta, como se ha señalado, no se repar-
rios), que era también una forma de distinguir las diversidades en el interior del movimiento. tiría según las capacidades sino de acuerdo con las necesidades de los individuos: “Tomen lo
Ahora bien, todos los componentes del anarquismo coincidían en que únicamente una socie- que les haga falta”, en esencia esta consigna era la base del “comunismo anárquico”. Esta mi-
dad sin gobierno (una sociedad libre) podría restablecer el orden natural y restaurar la armo- rada optimista, que ciertamente pecaba de una dosis de ingenuidad, estaba vinculada al im-
nía social. El concepto anarquista de no gobierno se sustenta en la idea del orden natural “por- presionante desarrollo de los medios de producción durante la fase final del siglo XIX y se ex-
que en la naturaleza todo es anárquico” y los seres humanos nacen en condiciones de igual- presaba también en la distribución del trabajo puesto que ese desarrollo tecnológico, sumado
dad. De esta forma, “todos al nacer, nacemos anarquistas. Tenemos el mismo origen”. Los a la eliminación del trabajo destinado a generar plusvalor, permitiría a los trabajadores reali-
individuos tienen iguales derechos y deberes pero a medida que transcurre su vida en la socie- zar cortas jornadas laborales en razón de que sólo se trabajaría el tiempo indispensable para
dad burguesa se les imponen las desigualdades que perturban y deforman el orden natural.32 cubrir las necesidades. Esta situación implicaría la disponibilidad de mayor tiempo libre que
Esta interpretación de la igualdad natural se vinculaba a la fuerte profesión de fe en la debía ser usado por los individuos para cubrir sus necesidades artísticas, educativas e intelec-
ciencia y la razón. Desde este punto de vista, la organización de la sociedad sobre bases tuales destinadas a generar “espíritus libres”. De esta forma se pensaba romper la división
científicas, al hallarse subordinada a la razón, debía alcanzar también la ar monía y la justi- existente entre trabajo manual e intelectual y marchar hacia una sociedad justa y equitativa.35
cia imperantes en la naturaleza. En estas circunstancias la explotación del hombre por el
hombre dejaría lugar a la utópica administración científica de las cosas y la liberación del in-
dividuo. Así, las decisiones políticas que se adoptarían en la sociedad futura deberían estar IV
subordinadas a los dictados de la ciencia, más concretamente de la sociología que explica-
ba el comportamiento y la evolución histórica de la sociedad. En términos generales los diversos anarquismos compartían la creencia en esa sociedad
Entonces, se podría compartir la definición de George Woodcock que interpreta el anar- libre más justa, pero una vez llegados a esa instancia se planteaba uno de los problemas más
quismo como “un sistema de pensamiento social que apunta a cambios fundamentales en complejos para el movimiento libertario: ¿cómo mantener el orden y la justicia en la comuna
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anarquista? La vida social debería descansar sobre relaciones jurídicas voluntarias (fraterna- fundizó el malestar de los trabajadores y aumentaron notablemente las tensiones cuyos pi-
les), basadas en un contrato libremente convenido entre los interesados. No sería virtual co- cos de violencia se concentraron en las revueltas del Alto Llobregat (Cataluña) en 1932, así
mo el contrato social imaginado por Jean-Jacques Rousseau, que para el anarquismo legiti- como en Barcelona y Asturias en 1934, coincidentes con una fuerte ola de anticlericalis-
maba la miseria y la desigualdad social, sino un contrato real en el cual debían considerarse mo. En ese panorama la CNT, que se hallaba cada vez más influenciada por la FAI, adop-
las necesidades reales de los individuos. Además, mientras el contrato rousseauniano subor- tó políticas más radicalizadas. En un contexto en el cual la violencia aumentaba día a día,
dinaba la libertad individual a la de toda la comunidad, el contrato anarquista debería preser- comenzó a popularizarse entre los simpatizantes libertarios la idea de que una nueva socie-
var la autonomía de la libertad individual que se ubicaba por encima de la libertad del conjun- dad era posible: “Vamos a la implantación del comunismo libertario a base de las comunas
to de la sociedad. libres organizadas en cada pueblo, sustituyendo la organización estatal burguesa por los
El contrato anarquista derivaría en la autonomía comunal que implicaba una unión de principios de unión y solidaridad que han inspirado siempre la acción de la clase trabajado-
individuos libremente consentida y la cooperación entre ellos. Su mejor expresión puede ra y que son hoy la base de la organización obrera”.38
hallarse en el manifiesto de la Comuna de París en 1871: “La independencia de la Comu- Hacía ya unos años que circulaban profusamente unos folletos, que Elorza denomina
na es la garantía de un contrato cuyas cláusulas libremente debatidas pondrán fin al anta- “pequeñas utopías”, educativos y explicativos de cómo debía funcionar la sociedad tras la
gonismo entre las clases y asegurarán la igualdad social. […] La autonomía de cada comu- revolución triunfante. Estas ideas se habían generalizado entre los seguidores de la FAI y
na despoja de todo carácter opresivo a sus reivindicaciones y afir ma la República en su más sostenían que en esas circunstancias era posible instaurar el comunismo libertario. En un
alta expresión”. La Comuna eliminó todo poder centralizador y allí manifestó una de sus punto esta postura apuntaba a tratar de llenar el vacío estratégico de la teoría anarquista.
debilidades que facilitaron la derrota pues no pudieron constituir un gobier no que organiza- Todas estas “pequeñas utopías” destacaban que no debía hacerse ninguna concesión a la
ra la defensa de la Comuna de París. política ni crear ningún tipo de or ganización estatal y en esta ratificación de principios es-
Pero el caso más interesante para pensar la verdadera naturaleza de la concepción taba presente el impacto provocado por el fortalecimiento del Estado soviético y la emer-
anarquista del poder es la guerra civil española, pues fue allí donde se llevaron adelante gencia de una política autoritaria después de la Revolución Rusa. La FAI sostenía que ha-
las escasas experiencias de contrapoder libertario.36 España fue siempre el gran campo en bía “que hacer una revolución que no tenga parecido con la rusa”39 puesto que allí se ha-
donde se llevaron a la práctica las diversas corrientes de ideas del anarquismo: individua- bían respetado las instituciones estatales y había prevalecido una concepción autoritaria
listas, colectivistas, anarco-sindicalistas y terroristas fueron todas corrientes que adquirie- incompatible con el anarquismo, manteniendo elementos de la or ganización del trabajo y
ron peso en distintos momentos y regiones de la península. La influencia libertaria se hi- de la explotación capitalista. Por otro lado, repudiaban la constitución de un fuerte apa-
zo sentir notablemente en regiones tan diversas económica y socialmente como Andalu- rato de represión destinado a la persecución de los opositores al régimen, especialmente
cía y Cataluña, donde recibían la adhesión de campesinos y trabajadores urbanos respec- a los militantes libertarios.40
tivamente. En los años previos a la guerra civil, organizaciones como la Confederación Na- Ahora bien, ¿cómo imaginaban la sociedad futura estas “pequeñas utopías”? Partían de
cional del Trabajo (CNT) o la Federación Anarquista Ibérica (FAI) tuvieron un alcance y una “un esquema comunalista, con el municipio libre como marco en el que se desenvuelve la
influencia que ninguna entidad anarquista había tenido en otras latitudes. De alguna ma- soberanía individual”.41 Seguramente influenciados por Kropotkin, pensaban que se con-
nera, como ha sostenido Antonio Elorza, durante el período de entreguerras España sig- for maría así un engranaje ar mónico a partir de la acción libre y espontánea del individuo.
nificó para el anarquismo lo que la Unión Soviética significaba al comunismo. Pero mien- El contexto en donde se desarrollaría la comuna era rural y apuntaba a la búsqueda de un
tras éste estaba en ascenso, el caso de la España anarquista parece haber sido más una equilibrio campo-ciudad en el que se manifiesta, más allá del apego anarquista a la ciencia
supervivencia que un foco expansivo.37 y la técnica, una marcada desconfianza a la industrialización.
Precisamente fue en España y durante la guerra civil donde se produjeron las experien- Individuo, trabajo y producción deberían funcionar sin presión alguna de las institucio-
cias más cercanas a la constitución de un poder alter nativo al orden constituido, aunque co- nes. En este sentido Federico Urales sostenía: “El comunismo anarquista le dice al pueblo:
mo sabemos este complejo y traumático proceso fue clausurado con una durísima repre- considera como el mayor de tus enemigos, como el mayor enemigo de la Revolución So-
sión impuesta por el franquismo triunfante. cial, al que te diga que necesitas directores y administradores”.42 De este modo, y sin defi-
En los años inmediatos a la guerra civil, durante la segunda República (1931-1939), Es- nir alguna for ma de gobier no o poder alter nativo, pensaban que se produciría el fin de la
paña se hallaba profundamente dividida en dos bandos que progresivamente se tor naban explotación y el reencuentro del hombre con la naturaleza y de allí a la felicidad colectiva.
irreconciliables. Ya antes, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1931), en Sin embargo, la realidad actuó de manera cruel con el anarquismo. De alguna manera
un contexto de crisis económica y política donde campeaba la miseria y la represión a vas- los anarquistas españoles profundizaron durante este proceso la “urgencia revolucionaria”43
tos sectores de la población, el campo popular se radicalizó notablemente y la sublevación que los caracterizaba y, al radicalizar sus prácticas confrontativas sin medir las consecuen-
anarquista sevillana de 1930 fue sólo una de sus expresiones más dramáticas. La falta de cias, quedaron expuestos a la represión y al alejamiento de importantes sectores del movi-
soluciones a los problemas sociales por parte de los diversos gobier nos de la República pro- miento obrero.44
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Casi todas las experiencias de implantación del comunismo anarquista antes de la gue- ción de un poder alter nativo confundiendo política y Estado, condujeron a todas estas ex-
rra fracasaron rápidamente porque quienes se hacían del poder no sabían qué hacer con él periencias a rápidos y rotundos fracasos. Desde entonces el movimiento anarquista se hun-
y demostraban un absoluto desconocimiento de cómo reorganizar la sociedad. El dirigente dió en un cono de sombra del que rara vez pudo salir.
libertario Gastón Leval sostenía a comienzos de 1936 que hasta ese momento los anarquis-
tas “no han elaborado un programa de reconstrucción. No ha dado ningún paso serio en
la ideación o preparación del futuro. No ha abordado el problema de la reorganización eco- Notas
nómica de la sociedad, explicando qué organismos deberán encargarse de ella, como se re-
lacionarán, y en qué for ma se asegurará la defensa del nuevo régimen”.45 Leval creía que 1
M. Stoppino, “Poder”, en N. Bobbio, N. Mateucci y G. Pasquino, Diccionario de política, Mé-
uno de los grandes problemas era que cada uno interpretaba el comunismo libertario a su xico, Siglo Veintiuno, 1994, p. 198.
manera y que existía una gran imprecisión conceptual. Creo que aquí da en la clave de va- 2
Véase M. Weber, Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, pp. 170-
rios problemas básicos del anarquismo: la infinita variedad de interpretaciones de la doctri- 196 y 709.
na, el desapego por la teoría y la escasa importancia asignada al funcionamiento de la eco- 3
Según Agnes Heller, “la actividad política sensu stricto está siempre dirigida al poder”, A. He-
nomía al analizar la sociedad desde una perspectiva predominantemente moral. Leval exi-
ller, Sociología de la vida cotidiana, Barcelona, Península, 1977, p. 172.
gía precisión conceptual sobre una eventual toma del poder: “Es el caso de especificar en
4
qué for ma haremos frente a las necesidades del reparto sin que hayamos de adoptar un sis- La Protesta Humana, 9 de febrero de 1901.
tema dictatorial ni emplear moneda. Es el caso de exponer cómo solucionaremos el pro- 5
S. Faure, Hacia la dicha, Barcelona, s/e, 1904.
blema de la desocupación en muchas industrias. […] Pero sobre todo esto [qué haremos] 6
M. Bakunin, Estatismo y anarquía, Madrid, Júcar, 1976, p. 216.
con la defensa de la revolución en for ma que no provoque una dictadura sobre la revolu-
7
ción”.46 M. Stir ner, El único y su propiedad, Madrid, Valdemar, 2004, p. 74.
Pero cuando estalló la guerra los anarquistas se encontraron de lleno con lo que siem- 8
P.-J. Proudhon, La capacidad política de la clase obrera, Madrid, Júcar, 1977, pp. 114-115.
pre habían negado pues se hallaron inmersos en el proceso político de construcción del po- 9
M. Bakunin, La libertad, Buenos Aires, Ediciones del Mediodía, 1968, p. 31.
der republicano para enfrentar al fascismo. José M. Macarro ha señalado con agudeza que
10
Ibídem.
“la necesidad de institucionalizar su proyecto era un requisito para seguir viviendo. […] El
11
poder, el Estado, apareció como necesidad para imponer a la sociedad el mensaje del mo- Citado por G. Woodcock, El anarquismo, Barcelona, Ariel, p. 141.
vimiento”.47 Tanto la CNT como el anarquismo se convirtieron en poder al participar de la 12
No obstante las coincidencias en la apreciación de la naturaleza del Estado el pensador liberal
coalición del gobier no republicano catalán como en el nacional de Francisco Largo Caba- recibió fuertes críticas de Kropotkin: “Spencer alzó recientemente su voz contra la inter ferencia del Es-
llero en donde colocaron cuatro ministros. En ese momento aparecieron todas las contra- tado en la vida de la sociedad; aun más, dio a una de sus obras un título que encierra en sí mismo to-
dicciones en el seno del movimiento libertario en tor no a la construcción del poder alter na- do un programa revolucionario: El individuo contra el Estado. Pero poco a poco, bajo el efecto de
tivo. ¿Cómo romper con sus tradicionales posturas antipolíticas y antiestatistas? ¿Cómo salvaguardar las funciones protectoras del Estado, lo reconstruye enteramente tal como existe hoy,
convivir con aquellas tendencias políticas a las que siempre había denostado? ¿Cómo de- con muy pocas y muy tímidas restricciones”; P. Kropotkin, La ciencia moderna y el anarquismo, Mé-
fender la centralización económica? Ninguno de estos interrogantes pudo ser resuelto por xico, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1984, p. 60.
los líderes anarquistas quienes, sumidos en un mar de contradicciones, ter minaron abando- 13
P. Kropotkin, ob. cit., p. 125.
nando el gobier no y repudiando el estatismo. Claro que el precio fue muy alto pues esta re- 14
Véase J. Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910,
tirada los cubrió de desprestigio entre los sectores populares en tanto era una clara mues- Buenos Aires, Manantial, 2001, p. 260.
tra de su impotencia frente la construcción de un poder alter nativo. 15
R. Barrett, Escritos de Barrett, Buenos Aires, Proyección, 1971, p. 65.
Tampoco pudieron avanzar en aquellas experiencias de poder en las que lograron ins-
16
talar el comunismo libertario. En efecto, tanto en la región del Baix Llobregat (Barcelona), Para el caso argentino, véase J. Suriano, ob. cit., pp. 261-264.
donde sólo mantuvieron el poder durante una semana,48 como en Aragón, donde los anar- 17
Ídem, pp. 264-271.
quistas constituyeron un consejo de defensa que controló una parte de la provincia duran- 18
R. Barrett, ob. cit., p. 74.
te un tiempo e impusieron varias comunas libres, fracasaron en el intento de construir el
19
poder alter nativo. La escasa claridad de sus líderes, la tendencia al asambleísmo per manen- Véanse J. Suriano, ob. cit., pp 217-254; D. Barrancos, Anarquismo, educación y costumbres
te, el desprecio por la disciplina49 y, fundamentalmente, el rechazo a cualquier for ma de au- en la Argentina de principios de siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1990.
20
toridad sumada a la errónea concepción sobre el poder que los llevó a negar la construc- La Protesta, 10 de marzo de 1906.
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21 cionaria para instalar el comunismo libertario. Véase J. Paniagua, Anarquistas y socialistas, Barcelo-
Véase J. Suriano, ob. cit., p. 273.
22
na, Historia 16, 1989.
E. Malatesta, “Candidaturas anarquistas”, Londres, 30 de marzo de 1900, en La Protesta, 8 de
45
julio de 1900. La nota de Leval se publicó en el periódico Liberación, Barcelona, marzo-abril de 1936, véase
23
J. Paniagua, ob. cit., p. 235.
Citado por G. Woodcock, ob. cit., p. 20.
46
24
Ídem, p. 236.
Véase M. Bakunin, Estatismo…, pp. 81-82.
47
25
J.M. Macarro, “Conocimiento y utopía en el movimiento anarco sindicalista”, en B. Hofmann,
Véase M. Bakunin, La libertad…, pp. 32-33.
P. Juan i Tous y M. Tietz (eds.), ob. cit., p. 258.
26
P. Kropotkin, Folletos revolucionarios, II: Ley y autoridad, Barcelona, Tusquets, 1977, p. 78. 48
El fracaso se debió en buena medida a que los dirigentes de la CNT se opusieron a instalar una
27 comuna libertaria porque se asemejaba a una toma de poder bolchevique
Ídem, p. 90. La Revolución Rusa provocó un fuerte impacto entre los anarquistas de todo el mun-
do y no fueron pocos los que la apoyaron y compartieron la estrategia de la dictadura del proletariado. 49
Buenaventura Durruty, el mítico jefe de las columnas anarquista de Aragón, se sinceraba en una
Para el caso argentino véase R. Pittaluga, “La recepción de la revolución rusa en el anarquismo argen- entrevista concedida al periodista Ilya Ehrenburg sobre las contradicciones del anarquismo a la hora de
tino (1917-1924)”, tesis de licenciatura en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2000. participar en la guerra. Durruty reconocía con amargura (“los principios y la vida no coinciden per fec-
28
P. Kropotkin, Folletos…, p. 73. tamente”) que era imposible imponer disciplina entre sus filas y sin disciplina sabía que no tenía ningu-
29
na posibilidad de éxito frente al ejército franquista. En H.M. Enzensberger, El corto verano de la anar-
M. Bakunin, Estatismo…, p. 216.
quía. Vida y muerte de Durruty, Barcelona, Anagrama, 1998, pp. 137-139.
30
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, 1970, p.
83.
31
P. Kropotkin, Folletos…, p. 123.
32
J. Mas Gomeri, “La anarquía”, El Rebelde, Buenos Aires, 31 de mayo de 1902.
33
G. Woodcock, ob. cit., p. 15.
34
Véase P. Kropotkin, La conquista del pan, Barcelona, Mateu, 1971, pp. 25-29.
35
Ídem, pp. 25-38.
36
De ninguna manera pretendo analizar aspectos del anarquismo español. Me remito a esta ex-
periencia, de la cual sólo tomaré algunos elementos, a los efectos de ejemplificar el divorcio del movi-
miento libertario con cualquier for ma de poder.
37
Véase A. Elorza, “Utopía y revolución en el movimiento anarquista español”, en B. Hofmann,
P. Juan i Tous y Manfred Tietz (eds.), El anarquismo español. Sus tradiciones culturales, Madrid,
Vervuert Iberoamericana, 1995, p. 96.
38
Proclama reproducida por A. Elorza, ob. cit., p. 98.
39
Ídem, p. 99.
40
Más allá de las críticas a la Revolución Rusa, es indudable que ésta instaló un clima que incenti-
vó a las diversas corrientes libertarias a pensar el futuro posrevolucionario.
41
A. Elorza, ob. cit., p. 101.
42
F. Urales, “El ideal y la revolución”, en A. Elorza, ob. cit., p. 101.
43
He utilizado esta caracterización para el anarquismo argentino. Parece pertinente su uso en el
caso español. Véase J. Suriano, ob. cit., pp. 81-88.
44
Esa radicalización se expresó en las tácticas adoptadas por la CNT, controlada por la FAI, entre
1931 y 1936: 1) rechazo al logro de metas parciales por parte de los trabajadores como había sido
tradición de la CNT; 2) hostilidad per manente contra la República, y 3) insurrección y huelga revolu-
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Artículos
Suplemento de La Protesta,
12 de noviembre de 1923
E
l primer gober nador peronista de la entre estas fuerzas impidieron la confor ma-
provincia de Buenos Aires, el coro- ción de listas unificadas para cargos legisla-
nel Domingo Mercante (1898- tivos, aunque tras una tensa disputa –que se
1974), llegó a ser, en su momento, uno de verá en el apartado siguiente– los laboristas
los principales integrantes de la “segunda lí- consiguieron el apoyo renovador para su
nea” del movimiento conducido por Juan par de candidatos al Ejecutivo provincial. El
Perón. Sin embargo, las características de triunfo electoral de los peronistas no acalló
su actividad política y, especialmente, los li- las disensiones entre los partidos de la coa-
neamientos de su gestión guber namental lición sino que las amplificó. En un marco
sólo recientemente han comenzado a ser que parecía preanunciar la ruptura del fren-
objeto de atención historiográfica.1 Este ar- te peronista, el presidente electo Perón or-
tículo se propone mostrar las particularida- denó, en una famosa proclama leída por ra-
des del equipo de gobier no que secundó a dio el 23 de mayo de 1946, la disolución de
Mercante en Buenos Aires, las principales las fuerzas peronistas y su integración en
acciones de este grupo en tor no al reorde- una nueva, denominada Partido Único de la
namiento del aparato estatal provincial, y Revolución.2 En junio de ese año, el Partido
las relaciones entre Estado y partido en la Único establecía su organismo directivo en
configuración de un poderoso y homogé- la provincia de Buenos Aires, denominado
neo peronismo provincial. Junta Ejecutiva Provincial. Esta dirección,
aunque poco sólida y frecuentemente des-
bordada por el tumultuoso conglomerado
La formación de un equipo peronista, exploró varias alter nativas orga-
dirigente peronista nizativas para construir el partido, que sólo
cristalizarían en el momento de la realiza-
En las elecciones de febrero de 1946, ción de las primeras elecciones inter nas en
los partidos Laborista y Junta Renovadora el (ya denominado) Partido Peronista. En
–acompañados por dos partidos menores septiembre de 1947, con niveles espectacu-
sin mayor relieve– confor maron una coali- lares de participación inter na, los afiliados
ción de hecho en la provincia de Buenos Ai- peronistas eligieron delegados al primer
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creador del nombre de Partido Peronista, mente. Del gober nador electo sin peso ni Gabinete del Ejecutivo provincial
aunque para ello tuvo que vencer la resis- poder propios al indiscutido líder del pero-
tencia del líder”.12 nismo bonaerense y cuyo nombre, luego de Cartera Nombre Año nacim. Profesión Militancia Antec. públicos
Aunque los fundamentos no eran inverí- los de Perón y Evita, era una referencia in- Gobierno Héctor Mercante s/d Médico No Ninguno
dicos, resultan notablemente especiosos. dispensable en la cúspide del poder. Así lo Hacienda Miguel López Francés 1917 Abogado FORJA Legislador
No era un liderazgo que se imponía por sí sancionaba el líder máximo del peronismo, Obras Públicas Raúl Mercante 1914 Ingeniero No Ninguno
mismo, sino que era empujado por una eli- hombre no demasiado afecto a verter elo- Salud Carlos Bocalandro S/d Médico No Ninguno
te partidaria que era suficientemente cons- gios sobre sus partidarios, en febrero de
Educación Julio Avanza 1915 Abogado FORJA Legislador
ciente de las dificultades políticas de cons- 1950: “[...] los peronistas podemos decir
Agrarios Juan Marenzi 1905 Abogado No Legislador
truir un “partido de gobier no” sin apoyarse con orgullo que este gober nante es [...] una
simultáneamente en el gobier no. Aunque excepción, porque nadie ha realizado, en Secretaría Gen. Manuel Mainar 1910 Periodista UCR Ninguno
resistida, la tesis poco a poco se impuso, tan poco tiempo, una obra tan maravillosa-
ayudada por los contundentes éxitos electo- mente fructífera como Mercante [...] ese
rales del peronismo en las elecciones gene- hombre que está marcando una etapa en la un personal “propio”; desde luego, los pe- esa primera hora, se percibe en la integra-
rales de marzo de 1948 y, especialmente, historia de la provincia de Buenos Aires po- ronistas bonaerenses no escaparon a esta ción de las subsecretarías, donde sigilosa-
de diciembre de ese año, cuando la lista de drá también ser quien marque una etapa en particular “institución”. Para el análisis sub- mente fueron ingresando políticos con me-
convencionales constituyentes del peronis- la historia de nuestra República al frente del siguiente, consideraremos tres niveles suce- nor capacidad de presión (especialmente de
mo provincial, encabezada por Mercante, Movimiento Peronista”.14 sivos de funcionarios como componentes raigambre radical), junto a hombres de con-
obtuvo un porcentaje de sufragios aplastan- de la elite estatal bonaerense: ministros, ti- fianza del coronel. En breve, las tendencias
te.13 Los frutos de estos contundentes triun- tulares de agencias de altísima relevancia que empujaban en la dirección de la unifica-
fos serían prontamente cosechados. Los de- La composición de la elite estatal política, y, por último, subsecretarios y di- ción de las fuerzas peronistas ocasionaron
legados peronistas en la Convención Nacio- rectores de organismos específicos. que el laborismo provincial –el más renuen-
nal Constituyente (reunida en enero de Al igual que otros aspectos de la gestión En un sistema político que, como el bo- te en ese sentido– ingresara en un pronun-
1949) ofrecerían una muestra indudable de peronista de la provincia de Buenos Aires, naerense, podría asimilarse al presidencia- ciado declive, desistiendo de él buena parte
que el prestigio de Mercante excedía larga- la for mación o composición de la elite esta- lista, los titulares del Poder Ejecutivo tienen de sus dirigentes y la inmensa mayoría de
mente los límites bonaerenses, al confiar en tal es un “casillero vacío” en los estudios un margen mayor de maniobra en la for ma- los líderes legislativos. De ese modo, para fi-
él el ejercicio de la presidencia de la asam- existentes, los que se limitan a indicar la im- ción de sus gabinetes, vis-à-vis los sistemas nales de 1946 y comienzos de 1947, el go-
blea. El coronel Mercante se transfor maba portante, o tal vez hegemónica, presencia parlamentarios, en función del grado direc- ber nador quedó desatado de sus compromi-
en un reconocido dirigente “nacional” del de hombres provenientes de FORJA.15 Un to de su representatividad popular.17 Sin sos iniciales (que, con seguridad, no fueron
peronismo. En el ámbito específico de Bue- imprescindible primer paso requiere esta- embargo, la plétora de maniobras y conflic- de su agrado) y buscó confor mar a través de
nos Aires, la consolidación final del Partido blecer los niveles de funcionarios que pue- tos a través de los cuales Mercante llegó a la sucesivas reorganizaciones ministeriales un
Peronista después de la elección inter na de den ser entendidos como “elite estatal”. En gober nación provincial limitó notablemente equipo de gobier no más ajustado a sus ne-
1949 demostraba que los vínculos entre la Argentina, y la provincia de Buenos Aires el margen de su actuación. Al asumir el car- cesidades o deseos. Ciertas líneas básicas
partido y gobier no se estrechaban, no ape- no es excepción, parece funcionar una for- go, el gober nador debió entrar en arduas podrán delinearse observando la confor ma-
nas en un sentido simbólico: el presidente ma mitigada del denominado spoils sys- negociaciones con los partidos que lo apo- ción del equipo ministerial del coronel Mer-
del consejo directivo provincial del partido tem: tanto en la época peronista, como an- yaron, las que fueron particular mente ríspi- cante (véase cuadro).
peronista era Mario Goizueta, a quien todos tes y después, los altos cargos en la admi- das con los líderes laboristas, quienes, sin- Este gabinete se fue for mando a medida
los indicios sindican como la “mano dere- nistración estatal son ocupados por funcio- tiéndose los verdaderos triunfadores de la del gradual fortalecimiento del gober nador,
cha” del coronel Mercante, al tiempo que narios “políticos”, y no por especializados elección, prácticamente pretendieron impo- especialmente entre 1947 y 1949 y, salvo
una mayoría de los integrantes de ese orga- funcionarios de carrera.16 De este modo, ner a Mercante sus colaboradores. Cautelo- alguna situación específica,18 continuó fir -
nismo eran indudablemente “mercantistas”. cada vez que un partido triunfa en una elec- samente, el gober nador aceptó una solu- memente asentado hasta el final del gobier-
Transcurridos cuatro años, la figura de ción (o un golpe militar desaloja un gobier- ción de compromiso al confor mar su pri- no de Mercante. Algunas características so-
Mercante se había transfor mado radical- no) coloca en los altos puestos del Estado mer gabinete. La habilidad de Mercante, en bresalen inmediatamente. En primer lugar,
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se trata en todos los casos de personas nue- damente el 70% del personal del Estado. En carteras. La diferencia en estos casos reside ciales básicas de la sociedad civil. En la
vas en las funciones ministeriales. Ninguno la Policía fue designado un militar, el coro- en las diversas historias institucionales de práctica, estas ideas se tradujeron en una
de ellos ocupó cargos públicos antes de nel Adolfo Marsillach. Esta designación es ambos ministerios; como Obras Públicas ampliación de las atribuciones de los pode-
1946, ni en el Ejecutivo ni en el Legislativo interesante, porque a pesar que el individuo era una estructura de antigua data, la pre- res ejecutivos, tanto en el Estado nacional
provinciales. Tampoco registran anteceden- no parecía ser un experto en cuestiones po- sencia de funcionarios de carrera tuvo allí como en los provinciales, plasmándose en
tes en la burocracia del Estado: todos hacen liciales, revela la clara intención de “despoli- una importancia claramente superior. En innovaciones institucionales que aumenta-
su ingreso a la administración provincial lle- tizar” un cuerpo que había sido objeto de fe- los otros ministerios, algunas (pocas) repar- ban el número y las capacidades de las
vados por la ola peronista. En los casos que roces críticas por la oposición en la década ticiones también fueron ocupadas por este agencias dependientes de los poderes cen-
registran militancia política anterior, ella se previa.23 Finalmente, el caso del director de “tipo” de integrantes del gobier no. Los po- trales. Los peronistas bonaerenses se inclu-
vincula particular mente con FORJA o –un Escuelas es intrigante y poco común. Fue líticos, sin duda, se llevan las palmas en las yen en esta tendencia general, aunque los
tanto infor malmente– con el Partido Radi- nombrado Alejandro Greca, abogado vincu- otras ramas de la administración provincial. tiempos específicos para procesarla depen-
cal. Observando el gabinete de otro modo, lado al Partido Radical y luego a FORJA, Detengámonos primeramente en los hom- dieron claramente de las vicisitudes políti-
veríamos que tres ministros fueron coopta- pero proveniente de la provincia de Santa bres de FORJA. Aunque la presencia cuan- cas. Para avanzar en el análisis, comenzare-
dos directamente desde su banca parlamen- Fe, donde había realizado su carrera políti- titativa de ellos es ciertamente muy relevan- mos por indagar en los puntos de vista de
taria (lo que muestra la importancia del Le- ca.24 Exceptuando este último y raro caso, te, se debe indicar que estuvieron concen- los actores guber namentales con respecto
gislativo como proveedor de líderes).19 Los los demás muestran características similares trados principalmente en el Ministerio de al papel del Estado. Según ellos, “la crecien-
cuatro restantes indican un segundo crite- a los ministros, es decir, personas nuevas en Hacienda, en la dirección del Banco Provin- te y compleja evolución de los fenómenos
rio: se trata de personas a las que podría- las altas cumbres del Estado. cia y, más débilmente, en Educación.26 No que actúan en el campo financiero, econó-
mos considerar provenientes del “círculo ín- El “tercer círculo” de la elite estatal estu- es difícil deducir las razones de esta concen- mico y social, como consecuencia de un es-
timo” del gober nador, llevadas al gabinete vo for mado por los subsecretarios y los di- tración, si se recuerda que los titulares de tado universal al que el país y por ende, la
en función de la confianza que Mercante de- rectores de agencias específicas. A pesar de los organismos indicados pertenecieron a Provincia no pueden sustraerse, trae [...] co-
positaba en ellas.20 existir una cierta diferencia jerárquica entre aquella agrupación (y nos sugiere además mo consecuencia la ampliación de las esfe-
Junto, o a la par de los ministros, existía ellos –subsecretario sería, en principio, un que las relaciones personales eran una “ra- ras del gobier no [... lo que] hace imperiosa-
otra categoría de funcionarios de alto nivel cargo superior a director– todos dependían zón” de primer orden para ingresar en la mente necesario afianzar y cimentar la di-
que merece un comentario especial. Por la del ministro del ramo y eran por él designa- estructura estatal). En otros casos, los políti- rección de la cosa pública y del Estado en
relevancia institucional, el presidente del dos (y además, como se verá, no siempre cos provienen del Partido Radical (o, más bases racionales”.28
Banco de la Provincia y el fiscal de Estado era obvio que los directores respondieran a precisamente, del desligamiento que se in- Era una creencia fir memente asentada
eran nombrados por el gober nador con los subsecretarios). La influencia del gober- sertó en el peronismo), de corrientes nacio- entre los protagonistas en la dirección de
acuerdo del Senado. Para el primer caso fue nador, en estas situaciones, era indirecta, nalistas o directamente, una vez fortificado, los asuntos públicos que las nuevas realida-
escogido un político, acaso mejor un ideólo- aunque sin duda podía “indicar” en casos del Partido Peronista.27 des de la vida moder na (i.e., básicamente, la
go: Arturo Jauretche, el fundador de FOR- particulares. Considerado en conjunto, este industrialización y fenómenos asociados) te-
JA.21 Para el segundo, el joven y brillante nivel de funcionarios no muestra un per fil nían como consecuencia necesaria la am-
abogado Arturo Sampay, quien provenía de unifor me, combinando en medida variada La reforma del estado provincial pliación de las funciones del Estado. Planifi-
círculos católicos democráticos (y que sería políticos, expertos y burócratas de carre- cación estatal y nacionalización (o provin-
el principal redactor de la Constitución “pe- ra.25 Pero una mirada más precisa puede La búsqueda de un “nuevo Estado” que cialización) de empresas o sectores econó-
ronista” de 1949).22 Otras dos reparticio- encontrar diferencias significativas. Comen- substituyera el viejo Estado liberal for maba micos era uno de los aspectos de la cues-
nes, aunque for malmente dependientes del cemos por los expertos. Éstos fueron pre- parte de un discurso que, con ritmos y gra- tión. Correlativamente, la diversidad cre-
Ministerio de Gobier no, sin duda vieron sus dominantes en dos ministerios, Obras Públi- daciones diversas, aparecía compartido por ciente de las actividades desarrolladas en la
titulares designados directamente por el go- cas y Salud Pública, lo cual –en principio– los peronistas de todo el país. En esencia, sociedad civil implicaba la también crecien-
ber nador: fueron los casos de la Jefatura de no es curioso, dada la índole de las tareas a se entendía que el tradicional Estado espec- te necesidad del Estado de aumentar los
Policía y de la Dirección General de Escue- desarrollar. Ingenieros y arquitectos en el tador y pasivo legado por la oligarquía debía ámbitos de su actuación. Pero esas nuevas
las. No es ocioso indicar que estas dos agen- primer caso, médicos en el segundo, se re- ser cambiado por un Estado activo, que in- funciones debían fundamentarse sobre ba-
cias concentraban, en la época, aproxima- parten las principales funciones en ambas terviniera con agilidad en las relaciones so- ses “racionales”. Éste es un matiz interesan-
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te. Sin duda los peronistas no fueron los pri- se trató de una imposición del Ejecutivo que que no se sabía bien a quién debían respon- miento institucional más preciso, como de-
meros en propender al incremento de la pretendía pasar por encima de las atribucio- der.32 Durante 1949 la reestructuración mi- muestran los dos ministerios creados en
complejidad estatal. Sin embargo, en los nes de los otros poderes del Estado.31 El ca- nisterial llegó al final, cuando se crearon dos 1949, los cuales se inscriben en una clara
años de la “moder nización conservadora” rácter singular del Ejecutivo bonaerense re- ministerios más, Educación y Asuntos Agra- tendencia a per feccionar el aparato del Es-
en la provincia de Buenos Aires parece ha- sidió, en esta como en otras áreas, en una rios. Estos casos podrían considerarse ejem- tado. La “for ma” adoptada en estos casos
ber predominado una for ma de ampliación marcada inclinación a la negociación y al plos típicos de la “comunidad de propósi- no debería llamar a engaño: los legislado-
del aparato estatal básicamente desordena- diálogo, particular mente con la cúpula par- tos” entre gobier no y legisladores (peronis- res peronistas actuaron bajo la sugestión di-
da e incoherente, a la que podríamos deno- lamentaria. Así, la primera innovación im- tas). La Asamblea Legislativa que refor mó recta del gober nador, quien impulsó la re-
minar “refor ma por adición”.29 Mantenien- portante, la creación del Ministerio de Salud la Constitución de la provincia en 1949 in- dacción del artículo constitucional que esta-
do la tradicional estructura de tres ministe- y Acción Social a comienzos de 1947, se corporó al nuevo texto un artículo transito- blecía el diseño ministerial.36
rios –Gobier no, Hacienda y Obras Públicas, procesó íntegramente en la Legislatura de rio que definía la integración precisa del ga- Junto a la renovación del per fil ministe-
vigentes por lo menos desde la década del Buenos Aires, fusionando proyectos seme- binete ejecutivo, y en él aparecían los dos rial, la procura de eficiencia en la gestión
20– la creación de nuevas agencias o repar- jantes propiciados por dos legisladores pe- ministerios antes nombrados (que, obvia- pública constituyó el lineamiento básico de
ticiones se realizaba de acuerdo con el ca- ronistas. Hasta entonces, la atención de las mente, no tenían existencia real hasta ese la administración peronista del estado pro-
rácter perentorio de los requerimientos gu- cuestiones sanitarias de la población se ha- momento).33 En los meses siguientes el go- vincial. Analíticamente, distinguiremos tres
ber namentales, atendiendo necesidades llaba dispersa en varias “Direcciones”, gros- bier no estructuró or gánicamente ambas elementos principales que concurrieron a
tanto administrativas como políticas. Previ- so modo dependientes del Ministerio de carteras, a través de movimientos de agen- aquel objetivo: 1) refuerzo y adecuación de
siblemente, la instalación de nuevos orga- Obras Públicas. Sancionada la ley, el go- cias, personal y bienes, de for ma similar a las jerarquías inter nas; 2) reordenamiento y
nismos se procesó con escasa coordina- bier no, al reglamentarla, transfirió los bie- los otros casos.34 centralización de las agencias en cada mi-
ción, y no eran raros los casos de superpo- nes y el personal de las diversas agencias a Dos aspectos generales merecen ser nisterio; y 3) for mación de los agentes del
sición de funciones con agencias ya existen- la nueva estructura que, además, se vio rá- destacados de estas refor mas ministeriales. Estado.
tes, en el mismo o en otro ministerio.30 El pidamente incrementada por la provinciali- En primer lugar, la innovación en las es- En términos ideales, la estructura de la
estado provincial tal como fue dejado por zación de varios hospitales y centros de sa- tructuras del estado provincial no fue el re- dependencia interna en cada ministerio se
los conservadores, que las sucesivas inter- lud diseminados por el territorio bonaeren- sultado de un plan previamente concebido. establecía del siguiente modo: a) ministro; b)
venciones federales del régimen militar de se. La segunda innovación se realizó a fina- El gobier no parece haber avanzado tan- subsecretarías, y c) direcciones; de las que
1943-1946 se limitaron a administrar, fue les de 1947 cuando se otorgó status minis- teando en lo oscuro, a través de ensayos y dependía una variedad de organismos, de-
heredado por los peronistas en el momento terial a la hasta entonces denominada “Se- experimentaciones, “prueba y error”. La nominados departamentos, oficinas, divisio-
de iniciar su mandato. Durante los años de cretaría General de la Gober nación”. No inexperiencia política de la elite estatal pe- nes y seccionales (cuyos titulares eran, por
gobier no del coronel Mercante y su equipo existe duda de que el camino seguido por el ronista fue una de las razones: la carencia regla general, llamados jefes). La práctica,
puede percibirse una marcada inclinación gobier no para impulsar esta refor ma difícil- de antecedentes en las funciones públicas con certeza, se escapaba del tipo ideal, espe-
por “racionalizar” el aparato del Estado bo- mente sería considerado irreprochable. En conminó a los peronistas a aprender ha- cialmente recordando el desordenado apara-
naerense que, no sin marchas y contramar- lugar de presentar un proyecto de ley espe- ciendo. El carácter irresoluto del gobier no to estatal heredado por los peronistas. Así,
chas y evidentes ambigüedades, perseguía cífico en la Legislatura, el gobier no incluyó ante las primeras innovaciones ministeria- existían “direcciones generales” que se vin-
adecuar los medios disponibles a los propó- la transfor mación de la secretaría en minis- les es una evidencia adicional. Si en el caso culaban directamente al ministro respectivo;
sitos de eficiencia de la administración pú- terio en un artículo “perdido” del proyecto del Ministerio de Salud la administración direcciones con funciones superpuestas, en
blica. de presupuesto para 1948 (que tuvo trata- provincial fue empujada a concordar con el mismo o en distintos ministerios que, por
Relacionada con el primero gradual y miento parlamentario a finales de 1947). una decisión proveniente del cuerpo parla- añadidura, no parecían responder al subse-
luego rápido fortalecimiento del gobier no La jerarquizada y remozada estructura tenía mentario, la for mación del Ministerio de la cretario específico, etc. En ese marco, la
provincial, las líneas maestras de la renova- por objetivo reunir organismos de finalida- Gober nación indica que motivaciones sim- creación de nuevos ministerios fue el aspec-
ción estatal se diseñaron entre 1947 y des similares que por entonces se desenvol- plemente personales podían sustituir una to más visible del reordenamiento del apara-
1949, y se evidenciaron principalmente en vían en distintos ministerios y, al mismo objetiva visión contextual de las refor mas to estatal, en la medida en que de ese modo
una nueva estructura ministerial. A diferen- tiempo, concentrar bajo su dependencia di- perseguidas.35 Con el tiempo, las habilida- podían definirse con mayor grado de racio-
cia de lo acontecido en otras provincias, no recta agencias institucionalmente relevantes des adquiridas se plasmaron en un linea- nalidad las finalidades de cada cartera, y fue
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acompañada por el establecimiento y refuer- finalidad) las tareas de control administrati- rente unanimidad que rodea el asunto, la se de “la aplicación de los criterios genera-
zo de las jerarquías internas. Por lo menos vo. Un ejemplo del primer caso fue la trans- realidad parece haber sido definitivamente les y comunes que han de regir la función
en apariencia, este objetivo fue más fácil de ferencia, desde un ministerio hacia otro, de más compleja. En principio, vale indicar que pública; para unificar los requisitos del in-
alcanzar en los ministerios nuevos. Las leyes departamentos con objetivos semejantes el peronismo –nacional– reiteró en más de greso; para fijar un concepto idéntico en la
y los decretos que establecieron las carteras pero sin conexión entre sí: “Una buena me- una oportunidad los propósitos de “morali- provisión y cesación de cargos, y en las de-
de Salud, Educación y Asuntos Agrarios de- dida de orden administrativo es la centrali- zar”, capacitar y entrenar el personal del Es- signaciones en general; para establecer en
finían con precisión el orden jerárquico y la zación en un Ministerio, de todas aquellas tado. Al mismo tiempo, no obstante, los por- for ma per manente y exhaustiva una califi-
dependencia directa de cada organismo.37 reparticiones afines, con lo cual se mejora- tavoces peronistas insistían en caracterizar cación del personal, y garantizar una ma-
La ausencia, en estos casos, de “memoria rá notablemente el servicio que las mismas como contreras (esto es, antiperonistas) a yor objetividad en el juzgamiento y estima-
institucional” facilitaba la racionalización deben prestar al público, con el mínimo de los empleados de la administración, supues- ción de su mérito”.44
buscada. Más difícil fue el asunto en los mi- inconvenientes para éste”.40 tamente interesados en sabotear la marcha El alcance de condicionantes basados en
nisterios de larga data (Gobierno, Hacienda, El segundo tipo de objetivo, esto es, la del gobierno. Evita Perón era una de las el mérito para ingresar a la burocracia esta-
Obras Públicas), caracterizados por el creci- concentración de tareas en una repartición, abanderadas de la tesis: “Las reparticiones tal parece haber variado significativamente
miento desordenado de las agencias y repar- fue perseguido en for ma extensa y reitera- nacionales deben purificarse para que aque- de agencia en agencia, en la medida que
ticiones. En estas situaciones, el gobierno da. Las finalidades de centralización y per- llos que no sienten la hora argentina, para avanzaba la “racionalización” de las regla-
procuró reorganizar la estructura ministerial feccionamiento del funcionamiento del Es- que aquellos que son vendepatrias o que per- mentaciones inter nas. De algún modo, esta
a través de la creación de subsecretarías es- tado con su correlativa influencia en la efi- manezcan indiferentes en la hora extraordi- inclinación podría tendencialmente fortale-
pecíficas, de las cuales dependieran las di- ciencia de la administración resultarán evi- naria en que vivimos [...] dejen su lugar para cer la capacidad del Estado de for mular po-
recciones afines;38 mientras, al mismo tiem- dentes en el siguiente considerando: “Que los argentinos de bien, para los argentinos líticas autónomas.45 Sería ilusorio, no obs-
po, ordenaba que la realización de gestiones por la propia estructura del Ministerio [...] que tengan el corazón puro y que conservan tante, suponer que estaba en cier nes la for-
y trámites debía respetar acabadamente los es posible, sin ningún inconveniente, reunir los valores espirituales como los ha conser- mación de una “burocracia prusiana”; el
escalones jerárquicos: “Los Directores Ge- en un solo organismo funciones que per mi- vado la clase trabajadora del país”.42 dual criterio seguido en la for mación del
nerales y Directores dependientes del Minis- ten unificar procedimientos administrativos La coexistencia de criterios contradicto- personal público difícilmente garantizaría la
terio [...] deberán realizar las gestiones ofi- [y] que la práctica señala la conveniencia rios, meritocráticos y partidistas con rela- emergencia de burocracias profesionales
ciales que les competen por intermedio de la evidente de que el Ministerio cuente con un ción a los agentes públicos parece un sello (cuerpo de funcionarios que, en verdad, es
Subsecretaría del Departamento [...] Los Je- control centralizado de la actividad adminis- duradero de la gestión peronista. El gobier- extremamente dudoso que haya existido al-
fes de las Divisiones dependientes de Direc- trativa de sus dependencias, de tal manera no bonaerense no fue ajeno a esta ambi- guna vez en la Argentina). Las necesidades
ciones, como asimismo los Jefes Secciona- que [...] pueda asegurarse unidad de criterio güedad o duplicidad. Por una parte, mantu- políticas contribuían al mismo resultado:
les, no podrán dirigirse al Ministerio, sin co- administrativo, celeridad de trámite y obte- vo tradicionales nor mas infor males para el por encima o al costado de la pretendida ra-
nocimiento de la Dirección General o Direc- ner índices de eficiencia”.41 ingreso a la administración pública, basa- cionalidad, el empleo público fue utilizado
ción a la que pertenezcan”.39 El esfuerzo del gobierno peronista frente das en la “recomendación” y exigiendo del en for ma per manente para “rentar” a mili-
El segundo elemento analítico de este a la jerarquización, adecuación y centraliza- “recomendado” cualidades que, en orden tantes partidarios.46
esfuerzo por racionalizar el aparato estatal ción de la maquinaria estatal fue continuo y decreciente, eran “compenetración con el Unas consideraciones adicionales sobre
podría resumirse en las palabras “centraliza- revela, por los menos al nivel de las intencio- Gobier no”, “conducta honesta” y “capaci- la reforma del estado provincial realizada
ción” y “reordenamiento”. Esto fue caracte- nes, el proyecto de Estado que la elite pero- dad técnica y de trabajo”.43 Por otra parte, por el peronismo requieren ser brevemente
rístico de los ministerios antiguos dada la nista intentó desarrollar. Pero ningún apara- el mismo gobier no, una vez embarcado en esquematizadas. La primera destacaría que
existencia de una cantidad de reparticiones to funcionará sin un personal competente. un sustantivo esfuerzo de racionalización las modificaciones en los organismos públi-
superpuestas atendiendo las mismas finali- Pasamos así al tercer elemento que desea- del Estado, no fue indiferente a la necesi- cos, o aun las reformas estructurales del Es-
dades. A partir de estas condiciones, el go- mos analizar. Una crítica corriente al régi- dad de establecer condiciones apartidarias tado, no son autoinducidas. Las instituciones
bier no procuró reunir en una cartera fun- men peronista, tanto entre opositores de la en la for mación del personal. Así, en el de- no actúan por sí mismas; son los individuos
ciones que se hallaban dispersas y, con én- época como en alguna bibliografía posterior, creto por el cual se creaba la Dirección Ge- quienes lo hacen.47 Evidentemente, no todas
fasis mayor, concentrar en una repartición insiste en destacar la tendencia a “peronizar” neral de Personal de la provincia, se esti- las personas que componen la estructura del
específica (generalmente, creándola con esa al personal del Estado. No obstante la apa- maba que esa repartición debería encargar- Estado tienen idénticas capacidades para
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proponer y ejecutar modificaciones, del tipo mía, en este caso, hace referencia al status guber nativos anteriores. Las provincias largo del período aquí considerado. Los po-
que fueren. Son los “actores relevantes” ubi- de un estado provincial, resultante a su vez mantuvieron sus sistemas representativos deres públicos bonaerenses ejercieron sin
cados en posiciones estratégicas los que tie- de la relación constitucional y política entre de gobier no, con autoridades electas por el duda las atribuciones propias de un Estado
nen el poder para decidir e impulsar las la nación y las provincias. Este tema es voto de la ciudadanía. El gobier no nacional federado, autónomo y representativo. El se-
transformaciones.48 Para el caso que nos –una vez más– un tema polémico en los es- sólo interrumpió el ejercicio autónomo de gundo plano del problema no admite res-
ocupa, fue la elite estatal bonaerense el ac- tudios sobre el peronismo, oculto quizá ba- los gobier nos provinciales en circunstancias puestas categóricas. La aumentada tenden-
tor decisivo en el diseño y la implementación jo el manto de una aparente unanimidad. específicas y localizadas, cuando consideró cia a considerar de incumbencia primaria
de un cierto proyecto de Estado en el ámbi- Para las imágenes prevalecientes, la cues- gravemente perturbadas las posibilidades de del gobier no nacional cuestiones económi-
to provincial. La lógica política de este pro- tión se resume en un juego de subordinacio- continuidad institucional.51 Realmente con- co-sociales escasamente podría ser rebati-
yecto tendía ostensiblemente a ampliar la nes sucesivas: Congreso Nacional y gober- siderado, no obstante, el asunto adquiere da. Con todo, no está nada claro cuándo ni
denominada “autonomía del Estado” (aun nadores de provincia serían meros fanto- otra coloración. La creciente tendencia al cómo tal inclinación podría haber afectado
cuando los actores no conocieran ninguna ches en las manos del gran prestidigitador. incremento de las atribuciones del Estado directamente atribuciones de la provincia.
teoría al respecto). Al decir de Adam Prze- Delinear el problema con mayor precisión nacional y, dentro de él, del propio Poder Hemos encontrado referencias dispersas en
worski, “el Estado es autónomo cuando los parece un paso necesario para evitar pre- Ejecutivo, concentrando y centralizando en las fuentes a probables choques de compe-
gobernantes tienen objetivos propios y la ca- conceptos. En principio, pueden destacarse sus manos herramientas clave para impul- tencias. Uno de ellos tuvo como epicentro
pacidad institucional de tomar decisiones y las notas básicas de un sistema federal: “La sar el desarrollo económico parecían limitar al Banco de la Provincia. En los primeros
de ejecutarlas”.49 En este sentido, las políti- federación es [...] una for ma de organiza- seriamente las capacidades autónomas de meses de 1946, el gobier no nacional (des-
cas dirigidas a ampliar, centralizar y “racio- ción política basada en la distribución terri- las provincias. Instrumentos legales sucesi- pués de la elección de Perón, pero antes de
nalizar” el aparato estatal claramente forta- torial de poder y autoridad entre instancias vos transfor maban cuestiones laborales, im- su asunción del mando) nacionalizó el Ban-
lecían la capacidad institucional del Estado de gobier no, constitucionalmente definida y positivas y financieras en asuntos de com- co Central de la República, que inmediata-
para ejecutar decisiones, lo cual, a su vez, asegurada, de tal manera que el gobier no petencia primaria, si no exclusiva, del go- mente dispuso lo que se denomina “nacio-
aumentaba el poder de los administradores nacional y los subnacionales son indepen- bier no nacional. En este sentido, el gobier- nalización de los depósitos bancarios”. El
estatales para formular esas decisiones, al dientes en sus propias esferas de acción”.50 no de Perón seguía una corriente percepti- gober nador Mercante, considerando que el
tiempo que ampliaba el abanico de opciones El complejo institucional establecido en ble en la época en similares estructuras fe- Banco Provincia era una institución del Es-
en torno a los objetivos que podían, even- la Constitución Nacional de 1853 se inser- derales, que parecía dar lugar a lo que se tado, se negó a cumplir la disposición del
tualmente, perseguirse. Como hemos mos- ta en esa caracterización y nunca fue modi- denomina “federalismo centralizado”.52 Las Banco Central y se embarcó en un arduo
trado, la debilidad inicial de la elite estatal ficado en las varias refor mas constituciona- ideas del presidente transitaban en esa di- conflicto con la nación por la preservación
peronista tornaba difusas no sólo las posibi- les (incluida la peronista de 1949). De rección: “El gobier no central, en nuestra de la autonomía provincial, a la que enten-
lidades de ejecutar políticas sino aun de for- acuerdo con los textos, las provincias se re- concepción del federalismo práctico, plani- día amenazada. Según el gober nador, “el
mularlas. Los ritmos de las iniciativas ten- servaban todas las atribuciones y facultades fica para todo el país en orden a los objeti- Poder Ejecutivo no debe ni puede renunciar
dientes a autonomizar el aparato estatal es- no delegadas expresamente al Estado fede- vos básicos de la doctrina nacional y las pro- por silencio o consentimiento a derechos
tuvieron íntimamente vinculados con el gra- ral, conservaban total autonomía en la for- vincias tienen a su cargo la ejecución de la que le son propios o que pertenecen al Es-
dual fortalecimiento de la elite gubernamen- mación de sus poderes públicos y dictaban parte que les toca en los planes generales tado Provincial, cuya autonomía e integral
tal, ella misma resultante de una intrincada y sus propias Constituciones. El Estado fede- sin perjuicio de la plena libertad que poseen potestad representa”.54
compleja relación con las elites políticas pe- ral garantía a cada provincia el goce de sus para el logro de sus propios fines”.53 A pesar de la profusa artillería legal
ronistas, partidarias y parlamentarias. instituciones bajo la condición de que pre- El contexto previamente esbozado defi- puesta en for mación por ambos contendo-
servaran el sistema representativo y republi- ne el marco en el cual se desarrollaron las res, “la sangre no llegó al río”.55 La discor-
cano de gobier no. relaciones entre el gobier no provincial bo- dia fue solucionada a través de un convenio
Las dos caras del federalismo For malmente considerado, el funciona- naerense y el nacional. For malmente consi- que, a los ojos del gobier no de Mercante,
miento de las instituciones federales duran- deradas, ellas fueron ar mónicas guardando salvaguardaba los intereses de la provincia y
El Estado provincial bonaerense era te la primera presidencia del general Perón cada instancia de poder sus competencias de su banco. Posterior mente son práctica-
una de las entidades “autónomas” compo- puede considerarse relativamente nor mal, o específicas. No hubo “intrusión” federal en mente nulos los indicios sobre conflictos de
nentes de la federación argentina. Autono- al menos no más anor mal que en períodos las instituciones políticas de la provincia a lo esta naturaleza. Per manece la duda sobre si
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ese silencio revela subordinación ante avan- bierno provincial convocó a elecciones co- coloración: “Ya no es un secreto para nadie parecen haber sido facilitadas por el hecho
ces del Estado nacional, unidad de propósi- munales para marzo de 1947; en poco que se pretende crear un partido oficial des- de la incuestionable hegemonía que los pe-
tos, coordinación de intereses o simple au- tiempo, sin embargo, volvió sobre sus pasos de la función pública y, consiguientemente, ronistas mantuvieron en este último nivel:
sencia de superposición de competencias. y anuló la convocatoria, fundándose en ar- se les otorga a los comisionados, además de cien de las ciento doce comunas estaban en
El gradual fortalecimiento del gobier no pro- gumentos procedimentales escasamente las funciones administrativas, las de carácter manos de dirigentes partidarios. En ese
vincial aunado a la elevación de Mercante persuasivos.57 político para gestar, mediante el poder que marco, la responsabilidad primaria por la
en la constelación de poder peronista sugie- Este hecho es significativo del contexto le da el gobier no de ese pequeño estado preservación de la nor malidad municipal re-
re como combinación verosímil la coordina- de relaciones entre gobierno y partido. Para que es la comuna, la posibilidad del funcio- caía sobre los dirigentes que actuaban en
ción entre intereses provinciales y naciona- esta fecha el Partido Peronista no tenía ma- namiento del Partido Único”.60 ese ámbito, reservándose el gobier no pro-
les en el marco de la unidad de propósitos yor noción sobre cómo escoger sus autori- A pesar de ser institucionalmente inco- vincial las herramientas para arbitrar en cir-
peronistas.56 dades internas ni sus candidatos a cargos rrecto, el mecanismo utilizado fue, conside- cunstancias excepcionales. Comunas go-
Existe otro aspecto de la compleja imbri- públicos. Intervenir en una campaña electo- rado desde la perspectiva de la confor ma- ber nadas por peronistas fueron el blanco
cación entre niveles de autonomía institucio- ral sin dirigentes reconocidos o mínimamen- ción de los grupos dirigentes peronistas, exclusivo de las contadas intervenciones, y
nal que podríamos consistentemente incluir te legitimados colocaba al partido frente a inapelablemente exitoso. Al realizarse final- estuvieron deter minadas por irresolubles
dentro de la cuestión federal. De acuerdo un escenario de resultados impredecibles, mente las elecciones municipales en marzo conflictos intestinos entre dirigentes lugare-
con el artículo 5 de la Constitución Nacional que fueron claramente explicitados por el vi- de 1948, el 30% de los intendentes pero- ños. Por esta vía indirecta, podría deducirse
(1853), el mantenimiento del denominado cegobernador en una entrevista concedida a nistas había actuado como comisionado en que la relación “nor mal” entre provincia y
“régimen municipal” era una de las obliga- un diario de Mar del Plata. Según el perio- el período previo. Una vez electas las auto- municipios no fue una simple señal de un
ciones básicas de los estados provinciales dista que lo entrevistó, refiriéndose a ese dis- ridades municipales, el gobier no provincial cierto estilo “mercantista” deseoso de man-
para que la nación garantizara el goce de su trito Juan Bautista Machado afirmó que “allí mantuvo con ellas relaciones estrictamente tener los principios republicanos, sino un
autonomía. En sustancia, tal régimen impli- había dentro mismo del peronismo cuatro institucionales, interviniendo comunas en aspecto sutil de las complejas vinculaciones
caba el derecho de los municipios de confor- fracciones distintas. Si las elecciones se hu- poquísimas oportunidades. Independiente- entre gobier no y partido: localidades con
mar sus autoridades políticas a través de me- bieran realizado, fatalmente [...] hubiera sido mente del “estilo” político que Mercante peronismos fuertes y sin fracturas irreversi-
canismos representativos. El régimen muni- derrotado por los socialistas”.58 En ese mar- pueda haber imbuido a su gestión de go- bles no vieron en ninguna ocasión limitada
cipal bonaerense estuvo garantizado por las co, el gobierno Mercante renunció a sus loa- bier no, la preservación de relaciones institu- su autonomía.
sucesivas Constituciones de la provincia, in- bles intenciones de normalización institucio- cionales entre los niveles provincial y local
cluida la peronista de 1949. Las comunas nal y asumió como propias las necesidades de administración aparece íntimamente vin-
eran administradas por autoridades políticas, partidarias postergando el acto electoral. No culada al proyecto de Estado que la elite gu- Consideraciones finales
deliberativas y ejecutivas, cuyos contornos es difícil sospechar, adicionalmente, que una ber namental impulsaba: “Se ha afianzado a
estaban fijados en las leyes “orgánicas de las debacle electoral en el ámbito municipal co- través de la acción del Poder Ejecutivo y de Hablando en la Cámara de Diputados
municipalidades”. El gobierno provincial só- locaría en riesgo simultáneamente la legiti- la aplicación de la ley, la coordinación indis- de la provincia hacia 1948, un legislador
lo en circunstancias especiales podía interve- midad del gobierno provincial. pensable entre los poderes provinciales y lo- socialista –integrante de un partido acérri-
nir una comuna y administrarla hasta que la Interrumpida la nor malización, los mu- cales, con lo que se logró acordar una ma- mo en sus críticas al “fascismo” peronista–
ciudadanía eligiera nuevas autoridades. nicipios per manecieron administrados por yor racionalidad a la administración de los afir maba: “Yo advierto [...] una diferencia
Cuando el peronismo asumió el poder pro- una nueva ola de comisionados designados servicios públicos”.61 de tono y de matices. Yo acredito a la pro-
vincial en 1946 la totalidad de los gobiernos desde la casa de gobier no en La Plata.59 “Racionalización” y “coordinación”, pa- vincia de Buenos Aires una ventaja y una
municipales se encontraban bajo interven- Continuando una tendencia endémica de la labras clave con que la elite estatal peronis- superioridad sobre la esfera nacional de la
ción; legado no necesariamente incómodo política provincial, el gobier no Mercante ta definía las relaciones entre niveles provin- República. [...] Es aquí en la provincia de
de las intervenciones federales de la revolu- continuó usando ese cargo tanto para reclu- cial y local de gobier no, se fundamentaban Buenos Aires donde se advierte un dominio
ción de junio, pero claramente inconstitucio- tar como para aumentar las potencialidades en los lineamientos generales que los pero- mayor de la situación y donde los hombres
nal. Turbado por las activas demandas de la de dirigentes –o probables dirigentes– parti- nistas creían debía tener el “nuevo” Estado representativos han demostrado su capaci-
oposición política que reclamaba la normali- darios, limitándose a digerir frecuentes y na- por ellos procurado. Aceitadas vinculacio- dad también mayor de comprensión y de
zación de los gobiernos municipales, el go- da infundadas críticas opositoras de subida nes entre gobier no provincial y municipios serenidad”.62
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Aunque era ostensible que las figuras gislativos y estatales, deter minaron la con- 5
En esa ocasión participaron alrededor de 1946-1955, Buenos Aires, De la Flor, 1983, p.
egregias que subtendían esa diversidad de for mación de una corriente peronista bien doscientos mil afiliados. Las fuentes consultadas 149 (subrayado en el original). En el mismo sen-
“tono y matices” eran Mercante y Perón, los distante del habitual autoritarismo que sería fueron El Día, 17-19 de diciembre de 1949; El tido, Félix Luna ya había ofrecido un extenso lis-
dichos precitados pueden entenderse en su típico del peronismo. La interpretación, sin Argentino, 20-23 de diciembre de 1949; La Na- tado de ex forjistas entre los integrantes del go-
embargo, no puede per manecer estancada ción, 21- 22 de diciembre de 1949. bier no bonaerense. Véase El 45, Buenos Aires,
alcance más general. El peronismo bonae-
6 Sudamericana, 1972.
rense inicial adquirió un definido perfil re- en esta comparación estática. Porque por Hasta donde sabemos, éste fue el único dis-
16
presentativo. La estructura partidaria provin- más “excepcional” que pudiera haber sido trito provincial en el que la autoridad ejecutiva del Esta distinción remite a Max Weber: “En
cial se consolidó en términos de una serie de esa corriente inicial –encabezada por el go- Partido Peronista se confor mó orgánicamente, regla, los funcionarios «políticos», [...] se distin-
ber nador Mercante–, ella era también, y sustituyendo a los sempiter nos interventores que guen exter namente por el hecho de que a cada
instrumentos que posibilitaron la activa par-
primero que nada, peronismo. Las modali- fueron nor ma en el resto del país. momento pueden ser transferidos, despedidos o
ticipación popular en la vida interna de la
dades de intervención política de este equi- 7
El consejo directivo provincial estaba inte- «puestos a disposición»”; Economia e Socieda-
agrupación, permitiendo la construcción de
grado por quince miembros. Véanse sus nombres de, Brasilia, Editora da Universidade de Brasília,
cuerpos dirigentes legítimos. La elite estatal, po dirigente no podrían evaluarse en rela-
en El Día, 31 de diciembre de 1949. 1999, vol. 2, p. 538. Como es evidente, esto no
a su vez, directamente interrelacionada con ción a un supuesto “patrón” peronista pre-
significa que un funcionario político no pudiese
los grupos dirigentes partidarios y parlamen- viamente definido. En rigor, ellos también 8
La Legislatura de Buenos Aires estaba com- tener antecedentes burocráticos.
tarios, mostró un decidido empeño por mo- “hicieron” al peronismo, especialmente en puesta por dos cámaras: Diputados, con ochenta
17
sus primeros y más dinámicos años, aun y cuatro integrantes, y Senadores, con cuarenta y Véase M. Cotta, “Defining Party and Go-
dernizar y rearticular el aparato del Estado,
cuando su derrota posterior los condenara dos. vernment”, en J. Blondel y M. Cotta, The Na-
al tiempo que preservaba relaciones institu-
ture of Party Government. A Comparative
cionalmente reguladas entre los distintos ni- al olvido. 9
Además, había sido interventor federal en
European Perspective, Nueva York, Palgrave,
veles de autoridad política. la provincia de Buenos Aires entre enero y sep-
2000.
Este particular experimento peronista Notas tiembre de 1945.
18
Me refiero a Manuel Mainar, quien falleció
no sobreviviría a una aguda crisis política 10
Leloir era un dirigente proveniente del Par-
1 en 1949, un año después de ser designado minis-
que se desató impetuosamente durante Véase un breve esbozo del per fil de Mer- tido Radical, de su ala “yrigoyenista”. Posterior-
tro.
1951 –con remezones posteriores– y que cante en R. Rein, Peronismo, populismo y polí- mente tuvo destacada actuación en el Partido Pe-
19
ocasionaría el ocaso del gober nador Mer- tica: Argentina, 1943-1955, Buenos Aires, De ronista. Miguel López Francés fue diputado provin-
Belgrano, 1998, y análisis de algunas facetas del cial por el laborismo en 1946. Julio Avanza y
cante y de buena parte de los líderes parti- 11
Los datos de estas confusas maniobras
gobier no provincial en C. Panella (comp.), El go- Juan Marenzi fueron electos por el Partido Pero-
darios y guber namentales. Otros grupos di- fueron tomados de El Día de enero y febrero de
bierno de Domingo A. Mercante en Buenos Ai- nista para la Legislatura en 1948.
rigentes peronistas, portadores de una ten- 1946. Entre ellas, los renovadores propusieron
res (1946-1952). Un caso de peronismo provin- 20
dencia más autoritaria y vertical, derrota- que la fór mula de ambos partidos fuese Leloir- Héctor y Raúl Mercante eran parientes del
cial, La Plata, Archivo Histórico de la Provincia
ron al equipo dirigente “mercantista”, lo Mercante, y que el partido que obtuviese más gober nador. El grado específico de parentesco
de Buenos Aires, 2005.
votos se quedase con el car go de gober nador suscita algunas dudas, especialmente en el segun-
desplazaron de sus lugares duramente con- 2
Véase M. Mackinnon, Los años formativos (en el supuesto de que el laborismo fuese más do caso que parece un tanto lejano. Bocalandro,
quistados, y culminaron su victoria con ex-
del Partido Peronista, Buenos Aires, Siglo Vein- votado, Leloir debería renunciar antes de asu- además de médico, pertenecía a la institución mi-
pulsiones y persecuciones de insólito ren- tiuno-Instituto Di Tella, 2002. mir [¡!]). litar, donde parece haberse vinculado a Mercan-
cor. No es posible incursionar, en los lími- 3
Participaron en la inter na alrededor de 12
Citado por M. Mackinnon, Los años for- te. Mainar era un antiguo conocido de Mercante,
tes de este artículo, en las razones políticas a quien éste ya había llevado como colaborador
ciento cuarenta mil afiliados. En una mayoría de mativos..., p. 107.
que subtendieron esa crisis.63 Pero, si a en su paso por la Secretaría de Trabajo y Previ-
municipios hubo una variable cantidad de listas 13
posteriori de ese conflicto la dirección polí- El peronismo obtuvo 65% de los votos, sión a finales de 1945.
compitiendo por el consejo local. Los datos fue-
tica de la provincia asumió características contra 28% de la UCR. Véase La Nación, 16 de
ron tomados de La Nación, 23 y 24 de septiem- 21
Arturo Jauretche (1901-1974) fue un per-
más a tono con la ritual sabiduría sobre el diciembre de 1948.
bre de 1947, y El Argentino, 22 y 23 de sep- sonaje de vasta popularidad, especialmente en la
14
peronismo, no es posible silenciar esos pri- tiembre de 1947. Baluarte, Nº 5, febrero de 1950. década del 60. Se había for mado como abogado,
meros años del peronismo provincial. Los 4
Véase “Carta Orgánica Nacional del Parti- 15
“[E]l gobier no de Mercante [...] contó con aunque aparentemente no ejercía la profesión,
ribetes democráticos y participativos de or- do Peronista” (1947), en Doctrina Peronista, lo más cercano a un equipo de forjistas que fue dedicándose a la actividad política. Éste fue el pri-
ganización partidaria, las fluidas intercomu- Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Infor- posible encontrar [...]”, dice Alberto Ciria, Políti- mero y, si no me engaño, único cargo público
nicaciones entre liderazgos partidarios, le- maciones, Buenos Aires, 1951, pp. XXIX-XLII. ca y cultura popular: la Argentina peronista, que ocupó en su vida.
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22 rrollo Económico, Buenos Aires, 35, 140, ene- traordinaria del ex Ministro Mainar haya podido M. Douglas, Como as instituições pensam, São
Sampay (nacido en 1911) se especializó
en derecho constitucional, y era un especialista ro-marzo de 1996, pp. 529-562. ser uno de los motivos que movieron a jerarqui- Paulo, Ed. da Universidade de São Paulo, 1998,
renombrado y prestigioso. 30 zar la Secretaría General de la Gober nación, ele- p. 98.
Los resúmenes y cuadros incluidos en una
23 vándola a la categoría de Ministerio”; Diputados, 48
Durante los años 30, las “policías bravas” fuente oficial ofrecen una fotografía de ese desor- “Poder”, como diría Weber, es la probabi-
1949-1950, t. II, pp. 1312-1314.
–como eran denominadas– cumplían un papel den. Véase Ministerio de Gobier no, Anuario Es- lidad de una persona, o varias, de imponer su vo-
36
básico en la adulteración de la voluntad ciudada- tadístico, año 1938, La Plata, Taller de Impre- En el estilo mesurado que lo caracterizó, luntad en una acción social, aun contra la oposi-
na: en lugar de garantizar la seguridad del acto siones Oficiales, 1941. Mercante indicó, humildemente, que él se había ción de otros participantes de ésta.
electoral, eran un engranaje más del mecanismo 31 “interesado” en la creación de los ministerios. 49
Para comparar, puede verse M. Philp, “La A. Przeworsky, Estado e Economia no
del fraude orquestado por el entonces dominante Véase Senado de la Provincia de Buenos Aires,
conflictiva construcción de las instituciones du- Capitalismo, Rio de Janeiro, Relumé-Dumará,
Partido Conservador. Diario de Sesiones, La Plata, Taller de Impresio-
rante el peronismo. Córdoba (1943-1950)”, en 1995, p. 77.
24
Greca (nacido en 1893), por lo que sé, fue M. Spinelli, A. Servetto, M. Ferrari y G. Closa nes Oficiales, 1950, p. 23 (en adelante, citare-
50
mos a esta fuente como Senadores). M. Tavares de Almeida, “Federalismo, De-
el único caso de alto funcionario que no tenía re- (comps.), La conformación de las identidades
mocracia e Gover no no Brasil: Idéias, Hipóteses
sidencia de larga data en la provincia de Buenos políticas en la Argentina del siglo XX, Córdo- 37
Véase, respectivamente, Diputados, e Evidências”, BIB, 51, São Paulo, primer se-
Aires. ba, UNC, 2000, pp. 159-188; y N. Bacolla, “Po- 1946-1947, t. IV, pp. 4003 ss. Registro Oficial, mestre de 2001, pp. 13-34.
25 lítica, administración y gestión en el peronismo 1949, vol. II, pp. 795-796 y 819-821.
Evaluamos a estos funcionarios siguiendo 51
santafesino, 1946-1955”, en D. Macor y C. El caso que escapa a esta oración es el co-
la sugerencia de Cotta, “Defining Party and Go- 38
Éste fue el caso del Ministerio de Hacien-
Tcach (eds.), La invención del peronismo en el nocido (aunque poco estudiado) de Corrientes.
vernment...”, quien resalta la necesidad de esta- da, donde se instalaron dos nuevas subsecretarías
interior del país, Santa Fe, UNL, 2003, pp. En la primera presidencia de Perón se intervinie-
blecer si esas personas tienen antecedentes polí- (Economía y Previsión; ya existía la de Hacienda).
111-162. ron otras cinco provincias, motivadas por pro-
tico-partidarios, técnicos, burocráticos, o repre-
39
Registro Oficial, 1947, t. IV, pp. 45-46. blemas entre los propios peronistas. En todos los
sentan intereses u organizaciones sociales. De los 32
En el primer caso, las diversas direcciones
datos que poseemos no se infieren casos de de- 40
casos, las intervenciones fueron por un lapso de
de Cultura, transferidas desde el Ministerio de Registro Oficial, 1946, t. IV, p. 164.
signaciones de esta última categoría. tiempo breve –a veces, brevísimo– y el gobier no
Gobier no, creándose subsecretarías específicas. 41
Registro Oficial, 1949, t. II, p. 919. fue devuelto a las autoridades provinciales tras
26
En el Ministerio de Hacienda, dos (sobre En el segundo caso, especialmente referido a los
42 solucionar el conflicto, o llamando a nuevas elec-
tres) subsecretarías fueron ocupadas por forjistas asesores del gober nador y a la Fiscalía de Estado. La Nación, 19 de marzo de 1950.
ciones. Si el número de estos actos puede pare-
(G. Piñero y Francisco Capelli), del mismo modo 33
Véase artículo 167 bis de la Constitución 43
Las cualidades exigidas dieron lugar a vivas cer elevado, tal vez convenga indicar que en el
que la importantísima Dirección General de Ren- provincial, en Cámara de Diputados de la Provin- protestas de la oposición. Véase Diputados, gobier no popular de Hipólito Yrigoyen, entre
tas (C. Lerena). Por lo menos cuatro directores cia de Buenos Aires, Diario de Sesiones, La Pla- 1947-1948, t. IV, pp. 4175-4183. 1916 y 1922, fueron decretadas o sancionadas
del Banco Provincia tienen similares anteceden- ta, Taller de Impresiones Oficiales, 1949-1950, 44 por el Congreso diecinueve intervenciones fede-
tes. También un subsecretario del Ministerio de Registro Oficial, 1948, t. II, p. 1444.
t. I, pp. 192-193 (citaremos esta fuente, en lo rales.
Educación (J. Cafasso). que sigue, como Diputados).
45
Para algunos autores, cuanto más profe-
52
27 sionales, basadas en el mérito y aisladas del con- Este concepto indica “la transfor mación de
Existen también indicios de la presencia de 34
Sobre esto, lo más importante fue la extin- los gobier nos estaduales [...] en agentes adminis-
católicos nacionalistas en algunas áreas, notoria- texto social sean las burocracias, más capaz será
ción de la Dirección General de Escuelas, transfe- trativos del gobier no federal, que posee [...] pri-
mente educación, cosa que no es de extrañar da- el Estado de proponer políticas autónomas. Véa-
rida en su totalidad –excepto los cargos directi- macía decisoria y de recursos”; M. Tavares de Al-
da la ferviente tendencia de la Iglesia por colocar se P. Evans, “El Estado como problema...”,
vos– a Educación. Véase Registro Oficial, 1949, meida, “Federalismo e políticas sociais”, Revista
a sus hombres en esos lugares. Como ejemplo, el quien, sin embargo, es crítico de tales perspecti-
vol. II, pp. 795-796. Brasileira de Ciências Sociais, 28, junio de
director de Enseñanza Emilio Mignone (n. 1922). vas, y postula la necesidad de burocracias con
35
Al discutirse en la Legislatura la reconver- 1995, pp. 88-108.
(En la década del 60 este individuo estuvo vincu- “autonomía enraizada” (embedded autonomy).
lado a la dictadura del general Juan Carlos Onga- sión del Ministerio de la Gober nación nuevamen- 46
53
Discurso ante la Asamblea Legislativa, 1
Citaremos aquí los casos ejemplares de
nía.) te en Secretaría General, el motivo directo fue el de mayo de 1950.
Mario Goizueta, de quien ya se habló, y de Raúl
fallecimiento del ministro Mainar. Un legislador 54
28
Registro Oficial de la Provincia de Bue- Govetto (luego legislador provincial), ambos de- Registro Oficial, 1946, t. II, p. 536.
opositor afir mó en la oportunidad: “Pareciera
nos Aires, La Plata, Taller de Impresiones Oficia- signados en cargos irrelevantes de la administra- 55
que ese Ministerio hubiera tenido como única ra- Véanse decretos nacionales 11.554/46 y
les, 1947, t. I, pp. 571-572 (en adelante, citare- ción provincial.
zón de su existencia, la de ser atribuido a deter- 14.958/46, en Anales de Legislación Argenti-
mos esta fuente como Registro Oficial). 47
minada persona”; argumento parcialmente con- “Una institución no puede tener propósi- na, 1946, t. VI, pp. 338-347 y 551-552; y de-
29
Tomamos esas palabras de P. Evans, “El validado por los peronistas, por boca del jefe del tos [...] Sólo los individuos pueden intentar, pla- cretos provinciales 10 y 973, en Registro Ofi-
Estado como problema y como solución”, Desa- bloque: “No niego [...] que la personalidad ex- near concientemente y elaborar estrategias [...]”; cial, 1946, t. II, pp. 536-537 y 638-644.
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56 municipios imposibilitados de mantener, por las
El Gobernador Mercante así parecía enten-
derlo, cuando decía: “Después de cuatro años al razones que fuesen, el orden político representa- La Liga Patriótica Argentina
frente de la provincia de Buenos Aires puedo decir
con satisfacción que he sido en ella el ejecutor
tivo. En décadas anteriores el cargo fue utilizado
con finalidades partidarias evidentes.
Una aproximación a las redes asociativas de
exacto del pensamiento de Perón, y mi gran alegría 60
Senadores, 1946-1947, t. II, p. 1705. los elencos políticos y culturales de Mendoza
[...] será el haber sido colaborador inmediato e ins-
trumento eficaz en la mayor empresa de liberación
61
Mensaje del ministro de Gobier no ante la (1919-1930)*
argentina [...]”. Senadores, 1950, Tomo I, p. 5. Asamblea Legislativa, 3 de mayo de 1950, en
57
Senadores, 1950, p. 26. Virginia Mellado**
Véase Registro Oficial, 1947, Tomo I,
62
pp. 569-571. Diputados, 1948, t. IV, pp. 2311.
58 63
Hemos mostrado los rasgos principales del Introducción agrupaba en tor no a la propuesta de la de-
Citado por Nicolás Quiroga, “El Partido
derrumbe de los grupos dirigentes mercantistas fensa de la patria, de la “argentinidad”, una
Peronista en Mar del Plata: articulación horizon-
diversidad de actores y grupos: militares, in-
L
tal y articulación vertical, 1945-1955”, Boletín en nuestro trabajo “Apogeo y ocaso de un equi- a perturbación del orden social pro-
del Instituto de Historia Argentina y America- po dirigente: el peronismo en la provincia de ducto de las sangrientas huelgas telectuales, radicales, conservadores y cató-
na “Dr. Emilio Ravignani”, Buenos Aires, 26, Buenos Aires, 1947-1951”, Desarrollo Econó- acaecidas durante el gobier no de Hi- licos.
segundo semestre de 2004, pp. 75-110. mico, 44, 173, Buenos Aires, abril-junio de pólito Yrigoyen llevó a que gran parte de las Creada en Buenos Aires en enero de
2004, pp. 85-107. elites políticas, culturales e intelectuales se 1919, la Liga Patriótica Argentina adquirió
59
Los “comisionados municipales” eran de-
legados del Ejecutivo provincial para administrar agruparan en tor no a la defensa de la “na- relevancia en todo el territorio nacional. Bri-
cionalidad amenazada”. Este panorama de gadas de hombres, mujeres, maestros, estu-
conflictividad social junto con la mutación diantes, se constituyeron con el objetivo de
de las for mas de hacer política del gobier no “defender la nacionalidad” ante los avances
yrigoyenista y el ascenso de las capas plebe- del movimiento obrero contestatario. La
yas al poder explican en parte la profunda presencia de la asociación se hizo sentir en
transfor mación del clima político y cultural el espacio público a través de la denuncia de
de los años 20. Estas condiciones económi- los elementos considerados “disolventes” de
cas, políticas y sociales se sumaban a otras la nacionalidad y de las actividades “repara-
que provenían de un agitado contexto inter- doras” de los peligros disgregadores de la
nacional: la efervescencia del movimiento nación. Por ello, este artículo examina el
obrero en Europa, la imagen que se des- ideario, la composición social y los perfiles
prendía de la Revolución Rusa y en particu- que incentivaron y dieron forma a la entidad
lar las implicancias de la Primera Guerra asociativa en la provincia de Mendoza. El iti-
Mundial, que puso en evidencia la vulnera- nerario de la Liga, el análisis de sus activida-
bilidad de la economía argentina. La noción des, postulados ideológicos, representacio-
de progreso indefinido que habían pergeña- nes colectivas y las redes de relaciones per-
do las elites dirigentes como el evidente iti- sonales que estructuran la entidad asociativa
nerario del país comenzaba a mostrar sus permiten iluminar aspectos significativos de
debilidades. En esta atmósfera se inserta la la vida política y cultural de la Mendoza de
Liga Patriótica Argentina, asociación que los años 20. Atender a su composición so-
* Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en las III Jor nadas nacionales Espacio, Me-
moria e Identidad, Rosario, septiembre de 2004. Agradezco los comentarios que en esa oportunidad
realizara Lilia Ana Bertoni.
** Becaria de CONICET, INCIHUSA-CRICYT.
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Entrepasados - Nº 32, fines de 2007: 143-163
cial, sus prácticas y su sustrato ideológico Posterior mente se examina la composición la Liga, la función que justificaba su naci- rio fomentaba una defensa de la nación, de
permite examinar el diagnóstico que las eli- social de la Liga, sus redes de relaciones, su miento era la represión extralegal del movi- lo hispánico, en detrimento de los postula-
tes nativas realizan sobre el nuevo clima de organización territorial y la for mación de miento obrero contestatario y, a partir de dos de la Ilustración. El valor de la razón y
época: el cuestionamiento de la inmigración brigadas femeninas y de maestros para allí, de las agrupaciones de izquierda que la ciencia como ejes organizadores de la so-
como fuente de progreso y la desilusión de completar la tarea emprendida por los eran percibidas con él vinculadas”.5 A partir ciedad moder na fueron sustituidos por raza
los usos de la democracia. Las nuevas per- hombres. Por último, se bosquejará una po- de esta función social se desprende que la y lenguaje,8 elementos que per mitieron la
cepciones confluyeron en abonar sensibili- sible interpretación sobre los factores expli- violencia jugaba un rol importante dentro de construcción de los mitos de origen y la afir-
dades vinculadas con el nacionalismo. cativos que per miten entender la convoca- las brigadas liguistas y el papel de los agen- mación de una tradición común para la na-
En los últimos años han proliferado los toria de la Liga Patriótica en la provincia de tes rompehuelgas era destacado dentro del cionalidad argentina.
estudios que abordan las problemáticas en Mendoza. esquema contrarrevolucionario. La percep- El lema “Patria y orden” constituyó la
tor no a la nación y los nacionalismos. Des- La reconstrucción del itinerario liguista ción de ciertos sectores sobre el supuesto de síntesis medular del ideario de la Liga. La
de la historia política y la historia de las se ha bosquejado por medio de fuentes pe- un “complot soviético” llevó a que se for ma- noción de revivir y agitar en el pueblo el
ideas las investigaciones han profundizado riodísticas, ya que no se han registrado evi- ran grupos paramilitares que respondieran a sentimiento de nacionalidad, de la argenti-
la configuración del ideario nacionalista y de dencias sobre documentos específicos de la esa nueva coyuntura que se vivía. Esta ca- nidad, de mostrar a la nación como un cuer-
los grupos que lo dinamizaron.1 Con refe- asociación en Mendoza. racterística particular es la que ha llevado a po indivisible, homogéneo, caracterizado
rencia a la Liga Patriótica Argentina existe vincular a la Liga Patriótica con los fasci di por una tradición común,9 se convirtió en el
una vasta literatura que especifica el itinera- combattimento mussolinianos.6 Esta aso- argumento para agrupar a vastos sectores
rio de la entidad asociativa, atendiendo a su Aproximaciones al perfil ciación entre la Liga y el fascismo no se de- que se hicieron eco de las nuevas propues-
composición y a la estructura nacional que ideológico defendido por be sólo a comparaciones analíticas; la pren- tas. La visión de la nación en un sentido
le dio for ma.2 Sin embargo, las dimensio- la Liga Patriótica Argentina sa mendocina rescató el posible vínculo en- “cultural esencialista”10 de rasgos per ma-
nes que contemplan las especificidades re- tre las tácticas violentas ejercidas por los ita- nentes y definidos fue alimentada y reapro-
gionales se encuentran menos presentes en La Liga Patriótica Argentina ha sido lianos y la práctica ejercida por los liguistas. piada por los miembros de la Liga. A partir
la historiografía. La problemática que des- considerada por distintos autores como una Con referencia a la metodología que aplica- de esta concepción se vinculaba al extranje-
pierta el nacionalismo ha sido menos explo- organización “contrarrevolucionaria”4 que ban fascistas y miembros de la Liga respec- ro con un elemento extraño, ajeno a este
rada con referencia a las particularidades de se originó con motivo de los cambios ocurri- to de la cuestión social, el diario La Tarde cuerpo que era necesario proteger. Por lo
los contextos provinciales. Para el caso de dos en el escenario de la primera posguerra. expresaba: “No es más que una diferencia tanto, se debían resguardar aquellas carac-
Mendoza, los trabajos que se han interroga- Producto de la huelga de los talleres Vasena exterior la que existe. Los italianos han des- terísticas que se consideraban esenciales pa-
do acerca de la vida política y cultural de esa en enero de 1919, entendida por ciertos plegado la táctica violenta a plena luz y sin ra la pervivencia de la patria, especialmente
provincia han hecho hincapié en el examen sectores sociales como una revuelta revolu- pretender disimularla, mientras que nuestra las relacionadas con la raza española y crio-
de los gobier nos radicales y en las caracte- cionaria, se constituyó la Liga Patriótica Ar- institución practica la violencia solapada- lla. En este sentido, la reivindicación del
rísticas que imprimió el liderazgo lencinista gentina para defender la nación y la unidad mente, escondiéndose, apareciendo oficial- gaucho se evidencia en algunas de las acti-
en la provincia.3 del pueblo. Organización muy heterogénea mente como enemiga de ese método, aun- vidades propuestas por el grupo, por ejem-
en su composición social, buscaba velar por que en realidad no es así”.7 plo, la inauguración de monumentos al gau-
Para responder a estos interrogantes, los valores instituidos del orden social domi- Además del sustrato antiizquierdista de cho como un “acto de justicia al tipo legen-
en la primera parte se expondrán los oríge- nante. De esta manera, el propósito princi- la Liga, el grupo recibió y reconfiguró el ba- dario de nuestra tierra”.11
nes de la Liga Patriótica en el país y se es- pal del grupo liguista era sofocar los levan- gaje ideológico y cultural que se consolidó Sin embargo, el tinte nacionalista que
bozará el per fil ideológico que delineó la tamientos izquierdistas y, en consecuencia, en la etapa del Centenario. La recepción de caracterizaba a la organización difiere de los
asociación. Luego se presenta el contexto debilitar el movimiento obrero, encar nación los tópicos relacionados con la problemáti- grupos que emergieron en el contexto de fi-
en el cual se inserta la for mación de briga- de los disturbios sociales y políticos que su- ca de la identidad nacional en los debates nes de la década del 20. Esta nueva derecha
das: la creciente visibilidad de la “cuestión fría la Argentina. Desde la perspectiva de realizados por un grupo de intelectuales fue que constituían los jóvenes nacionalistas,
social” en Mendoza sumada a la emergen- Fer nando Devoto, “no debería omitirse re- uno de los elementos que configuraron su vinculada en tor no a las publicaciones de
cia del radicalismo, y el acceso de José Nés- cordar que cualesquiera hayan ter minado sustrato ideológico. Este clima ideológico Criterio y Nueva República, hacía hincapié
tor Lencinas al gobier no de la provincia. siendo los propósitos y las características de que se plasmó en la literatura del Centena- en la crítica hacia la democracia liberal: el li-
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beralismo como doctrina filosófica y cultural aún, pretenden en su apasionamiento de- plasmadas por la Liga señalan la defensa des frente a los problemas sociales que ofre-
y su consecuente acentuación de las liberta- senfrenado y ciego, producto de una imagi- de la letra y el espíritu de la Constitución cía la incorporación de los inmigrantes a la
des abstractas e individuales habían traído nación híbrida y enfer miza, hacer nos abdi- nacional.16 sociedad nacional. Vale recordar que el cre-
aparejado el ascenso de las capas plebeyas car, ¡insensatos!, de nuestra nacionalidad, A pesar del apoyo que la Liga pronun- cimiento demográfico había sido significati-
al poder del Estado y el bolcheviquismo a de nuestro pasado, de nuestra categoría de ció en tor no a la Constitución de 1853, y vo en la provincia; una importante porción
los obreros.12 ciudadanos de un país libre y soberano, y junto con ella un matizado apoyo al parla- de ese crecimiento se debía a los aportes de
La modalidad ideológica más tenue de arrastrar nos hacia el caos, la anarquía y el mentarismo y el liberalismo, esta postura no la inmigración de ultramar. La población de
la Liga se evidenció en las propuestas y ac- desorden”.13 La noción de robustecer la na- impidió que se percibiera cierto vínculo con Mendoza había aumentado 139% entre
tividades que organizaban sus miembros pa- cionalidad, de elevar “el desorbitado engra- cosmovisiones más extremas vinculadas 1895 y 1914. De un total de 277.535 ha-
ra llevar adelante la defensa de la argentini- naje moral de nuestro pueblo”,14 era pensa- con el nacionalismo. Este posible desliza- bitantes registrados en el Censo Nacional de
dad. Si bien su concepción sobre la inmigra- da a través de la educación patriótica por miento queda demostrado por la relación 1914, 88.354 eran extranjeros, y represen-
ción difería de la forjada a mediados y fines medio de la conmemoración de los eventos que mantenía la Liga Patriótica con Leopol- taban el 31,8% de la población.18
del siglo XIX, cuando el inmigrante era vis- y las acciones afines con la exaltación na- do Lugones. Como afir ma Fer nando Devo- La presencia de los obreros movilizados
to como fuente de progreso, de riqueza, de cional y de las acciones caritativas hacia los to, en numerosas ocasiones las conferen- en las calles de la ciudad fue una preocupa-
moder nización y la nacionalidad argentina sectores más postergados. cias del poeta fueron patrocinadas por la Li- ción en ascenso para las elites dirigentes. El
como una mezcla, crisol de razas, creían en El nacionalismo cultural de la Liga se ga, lo que demuestra la estrecha relación diagnóstico que ellas hacían de la “cuestión
la posibilidad de integrar las masas extranje- combinó con ciertas dosis de liberalismo: la que existía entre ellos.17 Sin embargo, a pe- social” derivaba de la ideología que porta-
ras a la vida nacional. El tono matizado con ambigüedad del ideario liguista se conjuga sar del vínculo mantenido, la postura de Lu- ban los migrantes desde sus lugares de ori-
que evaluaban la política migratoria impul- especialmente en la cristalización de ele- gones era más extrema que la que mantenía gen, alimentando la imagen de la “tierra de
sada desde mediados del siglo XIX se refle- mentos del tradicionalismo y el nacionalis- Carlés frente a la situación política que atra- promisión”.19 El crecimiento de algunos
jaba en la noción de selección necesaria que mo con la defensa de la Constitución de vesaba la Argentina. El ascenso de las capas gremios en los últimos años de la década del
se debía hacer de los extranjeros. Sólo 1853. El apoyo al orden constitucional su- plebeyas al poder guber namental y el popu- 20, como los ferroviarios, panaderos y grá-
aquellos extranjeros que desearan trabajar giere que la Liga en sus orígenes no era an- lismo del gobier no de Yrigoyen constituye- ficos, relativizó la imagen de los inmigrantes
con sus manos laboriosas en la tierra argen- tiliberal ni antiparlamentaria, a pesar de ron aspectos que fomentaron el asociacio- como fuente de progreso. Si bien las trayec-
tina debían ser admitidos; en cambio quie- constituir un hito importante en el proceso nismo liguista. torias exitosas de inmigrantes vinculados a
nes tenían intenciones de perturbar el orden de acercamiento de las elites políticas y cul- la vitivinicultura habían congraciado a las
social, los “apátridas”, debían ser rechaza- turales hacia posturas vinculadas con el na- elites dirigentes en la época del Centenario
dos. Como refiere el coronel Octavio Fer- cionalismo. Una carta del general Munilla a Preocupaciones en ascenso: con la creciente incorporación a los ámbitos
nández, presidente de la Liga Patriótica sec- Manuel Carlés presenta la confluencia de movilización obrera y de decisiones y la sociabilidad de las elites
ción Mendoza, con motivo de la conmemo- estos rasgos. Describiendo la misión de la la emergencia del lencinismo patricias, el icono se tor naba más confuso
ración del aniversario de la revolución de Liga en la sociedad argentina, plantea que en los últimos años de esa década. A co-
mayo en 1919: “Arriben en buena hora a esta organización debe enseñar “lo que hay La Semana Trágica aceleró la formación mienzos de siglo el auge de la economía re-
nuestras playas los extranjeros laboriosos de más noble en la vida: el concepto de nacio- de brigadas de la Liga Patriótica Argentina gional se vinculaba en el imaginario dirigen-
todas las latitudes, respetuosos de nuestras nalidad, la moral del hogar, el respeto a la en todo el país. Sin embargo, no resulta sa- te a los aportes migratorios. Los itinerarios
leyes, de nuestras instituciones y de nuestra ley, las virtudes irremplazables de la demo- tisfactoria la explicación que sugiere una mi- de Miguel Escorihuela, Balbino Arizu y An-
tradición. Para ellos, el Preámbulo liberal y cracia, el culto al trabajo, el ejemplo de un rada unidireccional, en la cual se acentúa tonio Tomba eran evidencias que corrobo-
humanitario como ninguno, de nuestra car- pasado de sacrificios gloriosos, las caras es- que el polo central de la Liga fue el motor de raban la concatenación entre inmigración y
ta fundamental. […] Mas no per mitamos ja- peranzas de días mejores, aun, de un por- impulso de la estructura nacional. Es necesa- progreso. Como presenta la publicación
más que se filtre la ponzoña de esos agita- venir incomparable que ofrecen a la patria rio rescatar que las propuestas de “defensa elaborada por el Centro Vitivinícola Nacio-
dores sin patria, que traicionando nuestra querida la fecundidad de su suelo, la libera- de la nación” y la “necesidad de restaurar el nal en ocasión de los festejos del Centena-
hospitalidad generosa, quieren hacer nos lidad de sus instituciones y el generoso y orden social amenazado” encontraron eco rio, la prosperidad económica estaba aso-
pagar errores que no cometimos, quieren bien templado corazón de sus hijos”.15 en las elites mendocinas, que paulatinamen- ciada a los logros del desarrollo agroindus-
hacer nos compartir odios, y lo que es peor Otros fragmentos sobre las convicciones te fueron desarrollando nuevas sensibilida- trial, cuyas fir mas estaban en manos de ex-
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tranjeros: “Mendoza nos exhibe sus colo- Mendoza de fines del siglo XIX. La huelga objetivo de “evitar que funcionaran los servi- deros, quienes tomaron posturas similares
sos, con Giol y Gargantini, Domingo Tom- de 1896 perseguía el objetivo de reducción cios de trenes, a cuyo efecto se había resuel- en defensa de mejoras salariales y se aco-
ba y Arturo Dácomo a la cabeza”.20 No obs- de la jor nada laboral. Como registraba el to encabezar la manifestación con las muje- plaron a la protesta. Por otro lado, la huel-
tante, el balance de la política migratoria in- diario El Debate: “Alrededor de 340 opera- res de los huelguistas y a la vez hacer que és- ga repercutió en el abastecimiento de bie-
centivada desde el Estado desde mediados rios, es decir, todo el personal del Ferroca- tas se entrevistaran con las familias de los nes ya que por la “falta de algunos artícu-
del siglo XIX se tor nó ambiguo con la con- rril Gran Oeste, abandonó esta mañana el obreros que reanudaron la tarea para conse- los” los precios se elevaron. Según la pren-
solidación del movimiento obrero, y con la trabajo, después de manifestar que no vol- guir la causa común con los demás obre- sa mendocina, la paralización total de los fe-
muestra que ofrecían los inmigrantes de es- vería a él mientras no se rebajara a 8 el nú- ros”.26 La Tarde describió los sucesos acae- rrocarriles dificultó el abastecimiento de bie-
casa calificación, especialmente los italianos mero de horas de labor. Actualmente tienen cidos durante la manifestación de los huel- nes de primera necesidad y perjudicó prin-
provenientes del sur. La virulencia de la cla- nueve y media”.22 Al conflicto de 1896 le guistas, quienes alrededor de la una y media cipalmente a los comerciantes quienes vie-
se obrera, su presencia y apropiación del siguió años más tarde la huelga de los tone- de la tarde se desplazaban “en actitud pací- ron disminuidas sus ventas en 70% por la
espacio urbano a través de las manifestacio- leros –trabajadores vitivinícolas que trans- fica por las vías del ferrocarril a la altura de escasez y la falta de público.31 La produc-
nes públicas, influyó en la ponderación del portaban el vino en bordelesas– en marzo las calles Belgrano, Colón y Tiburcio Bene- ción vitivinícola también sufrió el impacto
diagnóstico sobre la política migratoria. La de 1907.23 gas”.27 Los trabajadores iban acompañados de la paralización del transporte. La Com-
huelga de los obreros ferroviarios en sep- Sin embargo, el mayor impacto provino de mujeres y niños, quienes “querían paten- pañía Vitivinícola, entidad que controlaba la
tiembre de 1917 alimentó la visión acerca de las huelgas ferroviarias de 1917. La ima- tizar su solidaridad y su firme propósito de producción local, estimó las pérdidas en co-
de “la ligazón entre agitación obrera y pre- gen de la huelga se encontró teñida por los vencer, y significar ante los ojos de todos misiones por ventas en 88.000 pesos.32
sencia inmigratoria ultramarina”.21 Hasta hechos de violencia que se generaron en la que las reclamaciones que se hacían estaban A los ferroviarios se sumaron los maes-
ese momento la actividad sindical en la pro- manifestación realizada el 25 de septiembre, íntimamente ligadas a la vida de sus modes- tros. Agremiados desde la primera década
vincia había sido menos intensa que en cuando dos mujeres murieron a causa de la tos hogares”.28 En dirección a la estación de del siglo, se manifestaron a lo largo de
otros escenarios urbanos del interior del represión del Ejército nacional. El conflicto tren del ferrocarril Trasandino, Los Andes 1917, 1918 y 1919 con el objetivo de ob-
país. Sin duda la confor mación de la econo- se inició con la demanda de los ferroviarios consignó que “al llegar la manifestación a la tener mejoras salariales y lograr el pago en
mía provincial, motorizada por la agroin- quienes reclamaban la reducción de la jorna- calle Colón se desarrolló la terrible tragedia tér mino de sus haberes. Las condiciones
dustria vitivinícola, poco favorecía el arraigo da laboral y aumento de salarios. Como con- […]. En forma rápida las fuerzas existentes desventajosas derivadas de la retribución de
de un movimiento obrero consolidado: las signó Los Andes, la asamblea de la sección en la estación del Trasandino hicieron fuego sus salarios en “letras de tesorería” emitidas
especificidades del ciclo productivo de ca- obrera de Mendoza exigía el “horario de 44 sobre la multitud y de ella resultaron como por el gobier no provincial fomentaron la
rácter estacional disminuían las posibilida- horas de trabajo semanales, abolición de los dos muertos y como veinte heridos”.29 Las agrupación del magisterio. Asimismo, el re-
des de agremiación y de construcción de contratos y de las horas extras, aumento de víctimas fueron dos mujeres, quienes porta- traso salarial acentuó el conflicto con el go-
identidades obreras por actividad. Esas con- un 10% de salario sobre todos los sueldos en ban las banderas –una celeste y blanca y otra bier no. Desde la perspectiva de Benito Ma-
diciones eran acompañadas por otras: la fe- general; higienización de los talleres”,24 en- roja– que encabezaban la manifestación. Las rianetti, la situación de los maestros era ex-
bril actividad vitivinícola en la que no esta- tre otras peticiones. La firme posición de los mujeres se identificaron como “Josefina tremadamente delicada ya que para poder
ban ausentes las políticas públicas dirigidas obreros de las líneas Pacífico, Oeste y Sud Barbiani, de 23 años, mendocina, quien se subsistir necesariamente debían acudir a
desde el Estado nacional y el provincial llegó al momento de mayor efervescencia en encontraba en embarazo de ocho meses, y prestamistas para vender sus haberes, quie-
crearon condiciones propicias de movilidad los últimos días de septiembre cuando “se Adela Montaña, de 27 años, quien deja tres nes entregaban “sumas irrisorias por esos
social ascendente que transfor maron a no paralizó totalmente el movimiento de las di- hijos, uno de ellos en lactancia”.30 Días más créditos”.33 La situación crítica incentivó en
pocos trabajadores en pequeños y media- ferentes secciones de tráfico y talleres del fe- tarde falleció el español Miguel López, quien abril de 1919 a un grupo de maestros a
nos propietarios de establecimientos rura- rrocarril Buenos Aires al Pacífico”.25 Con se desempeñaba como foguista. crear un periódico, Ideas, para debatir los
les, manufactureros o comerciales. Por con- motivo de hacer públicas sus proclamas, el La violencia impactó en el conjunto de problemas que aquejaban al magisterio. Sin
siguiente, el desarrollo de una identidad 25 de setiembre de 1917 los huelguistas y la opinión pública. Por un lado, otros sindi- embargo, fue efímera su publicación y cir-
obrera industrial se vinculaba con la trama sus familias se reunieron en el local de La catos se solidarizaron con los ferroviarios culación, ya que exasperó al gobier no lenci-
urbana: como en otras partes, los trabajado- Fraternidad y se dirigieron luego hacia la Fe- ante los sucesos desatados. Asimismo, los nista, y en particular al director general de
res ferroviarios fueron los primeros en po- deración Obrera. Los trabajadores se reclu- reclamos de los trabajadores ferroviarios in- Escuelas, Enrique Julio, quien pronto pidió
ner en escena la “cuestión social” en la taron y convergieron hacia la estación con el centivaron a otros gremios, como los pana- la suspensión de los miembros de la comi-
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sión del periódico. La medida provocó un Lencinas y un escaso número respaldó al dades del interior, grupos de las elites nati- trofe y el posible conflicto bélico. Al mismo
rechazo generalizado y en consecuencia los Partido Socialista. Esta adhesión se debía al vas mendocinas impulsaron la for mación de tiempo, el peligro de guerra parece haber
maestros crearon Maestros Unidos, la enti- ideario adoptado por el líder del radicalismo las brigadas en la provincia, aunque en me- incentivado algún tipo de prácticas deporti-
dad gremial que pasó a agruparlos. La res- en Cuyo durante su trayectoria política: la nor número al registrado en otros centros vas, cuyo ejercicio estaba imbuido cada vez
puesta del gobier no no sufrió cambios, en- defensa de la “igualdad política y la justicia urbanos. Como afir ma Sandra Mc Gee más de una mística patriótica.42 En conco-
viando suspender a los principales dirigen- social”;37 aunque Lencinas no estuvo exen- Deutsch, Mendoza contaba con cuatro bri- mitancia con el conflicto chileno, la activi-
tes gremiales. De esta manera, el conflicto to de dispensar incentivos materiales a los gadas. En el total de 100% del territorio na- dad del Tiro Nacional Club Mendoza co-
del magisterio no logró resolverse. Las in- trabajadores que mostraron la confor midad cional, esta provincia representaba el 0,7% menzó a ser regular; su objetivo era capaci-
quietudes del gremio persistieron, buscando con su liderazgo. La enconada disputa elec- frente al 30% de Buenos Aires y el 11% de tar al ciudadano en el manejo de ar mas pa-
apoyo en la Federación Obrera Regional toral manifestó el enfrentamiento entre los la Capital Federal. El panorama cambia si ra defender a la patria. La receptividad de
Argentina (FORA).34 Ante la inminencia de sectores políticos contendientes: quienes se contabilizan sólo las brigadas femeninas los tópicos patrióticos y nacionales fue una
la continuidad de Julio en el cargo de direc- fueron protagonistas del “orden conserva- en donde Mendoza representa el 7% del to- característica distintiva de este tipo de aso-
tor de Escuelas, y la pervivencia de la situa- dor” y aquellos aglutinados en el partido ra- tal nacional frente al 48% de la Capital Fe- ciaciones. Como consigna Los Andes, con
ción adversa, los maestros junto con otros dical, que, con un halo populista, buscaban deral y el 17% de Buenos Aires.40 Aunque motivo de la organización del concurso de
trabajadores organizaron una huelga gene- la regeneración de la cuestión pública. Los su importancia no se debe despreciar, espe- tiro propiciado por jefes de la Guardia Na-
ral en setiembre de 1919.35 Si bien no lo- resultados electorales en enero de 1918 cialmente si se tiene en cuenta la densidad cional en conmemoración del aniversario
graron significativas mejoras, su presencia arrojaron un importante triunfo a favor de poblacional. Asimismo, los indicios que de la Revolución de Mayo, la práctica de ti-
pública no pasó desapercibida por las elites José Néstor Lencinas sobre Civit en prácti- ofrece la for mación de brigadas en los terri- ro y la asistencia al concurso –incentivada
nativas, quienes veían azoradas la actitud de camente la totalidad de los departamentos torios alejados del centro urbano, como en por organizaciones como la Liga Patriótica–
revuelta de los maestros mendocinos, depo- provinciales.38 Su estilo de gobier no, tilda- los distritos de Luján de Cuyo, Maipú o San probaría que “las lecciones recibidas en los
sitarios de la educación “nacional”. Algunos do por los opositores de “demagógico”,39 Rafael, indican la importancia que la enti- días de expectativas y cuando las sombras
de sus dirigentes gremiales, como Angélica acrecentó la preocupación de las elites pa- dad asociativa comenzó a adquirir a partir se cer nían en el horizonte de la patria han
Mendoza, redactora del diario La Tarde, in- tricias, quienes se vieron desplazadas de los de los sucesos de 1919, al igual que eviden- sido fecundas en resultados óptimos”.43 Al-
gresarían meses más tarde al Partido Comu- espacios de decisión política y de la partici- cian la especificidad del caso cuyano res- gunas trayectorias biográficas per miten re-
nista.36 pación de ciertos escenarios considerados pecto del de la Capital Federal. Esta aseve- lacionar la actividad deportiva del Tiro con
Las elecciones de gober nador de 1918 propios. Asimismo, la aprobación de la pri- ración invita a sugerir que los problemas re- el desarrollo de inclinaciones hacia el aso-
sumaron nuevas desconfianzas y temores a mera ley de jubilaciones para empleados lacionados con el trabajo rural y semiurbano ciacionismo liguista. Héctor Makern, presi-
las elites patricias al poner en evidencia la públicos provinciales a pocos meses de ini- eran importantes, al igual que las activida- dente del Tiro Federal de Mendoza desde
adhesión popular de José Néstor Lencinas, ciada la gestión lencinista, la promulgación des pedagógicas. 1909 hasta 1920, fue miembro de la comi-
el líder de la Unión Cívica Radical (UCR). de la jor nada de ocho horas y la fijación del En rigor, la actividad asociativa en tor no sión directiva de la Liga Patriótica Argenti-
La elección de sus colaboradores, sus ras- salario mínimo fueron percibidas como se- a abonar las sensibilidades patrióticas no na en 1919.
gos populistas y su escaso apego a los mo- ñales de alar ma del nuevo clima de época era inédita en la provincia. Como ha referi- Más cercana a la coyuntura que activó la
dos de las elites nativas complejizaron aun propiciado por el gobier no “popular” lenci- do Lilia Ana Bertoni, a finales del siglo XIX emergencia de la Liga Patriótica Argentina,
más el escenario. En la campaña electoral nista. y principios del XX, durante el conflicto que la ciudad de Mendoza fue escenario de un
Lencinas se distinguía de la fór mula conser- puso en riesgo la paz entre la Argentina y mitin, al cual sus organizadores denomina-
vadora, alianza realizada entre la facción ci- Chile, emergieron entidades que buscaban ron “nacionalista”. Esta convocatoria tenía
vitista y el grupo liderado por Benito Villa- El impulso de la actividad la defensa de la nación, como la Liga Pa- como objetivo la defensa de la simbología
nueva, denunciando las for mas de hacer asociativa: la formación de triótica Argentina constituida en 1898 por nacional en el marco del conflicto bélico in-
política de las elites dirigentes y exaltando la brigadas en Mendoza “un grupo de destacados empresarios, pro- ter nacional. El fervor patriótico convocó a
imagen del “hombre trabajador”. De acuer- fesionales, intelectuales y políticos”.41 Des- un grupo de personalidades de la elite diri-
do con las estimaciones de Celso Rodrí- Sobre la base de la conflictividad social de la prensa local se incentivó la convocato- gente en reacción a los “agravios”44 sufri-
guez, la mayoría de los obreros rurales y ur- y política, y en diálogo con la for mación de ria para reunir adherentes con este objetivo dos por la insignia nacional en la manifesta-
banos prestaron apoyo a la candidatura de ligas patrióticas en Buenos Aires y otras ciu- ante la inminencia de la problemática limí- ción neutralista del 7 de octubre de 1917,
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donde se había ultrajado y utilizado a la ban- tulo ilustrativo, la prensa consigna que al de senador provincial, juez y camarista fe- lidar la estructura organizativa paramilitar
dera argentina para “amparar manifestacio- evento organizado con motivo de la conme- deral. para enfrentar los posibles levantamientos
nes encubiertamente favorables a una po- moración de la muerte de San Martín asis- La trayectoria de su vicepresidente, obreros. Las páginas del diario La Tarde
tencia extranjera”.45 La comisión organiza- tieron ciento cuarenta y cinco mujeres, en- Conrado Céspedes, también resulta clarifi- denunciaron las actividades que realizaban
dora fundaba el mitin en la necesidad de tre público en general, quienes pertenecían cadora en este sentido. Fue un destacado los miembros liguistas para enfrentar el fla-
“mantener incólume el espíritu nacional ar- a las familias con mayor gravitación so- miembro de la elite política mendocina ya gelo del extremismo proletario: a pesar de
gentino y el respeto a su bandera”.46 La cial.48 De esta manera, los eventos de la Li- que pertenecía al sector que fue desplazado que en la ciudad no se produjeron choques
confluencia de público y la asistencia de mi- ga se erigieron como un espacio de sociabi- por el lencinismo. En 1904 integró la fór- sangrientos entre las brigadas y el movi-
litares, políticos y miembros de las elites lidad de las elites mendocinas. mula guber nativa que encabezaba Galignia- miento obrero, quienes se creían “los úni-
ilustraron la convocatoria del ideario patrió- La configuración de las comisiones di- na Segura, que resultó ganadora de los co- cos depositarios del patriotismo” –en refe-
tico. No pocos organizadores y participan- rectivas de las brigadas ofrece un indicio micios de marzo de ese año. Este abogado rencia a los miembros de la Liga– denuncia-
tes de este mitin integraron un año y medio sobre la composición social y política de fue vicegober nador hasta 1907 y luego se- ron las corrientes utilizaciones de banderas
más tarde las filas de la Liga Patriótica Ar- sus miembros. En su mayoría, los integran- nador provincial y miembro de la conven- coloradas por parte de sindicalistas como
gentina. tes pertenecían a las elites nativas, aunque ción que refor mó la Constitución de Men- símbolo de revolución social. La pluma de
En febrero y marzo de 1919 comenza- no es despreciable la participación de inmi- doza en 1916. La trayectoria personal de los redactores del diario acusó la poca fun-
ron las actividades organizativas de la Liga grantes que a esa altura exhibían un itine- Céspedes nos acerca al per fil de hombres damentación de esta denuncia, ya que no se
Patriótica Argentina en Mendoza. Si bien rario social y empresarial exitoso en las bri- que for maban las filas de las brigadas pa- desconfiaba de la bandera roja que adopta-
no se han hallado evidencias en tor no al nú- ga das de par ta men ta les. Per so na li da des trióticas y, por lo tanto, muestra el desarro- ban los radicales en conmemoración de la
mero de integrantes que adhirieron a la pro- prestigiosas for maron parte de las brigadas llo de nuevas sensibilidades que exhibió el Revolución del Parque o de la utilización de
puesta liguista, la concurrencia a las reunio- patrióticas: militares, juristas, radicales y ideario de las elites tradicionales. Céspedes la insignia de la institución de Don Bosco.52
nes ofrece un indicio de la cantidad de sim- conservadores, entre los que se distinguían no sólo buscaba defender la argentinidad Las actividades para contener el orden
patizantes que prestaron apoyo al proyecto el coronel Octavio Fer nández –quien fue desde las actividades propias de la Liga sino social fueron diversas; incluían denuncias,
de “defensa de la nacionalidad”. En los pri- originariamente su presidente–, Conrado que además se interesaba por la tarea de re- plasmadas en el discurso patriótico, al mo-
meros años de su for mación, cuando la Li- Céspedes, Melitón Arroyo, Federico Baral- copilar el pasado para afir mar la identidad vimiento obrero y la atenta vigilancia de las
ga obtuvo un mayor impulso por parte de do Victorica, Pedro Ivanissevich, Héctor de la nación. Fue socio fundador de la Jun- acciones de organizaciones políticas, como
las brigadas de varones, la asistencia a las Mackern y Jorge Calle.49 Entre estas per- ta de Historia de Mendoza en 1924, “cuya el Partido Comunista, para percibir el tono
reuniones en la ciudad de Mendoza superó sonalidades es importante mencionar que creación es coetánea con el proceso de pro- ideológico de sus reuniones. Los liguistas
las doscientas personas.47 Esta participa- tanto Melitón Arroyo como Conrado Cés- fesionalización de la disciplina histórica en denunciaron ante el jefe de Policía de Men-
ción fue mer mando con el correr de los pedes y Jorge Calle pertenecían a los sec- el país, que se produce bajo los gobier nos doza la veta ideológica de las sesiones del
años, quedando como núcleo principal de la tores más distinguidos de las elites nativas. radicales”.50 Partido Comunista local, porque en ellas
organización las actividades asistenciales de Algunos de estos itinerarios resultan ilumi- En diálogo con la Liga a nivel nacional, “se hace prédica completamente ácrata, in-
las brigadas de mujeres en tor no a objetivos nadores para visualizar la composición so- el principal enemigo que se forjó en el ima- citándose al pueblo a la revolución social”.53
filantrópicos. Asimismo, el número de cial de los integrantes de la Liga Patriótica ginario liguista a nivel local fue el movimien- Las páginas del diario La Tarde expresaron
miembros que asistía regular mente a los en Mendoza. En el caso de Arroyo, su ape- to obrero contestatario. Ante los conflictos su descontento ante las atribuciones de la
eventos organizados por la Liga Patriótica llido pertenecía a la alta sociabilidad men- sociales desatados en el centro urbano de la Liga: “Los señores de la Liga están asusta-
también se erige como un indicador de la docina. Melitón se recibió de abogado en la ciudad, la Liga Patriótica de la sección Men- dos, y erigiéndose en tutores de las autori-
significativa concurrencia de las elites a sus Universidad de Buenos Aires e ingresó doza era presentada como una entidad que dades constituidas pretenden ellos que tie-
propuestas en los primeros años de su tempranamente a la magistratura, donde se perseguía “salvar a la sociedad de los avan- nen acaparado el patriotismo, marcar rum-
constitución. Si bien la prensa registra ma- desempeñó como ministro de la Suprema ces del proletariado que gobier nos liberales bos a la autoridad policial”.54
yoritariamente la presencia de mujeres, no Corte de Justicia y ministro de Gobier no como el de Mendoza”51 amparaban y pro- La Liga Patriótica recibió la adhesión
resulta desestimable este registro para ofre- durante la gober nación de Carlos Galignia- piciaban. La crítica al manejo de la proble- de otras asociaciones, como la Unión Men-
cer una imagen de la dimensión de la adhe- na Segura. Más tarde, durante la gober na- mática social por parte del gobier no lenci- docina de Maestros. Esta asociación, com-
sión a la Liga Patriótica en Mendoza. A tí- ción de Francisco Álvarez, obtuvo el cargo nista era el argumento que per mitía conso- puesta por “miembros del profesorado y
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magisterio de la provincia”, recibió con be- sencia departamental invita a sugerir que los adquiridos a través de tanta lucha por nues- los canales de acercamiento entre la institu-
neplácito e incentivó la for mación de gru- problemas relacionados con el trabajo rural tros antepasados”.59 Cabe recordar que ción eclesiástica y las elites dirigentes para
pos que tuvieran como objetivo la defensa o semiurbano constituían una preocupación Maipú fue una de las zonas donde la agroin- la catolización de la vida pública, fusión que
nacional y la contención del movimiento en ascenso de los sectores más acomoda- dustria vitivinícola tuvo un desarrollo desta- cristalizaría a partir de la década del 30. El
obrero contestatario. Desde la visión de los dos. La legislación social basada en la re- cado, erigiéndose en un polo de atracción acercamiento de la Liga con la Iglesia se
maestros, sus objetivos coincidían con los ducción de la jor nada laboral y la deter mi- de inmigrantes y en el foco y nudo de la cla- plasma también en el apoyo explícito que
entablados por la Liga, ya que buscaban nación del salario mínimo que había pro- se media rural. La dinámica de estableci- recibió la organización de monseñor Orzali,
afir mar “dentro y fuera del aula, en la cáte- mulgado el gobier no de Lencinas en 1918, mientos bodegueros como los pertenecien- obispo de Cuyo, quien bendijo el emblema
dra, en la sociedad y en la conciencia públi- y puesto en marcha a principios de 1919, tes a Giol, Furlotti y Dácomo ilustraba la liguista61 y participó en ceremonias conme-
ca la fe de nuestras convicciones patrióticas condujo a que se movilizaran y acrecenta- prosperidad económica de la zona. En la morativas.
y el respeto inviolable a las tradiciones de la ran las demandas en sectores rurales.58 La nómina que integraba la comisión directiva Otra de las personalidades que integra-
patria”.55 La Unión Mendocina de Maes- efervescencia desatada por la novedosa le- se distinguía Pedro Brandi como presiden- ban la Liga Patriótica de Luján de Cuyo es
tros entendía que “se ha pretendido con- gislación entre los jor naleros y peones rura- te, hijo del inmigrante Pedro Pablo Brandi, el matrimonio de Vicente Vargas Videla y
mover y aniquilar, mediante la fuerza y el les habría activado la presencia de empresa- quien se inició en la vitivinicultura en 1864. Ester Delia Videla de Vargas Videla, cuya
despotismo anónimo de sindicatos extra- rios y patrones en asociaciones con el per- Sus hijos, entre los cuales se encontraba Pe- trayectoria per mite inferir algunos rasgos
viados y exóticos la base de nuestra organi- fil de la Liga Patriótica. Esta característica dro, levantaron un establecimiento vinícola del entramado de socialización que se des-
zación política, el equilibrio social, la liber- per mite vincular el caso mendocino con el en Gutiérrez, Maipú. Pedro Brandi (h.) fue pliega dentro del grupo de la Liga. La per-
tad del trabajo asegurada por nuestros có- caso santafesino, donde la preocupación se quien se desempeñó como enólogo en la tenencia de Ester Delia Videla a una familia
digos, el respeto a las leyes y la integridad encontraba asociada con la desarticulación entidad, ya que se constituyó en un experto patricia de viejo arraigo en la zona, colabo-
de sus instituciones sagradas, […] no somos de los sectores obreros rurales, especial- por medio de sus viajes a Italia. Asimismo radora de la campaña libertadora del gene-
adversarios del extranjero ni del proletaria- mente en tiempos de cosecha. En tercer lu- integraba la comisión como tesorero Rober- ral José de San Martín,62 esboza el per fil de
do […] pero sí nos declaramos altivos com- gar, las asociaciones departamentales per- to Furlotti, pariente de Ángel Furlotti, inmi- los miembros de la organización. Las viejas
batientes contra el pendón rojo de la anar- miten visualizar la precisión de los per files grante italiano llegado a Mendoza en 1889, familias tradicionales del ámbito mendocino
quía y contra todas las imposiciones de la de dirigentes territoriales que integraron la quien encauzó su actividad hacia la vitivini- integraron las filas de la Liga como for ma
fuerza anónima que pervierten o prostitu- actividad asociativa. Los liderazgos de las cultura y fundó una importante entidad pa- de proteger el legado patricio de sus antece-
yen los principios de legalidad y de orden brigadas de la Liga condensan trayectorias ra la región: SA Bodegas y Viñedos Ángel sores y como estrategia para frenar el as-
en que reposa el desenvolvimiento social emblemáticas: la participación de inmigran- Furlotti Ltda. cendente populismo del gobier no lencinis-
de la patria”.56 Por ello se sumaban a aque- tes exitosos en el caso de Maipú y la media- En el caso de Luján de Cuyo, el objetivo ta. Por otro lado, su participación como
llos que habían tenido la iniciativa de defen- ción del cura departamental en la entidad de la brigada departamental consistía en el presidenta de la Acción Católica de la sec-
der el “patrimonio nacional”. de Luján de Cuyo. anhelo de “cooperar en la acción represiva ción de Luján en la década del 30 y como
En el aspecto organizativo y territorial, En el caso de Maipú, la comisión direc- de todo movimiento tendiente a la altera- presidenta del comité organizador del pri-
la Liga Patriótica Argentina no sólo se cons- tiva de la entidad estaba integrada por inmi- ción de nuestro nor mal desenvolvimiento mer congreso eucarístico de Cuyo demues-
tituyó en la capital de la provincia; también grantes relacionados con la actividad vitivi- social, económico e institucional emprendi- tra nuevamente la vinculación de este grupo
fue creada una asociación en Rivadavia, Lu- nícola. Sus éxitos en el manejo empresarial, do por la Liga Patriótica”.60 Entre los miem- con la institución eclesiástica.
ján de Cuyo, San Rafael57 y Maipú. El exa- su prestigio derivado de la posición econó- bros de la junta directiva se menciona en la
men de las asociaciones departamentales mica, confluyeron en la integración a la so- prensa de la época la participación del pá-
per mite restituir tres dimensiones de análi- ciedad argentina. Los inmigrantes exitosos rroco del departamento, Carlos D. Carroll, Caridad y asistencialismo
sis: en primer lugar, la adecuación o el co- desarrollaron una proximidad de miradas en la junta directiva. A niveles periféricos, pedagógico: las brigadas de
rrelato territorial de objetivos liguistas en con las elites nativas buscando defender como es el caso de Luján de Cuyo, la inter- señoras y de maestros
ámbitos rurales. En segundo lugar, atender conjuntamente las jerarquías adquiridas. Im- vención de sacerdotes en este tipo de orga-
a la especificidad del caso cuyano en rela- buidos del sentir nacional, los inmigrantes nizaciones fue más corriente que en los cen- Si bien el sector masculino señala el gra-
ción con la for mación de ligas en distintas buscaban “impedir el efecto de las masas di- tro urbanos. Esta trayectoria individual es do de convocatoria de la propuesta de “Pa-
partes del interior del país. La fuerte pre- solventes, que atentan contra los derechos relevante porque per mite mostrar uno de tria y orden”, el peso relativo ejercido por las
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mujeres, estudiantes y los maestros en la trias a través de la organización de grandes Liga Patriótica Argentina diseñó el evento per mitirían mantener el orden social, ame-
construcción de lazos asociativos era signifi- eventos que congregaron a vastos sectores que abrió sus puertas. El festival artístico fue nazado por el proceso de moder nización y
cativo. Esta característica permite aludir que de la elite política y cultural. La dosis de pa- organizado por las damas con fines filantró- secularización que había sufrido el país con
en el “esquema transversal”63 de la actividad triotismo que se percibía en estos encuen- picos. “El prestigio de que goza la asocia- la llegada de las masas inmigrantes. Las ac-
liguista, es decir, en la combinación entre la tros refleja el atractivo que adquiría esta ción auspiciadora, unido a la calidad del se- tividades de las brigadas de señoras se enca-
función represiva del movimiento obrero y el nueva síntesis ideológica. El grado de con- lecto grupo de señoritas que ha logrado reu- rrilaban en esta dirección: la ayuda social, la
asistencialismo pedagógico, la Liga Patrióti- vocatoria que recibió la Liga para los feste- nir para tomar parte en el programa”67 fue- educación y la consolidación del papel do-
ca de la sección Mendoza privilegiaba el se- jos del aniversario de la Revolución de Ma- ron las claves del éxito del evento social. El méstico de la mujer en el hogar. La activi-
gundo polo. La movilidad registrada en la yo y para la conmemoración del funeral del diario Los Andes consignaba que la fiesta dad educativa y el asistencialismo se mate-
actividad vitivinícola invita a sugerir que el general San Martín66 en 1919 per mite ase- “ha constituido uno de los éxitos más hala- rializaron en especial a través de la escuela
problema de los trabajadores rurales estaba verar la recepción y reapropiación de las güeños del año […] a la vez que se ha he- ABC, que patrocinaba la Liga Patriótica,70
menos presente en la agenda liguista, con- propuestas del nacionalismo cultural en el cho acreedora la comisión organizadora donde no sólo se buscó educar de acuerdo
centrando la preocupación en el ámbito ur- escenario mendocino. que preside la señora Josefina Civit de Or- con los mandatos de la nación sino que ade-
bano. La tarea pedagógica y de asistencia se Junto con la labor de exaltación del pa- tega y los elementos que han prestado su más se ofreció una importante tarea carita-
dirigió a los sectores más postergados. triotismo, las brigadas de señoras llevaron concurso en este festival el aplauso unáni- tiva: distribución de alimentos, ropa, útiles
La actividad de los maestros y las muje- adelante tareas de beneficencia. Esta briga- me de nuestra sociedad”.68 escolares, etc. El papel doméstico se refor-
res fue medular para diseñar el trabajo de la da, presidida por Josefina Civit de Ortega, Las tareas filantrópicas del grupo liguis- zó a través de los talleres de costura71 y te-
Liga en el contexto mendocino. La brigada hija de Emilio Civit y esposa de Rufino Or- ta femenino per mitían acercar sus propues- jido, que fomentaban la asociatividad entre
de maestros, for mada principalmente por tega (h.), convocó a numerosas acciones tas a vastos sectores sociales. A través de la las damas más destacadas de la sociedad,
mujeres, inculcaba el patriotismo pedagógi- caritativas. Con el apoyo de las damas más caridad no sólo se buscaba restituir la ansia- resguardando sus roles tradicionales. El pa-
co a través de conferencias que intentaban distinguidas de la sociedad mendocina, la da ar monía de clases que proponía la Liga pel de las mujeres intentó ser seguido por
resaltar el papel del sentimiento nacional en asociación realizó numerosos eventos para sino también canalizar las fuerzas y energías los hombres; sin embargo, el de las mujeres
la confor mación de la moral del individuo. revertir algunos males que había provocado del género femenino en pos de la defensa fue relevante en la confor mación y en la es-
Las brigadas de maestros “completaban la la coyuntura económica que atravesaba el del orden social y de la sociedad patriarcal. tabilidad de la organización.
tarea emprendida por Liga Patriótica Ar- país. Las actividades asistencialistas no só- De esta manera, si bien en una primera ins- Para demostrar la afinidad positiva entre
gentina de Señoras y Caballeros”,64 hacien- lo se circunscribieron a los primeros años tancia las actividades benéficas parecieran nacionalismo y las elites nativas es significa-
do hincapié en que la instrucción pública de la Liga; a lo largo de su existencia la bri- ser similares a las que realizaban los grupos tivo rescatar la figura y trayectoria de la pre-
podía fomentar la argentinidad y corregir gada de señoras desarrolló una intensa ac- de mujeres socialistas, el papel que busca- sidenta de la brigada de señoras, Josefina
aquellos defectos que había generado la cre- tividad de ayuda social. Con regularidad ban defender las brigadas de señoras de la Civit de Ortega, quien organizó este grupo
ciente inmigración y el modelo de la Argen- eran publicadas en la prensa local las acti- Liga Patriótica era distinto. La participación de mujeres para llevar adelante los manda-
tina crisol de razas. La educación patriótica vidades con objetivos benéficos: los con- en el espacio público por parte del sector tos del grupo liguista. Hija de Emilio Civit,
era considerada una fuerza moralizante y ciertos organizados por estas damas con fi- femenino buscaba reforzar el orden tradi- proveniente del centro de las elites liberales
ar ma de prevención frente a “posibles aten- nes caritativos, exposiciones y ventas, cional y revertir el proceso de moder niza- del siglo XIX, casada con un gober nador de
tados contra la soberanía nacional” prove- quer meses, tés danzantes, festivales infanti- ción, que confería a las mujeres nuevos ro- la provincia –Rufino Ortega (h.)–, su trayec-
nientes de las convulsiones sociales65 que les, etcétera. les en la vida pública y privada. toria confir ma el apego de estas capas so-
había sufrido el país. Una de las posibles in- Uno de los eventos de mayor enverga- Como afir ma Mc Gee Deutsch, el papel ciales a las propuestas de la entidad asocia-
terpretaciones acerca de la numerosa adhe- dura que respondía a los objetivos filantró- de las mujeres dentro de la Liga era de vital tiva. A través de las posturas relacionadas
sión de los maestros al ideario de la Liga se picos fue el organizado en noviembre de importancia, ya que se buscaba a través de con la defensa de la nación, las viejas elites
puede encontrar en los conflictos generados 1925. En ocasión de la preinauguración del ellas revertir el nefasto legado de la inmigra- liberales que habían sido desplazadas del
entre el lencinismo y este sector. teatro Independencia, la sala teatral de ma- ción y la educación secular.69 La noción poder por el radicalismo encontraron su eje
Junto con las actividades pedagógicas, yor importancia en la provincia tanto por su subyacente que quedaba confir mada es que aglutinante.
la brigada de maestros y especialmente la infraestructura edilicia como por su selecta la mujer debía resguardar el rol del hogar, La participación de mujeres emblemáti-
brigada de señoras evocaban las fiestas pa- oferta cultural, la brigada de señoras de la de la familia y la educación como ejes que cas no se circunscribe sólo a los cargos je-
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rárquicos en la estructura de la organiza- su foco de atención fue mutando desde pos- de Celso Rodríguez, tanto el lencinismo co- con la regeneración social, que al fin es el
ción. A través de la nómina de mujeres que turas antiizquierdistas hacia posturas antilibe- mo el bloquismo sanjuanino fueron movi- propósito del patriotismo”.78
participaban constantemente en los eventos rales, donde el punto de mayores críticas re- mientos que activaron el fervor popular y Asimismo, la imagen que se desprende
sociales que patrocinaba la brigada de seño- cayó en el personalismo. La victoria contun- clasista: “El legado fundamental del lencinis- de la prensa per mite sugerir que la Liga se
ras se logra percibir la compleja red de rela- dente de Yrigoyen en abril de 1928 revitali- mo y del bloquismo es haber abierto el cami- constituyó en el espacio que reunía a los
ciones personales que se tejen por medio de zó la adhesión hacia la Liga y condujo a que no hacia la igualdad social, debilitando el sis- sectores desplazados por el gobier no radical
lazos asociativos. La dinámica de los víncu- un sector significativo de las elites se agluti- tema tradicional y elitista, que, tradicional- y la Ley Sáenz Peña: “Algunos hombres fra-
los personales sugiere que en tor no a la or- naran tras el desencanto de la cultura cívica mente, resistía a la evolución niveladora”.76 casados en su intento de rehabilitar ante la
ganización se reunían las más importantes y la consecuente predisposición hacia la Y con ello, el temor de los sectores más opinión sensata del país del para siempre
familias tradicionales. Destacaremos dos ca- conspiración.73 Las prácticas relacionadas prestigiosos y acomodados que sintieron la derrotado credo conservador, cayeron en la
sos para ejemplificar esta afir mación: el pri- con el ámbito político y social –represión y amenaza de la nueva coyuntura desplegada cuenta de que únicamente el patriotismo
mero de ellos es el de María Inés Arroyo de denuncias hacia el movimiento obrero, acti- por el radicalismo. podía salvarlos de la bancarrota política, na-
Mosquera Suárez, nieta de Tiburcio Bene- vidades caritativas y de conciliación social– Las actividades organizadas por la Liga, cida de improviso al calor de sospechosas
gas y her mana de Pedro Benegas, su fami- demuestran estas premisas en los primeros la argumentación que fundamentaba sus ac- inclinaciones e intereses […] Se trataba sen-
lia pertenecía a las más destacadas del ám- tiempos. El fuerte apoyo a la revolución uri- tividades, las personalidades que prestaron cillamente de reforzar el partido conserva-
bito político y económico mendocino; el se- burista de 1930, por medio de la organiza- apoyo a la organización, estipulan la cone- dor. No tardó sin embargo en saberse que la
gundo, María Florencia Funes Villanueva de ción de actos en conmemoración de los caí- xión entre el auge del lencinismo y la estre- Liga Patriótica argentina, solo pretendía be-
Ferreira Reinafé, descendiente de la familia dos en combate el 6 de septiembre,74 y la ca- cha reacción conservadora que busca ex- neficiar a unos cuantos hacendados y trusti-
del ex gober nador Elías Villanueva y de la lurosa recepción organizada por la brigada presar la Liga Patriótica Argentina. Si bien ficadores, los mismos que luego envalento-
familia Funes, también era miembro activo de señoras al interventor de Mendoza José a nivel local en la entidad participaban algu- nados fundaron la asociación nacional del
de esta organización. María Rosa75 ofrecen indicios para aseverar nos radicales, como es el caso de Pedro Iva- trabajo, constituida por latifundistas y gran-
la mutación del ideario liguista y el desencan- nissevich, éstos mostraban fuertes disiden- des empresarios para vigilar sus intereses,
to hacia el régimen democrático. cias con el gobier no lencinista. Asimismo, con la gastada musiquilla de la prepotencia
“Patria y orden”: los tópicos ¿Cuáles son los factores que explican el las denuncias que recababa el diario La Tar- obrera”.79
aglutinantes de las elites desarrollo de sensibilidades conservadoras y de mostraban la estrecha vinculación del Efectivamente, la Ley Sáenz Peña había
políticas y culturales nacionalistas en las viejas elites liberales del Partido Liberal, reducto de los más conspi- logrado desarrollar una nueva for ma de ha-
siglo XIX? Se puede apuntar que el populis- cuos conservadores, con la alta dirigencia cer política. El sufragio universal masculino
El surgimiento de la Liga en el entorno mo del gobierno lencinista, la presencia de de la Liga a nivel local: “La Liga Patriótica era visto por las elites tradicionales origina-
mendocino, el alto nivel de adhesión que lo- trabajadores organizados en el ámbito urba- ha resuelto cambiar de autoridades y al riamente como el mecanismo para expresar
gró en las reuniones, los festejos y las activi- no y la llegada de los inmigrantes y las capas efecto ya circulan listas con nombres de co- los intereses intrínsecos a la nación. Por
dades que organizó en los años 20 y 30 ofre- humildes al poder podrían haber activado el nocidos dirigentes del partido liberal”.77 En ello, algunas facciones liberales apoyaron el
ce indicios que dan cuenta del proceso de sentimiento de los estratos más acomodados efecto, Alfredo Amaya, segundo presidente proyecto de la democracia ya que veían en
“deslizamiento”72 de los elencos políticos y de la sociedad mendocina. El ícono de vio- de la Liga en la sección de Mendoza, era la maquinaria electoral la manera de repre-
sociales hacia nuevas formas ideológicas re- lencia que representó la huelga ferroviaria parte integrante de las filas del Partido Libe- sentar la voluntad progresista del pueblo ar-
lacionadas con el nacionalismo. Si bien en la de 1917, la efervescencia del magisterio y la ral. En concordancia con esta perspectiva, gentino; estos sectores no la percibían co-
primera etapa de la Liga no se perciben ma- conjunción de distintos sectores y estratos desde las páginas del diario radical La Pala- mo la manera de personificar las distintas
nifestaciones extremas que intenten derribar de trabajadores en busca de la defensa de bra se tildaba a la Liga como un espacio en opiniones de los diversos sectores socia-
el orden institucional liberal y democrático, sus intereses ofrecen indicios que podrían donde se aglutinaban las fuerzas conserva- les.80 La promulgación de la Ley Sáenz Pe-
las consignas nacionalistas y conservadoras haber estimulado a la asociatividad liguista. doras, cuestionando la for ma de llevar ade- ña tuvo como consecuencia directa el bene-
de “defensa de la Patria” y del “orden social” Asimismo, la política social llevada a cabo lante la tarea regeneradora propiciada: “No ficio de la UCR con lo cual el gobier no de
encuentran una acogida importante entre las por Lencinas potenció algunos resquemores vemos la manera de su regenerador propó- los “mejores” debió dejar lugar a las capas
elites nativas. A lo largo de la década del 20, de las elites nativas, quienes buscaban crista- sito con fiestas, ágapes y paseos. No ve- plebeyas en el poder. A partir de la consoli-
la Liga Patriótica fue perdiendo adhesión y lizar las jerarquías sociales. Según el planteo mos, ciertamente, qué tiene que ver esto dación de la estructura partidaria radical y
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su consecuente victoria a nivel nacional en conjunto de vectores causales que confluyen dagógicos. Sin embargo, estas actividades ralismo, conservadurismo y democracia en la
1916, y a nivel local en 1918, el radicalis- en la confor mación y estabilidad de la orga- no llevaron a que las mujeres ejercieran Argentina, 1911-1932, Buenos Aires, Siglo
mo fue construyendo una identidad política nización asociativa. La organización del nuevos roles en la sociedad de la época, si- Veintiuno, 2004.
y cultural que presentó como sus principa- movimiento obrero, su presencia en las ca- no por el contrario, el papel que desplega- 2
Véase L.M. Caterina, La Liga Patriótica
les enemigos a los miembros de la “oligar- lles mendocinas, el crecimiento de la pre- ron en relación a la agenda pública reforzó Argentina. Un grupo de presión frente a las
quía”. La reacción contra el gobier no popu- sencia inmigrante, el advenimiento del go- la imagen femenina que resguardaba el ho- convulsiones sociales de la década del 20, Bue-
lar, contra el inmigrante, pudo haber lleva- bier no lencinista y con éste el ascenso de gar y junto con ello, la idiosincrasia tradi- nos Aires, Corregidor, 1995; S. Mc Gee
do a que las elites se aglutinaran en tor no a las capas medias y populares a los resortes cional de la familia jerárquica y tradicional Deutsch, Contrarrevolución en la Argentina
la propuesta de “Patria y orden” para con- de la maquinaria estatal, resultaron urtican- de fines del siglo XIX. 1900-1932, Buenos Aires, Universidad Nacional
trarrestar los elementos considerados per- tes para los elencos conservadores que En suma, el examen de la Liga Patrióti- de Quilmes, 2003.
turbadores de la sociedad. Si bien en la Li- prestaron su capital humano, sus redes de ca Argentina ha per mitido acceder al entra- 3
Véase C. Rodríguez, Lencinas y Cantoni,
ga se encontraban miembros descendientes relaciones para confor mar la Liga Patrióti- mado de relaciones asociativas de las elites El populismo cuyano en tiempos de Yrigoyen,
de inmigrantes y radicales, aquellos que lo ca. Estos sectores, que en la década del 20 nativas, que al momento de la constitución Buenos Aires, De Belgrano, 1979; D. Olguín,
hicieron tenían una estructura económica se agruparon en tor no al Partido Liberal, de la liga había incorporado entre sus filas a Lencinas, el caudillo radical. Historia y mito,
consolidada, habían integrado los espacios encontraron en el patriotismo y en la defen- inmigrantes exitosos, quienes buscaron ce- Mendoza, Vendimiador, 1961; M.C. Seghesso de
más selectos de la sociedad mendocina y se sa de la nación un eje simbólico aglutinante losamente defender la nación y las posicio- López, “El acceso del lencinismo al poder (1918-
nes sociales alcanzadas. Al mismo tiempo, 1928). Una visión a través de las elecciones de
mostraron adversos al liderazgo de Lenci- que les per mitía hacer frente al avance de
las actividades y la trama discursiva de sus gober nador”, Revista de Historia Americana y
nas. En síntesis, el populismo de los gobier- sectores medios y trabajadores en el espa-
miembros bosquejaron el impacto del movi- Argentina, 21-22, Mendoza, 1981-1982.
nos radicales y la nueva realidad que pre- cio público. Los sinsabores que había traído
sentaba la democracia pueden ser conside- aparejada la democracia activaron el senti- miento obrero y del radicalismo en el imagi- 4
Véase D. Lvovich, ob. cit., p. 189; S. Mc
rados como los factores detonantes que miento patriótico en tor no a la defensa de nario de elites nativas. El desarrollo de sen- Gee Deutsch, ob. cit., p. 231.
precipitaron la for mación y el desarrollo de las jerarquías adquiridas. La adhesión a es- sibilidades vinculadas con el nacionalismo 5
F. Devoto, ob. cit., p. 127.
tas nuevas proclamas evidenció un cambio estimuló el reclutamiento de sectores que
esta asociación, a pesar de su apoyo explí- 6
encontraban en la defensa de la patria y del Véase M.I. Barbero y F. Devoto, Los nacio-
cito a la Constitución de 1853. sensible en las concepciones ideológicas nalistas, Buenos Aires, Centro Editor de Améri-
orden social los elementos para cristalizar la
que mostraban estos sectores a fines del si- ca Latina, 1983, p. 40.
estratificación lograda.
glo XIX. 7
La Tarde, 22 de mayo de 1922.
Palabras finales En el contexto provincial, uno de los
8
sectores que fue proclive a receptar y resig- Véase C. Altamirano y B. Sarlo, Ensayos
Notas argentinos. De Sarmiento a la vanguardia,
El recorrido realizado con el objetivo de nificar los postulados esbozados a nivel na-
examinar la confor mación y composición y cional fueron las mujeres que confor maron Buenos Aires, Ariel, 1983, pp. 161 ss.
1
Véase L.A. Bertoni, Patriotas, cosmopoli-
el itinerario de la Liga Patriótica Argentina las brigadas de señoras. Su papel protagó- tas y nacionalistas. La construcción de la na-
9
La Palabra, 23 de mayo de 1919.
nos muestra su carácter conservador y mar- nico se evidencia en la red de asociatividad cionalidad argentina a fines del siglo XIX, Bue- 10
L.A. Bertoni, ob. cit., p. 311.
ca la respuesta moder na que manifestó la que generaron a partir de las actividades nos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001;
11
elite a los cambios ocurridos en el contexto organizadas. A través de ellas lograron que C. Buchrucker, Nacionalismo y peronismo. La La Palabra, 11 de mayo de 1920.
social y político que atravesaba la Argentina los sectores tradicionales siguieran hege- Argentina en la crisis ideológica mundial, Bue- 12
Véase C. Buchrucker, ob. cit., pp. 39-40.
de los años 20. La conflictividad social que monizando el campo cultural-asociativo. El nos Aires, Sudamericana, 1987; F. Devoto, Na- 13
cionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Los Andes, 27 de mayo de 1919.
generaron las huelgas de enero de 1919 fue motivo principal que las reunía era apaci-
Argentina moderna. Una historia, Buenos Ai- 14
Ibídem.
el eje detonante para que se organizara es- guar el descontento social a través de obras
res, Siglo Veintiuno, 2002; D. Rock, La Argenti-
te conglomerado ideológico difuso, pero caritativas y de la inculcación de dosis reno- 15
La Tarde, 31 de julio de 1919.
na autoritaria. Los nacionalistas, su historia y
con características nacionales. vadas de patriotismo. Los eventos realiza- su influencia en la vida pública, Buenos Aires, 16
La Palabra, 12 de mayo de 1919.
La recepción y la adaptación de las pre- dos para las fiestas patrias y la ayuda social Ariel, 1993; D. Lvovich, Nacionalismo y antise- 17
misas del ideario de la Liga en el marco del otorgada a los sectores más rezagados Véase F. Devoto, ob. cit. p. 139.
mitismo en la Argentina, Buenos Aires, Edicio-
contexto mendocino per miten dilucidar un ejemplifican los ideales asistenciales y pe- nes B, 2003; M.I. Tato, Viento de fronda. Libe- 18
Véase C. Rodríguez, ob. cit., p. 23.
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19 38 51 68
Véase F. Devoto, ob. cit, p. 111. De acuerdo con los datos consignados por La Palabra, 28 de octubre de 1919, p. 1. Los Andes, 15 de noviembre de 1925,
20 Celso Rodríguez, ob. cit., p. 64, Lencinas obtuvo 52 p. 8.
Centro Vitivinícola Nacional, La vitivini- La Tarde, 24 de junio de 1921, p. 1.
18.300 votos contra 12.695 de Civit. 69
cultura en la Argentina en 1910, Buenos Aires, 53 Véase S. Mc Gee Deutsch, ob. cit., p.
39
La Tarde, 28 de junio de 1921, p. 1.
Talleres Gráficos de Robles y Cía., 1910, p. IX. Ídem, p. 68. 104.
54
21 40
La Tarde, 28 de junio de 1921, p. 1. 70
Véase D. Ar mus, “Mirando a los italianos. Véase S. Mc Gee Deutsch, ob. cit., pp. Véase J. Civit de Ortega, Don Emilio Ci-
55
Algunas imágenes esbozadas por la elite en tiem- 102-104. La Palabra, 20 de mayo de 1919. vit. Político y gobernador, Ediciones Culturales
pos de la inmigración masiva”, en F. Devoto y G. 41 56
La Palabra, 20 de mayo de 1919. de Mendoza, 1994, p. 499.
L.A. Bertoni, ob. cit., p. 239.
Rosoli (eds.), La inmigración italiana en la Ar- 57
71
Los Andes, 22 de julio de 1929, 8 y 20
42
Ídem, p. 220. Los Andes, 24 de mayo de 1919, p. 6.
gentina, Buenos Aires, Biblos, 2000, p. 97. de septiembre de 1929.
58
22 43
Los Andes, 17 de mayo de 1902, p. 5. Véase C. Rodríguez, ob. cit., p. 72.
Citado en B. Marianetti, Las luchas socia- 72
M.I. Tato, ob. cit., p. 16.
59
les en Mendoza, Mendoza, Ediciones Cuyo, 44
Los Andes, 15 de octubre de 1917. Los Andes, 24 de mayo de 1919, p. 6.
73
1970, p. 33. Véase L. De Privitellio, “La política bajo el
60
45
Los Andes, 14 de octubre de 1917. Los Andes, 12 de junio de 1919. signo de la crisis”, en Nueva Historia Argentina,
23
Véase R. Richard-Jorba, “Inmigración, 61 t. VII, Buenos Aires, Sudamericana, 2001, p. 101.
46
Los Andes, 14 de octubre de 1917. La Palabra, 27 de octubre de 1919.
mercado de trabajo y vitivinicultura. Mendoza y 74
47
62
Los Andes, 22 de mayo de 1972. Los Andes, 12 de septiembre de 1930.
San Juan (Argentina), 1869-1914”, IV Jornadas La Palabra, 21 de mayo de 1919. Lamen-
75
de Estudios Agrarios y Agroindustriales, Bue- tablemente no contamos con infor mación prima- 63
Véase F. Devoto, ob. cit., p. 137. Los Andes, 25 de septiembre de 1930.
nos Aires, noviembre de 2005, p. 23. ria que per mita ponderar el número de partici- 76
64
La Palabra, 23 de agosto de 1920. C. Rodríguez, ob. cit., p. 341.
24 pantes con relación a los adherentes a la Liga
Los Andes, 17 de septiembre de 1917, p. 77
mendocina como tampoco se dispone de regis- 65
La Palabra, 20 de agosto de 1920. La Tarde, 18 de octubre de 1921.
5.
tros nominativos de las asociaciones de inmigran- 66 78
La Palabra, 28 de octubre de 1919, p. 1.
25 La Palabra, 18 de agosto de 1919.
Los Andes, 25 de septiembre de 1917, p. tes existentes en Mendoza para esa fecha. Esa si-
79
6. tuación al menos no impide evaluar la alta adhe-
67
Los Andes, 14 de noviembre de 1925, La Palabra, 30 de marzo de 1920.
26 sión a la propuesta liguista en la provincia sobre p. 6. 80
Véase L. De Privitellio, ob. cit, p. 101.
Los Andes, 26 de septiembre 1917, p. 6.
todo si se la compara con los registros disponi-
27
La Tarde, 26 de septiembre de 1917, p. bles para asociaciones o clubes políticos de la ciu-
1. dad de Buenos Aires. En tor no a ello, Leandro
28
Ídem. Losada ha revelado que el Club del Progreso
agrupaba a mil quinientos miembros en los años
29
Los Andes, 26 de septiembre de 1917, p. 20; L. Losada, “Sociabilidad, distinción y alta so-
6. ciedad en Buenos Aires: los clubes sociales de la
30
La Tarde, 26 de septiembre de 1917, p. elite porteña (1880-1930)”, Desarrollo Econó-
1. mico, Buenos Aires, 145, 180, enero-marzo de
31
2006, p. 552.
Los Andes, 3 de octubre de 1917, p. 6.
48
32
La Palabra, 18 de julio de 1919. Entre los
Los Andes, 5 de octubre de 1917, p. 5.
apellidos mencionados se puede destacar el de
33 Civit, Villanueva, Videla, Funes, Arroyo y Gonzá-
B. Marianetti, ob. cit., p. 70.
34 lez, todos ellos pertenecientes a las elites nativas
C. Rodríguez, ob. cit., p. 106.
de Mendoza.
35
Ídem, p. 107. 49
Los Andes, 21 de mayo de 1919, p. 6.
36
Véase F. Ferreira de Cassone, Angélica 50
O. Pelagatti, “«Una historia de la historia»,
Mendoza. Una vida en la tormenta, Mendoza,
La escritura de la historiografía en Mendoza en-
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1996,
tre los 20 y los 50”, tesis de licenciatura, Facul-
p. 17.
tad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de
37
C. Rodríguez, ob. cit., p. 53. Cuyo, mimeo, 1999.
Archivo
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) 163 (
Reseñas
L
as problemáticas vinculadas a la his- ficaciones a la tuberculosis, pero que a la
toria de la salud y la enfer medad vez alimentó la medicalización del mundo
for man parte de un campo de re- urbano, contribuyendo a la aceptación por
ciente for mación en nuestra historiografía. parte de la mayoría de la sociedad de un
Diego Ar mus ha sido uno de los pioneros nuevo código higiénico para la vida diaria.
que, desde los años 80, recurriendo a remo- Una de las riquezas del texto es que, de-
zadas perspectivas teórico-metodológicas, bido a la estrategia argumentativa escogida
incorporó la enfer medad como objeto de por Diego Ar mus, esta obra admite, tam-
reflexión. bién, una lectura en clave de historia urba-
La ciudad impura es un libro que se ins- na. De hecho, en el primer capítulo, “Tu-
cribe en los marcos de la historia sociocultu- berculosis y regeneración: ciudades imagi-
ral, en el que el autor conecta a la tuberculo- nadas, verde urbano y vivienda higiénica”,
sis con cuestiones como la degeneración de el eje está puesto en la recurrente asocia-
la especie, la raza, la inmigración, la mujer, ción que existió entre esta enfer medad y las
la niñez, la esfera pública y privada. defectuosas relaciones de la sociedad con el
Es una historia de la tuberculosis escrita medio ambiente, donde el saneamiento del
“desde abajo”, pero comprendida en el espacio público, el hacinamiento y la preca-
marco de los tópicos discursivos que por en- riedad material de la vivienda de los pobres
tonces dominaron el escenario argentino, captaron la atención de sectores dirigentes,
en el que ideas higienistas, poblacionistas, de socialistas, liberales y libertarios que
se entrecruzaban y hasta se mezclaban con acordaron, a pesar de sus diferencias ideo-
las de la medicalización. lógicas, en “la tríada del sol, el aire y el ver-
En este sentido, tal como lo explicita el de en la vivienda y el barrio” como parte de
autor en la Introducción, no se intenta reve- la lucha antituberculosa.
lar las causas que explican el lento descen- En este marco, este historiador argenti-
so de la mortalidad tuberculosa sino explo- no, radicado en Estados Unidos hace mu-
rar cómo en esas décadas signadas por la chos años, muestra cómo se impulsó una
falta de certezas biomédicas ter minaron co- agenda que reconocía en los parques y en
locando la tuberculosis en una trama de las plazas un recurso a utilizar frente a los
problemas que excede estrictamente lo problemas ocasionados por la urbanización
científico. Por esta vía busca ofrecer una acelerada y la incipiente industrialización.
suerte de inventario de imágenes, asociacio- Es ese recorrido por los espacios verdes lo
nes y experiencias concretas que dan sus- que proporciona al lector una vista parcial,
tancia a esa subcultura que saturó de signi- pero vista al fin, de cómo se ordenó el es-
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Daniel Lvovich y Juan Suriano (eds.) última dictadura, así como la necesidad de quienes se adentran en la investigación de
enjuiciar y castigar a los culpables de esos temas más novedosos y, sobre todo, menos
Las políticas sociales en perspectiva histórica. crímenes contra la humanidad. En conse- instalados en el debate y la agenda académi-
cuencia, no resulta sorprendente que en el ca, no cuentan en su haber. La historia de
Argentina, 1870-1952 último lustro, auspiciosamente, empezara a las políticas sociales y, especialmente, su es-
Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sar miento- desarrollarse una historiografía abocada al tudio en el período preperonista, está com-
estudio de los procesos sociales, políticos y prendida en esta última situación, pues re-
Prometeo Libros, 2006, 229 páginas
culturales de esa “historia reciente” de la cién en la década del 90 comenzaron a ge-
en la reestructuración, el achicamiento, el
L
os trabajos reunidos en este libro son Argentina. nerarse sistemáticamente saberes sobre
producto de investigaciones realiza- repliegue y/o la re-regulación del Estado en Ahora bien, la producción de toda histo- ella.
das por los integrantes de dos equi- sus relaciones con la sociedad civil y el mer- riografía es, sin duda, en alguna medida En el campo de las ciencias sociales,
pos, uno con sede en la Universidad de cado, motivó una original, saludable, pero contemporánea de los problemas sociales aportar al conocimiento de un problema y
Buenos Aires y otro en la Universidad Na- también tardía atracción por una indaga- de su tiempo. Pero algunas parecen más un objeto que posee una relevancia social
cional de General Sar miento, enriquecidos ción más detallada y un análisis microsocial sensibles a los temas de agenda pública y y política significativa y activa en el presen-
en el curso de debates efectuados en tres de las trayectorias de diversas agencias esta- estatal, a los avatares de la historia de los te –como es el caso de la historia de las po-
jor nadas de intercambio académico, con- tales, de sus proyectos institucionales, sus Estados y sociedades en las que se inscriben líticas sociales– probablemente demanda
cretadas en 2003 y 2004. Como anticipan funcionarios, y las influencias políticas e in- sus historiadores e instituciones científicas o del analista una dosis de profesionalismo y
los compiladores en la Introducción, el inte- telectuales que incidieron sobre aquellos. De universitarias. En tanto que otras historio- distanciamiento adicional. En su beneficio,
rés suscitado en la historiografía de los últi- modo similar, la investigación del conflictivo grafías se presentan, más bien, como con- los historiadores ar gentinos han contado
mos quince años por el estudio de la géne- proceso de for mación de la ciudadanía y de temporáneas de los intereses de ciertas tra- con el apoyo y alguna inspiración en inves-
sis y el desarrollo de las políticas sociales en una cultura política democrática en la se- diciones intelectuales, es decir, más per- tigaciones precursoras de historiadores y
la Argentina coincidió con una coyuntura gunda mitad del siglo XIX y principios del meables a la influyente trayectoria de deter- sociólogos de la academia norteamericana
contemporánea de sus historiadores, carac- XX se instaló en la academia local sólo tras minadas ideas, individuos, grupos e institu- y europea, como Theda Skocpol, Pierre
terizada –entre otras cuestiones– por la la dolorosa experiencia de una cruenta dic- ciones académicas que constituyen sus refe- Rosanvallon, Robert Castel, los teóricos
emergencia de una crisis estructural en las tadura militar (1976-1983) que arrasó con rencias relevantes en el nivel local y en el in- del corporativismo o los del neoinstitucio-
for mas de intervención del Estado social derechos civiles, políticos y sociales, y res- ter nacional. Por caso, la favorable coyuntu- nalismo. Las investigaciones de estos auto-
configuradas en el siglo XX. Paradójica- tringió notablemente la autonomía, la liber- ra actual del precio inter nacional de la soja, res (ya canónicas) señalan la necesidad de
mente, entonces, las políticas sociales in- tad intelectual, e incluso la vida misma de que redunda directamente en beneficios estudiar ciertos temas sustantivos, ofrecen
gresaron a la agenda de la historiografía en los académicos. Antes de la “apertura de- económicos para el Estado, los productores renovados enfoques teóricos y metodológi-
el momento mismo en que aquellas se in- mocrática” de 1983, por el contrario, en agropecuarios y otros segmentos de la so- cos, innovan en el recurso a nuevas fuen-
corporaban al patrimonio de nuestra histo- nuestro país el interés científico por el po- ciedad que perciben indirectamente su influ- tes documentales, proponen revisar otras
ria, esto es, cuando se convirtieron en un tencial “revolucionario” del movimiento jo a través del financiamiento público, no se más convencionales interrogándolas desde
objeto del pasado, una sustancia irreducti- obrero y de la clase trabajadora se recono- contabiliza como causa central de la afir ma- remozadas perspectivas de análisis, indican
blemente acontecida. cía como un objeto asociado estrechamente ción de las orientaciones dominantes en la la pertinencia de la comparación sociológi-
No ha sido ésta una tendencia singular, con la denuncia política contra el carácter producción de conocimientos sobre la histo- ca sistemática entre casos nacionales con
privativa de este campo de estudios. Otro “meramente for mal” de la llamada “demo- ria agraria del siglo XIX y la primera mitad el objeto de reconocer procesos más gene-
tanto puede decirse respecto de la todavía cracia burguesa”. Finalmente, podríamos del XX; esto es, no deter mina la orientación rales de configuración del Estado social o
incipiente gestación de conocimientos so- decir que treinta años de lucha de organis- de sus consolidados análisis de las for mas de bienestar, y también identifican unos
bre la historia de instituciones estatales na- mos de derechos humanos y de algunas or- de propiedad, la estructura social o la regio- procesos irreductiblemente singulares.
cionales, provinciales y municipales. El des- ganizaciones políticas y sociales contribuye- nalización del espacio rural. En este sentido, Hoy, no cabe duda de que estos interlo-
pliegue de los procesos de refor mas estruc- ron a instalar como tema legítimo en la los estudios agrarios y otros campos más cutores metropolitanos son fundamentales
turales de las políticas neoliberales de los agenda pública y estatal el conocimiento del consagrados de la historiografía argentina para los historiadores argentinos que se
años 90, que redundaron (según los casos) accionar del terrorismo de Estado durante la ofrecen a sus cultores algunas certezas que ocupan del tema. Sin embargo, si revisa-
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mos trabajos producidos en la década del Daniel Lvovich y Juan Suriano nos re- con el primer peronismo, pero no surgieron res” es objeto de estudio en “¿Es realmente
80 por los primeros analistas de la historia cuerdan que en los años 40, siguiendo una ex nihilo, como pretende el excluyente mi- una colonia? ¿Es una escuela? ¿Qué es? De-
de las políticas sociales del período prepero- hipótesis consagrada académicamente por to de origen autoproclamado por el peronis- bates parlamentarios sobre la creación de
nista, como José Panettieri, Er nesto Isuani, Gino Germani y políticamente instalada por mo, y el relato antitético del mito gorila de instituciones para menores de la Argentina,
Ricardo Gaudio, Jorge Pilone, Susana Bel- el propio peronismo, se localizaba la génesis las masas disponibles. Se trató, pues, de un 1875-1890”, de María Carolina Zapiola.
martino o el propio Juan Suriano, podemos de las políticas sociales en la Argentina en el proceso con desiguales desarrollos, con idas Asimismo, y continuando la temática ante-
afir mar que, por entonces, debieron esfor- momento de creación de la Secretaría de y vueltas, que en modo alguno fue un des- rior, María Marta Aversa, en “Infancia aban-
zarse por instalar la relevancia académica Trabajo y Previsión Social, en 1943; en tan- pliegue lineal preestablecido. Ese proceso –a donada y delincuente. De la tutela proviso-
de este tema. Estos pioneros realizaron sus to que su ulterior desarrollo se situaba en través del cual fue reconociéndose la legiti- ria al patronato público (1910-1931)”, in-
investigaciones empíricas y difundieron sus tiempos de los dos primeros gobiernos de midad de ciertas intervenciones estatales en daga en la for mación de un campo de la ni-
resultados interviniendo en un escenario Perón (1946-1952 y 1952-1955). Sin em- materia de lo que denominamos “política so- ñez en el cual participaban políticos, miem-
donde, por un lado, las mencionadas in- bargo, contrariamente a estos presupuestos, cial”– tuvo por protagonistas no sólo a diri- bros de organizaciones filantrópicas, profe-
fluencias intelectuales extranjeras todavía conforme a que desde los años 80 los inves- gentes políticos y funcionarios estatales sino sionales médicos, psiquiatras, abogados,
no estaban consagradas como una referen- tigadores avanzaron en un análisis histórico también a empresarios, trabajadores, cua- penalistas y criminólogos (como Luis Ago-
cia obligada de los historiadores argentinos más minucioso del tema, se pasó a recono- dros de la Iglesia Católica, abogados, médi- te, Alberto Meyer Arana, Satur nino Costas,
(incluso muchas eran abiertamente desco- cer que en la década del 30, en un contexto cos, psiquiatras, y variados individuos y gru- Carlos de Arenaza). Por su parte, Susana
nocidas) y, además, sus interlocutores –ciu- político de democracia restringida, ya exis- pos de la sociedad civil. Belmartino comprende a los actores e insti-
dadanos o científicos sociales– mayoritaria- tían formas de intervención de agencias es- Así pues, los actores y las instituciones tuciones vinculados con las políticas de se-
mente percibían las consecuencias de las tatales en el mercado, la sociedad civil y, en analizados en el libro son diversos y están guridad social médica en “¿Estado social o
transfor maciones estructurales provocadas particular, en las relaciones capital-trabajo. comprendidos en diferentes momentos en- Estado de compromiso? Agotamiento, crisis
por la dictadura militar como profundas, pe- Inmediatamente, algunos autores empeza- tre 1870 y 1952, delimitando subperíodos y refor mulación de las instituciones de aten-
ro todavía reversibles. En la actualidad, una ron a echar luz sobre la política social de los con arreglo a criterios particulares de orga- ción médica, Argentina 1920-1945”. Allí
mirada retrospectiva del conjunto de inves- “gobiernos radicales” de Hipólito Yrigoyen nización temporal. Mirta Lobato, en “El Es- también plantea algunas orientaciones que
tigaciones existentes sobre la historia de las (1916-1922 y 1928-1930) y Marcelo T. de tado y el trabajo femenino: el Departamen- tor nan inteligible el posterior desarrollo, cri-
políticas sociales alentaría en aquellos pre- Alvear (1922-1928), e incluso durante el pe- to Nacional del Trabajo”, aborda en las tres sis y configuración actual de la seguridad so-
cursores al menos una satisfacción y una ríodo correspondiente a los gobiernos de la primeras décadas del siglo XX a funciona- cial médica en la Argentina. Seguidamente,
certeza: su inicial preocupación por instalar denominada “república conservadora” rios de ese departamento y a las inspectoras Daniel Lvovich analiza los discursos y posi-
ese campo de estudios en la historiografía (1880-1916). Cada nuevo estudio conse- Gabriela Lapierre de Coni (de la Municipali- cionamientos sobre la seguridad social de
argentina parece bien lograda, aun cuando guía llamar la atención sobre un hecho me- dad de Buenos Aires), Carolina Muzzilli (del parlamentarios, sindicalistas y empresarios
todavía deba acrecentarse el alcance y la noscabado por la hipótesis de Germani y Departamento Nacional de Higiene) y Celia en la década del 40 en “Sindicatos y empre-
profundidad de sus conocimientos sustanti- por los propios peronistas: demostraba que Lapalma de Emery (del Departamento Na- sarios frente al problema de la seguridad so-
vos, diversificarlos, ampliar sus interlocuto- los orígenes del Estado social y las políticas cional del Trabajo), mientras que Agustina cial en los albores del peronismo”. Final-
res, refinar sus enfoques teóricos y metodo- sociales fueron resultado de un largo proce- Prieto se ocupa de la producción legislativa mente, Karina Ramaciotti se concentra en
lógicos, explorar nuevas y viejas fuentes, y so histórico, que involucró a actores y tradi- de Juan Bialet Massé en su actividad como los diferentes diagnósticos y estrategias
comparar sus resultados con otros casos. ciones políticas e intelectuales locales e in- funcionario estatal y asesor letrado de orga- adoptadas por funcionarios del sector salud
En este sentido, los trabajos compilados en ternacionales muy diversos, así como una nizaciones empresariales y obreras entre del Estado nacional (como Ramón Carrillo o
Las políticas sociales en perspectiva histó- necesaria y prolífica acumulación de expe- 1903 y 1904 en “Prolegómenos de la legis- Juan Sívori), de la provincia de Buenos Ai-
rica testimonian parte de ese logro y brin- riencias institucionales en distintas agencias lación social Argentina: la obra de Juan Bia- res, de profesionales médicos (especialmen-
dan un recorrido atractivo y relevante por el estatales y sectores de la sociedad civil (co- let Massé”. O bien la labor legislativa de di- te, Florencio Escardó), miembros de la
estudio de este tema y período. Veamos, mo sociedades de socorros mutuos, de be- putados del Congreso de la Nación, en par- Unión de Mujeres Argentinas, y de la pren-
pues, algunos tópicos que podemos hallar neficencia, entre otras). Indudablemente, ticular aquella destinada a definir, diferen- sa (los diarios La Prensa, El Día) en “Las
en sus páginas y quiénes son los historiado- esos actores, ideas e instituciones adquirie- ciar y regular desde el Estado la situación voces que cuestionaron la política sanitaria
res que orientan al lector en ese recorrido. ron una nueva configuración social y política social e institucional de “niños” y “meno- del peronismo (1946-1949)”; y Patricia
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Flier, en “Las organizaciones inter naciona- González (1904). El trabajo de María Caro- y profesionales y la participación de institu- protección social desde su génesis, y c) el
les y las recomendaciones de política de se- lina Zapiola trata de responder cómo fueron ciones de la sociedad civil. Ella entiende que peso decisivo que las tradiciones sindicales y
guridad social para América Latina: el caso delimitándose las categorías jurídicas “ni- ese campo se asentaba, en un primer mo- las políticas estatales preperonistas impri-
de la Conferencia Interamericana de Segu- ños” y “menores” en las elites políticas y mento, en la agencia de organizaciones fi- mieron en la trayectoria de ese sistema a lo
ridad Social”, se centra en los puntos de vis- profesionales desde 1880 hasta 1920, es lantrópicas asistidas por recursos del Esta- largo del siglo XX. De hecho, Belmartino y
ta de funcionarios y especialistas en seguri- decir, antes de la sanción de la Ley de Pa- do, como la Sociedad Protectora de Huér- Lvovich coinciden en señalar que en aquella
dad social que participaron de la confor ma- tronato de Menores o Ley Agote de 1919. fanos y Desvalidos, la Sociedad de Benefi- época estas deter minaciones operaron co-
ción de una agenda inter nacional sobre el El análisis de ese proceso muestra que esas cencia y el Patronato de la Infancia. Y, en mo obstáculos al desarrollo de orientacio-
tema durante la década del 40. elites buscaban definir con la primera cate- una segunda instancia, su desempeño estu- nes en pos de un sistema de tipo universa-
Los tópicos abordados en la primera goría a unos sujetos comprendidos en el vo anclado en una progresiva acción estatal lista. Por su parte Karina Ramaciotti vuelve
parte del libro, “Género, minoridad y legis- marco institucional de la “familia” como sobre las familias, llegando incluso a susti- su mirada hacia actores que participaron de
lación social entre dos siglos”, se plantean “hijos”, en la “escuela” como “alumnos” y tuirlas cuando el Estado actuaba con funcio- la definición de las políticas sanitarias desde
los siguientes interrogantes. En el texto de –ocasionalmente– en el “trabajo” como “ni- nes de “tutela” y “patronato” del “menor el interior de las agencias estatales naciona-
Mirta Lobato la cuestión es cómo el Depar- ños trabajadores”; mientras que nominaban desvalido o abandonado”, y apoyándose en les y provinciales, desde la actividad profe-
tamento Nacional del Trabajo investigó e con la segunda categoría a una población nuevas instituciones como el Instituto Tute- sional y académica universitaria, o bien in-
inspeccionó establecimientos productivos y igualmente integrada por niños y jóvenes, lar de Menores, el refor matorio de menores terviniendo en la esfera pública a través de
comerciales con vistas a examinar y legislar pero tenida como “pobre”, “delincuente”, abandonados y delincuentes de Colonia Oli- la prensa. Observa que la pérdida de dina-
sobre la for ma en que se realizaba el traba- “huér fana” y/o “viciosa”. Adicionalmente, vera, la Colonia Hogar Ricardo Gutiérrez, mismo atribuida a la gestión peronista de
jo femenino. De acuerdo con su interpreta- trata de deter minar cuándo se instalaron las los tribunales de menores o el Patronato Ramón Carillo, a principios de la década del
ción, estos funcionarios anclaban sus pers- primeras propuestas que demandaban del Nacional de Menores creado en 1931. 50, reconoce antecedentes y causas en las
pectivas e intervenciones en unas concep- Estado el establecimiento de controles di- La segunda parte de libro, “Salud y se- críticas planteadas desde sectores oposito-
ciones de la regulación estatal que prioriza- rectos sobre los “menores”, mediante qué guridad social: orígenes y legados”, enfoca res y guber namentales a las prioridades ofi-
ban la protección de las “madres” y los “ni- dispositivos y qué instituciones. Y, en tér mi- la comprensión de problemas relativos a los ciales de atención de la salud pública defini-
ños trabajadores”, por ser considerados por nos más generales, nos presenta un pano- compromisos sociales y políticos trabados das durante su gestión ministerial. Al res-
los refor madores liberales, católicos y socia- rama que per mite comprender con mayor por los actores corporativos que caracteri- pecto, la autora reseña y analiza posiciona-
listas como sujetos sociales “débiles”, que precisión y complejidad cómo se produjo la zaron la historia de la seguridad médica –en mientos establecidos frente a dos temas cru-
debían recibir especiales cuidados con el fin transición de un modelo de asistencia a la el caso de Susana Belmartino– o el sistema ciales de la agenda de esa coyuntura: la or-
explícito de preservar la reproducción mate- niñez marginal, basado en la acción de par- de seguridad y previsión social –en el de Da- ganización y funciones del hospital público,
rial y moral de la sociedad. En el artículo de ticulares con el respaldo del Estado o en el niel Lvovich–. Ambos trabajos destacan la y la necesidad de producir un sistema de in-
Agustina Prieto, el punto gira en tor no de encierro en cárceles, a otro modelo funda- importancia y eficacia social que juegan las for mación bioestadística que contribuyera al
cuáles fueron las influencias intelectuales, el do en una decidida intervención estatal a tradiciones políticas e institucionales previas relevamiento de problemáticas y a la toma
diagnóstico de la situación del mundo del través de nuevas instituciones refor madoras en la configuración contemporánea y futura de decisiones. Finalmente, Patricia Flier
trabajo y las propuestas legislativas de regu- (como la Escuela Industrial del proyecto de del sistema. Además son coincidentes en las aborda la agenda de temas de las Conferen-
lación de las relaciones laborales, desarrolla- Mariano Demaría, la Escuela de Refor ma preguntas que plantean; centralmente, qué cias Interamericanas de Seguridad Social,
das por Bialet Massé antes de su conocido de Onésimo Leguizamón o la colonia agrí- intereses y actores están involucrados en ca- mostrando cómo fueron delineándose las
Informe sobre el estado de las clases obre- cola de Dámaso Centeno), o bien a un ter- da sector y coyuntura histórica. Y también tendencias imperantes en este escenario in-
ras en el interior de la República (1904). cer modelo fundado en la supresión abierta son solidarios en la for mulación de hipóte- ter nacional, especialmente en lo que se re-
Esta autora también se pregunta cómo de los regímenes de “inter nado”. En rela- sis, principalmente sobre la definición de la fiere a las recomendaciones destinadas a
aquellas concepciones de Bialet Massé fue- ción con este tema, el trabajo de María Mar- for ma institucional del sistema de seguridad pasar de la for mación de seguros sociales a
ron procesadas, parcialmente incorporadas ta Aversa estudia los orígenes del campo de social a partir de la tensión establecida en- un sistema de seguridad social.
y compatibilizadas con otras orientaciones la “infancia abandonada y delincuente” ob- tre: a) la confluencia o contradicción de los Por último, unas pocas palabras antes
implicadas en el diseño del Proyecto de Có- servándolo desde el análisis de las interven- intereses y actores implicados; b) el carácter de ter minar estos breves comentarios. Re-
digo Nacional de Trabajo de Joaquín V. ciones estatales, las reflexiones académicas fragmentado y heterogéneo del sistema de flexionando sobre la trayectoria de la histo-
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ria de las políticas sociales y de su historio- de Las políticas sociales en perspectiva recorren la historia de la ciudad patagónica ejemplo de las posibilidades que abren, en
grafía en la Argentina, sería dado imaginar histórica se sustraen de la nostalgia por el durante el siglo XX. este recorrido, las fotografías utilizadas co-
a algún filósofo hegeliano heterodoxo plan- pasado perdido o de cualquier finalismo his- Esta coedición de la Universidad Nacio- mo documentos históricos.
teándonos la siguiente idea: la importancia tórico. Sus autores producen un conoci- nal del Comahue y de la Municipalidad de En la selección mencionada –y también
de estudiar los proyectos, los actores y las miento original y minucioso sobre aspectos Neuquén es un buen ejemplo de las posibili- en las otras a las que nos invita el ar mado
primeras instituciones con competencia en relevantes de las políticas sociales entre dades que brindan las fotografías en el cam- de “El montaje de la ciudad de Neuquén”–,
el diseño y la gestión de las políticas socia- 1870 y 1952, desmarcándose muy bien de po de las ciencias sociales “convocando al advertimos que las fotografías se constituye-
les sólo se volvió inteligible en el ocaso de cualquier dogmatismo teórico, sean aque- análisis crítico […] permitiendo reconocer y ron en artefactos materiales que dispararon
su trayectoria histórica. Sin embargo, la llos pregonados por quienes apelan a nece- reconocerse en un pasado pasible de ser mi- sobre la sensibilidad de los autores y colabo-
pertinencia de esta afir mación no sería del sarios desarrollos de la moder nidad, a los rado y pensado al mismo tiempo”, como ad- radores de la edición y que construyeron
todo ajustada, pues ese conocimiento no fundados en la eficacia absoluta de un Esta- vierte Leticia Prislei en el prólogo del libro una mirada colectiva sobre la ciudad. Ras-
fue alcanzado por los historiadores argenti- do capitalista con agencia única y homogé- que, centrado en los aspectos teóricos y me- trear archivos, examinar colecciones perso-
nos al concretarse el desarrollo histórico nea, a los partidarios de conspiraciones uni- todológicos que guiaron el trabajo, funciona nales, hablar con poseedores de imágenes
pleno de las políticas sociales en el presen- lateralmente mentadas por las elites domi- como una guía que busca organizar la mira- familiares y consultar libros para resolver los
te o, como diría el viejo Hegel, en el crepús- nantes, o de aquellos otros dogmatismos da del lector, generalmente poco acostum- epígrafes de cada una de las fotos les per-
culo, cuando el búho de Minerva alza su más en boga actualmente que apelan a la brado a este tipo de libros, que no sólo lo in- mitió a los integrantes de este proyecto ver
vuelo. Por el contrario, creo, debiéramos imbatible organicidad de la lógica del con- vitan al recorrido curioso o nostálgico. Pris- aquello que las lentes profesionales o las
decir parafraseando al joven Marx en su crí- trol social. Por ello, recorrer demoradamen- lei propone un contrato de lectura que inci- amateurs tal vez no percibieron en el mo-
tica a Hegel que empezamos a comprender- te sus páginas, descubrir a los protagonistas ta a la reflexión histórica, apelando a la sen- mento en que ocurrían los hechos.
las, más bien, el día de su entierro. En otras de las historias que narran, y sumarse a la sibilidad del lector que pertenece a la comu- Si el ferrocarril es el símbolo de una so-
palabras, accedimos a un saber histórico polémica con los debates que sus autores
nidad neuquina y de todo aquel que se inte- ciedad moder na, la marca de un Estado que
desnaturalizado sobre la génesis y el desa- proponen, constituye una excelente oca-
resa por una historia tramada en imágenes. se pretende nacional en las fronteras cada
rrollo del Estado social sólo cuando su re- sión para adentrarse en el estado de la dis-
El trabajo organiza las fotografías sobre vez más alejadas de la ciudad capital, la so-
ciente crisis estructural hizo evidente la radi- cusión de esta productiva historiografía so-
tres ejes que articulan la narración histórica: ciedad también experimentará la sustitución
cal historicidad de su existencia sustantiva. bre las políticas sociales en la Argentina.
“El montaje de la ciudad”, “La for mación de aquellos hábitos de fortín por un proce-
En este sentido, y afortunadamente, con
de la sociedad” y “La construcción de la ciu- so de sociabilidad donde se hiciera evidente
erudición y buenas propuestas, los trabajos Ger mán Soprano
dadanía”. la marcha del progreso civilizatorio. Es en
“El montaje de la ciudad” comienza “La for mación de la sociedad” donde aflora
planteando un diálogo per manente entre el recuerdo; como afir ma Patrice Flichy, a
las representaciones del campo y la ciudad partir de fines del siglo XIX el espacio priva-
debido a que Neuquén fue fundada como do se constituye mediante la retención del
capital antes de su existencia como ciudad y recuerdo en contraposición a la efervescen-
Leticia Prislei (directora) y Mirta Kircher (codirectora) su trazado es simultáneo a la constitución cia del espacio público.1 Se trata de ateso-
de un campo diseñado con pautas moder- rar huellas del mundo exterior y material de
Neuquén, imágenes de una ciudad centenaria, 2004
nas sobre el desierto argentino. El diálogo las familias, y las fotografías entran en la vi-
Neuquén, Universidad Nacional del Comahue- moder nizador comenzó con las for mas más da cotidiana y en el hogar con el álbum fa-
Municipalidad de Neuquén, 2004, 219 páginas simples de cruzar los ríos que riegan natu- miliar que captura el recuerdo y mezcla el
ralmente el valle donde se ancló la ciudad espacio privado y el público pero también
de Neuquén, continuó con la fuerza del pro- refuerza la cohesión del grupo; la fotografía
N
euquén, imágenes de una ciudad codirección de Mirta Kircher, que se propo-
centenaria es el resultado del tra- ne conmemorar el centenario de la ciudad greso que impuso muy tempranamente la ya no es la sustitución del retrato como a
bajo realizado por un equipo de in- de Neuquén a través de la publicación de un llegada del ferrocarril y finalmente el impul- comienzos del siglo XIX sino una herra-
vestigación de la Universidad Nacional del libro que recoge, en una cuidada edición, so moder nizador de los 60 con la amplia- mienta para captar el pasado y el mundo
Comahue, dirigido por Leticia Prislei, con la una selección de imágenes fotográficas que ción de las carreteras; este arco es sólo un exterior.
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Las familias, los casamientos, los entie- ción de los Estados nacionales, un espacio fes se constituyeran ya no en dadores de in- vés de un montaje que las ubica en una red
rros, las comuniones, los niños, el ocio, los para la construcción de ciudadanía. Las for mación secundaria –por ejemplo, sobre en la que conviven fotografías de diferentes
oficios y el trabajo; la vida cotidiana atrave- imágenes de niños participando de diferen- un lugar deter minado o una historia de vi- procedencias y diversas temporalidades,
sada por la vida pública de las inauguracio- tes momentos de la vida educativa o de los da– gracias al uso adecuado de la bibliogra- Neuquén, imágenes de una ciudad cente-
nes, los ritos y los eventos culturales y de- actos cívicos, que los tenían como actores fía temática, sino en un espacio donde pu- naria cumple su cometido de narrar una
portivos. Cada una de las fotos de este ca- aventajados, se constituyen en imágenes re- diera explotarse con mayor intensidad críti- historia de la ciudad de Neuquén, una histo-
pítulo es un mundo de detalles epocales que currentes de Neuquén o de cualquier otro ca la lectura de las imágenes para convertir ria en imágenes para la propia comunidad
apelan a la evocación del pasado para ad- rincón de la Argentina. Niños, futuros ciu- definitivamente las fotografías en fuentes neuquina –que se encontrará reflejada en
quirir significación histórica. Se hace difícil dadanos, hijos de padres que no optaron históricas. Las posturas, las miradas, el sig- esas fotos– como también para el lector-ob-
encontrar un arco representativo para este por la ciudadanía política, posando en tor- nificado de las fotos panorámicas, la dife- servador que nunca visitó esa ciudad sure-
capítulo; este apartado es complejo, diverso no a la bandera nacional, niños hijos de ar- rencia entre fotos de fotógrafos amateurs y ña, pero que podrá, a partir de aquí, intuir-
y heterogéneo como la sociedad misma, pe- gentinos paseando por las calles de Neu- de profesionales, hubieran aportado a la la en su dimensión histórica.
ro comparar las fotografías del almacén de quén, niños rodeando una estatua recién historia de esta comunidad tanto como tra-
ramos generales de 1916 con la de 1940 inaugurada, niños en un festejo patrio; ni- tar de identificar a un personaje o el en- Analía Rey (UBA)
implica adentrar nos en un mundo poblado ños y niñas festejan y miran juntos al futu- cuentro de un lugar del pasado que aún hoy
de elementos emergentes y residuales en la ro. Sin embargo, a la hora de cumplir con está presente en la ciudad.
for ma de vida de los pobladores neuquinos las virtudes cívicas del voto, aquella convi- Narrar el centenario de la ciudad de Notas
y de cualquier ciudad del país. vencia se vuelve mundo de varones, desde Neuquén en imágenes seguramente no re-
1
sultó una tarea fácil pero sí una empresa Véase Patrice Flichy, Una historia de la co-
El último de los recorridos fotográficos las primeras elecciones municipales pasan-
fascinante que le per mitirá a este grupo de municación moderna. Espacio público y vida
se adentra en “La construcción de la ciuda- do por los actos del primer y segundo pero-
trabajo conectar sus experiencias persona- privada, México, GG Mass Media, 2000.
danía”, un capítulo de singular importancia nismo o incluso del período posperonista
les de búsqueda y selección con la sensibili- 2
Véase Mirta Zaida Lobato, “Memoria, his-
porque per mite una periodización que va nos muestran un mundo de participación
dad de los lectores-observadores de las foto- toria e imagen fotográfica: los desafíos del relato
más allá del centenario de la ciudad; nos re- masculina.
grafías.2 Al resignificar las imágenes a tra- visual”, Anuario, 5, Facultad de Ciencias Huma-
ferimos al pasaje existente entre la inicial Las mujeres emergen en la escena ciu-
nas, Universidad Nacional de La Pampa, 2004.
condición de Territorio Nacional a la pro- dadana, según las imágenes del libro, recién
vincialización de Neuquén en la década del en la década del 80 cuando la movilización
50 durante el gobier no del general Juan política de la vuelta a la democracia llegó a
Domingo Perón. Esta situación revela, co- la ciudad capital, aunque la delegación Neu-
mo afir ma Prislei, “diferentes concepciones quén de las Madres de Plaza de Mayo hizo
Cristiana Schettini
de la nación y de la democracia” que están su aparición en el Alto Valle en 1977, en
dadas por el status jurídico-político que plena dictadura militar, buscando a sus hijos “Que tenhas teu corpo”: uma história social da
plantea la condición de territorio y por la re- desaparecidos.
presentación de la ciudadanía como posi- Estas imágenes se convierten así en
prostituição no Rio de Janeiro das primeiras décadas
ción legal del individuo inserto en las delibe- fuentes documentales que contribuyen a republicanas
raciones y decisiones de la vida comunita- sostener la memoria y la identidad de la co-
ria. Esas huellas están en todas las imágenes munidad neuquina y nos muestran una po- Río de Janeiro, Arquivo Nacional, 2006, 264 páginas
construidas desde el Estado o la sociedad ci- sibilidad novedosa para narrar historias re- titutas establecidas en aquellas calles hacia
A
comienzos de 1896, una rígida
vil y les per miten a los autores reflexionar gionales. Sin embargo, en esta historia en campaña policial ganó publicidad regiones menos transitadas. Recurriendo a
sobre la construcción de los derechos civiles imágenes, los epígrafes debieran jugar un en los más importantes diarios de artículos introducidos en el Código Penal de
y sociales y la dimensión de la ciudadanía de papel de mayor intervención sobre la foto Río de Janeiro. El comisario de policía Luiz 1890, De Souza inició varias investigaciones
la capital neuquina. en sí misma, ya que si bien el prólogo fun- Bartolomeu de Souza, por entonces respon- de proxenetismo, acusando a personas, en
La escuela es una institución privilegia- ciona como una guía que organiza la lectu- sable de la vigilancia de la región central de especial de origen judío, que alquilaban ha-
da para mirar la confor mación y consolida- ra, hubiera sido conveniente que los epígra- Río, había ordenado la mudanza de las pros- bitaciones y casas a las prostitutas. Su em-
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presa contó, además, con el apoyo de la son retomados y enfatizados en cada uno espacios de negociación, tanto como las fi- por esas historias está relacionado con la
municipalidad, cuando los funcionarios de la de los tres capítulos del libro, constituyendo suras de la organización policial. tentativa de “desnacionalizar” el problema
Dirección de Higiene Pública y Obras Muni- un eje narrativo a partir del cual la autora En los debates que rodean los “sucesos de la prostitución y de indicar un “avance”
cipales clausuraron algunos de los predios identifica e interpreta los cambios en la de 1896”, Schettini identifica el embate en- brasileño hacia ciertos modelos de civiliza-
por considerarlos insalubres, lo cual tenía prostitución carioca a lo largo de las dos dé- tre dos proyectos de república representa- ción. Al relacionar el “tráfico de blancas”
como objetivo dar justificaciones supuesta- cadas posteriores. Para eso, Schettini arti- dos, por un lado, por el comisario que orde- con el tráfico interno de esclavos, la autora
mente neutras a la acción policial. cula una lectura renovada de las fuentes tra- na las expulsiones y, por el otro, por el juez constata que el énfasis en la imagen de la
A pesar de tantas circunstancias aparen- dicionales sobre el tema –las ya menciona- que les concede el hábeas corpus a las pros- prostituta como esclava era recurrentemente
temente favorables, la campaña ter minó das historias del tráfico y memorias– con el titutas. Además de identificar las divergen- utilizado para justificar la intervención estatal
por engendrar una reacción inesperada e análisis del material producido en diferentes cias entre instancias estatales (la policía y el en las vidas de esas mujeres. Es posible, por
incisiva cuando las mujeres afectadas por instancias judiciales. Un aspecto central en Poder Judicial), la autora explora también lo tanto, establecer una asociación entre un
las órdenes de expulsión empezaron a pre- todo este recorrido es el énfasis de la auto- los significados políticos más amplios de ta- estilo de vigilancia policial que privilegia la
sentar mandatos de hábeas corpus en los ra en las posibilidades de participación de les diferencias. El evento en cuestión revela persecución de proxenetas extranjeros y las
juzgados de la capital. Desde el punto de las propias prostitutas en las disputas y re- el desarrollo de una cierta tendencia de vigi- narrativas sensacionalistas de tráfico, dado
vista legal, se trataba de una garantía cons- significaciones sobre sus cuerpos. lancia policial, marcada por el esfuerzo de que se apoyan y se refuerzan mutuamente.
titucional que protegía contra la coacción, Resultado de su tesis doctoral, el trabajo concretar una segregación espacial de las En el capítulo final, Schettini explora la
ilegal o violenta, de la libertad de movimien- fue uno de los vencedores del Premio Arqui- prostitutas, cuyas consecuencias, a lo largo diversidad de los “usos del proxenetismo”,
to. Para aquellos que vivieron el momento, vo Nacional de Pesquisa de 2003. Al movi- de las décadas siguientes, también son abor- teniendo en cuenta cada una de las partes
sin embargo, esa garantía adquiriría senti- lizar un vasto conjunto documental, la inves- dadas en el texto. involucradas en procesos de ese tipo: los
dos muy diversos. tigación cumple con la tarea de proponer En el segundo capítulo, el objetivo de policías y la cuestión de la ubicación de las
No es casual, por lo tanto, que ese epi- nuevas interpretaciones sobre la prostitu- estudio son las historias sensacionalistas del prostitutas en la ciudad, los jueces y las dis-
sodio abra el libro Que tenhas teu corpo: ción brasileña a comienzos del siglo XX y de “tráfico de blancas”. La autora contrapone cordancias respecto de los valores a ser pro-
uma história social da prostituição no Rio contribuir, de for ma amplia y consistente, a su análisis a la visión consagrada sobre esos tegidos, las prostitutas y sus intereses en los
de Janeiro das primeiras décadas republi- debates teóricos y metodológicos propios relatos, hasta ahora asimilada de manera conflictos con los dueños de sus casas. Uno
canas, de Cristiana Schettini. Además de de la historia social, en una compleja red de acrítica por gran parte de la historiografía. de los procedimientos más intrigantes, sin
anunciar la cuidadosa construcción narrati- diálogos. Antes de explicitar algunos de En ese sentido, opta por recuperar las ex- embargo, es el uso que la propia historiado-
va que ocupa las páginas siguientes del li- esos diálogos, considero pertinente dar a periencias de las prostitutas extranjeras en ra hace de tales registros, empleándolos pa-
bro, los “sucesos de 1896” tienen impor- conocer el contenido de cada capítulo. Brasil: a partir de juicios criminales de pro- ra destacar aspectos de las vidas de hom-
tancia en la propia for mulación del análisis En el primer capítulo son presentados xenetismo, discute cómo esas mujeres te- bres y mujeres asociados a la actividad de la
propuesto por la autora. Por un lado, ella diversos protagonistas del episodio de los nían la posibilidad de apropiarse de ciertas prostitución y su relación, cercana y com-
busca entender qué conflictos se volvieron hábeas corpus. Al acompañar los encuen- imágenes asociadas a ellas, de un cierto pleja, con la vecindad. Schettini se dedica,
visibles a través de aquella situación especí- tros entre prostitutas y hombres, con o sin “script de género”, movilizándolas en su fa- en esa parte, a combatir ampliamente la
fica y qué cosas revelaba sobre las vidas y unifor me, la autora discute las diferentes vor. Esos documentos también per miten idea de que la prostitución constituye un
expectativas de las personas involucradas. nociones de masculinidad pasibles de ser observar que ellas se insertaban en relacio- “mundo aparte” o un “submundo”.
Por el otro, la autora considera el episodio evocadas o atribuidas por los diferentes ac- nes sociales complejas, que iban mucho A lo largo de todo el libro, la autora lidia
como un “punto de partida” para seguir las tores involucrados en esas relaciones socia- más allá de la dicotomía proxeneta/explota- con lo que llama la “miopía” con relación a
for mas que tomaron esos mismos conflictos les, sea para definir identidades o para mar- dor y prostituta/víctima. las prostitutas brasileñas negras o migrantes
en los años siguientes, cuando las referen- car distinciones. En la relación entre esas De modo innovador, la autora recupera pobres. Por un lado, su trabajo busca com-
cias a las prostitutas pasaron supuestamen- mujeres y los policías, el énfasis del análisis la historicidad del “tráfico de blancas”, o sea, prender cómo se dio la construcción de los
te a restringirse a las historias sobre el “trá- recae sobre las for mas en que la autoridad sus significados específicos en un país donde silencios respecto de esas mujeres. Por el
fico de blancas” y a los relatos idealizadores de esos hombres era construida cotidiana- la esclavitud negra había sido abolida hacía otro, reúne una serie de documentos que le
de escritores y memorialistas. mente. En tal proceso, las meretrices apro- poco tiempo. En el Río de Janeiro de la se- permite acompañar las acciones y las trayec-
Diferentes aspectos del mismo episodio vechaban para sus propios objetivos esos gunda mitad del siglo XIX, el peso adquirido torias de esas prostitutas pobres. Con eso
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realiza una valiosa contribución a la historio- vestigaciones que, en los años 80, aborda- Sandra M. Szir
grafía sobre la prostitución en Brasil que, ron cuestiones relacionadas con las mujeres
muy inspirada por los estudios de Michel pobres y trabajadoras en la capital brasileña Infancia y cultura visual. Los periódicos ilustrados
Foucault, se concentró en la producción de a comienzos del siglo XX. En aquel momen-
discursos médicos y judiciales, y también en to existía la tendencia a enfatizar la oposi-
para niños (1880-1910), 190 páginas
relatos de memorialistas. Producida princi- ción entre una “cultura popular” y una “cul- Buenos Aires, Miño y Dávila, 2007
palmente en la década del 80, esa historio- tura dominante”. En cierta medida, era ne-
E
grafía terminó, en gran medida, por reponer cesario resaltar el rol de las mujeres como l libro que Sandra Szir dedica a la En ese contexto, Sandra Szir analiza las
ciertas lagunas de sus fuentes en sus inter- “sujetos históricos” y la categoría de género emergencia de periódicos ilustrados relaciones variables y complejas que las re-
pretaciones, ya que los estudios producidos todavía no estaba incorporada a las reflexio- para niños en Buenos Aires a fines vistas ilustradas para niños mantuvieron con
terminaban diciendo más sobre los hombres nes. En el trabajo de Schettini, más cercano del siglo XIX apunta a un cruce de cuestio- la educación for mal, introduciendo nuevas e
involucrados en la producción de textos de a las perspectivas desarrolladas por otras nes específicas sólidamente ancladas en la interesantes cuestiones a partir del análisis
la época que sobre las propias prostitutas. historiadoras latinoamericanas, como trama de la historia: se ubica en un momen- de su dimensión material, en tanto objetos
Otra cuestión que recorre los tres capí- Sueann Caulfield, hombres y mujeres de di- to en el que la educación de los niños fue de consumo con un for mato y unas caracte-
tulos es la reflexión propuesta sobre el Esta- ferentes clases sociales se apropian de valo- entendida como tarea prioritaria en la cons- rísticas específicas. Esas cuestiones se rela-
do republicano y su presencia en las vidas res comunes e identidades sociales. Las trucción de una nación moder na y cohesio- cionan con el placer de la lectura y el juego,
de las personas comunes. Gran parte de las propias identidades de género no son fijas y nada. El alcance y la difusión de los debates la importancia del diseño de sus páginas, la
investigaciones acerca de los primeros años se combinan con las de raza, clase y nacio- que tuvieron lugar en el Congreso Pedagó- economía de la imagen en relación con la
republicanos enfatizó la inter ferencia del nalidad de diferentes for mas en momentos gico de 1882 dan una idea del interés que palabra en esas páginas, el humor, el entre-
nuevo régimen político sobre las “clases po- específicos. la discusión acerca de los ideales y modelos tenimiento, el mercado y el consumo.
pulares”, destacando su carácter autoritario En el libro, la articulación de múltiples educativos tuvo no sólo para la elite dirigen- Los niños aparecen a lo largo de este li-
y represivo. Schettini se filia en otra pers- categorías recorre todo el esfuerzo analítico te y los “especialistas” sino también para la
bro no sólo como sujetos a ser educados si-
pectiva, al centrar su atención sobre las mu- de interpretación de la documentación, lo opinión pública. La publicación cotidiana de
no también como público consumidor a
jeres y los hombres involucrados en la pros- que le per mite a la autora construir argu- las distintas posiciones y opiniones en dis-
conquistar en empresas editoriales más o
titución y al preguntarse cómo ellos “parti- mentaciones como la del epílogo, donde re- puta (entre católicos y liberales), durante va-
menos exitosas. Las décadas que enfoca
ciparon en las negociaciones sociales acer- laciona la concentración de identidades ét- rios meses en la primera plana de varios pe-
fueron un momento de grandes y rápidos
ca de los significados y de los proyectos de nicas en deter minadas calles de prostitu- riódicos de la capital, dan cuenta de un am-
cambios, en el que es posible advertir la
la capital republicana” (p. 23). Su análisis ción, el tipo de servicio sexual ofrecido y el plio interés en la orientación del sistema
apropiación de modelos europeos, su ade-
contempla las divergencias entre la policía y per fil de los clientes. La noción de masculi- educativo nacional. La escuela convocaba
cuación al medio local, el interés constante
el Poder Judicial, así como las visiones con- nidades es retomada en esa parte a modo ese interés en un momento también carac-
terizado por José Pedro Barrán como la por competir en cuanto a la moder nidad de
flictivas dentro de cada una de esas institu- de relacionar género y clase con la inten-
“era del disciplinamiento” en su historia de los métodos de producción y reproducción
ciones. Si las prostitutas eran blanco de vi- ción de enfocar a los diferentes hombres
la sensibilidad en el Uruguay, que podría en de las imágenes y, sobre todo, un reacomo-
gilancia y estigmatización, al mismo tiempo que circulaban por el centro de la ciudad y
muchos aspectos hacerse extensiva a la otra damiento rápido a las respuestas del públi-
articulaban diferentes estrategias para lidiar que convivían con las prostitutas. De modo
orilla del Plata. co lector.
con tal situación, limitando y resignificando general, el análisis de Schettini muestra có-
las acciones de los hombres del Estado. mo la categoría de género per mite ampliar Disciplinamiento de los cuerpos, urbani- Resulta notable la diferencia de estrate-
Tales consideraciones están relaciona- los debates y enriquecer el abordaje tradi- zación de las costumbres, se sumaron a la gias en las tres publicaciones analizadas por
das con la intención de Schettini de combi- cional en el campo de la historia social. puesta en marcha, tan bien analizada por la autora. En La Ilustración Infantil, funda-
nar una perspectiva de género con los pre- Lilia Ana Bertoni en su libro Patriotas, cos- da por Francisco Bourel en 1886, se desta-
supuestos de la historia social. Se trata de Lerice de Castro Garzoni mopolitas y nacionalistas, de dispositivos ca la importancia del didactismo moral, en
un avance significativo respecto de las in- Universidad Estadual de Campinas educativos y simbólicos orientados a la for- el marco de las tensiones y discusiones en-
mación de sentimientos y emociones pa- tre católicos y liberales que se dejan entre-
trióticos en una población cada vez más ver en sus artículos. Asimismo, se hace evi-
cosmopolita y heterogénea. dente en esta revista una escasa apelación a
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la imaginación infantil, en textos e imáge- guiente de su fundación redujo su tamaño y loreadas de los libros y revistas aún conser- que sacan fotos y filman, televisores omni-
nes que reclamaban la comprensión de lo devino “semanario humorístico”, acentuan- vaban su protagonismo. presentes, cable, inter net, etcétera).
real, la inculcación de valores éticos y una do su aspecto lúdico e infor mal e incluyen- En este sentido, quisiera volver a las pri- Y se me ocurre pensar que tal vez la ima-
clara diferenciación de roles de género. Si do junto al material dirigido específicamen- meras páginas de este libro, las que parten gen impresa no ha perdido todas las batallas,
bien hubo en sus páginas algunos desliza- te a los niños una buena proporción de no- de la evocación sensual de los impresos in- justamente por esa dimensión material, sen-
mientos hacia lo lúdico, en esa primera La tas de actualidad, fotograbados y publicidad. fantiles por Umberto Eco en su libro La sual, recorrible y atesorable de los objetos im-
Ilustración Infantil lo que primaba era el Fue una revista bastante parecida a la exito- misteriosa llama de la reina Loana, una presos. La posibilidad de poseerlas, de guar-
disciplinamiento. sísima (desde 1898) Caras y Caretas; en vivencia compartida por ella misma. Por su- darlas en un baúl y volver a mirarlas muchas
En la segunda publicación, El Diario de for mato magazine, presentaba una gran di- puesto eso también me trajo el recuerdo de veces, de compartir la lectura deteniéndose
los Niños, fundada en 1898 también por versidad visual, incorporando juegos, hu- mis horas de infancia recorriendo una y otra en ellas para reencontrar lo recordado y ha-
Bourel, la importancia y el interés de la ima- mor, caricaturas, pero sobre todo evadiendo vez aquellos libros y revistas que se machu- cer nuevos descubrimientos, tal vez reserve
gen visual aumentan considerablemente. el ritmo y los programas escolares. Pulgar- caban de tanto mirar y remirar. un lugar insospechado para esos objetos jun-
Fue ésta una publicación que, como observa cito cultivó una veta autorreferencial, apeló Hoy parecería irreversible la pérdida de to al avance de la televisión y de la imagen
Szir, podría pensarse como auxiliar didáctico a los deseos de los niños e interactuó con espacio de la imagen impresa en relación virtual. Algo en la calidad de este libro, rico
de un universo escolar ampliado. Poblado de sus lectores animándolos a enviar colabora- con la inmensa disposición de imágenes efí- en ilustraciones de aquellas publicaciones in-
pequeñas imágenes y viñetas que seguían la ciones para ser publicadas. Su consigna era meras, virtuales, electrónicas, televisivas, fantiles tempranas, habla de esto al lector.
tradición de la ilustración didáctica enciclo- “aprender jugando”. Moder na, desplegó que reciben los niños gracias a los incesan-
pédica, El Diario de los Niños ponía el én- dispositivos que estimulaban los deseos de tes y vertiginosos cambios en los modos de Laura Malosetti Costa
fasis en la divulgación científica, la estimula- sus lectores: publicidad, tiras cómicas, foto- reproducción digital de la imagen (celulares (UBA/IDAES/CONICET)
ción de la imaginación y la comprensión del grafías, caricaturas, deslumbrantes tapas a
mundo a partir del dibujo y del sentido de la color. Estimuló la continuidad de su consu-
vista. Microscopios, imágenes microscópi- mo organizando juegos y concursos que se
cas de sustancias (gotas de leche “auténtica desenvolvían en el número siguiente. Pul-
y falsificada” por ejemplo), alternaban con garcito resultó un éxito editorial. Logró ma-
clasificaciones fisiognómicas de razas huma- sividad con un precio reducido (costaba lo Horacio Tarcus
nas, plantas, animales, insectos, en una lí- mismo que cualquier semanario popular
nea coherente con el cientificismo positivis- ilustrado) y la incorporación de todas las no- Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros,
ta finisecular. La última página de El Diario vedades técnicas disponibles para lograr un intelectuales y científicos
de los Niños incluyó ilustraciones publicita- despliegue visual atractivo. La revista pro-
rias, lo cual anticipa una tendencia que se mocionó y multiplicó ese éxito publicando Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2007, 542 páginas
acentuaría en la tercera –y la más exitosa– las cifras de su tirada y circulación tanto en
de las tres revistas: Pulgarcito. Buenos Aires como en Montevideo.
E
n este trabajo monumental Horacio ción, los socialistas alemanes encabezados
Fundada en 1904, Pulgarcito fue publi- La lectura de este libro invita, con toda Tarcus se propone seguir la cola del por Ger mán Avé Lallemant, y los argenti-
cada por la Librería del Colegio, la librería su precisión y rigor histórico, a proyectar diablo, pero ya no la de Antonio nos a partir de las interpretaciones de su lí-
que todavía se encuentra en la esquina del sobre el presente muchas reflexiones (los Gramsci –cuya recepción ha sido estudiada der Juan B. Justo, para concluir con el
Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue buenos libros de historia cultural invitan a por Pancho Aricó, a quien está dedicado el abordaje que del marxismo realizaran las
cambiando rápidamente su carácter y am- hacerlo). El análisis de ese momento semi- libro– sino la del auténtico y primer Lucifer: ciencias sociales en proceso de consolida-
pliando sus destinatarios para apuntar a un nal en las publicaciones ilustradas para ni- Karl Marx. Realiza así un extenso recorrido ción a comienzos del siglo XX. Pero el ca-
público lector masivo. Resultó, sin duda, la ños en la ciudad de Buenos Aires adquiere que, comenzando con esa imagen demonía- rácter múltiple del trabajo no se funda sola-
más lúdica y distanciada de los ritmos y cá- particulares resonancias para quienes –co- ca propugnada por la prensa que reflejaba mente en la pluralidad de momentos de la
nones de la educación for mal de las publica- mo yo, y también la autora– crecieron, se los temores suscitados por la Comuna de recepción del marxismo sino también en la
ciones para niños que habían aparecido en divirtieron y alimentaron su imaginación in- París, pasa por las diferentes lecturas que de quienes lo incorporaban –intelectuales
Buenos Aires hasta entonces. Al año si- fantil en un mundo en el que las láminas co- emprenderían los exiliados de esa insurrec- tradicionales, obreros intelectuales deveni-
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dos dirigentes de organizaciones políticas, París, va posando sus ojos primero sobre la ra de lugar”, señala que un similar eclecticis- car estas lecturas el autor realiza una re-
obreros intelectualizados, delegados gremia- Inter nacional, vista conspirativamente co- mo caracterizaba a la socialdemocracia ale- construcción minuciosa y bien documenta-
les, obreros asociados– y, consiguientemen- mo la organizadora de esa experiencia, y mana en la que sólo lentamente se iba im- da del laborioso proceso de constitución de
te, en la de los registros en los que se trami- luego sobre un luciferino Karl Marx, a quien poniendo el vocabulario marxista. Sin em- ese partido. Señala así la existencia, en el
taba esa recepción –desde las grandes obras juzga el líder de la Inter nacional. En segun- bargo, cuando reconstruye los manifiestos interior de la cultura obrera, de una subcul-
doctrinarias a los artículos en la prensa, des- do lugar, la de los comuneros exiliados que impulsando la celebración del 1 de mayo, tura socialista y marxista que habría encon-
de las discusiones académicas a los rituales organizan las primeras secciones locales de señalando cómo en ellas se mezclaba el vo- trado como principal vehículo de difusión el
que dan for ma a un imaginario socialista–. la Inter nacional. Finalmente, la del belga cabulario marxista con el lassalleano, pare- periódico El Obrero, desde el cual y ante la
Por ello el libro puede, y tal vez debe, leer- Raymond Wilmart, militante de la Inter na- ce plantear una visión más acabada del mar- crisis de la Federación Obrera –debida a la
se como un trabajo de historia intelectual, cional y enviado de Marx a Buenos Aires, xismo que, sin tomar en cuenta las hibrida- crisis económica y a la prédica contraria de
como una historia cultural que da cuenta de quien –como muestran los documentos in- ciones que subsistían en el discurso de la so- los anarquistas– habría impulsado la consti-
las reapropiaciones populares de las doctri- corporados por Tarcus en un Apéndice, cialdemocracia alemana que aún no había tución de un partido político. Agotada la vi-
nas de los intelectuales, como una historia fuentes que serán referencias imprescindi- abandonado su programa de Gotha, lo da del periódico por las disputas inter nas
política centrada en los primeros años del bles para futuras investigaciones– pasa del identifica sin más con el “materialismo his- que pondrían también fin a la Federación,
Partido Socialista, como una historia de la entusiasmo a la decepción acerca de las tórico”. quienes sostenían la necesidad de fundar un
miríada de iniciativas de publicación de pe- perspectivas que estas tierras presentan pa- Tarcus subraya que a partir de fines de Partido Socialista comenzarían a publicar el
riódicos, folletos y bibliotecas socialistas. ra la acción socialista. Tarcus señala que en 1890 la iniciativa socialista pasa del Vor- periódico La Vanguardia que se convertiría
Entre esa pluralidad de registros hay sin los tres casos, el Marx que llega a la Argen- warts a la naciente Federación Obrera y a en el “mediador clave” que, articulando los
embargo uno en el que –en una ejemplar tina en los 70 es el revolucionario, líder de su periódico El Obrero en el que la voz distintos registros socialistas, haría posible
Introducción plena de precisiones metodo- la Asociación Inter nacional de Trabajadores principal es la de Ger mán Avé Lallemant, esa fundación. En este punto el autor pasa
lógicas y distinciones conceptuales– Tarcus (AIT), y no el científico autor de El capital. un ingeniero alemán convertido al marxis- al registro de la historia intelectual analizan-
busca enmarcar la línea principal de su tra- Señala asimismo que el discurso revolucio- mo en la provincia de San Luis a partir de do la recepción que Juan B. Justo hiciera de
bajo: la de los estudios de historia intelectual nario de la AIT que planteaba la necesidad la lectura de los materiales difundidos por el la obra de Marx. Para ello no sólo toma en
centrados en los fenómenos de recepción de constituir a la clase obrera en partido re- Vorwarts, quien plantea la primera interpre- cuenta distintos textos de Justo de los años
de ideas. El propósito declarado –abordar volucionario estaba lejos del socialismo éti- tación marxista de la for mación social ar- 90 sino la política de traducciones de La
los modos, los canales y los agentes a través co que profesaban aún los comuneros que gentina. Pero, lamenta el autor, esta lectu- Vanguardia, subrayando que el Marx pre-
de los cuales el pensamiento de Marx ingre- habían fundado secciones de la Inter nacio- ra, enmarcada en las grandes líneas del sente en ella no es el revolucionario de la In-
só a la Argentina–, señala el autor, se ubica- nal. marxismo de la II Inter nacional, despoja a ter nacional sino el científico autor de El ca-
ría en las antípodas de la búsqueda de un El segundo núcleo de recepción de la los procesos históricos de su momento sub- pital que postularía, junto a otros autores y
“verdadero Marx” o de una “lectura correc- obra de Marx es el de los inmigrantes ale- jetivo y negativo para leerlos en clave obje- en discusión con los anarquistas, el carácter
ta” de su obra. Sin embargo, adelantamos, manes reunidos en el club Vorwarts. Tarcus tivista, al punto de dar for ma a un “marxis- evolutivo y pacífico de la revolución. Tarcus
no siempre podrá mantenerse fiel a esas reconstruye con detalle su vida institucional mo sin sujeto” que postula al socialismo co- identifica en esa concepción de la transfor-
premisas, y ya desde la Introducción se de- y analiza las posiciones que sostenían en el mo consecuencia directa del despliegue ca- mación una “contaminación” del marxismo
jarán oír los ecos del lamento de Walter periódico del mismo nombre, lo que le per- pitalista. Será este “marxismo automático” –y las comillas no logran ocultar el disgusto
Benjamin, una voz que cuestiona el prima- mite, desmintiendo a quienes lo habían con- el que llevará a abandonar las ideas de revo- y cierto deseo de pureza– por el refor mismo
do de una lectura deter minista y fatalista siderado como un núcleo marxista, definirlo lución violenta y a cuestionar las iniciativas y el revisionismo, tér minos que, contrastan-
que habría tendido a obliterar el legado filo- como un centro de difusión de materiales en defensa de la pequeña propiedad agra- do con los matices que plantea en otros ca-
sófico-crítico de Marx. provenientes de diferentes tradiciones so- ria; es él también el que explica los, a pri- sos, reúne y asocia con el economicismo.
El recorrido se abre con una primera re- cialistas y aun anarquistas. Este eclecticismo mera vista más sorprendentes, elogios de la Creemos que algunas de estas asocia-
cepción, la de la década de 1870, que con- ya había sido señalado por Víctor Klima, acción civilizadora del imperialismo. ciones implícitas enmarcan la lectura que el
tiene al menos tres recepciones distintas. quien lo explicaba por la inmadurez del mo- La tercera recepción de Marx es la que autor realiza sobre Juan B. Justo. Comien-
En primer lugar, la de la prensa que, sor- vimiento obrero argentino; Tarcus en cam- tiene lugar en los grupos que for marían el za reconociendo el conocimiento que Justo
prendida y atemorizada por la Comuna de bio, alejándose del tópico de “las ideas fue- Partido Socialista Argentino. Para enmar- tenía de la obra de Marx –al respecto re-
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construye con detalle la gestación de su tra- es lo que lleva a no valorar los esfuerzos de contrando en las palabras de Quesada una der no”, su obra ha ingresado en los ámbi-
ducción del primer tomo de El capital–, y Justo por incorporar el factor subjetivo, ya prueba de la legitimidad que el marxismo tos intelectuales y académicos. La evalua-
sigue a Jorge Dotti cuando señala que el que –es el caso de su política agraria, que lo había ido ganando. Ésta seguiría creciendo, ción parece ser celebratoria, sin embargo el
cuestionamiento de la dialéctica en nombre aleja de la idea de simplificación del “mar- de modo que Marx y el marxismo pasarían tono con el que reconstruye ese recorrido
del “realismo ingenuo” no tenía en Justo xismo automático” de Lallemant– éstos se a tener por décadas un lugar importante en muestra cierta añoranza, cierto deseo de
nada de ingenuo sino que obedecía a la “de- realizan en una dirección refor mista. Las li- la escena intelectual argentina –a recons- encontrar por detrás del Marx científico que
cisión política” de traducir la doctrina socia- mitaciones de los esfuerzos de Justo son in- truir ese lugar y a mantener y reactivar ese entraba a las aulas, a aquel otro, crítico y re-
lista de acuerdo con las necesidades de un discutibles, más problemático es que pue- legado se han orientado buena parte de los volucionario.
partido incipiente que buscaba tor narse he- dan explicarse por una mala lectura del esfuerzos de Tarcus, a través de este y otros
gemónico. Pero se distancia del autor de marxismo. libros, revistas y de la empresa misma del Ricardo Martínez Mazzola
Justo, lector de “El capital” al señalar que El trabajo concluye abordando algunos CEDINCI–. Marx ya no es el “Lucifer mo- UBA-CONICET
esto abre nuevos problemas, ya que este “jalones” significativos en la recepción de
“plebeyismo metafísico” llevaría a Justo a Marx en el naciente campo de las ciencias
abandonar conceptos como praxis, ideolo- sociales de comienzos de siglo. El punto de
gía y fetichismo. Postulando, como hizo en partida es la reconstrucción del tránsito de
la polémica con Enrico Ferri, el carácter ca- José Ingenieros desde las posiciones revolu-
pitalista puro de la for mación social argen- cionarias y antiestatistas de su juventud
tina, Justo habría despojado de connotacio- –respecto de las cuales demuestra, apoyán-
nes históricas el proceso de constitución de dose tanto en sus citas como en la política
las masas populares, lo que lo llevaría a de- de traducciones que emprende desde La
satender identidades como la radical o la Montaña, que debían menos al anarquismo
anarquista en nombre de un modelo peda- que al socialismo francés y en particular al
gógico de construcción de la identidad so- “allemanismo”– al socialismo refor mista de
cialista. Tarcus también señala, y cuestiona, sus años académicos. Más escueto es el
la lectura alegórica que Justo realiza del ca- abordaje que realiza de las lecturas de Marx
rácter de mercancía de la fuerza de trabajo, en otros dos intelectuales socialistas: Alfre-
la que per mite una crítica ética al capitalis- do Palacios –en cuya tesis doctoral identifi-
mo y una apelación a los valores democrá- ca una dimensión de condena moral al ca-
ticos contra el capitalismo. La reivindica- pitalismo ausente en posiciones como las
ción de Dotti –que sostiene que la desaten- de Ingenieros– y Enrique Del Valle Iberlu-
ción de Justo de la dialéctica entre igualdad cea. También analiza la recepción que de
jurídica y desigualdad social per mitiría recu- Marx hicieron intelectuales que nunca per-
perar “lo político en clave socialdemócra- tenecieron a las filas socialistas: Carlos Oc-
ta”– lo hace afir mar, indignado, que no es tavio Bunge, Juan Agustín García y Er nesto
evidente que tal cosa sea una ventaja. Lo de Quesada. Destaca en este último el conoci-
la clave socialdemócrata es obviamente opi- miento de los debates del marxismo de su
nable, pero la necesidad de recuperar lo po- tiempo, conocimiento al que apelaba para,
lítico es, con otra ter minología, lo que el por un lado, señalar a los socialistas la ob-
mismo Tarcus demanda cuando cuestiona al solescencia y el carácter sentimental de sus
marxismo economicista y “sin sujeto”. Esta posiciones, y por otro, para advertir a los
incomprensión, creemos, se explica por la miembros de la elite sobre la necesidad de
equiparación, implícita en todo el trabajo, atender a la “cuestión social”.
entre “sujeto” y “sujeto revolucionario”, y Tarcus concluye este largo recorrido en-
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Nota para los autores y colaboradores
estudios sociales Los trabajos con pedido de publicación deben enviarse a Cuenca 1449 (1416), Ciu-
revista universitaria semestral dad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Los trabajos correspondientes a la sección “Artículos” deben ser originales y serán
Consejo Editorial: Darío Macor (director), Ricardo Falcón,
evaluados por árbitros exter nos, mientras las reseñas y las notas de la sección “Lectu-
Eduardo Hourcade, Enrique Mases, Hugo Quiroga, César Tcach,
Darío Roldán ras” serán sometidas a la evaluación de los miembros del Consejo de Redacción.
Los autores deberán observar las siguientes recomendaciones:
Nº 32 primer semestre 2007
a) Deberán enviarse dos copias impresas y un disquete.
ARTÍCULOS b) La extensión de los trabajos correspondientes a la sección “Artículos” no debe ex-
ceder los 65 mil caracteres incluidos los espacios en blanco, las citas y notas biblio-
RAANAN REIN Y JEFFREY LESSER: Los conceptos de etnicidad y diás- gráficas.
pora en América Latina: la perspectiva judía. c) Las citas y notas bibliográficas deben ubicarse de la siguiente manera: 1) nombre y
RODOLFO RICHARD-JORBA: Crisis económicas y conflictos sociales en apellido del autor; 2) título de la obra en cursiva (en caso de citarse artículo, éste irá
Mendoza en la década de 1890 y los primeros años del siglo XX. entrecomillado y escribiendo en cursiva la publicación en donde fue incluido); 3) lu-
gar de edición; 4) fecha.
JAVIER MOYANO: Clericales y liberales en la política cordobesa entre d) Los artículos deben ir precedidos de un resumen en castellano y otro en inglés que
1890 y 1930. no debe ser menor de cien palabras ni mayor de ciento cincuenta.
CELIA BASCONZUELO: Los jefes políticos, sus vínculos sociales y las
disputas de poder en el departamento Río Cuarto, 1870-1890.
ENTREVISTAS