VARELA
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internaremos en la vida del Dr. Florencio Varela, de él se trata, debo aclarar que poco
tiene que ver con la identidad varelense, ya que circunstancias políticas determinaron
que el pueblo de San Juan, lleve su nombre.
textos aseguran... Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es
preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de
querer saber exactamente cómo somos".2
Desde otra visión nos dice Juan Álvarez que: "Por falta de método en los
estudios, el pasado argentino parece como un confuso amontonamiento de violencias
y desórdenes y es general la creencia de que millares de hombres lucharon y murieron
en nuestros campos por simple afección hacia determinados jefes y sin causa alguna
que obrara hondamente sobre sus intereses, sus derechos o sus medios de vida
actuales. El despectivo South América viene a ser de éste modo una creación de los
mismos sudamericanos. Buena parte del error emana de atribuir más importancia al
aspecto externo de los hechos que a la investigación de las causas. Es como si se
confundiera el detonante con la sustancia explosiva. Casi siempre actuó a modo de
detonante un jefe militar o un caudillo y quienes lo seguían exteriorizaron el propósito
de elevarlo a la primera magistratura; por ello aparece la revolución como resultado de
la voluntad del caudillo; pero con el mismo criterio podría asegurarse que la alza o la
baja de los precios depende exclusivamente do los rematadores. En efecto, los
intereses o aspiraciones de un solo hombre no explican la actitud de las
muchedumbres mejor que las aspiraciones e intereses de esas muchedumbres”3. Para
luego agregar que: “La adhesión al jefe nace de la ineptitud de ]as masas para
reformar la legislación o el estado de cosas que motiva el estallido; le obedecen, como
seguirían las órdenes del médico para curar la enfermedad que no atinan a combatir
por si mismos. Hay sitio, sin duda, para la sugestión del que manda y el afecto del que
se deja arrastrar: estos dos elementos no bastan por si solos para determinar un
estado crónico de guerra social"4.
En este sentido, John William Cooke afirmaba: "Las ideas no son exóticas, ni
aborígenes, ni extrañas, ni vernáculas. Prácticamente, todas las ideas son exóticas, si
nos atenemos a que no surgieron en nuestro ámbito geográfico. Si bien se mira, las
ideas son exóticas en todas partes, desde que el, desarrollo de la cultura es un
proceso acumulativo de la sociedad a través de los siglos y de los pueblos... Lo que
hace que una ideología sea "foránea", "extraña", "exótica" o "antinacional" no es su
origen, sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades. El
liberalismo económico era antinacional no porque lo inventaron los ingleses, sino
2
SCALABRINI ORTIZ, Raúl. Política Británica en el Río de la Plata. Ed. Plus Ultra. p. 7
3
ÁLVAREZ, Juan, Las guerras civiles argentinas, 4ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1976, pp. 17‐18
4
ÁLVAREZ, Juan, Las guerras civiles argentinas, 4ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1976, p. 19
porque nos ponía en manos de ellos. El sistema corporativo fascista es malo, no
porque haya sido implantado en Alemania o Italia, sino porque es retrógrado en
cualquier parte y doblemente desastroso en un país dependiente. Pero las ideas que
sirven para el avance del país y la libertad del pueblo son nacionales".5 Y define
Cooke: "Una concepción nacional es aquella capaz de plantear originalmente la
liberación sin trasladar mecánicamente conclusiones que fueron válidas en otro cuadro
histórico social, pero a nadie se le ocurre que tenga que ser una construcción hecha
con elementos conceptuales surgidos como productos nativos”.6
CONTEXTO
El célebre Rivadavia
El hombre que mereció reconocimiento por medio de la calle más larga, plazas,
monumentos y una referencia geográfica obligada en cualquier pueblo de nuestro país
es don Bernardino Rivadavia. Fundador del Partido Unitario. Desde la Revolución de
Mayo de 1810, Rivadavia es el “representante de los comerciantes e importadores
apoyados por los ganaderos, cuyo interés residía en el comercio exterior, y en
particular, con Inglaterra. Respondiendo a este complejo de
intereses, había de nacer el partido unitario”8. Son las
clases vinculadas a los puertos de Buenos Aires,
Montevideo, Lima o Caracas que privilegiarán sus
relaciones comerciales, para decirlo más gráficamente,
favorecer la “desintegración territorial” de los antiguos
virreinatos a cambio de la política británica de “integración
al mercado mundial”. Dicha integración implica ser
apéndices económicos, políticos y culturales de las
potencias mundiales.
Bernardino Rivadavia
5
COOKE, John William, Informe a las bases del movimiento, septiembre de 1966.
6
COOKE, John William, Op cit.
7
JAURETCHE, Arturo, Manual de zonceras argentinas, 1ª edición, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1968
8
BORTNIK, Rubén, Historia elemental de los argentinos, 3ª edición, Buenos Aires, Editorial Corregidor,
2008, pp. 36‐37
Luego de la Revolución de Mayo de 1810, que para nosotros es la continuidad
de la Revolución Española, se abrirá por medio de las distintas tendencias una guerra
civil que llegará hasta 1880. El partido morenista sufre persecución a partir de las
ideas de Mariano Moreno expresa en el “Plan Revolucionario de Operaciones”, desde
allí en adelante, la conformación de la burguesía comercial porteña con Bernardino
Rivadavia como su más genuino representante, llevarán políticas liberales
dependientes en lo económico sostenidas por la persecución, el castigo y la muerte.
Es así como podemos ver la figura de Artigas exiliado en Paraguay, San Martín
cumpliendo sus ostracismo en Europa o el Coronel Manuel Dorrego fusilado (con la
pluma asesina de los hermanos Varela). Esta política seguirá de la mano de Bartolomé
Mitre con la persecución y aniquilamiento de los caudillos del interior, rescatando la
figura de Felipe Varela, que termina sus días en extrema pobreza exiliado en Chile.
9
RIVERA, Enrique, Rosas y el rosismo, 1ª edición, Buenos Aires, Cuadernos de Indoamérica Nº 3, 1947, p.
3
10
ALBERDI, Juan Bautista, Grandes y pequeños hombres del Plata, 1ª edición, Buenos Aires, Punto de
Encuentro, 2007, p. 129
Juan Domingo Perón opina que: "El caudillo es el conductor de su pueblo. Casi
generalmente es un hombre de armas. La situación es de lucha y los hombres están
con las armas en la mano. Nada más lógico que sigan a uno de ellos. El que más
confianza les merezca, el que mejor se maneje con esas armas. De todos, el precursor
es Artigas, el gran caudillo de los orientales. Es también el más auténtico: lucha contra
los 'doctores' del puerto de Buenos Aires, contra los españoles de Montevideo y contra
los portugueses que invaden su tierra desde el Brasil. Para eliminarlo, los porteños del
Directorio no se detuvieron ante ningún escrúpulo. Prefirieron abandonar la Banda
Oriental a los portugueses antes que ayudar a Artigas. Estos enfrentamientos de la
ciudad de Buenos Aires con los caudillos del interior debilitaron la guerra de la
independencia, provocaron el desorden civil y militar, y finalmente son la única causa y
únicos responsables de la pérdida de gran parte del territorio que originalmente
perteneciera al Virreynato"11.
11
ROM, Eugenio, Así hablaba Juan Perón, 1ª edición, Buenos Aires, Arturo Peña Lillo, 1980
12
Carta de De José de San Martín a Pedro Palazuelos, desde Grand Bourg. 25 de agosto de 1844
que ubicamos en el lugar que se impone: Buenos Aires. La minoría ilustrada, así,
define el rostro de la ciudad portuaria: si es intelectualmente activa, también Buenos
Aires lo es; si busca la revolución, también Buenos Aires la busca; si lee el Contrato
Social, también Buenos Aires lo lee. En resumen: antes que por su tradición y cultura,
o por el estado de conciencia social y política alcanzado por su pueblo, Buenos Aires
se define a partir de los proyectos de su grupo ilustrado. Las minorías hacen la
historia. Leen a Rousseau, a Quesnay, a Condillac, a Say y a Adam Smith.
Por otro lado surgirá una generación que adhiere a las ideas del romanticismo,
son historicistas, utilizan la categoría de pueblo y su representante más destacado es
un joven que se llama Juan Bautista Alberdi, en un contexto social donde surge una
figura romántica como la de Juan Manuel de Rosas.
13
ECHEVERRÍA, Esteban, Dogma Socialista. 1ª edición, Buenos Aires, Editorial La Cultura Argentina,
Buenos Aires, 1915, p. 27
nacionalidad. Pero tener una filosofía, es tener una razón fuerte y libre; ensanchar la
razón nacional, es crear la filosofía nacional, y por tanto, la emancipación nacional”14.
Para Alberdi fueron los unitarios los que importaron de Europa los más
evolucionados sistemas de gobierno e intentaron imponerlos a un pueblo que
conocían mal y representaban peor15. Es por esto que Alberdi reflexiona: “Es normal, y
basta: es porque es, y porque no puede no ser. Llegará tal vez un día en que no sea
como es, y entonces sería tal vez tan natural como hoy. El señor Rosas, considerado
filosóficamente, no es un déspota que duerme sobre bayonetas mercenarias. Es un
representante que descansa sobre la buena fe, sobre el corazón del pueblo. Y por
pueblo no entendemos aquí, la clase pensadora, la clase propietaria únicamente, sino
también la universalidad, la mayoría, la multitud, la “plebe”16.
Rosas el restaurador
14
ALBERDI, Juan Bautista, Política y sociedad en Argentina, 1ª edición, Caracas, Fundación Biblioteca
Ayacucho, 2005, p. 11
15
FEINMANN, José Pablo Filosofía y Nación, 3ª edición, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1986, p. 57
16
ALBERDI, Juan Bautista, Política y sociedad en Argentina, 1ª edición, Caracas, Fundación Biblioteca
Ayacucho, 2005, p. 25
Lo importante es no perder de vista, en primer lugar, el proyecto de país que
persiguen los unitarios, el proyecto de país que intenta desarrollar el federalismo
bonaerense y cuál es la relación de éste con el federalismo del resto de las provincias.
Como nos advierte Ibáñez: “El planteamiento de la contradicción entre Buenos Aires,
el Litoral, y el Interior nos ayudará a iluminar este polémico pasado”17. Rosas será
gobernador de Buenos Aires salvo los años que van de 1832 a 1835. Llegaba de la
mano del "federalismo" bonaerense y como adversario del unitarismo portuario.
Rosas tendrá su propia milicia que serán los Colorados del Monte rosistas,
fuerza económico-militar que constituían las milicias del sur en oposición a las milicias
del norte comandadas por Manuel Dorrego que será fusilado presa de una
conspiración que tiene, como veremos, a los Varela como protagonistas.
17
IBAÑEZ, Germán, Juan Manuel de Rosas y el nacionalismo de los ganaderos bonaerenses ‐Cuadernos
para la otra historia nº 9‐, 1ª edición, Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, 2001, p. 3
18
Ibid., p. 4
Dice Ibáñez que Rosas: “logró congregar en torno de su figura un sólido frente
social que oponer a la burguesía comercial porteña: "Jefe militar de la campaña,
protector de gauchos en desgracia, diplomático sagaz con la indiada, el prestigio rural
de Rosas era inmenso cuando subió al poder y lo sobrevivió. Por otra parte, la esencia
de su política será defender los intereses globales de la provincia de Buenos Aires
frente a lo 'trece ranchos'. En tal sentido puede afirmarse que contó con el apoyo
unánime de todas las fuerzas bonaerenses: del pueblo rural, por gaucho; de los
artesanos rurales por proteccionista; de los estancieros, por ser uno de los suyos. A la
burguesía comercial la dejó enriquecer, al mantener el monopolio del puerto pero la
apartó de la política sin miramientos”19.
Es así que en 1833, los lomos negros encabezados por el gobernador Balcarce
intentan deshacerse de Rosas y la fracción de los grandes hacendados exportadores.
¿Cuál fue el resultado? La “revolución de los restauradores”, es decir el origen de la
suma del poder público y de la Sociedad Popular Restauradora, con su brazo armado:
La Mazorca.
Sostiene Germán Ibáñez que: “El rosismo, aunque contaba con el respaldo de
las clases populares bonaerenses, no estableció un orden político integrador. Como
19
Ibid., p. 9
20
FANLO Luis, Caudillo entre caudillos: Juan Manuel de Rosas y las guerras civiles argentinas, en Revista
Contratiempos, Año 1, Número 2, 2003, p. 9
podía hacerlo si desoía la principal demanda que le hacían a coro provincia del Litoral
y del Interior: la organización constitucional federal del país sobre la base de la
nacionalización de los recursos aduaneros de la ciudad-puerto”21. Rosas en su
relación con Juan Facundo Quiroga, dejará explícito su pensamiento en relación a la
organización institucional en la Carta de la hacienda de Figueroa22.
Finaliza Ibáñez: “La batalla de Caseros sella el fin del ciclo rosista, el 3 de
febrero de 1852. El Ejército Grande se impone, el rosismo llega a su fin. Rosas,
derrotado y abandonado por sus pares estancieros, se refugia en el consulado inglés y
luego parte para exilio del que no volverá. Ahora el tema de la organización nacional
no podrá ser postergado, pero la profunda contradicción que dividía al país no estaba
superada ¿Podría el Litoral esta vez asegurar un orden progresivo con la inclusión de
los intereses del interior? ¿Se delinearía al fin una orientación más definidamente
nacional? El país profundo quiere asegurar su victoria; Urquiza es el hombre del
momento. Pero ya se prepara la hora de la burguesía comercial asociada al imperio
británico ahora junto a los estancieros bonaerenses en un nuevo bloque de poder. En
los años subsiguientes se definirá quién tendrá la palabra”23.
con parte del norte, es así como se produce la guerra en 1837 contra la Confederación
peruano-boliviana, y a esto se debe sumar un conflicto interno en 1840 contra la
llamada "Liga del Norte", Rosas se ve en desventaja para hacer guerras contra el
Paraguay y el Brasil.
Dice León Pómer: “A partir del sitio de Montevideo existen en el Uruguay dos
gobiernos: el de Oribe, que controla todo el país menos la ciudad capital; y el de
Montevideo, dentro del cual tienen vara alta los argentinos antirrosistas, quienes
envían a Londres a uno de sus hombres más brillantes, Florencio Varela, con el objeto
de interesar al gobierno británico en la causa antirrosista”24.
Después de retirarse los franceses, la guerra civil volvió a estallar con mayor
intensidad cuando Rosas, nuevamente en libertad de acción para continuar la lucha en
24
POMER, León, Conflictos en la cuenca del Plata en el siglo XIX, 1ª edición, Buenos Aires, Río Inmóvil
Ediciones, 1984, p. 69
el Uruguay, decretó en enero de 1841 el bloqueo de sus puertos. La situación se
agravó con la derrota de Fructuoso Rivera en Arroyo Grande por Manuel Oribe, el 6 de
diciembre de 1842. Meses más tarde la angustiosa situación de Montevideo, sitiada
por Oribe, determinó el envío de Varela como delegado del gobierno oriental a
Inglaterra y Francia, Llegado a Londres, en octubre de 1843, las conversaciones
mantenidas con el ministro de relaciones exteriores, Lord Aberdeen, le convencieron
de que no debía esperarse ayuda alguna de Gran Bretaña. Desalentado continuó Viaje
a París donde se entrevistó con Thiers y otros jefes de la oposición, ya que el gobierno
de Guizot se manifestaba reticente a tomar parte en la cuestión. Finalmente Varela
regresó haciendo una breve escala en Río de Janeiro, donde sus planes recibieron
una acogida más favorable.
Decidida la acción de las potencias europeas y dada la complejidad de los
intereses en juego, se produjo uno de los momentos más difíciles en la política exterior
de la Confederación Argentina. Durante el período 1844-1850 una serie de “intrigas” y
“sospechas” diplomáticas y de intensas acciones bélicas jalonaron la intervención.
Para su estudio es conveniente establecer etapas que corresponden a las distintas
misiones de paz. Varela alcanzó a analizar tres de ellas, pues su muerte, acaecida en
marzo de 1848, le impidió conocer el desenlace del problema que concluiría con las
Convenciones Arana-Southern, en noviembre de 1849, y Arana-Lepredour en agosto
de 185025.
TEXTO
25
CADY John P., La intervención extranjera en el Río de la Plata, 1838‐1850, 1ª edición, Buenos Aires
Losada, 194, pp. 111‐177
26
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, p. 7
27
Algunos autores, como Luis L. Domínguez o Mateo Magariños de Melo dicen que la fragata se llamaba
“Minerva”
28
MUJICA LÁINEZ, Manuel en La Nación del domingo 22 de diciembre de 1946 (Mujica Láinez era
descendiente de Florencio Varela)
que Jacobo Adrián Varela fue héroe durante la 2ª invasión inglesa29 y alcanzo el grado
de capitán de Granaderos del Tercio de Galicia30.
En 1820 tras la revolución del oriental Manuel Pagola, éste ocupó el Fuerte
(casa de gobierno) y se proclamó comandante de armas de la ciudad. Luego, para el 1
de octubre logró apoderarse del centro de la ciudad y reunió un cabildo abierto, que se
disolvió en medio de un escándalo, pero el 5 de octubre, “los techos del colegio en que
se educaba Varela se convirtieron en campo de batalla cuando las milicias de la
29
CASTRO LÓPEZ DE, Manuel, El Tercio de Galicia en la Defensa de Buenos Aires, 1ª edición, Buenos
Aires, 1911, pp. 124‐125
30
RIVAROLA, Pantaleón, La gloriosa Defensa de la ciudad de Buenos Ayres, capital del Virreynato del Río
de la Plata. Versificada del 2 al 5 de julio de 1807, decía:
…y del Tercio de Galicia
Con Treinta y dos granaderos
Con su bravo capitán
Gloria y honor a su cuerpo
Don Jacobo Adrián Varela
31
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
32
Si se fijan en la colección de la Gazeta de Buenos Ayres del año 1818, pueden verse avisos en
referencia a la actividad de Juan Cruz Varela
33
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, p. 22
34
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
campaña vinieron a restablecer en el gobierno al general [Martín] Rodríguez”35. Aquel
niño de 13 años conocido como Florencio Varela vio llegar al comandante del 5º tercio,
también conocido como los Colorados del Monte, era en ese momento admirado,
luego sería odiado y blanco de sus ataques, era el comandante Juan Manuel de
Rosas.36
En ese mismo año fue entonado por primera vez el himno al colegio, cuya
música pertenecía al maestro Juan Pedro Esnaola .y con los versos de Varela: Y
Minerva su luz derramando/Cual la antorcha sagrada del sol,/A los hijos del Río
Argentino/ De la Ciencia las puertas abrió. Algunas poesías de su autoría aparecieron
en el Mensajero Argentino, periódico que viera la luz entre 1825 y 1827. Su "Canto a la
Victoria de Ituzaingó" apareció en marzo de ese año.
35
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, p. 30
36
ROSA, José María, Historia argentina, 1ª edición, Buenos Aires, Editorial Oriente, 1981, T. 3 p. 290
37
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
38
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
Florencio Varela, el político
Tras una breve gestión del doctor Vicente López y Planes, la Junta de
Representantes designo el 12 de agosto de 1827 gobernador de Buenos Aires al
coronel Manuel Dorrego. ¿Quién era Manuel Dorrego? “Dorrego había sido el gran
fiscal de la política rivadaviana, el legislador que impugnaba el voto calificado y, peor
aun, el periodista que desde El Tribuno había calificado de "ladrón" a Juan Cruz Varela
y había reproducido el informe sobre el negocio de la Minning Association, del cual
resultaba Rivadavia jugando roles incompatibles: presidente de las Provincias Unidas
y presidente de la compañía minera, empresa mixta con capital británico. Y eso no lo
perdonaría el selecto grupo de hombres iluminados que ahora volvían al poder.
Lavalle, "una espada sin cabeza", influenciado por Salvador Maria del Carril y Juan
Cruz Varela, había consumado el bárbaro asesinato que abría un ancho foso de
sangre entre los argentinos”39.
39
GALASSO; Norberto, Seamos libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín, 1ª edición, Cuba,
Editorial de Ciencias Sociales, 2004, p. 491
40
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
Varela (Florencio) entonces de veintidós a veintitrés años: eran los acólitos, los
consejeros, los oráculos de la nueva deidad, estaban también inmóviles con suma
gravedad (farsaica)”41.
41
IRIARTE, Tomás de, Memorias, 1ª edición, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1946, p. 110
42
SAN MARTÍN, José de, Su correspondencia, 1823‐1850, Buenos Aires, 2ª edición, Buenos Aires, Museo
Histórico Nacional, 1910, Carta de San Martín a O’Higgins, Montevideo, 13 de abril de 1829
43
Lucio Cornelio SILA Félix (Latín: Lucius Cornelius Sulla Félix) Roma, 138 a. C. ‐ Puteoli, 78 a. C.), fue uno
de los más notables políticos y militares romanos de la era tardorrepublicana, perteneciente al bando de
los optimates. Cónsul en los años 88 a. C. y 80 a. C. y dictador entre los años 81 a. C. y 80 a. C. El régimen
de Sila se apoyó sobre el terror y, en concreto, en la brutal política represiva. Fue con gran sorpresa que
Sila renunció repentinamente a la dictadura y se retiró del poder, convirtiéndose en un simple privatus.
Plutarco, Vidas paralelas,1ª edición, Barcelona, Editorial Planeta, 1991, t. 204, pp. 395 a 447
correr y envolverme en los males que la amenazan que ser yo el instrumento de
tamaños errores”44.
Los hermanos Varela siguen realizando periodismo unitario desde las páginas
de El Pampero y El Tempo. Pero el mismo 24, la legislatura declara que eran “líbelos
infamatorios los periódicos que habían sostenido la política del general Lavalle, como
el Pampero y El Tiempo”. Los Varela contestan y descalifican el pacto de Cañuelas
desde aquellas páginas casi diariamente. Están convencidos que Lavalle los traicionó.
Tanto Cañuelas, como Barracas, significaron grados de pacificación ante el accionar
unitario. Aunque los historiadores oficiales, lo nieguen, la pluma de Florencio Varela
escribe una proclama que no pudo ver la luz, pero que el historiador Gregorio
Rodríguez rescata: “Jamás hemos visto un conquistador que haya dictado condiciones
más humillantes a un pueblo sometido. Estamos muy lejos de unirnos al carro de
Rosas, pero si el destino nos preparase un fin tan espantoso, no vemos por qué nos
felicitaríamos de haber sacudido el yugo español. Hubiéramos destronado un amo
para tener otro peor; y, en vez de encontrarnos ante el bastón de un virrey, tendríamos
que temblar bajo el rebenque de un estanciero.”47 Agrega Hipólito Uzal que “Y en esto
demostró Varela una consecuencia admirable hasta el fin de sus días. Lo penoso es
que se unciera al carro del comodoro Purvis”48.
44
SAN MARTÍN, José de, Su correspondencia, 1823‐1850, Buenos Aires, 2ª edición, Buenos Aires, Museo
Histórico Nacional, 1910, Carta de San Martín a Guido, Montevideo, 5 de abril de 1829
45
Periódico El Tiempo, Buenos Ayres del 23 de abril de 1929
46
Artículo 7. Ningún individuo de cualquier clase y condición que sea será molestado ni perseguido por
su conducta u opiniones políticas anteriores a esta convención; las autoridades serán inexorables con el
de palabra o por escrito contravenga a lo estipulado en este artículo. Pacto de Cañuelas, celebrado entre
Juan Lavalle y Juan Manuel de Rosas. 24 de junio de 1829
47
RODRÍGUEZ, Gregorio F., Contribución histórica y documental, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Peuser, 3
Tomos 1921‐1922, T. II, p. 439
48
UZAL, Francisco Hipólito, Los asesinos de Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Editorial Moharra,
1971, p. 35
Florencio Varela en Montevideo
Cuando en octubre del año siguiente Rivera invadió el territorio oriental, Oribe
gestionó ante Rosas el envío de ayuda militar, pero el Restaurador exigió a cambio
una dura política para con los emigrados. Florencio Participa de la creación en
49
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 2, (ver anexo)
Montevideo de la “Logia de los Caballeros Liberales50” imitando a su par que
funcionaba en Buenos Ayres, cuyo “venerable” era Carlos de Alvear.
En marzo de 1838 la flota francesa impuso un riguroso bloqueo al puerto de
Buenos Aires. Florencio Varela en carta a Juan Maria Gutiérrez, sostiene una posición
que luego desdecirá en su periódico: "Conociéndome Ud. bien, no debió dudar de mi
opinión en la cuestión francesa: yo no tengo partido en cuestiones nacionales: el
extranjero armado contra mi país nunca tiene razón para mi. Antes de llegar a los
hechos, es permitido en mi opinión, discutir libremente, opinar también a favor de las
pretensiones del extranjero, cuando sean justas (lo que en el caso no es muy claro);
pero llegando al punto en que estamos, por el país siempre y de todos modos: ahí ya
no hay opinión: la patria ante todo. Aquí he peleado mucho por eso; mucho mas
porque doy la razón a Rosas, en la cuestión de las milicias, como principio general;
pero veo que Rosas ha hecho degenerar la cuestión atribuyendo el bloqueo a los
unitarios"54.
A fines del año 1838 quedo fundada la Comisión Argentina. Era su objetivo
coordinar a los emigrados argentinos en la lucha contra Rosas. Fue su primer
presidente Martín Rodríguez y Florencio Varela su secretario. Si bien, no existen o se
desconocen actas de fundación de la Comisión Argentina, podemos inferir por la
correspondencia de Florencio Varela, su historia y funciones, dice en carta a Lavalle:
“Sabemos que está Ud. instruido de los pasos dados a fines de noviembre último por
54
PALERMO, Pablo Emilio, Florencio Varela: vida y muerte de una argentino en el exilio, Todo es Historia
(Nº 441): 6‐19, Abril 2004, p. 9
55
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, pp. 3 y 4, (ver anexo)
el Sr. General Rivera para que la Emigración Argentina organizada bajo la base de
una perfecta unión y fraternidad cooperase con él en la empresa que estaba
irrevocablemente resuelto a acometer –destruir la tiranía de D. Juan Manuel Rosas–
sabemos igualmente que tiene Ud. conocimiento de que reunidos todos los argentinos
que aquí se hallan procedieron a nombrar una comisión directora que hubiera de
entenderse con el Sr. General Rivera y que nos hicieron el honor de elegirnos para
componerla"56.
56
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, pp. 161‐162
57
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, p. 162
58
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 4, (ver anexo)
59
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948. Carta de
Florencio Varela al general Lavalle, Montevideo, 23 de enero de 1839, p. 496
Lavalle, “Don Frutos” como le decían había iniciado conversaciones de paz con Rosas.
Las negociaciones fracasaron y allí Rivera se volcó a Lavalle.
En la segunda mitad del año 1840 Lavalle abandonó la campaña que tantas
esperanzas había provocado. En agosto le comunicaba Varela el envió de 2000
hombres al mando del vicealmirante Baudin. Pero Lavalle acampó en Merlo y toma
rumbo a Santa Fe, pero no ataca Buenos Aires. La indiferencia de los pueblos que
dejaba a su paso provoca tan tremenda resolución. El desatino de esa marcha al norte
culminarla con su muerte un año mas tarde.
60
Luis Felipe I de Francia (París, 6 de octubre de 1773 – Inglaterra, 26 de agosto de 1850) fue el último
rey de Francia, reinando con el título de "Rey de los franceses" entre 1830 y 1848 (monarquía de julio).
Hijo del duque Luis Felipe II de Orleans, "Felipe Igualdad" (primo de Luis XVI), durante la Revolución
francesa fue conocido como el "Ciudadano Chartres" o "Igualdad hijo" (en francés: Egalité fils). Tras la
muerte de su padre fue duque de Orleans con el nombre de Luis Felipe III de Orleans, y duque de
Chartres.
61
Carta de San Martín a Guido del 19 de septiembre de 1838 en GALASSO; Norberto, Op cit.,pp. 530‐531
62
SAN MARTÍN, José de, Su correspondencia, 1823‐1850, Buenos Aires, 2ª edición, Buenos Aires, Museo
Histórico Nacional, 1910, Carta de San Martín a Juan Manuel de Rosas, Grand Bourg, 10 de julio de 1839,
p. 127
que mis dos hermanos. Es el primer hijo que pierdo. He soportado toda clase de
infortunios sin doblarme. Pero este... No se"63.
La salud de Florencio Varela hizo crisis entrado el año 1841. Una dolencia
pulmonar puso en riesgo su vida, en sus Memorias Privadas dice: “Una gravísima
enfermedad en los pulmones, me forzó a abandonar mi profesión de abogado en Mayo
de 1841. El ultimo día de ese mes, por consejo de los médicos, me embarqué para el
Janeiro, con mi mujer y mis hijos”65 Pasa una larga temporada en Río de Janeiro para
de lograr una mejoría. El 31 de mayo se embarca en el Pedro II junto a su esposa y a
sus hijos Héctor, Mariano, Horacio, Maria Encarnación y Rufino. Juan Cruz, que tenía
menos de un año, quedó a cargo de la bisabuela materna, Doña Bernabela Farías de
Andrade.
esposa Juana del Pino. El ex presidente le facilitó gran cantidad de papeles de valioso
interés. Dice Florencio Varela de Rivadavia: "La situación de este hombre,
quebrantado, pobre, monumento casi derruido de nuestras glorias no militares, se
realmente horrible: ahora se ve casi solo en el mundo: procuro verle cuanta vez puedo,
distraerle, gusta mucho de conversar: es un archivo de nuestras cosas, le distraigo
haciéndole hablar, y aprendo mucho en lo que habla"67. También visitó el Colegio
Pedro II y la Academia de Bellas Artes, dejando de los mismos interesantes ano-
taciones.
67
Carta de Florencio Varela a Juan María Gutiérrez del 22 de diciembre de 1841 en GIANELLO, Leoncio,
Op cit., pp. 573‐574
68
Carta de Florencio Varela a Juan María Gutiérrez del 1º de abril de 1842 en GIANELLO, Leoncio, Op
cit., pp. 580‐581
Santiago Vázquez, al frente del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores
de Montevideo, tenía amistad con Florencio Varela por lo que le “pidió que le ayudara
en el desempeño de sus funciones; y aunque jamás fui empleado publico, a sus
ordenes, puso, de hecho, a mi cargo y bajo mi exclusiva dirección, todos los negocios
del ministerio de Relaciones Exteriores”69. El argentino fue puesto a cargo de todos los
negocios de la cartera. Para Gianello en su panegírico, Florencio Varela fue "el ver-
dadero director de la cancillería montevideana". Esta circunstancia determinó que se le
confiase una misión diplomática en Inglaterra, a efectos de gestionar la intervención de
las potencias europeas en la guerra contra Rosas. La comisión tenía carácter privado,
vista la condición de extranjero que revestía Varela.
Cómo si esto fuera poco en su artículo 6º dice: “Uno de los puntos que más
debe llamar la atención de la Inglaterra es la libre navegación de los ríos afluyentes al
Plata. El Señor Varela debe tener por guía, en ese particular, que las ideas del
Gobierno son por la absoluta libertad de aquella navegación para todas las banderas,
sin otras restricciones que las que las leyes de aduana y reglamentos policiales
puedan creer convenientes, como en cualquiera otra de las aguas de la República
69
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 6, (ver anexo)
70
MARGARIÑOS DE MELLO, Mateo J., La misión de Florencio Varela a Londres (1843‐1844), 1ª edición ,
Montevideo, Ed. Claudio García, 1944, p. 214
71
Ibid., p. 214
navegadas hoy por extranjeros”72, además le ofrecen una concesión de 5 años de
navegación
72
Ibid., p. 215
73
El subrayado es por decisión del autor
pensamiento que acababa de insinuarme. Yo, obrando según la lealtad de mi carácter,
y no escuchando sino los consejos de mi patriotismo, y en precaución de lo que pu-
diera maniobrarse subterráneamente a este respecto, me apresuré a hacer saber al
comodoro Purvis y al capitán Hotham que mi opinión decidida era que se negociase
sobre estas dos bases: 1º La independencia perfecta de la Banda Oriental. 2º La inte-
gridad de la República Argentina, tal cual estaba. No tengo la menor duda que estos
datos fueron transmitidos al gobierno inglés, y que contribuyeron a que el proyecto no
pasase adelante por entonces. El señor Varela desempeñó su misión, a la que se le
ha dado gran valor, y por lo que después hemos visto, y de que hablaré a su tiempo,
me persuado de que hizo uso de la idea de establecer un estado independiente entre
los ríos Paraná y Uruguay, la que se creía halagaría mucho a los gobiernos europeos,
particularmente al inglés.74 Puede que después me ocupe de las razones en que me
apoyé para combatirlo, y que creo fueron más eficaces en la consideración de esos
mismos gobiernos que la artificiosa charla de los partidarios del proyecto. Estos mis-
mos habían lisonjeado desde mucho tiempo antes a los orientales con el de reunir
esas mismas provincias a la República del Uruguay, sin lograr otra cosa que eludirlo y
hacerlo cada día más impracticable.75”. Está muy claro, que el General José María
Paz, militante unitario, dirigente unitario es el que descalifica las ideas extraviadas de
Florencio Varela, también dirigente unitario. Esto implica que dentro del mismo
unitarismo, había distintas ideas para enfrentar a Rosas. También queda claro que
buscar fuerzas de ocupación extranjeras y entregar a cambio parte del territorio no era
de ninguna forma defendible.
recuerdos una fuente de aplicaciones útiles a mi desventurada patria, si el que
dispensa la vida y pone luz en la mente del hombre, quiere conservar mis días y mi
razón para cuando nazca en el Río de la Plata el sol de la tranquilidad y de la paz"77.
77
VARELA, Florencio, Auto‐biografía de D. Florencio Varela (Memorias Privadas), 1ª edición,
Montevideo, 1848, p. 6, (ver anexo)
78
RIVERA INDARTE, José. (1814‐1845) Había sido federal, miembro de la Sociedad Popular Restauradora
y redactado el elogio poético de la "mazorca" ("aqueste marlo que miras / de rubia chala vestido / en las
entrañas se ha hundido / de la unitaria facción...") y el "Himno a Rosas" (Oh, Gran Rosas, tu pueblo
quisiera / mil laureles poner a tus pies...!"), pero debió escapar de Buenos Aires procesado por estafa y
falsificación de documentos sin que Rosas hiciese nada por salvarlo a pesar de sus meritos federales, tal
vez porque sus antecedentes registraban hurtos en la Biblioteca y el robo de la corona a la Virgen de la
Merced. Rivera Indarte no perdono ese olvido y volcaba cotidianamente su resentimiento en El
Nacional. ROSA, José María, Historia argentina, 1ª edición, Buenos Aires, Editorial Oriente, 1981, T .V p.
82
79
RIVERA INDARTE, José, Tablas de sangre, 1ª edición, Buenos Aires, Antonio Dos Santos Editor,1946 ,
235 páginas
combates habidos en la Argentina desde 1829 en adelante. Con el agregado de estos
últimos muertos la suma percibida por Rivera Indarte se incrementó en U$S 394.800
más.
La casa Lafone y Cia. –de Samuel Lafone– que pagó las “Tablas de
Sangre” era materialmente dueña de Montevideo: en 1843 había comprado las
rentas de la aduana "hasta 1848", esto significa una gran ganancia, sobre todo si
el puerto de Buenos Aires es bloqueado. Lafone tenía ya la concesión de la
plaza Matriz para construir cuatro edificios en sus esquinas, poseía la mayor
parte de la bahía, y estaba autorizado a colonizar con 3.000 familias Canelones
apenas se levantase el sitio y Montevideo tuviese jurisdicción sobre ese
departamento. “Era propietario de Punta del Este, dueño de la isla Gorriti, tenía
la concesión de la caza de lobos marinos en la isla de Lobos por trece años, y
estaba beneficiado con una exoneración de impuestos (Maldonado estaba bajo
el control de los montevideanos).De allí su interés en la intervención anglo-
francesa. Tal vez iría esta al fracaso, pero el bloqueo, aunque fuese por poco
tiempo, le reportaría una millonaria ganancia. Más tarde se la acuso de compartir
con los interventores y almirantes el negocio del "reembarco" que consistiría –
como en el bloqueo francés de 1838– en pasar a la Argentina las mercaderías
contando con la vista gorda de los bloqueadores”80.
misión Varela concluía en fracaso, y su protagonista quedaba libre de la tarea
asignada. Pero aún queda una carta, la “República de la Mesopotamia”
Poco antes de regresar a América visitó por segunda vez al Libertador. Varela
escribió en su diario: "Esta ultima visita al veterano de nuestra independencia, a quien
no volveré tal vez a ver, ha sido para mi de grandísimo interés. Conversar con el
general San Martín es como leer los anales vivos de la gran epopeya de la revolución;
es asistir al drama glorioso en que tan brillante papel represento aquel guerrero
renombrado. Sin que yo le preguntara y recordando una carta que yo le escribí en que
le comunicaba mi deseo de tener documentos y datos auténticos para escribir las
campañas de Chile y Perú, el general me habló de los motivos que le decidieron a no
obedecer las órdenes del Directorio, o como él decía de la logia de Buenos Aires: “Se
que la logia no me perdonó mi conducta, pero aun tengo la convicción de que obré en
el interés de la revolución de América, y que si hubiera ido a Buenos Aires la campaña
del Perú no hubiera tenido lugar, ni la guerra de la independencia hubiera terminado
tan pronto”. A la hora de la cena, compartida con Merceditas de San Martín y su
esposo Mariano Balcarce, se bebió "por la satisfacción de tener entre nosotros al
doctor Varela y por su prospero regreso a su familia".
Dice Norberto Galasso: “El relato expuesto por Varela, al regresar al Plata,
ofrece serias dudas en cuanto a su verosimilitud. Según él, San Martín hablo con
vehemencia contra el sistema de Rosas y al despedirse, el general, después de beber,
dijo, materialmente llorando: –iBárbaros! iNo saciarse en quince años de perseguir a
los hombres de bien! Diversas son las razones para suponer que se trata de un falso
testimonio. Una de ellas, que San Martín se cartea con Rosas de manera amigable
desde tiempo atrás y cuesta inferir que procediera dualmente. Otra, que no reproduce
imputaciones concretas del General al Jefe de la Confederación, mas que perseguir a
los hombres de bien, siendo estos los que el mismo ha vituperado por aliarse al
extranjero contra su patria. Asimismo, porque Varela sostiene que San Martin se
explayo contra Rosas solamente cuando estaban ellos dos solos: Siempre que nos
hemos visto, menos cuando ha estado presente Sarratea, ha hablado el general en el
mismo sentido". Por otra parte, porque el autoritarismo de Rosas no debía sorprender
a San Martín, quién lo venía predicando desde años atrás, como única forma de
mantener la unidad nacional. La fecha de la visita de Varela torna, también,
improbable que San Martín se pronunciase de tal manera contra Rosas, pues en ese
febrero de 1844 hace apenas treinta días que ha redactado el testamento, legándole el
sable”83.
83
GALASSO; Norberto, Seamos libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín, 1ª edición, Cuba,
Editorial de Ciencias Sociales, 2004, pp. 545‐546
política del Plata, San Martín expresó juicios adversos al gobierno de Rosas. Es muy
posible que don Florencio exagerara, a través de sus propias opiniones, alguna severa
reflexión del general”84. La verdad es que San Martín y Rosas eran amigos,
compartían las ideas políticas en general y existe una abundante correspondencia.
San Martín le deja de escribir a Rosas diciéndole que se estaba quedando ciego.
El Comercio del Plata salía todos los días excepto los domingos siendo su tiraje
habitual de 420 ejemplares, si bien en oportunidades especiales solía alcanzar a 440
Esto importaba una recaudación total de 52 a 60 pesos diarios a los que debemos
sumar el importe de los avisos que oscilaba entre 12 y 14 reales por día. Se vendía
suelto a seis lugares y la suscripción costaba 3 pesos por mes, pagaderos al fin de
cada día, daba ventaja de publicar los avisos gratuitamente.
84
GIANELLO, Leoncio, Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, pp. 376‐377
La trayectoria de este diario, que bajo la dirección de Varela vive a lo largo de
casi tres años (la colección se detiene en el número 725 correspondiente al 21 de
marzo de 1848, un día después del asesinato de Varela) pone de manifiesto su
concepción de la labor periodística.
El editorial inicial decía: "Nuestro titulo muestra que el Comercio es uno de los
objetos mas esenciales a que nos hemos de contraer. Indicamos ya, en la circular invi-
tando a la suscripción, que nuestro plan no se limitaba al Comercio de Montevideo,
sino de todos los países a cuyas exportaciones e importaciones sirve de canal el Río
de la Plata. Ocuparemos una parte de la tercera y cuarta páginas en la publicación de
una serie de obritas originales o traducidas, que procuraremos siempre que sean
relativas a la América; y que formaran una colección de libros bajo del titulo de “Bi-
blioteca del Comercio del Plata”85.
Desde sus páginas se atacará a Rosas, se realizan análisis desde donde uno
puede ver la ideología de Varela y el grupo de exiliados en Montevideo, su defensa de
la libre navegación apelando al Congreso de Viena, sus negación hacia la
Confederación Argentina, su crítica a la aduana de Buenos Aires, a la realización
constitucional como país y un sinnúmero de argumentos llevados adelante con gran
inteligencia.
85
Comercio del Plata, Nº 1, 1 de octubre de 1845.
86
Comercio del Plata, Nº 1, 1 de octubre de 1845.
Muchos historiadores justifican el accionar de Varela, desde su biógrafo Luis L.
Domínguez a Leoncio Gianello, de José Mármol a Félix Weinberg. Este último en un
trabajo erudito afirma: “Toda esta argumentación de Varela tiene una sustentación
puramente teórica y en el mejor de los casos debe admitirse que no fue consecuente
consigo mismo. Los trágicos episodios de noviembre de 1845 en el Paraná muestran
que la fe en sus principios le hacía subestimar hechos concretos, dudosamente
defendibles aún desde el punto de vista de esos principios. Si bien a la luz de la
política británica de la época puede concordarse con Varela en que no había planes
de sojuzgamiento directo de los países rioplatenses, de allí no se concluye
necesariamente que se deban alentar y luego justificar intrusiones armadas
extranjeras, definidamente agresivas, dentro del territorio nacional. La buena fe de
Varela debio hacerle reconsiderar su actitud pero no fue así y, con constancia y
temeridad, siguió predicando principios que en este campo eran cada vez mas
abstractos v divorciados de la realidad. Y terminó malquistándose con muchos
compatriotas exilados, no dispuestos a prestar su asentimiento al desarrollo práctico
de semejantes teorías”87.
pea que venía a facilitar con su auxilio los medios de destruirla, y abrir para la prensa
del Río de la Plata una nueva era de cultura en las formas, de moderación en el
debate y de utilidad y enseñamiento fecundo para el pueblo"89.
buenamente que se traiga. Esas son las razones porque se fuerza la entrada al
Paraná; no por desconocer el derecho ni la soberanía de la Nación Argentina en aquel
río. Rosas, solo Rosas, es el causante de esa hostilidad; como él, y solo él, es quien
se opone a la libertad de la navegación, que Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe desean
y necesitan para prosperar.”92
92
VARELA, Florencio, Rosas y su gobierno: Escritos políticos, económicos y literarios, 1ª edición, Buenos
Aires, M. Gleizer editor, 1927, pp. 50‐51
93
VARELA, Florencio, Rosas y su gobierno: Escritos políticos, económicos y literarios, 1ª edición, Buenos
Aires, M. Gleizer editor, 1927, pp. 60‐61
94
VARELA, Florencio, Rosas y su gobierno: Escritos políticos, económicos y literarios, 1ª edición, Buenos
Aires, M. Gleizer editor, 1927, pp. 67‐68
El 19 de marzo de 1848 arriban a Montevideo la misión Gore-Gros La
formaron: por Gran Bretaña, Robert Gore, y por Francia, el barón Jean-Baptiste Louis
Gros. Ambos representantes llegaron a Montevideo el 19 de marzo de 1848. Era la
consecuencia del levantamiento del bloqueo impuesto por los ingleses al Río de la
Plata. Sus diplomáticos y los agentes franceses buscaron solucionar el conflicto
tratando directamente con el general Oribe y de esta forma intentaron disminuir el
poder de Rosas.
porteño un comentario jocoso. Seis días después, Florencio recibió una carta anónima
en la que "un vizcaíno" amenazaba con matarlo si no se retractaba de sus insultos a
los vascos alistados en el ejercito sitiador, dándole el perentorio plazo de ocho días.
"¡Si así no lo hicieres, la muerte cortara el hilo de tus depravaciones! ¡Si; al día
siguiente pasado el termino, una mano desconocida sabrá hundir el puñal en el pecho
de un perverso!”96
"Según el acta, está probado que la puñalada fue dada por la espalda en los
momentos de llamar el doctor Florencio Varela a la puerta de la casa de su habitación,
en la calle de Misiones; que el matador fue Andrés Cabrera, natural de Canarias, edad
de 38 años, preso por esta causa en la cárcel pública; que Cabrera espió y esperó
varias veces al doctor Varela para cometer el asesinato; que Cabrera cometió el
asesinato por mandato del brigadier general don Manuel Oribe, jefe de las fuerzas que
sitiaban Montevideo”
En el informe médico hecho por el doctor Julián Fernández consta que: "La
herida ha sido hecha por la parte posterior, en el momento de ejecutar un movimiento
de elevación del brazo. El instrumento que la ha producido es como una espada o
daga hecha de una hoja, bastante larga y ancha. La muerte ha sido pronta y
ocasionada por una gran hemorragia.".
96
Carta anónima recibida por el doctor Florencio Varela amenazándole de muerte. Está probado por las
constancias procesales que su asesino Cabrera no sabia leer ni escribir. La letra de esta carta es de
rasgos firmes. trazados por persona que desfiguro intencionalmente la letra. El plazo se cumplió con
precisión fatal. Escrita el 13 de marzo, Varela moría asesinado el 20. –ver anexo– en Leoncio GIANELLO,
Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, p. 603‐604
más remedio que resolverme, ' porque temía no sólo de Arbelo sino también por las
amenazas que me había hecho Oribe".
Varela en Proceso
En un primer momento se dijo que Oribe había sido el instigador del asesinato.
Mármol recogió varios testimonios en ese sentido. Leoncio Gianello reprodujo en su
obra un fragmento del diario El Americano de Río de Janeiro (mencionado por Adolfo
Saldías en su Historia de Rosas y su época), en el que se dice que Montevideo se
encontraba dividido "en dos partidos que se odian profundamente: el de los Argentinos
emigrados y el de los Orientales riveristas; juzgamos que Varela pudo ser víctima de
los que forman el partido que le era opuesto."
Esta aproximación al por qué del crimen debe ser completada con las
siguientes afirmaciones: 1) los riveristas y los oribistas ansiaban un entendimiento,
aunque los emigrados argentinos siguiesen en su idea de continuar la lucha. A
propósito, escribe Francisco H. Uzal: "Varela representaba a la fracción belicista y
doctoral, mientras los riveristas, deseando entenderse a cualquier precio con Oribe, se
denominaban por entonces los “conciliados”. Unos y otros aspiraban a ser más y mejor
escuchados por los representantes europeos. De ahí el odio recíproco de ese
momento, que es cuando se produce el asesinato"; 2) Varela había conferenciado con
los representantes europeos, que procurarían mediar entre defensores y bloqueado-
res, y se temía su participación en un arreglo directo con Oribe y sin Rosas.
asesinato de Cabrera. Los últimos letrados que actuaron en esta causa pertenecían
Venancio Flores, se había apoderado del gobierno uruguayo. Pero eso no es todo: no
sólo se interrumpe el proceso, sino que se extravía el expediente. Curiosa
circunstancia, que, sin embargo, no llamó la atención a quienes manejaron toda la
trama. Lo cual hace aún más curioso el asunto generación de los hijos de quienes la
iniciaron, de modo que habían perdido mucha conexión humana con los actores de la
misma.
Florencio Varela limita al norte con los Partidos de Almirante Brown y Quilmes.
Calle Monteverde; Avenida Donato Alvarez; Arroyo Las Piedras; Avenida Monteverde
(Ruta Provincial N° 4) y Avenida República de Francia. Al este con el Partido de
Berazategui. Ruta Provincial N° 36; Camino Touring Club; Avenida Valentín Vergara y
Ruta Provincial N° 36. Al sur limita con el Partido de La Plata. Avenida Ingeniero Allan;
El Descanso y Avenida 11 de Septiembre de 1888. Al oeste con los Partidos de San
Vicente, Presidente Perón y Almirante Brown.
Don Juan, heredó una importante extensión de tierra cuyo casco era la “Casa
de Teja”. Algunos mapas antiguos del siglo XIX muestran las grandes extensiones de
tierras de la herencia de Don Félix de la Cruz, en los lugares donde el capitán Antonio
de Aspitía marcó las primeras señales para la Corona española hacia el siglo XVII. La
“Casa de Teja” constituyó una de las pocas edificaciones de toda la región, tal es así,
que en 1863 cuando el agrimensor Lynch hace la mensura de los terrenos de Brígida
de la Cruz y su esposo Ricardo Godoy, la dibuja como un punto de referencia al
costado del camino real a Chascomús –hoy avenida San Martín–98.
97
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (A.H.P.B.A) Ministerio de Gobierno. Año
1876, expediente. Nº 628.
98
ÑÁÑEZ, Guillermo Daniel, Los laberintos de San Juan en Diario InfoSur Jueves 21 de septiembre de
2006, p. 10
99
Ibid., p. 11
comprar Alejandro Villabrille; a Francisco Gorostidi y Mateo Beraza, una chacra de
187.489 m2 en enero de 1872; a Manuel Pardinas dos fracciones de 93.744 m2 y
184.789 m2 el 4 de enero del mismo año, éste las venderá después á Francisco
Gorostidi y Mateo Beraza; en junio de 1872 Arturo Ciocca le compra dos manzanas de
135.000 m2 al Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires.; según las
mensuras realizadas por el Ingeniero José A. Palacios por encargo de la "Sociedad
Crédito Popular Territorial" en 1890.
100
LEVORATTI, Jorge. Los orígenes de Florencio Varela 1830‐1918: Tránsito hacia la autonomía y
constitución del poder municipal, urbanización e inmigración. 1° edición, Quilmes. Editorial Estilo
Gráfico, 1996, p. 31
101
Dice: “El 25 de Mayo de 1871 se realizó en Quilmes la más sonada corrida de sortija de que se guarda
memoria, a beneficio, rezaba el cartel, ‘de los huérfanos de la fiebre amarilla" en José Andrés LÓPEZ,
Quilmes de antaño, Quilmes, Ed. del Autor 1932, p. 159
102
LINARI, Graciela Entre San Juan… y San Juan en Palabras con historia, Florencio Varela, Año 3 N° 19
pp. 4‐5.
ranchos de Quilmes se encontraron hasta el mes de junio del '71 familias enteras
muertas por la epidemia”103.
En diciembre del 1879 se forma una comisión de vecinos con el nombre "Unión
Sanjuanina". Aunque se puede encontrar en le Expediente N° 278 del Archivo
Histórico de la Provincia de Buenos Aires que la Comisión de Vecinos se reúne en
“secreto”, para cambiar el nombre del pueblo por el de Florencio Varela. El Dr. Dardo
Rocha autoriza la modificación el 19 de febrero de 1884104.
Primitivo plano del centro de San Juan
Una carta de agosto del 1887 comenta el disgusto por el cambio de nombre en
los "pájaros de sacristía" que gustan ver perpetuarse en todo los nombres de sus
santos105.
¿Por qué se cambió el nombre de San Juan, por el de Florencio Varela? Vimos
es todo este texto la lucha entre unitarios y federales. También queda claro que a
partir de la batalla de Pavón, los que ayer eran unitarios, son ahora liberales y su líder
es Mitre. Es decir que cambiaron de nombre, pero no de ideas. Con Mitre en el poder
somos capitalistas, pero el capitalismo nace en Inglaterra, entonces nos conformamos
con ser capitalistas dependientes. La verdad es que esta transición al capitalismo que
consistía en la hegemonía política y económica de Buenos Aires con la consecuente
secuela de muertos en toda la Argentina chorreando “barro y sangre” tenía una
103
LEVORATTI, Jorge. Los orígenes de Florencio Varela 1830‐1918: Tránsito hacia la autonomía y
constitución del poder municipal, urbanización e inmigración. 1° edición, Quilmes. Editorial Estilo
Gráfico, 1996, p. 33
104
ÑÁÑEZ, Guillermo Daniel, Los laberintos de San Juan en Diario InfoSur Jueves 21 de septiembre de
2006, p. 12
105
LEVORATTI, Jorge. Los orígenes de Florencio Varela 1830‐1918: Tránsito hacia la autonomía y
constitución del poder municipal, urbanización e inmigración. 1° edición, Quilmes. Editorial Estilo
Gráfico, 1996, p. 40
garantía previa de la oligarquía terrateniente en la “renta agraria diferencial106” Con el
triunfo en marras, los liberales emprendieron reformas vinculadas a reducir el poder de
la iglesia, la creación del Registro Civil, la institución del contrato matrimonial, la
administración de los cementerios, la educación laica son algunos ejemplos. También
comenzaron a rendir un culto a sus héroes por medio de estatuas, calles y nombre de
ciudades. Es interesante los motivos que expresa la Comisión de Vecinos del pueblo
de San Juan, en las trascripción que hace Graciela Linari: "Es un deber sagrado
popularizar lo más posible la memoria de este ilustre varón –Florencio Varela–, por
más que ella jamás se borrara de los fastos de nuestra historia”107. Luego agregan:
"Esta Comisión cree llenar un deber de gratitud poniendo a este pueblo el simpático y
querido nombre ya referido. Al dar este paso nos guía sólo la idea mencionada y la de
cortar confusiones que siempre existen con el nombre actual, dada la profusión de
pueblos y provincias de este nombre. Además, Señor Presidente, estamos viendo
diariamente la formación de nuevos pueblos con nombres de militares a quienes la
Nación les es deudora de eternas memorias, pero ¿acaso los soldados de la idea no
son tan dignos como aquellos de eterna gratitud?108” Jorge Barton es el presidente de
la Comisión de Vecinos, y Alejandro Villabrille el secretario, en ese orden firman el
petitorio para el cambio de nombre.
106
GALASSO, Norberto, Formación de la clase dominante y su expresión política: El conservadorismo,
Cuadernos para la otra historia nº 16, 1ª edición, Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos
Discépolo, 2000, pp. 9 a 15
107
LINARI, Graciela Florencio Varela, pueblo mío… 1ª edición, Florencio Varela, Edición de la autora,
1999, p. 19
108
Ibid., p. 19
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Cuadernos para la otra historia nº 9‐, 1ª edición, Buenos Aires, Centro Cultural Enrique Santos
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LEVORATTI, Jorge. Los orígenes de Florencio Varela 1830‐1918: Tránsito hacia la autonomía y
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1996.
LINARI, Graciela Entre San Juan… y San Juan en Palabras con historia, Florencio Varela, Año 3
N° 19
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autora, 1999
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LÓPEZ José Andrés. Quilmes de antaño, Quilmes, Ed. del Autor 1932.
MAC CANN, William, Viaje a caballo por las provincias argentinas, 1ª edición, Buenos Aires,
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ÑÁÑEZ, Guillermo Daniel, Los laberintos de San Juan en Diario InfoSur Jueves 21 de septiembre
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ANEXO DOCUMENTAL
Memorias de Florencio Varela
Escritas en su prisión de la Isla de las Ratas.109
Para mi memoria particular. – Montevideo abril 23 de 1838.
No está mi estancia ricamente amueblada; pues solo hai en ella una mesa que ocupa
una cuarta parte del pavimento; y una silla de madera. Este menaje se ha aumentado
con un catre, colchón, etcétera, que me han traído de mi casa.
109
La Isla de Ratas es un islote de piedras de unos 100 metros por 50 en una zona muy baja del centro
de la bahía de Montevideo donde apenas se puede navegar. Es también llamada isla Libertad desde
1843, cuando en el transcurso de la Guerra Grande, la escuadra dirigida por el almirante Guillermo
Brown, que apoyaba a Manuel Oribe, fue rechazada de allí por la escuadra naval del gobierno de
Montevideo, dirigida por entonces por José Garibaldi.
Son las 8 1/4, apenas había leído pocas páginas, cuando viene mi alcaide a mudarme a
la prisión de mi hermano: estamos juntos, y con mucha más comodidad: mi hermano
tranquilo y escribiendo al Presidente
Se acabó la comodidad: son las diez y el comisario Domínguez nos comunica que
debemos embarcarnos para el pontón. Lo siento mui de veras, porque mi pobre
hermano está enfermo y porque me mareo mucho. Vamos allá: pero vamos sin camas
porque no permiten llevarlas. Mi hermano ha enviado su carta al Presidente.
"Día 24. - Algo hemos adelantado: en vez de ir al pontón, nos condujeron a la Isla de
las Ratas, a donde llegamos a las 11 de la noche. Esta era serena, veníamos en un
falúa de ocho remos, custodiados del teniente Machado: tuve la fortuna de no
marearme en la travesía. TO he dormido en toda la noche, porque el suelo es mui
duro, hay muchas pulgas, y tenía mi cabeza muy acalorada. Tal vez á esa vigilia debo
la indisposición que he sentido en todo el día; una irritación molesta en el estómago, y
vientre. He tomado apenas dos tazas de caldo en el día. Mi tranquilidad de espíritu
continúa, aunque he llorado hoy, escribiendo a mi Justa; y al pensar en mi pobre
madre. A las 12 vinieron de tierra, trayéndonos nuestras camas y víveres; nos escriben
que aún ignoran el motivo de nuestra prisión. No es fácil que lo sepan, pues que no
hay el más pequeño. He escrito al cónsul Baradére, a Bejar y a Sierra.
"Día 25. - Por fin he dormido bien y estoy mejor que ayer: hoy no 'hay esperanzas de
que venga bote de tierra. La familia, esta familia es la que me tiene destemplado.
Vamos a buscar distracción en el Childe Harold's: pero me hace suma falta el
diccionario inglés: Byron es difícil de comprender; y yo no hablo inglés como Walker".
"Por Viana supe que se anunciaba como motivo de mi prisión que yo hablaba
descaradamente contra el gobierno. El hecho es falso: si algo he dicho contra un
gobierno que no puedo amar, ha sido entre las únicas personas de mi familia; y en
ella, por favor del cielo, no cuento delator alguno".
"Con el mismo joven Viana escribí a mi Justita y al Cónsul francés; únicamente por
escribir. Al mismo tiempo entregue al señor Coronel Acuña la carta para el señor
Ministro Blanco, cuyo borrador se encontrará donde este apunte aparezca".
"A las 2 de la tarde llegó el otro bote; y sentí vivo placer al ver en el a mi hermano
Rufino, y a mi excelente amigo D. Candido Juanicó; acompañados del señor Machado,
ayudante del Puerto; oficial cuya urbanidad y atenciones, al conducirnos aquí, y en
esta visita, nos ha hecho estimarle, como no se estima comúnmente a los ministros de
quien nos persigue".
"Grande satisfacción y placer tuve al saber por los dos primeros, que nuestra prisión
había excitado el interés general: y especialmente el de muchos de nuestros
conocidos y amigos. Jamás tuve orgullo, no le tengo ahora; pero consuela y satisface,
el ver que, sin más recomendaciones que una conducta honesta y siempre sincera,
llega uno a granjearse el aprecio en todas ocasiones, y amigos para la adversidad; es
decir, para cuando comúnmente faltan todos. Los nombres del Sr. Hood, cónsul
general ingles, del Sr. Baradére, cónsull de Francia, de D. P. Pablo Sierra, D. Fco.
Serna, D. Joaquín Suárez, del mismo D. Cándido Juanicó, me serán siempre gratos.
Los dos primeros han tornado la causa de nuestra libertad como tomarían la de sus
propios deudos: el Sr. Sierra, después de llevar a mi familia cien patacones, a cuenta
de honorarios míos, la ha dado consuelos, y hecho ofrecimientos, de aquellos que
muestran una alma noble, poco común en tiempos como estos, y en circunstancias
como las mías. Serna, a quien desde antes llamé amigo, ha confirmado este nombre
respetable: sabida mi desgracia, corrió a poner 500 pesos a disposición de mi familia:
no le fueron aceptados; pero el debe creer que hemos conocido la sinceridad de su
oferta. De Juan cuando comúnmente faltan todos. Los nombres del Sr. Hood, cónsul
general ingles, del Sr. Baradére, cónsull de Francia, de D. P. Pablo Sierra, D. Fco.
Serna, D. Joaquín Suárez, del mismo D. Cándido Juanicó, me serán siempre gratos.
Los dos primeros han tornado la causa de nuestra libertad como tomarian la de sus
propios deudos: el Sr. Sierra, después de llevar a mi familia cien patacones, a cuenta
de honorarios míos, la ha dado consuelos, y hecho ofrecimientos, de aquellos que
muestran una alma noble, poco común en tiempos como estos, y en circunstancias
como las mías. Serna, a quien desde antes llame amigo, ha confirmado este nombre
respetable: sabida mi desgracia, corrió a poner 500 pesos a disposición de mi familia:
no le fueron aceptados; pero el debe creer que hemos conocido la sinceridad de su
oferta. De Juanicó nada digo: me trata como a su hermano; como a tal le quiero yo, y
veo en sus pasos los de un miembro de mi casa: el sabe cuando le quiero y cuanto
aumentará ahora mi aprecio".
"La carta que me escribe Sierra me arrancó lágrimas; pero he llorado mucho con las
de mi Justita, mi hermana Carmen, siempre distinguida en mi cariño, y mi pobre amigo
D. Raymundo Poydenot: esta última carta es de un candor, y un sentimiento que
interesan mucho. Mis pobres hijitos lloran por mi, y ven llorar a su madre; esto me
duele mui adentro; no se puede conservar entera firmeza, cuando hay que sufrir
achaques como esos. La cólera de un magnate, su odio infundado, su obstinación en
perseguirme, no han abatido un solo quilate de mi habitual resignación, y no puedo
dejar de llorar cuando se que lloran una muchacha que me quiere, y cuatro chiquillos,
que forman el lazo mas fuerte de nuestro cariño. Así somos hechos".
"Nos ocupamos luego en acomodar los víveres, mesa, villas, y demás, que nos
trajeron de tierra. Los víveres son como para 15 días, por que tal ha sido, me dice mi
Justa, la orden que se la dio. Ella misma, sin embargo, me dice tener esperanzas de
que no durara tanto esta prisión .
"Hasta hoy nada hable de nuestros compañeros en ella; ni de los demás que nos
rodean. Hay en la Isla seis hombres de mar, ingleses y americanos, con quienes no
tenemos mas relación que la de romperles yo los oídos, hablándoles detestablemente
en su idioma, con el fin de ejercitarme. Hai entre ellos algún ladrón, por que he
presenciado la queja de un robado. Tenemos, a más, un negro, de la condición más
gárrula que puede haber, y bastante dado a la ginebra: cuando recibe, las
inspiraciones de este licor, poco poético, desata aquella lengua, que nada seria parte a
atajar. Toda esta jente esta bajo las órdenes de D. Pedro Gómez, hijo de Bs. As,
comandante de la Isla; hombre; mui callado, urbanísimo, en extremo condescendiente;
y que hace, por complacer a los presos, todo lo que es compatible con sus deberes.
Parece de tan escasos alcances, como bueno de corazón; y no es poco ponderar".
"Preso, como nosotros, esta el Sr. Luis Lanobla, hace más de cinco meses: tiene este
hombre opinión de áspero, y brusco en sus modales: pero es de un carácterr
jovialísimo, bastante instruido, por que ha viajado mucho; de conversación muy
agradable; y excelente compañero de prisión. Sigue D. Victor Delgado, vecino de
Minas, preso hace tres meses; hombre medio callado, mui metódico, amigo de cuidar
palomas, de colocar tablitas en las paredes, para que le sirvan de aparador: por lo
demás de buen trato. Con estos dos presos, y el comandante, hemos hecho nuestro
rancho; y comemos mejor.
"Nos cocinaba el negro histórico (y lo es, por que fue sirviente del general Belgrano, e
hizo varias campañas) de que hice mención: pero hoy nos quisieron aliviar la cabeza,
y le llevaron a tierra: queda, pues, de cocinero otro preso que se apellida Gallegos,
joven, que lleva dos años de prisión, habiendo sido prisionero en la Carpintería. Es un
infeliz, habla como paraguay, mui pobre, y en extremo servicial. Hoi casi enloquece
por que le di 5 manzanas, un pan grande, una lengua, y una batata asadas. Hai por
ultimo otro preso, llamado Sejas, sarjento mayor, condenado por un homicidio: hombre
de edad, parece indio, algo cano, ojos en extremo penetrantes, y con algo de
escudriñador; notablemente cojo, por lo que usa bastón. Nunca se junta con los
demás, y aun vive en habitación retirada. A las pocas horas de haberme visto, me
llamó con aire de misteriosa reserva, para advertirme que, entre los presos, tenernos
un especulador. Le pedí la explicación de esta palabra, y me contestó haciéndome
entender que había quien nos delatase; pero sin querer nombrarme persona; y
encargándome que previniese a mi hermano. Una conversación que oí después al
comandante, me ha persuadido á que las sospechas del viejo cojo recaen sobre
Gallegos: pero creo que solo ha sido ligereza de este la que dio marjen á la sospecha.
Como quiera que sea, chasco se lleva el que quiera delatarnos a nosotros".
"He tenido hoi el disgusto de saber que el Comisario Domínguez debe aumentar mi
lista de hombres a quienes no puedo estimar. Después de repetidas promesas que
nos hizo de entregar a nuestras esposas las cartas que le confiamos al embarcarnos,
no lo ha hecho hasta hoy; y, lo que es más, preguntado aquella noche, por persona de
mi familia, si sabia de nosotros, le aseguro que no, cuando el mismo nos había
conducido al muelle. Esta reserva injustificable, y esta violación de su promesa. fue
causa de que nuestra familia pasase una noche cruel, en las amarguras de la
incertidumbre. Por lo demás, Domínguez, con las dotes que tiene, hará carrera".
"Hoi estoi mas tranquilo que nunca; y me hallaría en el habitual estado de mi espíritu,
si estuviera con mi familia. He leído un canto del Childe Harold's Pilgrimage, con
atención, con sumo placer, aunque manejando con frecuencia el diccionario. Es
particular: cuando no tengo diccionario, casi no le necesito: pero teniéndole le consulto
a cada momento. Se entiende que hablo de la lectura de los versos de Byron; por que
su prosa, como otra cualquiera, no me da el mínimo trabajo. Son las 9 1/2: voi a dormir".
"Dia 26. Con intención de dormir me acosté: pero no lo he conseguido; no se por que;
pues estoi del todo sano. Dos veces encendí luz y leí algo: cerca del día me tomó el
sueño, y me desperté casi a las nueve. A esas horas había venido en el bote de la
Capitanía, el Oficial D. Bartolo Mitre, en busca de pólvora. Con el escribí a mi Justita, a
mis amigos Baradére, Sierra, Serna, y a mi hermana Carmen: mande una canasta con
ropa y un botellón vacío. En seguida barrí nuestra habitación (como lo he hecho en los
días anteriores) , la acomodé, me afeité, vestí, etc. Mi Justa me proponía enviarme un
criado para que nos sirviera; no le he admitido, 1º por que la escuela de una prisión
pierde mucho de su importancia cuando uno se procura, en ella, todas las
comodidades; y 2º porque con nosotros hay otros presos que se sirven por sí mismos;
y no me parece propio que, cuando así lo hace el Sr. Lanobla, hombre anciano, de
mérito, y comodidades, me haga sentir por mano ajena, yo, joven, sin sus méritos; y
pobre".
"Concluido mi acomodo y nuestro almuerzo, a las 12, leí hasta las dos y media de la
tarde; a cuya hora llegó un bote, conduciéndonos leche, un anteojo, y cartas de mi
amada Justita y de mis buenos amigos Baradére y Poydenot; pero regresó sin esperar
respuesta, en lo que hizo tan mal como bien en haber venido".
"Día 27 - Mui distinto de los anteriores. Un poeta clásico diría que Morfeo está irritado
conmigo: anoche no dormí un sólo minuto: me levanté a las 8, contento con saber que
mi hermano está libre de una indisposición que sintió ayer. Poco después de concluido
el asco y acomodo de nuestra habitación, tuvimos el gusto de ver llegar a nuestro
hermano Rufino, acompañado del Sr. Ayudante del Puerto. D. Grego. Peña; joven
amable, urbanísimo, y que nos trató con distinguida y sincera atención. Recibimos
cartas: las de mi Justa me contristaron porque me hicieron ver que está preocupada
de infundados temores. Contesté, consolándola, y procurando fortificar su espíritu.
Escribí también a mi hermano Juan Madero (le llamo hermano, porque la palabra
cuñado me choca, y porque me ama y le amo, corno un verdadero hermano); y
después de almorzar con nuestros huéspedes, y de acompañarlos a embarcarse, me
vine a leer mi Byron".
"Nada tiene de pintoresco el cerro de Montevideo: sin embargo, mirado de esta Isla,
ofrece una vista agradable, principalmente desde que su falda está poblada de
saladeros. Esto me hizo nacer el deseo de pintar una vista del Cerro (aunque apenas
sé dibujar) y pedí a Rufino, al efecto, mi caja de pinturas. Entre tanto, me acordé que
había leído, antes de ayer, en el primer canto del Childe Harold's Pilgrimage, tres
bellísimas estancias sobre el Monte Parnaso; y aunque pocas cosas de un mismo
jénero, habrá más distintas que el Parnaso, y el cerro de Montevideo, la vista de este
me despertó el deseo de traducir aquellas estancias en verso castellano. Empecé por
escribir su traducción en prosa, para versificarla después; y cuando empezaba la
segunda estancia (que es la 61ª del canto) el Sr. Lanobla me anunció que venía el
bote, conduciendo varias personas".
"Confieso que recibí la noticia de nuestra inmediata libertad sin la menor alteración de
ánimo. La idea primera que tuve fue la del júbilo de mi Justita, de mi buena madre,
Juanita y mi Hersilia; pero, en el momento, me contristó la soledad en que dejáremos
al Sr. Lanobla. Esto me atormenta mucho; y he pasado hoy, por este motivo, un día
peor que ayer".
"Yo no tomo mate, pero le sé cebar bien: lo hice para obsequiar a nuestros
huéspedes, que no quisieron comer con nosotros; y después que los acompañamos al
embarcadero, nos volvimos a comer".
"Para aumentar mis particulares sucesos, supe hoy que ha llegado a Montevideo mi
hermano Mariano Cané. Mañana, pues, si no nos engañan, abrazaré no solo a mi
Justa, mis hijitos, mi madre y hermanos, sino también al nuevo huésped, a quien no
veo hace seis años".
"Voi a conversar un rato con el Sr. Lanobla, antes de dormir. Es indecible el interés
que me inspira el carácter de este hombre".
“Día 28. -Ya estoy completamente contento: Lanobla en libertad hoi o mañana. Escribo
esto a las 11 1/4, hora en que acabamos de saberlo: continuaré mis apuntes luego que
vea lo que da el día".
"Las diez de la noche en Montevideo. A las dos y media de la tarde, llegó a la Isla el
bote, conduciendo a mis hermanos Rufino, Juan Madero y Mariano Cané, a nuestro
amigo Poydenot, y el comisario Domínguez: iban a conducirnos a tierra. Recibimos al
comisario con un aire manifiesto de desagrado, porque, como antes dije, nos había
engañado en el negocio de las cartas: pero mui pronto vino a darnos una satisfacción
respecto de los motivos porque se había visto forzado a quemar las cartas. El, al
menos, ha quedado satisfecho con lo que nos dijo: por lo que hace a nosotros,
aquellos eran momentos de perdonar".
Acomodamos todo nuestro equipaje, y, despidiéndonos de nuestros compañeros de
infortunio, y del comandante, sin lágrimas ni muecas, pero con un sentimiento
particular que inspira la comunidad de desgracias, nos embarcamos; y a las cuatro y
media tuvimos el placer de abrazar a nuestras queridas, y consoladas familias, cuyo
júbilo nos indemnizó los disgustos sufridos''.
“Terminada mi prisión, terminó también este diario: pero agrego, por apéndice; que
aquí he conocido que no era exajerada la relación que se nos hizo del interés jeneral
que había exitado nuestra prisión. El Gobierno se ha visto verdaderamente sitiado de
recomendaciones; ha habido algunas escenas sumamente serias; el Sr. D. Francisco
J. Muñoz fue principal actor en una de las más violentas: aún llegó caso en que dos
ministros hablaron de renunciar: las conferencias de los Sres. Hood y Baradére han
sido también de importancia; y por último una ocurrencia con el Encargado de
Negocios del Brasil, vino a completar esta serie de escenas particulares".
"Parece que ese ajente había pedido el castigo de funcionarios subalternos, que en la
frontera, habían violado derechos del Brasil, de lo que presentó pruebas. El Gobierno
le contestó que no podía proceder a prender tú castigar a nadie, porque se lo
prohibían la constitución y las leyes. Entonces aquel replicó que extrañaba que el
gobierno no pudiese castigar ni prender. y desterraba a cada momento hombres por
sospechas, o sin causa; que no podía admitir la excusa de que las leyes prohibían
aquello, cuando, a sus ojos mismos, acababa de enviarse a la Isla de las Ratas, dos
individuos con tal injusticia que el pueblo todo estaba ocupado con eso".
"A estos disgustos expone una lijereza de parte de los que mandan. Por lo demás, yo
no me alucino: conozco el cordialísimo interés que nuestros amigos han tomado por
nuestra libertad; pero el que ha animado a la generalidad no ha sido debido a un
sentimiento de aprecio por nosotros; sino a la conciencia que empieza a adquirir este
pueblo de que, si consiente callado semejantes abusos de autoridad, todos los
ciudadanos serán víctimas de su tolerancia e indolencia".
"Quiera Dios que la lección sirva para que no se repitan escenas que tanto degradan
al gobierno!"
"He abrazado, con todo el entusiasmo de la gratitud a mis amigos, los señores
Baradére y Hood; y he presentado a este último, como memoria de su buena acción,
un magnífico ejemplar del Gil Blas, cuya belleza había ponderado el mismo señor
Hood en mi casa, el día en que me prendieron".
"Este diario es solamente para mí; y jamás saldrá de mis manos: va escrito sin aliño,
sin pensar siquiera en lo que escribía. A él va adjunta la correspondencia de mi Justa.
Montevideo, 28 de abril de 1838"110.
110
Original manuscrito perteneció al escritor Manuel Mujica Láinez (1910‐1984), descendiente de Varela
y éste que le facilitó una copia a Leoncio Gianello para su publicación. Ver en Leoncio GIANELLO,
Florencio Varela, 1ª edición, Buenos Aires, Ed. Guillermo Kraft, 1948, pp. 506 a 519
LIBRETAS DE FLORENCIO VARELA
El original de estas Memorias se encuentra en una libreta de apuntes de don
Florencio, utilizada por Domínguez y no conocida públicamente. De la familia de
Varela pasó a poder de Luis L. Domínguez y luego a manos de José Mármol cuando
éste preparaba su trabajo sobre el asesinato de Varela. Un hijo del poeta la envió al
Dr. Horacio Becccar Varela, nieto de D. Florencio, con una carta en que dice: "Tengo
el agrado de remitirle la joya del archivo I de mi padre, pensando que nadie mejor que
Ud. debe conservarla". La libreta de apuntes tiene tapas de hule de color rojizo; boja
de papel blanco, sin raya, de 95 milímetros por 155. La escritura, generalmente con
tinta y algunas veces con lápiz, no es caligráficamente pareja: Muy cuidada en las
primeras páginas de las Memorias Privadas –que abarcan 32 páginas y son las únicas
numeradas–, se hace menos regular en las últimas; y en la restantes anotaciones
sobre motivos diversos es a veces clara y otras casi ilegible. Ordenado y metódico
como lo era D. Florencio, su libreta de apuntes refleja día por día el "Derrotero del
bergantín de S. M. B., cap. Haymes, en viaje desde Montevideo a Plymouth", con las
respectivas fechas, grados de latitud y longitud y distancia en millas. Lo mismo con
respecto al viaje de regreso desde El Havre a Río de Janeiro. En otras páginas hay
diversos dibujos: del "Fantome", de uno de los cañones del bergantín, y el perfil,
probablemente de un hombre de la tripulación; los dibujo, localizados con gran
habilidad manual, con firman la afición de Varela por las artes plásticas, a que hace
referencia su biógrafo.
El Varela estudioso, formado en las largas y fecundas vigilias de su Buenos Aires natal
y de Montevideo y el Janeiro, la capitales de su ostracismo, surge a cada momento de
estas anotaciones. Con reveladora frecuencia se encuentra el apunte referente a
libros: libros a comprar o para encuadernar; extractos de sus lecturas más importante;
listas de los libros prestados y nombres y de las personas que los retienen. Así
sabemos que D. Vicente Fidel López le tenía de prestado la "Gazela de Buenos Ayres
de 1811", una carpeta de documentos manuscritos de 1810 a 1819, y la colección de
constituciones de algunos estados americanos; Bartolomé Mitre, que alternaba sus
horas heroicas del sitio con las lectura, honda, es depositario del "Dictionnaire
Politique"; la "Vida de Colón" se anota como prestada al poeta Mármol, y a D. José
Domínguez el "Código de las siete partidas". 19unas de estas anotaciones son
posteriores a su viaje a Europa; así, en página cercana hay la referencia a un volumen
de folletos prestado al Sr. Cané, y una fecha: 1846.
Por otros apuntes de ese año sabemos que hizo encuadernar “El Semanario de
Agricultura" -"los cuatro tomos para encuadernar en dos volúmenes" y la "Biblioteca
del Comercio del Plata" y “tres volúmenes para encuadernar en uno".
Las direcciones de personajes de figuración en la diplomacia: De LisIe, Ellauri –para
quienes llevaba oficios del Gobierno–, Baradere, Lelong; los ministros Lord Aberdeen y
Guizot, y las de sabios y escritores como Arago, Tocqueville, D'Orbigny, Víctor Hugo,
permiten seguir en su andanza europea al diplomático de la Defensa cuando alternaba
sus ocupaciones oficiales con la visita a bibliotecas, museos, archivos y teatros, y
frecuentaba las grandes figuras de las ciencias y de las letras.
Autobiografía de Florencio Varela111
Las "memorias privadas" las escribió el doctor Florencio Varela en una
libreta común, de 16 centímetros por 10, con muchas páginas, la que
conservo el poeta don José Mármol.
Arago. Observatorio.
En muchas partes se leen anotaciones del viaje por mar; listas de libros
adquiridos y encargados; datos estadísticos sobre ferrocarriles en diversos
países, y una gran cantidad de otros apuntes, reveladores de las
preocupaciones intelectuales, patrióticas y morales del propietario del
pequeño libro íntimo. La última página de las memorias se cierra con una
nota puesta por Mármol, que dice:
111
Se respetó la forma de escritura de aquella época, es por ello que encontrarán algunas palabras que
se fueron modificando por convenciones, usos y costumbres.
"Murió asesinado el lunes 20 de marzo
de 1848. Recibió una herida de daga
por la espalda, que le traspaso el
pecho, al tiempo de llamar a la puerta
de su casa, calle Misiones Nº 90, y
espiró en la acera de enfrente, N° 91,
un minuto después de herido".
Memorias Privadas
Nací en la Capital de Buenos Aires, en la
casa de mi madre Dª Encarnación Sanjines,
situada al costado del Este del Convento de
San Francisco, el día 23 de Febrero de 1807
á las 9 y media de la mañana.
MI padre murió el día 20 de Junio de 1818, después de una larga enfermedad, cuyo
asiento opinaron los facultativos que estaba en el hígado.
Entre al Colejio de Ciencias morales el día 18 de Octubre de 1818, que fué el año de
su fundación; y en el que obtuve una beca de gracia, que concedió á mi madre el
Supremo Director D. Juan Martín Pueyrredon. En dicho Colejio solo estudié el primer
año de latinidad, no habiéndome permitido continuar este estudio mis superiores por
hacerme dedicar a las matemáticas. Cursé dos años de esta facultad; dos de filosofía,
y uno de Jurisprudencia en el mismo Colejio, del cual salí en Diciembre de 1823.
Fuí nombrado oficial mayor del Ministerio de Relaciones exteriores, a mediados del
año de 1829, después de la revolución de 1828, en la que tome la poca parte que mi
edad y circunstancias me permitían.
Pedro Francisco Berro, padre de una larga y estimable familia, y español de orijen,
hospedó en su casa, por mas de dos años, a mis hermanos y á mi, tratándonos como
a miembros de su familia.
112
Suprimimos los pormenores relativos al nacimiento y bautizo de los hijos, semejantes en la forma a
los relativos al mayor.
Mi hijo, Rufino Jacobo, nació el 10 de Julio de 1838, en Montevideo.
Rufino los condujo salvos a su destino; luego que los dejó, se volvía, y en ese acto le
asesinó alevosamente un teniente Martinez, en presencia de los mismos á quienes
acababa de salvar. Esta relación, me la hizo el Sr. Halley, comandante de la
"Expeditive", que fué al campo de Oribe y de Lavalle comisionado por el Vice-almirante
Mackau. Supe la noticia de aquel infortunio a fines de Diciembre.
Mi octava hija, Justita Carolina, nació en la capital del Janeiro (calle del Príncipe N° 11
en el Catette) el 27 de Noviembre de 1841.
Manuel Oribe, y pone en gravísimo riesgo la independencia de aquel Estado, y la
existencia de los que somos enemigos de los vencedores.
Por eso me preparo á escribir diariamente lo que vea y lo que aprenda: pero a
escribirlo solamente para mi propia enseñanza, y de modo ninguno con la pretensión
de enseñar a otros. Considero estos apuntes –y quiero que los míos los consideren
también– como un secreto de familia.
A principios de Febrero de este año, D. Santiago Vasquez, uno de los hombres mas
notables por su capacidad, entre los orientales, ocupo el Ministerio de Gobierno y
Relaciones Exteriores en su país, invadido entonces por el ejercito del gobernador
Rosas, mandado por D. Manuel Oribe, que habia destrozado al ejercito Oriental a las
ordenes del Jeneral Rivera, el 6 de Diciembre anterior en el Arroyo Grande, territorio
del Entre-Rios.
El Sr. Vasquez era, de mucho tiempo antes, mi estrecho amigo personal. Desde que
subió al ministerio, me pidió que le ayudara en el desempeño de sus funciones; y
aunque jamas fui empleado publico, a sus ordenes, puso, de hecho, a mi cargo y bajo
mi exclusiva dirección, todos los negocios del ministerio de Relaciones Exteriores. En
circunstancias como las que cercaban entonces a Montevideo, las cuestiones con
extranjeros son de necesidad muy frecuentes. En efecto, muchas y algunas muy
graves, se presentaron, con los representantes de la Francia, de los Estados Unidos,
del Brasil y del Portugal, al paso que las amistosas relaciones que se mantenían con
las autoridades inglesas, exijian muchos y delicados trabajos. Todos, todos esos
negocios, sin excepción, fueron dirijidos y despachados por mi: el Sr. Vasquez, y el
Gobierno todo, me hicieron siempre el honor de aprobar todas las ideas y todas las
redacciones que les presente.
Sabidos son los servicios, que el Comodoro Purvis ha hecho a la causa del Gobierno
de Montevideo, y la influencia directa que sus actos han tenido en la defensa de
aquella Plaza.
En los primeros dias de Agosto, el Sr. Vasquez me hizo llamar al ministerio, para
anunciarme que el Comodoro Purvis estaba cada dia mas por el envío de un ajente, y
que el Gobierno, convencido de la necesidad de esta medida, había resuelto enviarme
como su comisionado, pero en carácter privado; no solo por la falta de fondos para
costear una mision diplomática, públicamente acreditada, sino también por no dar
motivo de censura, no siendo yo ciudadano Oriental, al paso que el Sr. Vasquez era
jeneralmente censurado por la preferencia que siempre da a mis compatriotas sobre
los suyos.
Los motivos "personales", que en el mes de Marzo me habrían hecho desear el viaje a
Europa, no existían propiamente en el mes de Agosto: y aunque el deseo de toda mi
vida había sido el visitar la Europa, para estudiar y aprender prácticamente, ]as
circunstancias en que se trataba de enviarme eran demasiado desventajosas para que
pudiese lisonjearme la idea. Desde luego el Gobierno me limitaba á tres ó cuatro
meses el tiempo de mi residencia oficial en Europa: sólo me daba cinco mil pesos
corrientes y mi pasaje de ida; es decir, 4500 pesos por causa de la mision, y
quinientos pesos por los trabajos que yo había hecho para el Gobierno. Ni el tiempo, ni
los medios de que podré disponer me permitirán aprovechar de mi visita á Europa para
el objeto de cultivar mi espíritu y completar mi educación práctica.
Por otra parte, el estado de ajitacion y peligro en que se halla Montevideo, me hacia
sumamente difícil el dejar allí á mi familia –á mi familia que encierra todo mi mundo,
concentra mis afecciones y a cuya falta confieso que no puedo acostumbrarme–.
Debo también declarar –por que es verdad– que, en el estado de completa pobreza a
que me han reducido mi enfermedad, mi naufragio –en que perdí todo cuanto mi casa
tenía– y el estado político de Montevideo, no me podía ser indiferente asegurar, por un
año al menos, la subsistencia de mi familia; y esta fue otra consideración que me
indujo a aceptar el nombramiento.
Hice en mi casa todos los necesarios arreglos, para que nada falte á mi familia durante
mi ausencia. Dejé algunos fondos en poder de mi Justa, y otros en una letra de D.
Samuel Lafone, con intereses para que se los vaya subministrando á medida que ella
los necesite. La he dejado algunas instrucciones escritas, aun que esta jóven, de
excelente corazón, y de juicio aventajado, no necesita ajena dirección para el
desempeño de sus deberes de esposa y madre de familia.
Dos días después de mi nombramiento, es decir el 13 de Agosto, ocurrió un incidente
que hubo de dejar mi viaje sin efecto.
Ese día, en efecto –amarguísimo para mí– me despedí de toda mi familia, a las 9 de la
noche, dejando a mi querida Justa en aflicción extrema, y en lágrimas á todos los
míos, que me aman como los amo. A las diez de la noche fui al muelle con el capitán
Haymes, acompañado de mi hermano Madero y de algunos de mis amigos; los últimos
abrazos que recibí fueron los de aquel hermano, los de D. Salvador Carril, de D.
Samuel Lafone, D. José Dominguez, y D. Cándido Juanicó, personas todas a quienes
me liga veracísima amistad. A esa hora nos embarcamos y dimos la vela, con
excelente viento, a las 6 de la mañana del día 16. Los que han dejado la patria, la
esposa, los hijos, la madre venerada, los hermanos, las afecciones todas que ligan el
hombre a la tierra que habita, comprenderán fácilmente como el corazón se oprime y
se anuda la garganta, cuando se ve desde la nave, ir desapareciendo poco a poco la
tierra primero, los árboles después, confundiéndose gradualmente con el agua, como
lagos y paisajes, hasta que las torres suspendidas en el aire, desaparecen por fin; y un
horizonte uniforme y monótono reemplaza todos los objetos
Una navegación larga es monótona y fastidiosa, aun en un buque de guerra. Todos los
días el mismo mar, el mismo cielo, sin mas variaciones que las de la atmósfera; todos
los días a la misma hora la limpieza del buque –que me despierta a las 4½ de la
mañana contra mi voluntad– la limpieza de las armas, la revista, los ejercicios
alternados de canon, de fusil y de sable: conversar, leer, pasear, comer y dormir. Ahí
está todo.
El domingo, sin embargo, es una ecepcion que merece observaciones serias. A las
diez de la mañana se hace el servicio divino, dirijido por el Sr. Slight. La cubierta del
buque, se convierte en templo, donde toda la tripulación sentada en bancos, vestida
con suma limpieza, y presidida de todos los oficiales, reza el servicio y oye, con muy
notable atención, el sermón que su ministro predica. Es cosa que hace ciertamente
impresión ver, en un punto de la inmensidad del mar, una reunión de hombres
adorando a su Creador, y mostrando así que, donde quiera que hay corazones que
creen y que esperan, se levantan altares al Dios que ve a un mismo tiempo todos los
puntos del Universo.
Muchos me tienen, entre mis compatriotas, por irrelijioso é incrédulo, por que no
ejecuto, ni permito a los que de mi deben recibir educación relijiosa y moral, ciertas
practicas en que algunos ministros de la Iglesia Romana dicen que consiste la relijion.
Los que así me juzgan, se engañan: ni soy incrédulo ni irrelijioso: confieso que no hay
–que no puede haber– código mas perfecto de moral relijiosa, política, civil y
doméstica, que el Decálogo y el Evanjelio, tales coma Moises y Jesu-Cristo los
enseñaron. Lo que no creo, lo que me enoja, lo que juzgo deber mio –como esposo,
como padre y como ciudadano– evitar que los míos crean, son los abusos criminales
con que ciertos sacerdotes católicos, han desfigurado y falsificado aquellas verdades.
La inmoralidad de los ministros del Culto –irremediable mientras estén condenados al
celibato– su ignorancia, ó su abandono, respecto de las materias relijiosas: eso es lo
que yo combato y persigo: pero eso no es "la Relijión", ni tiene que ver con la creencia
en un principio que anima, dirije y conserva la creación…
su tenor jeneral, que se vera por lo que sobre ella escribiré al Gobierno. Lo mas
notable para mí, ha sido que Lord Aberdeen me ha declarado que Mr. Mandeville obró
mal, fuera de sus instrucciones, y dio al Gobierno de Montevideo, justo motivo para
confiar en la protección de la Inglaterra; que el Comodoro "ha sido aprobado"; y que
aun necesita el Gobierno ingles entenderse con el frances. Cuando pregunte á Lord
Aberdeen, si estaba resuelto á hacer que la Inglaterra se sometiese á lo que la Francia
resolviera, me ha declarado "que no": pero que necesitaban entenderse. Me refiero a
mi propia correspondencia con el Gobierno, por lo tocante a pormenores.
Noviembre 24. –En mi última conferencia con este ministro (Lord Aberdeen) he visto
que el Gobierno Británico, no sabe hasta que punto Mr. Mandeville había asegurado al
de Montevideo la intervención de la Gran Bretaña, al paso que el Conde Aberdeen ha
reconocido, que el Gobierno oriental "tuvo razón" de creer en esa intervención. Esto,
me ha determinado a entregar al Conde, en la conferencia de mañana, copias de los
párrafos de la correspondencia de Mandeville que contienen aquella seguridades.
Noviembre 25. –Amanecí con uno de los violentos dolores de cabeza que suelo
padecer; sin embargo, trabajé pasta las 12, completando los papeles que había de
dejar á Lord Aberdeen. A esa hora, fui á la conferencia, que se prolongó hasta las 2
menos cuarto. Ha sido muy animada, muy cordial; el ministro ha manifestado asombro
de las seguridades de Mandeville; ha reconocido que debió retirarlo en el momento; ha
declarado que en todo lo que Mandeville dijo, "no hay una palabra de verdad". He
reclamado, por mi parte, lo que la justicia, y el honor del Gobierno Ingles, exijen que se
haga por un pais á quien se ha mecido con esperanzas oficiales tan positivas. En fin,
los pormenores de esa conferencia, en que he hecho los últimos esfuerzos a que
alcanza mi cabeza, constarán en lo que sobre ella escribo al Gobierno.
El juicio por jurados fue siempre un objeto de interes para mi, estudiándole en teoría;
ese interes ha sido mayor cuando le he visto practicado; cuando he palpado los
medios que subministra para llegar al conocimiento de la "verdad", base de la "justicia"
en toda sentencia. El examen contradictorio de los testigos, es sin disputa, una de los
mas interesantes procedimientos en estos juicios.
Quiero rejistrar una observación del “Recorder" (Juez de derecho) en uno de los juicios
que hoy presencié. Se trataba de un mozo de 20 años, acusado de haber sacado
varios jéneros de diversas tiendas, con pretextos falsos; los acusadores reconocían
que lo habia hecho siempre á nombre y por orden de su padre: asi constaba también
de ]as pruebas; pero anadia la acusación, que el jóven no podia ignorar que su padre
estaba robando aquellos jéneros; y aun creo yo que habia motivo bastante para creer
que lo sospechaba. El juez, al dirijirse á los jurados, para reasumir el caso, le hizo
notar, que aun cuando la acusación observaba que el jóven debia sospechar la ilegal
naturaleza de las comisiones que de su padre recibia, debia tenerse presenter –que
"el ultimo que debe sospechar de un padre es su hijo; y que no puede adoptarse como
“principio de justicia que el hijo deba sospechar de su padre". Hallo en estas palabras
verdad, moral, justicia, orden domestico y social.
Tuve que retirarme del tribunal, cerca de las dos, por que debia ir a las tres á la
conferencia con Lord Aberdeen. Su resultado, que consta en mi correspondencia con
el Gobierno, no me ha dejado satisfecho. Temo no conseguir cosa alguna. El Gobierno
ingles desearia, me parece, poner paz en aquellos paises: pero teme que Rosas haya
triunfado ántes que pueda la Inglaterra protejer al Estado Oriental.
Enero 1º de 1844. –Es la primera vez que hallo este dia distinto de los demas. La
separación de la familia y de la Patria cria, tal vez, preocupaciones aun en espíritus
poco dispuestos a recibirlas. Al lado de mi familia, este dia me habria parecido igual á
todos, solo habria visto en él la vuelta de la tierra á la posición astronómica en que se
hallaba hace doce meses. Pero hoy, ausente de los mios, y en la situacion en que se
halla el pais en que los mios viven, no puedo apartar la idea de que un nuevo ano
puede ser conductor de sucesos nuevos, que afecten bien ó mal la suerte de los mios.
Es una debilidad de mi espíritu, que reconozco con pesar.
Enero 2. –He escrito toda la mañana, y fui a las dos a ver á Lord Canning, para saber
si Lord Aberdeen habia recibido mi carta del 29. Me dijo que sí, y que hoy sería
contestada. A las 5 he recibido una nota oficial del conde Aberdeen, en que
resueltamente declara, que el Gobierno ingles ninguna parte tomara en los negocios
del Río de la Plata. Se halla entre mis papeles. Mi misión, pues, queda concluida: la
Inglaterra –tal es mi convencimiento– no conoce sus intereses, y aquellos
desgraciados paises serán por largo tiempo teatro de anarquia.
Marzo 25. –Hoi es el dia de mi madre: de mi madre, que es para mi un objeto de culto
sobre la tierra. Mucho he pensado en ella, y cierto estoy de que ella habrá hablado
mucho de mi, por que me ama con extremada ternura. Confio en que mi Justa, y mis
hijos que la veneran como yo, la habrás visitado en mi nombre, y la habrán presentado
las demostraciones de amor y de respeto que acostumbramos. Cada uno cree que no
hay madre mejor que la suya. Yo, en realidad, estoy cierto de que no es posible una
mejor que la que el Cielo me ha dado; al paso que nuestro pais ofrece pocos ejemplos,
en el sexo, de una elevacion y fuerza de espíritu, unidas a la mayor prudencia y buen
juicio, como se hallan en esta porteña respetable
Mayo 20. –Son las 3 de la tarde, y estamos entrando con calma chicha, y remolcados,
á la bahia del Janeiro, que ya conocia yo, y que no por eso me parece menos
magnifica y grandiosa. Veo acercarse, con ansiedad, que no puede describirse, el
momento en que voy á saber la suerte de la plaza de Montevideo, que encierra a mi
amada Justa, á mis tiernos hijos, á mi familia toda, mis amigos y las últimas
esperanzas de la causa de civilizacion de que depende el porvenir de mi pais y el mio
individual. Nada se de Montevideo desde Enero: ¿que sabré dentro de pocos
momentos?
Creemos servir a los amantes del arte y las ciencias, haciendo a la vez historia
del descubrimiento, y una exacta descripción del aparato y operaciones del Sr.
Daguerre. Nos servimos para la primera de los datos que hemos podido consultar en
algunos diarios franceses, en uno que otro número del "Artiste" en el magnífico
informe del señor Arago a la Cámara de Diputados y en otras piezas contenidas en el
interesante folleto que acompaña al instrumento. Seguiremos en la segunda el
testimonio de nuestros propios sentidos, pues que tuvimos la fortuna de poder
observarlo todo con minuciosa prolijidad.
Sin remontar a la antigüedad, en que el ilustre Arago, ha ido a buscar las
primeras huellas de los esfuerzos humanos "para imprimir por medio de la luz'', a lo
que se ha dado el nombre de arte fotográfico le seguiremos por las que aparecen más
inmediatas a nosotros.
Sir Humphrey Davy siguió los pasos de su compatriota Wedgwood, hizo sobre
ellos reconocidos progresos, pero las tintas de las copias que obtuvo desaparecieron
desde que eran expuestas a la luz del sol, cuya acción ennegrecía totalmente la tela,
de modo que solo podía mirarse a la luz de la lámpara y aún eso, muy rápidamente.
Daguerre, por hacer modificaciones en el sistema inventado por su socio que éste,
había dado el nombre de heliografía, arte de grabar por el sol, en una memoria que
pasó a aquél, en diciembre de 1829. Pero desesperanzado después, de obtener, por
ese sistema, los resultados que buscaba, abandonó Daguerre las huellas ajenas, para
lanzarse en otras nuevas que le mostraba su genio tenazmente observador. Serviase
el señor Niepce, para preparar la superficie destinada a recibir la impresión luminosa,
de una composición de asfalto y aceite de alhucema, la que Dagijérre, trocó por el
iodo, proponiendo a su socio que trabajase más bien sobre esta sustancia. Es muy de
notar, que Niepce jamás comprendió el partido que de ella podía sacarse, y tanto que
concluyó en decir a Daguerre, en una carta que circula impresa que creía imposible
obtener nada del iodo y que sentía el tiempo que con él había perdido. No logró el
infatigable Niepce ver el éxito de sus laboriosas tareas, y muerto en julio de 1833,
continuó las suyas Daguerre, por medio de una prolija serie de experiencias, en las
que, marchando casi sin el auxilio de las teorías físicas, necesitaba espiar a la
naturaleza, adivinar las afinidades, sorprenderlas por sus mas leves apariencias, hasta
llegar así á un resultado que poco antes se creía irrealizable. El plano destinado por él
para recibir la imagen, es una laminilla de cobre con un ligero baño de plata, cuya
superficie cuidadosamente bruñida, presenta la apariencia de un espejo. Su espesor
no pasa del de una tarjeta gruesa ni debe ser más que el que baste a conservar la
planimetría de la lámina. Las experiencias del señor Daguerre le convencieron de que
el cobre plateado es muy preferible a la plata sola, circunstancia que a juicio del señor
Arago prueba que la electricidad entra para algo en el misterioso resultado.
reactivo que buscaba en el vapor del rnercurio desprendido a una temperatura de 60
grados Reaumur. Pero aún faltaba más.
1) Limpiar y pulir la lámina plateada, para disponerla a recibir el vapor de iodo.
Para la primera operación, se coloca la plancha en una mesa u otro plano bien
nivelado y sobre un papel blanco; por medio de una bolsita de gasa transparente, se
espolvorea la superficie plateada, con polvos de piedra pómez pasada por tamices
finísimos y que no deben contener la menor humedad. Tómase luego un algodón,
prolijamente desmotado sin cuerpo ninguno duro, capaz de rayar la lámina; se
humedece con aceite común de olivar; con él y los polvos, se frota suavemente
moviendo la mano en circulitos pequeños. Al cabo de 5 o 6 minutos, se arroja el
algodón con aceite, vuelve a espolvorearse la lámina con la piedra y continúa
frotándose con un nuevo algodón enteramente seco, hasta que no se advierta, en la
superficie, señal alguna de humedad del aceite.
pues, que la primera aunque larga, nada tiene de difícil; mucho menos, cuando el
aparato viene provisto de todas las sustancias que por otra parte, se encuentran
fácilmente de venta. Se nos asegura que, en la actualidad se ha simplificado tanto ese
método de pulir la lámina aplicando otras sustancias que, la operación se practica en
ocho o diez minutos, cuando la que nosotros presenciamos requerían una hora por lo
menos. Bruñida así la plancha se la coloca en una tablita de madera, algo más grande
que aquella, a la que se sujeta por medio de las varillas metálicas y planas, de que
antes hablamos, que se clavan con brocas muy pequeñas y que queda enteramente
pronta para la segunda operación que consiste en darla al vapor de iodo.
Un hecho, sin embargo, guía al operador. El vapor del iodo, tiñe la superficie
plateada de un color más o menos obscuro, según la intensidad de aquel. Es preciso,
pues, sacar varias veces la lámina, mirar su estado a la vislumbre y retirarla cuando
aparezca enteramente dorada. El baño demasiado largo le daría un color violado y la
inutilizaría, ennegreciendo la acción de la luz la superficie toda. Si por el contrario, es
demasiado corto, la imagen se pintaría con tintes muy débiles. Concluido el
zahumerio, es necesario precaver la lámina de la luz, al llevarla a la cámara oscura; y
para ello se coloca en un ingenioso aparato que no es fácil de describir y que a nada
se parece más, que a una especie de cartera de madera, que se abre y cierre por
medio de un resorte, dentro de la cual queda la plancha enteramente escondida. Se
trata entonces de la tercera operación, es decir, de exponer aquella a recibir la acción
de la luz de la cámara oscura. Es inútil describir este aparato, todos le conocen. Se
coloca del modo conveniente para recibir la imagen, moviendo hasta encontrar el foco
verdadero, la parte corrediza del aparato; una vez hallado se fija ésta por medio de un
tornillo; se cubre entonces la lente; se quita el vidrio y el espejo que forman la pared
opuesta de la cámara en la que se pinta la imagen; se adapta en su lugar, la cartera
que encierra la lámina; se abre después interiormente por medio de los resortes;
descúbrese la lente y queda expuesta la superficie preparada a la acción de la luz que
va a crear esa imagen milagrosa fijando en un plano sus reflejos fugaces e
impalpables.
Hay para el efecto, las fuentes cuadrangulares, algo mayores que la lámina y de una
pulgada de profundidad. Echase en la una, hasta llegar a su mitad, agua natural más
qúe tibia y en la otra una porción de hiposulfito de soda, que baste a cubrir la lámina.
Esta sustancia puede ser suplida por una disolución de sal común, en agua natural. Se
sumerge primero, rápidamente, la lámina en el agua tibia y se pasa luego el
hiposulfito, agitando la fuente para que el líquido corra por sobre aquella; en pocos
segundos desaparece de la superficie bruñida el viso amarilloso del iodo y entonces se
pone otra vez la plancha en el agua tibia agitando la fuente; se saca luego, se deja
secar al aire y a la sombra, colocándola de modo que el agua escurra siempre; pues
detenida, las partículas salinas mancharían el metal. Nada más queda que hacer. La
imagen aparece como grabada en negro, sobre la superficie de un espejo. Las
condiciones todas de la perspectiva lineal y aérea, la exactitud más minuciosa en los
pormenores, la más imperceptible degradación en las sombras y en las tintas, no
perjudican al efecto general ni obstan en nada, según la expresión del famoso P.
Delaroche, a la tranquilidad de las masas, Fácilmente se concibe que haciéndose la
reducción de la escala por medios naturales la copia debe reproducir los mínimos
accidentes ópticos y lineales del original. Así que se pintan a veces algunos objetos
perceptibles tan solo con el auxilio de la lente.
Empezando por el arte de la pintura, aquel sabio no hizo más que leer en la
Cámara de Diputados, las palabras de Pablo Delaroche en una carta que le dirigió: "El
descubrimiento del señor Daguerre -dice el insigne- lleva a tal punto la perfección de
ciertas condiciones esenciales al arte, que vendrá a ser un objeto de observaciones y
de estudios, aun para los pintores más hábiles. La corrección de líneas y la precisión
de las formas, es tan completa como parece serlo, en los dibujos del señor Daguerre y
se conocen en ellos al mismo tiempo, un modelo vasto, enérgico y un conjunto tan rico
en tonos como en efectos. En resumen, el admirable descubrimiento del señor
Daguerre es un inmenso servicio hecho a las artes''.
No son menos importantes los que de él recibirán las ciencias, según los
preveía, desde el momento de la invención, el genio profundo del señor Arago. Ya sea
la historia y la confusa teogonía de los Egipcios, en los innumerables jeroglíficos de
sus monumentos, que no pudo copiar el lápiz de los artistas que acompañaron al
hombre portentoso, en su poética campaña y que el daguerrotipo reproducirá con
fidelidad escrupulosa. Ya contemple a la geometría midiendo la elevación de los más
inaccesibles monumentos, por medio de las rigurosas proporciones matemáticas, que
da aquel instrumento a sus dibujos. Ya, por fin, convergiendo sus miradas a la esfera
que tantas veces recorrieron, el señor Arago, confía en que el sublime descubrimiento,
ofrecerá nuevos medios de medir las distancias de los astros, por la intensidad de las
luces, pues ya está reconocido que la preparación del señor Daguerre, es sensible a
los rayos luminares de la noche.
nuevo, que ensancha inmensamente la utilidad de su invención: tal es el de trasladar
al papel la imagen que engendró sobre metal. "Cuando os decíamos a propósito del
daguerrotipo -dice L'Artiste del 29 de setiembre- que vendrá tiempo que este bello
instrumento daría al grabado exacto de la imagen que reproduce, no creíamos
hallarnos tan cerca de la verdad. Pero he aquí que un joven y sabio doctor en
medicina, el señor Alfredo Donné, ha reproducido sobre papel muchas copias de este
nuevo grabado, que completa más allá de cuanto pudiera decirse, la invención del
señor Daguerre. Tenemos a la vista los primeros grabados que ha obtenido el señor
Donné y aunque todavía no alcanza toda la perfección y pureza del dibujo primitivo es
preciso reconocer que el nuevo descubrimiento está en excelente camino''.
Te prevengo miserable que un vizcaíno que es quien esta te escribe, agraviado del
insulto que haces a mis compatriotas que defienden al general Oribe con las armas en
la mano, ofendido de que trates a mis conciudadanos de salvajes, elogiando a los
mercenarios franceses e italianos, la hez de estas dos naciones que tú no ignoras, y
en fin, menospreciando a los que descienden de Mendiburu, Menchaca y Allende, que
te arrepientas de lo que has puesto en tu Comercio y que salga a luz tu
arrepentimiento, dándote de plazo 8 días a contar desde la fecha. Una satisfacción
clara es la que quiero yo, con ella te desdirás de lo que has dicho con respecto a los
vascos españoles, pees a ellos es el agravio y esta satisfacción la imprimirás en el
Plata en el término arriba fijado.
Si así no lo hicieres, la muerte cortará el hilo de tus depravaciones! Si; al día siguiente
pasado el término, una mano desconocida sabrá hundir el puñal en el pecho de un
perverso. Pero también te juro bajo palabra de íbero, que si das la satisfacción que
pido, podrás andar libremente y sin terror. - Un vizcaino.
PD: Si te place pon esta en el diario para que no tengas remordimientos en publicar la
satisfacción que demando. El público juzgará, pero por mi parte hallo la justicia. Ya ves
que doy ventajas.
CARTA DE LA HACIENDA DE FIGUEROA113
Los negocios de Estado a Estado no se pueden decidir por las leyes que rigen
en un país para los asuntos entre particular cuyas leyes han sido dictadas por
circunstancias, y razones que sólo tienen lugar en aquel Estado en donde deben ser
observadas. A que se agrega que no es tan cierto, que por sólo indicios, y conjeturas
se condene a una persona a pagar indemnizaciones en favor de otra. Sobre todo debe
tenerse presente que, aun cuando esta pretensión no sea repulsada por la justicia, lo
es por la política. En primer lugar sería un germen de odio inextinguible entre ambas
provincias que más tarde o más temprano de un modo o de otro, podría traer grandes
males a la República. En segundo porque tal ejemplar abriría la puerta a la intriga y
mala fe para que pudiese fácilmente suscitar discordias entre los pueblos, que
sirviesen de pretexto para obligar a los unos a que sacrificasen su fortuna en obsequio
de los otros. A mi juicio no debe perderse de vista el cuidado con que el Sr. Heredia se
desentiende de los cargos que le hace Latorre por la conducta que observó con
Alemán cuando éste, según se queja el mismo Latorre, desde el Tucumán le hizo una
revolución sacando los recursos de dicha provincia a ciencia y paciencia de Heredia
sobre lo que inculca en su proclama publicada en la Gaceta del jueves que habrá Vd.
leído.
113
BARBA, Enrique M., Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López, 1ª edición, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986, pp. 94 a 105
La justicia tiene ciertamente dos orejas, y es necesario para buscarla que Vd.
desentrañe las cosas desde su primer origen. Y si llegase a probar de una manera
evidente con hechos intergiversables, que alguno de los dos contendientes ha
traicionado abiertamente la causa nacional de la Federación, yo en el caso de Vd.
propendería a que dejase el puesto.
¿Pero quién duda que éste debe ser el resultado feliz de todos los medios
proporcionados a su ejecución? ¿Quién aspira a un término marchando en contraria
dirección? ¿Quién para formar un todo ordenado, y compacto, no arregla, y solicita,
primeramente bajo una forma regular, y permanente, las partes que deben
componerlo? ¿Quién forma un Ejército ordenado con grupos de hombres, sin jefes sin
oficiales, sin disciplina, sin subordinación, y que no cesan/ un momento de acecharse,
y combatirse contra sí, envolviendo a los demás, en sus desórdenes? ¿Quién forma
un ser viviente, y robusto con miembros' muertos, o dilacerados, y enfermos de la más
corruptora gangrena, siendo así que la vida y robustez de este nuevo ser en complejo
no puede ser sino la que reciba de los propios miembros de que se haya de
componer? Obsérvese que una muy cara y dolorosa experiencia nos ha hecho ver
prácticamente que es absolutamente necesario entre nosotros el sistema federal
porque, entre otras razones de sólido poder, carecemos totalmente de elementos para
un gobierno de unidad. Obsérvese que el haber predominado en el país una facción
que se hacía sorda al grito de esta necesidad ha destruido y aniquilado los medios y
recursos que teníamos para proveer a ella, porque ha irritado los ánimos, descarriado
las opiniones, puesto en choque los intereses particulares, propagado la inmoralidad y
la intriga, y fraccionado en bandas de tal modo la sociedad, que no ha dejado casi
reliquias de ningún vínculo, extendiéndose su furor a romper hasta el más sagrado de
todos y el único que podría servir para restablecer los demás, cual es el de la religión;
y que en este lastimoso estado es preciso crearlo todo de nuevo, trabajando primero
en pequeño; y por fracciones para entablar después un sistema general que lo abrace
todo. Obsérvese que una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que
pueda imaginarse, toda vez que no se componga de Estados bien organizados en sí
mismos, porque conservando cada uno su soberanía e independencia, la fuerza del
poder general con respecto al interior de la República, es casi ninguna, y su principal y
casi todo, su investidura, es de pura representación para llevar la voz a nombre de
todos los Estados confederados en sus relaciones con las naciones extranjeras; de
consiguiente si dentro de cada Estado en particular, no hay elementos de poder para
mantener el orden respectivo, la creación de un Gobierno general representativo no
sirve más que para poner en agitación a toda la República a cada, desorden parcial
que suceda, y hacer que el incendio de cualquier Estado se derrame por todos los
demás. Así es que la República de Norte América no ha admitido en la confederación
los nuevos pueblos y provincias que se han formado después de su independencia,
sino cuando se han puesto en estado de regirse por sí solos, y entre tanto los ha
mantenido sin representación en clase de Estados; considerándolos como
adyacencias de la República.
lastimoso cuadro que presenta la República, ¿cuál de los héroes de la Federación se
atreverá a encargarse del Gobierno general? ¿Cuál de ellos podrá hacerse de un
cuerpo de representantes y de ministros, federales todos, de quienes se prometa las
luces, y cooperación necesaria para presentarse con la debida dignidad, salir airoso
del puesto, y no perder en él todo su crédito, y reputación? Hay tanto que decir sobre
este punto que para sólo lo principal y más importante sería necesario un tomo que
apenas se podría, escribir en un mes.
Antes de hacerse la reunión debe acordarse entre los gobiernos, por unánime
avenimiento, el lugar donde ha de ser, y la formación del fondo común, que haya de
sufragar a los gastos oficiales del Congreso, corno son los de casa, muebles,
alumbrado, secretarios, escribientes, asistentes, porteros, ordenanzas, y demás de
oficina; gastos que son cuantiosos y mucho más de lo que se creen generalmente. En
orden a las circunstancias del lugar de la reunión debe tenerse cuidado que ofrezca
garantías de seguridad y respeto a los diputados, cualquiera que sea su modo de
pensar y discurrir; que sea uno, hospitalario, y cómodo, porque los diputados
necesitan largo tiempo para expedirse. Todo esto es tan necesario cuanto que de lo
contrario muchos sujetos de los que sería preciso que fuesen al Congreso se
excusarán o renunciarán después de haber ido, y quedará reducido a un conjunto de
imbéciles, sin talento, sin saber, sin juicio, y sin práctica en los negocios de Estado. Si
se me preguntase dónde está hoy ese lugar diré que no sé, y si alguno contestase que
en Buenos Aires, yo diría que tal elección sería el anuncio cierto del desenlace más
desgraciado y funesto a esta ciudad, y a toda la República. El tiempo, el tiempo solo, a
la sombra de la paz, y de la tranquilidad de los pueblos, es el que puede
proporcionarlo y señalarlo. Los Diputados deben ser federales a prueba, hombres de
respeto, moderados, circunspectos, y de mucha prudencia y saber en los ramos de la
Administración pública, que conozcan bien á fondo el estado y circunstancias de
nuestro país, considerándolo en su posición interior bajo todos aspectos, y en la
relativa a los demás Estados vecinos, y a los de Europa con quienes está en comercio,
porque hay grandes intereses y muy complicados que tratar y conciliar, y a la hora que
rayan dos o tres diputados sin estas calidades, todo se volverá un desorden como ha
sucedido siempre, esto es si no se convierte en una tanda de pillos, que viéndose
colocados en aquella posición, y sin poder hacer cosa alguna de provecho para el
país, traten de sacrificarlo a beneficio suyo particular, como lo han hecho nuestros
anteriores Congresos concluyendo sus funciones con disolverse, llevando los
diputados por todas partes el chisme, la mentira, la patraña, y dejando envuelto al país
en un maremágnun de calamidades de que jamás pueda repararse.
de cuántas personas se ha de componer ya en clase de jefe supremo, ya en clase de
ministros, y cuáles han de ser sus atribuciones, dejando salva la soberanía e
independencia de cada uno de los Estados Federados. Cómo se ha de hacer la
elección, y qué calidades han de concurrir en los elegibles; en dónde ha de residir este
Gobierno, y qué fuerza de mar y tierra permanente en tiempo de paz es la que debe
tener, para el orden, seguridad, y respetabilidad de la República.
Al ventilar estos puntos, deben formar parte de ellos los negocios del Banco
Nacional, y de nuestro papel moneda que todo él forma una parte de la deuda nacional
a favor de Buenos Aires; deben entrar en cuenta nuestros fondos públicos, y la deuda
de Inglaterra, invertida en la guerra nacional con el Brasil; deben entrar los millones
gastados en la reforma militar, los gastados en pagan la deuda reconocida, que había
hasta el año de Ochocientos veinte y cuatro procedente de la guerra de la
Independencia, y todos los demás gastos que ha hecho esta provincia con cargo de
reintegro en varias ocasiones, como ha sucedido para la reunión y conservación de
varios congresos generales.
Después de establecidos estos puntos, y el modo como pueda cada Estado
Federado crearse sus rentas particulares sin perjudicar los intereses generales de la
República, después de todo esto, es cuando recién se procederá al nombramiento del
jefe de la República y erección del Gobierno general. ¿Y puede nadie concebir que en
el estado triste y lamentable en que se halla nuestro país pueda allanarse tanta
dificultad, ni llegarse al fin de una empresa tan grande, tan ardua, y que en tiempos los
más tranquilos y felices, contando con los hombres de más capacidad, prudencia v
patriotismo, apenas podría realizarse en dos años de asiduo trabajo? ¿Puede nadie
que sepa lo que es el sistema federativo, persuadirse que la creación de un gobierno
general bajo esta forma atajará las disensiones domésticas de los pueblos? Esta
persuasión o triste creencia en algunos hombres de buena fe es la que da ansia a
otros pérfidos y alevosos que no la tienen o que están alborotando los pueblos con el
grito de Constitución, para que jamás haya paz, ni tranquilidad, porque en el desorden
es en lo que únicamente encuentran su modo de vivir. El Gobierno general en una
República Federativa no une los pueblos federados, los representa unidos: no es para
unirlos, es para representarlos en unión ante las demás naciones: él no se ocupa de lo
que pasa interiormente en ninguno de los Estados, ni decide las contiendas que se
suscitan entre sí. En el primer caso sólo entienden las autoridades particulares del
Estado, y en el segundo la misma Constitución tiene provisto el modo cómo se ha de
formar el tribunal que debe decidir. En una palabra, la unión y tranquilidad crea el
Gobierno general, la desunión lo destruye; él es la consecuencia, el efecto de la unión,
no es la causa, y si es sensible su falta, es mucho mayor su caída, porque nunca
sucede ésta sino convirtiendo en escombros toda la República. No habiendo, pues,
hasta ahora entre nosotros, como no hay, unión y tranquilidad, menos mal es que no
exista, que sufrir los estragos de su disolución. ¿No vemos todas las dificultades
invencibles que toca cada Provincia en particular para darse constitución? Y si no es
posible vencer estas solas dificultades, ¿será posible vencer no sólo éstas sino las que
presenta la discordia de unas provincias con otras, discordia que se mantiene como
acallada y dormida mientras que cada una se ocupa de sí sola, pero que aparece al
instante como una tormenta general que resuena por todas partes con rayos y
centellas, desde que se llama a Congreso general?
Es necesario que ciertos hombres se convenzan del error en que viven, porque
si logran llevarlo a efecto, envolverán a la República en la más espantosa catástrofe, y
yo desde ahora pienso que si no queremos menoscabar nuestra reputación ni
mancillar nuestras glorias, no debemos prestarnos por ninguna razón a tal delirio,
hasta que dejando de serlo por haber llegado la verdadera oportunidad veamos
indudablemente que los resultados han de ser la felicidad de la Nación. Si no
pudiésemos evitar que lo pongan en planta, dejemos que ellos lo hagan enhorabuena
pero procurando hacer ver al público que no tenemos la menor parte en tamaños
disparates, y que si no lo impedimos es porque no nos es posible.
otro arbitrio que el de dar tiempo a que se destruyan en los pueblos los elementos de
discordia, promoviendo y alentando cada gobierno por sí el espíritu de paz y
tranquilidad. Cuando éste se haga visible por todas partes, entonces los cimientos
empezarán por valernos de misiones pacíficas y amistosas por medio de las cuales sin
bullas, ni alboroto, se negocia amigablemente entre los gobiernos, hoy esta base,
mañana la otra hasta colocarlas en tal estado que cuando se forme el Congreso lo
encuentre hecho casi todo, y no tenga más que marchar llanamente por el camino que
se le haya designado. Esto es lento a la verdad, pero es preciso que así sea, y es lo
único que creo posible entre nosotros después de haberlo destruido todo, y tener que
formarnos del seno de la nada.
Juan M. de Rosas.
JUAN FELIPE
Nacido en el 11 de mayo de 1821, y bautizado con el nombre de Juan Felipe
por el Pbro. Francisco Jacobo de Acuña en la capilla de San Isidro, actual
departamento Valle Viejo, provincia de Catamarca, el 9
de junio de 1822 de 1 año de edad, actuando como
padrinos del futuro caudillo: Valentín Castro y una
hermana del Pbro. Acuña, Juana Antonia Acuña. Era hijo
del caudillo federal Javier Varela y de María Isabel Ruarte
o Rubiano.
116
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, Felipe Varela contra el imperio británico, 1ª
edición, Buenos Aires, Editorial Sudestada, 1965, p. 19
117
ROSA, José María La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, 1ª edición, Buenos Aires, Peña
Lillo editor, 1985, p. 260
En 1861 peleó bajo las órdenes de Justo José de Urquiza en la batalla de
Pavón, que marcó el triunfo de la facción porteña y el inicio de la hegemonía mitrista.
Tras la derrota se unió a las filas del Chacho Peñaloza en su sublevación contra las
autoridades nacionales.
Raúl Scalabrini Ortiz tiene un escrito donde habla de los dos caminos de la
Revolución de Mayo, que es esta interpretación que sostenemos en este trabajo, uno
el de Moreno, San Martín, Monteagudo, Sucre, Bolívar, que intentan preservar de sur
a norte y de norte a sur los contornos de los antiguos virreinatos, liberando pueblos
para a partir de tradiciones históricas, culturales e idiomáticas integrarlos en un
crecimiento hacia adentro que, permitiese la consolidación de la Patria Grande
enfrentando la consigna de Civilización y Barbarie, por la de Unidos o Dominados.
Dice Norberto Galasso: “Esta política, perfeccionada en la década del '20 por
Rivadavia y en la del '60 por Mitre, se basaba en los siguientes principios: a)
librecambio, es decir, entrega de todo el mercado interno provinciano a la mercadería
importada preferentemente inglesa con la cual no podían competir en modo alguno las
débiles artesanías criollas; b) estrecha vinculación con el capital europeo,
preferentemente inglés, ya sea a través de comerciantes radicados en Buenos Aires,
empréstitos, sociedades mixtas y más tarde, ferrocarriles, frigoríficos, seguros,
etcétera; c) control de la Aduana por parte de la burguesía comercial, rechazando todo
tipo de organización constitucional que implicase la capitalización de Buenos Aires y,
por ende, la nacionalización y distribución, a todas las provincias, de las rentas
aduaneras; d) cierre de los ríos interiores, como condición para mantener el puerto
único en Buenos Aires, impidiendo la competencia de los puertos del litoral; e) orga-
nización unitaria del país, "Ia unidad a palos", que permitiese controlar desde Buenos
Aires a todos los gobiernos provinciales, haciéndolos así sumisos a este proyecto
semicolonial que conduciría inevitablemente a la miseria y al atraso de todo el
interior”118.
clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta. Una de sus orejas presidió por
mucho las reuniones de la clase "civilizada" de San Juan. Su esposa, Victoria Romero,
fue obligada a barrer la plaza mayor de la ciudad San Juan, atada con cadenas. Felipe
Varela sufre la muerte del Chacho que lo arroja al exilio, en Chile
119
GALASSO, Norberto Felipe Varela y la lucha por la unión latinoamericana, 1ª edición, Buenos Aires,
Ediciones del pensamiento nacional, 1983, p. 24
120
Esa banda crearía la zamba, canción de la "Unión Americana" en sus entreveros, y la más popular de
las músicas del Noroeste argentino.
Nacirniento, llego a Jachal. Fue recibido con gran entusiasmo, y repartió su ardorosa
proclama revolucionaria”121.
El Pabellón de Mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes
hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las
ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre –orgullosa autonomía política del partido
rebelde– ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyuti,
Curuzú y Curupaití.
Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en
porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando
empeñada en mas de cien millones de fuertes, y comprometido su alto nombre a la
vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño, que
después de la derrota de Cepeda, lacrimando juró respetarla.
Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen a los provincianos, que muchos de
nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves
puñales de los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandez, Paunero, Campos, Irrazábal
y otros varios oficiales dignos de Mitre.
121
ROSA, José María La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, 1ª edición, Buenos Aires, Peña
Lillo editor, 1985, pp. 260‐261
¡VALIENTES ENTRERRIANOS! Vuestro hermanos de causa en las demás
provincias, os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os esperan. Vuestro
ilustre jefe y compañero de armas el magnánimo Capitán General Urquiza, os
acompañará y bajo sus órdenes venceremos todos una vez más a los enemigos de la
causa nacional.
¡ABAJO los infractores de la ley! Abajo los traidores a la Patria! Abajo los
mercaderes de Cruces en la Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre
Argentina y Oriental!
FELIPE VARELA
122
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, El manifiesto de Felipe Varela y la cuestión
nacional, 1ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1974, pp. 61 a 63
123
FEINMANN, José Pablo Filosofía y Nación, 3ª edición, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1986, p. 157
Peña y Duhalde en referencia al Manifiesto dicen: “Cuando se analiza el
pensamiento de un hombre de acción, especialmente de un caudillo de montoneras
como fue Felipe Varela, no es posible realizar un abstracto "examen ideológico", a
riesgo de desconectar el pensamiento del marco activo en que brotó y caer de ese
modo en una huera ‘exposición de ideas’. Sin embargo, efectuando una abstracción
relativa, es factible indicar en el pensamiento político del caudillo las siguientes
influencias directas (dejando de lado las indirectas por no hacer aquí al caso): a) La de
autores individuales, movidos por un esquema federal-constitucionalista anti-rosista,
especialmente indicamos al ex periodista de El Pueblo, Federico Legrand, Fray
Mamerto Esquiú y Ricardo González (firmante del Manifiesto, como secretario de
Varela en Bolivia); b) Los pensadores del litoral no porteño, Olegario V. Andrade,
Francisco Fernandez, José Hernández y algunos otros, con los cuales hay
coincidencia en lo que respecta a la cuestión apoderamiento de las rentas por parte de
Buenos Aires, pero no se menciona en cambio la cuestión libre navegación, tema
constante en el pensamiento litoralense; c) El pensamiento político de Urquiza y de
Peñaloza; d) La obra de los intelectuales nacionales de Buenos Aires, especialmente
Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano, Agustín de Vedia y Wenceslao de
Lafforest, que escriben en La América y en La Unión Americana. Es a través de estos
valientes periodistas que Varela conoce la publicaci6n del Tratado de la Triple Alianza
y el pensamiento de Alberdi, decisivo en el Manifiesto; e) La influencia del clérigo
montonero Emilio Castro Boedo, a quien un historiador da con bastante acierto como
autor de la "Proclama" de Varela; f) El pensamiento de solidaridad continental de los
hombres de "La Unión Americana"; g) El esquema alberdiano de interpretación, es
decir la obra de Juan Bautista Alberdi”124.
Varela debe ocupar las provincias del noroeste; Sáa y Videla correrse por San
Luis y Córdoba hasta el litoral, López Jordán levantar Entre Ríos y apoyarse en los
federales de Santa Fe y Corrientes, Timoteo Aparicio invadir el Uruguay con los
blancos orientales, Urquiza sería el jefe si aceptaba serlo; de cualquier manera la
guerra se haría con Urquiza, sin Urquiza o contra Urquiza.
124
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, El manifiesto de Felipe Varela y la cuestión
nacional, 1ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1974, pp. 18‐19
Los gauchos fueron acribillados por los nacionales desde las trincheras apenas
se acercaron al Pozo. Varela rehizo sus cuadros y aunque la posición de Taboada
dificultaba el movimiento de la montonera, ordenó se tocase la zamba y empezara la
batalla. Los inútiles "bocones" fueron dejados de lado Durante más de siete horas se
sucedieron las cargas a los compases de la zamba heroica125 que luego será
apropiada por los vencedores, cambiándole la letra.
En una de las cargas Varela cae con su caballo muerto junto al pozo. Y ocurre
otro episodio de esa guerra romanesca. Una de las montoneras que hacían de
cantineras, enfermeras, amantes, o lo que se presentara, tomó un caballo y se arrojó
en medio de la refriega para salvar al jefe. Se llamaba Dolores Díaz y le decían La
Tigra. En ancas de La Tigra escapó de la muerte el viejo caudillo.
125
A la carga a la carga,/dijo Varela,/salgan los laguneros/rompan trincheras./Rompan trincheras
si/carguen los laguneros/de dos en fondo./De dos en fondo si,/dijo Guayama,/a la carga
muchachos,/tengamos fama./¡Lanzas contra fusiles!/Pobre Varela/¡Que bien pelean sus tropas/en la
humareda./Otra cosa sería/armas iguales. Zamba de Vargas
126
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, El manifiesto de Felipe Varela y la cuestión
nacional, 1ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1974, p. 86
127
ÁLVAREZ, Juan, Las guerras civiles argentinas, 4ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1976, p. 78
mercado pacificado y apto para la expansión del mercantilismo de su socio mayoritario
británico.
Dice Galasso que “Exiliado en Bolivia, Varela reanuda anteriores vínculos con
el objeto de obtener recursos para reorganizar sus fuerzas y regresar a la lucha. Así
entrevista al presidente boliviano Melgarejo, estrecha relaciones con los hombres de la
"Unión Americana" de Chile e intenta hacer llegar un emisario al cuartel general del
mariscal López. Asimismo, el 10 de enero de 1868 lanza, desde Potosí, un "Manifiesto
a los pueblos americanos sobre los acontecimientos políticos de la República
Argentina en los años 1866 y 1867", que encabeza con la fórmula: "iViva la Unión
Americana!". Allí informa a la América Latina de esos sucesos políticos ocurridos en la
Argentina y "que envuelven una alta significación para los grandes destinos de la
América Unida". Después de reseñar los acontecimientos que conducen a la guerra
del guano en el Pacífico y a la guerra de la Triple Alianza, como asimismo al Congreso
Americano de Lima, el Manifiesto reitera la necesidad de la unión, pues "no es una
idea enteramente nueva en la sociedad sudamericana la de la alianza de sus poderes
democráticos" y condena la traición de Mitre a los "principios de la Unión Americana",
Además explica el por qué de su lucha "llevado del amor a mi Patria y a los grandes
intereses de la América" y define tajantemente su posición respecto de la guerra
contra el Paraguay: "Los argentinos de corazón y sobre todo los que no somos hijos
de la capital, hemos estado siempre del lado del Paraguay en la guerra que, por
debilitar nos, por desarmarnos, por arruinarnos, le ha llevado Mitre a fuerza de intrigas
y de infamias contra la voluntad de toda la Nación entera, a excepción de la egoísta
Buenos Aires”128.
Varela vuelve sin fuerzas. Intenta volver a Bolivia, pero Melgarejo lo impide.
Toman entonces el camino de Chile. Dada la fama del caudillo, el gobierno chileno
manda un buque de guerra para desarmar al "ejército". Encuentran un anciano
enfermo de tuberculosis avanzada y dos docenas de gauchos desarrapados y
famélicos. Les quitan las mulas y los facones y los tienen internados un tiempo.
Después los sueltan, vista su absoluta falta de peligro.
BIBLIOGRAFÍA
FEINMANN, José Pablo Filosofía y Nación, 3ª edición, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1986
GALASSO, Norberto Felipe Varela y la lucha por la unión latinoamericana, 1ª edición, Buenos
Aires, Ediciones del pensamiento nacional, 1983
128
GALASSO, Norberto Felipe Varela y la lucha por la unión latinoamericana, 1ª edición, Buenos Aires,
Ediciones del pensamiento nacional, 1983,pp. 65‐66
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, El manifiesto de Felipe Varela y la cuestión
nacional, 1ª edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1974
ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE Eduardo Luis, Felipe Varela contra el imperio británico, 1ª
edición, Buenos Aires, Editorial Sudestada, 1965
ROSA, José María La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, 1ª edición, Buenos
Aires, Peña Lillo editor, 1985