Cuando pienso en la mecénica del poder, pienso
cen su forma capilar de existencia, en el punto en que
el poder encuentra el niicleo mismo de los individuos,
alcanaa su cuerpo, se inserta en sus gestos, actitudes,
sus discursos, su aprendizaje, su vida cotidiana,
‘MICHEL FOUCAULT
Nos han hecho creer que somos libres, que tene-
‘mos capacidad para controlar nuestro destino y que
con mas 0 menos esfuerzo seremos capaces de conse-
guir aquello que nos propongamos. Estas ideas no
solo no son ciertas, sino que son una fuente de frus-
MaRcos Casapo
Cémo elegir al triste si esté el entusiasta?
LAURA BEYI. Pobreza y entusiasmo.
Cuando el trabajo no vale dinero
herp overtovin
X tm (not) a robot:1. LOS POBRES CREAN
Puede que solo dos estados de énimo constante! hagan que
a vida valea la pena ser vivida, Yo diria el noble goce de una
pasién creadora o ef desamparo de perderla. Me refiero a esa pa-
sin que punza y arrastra y que nos motiva a anteponer el de-
seo frente al inmovilismo, el hacer frente al tener, una préc-
tica creativa frente a, por ejemplo, un trabajo alienante, esa
sensacién que perturba «profundamente» frente a la que re-
signa o reconforta.
Y en esta pulsin primera me parece que no debiera ser
tan determinante su instrumento -palabra, tecla, cuerpo 0
pincel-, sino que algo trastoca la posibilidad de esta pasién
cuando de la prictica creativa llevada por el entusiasmo puc-
den derivarse trabajos capaces de proyectarse como futuro,
«s decir, trabajos de los que se puede vivir y trabajos de los
que no, Cuando sentida y buscada esta pasién no puede ser
ejercida y late el desamparo de verla aplazada permanente-
mente. Creo que muchos de los nuevos pobres que hablan
1. «Hay solo dos tipos de estado de énimo constante en los cuales la
vida vale ser vivida: el noble goce de una religién o ef noble desamparo
de haber perdido unav, Fernando Pessoa, Erosrans, Pre-Textos, Valen-
cia, 1988, p. 81
13de la época de hoy (y cuya genealogla fundiria sus rafces en
formas feminizadas de trabajo) habitan ahi, donde la vforma
apilar de existenciar del poder y la expectativa —propia y
jena vulnerabiliza silenciosamente y limita a las personas
en sus tiempos y en sus medios. ;
El contexto de estos sujetos creadores estaria definido por
su infiltracién en trabajos y pricticas temporales y en vidas per-
manentemente conectadas. Sujetos envueltos en precariedad y
travestidos de un entusiasmo fingido, usado para aumentar su
productividad a cambio de pagos simbdlicos o de esperanza de
méximas
vida pospuesta. Un entusiasmo que encontraria su
expresiones de jbilo forzado en trabajos culturales, creativos
y cada ver mis en el contexto académico, Miro alrededor y ob
servo que esto acontece hoy. Como si la pareja epobreza y
creacién» actualizara, en un giro y engarce temporal, aquella
época anterior ala invencién de la imprenta en la que, sugeria
Smith,! «estudioso y pordiosero» eran palabras casi sinénimas,
Quiz4 el pobre logre pulsién sidispone de tiempo, pero
dificilmente la vigente cesién a un mundo recnoldgico cada
vyex mas excedentario y burocratizado permitiré mas que mf-
imos fragmentos de tiempo que, extrafiamente, lograrin
romper el hielo del alma. Solo hacetnos sentir el pico en pe-
quefios golpes para que salga polvo y no grieta, sabiendo
‘como sabemos que toda creacién debiera aspirar no solo a
tocar o empafat minimamente conciencia y sensibilidad,
sino a fragmenta ese «mar congelado que llevamos dentro».?
1. «Antes de inventarse la imprenta estudioso y pordiosero eran
vocablos casi sindnimos, Parece que con anterioridad los rectores de las
Universdades otorgaban a menudo a sus estudiantes un permiso para
rndigatn, A. Smith (1776), La rigueza de las nacones, Alianza, Madi
2011, pp. 113-114. :
2) Katla, en carta a Oskar Pollak (1904), citado por George
rer en Lenguaje sleet Ensayo sabre la literatura, of lenguaje yl inbw-
‘mano, Gedisa, Barcelona, 2003, p. 85.
14
No sin contradiccién, muchas personas prefeririamos el
camino de la creacién modesta pero libre a la acumulacién y
riqueza subordinadas a un trabajo sin pasién. Eso pensamos
y eso decimos antes de descubrir que la libertad mengua
cuando no hay dinero y si expectativa, cuando el vivir se sos-
tiene dificilmente sobre una superficie demasiado inestable
que precisa unos minimos de energfa y sustento. Entonces se
sucumbe a elo que salga», aplazando la vida y esa pasién (que
identificamos como lo que nos mueve de Ja vida) a un futu-
0 donde las condiciones sean mejores. Como una miniscu-
la herida tapada por la ropa, primero invisible, va lentamente
creciendo la frustracién. Comienza asi una vida permanente-
mente pospuesta, una cesién del tiempo de creacién al futu-
ro, una encadenada y constante inversién para lograr recursos
minimos pero suficientes, proporcionando algo de dinero y
restando a esa pulsién sentida gran parte del tiempo, cedido
ahora al sustento y a la apariencia.
En el cardcter precario de los trabajos disponibles radica
Ia situacién ventajosa de quien contrata hoy movido por la
maximizacién racionalista de «menor inversién y mayor be-
neficio», Pero también ahi se acomoda la excusa de tempora-
lidad de quien trabaja sofiando con algo mejor. Si este sujeto
apostara por iniciar el largo camino hacia un trabajo intelec-
tual en el dmbiro académico, creativo 0 cultural, pronto des-
cubrirfa que su entusiasmo puede ser usado como argumento
para legitimar su explotacién, su pago con experiencia 0 su
apagamiento ctitico, conforméndose con dedicarse gratis a
algo que orbita alrededor de la vocacién, invirtiendo en un
futuro que se aleja con el tiempo, o cobrando de otra manera
(inmaterial), pongamos con experiencia, visibilidad, afecto,
reconocimiento, seguidores y Hikes que alimenten minima-
mente su vanidad o su malhetida expectativa vital
Merodeando esta argumentacién, hay dos formas de en-
tusiasmo que se dan cita en este ensayo y que, bebiendo de
15mi obra anterior," intentarin aqui dar cuerpo a una
integradora del sujeto creativo cuando deviene sujeto pre:
rio en la era digital. Una forma de entusiasmo aludiria a la
«exaltacién derivada de una pasién intelectual y creadora», y
|a forma més contempordnea surgiria como «apariencia alte-
rada que alimenta la maquinaria y la velocidad product
en el marco capitalista. Esa que requiere camuflar la preocu-
pacién y el conflicto bajo una coraza de motivacién forzada
generadora de contagio, mantenedoca del ritmo de produc-
cién del sistema, sintonizando como procesos anilogos: pro-
duccién intelectual y de mercado.
He aqui el asunto que quiere atravesar las paginas que
iguen, bajo la sensacién de que el entusiasmo sostiene el
aparato productivo, el plazo de entiega y tantas noches sin
dormir, los procesos de evaluacién permanentes, una vida
competitiva, el agotamiento travestido, convirtiéndose en mo-
tor para la cultura y la precariedad de muchos que buscan vi-
vir de la investigacién y la creatividad en trabajos culturales
0 académicos. Ya sea aquellos que siempre quisieron hacerlo,
como ottos muchos que descubren en lo que les motivé en
en raz6n de ser frente a un vacfo laboral o vital.
Y me parece que el entusiasmo anuda una de las dificul-
tades del mundo actual cuando hablamos de las formas de
‘movilizacién creativa, dependencia y conflicto contemporé-
neos, Me refiero no solo a aquellas potencias derivadas de
habitar un mundo conectado, mediado por pantallas y por la
posibilidad constante de crear y compartir fragmentos de
1. Me refiero aqui tanto a mis ensayos mis recientes ~Ojos y Capi-
tal, (hades y Un cuaro propio conectade-, que sugicren le maaera esbo-
zada algunas de as ideas que desarrollo en este libro, como ales artfculos
én los que sito como foco de preocupacin las vigentes dinimicas del
sujeto creativo y precio y l instrumencacién capitalisa del ent
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vida, sino también a la busqueda de la hiperactividad con
todo tipo de estrategias apoyadas en la motivacién y mante-
nedoras de la ansiedad productiva de quien teme o se resiste
(no esta claro) a dejar tiempos vacios entre sus précticas.
Tiempos que puedan hacer pensativa la légica laboral en que
scriben. Porque quizé si lo hicieran, estos tiempos ope-
rarian como interruptor de conciencia y movilizacién.
Fl pasado no ayuda. Hace tiempo que en Occidente las
idealizadas figuras de artistas y ereadores han soportado ca-
pas y capas entrelazadas de mitos que agrandaban su presupo-
sicién, primero como hombres, y segundo como individuos
capaces de vivir al Iimite y de lindar con el precipicio de la
pobreza. Una pobreza derivada en muchos casos de un con-
texto previo de solvencia material ¢ ilustracién donde el sujeto
que amaba crear estaba dispuesto a renunciar a lujos y aban-
donar propiedades por su pasién intelectual. Porque rara vez
ha venido del pobre, que dificilmente podia siquiera aspirar
a.un tiempo ilustrado, a desear crear.
No se desea lo que no se conoce o lo que precisa tiem-
pos socialmente no productivos (ya saben, pensar, aburrrse,
sofiar, poetizar..). Con vivir ya basta. Si el poder en Occi-
dente tuviera vor, habria sido un eco que atravesarfa el pasa~
do: «No es bueno que los pobres creen.» No lo es porque la
cteacién es movilizada por el conocimiento, el conocimiento
genera conciencia, y la conciencia es pregunta que interpela:
jeh, ti, por qué tienes tanto y yo nada!
Hoy sin embargo en muchos lugares del mundo, alli
donde unos minimos democréticos garanticen la educacién
publica, los pobres estudian, los pobres acceden al mundo
archivado y los pobres pueden crear. Muchos suefian con
hacerlo, Y esto parece transgresor. Sin embargo, el escenario
contempordneo nos hablaria todavia de antiguos mitos here-
dados y singulares expectativas sobre los creadores, proyec-
tando una pasién pura y sactificada, dispuesta a renunciar a
17To material por st entusiasmo creativo. Esto no ha hecho
sino sostener sistemas dicotémicos que han contribuido a
fracturar las parejas alma y cuerpo, vida material y vida espi-
ritual, trabajo creativo y pago econémico. Tan bella y senti-
damente (porque es ficcién y es cierto al mismo tiempo) en
su paseo Robert Walser describe en boca de ottos su preocu-
pacién de poeta pobre:
El dinero esta desde hoy a su disposicién. Se ve que un
fuerte alborozo se extiende en este instante por sus rasgos.
Sus ojos brillan; su boca tiene en este momento un algo
sonriente con lo que quizd hacia mucho que no habia rei-
do, porque apremiantes preocupaciones cotidianas de ca-
récter odioso le prohibjan hacerlo, y porque desde hacta
largo tiempo quiad se encontraba la mayoria de las veces de
apesadumbrado humor, ya que toda clase de malos y tristes
pensamientos ensombrecfan su frente. Frétese las manos
de placer y alégrese de que algunas nobles y amables bene-
factoras, movidas por el sublime pensamiento de que es be-
Ilo amortiguar el sufrimiento y bueno suavizar la necesi-
dad, pensaran que un pobre poeta sin éxito (porque eso es
Jo que es usted, no?) necesitaba apoyo.!
«Amortiguar el suftimiento», «suavizar la necesidad» de
tun pobre poeta que es pobre y como es poeta no deberia
hablar de dinero, En algtin momento de nuestra historia ha-
blar de dinero cuando uno escribe, pinta, compone una
obra o crea se hizo de mal gusto, Como si la creacién habi
tara esa dimensién donde el pago ya se presupone suficien-
te en el ejercicio creador; como temiendo (o alimentando
el temor) que las palabras dinero o sueldo entren en conflic-
to con la inspiracién, que algo ensuciara el mundo abstracto
1. R, Walser, Fi paseo, Siruela, Madrid, 1997, pp. 8-9.
18
y limpio de la obra, aun cuando esta hecha entre detritus y
miseria i
Pero también la donacién frente al pago hace a la perso-
na creadora dependiente de un sistema de auspicio derivado
del poder y la riqueza. Sean ricos benefactores, sean contem-
pordneos bancos rescatados, siempre me ha parecido que
eclipsan en sus dadivas los delitos que toda gran fortuna es-
conde.
En los diltimos tiempos, sin embargo, ha ocurrido que la
valoracién del ejercicio artistico se ha socializado del lado de
la aficién y el placer como aquello practicado en tiempos
ociosos y considerado difusamente como actividad laboral.
De forma que el contexto no pierde la oportunidad de recor-
dar a quienes crean que ¢s0 no es un trabajo en sentido es-
tricto y que por ello cualquier: puede aprovechar para pedit
gratis a un amigo o a un familiar que crea: un retrato para su
hijo, una ilustracién para su trabajo, un poema para su pare-
ja, presuponiendo que el gusto por hacer ya compensa el tra-
bajo, reforzando la idea de que el pago a lo creativo va impli-
cito en su mero ejercicio.
Con excesiva frecuencia nos viene a la mente esta dico-
tomia presente en la relacién entre creacién y precariedad.
Me refiero a la que presenta enfrentados el dinero y el saber,
el interés comercial y el interés cultural, la creacién munda-
na y la espiritual. ¥ me parece que cuando se nos muestran
como opuestos hay algo de fingimiento interesado, porque
nunca una creacién se hace aislada del mundo material
Toda a
de la vida: el trabajo, el dinero, los espacios que habitamos,
nuestros cuerpos y deseos, esa maldita preocupacién.
Pero también la democratizacién creadora se sostiene
hoy en un escenario que ha encontrado en las iltimas déca-
das el habitat idéneo para su generalizacién en un mundo en
red, con facil disponibilidad de azceso al conocimiento y a mu
én siempre es atravesada por las cosas cotidianas
19titud de herramientas que favorecen y permiten compartir lo
producido. En poco tiempo ha pasado que en Internet todos
rnos hemos convertido en creadores potenciales, en produc-
cores creatives de mundo. La emocién primera de idear y
compart textos, imagenes, proyectos, publicar libros, hacer
peliculas y obra aiin nos hace rememorar esa intensidad per-
sonal que descubrimos en la infancia frente al ejercicio crea-
dor trenzado al atardecer entre ceras como fsforos y tardes de
desvan.
Una emocién que pasa por alto el espejismo efectista
que promueve el software y las infinitas aplicaciones (como
apéndices de nuestros dedos) que dicen ayudarnos a crear
hoy a golpe de clic; pero también las infinitas posibilidades
de archivo y combinacién de mundo derivadas de la apro-
piacién y mezcla en la red, favorecidas por la tecnologia y un
mundo excedentario, donde todo lo digitalizable (cada vez
més «todos) circula.
Tengo la impresién, y es lo que intentaré reflexionar
aqui, de que las herencias del pasado operan hoy en un
mundo creativo que la red y las formas contempordneas del
capitalismo cultural han convertido en algo profundamente
distinto, Pienso que en una vida conectada pronto descubri-
mos la potencia de disponer de conocimiento y recursos para
crear y comunicar como prictica habitual en nuestros dias,
pero que asi como crece el deseo de convertir una préctica
vocacional en préctica que nos permita una vida emancipada
y un trabajo remunerado, el escenario global muta increible-
mente las formas de vivir la frustracién, el empleo, el fracaso
y la expectativa.
La permanente cuantificacién de mundo (nosotros tam-
bién, que vamos adjuntes) y la hipervisibilidad de estos pro-
esos (la vida al lado de nosotros mismos) nos transforman.
Y lo hacen desde un punto de vista también material y clara-
mente biopolitico. Desde las casas-habitacién donde vivimos
20
y la forma de relacionarnos y desear, hasta la experiencia de
tuna pasidn creativa que tanto frustra como punca y arrastra,
No tardamos en advertir que dl sistema cultural se vale
hoy de una multitud de personas creativas desarticuladas po-
Ifticamente. Multitud alimencada de becarios sin sueldo,
contratados por horas ¢ interinos, solitarios escritores de
gran vocacién, auténomos errantes, doctorandas embaraza-
das, colaboradores y criticos culturales, polivalentes artistas-
eounisatios y jovenes permanensemente concetados que casi
siempre «ompiten».
Pronto descubrimos que la posibilidad de un pago afec-
tivo 0 de un pago inmaterial que al menos les haga visibles
sun pago insuficiente pero eva reconfortando»; que algunas
personas lo logran porque acumulan grandes, ingentes niime-
ros online, pero dificilmente la mayoria que orbita en torno a
riimeros bajos pagard facturas y comida sumando seguidores
en Internet en el «libres ejercicio creativo y sin ceder a la pre-
sién tramposa de las audiencias. Pienso que este contexto no
ha venido libre de explotacién y desigualdad.
Creo que estos procesos de toma de conciencia y frustra-
cién (este singular dolor que oscila entre sentir perder y re-
cuperat la pasién por crear) describen a una generacién de
personas conectadas que navegan en este inicio de siglo entre
la precatiedad laboral y una pasién que les punza (por sentir-
la, por haberla sentido, por estar perdiéndola).
No olvido que quienes crean tienen cuerpo. Un cuerpo
que habita lugares con identidad y que transita espacios. Que
aqui y alli los entusiastas se relacionan con ottos y fantasean,
pero no solo como parte de su proceso creativo, sino tam~
bién como parte de su subjetivacién politica, Por ello El en-
susiasmo propone un acercamiento critico y wencarnado» a las
formas de creacién y precariedad contemporineas desde lo
pequetio (intimidad frente a estaditica). Quiere hacerlo sin
renunciar a la potencia que la imaginacién y las figuraciones
apolfticas tienen en el ejercicio reflexivo sobre el mundo capi-
talista y en red que habitamos, desde la vivencia de sujetos
con nombre, observados de cerca junto a esa mesa con polvo
y asa ventana entreabierta,
No se extrafien si a la mirada reticular a los mundos de
vida de la creacién contemporanea, graduada desde los estu-
dios sobre la cultura y las redes, la antropologia y el arte, y
escrita desacomplejando el amor entre etnografia y literatura,
se suma la figuracién politica no exenta de fantasia, contra-
diccién y fabula, Porque moviliza pensar que personajes y
méscaras pueden ayudarnos a encarnar la potencia y limita-
ciones de la vida a Ja que apunta la precariedad de los entu-
siastas, sin menospreciar su «como si», su metafora, su aérase
una vez».
22
2. TRABAJOS CREATIVOS Y FORMAS DE VALOR
Nos ensefiaron que hay palabras, como précticas, dota-
das de poder para volar y otras para reptar por el suelo. Unas
tienen que ver con los trabajos de la imaginacién y otras con
la textura de la carne y de los cuerpos, con la comida, con la
ina, los residuos y con la tierra, esas cosas groseramente
humanas. Pero nunca los trabajos debieran despojarse de los
ccuerpos, tampoco hoy, cuando la carne se pega a las teclas
y los trabajos creativos nacen cada vex més entre pantallas y
ojos, piel y pixeles.
Pero también nos ensefiaron que hay cuerpos con poder
para volar y otros que siempre andan entretenidos con las
cosas y cucrpos que habitan en algiin adentro. Unos y otros
han venido significdndose de manera distinta y también circu-
lando alrededor de diferenciadas formas de valor. Observo,
por ejemplo, que fren‘e a las orientaciones tecnolégicas y los
trabajos relacionados con las clisicas formas de prestigio (to-
davia muy masculinizados), la préctica cultural se feminiza
y nutre de un excedente de mujeres formadas en lo que atin
Mamamos ciencias sociales y humanidades (viejas y nuevas).
Un excedente que conforma una bolsa de mujeres creativas
desempleadas y precarizadas a las que pronto les salpica la ab-
dicacién de los poderes puiblicos en sus responsabilidades so-
23.ales relativas al cuidado y la atencién a las personas depen-
dientes. No es trivial que paralelamente a la tendencia de
estos poderes a subordinar politica a economia, auspiciados
por un marco neoliberal de mayor desigualdad, las mujeres
se vean interpeladas a asumir (como antes, como siempre)
los trabajos que reptan por el suelo, pocas veces considerados
empleo, de cuidados y atencién social. ‘Trabajos, en el mejor
de los casos, envueltos en leyes de dependencia que femini-
zan su tatea y se les presentan como tinica o més viable alter-
nativa laboral.
Me llama ademés la atencién que mientras los traba-
jos culturales son territorios muy feminizados, alli donde
estos trabajos (ampliados en sus facetas culturales, académi-
cas y creativas) comienzan a estar prestigiados, mejor remu-
nerados, y a suponer un poder explicito (pongamos a esta
idea, por ejemplo, puestos de director o catedritico), la cosa
cambia, Entonces a nadie extrafiard que (como antes, como
siempre) estos trabajos sigan siendo especialmente para los
hombres.
Y siento que el cariz también es politico al advertir c6mo
la exposicién de los creadores y estudiosos a este escenario si-
gue situando un gradiente de distintos sujetos que oscila, en
variadas formas, entre aquellos que disponen de dinero, con-
tactos y alianzas potenciales como sustento (casi siempre fa-
miliar o afectivo) para respaldar una vida de creacién desde
un mayor «grado de libertad» y aquellos que son pobres, es
decir, aquellos cuya libertad esta condicionada por no dispo-
ner de dicho sustento, Bajo esta percepcién, no seria descabe-
llado afirmar que género y pobreza siguen operando como ca-
tegorlas clave para la desigualdad laboral y la precariedad
contemporineas en los trabajos creativos, que adquieren nuc-
vas formas siendo viejas herencias.
Es entonces cuando los sistemas piiblicos y privados ar-
bitran mecanismos orientados a paliar estas formas de desi-
24
gualdad. Favoreciendo que, en caso de acreditar una «no dis-
ponibilidad de recursos», esto no sea impedimento para las
personas creativas. Surgen para pobres y precarios nuevas
politicas de becas, subvenciones, ayudas, contratos de pricti-
cas que dicen querer apoyar esta pasién, este entusiasmo,
este valor que presuponemos en quienes crean. A poco que
“observemos este escenario (he aqui el segundo propésito de
este libro), advierto varias cuestiones que merecen subir a la
mesa de diseccién:
‘Una. El apoyo de la prictica creativa se materializa cada
ver mds en contextos competitivos que rompen los lazos de
solidaridad entre iguales, Se sustentan ademds en trabajo po-
‘cas veces y escasamente remunerado que esquiva la contrata-
cién estable y se presenta bajo eufemisticas propuestas de
formacién, experiencia 0 précticas. Es visible cémo el mun-
do cultural es mantenido por colaboradores a tiempo par-
cial, entusiastas becarios y figuras diversas para la gestién de
redes (nombradas, a ser posible, en inglés y pagadas con au-
diencia y renglones de curriculum).
Dos. Paralelamente, en los contextos legitimados para el
arte, la cultura (en su dimensién profesional acotada) y el
‘conocimiento, los tiempos tienden a ser fagocitados por infi-
nitas burocracias digitales que engullen la posibilidad de
crear ¢ investigar desde la concentracién, un
pero escaso. Generar memorias, difundir actos, contabilizar
interés de los medios, dar cuentas de la minima inversién
tealizada, pedir recibos, evaluar, hacer informes y cumpli-
mentar bellisimas bases de datos, si. Como si afectados por
la mala conciencia de derroche de grandes cantidades de di-
nero no justificado, donado a la libre designacién o a la libre
disposicién de quienes mandan, se intentara desviar todo el
esfuerzo de justificacién a los niveles més bajos de contrata-
cién, a los més precarios, Estos trabajadores dedicaran dias y
dias a justificar el pago de cien euros por una conferencia,
jen valioso
25frente a miles de euros gastados en dietas y libre disposicién
de quienes mandan que no precisan un minimo esfuerzo, un
misero papel reciclado que rece «justificacién»; recordando
la desigualdad que provocaban los viejos modelos feudales,
tan parecidos pero ahora mas tecnificados.
No es exagerado advertir cémo la burocratizacién de la
vida de estos trabajadores corre el riesgo de neutralizarlos,
anulando a los sujetos que debieran dedicarse a investigar y
‘tear y que orientan sus tiempos a justificar y cumplimentar
interminables formularios ¢ impresos, cansindolos de ante-
mano para aliarse y reivindicar, pero también apagando su
pasién intelectual. El riesgo es la pérdida de lo mds valioso:
la libertad que convierte la creatividad humana en algo
transformador, en algo capaz de ayudarnos a conocer més y
mejor, curar, resolver, inspirar, confrontar, entender, pertur-
bar, emocionar, desmontar injustas formas de poder, favore-
cer la igualdad social, mejorar mundo,
Tres. El acceso a dicho mundo, precario pero minima-
mente vivible y suficiente para muchos pobres resignados, se
sostiene sobre un nuevo «sistema de valor» donde la tecnolo-
gia y las redes consolidan un claro protagonismo, apoyadas
ppor la primacfa estadistica de «un mundo cuantificado». De
forma que se posiciona a los creadores (como practicamente
a todos los sujetos productores hoy) a partir de su mayor 0
menor visibilidad, su mayor 0 menor influencia. Como si el
valor» fuera una de las grandes apropiaciones del mundo en
red, como sila batalla por el juicio y ese otro valor (estético,
reflexivo, politico, formativo, competencial...) hubiera sido
despojada de matices, y estuviera ganada de antemano por
los procesos de objetivacién y digitalizacién alos que apun-
tan tanto la I6gica neoliberal y mercadotécnica como la logi-
ca estadistica en alianza con la multitud conectada.
Me parece que cuestionar Ia parcialidad vestida de neu-
tralidad de estos condicionantes resulta hoy necesario, y que,
26
rr
‘a poco que busquemos comprender para transformar, movi-
lizados por mayores grados de justicia social, se nos hace ur-
gente discrepar y resistir las inercias, al advertir en ellas for-
mas de opresién que buscan normalizarse en el juego de lo
cotidiano.
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