TGS y Propiedades de Los Sistemas
TGS y Propiedades de Los Sistemas
TGS y Propiedades de Los Sistemas
La palabra “sistema” deriva del griego Synistánai que significa reunir, juntar, colocar
juntos. Sistema es un todo integrado cuyas propiedades surgen de las relaciones entre
sus partes; y “pensamiento sistémico” la comprensión de un fenómeno en el contexto de
un todo superior. Comprender las cosas sistémicamente, significa literalmente
colocarlas en un contexto, establecer la naturaleza de sus relaciones (Capra, 1996: 47).
Si bien el término sistema ha sido ampliamente usado en filosofía natural desde Galileo
a partir de su Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo (1632), es solo hasta
mediados del siglo XX que el término va a ser objeto de reflexión2. Al parecer, la
atención a los elementos constitutivos de los objetos y las leyes generales que los rigen
1
La investigación sobre sistémica es muy amplia. Por citar un caso, la sola referencia de la sistémica
francófona de la década de los años 70 del siglo XX, incluía obras como: Los sistemas del destino de
Jacques Lesourne; Sistemas y Modelos de Bernard Walliser; Lo social y lo vivo, una novela lógica
política, de Joseph Fontanet; El actor y el sistema de M. Crozier y E. Friedberg; Modelización y maestría
de los sistemas técnico, económico y social, actas del Congreso AFCET de Versalles; La paradoja y el
sistema de Yves Barel; Entre el cristal y el humo, ensayo sobre la organización del ser vivo de Henri
Atlan; Enfoques sistémicos de las organizaciones de J. Mélèse; La economía y lo vivo de René Passet; El
método de Edgar Morin. En otros contextos, se puede señalar: El razonamiento instrumental y la
metodología sistémica de Richard Mattesich; Los principios de la autonomía biológica, de Francisco
Varela.
La obra de A. Bogdanov, Ciencia universal de la organización o tactología, publicada en Moscú entre
1913 y 1920, ha sido reconocida como el primer tratado completo de la sistémica general (Lemoigne,
1977).
2
El artículo “Sistema” de la Encyclopedia de Diderot y de Alambert, consta de 45 páginas. Acumula las
presentaciones de los sistemas metafísicos y teológicos, de los sistemas de astronomía, de los sistemas
mecánicos, de los sistemas anatómicos, de los sistemas poéticos y fabulosos, de los sistemas mitológicos,
de los sistemas de fortificaciones (arte militar) y de los sistemas armónicos (de notación musical): “ los
sistemas generales que los antiguos comúnmente llamaban diagramas que se formaban de la suma de
todos los sistemas particulares y comprendían todos los sonidos empleados en la melopea...” (Lemoigne,
1977).
1
impidió toda emergencia de la idea de sistema. No hubo antes ninguna relación
concebible entre los diversos empleos de la palabra sistema: sistema solar, sistema
atómico, sistema social, entre otros (Morin, 1982: 122).
Es con la Teoría General de Sistemas TGS, propuesta por Bertalanffy (1968: 37), que el
sistema es concebido como un complejo de elementos en interacción, como una
totalidad; una organización de fenómenos no descomponibles en acontecimientos
locales; o bien, interacciones dinámicas manifiestas en la diferencia de conducta de
partes aisladas.
Según Bertalanffy, las filosofías más influyentes en las tempranas ideas de sistema, son
la teoría organicista de Whiteahead, las labores de Cannon sobre homeostasis y los
trabajos de Claude Bernard. Por otra parte, el origen de la ciencia de los sistemas se
relaciona con el tránsito de la ingeniería energética –grandes máquinas que liberan
energía, como la de vapor- hasta la ingeniería de control bajo la automatización3.
Precisemos algunas definiciones básicas acerca de los sistemas, para luego ampliarlas
cuando hablemos de las propiedades de los sistemas.
Bertalanffy (1968: 56) propuso las matemáticas clásicas, el cálculo infinitesimal, para
definir un sistema y sus propiedades formales generales: de un conjunto adecuado de
axiomas se deducirían proposiciones que expresasen propiedades y principios de
sistemas5. Si un sistema puede ser definido como un complejo de elementos
interactuantes, la interacción significa que elementos P, están en relación R. De suerte
3
Automatización significa, desde Wiener (1.948), funciones de comando, regulación, vigilancia y control
de los mecanismos involucrados en un programa. En el automatismo domina la función sobre el agente.
Si la gran máquina era el punto de partida de la materialización técnica en la revolución industrial, las
nuevas condiciones de automatización se caracterizan por la miniaturización y la desmaterialización. Con
la automatización es posible representar y reemplazar las operaciones de la inteligencia, modeladas a
través de programas. Al ligar el automatismo a la electrónica, ésta le confiere la miniaturización de los
componentes, la rapidez extrema de los flujos, la reducción de los tiempos de reacción, la precisión del
comando, el uso de mínimas cantidades de energía (Séris, 1.994: 180-199).
4
Para una presentación más amplia de los referentes históricos de la sistémica, véase: Bertalanffy (1968:
Cap. 2).
5
Este intento de formalización, también ha sido abordado para los sistemas tecnológicos, véase
Quintanilla (1988).
2
que el comportamiento de un elemento P en R es diferente de su comportamiento en
otra relación R’. R y R’ deben ser diferentes.
La forma sencilla acerca de los sistemas propuesta por Bertalanffy (1968), le permitía
acuñar, con ayuda de algunos desarrollos matemáticos adicionales, una serie de
conceptos acerca de las propiedades de los sistemas, tales como: crecimiento,
sumatividad, mecanización, centralización, finalidad. Veamos brevemente algunas de
estas propiedades, para luego centrarnos en otras que involucran una concepción más
amplia acerca de los sistemas, como son: la organización, la totalidad, la
retroalimentación, finalidad, y autorreferencia6.
6
Se excluye la pareja de conceptos “medio y límites”, debido a su paulatino reemplazo por la
diferenciación entre sistema y entorno. El concepto de “medio” proviene de la mecánica de Newton,
quien al término aristotélico de medio le incorpora la noción de éter, como el fluido luminoso que cumple
con la acción a distancia ejercida entre individuos físicos distintos. El éter es el intermediario entre dos
cuerpos, entre dos centros, según el lenguaje de las fuerzas centrípetas y en tanto está presente en todos
los cuerpos, estos cuerpos están situados en el medio (Canguilhem, 1965). Esta noción de medio como
fluido, será introducida de la física a la biología por Lamarck en su Filosofía Zoológica, también con su
significación mecánica. Lamarck (1809: 80-86) habla siempre de medios y no de medio y se refiere
expresamente a los fluidos como el agua, el aire y la luz. Cuando Lamarck quiere designar el conjunto de
las acciones que se ejercen desde fuera sobre el ser viviente, es decir, esto que hoy en día llamamos
medio, él jamás dice el medio, sino “circunstancias influyentes”. Para Lamarck, el organismo como tal no
modifica al medio, sus relaciones con el medio son de necesidad, lo padece y cambia gracias a él (teoría
lamarckista de la evolución).
Otra relación entre medio y organismo es la descrita por Comte en su Curso de Filosofía Positiva, en este
caso el medio es el conjunto de variables externas a las que se encuentra sometido el ser vivo, éstas son:
la pesantez, la presión del aire y del agua, el movimiento, el calor y la electricidad, las especies químicas,
todos los factores capaces de ser experimentalmente estudiados y cuantificados por la medida.
Nuevamente la concepción de medio no se desprende de su herencia mecanicista, pese a que exista la
sospecha de una acepción más biológica de término, es decir, aquella en que el organismo y su medio
ejercen cada uno su influencia sobre el otro (Canguilhem, 1965).
3
Se habla de “crecimiento” cuando se refiere a la aplicación de la Ley Exponencial en
diversos campos de la ciencias naturales y sociales, en donde el crecimiento del sistema
es directamente proporcional al número de elementos presentes. Según sea la constante
a considerar (positiva o negativa), así será el crecimiento del sistema, positivo o
negativo. Se llama “sumatividad física o independencia”, a la suma de las variaciones
de sus elementos; esto aplica para sistemas que son montones, tales como un montón de
ladrillos, etc.; no para sistemas que involucran configuraciones diferenciadas, como por
ejemplo un sistema biológico.
Como la propiedad de totalidad indica que una perturbación del sistema conduce a la
introducción de un nuevo estado de equilibrio, tal como se planteaba en las ecuaciones
señaladas en el caso de Bertalanffy, sucede que si el sistema está escindido en cadenas
causales separadas, estas marchan independientemente; es el caso del sistema que pasa
de un estado de totalidad, a un estado de independencia de sus elementos a partir de una
segregación progresiva, como sucede en los sistemas biológicos cuando en el estado de
desarrollo embrionario se pasa de un estado de equipotencialidad a un estado que se
comporta como un mosaico o suma de regiones que se desenvuelven
independientemente dando órganos definidos.
De todos modos, hay que reconocer que el concepto de medio ha jugado un papel importante en la
acepción de los sistemas. En Simon (1973: 25), por ejemplo, la distinción entre medio exterior e interior
nos puede ayudar a predecir el comportamiento de un sistema, teniendo presente los objetivos del
sistema, a partir de unos presupuestos mínimos en relación con el medio interior. Podríamos tender a una
ciencia de lo artificial que dependiese de la relativa simplicidad de la interfaz como su fuente principal de
abstracción y generalidad. En algunos sistemas, por ejemplo para el control de un motor, el interior
consiste en una organización de fenómenos capaces de llegar a los fines previstos. El medio exterior
determina las condiciones favorables a la consecución del fin propuesto. Si el sistema interno esta
adecuadamente diseñado, se adaptara al medio externo. Pero tal adaptación tiene límites, aquellos
planteados por las propiedades limitadoras del medio interior.
4
como indivisible la individualización, con ello determina la conducta del conjunto
(Bertalanffy 1968: 71-75).
2.1. Organización
Los sistemas están compuestos por elementos y procesos. En el primer caso, dependen
del tipo de sistema, ya sean seres vivos, sociedades, moléculas, o máquinas; los
sistemas configuran y están configurados por sus elementos. Las partes o elementos que
componen los sistemas varían, las hay simples y compuestas, estables y variables,
insensibles y reactivas de acuerdo a la dinámica del sistema. Ya sean orgánicas,
mecánicas o sociales, las relaciones entre las partes varían de un sistema a otro (Scott,
1.992: 77). En el caso de los procesos, éstos serían de tipo físico, según Morin (1982),
incluidos los sistemas ideológicos. O bien, dependen del problema a considerar, siendo
incluidas las relaciones importantes o interesantes y excluidas las triviales o no
esenciales de acuerdo al interés del observador (Hall, 1962).
5
propiedades. Tales niveles permiten explicar, por ejemplo, la integración de moléculas
en células y de estas últimas en tejidos y órganos.
Este nivel de organización para los seres vivos también es entendido como un patrón, en
donde las propiedades sistémicas emergerían de relaciones ordenadas, la muerte sería la
destrucción de ese patrón de organización pese a que sus componentes continúen. Para
Capra (1996: 94) se trata de un patrón en una red no lineal –de organismos y
comunidades-, la retroalimentación conectaría el patrón en red lo que permite corregir
los errores.
2.2. Totalidad
El tema del “todo” en el pensamiento biológico tiene sus raíces en Aristóteles, cuando
se refiere en la Metafísica (IV, 26), a “...aquello a lo cual no le falta ninguna de las
partes que están llamadas a constituir normalmente un todo. Es también aquello que
contiene los componentes de tal suerte que forman una unidad, o de su conjunto resulta
la unidad. De estas últimas clases de todos, los seres naturales son más verdaderamente
un todo que los seres artificiales.... Además, al tener las cantidades un principio, un
medio y un fin, aquellas en las cuales la posición de las partes es indiferente son
llamadas un total (pan) y las otras un todo (Holón)”.
Como vemos, el “todo” requiere de una condición, que la posición de las partes tenga
que ver con la esencia y por consiguiente con la organización. En otras palabras, el todo
no es sumatoria de partes (principio de sumatividad de Bertalanffy), es una esencia cuyo
ejemplo a mostrar es el viviente. Si el todo orgánico no es indiferente a la posición de
las partes, la finalidad orgánica aquí presente, en cambio, es de tipo técnico. Pero se
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trata de una finalidad sometida a la disposición estructural distinta de como sucede en
los cuchilleros de Delfos en La Política (Libro 1, Cap. 1), cuyos cuchillos sirven para
muchos usos; por el contrario, la naturaleza no procede así, sino teniendo en cuenta
cada pieza.
Este modelo tecnológico del viviente habrá de ser radicalmente rechazado desde finales
del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX. Por un lado, bajo la reacción
romántica alemana y de los vitalistas7, luego por el advenimiento de la embriología (en
estados embrionarios hay una fase inicial de indeterminación) y la fisiología.
Sin embargo, este noción del todo orgánico explicada por un modelo económico y
social, también ha sido cuestionada, especialmente en el siglo XX, con los trabajos
7
La escuela romántica Alemana, considera a la naturaleza entera como un inmenso organismo viviente,
el cual se halla sometido y mantenido por una fuerza de configuración que actuaría como principio de
operación. Este proceso, que se puede llamar como evolutivo, se da gracias a tres principios: la elevación
(la materia estaría continuamente ascendiendo hacia formas superiores), la polaridad (principios y fuerzas
contrapuestas) y la identidad (naturaleza y espíritu son una y misma cosa). Ante esta naturaleza ¿Cuál
sería el método del conocimiento? Se habrá de usar la observación, pero también la fe, la inspiración, el
presentimiento, el entusiasmo, el sentimiento, en una palabra la especulación. Como Schelling dirá muy
expresivamente: “especular sobre la naturaleza, es crear la naturaleza” (Albarracin, s.f).
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A comienzos del Siglo XIX, los padres de la teoría celular Matthias Schleiden y Theodor Schwann,
planteaban que todo organismo viviente es un compuesto de células, considerándose a la célula como
elemento vital portador de todos los caracteres de la vida. Ya al concluir el siglo, se pontificaba que “las
células son los verdaderos ciudadanos autónomos que, reunidos por millares, constituyen nuestro cuerpo,
el estado celular”. Habría entonces dos formas de entender el status de la célula: en su propia
individualidad y en su cooperativa comunidad. Este último aspecto será interpretado por Rudolf Virchow
al considerar que es la organización, entendida como la suma de unidades vitales la que proporciona el
elemento singular de cada organismo, dependiente a su vez de una organización superior o de tipo social
en la que una masa de existencias individuales dependen unas de otras, pero de tal modo que cada
elemento posee una peculiar actividad y de cada uno de ellos procede la propia ejecución. Este concepto
de organización social, cercano a la idea de estado libre de individuos con iguales derechos provenía de la
filosofía política de la revolución de 1848, que en Virchow cobra sentido para lograr una equivalencia
entre las concepciones celulares y los ideales revolucionarios (Albarracin, 1983: 241-245).
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acerca del cultivo de tejidos en vitro, al referirse a la situación del elemento individual.
Para que este se comporte como el individuo de una sociedad, es decir, liberado de las
inhibiciones y estímulos que padece debido a su integración al todo y a su vez tenga la
capacidad de integrarse de nuevo a la sociedad; esta condición de vida en libertad y
regreso a la sociedad no se cumple en el organismo. La síntesis no permite llegar al
análisis en el todo biológico, la disociación de partes orgánicas conlleva a que pierdan
su carácter de parte. En otras palabras, un elemento orgánico no puede ser considerado
elemento más que en el estado de no-separado, el “todo” es el que realiza la relación de
partes entre sí como partes, de suerte que por fuera del todo no existen partes
(Canguilhem, 1966b).
Como vemos, la noción de “todo orgánico”, como base para la teoría de sistemas, tiene
sus restricciones. Primero, porque el todo orgánico no puede ser explicado por el
modelo tecnológico, éste no permite restituir el carácter de los organismos de que se
crean a sí mismos. Como señala Kant en la Crítica del Juicio, una máquina es un todo
donde las partes existen las unas para las otras, pero no las unas por las otras. Ninguna
parte es construida por el todo, ningún todo es aquí producido por un todo de la misma
especie. Una máquina no posee en sí misma energía formativa del organismo. Segundo,
el todo orgánico no opera bajo el modelo económico y social, aunque el organismo
presente una estructura de organización como la de una sociedad. Para el organismo, la
organización es un hecho dado, cuyo modelo de explicación es el organismo mismo, el
cual se conserva gracias a un programa genético, tal como lo ha puesto de manifiesto la
biología de mediados del siglo XX. La organización biológica sigue unas líneas de
estructura y funcionamiento dictadas por una información química, las cuales se
conservan por la homeostasis a nivel de la organización de cada organismo y por la
evolución en el caso de la especie. La organización biológica no es un quehacer que
deba ser permanentemente buscado como objetivo a compartir entre sus miembros, tal
como se da en la organización social en términos de relaciones de poder, de
significación y de trabajo (Foucault, 1985). En este sentido, consideramos que el
“todo” propuesto por Bertalanffy, basado en el todo orgánico, resulta insuficiente como
modelo explicativo para los sistemas tecnológicos.
2.3. Retroalimentación
Cannon introdujo el concepto de homeostasis pero, según Capra (1996), sin llegar a
identificar los bucles cerrados causales en los seres vivos, los cuales permiten entender
los patrones de red no-lineal propios de los sistemas vivos. Un bucle de
retroalimentación es una disposición circular de elementos conectados causalmente, en
la que una causa inicial se propaga alrededor de los eslabones sucesivos del bucle, de tal
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modo que cada elemento tiene un efecto sobre el siguiente, hasta que el último
retroalimente el efecto sobre el primer eslabón en que se inició el proceso (Wiener,
1950). Retroalimentación, en palabras de Wiener, es el control de una máquina en base
a su comportamiento real y no al esperado. Wiener se dio cuenta que el concepto de
retroalimentación como modelo se presenta no solo en organismos, también en sistemas
sociales.
2.4 Autorreferencia
Tanto Maturana (1995: 18-19, 51-52), como Varela, coinciden en que el concepto de
autopoiésis fue formulado a partir de los seres vivos en el nivel molecular. La base
fundamental de la autopoiésis consiste en el principio homeostático de conservar la
propia organización a través de sus continuas interacciones y transformaciones, es pues
una dinámica de autoorganización molecular. Este sería un primer orden de autopoiésis,
siendo los organismos multicelulares el segundo orden y los sistemas sociales el tercer
orden.
Maturana (1995), concibe los sistemas sociales como sistemas autopoiéticos debido a
sus componentes, es decir, a los seres humanos (y no a las comunicaciones como lo
propone lo Luhmann), son, pues, autopoiéticos.
9
El lenguajear permitiría el fluir de las coordinaciones conductuales consensuales, es
decir aquellas interacciones sociales fundadas en la emoción de la aceptación mutua
(amor). No sobra señalar que esta fenomenología que podría llamarse de tipo fisicalista,
excluye el conflicto, la costumbre u otros aspectos de la interacción social (Galassi y
Correa, 2001).
9
La reflexividad en este contexto hace referencia a la tradición sociológica usada en los estudios de la
ciencia, en donde las pautas explicativas han de poderse aplicar a las mismas categorías de análisis en uso
(Bloor, 1976).
10
El sentido remite al sentido, nunca a otra cosa. El sentido es una determinada estrategia del
comportamiento selectivo bajo la condición de una complejidad alta; crea unidad en la multitud de lo
posible para orientarse, de ahí su carácter selectivo, el cual neutraliza o incluso niega otras posibilidades,
pero sin eliminarlas definitivamente. El sentido tiene dimensiones de temporalidad (un antes y un
después), de contenido (esto o aquello) y de dimensión social (alter-ego) (Luhmann, 1984).
11
El concepto de contingencia designa aquí algo que no es necesario ni imposible, algo por tanto que
puede ser como es, pero que también es posible de otra manera (Luhmann, 1984). La doble contingencia
permite que dos cajas negras lleguen a relacionarse entre sí, cada una define su propio comportamiento
10
entre un ego y un alter, por consiguiente sin enfatizar el desempeño del individuo en el
grupo. La comunicación solo se debe a la comunicación, es pues su rango autopoiético.
La sociedad es un sistema social autopoiético (clausurado operativamente) y
autorreferente (que integra los elementos del sistema como unidades de función).
Para que la comunicación tenga lugar a partir de la doble contingencia entre alter y ego,
los individuos se experimentan y conducen en su respectivo entorno según su
subsistema social (económico, político, educativo...). Cada individuo es y tiene un
entorno que le permite distinguirse de otros entornos, en este sentido el concepto de
entorno es fundamental ya que son las operaciones propias comunicativas del individuo
las que le permiten diferenciarse de otro. Pero más que tratarse de individuos, lo que
Luhmann nos quiere señalar son los subsistemas dentro de un sistema social, cuyas
operaciones se dan a través de la propia reproducción del subsistema que es a su vez la
reproducción de la diferencia de sistema y entorno. Comunicarse es, pues, limitarse, y
se trata de una comunicación sin sujetos, ya que estos se encuentran dentro del entorno
del subsistema específico. Los individuos no comunican sino que piensan, siendo el
sistema social el que comunica, el individuo está en el entorno de los subsistemas
sociales.
Como vemos, la comunicación establece las fronteras entre sistema y entorno, entendida
como una comunicación sistémica y reiterativa gracias a la doble contingencia. Dos
subsistemas se comunican gracias a la penetración, es decir, la disposición de un
sistema de poner su propia complejidad respecto de otro. En este sentido hablaríamos de
interpenetración, cuya propiedad permite hacer viable las condiciones para la propia
mediante complejas operaciones autorreferenciales entre sus propios límites. En los sistemas sociales, la
doble contingencia tiene un efecto autocatalítico: fomenta la comunicación sin desgastarse ella misma. La
doble contingencia lleva a la formación de los límites de los sistemas sociales para producir sentido y
conservarlo.
11
contingencia. Lo único que realmente comunica el sistema es la distinción entre sistema
y entorno.
2.5. Finalidad
§ Teleológica estática o adecuación, significa que una disposición parece útil para
determinado propósito.
§ Teleología dinámica, significa una directividad o dirección de procesos, a saber:
dirección de acontecimientos hacia un estado final, de éste último depende el
comportamiento del sistema; directividad basada en estructura, una disposición
estructural conduce el proceso de tal suerte que es logrado el resultado, como sucede
con las máquinas hechas por el hombre que actúan como él esperaba; equifinalidad,
a saber, el hecho de que pueda alcanzarse el mismo estado final partiendo de
diferentes condiciones iniciales y por diferentes caminos; genuina finalidad o
intencionalidad, que significa que el comportamiento actual está determinado por la
previsión de la meta.
3. A modo de cierre
Todos estos elementos indican que la comprensión sistémica facilita unos niveles de
análisis que pueden ser objeto de aplicación respecto del tema tecnológico.
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Referencias
Cannon, W. (1920/1929), Bodily Changes in Pain, Hunger, Fear and Rage, New York:
D. Apletton and Company.
Checkland, P. (1981), Systems Thinking, Systems Practice, New York: John Wiley &
Sons Ltd.
Galileo, G. (1632), Diálogo Sobre los Dos Máximos Sistemas del Mundo, En: Galileo,
(Edición de Víctor Navarro), Barcelona: Ediciones Península, 1991.
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Lamarck, J. B. (1809), Filosofía Zoológica, Barcelona: Ed. Mateu, 1971.
Morin, Edgard. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO, 1999
(Traducción de Mercedes Vallejo-Gómez).
Scott, R. (1.992), Organizations. Rational, Natural, and Open Systems, New Jersey:
Prentice-Hall, Inc.
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