Medicaina Ucv PDF
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ii
iii
INDICE
Introducción…….……………………………………………………………………1
Capitulo I
El problema de investigación: pertinencia historiográfica y metodología
para su abordaje…………………………………………………………….………14
Capítulo II
El lenguaje de los médicos…………………………………………………….....44
Capítulo III
¿Qué se ha hecho hoy por mis vasallos? La Medicina venezolana del
dieciocho……………………………………………………………………………..67
Capitulo IV
Patriotismo ilustrado y Medicina en la construcción de la “república
decente”………………………………………………………………………….......90
Capítulo V
La doble orfandad de la Medicina venezolana………………………….……106
Capítulo VI
La nueva luz de los positivistas………………………………………….…….127
Capítulo VII
Capítulo VIII
Entre Escila y Caribdis: una referencia a la sanidad pública venezolana y
el estado de nuestro tiempo………………………………………………….…179
iv
Capítulo IX
Fin de siglo: Res medica y Ars medica en Venezuela…………………...…221
Cronología………………………………………………………………………….256
Conclusiones…………………………………………………………………...….262
v
INDICE DE TABLAS
Cuadro N° 1…………………………………………….....…………………...….273
Cuadro N° 2……………………………………………...…………………....….274
vi
INDICE DE ANEXOS
Lamina I ……………………………………………………………...…………….275
Lamina II ……………………………………………………………...…………….276
Lamina III……………………………………………………………...…………….277
Lamina IV...…………………………………………………………...…………….278
Lamina V....…………………………………………………………...…………….279
Lamina VI...…………………………………………………………...…………….280
Lamina VII..…………………………………………………………...…………….281
Lamina VIII.…………………………………………………………...…………….282
Lamina IX...…………………………………………………………...…………….283
Lamina X....…………………………………………………………...…………….284
vii
Introducción
1
identificar el cauce discursivo por el que discurrió, es decir, ello supone un
ejercicio necesario de historia del pensamiento, pero también de historia del
discurso, de modo tal que nos permita “fijar las coordenadas” en las que se
situaron los protagonistas de aquellos hechos en el tiempo que les tocó vivir.
2
Collingwood según la cual, la res gestae de la historia se circunscribe a aquella
acción humana de carácter reflexivo, es decir, obediente a un propósito
deliberado con independencia de que sus consecuencias se ajusten o no a la
intencionalidad inicial. Una aproximación al hecho histórico y a su inteligibilidad
a partir del estudio de la jerga que compartieron los hombres de aquél tiempo.
3
2. Identificar las claves del discurso médico en los períodos
históricos propuestos como función específica de los paradigmas
científico-médicos a los que respondieron.
3. Documentar las expresiones institucionales sanitarias derivadas
de tales discursos médicos.
4. Contrastar, en lo posible, el grado de materialización de tales
expresiones institucionales en términos de programas sanitarios
estables estructurados a partir de políticas públicas definidas.
4
Dada la necesaria referencia al proceso histórico venezolano, hemos
debido apelar a periodizaciones de carácter historiográfico todas forzosamente
arbitrarias. Ya Urbaneja nos advierte al respecto (Urbaneja, 2004:13). En
nuestro caso, y siendo que nuestro objeto de estudio quedara ya definido en
los dominios del lenguaje, apelaremos a tales periodizaciones en la medida en
que nos resulten útiles a los fines de nuestro cometido y haciendo las
salvedades en cada oportunidad en la que fuere indispensable a los fines del
mantenimiento del curso debido de nuestra investigación.
5
sociedades desmedicalizadas en las que los procesos de salud y enfermedad
se inscribieron en el contexto de practicaciones sociales no profesionales.
1
Algunos planteamientos de reciente cuño en materia de formación y currículo médico en
Venezuela sostienen lo contrario y se esfuerzan en proponer incluso programas de formación
profesional en lo que denominan Medicina Tradicional. Véase: Programa de Formación de
Médicos Integrales Comunitarios, Coordinación Académica, Misión Barrio Adentro, 2011
6
atención médica desde hace medio siglo se han orientado, sin género de
dudas, hacia los servicios profesionalizados dispensados desde la
institucionalidad sanitaria formal 2.
2
A manera de ejemplo, cabe aquí destacar el hecho constatable de la extensión de la práctica
de la atención profesional del parto en Venezuela, que para mediados de la década de los
sesenta se situaba en proporciones superiores al 90%.
7
idea ilustrada traducida en la pervivencia de la institucionalidad sanitaria de la
Monarquía a la que apenas se le sobrepusieran, con notable armonía, las
nuevas de la República y cuya vigencia práctica habría de abarcar por lo
menos la primera mitad del decimonono. Un aspecto a destacar aquí es el de la
transmutación que operara en el core mismo del discurso médico ilustrado, que
de ser una de las más altas expresiones del antiguo régimen pasa ahora a
convertirse en un poderosa aliado de las nuevas elites republicanas. La figura
de José María Vargas es clave en ello, lo mismo que el decidido apoyo político
del que gozara toda vez consumada la Independencia.
“Los paradigmas alcanzan su posición porque tiene más éxito que sus
competidores a la hora de resolver unos cuantos problemas que el grupo de
científicos practicantes considera urgentes” (Kühn: 1961/2007: 89).
8
En el capitulo quinto disertamos en torno al naufragio del paradigma
médico ilustrado ante la instalación de uno nuevo aportado por la llamada
“filosofía positiva”. Naufragio que en Venezuela se expresara en dos
“orfandades” que describimos a continuación: por una parte, en una orfandad
paradigmática en sí misma, toda vez que los lenguajes y jergas médicas se
vaciaban de contenido en tanto que sus marcos referenciales elementales
quedaban progresivamente sin fundamentación; por la otra, en una orfandad
política, toda vez que las grandes mentorías emanadas del poder que
respaldaron a los médicos ilustrados devenidos en republicanos tras el fin de la
guerra de Independencia se desvanecía a manos de una nueva elite para la
que “lo ilustrado” era analogable a “lo mantuano” o “lo godo”.
9
médica venezolana misma. Expresión esta cuyas trazas podemos seguir hasta
la contemporaneidad, en tanto que habría de ejercer un papel determinante en
la idea sanitaria en Venezuela a partir de 1936, año de la creación del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
10
satisfacción de las demandas sociales en materia de sanidad no operó,
conforme al modelo berthalanfiano, como un “asa de retroalimentación
negativa” sobre las demandas iniciales de la sociedad; por el contrario,
potenciaría el incremento de tales demandas al extremo de la inviabilidad
práctica de dichos sistemas sanitarios.
11
una reedición del antiguo debate sobre la nemesis médica en el sentido del
pensador austríaco Iván Illich.
12
pensaran los positivistas de principios del siglo XX es que ubicamos en la crisis
de aquél paradigma científico-médico las causas de tal decadencia. Creemos
justificada así la inclusión de una reflexión final al respecto, a la manera de un
colofón, que haga buena la célebre máxima de Croce según la cual, “toda
historia es historia contemporánea”.
13
Capitulo I
14
La medicina en Venezuela no aparece, por tanto, como una historia
subalterna, en el sentido gramsciano, a la que se sobrepuso otra distinta-
llamémosla dominante- de raíz europea; muy por el contrario, y como se constata
en la densa relación de Parra León a propósito de la disertaciones de grado
presentadas ante la Universidad de Caracas entre 1788 y 1821, fue la nuestra desde
siempre una medicina inscrita en core de la tradición ilustrada española. Señala el
autor en su ensayo Filosofía universitaria venezolana, 1788-1821:
De allí entonces que luzca plausible afirmar, por ejemplo, que la erección de
la figura de José María Vargas, indisolublemente ligada a los orígenes del Estado
nacional venezolano y la tradición médica republicana, probablemente haya
operado, como en tantos otros casos en los que se ha impuesto la poderosa
simbología del prócer, al modo de una pretendida gran piedra angular sobre la cual
se emprendiera en su día la construcción de una institucionalidad médica distinta de
aquella a cuyos orígenes estaba indisolublemente ligada: nos referimos, claro está, a
la que fuera propia de la medicina ilustrada española.
15
La segunda de tales aproximaciones es hija de las ilustraciones, de sus
revoluciones teóricas y sus “filosofías de la historia” y su fin último reside, mucho
más allá de construir un relato inteligible del pasado común, en la provisión social
de un discurso explicativo de este con ajuste a un determinado sistema teórico al
cual el historiador suscribe de modo más o menos evidente (Pocock, J.G.A. The
origins of the study of the past: a comparative approach. 1962/2009: 146).
16
verdades reveladas sino que es producto de un proceso que supone la participación
en una cierta cosmovisión (weltanshauung, en el sentido de Dilthey) operando al
modo de una gestalt básica o ἐπιστήµη (episteme) a partir de la cual el espíritu
recrea permanentemente al mundo.
En nuestro caso, parece por tanto enteramente posible postular a una gestalt
médica – la por William Ewart llamada res medica- a partir de la cual se hace posible
la progresiva incorporación y superposición de nuevas jergas técnicas propias del
oficio, el ars medica o “arte de curar”. Ewart, teórico de la Medicina de la escuela
británica, define la res medica en los siguientes términos (Ewart, 1923:30):
“the history of Medicine, the lenguaje of Medicine and the physiology of speech, that
distinctive attribute of man, are marked with our mark as our inalienable property”4
4
“La historia de la Medicina, el lenguaje de la Medicina y la fisiología del discurso –ese atributo
distintivo del hombre- están marcados como de nuestra inalienable propiedad” (traducción nuestra).
17
de la realización de un cierto ideal o espíritu: bajo la perspectiva que aquí
suscribimos, en cambio, abordaremos su estudio a partir de la sucesión-mutación de
aquellas asunciones teóricas propias de sus actores más relevantes, de la tradición
intelectual en la que se inscribieron y de los lenguajes y jergas a los que dieron
origen, entendidos como elementos preformativos en la construcción de la
institucionalidad médico-sanitaria venezolana en los dos periodos históricos aquí
propuestos.
Las tesis de Tilly están fuertemente ancladas en tales premisas, hecho cuan
más natural tratandose, en su caso, de un destacado alumno del gran historiador
alemán. Sin embargo, la acepción más socorrida de dichas tesis aluden antes bien a
una idea del state building o construcción del estado inspirada en experiencias más
recientes en las que dicho proceso ha sido, cuando no sustituido, marcadamente
influido por iniciativas exógenas respecto del cuerpo político objeto de tal proceso.
5
La teoría del state building tiene en la obra de Charles Tilly a su más preclaro exponente. La
“construcción del estado” es definida por Tilly en memorable ensayo de 1975 como el proceso por el
cual una entidad político-territorial abstracta – lo stato, en el sentido maquiavélico- acumula y ejerce
poder de coacción sobre quienes la habitan y asegura aquellas premisas básicas que permitan su
viabilidad económica y material, al tiempo que da forma y soporte a mecanismos de resolución de
conflictos entre los individuos – es decir, de instituciones- y crea un cuerpo de personas dedicadas a
su administración – es decir, una burocracia(Tilly, 1975).
18
Nos referimos, a título de ejemplo, a los procesos de formación de los nuevos
estados nacionales en Africa y el Medio Oriente tras la descolonización que cobrara
vigor al cese de la guerra de 1939-1945. En no pocos casos, se trató de procesos
marcadamente tutelados por potencias extranjeras o entidades multilaterales –
típicamente, las Naciones Unidas, como los casos de Timor Oriental o la
exYugoslavia- antes que originados en el seno de el juego entre fuerzas históricas a
lo interno de cada uno de de esos países.
19
extender y asegurar sus respectivos dominios territoriales. La guerra internacional
fue, por tanto, un vehículo necesario en dicho proceso. “War makes states and that
states make wars” (Tilly, 1975)6. La dinámica de la guerra que hace estados y de
estados que hacen la guerra surge como el factor clave en la conformación de
estados tenidos como “necesarios” en la complejidad cultural europea. En
Iberoamérica es difícil, o cuando menos muy relativa la aplicación de tal criterio, en
tanto que la cuestión terriroria en nuestros países estaría de antemano saldada por
las disposiciones regias que en su día dispusieron un cierto ordenamiento territorial
en sus dominios ultramarinos. Ordenamiento que las nuevas repúblicas asumieron
sin mayores objeciones – de allí entonces el principio del Uti possidetis juris que ha
regido históricamente en nuestro medio en materia de delimitaciones y demarcación
de fronteras7.
6
“La guerra hace a los estados y los estados hacen la guerra” (traducción nuestra).
7
No por ello dejamos de hacer referencia a casos como los de la Guerra de la Triple Alianza entre
1864 y 1870 contra Paraguay, la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile de 1879 y 1883 y la del
Chaco, entre Paraguay y Bolivia, de 1932 a 1935.
20
entonces fuera del alcance del estado8. Así las cosas, es posible postular que la
formación del Estado nacional venezolano tuvo en la de la sanidad pública, como en
la del ejército profesional, el fisco o las burocracias estatales, una expresión más del
complejo proceso de state building – en el sentido original de Tilly- al que hemos
venido refiriéndonos. Cada etapa en dicho discurrir habría de imprimirle a dicho
proceso atributos distintos en función de las respectivas valoraciones que concitaría
la cuestión sanitaria entre sus elites.
8
La idea de la “sobreemisión de energía institucionalizadora” como expresión de voluntarismo político
la tomamos de las disertaciones que sobre el fenómeno de los personalismos iberoamericanos le
escucháramos riteradamente a la profesora Graciela Soriano de García-Pelayo en su seminario
dedicado al tema en la Universidad Central de Venezuela.
21
una muestra de “pintura mural con fines didáctico-políticos” que se ponen al servicio
de la necesidad de secularizar conceptos políticos complejos solo accesibles a las
minorías cultas:
“…se trata de un ejemplo de primer orden de la función del arte como medio de
concreción y comunicación de ideas difusas mantenidad por las minorías cultas del
tiempo, muy principalmente en lo que respecta a la constitución política de las
ciudades, a la secularización e intelectualización de la política, a la concepción
iuscéntrica de ésta y a la idea de una iusticia mediatrix” (García-Pelayo, M. El buen y
el mal gobierno. Las ideas y la intencionalidad política en un fresco de Ambrogio
Lorenzetti. 1968/1991:1229).
Pero no toca aquí tomar parte en un debate de tal naturaleza. Interesa antes
bien introducir, en el sentido de Skinner tanto como en el García-Pelayo, una
22
justificación al carácter documental de ciertas expresiones pláticas que son en sí
mismas vehículos de diseminación de teoría política. Al respecto señala Skinner:
“Aunque parezca evidente que esas pinturas no constituyen un texto de teoría política
convencional, también lo es que, como puede constatarlo el observador ocasional, que
su propósito primordial estaba sustancialmente encaminado a transmitir una serie de
mensajes políticos” (Skinner, 2009: 52).
“ a la Pintura solo le toca el declarar a todos el hecho sustancial, con la mayor claridad,
reverencia, decencia y autoridad que le fuere posible, que (como queda dicho) es
23
hablar a cada uno en lenguaje de su tierra y de su tiempo, mas no se escusa, que el
modo siempre sea con realce de gravedad y decoro, para que venga a conseguir el fin
católico y decente que se pretende, como lo hazen los Predicadores y los Escritores
adornando y vistiendo el suceso de la historia con palabras graves y frases elegantes
propias y conocidas, y con ejemplos graves” (Pineda, 1996: 413, destacado nuestro).
A los fines del trabajo que nos ocupa estamos obligados a definir ex ante el
ámbito de intelegibilidad del estudio propuesto, ámbito este que no es otro que el
del discurso médico-sanitario venezolano propio del siglo histórico cuyo estudio
acometemos (1830-1936) – el primero de la república en Venezuela-, de las
jergas tecno-políticas que de él derivaran y de las expresiones institucionales a
las que estas dieran origen. No nos habremos de ocupar con preferencia, por
tanto, de figuras, efemérides o hitos historiográficos; nos ocuparemos, antes bien,
de aquellos “actos de voluntad” que, sea en la voz o la pluma de sus autores,
fueron capaces -perlocutivamente- de materializarse en términos institucionales
mas o menos estables.
“Si uno caía enfermo, no tenía ninguna defensa, alguna cosa que pudiera comer,
untarse o beber, sino que por falta de medicina se iba exterminando, hasta que yo les
mostré las mixturas de los remedios curativos con los que ahuyentaran toda dolencia”.
Asklepios, sumo sacerdote del templo de Apolo, instituye junto a sus acólitos,
los llamados asklepíades, a la primera comunidad profesional dedicada a la
provisión de cuidados médicos a los devotos enfermos en la Grecia clásica. Habría
9
Los límites entre lo histórico y lo mítico se difuminan en la figura de Asclepios, en quienes los
antiguos griegos verían a la personificación del mítico Imhotep, médico, arquitecto y astrónomo
egipcio al que se le atribuye, no obstante, la autoría del papiro de Edwin Smith, probablemente escrito
en el 3000 aC en tiempos de la XVIIa dinastía.
24
de ser uno de ellos, quien desprendiéndose de toda sujeción respecto de la gran
teodicea griega, creara la primera comunidad profesional médica laica. Se trata de
Hipócrates de Cos, el primer gran codificador de la medicina entre los antiguos
griegos. Si un Asklepios elevado a la divinidad opera como mediador entre lo
revelado y lo fáctico, es en cambio un secularizado Hipócrates quien articula los
diversos saberes médicos de su tiempo con la filosofía de los físicos jonios para dar
origen a un sistema de jergas profesionales que habrían de servir de fundamento a
la gran tradición médica que Occidente identifica a su más remoto origen.
25
(Millenson, 2000). A más de dos mil años del Corpus hippocraticum y a mil de
instituida la dictadura galénica, la Medicina occidental se aprestaba a experimentar
una nueva “edad de oro” a partir de las recientes aportaciones provenientes de la
investigación científica10.
10
Galeno de Pérgamo (130-200 dC) más conocido como Galeno, es el referente médico más
importante de la latinidad y médico de emperadores (Marco Aurelio y Cómodo). Compilador,
comentarista y divulgador de los textos hipocráticos a partir de su formación en el campo de la
filosofía aristotélica, sus desarrollos teóricos dominaron la medicina europea a lo largo de más de mil
años en lo que la historiografía médica llama “la Dictadura de Galeno”.
11
La cuestión de los paradigmas científicos ha sido extensamente tratada entre otros por Thomas
Kühn en su bien conocida obra La estructura de las revoluciones científicas: “Considero que son
logros científicos universalmente aceptados que durante algún tiempo suministra modelos de
problemas y soluciones a una comunidad de profesionales”.
26
burguesa” (Moreno Olmedo, 2005: 149). La medicina monacal de raigambre
galénico-aristotélica no generó un discurso médico esencialmente distinto al de los
Antiguos, si bien tuvo el mérito de preservarlo tras la disolución política e
institucional de Roma.
27
Las corrientes de pensamiento propias del historicismo romántico han
ejercido, sin embargo, la más determinante influencia en la (re)construcción
historiográfica del discurso médico-sanitario venezolano, seguramente por el hecho
constatable de estar ambas ligadas, en si mismas, a los orígenes de nuestro Estado
nacional y al de las historiografías que le sucedieron casi de manera inmediata. Las
mismas supusieron un esfuerzo racionalizador de la naciente historia republicana a
posteriori de la fundación de los nuevos estados y en el que, siguiendo a Pocock, es
posible afirmar que la teoría ciertamente fue previa a la narrativa (Pocock, J.G.A.
Working on ideas on time.1971: 29). Hay en ellas una necesidad casi explícita de
romper con la tradición ilustrada española de la que es hija para entonces justificar la
naciente historia republicana en tanto que la realización de un ideal, de un fin
superior.
”¡Cenizas del sabio!. Continuad vuestra simbólica vigilia en este Panteón de los
Inmortales. Con las generaciones sucesivas a la nuestra continuaréis el díalogo,
seguramente será más tranquilo, se despojará del dramatismo y la República tendrá
como cauce la inmanente vigencia de vuestro pensamiento”
28
ejerza un control pleno sobre las consecuencias de lo dicho (Pocock, op.cit. 1971:
42). Las instituciones políticas construyen progresivamente un sistema de jergas
cuan más específicas en la medida en que sus propias asunciones mutan bajo la
presión de una particular dialéctica pensamiento-experiencia. Se van construyendo
así complejos lenguajes tecno-políticos desde los que se derivan dichas jergas y a
partir de los que se diseñan las grandes arquitecturas institucionales conocidas:
Episteme
Paradigma general (desde
científico donde se
(lo que se piensa)
piensa)
Discurso científico-
médico (langue)
Mundo de la
Res medica
Diseños
institucionales
Mundo del
Ars medica
Fig.1. Episteme general, discurso científico y jergas técnica en la constitución de la res y el ars
medica.
29
bien lo señala Pocock, de todos ellos somos en cierta medida tributarios. Solo
procuramos prevenir el influjo de falsas hermenéuticas que, imponiéndonos una
lectura “hacia atrás” (backwards) del pasado, hagan del ejercicio historiográfico una
suerte de “acto de necromancia”, como lo advierte Oakeshott.
“The historian is disponed to decline the search of ´the origins´, not because the
expression ´origins´ is ambiguous…but because to inquire into ´origins´ is to read the
past backwards and assimilate it to subsequent or present events”15 (Oakeshott, M.
The activity of being an historian.1958/1991: 175).
15
“El historiador está dispuesto a declinar en la búsqueda de los ´orígenes´, no porque este sea un
término ambiguo…sino porque inquirir en tales órígenes´sería leer el pasado ´hacia atrás´,
asimilándolo a eventos subsecuentes o presentes” (traducción nuestra).
16
La idea de destino como principio de causalidad en la historia es claramente spengleriana y
expresa, según el pensador alemán, “una certeza interior indescriptible”. Véase: Spengler, 1962/1989:
76
30
Reinhart Kosselleck en su exégesis de los textos a partir del reconocimiento de
aquellos “giros hermenéuticos” a partir de los cuales se replantean los
significados de un mismo término (Kosselleck, 1993: 65 y sucs.). Así por ejemplo,
el término “salud pública” tuvo un significado muy distinto en la pluma de Carlos IV
que en la de los relatores de la Convención francesa de 1792.
De allí entonces que cobre inmenso valor a los fines del trabajo aquí
propuesto el procurar liberar a los conceptos de su contexto situacional para
poder así aislarlos en su mayor pureza semántica, de modo que los procesos
históricos así abordados abandonen el dominio de las llamadas “historias
sociales” y se reexaminan a la luz de la metodología propia de la historia
conceptual, en el sentido de Kosselleck (Kosselleck, 1993:110)17.
17
“…un método especializado para la crítica de las fuentes que atiende al uso de los términos
relevantes social o políticamente y que analiza especialmente las expresiones centrales que tienen un
contenido social o político”.
18
Al respecto cabe citar al pensador alemán: “Así pues, el principio diacrónico constituye a la historia
conceptual como área propia de investigación, que por reflexión sobre los conceptos y su
transformación tiene que prescindir metódicamente de los contenidos extra-lingüisticos que son el
ámbito propio de las historias sociales”.
31
“…un constructo intelectual que, mediante el realce unilateral de algunos rasgos a
partir de las preocupaciones y preguntas del investigador y el contraste de nuestro
conocimiento teórico sobre el mundo con el material empírico, nos ayuda a entender
un fenómeno de la cultura como “individuo histórico” (Capellán de Miguel, 2011: 114).
19
Al respecto véase: Marías, J (1970) Historia de la filosofía. Editorial Castilla, Madrid, 1970, p.413.
20
En Física clásica se define al momentum (p) como el producto entre la masa de un cuerpo(m) y la
velocidad (v) que la fuerza aplicada sobre él le confiere, es decir, p= m.v. La analogía de la acepción
newtoniana de dicho concepto y su derivación en categoría histórico- resulta bastante plausible.
32
conceptos y nos ofrece su original constructo – el “momento conceptual”- como una
manera de caracterizar la otrora inamovible noción aristotélica de concepto,
dotándole de un “contorno tanto temporal como semántico” (Capellán de Miguel,
2011:123).
33
formación del concepto de virtud, un punto de inflexión a partir del cual dicho
concepto cobra un significado distinto, es decir, que vive un momento conceptual
distinto al que le precediera.
“their struggle with this problem is presented as historically real, though as one
selected of the complex historical reality of their thought; and their “moment” is defined
as that in which they confronted the problem grown crucial” (Pocock,ibidem. 1975:
viii)21
21
“…su lucha [la de los florentinos] con tal problema [el de la república], se presenta como un
problema históricamente real….y su “momento” como tal se define como aquel en el que dicho
problema es confrontado en tanto que cuestión acuciante” (traducción nuestra).
34
la Medicina Experimental doscientos años después, marcando así un nuevo punto
de inflexión respecto del pensamiento médico racionalista: es, llamémoslo así, el
“momento bernardiano”. Como la de Vesalio ante el galeno-aristotelismo, la de
Claude Bernard –eminentememte positivista- entrañaría también un quiebre
epistémico, esta vez frente al racionalismo:
35
visto surgir radicales críticas al discurso médico positivista lo mismo desde la
Sociología como incluso desde la misma Medicina (Ilich, 1975; Pino de Casanova,
2002). El discurso médico positivista está siendo retado, pero no por ello podemos
dejar de admitir que su vigencia teórica permanece hasta ahora incontestable.
Quizás esté lejana la vista a un “momento conceptual” médico distinto al que hemos
estado viviendo desde mediados del siglo diecinueve. Pero no menos cierto es que,
en un sentido absolutamente parangonable al propuesto por Pocock en su idea
acerca del “momento maquiavélico”, presentimos su avenimiento. Así parecen
preludiarlo las crisis de los grandes sistemas sanitarios y el cuestionamiento social a
su oferta. Como procuraremos demostrarlo, el prometido mundo sin enfermedad ni
muerte está aún lejos de ser.
36
“Ya es tiempo de que el gobierno, aprovechándose de las bendiciones de la paz y a
la sombra del orden, despliegue todo su poder en regenerar de hecho esta tierra
desgraciada. Ya es tiempo de ir formando los semilleros de las generaciones venideras y
cambiando con la eficacia de las buenas leyes los hábitos inveterados de ociosidad por los
de una industria honesta y productiva” (J.M Vargas, en: Pensamiento Conservador del Siglo
XIX, 1992: 227).
37
tropas (Fortique, 1989: 17-25 y 127-131)22. Ello no permite suponer, sin embargo,
que existiese una estructura formal de sanidad militar, la cual surgiría muy
posteriormente.
La Constitución de Angostura impuso una forma republicana que podríamos
calificar de “mixta”. Dicho ensayo exhibiría características propias de una república
liberal – separación formal de poderes, texto constitucional, etc- que coexisten con
otras propias de la república clásica – el senado hereditario- que todavía habría de
tener expresiones tan radicales como la de la presidencia vitalicia establecida en la
Constitución de Bolivia. A ella se enfrenta, a partir de 1830, la república de la
sociedad comercial de los por Elena Plaza llamados “patriotas ilustrados”: antiguos
mantuanos opuestos ahora al proyecto grancolombiano a quienes adherían incluso
viejos realistas e indiferentes a la causa de la Independencia (Plaza, 2002).
22
La crónica de José Rafael Fortique sobre los médicos de la Independencia da cuenta de cuatro de
ellos firmantes del acta de Independencia: Francisco Isnardi, turinés de orígen, de larga trayectoria
como conspirador antimonárquico en Venezuela y que muere en presidio en Ceuta; Juan Angel
Alamo, barquisimetano educado bajo el auspicio de la familia Bolívar; José Luis Cabrera, canario de
orígen y Manuel Palacio Fajardo, barinés de activa labor como diplomático en tiempos de la guerra.
Destacan también figuras médicas activamente partícipes en los teatros de operaciones militares,
como fuera el caso de Felipe Tamariz, segundo Protomédico y activo militante en la causa
republicana. Finalmente, es necesario destacar la numerosa presencia de médicos británicos
formados en las prestigiosas escuelas de Edimburgo y del Trinity Collage de Dublín, quienes tuvieron
destacada actuación en la Campaña del Sur.
38
por el español, cuyas primeras consignas introdujese en Venezuela su padre,
Antonio Leocadio Guzmán, apenas finalizada la guerra de Independencia.
23
En tal sentido diserta Urbaneja: “Mas nunca se pensará que la realización de un orden social
próspero dependa de la existencia de un estado liberal de derecho”. Véase: Urbaneja, 2004: 87.
39
las verdades emanadas de la ciencia experimental que ahora hacían cuerpo con la
teoría política clamando por la vigencia de una “Constitución efectiva” encarnada en
el ejercicio personalista del poder.
Así las cosas, para los depositarios del discurso médico-sanitario de aquel
tiempo, el fenómeno la enfermedad se ofrecía ante todo como una expresión del
mundo de la physis susceptible de ser abordado como cualquier otro, a partir de los
postulados de la nueva ciencia experimental que en el campo médico viese luz con
las aportaciones de Claude Bernard.
40
llamado Programa de Febrero de 193624. En la dinámica en virtud de la cual “el
pasado se convierte en presente”, como postula Pocock, subyace el fondo del
problema de estudio aquí planteado y su naturaleza en cuanto tal es esencialmente
lingüística (Pocock, op.cit. 1973:34).
Así las cosas, es plausible suponer que la tradición médica occidental se ha
transformado en realidades institucionales materiales solo en la medica en que sus
adherentes, convertidos ahora en actores políticos, han construido y conjugado
jergas científico-técnicas tales que, legitimadas e institucionalizadas por
comunidades profesionales específicas – médicos, etc- han encontrado su
respectiva traducción en términos de determinados diseños institucionales: de allí
que a cada momento histórico dentro de la gran tradición médica occidental haya
correspondido una determinada institucionalidad sanitaria.
41
Estados Unidos y Europa que previsiblemente se exprese en Iberoamérica más
temprano que tarde bien justifica una seria reflexión al respecto.
42
En el primer grupo se cuentan revistas y periódicos dirigidos al público
general que dieron cabida a colaboraciones de médicos prácticos y académicos que
con variable rigurosidad acometieron el estudio de determinadas cuestiones en un
ámbitos tan diversos como los de la clínica y la epidemiología. En el segundo grupo
se reúnen a aquellas fuentes constituidas por publicaciones de carácter profesional,
las cuales aparecen en Venezuela a partir del guzmancismo, en tanto que el tercero
compila aquellos documentos emanados de órganos de gobierno con competencia
en materia sanitaria, legislaciones nacionales o subnacionales – leyes, ordenanzas,
etc –y resoluciones internacionales suscritas por la República – caso de las
recomendaciones emanadas de la Conferencia Sanitaria Panamericana de 1923.
43
plástica su particular vehículo de diseminación, tal y como lo destacan Manuel
García-Pelayo y Quentin Skinner en sus ya referido ensayos.
Capítulo II
“La importancia del uso correcto del idioma radica no solamente en la capacidad para
transmitir en buenos términos el trabajo efectuado, sino el hecho de que es con el idioma
con lo que efectuamos la mayor parte de nuestro pensamiento”
W.I.B Beveridge. El arte de la investigación científica
26
Adoptamos aquí la idea orteguiana de creencia como ese “estado de fe” en el que se soporta la
opinión colectiva, esa “creencia pública” que puede o no coincidir con la individual, sin que por ello
adolezca de vigencia social.
44
medicina de los médicos científicos que tan característica resulta del tiempo actual
(Martínez-Zulaica, 1972: 20).
Paradigmas médicos
(sus discursos y jergas
especializadas)
45
1. Los médicos-magos de la antigüedad pre-clásica
Las formas políticas que enmarcaron aquella praxis médica fueron las
características del mundo antiguo: el imperio mundi y la ciudad-templo. Son las
civilizaciones del territorio entre el Eufrates y el Tigris y la del valle del Nilo. Sus
dominios eran el único mundo conocido y cognoscible para aquellos hombres y su
imago la representación vívida del mismo, sin semejanza alguna con el Estado
moderno. En el imperio mundi, señala García Pelayo, el poder no es otro que el de
la hierofanía en tanto que “revelación de una fuerza santa y sobrenatural” (García-
Pelayo, M. Las formas políticas del Antiguo Oriente. 1969/1991:1248). La ocupación
del espacio opera desde un único centro de poder que no mantiene relaciones
regulares con el exterior y que no reconoce a ninguna otra comunidad política
distinta a sí misma, constituyéndose –señala García-Pelayo, en una sociedad en la
que “la religión, la política y la economía estaban indisolublemente unidas” (García-
Pelayo,ibidem: 1250).
46
presiden las funciones fisiológicas. Son Ea, Marduk y Ninuria sus deidades señeras.
En ellas, la enfermedad opera al modo de un castigo (Zúñiga Cisneros, 1978:62).
27
La documentación de las prácticas médicas asirias y caldeas son escasas y se recogen en apenas
spoco más de seiscientas piezas de las más de doce mil que componen la llamada biblioteca de
Assurbanipal. En el campo de la historiografía médica se ha querido tener en el Código de
Hammurabí una expresión de legislación normadora de la práctica médica sumeria, lo que apenas si
puede sostenerse en lo atinente a ciertas prácticas quirúrgicas para entonces tenidas al margen de la
Medicina sacerdotal. No por ellos se trató de una normativa de importancia menor, ya que llegaba a
detallar de manera bastante prolija aspectos tan finos como la fijación de honorarios por tipo de
procedimiento y clase social del paciente, etc. Vease: García-Pelayo, ibidem. 1287 y sucs.
28
Es posible que la figura griega análoga al dios-médico encarnado en Asklepios se corresponda con
una adaptación helénica de la de Immhotep.
47
Sin embargo, se trataba de disertaciones a propósito de relaciones no
inscritas a una racionalidad discernible y en las que destacaba sobre todo una
concepción mágico-religiosa del fenómeno de la enfermedad. La Medicina de los
antiguos egipcios era, pues, esencialmente teúrgica y su práctica, lejos de estar
confiada a una clase profesional, recaía sobre sacerdotes. No por ello dejaba de ser
apreciable el cúmulo de saberes de aplicación médico-quirúrgica efectiva
compilados por los egipcios (i.e la trepanación craneal, la exodoncia), como que aún
Homero lo relatare el verso 230 del canto IV de Odisea:
“La nacida de Zeus guardaba estos sabios remedios; se los dio Polidamna, la esposa
de Ton, el de Egipto, el país donde el suelo fecundo produce más drogas cuyas
mezclas sin fin son mortales las unas, las otras saludables; más allí todos los hombres
allí son expertos como nadie en el arte de curar porque traen de Peán [el dios Apolo]
su linaje” (Homero, 900 aC/2005: 149).
48
simbologías médicas cuya penetración se extenderá a través de los tiempos, incluso
hasta nuestros días (Zúñiga Cisneros, 1978: 90)29.
Si bien la Medicina como praxis reunió desde sus orígenes las aportaciones
provenientes culturas anteriores a la clásica – Egipto y Sumeria sobre todo-
incorporadas al quehacer profesional médico de manera más o menos consensuada
y sistemática, la cimentación de lo médico en tanto que un pensamiento específico
surgido por “fecunda colisión” (Jaeger, 1957/1995:784) de tal praxis con la filosofía
de los pitagóricos, tras lo cual adquiere “plena conciencia metodológica de sí
29
Destaca Zúñiga Cisneros la expresión gráfica “Rx”, de uso frecuente en las prescriciones o
“recetas” médicas, como una reminiscencia ancestral del llamado “Ojo de Horus” de los antiguos
egipcios.
49
misma”. La posición de la medicina en aquél tiempo trasciende a la de un mero oficio
para adquirir otra de orden superior, junto a la gimnasia, la matemática, la gramática
y la poesía, disciplinas esenciales de la paideia (véase Lámina II).
El médico pasa a ser para los griegos una especie de demiurgo, un creador
de realidades mundanas. Ya no es tan solo un operario de la técnica o arte de curar
(tekhné iatriké o ars medica). Creador de una ciencia específica, de una ordenatio
orientada a la preservación de la vida. Hasta entonces, el ars medica derivó de una
practicación consuetudinaria eminentemente empírica; en lo sucesivo, habrá de
derivar en un cuerpo de conocimiento ordenado a partir de una metódica consciente
de si misma. Tal es la por William Ewart llamada res medica30. En tanto que en
posesión de una res propia y bien diferenciada de los discursos hierofánicos, la
medicina de los médicos-filósofos de la Grecia clásica se habría de distinguir de
aquella que fuera propia de las civilizaciones del Mediterráneo y de Sumeria en tanto
que creadora de un logos a partir del cual habrían de ser diferenciados,
caracterizados y nominados aquellos procesos mórbidos observados en la práctica,
si bien la terapéutica a aplicar frecuentemente coincidiera con la de los antiguos.
30
Conviene aquí ampliar la cita anterior del helenista alemán Werner Jaeger quien señala que “los
médicos egipcios no adolecian ciertamente de falta de especialización, muy acentuada entre ellos, ni
de falta de empirismo. La solución al enigma no puede ser más sencilla: estriba pura y simplemente
en que aquellos hombres no abrazan el punto de vista filosófico ante la naturaleza en conjunto que
abrazan los jonios…pero fueron los médicos griegos, disciplinados por el pensamiento normado de
sus precursores filosóficos, los primeros que fueron capaces de crear un sistema teórico que pudiese
servir de base de sustentación a un movimiento científico…la tendencia progresiva a dar a la vida un
giro técnico y a la creación de profesiones especiales que requieren una especialización basada en
altos postulados espirituales y éticos acequibles solo a un mínimo reducido de personas …surge asi
el ars medica, como lo llamaron los griegos (Jaeger, op.cit:786 y sucesivas)
50
La medicina de los escoláticos
31
La gran aportación que intentara hacer el tomismo bien puede resumirse en una: la descripción de
la relación entre Dios y el hombre apoyada tan solo en la argumentación lógica y sin apelación alguna
a los dogmas de la fe.
51
costumbres (Toynbee, 1975: 229)32. El germano y el visigodo romanizados no son
por ello semejantes al aqueo o al latino de los tiempos antiguos, si bien se adhieren
a una cultura reconocida como superior a la propia. Se observa en el feudo
aristocrático, en tanto que forma política, una notable analogía con los conceptos de
la anatomía galénica; es la que propone en su organización, al modo de la anatomía
humana, al príncipe como “cabeza” en tanto que sus súbditos y vasallos sus
“miembros”. Ello está en lo mismo en Aristóteles que en la anatomía de Galeno.
Destaca Marsilio de Padua como:
“la ciudad y sus partes guardan analogía con el animal y sus miembros perfectamente
formados por la naturaleza, como aparece en Aristóteles…y Galeno en su libro que
llamó De la zoogonía” (Marsilio de Padua, 1324/1989: 76)33.
Señala Zúñiga Cisneros que la medicina medioeval tuvo al menos dos fuentes
teóricas por excelencia, a saber: la propia de la herencia clásica, y la de los autores
latinos decadentes junto a la constituida por producciones profanas de interés
netamente práctico, generalmente a cargo de clérigos (Zúñiga Cisneros, 1978: 339).
Entre los teóricos clásicos figuran esencialmente los textos hipocráticos y sobre todo
los galénicos. La Dictadura de Galeno entenderá su influencia hasta el Renacimiento
y aún más allá, encontrándola todavía vigente en la práctica profesional médica del
dieciocho. Galeno es un destacado cirujano y anatomista. Seguidor de las tesis
hipocráticas, es meritorio de originalidad en tanto que organizador y adecuación de
la doctrina hipocrática a los avances generados a partir del desarrollo del
32
Entre los rasgos distintivos del proletariado externo, Arnold Toynbee destaca su carácter de
“bárbaros de la frontera” que “piden prestada” y aprovechan la cultura de sus vecinos civilizados , a la
que admiran y adhieren.
33
De Marsilio de Padua no suele destacarse, al lado de la de pensador político, su condición de
médico formado en la Universidad de Padua, sabiéndose que ejerció la profesión en el seno de la
sociedad güelfa. Posteriormente habría de desertar al partido gibelino. Véase: Martínez Gómez, L.
Estudio preliminar a El defensor de la paz, Ed. Tecnos, Madrid, p. XVII y sucs.
52
conocimiento anatómico, hecho que fue posible tras la generalización de las
disecciones anatómicas34.
34
Probablemente haya sido Mundino de Bolonia (1270-1326) el primer gran anatomista posterior a
Galeno. Su Anatomía corporis humani de 1316 está considerada como el primer texto sistemático en
su tipo, destacandose el hecho de que sus observaciones provienen de la disección pública en
tiempos en los que dicha práctica no contaba con la venia eclesial, la que eventualmente obtendría.
35
Esta discutible autoría algunos la atribuyen a Juan de Milano (Joannes Midelanensis).
53
Consistentemente con la nueva ética cristiana, el Regimen salernitano supuso un
intento normativo de uso general ya no destinado a una elite aristocrática sino que a
la generalidad de las masas carentes de una estructura estatal sólida que le
protegiese.
Pero más allá de ser un mero manual de uso del vulgo, el Regimen delineaba una
cierta tipología de conducta higiénica deseable en la que pretendía ser, al modo de
la Isla de Cos en la que habitara y ejerciera Hipócrates, una nueva e ideal civitas
hippocratica en la que las antiguas “reglas de oro” de la buena vida fuesen de
observancia universal36.
36
A ello se agregan los textos de autores propiamente latinos – Plinio el Viejo y su Naturalis Historia,
entre los principales- cuya obra se diferencia de los fuentes originales griegas de las que los textos
galénicos son esencialmente variaciones.
54
Hay un notable esfuerzo de compilación y catalogación llevado a cabo por los
médicos árabes durante los más de setecientos años que entre 650 y 1450
realizarían salvando de la destrucción grandes textos médicos clásicos. Elia
identifica en la traducción al árabe de la obra de Discórides y de allí al griego, al hito
clave en la integración de la episteme médica clásica en el pensamiento escolástico.
La Materia médica de Discórides fue sobre todo un tratado de Farmacología que
recopila la antiquísima herbolaria de las antiguas civilizaciones del Mediterráneo. La
traducción de la obra de Discórides desde el árabe se realiza en Bagdad hacia el
siglo IX, en los tiempos del gran califato abbasí y llega a Occidente a través de las
embajadas del emperador Constatino VII ante la corte de Abd- ad Rahmán III en
Córdoba, hacia 949. Los médicos bizantinos acceden así a las traducciones al
griego de los textos de Discórides que los médidos árabes grecoparlantes habían
conocido antes en su propia lengua (véase Lámina IV). La diseminación de tales
textos a partir de la acción de los monjes copistas, quienes los vertieron al latín
vulgar (Elia, 2007: 50-62).
37
Mondino de Luzzi (1270-1326), el más grande anatomista del bajomedioevo italiano. Su obra
Anathomia corporis humani, de 1316 reintroduce la disección de cadáveres que fuera esencial a la
antigua escuela de Alejandría y que decayese por imposición eclesial a partir del siglo II.
55
Lo destacable a los fines de nuestro problema de estudio es la función que el
conocimiento tiene en el mundo medioeval español que llega a América con la
Conquista, que recurre a él no tanto para resolver problemas prácticos sino relativos
al mundo trascendente. El saber estaba alineado a los poderes fácticos, el
eclesiástico entre ellos. El cuestionamiento vendría de la mano de las ilustraciones y
su cultura en torno a lo práctico a la que ya hemos hecho mención.
38
Notable es el caso de Isidoro de Sevilla, obispo hispalense. Considerado por Zúñiga Cisneros entre
los últimos representantes de la Patrística, la historiografía médica occidental le tiene entre uno de los
más relevantes hacedores de doctrina pese a ser ajeno a la profesión, ubicando a la medicina a la par
de la Filosofía pues es por esta última que “se curan las almas y por la medicina, los cuerpos”. Ver:
Zúñiga Cisneros, op.cit. 434.
39
De acuerdo con el estudio comparativo de Bayona Aznar, tanto en Marsilio de Padua como en
Maquiavelo, aparece la idea de que, en sí mismo, “el Estado no tiene una finalidad moral, sino sólo
56
En Hobbes, acota Heller, se propone una noción de estado ya no como tan
característico fuera del mundo-de vida feudo-aristocrático – es decir, desde lo
trascendente- sino que desde lo inmanente, por lo que es de esperar que este se
proponga acciones específicas que supongan a su vez a su vez la materialización de
una cierta voluntad política (Heller: 1934/1998:38). Sitúa Garcia-Pelayo en Federico
III de Suabia al precursor de la materialización de tal idea. Como se señalara antes
en el argumento de Kantorowicz, es el surgimiento de las nuevas burocracias en
posesión de determinadas competencias técnicas sobre las que se ha de edificar en
nuevo edificio institucional del estado nacional europeo. Administraciones tan
específicas como las de los tributos, la guerra, el comercio o las cuestiones relativas
al ordenamiento urbano son delegadas en un funcionariado ad hoc inserto a su vez
en una estructura vertical sujeta al poder real (García-Pelayo, M. Federico II de
Suabia y el nacimiento del estado moderno. 1959/2004: 54).
57
El burgués pesa, mide, cuenta. Es la génesis de la catalaxia u “orden global
superior a toda forma intencionada de organización”, en el que “los hombres,
persiguiendo sus intereses, ya sea de un modo completamente egoísta o
completamente altruista, favorecen los fines de muchos otros individuos que
permanecerán en gran parte desconocidos” (Hayek, 1976/1985: 313)40.
Al impulso del influjo ejercido por el nuevo hombre burgués se gesta una
nueva episteme producto a su vez de una nueva ordenatio: ya no ha de ser la del
mundo “ordenado a” lo trascendente, sino que a la razón. El mundo escolástico
dejaba de existir, dando paso al mundo moderno – el del modus hiodernus- opuesto
a aquel otro enraizado en la tradición y el dogma. El nuevo hombre burgués podía
ser un mercader, pero también un artesano, un barbero sangrador o, quizás, hasta
un médico de formación más o menos rigurosa. Las corporaciones universitarias
están aún en ciernes y solo hacen vida académica las escuelas profesionales – de
leyes, como la de Bolonia o de medicina, como las mencionadas de Montpellier,
Padua, Ravena y Salerno- así como las escuelas monacales dedicadas a los
estudios filosóficos y teológicos.
40
El concepto hayekiano de catalaxia podría parangonarse al de “orden espontáneo” acuñado por el
mismo autor y alude a la gestación de una forma de arreglo social cuyo origen no reside en la
introducción de un orden deliberado sino que en la resultante de innumerables contratos entre
privados con objetivos distintos. El concepto está en el centro de las teorizaciones de la escuela
austriaca de Economía.
41
La idea de la influenza astrorum , invocada por los assipos mesopotámicos como causa
subyacente a los estados gripales, habrá de seguir vigente aún en los albores de la modernidad
médica e incluso hasta nuestros días, siendo que la denominación común de “influenza” con la que se
designan a los cuadros catarrales propios de la infecciones virales de las vías aéreas superiores,
forma parte del verbatim médico contemporáneo.
58
La obra de Andrea Vesalio representa al nuevo espíritu de la Medicina que
supera a Galeno y expone sus falencias no a partir de un ejercicio de elucubración
especulativa sino que desde la demostración anatómica directa. En él, la tradición
cede al peso de la razón. Su pensamiento abandona la especulación y se orienta a
lo positivo (ver Lámina V).
“Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la
Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir
59
que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños
infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables
blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina
evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras
razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí
te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta
que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes
como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo” 42 (En: Barón: 1985: 37).
42
Contribuciones fundamentales están en las obras del inglés William Harvey (1578 –1657) médico
real de Jaime I de Inglaterra formado en la Universidad de Padua. Le corresponde el haber descrito la
circulación arterial sistémica (el llamado “circuito mayor”) por efecto del bombeo cardíaco, de todo lo
cual da cuenta en su obra central De motu cordis (1628). Igual mérito toca a Miguel Servet (1511-
1553), español formado en la universidad de París, quien mucho antes describiera la circulación
pulmonar (el llamado “circuito menor”). La notable descripción del aragonés no se publica en un texto
médico sino en una obra de carácter teológico, materia esta en la que Servet fue un notable
exponente y polemista.
43
La referencia obviamente alude a la actual tecnología del trasplante de órganos, disponible en la
generalidad de los países desarrollados, El trasplante de órganos y tejidos, en tanto que reemplazo
de “piezas” enfermas por otras sanas, representa la consagración del paradigma vesaliano. Una idea
que no dejaría de llamar la atención de los hombres de aquella primera modernidad médica, en la
evocación del milagro de los hermanos Cosme y Damián, a quienes la tradición católica y la greco-
ortodoxa atribuyen el milagro de la realización del primero de los trasplantes ortotópico a los que se
refiera la historiografía médica occidental. Especulaciones aparte, es de destacar que la idea según la
cual era dable tomar un órgano sano de cadáver y sustituirlo por el enfermo de un vivo estaba
presente en aquellas mentalidades tanto como hoy en la idea del hombre puzzle (“rompecabezas”).
60
linfa, flema, bilis negra y bilis amarilla - se abandona a favor de la del cuerpo como
máquina. Los lenguajes médicos propenderían a especializarse progresivamente
restringiéndose a cada órgano, su estructura, sus funciones, su particular nosografía
y su terapéutica. Ello supuso una inflexión sin retorno en la construcción del discurso
médico de occidente que se profundizará en la medida en que las nuevas
aportaciones provenientes de los desarrollos en las ciencias naturales y en la
investigación experimental en Medicina desvelen progresivamente los más
inusitados detalles inherentes al funcionamiento de cada órgano integrante de la
máquina humana44.
44
Una reivindicación postrera del paradigma humoral de los antiguos puede reconocerse en la teoría
de la homestasis de Walter B. Cannon (1871-1945) a partir de su postulación del concepto del “medio
interno” como milleu en el que se verifica la vida celular y cuya alteración se constituye en la base de
todo proceso mórbido.
61
ahora, habrá de ser, esencialmente, historia política. La teoría del Estado no
permanece libre de las influencias propias de tal hecho, a cuya luz también toda
teoría del Estado se torna hasta cierto punto metafísica. Constructos y fundamentos
suprapositivos copan los dominios de la ciencia política de entonces, plenándose su
léxico de lo que Heller llamara “vagos conceptos” elevados ahora a verdaderas
categorías analíticas (Heller, 1934/1998: 40)45. En el criterio del teórico alemán, el
Estado, como organización expresiva de un orden deliberado, se ha desprendido de
su “carácter estático y se convierte en un fragmento de la historia que está
aconteciendo” y su estudio por parte de la ciencia política debe acometerse en tanto
que es, como cualquier otra, una “ciencia de la realidad” y ya no una “ciencia del
espíritu” (Heller, 1934/1998: 63, 70,77).
A todo ello reacciona Kelsen con su idea del Estado en tanto que un “orden
normativo ideal”. En Kelsen, siguiendo el argumento de Heller, el Estado no tiene
otro ser como no sea “su devenir a través de actos de decisión política
constantemente renovados” (Heller, 1934/1998: 84). El Estado no será más un
espectador de la realidad o un ordenador de la misma a partir de acciones más o
menos inmateriales como la generación de leyes y normas: se está imponiendo,
mucho más allá de ello, la noción de un Estado que interviene de manera directa y
material en el complejo juego de variables que operan en la vida de los cuerpos
políticos.
45
Se refiere aquí Heller al de “pueblo”, inefable constructo constituido en una constante de casi toda
la teoría política elaborada a partir de la Revolución Francesa. Podría decirse lo mismo de muchos
otros, incluso de cuño muy anterior, igualmente socorridos por la ciencia política de fines del
dieciocho y el diecinueve, como los de “patria”, “raza” y “clase”.
62
El saber médico y sus depositarios con frecuencia habrán de servir como
factores clave en su promoción y su sustentación lo mismo en el campo teórico
como en el político. El positivismo promueve una idea del Estado que ha de operar
como variable contingente en la consecución de unos fines deliberadamente
establecidos tenidos como deseables, todo ello en la promesa – en el fondo una
renovación de aquella que en su día hicieran los racionalistas- de que el mañana
habría de ser necesariamente mejor que el hoy merced de determinadas
intervenciones de carácter tecno-político que, desde el Estado, materializarían el
orden ideal de los positivistas: el del progreso. El pensamiento positivista no
casualmente vino de la mano de intelectuales de formación académica en ciencias
naturales y frecuentemente en Medicina (ver Lámina VII).
63
razonable de los vesalianos, en la experimentación. Una nueva verdad surge así,
verdad esta que no es derivada ni muchísimo menos revelada: es la verdad
experimentalmente validada y que desde tal fuerza aspira ahora en constituirse en
ley universal.
46
Bernard, Claude (1813-1878), fisiólogo y médico francés. Es el más importante exponente de la
llamada Medicina Experimental, corriente de pensamiento por excelencia del paradigma médico
positivista.
47
El francés Barral, amigo y biógrafo de Bernard, sostuvo que los aciertos experimentales del gran
fisiólogo se debían a “la meditación y aplicación de las cuatro reglas del Discours sur la Méthode”; sin
embargo, uno de sus más importante traductores al castellano, el fisiólogo mexicano José Joaquín
Izquierdo niega que haya continuidad de uno y otro pensamiento en el largo proceso de ruptura con la
milenaria tradición galénico-aristotélica que es en sí misma la modernidad médica occidental
(Izquierdo, 88).
48
La idea de la enfermedad como probabilidad está en William Osler (1849-1919),en uno de cuyos
célebres aforismos señala que “la medicina es la ciencia de la incertidumbre y el arte de la
probabilidad”. Véase: Stacy, R y B. Waxman (1965) Computers in biomedical research, vol. I
Academic Press, New York-London, p. 320
64
y el positivista venido de la mano de Bernard hicieron posible la superación de la
larga supremacía de la antigua medicina escolástica. Una trayectoria que, lejos de
haber sido lineal, supuso resolver complejas intersecciones en el desarrollo del
nuevo discurso en las que la antigua tradición idealista se asomaba ante las
esperables insuficiencias del mismo.
49
Las crisis paradigmáticas – esa “conciencia común de que algo ha ido mal”, como diría Kühn,- son
el motor de la ciencia.
50
Wöhler, Frederich (1800-1882), notable químico alemán a quien se atribuye la síntesis en
laboratorio de la urea, un típico subproducto del metabolismo de las proteínas, a partir del cianato
amónico. Ello habría de significar el definitivo abatimiento, por la vía de la evidencia experimental, de
toda la teoría vitalista hasta entonces en boga en los campos de la Biología, la Química y la Medicina
y entre cuyos mentores había estado su maestro en Göttinga, el gran Jons Jakob Berzelius. El
65
La “verdad de laboratorio” demostró, contrario a lo argumentado por los vitalistas,
que tal síntesis era posible, como posible sería la de todos los compuestos
constitutivos de la economía humana.
vitalismo supuso, a su vez, el último intento del pensamiento idealista por conciliar con el abrumador
avance de la nueva episteme experimental.
51
Nanomedicina se define “as the application of nanotechnology in view of making a medical
diagnosis or treating or preventing diseases. It exploits the improved and often novel physical,
chemical and biological properties of materials at nanometre scale”. UK Royal Society and Royal
Academy of Engineering, 2004.
66
Forma política Paradigma Sistema de jergas Expresiones
predominante médico operante característico sanitario-
institucionales
concretas
Las primeras
nosologías La civitas
La medicina como
La ciudad-estado (sistemas de hippocratica (Isla de
logos
clasificación de Cos)
enfermedades)
La acción sanitaria
La medicina
El estado nacional La medicina del estado (la
mecanicista (la
moderno vesaliana Meditzinische
fabrica humana)
politzey)
Tabla No. 2. Paradigmas médicos y formas políticas. Sus derivaciones lingüisticas e institucionales.
Fuente: Gustavo J. Villasmil Prieto
Capítulo III
67
La primera década del ochocientos hispanoamericano fue la de la ruptura.
Ruptura política con la Metrópoli que pretendió ser, además, ruptura espiritual. Una
ruptura que, como se verá, coincidirá no obstante con notables continuidades en no
pocos quehaceres de aquel tiempo, el médico-sanitario incluido. Más que trabarnos
en hacer inútiles balances históricos sobre aquellos hechos – pretensión que en el
fondo se reduce a hacer del pasado una lectura del presente- surge la necesidad de
abordarlos de un modo más parco, en un esfuerzo por recuperar ese sentido de la
historia –su logos- a partir del cual, quizás, intentar aproximarnos a las complejas
claves de nuestro presente.
52
Suscribimos aquí la tesis del venezolano Archila, quien sostiene que “no podemos asegurar que
existiera, paralelamente, una higiene tradicional a semejanza, por ejemplo, de los mayas o de
cualquier otro grupo de los indios americanos”.
68
epifanía del pensamiento vesaliano en Medicina no fue sino la irrupción del
racionalismo renacentista en el núcleo duro del otrora inexpugnable campo del
conocimiento médico categórico que tan propio fuera de la teoría galénico-
aristotélica, al tiempo que las “grandes verdades” de las que se asumía portador el
galenismo estaban siendo desafiadas por la rotundidad de hechos como la gran
pandemia de peste bubónica de 1357 (Cartwright, 1972: 29)53.
53
La referencia es a la pandemia de peste bubónica (la llamada “peste negra”) de 1357,
ampliamente referenciada en la citada obra de FF Cartwright.
54
Nos referimos aquí al ya referido Regimen Sanitatis Salernitanum o Regla Sanitaria Salernitana, el
más importante texto de divulgación médica del medioevo producido por la escuela médica de
Salerno hacia los siglos XII y XIII. Su vigencia en materia de higiene pública se extendió hasta el
s.XIX, con sucesivas aportaciones por autores modernos entre los que destacara el valenciano
Arnaldo de Villanova.
69
medica surgida a partir de una episteme distinta y nutrida ya no por la fuerza de la
tradición sino que de la evidencia, si bien pudo ser relativamente homogénea para el
pensamiento médico de la Europa ilustrada y sus versiones americanas, dejaría de
serlo durante el siglo liberal.
70
llamada “fuerza vital” de los vitalistas aspiraría a contarse en el elenco de aquellas
otras fuerzas naturales para entonces apenas descubiertas – la gravedad, el
magnetismo y la electricidad- como causa última tras los fenómenos biológicos
(Escarpa Sánchez -Garnica 1992: 7).
No hay razones para pensar que tan intenso debate de ideas no estuviere
tomando cuerpo lo mismo en la universidad europea que en la caraqueña. Es Felipe
Tamariz quien declara la ruptura entre la moderna Medicina de su tiempo y la
tradición galénico-aristotélica55. En el curso universitario de 1796, no duda Tamariz
en definir a la Medicina como una ciencia “puramente experimental” distinta de la
episteme aristotélica56. Notable fue el arraigo de las teorías mecanicistas en la clase
médica de la Venezuela monárquica. Al respecto diserta Parra León:
“Predicase que la voz resulta del movimiento de las cuerdas de la glotis; halló acogida
la tesis, probablemente cartesianas, de que considerados los sabores en el cuerpo
que los causa, provienen del movimiento, flujos y otras afecciones mecánicas de las
partículas; se hizo consistir el olor en efluvios de tenues corpúsculos sulfurosos y
salinos que se desprenden de la materia olorosa e impresionan los nervios de la
membrana nasal; diéronse al tacto por sujeto próximo las fibras nerviosas que
componen la piel y están dispersas por todo el cuerpo; y del sonido se dijo que tienen
por órgano los nervios de la lámina espiral y que, propagándose sucesivamente, nace
en el movimiento de las partículas del cuerpo y del aire o medio transmisor” (Parra
León, 1954: 365-6, destacado nuestro).
“…cuando en vez de una lectura cansada cuanto inútil, [el estudiante] vea, toque y se
habitúe a manosear los órganos humanos que son asiento de las enfermedades que
van a ocupar su atención….en una palabra, cuando marche por la senda trazada por
55
Felipe Tamariz, segundo Protomédico de Caracas. Sucedió en el cargo a Lorenzo Campins y
Ballester. Adherente a la causa independentista, murió en la los hechos acaecidos en Barcelona en
1814, durante la llamada Guerra a Muerte.
56
En 2001, el profesor Blas Bruni Celli publicaría, bajo los auspicios de la Facultad de Medicina, un
interesante opúsculo titulado Physiología Prima Medicinae, de autor desconocido y datado en 1796.
Dicho texto parece corresponder al cuaderno de apuntes de un estudiante de Medicina de la época
recuperado de entre los papeles de los archivos de la Academia Nacional de la Historia.Escrito
originalmente en latín, debemos el trabajo editorial al propio profesor Bruni Celli.
71
Haller, Hunter, Bichat, Blumenbach y Magendie…”(A. Perera, en: Historia de la
Medicina Venezolana, 1951:132-133)
72
Proceso sorprendentemente similar tuvo objeto en el singular campo de la
Ilustración española. Si bien el pensamiento médico hispano de entonces se recogió
de manera más difusa en publicaciones no siempre especializadas y a pesar del
relativo subdesarrollo de sus escuelas médicas, al menos hasta su definitivo control
por médicos de formación francesa invitados a ocupar sus cátedras por iniciativa
regia, la monarquía absoluta española bien pronto generaría expresiones
institucionales en el campo sanitario de impacto tan notable como inmediato. Surge
así, entre otras, la institución del Protomedicato, con funciones rectoras lo mismo en
la materia sanitaria como en la diseminación y validación de conocimiento médico
vigente57.
“No por cierto; las ciencias serán siempre a mis ojos el primero, el más digno objeto de
vuestra educación; ellas solas pueden comunicaros el precioso tesoro de verdades
que nos ha transmitido la antigüedad, disponer vuestros ánimos a adquirir otras
nuevas y aumentar más y más este rico depósito; ellas solas pueden poner término a
tantas inútiles disputas y a tantas absurdas opiniones; y ellas, en fin, disipando la
tenebrosa atmósfera de errores que gira sobre la tierra, pueden difundir algún día
aquella plenitud de luces y conocimientos que realza la nobleza de la humana especie”
(Jovellanos [en línea] 1797/2011).
57
¿Qué se ha hecho hoy por mis vasallos?. Se atribuye a Carlos IV la práctica diaria de inquirir a su
primer ministro, Manuel Godoy, respecto del avance de las políticas regias lo mismo en la Península
como en el resto del imperio. Véase: Príncipe de la Paz. Memorias (2 vols). Biblioteca de Autores
Españoles, Madrid, 1956.
73
Anatomía y Cirugía Antoni Gimbernat, acaso el más notable morfólogo hispano
hasta Santiago Ramón y Cajal en el siglo veinte (Sarraihl, 1957: 456- 457).
74
último texto supone uno de los más notables desafíos al verticalismo teórico-
filosófico ejercido por el poder eclesiástico; al fin y al cabo, es la idea del antiguo
modelo geocéntrico propuesto en la antigüedad por Ptolomeo según el cual, son la
Tierra y el hombre puesto por Dios sobre ella, el centro del Orbe.
Tal devenir no habría de fluir libre de dificultades, pues notable fue también la
fallida tentativa de los académicos franciscanos en 1755 por introducir en las aulas
los textos de Johan Duns Scotto.La literatura que por entonces circula de manera
más o menos abierta en las aulas de la Universidad de Caracas merece algunas
consideraciones útiles a los fines de una aproximación a los temas de debate y
reflexión en la academia de aquel tiempo. Duns Scotto encabeza la reacción de la
orden franciscana al severo dominio ejercido por sus pares dominicos, ortodoxos del
aristotelismo-tomismo, lo mismo en el seno de la Iglesia como en sus instituciones
más influidas, ciertamente la universidad entre ellas. Censurados por el Santo Oficio
desde fines del siglo catorce, Scotto y Ockham han de encabezar la reacción
nominalista ante la larga supremacía del pensamiento tomista de inspiración
esencialmente aristotélica.
75
Pensadores posteriores como Pierre Gassendi (1592-1655), fueron también
conocidos por los académicos caraqueños de aquel tiempo, entre los que destaca el
propio Tamariz, a la sazón titular de la Cátedra Prima de Medicina. Gassendi
desafía, como los defenestrados nominalistas del siglo catorce, la supremacía
aristotélica que supedita los métodos experimentales a los apriorísticos. Un
apriorismo que apela a multiplicidad de categorías, base “de las eternas disputas de
nombres y ridiculeces con que se ha hecho despreciable al peripato” como lo
críticamente señalara Marrero y que tan característico fuera de la academia de aquél
tiempo, encarna la crítica radical de una reacción filosófica que rechaza la
sustitución de la realidad por aquellas fórmulas de pensamiento que pretendían
contenerla. Marrero sería encauzado en 1789 ante en Consejo de Indias acusado de
propagar “…máximas y doctrinas contrarias a las que el Rey tiene mandadas, de
mal vasallo, sedicioso y rebelde...” (Leal, 1981: 61). Acusaciones estas que
eventualmente pondrían fin a su carrera docente universitaria.
Pierre Jean George Cabanis aparece, junto con Jean Baptiste Say y Destutt
de Tracy como el más destacado referente de la llamada Ideología francesa de fines
del dieciocho. La ideología francesa no siempre bien acabado esfuerzo por construir,
señala la española Sánchez-Mejía en su estudio sobre la obra de los citados
autores, una “teoría de las teorías, una metodología científica que pueda dar cuenta
del comportamiento humano a partir de sus múltiples dimensiones, capacidades y
necesidades” (Sánchez-Mejía, 2004: XII). La así llamada ideología, en tanto que
“ciencia de las ideas”, como la define Destutt de Tracy, se habría de perfilar como un
poderoso instrumento a favor de la realización de los ideales de la Revolución
Francesa tras la “embriaguez de democracia” que, en palabras de Cabanis,
caracterizase al período inagurado por la Convención de 1792 bajo control jacobino.
La llamada reacción thermidoriana de 1795 supuso un movimiento “hacia la
derecha” de la revolución que habría de poner fin al radicalismo del Terror Rojo y
que se continuaría con el Directorio y finalmente, tras el golpe del 18 Brumario, con
el Consulado bajo la égida de Napoleón Bonaparte.
Reunidos alrededor del Institut de France, fundado en 1795, los por Napoleón
despectivamente llamados “ideólogos” adhieren al bonapartismo en tanto que
76
promesa de materialización histórica de los ideales de la revolución ante los dramas
que habían rodeado su etapa más reciente, siendo un factor clave en la redacción
de la fallida constitución del Año III y, sobre todo, en la del Año VIII58. El ideologismo
encarna la reacción de los ilustrados frente a las tesis rousseaunianas que postulan
un ideal estado de naturaleza del que el hombre se redime por la acción exógena de
las formas políticas, sentido este que subyace en el voluntarismo que tan propio
resulta del pensamiento ilustrado francés; el hombre, antes bien, ensaya y propone
opciones de organización social susceptibles de adaptarse a la aspirada satisfacción
de sus necesidades59. Se identifican así claves de pensamiento analogables a las
del pensamiento utilitarista británico entre cuyos referentes contamos, entre otros, a
Jeremy Bentham.
58
Creado el 25 de octubre de 1795, el Institut de France agrupa a las cinco antiguas academias
francesas, cuya creación fue anterior a la Revolución. Reestructurado en 1832 durante el breve
reinado de Louis Phillipe, es entonces cuando adquiere su aún vigente organización.
59
En la idea rousseauniana del “buen salvaje” y su redención a partir de la restitución al mundo
amable de la mítica Edad de Oro se funda esencialmente la concepción “galicana” – francesa-de
libertad, que tiene en el Estado al factor llamado a su materialización. En ello difiere radicalmente de
su versión “anglicana”-británica- que la funda, antes bien, en el ejercicio de la libertad individual.
Véase: Hayek, FA, 1959/1991: 74.
77
matriz de de pensamiento de inequívoca fundamentación liberal – en su sentido
“francés”- que sin las ataduras y desviaciones exorbitantes que tan características
fueran del jacobinismo, se impuso la misión de hacer buena la promesa de
modernidad que trajese consigo la Revolución Francesa y que el bonapartismo
buscase materializar60.
“Un force secréte, toujours agissante, tend, sans relâche, á rendre cet ordre general
et plus complet. Cette vérite résulte également de l´existence de l´état social, de son
perfectionnement progressif, de sa stabilité, malgre des institutions si souvent
contraríes a son veritable but” (Cabanis [en línea], 1805)61.
Entre las muchas fuerzas ignotas a las que se refiere Cabanis está la de la
enfermedad. En Cabanis, la enfermedad general incide en la función cerebral, sede
orgánica – en el contexto vesaliano de la machine vivante del que el pensador
participa plenamente- de la transformación de las sensaciones percibidas en
pensamientos y, finalmente, en acciones. Más allá de consideraciones estrictamente
atinentes a los conceptos médicos y biológicos contenidos en las tesis cabanisianas,
destacan en ellas dos rasgos característicos del pensamiento “ideológico”. Ya
hemos hecho mención de una de ellos, el representado por las “fuerzas secretas” de
la naturaleza operando por sobre las surgidas de la voluntad natural. Se alían a ellas
las fuerzas de la necesidad, a las que también nos hemos referido.
60
“Hasta aquí llega el drama de la Revolución; ahora hemos de comenzar a escribir su historia”. El
dictum se atribuye a Napoleón Bonaparte en ocasión del golpe del 18 Brumario del Año VIII (9 de
noviembre de 1799).
61
“Una fuerza secreta, siempre actuante, tiende, sin descanso, a hacer valer su orden más general y
completo. Esta verdad resulta igualmente de la existencia del estado social, de su perfeccionamiento
progresivo, de su estabilidad, a pesar de sus instituciones si continuaren contrarias a su plausible fin”
(traducción nuestra).
78
Ambas fuerzas, finalmente referidas a lo biológico, habrán de ser encauzadas de
modo tal que pueda materializarse el ideal de libertad justificativo de la insurgencia
revolucionaria contra en Antiguo Régimen. La “ideología” de Cabanis y Tracy de
Testutt se perfilaba así, a efectos del thermidorismo y el posterior bonapartismo,
como lo que en su día fuera el pensamiento rousseauniano al jacobinismo.
62
Al respecto señala Lynch: “La literatura que circulaba en Hispanoamérica, con relativa libertad, no
significaba que quien poseía un libro aceptaba sus ideas, a menudo los lectores americanos querían
estar informados de lo que sucedía en el mundo, aunque el gobierno español intentaba impedir que
llegaran las noticias y la propaganda, este impedimento fue vulnerado por una invasión de literatura
en España y América” (Lynch, 2008: 32)
79
ser un quehacer expresamente protegido por la monarquía ilustrada de los borbones
(Sarraihl, 1957: 450).
63
Semanario de Caracas, No. XXX. Sección Estadística. Le mencionada sección tuvo como redactor
al médico José Domingo Díaz. Véase la introducción de Pedro José Muñoz a la edición facsimilar del
Semanario de Caracas, BANHV, Caracas, 1959.
80
menos abierta (Leal, 1981:60)64. Caracciolo Parra León documentaría la presencia
del pensamiento ilustrado en aquella aún universidad caraqueña bajo el régimen
pontificio, conviviendo en intenso y tolerante debate con la escolástica (Parra León,
1954: 347). La regla eclesiática no sería óbice para que la literatura científica de
nuevo cuño que circulaba en Europa hiciera lo propio en Caracas sin más demora
que la impuesta por las limitadas comunicaciones de entonces65.
64
A este respecto diserta Idelfonso Leal: “Hasta las últimas décadas del siglo XVIII, la dirección
general de la Facultad de Filosofía fue la escolástica, pero poco a poco la llamada “filosofía nueva” se
fue infiltrando en las aulas y, como consecuencia, frente al silogismo prosperó el método
experimental, frente al criterio de autoridad de los Santos Padres se levantó la voz de la experiencia y
la razón. Y ya triunfante la nueva ideología, hizo crisis el estudio y valor de las ciencias metafísicas”.
65
Hace referencia Parra León al hecho notable de que la teoría evolucionista del francés Lamarck,
publicada en Europa en 1802, fuera ya conocida en los predios de la universidad caraqueña tan
temprano como en 1803. Véase: Parra León, op.cit. p. 446.
66
En la relación de tales trabajos que nos ofrece Parra León, destacan, entre muchos otros, títulos
tales como Humana mens in parte medullari cerebri suas videtur intellectuales functiones exercere,
del graduando Manuel Matamoros y la tesis del graduando José María Vargas titulada Impresiones
externae ad cerebrum usque transmittuntur, non motum fibrarum, nec per spiritus animales, sed per
fluidum nerveum in toto systemate nervoso dispersum, centrada en torno a la fisiología del sistema
nervioso. En el primer caso se aprecia una notable comprensión de los fundamentos anatómicos de
la fisiología normal, en tanto que el segundo supone la inserción de la academia venezolana de
entonces en uno de los grandes debates de la Biología de todos los tiempos, solo superado tras las
aportaciones de Darwin y Mendel, ambos en las segunda mitad del siglo XIX, y de Watson y Crick,
en la segunda mitad del siglo XX.
81
con los médicos físicos del Renacimiento. De tal espíritu participa también el
establecimiento médico caraqueño de la época. Ya para fines del setecientos, los
estudiosos de la Medicina conocen no solo el Curso completo de Anatomía del
Cuerpo Humano de Bonells y Lacaba publicado en 1796 y cuya vigencia se
extenderá hasta el advenimiento de la Anatomía de Vargas, sino que se conocía
también la obra de académicos británicos, como las Lectures on the Materia Medica
del escocés William Cullen67, expresión de uno de los esfuerzos intelectuales más
consistentes de época en procura de la superación del legado hipocrático 68.
El Protomedicato
67
Cullen, William (1710-1790). Uno de los médicos y tratadistas britanicos más importantes del siglo
XVIII. La moderna nosografía debe al escocés Cullen los primeros estudios conocidos sobre la
diabetes insipida, trastorno del metabolismo del sodio corporal de origen hipotalámico.
68
El tratado de Bonelles y Lacava se contaba entre los más importantes de la anatomia quirúrgica
europea de entonces. Allí escribió, entre otros, el valenciano Antoni Gimbernat, considerado el más
grande morfólogo hispano hasta de Ramón y Cajal en el siglo XX.
82
El Protomedicato es la segunda de las instituciones sanitarias características
del orden monárquico en Venezuela. Sus orígenes podrían trazarse hasta los
tiempos de la Antigüedad romana, sin embargo, es en la España de Alfonso III de
Aragón, en pleno siglo XIII, cuando toma la forma que habría de caracterizarla, lo
mismo en la Península como en los dominios españoles de ultramar, como la
institución normativa por excelencia en todo lo referente al ejercicio de las
profesiones sanitarias – médicos, comadronas, boticarios y barberos sangradores-
así como al órgano de gobierno y administración de asuntos conexos como la
regencia de hospicios para enfermos, la disposición de basuras, etc. Ningún otro
estado europeo disponía para entonces de instrumento similar.
69
Nótese que la acepción que dota al término la ilustración española en 1777 difiere radicalmente del
que la que le diera la francesa en 1792: “salud pública” en la Francia de los tiempos de la Convención
era sinónimo de represión política. En la España ilustrada de los borbones era, en cambio, sinónimo
de acción sanitaria de contenido médico. Véase el Real Despacho mediante el cual se crea el
Protomedicato de Caracas en 1777, Archivo General de Indias, Audiencia de Caracas, Legajo No.
317, en Archila, R., 1961, pp.555-556 del Apéndice Documental.
83
a la integración de las cátedras universitarias de Medicina con la institución del
Protomedicato como expresión de una política tendiente a fortalecer la formalización
de una actividad médica frecuentemente asociada a prácticas intrusistas propias de
curanderos. El saber formal, arraigado en las cátedras universitarias, era opuesto así
al saber folk; la práctica reglamentada y sujeta a normas obligatorias se contraponía
al ejercicio intrusista y espontáneo.
70
Las ilustraciones marcan el inicio de la primacía del conocimiento útil. El racionalismo cartesiano
devino en el resurgir de las ciencias naturales y sus derivaciones tecnológicas. La técnica vaccinal de
Edgard Jenner no es sino eso: tecnología práctica derivada de la observación razonada de un hecho
concreto. La diseminación masiva de dicha técnica es merito, sin embargo, de la Ilustración española.
En 1802, muy poco antes de que zarpara del puerto de La Coruña la Expedición Filantrópica de la
Vacuna ordenada por Carlos IV, la cáustica prensa inglesa publicaba la caricatura titulada The Cow-
Pox-or-the Woderfull Effects of the New Inoculation de James Gillray (fig.5). En la gráfica se aprecian
quiméricas figuras humanoides de cuyos cuerpos vemos aflorar las monstruosas formas que la
opinión pública de la época atribuía a efectos de la vacunación, todo lo cual contrasta con el marcado
entusiasmo que esta concitó en la opinión pública española, lo mismo en la Península que en los
territorios ultramarinos. Oposición esta basada en argumentos sobre todo de tipo religioso. La
denuncia de la “peligrosa y pecaminosa práctica de la inoculación”, como calificara el clérigo
conservador inglés Edgard Massey hacia 1772, da cuenta de la asunción socialmente compartida de
la enfermedad como castigo divino al que era mandado no oponerse.
84
Es “el inestimable don de la vacuna”, a propósito del cual señala la Gazeta de
Madrid de martes 14 de octubre de 1806:
“El domingo 7 de septiembre próximo pasado tuvo la honra de besar la mano al Rey
Nuestro Señor el Dr. Francisco Xavier de Balmis, cirujano honorario de la Real
Cámara, que acaba de dar la vuelta al mundo con el único objeto de llevar a los de
otras diversas naciones el inestimable don de la vacuna” (Gazeta de Madrid, 1806 [en
línea]).
71
En el pedestal de la estatua ecuestre de Carlos III, cuya autoría corresponde a Juan Pascual de Mena y que se
exhibe en la Puerta del Sol en Madrid, puede leerse, entre otros muchos hitos de su reinado: “Patrocinio del
estudio de las ciencias, la medicina ,la ingeniería y la artes, favoreciendo la creación de instituciones culturales
y de las Sociedades Económicas de Amigos del País….Promovió las expediciones científicas a América y
Australia…Impulsó la modernización y embellecimiento de las poblaciones peninsulares y americanas mediante
el trazado de paseos y alamedas, el establecimiento de alcantarillado y alumbrado público, la imposición de
medidas higiénicas y de limpieza de las ciudades”.
85
cincuenta y de localidades recorridas por los expedicionarios entre 1804 y 1807 pasó
de 25.000 a 104.700 y de 51 a 107, respectivamente (Jacsik, 2007:50)72. Notable
desempeño este, siendo que la población estimada en toda la Capitanía General de
Venezuela para 1784, de acuerdo con el censo del Obispo Martí, apenas alcanzaba
las 333.532 almas (Archila, 1962: 220).
La medicatura de ciudad
86
Vasconcelos, en principio sin la anuencia del Cabildo de Caracas (Archila, 1956:
27)74. Sobre el “médico de ciudad”, destaca Mario Briceño Iragorry, “más que de
simple beneficencia, sus funciones estaban encuadradas en una realidad sanitarista
que se acerca a la moderna concepción integral de la Medicina” (Briceño Iragorry,
1952).
74
Contrasta en la génesis de esta institución sanitaria como en tantas otras, la voluntad política de las
autoridades regias en frecuente contradicción con la representación del estamento criollo típicamente
reunida en torno al Cabildo, todo lo cual parece reafirmar el definitivo sello ilustrado y borbónico que
las distinguiera.
87
“Continuidad, pues, y sumamente estrecha, entre autores filosóficos de la
Universidad colonial y los de la Universidad republicana; ninguna dislocación,
ninguna introducción violenta y repentina…” (Parra León, 1957: 391).
Estando la Facultad autorizado por el estatuto que la rije, para añadir, modificar, ó
suprimir algunos de los articulos de él, bajo las formas y restricciones del mismo
estatuto; ha tomado en consideración la proposición de incorporar en su seno los
cirujanos, que pertenecían al antiguo protomedicato, hecha por uno de sus miembros y
suficientemente apoyada, en 23 de Enero último; la cual fué informada en junta de
ministros de 30 del mismo, discutida y unanimemente aprobada por primera y segunda
vez, en juntas generales de Julio y Agosto últimos; y habiendo sido confirmada con la
misma unanimidad en la general del primero del corriente, conforme al articulo 46 de
su reglamento en los mismos terminos que se propuso, á saber, “propongo á la
Facultad Médica de Caracas tome en consideración la conveniencia de incorporar al
seno de este cuerpo á los cirujanos del antiguo protomedicato que quieran y expresen
por escrito el deseo de esta incorporacion, sujetandose á los estatutos de la Facultad,
como miembros ordinarios”. Se acordo oficiar á Uds. para que por la gaceta del
gobierno se sirva hacer que llegue á noticia de los quieran hacer uso de dicho
acuerdo.
Dios guarde á Uds.
75
El citado texto da cuenta del primer acto administrativo conocido que emitiera la Facultad Médica
de Caracas con el objeto de revalidar títulos otorgados por la fenecida corporación monárquica con la
sola condición de que sus beneficiarios se acogiesen de modo expreso a los reglamentos de dicha
88
Fue notable la sincronía en la implantación de políticas sanitarias acordes a
las modalidades del momento que la monarquía española ensayara
lo mismo en la Península que en sus dominios de ultramar. Esta “segunda
conquista” de América, en el sentido ya señalado por Lynch, entendía que no eran
ya las huestes indígenas ni las amenazas de las naves corsarias o abanderadas por
príncipes europeos rivales de España las únicas fuerzas opuestas a su presencia en
tan vastas regiones; a ellas se unieron eventualmente, al menos desde el siglo
dieciséis, las epidemias de tisis (tuberculosis), lúes (sífilis) y viruela que se
declaraban en las nuevas ciudades americanas76.
Facultad. Véase: Archivo General de la Nación (de aquí en adelante, AGN), Secretaría de Interior y
Justicia (todas las citas son tomadas de esta sección del AGN), Tomo XCVIII, Exp. 54, f. 348, 1834.
76
Al respecto, diserta el historiador venezolano de la Medicina Ambrosio Perera: “Desgraciadamente
fue mucha la incuria que en el ramo de la Medicina tuvieron en Venezuela las autoridades españolas
y tanto mas nos extraña esta cuanto que sabemos que otras ramas de la ciencia fueron vistas con
especial cuidado por las entidades oficiales y que es hoy un hecho innegable que España, apenas
veía en un territorio americano materia propicia para moldear la cultura, “empezaba a trasplantar allí
todos los conocimientos que en su propia tierra metropolitana atesoraba con nivel no inferior al de los
demás países europeos” Véase: Perera, A (1951) op.cit. p.35.
77
El dato destaca la documentación de normativas municipales (ordenanzas) que reservan a los
mismos los tributos provenientes de actividades económicas específicas como la venta de especies
alcohólicas (guarapos) o actividades lúdicas (peleas de gallos).
89
Parece plausible, por tanto, postular la plena inserción de la Medicina
venezolana del dieciocho en las corrientes del pensamiento médico ilustrado
europeo y español de entonces y sin más brechas que aquellas naturalmente
atribuibles al contexto tecnológico del momento, valga decir, el impuesto por las
modalidades de comunicación ultramarina, la ausencia de imprentas, etc. La
Medicina académica en torno a la Universidad de Caracas bebió de las mismas
fuentes documentales que sus pares españolas, participando de similares
paradigmas y discursos.
Capitulo IV
Para 1830, tras la secesión de Colombia, las elites políticas venezolanas que
habían hecho la Independencia compartían un proyecto histórico común. Tal era,
90
señala Urbaneja, el de la construcción de una república liberal (Urbaneja, 2004: 15).
Conviene desde ya definir una acepción operativa para uno de los términos más
manidos en la historiografía política venezolana, de tal modo que, a los fines del
presente ensayo, hemos de entender por Estado liberal a aquella forma política
diametralmente opuesta a la que encarnara la monarquía absoluta de la que
Venezuela apenas se desprendía una década antes tras tres siglos de genuina
adhesión a sus instituciones. El nuevo Estado liberal en Venezuela supuso la
adopción de la forma republicana de gobierno representada en una Constitución
escrita llamada a poner límites al Estado, de un régimen de separación formal de
poderes y de una legitimidad en cuanto a origen fundada en el sufragio y no en la
fuerza de la tradición y de las armas.
Mirna Alcibíades nos propone otro: la república asociada a una cierta idea de
lo “decente”, es decir, a la forja de valores sociales centrados en el trabajo, la familia
y el decoro personal (Alcibíades, 2004: 31). Tal concepción parece muy consistente
con cierta idea de “moral goda”, católica y conservadora, de la que participan, entre
otros, ideólogos de la talla de Fermín Toro. Se pueden comprender ambos
conceptos en tanto que esfuerzos deliberados de las elites de entonces en pro de la
construcción de una entidad política “ordenada a” la consecución de aquellos medios
78
En tal sentido diserta Vargas ante en Congreso Constituyente de 1830 reunido en Valencia: “¿Y es
posible que en vez de afianzar las bendiciones de la paz, hayamos de lanzar el mejor de los pueblos
al medio de los incentivos, de las violentas tentaciones de la guerra?”.
91
materiales que hiciera posible la vida de sus ciudadanos con ajuste a un cuerpo de
valores definitivamente anclados en una visión moderna del mundo y dentro de los
estándares tenidos como deseables para la época.
79
Al respecto señala Alcibíades: “Debo indicar que no se abjuró de la razón ni se renunció a tener
una Constitución y unas leyes a la medida de las expectativas. Pero sí se arraigó el convencimiento
de que echar a andar una república era una empresa que trascendía el gesto de consignarla en el
papel” (Alcibíades, 2004:30).
92
veinte años de guerra. Tan tarde como en 1858 lo advierte Fermín Toro a propósito
del debate parlamentario entre federalismo y centralismo en los albores de la guerra
de 1859- 1863:
“Todos los niños mueren por incuria, por negligencia, por abandono en Venezuela, en
que tanto se necesita el aumento de la población. En los Estados se duplica la
población, si no me engaño, en veinticinco años; en Inglaterra acaso en treinta; en
Francia, cuarenta. En Venezuela no se duplica en medio siglo….El Nuevo Mundo
parecería el Viejo al contemplarlo lleno de ruinas. Los pueblos no crecen; la parte más
bella de Venezuela, los valles de Aragua….no hay más que ver los pueblos: tienen
todos aspecto de milenarios…Los hombres no tienen inteligencia suficiente para
guiarse a si mismos, para ilustrarse, progresar, conocer sus derechos e intereses”
(Toro, F., 1858/1979: 59-68)80.
93
En el mismo sentido se mueve la acción sanitaria en el resto del mundo
occidental y ello no sin expresiones de comprobada eficacia. No parece distinta la
aproximación a lo sanitario exhibida por las elites médicas venezolanas de aquel
entonces respecto a lo propugnado por los grandes referentes médicos europeos.
Así por ejemplo, en la Inglaterra de principios de la revolución industrial, los
pensadores sanitarios manifestaron desde siempre su clara priorización de lo
medioambiental como causa efectiva de la enfermedad, siendo notable el
abatimiento de grandes endemias urbanas – principalmente de la tuberculosis-
logrado a partir de acciones no de carácter médico, sino que dirigidas al
saneamiento del entorno humano (Mc Keown, 1982: 111)82.
82
El notable epidemiólogo inglés contemporáneo Thomas McKeown sitúa lo medioambiental en el
centro de toda estrategia tendente al control de las enfermedades infectocontagiosas, lo cual resulta
consistente con toda la teoría al respecto generada en las islas británicas, señalando que “la salud
depende primariamente del control de las influencias ambientales, incluyendo las que el individuo
elabora para sí con su conducta”. Conclusión esta vastamente ratificada en la evidencia empírica,
siendo que Inglaterra y Gales vieron reducidas su tasa de mortalidad por tuberculosis de cuatro mil
por millón de habitantes en 1838 a la mitad en 1880 y a la cuarta parte a fines de los años cuarenta
del siglo pasado, es decir, antes que la identificación del Mycobacterium tuberculosis como agente
causal de dicha enfermedad por el alemán Robtert Koch en 1880 y bastante más con respecto a la
síntesis química de la estreptomicina, primera droga de la que se dispuso para el tratamiento de dicho
mal.
94
ciudadano que se aspira surja es, por el contrario, sostén y fundamento de la nueva
república. En tanto que tal, se hace preciso formarlo, lo que supone introducirlo a un
modo de vida distinto al que fuera propio de su antigua condición servil.
83
El Manual de Carreño, de 1852, constituyó uno de los fenómenos editoriales más notables del
mundo de habla hispana en su tiempo. Hombre ligado a la política conservadora, Carreño lo concibe
como una suerte de guía práctica de vida para las masas, promoviendo desde su profuso cuerpo de
normas una cierta idea del ciudadano “políticamente correcto” necesario en la construcción de una
sociedad distinta. Lo relativo a la higiene personal y pública tiene en esta obra una especial
preeminencia y su argumentación está claramente entroncada con la idea ilustrada de las
contaminaciones y enrarecimientos del aire como causa de la enfermedad y en el aseo como su
mejor profilaxia. Así por ejemplo, en su capítulo segundo señala que: “El aseo contribuye
poderosamente a la conservación de la salud, porque mantiene siempre en estado de pureza el aire
que respiramos, y porque despojamos a nuestro cutis de toda parte extraña que embarace la
transpiración, favorece la evaporación de los malos humores, causa y fomento de un gran número de
nuestra enfermedades”.
84
En la tradición republicana romana, la máxima ciceroniana según la cual “Salud populi suprema lex
est” aplicaba no solo a las amenazas de tipo político o militar al colectivo, sino que se el invocaba
también en lo atinente a las bondades de la acción pública en materia de higiene y calidad ambiental.
De allí la intensa labor de construcción de acueductos y baños públicos llevada a cabo por la
presencia romana en sus provicias de las que abundan importantes vestigios. Más allá de la acción
pública, refiriéndonos al ámbito de la vida privada, la valoración social del aseo personal y el
autocuidado formó parte integral de la cultura del romano común. De ello encontramos referencias
incluso en su literatura. “In aqua sanitas et in vino veritas”, rezaba un verso de Plinio el Viejo: “en el
agua está la salud y en el vino, la verdad”.
95
P. ¿Por qué poner la limpieza en la clase y número de las virtudes?
R. Por ser una de las más importantes en cuanto influye poderosamente sobre
la salud del cuerpo y su conservación.
P.Luego, ¿el desaseo será un verdadero vicio?
R. Si, lo es, y tan verdadero como el de la embraguez y la ociosidad, de que
procede en mucha parte. El desaseo o suciedad es la causa secundaria, y a veces,
primaria, de una multitud de incomodidades y aún de enfermedades peligrosas…Por
eso los antiguos legisladores recomendaron tanto la limpieza que mandaba a expeler
de la sociedad y aún castigaban con pena corporal a los que se dejaba contaminar de
aquellas enfermedades que vienen de la suciedad”.85
De tal manera que para los tratadistas médicos de la época que habrían de
influir decisivamente en la construcción del discurso sanitario en boga al menos
durante la primera mitad del diecinueve iberoamericano, como el cubano Marcos
Sánchez Rubio, señalarían que:
“no hay duda de que del fermento pútrido han de emanar fluidos de naturaleza pútrida
y estos, comunicándose por las vías ya mencionadas [las vías digestivas, el tractor
85
El Manual del Colombiano, o explicación de la ley natural (1825), ha sido equivocadamente
atribuído a Tomas Lander, por lo que figura en la compilación de sus escritos recogida en la colección
Pensamiento Político Venezolano, de 1961, a cargo de la Presidencia de la República bajo la
dirección de Ramón J. Velásquez, en el tomo correspondiente a la doctrina liberal, p. 76 y sucs.
96
respiratorio, etc]…deben proporcionarnos sus cualidades deletéreas que percibimos
en las calenturas pútridas…” (Sánchez Rubio, M., 1814: 255-256).
86
Buchan, William, castellanizado a Guillermo (1729-1805). Médico y tratadista escocés. Su célebre
Domestic Medicine: or, a treatise on the prevention and cure of diseases by regimen and simple
medicines de 1769 fue un manual de medicina práctica para uso del público lego y que posiblemente
constituya una de las publicaciones médicas más difundidas y de mayor impacto en la historia
moderna tratándose de un texto de carácter divulgativo en principio no dirigido al lector profesional.
Solo posteriormente se le incorporaría un apéndice para uso profesional.
87
Floridablanca, José Moñino y Redondo, conde de (1727-1808) Junto a Pedro Pablo Abarca de
Bolea, conde de Aranda, figura principalísima de la Ilustración española durante las reformas
borbónicas de fines del dieciocho.
97
“Nace del ayre viciado por el conjunto de muchas personas en un paraje estrecho sin
ventilación…La constitución de un ayre encerrado en tiempo muy llovioso, o de
nieblas, también ocasiona fiebres pútridas…” (Buchan, W., 1818: 151).
88
Sydeham, Thomas (1624-1689). Eminente clínico británico, llamado “el Hipócrates inglés”.
Célebres son sus descripciones de los desórdenes coreiformes posteriormente atribuidos a la
infección estreptocóccica.
89
Villermé, Louis René (1782-1863). Médico y economista francés, considerado uno de los
fundadores de la Medicina Social y la Ocupacional.
90
Guybert, Phillipe (1549-1633). Médico y tratadista francés, pionero en la producción de textos
médicos divulgativos dirigidos al público general. Para Guybert, el carácter elitesco de la atención
médica en su época justificaba poner al alcance del público lego aquel conocimiento específico que le
permitiera un mejor autocuidado, con lo que lograría una notable independencia respecto de los
cerrados círculos de la profesión médica de entonces. Su obra fundamental, Le Médecin charitable de
1623, reeditada numerosas veces durante el siglo diecisiete, marcón un importante hito contra los
privilegios de las clases profesionales – la médica y la farmacéutica- a favor de las masas social y
médicamente deprivadas.
98
estructuras idénticas a las heredadas de los tiempos monárquicos. De tal modo, la
Ley Orgánica de Provincias dictada el doce de octubre de 1830 dispondría la
creación de una Junta Superior de Sanidad, de pretendido alcance nacional, a la que
se adscribirían todas aquellas de carácter provincial cuya formación estaba
igualmente dispuesta. El 19 de abril de 1831 dicha junta se instala en Caracas,
según consta en comunicación dirigida por sus autoridades al Secretario de Estado
del Interior el 26 de enero de 1832:
“en la capital de cada provincia se formará una junta de sanidad compuesta del
gobernador, del obispo, o su vicario general, y donde no lo haya, del cura párroco, del
procurador municipal, de dos munícipes o vecinos elegidos por el concejo municipal y
del facultativo o facultativos que nombre la junta…” (Cuerpo de leyes, decretos y
resoluciones sancionados por los Congresos de Venezuela en los años 1830,
1831,1832 y 1833, 1833: 83).
99
Aún del aspecto económico-financiero de la sanidad se habría de ocupar la
legislación de entonces. Rentas de origen tan diverso como las derivadas de
algunos tributos específicos como los impuestos a especies alcohólicas (guarapos) o
de tasas por derecho de anclaje de naves en el puerto de La Guaira, de cuya
aplicación a tal fin ya tenemos noticias desde los tiempos monárquicos. En su
articulado, dicha ordenanza reserva al Gobernador de la Provincia aspectos de
política sanitaria tan diversos como la designación de los médicos, cirujanos y
capellanes al servicio de los establecimientos sanitarios provinciales, la supervisión
directa de éstos en cuanto a su desempeño y aún el control personalísimo de todo la
atinente a la procura de alimentos y medicamentos necesarios para el
funcionamiento de estos91.
“Sobre la falta de facultativos para instalar las juntas de sanidad, debo informar al
Gobierno Supremo que no habiendo esta [ ]…las juntas de sanidad [se instalaron]
en los términos que dispone la ley, están establecidas en todos los cantones de esta
provincia” (AGN, T. XXXV, Exp.35, ff. 326-354, 1831).
91
Articulo 5, ordenanza del 9 de diciembre de 1831.
92
En resolución del 12 de mayo de 1838, la Facultad Médica de Caracas establece las formalidades
académicas exigibles a todo médico, cirujano o boticario a los fines de su ingreso al ejercicio
profesional.
100
Facultad Médica de Caracas en solicitud de los listados de graduados en Medicina a
fin de procurar su mejor distribución territorial.
93
La Junta Superior de Sanidad de Venezuela se crea en 1817. Las juntas subalternas por provincias
se habrían de crear muy posteriormente, destacando el caso de la de Barcelona que data de 1829 y
la de Acarigua, de 1852.
101
venezolana, ilustrada en su origen, no exhibía una liason tan vinculante respecto de
la tradición escolástica como sí la Filosofía, la Teología o el Derecho, a cuyas
fuentes se remitieron hasta el fin los mentores del recién fenecido antiguo régimen.
La Medicina venezolana renacía bajo la égida vargasiana con el impulso de un
incesante viajero por las grandes escuelas médicas europeas, alumno de referentes
de la talla de Barclay en Escocia y el mismo un notable investigador en los campos
de la Botánica médica en la apacible Puerto Rico, posesión ultramarina española
alejada de toda contienda y cuyo status como tal se mantendría invariable durante
casi todo el siglo diecinueve. Vargas y su discurso médico están intactos y sin
deudas teóricas con un pasado del que todos abominan.
102
del todo. La republica no produjo iniciativas de política sanitaria de la envergadura y
complejidad técnica de la Expedición Filantrópica de la Vacuna de 1804 como
tampoco arquitecturas institucionales distintas a las ya mencionadas de la
medicatura de ciudad y las juntas sanitarias y de la vacuna. La Facultad Médica, si
bien tuvo atribuciones regulatorias especialmente en lo relativo al control y vigilancia
del ejercicio de las profesiones médicas y relacionadas (barberos sangradores,
comadronas, etc), no se planteó a la manera de un órgano sanitario rector intérprete
y efector de una política que, como las mencionadas, encarnasen una voluntad de
Estado.
103
pronto, y como consecuencia del desarrollo de las ciencias naturales y exactas, la
propia experiencia habría de poner de manifiesto que “algo no iba bien” – Kühn dixit-
en los dominios del paradigma vesaliano. Por descubrirse como estaban las grandes
verdades de las rutas metabólicas y de los más íntimos procesos de la fisiología
humana, al pensamiento médico de entonces le resultaría fácil apelar a la idea de un
deus ex machina bajo cuyo gobierno todos los nanoprocesos y mecanismos que
sostienen el funcionamiento de la fabrica humana pudieran integrarse de modo que
la complejidad del fenómeno vital pudiera ser explicada.
95
Schwan, Théodor (1810-1882) Médico, morfólogo y embriólogo alemán, figura principalísima de la
investigación biomédica del decimonono europeo. Sin bien uno de los padres de la moderna teoría
celular, le fue siempre característica su adhesión al credo vitalista en su condición de católico
practicante.
104
la secesión venezolana del proyecto grancolombiano. “¿Una patria? .La tenemos
ya”.
105
con más frecuencia se apela al evocar el espíritu de aquel tiempo, fue producto de la
ilustración médica española y de su discurso, tanto como lo fuera, por ejemplo, José
Domingo Díaz, el polémico médico caraqueño quizás más conocido por su adhesión
a la causa del Rey que por sus notables contribuciones a las acciones de control y
erradicación de la viruela en Venezuela La diferencia estriba en que Vargas, distinto
de Díaz, alineó con el bando de los vencedores.
Capítulo V
“La patria comienza en abril y el viejo Antonio Leocadio; Jehová de patillas y bisoñé, se
recrea en la contemplación de este Salvador de espada que prefiere cortar cabezas a
sembrar ideas y que abona con la sangre de los infieles la semilla del Evangelio amarillo”
106
Ramón Díaz Sánchez. Guzmán. Elipse de una ambición de poder
96
A los efectos del presente ensayo, suscribiremos la definición de constituency propuesta por
Andrew Rehfeld en su obra de 2005 The concept of constituency. Political representation, democratic
legitimancy and institutions design, Cambridge University Press, New York, p. 35, en la que se la
conceptúa como “the group of people whose interests a representative (or party) looks after and
pursues” (“el grupo de personas cuyos intereses un representante o partido observa y apoya”,
traducción nuestra). En lo sucesivo apelaremos al término en su expresión inglesa ya que no existe
traducción castellana universalmente aceptada.
107
Pero distinto a lo que ocurre en el bando “godo”, los llamados “liberales”
venezolanos carecían de un brazo fuerte propio. De allí entonces su tácita y
circunstancial alianza de hecho con los Monagas, de quienes no se puede decir que
fueron adherentes al credo liberal: eran, por sobre todo, caudillos orientales, jefes de
masas campesinas sujetas a su poder en virtud de un homenaje o acto de expresión
de lealtad a la persona, que no de vínculo jurídico alguno. Segundo al mando del
Ejército de Páez, el mayor de ellos, José Tadeo, es el designado para suceder a
Paéz a partir de 1835 y, por ende, para ser el continuador y garante de su obra
institucionalizadora. Es así como los “padres de la Patria” acuerdan que la “primera
lanza del mundo” -Páez- cediera el mando a “la primera lanza del Oriente”-
Monagas-, con lo que la conducción del proyecto liberal de 1830 tendría que quedar
asegurada.
Pero ni el mayor de los Monagas era Páez ni sus adherentes orientales los
llamados a constituirse en el nuevo patriciado venezolano. Los orientales al mando
de Monagas arremeten cuan un hasta ahora ignorado “proletariado externo”, en el
sentido de Toynbee, contra un poder asentado en el centro del país cuyas formas
institucionales no gozan, sin embargo, del prestigio que las romanas tenían entre
las masas bárbaras que combatían al imperio en sus fronteras (Toynbee, 1975:237).
Una expresión de ello está en los hechos del 24 de enero de 1848, en el llamado
“Asalto al Congreso”. “La constitución sirve para todo”, espetaría el jefe oriental a
sus críticos y oponentes.
Nos ocuparemos aquí de hacer un balance histórico sobre los años que
sucedieron al fin del período de aquella por Gil Fortoul llamada “oligarquía
conservadora” y del arribo al poder de los liberales amarillos. En todo caso, el
período al que genéricamente suele denominarse como “monagato” (1847-1858),
108
marca el término del gran esfuerzo institucionalizador del personalismo paecista
inaugurando un tiempo en el que la gobernabilidad del sistema político venezolano,
lo mismo que su gobernanza, se habrían de ver notablemente menoscabados ante
el avance indetenible de aquellas fuerzas telúricas que, originadas en la inmensidad
de la periferia venezolana y encarnadas en la compleja variedad de caudillos
locales, se cernieron sobre la centralidad del poder y sus instituciones ilustradas, al
punto de hacerles ceder en obsequio de dichas jefaturas para las que dichas
instituciones no eran sino entelequias.
Pero no habría de ser así. Si como hemos visto, el constituency político del
paecismo estaba en el estamento godo heredero a su vez del antibolivarianismo de
1828 que separó a Venezuela del proyecto grancolombiano y al cual se integrarían
notables referentes del bolivarianismo radical, el de la nueva facción reunida en
torno a Monagas es otro, de cultura rural y cohesionada no tanto por adhesiones de
carácter abstracto – conciencia de grupo social o suscripción de un determinado
ideario político- sino por otras de carácter concreto –el provisto por las lealtades
personales- más propias del mundo rural de los llanos orientales venezolanos.
109
La coyuntura política de la época permite contextualizar tal tendencia. Las
transgresiones de los Monagas a las formas propias del Estado liberal de derecho
contrastaron desde siempre con la atención que a las mismas prestara Páez. No nos
debe hacer suponer tal hecho una actitud esencialmente distinta en cuanto a la
concepción del poder y su ejercicio por parte de dos expresiones claras de
personalismo político; simplemente pone de manifiesto los límites que al respecto se
impusieron ambos jefes ante uno de los más acuciantes dramas que enfrenta todo
caudillo: el de asegurar su sucesión. Para Páez, la solución al mismo estaba en la
apelación a sus pares estamentales, en este caso, los miembros del patriciado de
los patriotas ilustrados o, finalmente, del selecto clan de los viejos generales de la
Independencia. Es por ello que el propio “Centauro” habría de favorecer la elección
del propio Monagas.
Pero para el jefe oriental, dicha apelación sería al propio clan familiar e, in
extenso, al complejo sistema de jefaturas regionales bajo su influencia. La apelación
al orbe familiar en sustitución del estamentario supuso el primero de los muchos y
prolongados retrocesos de la sociedad venezolana en su larga marcha hacia el
ejercicio de la ciudadanía como base legitimadora del poder. Cien años tendrían que
transcurrir antes de que ni clanes ni estamentos, sino que la sociedad in toto se
constituyera en la única apelación posible en la fundamentación de todo poder.
110
hechos del 24 de enero de 1848 fueron el detonante: ninguna duda cabía en cuanto
al fondo de aquella política que no dudaría en recurrir a la fórmula del “autogolpe”
para afianzarse por encima de toda institucionalidad orientada al control del ejercicio
del poder. Es, en palabras de Antonio Arráiz, la apelación a “…la violencia armada
para imponer la arbitrariedad” (Arráiz, 1991: 48).
97
Véase respectivamente: AGN, Secretaría de Interior y Justicia, años 1848-1858; y Arráiz, A (1991).
Los días de la ira: las guerras civiles en Venezuela 1830-1903. Valencia: Vadell Hermanos Editores.
98
El Fanal, No. 46, Caracas, 24 de abril de 1831.
111
José Tadeo Monagas fue expresión al menos de dos fuerzas
circunstancialmente aliadas: por una parte, la del republicanismo clásico que
perviviera en las elites militares surgidas tras la guerra de Independencia; por otra,
las de la periferia rural depauperada, excluida de la órbita de los intereses del
paecismo. Su constituency político no está en los restos del viejo mantuanaje que
sustentó a Páez y a los “patriotas ilustrados”: está, antes bien, en una diversa grey
de jefes rurales al frente de masas campesinas azotadas por el agiotismo y el
marcado deterioro del entorno económico de la época. José Tadeo Monagas es la
expresión de una Venezuela profunda inspirada en los valores marciales que les
sembraran los años de la guerra y que carga ahora con furia sobre la agotada
república inventada por aquellos comerciantes otrora acomodados encarando ahora
sus propias ruinas.
La apelación del jefe oriental a sus adláteres al insurgir junto a los reformistas es
clara: está dirigida no a la generalidad de los ciudadanos sino a sus camaradas
“orientales” en tanto que hombres sobre las armas llamados a “salvar a la patria”. No
es en las instituciones ilustradas y sus hombres donde se sustenta el discurso de
poder de Monagas, sino en la masa arraigada a una localidad que fuera escenario
principalísimo de la pasada guerra.
De modo que la filiación liberal de José Tadeo Monagas es materia aún sujeta a
debate y estudio, lo que supera en mucho los alcances del presente ensayo.
Cuidadoso juicio ha de merecernos también el estudio de los orígenes del Partido
Liberal mismo, cuyos propagandistas vinculan a la historia política de José Tadeo
Monagas. Tampoco acometemos tal tarea. Pero sea propicio destacar la muy
plausible vinculación de tal hecho con el desgaste de la política paecista para 1847 y
la sentida necesidad de generar alternativas viables100.
99
Proclama de Aragua de Barcelona, 15 de julio de 1835.
100
Al respecto destaca la venezolana Alexandra Mendoza en el citado estudio sobre José Tadeo
Monagas de 2009: “el nacimiento del Partido Liberal es la manifestación de una necesidad política
que se expresa en la desafección al régimen establecido”(Mendoza, 2009: 30).
112
En todo caso, e independientemente de la valoración histórica que pueda
hacerse del “monagato”, parece claro que ya a partir 1848 las viejas instituciones
ilustradas estaban llamadas a su fin. Una guerra de consecuencias desastrosas
sería el saldo tras la incapacidad de la elite de los patriotas ilustrados para diseñar
un mecanismo de renovación política más allá de los hombres que habían hecho la
Independencia. La apelación in extremis a un octogenario general Páez para el
ejercicio de una dictadura que menos que eso, fue tiranía, marcó el final trágico de
un establecimiento político imposibilitado para entender los signos de los nuevos
tiempos.
113
común denominador lo constituía la escasez de recursos tanto materiales como
humanos para asistir mínimamente a los enfermos:
“No hay empleado que sirva para ver a los enfermos, dejándolos en soledad y robando
sus enseres. Casi resulta mejor buscar los auxiliares en otra parte, porque parece no
haber piedad aquí para los pobres a quien Dios ha mandado a guardar dolorosa cama”
(En: Pino Iturrieta, E., 2001: 294).
114
origen francés, estudia Medicina en París y adquiere notable experiencia y
reputación por sus actuaciones durante los hechos de violencia política desatada por
la rebelión de Lafayette contra la restauración borbónica en 1830 y, sobre todo, tras
la epidemia de cólera de 1832.
102
Finlay, Carlos (1833-1915). Médico y académico cubano. Sirvió como agente sanitario al servicio
del gobierno colonial español en la isla. Al cese de la guerra hispano-estadounidense colaboraría en
labores de saneamiento con las nuevas autoridades designadas por las fuerzas de ocupación, por lo
que sus aplicaciones teóricas gozaron de notable estima en lo atinente a los aspectos sanitarios
contenidos en la planificación de las obras de construcción del canal de Panamá en 1903 a cargo de
115
Puede postularse a Beauperthuy como el primer pensador biomédico
venezolano inscrito en la corriente médica experimentalista que ya ofrecía
posesionarse del discurso médico occidental. Su trayectoria científica destaca por la
ausencia de Caracas y de su Universidad como hitos determinantes. Cierto es que la
importante presencia del capital francés en los negocios cacaotero y cafetero de Río
Caribe y Caripito, operando con notable autonomía respecto de los poderes
centrales, es un factor a invocar en ello. Sin embargo, ello no niega la eclosión local
de una vertiente de pensamiento médico de notable originalidad y fuerza, tanto como
para poder reclamar documentadamente para Beauperthuy, tal y como lo
demuestran los trabajos de Lemoine y Suárez, la autoría del descubrimiento del
mecanismo de transmisión del agente causal de la fiebre amarilla por el Aedes
aegyptii y otros artrópodos similares.
116
estaría, no casualmente, en las antiguas instituciones ilustradas. Lemoine y Suárez,
estudiosas de la figura del médico cumanés, apelan planteamiento mertoniano para
explicar la intensa oposición que las élites médicas ilustradas ejercieron sobre las
tesis del cumanés. Según Merton, al ser examinadas las experiencias reportadas por
eminentes científicos, es posible encontrar un patrón similar según el cual, los
reconocimientos tienden a ser otorgados a científicos ya establecidos (Merton, 1968:
56-63). De donde se entiende que el establishment científico tienda a limitar el
acceso a sus particulares sistemas de reconocimiento académico y social a
potenciales aspirantes cuyas tesis entrañen alguna amenaza al paradigma
tenido como vigente104.
104
Merton propone un ideal “sillón 41” para ilustrar el efecto perverso de tal sistema se exclusión ha
surtido en el debate académico desde siempre. La imagen viene a propósito del bien conocido
sistema de “sillones” que tan característico esa la tradición académica francesa, cuyas corporaciones
limitan el acceso a su seno a un determinado número de “individuos” electos por sus pares y a los
que se les designa un “sillón”. La Academia Francesa ha limitado históricamente el número de
“sillones” a cuarenta, por lo que la metáfora por Merton denominada “sillón 41” y sus “ocupantes”
alude a aquellas figuras a quienes el establishment científico no permitiera acceso. Entre los
científicos de obra destacada nunca electos como miembros de importantes corporaciones o
sistemas de reconocimiento científico en su tiempo ( i.e, el Premio Nobel en sus respectivas
disciplinas) figuran referentes de la talla de Dimitri Mendelev (destacado químico autor de la Tabla
Periódica de los Elementos), Walter B. Cannon (fisiólogo creador de la teoría de la homeostasis),
Ernest H. Starling (quien describiera la mecánica esencial del intercambio capilar), entre muchos
otros. En el caso específicamente francés, es de destacar que referentes como Descartes, Pascal,
Rousseau, Zola, Moliére y Stendahl nunca fueron electos miembros de la Academia. Véase: Merton,
op.cit.
105
No nos cabe duda de la familiaridad y más que probable cercanía de Marx con el pensamiento de
Moleschott, al que cita incluso en su correspondencia más íntima. Es así como en su copiosa
correspondencia personal con la alemana Jenny von Westphalen fechada de 1843 durante su
período londinense, escribiera: “en cambio, es el amor; mas no el amor de Feuerbach por la
humanidad ni el de Moleschott por el metabolismo, ni siquiera el amor a la Humanidad, sino el amor
por la bienamada, el amor por ti, el que permite a un hombre convertirse, nuevamente, en hombre”.
117
El patriotismo ilustrado privilegió al pensamiento médico de la Ilustración y en
la persona de Vargas lo ensalzó al modo de una enseña nacional. Bajo su impulso
fueron creadas instituciones de claro signo republicano – la Facultad Médica de
Caracas-, si bien su operatividad se basó en la reivindicación de antiguas formas
organizacionales monárquicas, como las juntas de sanidad y las medicaturas de
ciudad. Es la fuerza institucionalizadora “goda” la que entroniza a Vargas como
“padre de la Medicina venezolana”, la que le hace rector de la Universidad de
Caracas contra la norma establecida en las constituciones universitarias de 1721
que impedía el ascenso de graduados en Medicina a dicha dignidad.
118
al mundo rural al que no podían pedírsele adhesiones a formas políticas que
consideraban extrañas a su particular modo-de-vida. La ruptura estaba planteada
entre un orden inspirado en la idea ilustrada de una república clásica y otro muy
distinto, de carácter premoderno y cuasifeudal. En el uno, la lealtad requerida era a
la institucionalidad republicana; en el otro, al jefe rural. En ambos casos, el peso del
“hombre fuerte” fue decisivo, solo que en el primero lo habría de ser a título de
garante de aquel orden considerado aún precario en tanto que en el segundo su
presencia estaría esencialmente al servicio de la natural adhesión carismática al
“jefe” que a las sociedades políticamente menos evolucionadas caracteriza.
119
Dagnino ejerce y enseña en Caracas, llegando a ocupar el rectorado de la
Universidad Central en 1911; sin embargo, su obra intelectual y médica se expresa
en la periferia zuliana y se nutre esencialmente de la dinámica médica europea. No
es, por tanto, un subsidiario directo de la tradición médica ilustrada caraqueña.
Desde el punto de vista discursivo, Dagnino participa de la teoría miasmática. En su
Ensayo práctico sobre la fiebre amarilla, editado en castellano en Génova en 1873,
el autor sostiene que la misma es en esencia, una “fiebre de aclimatación”, a la que
define como
“…una entidad patológica igual a la fiebre amarilla o vómito prieto de los autores, por
más que difieran en muchos de los caracteres fisonómicos que dan a esta
enfermedad los libros de ciencia” (Dagnino, M., 1873/1965: 53, T.I).
120
mecanicista por enmarcar los nuevos problemas planteados por la práctica médica.
Estaban aún por ser incorporados los avances fundamentados en la teoría
microbiana de la enfermedad de Pasteur. Ciertamente que estamos a treinta años
de la aparición del Cours de philosophie positive de Comte (1842), pero apenas a
poco más de diez de la aparición en la precaria escena académica venezolana de
Adolfo Ernst, referente principalísimo del positivo venezolano cuya obra está
esencialmente vinculada al guzmancismo.
Pero aquella orfandad resultaba ser más que política. La medicina ilustrada
en tanto que paradigma de modernidad entraba en crisis ante el avance del
conocimiento científico. Su capacidad para la incorporación de este a la praxis
concreta se veía limitada, al límite de que, como los expresara Perera: “Poca
diferencia se notaba entre la terapéutica de la época campiniana y la del período
vargasiano. Ante el lecho del enfermo se confundían la vieja y la moderna escuela”
Pero no era aquel panorama exclusivo de la realidad venezolana, en tanto que,
como lo señala el mismo autor: “Era que ni siquiera en Europa se había operado
hasta entonces ninguna reforma trascendente en el arte de curar dolencias y que
todavía eran acatados, no solo con el respeto que deben merecer eternamente, sino
como palabra viva del infalible maestro, los aforismos de Hipócrates” (Perera: 1951:
203).
121
Parece claro que la Universidad de Caracas y su Facultad Médica perdieron
mucho del impulso inicial provisto por la república, sobre todo tras la desaparición de
Vargas en 1853. El venezolano Idelfonso Leal identifica las dos décadas entre 1849
y 1869 como las del “estancamiento” de la vida universitaria y atribuye tal
decadencia a la pérdida de los dos “conquistas” consagradas en los estatutos
republicanos de 1827: la autonomía y el patrimonio universitario. En efecto, el capital
humano y social construido bajo los auspicios de los personalismos
institucionalizadores de Bolívar y Páez habría de mermar ante el avance de políticas
orientadas a la alineación forzosa de la Universidad al poder del monagato.
“Sus mismas cátedras, con los solos cambios que la muerte o los azares de la política
habían introducido en el personal de sus profesores; los antiguos hospitales…los
122
mismos textos en que era costumbre enseñar a los alumnos las páginas que debían
estudiar y traer aprendidas a las clases…”.
123
y que se mostrara indiferente, cuando no animadversa, ante las contribuciones de
significancia que se estuvieran generando fuera de su seno.
“Sus mismas cátedras, con los solos cambios que la muerte o los azares de la política
habían introducido en el personal de sus profesores; los antiguos hospitales…los
mismos textos en que era constumbre enseñar a los alumnos las páginas que debían
estudiar y traer aprendidas a las clases; los mismos procedimientos de exámen, sin
otra diferencia que la de haber perdido los grados aquella antigua solemnidad, con sus
mucetas y sus borlas, los bedeles con sus porras de plata y las simponentes
ceremonias bajo las bóvedas de San Francisco”(En: Leal, I., op.cit: 183).
124
la periferia venezolana crecientemente enfrentada a los factores de poder del centro
del país.
125
obras son productos de esfuerzos de investigación ejercidos en sus propias regiones
de origen, sin apoyos o referencias a las elites médicas caraqueñas y su difusión
más significativa vino de la mano de ediciones extranjeras.
126
de Juan Vicente Gómez destruyese el último reducto de los viejos jefes locales – el
de Arévalo Cedeño en Guayana- en 1903, tras la llamada batalla de Ciudad Bolívar.
Tiempo durante el cual un nuevo credo filosófico habría de sustituir al ilustrado: el
credo de los positivistas. La seducción de la llamada “ciencia positiva” será definitiva
en la formación de la nueva mentalidad médica venezolana, de sus discursos más
sustantivos y de las expresiones sanitario-institucionales a las que dieran origen.
127
Capítulo VI
“La enfermedad y la muerte no son más que una dislocación o una perturbación de este
mecanismo que regula la llegada de los excitantes vitales para hacer contacto con los
elementos orgánicos…En una palabra, los fenómenos vitales no son más que los resultados
del contacto de los elementos orgánicos del cuerpo con el medio interior fisiológico; este es
el pivote de toda la Medicina Experimental”
Claude Bernard. Introducción al estudio de la Medicina Experimental
Pero aquella ruptura con la idea ilustrada no sería en modo alguno abrupta.
Los primeros años de la república en Venezuela dieron cuenta de los esfuerzos de
un estamento específico –el de los “patriotas ilustrados”- para construir una república
128
de carácter liberal en la que, en clara contradicción de los principios más básicos del
liberalismo, solo los propietarios podían acceder a la condición de ciudadanos. A tal
fin, como lo señala Carole Leal Curiel, las nuevas elites republicanas apelaron a una
idea del orden “en el sentido legal-constitucional (defensa y preservación de la
Constitución), el que a veces se solapa con el de orden público (conmociones
internas) y en el sentido estricto de orden público (vagos y malentrenidos)” (Leal
Curiel, 1991: 11).
106
Señala al respecto Leopoldo Zea: “…será la realidad a la que se enfrenten al encontrarse
inconformes con ella. Una realidad que ha de ser, no solo transformada, sino de ser posible cambiada
por otra distinta. La adopción de la filosofía positiva será expresión de ese intento. Se adopta,
precisamente la filosofía que se considera ha dado origen al mundo del que quisieran formar parte”.
129
a la razón; ya no a la razón especulativa, sino que a aquella avalada por la verdad
experimental107.
“agitando eternamente las mismas cuestiones sin hallarles jamás una solución que
obtenga el asentimiento de todos los espíritus, porque sus principios son
indemostrables, como que están fuera de la experiencia…..surgen después las
doctrinas de Descartes, de Spinoza, de Locke y de Condillac, la crítica de Kant, las
especulaciones de Fitche, de Schelling y de Hegel ¡Tantas doctrinas disputando sobre
107
“El positivismo en sus diversas expresiones llegaría a los latinoamericanos empeñados en
construir una historia que pudiesen llamar propia. Una historia que encontraría en el positivismo la
justificación del empeño para el cambio, que se pretendía total, de las estructuras que les habían sido
impuestas” (Zea, citado por Martín Fiorino, 3).
130
la base misma de sus concepciones! Construcciones nuevas que se levantan sobre
las ruinas de las antiguas” (Villavicencio, R. ibidem, p. 399).
“Las fuerzas inherentes a la sociedad participan del carácter de las demás fuerzas
sociales, ellas son inexorables y el que emprenda alguna acción contra ellas solo
131
obtiene lamentables consecuencias para sí mismo y para el cuerpo social…” (En:
Fernández Herez, R., 1989: 143).
“Entonces, como producto de aquel trabajo lento, pero que tuvo resultado efectivo en
contra de la influencia católica, surgió un hombre que personificó todas las ideas
formuladas en aquella secreta y larga elaboración; y que con voluntad y energía de
espíritu poco comunes, se propuso realizarlas en su patria…Ese hombre fue el general
Guzmán Blanco” (En: Fernández Herez, R., 1989: 12).
132
británicas- que al tiempo aparecía lo suficientemente lejano de los idealismos
propios del pensamiento romántico.
“Los jóvenes que iban a buscar luces en aquel emporio, tan justamente llamado
cerebro del Universo, venían cambiados de redondo en su fe, con tinieblas en la
mente, perdida la fijeza de sus principios; renegando de Dios, como si la acción y la
Providencia suya estuviese más en las gestiones de la Ciencia, en el rodar de la vida,
en el movimiento de la Historia. El librepensamiento y las teorías positivistas vinieron a
ser consignadas del tiempo en la mesnada estudiantil, o mas bien, moda petulante y
alardosa que daba pábulo al orgullo y la vanidad…” (En: Yaber, M., 2004: 40).
108
García-Pelayo, en sus notas sobre El Resentimiento de Max Scheler de 1915, señala que “el
resentimiento es la constante vivencia de una humillación que no solo no se ha olvidado
intelectualmente, sino que es constantemente revivida, vuelta permanentemente a senir, re-
sentida….un odio impotente hacia aquello que se admira o se estima pero que no se puede ser o no
se puede poseer”. Véase el estudio al texto de Scheler por Manuel García-Pelayo titulado Notas
133
Como resulta de todo ello, la Venezuela que emerge tras la guerra de 1859-
1863 es, sobre todo, una Venezuela rota, desarticulada y en no pocos sentidos casi
materialmente inviable. Un nuevo caudillo ha surgido tras la depuración de aquellos
liderazgos rurales incapaces de contener y conducir las fuerzas sociales desatadas
bajo el signo de la tempestad social109: se trata de un jefe caraqueño, de un
graduado universitario, sin asidero en la antigua aristocracia de la tierra al tiempo
que ajeno al poder fáctico de los jefezuelos rurales que habían hecho la guerra bajo
el mando de Zamora.
sobre el resentimiento como actitud psico-política que prologa la edición del ensayo del autor alemán
publicado por la Fundación Manuel García-Pelayo en 2004.
109
Rezaba la letra del denominado Himno de las tropas federales, de autor desconocido:
“Oligarcas, Temblad Viva la Libertad!
La espada redentora del General Falcón confunde al enemigo de la revolución
Oligarcas, Temblad Viva la Libertad!
Las tropas de Zamora al toque del clarín derrotan las brigadas del godo malandrín
Oligarcas, Temblad Viva la Libertad!
Quisiera ver un cura colgado de un farol y miles de monjas con las tripas al sol
Oligarcas, Temblad Viva la Libertad
Yo quiero ver un godo colgado de un farol y miles de oligarcas con las tripas al sol
Oligarcas, Temblad Viva la Libertad!”
Véase la letra de este himno, por ejemplo, en: http://www.auyantepui.com/historia/him_fed.html.
134
exhorto al “terror a la oligarquía” derrotada y jura su exterminio no solo como fuerza
política, sino como expresión social del antiguo estamento mantuano. Ramón Díaz
Sánchez, en su memorable biografía de los Guzmán, cita al segundo de ellos:
“Dividida Venezuela desde 1840 en dos partidos: el uno pugnando por la libertad; el
otro armado con la autoridad; este heredero de la Colonia; aquel, hijo de la República;
el primero, que marcha al porvenir; el segundo, que se aferra al pasado; entre el
oligarca y el liberal ha existido siempre una distancia…”(En: Diaz Sánchez, R., 1975:
194, TI).
110
Aquí es notable el cambio radical de la política de los Guzmán: Antonio Leocadio trató de
vincularse al viejo mantuanaje casando con una sobrina de Bolívar perteneciente a la familia Blanco.
135
urbano de Caracas, la limitación al poder eclasiástico o la garantía de un grado de
instrucción mínima para los ciudadanos venezolanos. Los viejos debates en torno al
federalismo vis-a-vis el centralismo o las cuestiones en torno a la sucesión
presidencial pasaban a un plano secundario ante la avasallante nueva agenda que
imponía un caudillo sin vinculaciones con aquellos valores propios del patriotismo
ilustrado.
La cuestión económica
136
Se acometen así importantes obras en materia de infraestructuras públicas y
se contiene la expansión del gasto corriente. Pero es en el campo de lo financiero en
el que Guzmán despliega su mayor capacidad ejecutiva. Y lo hace apelando al
crédito externo, tomando ventaja de la expansión del capital mundial que caracterizó
a la segunda mitad del diecinueve. Capitales franceses, británicos y alemanes fluyen
a un país materialmente destruido y crónicamente subfinanciado con apremiantes
necesidades de recursos para la ejecución de inversiones de gran envergadura. La
figura del empréstito se constituye en una constante durante el guzmancismo,
sirviendo de apalancamiento para la financiación de un proyecto que, mucho más
que económico, no ocultaba sus pretensiones modernizadoras:
“Para que la Revolución Federal, que cuenta con veinticinco años de lucha, pueda
justificarse ante la posteridad y la historia, tiene que consolidar una situaciónd de
eterna paz, de incuestionable libertad, de orden perfecto y de un progreso material tan
general, tan rápido y tan constantemente reproductivo, que en cuatro o cinco décadas
represente Venezuela en la escena del mundo un papel semejante al que hace
cuarenta años representaban los Estados Unidos del Norte” (En: Diaz Sánchez, R.,
op.cit.: 193, T.II)
111
Sobre el nuevo orden guzmancista fundado en la idea del progreso diserta Inés Quintero: “Dentro
del proyecto político de Guzmán, dos de los objetivos principales eran sentar las bases legales y
materiales que permitieran garantizar el porvenir de la República. Las bases legales se cimentarían
en las reformas políticas, para que a través de la construcción de la infraestructura de servicios
públicos y la explotación de los recursos naturales se establecieran las bases materiales. Pero el
objetivo era claro: eliminar lo viejo, inútil, para dar paso a la idea que tenía Guzmán del progreso. El
contraste que ofrecía la visión de las grandes capitales europeas visitadas por él con la modesta
ciudad colonial que era Caracas, fue el motor que lo llevó a construir innumerables obras de
infraestructura, que equivalía al significado de progreso. Los principales puertos y ciudades de
Venezuela debían ofrecer una imagen de civilidad y cultura, acorde con los principios innovadores
que se estaban poniendo en práctica en el mundo entero”.Véase: García T., C., 2004 (en línea).
Disponible en: Http://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=079829
682004000300005&lng=es&nrm=is.
112
Señala al respecto Urbaneja: “El papel de lo jurídico cede un terreno y una primacía que no
volverá a recuperar. Más nunca se pensará que la realización de un orden social próspero depende
de la existencia formal de un Estado Liberal de Derecho”. Véase: Urbaneja, D.B., 2004, p. 87.
137
técnica aportada por la creciente clase profesional venezolana, intelectualmente
alineada con la nueva corriente del pensamiento positivista y, como hemos visto, al
factor de producción constituido por el capital foráneo. Surge así una burguesía
urbana opuesta a la vieja aristocracia de la tierra; al fin y al cabo, como lo señala
Urbaneja, para Guzmán Blanco, “acabar con los godos no quiere decir acabar con
los ricos” (Urbaneja, 2004: 78).
113
El bolívar se erige como unidad monetaria en 1879, en tanto que el primer censo de población
data de 1873.
138
ciencia, ha impregnado las prácticas sociales y políticas de cada tiempo. Carlos E.
García T, en su ensayo sobre la historia de la ciencia y tecnología en Venezuela,
destaca y ejemplifica con notable originalidad tres momentos cruciales en el
desarrollo de dicha relación, cada uno de ellos ilustrativo del paradigma científico de
su tiempo.
La relación de las elites venezolanas del diecinueve - y luego las del veinte-
114
con el conocimiento habría de ser mucho más inmediata y práctica ; el
conocimiento aplicado sería para ellos la clave para transformar realidades tenidas
114
Señala Tomas Straka, refiriéndose a la nueva visión que de la historia compartían las nuevas
elites positivistas, destaca que ella servíría de base a “…los pensadores venezolanos del decimonono
para identificar sus ideales en la civilización, es decir, la civilización noratlántica moderna, dentro de la
cual enmarcaron todos sus proyectos…”. Véase: Straka, T, 2009.
139
como inamovibles siempre y cuando el esfuerzo en tal sentido contase con apoyos
políticos expresos115.
115
García T., C., destaca también en el citado ensayo el hito creado tras la instalación del reactor
nuclear de Pipe en 1956, apenas una década después de la primera demostración del poder de la
fisión atómica con el desarrollo de la bomba de hidrógeno, siendo que el perezjimenismo representa,
en la particular periodización historiográfica de Urbaneja, una versión “rediviva” del proyecto
positivista. Véase: García T.,C. [en línea] 2004.
140
propósito benéfico, ofreciendo así al mismo tiempo asilo generoso al desvalido y
fecundo campo del estudio y observación para la ciencia, ha tenido a bien resolver….”(
En: Yaber, M., op.cit: 41).
116
Duval, Matias. Histólogo francés, miembro de la Academia Francesa.
117
Richet, Charles Robert. Fisiólogo, Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1913.
141
humana que se le resistía: el del sistema nervioso118. En 1892, el anglo-canadiense
Osler da a conocer la primera edición de su tratado de Medicina Interna, el cual
sigue siendo corregido y reeditado hasta la fecha constituyéndose en un de los
textos médicos más difundidos del mundo119. 1893, tras su síntesi en por los
laboratorios de la para entonces naciente corporación Bayer de Alemania, es el año
de la introducción en la farmacopea del ácido acetil-salicílico, comercialmente
conocida como Aspirina®, probablemente el medicamento más prescrito de la
historia.
Los años de 1894 y 1895 son hitos en el desarrollo del nuevo cuerpo teórico
que habría de desplazar definitivamente a la antigua teoría miasmática: la teoría
microbiana de la enfermedad. Se describen así y se designan con notables
epónimos hasta ahora en uso los agentes patógenos subyacentes a las
desvastadoras “pestes” y “plagas” – la Yersinia enterocolítica120, la Pasteurella
pestis121, el Mycobacterium tuberculosis122, la Neisseria gonorrheae123, entre
muchísimos otros- cuyos grandes brotes epidémicos diezmaron continentes
enteros, así como los primeros ensayos relativos a la inmunoterapia124.
118
Hernández, según relata en correspondencia dirigida a su sobrino Benjamín fechada en Nueva
York el 22 de octubre de 1917, atendió a clases con Santiago Ramón y Cajal, si bien no consta que
haya sido en calidad y alumno regular de sus cursos. Cajal, prominente histólogo español, fue
acreedor del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906.
119
Osler, William (1849-1919), medico académico británico de orígen canadiense, referente
principalísimo de la Medicina anglosajona del siglo XX.
120
Yersin, Alexandre E. (1863-1943). Bacteriólogo francés en cuyo honor se nominó Yersinia pestis a
la bacteria causante de la peste bubónica.
121
Pasteur, Louis (1822-1895). Químico francés. Sus contribuciones a la Bacteriología son parte
esencial del desarrollo de dicha disciplina. De primer orden fueron sus contribuciones al desarrollo de
tecnologías tan fundamentales como la pasteurización.
122
Koch, Robert (1843-1910) Bacteriólogo alemán, a quien se debe el descubrimiento del
Micobacteruin tuberculosis, agente causal de la tisis.
123
Neisser, Albert L. (1855-1916) Bacteriólogo alemán. Describió al diplococo gram negative
causante de la blenorragia y la meningitis fulminante.
124
Von Behring, Emile (1854-1917) Bacteriólogo alemán y fundador de la Inmunología moderna.
142
práctica médica. Operaba así acaso la más grande transformación experimentada
por el paradigma médico occidental desde los tiempos clásicos, al interponerse
ahora la máquina y el laboratorio entre el médico y el enfermo. Un proceso que
indefectiblemente progresa y se extiende hasta límites insospechados en la
actualidad, al punto de que la práctica clínica – léase, aquella en la que el médico
“ve” al enfermo- pueda ser tenida como marginal (ver Lámina IX).
125
Destaca el hecho de que la totalidad de los descubrimientos y aportes científicos atribuídos a los
galardonados con el premio Nobel de Medicina y Fisiología desde principios del siglo veinte y hasta
su primera mitad estuviesen incorporados directa o indirectamente a la práctica médica cotidiana para
la década de los sesenta, lo que supuso una alto “recambio” de los stocks de conocimiento medico en
apenas medio siglo absolutamente contrastante con la notable estabilidad de los mismos en los
cuatro siglos anteriores o más aún, en los dos mil quinientos años de tradición galénica que los
precedieron.
143
médica caraqueña dio cuenta de ello126. Sin embargo, el proceso de logización del
pensamiento médico al que antes nos hemos venido refiriendo no admitiría ya
retrocesos ni avenimientos de la medicina experimental de los médicos positivistas
con la medicina folk del modo como si lo hiciere con la tradición médica ilustrada.
Ora bajo el crespismo que bajo la regla de las autocracias que le sucederían,
la progresiva superación de paradigmas médicos marginales en obsequio del
representado en la nueva medicina experimental se haría más y más manifiesta. La
ruptura quedaba expresa127.
126
Telmo Romero fue un célebre curandero llanero que encontró en Joaquín Crespo a su mejor
mentor, llegando incluso a retar al establecimiento médico académico de Caracas. Ramón J.
Velásquez le dedica amplia atención en su biografía de Crespo de 2005 publicada por la Biblioteca
Biográfica Venezolana bajo los auspicios de la C.A Editora El Nacional, Caracas.
127
La radiografía de la mano de Misia Jacinta, esposa el general Crespo, posiblemente constituya la
prueba documental del primer ensayo con los rayos de Roentgen – o Rayos X- que se realizara en
Venezuela. Está reproducida en la mencionada obra de Papa y Godoy sobre la historia de la Facultad
Médica de Caracas.
144
emanados de los cuerpos enfermos. Rojas Paúl, aunque jurista de formación, tuvo
alguna formación elemental en Medicina y era bien conocida su natural inclinación
por las cuestiones sanitarias. De manera que en el diseño del nuevo hospital, lo
mismo que en el régimen de administración para él propuesto, el Estado apeló al
conocimiento médico vigente como factor clave en la toma de decisiones.
“En conclusión, [ ] no hubo, durante ese largo período de años, un cuerpo sanitario
específico, una organización estable y de amplitud nacional; por lo tanto, faltó esa
128
Rangel, Rafael (1877-1909) Laboratorista trujillano, considerado el fundador de la disciplina del
Bioanálisis. Se le deben importantes contribuciones en el campo de la Parasitología, atribuyéndosele
la descripción del agente causal de la “derrengadera” del ganado, una forma de mielitis transversa
causada por la infestación por el Tripanosoma rangelii. Sostuvo una conflictiva relación con las élites
médicas de su tiempo. Comete suicidio en su laboratorio del Hospital Vargas de Caracas el 20 de
agosto de 1909.
145
unidad y continuidad de acción tan necesarias en esta importante rama de la
administración pública” (Archila, 1956: 116).
129
Al Hospital Vargas, tras su apertura, le fue asignado un presupuesto mensual de gastos de
Bs.14.166,66 a ser gestionados por una Junta Administradora de Beneficencia Pública, cuyos fondos
irían a cargo tanto de aportaciones presupuestarias formales como de ingresos provenientes de los
juegos de lotería. Este organismo daría paso en su día a la Junta de Beneficencia del Distrito Federal,
organismo este vigente hasta principios de los años noventa del siglo pasado.
146
mandatos y atribuciones tan específicos como la conservación y distribución del
fluido vacuno, etc130. La docencia universitaria en Medicina había sido asumida por la
nueva Facultad de Ciencias Médicas y de Historia Natural, entre cuyos cursos, de
orientación notablemente práctica y experimentalista, destacaron muchos otros de
contenido decididamente consistente con las nuevas corrientes del pensamiento
positivista.
130
Nos referimos al mismo introducido por Balmis a principios del siglo XIX.
131
Señala Ossembach Sauter: “A pesar de que el liberalismo europeo en boga a principios del siglo
XIX procuró que el Estado se abstuviera de intervenir en los asuntos sociales, desde un principio las
necesidades de construcción nacional propiciaron una serie de medidas estatales, entre ellas las
medidas de política educativa, a las que se asignó un papel integrador. Igualmente se llevaron a cabo
diversas políticas sectoriales destinadas a mejorar las condiciones de vida de la sociedad o para el
fomento y defensa de ciertas actividades económicas, sobre todo en aquellos países de mayor
retraso industrial”.
132
La congregación de religiosas de San José de Tarbes, francesa.
133
La administración del Hospital Vargas a cargo de la congregación tarbesiana se extenderá hasta
1941.
147
Sólo hasta pasada la primera década del siglo veinte, en 1911, se crea una
organización sanitaria de pretendido alcance nacional y competencias específicas en
la materia: es la Oficina Sanitaria Nacional, adscrita al Ministerio del Interior y a cuya
cabeza encontramos a referentes médicos absolutamente ligados a las llamadas
“luces” del gomecismo134.
Capítulo VII
“Nuestro país no sólo está débilmente poblado, sino que la gran mayoría
de la población es víctima de enfermedades y de flagelos sociales, que reducen su
capacidad de trabajo y su vigor intelectual. Tales circunstancias imponen con urgencia
la adopción de un vasto plan de higiene pública, y que se preste especial atención a las
instituciones de asistencia social”.
Eleazar López Contreras. Mensaje a las cámaras del Congreso, 21 de febrero de 1936.
134
Empleamos aquí el acertado término propuesto por la Yolanda Segnini en su obra homónima de
1997.
148
1500 años casi sin objeción alguna, salvo por las singulares aportaciones de los
médicos árabes y judíos de aquellos brillantes tiempos del dominio moro sobre
España – Ben Maimónides y Avicena- y hasta el fin del la Edad Media. Fue este el
largo período al que la historia de la Medicina bien llamara el de la Dictadura de
Claudio Galeno y cuya fuerza cultural llega aún hasta nuestros días, como quiera
que hasta hoy sirve de base a los epítetos con los que se nombra e identifica como
colectivo profesional al médico– los “galenos”.
135
La proscripción apenas fue levantada por durante el pontificado de Juan Pablo II
136
El vocablo “revolución”, acuñado tras la edición del texto copernicano desde una acepción
astronómica, sin embargo forma parte del verbatim de la ciencia política desde fines del dieciocho.
149
desarrollaría al límite René Descartes y tras él, si bien siguiendo la misma senda
marcada por el pensamiento lógico, los pensadores de las ilustraciones europeas y
hasta los positivistas. Todo lo cual estaba trayendo al mundo del conocimiento – y al
de la Medicina- una verdadera revolución (Hawking, 2002:11).
Hemos sostenido que la figura médica del Renacimiento que más fielmente
encarnara el espíritu de aquella aurora de modernidad no es otra que Andrea
Vesalio en su célebre De humani corporis fabrica de 1543 -el mismo año de la
edición de tratado de Copérnico – y en el que se plasmaran las bases del paradigma
médico del que hoy participamos. De Vesalio es la idea de una economía humana
conformada a partir de órganos integrados en sistemas que son a su vez el locus de
asiento de los complejos procesos que sostienen la vida y que el desarrollo de la
ciencia por venir ya se encargaría de desentrañar al límite de lo molecular (Lyons y
Perreuccelli, 1987: 416).
150
conformismo- o por conductas sociopáticas como las representadas en el crimen .La
anomia social evoca a la “crisis espiritual” – en el sentido expuesto por Toynbee- que
experimentan aquellas sociedades en las que los grandes consensos que soportan
la vida pierden vigencia, todo lo cual hace imposible una acción colectiva que la
haga viable (Toynbee, 1975: 216).
137
Probablemente sea Waldman el que mejor integre estas nociones en su concepto de anomia social:
“proponemos que una situación social es anómica cuando faltan normas o reglas claras, consistentes,
sancionables y aceptadas hasta cierto punto por la sociedad para dirigir el comportamiento social y
proporcionarle una orientación” (Waldman, 2006:13).
151
1893 y a la que ya se apeló en la oportunidad de instalar en el poder a Crespo tras el
triunfo de su Revolución Legalista en 1892- fue de nuevo empleada a fin de dar
alguna base jurídica a la irrupción del fenómeno castrista.
138
Al respecto señala Angel Ziems: “El hombre militar se hace sobre el terreno y su única teoría viene
a ser la batalla anterior y nunca un centro de educación militar o cursos especializados”.
152
Pero desaparecido Crespo, expresión en sí mismo de tan complejo sistema
de vasallajes, el futuro de dicho equilibrio se tornaría incierto. El proyecto nacional
liberal del guzmancismo, recogido en la Constitución de 1864 y sus versiones
sucesivas, se derrumba tras la desaparición de Guzmán Blanco de la escena política
nacional iniciada con su definitivo extrañamiento a Francia. Como lo señala Brewer-
Carías, el viejo liberalismo amarillo se verá escindido en facciones regionales al
mando de jefes locales relativamente débiles (Brewer-Carías, 1994: 16). Ninguno de
ellos era capaz de convocar al resto de los caudillos en una alianza lo
suficientemente estable como para pervivir, esfuerzo este al que incluso Guzmán y
Crespo hubieron de invertir en su día ingentes esfuerzos durante sus mandatos en
procura de contener militarmente a sus adversarios locales.
139
Señala Ziems: “hasta 1899 no participaron en aquel escenario político-regional; eran simples
convidados de piedra en los festines guerreros generados por los centrales, llaneros, guayaneses,
larenses y corianos”.
153
casi la mitad del presupuesto nacional (Mandato, 1998: 131 y sucs.)140. El gobierno
adopta una política económica deflacionista basada en una marcada constricción del
gasto público. A ello se une la caída del crédito externo en el marco de una tensa
relación con las grandes potencias europeas y con Estados Unidos, lo que se tradujo
en el bloqueo a los puertos venezolanos en 1902. Si deteriorada estaba la relación
con la banca foránea, no menos lo estaba con la nacional, cuyos representantes
fueron encarcelados en 1900 por ordenes de Castro al habérsele negado un
préstamo a su gobierno.
“Seis años de desorden fiscal, dos más de guerra incesante, el café depreciado en los
mercados de consumo, muchas haciendas abandonadas, la industria cañaveral
quebrada por el valor de sus productos, el trabajo interrumpido en toda la República
por la falta de paz, los intereses de la deuda pública insolventes, el crédito de la nación
hundido en el extranjero. Las consecuencias desastrosas de todos estos antecedentes
han hecho que el comercio, los capitalistas y los particulares que viven de profesiones
y otras industrias se hallen reducidos a tal penuria que no permita esperar de ellos otra
ayuda que la compatible con su actual situación económica”141 (En: Gómez, C.A.,
2007: 37).
Queda claro que la crisis económica que encuentra no era sino expresión de
la quiebra del modelo oligoproductor agrícola venezolano basado en commodities
que a fines del diecinueve habría visto progresivamente depreciar su valor
comercial. El precario clima de seguridad interna hacía inviable cualquier plan de
inversión sostenido y de largo aliento. Es así como tras las negociaciones que
siguieron a la Batalla de Tocuyito, una delegación de “notables” – el llamado “círculo
de Valencia”- en unión de antiguos funcionarios al servicio de Andrade, con el
140
Según la autora, los presupuestos públicos se había reducido en casi un cincuenta por ciento entre
1896 y 1899 (de 48.313 a 27.296 Bs).
141
La respuesta de Castro al análisis ofrecido por el Matos no dejaría lugar a dudas: el banquero es
hecho venir a Caracas y apresado tan pronto pisara la estación ferroviaria de Caño Amarillo.
154
general Luciano Mendoza a la cabeza, sale a recibirle a Valencia en su paso
indetenible hacia Caracas, a la que arribaría por tren el 23 de octubre de 1899.
155
opciones de Gómez parecían claras: o tomar el poder vía golpe de Estado o dejar al
país de nuevo a merced de unos caudillos locales persuadidos de la definitiva
desaparición de Castro de la escena política. Sin embargo, Gómez y los andinos
optarían por una ruta distinta a ambas: plantearían “una evolución dentro de la
misma causa”. Se referían a la Causa Liberal Restauradora de 1899, que ahora veía
en Gómez – la “Espada de la Restauración”- a su mejor expresión.
156
Desde Gregorio Marañón y sus célebres ensayos sobre Enrique IV de Castilla
y los Trastámaras, o los más recientes por Laín Entralgo y, sobre todo, por Vallejo-
Nájera en su debate sobre los “locos egregios”, la aproximación a enfoques de la
historia de raíz psicodinámica ha producido resultados variables, en los que aciertos
y dislates se han sucedido más o menos paritariamente.
En nuestro medio son de destacar una muy poco útil aproximación médica a
la figura de Bolívar ensayada por Diego Carbonell en 1916 y las más recientes,
mucho más acertivas en tanto que libres de pretensiones en cuanto a constituirse en
ciencia histórica, como las de Francisco Herrera Luque. En ambos casos, es de
reconocerse un esfuerzo por entender lo histórico a partir de los condicionantes
psíquicos más básicos compartidos por la sociedad.
142
Diserta Aveledo en el citado texto: “El padre hace falta. No haberlo tenido es una carencia en la
formación humana. Quien no tiene referencia paterna la procura…La política no es la excepción.
Nuestra vida cívica refleja la falta de padre….El Estado sustituye al padre”.
157
“la cultura ginecocrática” propia del por él llamado “mundo popular venezolano”
(Moreno Olmedo, 1993: 420).
158
que el fenómeno de la renta petrolera habrá de irrumpir definitivamente en el
proceso histórico venezolano .Lo sanitario, aunque marginalmente, también está
siendo objeto de debate y reflexión. En 1924,Razetti quien apunta a la magnitud y
complejidad del problema sanitario venezolano al advertir, en su célebre encuesta
epidemiológica del Distrito Federal, que la expectativa de vida del venezolano de
entonces no alcanzaba los treinta años y el hecho documentado de 50.128
nacimientos contra 51.027 defunciones contabilizadas entre 1908 y 1924 La materia
sanitaria demandaba la atención del Estado en tanto que sus expresiones
demográficas amenazaban la viabilidad material de un país ahora inserto en la
economía global merced del fenómeno petrolero.
143
Las denuncias de Razetti a este respecto le ganarían su progresivo alejamiento del régimen hasta
su exilio en Curazao en 1924.
159
1. Hasta 1911, correspondiente a organismos varios.
2. Desde 1911 hasta 1930, Oficina de Sanidad Nacional.
3. Desde 1930 a 1935, Ministerio de Salubridad y de Agricultura y Cría.
4. Desde 1936, hasta la fecha, Ministerio de Sanidad y Asistencia Social144
144
La historiografía oficial venezolana contemporánea propone una periodización en la que destacan
tres etapas, a saber: la llamada Etapa I, característica del período “colonial”; la Etapa II, inicialmente
bajo la égida de la Oficina de Sanidad Nacional gomecista y luego de la del Ministerio de Salubridad y
de Agricultura y Cría; la Etapa III, a partir de 1936, con la creación del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social y, finalmente, la Etapa IV, a partir de 1999, cuando la fusión de los antiguos
ministerios de Sanidad y Asistencia Social y de la Familia da origen al Ministerio de Salud y
Desarrollo Social, que en 2005 se habría de transformar en el actual Ministerio de Salud. Este último
período corresponde al de “los procesos de cambio revolucionario que vive el país”. Escapa al
alcance del presente ensayo entrar en mayores consideraciones a este respecto; en todo caso, se
destaca una vez más el carácter necesariamente arbitrario de toda periodización historiográfica y,
más aún, la tenaz pulsión -ya advertida por los historiadores racionalistas ingleses- que opera sobre
el historiador ante el hecho documentado y que le empuja insensiblemente hacia una
instrumentalización más o menos utilitaria de toda historiografía. Véase: Osuna Gómez, A (2009)
Evolución histórica de la Administración de la Salud Pública en Venezuela (mimeo). Ediciones de la
Coordinación de Biblioteca Central, Dirección General de Investigación y Educación, Viceministerio
de Recursos para la Salud, Ministerio del Poder Popular para la Salud, Caracas.
160
expansión del capital estadounidense. Estados Unidos se perfila como la potencia
emergente ante la ruina de las antiguas economías europeas. En 1902 es
convocada la que se llamara I Convención Sanitaria Internacional de las Repúblicas
Americanas, que posteriormente daría paso a la Conferencia Sanitaria
Panamericana como órgano especializado de la Unión Internacional de Repúblicas
Americanas precursora de la actual Organización de Estados Americanos.
161
salvación a la que apelara el paradigma racionalista. Y como telos de dicho
paradigma, la nueva modernidad suscribe las promesas aunadas al progreso como
un nuevo e ideal orden que habría de surgir a partir de la sujeción de prácticas,
políticas y aún de actitudes al nuevo paradigma de la verdad experimentalmente
demostrada (Barahona y Torrens, 2004:161-178)146.
De allí entonces que para uno de los más destacados referentes del régimen,
Laureano Vallenilla Lanz, el proceso venezolano de principios de siglo no esté
fundado en las contradicciones heredadas del pasado decimonónico como en las
muchas y complejas necesidades cuya satisfacción había que acometer a partir de
acciones de carácter técnico. Organizaciones como la Oficina Sanitaria Nacional se
diseñaron con obediencia a tal fin.
146
Nos referimos aquí a la idea de telos, presente en la filosofía griega anterior a Platón y Aristóteles
y que supone un determinado “propósito y fin en la Naturaleza”. Véase: Barahona, A y E.Torrens
(2004).Telos aristotélico y Biología moderna. En: Ludus vitalis, Vol. XII, No. 24
162
La enseñanza médica en Venezuela abandonaba –ahora sí- los últimos resabios
heredados de la vieja medicina ilustrada y lo hacía bajo el influjo poderoso de la
nueva filosofía positiva.
Gómez, en tanto que “tirano liberal”- Caballero dixit- quien hará posible la
construcción histórica del viejo sueño de los primeros liberales venezolanos. Lo
hará, paradójicamente, desde una autocracia sin cortapisas. Razetti está entre los
147
Destaca entre muchos el voluminoso tratado de Anatomia Humana de los franceses Leo Testut y
André Latarjet, aún en uso en nuestras facultades médicas.
163
primeros que saluda el golpe de diciembre de 1908 que desaloja del poder a un
ausente y enfermo Cipriano Castro:
“En el actual momento, una brisa sueve de esperanza refresca el alma nacional. Un
Gobierno de derecho se inaugura; las riendas del estado están en manos de un
hombre sincero – la más excelsa de las virtudes políticas- que ha prometido hacer la
felicidad de la patria por medio de la unión de todas las buenas voluntades, y todos
debemos esperar que el soñado engrandecimiento del país se verá realizado en el
período constitucional que principia” (Razetti, L., op.cit: 73).
Recaerá sobre referentes como Pedro Chacín Itriago, entre otros, la tarea de
construir aquella primera organización sanitaria concebida en la ley de 1911. Un
proceso demorado – de “baja velocidad”, diría Archila- que tendrá su cenit en 1936,
con la erección del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social por el gobierno de
López Contreras. Dará inicio allí a lo que podríamos bien llamar la “Venezuela
Sanitaria”, la de la sanidad “a alta velocidad”. La acción de la organización sanitaria
venezolana habría de cambiar perfil epidemiológico heredado del diecinueve y, de
allí, la demografía médica nacional. En el capítulo precedente hemos constatado los
indicadores objetivos de la acción sanitaria del estado venezolano en las tres
décadas que siguieron a su creación.
164
la concepción de la sanidad como derecho. Como hemos dicho, el fenómeno salud-
enfermedad era para ellos sobre todo una expresión del mundo de la physis cuyas
variables críticas podían ser discernidas a partir del estudio científico de la realidad
concreta. Los años precedentes a la creación del Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social fueron de intensa actividad de investigación biomédica centrada en problemas
muy concretos atientes a la particular epidemiología de aquel tiempo, con notable
participación de referentes académicos auspiciados por el capital estadounidense
que con intensivas inversiones se asentaba en Venezuela.
“El Hospital Vargas – lo único que existe como hospital moderno- está allí, con
sus “salones” y sus “clínicas” de clisé de periódico y de estudiantuelos adulones. El
paludismo arrasa los llanos y las Guayanas; la sífilis y el alcoholismo (del aguardiente
de caña sin clarificar) dan cuenta del saldo d elos centros urbanos” (Pocaterra,
1920/1979: 503).
148
Ya en el contrato colectivo del Ferrocarril Alemán de julio de 1919 establece cláusulas específicas
atinentes a la cuestión del aseguramiento por enfermedad. Es de destacar que la primera misión
oficial de la Organización Internacional del Trabajo a Venezuela de 1938, encabezada por el experto
inglés C. Wilfred Jenks, destaca la necesidad de financiar fiscalmente a los hospitales operados por
las compañías petroleras en las zonas de producción cuando se vieren en la situación de tener que
atender al público general y/o patologías no atribuíbles al trabajo. Véase: Jenks, CW (1938) Informe
presentado al Ministro del Trabajo y de Comunicaciones de los Estados Unidos de Venezuela acerca
del proyecto del Código del Trabajo venezolano, 10 de octubre de 1938, p.232.
165
contundencia149. Es notable la continuidad en cuanto a macropolíticas sanitarias que
mantendría el estado venezolano entre 1936 y 1945 y aún después, durante el
llamado “trienio adeco” (1945-1948) y más allá, durante la llamada “década militar”
(1948-1958) que encarnara lo que Urbaneja llama “programa positivista redivivo”
(Urbaneja 1992: 121). En julio de 1948 – nótese que previo al golpe militar de ese
año- se crea en Venezuela la carrera sanitaria, que ya para 1951 cuenta con más de
cuatrocientos profesionales en las distintas disciplinas público-sanitarias formados
en pre y post-grado (Archila, 1956: 348). Entre 1952 y 1957, el gasto sanitario
venezolano promedió el 6.8% del total del gasto público nacional, que no difiere
significativamente del 7% del erogado en el “trienio”150. Una notable continuidad en
cuanto a políticas de estado destaca en la materia sanitaria. Al respecto escribe
Archila en 1956:
149
Uno de los hitos más notables en la historia sanitaria de nuestro país fue la exitosa política
orientada al binomio madre-hijo, en el sentido propuesto por Gustavo Henrique Machado, padre, e
instituída a escala nacional bajo la conducción de Pastor Oropeza. Una rápida lectura de su obra
Puericultura y Administración Sanitaria de 1955 permite apreciar el notable acierto en cuanto al
diagnóstico y el abordaje del inmenso reto que para aquella aún joven sanidad pública suponían las
alarmantes mortalidad infantil y materna en un país que pujaba como nunca en su historia por forzar
su definitiva entrada a la modernidad sanitaria. Venezuela y los sanitaristas venezolanos
comprendieron antes que muchos en las Américas las claves de aquél complejo problema, al punto
de haber sentado cátedra continental en la materia hasta hace relativamente pocos años
150
Memoria y Cuenta del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (varios años).
166
sobre una elite profesional auspiciada por las autocracias representados en los
gobiernos de la llamada “hegemonía andina”151.
Introduce Heller una reflexión que creemos útil invocar en nuestro intento de
aproximación al proceso de progresivo involucramiento del estado venezolano en la
cuestión sanitaria a partir de la muerte de Gómez y es que el estado solo existe
únicamente en sus efectos (Heller, 1934/1998: 259). El gomecismo entendió que el
principal efecto a generar no podía ser otro que el del orden autoritariamente
concebido. Pero la cuestión para el lopecismo se planteaba mucho más allá de las
complejidades propias de una sucesión política planeada y concertada: y es que
para López Contreras, el efecto a generar tendría necesariamente que ir más allá del
procurado por las armas.
151
Nuestra aún marginal inserción en la modernidad, con sus virtudes y miserias, ha permitido no
obstante la introducción de prácticas que impactaron de modo definitivo en la expectativa de vida del
venezolano de las generaciones que conocieron la vacuna antipolómielítica, el DDT, el agua potable y
la hasta hoy la modesta ampicilina. Como el en Norte desarrollado, Venezuela vió crecer a su propia
generación de baby boomers.
167
La desaparición de Gómez puso de manifiesto las emergentes
contradicciones sociales que ya experimentaba aquella sociedad aún profundamente
agraria pero en la que los usos urbanos comenzaban a imponerse en actividades
que por más de un siglo habían tenido como escenario por excelencia el del mundo
rural. La política estaba entre ellas. Surgían partidos políticos, organizaciones
sindicales y estudiantiles. Corporaciones intermedias entre la masa – la
muchedumbre informe, en el decir de López Maya, hasta entonces ausente del
debate político como no fuera desde la desventajosa posición de “carne de cañón”- y
un estado que en lo sucesivo, siguiendo con el argumento helleriano, debía
organizar un status vivendi capaz de contener una creciente complejidad social
inadvertida durante veintisiete años de gomecismo (Heller, 1934/1998: 260).
168
de los técnicos sanitarios, a la creación de la Administración Sanitaria Venezolana y de
la estadística vital.
b) Higiene rural. Lucha contra la anquilostomiasis, el paludismo y la tripanosomiasis.
c) Higiene urbana. Aprovisionamiento de agua potable y de leche pura, lucha
contra el zancudo y contra la mosca, cloacas, control sanitario del personal obrero y
del medio en que vive. En nuestras principales ciudades podrían establecerse campos
de experimentación para la creación de modelos.
d) Protección de la madre y del niño. Consultas prenatales, maternidades,
consultas externas para niños de pecho, hospitales de niños, suministro de leche pura,
casas-cunas. Inspección sanitaria escolar, colonias de vacaciones, preventorios,
sanatorios marítimos.
e) Lucha antituberculosa nacional, con modelos en Caracas y Maracaibo. Dispensarios
antituberculosos, sanatorios suburbanos y de altitud.
f) Lucha contra las enfermedades venéreas, especialmente la sífilis. Dispensarios
antivenéreos.
g) Reformas de la sanidad marítima para llevarla a la altura de los requerimientos
exigidos por la Convención Sanitaria Panamericana.
h) Creación de una sección de estudios sobre alimentación nacional, con la mira de
elaborar el plan económico práctico regional de alimentación adecuada.
i) Creación de una sección especial de propaganda sanitaria y de educación
pública sanitaria, especialmente conectada con la instrucción pública y con el servicio
militar obligatorio.
j) Reorganización de nuestros institutos de beneficencia y de previsión social152.
“Educar, sanear y poblar” son los efectores materiales del viejo moto
decimonónico del progreso. Es la nueva intelligentsia positivista la que lo promueve
y secunda: Adriani, Egaña, Escalante. La nueva argumentación del estado ha dejado
de lado la apelación a la fuerza para enfocarse, por el contrario, en la idea de una
acción estadal distinta, ya no política (y, menos aún, militar) sino administrativa.
Mutatis mutandi, el estado venezolano se asimila ahora, en el sentido descrito por
Heller, a una “unidad de acción humana de naturaleza especial” y no ya como
aquella otra de carácter “orgánico” más propia del pensamiento político racionalista
(Heller, 1934/1998: 293).
152
Véase el mismo por ejemplo en: Suárez, N. (1977). Programas políticos venezolanos de la primera
mitad del siglo XX. Caracas: Ediciones CUFM.
169
En tanto que “unidad de acción humana”, las expectativas se han de centrar
en lo sucesivo en un estado que no solo “mande”, sino que también “haga”. Es la
idea del estado como organización que opera como “centro unitario de efectividad”
(Heller, 1934/1998: 297).
170
Es de destacar una vez más que el núcleo promotor de tal política es no solo
ajeno al de los teóricos que en Europa difunden las ideas precursoras del
sozialstaat, sino que, adicionalmente, proviene del “núcleo duro” del lopecismo
heredero a su vez del más rancio gomecismo.
Aspectos tan diversos como la política de fijación del salario mínimo, de pleno
empleo, de atención a personas en situación de minusvalía y, ciertamente, de los
enfermos, forman parte esencial del planteamiento forsthoffiano. Todo ellos in
embargo es ajeno a la mentalidad de los fundadores de la sanidad pública
venezolana de 1936. Como lo hemos sostenido, para ellos no se trataba tanto de
desactivar una eventual fuente de conflictos como de intervenir sobre la realidad
venezolana desde una perspectiva técnica robusta.
171
dirección ni “canales regulares” de un nuevo e inusitado actor encarnado en la
multitud, en la muchedumbre (López-Maya, 1999: 196).
172
organizaría alrededor de algunas de las más sentidas de ellas. Notablemente
destacaron los programas dirigidos a la atención de los enfermos palúdicos y
tuberculosos. Señala Buttó que solo la malaria daba cuenta del 55.8% de todas las
muertes registradas en el estado Guárico en 1936153 (Buttó, 2002). El impacto
demográfico de la malaria en la Venezuela de entonces resultaba desolador: entre
1873, año del primer censo de población realizado en Venezuela, y 1936, la
población de los llanos venezolanos habría decrecido al punto de que la proporción
de la misma respecto del total de la población nacional pasó del 30.8% al 16.1%, lo
que supone un que la población general en dicha zona diezmó al menos en la mitad
en poco mas de una generación (Chen, citado por Buttó, 2002).
La altísima mortalidad infantil – doscientos por cada mil nacidos vivos- por
otra parte, hacía inviable cualquier intento por incrementar la población (Chen,
1978)154. La esperanza de vida en la Venezuela de entonces montaba en 38 años
para los varones y 41 en mujeres, con una mortalidad general de treinta decesos por
cada mil habitantes (Buttó, 2002). Es claro entonces que la situación de Venezuela
en términos demográficos era la de un país inviable.
153
En Cojedes 32%, en Monagas 18.8% y en Portuguesa 17.2%, según el mismo autor. Véase: Buttó,
LA. op.cit.
154
A fin de ilustrar al lector no familiarizado con el manejo de indicadores epidemiológicos valga
establecer la siguiente comparación a fin de facilitar su comprensión de la situación sanitaria de la
Venezuela de entonces: la tasa de mortalidad infantil en 2003 documentada por UNICEF para
Etiopía, país en el que está declarada una situación de catástrofe humanitaria, fue de 103 por cada
mil nacidos vivos, es decir, la mitad de la que se documentó en Venezuela en 1936. Fuente: CIA
Factbook, 2011.
173
La consigna del “educar, sanear y poblar” cobraba por tanto el sentido no ya
de un lema, sino de un mandato de estado en aras de la sobrevivencia material del
país. En términos sanitarios, la política surgida a partir del Programa de Febrero
estuvo centrada en llevar la presencia sanitaria del Estado a cada localidad del país,
de modo que la “brigada” de saneamiento o de vacunadores – coloquialmente para
entonces denominadas como “la sanidad”- llegaría, con frecuencia, la primera y aún
única expresión material de la acción del estado en la Venezuela profunda de
entonces.
174
Crecimiento aritmético poblacional interperíodos censales, 1873-1946.
Venezuela
Crecimiento aritmético anualizado
Período censal de la población
1873-1881 16.2
1881-1891 12.7
1891-1920 8.2
1920-1926 9.6
1926-1936 11.7
1936-1946 29.2
Fuente: Buttó, 2002.op.cit.
175
con el primer lugar entre todas las causas médicamente certificadas seguida del
paludismo. Situación esta radicalmente distinta a la observada en 1950, cuando se
documenta un descenso de las mismas y, notablemente, un incremento en las
mortalidades atribuíbles a enfermedades de crónico – diabetes mellitus y
cardiovasculares- asi como de las atribuibles a la violencia urbana, como los
suicidios y los homicidios (ver Tabla Anexa A).
156
No debemos soslayar que la enfermedad de Chagas, de naturaleza muy distinta, seguirá
destacando como causa importante de cardiopatía hasta bien entrado en siglo veinte. La enfermedad
de Chagas es causada por la infestación con el Tripanosoma cruzii, cuya transmisión es debida a la
acción del vector insectil popularmente conocido en el medio venezolano como “chipo” y que
corresponde a distintas especies de insectos artrópodos clasificados en los géneros Rhodnius y
Pastrongillus. Dicho insecto encontró un nicho ecológico por excelencia en las techumbres de la
vivienda de bahareque que tan característica fuera del campo venezolano. En la medida en que los
programas de vivienda rural del MSAS sustituyeron dichas viviendas por unidades sanitariamente
concebidas, la mortalidad por enfermedad de Chagas declinaría. El tema ha sido extensamente
estudiado en nuestro medio, entre otros, por Briceño-León (1990) La casa enferma: sociología de la
Enfermedad de Chagas.
176
que predominan las enfermedades de naturaleza infecto-contagiosa atribuibles a la
precariedad de las condiciones objetivas de vida – vivienda, acceso a servicios
mínimos y a atención médica básica, saneamiento ambiental, etc- hacia otro en el
que la enfermedades predominantes son las de tipo degenerativo o, en todo caso,
no infeccioso (típicamente, los distintos tipos de cáncer, las afecciones
cerebrovasculares y las del corazón) conexos sobre todo con estilos y hábitos de
vida urbanos – valga decir, modernos- entre los que destacan el tabaquismo, la
obesidad, el sedentarismo y la adopción de dietas ricas en sustancias promotoras de
tales enfermedades. Dejaba de ser Venezuela, por tanto, el país cuya población
perecía merced de las viejas plagas del medio rural para convertirse,
progresivamente, en otro distinto, en el que la muerte y el morir se asimilaban más y
más a los de las llamadas sociedades desarrolladas. En las disciplinas de la
administración públicas suele afirmarse y con razón, que los presupuestos fiscales
son el instrumento por excelencia tras toda política157. Una de las evidencias más
notables de la calidad del proceso de transformación que operó en la administración
pública venezolana durante el lopecismo está precisamente en ello, en la
configuración del gasto fiscal y su expresión en términos presupuestarios. A partir
de 1936, los presupuestos públicos darán cuenta de un hecho absolutamente
notable, constatable en el registro de las cuentas fiscales de la época: el gasto fiscal
correspondiente a los sectores sanitario y educativo –el llamado “gasto social”-
representaría en 1943, conjuntamente, una asignación de recursos superior a la del
Ministerio de Guerra y Marina: exactamente 41.9 versus 34 millones de bolívares,
respectivamente (ver Tabla Anexa B).
157
Sobre el papel de los presupuestos públicos en la planificación de políticas específicas diserta el
equipo técnico de la comisión ad hoc de evaluación de impacto de género en el presupuesto de la
Comunidad Autónoma de Andalucía: “el presupuesto público es la herramienta por excelencia en el
desempeño de las funciones de gestión del gobierno, puesto que supone la concreción de una
política económica y social y es un reflejo de sus prioridades políticas. Permite el análisis cuantitativo
y cualitativo y la previsión de los efectos de las diferentes medidas sobre un territorio y la población
que en él habita. Dicho análisis se puede hacer desde muy diversas perspectivas y en función de una
amplia gama de variables. Dado que todo aquello que interviene en el funcionamiento de una
sociedad debe ser tenido en cuenta en el análisis macroeconómico, el género, como variable
determinante básica de dicho funcionamiento, es de enorme importancia a la contexto de desarrollo y
a identificar oportunidades y limitaciones que lo obstaculizan, y permite descubrir a través de un
examen sistemático, impactos diferenciales para hora de plantear el modelo y las posibilidades de
desarrollo económico y social”(destacado nuestro). Ver: Presupuestos públicos sensibles al género.
Una reflexión constructiva para un desarrollo económico sostenible. Comunidad Autónoma de
Andalucía. Disponible en: http://www.ief.es/documentos/investigacion/genero/FG_ALozano.pdf.
177
Un hecho notable, como hemos dicho, en tanto que constituye la expresión de
voluntad política de una autocracia militar heredera de otra que objetivamente
desfavorecía al factor clave de su constituency político – los militares- en obsequio
del gasto dirigido a sectores aún sin mayor capacidad de organización para el
ejercicio de la presión. En la Venezuela de entonces, la estructura de organizaciones
intermedias entre la masa y el estado era notablemente débil. Apenas en 1936
surgía Organización Venezolana, ORVE, un propopartido al que no es posible
atribuir un programa político definido. Muy por el contrario, las elites lopecistas si
estaban en posesión de un proyecto definido, ideológicamente fundado en las tesis
positivistas y políticamente respaldado por el estamento social que le legara el
gomecismo.
178
cuenta de una de las transformaciones más notables documentada en país alguno
de la región durante el siglo pasado.
La sanidad pública venezolana es, por tanto, hija dilecta del pensamiento
positivista abrazado por sus elites intelectuales desde mediados del diecinueve,
consustanciado con el poder personalista del entresiglo y enfrentado ahora a las
nuevas exigencias planteadas de cara a la tardía en un siglo veinte cuyas a
complejidades procuraba asomarse, no sin sobresaltos, la relativamente
sobresimplificada óptica de aquellos pensadores. Se impone apelar, desde las elites,
al país. En tal sentido diserta Arturo Uslar Pietri en su célebre editorial “Sembrar el
petróleo” de la edición del 14 de julio de 1936 de diario Ahora:
179
Capítulo VIII
180
Siete décadas de sanidad pública venezolana: entre Escila y Caribdis
158
El autor guarda con especial celo un ejemplar de la magnífica edición que de la obra cumbre de
Bernard realizara el académico mexicano José Joaquín Izquierdo bajo el auspicio del Rector
Magnífico de la Universidad Nacional Autónoma de México y prominente fisiólogo Efrén C. del Pozo.
La misma fue responsabilidad de la Dirección de Publicaciones de dicha universidad y vio la luz en
1960. No conocemos de ninguna otra reedición posterior.
159
Semmelweiss, Ignasz (1818-1865). Médico húngaro, llamado “El salvador de las madres". Tras
sus estudios sobre las llamadas fiebres puerperales introdujo la práctica rutinaria del lavado de
manos con soluciones antisépticas previo a la atención al parto, con lo que la incidencia en dicha
infecciones y la alta mortalidad a ellas atribuidas habrían de reducir dramáticamente.
181
izquierda, la víscera cardiaca había permanecido fuera del alcance del clínico salvo
por la mediación de las clásicas palpación y auscultación del precordio o, a lo sumo,
de la electrocardiografía monopolar desarrollada por Einthoven160. No será sino hasta
1967 cuando un hábil cirujano argentino, apenas tomado en cuenta por los
académicos de la Cleveland Clinic, publicase una original técnica quirúrgica según la
cual un trayecto de vena safena podía ser anastomosado entre la raíz aórtica y la
porción distal del vaso coronario enfermo a modo de un puente que salvase la
obstrucción responsable de la isquemia. Aquél hombre estaría llamado a convertirse
en el gran titán de la moderna cirugía cardiaca y, quizás, en el más grande de sus
mártires contemporáneos: nos referimos a René Favaloro161.
160
Forssman, Werner(1904-1979), alemán nacionalizado estadounidense, sería galardonado con el
Nobel de Medicina en 1956.
161
Favaloro, René se suicidaría agobiado por el fracaso de su proyecto de creación de un gran
instituto dedicado a la Cirugía Cardíaca en su natal Argentina, a la que volviera tras una meritoria
carrera como cardiocirujano en Estados Unidos.
162
Grüentzig, Andreas (1945-1985). Médico cardiólogo suizo-alemán, creador en 1977 de la técnica
de angioplastia transluminal percutánea (PTCA, por sus siglas en inglés). Junto con el argentino Julio
Palmaz (n. 1945), quien perfecciona dicha técnica tras el diseño del stent expandible, está
considerado como el creador de una de las técnicas médicas más definitivas del siglo XX.
182
sucesivo a administrar la función de bomba remanente hasta donde se tuviera –
hipocráticamente hablando- “poder y discernimiento”; en adelante nos estaría dado
hablar de “miocardio en riesgo” y de su “rescate” en “tiempo útil para la reperfusión”
(GISSI, 1986:387-402).
183
cedido ante el llamado “manejo” de la enfermedad, una suerte de administración de
pesares, panaceas y desesperanzas que consume la mayor parte de los recursos
dedicados por las sociedades de este tiempo al cuidado de la salud.
165
Tal parece que tras las dramáticas reducción de la mortalidad atribuible al fracaso ventricular
documentadas tras la introducción de los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina
(IECAs) en el tratamiento de tal condición en obediencia a los resultados arrojados por grandes
ensayos clínicos como CONSENSUS y SOLVD en los ochenta, ningún otro nuevo hito terapéutico se
avizora como no sea el trasplante de ventrículo. De otro modo, tanto hoy como en el futuro mediato,
el 85% de esos enfermos habrá muerto en los siguientes cinco años. También una mirada al
acuciante problema de salud pública que es el carcinoma no microcítico de pulmón – en inglés, non-
small cell carcinoma-nos llama a la mayor de las prudencias, como que ni aún los prometedores
esquemas que introdujeron la combinación del Paclitaxel -la espectacular droga desarrollada a partir
de extractos de corteza de tejo- con carboplatino y los novedosos anticuerpos monoclonales
humanizados como el bevacizumab, pudieron mejorar la precaria sobrevida a cinco años de estos
sufridos pacientes, cuya mortalidad sigue siendo muy similar a la documentada hace treinta años.
Ver: Mathers, DC, D. Loncar. Updated projections of global mortality, 2002-2030: data sources,
methods and results. WHO, Oct. 2005
166
Von Behring, Emil Adolf (1854-1917) Bacteriólogo alemán, Premio Nobel de Medicina y Fisiología
en 1901, por su trabajo sobre la aplicación del suero contra la difteria, lo que supuso un gran avance
en el conocimiento de los mecanismos de la inmunidad.
167
Koch, Heinrich Hermann Robert (1843-1910) Bacteriólogo alemán, descubridor en 1882 del bacilo
de la tuberculosis (M.tuberculosis), en su honor llamado también bacilo de Koch. Recibió el Premio
Nobel de Medicina en 1905 por sus trabajos sobre la tuberculosis. Es considerado el fundador de la
bacteriología
168
Ramón y Cajal, Santiago (1852 - 1934) Morfólogo español, especializado en histología y patología
microscópica. Obtuvo el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906 por sus descubrimientos en
cuanto a la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, la llamada «doctrina de la
neurona» que postula la constitución del tejido cerebral a partir de células individuales. Se trata de la
cabeza de la llamada "Generación del 80" o "Generación de los Sabios" en la España de entonces.
184
Kocher169, el gran cirujano y sus aportaciones al conocimiento d ela fisiología
tiroidea; Bárany, quien siendo prisionero de guerra fue permisado para trasladarse a
Estocolmo a recibirlo por sus aportaciones al conocimiento de la fisiología
vestibular170; Otto Meyerhoff171 y Hans Krebs172, cuyas investigaciones constituyen
buena parte del conocimiento bioquímico que aún impartimos; Banting173, quien con
la síntesis y aplicación de la insulina cambiaría la historia natural la diabetes mellitus;
Ladstainer174, primero en describir los grupos sanguíneos; Severo Ochoa175,
descifrador del código genético cuyas señales en forma de tripletes constituídos por
bases nitrogenadas fundaron las bases de toda la genética que conocemos; el
argentino Houssay176, a quien debemos descripción de la regulación fisiológica de la
secreción hipofisiaria.
169
Kocher, Emil T (1841-1917). Prominente cirujano suizo, Premio Nobel de Medicina y Fisiología en
1909. Sus técnicas de cirugía tiroidea y gastroduodenal aún continúan en uso.
170
Bárany, Robert (1876-1936). Médico húngaro, pionero en el estudio de la fisiología vestibular.
Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1914.
171
Meyerhoff, Otto Fritz (1884-1951) Fisiólogo alemán. Sus trabajos se orientaron al estudio del
proceso bioquímico que se verifica en la combustión de la glucosa presente en el organismo y en la
liberación de energía que se desprende en toda contracción muscular. Obtuvo el Premio Nobel de
Medicina y Fisiología en 1922, compartido con Archibald Vivian Hill.
172
Krebs, Hans (1900 - 1981). Bioquímico alemán. Describió los ciclos de la urea y del ácido cítrico,
todo lo cual le valiera el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1953.
173
Banting Sir Frederick Grant (1891-1941) Médico e investigador canadiense. En 1921 descubrió,
junto a Charles Best la hormona de la insulina. Por este descubrimiento le fue otorgado en 1923 el
Premio Nobel de Medicina y Fisiología, compartido con John James Richard Macleod. Fue armado
Caballero del Imperio Británico (KBE).
174
Landsteiner; Karl (1868 –1943) Patólogo austriaco. Descubrió y tipificó los grupos sanguíneos,
fundamento actual de la medicina transfusional Se le concedió el Premio Nobel de Medicina y
Fisiología en el año 1930.
175
Ochoa de Albornoz, Severo (1905-1993), Bioquímico español, desde 1956 también
estadounidense. En 1954, prosiguiendo con sus trabajos sobre la fosforilación oxidativa, descubrió
una enzima, la polinucleótido fosforilasa, capaz de sintetizar ARN in vitro a partir de
ribonucleosidodifosfatos, con lo cual descifraría el llamado código genético. En 1959 fue galardonado
con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología junto al norteamericano Arthur Kornberg.
176
Houssay, Bernardo (1887-1971). Médico y farmacéutico argentino nacido en Buenos Aires. Por
sus descubrimientos sobre el papel desempeñado por las hormonas pituitarias en la regulación de la
cantidad de azúcar en sangre (glucosa), fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina y
Fisiología en 1947, siendo el primer argentino y latinoamericano laureado en Ciencias.
177
Black,, Sir James W.(1924-2010) Farmacólogo británico, sintetizador del propranolol y la
cimetidina. Su invención del propranolol, que revolucionó el tratamiento médico de la angina de pecho
185
poderosa aportación de los beta-bloqueantes, o Vane178 en el campo de la
bioquímica del ácido araquidónico; Ignarro179 en la del óxido nítrico, el también
argentino Milstein180 en el campo de los anticuerpos monoclonales, Montagnier181 en
el de los retrovirus o el físico Masfield182 en el del desarrollo de la tecnología de la
resonancia magnética nuclear .
está considerada como una de las más importantes contribuciones a la medicina y a la farmacología
clínicas del siglo XX. Obtuvo el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1988, conjuntamente con
los investigadores estadounidenses Gertrude B. Elion y George H. Hitchings.
178
Vane, John Robert (1927- 2004). Obtiene el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1982,
compartido con Sune Bergstrom y Bengt Samuelsson, por sus trabajos sobre el metabolismo de las
prostaglandinas.
179
Ignarro, Louis J. (n.1941). Farrmacólogo estadounidense. Sus investigaciones se centraron en la
búsqueda de la naturaleza química del EDRF (factor de relajación derivado del endotelio). En 1986
descubrió que el EDRF era idéntico al óxido nítrico. En 1998 obtiene el Premio Nobel de Medicina y
Fisiología , compartido con Ferid Murad y Robert F. Furchgott.
180
Milstein, César (1927- 2002) Bioquímico argentino nacionalizado británico, ganador del Premio
Nobel de Medicina y Fisiología en 1984 otorgado por su trabajo sobre anticuerpos monoclonales.
181
Montagnier, Luc (n.1932 ).Realizó su doctorado en Medicina en la Universidad de Poitiers, y en
1967 inició sus investigaciones en virología. En 2008 obtuvo el Premio Nobel de Medicina y
Fisiología, junto a Harald zur Hausen y Françoise Barré-Sinoussi por el descubrimiento del virus de
inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
182
Mansfield, Sir Peter (n. 1933). Físico británico galardonado con el Premio Nobel de Medicina y
Fisiología en 2003 por invención y desarrollo de la Resonancia Magnética Nuclear, tecnología esta de
amplio y difundido uso en la actualidad.
186
salto” en cuanto a acumulación de conocimiento médico relevante en el futuro
razonable.
El positivismo médico vigente supone, como hemos dicho, una fe plena en las
posibilidades diagnósticas y terapéuticas de la tecnología médica. Sus insuficiencias
e incluso fracasos se hacen excusables en tanto que la promesa del “progreso”
habrá de traer consigo –más temprano que tarde- las respuestas que permitirán
subsanarlas. El pensamiento médico occidental, cabalgando en el paradigma de la
razón robustecida en la e-videncia experimental, renueva una vez más su promesa
de un mundo sin dolor ni muerte bajo los renovados auspicios de la medicina de lo
infinitamente pequeño, que extiende la capacidad de explorar e intervenir la
fisiología humana a escala molecular. Se deriva de todo ello un hermético verbatim
médico cuyas traducciones institucionales se van insertando en una arquitectura
institucional esencialmente trazada en el decimonono.
183
En 2005, un grupo de futurólogos disertaba en las páginas de Foreign Policy, la prestigiosa
publicación sobre temas de política internacional para entonces dirigida por el venezolano Moisés
Naim, acerca de aquellas cosas que probablemente dejen de existir en los próximos años: desde la
caduca corona británica hasta el Partido Comunista Chino, pasando por la televisión de dominio
público e incluso el estado nacional tal cual hoy le conocemos. El futuro puede que también traiga
consigo el fin de las llamadas clínicas de especialidades en Medicina. En el mañana venidero, habrán
de ser verdaderas factorías médicas las que hayan de producir, con arreglo a la más dura lógica
tayloriana, los ecogramas, endoscopias, biopsias y angiografías que podamos requerir. Pero aún así,
señalan estas mismas prospectivas, nada hace presumir que ese entrañable ámbito, más que
médico, humano, cuán es el de la consulta del internista, haya de sucumbir ante el avance arrollador
de la llamada Nanomedicina. Véase: Mundie, C (2005). Hoy están, mañana no. ¿cuáles ideas,
valores e instituciones podrían desaparecer en los próximos treinta y cinco años? Foreign Policy. No.
150, septiembre-octubre.
187
determinadas tecnologías por parte de un segmento específico del establecimiento
médico. Así por ejemplo, la introducción de la tecnología de fibra óptica en la
práctica médica a partir de los años sesenta supuso la organización de servicios de
endoscopia, así como el notable desarrollo de la aplicación de los rayos de
Röentgen – los llamados Rayos X- al diagnóstico habría de impulsar la creación a lo
interno de los hospitales de divisiones técnicas específicas a cargo de su manejo y a
la conformación de grupos profesionales especializados en ello.
188
en Europa e Iberoamérica consagran el pleno acceso de los ciudadanos a una vasta
cesta de servicios médicos por derecho de ciudadanía y casi con prescindencia de
todo cálculo económico. Las jergas médica y jurídica han trascendido al gran
público, de modo que sus demandas a los sistemas sanitarios se tornan
progresivamente más sofisticadas, todo ello a expensas de cuantiosas erogaciones
fiscales de imposible satisfacción.
La Revolución Francesa, refiere Ivan Ilich, creó el más grande de los mitos
médicos de Occidente: el de la secularización de lo patológico, es decir, el de la
sustitución de lo sacro por lo científico, o – en el decir del citado autor- “del cura por
el médico” (Ilich, 1975:139). El surgimiento de los llamados “ideólogos”, como el
francés Pierre- Jean Georges Cabanís, obedece a la aspiración del Nuevo Régimen
a la creación de un mundo en el que prevaleciese aquella ideal condición (estado)
natural rousseauniana en la que el hombre se habría de reencontrar con el bienestar
perdido a merced de los vicios e injusticias del Antiguo Régimen184. La Revolución
Francesa no auspició en un principio esas, las grandes intervenciones biomédicas a
escala social a las que habría de asistir Occidente en los años por venir. La
entronización de la medicina y de lo médico, así como de sus instituciones derivadas
es obra del positivismo. Es a partir de la Restauración en 1840 que lo científico-
médico adquiriría la primacía de la que aún goza (Ilich, 1975:142). Es Comte quien
introduce la idea de lo “normal” en medicina como contraposición a la desviación que
define a lo patológico (Ilich, 1975: 147).
184
Cabanís, George (1757-1808) Médico y filósofo francés. Profesor de Higiene en París durante la
Revolución francesa, fue uno de los más destacados representantes de la corriente de los llamados
“ideólogos”, que fuera sustentadora de la política thermodoriana y, ultimadamente, de la del Imperio.
189
autosostenida. Promesa según la cual, la muerte habrá de ser abolida a partir de los
parabienes que nos habría de legar la nueva ciencia médica experimental.
185
A propósito señala Focault: “La population est captée par le pouvoir politique qui cherche à en
surveiller et à en maîtriser la santé. On note les morts, les malades, les événements de toute sorte. La
ville est immobilisée et la population soumise à un enregistrement continu de son état. Chacun est
surveillé, contrôlé, en permanence” (“La población es capturada por el poder político que vigila, sigue
y dirige la salud. Toman nota de las muertes, las enfermedades y demás eventos. La ciudad se
inmobiliza y la población queda sometida a un registro permanente de su estado. Cada uno es
seguido y controlado permanentemente. La finalidad de tal situación es la de mantener a la población
s a su máximo de vida, pero al mismo tiempo, el espacio social al nivel más básico de los individuos
es controlado permanentemente”, traducción nuestra) (Focault, 1975: 197)
190
orígenes pretendiera conjurar. Con la modernidad, el “afuera” no estaría más del otro
lado de los muros, límite físico de aquellos burgos. En adelante, “el afuera comienza
aquí”, como señala Virilio (Virilio, 2004: 111). La metapolítica tecnológica creó en
torno a las nacientes ciudades un complejo de “burbujas” - ámbitos de seguridad y
confort en los que el hombre centró su vida cotidiana- que se constituirían en si
mismas en esencia y ser de lo deseablemente humano.
La ciudad era pues sinónimo de salud, en tanto que lo rural era tenido como el
reino de la enfermedad. Sus murallas se constituyeron en la inexpugnable defensa
llamada a proteger a sus habitantes y los regimenes sanitarios –como el salernitano-
en los precursores de las grandes “máquinas de curar” –los modernos hospitales-
que la medicina de base experimental construiría como cenit del modelo de
institucionalidad sanitaria que propusiese. La ciudad se desarrolló, desde sus
orígenes, como un espacio progresivamente “medicalizado” (Labasse, 1982: 117).
191
cuando no destierros- , que contemporáneamente se corresponde con la idea de la
“sociedad de control”.
192
curso de tales fenómenos desde un determinado cuerpo de leyes (Briceño Gil,
2005:364-372)186.
186
Señala Briceño Gil: “…en un comienzo, el fundamento de la ciencia moderna era la experiencia y
solo podía tener este valor lo que se podía someter a control y demostración. Así, el ideal de certeza
se convirtió en la medida de todo conocimiento. Este modelo caracterizó a la física newtoniana y está
cimentado en el paradigma cartesiano y cientificista, analítico y lineal, bajo la ley de causa y efecto”.
187
El carácter tautológico de toda lógica es destacado por Wittgestein en su Tractatus logico
philosophicus de 1921 y supone una de las críticas más radicales de la razón analítica producidas en
el siglo veinte.
188
Tal cualidad también ha sido extrapolada a los sistemas político-institucionales por García-Pelayo,
quien se refiere a los llamados “sistemas tecno-organizativos” - a los que asimilamos los médico-
sanitarios- como un subsistema o parte integral de un sistema concreto.
193
creces. Opera lo que Briceño Gil bien llama “la presión de la patología” (Briceño Gil,
2005: 364-372). Es la presión ejercida por la enfermedad y el enfermo, más o menos
articulada socialmente y, desde mediados del siglo veinte, convertida en un vector
más de la acción política la que llama a las puertas del paradigma médico positivista
a la espera, no de ciencia pura, sino de resultados concretos. Hasta bien avanzado
el siglo, tal apelación pareció tener respuesta. Las grandes endemias fueron
abatidas. Los indicadores sanitarios más emblemáticos – mortalidad infantil,
expectativa de vida- acusaron una notable mejoría que, como hemos visto, también
incluso alcanzó a Venezuela.
“La genética se hace dueña de la etiología”, señala Briceño Gil (Briceño Gil,
2005: 364-372). La enfermedad ahora no viene “de afuera” del sistema en forma de
un agente patógeno discernible, sino que “de adentro”, producto de alguna
impensada y deletérea disyunción cromosómica capaz de emitir una nefasta señal
en virtud de la cual el genoma humano, operando contra sí mismo, “codifique” para
la génesis de alguna estirpe tumoral que insurja contra el organismo que le diera
194
origen. Misma reflexión que cabe para el caso de la enfermedad degenerativa, en la
que un ignoto mecanismo apoptótico predetermina, al modo de una sofisticada
bomba de relojería, el fin de cada célula de la economía corporal189.
La enfermedad, que para los antiguos fue sino, para los modernos, accidente
y para los positivistas fenómeno físico, pasaba a ser ahora una probabilidad
matemáticamente estimable. La probabilidad bayesiana asigna mayores o menores
posibilidades de expresión de una determinada enfermedad en un caso dado a partir
del estudio y ponderación –matemáticamente modelada- del juego de variables
operando entorno al caso concreto. Pero una vez más, la medicina occidental se
aferra a la última frontera del paradigma que le legaran sucesivamente racionalistas
modernos y positivistas decimonónicos, solo que ahora facultada por la
incorporación de procedimientos matemáticos similares a los empleados en los
189
Apoptosis: dícese de los mecanismos de muerte celular genéticamente programados al modo de
un dispositivo de autodestrucción o “suicidio” celular. Juega un importante papel en la auturegulación
del crecimiento celular en organismos complejos y se le estudia como factor crítico en el desarrollo de
ciertas patologías degenerativas y neoplásicas.
195
campos de la Econometría y la Teoría de Juegos. El “viejo ideal de la certeza”, como
lo llama Briceño Gil, se empeña aún en seguir siendo “la medida de todo
conocimiento”, solo que ya no amparado en el determinismo experimental sino el la
poderosa metodología aportada por la estadística matemática (Briceño Gil, 2005:
364-372).
190
Señala Ilich: “En todas partes continuaba inconmovible la creencia en el progreso ilimitado, y el
progreso en medicina quería decir el esfuerzo persistente por mejorar la salud humana, abolir el
dolor, erradicar la enfermedad y extender la duración de la vida utilizando cada vez más la
intervención ingenieril. Los injertos de órganos, las diálisis, los métodos criogénicos y el control
genético alentaban esperanzas y no despertaban temores. El médico estaba en el pináculo de sus
funciones como héroe cultural”. Véase: Ilich, 1975: 36.
196
sanitario en economías mundiales acusadas de extenuación frente a sus elevadas
expensas en materia de seguridad social.
191
Definir los QAYLS (acrónimico en lengua inglesa de Quality Adjusted Years of Life Saved o Años
de Vida Salvados Ajustados por Calidad. En Epidemiología, medida del beneficio de una cierta
política o conducta médica. Suele ser empleada con notable frecuencia en estudios orientados a tal
fin.
192
Cita Ilich la publicación del venezolano Arnoldo Gabaldón del 12 de abril de 1962 en la prestigiosa
revista médica británica The Lancet, en la que el estudioso venezolano señala: “Considero que la
tendencia de los servicios sanitarios gubernamentales de América Latina a concentrarse en la
197
ambiental, provisión de agua potable o vivienda mínima, por ejemplo- llamadas a
incidir de modo más contundente en la expectativa de vida en países de economías
pobres e incluso emergentes.
asistencia médica es muy nociva. En Venezuela, por ejemplo, el costo anual de una cama de hospital
es aproximadamente diez veces el promedio de ingreso [per cápita] en el país”.
193
Zenón de Elea (c.490 AC). Filósofo presocrático. Sus célebres paradojas o aporías – como la de la
de la tortuga que gana la carrera a la liebre- son la referencia más antigua que del concepto
matemático de lo infinitesimal.
194
Nos referimos aquí a toda la praxis sanitaria contenida en el discurso de la llamada Nueva Era
(New Age), en el que coexisten desde elementos chamánicos hasta prácticas de inspiración
orientalista, todo ello en una matriz discursiva escasamente consistente pero que pese a ello ha
logrado permear notablemente incluso a comunidades médicas profesionales.
198
El debate a propósito del “punto crucial” (turnning point) en el que pudiera
encontrarse la medicina occidental del presente tiene en el físico austriaco Fritjof
Capra a uno de sus más radicales exponentes tras los aportes de Ilich y los
epidemiólogos británicos clásicos como Thomas Mckeown. En su obra de 1986
Uncommon wisdom, (traducida en 1990 al español con el título de Sabiduría insólita)
Capra diserta sobre al agotamiento del modelo racional-mecanicista sobre el cual
Occidente construyera su gran logos médico y se acerca a las bondades de
contenidas en las prácticas orientalistas en las que el médico encarna un papel
radicalmente distinto al que le impone la cultura occidental (Capra, 1990: 188)195.
195
“En la medicina occidental, el médico de mayor reputación es el especialista, con conocimientos
detallados de una parte específica del cuerpo. En la medicina china, el médico ideal es el sabio que
conoce el funcionamiento conjunto de todas las pautas del universo, que trata a cada paciente como
caso individual y que registra con la mayor amplitud posible la totalidad del estado mental y corporal
del individuo, así como su relación con el entorno natural y social”.
199
Nueva Era: superar el dolor, la enfermedad y la muerte. Pero el tratamiento de las
instituciones de los estados a ambos actores dista mucho de ser homogénea. A la
medicina occidental se le exige rigor científico, adhesión a duras normas de Derecho
y, últimamente, a estructuras de costos de difícil asunción. De los oficiantes de la
llamada Nueva Era no se espera tal cosa, lo que los hace acreedores de una forma
de indulgencia social solo comparable a aquella de la que gozaron los antiguos
médicos-magos.
196
Refiere Benjamin Disraeli (1804-1881) en su bien conocido discurso en el Free Trade Hall de
Manchester el 3 de Abril de 1872: “I think public attention as regards these matters ought to be
concentrated upon sanitary legislation. That is a wide subject, and, if properly treated, comprises
almost every consideration which has a just claim upon legislative interference. Pure air, pure water,
the inspection of unhealthy habitations, the adulteration of food — these and many kindred matters
may be legitimately dealt with by the legislature”(“pienso que la atención del público debe
concentrarse en la legislación sanitaria. Esta es una material amplia y, si se trata apropiadamente,
incluye casi todas las materias que ya han sido intervenidas legislativamente. Aire puro, agua pura, la
inspección de los domicilios insalubres, la adulteración de los alimentos. Tales y aún otras muy
diversas materias deben ser objeto de legilslación”). Cierra, citando una corrección hecha al texto de
la Biblia Vulgata en la que debe leerse “Sanitas sanitatum, omnia sanitas”, señalando que “…it is
impossible to overrate the importance of the subject. After all, the first consideration of a minister
should be the health of the people”(“es imposible sobreestimar la importancia de tal materia; después
de todo, la primera consideración de un ministro debe ser la salud del pueblo”). Tal política fue
opuesta por el laborismo calíficandola como "a policy of sewage” (“política de alcantarillados”).
Disraeli, conservador, fue primer ministro de la Gran Bretaña en dos legislaturas durante el reinado de
Victoria. Véase: http://www.emersonkent.com/speeches/sanitas _sanitatum_omnia_sanitas.htm
197
Véase: Documentos del I Congreso Obrero venezolano de 1886.En: Godio, J (1985) El movimiento
obrero venezolano (2 vols.). Ediciones del Ateneo de Caracas, Caracas, p. 132.
200
El fenómeno de la enfermedad deja de ser observado como una circunstancia
sobrevenida en el ámbito de lo individual para reclamar un sitial en la agenda
pública. El conservadurismo inglés lo entiende así y defiende su incorporación al
debate político como la más eficaz contención de la presión social que en el
continente impulsa movimientos revolucionarios desconocidos aún en Inglaterra
donde, señala Disraeli, no ha habido levantamientos de tal tipo desde la
vigencia de la norma constitucional británica198.
198
Señala Disraeli en el mencionado discurso: “since the settlement of that Constitution, now nearly
two centuries ago, England has never experienced a revolution, though there is no country in which
there has been so continuous and such considerable changes”(“desde el establecimiento de esa
constitución ,ahora hace cerca de dos siglos, Inglaterra nunca ha experimentado una revolución, si
bien no ha habido país alguno que no haya estado ante tan continuos y considerables cambios”)
Motivo por el cual elogia la política thory opuesta a la laborista, señalando que: “The Conservative
party have done more for the working classes in five years than the Liberals have in fifty" (“el partido
Conservador ha hecho más por las clases trabajadoras en cinco años que los Liberales en
cincuenta”). Véase: http://www.emersonkent.com/speeches/sanitas_sanitatum_omnia_sanitas.htm.
201
En una primera etapa del desarrollo de los sistemas sanitarios occidentales,
las grandes economías de escala dadas por plantas médico-asistenciales inmensas
en las que la cesta de prestaciones a ofrecer estaba esencialmente constituida por
acciones simples, de bajo costo unitario y por ende, masificables, hicieron posible
resolver la cuestión macrodistributiva con relativa solvencia. La microdistribución – la
dimensión en la que se asigna el recurso por definición escaso a cada persona titular
de derecho a tales prestaciones- no supone aún un factor de presión determinante
sobre las cuentas fiscales en tanto que el costo de aquellas prestaciones médicas y
sus tecnologías propendía, en los márgenes, a ser decreciente.
202
del gasto sanitario en los esquemas macrodistributivos de las distintas economías
pondrá de manifiesto la imposibilidad material de tal lógica.
“El descenso de una gran masa por debajo de cierto nivel de existencia acarrea la
formación de la plebe, juntamente con la máxima facilidad para concentrar
desmedidas riquezas en pocas manos” (Heller, 1934/1998: 160-162)
203
La reflexión de fondo había estado planteada desde finales del siglo XlX con el
avenimiento de la Doctrina Social de la Iglesia y la publicación de la encíclica Rerum
Novarum de León Xlll en 1891 en su crítica a los efectos sociales, de la revolución
industrial y del liberalismo económico; sin embargo, sus primeras expresiones
concretas en materia constitucional habrían de esperar hasta 1919, con la
constitución alemana de Weimar, o hasta un poco antes, en 1917, con la de
Querétaro, la constitución surgida tras la Revolución Mexicana. Si hasta aquel
entonces el estado liberal tradicional se había sustentado en la idea conmutativa de
la justicia, el nuevo estado social y democrático lo haría en la de la justicia
distributiva; si antaño se trataba de proteger a la sociedad del estado, hogaño habrá
de ser el estado quien proteja activamente a la sociedad a través de acciones
específicas. La política, en lo sucesivo, propenderá a someterse al derecho al
contrario de como hasta ahora, con el derecho sometido a los mandatos de la
política.
204
en situación de cesantía por enfermedad o baja laboral y de desarrollo de las
posibilidades vitales de la población.199
Dos posturas teóricas principales subyacen a los grandes enfoques que sobre
los llamados derechos sociales fundamentales se recogen en las constituciones
modernas. Por un lado hemos de destacar las posturas de corte garantista. Teóricos
como Ferrajoli señalan que el conjunto de tales prestaciones se constituye en un
núcleo de derechos fundamentales que no pueden ser tenidos como producto de
deducción racional alguna sino que son, en si mismos, derechos naturales, de tal
modo que opere una plena identificación entre la norma jurídicas positiva tras tales
prestaciones y el fundamento constitucional que les ha de servir de base200.
Para Ferrajoli, los derechos fundamentales y las normas jurídicas que los
desarrollan son esencialmente lo mismo, por lo que son meritorios de protección
jurisdiccional directa:
199
Garcia-Pelayo hace expresa en el referido texto su plena adhesión al modelo de expansión de la
demanda agregada que tan propio resulta a las tesis económicas de John Maynard Keynes, siendo
este un rasgo notable en el pensamiento constitucional del jurista hispano-venezolano.
200
La teoría general del garantismo de Ferrajoli intenta condliar las corrientes luspositlvistas e
iusnaturalistas del derecho a partir una postura claramente kantiana que tiene en la persona humane
no un medio, sino que un fin en si misma. De alli su defensa de los llamados derechos fundamentales
como expresión de la por el autor denominada “la ley del mas débil”.
205
sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por una norma jurídica. Y por status la condición de
un sujeto, prevista asimismo por una norma jurídica positiva, como presupuesto de su
idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de los actos que son
ejercicio de éstas” (Ferrajoli, 2005: 158).
En esa misma línea, las corrientes del pensamiento jurídico que adhieren la
idea de la constitucionalización del ordenamiento jurídico postulan la positivización
de la norma presumiendo la posibilidad material de su aplicación directa en tanto
que contentiva de aquellos mandatos que obligan al estado a dispensar tales
prestaciones, lo que de asumirse haría que las mismas se hagan exigibles en sede
tutelar sin que para ello medie la determinación del legislador a través de un
instrumento normativo específico. Posturas muy distintas, de corte restrictivo,
proponen que los derechos sociales, antes que fundamentales, son sobre todo
alusiones programáticas que operan como mandatos a los poderes públicos a cargo
de la efectiva provisión de ciertas prestaciones específicas.
“La mayoría de los derechos en referencia [los derechos sociales] implican una
prestación por parte del Estado y por lo tanto una erogación económica que por lo
general depende de una decisión política. Con base a esto. Se sostiene que los
enunciados constitucionales que recogen tales derechos no pueden ser objeto de
decisiones judiciales hasta tanto en Congreso no haya expedido la legislación
necesaria para aplicarlos; de lo contrario, se dice, el juez estaría ocupando terrenos
que no le corresponden de acuerdo con la doctrina de la separación de los poderes”201
201
Sentencia T406 de 1992 de la Corte Constitucional de Colombia, en ponencia del magistrado Ciro
Augusto Barón. Ver: http://www.corteconstitucional.gov.co/
206
fundamentales. En tal sentido advierte contra la minusvaloración que del problema
formal de la gestión del contenido sustancial de tales derechos hacen los teóricos
del garantismo a ultranza, para quienes “la aprobación de los derechos, es decir, de
las normas, es todo cuanto necesitamos” (sic).
“...los derechos son, con frecuencia, proteiformes sino inasibles, mientras que las
normas (hoy), por lo general, lo son mucho menos, y la identificación de unos y otras
nos lleva a minusvalorar esta diferencia...” (Pintore, 2005: 254)
207
la de 1999, consagran derechos de aplicación inmediata sin que el Estado posea los
medios necesarios para su garantía y debido cumplimiento202.
De allí que postulemos el que, más allá del jurídico. Haya de ser en el ámbito
de lo administrativo en el que tenga lugar la posibilidad última de materialización de
tales derechos desde la perspectiva de sus titulares.La garantía real de los derechos
sociales en tanto que derechos fundamentales pasa necesariamente por la creación
de lo que podríamos llamar realidades intermedias, llamadas a proveer de un
sustrato material cierto que permita, finalmente, dar contenido a tales derechos a
través del cumplimiento de los mandatos contenidos en la norma. En sentido
práctico, parece claro que, como señala el economista colombiano Libardo
Sarmiento en sus consideraciones a propósito del derecho al acceso a servicios de
atención médica en su país:
Las prestaciones sociales con cargo al estado han sido asumidas en muchas
legislaciones como derechos programáticos, es decir, del tipo para cuya
materialización el estado requiere disponer recursos y programar procedimientos
que hagan posible dispensarlos. Para todo lo cual es mandatorio apelar a una suerte
de mecanismo “tecno-jurídico" que haga viable su efectiva administración con
arreglo a un mínimo de eficiencia en cuanto a la aplicación de los recursos fiscales
destinados a tal fin. Tal mecanismo debería idealmente estar consagrado en la
respectiva ley y no ha de ser otro que la norma misma, aquella que resulta
indispensable para que los derechos sociales adquieran consistencia objetiva.
202
Combellas destaca la “inflación de principios” en la que incurre el texto de 1999 cuya
materialización luce, al menos en materia de seguridad social, técnicamente inviable. Véase:
Combellas, 2005: 788 y sucs.)
208
hace parte al denunciar su disfuncionalidad y al clamar por la creación de un modelo
más allá de lo que considera meramente declarativo: su modelo del estado
constitucional garantista (Ferrajoli, 1995: 856 y sucs).
203
Dos son las características esenciales de los llamados bienes o servicios públicos en el sentido de
la microeconomía: la no exclusión (o imposibilidad de excluir a una persona de su consumo) y la no
rivalidad (el consumo que de tales bienes o servicios haga una persona no supone el menoscabo del
que haga cualquier otra). En sentido estricto, las prestaciones englobadas en los llamados derechos
fundamentales no cumplen con tales criterios, por lo que es esencialmente erróneo tenerlas como
bienes o servicios públicos. Tal presunción, no obstante, permanece firmemente anclada en los
ámbitos técnicos y políticos a cargo de administrar dichas prestaciones, ello quizás porque las
mismas suelen ser dispensada: a titulo gratuito, es decir, sin cargo directo al beneficiario. Ello en
ningún caso supone que el bien o servicio dispensado tenga "costo cero”; antes bien, solo denota que
tal costo está siendo asumido por el Estado.
209
otorgar un beneficio a unos sin que ello acarree, en alguna medida, un perjuicio a
otros: erogaciones tributarias crecientes, altos costos de transacción, etc.204
“Una vez que nos decidimos a buscar una concepción de la justicia que anule los
accidentes de los dones naturales y las contingencias de las circunstancias sociales,
como elementos computables en la búsqueda de ventajas políticas y económicas, nos
204
Expresiones concretas de la disparidad entre recursos y demandas prestacionales son desde hace
mucho evidentes incluso en los sistemas de seguridad social tenidos como los más avanzados, en los
que no son infrecuentes las listas de espera para acceder a servicios médicos complejos (el caso de
las cirugías y los estudios diagnósticos en el Reino Unido),a bienes esenciales (el caso de las
viviendas subvencionadas en España), a pensiones de retiro suficientes (el caso de las jubilaciones
en Francia) o a fuentes de empleo sostenibles (casos de la industria automovilística en Los Estados
Unidos o del sector manufacturero del Japón, por citar tan solo dos ejemplos).
205
Nótese que el postulado rawlsiano según el cual “a cada quien según su necesidad, de cada quien
según su capacidad’ tiene su referente más antiguo el la bien conocida Crítica del Programa de
Gotha, de Karl Marx. La pensadora ruso-nortermericana Ayn Rand, en su extensa novela La Rebelión
de Atlas, de 1957, reexpresa tal tendencia en lo que en su día denominara "el principio de la
necesidad", en clara oposición al discurso utilitarista en la acepción benthamita más clásica.
210
vemos conducidos a estos principios; expresan el resultado de no tomar en cuenta
aquellos aspectos del mundo social que desde un punto de vista moral parecen
arbitrarios” (Rawls, 2006:28).
“...el divisionismo y el iuspositivismo actúan como una suerte de tenaza, bajo la cual
los derechos corren el riesgo de terminar triturados” (Pintore, 2005: 244).
212
El resguardo de los llamados derechos fundamentales, en el sentido
rawlsiano, expresa la voluntad del Estado en cuanto a disipar aquellas inequidades
tenidas como moralmente inaceptables producto de las naturales diferencias entre
las personas emanadas de la desigual situación de estas en la posición original. Ello
supone un esfuerzo superior de parte de sus administraciones en aras de reconocer
que es precisamente en la expresión material de tales derechos en la que ha de
reconocer, ultimadamente, el contenido cierto de los mismos desde la perspectiva de
sus titulares. En tal sentido, la acción del juez como garante de tal derecho frente a
su titular no puede constituirse en una modalidad para “forzar” el cumplimiento de los
mandatos constitucionales por parte de los órganos a cargo del diseño y ejecución
de las políticas públicas propias de la materia.
206
Al respecto, véase: Mc. Cormick, N (1989). Orden espontáneo e Imperio de la ley: algunos
problemas. Doxa—6
213
que comprensivas de ciertos derechos fundamentales las que satisfacen en última
instancia tan ingentes necesidades. Surge así un orden espontáneo que en la
práctica sustituye al que el constituyente no creó.
Naturalmente que ha de haber un espacio cuan más amplio para la acción del
estado en materia de tales provisiones, tanto más en la medida en que nuestra
tradición constitucional reciente lo mismo que las tendencias actuales en cuanto al
tratamiento de tales materias concurren en auxilio de su reconocimiento como
derechos fundamentales. Sin embargo, es en la acotación de tales derechos en
términos tales que los hagan administrables por el estado donde reside su única
posibilidad de materialización efectiva en aquellas prestaciones que, percibidas por
el titular de tales derechos, morigeren las inequidades propias de la “posición
original” - que es la manera rawlsiana de definir al estado de naturaleza de
hobbesiano- haciéndolas susceptibles de ser domeñadas.
214
El estado procurará renovar una vez más su promesa de dar acceso universal
a los parabienes de la tecnología, contribuyendo con sus esfuerzos y desde sus
potestades a desarrollarla y haciendo sentir sus propias exigencias en la definición
de las líneas definitorias de tal desarrollo (Garcia-Pelayo; op.cit. 1974/1991: 1409).
El modelo social así forjado pronto habría de tener en la medicina a una de sus
primeras expresiones. La medicina en la sociedad tecnológica prescinde de su
antropocentricidad para constituirse ahora en la esencia animadora de la gran
“máquina de curar” focaultiana a la que nos hemos ya referido. El acto médico
pierde su carácter individualizado para convertirse en un producto industrial
estandarizado científicamente concebido por un sistema abstracto, un todo integrado
de partes que, en la clásica definición de Von Bertalanffy.
(S)
(I) (O)
*Demandas *Prestaciones médicas
sociales *Calidad ambiental
*Expectativas *Aseguramiento de la
*Entorno calidad
epidemiológico *Impactos
*Recursos epidemiológicos
(R)
215
sanitarios públicos de la inmediata postguerra asumieron como premisa aquella
según la cual, la generación de prestaciones médicas (servicios) suficientes y de
calidad, aunado al abatimiento de las grandes endemoepidemias de entonces y a la
generación de un entorno sanitario “limpio” traería consigo –indefectiblemente- la
satisfacción de las demandas y expectativas sociales en materia sanitaria y, con ello,
la progresiva reducción del gasto sanitario.
La fuerza que anima el infinito ciclo del gasto sanitario incremental en dichas
sociedades no es otra que la de una inquebrantable fe en la ciencia y sus productos.
Una fe decimonónica que se perpetúa a un siglo de distancia acicateada por una
incontenible introducción de nuevas tecnologías ratificadoras de la promesa
moderna de un mundo sin dolor, enfermedad y muerte pero cuyo cumplimiento no
parece, sin embargo, próximo a materializarse. Como lo argumentaramos
anteriormente, acaba operando así una tendencia a la “insaciabilidad” social por
nuevas y más sofisticadas prestaciones de tipo médico cuyo acceso hemos
216
juridificado de manera tal que las expectativas, por irracionales que sean, terminan
convertidas en normas de derecho.
217
consta en el documento fundacional del Partido Democrático Venezolano (PDV) de
1941, en cuyo programa central se señala que dicha organización política
“...luchará porque el bienestar social de los venezolanos sea elevado a su máximo, por
medio de un amplio espíritu de justicia, una mejor difusión de la cultura y una intensiva
obra de saneamiento, previsión y asistencia (...) que Venezuela sea un país donde
prosperen en toda su plenitud la vida humana y los frutos de la civilización, y para ello
insistirá, en forma permanente, en la necesidad de sanear, poblar, elevar la condición
de los trabajadores y crear seguridad para el hombre...” (el destacado en nuestro).
(En: Trujillo, A.E. [en línea], 2007).
220
prestigio para, desde allí, retarlo. La crítica contemporánea al paradigma médico
positivista ha pretendido anunciar la inminencia del advenimiento de uno nuevo,
pretendidamente “holístico”, apelando a diversos argumentos que abarcan desde lo
etnográfico hasta cibernético y aún lo religioso, sobre todo de inspiración orientalista.
221
Capítulo IX
La idea del progreso que nos heredaran los pensadores del positivismo
médico venezolano de fines del diecinueve, no es novedad en estado puro, tal y
como frecuentemente nos empeñamos con afán en presentarlo como tal. El llamado
progreso lleva consigo no poca carga de pasado – o de retroceso, como bien lo
advierte Pino Iturrieta- al punto de que sea nuestro deber el conducirnos de modo
cuan más prudente antes de “tocar redoblante” al anunciarlo (Pino Iturrieta, 2009:
72).
222
tanto, el arma para combatirla. Occidente espera que el médico cure. Distinto de las
concepciones hinduistas y confucianas, la muerte, menos que el “cierre” de un ciclo
vital, es sobre todo la derrota de la vida misma.
Con los médicos-filósofos de Jonia, las armas serán ahora las de la razón
lógica puesta al servicio de un sanador secularizado y separado de los altares. Esta
es precisamente la grandeza de la contribución griega a la construcción del logos
médico de Occidente. La diagnosis no será más y más en lo sucesivo producto de la
adivinación sino la resulta de un proceso lógico a la manera del silogismo
aristotélico. La terapéutica no será más pura teurgia producto de sortilegios, sino que
producto de la aplicación lógica de los remedios incluso conocidos por los antiguos;
223
la prognosis, finalmente, dejará de ser un ejercicio profético para constituirse en
expresión de un proceso lógico-formal.
224
los asklepíades secularizados. Se construye así una nosología – el λóγος (logos) de
la νόσος (nosos) o enfermedad-y cuyo verbatim aún sigue siendo el nuestro.
Totalmente ajenos somos a las sistematizaciones basadas en el concepto hinduista
de las chakras o en el de los “meridianos” de los médicos chinos. En nuestra habla
médica cotidiana apelamos al “equilibrio del medio interno”, apelando a la
terminología del gran Walter Cannon, pero que en el fondo no es sino la evocación
de los “equilibrios humorales” de Hipócrates207.
207
Cannon, Walter (1871-1945). El más destacado referente de la Fisiología norteamericana del siglo
XX. Célebres fueron sus contribuciones a propósito de la constancia del medio interno – la
homeostasis- como objetivo de toda fisiología. Cercano al fisiólogo español Juan Negrín, Cannon hizo
suya la causa de la II República Española durante la Guerra Civil de 1936 a 1939, por lo cual nunca
obtuvo el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
208
El 13 de septiembre de 2011, los físicos europeos reunidos en los laboratorios del CERN de
Ginebra, Suiza, demostraron la existencia del llamado neutrino, una particular sub-atómica de
velocidad superior a la de la luz. Ello ha planteado la más radical duda de la causalidad en el espacio-
tiempo desde que Albert Einstein y su teoría de la relatividad increparan al clásico paradigma físico
representado en la mecánica newtoniana.
225
La modernidad médica
226
especulativa por la apoyada en la fuerza d ela e-videncia experimental. La
elucubración cedía así ante la fuerza argumental del experimento y los lenguajes de
ello derivados impregnarían lo mismo las dinámicas de formación del logos que sus
expresiones institucionales correspondientes. Así por ejemplos, de la apelación a las
“miasmas” se habría de pasar al lenguaje basado en la nueva teoría bacteriana de la
enfermedad y de ella, al desarrollo de estructuras organizacionales
superespecializadas a lo interno de las instituciones sanitarias, en cuyo seno
veríamos proliferar numerosas subdivisiones a cargo de la lucha y control de
enfermedades infecciosas.
La irrupción del logos griego en aquello dotaría a las precaria Medicina de los
antiguos de un nuevo y poderoso eje de organización del conocimiento y su
transferencia. Tal herramienta no fue otra que una nueva episteme, distinta de la
227
mágico-religiosa. La enfermedad, también lo hemos dicho, sería comprendida ahora
como el efecto de unas causas situadas en el mundo de la physis. Aún
permaneciendo desconocida, para los griegos dicha causa estaba “allí afuera” del
soma o cuerpo humano, perturbando el natural equilibrio entre sus humores
constituyentes. La causa exterior de toda enfermedad solo sería inteligible, de
acuerdo con ello, a través de la razón lógica.
209
Abu Ali al-Husayn ibn Sina, llamado Avicena (980-1037). Médico persa al servicio de los califas de
Córdoba, autor de los Canones (1012), gran compilación de todo el conocimiento médico de su
228
médicas – la mulsulmana y la hebrea, respectivamente- a la gran fragua de la
Medicina occidental.
229
es la del clérigo-sanador de los hospicios monásticos, sino que está mas cercana a
la del profesional secular. El médico del tardomodioevo participa del galeno-
aristotelismo, pero su acción está orientada hacia una nueva ordenación no a lo
trascendente, sino a lo práctico, la misma que no tendría total primacía sino más
tarde, con el Renacimiento.
211
Se atribuye a Ana de Osorio, condesa de Chinchón, la introducción de la corteza de la quina en
España en 1638. El árbol medicinal de la quina, fundamental en el armamentario terapéutico de los
médicos del mundo inca, figura en la heráldica del escudo de armas del Perú. La utilidad terapéutica
del árbol de la quina se extiende hasta nuestros dias, siendo que uno de sus derivados –la
cloroquina- es aún una de las drogas antimaláricas de más amplio uso en el mundo.
230
Pero la mentalidad galénico-aristotélica hija de aquella que fuera de
Hipócrates habrá de ceder ante el empuje de la nueva teoría de la “máquina
humana”, la llamada fabrica de Vesalio, en la que a la elucubración racional pura se
le hermanaba ahora la e-videncia derivada, sobre todo, de la disección anatómica
por siglos vedada a la Medicina por mandato del Santo Oficio. El vesalianismo está
en la esencia de la nueva Medicina ilustrada, un paso formidable en el largo proceso
de logización del pensamiento médico tras más de mil años de “dictadura” galénico-
aristotélica. Proceso este en cuya dinámica se inscribe el orígen de la res medica
venezolana.
La res medica venezolana fue ilustrada desde sus orígenes. Como hemos
dicho, poco o ningún tributo debemos al acervo pre-hispánico tan potente en otras
regiones de América como México y los países andinos. De la idea médica ilustrada
derivaría la única institucionalidad sanitaria de alcance nacional que Venezuela
habría de conocer hasta mediados del siglo XIX. Lo mismo que los borbones en su
impulso reformador para Iberoamérica –el mismo que sirviera de estandarte a
aquella “segunda conquista” referida por Lynch- los fundadores de la nueva
república hicieron suyos los valores y, más aún, la episteme general de los
ilustrados. Ilustrados fueron lo mismo el discurso médico como las instituciones
sanitarias de él derivadas.
231
La impronta ilustrada en la res medica venezolana dista mucho de lo
meramente anecdótico. La concepción de lo sanitario en Venezuela desde la
perspectiva “de la fe”, en el sentido de Oakeshott, tiene en la idea médica tras los
llamados “patriotas ilustrados” a un referente primigenio. Como hemos dicho, lo
sanitario, como expresión de “política de la fe” en Venezuela contrasta con la
manera anglosajona de encarar el mismo fenómeno, enmarcada en lo que
Oakeshott llamara la “política del escepticismo”212. Para la naciente tradición médica
venezolana, lo sanitario era tenido de interés fundamentalmente público, lo que
contrasta con la concepción que al respecto se tenía en las independizadas colonias
británicas de la América del Norte, en donde lo sanitario era asunto esencialmente
inscrito en la esfera privada.
212
Es de destacar como el gran desarrollo de Jenner respecto a la vacuna antivariólica no se aplicara
masivamente en los dominios británicos sino hasta el arribo de Balmis a la colonia inglesa de Hong
Kong en 1806. Paradójicamente, el gran mentor de la vacuna del inglés no fue otro que el médico
alicantino.
232
entiende el declinar de la institucionalidad sanitaria ilustrada si se contextualiza en la
indefinida estatidad venezolana durante el siglo XIX, en entredicho merced de la
violencia política de aquel tiempo en el que se sucedieron más de 730
enfrentamientos armados a lo largo de 55 años de guerras civiles, en medio de los
cuales tan solo contamos con 18 de paz al menos hasta 1903 (López Ramírez,
1982:315-337).
Pero fue en aquel contexto que el nuevo paradigma de la Medicina
Experimental irrumpirá a hombros del positivismo político. Más allá de hitos como el
de la fundación del Hospital Vargas de Caracas – una expresión aislada de ello cuya
socorrida referencia suele desdecir del vigor de los procesos históricos- la decidida
instalación del paradigma médico experimentalista de la mano de la llamada
“filosofía positiva” que operará sobre todo en el último tercio del decimonono
venezolano, supuso un salto epistémico cuyos efectos aún siguen vigentes, como
quiera que diera forma a nuestra arquitectura institucional sanitaria a partir de 1936.
En ella, es el hospital, la “máquina de curar” focaultiana, su organización por
antonomasia.
213
Linneo, Carlo von Linné, llamado (1707-1708). Biólogo sueco del dieciocho a quien se debe el
desarrollo del sistema binomial de nomenclatura para denominar especies animales, vegetales y
bacterianas.
233
producción a escala masiva, fue emblemática en tal proceso214. Le seguirían otros
desarrollos, con frecuencia basados en observaciones casuales, que
posteriormente se traducirían en su síntesis masiva por laboratorios industriales215.
214
Flemming, Alexander (1881-1955). Médico inglés, descubridor de la penicilina. Sus observaciones
acerca de la inhibición de crecimiento bacteriano alrededor del llamado “hongo del pan” (penicillium)
condujeron al aislamiento del principio activo del primero de los grandes antibióticos de los que se
dispusiera en Medicina. La síntesis industrial del mismo fue posible a partir del método ideado por el
químico norteamericano-alemán Charles Pfizer, que en 1941, bajo los auspicios del gobierno de
EEUU, incentivara su masificación dado el interés suscitado por las necesidades de la sanidad militar
norteamericana a cargo de la atención a los heridos de guerra durante el conflicto de 1939 a 1945.
215
Se debe al venezolano Enrique Tejera, uno de los fundadores de nuestra moderna sanidad
pública, la observación del poder bactericida del Streptomyces venezueliensis, hongo aislado en 1952
en muestras de suelo recolectadas en el Mercado de Quinta Crespo en Caracas. A partir de sus
extractos se sintetizaría el cloranfenicol, antibiótico fundamental en el armamentario terapéutico hasta
la actualidad.
216
Lo idiosincrático en Medicina – categoría hipocrática- alude a aquello que es inherente al enfermo
y no atribuíble a causa externa alguna. Sún se suele apelar a patologías “idiopáticas” para definir a
aquellos procesos mórbidos cuyas causas nos e conocen. Lo “constitucional” alude a otra categoría
diagnóstica hipocrática relacionada con aquellos rasgos clínicos elementales en ciertas expresiones
mórbidas que marcan intensamente la fisionomía del enfermo. Típicamente se tiene como tales a la
fiebre y a la pérdida de peso. La alusión al “biotipo” es bastante más reciente y fue introducida por el
alemán Kretschmer en sus estudios sobre los tipos somáticos de 1936.
234
distintas especies bacterianas de carácter patógeno, es decir, capaces de producir
enfermedad217.
217
Van Leeuwenhoek, Anton (1632-1723).Microscopista holandés, el pionero en la descripción de los
microorganismos, a los que llamó “animánculos”. Sus aportaciones fueron clave en el definitivo
rechazo de la teoría de la generación espontánea.
218
De la profusión de publicaciones profesionales durante el gomecismo ya hemos dado cuenta en
cita de los conocidos trabajos de Yolanda Segnini. Cabe destacar que la publicación médica regular
más antigua que se conozca en Venezuela data de 1874 y es la Revista médico-quirúrgica del Zulia,
cuyo editor fuera Manuel Dagnino.
235
La formación del estado nacional venezolano. Papel de la sanidad pública
236
sería determinante en ello. La “filosofía positiva” proveía ahora del armamentario
teórico requerido a los fines de la justificación, fundamentación y aún la implantación
de las grandes políticas sectoriales propuestas en el programa lopecista, acaso el
primero y más importante documento de políticas públicas producido en le primera
mitad del siglo XX venezolano.
237
creíble tal promesa. Los primeros años del siglo XX asistieron a la puesta en marcha
de ambiciosas iniciativas sanitarias basadas en intervenciones específicas ante
problemas concretos – la endemia malárica, por ejemplo- basados en e-videncia
científica inobjetable.
219
La fiebre amarilla hizo estragos entre los trabajadores antillanos empleados por la compañía
francesa de Ferdinand de Lesseps a cargo del primer proyecto del canal de Panamá, por lo cual el
mismo debió ser abandonado. En 1903 es retomado por iniciativa norteamericana. El interés de la
geopolítica norteamericana en ello era manifiesto, por lo que las primeras grandes medidas sanitarias
de envergadura en la zona estuvieron a cargo de los servicios de sanidad del ejército norteamericano
al mando del médico tropicalista y general de cuatro estrellas del USMC doctor William Gorgas, en
cuyo honor se nombraría la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmigham, en Alabama.
238
La “verdad de laboratorio” provista por la ciencia experimental no siempre
pudo integrar en sus síntesis los numerosos análisis que caben en la compleja
contingencia de causas que converge alrededor de los fenómenos de salud y
enfermedad. Variables “médicas” que se superponen a otras de naturaleza
económica, social o cultural que se conjugan de modo único en el modo-de-vida de
cada sociedad en particular que vive la experiencia de la enfermedad. Pero el
positivismo médico resiste tenazmente pese a todo. Su capacidad de resistencia
como paradigma es notable: todavía en 1988, bajo los auspicios de la Organización
Mundial de la Salud y la iniciativa privada, fue puesta en marcha una ambiciosa
estrategia en pro de la erradicación de la poliomielitis a escala continental220.
239
Como también creemos haberlo demostrado, la e-videncia epidemiológica
reciente ah puesto de manifiesto que la promesa central de la modernidad médica a
la que tanto hemos aludido pudiera quedar a la postre incumplida. Dos casos ilustran
este hecho y a ambos nos hemos referido anteriormente. Tales son los de la
enfermedad neoplásica (el cáncer) y el de las enfermedades crónicas,
especialmente las de tipo cardiovascular y pulmonar. En el primer caso,
demostramos que la introducción de nuevas y costosas tecnologías médicas que en
principio abatieron notablemente la mortalidad por dicha causa parecen estar
encontrando límites a su otrora capacidad curadora, motivo por el cual las
mortalidades específicas por ciertos tipos de cáncer – característicamente los de
pulmón y páncreas, entre muchos otros- no han podido descender mucho más allá
de lo que lo hicieran hace tres décadas. En el segundo caso citado creemos también
haber demostrado cómo la incidencia en enfermedades crónicas como las
señaladas se ha incrementado casi paralelamente al incremento en la expectativa de
vida de las sociedades occidentales.
240
por razones distintas a aquellas y acaso no previstas por aquel modelo – caso de las
ecológicas por ejemplo- el crecimiento económico en Occidente, base fundamental
de su bienestar, parece en efecto estar encontrando sus propios límites.
241
materia de prestaciones médicas al punto de producir normativas específicas
contentivas de aquellas “garantías mínimas” que en materia de tratamientos médicos
e intervenciones quirúrgicas223. La función de la demanda, que debió ser gestionada
a partir de políticas específicas – las “listas de espera” británicas, los “co-pagos”
chilenos- que integradas con las técnicas y tecnologías médicas en boga – la
cirugía mínimamente invasiva, el manejo ambulatorio de diversas condiciones
médicas otrora motivo de ingresos al hospital, etc- unidas a las restricciones
financieras que pesan sobre todos los sistemas sanitarios del mundo, está
procurando, aunque no sin importantes niveles de irritación social, redimensionarse
ante una oferta relativamente escasa de servicios que no parece ser expandible en
el relativo corto plazo.
Pero por otro lado surgen las limitaciones que las grandes verdades de la
Biología imponen al discurso médico. La apocalíptica muerte cabalga a lomos de
bestias distintas de aquellas que se paseaban por la Europa del siglo XIV – la de las
llamadas “pestes”- pero solo para terminar arribando bajo formas distintas: la de la
epidemia de la violencia urbana por ejemplo, o la de la reemergencia de viejas
enfermedades a las que se suponía derrotadas por el avance de la nueva Medicina
de base experimental. Pero arriba también por la vía de las nuevas enfermedades
223
El Ministerio de Salud de Chile ha dictado normas de carácter sublegal (reglamentos) contentivos
al detalle de aquellas prestaciones médicas de las que el enfermo se hace acreedor por derecho de
ciudadanía, lo que obliga automáticamente a las administraciones sanitarias a cargo de las mismas
sobre la base de requerimientos específicos que ha de cumplir. Especialmente notable es la norma
referida a la diálisis renal y demás prestaciones conexas, en la que se establecen las acciones al
detalle, con sus respectivos lapsos de ejecución, en cuanto a medicaciones, análisis de laboratorio y
número de sesiones de hemodiálisis a las que tiene derecho el paciente por mes, por trimestre y por
año. Véase: Bastías y cols., Boletín de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, Vol. 32, No.2, 2007.
242
emergentes que sorprenden al globo en forma de epidemias ciertamente ya no tan
nuevas, como la de VIH-SIDA. La muerte en tanto que fenómeno biológico y como
drama humano, se pasea por el mundo postmoderno de manera multiforme al
tiempo que sensible.
Más de tres mil personas murieron tras los ataques terroristas en Nueva York
el 27 de septiembre de 2001. Un golpe asestado en uno de los emblemas por
excelencia de la modernidad. Paul Virilio reflexiona al respecto contrastándolo con
aquellos tiempos en los que los señores de la aristocracia feudal amurallaban sus
ciudades para protegerlas de los ataques de las hordas bárbaras. “El miedo está
aquí”, señala el autor francés. Veinte millones de personas sucumbieron a la llamada
“gripe española” de 1918, muchas más que las víctimas causadas en Europa por la
guerra que recién acababa de cesar. Enfermedades cuya transmisión operó
incontrolablemente en las ciudades desvastadas tras las acciones militares.
224
La reciente epidemia gripal de 2009 tuvo su causa en la cepa denominada AH1N1, la misma
causante de la gran pandemia de 1918. La acción sanitaria de los estados evitó las temidas
consecuencias en términos de mortalidad, aunque no sin incurrir en grandes costos que
necesariamente distrajeron recursos destinados a otros fines. Sigue vigente el riesgo de que una
nueva versión de la llamada “madre de todas las epidemias”, por lo que se teme que los sistemas
sanitarios mundiales no puedan enfrentarla. Véase mi ensayo titulado: Políticas públicas y pandemia
en Ciudad Pánico: un juego hipotético para una aproximación al riesgo en la perspectiva de Paul
Virilio, de 2007, en el que diserto al respecto a partir de un planteamiento de juego, en el sentido de
Von Neumann, en el que no es posible ninguna situación de equilibrio estable.
243
“signos de los tiempos” en el mundo de la Medicina de la postmodernidad, de la
Medicina postpositivista.
La Medicina postpositivista
225
Durante los años de la lucha anti-malárica en Venezuela y hasta recién se institucionalizó la figura
del “pastillero”, agente sanitario no profesional a quien se entrenaba para reconocer los casos de
malaria y tratarlos mediante la administración de “pastillas” de cloroquina. Tal recurso habría de
resultar clave en el éxito de la lucha contra dicha endemia a partir de los años cuarenta del siglo
pasado.
244
cartesiana de los racionalistas asistida ahora por la verdad experimental se afanó en
establecer tras cada fenómeno estudiado por la Medicina una suerte de “teorema
general” según el cual también f(x)=y. En fecha reciente, como dijimos, la
demostración empírica de la velocidad de los llamados “neutrinos” como superior a
la de la luz, reta radicalmente ya no el paradigma clásico de la mecánica newtoniana
según el cual F=m.a, sino que también el E= m.c2 propio del relativismo
einsteiniano226.
245
metodología esta de uso extendido en la ciencia política y la Economía, ello con el
fin de procurar explicaciones del fenómeno de la enfermedad no ya en términos
determinísticos sino que probabilísticos228.
228
Cochrane, Archibald (1909-1988) Prominente clínico escocés contemporáneo, tenido como uno de
los fundadores de la corriente de pensamiento médico denominada Evidence Based Medicine (EBM)
o Medidcina Basada en la Evidencia, en la que se apela a la información acumulada a partir de
ensayos clínicos controlados para la valoración del poder diagnóstico efectivo de determinadas
tecnologías así como en el valor real de las terapéuticas que se ofrecen al enfermo. Cochrane figura
entre los grandes mentores del National Health System británico que viera luz en la segunda
postguerra, participe como fue del lema político de su tiempo según el cual “todo tratamiento médico
demostradamente efectivo debe ser gratuito”.
229
Baldó, José Ignacio (1898- 1972) Notable clínico venezolano, fundador de la Tisiología como
especialidad en nuestro medio. Enfermo tuberculoso él mismo, permanecería internado durante
largos años en el Wald Sanatorium Platz de Davos, hecho célebre en La montaña mágica, de
Thomas Mann.
246
La nueva Medicina de inspiración industrial habría de desarrollarse en jergas
a la manera tayloriana, de manea que términos como los de “eficiencia”, “rotación” y
“ocupación”, propios del lenguaje de la ingeniería industrial, se generalizaron el las
nuevas factorías de la Medicina académica en las que las nuevas tecnologías
médicas se aplicaban a gran escala: vacunas, antibióticos, antimaláricos, vermífugos
y demás productos de diseño elaborados en los grandes laboratorios biomédicos de
Estados Unidos y Europa.
230
Es de destacar la presencia de Arnoldo Gabaldón en el grupo fundador del PDN medinista, así
como su fallida postulación a la presidencia de la República en 1945. Gabaldón sería el primer
ministro de Sanidad y Asistencia Social de la democracia en 1959.
247
Los problemas sanitarios de la llamada post-modernidad son distintos. Así por
ejemplo, la endemoepidemia de VIH-SIDA no supone la acción de un solo agente
infeccioso – el retrovirus llamado VIH- sino que a todo un cortejo adicional de
patologías asociadas, desde las infecto-contagiosas hasta las neoplásicas, pasando
por las de índole neuropsiquiátrico. Hay que sumar a todo ello los problemas
generados por la discriminación basada en género y orientación sexual, además de
los problemas de drogodependencia que frecuentemente se le ven asociados. De
acuerdo con datos aportados por UNICEF, en países del Africa sub-sahariana como
Angola, la prevalencia de infección por VIH-SIDA entre embarazadas es del 71%.En
Uganda y otros países de la zona, el impacto económico de la epidemia de VIH-
SIDA se mide en términos de su Producto Interno Bruto, con caídas de hasta el
8%231.
231
Véase: www.unicef.org/spanish/infobycountry/uganda_statistics.htm ( recuperado marzo 2012)
232
Estos temas son abordados, entre otros, por los estudios de Gary Becker en torno a lo que ha
denominado “la manera económica de ver la vida”, título que da a su conferencia Nobel tras recibir el
galardón en 1992.
248
de la Medicina positivista toda. Crisis epistémica que conecta, amplificándolas, con
otras crisis –económicas, políticas- dando vida a la profunda paradoja de una
organización médica que, habiendo sido creada para abatir a la muerte, la genera en
la forma de las nuevas enfermedades adquiridas en el ambiente hospitalario, es
decir, en el nosocomio y por ello llamadas nosocomiales. Es el fenómeno del
“hospital que mata”.
De tal manera que la némesis sobre la que nos advirtiera Ivan Ilich hace
cuarenta años se verifica y no de manera eventual tanto como más o menos
sistemática, al punto de que resulte plausible extender el concepto de enfermedad
nosocomial más allá del ámbito de las infecciones adquiridas en el medio
hospitalario, cuan ha sido y es su acepción más común. La cuestión de la
enfermedad-muerte de orígen hospitalario, unida a la de la progresiva tendencia a la
estabilización de la mortalidad atribuible a ciertos tipos de cáncer, a la enfermedad
249
cardíaca o la pulmonar, son apenas algunas de las expresiones que sugieren,
plausiblemente, una merma en la capacidad del ars medica positivista en cuanto a
mantener vigente su vieja promesa de victoria sobre la enfermedad. Sin embargo, la
res medica occidental de la que se origina insiste en siempre renovarla aún contra la
no poca e-videncia epidemiológica en sentido contrario disponible.
250
mencionados trabajos de Capra233 y Bateson234., entre otros, ello sin hacer mención
de la abundante literatura “gris” que abunda en la materia cuyo análisis en rigor es
difícilmente factible.
233
Capra, Fritjof (n. 1939) Físico teórico por la Universidad de Viena en 1966, investigador en el área
de la física subatómica en las universidades de París y de California en Santa Cruz, en el Acelerador
Lineal de Londres y en el Laboratorio Lawrence de Berkeley. En paralelo a sus actividades de
investigación, Capra se ha disstinguido por sus aportaciones a la compresión de los impactos
filosóficos y sociales de la ciencia moderna.
234
Bateson,Gregory(1904-1980).Antropólogo, científico social, lingüista y cibernético británico, cuyo
trabajo interseca con muchos otros campos intelectuales desde los que postuló
una epistemología evolutiva e interdisciplinaria de no poco impacto en áreas tan diversas del
conocimiento como la antropología (en asociación con su esposa, la antropólogo Margaret Mead), la
comunicología y las neurociencias. En este último campo, se le atribuye la postulación del concepto
del “doble vínculo” en la esquizofrenia.
251
requerir sus allegados ingresados al hospital y que este no suple. Escenas que son
parte del paisaje urbano venezolano que hablan de un fenómeno de causas mucho
más allá de las consabidas falencias administrativas claramente ostensibles en
nuestras redes de asistencia y que son, antes bien, expresión de una necesidad más
profunda y útil: la del enfermo que carga consigo al sistema humano que le sustenta
y soporta ante la adversidad.
Referentes médicos como Lya Imber y Gustavo H. Machado, hacia los años
cuarenta, fueron pioneros en la incorporación de la madre acompañante en la
hospitalización del niño enfermo como factor clave en su recuperación. Las primeras
experiencias al respecto datan de principios del veinte en Inglaterra (Barrera Q, y
col. 2007)). En Venezuela, la elite de la Medicina pediátrica incorporó
tempranamente tal práctica a la organización médica venezolana, reconociendo en
ello el carácter crítico del mantenimiento de la estructura familiar básica del enfermo
trasplantado desde su realidad cotidiana – su modo-de-vida- hacia otra totalmente
artificial y ad hoc creada a propósito de la situación médica sobrevenida y de
acuerdo con los lineamientos emanados de los grandes centros académicos.
252
hombre venezolano que enferma, su particular cosmovisión, permanece fuera,
extrañada de los recintos de la gran “máquina de curar”, al que solo permea, a la
manera de una concesión graciosa, la pequeña estampa religiosa o la fotografía
familiar que el enfermo coloca en la cabecera de su lecho. Y entre ambos mundos-
de-vida, rejas, portones, cuerpos de vigilancia e inflexibles horarios “de visita”,
operando al modo de “pasos de frontera” entre dos mundos distintos.
235
El programa de formación y entrenamiento de personal voluntario dedicado a la atención de casos
de gastroenteritis en niños a partir de la administración de sales de rehidratación oral dio origen a la
red de las llamadas UROs (Unidades de Rehidratación Oral) de notable impacto en la contención de
dicha enfermedad y sus efectos en comunidades social y sanitariamente depauperadas lo mismo en
zonas rurales como en los asentamientos urbanos informales de las ciudades venezolanas.
253
res medica seguiría siendo el positivista, alejado del modo-de-vida de aquellas
mayorías a las que se había propuesto servir.
No nos habremos de ocupar del análisis de los impactos que tal programa
tuvo en términos estrictamente epidemiológicos, aspecto este exhaustivamente
estudiado, entre otros, por Díaz Polanco y colaboradores (Diaz Polanco, 2010).
Hemos sí destacar la definitiva opción del estado venezolano por articular un
discurso sanitario más allá de la Medicina positivista. La idea tras la instalación de
254
establecimientos de atención médica en el seno mismo de las comunidades y en las
que el personal profesional convive con ellas, compartiendo su particular modo-de-
vida entrañaba un notable esfuerzo por superar el modelo de atención basado en la
figura del médico itinerante a cargo de administrar programas y de dispensar
servicios de atención médica en cuyo diseño y alcances no estaba en modo alguno
involucrado por ser totalmente ajenos a su realidad concreta.
236
El destacado cirujano cardiovascular venezolano doctor Alexis Bello ha expresado que….."debería
ser una misión de Barrio Afuera", con lo que alude a la inserción del enfermo mundo en la episteme
médica moderna asentada fuera de mundo-de-vida popular. Véase el trabajo periodístico de Nélida
Fernández Alonso al respecto publicado en El Universal en su edición digital del 2 de febrero de
2005.
255
“moderna”, de clara raigambre positivista, versus la otra, la llamada “popular”, a la
que no resulta fácil calificar de “premoderna”.
Pero tras todo lenguaje se esconden las ilusiones que este crea. La por
Kahneman llamada “ilusión de la validez” en el seno de las organizaciones
complejas está soportada, entre otros, por las llamadas “culturas profesionales” que
le adhieren, enriquecen y continúan (Kahneman, 2011: 217). Así las cosas, en el
lenguaje médico-experimental de los positivistas residen lo mismo la clave tras la
admirable grandeza de la sanidad pública venezolana – la que derrotara a la malaria
y a la tuberculosis- que su más profunda crisis, crisis que se expresa cotidianamente
en fracasos y falencias que anuncias, mucho más allá de eso, una crisis más
sustancial, una crisis epistémica.
256
expresiones en los primeros tiempos de la república hasta su definitiva fundación
como tal en 1936. La manera de pensar en Medicina, a la que hemos llamado, en el
sentido de Ewart, res medica, se ha correspondido de modo más o menos directo
con el modo de practicarla y de organizarla institucionalmente consistentemente con
las formas políticas que Occidente ha conocido.
Cronologia
Capítulo I
1848. Ascenso de José Gregorio Monagas. Fin del período conocido como de la
“oligarquía conservadora”.
257
1868-1870. Gobierno de los Azules.
Capítulo II
258
c.460 AC. Hipócrates se establece en la isla griega de Cos, en el Mar Egeo.
Capítulo III
259
1803. Zarpe de la corbeta María Pita del puerto de La Coruña, llevando abordo a la
Expedición Filantrópica de la Vacuna dirigida por Francisco X. Balmis y José de
Salvany.
1813. Decreto de Guerra a Muerte por Simón Bolívar en La Carmania, hoy estado
Trujillo.
Capítulo IV:
Capítulo V:
260
1846. Epidemia de cólera morbos en Venezuela, cuyo brote inicial ocurriera en
Trinidad.
Capítulo VI:
Capítulo VII:
261
1917. Constitución de Querétaro, México tras el triunfo de la revolución
Capítulo VIII:
1942. Report onSocial Insurance de la Royal Comisión on the Poor Laws, mejor
conocido como Informe Beveridge. Inicia la era de la justicia distributiva en materia
sanitaria.
262
Conclusiones
Si bien el ars medica, como hemos dicho, se nutriera del acervo pre-clásico,
la res con la que se conecta es radicalmente distinta de aquella, puesto que se hace
racional en el sentido de la filosofía de los “físicos” jonios. En Grecia, la Medicina
deja de ser practicación para constituirse en praxis consciente de sí. Allí radica el
fundamento de la episteme médica occidental en su forma primigenia. De ella
derivamos aún hoy la manera más básica de mentar en Medicina, de nombrar
procesos y enfermedades. La escolástica supuso un tiempo de incorporación de
otros saberes y prácticas médicas no-occidentales –especialmente hebrea y árabe-
al tronco principal de la res medica de Occidente que fuera legado del hipocratismo.
263
conocimiento anatómico, fue que la res medica occidental pudo apuntar a superar la
más que milenaria adhesión al galeno-aristotelismo. La impronta que en la res
medica occidental habría de dejar la idea vesaliana de la fabrica humana nos
alcanza hasta nuestros días. Es con arreglo a ella que hemos dado forma a nuestras
aún vigentes instituciones e incluso a la manera en la que hemos organizado el
conocimiento médico. El lenguaje de las especialidades médicas es, en esencia,
vesaliano. Las ilustraciones médicas tuvieron en la idea vesaliana un acicate
poderosísimo al convenir, conforme a ella, que toda enfermedad había de tener su
sede en uno o más órganos de aquella compleja relojería humana.
264
Si ilustrada fue en su origen, positivista habría de ser su gran tradición, la
tradición sanitaria venezolana. La Medicina positivista enfrenta en Venezuela y el
mundo la más grande de sus crisis. Crisis cuyas expresiones en nuestro medio
abundan, apuntando al indefectible y tantas veces previsto encuentro de esta con los
límites de su propio paradigma. La irrupción de jergas y prácticas ajenas a la
tradición occidental – desde la acupuntura china hasta el yerbaterismo precolombino
americano- no sin que medien en ello copiosos flujos e intereses financieros, dan
cuenta de la intensa crisis del hasta ahora inexpugnable edificio de la Medicina
Basada en Evidencia.
Una de las características más distintivas del proceso venezolano desde los
años finales del siglo XX es la creciente presencia de las masas como actor
colectivo. Los trabajos de López-Maya a propósito de los acontecimientos de febrero
y marzo de 1989 dan cuenta de la conformación de un nuevo actor social, hasta
entonces inusitado, constituido a partir de la agregación coyuntural de grandes
grupos humanos sin dirección ni discurso político siempre discernible y que, sin
embargo, es capaz de responder de manera más o menos articulada ante
determinadas demandas del entorno. Son las multitudes o, en el sentido orteguiano,
las muchedumbres, sobre las que diserta el autor en La rebelión de las masas:
265
dirección ni bandera política formal logró partir al país en dos en momentos en los
que la precaria institucionalidad naciente se tambaleaba merced de los reveses
militares de Miranda y la catástrofe financiera generada tras el terremoto de 1812.
Nos referimos a las revueltas esclavas de Curiepe y Río Chico en las que la masa
no reivindicó ni a la República ni al Rey, sino a sí misma.
266
consensos mínimos. Somos una sociedad de precario capital social, apelando al
término acuñado por James Coleman en 1971 al referirse a aquella otra forma de
capital al cual no se accede por la mediación de recursos financieros sino que a
través de la construcción de consensos sociales, vínculos y redes de cooperación
capaces de agregar valor a los procesos productivos ahorrándoles los costos
derivados de la mutua desconfianza entre los distintos agentes sociales involucrados
en ello, es decir, los llamados costos de transacción.
El norte italiano destaca por las variadas formas de socialización que alberga,
desde asociaciones religiosas hasta clubes deportivos, lo que junto a la alta
escolarización y tendencia a la lectura de la prensa, le imprime rasgos notablemente
distintos a los del sur, donde priva sobre todo la filiación vía nexos familiares que
opera como garante de los parabienes que la vida social no ofrece. De allí entonces
la histórica primacía que en el sur italiano ha tenido y tienen los clanes familiares -
origen de las temidas maffias- bajo el mando patriarcal del cappo.
267
hospital operó como el gran legitimador social de un modelo médico pensado desde
una episteme distinta de la episteme popular. Los muchos “dolientes” sociales del
hospital amortiguaron el choque epistémico entre el modo-de-vida propio de la
medicina positivista y el modo-de-vida popular.
268
eficacia y desempeño técnico de nuestra sanidad pública fue cada vez más
deletéreo y ostensible. De tal manera que la salida del sistema se constituye en una
opción para quienes puedan proveérsela.
Pero ambas coinciden en un único punto en común: han perdido la fe que una
vez respaldara unánimemente a la sanidad pública venezolana. La minoría
empoderada escapa hacía otro mercado –el privado- en tanto que la mayoría inerme
se da una organización ad hoc para presionar contra un sistema que prometió sin
cumplir. Se ampara en la norma positiva, pero también en la presión de la opinión
pública. Entiende que, pese a la profunda crisis que lo abate, el sistema sanitario es
aún capaz de generar “saldos” a su favor solo en la medida en que se ejerza una
efectiva presión sobre él. Así las cosas, no hay planificación sanitaria posible. No
269
ajuste de expectativas no siempre razonables. El viejo principio deontológico de
beneficencia bajo el cual opera la res medica de Occidente, se sustituye por una
norma de derecho positivo que obliga y que castiga.
Como los hemos ya dicho, habrá quien escape merced de sus altas rentas o
de su mayor capacidad de captura de rentas. Pero en la generalidad de los casos, la
única opción será la de ejercer presión sobre el desvencijado sistema a fin de
extricar de él los parabienes que de otro modo no rendiría. Y a falta de un sistema
de organizaciones intermedias capaces de procesar tales demandas y hacerlas
manejables por el sistema, surge como opción la de la presión ejercida por la masa
informe convertida en actor social y político.
270
Poco después, en Estados Unidos, Ernest Codman impondría en el debate
médico de su tiempo y de él, para siempre, la idea del resultado final” como único
criterio válido para juzgar como buena una determinada acción médica. La Medicina
ofrecía un instrumento de auditoría contundente y verificable: el de la documentación
de las resultas de todo acto médico. La capacidad de verificar hasta entonces
reservada al laboratorio era puesta en manos del público y entró a formar parte de la
materia de sus debates. La otrora “fe pública” del médico sería en lo sucesivo puesta
a examen. Y hay que decir que, en la generalidad de los casos, aprobaría. Pero la
crisis médica actual – crisis que es de su res- no parece tener a mano un “salvador”
como lo fueran aquellos bacteriólogos posteriores a Pasteur. Aunque algunos
piensan que tales salvadores pudieran ser los genetistas.
“Lo que si parece casi inevitable es que cuanto más profundamente comprendamos
las peculiaridades de la naturaleza, más capaces seremos de usarlas en beneficio de
la humanidad”237 (Watson, 2002: 147)
Más que convicción en torno a la ciencia y sus posibilidades, hay fe. Fe sin
límites en que los grandes grupos de patologías que de muy diversas formas hoy
acaban venciéndonos, puedan ser domeñados apelando ahora no a un agente
físico – radiaciones ionizantes- químico – las distintas quimioterapias- o a una
acción exógena – cirugía más o menos invasiva- sino que a una suerte de
prometeica autoregeneración a partir de manipulaciones genéticas puntuales, se
perfila como el más probable candidato a asidero de la res medica occidental en
el futuro previsible238.
237
Watson, James (n.1928). Bioquímico norteamericano. Junto con Francis Crack y Maurice Wilkins,
postuló el modelo llamado “de la doble hélice helicoidal” de la estructura del DNA. Premio Nobel de
Medicina y Fisiología junto a Crick y Wilkins en 1962.
238
El Proyecto Genoma fue una iniciativa científica internacional auspiciada por Estados Unidos en
1990 con un fondo superior a los 90.000 millones de dólares destinada a determinar la secuencia de
pares de bases nitrogenadas constitutivas de los aproximadamente 25.000 genes del genoma
humano. El proyecto concluyó en 2000 y tuvo en James Watson a su primer director, habiendo este
271
La Medicina occidental, su res producto de una larga síntesis de saberes a
partir de la logización del antiquísimo mito de la sanación, se juega su credibilidad
como expresión en si misma y acicate de la civilización occidental, en el sentido
de Alfred Weber. Su crisis es la del ars al que diera origen y, desde él, al tinglado
institucional hoy bajo cuestionamiento. En el caso venezolano, podríamos inscribir
dicha crisis en la crisis misma que caracteriza a la llamada post-modernidad y su
tendencia, como lo señala Coronil, a divorciar las formaciones culturales - a las
que nosotros hemos venido llamando, en el sentido de Moreno Olmedo, mundos-
de-vida- de la dinámica social. Ello ha supuesto, señala el mismo autor, que tales
formaciones culturales hayan sido “leídas” como textos cuyo significado ha de
emerger del mero análisis textual prescindiendo de todo análisis contextual
(Coronil, 1997:27).
“…in Venezuela the expectation that collective well-being would be achieved through
oil-financed nacional transformation turned this fantasy into an illusion of collective
harmony” (Coronil, 1997: 127)239.
renunciado ante la posibilidad de que las secuencias genómicas determinadas pudieran ser objeto de
su patentización con fines comerciales.
239
“…en Venezuela, la expectativa de bienestar colectivo se alcanzaría a través de una
transformación nacional financiada por el petróleo, transformando dicha fantasía en una ilusión de
armonía colectiva” (traducción nuestra). La interpretación cabrujiana de dicho mito es abordada por
Coronil en la referida obra, p. 371 y sucs.
272
MBA se pone en marcha con personal médico cubano, entre otras razones, porque
las clases médicas venezolanas estarían renuentes a hacer vida profesional en el
seno de esas comunidades más allá de lo exigible en una pasantía de grado o por el
mandato legal que impone el servicio social.
273
Tablas
Cuadro N° 1
Cuadro 9.1
Venezuela: Agunas casuas de muerte, según defunciones registradas en once años escogidos
Causas de Muerte 1.905 1.910 1.925 1.930 1.936 1.943 1.950 1.960 1.970 1.980 1.987
273
Cuadro N° 2
(MILLONES DE BOLIVARES. CIFRAS NOMINASLES. 1932-1943
Departamentos 1932/33 1933/34 1934/35 1935/36 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943
Agriculcuta, industria y comercio
Agricultura y cria 30.6 38.9 47.3 54.8 46.6 44.4 22.6 17.5
Ambiente y recursos naturales renovables
Correos y telegrafos
Comunicaciones 11.9
Congreso de la republica
Consejo de la judicatura
Consejo supremo electoral
Contraloria general de la republica
Corte suprema de justicia
Defensa nacional
Desarrollo urbano
Educacion nacional 8.3 19.7 22.6 23.9 24.2 21.8 22.4 23.1
Energia y minas
Familia
Fomento 12.7 12.9 12.3 12.2 6.3 15.5 10.2 9.5 6.1 9.5 10.4
Guerra y marina 31.6 31.2 37.8 55.8 36.4 39.5 37.4 37.0 35.7 34.7 34.0
Hacienda y credito publico 16.7 16.8 22.6 37.7 24.4 22.7 32.8 28.5 29.6 27.0 39.3
Informacion y turismo
Instrucción publica 10.6
Justicia
Juventud
Minas e hidrocarburos
Ministerio publico
Procuraduria general de la republica
Obras publicas 35.4 30.3 30.0 89.5 77.1 69.3 79.5 82.5 60.8 54.8 78.1
Relaciones exteriores 5.5 5.4 5.1 9.5 5.8 5.9 6.0 5.8 5.0 6.2 6.9
Relaciones interiores 43.3 38.1 39.7 69.2 60.2 79.9 92.3 95.6 95.0 91.3 88.5
Salubridad y de agricultura y cria 7.3 9.8 22.2 24.0
Sanidad y asistencia social 8.4 17.5 18.7 19.6 18.4 16.1 15.7 18.8
Secretaria de la presidencia
Trabajo
Trabajo y comunicaciones 17.9 18.8 20.7 20.3 19.0 18.7 18.4
Transporte y comunicaciones
Rectificaciones
Otros gastos e imprevistos
TOTAL 162.0 153.8 178.9 367.7 304.2 340.2 377.2 368.4 333.5 302.9 335.0
VARIACION RELATIVA -0.05 0.16 1.06 -0.17 0.12 0.11 -0.02 -0.09 -0.09 0.11
FUENTES
Ministerio de hacienda y credito publico: memoria y cuenta. Diversos años
OCEPRE: ley de presupuestos y exposicion de motivos del proyecto de ley de presupuestos. Varios años
274
Anexos
Lámina I
La contemplación de un antiguo grabado medioeval del siglo trece que sitúa a la Tierra como centro del Orbe
representa la idea ptoloméica de universo que privó en el mundo antiguo. Su sustitución por otra, el llamado modelo
heliocéntrico que sitúa al Sol en su centro, operaría como el gran revulsivo de la ordenatio escolática, no solo en la
Astronomía, sino que en todos los ámbitos del conocimiento. La revolución celeste copernicana supuso un primer punto
de inflexión en el pensamiento occidental que tendrá expresiones simultáneas en el proceso de formación de su res
medica tras mil años de “dictadura” galénica: ese mismo año aparece la Humani corporis fabrica de Andrea Vesalio. La
ilustración correspondiente al sistema geocéntrico de Ptolomeo forma parte del Almagesto, tratado de Astronomía
escrito en el siglo II de nuestra era (disponible en: http://claudioptolomeomate.blogspot.com/), en tanto que la
correpondiente al sistema heliocéntrico de Copérnico lo es de De revolutionibus orbium caelestium, de 1543 (disponible
en: http://educastur.princast.es).
275
Lámina II
El monumental fresco de Raffaelle Sandio de 1510 plasma en esencia lo que fuera la por nuestro artista llamada
Escuela de Atenas, con Platón y Aristóteles en el centro de la composición rodeado de los referentes principales del
pensamiento griego. Su sola contemplación ilustra al lego en la comprensión de sus antecedentes y su evolución hasta
el culmen que representan aquellos dos grandes pensadores. Toda la filosofía clásica está allí plasmada y con ella, el
core duro de la res medica occidental. La primera res medica de Occidente es sobre todo griega. Con los pitagóricos y
los físicos jonios en sus orígenes – hélos allí rodeándolos- la manera griega de pensar y ser en la Medicina, es decir,
su episteme, deriva, sobre todo en Aristóteles, la fuerza que le habría de impulsar – desde Hipócrates y Galeno- por los
siguientes mil años. El fresco forma parte del conjunto pictórico de la Stanza Della Signatura en El Vaticano.
276
Lámina III
Una hosca monocromía francesa del siglo catorce nos ilustra poderosamente sobre lo que pudo haber sido la res
medica en los tiempos del feudalismo aristocrático. El grabado in commento destaca dos escenas cotidianas en el
célebre Hotel Dieu de París: a la izquierda del observador, dos religiosas amortajan sendos cadáveres en el mismo
recinto que comparten los enfermos, a cuyo cuidado se dedican estas, tal y como se ve a la derecha. Al centro destaca
la imagen del Cristo ante el cual se postra incluso la figura regia. El médico está ausente de la escena. Vida y Muerte
son, en el mundo medioeval, materia de decisión divina. La preparación de cadáveres en el mismo recinto en el que
descansan los enfermos y ante su vista, no es casual: para el hombre de la Edad Media, la vida es un trance
indefectible entre el nacimiento y la muerte que urge apurar en tanto que antesala a la vida eterna. Vida y Muerte
coinciden así, ya no como dualidad antagónica, sino que como expresiones de un necesario tránsito hacia lo
trascendente. El presente grabado pertenece a la colección de la Bibliothéque Nationale de París (Ms.Ea.17 rés).
277
Lámina IV
Un grabado del siglo XVI propone la improbable reunión de Hipócrates, Galeno y Avicena al modo de un supremo
triunvirato bajo cuyo patrocinio se funda la tradición médica de Occidente en sus grandes escuelas altomedioevales –
Salerno, Montpellier, Padua- en las que las tradiciones griega, latina y árabe se fundiesen en el más grande impulso en
pro de logización de la res medica occidental desde los tiempos hipocráticos. El presente grabado forma parte de la
colección de la National Library of Medicine, Bethesda y data de 1528.
278
Lámina V
La fabrica vesaliana impondrá su fuerza paradigmática sobre la res medica de Occidente con la inobjetable
contudencia que suelen tener las inflexiones que marcan la superación de un momento conceptual a favor de otro
distinto. El grabado que ilustra la primera edición de la Humani corporis fabrica de 1543 nos presenta la imagen de
Vesalio ante la mesa de disección anatómica sobre la que se estudia la anatomía de un cadáver. Le rodean multitud de
discípulos y curiosos, un clérigo entre ellos. Hasta los pícaros que realizan sus triquiñuelas bajo la mesa encuentran
lugar en lo que era, sobre todo, un espectáculo público. Preside la escena una calavera, personificación de la Muerte.
No se identifica imago religioso alguno ante en aquella radical confrontación entre la Muerte y quienes – como Vesalio-
la retan apelando a un nuevo conocimientofundado no en la antigua tradición, sino en la e-videncia demostrada en la
práctica.
279
Lámina VI
El racionalismo pondría límites a la pretensión de aquella Medicina ordenada a lo trascendente. Como hemos dicho, las
postrimerías del siglo XIII marcan la irrupción de un nuevo tipo de hombre de mentalidad práctica. En el campo médico
se afirma con fuerza la práctica de la disección anatómica y con ella, una nueva manera de comprender los procesos
mórbidos. La idea vesaliana de la fabrica humana impulsa un inusitado afán por comprenderla estructura del cuerpo
humano y, desde ella, intuir las claves de su funcionamiento. La Lección de Anatomía del doctor Tulp, de Rembrandt
Van Rijn, que data de 1632, ilustra la atmósfera médica de aquel momento conceptual de la Medicina. La episteme
médica de la Europa del siglo XVI es distinta a la del medioevo. En el óleo de Rembrandt vemos al notable cirujano y
anatomista holandés ejecutando la disección de la región anterior del brazo izquierdo del cadáver de Aris Kindt, reo
ajusticiado tras serle seguido el correpondiente juicio no sin antes excomulgarle. La ruptura con el dogma escolático no
es aún total y la diseccióna natómica solo se admite en los cuerpos de quienes murieron alejados del catolicismo.
Expone el doctor Nicolas Tulp a sus discípulos la anatomia de los músculos flexores. Su técnica no está al servicio de
una necesidad trascendente sino que absolutamente práctica. El lienzo, quizás el más emblemático de toda la obra
rembrandtniana, se encuentra en la Mauritshuit de La Haya, Paises Bajos.
280
Lámina VII
Pero es el segundo y más definitivo punto de inflexión que habría de marcar su poderosa impronta sobre la res medica
de Occidente vendrá con la ciencia experimental, expresión principalísima de la nueva filosofía positiva. La plástica
iberoamericana es especialmente rica en expresiones de ello, sobre todo aquella puesta al servicio de la arquitectura
institucional. La gran muralistica mexicana posterior a la Revolución, de tan marcada vocación pedagógica, nos provee
notables muestra de ello. En el pórtico del Instituto Nacional de Cardiología de México recibe al visitante con la imagen
monumental de las grandes figuras de la medicina occidental, desde Victor Pachón hasta Whittering – entre otros.
Destacan en la parte inferior de la composición las formas pétreas de los antiguos sanadores aztecas. Su posición en
el conjunto de la obra podría interpretarse como la victoria de la Medicina occidental sobre la que fuera propia de la
tradición náuathl, que no por ello resuelta desmerecida en la posición que el mexicano Diego Rivera le confiere en el
mencionado conjunto alegórico.
281
Lámina VIII
La contemplación del mural del venezolano Héctor Poleo que decora la pared este del salón de sesiones del Consejo
Universitario de la Universidad central de Venezuela, en Caracas nos ofrece tres planos distintos que integran la
composición alrededor de un elemento central que les articula en tanto que los tres momentos conceptuales por los
que ha transitado la universidad venezolana. Tal es el decreto de julio de 1827 que deroga las constituciones
universitarias de 1721. Reza el texto plasmado por el artista al centro del mural:
“1827
Derogación de las
antiguas constituciones universitarias”
Hace referencia el artista al decreto del 27 de julio de 1827 por el cual Simón Bolívar funda la universidad republicana
sobre la base de la antigua institucionalizada académica de la universidad real y pontificia. En el campo inferior a la
izquierda del observador se nos muestra a un grupo de monjes – dominicos, por las características de los hábitos que
portan- reunido alrededor de sus viejos pergaminos. No es casual tal referencia, siendo que a la orden benedictina
perteneciera el más notable pensador del medioevo, Tomás de Aquino. En el campo inferior a la derecha del
observador está la representación alegórica de la universidad ilustrada, con Vargas como su principal referente. En
plano posterior, destaca la figura de Andrés Bello, ciertamente no tan ligado a la universidad venezolana tanto como a
la chilena. Finalmente, en el plano superior y como imponiéndose sobre los otros dos, aparece toda una alegoría al
pensamiento positivista y a la ciencia experimental de él derivada. Preside la composición la imagen del científico
armado del microscopio y tras el cual se despliegan algunas de las más emblemáticas creaciones de la ciencia
experimental: el matraz del laboratorio del químico, el sextante del astrónomo. Más allá, el cerebro, la víscera sede del
pensamiento ahora auxiliado por la validación experimental. No supuso el positivismo un punto d einflexión limitado tan
solo a los ámbitos de la Medicina y las llamadas “ciencias duras”. Es así como en el ángulo superior a la derecha del
observador destaca la balanza símbolo de la justicia. El Derecho es ahora, sobre todo, Derecho Positivo.
282
Lámina IX
Similar simbología identificamos en la muralistica del venezolano Francisco Narváez que decora los pórticos de acceso
a los edificios sedes de los institutos Anatómico y de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela.
Ante el enfermo yaciente se congregan los médicos, a los que distinguimos por su atuendo. Helos allí, flanqueados por
algunos de sus instrumentos más distintivos –la jeringa, el microscopio- y armados con el conocimiento simbolizado en
el libro abierto que uno de ellos sostiene. El conocimiento y la técnica de él derivada presiden ahora el acto de sanar
así como en el fenecido mundo feudoaristocrático lo hicieran el dogma y la Cruz.
283
Lámina X
El nuevo y poderoso punto de inflexión que en la formación de la res medica occidental representa el positivismo marca
el momento conceptual desde entonces vigente en la Medicina tiene entre sus más sustantivos elementos el de la
decidida alianza que se celebra entre el conocimiento y el poder. Asi se colige de la contemplación de alunas muestras
de esa “nueva plástica” a la que diera origen la sociedad occidental de consumo y el llamado pop art . Expuesta ya no
en muestras museísticas tanto como en la calle y demás ámbitos de la vida cotidiana en los que opera la comunicación
de masas, la poderosa liason entre ambos factores – Medicina y poder- es expresión de la primacía del conocimiento
como factor integral del nuevo discurso de poder. El saber permite gobernar y ganar guerras. La publicidad de una
casa farmacéutica durante los años de la Segunda Guerra Mundial nos muestra la escena del soldado herido en acción
siendo salvado mediante la aplicación de la última expresión de la tecnología biomédica de entonces: la penicilina. Los
temibles cocos gram positivos, representados en el ángulo superior a la derecha del observador, en la composición,
habían sido responsables directos de más muertes en los hospitales de guerra que las causadas por las bayonetas de
los infantes de las fuerzas del Eje. Reza el texto del anuncio: “proveniente de un hongo ordinario, el más grande agente
de curación de esta guerra”, gracias al cual “ él [el soldado herido] podrá volver a casa”. Queda allí expresa una vez
más la promesa de la triunfante Medicina Experimental: la promesa de victoria sobre la enfermedad y, también por esa
vía, sobre los enemigos de Occidente
284
Bibliografía y Fuentes Consultadas
285
FUENTES PRIMARIAS
Archivos
Otras Fuentes
Fuentes Oficiales
Publicaciones Seriadas
Guía del Archivo General de la Nación. (1984). Caracas: Ediciones del Archivo
General de la Nación.
286
FUENTES SECUNDARIAS
Bibliografía
Obras de consulta
Generales
Arraiz, A. (1991). Los días de la ira: las guerras civiles en Venezuela, 1830-1903.
Valencia: Vadell Hermanos Editores.
Briceño Iragorry, M. (1951). Ámbito y razón del humanismo americano. En: Obras
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