Acerca Del Proceso de Constitución Subjetiva
Acerca Del Proceso de Constitución Subjetiva
Acerca Del Proceso de Constitución Subjetiva
Es necesario poder entender estas operatorias esperables para la constitución de un sujeto para así
poder entender cómo intervenir en aquellos casos donde algo del orden subjetivo se constituye de
manera fallida. Es decir cuando nos encontramos frente a un caso donde existe una patología
emocional, cuando algo de la constitución subjetiva ha quedado trunco.
Para poder entender estas operatorias es necesario poder diferenciar cuerpo de organismo. Cuando
hablamos de organismo nos referimos específicamente a un cuerpo biológico. Ahora bien el cuerpo
biológico, el organismo vivo no es lo mismo que un sujeto, un cuerpo. Que haya organismo no
implica que haya cuerpo per se, ya que para que exista un cuerpo necesitamos que este se
constituya, y esa constitución no es sin un Otro.
El ser humano es el único animal que nace prematuro, es decir que a diferencia de otras especies, el
cachorro humano necesita de otro para sobrevivir, cuando hablamos de otro nos referimos a ese
Otro de los primeros cuidados. Un Otro que haga del grito del niño un llamado, que pueda
decodificar el grito del niño, escuchando en ese grito un llanto. El niño emite un sonido producido por
una sensación meramente orgánica, que podríamos entender como un malestar, pero que solo será
un malestar que el Otro podrá interpretar como tal. Un malestar que el otro materno (materno /
madre en términos de funciones) deberá constituir como necesidad: “el niño tiene hambre” por
ejemplo. Esa necesidad es traducida por el otro como demanda. Cuando hablamos de demanda,
ésta siempre está dirigida a alguien, a aquel que ocupe esa función esencial y fundamental. Para
que haya otro a quien dirigir la demanda tuvo que haber previamente alguien que escuche al niño y
le atribuya un sentido a ese grito. Ese grito como un llamado en donde el Otro se constituye como tal
para ser el destinatario de la demanda que siempre será demanda de amor. Un Otro que inscriba en
ese cuerpo experiencias de placer y displacer, que libidinice ese cuerpo. Humanizando ese cuerpo
biológico. Lacan nos plantea que “somos todos hijos adoptados de un deseo que nos hizo vivir”,
donde se constituye la subjetividad, la transformación del infans en sujeto. Entonces, el niño está
alojado en un deseo desde antes de nacer, es necesario que sea hablado por otro, que forme parte
de la fantasmática de los padres. Tal como plantea Freud, se arma un trono para ese niño por venir,
para su majestad el bebé, donde se imaginariza ese bebé inscribiéndolo en un deseo. Lacan nos
enseña que un niño no es alojado en el deseo a partir del momento que nace, un niño es alojado en
la fantasmática de los padres aún mucho antes de su presencia real, es hablado, fantaseado,
ocupando así un lugar determinado de antemano.
El Acompañante Terapéutico es una muleta imaginaria
Jennifer Baldassarre
Si pensamos en alguien que requiere de una muleta en algún momento de su vida, entendemos
que ese alguien hace uso de esa muleta mientras este no pueda sostenerse por sí solo. Cuando
el dispositivo de AT es solicitado, nos encontramos frente a un sujeto que en ese determinado
momento no cuenta con los recursos suficientes como para sostenerse por sí mismo,
requiriendo así de otro que haga las veces de ortopedia donde apoyarse, contando con sus
propios recursos para afirmarse con su sostén.
Lo terapéutico del acompañamiento es aquello que permite desplegar al sujeto un saber hacer
con aquello que lo aqueja, un saber hacer con su padecimiento, poder encontrar su propio
modo, algo del orden de la invención que solo podrá surgir en soledad pero acompañado. El
acompañante terapéutico deberá abstenerse de obturar el movimiento del sujeto intentando
ayudar a hacer, deberá restarse como sujeto, y acompañar el recorrido del sujeto pensando las
intervenciones en función del lugar en el que el sujeto lo ha ubicado en la trasferencia,
maniobrando con ella y en función de esta.
La noción de muleta implicará poder pensar la función del acompañante terapéutico como
transitoria, una muleta que está para dejar de estarlo cuando ese paciente ya pueda y elija,
decidir caminar y sostenerse a solas quizá en compañía, pero sin acompañante.
Función materna y constitución subjetiva
Por Silvia Tomás
¿Qué relación guardan los casos de desconexión severa que lindan con el autismo
con el cuerpo ? ¿Es que éste se ha constituído? ¿Qué ocurrió en estos casos con
la Demanda y el deseo del Otro materno?
Tal vez el breve recorte clínico nos aporte algo de luz a estos interrogantes:
Un pequeño de seis años se sienta en un pasillo a la manera de un indiecito, con
las piernas cruzadas y se queda ahí balanceándose durante largo rato.
Llama a todos la atención la manera en que flexiona sus piernas, parecen no
estar articuladas, se asemejan a la materia de la plastilina, parecen de una masa
inerte.
Sin tonicidad, dan la impresión de poder realizar dobleces por cualquier lado.
A su vez si alguien se cerca y le hace cosquillas, se ríe, pero esa risa es al vacío,
como metálica, no hay un encuentro de miradas, no hay retiro ni acercamiento
del cuerpo.
En los exámenes de admisión va con todo el que lo invite a pasar, sin el menor
contratiempo por lo desconocido.
Tampoco importa quien se acerque, para todos es la misma sonrisa
estereotipada, no hay aceptaciones ni rechazos.
Es que este niño no rechaza, pero tampoco acepta, no aloja, como si todo diera
lo mismo.
¿Por qué esa indiferencia? Parece que su cuerpo no le perteneciera, habrá sido
un cuerpo ignorado, golpeado, maltratado?
La mamá nos hablará de él sin esbozar emoción alguna, sus respuestas serán
descripciones sucintas que denotan “lejanía afectiva”, a pesar de ésto, la señora
se ocupa de las necesidades de su hijo, no podemos decir que lo maltrate en el
sentido habitual en que esto se puede pensar, sí se observa indiferencia hacia el
sujeto que hay en su hijo.
Lacan habló en su seminario XI1 sobre dos operaciones que fundan el sujeto del
inconciente: alineación y separación. Se trata, desde luego de cómo se produce el
sujeto, partiendo del rechazo de la clásica idea de que aquel es causa de si
mismo:
” causa sui”.
Para el psicoanálisis, el sujeto no se autoengendra sino que reconoce su origen
en el campo del Otro.
Cabe aclarar que en el Seminario XIV,”La lógica del fantasma”, vuelven a tomarse
estas operaciones y se resalta que el estatuto de la alienación conlleva la
separación : La alienación implica que el Otro ofreció el hueco de su falta.
Si en el seminario 11 Lacan toma estas operaciones en el sentido de la causación
del sujeto, en el Seminario XIV la mira estará puesta en la relación del sujeto y el
objeto.
Ya hemos visto que el objeto de la pulsión que es el objeto a “depende de la
demanda para su producción”4, objeto que es inseparable del matema en el cual
Lacan indica el significante de la falta en el Otro, es decir S (A/), del deseo del
Otro.
En posición del inconciente5 denomina a esta operación separatoria como la
condición para que “el sujeto tenga un estado civil”.
Estado civil, estado de sujeto del inconciente que posibilitará por el anudamiento
de los registros simbólico, imaginario y real, armar un nudo particular 6 y contar
con un cuerpo.
Es que para tener cuerpo y hacer uso de él, deben entretejerse los hilos de lo
simbólico, lo real y lo imaginario. Es la acción simbólica la que instala la
constitución del cuerpo, sus bordes así como también las dimensiones del espacio
y del tiempo.
“El significante otorga un cuerpo y a la vez lo fragmenta resquebrajándolo en
órganos y funciones. “7. Como consecuencia de la incidencia significante, la
pulsión aísla una zona erógena de bordes. Estos constituyen un corte, el corte
significante, la hiancia entre el sujeto y el objeto…
Si la unificación del cuerpo sufre, a partir del derrumbe imaginario que produce el
desencadenamiento psicótico, un desmembramiento, apareciendo
despersonalización, cuerpo despedazado, fenómenos de doble ,donde se hace
presente el Goce en lugar del Otro, por un lado desde la esquizofrenia el cuerpo
padece la acción del goce de órgano, por otro lado, desde la paranoia el Goce
que injuria8, en el autismo, que no llega a ser una psicosis, pues constituye un
grado previo, no podríamos hablar de cuerpo, ya que no se llega a la alineación,
es decir a la operación elemental de la conformación del sujeto .Entonces, en el
autismo no hay atribución de cuerpo.
La falta de extracción de objeto a, impide la estructuración del cuerpo, en su
consistencia.
Estos niños, como se presentan como si no hubieran podido constituir un adentro
y un afuera, como si no pudieran constituir un ego.
Robert y Rosine Lefort afirman que la clínica del autismo y también la de la
psicosis es una clínica que nos muestra las carencia de dialéctica entre contenido
y continente, que no se presentan aquí como oposición sino como un pegado a la
manera de dos hojas.
¿Qué paso con el cuerpo del autista?, fue maltratado, ignorado, pegado?
Ese cuerpo no se constituyó, no pudo advenir del soma un cuerpo por no haber
sido atravesado por la traza falica que le permitiría erguirse y tomar tonicidad .Así
vemos en el niño al que nos referíamos al comienzo, movimientos y posturas
físicas que nos llaman la atención porque no parecen humanas, tal el grado de
flacidez y a la vez de tensión que no presentan el tono muscular que
acostumbramos a ver en un cuerpo en el que ha entrado el falo.
Ese soma no fue agujereado, no fue agujereado porque en el Otro no se registró
hueco y si para Lacan la dialéctica del deseo se registra entre el Sujeto y el Otro ,
la carencia de perforación en el Otro , es decir la ausencia del deseo del Otro
aparecería como posible respuesta a esta pregunta inicial.
Colette Soler11 afirma que todos estos datos indican que en el autismo se trata de
una enfermedad de la libido , el hecho de que el lenguaje, que causa al sujeto
opere también sobre el cuerpo nos pone en la pista de esta aseveración.
Las funciones del cuerpo que no son tomadas por el significante, aquellas que no
fueron tocadas por la demanda del Otro deben distinguirse de aquellas funciones
representadas en el lenguaje así, Soler, toma el ejemplo paradigmático de
Margaret Maller sobre el niño Stanley quien se enchufa y se desenchufa a su
juego, según el decir de esta autora para indicar momentos en que se lo ve
desconectado, inerte, inerte libidinalmente como si su organismo se hubiera
apagado.
Por otros momentos se deja ver animado, con gestos de autómata, haciendo una
especie de semblante de maquina.
El movimiento se produce no solo por el efecto del alivio que representa el haber
trasladado al analista algo que nunca salio de ellas, sino porque eso que se dijo
tiene un peso que ya no puede soportarse tal cual es y abre otras vías.12
Suele suceder que a partir de que las madres ponen en palabras estos
sentimientos tan duros hacia sus hijos, o la inexistencia de los mismos , cuando
se refieren por ejemplo a su embarazo en términos de peso de su propio cuerpo
sin que aparezca en el relato nada que refiera al niño que se esperaba ,cuando
pueden extraer esos sentimientos de opresión o de inexistencia depositados
sobre el niño de ellas mismas para depositarlos en el analista , y pueden hablar
de aquello que en ellas mismas falto, operan en los niños movimientos
humanizantes como la aparición de voz o el movimiento corporal que hasta el
momento no se habían dado.
Concluimos en que para que el lenguaje produzca un sujeto hablante y un cuerpo
allí donde in initio hubo infans y soma será necesario que ese lenguaje sea
incorporado, inscripto en el cuerpo, lo cual implicará la transmisión por parte de
quien opere función materna, de una falta.
La emisión de voz implicaría un uso del objeto invocante con que no cuentan, ya
que faltó la demanda para la producción.
Quien opere función materna –que postulamos como pasadora de deseo ,
invitará con las resonancias de su voz, a que el infans recorte la propia.