3 - C. Scavino - Aprendizajes Escolares - Eje 3
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CAROLINA SCAVINO
INTRODUCCIÓN
Este trabajo se propone introducir al lector en cómo se fueron dando las relaciones
entre las producciones psicológicas y la educación, a fin de poder delimitar el
surgimiento de la psicología educacional como un área de la psicología.
Se aborda este trabajo desde el campo de la historia de la psicología, con el objetivo
de plantear ciertas coordenadas para el análisis del surgimiento de la psicología
educacional. Creemos haber realizado un recorrido, pero reconocemos todavía lo
inacabado y prematuro que resulta, de modo que aquí sólo se orientará al lector que
esté interesado en seguir profundizando.
Plantearse el estudio desde el área de la historia de la psicología debería advertirnos
sobre el modo como ésta plantea problemas. A diferencia de la psicología, la historia
de la psicología toma los objetos de estudio no como objetos dados sino construidos
históricamente. Esto supone que los objetos que estudia no corresponden a los objetos
de estudio a partir de los cuales producen su saber académico las disciplinas
psicológicas. Es el modo en que se fueron construyendo los objetos y no lo que se dice
de ellos lo que le interesa a la historia de la psicología:
La pedagogía positivista, que era la línea avalada por el gobierno de la época, vio
en los saberes de la psicología experimental una herramienta de utilidad (Talak, A.,
1998, 2001).
Psicólogos experimentales como Víctor Mercante y Rodolfo Senet brindaron
instrumentos e investigaciones -cuestionarios, medición del movimiento, de la
memoria, etc.- como aporte para las reestructuraciones educativas propuestas por el
Estado, cuyo objetivo último era “administrar” las diferencias entre los niños. Y así
pudo ordenarse la población infantil según parámetros de normalidad-anormalidad,
rendimiento escolar, aptitudes, etc.
En el plano disciplinario, para entonces la escuela mantenía un discurso normativo
centrado en la figura del docente, investigaciones sobre la hipnosis y la sugestión; toda
técnica para el control de las masas era bien recibida en el ámbito educativo a la hora
de lograr el control sobre el alumnado.
Predominaba en la época un sentido de desigualdad social que orientaba las
propuestas de reforma curricular tanto en educación primaria como media, tendente a
preservar la diferenciación social.
El discurso pedagógico positivista, tomando las producciones de la psicología
experimental, hacía de la escuela un espacio para la selección de la población que
estaría orientada a ocupar puestos que requerían una formación intelectual de
excelencia y de quienes por su propia naturaleza estarían destinados a realizar trabajos
manuales, oficios, etc.
Desde principios del siglo XX se fueron dando en las escuelas trabajos orientados a
organizar la población infantil entre individuos normales, delincuentes,
discapacitados, etc. Estos procesos de clasificación se basaban en criterios estadísticos,
relacionados con las facultades del hombre, o evolutivos, relacionados con el
comportamiento del sujeto y su procedencia social. ¿Pero qué sucedía con los actos o
modos de actuar de los niños que no se expresan tan claramente? Es decir, de los niños
“normales no tan normales”. En este marco, comienza a aparecer alrededor de las
décadas de 1930-1940 otro tipo de discursos psicológicos, provenientes del campo
médico-psiquiátrico -Telma Reca, Carolina Tobar García-, que intentarán responder y
orientar al docente en los modos de conducción de los niños en la escuela.
Si la articulación entre pedagogía y psicología dio origen a lo que se conocía como
“paidología”, la articulación entre medicina y psicología en las escuelas dio origen a
un nuevo fenómeno escolar, “el problema de conducta”.
En la lectura de revistas de la época se observa que ese período (1930- 1940), se
consideraba que los problemas que debía enfrentar la escuela ya no se relacionaban
con una educación disciplinaria vinculada al control y la promoción de una identidad
nacional del alumnado, sino con las posibilidades de adaptado?! que los niños eran
capaces de realizar en un espacio “natural” como lo era la escuela.
Como se señaló, la figura del maestro y su autoridad no dejarán de ser los pilares
de la educación en las escuelas argentinas; sin embargo, esta autoridad dejaría de ser
concebida como una imposición para promover la adaptación del alumnado.
En este contexto, el comportamiento del alumno comienza a ser un tema
diferenciado de la variedad de problemas que se producirían dentro de la institución
escolar.
Carolina Tobar García, en su artículo “Problemas psicopedagógicos de la escuela
de adaptación” (1946), planteó claramente la diferencia entre la psicopedagogía, como
aquella área del conocimiento que articula la psicología con la pedagogía y se orienta
a la detección de las diferencias individuales respecto del rendimiento escolar, de los
problemas de adaptación o comportamiento en la escuela que exigen la intervención
de saberes psicológico-psiquiátricos.
La conducta comienza a manifestarse como un objeto relevante que hay que tener
en cuenta y remitiría a la posibilidad de adaptarse al medio según los recursos con
que se cuenta; en este caso, la escuela es el medio al cual el niño debe adaptarse. No se
exige el acatamiento sino la reflexión.
Las dificultades que se presenten en este plano del razonamiento serán analizadas
a la luz del discurso médico.
Telma Reca sintetizó gran parte del pensamiento médico de la época sobre las
relaciones de la medicina-psiquiatría y la educación. Propuso el concepto de
“inadaptación escolar” en su sentido amplio, a fin de no asociarlo a juicios morales -
como muchas veces se hacía- y pensar la inadaptación de acuerdo con un criterio
psicobiológico y social.
La inadaptación es interpretada como dificultad de adaptación al medio ambiente,
como síntoma:
Educar y dirigir ai niño, vivir a su lado y ser para él [...] ejemplo vivo, guía y
determinante de sus actos y sentimientos ignorando su particular modo de ser, la
manera como se integra cada día su personalidad y se constituye su carácter,
significa no sólo ser incapaz de contribuir al desarrollo y florecimiento de su alma,
sino, además, correr el riesgo de matar el germen de innúmeras cualidades innatas,
y torcer y deformar su crecimiento y manifestaciones. [...] El niño, como
personalidad, es un producto de la acción combinada de la herencia y del medio
ambiente (Reca, T., 1955, págs. 27-29).
El problema emocional era muy grande en las escuelas, algunas recibían a los
chicos Down y otras los rechazaban, había un desorden; las cárceles no tenían
escuelas la mayoría; entonces ¿qué hace el Ministerio de Educación? Junta todo lo
que entiende que es problema emocional y entonces crea un departamento al que
voy yo [Alba Chávez] como persona que va al frente de ese departamento que
tiene escuelas de cárceles, escuelas especiales, sordomudos, Down, etc. (Scavino,
C., 2000a, pág. 3).
Pero sólo en 1949, siendo Ministro de Educación Julio César Avanzar, se creó la
Dirección ñe Psicología Educacional y Orientación Vocacional.
El nombre de la Dirección fue propuesto por Alba Chávez, que para aquel
entonces era directora del departamento de niños especiales.
Sólo en esa fecha podría afirmarse que aparece por primera vez en nuestro país la
experiencia de psicología educacional.
CONCLUSIONES