Dios Capacita Al Que Llama
Dios Capacita Al Que Llama
Dios Capacita Al Que Llama
La historia bíblica de hoy tiene una gran meta: que eliminemos de nuestro
pensamiento y de nuestra boca las siguientes dos palabras: “No puedo”, y las
reemplacemos con la siguiente frase: “Todo lo puedo en Cristo”. Si bien los
seres humanos necesitamos reconocer nuestras limitaciones, Dios nos llama
porque sabe que somos capaces de realizar la tarea y porque Él mismo nos
capacitará para la misión que nos está encomendando. Hoy, a través de la
historia del llamado de Dios a Jeremías, veremos que Dios no llama a los
capacitados, sino que capacita a los llamados. Veremos que decirle Sí a Cristo
es un acto de fe, en donde creemos que Dios nos capacitará para el cumplir
con éxito el llamado que nos hace. Hoy, veremos que Dios nos capacita.
El contexto en el cual Jeremías es llamado por Dios es uno muy particular. Los
primeros versos del libro de Jeremías nos arrojan luz de este momento. El
pueblo judío, luego de un tiempo de relativa libertad, vuelve a ser esclavo y es
llevado desde Jerusalén a Babilonia, en lo que se conoce como el exilio
babilónico del 587aC. Jeremías recibe el llamado a profetizar antes, durante y
luego de la deportación del pueblo a Babilonia. Era un momento crucial para
el pueblo, porque Jehová quiere usar a Jeremías para advertirle al pueblo de
su pecado, y de que había olvidado los estatutos de Jehová luego de haber
llegado a la tierra prometida. Jehová quería advertir al pueblo judío de que
iban a recibir las consecuencias de su pecado. Luego de leer todo el libro de
Jeremías, nos damos cuenta de que el pueblo no escuchó y el resultado fue
que fueron llevados a Babilonia como esclavos.
“La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: 5 «Antes de que yo te formara en el
vientre, te conocí. Antes de que nacieras, te santifiqué y te presenté ante las
naciones como mi profeta.» 6 Yo dije: «¡Ay, Señor! ¡Ay, Señor! ¡Date cuenta
de que no sé hablar! ¡No soy más que un muchachito!» 7 Pero el Señor me
dijo: «No digas que sólo eres un muchachito, porque harás todo lo que yo te
mande hacer, y dirás todo lo que te ordene que digas. 8 No temas delante de
nadie, porque yo estoy contigo y te pondré a salvo.» —Palabra del Señor. 9 Y
el Señor extendió su mano, me tocó la boca y me dijo: «Yo, el Señor, he puesto
mis palabras en tu boca. 10 Date cuenta de que este día te he puesto sobre
naciones y reinos, para que arranques y destruyas, para que arruines y
derribes, para que construyas y plantes.»”
Luego de que Dios llama a Jeremías, Jeremías se resiste y pone una excusa:
“¡Ay, Señor! ¡Ay, Señor! ¡Date cuenta de que no sé hablar! ¡No soy más que un
muchachito!”En otras palabras, Jeremías dijo “No puedo”, “No soy capaz”,
mostrando así una pobre autoeficacia. Es posible que la edad de Jeremías fuera
de diez años o menos, porque la palabra usada para referirse a muchachito (en
hebreo) en este verso, se usaba para hablar de personas de esas edades. No
era para menos que Jeremías dijera que era muy joven, porque en efecto lo
era. Sin embargo, la juventud no era un obstáculo para Dios. ¿Cuántos creen
que la juventud es un obstáculo para Dios? Ante esta excusa, Dios le responde:
“No digas que sólo eres un muchachito, porque harás todo lo que yo te mande
hacer, y dirás todo lo que te ordene que digas. 8 No temas delante de nadie,
porque yo estoy contigo y te pondré a salvo.” Mientras Jeremías se estaba
enfocando en su incapacidad para la tarea (una pobre autoeficacia), Dios le
contesta que las fuerzas, las capacidades y el poder para realizar la misión no
provenían de Jeremías sino de Él.
Cuando este pasaje se estudia en el idioma original (hebreo) el pronombre
“yo” se utiliza en múltiples ocasiones, por lo menos nueve veces. Muchos de
estos “yo” los utiliza Jeremías para hablar con Dios y decirle lo incapaz que él
era para la tarea: “Yo no puedo, yo soy muy joven, yo no sé hablar”. Lo
extraordinario de este encuentro con Dios es que mientras Jeremías está
enfocado en sí mismo, identificando sus incapacidades, Dios también le
contesta con un “yo”: “Yo estoy contigo”. Mientras Jeremías está enfocado en
sí mismo y en sus incapacidades, el “Yo estoy contigo” de Dios fue la forma de
invitar a Jeremías a dejar de estar enfocado en sus incapacidades y poner su
enfoque en el poder de quién le iba a acompañar. El único “yo” en quién
Jeremías es invitado a fijarse es en el Gran Yo Soy. Mientras Jeremías pensaba
“Yo no puedo, yo soy incapaz, yo soy muy joven”, Dios le dice “¿Y cuál es el
problema, si YO voy a estar contigo?”
Decirle Sí a Cristo es creer que Dios nos capacita para la misión; y eso fue
precisamente lo que Dios hizo con Jeremías: “Y el Señor extendió su mano, me
tocó la boca y me dijo: «Yo, el Señor, he puesto mis palabras en tu boca. 10
Date cuenta de que este día te he puesto sobre naciones y reinos, para que
arranques y destruyas, para que arruines y derribes, para que construyas y
plantes.” Dios no llama a los capacitados, Dios capacita a los llamados. ¿Por
qué Dios nos capacita? Varias razones. En primer lugar, para que entendamos
que el éxito de nuestra misión no está en nuestras capacidades, sino en el
poder que viene de Dios. Dios nos capacita para que reconozcamos que solo
somos instrumentos de Dios, y que la gloria siempre es para Dios. 2 Corintios
4:7 dice “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la
excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros”. En segundo lugar, Dios nos
capacita porque quiere usarnos para bendecir a otros/as. Repito: Nuestros
llamados tienen un propósito: servir a los demás que están en necesidad. Dios
capacitó a Jeremías para arrancar, destruir, arruinar, derribar, construir y
plantar. Dios amaba a su pueblo y quería guiarles por el camino correcto. En
tercer lugar, Dios nos capacita para que no tengamos excusa de que no es un
buen momento. Dios nos llama cuando nos necesita, no cuando nosotros
queramos. Dios llamó a Jeremías cuando lo necesitaba, no cuando Jeremías
quiso. Ante la excusa de Jeremías de que era muy joven y de que todavía no
era el tiempo idóneo, “el Señor extendió su mano, le tocó la boca y le dijo: «Yo,
el Señor, he puesto mis palabras en tu boca”. ¿Tenemos de excusa que no es
el tiempo idóneo? Dios nos dice: Ahora es el momento, y yo te voy a capacitar.