Clase de Liturgia

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Clase de Liturgia Rebeca Reynaud La liturgia es la celebración de la fe.

Es la acción más noble que la


Iglesia puede celebrar. No es tema sólo de clérigos sino que también es propia de los laicos. La liturgia
es la realidad misma de los sacramentos en cuanto vividos y celebrados por la comunidad. La Iglesia
vive cara a Dios y cara a los hombres celebrando la misericordia de Dios. La liturgia es incomprensible
sin Cristo; hay que entenderla desde Cristo y desde la Iglesia. Cuando el ser humano participa en la
Misa, en su vida se refleja el misterio de Cristo. La liturgia se sitúa en el centro mismo de la Iglesia.
Este libro – En el corazón de la liturgia , de Arocena- ensaya algo verdaderamente difícil: decir palabras
acertadas sobre lo inefable. Me refiero a esa membrana que une y a la vez separa al hombre del
Misterio de Dios en medio de una ósmosis tan misteriosa como real: la divina liturgia [1] . La Iglesia es,
en su raíz más profunda, una convocaci￳n “para el culto de Dios” [2] . “La mayor manifestaci￳n de
admiraci￳n, gratitud y respeto a Dios Uno y Trino, pasa por la Celebración del día del Señor, la Misa
dominical. Ahí se ofrece a Dios la alabanza perfecta, un ‘sacrificio sin mancha desde donde sale el sol
hasta el ocaso’ (Plegaria Eucarística III). Ahí ofrecemos a Dios el culto, no s￳lo que Él merece, sino el
que quiere: ‘Haced esto en memoria mía’ (Lc 22,19).” (Sánchez de Alva y Molinero, El más allá, p. 60).
¿Quién celebra la liturgia? Es acción del Cristo total, cabeza y miembros (ver CEC n. 1076). La Iglesia es
una comunidad sacerdotal ( Lumen gentium n. 11). Dios Padre nos ha dicho todo en el Hijo hecho
hombre, por eso sus palabras son palabras de vida eterna. Cristo vive y muere por nosotros y nos
redime. ¿Cómo me llega la fuerza de Cristo? Por los sacramentos. ¿Cómo me encuentra a mí y yo a
él?... A partir de Pentecostés se inaugura otro tiempo. El tiempo histórico de Cristo es el tiempo de la
revelación del misterio. Felipe le dice a Jesús: “Muéstranos al Padre”. Jesús responde: “Quien me ve a
mí ve al Padre” ( Juan ) . ¿Cómo está Cristo presente entre nosotros? En los sacramentos. La liturgia
es la celebración de los sacramentos. La liturgia es la realización de la misión de la Iglesia. La Iglesia
existe para celebrar la liturgia. Los primeros cristianos decían “﾿por qué Cristo retrasa su segunda
venida? Dios tiene sus planes y la retrasa por su misericordia. La Iglesia se hace presente como
sacramento de salvación por la liturgia: por la Palabra que anuncia el misterio y por la celebración del
misterio. El centro de la vida humana es, o debería ser, la liturgia, la Eucaristía. La liturgia es una forma
de penetrar en el sentido de estas celebraciones. El decreto Ad gentes n. 3, dice, lo que el Señor ha
predicado una vez hay que proclamarlo hasta la extremidad de la tierra, porque sin el encuentro con
Cristo no hay salvación.

Lo más importante en la celebración es la actitud interior. El sacerdote que preside la celebración es


signo y sacramento de Jesucristo. La Liturgia de la palabra es un diálogo entre Dios y su pueblo. La
liturgia es un gran diálogo entre Dios y su pueblo. Un diálogo donde la Trinidad es glorificada y el
hombre santificado. La clave de la liturgia es abrir el alma al misterio, un Misterio que está poniendo
siempre a prueba nuestra fe. El misterio cristiano es todo lo que Dios Padre ha realizado en Cristo para
la salvación de los hombres. Durante la celebración litúrgica, lo más importante es lo que no se ve . Se
trata de un hecho de fe que trasciende la experiencia de los sentidos. La liturgia cristiana no es
solamente el culto divino, sino que implica anunciar el Evangelio y vivir la caridad. Además, el anuncio
del Evangelio y la caridad me prepara para el culto divino. La liturgia es la fuente y el culmen de la vida
de la Iglesia. La fe crece si la celebro. Muchas personas empiezan a perder la fe porque dejan de asistir
a Misa. La fe necesita ser celebrada porque es el ambiente propicio para que Dios la haga crecer. En
Éxodo 12: se instituye la Pascua. Cuando entren en la tierra que Dios les dará observarán este rito, y
cuando sus hijos les pregunten qué significa este rito dirán: es el sacrificio de la pascua del Se￳or… Si
entro a la Iglesia o al oratorio con una actitud reverente, transmito la fe a los que están al lado, si me
arrodillo tomo una actitud incluso bíblica. La actitud puede ser más que una evangelización, con esos
gestos se transmite la fe sin abrir la boca. San Pablo dice que la fe viene de escuchar (Rom 10,17).
Fides ex audi. Conviene leer las lecturas antes de la Misa, y ya en la Misa, escuchar la Palabra. A base de
escuchar, mi fe se va adaptando a la fe que Dios pide de mí. La Constitución Dogmática Sacrosanctum
Concilium del Concilio Vaticano II dice que la Liturgia es el culto que Jesucristo dirige al Padre
mostrándole cómo él ha cumplido perfectamente su Voluntad. Eso se perpetúa en la eternidad. Lo que
nos hace llegar al Cielo es lo que hace la Misa en nosotros. En la Misa se une la liturgia de la tierra a la
liturgia del Cielo. La liturgia en la tierra, a través de la presencia de un sacerdote, se une a Jesús que
ejerce su sacerdocio. El oficio sacerdotal es ofrecerse al Padre. La Iglesia anuncia la salvación y realiza
la salvación. Todos los sacramentos ¿con actos litúrgicos? Sí. Hay rituales . Los donatistas decían, si el
sacerdote no es santo, los sacramentos no valen. San Agustín escribe: ¿Bautiza Judas?, Bautiza Cristo.
La liturgia es una obra de Dios que actúa en mi alma para salvarme y santificarme.

En la liturgia todo es vida actual, no mero recuerdo de algo pasado. San Ambrosio (+397) lo expres￳
egregiamente, refiriéndose a Cristo: “Yo te encuentro vivo en tus Misterios”. La Pascua judía: es
memorial. El Misterio pascual es memorial. Memorial es algo que se hace presente. Es una palara que
nos tiene que “golpear”. En Kiev Hacia el año 988, según la «Crónica de Néstor», llamada también
«Crónica de los tiempos antiguos» (o incluso «Crónica de Radziwill»), Vladimiro, Príncipe de Kiev, envió
legados a diversos pueblos para que comprobaran qué clase de culto religioso rendían a Dios, y ver así
cuál de ellos escogería. Los legados fueron a los búlgaros (= del Volga), musulmanes, y volvieron
consternados de lo que hacían en las mezquitas. Fueron luego a los germánicos, cristianos latinos, y
encontraron que su culto era frío, sin sentimiento. Finalmente, se dirigieron a Constantinopla, donde les
recibió el Emperador. Éste se alegró y, poniéndose en contacto con el Patriarca, le avisó: «Los de Rus (=
los de Kiev) han venido a indagar acerca de nuestra fe. Disponed el templo y a los ministros del Señor y
revestíos con vuestras vestiduras sacerdotales para que puedan ver la gloria de nuestro Dios», El
Patriarca convocó a los ministros del Señor y, según la costumbre, celebraron un Oficio festivo.
Prendieron los incensarios y convinieron con el coro para que entonara los cánticos de la himnodia
sagrada. El Emperador entró con los Legados en el templo y los situó en un lugar abierto, mostrándoles
la belleza del edificio, el canto y el culto que los sacerdotes, diáconos y ministros rendían al Señor; les
habló del servicio divino. Los Legados quedaron profundamente asombrados y se maravillaron de los
divinos Oficios. A su regreso a Kiev dijeron a Vladimiro que «lo que habían contemplado en
Constantinopla no podía expresarse fácilmente en palabras y que, durante la celebración litúrgica, no
sabían si se hallaban en la tierra o en el cielo» [3] . La experiencia de los legados del príncipe Vladimiro
de Kiev no se ha extinguido, sigue siendo actual. Lo que les cautivó fue el misterio como tal. También
hoy, las celebraciones litúrgicas son para muchos, momentos intensos. Liturgia y Palabra ¿Qué
ocurre en la Eucaristía? En ella se actualiza el misterio pascual de Cristo; de allí que la Eucaristía sea el
“lugar” o el “espacio espiritual” más apropiado para entender los contenidos bíblicos. Nunca la palabra
suena tan de Dios como durante la acción eucarística. Por ella se hace presente Cristo mismo [4] . Por
consiguiente, la liturgia es el lugar privilegiado para la comprensión de la Biblia. Cuando la Palabra
toca un corazón, nace la obediencia, es decir, la escucha que transforma nuestra vida. Cada día el
cristiano se alimenta del pan de la Palabra. Privado de él, está casi muerto, y ya no tiene nada que
comunicar a sus hermanos, porque la Palabra es Cristo, al que el hijo de Dios está llamado a
conformarse. Cuenta Scott Hahn: “Lo que encontré en mi primera Misa”

Allí estaba yo, de incógnito: un ministro protestante de paisano, deslizándome al fondo de una capilla
católica para presenciar mi primera Misa. Era un día entre semana, en una iglesia que estaba
discretamente en un s￳tano, “un lugar seguro”, pensé. Quería entender a los primeros cristianos pero
no tenía ninguna experiencia de la liturgia. Me prometí que no me arrodillaría ni tomaría parte en
ninguna idolatría. Me senté en la penumbra. Delante de mí había un buen número de fieles. Me
impresionaron sus genuflexiones y su aparente concentración en la oración. Entonces sonó una
campana y todos se pusieron de pie. Inseguro de mí mismo, me quedé sentado. Como evangélico
calvinista, se me había preparado durante años para creer que la Misa era el mayor sacrilegio que un
hombre podía cometer. La Misa, me habían enseñado, era un ritual que pretendía “volver a sacrificar a
Jesucristo”. Así que permanecía como mero observador. Sin embargo, a medida que avanzaba la Misa
algo me golpeaba. La Biblia estaba delante de mí: ¡en las palabras de la Misa! La experiencia fue
sobrecogedora. Permanecía sin embargo al margen hasta que oí al sacerdote pronunciar las palabras
de la consagraci￳n: “Esto es mi Cuerpo... éste es el cáliz de mi Sangre”. Sentí entonces que toda mi
duda se esfumaba. Mientras veía al sacerdote alzar la blanca hostia, sentí que surgía de mi corazón una
plegaria como un susurro: “ᄀSe￳or mío y Dios mío. Realmente eres tú!” No podía imaginar mayor
emoción que la que habían obrado en mí esas palabras. La experiencia se intensificó un momento
después, cuando oí a la comunidad recitar: “Cordero de Dios... Cordero de Dios... Cordero de Dios”, y al
sacerdote responder: “Éste es el Cordero de Dios...”, mientras levantaba la hostia. En menos de un
minuto, la frase “Cordero de Dios” había sonado cuatro veces. Con muchos años de estudio de la Biblia,
sabía inmediatamente donde me encontraba. Estaba en el libro del Apocalipsis, donde a Jesús se le
llama Cordero no menos de 28 veces en 22 capítulos. Estaba en la fiesta de bodas que describe San
Juan al final del último libro de la Biblia. Estaba ante el trono celestial, donde Jesús es aclamado
eternamente como Cordero. No estaba preparado para esto, sin embargo...: ¡estaba en Misa! Todos
se marcharon… No me pude mover de allí en una hora. Cuando bajé a Misa al sótano por curiosidad,
no sabía si había bajado o subido al Cielo, a la Nueva Jerusalén. Regresaría a Misa al día siguiente, y al
siguiente, y al siguiente. Cada vez que volvía, “descubría” que se cumplían ante mis ojos más Escrituras.
El Apocalipsis se me hacía visible, donde describe el culto de los ángeles y los santos en el cielo. En la
capilla oía una comunidad que cantaba: “Santo, Santo, Santo”. Seguía sentándome en el último banco.
Con renovado vigor me sumí en el estudio de la primitiva cristiandad y encontré que los primeros
obispos, habían hecho el mismo “descubrimiento” que yo estaba haciendo cada ma￳ana.

Consideraban el Apocalipsis como clave de la liturgia, y la liturgia, la clave del Apocalipsis. En una o
dos semanas yo estaba atrapado. No sé cómo decirlo, pero me había enamorado de pies a cabeza, de
Nuestro Señor en la Eucaristía. Su presencia en el Santísimo Sacramento era para mí personal y
poderosa. Día a día presenciaba todo el drama de la Misa, veía la Alianza renovada frente a mis ojos.
Sabía que Cristo quería que yo lo recibiese en la fe, no solamente en mi corazón, sino también
físicamente, sobre mi lengua, en mi garganta, y totalmente dentro de mi cuerpo y alma. Era esto en lo
que toda la Encarnación consistía. Esto era el evangelio en plenitud. Me volví al Se￳or en oraci￳n:
“Se￳or, ﾿qué quieres que haga?”. Yo estaba completamente desconcertado, cuando para mi sorpresa,
sentí que me respondía: “﾿Qué es lo que tú, hijo mío, quieres hacer?”. ?”. Fue fácil. Ni siquiera tuve
que pensarlo dos veces: “Padre, quiero volver a mi casa. Quiero recibirte a ti, Jesús, mi Hermano mayor
y Se￳or, en la Santa Eucaristía”. Y hubo como una suave respuesta del Se￳or: “Yo no te estoy
deteniendo”. Me sentía en éxtasis. Es imposible describirlo. Entonces recordé que era mejor consultar
primero con la única persona que sí estaba tratando de detenerme. Bajé las escaleras para buscar a
Kimberly, mi esposa... Scott Hahn se convirtió al catolicismo en la Pascua de 1986. Muchas personas
han empezado a llamarlo “Lutero a la inversa”. Poco tiempo después, el mismo autor –ya convertido al
catolicismo- comenta: Ir Misa es ir al cielo, donde Dios mismo enjugará toda lágrima (Apoc 21, 3-4). Ir a
Misa es renovar nuestra Alianza con Dios, como en un banquete de bodas... porque la Misa es la cena
nupcial del Cordero. Ir a Misa es recibir la plenitud de la gracia, la vida misma de la Trinidad. Ningún
poder de la tierra puede darnos más de lo que recibimos en Misa. Tenemos que ir a Misa con mente y
corazón abiertos a la verdad que se nos presenta. En cada Misa, Dios renueva su Alianza con cada uno
de nosotros (Cfr. Scott Hahn, La cena del Cordero , Patmos n. 218, Madrid 2002, y Scott y Kimberly
Hahn, Regreso a Roma ). Lo sagrado Durante la celebración eucarística el centro es el altar, que
simboliza a Cristo, sacerdote y víctima, y “Altar” de su propio sacrificio. A él se dirigen las reverencias,
por eso la persona que cubre el altar con el mantel limpio y lo adorna con flores, que prende las velas,
ha de ser consciente de que está revistiendo al mismo Cristo. El sentido de lo sagrado es de
tremendum maiestatis , es el Misterio sobrecogedor y fascinante de Dios, que se acerca al hombre. La
Liturgia es una parusía anticipada, la irrupción del “ya” en el “todavía no”, escribió el cardenal Joseph
Ratzinger. El catecismo dice: La liturgia es la “acci￳n” del “Cristo total” (...) Los que desde ahora la
celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo (n. 1136). Cada vez que abrimos un
libro litúrgico, asistimos a una victoria del espíritu sobre la letra [5] .

En la liturgia, la alegría del Cielo se asoma a la tierra, y las esperanzas y lágrimas de la vicisitud humana
penetran en el corazón de Dios. Fiesta “La fiesta tiene un enorme poder catequético. Su repetici￳n
peri￳dica nos obliga a hablar año tras año del sentido de la misma, a ilustrar a los fieles sobre el lugar
que ocupa en la historia de la salvación y en la vida de las personas” [6] . Las fiestas litúrgicas se centran
generalmente en algún acontecimiento de la historia de la salvación, no en una persona o en una idea.
Pero en este sentido la Iglesia nunca ha tenido miedo de hacer excepciones, cuando la utilidad de la fe
o de la piedad así lo requieren. Así nació la fiesta del Corpus Christi, la del Corazón de Jesús y tantas
otras . Lo que dice Scott Hahn de la Eucaristía La multiplicación de los panes prepara el discurso del
Pan de vida, pasa del pan terreno al pan celestial, pero la gente lo sigue entendiendo en sentido
terreno. Cuanto más explica Jesús, más atrás se quedan, y llegan a ser hostiles. El Calvario es el
sacrificio supremo pero los que lo vivieron no lo vieron así, porque allí no había Templo ni altar ni
sacerdote; se llevó a cabo fuera de las murallas de Jerusalén. Lo vieron como una ejecución romana.
¿Cómo es que una ejecución romana se convirtió en sacrificio? No es fácil de explicar pero leyendo a los
Santos Padres y a Joseph Ratzinger es posible. Aquí expondré algunas ideas de Scott Hahn y algunas
citas bíblicas clave. San Pablo dice “Cristo, nuestro Cordero pascual, fue inmolado” (1Cor 5,7). Jesús
estaba transformando la Pascua antigua en la nueva. La Iglesia primitiva lo pudo comprender al releer
la historia de la institución de la Eucaristía, cuando Cristo, tomando pan, dice: “Esto es mi cuerpo que es
entregado por vosotros (…). Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por ustedes”
(Lucas 22, 19-20). Los presentes se rascarían la cabeza y dirían: “﾿De qué está hablando?”. S￳lo con la
luz del Espíritu Santo entendieron que el Calvario era el cáliz del nuevo testamento. La Eucaristía es
sacrificio y banquete (cfr. 1Cor 10, 16-17). Todos participamos de un solo pan que es Cristo. Si la
primera Misa no fue un sacrificio, el Calvario fue una mera ejecución. La Eucaristía es lo que transforma
el Calvario en sacrificio. Cristo no sólo fue víctima de la brutalidad romana, sino que es víctima del
amor divino. En la Misa, Jesucristo está presente glorioso, resucitado. Scott Hahn explica que el
sufrimiento en sí mismo no satisface la justicia divina. El amor transforma el ofrecimiento de Cristo en
sacrificio, en la Eucaristía. Los sacrificios del hombre hechos por amor se hacen sacrificios sagrados. El
amor sin sacrificio es puro sentimiento. El Nuevo Testamento nunca se llama a sí mismo “nuevo
testamento”. ﾿De d￳nde le salió ese nombre?... de la nueva alianza. Lucas cuenta que Cristo, al
consagrar, dice: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por ustedes” (Lc 22,20).
Jesús us￳ la palabra “alianza” una sola vez: En la

Última Cena. En griego es lo mismo decir “nueva alianza” que “nuevo testamento”. Entonces, el nuevo
testamento es un sacramento, luego será el nombre de un documento. ¿Cuándo empezó el sacrificio
voluntario de Cristo? Cuando celebró la Última Cena. ¿Cuándo terminó su Pascua? Cuando recibió el
vinagre en la Cruz. Los Doce fueron a proclamar la Palara de Dios y a renovar su memorial porque
Cristo así lo mand￳. Cristo no les dijo que escribieran sino que “hicieran”. Cuando se lee el Nuevo
Testamento a la luz del memorial de proclamar la Palara dela Eucaristía, se revalúa, se potencia. Si la
Eucaristía es el nuevo testamento, los documentos son los libros que deben leerse para prepararse al
nuevo testamento como sacramento. Vamos al Cielo cada vez que vamos a Misa, lo sepamos o no.
¿Por qué a veces me parece larga y aburrida? Porque a veces me parezco a los invitados al banquete,
que eran pobres, tullidos, cojos y ciegos (crf. Lc 14,13). Dios en su infinita caridad se abaja a nosotros.
La salvación es más que perdón. Dios nos adopta y nos hace capax Dei . Jesús asume la naturaleza
humana para darnos su naturaleza divina. La Eucaristía no es un premio, es un remedio para nuestro
miedo al sufrimiento. En la Eucaristía recibimos la gracia para ser santos, las gracias que necesitamos
para que nuestras vidas sean transformadas y la gracia para cambiar el mundo. Para terminar, una
anécdota. El filósofo Peter Kreeft fue a dar una conferencia a una universidad norteamericana y le
comentaron: - Aquí siempre hacemos una pregunta a todos los conferencistas. Si estuviera en su
mano pedirle a Dios una sola gracia, un regalo que le va a conceder, ¿qué pediría? Respondí: - Es una
pregunta muy profunda. Yo pediría que todos y cada uno de los seres humanos se enamorara de
Jesucristo y estuvieran enamorados de Él hasta el último minuto de su vida. Se rieron y le dijeron. -
No nos reímos de usted. Madre Teresa estuvo aquí la semana pasada y dio la misma respuesta. Tres
razones que daría para ser católicos: La Iglesia tiene la verdad, tiene el bien –vean la cantidad de santos
que hay-, tiene la belleza: Lo más bello de la historia del mundo es Jesucristo. [1] Félix María
Arocena, En el corazón de la Liturgia , Pelícano, Ed. Palabra, Madrid 1999. [2] P. Rodríguez,
Consideración cristológica y pneumatológica del Pueblo de Dios , en Eclesiología, 30 años después de la
Lumen gentium, Madrid 1994, p. 205.
[3] J. Janeras, El sentido del misterio en la liturgia oriental , en PH (Phase, Barcelona) 211 (1996), p.19-
46. [4] Cf. Arocena, En el corazón ..., p. 118. [5] Cfr. Félix María Arocena, conferencia “Hacia una
valoración teológica de la liturgia”, México, 2 julio 2003. [6] Raniero Cantalamessa, Un Himno de
Silencio , Monte Carmelo, España 2002, p. 252

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