Educar Sin Castigos Ni Recompensas
Educar Sin Castigos Ni Recompensas
Educar Sin Castigos Ni Recompensas
1
Índice
Preámbulo 7
1. Experiencia personal y motivación 9
2. Los objetivos de la educación 15
3. La atención por el sentido 21
4. Dejemos de creer en el error 25
5. Ver la crítica como una oportunidad 33
6. La calidad de la acogida 39
7. La empatía, un apoyo para nuestra capacidad de acogida 43
8. Ofrecer nuestra presencia 49
9. El respeto por nuestros sentimientos.... 53
10.Una pedagogía del impulso 59
11.Aprender a no saber: el cuestionamiento como base de una
pedagogía no directiva 63
12. El problema de los límites 69
13. El valor de la palabra79
14. Observar o soñar el mundo 85
15. El triángulo relacional 91
16. La relación de confianza 97
17. La relación con la exigencia 101
18. Un día en la vida de Iván, un alumno del año 2020 107
19. Las características de una escuela no directiva 111
20. Apertura 117
Bibliografía 121
Para saber más 125
2
Preámbulo
1
El original en francés ha sido publicado, efectivamente, en una colección de bolsillo (N. de E.).
3
Experiencia personal y motivación
4
relacional de la educación sin modificar la estructura de la enseñanza, como
algunos profesores me lo han pedido en ocasión de mis seminarios.
Comunicar de manera diferente implicaba cambiar la manera de ser con uno
mismo y la propia relación con el mundo. Surgía de ello una pedagogía
desconcertante: no la de la ausencia sino la de la presencia de uno mismo;
del ir en marcha y no de la meta de destino; una pedagogía del momento
presente y no un currículo.
Consistía esto en hacer una revolución tan completa, que modificaría todos
los marcos de referencia de nuestra sociedad, puesto que tendría que
arrancar las raíces profundas de la violencia, que son la cultura y las
creencias.
Por haber soñado mucho mi vida, soy consciente del peligro de una
existencia virtual. Cuando algún acontecimiento que estoy viviendo me
conmueve emocionalmente, compruebo hasta qué punto puede ser frágil mi
relación con la realidad y cómo soy capaz de volver a sumergirme fácilmente
en un universo de ficciones. Esto me ha hecho sensible al sufrimiento (I lie, a
largo plazo, les produce a los niños este corte con la realidad.
Asimismo, no puedo evitar pensar en la fuerza vital que transformaría por
completo nuestra Tierra si la educación pudiera ayudar, aunque más no sea a
cien mil jóvenes, a que se hiciera carne en ellos el poder de su pleno
potencial, si el aprendizaje contribuyera a la promoción de seres humanos
autónomos, sensibles a su medio ambiente y relacionados con ellos mismos.
Los invito a tomar prestadas conmigo algunas claves que van en dirección de
este enfoque.
5
méritos que lograran transmitir, los valores que ellos pudieran encarnar van a
oponerse a la poderosa inanidad de aquellos que la cultura transmite. Los
niños van a quedar así desorientados por mensajes contradictorios.
Además, existe un fuerte condicionamiento por el cual los jóvenes no reciben
el mismo respeto intrínseco que los adultos. Cualesquiera fueren los lugares
de encuentro, la actitud se modifica según se le hable a un ser considerado
"menor" o "mayor". Durante mi infancia, viví con dolor esta diferencia en la
atención, y he quedado muy sensible a esa disparidad en la forma de
considerar al otro. Aún hoy, cuando oigo en la calle a un adulto gritarle a otro
ser viviente, me es necesario con frecuencia volverme hacia él para ver si se
dirige a su perro o a su hijo. En ambos casos se emplean el mismo tono, las
mismas entonaciones, las mismas palabras.
Aspiro a vivir en un mundo que se haya liberado de los juegos de poder
vinculados con la edad, donde los antiguos sistemas de creencias que los
fundan hayan desaparecido. Una de mis amigas tiene cuatro años. Por
supuesto, nuestros temas de conversación no son los mismos que comparto
con otras relaciones mías: el sentido del humor es diferente a esa edad y a
los cuarenta. Y, sin embargo, no veo ninguna diferencia fundamental entre
esta amistad y otras.
Paradójicamente, en forma paralela a esa fundamental falta de consideración
hacia los jóvenes, veo que se les confiere una libertad de acción y de
palabra... ¡que me deja estupefacto! Asisto a escenas donde los educadores
miran, impotentes, cómo los jóvenes rompen el material que se les
proporciona. Oigo a padres que se dejan insultar sin reacción (no se trataría
aquí de creerse el insulto, sino de reaccionar a la angustia que se oculta
detrás de éste). Observo sin cesar en los anuncios mensajes dirigidos a los
niños, elevados al rango supremo de consumidores. Veo que se les otorga
una gran libertad en su comportamiento, pero una libertad que no es vivida a
partir de un respeto profundo. Semejante desajuste crea una confusión y una
violencia larvada que me aterrorizan.
En materia de educación, tengo la impresión de vivir, como Alicia, del otro
lado del espejo de la lógica. Los niños no pueden encontrar apoyo en la total
apertura a nivel de sus necesidades, y en la claridad en el plano de las reglas
y de los valores. Se los rechaza allí donde ellos aspirarían a que se los
escuchara y se ejerce la permisividad allí donde la firmeza sería un poderoso
sostén para ellos.
6
Los objetivos de la educación
7
trabajan en función de ellos mismos, sino para aventajar a los demás.
***
¿Cómo debería ser entonces una educación que les permitiera a los
estudiantes integrar lo mejor de su inmenso potencial natural, que los
respaldara para convertirse en seres autónomos, sensibles, creativos,
amables?
8
Desarrollen las enseñanzas que les permitan insertarse en su cultura con un
espíritu de cooperación y, al mismo tiempo, adquieran un verdadero espíritu
crítico frente a todas las formas de creencias (dicho de otra forma, un amor
por la verdad).
9
La atención por el sentido
¿Qué se crea cada vez que se condiciona a los niños a actuar para ser
10
recompensados o evitar ser castigados? Un mundo de personas poco libres.
Una cultura del temor, donde la gente paga los artículos de las tiendas
simplemente para evitar que los atrapen si se los llevan, y no por escuchar la
necesidad de equidad. Gente que no sobrepasa los límites de velocidad a
causa de las multas, pero no por respeto a los demás usuarios o por
obediencia a una necesidad de seguridad colectiva. Gente que defrauda al
fisco apenas le parece posible, porque no se la ha ayudado a desarrollar una
verdadera pertenencia a la sociedad de la que forma parte.
Desearía desarrollar una cultura del sentido en las relaciones con los jóvenes.
Si se lleva a cabo una acción, es porque ésta responde a una necesidad
constructiva. Si los padres le piden algo a su hijo, es porque ello posee un
sentido, y lo importante es hacer que éste lo comprenda.
11
Dejemos de creer en el error
Una de las creencias que considero más destructivas es la del error. Se nos ha
condicionado para creer que hay respuestas que son correctas, y que
debemos procurarlas, y otras que son incorrectas, y deben evitarse. Más aún,
se nos ha condicionado para creer que autoridades exteriores a nosotros
saben qué es lo correcto y qué es lo incorrecto.
Mi hijo me ha ayudado una vez más a darme cuenta del peligro que implica
esta fijación con el error. Un día, me mostró una prueba de matemática con
cuya nota estaba descontento. Miré su trabajo y me di cuenta de que un
símbolo que él no conocía, y que significaba "multiplicar", había causado sus
dificultades. Él había aprendido la multiplicación con otro signo. Había toda
una serie de cálculos en los que se había equivocado porque había
interpretado que había que dividir en lugar de multiplicar. Se lo hice notar:
12
No basta con hablar del derecho al error, como oigo con frecuencia, para
calmar la tensión que el miedo permanente a equivocarnos o a no responder
a las expectativas que se habían creado sobre nosotros ha representado para
la mayoría de nosotros y cuyo tenor hemos tenido que descubrir poco a
poco. Hace falta una actitud globalmente diferente para salir de semejante
paradigma.
13
preguntó:
—Pero ¿lo he hecho bien o mal?
Él le respondió:
—Lo que me interesa no es eso, sino comprender los pasos que seguiste.
¿Podrías reconstruir ese proceso ahora?
La estudiante finalmente lo hizo, porque imaginaba que la solución a la que
había llegado estaba en conformidad con la norma esperada. Explicó después
que, si no, se habría sentido demasiado incómoda para atreverse a mostrarle
un procedimiento que ella suponía erróneo.
—En ese preciso caso, me costaba creer que el desarrollo del procedimiento
poseyera interés alguno —añadió aquel profesor—, pero era importante para
mí permanecer abierto a esto. No habría aprendido cómo enseñarle si no
hubiéramos reconstruido juntos su razonamiento.
Aunque tanto lo esperado como lo inesperado representan opciones, me
parece que la sorpresa que implica lo inesperado tiene un valor pedagógico
superior.
Lamento esto, porque ese cambio de perspectiva frente al error es uno de los
fundamentos de una pedagogía orientada a la atención de las necesidades
efectivas del alumno (utilizaré también el término "pedagogía no directiva"
para designar en lo sucesivo esta educación centrada en la acogida de las
necesidades).
14
herramienta privilegiada para revelar los terrenos a explorar, y los ya
maduros, que se pueden abandonar provisoriamente.
Sueño con que, a fin de no debilitar el alcance del examen para la persona
evaluada, no habría que añadirle ni una sanción ni una recompensa. Y
desearía que, para que cada alumno pueda concentrarse en la utilidad del
examen, si se efectúa algún tipo de comparación, ésta no se lleve a cabo
entre él y otros alumnos, sino entre los diferentes resultados posibles.
15
Ver la crítica como una oportunidad
Para mí, una de las diferencias más sorprendentes entre una educación en el
sentido en que la CNV la entiende y otras más tradicionales se encuentra en
la relación de ésta con la crítica.
En muchos sistemas educativos que utilizan las normas habituales, la crítica
constituye para el docente el medio de señalar un error, a fin de que éste sea
corregido. El docente no solamente sabe qué es lo correcto, sino también qué
dirección deben seguir los demás para alcanzar ese imaginario.
En el espíritu de la CNV, la crítica refleja la insatisfacción de una necesidad en
una persona, quien la compartirá con otra y tratará de deducir su sentido a
partir de una búsqueda en común. No se ve la insatisfacción como un
problema —aunque, por supuesto, puede ser vivida con dolor—, sino como
la oportunidad de tomar conciencia. Esta visión y este empleo de la crítica se
integran en el vasto campo de lo que la CNV denomina celebración. Cuando
trabaja con esta mentalidad, el docente no reprende al alumno por el
resultado no esperado que ha producido, sino que le agradece su intento y le
propone utilizarlo para aprender juntos.
16
La CNV propone un procedimiento para afirmarnos en la expresión de esta
forma de crítica constructiva.
17
Celebrar el sentido de lo que ha surgido.
Algunas veces, el beneficio está más presente para la persona que realiza la
evaluación; otras, para quien la toma.
En el caso descrito antes, una vez que el alumno y el educador se hayan
puesto de acuerdo con respecto a la enseñanza a extraer de la diferencia de
sus perspectivas, el primero podría decir:
"Me siento aliviado porque ahora este tema me parece más simple, y eso me
da un poquito más de confianza en biología."
Y el segundo:
"También me hace sentir aliviado haber captado lo que no habías
comprendido de mi razonamiento. Ahora tengo una idea de cómo podría
explicar este tema de otra manera la próxima vez."
Lo que va a cambiar la relación con la crítica no es tanto el procedimiento o la
manera de expresarse como la actitud abierta del educador, su verdadera
curiosidad con respecto a los pasos seguidos por el joven; su capacidad de
dejar de lado sus conocimientos mientras busca con el alumno lo que tiene
de aprovechable para los dos esta posibilidad.
18
La calidad de la acogida
19
ellas: rebelarse o huir; lo cual queda en el mismo campo de conciencia.
Se trata de un punto sobre el cual me gustaría insistir. No es tanto en las
situaciones difíciles, como frecuentemente se cree, donde las relaciones se
debilitan. El núcleo de la confianza se rompe con la repetición de esos miles
de momentos en los que no se les da a los Jóvenes la misma calidad de
atención que a los adultos.
No es tanto en las situaciones de conflicto donde se pone en juego esta
diferenciación, ya que las personas enfrentadas saben bien que son
momentos delicados, en los que cada una pierde algunos recursos y hace,
entonces, lo mejor posible. La acumulación de estas actitudes inconscientes,
sobre todo, lleva a que el menor sea tratado con menos consideración
debido a su edad.
Por eso no trabajo forzosamente con el docente sobre lo que pasa desde el
comienzo al final de un mismo curso, sino del final de un curso hasta
comienzo del siguiente. Trabajo sobre todas las relaciones, todos los vínculos
que se crean en los pasillos, en el patio de recreo. Todas esas oportunidades
van a condicionar a los jóvenes, ya sea al mutuo respeto, ya sea a la
costumbre de someterse o de rebelarse.
Lo que también perjudica una acogida de calidad es la rigidez de los roles que
se nos ha condicionado a desempeñar. Dejamos que se nos fije en la imagen
de nuestro rol, porque soltar la presa nos hace sentir inseguros. La capacidad
de pasar de un rol a otro, según las necesidades de la situación, constituye
justamente un elemento clave de la pedagogía no directiva
20
La empatía, un apoyo para nuestra calidad de
acogida
Los padres sólo pueden
mirar de manera
incondicionalmente positiva a sus
hijos en la medida en que
puedan mirarse a sí mismos
de una manera
incondicionalmente positiva.
Carl Rogers
Cuando dejamos de querer hacer algo en las relaciones en las que nos basta
con estar.
Una vez que hemos llevado a cabo este trabajo de depuración, podemos
ponernos en sintonía con nuestro interlocutor. Por unos segundos, ya no
procuramos cambiar el mundo, ni a la persona que está frente a nosotros en
particular; dejamos de imponer a nuestro entorno el peso de nuestras
exigencias y de nuestro saber.
21
frecuentemente con torpeza. Le hacemos el regalo de una acogida, que no
procurará reformar, ni siquiera comprender, sino que simplemente tratará
de crear una conexión de calidad con él.
22
interlocutora, que esperaba tener que lidiar con su habitual resistencia.
Una madre me habló de un episodio muy parecido que vivió con una de sus
hijas. Esta última daba vueltas alrededor de ella en la cocina y se quejaba de
su hermana; después, de sus deberes, de la escuela, y así sucesivamente.
Esta mujer dejó sus tareas durante algunos segundos, se puso en contacto
con la irritación de su hija, la abrazó por un instante y sólo le dijo lo siguiente:
—¿No te sientes bien hoy, verdad?
La niña pareció calmarse repentinamente. Sacudió la cabeza y luego dejó a su
madre para ponerse a hacer sus deberes.
23
Commented [JT1]: Hasta aquí llegué.
Ofrecer nuestra presencia
24
Esto no significa que la serenidad frente a las situaciones delicadas no me
parezca una meta para alcanzar. Pero esta tranquilidad me hace sentir
seguro cuando es el resultado de un proceso de aceptación de nuestra
vulnerabilidad y de toma de conciencia de nuestras limitaciones.
Al reprimir nuestras emociones, obtenemos cierto control inmediato de ellas,
a costa de producir una tensión patente que tendremos que pagar más tarde.
La presencia no puede surgir de un esfuerzo de la voluntad o de la reflexión.
Nace del hecho de ceder y sigue el curso de nuestros sentimientos.
Responsabilizarnos de nuestras necesidades me parece también algo
esencial. Se trata de mantenerse fiel a lo que experimentamos, de no
confundirnos con las reacciones de los otros, y respetar nuestras
necesidades. Este equilibrio entre una actitud clara y firme para con uno
mismo y abierta al otro crea las condiciones de seguridad indispensables para
los niños, antes de pasar a una acción cualquiera.
Nuestra autenticidad no va forzosamente a ser algo fácil de escuchar para
nuestro interlocutor. La CNV no apunta a la gentileza (si ésta consiste en
creer que es deseable evitar los conflictos), sino a la benevolencia, es decir, al
respeto hacia lo que nos habita y la confianza en lo que va a llevar a su
honesta expresión. Ese regalo de la verdad puede a veces tomar la forma de
la expresión de nuestra cólera, siempre que lleguemos a expresarla de una
manera constructiva.
Muchas personas son tan torpes en el modo de manifestar su cólera, que se
protegen de ella por anticipado; no quieren ni ser blanco de ella. A fin de
hacer que se entienda como una forma de vulnerabilidad, la CNV recomienda
responsabilizarse plenamente de ella y limitar nuestras intervenciones con
demandas concretas y positivas.
Así, pues, darme cuenta de que no estoy irritado con alguien, sino enojado
porque habría deseado satisfacer tal o cual necesidad; no gritarle al otro todo
aquello que nos disgusta de él, sino decirle lo que nos hacía falta y lo que
deseamos.
Un amigo que practica la CNV desde hace algunos años me refirió los
cambios que ésta lo llevó a incorporar en la comunicación con sus hijos. Él
había heredado de sus padres la costumbre de amenazar para obtener lo que
deseaba. Descontento con esa conducta, puso toda su atención en hablarles
a sus hijos con franqueza. Incluso cuando manifestaba su cólera, sintió que,
expresándose de esa manera, obtenía más fácilmente de ellos lo que
deseaba, pero sin recurrir a la energía del miedo. Por ejemplo, cuando uno
de sus hijos notaba que, si su padre estaba enojado, dicho enojo estaba en
25
principio asociado a su cansancio y a su necesidad de preservar su tiempo —y
que él no era la causa de ello—, se sentía afectado por eso, sí, pero sin tener
que culpabilizarse.
26
El respeto por nuestros sentimientos
27
fórmula de Thérése Bertherat)2. Para conseguirlo, me parece que, más que
un método elegido entre las decenas que florecen en el supermercado del
bienestar, lo que cuenta es la permanente conciencia de las necesidades cor-
porales a lo largo de los estudios.
Hay que ayudar a los jóvenes a estar a la escucha y a ocuparse de sus
necesidades físicas: moverse, alimentarse, relajarse de una manera sana y
respetuosa.
Hay que enseñarles a los niños a prestar atención a las señales de su cuerpo
que expresan tensiones, malestares, contrariedades e inquietudes. Es
necesario que se les den las claves para acoger y transformar esos
malestares.
Que haya una apertura, por parte de los docentes, a posiciones corporales a
menudo consideradas irrespetuosas, que yo vinculo más bien al cansancio o
al aburrimiento.
28
se transformen para ellos en algo similar a las señales de tránsito para la
circulación en las rutas; cadaunacon su sentido, que ellos deben conocer: una
señal de camino sin salida, de prohibición, de límite de velocidad... Mensajes
que podrían aprender a acoger, cualesquiera que fuesen, antes que
vincularlos vagamente con los "buenos" sentimientos y tratar de sofocar la
fuerza vital de los otros.
O bien la ira, ese embarazoso poder que revela nuestra torpeza para
expresar nuestro malestar: los niños podrían ejercitarse para gritarla con
conciencia de lo que qmeren, y no, según la costumbre, para expresar lo que
hay de malo en el otro.
29
Conservo un grato recuerdo de una experiencia en un campamento de
vacaciones. Para iniciar a los niños en la expresión de sus sentimientos,
habíamos pintado un gran círculo donde a cada emoción le correspondía un
color diferente. Antes de la reunión cotidiana, cada uno se pintaba la cara
siguiendo ese código; los colores representaban lo que sentía en ese
momento.
Una pedagogía del impulso
«
30
moviliza su atención en el momento?
Esta pedagogía que pone el acento en los impulsos implica invertir la lógica
del proceso de aprendizaje en el seno de la escuela pública Ya no vamos a
partir del objetivo de un Estado sino de la interacción de las necesidades
individuales de los alumnos y de los docentes al mismo tiempo. Ello implica
desarrollar medios para aclarar estas necesidades presentes estrategias
posibles en ese momento, y establecer procesos de acompañamiento que
van a permitir obtener un máximo beneficio de las elecciones realizadas.
Si deseamos incitar a los jóvenes a disfrutar mientras aprenden, será
necesario que los pedagogos comiencen por divertirse. Así podrán preparar
luego a sus alumnos naturalmente, para la alegría de la exploración. Lo que el
docente va a transmitir primero es su entusiasmo por una materia.
Desde este punto de vista, una tarea primordial del educador es conservar su
propio impulso, mantener el vínculo con los sueños que lo impulsan a hacer
su trabajo. Este aspecto placentero de su trabajo le demandará tener en
claro sus motivaciones, las cuales, por supuesto, van a evolucionar con el
paso del tiempo. El hecho de estar atento a ello va a llevarlo a que se conozca
a sí mismo y a conectarse con sus necesidades. Tales capacidades le serán
útiles en los momentos agitados que surgen en el año escolar.
Me parece inapreciable la ayuda de dos factores para prevenir el
agotamiento y la falta de motivación de los docentes: crear espacios de
acogida empática, a fin de tener en cuenta el déficit de escucha que se
acumula fácilmente en un oficio que demanda ofrecerla tanto a los demás;
prever períodos regulares de reaprovisionamiento de recursos, por ejemplo
anuales, en los que los profesores podrían asegurarse de que conservan los
lazos con sus aspiraciones profundas.
31
Las evaluaciones conjuntas regulares permitirán adaptar los objetivos, a fin
de que permanezcan al servicio del proceso de aprendizaje y no se
conviertan en un obstáculo.
Lo esencial no está en el proyecto elegido, sino en la manera en que éste es
vivido por el joven y su elaboración es explotada por el docente. La
construcción de cometas no tiene ni mayor ni menor valor que la
trigonometría, con tal que se aborde el tema con pasión y que el contexto
permita que lo aprendido dé frutos.
32
Aprender a no saber: el cuestionamiento como base de
una pedagogía no directiva
33
cristalizada) hace que muera una parte de nosotros mismos. Tales
"pensamientos consolidados" constituyen trabas para nuestra capacidad de
conectamos con el momento presente. Una mente profundamente
angustiada se aferra a sus creencias. Por el contrario, una mente segura de sí
aprende a desarrollar una confianza en lo que viene; a mantenerse,
simplemente, abierta.
La llama de la inteligencia (que la educación tan a menudo reduce a cenizas)
es el poder de cuestionarse permanentemente, de mantener una mirada
siempre nueva sobre las cosas, que nada da por aprendido. Ése es el regalo
de cuestionar las convicciones del educador y del educando, a fin de que
ambos transiten juntos por senderos que nunca han sido pisados.
La llama de la inteligencia es esa mirada extraordinaria con la que el niño
pequeño mira el mundo, perpetuamente sorprendido. La magia que se revela
en dibujos de un leño, la forma de una montaña, los colores de un alimento.
Y la pregunta brota:
"¿Por qué las llamas nunca descienden? ¿Qué siente la hierba cuando la
cortan? ¿De dónde viene el agua de la fuente, si no ha llovido desde hace una
semana?"
¿Qué mundo se crearía si se incitara a los niños a seguir interrogando?
He ahí una razón adicional para aprovechar pedagógicamente los impulsos
de los jóvenes. Éstos permitirán que el tema aprovechado conserve su
frescura y que se lo explore por completo.
Una escuela a mi gusto pondría tanto el acento sobre el desaprender como
sobre el aprender. Se trataría un tema por primera vez. Luego alentaríamos a
los jóvenes a olvidarlo por un tiempo. Después volveríamos a él. ¿Qué es lo
que quedó? ¿Cómo se integró lo aprendido en sus mentes? Reveamos los
elementos que la memoria no ha conservado en la conciencia, como si nunca
se los hubiera tratado. ¿Cómo mirarlos de otro modo para permitir que se
revelen sus diferentes aspectos?
Estimulemos a los alumnos a seguir cuestionando. Sobre todo, no hay que
presionarlos para que asimilen un tema demasiado rápidamente, pues corren
el riesgo de contentarse con lo aprendido. Dejemos que las preguntas
maduren en ellos, y luego ayudémoslos a formularlas, a tender puentes con
otros elementos.
Alentemos su facultad de dudar, de cuestionar su grilla de interpretación de
los acontecimientos. Los ayudaremos así a conservar la vivacidad natural de
su mente, la llama innata del cuestionamiento. Contribuiremos a que puedan
convertirse en miembros activos de la sociedad, es decir, en ciudadanos
34
molestos. Este poder de suscitar incomodidad y quedarse con ella va a
permitir la evolución de su entorno.
35
El problema de los límites
3
En beneficio de la claridad, me gustaría precisar que, cuando utilizo el término "estrategia", no le
adjudico la noción de valor. Lo empleo pa¬ra designar la puesta en práctica de acciones con vistas
a obtener la sa¬tisfacción de necesidades.
36
Cotidianamente, las complicaciones provienen, en muchos casos, de la
atracción que las situaciones ejercen sobre nosotros. A fuerza de pensar en
ellas, las soluciones se nos imponen. Sin embargo, tan pronto como creemos
saber cuál es la manera exacta en que debemos satisfacer nuestra necesidad,
ya no estamos vinculados con ella, sino con el nivel de la estrategia.
Por supuesto que en algún momento vamos a emplear medios de acción;
pero, con frecuencia, cuando la gente habla de límites, tiene de antemano
ideas firmes sobre aquellos que deben imponerse. En general, se trata de
reglamentos, de castigos, de una bofetada, de una advertencia. Les dan el
sentido de coacción y no de ayuda.
Una dificultad crucial en las relaciones entre padres e hijos proviene del
hecho de que, muy frecuentemente, los primeros tienen en claro las
estrategias que quieren poner en práctica frente a su progenie, pero no las
necesidades que satisfacen a través de ellas. Me aclaran que
"Es necesario que nuestra hija vaya a acostarse ante de las 9 de la noche",
"Intento que mis hijos tengan una alimentación variada", etcétera.
Sus estrategias son manifiestas. Sin embargo, cuando les pregunto "¿Por qué
es importante esa manera de actuar para ustedes? ¡No lo es para su hijo!
Puedo imaginar perfectamente el sentido que ustedes le encuentran para su
hijo, pero ¿cuál es el sentido que tiene para ustedes?", me llama la atención
el tiempo que necesitan para encontrar una respuesta.
Cuando esos padres entran en contacto con las necesidades que intentan
satisfacer a través de sus exigencias, frecuentemente éstas desaparecen o se
modifican. Por ejemplo, una vez que se dan cuenta de que lo esencial para
ellos es reservarse un tiempo para recuperar energías durante la noche, el
pedido a su hija se convierte en "Que no nos moleste después de las nueve de
la noche".
Si una necesidad no se expresa claramente, ello estimula mecánicamente en
el interlocutor un reflejo de defensa ligado a su necesidad de autonomía. Por
haber visto esta resistencia en acción en un número considerable de casos,
he extraído la conclusión de que uno de los más grandes favores que
podemos hacerles a nuestros hijos es ser claros con respecto a nuestras
necesidades cuando les pedimos algo. Y, a partir de ahí, ser lo más abiertos
posible en cuanto a las estrategias puestas en práctica para satisfacer esa
necesidad.
***
Desearía disipar ciertas ideas que he oído frecuentemente sobre la pedagogía
37
no directiva. Para explicar sus causas, debo abordar primero la noción de
creencia.
La creencia forma parte de una representación binaria del mundo. Cada
fijación mental tiene su opuesto, que no es otro paradigma, sino el reverso
de la misma moneda. Si imaginamos que una cosa es correcta, estamos listos
para verla incorrecta. Si proyectamos sobre alguien un fantasma de
inteligencia, aceptamos inconscientemente la imagen de su estupidez.
En nuestra cultura de la eficiencia, muchas personas están acostumbradas a
concentrarse en las estrategias. Cuando surgió la moda de una educación
menos directiva, estas personas se dijeron:
"Antes ponía límites; bueno, ahora voy a cambiar mi forma de actuar: ¡voy a
suprimirlos por completo!"
En realidad, esas personas quedaron completamente inmersas en el mismo
sistema de creencias, pero imaginaron que adoptaban un sistema no
directivo, cuando habían pasado en realidad de una actitud directiva a una
actitud de abandono.
º
Las personas que son presa de tales creencias sobre la pedagogía no directiva
suprimieron, pues, un número de restricciones que ponían en práctica
anteriormente y se convencieron de que habían cambiado de doctrina pe-
dagógica. Evidentemente, ello dio lugar a situaciones poco gratas. Los niños
se sintieron inseguros ante esta ausencia de referencias, y los educadores se
encerraron en la confusión que tenían al comienzo. Como ninguno
encontraba una salida, al cabo de un tiempo, esos adultos afirmaron:
"¡La pedagogía no directiva no funciona; vamos a volver a imponer límites!"
Esta alternancia, que surge a partir de una confusión, podría durar todavía
largo tiempo. Por lo menos, hasta tanto no se comprenda que directivas y
permisividad son los dos polos de misma esfera de conciencia.
¿Cómo imponer límites, entonces, a partir de tomar conciencia de las
necesidades? Una pedagogía no directiva no usa como muletas las repre-
sentaciones jerárquicas, las sanciones, ni ningún otro medio de coacción.
38
La confianza mutua.
Transmisión de información.
"La ley estipula que se prohibe fumar a los Jóvenes menores de dieciséis
años." "En este edificio, la costumbre es decir 'buenos días' cuando uno se
cruza con alguien."
Opinión.
"El humo del cigarrillo me molesta, y me parecería respetuoso que
pudiéramos convenir que en esta habitación nadie fume."
39
Aclaración de los terrenos no negociables.
"Si usted desea formar parte de nuestro equipo de fútbol, tendrá que
participar por lo menos de un entrenamiento por semana. ¿Está dispuesto a
aceptar esto?"
***
40
41
El valor de la palabra
La palabra es su aliada,
¡jamás su reemplazante!
Janusz Korczak
42
"Me irrita que digas que sí y después no te muevas. Habría preferido que me
dijeras francamente que no; así al menos hubiera sabido a qué atenerme.
Sabes que la honestidad es algo que me interesa mucho en nuestra relación.
Además, ¿podrías decirme en qué pensabas cuando me respondiste?"
43
Sin embargo, si sigue con la escucha, se verá conducida a poner su atención
en una necesidad de seguridad material y a darle prioridad a esta última. Va a
elegir conservar su trabajo, pero le costará mucha menos energía, porque las
razones de su elección se le presentarán claramente. Si esta persona había
creído demasiado rápidamente en su emoción o, antes bien, sólo la había
aceptado fragmentariamente, podría haber tomado una decisión que en
realidad era demasiado precipitada para ella. Esto no quiere decir que no
vaya a renunciar en seis meses, cuando este impulso haya madurado lo
suficiente.
Se puede llevar una vida basada únicamente en la prioridad que se otorga a
aquello que surge a cada instante. Puedo admirar semejante elección;
solamente que, para mí, no puede conciliarse con la pedagogía no directiva.
En el marco de este sistema pedagógico, vivir la cooperación implica
relaciones que tomen en cuenta el respeto de las necesidades del grupo y, en
consecuencia, una visión a largo plazo.
44
Observar o soñar el mundo
45
su vida en clase y su tiempo Ubre; a veces, incluso, cuando los animales por
los cuales han venido están frente a sus ojos.
Este desfase con el presente no revela falta de interés por la naturaleza; no
es eso lo que expresan si les pregunto, sino un hábito ya bien afianzado de
desatención.
Ello me ha conducido a relacionar mi capacidad de atención al mundo con la
que logro prestarme a mí mismo. He podido comprobar que, cuando
aprendo a mirar aunque más no sea un poco en mí, esa aptitud se traduce en
una mayor apertura hacia los otros. Me resulta doloroso sentir entonces esa
deserción de sí mismos en los jóvenes que, pocos años antes, me educaban
para avivar mi mirada sobre las cosas.
Aspiro también a que el hecho de observar se convierta en otra prioridad de
la educación. Es necesario que el niño pueda conservar la profundidad de su
vínculo sensorial con el mundo; que desaprenda a pensar sus relaciones, si ya
se lo ha contaminado para hacerlo y que se lo instruya, en cambio, para
vivirlas con la intensidad de lo que se toca, se oye y se ve, se saborea, se
huele.
Una educación para la observación pondría el acento sobre dos ejes que se
completan mutuamente:
46
en las escuelas Steiner.
Los juegos que estimulan nuestra capacidad de sorpresa y de maravilla
contribuyen al crecimiento de esas capacidades; como, por ejemplo, los
paseos sensoriales con los ojos vendados, la pintura de paisajes que nos
sorprenden, la creación de un mapa sonoro u olfativo de nuestro entorno,
etcétera.
Ese aprendizaje ayudaría a hacer que creciera el amor por la belleza.
47
El triángulo relacional
48
partido de todo lo que nos pasa, tomando conciencia de ello. No nos es
posible llevar a cabo una acción si no le encontramos algún sentido, y es ésta
la necesidad que representa. Esta tendencia nos empuja hacia arriba.
***
Veo estas tres partes como guías a nuestro servicio que, siempre activas,
nunca cesan de velar por nosotros. Conforman los tres vértices de un
triángulo, y cada una de ellas tira hacia su propia dirección. La personalidad
de un ser humano se sitúa en el interior de los tres lados de ese triángulo, y
tiende más hacia una dirección o hacia otra según la parte a la que escucha
en ese momento.
Sin embargo, sería ilusorio creer que es posible ignorar alguna de esas partes
a largo plazo. Si no se escucha a alguna de ellas, ésta acumulará frustración y,
poco a poco, se pondrá a gritar más fuerte, hasta que llegue el momento en
que nos obligará a tomarla en cuenta.
Veo estas tres partes como guías a nuestro servicio que, siempre activas,
nunca cesan de velar por nosotros. Conforman los tres vértices de un
triángulo, y cada una de ellas tira hacia su propia dirección. La personalidad
de un ser humano se sitúa en el interior de los tres lados de ese triángulo, y
tiende más hacia una dirección o hacia otra según la parte a la que escucha
en ese momento.
Sin embargo, serla ilusorio creer que es posible ignorar alg una de esas partes
a largo plazo. Si no se escucha a alguna de ellas, ésta acumulará frustración y,
poco a poco, se pondrá a gritar más fuerte, hasta que llegue el momento en
que nos obligará a tomarla en cuenta.
Cuando me cuesta conectarme con la fuerza vital que hay detrás del mensaje
de un joven, me pregunto:
"¿A cuál de las tres partes escucha en este momento?"
Cuando un alumno dice en clase "Bah, estoy perdiendo el tiempo, ¡no sirve
para nada aprender estas fechas!", su parte educadora reclama
manifiestamente comprender mejor el sentido de la información que se le
ofrece.
Cuando mi hijo me confía, con tono desengañado, "Igual, no lograré tocar
ese fragmento en la audición sin cometer errores", escucho a su parte
protectora, que trata de ahorrarle una desilusión.
Y cuando un joven me dice "Tengo ganas de pasar una noche en blanco con
mis compañeros", imagino que su parte animadora es la que lo está
impulsando a tener ese tipo de experiencias.
49
Por supuesto, el adulto también está expuesto a las mismas leyes de división
interna. Él también se siente tironeado por sus partes internas. Una
educación mutua implica el mismo respeto por la complejidad del triángulo
del padre y del docente que por la del joven.
El triángulo relacional me ayuda también a comprender las indicaciones que
sostienen una pedagogía no directiva. Si velamos por un equilibrio entre las
tendencias contradictorias de las tres partes internas, entonces los límites
que impondremos, tanto para nuestros hijos como para nosotros mismos, se
atendrán naturalmente a ciertas características.
A fin de tener en cuenta la necesidad de seguridad de la "protectora",
ofreceremos información:
• abundante,
• clara,
• confiable.
50
La relación de confianza
51
radores para los niños. Encarnan lo que cada uno será llevado a darse a sí
mismo, si es que desea alcanzar el bienestar en su vida.
52
La relación con la exigencia
Con frecuencia, algunos padres me dicen que no se sienten contentos con las
exigencias que se ven obligados a imponer a sus hijos. Preferirían aplicar el
procedimiento de la CNV, que implica pedidos negociables.
He comprobado que la tensión necesaria para sostener esta aspiración a la
no exigencia les demanda mucha energía, y sienten que están vacilando
entre ese ideal seductor y las rupturas con él, que generan culpa. Finalmente,
la idea de funcionar sin exigencias se convierte para ellos en una nueva forma
de exigencia.
Me parecería más económico ejercer primero la benevolencia para con
nuestra naturaleza humana y aceptar que tropezamos regularmente con
nuestros límites internos, lo que la mayor parte del tiempo nos impide poner
en práctica nuestra capacidad de diálogo.
A partir de esta indulgencia, podemos aplicar la CNV respecto de nuestros
límites. La exigencia aparece entonces como la torpe compensación de las
necesidades reprimidas.
Creamos esta violencia interna porque nos gustaría mucho ser padres más
cariñosos, más dispuestos, más "algo". Porque conocemos bien el desajuste
existente entre el lugar donde estamos y aquel adonde desearíamos vivir.
Esta diferencia se nos hace insoportable, y tendemos a enmascararla, a
reprimirla, y así creamos una saturación emocional..., hasta el día en que
nuestras barreras se resquebrajan. Y nos encontramos con que estamos
haciendo padecer a nuestros seres cercanos un comportamiento que
detestamos. La belleza de nuestros valores y de nuestros ideales es entonces
la que suscita mecánicamente el peso de nuestras exigencias.
De ahí el interés de no dirigir más nuestra atención a los atractivos del futuro,
53
sino de aceptar lo que se nos hace presente en este momento. Ser amables
con nuestra frustración, si es eso lo que se ha activado, es decir, darnos
empatía.
Y, si nuestro nerviosismo persiste, aceptar lidiar con él. Así les pareceremos
ciertamente más coherentes a nuestros hijos en la situación dada, y pacíficos
a largo plazo. Asumiendo nuestra violencia, comenzaremos a transformarla.
Me parece útil recordar que a cada una de mis exigencias internas le
corresponde otra que proyecto sobre el mundo. Aprender a manejar nuestra
violencia interna o bien la que proyectamos sobre nuestro entorno viene,
pues, a ser lo mismo.
Dicho esto, veamos un proceso más detallado para ayudarnos a imponer
exigencias, conservando el máximo de mutua benevolencia. Partamos del
ejemplo de una madre furiosa con su hija que acaba de negarse a hacerle un
favor.
54
En cuarto lugar, ¿cómo la formulo?
Doy una orden, pero la pongo en contacto con mi vulnerabilidad y trato de
darle sentido. Por ejemplo:
"Ya no tengo ganas de discutir, porque estoy demasiado agotada y no quiero
perder el tiempo. ¡Ve a limpiar la cocina ahora mismo! Me tranquilizaré
apenas todos hayamos colaborado para ordenarla casa."
¡Cuidado! Una complicación frecuente en momentos como éste consiste en
permitir que resurjan nuestros antiguos condicionamientos y agregar una
amenaza. Estaríamos debilitando así la efectividad de la exigencia, al
sobreentender que ésta no es suficiente por sí misma. Si damos una orden,
que ésta tenga al menos el mérito de ser clara.
55
Un día en la vida de Iván, un alumno del año 2020
56
radicalmente nuevo. Su acompañante le presentó los talleres actuales de
autoconocimiento y le propuso pensar si le parecía que había llegado el
momento de incorporarse a uno.
Haciendo caso de su sugerencia, caminó después un largo rato por el parque.
El descubrimiento de sí mismo no había sido hasta entonces un aspecto de la
educación que lo hubiera atraído. El docente que lo apadrinaba le había
hecho varias veces propuestas en ese sentido, pero la puesta en práctica de
sus numerosos deseos lo había acaparado año tras año, y el tiempo de
distanciamiento que se había tomado lo había dedicado al ocio. A punto de
cumplir 14 años, ¿acaso era tiempo para él, en efecto, de parar y analizar la
situación?
Después del recreo de la una de la tarde, un poco aliviado, se reunió con su
equipo para el taller de "análisis de rendimiento del futbolista". Su
entusiasmo por esta materia venía del hecho de que, el año anterior, el
equipo de los Carbones Ardientes había ganado el torneo de la escuela
gracias a un curso de "lógica y fútbol". Con la ayuda de un profesor, sus
miembros habían analizado las estrategias de todos sus adversarios y
elaborado combinaciones victoriosas para cada partido.
Para ese año escolar, su propio equipo, así como todos los otros, se había
inscrito en este taller. A fin de asegurarse la victoria, habían diseñado con
una docente el nuevo curso. Esa tarde pasaron cerca de dos horas tratando
de optimizar sus movimientos en la carrera, con la ayuda de un video.
Antes de volver a su casa, fue a vagar un rato por el Ágora. La mayoría de los
allí presentes eran estudiantes más jóvenes. El Ágora era un lugar donde se
sentían valorados y podían esperar captar la atención de los mayores de 15
años. Iván formaba parte de un gripo de influencia, tan eficaz entre los
alumnos, que ningún adulto había aceptado incorporarse a él. La meta del
grupo era mantener torneo? en la escuela que se desarrollaran de una forma
competitiva. La intención de sus miembros era votar sobre este tema, en
oportunidad del próximo consejo escolar, lo que implicaría obtener
previamente la suspensión de una toma de decisión por consenso. Para ello,
les resultaba necesario reunir al menos una minoría del treinta por ciento.
Pasó de un círculo al otro, sin sentirse, apreciando la jerga de los que
cabildeaba!. Luego se alejó, con las orejas vibrantes por k magia de los
argumentos y el corazón extrañamente sereno por el ambiente enardecido.
Decididamente, era difícil aburrirse en la escuela.
57
Las características de una escuela no directiva
Una riqueza del entorno, y una acción de los educadores más orientada hacia
la evolución del medio que a un cambio directo del individuo.
Flexibilidad con respecto a las reglas y los roles, con cierta fluidez en su
evolución.
58
Una educación global, que tome en cuenta los diferentes aspectos de los
seres sociales que somos (el aprendizaje se desarrollaría tanto por la toma de
conciencia, como mediante la adquisición de conocimientos intelectuales y
relaciónales, integraciones corporales y emocionales, etcétera).
59
lado, y atendiendo a la invitación efectuada tanto por Rabindranath Tagore
como por Célestin Freinet, la posibilidad de reaprovisionarse de recursos en
la naturaleza que esté cerca de la escuela.
Abordar un nuevo proyecto a partir del impulso que haya surgido en él.
Regularmente se reunirá un consejo para administrar los problemas de la
escuela y para incorporar ideas originales. Éste tomará las decisiones con el
consenso de todas las personas presentes. En caso de bloqueo, será posible
volver a un funcionamiento democrático. Algunas reglas corregirán los juegos
de poder propios de ese modelo. El aprendizaje de la vida en grupo se
realizará en el Ágora, que será también un lugar de encuentro e intercambio.
60
Apertura
Me parece más sabio no terminar con una conclusión un libro que aborda un
tema sobre el cual jamás se podrá escribir la palabra "fin".
Me doy cuenta de que he invitado mucho a los docentes a considerar el
alcance global de la educación, aun cuando sé bien que un gran número de
ellos aspiran a ella, aunque están limitados por la falta de medios a su
disposición y por la falta de estructuras.
Esta educación global no tendrá lugar sin una transformación profunda de
esas estructuras. Sin embargo, ésta sólo podrá experimentarse después de
una revolución de las conciencias. La mayor pobreza de recursos no es
material sino interna: el peso de los condicionamientos, que limita nuestro
poder de presencia, de acogida, de apertura y de creatividad, f
Esto no implica para mí que se aumente la carga de trabajo, ya considerable y
poco reconocida. Me encuentro, demasiado frecuentemente, con
educadores agotados por sus compromisos para permitirme semejante idea.
La veo más bien como una modificación de su cuaderno de "tareas", que
pasarán de ser "pesadas" a "livianas"4." Habrá menos tiempo consagrado a la
enseñanza obligatoria de una materia, en beneficio del aprendizaje de los
vínculos y de las tareas de animación.
Acaso no haya insistido lo suficiente en la responsabilidad de los padres. La
misión del docente no implica para mí la dimisión"5 de los padres. Por el
contrario, tengo la convicción de que toda la dedicación invertida en una
atención de profunda calidad para consigo mismo y para con el otro,
preconizada por la escuela, tiene aún más sentido en el seno de la familia.
4
El texto original francés hace un juego de palabras sin equivalente en español: se refiere a un
"cahier de charges", literalmente "cuaderno de cargas" (aquí traducido como "de tareas", que es el
que usa el docente para planificar sus actividades o tareas), que pasará a ser un "cahier de
légéretés", algo así como "cuaderno de ligerezas, de cosas ligeras". Se busca la oposición entre
"tarea pesada" y "tarea liviana", que es la que se intentó expresar en español (N. de T.).
5
Nuevo juego de palabras entre mission y demission ("no misión", literalmente). La idea que
encierra la palabra "dimisión" es la de renuncia, abandono; en este caso, de los padres respecto de
asumir su responsabilidad en la educación de los hijos según la CNV (N. de E.).
61
Hago votos para que la educación contemporánea tome en cuenta más
globalmente a su principal actor, el niño, para que los vínculos entre jóvenes
y educadores se construyan a partir de la expresión natural del amor que es
el respeto mutuo.
62
Para saber más
Si desea conocer mejor la CNV, puede consultar los siguientes sitios web:
www.cnvc.org (internacional, en inglés)
www.nvc-europe.org (de Europa)
www.nvC'europe.org/suisse (de Suiza, donde encontrará las actividades de
formación efectuadas por el autor)
www.comuBicaaonnoviolenta.org (de España, Asociación para la
Comunicación No Violenta)
www.cnvargentina.coni.ar (de Argentina)
El Centro internacional para la Comunicación No Violenta (CNVC) coordina las
actividades de las diferentes asociaciones nacionales o grupos regionales de
todo el mundo.
63