Palacio Zambrano
Palacio Zambrano
Palacio Zambrano
ARQUITECTURA
FECHA: 13/02/19
EL PALACIO DE ZAMBRANO
El Palacio de Zambrano fue ordenado construir por Juan Joseph Zambrano y Amaya en el año de
1795 y terminado a finales del año 1798, iniciándose la construcción, por órdenes del mismo
propietario, del Teatro Coliseo, el cual fue inaugurado el 4 de febrero de 1800, llevándose a cabo
la primera representación el 19 de marzo de 1800.
Se realizó totalmente en cal y canto, con una fachada terminada en cantera, obedeciendo a una
tendencia barroca de estilo austero, resultando su portada a la vez sobria y ligeramente
afrancesada, sobre una extensión de 6 mil 200 m2, abarcando en sus orígenes toda la manzana,
posándose paralelamente, apenas a una cuadra de distancia de la Plaza de Armas.
El Palacio de Zambrano se construyó en terrenos del Bachiller José Salcido, quien en 1778 se
desempeñaba como cura en Cosala. Hombre de gran fortuna, el Bachiller Salcido era dueño de la
Hacienda de Santa Teresa. Era además propietario de una casa en la Calle de Constitución (antes
Calle de Santa Ana); dueño de varias propiedades en los terrenos ocupados luego por el Teatro
Principal (hoy en día el Teatro Ricardo Castro); de una casa en calle de Juárez (antes Calle de la
Cárcel de San Pedro); del Mesón de la Señora Santa Ana, que eran varias casas en lo que es hoy el
Jardín Hidalgo; más la casa que se encontraba edificada en los terrenos de lo que es hoy el Palacio
de Zambrano.
Enfrente de la mansión se encuentra lo que originalmente había sido la Huerta de los Jesuitas y
que el acaudalado e incontenible hombre de negocios compró, junto con las casas que al sur de la
plaza formaban el pequeño Callejón de los Zapateros, y los terrenos a espaldas del Templo de San
Ignacio (hoy Templo de San Juanita de los Lagos, conocido también como el Sagrario), llamándose
en su tiempo Jardín de Zambrano. Luego que el mismo general Gavira mandó ampliar la calle de
Bruno Martínez, a precio de derrumbar la cúpula del Sagrario de Durango, que era la mayor
bóveda de la ciudad, el jardín creció, siendo conocido hasta los años 40´s como Jardín Victoria, el
cual estaba sembrado de árboles. llamado oficialmente en nuestros días como Plaza de los Tres
Poderes y, siendo popularmente conocido como Plaza IV Centenario. Ocupa una explana inmensa,
destacándose al fondo una conjunto escultórico, realizado por dos alumnos de Francisco Montoya
de la Cruz: Rogelio Morales y Manuel Soria, grandes artistas regionales, que versa sobre la figura
de Benito Juárez y la Educación sirviendo, según cuenta el pintor Jesús Gómez, el maestro Santos
Vega como modelo.
Siendo esta plaza conmemorativa y con tanto peso cultural, una extensión del Palacio, con una
escultura que da cara a cara con el palacio, de la misma temática revolucionaria, siendo a su vez
esta plaza un elemento importante en esa imponencia que refleja el Palacio, evitando
obstáculos visuales desde una larga distancia, dándole más espacio y más tensión visual en
comparación con los edificios colindantes.
Atanasio Saravia afirma que el jardín cuando menos estuvo incorporado al Colegio de los Jesuitas
hasta 1851, de acuerdo al plano de Durango publicado por José Fernando Ramírez, el cual,
después de la expulsión de los jesuitas en 1767, se convirtió en el Colegio Seminario hasta 1859,
siendo ocupado en 1860 por el Colegio del Estado con todo y su rica biblioteca. Probablemente en
ese año fue abierto al público, estado sus lados limitados por amplios portales, siendo uno de los
más bellos paseos de Durango, convertidos los portales con el pasar del tiempo en asentamiento y
habitación de los arrieros que ahí descargaban sus recuas de mulas. Cuando se inauguró el
ferrocarril que unía Durango con Piedras Negras, se emprendieron obras para borrar esa fea vista,
plantando árboles y trazado de arriates, convirtiéndolo en un agradable jardín totalmente
descubierto.
ESTILO
BARROCO
El palacio de Zambrano es de un estilo barroco austero con una pequeña influencia francesa, al
igual que varios edificios construidos en la ciudad alrededor de la misma época; aunque sobrio, su
fachada sur está totalmente edificada en cantera.
La arquitectura barroca en Hispanoamérica ocurre en los siglos XVII y XVIII, cuando la conquista y
dominación de las Indias llega a su apogeo. Se crean nuevas ciudades y se reconstruyen las ya
existentes.
La estética básica con que se crean es la del barroco, la que muestra el poder de España. Pero en
América el barroco encuentra su propio estilo, gracias a la fusión del nuevo estilo con el sustrato
indígena y la tradición mudéjar, como en el Barroco Andino. Tres son los impulsores del barroco en
América: la Corona, la burguesía y los jesuitas como representantes de la Iglesia.
La arquitectura también fue un vehículo para la evangelización. Los primeros conventos y las
primeras iglesias americanas, de estilo renacentista, tendrán aspecto de fortaleza, debido al
carácter de frontera de las Indias, como el convento de Acolmán en el valle de Teotihuacán, o el
convento de Actopan, en Hidalgo, México. Pero es en los siglos XVII y XVIII cuando se construyeron
los mejores ejemplos de la arquitectura americana, sobre todo gracias a las catedrales.
El frente del gran palacio, marcado actualmente con el # 97, sobre la Calle Real (hoy 5 de Febrero)
tiene dieciséis arcos concatenados, siendo uno de ellos más amplio, el doceavo contando de
izquierda a derecha, que corresponde a la puerta principal y da acceso al gran patio central,
creando todo ello un portal o corredor de gran extensión y belleza urbana. Todos los arcos,
ventanas y esquinas están almoadillados, con flecos barrocos escurridos en su base. Los arcos son
de medio punto, sostenidos por columnas toscanas.
Actualmente exhibe el inmueble cuatro puertas. La puerta principal, flanqueada por cuatro placas
conmemorativas, está enmarcada por en un diseño de cantera, con una concha y una gran lágrima
que escurre en el centro, flanqueada por dos columnas adosadas con guardametralla, arcos
recortados, con una bordadura mixtilínea con roleos, en tanto que en el trabajo de ebanistería
destacan dos grandes medallones elípticos al centro y uno más en la parte superior. La segunda
puerta comunica al segundo patio y corresponde a la Casa Anexa. El portón es de diseño llano,
rústico, rodeada por un grueso marco de cantera con poca ornamentación, salvo dos las dos urnas
en cantera que rematan por arriba las puntas de la ondulada cornisa. En los extremos de la
fachada hay dos puertas más, que comunicaban a recibidores o salas de estar, hoy ocupadas por
dos simpáticos cafés. A lo largo del portal hay siete ventanas verticales, a intervalos regulares,
rematadas con copetes en la parte superior.
La planta superior del edificio luce nueve balcones a intervalos irregulares, enmarcados en
trabajos de cantera finamente ornamentados, mixtilíneos, bulbosos y de gran altura, protegidos
con herrería forjada simple. Destaca el balcón central, cuya decoración se reduplica hasta superar
las cornisas onduladas, que coronan todo el remate del frontispicio, con un nicho al centro donde
se halla una copia de la Campana de Dolores Hidalgo, con un medallón sobrepuesto a la cornisa
con la fecha de 1810 –estando la campana original en el nicho de Palacio nacional de la Ciudad de
México. Hay que destacar el movimiento ondulante en el remate de la cornisa de la fachada, que
refuerza una evocación marina, o del río del tiempo humano, en el que todos navegamos. En
efecto, la fachada tiene en lo alto cornisas ondulantes que dan la impresión del oleaje, evocando,
dando todo ello al edificio un estilo barroco único, siendo el más rico en forma y estilo de toda la
arquitectura en Durango.
El costado oeste exhibe cinco ventanales, más un gran portón, que es enorme y de ruda
confección, enmarcado en cantera prácticamente sin adornos, por donde se daba acceso a las
bodegas y entraban los carruajes, sobre la Calle de Zambrano (hoy en día Ignacio Zaragoza). Tiene
cinco ventanales en parte baja y en la planta alta siete balcones enmarcados en cantera de forma
menos ornamentada o más discreta.
El costado este, sobre la Calle Coliseo (hoy en día marcada en la esquina de 5 de febrero como “3ª
de Bruno Martínez”), tiene una gran puerta, con marco elaborado de cantera, marcada con dos
números, en #1 y el #97, donde se daba acceso a la familia del Capitán Zambrano, comunicando
con los aposentos de la segunda planta. Existe una puerta más, de dimensiones reducidas, con
marco de cantera almoadillado, en la esquina con la Calle Real, que llevaba a un pequeño
recibidor, el cual también conectaba con la parte superior del inmueble donde estaban las oficinas
del prominente minero emprendedor. A su lado se siguen ocho ventanas regulares en la parte
baja, y pasando el gran portón, una más, de dimensiones más amplias, más doce balcones en la
parte superior, a intervalos regulares, ornamentados, estilo barroco colonial, idénticos a los
balcones del frontispicio.
A su lado se encuentra el Teatro Victoria, antiguamente Teatro Coliseo. La fachada del edifico
exhibe una gran puerta triple, con dos portones a cada lado, que corresponden en la planta alta a
los cuatro balcones, habiendo tenido un costo de 22 mil pesos oro, estando su entrada en la
ahora calle de Bruno Martínez, llamada en ese tiempo Coliseo. La primera obra que se estrenó fue
un fragmento de la tragedia Andrómaca de Eurípides. El teatro fue remodelado y reinaugurado en
1910, abriéndose una entrada por el otro costado, llamándose desde entonces Teatro Victoria, en
homenaje al primer presidente de México, general Guadalupe Victoria.
ACTIVIDADES
La construcción se realizó en la última parte del Siglo XVIII, reflejando la bonanza económica de
Nueva Vizcaya por el descubrimiento de riquísimos yacimientos mineros en las minas de Nuestra
Señora de la Consolación de Agua Caliente, en Guarisamey, en posesión de Juan Joseph de
Zambrano. Hay que recordar que en 1770 el Virrey Carlos Francisco de Croix y el Visitador Oficial
José de Gálvez, futuro socio de Zambrano, proponen la creación de las llamadas “Provincias
Internas”, con un gobierno independiente del central, siendo confirmadas por decreto en 1776,
aunque jurídicamente Nueva Vizcaya siguió dependiendo jurídicamente de la Audiencia de
Guadalajara. Las provincias Internas comprendían Durango, Nueva Extremadura, Sinaloa, Sonora,
las dos Californias, Nuevo México y Texas –cuando la capital de Durango se mudó temporalmente,
en 1780, a Arizpe. Minero activo, inteligente y emprendedor, Zambrano fue sin embargo un
explorador sin misericordia y hombre soberbio y finalmente desdichado, quien decoró su palacio
con un lujo exagerado, de insultante ostentación, haciendo hiriente exhibición de su fabulosa
riqueza, expresada también en sus muebles, carrozas y en las modas del vestuario.
Así, de la mano también de Fray Juan Agustín de Morfi, quien visitó Durango en 1777 y dejó sus
comentarios por escrito y con el apoyo documental del padrón de la ciudad de 1778, el libro que
nos ocupa va pintando el devenir cotidiano de sus habitantes. Se anota, al paso, una observación
de Morfi que no tiene desperdicio por su carácter crítico, una auténtica llamada de atención: "Se
advierte que la poblazón de esta capital en nada corresponde a la alegría de su cielo, bondad de su
clima y fertilidad del terreno".
El Palacio de Zambrano ocupa una actividad principal hoy día, que es la de ejercer como un
museo sobre la revolución enfocado a la vida de General Francisco Villa, y otras secundarias en
la parte del portal y fachada principal hay dos cafés muy concurridos.
El palacio cumple con sus actividades secundarias, con una buena iluminación en la parte
exterior, y una óptima circulación y tamaño necesario para cumplir tanto con el café como con el
tráfico de personas. Mientras la actividad principal no la acata muy bien, debido a la misma
razón de que no fue una construcción destinada a un museo; a veces las salas son muy chicas o
el recorrido no está bien señalizado por la construcción, si no por los murales, mas sin embargo
la misma forma de la construcción no nos dicta un recorrido en concreto.
Zambrano quiso ornamentar su enorme palacio, decorado con un lujo exagerado, según se
afirma, poniendo balcones de plata, para competir en ostentación de riqueza con el mismo
Virrey de la Nueva España, acción que el Ayuntamiento si ya no pudo aceptar, rechazándola por
considerarla exageradamente ostentosa. Construcciones con arquerías había sólo otras tres en
Durango: el Portal de las Palomas, el Portal de Reposo, que se encontraba entre la Catedral y la
Plaza de Armas, destruidos ambos por el gobernador General Gabriel Gavira en su proyecto de
ampliación de la vialidad de lo que hoy es la calle 20 de Noviembre, en el año de 1917. El otro se
encontraba contiguo al edificio de Zambrano, conocido en su tiempo como el Portal de los
Diamantes.
Sin embargo, hay que recordar que la primera planificación del primer el Ayuntamiento de
Durango fue obra de los arquitectos Manuel Tolsá y Juan Rodríguez. En efecto, luego del gobierno
interino de Don Felipe Barry, por el año de 1778, al hacerse cargo del gobierno el teniente coronel
Felipe Díaz de Ortega y Bustillo, envió al Virrey Manuel Antonio Flores una triste pintura, en la que
éste veía a un enfermo agonizante “que ni puede resistir las medicinas fuertes, ni le bastan las
suaves para salir del peligro”. La Provincia, según se asienta en el informe de Díaz Ortega, acusaba
graves problemas religiosos, políticos, económicos, administrativos y de justicia, sobre todo en las
tierras pertenecientes a los indios –siendo los más graves los religiosos, pues había pueblos donde
apenas se tenía idea de la “Buena Nueva”; por otra parte, el problema político y económico no
radicaba sólo en la desatención de las obras públicas, que requerían de saneamiento y limpieza
tanto en sus calles como oficinas, sino en la ausencia de ayuntamientos, de escuelas y cárceles en
cada pueblo; y el problema de los vicios de los naturales, enfrascados en el vino y los juegos, que
sólo haya solución al ponerlos a trabajar, siendo en todo ello aconsejado por el Teniente del
Gobernador Don Pedro Pló y Alduán.
No habiendo en la ciudad de Durango locales propios para las intendencias, ni cajas reales, ni real
aduana, ni factoría de tabaco y ensaye, se propuso construir un edificio en terrenos del Palacio
Viejo, que se encontraba en ruinas y era propiedad de la corona. Ello se debía a que las oficinas
que albergaban las oficinas del Ayuntamiento y de la Real Hacienda, que se encontraba frente a la
Catedral, eran pequeñas e insuficientes, como decía Velazco y Restán en su padrón, las cuales
además impedían “el lucimiento y el desembarazo” de la Catedral y de la plaza.
VALORES
La gran mansión constaba de por lo menos con tres patios, uno de ellos era el corral, donde
además se ubicaban las cocheras y las caballerizas, ocupando el inmueble gran parte de la cuadra,
que iba de la Calle Principal (hoy 5 de Febrero) a la Calle Mayor (hoy 20 de Noviembre), flaqueada
por la Calle de Zambrano (hoy Ignacio Zaragoza) y la Calle Coliseo (hoy Bruno Martínez). El señorial
recinto, fue el primero de dos plantas en el centro histórico de Durango, contando también con
una capilla particular.
Juan Joseph Zambrano murió en el año de 1816 y la regia construcción fue rentada por sus
propietarios al gobierno, estableciendo ahí las oficinas de la Casa de Intendencia de la Provincia de
la Nueva Vizcaya; posterior a la consumación de la independencia fue la sede del gobierno del
Estado y la residencia de los gobernadores. Luego de 21 años de litigio, los herederos naturales de
Zambrano ganaron el pleito resuelto en los tribunales en 1837 a favor de los hijos de su segundo
matrimonio quienes, sin embargo, perdieron la propiedad por falta de pago de contribuciones al
gobierno, por lo que se les expropió y pasó a ser sede del Poder Ejecutivo del Estado, actualmente
en él se ubica el Museo Gral. Francisco Villa.
SENTIDO
El Palacio se entiende en su principio como un edificio ambicioso, codicioso, mas sin embargo
como el inicio de una mejoría, de un avance, un edificio que aspiraba a tanto, como rivalizar con
los palacios españoles de la época.
Hoy en día se entiende como un edificio histórico, como una joya que hay que cuidar, puede ya
no ser lo más imponente del lugar, más sin embargo, lleva consigo un nombre que pesa, que
agranda su tamaño, y basado en un contexto que toca las fibras sensibles de nuestro
nacionalismo más oculto, se entiende como un emblema un estandarte de victoria, desde que
entras por la entrada principal y sientes la grandeza del mismo, con puertas que pesan, con
muros que imponen, no poder alcanzar el techo y sentirte grande.
En los muros del patio central del Palacio de Zambrano pueden admirarse las obras murales que
Guillermo de Lourdes realizó al temple entre 1935 y 1937, conocidas en su conjunto como
“Historia del Proceso Revolucionario”, ocupando desde el primer corredor de la entrada principal
hasta los arcos de la segunda planta. En conjunto se trata de cinco series, todas ellas de altísimo
mérito estético, contribuyendo al esplendor de la señorial edificación, siendo el recinto civil que
cuenta con un mayor número de obras pertenecientes al movimiento muralista mexicano en
Durango.
En los corredores del patio principal, el muro frontal y en los laterales, plasmó con un gran sentido
didáctico continuo la Historia del Proceso Revolucionario, larga serie de muros que encuentra su
desenlace más dramático sobre los muros norte, titulados en su conjunto La Lucha de Facciones,
siendo en su conjunto un mural histórico narrativo, cuya lectura está dispuesta, entrando por la
puerta principal de izquierda a derecha. Pintó también dos hermosos murales de pequeñas
dimensiones en la rampa de la escalera medieval, de difícil ejecución triangular, y otros dos en el
descanso de la escalera. Junto con Horacio Rentería Rocha, en la planta alta del edificio, en el año
de 1935 o 36, realizó la obra “La Patria con los brazos abiertos cobijando al pueblo”. Por su parte,
de 1935 a 1936 Horacio Rentería, su ayudante y discípulo, pintó en los arcos del patio principal,
una serie de ocho escudos de armas, de extraño simbolismo y personal diseño. Cabe agregar que
en la obra mural fungió como ayudante el artista local Manuel Rodríguez Prado, quien luego se
desempeñaría como maestro de arte en las escuelas secundarias del estado.
Los corredores comunican, mirando hacia al norte, al llamado patio trasero, de planta cuadrada,
no de grandes dimensiones, de arquería de medio punto que se proyecta al segundo nivel,
resguardado con balcones de herrería colonial, más allá del cual se encontraban la cava y los
talleres. En la actualidad había en ese recinto un par de vitrales dedicado a Benito Juárez,
colocados a principios del siglo XX.
En la planta alta del imponente edifico sobresalen una serie de trabajos murales de fuerte carácter
nacionalista. Arriba de las escaleras, el mural clásico-modernista de Manuel Guillermo de Lourdes
“La Patria Abre los Brazos para Reconocer a sus Hijos”, de 1936.
Los múltiples murales que componen todo el interior del edificio son iconos que nos causan esa
elevación hacia un tiempo lejano, no genera ese sentido de lucha, nacionaliza los nervios, no
puedo evitar sentirme mexicano dentro de estos aposentos, con los estilos y trazos tan
representativos del arte mexicano de la época.
Enfrente de él, sobre el costado sur, destaca la llamada Sala de Gobernadores donde, además de
los retratos de los gobernadores de Durango de 1937 a la fecha, se puede admirar el mural de
Francisco Montoya de la Cruz “La Liberación de los Trabajadores”, realizado en el fervor de la era
cardenista. El Salón Principal del Palacio fue hasta 1978 la sala de sesiones del Congreso del
Estado, convirtiéndose luego en sala de reuniones del gobernador y ahora parte del Museo
temático Francisco Villa, donde se encuentra la Galería de los Gobernadores, con los retratos de
los gobernadores de Durango de 1824 a la fecha.
Esta sala en particular es una de las cuales me parecen pequeñas en cuanto la forma y uso, las
vialidades para observar los objetos históricos son muy pequeñas, no te permite apreciar todos
los detalles, a menos de que vayas completamente solo.
En el corredor que rodea al patio central, sobre la segunda planta, hay que admirar una serie
mural del mismo Francisco Montoya de la Cruz, realizada entre 1950 y 1952: al oriente la serie “La
Educación Pública en Durango”; al sur, “Industrialización y Progreso de Durango”, y; al oriente, “La
Agricultura y Minería en Durango”, una serie de imágenes que parecieran congeladas en el
tiempo, promesas de una bonanza futura que han quedado, muchas de ellas, en el ambiguo
territorio del ensueño. En el corredor poniente; rematando todo el conjunto con un pequeño
mural de recia composición titulado “El Arado”, de 1952, situado en la corona del primer tramo de
la escalera imperial, como envolviendo los dos murales triangulares de Guillermo de Lourdes,
plasmado a manera de colofón y rúbrica de la gran obra muralística de todo el conjunto. En esa
labor tuvo como ayudantes a Felipe H. Santoyo y Salvador Hernández, y a Manuel Sánchez como
maestro albañil, quienes, al lado del maestro Montoya de la Cruz, plasmaron los temas, problemas
e ideales de la minería, la agricultura, la educación y el desarrollo económico del estado de
Durango.
El segundo patio, conocido como Patio de Servicio, zona en que se encontraban las oficinas, la
tienda y las bodegas de Zambrano. El día de hoy el patio se encuentra decorado con un acrílico en
grandes dimensiones del artista regiomontano Guillermo Ceniceros, que versa sobre el flamante
puente “El Baluarte”.
Las escaleras de herradura, de reducidas dimensiones para que subieran las mulas cargadas con
las barras de plata, hoy en día forman un estrecho cubo, decorado por la obra maestra del
artista Guillermo Bravo Morán: “México Raíces de su Historia”, realizado en 1979, el cual puede
considerarse la rúbrica, labrada con pinceles de cinabrio y argento, de la escuela mexicana de
pintura y del movimiento muralista mexicano todo, por ser una síntesis de su estética y motivos
históricos fundamentales.
El sentimiento que da al vivir este edificio es uno de unidad, de identidad nacional no puede ser
otro que un sentimiento de identidad cultural, ligado necesariamente a la cultura de todo el
continente latinoamericano. Cultura ligada también y esencialmente al Viejo Mundo, al ingenio y
genio ibérico, que desde el principio vio en esta tierra el lugar de la utopía, el sitio geográfico
propició para dar concreción y realidad a los sueños del espíritu, como nación en una serie de
mitos y fábulas, dirigidas no menos a la imaginación que al sentimiento.
HABITAR
"La Habitabilidad" o “Lo habitable” debe proporcionar abrigo y cuidado al ser humano, ya que el
habitar, según M. Heidegger, (1889 – 1976), es el rasgo fundamental del ser del hombre.
Con el fin de regular las condiciones mínimas que debe reunir una vivienda o un recinto habitable
(esto es, el destinado a la permanencia de personas), existen un gran número de normativas y
reglamentos tanto a nivel nacional como regional. En España, la normativa nacional de
habitabilidad se recoge actualmente en el Código Técnico de la Edificación (CTE), subdividido en
tres apartados:
Aspectos de la habitabilidad
ACÚSTICA
El Palacio de Zambrano abarca la acústica tanto bien como mal, en algunas zonas interiores aísla
todo sonido exterior, más sin embargo, en las zonas que colindad con el exterior el ruido es muy
fuerte, el tráfico se escucha, aunque también hay que destacar que hoy día el palacio de
Zambrano ejerce como museo, no es del todo necesario un aislamiento completo del lugar con
tan solo poder escuchar las grabaciones y al guía es más que suficiente para cumplir con la
experiencia de un museo
AISLAMIENTO TÉRMICO
Es un apartado que acata bien el Palacio, cuando hace calor no es perceptible del todo detro
debido a sus muros tan anchos y la altura de piso a techo.
SALUBRIDAD
SEGURIDAD
A finales de los años 60´s. De acuerdo con Hooper-Greenhill, (2000) podemos ubicar a este tipo de
museos como anclados, histórica y culturalmente, al poder e influencia que tuvo la fe en el
progreso y la razón durante el siglo XIX. Las políticas que dirigían las actividades relacionadas con
la adquisición y exhibición respondían a las políticas de apropiación de la cultura por parte del
Estado. Su propósito era la instrucción social y las colecciones formaban parte del registro de
evidencias visuales que apoyaban su discurso. Ejemplos de ellos son los Museos de Nacionales de
Arte, de Historia y de Historia Natural. Para Hooper-Greenhill los museos enmarcados dentro de
esta categoría, bajo la óptica de la epistemología de Foucault (1970), están al servicio de un
sistema de producción de conocimiento desde la que puede ejercerse el poder.
El museo al General Francisco Villa cumple con todos estos parámetro, buscando esa vinculación
con el nacionalismo, siendo su alma el auge revolucionario de la época.
El arte te puede emocionar por dos cosas: primero por el nivel cultural propio o en efecto por la
cultura imperante en esa sociedad; cuando algo es aceptado socialmente y es considerado arte,
tiene más posibilidad de emocionarte, tiene más probabilidad de que tú mismo lo consideres arte,
y en segundo, nos puede emocionar por nuestras experiencias personales, si viajas a un lugar
lejano, otro continente, otra realidad donde aprecies algo que te haga sentir, algo que entiendas, y
que puedas considerar arte, ya sea por su trasfondo histórico o por lo que viviste en el momento
de observarlo
La belleza se basa en consensos, el canon de belleza depende de la zona cultural en la que estés, la
belleza no es subjetiva ni objetiva, es un fenómeno que no se puede catalogar en uno de esos
adjetivos
Me gustaría catalogar al palacio de Zambrano como Excelso, es un edificio que se mantiene en pie,
se mantiene como un símbolo de una región, de todo un municipio y estado, imponiendo todos
los años que contenga.