Responsabilidad de Los Administradores. AEAT
Responsabilidad de Los Administradores. AEAT
Responsabilidad de Los Administradores. AEAT
Para las infracciones anteriores al 2008, yo dentro del 2008 ya pedí que se cumpliera
con las Leyes, por tanto estuve a tiempo de evitar la deuda. En todo caso habrían
prescrito por haber transcurrido más de 4 años hasta la declaración del concurso.
A diferencia de la Ley de 1963, la vigente Ley hace referencia a los administradores “de
hecho o de derecho”. En cuanto a los administradores de derecho, debemos recordar
que la inscripción registral del cargo de administrador tiene meramente carácter
declarativo y no constitutivo. De tal modo, la responsabilidad tributaria puede surgir
desde el momento de la aceptación del cargo, independientemente de su inscripción.
Del mismo modo, no es correcto exigir inscripción registral para entender
probado el cese de los administradores.
Hay otros casos en los que Hacienda puede ir directamente contra el administrador
sin intentar cobrar antes de la sociedad. Estaríamos ante una responsabilidad del
administrador solidaria ya que Hacienda puede elegir a quién reclamar. Esto sucede si
el administrador participa en la ocultación o transmisión de bienes de la sociedad
para intentar evitar que pague la deuda.
El plazo que tiene Hacienda para hacer valer la responsabilidad del administrador es de
cuatro años desde que finaliza el plazo voluntario para el pago de la deuda.
Para el TEAC, una cosa es el cese de la actividad, necesario para que el órgano de
recaudación pueda derivar la responsabilidad al administrador,
En diversos casos, los Tribunales Superiores de Justicia al resolver recursos en los que
se aplicaba el anterior artículo 40.1, supuesto segundo, de la Ley General Tributaria,
han entendido que, a partir de la fecha en que entró en vigor la reforma de la Ley
10/1985, cabía derivar la responsabilidad contra los administradores de una sociedad
por haber cesado la sociedad en su actividad, supuesto en el que la Ley no exige la
existencia de infracción tributaria, ni por tanto mala fe o negligencia grave en los
administradores para que la derivación sea posible.
Para el Tribunal Supremo, no le ofrece duda que si las deudas tributarias de la empresa
lo son por cualquiera de los tributos locales, la Administración Municipal podrá
acordar la derivación de responsabilidad subsidiaria a los administradores de la
sociedad que haya cesado en sus actividades y se le declare fallida,
independientemente de que siga existiendo con personalidad jurídica propia. No es
necesario que la sociedad esté disuelta o liquidada o sometida a proceso de
suspensión de pagos o quiebra.
El Tribunal Supremo concluye, por lo que ahora nos interesa, que la fecha a
considerar para determinar la aplicación de tal supuesto de responsabilidad es la del
hecho determinante de la derivación de la responsabilidad, es decir, el cese en la
actividad de la persona jurídica, no la de la liquidación causante de la deuda
tributaria exigida.
ATENCIÓN que cuando se cometió mi infracción estaba en vigor la nueva Ley 2003 y
no la de 1993, por tanto la jurisprudencia anterior no es de aplicación:
"HABIENDO" significa que tiene que estar probado que se cometió infracción tributaria
por parte de la AEAT.
2.º) Que, sin embargo, este incumplimiento de una obligación “in eligendo” o “in
vigilando” no puede significar sin más una situación de responsabilidad
objetiva de todos los administradores o de los miembros del consejo de
administración u órgano de gobierno de cualquier entidad con personalidad jurídica: se
necesita que el incumplimiento sea imputable y, además, una actitud dolosa o
culposa en los administradores, en los términos del precepto.
3.º) Que es necesario, por tanto, que puedan o deban conocer, en el caso de que
los actos fueran de su incumbencia, que su incumplimiento origina una infracción
tributaria, por lo que deberá probarse precisamente que la omisión sea
imputable al presunto responsable por ser de su competencia y que éste obró,
cuando menos, con una diligencia inferior de la que es exigible a cualquier
administrador.
5.º) Que, en lo que se refiere a la adopción de acuerdos que hicieran posible tales
infracciones, ha de quedar claro que el responsable participó en la toma de
decisiones y que no salvó su voto, lo cual exige indagar en las normas legales,
estatutarias o fundacionales de la pertinente persona jurídica, y que debía saber,
igualmente con la diligencia que resulta exigible a cualquier administrador, las
consecuencias que pudieran derivarse.
6.º) Que, en suma, deben concurrir las circunstancias anteriores, no bastando con
que el presunto responsable sea administrador de la sociedad o persona
jurídica en el momento de la comisión de la infracción, lo que supondría un
supuesto de responsabilidad objetiva que el ordenamiento jurídico no acoge.
Nexo causal
Normalmente, se incluyen en el acuerdo de derivación de responsabilidad meras
referencias genéricas al deber de diligencia del administrador. Sin embargo, esto no
es suficiente; es necesario que quien reúna la condición de administrador
realice una conducta que permita la comisión de la referida infracción.
Debe existir, por tanto, lo que la jurisprudencia y la doctrina han denominado nexo
causal entre la comisión de la infracción y la conducta del administrador al que
se le pretende derivar la responsabilidad, que ponga de manifiesto su efectiva
participación en la comisión de la infracción.
CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN
En el caso de que se administre la sociedad a través de un consejo de administración,
se ha de tener presente que dicho consejo no tiene ni la capacidad ni los
conocimientos para asumir la gestión diaria de la empresa, solucionándose esta
situación a través de la delegación de facultades de gestión bien a una comisión del
propio consejo integrada por consejeros directivos (“Comisión delegada”) o a alguno o
algunos de los consejeros (a los que nos referiremos entonces como “Consejero/s
Delegado/s”).
REALIDAD DE UN CONSEJERO
Protección de la discrecionalidad empresarial: una de las novedades más importantes
de la Ley 31/2014 fue la de proteger la discrecionalidad empresarial (importando la
conocida business judgement rule americana), y que consiste en considerar que en el
ámbito de las decisiones estratégicas y de negocio, sujetas a la discrecionalidad
empresarial, el estándar de diligencia de un ordenado empresario se entenderá
cumplido cuando el administrador haya actuado de buena fe, sin interés
personal en el asunto objeto de decisión, con información suficiente y con arreglo
a un procedimiento de decisión adecuado.
El derecho de los consejeros a recibir con antelación suficiente el orden del día de
la reunión y la información necesaria para la deliberación y la adopción de
acuerdos sobre los asuntos a tratar.
Los administradores responderán frente a la sociedad, frente a los socios y frente a los
acreedores sociales, del daño que causen por actos u omisiones contrarios a la ley o a
los estatutos o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al desempeño
del cargo, siempre y cuando haya intervenido dolo o culpa.
PRESCRIPCIÓN
Infracción tributaria por dejar de ingresar la deuda tributaria que debiera resultar de
una autoliquidación (artículo 191). Esta infracción no tiene lugar cuando el obligado
regularice su situación tributaria sin requerimiento previo (artículo 27 de la LGT) o
presente la autoliquidación en plazo voluntario pero sin ingreso, pues en este
último caso se inicia el periodo ejecutivo.
De igual forma, esta Sección Segunda de la Sala Tercera del Tribunal Supremo ha
entendido, y ya con respecto a la responsabilidad subsidiaria regulada en el citado art.
40.1, párrafo primero, de la LGT de 1963 , que: "(1º) la responsabilidad alcanza a
quienes tuvieran la condición de administradores al cometerse la infracción,
aunque posteriormente hubieran cesado en el cargo;..."