Romualdo Brughetti. Crítica y Arte
Romualdo Brughetti. Crítica y Arte
Romualdo Brughetti. Crítica y Arte
en la revista Criterio
Romualdo Brughetti and the critique of Fine Arts
in the journal Criterio
Resumen Summary
El artículo analiza los comienzos de Romualdo This article analyzes the beginnings of Ro-
Brughetti como crítico de la sección de artes mualdo Brughetti as a critic in the fine arts
plásticas de Criterio, la revista más importante section of Criterio, the most important jour-
del catolicismo argentino. Sus críticas marca- nal of Argentine Catholicism. The critiques of
ron la profesionalización y relativa laicización Brughetti marked the professionalization and
de dicha sección en la revista. Asimismo, el relative laicization of this section of the jour-
trabajo aborda las especificidades de la crítica nal. Also, this work address the specificities of
de arte católica. En un nivel más general, se es- Catholic art criticism as well as considers the
tudian las relaciones entre el catolicismo y los relations between Catholicism and the pro-
procesos de secularización y modernización. cesses of secularization and modernization.
Palabras clave: Crítica, artes plásticas, catoli- Key words: Critique, fine arts, Catholicism,
cismo, modernización, secularización, Criterio. modernization, secularization, Criterio.
1
Se tiene en cuenta la posibilidad de la existencia de “morales” católicas, considerando que exis-
tían diferentes voces dentro del catolicismo. Aún así, en este trabajo nos centraremos más bien
en la moral católica hegemónica presente en la revista Criterio, que emanaba de la jerarquía
eclesiástica.
“no solamente sigue de cerca a los artistas y a los grupos que privile-
gia sino que constituye el lazo de unión entre el mundo del arte y el
mundo de los aficionados: expone al público problemas propiamente
pictóricos y contribuye a fabricar para la opinión la imagen del artista
“moderno” que proyecta hacia el futuro como “vanguardista”” (Cau-
quelin, 2002: 29).
2
Ver, por ejemplo: Malosetti Costa (2001); Wechsler (1998 y 2003); Siracusano (1999); Giunta
(2001); Giunta y Malosetti Costa (2005).
3
Ver, por ejemplo, Lopez Anaya (2000).
berá hacer lugar a una cada vez más fuerte y mayor opinión pública, y a una
antropología más humanista (Zanca, 2008). Dentro del marco del llamado
“proceso de secularización”, lentamente la jerarquía católica será desplazada,
en algunos ámbitos, de aquel rol privilegiado de hacer inteligible lo sagra-
do. Este proceso se verificará en dos niveles: “como separación de las esferas
de incumbencia y como disminución de la autoridad religiosa, a nivel social
e intracatólico” (Zanca, 2010: 95−114). Así, cuestiones como la estética, la
moral y la religión comenzarán a concebirse de manera separada. Ambas
tendencias se darán a favor del mundo del laicado que adquirirá importancia
en la tarea de fijar el sentido de lo “religiosamente correcto”. Para el crítico de
artes que ganaba lugar como especialista dentro de las publicaciones católicas
el desafío era, pues, mantener sus críticas en el nivel de las discusiones que se
daban en el campo artístico y, al mismo tiempo, ofrecer una mirada católica
de las obras, artistas y movimientos propios del siglo XX.
La plataforma de intervención de los intelectuales católicos será princi-
palmente la prensa católica, que incluía desde boletines parroquiales hasta
revistas de gran tirada e influencia en el campo, como Criterio. Estas publi-
caciones intentaban ofrecer un discurso legítimo dentro del campo católico y
sus intelectuales aparecían aquí como “mediadores”. Se habían formado en el
marco del catolicismo integral de la década del ´30, y combinaban la acción
apostólica y la intelectual. En los ´50 la situación se transformó, en tanto co-
menzó a tener más preponderancia el laicado. Las tradicionales visiones de
un laicado pasivo que “escucha, obedece y aprende” se vieron cuestionadas
en un contexto político signado por la antinomia peronismo−antiperonismo.
Durante estos años se renovaron también las ideas católicas: los intelectuales
católicos introdujeron “la cuestión del otro”, la libertad religiosa, la cuestión
social y la concurrencia política con los no católicos (Zanca: 2006).
En particular, el crítico de arte católico pertenece tanto al campo religioso,
como al campo artístico, cuestión que nos obliga a entender a los campos ar-
tístico y religioso como espacios sociales relativamente abiertos y relaciona-
dos entre sí, en tanto pertenecen al espacio de la producción y reproducción
simbólica.
El crítico de arte católico aparece como una figura que debe “mediar” en
dos niveles. En primer lugar, tal como vimos, la crítica de arte se entiende como
un saber experto y de creciente profesionalización que sirve a la vez de “juez”
de las obras, pero que también intenta “acercar”, “explicar” la obra al público
Los años ´40 en nuestro país dieron inicio a una nueva estética que rom-
pió con la figuración, el expresionismo y el sentimentalismo, desarrollando
una novedosa concepción acerca de la realidad artística donde primarán la
racionalidad y lo objetivo. La voluntad de producir una ruptura con respecto
a las ya tradicionales concepciones se manifestó con la aparición del primer y
único número de la revista Arturo en 1944. Esta revista se autodefinió como
una revista de artes abstractas y reunió a artistas como Carmelo Arden Quin,
Lydi Prati, Edgar Bayley, Gyula Kosice, Roth Rothfuss y Tomás Maldonado
que postularon la muerte de la representación naturalista y el simbolismo, y
el surgimiento del arte de invención. Este último término fue fundamental en
la nueva concepción de estos artistas y se refería a la “creación pura”, es decir, a
la creación libre de todo vínculo con una realidad ajena a la obra en sí misma.
Estos artistas cuestionaban el concepto de representación plástica (sus-
titución de la realidad), dejando así un espacio para la creación de formas
nuevas, desconocidas en la naturaleza. No es este el debate entre figuración
y abstracción, que ya había tenido lugar años antes, en realidad, los artistas
concretos percibieron a la obra como un hecho en sí que se presentaba sin
intención de aludir a una realidad que estuviera más allá de la obra misma. El
arte concreto propuso también una estrecha relación del arte con la vida, en-
marcada de una ideología por un compromiso de modificación de la realidad
consecuente con una perspectiva marxista. A través de sus derivaciones en el
diseño y la arquitectura, promovieron una participación del arte en la vida de
todos los hombres (Siracusano, 1999).
4
Hugo Parpagnoli. La Prensa, 15 de julio de 1959, citado en López Anaya, “Modernidad Tar-
día”, Historia del arte argentino, p. 231.
5
Los datos biográficos consignados en este apartado fueron extraídos de: https://www.
fundacionkonex.org/b490−romualdo−brughetti, http://www.lanacion.com.ar/478437−a−
los−91−anos−murio−romualdo−brughetti, http://www.anba.org.ar/academico/brughetti−
romualdo/, http://www.eldia.com/nota/2003−4−21−a−un−mes−de−la−muerte−de−romual-
do−brughetti (Consultados el 27 de agosto de 2017).
El momento previo
abordaba las problemáticas más variadas, desde temas teológicos, hasta artís-
ticos, pasando por la actualidad política, económica y social. Criterio estaba
además comprometida con la necesidad de elevar las costumbres y la cultura
de los argentinos, especialmente en Buenos Aires. Su importancia la transfor-
ma así en una fuente primordial a la hora de abordar la problemática de las
artes plásticas dentro del catolicismo.
Criterio tenía dos secciones dedicadas al arte: una de “Crónica musical” y
otra de “Crónica de cine y teatro”. En febrero de 1952, se publicó por primera
vez una sección dedicada a la crítica de pintura. El artículo, escrito por Mario
Borsani, se titulaba “Un centenario olvidado” y estaba centrado en la valori-
zación del centenario del pintor romántico inglés, William Turner6.
La columna de pintura, sin embargo, no volvió a aparecer hasta julio de
ese mismo año, cuando Rafael Squirru se dedicó a escribir acerca de la mues-
tra Grupo de Artistas Modernos de la Argentina. Pinturas, esculturas, dibujos,
realizada en la Galería Viau en junio de 1952. En la exposición, presentaron
sus trabajos los artistas Hans Aebi, Alfredo Hlito, Tomás Maldonado, Miguel
Ocampo, Sarah Grilo y José Antonio Fernández Muro. Aunque Squirru co-
menzó destacando los méritos de la exposición, a la que calificó de “simpática y
valiente”, luego se lamentó de lo “exiguo del terreno espiritual recorrido por es-
tos artistas modernos”, realizando su crítica en base a palabras de Santo Tomás7.
El 14 de agosto, escribieron Lydia Gal sobre Miguel Ocampo y nuevamen-
te Rafael Squirru sobre Luis Barragán. Según Gal, a Ocampo no le interesaba
“atenerse a la belleza objetiva, bien determinada, para responder de ese modo
a las bellezas que existen en grado infinito en Dios.” En opinión de la autora,
sus obras se limitaban a “exponer las intuiciones del yo”, es decir, se centraban
en la subjetividad del artista y, sostenía Gal, esto podía ir en detrimento de
la belleza y llevar a una excesiva predominancia del yo. Por otro lado, sobre
Barragán, Squirru afirmaba que el artista había logrado originalidad en su
mensaje dentro de “la estrictez de límites que ha impuesto a su arte” y, más
aún, que sus pinturas hablaban de un profundo amor al prójimo, estimulan-
do la vocación del alma humana para unirse con lo trascendente. Las obras
de Ocampo, concluía Squirru, hablaban de la existencia de Dios8.
6
Mario Borsani, “Un centenario olvidado”, Criterio, 28 de febrero de 1952.
7
Rafael Squirru, “A propósito del ‘Grupo de pintores Modernos’, Aebi, Hlito, Maldonado,
Ocampo, Grilo, Fernández Muro”, Criterio, 10 de julio de 1952.
8
Lydia Gal y Rafael Squirru, “Pintura”, Criterio, 14 de agosto de 1952.
9
Gal, “Pintura. Manzorro en la Galería Witcomb”, Criterio, 28 de agosto de 1952.
10
Gal, “Pintura. Igildo Malaspina”, Criterio, 11 de septiembre de 1952.
11
Gal, “Pintura, Juan Batlle Planas”, Criterio, 25 de septiembre de 1952.
12
Gal, “Pintura, Rosa Stilerman”, Criterio, 9 de octubre de 1952.
13
Gal, “Pintura. Ivonne Debaisieux”, Criterio, 13 de noviembre de 1952.
14
Gustavo Franceschi, “Acerca de una crítica católica”, Criterio, 23 de octubre de 1952.
15
Mario Betanzos, “Referencias. Antes de empezar”, Criterio, 13 de noviembre de 1952.
16
Criterio, 12 de febrero de 1953.
17
Romualdo Brughetti, “El pensamiento crítico y el arte de Leonardo”, Criterio, 12 de febrero
de 1953.
18
Romualdo Brughetti, “El pensamiento crítico y el arte de Leonardo”…
19
Brughetti, “Artes Plásticas. Exposición de la pintura y escultura argentinas de este siglo. I”,
Criterio, 26 de febrero de 1953.
20
Brughetti, “Artes Plásticas. Raquel Forner”, Criterio, 11 de junio de 1953.
21
Aquí Brughetti se basa en el ensayo de Antonio Nadiani, Sul rapporto forma−sostanza, Mi-
lán, Edizioni del Milione, 1947.
22
Brughetti, “Artes Plásticas. Sobre la relación forma−substancia”, Criterio, 23 de abril de 1953.
23
Brughetti, “Artes Plásticas. Pinturas de Soldi en Santa Ana de Glew”, Criterio, 23 de abril de 1953.
24
Brughetti, “Artes Plásticas. Pintura argentina joven o de la poética en la pintura”, Criterio, 23
de abril de 1953.
25
Cabe aclarar que la visión que expone aquí Brughetti se refiere al arte religioso de manera
más amplia y hay que distinguirlo del arte sagrado (o arte sacro) destinado a ser exhibido en
las iglesias. Entre otras problemáticas asociadas al arte, Criterio se había hecho eco de la llama-
da “querella del arte sagrado”. Si bien en Francia ya luego de la Primera Guerra Mundial, ante
la necesidad de reconstruir las iglesias destruidas por el conflicto bélico, los Atéliers d’ art Sacré
fundados en 1919 por Maurice Denis y Georges Devalliers pusieron sobre la mesa la necesidad
de ampliar la estética religiosa de acuerdo a las tendencias estéticas contemporáneas, fue luego
de la Segunda Guerra que esta problemática se generalizó, adquiriendo mayor relevancia y asi-
dero en el ámbito católico internacional. En agosto de 1952, Criterio publicó las “Instrucciones
de la Congregación del Santo Oficio sobre Arte Sagrado”. En este documento, se explicitó que
el deber del arte sagrado (es decir, tanto las obras de arte que se exhiben en las iglesias, como
el edificio en sí mismo) era el de “contribuir, en la mejor manera posible, al decoro del la casa
de Dios y promover la fe y la piedad de los que se reúnen en el templo para asistir a los divinos
oficios e implorar los dones celestiales” (“Instrucciones de la Congregación del Santo Oficio
sobre Arte Sagrado”, Criterio, 28 de agosto de 1952.)
26
Brughetti, “Artes Plásticas. ¿Es posible un arte sagrado? Un libro de P. R. Régamey”, Criterio,
25 de junio de 1953.
27
Brughetti, “Artes Plásticas. ¿Es posible un arte sagrado? Un libro de P. R. Régamey”…
El arte abstracto podía ser compatible con el arte sagrado. El arte actual, se
alejaba de la naturaleza o, en realidad, quería englobarla, buscando intencio-
nes y sugestiones. En ese sentido, Brughetti sostenía que no se debían olvidar
las palabras del artista abstracto francés Alfred Manessier, “mes toiles veulent
être des témoignages d’une chose vécue par le coeur et non une imitation
d’une chose vue par les yeux”28. Se evidenciaba aquí una clara valoración de
lo introspectivo y lo relativo a los sentimientos en el arte, más allá del tema
y el lenguaje plástico. Sin embargo, esto no significaba que hubiera una vo-
luntad por exaltar el individuo. En realidad, esta introspección siempre debía
estar conectada con algo trascendente, con algo humano, y también con lo
divino. En particular, el arte sagrado se vinculaba con la liturgia, que tenía
que ser necesariamente, comunitaria.
No obstante su optimismo, Brughetti también advertía, en otro artículo, que
la modernización del arte sagrado necesitaba del acompañamiento de actores
claves. El crítico destacó el trabajo del pintor argentino José Manuel Moraña,
formado en México, París y Madrid, y transcribió para los lectores de Criterio
las palabras del artista acerca del arte sagrado y su renovación en España:
Con esta cita, Brughetti cerraba el breve artículo sobre Moraña sin hacer
comentario alguno acerca de esta suerte de reclamo.
Por otro lado, una de las preguntas de la época tenía que ver con la si-
tuación del arte argentino (o incluso la existencia de un arte propiamente
argentino) y su vinculación con respecto a Europa. Brughetti también re-
flexionó sobre el tema durante su primer año como crítico de Criterio. La
ya mencionada exposición de pinturas y esculturas argentinas en el Museo
28
“Quiero que mis pinturas sean evidencia de algo experimentado por el corazón y no una
imitación de algo que se ve a través de los ojos”, Brughetti, “Artes Plásticas. ¿Es posible un arte
sagrado? Un libro de P. R. Régamey”…
29
Citado por Brughetti, “Artes Plásticas. Aspectos de la pintura europea actual”, Criterio, 13
de agosto de 1953.
Nacional de Bellas Artes fue analizada por Brughetti durante cuatro números
de la revista, debido a la magnitud de la muestra. En el primero de estos artí-
culos, nuestro crítico analiza la influencia de la pintura italiana en los artistas
argentinos, tesis que había desarrollado en su libro de 1952, Italia y el arte
argentino. Según el autor, Italia había suministrado recetas académicas a los
pintores argentinos que luego serían matizadas por la escuela francesa30.
En el número siguiente se encargó del impresionismo y del postimpresio-
nismo que “habían llegado a la pintura argentina”. En este texto, analizó obras
artistas como de Martín Malharro, Faustino Brughetti, Valentín Thibon de
Libian y Ramón Silva, entre otros. Si bien se muestra conforme y las obras
reciben elogios, al reflexionar en este mismo artículo sobre la pintura argen-
tina, sostiene: “Resulta difícil en la pintura argentina hallar obras absoluta-
mente logradas a no ser en espacios poco dilatados ¿Qué razón psicológica
impide el logro total de una obra? ¿Qué secretos de la psiquis nacional no nos
permiten sino por excepción una labor alta, sostenida y plena?”31. Es decir,
la crítica para la pintura argentina no era negativa, pero a Brughetti le daba
la sensación de estar inacabada o recién comenzando a despegar; al mismo
tiempo, como sucedía en general en la época, la referencia a Europa estaba
también presente en los escritos de Brughetti.
En el tercer artículo sobre la muestra, analizó los trabajos de artistas como
Emilio Pettoruti, Lino Enea Spilimbergo, Aquiles Badi, Alfredo Guttero, Ra-
quel Forner, Héctor Basaldúa y Raúl Soldi. Más allá de la crítica a cada uno
de los artistas, la reflexión acerca de la pintura argentina en general, también
era algo ambigua. Si bien Brughetti reconocía que el panorama de la pintura
argentina contemporánea se agrandaba y que nuestros pintores, en contacto
permanente con los movimientos europeos, nunca se habían limitado a los
formalismos de una escuela, sino que, mediante la reflexión, habían elabora-
do un estilo y técnica personales. Esta personalidad, revelaba “la calidad y la
riqueza de nuestra pintura, la más sensible y fina de América”. Ahora bien,
aún así había algunos elementos disonantes. Por ejemplo, sostenía que en
Spilimbergo había un desequilibrio entre ojos y manos, y en Badi lo bidimen-
sional menoscababa la profundidad de sus obras. Igualmente, sostenía Brug-
30
Brughetti, “Exposición de la pintura y escultura argentinas de este siglo I”, Criterio, 26 de
febrero de 1953.
31
Brughetti, “Exposición de la pintura y escultura argentinas de este siglo II”, Criterio, 12 de
marzo de 1953.
Consideraciones finales
32
Brughetti, “Exposición de la pintura y escultura argentinas de este siglo III”, Criterio, 26 de
marzo de 1953.
33
Brughetti, “Artes plásticas. Nuestra crítica”, Criterio, 24 de diciembre de 1953.
Fuentes y bibliografía
Fuentes éditas
Revista Criterio
Bibliografía