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Estudios en las Escrituras
1.0. Si tomamos casi cualquier tomo de teología sistemática notamos que,
ya sea en los prolegómenos o en el capítulo inicial de la misma el estudio de el surgimiento del canon de las Escrituras aparece como parte de un todo, es decir, como parte del material de introducción al estudio de las Escrituras. En mi opinión este procedimiento roba al estudiante una valiosa oportunidad, así como información muy importante en el día de hoy. Aunque aceptamos la inspiración e inerrancia de las Escrituras como una verdad pétrea de la doctrina es necesario que el estudiante tenga la oportunidad de detenerse en el proceso de cómo los libros fueron insertados en el canon y cuales son los aspectos bajo ataque en nuestros días tanto de los enemigos del evangelio como de aquellos teólogos que niegan tanto abierta como en forma subrepticia la inspiración de la Escrituras. Como sabemos, la Escritura sufre hoy uno de los ataques más virulentos de toda la historia del cristianismo, tanto desde fuera de sus filas como desde dentro. 2.0. El estudio de la formación del canon, por otra parte, nos ofrece una visión certera de como la inspiración no riñó con los elementos humanos. Frente a aquellos que creen que la Reina-Valera cayó desde el cielo ya completamente formada o los que niegan toda posibilidad de la intervención divina, es necesario afirmar el elemento tanto divino (la inspiración) como el humano (las tradiciones orales, la recolección de información, la redacción de la misma sin supresión de la personalidad del escritor). Es evidente que Moisés no solo recibió revelación divina sobre la ley de Dios, sino que es muy posible que mucho de lo que encontramos en Génesis haya sido transmitido de manera oral durante cientos de años. Así también Lucas nos revela en su evangelio: «Muchas personas han intentado escribir un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros. 2 Se valieron de los informes que circulan entre nosotros dados por testigos oculares, los primeros discípulos. 3 Después de investigar todo con esmero desde el principio, yo también decidí escribir un relato cuidadoso para ti, muy honorable Teófilo, 4 para que puedas estar seguro de la veracidad de todo lo que te han enseñado.1» Note que Lucas habla de «informes» y «…de investigar todo con esmero desde el principio…». Esto llevó a Lucas a escribir tanto su evangelio como el libro de los Hechos. Vemos que Pablo hace un llamado a reconocer su autoridad como apóstol fundamentándose en que aquello que escribe es «…mandamiento del Señor…» (I Cor. 14.37). Es decir, no es una mera palabra de hombres sino la voz misma de Dios hablando por medio del apóstol. 3.0. Podemos apreciar la fuerza de esta verdad en la persona de nuestro Señor. En Jesucristo, el elemento divino y el humano se encuentran en perfecta armonía. Jesús es tanto Dios como hombre. Lo divino no es en manera alguna limitado por lo humano y lo humano no es en manera alguna suprimido por lo divino. En contra de las grandes herejías pasadas, presentes y futuras, la persona de Jesucristo permanece como uno de los misterios (uso el término en su sentido bíblico y teológico) más grandes del cristianismo. Negar esta verdad sólo conduce a uno de dos extremos: a) La supresión de la humanidad del Salvador o, 2) la negación de su divinidad. De igual manera, la negación de la inspiración e inerrancia de las Escrituras solo nos deja un mero libro de historia antigua, como mucho, con algunos buenos consejos. Por otra parte, desligar a la Biblia de su elemento terrenal, es decir, de la participación humana en su formación roba a las Escrituras elementos históricos y culturales de gran valor para su entendimiento. 4.0. Finalmente, el estudio del origen del canon nos permite echar una mirada a aquellos procesos históricos que influyeron en la formación de las Escrituras. Como bien se apuntalado en la teología sistemática, la revelación de Dios no solo se da por medio de expresiones verbales sino también por medio de sus actos redentores. El acto creador, el diluvio, la salida de los israelitas de Egipto, la elección de David, la encarnación, la muerte y resurrección de nuestro Señor, el descenso del Espíritu el día de pentecostés son no solo meros hechos históricos sino parte de la revelación de Dios para su pueblo. El estudio de estos eventos es esencial para comprender el mensaje de las Escrituras.
1 Nueva Traducción Viviente. (2009). (Lc. 1.1–4). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.