Version Resumidad Alicia Casas
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Version Resumidad Alicia Casas
No es fácil para los cristianos evangélicos consultar a un psiquiatra. A pesar de eso, muchos
miembros de diferentes iglesias suelen consultarme, pues alguien les ha dicho que soy
cristiana, y eso les genera cierta confianza.
Con estas personas, gran parte del tratamiento psiquiátrico se mezcló con una tarea pastoral,
que fuera respetuosa de su individualidad, les permitiera tomar sus propias decisiones sobre
su futuro y hacerse cargo de sus vidas. Algunos han comenzado a recuperarse. Para otros fue
demasiado tarde.
Las tres formas de violencia, la directa, la estructural y la cultural están presentes en el abuso
espiritual y unas generan las otras. La violencia cultural y la violencia estructural no son tan
visibles e identificables, y por lo tanto son más difíciles de cambiar.
Inicialmente se identificó en relación a adultos que eran parte de grupos religiosos con
características sectarias.
Es el mal uso del poder, de la autoridad o de la confianza por parte de cualquier persona
en una posición de poder espiritual o autoridad (dentro de una organización, institución,
iglesia o familia), por medio del control, coerción, manipulación o dominio del desarrollo
espiritual de un niño o una niña”.
Es una muy buena definición que incluye la posición de autoridad espiritual, el mal uso del
poder, los ámbitos en los que se da, la intencionalidad de controlar, la gratificación del
abusador a expensas de las necesidades de los niños, la capacidad de dañar, y la relación con
otros tipos de abuso.
Luego de reflexionar sobre las distintas formas del abuso espiritual, creo que se
pueden agrupar en tres modalidades.
Una está relacionada con el control, a través de diferentes estrategias, del desarrollo
espiritual de un niño o una niña.
Otra, va más allá y se relaciona con el control no solo de la espiritualidad sino de todas
las áreas de la vida de un niño o niña.
Finalmente otra forma está vinculada a diferentes tipos de maltrato que se ejercen en
nombre de la divinidad.
Todas tienen en común el abuso de poder de una persona o grupo que es percibido como
autoridad espiritual por parte del niño, niña o adolescente víctima.
Me ha resultado útil pensarlo y graficarlo de esta manera:
de una
persona o grupo
la victima como
una autoridad
espiritual
-Es un tipo de violencia y de maltrato hacia la infancia, por lo que se aplicar las definiciones de
los dos términos. ( ver versión larga)
-La violencia puede serDiferentes
directa, la tipos
que es
demás visible,
maltrato de pero
un también hay fuertes componentes
culturales y estructurales que son de difícil visibilizacion, que legitiman la violencia directa y que
niño, niña o adolescente, hechos en
le dan una gran estabilidad a lo largo del tiempo.
nombre de Dios
-Hay por lo menos una persona o grupo en un lugar de autoridad y poder mayor al del niño, niña
o adolescente. Esta autoridad no tiene porqué ser evidente desde afuera, por observadores
externos, pero sí es percibida y creída por el niño o niña.
-La autoridad y el poder están dadas por aspectos religiosos o espirituales, aunque también
pueden ser reforzadas por características de la víctima como componentes etarios, de género,
de identidad u orientación sexual, étnicos, de clase social, por discapacidad etc., que potencian
la desigualdad de poder. Por ejemplo en América Latina una niña indígena y pobre, tiene menos
poder aún que un niño indígena y pobre.
-Hay un abuso de esa relación de poder, en nombre de una autoridad superior, con el fin de
controlar y lograr algo que es de interés para la persona o grupo que abusa. No se tienen en
cuenta como prioritarias las necesidades o el bienestar relacional, individual y contextual de
los niños o niñas.
-El abuso de poder, la coerción (realizada por diferentes mecanismos que van desde la
seducción hasta la amenaza o el chantaje), y la invalidez del consentimiento, son compartidas
con otras formas de abuso.
-El hecho de que la persona que abusa invoque una autoridad superior, implica que no se
responsabilice por sus acciones, y que se genere un ámbito de impunidad y legitimación del
abuso.
-El abuso se da en el ámbito de una religión o sistema de creencias específico, donde para abusar
se utilizan las enseñanzas de la religión que practica el niño, niña o adolescente abusado.
-Si bien la persona o grupo que abusa suele pertenecer al mismo grupo religioso, no
necesariamente practica la misma religión, aunque conoce los preceptos de la misma y los usa
para manipular al niño , niña o adolescente.
- El abuso espiritual de niños, niñas y adolescentes puede ser infligido tanto en una iglesia como
en instituciones dependientes de ésta. Igualmente puede ocurrir por parte de padres, madres u
otros adultos así como por parte de adolescentes u otros niños.
-Suele haber una comunidad o grupo de espectadores participantes (en la familia, en la
institución o en la iglesia) que naturaliza, legitima y sostiene la situación de abuso, desalentando
cualquier intento de salida de la situación.
-El hecho de que el abuso espiritual ocurra en el contexto de relaciones de dependencia y de
afectos, tanto positivos como negativos, hace más compleja la situación y que sea difícil para
los niños o niñas percibirse como víctimas. A veces esto logra percibirse en la edad adulta,
cuando ha habido alguna ruptura de ese marco extremadamente rígido o una salida del grupo,
que ha permitido percibir la realidad de otra manera.
La inmensa mayoría son varones. Quienes los denuncian son vistos como desleales, celosos,
envidiosos y poco espirituales. Son verdaderos antisociales, con máscaras de ángeles.
Son personas terriblemente peligrosas para los niños, niñas y adolescentes.
-En el otro extremo se encuentran personas con buenas intenciones, pero poca capacidad de
discernimiento y autocrítica, que tienen un sistema de creencias distorsionadas bastante similar
a la que tienen los niños y niñas víctimas, sobre la naturaleza de Dios, la autoridad, el poder, la
sumisión , el sacrificio y el dolor asociado a la expiación, las relaciones entre los géneros y las
generaciones, el cuerpo y la sexualidad, la naturaleza moral de los niños y niñas, el pecado
original, el castigo como herramienta educativa, las obligaciones de los adultos en relación a los
niños y niñas, la confesión, el perdón y el arrepentimiento, el lugar de la Biblia etc.
Pueden experimentar grados diversos de malestar cuando logran empatizar con el sufrimiento
que provocan, frente a los intentos de defensa o cuestionamientos de los niños y niñas, cuando
encuentran incongruencias en su sistema de creencias, o cuando se ven expuestos a la
maravillosa gracia de Dios, pero generalmente utilizan racionalizaciones para acallar el malestar
que podría llevarlos a revisar sus creencias y acciones.
-Otras personas tienen personalidades muy frágiles, y se adhieren a un marco muy rígido porque
les da seguridad y aumenta su autoestima. No tienen mucho sentido crítico e imitan prácticas
de aquellos a los que quieren parecerse.
-Los casos anteriores pueden combinarse con ignorancia sobre la naturaleza de los niños, sobre
cómo se desarrollan, cómo aprenden a cada edad, como pueden conocer a Dios, cómo se
manifiesta la sexualidad en cada etapa, cómo son los caminos hacia la autonomía en la infancia
o en la adolescencia etc.
Van desde las más sutiles a las más evidentes. Algunas de ellas pueden ser:
-Utilizar la enseñanza religiosa para controlar y dominar a los niños por medio de la intimidación
y el miedo de un Dios terrible, punitivo o de un infierno ardiente, o por medio de la seducción
de un líder carismático del que se busca la aprobación.
-Hacer un tipo de adoctrinamiento tal que solo se le enseñen las creencias o puntos de vista de
su grupo religioso especifico y cualquier otra perspectiva sobre el tema se suprime, se denigra
o se oculta a cualquier costo, por ejemplo impidiendo la escolarización o la socialización.
Igualmente, impedir o denigrar la participación en grupos religiosos similares pero sobre los que
no tienen el control.
-Imposibilidad de cuestionar creencias de importancias jerárquicas muy diversas (se ve igual a
lo intrascendente y a lo central) y seguir teniendo la aprobación de los adultos significativos
espiritualmente.
-El impedimento, a través del control , la sumisión y la obediencia irracional, de tomar
decisiones, y hacerlo en lugar de los niños y adolescentes, como por ejemplo sobre lo que creen,
sobre su participación en rituales religiosos, con quién deben vivir, sobre el uso de su tiempo,
de sus recursos, la elección de sus amigos, sus estudios o su pareja.
-La atribución continua, de características negativas sobre el niño o adolescente como
desobediente, necio, malo, rebelde, falto de fe, pecador, carnal, promiscuo, degenerado,
endemoniado, seguidor de Satanás, apartado de la voluntad de Dios, enemigo de Dios etc. Las
características atribuidas son consideradas como no propias de un buen cristiano.
-Manipulación para evitar tratamientos médicos o para realizar conductas que pueden ser
dañinas para los niños y adolescentes. Es frecuente que se prive de tratamientos médicos a un
niño, por creer que los síntomas son de naturaleza espiritual. También es frecuente el uso de
tratamientos o medicinas prescritas por la autoridad religiosa, sin formación técnica.
-Condicionar la participación en actividades, la obtención de determinados beneficios o el goce
de derechos humanos básicos, a la adherencia a creencias y prácticas religiosas.
-Condicionar el afecto, la aceptación y la pertenencia a la conducta definida por las personas
que abusan.
-Ignorar la manera en que los niños aprenden y cómo van desarrollando su sistema moral,
menospreciar su visión del mundo así como su capacidad y su manera de conocer a Dios.
-Manipular para tomar decisiones, para “convertirse” o hacer manifestaciones y rituales que
agraden a los adultos, en función de números o estadísticas que son valoradas por el grupo
religioso, o que son un medio para acceder a recursos financieros o de otro tipo.
-El aislamiento y la separación de la familia, de grupos de pares o de actividades sociales o
educativas cuando estos tienen diferentes creencias religiosas. Se trasmite el miedo a ser
contaminados.
-Sometimiento de los niños o adolescentes a prácticas religiosas que no son abusivas en sí
mismas, pero para las que no están maduros evolutivamente, y que son peligrosas o tienen la
potencialidad de causar daño si son expuestas a ellas.
-Entrenamiento y condicionamiento para prácticas religiosas propias del mundo adulto, que
no consideran las características de las etapas del desarrollo: Por ejemplo, escandalosos
espectáculos con niños predicadores, sanadores, profetas, exorcistas, etc.
-Castigos o actividades humillantes en público, como ejemplarizantes para el resto del grupo.
-Castigar imponiendo prácticas religiosas, como aprender versículos, orar o leer la Biblia.
-Conformación de un grupo de elegidos por el líder que comparten determinada información y
creencias especiales, y al que se entra a través del acatamiento y la sumisión total al líder.
-Pretender que se está fomentando la participación infantil, cuando en realidad los niños se
manipulan para propósitos adultos, se utilizan como decoración, o para dar una imagen
políticamente correcta con fines espurios.
-Discriminación y promoción de odio con fundamentación religiosa, basada en género, edad,
etnia, orientación o identidad sexual, condiciones de salud, clase, composición familiar etc. ya
sea dirigida a miembros del grupo o hacia personas fuera del grupo..
-Explotación laboral en la iglesia, ya sea por lo inadecuado o riesgoso de la tarea, o por el tiempo
que insume y que impide gozar de los derechos al estudio o al juego.
-Uso de la autoridad religiosa para silenciar diferentes tipos de abuso, hechos en la familia o
por parte de adultos o autoridades de la iglesia, con la excusa de no dar un mal testimonio.
Presionar a los niños para retractarse de denuncias de abuso, y castigarlos cuando lo hacen, por
mentirosos. Priorizar a los adultos en la protección y pertenencia a la iglesia, y expulsar a los
niños o a sus familias de manera más o menos encubierta si no se retractan.
-Decir a los niños o niñas victimas de graves accidentes o maltratos que es voluntad de Dios, y
que una pueba para su fe.
-Obligar a los niños a perdonar los abusos, en especial sexuales, a guardar silencio sobre los
mismos y responsabilizarlos por ser por malos, seductores, tentadores etc. Esto se acentúa si se
trata de una niña o adolescente mujer que es abusada sexualmente, diciéndole que es como
Eva, tentadora del hombre, por la que entró el pecado.
-Revictimizar a los niños y niñas víctimas de abusos sexuales, retirándoles de actividades por
estar “contaminados” con la sexualidad, y por ser peligrosos por poder seducir o contaminar a
otros.
-Graves maltratos físicos, hasta la muerte, por la creencia de que el niño o niña está poseído
por Satanás, por espíritus malignos o porque practica algún tipo de brujería.
-El castigo físico y humillante de los bebes, niños, niñas y adolescentes . El niño o niña es
percibido como alguien de naturaleza pecadora a quien hay que doblegar en su voluntad. El
castigo se justifica con textos o enseñanzas religiosas, aunque sea un delito en varios países. Sin
lugar a dudas, el castigo físico y humillante en nombre de Dios, en las iglesias de América
Latina, es una de las principales manifestación del abuso espiritual de la infancia, por lo menos
por la frecuencia y gravedad. El castigo fundamentado religiosamente es sumamente peligroso.
Muchos padres están dispuestos a hacerles casi cualquier cosa a sus hijos e hijas si creen que
es la voluntad de Dios, pero también un gran grupo sabe que no es correcto y utiliza argumentos
religiosos para justificarse.
Si el 50% de las personas en América Latina creen que es correcto usar el castigo físico con los
niñosi, seguramente el porcentaje en las iglesias evangélicas es mayor.
Una reciente investigación realizada por Paz y Esperanza Internacional en iglesias evangélicas de
Perúii, constata que el castigo físico a los niños es más frecuente en las familias evangélicas que
en las no evangélicas. Un 68,5 % de los encuestados está total o parcialmente de acuerdo con
que la Biblia autoriza a los padres a utilizar el castigo físico para corregir a los hijos (46,5 % y
22 % respectivamente).Cuatro de cada 10 adultos que utilizan el castigo físico con los niños lo
hace con chicotes (pequeño látigo con tres puntas),correas, varas u otros objetos.
-De parte de todos los niños y niñas, en primer lugar, está la natural dependencia de los adultos
propia de la etapa evolutiva, para satisfacer las necesidades básicas de cuidado y afecto. Los
seres humanos nacemos con la capacidad de confiar y de hacer un vínculo de apego con adultos
del entorno, sin el cual no hay vida posible. Esto incluye la disposición biológica a obedecerlos,
especialmente en los primeros años de vida, ya que el adulto provee un marco de cuidado de
amenazas externas o internas para la vida. Esta capacidad de confiar, es la que es utilizada y
traicionada por los adultos que ejercen el abuso espiritual.
-Algunos niños, niñas o adolescentes pueden tener una mayor vulnerabilidad, cuando tienen
escasas relaciones afectivas, están deseosos de agradar y de ser aceptados, una frágil
autoestima, han sido víctimas de otras violencias físicas , emocionales o sexuales, tienen
fragilidades psíquicas, escasas habilidades sociales, son retraídos o poco comunicativos, con
poca asertividad y pensamiento crítico. También aumenta su vulnerabilidad cuando se sienten
muy culpables por sus pecados, con discapacidades, con extrema dependencia de los adultos
para tomar decisiones, con falta de sentido del humor, de conciencia de derechos, de sentido
de vida y trascendencia. También son más vulnerables aquellos que han pasado por crisis
familiares y por abandonos de diferentes tipos, con mucho miedo a perder los afectos.
-Familias cuando son autoritarias, rígidas, con una religiosidad que los aparta del resto de la
comunidad y de la que están orgullosos.
-Familias con una cohesión excesiva, sin diferenciación entre sus miembros, con rígidas normas
de pertenencia o exclusión. En estas familias la autonomía y el desprendimiento no son bien
tolerados.
-La autoridad de algún adulto, en general varón, es asimilada a la autoridad de Dios. Hay una
visión de Dios como varón. Comparten los mitos patriarcales sobre los géneros.
-Otros elementos de riesgo son el que haya violencia de género, física, emocional, patrimonial
o simbólica que es justificada por la religión familiar. En general el hombre es autoritario y la
mujer sumisa. El hombre suele estar colocado en un rol proveedor y la mujer al cuidado de la
casa y los hijos, aunque trabaje fuera de la casa. Los adultos justifican sus acciones de diferentes
tipos, buenas o malas, con versículos bíblicos que leen literalmente y que saben de memoria.
-Los hijos varones suelen tener más privilegios que las hijas mujeres. Se aplica una doble moral
sexual, una para varones, y otra para mujeres. Las mujeres en general pueden ser vistas como
tentadoras de los hombres. Los varones son vistos como personas sin mucha capacidad de
control, que una vez tentados o excitados no pueden controlarse. Hay una visión negativa de la
sexualidad y del cuerpo. Se aceptan parejas de los hijos o hijas, de manera muy controlada, si
se ven como fieles a la ideología familiar.
-Puede haber historias de abuso o maltrato en la infancia de los adultos no elaboradas. Pueden
existir adicciones u otras patologías psiquiátricas no tratadas.
-Suele faltar una red social extendida, fuera de la religiosa. La familia extendida está cerca en la
medida que valida las creencias familiares. Los familiares que no comparten la ideología familiar
son expulsados del círculo de relaciones, y se mantienen a distancia. Son vistos como personas
que se han apartado del camino, y que pueden contaminar si se acercan.
-Los adultos pueden tener una doble vida, que los niños conocen. No suelen responsabilizarse
por sus acciones en la misma manera que lo exigen de los niños y niñas. Hay poco sentido del
humor y falta de conocimiento sobre el desarrollo infantil.
-Situaciones coyunturales pueden superar las capacidades habituales de lidiar con las
frustraciones, pero por sobre todo hay una gran dificultad de percibir al otro o a la otra como
una persona diferente, singular, con características propias y no como una extensión de los
adultos o como un objeto con el cual se satisfacen determinadas expectativas, necesidades o
deseos.
-La naturalización del castigo físico como forma de crianza y disciplina; el uso de las personas,
adultos o niños como objetos de consumo ; la sexualización masculina asociada al poder, a la
agresión y al dominio así como la sexualización femenina asociada a la sumisión, la dependencia
y la obediencia.
-El abuso espiritual, tiene la potencialidad de afectar la totalidad de la vida de los niños, niñas y
adolescentes, y luego como adultos.
-Ser parte de una familia o iglesia evangélica es un factor de riesgo para el abuso espiritual, en
relación a la población general.
-Se destaca por su gravedad y generalización en las familias evangélicas, el castigo físico
tomando como excusa argumentos religiosos.
-Hay un marco ideológico y teológico que legitima el abuso espiritual y lo hace sumamente
grave.-Dentro de lo ideológico se destaca el patriarcalismo. Dentro de lo teológico, se destaca
lo devastador que ha sido para la infancia la doctrina del pecado original, de San Agustin. (Maurel
,O.; Martelet, G; Delumeau, J.; Basset, L. )
-El concepto actual de infancia, la perspectiva del Reino de Dios, de la misión integral, de
derechos, de género, generaciones etc., aumenta la visibilidad del abuso espiritual y no hace
posible sostener su legitimidad.
- En realidad nunca hubo excusa para el maltrato, para el castigo físico, para recurrir al terror y
a las amenazas, con relación a los que son más pequeños, más débiles e indefensos
-En relación al conocimiento que las ciencias nos han traído sobre la infancia, tenemos 300 años
de atraso. Pero tenemos 2000 años de atraso en relación a Jesucristo y a lo que nos enseñó.
Para que nuestra vida relaciones estén regidas por el amor, la misericordia, la equidad, la
sabiduría y el sentido común no necesito el aporte de la ciencia; todos los frutos del espíritu
preceden al conocimiento científico y son independientes de él.
- Es muy pertinente y urgente abordar este tema, ya que una de las facetas del abuso espiritual
de la infancia, el maltrato fundamentado religiosamente, es especialmente grave ,ya que por
un lado lo legitima, le da impunidad y lo invisibiliza pero también inhibe la capacidad de empatía
y protección que pudieran tener los adultos que ejercen el maltrato. Es imprescindible
reconocer que los cristianos individualmente y las iglesias estamos expuestos
permanentemente a confundir la voluntad de Dios con nuestra voluntad, nuestros deseos y
ambiciones, nuestras desviaciones, etc., y debemos, por lo tanto, hacer un ejercicio constante
de preguntarnos: ¿esto es lo que Jesús hubiera hecho? ¿esto puede ser la voluntad de Dios?
¿qué más dice la Biblia sobre esto? ¿no habrá algo que no hemos leído o que no estamos
entendiendo?
Ellos pueden conocer a Dios, de una manera diferente a la que lo hacen los adultos.
La perspectiva liberadora del Reino de Dios puede iluminar nuestra relación con la
infancia.
Preguntas necesarias
¿Cómo asegurar, o por lo menos disminuir, las posibilidades de abuso espiritual de la
niñez en nuestras relaciones personales, familiares, eclesiásticas o sociales? ¿Es posible
la prevención?
¿Qué debemos saber sobre los niños y niñas, sobre su desarrollo y su manera de ver el
mundo, su lenguaje, sus juegos, para no abusar de ellos?
¿Cuáles son los elementos estructurales que sostienen el abuso espiritual de la infancia?
¿Qué pasa con las victimas dañadas? ¿Qué pasa con los que ejercen el abuso espiritual
de la infancia?
¿Cómo repararemos el daño hecho a los niños, niñas y adolescentes que han sido
abusados espiritualmente dentro de nuestras familias e iglesias?