Kant y La Fundamentación de La Metafísica

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Kant y la fundamentación del discurso de la

Metafísica

1. La filoso fía trascendental como ~<on1ologíacrítica”

La progresiva ampliación del conocimiento de la obra kantiana a as-


pectos del pensamiento de su creador, que durante largos años habían
permanecido ignorados, ha acentuado y puesto de relieve cada vez con
mayor vigor la importancia y centralidad del papel interpretado por la
metafisica en el conjunto de su producción filosófica. Hoy sería cuando
menos injustificado pretender negar la significación metafísica de la
obra kantiana; no se puede ir en contra de tantas manifestaciones en este
sentido como se encuentran en sus lecciones, en sus reflexiones, en su
correspondencia y en sus libros publicados en vida. En la autointerpreta-
ción retrospectiva> que Kant desarrolla a comienzos de la década de los
90 con la intención de presentarla al Concurso quela Academia de Berlín
convocara en 1791 en torno a la cuestión de los progresos realizados por
la metafísica en Alemania desde los tiempos de Leibniz y Wolff, la
filosofía nascendental, expuesta en la Crítica de la razón pura, es consi-
derada como la nueva ontología. « la ontología -escribe Kant- se denomi-
na filosofía trascendental, porque contiene las condiciones y los prime-
ros elementos de todo nuestro conocimiento a priori»1. Frente a todo in-
tento de reducir la Crítica a una teoría de la experiencia o a una teoría de
las ciencias positivas, se alza constantemente el modo en que Kant in-
terpretó siempre su propia obra como la nueva fundación de una
metafísica,
Ahora bien> este mero reconocimiento de la filosofía trascendental

¡ Farslchritíe, 4k. XX> 260. Todas las obras de Kant se citan por la edición de la Acade-
mia de Berlín, excepto la crítico de la ra;ón poro (en nota, K.r y), que sc cita por la primera
(A) y segunda (B) ediciones.

Atía/es del Scníbíariu de Al eta/tv¿ca, miní. XX. Ud. lÁn¿v. Complutez,se, 1985
48 1. Carvajal Cordón

como una ontología no es por sí mismo suficiente; es preciso aclarar la


naturaleza y el sentido que posee esta ciencia después de la renovación
crítica de la misma realizada por Kant. En el último capítulo de la
«Analítica trascendental» de la Crítica de la razón pura, nos encontramos
con este texto.” El arrogante nombre de una Ontología, que pretende sumi-
nístrar conocimientos sintéticos a priori de cosas en general en una
doctrina sistemática (...)‘ tiene que ceder su sitio al modesto nombre de
una mera analítica del entendimiento puro»2. Frente a la exposición dog-
mática de la ontología como saber sintético a priori de cosas en general y
en sí mismas, la ontología críticamente fundada se presenta como una
«simple analítica del entendimiento puro». Esta analítica consiste en una
descomposición de la capacidad del entendimiento, descomposición des-
tinada a descubrir las condiciones y los primeros elementos de todos
nuestros conocimientos a priori en general. En cuanto analítica del en-
tendimiento puro, la ontología crítica se caracteriza por no poseer un ob-
jeto particular. Su único objeto lo constituye la razón misma: la
ontología examina los conceptos fundamentales y los principios del en-
tendimiento puro y de la razón pura. Del mismo modo que la lógica gene-
ral no se dirige a determinados objetos, sino alas reglas del entendimien-
to en general 3; la ontología tampoco tiene por objeto cosas, sino sólo las
reglas del entendimiento puro constitutivas de la objetividad. Por esta
razón, el nombre de Ontología -como leemos en la Metaphysil<
Volckmann- no es apropiado> ya que produce la impresión engañosa de
que estamos ante una ciencia que poseyera un objeto peculiar. El
nombre más pertinente para esta ciencia es el de «filosofía trascenden-
tal», nombre que pone de manifiesto la auténtica naturaleza de esta cien-
cia, que se ocupa en examinar la posibilidad de nuestro conocimiento ra-
cional puro> mostrando cómo es posible conocer algo a priori y hasta
dónde puede llegar nuestro entendimiento en tanto que juzga completa-
mente a priori4.

2K.r. V, A 247/B 304.


3Re/lexion 1620, Ak. XVI,41.» Es giebt also regeln des Dcnkens, dic 1. nur in gewisser
Absicbt (in Bexiehung auf cm gewisses obiect), oder die> so in aller Absicbt 2. nothwendig
sind (form des Denkens —Regein> dic nicht den lnhalt der Erkentnis> sondern dic blosse
Eorm des Denkens (nicht anscbauens) an ihr betrachten). (Nur dic cUte géhóren zurLogik.)
ohne die gar kein Verstand gebraucbt werden kan”. cfr. K.r,V., A 132/E 171 -A 133/E 172; E
VIIJ-JX; Logó’ Bloniberg> Ak. XXIV (1), 25; Logó’ lásehe, Ak. IX> 14; Logik Philippi> Ak.
XXIV (2)> 313; Wiener Logó’, Ak. XXIV (2)> 791; et client Reflexionen 1574 (MCXVI> 14); ¶579
(Ak. XVt> 21-1 1); 1599 (Ak. XVI> 30» 1603 (Ak. XVt> 33); 1612(Ak. XVI, 36); 1627 (Ak. XVI> 43);
1628 (Ak. XVI> 461>1629 (Ak. XVI> 47)...
4 Meiaphvsik Volckn,ann, Ak. XXVIII (1)> 391>
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 49

2. Radicalización kantiana de la problemática de la fundamentación del


discurso metafísico

A diferencia de la ontología racionalista dogmática, que se despliega


como un discurso de determinación lógica, la ontología crítica de Kant
se expone en el discurso de la determinación trascendental. La doctrina
trascendental de la facultad de juzgar es, por ello, el núcleo de la Crítica
de la razón pura, cuyo objetivo último es la fundamentación de la
metafísica, haciéndola ingresar en el camino seguro de la ciencia, a fin
de evitar que su proceder continúe siendo, como «hasta ahora> un mero
andar a tientas y, lo que es peor, a través de simples conceptos»5.
En la reflexión kantiana, han encontrado sus más afiladas armas los
detractores de la metafísica y, sin embargo, por paradójico que ello pu-
diera parecer, la filosofía crítica representa el principal esfuerzo de la
Modernidad para llevar a cabo una fundamentación de la metafísica,
fundamentación que muestre lo equivocado de los planteamientos que
acusan a este discurso de palabrería yana y ociosa: «La filosofía kantiana
-escribe Heidegger- hace avanzar por primera vez al pensamiento y la
existencia modernos en su totalidad hasta la claridad y transparencia de
una fundamentación,,ó. En este sentido, podemos afirmar que, en la refle-
xión kantiana, por vez primera, la metafísica, que siempre se compren-
dió desde su origen como un saber fundamental, toma conciencia clara-
mente del carácter problemático de su pretendido saber de fundamen-
tos. Ya Aristóteles explica la metafísica como una ciencia en la que «bus-
camos los principios y las causas más altas»7, «mediante los cuales y a
partir de los cuales se conocen las demás cosas»8. En la atmófera filosófi-
ca donde Kant se formó -la escolástica leibnizio-wolffiana-, la metafísica
posee plena conciencia de ser un saber primordial, un saber que estable-
ce los principios de todos los demás conocimientos, como pone de ma-
nifiesto la definición baumgartiana de la misma9. De lo que no tenía en
absoluto conciencia esta metafísica, era del carácter problemático de su
pretendido saber de fundamentos. Por este atotivo, procedía de una for-
ma enteramente acrítica, intentando cargar sobre sí el peso de las demás
ciencias sin percatarse de que tiene bajo sus pies arenas movedizas.
En Kant, se produce una radicalización de la problemática de la fun-
damentación, en la medida en que la metafisica deviene consciente de la
necesidad de dar un fundamento a sus pretensiones de saber fundamen-

K.r.V,B XV.
HEIDEGGER; M.; Dic Frage nach dem Digo, M. Nienxayer, Túbingen, 1962, p. 42.
6
ARISTOTELES; Metafísica IV. 1003 a 26s.
8 (Ip.
cii., 1,982 b2
8 BAUMOARTEN; A.G.; Meíaphvsica, pgf. 1; G. Olms, Hildesheim, 1963 (reprografischer
Nachdruck der Ausgabe Halle ¶779), p. 1<’ Metaphysica est scientia primorum in humana
cognitione principiorum
50 J. Carvajal Cordón

tal. La metafísica se enfrenta, por tanto> a la necesidad de dar razón de su


propio discurso, preguntando por las condiciones de posibilidad del mis-
mo. El futuro de la metafísica está pendiente de la solución que demos al
problema de la posibilidad de construir un discurso sin(ético a priori, es
decir, un discurso universal> necesario y amplificativo (no reductible a
identidad)tO. Mientras que la metafísica no asuma esta ineludible tarea
de fundamentación, su discurso podrá gozar de toda la verosimilitud que
se quiera y podrá desplegar una cantidad abrumadora de argumentos,
pero a pesar de todo continuará siendo «filosofía yana y sin
fundamento,»> Es absolutamente necesario que la metafísica justifique
sus pretensiones de ser un discurso creador de conocimientos a priori, en
cuanto estos conocimientos no proceden de un análisis de conceptos da-
dos basado en el principio de contradicción, sino que establecen cone-
xiones enteramente nuevas que no se apoyan en el mencionado principio,
ni recurren pa-a nada a la experteneta.

3. Couexión de método y metafísica en el proyecto fundarneníador kan-


¡017<)

La fundamentación kantiana de la metafísica toma como guía el


ejemplo de las ciencias experimentales> cuyo afianzamiento y progreso
se ha debido a la instauración de un nuevo método. Este se alza como un
indicio de la vía a seguir en la nueva búsqueda de una metafísica que
pueda aspirar al nombre de «ciencia”. ¿En qué consiste el cambio de mé-
todo que ha dado tan excelentes resultados en el campo de la investiga-
ctón de la naturaleza? El núcleo de esta transformación se encuentra en
el hecho de que «nació una nueva luz para todos los investigadores de la
naturaleza. Entendieron que la razón sólo comprende lo que ella misma
produce según su bosquejo, que ha de anticiparse con los principios de
sus juicios conforme a leyes constantes y que tiene que obligar a la natu-
raleza a responder a sus preguntas, pero no debe dejarse conducir por
ella con andaderas, por así decirlo»t2.
La función de las ciencias positivas en el proyecto de fundamentación
de la metafísica es la de hacer las veces de un «indicio” acerca de la cone-
xión que ha de establecerse entre la experiencia y el saber sintético a
priorit3, para que sea posible construir un edificio de conocimientos que
podamos denomtnar «ciencia”. La reflexión sobre las ciencias se convier-
te, de este modo, en el motor que impulsa toda la renovación kantiana de

03 Clx. i’rolcgaincr<o> pgf. 4; AL IV, 273 y 274; Ibideíí<, pgf. 5; Ak. IV, 276; Metophvsik Pa-
¿it;, AL XXVIII (2, 1), 542.
l’rolegoiíícría, pgí5; AL IV, 277
fCrVf3XlII.
t2
ch. M. 1lEí DEGOER> Kant ¡mcl dos ¡‘roblemn dar .Metap 6 «1k, pgf. 2. V. Klosterman o>
3

FranklutlM., 1973, (4ta. Aufiagé). p. 11.


Kant y la fundamentación del discurso de la mctaftsica sí

la metafísica, que culmina en la Crítica de la razón pura, pero arranca de


sus primeros escritos. En la Crítica, se anuncia, como conclusión de los
prolongados y arduos estudios acerca de la ciencia matemática de la na-
turaleza en su relación con la filosofía> el reconocimiento de la necesidad
de «reflexionar sobre los aspectos esenciales del cambio de modo de pen-
sar, que tan buenos resultados ha dado en esas ciencias, a fin de imi-
tarlas, al menos a título de ensayo> dentro de lo que permite su analogía,
en cuanto conocimientos de razón, con la nietafisica»14.
El programa kantiano de una renovación radical de la metafísica se
pefila así como la búsqueda de un nuevo método para la metafísica: «La
búsqueda constante del fundamento metodológico de la metafísica da a
su carrera su unidad durable y su convergencia tota!»tS. Este intento de
encontrar una base firme capaz de garantizar la posibilidad de la
metafísica> a través de un nuevo «método» adecuado a su naturaleza, una
vez que ha hecho crisis en su pensamiento la metafísica de Wolff> es el
que guía toda la reflexión kantiana> en el que se ha dado en llamar
«período precrítico»’<. Estas investigaciones se desarrollan por medio de
sucesivos tanteos, que confieren a este período un aspeto esencialmente
ecléctico’7, pero que se caracterizaría con más acierto describiéndolo co-
mo un período de orientación intelectual, en que Kant trabaja para en-
contrar su caminot»: el camino que lleva a descubrir la génesis de la posi-
bilidad de la metafísica. Esta génesis precisamente es expuesta por la

~ K. 1/.> B XVI. Un claro indicio de la relevancia> que tiene en la gestacií’o de la


filosofa crí ti ca cl ir)fi uio de la ciencia natural> nos lo ofrece la Deut/iehkí.’i/, dondc- Kant es-
ablece ci método newton ant, corno el auténtico método (le la metafis ca: cf. Op. eh., Ak. II>
286. El planteamiento dc la DeutIíehkeit sc encuentra, cviden teincote> todavía a años luz de
la Crítico> tal coni<, lo demuestra Navarro cordón (dr. Método y Metafísica et; el Kant
,preerít icrí. en Atriles del Se mino río d M taj, <lea> IX (1 ~ pp. 98-102); pero, de todos ¡no-
dos, patentiza la importancia del nl luío dc 1 ciencia newtoniana, que es lo que a nosotros
nos interesa. Hasta tal punto es así quc pod ‘nos ah irnar: « Ha sido la phd osophi a experi-
meotalis’ y nr’ Hume quien ha apal tado a Kant del método ded ucí i vn ~volIf ano cOmr, el p rr>-
pio dc la metafis ca’. (Ibídem, p. 95) Cfi H 1. dc VtMESCHAUWER> lo er.’oloeión di’! pen-
sa,,nenbo kantiano, t rad. Ricardo G,ic rra U N AM., México, 1962> p. 35. Goítfried MARTIN,
en so obra Ka o. Qn trdogía y Fpistení olog a destaca tan, bién la sign i icacií3n decís va que
cric la moderna ciencia (lela nato, alc,< unto con la ontrsl<>gia tradicional> en la gestación
de la (>,-ít len: cf. op. el!.. mrad. dc 1 E Caí rer y A. R. Raggio. Universidad de Córdoba,
Buenos Aires> ¶971, p. II.
15 VLEEScHALI WER> II -5. dc; Lo evr,loeíón del j’ensa o coto kantja Izo> cd. cii., p. lO.

cfr. etiaín del n,ism(3 autor, f.c seas (le lo meílzrdc dans le Diser,ors de De.a.ar!es et lo (]riti—
que de Kant inc 1 ui<]o en Esutá ¿en ti Kan/.r phflosaptzív<-hcr Liínwiekhníg, 6. (Ibis, ni
desbcim, 1967> pp. 174 ss.
~ CIr. J.M. NAVARRO CORDON, Op. eh., pp. 75 ss.
7 TON ELLI: 6.; fIdel isnqo di Ka tít p reerí herí, en Fílosr,/io> ¶0 (¶959)> p. 562.« L’uoica
delio izione adalta di Kant prccri ticr, é> clic egíi era un eeiet t leo independente
ant i wí >111i ¿t nr’. »
18 Vid. E. CASSIRER> Kant. Vida y doctrino, rad. W. Roces, F.C.!!.; México, 1978 (3»
reimp.)> p. 57.
52 J. Carvajal Cordón

Crítica de la razón pura que, en cuanto coronamiento definitivo de las in-


vestigaciones realizadas en este período, es presentada por Kant con jus-
ticia como un «tratado del método»: «En este intento de transformar el
procedimiento utilizado hasta ahora por la metafísica, efectuando en
ella una completa revolución de acuerdo con el ejemplo de los geómetras
y de los investigadores de la naturaleza, consiste la tarea de esta crítica
dc la razón pura especulativa. Ella es un tratado del método, no un siste-
19
ma de la ciencia misma»
Si la Crítica no es otra cosa que ‘rein Traktat von der Methode», ¿có-
mo pudo afirmar Kant en los Fortschrití’e que la filosofía trascendental
-contenida en la Crítica de la razón pura- constituye una ontología20, cuyo
fin es la fundamentación de una metafisica2t? La respuesta a esta pre-
gunta sólo puede venir de la clara comprensión de la manera como Kant
supo concebir cría naturaleza de la metafísica y su íntima conexión con el
modo de entender el “saber” y su natural proceder (método)»22. ¿En qué
consiste esta íntima conexión que le permite a Kant identificar doctrina
y método en la Crítica? A esta pregunta hay que responder lo siguiente: la
posibilidad de esta identificación radica en el hecho de que el procedi-
miento metódico, que expone la Crítica, no es algo extrínseco al saber
constituido por dicho método. La síntesis a priori no es un procedimiento
que se aplique desde fuera al conocimiento de algo ya dado y sobre lo
cual se opera, sino que este algo es originado, constituido por ese proce-
der metódico que es la síntesis pura. De otro modo no es posible enten-
der la afirmación de Kant, según la cual el tratado del método> en que
consiste la crítica de la razón pura especulativa, «traza el perfil entero de
la metafísica, tanto respecto a sus limites como respecto de toda su arti-
culación interna ~23
Esta íntima conexión entre método y metafísica se pone de manifiesto
en la manera como Kant plantea el problema central de la ontología.
Dicho problema se resume en la pregunta: ¿cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori? En las lecciones de metafísica editadas por Pñlitz, in-
mediatamente después de la definición de la ontología, leemos: «La pri-
mera y la más importante cuestión en Ontología es la de saber cómo son
posibles conocimientos sintéticos a priori. Esta es la primera cuestión

19 K.rV..fl XXII.
20 For¡srhriue> Ak. XX> 260: «Die Ontologie (...) beríibrt nichí das Ubersionliche,
welches doch dee Endzweck der Metaphysik ist> gehórt also zo diesr nur als Propñdeutik
aL dic Halle, oder der Vorhoft der eigentlichen Metaphysik, und wird Transzendentaí-
Pbilosohie genanní
21 Ibídem> Alt XX> 272.’ Die Transscendentral phiíosophie, di. dic Lehre von der
Móglichkeit Oller Erkenntniss a priori úberhaupt> welche die Kritik der reinen Vernonft
íst, (...) bat -tu ihrem Zweck dic Grtindung ciner Metapbysik...»
22 NAVARRO CORDÓN> JM.~ Op. cii., p. 75.
23 K,r. 1<> B XXII s. Cfr. Nl. HEIDEGGER; Op. cii., pgf. 3, pló, Et etiam> P. NATORIt A la
memoire de Kant> en Revue de Métaphysique ci dc Moralc, 12(1904)> pp. 233s.
Kant y la fundamentación del discurso de la mctafísica 53

que hay que resolver; puesto que toda la Ontología depende se su solu-
ción »24• Preguntar por el cómo es, evidentemente, indagar acerca de un
determinado procedimiento o método. Ya en la manera de plantear la
cuestión básica y nuclear de toda su filosofía, manifiesta Kant la nove-
dad radical de su pensamiento, que no se dirige a la esencia oculta de la
realidad, sino a su modo de operar. En este sentido hay que entender su
afirmación de los Prolegómenos, según la cual el objeto de estudio de la
metafísica es la producción del conocimiento sintético: «La producción
del conocimiento a priori, tanto según la intuición como según los con-
ceptos> y finalmente también de proposiciones sintéticas a priori, y ello
en el conocimiento filosófico, constituye el contenido esencial de la
metafísica>’25.
Este fundar la posibilidad de la ontología en la solución del problema
planteado por el modo de hacer factible un discurso sintético a priori es
interpretado por Kant como el comienzo de una nueva era en la
ontología, en la que, frente a las exposiciones dogmáticas habidas ante-
riormente, se sientan las bases de un tratamiento «crítico” de la
ontología2~.

4.El principio supremo de la determinación trascendental y la posibili-


dad de la ontología

En el período crítico la ontología kantiana se configura como un dis-


curso sintético a priori de determinación trascendental, que «pone a
priori las condiciones dentro de las cuales solamente puede subsumirse
en lo universal»27: establece, por tanto, las reglas de un discurso que aspi-
re a la objetividad. Así como la ontología tradicional se presentaba como
un conocimiento acerca de las determinaciones -caracteres o predicados-
más generales del ente en cuanto ente; ahora la ontología kantiana se
presenta como conocímjento de las determinaciones del ente, pero no en
cuanto tal, sino en cuanto objeto que se enfrentai al sujeto en el conoci-
miento -

Las determinaciones de que se ocupa la ontología kantiana se en-


cuentran sometidas a una restricción: estas determinaciones no puden
ser cualesquiera predicados, sino únicamente los que determinan la

24Metaphxvsik P¿ilitz. 4k. XXVIII (2, 1), p. 542. Cfr. Mctaphysik Volckmann, Ak. XXVIII>
(1), p. 391. Cfr, Metaplíysik y. Schón Ontalogie, Ak. XXVIII (1) p. 475.
25 Prolagoniena, pgf. 4; Ak. IV, 274.
26 Mctaphysik Dohna, Ak. XXVIII (2> 1), pp. 6505: “Wir haben dic Ontologie bisher dog-
matisch vorgetragen, d.h. ohne daraof nr sehn woher diese Sátze a priori enístebo —w!r
wollen sic jezt kritisch abhandlen. Hier kommt es an: 1., wie Begriffe a priori entsíehn 2..
wie dic syníhetische Sátze dic wir in der Ontologie haben, méglich sind. Auf diese Weise
wollen wir also gegenwártig dic Onzalogie k>-itisch abhandeln.—’,
27 Cfr. K.U., EinleitunglV; Ak. Vp. 179,
54 .J. Carvajal Cordón

esencía real y no la mera esencia lógica de un ser> La esencia lógica de


una cosa es el primer fundamento interno de todo lo que está contenido
en el concepto o -corno también dice Kant- el fundamento de todos los
predicados lógicos (analíticos) de una cosa. En cuanto predicados conte-
nidos ya en el concepto de una cosa, pueden ser descubiertos mediante el
análisis de los momentos constitutivos del concepto y ser justificados
por el principio de contradicción. En cambio, la esencia real ese) primer
fundamento interno de todo lo que corresponde a la cosa misma, o el fun-
clamento de todas las determinaciones de un ser. En las lecciones de
Metafísica editadas por Pólitz leemos: <‘La esencia es o lógica o real. La
esencia lógica es el primer Fundamento de todos los predicados lógicos de
una cosa. Liria esencia real es el primer fundamento (le todas las determi-
naciones de un ser: en consecuencja, (‘sse> ilia esí ve! logica, reí realis. No-
sufres ponemos una esencia lógica por el análisis del concepto. El primer
fundamento de todos los predicados está> pues, en el concepto; pero éste
no es todavía un ser real (...) La esencia lógica es el primer principio interno
de todo lo contenido en un concepto. Pero un ser o una escnc¡a real es el
primer principio interno de todo lo que conviene a la cosa mIsma. Cuan-
do yo poseo la esencia lógica, no poseo aún la esencia real. En metafísica
la esencia lógica no debe entenderse jamás como un ser; ya que esta esen-
cía pertenece a la lógica. La esencia lógica se encuentra por principios
del análisis; y la esencia real, por principios de la síntesis»28.
Las determinaciones ontológicas del objeto son> pues, predicados y
caracteres que no están contenidos en el simple concepto de una cosa, si-
no que, en cuanto determinaciones de la cosa misma, se encuentran
fuera del mero concepto de ésta; por tanto, su atribución al concepto en
eí juicio se apoya en algo distinto del principio de contradicción. En su
respuesta a Eberhard, Kant escribe: «un atributo (...) se deriva como conse-
cuencía necesaria de la esencia: sea analíticamente según el principio de
contradicción, o sintéticamente según algún otro principio> que perma-
nece allí completamente indeterminado»29. Los primeros, los predicados
analíticos, no son para Kant autenticas «determinacionest (Beslimmíin-
gen) ontológicas, sino sólo los segundos lo son’0. Estos predicados que
representan las verdaderas determinaciones ontológicas de las cosas son
las categorías. Por ello, las preocupaciones de Kant se centran en identi-
ficar ese principio, distinto del de contradicción, que es el fundamento
de la determinación sintética.
Este principio es el principio supremo de todos los juicios sintéticos,
que Kant introduce en la Crítica de la razón pura, distinguiéndolo clara-
mente y oponiéndolo frontalmente al principio de contradicción como

2S Mrtophv.s;k Priliú., Ak. XXVIII (2,1), p552-53.


29¿‘betel, e 1¼;tdeek o í•zg> Ak. Viii, 22S. Cfr. Ihide,rr, 229.
30 Meto¡/; xsik 1>6/it;, Ak. XXVIII (2, 1)552:” Praedica taan al yt ca [tennen ‘viu o ch t De-
terniloal onen, sondein dic Praedic;,ta svníbetica’.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 55

principio supremo de todos los juicios analíticos. Al hacerlo así, Kant


introduce -como observa Heidegger- este punto central de su doctrina en
3t, que
forma de crítica a la metafísica tradicionalendeel laprincipio
escuela wolffíana
convierte el principio de no contradicción fundamental de
la ontología.

4.1 Delimitación del alcance del principio de contradicción

Kant rechaza la formulación tradicional del principio de contradie-


cion: «Es imposible que algo sea y no sea a la vez”32. Este rechazo respon-
de a dos razones. La primera: porque, como consecuencia de la introduc-
ción del término «imposible>’, tal fómula incluye inadecuadamente una
certeza apodíctica que, a su vez, debe fundarse en el principio de contra-
dicción, incurriendo de este modo en un circulo vicioso que, además, es
completamente superfluo. La segunda y más importante: porque, en ella>
el principio ‘rse encuentra alectado por una condición temporal”3t Sin
embargo> dado que el tiempo es una forma a priori de la sensibilidad y>
por el contrario, el principio de contradicción es un principio del enten-
dimiento que no restringe su dominio al uso trascendental de éste> sino
que vale para todo uso lógico> ~semejaníe formulación es> pues> total-
mente opuesta a la intención del principio»34. Estas dos razones explican
la sustitución de esta formulación clásica por parte de Kant> el cual pro-
pone esta otra fórmula: «A ninguna cosa le es adecuado un predicado que
la contradiga>’35.
En esta nueva formulación se revelan con más claridad los límites, a
que está sometida la posible aplicación de este principio. Este es un cri-
terio universal formal de la verdad de un discurso; pero es un criterío ín-
suficiente y meramente negativo, cuando se trata de responder a la pre
gunta por la verdad material de un discurso. Y es insuficiente y sólo ne-
gativo por dos motivos lógicos: primero, un juicio que implica contradic-
ción es siempre Falso; segundo, un juicio que no implica contradicción
puede ser verdadero o falso3~. De estos dos motivos se deduce que un
juicio, para ser verdadero, ha de ser contradictorio, pero no basta con
que sea contradictorio para ser verdadero. De este tnodo, la ausencia de

~ Vid. M. HEIDEGGER; Kant oné das Prr,blen, dc, Metaphvsik, pgf. 24, cd, nt.. ~p. 110.
32 K. r. 14, A 152/E 191.” (.,.) es i st uomóglich, dass etwas ;ngleieh sei und nichí sei ». Fn

su Plrilrrsr ph lo primo sive Ootrlogia, Woff enunci a asi este p rincipir>: «Fiere non pol esí, nl
ideo, siTio 1 sil el non s it. » (pgf. 28; preparada y editada por Jean Ecole, G. 01 nis, tUl-
desbei í-n> 1962> p. 16). En la Disse -lat io> Kant t aínbién acepta esta forínul ac ion: « Quieqo i d
si muí est ¿\c orín es t, est im pos i bile (pgl<. 28; Ak. 11, 416).
~ K.rV., A 152/E 191.
~ K.r.V., A 152 sn/E 191 s.
~ K.r.V.> A 151/E ¶90.
36 K.r VA 150/E 189s.
56 1. Carro/a’ Cordón

contradicción se revela como una condición necesaria pero no suficiente


de la verdad de un juicio, al decir de los lógicos, como una conditio sine
qua non de aquélla~~. Kant escribe: «El principio de contradicción es un
criterio universal, aunque meramente negativo de toda verdad, pero per-
tenece por ello también meramente a la lógica porque es válido para los
conocimientos, simplemente en cuanto conocimientos en general> con in-
dependencia de su contenido, y afirma que la contradicción los anula y
suprime por completo”38.
El principio de contradicción es un principio pura y exclusivamente
lógico, carente de valor ontológico; dado que sólo determina la verdad
formal de los juicios> pero no la verdad de su contenido: «Aun en caso de
encontrarse exento de contradicción, el juicio puede enlazar conceptos
de modo distinto al exigido por el objeto, o también de modo que no se
nos dé razón alguna, ni a priori ni a posteriori, que justifique semejante
juicio»39. Siendo así, es evidente que un juicio puede ser falso o infunda-
do, aun cuando esté libre de contradicción interna> La metafísica wolf-
fiana> que hace de este principio un criterio de la verdad del contenido de
los juicios, lleva a cabo una extrapolación del mismo, convirtiéndolo de
mero principio lógico-formal en principio ontológico -en la nueva
terminología kantiana> lógico-trascendental. Este hecho hace de la
ontología wolffiana un conocimiento insostenible desde el punto de vista
de Kant.
No se puede ocultar realmente que Kant reconoce a este principio>
además de su capacidad reguladora de la forma del pensar en general,
también la posibilidad de ser empleado como criterio de la verdad del
contenido del pensar, si bien sólo en un determinado ámbito> a saber, eí
del discurso analítico. El principio de contradicción es, por tanto, un crí-
terto uníversal y plenamente suficiente de la verdad del conocimiento, en
el caso del conocimiento analítico. La razón de ello es clara: en los juicios
analíticos, el predicado puede hallarse por mero análisis del concepto,
que realiza la función del sujeto; por consiguiente, basta la no contradie-
etón como criterio suficiente de su verdad. Estos juicios no hacen otra
cosa sino «elucidar” un concepto> en la medida en que exponen su conte-
nido. Por tal motivo, podemos conocer a priori la verdad de un juicio
analítico a partir del principio de contradicción, ya que «siempre -
escribe Kant- debe ser correctamente negado lo contrario de aquello que
se encuentra ya en el conocimiento del objeto como concepto y que es
pensado en él; pero debe afirmarse necesariamente el concepto mismo
del objeto, puesto que lo contrario de tal concepto sería contrario al obje-

37 Vid. J.M. PALACIOS> Fil idea/bario t ro nsc<’ndcn taL teoría <-le la verdad, G redos,
Madrid, ¶979; y,. 70.
38 K.r.VAi5I/B ¶90.
3~ K.r.V,AISOIB ¶90.
Kant y la fundamentación del discurso dc la metafísica 57

to»40. Este es, pues, el principio universal y completamente suficiente de


todos los conocimiento analíticos en su totalidad41. Sin embargo, es im-
posible salir de la esencia lógica del concepto por este camino: la
metal isica no puede ser mero análisis de conceptos. La Crítica de la ra-
zón pura reconoce la importancia del conocimiento analítico, pero al
mismo tiempo la delimita con precisión: «Los principios analíticos son
ciertamente muy importantes y necesarios> pero sólo para alcanzar esa
claridad de conceptos requerida para una síntesis amplia y segura, como
corresponde a una adquisición realmente nueva»42. En cuanto la
metafísica no es un discurso idéntico, sino un discurso sintético, destina-
do a ampliar nuestro conocimiento, habrá de respetar este principio in-
violable, pero no puede esperar de él información alguna acerca de la
verdad relativa al aspecto sintético del conocimiento, que constituye lo
auténticamente ~<cientifico» en este conocimiento al igual que en todos
los demás; puesto que la verdad de este aspecto no depende de la forma -
como sucede en el caso del aspecto analítico del conocimiento-, sino del
contenido de los juicios.
El principio de contradicción no puede ser un principio de la
metafísica. Este no puede fundar la verdad de ningún juicio sintético. Es
un principio de la lógica formal, la cual no conoce nada parecido a
juicios sintéticos43.

4.2. Formulación del principio supremo de lodos los juicios sintéticos

El conocimiento metafisico se ha de fundar en otro principio distinto


del principio de contradicción. En la búsqueda de este principio, la lógi-
ca general no puede prestar ninguna ayuda, ya que ésta hace abstracción
de toda relación del conocimiento con el objeto44. Esta tarea sólo puede
ser realizada por un nuevo tipo de lógica, la «lógica trascendental”, que
no se limita al análisis del pensar puro, que es un elemento necesario del
conocimiento, pero no el único, y que, por tanto, por sí solo no es verda-
dero conocimiento, sino que es una lógica que abarca «el pensar puro
junto con su referencia objetiva»45.
Cuando un conocimiento es reductible a identidad, como es el caso
del conocimiento analítico, no hay ninguna necesidad de ir más allá del
concepto dado, a fin de estipular algo sobre éste. Si el conocimiento
analítico está integrado por juicios afirmativos, el hombre que conoce no

K,r.V,AiSI/B l9Os.
40
Ibidem.
41
K.r.V., A lO/E [3 s.
42

‘~ K.rV.A 154/E 193.


~ K.r.V., A 55/8 79.
4~ HEIDEGGER> M.; La pregunta por la cosa> trad, de E. Garcia Belsunce y Z. S-zankay,
Alfa Argentina> Buenos Aires, 1975; p. 155.
58 J. Carvajal Cordón

hace otra cosa que añadir a un concepto dado aquello que ya estaba pen-
sado en él; por el contrario> silos juicios analíticos son negativos, enton-
ces el sujeto cognoscente se limita a excluir del concepto dado su contra-
rto. Todos estos juicios se fundan en una relación de identidad o de
contradicción. Ahora bien; cuando el conocimiento no es reductible a
identidad, «me veo obligado a ir más allá del concepto dado para consi-
derar, en relación con el mismo> algo completamente distinto de lo que
era pensado en él»46. Evidentemente una relación de este tipo no puede
ser ni de identidad ni de contradicción, esto es -para decirlo en una
palabra-> no es una relación «lógica». No se puede> por ello, fundar la ver-
dad de este conocimiento única y exclusivamente en la forma lógica del
juicio. Para fundar los juicios sintéticos, es preciso recurrir a algo
completamente distinto de lo pensado en e3 concepto, algo que sirva de
apoyo a la atribución sintética.
¿Oué es este algo completamente distinto? Este algo -según Kant- no
puede ser otra cosa sino el objeto. Por consiguiente, la relación entre el
concepto y lo totalmente distinto es la donación de un objeto al concepto>
a través de la determinación de la intuición por el pensamiento, es decir,
por medio de la síntesis. ¿En qué se funda esta relación del concepto del
objeto? El objetivo del principio supremo de todos los juicios sintéticos
es precisamente sacar a la luz este fundamento y ponerlo expresamente
como tal fundamento. Su punto de partida se halla en la elucidación de
esta relación primaria entre concepto y objeto, consistente en la «dona-
ción>’ de un objeto al concepto, como la referencia del concepto a la expe-
riencia (real o posible). Kant escribe: ~<Siun conocimiento debe poseer
realidad objetiva, esto es, referirse a un objeto y tener en el n]ismo senti-
do y significación, el objeto tiene que poder darse de alguna forma (...) Dar
un objeto no significa otra cosa sino referir su presentación a la expe-
riencia (sea real o posible)»41.
El texto anterior reformula la referencia del conocimiento, en cuanto
dotado de «realidad objetiva”> a un objeto> que da al primero «sentido y
sígnificación”, en la referencia de la representación a la experiencia real
o posible. La referencia a la experiencia constituye la «realidad objetiva”
de todos los conceptos, tanto puros como empíricos. Todo concepto es en
sí mismo un «mero esquema’>48, cuya significación se realiza únicamente
en la referencia a la experiencia. Por ello> la experiencia se convierte en
el fundamento de la atribución sintética. Se ha de observar, no obstante,
que tal proceso fundador se lleva a cabo de dos maneras totalmente dis-
tintas, según se trate de conceptos empíricos o de conceptos puros; debi-
do a que, mientras en los conceptos puros es necesario un proceso medí-

46 K.nV., A 154/B 193s.


‘~7 K,r,V,, A 156 s./B ¶94s.
48 Ñ.rV.,A156/BI9fr
Kant y la fundamentación del discurso dc la mcta ftsica 59

dor entre origen y posible uso empírico, los conceptos empíricos son ya
por sí mismos ese esquema empírico, que expresa la referencia a la expe-
riencia. De este modo, se comprende fácilmenle que la identificación de
la base, en que se apoya la atribución sintética en el caso de los juicios
empíricos, no presenta problemas; esta base es la experiencian.
El modo general, en que los conceptos puros se refieren a la experien-
cia y reciben por ello «realidad objetiva», es fundamentalmente diverso
de la referencia a la experiencia de los conceptos empíricos. Los concep-
tos puros no se refieren a la experiencia efectiva y concreta sino «a la ex-
periencia posible o mejor a la misma posibilidad de la experiencia”5%«
posibilidad de la experiencia es lo que da realidad objetiva a todos
nuestros conocimientos a priori»51. La necesaria relación condicional en
la referencia de los conceptos puros a la experiencia encuentra así expre-
sión en el mismo concepto de experiencia. La «posibilidad de la experien-
cia», a que se refieren los conceptos puros del entendimiento, significala
posibilitación de la experiencia> la experiencia según sus fundamentos
aprióricos. En consecuencia, la referencia de las categorías a la experien-
cia -en virtud de la cual aquellas alcanzan sentido y significación- no es
una utilización de la experiencia, sino la posibilitación de la misma; no es
un recurrir a un hecho (jactum), sino el mismo hacer(face re) este produc-
to, que llamamos experiencia: «La experiencia posee principios que sir-
ven de base a su forma a prior4 a saber, reglas universales de la unidad
en la síntesis de los fénomenos, reglas cuya realidad objetiva, en cuanto
condiciones necesarias, puede mostrarse siempre en la experiencia,
incluso en su posibilidad»52. La experiencia es siempre una realidad
compleja, un producto -«una síntesis conceptual del objeto de los fenó-
menos en general»53- y no es nunca una rapsodia de elementos sensibles
dados. Cuando la Crítica recurre a la posibilidad de la experiencia o a la
experiencia posible a fin de legitimar los conceptos puros del entendi-
miento, no se vale de algo dado a posteriori, sino que tematiza la relación
posibilitadora de la experiencia misma, relación por la que se enlazan ne-
cesariamente los conceptos puros y el material simplemente sensible. El
“tercer elemento»> que constituye el <‘medio de todos los juicios sintéti-
cos’<4, no es una tercera cosa a la que haya que salir, sino la unidad
compleja de conciencia y objeto en la figura del conocimiento de los obje-
tos (experiencia).
El principio supremo de todos los juicios sintéticos establece, pues,
que las categorías poseen «realidad objetiva’>, son determinaciones tras-

~ Ch. K.r U, ASy Bit


s~ K.r.V., A 157/B 196.
~ K.r.V., A 156/E 195.
52 K.r.V,,A ¶56 sÁB ¶96.
53 K,r.V., A ¶56/E ¶95.
S4 Ka-U, A 155/E ¡94.
60 J. Carvajal Cordón

cendentales del ser del objeto, en cuanto «condiciones necesarias» de la


unidad de la conciencia de los fénomenos. Pero, al mismo tiempo, este
principio limita el alcance detemúnante de estos conceptos puros a la ex-
periencia que ellos mismos posibilitan: «Dado que la experiencia, como
síntesis empírica, es en su posibilidad el único tipo de conocimiento, que
da realidad a toda otra síntesis, esta otra síntesis, en cuanto conocimien-
to a priori, sólo posee verdad (concordancia con el objeto) por el hecho de
no incluir sino aquello que es necesario para la unidad sintética de la ex-
periencia en general»55. La realidad de la síntesis pura no es fundada
aquí de modo abstracto, recurriendo a otra síntesis que se le añada exter-
namente, sino que es reducida a aquella síntesis empírica posible, que no
hace por sí misma más que presentar la concreción o verificación de la
síntesis no-empírica. La «realidad objetiva», término con el que se puede
acotar el aspecto ontológico de nuestro conocimiento, no remite al mo-
mento de la sensación en la síntesis empírica, sino a su fundación
apriórica en principios.
El hecho de que Kant vea cumplido el concepto teórico de verdad co-
mo adecuación en la síntesis pura restringida a la experiencia, se ha de
explicar a través del pensamiento de la verdad trascendental como posi-
bilitadora de la verdad empírica56: «Todos nuestros conocimientos resi-
den en el todo de la experiencia posible y, en la relación universal con
dicho todo> consiste la verdad trascendental, que precede a toda verdad
empírica y hace posible»5~. La relación de adecuación de concepto y obje-
to en el caso de la síntesis pura realizada efectivamente consiste en la
«referencia universal» (alígemeine Beziehung) a la experiencia posible.
La verdad trascendental consiste> pues, en la posibilitación universal de
la adecuación. Esta verdad es la verdad originaria que ningún conoci-
miento puede contradecir «sin perder al mismo tiempo todo contenido,
esto es, toda referencia a algún objeto, en suma, toda verdad”58.
La formulación explícita del principio supremo de todos los juicios
sintéticos no se refiere a la función de lo empírico en la realización de los
conceptos, sino que establece el carácter de principio de la síntesis pura
en toda síntesis empírica: «El principio supremo de todos los juicios sin-
tético es el siguiente: todo objeto se encuentra sometido a las condi-
cione ecesarias de la unidad sintética de lo múltiple de la intuición en
una experiencia posible”59. Este principio justifica la posibilidad de los
juicios sintéticos -sin especificar si se trata de juicios válidos a priori o a
posteriori- por medio de la fundamentación universal de la experiencia.

~ K.rV.,AlS7s./Bi9ós.
58 A este respecto> véase U. EÓHME> Kant» fheorle der Cegenstandskonstitution, en
Kant-Studicn, 73 (l982), pp. 130-156> especialmente pp. 148 s. y 156.
57 K.r.V.,A146/E ¡85.
~ K. tV., A 62 s/R 87. CIr. etiam ihidcm> A 237/E 296.
S9 K.rV.,AISS/B 197.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 61

Los juicios sintéticos a posteriori, considerados estrictamente en su con-


tingencia empírica, no pueden constituir ningún principio universal, Su
carácter de principio y, por ello, su carácter regulador y objetivo (su «va-
lidez objetiva») se debe a los principios puros. En esta medida, el princi-
pio supremo de todos los juicios sintéticos es idéntico con el principio de
todos los juicios sintéticos a priori. Estos últimos juicios se llevan a cabo
mediante la referencia universal de las condiciones puras del conoci-
miento -las formas de la intuición, la síntesis de la imaginación y la uni-
dad de la apercepción- a un posible conocimiento empírico en general60,
es decir, a la experiencia posibilitada por dichas condiciones. Esta coor-
dinación del concepto de «validez objetiva» con las condiciones de la po-
sibilidad de la experiencia explica y justifica clara y explícitamente la
identidad fundamental de la experiencia del objeto -posibilidad de la ex-
periencia en general- y objeto de la experiencia -posibilidad de los obje-
tos de la experiencia-: «Las condiciones de posibilidad de la experiencia
en general son al mismo tiempo las condiciones de posibilidad de los ob-
jetos de la experiencia, y poseen por ello validez objetiva en un juicio sin-
6!
téticoapríori»
He aquí, sacado a la luz y puesto expresamente como fundamento, el
principio, en que se apoya la posibilidad de la ontología como discurso
de la determinación trascendental que configura el conocimiento sintéti-
co a priori. En este sentido -observa Heidegger-, podemos considerar este
principio supremo como la auténtica formulación y renovación kan-
tianas del principio de razón; puesto que, en él, se pone de manifiesto la
auténtica conexión entre ser, verdad y fundamento, conexión que se
explicita en el conocimiento ontológico como discurso de determinación
trascendental. Heidegger escribe: «La conexión entre “fundamento” y
“ser” sólo se muestra rectamente en la metafísica de Kant. En sus escri-
tos “críticos,” por lo general> se podría echar de menos un tratamiento
expreso del “principio de razón” (..) Pero Kant ha explicado muy bien el
principio de razón y en un lugar notorio de su Crítica de la razón pura,
bajo el titulo “El principio supremo de todos los juicios sintéticos”. En
el circulo yen el plano del planteamiento ontológico de Kant, este “prin-
cipio” distingue lo que en general pertenece al ser del ente, como acce-
sible en la experiencia. Da una definición real de la verdad trascendental,
es decir> determina su posibilidad interna por la unidad de tiempo, ima-
ginación y “yo pienso” »62,
Es posible formular juicios sintéticos a priori, en la medida en que las
condiciones puras, que hacen posible la experiencia objetiva, posibilitan

~ K.rV..AISS/B 197.
61 Ibidem,
62 HEIDEGGER> M.; De la esencia del fundamento, incluido en Ser, verdad y fundamen-

ta. Ensayos> traducción de E. García Belsonce, Siglo veinte, Buenos Aires> 1974, y,. 71. Cf r.
del mismo autor> Kant und das Pro blem de, Metaphysik, pgf. 2’ly 25, ed. cit., pp. 110-120.
62 1. Can’ajal Cordón

al mismo tiempo los objetos de esa experiencia. Por consiguiente, los


juicios sintéticos a priori, que forman el discurso trascendental determi-
nante, diseñan a priori la objetividad del objeto, ya que establecen reglas
universales que permiten interpretar como objeto lo que es dado como
material para la construcción del conocimiento empírico o experiencia.
De esta manera> la ontología crítica kantiana muestra la restricción ine-
ludible que está a la base de su posible construcción: es posible <‘una
ciencia completa de la ontología como pensar inmanente, es decir, ese
pensar, a cuyos conceptos se puede garantizar su realidad objetiva»63. La
ontología crítica no pretende dar conocimientos sintéticos a priori de las
cosas en general, del ente en cuanto ente, como lo pretendía la ontología
tradicional> sino que hade ser un conocimiento a priori limitado al ámbi-
to de la experiencia, al campo de los fénomenos. Así lo afirma Kant: «La
ontología es la ciencia que (...) integra en un sistema todos los conoci-
mientos y principios del entendimiento, pero sólo en tanto que tienen re-
lación con los objetos de los sentidos, en tanto que pueden ser justifica-
dos por la cxperienciat. Así, pues> la nueva ontología críticamente fun-
dada no examina las determinaciones de la entidad en general, sino las
determinaciones trascendentales de la objetividad, del ser del ente que
senos enfrenta en la experiencia, que es accesible al conocimiento huma-
no finito> empírico. Esta limitación es expresamente indicada por Kant:
“Lo primero que se considera en la metafísica es el término — objeto> al
que son subordinados después todos los demás conceptos. Es el concepto
universal, supremo en la ontología»’”.

5. Significación ontológica de los principios del entendimiento puro

La ontología crítica> en cuanto doctrina trascendental de la facultad


de juzgar, <‘trata de los juicios sintéticos que, bajo las condiciones sen-
sibles expresadas por los esquemas trascendentales> surgen a priori de
los conceptos puros del entendimiento y que sirven de base a todos los
demás conocimiento a priori, es decir, de los principios puros del enten-
dimiento»66. La fuente de estos principios es el entendimiento> cuya má-
xínia reza: «Todo lo que sucede, acontece según reglas, y todos los cono-
cimientos están bajo una regla»67. En Kant> el concepto de regla se define
como sigile: <‘Recibe el nombre de regla la representación de una condi-
ción universal conforme a la cual puede ponerse una cierta multiplicidad

63 Erie/uníS. B<’k, 20. Januar 1792; Ak. XI, 314.


64 For¡scI,rit te, Ak. XX> 260.
65 Meiap/;vsik Do/mo; Ak. XXVIII (2, fl, 622.
66 K.rV., A 136/E i75.
67 Metaphv.si/< PÓlit
2, Ak. XXVIII (1>, 239.
Kant y la fundamentación del discurso de la mctafísica 63

(por consiguiente, de modo uniforme)»68. La regla se compone, pues de


una condición (Bedingung) y un predicado (Prádikat)69, que es lo condi-
cionado. De este modo, la condición de la regla determina el tiempo de
realidad del «predicado’> haciendo factible su empleo para el conoci-
miento de determinados objetos.« Regla es -dice Kant- la determinación
de un concepto, en la medida en que es al mismo tiempo universal»z<>.
¿Qué requisito se ha de cumplir para que esa «determinación» posea
validez universal? Evidentemente, a fin de que esto sea posible, la rela-
ción de determinación, que se establece entre la condición y el predicado
de la regla, ha de ser una relación objetiva -por supuesto, de ningún mo-
do podría ser una relación subjetiva apoyada en leyes empíricas de aso-
ciación. Esto se deduce de la siguiente reflexión kantiana: “De la regla en
general: ella es una unidad objetiva de la conciencia de la multiplicidad
de las representaciones (consecuentemente> aquella es de esta manera
válida universalmente~’.Esta reflexión> por otra parte> saca a la luz la
estrecha relación existente entre regla y juicio”. El juicio, en cuanto a su
forma, es una regla: «los juicios, en la n]edida en que son considerados sim-
plemente como la condición de la unificación de representaciones dadas en
una conciencia> son reglas’02. Considerar los juicios como condiciones, que
permiten unificar ciertas representaciones en una conciencia en general>
quiere decir examinarlos desde el punto de vista de su forma: la forma
del juicio consiste en «la unidad objetiva de apercepción de los conceptos
contenidos en ellos»73, es decir, en una regla> El juicio es un hacer uso de
conceptos con el fin de conocer objetos74. La forma del juicio consiste
precisamente en este «usar conceptos para conocer objetos». Esto es lo
que se sigue de la definición kantiana del juicio como la manera de redu-
cir conocin]ientos dados a la unidad objetiva de apercepción. El concep-
to, considerado en si mismo, es simplemente la unidad analitica de la
conciencia de mis representaciones y, por ello> no está en si mismo deter-
minado respecto de la unidad objetiva de la conciencia de mis represen-
taciones. En la forma del concepto se expresa el hecho de que no se pro-
porciona ningún contenido> ninguna diversidad al pensamiento en virtud

68 Nr. U., A [13. CÍr Rejlexion 4811, (Ak, XVII, 736):’ Dic Regel ist dic (Áiiltigkeit emes

Eegriffs> aol alígerneine Art das Manniglaltige zur Einhcit zo bringen>. En la Reflexion
5750 (Alt XVIII> 343) se lee: “Regel st: dic Alígemeinheil der .Eedingung in der Eestim
mung des Mannigíaltigen. Oder sic ist dic Einbeii der Eedingung, unter der ctwas alíge-
meingúltig best imn3t xvi rd ». Finalmente> en términos muy semejantes, se define este con~
cept.o de «regla» en la Reflexión 5751 (Ak. XVIII> .343): «Einbeit der Bedingung, unter der ci.
‘vas alígenicin geselzí wi r, ist Regel
69 Cfr. Nr. U., A 304/E 360s.
70 Re//exic~;t> 5750; Ak. XVIII 343. ~‘ Reflexian 5708; Ak. XVIII, 331.

~> Pro/cgon;cno pgf. 23, Ak. IV, 305.


73 Kr,V.>E¶40.
~ Cír. K. REICE, Dic Voltstándig’keit cler Kaníischen tJrtcilszafcl. Verlagbuchhandlung
R. Schocíz, Berlin, 1948> p. 46.
64 1. Carvajal Cordón

del «yo pienso», de tal modo que un concepto por si mismo carece por
completo de validez objetiva, de verdad; en una palabra: no es conoci-
miento. Por consiguiente; puesto que el concepto como tal no tiene esta
función de ser conocimiento en sentido propio, es preciso, con el fin de
que un concepto la tenga> que se fije más allá de ese concepto una condi-
crón, que posibilite su uso en vista del conocimiento de un objeto. La for-
ma> en que es pensada esta relación de condición, es justamente el juicio.
Nosotros nos representamos en el concepto-sujeto del juicio una condi-
ción, a la que se ha de someter lo pensado en el concepto-predicado. De
acuerdo con esto, podemos concluir: el juicio es una regla de la conexión
necesaria de conceptos o representaciones; ya que> si uno pone la condi-
ción (el concepto-sujeto), debe poner también lo condicionado (el
concepto-predicadoy». Kant vincula, pues, indisolublemente los concep-
tos de «forma del juicio» y «regla»:’<Todas las reglas (juicios) contienen la
unidad objetiva de la conciencia de lo múltiple del conocimiento; por
consiguiente> una condición, bajo la cual un conocimiento forma parte
de una conciencia junto con los demás,,Th.
Toda regla está compuesta por tres elementos, según el Duisburger
Nachlass:«Para la formación de una regla se requieren tres cosas: 1.
X.como el datum de una regla (objeto de la sensibilidad o más bien repre-
sentación real sensible). 2. A. la aptitudo de la regla ola condición, en vir-
tud de la cual aquella es referida a una regla en general. 3. B. el exponen-
te de la regla”77. Así, pues, los tres componentes de una regla son los si-
guientes:
- X: es lo determinable por la regla, la condición sensible del sujeto

(A), el substratunn por tanto, seria propiamente hablando, el fenómeno


de A.
- A: es la condición de la regla, es decir, un concepto universal, al que

se puede aplicar una función de la regla. A través de A> es pensado lo de-


terminable X.
-13: es el exponente de la regla, es decir, la función universal del espi-
ritu que determina el lugar que A ocupa en X. Esta función -el exponente-
consiste, pues, en determinar un lugar a esta A de acuerdo con una regla.
Kant toma este concepto de «exponente» de la matemática: en una rela-
ción matemática, el exponente es el número que, una vez dado uno de los
miembros de la relación> determina el «lugar” del otro78.
La «función» constituye eí componente esencial de la regla. Kant la
define como «la unidad del acto de ordenar diversas representaciones
bajo una sola común»79. La función no es el acto mismo ~> bordinación

~» dr. M. HOSSENFELDER; Kant» Konstiíuúonsrhcorie ¿md dic transzendentale Deduk-


¡ion. W. decruyter, Berlin> 1978, pp. 124-125.
76 Reflexion 3199; Ak. XVI> 708.
‘‘ Re/ley/o,, 4676; Ak XVII, 656.

78 Cf r. Rcflexicm 4676; Alt XVII> 655.


79 K.r,V., A68/B 93.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 65

sino su unidad. Este concepto kantiano de «función» se ve enormemente


aclarado> si se toma en cuenta su concordancia con el concepto matemá-
tico de función5’. En matemáticas, función significa la ley de una opera-
ción que enlaza entre sí diversas magnitudes (variables). En Kant, la fun-
ción designa la ley del acto u operación lógica de subordinar diversas
representaciones bajo una común.
Ahora bien, el entendimiento no es sólo, en cuanto entendimiento en
general, la facultad de las reglas, sino que además> en cuanto entendi-
miento puro, es la facultad de los principios. Los principios son las
reglas, bajo las cuales están sometidas otras reglas del entendimiento8t.
¡-lay dos razones básicas para Kant, que justifican el denominar «princi-
pios» a las proposiciones sintéticas a priori, que surgen del entendimien-
to puro en virtud de la aplicación de las categorías a la experiencia a tra-
vés de las condiciones universales formuladas por los esquemas trascen-
dentales; por un lado, estos principios son proposiciones que sirven de
base a otros juicios; por otro, estos principios no se fundan en conoci-
mientos más universales ni de jerarquía superiora2. De este modo, vemos
cómo la investigación kantiana se configura como philosophia prima (u
ontología), en cuanto es una investigación que da cuenta de sí y de todas
las otras, en cuanto es un conocimiento que fundamenta todo otro cono-
cimiento sin apoyarse en ninguno. Kant no rechaza nunca la concepción
básica de la ontología o philosophia prima de la escuela wolffiana como
«scíentía primorum in humana cognitione principiorum»83, sino que la
completa sometiéndola a una reserva critica. En virtud de tal reserva, la
ontología quedaría así definida: <‘La ontología contiene los primeros
principios de todo conocimiento, que corresponda a la experiencia»84.
Los principios ontológicos no se refieren, pues> a ninguna otra cosa sino
a objetos de los sentidos y no tienen ningún otro uso que no sea el empíri-
co; ya que, si el entendimiento proporciona, en efecto, el concepto que
representa la condición y el exponente de una regla general, la experien-
cia es, en cambio, la única que puede proporcionar lo concreto como ca-
so sometido a una regla85. Por ello, el entendimiento no puede sobrepasar
nunca los limites de la sensibilidad. Dichos límites demarcan el dominio,

~o La estrecha conexión existente entre el concepto matemático y el concépto kaníiano


de «función» fue puesta de relieve por Klaus REICH y recientemente ha sido analizada con
detalle por Peter SCI-IULTI-IESS. También H.-J. de VLEESCHAUWER alude a ella de pasa-
da. Cfr. K. RE[CH, op. cít., p. 30; P. SCHULTHESS> RetaRan aud Funl< ¡ion. Eme systema-
hsche und en¡wicklungsgeschi¡ lidie Un¡ersuchuug zur ¡heoretischen phulosophie Kanls. W.
de Gruyter> Berlin/New York> 1981, especialmente pp. 224-276; 1-I.-J. de VLEESCHAUWER>
La déduction ¡ranscendan¡ale dan» louvre de Kant. “De SIJ<keJ»/E. Leroux/M. NiiJ,oft,
Anvers/Paris/La Haye. 1936> t. II, p. 36 nota.
Metaphysil< P/ilitz, Ak. XXVIII (2> 1)> 540.
~ Cii> K.r,V.,A 148/8 188.
83 BAUMOARTEN> A.G.; Metaphysica, pgf. 1; ed. cit.> p. 1; cf r. pgf. sp. z.
~ Metaphysik Schtn> Ak. XXVIII (1), 474.
85 CEruK.rV.>A 159/8 198.
66 1. Carvajal Cordón

en que resulta factible la donación de los objetos a nuestro conocimien-


to; puesto que aquello que no es fenómeno no puede ser de ningún modo
objeto de posible experiencia. De lo anterior se deduce que«los princi-
pios del entendimiento puro no son más que principios de la exposición
de los fenómenos”86.
Los principios del entendimiento puro poseen carácter constitutivo
en relación con la experiencia, dado que en virtud de ellos todo lo que
puede aparecernos sólo como objeto está necesariamente sometido a
reglas, porque sin ellas nunca podría incumbir a los fenómenos el cono-
cimiento de un objeto que les correspondieraLos principios ontológicos
no se dirigen a objetos, sean del tipo que sean> sino más bien al modo de
su objetividad. Estos principios son las reglas que constituyen la expe-
riencia, en cuanto totalidad de estructuras de nuestra relación con lo da-
do. Estas reglas poseen un carácter lógico-trascendental: enuncian con-
diciones universales y necesarias referidas al contenido del discurso.Su
función es determinar a priori la referencia del discurso al objeto> o dicho
con otros términos: determinar a priori la estructura de la objetividad. A
este respecto> Heidegger escribe: «No nos dirigimos ahora al objeto del
enunciado, ni tampoco a la forma del enunciado como tal> sino más bien
a esto: cómo es el objeto, objeto del enunciado; cómo nuestro conoci-
miento trasciende (transcendit) el objeto; y cómo -en qué determinación
objetiva- nos sale al encuentro el objeto. Esta manera de considerar la
llama Kant trascendental. En cierto modo es el objeto lo que está en la
mirada, también en cierto modo el enunciado, porque lo que se quiere
captar es la relación de enunciado y objeto»87. Estos principios diseñan,
pues, a priori la objetividad del objeto, en cuanto establecen reglas uni-
versales que permiten interpretar como objeto, aquello que nos es dado
como material para la construcción de la experiencia o conocimiento
empírico88.
En cuanto la ontologia criticamente fundamentada adquiere la forma
de una «analítica del entendimiento puro» o, expresado con más acierto
de una <‘filosofía trascendental», ésta es el conjunto de principios que la
lógica trascendental impone como preceptos ( Vorschri ¡ten) o reglas a la
facultad de juzgar a la hora de subsumir lo singular bajo lo universaV9,
propiciando asi el despliegue de un discurso dotado de sentido y signifi-
cación, los cuales provienen de su referencia al objeto, referencia que
constituye el contenido del discurso. En este sentido, éstas son reglas
que aspiran a establecer a priori el marco de toda significación posible.

K.r,V., 4247/E 303.


86
HEtDEGGER> M.; te pregunta por ¿a cosa, cd, cit., p. t58.
87
88 En este sentido escribe R. zOCHER en su obra Nanis Crundlehre. lhre Sinn, ihre
Prohlemaíik ihre Aktualitát. Universitátsbibliothek, Erlangen 1959> p. 39.” Das 5cm des
Gegenstandes der Ertahrung konstituirt sich seiner Form nach im Sinn von Regeln.’
89 Vid. N.U., EinleitunglV, 4k. V, 179; et etiam, K.r.V., 4135/E 174.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 67

Kant establece, por consiguiente, una indisoluble y estrecha unidad


entre la problemática de la objetividad (del ser del objeto) y la de la signi-
ficación del discurso, que patentiza la conexión entre la ontología crítica
y un tratamiento trascendental de la semántica 90
La ontología crítica es la explicitación en un discurso determinante
del contenido trascendental de la regla implícito cii la categoria. Dicha
explicitación discursiva de la tegla contenida en la categoría es el princi-
pio puro del entendimiento. Bajo esta consideración, los principios signi-
fican sólo las «reglas del uso objetivo» de las categorías9t. A la vista de lo
anterior> es fácil establecer el modo de especificar cuáles son los diver-
sos principios puros del entendimiento. Puesto que estos principios sur-
gen a priori de las categorías bajo las condiciones expresadas por los es-
quemas trascendentales, podemos decir que «la tabla de las categorías
nos lleva con la mayor naturalidad a la tabla de los principios»92 y, ade-
más es la completud de la tabla de las categorías la que nos permite estar
ciertos de completud del sistema de los principios93. Los principios puros
del entendimiento se agrupan en dos grandes apartados: principios ma-
temáticos de carácter constitutivo -axiomas de la intuición y anticipa-
ciones de la percepción- y principios dinámicos de carácter regulativo -
analogías de la experiencia y postulados del pensar empírico.
¿En qué consiste esta distinción? El núcleo de la misma aparece en el
texto siguiente: «En la aplicación de los conceptos puros del entendi-
miento a la experiencia posible, el uso de su síntesis es o matemático, o
dinámico; ya que se dirige en parte simplemente a la intuición, en parte a
la existencia de un fenómeno en general. Las condiciones a priori de la in-
tuición son enteramente necesarias en relación con una experiencia po-
sible; las de la existencia de los objetos de una posible intuición empírica
son en si mismas sólo contingentes. Los principios del uso matemático
serán incondicionalmente necesarios, esto es, apodícticos; pero los del
uso dinámico> si bien conllevarán igualmente el carácter de una necesi-
dad a priori, será sólo bajo la condición del pensar empírico en una expe-
riencia, por consiguiente, sólo mediata e indirectamente; en consecuen-
cia> no tienen aquella evidencia inmediata propia de los primeros»94. Los
principios matemáticos rigen la experiencia posible, en la medida en que
intervienen en ella las condiciones a priori de la intuición. En cambio, los
principios dinámicos lo hacen en lo que se refiere a la existencia de los

90 Vid. W. HOGREBE> Kant ¿md das Problcni ciner íranszcndcntalen Scmanrik, Karl Al-
ber, Freiburg/Mánchen, 1974, especialmente> pp. 118-140. Desde una perspectiva distinta>
también Fernando MONTERO ha marcado las líneas directrices de una interpretación se-
mántica de la filosofía trascendental en su artículo Pícnicotos semónricos en e/sistema kan-
¡jano, en Teorema, 111(1973)> pp. 481-510.
“ K.r.V.,A161/B200.
92 Ibidem.
~ Cfr. Prolcgornena, pgf. 39; Ak. IV> 325.
~ Nr. VA 160s./B 199 s.
68 J. Carvajal Cordón

objetos que pueden ser intuidos de modo empírico. Este hecho supone
que los principios matemáticos son necesarios incondicionalmente,
puesto que las condiciones a priori de la intuición son absolutamente ne-
cesarias en vista de una experiencia posible; en cambio, los principios di-
námicos, aunque son necesarios en cuanto establecen condiciones inelu-
dibles en cualquier experiencia, apuntan a un contenido caracterizado
por una contingencia muy marcada, es decir> estos principios son -como
señala Montero95- indeterminados en lo que se refiere a la peculiaridad
de su realización concreta. Como ejemplo de estos últimos puede servir
el principio de sustancialidad: éste establece que hay necesariamente
sustancias permanentes, pero nada dice acerca de su número o de la mo-
dalidad concreta de su existencia. Por ello, dichos principios relativos a-
la existencia de los objetos contenidos en la intuición empírica son sola-
mente contingentes. Mientras que los principios matemáticos, al ocupar-
se exclusivamente de la estructura matemática que constituye la forma
de los objetos de una experiencia posible, tienen un carácter apodíctico;
los dinámicos carecen de esta evidencia inmediata propia de los prime-
ros. Ello explica que, aun cuando ambos grupos de principios posean
una certeza absoluta, los primeros sean susceptibles de certeza intuitiva;
los segundos, tan sólo de certeza discursiva96.
En la segunda edición, Kant añade una nota con la intención de acla-
rar en lo posible esta distinción. En ella> dice: «Todo enlace (coniunctio)
es o bien composición (compositio) o bien conexión (nexus). El primero es
la síntesis de lo múltiple, que no está necesariamente en relación mutua,
como, por ejemplo, los dos triángulos, en los que la diagonal divide un
cuadrado, no se implican por sí el uno al otro necesariamente, y lo mis-
mo acontece con la síntesis de lo homogéneo en todo lo que puede ser tra-
tado matemáticamente (esta síntesis puede dividirse de nuevo en la de la
agregación y coalición; la primera de ellas se dirige a las magnitudes ex-
lensivas, la otra a las intensivas). El segundo enlace (nexus) es la síntesis
de lo múltiple, en la medida en que está necesariamente en relación mu-
tua, como por ejemplo, el accidente con alguna sustancia, o el efecto con
la causa, -en consecuencia, es representado como enlazado a priori a pe-
sar de ser heterogéneo. Llamo dinámico a tal enlace, porque no es ar-
bitrario, porque se refiere al enlace de la existencia de lo múltiple (enlace
que Oe nuevo puede ser dividido en físico de los fenómenos entre sí y
metafísico, su enlace en la facultad congnoscitiva a priori»!W Los princi-
pios matemáticos se refieren a objetos de la intuición (tanto pura como
empírica)98 y, por tanto, afectan únicamente a la unidad de la síntesis en

~5 MONTERO> F.; El E,npirisnio kantiano> Dpto. Historia Filosofía. Universidad de Va-


lencia, 1973> y,. 173.
96 Nr. VA 162/B201.

~ Cf r. N.y. y., B 201 s. nota.


98 cfr. N.y. U., E 110.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 69

la representación de los objetos. Estos principios realizan siempre una


síntesis de elementos homegéneos entre los que no hay un enlace necesa-
rio, sino meramente arbitrario. Estos son los dos caracteres esenciales
de todo aquello susceptible de ser tratado matemáticamente. Los princi-
pios dinámicos se refieren a la existencia de los objetos de la intuición,
sea en su relación mutua -analogías de la experiencia-, sea en su relación
con nuestro entendimiento -postulados del pensar empírico-. Estos prin-
cipios se caracterizan frente a los matemáticos, por dos notas esenciales.
En primer lugar, porque entre los elementos que entran a formar parte
de la síntesis no se da un enlace arbitrario, sino una conexión necesarta.
En segundo lugar, por algo que para Kant es aún más importante que lo
anterior, a saber, porque la síntesis realizada por estos principios no re-
quiere en modo alguno la homogeneidad de los elementos que se han de
enlazar; puesto que esta síntesis no tiene que representarse cómo se for-
ma la intuición a partir de una multiplicidad reunida en ella, sino cómo
la existencia del objeto condicionado que le corresponde se agrega a la
existencia de la condición como enlazada con ella en el entendimiento.
La importancia decisiva que Kant otorga a este rasgo distintivo de
ambos tipos de principios es algo que sólo se comprende cabalmente en
la «Dialéctica trascendental’> de la Crítica de la razón pura y en la <‘Acla-
ración crítica a la Analítica de la razón pura práctica» de la Crítica de la
razón práctica. Esta distinción resulta determinante a la hora de solu-
cionar las antimonias de la razón pura. Dado que los conceptos intelec-
tuales que están a la base de las ideas matemáticas contienen únicamen-
te una síntesis de lo homogéneo, en el enlace matemático de las series de
Fenómenos sólo podemos encontrar condiciones sensibles, que forman
parte de la serie> En cambio: puesto que los conceptos intelectuales que
sirven de base a las ideas dinámicas encierran una síntesis de lo hetero-
géneo, la conexión dinámica de las condiciones sensibles permite hallar
una condición heterogénea, que no forma parte de la serie, sino que se
encuentra fuera de ella como condición meramente inteligible. De esta
manera, se vislumbra la posibilidad de dar satisfacción a la aspiración
de la razón a lo incondicionado sin interferir en el carácter siempre con-
dicionado de la serie dinámica y sin infringir, por tanto, los principios
del entendimiento puro. Se satisfacen, por consiguiente, tanto las exigen-
cias de la razón como las del entendimiento; ya que éste último no puede
admitir una condición empíricamente incondicionada entre los fenóme-
nos, pero no tiene nada que oponer a la admisión de una condición inteli-
gible empíricamente incondicionada que, al no ser un miembro de la se-
rie de los fenómenos, no produce ningún corte en el regreso continuo en
la serie de las condiciones empíricas. De este modo, «en la medida en que
desaparecen los argumentos dialecticos que, de una u otra forma, bus-
can una totalidad incondicionada en los simples fenómenos, las proposi-
ciones de la razón, una vez corregidas en este sentido, pueden en cambio
ser ambas verdaderas; esto nunca puede ocurrir en las ideas cosmológi-
70 1. Carvajal Cordón

cas, que se refieren sólo a una unidad matematicamente incondicionada,


porque en ellas no se encuentra ninguna condición de la serie de los fenó-
menos, en cuanto la misma es también un fenómeno y como tal constitu-
ye un miembro de la serie”99.
Kant observa que las denominaciones de principios matemáticos y di-
námicos para los principios puros del entendimiento las ha elegido «te-
niendo más en cuenta su aplicación que su contenido»100. Esto quiere de-
cir que dichos principios no son ni principios pertenecientes a la mate-
mática los unos> ni principios de la dinámica como disciplina de la física
los otros, sino que más bien son los principios del entendimiento puro
que, en cuanto primeros principios metafísicos, están a la base de todos
aquellos principios —tanto de la matemática como de la dinámica— y íos
hacen posibles’01. Se trata, pues, de los principios «del entendimiento pu-
ro en relación con el sentido interno», es decir, con el tiempo; por consi-
guiente, estos principios diseñan la significación apriórica de la objetivi-
dad de los objetos a través de la determinación de los distintos aspectos
del tiempo: serie, contenido, orden y conjunto del tiempo, en relación to-
dos ellos con la totalidad de los objetos posibles. Los axiomas de la in-
tuición determinan la serie del tiempo y hacen representable la produc-
ción -esto es, la síntesis-del tiempo mismo en la aprehensión sucesiva de
un objeto. Las anticipaciones de la percepción determinan el contenido
del tiempo y hacen representable la síntesis de la sensación -percepción-
con la representación del tiempo, es decir> hacen posible el hecho de lle-
nar el tiempo. Las analogías de la experiencia determinan el orden del
tiempo y hacen pues, representable la relación de las percepciones
entre sí en todo tiempo, esto es> de acuerdo con una regla de determina-
ción temporal. Finalmente> los postulados del pensar empírico determi-
nan el conjunto del tiempo y, por ello, hacen representable el tiempo mis-
mo como correlato de la determinación de un objeto, que establece si
dicho objeto pertenece al tiempo y cómo lo hace’02.
Los principios matemáticos rigen la experiencia posible, en tanto que
en ella actúan las condiciones a priori de la intuición: espacio y tiempo.
Al comienzo mismo de la Crítica de la razón pura> Kant caracteriza el fe-
nómeno en los siguientes términos: «En el fenómeno, denomino a aquello
que corresponde a la sensación, la materia del mismo, y a aquello que ha-

~ Nr U., A 532/E 560-A 533/E 561. Vid. Np. U., Ak. V, 104.
lOO K.r.V.,A162/E202.
01 N.rV, A i62/B 201 s.:» Man wird aber wohl bemerken: dass ich hier eben sowenig
die Grundsát-ze der Mathematil< in einem Falle, -ah dic Grundsátze der aligemeinen (phy-
sischenl Dynamik im andern, sondern nur sic des reinen Verstandes un Verháltnis auf den
innern Sinn (ohne Uníersehied der darin gegehenen Vurstellungen) va Augen habe, da-
dorch denn jene insgesamt Une Móglichkeit bekornmen’v dr. Re/lexion 5585, Ak. XVIII,
241. Et etian, Reflexion 5589,4k. XVIII> 241.
102 Cfr. K,r.V., A 145/E 184s.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 71

ce que lo múltiple del fenómeno pueda ser ordenado en determinadas re-


laciones, lo llamo forma del fenómeno»’03. Los principios matematicos
no toman en consideración la materia, el contenido empírico concreto de
los fenómenos que rigen, sino que atienden exclusivamente a la forma de
los mismos> a la estructura cuantificable de su forma. Estos principios
poseen carácter constitutivo en relación con los objetos de la experien-
cia. Ello es posible, porque se refieren a los fenómenos según su mera po-
sibilidad y están encaminados a enseñar (lehren)’04 la manera en que
pueden ser producidos los fenómenos, tanto en lo que se refiere a su in-
tuición, como en lo que afecta a lo real de su percepción, siguiendo las
reglas de una síntesis matemática, esto es, de una síntesis de lo homogé-
neo. Los principios matemáticos pueden ser, por tanto, constitutivos en
la medida en que incumben exclusivamente a la simple posibilidad de los
fenómenos y no a su realidad efectiva. La posibilidad se define en Kant
como la concordancia con las condiciones formales de la experiencia: in-
tuición pura y conceptos puros; por ello, los fenómenos, en lo relativo a
su mera posibilidad, pueden ser construidos a priori por el entendimien-
to humano> ya que, al moverse en el ámbito formal de la experiencia, se
puede representar la intuición a priori (pura) que corresponde al concep-
to puro, haciéndose así posible la síntesis matemática que produce el fe-
nómeno de acuerdo con su posibilidad105. Estos principios son reglas
trascendentales que constituyen el contenido del discurso en lo referido
al aspecto formal de dicho contenido. Son las determinaciones trascen-
dentales del aspecto constructivamente determinable de los fenómenos:
las magnitudes extensivas e intensivas.
Los principios dinámicos determinan la posibilidad de los objetos en
cuanto a su existencia: <‘Estos principios tienen la particularidad de que
no se refieren a los fenómenos ni a la síntesis de su intuición empírica, si-
no simplemente a la existencia de tales fenómenos y a la relación que
guardan entre si con respecto a esa su existencia”’06. La determinación a
priori de la existencia> que llevan a cabo estos principios> se halla restrin-
gida a unos límites muy estrictos; puesto que la existencia «no puede
construirse, estos principios se referirán sólo a la relación de la existen-
cia, y no podrán suministrar más que principios meramente
regulativos”’07. Nuestro entendimiento finito no puede producir a priori

¿03 Nr U., A 20/E 34.


04 M. HEIDEGGER> en su obra La pteknnto por la casa> ha desvelado maglstrainíciur
las Últimas consecuencias contenidas en la caracterización esencial de lo matemático como
« lo sujeto a aprendizaje> como aquello qne se puede enseñar y aprender: véase op. ¿¿1., es-

pecialrnente pp. 65-72.


~ Cfr. Nr U. A713/B741 -A716/B 744. La posibilidad deque scirataaqoi noeseviden-
temenie la posibilidad lógica, sino la pusihilidad real que se deline como la concordancia
con las condiciones formales de la experiencia.
‘06 N,r.V., A i78/B 220.
07 Nr. V.>A 179/E 221s.
72 J. Carvajal Cordón

la existencia de un fenómeno a través de una síntesis de lo homogéneo de


carácter matemático, como produce lo relativo a la posibilidad del mis-
mo; únicamente puede regular a priori dicha existencia a través de una
slntesis de lo heterogéneo de carácter dinámico, en la que los elementos
que la constituyen se implican necesariamente unos a otros. Los princi-
píos que surgen de esta última síntesis enuncian dos tipos diferentes de
reglas concernientes a la existencia de los fenómenos. El primer grupo
de estos principios, que Kant denomina «analogías de la experiencia»,
formula reglas que establecen a priori la relación que mantiene la exis-
tencia de un fenómeno con la de otro u otros fenómenos; pero no pueden
de ninguna manera indicar a priori cuál es este otro fenómeno> no
pueden determinar a priori ni la extensión ni la cualidad de este otro fe-
nómeno, con el que se relaciona la existencia del primero: «Dado que no
hay que pensar -escribe Kant- ni en axiomas ni en anticipaciones, sino
más bien en que nos sea dada una percepción en una relación temporal
con otra (aunque sea indeterminada)> por ello no puede decirse a priori
cual sea esta otra percepción ni cuán grande, sino cómo ésta se en-
cuentra, en su existencia, enlazada necesariamente con aquélla en este
modo del tiempo»’08 -modo que puede ser la permanencia, la sucesión o
la simultaneidad’09. El segundo grupo de estos principios, que Kant lla-
ma <‘postulados del pensar empírico en general», formula las reglas que
determinan a priori la relación que mantiene la representación de un fe-
nómeno con nuestra facultad cognitiva, pero que no añaden nada al con-
cepto de dicho fenómeno. Los principios dinámicos son reglas trascen-
dentales que rigen el contenido del discurso en lo referido al aspecto ma-
terial de dicho contenido. Son determinaciones relativas al aspecto no
determinable constructivamente de los fenómenos, y cuyo valor es, por
ello> meramente regulativo en relación con el objeto de los fenómenos”0;
sin embargo, dichos principios son constituivos en relación con el con-
junto del discurso cognoscitivo. En el «Apéndice a la Dialéctica trascen-
dental» acerca del uso regulador de las ideas de la razón pura, al ocupar-
se de la distinción entre el uso regulativo de las ideas y el de los princi-
pios dinámicos del entendimiento, Kant escribe: «En la Analítica tras-
cendental, hemos distinguido, entre los principios del entendimiento, los
dinámicos, en cuanto principios meramente regulativos de la intuición,
de los matemáticos, que son constitutivos respecto de ésta última. A pe-
sar de ello las leyes dinámicas mencionadas son constitutivas en rela-
,

ción con la experiencia, en la medida en que hacen posible a priori los


conceptos, sin los cuales no hay experiencia alguna»”’.

08 N.y. V., A 179/E 222.


09 K.rV.,A177/B219.
‘~ Cfr. K.rV., A 180/E 222s.
N.rV., A664/E 692.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 73

6.La inmanencia radical como carácter esencial de la fundamentación


kantiana

La comprensión exacta de los diversos principios del entendimiento


puro sólo se alcanza, según Kant, por medio de sus pruebas (Beweise).
Kant señala tres rasgos característicos de toda prueba trascendental. El
primero consiste en que toda prueba trascendental exige que, antes de
ser realizada, se haya reflexionado y justificado de dónde se toman los
principios sobre los que se piensa levantarla y con qué derecho se puede
esperar un resultado exitoso de sus conclusiones”2.
El segundo rasgo característico consiste en que sólo puede encontrar-
se una prueba única para cada proposición trascendental. En efecto,
cuando no se infiere a partir de concepto, sino de las intuiciones que les
corresponden, es posible seguir diversos caminos para llegar a una mis-
ma proposición; ya que la intuición> que sirve de fundamento a la
prueba, proporciona a las proposiciones sintéticas una multiplicidad
material, que se puede organizar de diversas maneras y que permite par-
tir de distintos puntos a la hora de contruir una demostración. Sin em-
bargo, cuando se infiere sólo a partir de un concepto y se establece úni-
camente la condición sintética de la posibilidad del objeto de acuerdo
con dicho concepto, como de hecho sucede en el caso de la proposiciones
trascendentales> el argumento no puede ser en este caso más que uno so-
lo, porque fuera del concepto no hay nada en virtud de lo que podamos
determinar el objeto. Por consiguiente, hay un único argumento para
probar cada proposición trascendental’ ‘t
El tercer rasgo peculiar de las demostraciones trascendentales con-
siste en que no pueden nunca ser apogógicas, sino que han de ser
siempre ostensivas. En todo tipo de conocimiento, pruebas directas u os-
tensivas son aquellas que enlazan con el convencimiento de la verdad al
mismo tiempo el conocimiento de las fuentes de la misma. En cambio,
las pruebas apagógicas pueden engendrar certeza, pero no la inteligibili-
dad de la verdad respecto de su conexión con los fundamentos de su
posibilidad’ “. Las pruebas apagógicas se utilizan siempre que los funda-
mentos que posibilitan un conocimiento son muy numerosos o se en-
cuentran demasiado ocultos. En tales casos, se intenta llegar a dicho co-
nocimiento a través de sus consecuencias. La demostración de la verdad
de un conocimiento a partir de sus consecuencias se puede realizar en
principio, por dos caminos. El primero sería el modus ponens: inferir la
verdad de un conocimiento a partir de la verdad de sus consecuenc¿as.
Sin embargo, esta inferencia sólo está permitida, cuando son verdaderas
todas sus posibles consecuencias. Por esta razón, este procedimiento es

‘‘2 Vid.N.rV.,A786/B8i4.
‘‘3 CfrKrV.,A7S7ss./B8l5ss.
‘‘~ Cfr. N,r.V.,A789/B 817.
74 J. Carvajal Cordón

impracticable, ya que está fuera de nuestro alcance abarcar todas las po-
sibles consecuencias de cualquier proposición que admitamos. El modus
ponens sólo se puede emplear para desmostrar algo como hipótesis, en
virtud de un razonamiento analógico de este tipo: si todas las consecuen-
cias examinadas concuerdan con un determinado fundamento supuesto,
todas las restantes estarán también de acuerdo con él. Este procedimien-
tono permite de ningún modo convertir una hipótesis en una verdad de-
mostrada. El segundo camino para inferir desde las consecuencias a los
fundamentos es el modus tollens, que produce demostraciones rigurosas
y fáciles; puesto que, aun cuando sólo pueda extraerse una única conse-
cuencia falsa de una proposición, esta proposición es falsa. Esta de-
mostración es más sencilla y más evidente que la demostración directa u
ostensiva. Es más sencilla, po~ue en ella no necesitamos recorrer toda
la serie de los fundamentos que puede conducirnos hasta la verdad de un
conocimiento a través de la comprensión completa de su posibilidad, si-
no que nos basta con encontrar una sola consecuencia falsa entre todas
aquellas que se siguen del conocimiento opuesto, para poder aflrmar que
éste último es falso y que, por tanto, es verdadero aquel conocimiento
que deseábamos probar. Es más evidente> porque la contradicción lleva
consigo más claridad a la representación que la mejor de las conexiones;
por ello, se aproxima más al carácter intuitivo de una demostración
estricta (Demonstration). Ahora bien, Kant somete el uso de estas
pruebas apagógicas a una restricción crítica: «la prueba de tipo apagógí-
co sólo puede emplearse en aquellas ciencias, en las que es imposible
suplantar lo objetivo de nuestras representaciones> a saber> el conoci-
miento de aquello que está en el objeto, por lo subjetivo de las mismas.
Donde tal suplantación predomina, tiene que ocurrir a menudo> o bien
que lo opuesto de cierta proposición contradiga meramente las condi-
ciones subjetivas del pensar, pero no al objeto, o bien que ambas proposi-
ciones se contradigan mutuamente sólo bajo una condición subjetiva
considerada erróneamente como objetiva, y> dado que la condición es
falsa, ambas proposiciones pueden ser falsas, sin que de la falsedad de
una de ellas pueda concluirse la verdad de la otra»”5. Este tipo de de-
mostraciones puede usarse, pues, en matemáticas> ciencia en la que esta
subrepción de lo subjetivo en lo objetivo es imposible; así como en las
ciencias naturales> en las que dicha subrepción puede evitarse compa-
rando múltiples observaciones. Sin embargo, este tipo de demostración
no puede emplearse en metafísica; ya que los ensayos trascendentales de
la razón pura se llevan a cabo en el medio propio de la apariencia dialéc-
tica, es decir, de lo subjetivo que se propone -o incluso hasta se impone-
como objetivo a la razón en sus premisas. En este campo, en lo que se re-
fiere a proposIcIones sintéticas> no es admisible eí justificar las propias

“5 N.rV.,A79l/E 819.
Kant y la fundamentación del discurso de la mctafísica 75

afirmaciones refutando las del contrario. Así, pues, en metafísica, sólo


tienen cabida las demostraciones ostensivas o directas”6. Y el reali-
zarlas es absolutamente necesario> con el fin de que, por un lado> los
principios de la ontología no se confundan con meras afirmaciones
subrepticias117 y, por otro, evitar el tener que recurrir obstinadamente al
«sano entendimiento humano», como único medio de probar dichos prin-
cipios una vez rechazadas las demostraciones dogmáticas, «recurso que
prueba siempre, que la causa de la razón está perdida»”8.
Kant explica que los principios del entendimiento puro son
apodícticamente ciertos, pero no directamente sino sólo indirectamente
a través de su demostración, ya que «en si mismos (directamente) no
pueden ser conocidos a priori en modo alguno. Así> nadie puede
comprender de manera suficiente la proposición: “Todo lo que sucede
tiene su causa’, partiendo sólo de estos conceptos dados»”9. Estas
pruebas no pueden realizarse de modo objetivo, dado que dichos princi-
pios no se apoyan en consideraciones objetivas, sino que son el fundamen-
to de todo conocimiento de su objeto. Por ello, hay que demostrarlos par-
tiendo de las fuentes subjetivas que posibilitan un conocimiento del obje-
to en general’20. A diferencia de las demostraciones matemáticas que
“proceden por intuición del objeto»’21, las demostraciones filosóficas po-
seen la peculiaridad de que en ellas la razón no puede aplicarse directa-
mente al objeto por medio de sus conceptos, sino que antes debe de-
mostrar la validez objetiva de los conceptos y la posibilidad de la síntesis
a priori que expresan aquellos. Kant aclara que ésta no es una regla de
prudencia, sino que afecta a la esencia misma y a la posibilidad de la mis-
ma prueba; ya que, <‘si debo ir a priori más allá del concepto de un objeto>
es imposible hacerlo sin un hilo conductor (Leilfaden) peculiar y situado
fuera del concepto en cuestión”’22. En las matemáticas, este hilo conduc-
tor es la intuición pura que dirige la síntesis y guja inmediatamente to-
das las inferencias que en ella se realizan. Por tal motivo, todos los razo-
namientos poseen «certeza intuitiva”> lo cual es una condición impres-
cindible para que un razonamiento pueda ser considerado una demostra-
ción en sentido estricto’29. Las matemáticas son la única ciencia capaz de
realizar demostraciones, puesto que ella no deriva su conocimiento de
conceptos, sino de la construcción de éstos o> dicho de otro modo> de la
intuición que puede ser dada a priori en correspondencia con los concep-

~ (Ir. K.r.V. A792 ss/E 820 ss.


‘‘7 K.rt’.,A 149/E 188.
‘‘8 Nr VA 783 s.IESi2s.
~9 K.r,V., A737/E765.
¿20 Vid. N.r.V., A 149/E 188.
‘21 K.r. U A 735}fl 763.
122 Vid. K.rV.,A782~B8l0
¿23 K.r.V., A 734/E 762.’>’ Nur cm apodikflscher Beweis, so fcrn er in¿uihiv is¿> kann De-
alonseration ileisser¿,,.
76 1. Carvajal Cordón

tos. En cambio, las proposiciones trascendentales no pueden surgir por


construcción de concepto, sino sólo mediante conceptos a priori. Estas
proposiciones constituyen, por tanto, un conocimiento sintético a priori
a través de conceptos y, consiguientemente, discursivo: es un conoc’-
miento que posibilita la unidad sintética del conocimiento empírico, pe-
ro no proporciona intuición alguna a priori ¿24~ A partir de lo anterior re-
sulta evidente que, en el conocimiento trascendental, el hilo conductor,
que guía nuestra salida del concepto, no puede ser la intuición pura, sino
la experiencia posible (mógliche Er/ahrung) o la posibilidad de la expe-
riencia (Móglichkeit derErfahrung)’25 -ambas expresiones se pueden con-
siderar equivalentes en este contexto. Esto marca de manera decisiva la
esencia misma de la demostración trascendental, tal como se hace paten-
te en la explicación kantiana de dicha demostración: «La prueba, en efec-
to, no muestra que el concepto dado (por ejemplo> el de lo que sucede)
nos conduzca directamente a otro concepto (el de una causa); puesto que
semejante tránsito sería un salto, que resultaría imposible justificar; si-
no que muestra que la misma experiencia y, por tanto> el objeto de la ex-
periencia> sería imposible sin tal conexión» ¿2ó~ Este texto revela
inequívocamente que todos los principios del entendimiento puro se fun-
damentan en el principio de todos los juicios sintéticos. Así, pues, Kant
construye conscientemente las demostraciones trascendentales de estos
principios de un modo circular: «La prueba -escribe Heidegger- consiste
en mostrar esto: los principios del entendimiento puro son posibles por
aquello que ellos mismos deben posibilitar> la experiencia. Esto es mani-
fiestamente un círculo. Por cierto. Pero para la comprensión de la
prueba y el carácter del problema mismo, es inevitable que no sólo se
sospeche el círculo, sospechando al mismo tiempo de la corrección de la
prueba, sino que se lo reconozca claramente y que se lo realice. Si Kant
no hubiese tenido presente en su mente la circularidad de estas pruebas,
no habría comprendido plenamente su tarea y su intención más
propia”’27. Kant demuestra ser plenamente consciente de la circularidad
de las pruebas de los principios cuando escribe: «Aunque tenga que ser
probado, el principio del entendimiento se llama principio (Crundsatz) y
no teorema (Lehrsatz)> precisamente porque posee la peculiaridad de que
él mismo hace posible el fundamento de su prueba, a saben la experien-
cia, y hay que presuponerlo siempre en ella»’28. Esta circularidad no es
accidental, sino algo inseparable de la esencia misma de la prueba tras-
cendental; ya que los principios a priori del entendimiento -en cuanto

(Ir. K. rV. A 721/E 749- A 722/E 750.


‘24
cfr. Nr, U., 4155 ss/E 194 Ss.: A 184/E 227 s¿ A 2i6 ss/E 263 ss.; A 221 s./E 269: A 238
2$
s./E269: A 238 s./E298; A259/E 3i5; 4719 ss./B747 ss.;A736s./B764 5.; A782 ss,/ESiOss.
‘26 N.rV.,A783/ESIV
‘27 HEtDEGGER> M.; La pregunta porlacosa, ed.cit.> p. 195.
‘28 K.rV>A737/B765.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 77

constituyen la ontología crítica como philosophia prima- no pueden fun-


darse en otros de rango superior; pero, como tampoco son evidentes en sí
mismos, deben autofundarse, convirtiendo, pues, la circularidad en ine-
vitable. La ontología crítica es, por consiguiente, un discurso cognosciti-
yo que se fundamenta a sí mismo a la vez que a todos los demás; puesto
que posee la peculiaridad de que él mismo posibilita el fundamento de su
prueba, a saber, la experiencía.
Así pues, como conclusión de nuestro análisis anterior, podemos es-
tablecer: el rasgo que define la empresa de fundamentación kantiana
con más acierto es el de su inmanencia radical, el rechazo tajante de toda
apelación a entidades trascendentes al propio discurso que se ha de fun-
damentar. Es inadmisible, para Kant, toda pretensión de fundar la
metafísica recurriendo a desconocidas entidades misteriosas, que tien-
den a fundar este discurso desde fuera. En consecuencia, de nada servirá
el recurso a un Deus ex machina o a un sentido común universal. Kant
rechaza como absurdo el recurso a un Deus ex machina porque, además
de contener un circulo engañoso en el encadenamiento deductivo de
nuestros conocimientos -en cuanto utiliza algo absolutamente desconoci-
do para explicar lo parcialmente ignorado-, favorece todo tipo de
fantasías y quimeras’29. Pero desecha también toda apelación al consen-
so de la común razón humana, porque su autoridad se funda tan sólo en
rumores públicos’30. La descalificación de la apelación al sano sentido
común no puede ser más rotunda, como lo demuestra el texto siguiente:
«En efecto, es un gran don de los cielos poseer un entendimiento humano
recto (o> como se ha dicho recientemente, sencillo). Pero hay que dar
pruebas de él con hechos, con pensamientos y afirmaciones bien medita-
das y prudentes, mas no invocándolo como un oráculo cuando uno no sa-
be alegar nada inteligente para su justificación. Apelar al sentido común
humano> precisamente cuando la comprensión y la ciencia se agotan y no
antes, es una de las sutiles invenciones de los nuevos tiempos, en los que
el charlatán más superficial puede competir tranquilamente con la cabe-
za más profunda y mantenerse frente a ella. Pero mientras haya todavía
un pequeño resto de comprensión, nos guardaremos bien de echar mano
de este remedio de urgencia. Y, bien mirado, esta apelación no es otra co-
sa que un recurso al juicio de la multitud: un aplauso> por encima del
cual el filósofo se ruboriza, pero el ingenio popular triunfa y se
enaltece»’3’. Kant no oculta en nigún momento su indignación ante y su

¿29 Brief an Marcas flerz vom 21. Februar 1772; Ak. X, 131: “Allein derDeus ex Machina

ist in der Bestimmung des Ursprungs und der Gúltigkeit unsrer Erkentnisse das ungereim-
teste was man nur wkihlen kan und bat ausser nachiheilige dass er ieder Grille oder andách-
¿igem oder grúblerischem 1-Iírngespinst vorschub giebt’.
¿30 Prolegomena, pgf. 5; Ak. IV> 277: «C.) Dich auf Eeistimungderallgemeinen Mensehe-
nernunlí ¿u berufen, kann dir nicht gestattet werden; denn das ist cm zeuge, dessen An-
sehen nur auf dem “olfenilichen Gerúchte beruht”.
“‘ Prole~omena, Vorrede; Ak. IV, 259.
78 1. Carvajal Cordón

desprecio por esos falsos amigos del sentido común que ocasionalmente
lo ensalzan> pero normalmente lo desprecian¿32, y da nombres~:« Reid, Os-
wald, Beattie y últimamente también Priestley»’33, los detractores de Hu-
me. Indignación y desprecio basados en el firme convencimiento de que
la apelación al sano sentido común es siempre un recurso que demuestra
que la causa de la razón está perdida~. Kant establece el fundamento
del discurso metafísico en la razón misma> más exactamente en su modo
de proceder, esto es> en las leyes, en las reglas de su uso. Debemos buscar
los fundamentos de posibilidad del discurso metafísico en el pensar> o
sea, en el conocimiento discursivo, el único de que es capaz nuestro en-
tendimiento. Estos fundamentos son intrínsecos al discurso mismo. De
esta manera, se evita el peligro de un regreso infinito. Kant fundamenta
críticamente la metafísica fijando las reglas trascendentales que deter-
minan la validez objetiva del discurso sintético a priori, a saber, los prin-
cipios puros del entendimiento. Estas reglas expresan las condiciones
que permiten establecer la verdad del discurso metafísico. Este debe ate-
nerse a dichas reglas, si ha de tener en general algún sentido para no-
sotros; puesto que sólo podemos comprender aquello que nosotros mis-
mos podemos hacer de acuerdo con una regla’35. Siendo así> una regla no
es otra cosa sino el conocimiento fundado del modo en que hay que reali-
zar algo conforme a un fin determinadol3é. Por ello, la fundamentación
del discurso metafísico exige el establecimiento de las reglas que han de
regir este acontecer discursivo> dado que la regla fija el fundamento
(Grund) que explica y legitima un modo específico de proceder con vistas
a un fin establecido. La fundamentación crítica inmanente desplegada
por Kant proclama la consumación del cambio del modo de pensar, que
«promete a la primera parte de la metafísica» -la ontología- «el camino
seguro de la ciencia»> transformación consistente en partir del principio
deque «sólo conocemos de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en
ellas”’3~. Esta fundamentación saca a la luz el hecho de que la legalidad
universal y necesaria del entendimiento constituye la auténtica legisla-
cion de la naturaleza como unidad sintética dc lo múltiple de los fenóme-
nos conforme a reglas: « Nosotros mismos introducimos> por tanto> eí Or-
den y regularidad de los fenómenos, que llamamos naturaleza, y no

‘32 V Id. Prolegonze oú> Aufílis ung: Ak. IV> 370.


~ Pro/e,~o,,,e,,o, V<írrede; Ak. IV> 258.
‘3~ té r U A 17343 SIl - A 784/fi 812: 4...> sieh trotzig aol den gesunden Mcnschcnvers-
ta md be ‘u[en <cine Zulí ocht, dic beweiscí> dass dic Sache der Vernun It verzwei fel 1 i sí>... «
~ (Ir. Rr/e/ ci,, LS. Rock, 1. Juli 1794; Ak. Xl, 515 dr. cti am l.og’/k L)oí, no- Ww,cflo¿kc n,
Ak. XXIV (2), 731,
¿36 Refloxion 1572; Ak, XVI, II: «Eme Regel sí dic (gróndliche) Erkcnntniss der Arí.
w’c eíwas cincnl gewissen Zwccke gcnláss solí ausgeúht werden. «cli, Logik Rosoli, Ak.
XXIV <1>, 611.« Den n cinc Regel i si clic Bedi u go ng> unte welchcr ci ~vas hervtírgcb ¿achí
~ve,de¿i 501
‘~ 1/rU E XVIII.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 79

podríamos descubrirlos en éstos, si no los hubiéramos depositado allí


desde el principio nosotros mismos o bien la naturaleza de nuestro
espirítu»’38. Por esta razón, resulta significativo el hecho de que la expli-
cación más esencial y rica en consecuencias, que podemos dar del enten-
dimiento sea> para Kant, definirlo como la «facultad de las reglas’>, defi-
nición que abarca todas las demás: espontaneidad del conocimiento, ca-
pacidad de pensar, facultad de los conceptos, facultad de los juicios’39. El
concepto de <‘regla>’ (Regel) constituye, pues, un hilo conductor privile-
giado para la compresión de la filosofía trascendental como fundamenta-
ción del discurso de la metafísica.

Julián CARVAJAL CORDÓN.

‘38 K.r.V.,A ¡25.


‘39 N.r.V.>a 126.

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