Kant y La Fundamentación de La Metafísica
Kant y La Fundamentación de La Metafísica
Kant y La Fundamentación de La Metafísica
Metafísica
¡ Farslchritíe, 4k. XX> 260. Todas las obras de Kant se citan por la edición de la Acade-
mia de Berlín, excepto la crítico de la ra;ón poro (en nota, K.r y), que sc cita por la primera
(A) y segunda (B) ediciones.
Atía/es del Scníbíariu de Al eta/tv¿ca, miní. XX. Ud. lÁn¿v. Complutez,se, 1985
48 1. Carvajal Cordón
K.r.V,B XV.
HEIDEGGER; M.; Dic Frage nach dem Digo, M. Nienxayer, Túbingen, 1962, p. 42.
6
ARISTOTELES; Metafísica IV. 1003 a 26s.
8 (Ip.
cii., 1,982 b2
8 BAUMOARTEN; A.G.; Meíaphvsica, pgf. 1; G. Olms, Hildesheim, 1963 (reprografischer
Nachdruck der Ausgabe Halle ¶779), p. 1<’ Metaphysica est scientia primorum in humana
cognitione principiorum
50 J. Carvajal Cordón
03 Clx. i’rolcgaincr<o> pgf. 4; AL IV, 273 y 274; Ibideíí<, pgf. 5; Ak. IV, 276; Metophvsik Pa-
¿it;, AL XXVIII (2, 1), 542.
l’rolegoiíícría, pgí5; AL IV, 277
fCrVf3XlII.
t2
ch. M. 1lEí DEGOER> Kant ¡mcl dos ¡‘roblemn dar .Metap 6 «1k, pgf. 2. V. Klosterman o>
3
cfr. etiaín del n,ism(3 autor, f.c seas (le lo meílzrdc dans le Diser,ors de De.a.ar!es et lo (]riti—
que de Kant inc 1 ui<]o en Esutá ¿en ti Kan/.r phflosaptzív<-hcr Liínwiekhníg, 6. (Ibis, ni
desbcim, 1967> pp. 174 ss.
~ CIr. J.M. NAVARRO CORDON, Op. eh., pp. 75 ss.
7 TON ELLI: 6.; fIdel isnqo di Ka tít p reerí herí, en Fílosr,/io> ¶0 (¶959)> p. 562.« L’uoica
delio izione adalta di Kant prccri ticr, é> clic egíi era un eeiet t leo independente
ant i wí >111i ¿t nr’. »
18 Vid. E. CASSIRER> Kant. Vida y doctrino, rad. W. Roces, F.C.!!.; México, 1978 (3»
reimp.)> p. 57.
52 J. Carvajal Cordón
19 K.rV..fl XXII.
20 For¡srhriue> Ak. XX> 260: «Die Ontologie (...) beríibrt nichí das Ubersionliche,
welches doch dee Endzweck der Metaphysik ist> gehórt also zo diesr nur als Propñdeutik
aL dic Halle, oder der Vorhoft der eigentlichen Metaphysik, und wird Transzendentaí-
Pbilosohie genanní
21 Ibídem> Alt XX> 272.’ Die Transscendentral phiíosophie, di. dic Lehre von der
Móglichkeit Oller Erkenntniss a priori úberhaupt> welche die Kritik der reinen Vernonft
íst, (...) bat -tu ihrem Zweck dic Grtindung ciner Metapbysik...»
22 NAVARRO CORDÓN> JM.~ Op. cii., p. 75.
23 K,r. 1<> B XXII s. Cfr. Nl. HEIDEGGER; Op. cii., pgf. 3, pló, Et etiam> P. NATORIt A la
memoire de Kant> en Revue de Métaphysique ci dc Moralc, 12(1904)> pp. 233s.
Kant y la fundamentación del discurso de la mctafísica 53
que hay que resolver; puesto que toda la Ontología depende se su solu-
ción »24• Preguntar por el cómo es, evidentemente, indagar acerca de un
determinado procedimiento o método. Ya en la manera de plantear la
cuestión básica y nuclear de toda su filosofía, manifiesta Kant la nove-
dad radical de su pensamiento, que no se dirige a la esencia oculta de la
realidad, sino a su modo de operar. En este sentido hay que entender su
afirmación de los Prolegómenos, según la cual el objeto de estudio de la
metafísica es la producción del conocimiento sintético: «La producción
del conocimiento a priori, tanto según la intuición como según los con-
ceptos> y finalmente también de proposiciones sintéticas a priori, y ello
en el conocimiento filosófico, constituye el contenido esencial de la
metafísica>’25.
Este fundar la posibilidad de la ontología en la solución del problema
planteado por el modo de hacer factible un discurso sintético a priori es
interpretado por Kant como el comienzo de una nueva era en la
ontología, en la que, frente a las exposiciones dogmáticas habidas ante-
riormente, se sientan las bases de un tratamiento «crítico” de la
ontología2~.
24Metaphxvsik P¿ilitz. 4k. XXVIII (2, 1), p. 542. Cfr. Mctaphysik Volckmann, Ak. XXVIII>
(1), p. 391. Cfr, Metaplíysik y. Schón Ontalogie, Ak. XXVIII (1) p. 475.
25 Prolagoniena, pgf. 4; Ak. IV, 274.
26 Mctaphysik Dohna, Ak. XXVIII (2> 1), pp. 6505: “Wir haben dic Ontologie bisher dog-
matisch vorgetragen, d.h. ohne daraof nr sehn woher diese Sátze a priori enístebo —w!r
wollen sic jezt kritisch abhandlen. Hier kommt es an: 1., wie Begriffe a priori entsíehn 2..
wie dic syníhetische Sátze dic wir in der Ontologie haben, méglich sind. Auf diese Weise
wollen wir also gegenwártig dic Onzalogie k>-itisch abhandeln.—’,
27 Cfr. K.U., EinleitunglV; Ak. Vp. 179,
54 .J. Carvajal Cordón
~ Vid. M. HEIDEGGER; Kant oné das Prr,blen, dc, Metaphvsik, pgf. 24, cd, nt.. ~p. 110.
32 K. r. 14, A 152/E 191.” (.,.) es i st uomóglich, dass etwas ;ngleieh sei und nichí sei ». Fn
su Plrilrrsr ph lo primo sive Ootrlogia, Woff enunci a asi este p rincipir>: «Fiere non pol esí, nl
ideo, siTio 1 sil el non s it. » (pgf. 28; preparada y editada por Jean Ecole, G. 01 nis, tUl-
desbei í-n> 1962> p. 16). En la Disse -lat io> Kant t aínbién acepta esta forínul ac ion: « Quieqo i d
si muí est ¿\c orín es t, est im pos i bile (pgl<. 28; Ak. 11, 416).
~ K.rV., A 152/E 191.
~ K.r.V., A 152 sn/E 191 s.
~ K.r.V.> A 151/E ¶90.
36 K.r VA 150/E 189s.
56 1. Carro/a’ Cordón
37 Vid. J.M. PALACIOS> Fil idea/bario t ro nsc<’ndcn taL teoría <-le la verdad, G redos,
Madrid, ¶979; y,. 70.
38 K.r.VAi5I/B ¶90.
3~ K.r.V,AISOIB ¶90.
Kant y la fundamentación del discurso dc la metafísica 57
K,r.V,AiSI/B l9Os.
40
Ibidem.
41
K.r.V., A lO/E [3 s.
42
hace otra cosa que añadir a un concepto dado aquello que ya estaba pen-
sado en él; por el contrario> silos juicios analíticos son negativos, enton-
ces el sujeto cognoscente se limita a excluir del concepto dado su contra-
rto. Todos estos juicios se fundan en una relación de identidad o de
contradicción. Ahora bien; cuando el conocimiento no es reductible a
identidad, «me veo obligado a ir más allá del concepto dado para consi-
derar, en relación con el mismo> algo completamente distinto de lo que
era pensado en él»46. Evidentemente una relación de este tipo no puede
ser ni de identidad ni de contradicción, esto es -para decirlo en una
palabra-> no es una relación «lógica». No se puede> por ello, fundar la ver-
dad de este conocimiento única y exclusivamente en la forma lógica del
juicio. Para fundar los juicios sintéticos, es preciso recurrir a algo
completamente distinto de lo pensado en e3 concepto, algo que sirva de
apoyo a la atribución sintética.
¿Oué es este algo completamente distinto? Este algo -según Kant- no
puede ser otra cosa sino el objeto. Por consiguiente, la relación entre el
concepto y lo totalmente distinto es la donación de un objeto al concepto>
a través de la determinación de la intuición por el pensamiento, es decir,
por medio de la síntesis. ¿En qué se funda esta relación del concepto del
objeto? El objetivo del principio supremo de todos los juicios sintéticos
es precisamente sacar a la luz este fundamento y ponerlo expresamente
como tal fundamento. Su punto de partida se halla en la elucidación de
esta relación primaria entre concepto y objeto, consistente en la «dona-
ción>’ de un objeto al concepto, como la referencia del concepto a la expe-
riencia (real o posible). Kant escribe: ~<Siun conocimiento debe poseer
realidad objetiva, esto es, referirse a un objeto y tener en el n]ismo senti-
do y significación, el objeto tiene que poder darse de alguna forma (...) Dar
un objeto no significa otra cosa sino referir su presentación a la expe-
riencia (sea real o posible)»41.
El texto anterior reformula la referencia del conocimiento, en cuanto
dotado de «realidad objetiva”> a un objeto> que da al primero «sentido y
sígnificación”, en la referencia de la representación a la experiencia real
o posible. La referencia a la experiencia constituye la «realidad objetiva”
de todos los conceptos, tanto puros como empíricos. Todo concepto es en
sí mismo un «mero esquema’>48, cuya significación se realiza únicamente
en la referencia a la experiencia. Por ello> la experiencia se convierte en
el fundamento de la atribución sintética. Se ha de observar, no obstante,
que tal proceso fundador se lleva a cabo de dos maneras totalmente dis-
tintas, según se trate de conceptos empíricos o de conceptos puros; debi-
do a que, mientras en los conceptos puros es necesario un proceso medí-
dor entre origen y posible uso empírico, los conceptos empíricos son ya
por sí mismos ese esquema empírico, que expresa la referencia a la expe-
riencia. De este modo, se comprende fácilmenle que la identificación de
la base, en que se apoya la atribución sintética en el caso de los juicios
empíricos, no presenta problemas; esta base es la experiencian.
El modo general, en que los conceptos puros se refieren a la experien-
cia y reciben por ello «realidad objetiva», es fundamentalmente diverso
de la referencia a la experiencia de los conceptos empíricos. Los concep-
tos puros no se refieren a la experiencia efectiva y concreta sino «a la ex-
periencia posible o mejor a la misma posibilidad de la experiencia”5%«
posibilidad de la experiencia es lo que da realidad objetiva a todos
nuestros conocimientos a priori»51. La necesaria relación condicional en
la referencia de los conceptos puros a la experiencia encuentra así expre-
sión en el mismo concepto de experiencia. La «posibilidad de la experien-
cia», a que se refieren los conceptos puros del entendimiento, significala
posibilitación de la experiencia> la experiencia según sus fundamentos
aprióricos. En consecuencia, la referencia de las categorías a la experien-
cia -en virtud de la cual aquellas alcanzan sentido y significación- no es
una utilización de la experiencia, sino la posibilitación de la misma; no es
un recurrir a un hecho (jactum), sino el mismo hacer(face re) este produc-
to, que llamamos experiencia: «La experiencia posee principios que sir-
ven de base a su forma a prior4 a saber, reglas universales de la unidad
en la síntesis de los fénomenos, reglas cuya realidad objetiva, en cuanto
condiciones necesarias, puede mostrarse siempre en la experiencia,
incluso en su posibilidad»52. La experiencia es siempre una realidad
compleja, un producto -«una síntesis conceptual del objeto de los fenó-
menos en general»53- y no es nunca una rapsodia de elementos sensibles
dados. Cuando la Crítica recurre a la posibilidad de la experiencia o a la
experiencia posible a fin de legitimar los conceptos puros del entendi-
miento, no se vale de algo dado a posteriori, sino que tematiza la relación
posibilitadora de la experiencia misma, relación por la que se enlazan ne-
cesariamente los conceptos puros y el material simplemente sensible. El
“tercer elemento»> que constituye el <‘medio de todos los juicios sintéti-
cos’<4, no es una tercera cosa a la que haya que salir, sino la unidad
compleja de conciencia y objeto en la figura del conocimiento de los obje-
tos (experiencia).
El principio supremo de todos los juicios sintéticos establece, pues,
que las categorías poseen «realidad objetiva’>, son determinaciones tras-
~ K.rV.,AlS7s./Bi9ós.
58 A este respecto> véase U. EÓHME> Kant» fheorle der Cegenstandskonstitution, en
Kant-Studicn, 73 (l982), pp. 130-156> especialmente pp. 148 s. y 156.
57 K.r.V.,A146/E ¡85.
~ K. tV., A 62 s/R 87. CIr. etiam ihidcm> A 237/E 296.
S9 K.rV.,AISS/B 197.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 61
~ K.rV..AISS/B 197.
61 Ibidem,
62 HEIDEGGER> M.; De la esencia del fundamento, incluido en Ser, verdad y fundamen-
ta. Ensayos> traducción de E. García Belsonce, Siglo veinte, Buenos Aires> 1974, y,. 71. Cf r.
del mismo autor> Kant und das Pro blem de, Metaphysik, pgf. 2’ly 25, ed. cit., pp. 110-120.
62 1. Can’ajal Cordón
68 Nr. U., A [13. CÍr Rejlexion 4811, (Ak, XVII, 736):’ Dic Regel ist dic (Áiiltigkeit emes
Eegriffs> aol alígerneine Art das Manniglaltige zur Einhcit zo bringen>. En la Reflexion
5750 (Alt XVIII> 343) se lee: “Regel st: dic Alígemeinheil der .Eedingung in der Eestim
mung des Mannigíaltigen. Oder sic ist dic Einbeii der Eedingung, unter der ctwas alíge-
meingúltig best imn3t xvi rd ». Finalmente> en términos muy semejantes, se define este con~
cept.o de «regla» en la Reflexión 5751 (Ak. XVIII> .343): «Einbeit der Bedingung, unter der ci.
‘vas alígenicin geselzí wi r, ist Regel
69 Cfr. Nr. U., A 304/E 360s.
70 Re//exic~;t> 5750; Ak. XVIII 343. ~‘ Reflexian 5708; Ak. XVIII, 331.
del «yo pienso», de tal modo que un concepto por si mismo carece por
completo de validez objetiva, de verdad; en una palabra: no es conoci-
miento. Por consiguiente; puesto que el concepto como tal no tiene esta
función de ser conocimiento en sentido propio, es preciso, con el fin de
que un concepto la tenga> que se fije más allá de ese concepto una condi-
crón, que posibilite su uso en vista del conocimiento de un objeto. La for-
ma> en que es pensada esta relación de condición, es justamente el juicio.
Nosotros nos representamos en el concepto-sujeto del juicio una condi-
ción, a la que se ha de someter lo pensado en el concepto-predicado. De
acuerdo con esto, podemos concluir: el juicio es una regla de la conexión
necesaria de conceptos o representaciones; ya que> si uno pone la condi-
ción (el concepto-sujeto), debe poner también lo condicionado (el
concepto-predicadoy». Kant vincula, pues, indisolublemente los concep-
tos de «forma del juicio» y «regla»:’<Todas las reglas (juicios) contienen la
unidad objetiva de la conciencia de lo múltiple del conocimiento; por
consiguiente> una condición, bajo la cual un conocimiento forma parte
de una conciencia junto con los demás,,Th.
Toda regla está compuesta por tres elementos, según el Duisburger
Nachlass:«Para la formación de una regla se requieren tres cosas: 1.
X.como el datum de una regla (objeto de la sensibilidad o más bien repre-
sentación real sensible). 2. A. la aptitudo de la regla ola condición, en vir-
tud de la cual aquella es referida a una regla en general. 3. B. el exponen-
te de la regla”77. Así, pues, los tres componentes de una regla son los si-
guientes:
- X: es lo determinable por la regla, la condición sensible del sujeto
90 Vid. W. HOGREBE> Kant ¿md das Problcni ciner íranszcndcntalen Scmanrik, Karl Al-
ber, Freiburg/Mánchen, 1974, especialmente> pp. 118-140. Desde una perspectiva distinta>
también Fernando MONTERO ha marcado las líneas directrices de una interpretación se-
mántica de la filosofía trascendental en su artículo Pícnicotos semónricos en e/sistema kan-
¡jano, en Teorema, 111(1973)> pp. 481-510.
“ K.r.V.,A161/B200.
92 Ibidem.
~ Cfr. Prolcgornena, pgf. 39; Ak. IV> 325.
~ Nr. VA 160s./B 199 s.
68 J. Carvajal Cordón
objetos que pueden ser intuidos de modo empírico. Este hecho supone
que los principios matemáticos son necesarios incondicionalmente,
puesto que las condiciones a priori de la intuición son absolutamente ne-
cesarias en vista de una experiencia posible; en cambio, los principios di-
námicos, aunque son necesarios en cuanto establecen condiciones inelu-
dibles en cualquier experiencia, apuntan a un contenido caracterizado
por una contingencia muy marcada, es decir> estos principios son -como
señala Montero95- indeterminados en lo que se refiere a la peculiaridad
de su realización concreta. Como ejemplo de estos últimos puede servir
el principio de sustancialidad: éste establece que hay necesariamente
sustancias permanentes, pero nada dice acerca de su número o de la mo-
dalidad concreta de su existencia. Por ello, dichos principios relativos a-
la existencia de los objetos contenidos en la intuición empírica son sola-
mente contingentes. Mientras que los principios matemáticos, al ocupar-
se exclusivamente de la estructura matemática que constituye la forma
de los objetos de una experiencia posible, tienen un carácter apodíctico;
los dinámicos carecen de esta evidencia inmediata propia de los prime-
ros. Ello explica que, aun cuando ambos grupos de principios posean
una certeza absoluta, los primeros sean susceptibles de certeza intuitiva;
los segundos, tan sólo de certeza discursiva96.
En la segunda edición, Kant añade una nota con la intención de acla-
rar en lo posible esta distinción. En ella> dice: «Todo enlace (coniunctio)
es o bien composición (compositio) o bien conexión (nexus). El primero es
la síntesis de lo múltiple, que no está necesariamente en relación mutua,
como, por ejemplo, los dos triángulos, en los que la diagonal divide un
cuadrado, no se implican por sí el uno al otro necesariamente, y lo mis-
mo acontece con la síntesis de lo homogéneo en todo lo que puede ser tra-
tado matemáticamente (esta síntesis puede dividirse de nuevo en la de la
agregación y coalición; la primera de ellas se dirige a las magnitudes ex-
lensivas, la otra a las intensivas). El segundo enlace (nexus) es la síntesis
de lo múltiple, en la medida en que está necesariamente en relación mu-
tua, como por ejemplo, el accidente con alguna sustancia, o el efecto con
la causa, -en consecuencia, es representado como enlazado a priori a pe-
sar de ser heterogéneo. Llamo dinámico a tal enlace, porque no es ar-
bitrario, porque se refiere al enlace de la existencia de lo múltiple (enlace
que Oe nuevo puede ser dividido en físico de los fenómenos entre sí y
metafísico, su enlace en la facultad congnoscitiva a priori»!W Los princi-
pios matemáticos se refieren a objetos de la intuición (tanto pura como
empírica)98 y, por tanto, afectan únicamente a la unidad de la síntesis en
~ Nr U., A 532/E 560-A 533/E 561. Vid. Np. U., Ak. V, 104.
lOO K.r.V.,A162/E202.
01 N.rV, A i62/B 201 s.:» Man wird aber wohl bemerken: dass ich hier eben sowenig
die Grundsát-ze der Mathematil< in einem Falle, -ah dic Grundsátze der aligemeinen (phy-
sischenl Dynamik im andern, sondern nur sic des reinen Verstandes un Verháltnis auf den
innern Sinn (ohne Uníersehied der darin gegehenen Vurstellungen) va Augen habe, da-
dorch denn jene insgesamt Une Móglichkeit bekornmen’v dr. Re/lexion 5585, Ak. XVIII,
241. Et etian, Reflexion 5589,4k. XVIII> 241.
102 Cfr. K,r.V., A 145/E 184s.
Kant y la fundamentación del discurso de la metafísica 71
‘‘2 Vid.N.rV.,A786/B8i4.
‘‘3 CfrKrV.,A7S7ss./B8l5ss.
‘‘~ Cfr. N,r.V.,A789/B 817.
74 J. Carvajal Cordón
impracticable, ya que está fuera de nuestro alcance abarcar todas las po-
sibles consecuencias de cualquier proposición que admitamos. El modus
ponens sólo se puede emplear para desmostrar algo como hipótesis, en
virtud de un razonamiento analógico de este tipo: si todas las consecuen-
cias examinadas concuerdan con un determinado fundamento supuesto,
todas las restantes estarán también de acuerdo con él. Este procedimien-
tono permite de ningún modo convertir una hipótesis en una verdad de-
mostrada. El segundo camino para inferir desde las consecuencias a los
fundamentos es el modus tollens, que produce demostraciones rigurosas
y fáciles; puesto que, aun cuando sólo pueda extraerse una única conse-
cuencia falsa de una proposición, esta proposición es falsa. Esta de-
mostración es más sencilla y más evidente que la demostración directa u
ostensiva. Es más sencilla, po~ue en ella no necesitamos recorrer toda
la serie de los fundamentos que puede conducirnos hasta la verdad de un
conocimiento a través de la comprensión completa de su posibilidad, si-
no que nos basta con encontrar una sola consecuencia falsa entre todas
aquellas que se siguen del conocimiento opuesto, para poder aflrmar que
éste último es falso y que, por tanto, es verdadero aquel conocimiento
que deseábamos probar. Es más evidente> porque la contradicción lleva
consigo más claridad a la representación que la mejor de las conexiones;
por ello, se aproxima más al carácter intuitivo de una demostración
estricta (Demonstration). Ahora bien, Kant somete el uso de estas
pruebas apagógicas a una restricción crítica: «la prueba de tipo apagógí-
co sólo puede emplearse en aquellas ciencias, en las que es imposible
suplantar lo objetivo de nuestras representaciones> a saber> el conoci-
miento de aquello que está en el objeto, por lo subjetivo de las mismas.
Donde tal suplantación predomina, tiene que ocurrir a menudo> o bien
que lo opuesto de cierta proposición contradiga meramente las condi-
ciones subjetivas del pensar, pero no al objeto, o bien que ambas proposi-
ciones se contradigan mutuamente sólo bajo una condición subjetiva
considerada erróneamente como objetiva, y> dado que la condición es
falsa, ambas proposiciones pueden ser falsas, sin que de la falsedad de
una de ellas pueda concluirse la verdad de la otra»”5. Este tipo de de-
mostraciones puede usarse, pues, en matemáticas> ciencia en la que esta
subrepción de lo subjetivo en lo objetivo es imposible; así como en las
ciencias naturales> en las que dicha subrepción puede evitarse compa-
rando múltiples observaciones. Sin embargo, este tipo de demostración
no puede emplearse en metafísica; ya que los ensayos trascendentales de
la razón pura se llevan a cabo en el medio propio de la apariencia dialéc-
tica, es decir, de lo subjetivo que se propone -o incluso hasta se impone-
como objetivo a la razón en sus premisas. En este campo, en lo que se re-
fiere a proposIcIones sintéticas> no es admisible eí justificar las propias
“5 N.rV.,A79l/E 819.
Kant y la fundamentación del discurso de la mctafísica 75
¿29 Brief an Marcas flerz vom 21. Februar 1772; Ak. X, 131: “Allein derDeus ex Machina
ist in der Bestimmung des Ursprungs und der Gúltigkeit unsrer Erkentnisse das ungereim-
teste was man nur wkihlen kan und bat ausser nachiheilige dass er ieder Grille oder andách-
¿igem oder grúblerischem 1-Iírngespinst vorschub giebt’.
¿30 Prolegomena, pgf. 5; Ak. IV> 277: «C.) Dich auf Eeistimungderallgemeinen Mensehe-
nernunlí ¿u berufen, kann dir nicht gestattet werden; denn das ist cm zeuge, dessen An-
sehen nur auf dem “olfenilichen Gerúchte beruht”.
“‘ Prole~omena, Vorrede; Ak. IV, 259.
78 1. Carvajal Cordón
desprecio por esos falsos amigos del sentido común que ocasionalmente
lo ensalzan> pero normalmente lo desprecian¿32, y da nombres~:« Reid, Os-
wald, Beattie y últimamente también Priestley»’33, los detractores de Hu-
me. Indignación y desprecio basados en el firme convencimiento de que
la apelación al sano sentido común es siempre un recurso que demuestra
que la causa de la razón está perdida~. Kant establece el fundamento
del discurso metafísico en la razón misma> más exactamente en su modo
de proceder, esto es> en las leyes, en las reglas de su uso. Debemos buscar
los fundamentos de posibilidad del discurso metafísico en el pensar> o
sea, en el conocimiento discursivo, el único de que es capaz nuestro en-
tendimiento. Estos fundamentos son intrínsecos al discurso mismo. De
esta manera, se evita el peligro de un regreso infinito. Kant fundamenta
críticamente la metafísica fijando las reglas trascendentales que deter-
minan la validez objetiva del discurso sintético a priori, a saber, los prin-
cipios puros del entendimiento. Estas reglas expresan las condiciones
que permiten establecer la verdad del discurso metafísico. Este debe ate-
nerse a dichas reglas, si ha de tener en general algún sentido para no-
sotros; puesto que sólo podemos comprender aquello que nosotros mis-
mos podemos hacer de acuerdo con una regla’35. Siendo así> una regla no
es otra cosa sino el conocimiento fundado del modo en que hay que reali-
zar algo conforme a un fin determinadol3é. Por ello, la fundamentación
del discurso metafísico exige el establecimiento de las reglas que han de
regir este acontecer discursivo> dado que la regla fija el fundamento
(Grund) que explica y legitima un modo específico de proceder con vistas
a un fin establecido. La fundamentación crítica inmanente desplegada
por Kant proclama la consumación del cambio del modo de pensar, que
«promete a la primera parte de la metafísica» -la ontología- «el camino
seguro de la ciencia»> transformación consistente en partir del principio
deque «sólo conocemos de las cosas lo que nosotros mismos ponemos en
ellas”’3~. Esta fundamentación saca a la luz el hecho de que la legalidad
universal y necesaria del entendimiento constituye la auténtica legisla-
cion de la naturaleza como unidad sintética dc lo múltiple de los fenóme-
nos conforme a reglas: « Nosotros mismos introducimos> por tanto> eí Or-
den y regularidad de los fenómenos, que llamamos naturaleza, y no