Memoria de La Ética (Emilio Lledó)
Memoria de La Ética (Emilio Lledó)
Memoria de La Ética (Emilio Lledó)
Debolsillo)
1. El maestro de todos los griegos
Hay una gran muestra de textos de la tradición filosófica y literaria griega que dan muestra
de la importancia que los poemas homéricos tuvieron en la formación del hijo ideológico
que enhebra esa tradición. Este carácter originario del mensaje homérico va unido a una
primera teoría sobre el comportamiento colectivo de los hombres, en la que aparecen
indicios de aquellos contenidos que, con mayor o menos propiedad, determinaran el
espacio de la “moralidad”. Se puede observar un “sistema de valores” armónicamente
sustentado en el mundo histórico hacia el que se dirigen los versos del poeta.
6. Areté y Agathón
Aquí se hacen patentes las directrices de una buena parte de la ética posterior. El
comportamiento individual se socializa a través de un modelo. El carácter preeminente
de los héroes que discurren por los poemas les otorga una función paradigmática. Los
primeros modelos que presentan los poemas homéricos permiten entrever el origen de
esos términos elementales en toda ética, como son, “bien”, “mal”, “responsabilidad”,
“obligación”, etceterá. El héroe griego es adjetivado frecuentemente como agathón, como
“bueno”; pero esta bondad no tiene nada que ver con el enredo semántico que a lo largo
de los siglos ha llegado hasta nosotros. “Bueno” en Homero no connota nada relacionado
con la idea convencional de bueno. Su campo semántico se rellena, más bien, de
conceptos que expresan utilidad, capacidad de hacer algo, algo que “sirve”, aunque
utilidad que supera la utilidad “egoísta”. La bondad del héroe va unida a otro concepto
fundamental en la filosofía griega, el concepto de areté. A través del latino, virtus, ha
adquirido en el vocabulario moderno un sentido absolutamente distinto del de su origen
griego. Areté significa algo así como “excelencia”, capacidad de sobresalir; dones que
poseen y que conceden al poseedor una cierta preeminencia, un cierto poder. Esta areté
es un atributo fundamental del agathón. El agathón se convierte así, en áristos. “siempre
ser el mejor (aristein)”. Las hazañas del guerrero, del hombre que no tiene otro horizonte
que el de contrastarse continuamente consigo mismo en el otro, necesita del otro, enemigo
o amigo, el reconocimiento. Su vida queda proyectada así en un marco social para el que
vive, y al que, en el fondo sirve. Ser el mejor requiere que alguien lo sepa e, incluso, que
lo comunique. En este momento es cuando la areté, la excelencia, adquiere su verdadero
sentido.
7. El significado de la admiración
El modelo y el héroe que lo expresa son admirados. El pueblo, el dêmos ve el poder en la
espada de esos héroes que se parecen a aquellos señores a los que tienen que obedecer.
9. La muerte
La muerte del héroe es otro de los hilos que tejen la trama del êthos homérico. La Ilíada
abunda en escenas donde los héroes mueren unos a manos de otros. Como la fama, la
muerte tiene también algo propio. Vencer la muerte es, pues, vivir en la memoria. La
única posibilidad de superar la muerte es lograr que ese hecho individual se integre en el
espacio colectivo de la fama, de la memoria de los hombres. Estos héroes afanosos de su
honra y capaces de dar, continuamente, la vida por ella, han abierto el camino -al crear
modelos admirables- de un sistema de relaciones entre los hombres, en el que es posible
el esfuerzo, el “idealismo”, la generosidad. Este horizonte de la lucha idealizada, de la
energía pura, de la incesante agonía, es una forma de disolución en lo colectivo, de
integración de la personalidad singular en la consciencia de los otros, por medio del
lenguaje en el que viven las hazañas. El instinto egoísta, enemigo de una moral de la
solidaridad, se disuelve en ese empeño por vivir más allá de lo que ciñen los límites de la
piel.