Parcial1 XVII

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Diana Barbosa S.

-201630566
Tragedia del siglo XVII
Marzo 4 de 2019

PARCIAL 1

What is a man If his chief good and market of his time


Be but to sleep and feed? a beast, no more:
Sure, he that made us with such large discourse,
Looking before and after, gave us not
That capability and godlike reason
To fust in us unus’d.
-William Shakespeare, Hamlet

En medio de la ruptura entre el muy restringido pensamiento europeo eclesiástico y el reinado


de Isabel I, el genio de los grandes pensadores significó desviarse de la estricta idea de Dios
y más bien, tornar la mente, la forma y las ideas hacia lo humano. Lo anterior le gestó un
desafío a toda suposición que pensara el mundo a partir de la religión y le abrió camino al
florecimiento de una búsqueda consciente a través de las ramas del conocimiento. En su
mayoría, cuando la Reina Isabel I tomó el trono, las obras de teatro se limitaban a tratar
historias bíblicas y vidas de santos. Para cuando este reinado culminó, había ya más de 20
teatros en Londres, donde las obras eran naturalmente seculares y sobre la experiencia
humana. El público ya no buscaba una versión teatral moralizante de la vida, sino una
reflexión sobre el espíritu y las acciones humanas, bien fueran estas buenas o malas. Sin
embargo, esto no significó desconocer a Dios, sino más bien hacerle hincapié a la verdad que
permanecía oculta detrás de pensamientos católicos forzosamente superpuestos.
El dramaturgo inglés William Shakespeare, en ejercicio de su extraordinario genio,
compuso Hamlet entre 1599 y 1602. Esta obra, fruto del periodo en el que nace, fluye según
la disposición común de la tragedia, esa de que el hombre es un juguete del destino. No
obstante, en Hamlet no es del todo claro que el ser humano sea necesariamente movido por
fuerzas inevitables: “There’s a divinity that shapes our ends, Rough-hew them how we will”
(5.2.10). Con esto, cabe la duda de si el telar del destino es arbitrario o si tiene que ver con
las decisiones humanas.
Así que, existe una delgada línea entre reconocer si se trata de un juego del destino donde
Hamlet es tan solo una ficha movida arbitrariamente o si, por el contrario, el juego es de
Hamlet y sus fichas son los demás personajes. Dicho con: “Ainsi, quand Hamlet se contredit,
quand il se répète, ce n’est nullement gratuit ni ridicule, comme dans le cas de Polonius, mais

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c’est une manière de brouiller les pistes, une manière d’accuser aussi; le prince semble animé
par le désir de choquer, de laisser entendre sans dire ouvertement” (Rouget, 302).
Quizá el tema más discutido en Hamlet ha sido el de su supuesta inacción. Toda la
discursividad y cuestionamiento que Shakespeare desarrolla en la construcción de su
personaje principal ha sido pensado, por algunos de la crítica, como una actitud letárgica de
Hamlet para aplazar el asesinato de su tío Claudio. Sin embargo, dicha construcción no brota
a partir de un dilema de actuar, sino de una trama que comienza a tejerse desde el momento
en que el fantasma de su padre le revela la verdad. Aún más, la primera vez que Hamlet
aparece en escena no tiene diálogo sino hasta varias interrupciones después y se habla a él
mismo en voz baja para que nadie pueda oírlo, con lo que Shakespeare sugiere que Hamlet
está en todo momento observando. La llamada inacción de Hamlet es, en realidad, un cálculo
bastante premeditado de todo lo que a su alrededor se desencadenará.
Ahora bien, aquello de siempre estar preparado está intrínsecamente vinculado al
siguiente pensamiento de Hamlet: “There’s a special providence in the fall of a sparrow. If it
be now, ‘tis not to come. If it be not to come, it will be now. If it be not now, yet it will
come—the readiness is all. Since no man of aught he leaves knows, what is’t to leave
betimes? Let be” (5.2.203). Este fragmento, además, tiene relación con otra obra
shakesperiana. Al igual que Macbeth, Hamlet se siente seguro justo antes del final, para luego
cada uno someterse a la necesidad de a donde lo llevará su destino. Así, Hamlet mata a
Claudio y muere; Macbeth, en efecto, se somete a la justicia.
Lo que muchos ignoran en la lectura de esta obra, es que cada diálogo, conversación y
soliloquio se suman para juntos producir la más grande acción que fue la de vengar el
envenenamiento de su padre. Ejemplo de esto es la obra de teatro, cuya trama él elige para
que Claudio, dependiendo de cual fuera su reacción revelara si fue culpable. Otro ejemplo,
es la confrontación que tiene con su madre en su guardarropa, donde Polonio resulta muerto.
Allí, Hamlet con su hábil oratoria, le impone a su madre una fuerte reflexión sobre la traición
que consigo llevó haber desposado al hermano de su marido, con lo que pretendía dividir su
unión y debilitar a Claudio. También, Hamlet es forzado a abandonar Dinamarca y el plan,
en principio, había sido que, una vez llegados a Inglaterra, Rosencratz y Guildenstern
lograran hacerlo degollar. Hamlet, gracias a su ingenio, reescribe la carta y en cambio, envía

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a sus dos supuestos amigos a su muerte. Finalmente, tomando provecho de la misma


conspiración de Claudio, Hamlet le cuenta a Horacio todo lo que, por orden del Rey, por
poco acontece. Esto lo hace de tal forma que el mensaje se tradujera en la necesidad
inminente de asesinarlo, para así convertir a Horacio en su aliado.
Razones por las que, el comentario de Shakespeare sobre la experiencia humana no se
concentra en cuestionar la veracidad de la fuerza divina, sino en cuestionar el conformismo
humano frente a una verdad divina interpretada y manipulada por el hombre. Si bien Hamlet
no pone en duda la existencia de Dios ni la de su plan divino, sí duda sobre la inamovilidad
de este, pues Dios ha dotado a la humanidad de facultades para razonar y decidir. Por lo tanto,
Hamlet demuestra que su razón y aguda consciencia son las que ponen las probabilidades a
su favor, pues finalmente, consigue sus dos principales objetivos: vengar a su padre y dormir.
Luego, no sería justo descifrar a este personaje a partir de su mal llamada inacción sin
primero apreciar su pujante sentido de rechazar a aquellos que por aceptar la irremediabilidad
del destino, se limitan a acciones nimias. Shakespeare invita a su público a resisitir la
fatalidad de su fortuna, lo invita a jalar sus propios hilos, a no esperar que su suerte la
determinen fuerzas superiores sin primero cuestionar cuál es su rol y poder en su propio
destino.

Bibliografía primaria:

Shakespeare, William. Hamlet. London: Penguin Popular Classics, 1994.

Bibliografía secundaria:

Gheeraert-Graffeuille, C. (2012). “Destin et Liberté dans Hamlet de William


Shakespeare”. Rouen, ERIAC: Travaux et Documents Hispaniques. Web. http://eriac.univ-
rouen.fr/wp-content/uploads/2012/11/04gheeraertfatum.pdf

Iriarte, Amalia. “El quehacer teatral en Shakespeare y sus contemporáneos”. En Lo


teatral en la obra de Shakespeare. Bogotá: Ediciones Uniandes y Universidad de Antioquia,
1996. PDF.

Murray, P. (2000) “God’s Spy: Shakespeare and Religious Vision”. Edinburgh: T&T
Clark.

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Rouget, Michèle. “Paradoxe et subversion dans Hamlet”. Venet, Gisèle. Le Mal et ses
masques: Théâtre, imaginaire, société. Lyon: ENS Éditions, 1998. (pp. 283-327) Web.
<http://books.openedition.org/enseditions/7224>.

Shakespeare, William. Macbeth. Yale University Press, 2005.

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