10 Temas de Formacion para Agentes de Pastoral (Corregido)
10 Temas de Formacion para Agentes de Pastoral (Corregido)
10 Temas de Formacion para Agentes de Pastoral (Corregido)
PRIMERA ETAPA
NAZARET
Lucas 1,26-38 La Anunciación y la Encarnación
El misterio de la Encarnación: Diálogo de salvación
Dios pide de nosotros la adhesión de todo nuestro ser
BELÉN
Lucas 2,1-20 El Nacimiento de Jesús
Dios nace pobre Los pobres son sus huéspedes
El desastre de la riqueza La dignidad inviolable de la persona
JORDAN
Lucas 3,15-22 El Bautismo de Jesús
Juan invita a la conversión
Jesús entra en la historia como judío
El testimonio del Padre
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NAZARET
Lucas 1,26-38
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre
perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era
María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el
Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía
significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y
será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David,
su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún
hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo
de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que
era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada
imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que
has dicho".
Y el Angel se alejó.
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Estudio
Toda la escena es una conversación, un diálogo entre dos personas: el Angel y la Virgen.
Pero estas dos personas representan a otras personas. El Angel representa a Dios, es su
presencia, es su enviado.
Y María santísima representa a toda la humanidad.
Por eso no es un diálogo cualquiera. Se trata de un diálogo esencial, un diálogo decisivo, una
conversación definitiva. Es un diálogo de salvación.
Dios se acerca a esta muchacha, tal como se acerca a cada hombre y mujer en las distintas
circunstancias de la vida y de la historia.
Es verdad que toda la historia bíblica es un largo relato de este permanente acercamiento de
Dios a los hombres. También es verdad que en ella podemos encontrar como un modelo para
aprender a reconocer el modo como Dios viene a conversar con nosotros.
Pero en la escena que estamos meditando hay algo tremendamente novedoso: lo que está
pidiendo Dios a esta muchachita es que acepte que sea Su propio Hijo, el que se hará hombre,
para conversar con toda la humanidad.
Jesús es el Hijo del Altísimo, el Santo de Dios que estará entre nosotros, para hablarnos acerca
de Dios. Es Dios mismo que nos hablará de su vida íntima y de nuestra intimidad. Es Dios que
nos hablará de amor y de como amar.
Por eso la respuesta de María santísima es tan importante: de Ella depende que el Hijo del
Altísimo, el Verbo Eterno de Dios, se haga también hijo de hombre, uno de los nuestros. De
Ella depende que La Palabra de Dios se haga también Palabra Humana.
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BELÉN
Lucas 2,1-20
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara
un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la
Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a
Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba
embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María
dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la
noche. De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con
su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo
una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha
nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un
niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a
Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por
él!".
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos a
Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado". Fueron rápidamente
y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron
lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron
admirados de lo que decían los pastores.
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Estudio
La historia
Un acontecimiento histórico es la causa de que el Mesías nazca en Belén, y cumpla así los
anuncios de los profetas. Podemos decir, pues, que Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías del Señor,
en su nacimiento nos permite descubrir que aunque los acontecimientos históricos sean
adversos, Dios no ha soltado las riendas de la historia. Dios es fiel.
La pobreza
Toda la escena está envuelta en un clima de pobreza, casi de miseria:
- El lugar del nacimiento de Jesús ni siquiera es una casa, es un pesebre, un lugar para
alimentar a los animales.
- Los pastores visitados por los ángeles están durmiendo al aire libre, y no en sus casas.
- El único signo que da el ángel para que los pastores reconozcan al Mesías recién nacido
es: “un niño, envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Es decir, el más pobre de los niños
que se pueda encontrar.
Así vistas las cosas, la única “riqueza” de la escena son las personas. Podemos decir,
entonces, que Dios nace allí donde las personas son lo más importante, allí donde nada es más
importante que las personas.
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Texto sugerido para la meditación: De la carta “Redemptor hominis” del Papa Juan Pablo II n
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...Cristo Señor ha indicado estos caminos sobre todo cuando- como enseña el Concilio- « mediante
la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre ».
La Iglesia divisa por tanto su cometido fundamental en lograr que tal unión pueda actuarse y
renovarse continuamente. La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda
encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la
potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la Encarnación y
de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella...
Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. Él mismo es nuestro camino « hacia la casa del
Padre » y es también el camino hacia cada hombre. En este camino que conduce de Cristo al
hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida
por nadie. Esta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre. La Iglesia, en
consideración de Cristo y en razón del misterio, que constituye la vida de la Iglesia misma, no
puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco
puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza...
Aquí se trata por tanto del hombre en toda su verdad, en su plena dimensión. ...Se trata de « cada »
hombre, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha
unido Cristo, para siempre, por medio de este ministerio. Todo hombre viene al mundo concebido
en el seno materno, naciendo de madre y es precisamente por razón del misterio de la Redención
por lo que es confiado a la solicitud de la Iglesia...
El objeto de esta premura es el hombre en su única e irrepetible realidad humana, en la que
permanece intacta la imagen y semejanza con Dios mismo. El Concilio indica esto precisamente,
cuando, hablando de tal semejanza, recuerda que « el hombre es en la tierra la única creatura que
Dios ha querido para sí misma ». El hombre tal como ha sido « querido » por Dios, tal como Él lo
ha « elegido » eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria, tal es precisamente
« cada » hombre, el hombre « mas concreto », el « más real »; éste es el hombre, en toda la
plenitud del misterio, del que se ha hecho partícipe en Jesucristo, misterio del cual se hace
partícipe cada uno de los cuatro mil millones de hombres vivientes sobre nuestro planeta, desde el
momento en que es concebido en el seno de la madre.
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EL JORDAN
Lucas 3,7-22
Mientras tanto el tetrarca Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías -la mujer de
su hermano- y por todos los delitos que había cometido, cometió uno más haciendo
encarcelar a Juan.
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando,
se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una
paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo
puesta toda mi predilección".
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Estudio
Juan el Bautista: el profeta que ve el cumplimiento de su anuncio
Delante de Juan se pone de pie todo el Antiguo Testamento: los patriarcas Abraham, Isaac y
Jacob, el gran Moisés, el rey David, todos lo profetas. El Antiguo Testamento con todas sus
instituciones: las promesas, la Alianza, la Ley, el Templo de Dios. Todo el plan de Dios está
en el umbral de esta puerta que es Juan el Bautista. Todo Israel, toda la historia de salvación
está pendiente de los labios de Juan: ha llegado la hora del cumplimiento.
Todos se acercan a Juan y Juan los llama a todos a la conversión: nadie está libre de esta
llamada. Porque todos tienen necesidad de “algo más”, todos tienen necesidad de “Alguien
más”: el Salvador que Dios enviará. “Detrás de mi viene uno que es más grande que yo”:
significa que la conversión es “solo una preparación”.
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Hijos en el Hijo
11. Recordamos las palabras de Jesús a Nicodemo: «En verdad, en verdad te digo, el que no
nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios» (Jn 3, 5). El santo Bautismo
es, por tanto, un nuevo nacimiento, es una regeneración.
...
Por el santo Bautismo somos hechos hijos de Dios en su Unigénito Hijo, Cristo Jesús. Al salir
de las aguas de la sagrada fuente, cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída
a orillas del río Jordán: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Lc 3, 22); y entiende
que ha sido asociado al Hijo predilecto, llegando a ser hijo adoptivo (cf. Ga 4, 4-7) y
hermano de Cristo. Se cumple así en la historia de cada uno el eterno designio del Padre: «a
los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
que Él fuera el primogénito entre muchos hermanos» (cf. Rm 8; 29).
El Espíritu Santo es quien constituye a los bautizados en hijos de Dios y, al mismo tiempo, en
miembros del Cuerpo de Cristo. Lo recuerda Pablo a los cristianos de Corinto: «En un solo
Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo» (1 Co 12, 13); de
modo tal que el apóstol puede decir a los fieles laicos: «Ahora bien, vosotros sois el Cuerpo
de Cristo y sus miembros, cada uno por su parte» (1 Co 12, 27); «La prueba de que sois hijos
es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Ga 4, 6; cf. Rm 8, 15-
16).
Tarea personal:
Imagínate una conversación con Juan Bautista:
- Ya sabes lo que tienes que hacer para recibir a Jesús: ¿lo haces?
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SEGUNDA ETAPA
GALILEA I
Marcos 3,13-19 La comunidad de Jesús
Jesús es el corazón de la comunidad
La vocación a la comunidad
El ejercicio de la vida comunitaria
GALILEA II
Mateo 5,1-19 El sermón de la montaña
El perfil de los discípulos de Jesús
El camino para hacer brillar a la persona por sobre las cosas
GALILEA III
Marcos 5,35-43 Los milagros de Jesús
Señales del Reino de Dios
La misericordia de Dios en sus obras
Solidaridad y justicia
GALILEA IV
Lucas 15,11-32 La parábola del Padre misericordioso
El perdón de Dios
El amor de Dios, y las condiciones del perdón
Ejercicio humano del perdón
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GALILEA I
Marcos 3,13-19
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Estudio
Este es uno de los primeros actos públicos de Jesús. Jesús permanece en la misma línea de
toda la historia de salvación iniciada por Dios: incorporar a hombres para humanizar el
diálogo de Salvación. Aún siendo Dios con nosotros, Jesús no nos salvará sin nuestra propia
participación,. Para despertar nuestra adhesión se nos acerca en la persona de los que Él
mismo ha llamado.
Dios quiere contar con los hombres. Quiere darse a entender a los hombres de un modo que
los hombres puedan entender, quiere hacerse comprensible para entablar un diálogo humano.
Estos hombres dirán en palabras humanas la voluntad de Dios, dirán en palabras humanas las
mismas palabras de Jesús el Hijo de Dios.
Llamó a los que Él quiso. Por eso quien llama es Dios. No son los apóstoles los que se
ofrecen. Quien llama permanece dueño de la palabra. Es Dios quien quiere entablar esta
conversación, este diálogo con los hombres, y quiere decir a los hombres algo acerca de sí
mismo.
Para estar con Él y para enviarlos a predicar. Porque si no están con Él, no podrán dar
contenido verdadero a las palabras. Solo estando con Él se aprende a hablar de Él. La palabra
que entregarán no es propia, no la inventan ellos; la reciben, la aprenden en la amistad con
Jesús. No hablan de sí mismos, sino de Aquel que los llamó. La Salvación que llevan es Jesús
mismo.
Pero hay algo que es especial en una comunidad cristiana: es el motivo por el que ser forma y
la forma como se organiza.
Una comunidad cristiana no nace por afinidades y gustos. Nace como “respuesta” a una
“llamada”. Cristo Jesús, a través de su Cuerpo que es la Iglesia, “llama” a los hombres y
mujeres a formar la comunidad de la Iglesia. La comunidad nace porque los cristianos hemos
sido llamados a ella. Y somos llamados de muchas formas distintas, pero detrás de todas esas
formas distintas hay una sola Voz que llama: Jesús, Nuestro Señor.
Y en una comunidad cristiana, la cabeza es siempre Cristo Jesús por medio de la cabeza de esa
comunidad que es el sacerdote, el cura párroco. Él es la cabeza visible de Cristo Jesús, cabeza
Espiritual e invisible. De este modo la comunidad nunca vive sola y aislada, siempre vive en
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comunidad con otras comunidades, a través del sacerdote, de la cabeza de todas esas
comunidades. Una comunidad cristiana es al mismo tiempo una comunidad visible y una
comunidad espiritual.
De este modo una comunidad cristiana es siempre hija y siempre hermana. Hija de una padre
común, el sacerdote que representa a Jesús, Pastor y cabeza de toda la Iglesia. Y hermana de
todas las comunidades que han respondido el llamado del mismo Señor. Una sola cabeza:
Cristo, una sola familia: la Iglesia, Cuerpo de Cristo.
Así la comunidad cristiana es la matriz, la madre de los hombres y mujeres cristianos, es la
escuela de vida cristiana.
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“No hay amor fraterno entre cristianos si cada uno exige ávidamente un trato
conforme a su dignidad, y no sabe despojarse de su rango e inclinarse ante su
hermano como un servidor suyo.” (16)
“La debilidad de uno es siempre un desafío al amor de los demás. Y cuando
constatamos las faltas del otro no deberíamos rechazarlo, ni menos aún lanzarle
piedras; tampoco caer en la detracción y las murmuraciones, que hieren o destruyen
la comunión. Conscientes de nuestras propias debilidades, hemos de sentirnos movidos
a ayudar con verdadera humildad, compartiendo la sabiduría que el Señor nos ha
confiado y aún corrigiendo fraternamente, pero también supliendo deficiencias por la
acción y mediante la oración.”...
“Así la comunión es un amor entre pobres y una escuela de humilde solidaridad. Esto
libera muchas energías en la vida fraterna. Evita desgastarse en defender apariencias,
en rencillas y en pequeñeces. Libera el vigor de todos al servicio de la misión
compartida en la construcción del Reino.”(27)
“Lo que es distinto en el otro, Dios lo quiso como un don y no como una amenaza a mi
identidad y función específicas dentro del Cuerpo de Cristo. Esto nos induce a
desarrollar la “capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para
acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: ‘un don para mí’” Esta espiritualidad
cultiva también el sentido que tiene la variedad de las personas y de las diferentes
comunidades dentro de la Iglesia, cual es el servicio a la plenitud de todo el Cuerpo.
Por eso propicia la participación de todos en la tarea común.”(30)
“Como cristianos, en nuestra vida tiene que brillar algo nuevo, una manera de amar original,
realmente sorprendente, porque prolonga la manera de amar de Cristo. Su amor no estaba
marcado por el egoísmo, que mide el trato que da al prójimo con la medida del trato que de él
recibe. Su amor está marcado por la gratuidad, con su expresión máxima que es el perdón. No son
sólo siete las veces que hemos de perdonar, sino infinidad de veces, setenta veces siete, es decir,
siempre. El perdón se manifiesta en superar “el instinto espontáneo de devolver mal por mal” , y
en no desearle el mal a nadie, sino realmente el bien verdadero —que no excluye al castigo
medicinal— en esta vida y en la eterna.” (53)
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Tarea personal:
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GALILEA II
Mateo 5,1-19
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el
Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda
forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los
precedieron.
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?
Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una
montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la
pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar
ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas
obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar
cumplimiento.
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Estudio
Si nos detenemos en las promesas que siguen a cada una de los tipos de personas que Jesús
llama en su discurso se ilumina la novedad que nos quiere entregar:
Toda esperanza viene de Dios, y tendrá su perfección en Dios, en el Reino de Dios. Allí serán
saciados, consolados, recibirán la herencia. Allí lo verán.
Desde la mirada que Jesús nos ofrece, todo se ilumina de un modo distinto al orden que
impone este mundo: cada persona vale más que todas las cosas, y Dios mismo es su “precio”,
su “herencia”, su “valor”. Vale la pena padecer la pobreza, vivir de la compasión, trabajar por
la justicia, vivir la pureza de corazón, y padecer persecución. Porque Dios es nuestra riqueza,
Dios es nuestra misericordia, es nuestra justicia, nuestra meta final.
Quienes viven así, son luz para los demás, especialmente para quienes han hecho del dinero, o
del poder y la violencia, o del placer sus ídolos. Los “felices”, los bienaventurados, nos
muestran en propia vida, que Dios es verdadera riqueza, verdadera esperanza, y verdadero
consuelo. La vida de estas personas solo se entiende desde Dios, y no desde este mundo.
Por último: los que están cerca de Jesús, los que Él llamó para hacerlos “sus discípulos”, son
los primeros llamados vivir así. Su vida es palabra viviente de Dios, su vida está llena de
Dios, si viven como pobres, afligidos, compasivos, misericordiosos, si tienen hambre y sed de
justicia, si padecen persecución, si son limpios de corazón y trabajan por la paz. Entonces son
discípulos de Jesús, porque toda su esperanza, toda su riqueza y todo su consuelo es Dios
mismo. La amistad verdadera e íntima con Dios hace experimentar la verdad de Dios, por
encima de todo padecer en esta vida.
Se nos revela así un tipo de persona, un “perfil” que refleja de modo clarísimo a Cristo Jesús,
la vida cristiana. Este tipo de persona, este modo de vivir, da testimonio de que existe un
mundo “distinto” de este mundo, un mundo que no es de este mundo. Esto otro mundo se
llama el Reino de Dios.
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Tarea personal:
Examen de conciencia, revisión de vida a la luz del “sermón de la montaña”: Mateo 5.6 y7
Compromiso mutuo de ayudarse a vivir en este “espíritu de las bienaventuranzas”.
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GALILEA III
Marcos 5,35-43
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga
y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?".
Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta
que creas".
Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de
Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y
gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino
que duerme". Y se burlaban de él.
Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los
que venían con él, entró donde ella estaba.
La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno,
levántate".
En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos,
entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de
lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.
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Plan de básico de formación para los agentes de pastoral Parroquia Santa María de la Esperanza
Estudio
Jairo en medio de su angustia y tristeza, pone en Jesús toda su fe.
Y Jesús toma la iniciativa. Lo lleva a través de todos los malos augurios de sus parientes y
amigos; lo llevó a través de los llantos y del alboroto, y entró con el hasta el mismo lugar de la
muerte.
Allí escuchó las Palabras de Dios: talita kum, y junto con la niña se levantó la esperanza del
papá.
En ese momento que quedaron sepultados los augurios de sus amigos, y de pie, con su
esperanza resucitada salió del sepulcro.
¿Por qué obra milagros Jesús?
Porque quiere “mostrar” que el Reino de Dios ya está aquí, y a ha comenzado a obrar sus
obras. Toda enfermedad es una “señal” del desorden y del desamparo de una humanidad
huérfana. Este desamparo tiene su raíz en aquella horfandad fundamental que es la vida lejos
de Dios. El milagro es también una “señal”. Es señal de la armonía que Jesús viene a
restablecer: el Reino de Dios devuelve la belleza a las creaturas, las restablece en la armonía
para que puedan cumplir su vocación. Todos los milagros son signos de que Jesús es el Mesías
de Dios, el ungido de Dios, el enviado que Dios había prometido. (Lc 4, Mt 11)
Pero para que esto se realice Jesús pide una condición indispensable. Creer en Él, aceptar que
es el Hijo de Dios, confiar toda esperanza en aquel que es Dios con nosotros. Casi todos los
milagros están precedidos por esta invitación de Jesús, por esta condición. Así fue en el caso
de la mujer que tocó el manto de Jesús, en medio de la multitud; el caso de los amigos que
bajan por el techo a su amigo paralítico, así el ciego de Jericó.
Pero hay una actitud ante la cual Jesús se resiste a hacer estas señales: la dureza del corazón de
quienes lo piden. Se acercan a Él para pedirle una muestra de su poder. Esta actitud están
claramente reflejadas en las tentaciones que Satanás puso a Jesús en el desierto: ¡demuestra tu
poder!, sugiere el enemigo, y Jesús responde una y otra vez con su fidelidad al amor de Dios
por la humanidad. Así también cada vez que los fariseos pidieron una señal fueron rechazados.
Por lo tanto, ante la pregunta ¿por qué Jesús obra milagros?, la respuesta aparece en la ternura
amorosa de Dios, que recibe en su seno fecundo y vital a sus creaturas amadas, para
devolverles la vida. La ternura y la compasión que brotan del amor infinito de Dios, son la raíz
de todos los milagros. Dios quiere despertar amor, no sumisión.
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Plan de básico de formación para los agentes de pastoral Parroquia Santa María de la Esperanza
Tarea personal:
Hacer compromisos de misericordia y compasión con personas que sufren (conocidas o no)
Examen de conciencia a la luz de Mateo 25,31
Compromiso mutuo de ayudarse a vivir en este “espíritu de las bienaventuranzas”.
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GALILEA IV
Lucas 15,11-32
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre,
dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde
malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino
mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio
de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él
hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las
daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi
padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo
tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre.
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su
encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no
merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la
mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el
ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha
vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros
que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba
eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado,
porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para
rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber
desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una
fiesta con mis amigos.¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus
bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo
mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría,
porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido
encontrado'".
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Estudio
En esta “estación” el Padre muestra por primera vez su originalidad. Está esperando a su hijo,
corre hacia él y lo restablece a una especial condición: el amor de su corazón. Con este amor,
viste al hijo, que viene a nacer de nuevo.
El hijo mayor es imagen de todo hombre que se ha adueñado de la justicia. Y que se hace a sí
mismo medida de toda justicia. Olvida su condición e hijo y de hermano y desprecia, no
valora, no reconoce a los demás.
El Padre interviene por segunda vez, y revela su “genio”. Hace reconocer al hijo mayor su
condición de hijo: tú estás siempre conmigo, todo lo mío es tuyo. Y al mismo tiempo le revela
el misterio de su amor paternal: tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida. Lo hemos
encontrado.
Curiosamente es esta escena no hay abrazos ni besos, ni súplicas. El Padre rebela su bondad
como la mayor riqueza, como la mayor alegría posible.
A esta luz hay que reconocer la invitación que Jesús nos hace para llegar a la conversión: todo
su misterio es Dios que se acerca a la humanidad que está en ruinas, para acogerla, abrazarla, y
devolverle la dignidad primera. En Cristo, Dios ha salido al camino del hombre, de todo
hombre, para atraerlo a la fiesta de la familia. Sólo una actitud puede ser obstáculo insalvable:
la dureza de corazón, el rechazo al amor. Esta misma es la condición de la fiesta: volver, entrar
participar en el amor del Padre.
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“En verdad, no habrá unidad sin que muchos tengan conciencia de su debilidad, sus prejuicios y
sus faltas, sin que recorran el camino del perdón y del arrepentimiento.”(25)
“El Papa nos escribe recientemente que después de pensar muchas veces en los caminos que
conducen a restablecer plenamente el orden moral y social cuando ha sido bárbaramente
violado, ha llegado a una conclusión en cierto sentido paradójica. A su juicio ese
restablecimiento no se logra “si no es conjugando la justicia con el perdón”. Agrega: “Los
pilares de la paz verdadera son la justicia y esa forma particular del amor que es el perdón”.
Responde además a quienes no ven cómo se puede conjugar ambas acciones, diciendo: “Mi
respuesta es que se puede y se debe hablar de ello a pesar de la dificultad que comporta; entre
otros motivos, porque se tiende a pensar en la justicia y en el perdón en términos alternativos.
Pero el perdón se opone al rencor y a la venganza, no a la justicia. En realidad, la verdadera
paz es ‘obra de la justicia’ (Is 32,17.)”. Y explica la necesidad del perdón, haciendo presente
que “la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y los
egoísmos personales y de grupo”, lo que implica que “debe ejercerse y en cierto modo
completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones
humanas truncadas”.(50)
“Como cristianos, en nuestra vida tiene que brillar algo nuevo, una manera de amar original,
realmente sorprendente, porque prolonga la manera de amar de Cristo. Su amor no estaba
marcado por el egoísmo, que mide el trato que da al prójimo con la medida del trato que de él
recibe. Su amor está marcado por la gratuidad, con su expresión máxima que es el perdón. No
son sólo siete las veces que hemos de perdonar, sino infinidad de veces, setenta veces siete, es
decir, siempre. El perdón se manifiesta en superar “el instinto espontáneo de devolver mal por
mal” , y en no desearle el mal a nadie, sino realmente el bien verdadero —que no excluye al
castigo medicinal— en esta vida y en la eterna. Con mayor excelencia se expresa en procurarles
activamente el bien a los demás, particularmente a quienes hemos tenido por enemigos. Si
estuviéramos en su lugar, ciertamente desearíamos el don de un nuevo comienzo mediante el
perdón. Jesucristo es nuestra Paz y pasó por el mundo haciendo el bien . Encontrarnos con él y
seguir sus huellas, es fuente de reconciliación y de paz. “(53)
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Tarea personal:
Compromiso: orar unos por otros para llegar a pedir perdón y a perdonar.
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TERCERA ETAPA
JERUSALEN
Marcos 12,1-12 El rechazo al evangelio
El misterio del rechazo
Cristo Jesús revela las intenciones del corazón
Reconocimiento de nuestros rechazos
LA ULTIMA CENA
Lucas 22,14-20
Jesús da sentido a la Pascua Judía
Jesús adelanta su muerte en la cruz
Sentido eucarístico a nuestra vida cristiana
EL CALVARIO
Marcos 15,33-41
La cruz es el mayor rechazo del hombre a Dios
La cruz es la mayor muestra de amor de Dios al hombre
Jesús lleva sobre Sí nuestras propias rebeldías y nos abre el camino de la
amistad con Dios
La cruz es la meta del cristiano en este mundo
LA VIDA EN CRISTO
Juan 20,19-30
La resurrección es la respuesta de Dios a la fidelidad de Jesús
La resurrección es la confirmación de la victoria del amor
La vida en el Espíritu es la vida de los cristianos
La oración es escuela de vida y manantial de acción
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JERUSALEN
Juan 9,1.41
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: "Maestro,
¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". "Ni él ni sus padres han
pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche,
cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Después
que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado".
El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto
mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". Unos
opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy
realmente yo". Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". El respondió: "Ese
hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a
Siloé'. Yo fui, me lavé y vi". Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo
sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y
le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les
respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos decían: "Ese
hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un
pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos. Entonces
dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre
respondió: "Es un profeta". Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había
sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
"¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus
padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que
ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para
responder por su cuenta". Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían
puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por
esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios.
Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?". El les respondió: "Ya
se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También
ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás
discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a
Moisés, pero no sabemos de donde es este". El hombre les respondió: "Esto es lo
asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su
voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si
este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada". Ellos le respondieron: "Tú naciste
lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.
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Estudio
En este episodio de la vida de Jesús que nos trae el evangelio de San Juan se revela claramente
la razón por la cual Jesús se enfrenta abiertamente a los fariseos. Ellos, buscando ser fieles a la
ley de Moisés, han perdido de vista la finalidad de la Ley. Buscando ser fieles a la ley han
establecido una separación entre los fieles y los infieles. Así han convertido la ley en camino
de condenación. Y se ha establecido así una perversión de la fe: el amor de Dios se ha
enseñado como condicionado al cumplimiento de la ley y la perfección se ha presentado como
resultado del cumplimiento del esfuerzo humano. La relación con Dios deja de ser una
relación de amor y se convierte en un deber.
Jesús ha venido a manifestar el misterio de la misericordia de Dios especialmente con los
pecadores. Jesús ha venido a poner las cosas en su verdadero lugar y finalidad, ha venido de
parte de Dios ha hacer las obras de Dios. Pero ha sido rechazado por los que tienen el encargo
de cuidar las cosas de Dios.
Este rechazo es una verdadera ceguera espiritual, porque aunque ven, no quieren ver. No ven
las obras buenas, no ven las causas de estas obras buenas, no ven a los que benefician las obras
buenas.
Jesús asume sobre sí mismo este mal y nos revela el modo como Dios mismo actúa ante el
rechazo de la humanidad:
- invita a la conversión a los que están en actitud de rechazo;
- les muestra con “obras” su propia capacidad de representar el misterio de Dios;
- les enseña la verdad de Dios, y el sentido de la ley de Dios;
- revela las consecuencias que padecerán los que lo rechazan;
- recibe en sí mismo las consecuencias de este rechazo, para llamar a la conversión a
quienes lo rechazan.
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Texto sugerido: Carta del papa Juan Pablo II “Reconciliación y penitencia” n.18
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Tarea personal:
Compromiso: Hacer un examen de conciencia reconociendo lo que más he rechazado del evangelio de
Jesús.
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LA ULTIMA CENA
Lucas 22,14-16
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:
"He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les
aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de
Dios".
Juan 13,1-17
...sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de
Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató
a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a
secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le
dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo
comprenderás".
"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!".
Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".
"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la
cabeza!".
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está
completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos". El sabía quién lo
iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios".
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
"¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y
tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies,
ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan
lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su
señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas
cosas, las practican.
Lucas 22,19-20
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi
Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza
sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
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Estudio
Tres son los grandes aspectos que reconoceremos en esta meditación acerca de la última cena
de Jesús con sus discípulos.
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11.«El Señor Jesús, la noche en que file entregado» (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio euca-
rístico de su cuerpo y de su sangre. Las palabras del apóstol Pablo nos llevan a las
circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está inscrito de forma indeleble el
acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace
sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. Esta
verdad la expresan bien las palabras con las cuales el pueblo responde a la proclamación del
«misterio de la fe» que hace el sacerdote: «Anunciamos tu muerte, Señor».
La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros mu-
chos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su
persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación. Esta no queda relegada al
pasado, pues «todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la
eternidad divina y domina así todos los tiempos...”
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se
hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y «se realiza la obra de nues-
tra redención»." Este sacrificio es tan decisivo Para la salvación del género humano, que
Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre sólo después de habernos dejado el medio para
participar de él como si hubiéramos estado presentes.
Así, todo fiel, puede tomar parte en él, obteniendo frutos inagotablemente. Esta es la fe, de la
que han vivido a lo largo de los siglos las generaciones cristianas. Esta es la fe que el
Magisterio de la Iglesia ha reiterado continuamente con gozosa gratitud por tan inestimable
don. Deseo, una vez más, llamar la atención sobre esta verdad, poniéndome con vosotros, mis
queridos hermanos y hermanas, en adoración delante de este Misterio: Misterio grande,
Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la
Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo» (Jn 13, 1), un amor que no conoce
medida.
Tarea personal:
→ Me he quedado pequeño, frágil, débil, ante ti, para que puedas acercarte a Mí. ¿Te haces
pequeño, frágil, débil, para que muchos puedan acercarse a ti?
Compromiso: Hacer un examen de conciencia reconociendo lo que más he rechazado del evangelio de
Jesús.
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EL CALVARIO
Lucas 23,33-49
Cuando llegaron al lugar llamado "del Cráneo", lo crucificaron junto con los malhechores, uno a
su derecha y el otro a su izquierda.
Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos. El pueblo permanecía allí y
miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el
Mesías de Dios, el Elegido!". También los soldados se burlaban de él y, acercándose para
ofrecerle vinagre, le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!".
Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti
mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que
sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas,
pero él no ha hecho nada malo". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu
Reino".
El le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de
la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: "Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu". Y diciendo esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: "Realmente este hombre
era un justo".
Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba
golpeándose el pecho. Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea
permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.
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Estudio
En la cruz se encuentran dos abismos infinitos:
El abismo de la miseria de la humanidad.
La cruz es el mayor rechazo de la humanidad al amor de Dios. Es la culminación del
desastre de la humanidad que quiere vivir sin Dios y contra Dios. En la cruz se concentran
como en un resumen horroroso todos los aspectos más bajos de la humanidad:
- la traición de uno de los discípulos de Jesús, la cobardía de “la roca de la Iglesia”, el
miedo del resto de los “amigos de Jesús”;
- la tozudez de los responsables de la fidelidad a Dios, la injusticia de la justicia humana;
la ceguera y la complicidad del encargado del orden; la prepotencia de los que tienen
poder;
- la superficialidad, la frivolidad, la ingratitud del pueblo que una vez alabó a Jesús y lo
recibió con vítores; la ingratitud de los que recibieron los dones de Dios: el pan, la
salud, el perdón;
- la vulgaridad de los groseros.
Todo este misterio trágico de la humanidad vencida por el pecado, la humanidad que se
encierra en su capricho y en la desobediencia a Dios.
“Al ser maltratado se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al
matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca” (Is 53,7)
Ninguna maldición. Ninguna condenación. Ningún insulto ante los que lo ofenden y castigan.
Sólo palabras de verdad, de perdón y de misericordia. Sólo ternura. Y en la hora de mayor
desesperación un grito desgarrador dirigido a Dios, que termina finalmente con una entrega
confiada.
Cristo Jesús quiso recibir sobre sí todo el mal que los hombres descargan contra Dios contra
sus hermanos. Sólo por amor.
No es posible contemplar este abismo de amor sin asombrarnos por este doble encuentro: la
maldad del hombre y la bondad sin límites de Dios.
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Texto sugerido: De la obra “Mi Cristo Roto” por Ramón Cue, s.j.
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“Tengo sed”
Señor Jesucristo, padeciste el tormento de la sed. Estás abandonado en la Cruz y nadie puede hacer
nada por ti, porque Tú quieres “beber” este cáliz amargo de nuestra traición.
Tienes sed de nuestra fidelidad, de nuestro amor, de nuestras obras buenas. Pero también tienes sed
de nuestros pecados, de nuestras debilidades, tienes sed de nosotros porque solo Tú puedes saciar
nuestra sed de Vida Eterna. Tienes sed en todos los hombres y mujeres que padecen, y nos invitas a
llevarles consuelo y alivio. Que tu sed sea nuestra sed.
Padre Nuestro...; Dios te salve María...; Gloria al Padre...
“Todo se ha cumplido”
Señor Jesús, has llegado al final de tu misión entre nosotros. Tanto nos amó el Padre Dios, que te
entregó a ti, su Hijo para que el todo el que crea en Ti no muera sino que tenga por Ti la vida eterna.
Toda tu misión está llegando a la máxima entrega imaginable: nadie tiene mayor amor que Aquel
que da su vida por sus amigos, y Tú estás dando testimonio vivo de ese amor hasta el extremo.
Gracias por amarnos tanto. Ayúdanos a amar como Tú nos amas.
Padre Nuestro...; Dios te salve María...; Gloria al Padre...
Compromiso: contemplar la imagen de Cristo crucificado y pedir perdón por mis pecados.
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LA VIDA EN CRISTO
Juan 20,19-30
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del
lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose
en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de
alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo
también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el
Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan".
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó
Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no
veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la
mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos
Tomás.
Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo:
"¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos.
Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has
visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se
encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús
es el Mesías, el Hijo de Dios creyendo, tengan Vida en su Nombre.
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Estudio
La resurrección de Cristo Jesús es una experiencia de la fe. Porque a Jesús solo lo pueden
reconocer quienes lo “escuchan” como María Magdalena en el huerto; o bien quienes están
reunidos en el “cenáculo”, el lugar en el que Jesús entró a confirmar a los apóstoles; o bien,
quienes comparten con Él la “eucaristía”, como los discípulos de Emaús. No es una
experiencia que se pueda comprobar científicamente, porque la ciencia sólo puede confirmar
experiencias de este mundo. La única “prueba” es que “el sepulcro está vacío”, porque Jesús
no está entre los muertos.
La resurrección es el triunfo de la Vida sobre la muerte, la victoria del Espíritu sobre la carne,
la supremacía del Amor sobre el odio y la soberbia.
La resurrección es la confirmación por parte de Dios de que el camino de Jesús es el verdadero
camino de vida.
Cristo Jesús nos reveló la voluntad de Dios en sus obras y enseñanzas, y fue rechazado por los
hombres que se aferraron a sus imágenes de dioses hechos a su medida. Si el camino de Cristo
Jesús no fuera cierto, entonces se habría quedado en el sepulcro, y no habría resucitado.
Pero no. El hecho de que ha resucitado es el testimonio de parte de Dios, de que Jesús no era
un soñador, ni un ilusionado con utopías irreales. Si Cristo ha resucitado significa que toda su
enseñanza es real: que viene de parte de Dios; que Dios efectivamente es Su Padre y nuestro
Padre; que amarnos unos a otros como Él nos ha amado es el modo más humano de vivir. A la
entrega obediente del Hijo, que ha sido fiel hasta la muerte, Dios Padre ha correspondido con
su entrega paternal, dándole un lugar de máximo honor.
Por último, la resurrección es la confirmación de que la vida eterna, no es solo el final del
camino, sino el único modo de vivir “con los pies en la tierra”. Por el don de su Santo Espíritu
Cristo resucitado confirma que nuestra vida no está encerrada en los límites del espacio y del
tiempo. El Espíritu Santo despierta en la humanidad la capacidad de corresponder a esta vida
eterna ya desde nuestra historia actual.
La vida en el Espíritu consiste en la fidelidad a las mociones y sugerencias del Santo Espíritu
que obra en el espíritu de los cristianos mediante la oración y los sacramentos de la Iglesia.
Este Espíritu de Cristo es manantial de perdón, manantial de inteligencia espiritual, manantial
de fortaleza espiritual, manantial de comunión.
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Texto sugerido: De la carta “Redemptor hominis” del papa Juan Pablo II n.10.
El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está
privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y
lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor, como se ha
dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al mismo hombre.
Tal es la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a
encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la
Redención el hombre es « confirmado » y en cierto modo es nuevamente creado. ¡El es creado de
nuevo! ...El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo ... debe, con su inquietud,
incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a
Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en Él con todo su ser, debe « apropiarse » y asimilar toda la
realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se actúa en él este
hondo proceso, entonces él da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda
maravilla de sí mismo. ¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha « merecido
tener tan grande Redentor », si « Dios ha dado a su Hijo », a fin de que él, el hombre, « no muera
sino que tenga la vida eterna »!
En realidad, ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre se llama Evangelio,
es decir, Buena Nueva. Se llama también cristianismo. Este estupor justifica la misión de la Iglesia
en el mundo, incluso, y quizá aún más, « en el mundo contemporáneo ».
... La Iglesia que no cesa de contemplar el conjunto del misterio de Cristo, sabe con toda la certeza
de la fe que la Redención llevada a cabo por medio de la Cruz, ha vuelto a dar definitivamente al
hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran
medida a causa del pecado. Por esta razón la Redención se ha cumplido en el misterio pascual que
a través de la cruz y la muerte conduce a la resurrección.
El cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra es dirigir
la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el
misterio de Cristo, ayudar a todos los hombres a tener familiaridad con la profundidad de la
Redención, que se realiza en Cristo Jesús.
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Plan de básico de formación para los agentes de pastoral Parroquia Santa María de la Esperanza
Tarea personal:
Compromiso: preparar una actividad misionera para invitar a otras personas a participar de este
caminar.
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