La Obra Fonetica de Alonso Zamora Vicente
La Obra Fonetica de Alonso Zamora Vicente
La Obra Fonetica de Alonso Zamora Vicente
Antonio QUILIS
Universidad Nacional de Educación a Distancia
0.
1.
En 1923, se creó el Instituto de Filología de Buenos Aires como una irradiación hispanoame
ricana del madrileño Centro de Estudios Históricos, dirigido por D. Ramón Menéndez Pidal.
1 El título era «Aspectos generales del español americano». Vid. más adelante.
2 Tercera edición, Madrid, Escelicer, 1955, págs. 325-345.
3 Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 20 ed„ 1959, págs. 363-365.
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Sus cuatro primeros directores fueron Américo Castro, Agustín Millares, Manuel de Montoliu y
Amado Alonso, a quien sucedió Zamora Vicente4. Desempeñó la dirección del Instituto desde
septiembre de 1948 hasta enero de 1952. En su estadía bonaerense, alentó y dirigió numerosos
trabajos, tanto de los investigadores que ya tenía la institución, como de los jóvenes que
empezaban: sus nombres son hoy parte de la historia de nuestra filología. También fundó y sacó
adelante la revista Filología, rica en contenidos de investigación y en recensiones de las obras
más importantes de la lingüística y de la literatura del momento, redactadas muchas de ellas por
él mismo, como la del Español de Puerto Rico de Navarro Tomás, la del Tesoro lexicográfico de
Samuel Gili Gaya, o la de la Historia de la literatura española de Ticknor, etc.5. En esta revista,
él publicó también artículos de lingüística6 y literarios de los que no puedo ni debo ocuparme
aquí, y también acogió trabajos tan importantes de su esposa, la recordada María Josefa Canellada,
como sus «Notas de métrica», dedicada la primera a la «Sinalefa y compensación entre versos»
y la segunda a la «Cláusula rítmica»7. Lamentablemente, Filología se extinguió, después de
varios años de existencia, por falta de financiación.
En la presentación de la revista, que figura en el tomo I, de 1949 —año también del
octogésimo aniversario de Menéndez Pidal— su fundador y primer director expone el anhelo de
la incipiente publicación, que estará «Al servicio de la lengua —hablada, escrita— de su unidad
espiritual y de su variedad concreta» (pág. 1), pero tampoco se quedará fuera «lo que sin ser
decididamente hispánico, puede encerrar un interés románico colectivo, pero como es de espe
rar, nuestra preferencia irá por lo específicamente americano, y, con mayor morosidad, por lo
argentino» (pág. 2).
Durante su estancia en este país, elabora un importante artículo, el titulado «Rehilamiento
porteño »8donde se describe minuciosamente el fenómeno fónico más importante del habla de la
m encionada zona: el zeismo, fenómeno que, como es sabido, tiene su origen en la
desfonologización de la consonante palatal lateral /J/. El primitivo yeísmo evolucionó en deter
minadas zonas del español a realizaciones muy diversas, porque, como dijo con razón Navarro
Tomás, este segmento /y/ puede ser considerado «como uno de los fonemas españoles de
realización más variada y compleja en la lengua hablada»9. Una de estas realizaciones, la de la
argentina porteña, es la que investiga Zamora Vicente.
Debo hacer aquí un paréntesis para recordar que tanto Alonso Zamora como María Josefa
Canellada —es difícil en ocasiones separarlos en el terreno profesional— fueron discípulos de
Navarro Tomás en el Centro de Estudios Históricos. Aprendieron de él los fundamentos y los
principios de la Fonética, que es lo importante y lo permanente en cualquier disciplina, y
también lo que de instrumental o experimental tiene, que es lo que evoluciona al compás de la
técnica. Y, como el maestro, siempre sometieron al análisis experimental, objetivo, los datos del
habla que estudiaban. De ahí que en todos sus trabajos dialectales aparezcan los clásicos
recuadros negros con inscripciones quimográficas en blanco y los tan ilustradores palatogramas.
Y no podía ser de otra manera en un asunto tan delicado como el que trataba en el artículo
que nos ocupa. Los análisis que hizo del habla de personas cultas, semicultas y no cultas
4 Vid. su artículo «El Instituto de Buenos Aires», Orbis, 1952, I, págs. 223-227.
5 Filología, 1949,1, págs. 75-79, 80-81 y 195-196, respectivamente.
6 Como, por ejemplo, «Participios sin sufijo en el habla albaceteña», Filología, 1950, II, págs. 342-343. «El
dialectalismo de José María Gabriel y Galán», Filología, 1950, II, págs. 113-175. El del «Rehilamiento porteño», al que
nos referiremos más adelante, «Geografía del seseo gallego», Filología, 1951, III, págs. 84-95.
7 Filología, voi. 1949, I, págs. 181-186 y voi., 1950, II, págs. 189-206.
8 Filología, 1949, I, págs. 5-22.
9 Revista de Filología Española, 1934, XXI, pág. 279.
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LO Quim. ‘quimograma’. Respetamos la misma numeración del autor para los pies de las figuras.
11 Puede verse, por ejemplo, entre otros: Guillermo L. Guitarte: «El ensordecimiento del zeismo porteño, fonética
y fonología». Revista de Filología Española, 1955, XXXIX, págs. 261-283. Bertil Malmberg: «Note sur le [z] argentine».
Mélanges de Linguistique Romane et de Philologie Médiévale offerts à M. Maurice Delbouille. Lieja, 1964, págs. 417-
420; Recogido en sus Estudios de Fonética Hispánica, Madrid, C.S.I.C., 1965, págs. 93-98. José A. Barbón-Rodríguez:
«El Rehilamiento». Phonetica, 1975, 31, págs. 81-120, y «El Rehilamiento: descripción». Phonetica, 1978, 35, págs.
185-215. G. Bes: «Examen del concepto de Rehilamiento». Thésaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, 1964, XIX,
págs. 1-27.
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Lámina 3
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2.
i 6 . d x fr é n ts ó ra s ‘d if e r e n te s h o r a s ’ (s u j. i ) .
sir. d j ó $ : i s ‘d ió c e s is ’ (s u j. 5 ) .
Lám ina 4
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pierde la [e] y la [s] se convierte en núcleo silábico, [kwántsón] cuántas son (24): desaparece la
segunda [a] y de nuevo [t] pasa a ser núcleo silábico. En [kukarátc] cucaracha (24 a), se elide
la última [a] y la africada sorda pasa a formar sílaba con la [á]. En [króksí] creo que sí (30), no
se han pronunciado las dos [e], y la segunda [k] se constituye en sílaba. Por último, en [kstjón]
cuestión, ha desaparecido el diptongo y [s] es el núcleo silábico de la primera sílaba, [s].
Este artículo, lo mismo que el anterior, abrió nuevos caminos en la época moderna18. Como
la investigación no se detiene, luego, otros han venido a perfilar y a matizar lo que como
principio y fundamento en ellos se dijo.
3.
En el anteriormente citado trabajo sobre los «Aspectos generales del español americano»192 ,
0
nuestro homenajeado presentó la situación general de nuestra lengua en Hispanoamérica y
señaló algunos caminos que convendría seguir. En las primeras páginas, escribía Zamora Vicen
te: «A lo largo de todo el continente americano, desde Nuevo Méjico a la Tierra del Fuego, los
fenómenos se repiten y reiteran. Existen preferencias o predilecciones que han puesto en mayor
circulación o más intensa vida determinados caracteres, pero los fenómenos son conocidos en
todas partes. Y lo que es más importante: esos fenómenos existen también, aunque con distinta
valoración social, por lo general, en el español europeo». Y hoy, el avance de las investigaciones
dialectales confirma esto que escribiera en 1962. En este trabajo, recoge los fenómenos más
importantes de los tres niveles del análisis lingüístico, dedicando al fonético una extensión
considerable.
El haberme constituido en foco de interés al comienzo de esta mi intervención al evocar el
día —importante para mí, como pueden suponer y comprobar— en que conocí a Zamora
Vicente, me ha llevado a alterar el orden coronológico que debe llevar el rigor expositivo de la
obra de una vida dedicada a la filología. Disculpen y vuelvo al cauce.
4.
El Maestro Zamora Vicente fue Catedrático de Instituto de Enseñanza Media, como una
impresionante pléyade de excelentes Profesores que formaron en España a muchas generacio
nes de jóvenes. Baste recordar nombres como los de Vicente García de Diego, Rafael Lapesa,
Gerardo Diego, Oliver Asín, Emilio Alarcos, los Blecua (padre e hijos), Gregorio Salvador,
Manuel Seco, etc., etc. Pues bien, mientras desempeñaba esa función en Mérida, redactó su
Tesis doctoral sobre El habla de Mérida y sus cercanías20, que fue publicada en 1943. Y de
nuevo en esta obra, en el obligado capítulo dedicado a la fonética, vuelve nuestro autor a
someter a la comprobación experimental dos de los rasgos de pronunciación más llamativos de
la zona: la aspiración y el zeismo.
La primera, sea cual fuere su procedencia es siempre sonora y laríngea. Se pronuncia con
ese tipo de aspiración el sonido correspondiente a la [x] castellana, como los tres primeros
quimogramas correspondientes a las palabras el vencejo, coge y espejo de la lámina 5, en donde
se produce la aspiración más fuerte (que corresponde en el quimograma a la máxima separación
18 Vid., por ejemplo, el artículo de Juan M. Lope Blanch, «En torno a las vocales caedizas del español mexicano»,
N u e v a R e v is ta d e F ilo lo g ía H is p á n ic a , XVII, 1963-64, págs. 79-91.
19 X è m e C o n g r è s I n t e r n a t i o n a l d e L i n g u i s t i q u e e t P h i l o l o g i e R o m a n e s . A c t e s , Publiés par Georges Straka, Paris,
Librairie C. Klincsieck, 1965, Tomo III, págs. 1327-1350.
20 Madrid, C.S.I.C., Anejo XXIX de la R e v i s t a d e F i l o l o g í a E s p a ñ o l a , 1943.
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L ám ina 6
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kafoázo.
Lámina 7
entre las dos líneas, la bucal y la laríngea). También se encuentra la aspiración procedente de la
evolución de la [f-] inicial latina, como en humo, hocino, hoz; las dos últimas reproducidas en
las figuras 4 y 5 de la misma lámina. El último grupo comprende la aspiración procedente de la
[-s] implosiva, en la lámina 6 .
Anteriormente, ya hemos hablado del fenómeno del zeismo en la Argentina y hemos repro
ducido dos quimogramas de Mérida (Lámina 1, Quim. 5 y 6). En la lámina 7, aparecen cinco
palatogramas. El de [síya] silla es el de la palatal central sonora [y]: puede observarse el
contacto de la lengua en las zonas laterales del paladar y la abertura de la zona central. El
palatograma de [síla] silla corresponde a la articulación líquida lateral; la diferencia con la
anterior estriba en que el contacto de la lengua con el paladar se produce tanto en la zona lateral
como en la central. Estos dos palatogramas sirven de referencia a los otros tres, que pertenecen
a la [z] rehilada; por eso se dibujan sobre ellos, con líneas de puntos, sus zonas de contacto. En
la articulación de [y], la lengua adopta una forma convexa, mientras que en la articulación de la
rehilada, la lengua es plana. Los tres palatogramas de la rehilada [z] muestran una zona de
contacto más amplia, más anterior y, lógicamente, la parte central está libre también de cierre
linguopalatal.
En este trabajo, deslinda con cuidado los rasgos fonéticos que son vulgares o comunes con
otras zonas dialectales del español de los que perviven como herencia del antiguo leonés
oriental. Entre estos últimos, cabe mencionar la epéntesis de [j] en la terminación, como en
quiciás, alabancia, venerio ‘manantial \jarancios ‘matas dejara’, etc. Otro fenómeno es, como
ya hemos mencionado antes, la aspiración de [f-] latina, resumida en un dicho popular, citado
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Lámina 8
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por el autor, que dice: [kien nó diga haòa, higo, higéra I no éh de mi tjéra] quien no diga hacha,
higo, higuera, no es de mi tierra. Ejemplos son [háto] hato, [hésa] dehesa, [huméro], [hedé]
heder etc. En aquellos tiempos, esta aspiración ya no se daba en la ciudad de Mérida, pero se
encontraba en los alrededores. Como rasgo peculiar del dialecto, la conservación de la secuen
cia [mb]: [lambé] lamber, [lambjá] lambiar etc.
5.
En el mismo año, publica sus «Notas para el estudio del habla albaceteña»21, en las que
considera los tres niveles usuales del análisis lingüístico. En el que a nosotros nos interesa,
describe sus rasgos fonéticos, deteniéndose en la aspiración, que es «El rasgo fonético de mayor
importancia en el habla de la región» y, como en los casos anteriores, lo somete al análisis
quimográfico. Esta aspiración es sorda; «es además fricativa y laríngea, matizada por la natura
leza de la consonante posterior. La no sonoridad de la aspiración llega a ensordecer la articula
ción siguiente» (pág. 49). En la lámina 8, reproducimos los mismos quimogramas que aparecen
en el artículo. Son los correspondientes a: a) Las botas, Desbocado, Los vimos', en los tres casos,
aparece la pronunciación de la [s] implosiva como una combinación de aspiración laríngea y
constricción bilabial, sordas; la pronunciación de la [b], como una fricación sorda bilabiodental.
b) En Los dientes, la primera [-s] es aspirada laríngea sorda, [h], y [d] se ha pronunciado como
fricativa ensordecida, c) Los dos quimogramas de Las trébedes muestran las aspiraciones de las
[-s], d) En la última inscripción, Mira, mira lo que te has gobernado, la secuencia heterosilábica
/sg/ de has gobernado se ha realizado como [xh], es decir, como una fricativa velar seguida de
una aspiración laríngea, ambas sordas. Aprovechamos para señalar la pérdida de [-r-] en mira,
convirtiendo la secuencia vocálica en diptongo, [mjá], la elisión de la [e] de te, y el empleo de
la palabra gobernar con el significado de ‘acarrearse una mala consecuencia’, muy utilizada en
la zona. Estas «Notas» serían completadas después con otros dos trabajos: «Voces dialectales de
la región albaceteña» y «Participios sin sufijo en el habla albaceteña»22.
6.
Manuel Alvar escribió que en «En español no hay escritores dialectales, sino escritores con
dialectalismos», y ello, porque según el mismo investigador, «la unidad del español es mucho
más rigurosa y coherente que la de otras lenguas románicas»23. Los rasgos dialectales se pueden
reflejar en la obra literaria de muy diversas maneras: mediante el léxico típicamente regional
cuidadosamente elegido, solo o combinado con rasgos morfológicos o sintácticos; y todo ello
acompañado o no de una ortografía que intente plasmar la pronunciación del dialecto. Pero el
escritor, aunque pretenda calcar el habla de su entorno social, siempre desea decir algo, enviar
un mesaje por medio de su obra, y evidentemente, también piensa hacer arte. Y es en este punto
donde se entrecruzan el reflejo de los rasgos lingüísticos del dialecto, la codificación del
mensaje en ellos y las peculiaridades de la obra literaria. De la dosificación de estos elementos
dependerá la comprensión de la obra y el logro artístico. Por eso no es de extrañar —y lo
recuerdo aquí— que el poeta Rodríguez Rubí, elogiado por Salvador González Anaya24*, co
mience sus Poesías andaluzas25, cargadas de rasgos malagueños, justificando ante Fabio su obra
y pidiendo clemencia para ella, porque
7.
27 En este caso, z , K s , l.
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En España, el fenómeno se produce sobre todo en Andalucía, que queda dividida en dos
partes: a) la Andalucía oriental —Córdoba, Jaén, Granda y Almería, prolongándose hacia zonas
manchegas y murcianas— donde la pérdida de [-s] lleva consigo la abertura de las vocales; y b)
la Andalucía occidental —Huelva, Sevilla, Málaga, Cádiz— donde la desaparición de la men
cionada consonante no conlleva la abertura vocálica.
Navarro Tomás señaló muy brevemente, en 1939, en el dialecto andaluz, la existencia de
este desdoblamiento de fonemas vocálicos, en abiertos y cerrados, bajo determinados
condicionamientos morfológicos28. Señala Navarro que «al perderse la aspiración, la vocal ha
conservado su timbre abierto, cifrando en este rasgo la función semántica correspondiente a la
consonante desaparecida», pero no reconoce valor fonológico al hecho, ya que el desdoblamien
to de vocales se produce «sin el valor reconocido y determinado del fenómeno propiamente
fonológico»: es solamente «la conciencia de la pérdida de la -5».
Años después, en 1947, Dámaso Alonso, Zamora Vicente y María Josefa Canellada estudia
ron en profundidad el mismo fenómeno vocálico en el artículo titulado «Vocales andaluzas.
Contribución al estudio de la fonología peninsular»29. Limitaron su investigación a la zona
granadina y a un estrato social culto. En su estudio, se valieron nuevamente de los medios
instrumentales que poseían en aquel momento: la quimografía, la palatografía y la radiografía.
Establecieron un sistema de ocho vocales, tres más de las del español general, porque los tres
fonemas /e/, /a/, loi se realizaban como abiertos y cerrados, prolongándose esta diferenciación a
las vocales que en una palabra ocupan posiciones anteriores a la última: singular [mn'tonoj
monotono, frente a plural [m_nt_n_] monotonos, era el ejemplo preferido por don Dámaso en
sus clases para ilustrar el fenómeno.
Al igual que ocurrió con otros trabajos anteriores de don Alonso —ya lo hemos indicado—
éste abrió paso a un rosario de artículos, porque si estas realizaciones alcanzan la categoría de
fonemas o no, aún divide la opinión de los lingüistas30.
8.
una obra que aporta datos muy importantes para conocer el estado de la fonología española en
la época. Precede a la edición un minucioso estudio sobre los datos fonológicos que aporta
Torquemada, así como de sus rasgos lingüísticos.
Y en el terreno artístico, aunque su misma palabra sea ya arte, no podemos ovidar, entre
otros, el estudio del ritmo en la prosa de Las sonatas de Valle-Inclán323, ni los estudios de
versificación de El amor médico y Averigüelo Vargas32, en colaboración con María Josefa
Canellada, o de Por el sótano y el torno34, obras ambas de Tirso de Molina.
Gracias, don Alonso, por habernos enseñado tantas cosas y por habernos dado la oportuni
dad de agradecérselo hoy personalmente.