La Obra Fonetica de Alonso Zamora Vicente

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LA OBRA FONETICA DE ALONSO ZAMORA VICENTE

Antonio QUILIS
Universidad Nacional de Educación a Distancia

0.

En la Semana de Pascua de 1962, se celebró en el Palais de l’Université de la Universidad de


Estrasburgo el «X Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas». Era mi
primer Congreso internacional y, además, inolvidable, porque en él, personal o indirectamente,
conocería a las grandes figuras de la romanística que aún vivían y se daban cita en la capital
europea.
En una gran aula escalonada, D. Alonso disertó sobre el español de América1, y allí, a
distancia, lo conocí. El tema era para mí y para muchos de los jóvenes y viejos romanistas que
allí estábamos bastante novedoso. Si hoy todavía vamos descubriendo innumerables datos a
medida que avanzan las exploraciones lingüísticas en Hispanoamérica, y el tema del español de
América todavía no es objeto de estudio en muchas de nuestras universidades, imaginemos cuál
sería su estado bibliográfico y de conocimiento hace cuarenta años: era tratado en un capítulo en
la Historia de la Lengua Española de D. Rafael Lapesa2; el único Manual de dialectología
española de que disponíamos, el de D. Vicente García de Diego, le dedicaba dos páginas y
media en el capítulo que titulaba «Subdialectos castellanos fuera de España», donde también se
incluía el judeoespañol3. Prueba tanto del interés del tema, como del de su protagonista, fue la
expectación que suscitó y las intervenciones que surgieron al final de su exposición.
Nadie como D. Alonso podía haber hecho aquella síntesis en aquel momento. Él tenía una
larga experiencia americana, tanto como investigador, como de formador de investigadores en
Hispanoamérica.

1.

En 1923, se creó el Instituto de Filología de Buenos Aires como una irradiación hispanoame
ricana del madrileño Centro de Estudios Históricos, dirigido por D. Ramón Menéndez Pidal.

1 El título era «Aspectos generales del español americano». Vid. más adelante.
2 Tercera edición, Madrid, Escelicer, 1955, págs. 325-345.
3 Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 20 ed„ 1959, págs. 363-365.
188 ANTONIOQUILIS

Sus cuatro primeros directores fueron Américo Castro, Agustín Millares, Manuel de Montoliu y
Amado Alonso, a quien sucedió Zamora Vicente4. Desempeñó la dirección del Instituto desde
septiembre de 1948 hasta enero de 1952. En su estadía bonaerense, alentó y dirigió numerosos
trabajos, tanto de los investigadores que ya tenía la institución, como de los jóvenes que
empezaban: sus nombres son hoy parte de la historia de nuestra filología. También fundó y sacó
adelante la revista Filología, rica en contenidos de investigación y en recensiones de las obras
más importantes de la lingüística y de la literatura del momento, redactadas muchas de ellas por
él mismo, como la del Español de Puerto Rico de Navarro Tomás, la del Tesoro lexicográfico de
Samuel Gili Gaya, o la de la Historia de la literatura española de Ticknor, etc.5. En esta revista,
él publicó también artículos de lingüística6 y literarios de los que no puedo ni debo ocuparme
aquí, y también acogió trabajos tan importantes de su esposa, la recordada María Josefa Canellada,
como sus «Notas de métrica», dedicada la primera a la «Sinalefa y compensación entre versos»
y la segunda a la «Cláusula rítmica»7. Lamentablemente, Filología se extinguió, después de
varios años de existencia, por falta de financiación.
En la presentación de la revista, que figura en el tomo I, de 1949 —año también del
octogésimo aniversario de Menéndez Pidal— su fundador y primer director expone el anhelo de
la incipiente publicación, que estará «Al servicio de la lengua —hablada, escrita— de su unidad
espiritual y de su variedad concreta» (pág. 1), pero tampoco se quedará fuera «lo que sin ser
decididamente hispánico, puede encerrar un interés románico colectivo, pero como es de espe
rar, nuestra preferencia irá por lo específicamente americano, y, con mayor morosidad, por lo
argentino» (pág. 2).
Durante su estancia en este país, elabora un importante artículo, el titulado «Rehilamiento
porteño »8donde se describe minuciosamente el fenómeno fónico más importante del habla de la
m encionada zona: el zeismo, fenómeno que, como es sabido, tiene su origen en la
desfonologización de la consonante palatal lateral /J/. El primitivo yeísmo evolucionó en deter
minadas zonas del español a realizaciones muy diversas, porque, como dijo con razón Navarro
Tomás, este segmento /y/ puede ser considerado «como uno de los fonemas españoles de
realización más variada y compleja en la lengua hablada»9. Una de estas realizaciones, la de la
argentina porteña, es la que investiga Zamora Vicente.
Debo hacer aquí un paréntesis para recordar que tanto Alonso Zamora como María Josefa
Canellada —es difícil en ocasiones separarlos en el terreno profesional— fueron discípulos de
Navarro Tomás en el Centro de Estudios Históricos. Aprendieron de él los fundamentos y los
principios de la Fonética, que es lo importante y lo permanente en cualquier disciplina, y
también lo que de instrumental o experimental tiene, que es lo que evoluciona al compás de la
técnica. Y, como el maestro, siempre sometieron al análisis experimental, objetivo, los datos del
habla que estudiaban. De ahí que en todos sus trabajos dialectales aparezcan los clásicos
recuadros negros con inscripciones quimográficas en blanco y los tan ilustradores palatogramas.
Y no podía ser de otra manera en un asunto tan delicado como el que trataba en el artículo
que nos ocupa. Los análisis que hizo del habla de personas cultas, semicultas y no cultas

4 Vid. su artículo «El Instituto de Buenos Aires», Orbis, 1952, I, págs. 223-227.
5 Filología, 1949,1, págs. 75-79, 80-81 y 195-196, respectivamente.
6 Como, por ejemplo, «Participios sin sufijo en el habla albaceteña», Filología, 1950, II, págs. 342-343. «El
dialectalismo de José María Gabriel y Galán», Filología, 1950, II, págs. 113-175. El del «Rehilamiento porteño», al que
nos referiremos más adelante, «Geografía del seseo gallego», Filología, 1951, III, págs. 84-95.
7 Filología, voi. 1949, I, págs. 181-186 y voi., 1950, II, págs. 189-206.
8 Filología, 1949, I, págs. 5-22.
9 Revista de Filología Española, 1934, XXI, pág. 279.
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demostraron la existencia de tres tipos de sonidos: a) «La variedad sonora, prepalatal, de


zumbido suave, la que se ha venido considerando como típica del habla porteña; la que se oye
en algunas grabaciones de discos, a cantantes locales; la que se puede perseguir entre el
alumnado de la Universidad» (pág. 9). b) La variante sorda, que es la más frecuente, la que,
comenta el autor, «asedia al oído castellano en cuanto este se introduce por los barrios populares
de Buenos Aires» (pág. 11). c) El tercer tipo es el «intermedio entre los anteriores, numeroso
también, de características vacilantes, en el cual se dan mezclados los dos sonidos, a veces, en
una misma frase. Pero siempre dominando la tendencia al ensordecimiento. La dicción cuidada
tiende a sonoro con más o menos empuje. La corriente al ensordecimiento». Estas pronunciacio
nes son no labializadas, al contrario de las [z] o [s] francesas que sí lo son, y el rehilamiento de
la sonora es mucho menos acusado que el que se produce, por ejemplo, en el español de
Extremadura, también estudiado por el autor, y al que nos referiremos más adelante.
En las figuras de la lámina 1, tenemos: a) El Quim. 4 10 representa las inscripciones de la
frase Ayer llovió mucho con zeismo sonoro, b) Los Quim. 5 y 6 son las inscripciones de haya y
caballo de hablantes de Mérida; en éstos, es mucho más acusado el rehilamiento. c) La zona de
contacto de la lengua contra el paladar en las dos articulaciones del Zeismo porteño aparece en
los Pal[atogramas] 1 y 2.
En las figuras de la lámina 2, aparecen: a) El Quim. 12 de Ayer ha llovido, con las dos
realizaciones sordas del zeismo, b) El Quim. 13 de (Cállate!, también con realización sorda, c)
El palatograma de este alófono sordo (Pal. 3). d) Por último, el Quim. 15 de Ayer llegó, donde
la primera realización es sonora y la segunda sorda.
La lámina 3 representa en la parte superior los quimogramas correspondientes a las expre
siones Ayer llegaron (18) y a caballo (19), pronunciados por el autor, distinguidor de /y/ y /1/, y
en la parte inferior, los palatogramas de la central, [y] (4), y de la lateral, [1] (5).
Zamora Vicente concluye afirmando que este rehilamiento porteño muestra una decidida
tendencia al ensordecimiento, que «la variante sonora, de menos zumbido y personalidad de lo
que corrientemente se cree, tiende a ser reducto de la clase social educada, conservadora, y se
bate en retirada ante el empuje de la sorda, típica de las clases trabajadores, artesanas y
semicultas de la ciudad» (pág. 22).
Este importante trabajo suscitó mucho interés por el tema, pretendiendo unos acotar el grado
de sonoridad de estas realizaciones en función sólo del estrato social o de éste y el sexo, y otros
matizando la naturaleza del fenómeno e incluso la adecuación del mismo término de
rehilamiento". Lo cierto es que el pasar de los años ha dado la razón a las viejas afirmaciones
de don Alonso.* 1

LO Quim. ‘quimograma’. Respetamos la misma numeración del autor para los pies de las figuras.
11 Puede verse, por ejemplo, entre otros: Guillermo L. Guitarte: «El ensordecimiento del zeismo porteño, fonética
y fonología». Revista de Filología Española, 1955, XXXIX, págs. 261-283. Bertil Malmberg: «Note sur le [z] argentine».
Mélanges de Linguistique Romane et de Philologie Médiévale offerts à M. Maurice Delbouille. Lieja, 1964, págs. 417-
420; Recogido en sus Estudios de Fonética Hispánica, Madrid, C.S.I.C., 1965, págs. 93-98. José A. Barbón-Rodríguez:
«El Rehilamiento». Phonetica, 1975, 31, págs. 81-120, y «El Rehilamiento: descripción». Phonetica, 1978, 35, págs.
185-215. G. Bes: «Examen del concepto de Rehilamiento». Thésaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, 1964, XIX,
págs. 1-27.
190 ANTONIO QUILIS

Qm m . b. — azçr zot>jó muco

Qmm . 5

Qm m . 6

Lám ina 1
La obra fonética de Alonso Zamora Vicente 191

Qu im. i2. ->— aSer a Sobído

Qu im. i 3. — káSate (ampliado)

Pa l . 3

Qu i m . i 5. — aïer Segó

Lám ina 2
192 ANTONIOQUILIS

Q c jim. i 8. — ayqr iegárqn

Quim. 19 . — kabálo

Lámina 3
La obra fonética de Alonso Zamora Vicente 193

2.

Más tarde, estuvo en Méjico, en el Colegio de México. Fruto de su estancia en esta


Institución fue, en el terreno que a nosotros nos interesa, su trabajo sobre las «Vocales caducas
en el español mexicano»12, realizado en colaboración con María Josefa Canellada. El fenómeno
de la pérdida de vocales átonas ya había sido señalado por otros investigadores; en 1909, por
Aurelio M. Espinosa en sus Estudios sobre el español de Nuevo Méjico'3, donde indicaba,
además, que la mencionada pérdida origina que una consonante pueda pasar a ser núcleo
silábico; después, por Pedro Henríquez Ureña14; luego son Joseph Matluck 15 y Peter Boyd-
Bowman16. Este último autor indica en qué contornos se puede producir el fenómeno, en qué
clases sociales, la geografía del fenómeno por él comprobada, y la aparición de consonantes
silábicas. Pero Amado Alonso ya había puesto en duda antes la existencia de las mencionadas
consonantes silábicas indicadas por Espinosa17. Decía el lingüista español: «Un filólogo que no
utilice en sus investigaciones los aparatos inscriptores de la fonética experimental, difícilmente
podrá sobrepasar los resultados del esfuerzo magnífico del señor Espinosa» (pág. 431). Amado
Alonso, influido por algunos trabajos de Rousselot, opinaba que cuando se da este tipo de
consonantes, siempre se produce la presencia junto a ellas de una breve vocal de apoyo, y, en
todo caso, decía, «hablamos de un accidente de pronunciación —no de la creación de un nuevo
elemento estable en el sistema fonético— » (págs. 432-433).
A poner orden en esta amplia casuística de datos y a comprobar instrumentalmente el
fenómeno dedicaron don Alonso y María Josefa esta investigación. Destacaremos los puntos
más importantes. 1) La relajación o desaparición de las vocales «existe en todas las clases
sociales, desde personas de cultura superior hasta los últimos estratos» (pág. 225). 2) No existe
en la conciencia lingüística de los hablantes la menor sensación de que se trate de un fenómeno
vulgar y, además, aparece en cualquier situación comunicativa. 3) La caducidad vocálica puede
darse en: a) posición inicial, absoluta y no absoluta: [tá reywéno] está rebueno, [oríta] ahorita,
[tónzs] entonces, [psntóns] pues entonces, [ls pstóls] las pistolas; b) en vocales protónicas:
[bjexsíto] viejecito, [profsór] profesor, c) en vocales postónicas: [polítka] política, [xóbnes]
jóvenes-, d) en posición final: [és: xénts] esas gentes, [abtánts] habitantes, [láps] lápiz. 4) La
vocal siempre se pierde ante [s], 5) La pérdida de la vocal puede dar lugar a lo que los autores
llaman «nexos consonánticos» o nuevas estructuras sintagmáticas e incluso silábicas: [nós
koTjklujó] no se concluyó, [jas kása] ya se casa, [lokzebé] lo que se ve, [ádzer] ha de ser,
[partspánts] participantes. 6) La desaparición afecta no sólo a la vocal, sino también al diptongo:
[kstjón de] cuestión de. 7) «el ritmo silábico que se deduce de esta copiosa pérdida vocálica
altera, reduciéndolo, el grupo fónico del español general» (pág. 238).
La lámina 4 muestra los quimogramas de expresiones en las que han desaparecido vocales y
una consonante ha pasado a ser el núcleo silábico: [difréntsóras] diferentes horas (16): al
desaparecer la primera [e], se forma el grupo consonántico tautosilábico [fr]; al desaparecer la
tercera [e] sin dejar ningún indicioo, la [t] pasa a ser núcleo silábico. [djós:is] diócesis (21 c): se

12 Nueva Revista de Filología Hispánica, 1960, XIV, págs. 221-241.


13 Publicados en la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, 1930,1, págs. 23-313.
14 «Observaciones sobre el español de América», Revista de Filología Española, 1921, VIII, págs. 357-390.
15 La pronunciación en el español del Valle de México, México, 1951, págs. 16-24.
16 «La pérdida de vocales átonas en la altiplanicie mexicana», Nueva Revista de Filología Hispánica, 1952, VI,
138-140.
17 En el capítulo titulado «Consonantes silábicas», de su magnífico trabajo Problemas de dialectología hispano
americana, publicado en la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, 1930, I, págs. 431-439.
194 ANTONIOQUILIS

i 6 . d x fr é n ts ó ra s ‘d if e r e n te s h o r a s ’ (s u j. i ) .

sir. d j ó $ : i s ‘d ió c e s is ’ (s u j. 5 ) .

2^. kwántsón'cuántas son* (suj. 9) .

24*7. kukurác ‘cucaracha’ (suj. 8).

30 . króksf creo que sí’ (suj. 8 ).

v; 1. k sijó n de Vu r su ó n t ic' (su i. 2).

Lám ina 4
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pierde la [e] y la [s] se convierte en núcleo silábico, [kwántsón] cuántas son (24): desaparece la
segunda [a] y de nuevo [t] pasa a ser núcleo silábico. En [kukarátc] cucaracha (24 a), se elide
la última [a] y la africada sorda pasa a formar sílaba con la [á]. En [króksí] creo que sí (30), no
se han pronunciado las dos [e], y la segunda [k] se constituye en sílaba. Por último, en [kstjón]
cuestión, ha desaparecido el diptongo y [s] es el núcleo silábico de la primera sílaba, [s].
Este artículo, lo mismo que el anterior, abrió nuevos caminos en la época moderna18. Como
la investigación no se detiene, luego, otros han venido a perfilar y a matizar lo que como
principio y fundamento en ellos se dijo.

3.

En el anteriormente citado trabajo sobre los «Aspectos generales del español americano»192 ,
0
nuestro homenajeado presentó la situación general de nuestra lengua en Hispanoamérica y
señaló algunos caminos que convendría seguir. En las primeras páginas, escribía Zamora Vicen
te: «A lo largo de todo el continente americano, desde Nuevo Méjico a la Tierra del Fuego, los
fenómenos se repiten y reiteran. Existen preferencias o predilecciones que han puesto en mayor
circulación o más intensa vida determinados caracteres, pero los fenómenos son conocidos en
todas partes. Y lo que es más importante: esos fenómenos existen también, aunque con distinta
valoración social, por lo general, en el español europeo». Y hoy, el avance de las investigaciones
dialectales confirma esto que escribiera en 1962. En este trabajo, recoge los fenómenos más
importantes de los tres niveles del análisis lingüístico, dedicando al fonético una extensión
considerable.
El haberme constituido en foco de interés al comienzo de esta mi intervención al evocar el
día —importante para mí, como pueden suponer y comprobar— en que conocí a Zamora
Vicente, me ha llevado a alterar el orden coronológico que debe llevar el rigor expositivo de la
obra de una vida dedicada a la filología. Disculpen y vuelvo al cauce.

4.

El Maestro Zamora Vicente fue Catedrático de Instituto de Enseñanza Media, como una
impresionante pléyade de excelentes Profesores que formaron en España a muchas generacio
nes de jóvenes. Baste recordar nombres como los de Vicente García de Diego, Rafael Lapesa,
Gerardo Diego, Oliver Asín, Emilio Alarcos, los Blecua (padre e hijos), Gregorio Salvador,
Manuel Seco, etc., etc. Pues bien, mientras desempeñaba esa función en Mérida, redactó su
Tesis doctoral sobre El habla de Mérida y sus cercanías20, que fue publicada en 1943. Y de
nuevo en esta obra, en el obligado capítulo dedicado a la fonética, vuelve nuestro autor a
someter a la comprobación experimental dos de los rasgos de pronunciación más llamativos de
la zona: la aspiración y el zeismo.
La primera, sea cual fuere su procedencia es siempre sonora y laríngea. Se pronuncia con
ese tipo de aspiración el sonido correspondiente a la [x] castellana, como los tres primeros
quimogramas correspondientes a las palabras el vencejo, coge y espejo de la lámina 5, en donde
se produce la aspiración más fuerte (que corresponde en el quimograma a la máxima separación

18 Vid., por ejemplo, el artículo de Juan M. Lope Blanch, «En torno a las vocales caedizas del español mexicano»,
N u e v a R e v is ta d e F ilo lo g ía H is p á n ic a , XVII, 1963-64, págs. 79-91.
19 X è m e C o n g r è s I n t e r n a t i o n a l d e L i n g u i s t i q u e e t P h i l o l o g i e R o m a n e s . A c t e s , Publiés par Georges Straka, Paris,
Librairie C. Klincsieck, 1965, Tomo III, págs. 1327-1350.
20 Madrid, C.S.I.C., Anejo XXIX de la R e v i s t a d e F i l o l o g í a E s p a ñ o l a , 1943.
196 ANTONIO QUILIS

Fig. i .—çi benôçfic.—M. Santamaría.—Mérida.

Fig. 2.—kçfi’a.—M. Santamaría.—Mérida.

Fig. 3.—efipçfio. —R. Sánchez.—Calamonte.

Ç ~Z C n

Fig. 4.— çl fiozíno.—A Nieto.—Mérida.

Fig. 5.—la fiç.—A. Ramos.—Mérida.


L ám ina 5
La obra fonética de Alonso Zamora Vicente 197

F ig. i . — Iq H amigo.— A. Nieto.■


—M érida.

Fig. 2 .—I9Í1' amigo.— M. S an tam aría.-—M érida.

Fig. 3 .— h?» anise.— A. R am os.— Mérida.

F ig. 4 . —eÇtrébade.— R. Sánchez.— C alam onte.

F ig. 5 .— I9 Ç djénta.— R. Sánchez.— C alam onte.

F ig, 6 .— m¡fimo.— A. R am os.—Mérida.

Fig. 7— I9 Ç djénta.— A. R am os.—M érida.

Fig. 8 .—éfiámbra.—R. S ánchez.— C alam onte.

L ám ina 6
198 ANTONIOQUILIS

áza.
kafoázo.
Lámina 7

entre las dos líneas, la bucal y la laríngea). También se encuentra la aspiración procedente de la
evolución de la [f-] inicial latina, como en humo, hocino, hoz; las dos últimas reproducidas en
las figuras 4 y 5 de la misma lámina. El último grupo comprende la aspiración procedente de la
[-s] implosiva, en la lámina 6 .
Anteriormente, ya hemos hablado del fenómeno del zeismo en la Argentina y hemos repro
ducido dos quimogramas de Mérida (Lámina 1, Quim. 5 y 6). En la lámina 7, aparecen cinco
palatogramas. El de [síya] silla es el de la palatal central sonora [y]: puede observarse el
contacto de la lengua en las zonas laterales del paladar y la abertura de la zona central. El
palatograma de [síla] silla corresponde a la articulación líquida lateral; la diferencia con la
anterior estriba en que el contacto de la lengua con el paladar se produce tanto en la zona lateral
como en la central. Estos dos palatogramas sirven de referencia a los otros tres, que pertenecen
a la [z] rehilada; por eso se dibujan sobre ellos, con líneas de puntos, sus zonas de contacto. En
la articulación de [y], la lengua adopta una forma convexa, mientras que en la articulación de la
rehilada, la lengua es plana. Los tres palatogramas de la rehilada [z] muestran una zona de
contacto más amplia, más anterior y, lógicamente, la parte central está libre también de cierre
linguopalatal.
En este trabajo, deslinda con cuidado los rasgos fonéticos que son vulgares o comunes con
otras zonas dialectales del español de los que perviven como herencia del antiguo leonés
oriental. Entre estos últimos, cabe mencionar la epéntesis de [j] en la terminación, como en
quiciás, alabancia, venerio ‘manantial \jarancios ‘matas dejara’, etc. Otro fenómeno es, como
ya hemos mencionado antes, la aspiración de [f-] latina, resumida en un dicho popular, citado
La obra fonética de Alonso Zamora Vicente 199

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Lámina 8
200 ANTONIOQUILIS

por el autor, que dice: [kien nó diga haòa, higo, higéra I no éh de mi tjéra] quien no diga hacha,
higo, higuera, no es de mi tierra. Ejemplos son [háto] hato, [hésa] dehesa, [huméro], [hedé]
heder etc. En aquellos tiempos, esta aspiración ya no se daba en la ciudad de Mérida, pero se
encontraba en los alrededores. Como rasgo peculiar del dialecto, la conservación de la secuen
cia [mb]: [lambé] lamber, [lambjá] lambiar etc.

5.

En el mismo año, publica sus «Notas para el estudio del habla albaceteña»21, en las que
considera los tres niveles usuales del análisis lingüístico. En el que a nosotros nos interesa,
describe sus rasgos fonéticos, deteniéndose en la aspiración, que es «El rasgo fonético de mayor
importancia en el habla de la región» y, como en los casos anteriores, lo somete al análisis
quimográfico. Esta aspiración es sorda; «es además fricativa y laríngea, matizada por la natura
leza de la consonante posterior. La no sonoridad de la aspiración llega a ensordecer la articula
ción siguiente» (pág. 49). En la lámina 8, reproducimos los mismos quimogramas que aparecen
en el artículo. Son los correspondientes a: a) Las botas, Desbocado, Los vimos', en los tres casos,
aparece la pronunciación de la [s] implosiva como una combinación de aspiración laríngea y
constricción bilabial, sordas; la pronunciación de la [b], como una fricación sorda bilabiodental.
b) En Los dientes, la primera [-s] es aspirada laríngea sorda, [h], y [d] se ha pronunciado como
fricativa ensordecida, c) Los dos quimogramas de Las trébedes muestran las aspiraciones de las
[-s], d) En la última inscripción, Mira, mira lo que te has gobernado, la secuencia heterosilábica
/sg/ de has gobernado se ha realizado como [xh], es decir, como una fricativa velar seguida de
una aspiración laríngea, ambas sordas. Aprovechamos para señalar la pérdida de [-r-] en mira,
convirtiendo la secuencia vocálica en diptongo, [mjá], la elisión de la [e] de te, y el empleo de
la palabra gobernar con el significado de ‘acarrearse una mala consecuencia’, muy utilizada en
la zona. Estas «Notas» serían completadas después con otros dos trabajos: «Voces dialectales de
la región albaceteña» y «Participios sin sufijo en el habla albaceteña»22.

6.

Manuel Alvar escribió que en «En español no hay escritores dialectales, sino escritores con
dialectalismos», y ello, porque según el mismo investigador, «la unidad del español es mucho
más rigurosa y coherente que la de otras lenguas románicas»23. Los rasgos dialectales se pueden
reflejar en la obra literaria de muy diversas maneras: mediante el léxico típicamente regional
cuidadosamente elegido, solo o combinado con rasgos morfológicos o sintácticos; y todo ello
acompañado o no de una ortografía que intente plasmar la pronunciación del dialecto. Pero el
escritor, aunque pretenda calcar el habla de su entorno social, siempre desea decir algo, enviar
un mesaje por medio de su obra, y evidentemente, también piensa hacer arte. Y es en este punto
donde se entrecruzan el reflejo de los rasgos lingüísticos del dialecto, la codificación del
mensaje en ellos y las peculiaridades de la obra literaria. De la dosificación de estos elementos
dependerá la comprensión de la obra y el logro artístico. Por eso no es de extrañar —y lo

21 R e v is ta d e F ilo lo g ía E s p a ñ o la ,1943, XXVII, págs. 233-255. Reimpreso en sus E s t u d i o s d e d i a l e c t o l o g í a


Anexo 25 de V e r b a , Universidad de Santiago de Compostela, 1986, págs. 45-66.
h is p á n ic a ,
22 Publicados en R o m a n c e P h i l o l o g y , 4, II, 1949, págs. 314-317 y en F i l o l o g í a , 1950, II, págs. 342-343, respec
tivamente. Ambos fueron recogidos, en el mismo orden, en sus E s t u d i o s d e d i a l e c t o l o g í a h i s p á n i c a , ya mencionados,
págs. 67-72.
23 P o e s í a e s p a ñ o l a d i a l e c t a l , Madrid, Ediciones Alcalá, 1965, págs. 14 y 12, respectivamente.
L a o b r a f o n é tic a d e A lo n s o Z a m o r a V ic e n te 201

recuerdo aquí— que el poeta Rodríguez Rubí, elogiado por Salvador González Anaya24*, co
mience sus Poesías andaluzas25, cargadas de rasgos malagueños, justificando ante Fabio su obra
y pidiendo clemencia para ella, porque

Si dije poesías, versos sólo


mi intento fue decir, y esto atenúa
la gravedad de mi delito horrendo...

Llámalo versos, como yo los llamo


o bien prosa ordenada en rengloncitos.

Si lo que se trata de reflejar es la pronunciación, el problema es aún mayor porque ¿hasta


dónde puede llegar a usarse la ortografía convencional de la lengua general para describir las
peculiaridades fonéticas del dialecto? Y si se utiliza un sistema de transcripción fonética ¿quién
lo podrá leer? El problema no tiene fácil solución.
En 1950, don Alonso publica el largo trabajo que dedicó a «El dialectalismo de José María
Gabriel y Galán»26. Es un minuciosísimo estudio lingüístico de la poesía del poeta extremeño,
cuya vida de maestro se desarrolló entre Salamanca, Cáceres y Avila, zonas donde persisten
«algunos, vivos signos del antiguo dialecto de León». Pero, desafortunadamente para el dialec-
tólogo, los rasgos que se conservan del leonés oriental en la obra de Gabriel y Galán son «muy
escuetos y breves. Lo que predomina en la obra regionalista del escritor salmantino es el
vulgarismo, la, en cierto modo, barbarie lingüística. En su afán de reproducir lo más exactamen
te posible el habla conversacional del pueblo, el dialecto ha sido sacrificado a la rusticidad». El
estudio, ya lo hemos dicho, es muy detallado; ni una sola palabra escapa al análisis crítico de
Zamora Vicente; todos los fenómenos están exhaustivamente ejemplificados: por ejemplo, las
dos páginas dedicadas 'a la diptongación, o las casi cinco del cierre de las vocales finales, o las
dos de la /- inicial latina, etc., son una buena muestra.

7.

En algunas áreas del español, la pérdida de determinadas consonantes en posición implosiva


o postnuclear produce la abertura de su vocal núcleo silábico. De este modo, la vocal final de las
palabras perdiz, ver, amas, dios, tul, al perder las consonantes finales27 cambia de timbre,
abriéndose. Se originarían así oposiciones entre vocales de timbre medio, como las de perdí, ve,
ama, dio, tú y las vocales abiertas de perdi(z), ve(r), ama(s), dio(s), tu(l). Esta diferenciación de
timbre vocálico suple de algún modo la función de la consonante perdida. La desaparición de [-
s], a través de un proceso de aspiración, es lo que más repercusiones entraña porque, además de
ser el fonema consonántico más frecuente, en su incidencia puramente léxica (do/dos, parí/
París), es funcionalmente muy importante al ser el indicador morfemático del plural (gato/
gatos) y de la segunda persona del singular en el paradigma de la conjugación (tiene/tienes,
ama/amas).

24 L o s c o s t u m b r i s t a s m a l a g u e ñ o s , Málaga, 1948, págs. 26-27.


25 Madrid, Imprenta de Yenes, 1841. La cita en la pág. 3.
26 F i l o l o g í a , 1950, II, págs. 113-175. Recogido en sus E s t u d i o s d e d ia le c to lo g ía h is p á n ic a , ya citados, págs. 73-

27 En este caso, z , K s , l.
202 ANTONIOQUILIS

En España, el fenómeno se produce sobre todo en Andalucía, que queda dividida en dos
partes: a) la Andalucía oriental —Córdoba, Jaén, Granda y Almería, prolongándose hacia zonas
manchegas y murcianas— donde la pérdida de [-s] lleva consigo la abertura de las vocales; y b)
la Andalucía occidental —Huelva, Sevilla, Málaga, Cádiz— donde la desaparición de la men
cionada consonante no conlleva la abertura vocálica.
Navarro Tomás señaló muy brevemente, en 1939, en el dialecto andaluz, la existencia de
este desdoblamiento de fonemas vocálicos, en abiertos y cerrados, bajo determinados
condicionamientos morfológicos28. Señala Navarro que «al perderse la aspiración, la vocal ha
conservado su timbre abierto, cifrando en este rasgo la función semántica correspondiente a la
consonante desaparecida», pero no reconoce valor fonológico al hecho, ya que el desdoblamien
to de vocales se produce «sin el valor reconocido y determinado del fenómeno propiamente
fonológico»: es solamente «la conciencia de la pérdida de la -5».
Años después, en 1947, Dámaso Alonso, Zamora Vicente y María Josefa Canellada estudia
ron en profundidad el mismo fenómeno vocálico en el artículo titulado «Vocales andaluzas.
Contribución al estudio de la fonología peninsular»29. Limitaron su investigación a la zona
granadina y a un estrato social culto. En su estudio, se valieron nuevamente de los medios
instrumentales que poseían en aquel momento: la quimografía, la palatografía y la radiografía.
Establecieron un sistema de ocho vocales, tres más de las del español general, porque los tres
fonemas /e/, /a/, loi se realizaban como abiertos y cerrados, prolongándose esta diferenciación a
las vocales que en una palabra ocupan posiciones anteriores a la última: singular [mn'tonoj
monotono, frente a plural [m_nt_n_] monotonos, era el ejemplo preferido por don Dámaso en
sus clases para ilustrar el fenómeno.
Al igual que ocurrió con otros trabajos anteriores de don Alonso —ya lo hemos indicado—
éste abrió paso a un rosario de artículos, porque si estas realizaciones alcanzan la categoría de
fonemas o no, aún divide la opinión de los lingüistas30.

8.

En colaboración con su esposa, María Josefa Canellada, publicó en 1970 la edición y el


estudio del Manual de escribientes de Antonio de Torquemada31, manuscrito de 1574. Esta es
28 «Dédoublement de phonèmes dans le dialecte andalou», É t u d e s p h o n o l o g i q u e s d e d ie 'e s a la m e m o i r e d e N . S.
1939, VIII, págs. 184-186. Recogido bajo el título de «Desdo
T r u b e tz k o y . T r a v a u x d u C e r c l e L i n g u i s t i q u e d e P r a g u e ,
blamiento de fonemas vocálicos» en la R e v i s t a d e F i l o l o g í a H i s p á n i c a , 1939, II, págs. 165-167.
29 N u e v a R e v i s t a d e F i l o l o g í a H i s p á n i c a , 1950, IV, págs. 209-230.
30 Alvar propuso para esta habla andaluza en su artículo «Las hablas meridionales de España y su interés para la
ligüística comparada» (R e v i s t a d e F i l o l o g í a E s p a ñ o l a , 1957, XXXIX, págs. 284-313) diez fonemas vocálicos: cinco
medios y cinco abiertos. Gregorio Salvador en «El habla de Cúllar-Baza» (R e v i s t a d e f i l o l o g í a E s p a ñ o l a , 1957, XLI,
161-252) también consideró los diez fonemas. Más tarde, en sus trabajos «Unidades fonológicas vocálicas en andaluz
oriental» (R e v i s t a E s p a ñ o l a d e L i n g ü í s t i c a , 1977 VII, págs. 1-23) y «Las otras vocales andaluzas» ( P h i l o l o g i c a ,
Homenaje a D. Antonio Llorente, 1989, vol. I, págs. 115-123) los redujo a nueve por la no inclusión de la u abierta. Sin
embargo, para Alarcos («Más sobre vocales andaluzas», P h i l o l o g i c a H i s p a n i e n s i a in h o n o r e m M a n u e l A l v a r , vol. I,
1983, págs. 49-55) la diferencia consiste en la presencia de una «covowel» sobre el sistema de los cinco fonemas
vocálicos del español general. Mondéjar («Diacronia y sincronía en las hablas andaluzas», L i n g ü í s t i c a E s p a ñ o l a A c t u a l ,
1979,1, págs. 375-402) apoya la teoría de Alarcos. Llorente Maldonado de Guevara («Fonética y fonología andaluzas»,
R e v i s t a d e F i l o l o g í a E s p a ñ o l a , 1962, XLV, 227-240) comentó sobre este problema: «El sistema vocálico andaluz de las
extensas zonas donde existe oposición en la dualidad singular-plural y en las formas verbales es de una gran personali
dad y presenta características especiales que impiden su encasillamiento dentro de los tipos establecidos; ninguno de los
ingeniosos y loables intentos de ineipretación hechos hasta la fecha (Alvar, Alarcos, Salvador) es totalmente convincen
te; quizá con el tiempo, cuando las oposiciones fonolófgicas andaluzas estén mejor estudiadas en extensión y profundi
dad, pueda catalogarse satisfactoriamente el sistema vocálico andaluz».
31 Madrid, Real Academia Española, 1970.
L a o b r a fo n é tic a d e A lo n s o Z a m o r a V ic e n te 203

una obra que aporta datos muy importantes para conocer el estado de la fonología española en
la época. Precede a la edición un minucioso estudio sobre los datos fonológicos que aporta
Torquemada, así como de sus rasgos lingüísticos.
Y en el terreno artístico, aunque su misma palabra sea ya arte, no podemos ovidar, entre
otros, el estudio del ritmo en la prosa de Las sonatas de Valle-Inclán323, ni los estudios de
versificación de El amor médico y Averigüelo Vargas32, en colaboración con María Josefa
Canellada, o de Por el sótano y el torno34, obras ambas de Tirso de Molina.
Gracias, don Alonso, por habernos enseñado tantas cosas y por habernos dado la oportuni
dad de agradecérselo hoy personalmente.

32 Madrid, Ed. Credos, 1955.


33 Prólogo de Alonso Zamora Vicente y Ma Josefa Canellada, Madrid, Espasa-Calpe, Clásicos Castellanos, 1947.
34 Edición, prólogo y notas de A. Zamora Vicente. Buenos Aires, Instituto de Filología, 1949.

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