Geometría Descriptiva PDF
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Coppetti
GEOMETRIA
DESCRIPTIVA
GEOMETRIA
DESCRIPTIVA
de acuerdo con los Programas de la asignatura
para los Cursos Preparatorios de INGENIERIA,
ARQUITECTURA, AGRIMENSURA, y para la
ESCUELA MILITAR.
Capítulo I - INTRODUCCIÓN................................................................................... 1
Capítulo II - NOCIONES PRELIMINARES.
Planos de proyección. Planos bisectores. Diedros. Depurado............................... 4
Capítulo III - REPRESENTACIÓN DEL PUNTO.
Teoremas. Cota y alejamiento. Diferentes posiciones que puede ocupar un punto
con respecto a los planos de proyección. Tercera proyección. Aplicaciones.
Problemas relativos al capítulo.............................................................................. 7
Capítulo IV - REPRESENTACIÓN DE LA RECTA.
Teoremas. Tercera proyección de una recta. Trazas. Diferentes posiciones que puede
ocupar una recta con respecto a los planos de proyección. Posiciones relativas de
dos rectas. Aplicaciones. Problemas relativos al capítulo..................................... 19
Capítulo V - REPRESENTACIÓN DEL PLANO.
Trazas. Diferentes posiciones que puede ocupar un plano con respecto a los planos
de proyección. Rectas y puntos de un plano. Rectas notables de un plano.
Aplicaciones. Problemas relativos al capítulo....................................................... 37
Capítulo VI - INTERSECCIÓN DE PLANOS Y DE RECTAS CON PLANOS.
Caso general de intersección de planos. Casos particulares. Caso general de
intersección de rectas con planos. Casos particulares. Aplicaciones. Problemas
relativos al capítulo................................................................................................ 56
Capítulo VII - PARALELISMO Y PERPENDICULARIDAD ENTRE PLANOS, Y
ENTRE RECTAS Y PLANOS.
Posiciones relativas de dos planos. Problemas. Paralelismo entre recta y plano.
Problemas. Perpendicularidad entre recta y plano. Problemas. Teorema del ángulo
recto. Distancia de un punto a un plano. Perpendicularidad entre rectas. Distancia
de un punto a una recta. Perpendicular común a dos rectas que se cruzan. Caso
general. Casos particulares. Problemas relativos al capítulo................................. 72
EL AUTOR
CAPITULO I
INTRODUCCIÓN
NOTA HISTÓRICA
Desde los tiempos más remotos se han utilizado procedimientos descriptivos para las
construcciones en piedra. En la Biblia (Libro de los Reyes) se encuentran referencias al tallado
de piedras para la construcción del templo de Jerusalén.
Los griegos utilizaban trazados geométricos sobre un plano para determinar la forma de
las piedras con que construían sus edificios y llamaban icnografía a la proyección horizontal
y ortografía a la proyección vertical. También representaban sobre los muros, por medio de
perspectivas esterográficas, las escenas de los teatros y denominaban escenografías a esas
representaciones.
Más adelante, en el siglo I a. C., Vitruvio , célebre constructor romano, publicó el Tratado
de Arquitectura en el cual resumía todos los conocimientos constructivos de su época.
Posteriormente, a través de los siglos, la estereotomía (corte de piedras) fue considerada
una ciencia oculta cuyos fundamentos se trasmitían secretamente entre los constructores. La
primera publicación de esos conocimientos fue el Tratado de Arquitectura publicado en 1567
por Philibert de L'Orme .
Después, varios autores continuaron esas disciplinas hasta que Desargues (1563 -1662),
por primera vez, encontró comprobaciones geométricas a los procedimientos utilizados por
los constructores.
También Frezier en su Tratado de Estereotomía continuó esas ideas de generalización
geométrica, pero se debe al genio de G. Monge (1746-1818) la recopilación de todas esas
reglas abstractas y procedimientos prácticos en la forma de una ciencia organizada que denominó
Geometría Descriptiva.
Esta ciencia tomó entonces un incremento considerable debido a los trabajos de Leroy
(1780-1854), Valee (1784-1864), Poncelet (1788-1867), Chasles (1793-1880) y T. Olivier
(1793-1853) quienes contribuyeron a impulsar decisivamente todas las ciencias que tuvieron
su origen en la Geometría Descriptiva.
CAPITULO Π
NOCIONES PRELIMINARES
La recta intersección de ambos planos se llama línea de tierra y se indica con las
letras LT.
(Fie. 4)
(Fig. 5)
(Fig. 7)
Como hemos visto en el (No 8), un punto queda definido por sus dos proyecciones;
es decir que podemos dar un punto por su cota y su alejamiento (distancias de la
proyección vertical y la proyección horizontal a la línea de tierra). Así por ejemplo,
definiremos un punto A, diciendo que tiene 2 cm. de cota y 3 cm. de alejamiento, y lo
representaremos en el depurado (fig. 8) tomando A0A’’ = 2 cm. y A0A’= 3 cm. Para
abreviar, se indica punto A (2 cm., 3 cm.), conviniendo en colocar entre paréntesis
primero el valor de la cota y luego el valor del alejamiento.
COTA + + — —
ALEJAM. + - - +
Para obtener el depurado hemos visto en el (N.° 5) que se hace coincidir (fig. 6)
el vertical superior con el horizontal posterior y el vertical inferior con el horizontal
anterior. De esta manera quedan por encima de LT las proyecciones hechas en el
vertical superior y en el horizontal posterior, y quedan por debajo de LT las
proyecciones hechas en el vertical inferior y en el horizontal anterior.
1o
Es decir, que las proyecciones verticales hechas en el vertical superior (que
pertenecen a puntos de cota positiva) y las proyecciones horizontales hechas en el
horizontal posterior (que pertenecen a puntos de alejamiento negativo), se ven en el
depurado por encima de LT; y las proyecciones verticales hechas en el vertical inferior
(que pertenecen a puntos de cota negativa) y las proyecciones horizontales hechas en
el horizontal anterior (que pertenecen a puntos de alejamiento positivo), se ven en el
depurado por debajo de LT.
cotas + cotas -
alejamientos - alejamientos +
11. Diferentes posiciones que puede ocupar un punto, con respecto a los
planos de proyección. — Un punto puede ocupar varias posiciones con respecto a los
planos de proyección, a saber: en uno de los cuatro diedros; en uno de los cuatro
semiplanos de proyección; en la línea de tierra, o en uno de los dos planos bisectores.
IV. Punto situado en el cuarto diedro. — Un punto D del cuarto diedro, tiene
cota negativa y alejamiento positivo, y su depurado presenta las dos proyecciones D’’
y D’ por debajo de la línea de tierra.
11
V y VI. Puntos situados en el plano horizontal. — Si un punto está situado en el
plano horizontal, su cota es nula, por lo tanto, en el depurado, la distancia de la
proyección vertical a LT debe ser nula. Es decir que tendremos los puntos E y F como
en la (fig. 10) en (E’’, E’) o (F’’, F’), con la proyección vertical en LT y la proyección
horizontal por debajo o por encima de LT, según que el punto esté respectivamente
situado en el horizontal anterior (alejamiento positivo) o en el horizontal posterior
(alejamiento negativo).
(Fig. 10)
TERCERA PROYECCIÓN
(Fig. 11)
Teníamos en la (fig. 11), el punto A y sus dos proyecciones A’ y A’’ y dijimos que
para obtener la tercera proyección A’’ se trazaba por A la perpendicular al plano π
hasta su intersección con éste en A’’’.
Para llevar A’’ al depurado, se hace girar en sentido retrogrado (*) el plano π
alrededor de πV hasta llevarlo a coincidir con el plano vertical; y luego, como ya
hemos visto, se hace girar el plano vertical alrededor de LT hasta que coincida con
el plano horizontal.
El punto A’’’ que nos interesa, está sobre la normal a πH trazada por A, y a la
distancia A, A’’’. Para hallarlo, trazaremos en el depurado, la normal a LT en Al
(puesto que ya vimos que después del giro, πH coincide con LT) y tendríamos que
tomar sobre esa normal la distancia A1A’’’ para determinar A’’’.
(*) Se denomina sentido retrógrado, al sentido contrario al del movimiento de las agujas de un reloj, el
cual se denomina sentido directo.
14
Por consiguiente, para hallar A’’’, en lugar de tomar A1A’’ sobre la normal a LT
en A1, tomaremos la magnitud AoA’’ a partir de A1 sobre dicha normal. Pero como
AoA’’ ya está representada en el depurado, nos bastará trazar por A’’ la paralela a LT
hasta cortar en A’’’ a la normal por A, a LT.
(Fig. 13)
15
2.° Dadas las proyecciones A’’ y A’’’ de un punto A, encontrar su proyección
horizontal.
13. Notas . — 1.a Observando la (fig. 15) notamos que el horizontal anterior se ve
proyectado en tercera proyección según πH; el vertical superior según πV; el horizontal
posterior según la prolongación deπH a la izquierda deπV; el vertical inferior según la
prolongación de πV por debajo de πH y la línea de tierra según (LT)’’.
(Fig. 15)
16
Por lo tanto, en el depurado (fig. 16), los elementos del primer diedro
(comprendidos entre el vertical superior y el horizontal anterior) se verán en tercera
proyección, comprendidos entre πV y πH. Los elementos del segundo diedro
(comprendidos entre el vertical superior y el horizontal posterior, se verán en tercera
proyección comprendidos entre πV y la prolongación de πH a la izquierda de πV.
Esto nos permite comprobar si la tercera proyección de un punto está bien hallada.
Así, en el ejemplo N.° 1, como el punto B es del segundo diedro, B’’ debe resultarnos
comprendida en el espacio que hay (fig. 16) para los elementos del segundo diedro,
cosa que efectivamente comprobamos en la (fig. 13). De igual modo verificamos que
las terceras proyecciones de los puntos C y D están bien halladas y corresponden a
puntos del tercer y cuarto diedro, respectivamente.
En el ejemplo N.° 2, como A’’’ está en la parte que corresponde a los puntos del
primer diedro, A’ debe ser proyección horizontal de un punto del primer diedro, por
lo tanto A’ estará por debajo de LT, tal como lo hallamos en la (fig. 14).
Por las mismas razones, el segundo bisector se verá en tercera proyección como
una recta que pasando por (LT)’’ forma ángulos de 45° con πv y πH, y que por lo tanto
será perpendicular a la recta que representa el primer bisector (lo que ya sabíamos del
párrafo N.° 4).
APLICACIONES
Aplic. 1.a Dado un punto A, hallar su simétrico con respecto al primer bisector.
Es decir que los triángulos rectángulos A’’’A2 (LT)’’ y β’’’β1 (LT)’’ son
iguales por tener respectivamente iguales los ángulos en (LT)’’ y las hipote-
nusas.
pero como
1. Determinar los puntos de cota 4 cm. y de alejamiento 5 cm. (las magnitudes en cm.
son valores absolutos).
2. Dado un punto A (-2 cm., 3 cm.), representarlo en el depurado y hallar su tercera
proyección sobre un plano de perfil.
3. Dadas las proyecciones B’’ y B’’’ de un punto del 4.° diedro, hallar la proyección
horizontal B’.
4. Conociendo un punto C (3 cm., -4 cm.) hallar los simétricos de dicho punto, con
respecto a los planos de proyección y a la línea de tierra.
5. Dado un punto D (-2 cm., 5 cm.) hallar los puntos simétricos del punto dado con
respecto a los planos bisectores.
6. Representar en un depurado los siguientes puntos e indicar su ubicación con respecto
a los planos de proyección y bisectores: A (4 cm., 3 cm.), B (3 cm., 5 cm.), C (4 cm., -1 cm.),
D (2 cm., -4 cm.), E (-1 cm., -3 cm.), F (-3 cm., -2 cm.), G (-4 cm., 1 cm.)
y H (-2 cm, 5 cm.).
7. Verificar la ubicación de los puntos del problema anterior, utilizando sus terceras
proyecciones sobre un plano de perfil.
CAPÍTULO IV
REPRESENTACIÓN DE LA RECTA
De acuerdo con lo que establecimos al final del (N.° 2), la proyección de una
recta sobre un plano es el lugar geométrico de las proyecciones de todos sus puntos.
Sobre cuál es ese lugar geométrico, nos informa el siguiente
(Fig. 21)
(*) Resulta evidente que la proyección ro de una recta r sobre un plano π, no basta para
determinarla, puesto que cualquier recta contenida en su plano proyectante tiene como proyección
a la recta ro.
21
Proyectando ortogonalmente la recta a sobre el plano vertical, obtenemos la recta
a’, denominada proyección vertical de la recta a.
Para obtener el depurado correspondiente hacemos
girar, en el sentido indicado en el (N.° 5), el plano vertical
alrededor de LT, hasta que coincida con el plano
horizontal. La proyección a’’ quedará entonces en a’’
sobre el plano horizontal, y el depurado será el de la
(fig. 22).
En consecuencia, podemos establecer el siguiente
(Fig. 22)
19. Teorema . — En general, una recta está
representada en un depurado por dos rectas, que son
sus proyecciones.
Nota . — Resulta evidente, de acuerdo con lo visto en los (N.os 14,15 y 16) que,
si un punto C (fig. 22) está situado sobre una recta a, sus proyecciones C y C
deberán estar respectivamente situadas sobre las proyecciones a’’ y a’ de la recta; y
recíprocamente, si un punto C tiene sus proyecciones situadas sobre las proyecciones
del mismo nombre de la recta, el punto pertenece a la recta.
En efecto, sean las dos rectas a’’ y a’ (fig. 22) situadas en un depurado. Llevemos
el plano vertical a su posición primitiva, y tracemos luego por a’’, un plano
perpendicular al vertical, y por a’, un plano perpendicular al horizontal.
Dichos planos se encuentran, en general, según una recta a que tiene como
proyecciones vertical y horizontal, las rectas dadas.
En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas m’’y m’, perpendiculares a LT
en puntos distintos.
El plano α es normal a LT, puesto que pasa por m’’ que es normal a LT. Por las
mismas razones, el plano β es perpendicular a LT. Por lo tanto, los planos α y β que
son normales aLT, pero en puntos distintos, son paralelos. Es decir que su intersección
no determina una recta del espacio.
22
2.a Cuando en un depurado, una recta es normal a LT y otra es cualquiera, ellas
no representan una recta.
En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas n’’ y n’, una de las cuales es
normal a LT y la otra es cualquiera.
En efecto, sean en un depurado (fig. 23) las rectas r’’ y r’, normales a LT en un
mismo punto.
Razonando como en los casos anteriores, se deduce que los planos α (que pasa
por r’’ y es normal al vertical) y β (que pasa por r’ y es normal al horizontal), coinciden,
puesto que son perpendiculares a LT en un mismo punto. Por lo tanto, la intersección
de dichos planos no determina una única recta, pues todas las rectas contenidas en
ese plano común tienen como proyecciones las rectas dadas r’’ y r’.
Si se quisiera determinar una de las infinitas rectas que tienen dicha proyecciones,
habría que fijar dos puntos (por ej. A y B) que definirían una de dichas rectas.
21. Notaciones. — Las rectas del espacio se designan siempre con las
letras minúsculas del alfabeto (a, b, c, ... ) y sus proyecciones se indican con dos
tildes la proyección vertical (a’’, b’’, c’’, ...) y con un tilde la proyección horizontal
(a’, b’, c’,...).
De esta manera, cuando en un depurado se da una recta r por sus dos proyecciones,
se la designa recta (r’’, r’) con lo cual se indica que las dos proyecciones r’’ y r’ están
perfectamente determinadas.
Además, de acuerdo con lo visto en el (N.° 4), se dibujarán a trazo lleno (—)
las proyecciones de los segmentos de recta situados en el primer diedro, puesto que
son vistos; y se dibujarán a trazo punteado (......) las proyecciones de los segmentos
de recta situados en los demás diedros, puesto que son ocultos.
23
22. Tercera proyección de una recta. — En la resolución de algunos problemas,
es conveniente obtener una tercera proyección de las rectas sobre un plano de perfil.
Para ello bastará con hallar, como hemos visto en el (N.° 12) y siguientes, las terceras
proyecciones de dos puntos de la recta dada y tendremos así determinada su tercera
proyección.
23. Trazas de una recta. — Para la resolución de ciertos problemas, como por
ejemplo, para saber qué diedros atraviesa una recta, es necesario conocer los puntos
en que la recta corta a los planos de proyección.
Diremos entonces que, para determinar la traza vertical de una recta dada, se
prolonga la proyección horizontal de la recta hasta encontrar a LT en V,
proyección horizontal de la traza vertical; y trazando por V’ la línea de
referencia hasta encontrar la proyección vertical de la recta dada, se obtiene V’’,
proyección vertical de la traza vertical.
Dicha traza queda así determinada en el depurado, por sus dos proyecciones
(fig. 25).
24
Haciendo un razonamiento análogo, demostraríamos que, para determinar ta
traza horizontal de una recta dada, se prolonga la proyección vertical de la recta
hasta encontrar a LT en H’’, proyección vertical de la traza horizontal; y trazando
por H’’ la línea de referencia hasta encontrar la
proyección horizontal de la recta dada, se obtiene
H’, proyección horizontal de la traza horizontal.
24. Diferentes posiciones que puede ocupar una recta con respecto a los
planos de proyección.
Una recta puede ocupar diversas posiciones características con respecto a los
planos de proyección.
Cuando está dada una recta cualquiera, se puede conocer qué diedros atraviesa,
hallando sus trazas.
En efecto, sea una recta cualquiera a (fig. 26) y hallemos sus trazas (V’’, V) y
(H’’, H’) de acuerdo con lo indicado en el (N.° 23).
las convenciones establecidas en el N.° 21, se ha dibujado con trazo lleno, y el resto
con trazo punteado).
Por lo tanto, si se tiene una recta cualquiera y se quiere averiguar qué diedros
atraviesa, se comienza por hallar las trazas de la recta, es decir que se averigua cuáles
son los semiplanos de proyección que corta la recta dada. Conocidos éstos, de
inmediato se puede deducir por qué diedros pasa la recta.
Como la recta, por definición, es paralela horizontal, todos sus puntos tienen la
misma cota, es decir que de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 9), todos los puntos de
la proyección vertical de la recta deben
estar a igual distancia de la línea de tierra.
Por consiguiente, su depurado se presentará
como en la (fig. 28), con la proyección
vertical paralela a LT y la proyección
horizontal cualquiera.
Conviene hacer notar que, como la
recta es paralela al plano horizontal, su
traza horizontal H estará en el infinito. (Fig. 28)
Como la recta, por definición, es paralela al vertical, todos sus puntos tienen el
mismo alejamiento, es decir que de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 9), todos los
puntos de la proyección horizontal de la recta deben equidistar de LT. Por consiguiente,
su depurado se presentará como en la (fig. 28), con la proyección horizontal paralela
a LT y la proyección vertical cualquiera.
Conviene hacer notar que, como la recta es paralela al plano vertical, su traza
vertical V estará en el infinito.
26
VI. Recta paralela a la línea de tierra. — Si
una recta r es paralela a LT, es paralela a cada
uno de los planos de proyección, es decir que
todos sus puntos tienen igual cota e igual
alejamiento. Por lo tanto, de acuerdo con lo
expuesto en los casos anteriores, su depurado se
presentará como en la (fig. 29), con sus dos
proyecciones paralelas a LT.
Razonando como en el caso anterior, se demuestra que una recta de fugan, presenta
su depurado como en la (fig. 30), con la proyección horizontal normal a LT y la
proyección vertical según un punto.
IX. Recta que corta a la línea de tierra. — Si una recta r corta a la línea de
tierra, el punto de corte será un punto común a la recta y a LT, y por lo tanto dicho
punto tendrá sus dos proyecciones confundidas sobre LT. El depurado de la recta r se
presentará entonces como en la (fig. 31) con sus dos proyecciones cualesquiera y
cortándose en un punto de LT, que es a la vez traza horizontal y vertical de la recta.
27
X y XI. Recta contenida en uno de los planos bisectores. — Si una recta a está
contenida en el primer bisector, todos sus puntos (N.° 11, X) tienen cota y alejamiento
iguales en magnitud y signo, por consiguiente la recta presenta su depurado como en
la (fig. 31), con sus dos proyecciones formando igual ángulo con LT (ya que las
proyecciones de cada uno de sus puntos equidistan de LT).
(Fig. 31)
Para hallar la proyección horizontal de una recta r de perfil, trazamos por la recta
un plano perpendicular al horizontal. Dicho plano no es otro que el plano de perfil
que contiene a la recta, y será entonces normal a LT. Por lo tanto, cortará al plano
horizontal según la proyección horizontal r’ que será normal a LT.
28
Razonando de igual manera, demostraríamos que r’’,
proyección vertical de la recta de perfil es también normal
a LT en el mismo punto.
Trazas de una recta de perfil. — Veremos ahora cómo se hallan las trazas de una
recta de perfil AB.
Por lo tanto, podemos decir que, en el depurado una recta normal al primer
bisector tiene sus trazas equidistantes de la línea de tierra.
(Lo mismo resultaría si la recta fuese normal al primer bisector, pero en el tercer
diedro).
Pero como además V’H’’’ = V’H’resulta que, en el depurado, una receta normal
al segundo bisector tiene sus trazas confundidas.
Dos rectas del espacio pueden cortarse, cruzarse o ser paralelas. Veremos a
continuación, qué particularidades presenta el depurado para cada una de estas
posiciones relativas.
30
25. Rectas que se cortan. — Para las rectas que se cortan estableceremos el
siguiente
Teorema . — Cuando dos rectas del espacio se cortan, los puntos de intersección
de sus proyecciones del mismo nombre, están situados en el depurado, en una misma
línea de referencia.
Pero además, el punto O tiene sus proyecciones O’’ y O’ en una línea de referencia
normal a LT (N.° 7). Es decir que se cumple el enunciado del teorema.
En efecto, las proyecciones O’’ y O’ (fig. 36) determinan un punto O del espacio,
situado sobre cada una de las rectas dadas. En consecuencia, las rectas, al tener un
punto común, se cortan.
28. Rectas que se cruzan. — Se dice que dos rectas (Fig. 38)
se cruzan cuando no tienen ningún punto común.
Desde el momento en que los teoremas de los (N.os 25 y 26) son ciertos, podemos
establecer el siguiente
Corolario . — Cuando dos rectas del espacio se cruzan, los puntos de intersección
de sus proyecciones del mismo nombre no están situados sobre una misma línea de
referencia.
Hallemos las proyecciones horizontales de ambas rectas. Para ello hacemos pasar
por cada recta un plano perpendicular al horizontal.
32
Como las rectas, por hipótesis, son paralelas, ambos planos proyectantes son
paralelos y por consiguiente cortarán al plano horizontal según dos rectas paralelas a’
y b’, que serán las proyecciones horizontales de las rectas dadas.
(Fig. 40)
De igual manera, los planos que pasan por las rectas ay b, y son perpendiculares
al vertical, serán paralelos. En consecuencia, cortarán al plano vertical según dos
rectas paralelas a’’y b’’, que serán las proyecciones verticales de las rectas dadas.
(Fig. 42)
Para averiguarlo, en virtud del (N.° 17), se proyectan ambas rectas sobre un plano
de perfil π, hallando las terceras proyecciones A’’’ B’’’ y C’’’ D’’’ de las rectas (fig. 42).
Si dichas terceras proyecciones son paralelas, podemos afirmar que las rectas
dadas AB y CD, son paralelas. En el caso contrario, las rectas se cruzan.
1.°) Un punto al infinito o punto impropio está definido por una dirección. Es el punto
común a todas las rectas paralelas a esa dirección. Así por ejemplo, un punto impropio D∞
define una dirección d y es el punto común a todas las rectas paralelas a d. Unir un punto
cualquiera A con un punto impropio D∞, significa trazar por el punto A una recta paralela a d.
2.°) Una recta al infinito o recta impropia está definida por una dirección de plano α Es
la recta r∞ común a todos los planos paralelos al α Así por ejemplo, el plano que determinan
un punto cualquiera A y la recta impropia r∞, es el plano que pasa por A y es paralelo al plano
α. También se puede decir que dos puntos impropios determinan una recta impropia.
APLICACIONES
Aplic. 1.a Por un punto dado, trazar una paralela a una recta de perfil dada.
Propongámonos por ejemplo, trazar por el punto (P’’, P’) de la (fig. 43) una recta
paralela a la recta de perfil CD.
34
Para ello, se proyecta la recta sobre el plano de perfil π que pasa por el punto, y
luego se llevan el punto y la recta a tercera proyección, en P’’ y C’’D’’ respectivamente.
Recordando lo que establece el (N.° 17), se traza entonces por P’’ una paralela a
C’’D’’, que será la recta buscada P’’M’’ en tercera proyección. Para llevar dicha
recta al depurado, basta con llevar un punto M cualquiera, que unido con P nos
determina la recta de perfil PM que se quería trazar.
(Fig. 43)
Aplic. 2.a Hallar los puntos de corte de una recta con el primer y el segundo
bisector.
Sabemos del (N.° 11, X), que los puntos del primer bisector tienen sus
proyecciones equidistantes de LT. Por lo tanto, las proyecciones del punto buscado,
además de estar sobre las proyecciones de la recta dada, deberán cumplir con la
condición de equidistar de LT. Para hallarlo utilizamos el siguiente procedimiento
geométrico (fig. 44).
Por otra parte, el punto de corte de la recta α con el segundo bisector, será un
punto de la recta que tenga sus proyecciones confundidas (N.° 11, XI). Dicho punto
se determina fácilmente como el punto de corte (R’’, R’) de las proyecciones de la
recta dada.
Cuando se trate de una recta de perfil, habrá que recurrir a la tercera proyección.
Aplic. 3.a Lα relación de las medidas de los segmentos de una recta, es igual a la
relación de las medidas de sus proyecciones.
Sean los puntos (A’’, A’) y (B’’, B) de la (fig. 46) cuya distancia queremos hallar.
(Fig. 46)
36
Por lo tanto, en el depurado (fig. 46), para hallar la distancia entre los puntos A y
B construimos ese triángulo rectángulo, con un cateto A’B’ y otro cateto c igual a la
diferencia de cotas (B’’B0 - A’’Ao).
Sabemos de Geometría elemental, que un plano queda definido por dos rectas
que se cortan o son paralelas, por una recta y un punto exterior a ella o por tres puntos
no situados en línea recta.
Pero es evidente que, cualquiera que sea la manera de definir el plano, siempre
se le puede considerar como dado por dos rectas que se cortan.
En efecto, si el plano está dado por una recta y un punto exterior a ella, bastará
trazar por el punto una recta que corte a la dada para que el plano quede determinado
por dos rectas que se cortan.
Si el plano está dado por tres puntos no situados en línea recta, bastará unir
mediante rectas uno de los puntos con cada uno de los otros dos, para que el plano
quede determinado por dos rectas que se cortan.
Por consiguiente, en general, consideraremos que los planos están definidos por
dos rectas que se cortan. Así las rectas a y b de la (fig. 36) determinan un plano.
I. — Dado un plano por dos rectas que se cortan y una de las proyecciones de otra
recta, hallar la restante proyección de ésta, de manera que pertenezca al plano de
las dos primeras.
Sean en la (fig. 47) dos rectas (a’’, a) y (b’’, b) que determinan el plano dado, y
sea r’’ la proyección vertical de una tercera recta r.
Como la recta r (de la cual sólo conocemos su proyección vertical) debe estar
situada en el plano de a y b, cortará a estas dos rectas. Las proyecciones verticales de
los puntos de corte serán entonces A’’y B’’ intersecciones de las proyecciones verticales
a’’y b’’conr’ .
38
Ahora bien, la proyección horizontal A’
del punto A, estará en la línea de corres-
pondencia de A’’ y sobre la proyección
horizontal de la recta a a la cual perte-
nece.
Si la recta dada fuese paralela a una de las rectas que determinan el plano, bastará
aplicar el teorema del (N.° 29).
II. — Dado un plano por dos rectas que se cortan y una de las proyecciones de un
punto, hallar la restante proyección de éste, de manera que el punto pertenezca al
plano.
33. Notaciones, - Los planos del espacio se designan con las letras del alfabeto
griego (α, β, γ,...) y sus trazas se indican con dos tildes la traza vertical (α’’, β’, γ’’...)
y con un tilde la traza horizontal (α’, β’, γ’,...).
Las trazas del plano serán las rectas α’’ y α’ que unen
las trazas del mismo nombre de las rectas ay b.
(Además, como comprobación, las trazas del plano
deberán cortarse en un mismo punto de LT). (Fig. 50)
II. — Hallar las trazas de un plano dado por dos rectas paralelas.
Este problema se diferencia del anterior en que el punto O es impropio, pero para
resolverlo se efectúan las mismas construcciones que en el caso anterior.
III. — Hallar las trazas de un plano dado por una recta y un punto.
1 V. Hallar las trazas de un plano dado por tres puntos no situados en línea recta.
35. Diferentes posiciones que puede ocupar un plano con respecto a los planos
de proyección.
(Fig. 52)
plano que están en el 2.° diedro quedan comprendidos entre α’’ y la prolongación
de α’. Todos los elementos del plano que están en el tercer diedro quedan compren-
didos entre las prolongaciones de α’’ y α’. Y finalmente, todos los elementos
del plano que están en el cuarto diedro quedan comprendidos entre α’ y la prolon-
gación de α’’.
Esto es evidente, puesto que si el plano dado no tiene traza horizontal quiere
decir que no corta al horizontal de proyección, por consiguiente ambos planos son
paralelos.
III. Plano frontal. — Se denomina plano frontal, a todo plano paralelo al vertical
de proyección.
Dicho plano está simado delante del vertical de proyección; y cuando se halle,
corno el plano δ, detrás del vertical de proyección tendrá la traza horizontal δ’ por
encima de LT.
La traza vertical del plano, intersección del plano dado con el vertical de
proyección, será una recta β’ que pasará por el punto de corte β’ con LT.
VI. Plano de perfil. — Hemos visto anteriormente, en el (N.° 12), que se denomina
plano de perfil a todo plano perpendicular a la vez a los dos planos de proyección.
Un plano de perfil γ presentará su depurado como en la (fig. 55), con sus trazas
normales a LT en un mismo punto.
Esto es evidente, puesto que el plano dado pasa por dos rectas γ’’ y γ’ que se
cortan en un punto de LT y que, como vimos en los recíprocos de los casos IV y V,
son normales a los planos horizontal y vertical, respectivamente.
(El plano α pasaría por los diedros II, I y IV; el α, por los diedros II, III y IV; el
α2 por los diedros I, II y III, y el α3 por los diedros I, IV y III).
VIII. Plano que pasa por la línea de tierra. — Un plano que pasa por LT cortará
según dicha recta a los planos de proyección. Es decir que sus trazas coincidirán con
la línea de tierra.
Como planos que pasan por LT hay infinitos, para determinar uno cualquiera de
ellos, bastará con fijar la posición de uno de sus puntos. En consecuencia, un plano α
que pase por LT presentará su depurado como en la
(fig. 58) con sus trazas coincidiendo con LT y
determinado por un punto (A’, A’).
De los planos que pasan por LT hay dos muy particulares. Uno de ellos es el
primer bisector, que es el plano β de la (fig. 58) en la cual el punto B que determina
el plano es un punto del primer bisector.
Para ello, las trazas del plano deberán pasar por las
trazas del mismo nombre de la recta (N.° 35).
Por lo tanto, si construimos una traza α’’ pasando
por V’’, la otra traza α’ deberá pasar por H’ y por el punto
P, intersección de α’’ con LT.
De este modo, el plano α pasa por la recta VH y, en
consecuencia, será normal al primer bisector.
En efecto, todo plano como el α contiene rectas de perfil como la VH que tendrán
sus trazas equidistantes de LT (puesto que los triángulos rectángulos V’V’P y H’H’’P
son iguales por tener el lado V’P común y los ángulos en P iguales). Por consiguiente,
los planos como el α, al pasar por rectas normales al primer bisector, serán también
normales al primer bisector.
Tomaremos entonces en la (fig. 61) una recta (V’H’’, V’H’) normal al segundo
bisector (N.° 24, XIV), y haremos pasar un plano por dicha recta.
Para ello, las trazas del plano deberán pasar por las
trazas del mismo nombre de la recta.
En efecto, todo plano como el β contiene rectas de perfil como la VH, que tendrán
sus trazas coincidentes, puesto que las trazas del plano están confundidas. Por lo
tanto, los planos como el β, al pasar por rectas normales al segundo bisector (puesto
que dichas rectas tienen sus trazas coincidentes), serán también normales al segundo
bisector.
Para ello recordemos del (N.° 34) que toda recta contenida en un plano tiene sus
trazas sobre las trazas del mismo nombre del plano; y para que un punto esté contenido
en un plano, bastará con que se halle simado sobre una recta del plano, es decir, que
sus proyecciones estén sobre las proyecciones del mismo nombre de una recta del
plano.
1) Dado un plano por sus trazas y una de las proyecciones de una recta, hallar la
restante proyección de la recta para que pertenezca al plano dado.
Sea el α de la (fig. 62) el plano dado y α’’ la proyección vertical de una recta a.
De esta manera, uniendo H’ con V’obtenemos la proyección a’ que con a’’ nos
determina la recta a .
Estas rectas notables de un plano son: las horizontales, las frontales, las rectas
de máxima pendiente y las rectas de máxima inclinación.
Para ello, recordemos del (N.° 24, IV) que toda recta horizontal tiene su proyección
vertical paralela a LT.
Por consiguiente, si tenemos un plano α (fig. 64), para hallar una horizontal del
plano, comenzamos por trazar su proyección vertical h’’ paralela aLT. Hallamos luego
49
la traza vertical (V’’,V’) de la recta h, sabiendo que pertenece al plano. La restante
proyección A’ de la recta pasará por V’. Además, como la recta h es paralela al plano
horizontal, será también paralela a α’ que está
contenida en dicho plano de proyección. Por lo tanto
h’ que también es paralela a h, por ser la proyección
sobre un plano de una recta paralela al plano, resultará
paralela a α’.
Con respecto a las rectas de máxima pendiente y por sus inmediatas aplicaciones,
demostraremos el siguiente
Para ello, habrá que demostrar que el ángulo 1 que forma AB con su proyección
horizontal AB, es mayor que el ángulo 2 que forma cualquier otra recta del plano α
con su respectiva proyección horizontal.
AA’ AA’
tg 1 = y tg2 =
A’B A’C
de donde,
A’C tg 1
= [1]
A’B tg2
Pero como A’B es normal a α’ y A’C es oblicua respecto a α’, se tiene que
A’C > A’B, por consiguiente, en la [1] tendremos
tg 1 > tg2
42. Teorema . — Toda recta de un plano cuya proyección vertical sea perpendicular
a la traza vertical del plano que la contiene, es recta de máxima inclinación del
plano.
La demostración de este teorema es totalmente análoga a la del (N.° 41), sólo hay
que considerar el plano vertical en lugar del plano horizontal.
2.° Todas las rectas de máxima inclinación de un plano son paralelas entre sí y
normales a la traza vertical del plano.
Como en virtud de los corolarios 1.° y 2.°, al conocer una recta de máxima
pendiente o de máxima inclinación de un plano, queda determinada la traza horizontal
o vertical del plano, en cada caso se conocerán dos rectas del plano, y, en consecuencia,
podemos establecer que
2.a Hallar las trazas de un plano dado por una recta de máxima pendiente.
Sea un plano α definido en la (fig. 69) por una línea de máxima pendiente a.
De una manera semejante se hallarían las trazas de un plano dado por una línea
de máxima inclinación.
3.a Dado un plano por una línea de máxima pendiente hallar una horizontal y
una frontal del plano.
Sea un plano α definido en la (fig. 70) por una línea de máxima pendiente a.
54
Una horizontal h del plano tendrá su
proyección vertical h’’ paralela a LT. La restante
proyección h’ pasará por el punto M’ (proyección
horizontal del punto de corte de h con a) y además
será perpendicular a la proyección horizontal a’
de la línea de máxima pendiente (N.° 43,3.°) decir
que h’ pasará por M’ y será normal a a’.
Esta aplicación 3.a se podría haber resuelto hallando primeramente las trazas del
plano dado (Aplicac. 2.a) y luego hallando la horizontal y la frontal como en los (N.os
38 y 39).
Vemos pues que conviene utilizar planos auxiliares cuyas intersecciones con los
planos dados se puedan encontrar de inmediato.
Sean dos planos αyβ (fig. 72) dados por sus trazas. Hallaremos su intersección
por el método general.
57
Cortando ambos planos con el plano vertical de
proyección, obtenemos las rectas α’’ y β’’ que se cortan
en un punto (V’’, V) que será común a los planos y por
lo tanto es un punto de su intersección.
Es decir que uniendo los dos puntos hallados (V’’ con H’ y V’con H’), queda
determinada la recta intersección (i’ i’) de los planos dados.
Se observa además, que los puntos que determinan la intersección son las trazas
de esta recta.
Este procedimiento se podrá utilizar siempre que las trazas de los planos se cor-
ten dentro de los límites del depurado.
La recta intersección que obtuvimos es una recta de perfil que tiene sus trazas de
distinto nombre confundidas y sabemos del (N.° 24, XIV), que una recta en esas
condiciones es perpendicular al segundo bisector.
En ciertos casos, por la posición particular que ocupan las trazas de los planos
dados, o por la manera en que éstos fueron definidos, no es posible aplicar el proce-
dimiento del párrafo anterior.
Sin embargo, hay algunas casos sencillos en que, para hallar la intersección de
los planos, no es necesario utilizar dos planos auxiliares; algunas veces, porque se
conoce a priori un punto de intersección; otras veces, porque se conoce a priori la
dirección de la intersección, o una de sus proyecciones.
59
Consideraremos algunos de estos casos.
Pero además, por el procedimiento general, las trazas horizontales α’, y φ’ de los
planos nos determinan un punto (H’, H’) de la intersección.
Luego, trazando por H’ una paralela f’’ a α’’ y por H’ una paralela f’ a LT, nos
queda determinada la intersección buscada.
Sean en la (fig. 78) un plano α proyectante vertical y un plano definido por las
rectas (a’, a’) y (b’, b’).
60
Como el plano es proyectante vertical, todos
sus elementos se proyectarán verticalmente so-
bre su traza vertical α’’ (N.° 37).
Estas rectas determinan un punto (I’’,I’) común a los tres planos y que por lo
tanto pertenece a la intersección buscada.
Uniendo el punto (I’’, I’) con el punto (O’’, O’) obtenemos la intersección (i’’, i’)
de los planos dados.
Estas rectas determinan un punto (I’, I’) común a los tres planos y, por lo tanto,
de la intersección. Uniéndolo con el punto (O’’,O’) queda determinada la recta inter-
sección (i’, i) buscada.
En este caso, como los planos dados son paralelos a LT, su intersección deberá
ser una recta paralela a LT; es decir que conocemos de antemano la dirección de la
intersección buscada.
Trazando por (I’’, I’) una recta (i’, i’) paralela a LT, tendremos la intersección
buscada.
Otro procedimiento para resolver este caso, sería utilizando la tercera proyec-
ción.
62
Para ello, en la (fig. 81) cortamos a los planos α y β con un plano auxiliar π de
perfil.
Llevamos los planos dados a tercera proyección (N.° 35, VII) en α’’’ y β’’’. Estas
rectas se cortan en i’’, que es la tercera proyección de la intersección de los planos.
49. Casos de intersección en que hay que utilizar dos planos auxiliares.
En algunos casos, los planos dados se presentan de tal manera que, para determi-
nar su intersección, es necesario utilizar dos planos auxiliares. Veremos algunos
ω1, obtenemos las rectas (h’3, h’3)y (h’’4, h’4) que determinan otro punto (I’ 1, I’1) de
la intersección.
63
Es decir que, uniendo los puntos I e I1 queda determinada la intersección
buscada.
Otro procedimiento para resolver este ejercicio, consiste en trazar (fig. 83) un
plano auxiliar β1 paralelo a uno de los planos dados y de tal manera que sus trazas
corten dentro del depurado a las trazas del otro plano.
Este plano auxiliar β1, corta al plano α (N.° 47) según la recta (r’ , r’) que será
paralela a la intersección buscada. Por lo tanto, para hallar esa intersección, cortamos
a los planos dados con un plano auxiliar horizontal ω, obteniendo las rectas (h’’1,h’1)
y (h’2,h’2) que determinan un punto (I’’, I’) de la intersección.
Trazando por dicho punto una recta (i’, i’) paralela a la recta (r’’, r’) tendremos
determinada la intersección buscada.
II. Hallar la intersección de un plano dado por sus trazas con un plano dado por
dos rectas que se cortan.
Cortando a ambos planos con un plano horizontal auxiliar ω, obtenemos las rec-
tas (h’’1, h’1) y (h’2, h’2) que nos determinan un punto (I’’, I’) de la intersección.
(Fig. 84)
De una manera general, los planos que cumplen mejor estas condiciones son los
planos proyectantes de la recta dada; sin que esto quiera decir que, en ciertos casos,
no sea más conveniente utilizar otra clase de planos auxiliares.
52. Ejemplos : I. Hallar la intersección de una recta vertical con un plano cual-
quiera.
II. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano dado por dos
rectas que se cortan.
Sea en la (fig. 88) una recta (r’’, r’) y un plano definido por las rectas ay b.
(Fig. 88)
El punto (I’, I’) en que se cortan las rectas r y MN, es el punto buscado.
(Fig. 89)
La intersección de ese plano con el dado (N.° 48, I) es una recta horizontal (h’,
h’), que corta a la recta dada (r’ , r’) en el punto (I’, I’), que es el punto buscado.
IV. Hallar la intersección de una recta de perfil con un plano dado por dos
rectas que se cortan.
V. Hallar la intersección de una recta horizontal con un plano que pasa por LT
y un punto.
Sean en la (fig. 91), una recta horizontal (r’ , r’) y un plano α dado por LT y un
punto (A’, A’).
En este caso, el plano proyectante vertical
auxiliar de la recta, es un plano horizontal ω’’.
53. Casos en que la intersección de una recta con un plano puede fijarse a
priori.
En algunos casos, debido a las posiciones particulares que ocupan las rectas y
los planos dados con respecto a los planos de proyección, sus intersecciones pueden
hallarse de inmediato, sin tener necesidad de aplicar el procedimiento general.
Veremos algunos
Sean en la (fig. 92) una recta (r’ , r’) y un plano α proyectante vertical.
II. Hallar la intersección de una recta cualquiera con un plano proyectante ho-
rizontal.
Sean en la (fig. 92) una recta (r’, r’) y un plano β proyectante horizontal.
Sean en la (fig. 93) una recta (r’ , r’) y un plano horizontal definido por su traza
vertical ω’ .
APLICACIONES
Aplic. 1.a Dadas dos rectas que se cruzan, trazar por un punto dado, una recta
que corte α las rectas dadas.
Sean en la (fig. 94) las rectas (a’, a’) y (b’, b’) que se cruzan, y sea (P’, P’) el
punto dado.
Aplic. 2.aDadas dos rectas que se cruzan, hallar una recta paralela a una direc-
ción dada, que corte a las rectas dadas.
Aplic. 3.a Hallar una recta que corte a tres rectas dadas que se cruzan dos a dos.
55. Teorema . — Si dos planos son paralelos, sus trazas del mismo nombre son
paralelas.
En efecto, sabemos que, por definición, las trazas de un plano son las intersec-
ciones del plano con los planos de proyección. Por consiguiente, dos planos paralelos
cortarán a cada plano de proyección según rectas paralelas que serán las trazas de
dichos planos (puesto que dos planos paralelos cortan a un tercero según rectas para-
lelas).
56. Teorema (recíproco). — Si dos planos tienen sus trazas del mismo nombre
paralelas, los planos son paralelos.
Como las trazas de un plano son dos rectas que se cortan del plano, tendremos
entonces dos rectas que se cortan respectivamente paralelas a otras dos rectas que se
cortan, y sabemos de Geometría del Espacio que los planos que determinan dichas
rectas son paralelos.
Si dos planos son perpendiculares, también sus trazas tomarán cualquier posición
en el depurado, puesto que dado un plano, hay infinitos que le son perpendiculares.
Hay, sin embargo, un caso en que dos planos perpendiculares presentan sus
trazas en una posición determinada. Se trata de dos planos perpendiculares, uno de
73
los cuales lo es también a uno de los planos de proyección. En dicho caso las trazas
de ambos planos sobre este último, son perpendiculares entre sí.
58. Problema. — Por un punto dado trazar un plano paralelo a otro plano dado.
I. Si el plano está definido por dos rectas que se cortan, bastará trazar por el
punto dado, dos rectas respectivamente paralelas a las rectas dadas, y el plano que
determinan será paralelo al plano dado.
II. Si el plano está definido por dos rectas paralelas, reducimos el problema al
caso anterior, hallando una recta coplanar con ellas (N.° 31, I). Luego trazamos por el
punto dado, una paralela a las rectas dadas y una paralela a la recta coplanar hallada.
El plano que determinan será paralelo al plano dado.
Obtenemos así un plano β paralelo al α (por tener sus trazas homónimas parale-
las) y que contiene al punto P (puesto que P está sobre una recta horizontal h al
plano).
Otro procedimiento para los planos paralelos a LT, sería recurrir a la tercera
proyección. En la (fig. 99) se detalla la construcción.
En igual forma se resuelve el problema si el plano dado es un plano que pasa por
la línea de tierra.
75
PARALELISMO ENTRE RECTAS Y PLANOS
Aplicando la propiedad citada, bastará trazar por el punto dado una recta parale-
la a cualquier recta del plano dado.
II. Por un punto dado trazar un plano paralelo a una recta dada.
En este caso trazamos por el punto dado una recta paralela a la recta dada y
cualquier plano que contenga dicha paralela nos resuelve el problema.
(Fig. 101)
Como extensión de este teorema y en virtud de que dos rectas paralelas tienen
sus proyecciones homónimas paralelas, podemos enunciar el siguiente
Sea un ángulo BAC (fig. 102) con un lado BA paralelo a un plano α y cuya
proyección BAC’ sobre α es un ángulo recto.
La recta BA, por ser paralela a B’A’, es también perpendicular al plano C’A’AC y,
por consiguiente, a la recta AC que pasa por su pie en el plano. Luego, el ángulo BAC
es recto.
(*) Dos rectas se cruzan ortogonalmente cuando trazando por un punto cualquiera de una de ellas una
paralela a la segunda, dicha paralela y la primer recta son perpendiculares.
77
Como aplicación fundamental de los teoremas anteriormente expuestos, demos-
traremos el siguiente
Sea una recta r perpendicular a un plano α dado por sus trazas (fig. 103).
Sea la recta r de la (fig. 103) que tiene sus proyecciones perpendiculares a las
trazas homónimas del plano α.
En esos casos, las proyecciones de una recta de perfil son perpendiculares a las
trazas del mismo nombre del plano, pero, en general, una recta de perfil cualquiera
no es perpendicular a un plano dado.
78
64. Como las horizontales de un plano tienen sus proyecciones horizontales pa-
ralelas a la traza horizontal del plano, y como las frontales de un plano tienen sus
proyecciones verticales paralelas a la traza vertical del plano (N.os 38 y 39), podemos
deducir del teorema precedente y su recíproco (N.os 62 y 63) los siguientes
65. Problema. — Por un punto dado trazar una recta perpendicular a un plano
dado.
Si el plano está dado por sus trazas, aplicando los teoremas anteriormente ex-
puestos bastará trazar (fig. 103) por las proyecciones P’ y P’ del punto dado, las
proyecciones r’’ y r’ de modo que sean respectivamente perpendiculares a las trazas
α’’ y α’ del plano.
En el caso que el plano dado sea proyectante vertical, resulta evidente que las
rectas perpendiculares a él son paralelas al vertical, es decir, frontales.
Si el plano está dado por dos rectas que se cortan ay b (fig. 104) y desde un
punto P queremos trazarle una recta r perpendicular, procedemos de la siguiente
manera: se hallan, como sabemos del (N.°
45,1.a), una horizontal h y una frontal f del
plano dado, y luego, aplicando el
corolario II del (N.° 64), se trazan por
P’ una proyección r’’ perpendicular a f’’
y por P’ una proyección r’ perpendicular
ah’.
66. Problema. — Por un punto dado trazar un plano perpendicular a una recta
dada.
Sean dados en la (fig. 106) un punto (P’, P’’) y una recta (r’ , r’).
Esta horizontal tiene por traza vertical el punto (V’’, V’), por lo tanto, si
desde V’’ trazamos la perpendicular a r’’ obtenemos la traza vertical α’’ del
plano buscado.
La restante traza α’ pasará por el punto de corte de α’’ con LT y será paralela a A’,
y por lo tanto perpendicular a r’.
Sean un punto dado P y dos planos α y β. Si como ya hemos visto en el (N.° 65)
trazamos por P dos rectas ay b respectivamente perpendiculares a los planos α y β,
el plano que determinan dichas rectas será el plano buscado.
69. Problema. — Por una recta dada trazar el plano perpendicular a un plano
dado.
El plano que determinan las rectas a y r es el plano que pasa por a y es perpendi-
cular al α.
El depurado correspondiente es el de la
(fig. 110). Para su trazado se realizan las cons-
trucciones anteriormente indicadas, o sea: por
(P’, P’) trazamos por medio de la horizontal
h, el plano (α’ , α’) perpendicular a la recta r
(Problema N.° 66).
Por lo tanto, para hallar las proyecciones de la distancia de un punto a una recta,
bastará con trazar desde el punto dado, la recta perpendicular a la recta dada y deter-
minar el punto de corte de ambas rectas. Ese punto de corte y el punto dado, nos
determinan la distancia del punto a la recta.
Sabemos de Geometría del Espacio que, entre dos rectas que se cruzan hay sola-
mente una recta que es perpendicular a ambas, y que el segmento de perpendicular
común comprendido entre aquellas rectas mide la mínima distancia entre ellas.
Sean a y b las rectas que se cruzan (fig. 112). Trazamos por una de las rectas a un
plano α paralelo a la otra recta b (el plano
se determina por a yb1 paralela a b).
a, y trazando por dicho punto la perpendicular n al plano α, esa recta será la perpen-
dicular común buscada.
Por dicho punto (B’2, B’2) trazamos una recta (b’2, b’2) paralela a la recta (b’, b’)
y hallamos el punto (C’, C’) que determinan b2 y a.
Trazando por el punto (C’, C’) una perpendicular (n’, n’) al plano α, esa recta
será la perpendicular común buscada, que cortará a la otra rectab en un punto (D’,D’).
Por consiguiente, el problema se reduce a hallar una recta n paralela a una direc-
ción dada d, que se apoye en dos rectas dadas ay b.
Sean (a’, a’) y (b’, b’) de la (fig. 114) las rectas que se cruzan. Trazamos dos
planos α y β respectivamente perpendiculares a las rectas ay b.
(Fig. 114)
Por un punto (B’, B’) de la recta b trazamos una recta (d’’, d’1) paralela a la recta
(d’’, d’). Utilizando el plano proyectante auxiliar (ω’’, ω’) de la recta a determinamos el
punto (C’’, C’), intersección de la recta a con el plano que determinan las rectas by d1
Trazando por (C’, C’) una paralela (n’, n’) a la recta d tendremos la perpendicu-
lar común buscada, que además cortará a la recta b en un punto (D’,D’).
Estos casos se presentan cuando, por la posición particular que ocupa alguna de
las rectas que se cruzan, se puede aplicar el teorema fundamental del ángulo recto
(N.° 60).
86
I. Hallar la perpendicular común a una recta vertical y una recta cualquiera que
se cruzan.
Sean las rectas (a’’, a’) vertical y (b’, b’) cualquiera de la (fig. 115).
Sean una recta cualquiera (r’’, r’) y la línea de tierra de la (fig. 116).
Para hallar la recta n en el depurado, bastará llevar el punto C’’ sobre la recta
(r’’,r’) en (C’, C’), y trazando luego por dicho punto la recta de perfil (n’, n’) determi-
namos sobre LT el punto (D’t D’).
Sean en la (fig. 117) una horizontal (h’, h’) y una frontal (f’, f’)que se cruzan.
En consecuencia, el problema se
reduce al resuelto en la página 69: hay (Fig. 117)
que trazar una recta paralela a una dirección
dada (n’ , n’) que se apoye en dos rectas
dadas (h’,h’)y(f’,f’’.
Para ello, por un punto (P’, P) de (f’, f’) trazamos una paralela (n’’1, n’1)
a la dirección dada. Hallamos luego, por medio del plano proyectante auxiliar ω,
el punto (I’’, I’’), intersección de la otra recta (h’, h’) con el plano que determinan las
rectas f’y n1.
Finalmente trazando por (I’’, I’) una recta (n’, n’) paralela a la dirección dada.
88
dicha recta será la perpendicular común buscada, que además cortará a la recta fen
un punto (F’, F’).
Otros casos particulares, que se resuelven por aplicación del teorema del (N.°
60) se plantean en el problema N.° 28 de este capítulo.
Paralelismo.
1. Por un punto dado trazar una recta paralela al primer bisector y una recta paralela al
segundo bisector. Deducir qué relación presentan entre sí las proyecciones de cada una de esas
rectas.
2. Por un punto dado (P’, P’) trazar un plano paralelo a cada uno de los siguientes
planos:
a) Plano perpendicular al segundo bisector.
b) Plano proyectante horizontal.
c) Plano que pasa por LT y un punto A.
d) Plano dado por una recta de perfil AB y una recta cualquiera.
e) Plano dado por una línea de máxima inclinación (sin hallar las trazas del plano).
3. Hallar las trazas de un plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es paralelo a una
recta de perfil dada AB.
4. Hallar las trazas de un plano que pasa por una recta dada (r’, r’) paralela a LT y es
paralelo a otra recta dada (a’’, a’).
5. Por dos puntos dados Ay B, trazar un plano equidistante de otros dos puntos dados
CyD.
6. Trazar un plano α que sea paralelo a una recta dada (r’, r) y que equidiste de tres
puntos dados A, B y C, y de tal manera que los puntos Ay B queden situados en uno de los
semiespacios determinados por α y el punto C en el otro semiespacio.
7. Por un punto dado (P’, P’) trazar una recta paralela a un plano dado (α’, α’) y que
corte a una recta dada (r’, r’).
8. Por un punto dado (P’, P’) trazar una recta paralela a un plano que pasa por LT y un
punto A y corte a una recta de perfil dada CD.
9. Por un punto dado trazar una recta paralela al segundo bisector y que sea paralela a
un plano dado.
10. Dado un plano por sus trazas, hallar una recta del plano que tenga sus proyecciones
paralelas.
Perpendicularidad.
11. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es perpendicular a
un plano de perfil.
12. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada (r’, r’) y es perpendicular a
un plano que pasa por LT y un punto A.
89
13. Hallar las trazas del plano que pasa por una recta dada del segundo bisector y es
perpendicular a un plano β, el que a su vez es paralelo a dos rectas dadas que se cruzan, ay b.
14. Hallar las trazas del plano que pasa por un punto dado y es perpendicular a un plano
de perfil dado y al primer bisector.
15. Hallar sobre una recta dada, un punto que equidiste de dos puntos dados.
16. Hallar un punto de LT que equidiste de las trazas de una recta dada.
17. Hallar un punto del primer bisector que equidiste de tres puntos dados A (3 cm.; 5
cm.), B (3 cm.; -2 cm.) y C (2 cm.; -2 cm.).
18. Por un punto dado (P’, P’), trazar la recta que corte a una recta dada (r’, r’) y sea
ortogonal a otra recta dada (a’’, a’).
19. Por un punto dado (P’, P’), trazar la recta que sea ortogonal con respecto a dos
rectas dadas ay b.
20. Dada una recta de perfil AB, por el punto B trazarle una recta perpendicular que
corte a otra recta dada (r’’, r’).
21. Dado un plano α y una recta de perfil AB, proyectar ortogonalmente la recta AB
sobre el plano dado.
Distancias.
22. Hallar las proyecciones de la distancia de un punto P (2 cm.; -5 cm.) a cada uno de
los siguientes planos:
a) Plano de perfil.
b) Plano paralelo a LT
c) Plano paralelo al horizontal.
d) Plano que pasa por LT y un punto A.
e) Plano perpendicular al segundo bisector.
23. Hallar las proyecciones de la distancia de un punto P (2 cm.; 3 cm.) a cada una de las
siguientes rectas:
a) Recta del segundo bisector.
b) Recta paralela a LT.
c) Recta de perfil AB.
d) Recta frontal.
e) Recta vertical.
24. Dados dos puntos A y B, hallar una recta del plano horizontal que diste 3 cm. de A y
4 cm. de B.
25. Dados un punto P (3 cm; 0 cm.) y una recta de plano horizontal, hallar la verdadera
magnitud de la distancia del punto P a la recta dada.
26. Se da la traza horizontal α’ de un plano proyectante vertical y un punto (P’, P’).
Determinar α’ sabiendo que el punto P dista 5 cm. del plano α
27. Conociendo la traza horizontal α’ de un plano paralelo a LT, hallar αn sabiendo que
el plano α dista 3 cm. de LT
Perpendicular común.
28. Hallar la perpendicular común a las siguientes rectas no coplanares:
a) Dos rectas horizontales.
b) Dos rectas de perfil.
c) Recta de perfil y recta cualquiera.
90
d) Recta de perfil y recta horizontal.
e) Recta de perfil y recta paralela a LT.
f) Dos rectas cuyas proyecciones verticales son paralelas.
29. Se conocen las proyecciones (a’’, a’) de una recta a, la proyección horizontal b’, de
una recta b y la proyección horizontal n’ de la perpendicular común a las rectas ay b. Hallar las
proyecciones verticales b’’ y n’’de las rectas by n.
30. Conociendo las proyecciones de la perpendicular común a dos rectas y las proyec-
ciones verticales de las rectas, hallar sus proyecciones horizontales.
31. Hallar una recta que pertenezca a un plano dado α, diste 3 cm. de LT y sea paralela
al segundo bisector.
32. Dadas dos rectas ay b, determinar una recta que corte a la recta a, sea paralela a la
recta b y diste 4 cm. de LT.
Problemas varios.
33. Dados P, a, b y c hallar una recta que se apoye en a y b, de modo que el plano
determinado por P y dicha recta sea normal a c.
34. Dados A,B, Cy D hallar un plano equidistante de los cuatro puntos y la verdadera
magnitud de la distancia.
35. Dados (A’ A’) y (B’’, B’) hallar los puntos C y D que determinan un cuadrado con A
y B, sabiendo que A’B’C’D’ forman también un cuadrado.
36. Dados tres puntos A, B, C y dos rectas my n, hallar las rectas paralelas a m que se
apoyen en n y en los lados del triángulo ABC.
37. Hallar un segmento horizontal de longitud dada que se apoye en dos rectas dadas.
38. Dados tres puntos A, B y C situados en un mismo plano de perfil y un cuarto punto
D exterior al plano, hallar los puntos de la recta AB desde los cuales el segmento CD se ve bajo
un ángulo recto.
39. Dado un segmento horizontal AB, hallar el punto C de cota dada y el mayor aleja-
miento posible que forme triángulo equilátero con Ay B.
MÉTODOS DE LA GEOMETRÍA DESCRIPTIVA
En gran cantidad de problemas que se plantean en Geometría Descriptiva es
conveniente, a veces, colocar las formas del espacio en una posición particular deter-
minada con respecto a los planos de proyección.
Ya sea porque en esa posición de los elementos dados se resuelven más fácil-
mente los problemas planteados, o porque con ella se consigue una representación
aclaratoria de la forma, posición o dimensiones de los elementos dados.
Estos métodos, que trataremos con extensión en los capítulos siguientes son:
Este método, que fue indicado por primera vez por DESARGUES a mediados
del siglo XVII y actualizado por G. MONGE, tiene en realidad una utilización bas-
tante restringida, debido a la gran cantidad de líneas que es necesario emplear, y que
complican los depurados.
2. El método de los giros, que consiste en mantener fijos los planos de proyec-
ción y girar las formas del espacio alrededor de una recta dada, hasta colocarlas en
una posición particular determinada con respecto a los planos de proyección.
3. El método de los abatimientos, que consiste en girar los planos del espacio
alrededor de una de sus intersecciones con los planos de proyección, hasta llevarlos a
coincidir con uno de éstos.
74. Como hemos visto precedentemente, este método consiste en que, dada la
representación de una forma del espacio con respecto a dos planos de proyección,
obtener la nueva representación de la forma con respecto a otros dos planos de pro-
yección.
Este método se utiliza solamente en los siguientes casos: el nuevo plano vertical
es perpendicular al plano horizontal primitivo; o el nuevo plano horizontal es perpen-
dicular al plano vertical primitivo.
Por otra parte, estos cambios de planos no se pueden efectuar los dos a la vez,
sino que es necesario efectuarlos escalonadamente hasta obtener la posición particu-
lar deseada. Sin embargo, se pueden hacer, uno después de otro, todos los cambios de
planos que se deseen, aunque en casi todos los casos bastará con utilizar como máxi-
mo dos cambios de planos alternados.
75. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 118) un punto A del espacio
definido por sus dos proyecciones A’’y A’ con respecto a los planos de proyección
Hy V.
(Fig. 118)
Proyectando además el punto A sobre el nuevo plano vertical V1, se obtiene una
proyección A’ que se lleva al depurado haciendo girar el plano V1 , alrededor de la
nueva línea de tierra L’ 1T’’1, en sentido retrógrado, hasta hacerlo coincidir con el
plano H o sea con el plano del depurado.
Tendremos así en el depurado la nueva proyección vertical A’’1, que, por tratarse
de un sistema de planos análogo al del (N.° 7), debe estar sobre una perpendicular a
L’ T’’Á trazada desde la otra proyección A’.
Notamos además que la nueva proyección vertical A’’ dista de L’ 1T’’1 una mag-
nitud igual a la cota del punto A, puesto que A’’1 M1 = AA’.
Es decir que, según que el punto dado tenga su proyección vertical por encima o
por debajo de LT, la nueva proyección vertical habrá que tomarla por encima o por
debajo de la nueva L’’1 T’’1.
(Fig. 120)
Notamos además que la nueva proyección horizontal A’1 dista de L’1T’1 una
magnitud igual al alejamiento del punto A, puesto que A’1M1 = AA’ .
Es decir que, según que el punto dado tenga su proyección horizontal por debajo
o por encima de LT, la nueva proyección horizontal habrá que tomarla por debajo o
por encima de la nueva L’1T’1.
Así por ejemplo, si en un depurado se tienen tres líneas de tierra LT, L’’1T’’1 y
L’2T’2, se sabrá que la primera LT es la del sistema de planos fundamental, y que se ha
hecho primeramente un cambio de plano vertical y luego un cambio de plano hori-
zontal.
Así por ejemplo, si en un depurado tenemos dos proyecciones A’ y A’ ’1, ello nos
indica que con un punto dado (A’’, A’) se ha hecho un cambio de plano vertical.
Si como veremos más adelante, tenemos dos proyecciones a’’2 y a’1 de una recta,
significa que con una recta (a’, a’) se ha hecho primero un cambio de plano horizon-
tal y luego un cambio de plano vertical.
Análoga numeración se utilizará con las trazas, al hacer cambio de planos con
respecto a planos.
Esto significa que la elección de la nueva línea de tierra no es arbitraria, sino que
debe obedecer a las características que impone cada problema.
Además, una vez elegida la nueva línea de tierra, para saber si el cambio de
plano a utilizar va a ser de plano horizontal o de plano vertical, hay que considerar
cuál es la posición final a que hay que llevar los elementos dados, y teniendo en
cuenta eso, analizar con cuál de los cambios de planos (aplicación de las Reglas de
los N.os 76 y 78) se llega a dicha posición final.
97
En ciertos casos será necesario utilizar más de un cambio de plano, aunque, en
general, los problemas que se plantean se pueden resolver con un máximo de dos
cambios de planos alternados.
Luego, tomamos una nueva línea de tierra L’2T’2 y hacemos un cambio de plano
horizontal de acuerdo con la Regla del (N.° 78).
Es decir que desde la proyección A’’1 que permanece fija, trazamos una perpen-
dicular a la nueva línea de tierra L’2T’2 y sobre esta perpendicular tomamos en mag-
nitud y signo el alejamiento anterior de A’, obteniendo así la nueva proyección A’2.
III. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del segundo diedro
quede en el vertical inferior.
De esta manera, al aplicar la Regla del (N.° 76), desde la proyección A’ que
queda fija, trazamos la perpendicular a la nueva línea de tierra y tomamos sobre ésta,
en magnitud y signo, la cota de A’ obteniendo así la nueva proyección vertical A’’1
del punto.
Para pasarlo ahora al vertical inferior, tomamos una línea de tierraL’2T’2 y hace-
mos un cambio de plano horizontal.
Es decir que, de acuerdo con la Regla del (N.° 78), desde la proyección A’’1 que
permanece fija, trazamos una perpendicular a la nueva línea de tierra y tomamos
sobre ésta, en magnitud y signo, el alejamiento de A’, que en este caso vale cero.
Obtenemos así la nueva proyección horizontal A’2 del punto.
IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del segundo diedro
quede en la línea de tierra.
99
Sea el punto (A’’, A’) de la (fig. 125).
En este problema, la posición final que tiene que ocupar el punto, es la de tener
sus proyecciones equidistantes de la línea de tierra (N.° 11, X).
De esa manera, al hacer el cambio de plano, el punto (A’ 1, A’) queda con sus
proyecciones confundidas y, por consiguiente, en el segundo bisector.
Cuando se tiene una recta dada por sus proyecciones sobre un sistema de planos
de proyección y se quieren obtener las proyecciones de la recta sobre un nuevo siste-
ma de planos de proyección, bastará con obtener las nuevas proyecciones de dos de
sus puntos.
Esto significa que para efectuar un cambio de plano con respecto a una recta, se
realiza ese cambio de plano para dos de sus puntos.
82. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 127) una recta (a’ , a’) dada por
sus dos proyecciones. Haremos un cambio de plano vertical.
83. Cambio de plano horizontal. — Sea en la (fig. 128) una recta (a’, a’) dada
por sus dos proyecciones. Haremos un cambio de plano horizontal.
101
Tenemos así las proyecciones a’’ y a’1 de la recta, en el nuevo sistema de planos
de proyección.
84. Notas . — 1.a Hemos visto que pata efectuar un cambio de plano con respecto
a una recta, se realiza el cambio de plano con respecto a dos puntos cualesquiera de la
recta.
De esos dos puntos, uno de ellos conviene que sea la traza de la recta sobre el
plano de proyección que permanece fijo.
Es decir que solamente habrá que trasladar en magnitud y signo, la cota del
segundo punto de la recta que se cambia de plano.
Para hallar la solución a este tipo de problemas, hay que tener en cuenta
cuál debe ser la posición final que deben ocupar las proyecciones de la recta
y tomar entonces la nueva línea de tierra de tal manera que, al efectuar el
102
cambio de plano, se llegue a dicha posición final de las proyecciones de la
recta.
Además, para saber si el cambio de plano a efectuar es de plano vertical o de
plano horizontal, hay que considerar, de acuerdo con la nueva línea de tierra elegida,
cuál proyección de la recta interesa que permanezca fija.
A veces será necesario utilizar más de un cambio de plano, y en esos casos,
bastará con utilizar dos cambios de planos alternados.
II. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede para-
lela a la línea de tierra.
En este caso hay que tener en cuenta que las rectas paralelas a la línea de tierra
son, al mismo tiempo, horizontales y frontales.
Una vez que la recta esté colocada en posición horizontal, tomando una segunda
línea de tierra L’’2T’’2 paralela a la nueva proyección horizontal a’1, se efectúa un
cambio de plano vertical, obteniéndose la recta (a’’2, a’1) en posición paralela a la
última línea de tierra.
103
III. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede
vertical.
En este caso hay que tener en cuenta que todas las rectas verticales, es decir las
perpendiculares al plano horizontal, son también frontales.
Tenemos así la recta (a’’1, a’) colocada como frontal. (Fig. 130)
Para que ahora la recta quede como vertical, deberá tener su proyección vertical
perpendicular a la línea de tierra; por consiguiente, tomamos una nueva línea de
tierra L’2T’2 perpendicular a la proyección vertical a’ 1, y para que esta proyección
quede fija, efectuamos un cambio de plano horizontal.
En esta forma, y realizando como ya sabemos el cambio de plano horizontal para
los puntos (H’’1,H’) y (A’’1
, A’), obtenemos la nueva proyección horizontal a’2, deter-
minada por los puntos H’2 y A’2.
Tenemos así la recta (a’’1, a’2) colocada como vertical.
IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en el
plano vertical.
Sea la recta (b’, b’) de la (fig. 131).
Como las rectas del plano vertical tienen su proyec-
ción horizontal en la línea de tierra, tomaremos una nue-
va línea de tierra pasando por la proyección horizontal
b’, y, para que esta proyección quede fija, efectuaremos
un cambio de plano vertical.
Es decir que tomando la nueva línea de tierra L’’1
T’ 1 de la figura, y realizando como ya sabemos el cam-
bio de plano vertical para los puntos (H’, H’) y (A’, A’),
obtenemos la nueva proyección vertical b’’1 determi-
(Fig. 131)
nada por los puntos H’ 1 y A’’1.
104
, b’) colocada en el plano vertical.
Tenemos así la recta (b’’1
V. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede pasan-
do por la línea de tierra.
(Fig. 132) Tenemos así la recta (b’’1, b’) pasando por la línea de
tierra.
VI. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede de
perfil.
VII. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en el
primer bisector.
Para que la recta dada quede en el primer bisector, bastará con que dos de sus
puntos queden en el primer bisector.
105
Tenemos así la recta (a’’1, a’) simada en el primer bisector, puesto que sus pro-
yecciones equidistan de la nueva línea de tierra.
Si el plano está dado por dos rectas que se cortan o dos rectas paralelas, bastará
con efectuar el cambio de plano con respecto a las dos rectas dadas, para que las
106
nuevas proyecciones de éstas determinen el plano dado en el nuevo sistema de planos
de proyección.
Para ello será suficiente con efectuar el cambio de plano con respecto a tres
puntos convenientemente elegidos de las rectas dadas.
86. Cambio de plano vertical. — Sea en la (fig. 135) un plano (α’ , α) dado por
sus trazas. Haremos un cambio de plano vertical, para lo cual tomamos una nueva
línea de tierra L’’1T’’1 que nos define el nuevo plano vertical.
Aplicando la Regla del (N.° 76) obtenemos el punto (A’’1, A’), y trazando por A’ 1
la paralela aL’’1T’’1 tendremos la nueva proyección vertical h’’1 de la horizontalh. De
esta manera, las proyecciones h’’1 y h’ nos determinan la horizontal del plano en el
nuevo sistema de planos de proyección.
Al efectuar, según la Regla del (N.° 76), el cambio de plano con respecto a dicho
punto, la proyección horizontal R’ permanece fija y se obtiene la nueva proyección
vertical R’’1. (Obsérvese que el punto R’ 1 se puede obtener trazando un arco de
circunferencia de centro R’ y radio R’R’ hasta cortar en magnitud y signo a la perpen-
dicular a la nueva línea de tierra trazada desde R’).
Notamos entonces que el nuevo punto (R’’1, R’) tiene alejamiento cero, por lo
tanto es un punto del nuevo plano vertical, y como pertenece al plano α, es un punto
de la nueva traza vertical.
Es decir que, uniendo R’ 1con M, se obtiene la nueva traza vertical α’ 1 del plano.
Resulta evidente que la obtención de este segundo punto de la nueva traza verti-
cal es más inmediata que la del procedimiento general.
Las construcciones gráficas que surgen del cambio de plano vertical efectuado y
de la simplificación recientemente expuesta, nos permiten, para efectuar cambios de
plano vertical, aplicar la siguiente
87. REGLA. — Para obtener las nuevas trazas de un plano cuando se ha cambiado
el plano vertical, hay que considerar primeramente que, la traza horizontal perma-
nece fija. La nueva traza vertical se obtiene uniendo el punto de corte de la traza
horizontal y la nueva línea de tierra, con el punto determinado de la siguiente mane-
ra: con centro en el punto de corte de las dos líneas de tierra, se traza un arco de
circunferencia de radio igual al segmento de perpendicular a la primitiva línea de
tierra comprendido entre dicho centro y la traza vertical del plano; y con ese arco se
corta, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada
desde el centro de la circunferencia, obteniendo así el segundo punto de lα nueva
traza vertical.
Es evidente que esta Regla se podrá aplicar, siempre que las dos líneas de tierra
se corten dentro de los límites del depurado.
La nueva frontal será (f’’, f’1). Hallando entonces la traza horizontal (H’, H’1) de
la nueva frontal y uniendo H’1 con M, se obtiene la nueva traza horizontal α’1 del
plano.
Tenemos así las trazas α’’ y α’( del plano en el nuevo sistema de planos de
proyección.
También este procedimiento general para obtener la nueva traza horizontal, ad-
mite una simplificación importante en la obtención del segundo punto de la nueva
traza.
En efecto, consideremos el punto (R’, R’’) simado en la traza horizontal del plano
y que tiene su proyección vertical en el punto de corte de las dos líneas de tierra.
Al hacer el cambio de plano horizontal con respecto a dicho punto, obtenemos
las nuevas proyecciones (R’, R’1), que por tener cota cero, nos indican que dicho
punto del plano está en el plano horizontal, y, por consiguiente, que es un punto de la
nueva traza horizontal del plano.
Es decir que, uniendo R’1 con M, se obtiene la nueva traza horizontal α’1.
Es decir que, con centro R’ y radio RR’ trazamos un arco de circunferencia hasta
cortar, en magnitud y signo, a la perpendicular a la nueva línea de tierra trazada desde
R’, obteniendo R’’1.
Este punto, unido con M, nos determina la nueva traza vertical α’ .
De esta manera, el plano (α’ 1, α’) queda determinado por la nueva línea de tierra
y el punto (V’’1, V’).
IV. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede hori-
zontal.
En este caso hay que tener en cuenta que todos los planos horizontales
son también perpendiculares al plano vertical, es decir que son proyectantes
verticales.
Para que ahora el plano quede como horizontal, deberá tener su traza vertical
paralela a la nueva línea de tierra. Por consiguiente, tomamos una nueva línea de
tierra L’2T’2 paralela a la traza vertical β’ 1, y para que esta traza quede fija, realiza-
mos un cambio de plano horizontal.
Este punto, unido con el punto fijo M∞, nos determina la nueva traza horizontal,
que resulta ser una recta impropia y que, por consiguiente, no tiene representación en
el depurado.
Tenemos así el plano colocado como horizontal, con su traza vertical β’’1 parale-
la a L’2T’2 y su traza horizontal al infinito.
112
Si se hubiese pedido colocar el plano dado como frontal, primeramente, y por
medio de un cambio de plano horizontal, habría que colocarlo como proyectante
horizontal, y luego, por medio un cambio de plano vertical, se conseguiría llevarlo a
la posición pedida.
En este caso hay que tener en cuenta que todos los planos de perfil son, al mismo
tiempo, proyectantes verticales y proyectantes horizontales.
Este punto, unido con el punto fijo M, nos determina la nueva traza horizontal
β’2, que resulta también perpendicular a la nueva línea de tierra en el mismo punto.
VI. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano dado quede per-
pendicular al primer bisector.
(*) Si por la posición que ocupan las trazas del plano, la circunferencia de centro R’ y radio RR’’ no
corta a la traza α’’, se toma un punto (R’ ,R) de la traza horizontal α’ y con centro R’’ en LT y radio
R’’R’ se traza una circunferencia hasta cortar a la traza α’’, efectuando luego un cambio de plano
horizontal.
114
APLICACIONES DEL MÉTODO DE LOS CAMBIOS DE PLANOS
ciones del punto dado, luego de efectuados los dos cambios de planos indicados,
obteniendo así las nuevas proyecciones (P’’1, P’2).
En este caso hay que considerar que si el plano dado fuese proyectante
vertical, es decir, perpendicular al plano vertical, la distancia del punto al plano
Aplic. 4.a Dado un plano por sus trazas, trazarle un plano paralelo, a una dis-
tancia dada.
Aρlic. 5.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma una recta
con los planos de proyección.
Por otra parte, el ángulo que forma una recta con un plano, es, por definición, el
ángulo que forma la recta con su proyección sobre el plano.
Es decir que, el ángulo que forma una recta con el plano vertical, se mide por el
ángulo que forma la recta con su proyección vertical.
117
Pero si la recta dada fuese paralela al plano horizontal, por la razón geométrica
primeramente expuesta, el ángulo que forma la recta con el plano vertical sería igual
al ángulo que forma su proyección horizontal con la línea de tierra.
Por consiguiente, si se tiene la recta (a’ , a’) de la (fig. 129), para hallar el ángulo
que forma con el plano vertical, se efectúa el cambio de plano horizontal de la figura,
hasta que quede en la posición horizontal (a’, a’1).
De esta manera, y como el plano vertical no ha variado, el ángulo que forma a’1
con L’1T’1 es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta a con el plano
vertical.
Análogamente, si la recta dada fuese paralela al plano vertical, el ángulo que
forma la recta con el plano horizontal, sería igual al ángulo que forma su proyección
vertical con la línea de tierra.
Por lo tanto, si se tiene la recta (a’’, a’) de la (fig. 130), para hallar el ángulo que
forma con el plano horizontal, se efectúa el cambio de plano vertical de la figura,
hasta que quede en la posición frontal (a’’1,a’).
De esta manera, y como el plano horizontal no ha variado, el ángulo que forma
a’’1 con L’ 1T’ 1 es, en verdadera magnitud, el ángulo que forma la recta a con el plano
horizontal.
Aρlic. 6.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma un plano
con los planos de proyección.
1. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del primer diedro quede en
el horizontal anterior
2. Cambiar de planos de proyección de modo que un punto del segundo diedro quede
situado:
a) En el cuarto diedro.
b) En el vertical superior.
119
3. Cambiar de planos de proyección, de modo que un punto del cuarto diedro quede
situado:
a) En el horizontal posterior.
b) En el segundo bisector.
c) En la posición (5 cm.; -3 cm.).
Cambio de planos con respecto a rectas.
4. Cambiar de planos de proyección, de modo que una recta dada quede en cada una de
las siguientes posiciones:
a) Como frontal.
b) Como paralela a LT.
c) Como recta de fuga.
d) Como recta del plano horizontal.
e) Como recta del segundo bisector.
f) Como recta normal al segundo bisector.
5. Dado un plano por una línea de máxima pendiente, cambiar de planos de proyección
(sin hallar las trazas del plano), de modo que quede en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como proyectante vertical.
b) Como paralelo a LT.
c) Como plano de perfil.
Cambio de planos con respecto a planos.
6. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano paralelo a LT quede como
proyectante horizontal.
7. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano perpendicular al segundo
bisector quede como frontal.
8. Cambiar de planos de proyección, de modo que un plano proyectante vertical quede
en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como perpendicular al segundo bisector.
b) Como paralelo a LT.
c) Como proyectante horizontal.
9. Mediante un solo cambio de plano, hacer que las proyecciones horizontales de dos
rectas dadas no coplanares, sean paralelas.
Aplicaciones del método de los cambios de planos, a problemas de ángulos y distancias.
10. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos rectas que se cortan a
yb.
11. Determinar en verdadera magnitud, el ángulo que forman dos planos dados por sus
trazas.
12. Hallar, utilizando un cambio de plano, la intersección de una recta dada con un
plano dado.
13. Hallar, utilizando un cambio de plano, la intersección de dos planos cuyas trazas se
cortan en LT.
14. Verificar si dos rectas dadas son perpendiculares.
15. Verificar si un polígono definido por cinco puntos dados A, B, C, D y E, es plano.
16. Determinar la perpendicular común a una recta horizontal y una recta cualquiera no
coplanares.
120
17. Dados un punto (P’’, P’) y una recta AB, trazar por el punto P una recta tal que la
perpendicular común a ella y a la recta AB, mida 5 cm. y corte a la recta AB en el punto B.
18. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto de LT a un punto dado
del segundo bisector.
19. Sobre una recta dada y a partir de un punto de ella de cota 4 cm., tomar otro punto a
6 cm. del punto dado.
20. Dadas dos rectas verticales a y b y un punto (P’, P’) de la recta a: hallar en la recta
b, un punto que diste de P una longitud dada.
21. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a un plano per-
pendicular al segundo bisector.
22. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de una recta dada a un plano parale-
lo a ella.
23. Se da un plano α por sus trazas, la proyección horizontal A’ del pie A de la perpen-
dicular PA trazada de un punto P al plano, y la distancia 6 cm. del punto P al plano α. Hallar
las proyecciones del punto P.
2A. Determinar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a una recta para-
lela a LT.
25. Determinar en verdadera magnitud, la distancia entre dos rectas paralelas.
26. Determinar en verdadera magnitud, la distancia entre dos planos paralelos y perpen-
diculares al segundo bisector.
27. Dados un plano α y una recta r, hallar un punto de la recta que diste 5 cm. del plano
dado.
28. Dado un plano por sus trazas, hallar un punto de LT que diste 4 cm. del plano dado.
CAPITULO IX
MÉTODO DE LOS GIROS
91. Este método tiene por objeto colocar las formas del espacio en una posi-
ción particular determinada con respecto a los planos de proyección, de tal mane-
ra, que en esa posición se facilite la resolución de los problemas planteados.
Para ello, manteniendo fijos los planos de proyección, se hacen girar los
elementos del espacio alrededor de una recta fija, denominada eje de giro, hasta
llevar dichos elementos a la posición particular buscada.
El movimiento de giro o rotación que se efectúa con los elementos del espa-
cio está definido por las siguientes leyes:
1.a Cada punto del espacio describe un arco de circunferencia cuyo plano es
perpendicular al eje de giro. El centro de la circunferencia está sobre el eje y el
radio de giro es la distancia del punto móvil al eje de giro.
2.a El arco de circunferencia que recorre cada punto del espacio, está medi-
do por el ángulo de las perpendiculares trazadas al eje de giro desde las posicio-
nes inicial y final del punto móvil. Este ángulo se denomina ángulo de giro.
3.a Al girar una forma del espacio, todos sus puntos giran el mismo ángulo
alrededor del eje de giro, y en el mismo sentido.
De esta manera, al girar los puntos del espacio alrededor de ejes verticales
o de fuga, los arcos de circunferencia que recorren dichos puntos se proyectan
en verdadera magnitud sobre los planos horizontal o vertical, respectivamente.
122
En algunos problemas, es conveniente utilizar como ejes de giro, la línea de
tierra o rectas paralelas a ella. En esos casos, los arcos de circunferencia que al girar
recorren los puntos del espacio, se ven en verdadera magnitud en un plano de perfú,
es decir, en tercera proyección.
GIRO DE PUNTOS
De acuerdo con las leyes que hemos definido para este movimiento (N.° 91), el
punto A describe un arco de circunferencia en el plano horizontal ω que pasa por A.
(Fig. 148)
Dicho arco de circunferencia tiene por centro el punto C del eje de giro; por
radio, la distancia AC del punto A al eje, y por medida el ángulo θ.
Es decir que la nueva proyección vertical 1A’ está sobre la paralela a LT trazada
por A’’, que es ω’’.
123
2.a Como el arco de circunferencia A1A que describe el punto móvil está simado
en el plano horizontal ω que pasa por A, dicho arco se proyectará horizontalmente en
verdadera magnitud. Por lo tanto, la nueva proyección horizontal 1A’ estará en el
punto de corte del arco de circunferencia de centro C (proyección horizontal de C,
que coincide con 1x’) y radio C’A’ con el radio de dicha circunferencia que forma con
CA’, en el sentido indicado, el ángulo de giro θ.
97. Notaciones. — A los ejes de giro, por tratarse de rectas, se les designa con
letras minúsculas; pero para distinguirlos, se acostumbra designarlos con las últimas
letras minúsculas del alfabeto, x, y, z.
98. Ejemplos . — I. Girar un punto del primer diedro, hasta que se coloque en el
segundo diedro.
Para que un punto del primer diedro pase al segundo diedro, deberá girar en un
plano horizontal. En consecuencia, tomamos un eje de giro
vertical (Ix’, Ix’).
II. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el plano vertical.
Para que un punto del primer diedro pase al plano vertical, deberá girar en un
plano horizontal, por consiguiente tomamos un eje de
giro vertical (1x’, 1x’).
III. Girar un punto del tercer diedro, hasta colocarlo en el horizontal anterior.
En este caso, girando el punto del tercer diedro en un plano frontal, lo colocare-
mos en el horizontal posterior y luego, por un segundo giro alrededor de un eje verti-
cal, lo pasaremos al horizontal anterior.
De esta manera el punto A del tercer diedro, ha girado hasta la posición (2A’,
2A’) en el horizontal anterior.
Para resolver este problema, recordaremos que los puntos de la línea de tierra
están a la vez en el plano horizontal y en el plano vertical.
Como nos interesa que el punto quede en LT (o sea con sus dos proyecciones en
LT), tomamos como nueva proyección vertical 2A’, el punto en que dicha circunfe-
rencia corta a LT (hay dos soluciones). La nueva proyección horizontal 2A’ estará en
la línea de correspondencia de 2A’ y sobre la paralela a LT trazada por 1A’, que en
este caso coincide con LT.
Sea en la (fig. 155) un punto (A’, A’), el cual giraremos hasta colocarlo en el
plano (α’’α’).
Este ejemplo, es un caso particular del ejemplo anterior, en que el plano dado es
el primer bisector.
GIRO DE RECTAS
Cuando se gira una recta alrededor de un eje, la nueva posición de la recta queda
determinada por las nuevas posiciones de dos de sus puntos.
Para efectuar giros de rectas, distinguiremos dos casos que presentan diferentes
características:
Sean en la (fig. 159) una recta (r’’, r’) y un eje de fuga (1x’’, 1x’) que corta a la
recta en el punto (M’, M’).
130
Giraremos la recta un ángulo θ en sentido directo alre-
dedor del eje 1x.
101. Giro de una recta alrededor de un eje vertical que se cruza con ella. —
Sean en la (fig. 160) una recta (r’’, r’) y un eje vertical (1x’, 1x’) no coplanares.
Pero como la normal común n es horizontal, al girar alrededor del eje vertical 1x,
sigue siendo horizontal en (1n’ , 1n’); por consiguiente, si el punto A era el punto de la
recta que distaba menos del eje de giro, en su nueva posición 1A, también será el
punto más cercano al eje, es decir que 1n es la normal común al eje de giro y a la recta
girada.
Si ahora tomamos un segundo punto (B’, B’), para girarlo bastará con trazar la
circunferencia de centro 1x’ y radio hasta B’ y cortarla con 1r’, obteniendo así 1B’, sin
necesidad de repetir el ángulo θ.
Uniendo las nuevas proyecciones 1A’’con 1B’’y 1A’con 1B’, obtenemos las
nuevas proyecciones (1r’ , 1r’) de la recta girada.
Nótese que la circunferencia que describe B’ corta en dos puntos a 1r’. Para saber
cuál de ellos hay que tomar, se observa que como B’ está a la izquierda de A’, 1B’
deberá estar sobre 1r’ y a la izquierda de 1A’.
102. Giro de una recta alrededor de un eje de fuga que se cruza con ella. —
Sean en la (fig. 161) una recta (r’, r’) y un eje de fuga (1x’, 1x’) no coplanares.
103. Notas . — 1.a Si la recta a girar fuese paralela a un eje de giro vertical,
al girar alrededor de éste, se mantiene en su posición vertical. Por consiguien-
te, en ese caso bastará con girar un solo punto de la recta, y trazando la recta
vertical que pase por ese punto girado, se obtienen las proyecciones de la recta
girada.
104. Ejemplos . — I. Girar una recta dada, hasta que quede horizontal.
Sea la recta (r’’, r’) de la (fig. 162).
Para que la recta quede horizontal, su nueva proyec-
ción vertical deberá ser paralela a LT.
Tomamos entonces un eje de giro de fuga (1x’, 1x’)
que corte a la recta en el punto (M’, M’).
Como de acuerdo con lo expresado en el (N.° 100) el
punto M permanece fijo, para girar la recta bastará con
girar un segundo punto (B’, B’) de ella.
La proyección vertical B’ se desplazará en la circun-
ferencia de la figura, y como M’ queda fijo, giramos B’
hasta 1B’ de tal manera que M’ 1B’ quede paralela a
(Fig. 162) LT. Tenemos así 1r’, nueva proyección vertical de la
recta girada.
La nueva proyección horizontal 1r’ queda determinada por M’ y por 1B’ que se
halla de la manera conocida.
133
La recta girada es entonces (1r’’,1r’), y como su proyección vertical es paralela a
LT, está en posición horizontal.
Análogamente se procedería para girar una recta hasta que quede frontal. En ese
caso, el eje de giro debe tomarse vertical.
Para que la recta quede de perfil, sus nuevas proyecciones deberán ser perpendi-
culares a LT en un mismo punto.
La recta (1r’, 1r’) queda entonces de perfil, puesto que tiene sus proyecciones
perpendiculares a LT en un mismo punto.
III. Girar una recta dada, hasta que quede paralela a LT.
Tomando entonces un segundo eje de giro vertical (2z’’, 2z’) que corte a la recta
1r en el punto (1N’, 1N’), nos bastará con girar el punto 1B, puesto que 1N permanece
fijo.
De esta manera, giramos 1B’ hasta la paralela a LT trazada por 1N’, obteniendo
2B’ que con 1N’ nos determina la nueva proyección 2r’ de la recta girada.
La nueva proyección vertical 2r’’ queda determinada por 1N’ y por 2B’’. Tene-
mos así la recta girada hasta la posición (2r’, 2r’) de paralela a LT.
Este problema se resuelve también por dos giros, puesto que las rectas verticales
son también frontales.
De esta manera giramos 1B’ hasta la perpendicular a LT trazada por 1N’’, obte-
niendo 2B’ que, con 1N’ , nos determina la nueva proyección vertical 2r’’ de la recta
girada.
La nueva proyección horizontal 2r’ queda determinada por 1N’ y 2B’ que resul-
tan confundidos.
Análogamente se procedería para girar una recta hasta que quede de fuga. En
ese caso, con un primer giro como el del Ejemplo I, se la colocaría horizontal, y
luego con un segundo giro alrededor de un eje vertical, se la ubicaría como recta de
fuga.
135
Para ello tomaremos un eje de giro que pase por la intersección de la recta con el
plano, con lo cual se consigue que ese punto común a la recta y al plano quede fijo,
por pertenecer al eje de giro.
Nos bastaría ahora con girar un punto cualquiera de la recta hasta colocarlo en el
plano α, y ese punto girado y el punto fijo M nos determinarían la recta girada.
Pero en lugar de girar un punto cualquiera de la recta, conviene, siempre que sea
posible, girar su traza horizontal (H’, H’),
Si entonces giramos esa traza (H’’, H’) hasta colocarla en (1H’ , 1H’) sobre la
traza horizontal α’ del plano, tendremos que 1H y el punto fijo M nos determinan
en (1r’’, 1r’) las proyecciones de la recta girada que, por tener esos dos puntos en
el plano α, está colocada en él. (Como comprobación gráfica, la traza vertical
1V’ de la recta girada debe estar sobre la traza vertical α’’ del plano a que perte-
nece).
Si como caso particular se quisiera girar una recta hasta colocarla en el plano
horizontal o en el plano vertical, habría que tomar un eje de giro pasando por la traza
horizontal o vertical de la recta, y utilizar un eje de fuga o un eje vertical, respectiva-
mente.
Nota . — Como una recta al girar alrededor de un eje vertical forma siempre el
mismo ángulo con el plano horizontal, será posible colocarla en un plano, siem-
pre que el ángulo que la recta forma con el plano horizontal sea menor o igual al
ángulo que forma el plano dado con el plano horizontal. En el caso en que el
ángulo de la recta con el horizontal sea mayor que el ángulo del plano con el
136
horizontal, será necesario utilizar un eje de giro de fuga y proceder de una mane-
ra análoga a la que hemos expuesto.
Sea en la (fig. 167), la recta (r’, r’) que giraremos hasta colocarla en el primer
bisector.
Ese punto girado 1Hy el punto fijo M nos determinan en (1r’, 1r’) las proyeccio-
nes de la recta girada que, por tener esos dos puntos en el primer bisector, está conte-
nida en dicho plano.
Análogamente se procedería para girar una recta dada hasta colocarla en el se-
gundo bisector. En ese caso, el eje de giro habría que tomarlo pasando por la intersec-
ción de la recta dada con el segundo bisector.
Uniendo el punto 1A con el punto fijo M, determinamos en (1r’ 1r’) las proyec-
ciones de la recta girada.
GIRO DE PLANOS
Si el plano está dado por dos rectas que se cortan o son paralelas, bastará
con girar las dos rectas el mismo ángulo, en el mismo sentido, tal como hemos
visto anteriormente. De esa manera, las rectas giradas nos determinarán el pla-
no girado.
Si el plano está dado por sus trazas, interesa conocer sus nuevas trazas luego de
haberlo girado. Es lo que trataremos a continuación.
138
105. Giro de un plano alrededor de un eje vertical. — Sea en la (fig. 169) un
plano (α’’, α’), que giraremos alrededor del eje vertical (1x’ , 1x’) un ángulo θ en el
sentido que se indica.
Como la recta α’ pertenece al plano horizontal, al girar alrededor del eje vertical
1x, queda siempre en el plano horizontal; por consiguiente, la recta girada 1α’ será la
nueva traza horizontal del plano girado. Tenemos así que el plano girado queda deter-
minado por su traza horizontal 1α’ y el punto fijo (M’’, M’).
La nueva traza vertical 1α’ del plano se obtiene por medio de una horizontal
(1h’, 1h’) de 1a que pase por el punto M. Hallando la traza vertical (1V’’, 1V’) de esa
horizontal, la nueva traza vertical 1α’ pasará por 1V’y por el punto de corte de 1a)
con LT.
De esta manera, el plano girado queda determinado por sus nuevas trazas en
(1α’, 1α’).
En efecto, sean en la (fig. 170) un plano (α’, α’) y un eje de giro vertical (1x’, 1x’)
contenido en el plano vertical.
En este caso, la intersección del eje de giro con el plano se halla de inmediato y
es el punto (M’’, M’) del plano vertical, en que se cortan α’ y 1x’.
139
Como el punto M permanece fijo durante el giro
y está en el plano vertical, será entonces un punto de
la traza vertical del plano girado.
El plano girado queda así determinado por la traza vertical girada la’’ y por el
punto fijo M.
La nueva traza horizontal se obtiene entonces por medio de una frontal (1f’, 1f’)
de 1a que pase por M. Hallando la traza horizontal de esa frontal, que es (1H’’, 1H’)
la nueva traza horizontal 1α’ del plano pasará por 1H’ y por el punto de corte de 1α’’
con LT.
Tenemos así en (1α’’, 1α’) las nuevas trazas del plano girado.
En los casos en que, por la posición que ocupan la traza horizontal del plano y el
eje de giro contenido en el plano horizontal, no sea posible emplear este procedi-
miento, se, recurrirá al caso general del (N.° 107).
Esta elección del eje de giro es fundamental, puesto que si el eje es vertical
(N.os 105 y 106), la nueva traza horizontal es tangente a la circunferencia de giro que
se proyecta en el plano horizontal, y entonces se podrá tomar la nueva traza horizon-
tal en la posición particular que interese.
Además, siempre que sea posible, se tomarán los ejes de giro contenidos en los
planos de proyección, para aplicar entonces las construcciones simplificadas de los
(N.os 106 y 108).
A veces será necesario utilizar más de un giro para resolver los problemas que se
plantean, y en esos casos, generalmente, basta emplear dos giros alternados.
Tenemos así el plano girado hasta la posición (1α’ , 1α’) de proyectante vertical.
Como los planos paralelos a LT tienen sus trazas paralelas a LT, de acuerdo con
lo expresado en el (N.° 109), habrá que elegir un eje de giro vertical.
III. Girar un plano dado, hasta que quede perpendicular al primer bisector.
Sea el plano (α’ , α’) de la (fig. 175).
Tomemos un eje de giro vertical (1x’, 1x) y contenido en el plano vertical.
En este caso, las trazas del plano girado deben formar igual ángulo con la línea
de tierra (N.° 35, IX).
En este caso, hay que tener en cuenta que los planos horizontales son también
proyectantes verticales.
Por lo tanto, en primer lugar habrá que colocar el plano dado como proyectante
vertical.
La restante traza 2α’ pasará por el punto de corte de 2α’’ con LT, que es
impropio, y por el punto fijo, que es la intersección del plano 1α con el eje de
giro 2z’. Ese punto fijo M’1∞ es también impropio, pues queda determinado por
la intersección de 1α’ con 2z’. Es decir que la nueva traza horizontal queda de-
terminada por dos puntos impropios y, por consiguiente, no tiene representación
en el depurado.
Tenemos así el plano girado hasta la posición de horizontal, con su traza vertical
2α’ paralela a LT y su traza horizontal impropia.
En este caso, hay que tener en cuenta que los planos de perfil son también
proyectantes verticales.
El plano girado (2α’ , 2α’) queda entonces de perfil, puesto que sus trazas son
perpendiculares a LT en un mismo punto.
VI. Girar un plano dado, hasta que quede pasando por LT.
En este caso interesa que las nuevas trazas del plano girado coincidan con LT.
Si bien ya tenemos las dos nuevas trazas del plano girado, éste no queda determi-
nado, puesto que hay infinitos planos que pasan por LT.
Para determinarlo nos hace falta un punto, que obtenemos de inmediato, y que es
la intersección del eje de giro con el plano. Ese punto permanece fijo durante el giro
y pertenece al plano α y al plano girado 1a. Lo obtenemos en (M’’, M’) por medio de
la horizontal auxiliar (h’, h’).
Tenemos entonces que el plano girado hasta la posición (1α’ , 1α’), queda deter-
minado por LT y el punto M, es decir, queda pasando por la línea de tierra.
VII. Girar un plano dado, hasta que pase por una recta dada.
Sean en la (fig. 179) una recta (r’, r’) y un plano (α’ , α’), que giraremos hasta
que pase por la recta r.
145
Para ello tomaremos un eje de giro que pase por la intersección de la recta con el
plano, con lo cual se consigue que ese punto común a la recta y al plano quede fijo,
por pertenecer al eje de giro.
En consecuencia, tomamos como traza horizontal 1α’ del plano girado, la tan-
gente trazada desde H’ a la circunferencia de giro.
De esta manera, el plano girado queda determinado por su traza horizontal 1α’ y
el punto fijo M, y, además, pasa por la recta dada r, puesto que ésta tiene dos puntos
(el M y el H) en el plano girado.
Finalmente, para determinar la traza vertical del plano girado, como conocemos
1α’ y el punto (M’’, M’), utilizando una horizontal auxiliar (1h’ ,1h’) y hallado su traza
vertical 1V, obtenemos la nueva traza vertical 1α’’ pasando por 1V’ y por punto de
corte de 1α’ con LT.
Como comprobación gráfica, la nueva traza vertical 1α’’ debe pasar por la
traza vertical V’de la recta r, puesto que el plano girado 1α pasa por la recta
dada.
En los dos primeros casos, en que habría dos o una soluciones, significa que el
plano forma con el horizontal un ángulo mayor o igual al que forma la recta dada con
el horizontal. En el caso restante, en el que no habría solución, significa que el plano
forma con el horizontal un ángulo menor que el que forma la recta dada con el hori-
zontal. En ese caso se tendrá que recurrir a un eje fuga.
Sea en la (fig. 180) un plano (α’’, α’) que giraremos un ángulo θ en sentido
directo, alrededor de LT.
Esa recta girada 1V1H y el punto fijo M determinan el plano girado. Para
hallar sus trazas unimos M’ con 1V’’ obteniendo 1α’’ y unimos M’ con 1H’ obte-
niendo 1α’’.
111. Cuando por alguna circunstancia especial haya necesidad de girar elemen-
tos del espacio (puntos, rectas o planos) alrededor de una recta cualquiera considera-
da como eje de giro, se reduce el problema a los casos ya tratados de giros alrededor
de ejes verticales o de fuga.
Para ello, mediante los dos cambios de planos indicados en el (N.° 85, III), se
consigue que el eje de giro cualquiera se coloque como vertical en un nuevo sistema
de planos de proyección.
Luego se efectúan los mismos cambios de planos con los elementos dados, con
lo cual se consigue que, en el nuevo sistema de planos de proyección, el eje de giro
resulte vertical y los elementos dados en una posición determinada.
Finalmente, habrá que llevar los elementos girados al sistema primitivo de pla-
nos, para lo cual habrá que efectuar con ellos, en sentido inverso, los dos cambios de
planos que se efectuaron al principio.
Hay también otro procedimiento que permite girar un punto, una recta o un pla-
no alrededor de un eje cualquiera. En la página 179 se detallan las construcciones a
que da origen ese otro método.
148
APLICACIONES DEL MÉTODO DE LOS GIROS
De acuerdo con lo expresado al final del (N.° 70), para hallar la distancia de un
punto a una recta, se traza por el punto un plano perpendicular a la recta, se determina
la intersección de la recta con ese plano, y el punto de intersección hallado, con el
punto dado, nos determinan las proyecciones de la distancia buscada.
Para resolver este problema, hay que recordar del (N.° 65), que si el plano dado
u
f ese proyectante vertical, la distancia del punto al plano sería un segmento frontal,
y en virtud del Teorema del (N.° 17), esa distancia
se tendría en verdadera magnitud en proyección ver-
tical.
En esta forma, como el punto P quedó sobre el eje de giro, la distancia entre P y
el plano α es la misma que hay entre P y el plano girado 1α.
La distancia del punto al plano será entonces el segmento que determinan los
puntos P y 1I. Como este segmento es paralelo al plano vertical, la distancia
d = P’’1I’ es, en verdadera magnitud, la distancia del punto P al plano α.
150
Aplic. 4.a Dado un plano por sus trazas, hallarle un plano paralelo a una dis-
tancia dada.
Para resolver este problema, hallaremos un punto que diste la magnitud d del
plano dado y luego trazaremos por ese punto un plano paralelo al dado.
La otra traza β’’, que será paralela a α’’, pasará por el punto de corte de
β’ con LT y por el punto fijo M’’, intersección del eje de giro 1x con el
plano 1β.
Análogamente, para hallar el ángulo que forma la recta (r’, r) de la (fig. 186) con
el plano vertical, tomamos un eje de giro de fuga que pase por la traza horizontal (H’,
H’) de la recta dada.
Aplic. 6.a Determinar en verdadera magnitud, los ángulos que forma un plano
con los planos de proyección.
Hallaremos, en primer lugar, el ángulo que forma un plano con el plano horizon-
tal.
Para ello obsérvese que si el plano dado fuese proyectante vertical, es decir,
perpendicular al plano vertical, el ángulo que forma dicho plano con el horizontal de
proyección sería igual al ángulo que forman su traza vertical con la línea de tierra,
puesto que en el plano vertical se vería, en verdadera magnitud, el diedro que forman
el plano proyectante y el horizontal, ambos perpendiculares al plano vertical.
De esta manera, y como el plano al girar alrededor del eje de fuga 1x forma
siempre el mismo ángulo con el vertical, el ángulo que forma 1α’ con LT es, en
verdadera magnitud, el ángulo V que forma el plano 1α con el vertical, y es también
entonces, el ángulo que forma el plano α con ese plano de proyección.
153
PROBLEMAS RELATIVOS AL CAPITULO IX
Giro de puntos.
1. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el vertical inferior.
2. Girar un punto del segundo diedro, hasta colocarlo en el cuarto diedro (por dos giros
o por un solo giro).
3. Girar un punto A (3 cm., 5 cm.) hasta que tenga cota 5 cm. y alejamiento 7 cm. y esté
situado en un plano de perfil que está 4 cm. a la derecha del plano de perfil que pasa por A.
4. Girar un punto del tercer diedro alrededor de un eje vertical, hasta colocarlo: a) en
un plano dado paralelo a LT; b) en un plano dado por una línea de máxima inclinación.
5. Girar un punto del segundo bisector, hasta colocarlo en un plano dado por dos rectas
paralelas.
6. Girar un punto del primer diedro, hasta colocarlo en el segundo bisector.
7. Dados tres puntos A, ByC, determinar un eje de giro que permita colocarlos sobre
una misma recta vertical.
8. Dados un punto P y un plano α, girar el punto alrededor de LT hasta colocarlo sobre
el plano dado.
9. Dado un punto P, girarlo 90° alrededor de una recta horizontal dada.
Giro de rectas.
10. Girar una recta del segundo bisector, hasta colocarla frontal.
11. Girar una recta dada, hasta colocarla en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como recta que pasa por LT.
b) Como recta del plano horizontal.
c) Como recta del segundo bisector.
d) Como recta paralela a un plano dado.
12. Girar una recta dada, hasta que cumpla cada una de las siguientes condiciones:
a) Que corte a una recta vertical dada.
b) Que diste 5 cm. de una recta vertical dada.
13. Dadas tres rectas cualesquiera a, b y c, determinar un eje de giro vertical que permi-
ta colocarlas en un mismo plano.
14. Girar una recta dada, 30° en sentido directo alrededor de LT.
15. Girar una recta dada, hasta colocarla perpendicular al primer bisector.
16. Dada una recta r, girarla 90° alrededor de una recta frontal dada.
Giro de planos.
17. Girar un plano dado, hasta colocarlo en cada una de las siguientes posiciones:
a) Como proyectante horizontal.
b) Como plano frontal.
c) Como perpendicular al segundo bisector.
d) Como perpendicular al primer bisector utilizando un eje vertical dado.
154
18. Girar un plano dado, hasta que cumpla cada una de las siguientes condiciones:
a) Que pase por un punto dado.
b) Que sea paralelo a una recta dada.
19. Dado un plano α paralelo a LT y un eje de giro vertical que corta a α’, girar el plano
un ángulo de 45° y determinar sus nuevas trazas.
20. Dado un plano por dos rectas que se cortan, girarlo hasta que pase por LT (sin hallar
las trazas).
21. Dadas dos rectas que se cruzan, por un solo giro conseguir que sus proyecciones
verticales sean paralelas.
22. Girar un plano dado alrededor de LT, hasta que pase por un punto dado.
23. Dado un plano α, girarlo 45° alrededor de una recta frontal dada.
Por el contrario, si se hace girar el plano dado, con todos los elementos que
contiene, alrededor de su intersección con uno de los planos de proyección, hasta que
coincida con éste, se logra que los elementos del plano queden sobre uno de los
planos de proyección y entonces se podrán efectuar directamente las construcciones
gráficas necesarias para resolver los problemas planteados.
Si luego se hace girar el plano, con los elementos dados, las construcciones efec-
tuadas y los resultados obtenidos, hasta volver a su posición primitiva en el espacio,
se tendrá que la solución buscada para los problemas planteados, se encontrará en-
tonces determinada en el espacio.
Esta operación de girar un plano hasta hacerlo coincidir con uno de los planos de
proyección o colocarlo paralelamente a uno de ellos, se denomina abatir o rebatir el
plano.
(Fig. 188)
En ese caso, en la (fig. 188) se tendrá en lugar del plano H, el plano V, y en lugar
de α’ y A’ se tendrá α’’ y A
La charnela de abatimiento será entonces la traza vertical α’’ del plano, y razo-
nando como en el (N.° 114), podemos establecer la siguiente
También en este caso un plano puede abatirse sobre el plano vertical, en dos
sentidos distintos, y, en consecuencia, se pueden obtener dos abatimientos diferentes
de un mismo punto de un plano.
Sin embargo, teniendo en cuenta que todos los puntos de la charnela, que es eje
de giro, permanecen fijos, se deduce que el punto en que una recta corta a la charnela
permanecerá fijo y será un punto por donde pasará la recta abatida.
Sea el plano α de la (fig. 192) que abatiremos sobre el plano horizontal, y por lo
tanto con charnela α’.
Hallaremos el abatimiento de la traza vertical α’’, para lo cual, como α’’ es una
recta del plano α, procedemos como en el (N.° 117).
162
Se halla entonces el punto fijo H1 en que la recta α’’ corta a la charnela α’, y ese
punto fijo y el abatimiento de un punto cualquiera V de α’’ nos determinarán el aba-
timiento α’ 1, de la traza vertical.
Para hallar el abatimiento del punto (V’’, V’), se podría aplicar la Regla del (N.°
115), y construir el triángulo de abatimiento, pero no hay necesidad de ello.
En efecto, sabemos que V1, abatimiento del punto V, debe estar sobre la perpendicu-
lar a la charnela trazada por V’. Además, como el punto V dista de H1 la magnitud V’’H1
que se tiene sobre el plano vertical (fig. 192), al abatir el plano, como H1 queda fijo, el
abatimiento de V distará de H1 esa misma magnitud, o sea que V1, distará de H1, la
magnitud V’H1.
Por consiguiente, en el depurado (fig. 193), para hallar el abatimiento de un punto
(V’’, V’) de la traza vertical del plano, trazamos por V’ una perpendicular a la charnela y
luego, con centro en el punto de corte de las trazas del plano y radio hasta V’’,
trazamos un arco de circunferencia hasta cortar a la perpendicular a la charnela en un
punto V1, que será el abatimiento del punto V. Uniendo ese punto abatido V1 y el punto
fijo H1 se obtiene el abatimiento α’ 1 de la traza vertical del plano.
Análogamente se procedería para hallar el abatimiento de la traza horizontal de
un plano, cuando se lo abate sobre el vertical de proyección.
Obsérvese que al hallar el abatimiento de la traza no charnela, se obtiene en
verdadera magnitud el ángulo que forman las trazas del plano, puesto que al abatir el
plano (fig. 192) el ángulo 2, que forma α’’ con α’, tiene como abatimiento sobre el
plano horizontal el ángulo que forma α’’1 con α’.
Además, considerando la traza α’ y el plano vertical, la proyección de α’ sobre
ese plano es la línea de tierra. Por otra parte, sabemos de Geometría del Espacio, que
el ángulo que forma una recta con su proyección sobre un plano es menor que el
ángulo que forma la recta con cualquier otra recta del plano.
Por consiguiente, el ángulo 1 (fig. 192) que forma α’ con LT es menor que el
ángulo 2 que forma α’ con la recta α’’.
Como al abatir el plano, el ángulo 2 se tiene en el plano horizontal como el
ángulo formado por la charnela α’ y la traza abatida α’’ 1, podemos establecer la
siguiente
119. Propiedad . — Al abatir un plano, el ángulo que forma la charnela con la
línea de tierra, es menor que el ángulo que forma la traza abatida con la charnela.
Esos ángulos son iguales, en el caso particular en que el plano dado es perpendi-
cular al plano de proyección sobre el cual no se abate. En esos casos, el ángulo de las
trazas del plano es recto, y lo es también el ángulo que forma la charnela con la línea
de tierra.
Es lo que sucede cuando se abate sobre el horizontal un plano proyectante verti-
cal y cuando se abate sobre el vertical un plano proyectante horizontal.
163
120. Abatimiento de puntos y rectas utilizando la traza abatida. — Cuando se
quiere abatir cualquier elemento de un plano, no hay necesidad de construir ningún
triángulo de abatimiento como los de los (N.os 114 y 117), si previamente se halla la
traza abatida.
En efecto, sea el plano (α’’, α’) de la (fig. 194) que abatiremos sobre el horizontal
de proyección.
(Fig. 194)
Uniendo V1 con el punto de corte de las trazas del plano, obtenemos la traza
vertical abatida α’’1.
Si se quisiera abatir una horizontal (h’, h) del plano α, hallamos su traza vertical
(Vh’’, Vh’). El abatimiento del punto Vh estará sobre la perpendicular a la charnela
trazada por Vh’, y como el punto Vh pertenece también a la traza vertical del plano, su
abatimiento se encontrará sobre el abatimiento α’ de la traza vertical del plano.
Si se quisiera abatir una frontal (f’’,f’) del plano α, hay que recordar del (N.° 39),
que las frontales de un plano son paralelas a la traza vertical de éste, y por consi-
guiente, al abatir un plano sobre el horizontal de proyección, las frontales del plano
abatidas son paralelas a la traza vertical abatida.
Por lo tanto, para abatir la frontal f de la (fig. 194), se trazará por el punto fijo
Hf1 ≡ H’f en que la recta y corta a la charnela, una paralela a la traza abatida α’ 1,
obteniendo así el abatimiento f1 de la frontal dada.
Para abatir un punto cualquiera (A’’, A’) del plano, bastará con trazar la horizon-
tal (h’, h’) del plano que pase por él.
También se podría abatir un punto cualquiera (B’, B’), utilizando la frontal (f’’,f’)
del plano que pase por el punto.
Finalmente, todos los elementos del plano que están en el cuarto diedro, por
quedar comprendidos entre α’ y la prolongación de α’’, tendrán sus abatimientos
entre α’ y la prolongación de α’ .
De acuerdo con esto, se ha indicado en la (fig. 195) las regiones del depurado en
que deben estar los abatimientos de los elementos del plano, según el diedro a que
pertenezcan.
Es decir que, por ejemplo, si consideramos un punto del plano α que esté en el
tercer diedro, al abatir el plano, el abatimiento del punto deberá encontrarse en la
región III de la (fig. 195).
De la misma manera, los puntos del plano α que pertenezcan a los diedros I,
II y IV, tendrán sus abatimientos en las regiones I, II y IV que se indican en la
(fig. 195).
I. Planos paralelos a LT. — Para abatir estos planos, se emplean los procedimien-
tos indicados para los planos cualesquiera.
Por ejemplo, sea el plano α de la (fig. 196), que abatiremos sobre el horizontal
de proyección.
Para hallar la traza abatida, elegimos un punto (V’, V’) de la traza vertical, y
aplicando la Regla del (N.° 115) hallamos su abatimiento 1.V
Si se quiere abatir una recta (r’’, r’) del plano, se unirá el abatimiento Vf de su
traza vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinan-
do así el abatimiento r1 de la recta dada.
Para abatir un punto (A’ , A’) del plano, se puede aplicar la Regla del (N.°
115), o más sencillamente, se traza por el punto una recta (r’’, r’) del plano, se
halla como indicamos anteriormente su abatimiento r(, y trazando por A’ la per-
pendicular a la charnela, se determina sobre r1 en A1, el abatimiento del punto
dado.
166
Para hallar el abatimiento de la traza vertical, se puede recurrir también a la
tercera proyección sobre un plano de perfil π.
(Fig. 196)
En efecto, si hallamos en α’’’ (N.° 35, VII) la tercera proyección del plano dado,
la charnela será (α)’’’ y la traza vertical (α’’)’’’.
Como la charnela es paralela aLT, los giros que efectúan los elementos del plano
cuando se lo abate, se realizan en un plano de perfil, y, en consecuencia, se ven en
verdadera magnitud en tercera proyección.
Por consiguiente, para abatir la traza vertical, bastará con girar (α’ )’’ con centro
(α’)’’’ hasta cortar al plano horizontal en (α’’1)’’’, que será la tercera proyección del
abatimiento de la traza α’’.
Luego, volviendo esa traza abatida al depurado, y como sabemos que es paralela
a LT, obtenemos en α’ el abatimiento de la traza vertical del plano.
Nota . — Obsérvese que, como las trazas de los planos paralelos a la línea de
tierra se cortan en el punto impropio de LT, la propiedad del (N.° 119) se transforma,
para estos planos, en la siguiente: la distancia de la charnela a la línea de tierra es
menor que la distancia de la traza abatida a la charnela.
II. Planos que pasan por LT. — Sean en la (fig. 197) un plano α determinado por
LT y el punto A, que abatiremos sobre el horizontal de proyección.
167
El abatimiento del plano queda defini-
do por el abatimiento del punto A, que se
obtiene en A1, aplicando la Regla del (N.°
115) y construyendo el triángulo de abati-
miento.
Es decir que, si hallamos en A’’’ la tercera proyección del punto dado, girándolo
con centro en la charnela (α’)’’’, lo abatimos sobre el plano horizontal en A’’’1.Luego,
volviendo ese punto abatido al depurado, y sobre la perpendicular a la charnela traza-
da por A’, obtenemos en A1 el abatimiento del punto dado.
Para abatir una recta (r’, r’) de plano, se unirá el abatimiento de su traza
vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinando así
el abatimiento r1 de la recta dada.
168
Nótese que en este caso, y de acuerdo con lo indicado al final del (N.° 119), el
ángulo que forma la charnela con la línea de tierra es igual al ángulo que forma la
traza abatida con la charnela, y mide 90°.
Para abatir una recta (r’ , r’) del plano, se unirá el abatimiento V1 de su traza
vertical con el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela, determinando así
el abatimiento de la recta dada.
Convendrá entonces abatir el plano sobre un plano paralelo a uno de los planos
de proyección.
Sea por ejemplo en la (fig. 200) un plano (α’’, α’) que abatiremos sobre el plano
horizontal ω’’.
Si se quisiera abatir una recta (r’’, r’) del plano, determinamos como ante-
riormente el abatimiento A1 de un punto A de la recta, y uniendo A1 con el punto
fijo R1 = R’en que la recta corta a la charnela, obtenemos el abatimiento r1 de la
recta dada.
Por lo tanto, existe una afinidad entre las proyecciones horizontales de los
elementos del plano y sus abatimientos, en la cual, el centro de afinidad es el
punto impropio de la dirección perpendicular a la charnela y el eje de afinidad es
la charnela.
Del mismo modo, uniendo A’ con C’tenemos una recta n’, cuya recta afín n1 pasa
por A1 y por el punto en que n’ corta al eje de afinidad.
Uniendo entonces los puntos A1,B1 y C1, se tendrá el abatimiento del triángulo
dado. (Como comprobación gráfica, las rectas B’C’y B1C1 deben cortarse sobre la
charnela α’).
LEVANTAMIENTOS
Para ello consideraremos las diferentes maneras en que puede definirse un plano
abatido.
Con estos elementos, el plano queda definido, puesto que tenemos una recta y un
punto de él.
Para levantar una recta cualquiera r1, levantamos dos de sus puntos. Uno de
ellos se halla de inmediato y es el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela,
y cuyas proyecciones son H’y H’.
Uniendo entonces R’ con H’’ y R’ con H’, obtenemos las proyecciones (r’, r’) de
la recta abatida, con lo cual queda efectuado su levantamiento.
Sean en la (fig. 203), la charnela α’ y la traza abatida α’ 1, que pueden ser cuales-
quiera, con la única condición de cortarse en LT y cumplir la condición angular que
expresa la Propiedad del (N.° 119).
Obsérvese que en este caso el plano queda determinado por dos rectas del mis-
mo, puesto que se da la charnela, el abatimiento de la traza vertical α’’1 y la proyec-
ción horizontal de la traza vertical que es la línea de tierra.
Para levantar una recta abatida r1,levantaremos dos de sus puntos. Uno de ellos
se obtiene de inmediato, y es el punto fijo1H ≡ H’ en que la recta corta a la charnela
y cuyas proyecciones son H’ y H’.
Uniendo V’’ con H’ y V’ con H’ obtenemos las proyecciones (r’, r’) de la recta r,
con lo cual queda efectuado su levantamiento.
Para levantar un punto A1, se puede trazar por el punto abatido una recta abatida
cualquiera, levantar ésta como hemos explicado anteriormente, y luego ubicar las
proyecciones del punto sobre las proyecciones de la recta.
174
En general, conviene trazar por A1 una frontal abatida f1, cuya proyección hori-
zontal f’ pasará por el punto fijo H1 ≡ H’ en que la recta corta a la charnela y será
paralela a LT. La proyección vertical f’’ pasará por H’ (proyección vertical de H’) y
será paralela a α’’.
Nota . — Obsérvese que según la región del depurado en que esté el punto abati-
do, al efectuar su levantamiento, las proyecciones del punto deben corresponder al
diedro a que pertenece el punto abatido.
Así por ejemplo, si se tiene el punto A entre α’ y α’’, de acuerdo con lo expresa-
do en el (N.° 121), el punto pertenece al primer diedro y, en consecuencia, al efectuar
su levantamiento, sus proyecciones deben estar, A’’ por encima y A’ por debajo de LT,
tal como corresponde a un punto del primer diedro.
Para los planos paralelos a LT y que pasan por LT, se podrá también utilizar la
tercera proyección sobre un plano de perfil, para determinar sus levantamientos.
(*) Las aplicaciones del método de los abatimientos a problemas de ángulos, se tratarán detalladamente
en el próximo capítulo.
175
Si consideramos un plano cualquiera que
pase por los puntos y abatimos el plano, y con él
los dos puntos, el segmento de recta que determi-
nan los dos puntos abatidos, por estar en un pla-
no de proyección, será, en verdadera magnitud,
la distancia entre los puntos dados.
Sean en la (fig. 205) un punto (P’, P’) y una recta (r’’, r’).
Aplic. 3.a Dado un plano, y en él un punto, hallar una recta del plano que pase
por el punto y tal, que la distancia entre sus trazas sea una magnitud dada.
Sean en la (fig. 206) un plano α y un punto (P’, P’) del plano. Hallaremos una
recta del plano, que pase por P y tal que la distancia entre sus trazas sea d.
Aplic. 4.a Dado un plano y un punto exterior a él, hallar una recta del plano que
diste una magnitud dada del punto dado.
Sean en la (fig. 207) un plano α y un punto (P’, P’). Hallaremos una recta del
plano que diste de P la magnitud d.
Todas las rectas que distan la magnitud d del punto P, son tangentes a una esfera
de centro P y radio d. Interesa hallar una de esas tangentes contenidas en el plano α.
Por lo tanto, hallamos la intersección del plano, con la esfera de centro P, que
será la circunferencia de la (fig. 208) de centro O y radio r (cateto del triángulo
177
rectángulo que tiene como otro cateto la distancia PO del punto al plano y como
hipotenusa la magnitud d).
Tenemos así determinado el segmento PO, distancia del punto al plano. Girando
ese segmento (Aplicación 1.a de la pág. 148) hasta colocarlo horizontal, hallamos en
P’1O’ su verdadera magnitud.
(Fig. 207)
Construimos aparte un triángulo rectángulo que tenga como uno de sus catetos
la distancia P’1O’ y como hipotenusa la magnitud dada d. El otro cateto será el
radio r de la circunferencia a trazar.
Este problema admite infinitas soluciones, que son las infinitas tangentes
que se pueden trazar en el plano α a la circunferencia de centro O y radio r. Por lo
tanto, la recta a determinar, puede satisfacer además alguna otra condición de
pertenencia.
Aplic. 5.a Dada una recta r y un punto P de ella, hallar otra recta que sea
ortogonal con ry tal que la mínima distancia entre ambas rectas tenga una magnitud
dada y un extremo en el punto P.
Sean en la (fig. 209) una recta (r’’, r’), un punto (P’, P’) de ella y una magnitud
dada d.
Uniendo el punto (R’, R’) con el punto fijo (H’, H’) en que la recta corta a la
charnela, se obtienen en (t’, t’) las proyecciones de la recta buscada.
Este problema, como el anterior, admite infinitas soluciones, por lo cual, la recta
a determinar puede satisfacer además alguna otra condición de pertenencia.
179
Aplic. 6.a Dados un punto y una recta, girar el punto un ángulo dado alrededor
de la recta.
Sean en la (fig. 210) una recta (r’ , r’) y un punto (A’’, A’) que giraremos un
ángulo θ alrededor de la recta dada.
De acuerdo con las leyes del movimiento de giro del (N.° 91), el punto A gira en
un plano que pasa por él y es perpendicular a la recta eje de giro, y en ese plano
describe un arco de circunferencia de medida θ, con centro en el punto de corte de la
recta y el plano.
Para hallar las proyecciones del punto girado, efectuamos su levantamiento. Tra-
zamos así la recta auxiliar 1A1O1, cuya proyección horizontal pasa por el punto fijo
H1 ≡ H’ de la charnela y por O’. De esta manera, en la perpendicular a la charnela
trazada por 1A1 y sobre H’O’, hallamos la proyección 1A’, y en su línea de coπespon-
dencia y sobre H’ O’ obtenemos 1A’.
(*) Se demuestra que la proyección de la tangente en un punto de una curva, es tangente a la curva
proyección en el punto correspondiente.
182
Uniendo la proyección vertical del punto fijo de la charnela con M’, obtenemos
la proyección vertical t’’ de la tangente a la circunferencia, que será tangente a la
elipse proyección vertical en el punto M’.
El eje menor será el diámetro conjugado del A’B’, o sea la proyección horizontal
del diámetro C1D1 que es perpendicular a A1B1.
Tenemos así los ejes A’B’y C’D’ de la elipse proyección horizontal y las tangen-
tes en los extremos de los ejes, que son perpendiculares a ellos.
2.° Proyección vertical. — Para hallar los ejes de la elipse proyección vertical,
procedemos como anteriormente.
(*) Se demuestra en Geometría que las tangentes a una cónica de los extremos de un diámetro, son
paralelas al diámetro conjugado respectivo.
183
Luego, considerando el abatimiento F1 del diámetro frontal (será paralelo a la
traza abatida), efectuamos su levantamiento y hallamos su proyección vertical E’ F’
que será el eje mayor de la elipse proyección vertical, y su proyección horizontal E’F’
que será un diámetro de la elipse proyección horizontal.
(Fig. 213)
El eje menor será la proyección vertical del diámetro conjugado del EF, o sea la
proyección vertical del diámetro G1 H1 que es perpendicular a E1 F1.
Además se han obtenido los diámetros conjugados E’F’ y G’H’ de la elipse pro-
yección horizontal y las tangentes en los extremos de cada diámetro que serán para-
184
lelas al diámetro conjugado respectivo (las tangentes en E’ y F’ serán paralelas a G’H’
y las tangentes en G’ y H’ serán paralelas aE’F’).
En consecuencia, para cada elipse proyección se tienen los ejes, ocho puntos A,
B, C, D, E, F, G, H y las tangentes en cada uno de ellos.
Con esos elementos se pueden construir fácilmente las elipses proyecciones, sin
necesidad de hallar más puntos.
3.° Hallar las tangentes a la circunferencia que pasen por un punto dado o sean
paralelas a una dirección dada, o sean paralelas a un plano dado.
Para hallar las tangentes a la circunferencia que pasan por un punto P (que nece-
sariamente debe estar en el plano de la circunferencia), se halla el abatimiento P1 del
punto P, se trazan desde P1 las tangentes a la circunferencia abatida, y efectuando sus
levantamientos se tendrán las tangentes buscadas que pasan por P.
De una manera análoga se hallan las tangentes paralelas a una dirección dada del
plano de la circunferencia. Es el caso anterior cuando el punto P es un punto impro-
pio D∞ .
Para hallar las tangentes paralelas a un plano dado, se trazarán las tangentes
paralelas a la intersección del plano dado con el plano de la circunferencia. Se reduce
pues este problema al caso anterior de trazar las tangentes paralelas a una dirección
dada.
Así por ejemplo, para hallar las tangentes de perfil, se halla la intersección de un
plano de perfil con el plano de la circunferencia, se abate esa intersección y se trazan
las tangentes a la circunferencia abatida, paralelas a la intersección abatida. El levan-
tamiento de esas tangentes nos dará las tangentes a las elipses proyecciones que son
de perfil.
Abatimientos y levantamientos.
1. Dado un plano proyectante vertical, abatir una horizontal y una frontal dadas del
plano.
2. Dado un plano de perfil, abatir un punto P (3 cm., 4 cm.) del plano, y la horizontal
y la frontal del plano que pasan por el punto.
3. Abatir una recta dada del segundo bisector (utilizando y sin utilizar tercera proyec-
ción).
4. Dado un plano abatido por la charnela y la traza abatida, levantar un punto A1 del
cuarto diedro.
5. Dado un plano paralelo a LT abatido, por la charnela y la traza abatida, levantar un
punto A1 del tercer diedro (utilizando y sin utilizar tercera proyección).
185
6. Hallar las trazas de un plano, conociendo un punto (A’, A’) del plano, y su abati-
miento A1 sobre el plano horizontal.
7. Dada una recta (a’’, a’), hallar un plano que tenga la recta a como bisectriz del
ángulo de sus trazas.
8. Dadas dos rectas que se cortan ay b, determinar una recta horizontal que se apoye
en a y b con longitud 6 cm.
9. Llamando i a la intersección de dos planos α y β y dadas las trazas horizontales de
los planos y los abatimientos i1 e i2 que se obtienen al abatir α y β sobre el horizontal de
proyección, determinar las trazas verticales de los planos.
10. Dado un punto P y un plano α, girar el punto alrededor de la traza α’, hasta colocarlo
en el plano.
11. Dado un plano α y un punto P del plano, determinar la posición del punto, luego de
girar el plano α un ángulo de 60° alrededor de α’.
12. Dadas dos rectas a y b del plano horizontal, girar la recta a alrededor de b, hasta
colocarla de perfil.
Verdadera magnitud y construcción de figuras planas.
13. Determinar la verdadera magnitud de un triángulo que tiene por lados una horizon-
tal, una frontal y una recta cualquiera de un plano dado.
14. Dados dos puntos A y B en un plano α, hallar las proyecciones de un rectángulo
situado en α, de base AB y altura 3 cm.
15. Dado un plano α paralelo a LT, construir en ese plano un triángulo equilátero de
lado 3 cm., con un lado en el primer bisector.
16. Dado un plano β perpendicular al segundo bisector, construir en ese plano un cua-
drado de 2 cm. de lado, cuyo centro tiene cota 4 cm. y alejamiento 5 cm., y de manera que dos
lados sean paralelos al segundo bisector.
17. Construir un hexágono regular de 2 cm. de lado, situado en el primer bisector, de
manera que su centro tenga 3 cm. de cota y que dos lados sean paralelos a LT.
18. Dado un punto P y una recta r, hallar las proyecciones del cuadrado que tiene por
centro el punto P y sobre la recta r un lado.
19. Se da un plano α y en él dos puntos Ay B. Construir en α un triángulo isósceles de
base AB, conociendo la proyección horizontal r’ del otro lado del triángulo que pasa por A’.
20. Determinar las proyecciones de un cuadrado, conociendo uno de sus lados AB y r’,
proyección horizontal de la recta sobre la cual está el lado paralelo a AB.
21. Dado un plano α y en él dos puntos A y B-, hallar un punto de α que determine con
A y B un triángulo equilátero.
22. Dado un plano β y tres puntos cualesquiera A, B y C no alineados, hallar un punto de
β que equidiste de A, B y C.
23. Dado un plano α paralelo a LT, construir en ese plano una circunferencia tangen-
te a los planos de proyección y determinar las tangentes a la circunferencia que sean de
perfil.
24. Dados tres puntos A, B y C no alineados, construir la circunferencia que pasa
por ellos y determinar las tangentes a la circunferencia que sean paralelas al primer
bisector.
186
25. Dado un punto P y una recta r del primer bisector, hallar las proyecciones de una
circunferencia que tenga como centro el punto P y sea tangente a la recta r.
Aplicaciones del método de los abatimientos, a problemas de distancias.
26. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto de LT a una recta dada.
27. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto del segundo bisector a una
recta del segundo bisector.
28. Dada una recta (r’’, r’), hallar un punto de la recta que diste 4 cm. de un punto dado P.
29. Hallar un punto de LT que diste 3 cm. de un punto dado P.
30. Dado un punto (A’’, A’), determinar un punto que diste 5 cm. de los planos de pro-
yección y del punto A.
31. Hallar en verdadera magnitud, la distancia de un punto dado a un plano perpendicu-
lar al segundo bisector.
32. Hallar en verdadera magnitud, la distancia entre dos rectas paralelas.
33. Dado un plano α paralelo a LT y las proyecciones horizontales a’ y b’ de dos rectas
paralelas del plano, hallar la distancia entre las rectas, sin determinar sus proyecciones verti-
cales.
34. Determinar el lugar geométrico de los puntos equidistantes de las trazas de un plano
dado.
35. Dados dos planos α y β, hallar una recta del plano α cuyos puntos equidisten de las
trazas del plano β.
36. Dada la traza horizontal α’ de un plano y en ella dos puntos Ay B, determinar α’’
sabiendo que la suma de sus distancias a los puntos Ay B mide 7 cm.
37. Dado un plano α y un punto P del mismo, determinar una recta del plano que diste
3 cm. del punto P y tal que la distancia entre sus trazas mida 7 cm.
38. Determinar una recta que pase por un punto dadoP (7 cm., 2 cm.), diste 3 cm. de LT
y tal que la distancia entre sus trazas mida 10 cm.
39. Dadas dos rectas que se cruzan ay b, trazar por un punto a determinar de a, una
paralela a b, tal que la distancia entre sus trazas mida 5 cm.
40. Dado un plano α, hallar una recta del plano, paralela al primer bisector y que diste 7
cm. de un punto dado P exterior al plano.
41. Dado un plano α y dos puntos cualesquiera A y B, hallar un punto del plano que diste
4 cm. de A y 3 cm. de B.
42. Dado un plano α y dos rectas cualesquiera AB y CD, hallar un punto del plano que
diste 4 cm. de AB y 5 cm. de CD.
43. Dada una rectaa y un punto cualquiera P, determinar una recta que pase por el punto
P, sea ortogonal con a y tal que la mínima distancia entre las rectas mida 3 cm.
44. Dados A, B y r no coplanares, hallar el recorrido mínimo de A hasta B encontrando
la recta r.
CAPITULO XI
PROBLEMAS DE ÁNGULOS
128. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos rectas dadas.
Si se considera el plano que determinan las
rectas dadas y se abate ese plano, y con él las dos
rectas sobre uno de los planos de proyección o
sobre un plano paralelo a uno de ellos, en el aba-
timiento se tendrá, en verdadera magnitud, el án-
gulo que forman las rectas dadas.
Sean en la (fig. 214) las rectas dadas (m’,
m’) y (n’, n’).
Trazamos un plano horizontal ω’’y sobre ese
plano abatimos el plano de las rectas my n.
Para ello, procediendo como en el (N.° 123),
obtenemos la charnela, que es la recta horizontal
(h’’, h’). (Fig. 214)
Abatimos luego el punto (O’, O’), vértice del ángulo, y construyendo el triángu-
lo de abatimiento, hallamos O1.
Uniendo O1 con los puntos fijos M1 ≡M’y N1 ≡ N’ en que las rectas my n cortan
a la charnela, obtenemos los abatimientos m1 y n1 de las rectas dadas.
188
El ángulo θ que forman m1 y n1 es entonces el ángulo que forman las rectas
dadas.
Bisectriz del ángulo. — Si en el abatimiento del ángulo de las dos rectas traza-
mos su bisectriz y efectuamos su levantamiento, obtendremos las proyecciones de la
bisectriz del ángulo.
Por consiguiente, en la (fig. 214) trazamos la bisectriz b1 del ángulo θ. Para
efectuar su levantamiento, hallamos las proyecciones H’ y H’ del punto H1 en que b1
corta a la charnela, y uniendo el punto H con el punto O (levantamiento de )
obtenemos en (b’, b’) las proyecciones de la bisectriz del ángulo que forman las
rectas dadas.
129. Ejemplos . — I. Hallar el ángulo que forma una recta dada con la línea de
tierra.
Sea la recta (a’, a’) de la (fig. 215).
Esa recta y LT determinan un plano que abati-
remos sobre el horizontal de proyección.
La charnela será entonces la línea de tierra, y
tomando un punto (A’ , A’) de la recta dada, cons-
truimos el triángulo de abatimiento y hallamos
su abatimiento A1.
Uniendo A1 con el punto fijo O1 en que la rec-
ta a corta a la charnela, obtenemos el abatimien-
(Fig. 215) to a1 de la recta dada.
El ángulo θ que forman α1 y LT que permanece fija, es el ángulo buscado.
II. Hallar el ángulo que forma una recta de perfil con una recta cualquiera.
(Fig. 216)
189
130. Problema inverso. — Por un punto dado trazar una recta que forme un
ángulo dado con una recta dada.
Considerando el plano que determinan el punto y la recta, se lo abate y con él el
punto y la recta dados. Luego se traza una recta abatida que pase por el abatimiento
del punto dado y forme el ángulo dado con el abatimiento de la recta dada. Efectuan-
do el levantamiento de esa recta se tendrán las proyecciones de la recta buscada.
Sean dados en la (fig. 217) un punto (P’, P’) una recta (r’, r’)y un ángulo θ.
Trazamos el plano horizontal ω que pasa por el punto P y abatimos sobre ese
plano, el plano determinado por P y la recta r.
131. Ejemplo . — Por un punto dado, trazar una recta que forme un ángulo dado
con la línea de tierra.
133. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman una recta y un plano
dados.
El ángulo que forman las rectas r1 y1p será el complemento del ángulo buscado,
cuyo valor θ (que se indica gráficamente en la figura), es el ángulo que forma la recta
r con el plano α.
191
134. Problema inverso. — I. Por un punto dado, trazar una recta que forme un
ángulo dado con un plano dado.
De acuerdo con lo indicado en el (N.° 132), bastará con trazar una recta p per-
pendicular al plano dado y luego hallar como en el (N.° 130) una recta r que pase por
el punto dado y forme con la recta p el ángulo complementario del ángulo dado. La
recta r será la recta buscada.
II. Por un punto dado, trazar un plano que forme un ángulo dado, con una recta
dada.
De acuerdo con lo indicado en el (N.° 132), bastará con trazar una recta p que
forme con la recta dada r el ángulo (90° - θ), complementario del ángulo dado (N.° 130).
Luego, trazando el plano que pasa por el punto dado y es perpendicular a la recta
p, se tendrá el plano buscado que forma el ángulo θ con la recta dada r.
135. Aplicaciones. — 1.a Hallar los ángulos que forma una recta dada con los
planos de proyección.
Del (N.° 132) sabemos que el ángulo que una recta forma con el plano horizon-
tal, está medido por el ángulo que forma la recta con su proyección horizontal.
Es decir que el ángulo que forma la recta (r’, r’) de la (fig. 220) con el plano
horizontal, es el ángulo que forma la recta r con su proyección r’.
Como la recta r’ coincide con la charnela ω’, coincide también con su abatimien-
to, y por consiguiente, el ángulo θH que forman las rectas abatidas r1 y r’ es el ángulo
que forma la recta r con el horizontal de proyección.
Dicho ángulo está contenido en el plano (φ’’, φ’), proyectante vertical de la recta,
y para hallarlo en verdadera magnitud, lo abatimos sobre el vertical de proyección
(fig. 220).
De esta manera, con charnela φ’’ abatimos un punto (H’, H’) de la recta r obte-
niendo H2, y luego, uniendo H2 con el punto fijo V’ ≡ V2 en que la recta corta a la
charnela, determinamos el abatimiento r2 de la recta r sobre el plano vertical.
2.a Por un punto dado, trazar una recta que forme ángulos dados con los planos
de proyección.
Para resolver este problema, hallaremos una recta que forme los ángulos dados
con los planos de proyección y luego, por el punto dado trazaremos una recta paralela
a la recta hallada.
Sea en la (fig. 221) un punto (P’, P’) por el cual trazaremos una recta que forme
un ángulo θH con el plano horizontal y un ángulo θv con el plano vertical.
V’’H’H’’ = 90° - θv
194
por lo cual, sustituyendo este valor en la [1] tenemos
θH < 90° - θv, o sea, θH + θv < 90°
(Fig. 222)
Como (θH + θv) puede ser igual a 90° cuando la recta dada es de perfil, se conclu-
ye que la condición necesaria para que el problema tenga solución, es que
θH + θv < 90°
Para demostrar que la condición es suficiente, se observa en la (fig. 221) que la
construcción explicada puede efectuarse siempre que el arco de centro V’’ y radio
V’ K corte o sea tangente a LT. Es decir que
V’’V’ < V’’K [2]
Pero en el triángulo V’ K1H’, tenemos que V’ K = 1a’’.cos θvy en el triángulo
V’’V’1H’ tenemos que V’’V’ = 1a’.sen θH.
Sustituyendo estos valores en la [2] resulta
1a’’ . sen θH < 1a’ . cos θv
de donde
sen θH < cos θV
o lo que es igual,
sen θH < sen (90° - θv)
Como por definición los ángulos θH y θv son siempre agudos, y a mayor seno
corresponde mayor arco, tenemos
θH < 90° - θv
y entonces la condición suficiente será que θH + θv < 90°.
195
ÁNGULO DE DOS PLANOS
136. Generalidades. — El ángulo diedro que forman dos planos dados se mide
por el rectilíneo correspondiente, que es el ángulo plano (*) que se obtiene cortando
los planos dados con un plano perpendicular a su intersección.
Este procedimiento para hallar el ángulo de dos planos es poco empleado por la
cantidad de construcciones que es necesario realizar, por lo cual, no efectuaremos su
depurado.
Otros procedimientos que lo sustituyen con ventaja, son los que trataremos a
continuación.
137. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos planos dados (Pri-
mer procedimiento).
Este método se basa en una propiedad de Geometría del Espacio que expresa lo
siguiente: «Si desde un punto situado en el interior de un ángulo diedro se trazan las
perpendiculares a cada una de sus caras, el ángulo que forman dichas perpendicula-
res es suplementario del rectilíneo del diedro considerado».
(*) Como ángulo de dos planos se conviene en considerar siempre el ángulo agudo que forman dichos
planos.
196
Por lo tanto, para hallar el ángulo que
forman los planos α y β de la (fig. 224),
trazamos por un punto cualquiera (P’,
P’) las rectas (m’, n’) y (n’, n’) respecti-
vamente perpendiculares a los planos
α y β. Luego, procediendo como en el
(N.° 128), se toma un plano horizontal
ω y abatiendo sobre él las dos rectas
en m1 y n1 se obtiene el ángulo que
forman, cuyo ángulo suplementario θ
es el ángulo que forman los planos
αy β.
138. Problema inverso. — Por un punto dado, trazar un plano que forme un
ángulo dado con un plano dado. (Primer procedimiento).
Este problema admite infinitas soluciones, puesto que hay infinitas rectas que
forman con m el ángulo (180 - θ).
197
139. Problema directo. — Hallar el ángulo que forman dos planos dados. (Se-
gundo procedimiento).
Ese plano γ corta a la recta i en un punto M que es el vértice del rectilíneo, y a los
planos α y β según dos rectas MP y MQ que son los lados del rectilíneo.
Para abatir ese rectilíneo PMQ sobre el plano horizontal, como la charnela será
γ’, los puntos Py Q que están en dicha recta permanecerán fijos. Por lo tanto, bastará
con abatir el vértice M, y uniendo su abatimiento M1 con los puntos fijos P y Q, se
obtendrá el abatimiento buscado del rectilíneo PMQ.
(Fig. 226)
Del (N.° 114) sabemos que, al abatir un punto sobre el plano horizontal, la pro-
yección horizontal y el abatimiento del punto están en una misma perpendicular a la
charnela. Por consiguiente, como la perpendicular a la charnela trazada por M’ es i’,
se deduce que el abatimiento M1 del vértice M debe estar sobre i’.
198
Además, como el punto P queda fijo, el abatimiento M1 distará de P la magnitud
PM, lado del rectilíneo en verdadera magnitud.
Por lo tanto, para hallar M1, bastará cortar a i’ con un arco de circunferencia de
centro P y radio PM, cuya verdadera magnitud se halla en el abatimiento del plano α
al cual pertenece, y es el segmento de perpendicular trazado del punto P a la recta i.
Obsérvese que también puede hallarse el abatimiento M1 sabiendo que está so-
bre i’ y que dista del punto Q la magnitud QM, que se halla en el otro plano β, y es el
segmento de perpendicular trazado del punto Q a la recta i.
(Fig. 227)
Para hallarlo, abatimos el plano α con charnela α’, y con él la recta i en i1.
Plano bisector. — El plano bisector del diedro que forman dos planos está deter-
minado por la intersección de los dos planos dados y la bisectriz de uno cualquiera de
los rectilíneos del diedro considerado.
Tenemos así determinado en (ε’’, ε’) el plano bisector del diedro que forman los
planos dados.
Para hallar el plano bisector, trazamos la bisectriz abatida b1 del ángulo PM1 Q y
cortando b1 con la charnela γ’ hallamos la traza horizontal T1 ≡ T de la bisectriz.
Uniendo T con H’, traza horizontal de la intersección i, determinamos la traza hori-
zontal ε’ del plano bisector, y uniendo el punto de corte de ε’ y LT con V’’ determina-
mos la traza vertical ε’’ de dicho plano, que queda así definido por sus trazas ε’’ y ε’.
II. Hallar el ángulo que forman dos planos paralelos a LT y determinar el plano
bisector del diedro que forman dichos planos.
Volviendo ese plano al depurado, obtenemos en (ε’’, ε’) las trazas del plano
bisector buscado.
201
141. Problema inverso. — Por un punto dado, trazar un plano que forme un
ángulo dado con un plano dado. (Segundo procedimiento).
Sean en la (fig. 231) un plano (α’’, α’), un punto (P’’, P’) y un ángulo θ.
Tomamos entonces (fig. 231) una recta (i’, i’) del plano α, la que consi-
deraremos intersección del plano α con el plano β a determinar. Trazamos un plano γ
perpendicular a la recta i, y por lo tanto γ’ es perpendicular a i’. Determinamos el
punto fijo P en que γ’ corta a α’ y luego abatimos el plano α y con él i en i1 .
Ese punto Q y la recta i determinan el plano β que forma el ángulo θ con α. Por
lo tanto, uniendo los puntos Q y H’ del plano horizontal obtenemos la traza horizontal
β’, y uniendo el punto de corte de β’y LT con V’’, traza vertical de la recta i, determi-
namos β’ .
Tenemos así un plano (β’’, β’) que forma el ángulo θ con el plano dado α.
Trazando luego por el punto dado (P’’, P’) un plano paralelo al β (N.° 58) se
tendrá en (δ’ , δ’) el plano buscado.
142. Problema. — Por una recta dada de un plano dado, trazar un plano que
forme un ángulo dado con el plano dado.
Este caso se resuelve de igual manera que el problema anterior. Para ello se
202
tomará la recta dada como intersección del plano dado y del plano a trazar, y proce-
diendo luego como anteriormente se hallará el plano buscado.
143. Aplicaciones. — 1.a Hallar los ángulos que forma un plano dado con los
planos de proyección.
De acuerdo con lo expresado en el (N.° 136), para hallar el ángulo que el plano α
forma con el plano vertical, trazamos un plano (ω’’, ω’) perpendicular a la intersec-
ción α’’ de ambos planos. En ese plano ω, que es proyectante vertical, el ángulo que
forman las rectas VH (intersección de ω con α) y VO (intersección de ω con el verti-
cal) será el ángulo buscado, que tiene el punto V como vértice.
(Fig. 232)
Análogamente, para hallar el ángulo que forma el plano α con el plano horizon-
tal, trazamos por el punto O (fig. 232) un plano (φ’’, φ’) perpendicular a la intersec-
cion α’ de ambos planos. En ese plano φ, el ángulo que forman las rectas ST (inter-
seccion de φ con α) y TO (intersección de φ con el horizontal) será el ángulo busca-
do, que tiene el punto T como vértice.
Para obtener la verdadera magnitud de dicho ángulo, abatimos las rectas ST y TO
sobre el vertical de proyección, y, por lo tanto, con charnela φ’’. Luego, abatiendo el
punto (T’, T’) en T2, y uniendo ese punto con los puntos fijos S2 ≡S’’y O en que las
rectas ST y TO cortan respectivamente a la charnela φ’’, obtenemos los abatimientos
TS2 y T2O de las intersecciones de los planos α y horizontal con el plano auxiliar
perpendicular a su intersección.
El ángulo que forman las intersecciones abatidas es entonces el ángulo que
forma el plano α con el horizontal de proyección.
Nota . — Se observa en la (fig. 232) que si desde el punto O se trazan las perpen-
diculares OK1 y OK2 a los abatimientos V1H1 y T2S2 respectivamente, esas perpen-
diculares deben ser iguales.
(Fig. 233)
Por lo tanto, en la (fig. 232), los segmentos OK1 y OK2, que son las perpendicu-
lares trazadas desde O a los abatimientos de VH y TS, deben ser iguales, por tratarse
de dos abatimientos distintos de un mismo segmento OK del espacio, que es la dis-
tancia del punto O a las rectas VH y TS.
Los ángulos complementarios de los hallados serán los ángulos que forma el
plano dado con los planos de proyección.
2.a Por un punto dado, trazar un plano que forme ángulos dados con los planos
de proyección.
Para resolver este problema, hallaremos un plano que forme los ángulos dados
con los planos de proyección y luego por el punto dado trazaremos un plano paralelo
al plano hallado.
Sea en la (fig. 232) un punto (P’, P’) por el cual trazaremos un plano que forme
un ángulo θH con el plano horizontal y un ángulo θv con el plano vertical.
Para ello, aplicando la relación indicada en la Nota del problema anterior, efec-
tuamos las construcciones de la (fig. 232) en el siguiente orden:
La traza vertical α’’ del plano buscado será la tangente trazada desde S’ a la
circunferencia de centro O y radio OV1.
La traza horizontal α’ del plano buscado será la tangente trazada desde H’ a la
circunferencia de centro O y radio OT2.
OK2
y en el triángulo T2K2O, tenemos que OT2 =
sen θH
Como por definición, los ángulos θH y θv son agudos, a mayor arco corresponde
mayor seno, y, por consiguiente.
θH > 90° - θv
Pero como en el (N.° 136) hemos establecido que el ángulo de dos planos se
considera siempre agudo, tendremos que θH y θv son menores de 90° y entonces.
180° > θv + θH [6]
En consecuencia, de las relaciones [5] y [6] se concluye que la condición sufi-
ciente es:
180° > θv + θH > 90°
144. Problema fundamental. — Trazar una recta que halle situada en un plano
dado, pase por uno de sus puntos y forme un ángulo dado con otro plano dado.
Sean dados en la (fig. 234) un plano α, un punto P de este plano, otro plano β y
un ángulo θ.
207
Trazaremos una recta del plano α, que
pase por el punto P y forme el ángulo θ con el
plano β.
Por lo tanto, el punto M al girar alrededor del eje PO, describirá una circunferen-
cia contenida en el plano β, de centro O y radio OM.
Nota . — El problema admitirá dos soluciones, una o ninguna, según que la cir-
cunferencia de centro O y radio OM corte respectivamente en dos puntos, sea tangen-
te o no corte a la recta i.
En esos casos, el ángulo dado θ será respectivamente menor, igual o mayor que
el ángulo que forman los planos dados α y β.
I. Caso general. — Sean en la (fig. 235) un plano (α’ , α’), un punto (P’, P’) del
plano, otro plano (β’’, β’) y un ángulo θ.
De acuerdo con lo expresado anteriormente, trazamos por (P’, P’’) una recta
(n’, n’) perpendicular al plano β, y empleando el plano proyectante auxiliar ω,
hallamos el punto (O’, O’), intersección de dicha perpendicular con el
plano β.
208
Giramos luego el segmento (P’ O’, P’O’) alrededor del eje de fuga que pasa por
P y determinamos su verdadera magnitud P’1O’.
(Fig. 235)
Abatimos luego el plano β con charnela β’, y con él la intersección (i’ , i’) de los
planos α y β y el punto O, obteniendo respectivamente i1 y O1.
Trazamos entonces la circunferencia de centro O1 y radio OM, que corta a i1 en
los puntos 1M1 y 2M1. Levantando luego esos puntos, se obtienen sobre la recta i sus
proyecciones (1M’, 1M’) y (2M’, 2M’), cada una de las cuales, unidas con las proyec-
ciones del punto P, nos determinan las dos rectas soluciones (P1M y P2M) del pro-
blema planteado.
Uniendo los puntos 1M y 2M con el punto dado P tendremos las dos rectas
soluciones P1M y P2M.
Obsérvese que lo que se ha hecho es tomar una recta frontal (P’M’, P’M’) que
pase por el punto dado P y forme el ángulo θ con el plano horizontal, y luego se ha
girado esa recta alrededor del eje vertical PO hasta colocarla en el plano α, en las
posiciones P1M y P2M.
Como aplicaciones del Problema fundamental del (N.° 144) se resuelven los
siguientes problemas:
145. Problemas. — Trazar por un punto dado, una recta que sea paralela a un
plano dado y forme un ángulo dado con otro plano dado.
En este caso, se traza por el punto dado un plano auxiliar paralelo al plano
dado y luego se halla una recta situada en ese plano auxiliar que pase por el punto
dado y forme el ángulo dado con el otro plano dado (Problema del N.° 144). Esa
será la recta buscada, que, por estar situada en el plano auxiliar, será paralela al
plano dado.
Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.
210
146. Problema. — Trazar una recta que se halle situada en un plano dado y
forme un ángulo dado con una recta dada que corta al plano.
Del (N.° 132) sabemos que las rectas que forman un ángulo dado θ con una recta
dada, forman el ángulo complementario (90° - θ) con un plano perpendicular a la
recta dada.
Por lo tanto, para resolver este problema, se traza un plano auxiliar perpendicu-
lar a la recta dada y luego se traza por el punto de intersección de la recta y el plano
dados, una recta simada en el plano dado que forme con el plano auxiliar el ángulo
complementario del ángulo dado (Problema del N.° 144).
Esa recta será la recta buscada que forma el ángulo dado con la recta dada.
Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.
147. Problema. — Por un punto dado de una recta dada, trazar una recta que
sea paralela a un plano dado y forme un ángulo dado con la recta dada.
En este caso, se traza por el punto dado un plano auxiliar paralelo al plano dado
y luego se halla una recta simada en el plano auxiliar que pase por el punto dado y
forme el ángulo dado con la recta dada (Problema del N.° 146).
Esa recta será la recta buscada que, por estar situada en el plano auxiliar, será
paralela al plano dado.
Habrá también, según los valores de los ángulos, dos, una o ninguna solución.
Pero la recta i, al girar alrededor del eje VO será tangente a una circunferencia
contenida en α, de centro O y radio OM, siendo este radio el cateto de un triángulo
rectángulo que tiene el otro cateto VO (distancia del punto V al plano α) y el ángulo
opuesto θ.
Por lo tanto, para girar la recta i, bastará con describir en el plano α una circun-
ferencia de centro O y radio OM, y trazarle desde T (intersección de r y α) la
tangente 1i.
Esa recta girada 1i y el punto fijo V (intersección del plano β con el eje de giro
VO), nos determinan el plano girado 1β que contiene la recta r (pues pasa por los
puntos V y T de dicha recta) y forma el ángulo θ con el plano α.
Nota . — Existirán dos soluciones, una o ninguna, según que el punto T sea
respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la circunferencia de centro O
y radio OM.
En esos casos, el ángulo dado será respectivamente mayor, igual o menor que el
ángulo que forman la recta y el plano dados.
I. Caso general. — Sean dados en la (fig. 238) un plano (α’’, α1), una recta (r’, r’)
y un ángulo θ.
Giramos luego el segmento (V’ O’, V’O’), distancia del punto V al plano α, y
determinamos su verdadera magnitud en V’1O’.
Hallamos después, por medio del plano proyectante auxiliar φ, el punto (T’’, T’),
intersección de la recta r con el plano α.
Abatimos el plano α con charnela α’ y con él los puntos (T’, T’) y (O’’, O’),
obteniendo respectivamente T1 y O1.
(Fig. 238)
Cada una de esas rectas y la recta dada r nos determinan los dos planos 1β y 2β,
soluciones del problema planteado.
II. Caso particular. — Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo
dado con el horizontal de proyección.
Hallaremos un plano que pase por la recta r y forme el ángulo θ con el horizontal
de proyección.
Como aplicaciones del Problema fundamental del (N.° 148) se resuelven los
siguientes problemas:
149. Problema. — Por un punto dado, trazar un plano que sea paralelo a una
recta dada y forme un ángulo dado con un plano dado.
En este caso, se traza por el punto dado una recta auxiliar paralela a la recta dada,
y luego se halla un plano que pase por la recta auxiliar y forme el ángulo dado con el
plano dado (Problema N.° 148).
Ese será el plano buscado que, por contener a la recta auxiliar, será paralelo a la
recta dada.
150. Problema. — Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo
dado con una segunda recta dada.
Del (N.° 132) sabemos que los planos que forman un ángulo dado θ con una
recta dada, forman el ángulo complementario (90° - θ) con los planos perpendicula-
res a la recta dada.
214
Por lo tanto, para resolver este problema, se traza un plano auxiliar perpendicu-
lar a la segunda recta dada, y luego se traza por la recta dada, un plano que forme el
ángulo complementario del ángulo dado con el plano auxiliar (Problema del N.° 148).
Ese plano será el plano buscado que, por formar con el plano auxiliar el ángulo
complementario del ángulo dado, formará con la segunda recta dada el ángulo dado.
Habrá también, según los ángulos, dos, una o ninguna solución.
151. Problema. — Trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y forme un
ángulo dado con una segunda recta dada.
En este caso, bastará tomar una recta auxiliar que sea paralela a la primera recta
dada y luego, trazar un plano que pase por la recta auxiliar y forme el ángulo dado
con la segunda recta dada (Problema del N.° 150).
Ese plano será el plano buscado que, por contener a la recta auxiliar, será parale-
lo a la primera recta dada.
Habrá también, según los ángulos, dos, una o ninguna solución.
Estos polígonos se denominan caras y cada dos de ellos tienen un lado común
que se llaman aristas. Los puntos en que concurren tres o más aristas se denominan
vértices y las rectas que unen dos vértices no situados en una misma cara se llaman
diagonales.
Los poliedros pueden clasificarse por el número de sus caras, o por la naturaleza
de sus ángulos diédricos y poliédricos, o por su forma especial, etc.
Por el número de sus caras se clasifican en: tetraedros (poliedros de cuatro ca-
ras), pentaedros (poliedros de cinco caras), hexaedros (poliedros de seis caras),
octaedros (poliedros de ocho caras), dodecaedros (poliedros de doce caras),
icosaedros (poliedros de veinte caras), y en los demás casos, no se les da nombre
especial y se dice poliedro de tantas caras.
Por la naturaleza de sus ángulos diédricos y poliédricos se clasifican en cónca-
vos y convexos. Los poliedros convexos (*) son aquellos en los cuales, si se supone
prolongada indefinidamente una de sus caras, todo el poliedro queda a un solo lado
del plano de dicha cara, lo que no se cumple para los poliedros cóncavos.
Se llaman poliedros regulares aquellos cuyas caras son todos polígonos regula-
res iguales y cuyos ángulos poliédricos son todos iguales.
Los poliedros regulares, cuyas formas se indican en la (fig. 240), son convexos
(Fig. 240)
(*) En todo poliedro convexo se verifica el Teorema de Euler que relaciona el número de caras (c), el
número de vértices (v) y el número de aristas (a), con la siguiente fórmula: c+v= a+3
219
y se demuestra que no puede haber más de cinco con las siguientes caracterís-
ticas:
En general, se hallan las proyecciones de todos los vértices del poliedro y luego
se unen esos puntos dos a dos, de acuerdo con la definición del poliedro, obteniendo
así las proyecciones de todas sus aristas.
Por ejemplo, para representar una pirámide se hallan las proyecciones de la base
y del vértice y luego se une, en cada proyección, el vértice de la pirámide con cada
uno de los vértices de la base.
Las rectas que unen puntos vistos son las únicas que se consideran vistas y se
dibujan con trazo lleno, las demás, que son ocultas, se dibujan punteadas.
Las visuales perpendiculares al plano horizontal que tocan al poliedro sin atra-
vesarlo, formarán un prisma circunscripto al poliedro, cuyo contorno aparente hori-
zontal queda determinado por esos puntos de contacto. La intersección de ese prisma
con el plano horizontal será el contorno aparente sobre el plano horizontal que, en
realidad, es la proyección horizontal del contorno aparente horizontal del poliedro.
Resulta evidente que todos los puntos del poliedro se proyectarán horizontal-
mente dentro del polígono visto que es el contorno aparente del poliedro sobre el
plano horizontal, puesto que todos los puntos del poliedro quedan comprendidos
dentro del prisma de visuales verticales que hemos considerado.
Como todos los puntos del poliedro quedan comprendidos dentro del prisma de
visuales de fuga que hemos considerado, podemos decir que todos los puntos del
poliedro se proyectarán verticalmente dentro del polígono visto que es el contorno
aparente del poliedro sobre el plano vertical.
221
En consecuencia, cuando se tiene un cierto número de vértices que definen un
poliedro, en cada proyección se unen esos vértices determinando aristas y de modo
de formar un polígono que encierre las proyecciones de todas las demás aristas. Se
tendrá así un polígono que será el contorno aparente sobre el plano horizontal y un
polígono que será el contorno aparente sobre el plano vertical.
Ambos polígonos serán vistos y solamente habrá que determinar, para las aristas
que se proyectan dentro de esos polígonos, cuáles son vistas y cuáles son ocultas.
2.° Las aristas concurrentes a un vértice que se proyecte dentro del contorno
aparente sobre un plano, serán todas vistas o todas ocultas en su proyección sobre ese
plano.
Primer caso.
Uniendo estos vértices dos a dos en cada proyección, obtenemos las proyeccio-
nes de las aristas del tetraedro.
El contorno aparente sobre el plano horizontal, que dibujamos con trazo lleno
puesto que es visto, es el polígono A’B’C’D’, dentro del cual tenemos dos proyeccio-
nes A’C’ y B’D’ que se cortan y de las que hay que determinar cuál es vista y cuál es
oculta.
Para ello trazamos la visual perpendicular al horizontal que pasa por el punto de
cruce Q’. Dicha visual es la recta vertical (b’, b’) que, en proyección vertical, corta
respectivamente a las aristas A’ C’ y B’D’ en los puntos Q’ y Q’’1 .
El punto Q’’1, por tener mayor cota que Q’, está más cerca del observador y, por
lo tanto, la arista BD a que pertenece será vista en proyección horizontal y la dibuja-
remos con trazo lleno.
Segundo caso.
Sea en la (fig. 242) un tetraedro definido por cuatro vértices A, B, C y D.
Uniendo estos vértices dos a dos en cada proyección, obtenemos las proyeccio-
nes de las aristas del tetraedro.
El contorno aparente sobre el plano ver-
tical será el polígono A’B’ C’ que dibuja-
mos con trazo lleno puesto que es visto y
dentro del cual se proyectan las demás aris-
tas que concurren al vértice D y que serán
todas vistas o todas ocultas según lo sea el
vértice D. Para averiguarlo, prolongamos
una arista, por ejemplo C’D’ hasta cortar-
la en P’ con una arista A’B’ del contorno
aparente. Trazando entonces la visual de
fuga (a’ , a’) que pasa por P’, determina-
mos en proyección horizontal los puntos
P’ y P’1 en que corta a las aristas C’D’ y
A’B’.
TETRAEDRO REGULAR
(*) Se denominan aristas opuestas aquellas que no pertenecen a una misma cara.
224
distancia entre ellas (MN) se llama normal común a dos aristas opuestas y tiene
sus extremos en los puntos medios de esas aristas. Las normales comunes, que
son tres, se cortan en el centro del tetraedro, que a su vez divide a cada una de
ellas en dos partes iguales. Se acostumbra designar la magnitud de la normal
común con la letra n.
Los planos como el DMA de la (fig. 243), que son perpendiculares a una arista
BC en su punto medio M, contienen a la arista opuesta DA, a una perpendicular
común MN y a una altura DI del tetraedro.
Para hallar las demás magnitudes se procede como en el primer caso, puesto que
ahora se conoce la arista a.
(Fig. 246)
La hipotenusa DA será a, arista del tetraedro que
tiene como altura H.
Las demás magnitudes se hallan como en el primer caso, puesto que ahora se
conoce la arista a.
Cuarto caso . — Se dala normal común a dos aristas opuestas.
Sea dada en la (fig. 247) la magnitud n, normal común a dos aristas opuestas de
un tetraedro regular.
Procediendo por semejanza, tomamos una magni-
tud de arista cualquiera y efectuando las construc-
ciones indicadas en el primer caso, hallamos la normal
común n1 = M1N, que corresponde a la arista a1.
Luego construimos un triángulo isósceles MBA
semejante al triángulo M1B1A1 y de modo que tenga
como altura la magnitud dada n = MN.
En ese triángulo obtenemos BA = a y MA = h,
magnitudes del tetraedro que tiene como normal
común n. (Fig. 247)
226
La restante magnitud H se halla como en el primer caso.
(Fig. 248)
trazaremos por el centro de dicha cara una perpendicular al plano que la contiene y
tomaremos sobre esa perpendicular, a partir del centro de la cara, una magnitud igual
a la altura del tetraedro. El punto así determinado será el otro vértice del tetraedro, y
227
uniéndolo con los tres vértices de la cara apoyada en α, tendremos totalmente repre-
sentado el poliedro.
Como se conoce la arista que mide a, efectuamos aparte las construcciones del
(N.° 158) y determinamos la magnitud H.
Tomando entonces el eje de giro de fuga que pasa por el punto I, giramos la recta
p hasta colocarla horizontal en (1p’’, 1p’).
En esa posición tomamos sobre la recta un punto 1D, de modo que diste del
punto 1 la magnitud H. Efectuando el giro inverso para ese punto, obtenemos las
proyecciones D’ y D’del vértice del tetraedro, y, uniéndolo con los vértices A, By C,
hallamos las proyecciones A’B’ C’D’’y A’B’C’D’del tetraedro pedido.
Por ejemplo, si se hubiese pedido que una arista del tetraedro fuese paralela a un
plano dado β, habría que tomar uno de los lados del triángulo abatido de modo que
sea paralelo a la intersección abatida de los planos α y β.
Otra condición que se puede establecer es que vértices del tetraedro queden si-
tuados en un plano dado β. En ese caso, bastará con construir el triángulo abatido A1
B1C1 de modo que tenga uno o dos vértices (según sean los que se pidan) sobre la
intersección abatida de los planos α y β.
Sea dado en la (fig. 250) un segmento de recta (A’B’ , A’B’), que será una arista
del tetraedro.
Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto A, giramos
(Fig. 250)
229
el segmento AB hasta colocarlo en posición horizontal (pág. 148), determinando así
su verdadera magnitud A’1B’, que será a, arista del tetraedro.
En figura aparte, y efectuando las construcciones del (N.° 158), hallamos las
magnitudes normal común n y altura de cara h, en función de la arista a.
Por ejemplo, si se hubiese pedido que una arista del tetraedro fuese paralela a un
plano dado β, habría que tomar la tangente C1D1 paralela a la intersección abatida de
los planos α y β.
Otra condición que se puede establecer es que un vértice del tetraedro quede
simado en un plano dado β. En este caso, bastará con tomar el punto C( en la inter-
sección de la circunferencia de radio h con la intersección abatida de los planos α y
β, y luego trazar desde C1 la tangente C1D1 a la circunferencia de radio n.
EJEMPLO III. — Dados dos puntos, representar un tetraedro regular que tenga uno
de los puntos como vértice y el otro como centro.
La recta que determina los puntos D y O es una altura del tetraedro (fig. 243) y
sobre ella estará el punto 1, centro de la cara opuesta al vértice D. Además, sabemos
del (N.° 157) que el centro del tetraedro dista del centro de la cara una magnitud igual
a un cuarto de la altura. Por lo tanto, dividiendo el segmento DO en tres partes iguales
y tomando una de esas partes en la semirrecta opuesta a OD, determinamos un punto
1 que será el centro de la cara opuesta al vértice D. Luego, DI será una altura del
tetraedro, y trazando por 1 un plano perpendicular a DL tendremos el plano de la cara
opuesta, en el cual construiremos (como en el Ejemplo I) un triángulo equilátero de
lado igual a la arista.
Los tres vértices del triángulo y el vérticeD nos determinarán entonces el tetraedro
pedido.
230
Si se pidiera, por ejemplo, que una arista del tetraedro fuese paralela a un plano
dado β, habría que construir el triángulo abatido de centro I1 y lado a, de modo que
tenga un lado paralelo a la intersección abatida de los planos α y β.
EJEMPLO IV. — Dados un punto y una recta, representar el tetraedro regular que
tenga el punto como centro y sobre la recta, una arista.
Sean dados en la (fig. 251) el punto (O’, O’) y la recta (r’’, r’).
Luego, en figura aparte y efectuando las construcciones del (N.° 158), hallamos
la magnitud a (arista) en función de la magnitud n = N1M1. Colocando la magnitud
1/2 a sobre r1 y a cada lado de N1, obtenemos el abatimiento de los vértices C1 y D1.
Levantamos esos vértices y el punto M1, obteniendo (C’, C’), (D’, D’) y (M’, M’).
Trazamos entonces la recta (p’ , p’) que pasa por M y es perpendicular al plano α.
Girando dicha recta con el eje de fuga que pasa por M la colocamos en la posición
horizontal (1p’, 1p’) y, en esa posición, tomamos sobre ella un punto 1B que diste de
M una magnitud igual a la mitad de α.
Efectuando el giro inverso para ese punto, obtenemos las proyecciones (B’, B’)
del vértice B .
231
(Fig. 251)
CUBO
Cada arista es perpendicular a dos caras (por ej. AF lo es a las caras ABCE y
FGNM) y, por lo tanto, es perpendicular a cuatro aristas y ortogonal con otras cuatro.
Además, cada arista es paralela a dos aristas con las cuales determina caras (por
ej. FA lo es a GB y ME), y es paralela a una arista con la cual determina plano diagonal
(FA es paralela a NC).
162. Representación del cubo. — A continuación veremos los casos más fre-
cuentes en que pueden presentarse los datos para representar un cubo, y, en cada
caso, efectuaremos la representación del cubo en función de esos datos y de las pro-
piedades geométricas del poliedro que indicamos en el (N.° 160).
Ejemplo I. — Dado un plano, representar un cubo de arista dada que tenga una
de sus caras apoyada en el plano dado.
Sean dados en la (fig. 257) un plano α y la magnitud a, arista del cubo.
Para representarlo en las condiciones pedidas, construiremos en el plano α (fig.
256) un cuadrado ABCE de lado a, que será la cara del cubo apoyada en α. Luego
trazaremos por cada vértice del cuadrado, rectas f, g,ny m perpendiculares a su
234
plano, y tomaremos sobre cada una de ellas, y
a partir del vértice del cuadrado, la magnitud
a, arista del cubo. Obtendremos así los otros
cuatro vértices F,G, NyMque, con los vérti-
ces contenidos en α, nos determinarán el cubo
pedido.
Giramos una de esas rectas (por ejemplo la recta m) alrededor del eje de fuga que
pasa por E, hasta colocarla en la posición horizontal (1m’t im’’). En esa posición
tomamos un punto (1M’, 1M’) que diste de E la magnitud a, arista del cubo. Efec-
tuando luego el giro inverso para ese punto, obtenemos las proyecciones (M’, M’) de
un vértice del cubo.
Por último, en la forma indicada en el (N.° 156) se determinan las aristas vistas y
ocultas del cubo.
Por ejemplo, si se pidiese que cuatro aristas del fuesen paralelas a un plano
dado β, al construir el cuadrado abatido habría que tomar dos lados opuestos A1B1 y
E1C1 paralelos a la intersección abatida de los planos α y β. De esta manera, las
aristas AB y EC y las dos aristas paralelas de la cara opuesta resultarán paralelas al
plano β.
Otra condición que se puede establecer es que vértices (uno o dos) del cubo
queden simados en un plano dado β. En ese caso, al construir el cuadrado abatido de
lado a, habrá que tomar uno o dos vértices (según sean los que se pidan) en la inter-
sección abatida de los planos α y β.
Ejemplo II. — Dado un segmento de recta, representar un cubo que tenga dicho
segmento como una de sus aristas.
Sea dado en la (fig. 258) un segmento de recta (F’’A’, F’A’), que será una arista
del cubo.
Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto A, giramos el seg-
mento AF hasta colocarlo en posición horizontal, con lo cual determinamos su verda-
dera magnitud, que será A’1F’ = a, arista del cubo.
(Fig. 258)
237
De esta manera, los vértices A, B, C, E,M,N,GyF nos determinan las proyec-
ciones del cubo que tiene como arista el segmento AF.
También se podría pedir que un vértice del cubo se halle simado en un plano
dado β. En ese caso, al construir el cuadrado abatido con un vértice en A1, habría que
tomar otro de los vértices del cuadrado en la intersección abatida de los planos α y β.
Ejemplo III. — Dado un segmento de recta, representar un cubo que tenga dicho
segmento como una de sus diagonales.
Sea dado en la (fig. 260) un segmento de recta AN, que será una diagonal del
cubo.
Para representarlo, consideraremos un plano α (fig. 259) que contenga el seg-
mento AN. En ese plano, que será un plano diagonal, construiremos un rectángulo
AFNC que tenga como lados la arista a y la diagonal
de cara d, y como diagonal, el segmento dado
AN. Luego trazaremos por los puntos medios P y Q
de FN y AC, dos rectas p y q perpendiculares al
plano α.
(Fig. 260)
239
de FN y AC, por los cuales trazamos las rectas (p’, p’) y (q’, q’) perpendiculares
al plano α.
Girando una de esas rectas, por ejemplo la q, alrededor del eje de fuga que pasa
por Q, la colocamos en la posición horizontal (1q’, 1q’), En esa posición tomamos a
partir de Q la magnitud 1/2 d, obteniendo el punto 1B el cual, al efectuar el giro
inverso, nos determina el vértice (B’, B’) del cubo. Hallando el simétrico de B con
respecto a Q obtenemos otro vértice E. Por último, trazando porB y E rectas paralelas
a AF y cortándolas con p obtenemos los vértices Gy M que, con los vértices F, A,C,
N, By E nos determinan las proyecciones del cubo.
Finalmente se determinan las líneas vistas y ocultas con el procedimiento del
(N.° 156).
Condiciones de pertenencia. — Como el plano diagonal α que hacemos pasar
por el segmento dadoAN se puede trazar de infinitas maneras, los elementos del cubo
pueden cumplir otras condiciones a establecer.
Por ejemplo, si se pidiese que dos diagonales de cara friesen paralelas a un plano
dado β, habría que tomar el plano α pasando por AN y de modo que fuese perpendicular
al plano β. En esa forma, las diagonales de cara EB, y MG resultarían paralelas a β.
OCTAEDRO REGULAR
(*) Se llaman caras opuestas aquellas que no tienen ningún vértice común.
240
paralelas entre sí (por ej. BCE y ADF), y la recta (MN) que une los centros de dos
caras opuestas pasa por el centro del octaedro, que es el punto medio de la distancia
entre dichas caras.
El centro del octaedro dista de cada cara una magnitud igual a la mitad de la
distancia entre dos caras opuestas y de cada vértice una magnitud igual a la mitad de
la diagonal; por lo tanto, es el centro de las esferas inscripta y circunscripta al octaedro,
esferas cuyos respectivos radios son las magnitudes anteriormente indicadas.
Los planos como el EOR de la (fig. 261) que son perpendiculares a una arista en
su punto medio, contienen la diagonal EF que no corta a esa arista y el segmento
distancia MN entre dos caras opuestas.
Cuarto caso . — Se dala distancia entre dos caras opuestas del octaedro.
Sea en la (fig. 264) la magnitud MN, distancia entre dos caras opuestas de un
octaedro regular.
(Fig. 265)
243
Luego, en el punto de corte de sus medianas determinamos el centro (M’, M’) del
triángulo EBC y por dicho punto trazamos una recta (p’, p’) perpendicular al plano α
de la cara EBC.
En figura aparte, y de la manera indicada en el primer caso del (N.° 164), deter-
minamos la distancia OM del centro a una de las caras, empleando la arista dada a.
Tomando el eje de giro de fuga que pasa por M, giramos la rectap hasta colocar-
la en posición horizontal, y, en dicha posición, tomamos un punto (1O’ , 1O’) que
diste de M la magnitud OM. Efectuando el giro inverso hallamos las proyecciones del
punto (O’ , O’) que será el centro del octaedro. Hallando los puntos simétricos de E, B
y C con respecto a O, obtenemos respectivamente los otros tres vértices F, D y A del
octaedro. Uniendo Ey F con A, B, C y D y uniendo A con B, B con C’, Ccon D y D
con A determinamos las aristas del octaedro, cuyas líneas vistas y ocultas se hallan de
la manera indicada en el (N.° 156).
(Fig. 267)
245
Luego, tomando el eje de giro de fuga que pasa por el punto B, giramos el seg-
mentoBCdeterminando su verdadera magnitud B’1C’, que será a, arista del octaedro.
En figura aparte y efectuando las construcciones del (N.° 164) hallamos la mag-
nitud h empleando la magnitud a.
Uniendo los vértices en igual forma que en el caso anterior determinamos las
aristas del octaedro, cuyas líneas vistas y ocultas se hallan de la manera ya conocida
(N.° 156).
Sea dado en la (fig. 268) el segmento de recta (E’ F’, E’F’). que será una diagonal
del octaedro.
(Fig. 268)
Tomando el eje de fuga que pasa por el punto E, giramos el segmento EF hasta
colocarlo en posición horizontal, determinando así su verdadera magnitud ElF’, que
será d, diagonal del octaedro.
Si se pidiese, que dos aristas sean paralelas a un plano dado β, habría que cons-
truir el cuadrado abatido de centro O1, de modo que dos lados opuestos sean parale-
los a la intersección abatida de los planos α y β.
PIRÁMIDE
Si abatimos la cara SAB sobre el plano horizontal, con charnela AB’, el abati-
miento S1 del vértice S formará con A’ y B’ un triángulo que será la verdadera magni-
tud de la cara SAB, de la cual conocemos los lados. Es decir que podemos fijar ese
abatimiento S1 haciendo que S1A’ = SA y S1B’ = SB.
Uniendo (S’, S’) con los vértices (A’, A’), (B’,B’)y (C’, C’) de la base determi-
namos las proyecciones de la pirámide, cuyas líneas vistas y ocultas hallamos de la
manera indicada en el (N.° 156).
EJEMPLO II. — Dado un plano, representar una pirámide regular de altura dada,
cuya base apoyada en el plano es un cuadrado de lado dado.
EJEMPLO III. — Dado un plano, representar una pirámide regular de altura dada,
cuya base sea un cuadrado de lado dado y de modo que una cara lateral de la pirá-
mide esté apoyada en el plano dado.
(Fig. 271)
(Fig. 273)
Por (M’ , M’), punto medio de AB, trazamos un plano (β’’,β’) perpendicular aAB.
252
(En el caso particular de la figura como AB es horizontal, el plano β resulta proyectante
horizontal).
Abatimos ese plano y los puntos M y S, obteniendo Mβ y Sβ.
Luego, en el abatimiento trazamos un arco de circunferencia de centro Mβ y
radio 1/2 a y un arco de circunferencia de centro Sβ y radio h. En la intersección de
dichos arcos determinamos el punto Oβ, que levantado determina en (O’, O’) el cen-
tro de la base de la pirámide.
Simetrizando los puntos Ay B con respecto a O, obtenemos las proyecciones
(C’, C’) y (D’, D’) de los otros vértices de la base. Uniendo S con A, B, C y D
hallamos las proyecciones de la pirámide, cuyas líneas vistas y ocultas determinamos
de la manera indicada en el (N.° 156).
Nota . — Los elementos de la cara lateral SAB apoyada en α pueden cumplir
condiciones de pertenencia, que se establecen de manera análoga a la indicada en el
(N.° 159, Ejemplo I).
PRISMA
EJEMPLO II. — Dado un plano, representar un prisma recto de altura dada, cuyas
bases sean triángulos de lados dados y de modo que una cara lateral del prisma esté
apoyada en el plano dado.
Sean dados en la (fig. 276) un plano α y las magnitudes BC, CA y AB de los lados
de las bases y la magnitud h, altura del prisma recto a representan
(Fig. 276)
por O una recta (d’, d’) paralela a la arista lateral AF y la cortamos con la paralela AC
trazada por F, determinando así el vértice restante (D’, D’).
El prisma queda entonces determinado por sus bases ABC y FED y tiene una
cara lateral, la ABEF, apoyada en el plano dado α.
Tetraedro regular.
1. Representar un tetraedro regular de altura 7 cm., una de cuyas caras está, en el
primer diedro, en un plano paralelo a LT que forma un ángulo de 30° con el horizontal. El
tetraedro tiene un vértice en LT y una arista en el primer bisector.
2. Se conoce la altura 4 cm. de un tetraedro regular. Representarlo de manera que tenga
un vértice A en LT, otro B en el plano horizontal y un tercero C en el plano vertical. La arista
AB forma 30° con el plano vertical.
3. Se dan los puntos A (4 cm., 6 cm.) y B (9 cm., 2 cm.) cuyas líneas de corresponden-
cia distan 6 cm., y la proyección horizontal m’ de una recta (m’ pasa por B’ y forma un ángulo
de 30° con A Representar un tetraedro regular que tenga AB como una de sus aristas y que
la arista consecutiva BC se proyecte horizontalmente sobre m’ de modo que C y el vértice
restante tengan el mayor alejamiento posible.
4. Dados A (3 cm., 5 cm.) y B’’ situado a la derecha de A con cota 6 cm. y tal que
A’’B’’ = 8 cm., determinar el segmento AB de longitud 10 cm. de modo que B tenga el mayor
alejamiento posible.
Representar un tetraedro regular que tenga el segmento AB como una arista y de modo
que la arista opuesta sea paralela al primer bisector.
5. Se da un plano α normal al segundo bisector y que forma un ángulo de 60° con el
horizontal. Tomar un punto O (3 cm., 3 cm.) a la izquierda de α que diste 2 cm. de dicho plano.
Representar un tetraedro regular que tenga el punto O como centro y que un vértice A se halle
sobre una recta que pasando por O forma un ángulo de 30° con α y corta a α’ con el menor
alejamiento posible. Una arista del tetraedro es frontal y tiene el mayor alejamiento posible.
6. Representar un tetraedro regular de arista 10 cm. de manera que una arista se halle
situada en LT y que la arista opuesta forme un ángulo de 30° con el horizontal.
7. Dado un punto M (4 cm., 5 cm.), hallar una recta a que pase por M y forme un ángulo
de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Determinar un segmento de rectaa de
longitud 5 cm. que tenga un extremo en M y el otro extremo N con menor cota. Representar un
tetraedro regular que tenga los puntos M y N como puntos medios de dos aristas opuestas y de
modo que la arista que pasa por N forme un ángulo de 30° con el horizontal.
8. Tomar un plano α que forme un ángulo de 45° con el horizontal y un ángulo de 60°
con el vertical, y en dicho plano un punto A (4 cm., 5 cm.). Por A se traza una recta r paralela
a LT. Representar un tetraedro regular de 5 cm. de arista de modo que una de sus aristas esté
sobre la recta r y tenga como vértice A, y que la otra arista AB que pasa por A resulte contenida
en el plano α
9. Por un punto A (3 cm., 1 cm.) trazar una recta a que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Hallar otra recta b que pertenezca al plano
horizontal y forme un ángulo de 60° con la recta a. Representar un tetraedro regular que tenga
como aristas las rectas a y b, de modo que un vértice se halle en el plano vertical y dos vértices
en el plano horizontal con el menor alejamiento positivo.
10. Se dan los puntos M (7 cm., 4 cm.) y N (4 cm., 9 cm.) cuyas líneas de corresponden-
cia distan 8 cm., y la proyección r’’ de una recta (r’ pasa por M’’y forma un ángulo de 45° con
LT hacia la izquierda de M’’). Representar un tetraedro regular del cual M y N sean los puntos
medios de dos aristas opuestas y de modo que la arista que pasa por el punto M se proyecte
verticalmente sobre r’ .
256
11. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta r que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Hallar un plano α paralelo a LT que forme un
ángulo de 60° con el horizontal y diste 3 cm. de LT. (El plano pasa por los diedros II, I y IV).
Determinar un plano β que pase por la recta r y forme un ángulo de 60° con el plano α.
Representar un tetraedro regular de 5 cm. de arista, de modo que tenga un vértice en la recta r,
una arista en el plano α y otra en el plano β.
12. Dado un punto A (6 cm., 8 cm.), hallar un plano α que forme un ángulo de 60° con
el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical y esté situado 7 cm. por debajo de A. Represen-
tar un tetraedro regular ABCD de modo que un vértice sea A que la sección BCM pertenezca al
plano α (siendo M un punto de la arista AD tal que AM = 2 MD) y que la arista BC sea
horizontal con la mayor cota posible.
Cubo.
13. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta m (m’’ forma un ángulo de 60° con LT
y m’ un ángulo de 45° con LT y ambas proyecciones se cortan hacia la derecha del depurado).
A 7 cm. a la derecha de la línea de correspondencia del punto A tomar las proyecciones (n’’, n’)
de una recta de perfil.
Representar un cubo que tenga un vértice en A, una arista sobre la recta m y otra arista
sobre la recta n (siendo myn dos aristas que no pertenecen a una misma cara del cubo). Tomar
los vértices con el mayor alejamiento posible.
14. Dado un punto O (4 cm., 5 cm.), representar un cubo que tenga el punto O como
centro y que una de sus aristas se halle sobre la línea de tierra.
15. Se da una recta r que pasa por LT (r’’ y r’ forman ángulos de 75° con LT). En dicha
recta tomar un punto A de cota 4 cm. y un punto B a 9 cm. del punto A.
Representar un cubo del cual AB es una diagonal, sabiendo que una de las aristas que
concurren a A es horizontal y forma el menor ángulo posible con el plano vertical.
16. Por un punto A (4 cm., 5 cm.) trazar una recta a que forme un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. En dicha recta tomar un punto B que diste 7 cm.
de A. Trazar luego un plano α que pase por la rectas y forme un ángulo de 45° con el horizon-
tal.
Representar un cubo que tenga el plano α como plano diagonal y la recta AB como
diagonal.
17. Representar un cubo de 10 cm. de arista de modo que tenga como centro un punto O
(7 cm., 5 cm.) y que el sostén de una arista tenga traza horizontal de alejamiento 4 cm. y forme
un ángulo de 45° con el horizontal y un ángulo de 30° con el vertical (elegir solución cuya traza
horizontal esté más a la derecha).
18. Representar un cubo de 9 cm. de diagonal cuyo centro sea un punto O (8 cm., 8 cm.)
y de modo que una diagonal AG sea normal al primer bisector y que una de las caras que pasan
por A sea normal al segundo bisector.
19. Se da un punto H(0 cm., 6 cm.). Por H’se trazan las proyecciones i’ y α’que forman
respectivamente ángulos de 75° y 45° con LT, hacia la izquierda del depurado, y se traza
también por H’ la proyección β’ formando con LT un ángulo de 60° hacia la derecha del
depurado. Determinar i’ sabiendo que la recta i es la intersección de los planos α y β que son
perpendiculares. Hallar un punto A de la recta i que diste 5 cm. de LT y que tenga el mayor
alejamiento posible.
257
Representar un cubo de 5 cm. de arista que tenga el punto A como un vértice, sobre la
recta i una arista, y de modo que una arista del cubo, ortogonal con i, sea frontal con el mayor
alejamiento posible. (El otro vértice de i con la mayor cota).
20. Tomar un plano α perpendicular al segundo bisector y que forme un ángulo de 60°
con el vertical. Determinar un plano β que sea perpendicular al segundo bisector forme un
ángulo de 75° con α y corte a LT 2 cm. a la derecha de α.
Representar un cubo de arista 8 cm. que tenga un vértice sobre la traza α’ y una cara
apoyada en β en la cual dos aristas sean horizontales con la menor cota posible.
21. Se dan los puntos A y B del problema N.° 17 y la proyección vertical m’’de una recta
m (m’’ es paralela a A’’B’’).
Representar un cubo que tenga la recta AB como una arista y de modo que la arista del cubo
paralela aAB y situada sobre una misma cara del cuerpo se proyecte verticalmente sobre m’’.
Octaedro regular.
22. Tomar un plano α cuya traza α’ forme un ángulo de 30° con LT de modo que dicho
plano forme un ángulo de 60° con el vertical. En α hallar una recta d que forme un ángulo de
30° con el horizontal y tal que el segmento comprendido entre sus trazas mida 9 cm. (tomar la
solución de menor proyección vertical).
Representar un octaedro regular que tenga ese segmento como diagonal y de modo que
dos aristas sean de perfil.
23. Por un punto M de LT trazar un plano α perpendicular al segundo bisector y que
forme un ángulo de 60° con el horizontal. Por otro punto N de LT situado 7 cm. a la derecha de
M, trazar un plano β de perfil.
Representar un octaedro regular de 6 cm. de arista con una cara apoyada en el plano α y
de modo que el centro del octaedro se halle situado en el plano β y tenga 7 cm. de cota en el
primer diedro. Un vértice del octaedro debe pertenecer al plano vertical.
24. Se dan los puntos A y B del problema N.° 17 y una proyección vertical d’’ que pasa
por el punto medio de A’’B’’ y forma un ángulo de 45° con LT hacia la derecha del depurado.
Representar un octaedro regular que tenga AB como una diagonal y de modo que otra
diagonal se proyecte verticalmente sobre d’’.
25. Por un punto Q (3 cm., 3 cm.) trazar una recta r (r’’ forma 45° con LT hacia la
izquierda del depurado y r’ forma 60° con LT hacia la derecha del depurado). Tomar un punto
P (5 cm., 6 cm.) situado a la derecha de Q y de modo que las líneas de correspondencia de los
puntos disten 9 cm.
Representar un octaedro regular de arista 4 cm., de manera que una arista esté sobre la
recta r y que la diagonal que no corta a r pase por el punto P. El centro del octaedro debe tener
el mayor alejamiento posible.
26. Dados los puntos P (3 cm., 4 cm.) y O (4 cm., 4 cm.) situado 7 cm. a la derecha de
P, por el punto P trazar una recta a que forme 45° con el plano horizontal y 30° con el plano
vertical (solución que a’’ y a’ se cortan hacia la izquierda de P por debajo de LT con el menor
alejamiento posible). Hallar una recta horizontal h que pase por O, diste 2 cm. de a y forme el
menor ángulo posible con el plano vertical.
Representar un octaedro regular de centro O, una diagonal sobre h con longitud 6 cm. y
de modo que las otras diagonales formen ángulos de 45° con el plano horizontal.
258
27. Tomar un plano α que forme 45° con el primer bisector y 60° con el segundo bisector
Representar un octaedro regular de arista 6 cm. y centro O (8 cm., 8 cm.) que tenga dos caras
paralelas al plano α, de modo que una diagonal del octaedro forme un ángulo de 45° con el
plano horizontal.
Pirámide.
28. Se dan los puntos A y B del problema N.° 3. Por el punto A trazar una recta r que
forme un ángulo de 30° con el horizontal, y un ángulo de 45° con el vertical, y por el punto B
trazar un plano α que forme 30° con la recta r y sea proyectante horizontal (soluc. que forme
menor ángulo con el plano vertical).
Representar una pirámide regular de base cuadrada apoyada en el plano α, de modo que
la recta r sea una arista lateral y sabiendo que la magnitud de la arista lateral es 5 cm. El vértice
de la pirámide debe tener el mayor alejamiento posible.
29. Se da un punto A (3 cm., 4 cm.) y las proyecciones B’ y C’ (A’B’ = 6 cm. y forma 45°
con LT, B’C’- C’A’ - 4 cm.). Sabiendo que la recta AB es horizontal, determinar el punto C de
modo que el triángulo ABC sea equilátero.
Representar una pirámide regular que tenga como base el triángulo ABC y sabiendo que
las aristas laterales forman con la base ángulos de 60°.
30. Hallar una recta r paralela al segundo bisector que diste 4 cm. de LT. Determinar un
plano α que pase por la recta r y de manera que su traza α’ forme un ángulo de 45° con r.
Representar una pirámide regular de altura 5 cm. cuyo vértice está en LT y de modo que
la base sea un cuadrado de lado 2 cm. situado en α con dos lados horizontales.
31. Tomar una recta a que pase por LT y forme ángulos de 30° con los planos de proyección.
Representar una pirámide regular de base triangular que tenga el vértice en LT y dos
aristas laterales sobre a y LT, sabiendo que la magnitud de la arista lateral es 9 cm. (Un vértice
de la base deberá pertenecer al segundo diedro).
32. Tomar un plano α cuya traza α’ forme un ángulo de 45° con LT y de modo que dicho
plano forme un ángulo de 45° con el horizontal. Determinar una recta a del plano α que forme
un ángulo de 30° con α’ y cuya traza horizontal tenga 14 cm. de alejamiento (soluc. tal que a’
forme el mayor ángulo posible con LT).
Representar una pirámide regular de base cuadrada (lado 4 cm.) y altura 10 cm. de modo
que uno de los lados de la base se halle sobre la recta a, uno de los vértices de la base en el
horizontal y que la cara lateral correspondiente a aquel lado se halle apoyada en el plano α y
en el primer diedro.
33. Dado un plano α (α’’ y α’ forman ángulos de 45 con LT), determinar en dicho plano
un triángulo equilátero ABC de lado 5 cm. de modo que el lado AB se halle en el primer
bisector y C en el plano horizontal.
Representar una pirámide cuya base es el triángulo ABC y cuyas aristas laterales miden 6
cm., 7 cm. y 8 cm. respectivamente. (El otro vértice en el primer diedro).
34. Se da en el plano vertical un triángulo equilátero ABC de 5 cm. de lado con un lado
AB paralelo a LT y de cota 4 cm. Representar una pirámide de 3 cm. de altura cuya base es el
triángulo ABC y sabiendo que las aristas laterales SA y SC miden respectivamente 7 cm. y 6
cm. (S deberá colocarse en el primer diedro y C tener la mayor cota posible).
35. Dado un puntoS (7 cm., 3 cm.), determinar otro punto O del primer diedro que diste
5 cm. de S, 6 cm. de LT y se halle en el mismo plano de perfil que S.
259
Representar una pirámide regular de base pentagonal que tenga el punto S como vértice,
el punto O como centro de la base, y sabiendo que el rectilíneo de dos caras laterales consecu-
tivas mide 120°. Una arista lateral SA debe colocarse paralela al segundo bisector.
Prisma.
36. Representar un prisma de 10 cm. de arista lateral. Una de las bases es un cuadrado
de 5 cm. de lado apoyado en el segundo bisector que tiene dos lados paralelos a LT y cuyo
centro tiene 6 cm. de cota. Las aristas laterales del prisma forman un ángulo de 30° con el
horizontal y un ángulo de 15° con el vertical.
37. Hallar una recta a que forme un ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45°
con el vertical y diste 5 cm de LT. La normal común a las rectas a y LT es el eje de un prisma
recto de 7 cm. de altura cuyas bases son hexágonos regulares de 3 cm. de apotema que no
tienen ningún lado paralelo a LT. El centro de una de las bases tiene 5 cm. de cota y el prisma
está situado en el primer diedro.
38. Hallar una recta b del primer bisector que pase por A (1 cm., 1 cm.) y forme 60° con
LT. Determinar un plano α que tenga la recta b como bisectriz del ángulo de sus trazas y en α
construir un rectángulo de lados 3 cm. y 5 cm. de modo que una diagonal se halle sobre b y su
punto medio tenga cota 3 cm.
Representar un prisma recto de altura 8 cm. situado en el primer diedro, una de cuyas
bases sea el rectángulo construido en α.
39. Dado un punto A (4 cm., 6 cm.), trazar una recta r que pase por A y forme un ángulo
de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical. Determinar un plano α que pase por
la recta r y forme un ángulo de 60° con el horizontal.
Representar una superficie prismática que tenga la recta r como una arista lateral, el
plano α como el plano de una cara lateral y de modo que la sección recta de la superficie
prismática sea un triángulo equilátero de 6 cm. de lado.
40. Hallar la verdadera magnitud de la diagonal de un paralelepípedo rectangular sa-
biendo que las aristas del mismo miden 2 cm., 5 cm. y 6 cm. respectivamente. La cara de
menor superficie del poliedro está situada en un plano paralelo a LT que forma 60° con el
horizontal y dista 2 cm. de LT. Las aristas de longitud 2 cm. son de perfil y una arista de
longitud 5 cm. pertenece al primer bisector.
41. Se dan dos rectas frontales a y b de alejamientos 5 cm. y 7 cm. y cuyas proyecciones
verticales son perpendiculares. Tomar una recta (c’, c’) de fuga que se cruce con ay b.
Representar un paralelepípedo rectangular que tenga una arista sobre cada una de las
rectas a, b y c, y determinar la verdadera magnitud de la diagonal.
42. Por el punto A (3 cm., 4 cm.) trazar recta r que forme 30° con los planos de perfil y
45° con los planos paralelos a LT que forman 30° con el horizontal y en dirección pasan por los
diedros II, I y IV. En la recta r tomar un punto B con mayor cota que A y tal que AB = 12 cm.
Representar un prisma oblicuo de 10 cm. de altura que tenga AB como una arista lateral,
sabiendo que las bases son triángulos equiláteros de 4 cm. de lado situados en planos paralelos
a LT que pasan por los diedros II, I y IV (un lado de cada base es horizontal y tiene la mayor
cota posible).
CAPITULO XIII
SECCIONES PLANAS DE LOS POLIEDROS
(Fig. 277)
En el ejemplo anterior son vistos los lados 1’2’ 2’3’, puesto que las caras (ab) y
(bc) son vistas en proyección horizontal. Análogamente, en proyección vertical es
visto el lado 1’3’ de la sección plana.
2.a Al aplicar el método de las caras, puede suceder que la intersección del plano
de una cara con el plano secante no tenga una parte comprendida dentro de la cara del
poliedro; en ese caso, la sección plana no tiene ningún lado en dicha cara.
Por ejemplo, sea en la (fig. 278) una pirámide de base ABC y vértice S que
seccionaremos con el plano α.
(Fig. 278)
De acuerdo con lo expuesto en el (N.° 90, I), tomando la línea de tierra L’’1T’’1 de
la figura colocamos el plano α como proyectante vertical en (α’’1, α’).
De esta manera, los vértices 1,2 y 3 nos definen la sección plana buscada, cuyos
lados obtenemos uniendo los vértices dos a dos, y cuya puntuación se efectúa como
indicamos en la Nota 1.a del (N.° 171).
En una pirámide o un prisma (*), los vértices de una sección plana y los vérti-
ces de la base, por estar sobre aristas, están alineados en rectas que concurren al
vértice. Además, cada lado de la sección plana y el lado de la base que pertenece a
la misma cara se cortan sobre la recta intersección del plano de la sección con el
plano de la base (puesto que dos rectas coplanares, el lado de la sección y el lado de
la base, por pertenecer a distintos planos deben cortarse sobre la intersección de
éstos).
Por consiguiente, se pueden hallar los vértices de la sección plana como puntos
homólogos de los vértices de la base. Veamos un ejemplo.
Sea en la (fig. 279) una pirámide de vértice S y base ABC apoyada en el horizon-
tal que seccionaremos con el plano α.
(*) Un prisma se puede suponer como una pirámide cuyo vértice es el punto impropio de sus aristas
laterales.
264
De la misma manera, unimos A’ con C’, cortamos esa recta con el eje α’ en el
punto N, que unimos con 1’. Sobre N1’, y alineado con C y S, obtenemos el punto 3’,
homólogo de C.
La sección plana queda así determinada por su proyección horizontal 1’2’3’y por
su proyección vertical 1’2’3’ , que hallamos en las líneas de referencia de 1’,2’ y 3’ y
sobre las aristas correspondientes.
174. Cuarto método. — Este método, que se emplea para las pirámides y los
prismas, se basa en la utilización de planos auxiliares.
Sea en la (fig. 280) una pirámide de base ABC y vértice S. Seccionaremos dicha
pirámide con el plano α.
Por último unimos P con C, cortamos esa recta con i, y el punto de corte lo
unimos con Po. En la intersección de esta recta con SC hallamos el vértice 3 de la
sección plana que queda así determinada por sus vértices.
Nota . — Cuando se elige como recta auxiliar r una de las aristas, por ejemplo SA,
este método se reduce al tercer método del (N.° 173).
Para los prismas se procede en la misma forma, considerando que el vértice del
prisma es el punto impropio de sus aristas.
Ese abatimiento del plano secante se puede efectuar en cualquiera de los cuatro
métodos anteriormente expuestos.
Para hallar los puntos de intersección de una recta con un poliedro, se hace pasar
por la recta un plano auxiliar que cortará al poliedro según una línea poligonal. Los
puntos de corte de esa poligonal y la recta dada serán los puntos buscados, comunes
a la recta y al poliedro.
En cada caso convendrá elegir como plano auxiliar que pase por la recta
dada, aquel cuya sección con el poliedro sea más fácil de determinar. En general,
es conveniente utilizar uno de los planos proyectantes de la recta, puesto que
entonces la sección plana se puede hallar de inmediato con el método del (N.°
172).
Notas . — 1.a Cuando el poliedro es convexo, al cortarlo con una recta se obten-
drán solamente dos puntos de intersección, uno de entrada y otro de salida.
Por ejemplo en la (fig. 285), como las caras SAB y SBC son vistas en ambas
proyecciones, los puntos de intersección Py Q serán vistos en las dos proyeccio-
269
nes, y, por lo tanto, el segmento de recta PQ interior al poliedro es oculto y se
dibuja punteado; las demás partes de la recta son vistas y se dibujan con trazo
lleno.
Es lo que sucede con los poliedros regulares, en los que para obtener su desarro-
llo basta conocer la magnitud de la arista, puesto que todas las caras son polígonos
iguales de lado igual a la arista del poliedro.
270
Así por ejemplo, para hallar el desarrollo de un tetraedro regular (fig. 287),
se construye un triángulo equilátero de lado igual a la arista y sobre cada uno de
los lados de ese triángulo se construyen otros triángulos iguales a él. La figura
plana obtenida es el desarrollo del tetraedro sobre el plano de la primera cara
construida.
(Fig. 287)
De una manera análoga se procede con los demás poliedros regulares cuyos
desarrollos se indican en la (fig. 287).
A continuación veremos algunos ejemplos de cómo se obtiene el desarrollo de la
superficie de un poliedro en general.
(Fig. 288)
(Fig. 289)
Por lo tanto, para obtener el desarrollo del prisma dado, tomamos una recta 1-1
sobre la cual colocamos los lados de la sección recta 1-2, 2-3, 3-4 y 4-1, cuyas mag-
nitudes conocemos del abatimiento que habíamos hallado de la sección recta.
Por los puntos 1,2, 3, 4 y 1 trazamos rectas perpendiculares a 1-1, que serán las
aristas laterales. Para limitarlas, se observa que por ser frontales, sus segmentos se
ven en verdadera magnitud en proyección vertical. En consecuencia, tomamos a par-
tir de los vértices 1, 2, 3, 4 y 1, los segmentos 1F = 1’’F’’, 1A = 1’’A’’,
2G = 2’’G’’, 2B = 2’B’ , 3H = 3’H’ , 3C = 3’’C’ , 4E = 4’E’ , 4D = 4’D’ ,
1F1’’ = 1’’F’’y 1A1 = 1’’A’’.
Se observa que todos los lados AF, BG, CH y DE deben medir la magnitud a,
longitud de las aristas laterales.
Nota . — En este ejemplo hemos supuesto que las aristas laterales son frontales.
Para el caso general en que las aristas laterales sean cualesquiera, se puede por un
sencillo cambio de plano (N.° 85) colocarlas frontales y aplicar entonces las cons-
trucciones simplificadas que hemos efectuado en el ejemplo anterior.
273
Se llama línea geodésica a la línea poligonal más corta que une dos puntos de la
superficie de un poliedro.
Secciones planas.
1. Se da en el plano horizontal un triángulo equilátero ABC de lado 5 cm. Ese triángulo
es una cara de un tetraedro regular situado en el primer diedro. Hallar la sección del tetraedro
con un plano ω que pase por el centro del tetraedro, forme un ángulo de 60° con el vertical y
tenga su traza ω’ formando 45° con LT.
2. Se da un plano α que pasa por LT y forma un ángulo de 30° con el horizontal. Tomar
en α un punto A de cota 4 cm. Dicho punto es el centro de un cuadrado de 3 cm. de lado
situado en α.
Representar una pirámide regular de 7 cm. de altura cuya base es el cuadrado obtenido y
determinar su sección con el primer bisector.
274
3. Tomar una recta a que forme un ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45°
con el vertical. Determinar la normal común a las rectas a y LT. Dicha normal común es el eje
de una superficie prismática cuya sección recta es un hexágono regular de apotema 2 cm.
Seccionar la superficie con un plano paralelo a LT que sea normal al primer bisector y
pase por un punto del eje de la superficie que tenga 6 cm. de cota.
4. Tomar un plano α paralelo a LT que sea normal al primer bisector y diste 4 cm. de
LT. El plano α es un plano diagonal de un octaedro regular de 7 cm. de diagonal y cuyo centro
tiene 4 cm. de cota.
Seccionar el octaedro con el plano que pasa por LT y el centro del mismo y determinar la
verdadera magnitud de la sección.
5. Se da un plano α cuyas trazas forman ángulos de 60° con LT. Construir un triángulo
equilátero de 4 cm. de lado, apoyado en α y de modo que tenga un lado horizontal. Dicho
triángulo es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas son de perfil y forman 30°
con el plano α.
Seccionar la superficie con un plano que pasando por el centro de la directriz forme un
ángulo de 60° con el plano α.
6. Tomar un segmento de recta AB vertical y de longitud 6 cm. de modo que tenga sus
extremos en el primer bisector y en el plano horizontal. Dicho segmento es la diagonal de un
cubo que tiene una cara paralela a LT.
Seccionar el cubo con un plano que pase por su centro y forme un ángulo de 45° con el
vertical y un ángulo de 60° con el horizontal. Determinar la verdadera magnitud de la sección
plana.
7. Construir un cubo de 8 cm. de arista, apoyado en el primer bisector, de modo que
una diagonal AF sea de perfil y que el vértice A del primer bisector tenga 6 cm. de cota.
Los puntos medios de las aristas del cubo que concurren a los vértices A y F y los demás
vértices del cubo determinan un poliedro.
Hallar las líneas vistas y ocultas de ese poliedro y seccionarlo con un plano que pasando
por el centro del cubo forme un ángulo de 30° con el horizontal y sea paralelo a LT.
Desarrollos y transformadas.
19. Se da un plano paralelo a LT y al segundo bisector, y en dicho plano un cuadrado
ABCD de 5 cm. de lado cuyo centro tiene 6 cm. de cota. Ese cuadrado es la base de una
pirámide regular cuyo vértice S tiene 12 cm. de cota.
Hallar las proyecciones de la línea geodésica que une un punto de la arista SA con un
punto de la arista SC
20. Se da un triángulo isósceles ABC de base 4 cm. y altura 6 cm. apoyado en el plano
horizontal. Dicho triángulo es la base de una pirámide cuyo vértice tiene 9 cm. de cota y se
halla sobre la recta vertical que pasa por A.
Tomando un punto M de 5 cm. de cota y situado sobre SA, hallar las proyecciones de la
línea geodésica que hay que recorrer sobre las caras para volver al punto M.
21. Dado el cubo del Problema N.° 6, hallar su desarrollo y la transformada de su sec-
ción con un plano que pasa por LT y el centro del cubo.
22. Dado el prisma del Problema N.° 18, hallar su desarrollo y la transformada de una
sección recta.
CAPITULO XIV
INTERSECCIÓN DE DOS POLIEDROS
De acuerdo con esta definición surgen dos métodos generales para determinar la
intersección de dos poliedros:
1.° El método de las caras, que consiste en hallar las intersecciones de cada cara
de un poliedro con las caras del otro, determinando así los lados de la poligonal de
intersección. Este método se utiliza para los poliedros en general, y su empleo da
origen a problemas de intersecciones de planos.
2.° El método de las aristas, que consiste en hallar las intersecciones de las
aristas de un poliedro con las caras del otro, determinando así los vértices de la
poligonal de intersección. Este método se utiliza con ventaja para las pirámides y
los prismas, y su empleo da origen a problemas de intersecciones de rectas con
planos.
Para hallar la intersección de dos poliedros por el método de las caras, se co-
mienza por determinar la intersección del plano de una cara de uno de los poliedros
con el plano de una cara del otro. Si la recta obtenida tiene una parte comprendida
en ambas caras, es un lado de la poligonal de intersección. En el caso contrario, la
recta intersección hallada no sirve y se continúa el procedimiento hasta que se
encuentran dos caras (por ej. SAB y TMN de la fig. 290) cuya intersección tiene una
parte (1-2) comprendida en ambas caras. Ese segmento será un primer lado de la
intersección de los poliedros.
Luego se continúan hallando las intersecciones de las caras, pero conviene ha-
cerlo ordenadamente a fin de obtener los lados consecutivos de la poligonal de inter-
sección.
277
Por ejemplo, en el caso de la (fig. 290), como el vértice 2 está en la cara SAB, el
lado consecutivo de la intersección se hallará en la intersección (2-3) de la cara SAB
con la cara consecutiva TNP del otro poliedro.
Por lo tanto, procediendo como hemos explicado, habrá que continuar conside-
rando las intersecciones de los planos de las caras hasta que se hayan efectuado todas
las combinaciones posibles.
En general, cuando los poliedros se interceptan según una sola poligonal se dice
que hay arranque o mordedura, y en el caso que se interceptan en dos o más poligonales
se dice que hay penetración de un poliedro en el otro.
Así por ejemplo, para hallar la intersección de una pirámide de vértice S y base
ABC con una pirámide de vértice T y base MNP, se formaría el siguiente cuadro, que
contiene todas las combinaciones posibles, dos a dos, de las intersecciones de los
planos de las caras:
278
TMN 1-2
TNP 2-3
TPM X
MNP
Luego se hallan las intersecciones de esos planos y aquéllas que tengan una
parte dentro de las caras de los poliedros, son las que sirven y en el casillero
correspondiente se colocan los números que individualizan los lados de la inter-
sección.
Por ejemplo, para los poliedros de la (fig. 290) el lado (1-2), intersección
de la cara SAB con la cara TMN lo colocamos en el cuadro anterior, en el casille-
ro correspondiente a la intersección de dichas caras. Lo mismo el lado (2-3),
etc.
En esta forma existe la seguridad de que se hallan todos los lados de la intersec-
ción de los poliedros. Dichos lados tendrán sus extremos en las aristas de los poliedros
y determinan la o las poligonales de intersección.
Sean pues las pirámides SABC y TMNP de la (fig. 291) cuyas bases están en un
mismo plano.
279
Se traza la recta ST que une los vértices de las pirámides y se halla el punto D,
llamado punto de divergencia, en que la recta de los vértices corta al plano de las
bases.
Considerando planos auxiliares que pasen por la recta de los vértices y las aristas
de una pirámide, dichos planos cortarán a la otra pirámide según generatrices cuyas
intersecciones con las aristas coplanares serán puntos comunes a ambas pirámides, y,
por lo tanto, puntos de su intersección.
(Fig. 291)
Análogamente, el plano auxiliar que pasa por la recta de los vértices y la arista
SB corta al plano de las bases según DB y a la pirámide de vértice T según las
generatrices T2 y T4, cuyas intersecciones con la arista coplanar SB nos determinan
los puntos 2 y 4, que serán de la intersección.
280
Finalmente, el plano auxiliar que pasa por la recta de los vértices y la arista TM
corta al plano de las bases según DM y a la pirámide de vértice S según las generatrices
S3 y S6, cuyas intersecciones con la arista coplanar TM nos determinan los puntos 3
y 6 de la intersección.
Como los demás planos auxiliares que pasan por la recta de los vértices y las
aristas de cada pirámide no cortan a la otra (por ejemplo, el plano de ST y DN, etc.),
se conocen ya todos los puntos de intersección.
Para unirlos ordenadamente, se puede seguir el procedimiento indicado en el
(N.° 184) o el método que expondremos a continuación.
Cuando los dos planos límites son rasantes a una de las pirámides y secantes con
respecto a la otra, se tendrán dos poligonales de intersección y se dirá que hay pene-
tración de la primera pirámide en la otra.
En efecto, supongamos en la (fig. 292) las bases ABC y MNP de dos pirámides y
el punto de divergencia D. Los planos límites son los que tienen como trazas en el
plano de las bases las rectas D PL, puesto que los demás planos auxiliares compren-
didos dentro del ángulo de dichos planos dan puntos de la intersección.
(Fig. 292)
Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 293), de modo que uno
de ellos es rasante a las dos pirámides, se trata de un caso límite de penetración, en el
cual, las dos poligonales de intersección tienen un punto común, que es aquel punto
que pertenece al plano límite rasante común a ambas pirámides.
(Fig. 293)
Cuando los planos límites son rasantes a las dos pirámides, como en la (fig. 294),
se trata de un caso límite doble de penetración.
Las dos poligonales de intersección tienen entonces dos puntos comunes, que
284
son los determinados por las aristas de cada pirámide contenidas en cada uno de los
planos rasantes comunes.
(Fig. 294)
Nota . — Al efectuar la numeración de las bases para luego obtener las generatrices
de las pirámides que dan los puntos de la intersección, es de fundamental importan-
cia tener en cuenta las siguientes normas que surgen de la aplicación del método de
los móviles.
1.°Los planos auxiliares deben trazarse pasando por las aristas de las pirámides.
2. ° Las bases deben estar totalmente recorridas dentro de los planos límites.
4.° En cada uno de los planos límites y auxiliares intermedios, los puntos de
ambas bases deben tener el mismo número.
5.° Hay que volver al punto de partida con el mismo número en las dos bases.
Estos casos se resuelven análogamente que los casos de intersección de dos pirá-
mides, puesto que ya hemos considerado a los prismas como pirámides cuyo vértice
es el punto impropio de sus aristas.
Al aplicar el método de las aristas para hallar la intersección de dos prismas, hay
que elegir planos auxiliares que corten a los prismas según aristas. Para ello, por un
punto cualquiera del espacio se trazan una recta paralela a las aristas de uno de los
prismas y una recta paralela a las aristas del otro.
Dichas rectas determinan un plano que corta al plano de las bases según una
recta, cuyo punto impropio es el punto de divergencia. Conocido éste, se procede de
la misma minera que ya hemos visto, determinando los planos límites y auxiliares
que, en este caso, tendrán sus trazas en el plano de la base, paralelas entre sí, o sea
concurrentes al punto de divergencia, que es impropio.
Sean, por ejemplo, las pirámides de vértices S y Tde la (fig. 295) cuyas bases se
hallan en los planos π1 y π2.
Si consideramos un plano auxiliar que pase por la recta ST y una arista SA, ese
plano cortará al plano de la base π1 según la recta D1A y al plano de la base π2 según
la recta D2X determinada por el punto de divergencia D2 y el puntoX, intersección de
D1A con la recta i, intersección de los planos de las bases.
Por lo tanto, como D2X corta a la base de π2 en los puntos 1 y 5, el plano auxiliar
trazado cortará a la pirámide de vértice T según las generatrices T1 y T5, cuyas inter-
secciones con la arista SA contenida en el mismo plano auxiliar determinarán dos
puntos 1 y 5 comunes a ambas pirámides, y, por lo tanto, de su intersección.
(Fig. 295)
Pirámide y prisma
5. Se da un plano α proyectante vertical que forma un ángulo de 45° con el plano
horizontal y cuya traza vertical se extiende indefinidamente por encima de LT hacia la derecha
del depurado. En α construir un triángulo equilátero ABC de 60 mm. de lado de modo que
tenga como centro un punto M (65 mm., 95 mm.) y que el lado BC sea horizontal y tenga
menor cota que A. Dicho triángulo es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas son
paralelas a LT.
Hallar la intersección de esa superficie con una pirámide regular de 80 mm. de altura,
cuya base es un cuadrado de 80 mm. de lado situado en un plano horizontal de 100 mm. de
cota. El cuadrado tiene una diagonal paralela a LT, y el vértice de la pirámide tiene menor cota
que el plano de la base y alejamiento 8 cm.
6. En el plano vertical construir un cuadrado de centro C (6 cm., 0 cm.), lado 6 cm. y
una diagonal vertical. Ese cuadrado es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas
son perpendiculares al segundo bisector.
Hallar la intersección de esa superficie con una pirámide recta de altura 15 cm. cuyo
vértice S (145 mm., 55 mm.) está situado 75 mm. a la izquierda de C. La base de la pirámide
es un cuadrado de perfil de diagonal 90 mm. situado a la derecha de C y tiene una diagonal
vertical.
7. Tomar un plano α proyectante horizontal que forme un ángulo de 45° con el plano
vertical y cuya traza horizontal se extiende indefinidamente por debajo deLThacia la izquier-
da del depurado. En α construir un cuadrado de 6 cm. de lado cuyo centro sea un punto M (6
cm., 5 cm.) y de modo que dos lados sean horizontales. Ese cuadrado es la directriz de una
superficie prismática cuyas aristas son paralelas a LT.
Hallar la intersección de dicha superficie con una pirámide cuya base es un triángulo
equilátero ABC de 9 cm. de lado apoyado en el plano horizontal (el vértice A tiene 2 cm. de
alejamiento y está situado 3 cm. a la derecha de α’’; el lado AB es paralelo a LT estando B a la
derecha de A, y el vértice C es el de mayor alejamiento). La pirámide tiene como vértice un
punto S (13 cm., 8 cm.) situado 15 cm. a la derecha de α’’.
8. En un plano α de perfil construir un cuadrado de 10 cm. de diagonal de modo que
tenga como centro un punto O (5 cm., 5 cm.) y una diagonal horizontal. Ese cuadrado es la
base de una pirámide regular de 13 cm. de altura cuyo vértice S está a la derecha de α.
Hallar la intersección de dicha pirámide con una superficie prismática que tiene como
directriz un triángulo equilátero ABC de 5 cm. de lado apoyado en un plano horizontal ω de 12
cm. de cota (el vértice A tiene -3 cm. de alejamiento y está situado 12 cm. a la derecha α; el
lado AB es paralelo a LT estando B a la derecha de A y el vértice C se halla en el primer
diedro).
Las aristas de la superficie prismática son paralelas a una dirección (d’, d’) que forma un
ángulo de 30° con el horizontal y un ángulo de 45° con el vertical de tal manera que ambas
proyecciones d’’ y d’ van de la parte inferior izquierda del depurado a la parte superior derecha
del depurado.
290
9. Tomar una superficie prismática de aristas paralelas a LT cuya sección recta es un
cuadrado de 8 cm. de diagonal que tiene como centro un punto O (4 cm., 4 cm.) y una diagonal
vertical.
Hallar la intersección de dicha superficie con una pirámide cuya base es un cuadrado de
diagonal 8 cm. situado en el plano vertical. Ese cuadro tiene como centro un punto C (4 cm.,
0 cm.) y una diagonal vertical. La pirámide tiene como vértice un punto S (0 cm., 10 cm.)
situado 12 cm. a la derecha de C.
Prismas
10. Tomar un plano α proyectante vertical que forme un ángulo de 45° con el plano
horizontal y cuya traza vertical se extienda indefinidamente por encima de LThacia la derecha
del depurado. Por un punto de LT situado 12 cm. a la derecha del corte de las trazas de α trazar
un plano β proyectante horizontal siendo β’paralela a α’’.
Se considera un prisma recto apoyado en α cuya base es un cuadrado de diagonal 5 cm.,
centro C (75 mm., 75 mm.) y una diagonal frontal.
Interceptar ese prisma con otro prisma recto apoyado en β cuya base es un rombo de
centro O (35 mm., 25 mm.), con una diagonal AB horizontal, midiendo las diagonales AB = 5
cm. y EF = 6 cm.
11. Por un punto A de LT trazar un plano α cuyas trazas formen ángulos de 45° con LT
y se cortan hacia la izquierda del depurado. En α tomar un punto B de alejamiento nulo de
modo que AB’’ = 6 cm. y tomar un punto C de cota nula de modo queAC’= 5 cm. Los puntos
A, B y C determinan un triángulo que es la directriz de una superficie prismática cuyas aristas
son paralelas a una dirección (g’, g’) tal que g’’ pasa por B’’ y forma un ángulo de 60° con LT
hacia la derecha del depurado y g’ pasa por C’ y forma un ángulo de 60° con LT hacia la
derecha del depurado.
Hallar la intersección de dicha superficie con otra superficie prismática definida de la
siguiente manera: se toma un punto de LT situado 7 cm. a la izquierda de A y se construye en
el plano vertical un cuadrado MNPQ de 6 cm. de lado de tal manera que el lado MN más
cercano de A pase por K, sea perpendicular a LTy que M tenga cota 5 cm. y N tenga cota -1 cm.
Dicho cuadrado es la directriz de la segunda superficie prismática cuyas aristas son paralelas
a una dirección (d’, d’) tal que d’’ es perpendicular a g’’, y d’ lo es a g’.
12. Construir un cuadrado ABCD de 6 cm. de lado situado en el segundo bisector, de
modo que el vértice A tenga cota 4 cm. y alejamiento -4 cm. y queAD forme un ángulo de 30°
con LT hacia la derecha del depurado, teniendo B y C mayor cota que A. Ese cuadrado es la
sección recta con el segundo bisector de una superficie prismática.
Hallar la intersección de dicha superficie con una segunda superficie prismática cuya
sección recta con el primer bisector tiene como proyección horizontal un rectánguloE’F’G’H’
tal que el vértice E tiene 10 cm. de alejamiento y está situado 2 cm. a la izquierda de A; el
lado E’F’ forma un ángulo de 30° con LT hacia la derecha del depurado y los lados tienen
como medidas E’F’= H’G’ = 6 cm. y F’G’ = E’H’ = 5 cm. (H y G tienen menor alejamiento
que Ey F).
CAPÍTULO XV
LÍNEAS CURVAS
Puede definirse también una línea como una sucesión continua de puntos, expre-
sando en esta forma que, en el segmento finito comprendido entre dos puntos de una
línea, siempre se puede considerar un nuevo punto de ella.
Las líneas se clasifican en rectas y curvas, llamándose recta a la línea que mide
la menor distancia entre dos puntos y curva a toda línea que no es recta.
A su vez, las líneas curvas se llaman planas cuando todos sus puntos están en un
mismo plano y alabeadas o gausas en el caso contrario (*).
CURVAS PLANAS
(*) Un ejemplo bien conocido de curvas planas son las cónicas y de curvas alabeadas, las bélices que son
las curvas que trazadas sobre una superficie cilíndrica cortan bajo un ángulo constante a las generatrices
de la superficie.
292
En ciertos casos, para la determinación de elementos geométricos en un punto de
una curva, se sustituye, en las proximidades del punto considerado, la curva por el
polígono infinitesimal inscripto.
La recta que une dos puntos no infinitamente próximos de una curva se llama
secante (por ej. la recta AB de la fig. 297).
Por ejemplo, y como caso particular, toda curva puede considerarse como la
envolvente de sus tangentes.
Si se trazan las normales n1, n2, n3,...a una curva c1, originarán una envolvente e
(fig. 301) que se llama evoluta de la curva c1 que recibe el nombre de evolvente.
Como la evoluta queda determinada por los puntos de intersección de dos nor-
males infinitamente próximas, de acuerdo con las definiciones del (N.° 196), pode-
294
mos decir que la evoluta es el lugar geométrico de los centros de curvatura de la
evolvente.
Si dos curvas c1 y c2 (fig. 301) tienen la misma evoluta, es decir las mismas
normales, se les llama curvas paralelas.
I. Puntos múltiples. — Cuando una curva pasa varias veces por un mismo punto,
o lo que es igual, cuando el punto pertenece a varias ramas de una curva se le llama
punto múltiple.
Se le designa punto doble, triple, etc. según que la curva pase dos, tres,... n veces
por él.
La tangente en un punto múltiple puede ser la misma o diferente para cada rama
de la curva que pasa por él.
(Fig. 302)
En un punto anguloso, las tangentes a la curva pueden ser diferentes (fig. 302: b,
c,d) o ser única (fig. 302: e, f).
Los puntos de retroceso se llaman de primer orden cuando las dos partes
de la curva que concurren a él quedan situadas a un mismo lado de la normal
y a distinto lado de la tangente (fig. 302, e). En el caso que las dos partes de la
295
III. Puntos de término. — Si con centro en un punto A de una curva se traza una
circunferencia de radio infinitamente pequeño y esta circunferencia corta en un solo
punto a la curva se dice que el punto A es un punto de término. Se puede suponer que
en dicho punto, el móvil que genera la curva detiene su movimiento.
IV. Puntos aislados. — Si con centro en un punto A de una curva se traza una
circunferencia de radio infinitamente pequeño y esa circunferencia no corta a la cur-
va se dice que el punto A es un punto aislado.
V. Puntos de inflexión. — Si en una curva existe un punto tal que dos lados
consecutivos BA y AC (fig. 303) del polígono infinitesimal inscripto están en
línea recta se dice que el punto A es un punto
de inflexión. Es decir que la circunferen-
cia osculatriz que pasa por esos tres puntos
consecutivos tiene por límite una recta y, por
lo tanto, el radio de curvatura en un punto de
inflexión es infinito. (Fig. 303)
CURVAS ALABEADAS
En el (N.° 193) hemos definido como curva alabeada o gausa a toda curva que
no es plana.
Análogamente que en las curvas planas, si en una curva alabeada se toma una
sucesión continua de puntos infinitamente próximos (puntos consecutivos), queda
formado un polígono infinitesimal inscripto en la curva alabeada. Se dice entonces
que la curva es el límite hacia el cual tiende ese polígono cuando el número de sus
vértices consecutivos tiende a infinito.
En el (N.° 200) vimos que una curva alabeada admite infinitas normales en cada
uno de sus puntos. La normal contenida en el plano osculador se llama normal prin-
cipal y será, por lo tanto, la intersección n del plano normal π con el plano osculador
ω (fig. 306).
Se da el nombre de binormal a la normal b que es perpendicular al plano osculador.
297
Resulta así que, en cada punto de una curva alabeada queda formado un triedro
trirrectángulo (fig. 306) cuyas aristas son la tangente t, la normal principal n y la
(Fig. 306)
En las curvas alabeadas también pueden presentarse todos los puntos singulares
indicados en el (N.° 198) y cuyas definiciones se hacen en forma similar que para las
curvas planas.
Sea en la (fig. 309) una curva alabeada c que proyectamos ortogonalmente sobre
un plano α paralelo al plano normal π en el punto A.
Por otra parte, el plano rectificante en A (N.° 202), por pasar por la tangente t y
ser perpendicular al plano osculador ω, cortará al plano α según una recta ρo que
pasando por Ao es perpendicular a ωo. Luego, po es la normal a la curva co en Ao, y,
como la curva c, no atraviesa al plano rectificante en A, su proyección co quedará de
un mismo lado de po.
Por consiguiente, como las dos partes de la curva co que concurren en Ao quedan
a un lado y otro de la tangente ωo en Ao y a un mismo lado de la normal ρO el punto
Ao es un punto de retroceso de primer orden (N.° 198, II).
300
207. Teorema . — La proyección otorgonal de una curva alabeada sobre un plano
paralelo al plano rectificante en un punto A, tiene en la proyección de A un punto de
inflexión.
208. Representación de una línea curva. — Para representar una línea curva en
el sistema de proyecciones ortogonales que hemos adoptado, se hallan las proyeccio-
nes vertical y horizontal de un cierto número de puntos de la línea y luego se unen
esos puntos de una manera continua, teniendo en cuenta las propiedades geométricas
de la curva dada.
Sean en la (fig. 311), tres curvas a, b y c situadas sobre una superficie curva y
pasando por un punto M de la superficie.
212. Corolarios . I. — Las tangentes en un punto a dos curvas que pasan por
ese punto de una superficie, determinan el plano tangente en ese punto a la su-
perficie.
II. — El plano tangente en un punto de una superficie reglada (N.° 214) contiene
la generatriz rectilínea que pasa por el punto.
303
En este caso, el plano tangente está determinado por la generatriz y por la tan-
gente trazada en el punto considerado a una curva de la superficie que pase por el
punto.
III. — La tangente en un punto de la sección de una superficie por un plano es la
intersección del plano secante y del plano tangente a la superficie en el punto consi-
derado.
Esto es evidente, puesto que la tangente buscada debe pertenecer a la vez al
plano secante y al plano tangente en el punto considerado.
IV. — La tangente en un punto de la línea intersección de dos superficies es la
intersección de los planos tangentes a cada una de las superficies en el punto consi-
derado.
Estas superficies resultan engendradas por una recta que se mueve de tal maneta
que dos posiciones infinitamente próximas de la generatriz, se encuentran en un mis-
mo plano.
Las superficies regladas desarrollables tienen las siguientes propiedades:
a) Supuestas flexibles e inextensibles, pueden aplicarse o desarrollarse sobre un
plano sin experimentar desagarraduras ni dobleces. Se llama transformada de un
punto, de una recta o de una curva de la superficie, al punto, la recta o la curva
considerados en su posición sobre el desarrollo de la superficie.
b) La transformada de una curva trazada sobre una superficie reglada desarrolla-
ble tiene la misma longitud que la curva.
304
c) El ángulo que una curva trazada sobre una superficie reglada desarrollable
forma con una generatriz, es igual al ángulo que forman las transformadas de la curva
y la generatriz.
d) Si las generatrices de una superficie reglada desarrollable son todas paralelas
entre sí, una curva trazada sobre la superficie que encuentre a todas las generatrices
bajo un mismo ángulo, tiene como transformada una línea recta.
I.1) Superficie cónica. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que
pasando siempre por un punto fijo llamado vértice, se apoya en una curva o es cons-
tantemente tangente a una superficie dada.
I. 2) Superficie cilíndrica. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta
que permaneciendo siempre paralela a una dirección dada, se apoya en una curva o es
constantemente tangente a una superficie dada.
Estas superficies están engendradas por una recta que se mueve de tal manera
que dos posiciones infinitamente próximas de la generatriz, se cruzan.
Las superficies regladas alabeadas no pueden desarrollarse sobre un plano y
tienen la propiedad de que todo plano tangente en un punto de una generatriz contie-
ne a esa generatriz y es diferente para cada punto de ella que se considere.
Las superficies más importantes de este grupo admiten tres modos de genera-
ción:
a) Superficies de tres directrices.
I.4) Hiperboloide de una hoja o hiperboloide elíptico. — Es el lugar de las posi-
ciones sucesivas de una recta que se apoya en tres rectas fijas no paralelas a un plano
y que se cruzan dos a dos.
I.5) Cuerno de vaca. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que se
apoya en dos circunferencias del mismo radio simadas en planos paralelos y en una
305
recta perpendicular a los planos de las circunferencias trazada por el punto medio de
la línea de los centros.
I. 11) Helizoide de eje. — Es el lugar de las posiciones sucesivas de una recta que
se apoya en una hélice dada y que corta bajo un ángulo constante al eje del cilindro
sobre el cual está trazada la hélice.
Se llaman así a las superficies engendradas por una línea que gira alrededor de
una recta fija llamada eje.
Todo plano que pase por el eje de una superficie de revolución se llama plano
meridiano y corta a la superficie según una línea denominada curva meridiana. La
curva meridiana que es paralela al plano vertical se llama meridiana de frente o me-
ridiana principal.
Estas superficies tienen la propiedad de que el plano tangente en un punto de la
superficie es perpendicular al plano meridiano que pasa por él.
Las superficies de revolución más importantes son:
II. 1) Elipsoide de revolución. — Superficie engendrada por la rotación de una
semielipse alrededor del eje que la limita. Si el eje de rotación es el eje mayor de la
elipse, el elipsoide es alargado y si es el eje menor, es achatado.
II. 2) Hiperboloide de revolución de una hoja. — Superficie engendrada por la
rotación de una hipérbola alrededor de su eje imaginario; o por la rotación de una
recta alrededor de un eje fijo no coplanar con ella.
II. 3) Hiperboloide de revolución de dos hojas. — Superficie engendrada por la
rotación de una hipérbola alrededor de su eje real.
II. 4) Paraboloide de revolución. — Superficie engendrada por la rotación de una
parábola alrededor de su eje.
II.5) Cono y cilindro de revolución. — Superficies engendradas por la rotación de
una recta alrededor de un eje que la corta (cono) o que le es paralelo (cilindro).
II. 6) Esfera. — Superficie engendrada por la rotación de una circunferencia alre-
dedor de uno de sus diámetros.
II. 7) Toros de revolución. — Son las superficies engendradas por la rotación de
una cónica alrededor de una recta paralela a uno de los ejes de la cónica. Existen así
un toro circular a revolución, dos toros elípticos, dos toros hiperbólicos y dos toros
parabólicos de revolución.
II. 8) Escocia. — Superficie engendrada por dos cuadrantes de circunferencia
tangentes entre sí, que tienen alineados sus centros y el punto de tangencia y que
giran alrededor de una recta de su plano.
(*) Los paraboloides elíptico (III. 4) e hiperbólico (III. 5) se denominan así porque seccionando esas
superficies con un plano normal al eje de la parábola directriz se obtiene, en el primer caso una elipse y
en el segundo, una hipérbola.
308
Otro tipo de superficies son las superficies canales, que se definen como las
envolventes de una esfera móvil de radio constante, cuyo centro recorre una curva
cualquiera. Ejemplos de estas superficies son los toros de revolución (N.° 215, II.
1) y el serpentín, superficie envolvente de una esfera móvil cuyo centro describe
una hélice.
Por lo tanto, las visuales perpendiculares al horizontal que son tangentes a una
superficie Σ (fig. 313), forman un cilindro circunscripto a la superficie. El lugar de
los puntos de contacto de esas visuales es el contorno aparente horizontal de la su-
perficie.
(Fig. 313)
Como cada uno de los cilindros circunscriptos que hemos considerado compren-
de todos los puntos de la superficie, el contorno aparente de ésta sobre cada uno de
los planos de proyección está formado por líneas (Σ’ y Σ’’) dentro de las cuales o
sobre las cuales se proyectan todos los puntos de la superficie. Por ello suelen deno-
minarse a los contornos aparentes de una superficie sobre los planos de proyección
(Σ’ y Σ’’), proyección horizontal y proyección vertical de la superficie, aunque, como
es evidente, no son sino las proyecciones horizontal y vertical de dos líneas difieren-
tes (c. a. h.) y (c. a. v.) de la superficie.
Luego, como m’ y Σ’ tienen en M’ una tangente común ω’, las curvas son tangen-
tes en ese punto.
221. Teorema II. — Cuando dos superficies son circunscriptas, si sus contor-
nos aparentes horizontales (o verticales) se cortan, sus contornos aparentes so-
bre el plano horizontal (o vertical) son tangentes en un punto que es la proyec-
ción correspondiente del punto de corte de los contornos aparentes horizontales
(o verticales).
Este teorema también es válido para las proyecciones cilindricas oblicuas y las
proyecciones cónicas, y admite el siguiente
2.a Una línea trazada sobre una superficie no puede pasar de vista a oculta, sino
a través de un punto del contorno aparente.
1. Dada una esfera de centro O (4 cm., 4 cm.) y radio 2 cm., y la proyección P’’ de un
punto de la esfera, hallar P’.
2. Se da un eje vertical y las proyecciones (c’, c’) de una curva que gira alrededor de
dicho eje engendrando una superficie de revolución. Hallar la proyección vertical de un punto
de la superficie, conociendo su proyección horizontal P’.
3. Dada una curva del plano horizontal, se considera la superficie de revolución en-
gendrada por dicha curva al girar alrededor de LT. Conociendo la proyección P’ de un punto
de la superficie, hallar P’’.
4. Una circunferencia frontal gira alrededor de un eje vertical. Determinar un punto de
la superficie engendrada conociendo una de las proyecciones (la horizontal o la vertical).
Construir la meridiana principal.
5. Se considera una superficie de revolución engendrada por una circunferencia del
horizontal de centro C (0 cm., 2 cm.) y radio 1 cm. que gira alrededor de un eje frontal de
alejamiento 5 cm. Hallar la proyección horizontal de un punto de la superficie, conociendo su
proyección vertical P’’ de cota 4 cm.
6. Hallar los puntos de LT que disten 5 cm. de un punto A (2 cm., 2 cm.).
7. Hallar los puntos de cota 6 cm. y alejamiento 5 cm. que disten 3 cm. de un punto A
(4 cm., 4 cm.).
8. Determinar sobre una recta dada un punto que diste k cm. de LT.
9. Se dan los puntos A (2 cm., 2 cm.) y B (3 cm., 3 cm.) cuyas líneas de correspondencia
distan 3 cm., estando B a la derecha de A . Considerando el plano proyectante vertical α cuya
traza vertical pasa por A’ y B’’, hallar los puntos de α que distan 1 cm. de A y 3 cm. de B.
313
Planos tangentes.
10. Se dan una recta a del horizontal, una recta b del vertical, un plano (α’’,α’) y dos
proyecciones horizontales O’ (alejam. 2 cm.) y A’ (alejam. 4 cm.) situadas en una misma línea
de referencia.
Se define una superficie reglada cuyas generatrices se apoyan en las directrices a, b y una
curva c de α cuya proyección horizontal c’ es la circunferencia de centro O’ y radio O’A’.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A de α
11. Se da una recta a que pasa por LT, una recta b paralela al segundo bisector, un plano
(α’, α’) y en él un punto O (4 cm., 5 cm.).
Se define una superficie reglada cuyas generatrices se apoyan en las directrices a, b y una
elipse c (la elipse pertenece a α, tiene como centro el punto O, sus ejes miden 4 cm. y 2 cm.,
y el eje mayor es horizontal).
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A, extremo del eje menor que
tiene menor alejamiento.
12. Se considera un arco de circunferencia AB paralelo al vertical de medida 90°. Su
centro es O (4 cm., 4 cm.), su radio mide 2 cm. y la cuerda AB es vertical.
Dicho arco gira alrededor de un eje vertical que pasa por O, engendrando una superficie
de revolución.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto M del arco que tiene 45 mm. de
cota.
13. En un plano α perpendicular al segundo bisector se considera una elipse de centro O
(5 cm., 5 cm.), eje mayor frontal y cuyos ejes miden 5 cm. y 3 cm.
Dicha elipse gira alrededor de la traza α’ engendrando una superficie de revolución.
Determinar el plano tangente a la superficie en el punto A, extremo del eje menor que
tiene mayor cota.
CAPITULO XVII
SUPERFICIES CÓNICAS Y CILÍNDRICAS
Sean en la (fig. 316) la superficie cónica definida por la curva directriz (d’, d’) y
el vértice (S’, S’), y la proyección horizontal P’ de un punto de la superficie.
Para hallar la otra proyección del punto P, se considera la generatriz que pasa por
P, cuya proyección horizontal es la recta g’ ≡ S’P’ que corta a la directriz d’ en los
puntos M’ y N’.
En efecto, los puntos (P’’1, P’) y (P’ 2, P’) pertenecen a la superficie, puesto que
se hallan sobre una generatriz (g’’1, g’) o (g’2, g’) de la misma.
Cuando la generatriz móvil se confúnda con SA, las secantes AAo y BBo tienen
como posición límite las tangentes ty tc a las curvas dy c . Esas tangentes estarán
contenidas en el plano límite de las posiciones del plano secante móvil.
En la misma forma que para el punto B se demostraría que ese plano tangente
es el mismo para cualquier otro punto de la generatriz SA, o sea que es tangente a la
superficie cónica a lo largo de esa generatriz que se denomina generatriz de con-
tacto.
226. Corolarios . — I. Todos los planos tangentes a una superficie cónica pasan
por el vértice de la superficie y todos los planos tangentes a una superficie cilíndrica
son paralelos a sus generatrices.
(Fig. 318)
228. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que pasen por un
punto dado.
a) Superficie cónica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cóni-
ca de vértice S que pasen por un punto P (fig. 319), se traza la recta SP y se halla
la intersección T de esa recta con un pla-
no π secante a la superficie.
Cuando la sección plana sea una cónica (es el caso de los conos de revolución),
existirán dos soluciones, una o ninguna, según que el punto P sea respectivamente
exterior, pertenezca o sea interior a la superficie cónica.
b) Superficie cilíndrica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cilín-
drica que pasen por un punto P (fig. 320), se considera la superficie como una super-
ficie cónica cuyo vértice S∞ es el punto impropio de sus generatrices.
318
Procediendo entonces como en el
caso anterior, se traza la recta S∞P y
se halla la intersección T de esa rec-
ta con un plano π secante a la super-
ficie. Luego se trazan desde el punto
T las tangentes t a la sección plana y
cada uno de los planos tangentes bus-
cados queda determinado por la rec-
ta S∞P y cada una de las tangentes
como t.
(Fig. 320)
Existirán tantas soluciones como
tangentes puedan trazarse desde el punto T a la sección plana de la superficie.
Cuando la sección plana sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ninguna,
según que el punto P sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la
superficie cilíndrica.
229. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean paralelos
a una dirección dada.
a) Superficie cónica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cónica
de vértices que sean paralelos a una dirección dadad (fig. 321), se considera el punto
impropio P∞ de la dirección.
b) Superficie cilíndrica. — Para hallar los planos tangentes a una superficie cilín-
drica que sean paralelos a una dirección dada d (fig. 322), se une un punto cualquiera
A con el vértice S∞ de la superficie cilíndrica y con el punto impropio P∞ de la
dirección dada.
Cuando la sección plana sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ninguna
según la cónica de que se trate.
230. Planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean perpen-
diculares a un plano dado.
Este problema se reduce al anterior (N.° 229), trazando una recta cualquiera d
perpendicular al plano dado.
Los planos tangentes a una superficie cónica o cilíndrica que sean paralelos a la
dirección d serán perpendiculares al plano dado.
232. Plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que sea paralelo a
un plano dado.
En ese caso se procede como en el (N.° 229, b), trazando las tangentes a una
sección plana de la superficie que sean paralelas a la recta intersección del plano
dado con el plano secante a la superficie.
233. Plano tangente a una superficie cónica o cilíndrica que sea perpendicu-
lar a una recta dada.
Dadas dos superficies cónicas, una superficie cónica y otra cilíndrica o dos su-
perficies cilindricas, el plano tangente a una de las superficies, en general, no es
tangente a la otra.
Para resolver estos problemas supondremos que las dos superficies son
seccionadas con un mismo plano π|, o lo que es igual, que ambas superficies tienen
directrices en un mismo plano.
a) Los dos conos tienen el mismo vértice. — Sean los dos conos de la (fig. 324)
que tienen el vértice común Sy las directrices dy do en un mismo plano π.
322
Cuando las directrices sean dos cónicas (es el caso de los conos de revolución),
podrán existir cuatro soluciones (cuando d y d0 son exteriores y no se cortan), tres
soluciones (cuando dydo son tangentes exteriormente), dos soluciones (cuando d y
do se cortan), una solución (cuando dy do son tangentes interiores) o ninguna solu-
ción (cuando d es interior a do o inversamente).
b) Los dos conos tienen una sección plana común. — Sean los dos conos de
vértices S y V (fig. 325) cuya sección d con un plano π es común.
Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como tangentes se
puedan trazar desde el punto T a la sección plana común d.
Cuando la curvad sea una cónica (es el caso de los conos de revolución), podrán
existir dos soluciones, una o ninguna, según que el punto T sea respectivamente exte-
rior, pertenezca o sea interior a la curva d.
c) Los dos conos son circunscriptos a una misma superficie. — Sean en la (fig.
326) dos conos circunscriptos a una misma superficie Σ, es decir que las generatrices
de los conos de vértices Sy Vson tangentes aΣ.
Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como puntos comu-
nes tengan las curvas de contacto ds y dv.
Caso simplificado. — Este procedimiento constructivo para hallar los planos tan-
gentes comunes a dos conos circunscriptos a una superficie Σ se simplifica cuando Σ
es una superficie de segundo grado, puesto que en ese caso no es necesario determi-
nar los puntos de corte de las curvas de contacto, directrices de ambos conos.
Para ello, cuando Σ es una superficie de segundo grado, las curvas de contacto ds
y dv son dos cónicas, es decir, curvas planas, y entonces se procede de la siguiente
manera: se halla (fig. 327) la intersección
T de la recta de los vértices SV con el
plano ω de una de las curvas ds y desde
ese punto se trazan las tangentes t a la cur-
vads.
Para poder aplicar este procedimiento, hay que considerar que si los vértices de
los conos SyV están en un mismo semiespacio con relación al plano ω de una de las
curvas de contacto, el problema admitirá dos soluciones, una o ninguna, según que la
recta SV sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a las superficies cóni-
cas consideradas. Si los vértices SyV están en distintos semiespacios con relación al
plano ω de una de las curvas de contacto, el problema admitirá dos soluciones, una o
ninguna, según que las curvas de contacto de los dos conos se corten, sean tangentes
o no se corten.
d) Los dos conos son homotéticos. — Dos conos son homotéticos cuando a cada
generatriz de uno de los conos le corresponde una generatriz paralela en el otro
cono.
Se dice entonces que los dos conos son homotéticos con relación a un punto
cualquiera de la recta que determinan sus vértices SyV.
Aplicaremos estas propiedades para hallar los planos tangentes comunes a dos
conos homotéticos de vértices Sy V (fig. 328).
Para ello se seccionan los conos con un plano cualquiera π, con lo cual
se obtienen dos curvas ds y dv, homotéticas con relación al centro de homo-
tecia O, punto de intersección de la recta de los vértices SV con el plano se-
cante π.
(Fig. 328)
Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos conos como tangentes co-
munes se puedan trazar desde el punto O a las curvas ds y dv.
Cuando las secciones planas ds y dv sean dos cónicas (es el caso de los conos de
revolución), podrán existir dos soluciones, una o ninguna según que el punto O sea
respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a las curvas ds y dv.
Cuando la curva d sea una cónica, podrán existir dos soluciones, una o ningu-
na, según que el punto T sea respectivamente exterior, pertenezca o sea interior a la
curva d.
Los planos tangentes comunes a los dos cilindros deben ser paralelos, al mismo
tiempo, a las direcciones de sus generatrices S∞ y V∞.
(Fig. 332)
Luego, el plano tangente a uno de los cilindros que sea paralelo a las generatrices
del segundo, en general, no será tangente al segundo cilindro (N.° 229, b).
a) Los dos cilindros tienen el mismo vértice. — Sean en la (fig. 333) dos
cilindros que tienen el vértice común S∞ (es decir que sus generatrices son
paralelas) y las directrices dy do en un
mismo plano π.
Cuando las directrices sean dos cónicas, podrán existir desde cero a cuatro solu-
ciones según las posiciones relativas a las directrices indicadas en el (N.° 235, a).
b) Los dos cilindros tienen una sección plana común. — Sean los dos cilindros de
vértices S∞ y V∞ (fig. 334) cuya sección d con un plano π es común.
Existirán tantos planos tangentes comunes a los dos cilindros como tangentes
paralelas a to se puedan trazar a la curva d.
329
Cuando la sección plana d sea una cónica, existirán dos soluciones, una o ningu-
na según la cónica de que se trate.
c) Los dos cilindros son circunscriptos a una misma superficie. — Sean en la (fig.
335) dos cilindros circunscriptos a una misma superficie Σ.
238. Planos tangentes a dos conos, paralelos entre sí. — Sean en la (fig. 336)
dos conos de vértices S y V cuyas directrices ds y dv se hallan en un mismo plano π.
Trazaremos planos tangentes a ambos conos, de modo que esos planos sean paralelos
entre sí.
Para ello efectuamos una traslación SV con uno de los conos, por ej. con el de
vértice S, hasta que los dos conos tengan el mismo vértice V.
(*) Para hallar la curva ds1 homotética de ds, se determinan sus puntos de la siguiente manera: conside-
rando un punto A de la curva ds, se lo une con el centro de homotecia O y en la intersección de esa recta
con la generatriz paralela a SA trazada por S1 se obtiene el punto A1 homotético del A. Otra forma de
hallar el punto homotético de un punto A es trazar por S1 la generatriz paralela a SA y cortando esa recta
con el plano α se obtiene el punto A 1 homotético del A.
330
Luego se trazan los planos tangentes comunes a los dos conos del mismo
vértice (N.° 235, a) y a cada plano tangente común corresponde un par de planos
(Fig. 336)
tangentes paralelos. Es decir que a cada plano determinado por una tangente co-
mún t adv y ds1 y el vértice común V corresponde un plano tangente en el otro
cono, que se determina con el vértice S y con una tangente to trazada paralela-
mente a t.
En efecto, como las curvas ds1 y ds son homotéticas, la curva ds admite una
tangente to paralela a la tangente t a dS1, y además, los planos tv y toS son respectiva-
mente tangentes a los conos de vértices V y S (N.° 226) y son paralelos entre sí,
puesto que to es paralela a t y AS es paralela a A1S1 puesto que son generatrices
correspondientes de dos conos hometéticos.
Existirán tantos pares de planos tangentes paralelos a los dos conos como planos
tangentes comunes admitan los dos conos de vértice común y directrices dv y ds1 (N.°
235, a).
Cuando estas curvas sean dos cónicas podrán existir desde cero a cuatro pares de
planos tangentes paralelos, según las cónicas de que se trate.
239. Planos tangentes a un cono y a un cilindro, paralelos entre sí. — Para que
un plano tangente a un cono admita un plano paralelo que sea también tangente a un
cilindro, es necesario que dicho plano sea paralelo a las generatrices del cilindro
(N.° 226).
Luego, para trazar planos tangentes a un cono y a un cilindro que sean paralelos
entre sí, se procede de la siguiente manera: se trazan los planos tangentes al cono que
sean paralelos a la dirección de las generatrices del cilindro (N.° 229, a) y después se
trazan los planos tangentes al cilindro que sean paralelos a los planos hallados tan-
gentes al cono (N.° 232, b).
Para que dos cilindros admitan planos tangentes que sean paralelos entre sí, es
necesario que dichos planos sean paralelos a las generatrices de los dos cilindros (N.°
226).
El número de pares de planos tangentes a los dos cilindros, que sean paralelos
entre sí, depende del número de soluciones del (N.° 232, b).
Cuando las directrices en un mismo plano de los cilindros sean dos cónicas,
existirán desde cero a cuatro pares de planos tangentes paralelos, según las cónicas
de que se trate.
241. Para hallar una normal común a dos conos, o a un cono y a un cilindro o a
dos cilindros, primeramente se determina un par de planos tangentes a las dos super-
ficies que sean paralelos entre sí (N.os 238, 239 y 240).
Cuando se trate de dos cilindros del mismo vértice, las generatrices de contacto
de un par de planos tangentes paralelos serán rectas paralelas. En ese caso, una nor-
mal común a dichas generatrices de contacto puede no ser perpendicular al par de
planos tangentes paralelos considerados. Cuando sea perpendicular, será una normal
común a los dos cilindros y existirán entonces infinitas normales comunes a ambas
superficies, todas ellas paralelas entre sí.
332
APLICACIONES
Sean en la (fig. 337) un punto (S’, S’) y un punto (O’, O’) de un plano α. El punto
S es el vértice de un cono cuya directriz es una circunferencia de centro O apoyada en
α y de radio r. Hallaremos los contornos aparentes de ese cono.
Trazamos por el vértice S una recta (a’, a’) perpendicular al vertical y hallamos,
empleando una horizontal auxiliar, el punto (T’, T’) en que la recta a corta al plano α.
Luego, desde ese punto T hay que trazar las tangentes a la directriz contenida en α, y
cada una de esas tangentes determina con el vértice S un plano tangente al cono
perpendicular al vertical.
Para ello abatimos el plano α y con el punto O en O1 y el punto Ten T1. Cons-
truimos entonces la directriz abatida con centro O1 y radio r, y desde T1 le trazamos
las tangentes abatidas m1 y n1.
Sea en la (fig. 338) un cilindro cuyo vértice es el punto (S’∞, S’∞) y cuya
directriz es la circunferencia (d’, d’) del plano horizontal.
Como anteriormente, hallaremos los planos tangentes al cilindro que son per-
pendiculares al vertical de proyección.
Para ello, trazamos (N.° 230 y N.° 229) por un punto cualquiera A una recta (a’,
a’) perpendicular al vertical y una recta (s’, s’) paralela a las generatrices del cilindro.
(Fig. 338)
Luego, como esas generatrices pertenecen a los planos tangentes proyectantes verti-
cales, sus proyecciones verticales coinciden con las trazas de dichos planos, y, por lo
tanto, forman el contorno aparente del cilindro sobre el plano vertical.
Puntuación. — Para determinar qué parte es vista u oculta en la directriz d’, pro-
cedemos como indicamos en el (N.° 222, 1.a).
Aplic. 2.a Determinar un plano tangente a un cilindro dado, de modo que sea
paralelo a LT.
Sea en la (fig. 339) un cilindro de vértice (S’∞, S’∞) cuya directriz d es una
circunferencia del plano horizontal.
Este problema es un caso particular del (N.° 229, b) en que la dirección dada
es LT.
335
(Fig. 339)
Para resolverlo, trazamos por un punto cualquiera A una paralela S∞ y una para-
lela a la dirección dada LT.
Dichas rectas determinan un plano auxiliar ω que corta al plano de la base del
cilindro según ω’. Trazando las tangentes t y to a la directriz d paralelas a ω’, cada una
de esas rectas y las respectivas generatrices del contactos y go determinan los planos
tangentes buscados.
Aplic. 3.a Dados una recta a, un punto P y un plano α, hallar una recta que pase
por P, sea paralela a α y diste k mm. de la recta a.
Las rectas que pasan por P y distan k mm. de la recta a están contenidas en un
plano que pasa por P y es tangente a un cilindro de revolución que tiene como eje
la recta a y como sección recta una circunferencia de k mm. de radio. La intersec-
cion de ese plano tangente con un plano paralelo al α que pase por P será la recta
buscada.
En ese plano, la sección recta del cilindro de revolución que tiene la recta a
como eje es una circunferencia de centro O y radio k mm.
Para trazar por P un plano tangente a ese cilindro, procedemos como en el (N.°
228, b), uniendo P con el vértice S∞ del cilindro, punto impropio del eje y sus
generatrices.
(Fig. 340)
Levantando esa tangente en (t’, t’) obtenemos una recta t que, con la recta S∞P,
determina un plano tangente al cilindro que pasa por P.
Para hallar esa intersección, como el punto P pertenece a los dos planos, basta
con determinar solamente otro punto de la intersección, el cual obtenemos en (I’’, I’)
como intersección de la traza horizontal β’ y la traza horizontal φ’ del plano (S∞P, t).
242. Propiedades de los conos de revolución. — En el (N.° 215, II) hemos defi-
nido el cono de revolución como la superficie engendrada por la rotación de una recta
alrededor de un eje que la corta.
Además, como todo plano meridiano (N.° 215, II) SOT que contiene una
generatriz ST es perpendicular al plano tangente α a lo largo de la generatriz
considerada y es también perpendicular a un plano π normal al eje del cono, se
deduce que:
243. Por un punto dado trazar una recta que forme un ángulo dado con una
recta dada.
Sean dados en la (fig. 342) un punto (P’’, P’), una recta (e’’, e’) y un
ángulo θ.
De acuerdo con la propiedad a del (N.° 242), todas las rectas que forman el
ángulo θ con e son generatrices de un cono de revolución que tiene como eje la recta
e y θ como semiángulo al vértice. Hallaremos una generatriz cualquiera de ese cono
y luego por P le trazaremos una recta paralela, que será la recta buscada que forma
con e el ángulo θ.
Finalmente, trazamos por el punto dado P una recta (b’, b’) paralela a SM. Esa
342
recta formará con e el ángulo θ, por ser paralela a una generatriz del cono de revolu-
ción considerado.
Este problema, que ya hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 130),
admite infinitas soluciones, paralelas a las infinitas generatrices de los infinitos co-
nos que se puede construir en la forma expuesta.
244. Por un punto dado trazar una recta que forme un ángulo dado con un plano
dado.
Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 134, I).
245. Por un punto dado trazar un plano que forme un ángulo dado con una recta
dada.
Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 134, II).
246. Por un punto dado trazar un plano que forme un ángulo dado con un plano
dado.
247. Trazar una recta que pertenezca a un plano dado, pase por uno de sus
puntos y forme un ángulo dado con otro plano dado.
Sean dados en la (fig. 343) un plano α, un punto P de este plano, otro plano β y
un ángulo θ.
De acuerdo con el (N.° 244), todas las rectas que pasan por P y forman el ángulo
θ con β son generatrices de un cono de revolución que tiene como vértice el punto P,
343
como eje una recta PO perpendicular a β y como semiángulo al vértice el ángulo
complementario de θ.
Para hallar las generatrices de ese cono que pertenezcan al plano dado α se halla
la intersección del cono con α (N.° 264), obteniéndose dos generatrices, una o ningu-
na, según que α corte, sea tangente o no corte al cono, lo cual depende de los valores
de los ángulos (ver Nota de la pág. 207).
(Fig. 343)
Este problema ya lo hemos resuelto por otro procedimiento en el (N.° 144), pero
obsérvese que las construcciones que es necesario efectuar en ambos métodos (figs.
234 y 343) son las mismas, y, por consiguiente, el depurado de la (fig. 235) es tam-
bién el depurado correspondiente a la solución que se obtiene utilizando conos de
revolución.
248. Trazar por un punto dado, una recta que sea paralela a un plano dado y
forme un ángulo dado con otro plano dado.
Las generatrices así obtenidas (dos, una o ninguna según los valores de los ángu-
los) son las soluciones del problema.
En el (N.° 145) hemos resuelto este problema por otro procedimiento, pero las
construcciones que es necesario realizar en ambos métodos son las mismas.
249. Trazar una recta que pertenezca a un plano dado y forme un ángulo dado
con una recta dada que corta al plano.
Este problema es también derivado del (N.° 247) y para resolverlo se considera
un cono de revolución que tiene como eje la recta dada, su vértice en el plano dado y
344
como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Hallando la intersección del plano dado con ese cono se tendrán las generatrices
solución que admite el problema (dos, una o ninguna según los valores de los
ángulos).
En el (N.° 146) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.
250. Por un punto de una recta dada, trazar una recta que sea paralela a un
plano dado y forme un ángulo dado con la recta dada.
Pata resolver este problema, también derivado del (N.° 247), se considera un
cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje la recta dada y
como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Luego se traza por el vértice del cono un plano paralelo al plano dado y se hallan
las generatrices intersección de ese cono con el plano, obteniéndose así las dos solu-
ciones, una o ninguna que admite el problema.
En el (N.° 147) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.
251. Dados un plano y una recta que no le pertenece, trazar un plano que pase
por la recta dada y forme un ángulo dado con el plano dado.
Sean dados en la (fig. 344) un plano α, una recta r y un ángulo θ.
De acuerdo con la propiedad b del (N.° 242), todos los planos que forman el
ángulo θ con el plano α son tangentes a un cono de revolución de eje perpendicular a
(Fig. 344)
252. Por un punto dado, trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y
forme un ángulo dado con un plano dado.
Este problema, derivado del (N.° 251), se resuelve análogamente construyendo
un cono de revolución que tenga como vértice el punto dado, como eje una recta
perpendicular al plano dado y como semiángulo al vértice el ángulo complementario
del ángulo dado.
Luego se hallan los planos tangentes a ese cono que sean paralelos a la recta
dada (N.° 229, a), obteniéndose así las soluciones del problema (dos, una o ninguna
según los valores de los ángulos).
En el (N.° 149) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.
253. Por una recta dada, trazar un plano que forme un ángulo dado con una
segunda recta dada.
Este problema es también derivado del (N.° 251) y para resolverlo se considera un
cono de revolución que tenga como vértice un punto de la primera recta dada, como eje
una paralela a la segunda recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Luego se trazan los planos tangentes a ese cono que pasen por la primera recta
dada (N.° 231), obteniéndose así las dos soluciones, una o ninguna que admite el
problema.
En el (N.° 150) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.
254. Trazar un plano que sea paralelo a una recta dada y forme un ángulo dado
con una segunda recta dada.
Para resolver este problema, también derivado del (N.° 251), se considera un
cono de revolución que tenga como vértice un punto de la segunda recta dada, como
346
eje esa recta y como serniángulo al vértice el ángulo dado.
Luego se hallan los planos tangentes a ese cono que sean paralelos a la primera
recta dada (N.° 229, a), obteniéndose así las dos soluciones, una o ninguna que admi-
te el problema.
En el (N.° 151) hemos aplicado otro procedimiento que origina las mismas cons-
trucciones que éste.
255. Dado un cono, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado con
una recta dada.
Los planos tangentes al cono dado que forman el ángulo dado con la recta dada,
deben ser paralelos a planos tangentes a un cono de revolución que tiene como eje la
recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado (N.° 242, b).
Para hallar un plano tangente al cono dado que sea paralelo a un plano tan-
gente al segundo cono, se procede como en el (N.° 238), consiguiendo que los
dos conos tengan el mismo vértice y efectuando luego las construcciones del (N.°
235, a).
Por lo tanto, por el vértice del cono dado se traza una paralela a la recta dada y se
construye un cono de revolución con ese vértice, cuyo eje es la paralela trazada y
cuyo semiángulo al vértice es el ángulo dado.
Seccionado a los dos conos con un plano conveniente (ya sea el plano de la
base del cono dado o un plano normal al eje del cono de revolución), se consi-
gue que ambos conos tengan directrices coplanares. En esa forma, cada una de
las tangentes comunes a esas directrices determina con el vértice común uno de
los planos buscados, tangentes al cono dado, y que por ser también tangentes al
cono que tiene como eje una paralela a la recta dada, forman con ésta el ángulo
dado.
256. Dado un cono, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado con
un plano dado.
Los planos tangentes comunes a esos dos conos del mismo vértice son los planos
buscados.
Por ejemplo, sea en la (fig. 345) un cono de vértice S y base (d’, d’) en el plano
horizontal. Trazaremos un plano tangente a ese cono que forme un ángulo de 60° con
el horizontal.
347
De acuerdo con lo expuesto, construimos un cono de revolución de vértice S,
cuyo eje es la recta (S’’O’’, S’O’) perpendicular al horizontal y cuyo semiángulo al
vértice es (90° - 60°).
(Fig. 345)
La sección de ese cono con el plano de la base del cono dado (el horizontal)
es una circunferencia de centro O’ y radio r, cateto de un triángulo rectángulo
cuyo otro cateto es SO (eje del cono) y cuyo ángulo adyacente mide el ángulo
dado de 60°.
Cada una de las tangentes comunes a las directrices coplanares de los dos conos,
por ej. (t’, t’), determina con el vértice común S uno de los planos buscados.
257. Dado un cilindro, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado
con una recta dada.
Los planos tangentes al cilindro dado que forman el ángulo dado con la recta
dada, deben ser paralelos a planos tangentes a un cono de revolución que tiene como
eje la recta dada y como semiángulo al vértice el ángulo dado.
Para hallar un plano tangente al cilindro dado que sea paralelo a un plano
tangente al cono mencionado, se procede como indicamos en el (N.° 239).
Por el vértice del cono que tiene como eje la recta dada r (fig. 346) se traza
una paralela s a las generatrices del cilindro dado y se halla el punto T en que
348
dicha recta corta a un plano π
secante al cono y al cilindro
(según convenga, ese plano
puede ser el de la base del ci-
lindro o un plano normal al eje
del cono). Desde Tse trazan las
tangentes t a la sección del
cono con el plano π y luego se
hallan las tangentes a la base
del cilindro que sean paralelas a
(Fig. 346) las tangentes a la base del cono.
Cada una de ésas tangentes tc a la base del cilindro determina con la generatriz
de contacto correspondiente un plano tangente al cilindro que, por ser paralelo a un
plano tangente al cono construido (g es paralela a s y tc lo es a t), forma con la recta
dada r el ángulo θ.
258. Dado un cilindro, trazarle un plano tangente que forme un ángulo dado
con un plano dado.
Esa esfera corta al otro cono según un círculo de centro C sobre e y cuyo plano
βo es paralelo a β y dista de S una magnitud SC, que se calcula en el triángulo rectán-
gulo SCN del cual se conocen la hipotenusa SN (igual a la generatriz SM del primer
cono) y el ángulo en S que vale (90° - ε).
Hallamos luego la intersección i de los planos α y βo, y donde esa recta corta a la
base del primer cono se tienen dos puntos A y B comunes a los círculos. Uniendo esos
puntos con S se tienen las generatrices comunes SA y SB de los dos conos, que son las
rectas que pasan por S y forman con los planos α y β los ángulos θ y ε respectiva-
mente.
Obsérvese que la esfera corta a cada uno de los conos según dos círculos. Por lo
tanto, como las soluciones quedan determinadas por los puntos comunes a los círcu-
los de uno y otro cono, puede haber de cero a cuatro soluciones según la forma en que
esos círculos se corten.
EJEMPLO. — Por un punto S trazar una recta que forme un ángulo θ con el hori-
zontal y un ángulo ε con un planos de perfil.
Determinamos luego los puntos (A’, A’) y (B’ , B’) en que la intersección i
corta al círculo base del primer cono y uniendo esos puntos con el vértice S obte-
nemos las dos generatrices SA y SB comunes a los conos y que son las rectas
buscadas.
260. Por un punto dado trazar una recta que forme ángulos dados con dos rec-
tas dadas.
Para trazar una recta que forme ángulos dados θ y ε con dos rectas dadas, prime-
ramente se trazan planos respectivamente perpendiculares a dichas rectas. Luego,
aplicando el procedimiento del (N.° 259), se halla una recta que pasando por el punto
dado forme los ángulos (90 - θ) y (90° - ε) con los planos trazados. De acuerdo con
la propiedad a del (N.° 242), dicha recta será la recta buscada.
261. Por un punto dado trazar un plano que forme ángulos dados con dos pla-
nos dados.
Para resolver este problema se traza un plano auxiliar que forme los ángulos
dados con los planos dados y luego, por el punto dado, se traza un plano paralelo al
plano auxiliar.
De acuerdo con la propiedad b del (N.° 242), un plano que forme un ángulo θ con
un plano α y un ángulo ε con un plano β debe ser tangente a dos conos de revolución
de ejes perpendiculares a α y a β y cuyos semiángulos al vértice valgan respectiva-
mente (90° - θ) y (90° - ε).
Para que esos dos conos admitan planos tangentes comunes, que serán las solu-
ciones buscadas, se construyen los conos de modo que sean circunscriptos a una
misma superficie (N.° 235, c).
En esa forma, eligiendo una superficie conveniente (una esfera), los vértices de
los conos y cada uno de los puntos de corte de las curvas de acordamiento (circunfe-
rencias) determinan un plano tangente común a los dos conos (N.° 235, c).
Sea el punto P de la (fig. 232). Hallaremos un plano que forme los ángulos dados
351
con los planos de proyección y luego, por el punto P le trazaremos un plano paralelo,
que será el plano buscado.
Para ello, y de acuerdo con lo anteriormente explicado, trazamos una esfera de
centro O en LT y radio OK1 = OK2 .(*)
Luego circunscribimos a esa esfera un cono de vértice S, eje SO perpendicular al
horizontal y ángulo en la base θH (la base de ese cono es la circunferencia del plano
horizontal de radio OT2).
Análogamente circunscribimos a la misma esfera otro cono de vértice H, eje HO
perpendicular al vertical y ángulo en la base θv (la base de ese cono es la circunferen-
cia del plano vertical de radio OV1).
Obsérvese que las generatrices de los conos que están en los planos de proyec-
ción (S’ T2 y H’V1) son respectivamente tangentes a las proyecciones vertical y hori-
zontal de la esfera que coinciden en la circunferencia de radio OR1.
El plano tangente común a los dos conos será el plano tangente que nos propone-
mos determinar y que deberá pasar por los vértices S y V de ambos conos.
Como el vértice S está en el vertical, trazando desde dicho punto la tangente a la
base del cono de eje HO (es la circunferencia de radio OV1 del vertical) se obtiene la
traza vertical α’’ del plano tangente común.
Análogamente, como el vértice H está en el horizontal, trazando desde dicho
punto la tangente a la base del cono de eje SO (es la circunferencia de radio OT2 del
horizontal) se obtiene la traza horizontal α’ del plano tangente común.
Como comprobación gráfica, ambas trazas deben cortarse en un mismo punto de
la línea de tierra.
Finalmente, por el punto dado P se traza un plano β paralelo al α, que será el
plano buscado.
El número de soluciones es el indicado en la Nota de la página 205.
Nota . — Este problema lo hemos resuelto por otro método en el (N.° 143, 2.a),
pero obsérvese que las construcciones a que dan origen ambos métodos son exacta-
mente las mismas.
262. Por un punto dado trazar un plano que forme ángulos dados con dos rectas
dadas.
Para trazar un plano que forme ángulos dados θ y ε, con dos rectas dadas, pri-
meramente se trazan planos respectivamente perpendiculares a dichas rectas. Luego,
aplicando el procedimiento del (N.° 261), se halla un plano que pasando por el punto
(*) Esa esfera tiene como proyecciones vertical y horizontal sus secciones planas con los planos de proyec-
ción que, en el depurado, se proyectan según una misma circunferencia de centro O y radio OK1.
352
dado forme los ángulos (90° - θ) y (90° - ε) con los planos trazados. De acuerdo con
la propiedad a del (N.° 242), ese será el plano buscado.
De acuerdo con la definición de sección plana, cuando ésta es una curva abierta,
el o los puntos impropios de la curva son las intersecciones del plano secante con las
generatrices de la superficie que le son paralelas.
265. Primer método. — La definición del (N.° 263) indica que la sección
plana de un cono o de un cilindro queda determinada por las intersecciones de las
generatrices de la superficie con el plano secante. Es decir que habría que resol-
ver varias veces el problema de interceptar una recta (generatrices) con el plano
secante.
Sin embargo, se observa que si el plano secante fuese perpendicular a uno de los
planos de proyección, las intersecciones de las generatrices con el plano se pueden
obtener de inmediato sobre la traza del plano secante con el plano de proyección que
le es perpendicular.
Por ejemplo, sea en la (fig. 350) un cono de vértice S y directriz circular (d’, d’)
en el horizontal, que seccionaremos con el plano (α’’, α’).
(Fig. 350)
En proyección vertical es vista la parte 2’’-1’ -4’ de sección plana, puesto que
las generatrices que pasan por esos puntos pertenecen a la parte de directriz que es
vista en proyección vertical.
Nota . — Obsérvese que una vez efectuado el cambio de plano y halladas las
proyecciones de los puntos de la sección plana, el problema consiste en hallar la
restante proyección de puntos de un cono o de un cilindro cuando se conoce una de
sus proyecciones. Este problema, que hemos resuelto en el (N.° 224), admite un nú-
mero de soluciones que depende de la forma de la directriz de la superficie. Por
ejemplo, en la (fig. 350), el punto 1’’, de la generatriz S’ 1A’ 1 admite como proyec-
ciones horizontales dos puntos como 1’.
357
266. Segundo método. — Este método, ya expuesto en el (N.° 74) para las pirá-
mides y los prismas, se basa en la utilización de planos auxiliares.
Para ello se traza por el vértice S una recta cualquiera r, y se determinan los
puntos Po y P en que dicha recta corta al plano secante y al plano de la directriz
respectivamente.
(Fig. 351)
Cada una de esas rectas determina con r planos auxiliares que cortan al
cono según generatrices SA, SB, SC, SD, etc. (N.° 264). Además, cada uno de
esos planos auxiliares corta al plano secante α según rectas Po M, Po N, Po R,
etc. que pasan por Po y por los puntos M, N, R, etc. en que las rectas PA, PB,
PD, etc. cortan a la intersección i de los planos α y π (puesto que los puntos Po
yM, N, R, etc. pertenecen al plano secante y a cada uno de los planos auxiliares
considerados).
Por lo tanto, los puntos (por ej. 1 y 3) en que las generatrices (SA y SC) conteni-
das en un mismo plano auxiliar (r, PA) se cortan con la intersección (Po M) de dicho
plano con el plano secante, son puntos comunes al cono y al plano secante, y, por
consiguiente, de la sección plana.
358
En esta forma, trazando por r un cierto número de planos auxiliares se determina
la cantidad de puntos que interese de la sección plana.
Para hallar tangentes a una sección plana de estas superficies hay que recordar
que, de acuerdo con lo expuesto en el (N.° 212, III), la tangente en un punto de la
sección plana es la intersección del plano secante con el plano tangente a la superfi-
cie en el punto considerado.
Ese plano tangente corta al plano secante según la recta 1T, determinada por los
puntos 1 ≡ (SA, α) y T ≡ (tA, i), comunes al plano tangente y al plano secante α. En
consecuencia, dicha recta es la tangente a la sección plana en el punto 1.
II. Tangentes a una sección plana que pasen por un punto dado del plano secan-
te. — Las tangentes que cumplan esa condición deben pertenecer a los planos tangen-
tes a la superficie que pasen por el punto dado y serán las intersecciones de dichos
planos tangentes con el plano secante.
Así por ejemplo, para trazar las tangentes a la sección plana de la (fig. 351) que
pasen por un punto dado Po del plano secante, trazamos el plano tangente al cono que
pase por Po (hay dos soluciones). Ese plano tangente queda determinado por la recta
SPo y la tangente t trazada desde P a la directriz (N.° 228).
IV. Tangentes a una sección plana que sean paralelas a un plano dado. — Las
tangentes a una sección plana de un cono o de un cilindro que sean paralelas a un
plano dado ω serán paralelas a la recta intersección del plano ω con el plano secante.
Es decir que, para determinarlas, se procede como en el problema III.
Para ello se trazan las rectas PD y PE, se cortan esas rectas con i y los puntos así
obtenidos se unen con Po, determinando en la intersección de esas rectas con las
generatrices correspondientes, los puntos 4 y 5, de la sección plana que pertenecen al
contorno aparente de la figura.
La importancia de esos puntos radica en que ellos separan las partes vistas y
ocultas de la curva de sección plana (N.° 222,2.a), y, por lo tanto, permiten efectuar la
puntuación de dicha curva.
Además, en cada uno de esos puntos la sección plana tiene como tangentes
las generatrices de contorno aparente (N.° 220), es decir que, determinados di-
chos puntos, se conoce también la tangente a la sección plana en cada uno de
ellos.
360
Estas construcciones que hemos realizado para una figura del espacio se efec-
túan, en un depurado, para cada una de las dos proyecciones.
II. Punto más alto y punto más bajo. — Se denominan así a los puntos de una
sección plana en los cuales la tangente es paralela al plano horizontal, y se llama
punto más alto al de mayor cota y punto más bajo al de menor cota.
Para determinar estos puntos se procede como indicamos en el (N.° 227, IV).
Por consiguiente, se hallan las tangentes a la sección plana que sean paralelas a
una horizontal del plano secante, o lo que es igual, que pasen por el punto impro-
pio de las horizontales del plano secante. Efectuando entonces las construccio-
nes indicadas en el (N.° 267, II), se toma Po el punto impropio de esas horizonta-
les, determinando con ese procedimiento los puntos más alto y más bajo de la
sección plana.
III. Punto más próximo y punto más alejado del plano vertical. Se denominan
así a los puntos de una sección plana en los cuales la tangente es paralela al plano
vertical y se llama punto más próximo del plano vertical al de menor alejamiento y
punto más alejado del plano vertical al de mayor alejamiento.
IV. Punto más a la izquierda y punto más a la derecha. — Se denominan así a los
puntos de una sección plana en los cuales la tangente es paralela a los planos de
perfil, y se les llama punto más a la izquierda o punto más a la derecha según queden
respectivamente simados más a la izquierda o más a la derecha de un observador
colocado a distancia infinita del plano vertical, es decir, de visuales normales a ese
plano.
Para determinar estos puntos, se procede como en el (N.° 267, IV) hallando las
tangentes a la sección plana que sean paralelas a la intersección del plano secante
con un plano de perfil, o lo que es igual, que pasen por el punto impropio de las
rectas de perfil del plano secante. Se efectúan entonces las construcciones indica-
das en el (N.° 267, II) tomando como punto Po el punto impropio de esas rectas de
perfil.
(Fig. 352)
Procediendo como indicamos en el (N.° 268, I) se trazan desde P’r las rectas P’r
A’y P’rD’, se cortan esas rectas con i’ en M’y U’ y se unen esos puntos con P’or,
obteniendo en la intersección de las rectas P’or M’y P’or U’con las generatrices S’A’y
S’D’ los puntos de la sección plana 1’y 4’ simados en esas generatrices. En líneas de
correspondencia y sobre S’A’ y S’D’ obtenemos las restantes proyecciones 1’ y 4’’.
En los puntos 1’ y 4’’, la curva de sección plana tiene como tangentes las respec-
tivas generatrices S’A’ y S’D’ (N.° 220).
362
Punto más alto y punto más bajo. — Hallamos el punto impropio (P’oA,
P’oh) de las horizontales del plano secante (N.° 268, II) y el punto Ph ≡ Poh en
que la recta auxiliar SPoh corta al plano secante. Trazando desde Ph las tan-
gentes a la directriz obtenemos, con los puntos de tangencia, las generatrices
sobre las cuales se encuentran los puntos buscados (se tomó solamente la
tangente P’h C que dará en la generatriz SC el punto mas alto de la sección
plana).
Para hallar ese punto unimos C con P’r, cortamos esa recta con i’ en R’ y
en la intersección de R’ P’or con la generatriz S’C obtenemos el punto 3’. En
línea de correspondencia y sobre S’’C’’ hallamos 3’’ quedando así determina-
do el punto más alto de la sección plana que, en ese punto, tiene como tangen-
te una recta horizontal que pasa por Poh. Análogamente se hallaría el punto
más bajo.
Punto más próximo y punto más alejado del plano vertical. — Como indica-
mos en el (N° 268, III), consideramos la recta r determinada por el vértice S del
cono y el punto impropio Porde las frontales del plano secante. Desde el punto Pr,
intersección de la recta r con el plano de la directriz, trazamos las tangentes a
ésta, obteniendo, con los puntos de tangencia, las generatrices sobre las cuales se
encuentran los puntos buscados (se tomó solamente la tangente P’rB’que dará en
la generatriz SB el punto más alejado del plano vertical).
Para hallar ese punto cortamos P’rB’ con i’en un punto N’ que unido con P’or
nos determina en su intersección con la generatriz S’B’ la proyección 2’ del punto
de la sección plana cuya proyección vertical 2n hallamos en línea de correspon-
dencia y sobre S’ B’ .
En ese punto de la sección plana, la tangente es una frontal que pasa por
Por .
Para hallar ese punto cortamos P’nE’ con i’ en un punto Q’ que unido con P’on
nos determina en su intersección con la generatriz S’E’ la proyección 5’ del punto de
la sección plana cuya proyección vertical 5’ hallamos en línea de correspondencia y
sobre S’E’.
En ese punto de la sección plana, la tangente es una recta de perfil que pasa
por P .
En proyección vertical es vista la parte de sección plana 4’, 3’, 2’’, 1’’,... com-
prendida entre las generatrices de contorno aparente vertical y que corresponde a la
parte D, C, B, A,... de directriz que es vista en proyección vertical.
I. Cono.
La sección plana de un cono es una curva cerrada cuando el plano secante corta
a todas las generatrices.
Cuando el plano secante sea paralelo a una, dos o varias generatrices del
cono, la curva de sección plana tendrá respectivamente uno, dos o varios pun-
tos impropios, en cuyo caso se dice que la curva tiene una, dos o varias ramas
infinitas.
Para reconocer si una sección plana de un cono tiene ramas infinitas se traza por
el vértice del cono un plano auxiliar paralelo al plano secante.
Cuando la sección plana tiene una o varias ramas infinitas, o sea, uno o varios
puntos impropios, puede averiguarse si la curva admite una o varias asíntotas, es
decir, tangentes en dichos puntos impropios.
Para ello, procediendo como hemos indicado anteriormente, se traza por el vér-
tice del cono un plano auxiliar paralelo al plano secante y se halla la sección del cono
con ese plano auxiliar (N.° 264).
En efecto, las generatrices así obtenidas son paralelas al plano secante y sus
puntos impropios pertenecen a la sección plana.
De acuerdo con lo expresado en el (N.° 267), las intersecciones del plano secante
con cada uno de los planos tangentes al cono a lo largo de cada una de esas generatrices
serán las tangentes a la sección plana en los puntos impropios de esas generatrices, es
decir, las asíntotas.
Obsérvese que cada asíntota, por ser la intersección del plano secante con un
plano (el plano tangente) que pasa por una recta (cada generatriz del plano auxiliar)
paralela al plano secante, será paralela a cada generatriz obtenida en el plano auxiliar.
Pero en este caso, los planos tangentes al cono a lo largo de cada una de esas
generatrices coincidirán con el plano auxiliar que es paralelo al plano secante.
Por lo tanto, la intersección de cada plano tangente con el plano secante (que
serían las asíntotas) es una recta impropia, o lo que es igual, no existen asíntotas.
c. La sección plana puede tener algunas ramas infinitas que admitan asíntotas y
otras que no las admitan.
Para que la sección plana sea una curva abierta, es decir, que tenga puntos im-
propios, es necesario que el cilindro tenga generatrices impropias, puesto que cada
una de esas generatrices queda determinada por dos puntos impropios, el vértice del
cilindro y el punto considerado de la sección plana.
Como en el caso del cono, las asíntotas se determinan como la intersección del
plano secante con el plano tangente al cilindro a lo largo de cada generatriz impropia.
Para construir con más precisión esa curva se pueden también abatir las tangen-
tes que se hayan trazado en puntos de la sección plana.
Los puntos P y Q en que dicha traza corta a la directriz d determinan con S∞ las
generatrices según las cuales el plano auxiliar corta al cilindro.
Luego hallamos los puntos 1 y 2 en que esas generatrices cortan a la recta dada r,
obteniendo así los puntos comunes al cilindro y la recta.
272. Los conos y cilindros de segundo grado se caracterizan porque sus directri-
ces son cónicas y también lo son sus secciones planas.
Los cilindros de segundo grado tienen como secciones planas cónicas del mismo
367
género que la directriz de la superficie y cuyos centros se hallan en la intersección del
eje del cilindro con el plano secante.
(Fig. 354)
Como las tangentes trazadas desde un mismo punto a una esfera son iguales,
tenemos que PF = PM y PFo = PN.
Luego, PF + PFo = PM + PN = MN = BC = constante [l]
Además tenemos que PF = PM [2] por ser tangentes trazadas desde un mismo
punto a una esfera.
De esta última relación se deduce que la sección plana cuyo punto genérico es P
es una parábola cuyo foco es F (punto de tangencia de la esfera inscrita a la superfi-
cie) y cuya directriz es la recta DN.
274. Como las superficies cónicas y cilindricas son desarrollables (N.° 214, A),
pueden extenderse sobre un plano sin experimentar desgarraduras ni dobleces.
Queda así determinada una pirámide de vértice S y base dicho polígono, inscrita
al cono.
(Fig. 357)
Para obtener la transformada de una línea trazada sobre una superficie cónica, se
considera, como hemos expuesto, una pirámide inscrita a la superficie y se halla el
desarrollo de la superficie, en el cual se ubica el desarrollo de la línea dada, es decir,
su transformada.
Para ello se consideran los puntos Ao, Bo, Co, Do, Eo y Fo en que la línea dada
corta a las aristas de la pirámide inscrita a la superficie, y luego se hallan las verdade-
ras magnitudesS’’1A’o, S’ 1B’o, S’’1C’o, S’ 1D’o, S’ 1E’o, S’ 1F’o de los segmentos
comprendidos entre el vértice S y la línea dada.
Si la línea a transformar es plana (por ejemplo una sección plana del cono), se
puede hallar de otra manera su transformada.
Para ello, una vez determinados los puntos Ao, Bo,..., Fo en que la línea corta a
las aristas de la pirámide inscrita, se hallan las verdaderas magnitudes de los segmen-
tos AoBo,BoCo,..., FoAo (es conveniente hacerlo en el abatimiento de la sección
plana).
Finalmente, en el desarrollo (fig. 358) se apoyan esos segmentos entre las aristas
correspondientes de la pirámide. Por ejemplo, el segmento AoBo se coloca con ori-
gen en el punto Ao (que dista de S la magnitud S’’1A’ o sobre la arista SA) y con
extremo sobre la arista SB. En la misma forma, el segmento BoCo se coloca con
origen Bo entre las aristas SB y SC, etc.
(Fig. 359)
Procediendo como en el (N.° 181) determinamos una sección recta del pris-
ma, trazando un plano (ω’’, ω’) normal a las generatrices. Como ese plano es
proyectante vertical, los vértices de la sección recta, en proyección vertical, son
los puntos 1’’, 2’ , 3’, 4’, 5’’ y 6’ , intersecciones de las generatrices con la traza
vertical del plano.
Abatimos luego el plano ω y los vértices de la sección recta en 11,21, 31, 41, 51
y 61, obteniendo así las longitudes de los lados de dicha sección.
Para obtener la transformada de una línea trazada sobre una superficie ci-
líndrica se considera, como hemos indicado, un prisma inscrito a la superficie y
se determinan los puntos en que la línea considerada corta a las generatrices de
dicho prisma. Luego, en el desarrollo se ubican esos puntos a las distancias
correspondientes y sobre las generatrices a que pertenezcan, obteniendo así
una poligonal a la cual se circunscribe una curva, que es la transformada de la
línea dada.
Por ejemplo, en el desarrollo del cilindro de la (fig. 360), las curvas K-Kx, A-At
y la recta 1-1 son respectivamente las transformadas de las dos bases y la sección
recta del cilindro dado.
Obsérvese que aplicando este teorema, al desarrollar el cono de las (fig. 357 y
358), en la transformada A-A1 de la directriz los puntos Ay E son de inflexión.
También en el desarrollo del cilindro de las (figs. 359 y 360), las transformadas
K-K1 y A-A1 de las bases tienen, respectivamente, los puntos L, P, y B, E como
puntos de inflexión.
Por la propiedad e del (N.° 214, A) toda línea de una superficie cónica o cilíndri-
ca que en el desarrollo se transforma en una recta se denomina línea geodésica. Estas
líneas tienen la particularidad de que dados dos puntos de una superficie cónica o
cilíndrica, la línea de menor recorrido sobre la superficie que une los dos puntos es
una línea geodésica.
Después se determinan los puntos en que esa transformada corta a las generatrices
de la pirámide o prisma inscrito a la superficie, y efectuando las construcciones in-
versas a las realizadas para obtener el desarrollo, se ubican esos puntos sobre la
superficie en las generatrices correspondientes.
En ese plano trazamos luego rectas DI, DII, DIII, cada una de las cuales deter-
mina con la recta de los vértices un plano auxiliar.
Cada plano auxiliar (por ej. r, D 1) corta a los conos según generatrices (S1, S5 y
T1, T5) determinadas por los respectivos vértices de los conos y los puntos (1 y 5) en
que la traza del plano auxiliar en el plano de las bases (D 1) corta a las directrices de
ambos conos.
(Fig. 362)
Por consiguiente, se trazan los planos tangentes a cada uno de los conos a lo
largo de las generatrices de uno y otro cono que se cortan según el punto dado. La
intersección de esos planos tangentes será la tangente buscada.
382
Por ejemplo, en la (fig. 362), la tangente a la intersección en el punto 8 es la recta
intersección del plano tangente al cono S a lo largo de la generatriz S8 con el plano
tangente al cono T a lo largo de la generatriz T8. Para hallarla se trazan las tangentes
en los puntos 8 de cada directriz, las cuales se cortan en un punto P que pertenece a la
intersección de los planos tangentes considerados.
Uniendo el punto P con el punto 8 de la intersección se tiene la tangente
buscada.
Este procedimiento no es aplicable cuando los dos conos tienen un plano tangen-
te común en el punto considerado, en cuyo caso la tangente a la intersección en ese
punto se halla por procedimientos particulares.
Planos límites.
Cuando uno de los planos auxiliares es tangente a uno de los conos se le denomi-
na plano límite.
Antes de trazar planos auxiliares cualesquiera es conveniente hallar en primer
lugar los planos límites, puesto que siendo tangentes a uno de los conos y secantes al
otro, todos los planos auxiliares que se tracen dentro del ángulo que ellos forman dan
puntos de la intersección.
Por ejemplo, en la (fig. 362), los planos (r, DI) y (r,DIII) son los planos límites
que interesan, puesto que dentro del ángulo que ellos forman, los demás planos auxi-
liares trazados (r, DII) dan puntos de la intersección.
Además, de acuerdo con lo expuesto anteriormente, en los puntos de la intersec-
ción de dos conos que se obtienen en cada plano límite, las tangentes a esa línea son
las generatrices según las cuales el plano límite (que es tangente a un cono) corta al
otro cono.
Para hallar los puntos de la intersección de dos conos que se hallen sobre las
generatrices de contorno aparente, se trazan los planos auxiliares que corten a los
conos según esas generatrices.
En este ejemplo, los planos auxiliares que cortan a uno y otro cono según las
otras generatrices de contorno aparente, no están comprendidos en ángulo que for-
man los planos límites, y en consecuencia, no sirven.
Una vez determinados los planos límites, dentro del ángulo que ellos forman se
trazan los planos que cortan a los conos según las generatrices de contorno aparente
en ambas proyecciones y los otros planos auxiliares que interesen.
En cada uno de esos planos se hallan los puntos de la intersección como indica-
mos al principio del (N.° 282).
Para unir ordenadamente los puntos hallados de manera de obtener la curva in-
tersección, se aplica el método de los móviles expuesto en el (N.° 187) para las pirá-
mides y los prismas.
Para ello se supone que dos móviles ρ y σ recorren respectivamente las directri-
ces ds y dτ, deteniéndose en los puntos en que las trazas de los planos auxiliares en el
plano de las directrices cortan a estas curvas, mientras que un tercer móvil λ recorre
la curva de intersección.
Luego, mientras en ds el móvil ρ recorre los arcos 1-2 y 2-3, el móvil σ recorre
los arcos 1-2 y 2-3 en dT y el móvil λ recorre los arcos 1-2 y 2-3 de la curva
intersección.
a. Caso de arranque.
Cuando cada uno de los planos límites es tangente a uno de los conos y secante
al otro, la curva de intersección es única y se dice que la intersección es un arranque
o mordedura.
Es lo que sucede con los conos de la (fig. 362) en que los planos límites (r, DI) y (r,
DIII) definen un caso de arranque, obteniéndose una curva cerrada de intersección.
b. Caso de penetración.
Cuando los dos planos límites son tangentes a uno de los conos y secantes al
otro, se tienen dos curvas de intersección y se dice que hay penetración del primer
cono en el otro.
Los planos límites son los que tienen por trazas en el plano de las bases las rectas
DI y DIII, puesto que dentro del ángulo que ellos forman, todos los planos auxiliares
que se tomen dan puntos de la intersección.
(Fig. 363)
Se tiene así una curva cerrada 1-1 de intersección, que, sin embargo, no está
completamente determinada, puesto que hay puntos de la intersección que corres-
ponden al arco 6-8 de la directriz dT.
c. Caso límite.
Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 364) de modo que uno de
ellos es tangente común a los dos conos, se trata de un caso límite de penetración, en
(Fig. 364)
el cual, las dos curvas de intersección tienen un punto común que es el determinado
por la intersección de las dos generatrices de contacto del plano tangente común a los
dos conos.
386
La numeración se efectúa como si fuera una penetración, obteniendo las curvas
1, 2, 3, 4, 1 y 6, 7, 8, 9, 6, pero al hallar los puntos de la intersección y unirlos
ordenadamente resultará que las dos curvas de intersección tienen un punto común o
punto doble. (En este caso, el punto 1 coincidirá con el punto 6).
Cuando los planos límites se presentan como en la (fig. 365) de modo que ambos
son tangentes comunes a los dos conos, se trata de un caso límite doble de penetra-
ción. Las dos curvas de intersección tienen dos puntos comunes que son los determi-
(Fig. 365)
nados por las respectivas generatrices de contacto de los dos planos tangentes comu-
nes a los conos.
Nota 1.a — Al efectuar la numeración de las directrices para luego obtener las
generatrices de los conos que dan puntos de la intersección, es de fundamental im-
portancia tener en cuenta las siguientes normas que surgen de la aplicación del méto-
do de los móviles y de lo expuesto sobre los planos auxiliares que más conviene
determinar:
1.° Deben trazarse los planos auxiliares que den puntos de la intersección y
que corten a los conos según las generatrices de contorno aparente vertical y hori-
zontal.
2. ° Las directrices deben estar totalmente recorridas dentro de los planos límites.
Estos casos se resuelven análogamente que los casos de intersección de dos co-
nos, puesto que hemos considerado a los cilindros como conos cuyo vértice es el
punto impropio de sus generatrices.
Al aplicar el procedimiento anterior, la recta de los vértices será una paralela a
las generatrices del cilindro trazada por el vértice del cono.
Para hallar la intersección de dos cilindros, hay que elegir planos auxiliares que
corten a los cilindros según generatrices.
Para ello, por un punto cualquiera del espacio se trazan una recta paralela a
388
las generatrices de uno de los cilindros y una recta paralela a las generatrices
del otro.
Esas rectas determinan un plano tal que todos los planos paralelos a él cortan a
los cilindros según generatrices.
Por lo tanto, hallando la intersección del plano auxiliar con el plano de las directri-
ces se obtiene una recta cuyo punto impropio es el punto de divergencia. Conocido éste,
se procede de la misma manera que ya hemos expuesto, determinando los planos lími-
tes y auxiliares que, en este caso, tendrán sus trazas en el plano de las directrices,
paralelas entre sí, o sea concurrentes al punto de divergencia hallado que es impropio.
Sean, por ejemplo, los conos de vértices S y Tde la (fig. 366) cuyas directrices se
hallan en los planos π1 y π2.
Si consideramos un plano auxiliar que pase por la recta ST (por ej. STX), ese
plano cortará al plano π1 según la recta D1 X y al plano π2 según la recta D2X
determinada por el punto de divergencia D2 y el punto X, intersección de D1X con la
recta i, intersección de los planos de las directrices.
Por lo tanto, como D1X corta a la directriz ds en el punto 1-6, el plano auxiliar rX
cortará al cono S según la generatriz S16, y como D2 X corta a la directriz dT en los
puntos 1 y 6, el plano auxiliar rX cortará al cono T según las generatrices T1 y T6. En
consecuencia, las generatrices S16, y T1, T6 contenidas en el mismo plano auxiliar rX,
se cortan en puntos 1 y 6, que, por pertenecer a uno y otro cono, son de su intersección.
(Fig. 366)
Como planos auxiliares intermedios conviene tomar siempre los que cortan a los
conos según las generatrices de contorno aparente horizontal y vertical de ambos
conos (en la figura 366, el plano rY corta al cono S según sus generatrices de contor-
no aparente y no hay planos auxiliares que den puntos de la intersección y que corten
al cono T según sus generatrices de contorno aparente).
390
El trazado de los planos límites y auxiliares intermedios se efectúa en una de las
proyecciones cuando las directrices están perfectamente trazadas en esa proyección
o cuando alguna de las directrices o ambas se hallen en un plano de proyección o en
un plano paralelo a éstos.
6. ° Se unen los puntos numerados de cada directriz con el vértice del cono co-
rrespondiente, obteniendo generatrices S1, S2,..., S9y T1, T2,..., T9. (Si la numera-
ción se hizo en el abatimiento, se levantan esos puntos para unirlos con las proyec-
ciones de los vértices).
En la fig. 366, el cono S tiene vistos los arcos 2-3, 3-4, 7-8 y 8-9 de su directriz
y el cono T tiene vistos los arcos 6-7, 7-8, 8-9 y 9-6 de su directriz. En consecuen-
cia, los arcos vistos comunes a ambas directrices son 7-8 y 8-9, por lo cual, la curva
intersección tiene vistos solamente los arcos 7-8 y 8-9 .
9. ° Para trazar la curva intersección hay que tener en cuenta las tangentes a
dicha curva que se conozcan, ya sean las generatrices de contorno aparente o las
contenidas en los planos límites (N.° 282). Así, en la (fig. 366) las tangentes a la
intersección en los puntos 2, 7, 4 y 9 son respectivamente las generatrices S27 y
S49; y las tangentes en los puntos 1,6, 3 y 8 son respectivamente las generatrices
T1, T6, T3 y T8.
Por un punto cualquiera del espacio se trazan dos rectas respectivamente parale-
las a las generatrices de cada cilindro.
Dichas rectas determinan un plano tal que todos los planos que le sean paralelos
cortarán a los cilindros según generatrices.
Por lo tanto, se halla la intersección de ese plano con cada uno de los planos de
las bases, determinando así dos rectas cuyos puntos impropios serán los puntos de
divergencia con los cuales se aplica el procedimiento indicado para obtener la inter-
sección de dos conos.
El sólido común tiene como directrices los arcos de la curva intersección y como
generatrices las partes de generatrices de cada superficie que son interiores a la otra
superficie.
Para efectuar la puntuación del sólido común, se considerará que una parte de
generatriz es vista u oculta según lo sea la generatriz de la superficie de la cual forma
parte.
392
289. Naturaleza de la intersección de conos y cilindros.
La intersección de superficies cónicas y cilindricas es una curva abierta o cerra-
da según tenga o no puntos impropios.
Cuando la curva de intersección es abierta, las partes de la curva que contienen
los puntos impropios se denominan ramas infinitas, las cuales se llaman ramas
hiperbólicas o parabólicas según que las tangentes en los puntos impropios sean o
no rectas propias, es decir que tengan o no asíntotas.
Como los puntos de la intersección de conos y cilindros son los puntos de corte
de generatrices coplanares de una y otra superficie, para que la intersección tenga
puntos impropios, bastará que las superficies dadas tengan generatrices paralelas o
que alguna de las superficies tenga generatrices impropias.
Esta última posibilidad (que se presenta cuando alguna de las directrices es una
curva abierta) no la trataremos por carecer de interés práctico, ya que los conos y
cilindros cuya intersección se determina más frecuentemente son los de segundo gra-
do o los de directrices cerradas.
I. Puntos impropios en la intersección de dos conos.
Sean dos conos de vértices S y T cuyas directrices son las curvas dS y dT de la
(fig. 367).
Para hallar las generatrices paralelas de los
conos, efectuamos una traslación con el cono S
hasta que su vértice coincida con T. En esta for-
ma, con vértice T tendremos un cono S1
homotético del cono S y cuya directriz ds1 se ha-
lla como indicamos en la página 329.
Si la nueva directriz ds1 del cono trasladado
corta adT en cuatro puntos 1, 2, 3, 4 (fig. 367), a
(Fig. 367)
las generatrices T1, T2, T3, T4 corresponderán,
en el cono de vértice S, cuatro generatrices res-
pectivamente paralelas. Por consiguiente, la intersección de los dos conos tendrá
cuatro puntos impropios determinados por las generatrices paralelas de una y otra
superficie.
La tangente en cada uno de esos puntos impropios es la intersección de los pla-
nos tangentes a lo largo de esas generatrices paralelas. Para hallarlas, se procede
como indicamos en el (N.° 282).
Por ejemplo, la tangente en el punto impropio determinado por las generatrices
S4 y T4 se obtiene uniendo ese punto impropio con el punto P en que se cortan las
tangentes en cada punto 4 de las directrices ds y dT.
Como cada una de las tangentes así obtenidas es una recta propia, cada uno de
los cuatro puntos impropios admite asíntota, es decir que la intersección tendrá cua-
tro ramas hiperbólicas.
393
Si la directriz del cono trasladado tiene la posición dsi de la (fig. 368), las
generatrices T1 y T3 se presentan como en el caso anterior determinando así dos
ramas hiperbólicas de la intersección.
Las generatrices S2 y T2 también deter-
minan un punto impropio de la intersección,
pero ese punto no admite asíntota ya que los
planos tangentes a los conos Sy Talo largo
de las generatrices S2 y T2 son paralelos, y,
por lo tanto, su intersección es una recta im-
propia. Se tendrá entonces, para ese punto, una
rama parabólica en la intersección. (Fig. 368)
Para averiguarlo, se traza por el vértice S del cono (fig. 369) una paralelaSTa las
generatrices del cilindro. Si esa paralela pertenece a la superficie cónica, la curva de
intersección tendrá puntos impropios, puesto que existirán generatrices paralelas de
ambas superficies.
Además, esas ramas infinitas admiten asíntotas que son respectivamente las
generatrices V∞l y V∞2 del cilindro, puesto que los planos tangentes al cono a lo
largo de ST y al cilindro a lo largo de V∞1 y V∞2 se cortan según V∞1 y V∞2.
En consecuencia, esas rectas, por ser las tangentes en los puntos impropios de la
intersección, son asíntotas de dicha curva, que, por lo tanto, tendrá dos ramas
hiperbólicas.
En este caso, cada plano auxiliar que pase por ST y dé puntos de la intersección,
corta al cono según otra generatriz y al cilindro según dos generatrices coplanares,
obteniéndose, en consecuencia, puntos propios de la intersección.
Para que la intersección sea una curva abierta, es decir que tenga puntos impro-
pios, es necesario que alguna de las directrices, o ambas, sean curvas abiertas, lo cual
395
es poco frecuente en la práctica. En esos casos, para que la intersección tenga puntos
impropios basta con que la traza de alguno de los planos auxiliares (paralelos a las
generatrices de los dos cilindros) sea secante a una de las directrices y tangente en un
punto impropio a la otra directriz.
Conos.
1. Se dan dos planos α y β de perfil (β está situado 20 cm. a la derecha de α). En el
plano α se consideran los puntos S (18 cm., 3 cm.) y O (cero cm., 18 cm.), y en el plano β los
puntos T (18 cm., 3 cm.) y C (0 cm., 17 cm.).
Hallar la intersección de dos conos de vértices SyT, cuyas bases son circunferencias del
plano horizontal de centros C y O respectivamente, y radios 9 cm. y 5 cm. Dibujar las proyec-
ciones del sólido común a los dos conos.
2. Se da un cono recto de 10 cm. de altura apoyado en un plano α de perfil. Su base es
una circunferencia de 4 cm. de radio que es tangente a los planos de proyección y el vértice del
cono se halla a la izquierda de α.
Hallar la intersección de dicho cono con otro cono recto de 80 mm. de altura apoyado en
un plano horizontal ω y cuyo vértice está en el horizontal de proyección. La base del segundo
cono es una circunferencia de centro O (80 mm., 45 mm.) y radio 45 mm. El punto O está
situado 45 mm. a la izquierda del plano α.
3. Se considera un cono oblicuo apoyado en un plano α de perfil. Su base es una
circunferencia de centro O (5 cm., 5 cm.) y 5 cm. de radio y su vértice V (0 cm., 5 cm.) está
situado 15 cm. a, la derecha del plano α.
Hallar la intersección de dicho cono con otro cono de vértice S (0 cm., 12 cm.) apoyado
en el plano vertical. La base del segundo cono es una circunferencia de centro C (4 cm., 0 cm.)
y 4 cm. de radio, y los puntos Sy C pertenecen a un mismo plano de perfil situado 5 cm. a la
derecha del plano α.
4. Se dan los puntos O (5 cm., 0 cm.) y C (0 cm., 8 cm.) situados en un plano de perfil
α, y los puntos S (14 cm., 0 cm.) situado 8 cm. a la derecha de α y T (0 cm., 11 cm.) situado 13
cm. a la derecha deα. Interceptar un cono de vérticeS y base circular en el plano horizontal de
centro C y radio 3 cm., con otro cono de vértice Ty base circular en el plano vertical de centro
O y radio 45mm.
Cono y cilindro.
5. En un plano α proyectante vertical que forma un ángulo de 45° con el horizontal y
cuya traza vertical se extiende indefinidamente por encima de LT hacia la derecha del depura-
do, se toma un punto O (7 cm., 9 cm.). Se considera un cilindro de generatrices paralelas a LT,
cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro O y 3 cm. de radio.
Se da un cono recto de 9 cm. de altura cuya base es una circunferencia horizontal de
centro C (12 cm., 7 cm.) y 45 mm. de radio (el vértice del cono tiene la menor cota
posible).
396
Hallar la intersección del cono y el cilindro, y determinar la tangente en un punto de la
intersección que pertenece a una generatriz del cono cuya proyección horizontal forma un
ángulo de 45° con LT.
6. En un plano α proyectante horizontal que forma un ángulo de 60° con el vertical y
cuya traza horizontal se extiende indefinidamente por debajo de LT hacia la derecha del depu-
rado, se toma un punto O (5 cm., 4 cm.). Se considera un cilindro cuya base es una circunfe-
rencia apoyada en α de centro O y 4 cm. de radio y cuyas generatrices son rectas horizontales
que forman ángulos de 15° con el plano vertical y en dirección pasan de la parte superior
izquierda del depurado a la parte inferior derecha.
Interceptar el cilindro con un cono apoyado en el plano vertical. La base es una circunfe-
rencia de centro C (6 cm., 0 cm.) y radio 6 cm. y el vértice es un punto S (0 mm., 125 mm.). El
punto C está 9 cm. a la derecha de α’’ y el punto S está 126 mm. a la derecha de C.
7. Se dan los puntos O (4 cm., 0 cm.) y S (0 cm., 10 cm.) de modo que S se halle 8 cm.
a la derecha de O.
Considerando un cilindro recto de generatrices paralelas a LT cuya base es una circunferen-
cia de 4 cm. de radio tangente a los planos de proyección interceptarlo con un cono de vértice 5
apoyado en el plano vertical y cuya base es una circunferencia de centro O y 4 cm. de radio.
8. En un plano de perfil se toman los puntos O (5 cm., 0 cm.), S (0 cm., 12 cm.) y C (0
cm., 4 cm.).
Se considera un cono de vértices y cuya base es una circunferencia del plano vertical de
centro O y radio 5 cm.
Hallar la intersección del cono con un cilindro cuya base es una circunferencia del hori-
zontal de centro C y radio 4 cm. y cuyas generatrices son rectas frontales que forman un
ángulo de 75° con el plano horizontal (en proyección vertical, las frontales pasan de la parte
inferior izquierda del depurado a la parte superior derecha).
Determinar la tangente en un punto de la intersección que pertenece a una generatriz del
cilindro cuya proyección vertical corta a la base con cota 95 mm.
9. Sobre una recta paralela a LT de cota 5 cm. y alejamiento 6 cm. tomar un segmento
OC de longitud 8 cm. (C a la izquierda de O). Por el punto C trazar un plano β proyectante
vertical que forme un ángulo de 60° con el horizontal y cuya traza vertical se extienda indefi-
nidamente por encima de LT hacia la izquierda del depurado. Por el punto O trazar un plano α
paralelo a LT que forme un ángulo de 60° con el horizontal y cuya traza α’ tenga el mayor
alejamiento posible.
Se considera un cilindro cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro O y
radio 4 cm. Las generatrices son de perfil y forman ángulos de 60° con el horizontal.
Hallar la intersección del cilindro con un cono recto de 16 cm. de altura y cuya base es
una circunferencia apoyada en β de centro C y radio 4 cm. El vértice del cono tiene la mayor
cota posible.
Cilindros.
10. Por un punto P de LT trazar un plano α como el del problema N.° 5. Por un punto Q
de LT situado 12 cm. a la derecha de P, trazar un plano proyectante horizontal cuya traza β’ sea
paralela a α’ .
Se considera un cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en α de centro C
(75 mm., 75 mm.) y radio 23 mm.
397
Interceptarlo con otro cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en β de
centro O (35 mm., 25 mm.) y radio 25 mm.
11. Se dan los puntos C (5 cm., -5 cm.) y O (4 cm., 4 cm.) de modo que O se halle 2 cm.
a la derecha de C.
Determinar la intersección de dos cilindros rectos apoyados en los planos bisectores y
cuyas bases son circunferencias de 4 cm. de radio que tienen los puntos C y O como centros.
12. Sobre una recta vertical se toman los puntos C (55 mm., 57 mm.) y O (50 mm., 57
mm.). Por la recta CO se trazan planos proyectantes horizontales α y β que forman respectiva-
mente ángulos de 60° y 45° con el plano vertical (α’’ está a la izquierda de CO y β’’ está a la
derecha de CO).
Un cilindro recto tiene como base una circunferencia apoyada en α de centro O y radio
50 mm. Interceptarlo con otro cilindro recto cuya base es una circunferencia apoyada en β de
centro C y radio 55 mm.
13. Se da un cilindro de generatrices normales al segundo bisector cuya directriz es una
circunferencia del plano vertical de centro C(5 cm., 0 cm.) y radio 4 cm.
Hallar la intersección con otro cilindro cuya directriz es una circunferencia de perfil de
centro O (11 cm., 3 cm.) y radio 2 cm. situada 7 cm. a la derecha del plano de perfil de C. Las
generatrices de este cilindro son rectas horizontales que forman ángulos de 30° con el plano
vertical y cortan al primer cilindro totalmente en el primer diedro.
14. Se dan los puntos C (3 cm., -3 cm.) y O (11 cm., 0 cm.) de modo que O esté 7 cm. a
la derecha de C. Tomar una dirección (g’’, g’) de tal manera que g’’ forme 45° con LT, g’ forme
30° con LT y ambas proyecciones se corten hacia la izquierda del depurado.
Se considera un cilindro apoyado en el plano vertical, su base es una circunferencia de
centro O y radio 45 mm. y sus generatrices son rectas de perfil que, en el primer diedro,
forman ángulos de 30° con el plano horizontal.
Interceptarlo con otro cilindro cuya base es una circunferencia apoyada en el segundo
bisector de centro C y tangente a la línea de tierra. Las generatrices de este cilindro son para-
lelas a la dirección g.
CAPITULO XXI
ÁNGULOS TRIEDROS
El vértice común se llama vértice del ángulo poliedro, los ángulos planos se
denominan caras y los lados comunes son las aristas.
En la (fig. 370, I) se tiene un triedro de vértice H cuyas caras son los ángulos
planos a, b, c y cuyas aristas son las semirrectas Hαo, Hβo e i. Cada una de ellas es la
intersección de los planos de dos caras. Así los semiplanos α y β se cortan según la
arista i formando además ambos semiplanos un ángulo diedro que designaremos C.
Los semiplanos β y γ se cortan según la arista Hβo formando ambos semiplanos un
ángulo diedro A y los semiplanos γ y α se cortan según la arista Hα0 formando un
ángulo diedro B.
Las tres caras y los tres ángulos diedros se denominan elementos del triedro y se
demostrará que dados tres elementos de un triedro se pueden hallar los tres elementos
restantes. Es lo que se llama resolver un triedro.
(Fig. 370)
o sea que
Esta propiedad permite reducir los seis casos indicados de resolución de triedros
a solamente tres casos, utilizando triedros suplementarios.
Así el 6.° caso se puede resolver en la misma forma que el primer caso.
II. Cada cara de un triedro es menor que la suma de las otras dos y mayor que su
diferencia.
IV. La suma de los tres ángulos diedros está comprendida entre 180° y 540°.
V. Cada ángulo diedro aumentado en 180° es mayor que la suma de los otros dos
diedros.
O sea con una cara γ coincidiendo con el plano horizontal, otra cara α como
proyectante vertical y la tercer cara β como un plano cualquiera.(*)
En esa forma las aristas del triedro de vértice H son α’, β’ e i; las catas serán
a ≡ t, α’; b ≡ i, β’; c ≡ α’, β’ y los diedros serán B ≡ α. Plano Horiz.; A ≡ β.
Plano Horiz. y C ≡ α, β.
(*) Si el triedro fuese fijado en una posición cualquiera, siempre puede llevarse por cambio de planos o
por giros, a la posición particular indicada.
401
Teniendo un triedro en esa posición, hallar sus elementos se reduce a problemas
ya conocidos de ángulos.
Con un eje de giro vertical 1x que pase por un punto de i, colocamos β como
proyectante vertical en 1β obteniendo así en A el diedro de las caras β y plano hori-
zontal.
Finalmente, con el método de la (pág. 197) para hallar el ángulo diedro de dos
planos, trazando φ’ normal a i’ y QK normal a i1α, se describe un arco de circunferen-
cia de centro Q y radio QK hasta cortar a i’ en un punto que unido con los puntos fijos
da el diedro C de α y β.
Finalmente, se abate la arista i con charnela β’ (para lo cual se traza por P’ una
normal a β’ que se intercepta con un arco de circunferencia de centro H’ y radio
H’P1α obteniendo en H’P1β un segundo abatimiento del segmento HP y por consi-
guiente de P).
Las rectas H’P1β ≡ i1β y β’ determinan el ángulo b de la cara que faltaba hallar.
403
295. Tercer caso. — Resolver un triedro conociendo dos caras a, c y el diedro
opuesto A a una de ellas.
Uniendo P con H se tiene la tercer arista i con la cual queda construido el triedro
i, α’, β’.
Finalmente, la cara b (ángulo de i con β’) se obtiene abatiendo i con charnela β’,
para lo cual se abate P en P1β obtenido en la intersección de la normal trazada por P’
a β’ con el arco de circunferencia de centro H’ y radio H’P1α.
Como ejercicio, pueden resolverse directamente los casos 4.°, 5.° y 6.° de una
manera análoga a la utilizada para los casos anteriores tomando el triedro en la posi-
ción particular ya indicada.
404
CUBO
1. Por un punto A (3cm., 8 cm.) trazar plano α que forme 45° con el plano horizontal y
30° con LT. Representar cubo con un vértice A, un plano diagonal en α y de modo que las
aristas que no cortan a α tengan en proyección horizontal una dirección d’que forma,30° con
LT. Elegir el otro extremo de la diagonal que pasa por A con la menor cota positiva.
2. Por un punto O (5cm., 5cm.) trazar una frontal f ortogonal a una dirección d que
forma 30° con el plano horizontal y 30° con los planos de perfil. Representar un cubo de arista
5cm., siendo f la recta que une los puntos medios de dos aristas FA y NC (fig.252). Elegir un
vértice B (2cm., 2cm.) situado a la derecha de O.
3. Representar un cubo de centro O (8cm., 8cm.) con una diagonal FC- 9cm. normal
al 1er. bisector. La cara FGNM (fig. 252) deberá elegirse normal al 2.° bisector.
4. Representar un cubo de arista 6cm., siendo B (9cm., 3cm.) el vértice más a la
derecha y de modo que una arista BC forme 45° con el 1er. bisector y diste 4cm., de LT (B
es el vértice de menor cota del cubo). Elegir la diagonal de cara CA (ver fig. 252), de
perfil.
5. Hallar recta r que forme 30° con el plano horizontal y 45° con el plano vertical, diste
4cm. de un punto O (8cm., 6cm.) y corte a LT. Representar un cubo de centro O, con un arista
enr.
407
6. Dado un punto F (3cm., 10cm.), hallar plano α que diste 3cm. de F, forme 45° con
los planos de perfil y sea normal al 2.° bisector Representar un cubo con un vértice F y los
vértices M, G y A (fig. 252) en el plano α, siendo M el vértice más a la izquierda.
OCTAEDRO REGULAR
1. Dado un punto A (6cm., 8cm.), hallar punto B con mayor cota que A y lo más a la
derecha posible, de modo que el segmento AB = 8cm. forme 30° con el plano horizontal.
Representar octaedro regular con una diagonal AB y de modo que una de las caras que pasan
por A sea normal al 2.° bisector.
2. Hallar una dirección d que forme 30° con los planos de perfil y 45° con el 1 er. bisector.
Representar un octaedro regular de arista 10 cm., centro O (6cm., 6cm.) y dos aristas paralelas a
d, de modo que estas aristas queden lo más a la derecha y lo más a la izquierda posible.
3. Por un punto A (6cm., 4cm.) trazar recta r que forme 30° con el plano horizontal y
45° con el plano vertical. Representar un octaedro regular de arista 4cm. con un vértice A y una
diagonal ACen r. Una arista AB deberá formar 30° con un plano α (α’’ forma 30° con LT y α’
forma 45° con LT), y B deberá elegirse con menor cota que A.
4. Representar un octaedro regular de arista 8cm. con un vértice A (8cm., 8cm.), una
aristaAB paralela aLTy de modo que una de las caras que pasan porA forme 75° con el plano
vertical.
5. Por un punto O (5cm., 6cm.) trazar recta r que forme 30° con el plano horizontal y
45° con los planos de perfil. Representar un octaedro regular de arista 5 cm., centro el punto O
y una diagonal A C en r (A menor cota que C); y de modo que el centro de una de las caras que
pasan por A esté situado lo más a la derecha posible.
6. Representar un octaedro regular de arista 10 cm. con un vértice A (4cm., 4cm.) y
centro un punto O. Este punto tiene cota y alejamientos mayores que 4 cm., su línea de corres-
pondencia está a 5 cm. a la derecha de A y A’O’ = 6 cm. La recta que une los centros de dos
caras opuestas forma 30° con los planos de perfil.
PIRAMIDE
1. Por un punto O (8cm., 8cm.) trazar plano α normal al 2.° bisector que forme 60° con
el plano horizontal. Construir en α un cuadrado de centro O, lado 5 cm., con un lado AB
cortando a LT y formando el mayor ángulo posible con α’. Representar una pirámide regular
que tenga ese cuadrado como base y de modo que la sección con un plano que pasa por AB y
forma 45° con α es un trapecio de altura 5cm. Elegir el vértice restante con la menor cota
posible. Hallar la sección de la pirámide con un plano bisector del diedro que forman α y el
plano horizontal.
2. Representar pirámide regular S ABCD de base cuadrada ABCD. El centro de la
esfera inscripta es un punto O (3 cm., 5 cm.); el radio de dicha esfera es 2.5 cm; la altura de la
pirámide es 10 cm. y el vértice S pertenece al 1er. bisector (elegir solución de mayor cota). Un
lado de la base forma 30° con los planos de perfil y 45° con el 2.° bisector.
3. El punto O (6cm., 6 cm.) es el centro de la base de una pirámide regular SABC de
base triangular equilátera. La altura de la pirámide es 10 cm. y el lado de la base 6 cm. Una
cara lateral SAB deberá formar 60° con el plano horizontal y 45° con los planos de perfil.
Elegir S lo más alto posible.
408
4. Por un punto O (5cm., 6 cm.) trazar plano α que forme 45° con el plano horizontal
y 60° con el plano vertical. Se considera una circunferencia de α de centro O y radio 8 cm.
Hallar los puntos A y B de dicha circunferencia para los cuales la relación de cota a alejamien-
to es 6/5. Representar una pirámide de regular base cuadrada ABCD siendo A y B dos vértices
de la base y de modo que el vértice restante sea S (0cm., 10cm.).