Australopithecus Celaconde y Ayala Evolución Humana
Australopithecus Celaconde y Ayala Evolución Humana
Australopithecus Celaconde y Ayala Evolución Humana
existen homininos del Plioceno —o no se de tal colonización ni dejaron pruebas del tra-
han encontrado— en el tramo de cerca de yecto recorrido. El enigma se vuelve aún más
1.000 kilómetros que separa el yacimiento inquietante si tenemos en cuenta que, con eda-
más meridional del Rift (Uraha, en Malawi) des cercanas a los 2 m.a., se descubren seres
del más septentrional de Sudáfrica (Maka- muy parecidos en Sudáfrica y en el Rift. En
pansgat). ambas zonas se han encontrado ejemplares
Pese a las dificultades para la datación de «gráciles» y «robustos», protagonistas de
los restos sudafricanos, han sido hallados allí una distinción informal que de inmediato ex-
ejemplares de nuestro linaje cuya edad puede plicaremos. Aun siendo así, los ejemplares de
cifrarse al menos en cerca de 2,2 m.a. La única Sudáfrica y del Rift se asignan a especies di-
explicación posible para su presencia tiene que ferentes.
admitir que los homininos originados en el Una vuelta de tuerca más en la compleji-
Mioceno llegaron alrededor de esa fecha has- dad del proceso se da cuando comprobamos
ta el extremo sur del continente africano. Pero que un tipo de hominino algo más moderno,
ni sabemos quiénes fueron los protagonistas con alrededor de 1,8 m.a., ha sido hallado
Tabla 8.1 Especies del género Australopithecus, edad atribuida, lugar y año de nombramiento del taxón
Figura 8.2 Izquierda: el Niño de Taung Australopithecus africanus (Dart, 1925) (Fotografía de Johanson y Edgar, 1996).
Derecha: Raymond Dart (1893-1988). (Fotografía de http://www.talkorigins.org/faqs/homs/rdart.html). Las circunstancias
del hallazgo del ejemplar y la controversia a la que dio lugar éste pueden consultarse en Cela Conde y Ayala (2001).
tanto en Sudáfrica como en el Rift y en am- tarde fueron hallados nuevos especímenes
bas zonas se asigna al mismo taxón. Se trata en distintos emplazamientos de Sudáfrica:
de Homo erectus que, con la salvedad de las Sterkfontein, Makapansgat, Swartkrans, Krom-
distinciones que se hacen dentro de él en los draai... Con la particularidad de que los de
capítulos correspondientes, unifica el proce- Sterkfontein y Makapansgat se parecían al
so evolutivo de nuestro linaje. de Taung y se incluyeron en su misma espe-
cie, Australopithecus africanus, pero los ha-
llados en Swartkrans y Kromdraai —muy
2. Ejemplares «gráciles» semejantes entre sí— eran tan distintos de
y «robustos» A. africanus que Robert Broom, su descubri-
dor, los asignó a otro género: Paranthropus.
El Niño de Taung (véase apartado 8 de este Los detalles de los parántropos y su taxono-
capítulo) apareció, como hemos dicho, en 1925 mía los veremos en próximos capítulos. Lo
sin que en ese yacimiento se localizase des- que nos interesa ahora es la contraposi-
pués ningún otro hominino. Pero años más ción que se produjo entre esos dos tipos de
Aunque, siguiendo a Broom, distingamos aquí entre Aus- pero cabe recordar (capítulo 3) que, de forma coloquial,
tralopithecus y Paranthropus, son muchos los autores llamaremos «australopitecinos» a unos y otros, distin-
que los agrupan en un mismo género, realizando la distin- guiendo entre australopitecinos «gráciles» y «robustos».
ción sólo a nivel de la especie: Australopithecus africanus En ocasiones a estos últimos los llamaremos también
vs. Australopithecus robustus. Ya lo hemos advertido «parántropos», y «australopitecos», sin más, a los gráciles.
242 Evolución humana
Figura 8.3 Australopitecino grácil (izquierda) y robusto (derecha). Se trata de réplicas respecto de las que de momento
no comentaremos ningún detalle anatómico; se muestran sin mantener la escala y sólo para ilustrar las diferencias más
generales entre esos dos tipos de fósil del Plioceno de Sudáfrica. (Fotografías de http://www.flickr.com/photos/
babycoqui/set).
Las descripciones de los yacimientos a los que vamos a al que remitimos para la consulta de los detalles precisos.
referirnos al describir los ejemplares de las distintas espe- Sin embargo, con el fin de facilitar la lectura hemos repeti-
cies de Australopithecus han sido hechas en el capítulo 6, do algunos de los mapas y los esquemas estratigráficos.
por tanto, no aquellos que se pudiesen men- proceso evolutivo, hemos creído conveniente
cionar, si es que se mencionaron, en la pro- cambiar el orden de las descripciones empe-
puesta de las distintas especies, sino los que zando por el A. afarensis.
aparecen descritos en las reinterpretaciones
posteriores. Si añadimos que cualquier traba-
jo de ese estilo debe esperar a que transcurra
algo de tiempo desde la propuesta original de 4. Australopithecus afarensis
las especies, y la última de la tabla 8.1 ha sido
nombrada en 2010, cabe imaginar que no se 4.1 Ejemplares de Hadar
cuenta con ningún estudio general actualiza-
do de las apomorfias de Australopithecus. Si se traza un mapa de las localizaciones de
Los disponibles proceden de análisis hechos yacimientos de homininos en el Rift, veremos
con arreglo a menos taxa de los que hoy se que Laetoli (Tanzania) y Hadar (Etiopía)
aceptan. Con lo más que se cuenta es con forman los extremos meridional y septentrio-
descripciones relativas a cada especie en par- nal de una extensión muy amplia (véase figu-
ticular. ra 8.4). Pero tanto Laetoli como Hadar han
Sin embargo, existe bastante coincidencia quedado unidos a uno de los especímenes
en considerar dos rasgos como distintivos de que figuran entre los homininos del Plioceno
los Australopithecus frente a los Ardipithecus mejor conocidos desde el punto de vista mor-
anteriores y los Homo posteriores: fológico.
El primer descubrimiento de restos de ho-
• Un desarrollo del aparato locomotor hacia mininos fósiles de Hadar tuvo lugar en el
una bipedia que mantiene, aunque en me- Miembro Sidi Hakoma (SH en la figura 8.4)
nor medida, las capacidades de trepa. en octubre de 1973, fecha en que aparecieron
• Un desarrollo del aparato masticatorio ha- cuatro fragmentos asociados de huesos de
cia una megadontia que resulta inferior, en extremidades inferiores (fragmentos del fé-
cualquier caso, a la de Paranthropus. mur izquierdo, A.L. 128-1, y del fémur y la
tibia derecha, A.L. 129-1) capaces de com-
Esas apomorfias no se encuentran en igual pletar bastante bien la rodilla de un indivi-
grado de desarrollo en cada una de las espe- duo que, a juzgar por la morfología de esa
cies de Australopithecus pero indican una articulación, era bípedo (Johanson y Taieb,
tendencia compartida. La manera como se 1976; Johanson y Coppens, 1976) (véase figu-
va avanzando dentro de esa tendencia y las ra 8.5).
relaciones filogenéticas que cabe deducir de La localización de los fósiles del linaje
tales avances se abordarán en el capítulo 11. humano hallados en esa primera campaña
Australopithecus anamensis, como especie de Hadar corresponde a la parte inferior de
más antigua, es el primer taxón de la tabla 8.1. Sidi Hakoma, algo por encima de la toba
Pero por razones históricas acerca de la mane- SHT, es decir, en terrenos de unos tres millo-
ra como fueron descubriéndose los distintos nes de años. Al año siguiente, 1974, diez espe-
australopitecos del Rift, que proporcionan cla- címenes nuevos dieron una visión más amplia
ves importantes acerca de la interpretación del de los homininos de Hadar, toda vez que entre
244 Evolución humana
M
a
GPTS APTS Gravas
r
150
R
o
140 superior 2,92 m.a.
jo
ERITREA BKT-2
inferior 2,95 m.a.
KH 2,92 3,02 120 *AL 444-2
SUDÁN K *AL 438-1
YIBUTI
Hadar 3,01 3,10 BKT-1
100
*AL 288-1
ETIOPÍA
KHT 3,10 m.a.
80 arenas DD-3
*AL 333
DD
3,05 3,22 60 TT-4 3,22 m.a.
M Nivel aproximado
UGANDA SOMALIA
40 del KMB
3,15 3,33
arenas SH-3
KENIA SH KMT
20 *AL 417-1
RUANDA arenas SH-2
Laetolil
*AL 137-50
BURUNDI
0 SHT 3,40 m.a.
OCÉANO
ÍNDICO –10
TANZANIA
B metros
Figura 8.4 Izquierda: localización del yacimiento de Hadar (Etiopía) indicada en el artículo que comunicó el hallazgo
y descripción del ejemplar A.L. 288-1 (Johanson et al., 1978). Derecha: repetición de la figura 6.6, miembros KH,
DD y SH de la Formación Hadar (Walter y Aronson, 1993).
¡OJO! ES IDÉNTICO AL 6.6
Figura 8.5 Articulación
de la rodilla de A.L. 129-1
de Sidi Hakoma (Hadar),
c. 3 m.a. (Fotografía de
http://www.mnh.si.edu/
anthro/humanorigins/ha/
al129.htm, con añadido
de detalles). Cóndilo lateral
elíptico
Fémur distal
Tibia proximal
Patella profunda
Las circunstancias del hallazgo de Lucy son de dominio contado el propio Johanson. Esa misma noche, duran-
público. El día 30 de noviembre de 1974, Donald Jo- te la celebración del hallazgo en el campamento de Ha-
hanson y Tom Gray, explorando la localidad 162 de Ha- dar, hubo bebidas, bailes y canciones. El magnetófono
dar, tropezaron con numerosos fragmentos de huesos tocaba una y otra vez la canción de los Beatles «Lucy in
que a primera vista parecían corresponder a un único the sky with diamonds» y, sin que nadie recuerde cuán-
individuo (Johanson y Edey, 1981). El hallazgo recibió el do ni a propuesta de quién, el esqueleto quedó bauti-
número de registro de A.L. 288-1, pero también se le zado con el casi inevitable nombre popular del que goza
dio el nombre coloquial de Lucy. El porqué es así lo ha desde entonces (Johanson y Edey, 1981).
ellos se encontraba el muy conocido esqueleto como la «primera familia». La serie lleva la
A.L. 288-1, de nombre coloquial Lucy, sobre el identificación A.L. 333. Se trata de especíme-
que hablaremos de inmediato. Los ejemplares nes fragmentarios e incompletos pero lo bas-
de 1974 comprenden un paladar completo con tante bien preservados como para permitir
toda su dentición, A.L. 200-1a, y la mitad de- realizar ciertas comparaciones relativas a los
recha de un maxilar, A.L. 199-1, junto a otros dimorfismos sexuales y a la condición de las
restos mandibulares y dentales (A.L. 666-1, A.L. formas juveniles y adultas (Johanson, 1976;
188-1, A.L. 277-1, A.L. 198-1, A.L. 198-18, Johanson y White, 1979). La serie 333 se en-
A.L. 198-17a) y femorales (A.L. 211-1, A.L. contró algo por debajo de la toba KHT y
228-1). Además, claro está, de Lucy. tendría, así, unos 3,2 m.a.
La recolección de fósiles en Hadar se reali-
za en principio en superficie, aprovechando
la limpieza del terreno que provocan las llu-
vias poco frecuentes pero torrenciales. El tra- 4.1.1 A.L. 288-1: morfología
bajo de recolección de los restos de A.L. 288-1 y clasificación
duró tres semanas y condujo a la obtención
de un esqueleto parcial pero bastante com- La preservación de los fósiles de Kada Hadar
pleto —salvo la cara—, y muy bien conserva- es excelente; se han encontrado incluso hue-
do, de una hembra adulta (Johanson et al., vos fosilizados de tortuga y cocodrilo (Jo-
1978). Se trata de uno de los ejemplares más hanson y Taieb, 1976). Las condiciones de
informativos que existen, pues, de homininos conservación del ejemplar A.L. 288-1, tam-
del Plioceno; los huesos recuperados alcan- bién muy buenas, permitieron hacerse con
zan hasta un 80% del cuerpo si se toma en una idea clara en términos morfológicos
cuenta la simetría bilateral. El fósil procede acerca de A. afarensis (véase figura 8.6). Se
de sedimentos de la parte inferior del Miem- trata de un ser muy pequeño, entre 1,10 y
bro Kada Hadar (KH), justo por encima de 1,30 metros de alto; una estatura que confir-
la toba KHT. maron otros restos de Hadar hallados en
De acuerdo con la datación de 1982 de aquellos años, como A.L. 128-1 y 129-1, pero
Walter y Aronson, Lucy tendría 3,5 m.a. alejada de lo que indica la serie 333, con
Una revisión posterior (Walter y Aronson, ejemplares de una talla superior. Más ade-
1993) dejaría la toba KHT en 3,18 m.a. y, por lante entraremos en el significado de esas di-
tanto, a A.L. 288-1, que estaba situado algo ferencias.
por encima, en unos 3,1 m.a. La relación entre la longitud del húmero y la
En 1975 los hallazgos de Hadar se com- del fémur, que da una idea de lo largos que son
pletaron con una serie de hasta trece indivi- los brazos en comparación con las piernas,
duos de distintas edades y sexos conocida arrojó para A.L. 288-1 una cifra superior a la
246 Evolución humana
de los seres humanos actuales. A su vez, los
huesos de las manos tanto de Lucy como de la
serie 333, y los de los pies disponibles, también
difieren de la morfología actual. Por su parte,
la estructura de la cadera de Lucy sugiere una
postura bípeda. Ya hemos discutido las dife-
rentes interpretaciones que se ofrecen del tipo
de bipedismo de los homininos; enseguida vol-
veremos sobre la cuestión de la variedad de la
muestra presente en el yacimiento en ese rasgo.
Sigamos antes con un aspecto significativo de
la morfología de A.L. 288-1: su cráneo.
Una de las ausencias más notorias en el
esqueleto A.L. 288-1 es la de la cara: apenas
se han conservado unos fragmentos cranea-
les del ejemplar. La ausencia de cráneos es
una circunstancia común en todos los ha-
llazgos de Hadar descubiertos en la década
de 1970; de ahí que las primeras reconstruc-
ciones de la muestra se hiciesen mediante la
agrupación de fragmentos procedentes de
distintos ejemplares. Calcular en esas condi-
ciones las capacidades craneales no permite
precisar mucho pero, en cualquier caso, re-
sultaba obvio que se trataba de unos seres
con un cráneo muy pequeño. Así que, usan-
do las mismas palabras de Donald Johanson
al referirse a Lucy, «no tenía más de un metro
de estatura, su cerebro era diminuto y, sin
embargo, caminaba erguida» (Johanson y
Edey, 1981).
Los seres de Hadar son una muestra exce-
lente de la evolución en mosaico. Algunos ras-
gos, como la forma de la cadera, indican una
proximidad notable respecto de los homininos
posteriores. Otros, como la forma de la arcada
dental (en V, siendo así que los humanos ac-
tuales tienen una arcada parabólica) muestran
la persistencia de caracteres primitivos. Tam- Figura 8.6 El esqueleto parcial A.L. 288-1 Lucy de Sidi
bién son primitivos el cráneo pequeño y robus- Hakoma, Hadar. C. 3,1 m.a. (Johanson et al., 1978).
Ilustración de http://www.anthro4n6.net/lucy.
to y la longitud de las extremidades anteriores
(Johanson y White, 1979). Se estaba, pues,
ante «un pequeño ser con cerebro de antropoi-
de, y con la pelvis y los huesos de la pelvis casi dad» de su locomoción respecto de la humana
idénticos en sus funciones a los del hombre actual ha sido motivo de continuas controver-
moderno» (Johanson y Edey, 1981). sias, la verdad es que los descubrimientos reali-
Aun cuando el empeño de Johanson en re- zados en Hadar indicaron sin la menor duda
saltar el bipedismo de Lucy deba ser matizado posible la presencia de la bipedia con un tama-
teniendo en cuenta que el grado de «moderni- ño de los cráneos similar al de un chimpancé.
8. El género Australophitecus 247
El alcance de la bipedia de A. afarensis es un aspecto la forma del tórax de A. afarensis sería más «humana»
muy debatido (véase capítulo 5). En términos genera- de lo antes admitido. La presencia en ese material de
les, son numerosos los autores que han apuntado la un cuarto metatarsiano —un elemento del pie inexis-
existencia de rasgos en mosaico que apuntan hacia tente hasta entonces en el hipodigma de la especie—,
una locomoción particular, bípeda pero con manteni- con torsión axial, expansión dorsoplantar y cabeza
miento de cierta capacidad de trepa. El hallazgo en abovedada semejantes a los rasgos propios de los hu-
Hadar de 49 nuevos postcraneales hallados en las manos modernos, serían indicios para Ward et al.
campañas de 1990 a 2007 ha llevado a Carol Ward y (2012) de un movimiento del talón semejante al actual
colaboradores (Carol Ward et al., 2012) a sostener que durante la marcha.
En la década de 1970, cuando tuvieron lugar ¿Cómo clasificar un ser al estilo de Lucy?
los principales descubrimientos de Hadar, na- El libro de divulgación de Johanson y Edey
die con autoridad en el mundo de la paleonto- (1981) acerca de los hallazgos de Hadar in-
logía aceptaba ya la superchería del «hombre cluye tres capítulos, el 13, 14 y 15, destina-
de Piltdown». Pero de haber llegado hasta en- dos a contestar a esa pregunta. En ellos, Do-
tonces la influencia de ese fraude, Lucy habría nald Johanson cuenta detalles interesantes
proporcionado la prueba irrefutable de que el acerca de sus discusiones con Tim White a la
proceso de evolución había sido exactamente el hora de decidir a qué especie pertenecían los
inverso: primero la locomoción y mucho más restos de Hadar. La alternativa era clara: o
tarde las capacidades craneales altas. bien Lucy se incluía en una de las especies ya
El tipo de hominino que sería un Australo- conocidas —y, en ese caso, ¿en cuál?— o se
pithecus afarensis puede deducirse, en parte al nombraba una nueva. Los problemas para
menos, de las pautas paleoecológicas de sus situar a los homininos de Hadar en una espe-
lugares de procedencia. Una reconstrucción cie de hominino del Plioceno ya descrita, de-
del hábitat de cada miembro de la Formación jando aparte la cuestión de su edad muy an-
Hadar fue llevada a cabo por Kaye Reed (2008) tigua, consistían en que sus molares eran tan
basándose en la fauna presente allí. Los re- pequeños como los del Homo habilis pero
sultados obtenidos fueron los siguientes: el otras características tenían muy poco que ver
miembro inferior, Sidi Hakoma, supone el há- con el género Homo. Johanson y White deci-
bitat más cerrado. Denen Dora muestra ex- dieron, pues, que se trataba de un australopi-
tensiones de pradera. Kada Hadar contiene teco. Esa decisión, que ahora puede parecer
indicios de haber tenido un clima más árido y, obvia, suponía descartar algunas de las alter-
por tanto, abierto. Aunque los homininos ha- nativas taxonómicas que habían recibido ini-
llados corresponden a Sidi Hakoma, Reed sos- cialmente los restos de Hadar.
tuvo que A. afarensis habría vivido en una Johanson y White mantuvieron que «so-
variedad de hábitats a lo largo de toda la For- bre la base de la presente colección de homi-
mación Hadar que pone de manifiesto su con- ninos de Hadar se sugiere tentativamente
dición de especie no especializada (eurotópi- que algunos especímenes muestran afinida-
ca). El estudio paleoambiental de James des con A. robustus, otros con A. africanus
Aronson, Million Hailemichael y Samuel Sa- (sensu stricto) y otros con fósiles previamen-
vin (2008), basado en el análisis de los isóto- te referidos a Homo». Ese diagnóstico cubría
pos 18O y 13C, sostuvo que la biomasa para A. todas las posibilidades disponibles, excepto
afarensis habría sido sobre todo de hierbas la de considerar una nueva especie. Fue una
boscosas, que es precisamente lo que en el afirmación un tanto precipitada que Johan-
trabajo de Reed (2008) se atribuye a Sidi son reconoce que tuvo que lamentar muy
Hakoma. pronto (Johanson y Edey, 1981) porque, se-
248 Evolución humana
En la primera descripción de los ejemplares hecha por mencionaban semejanzas y afinidades (no se propuso
Donald Johanson y Maurice Taieb (1976) solamente se ninguna clasificación formal).
gún él mismo aseguró, el examen más cuida- Kimbel y colaboradores (1994) describie-
doso de la muestra determina que los espe- ron un cúbito, A.L. 438-1 (que terminó sien-
címenes hallados en Hadar corresponden do parte de un esqueleto parcial), dentro del
al nuevo taxón al que se dio el nombre de Miembro Kada Hadar, de edad algo superior
A. afarensis (Johanson et al., 1978). a la del cráneo A.L. 444-2, y un húmero muy
robusto, A.L. 137-50 —de la parte inferior
del Miembro Sidi Hakoma.
4.1.2 Ampliación temporal del rango En 2005 Michelle Drapeau y colaborado-
de A. afarensis res comunicaron el hallazgo en Kada Hadar
de un esqueleto parcial compuesto por par-
La condición de A. afarensis recibió una nue- te de la mandíbula, un fragmento de hueso
va luz gracias al descubrimiento del primer frontal, un cúbito izquierdo completo, dos
cráneo que conservaba la cara, el ejemplar metacarpianos segundo, un tercer metacar-
A.L. 444-2 descrito en 1994 por Kimbel, piano y partes de la clavícula, el húmero, el
Johanson y Rak. Se trata de un espécimen de radio y cúbito derecho, formando el ejemplar
antigüedad menor que los anteriores, proce- A.L. 438-1. Su edad, de 3 m.a., lo situó como
dente de la parte media del Miembro Kada uno de los A. afarensis más modernos. Se tra-
Hadar con alrededor de 3,0 m.a. (Kimbel, taba, además, de uno de los pocos ejemplares
Johanson y Rak, 1994). Al tratarse de un ma- de homininos del Plioceno con elementos
cho adulto, recibió el nombre popular de «hijo craneales y postcraneales asociados que se
de Lucy». conociesen en esa fecha. Como novedad,
El cráneo A.L. 444-2 (véase figura 8.7) es A.L. 438-1 también incluía el primer cúbito
muy ancho, el más ancho de toda la muestra completo de un A. afarensis adulto, y el pri-
de la especie, con un cuerpo mandibular tam- mer metacarpiano asociado a las extremida-
bién amplio pero menos robusto que el pro- des anteriores (Drapeau et al., 2005).
medio. La proyección facial es considerable.
En conjunto, A.L. 444-2 mantiene las ca-
racterísticas morfológicas típicas de los de-
más especímenes de A. afarensis de Hadar,
pero el «hijo de Lucy» aumenta de forma
considerable la variabilidad de la muestra de
A. afarensis. Otros hallazgos, como el de un
maxilar asociado a una mandíbula parcial y
fragmentos de la base craneal, A.L. 417-1d,
procedente de la parte media del Miembro
Sidi Hakoma (alrededor de 3,25 m.a.), que
pertenece probablemente a una hembra (Kim-
bel et al., 1994) y muestra caninos más peque-
ños y menor prognatismo que A.L. 444-2,
hablan en favor de unas diferencias sexuales Figura 8.7 A.L. 444-2 de Hadar (Etiopia), A. afarensis.
grandes. Fotografía de Johanson y Edgar (1996).
8. El género Australophitecus 249
Figura 8.8 Izquierda:
postcraneales de
A.L. 438-1. Fragmentos
de (a) la clavícula; (b)
húmero; (c y d) cúbito;
(e) radio; (f, g y h)
metacarpianos.
Derecha: fragmento
mandibular
A.L. 438-lg.
(Ilustraciones
de Drapeau
et al., 2005).
4.1.3 ¿Cuántas especies de A. afarensis tras que la serie 333, A.L. 444-2 y A.L. 438-1,
hay en la muestra de Hadar? hallada más tarde, son de mayor tamaño.
Las diferencias más notorias en tamaño y
Los primeros hallazgos de Hadar llevaron a peso podrían ser atribuidas, desde luego, a un
plantear dudas acerca de si los especímenes eventual dimorfismo existente entre machos
de Australopithecus pertenecen a una sola es- y hembras. Ante la semejanza morfológica de
pecie; podría ser preciso, de acuerdo con la las piezas de los ejemplares grandes y peque-
heterogeneidad de los hallazgos, dividir la ños de Hadar, Johanson y White (1979) sos-
muestra en dos o más taxa: A.L. 288-1 y A.L. tuvieron que la variabilidad obedece tan sólo
417-1d son ejemplares muy pequeños, mien- a ese contenido dimórfico. Los paladares, las
Como indicó Poirier (1987), el ver en la muestra de mitirse dentro de una única especie. El segundo,
Hadar una o varias especies depende de dos factores. cuánta puede explicarse a causa de los dimorfismos
El primero, cuánta variabilidad morfológica debe per- sexuales.
250 Evolución humana
El dimorfismo sexual que puede indicar la muestra de tro de la muestra elegida, y las hipótesis acerca del por-
A. afarensis (serie 333 y otros ejemplares conocidos en ese qué de las cercanías o diferencias en tamaño se basan
momento), comparado con el de los humanos moder- en cuestiones aún más difíciles de comprobar de manera
nos, ha sido sometido a análisis a fondo con resultados empírica (como es la posible monogamia de una deter-
opuestos. La alternativa consiste en atribuir a los homini- minada especie de hominino), no resulta extraño que
nos antiguos unas grandes diferencias en la mayor parte las interpretaciones sean diametralmente opuestas.
de sus rasgos, con la excepción de los caninos —muy J. Michael Plavcan y colaboradores (2005) sostuvieron
parecidos en ambos sexos—, o un grado de dimorfismo que el dimorfismo sexual de A. afarensis es notable. Phi-
semejante al moderno. Como el resultado de los estu- lip Reno y colaboradores (2003; 2010) lo consideraron
dios depende de la estimación de la masa corporal den- semejante al de los humanos modernos.
mandíbulas y los terminales distales de los llado especializaciones que permitirían inclu-
fémures serían así copias a distinta escala so clasificarlos como miembros del clado
pero idénticas desde el punto de vista morfo- Paranthropus, es decir, como australopitecos
lógico (Johanson y White, 1979). Siguiendo robustos. De tal suerte, la idea de que los dos
esa idea, Kimbel y White (1988) llevaron a cabo linajes Paranthropus y Homo se separaron
la reconstrucción de un cráneo «completo» hace 2,5 m.a. quedaría destruida por la senci-
de A. afarensis combinando fragmentos cra- lla razón de que los ejemplares robustos pre-
neales y faciales de diferentes individuos, cosa sentes en Hadar tendrían al menos 50.000
que llevó a que se les acusase de estar mez- años más.
clando restos pertenecientes a más de una Los postcraneales de A. afarensis permiten
especie (véase Shreeve, 1994). deducir cómo fue su locomoción. De acuer-
El estudio comparativo de Todd Olson do con Kimbel y colaboradores (1994), la ar-
(1985) sobre algunos aspectos de la morfolo- ticulación del húmero de A.L. 438-1 y el cú-
gía del cráneo (basicráneo y región nasal) de bito de A.L. 137-50, al igual que sucede con
los ejemplares de Hadar y Sudáfrica, sacó A.L. 288-1 Lucy, apunta a que las extremida-
la conclusión de que esas zonas geográficas des anteriores de A. afarensis se aproximan
quedarían afectadas en el Plioceno por las más a la longitud de los brazos de los chimpan-
presiones selectivas de la bipedia, primero, y cés que a la propia de los seres humanos. Pero,
de la especialización en la alimentación, des- como indicó Leslie Aiello (1994) —quien se
pués. Los ejemplares grandes y pequeños de mostró de acuerdo con la idea de una espe-
Hadar, no quedarían justificados por el di- cie muy variable en Hadar—, el cúbito de
morfismo sexual, según Olson, sino por esas A.L. 438-1 no contiene las características
presiones selectivas. Parte de ellos, como propias del nudilleo. La agrupación de sus
A.L. 333-45 y A.L. 333-105, habrían desarro- rasgos es en mosaico, con presencia simultá-
El análisis de Martin Häusler y Peter Schmid (1995) de Schmid se basa en un argumento especulativo —la
la pelvis de A.L. 288-1 introdujo otro elemento en la atribución a los ejemplares grandes de Hadar de un
controversia: la posibilidad de que Lucy fuese un ma- tamaño craneal en el momento de su nacimiento que
cho y, por tanto, que las diferencias morfológicas en la les impediría pasar por el canal pélvico de A.L. 288-1.
muestra de Hadar no puedan deberse sólo a dimorfis- Lovejoy y Johanson criticaron esos cálculos (véase,
mos sexuales. Sin embargo, la hipótesis de Häusler y Shreeve, 1995).
8. El género Australophitecus 251
nea de caracteres primitivos y derivados, cosa más grandes y los más pequeños documenta-
que, unida a la forma robusta del húmero, se- dos con anterioridad, apoyan la presencia de
ría la adecuada para una criatura que andu- una única especie de A. afarensis muy varia-
viese erguida por el suelo pero trepando tam- ble en ese yacimiento.
bién a los árboles. Como vemos, un diagnósti-
co parecido al que hemos visto en el capítu-
lo anterior respecto de Ar. ramidus. Carol 4.2 Ejemplares de A. afarensis
Ward (2002) apuntó que la hipótesis más de Laetoli
plausible para A. afarensis sería la de una bi-
pedia habitual con retención de rasgos primi- El taxón Australopithecus afarensis fue pro-
tivos de conducta arbórea, aun reconociendo puesto por Johanson en el simposio Nobel
que, en esos años, no se disponía de eviden- celebrado en mayo de 1978 en Estocolmo.
cias empíricas suficientes para apoyarla o Ese mismo año, Donald Johanson, Tim Whi-
desecharla. te e Yves Coppens (1978) publicaron la des-
La comparación del ejemplar de gran tama- cripción formal de A. afarensis. Pero el ejem-
ño A.L. 438-1 de Kada Hadar con A.L. 288-1 plar tipo indicado no fue ninguno de los de
puso de manifiesto, según Michelle Drapeau Hadar, sino el espécimen L.H.-4 de Laetoli
y colaboradores (2005), que la morfología (Tanzania) descrito por Mary Leakey y cola-
funcional de la extremidad superior de A. afa- boradores (1976) (véase figura 8.9).
rensis es similar en todos los casos, al margen El yacimiento de Laetoli, en el norte de
del tamaño del cuerpo. Ese resultado apoya Tanzania, se encuentra a unos 40 kilómetros
la hipótesis de que la muestra de Hadar in- al sur de Olduvai. Hemos hablado ya de él
cluya una sola especie de homininos. Por con motivo de las huellas fósiles que se en-
su parte, casi todos los rasgos apomórficos cuentran allí (véase capítulo 5). Pero Laetoli
de las extremidades anteriores de A.L. 438-1 ha suministrado también, desde el primer ha-
se comparten con los seres humanos. Sólo el llazgo hecho por Kohl-Larsen en 1938-1939,
cúbito de A.L. 438-1 es más curvado que en algunos ejemplares de homininos muy anti-
los humanos modernos —separándose en ese guos. La datación por el método del 40K/40Ar
rasgo de A.L. 288-1—, y la capacidad mani- dio una edad de 3,5-3,8 m.a. a los sedimentos
puladora de sus manos parece menor que la que contienen restos de homininos, edad que
actual, aunque supone un rasgo derivado era parecida a la atribuida hasta entonces a
respecto de los demás primates. Tras un aná- las huellas fósiles (Harris, 1985). Una nueva da-
lisis de función discriminante en el que se tu- tación llevada a cabo por el método 40Ar/ 39Ar
vieron en cuenta datos métricos de simios y de los lechos inferior y superior de Laetoli dio
humanos actuales además de fósiles de homi- como resultado 4,36-3,85 y 3,85-3,63 m.a.,
ninos, Drapeau et al. (2005) concluyeron que respectivamente (Deino, 2011). De acuerdo
la selección natural impuso unos rasgos a las con la tasa de sedimentación calculada, la
extremidades anteriores de A. afarensis me- edad de los ejemplares de A. afarensis sería
nos efectivos para la trepa arbórea que en los de 3,85-3,63 m.a. y la de las huellas fósiles, de
simios. La contrapartida sería la capacidad 3,66 m.a.
de manipulación de A. afarensis, que habría Entre 1938 y 1979 se descubrieron en Lae-
supuesto una ventaja selectiva. Tenemos, toli hasta 30 especímenes de homininos que
pues, como alternativa más probable la de incluyen mandíbulas, maxilares, dientes aisla-
una sola especie presente en el hipodigma de dos y un esqueleto juvenil parcial (Day, 1986).
A. afarensis, junto a una interpretación fun- Trece de ellos, consistentes en dientes y man-
cional que apunta hacia una locomoción bí- díbulas, fueron hallados por el equipo de in-
peda con capacidades de trepa. Los hallaz- vestigación dirigido por Mary Leakey en las
gos de 1990-2007 de Hadar (Ward et al., campañas de 1974 y 1975. Entre ese material
2012), con ejemplares intermedios entre los se encuentra el ejemplar L.H.-4, constituido
252 Evolución humana
por una mandíbula sin ramo, poco distorsio- que pertenecen también a Australopithecus
nada, y parte de la dentición de un adulto afarensis. Esa adscripción se ha mantenido
(M. D. Leakey et al., 1976). Mary Leakey y más tarde (por ejemplo, White et al., 2006).
colaboradores (1976) apuntaron respecto de Al margen de lo correcto que haya podido
ese ejemplar y los demás de Laetoli tanto su ser el camino que llevó a la propuesta de la
semejanza con los australopitecos gráciles y, so- especie A. afarensis, nos encontramos con las
bre todo, con los primeros Homo como sus di- dificultades de su caracterización. Al desig-
ferencias con los australopitecos robustos. nar el espécimen de Laetoli como holotipo, el
Pero no asignaron los restos a ninguna especie A. afarensis quedó ligado a la morfología de
ni género en concreto. Se limitaron a indicar su ese ejemplar y cabe plantearse entonces hasta
«fuerte semejanza» con los ejemplares perte- qué punto los de Hadar pueden proponerse
necientes al género Homo en África del este. como paratipos. O dicho de manera menos
Sin embargo, en la descripción de los especí- técnica, en qué medida forman parte de la
menes hallados entre 1976 y 1979 Tim White misma especie unos ejemplares tan distantes
(1980) incluyó una mención breve sosteniendo entre sí en términos geográficos.
8. El género Australophitecus 253
En la crítica de Phillip Tobias (1980) a la pertenecen a la especie descrita como Austra-
propuesta del A. afarensis se indicó que entre lopithecus africanus por Dart, aun cuando
los ejemplares de Hadar y los de Laetoli existe pueden constituir subespecies de ella. Phillip
una distancia en el espacio de 1.600 kilómetros Tobias propuso añadir, pues, al A. africanus
y otra en el tiempo de 800.000 años, al margen transvaalensis las subespecies de A. afri-
de las diferencias morfológicas que puedan in- canus afarensis para los ejemplares de Laetoli,
dicarse. Siendo así, cobran fuerza las interpre- ya que A. afarensis se había designado en fun-
taciones alternativas. La de Tobias (1980), rea- ción de uno de ellos. Los ejemplares de Hadar
lizada tras un examen morfológico comparati- serían A. africanus aethiopicus (Tobias, 1980).
vo de las muestras de Hadar, Laetoli y el Pero ni los problemas iniciales de la inter-
Transvaal (Sterkfontein y Makapansgat), con- pretación del A. afarensis se han mantenido
sistió en sostener que todos esos ejemplares ni las críticas de Tobias y los Leakey a la nueva
Figura 8.10 Izquierda: postcraneales que forman el ejemplar KSD-VP-1/1 (Haile-Selassie, Latimer et al., 2010).
Derecha: A.L. 333-160, cuarto metatarsiano del pie izquierdo de A. afarensis en vistas dorsal, lateral, medial, plantar
y proximal (Ward et al., 2011).
En un sentido similar al de Ward y colaboradores (2011) dio para la comparación incluía fémures de 71 mujeres y
se pronunció el estudio de Adam Sylvester, Mohamed 88 hombres de humanos modernos, Homo sapiens. El
Mahfouz y Patricia Kramer (2011) acerca de la mecánica trabajo de Jeremy DeSilva y Zack Throckmorton (2010)
de la locomoción relacionada con el grupo de muscula- acerca de la relación existente entre el tobillo y el arco
tura de los cuádriceps en el ejemplar de fémur distal posterior del pie en A. afarensis sostuvo que, aunque la
A.L. 129-1a, el primero descubierto en Hadar, que junto curvatura de tipo moderno estaba ya presente en ese
con el A.L. 129-1b compone la rodilla (figura 8.5). El aná- taxón, el pie de A.L. 288-1 sería más plano y por razones
lisis reveló que ese espécimen habría poseído la ventaja no patológicas. La conclusión de los autores fue la de
mecánica efectiva (EMA) propia de un hominino con su una variabilidad en ese rasgo dentro del hipodigma de
masa corporal. La muestra de la que se obtuvo el prome- A. afarensis semejante a la humana moderna.
254 Evolución humana
La edad de DIK-2-1 fue establecida a partir de la del Miem- Aún más antiguos son los materiales dentales proce-
bro Sidi Hakoma, que resulta ser de 3,40 ± 0,03 m.a. dentes de la localidad de Fejej, sur de Etiopía, situa-
(Walter y Aronson, 1993). Como el ejemplar fue hallado dos entre dos intrusiones basálticas cuya edad es de
en el yacimiento DIK-2, algo por debajo de la toba vol- 4,06 ± 0,07 y 3,94 ± 0,05 m.a., con lo que los restos
cánica que proporciona su edad al Miembro Sidi Hakoma, —semejantes a los de A. afarensis— tendrían más de
Alemseged y colaboradores (2005) le atribuyeron una 4 m.a. (Kappelman et al., 1996)
antigüedad algo superior.
Figura 8.11 DIK-1-1. Izquierda: a-b, vista inferior del cráneo tal
y como se descubrió (a) y tras una preparación parcial (b); c, vista
lateral del cráneo con la clavícula y costillas tras una preparación
parcial; d-f, vistas anterior, lateral y posterior del cráneo (longitud
de la barra blanca vertical: 2 cm) (Alemseged et al., 2006).
Derecha: a, húmero distal derecho; b, fémur distal y tibia proximal
izquierdos; c, fémur distal y tibial proximal derechos en postura
flexionada; d, pie izquierdo y esquema de su contorno indicando
metatarsos (mt), tibia distal (ti), peroné distal (fi), talus (ta),
calcáneo (ca) y tarsos (ts) (barra blanca vertical: 2 cm) (Alemseged
et al., 2006).
La edad y el sexo de DIK-1-1 fueron establecidos al morfología son siempre espinosos. Lo que resultan
determinar mediante escáner —CT— el grado de ser grandes diferencias anatómicas en la compara-
desarrollo de los dientes aún por eclosionar, dando ción de ejemplares adultos de diferentes especies de
por supuesta la pertenencia del ejemplar a la especie homininos, e incluso de hominoideos, son todavía
A. afarensis (Alemseged, 2006). Siendo un espéci- rasgos muy próximos si se trata de individuos inma-
men infantil, los problemas de determinación de su duros.
Es importante un aspecto puesto de mani- africanos, que tienen una región infraespi-
fiesto por Alemseged y colaboradores (2006): nosa relativamente menor, la desarrollan
la corta edad de DIK-1-1 permite establecer, durante el crecimiento ontogenético. Ese
al comparar el ejemplar con los adultos, cier- tipo de desarrollo se puede relacionar con
tas pautas acerca del desarrollo ontogenético un cambio de conducta entre la arbórea ju-
en A. afarensis. El grado de desarrollo cere- venil y el nudilleo adulto —los orangutanes,
bral en comparación con el volumen del crá- que no nudillean, mantienen una pauta
neo adulto, por ejemplo, indica que tanto adulta más próxima a la juvenil. Por su par-
DIK-1-1 como A.L. 333-105 se alejan de los te, A. afarensis cuenta con una forma juve-
valores propios de los chimpancés para si- nil cercana a la de los simios africanos pero
tuarse en la línea de lo que supone un ejem- en su fase adulta —indicada por la escápula de
plar infantil de humano moderno. Ese hecho Woranso-Mille y también por A.L. 288-1
es en especial interesante si tenemos en cuen- de Hadar— no se produce el desarrollo pro-
ta que la capacidad craneal de un A. afarensis pio de gorilas y chimpancés (Green y Alem-
adulto no va más allá de la de los chimpan- seged, 2012). En opinión de Green y Alemse-
cés. Eso quiere decir que se gana poco volu- ged (2012), A. afarensis completaría la bipe-
men desde el infantil relativamente grande al dia con una dosis considerable de conducta
adulto relativamente pequeño y sugiere que arbórea.
el proceso de crecimiento del cerebro era len-
to en esos australopitecos.
Las escápulas de A. afarensis —las dos ju- 4.5 Ejemplares de A. afarensis de Maka
veniles de Didika y la adulta de Woranso-
Mille— han proporcionado la rara oportuni- Ya hemos comentado que en su momento
dad de poder establecer pautas de desarrollo llamó no poco la atención que la propuesta
ontogenético de la zona del hombro, muy de A. afarensis indicase como ejemplar-tipo
significativa para poder inferir pautas de un espécimen de Laetoli, habida cuenta de la
conducta arbórea. David Green y Zerenesay distancia considerable que separa Etiopía y
Alemseged (2012) llevaron a cabo la compa- Tanzania. Pero los hallazgos posteriores,
ración de las escápulas juveniles y adultas de además de ampliar el hipodigma de A. afa-
humanos modernos, simios (Pongo, Gorilla, rensis y extender su rango temporal, pusieron
Pan) y A. afarensis (ejemplares DIK-1-1, ju- de manifiesto la presencia de ejemplares de
venil; KDS-VP-1-1, adulto), incluyendo un ese taxón en localidades situadas entre Lae-
Homo erectus adolescente (KNM-WT 15000) toli y Hadar. Vayamos con ellos.
en la muestra. El yacimiento de Maka, situado en la re-
La escápula cuenta con una región infra- gión del Middle Awash —Etiopía, al sur de
espinosa —su parte inferior— que es am- Hadar— ha proporcionado ejemplares atri-
plia en los humanos modernos tanto en su buidos a A. afarensis. Entre ellos, la man-
estado juvenil como en el adulto. Los simios díbula casi completa MAK-VP- 1/12 (véase
8. El género Australophitecus 257
figura 8.13), otros materiales mandibulares y La megadontia, así, habría experimentado
dentales, un fémur parcial (proximal), un cú- un incremento desde A. anamensis a A. afa-
bito y un húmero casi completo, con una rensis que indicaría la incorporación a la die-
edad de los especímenes de 3,4 m.a. (White et ta de materiales cada vez más duros. Por su
al., 1993). El estudio de las mandíbulas de parte, la presencia de ejemplares grandes y
MAK-VP-1/12 llevado a cabo por Tim Whi- pequeños en la muestra de Maka apoya la
te y colaboradores (2000) planteó el sentido idea de Johanson y White (1979) de un único
evolutivo del complejo C/P3. Como vimos en taxón muy variable en A. afarensis.
el capítulo 7, el C/P3 propio de los homininos
constituye una apomorfia de Ar. ramidus. En
consecuencia, se trata de uno de los rasgos
derivados relacionados con la dentición que 4.6 Ejemplares de A. afarensis
primero evolucionaron a partir de los carac- de West Turkana y South Turkwel
teres primitivos compartidos con los simios
superiores. Kenia cuenta también con localidades que
Ese aspecto de la dentición de MAK-VP- 1/12 han proporcionado ejemplares de A. afa-
pone de manifiesto en qué forma pudo haber rensis. El yacimiento de West Turkana, por
evolucionado el rasgo derivado esencial de ejemplo, muy conocido por haber sumi-
Australopithecus, la megadontia. En un próxi- nistrado fósiles como KNM-WT 17000,
mo apartado describiremos las características P. aethiopicus, KNM-WT 40000, K. plat-
de A. anamensis, una especie muy antigua del yops y KNM-WT 15000, Homo erectus, que
género (de cerca de 4 m.a.), cuya dentición es se describirán en su momento. Del Miem-
de tamaño comparativamente más modesto. bro Lomewki de West Turkana proceden
Figura 8.12 Mandíbula MAK-VP-1/12 en vista, Figura 8.13 Mandíbulas KNM-WT 16006 (izquierda)
lateral (a), superior (b) y anterior (c). (Fotografías y KNM-WT 8556 (derecha), vistas lateral (a), medial (b) y oclusal
de White et al., 2000). (c) (Brown et al., 2001).
258 Evolución humana
los especímenes atribuidos a A. afarensis aunque indicando que comparte algunos ras-
KNM-WT 16006, un cuerpo mandibular de- gos notorios con A. afarensis.
recho con algunos dientes, de 3,35 m.a., y
KNM-WT 8556, 8557 y 1603, mandíbulas
fragmentarias algo más recientes (Brown et
al., 2001) (véase figura 8.13). 5. Australopithecus anamensis
South Turkwel, Kenia, se encuentra entre
los lugares con posible, aunque dudosa, pre- Pese a que forman el taxón más representativo
sencia de A. afarensis. De South Turkwel y mejor conocido de los australopitecos, los A.
proceden un fragmento mandibular juvenil afarensis no suponen la especie de más edad
(KNM-WT 22936) y otros fósiles asociados, dentro del género. Los yacimientos de Allia
incluidos algunos postcraneales (KNM-WT Bay (en la orilla oriental del lago Turkana) y
22944) (Ward et al., 1999). Su edad, obtenida Kanapoi (en la parte occidental y algo al sur
mediante correlaciones geológicas y análi- del mismo lago), ambos en Kenia, han propor-
sis de la fauna existente, podría acercarse a cionado los restos más antiguos de Australopi-
3,5 m.a. Por lo que se refiere a la taxonomía, thecus bien identificados hasta el momento.
Carol Ward y colaboradores (1999) se limi-
tan a indicar que la morfología de los ejem-
plares recuerda a A. afarensis y A. africanus.
Un espécimen, el BEL-VP-1/1, encontrado 5.1 Ejemplares de A. anamensis
en 1981 en Belohdelie, en la zona de Middle de Kanapoi y Allia Bay
Awash, y constituido por un frontal parcial
con un pequeño fragmento del parietal iz- El primer hallazgo de un espécimen de homi-
quierdo, había recibido una datación de 3,9 nino en Kanapoi tuvo lugar en 1967, año en
m.a. Pero el estudio de la morfología del fósil el que Bryan Patterson y W. W. Howells
mediante imagen especular hecho por Berha- (1967) describieron un fragmento de húmero
ne Asfaw (1987) indicó que se trataba de un al que se atribuyó una edad de 2,5 m.a., aun-
hominino muy generalizado y cercano a la que sin asignarlo a ninguna especie; los auto-
divergencia entre los homininos y los simios res se limitaron a indicar que se parecía más
africanos sin más, es decir, sin aventurar su a Australopithecus que a Paranthropus. Más
pertenencia a ninguna especie en concreto, antiguos son los nueve ejemplares de Kana-
poi y los doce de Allia Bay descritos por
Meave Leakey y colaboradores (1995) e in-
terpretados desde el punto de vista morfoló-
gico y filogenético por Carol Ward, Meave
Leakey y Alan Walker (2001). Con una edad
que va entre los 4,1 m.a. para los primeros
y 3,9 m.a. para los de Allia Bay, extienden en
500.000 años hacia atrás la presencia de los
australopitecos.
La mandíbula KNM-KP 29281 (véase fi-
gura 8.14), los materiales dentales y craneales
juveniles KNM-KP 31712 y KNM-KP 34725
y un hueso capitado de la mano, KNM-KP
31724 (véase figura 8.15) fueron hallados
en el nivel estratigráfico inferior de Kanapoi
Figura 8.14 Mandíbula KNM-KP 29281, holotipo (con una edad entre 4,17 y 4,12 m.a.), mien-
de Australopithecus anamensis. (Fotografía de Johanson tras que la tibia KNM-KP 29285 y el hú-
y Edgar, 1996). mero KNM-KP 271 son algo más jóvenes
8. El género Australophitecus 259
La solución taxonómica de agrupar los homininos de KNMP-KP 29287. Pero, de ser así, las características
Kanapoi y Allia Bay en una sola especie fue criticada por de la locomoción de A. anamensis —deducidas de la
Andrews (1995). La secuencia estratigráfica de Kanapoi tibia KNM-KP 29285, que pertenece al mismo intervalo
y Allia Bay separa los sedimentos de origen fluvial más litológico que la citada mandíbula— no se aplicarían a
antiguos de las arcillas posteriores procedentes de un los especímenes más antiguos. Los nuevos hallazgos
lago ancestral, Lonyumun Lake. Andrews apuntó que de las campañas de 1995-1997 confirmaron, para
los ejemplares más modernos de los terrenos lacustres Meave Leakey y colaboradores (1998), tanto la antigüe-
podrían pertenecer a una especie distinta y más deriva- dad atribuida al A. anamensis como la presencia de una
da. Eso explicaría la robustez relativa de la mandíbula sola especie de las muestras de Kanapoi y Allia Bay.
(entre 4,07 y 4,12 m.a.). Una mandíbula paratipo está constituido por los demás
grande (KNM-KP 29287), presumiblemente ejemplares de ambos yacimientos.
de un macho, apareció en el nivel superior de Las campañas de 1995-1997 de Kanapoi
Kanapoi, de más de 3,5 m.a. y menos de 4,1 suministraron un ejemplar juvenil que asocia
(M. G. Leakey et al., 1995; Ward et al., 2001). dientes y piezas craneales (KNM-KP 34725),
Los ejemplares de Kanapoi y Allia Bay más piezas que completan la mandíbula an-
ocupan la extensa franja temporal de un mi- terior KNM-KP 29287, una falange proximal
llón de años existente entre Ar. ramidus y de la mano y un maxilar. Y el descubrimiento de
A. afarensis. Meave Leakey y colaboradores nuevos ejemplares atribuidos a A. anamensis
(1995) describieron la morfología de los nue- en Middle Awash extendió su rango geográ-
vos especímenes como una mezcla de carac- fico hasta Etiopía.
teres primitivos y derivados, confirmando la Los ejemplares etíopes estaban compues-
tesis, ya muy asentada antes, de que la evolu- tos por un maxilar fragmentario con su den-
ción dentro de la familia de los homininos se tición, ARA-VP-14/1, procedente de Aramis,
produjo durante el Plioceno en forma de mo- Miembro Adgantole de la Formación Sagan-
saico. Así, el estudio de la tibia KNM-KP tole y otros 30 especímenes hallados todos
29285 indicó una postura bípeda. También el ellos en sedimentos de la misma edad si-
húmero KNM-KP 271 incluye, según Meave tuados 10 kilómetros hacia el oeste (White et
Leakey et al. (1995), muchos rasgos deriva- al., 2006). La edad de los ejemplares de Ad-
dos propios de los homininos. La persisten- gantole fue fijada por el método 40Ar/39Ar y
cia de algunas plesiomorfias en la tibia, estratigrafía en 4,14 m.a.
compartidas con los simios africanos y los Los análisis comparativos de la muestra
Australopithecus afarensis, puso de manifies- ampliada de Kanapoi y Allia Bay confirma-
to que la locomoción bípeda se encontraba ron, en opinión de M. G. Leakey et al. (1998),
en ese momento en un estado distinto al de la pertenencia a una única especie. Pero ¿es
la bipedestación de Homo. Nada, por otra esta peculiar, distinta tanto a la de A. afaren-
parte, que no hubiese sido detectado ya en sis como a las demás especies anteriormente
los propios A. afarensis. Meave Leakey y co- nombradas de australopitecos?
laboradores (1995) propusieron una nueva Meave Leakey y colaboradores (1995;
especie para los hallazgos de Kanapoi y Allia 1998) sostuvieron que los Australopithecus
Bay: Australopithecus anamensis (anam sig- anamensis se distinguen de los A. afarensis por
nifica «lago» en la lengua de Turkana). El ciertos rasgos relacionados sobre todo con la
ejemplar tipo (holotipo) es la mandíbula dentición. También se separan del Ardipithe-
KNM-KP 29281, que conserva todos sus cus ramidus en el esmalte dental, mucho más
dientes, hallada por Peter Nzube en 1994. El grueso y parecido al de los A. afarensis.
260 Evolución humana
Tabla 8.2 Rasgos distintivos de A. anamensis (Wood y Richmond, 2000)
Como indicaron Bernard Wood y Brian Ri- bro superior, Adgantole, localidad 14, apare-
chmond (2000), en ciertos aspectos la dentición ció el maxilar parcial con dentición ARA-
de A. anamensis es más primitiva que la de A. VP-14/1 atribuido a A. anamensis por Tim
afarensis. Así sucede con las coronas asimétri- White y colaboradores (2006). Eso suponía
cas de los premolares o las raíces poco inclina- extender el rango geográfico del taxón más
das de los caninos en su cara posterior. Cabe de 1.000 kilómetros al nordeste. En el mismo
esperar algo así en un taxón que es 500.000 artículo, White et al. indicaron varios ejem-
años anterior al A. afarensis. Pero otros rasgos plares más procedentes del yacimiento cerca-
están más desarrollados en A. anamensis hasta no a Aramis de Asa Issie, localidades ASI-
acercarse a los parántropos que aparecerán un VP-2 y ASI-VP-5, entre los que se encuen-
millón y medio de años más tarde. tran los dientes superiores ASI-VP-2/334 y el
fémur fragmentario izquierdo ASI-VP-5/154.
La edad de todos ellos está en torno a los
4,2-4,1 m.a. por comparación faunística con
5.2 Ejemplares de A. anamensis Aramis (White et al., 2006).
de Aramis y Asa Issie Una de las características más importan-
tes del hallazgo de un A. anamensis en Ara-
En Aramis (Middle Awash, Etiopía), el mis- mis, puesta de manifiesto por los autores, es
mo yacimiento en que fue identificado por que proporciona evidencias procedentes de
vez primera el Ar. ramidus, pero en un miem- una misma sucesión estratigráfica acerca
de la posible conexión evolutiva Ar. rami-
dus-A. anamensis y permite sostener la hipó-
tesis de una rápida evolución (alrededor de
0,2 m.a.) entre uno y otro género. Los ejem-
plares de A. anamensis de Middle Awash
son intermedios desde el punto de vista
morfológico entre Ar. ramidus y A. afarensis,
cosa que indica además la posible relación
ancestral entre los dos últimos (White et al.,
2006). Las posibles interpretaciones del
cambio filogenético entre esos tres taxa se
examinarán en el capítulo 11.
Fecha
Espécimen Elemento preservado Descubridor
del hallazgo
AMA-VP-2/30 2/5/2008 premolar inf. 4, dcho.; canino inferior, Ali Mohammed Ebrahim
izdo. fragm.
AMA-VP-2/64 2/5/2008 canino inf., dcho., fragm. Grupo
ARI-VP-1/7 1/20/2004 incisivo, fragm. Kampiro Kayranto
ARI-VP-1/28 1/28/2004 premolar inf. 4, dcho., fragm. Kampiro Kayranto
ARI-VP-1/90 2/1/2005 molar sup. 3, dcho. Mohammed Hussein
ARI-VP-1/173 2/3/2005 molar sup. fragm. Barao Mohammed
ARI-VP-1/190 2/8/2005 canino inferior de leche dcho. Kampiro Kayranto
ARI-VP-1/215 2/12/2005 molar sup. 2 o 3, izdo. Habib Wogris
ARI-VP-1/337 2/2/2007 molar inf. 2 o 3, izdo., fragm. Kampiro Kayranto
ARI-VP-1/352 2/2/2007 molar inf. 3, dcho. Alemayehu Asfaw
ARI-VP-1/385 2/2/2007 molar fragm. Grupo
ARI-VP-1/420 2/1/2008 molar inf. 2, dcho., fragm. Ahmed Elema
ARI-VP-1/462 2/2/2008 molar inf. 1, izdo. Ahmed Elema
ARI-VP-1/484 2/13/2008 molar sup. 1, dcho. Ahmed Elema
ARI-VP-3/34 2/17/2006 molar leche sup. 1, izdo. Kadir Helem
ARI-VP-3/35 2/17/2006 molar inf. 2, dcho. fragm. Yohannes Haile-Selassie
ARI-VP-3/36 2/17/2006 premolar sup. 4, izdo. Yohannes Haile-Selassie
ARI-VP-3/80 2/19/2006 dientes superiores e inferiores asociados Ali Idris
ARI-VP-3/176 2/4/2007 molar inf. 2, dcho. w/ mandíbula fragm. Mohammed Hussein
ARI-VP-3/248 2/13/2008 premolar sup. 4, dcho. Wegenu Amerga
ARI-VP-3/249 2/13/2008 premolar inf. 4, izdo. Habib Hussein
ARI-VP-3/250 2/13/2008 molar inf. 1 o 2, izdo. Mohammed Haydera
MKM-VP-1/69 2/14/2005 premolar sup. 4, izdo. fragm. Kampiro Kayranto
MSD-VP-1/53 2/28/2006 maxilar (M1-2) izdo. Alemayehu Asfaw
MSD-VP-3/24 2/18/2005 molar inf. 3, izdo. Alemayehu Asfaw
MSD-VP-5/16 2/7/2006 mandíbula (M1-2), izdo. Alemayehu Asfaw
Figura 8.16 Mandíbula MSD-VP-5/16 (Haile-Selassie, Figura 8.17 KNM-WT 40000 K. platyops (M. G. Leakey
Saylor et al., 2010). La flecha indica el origen del proceso et al., 2001). A) vista lateral; B) vista frontal; C) vista superior;
cigomático de la mandíbula. D) vista oclusal del paladar.
8. El género Australophitecus 263
Los autores de este libro han sostenido con anteriori- (Cela-Conde y Ayala, 2003). Sin embargo, como vere-
dad que es posible entender que el género Homo ha- mos más adelante, las fechas asignadas a A. africanus
bría aparecido ya con K. platyops —Homo platyops, en han sido recientemente modificadas otorgando al taxón
consecuencia— (Cela-Conde y Ayala, 2003). De esa una antigüedad mucho menor. Esa circunstancia con-
forma, la cladogénesis de Homo y Paranthropus retro- vierte en mucho más débil la propuesta de una clado-
cedería hasta una fecha de 3,5 m.a., compatible con la génesis Paranthropus/Homo en el entorno de los 3,5
consideración del Australopithecus africanus como el m.a., y habla en contra de poder considerar al KNM-WT
primer parántropo —P. africanus—, una interpretación 40000 como un miembro de Homo muy antiguo. De-
esta última aceptada por autores como Skelton y McHen- secharemos, pues, la asignación del ejemplar de Lome-
ry (1992) y por nosotros mismos en trabajos anteriores kwi a Homo.
proporciona el aspecto de cara plana al que nes Haile-Selassie (véase figura 8.18). Al me-
se refiere su nombre. dir la capacidad de un molde del endocráneo
¿Es necesario añadir un nuevo género a los realizado por Ralph Holloway, la cifra obte-
ya mencionados Ardipithecus, Australopithe- nida fue de 450 cm3. La edad que se atribuyó
cus, Paranthropus y Homo? Las razones para al fósil mediante el método del 40Ar/39Ar es
la propuesta de un Kenyanthropus residen en la de 2,496 ± 0,008, cifra coherente con la que
particularidad morfológica del moderado indican los estudios de paleomagnetismo y
prognatismo que aleja a KNM-WT 40000 de fauna asociada (De Heinzelin et al., 1999).
los demás australopitecos, con gran proyec- Otros restos postcraneales, como un fémur
ción facial. Ninguno de los paratipos, KNM- izquierdo y un húmero, un cúbito y un radio
WT 38350 y, tal vez, KNM-WT 8556, sirven derechos junto con los demás fragmentos,
para confirmar o desmentir ese rasgo. Pero la aparecieron en las campañas de 1996-1998.
estrategia adaptativa distintiva que puede de- La capacidad craneal pequeña, junto con
ducirse de la platicefalia —necesaria para la presencia de premolares y molares anchos,
definir un nuevo género— no queda nada clara. llevaron a Berhane Asfaw y colaboradores
Es más, los materiales dentales acercan todo (1999) a asignar los restos de Bouri a un aus-
el holotipo de Kenyanthropus a Australopi- tralopiteco posterior al A. afarensis. Las dife-
thecus, hasta el punto de permitir que el rencias del ejemplar con A. africanus o a
KNM-WT 8556 pueda atribuirse, siquiera P. aethiopicus (Australopithecus ambos, según
tentativamente, a A. afarensis (White, 2003). los autores) justificaron, según Asfaw et al.
(1999), la asignación de una nueva especie.
En términos filogenéticos, la sugerencia he-
7. Australopithecus garhi cha es en cierto modo conservadora: Asfaw y
colaboradores indicaron que A. garhi se aña-
El Miembro Hata de la Formación Bouri en día al episodio no resuelto que ha de aclarar
Middle Awash (Etiopía) ha suministrado res- de las relaciones cladogenéticas respectivas
tos de homininos desde 1990. Sin embargo, entre Australopithecus y Paranthropus. No
los ejemplares más completos fueron descritos obstante, los autores apuntaron que los espe-
en 1999 (Asfaw et al., 1999) dando lugar a la címenes de Bouri se encuentran en el lugar y
propuesta de una nueva especie de australopi- el tiempo adecuados para ser ancestros de los
tecos: Australopithecus garhi. El holotipo de la primeros Homo. E incluso deberían ser in-
especie es el espécimen BOU-VP-12/130, un cluidos, de confirmarse que son los ancestros
conjunto de fragmentos craneales que com- más cercanos, en nuestro género.
prende el frontal, los parietales y el maxilar Esa posible relación ancestral fue negada
con la dentición, hallado en 1997 por Yohan- por David Strait y Frederick Grine (1999),
264 Evolución humana
Figura 8.18 Izquierda: Situación del yacimiento de Bouri (BOU) en Middle Awash (Asfaw et al., 2002). Derecha: Vista
superior y frontal de BOU-VP-12/130, Australopithecus ghari.
quienes sostuvieron que Australopithecus garhi parecían haber sido erosionados del Lecho
no cuenta con ninguna apomorfia propia de Hata (de Heinzelin et al., 1999).
Homo. De hecho, Strait y Grine (1999) pre- En favor de la hipótesis que atribuye a
cisaron que A. garhi está más alejado de A. garhi la autoría de las herramientas de Gona
Homo que el A. africanus, de mayor antigüe- hablan los golpes y cortes detectados en hue-
dad. En ese caso, el A. garhi no pasaría de sos de bóvidos del Miembro Hata. Fueron
ser una rama lateral más del proceso de di- durante una década las pruebas más antiguas
vergencia de las formas tempranas de homi- de marcas hechas por homininos, hasta la apa-
ninos. rición de muestras de una manipulación simi-
Un aspecto que añade cierta controversia lar, identificada por medios de análisis mi-
a la condición de A. garhi es el hallazgo en croscópico, procedentes del Miembro Sidi
Gona (Etiopía), a 96 km al norte de Bouri, de Hakoma de la Formación Hadar en el yaci-
una abundante muestra de artefactos líticos miento de Dikika (McPherron et al., 2010).
de la tradición olduvaiense con 2,6 m.a. (Se- La edad establecida de Sidi Hakoma es de
maw et al., 1997) (véase capítulo 12). 3,42-3,24 m.a., por lo que los indicios de ma-
Jean de Heinzelin y colaboradores (1999) nipulación antrópica mediante útiles líticos
atribuyeron la fabricación y uso de los arte- retrocede hasta 800.000 años antes de la
factos de Gona a A. garhi, dado que era el edad que corresponde al Miembro Hata.
único hominino aparecido en las proximida- Shannon McPherron y colaboradores (2010)
des. Los autores reconocieron que la falta de atribuyeron la manipulación de lo que pare-
útiles líticos en el Miembro Hata de Bouri su- cen ser huesos de ungulados a los homini-
pone un inconveniente para la hipótesis del nos de la especie A. afarensis. En cualquier
A. garhi como tallador de herramientas. Pero caso, la identificación de los autores de unas
indicaron que en el curso de sus trabajos ha- determinadas herramientas es un asunto
bían hallado algunos materiales, esquirlas y controvertido sobre el que volveremos más
núcleos del modo 1 aislados y dispersos, que adelante.
8. El género Australophitecus 265
En publicaciones anteriores (C. Cela-Conde y Ayala, lo 6) otorga ahora al A. africanus una edad mucho
2007), los autores de este libro incluyeron los ejem- más moderna. Por añadidura, el descubrimiento del
plares de A. africanus, como adelantamos al hablar A. sediba, del que hablaremos más adelante en este
del K. platyops, dentro de Paranthropus como una mismo capítulo, apoya la pertenencia de A. africanus
especie anterior a los ejemplares robustos y ancestral al género Australopithecus, so pena de tener que
respecto de ellos. Esa decisión se basaba en particu- sostener una secuencia filogenética difícil para los ho-
lar en la gran antigüedad que se atribuía —más de mininos sudafricanos. Volveremos sobre esa cuestión
3,5 m.a.— a A. africanus. La reinterpretación más re- al abordar el árbol filogenético de nuestro linaje en el
ciente de los miembros de Sterkfontein (véase capítu- Plioceno.
Las circunstancias del descubrimiento, su eco, el im- aceptación generalizada del A. africanus aparecen en el
pacto de la propuesta de una especie intermedia entre libro Senderos de la evolución humana (Cela Conde y
los simios y los humanos y las críticas recibidas hasta la Ayala, 2001).
266 Evolución humana
procedentes de Sterkfontein y Makapansgat dría ser un macho inmaduro. Los mismos
proporciona un hipodigma que se separa no autores plantearon el carácter de subadulto
poco de los rasgos de Taung. Cabe plantear de Sts 14 y sostuvieron la posibilidad de que
dudas, pues, acerca de la especie a la que per- ambos restos, Sts 5 y Sts 14, pudiesen perte-
tenece este último. necer al mismo individuo. Sin embargo, la
Tales dudas se acentúan por el hecho de revisión hecha por Alejandro Bonmatí, Juan-
que Taung 1 es el único espécimen de homi- Luis Arsuaga y Carlos Lorenzo (2008) esta-
nino hallado en el yacimiento. bleció la condición adulta de Sts 5, viendo en
ese fósil un individuo distinto de Sts 14.
El ejemplar más completo de cráneo de un
A. africanus es el StW 505 (véase figura 8.20),
8.2 Ejemplares de A. africanus hallado en 1989 en el Lecho B del Miembro 4
de Sterkfontein de Sterkfontein. Comprende la mayor par-
te de la cara, el endocráneo izquierdo, la fosa
Durante la campaña de 1947 aparecieron en anterior craneal y parte de la fosa media de-
el Miembro 4 de Sterkfontein dos ejemplares recha. Parte del temporal derecho, considera-
notables, el cráneo Sts 5, Mrs. Ples, y el es- do en principio otro ejemplar (StW 504), fue
queleto parcial Sts 14 (véase figura 8.19). reinterpretado más tarde como parte del pri-
Ambos fueron clasificados por Robert Broom, mero recibiendo el nombre de StW 505b. El
John Robinson y G. H. A. Schepers (1950) estudio detallado del espécimen fue realizado
como Plesianthropus transvaalensis pero es una decena de años más tarde por Charles
común atribuirlos hoy a Australopithecus Lockwood y Phillip Tobias (1999), quienes
africanus. Aunque Broom y colaboradores concluyeron que, pese a su gran tamaño y su
sostuvieron que Sts 5 era un ejemplar adulto complexión robusta, StW 505 es un A. afri-
y, por su gracilidad, una hembra (de ahí su canus a causa de sus características morfoló-
nombre popular, Mrs. Ples), el estudio de gicas, que son las propias de ese taxón. Sin
Francis Thackeray, Dominique Gommery y embargo, el ejemplar muestra afinidades con
José Braga (2002b) consideró que Sts 5 po- A. afarensis (la débil cresta sagital posterior
El StW 505 no es el único ejemplar del Miembro 4 de dividuo joven la comparación con las demás formas
Sterkfontein con características robustas. La diversidad sudafricanas es más difícil. Charles Lockwood y Phillip
de la muestra de dicho miembro ha llevado a sostener Tobias (2002) advirtieron la presencia en StW 183 de
la presencia en el yacimiento de distintas especies. Así, rasgos derivados de P. robustus, como la porción re-
los especímenes StW 183 y StW 255 muestran carac- dondeada lateral del margen orbital inferior, no identifi-
teres derivados de los australopitecos robustos —P. ro- cada en ningún otro ejemplar del Miembro 4 de
bustus de Sudáfrica, pero también P. boisei y P. aethio- Sterkfontein. De todas formas, Lockwood y Tobias
picus de África del este, de los que hablaremos (2002) defendieron la presencia en ese miembro de
más adelante— (Lockwood y Tobias, 2002). Incluso Sterkfontein de una sola especie, A. africanus. Por su
StW 252 podría ser incluido, en función de sus carac- parte, Ron Clarke (1988) sostuvo la posibilidad alterna-
terísticas dentarias, en esa línea «robusta» del Miembro 4 tiva: que la muestra craneal pudiera incluir dos espe-
(Clarke, 1988). El ejemplar con mayores característi- cies distintas, una robusta —StW 252, Sts 71— y otra
cas «robustas» es StW 1813, pero al tratarse de un in- grácil —Sts 5, Sts 17, Sts 52.
268 Evolución humana
Tabla 8.4 Arriba: principales homininos procedentes de Sterkfontein (Herries y Shaw, 2011). Abajo:
especímenes procedentes de la cueva Jacovec (Partridge et al., 2003)
Edad sugerida
Ejemplar Miembro Especie
(m.a.)
StW 585 0,5-0,3 Post-M6 Homo sp.
StW 80 1,3-1,1 M5C Homo sp.
StW 584 1.4-1,2 M5B P. robustus
StW 566 1.4-1,2 M5B P. robustus
StW 53 1,8-1,5 M5A Homo sp.
Sts 5 2,2-2,0 M4C A. africanus
StW 573 2,6-2,2 M2 Australopithecus sp.
Sts 14 2,6-2,2 M4B A. africanus
StW 431 2,6-2,2 M4B A. africanus
StW 505 2,6-2,2 M4B A. africanus
Sts 71 2,6-2,2 M4B A. africanus
Ejemplar Descripción Fecha de recolección
StW 578 Cráneo parcial 1995
StW 590 P3 y P4 derechos 1998
StW 598 Fémur proximal izquierdo (fragmento) 1998
StW 599 Canino superior de leche 1998
StW 600 Vértebra lumbar 1999
StW 601a Medio M1 derecho (bucal) 1999
StW 601b Medio M1 derecho (lingual) 2001
StW 602 Húmero izquierdo distal (fragmento) 1999
StW 603 P4 izquierdo 2001
StW 604 M2 derecho 2001
StW 605 Falange de la mano 2001
StW 606 Mitad lateral de clavícula izquierda 2001
Ron J. Clarke cuenta de la manera siguiente la historia Nkwane Molefe y Motsumi Stephen, y les pedí que bus-
que llevó a buscar el esqueleto entero de Little Foot casen en la superficie expuesta de la brecha en toda la
(«homínido» equivale a «hominino» en la narración de Gruta Silberberg (a excepción de la zona que habíamos
Clarke): volado hace poco) con el fin de encontrar una sección
transversal correspondiente del hueso que proporcio-
«En una bolsa etiquetada como tibias de bóvido, me
nase un ajuste exacto. La tarea que les había encarga-
encontré con un eje con la terminación distal intacta de
do era como buscar una aguja en un pajar porque la
lo que era claramente una tibia de homínido y que se
gruta es una enorme caverna profunda y oscura, con
adaptaba perfectamente al talus izquierdo de StW 573.
brechas en las paredes, suelo y el techo. Después de
Entonces me di cuenta de que el otro fragmento distal
dos días de búsqueda con la ayuda de lámparas de mano,
de la tibia pertenecía a la pierna derecha del mismo in-
el 3 de julio de 1997 lo encontraron cerca de la parte
dividuo. Bajo esa perspectiva, comprobé de nuevo el
inferior de la pendiente del talud del Miembro 2 en el
cuneiforme dañado que había identificado anteriormen-
extremo Oeste de la gruta. Se trataba del extremo
te y descubrí que se trataba efectivamente de la imagen
opuesto a donde se había excavado anteriormente. El
especular del cuneiforme lateral izquierdo que me aca-
ajuste era perfecto, a pesar de que el hueso había sido
baba de encontrar. Ahora tenía parte del pie derecho
volado por los trabajadores de la cantera caliza hacía
del mismo individuo. También encontré en una bolsa
65 años o más. A la izquierda del extremo expuesto de
etiquetada «Dump 20, húmeros de bóvido» de Sterkfon-
la tibia derecha se podía ver la sección del eje roto de la
tein un pedazo muy dañado de hueso que identifiqué
tibia izquierda, a la que se puede unir el extremo inferior
como parte del calcáneo de un homínido. Cuando lo
de la tibia izquierda con los huesos del pie. A la izquier-
comparé con el fragmento anterior que había pensado
da de lo que se podía ver estaba el eje roto del peroné
que era de un calcáneo, que encajaban. [...] Ahora tenía
izquierdo. Desde su posición, con los miembros inferio-
un total de 12 huesos de la pierna y el pie de un indivi-
res en una relación anatómica correcta, parecía que
duo hombre-mono: la tibia y el peroné izquierdos, que
todo el esqueleto tenía que estar allí, yaciendo boca
se unían a un conjunto articulado de ocho huesos del
abajo» (Clarke, 1998).
pie y el tobillo, el fragmento distal de una tibia derecha y
un cuneiforme lateral derecho [...] la implicación era im- En septiembre de 2011 Michael Balter anunció que
presionante: expresé mi convicción de que el resto del el esqueleto StW 573 se había extraído en una gran
esqueleto estaba aún enterrado en la brecha de la Gru- parte de la brecha y sería completado «en los dos próxi-
ta Silberberg. [...] mos meses» (véase Balter, 2011). En su conjunto cons-
Di un molde del fragmento distal de la tibia derecha tituye uno de los más completos ejemplares de homini-
a dos de los preparadores de fósiles de Sterkfontein, no fósil.
Las observaciones preliminares de Ron dedos pulgar e índice muestran una curvatura
Clarke (1999) acerca de la mano y el brazo de como la de los ejemplares de Australopithecus
StW 573 indicaron unos rasgos en mosaico. afarensis de Hadar (Etiopía).
Algunos de ellos (la cabeza del cúbito y del El primer metacarpiano y la falange proxi-
radio) se parecen más a los de los simios que mal correspondiente indican el pulgar de
a los de los humanos modernos. El tamaño y StW 573 se parece, salvo en la articulación, al
la longitud del radio, el cúbito y el húmero pa- de los humanos modernos. El trapecio de la
recen estar dentro del rango de la media de los muñeca, por su parte, es peculiar del espéci-
humanos modernos y de los chimpancés, y no men y se aleja de los humanos modernos,
son alargados como los del orangután, aun- chimpancés y orangutanes. Ron Clarke (1999)
que la parte distal del húmero y el cúbito advirtió que el significado de la articulación
proximal tienen características más parecidas inusual del pulgar de Little Foot está por de-
a las del orangután que a las de los chimpan- terminarse.
cés y los humanos. La longitud de los meta- ¿Qué adscripción taxonómica cabe dar a
carpianos es semejante a la de Australopithe- un ejemplar así? Dejemos que sea Ron Clar-
cus y Homo. Las falanges proximales de los ke quien lo diga: «Prefiero reservarme el jui-
8. El género Australophitecus 271
Figura 8.21 Lateral izquierdo del cráneo Figura 8.22 Huesos de la mano del StW 573.
de StW 573 excavado en parte en la brecha 1A, primer metacarpiano (dedo pulgar); 2A, segundo metacarpiano
del Miembro 2 de Sterkfontein (Clarke, 1998). (dedo índice); 3A, tercer metacarpiano (dedo medio);
4A, cuarto metacarpiano (dedo anular); 5A, quinto metacarpiano
(dedo meñique); 1B, falange proximal del pulgar; 2B, falange proximal
del dedo índice; C, falanges medias; D, falanges terminales;
W, huesos de la muñeca; R, radio dañado; U, cúbito dañado;
X, desconocido. El trapecio se encuentra en la parte inferior derecha
del borde de la imagen (Clarke, 1999).
cio acerca de las afinidades taxonómicas Ron Clarke (1999) se mostró de acuerdo con
exactas del fósil, aunque parece ser una for- la hipótesis de Jordi Sabater Pi, Joaquim Veà
ma de Australopithecus» (Clarke, 1998). Pese y Jordi Serrallonga (1997) acerca de que los
a la cautela, las descripciones preliminares australopitecos podrían haber anidado en
apuntan a que StW 571 podría ser considerado los árboles. Por su parte, Clarke añadió que
como una especie antigua, anterior al A. afri- es posible que pasasen también parte del día
canus y más próxima en términos morfológi- alimentándose en los árboles, como hacen
cos a los A. afarensis de Etiopía, aunque és- los orangutanes y los chimpancés.
tos tienen una edad superior.
Un aspecto interesante del conjunto ma-
no-brazo del ejemplar es que, como indicó 9. Australopithecus sediba
Clarke, permitía estudiar por vez primera la
extremidad superior de un Australopithecus El hominino de Malapa (MH 1) es un ejemplar
como una unidad completa interpretando su procedente del yacimiento sudafricano de Mala-
función. El pulgar extremadamente oponi- pa compuesto por un cráneo juvenil, UW88-50,
ble, las falanges curvadas y la articulación del una mandíbula fragmentada, UW-88-8, y diver-
codo semejante a la del orangután apuntan sas partes del esqueleto que fue designado como
en la misma dirección de una conducta arbó- holotipo de una nueva especie, Australopithecus
rea ya indicada por los huesos del pie que sediba, por Lee R. Berger y colaborado-
dieron lugar a la denominación de Little Foot. res (2010). A la misma especie se atribuyó un
272 Evolución humana
Caja 8.19 El enigma del radio asociado a StW 573 (narración de Ron Clarke)
«Hay otro hueso presente que, aunque parece ser sin dio anterior izquierdo casi totalmente enterrado en la
duda parte del esqueleto de Australopithecus, cuenta brecha junto a los fémures. Tan pronto como quedó
con tres características poco habituales. Se trata de un descubierto el extremo proximal de la diáfisis, se hizo
radio izquierdo que yace junto al fémur izquierdo en una evidente que era morfológicamente próximo a un gran
posición que se podía esperar de un esqueleto mínima- cercopitecoideo, aunque el extremo distal no coincidía con
mente alterado. Como no hay fósiles de otros animales ninguno de nuestros cercopitecoideos fósiles o moder-
en una amplia zona alrededor del esqueleto, aparte de nos. Parece una coincidencia extraordinaria que éste
un pequeño fragmento ocasional, no había ninguna ra- sea el único hueso de animal virtualmente completo
zón para pensar que no formaba parte del homínido. aparecido en las inmediaciones del esqueleto de homí-
Además este hueso tan delgado está prácticamente nido. También está en la posición correcta en relación
entero e intacto, aparte de un ligero aplastamiento en el con los fémures, de haber pertenecido al homínido, si el
extremo distal, a pesar de estar al lado de una gran roca brazo de este último hubiese estado descansando a un
caída. Por lo tanto, parecía improbable que hubiera lle- lado. A pesar de que podría ser simplemente una coin-
gado allí desde otro lugar rodando por la pendiente. [...] cidencia, se puede considerar por lo menos la posibili-
Pero como el esqueleto no podía tener dos radios iz- dad de que el Australopithecus pudiese haber estado
quierdos, me resultaba necesario extraer más este ra- transportando ese radio cuando murió» (Clarke, 1999).
Caja 8.20 Makapansgat
Aun sin poder competir en riqueza de fósiles de homini- resultados de sus propias investigaciones más recientes.
nos con Sterkfontein, Makapansgat ha proporcionado Una excepción a la regla general que reconoce como
también ejemplares de interés desde que Raymond Dart A. africanus todos los especímenes de Makapansgat es
(1948; 1949a) publicó los primeros hallazgos. Aunque Emiliano Aguirre, quien sostuvo la posible presencia de
Dart definió la especie Australopithecus prometeus para Paranthropus en el yacimiento de acuerdo con las ca-
colocar esos fósiles, los homininos de Makapansgat son racterísticas de la mandíbula MLD 2 (Aguirre, 1970).
aceptados hoy de manera muy amplia como A. africanus. Algunos de los ejemplares de A. africanus han sido
Tafline Crawford y colaboradores (2004) proporcionaron atribuidos a la especie Homo habilis. Comentaremos
la síntesis de los trabajos anteriores en el yacimiento y los esas propuestas en capítulos posteriores.
Figura 8.25 Izquierda: emplazamiento de la región fosilífera del desierto de Djourab. Derecha: KT 12/H1,
Australopithecus bahrelghazali (Brunet et al., 1996). (Ilustración de http://www.scienceinafrica.co.za/pics/origin5a.gif).
do cercano con la de los terrenos de entre 3,4 y explicaron dicha separación mediante un
3,0 m.a. de Hadar (Brunet et al., 1995). Los modelo alopátrico. La distribución geográfi-
estudios paleontológicos y sedimentológicos ca entre las distintas poblaciones sería así:
apuntaron hacia un hábitat de orillas lacustres pregorilas al norte de la barrera del río Zaire,
con una vegetación en mosaico: selvas de ga- preaustralopitecos en la zona de Levante del
lería y sabanas boscosas con zonas abiertas de Rift y prechimpancés en el centro y oeste de
hierba, es decir, un hábitat semejante al de Ha- África. Una evolución por separado en cada
dar en esa misma época. Eso coincide, desde lugar geográfico fijaría caracteres derivados
luego, con el modelo ecológico que se rela- propios (autapomórficos) en cada una de las
ciona con los primeros homininos. Pero la ramas. Mediante un modelo alopátrico de
idea del A. bahrelghazali como contemporá- especiación como éste se explicaría desde
neo de los A. afarensis de Hadar y, por tanto, luego por qué no aparecen restos de los an-
como uno de los primeros homininos tropieza tecesores del chimpancé en los yacimientos
con el modelo de diversificación de los homi- de homininos.
noideos propuesto en su día por Coppens, Sin embargo, el hallazgo del KT 12/H1
uno de los firmantes de los artículos que pre- planteó una alternativa a esa forma de ver las
sentaron la nueva especie. cosas, indicando que la supuesta continuidad
Los cambios generados por los aconteci- de selvas espesas al oeste del Rift no existió en
mientos geológicos que dieron lugar a la apa- el Plioceno. En opinión de Michel Brunet y co-
rición del Rift debieron ser una fuente de laboradores (1995; 1996), los bosques y saba-
presiones selectivas para las poblaciones afri- nas capaces de albergar a los primeros homini-
canas de hominoideos del Mioceno tardío, nos se extendieron desde el océano Atlántico y
terminando por imponer la separación entre a través del Sahel a lo largo de África del este y
sus diversos linajes actuales. hasta el cabo de Buena Esperanza. Si no se
Como hemos visto en el capítulo 4, Yves han encontrado ejemplares en las zonas inter-
Coppens (1994) y Jean Chaline et al. (1996) medias, puede ser por la falta de yacimientos
276 Evolución humana
con terrenos del Plioceno y el Pleistoceno mación Kapthurin (Tugen, distrito del lago
Inferior. La probable rápida aparición y ex- Baringo, Kenia) de los dientes fósiles de
tensión de los homininos convertiría, así, en chimpancé a los que nos hemos referido en
un tanto inútil especular acerca de cuál fue diversas ocasiones. La Formación Kapthurin
su cuna. ha sido datada por el método 40Ar/39Ar (Dei-
La idea es atractiva y en favor de ella habla no y McBrearty, 2002), correspondiendo a
el descubrimiento por parte de Sally Mc- los ejemplares de chimpancé una fecha de
Brearty y Nina Jablonski (2005) en la For- 0,545 ± 0,03 m.a.