Galeano de Las 35 A La 63

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Como unos Puercos Hambrientos Ansían el Oro:

A los españoles e les iluminaba el corazón al ver el oro, en cuanto a este lo reducían en barras,
por culpa de este ellos devastaron ciudades, incendiaban y se cubrían de cadáveres; durante
largos años excavaron el fondo del lago de México en busca de oro y objetos preciosos
presuntamente escondidos por los indios. Eran tantos los indios que mataron que se hizo un rio
de sangre, que viene a ser el Olimtepeque, y también el día se volvió colorado por la cantidad
de sangre que hubo aquel día. Cuzco fue atacada, pero los conquistadores no pudieron abatir
del todo sus muros gigantescos y hoy puede verse, al pie de los edificios coloniales, el
testimonio de piedra de colosal arquitectura incaica.

Esplendedores del Potosí: El Ciclo de la Plata:

Las herraduras de los caballos eran de plata en la época del euge de la ciudad del Potosí. De
plata eran los altares de las iglesias y las alas de los querubines en las procesiones. La Espada y
la Cruz marchaban juntas en la conquista y en el despojo colonial.

Potosí contaba con 120.000 habitantes según el censo de 1573, era una de las ciudades más
grandes y más ricas del mundo. Potosí significa: Truena, revienta, hace explosión. Carlos V a
Potosí lo titulo Villa Imperial y como escudo le inscripto “Soy el rico Potosí, del mudo soy el
tesoro, soy el rey de los montes y envidia soy de los reyes. Once años después en Villa Imperial
se corono Felipe II. Llovían los buscadores de tesoros, el cerro, a casi cinco mil metros de
altura, era el más poderoso de los imanes, pero a sus pies la vida resultaba dura.

España tenía la Vaca, pero otros tomaban la Leche:

Entre 1545 y 1558 se descubrieron las fértiles minas de plata de Potosí; el proceso de
amalgama con mercurio, hizo posible la explotación de plata de ley más baja. El rush de la plata
eclipso rápidamente a la mina de oro. La plata abarcaba más del 99 por ciento de las
exportaciones minerales de la América Hispánica. En tres siglos España recibió suficiente metal
de Potosí, el flujo de la plata alcanzo dimensiones gigantescas, hasta se exporto
clandestinamente. “España es como la boca que recibe los alimentos, los mastica, los tritura,
para enviarlos enseguida a los demás órganos, y no retiene de ellos por su parte, más que un
gusto fugitivo o las partículas que por casualidad se agarran a sus dientes. Los españoles tenían
la vaca, pero ron otros quienes bebían la leche. Solo en mínima medida la plata americana se
incorporaba a la economía española, también se destinaba al pago de exportaciones de
mercadería no española con destino al nuevo mundo.

La corona abría por todas partes frentes de guerra mientras la aristocracia se consagraba al
despilfarro y se multiplicaban, los curas y los guerreros, los nobles y los mendigos, al mismo
ritmo frenético en que creían los precios de las cosas y las tasas de interés del dinero. El gran
aumento de los gastos públicos y la asfixiante presión de las necesidades de consumo en las
posiciones de ultramar agudizaban el déficit comercial y desataban, al galope, la inflación.
Había una lucha europea por la conquista del mercado español, que implicaba el mercado y la
plata de América.

Carlo V había aplastado a la burguesía castellana en la guerra de los comuneros, que se había
convertido en una revolución social contra la nobleza, sus propiedades y sus privilegios.
La defensa de la fe católica resultaba una máscara para la lucha contra la historia. La expulsión
de los judíos (españoles de religión judía) había privado a España, en tiempos de los Reyes
Católicos, de muchos artesanos hábiles y de capitales imprescindibles.

Felipe II había echado, a millones de artesanos flamencos convictos o sospechosos de


protestantismo.

Los capitalistas españoles se convertían en rentistas, a través de la compra de los títulos de


deuda de la corona, y no invertían sus capitales en el desarrollo industrial. Quien se dedicara a
una actividad industrial perdía automáticamente su carta de hidalguía.

En un decreto de mediados del siglo XVI hacía imposible la importancia del libro extranjero e
impedía a los estudiantes cursar fuera de España. El clero se multiplicaba casi tan intensamente
como nobleza de capa y espada.; 160 mil extranjeros acaparaban el comercio exterior y los
derroches de la aristocracia condenaban a España.

En el siglo XVII fue la época del pícaro, el hambre y las epidemias. Era infinita la cantidad de
mendigos españoles, pero ello no impedía que también los mendigos extranjeros afluyeran
desde todos los rincones de Europa.

En 1700 señala el fin del régimen de los Habsburgo. La bancarrota era total. Desocupación
crónica, grandes latifundios baldíos, moneda caótica, industria arruinada, guerras perdidas y
tesoros vacios, la autoridad central desconocida en las provincias.

Ruinas de Potosí: El Ciclo de la Plata:

Las regiones hoy día más signadas por el subdesarrollo y la pobreza con aquellas que en el
pasado han tenido lazos más estrechos con la metrópoli y han disfrutado de periodos de auge.
Son las regiones que fueron las mayores productoras de bienes exportados hacía Europa,
posteriormente, hacia Estados Unidos, y las fuentes más caudalosas de capital: regiones
abandonadas por la metrópoli cuando por una u otra razón los negocios decayeron.

El cerro rico de Potosí fue el centro de la vida colonial americana: a su alrededor giraban, de un
modo u otro, la economía chilena, que le proporcionaba trigo, carne seca, pieles y vinos; la
ganadería y las artesanías de Córdoba y Tucumán, que la abastecían de animales de tracción y
de tejidos; las minas de mercurio de Huancavelica y la región de Arica, por donde se
embarcaba la plata para Lima, principal centro administrativo de la época.

Potosí estaba condenada a la nostalgia, atormentada por la miseria y el frio, es todavía una
herida abierta del sistema colonial en América: una acusación. El mundo tendría que empezar
por pedirle disculpas.

Los turistas y los párrocos han vaciado las iglesias de cuanta cosa han podido llevarse, estas
iglesias desvalijadas, cerradas ya en su mayoría, se están viniendo abajo, aplastadas por años,
pocas iglesias están aun, en actividad: hace por lo menos siglo y medio que los vecinos de
Potosí queman cirios a falta de dinero. La extenuación de la plata había sido interpretada como
un castigo divino por autoridades y los pecados de los mineros. El curanderismo y la brujería se
mezclaban con la religión autorizada, en el delirio de los fervores y los pánicos de la sociedad
colonial; se hacían testamentos para la construcción de un templo o de un altar de plata.

Potosí tiene actualmente tres veces menos de habitantes que hace cuatro siglos.

Sucre fue la capital cultural de dos virreinatos, la sede del principal arzobispado de América y
del poderoso tribunal de justicia de la colonia, la ciudad más ostentosa y culta de América del
Sur, actualmente reside todavía la Suprema Corte de Justicia.

En Potosí y en Sucre sólo quedaron vivos los fantasmas de la riqueza muerta.

México era el país de la desigualdad, y los capitales no se acumulaban, sino que se


derrochaban, de las 50 minas que el distrito de Guanajuato tenía en explotación, apenas
queda, ahora 2.

El derrame de la sangre y de las lagrimas: y sin embargo el Papa había resuelto que los indios
tenían alma:

Los indígenas que aún vivían se veían obligados a pagar tributos por los muertos. Los indios
eran comprados y vendidos. Dormían en la intemperie. Las madres mataban a sus hijos para
salvarlos del tormento en las minas. La plata y el oro de América penetraron como un acido
corrosivo, al decir de Engels, por todos los poros de la sociedad feudal moribunda en Europa, y
el servicio del naciente mercantilismo capitalista los empresarios mineros convirtieron a los
indígenas y a los esclavos negros en un numerosísimo proletariado externo de la economía
europea. La economía colonial latinoamericana dispuso de la mayor concentración de fuerza
de trabajo hasta entonces conocida, para hacer posible la mayor concentración de riqueza de
que jamás haya dispuesto civilización alguna en la historia mundial.

Aquella violenta marea de codicia, horror y bravura no se abatió sobre estas comarcas sino al
precio del genocidio nativo. Los indios de las Américas sumaban no menos de setenta millones,
cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después
se habían reducido, en total, a solo tres millones y medio.

La ficción de la legalidad amparaba al indio; la explotación de la realidad lo desangrado. De la


esclavitud a la encomienda de servicios, y de esta a la encomienda de tributos y al régimen de
salarios, las variantes en la condición jurídica de la mano de obra indígena no alteraron más
que superficialmente su situación real. En 1610 Felipe III dicto reglas prohibiendo el trabajo
forzoso en las minas y, otras instrucciones secretas ordenando continuarlo en el caso que
flaqueen en la producción. Estas minas de mercurio eran directamente explotadas por la
Corona, a diferencia de las minas de plata, que estaban en manos de empresarios privados.
Eran terribles las condiciones de trabajo en las mina y esto era lo que más gente mataba. En la
Recopilación de Leyes de Indias no faltan decretos de aquella época estableciendo la igualdad
de derechos de los indios y los españoles para explorar las minas y prohibiendo expresamente
que se lesionaran los derechos de los nativos. En América la ley se acataba pero no se cumplía,
el pobre del indio es una moneda con la cual se halla todo lo que es menester, como con el oro
y la plata. Individuos reivindicaban ante los tribunales su condición de mestizos para que no los
mandaran a los socavones, ni los vendieran y revendieran en el mercado.
La mita era una maquina de triturar indios. El mercurio para la extracción de la plata
envenenaba tanto a más que los gases tóxicos.

Bartolomé de las Casas agitaba la corte española con sus denuncias contra la crueldad de los
conquistadores de América, los indios estaban demasiado bajos en la escala de la humanidad
para ser capaces de recibir la fe. Desde 1536 los indios eran otorgados en encomienda, junto
con su descendencia, por el término de dos vidas: la del encomendero y su heredero
inmediato. Se vendían las tierras con los indios adentro, los indios eran paganos, no merecían
otra vida. En 1957 se emitió una circular comunicando que los indios son tan seres humanos
como los otros habitantes de la república, los indios son cazados como fieras, vendidos a
precios baratos y explotados en régimen de virtual esclavitud.

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