1) Simondón critica la concepción tradicional del principio de individuación y propone que la individuación es un proceso y no un resultado.
2) Un sistema metaestable, con diferencias de potencial, es la condición previa a la individuación.
3) La individuación es el proceso por el cual se establece comunicación entre los diferentes órdenes del sistema metaestable, resolviendo el problema planteado y formando un nuevo individuo.
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El Individuo y Su Genesis Fisico Biologica DELEUZE
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1) Simondón critica la concepción tradicional del principio de individuación y propone que la individuación es un proceso y no un resultado.
2) Un sistema metaestable, con diferencias de potencial, es la condición previa a la individuación.
3) La individuación es el proceso por el cual se establece comunicación entre los diferentes órdenes del sistema metaestable, resolviendo el problema planteado y formando un nuevo individuo.
1) Simondón critica la concepción tradicional del principio de individuación y propone que la individuación es un proceso y no un resultado.
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1) Simondón critica la concepción tradicional del principio de individuación y propone que la individuación es un proceso y no un resultado.
2) Un sistema metaestable, con diferencias de potencial, es la condición previa a la individuación.
3) La individuación es el proceso por el cual se establece comunicación entre los diferentes órdenes del sistema metaestable, resolviendo el problema planteado y formando un nuevo individuo.
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GILBERT SIMONDON: EL INDIVIDUO Y SU GÉNESIS FÍSICO-BIOLÓGICA1
El principio de individuación se nos aparece como algo respetable, venerable, pero no
parece que la filosofía moderna se haya preocupado hasta ahora de reelaborar por su cuenta este problema. Los avances en física, en biología y en psicología nos han llevado a relativizar o a atenuar tal principio, pero no a interpretarlo. El mérito de Gilbert Simondón consiste en haber presentado una teoría profundamente original de la individuación, una teoría que implica toda una filosofía. Simondón se apoya en dos observaciones críticas: 1º) tradicionalmente, el principio de individuación remitía a un individuo ya totalmente compuesto [σύvoλov], constituido, y se limitaba a preguntar simplemente en qué consistía la individuación de un ser así, es decir, qué es lo que caracteriza a un ser ya individuado. Esta manera de «poner» al individuo tras la individuación «pone», al mismo tiempo, el principio de individuación antes de la operación de individuar y por encima de la propia individuación. 2º) De este modo, se «pone» la individuación en todas partes; se hace de ella un carácter coextensivo al ser, al menos al ser concreto (incluso al divino), se convierte en todo el ser y en el primer momento del ser fuera del concepto. Este error es correlativo al anterior pues, en realidad, el individuo tiene que ser contemporáneo de su individuación, y la individuación contemporánea de su principio: el principio tiene que ser auténticamente genético, no un mero principio de reflexión. El individuo no es solamente un resultado, sino un entorno de individuación. Y es precisamente este punto de vista el que hace que la individuación deje de ser coextensiva al ser: debe representar un momento que no es ni todo el ser ni el primero de sus momentos. Debe poder ser situada, determinable con respecto al ser, en un movimiento que nos hace transitar desde lo pre-individual al individuo. La condición previa de la individuación, según Simondón, es la existencia de un sistema metaestable. La filosofía cae en este tipo de aporías mencionadas por no haber reconocido la existencia de este tipo de sistemas. Pero lo que define esencialmente un sistema metaestable es la existencia de una «disparidad» entre al menos dos órdenes de magnitud, dos escalas dispares de realidad entre las cuales no hay interacción comunicativa. Implica, por tanto, una diferencia fundamental, como un estado de disimetría. Se trata, empero, de un sistema en la medida en que la diferencia se da en él como energía potencial, como diferencia de potencial repartida en tales o cuales límites. La concepción de Simondón nos parece, en este punto, próxima a una teoría de las cantidades intensivas, puesto que cada cantidad intensiva es diferencia en sí misma. Una cantidad intensiva comprende en sí una diferencia, contiene factores del tipo E-E’, al infinito, y se establece en principio entre niveles dispares, órdenes heterogéneos que sólo entrarán en comunicación más tarde, en términos de extensión. Cómo el sistema metaestable, esta cantidad es estructura (y no aún síntesis) de lo heterogéneo. La importancia de la tesis de Simondón se evidencia ya en este punto. Al descubrir la condición previa a la individuación, distingue rigurosamente entre singularidad e individualidad. Lo metaestable, definido como un ser pre-individual, está perfectamente dotado de singularidades que corresponde a la existencia y al reparto de potenciales (¿no sucede así también en la teoría de las ecuaciones diferenciales, en donde la existencia y la distribución de singularidades es de naturaleza distinta que la forma 1 Revue philosophique de la France et de l’étranger, vol.CLVI, nº 1-3, enero-marzo de 19666. pp. 115-118- la obra de G. Simondon (1924-1989) apareció en el año 1964 3n PUF., París, en la colección epiméthée. Se trata de la publicación de la tesis doctoral La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, defendida en 1958. La segunda parte no se publicó hasta1989, en Aubier, bajo el titulo La individuación psíquica y colectiva. individual de las curvas integrales de sus aproximaciones?). Singular, pero no individual, tal es el estadio de lo pre-individual. Es diferencia, disparidad. Y entre las páginas más admirables de este libro están aquellas en las que Simondon muestra el modo en que la disparidad , en tanto primer momento del ser o momento singular, está efectivamente presupuesta por todos los demás estados, ya sean estos de unificación , de integración, de tensión, o de resolución de las oposiciones, etcétera. Específicamente contra Lewin y contra Gestalttheorie, Simondon sostiene que la idea de disparidad es más profunda que la de oposición, y de la energía potencial más que la de campo de fuerzas: «Antes del espacio hodológico, se produce un encabalgamiento de perspectivas que no permite fijar un obstáculo determinado, porque no hay unas dimensiones con respecto a las cuales se ordenaría un único conjunto; la fluctatio animi, que precede a la acción resuelta, no es vacilación entre varios objetos, ni entre varios caminos, sino solapamiento móvil de conjuntos incompatibles, casi semejantes, y sin embvargo dispares» (p. 233). Mundo complejo de singularidades discretas, tanto más complejo por cuanto esas singularidades no se comunican aún, o no están tomadas en una individualidad: este es el primer momento del ser. ¿Cómo procede la individuación a partir de esta condición? Se dira también que establece una comunicación interactiva entre ordenes de magnitud o de realidad dispersos, que actualiza la energía potencial o que intregra las sngularidades, que resuelve el problema que plantea lo disperso, organizando una nueva dimensión en la que se forma un conjunto único de grado superior (como en el caso de la profundidad de las imágenes retinianas). La categoría de lo «problemático» adquiere una gran importancia en el pensamiento de simondon, en la medida en que se le otorga un sentido objetivo: ya no designa una fase provisional de nuestro conocimiento, un concepto subjetivo indeterminado, sino un momento del ser, un primer momento pre-individual. Y en la dialéctica de Simondon lo problemático sustituye lo negativo. La individuación es, pues, la organización de una «resolución», de una resolución, mediante un sistema objetivamente problemático. Esta resolución hay que concebirla de dos maneras complementarias: por una parte, como resonancia interna, que es el «modo mas primitivo de la comunicación entre realidades de orden diferente» (y creemos que Simondon ha logrado convertir la «resonancia interna» en un concepto extremadamente rico, susceptible de muchas aplicaciones, incluso, y sobre todo, en psicología, en el dominio de la afectividad); por otra parte como información, una información que establece una comunicación entre dos niveles dispersos, uno de ellos definido por una forma ya contenida en el receptor, y el otro por una señal aportada desde el exterior (aquí encontramos la preocupación de Simondon por la cibernética, así como toda una teoría de la «significación» en sus relaciones con el individuo). En todo caso la individuación aparece como el advenimiento de un nuevo momento del Ser, el momento del ser fásico, acoplado a sí mismo: «la individuación es quien crea las fases, puesto que las fases son el desarrollo del ser de un extremo al otro de sí mismo […] El ser pre- individual es el ser sin fases, mientras que el ser de la individuación es el ser fásico. Esta concepción permite vincular, si no identificar, la individuación y el devenir del ser» (p. 2760). Hasta aquí no hemos hecho más que indicar los principios más generales de este libro. En su detalle, el análisis se organiza alrededor de dos centros. Ante todo un estudio de los diferentes dominios de la individuación, y en especial de las diferencias de la individuación física y la individuación vital, que son objeto de una profunda exposición. Se ponen de manifiesto las diferencias en el régimen de resonancia interna en ambos casos: el individuo físico se conforma con recibir la información de una sola vez, y reitera una singularidad inicial, mientras que el individuo vivo recibe sucesivamente varias aportaciones de información y hace compatible diversas singularidades; y, sobre todo, la individuación física se realiza y se prolonga en el límite del cuerpo, por ejemplo del cristal, mientras que la vital crece desde la interior y desde la exterior, y todo el contenido del espacio interior está «topológicamente» en contacto con el contenido del espacio exterior (Simondon ha descrito un capitulo admirable sobre este asunto: «topología y ontogénesis»). Es extraño que Simondon no haya utilizado, en el dominio de la biología, los trabajos de la escuela de Chile sobre los gradientes y los sistemas de resolución en el desarrollo del huevo, porque estos trabajos sugieren la idea de una individuación por intensidad, un campo intensivo de individuación, que confirma en muchos puntos las tesis de Simondon. Pero ello se debe, sin duda, a que Simondon no quiere atenerse a una determinación biológica de la individuación, sino precisar sus niveles de complejidad creciente: hay, en este sentido, una individuación propiamente psíquica, que surge precisamente cuando las funciones vitales no bastan ya para resolver los problemas que se le plantean al ser vivo, y se moviliza una nueva carga de realidad pre-individual para una problemática nueva, en un proceso inédito de solución (cfr. Su interesante teoría de la afectividad). Y el psiquismo se abre, a su vez, a un «colectivo transindividual». Vemos, pues, cuál es el segundo centro de los análisis de Simondon. En cierto sentido, se trata de una visión moral del mundo, pues la idea fundamental es que lo pre- individual está siempre asociado al individuo, fuente de estados metaestables futuros. Por ello, el esteticismo es condenado como el acto mediante el cual el individuo se disocia de la realidad pre-individual en la cual está inmerso, se cierra sobre una singularidad, rechaza comunicarse y, en cierto modo, provoca una perdida de información. «Hay ética en la medida en que hay información, es decir, una significación que sobrepasa una disparidad de elementos de seres distintos, consiguiendo de este modo que lo interior se convierta también en exterior» (p. 297). La ética recorre una suerte de movimiento que va de lo pre-individual a lo transindividual pasando por la individuación (el lector se pregunta, en cualquier caso, si Simondon no restaura en su ética la forma de ese Yo que había conjurado en la teoría de la disparidad, o la del ser concebido como ser desfasado y polifásico). Sea como fuere, hay pocos libros que nos hagan ver, como éste lo hace, hasta qué punto un filósofo puede inspirarse en la actualidad de las ciencias, y sin embargo alcanzar a plantear los grandes problemas clásicos, transformándolos y renovándolos. Los nuevos conceptos que Simondon establece nos parecen extremadamente importantes: su riqueza y su originalidad impresionan al lector y penetran en él. Simondon elabora toda una ontología en la que el Ser no es nunca Uno: en cuanto pre- individual, es más que metaestable, superpuesto o simultaneo a sí mismo; en cuanto individuado, es aún múltiple, «polifásico», «fase del devenir que conducirá a nuevas operaciones». EL INDIVIDUO Y SU GÉNESIS FÍSICO-BIOLÓGICA Tomado de La isla desierta y otros textos; textos y entrevistas (1953-1974); édition préparée par David Lapoujade; les editions de Minuit, 2002; en español Pre-textos, pp. 115-119.