Sujeto Fabulado I Notas
Sujeto Fabulado I Notas
Sujeto Fabulado I Notas
sujeto fabulado I
notas
Percia, Marcelo
sujeto fabulado I : notas. - 1a ed. - Adrogu :
Ediciones La Cebra, 2014.
352 p. ; 21,5x14 cm.
ISBN 978-987-3621-04-8
1. Ensayo Psicoanlisis Filosofa. I. Ttulo
CDD 190
Marcelo Percia
edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar
Dibujo de tapa: Franz Kafka, Diarios, 1910.
Editor
Cristbal Thayer
Esta primera edicin de 1700 ejemplares de sujeto fabulado I.
notas se termin de imprimir en el mes de agosto de 2014 en
Encuadernacin Latinoamrica, Zeballos 885, Avellaneda
Queda hecho el depsito que dispone la ley 11.723
sujeto fabulado I
notas
Tal vez estos tiempos asuman la tarea de terminar de desprenderse de las ideas de esencia, sustancia, fundamento.
De agitar la inmovilidad de invenciones llamadas sujeto, ser,
persona, identidad, yo, s mismo, interioridad, psiquismo.
No se trata de salvar la nocin sujeto adosndole participios:
dividido, estallado, fragmentado, debilitado, abismado.
Los participios participan de la fbula: completan, auxilian o
modifican algo que florece fortalecido.
Los participios pasados sugieren una condicin o adosan una
cualidad que se presenta como ya adquirida.
Este libro interroga la soldadura ms o menos reciente de la
palabra sujeto con la idea de ser humano. As como la propensin, de las criaturas hablantes, a ilusionar un ser ms all de la
momentnea existencia viva.
Interroga qu sucede si se intenta pensar, hasta las ltimas
consecuencias, sin la fbula de sujeto?
Cmo sera la vida sin las ideas de ser, identidad, s mismo, psiquismo?, cmo sera sin relaciones de propiedad (mi cuerpo, mi
pensamiento, mi vida) y sin relaciones de atribucin (heroico,
seductora, psictico)?, cmo seran las proximidades y distancias entre dos, tres, veinte, miles, sin la idea de unidad?
Pero, qu queda? Quedan velocidades que bocetan rostros/
mscaras/cuerpos que suenan o hablan para otros rostros/mscaras/cuerpos bocetados. Un rostro, una mscara, un cuerpo,
son demoras de la velocidad.
Escribe Saint Pol Roux (1940) Amor: dos velocidades que se penetran y se fijan (se detienen) en un beso.
Rostro/mscara/cuerpo que habla, pero no emite palabras desde una interioridad ya hecha, sino que el hablar que se propaga
afirma o crea la existencia de alguien al que le crecen odos
para escuchar o nacer en lo que se est diciendo.
Dice el Movimiento: El impulso no cesa.
Dice la Rapidez: Primero, yo.
Dice la Velocidad: En el momento fui lentitud; en el instante,
inmovilidad.
El emisor no precede al decir: cuando vibra lo dicho, inventa en
ese vibrar un cuerpo/mscara/rostro que se apresura a hablar
temblando.
La memoria de un s mismo interior es resonancia de ese sonar
que persiste.
Cuando alguien camina, no camina la persona, ni el yo, ni
la voluntad; ese lugar lo ocupa el caminar, el ir y el volver,
el llegar a tiempo o arribar tarde, el espacio por recorrer, la
huella por dejar, el alejarse de algo o de alguien y el acercarse
ms, el encuentro posible y la partida, el movimiento que concita piernas y pies, brazos y cabeza, cuerpo que vive por ese
movimiento.
Miles de referencias no alcanzan para marcar un territorio en
la inmensidad.
Ensayo, ficcin, clnica, navegan lo inabarcable.
Clnica como estado en el que se advierte que los pensamientos
que parasitan y torturan la vida son los mismos que ayudan a
vivir.
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Se inquiere: Qu te pasa, quers pelear?, como si se adivinara en el otro la presencia de una maliciosa intencin que lo
domina.
La expresin sensibilidad de pasaje alude a una sensibilidad pensada sin la idea de interioridad, una sensibilidad que desborda
permetros o compuertas de los cuerpos y las conciencias.
En un grabado en madera que se llama Rind (corteza o cscara)
de 1955, Escher propone una cinta que se eleva en forma de
hlice creando un volumen que da idea de una cabeza, rostro,
cuello, humanos. La envoltura, ceida en el aire como contorno
de una corporeidad vaca: ilusin que abraza o rodea un hueco
mullido de nubes o vapor de cielo.
Escribe Elliot (1925) Somos los hombres huecos / los hombres rellenos (We are the hollow men / We are the stuffed men).
Vacos, huecos para ser llenados: obrados por palabras.
Dgame, qu le est pasando?
El enunciado sensibilidad de pasaje indica una sensibilidad que
no posee lo que pasa por ella.
La pregunta siempre ser cmo los cuerpos de las criaturas que
hablan se ofrecen a ese pasaje.
No se trata de que algunas criaturas vivan ms permeables que
otras, sino de que lo que pasa por algunas sensibilidades es
inmenso. Como si no fuera posible tanto o como si la esponja
por la que pasan ocanos pensara (si le fuera dado pensar) en
disolverse y, en seguida, quedara apresada por el terror de
desaparecer.
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La cultura de la Ilustracin europea llam sujeto a una invencin que hizo pasar por entraable realidad humana.
De todas las desmesuras de la historia, la de sujeto dueo de s
es una de las ms incisivas.
El psicoanlisis atendi padecimientos por esa desmesura.
Escuch cmo, aprisionada en esa hermosa creencia, la vida
humana se consuma.
La nocin de un individuo racional, varn, burgus, europeo,
soberano, fabula la idea de sujeto moderno como ilusin de un
dios humano.
Mujeres, nias y nios, locas y locos, explotadas y explotados,
la vida humana inclasificable, atestigua desde mediados del
siglo diecinueve el malestar de esa fbula.
Marx (1844) denuncia que el trabajador no es un hombre (o es
un hombre que vive sin otra posibilidad de s) que slo existe
como capital viviente que conserva su existencia si trabaja. En
un mismo movimiento, el trabajador que produce el capital es
producido por l. A la vez que se produce la ilusin de s mismo, es producido (antes que como hombre) como mercanca. Si
el capital no lo disea como un actor necesario (con trabajo y
con salario) deja de existir como trabajador. Sin esa existencia
le queda hacerse sepultar o dejarse morir. Un trabajador sin
trabajo es un fantasma que merodea fuera del mundo (capitalista). La produccin no fabrica un hombre, sino una mercanca
llamada trabajador. Una inexistencia nacida como existencia
en tanto fuerza de trabajo, una plena nada transformada en fbula social.
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suavidad, casi con respeto, quiz con afecto; y tras haber colmado los
huecos y allanado los picos que hay en nosotros, nos alejaremos uno
de otro, en equilibrio sobre el delgado y plano hilo de nuestra latitud,
satisfechos en medio de los hombres y los animales insatisfechos de ser
hombres e insatisfechos de ser animales.
El autor describe el encuentro como deal: transaccin que se
realiza en un espacio prohibido o no controlado; en lugares neutros,
indefinidos, no pensados para la cita entre un proveedor y un cliente;
trato que se celebra mediante un entendimiento tcito o un cdigo de
signos convenidos o un dilogo de doble sentido (con el fin de evitar la
traicin o la estafa) a cualquier hora del da o de la noche.
En la soledad de los campos de algodn (en el ttulo se hace referencia a los tiempos de esclavitud en el sur de los Estados Unidos
a fines del siglo diecinueve) se encuentran dos nerviosismos:
uno ofrece cualquier cosa y todo lo que el deseo puede anhelar,
el otro vive empujado por impulsos que no sabe ni domina.
Las psicosis hospitalizadas en la pobreza narran devastaciones de la esclavitud: persistencias esclavas de deseos que no
se poseen.
Existencias humanizadas por transas que inyectan nerviosismos y crean la ilusin de ser alguien que desea para otro que
promete algo para satisfacer ese deseo.
Lo humano se conforma como hueco que se ofrece para ser
colmado o llevarse como desdicha que pesa in-colmada.
Cuando el cuerpo social se vuelve cuerpo paranoico, la sensibilidad que dice esto es mucho para m, se vuelve loca.
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Eduardo Sinnott (2007) recuerda (observacin hecha por muchos helenistas clsicos) que la palabra que Aristteles emplea
para la categora que llama sustancia es ousa.
La categora sustancia a diferencia de las otras (cantidad, cualidad, relacin, lugar, tiempo, posicin, posesin, accin, pasin) no
slo alude a una clase de predicados, sino tambin a lo que se
llama sujeto (cosa individual y concreta, que representa al referente
ltimo en que arraiga la actividad predicativa toda).
Seala Sinnott que, si bien se suele sugerir que para Aristteles
la palabra sujeto (hypokemenon) oscila o vacila entre un valor gramatical y un valor ontolgico, el trmino designa una suerte de
polo ideal de predicaciones.
La idea de sujeto viene para realizar un trabajo: soportar
categoras.
Sujeto como explanada de la cualidad y la cantidad, del espacio
y del tiempo, de la accin y de la pasin.
Sujeto como tierra prometida de los atributos.
Sujeto como sustento de la vida caballo, de la vida rbol, de la vida
planta, de la vida sentimiento, de la vida alma, de la vida belleza.
Sustento de lo que se da la vida sin darse a otra cosa.
Sujeto como excusa que tienen algunas categoras para erguirse.
Sujeto como lo que se ofrece para estar debajo de algo que luce.
Sujeto como pedestal o podio de categoras.
Lugar no clausurado por ninguna y, sin embargo, condenado
a esperarlas.
Si no se supone algo que est antes de la atribucin, se podra
pensar que las categoras inventan ese algo que las soporte para
poder reinar.
O se inventan a s mismas a la vez que inventan un soporte
para que sus potencias puedan actuar designando.
Las categoras flamean potencias de designacin.
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Se predica (en sentido ontolgico) algo que se adhiere al nombre como accidente.
No hay necesidad: puede adherir o no. Algunas categoras se
llevan por delante el lugar de sujeto.
Sujeto, sitio propicio para las adherencias: para que se le peguen categoras
Sujeto, espacio de paredes inexistentes, aptas para que se adhieran figuras como ventosas.
Las categoras avanzan con sus jugos viscosos: mientras
la atribucin parece enunciativa, la adherencia sugiere la
pegajosidad.
Este libro trata de adherencias que se prenden en las paredes
de una ausencia.
Las figuras parasitan la generosidad de esa ausencia.
La idea misma de divisin entre amos y esclavos se corresponde
con la divisin lgica entre sujeto y predicado o la ontolgica
entre sujeto y categoras.
Una vez dividido el mundo, se legitima que una parte pueda
necesitar y hasta abusar de otra para vivir.
Habr que esperar a la cinta de Moebius (1858) para pensar un
recorrido sin separaciones, divisiones, ni trminos, que se relacionen entre s.
En los siglos dos y tres despus de Cristo se establecen los
nombres de subiectum y praedicatum como partes de la proposicin lgica simple.
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La palabra castellana sujeto deriva de la expresin latina subiectum que significa arrojado, lanzado, puesto debajo de, sometido: lo
destinado a soportar y sostener.
Procedencia que tambin tienen los vocablos sujet en francs,
soggeto en italiano, sujeito en portugus, Subjekt en alemn, subjet en ingls.
Los escritores latinos emplean el trmino en forma verbal
como subiectum est (fue sometido), de modo adjetival como homo
subiectum (esclavo sometido) o como sustantivo, subiectum (el
sometido).
La palabra subiectum designa uno de los dos trminos que componen el juicio en la lgica tradicional.
El sujeto lgico designa la posicin de soportar lo dicho: aquello
sobre lo que se dice algo.
Los trminos subiectum y praedicatum (sujeto y predicado) fueron
empleados en lgica antes que en gramtica.
En tratados de gramtica medieval se utiliza la palabra suppositum (supuesto antes que sujeto) para designar aquello de lo
cual hablamos y se utiliza la palabra appositum (para los lgicos
praedicatum) para designar aquello que se dice sobre otro.
Apuleyo, autor de El Asno de oro, la novela latina del siglo dos
que relata la historia de un joven que se transforma en burro
conservando su capacidad de pensar, analiza el enunciado
Apuleyo diserta.
Advierte que esa preposicin predicativa se compone de una
parte declarativa que consta de un verbo (diserta) y una parte
que designa como subiectiva o sbdita que consta de un nombre
(Apuleyo).
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atributos, cualidades y sueos de ser, como cosa inferior respecto de otra superior o como lugar que carga con el peso de
otra cosa, como objeto de las artes y las ciencias.
Antes de Kant (1785) no se emplea la idea de sujeto para designar al yo, la conciencia, el ser que piensa. Escribe: Persona es aquel
sujeto cuyas acciones son capaces de imputacin.
El nombre es sbdito del verbo, se pone debajo de lo que la
accin declara?
La palabra sujeto narra cmo los nombres nacen para ser sometidos por verbos o acciones que recaen con demandas o tareas
sobre ellos.
Los sustantivos soportan atribuciones lgicas, locas,
caprichosas.
El yo, orgulloso de s, no se da cuenta de que destella como
ficcin que nada sabe de su ilusionada persistencia.
El yo parece el asno o el camello de los que habla Nietzsche, pero
asno o camello que se ve a s mismo como len: el yo es el poderoso ms sumiso, el autoritario ms obediente, la fortaleza
ms dcil.
Haciendo alarde de libertad dice: Yo soy sin advertir que el
verbo ser llega para cargarle obligaciones: ser hombre, ser heterosexual, ser judo, ser latinoamericano, ser marxista, ser bueno, ser
sano.
Qu alivio que el psicoanlisis separara, por lo menos, la idea
de yo de la de sujeto!
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El lenguaje humano instaura una larga historia de sometimientos: el nombrar subordina a lo nombrado, el atributo subordina
a quien que soporta lo atribuido.
La atribucin a la vez que da, obliga a cargar.
El lenguaje hace la gracia y desgracia humana.
Escribe Pizarnik (1962): explicar con palabras de este mundo / que
parti de m un barco llevndome.
La voz latina arca alude a lo que contiene o guarda.
En hebreo, la palabra thebah que se traduce por arca significa
tanto nave como palabra, de modo que la instruccin que Dios
da a No de construir el Arca, puede interpretarse como mensaje de entrar en la palabra.
Insinuar interesa ms que nombrar. La insinuacin sugiere
y da qu pensar, mientras que el nombre impone, designa,
identifica.
La insinuacin respeta el secreto de las cosas. No porque ellas
se guarden sus claves, sino porque el deseo de algo secreto e
inviolable resguarda sus encantos.
No se trata de insinuar para no profanar la verdadera naturaleza de algo. El error consiste en creer que la palabra est
para nombrar una naturaleza verdadera. Se dice rbol, pero no
para designar, sino para insinuar con ese nombre mgico una
insistencia que est ah, ms all de cualquier nombre.
El deseo de nombrar, lo que no se puede, agasaja a las cosas: si
no la cadena significante ahoga el cuello de lo vivo.
A veces, el pensamiento cultiva la precaucin de los nombres,
celebra el lado impreciso de las palabras, atiende lo que no soporta vivir etiquetado, toma la fiebre de las emociones, pero
apoya su palma en una frente gaseosa.
A veces, el pensamiento no precisa un sentido, ofrece una constelacin de sugerencias y un tropel de sensaciones.
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En la palabra sujeto todava late algo del trmino griego hypokemenon: lo que subyace (ser-yecto / puesto por debajo) como fundamento, que permanece invariable, siempre presente. El ser en
s como absoluto, en contraste con lo que cambia inestable sin
atributos ni propiedades establecidas.
La filosofa medieval tradujo hypokemenon por la palabra latina subiectum, trmino que todava no guardaba relacin con la
nocin moderna de sujeto. Subiectum significa lo que subyace,
el ser en s soporte de propiedades, el ser de las cosas que no
guarda ninguna relacin con el ego. Subiectum es, en la edad
media, todava el ser de las cosas en s (la casa, el rbol, el cielo)
que existen independientemente de la percepcin del yo, mientras que objectum designaba lo puesto delante, ante los ojos.
La palabra sujeto es rara en las alcobas del amor.
(Salvo que se pida sujetame los brazos en lugar de agarrame fuerte
o se piense me estoy acostando con un sujeto raro o que se aclare
antes de ir a la cama este encuentro est sujeto a que nos casemos o
a que mi marido no lo sepa o que no se lo cuentes a tus amigas).
Cuando alguien escucha, no escucha el yo, la persona, la voluntad, sino el escuchar, la voz y la palabra, el ruido que hacen
las cosas al frotarse entre s, latidos y sonidos que emanan de
la vida, el silencio.
La propensin a ilusionar un ser como sujeto sugerido por el yo
que piensa suele situarse en la filosofa de Descartes.
En la idea de sujeto (tal como suele emplearse entre psiclogos
y psicoanalistas) late una ilusin: el ser como esencia de lo que
es, de lo que late en el fondo de una existencia, antes de todo,
fuera de cualquier accidente o cambio.
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All en donde Nancy (1979) escribe el encantamiento deliberado del Sujeto hacia su propia extremidad, si se suspende la idea
de sujeto, se podra sugerir que el encantamiento fabula un ser
encantado.
Las figuras que encantan vidas, contribuyen a la creencia de
que cada cul tiene una vida.
Dice el Encantamiento: Har de la vida, tu vida. La tendrs para ti,
sentirs deseos de conservarla, temor de perderla. Te dar as el deseo
y el temor, te dar la magia de una creencia. Concibo y declaro tu ser.
Nunca te abandonar y existirs para siempre gracias a m.
Sujeto fabulado por el encantamiento, hechizado por el canto de
las palabras, casi siempre cautivas del poder.
El encanto se ofrece sin que se pueda poseer.
Qu significa decir que alguien est fuera de s?
La idea de fuera de s difunde la ilusin de interioridad.
Cuando un quin (la ilusin de un quin que provoca la existencia de una corporeidad hablada) est fuera de s, tal vez (en ese
instante de apertura o fuga) se celebre la ficcin de mismidad
como pista de despegue.
Donde Nancy dice el sujeto de la ficcin, este libro prefiere
decir la ficcin que ocupa el lugar de sujeto.
Dice la Ficcin: Eso que te pasa es el pensar. Te dir: piensas, luego
existes. Te nombro esa cosa que piensa, esa ser tu verdad. Debes dudar de todo, pero ese pensar que duda ser la prueba de tu existencia.
Las figuras hablan como dioses.
No son dioses, son figuras: condensan ideas morales, instrucciones sociales, modos histricos de persuasin, deudas con el
poder.
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Donde suele decirse un sujeto de la enunciacin, este libro prefiere preguntar quin o qu ocupa el lugar de la enunciacin.
Dice la Enunciacin: Hago que eso que sale de tu boca sean tus
pensamientos. Escucha, te enterars qu piensas. Pero, debes saberlo
(Freud y Lacan se dieron cuenta): soy lo que digo y soy lo que subyace
en lo que digo, soy el decir mismo independizado de lo dicho. Te doy
lo que piensas en parte y te tengo en lo que te doy sin que lo sepas.
All donde suele afirmarse el sujeto tiene lugar en tanto decir,
este libro prefiere enunciar que el decir ocupa el lugar de sujeto,
produciendo un quin que puede o no, luego, apropiarse de lo
dicho.
Se trata de un quin que adviene tras el decir, un quin solicitado en el transcurso de la accin de hablar.
Ese quin no preexiste al enunciado o al obrar, aunque delire
embriagado por las ideas de libertad, decisin, responsabilidad.
Escribe Descartes (1642) en la segunda de las Meditaciones
metafsicas: Esta proposicin: Yo soy, yo existo, es necesariamente
verdadera todas las veces que yo la pronuncio o que yo la concibo en
mi espritu.
Dice el Ser: Sin m no seras nada, soy tu existencia individual, nica, personal. Soy tu esencia, tu fundamento, tu razn. Soy tu yo y
soy tu espritu.
La prueba de existencia (su verdad) requiere, para Descartes,
vigilancias permanentes. Si fuera concebible una conciencia
que no descansara nunca, an as no podra con las fuerzas de
la vida.
Las figuras que ocupan el lugar de sujeto son fuerzas enunciativas de ocupacin, mpetus colonizadores.
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Figuras que ofrecen una ilusin de ser: una identidad que ensambla identificaciones.
Dicen las figuras: Mi amor, mi vida, mi tesoro: te abrazar, no dejar que sientas hambre, fro, soledad.
Las figuras se presentan como enunciados amorosos que copian tonos de las madres cuando comienzan a humanizar criaturas recin nacidas.
Escribe Nancy (2007): Yo soy no enuncia nada que est dado antes
de la enunciacin.
Los enunciados yo soy, yo siento, yo pienso, son comienzos del
relato fabuloso que instala la ficcin de una subjetividad.
Una piedra en la arena, tiene forma de corazn o la forma de
corazn da la ilusin de tenerla en una forma?
Pienso, luego existo se compone como un silogismo abreviado
(entimema).
Ergo, en latn, es una conjuncin ilativa. A las conjunciones
subordinantes se las llama ilativas porque simulan practicar la
ilacin o la inferencia razonable, mientras imponen dominios
y sumisiones: luego, entonces, en consecuencia, por lo tanto, son
auxiliares del amo.
Escribe Descartes (1642): As, pues, hablando con precisin, no soy
ms que una cosa que piensa, es decir, un espritu, un entendimiento
o una razn. () Soy, entonces, una cosa verdadera y verdaderamente existente. Mas qu cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa. Y
qu ms? Excitar an mi imaginacin, a fin de averiguar si no soy
algo ms. No soy una reunin de miembros llamada cuerpo humano;
no soy un aire sutil y penetrante, difundido por todos esos miembros;
no soy un viento, un soplo, un vapor, ni nada de cuanto pueda fingir
e imaginar, puesto que he dicho que todo eso no era nada.
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Kant escribe en tiempos en los que la revolucin francesa sacude monarquas europeas.
La Ilustracin proclama autonoma respecto de toda tutela,
gua, amparo: sea de dioses, reyes, sabios.
La autodeterminacin o autopoiesis de s se presenta como meta
de una humanidad libre.
Retoma el lema Sapere aude! (Atrvete a saber!).
Instala la representacin de sujeto como conciencia solitaria
entre las cosas.
Percepcin creadora de un mundo ya creado.
Sensibilidad que captura lo dado, voluntad que intenciona lo
existente.
Si el quin que adviene en un psicoanlisis portara el atrevimiento de entrever que aquellos atributos, que considera suyos,
son reflejos fascinantes que agitan rumores sobre una ausencia,
cesara el hechizo de sus sufrimientos?
La idea de sujeto participa del problema del poder y de la direccin de s: postula un gobierno de s que se desprenda de toda
autoridad superior, salvo de la ley que gobierna sobre todos.
Castelao (1931) en una serie de ilustraciones sobre la dura vida
campesina en la Galicia de las vsperas de la repblica perdida, presenta una mujer, con la cabeza cubierta con un grueso
pauelo y una larga falda atada a la cintura, que carga sobre
su espalda doblada un pesado atad que lleva una inscripcin
que dice Ley. Debajo de la estampa se lee la leyenda: Cunto
pesa y cmo apesta!.
Ansiedad, miedo, ambicin, son figuras poderosas.
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s), se forma una idea de ellas: las inventa como objetos, inventando un s mismo que se cree sujeto.
Se confunde conocer con dominar: explicar, disponer, descifrar,
interpretar, clasificar.
La palabra sujeto sirve de escondite al poder.
En la asamblea del hospital, de a poco, cada cual comienza a
decir algo: uno se queja porque se sirve la comida fra, otro
porque de noche algunos molestan, alguien solicita que se
arreglen las canillas que gotean y, as, siguen hasta que alguien
reclama que quiere volver a su casa. Entonces, el hombre que
siempre calla pide la palabra: Los rboles buscan la luz del sol.
Ante la pregunta sobre qu quiso decir, responde que no quiso
decir nada.
La fbula de Kant difunde una ilusin humana que crea lo
creado a travs de los sentidos comandados por la razn.
Los anzuelos del poder no perforan o enganchan bocas desprevenidas, sino que inventan la sensacin de una boca, cuerpo,
cabeza, piel y la fbula de un propietario que dice, as, mi boca,
mi cuerpo, mi cabeza, mi piel: como si se inventara un pescado que
no se sabe pez ni se da cuenta de nada.
Era necesario que, en los primeros aos del siglo veinte, alguien dijera que no podemos conocer lo que llamamos nosotros
mismos, que no podemos dirigir sueos ni deseos.
Inconsciente nombra lo que sorprende, lo que relampaguea
como desconocido en lo conocido, como extrao en lo familiar.
Inconsciente como potencia plegada en las vidas que hablan
habladas.
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Cuando lo indecidible ocupa el lugar de sujeto, la decisin planea como libertad no clasificada.
Alguien decide, entonces, significa un quin que nace de los
temblores de lo indecidible.
Dice el muchacho que intent morir tomando pastillas que la
tristeza era tan grande que no quera seguir viviendo. Dice el
muchacho que intent morir cortndose las venas que, desde
que se enamor, se cur la tristeza. Dice alguien que el amor
puede ayudar o puede arruinar. Dice la seora que vino de
visita que una madre tiene que estar las veinticuatro horas cuidando a su hijo. Dice el muchacho que siente que lo persiguen
que el nico amor que no tiene doble filo es el amor de Dios.
Alguien y algo son palabras que provienen de los pronombres
indefinidos latinos que se forman con la raz del vocablo alius
que alude a la idea del otro.
Alien, el octavo pasajero (1979) es una pelcula de Ridley Scott
en la que aparece una existencia extraterrestre que parasita
cuerpos humanos hasta destruirlos para seguir viviendo. Esa
forma extranjera representa el horror: suele asociarse con el
cncer, con la otredad que cuestiona la unificada interioridad
de la ficcin de sujeto y con el terrorismo que amenaza la apacible seguridad del capitalismo norteamericano.
Vida de Esopo es una novela annima de la literatura popular
griega escrita en los primeros aos de la era cristiana, en ella el
protagonista encarna la picarda, la irona, la inteligencia que
se insubordina.
En uno de los episodios, Esopo, esclavo en la casa de Janto,
debe preparar una comida con los manjares ms dulces y sabrosos. Ofrece una mesa deslumbrante con lenguas elaboradas
de diferentes maneras. No hemos de comer ms que lenguas?.
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de lo que aburre, pero la fuerza de las aguas furiosas destruyen, incluso, el poderoso entre dos.
Destruye como toda fuerza extraviada en el exceso de s.
Una sensibilidad abierta al maremoto (de amor, de dolor, de
ausencia) tal vez sea como lo que describe Arlt (1929) que le
pasa a Ergueta en el momento en el que ya no es hombre sino
slo sensacin del alma: y el espacio entr en l como el ocano en
una esponja, mientras el tiempo dejaba de existir.
Dice la Sensibilidad: Somos esponjas, misterios invertebrados, debajo de la ropa llevamos miles de tubos de abertura, tendramos que
vivir sumergidos en un gran silencio.
Dice el Blindaje: No dejar que nada te afecte.
Escabullirnos de nosotros mismos?
La intencin que dedica una vida a escapar de una prisin,
puede terminar metindose en otra.
El fuera de s puede llevar a otro encierro de s.
El fuera de s puede llevar al encierro fuera de s.
El detective Sam Spade, personaje de la novela de Dashiell
Hammett (1930), en El halcn malts, cuenta la historia de la
viga que cae desde un edificio en construccin a los pies de
un hombre que va a trabajar. Un segundo despus o un centmetro ms hubiera muerto: asume el hecho como oportunidad
para cambiar de vida. Sin despedirse, huye de la ciudad, como
si se hiciera nacer de nuevo, para tener una vida diferente; deja
a su mujer, sus hijos, su familia, su trabajo, sus amigos. Pasan
los aos: vuelve a casarse con otra mujer muy parecida a la que
abandon, forma una familia casi idntica, trabaja en otra oficina de seguros como la anterior, emprende amistades similares,
se encuentra viviendo igual a como viva antes de la viga.
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Somos esponjas, amebas, sensibilidades vivas por las que pasan intensidades inclasificables?
Woody Allen (2000), en una pelcula que se tradujo como
Ladrones de medio pelo, presenta la historia de alguien que planea
dar el golpe de su vida robando un banco. El plan es alquilar
un local lindero y excavar un tnel hasta el corazn del tesoro.
Como fachada montan una casa de venta de galletas que atiende su mujer. Mientras la banda trata sin xito de llegar hasta
la bveda, ocurre un imprevisto: el negocio de galletitas causa
furor, los clientes hacen colas interminables, la televisin y las
revistas acompaan el suceso y, en poco tiempo, se vuelven
millonarios. El chiste reside en que de golpe el negocio de las
galletas posibilita un desvo y, sin embargo, siguen comportndose como ladrones.
Aun ayudados por el azar no siempre se puede diferir de s.
No se puede, pero no porque el destino lo impida. La vida
humana pende adherida de telaraas sociales, tejidas por la
historia. En ese adhesivo se nutre el miedo a qu podra pasar
en una vida despegada de las figuras que la dominan.
En las pelculas de Allen abundan los robos. En Das de radio
(1987) unos tipos estn asaltando una casa cuando suena el
telfono. Resulta ser un concurso de radio. Los delincuentes
participan con entusiasmo y ganan. Tras la interrupcin retoman lo que estaban haciendo y terminan llevndose los objetos
de valor que encuentran. Al da siguiente, la familia recibe los
premios del concurso que superan en calidad lo que le haban
robado.
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Soy real! Soy Real!, la protesta de Alicia es equvoca: se declara una existencia verdadera y, a la vez, una pertenencia del
Rey.
El soante que dirige sus sueos se llama dios.
El ensueo dirigido es una experiencia ideada por Robert
Desoille (1945). Tras una relajacin orientada a disminuir el
control racional, con los ojos cerrados el soante inicia un viaje
por un camino abierto y sin una meta establecida acompaado
por un especialista. En el transcurso del recorrido se sugieren
algunas acciones como abrir una puerta o un cofre, leer un
mensaje cifrado o advertir algo sorpresivo.
En Las puertitas del Sr. Lpez, una historieta creada por Horacio
Altuna y Carlos Trillo (1979-1982), la puerta del bao juega
como umbral de pasaje. Como secreto de una fuga que se esconde en los pliegues de la obediencia, del sometimiento, de
la miseria cotidiana. Las puertitas son miniaturas mgicas de
una salida que va desde la resignacin a la fantasa. La evasin
como estrategia de supervivencia del deseo. Transformismo
de la ilusin. Sueos diurnos dirigidos por desahogos permitidos por una moral de acatamiento social. Pasaje del encierro
en una vida conyugal asfixiante a un encierro en fantasas con
mujeres hermosas, dulces, seductoras. Amores libres del mal
trato aceptado del hogar. La silueta femenina imaginada como
juguete ertico estereotipado. De la rutina opaca de la oficina
(metfora de la alienacin de los aos cuarenta) a un mundo de
aventuras, de rebeldas de pelculas maravillosas. Convivencia
con una hostilidad no cuestionada. Crtica adaptada de un malestar sumiso. Culpa moderada, travesura inofensiva.
Otro nos suea, otro nos desea, otro nos piensa, otro nos reconoce; somos soados, deseados, pensados, reconocidos, por
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Para Piera Aulagnier (1964) el beb es una invencin de la madre. La madre piensa, imagina, habla a la criatura por nacer.
Mejor dicho: pensamientos que la piensan, la encuentran pensando en quin est por nacer. Antes de existir, el nio nace
tambin como sombra hablada o como cuerpo imaginado. El deseo
en la madre procurar que entre la sombra hablada y el cuerpo
recin nacido, se trame una identidad: que esa vida se represente o alucine idntica a una sombra encantada de palabras.
Vive convencido de que en pocas horas un asteroide destruir
todo. Cuando al da siguiente, se le seala que el vaticinio no se
cumpli, responde: falta menos.
Escribe Hctor Raurich (1964): Y despus de todo, qu importa
esto o aquello, si al fin nos moriremos, si seremos maana espuma de
recuerdo, apenas una imagen de sombra en el tiempo de alguien y ms
tarde ni eso.
Qu importa este momento?, Qu importa pasar por la vida
como depredador depredado o como silencio?
No es poco vivir en la espuma de un recuerdo o en la imagen
de la sombra en el tiempo de alguien, lo que lastima es el pertinaz cautiverio de la importancia.
Decir que somos soados por el lenguaje no es lo mismo que decir
que somos soados por dios: el lenguaje humano es construccin histrica y poltica de la civilizacin en lucha.
Eso que se llama civilizacin organiza la barbarie que un poder
instituye como ms razonable. La palabra lucha recuerda una
indecisin: ese orden no termina de decidirse. Marx dira que
lo razonable expresa intereses de clase.
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que nace como quin es tenida por una disciplina que cree tener. Esa disciplina impone grandes metas: escenarios heroicos.
En diferentes films de Chaplin se narra la rebelin de los objetos:
el personaje no puede soltarse de la puerta de un coche, no
puede liberarse de una pecera en la que mete el pie al entrar
por una ventana, borracho no puede meter la llave en una cerradura, una cama plegable lo atrapa dentro.
El martillo golpea en la mano y no en el clavo.
Escribe Horacio Gonzlez (1999) a propsito de la patafsica:
En Macedonio Fernndez los objetos estn para hacer rer.
Habitantes inseguros, presencias que viven a prstamo, que (a
veces) no justifican su estada en el mundo.
En qu consiste la comicidad de las cosas? No alcanzarn
nunca la ficcin de sujetos hundidas en su irreversible nulidad?
El candor del reinado de los objetos irrompibles?
Horacio Gonzlez destaca, en Macedonio, el compromiso con
cada objeto particular, a fin de librarlo de su destino inexorable y
fnebre.
La alteracin de la funcin como crtica de la cotidianeidad.
Marx denuncia la cosificacin de la vida humana: las personas,
como los objetos, se ofrecen en el mercado como valor de uso y
valor de cambio.
La mudez del objeto que posa en la tela de una pintura: ternura
solitaria, ridcula, innecesaria, de estar en el mundo.
Mi to (1958) es una pelcula de Jacques Tati: el Seor Hulot,
que habita un hogar modesto y humilde, visita a su sobrino
que reside con sus padres en una casa burguesa fastuosa llena
de electrodomsticos modernos. La casa del futuro, toda automatizada, gobierna los movimientos de sus habitantes.
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Salvo Hulot que atraviesa con ingenuidad y desapego la eficacia maliciosa de las cosas.
En Matrix (1999), de Lana y Andy Wachowski, Agente Smith
es un programa informtico defensivo en una realidad virtual
interactiva llamada Matrix. Smith es un software que asume la
apariencia de un agente de seguridad vestido con traje negro
y con lentes oscuros. En el transcurso de la saga, el programa
Smith se transforma en un virus informtico. Cuando Neo llega
a la ciudad de las mquinas, propone un trato de paz, dice: El
programa Smith est fuera de control.
Smith (un programa que, sin embargo, experimenta odio y omnipotencia) se burla de la fragilidad humana, pero al final es
destruido por su incapacidad de amar.
La figura que ocupa el lugar de sujeto en la pelcula no es el
herosmo del elegido, la voluntad de Neo, sino el amor que una
y otra vez gana la vida.
Otras dos referencias, entre las innumerables, en las que el cine
imagina la lucha entre la inteligencia de las mquinas y la de
la civilizacin humana, son 2001: Una odisea espacial, de Stanley
Kubrick (1968) basada en la novela de Arthur C. Clarke y Blade
Runner, de Ridley Scott (1982).
En La novia mecnica: folclore del hombre industrial, McLuhan
(1951) describe experiencias de trance colectivo o estados de sueo
que inducen publicidades de la poca. La novia mecnica alude
a una campaa publicitaria que propone un automvil sensual
y complaciente: una mquina siempre preparada, dispuesta,
esperando.
Soberano, en pleno desierto, el hombre se felicita por su posesin. Posa junto a la poderosa mquina que reluce esplndida. Siente la fuerza de cientos de caballos sanos y salvajes.
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Cuando alguien respira, no respira el yo, la conciencia, la voluntad. Tampoco los pulmones. Respira el respirar, el continuo
pasaje de aire que jadea en lo viviente.
Los verbos en estado infinitivo (despegados de las formas personales) desde hace tiempo gustan asumir el lugar de sujeto.
La vida humana, territorio propicio para las pasiones, no sera
sin la corporeidad que esas mismas pasiones dan: cuerpos apasionados, polvos enamorados como dira Quevedo.
Las pasiones retozan en los campos enceflicos del lenguaje.
Se confunde el ser con quien acude como participio pasado de
un llamado.
Quevedo, a su manera, dice la locura de ser como el encanto
de una obsesin que llega hasta el extremo de declararse polvo,
pero polvo enamorado. No abandona la ilusin de ser ni deviniendo tierra menuda y deshecha.
Autor de La obediencia pasiva, el obispo Berkeley (1685-1753)
encarna un idealismo furioso que expresa la proposicin esse
est percipi (ser es ser percibido).
Politzer bromeaba sugiriendo al obispo que se pusiera delante
de un camin.
Ser es ser percibido, pero la percepcin percibe clasificando, separando, discriminando, como la remota enciclopedia china.
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Alguien dice: Soy una acumuladora, junto cosas que no puedo tirar.
Podra decir: La acumulacin me ampara y esclaviza: me ampara
esclavizndome y me esclaviza amparndome. La acumulacin me
aprieta, me deja sin espacio, me empuja, me arrincona.
La acumulacin enerva la soledad, confunde, apabulla, oscurece
pensamientos que angustian.
Qu alivio estar pendiente de cosas intiles, sin valor, sin
consecuencias; cosas de las que podra prescindir!
La acumulacin ofrece ese sosiego.
Para Heidegger (1938) lo decisivo de la modernidad no es que
el hombre se liberara de las ataduras medievales liberndose
a s mismo, lo importante es que la idea misma de hombre
se transforma desde el momento en que el hombre se convierte en
sujeto.
El hombre se fabula sujeto cuando la razn concibe el mundo
como imagen o representacin.
La idea de un s mismo nace como ficcin que transforma lo
dado en lo representado.
La idea de sujeto convierte a las criaturas que hablan en esclavas que se creen libres.
La asociacin entre las ideas de sujeto y ser humano se trama
despus de que Nicols Coprnico (1543) proyectara su obra
Sobre las revoluciones de las esferas celestes que no alcanz a publicar en vida, en la que deduce que la tierra y dems planetas
se mueven alrededor de un centro ocupado por el sol.
Cmo se instala la idea de que estar en el centro de algo es un
privilegio?
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Se podra decir, en lugar de que el hombre se convierte en sujeto, que la idea de sujeto transforma al hombre en una existencia
estpida arrogante incapaz de estar en la vida sin la ilusin de
dominar o ser dominado.
Si Auschwitz pudo concebir lo inconcebible, afirmar que eso no
debi ocurrir llama a in-concebir lo concebido.
La culpa la alivia de la muerte de la persona que ama. La culpa
hace sentir que algo podra haber sido diferente. La culpa revive lo que ya ha sido.
S Sujeto! es la frmula imperativa del poder y de la propiedad.
El psicoanlisis relativiz la suficiencia de esa comunidad de
propietarios con la conjetura de lo que llam inconsciente.
El paciente freudiano parece un pequeo dios que vive en un
modesto Olimpo personal, atormentado por fantasmas de la
familia burguesa, que tributa impuestos morales a cambio de
un estado ms permisivo con los deseos que lo habitan.
En un artculo en el que explica el fastidio y la antipata que
provocan sus teoras, Freud (1917) sugiere que el amor propio
de la humanidad sufre tres ofensas: una ofensa cosmolgica
(la tierra no est en el centro del universo), una ofensa biolgica y teolgica (no poseemos un linaje divino que nos distinga del resto de los animales y dems formas vivientes) y una
ofensa a la razn y a la conciencia (no gobernamos en nuestra
intimidad).
Otra herida para el amor propio de la civilizacin: las ideas de
justicia, libertad, igualdad, fraternidad, no son valores univer125
atiende, a la existencia que no se reduce al yo ni a la conciencia, al espacio que se disputan vivencias inconciliables, al que
toma a un semejante como objeto, a la interioridad habitada
por impresiones y recuerdos, a alguien con capacidad psquica, a la criatura humana que carga marcas de una sexualidad
que antecede a su conciencia, al que tiene una vida que ignora,
al que se dirige reproches, al que suea algo que desconoce, a
la voluntad que atiende a lo involuntario, a la existencia que
asume una posicin activa en el mundo, al que re de s, al portador de una razn que se contradice, al que disfraza y oculta
sentimientos, al que atiende ocurrencias y asociaciones insignificantes para acceder a lo que desconoce de s, a la persona que
dirige una pulsin o un deseo hacia otra, al que ocupa el papel
en apariencia activo de una relacin, a la existencia que ama su
propio reflejo (a veces, a travs de otra existencia), a la interioridad activa de un yo que acta sobre un objeto exterior pasivo
(aunque al estudiar sadismo y masoquismo, advierte que las
cosas no son como parecen), a la persona que alberga complejos emocionales, al ser que lleva consigo una infancia precursora, a una conciencia condescendiente con desfiguraciones y
engaos, a la existencia que (a travs de identificaciones) se
compone tomando algo de otra, a una voluntad autnoma y
racional (sensible a la fascinacin y el deslumbramiento infantil) por momentos doblegada por impulsos arrasadores, al
yo que se observa y se toma como objeto de evaluacin (como
el pienso que pienso que quera Descartes), al que desea poseer
a otro, a la conciencia que olvida, suea, teme, se obsesiona,
asiste pasmada a una rebelin que no entiende ni maneja, a la
criatura que (a travs del juego) repite en posicin activa lo que
vivi en forma pasiva, a la razn dividida capaz de tener una
vida inconsciente.
Cuando alguien imagina algo que har o ensaya en soledad
una discusin, no imagina o ensaya la persona, el yo, la voluntad; las figuras que ocupan el lugar de sujeto son la imaginacin
y la puesta en escena, el teatro de acciones, la imitacin o la
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Que el lugar est all antes de que quien lo ocupe exista como
un quin.
Los lugares no son ocupados por cuerpos que existan antes de
ocupar esos lugares.
Cuando una velocidad se asienta en un lugar, ese sitio atrapa el
movimiento ligero hacindolo cuerpo que late, ese sitio limita
la profusin que vuela en modos de ser que, recin entonces, se
identifican con esos modos.
Deleuze destaca que, para el estructuralismo, la historia social
decanta una topologa productora de existencias.
Una broma dice que la topologa no distingue entre una taza y
una rosca. La taza deviene rosca y la rosca taza, porque ambas
poseen un hueco; mientras que la esfera, para transformarse
en rosca, necesitara un agujero, lo mismo que a la rosca, si
quisiera volverse esfera, le sobrara su apertura redondeada.
En el flujo de lo que muda, la topologa busca continuidades e
invariantes: valores que no cambian en medio de todo lo que
se transforma.
Seala Deleuze (1972) que cuando Althusser habla de estructura econmica, precisa que los autnticos sujetos de esa estructura
no son quienes vienen a llenar sus lugares, as como sus verdaderos
objetos no son los papeles que desempean ni los acontecimientos
que se producen, sino ante todo las propias posiciones de un espacio
topolgico y estructural definido por las relaciones de produccin.
No se trata de alguien ya constituido que viene a desempear
un papel que le estaba destinado, sino de velocidades que se
agitan (sin nombre ni terminacin) que as quedan aquietadas siendo alguien que asume el papel que ahora lo envuelve con
una representacin de s que antes no tena.
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Tras haber sufrido un accidente cerebro vascular, los pensamientos desertan de esa vida como si se tratara de un edificio
en llamas: quedan muecas vacas de un decir sin palabras.
En qu reside la libertad si ocupamos lugares establecidos?
La libertad de saberse esclavo? La libertad como dolor? La
libertad como pica individual que trata de cambiar lo que nos
ha sido asignado?
La civilizacin inventa una locura descomunal.
Lacan (1946) recrea un aforismo de Lichtenberg para decir que
un hombre que se cree rey, est loco; pero tambin lo est el rey
que se cree rey.
Un rey sin reinado, sin ejrcito, sin iglesia, sin sbditos, sufre
su locura desolada. El trono que no tiene se entroniza como
crueldad en sus das.
No slo no convence con su locura a nadie, sino que la padece.
De qu modo esa locura se instal como su locura?
Puede pensarse la vida como teatro en el que cada cual representa el papel que le ha tocado (el de bueno y el de malvado, el
de rey y el de sirviente, el de hombre y el de mujer).
Al final de la funcin, los cuerpos se pudren.
Dice la Muerte: Soy la nica igualdad posible.
El cristianismo inventa la instancia de un juicio final para que
todos los cuerpos no se pudran lo mismo.
Quevedo propone que algunos se pudran enamorados.
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Eso que nos toca, admite, por lo menos, dos sentidos: el papel
que nos toca en tanto asignado y el que nos toca en tanto lo que
nos ha sensibilizado.
Escribe Jorge Manrique (1440-1479) en Coplas a la muerte de su
padre: Nuestras vidas son los ros / que van a dar en la mar, / que es
el morir; / all van los seoros / derechos a se acabar / y consumir; /
all los ros caudales, / all los otros medianos / y ms chicos, / allegados, son iguales / los que viven por sus manos / y los ricos.
Lgrimas: la muerte, un gran ocano al que llegan todas las
aguas.
El gran teatro del mundo de Pedro Caldern de la Barca (16001681) presenta la vida humana como un teatro en que cada cual
representa un personaje.
Dios es el autor de la obra en la que actuamos: dramaturgo que
decide la belleza, la truculencia, el tedio, la resignacin, para
cada papel.
Foucault (1964) trata de comprender cmo el lugar que Caldern
atribuye a Dios como autor, es ocupado por el rgimen de produccin capitalista (Marx), por la fbrica moral del cristianismo
(Nietzsche), por la sujecin del inconsciente (Freud).
El teatro carga con la tarea de servir como pedagoga popular
del destino y como matriz religiosa de reconciliacin con lo ya
asignado.
Jaeger (1933) seala, a propsito de la tragedia entre los antiguos griegos clsicos, que Un escultor de hombres como Sfocles
pertenece a la historia de la educacin humana.
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Los hablantes no se modelan a s mismos como si fueran obedientes corderos o furiosos artistas de lo nico, sino que el lugar y el momento que los recorre en la fila, modela en ellos (un
ellos que todava no son) la ilusin de un ser, de una identidad,
de un s mismo.
Modelados por el lugar que nos toca en una estructura histrica labrada en las luchas sociales. No arquetipos universales,
como pensaba Jung.
Identificados con una marca que se boceta desplazndose en el
tren del significante. Marca insegura de una trayectoria caprichosa. Nos identificamos con lo que no somos: no somos esa
marca, rasgo, trazo: algo que se posa en esas marcas nos hace
humanos, cuerpos aferrados a un significante encantado.
Contina Lacan: Si lo que Freud descubri y redescubre de manera cada vez ms abierta tiene un sentido, es que el desplazamiento
del significante determina a los sujetos en sus actos, en sus destinos,
en sus rechazos, en sus cegueras, en sus xitos y en sus suertes, a
despecho de sus dotes innatas y de su logro social, sin consideracin
del carcter o el sexo, y que de buena o mala gana seguir al tren del
significante como armas y bagajes, todo lo dado de lo psicolgico.
Un puesto, un lugar en la fila, una posicin en la cadena significante (como en la cadena de montaje de la fbrica en la pelcula Tiempos modernos de Chaplin), modelan la ilusin de ser,
determinan (piensa Lacan) actos, destinos, rechazos, cegueras,
xitos, azares.
El significante (no la palabra ni el signo), como elemento de
una estructura, tiene el poder de un ilusionista que hace creer
al que habla que lo hace por s mismo.
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La observacin del dedo como posesin que no le pertenece, libera al dedo de la fatalidad de tener que ser miembro de la mano,
para poder devenir pecho, pezn, leche tibia, beso.
O dicho de otro modo: el dedo como una pertenencia que cesa y
muda, no una posesin que pesa, echa races, se asegura.
Vivo este instante: intil poseerlo, capturarlo, fotografiarlo,
describirlo.
La experiencia de vivirlo, me pertenece? Me pertenece si le
pertenezco?
El flujo del instante disuelve la idea de propiedad.
La pertenencia se entiende con el juego, no con la propiedad.
El que se declara dueo de la pelota, la guarda, la esconde, la
utiliza como instrumento de poder, no la presta, no la suelta,
no la deja volar.
El jugar inventa pelotas de papel, de aire, de sed.
Escribe Nancy (2006): En verdad, mi cuerpo indica una posesin,
no una propiedad. Es decir, una apropiacin sin legitimacin. Poseo
mi cuerpo, lo trato como quiero, tengo sobre l el jus uti et abutendi.
Pero a su vez l me posee: me tira o me molesta, me ofusca, me detiene,
me empuja, me rechaza. Somos un par de posedos, una pareja de
bailarines endemoniados.
Dice la Propiedad: Tendrs derecho de uso y abuso (de lo tu-yo)!
Nancy distingue entre posesin y propiedad, piensa que se posee
un cuerpo que, a su vez, nos posee, pero no se tiene propiedad
sobre l.
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Freud (1923) compara las dificultades que tiene el yo para gobernar al ello, con los avatares de un jinete que trata de dirigir
la fuerza de un caballo irrefrenable. Dice que, a veces, el jinete
para permanecer sobre el caballo simula conducirlo hacia donde ste quiere ir: as el yo (que no cuenta con fuerza propia y, a
veces, no sabe hacia dnde ir), en ocasiones, asume la voluntad
del ello como si fuera suya.
Entre las criaturas fabulosas de la mitologa griega estn los
centauros que tienen cabeza, brazos, torso de una persona humana y el cuerpo y las piernas de un caballo. Salvo excepciones
son salvajes, poco hospitalarios y esclavos de las pasiones.
Interesa la idea de ello como neutro que insiste ms all de toda
captura.
El mundo como teatro realiza una reduccin moderada y
apaciguadora.
La idea de que cada cual ocupa un lugar en un elenco establecido transporta una vocacin resignada, conservadora, violenta.
Cierto: el mundo social ocurre como espectculo ya diagramado por el poder, antes que como disponibilidad o desierto.
La idea de sujeto en Freud se presenta como teatro, escenario
de conflictos, paisaje poblado de marcas y signos ignorados.
Espacio habitado por separaciones, suturas (delicadas costuras
que aproximan los labios de una herida), enigmticas cicatrices.
Interioridad poblada por multiplicidad de figuras que la ensanchan y profundizan hasta disolver sus lmites y confundirla
con la historia humana misma.
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No se trata de djalo ser como si el ser fuera detenido o reprimido, sino de poder dejar la idea de ser.
La idea de sujeto fabula un s mismo libre y autnomo.
Althusser (1969) advierte cmo la ideologa crea la ilusin de
sujeto libre, en cada individuo social, para gobernar la vida.
Razona que las instituciones (iglesias, escuelas, familias, publicidad, sindicatos, partidos, diarios, televisin, cine) sujetan a
travs de prcticas ideolgicas que no esclavizan ni reprimen.
La sujecin no apela a la coercin, sino a la seduccin. No se
trata slo de disciplinar y controlar, sino de hacer desear lo que
desea el poder. El sometimiento se vive como libertad.
El lenguaje presenta palabras que acarrean ideas. Algunas
ideas tienen vocacin de poder y crean comarcas amuralladas
que se llaman ideologas. Las ideologas ilusionan y persuaden.
Armonizan entramados entre lo simblico y lo imaginario. Una
de las invenciones ms poderosas de las ideologas establece la
percepcin de la realidad.
Para Althusser (1969) en la ambigedad del trmino sujeto
reside el secreto de la dominacin capitalista: por una parte,
el uso corriente nombra una existencia libre, dominio de las
iniciativas de un autor responsable de sus actos y, por otra,
designa a un individuo sojuzgado, sometido a una autoridad
superior, despojado de toda libertad, salvo la de aceptar por
propia voluntad su sumisin.
Escribe: El individuo es interpelado como sujeto (libre) para que
se someta libremente a las rdenes del Sujeto, por lo tanto para que
acepte (libremente) su sujecin y, as realice por s mismo los gestos
y actos de su sujecin. Slo existen sujetos por y para su sujecin.
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Explica: Entiendo por humanismo el conjunto de discursos mediante los cuales se le dice al hombre occidental: si bien t no ejerces
el poder, puedes sin embargo ser soberano. An ms: cuanto ms
renuncies a ejercer el poder y cuanto ms sometido ests a lo que
se te impone, ms sers soberano. El humanismo ha inventado paso
a paso estas soberanas sometidas que son: el alma (soberana sobre
el cuerpo, sometida a Dios), la conciencia (soberana en el orden del
juicio, sometida al orden de la verdad), el individuo (soberano titular
de sus derechos, sometido a las leyes de la naturaleza o a las reglas de
la sociedad), la libertad fundamental (interiormente soberana, exteriormente consentidora y adaptada a su destino). En suma, el humanismo es todo aquello a travs de lo cual se ha obstruido el deseo de
poder en Occidente prohibido querer el poder, excluida la posibilidad
de tomarlo-. En el corazn del humanismo est la teora del sujeto (en
el doble sentido del trmino). Por esto el Occidente rechaza con tanto
encarnizamiento todo lo que puede hacer saltar este cerrojo.
El falso soberano, al final, ejerce la nica soberana que tiene, la
de la destruccin de s.
La muerte del hombre se dice en una frase de Mark Twain que
diverta a Borges: No pregunto si es blanco, negro o amarillo, no
indago si es cristiano, judo o musulmn; me basta con que pertenezca
al gnero humano: peor que eso no podr ser.
El no poda ser nada peor sugiere que el sueo de la razn y la civilizacin moderna (que todava se propone como gran novedad respetar las diferencias) se ha vuelto una dolorosa irona.
Tal vez se trate de pasar del ser humano al humano ser.
Humano ser no como algo alcanzado, sino como vida que tiende a lo que no se alcanza.
Vivir sin llegar a ser: ese no llegar como triunfo secreto sobre el
lenguaje y dems poderes sociales.
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Yo, grita un dios caprichoso que pretende, con su grito, doblegar al resto de las energas vivas. Yo compite con las nubes que
se mueven en los cielos. Yo inmoviliza lo viviente, se establece
como boya en el ocano. Yo triunfa cuando la luz del sol proyecta la sombra del cuerpo (que se asigna) sobre la arena.
La muerte se presenta como descanso: soplo eterno sin
identidad.
El problema de la identidad radica en su compulsin a la perpetuidad. Identidad no interesa como uno entronizado, sino
como parpadeo de una multiplicidad que titila.
Hay algo vicioso en la persecucin del dominio de s.
Incluso una egolatra fantica, termina admitiendo muchos yo
en Uno.
El plural de la palabra yo aporta una prueba del imperio del yo.
La expresin yoes, empleada en castellano, delata un mensaje
que dice: yo es.
No es lo mismo la multiplicacin del yo en muchos yoes, que la
disolucin o destronamiento del yo en la multiplicidad.
Multiplicidad como dispersin de lo que fluye o como innumerables insistencias.
Multiplicidad: inabarcable fluir de lo viviente.
El vocablo yo tendra que considerarse como un pronombre
colectivo.
Recuerda Borges (1981 b) que Herclito dijo hace ms de veinticinco siglos nadie baja dos veces al mismo ro. Recuerda que la
afirmacin ofrece una idea del tiempo: nadie baja dos veces al
mismo ro porque el ro fluye, las aguas cambian, pero tambin
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por el enfermo que no puede salir de su casa, o por otras personas que
adolecen anlogas miserias. No he sido esas personas; ello a lo sumo,
ha sido la tela de trajes que he vestido y que he desechado. Quin
soy realmente? Soy el autor de El mundo como voluntad y como
representacin, soy el que ha dado respuesta al enigma del Ser, que
ocupar a los pensadores de los siglos futuros. se soy yo.
Borges razona que Schopenhauer saba que creerse un gran
pensador era tan ilusorio como figurarse un enfermo o un
desdeado. Localiza (lo que considera) una raz ms oscura y
profunda: la voluntad.
Segn Borges la voluntad concibi, sedujo, gobern y dio sentido a la vida de ese hombre, lo transform en alguien que, si no
(arrojado al lugar de suplente, a la difamacin, al desdn, a la
enfermedad) se hubiera experimentado como un desdichado.
Donde se sola decir condiciones histricas y sociales de produccin de subjetividad, este libro prefiere preguntar cmo sera la
vida si en la historia social se abrieran paso condiciones de produccin de no subjetividad: estallidos hablantes no fijados a una
identidad, sensibilidades de pasaje no enmaraadas en redes
de atribuciones y propiedades.
Escribe Pessoa (1928) en Tabaquera: Como los que invocan espritus me invoco / A m mismo y no encuentro nada.
Tal vez no se invoca algo que est esperando ser llamado: cuando se invoca el s mismo, llega como ausencia.
Escribe Nietzsche (1889) en Ecce Homo: Tiene alguien, a finales
del siglo XIX, un concepto claro de lo que los poetas de pocas poderosas denominaron inspiracin? En caso contrario, voy a describirlo.
Si se conserva un mnimo residuo de supersticin, resultara difcil
rechazar de hecho la idea de ser mera encarnacin, mero instrumento
sonoro, mero mdium de fuerzas poderossimas.
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Por el cuerpo de las psicosis pasan dolores del mundo. Una sensibilidad colmada por intensidades que la superan. La relacin
con el lenguaje puede dosificar o precipitar esa sensibilidad.
La paradoja humana consiste en disear un s mismo como
encierro, para practicar la fuga: establecer un yo, para devenir
otro.
Con la palabra devenir ocurre algo parecido que con el trmino
creatividad: suelen emplearse como signos de beatitud y regocijo de la existencia.
La idea de devenir no se opone a la de ser, la desconcierta: anuncia el movimiento de lo que acontece no siendo.
Devenir elude metas y estaciones, se desliza como pasaje tanto
por la felicidad como por la infelicidad, por la vida como por
la muerte.
Devenir como captacin de lo que cambia y como cambio sin
captacin.
Devenir como apertura y tendencia.
Devenir como transcurrir inestable a travs de la estabilidad.
Devenir viejo, enfermo, grun, miserable, cadver, polvo,
viento, ausencia.
Devenir sin evolucin.
Devenir de paso por las formas sin adherirse a las formas.
Dicen las Cenizas: Esparcidas por los aires, como polvo, casi nada.
Eso que se llama creatividad no se piensa en este libro como
un don o inspiracin personal, sino como instante en el que
en el vivir se abre paso lo imprevisto. Cmo ocurre algo as?
Acontece sin anticipo ni saber. Abrirse paso que puede surcar la
maana como fantasma de un andar que nadie registra.
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La entelequia representa la obra que existe conteniendo el acabado de las potencias, la realizacin de las potencias.
En la metafsica de Aristteles no se piensa la omnipotencia como
absoluto de la potencia (el trmino no aparece porque no precisa
de ese concepto). La potencia realizada no desgina la omnipotencia, sino la entelequia, lo (por fin) acabado.
Los dioses griegos tienen grandes poderes, pero no son omnipotentes, no pueden todo: no pueden volver a dar vida a lo que
ha muerto o no pueden hacer noche del da o del da noche.
An cuando se concibe a los dioses griegos con dominios casi
ilimitados, se admite que estaban atados a una fuerza desconocida y superior (a la que no se podan resistir) que obraba sobre
ellos: el Hado.
Deleuze (1988 b) acepta hablar frente a una cmara ante Claire
Parnet con la condicin de que ese dilogo slo sea difundido
tras su muerte.
Menciona que devenir animal no significa transformarse en
perro, gato, pjaro, cucaracha, sino en poder descomponer los
modos rgidos de organizacin de la corporalidad para dar lugar a la posibilidad de otras intensidades en un cuerpo.
Emplea la expresin devenir animal como fuga de lo que aprisiona en el modelo humano.
Devenir animal como salida del territorio de dominio, posibilidad de vivir intensidades secuestradas o no conocidas.
Deleuze piensa el devenir animal en la literatura de Kafka; el
devenir impersonal en la obra de Beckett; el devenir tartamudeo de
la lengua en la escritura de Joyce; el devenir preferira no en el
relato de Melville.
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El Test Desiderativo, entre otras cosas, consista en la interpretacin y anlisis de las respuestas que alguien daba a un cuestionario de seis preguntas a travs de las cuales (se deca) se
podan inferir fantasas inconscientes y pulsiones reprimidas.
Se preguntaba Qu es lo que ms le gustara ser, si no pudiese ser
persona? Y despus se volva a interrogar por qu.
El entrevistado deba deslizarse hacia tres opciones posibles: el
reino animal, el vegetal, el inanimado (objetos o cosas).
En una segunda etapa se repetan las preguntas en negativo:
Ahora, si no pudiera ser persona qu es lo que menos le gustara ser?
Imaginemos (en broma) el test del devenir.
La pregunta podra ser: Si, por un instante, pudieras escapar de
la idea de cuerpo humano para sentir intensidades nunca vividas,
hacia qu otra forma de cuerpo tenderas?
Imaginemos que alguien respondiera: Me inclinara hacia el mar,
para sentirme ola; me inclinara hacia un rbol, para sentirme viento;
me inclinara hacia un auto, para sentirme velocidad. La evaluacin
concluira: Late en su vida la potencia del devenir ola, devenir viento, devenir velocidad.
Se puede crear un territorio no para poseerlo, sino para salirse
de l.
Ms que instalarse en una forma de ser, interesa la posibilidad
de devenir o pasar por otras formas: vivir partiendo.
Dice Deleuze: el territorio importa por el movimiento mediante
el cual se sale del mismo.
Aunque, como escribe Clarice Lispector (1974), existen aquellos
para quienes la prisin es seguridad, y las barras un apoyo para las
manos.
Deleuze (1988 b) advierte que devenir nio no significa actuar
como una criatura. Dice: deviene nio, s, pero no se trata de su
infancia, ya no se trata de la infancia de nadie: se trata de la infancia
del mundo, la infancia de un mundo.
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que padecemos cuando en nosotros sucede algo o de nuestra naturaleza se sigue algo de lo que no somos sino causa parcial.
Cuando Spinoza escribe que obramos o padecemos, en este libro
se dir que no hay alguien (antes) que obra o padece sino que
el obrar y el padecer aumentan o disminuyen potencias de
cuerpos (causados por ese obrar y padecer) que representamos
como nuestros.
El pie nacido de la huella imagina que estuvo antes imprimiendo esa pisada.
Huella y pisada fabulan un pie.
Eso que Spinoza llama afectos (afecciones que aumentan o disminuyen la potencia de obrar de un cuerpo) nutre la idea de
figuras que se emplea en estas pginas.
Eso que Spinoza llama alma, obra obrada.
Eso que Spinoza llama cuerpo se lo tiene sin poseerlo.
Escribe Spinoza que cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser,
este libro prefiere decir que cada cosa se esfuerza por perseverar.
No se trata, ahora, de perseverar en la creencia del ser, sino de
poder insistir fuera de esa creencia, incluso pensar el devenir
como perseverancia de lo que existe no siendo.
Dice Lacan el 11 de enero de 1976: El parltre adora su cuerpo
porque cree que lo tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es
su nica consistencia consistencia mental, por supuesto, porque su
cuerpo a cada rato levanta campamento.
En tiempos del Seminario Le sinthome (1975-1976), Lacan comienza a utilizar la expresin parltre, a veces, en lugar de inconsciente y, a veces, en lugar de sujeto.
Alfredo Le Pera escribe en Volver: sentir que es un soplo la
vida.
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El comienzo (bereshit) del libro del Gnesis (2:7) dice as: Y form el Eterno Elohim al humano, del polvo de la tierra. Y sopl en las
ventanas de su nariz aliento de vida, y el humano fue viviente.
La palabra griega psych, antes de entenderse con la idea de psiquismo (como aparato, rgano o zona cerebral), alude a soplo,
hlito o aliento de las criaturas hablantes. Psych como pasaje
de aire, como sensibilidad de pasaje de intensidades que respiran, que son inspiradas, exhaladas, que expiran.
Se lee en la Ilada: el alma vol de los miembros y descendi al
Hades, llorando su suerte, porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven.
Se suele traducir el vocablo griego psych como alma. Homero
relata que, tras la muerte del hroe, psych escapa en el ltimo
suspiro volando como una mariposa.
La palabra psych significa tambin mariposa.
La letra griega (psi) tiene forma de mariposa con las alas
desplegadas.
Lo que llamamos vida tiene la consistencia de un soplo, de un
sueo.
El ahogo sobreviene, tambin, por no soltar el aire.
La sensibilidad de trnsito adquiere aficin
almacenamiento.
por
el
La memoria no interesa como depsito, sino como red que permite saltar al vaco: sin esa red la cada no tendra lmites.
La historia de psych como respiracin, trnsito, pasaje, ayuda
a despegar de la idea de psiquismo y de la ilusin de interioridad.
O supone una interioridad tan inmensa e inabarcable como el
espacio entre las estrellas o una interioridad capaz de contener
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Se tambalea con la cara desencajada, de pronto dice, disculpndose: Hoy estoy escabiado, vuelvo la prxima; a lo que otro
responde, dndole la mano: Aqu pods venir como sea y cuando
sea, te queremos como ests.
El amigo ofrece un lugar en el que puede caer como sea. No
pide ni espera. Sabe, de alguna manera, que el otro gobernado por demandas que no puede saciar vive torturado por la
culpa. Sin embargo, entre caer en manos de la crueldad que
lo asedia o caer junto al amigo que se ofrece, una y otra vez, el
escabiado, opta por la crueldad.
Las figuras que comandan el lugar de sujeto erigen un quin que
acta a pedido o demanda, alguien que brota actuando esa demanda o pedido.
La palabra xtasis expresa el abandono de s como prctica que
suelta amarras de la identidad.
Una cosa significa el ejercicio de la desposesin de s y otra
vivir posedo por la ilusin de una sustancia.
Desposeerse no como renuncia a poseerse sino como fuga de
aquello que nos posee. No se posee una identidad, una identidad nos posee.
Habr que decirlo as hasta que sea una obviedad? Esa posesin
acontece como estallido de afectaciones que desbordan la accin y la reaccin, los efectos y las causas, la pasividad y la
actividad.
xtasis como impulso fuera de la idea de ser, como estar no
siendo: tal vez as piensa Deleuze el devenir nio, mujer, negro,
judo, palestino, africano, no como ser, sino como pasar por estados sin encallar en una identidad.
xtasis como escabullirse de s, sin alharacas.
Salir a hurtadillas, sin hacer ruido ni darse cuenta: irse de la
idea de uno, irse de la idea de otro, descansar.
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Esas figuras efectan redes de significacin que alojan y soportan energas histricas del mundo social.
Las figuras no pertenecen a alguien, el pronombre indefinido
(alguien) pertenece a las figuras de una civilizacin.
Caldern de la Barca (1636) presenta en La vida es sueo cmo
Segismundo trata de discernir entre sueo y realidad. La vida es
sueo y el Discurso del mtodo comparten la expectativa de que la
razn nos oriente en el laberinto de los sentidos que nos pierden
y engaan (lo mismo ocurre en Hamlet, otro contemporneo).
Inconsciente, despus de Freud, podra nombrar la ausencia, la
ignorancia de s, la mismidad burlada, la farsa.
Se aprende de la ausencia a descompletar la ficcin unificadora
del yo.
Spinoza no personifica al autor de la muerte de dios, no mata
ni advierte la muerte de esa creencia, interroga algo todava
ms difcil: cmo concebir la vida sin la idea de trascendencia?
En las expresiones: sujeto de la razn, sujeto de la ley, sujeto econmico, sujeto poltico, sujeto histrico, sujeto del inconsciente, la
palabra sujeto remite a supuestos universales de lo humano tras
la Ilustracin.
El asunto del psicoanlisis no fue la psicologa del yo, de la
conciencia, de la voluntad, de la inteligencia, de las etapas evolutivas, de los grupos, de las instituciones, de las generalidades
psicopatolgicas: el asunto del psicoanlisis fue la idea de inconsciente (que aqu se piensa como haz de figuras que ocupan el
lugar de sujeto).
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y matices. Un soberano que pacta con la noche y la luna el estado de las mareas y con el sonido, el volumen de sus bramidos.
Una conciencia que reprime la tempestad y suea erticas violentas y devastadoras sobre la superficie de la tierra.
Cualquier fbula parece sencilla comparada con la de sujeto.
Tras derrocar a Cronos, sus hijos Zeus, Poseidn y Hades
acuerdan reinar los tres sobre la tierra y echan a la suerte la
decisin de quin se quedar con el cielo, el mar y el tenebroso
mundo subterrneo: Zeus gana el cielo, Hades el mundo subterrneo y Poseidn el mar.
Vive interceptado por pensamientos rugbiers: le roban ideas y le
meten otras que lo torturan. No puede cerrar la puerta de su
intimidad.
La identidad inmoviliza lo que vive en movimiento, sin esa
mnima quietud sera difcil vivir.
La expresin la muerte del sujeto se difundi como una especie
de amenaza postmoderna.
Una pregunta curiosa: Hay sujeto en la psicosis? Convendra
pensar que las psicosis ponen en cuestin la idea del hay sujeto
o difunden un gemido de la modernidad que dice Ay, sujeto!
Entre otros, Jameson (1998) precisa el alcance de esa noticia:
no se trata tanto de la muerte del sujeto, como de la puesta en
cuestin del reino del yo o el individuo autnomo del mundo
burgus. El trmino sujeto vive asociado, entre nosotros, al capitalismo, a las formas familiares burguesas, a las instituciones
escolares y jurdicas, a las construcciones psicopatolgicas.
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Escribe Laclau (1991): Quizs la muerte del Sujeto (con maysculas) ha sido la principal precondicin de este renovado inters en
la cuestin de la subjetividad. Es, quizs, la imposibilidad misma de
seguir refiriendo a un centro trascendental las expresiones concretas
y finitas de una subjetividad multifactica, lo que hace posible concentrar nuestra atencin en la multiplicidad como tal.
Pensamientos de las izquierdas, apunta Laclau, pensaron en
remplazar la idea de sujeto por un colectivo o reinscribir las
formas mltiples de subjetividades no domesticadas.
Respecto de la muerte del sujeto opina que esa muerte mostr el
secreto veneno que la habitaba, la posibilidad de su segunda muerte
la muerte de la muerte del sujeto, la re-emergencia del sujeto como
resultado de su propia muerte; la proliferacin de finitudes concretas
cuyas limitaciones son la fuente de su fuerza; la comprensin de que
puede haber sujetos porque el vaco que el Sujeto tena que colmar
era imposible de ser colmado.
Laclau entiende que la declarada muerte del sujeto consagra una
coartada para su multiplicacin.
Si la fbula necesitaba algo para naturalizar su narrativa, era la
muerte del protagonista. Como en esas pelculas que el hroe
muere para vivir siempre en la memoria de los vivos.
La invencin del vaco (que no descansa en algo que pueda ser
colmado) da a lo humano un inmenso poder y una inmensa
desgracia: en esa disponibilidad alojadora reside tanto la vida
como la muerte, la libertad como el sometimiento.
En lugar de anunciar la muerte del sujeto, con ms modestia y
fuerza cuestionadora, se podra decir que los tiempos presentes ponen entre parntesis o en suspenso la idea de sujeto.
Se dice muerte de dios, muerte del sujeto, muerte del hombre, muerte de la familia, muerte de la escuela, muerte del autor, muerte del
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Hay secretos que se tienen y secretos que no se tienen, los primeros se guardan, se esconden o se comparten en la intimidad
de una amistad; los segundos se insinan ms all de lo visto,
odo, tocado, pensado en lo que vive sin capturar.
No se trata de alguien que tiene un secreto, sino alguien que
transporta un secreto que lo tiene o tiene en l un sbdito.
Sbdito o empleado que carga, custodia, defiende, hasta morir,
lo que nunca sabr que lleva (no porque le falte disposicin a
saber, sino porque el secreto que se finge profundo y entraable, est hecho de nada).
Quin piensa los pensamientos inconscientes? No el yo, el
sujeto del inconsciente? Quin piensa los pensamientos del
sueo? No el soante que asiste como espectador, el sujeto del
sueo, el inconsciente?
Donde suele fabularse un sujeto del inconsciente, este libro propone pensar que, en un psicoanlisis, la idea de inconsciente
ocupa el lugar de sujeto. O, tambin, que la figura del soar trabaja con significantes inconscientes que encantan al durmiente.
As como se dice Anoche tuve un sueo, se podra decir Anoche
un sueo me tuvo. Si en el primer caso el soante tuvo un sueo
como posesin que recuerda o que se escurri pasajera como
olvido casi completo, en el segundo, el soante estuvo cautivo
de un sueo que lo tuvo. En este ltimo razonamiento, la figura que ocupa el lugar de sujeto descansa en el soar.
Y, el inconsciente? Ausencia, vacancia productiva, escenario
habitado por figuras que asedian.
No conviene pensar inconsciente como sujeto sustrado por la
ficcin de la razn o como divisin que dice la verdad.
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En un texto que Blanchot (1962) dedica a su amigo muerto pocos meses antes, piensa que Bataille aunque parece que (en
sus libros) habla de s mismo habla de una vida que no reivindica como propia ni presenta como lucimiento biogrfico.
Escribe: Y cuando hacemos la pregunta: Quin fue el sujeto de
esta experiencia?, esta pregunta ofrece ya la respuesta, si el planteo
mismo de la pregunta afirma su forma interrogativa, sustituyendo el
Yo cerrado y nico por la apertura de un Quin? sin respuesta;
no es que eso signifique que l no haya necesitado preguntarse: cul
es este m que yo soy?, sino antes bien, ms radicalmente rehacerse
sin descanso, no ms como Yo sino como un Quin?, insistencia
desconocida y resbaladiza de un Quin? indefinido.
Quin camina, se alegra, respira, se emociona, siente hambre,
se estremece?, quin da nombres a las cosas? Sera una pena
concluir que se trata del yo, de la conciencia, de la razn, del
entendimiento, del inconsciente o, incluso, de la sensibilidad
atenta a lo viviente.
La abertura del quin es inmensa: equivale a preguntar quin
cre la tierra, el viento, el agua, el sol, la esfera celeste, el espacio, el movimiento, el tiempo. No hace falta responder: Dios o
el Big Bang.
Importa la pregunta que celebra el instante de solicitar una
respuesta que no se necesita.
Quin siente el dolor que siento?
Escribe Wittgenstein (1956) en el pasaje 404 de Investigaciones
filosficas: Cuando digo siento dolor, no sealo alguna persona que
siente ese dolor, puesto que en cierto sentido no s en absoluto quin
lo siente. () Pues sobre todo: de hecho, yo no dije que tal o cual persona siente dolor, sino siento... (ich habe). Bien, con ello no nombro
a ninguna persona. Como tampoco lo hago cuando me quejo de dolor.
Aunque el otro infiere por los quejidos quin siente dolor.
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llorando dice (casi sin poder hablar) que el hombre que vive
con ella le pega.
La mujer no va, esa maana hasta la salita, con la intencin de
hablar, pero de pronto ocurre que est llorando. Un llorar que
se suelta de la voluntad. Un llorar imprevisto que no anticipa
causa o motivo. Un llanto que llora, incluso, sin mujer. Un estar
llorando que se encuentra con preguntas qu le pasa?, por
qu llora?
As como un llorar lloraba, tras la pregunta, la voz se encuentra
diciendo algo que no saba que iba a decirse: el hombre con el
que vive la golpea. Palabras que salen de la boca, quizs, sin
alguien que las est diciendo. O se pronuncian sin alguien que
las est escuchando.
Un llorar sin mujer, un hablar sin hablante, un decir sin nadie
que lo escuche?
La pediatra hace dos recetas, en una escribe: Su beba, Alejandra,
est creciendo bien. Nos volvemos a ver en un mes; en la otra: Mara,
quiero que sepa que pude escuchar lo que le est pasando.
Estampa debajo de cada una su sello y su firma. Antes que la
madre se retire con su hija, pide a Mara que las lea en voz alta
para asegurar que se entienda la letra.
No soy eco, el eco crea la ilusin de una voz que crea la ilusin de que es la voz que yo soy. No soy olvido, el olvido crea
la ilusin de alguien que olvida. No soy nada, la nada crea la
ilusin de un ser (que, a veces, como si mendigara, se declara
siendo nada).
El innombrable (1953) de Beckett comienza as: Dnde ahora?
Cundo ahora? Quin ahora? Sin preguntrmelo. Decir yo. Sin
pensarlo. Llamar a esto preguntas, hiptesis. Ir adelante, llamar a esto
ir, llamar a esto adelante.
Y el apartado III de Textos para nada (1957) comienza as: Deja,
iba a decir deja todo esto. Qu importa quin habla, alguien ha dicho
qu importa quin habla. Habr una marcha, formar parte de ella, no
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ser yo, estar aqu, me ir lejos, no ser yo, no dir nada, habr una
historia; alguien intentar contar una historia.
No importa quin habla porque tal vez no haya un quin ni un
qu hablantes, sino un hablar que habla creando la ilusin de
un quin o qu.
Dnde, cundo, quin, son coordenadas que ubican, localizan,
identifican. Pero estas preguntas no buscan respuestas, las
suspenden.
El ahora previene el arribo de referencias automticas y
pretenciosas.
Espacio, Tiempo, Sujeto parecen la trinidad de la razn.
Quin habla?
Habla una insistencia que se insina. Habla una madre que
traz su reino alrededor de una inmensa parra. Habla una sensibilidad que se entusiasma. Habla la retencin.
Dice la Retencin: Soy la modestia, soy el pudor, soy la sensibilidad
que evita alardes, soy promesa, soy primicia que se reserva.
Beckett advierte encierros. Pero, quin es ese que est prisionero rebotando contra las paredes de las palabras o contra el
frontn de los significados establecidos? La criatura humana?
Sigue El Innombrable: Soy yo pues quien habla, completamente
solo, porque no puedo hacer otra cosa. No, estoy mudo. A propsito,
si me callase, qu me pasara? Peor que lo que me pasa? Pero esto
siguen siendo preguntas.
Si callar no fuera slo dejar de hablar, si fuera posible un silencio que desvaneciera la necesidad de un quin, tal vez se podra
existir no siendo.
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Increado, sin razn de ser, sin relacin ninguna con otro ser, el seren-s est dems por toda la eternidad. El ser es. El ser es en s. El ser
es lo que es.
La negatividad no como negativa, sino como posibilidad de ser
ms all de lo que se es: despegar del lugar de cosa que slo es
lo que es, salvo que sea animada por el deseo o la imaginacin:
en ese caso, una cscara de nuez abierta por la mitad se transforma en una nave maravillosa.
El ser en s carece de libertad: la libertad de ser diferente de s.
El ser para s no puede reducirse a lo que es: no es objetivable
(No soy un preso, estoy preso).
El ser para s tambin es ser para otro.
El cazador cazado, el espa espiado: pasa de la posicin en la
que se cree sujeto que mira, a la de objeto de la mirada de otro.
Una mirada pertenece a alguien o las criaturas que hablan
pertenecen a una mirada?
Para Sartre las ideas de sujeto y objeto describen posiciones reguladas por la mirada.
El espa que sabe que mira siente poder sobre lo que est mirando, pero cuando advierte que est siendo mirado siente el
dominio de la mirada de otro que lo reduce a objeto de esa
mirada.
La mirada instala la idea de sujeto y la de objeto al mismo tiempo. La criatura humana pasa por un lugar y otro segn el juego
o lucha de miradas.
Sartre (1947) imagina que alguien (impulsado por los celos, el
inters o el vicio) escucha detrs de una puerta y mira por el
ojo de la cerradura. Sumergido en ese estar mirando se pierde en
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el mundo del mirar: est absorbido por las cosas como la tinta
por un papel secante.
Pero, repentinamente se da cuenta que puede estar siendo mirado, escribe: heme inclinado hacia el ojo de la cerradura; de pronto
oigo pasos. Me recorre un estremecimiento de vergenza: alguien me
ha visto. Me yergo, recorro con los ojos el corredor desierto: era una
falsa alarma. Respiro.
Ser visto mirando equivale para Sartre a transformarse en objeto de la mirada de otro. No importa si no hay nadie en el
fondo del pasillo o en la escalera, en cualquier momento puede
ocurrir: la mirada del prjimo acecha como posibilidad. El que
est mirando ahora persevera agudizando todos sus sentidos.
Escribe: sentir palpitar mi corazn y estar alerta al menor ruido,
al menor crujido de los peldaos. El prjimo, lejos de haber desaparecido con mi primera alarma, est ahora en todas partes, debajo y encima de m, en las piezas contiguas, y sigo sintiendo profundamente mi
ser-para-otro; hasta puede que mi vergenza no desaparezca: ahora,
me inclino hacia la cerradura con rostro ruboroso, no dejo ya de experimentar mi ser-para-otro; mis posibilidades no cesan de morir.
Explica Sartre que si cada crujido anuncia una mirada, es porque ya se est en estado de mirado. La existencia misma del
prjimo hace de cada criatura humana una especie de amo
controvertido: posicin que vuelve opuesta ante la mirada del
otro.
Salvo en esas relaciones de poder en las que el poderoso puede
decir o hacer cualquier cosa delante de esclavos y sirvientes,
porque la mirada de los subalternos no existe como mirada
de un semejante, portan ojos y orejas como las que tendra un
mueble.
La mirada que da existencia, tambin cosifica.
Sartre advierte que se mira y se es mirado: alternativamente se
ocupa el lugar de sujeto y de objeto de una mirada.
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Todos los cuerpos son blandos, aunque algunos ostenten firmezas como las piedras. Las durezas imaginan que podrn
permanecer si se quedan quietas.
El mar no se muestra, no aparece ante m, ni se presenta; el
lenguaje ataja eso que se viene, no ante m, sino a pesar de m,
a travs de la frgil piel de la ficcin de un m.
El lenguaje apacigua nombrando: dice mar, masa de agua salada que inunda con sus brisas y misterios.
La figura que ocupa el lugar de sujeto no mora en el yo ni en la
conciencia que percibe, sino en el lenguaje que intercepta una
fuerza que, si no, ahoga.
No percibo el mar, el lenguaje amortigua el estallido de ese
instante, hace que sea menos vivo y menos violento, para que
alguien pueda caminar por la orilla de una playa sin quedar
extenuado por esa intensidad.
El lenguaje hace posible la demasa?
Ofrece a la vida una envoltura de soporte?
Sin lenguaje no se estara en la demasa: el lenguaje extiende
la piel, por el lenguaje habitamos todos los cuerpos. Hablando
nacemos en la demasa.
La demasa sin alguna muralla arrasa, la vida a salvo de la demasa se llama lobotoma.
Dice la Demasa: Soy un ocano que suea una esponja!
No es inverosmil (despus de Heidegger) decir que el lenguaje sirve de acceso a lo real. El lenguaje cubre lo real con sus
signos, por eso la percepcin se piensa como traduccin, interpretacin, mirada: paulatino des-ocultar de lo ocultado mismo,
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que un porvenir nazca destinado a soportar figuras que gobernarn esa vida.
Escribe Judith Butler (1993): El cuerpo no es una realidad material fctica o idntica a s misma; es una materialidad cargada de
significado () y la manera de sostener ese significado es fundamentalmente dramtica. Cuando digo dramtico me refiero a que
el cuerpo no es simplemente materia sino una continua e incesante
materializacin de posibilidades. Uno no es simplemente un cuerpo,
sino, de una manera clave, uno se hace su propio cuerpo y, de hecho,
uno se hace su propio cuerpo de manera distinta a cmo se hacen sus
cuerpos sus contemporneos y a cmo se lo hicieron sus predecesores
y a cmo se lo harn sus sucesores.
Cada cuerpo deviene cargando significaciones: que carga significaciones quiere decir que se entrega a un reducido nmero
de posibilidades para nacer como cuerpo hablante. Uno no
hace su propio cuerpo: no hay uno ni propio cuerpo antes de que
las figuras que se enseorean en una vida creen la ilusin de
unidad y de cuerpo propio.
Se propone que las mujeres pasen de estar sujetadas (dejen de
ser dominadas) a ser sujeto de enunciacin capaz de expresar sus
desacuerdos y oponerse a las formas patriarcales del poder; incluso se
sugiere empoderar a las mujeres vctimas de violencias.
Si la figura que ocupa el lugar de sujeto se establece en el poder patriarcal, se trata que ese espacio pueda devenir ocupado
por otras figuras (no por las mujeres): que lo puedan ocupar
sensualidades emancipadas, la furia de las rebeldas acalladas,
el deseo de una sociedad igualitaria para los vivientes que
hablan.
All donde se piensa a las mujeres como sujeto histrico y social,
se podra pensar que la figura de la liberacin lucha por ocupar
el lugar de sujeto en cuerpos encantados por el capitalismo. La
liberacin puja por realizar su potencia en un territorio dominado por el sometimiento.
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Devenir otro no significa ser otro, sino pasar por modos de vivir, sentir, desear, comer, caminar, dormir, hablar, pensar, que
no pertenecen a nadie.
El pasaje de un estado a otro (y a otro) pide estancias provisorias, si no el movimiento continuo dara lo mismo que la
inmovilidad.
La idea de devenir no importa como acto logrado, sino como
instante de expectacin en el que las manos de la trapecista se
sueltan de la barra (asegurada con cuerdas en sus extremos) y
queda en el aire sostenida por el impulso de alcanzar otra barra
posible.
La concepcin se podra describir (fuera de sus formas biolgicas) como llamado de un deseo que llama desde otro cuerpo
vivo: deseo que llama a la vida. No se trata del deseo del otro,
sino de un deseo que llama desde otro, el deseo est all sin
pertenecerle.
No se tiene un deseo, el deseo nos tiene tenindolo.
El proverbio de Blake que dice El que desea y no obra engendra
pestilencias, lo estaba enfermando.
Entre el deseo y la obligacin, se salv eligiendo la obligacin.
Explica: Ms vale vivir esclavo de una obligacin que entregarse a
un deseo. La obligacin es un descanso. Te dice qu debes hacer para
cumplir con la obligacin. Mientras el deseo (caprichoso y cambiante)
te deja siempre pendiente de algo que no sabes qu es. Pertenecer a
una obligacin, tranquiliza.
Hay un desor y un no escuchar. La mismidad se presenta
como sordera. Sordera como unsono de identidad.
Sordera como bullicio o ruido impersonal que pasa por
personal.
Se sale del aturdimiento diciendo Yo.
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La envidia concierne a un deseo que prefiere que otro (un doble) haga las escenas de riesgo.
Una cosa significa desear ser otro, otra proponerse diferir de s.
Hacer la experiencia de fuera de s, no significa caer en un
abismo, sino abismarse. Cada no del paraso, ni de una torre.
Cada no en otro. Una cada a salvo de las lgicas gravitatorias.
Cada fuera de la representacin. Cada en la ausencia.
Con una pequea piedra pulida se borra la cara: comienza por
la frente, sigue por los ojos, la nariz, la boca, el mentn. Deja las
orejas para el final.
Intil como un beso.
Sartre (1943) casi al terminar El ser y la nada, escribe: Toda realidad humana es una pasin, por cuanto proyecta perderse para fundar
el ser y para constituir al mismo tiempo el en-s que escapara a la
contingencia siendo fundamento de s mismo () la pasin del hombre es la inversa de la de Cristo, pues el hombre se pierde en tanto que
hombre para que Dios nazca. Pero la idea de Dios es contradictoria, y
nos perdemos en vano: el hombre es una pasin intil.
La invencin de dios no es, como piensa Sartre, la perdicin
humana, sino la astucia del lenguaje: la prueba misma de su
poder y eficacia.
La pasin intil (el pathos de lo intil) hace posible la emancipacin humana de las figuras de utilidad, poder, xito, progreso,
eficacia.
De la clasificacin de lo viviente (entre objetos y sujetos).
Se vive alojando lo otro, se muere alojando lo otro. Uno de
los nombres de la otredad, tiempo. Dos de las invenciones ms
imaginativas de la humanidad: la soledad y el silencio.
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Sobreviene como alguien que se arregla sola, esa idea (si bien no
la hace feliz) la protege de la infelicidad.
Las mentiras necesitan de la ilusin de una verdad que no sea
igual a ellas mismas: esa ilusin es condicin de la algaraba
mintiente.
Cuando una mentira se confunde con la verdad termina el juego abierto entre la vida y el lenguaje.
La mentira slo tiene que ser creda un instante: fulgor pasajero de lo falso. La mentira se vuelve engao y estafa cuando se
perpeta. Por eso, el te amo necesita renovarse: posee el valor
de una promesa momentnea, si no la costumbre hace del te
amo un cumplido.
El mar no sufre: no piensa ni siente que un dao o un mal le
est destinado, no padece el viento, ni las fuerzas gravitacionales de la luna y el sol, existe afectado por otras existencias y
afectando a otras existencias, que habitan en el mismo tiempo.
El sufrimiento no sera sufrimiento sin una explicacin que lo
justifique o lo razone, sera dolor que duele entre innumerables
sensaciones que no duelen.
El terror a la muerte, tal vez, proviene de creer que se posee la
vida: locura de conservar, a cualquier precio, eso que ilusionamos nos pertenece.
La arrogancia del yo dice: Pienso, existo: esta vida es ma.
El yo ocurre como ficcin de un propietario que enamorado de
su prueba de existencia no admite saberse mscara pasajera.
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caminasen por las calles de la ciudad con ellas a cuestas, con mucho
dolor debido al gran peso.
Llama la atencin entre las tallas externas (que ornamentaban
las picotas) escenas con hermosos racimos de uvas, encuentros
de bebedores amigos, momentos amorosos bajo la sombra de
una vid.
Vivir en la picota: en el encierro y en la envoltura de una fbula.
La picota: diseo increble de proteccin y tortura. La picota:
el reconocimiento social como humillacin. La tortura como
purificacin moral.
Cuando alguien dice tengo una coraza, podra pensar: una coraza
me tiene pesando sobre m, a la vez que me cubre, me defiende, blinda
el dolor, me permite lucir entera.
Dice la Coraza: Sin m, te arrasara la vida.
Dice la Coraza: Soy lo mejor para vos.
Dice la Coraza: Soy el acorazado Potemkin y la armadura muscular
y caracterolgica de Reich.
Leonardo da Vinci estudia el vuelo de los pjaros entre el 14 de
marzo y el 15 de abril de 1505, en Florencia.
No somos dcil materia moldeable? La pregunta sobre cmo
puede ser posible la servidumbre voluntaria late infatigable. La
libertad puede desear la esclavitud, la felicidad puede desear
la infelicidad. Sin estas paradojas, la vida no sera humana?
No se trata de insistir, otra vez, con la idea de una felicidad
humana: agita las alas, planea, la felicidad del vuelo. No se trata del
yo feliz, sino de la felicidad que vuela (sin ms).
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patio de la prisin, una horca, cree errneamente que le est destinada, se escapa por la noche de la celda, baja y se ahorca solo.
La idea de inconsciente no slo trastoca la idea de sujeto de la
razn, sino tambin la idea de algo personal e individual que
vive en el interior de alguien.
Si no se pasa enseguida a la fbula de un inconsciente colectivo
(como Jung que proyecta lo individual como universal) o sujeto
grupo (como Anzieu que atribuye lo que perteneca al yo al nosotros), se podra interrogar cmo se expresa ese lugar de sujeto
cuando acontece ocupado por figuras sociales que impulsan la
emancipacin de multitudes oprimidas.
La palabra colectivo transporta el fantasma de la unanimidad, el
uno que sobrevive en el grupo, en el nosotros y que se propone,
incluso, como sujeto.
Jung supone un fondo personal, una usina profunda de arquetipos inamovibles de la civilizacin. Su inconsciente colectivo
localiza nudos esenciales de la humanidad sin historia y sin
luchas de clases.
Deleuze (1972 b) advierte una distincin que hace Guattari entre dos tendencias de grupo: grupos sometidos y grupos sujetos.
Un movimiento de grupo complaciente con un Amo, con una
jerarqua, con una organizacin vertical, con un modelo de
enunciacin estereotipado y un movimiento de grupo rebelde,
crtico y emancipado de la propia representacin de s como
grupo.
Ah donde suele decirse grupos sometidos, prefiere este libro
pensar as: a veces, el sometimiento se impone como figura que
ocupa el lugar de sujeto en un grupo.
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Homero y Hesodo presentan la inspiracin como accin divina: la poesa transporta un don de los dioses, los poetas son
videntes que prestan su voz para trasmitir ideas eternas. La
inspiracin se vincula al entusiasmo (el secreto de ser posedo
por un dios o vivir teniendo un dios dentro). Inspiracin tambin se entiende con las acciones de soplar o respirar (se respiran
o inspiran emociones): estar inspirado viene como estar infusionado de la idea, el sentimiento, la habilidad de un dios. Las
criaturas humanas no tienen pensamientos propios, los dioses,
a travs de un imperceptible fluido gaseoso que llamamos aire,
soplan visiones.
Dice Demcrito: Cualquier cosa que el poeta escribe con entusiasmo y aliento divino es excesivamente bella.
Hesodo (siglo VIII a. C.), en el prrafo 31 de la Teogona, declara que las Musas (hijas del poderoso Zeus) infundieron una
voz divina en su canto.
Se tiene una experiencia personal o una experiencia se posa
en alguien que nace de ese posado hacindola personal? Qu
hace que, del infinito o de la nada, algo se vuelva personal?
Cuando se dice me lo dice la experiencia, quin o qu habla en
la experiencia?
El psicoanlisis ensea que el yo no interesa como lugar de
conocimiento, sino como sitio de desconocimiento yo no saba,
mientras lo estaba haciendo, qu estaba haciendo.
Se dice me llam la atencin su mirada o prest atencin a sus manos
o tuve con ella una atencin o tiene un dficit en la atencin o necesita atencin o attenti (usando la voz italiana), la atencin es una
cualidad personal o una accin que atrae (o no) los sentidos?
Se tiene miedo a la muerte o el miedo a la muerte nos tiene?
Cuando se dice me vino el miedo a la muerte, de dnde viene
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velocidad, y por aqu y por all iban saltando ante mis propios ojos
cantidad de razones para que yo sufra los trastornos que sufro; y despus del shock inicial, me di cuenta de que lo que yo combato como
trastornos, sin poder solucionarlos, en realidad no son trastornos sino
admirables soluciones que fui encontrando, inconscientemente, para
poder sobrevivir.
Levrero llama inconsciente a un obrar que acta sin la voluntad de su conciencia.
Lo que llamamos nuestra personalidad ofrece la ilusin de una
existencia casi solucionada: un desenlace posible para tensiones
que, si no, esparciran la ficcin de ser como polvo annimo.
A veces, en psicoanlisis se llama fantasma a eso que se ofrece a
una vida como su solucin: figura que se instala con el poder
de un conjuro, una promesa, una proteccin.
Si vivir desata afecciones (acciones que afectan afectadas), por
qu protestar cuando nos toca padecer?
Y, cmo no protestar por injusticias y desigualdades que imperan en las sociedades humanas?
Se dice que cada cual se defiende de los padecimientos que le
han tocado como puede; como puede quiere decir con eso que un
mundo social ofrece como su horizonte de posibilidad: que slo
rene un repertorio limitado de opciones.
Muchas de las cosas que nos dan ganas embotan la sensibilidad:
nos atraviesa la paradoja de pretender una vida intensa y, a la
vez, no soportar tanta intensidad.
Alguien se aferra a algo para vivir, digamos al alcohol, a internet, al cuidado de las plantas, a un amor; ninguna cosa se
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La orilla ofrece una franja hospitalaria al exilio: se puede andar, trazar y gozar en la orilla, pero no establecerse all.
Exilio como prctica no de la afliccin, sino de la vacilacin de
s. Exilio no como el que es expulsado de lo que le pertenece
por un poder, sino como el amante de lo cercano que decide
marchar hacia la lejana. La prctica de la lejana como astucia
de la proximidad.
Exilio como retiro de la ansiedad. Ansiedad no como mi ansiedad sino como furia que emana de las figuras que dominan una
vida.
El exilio como salida de s, no pretende unirse a un dios, tampoco propone salirse de s como borrado de toda conciencia y
memoria, salirse sin la experiencia del deseo, del amor, de los
celos, la envidia, la ambicin, la culpa, la libertad, el miedo, el
mal. Sugiere intentar vivir exiliado de esas figuras, fuera del
territorio en el que imperan, con nostalgia y sin aficin, desventurado y aventurado a la vez.
Destierro, prdida de races, desapego, no son elecciones del
exilio, son condiciones inevitables del vivir.
Escribe Pessoa (1928) en Tabaquera: Llego a la ventana y veo la
calle con una nitidez / absoluta. / Veo las tiendas, veo los paseos, veo
los carros que / pasan / Veo los entes vivos vestidos que se cruzan /
Veo los perros que tambin existen / Y todo esto me pesa como una
condena a la / deportacin / Y todo esto me es extrao, como todo.
Exilio no como negacin del s mismo, sino como excursin
ms all. Una cosa es el ms all (sitio de los muertos que habi307
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El otro es portador del cuerpo angustiado de lo extrao que habla en la intemperie del mundo no clasificado.
La mujer de ochenta y cinco aos que no puede levantarse de
la cama, est caprichosa, mala, desagradecida o el terror que
la gobierna la convierte en una fiera herida y desamparada, que
slo confa en un confuso y loco instinto de supervivencia que
le dice que hasta las personas que ms quiere son potenciales
asesinas?
Se puede aspirar a ser dueo de una memoria, pero no del
instante.
El instante habita lo pasajero.
Macedonio Fernndez (1941) ridiculiza fantasas que suponen
que la dicha humana podra conquistarse cambiando el pasado
o diseando el futuro a voluntad. Concibe la dicha como sorbo
de vida sin pasado ni futuro, presente pleno sin pliegues, fisuras, ambigedades.
En el instante, la figura que ocupa el lugar de sujeto reside en la
ausencia de figuras.
Escribe Sartre (1943): Todo ocurre como si el Presente fuera el perpetuo agujero del ser.
La ilusin de ser no slo queda agujereada en el presente, sino
que se vuelve innecesaria.
Macedonio advierte bien: la metafsica cesa en el instante. Su relato Ciruga Psquica de Extirpacin cuenta la historia de alguien,
que habitado por el aburrimiento, se somete a una ciruga para
que le inoculen un pasado interesante. As, despierta convertido
en el malvado asesino de su familia. Habitado por esa infamia,
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Una cosa supone decir que el sujeto es siervo del lenguaje y otra
sugerir que el lenguaje subordina a los hablantes como el seor
feudal haca con sus siervos o esclavos.
Se llama agente a la persistencia que tiene poder de obrar.
Una cosa significa decir que el sujeto no es causa o agente, sino producto o efecto del lenguaje y otra proponer que el lenguaje que
ocupa el lugar de sujeto produce y efecta en cada quien la
creencia de que es agente o causa de pensamientos propios.
Vive para demostrar que puede sin depender de nadie: vive esclava de esa figura.
Cmo se diferencia una figura que manda en una vida, de lo
que se suele llamar mandatos familiares?
Los mandatos familiares funcionan ofrendas que se cargan por
amor: obligaciones de sangre, compromisos de herencia.
Las figuras no actan como mandatos, sino como fantasmas que
gobiernan una vida.
Una cosa implica el mandato que nos viene como expectativa de otro, otra implica las figuras que nos dominan y que, a
veces, pueden haber fascinado y parasitado tambin cuerpos
antecesores.
Los mandatos parecen emanar de otros queridos y se sobrellevan por obligacin amorosa, las figuras flamean sus poderes con
promesas que parecen emanar de la vida.
Las figuras que ocupan el lugar de sujeto no funcionan como
mandatos familiares que llegan a las criaturas pequeas como
rdenes o mensajes secretos. Las figuras que ocupan el lugar de
sujeto no realizan encargos internalizados que signan una vida.
Algunas destinaciones familiares podran (si se enunciaran) expresarse as:
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