Jameson - Antinomias de La Posmodernidad
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No obstante, en la medida en que esos cambios todavía siguen la homogeneidad -forma que tiene que ver tanto con el espacio co-
siendo tendencias, y nuestros análisis de la actualidad están regi- mo con el tiempo.
dos por la selección de lo que creemos que persistirá o se desarro-
llará, cualquier intento de decir qué es el posmodernismo difícil-
mente pueda separarse del intento aún más problemático de decir 1
adónde está yendo; en síntesis, liberar sus contradicciones, imagi-
nar sus consecuencias (y las consecuencias de éstas) y conjeturar El tiempo es hoy una función de la velocidad, y evidentemente
la forma de sus agentes e instituciones en alguna madurez más ple- sólo perceptible en términos de su celeridad como tal: como si la
namente desarrollada de lo que hoy sólo pueden ser, a lo sumo, antigua oposición bergsoniana entre medida y vida, tiempo del re-
tendencias y corrientes. Toda teoría del posmodernismo es enton- loj y tiempo vivido, hubiera perdido vigencia, junto con esa eterni-
ces una predicción del futuro, con una baraja defectuosa. dad virtual o lenta permanencia sin la cual Valéry creía que la idea
Convencionalmente se distingue una antinomia de una contra- misma de obra de arte probablemente se extinguiría (algo en lo que
dicción, cama mínimo porque la sabiduría popular da a entender parece haber sido confirmado). Lo que surge entonces es cierta
que la última es susceptible de una solución o una resolución, en concepción del cambio sin su opuesto; y decir eso es presenciar
tanto la primera no lo es. En ese sentido, la antinomia es una for- luego sin poder hacer nada cómo los dos términos de esta antino-
ma de lenguaje más limpia que la contradicción. Con elIa, uno sa- mia se pliegan uno en el otro, ya que desde el punto privilegiado
be dónde está parado; enuncia dos proposiciones que son radical e del cambio resulta imposible distingnir el espacio del tiempo o el
Incluso absolutamente incompatibles: tómalo o déjalo. Mientras objeto del sujeto. El eclipse del tiempo interno (y su órgano, el sen-
que la contradicción es una cuestión de parcialidades y aspectos tido temporal "íntimo") significa que leemos nuestra subjetividad
-sólo parte de elIa es incompatible con la proposición correspon- en las cosas exteriores: los antiguos cuartos de hotel de Proust, co-
diente- y, en rigor, puede tener que ver con fuerzas, o con el esta- mo viejos servidores, le recordaban respetuosamente cada mañana
do de las cosas, más que con palabras o implicaciones lógicas. A cuántos años tenía y si estaba de vacaciones o "en casa", y dónde;
largo plazo, se supone que las contradicciones son productivas; las esto es, le decían su nombre y le proporcionaban una identidad, co-
antinomias, por su parte -considérese la clásica de Kant: el mundo mo una tarjeta de visita en una bandeja de plata. Como el hábito, la
tiene un principio: el mundo no tiene principio- no ofrecen ningún memoria, el reconocimiento, las cosas materiales hacen eso por no-
asidero, IndependIentemente de la meticulosidad con que se las dé sotros (de la forma en que los criados supuestamente nos proveían
vuelta una y otra vez. nuestros medios de vida, de acuerdo con VilIiers de l'Isle Adam).
Nuestras antinomias se referirán a las "representaciones a prio- La subjetividad es un asunto objetivo, y basta cambiar el decorado
ri" de Kant; a saber, el tiempo y el espacio, que en términos históri- y la puesta en escena, reamoblar las habitaciones o destruirlas en
cos hemos llegado a pensar, en general, como marcos formales im- un bombardeo aéreo para que un nuevo sujeto, una nueva identi-
plícitos que, no obstante, varían de acuerdo con el modo de dad, surjan milagrosamente de las ruinas de los antiguos.
producción. Es de suponer, entonces, que podemos aprender algo El fin del dualismo sujeto-objeto, sin embargo -que tantos
sobre nuestro propio modo de producción a partir de la forma en ideólogos anhelaron durante tanto tiempo- trae con él retroparado-
que tendemos a pensar el cambio y la permanencia, o la variedad y jas ocultas, como explosivos escondidos: por ejemplo, las de Paul
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Virilio en War and Cinema, que muestra cómo la aparente veloci- no cambiar? ¿Qué hacíamos antes de las máquinas? Toda carne es
dad del mundo exterior es en sí misma una función de las deman- polvo: y la vida en la antigua polis nos sorprende como más frágil
das de representación. Tal vez no el resultado de alguna nueva idea y efímera que cualquier cosa de la ciudad moderna, aun cuando
subjetiva de la velocidad que se proyecta en un exterior inerte, co- tendríamos que recordar cuántos cambios sobrellevó esta última.
mo en los estereotipos del idealismo clásico, sino antes bien la tec- Es como si una ilusión de permanencia más lenta acompañara el
nología frente a la naturaleza. El aparato ~y muy especialmente el presente vivido como una proyección óptica, enmascarando un
fotográfico y fílmico- plantea sus propias exigencias a la realidad, cambio que sólo resulta visible cuando aparece fuera del marco
que ésta, como en la Guerra del Golfo, luego brega por cumplir temporal.
(como una foto tomada con disparador automático en que pueda Pero expresarlo de este modo es medir un abismo y asegurar-
verse al propio fotógrafo deslizarse sin aliento en su lugar al final nos de todo lo que es radicalmente diferente de los proyectos for-
de una fila de rostros ya en pose): males y las "percepciones del tiempo" modernistas en la distribu-
ción posmoderna, donde lo antes clásico se ha enmascarado como
[L]a desaparición del efecto de proximidad en la prótesis del via-
pura moda, si bien la de un mundo más lento y más vasto que tar-
je acelerado hizo necesario crear una aparición completamente simu-
lada que restableciera íntegramente la tridimensionalidad del mensa- dó siglos en cruzarse en caravana o carabela, y a través de cuyo
je. Ahora se iba a comunicar al espectador una prótesis holográfica tiempo adensado, como si fuera un elemento viscoso, los objetos
de la inercia del comandante de las fuerzas militares, y aquél exten- bajaban tan lentamente que adquirían una pátina que parecía trans-
dería su mirada en el tiempo y en el espacio mediante pinceladas formar sus contingencias en las necesidades de una tradición llena
constantes, aquí y allá, hoy y ayer [... ]. Ya evidente en elflashback y de significado. Para una población mundial, los lenguajes de la
luego en la retroalimentación, esta miniatunzación del significado
cronológico fue el resultado directo de una tecnología militar en que
Atenas de Pericles ya no pueden ser más normativos que los de
los acontecimientos siempre se desarrollaban en un tiempo teórico. 1 otros estilos tribales (aunque es muy fácil imaginar un operativo
cultural del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el
Semejante "retorno de lo reprimido" (una designación anticua- cual las "grandes civilizaciones" hicieran un fondo común con sus
da y hoy relativamente metafórica para ello, sin lugar a dudas) sig- diversas tradiciones clásicas con vistas a imponer un canon clásico
nifica que la eliminación del sujeto no nos deja con el objeto wie más generalizadamente "humano"): con ello también el tiempo se
es eigentlich gewesen, sino más bien con una multiplicidad de si- convierte en multicultural y los reinos hasta aquí herméticos de la
mulacros. El argumento de Virilio, como el de tantos otros hoy en demografía y el impulso industrial empiezan a colarse uno en el
día, es que el cine es el sujeto verdaderamente centrado, tal vez in- otro, como si hubiera ciertas analogías entre grandes multitudes de
cluso el único: la esquizia deleuziana es sólo una idea confusa y personas y vertiginosos niveles de velocidad. Ambos hacen
contradictoria junto con este aparato que, triunfal mente, absorbe patente entonces el fin de lo moderno en una conjunción renovada
en sí mismo el antiguo polo sujeto-objeto. Pero plantea la embara- y paradójica, como cuando los nuevos estilos parecen agotados a
zosa cuestión secundaria de si, para empezar, en ese caso hubo al- raíz de su misma proliferación, mientras sus portadores, los crea-
guna vez un sujeto (centrado): ¿alguna vez tuvimos que esperar? dores, profetas, genios y adivinos individuales, se encuentran re-
¿Es el aburrimiento una ficción de la imaginación junto con su pri- pentinamente sin audiencia debido a la pura densidad de población
ma, la eternidad? ¿Hubo alguna época en que las cosas parecían (si no a la realización del ethos democrático como tal).
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Mis referencias han sugerido que la nueva temporalidad absolu- Tal vez sea más fácil dramatizar estas paradojas en el ámbito fi-
ta tiene todo que ver con lo urbano, sin subrayar, en ese caso, el re- losófico y crítico que en el estético, para no mencionar el urbanis-
quisito de revisitar nociones tradicionales de lo urbano como tal, a mo como tal. Puesto que la demolición definió seguramente la vo-
fin de adaptar su posnaturalidad a las tecnologías de la comunica- cación del intelectual moderno desde que el Aneien Régime tendió
ción, así como de la producción, y marcar la escala descentrada y a identificar su misión con la crítica y la oposición a las institucio-
casi global sobre la que se despliega lo que solía ser la ciudad. Lo nes e ideas establecidas: ¿qué mejor figura para caracterizar la for-
moderno todavía tenía algo que ver con la arrogancia de los habitan- ma fuerte del intelectual cultural desde los philosophes de la Ilus-
tes urbanos para con los provincianos, ya se tratara de un provincia- tración hasta Sartre (a quien se llamó el último de los intelectuales
nismo de campesinos, culturas distintas y colonizadas o simplemen- clásicos), si no más allá? Es una figura que pareció presuponer una
te el propio pasado precapitalista: esa satisfacción más profunda de omnipresencia del Error, diversamente definido como superstición,
ser absolutamente moderno se disipa cuando las tecnologías moder- mistificación, ignorancia, ideología de clase e idealismo filosófico
nas están en todas partes, ya no hay provincias e incluso el pasado (o "metafísica"), de manera tal que eliminarlo mediante operativos
llega a parecer algo así como un mundo alternativo, más que una fa- de demistificación deja un espacio en el que la ansiedad terapéuti-
se imperfecta y primitiva de éste. Mientras tanto, los mismos mora- ca va de la mano con una autoconciencia y una reflexividad realza-
dores urbanos o metropolitanos "modernos" de décadas anteriores das en varios sentidos, si no, en rigor, con la Verdad coma tal. Al
llegaron del campo o al menos todavía podían constatar la coexis- intentar restaurar, junto con esta tradición negativa, la otra misión
tencia de mundos desiguales; eran capaces de apreciar el cambio de del intelectual, el restablecimiento del sentido, Ricoeur dramatizó
una manera que resulta imposible una vez que la modernización es- agudamente todo lo que las diversas hebras de lo que llamó la
tá relativamente terminada (y no es ya un proceso aislado, antinatu- "hermenéutica de la sospecha" tenían en común, desde la Ilustra-
ral y amilanante que se destaca a simple vista). Se trata de una desi- ción y su relación con la religión hasta la relación destructiva con
gualdad y una coexistencia que también pueden inscribirse enun la "metafísica occidental", haciendo hincapié sobre todo en los
sentimiento de pérdida, como ocurre con los lentos cambios y de- grandes mamen los formativos de Marx. Nietzsche y Freud, a quie-
moliciones parciales del París de Baudelaire, que hace casi literal- nes hasta los intelectuales posmodernos, de una u otra manera,
mente las veces de correlativo objetivo de su experiencia del tiempo aún deben obediencia conjunta.
que pasa: en Proust, todo esto, aunque al parecer más intensamente Lo que cambió, entonces, es quizás el carácter del terreno en
elegíaco (y que en todo caso sobrecarga el texto mismo de Baudelai- que se llevan a cabo estos operativos: así como el período transi-
re), ya ha sido subjetivizado, coma si lo que se añorara fueran el yo cional entre las sociedades aristocráticas y clericales del Ancien
y su pasado y no sus casas (pero el lenguaje de Proust lo dice mejor: Régime y las capitalistas industriales y democráticas de masas fue
"la muraille de l'esealierO" je vis monter le reflet de sa bougie, mucho más prolongado y lento de lo que solemos creer (Amo Ma-
n'existe plus depuis longtemps'í F como lo hace su construcción es- yer sugiere que residuos significativos de las primeras sobrevivie-
pacial de la trama). Hoy se ha modificado el significado mismo de ron en Europa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial), tam-
la demolición, junto con el de edificio: se convirtió en un proceso bién el papel objetivo de los intelectuales en la implementación de
posnatural generalizado que pone en cuestión el propio concepto de la revolución cultural de la modernización siguió siendo progresis-
cambio y la noción heredada del tiempo que lo acompañaba. ta durante mucho tiempo. Pero el proceso mismo con frecuencia
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tendió a impresionar tanto a observadores como participantes por nes de las grandes corporaciones, mediante la destrucción de las
sus energías autoperpetuadoras e incluso autodevoradoras. No es sociedades tradicionales (no meramente la Iglesia y las viejas aris-
sólo la Revolución la que se come a sus hijos; gran número de vi- tocracias sino, sobre todo, los campesinos y sus modos de produc-
siones de pura negatividad también lo hacen, desde la descripción ción agrícola, su tierra comunal y sus aldeas): preparar un presente
de Hegel de la libertad y el Terror hasta la lóbrega teoría de la es- puramente fungible en el cual tanto el espacio como las psiques
cuela de Francfort sobre la "dialéctica de la Ilustración" como una puedan procesarse y rehacerse a voluntad con una "flexibilidad"
máquina infernal, propensa a extirpar toda huella de trascendencia ante la que la creatividad de los ideólogos que se afanau acuñando
(incluidas la crítica y la negatividad misma). nuevos adjetivos resplandecientes para describir las potencialida-
Dichas visiones parecen aún más pertinentes para sociedades des del "posfordismo" apenas puede mantenerse. En estas circuns-
unidimensionales como la nuestra, en la que se ha tendido a elimi- tancias, la demolición empieza a asumir nuevos matices ominosa-
nar lo residual, en la forma de hábitos y prácticas de otros modos mente urbanísticos y a connotar las especulaciones de los
de producción, de manera que podría ser posible formular la hipó- urbauistas mucho más que las heroicas luclias anteriores de los in-
tesis de una modificación o desplazamiento en la función misma de telectuales opositores; en tanto que esas objeciones y críticas a la
la propia ideología y crítica. Ésta es al menos la posición de Man- demolición misma quedan relegadas al plano de una moralización
fredo Tafuri, que propone una especie de análisis funcionalista del fastidiosa y se debilitan a sí mismas en virtud de su vívida drama-
intelectual de vanguardia, cuya "fase antiinstitucional" implicó tización de mentalidades pasadas de moda que de todas rnaneras
esencialmente "la crítica de valores gastados".' Sin embargo, el es mejor demoler ("denn al/es, was entsteht/Ist wert, dass es zu-
éxito mismo de dicha misión, coextensa con las luchas moderniza- grunde geht ").
doras del propio capital, "sirve para preparar una plataforma de Éstas son ahora paradojas de los medios de comunicación, re-
limpieza total desde la cual se pueda partir al descubrimiento de las sultantes de la velocidad y del tempo del proceso crítico, así como
nuevas 'tareas históricas' del trabajo intelectual"." No es de sor- de la forma en que todas las posiciones ideológicas y filosóficas
prender que Tafuri identifique estas nuevas tareas "modernizado- corno tales se han transformado en el universo mediático en sus
ras" con la racionalización como tal: "Lo que las ideologías de la propias "representaciones" (como podría haberlo expresado Kant);
vanguardia introdujeron como una propuesta para la conducta so- en otras palabras, en imágenes de sí mismas y caricaturas en las
cial fue la transformación de la ideología tradicional en Utopía, co- que consignas identificables sustituyen a creencias tradicionales
mo una prefiguración de un abstracto momento final de desarrollo (éstas, en efecto, fueron obligadas a transformarse justamente en
coincidente con una racionalización global, una realización positi- esas posiciones ideológicas reconocibles a fin de operar en el mer-
va de la dialéctica".' Las formulaciones de Tafuri se vuelven menos cado de los medios). Ésta es la situación en que es más fácil captar
crípticas cuando se comprende que para él el keynesianismo debe el valor progresista de modos conservadores o residuales de resis-
entenderse como una planificación, una racionalización del futuro. tencia a lo nuevo que evaluar el alcance de posiciones ostensible-
Así vista, la demistificacián en el período contemporáneo tiene mente liberales de izquierda (que, como en el modelo de Tafuri, a
su propia y secreta "astucia de la historia", su propia función inter- menudo demuestran ser funcionalmente indiscernibles de los re-
na y una misión oculta de alcance histórico y mundial; a saber, ha- quisitos estructurales del mismo sistema). El diagnóstico también
cer una limpieza total del planeta para favorecer las manipulacio- proyecta el espejismo de alguna posible barrera del sonido, como
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una línea delatora que se desdibuja contra el cielo; yefectivamen- que, como es por definición, no puede pensarse ni siquiera mo-
te, la pregunta obvia sobre cuánta velocidad puede soportar el or- mentáneamente en transformación y menos aún dejando de ser
ganismo humano tal vez cumpla su parte en los renacimientos na- aunque sea por un instante.
turalistas; en tanto que en sí mismo, el nuevo hecho parece ofrecer La "solución" a esta paradoja en particular se encuentra, desde
una fugaz pero vívida dramatización de la antigua ley de Engels luego, en la comprensión (en la que insistieron vigorosamente
acerca de la transformación de la cantidad en calidad (o al menos Althusser y sus discípulos) de que cada sistema -mejor aún, cada
de la imagen residual de esa "ley"). "modo de producción"- produce una temporalidad que le es espe-
De esta forma, la paradoja desde la que debemos emprender la cífica: sólo si adoptamos una concepción kantiana y ahistórica del
marcha es la equivalencia entre un índice de cambios sin paralelos tiempo como una categoría absoluta y vacía puede la temporalidad
en todos los niveles de la vida social y una estandarización sin pre- singularmente repetitiva de nuestro propio sistema convertirse en
cedentes de todo -sentimientos y bienes de consumo, lenguaje y un objeto de perplejidad y llevar a la reformulación de estas viajes
espacio edificado- lo que parezca incompatible con esa mutabili- paradojas lógicas y ontológicas.
dad. Es una paradoja que todavía puede conceptual izarse, pero en No obstante, tal vez no carezca de efectos terapéuticos el hecho
proporciones inversas: la de la modularidad, por ejemplo, donde la de permanecer durante un buen tiempo hipnotizados por la visión
estandarización misma permite la intensificación del cambio, y los atribuida a Parménides, de la que, por más que sea poco válida pa-
módulos prefabricados, presentes por doquier desde los medios ra la naturaleza, bien podría pensarse que captura cierta verdad de
hasta una vida privada en lo sucesivo estandarizada, desde la natu- nuestro momento social e histórico: una fulgurante estasis de cien-
raleza mercantilizada hasta la uniformidad de equipamiento, posi- cia ficción en la que las apariencias (simulacros) surgen y desapa-
bilitan que se sucedan unas a otras milagrosas reconstrucciones, recen sin cesar, sin la trascendente totalidad hechizada de todo lo
como en el video fractal. El módulo constituiría entonces la nueva que siempre aletea durante el más breve de los instantes o siquiera
forma del objeto (el nuevo resultado de la reificación) en un uni- vacila momentáneamente en su prestigio ontológico.
verso informacional: ese punto kantiano en que la materia prima se Aquí, es como si la lógica de la moda, acompañando la múlti-
organiza repentinamente por categorías en una unidad apropiada. ple penetración de sus imágenes omnipresentes, hubiera empezado
Pero la paradoja también puede incitamos a repensar nuestra a trabarse e identificarse con el tejido social y psíquico que tiende
concepción del cambio. Si la mejor forma de representar el cambio a convertirla en la lógica misma de nuestro sistema en su conjunto.
absoluto en nuestra sociedad es la rápida modificación de los esca- La experiencia y el valor del cambio perpetuo llegan con ello a go-
parates de los negocios, que suscita el interrogante filosófico sobre bernar el lenguaje y los sentimientos, por lo menos tanto como los
lo que cambia realmente cuando los video clubes son reemplaza- edificios y la ropa de esta sociedad en particular, al extremo de que
dos por tiendas de ropa informal, entonces la formulación estructu- ni siquiera el significado relativo permitido por el desarrollo desi-
ral de Barthes llega a tener mucho de recomendable, a saber, que gual (¿o "sincronicidad no sincrónica?") es ya comprensible, y el
es crucial distinguir entre ritmos de cambio inherentes al sistema y valor supremo de lo Nuevo y la innovación, tal como lo compren-
programados por éste, y un cambio que reemplaza todo un sistema dieron tanto el modernismo como la modernización, se desvanece
por otro. Pero ése es un punto de vista que reaviva paradojas del ti- frente a una corriente constante de ímpetu y variación que en al-
po de la de Zenón, derivada de una concepción parmenídea del ser gún límite exterior parece estable e inmóvil.
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Lo que alborea entonces es la comprensión de que nunca hubo soluto (o "revolución permanente" en algún nuevo sentido tenden-
una sociedad tan estandarizada como ésta, y que la corriente de la cioso y especioso) no es, para lo pos moderno, más satisfactorio
temporalidad humana, social e histórica jamás fluyó con tanta ho- (pero tampoco menos) que el lenguaje de la identidad absoluta y la
mogeneidad. Aun el gran aburrimiento o tedio del modernismo estandarización sin cambios cocinado por las grandes corporacio-
clásico requería algún punto de privilegio o posición subjetiva fan- nes, cuyas mejores ilustraciones del concepto de innovación son el
taseada al margen del sistema; nuestras estaciones, en cambio, son neologismo y el lago y sus equivalentes en el ámbito del espacio
de la variedad televisiva o mediática posnatural y postastronómica, edificado, la cultura corporativa del "estilo de vida" y la programa-
triunfalmente artificial gracias a la capacidad de sus imágenes de ción psíquica. La persistencia de lo Mismo a través de la Diferen-
la National Geographic o el Canal del Clima: de modo que sus cia absoluta -la misma calle con diferentes edificios, la misma cul-
grandes rotaciones -en los deportes, los nuevos modelos de autos, tura a través de nuevas e importantes mudas de piel- desacredita el
la moda, la televisión, el año lectivo o rentrée, etcétera- remedan cambio, dado que en lo sucesivo la única transformación radical
por conveniencia comercial ritmos antes naturales y reinventan im- imaginable consistiría en poner fin al cambio mismo. Pero aquí la
perceptiblemente categorías tan arcaicas como la semana, el mes, antinomia resulta realmente en el bloqueo o parálisis del pensa-
el año, sin nada de la frescura y la violencia de, digamos, las inno- miento, ya que la imposibilidad de pensar otro sistema salvo me-
vaciones del calendario revolucionario francés. diante la erradicación de éste termina por desacreditar la misma
Lo que ahora empezamos a sentir, en consecuencia -y lo que imaginación utópica, fantaseada como la pérdida de todo lo que sa-
empieza a surgir como una constitución más profunda y fundamen- bemos por experiencia, desde nuestras investiduras libidinales has-
tal de la posmodernidad misma, al menos en su dimensión tempo- ta nuestros hábitos psíquicos, y en especial las excitaciones artifi-
ral-, cuando todo se somete al cambio perpetuo de la moda y la ciales del consumo y la moda.
imagen mediática, es que ya nada puede cambiar. Éste es el sentido La estasis o Ser parmenídeo, sin lugar a dudas, conoce al me-
del renacimiento de ese "fin de la historia" que Alexandre Kojeve nos un acontecimiento irrevocable, a saber, la muerte y el paso de
creyó encontrar en Hegel y Marx, y consideró que significaba cier- las generaciones: en la medida en que el sistema del simulacro o
to logro final de la igualdad democrática (y el valor igual de los su- ilusión parmenídea es muy reciente, constituido en lo que llama-
jetos económicos y jurídicos individuales) tanto en el capitalismo mos posmodemidad, la temporalidad de las generaciones en toda
norteamericano como en el comunismo soviético, para sólo su discontinuidad mortal todavía no es visible en los resultados,
después identificar una variante significativa en lo que llamó el excepto retroactivamente y como un imperativo historiográfico
"snobisme" japonés, pero que hoy podemos señalar como la pos- materialista. Pero la muerte misma, como la violencia del cambio
modernidad misma (el libre juego de las máscaras y los roles sin absoluto, en la forma de la no imagen -ni siquiera cuerpos que se
contenido ni sustancia). En otro sentido, por supuesto, éste es sim- descomponen fuera del escenario sino más bien algo persistente,
plemente el viejo "fin de la ideología" con creces, y cuenta cínica- como un olor que circula a través de la luminosa inmovilidad de
mente con el marchitamiento de la esperanza colectiva en un clima este mundo sin tiempo-, es ineludible y sin sentido, dado que se
mercantil particularmente conservador. Pero el fin de la historia ha destruido todo marco histórico que sirviera para interpretar y
también es la forma final de las paradojas temporales que hemos situar las muertes individuales (al menos para sus sobrevivientes).
tratado de dramatizar aquí: a saber, que una retórica del cambio ab- Una especie de violencia absoluta, entonces, la abstracción de la
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muerte violenta, es algo así como el correlativo dialéctico de este derno es la consecuencia de la modernización incompleta y debe
mundo sin tiempo o historia. definirse necesariamente contra una residualidad no moderna que
Pero es más adecuado concluir esta sección con una observa- ya no existe en la posmodernidad como talo, mejor, cuya ausencia
ción sobre la relación de esta paradoja temporal -el cambio absolu- define esta última). También aquí, entonces, pero en un nivel social
to es igual a la estasis- con la dinámica del nuevo sistema global, e histórico, la temporalidad que prometía la modernización (en sus
porque también aquí podemos observar una borradura de las tem- diversas formas productivistas capitalistas y comunistas) ha queda-
poralidades que parecían gobernar un período anterior de la moder- do eclipsada en beneficio de una nueva condición en que la tempo-
nidad, tanto del modernismo como de la modernización. Puesto ralidad anterior ya no existe, dejando una apariencia de cambios
que en él, la mayoría de las sociedades del Tercer Mundo se vieron aleatorios que son mera estasis, un desorden tras el fin de la histo-
desgarradas por una penetración de la modernización occidental ria. Entretanto, es como si lo que solía caracterizarse como el Tercer
que suscitó contra sí -en toda la variedad de formas culturales ca- Mundo hubiese entrado en los intersticios del Primero, ya que éste
racterísticas de esas sociedades muy diferentes- una contraposición también se desmoderniza y desindustrializa, y presta a la antigua
que en general podría describirse como tradicionalismo: la afirma- otredad colonial algo de la identidad centrada de la ex metrópoli.
ción de una originalidad cultural (y a veces religiosa) que tenía la Con esta ampliación de la paradoja temporal a una escala glo-
capacidad de resistir la asimilación por parte de la modernidad oc- bal, también resulta clara otra cosa, una especie de segunda para-
cidental y era efectivamente preferible a ella. Ese tradicionalismo, doja o antinomia que empieza a hacer sentir su presencia detrás y
desde luego, era una construcción por derecho propio, originado, tal vez incluso dentro de la primera. En efecto, la repetida carac-
por decirlo así, por las actividades mismas de los modernizadores terización espacial de la temporalidad en estas páginas -desde
(en cierto sentido más limitado y específico que el hoy ampliamen- Proust hasta los escaparates, desde el cambio urbano hasta el "de-
te aceptado, que sostiene que todas las tradiciones y pasados histó- sarrollo" global- empieza ahora a recordarnos que si es cierto que
ricos son en sí mismos necesariamente inventados y construidos). la posmodernidad se destaca por cierta espacialización esencial,
Sea como fuere, lo que queremos afirmar hoyes que este segundo entonces todo lo que hemos tratado de elaborar en términos de
término reactivo o antimoderno de la tradición y el tradicionalismo temporalidad habrá pasado necesariamente, en primer lugar, a tra-
ha desaparecido de la realidad de todas las ex sociedades coloniza- vés de una matriz espacial para llegar a la expresión. Si el tiempo
das o del Tercer Mundo, donde un neotradicionalismo (como en se redujo en sustancia a la violencia más puntual y el cambio mí-
ciertos renacimientos chinos del confucianismo o en los fundamen- nimo irrevocable de una muerte abstracta, quizá podamos afirmar
talismos religiosos) se percibe en la actualidad más bien como una entonces que en lo posmoderno el tiempo se convirtió en cierto
elección política y colectiva deliberada, en una situación en la que modo en espacio. La antinomia fundacional de la descripción pos-
poco queda de un pasado que debe reinventarse por completo. moderna radica por lo tanto en el hecho de que esta primera opo-
Lo cual significa decir que, por un lado, en lo sucesivo no existe sición binaria, junto con la identidad y la diferencia mismas, ya
en las sociedades del Tercer Mundo otra cosa que lo moderno; pero no es una oposición como tal, y revela incesantemente haber esta-
también, por el otro, corregir este enunciado con la salvedad de que do de acuerdo con su otro polo de una manera más bien diferente
en tales circunstancias, donde sólo existe lo moderno, éste debe hoy de la antigua proyección dialéctica de atrás para adelante, la clási-
rebautizarse como "posmoderno" (dado que lo que llamamos mo- ca metamorfosis dialéctica. Para ver qué implica esto, es necesa-
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rio que nos refiramos ahora a la otra antinomia espacial, que al geneidad y multiplicidad: un no valor, un exceso, algo irreductible
parecer repetimos todo el tiempo en su versión temporal, con vis- al sistema o al pensamiento, a la identidad, en la medida en que no
tas a determinar si la espacialidad tiene alguna genuina prioridad solamente se repita a sí mismo sino a su contrapartida, al postular
temática. los espacios para una vida pueblerina normal junto con montones
de basura ctónica de lo im-monde (la versión de Henri Lefebvre, en
The Production of Space)6 pero también los espacios vacíos del
JI yermo y del desierto, los vacíos estériles que puntúan tantos paisa-
jes naturalmente expresivos. Puesto que por definición debe de ha-
Por lo menos es seguro que no se repite aquí la forma por la ber habido también tantos tipos o clases de lo sagrado como pode-
cual una dimensión de la antítesis necesariamente se expresa por res, y hay que despojar a estas palabras de sus débiles tonalidades
medio del carácter figurativo de la otra, con el tiempo que requie- arcaicas antes de comprender que abstracciones coma sagrado o
re para hacerlo en términos espaciales; en este sentido, la antítesis poder tienen, frente a las realidades que pretendían designar, más o
tiempo-espacio tampoco es simétrica o reversible. El espacio no menos la misma fuerza expresiva que la abstracción color para la
parece exigir una expresión temporal; si no es lo que prescinde ab- variedad de intensidades que absorben nuestra mirada.
solutamente de ese carácter figurativo temporal, podría decirse en- Esto también se refiere al significado del paisaje, cuya versión
tonces, como mínimo, que es lo que reprime absolutamente la moderna secular y pintada es un desarrollo muy reciente, como nos
temporalidad y esa figuratividad, en beneficio de otras figuras y lo recordaron con tanta frecuencia intérpretes tales como Deleuze o
códigos. Si la Diferencia y la Identidad están en juego tanto en la Karatani. Vacilo en caer en las fantasías de románticos como Run-
antinomia temporal como en la espacial, entonces la diferencia ge, con sus lenguajes de las plantas; pero es indudable que son fan-
preponderante en las consideraciones del espacio no es tanto la del tasías atractivas, al menos hasta que se estabilizan socialmente en
cambio en ninguna comprensión temporal de la forma como, más la forma del kitsch (con su "lenguaje de las flores"). Esas nociones
bien, la variedad y la infinidad, la metonimia y -para llegar a una de un espacio que en cierto modo está significativamente organiza-
versión más influyente y aparentemente definitiva y omniabarcati- do y a un paso de hablar, una especie de pensamiento articulado
va-la heterogeneidad. que no logra alcanzar su traducción definitiva en proposiciones o
Históricamente, las aventuras del espacio homogéneo y hetero- conceptos, en mensajes, en última instancia encuentran su justifica-
géneo se contaron la mayoría de las veces en términos del coefi- ción y defensa teórica en la descripción que Lévi-Strauss hace en
ciente de lo sagrado y los rebaños de fieles en que está despareja- La Pensée sauvage de la "ciencia perceptiva" prefilosófica;? mien-
mente invertido: en cuanto a su presunta contraparte, lo profano, tras que su estética alcanza al menos una especie de clímax en la
uno supone, sin embargo, que es una proyección temporal hacia lectura clásica del mismo antropólogo sobre los indios de la costa
atrás de pueblos postsagrados y comerciales para imaginar que era noroeste del Pacífico, La Geste d'Asdiwal, donde los diversos pai-
en sí mismo cualquier cosa o cualidad únicas (una no cualidad, más sajes, desde los congelados yermos del interior hasta el río y la cos-
bien); una proyección, en efecto, para pensar, ante todo, que alguna ta misma, hablan lenguajes múltiples (incluidos los det modo eco-
vez existió un dualismo simple de lo profano y lo sagrado. Puesto nómico de producción y de la estructura de parentesco) y emiten
que cabe suponer que lo sagrado significó en primer lugar hetero- una notable gama de mensajes articulados.
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Este tipo de análisis neutraliza eficazmente la vieja oposición lores como reacciones contra ella, cuya proyección en el pasado es
entre lo racional y lo irracional (y todas las oposiciones satélites a lo sumo un asunto dudoso y sospechoso. El objeto previo de la
-primitivo versus civilizado, varón versus mujer, Occidente versus descripción es más bien la colonización gradual del mundo, preci-
Oriente- que se fundan en ella), ya que sitúa la dinámica del signi- samente por esa homogeneidad cuya tendencia a la conquista Ba-
ficado en textos que preceden a la abstracción conceptual: de in- taille (como tantos otros) tuvo por misión histórica impugnar, jun-
mediato se abre con ello una multiplicidad de niveles que ya no to con la introducción de formas de identidad que sólo a posterior;
pueden asimilarse al racionalismo weberiano, el pensamiento ins- permiten que la ilusión anacrónica de heterogeneidad y diferencia
trumental, las reificaciones y las represiones de lo estrechamente llegue a parecer la lógica de lo que ellas organizaron y aplanaron.
racional o conceptual. Debe caracterizárselo entonces como hete- En lo que se refiere al espacio, ese proceso seguramente puede
rogeneidad; y podemos seguir adelante para describir las articula- identificarse con cierta precisión: es el momento en que el sistema
ciones sensoriales de su objeto, en los paisajes móviles de Asdi- occidental de propiedad privada de bienes raíces desplaza los di-
wal, como espacio heterogéneo. Como lo demostró célebremente versos sistemas de tenencia de la tierra con los que se enfrenta en
Derrida en uno de los documentos inaugurales de lo que más ade- el transcurso de sus sucesivas ampliaciones (o, en la situación eu-
lante recibiría el nombre de postestructuralismo eStructure, Sign, ropea, de los que surge gradualmente por primera vez por derecho
and Play"), 8 el análisis de Lévi-Strauss sigue centrado en cierto propio). Un lenguaje de la violencia -en otras circunstancias per-
modo en significados homólogos: no logra llegar a lo que en últi- fectamente apropiado para estas sustituciones y aún observable en
ma instancia es aleatorio e indecidible; insiste en aferrarse como si asentamientos de colonos como los israelíes y también en las di-
fuera un salvavidas al concepto mismo de significado propiamente versas "transiciones al capitalismo" en Europa del Este- tampoco
dicho; y en una situación que debería poner fin a ese concepto, ni revela de qué manera el reemplazo de un sistema legal más con-
siquiera alcanza la apertura de la polifonía o heteroglosia bajtinia- suetudinario por otro es una cuestión de cálculo y estrategia políti-
na, dado que todavía hay una entidad colectiva -la tribu- que ha- ca elaborada." La violencia, sin duda, siempre estuvo implícita en
bla a través de sus multiplicidades. la concepción misma de la propiedad como tal cuando se aplicaba
Pero eso se convierte luego en el fracaso de Lévi-Strauss en al- a la tierra; ante todo, es un misterio singularmente ambivalente el
canzar la verdadera heterogeneidad, más que la insuficiencia histó- que seres mortales, generaciones de organismos que mueren, ha-
rica de este último concepto como tal, sobre el cual la obra de toda yan imaginado que podían "poseer" en cierto modo partes de la
la vida de Bataille demuestra que existe en situación y, como el su- tierra. Las formas anteriores de propiedad de ésta (así como las
rrealismo del que se deriva y al que repudia, es una reacción estra- formas socialistas más recientes, que, de manera similar, varían de
tégica contra un estado moderno de las cosas. Esto nos lleva a pre- país en país) al menos postulaban a la colectividad como el gober-
guntarnos si la heterogeneidad puede significar en realidad algo nador inmortal a cuya administración se entregaban porciones de
convenientemente subversivo mientras la homogeneidad no surja suelo; nunca fue tarea fácil o sencilla, tampoco, deshacer estas re-
históricamente, para conferirle el valor y la fuerza de una táctica laciones sociales y reemplazarlas por las aparentemente más evi-
de oposición específica. Lo que tiene que describirse, por lo tanto, dentes y manejables basadas en la propiedad individual y un siste-
no es tanto el prestigio de dichas formas de multiplicidad y exceso ma jurídico de sujetos equivalentes; en este aspecto, la Alemania
que atestan la mente moderna racional y la censuran, como sus va- del Este de hoy se parece a lo que los norteamericanos tuvieron
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que hacer con el sur conquistado luego de la Guerra Civil, en tan- caer hasta un siete u ocho por ciento de la nación puede observarse
to los asentamientos israelíes a menudo nos recuerdan el brutal en todas partes, tanto en los países que se modernizan como en los
desplazamiento de las sociedades norteamericanas nativas en el "avanzados", la relación entre la agricultura campesina y la cultu-
oeste de los Estados Unidos. ra tradicional se ha vuelto muy clara: la segunda sigue a la primera
El asunto es, sin embargo, que cuando se invoca la oposición en su camino hacia la extinción, y todas las grandes culturas pre-
temática de heterogeneidad y homogeneidad, el referente último capitalistas demuestran haber sido campesinas, excepto cuando se
sólo puede ser este brutal proceso: los efectos resultantes del poder basaban en la esclavitud. (Entretanto, en lo que se refiere a lo que
del comercio y luego el capitalismo propiamente dicho -lo que hasta hoy pasó por una cultura capitalista -una "alta cultura" espe-
equivale a decir el puro número como tal, ahora podado y despoja- cíficamente capitalista, quiero decir-, también se la puede identifi-
do de sus heterogeneidades mágicas y reducido a equivalencias- car como la forma en que una burguesía imitó y remedó las tradi-
para apoderarse de un paisaje y aplanarlo, redistribuirlo en una ciones de sus predecesores feudales aristocráticos, tendientes a
cuadrícula de parcelas idénticas y exponerlo a la dinámica de un eclipsarse a la par de su recuerdo para dar paso, junto con la ante-
mercado que ahora reorganiza el espacio en términos de un valor rior conciencia de clase burguesa clásica, a la cultura de masas; en
idéntico. El desarrollo del capitalismo distribuye luego ese valor rigor de verdad, a una cultura de masas específicamente norteame-
de la manera más desigual, por cierto, hasta que al fin, en su mo- ricana, sin más.)
mento posmoderno, la pura especulación, en cuanto algo así como Pero la posibilidad misma de una nueva globalización (la ex-
el triunfo del espíritu sobre la materia, la liberación de la forma del pansión del capital más allá de sus límites previos en su segunda
valor de cualquiera de sus anteriores contenidos concretos o terre- fase, "imperialista") dependió de una reorganización agrícola (a
nales, reina entonces suprema y devasta las mismas ciudades y veces llamada revolución verde debido a sus innovaciones tecnoló-
campiñas que había creado en el proceso de su desarrollo previo. gicas y particularmente químicas y biológicas) que efectivamente
Pero todas esas formas ulteriores de violencia y homogeneidad transformó a los campesinos en trabajadores agrícolas y las gran-
abstractas se derivan del parcelamiento inicial, que vuelve a trasla- des propiedades o latifundios (así como los enclaves aldeanos) en
dar al espacio mismo la forma monetaria y la lógica de la produc- agroempresas. Pierre-Philippe Rey ha sugerido, en efecto, que
ción de mercancías para el mercado. comprendamos la relación de los modos de producción entre sí co-
Nuestro propio período también nos enseña que la contradic- mo de imbricación o articulación, más que de simple sustitución:
ción fundamental en esta reorganización del espacio, que procura en, este aspecto, señala que la segunda etapa o momento "moder-
extirpar formas consuetudinarias más antiguas de tenencia colecti- no" del capital -la fase del imperialismo- conservó en la agricul-
va de la tierra (que luego vuelven a colarse en la imaginación his- tura un anterior modo precapitalista de producción y lo mantuvo
tórica moderna con el aspecto de concepciones religiosas o antro- intacto, explotándolo de una manera accesoria y obteniendo capi-
pológicas de "lo sagrado" o de la heterogeneidad arcaica), debe tales gracias a una mano de obra extensiva y horarios y condicio-
identificarse con lo que solíamos igualmente llamar agricultura, nes inhumanos, a partir de relaciones esencialmente precapitalis-
cuando se asociaba a un campesinado e incluso a pequeños agri- tas.'? La nueva etapa multinacional se caracteriza luego por barrer
cultores. En un sistema global posmoderno, en que la tendencia de dichos enclaves y asimilarlos por completo al propio capitalismo,
una población campesina antes abrumadoramente mayoritaria a con su mano de obra asalariada y sus condiciones laborales: en es-
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te momento, la agricultura -culturalmente distintiva e identificada mamas el campo sino más bien la ciudad y lo urbano como nues-
en la superestructura como el Otro de la naturaleza- se convierte tra perspectiva privilegiada. Desde luego, ésta es una oposición
en una industria como las demás, y los campesinos en simples tra- que ya ha dejado huellas significativas en la tradición de la cien-
bajadores cuyo trabajo se transforma clásicamente en mercancía cia ficción o la utópica: la antítesis entre una utopía pastoral y
en términos de equivalencias de valor. Esto no significa decir que una urbana, y en particular la aparente sustitución en años recien-
la mercantilización esté parejamente repartida en todo el planeta o tes de las imágenes de una utopía aldeana o tribal (Always
que todas las zonas hayan sido igualmente modernizadas o posmo- Coming Home, de Ursula Le Guin [1985], fue virtualmente la úl-
dernizadas; lo que señala, antes bien, es que la tendencia a la mer- tima de ellas)!' por visiones de una realidad urbana inimagina-
cantilización mundial es mucho más visible e imaginable de lo que blemente densa (yen ese aspecto, no obstante, en cierto modo
lo fue en el período moderno, en el que todavía existían tenaces imaginada) que se coloca explícitamente en la agenda utópica,
realidades de la vida premoderna que ponían trabas al proceso. El como en Trouble on Triton (1976), de Samuel Delanyl? (o la pre-
capital, como lo mostró Marx en los Grundrisse. tiende necesaria- dicción de Raymond Williams de que el socialismo, si es posible,
mente hacia el límite exterior de un mercado mundial que también no será más simple que todo esto sino mucho más complicado),
es su última situación de crisis (dado que entonces ya no es posi- o por mascaradas con una apariencia distópica cuya excitación li-
ble ninguna expansión ulterior); hoy en día, esta teoría es para no- bidinal más profunda, sin embargo, tiene con seguridad un espi-
solros mucho menos abstracta que en el período moderno; señala ritu profundamente utópico (como la mayor parte del cyberpunk
una realidad conceptual que ni la teoría ni la cultura pueden pos- actual).
poner ya para alguna agenda futura. Una vez más, empero, tenemos que enfrentar las dificultades
Pero decir eso es evocar la tachadura de la diferencia en una es- conceptuales en que nos hunde la desaparición de uno de los tér-
cala mundial y transmitir una visión del triunfo irrevocable de la ho- minos de una oposición binaria antaño vigente. La desaparición de
mogeneidad espacial sobre cualesquiera heterogeneidades que toda- la naturaleza -Ia mercantilización del campo y la capitalización de
vía puedan fantasearse en términos de espacio global. Quiero la agricultura en todo el mundo- comienza ahora a socavar su otro
destacar esto como un planteamiento ideológico, que incluye todos término, lo anteriormente urbano. Donde el sistema mundial tien-
los temores ecológicos suscitados en nuestro período (la contamina- de hoy hacia un enorme sistema urbano -como una siempre pro-
ción y sus acompañamientos también se presentan corno un signo metida modernización cada vez más completa, una promesa que,
de mercantilización y comercialización universales): puesto que en sin embargo, ha sido ratificada y cumplida de una manera inespe-
esta situación, la ideología no es falsa conciencia sino una posibili- rada por la revolución de las comunicaciones y sus nuevas tecnolo-
dad de conocimiento, y nuestras dificultades constitutivas para ima- gías: un rumbo del cual las visiones directamente materiales, las
ginar un mundo más allá de la estandarización global son precisa- pesadillas del "crecimiento descontrolado" desde Bastan hasta
mente indicios y, en sí mismas, rasgos de esa realidad o ser Richmond o las aglomeraciones urbanas japonesas, son las más
estandarizado. simples de las alegorías-, la concepción misma de la ciudad y lo
Tales límites ideológicos, investidos con cierto terror afectivo clásicamente urbano pierde su significación y ya no parece ofrecer
como una especie de distopía, son compensados luego por otras ningún objeto de estudio delimitado con precisión, ninguna reali-
posibilidades ideológicas que surgen a la vista cuando ya no to- dad específicamente diferenciada. Antes bien, lo urbano se con-
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viene en lo social en general, y ambos se constituyen y se pierden la retórica del mercado, de lo que lo fue en una situación de lucha
en una globalidad que en realidad tampoco es su opuesto (como lo en que las visiones del terror eran más quintaesencialmente opera-
fue en el anterior régimen) sino algo así como su extensión exte- livas. En la actualidad, sin embargo, es el recuerdo de la monotonía
rior, su prolongación en una nueva clase de infinitud. imaginada de la ciudad del Segundo Mundo -con sus magros es-
Ideológicamente, lo que permite esta disolución de las fronteras tantes de bienes de consumo en centros vacíos en los que están au-
de la ciudad tradicional y lo clásicamente urbano es un desliza- sentes los puntos luminosos de las publicidades, las calles en que
miento, un desplazamiento, una reinvestidura de las anteriores con- faltan las tiendas y los negocios pequeños, la uniformización de las
notaciones ideológicas y Iibidinales urbanas en nuevas condiciones. modas de la vestimenta (en lo que la China maoísta es el máximo
La ciudad siempre pareció ser una promesa de libertad, como lo era emblema)- lo que sigue actuando ideológicamente en las campañas
en la concepción medieval de lo urbano como el espacio de huida en favor de la privatización. La identificación fundamental que hi-
de la tierra y del trabajo y la servidumbre feudales, del poder arbi- zo Jane Jacobs de un genuino tejido urbano y la vida callejera con
trario del señor: desde ese punto de vista, el "aire de la ciudad" se la pequeña empresa se reitera ideológicamente sin cesar, sin recor-
conviene ahora precisamente en lo contrario de lo que Marx carac- dar que ella creía que el diagnóstico se aplicaba por lo menos otro
terizó célebremente como "idiotez rural", la estrechez de las mane- tanto a la ciudad norteamericana o capitalista en la que, aunque de
ras y costumbres de la aldea, el provincianismo de lo rural, con sus una manera diferente, las corporaciones también expulsaron a los
ideas fijas y sus supersticiones, y el odio a la diferencia. Aquí, en pequeños negocios y crearon desfiladeros de rascacielos sin absolu-
contraste con la monótona mismidad del campo (que, aunque ine- tamente ninguna personalidad urbana.
xactamente, también se fantasea como un lugar de represión se- Esta degradación urbana, que caracteriza al Primer Mundo, se
xual), la variedad y la aventura urbanas clásicamente prometidas, a trasladó, sin embargo, a un compartimiento ideológico indepen-
menudo asociadas con el delito, así como las visiones correspon- diente llamado posmodernismo, donde como corresponde toma su
dientes de placer y gratificación sexual, son inseparables de la lugar en el arsenal de ataques contra la arquitectura moderna y sus
transgresión y la ilegalidad. ¿Qué sucede, entonces, cuando hasta el ideales. En cuanto a la ciudad del Segundo Mundo, su visión se
campo, hasta esa realidad esencialmente provinciana desaparece, se enrola más bien al servicio de una operación bastante diferente, a
estandariza, escucha el mismo inglés, ve los mismos programas, saber, ser el analogon visual y empírico de un mundo completa-
consume los mismos bienes que la antigua metrópoli a la que, en mente programado y dirigido por la intención humana, un mundo,
los viejos tiempos, esos mismos provincianos y gente del campo por lo tanto, del que también se excluyen las contingencias del
anhelaba ir como si se encaminara hacia una liberación fundamen- azar, y con ello la promesa de aventura y vida real, de gratificación
tal? Creo que el segundo término faltante -tedio provinciano, idio- libidinal. La intención consciente, el plan, el control colectivo, se
tez rural- se conservó, pero transferido a un tipo diferente de ciu- fantasean entonces como si estuvieran en armonía con la represión
dad y de realidad social, a saber, la ciudad del Segundo Mundo y y la renuncia, el empobrecimiento instintivo: y Como en la polémi-
las realidades sociales de una economía sin mercado o planificada. ca posmoderna conexa, la ausencia de ornamento en la ciudad del
Todos recuerdan el poder abrumador de esa iconografía de la Gue- Segundo Mundo -como si fuera la imposición involuntaria del
rra Fría, que tal vez demuestre ser aún más eficaz hoy, luego del fin programa de Adolf Loos- sirve como torva caricatura de los valo-
de ésta y en lo más reñido de la ofensiva actual de la propaganda y res utópicos puritanos de una sociedad revolucionaria (así como
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había cumplido el mismo papel para los valores utópicos igual- empobrecimiento pequeño burgués, de miseria cultural y libidinal,
mente puritanos del alto modernismo en la otra campaña que en sistemáticamente reinvestidas en nuestras imágenes del espacio ur-
cierta teoría reciente en los países del este se vincula explícitamen- bano del Segundo Mundo, sirven a la fuerza como argumentos
te con ésta de una manera instructiva y reveladora)." contra el socialismo y la planificación, la propiedad colectiva y lo
Sólo los rasgos espaciales de esta táctica ideológica particular que se fantasea como centralización, al mismo tiempo que actúan
son novedosos: Edmund Burke fue el primero, desde luego, en de- como poderosos estímulos para que los pueblos de Europa del es-
sarrollar la gran figura antirrevolucionaria, de acuerdo con la cual te se zambullan en las libertades del consumo occidental. No es un
lo que la gente hace consciente y colectivamente no puede sino ser logro ideológico pequeño si se tienen en cuenta las dificultades, a
destructivo y el signo de una arrogancia fatal: sólo puede confiarse priori, para hacer que ciertos grupos sociales pongan en escena el
en el lento crecimiento "natural" de tradiciones e instituciones pa- control colectivo sobre sus destinos de una manera negativa e
ra constituir un mundo auténticamente humano (un profundo rece- invistan esas formas de autonomía con todos los temores y ansie-
lo hacia la voluntad y la intención consciente que luego se trans- dades, la aversión y el espanto libidinal que Freud llamó contrain-
mite a cierta tradición romántica en estética). Pero el ataque vestidura o anticatexis y que debe constituir el efecto central de
fundacional de Burke contra los jacobinos apuntaba a la construc- cualquier antiutopismo exitoso.
ción y formación, por parte de la clase media, de la sociedad de Éste es también el punto en que todo lo que la forma espacial
mercado, sobre cuyo comercialismo expresaba esencialmente los de la antinomia en discusión aquí tiene de más paradójico se toma
temores y ansiedades de una formación social anterior en proceso vívido e ineludible; nuestra prueba conceptual se presenta más cla-
de sustitución. Los teóricos del mercado de la actualidad, sin em- ramente a la vista cuando empezamos a preguntamos cómo es po-
bargo, introducen las mismas fantasías en defensa de una sociedad sible que la realidad social más estandarizada y uniforme de la his-
de mercado a la que ahora se supone en cierto modo "natural" y toria, por el más simple de los chasquidos ideológicos de los
profundamente arraigada en la naturaleza humana; lo hacen contra dedos, el más imperceptible de los desplazamientos, surja como el
los esfuerzos prometeicos de los seres humanos por tomar la pro- suculento resplandor aceitoso de la diversidad absoluta y de las
ducción colectiva en sus propias manos y, mediante la planifica- formas más inimaginables e inclasificables de la libertad humana.
cíón, controlar su futuro o al menos influir sobre él y modificarlo Aquí, la homogeneidad se ha convertido en heterogeneidad, en un
(algo que ya no parece particularmente significativo en una pos- movimiento complementario del que hizo que el cambio absoluto
modernidad en la que la experiencia misma del futuro como tal ha se transformara en estasis absoluta, y sin la más mínima modifica-
llegado a parecer endeble, si no deficiente). ción de una historia real que allí se creía en el final, mientras que
Pero éste es precisamente el trasfondo ideológico e imaginario aquí parece, en definitiva, haberse realizado.
contra el cual es posible comercializar y vender la ciudad capitalis-
ta contemporánea como un carnaval poco menos que bajtiniano de
heterogeneidades, diferencias, excitación libidinal y una hiperindi- NOTAS
vidualidad que descentra eficazmente al viejo sujeto individual por
medio del hiperconsumo individual. Ahora, las asociaciones o 1. Pau1 Virilio, War and Cinema, Londres, 1989, págs. 59-60.
connotaciones de infelicidad y renunciamiento provincianos, de 2. Marcel Proust, JI la recherche du temps perdu, vol. 1, París, 1987,
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