Vásquez Daniel
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HISTORIA DE LA NEUROPSICOLOGÍA
El fenómeno de la afasia es una alteración tan antigua como el origen mismo del
lenguaje. Aunque el documento escrito más antiguo data del año 3500 a.C., el Edwin
Smith Papyrus ya nos relata la importancia de los trastornos del lenguaje para la medicina
de aquellos tiempos (Ardila, & Ostrosky. 2012). A pesar de estas evidencias, no existen
datos que nos puedan asegurar que utilizaran el término afonos siempre con el mismo
significado. Se cree que posiblemente le otorgaran varios significados: afasia, anartria,
afonía, etc. ((Balarezo & Mancheno, 1998). En 1800 ya se conocían casi todas las formas
clínicas de afasia más comunes y se habían descrito diferentes disociaciones
sintomatológicas importantes, siendo el concepto de disociación característico de la
investigación de la neuropsicología de nuestra época aunque podemos afirmar que ya en
el siglo XVII autores como Rommel lo propusieron. Peter Rommel (1643-1708) estudió
de forma muy meticulosa un paciente con una afasia de tipo motor de sintomatología
grave, encontrando una disociación entre la capacidad de repetición y de producción oral.
Las aportaciones de Broca, además de constituir el inicio del primer período
histórico en el estudio de la neuropsicología, y más concretamente en el estudio de la
afasia, establecen las premisas del localizacionismo. En 1861, Broca presenta un estudio
autópsico en una de las sesiones de la Sociedad de Antropología donde se debatía el
vínculo entre características cerebrales como tamaño y forma e inteligencia. El paciente
presentaba una lesión masiva en el hemisferio izquierdo a la que muchos estudiosos de la
época señalarían como causa de la incapacidad del habla del sujeto. A diferencia, Broca
afirmó que la etiología de la pérdida del habla del paciente era debida a una lesión frontal
del hemisferio izquierdo. En 1865, Broca propuso su hipótesis definitiva sobre las bases
neuroanatómicas de la alteración en la producción del lenguaje que había estudiado y
confirmado con varios pacientes y a la que denominó con el término de afemia.
Una proporción importante de los tumores cerebrales se derivan del tejido glial y se
conocen como gliomas; en conjunto, representan aproximadamente el 50% de los tumores del
sistema nervioso central. Sin embargo, la velocidad de su crecimiento y su malignidad son muy
variables. (Ardila, & Ostrosky. 2012) Las metástasis, generalmente carcinomas secundarios de
los pulmones y en ocasiones de los senos y el aparato digestivo, tienden a tener una velocidad
muy alta de desarrollo, y la supervivencia del paciente es limitada, casi siempre menor de un
año. En cambio, los meningiomas -que representan aproximadamente el 20% de los tumores
del sistema nervioso central-, crecen con lentitud entre el cráneo y el tejido cerebral, y debido
a que no invaden a este último, permiten su remoción quirúrgica total.
Los efectos de los tumores sobre el sistema nervioso se derivan de uno o más de los
siguientes factores: (1) aumento de la presión intracraneana, lo cual implica una afección global
y amplia de la corteza cerebral, y un deterioro difuso de las funciones cognoscitivas:
dificultades en la atención, amnesia, confusión, cambios emocionales, etc.; (2) creación de
focos epileptogénicos, ya que la presencia de una neoplasia origina un foco irritativo que puede
descargar de forma paroxística. (3) destrucción del tejido cerebral: un tumor en desarrollo
puede ir invadiendo y destruyendo el tejido cerebral del área en el cual se encuentra; esto creará
un déficit específico en el paciente, lo que naturalmente depende de la localización tumoral.
(4) trastornos del patrón endocrino, que son especialmente notorios cuando se trata de tumores
que invaden directa o indirectamente estructuras relacionadas con el control endocrino, como
son los tumores selares, pero también pueden aparecer como un efecto secundario sobre las
estructuras cerebrales, debido al efecto de masa que el tumor ejerce al ocupar el espacio del
encéfalo.
Las personas que sufren algún desorden del sistema nervioso deben ser sometidas a un
examen neurológico de rutina. En principio, se levanta la historia clínica con el fin de obtener
información detallada sobre el problema que es motivo de consulta, y sobre su evolución. Una
vez que se realiza el examen físico general, se procede a la evaluación detalla del sistema motor
(incluyendo los reflejos) y sensorial, los pares craneanos y el estado. El EEG consiste en
obtener una muestra de la actividad eléctrica de la corteza cerebral por medio de electrodos
colocados sobre el cuero cabelludo. Existe una forma estandarizada de colocar los electrodos
a la que se llama sistema internacional 10-20. Cada uno de los 21 electrodos tiene un nombre
dependiendo de su localización. Las fluctuaciones eléctricas registradas por los electrodos son
amplificadas y registradas en un polígrafo. A pesar de ser el EEG una medida muy gruesa de
la actividad.
La actividad eléctrica de los músculos se mide por medio del electromiograma (EMG),
colocando un electrodo en el músculo. En un músculo relajado se registra poca actividad
eléctrica, pero su contracción genera un patrón eléctrico característico. El EMG se utiliza en el
diagnóstico de enfermedades en la inervación muscular. El uso de rayos X después de haberse
inyectado un líquido de contraste a las arterias carótida o vertebral se denomina angiografía.
Ésta es una técnica útil en el diagnóstico de aneurismas, malformaciones arteriovenosas y, en
ocasiones, tumores, si se percibe algún desplazamiento arterial. En la neumoencefalografía se
toma una radiografía de cráneo después de introducir aire en el sistema ventricular; esta técnica
permite descubrir obstrucciones en el flujo del líquido cefalorraquídeo, como en el caso de la
hidrocefalia. Se han aplicado sofisticadas técnicas computarizadas a la radiología. La
tomografía axial computarizada (TAC) o escanografía cerebral permite obtener una imagen
que se aproxima a una realidad tridimensional. La TAC detecta cambios de densidad en el
tejido cerebral y es de gran utilidad en el diagnóstico de tumores, acv, traumatismos y para
detectar de atrofia cerebral. La tomografía por emisión de positrones (PET) mide la actividad
metabólica en diferentes regiones del cerebro. La técnica consiste en inyectar un líquido
radioactivo que se adhiere a la glucosa. Cuando el cerebro metaboliza la glucosa, un detector
especial capta el líquido radioactivo. La radioactividad se hallará mas concentrada en áreas
cerebrales que metabolicen una cantidad mayor de glucosa. La resonancia magnética nuclear
(RMN) produce imágenes muy semejantes a la TAC, a pesar de que la técnica de producción
de la imagen es diferente. En la RMN se pueden observar los contornos de la célula al tiempo
que la TAC revela exclusivamente su densidad, con lo que la RMN se convierte en una técnica
radiológica mucho más sensible a cualquier cambio a nivel del tejido cerebral.
SÍNDROMES NEUROPSICOLÓGICOS
El deterioro atencional puede también estar presente de forma más focal, como
síndromes atencionales. Esos síndromes no están bien definidos debido a que el deterioro
atencional tiende a no estar presente como un síndrome definido aislado, sino que se
manifiestan como una ejecución reducida en uno o más dominios cognitivos. Por ejemplo, si
observamos ciertos cambios en la atención que se basa en estimulación visual, puede provocar
una reducción en la detección de los estímulos presentes en el ambiente, mientras que si
observamos cambios en la atención que se basa en el lenguaje, podremos observar reducción
en la fluidez verbal. Es decir que la manifestación de las alteraciones de la atención pueden
variar debido a la modalidad sensorial y al tipo de proceso cognitivo asociado (Ardila &
Rosselli, 2007). De tal forma, que es importante descartar la posibilidad de que el déficit sea
producto de algún desorden visual o algún tipo de afasia, respectivamente.
De un vistazo, el ser humano es capaz de percibir sutilezas y una imagen detallada del
mundo. Sin embargo, un daño cerebral puede destruir esta ilusión. Esto es exactamente lo que
sucede en el Síndrome de Balint. El mundo visual se percibe erróneamente, como una serie de
objetos individuales. El síndrome de Balint surge como consecuencias de lesiones bilaterales
de la unión parieto-occipital. En donde, es característico encontrar afectaciones en la
circunvolución angular, la zona dorsolateral del lóbulo occipital y a menudo el precúneo
(lóbulo parietal superior). Las recientes revisiones de casos enfatizan la lesión de la
circunvolución angular como crítica para la producción del síndrome
Alexia se refiere a una alteración en la habilidad para leer consecuente a una lesión
cerebral. Se han distinguido cuatro formas principales de alexias: (1) alexia con agrafia o alexia
literal, en la que el paciente pierde la capacidad para leer y escribir, debido a no reconocer las
letras; se correlaciona con daño parietal posterior y parieto-temporal del hemisferio izquierdo;
(2) alexia sin agrafia (o alexia pura, o alexia verbal, o alexia agnósica), en la que el sujeto puede
escribir y reconocer letras, pero no logra secuenciarlas para la lectura de palabras; (3) alexia
frontal, término utilizado para designar los defectos en la lectura propios de la afasia de Broca,
en la cual aparece una lectura agramatical, mala secuenciación, etc. y (4) alexia espacial o viso-
espacial, que consiste en la aparición de defectos en la lectura a causa de dificultades espaciales;
se observa usualmente en casos de lesiones en el hemisferio derecho; los componentes
espaciales de la lectura se ven afectados.
A principios del siglo pasado, el psiquiatra alemán Hugo Liepmann también estudió
extensamente el principio de desconexión con respecto a la idea de que algunas apraxias
(trastornos neurológicos caracterizados por la incapacidad de llevar a cabo movimientos de
propósito, aprendidos o familiares) podrían ser provocadas por este fenómeno.
A partir de los años cincuenta, Roger W. Sperry y sus colegas investigaron el efecto de
la desconexión del cuerpo calloso en animales, concretamente con gatos, mostrando que éstos
podían parecer indistinguibles de los que estaban sanos en cuanto a su comportamiento, en la
mayoría de los tests y en las condiciones de adiestramiento.
Sin embargo, los estudios de Sperry revelaron que los animales, bajo determinados
procedimientos de adiestramiento, presentaban deficiencias importantes; de modo que, si se
permitiese que la información sensorial tuviera un acceso separado a cada hemisferio cerebral,
se demostraría que cada uno de ellos uno tiene procesos de percepción, de aprendizaje y de
memoria separados.
Constituye más una propuesta investigativa en su intención de buscar zonas más precisas
que controlan las diferentes funciones cerebrales. Para esto Teuber (1955-1959) menciona:
Una disociación doble requieres que el síntoma A aparezca en lesiones de una
estructura, pero no en lesiones de otra, y que el síntoma B aparezca en lesiones de la otra, pero
no de la primera. Cuando le falte tal disociación, no se demostrará la especificidad de los
efectos de las lesiones.
Un ejemplo puede ser la región parieto – occipital derecha y la región temporal superior
izquierda para establecer que los daños en la primera región provocarán trastornos en todos los
sistemas funcionales que tengan que ver con la orientación espacial y no con los relacionados
con el análisis fonemático, contrariamente con las lesiones en la región temporal descrita que
afectarán todos los sistemas funcionales relacionados con el análisis acústico fonemático pero
mantendrán indemnes aquellos relacionados con los procesos espaciales.
Una de las partes más importantes del estudio de la Neuropsicología y la que nos será
de especial importancia dentro de nuestra practica profesional son los principales trastornos,
que se mencionaran a continuación, además de entender sus causas y posibles procesos de
rehabilitación.
ASIMETRÍA CEREBRAL
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS