Ley 21060 Economia Mika

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LEY 21060

El 29 de agosto de 1985, hace ya 30 años, Víctor Paz Estenssoro hizo historia otra
vez. Aprobó uno de los decretos más célebres de toda la vida del país: el 21060,
que es ya una cifra cabalística para Bolivia y representa una etapa crucial del siglo
XX.

En realidad, el 21060 es una combinación entre la simbolización de una filosofía


económica que cerraba una tendencia económica de capitalismo de Estado, que
había naufragado en medio del drama en el gobierno de la UDP, y una respuesta
concreta y radical al más grande descalabro económico de nuestra historia
republicana.

Los puntos más importantes del recordado decreto fueron:


1. Reducción del déficit fiscal (en 1984 había llegado a la increíble cifra de -
19,90%), que se logró con el congelamiento de salarios, reducción de gastos
estatales y el aumento de los hidrocarburos (YPFB entregaba, directamente,
alrededor del 54% de sus ingresos al TGN).
2. Un cambio real y flexible de la moneda con la creación del boliviano y el "bolsín”
regulado por el Banco Central sobre la base de la oferta y demanda del mercado.
3. Libre contratación y reducción de la burocracia con el eufemismo de la
"relocalización”.
4. Liberalización del mercado, libertad de precios y un arancel único de
importaciones.
5. Política de fomento a las exportaciones.
6. Una radical reforma tributaria con la novedad del IVA (Impuesto al Valor
Agregado) y el paso de tres centenares de impuestos a sólo siete.
"Noche negra del neoliberalismo”, subraya el altísimo costo social que implicó su
aplicación, traducida en despidos masivos, congelamiento de salarios, incremento
de la pobreza y destrucción de los derechos fundamentales de los trabajadores a
través de la libre contratación. Realidad que no se puede negar.
Pero el primer olvido intencionado es que la decisión se tomó para revertir la
espiral incontenible de la hiperinflación, que es -algo que nadie discute en el
mundo- el factor más grave de empobrecimiento brutal de una sociedad, a
través de la pérdida radical del poder adquisitivo de los salarios,
desabastecimiento, ocultamiento y especulación. Amén de la destrucción del
aparato productivo del país y el colapso global de la economía.
El segundo olvido intencionado es que el 21060 no fue el origen de la
destrucción de Comibol. Coincidió -por si fueran pocos los males que se habían
cernido sobre el país- con el colapso de los precios del estaño y de los
principales minerales que exportaba Bolivia, al punto de dejar de cotizarse
en el mercado londinense. Eso ocurrió en octubre de 1985, apenas un mes
después de la implementación del 21060. Pocos recuerdan que su texto no
contemplaba el desmantelamiento de la empresa estatal de la minería; por el
contrario, establecía su descentralización para intentar un proceso de salvataje de
una empresa completamente desfondada por su altísima deuda y la caída vertical
de su productividad. Lo que ocurrió luego tuvo que ver con ese hecho que hacía
imposible continuar con Comibol sin que su colapso arrastrase al abismo al Estado
en su conjunto.

El tercer olvido intencionado son sus logros. En 1985 la inflación llegó al


8,767%. En 1989, último año de gobierno de Paz, había caído al 16%. De un
cambio de 1.149.354 pesos por dólar, en agosto de 1985, se pasó a 2,81
bolivianos por dólar en 1989. El crecimiento del PIB pasó de un negativo de -
0,2%, en 1985, a un positivo de 2,5% en 1989. El déficit fiscal paso de -10%, en
1985, a -3% en 1989. En menos de un año la hiperinflación había sido derrotada.

Eran los años del neoliberalismo conducidos por dos figuras dominantes, Ronald
Reagan y Margaret Thatcher. En Bolivia fue un periodo que se prolongó entre
1985 y 2003 y que marcó de modo significativo nuestra democracia. Pero en esos
años, además de la visión neoliberal, se hicieron reformas que incorporaron
logros de avanzada tan importantes como la participación popular, la Ley
INRA, la Reforma Educativa y la primera gran transferencia al pueblo a través
de un bono, el célebre Bonosol.

"Bolivia se nos muere”, dijo Paz. El 21060 evitó el colapso del país. Sus autores
más destacados fueron, entre otros, Gonzalo Sánchez de Lozada, Juan Cariaga y
Fernando Romero.

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