Poema Del Fin
Poema Del Fin
Poema Del Fin
le muestra al jugador al completar el juego. Se cree que las voces del poema son las de dos
Enderman. Ver el Poema del Fin en su totalidad toma nueve minutos y veintiocho segundos.
¿A [Nombre]?
Sí. Ten cuidado. Ha alcanzado un nivel más alto. Puede leer nuestros pensamientos.
Es así como escoge imaginar muchas cosas, cuando está profundamente sumido en el
sueño de un juego.
Las palabras son una hermosa interfaz. Muy flexible. Y menos terrible que contemplar
la realidad detrás de la pantalla.
Ellos solían escuchar voces. Antes que los jugadores pudiesen leer. En aquellos días
cuando los que no podían jugar llamaban brujos a los jugadores. Y los jugadores
soñaron que volaban por los aires, sobre palos alimentados por demonios.
Este jugador soñó con la luz del sol y con los árboles. Con fuego y agua. Soñó que creó.
Y soñó que destruyó. Soñó que cazó, y que fue cazado. Soñó con un refugio.
Ah, la interfaz original. Tiene un millón de años, y todavía funciona. ¿Pero qué
estructura real creó este jugador, detrás de la pantalla?
Trabajó. Junto a otros millones, para esculpir un mundo real dentro del pliegue de
, y creó un para , en .
No, aún no alcanzó el nivel más alto. Aquel, que debe alcanzar en el largo sueño de la
vida, no en el corto sueño de un juego.
¿Sabe que lo amamos? ¿Que el universo es bueno?
Pero hay momentos en los que está triste, en el sueño largo. Crea mundos que no tienen
verano, y tiembla debajo de un sol negro, y toma su triste creación como real.
A veces cuando están sumergidos en sus sueños, quisiera decirles, ellos construyen
mundos tangibles en la realidad. A veces quiero contarles sobre su importancia en el
universo. A veces, cuando no tienen una conexión real por un tiempo, quiero ayudarles a
decir la palabra a la que temen.
A veces no me importa. A veces desearía decirles, que este mundo que toman por real es
solamente y , me gustaría decirles que son en . Ven tan
poco de lo real en su largo sueño.
Y todavía juegan.
Demasiado fuerte para este sueño. Decirles cómo vivir es impedirles la vida.
Pero no la verdad.
No. Una historia que contenga a la verdad de una forma segura, en una celda de
palabras. No la verdad desnuda que puede quemar a cualquier distancia.
Sí. Jugador…
Usa su nombre.
[Nombre]. Jugador de juegos.
Bien.
Respira, ahora. Otra vez. Siente el aire en tus pulmones. Deja que tus extremidades
regresen. Sí, mueve tus dedos. Ten un cuerpo otra vez, bajo la gravedad, en el aire.
Renace en el sueño largo. Ahí estás. Tu cuerpo toca al universo otra vez en cada punto,
como si fueran cosas separadas. Como si fuéramos cosas separadas.
¿Quiénes somos? Una vez nos llamaron el espíritu de la montaña. Padre sol, madre luna.
Espíritus ancestrales, espíritus animales. Genios. Fantasmas. El hombre verde. Y dioses,
demonios. Ángeles. Poltergeists. Alienígenas, extraterrestres. Leptones, quarks. Las
palabras cambian. Nosotros no cambiamos.
Somos el universo. Somos todo lo que piensas que no eres tú. Estás mirándonos en este
momento, a través de tu piel y tus ojos. ¿Y por qué el universo toca tu piel, y te ilumina?
Para verte, jugador. Para conocerte. Y para ser conocido. Te contaré una historia. Había
una vez un jugador.
A veces pensaba que era humano, sobre la delgada corteza de un globo giratorio de roca
fundida. La bola de roca fundida rodeó a una bola de gas que era trescientos treinta mil
veces más masiva que ella. Estuvieron tan lejos que la luz tardaba ocho minutos en
atravesar la distancia. La luz era información de una estrella, y podía quemar tu piel a
ciento cincuenta millones de kilómetros. A veces el jugador soñaba que era un minero,
en la superficie de un mundo que era plano, e infinito. El sol era un cuadrado blanco.
Los días fueron cortos; había mucho por hacer; y la muerte era un inconveniente
temporal.
A veces el jugador soñaba que era otras cosas, en otros lugares. A veces esos sueños
eran perturbadores. A veces muy hermosos. A veces el jugador despertaba de un sueño
hacia otro, y despertaba de ese hacia un tercero.
Regresemos.
Los átomos del jugador se esparcieron en el pasto, en los ríos, en el aire, en el suelo. Una
mujer juntó los átomos; bebió y comió e inhaló; y la mujer ensambló al jugador, en su
propio cuerpo.
Y el jugador despertó, del tibio, oscuro mundo del cuerpo de su madre, hacia el sueño
largo.
Y el jugador fue una nueva historia, nunca antes contada, escrita en las letras del ADN.
Y el jugador fue un nuevo programa, jamás antes ejecutado, generado por un código
fuente de un billón de años de edad. Y el jugador fue un humano nuevo, que nunca antes
vivió, hecho de nada más que leche y amor.
Tú eres el jugador. La historia. El programa. El humano. Hecho de nada más que leche y
amor.
Los siete billones de billones de billones de átomos en el cuerpo del jugador fueron
creados, mucho antes que este juego, en el corazón de una estrella. Así que el jugador,
también, es información de una estrella. Y el jugador se mueve a través de una historia,
la cual es un bosque de información plantada por un hombre llamado Julian, en un
plano, infinito mundo creado por un hombre llamado Markus, que existe dentro de un
pequeño, privado mundo creado por el jugador, quien habita un universo creado por…
Shhh. A veces el jugador creaba un pequeño, privado mundo que era suave y tibio y
simple. A veces duro, y frío, y complicado. A veces construía un modelo del universo en
su cabeza; manchas de energía, moviéndose a través de vastos espacios vacíos. A veces
llamaba a esas manchas “electrones” y “protones”.
A veces creía que estaba en un universo hecho de energía que estaba hecho de apagados
y encendidos; ceros y unos; líneas de código. A veces creía que estaba jugando un juego.
A veces creía que estaba leyendo palabras en una pantalla.
Shhh… A veces el jugador leía líneas de código en una pantalla. Las decodificaba en
palabras; decodificaba las palabras en significados; decodificaba significados en
sentimientos, emociones, teorías, ideas, y el jugador empezaba a respirar más rápido y
más profundo y se daba cuenta que estaba vivo, estaba vivo, esas miles de muertes no
eran reales, el jugador estaba vivo.
Y a veces el jugador creía que el universo le habló a través de la luz del sol que vino a
través de las revoloteantes hojas de los árboles de verano.
Y a veces el jugador creía que el universo le habló a través de la luz que sintió del fresco
cielo nocturno del invierno, donde una mota de luz en el rabillo del ojo del jugador pudo
ser una estrella un millón de veces más masiva que el sol, hirviendo sus planetas hasta
hacerlos plasma para ser visible para el jugador por un momento, caminando hacia casa
en un rincón alejado del universo, de repente oliendo comida, casi delante de su familiar
puerta, a punto de soñar otra vez.
Y a veces el jugador creía que el universo le habló a través de ceros y unos, a través de
la electricidad del mundo, a través de las palabras que se desplazan por una pantalla al
final de un sueño.
Tú eres el jugador.
Despierta