Grunberger, Richard. - Historia Social Del Tercer Reich (1971)
Grunberger, Richard. - Historia Social Del Tercer Reich (1971)
Grunberger, Richard. - Historia Social Del Tercer Reich (1971)
.GRUN BERCER
Alemania nazi impuso un sistema social sin
precedentes en la historia: ngkkx jerárquico y con
la figura deificada de Hitler en la cúspide. Historia
sacs&7 áeH Tfercer Reach es el relato de 1= vida cotidiana
¿e hombres. mujeres y niños en un entorno soda!
enloquecido. Es también un analisis de la vida social
y cultural en condiciones extremas: de los escritores
e intelectuales partidarios del recrimen a los enticos
v sus excesos; de', eme y 'as an es plasticas como
propaganda a Ia ferrea censura sobre Sos creadores:
de '.a prensa oficial al humor callejero; de la pujante
intíustr¿a a la agricultura que debía nutrir a la nación:
¿e .a elite aristocrática a los judíos perseguidos:
del papel de la mujer como madre de niños arios al
adoctrinamiento nazi de la juventud; del papel de
las universidades al de la religion: del funcionamiento
del ejercito al de la justicia.
HISTORIA SOCIAL
DEL
TERCER REICH
EDICIONES DESTINO
Edición original:
A Social History of the Third Reich
Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1971
Traducción: Ester Donato
© Richard Grunberger 1971
© E d ic io n e s D e s t in o
Consejo de Ciento, 425. Barcelona-9
Primera edición: julio 1976
S.N.B.: 297-00294-5, para la edición original
I.S.B.N.: 84-233-0830-8
Depósito legal: B. 13453 - 1974
Impreso en Talleres Ariel, S. A.
Av. J. Antonio, 134-138, Esplugues de Llobregat (Barcelona)
I m p r e s o e n E s p a ñ a - P r i n t e d in S p a in
A la memoria d e
Bernard W eber (1923-1955)
AGRADECIMIENTOS
R ic h a r d G r u n b e r g e r .
1
WEIMAR
posguerra, reapareció sin más con su figura paternal cuyo origen se remon
taba a la guerra.
Considerando a Alemania como un feudo confiado a él durante la ausen
cia del emperador, llegó a consultar con el ex Kaiser antes de aceptar deli
pueblo la presidencia. El apoyo de los conservadores al nuevo presidente era
axiomático, mientras que los republicanos estaban fuertemente divididos en*
su actitud hacia él. Mientras el académico radical Theodor Lessing, con
extraordinaria presciencia, dijo de él que era “un Cero que prepara el terre
no a un Ñero”, los moderados esperaban que el incongruente jefe de gobierno·
apartaría a las “clases nacionales” de su hostilidad a la República. El desa
rrollo de los acontecimientos durante la primera mitad del período presi
dencial de Hindenburg pareció confirmar estas esperanzas, aunque desde un»
punto de vista político inmediato las elecciones de 1918 sólo reportaron al
bloque republicano un irrisorio avance de cuatro escaños en el Reichstag. No·
obstante, la época comprendida entre 1925 y 1929 fue para la República de
Weimar la más afortunada. Una vez levantada la ocupación francesa del Ruhr
y pasado el período de aguda inflación, Alemania vivió, por primera vez en
más de diez años, un período de estabilidad interna y de recuperación econó
mica. Con la estabilización de la moneda y con el plan Dawes, que facilitabas,
la inversión extranjera, la industria aplicó planes de racionalización y expan
sión que dieron como resultado que el índice de producción de 1927 fuese-
superior al total más elevado de antes de la guerra.1 e En 1929, una Alemania*,
disminuida territorialmente producía un 10 por ciento más de carbón, un 100'
por ciento más de lignito y un 30 por ciento más de acero que en el período
anterior a la guerra, y en 1930 Alemania figuraba en segundo lugar, después-
de Estados Unidos, entre los países exportadores del mundo, y era el primero»·
en la exportación de productos acabados.2
Sin embargo, durante la mayor parte de este período, la industria alema
na operó de hecho en sólo el 50-80 por ciento de su capacidad productiva
total.3 La racionalización había tenido un doble efecto: en 1929, cuando el
número absoluto de trabajadores asalariados alcanzó el máximo absoluto de ·
20 V2 millones 4 la industria arrojó a 1 1/2 millón de hombres al desempleo,,
por ser incapaz de utilizar todo su potencial debido a la insuficiencia de lat
demanda interior y de los mercados de exportación.6
Las dificultades de Alemania para la exportación tenían su origen en Ia<
discriminación de los países extranjeros hacia ella, pero la baja demanda inte
rior era una cuestión interna, y la solución dependía únicamente del país. EFi
eje del problema era la diferencia entre los niveles de salarios y de precios:
* Las notas que llevan asterisco figuran a pie de página; para las notas numeradas,,
véase el final del libro, págs. 497-533.
WEIMAR 13
• Entre las elecciones de 1928 y las de julio de 1932, el número de votos nazis
aumentó de los 800.000 a los 13.750.000, es decir, del 2,16 al 37,3 por ciento del censo
electoral. Cf. Karl D. Bracher, Die AufWsung der Weimarer Republik, Stuttgart, 1954,
pp. 86-106.
WEIMAB 17
elevados precios industriales dictados por los cartels y los precios agrícolas
de tendencia descendente (fenómeno conocido como la “tijera de los pre
cios”). Se estima que el 60 por ciento de los granjeros alemanes vivían ya de
ingresos proletarios 19 cuando la Depresión vino a agravar una situación ya
crítica; a diferencia de los industriales protegidos por cártels, los agriculto
res respondieron al descenso del poder adquisitivo de la población aumen
tando su producción, lo cual hizo bajar los precios aún más y dio lugar a
una continua espiral descendente. Ya en 1926, la obligada venta de tierras
por parte de los agricultores había superado el promedio de antes de la
guerra,20 y entre 1927 y 1932 casi 25.000 granjas fueron subastadas.21
En el conjunto de la agricultura del país, las tierras de los Junkers al este
del Elba habían aumentado desproporcionadamente, y este estado de cosas
continuó durante la República. La viabilidad económica de las propiedades
del este del Elba había sido un problema ya antes de la guerra, y el corre
dor polaco creado por el Tratado de Versalles había hecho un corte a través
de las compactas tierras de cereales de los Junkers y separaban la Prusia
Oriental del Reich. Esto vino a agravar una situación ya difícil (a la que se
añadió, después de la guerra, la caída del precio mundial del centeno).
La República aplicó una política de protección a la agricultura —sobre
todo de las propiedades al este del Elba, que estaban amenazadas económica
y estratégicamente— a base de impuestos sobre las tres cuartas partes restan
tes de la población alemana. Los elevados aranceles imperiales para prote
ger a los productores de cereales alemanes de la competencia de los bajos
precios del extranjero fueron mantenidos, y se obligó al consumidor alemán
a pagar precios más elevados en beneficio de los “13.000 terratenientes”.22
El sistema de aranceles y subsidios iba contra la racionalización de las
industrias de productos lácteos y vegetales en otras regiones agrícolas; esti
mulando la producción de forraje, el gobierno podía haber prestado una
ayuda considerable a la ganadería pero “en lugar de ello, retuvo los arance
les a la importación de cereales y protegió así el sector más costoso y más
capitalista de la producción agrícola”.23
A pesar del apoyo estatal a las instituciones rurales de crédito, los gran
des terratenientes obtenían préstamos en condiciones más favorables que los
propietarios medios y pequeños. En total, los tipos de interés en la década de
los veinte eran dobles a los de antes de la guerra,24 y en el proceso de aumen
to de la producción, la agricultura alemana triplicó sus costes de trabajo de
antes de la guerra. A pesar del considerable presupuesto estatal dedicado a
la mejora de las tierras, la agricultura en su conjunto no aplicó un programa
de racionalización que aumentase la producción y redujese los costes, sobre
todo porque el costo de la maquinaria y de los productos químicos era fijado
por la industria.25
18 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* "Alemania fue el único país industrial que experimentó una transformación política
durante la Depresión, pero los Estados Unidos sufrieron aun más las consecuencias de la
crisis. La cuestión de por qué la crisis económica dio lugar en Alemania a una dictadura
no puede ser elucidada en el contexto de la causalidad económica.” Karl Erich Bom,
Moderne Deutsche Wirtschaftsgeschichte, Colonia, 1966, p. 22.
05 Cf. Henrich Plessner, Die Verspatete Nation, Kohlhammer Verlag, 1959.
20 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* Durante algunos de los años veinte, se publicaron en Alemania más obras inéditas
que en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos conjuntamente. Robert A. Brady, The
Spirit and Structure of German Fascism, Nueva York, 1937, p. 13.
eo Para una exposición detallada de este célebre proceso, ver el capítulo sobre el
téma de Obszon, de Ludwig Marcuse, Munich, 1962.
Cf. el periodista del trust periodístico de Hugenberg, Friedrich Hussong, que
escribió: “Mujeres con escotes hasta el ombligo y diamantes en los zapatos chillaban
WEIMAR 21
extendía por los colegios universitarios, y los pocos profesores de historia que
hallaban analogías entre el tratado de Versalles y los de Brest-Litovsk y Bu-
carest, dictados por Alemania, fueron apaleados.0 Para contrarrestar el cre
ciente vandalismo estudiantil, se pidió a la conferencia de profesores universi
tarios de 1932 que hiciese una inequívoca declaración condenatoria. Este gesto
fue criticado por el eminente pedagogo Eduard Spranger, que no era, por
cierto, simpatizante del nazismo. “Yo consideraba que el movimiento nacio
nalista de los estudiantes era genuino en su esencia e indisciplinado solamente
en sus formas. Así pues, habría sido perjudicial para la Universidad expre
sarse acerca de la oleada nacional sólo en forma infantil y desordenada, pues
por entonces aquel movimiento aún llevaba en sí mucho de sano y daba
lugar a las más esperanzadoras perspectivas.” 38
En el conjunto del país, esta “oleada nacional” dio lugar al colapso de la
política moderada: el Partido Democrático fue liquidado y el Partido del Pue
blo Alemán pasó de una cautelosa tolerancia de la República a una declarada
oposición.
La oleada nacional extrajo una gran parte de su ímpetu de la tendencia
anticapitalista de las masas pequefioburguesas (citando a Gregor Strasser).
Este sentimiento tenía poco que ver con el marxismo, y ha sido acertadamente
descrito como el socialismo de los tenderos: 60 los pequeños comerciantes afec
tados por la crisis, los artesanos, los pequeños agricultores y otros reclamaban
al mismo tiempo los derechos de la empresa privada y la protección estatal
ante los riesgos que aquélla comportaba. Su Mittelstandsprogram (programa
para las clases medias) comprendía un monopolio comercial para los trabaja
dores autónomos, la prohibición de la venta al detall a las empresas industria
les, la clausura de los talleres artesanales dependientes de grandes empre
sas,39 la disminución de impuestos para los tenderos, una moratoria para los
préstamos de los pequeños deudores,40 el freno al desarrollo de las cadenas
de grandes almacenes y cooperativas, y el control general del mercado en
interés de “los pequeños”.41
Entre la masa de tenderos, artesanos y granjeros perjudicados por la falta
de crédito, los ataques de los nazis a la “esclavitud del interés” tocaban una
fibra sensible. La expresión “esclavitud del interés” suscitaba una buena can
tidad de alusiones llenas de odio a los bancos y prestamistas, al “sistema
e “Un teniente y diez hombres bastaron para mandar a sus casas a los tribunos del
pueblo”, fue el burlón comentario de la eminencia gris de los Junkers, von Oldenburg-
Janoschau, al incruento golpe por el cual el futuro vicecanciller de Hitler derrocó al
gobierno Braun-Severing (cf. Ferdinand Friedensburg, Die Weimarer Republik, Hanover-
Frankfurt, 1597, p. 153).
26 HISTORIA SOCIAT, DEL TERCER REICH
fue bien utilizado para inquietar a Alemania: cuando, en 1932, Wemer Best,
futuro comisario de la Gestapo, fue encargado de preparar el derrocamiento
violento de la República, convenció hábilmente al tribunal —y a la opinión
pública— de que los acusadores documentos de Boxheim no eran otra cosa
que planes nazis para contrarrestar un golpe comunista.63
En agosto de 1932, Hitler utilizó su posición de máximo dirigente del par
tido más numeroso para conseguir la absolución judicial de cinco miembros
de las SA, responsables del sádico asesinato de un comunista en la ciudad
silesiana de Potempa. A pesar de esta identificación sin precedentes de un
aspirante a la Cancillería con el más odioso de los delitos, uno de cada tres
alemanes (el 33,1 por ciento del censo electoral)54 votaron a favor de los nazis
diez semanas después, en noviembre de 1932.
Aun negando al III Reich el carácter de inevitable que a veces se le atri
buye, es difícil dejar de considerar ineludible el fin de la República de Wei
mar. La inmadurez política del pueblo alemán (especialmente de la élite), la
deformación del sistema social y el mal funcionamiento de la economía se
unieron para dar lugar a su colapso. Pero la forma concreta que tomó este co
lapso no estaba en modo alguno predeterminada. En Alemania (donde, por
cierto, los verdugos desempeñaban su función con sombrero de copa y levita),
los verdugos de la democracia hubieran podido llevar igualmente galones do
rados que camisas pardas, pues los minoritarios gobiernos republicanos de
1932 se vieron ante la alternativa de instaurar una rígida dictadura presiden
cial apoyada por las armas o someterse al movimiento nazi, de amplio apoyo
popular.
La vía adoptada el 30 de enero de 1933 (el día de la llamada "toma del
poder”) era, de hecho, la más democrática, por absurdo que esto pueda pare
cer. Aunque Hitler no pudo dar a Alemania el anunciado Milenio, la arrastró,
a pesar de sus débiles protestas, a la era de las masas.
2
Los nazis evocaban incansablemente “la ley según la cual habían comen
zado a agruparse”, y, como se puede decir de este régimen más que de cual
quier otro que en su principio estaba también su fin, vale la pena examinar
esta ley inicial.
Se trataba de un híbrido de voluntad popular y fiat autoritario: populista
en virtud de la masiva adhesión a Hitler, y autoritario porque la investidura
de éste había venido de manos de Hindenburg.
Así, el Tercer Reich comenzó a existir ostentando unos atributos que se
excluyen mutuamente: pertenecía simultáneamente a la historia germano-pru
siana y a la era de las masas. (Esta paradoja quedaba resuelta por la semánti
ca: en alemán, la palabra Volk significa al mismo tiempo “pueblo” en el sen
tido radical-democrático y “pueblo” en el sentido racial.)
Una característica y rimbombante definición nazi de los acontecimientos
de 1933 fue Volkwerdung, monstruosidad lingüística que significaba “con
versión de un pueblo en sí mismo”. Medio siglo atrás, el filósofo “alemán
puro” (polkische) Lagarde había escrito: “El conjunto de los votantes no cons
tituye un pueblo, de la misma manera que una tela y unas moléculas de color
no constituyen una pintura de Rafael”. Y ahora, irónicamente, Alemania en
contraba a su super-Rafael en un estudiante de arte fracasado capaz de
estructurar 65 millones de átomos en una nación. Otra metáfora aplicada a la
revolución nazi fue la de “oleada nacional”, aludiendo al retomo de la marea
patriótica de 1914. Diecinueve años después de que los nazis llevaran a la
práctica la ferviente declaración del Kaiser: “De ahora en adelante no reco
noceré más a los diferentes partidos; sólo reconoceré a los alemanes”, borrando
del mapa a los partidos políticos, resucitó la guerra mundial entre alemanes
28 HISTOBIA SOCIAL DEL TERCER REICH
lucha de clases, los sindicalistas quedaban, por definición, excluidos del pue
blo. Al principio, la toma del poder por parte de los nazis casi podía definirse
mejor como la victoria de una mitad del país sobre la otra mitad (en las elec
ciones del 5 de marzo de 1933, los nazis y sus aliados nacionalistas consiguie
ron el 51 por ciento de los votos emitidos) que como una reintegración nacional.
Del 6 de marzo en adelante, una ola de conversiones fue transformando el
casi total equilibrio de fuerzas que mostraron las urnas en una relación de aplas
tante mayoría a favor de los nazis. Gentes que habían votado demócrata toda
su vida se decían unos a otros —y a sí mismos— que el nacionalsocialismo
era la doctrina que habían buscado siempre. Profesiones enteras (los funciona
rios y los enseñantes, por ejemplo) sintieron una irresistible compulsión a
entrar en el Partido.*
Hombres que regresaban del trabajo se encontraban con que sus esposas,
por propia iniciativa, habían ido a comprarles uniformes del partido, esperan
do que aquella inversión les proporcionase abundantes dividendos en el futu
ro. El oportunismo estaba a la orden del día. Pero no todo era oportunismo.
Había profesionales con conciencia social que ingresaban en las SA con el fin
de codearse con gentes de origen social bajo. Hubo bandas de música que se
convirtieron como un solo hombre, en bandas militares de las SA, y admira
dores de dichas bandas que seguían el ejemplo y se afiliaban al nazismo. Al
gunos ingresaron en el Partido para “evitar lo peor”, y unos pocos, incluso,
para transformarlo desde dentro.
Aun así, quedaban todavía, como objetos potenciales de ataque y denuncia,
un número considerable de enemigos del régimen, hombres comprometidos
por su pasado o que aceptaban con demasiada frialdad el presente.
La situación de 1933, de unificación y, simultáneamente, de guerra civil,
demostró ser un estímulo emocional muy potente. Alexis de Tocqueville había
escrito un siglo antes: “En Alemania no hay revoluciones, porque la policía
no lo permitiría”, y ahora la transformación radical de la República de Wei
mar en el Tercer Reich proporcionaba una oportunidad única de disfrutar al
mismo tiempo del estremecimiento liberador de un cambio y de la tranqui
lidad de la protección policial. A través de toda su existencia, el Tercer Reich
continuó ejerciendo esta atracción inicial sobre el infractor de la ley (por no
decir sobre el criminal) y sobre el policía que dormitaba en el pecho de cada
ciudadano.
La antítesis entre el policía y el criminal es susceptible de resolución en
un plano superior: en la persona del soldado, que une en una síntesis respeta
ble el apoyo a la ley en su país y su quebrantamiento en el extranjero. Esto,
° Para más detalles, ver los capítulos sobre el Partido (p. 67), el cuerpo de funcio
narios (p. 142) y la educación (p. 303).
30 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
por supuesto, no era la única razón de la fuerza del ideal militar en la Ale
mania nazi: estaban también las extendidas ansias de revancha por la Guerra
Mundial y —conscientemente o no— la obediencia a la ley según la cual el
país se había unificado por primera vez. Mientras en la década de 1860 la uni
ficación italiana fue acompañada de una insurrección popular, el único aglu
tinante efectivo del Reich había sido la guerra. Esta circunstancia originaria
contribuyó a la falta de preocupación de la opinión pública cuando el gobier
no de la ley fue suplantado por la ley marcial, y a su visión del Führer como
Comandante autorizado a tomar, a título preventivo, arbitrarias medidas de
guerra en tiempo de paz.
En un principio, a causa de su orientación hacia la guerra, el régimen se
mostró circunspecto en su actitud hacia el único brazo armado de la nación,
la Reichswehr. Como ocurrió con otras instituciones ya existentes cuando los
nazis subieron al poder, la Reichswehr fue englobada en el estado nazi sin que
fuera modificada su apariencia exterior y, al cabo de dieciocho meses de la
toma del poder, el régimen mostró en dos ocasiones su deseo de no herir las
susceptibilidades militares: una vez en forma de farsa y la otra en forma de
tragedia.
El 23 de marzo de 1933, en la capilla de la guarnición de Potsdam, un
Hitler con chistera y levita expresó teatralmente su sumisión a Hindenburg
ante el ataúd de Federico el Grande y en presencia de las apretadas filas de
la nobleza prusiana. El 30 de junio de 1934, diezmó la jefatura de las SA (que
había intentado, sin éxito, hacerse con el control del ejército), como demostra
ción de su propósito de respetar la autonomía de la Reichswehr. En adelante,
los nazis emplearon tres métodos para convertir en instrumento del régimen
la no muy reacia Reichswehr: dilución, decapitación y corrupción. El reclu
tamiento dio lugar a la entrada masiva de elementos cada vez más influidos
por el adoctrinamiento nazi en un cuerpo cuyo reaccionarismo había sido hasta
entonces homogéneo; en consecuencia, el apoyo a Hitler se fue extendiendo
de abajo a arriba, desde las clases de tropa y el cuerpo de oficiales más jóve
nes en adelante. Una vez infiltrada la base de la pirámide militar, el régimen
la truncó destituyendo al ministro de la Guerra, Blomberg, y al jefe de estado
mayor del Ejército, Fritsch, con acusaciones falsas. Al mismo tiempo, la mayo
ría de los mandos superiores se dejaron corromper por ascensos (o simple
mente sobornar por dinero) y se prestaron a servir al régimen como autómatas
uniformados. Durante este complejo proceso, no se alteró apenas la imagen
exterior del ejército, y el pueblo, acostumbrado a ver en él un pilar del estado,
siguió teniendo una clara sensación de continuidad con el pasado.
Esta sensación de continuidad se vio reforzada por la aparente perma
nencia del cuerpo de funcionarios, el cuerpo jurídico y las universidades, ins
tituciones cargadas de tradición que el régimen se propuso asimismo transfer-
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 31
mar, y que consiguió adaptar a sus propósitos con una sorprendente economía
de medios.*
La aureola de aparente continuidad envolvió no sólo a los organismos del
estado, sino también a su misma cabeza. Las fotografías del Gabinente del
Reich de 1933-34 muestran a un número reducido de camisas pardas junto
a una falange de nacionalistas de Hugenber vestidos de levita y a los buró
cratas “sin partido”; e incluso entre los nazis había uno que podía alardear
de impecables antecedentes: Herman Goering, el muy condecorado as del
aire, era hijo de un antiguo gobernador del Africa sudoccidental alemana.
El cuerpo diplomático, obstinadamente, continúo efectuando su recluta
miento en el mismo círculo privilegiado de siempre: el 0,74 por ciento de la
población a quien el prefijo noble von distinguía del restante 99 y pico por
ciento. Los jueces de los tribunales, los sacerdotes del pulpito, los profesores
de las cátedras, los ídolos de la pantalla y los atletas de las pistas continuaron
siendo, básicamente, los mismos de antes. Incluso los periódicos burgueses
como el Frankfurter Zeitung siguieron apareciendo, tamizando las nuevas y
crudas realidades del mundo nazi en el tradicional filtro de su actitud distante.
En el terreno militar, la continuidad con el pasado no fue sólo mantenida,
sino activamente intensificada, con la creación por parte del régimen de un
ambiente de brillantez militar evocador de las maniobras del Imperio, de aque
llos memorables días de la belle époque de los Hohenzollem, nostálgicamente
recordados. La reintroducción del reclutamiento en 1935 creó otro vínculo
con la tradición: el servicio militar había formado parte del modo de vida
alemán desde tan antiguo como los hombres recordaban. El reclutamiento no
fue sólo bienvenido como origen de triunfos en política exterior (como fue
la remilitarización de Renania) y como un paso hacia la anulación del Tratado
de Versalles; además formaba parte del folklore popular la creencia de que la
educación de un hombre no era completa sin la disciplina de los cuarteles.
Esto —además del descontento por la vagancia juvenil, fenómeno tan ha
bitual durante la Depresión— determinó también la reacción pública ante el
Servicio de Trabajo, de seis meses de duración, obligatorio para los jóvenes de
dieciocho años. (Al mismo tiempo, no obstante, el Reichsarbeitsdienst —Ser
vicio Nacional de Trabajo—, ejército armado de palas y obsesionado por el
entrenamiento, con su rudo y antirreligioso ambiente y sus instructores poco
capacitados, suscitaba la desconfianza de los padres, al igual que la SA y las
Juventudes Hitlerianas, y la Wehrmacht era generalmente considerada como
un correctivo a estos defectos de la educación.)
Pero no eran estas las únicas razones de la respuesta afirmativa del pueblo
° Véanse también los capítulos sobre el cuerpo de funcionarios (p. 142), la justi
cia (p. 130) y las universidades (p. 323).
32 HISTORIA SOCIAL DEL TEECER REICH
Muchos alemanes, convencidos del derecho preferente del estado sobre las
vidas de los ciudadanos,5 absolvieron al jefe del estado de sus crímenes. Aun
viviendo sometidos al sistema gubernamental más rígidamente estructurado
de la historia de Occidente, conseguían disociar las atrocidades que cometía
el estado del hombre situado a su cabeza, actitud mental que se expresaba en
tópicos hipócritas como: “Todo esto es culpa de los pequeños Hitlers” o “Si
Adolf se enterara de esto...”.0
El régimen daba frecuente satisfacción a aquellos de sus súbditos que que
rían ser engañados, llegando a veces a organizar ridículos juicios en los cua
les unos cuantos de los miles de participantes en la Noche de Cristal —la
orgía de saqueo e incendio de propiedades judías que tuvo lugar a escala de
todo el país en noviembre de 1938— fueron acusados de allanamiento de mo
rada y robo y condenados a sentencias irrisorias.
El pogrom de noviembre constituyó además un ejemplo de cómo los nazis
llegaron a dotar de significados nuevos a palabras y expresiones del idioma
alemán, en este caso la palabra “orden”. Las multitudes que contemplaban el
atávico espectáculo de las sinagogas en llamas no podían por menos de que
dar impresionados por la eficiencia de los servicios públicos (policía y bombe
ros) al evitar la extensión de las llamas desde las propiedades judías a las
zonas arias adyacentes.* “Orden” pasó a significar, cada vez más, la minuciosa
regulación de la dosis de violencia necesaria a los propósitos del régimen en
cada situación concreta.
La modificación de las palabras reflejaba una modificación de la concien
cia. Gerhart Hauptmann, cuya reacción inicial ante la subida al poder de los
nazis había sido: “¡Ah, esos pocos judíos polacos! Por el amor de Dios, eso
no es tan grave. Todas las revoluciones empiezan llevando las heces a la su
perficie”,7 le dijo a un amigo en 1938: “Ese condenado austríaco, ese ayu
dante de decorador ha arrumado a Alemania. Y mañana le tocará el turno al
resto del mundo... Esta mierda de perro extenderá la guerra por todo el mun
do; este miserable actor de pacotilla, este verdugo nazi nos está arrastrando a
una conflagración mundial, a una catástrofe”. Al preguntársele por qué seguía
viviendo en Alemania si pensaba así, Hauptmann exclamó agitado: “Porque
soy un cobarde, ¿comprende usted? ¡Soy un cobarde, un cobarde!”.8
Esta forma de desintegración de la personalidad resultaba de la situación
en que se hallaban los disidentes: estaban rodeados de hostilidad. Por encima
de ellos estaba la Autoridad, con su arsenal de elementos disuasores, que iban
desde la privación de medios de subsistencia hasta la privación de la vida
* En 1943, los ciudadanos de Varsovia que vivían junto al ghetto quedaron igual
mente impresionados cuando los soldados alemanes les advirtieron de que debían abrir
las ventanas para evitar la rotura de cristales durante la voladura con dinamita del barrió
judío.
34 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
e En Dachau, el método del régimen para reducir a los prisioneros a simples números
a los ojos de los guardias consistía en recomendarles que no disparasen contra ellos
porque cada bala costaba tres pfennigs. Los guardias quedaban impresionados ante el
poder del estado que tan fácilmente disponía de las vidas humanas. Cf. Bruno Bettelheim,
The informed heart, Londres, 1961, p. 241.
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 35
“En Tu servicio está la perfecta libertad” (en lugar de Dios, léase el Esta
do). Por esta idea, la renuncia a la autonomía por parte de 65 millones de
individuos se convirtió en un acto de autosacrificio colectivo en aras del bien
nacional.
El tema de la “nobleza del sacrificio” aparecía constantemente, pues el
Tercer Reich, invirtiendo el proceso de secularización del Estado y de la vida
pública realizado por la Ilustración, volvió a espiritualizarlos. Un vecino de
Eichkamp (un barrio de Berlín) hablaba de los años medios de la década de
los treinta en estos términos: “Era sólo Adolf Hitler quien había introducido
en Eichkamp la idea de la existencia de cosas como la providencia, la justicia
eterna y el Dios todopoderoso. Por aquellos años se hablaba mucho de estos
poderes invisibles. Se iniciaba una era de piedad”.8
Estas transformaciones espirituales tenían su correspondencia en el mundo
de la estética. La música de Beethoven servía de fondo a los discursos radia
dos de los dirigentes nazis, y la peregrinación anual de Hitler a la tumba de
Wagner en Bayreuth se convirtió en una parte tan importante de la escena
pública como la apertura del Parlamento en Gran Bretaña. La Cancillería del
Reich recordaba un templo clásico; las oficinas de Correos nuevas estaban
decoradas por estatuas de jóvenes desnudos portadores de llameantes antor
chas. Un resplandor helénico envolvía el paisaje del Tercer Reich.
El espíritu del “clasicismo” lo impregnaba todo. El roble predilecto de
Goethe, a algunos kilómetros de Weimar, fue elegido como centro alrededor
del cual se construyó el campo de concentración de Buchenwald. Influido por
la idea clásica de destino ineluctable, el hombre de la calle llegó a creer que
los acontecimientos políticos habían sido también dispuestos por aquel des
tino. Dado que los accidentes de la existencia humana se consideraban ema
nados de la naturaleza y no de la sociedad, el Tercer Reich se convirtió en
una manifestación de la naturaleza, como pudiera ser una marea o un eclip
se lunar.
Y, al igual que estos cataclismos, el Tercer Reich fue ante todo un hecho
dramático. El descenso del índice de criminalidad registrado a partir de
1933,* aunque debido en parte al resurgimiento económico y a la desviación
de la agresividad por cauces tolerados, tenía por causa fundamental el hecho
de que la participación indirecta en el gran drama que se desarrollaba en la
escena política absorbía unas energías que, en circunstancias normales, habrían
encontrado salidas antisociales.
* En 1932, los tribunales alemanes habían dictado sentencia contra 691.921 delin
cuentes; en 1933, se produjo un descenso de 100.000, y en 1937 (único año en que la
amnistía para delitos leves no deforma el panorama estadístico) la cifra fue de 504.093.
Cf. Statistisches Handbuch für Deutschland 1928-1944, Franz Ehrenwirth, Munich,
1949, p. 633.
36 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
nia es una persona que duerme”. Pero incluso el sueño reflejaba las inquie
tudes de la vida bajo aquel régimen. Un empleado de oficina soñó que se
decidía por fin a formular a las autoridades una queja sobre la situación polí
tica. En su sueño, introdujo en un sobre una hoja de papel en blanco, y se
sintió orgulloso de haber llevado adelante su propósito y profundamente aver
gonzado al mismo tiempo. Un ama de casa soñó que un miembro de las SA
registraba su piso en busca de material subversivo, y que, cuando el hombre
abría la ventanilla de la estufa, ésta se ponía a repetir con voz ronca todas las
conversaciones “desleales” que la familia había mantenido en una u otra oca
sión.12 A veces, el subconsciente prefiguraba la futura sumisión: había perso
nas contrarias al régimen en cuyos sueños aparecía ya el saludo con el brazo
en alto, los taconazos y el fanático saludo, aun antes de tomar la decisión
consciente de claudicar y unirse a la colectiva sumisión a Hitler.
El “saludo alemán” fue un poderoso instrumento condicionante. Muchas
personas que habían decidido adoptarlo como signo externo de conformidad
experimentaban una inquietud de tipo esquizofrénico ante la contradicción
entre sus palabras y sus sentimientos. Privados de decir lo que creían, tra
taban de establecer su equilibrio psíquico haciéndose creer a sí mismos, a ni
vel consciente, lo que decían.
Pero, para la mayoría de los ciudadanos, las alabanzas al jefe, lejos de ser
vir de mímica protectora, expresaban una emoción colectiva sentida con reli
giosa intensidad. La figura del jefe como un ser situado por encima del nivel
común de la humanidad es propia del folklore de todos los pueblos, pero sólo
en Alemania el culto a la jefatura ha estado siempre marcado de atavismo.
Un ejemplo de ello es la transformación del Kaiser, en 1918, de figura semidi-
vina en chivo expiatorio que llevaba consigo al exilio la culpa de la derrota.
Esta tendencia al atavismo impulsaba a los alemanes a extraer la figura del
jefe del ámbito de la racionalidad para colocarla en la del mito. En el breve
espacio de tiempo que transcurrió entre la toma del poder y el “Putsch de
Roehm”, la imagen de Hitler creció hasta alcanzar una estatura mítica, y
llegó a la apoteosis al transformarse en el Fredericus-Bismarck del siglo xx.
Pero si la persona del líder tenía que satisfacer las vagas necesidades emo
cionales de los gobernados en la era de las masas, debía también propiciar la
autoidentificación. Este fue un papel para el cual Hitler —revestido como esta
ba de atributos sobrehumanos— demostró ser bastante inadecuado (aparte del
hecho de compartir el handicap de las masas en aspectos tales como origen
social, educación y riqueza). Lo contrario ocurría con el gordo y corrupto
Goering. Cuando éste, en una pausa durante un discurso al aire libre que
pronunciaba en Nuremberg, se quitó la gorra de uniforme de las SA para
enjugarse el sudor de la frente, los oyentes se entregaron a transportes de
gozosa identificación con aquella sudorosa montaña de carne encorsetada.
38 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
e Hay que señalar aquí, sin embargo, que el aumento de 1943 fue provocado en
buena parte por la introducción del reclutamiento laboral de las mujeres sin hijos pequeños.
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 39
cidios, revelan un ligero aumento en casi todos los años de paz del régimen
(de 18.723 casos en 1933 a 22.273 en 1939).18 En 1936, la proporción de suici
dios por cada 100.000 fallecimientos fue de 28,6, contra 12,4 en Gran Bretaña
y 14,2 en Estados Unidos. La suposición de que los suicidios de judíos pudie
ran influir fuertemente sobre las estadísticas generales del país queda descar
tada por el gran descenso de la cifra de suicidios que se produjo durante la
guerra: en 1942, el año culminante del holocausto judío, se produjeron sólo
7.647 suicidios, una tercera parte del total de la época inmediatamente ante
rior a la guerra.
En otras palabras, la guerra determinó una considerable mejora en la salud
social de Alemania. Esta afirmación viene reforzada por otra prueba estadística.
En 1940, la criminalidad masculina descendió a la mitad de la registrada en
1939, fenómeno atribuible sólo en parte a la movilización.19
Es sabido que, en todos los países, la guerra estimula la psique nacional e
integra al individuo más plenamente en la colectividad. Durante la transición
de la paz a la guerra que se produjo bajo el Tercer Reich, hubo algo más.
Según el penetrante análisis de Sebastián Haffner, la población de la Alema
nia nazi se dividía en dos grupos: los nazis y los alemanes leales. Ambos gru
pos apoyaban al régimen: el primero porque estaba satisfecho, y el segundo a
pesar de estar insatisfecho.20 Los sucesivos triunfos nazis de 1938-39 —la ane
xión de Austria (el punto clave de la antigua idea panalemana), de los Su-
detes y de parte de Checoslovaquia— habían llevado la contradicción de los
alemanes leales al nivel de la esquizofrenia. Su inquietud fue en aumento a
medida que presenciaban hechos como el pogrom de la Kristallnacht, la esca
sez de alimentos y bienes de consumo, el creciente reclutamiento industrial y
militar y la febril construcción de la Westtoall. Pero estaban también los resul
tados tangibles y satisfactorios de la política del régimen. Septiembre de 1939
alteró radicalmente la posición de los alemanes leales, haciéndoles pasar brus
camente de reconocer a regañadientes que Hitler actuaba de acuerdo con el
interés nacional a la identificación de su persona con el interés nacional. Du
rante la guerra, la nación —dejando aparte las actividades de resistencia de
algunos individuos e incluso de algunos grupos— se convirtió en la verschwo-
rene Gemeinschaft (“comunidad juramentada”), unida auf Gedeih oder Ver-
derb (“para salir adelante o perecer”).
El desconcierto de principios de septiembre de 1939 —tan diferente de la
euforia de agosto de 1914— dejó paso pronto al propósito de no abandonar
la empresa hasta llevarla a buen fin. La guerra, la ley según la cual Alemania
se había unificado por primera vez, el recuerdo siempre presente de las gran-
Stand des Alkohol und Nikotinverbrauchs”, Ole medizinische Wochenschrift, serie 65,
n.° 9, 1939, p. 347.
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 41
des esperanzas de 1914 y del trauma de 1918, suscitaban una reacción que na
cía en las más profundas capas de la psique colectiva. La moral estaba alta a
causa de las fulminantes victorias al este y al oeste y a causa del buen abaste
cimiento de la población civil. La ración alimenticia, en 1939, era superior
al consumo medio de calorías, y durante los primeros años de la guerra las exis
tencias de alimentos fueron casi tan abundantes como las de las épocas de
paz. Los consumidores que ya antes de la guerra vivían en una relativa esca
sez no observaron empeoramiento alguno de la situación durante un período
de tiempo considerable después del comienzo de la guerra.
Las reacciones de los soldados fueron variadas. Un ex estudiante, compa
rando a sus compatriotas con los pacíficos habitantes de la Holanda ocupada,
escribió: “Nosotros, los alemanes, hemos progresado ya más; estamos en pose
sión del caos, condición primordial para que sepamos sacar lo nuevo de las
profundidades”. Otro habló de una lucha “cuyo valor reside en su devalua
ción del espíritu, humano, cuyo sentido consistía en su falta de sentido”.21
Las gentes con menor tendencia a filosofar aceptaron la guerra, en el peor
de los casos, como algo predestinado, y en el mejor de los casos como una em
presa útil al interés de la nación. El interés personal influía también en el esta
do de ánimo del país; durante largo tiempo, la guerra pareció ser una buena
fuente de beneficios materiales. Así, las esposas de los soldados movilizados
que trabajaban dejaban frecuentemente su trabajo porque podían vivir de las
pensiones de las personas dependientes de ellas, además de la ayuda del Bien
estar del Pueblo. Para los hombres, la mayoría del continente se convirtió
pronto en un mercado en el cual el poder adquisitivo salía del cañón de un
fusil. Después de la caída de Francia, había en Berlín tanta cantidad de per
fume de ese país que la capital alemana “olía como una gigantesca peluque
ría”.22 Y lo mismo ocurrió con las pieles noruegas, con los productos lácteos
holandeses, con el café belga, las sedas francesas y otras mercancías. Para la
población civil alemana se convirtió en un acto reflejo el compensar la esca
sez de alimentos mediante la ayuda de los familiares a los soldados estacio
nados en el extranjero.
Pocos alemanes eran conscientes de lo que significaban la guerra y la ocu
pación para los países que las padecían. A diferencia de los homicidios euta-
násicos de enfermos incurables y de retrasados mentales en Alemania, la bar
barie ejercida sobre los países ocupados nunca inquietó a la opinión pública.
Una razón para esta atrofia de la capacidad simpatética puede ser el hecho de
que las formas concretas de ocupación variaban según las zonas: el arrasa
miento total de poblaciones, práctica habitual en Rusia, fue excepcional en
Francia; las redadas de judíos, que fueron exhaustivas en Holanda, controlada
por el Partido, no fueron tan implacables en Bélgica, administrada por la
Wehrmacht.
42 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
ellos de una vez por todas?”.26 Los “raids del terror” de la RAF que vinieron
a continuación desencadenaron intensas y masivas corrientes de solidaridad
en el odio. Así, el discurso de Hitler en el que exponía su propósito de arrasar
las ciudades inglesas hasta no dejar en ellas piedra sobre piedra, como repre
salia centuplicada por cada bomba que las Reales Fuerzas Aéreas arrojasen
en el Reich, fue interrumpido a la mitad por los frenéticos aplausos de un audi
torio en su mayor parte femenino.27 Los bombardeos aliados al oeste sacudie
ron la conciencia colectiva, tanto en los momentos buenos —cuando las victo
rias de 1941 sobre los rusos, por ejemplo— como en los malos. Los bombardeos
minaban la moral y al mismo tiempo la reforzaban. Los habitantes de las áreas
expuestas a los ataques aéreos anhelaban tan intensamente la puesta a punto
de las tan cacareadas oficialmente Vergeltungswaffen (armas de represalia) que
la denuncia que hizo el cardenal Galen de la venganza como acción contraria
a la moral cristiana hizo perder a aquel prelado una buena parte de su gran
prestigio. Cuando el profesor Popitz, participante destacado en el complot de
los oficiales, preguntó a un industrial de Westfalia, contrario al régimen, cuál
era la reacción de sus trabajadores ante los bombardeos, recibió una respuesta
poco esperanzadora: “He de admitir que estoy realmente impresionado por la
forma en que mantienen la voluntad de trabajo y por la disciplina que
muestran”.28
Una importante consecuencia de la guerra aérea fue la evacuación de mi
llones de mujeres y niños (así como de empleados de las empresas trasladables)
a zonas rurales. La eficacia del programa de evacuación, que equivalía á un
éxodo a escala continental, se debió sin duda a la eficiencia del estado y de
los organismos del Partido que participaban en su aplicación, aunque no deja
ron de señalarse algunos casos de discriminación de clase. Los berlineses se
quejaban de la desproporcionada preocupación oficial por la seguridad de las
clases medias (las oficinas tenían prioridad de evacuación sobre las fábricas),
y de la mayor atención que se prestaba al traslado de los niños de los distritos
burgueses del oeste de la ciudad, en perjuicio de los que habitaban en los ba
rrios proletarios del norte.* En el sur de Westfalia, el abandono de las zonas
de recepción y el regreso a las poblaciones de origen, a pesar de estar prohi
bido, alcanzó proporciones tales que las autoridades anularon las cartillas de
racionamiento de quienes tomaron tal iniciativa, lo cual ocasionó disturbios
a la puerta de las delegaciones de Abastos.29 Se produjo un amplio movimiento
de retomo del Warthegau, cuyas condiciones de vida eran juzgadas insoporta
blemente primitivas por la mayoría de los evacuados. La distribución prefe
rente de alimentos y de bienes de consumo escasos a los habitantes de las
* Entre julio de 1943 y octubre de 1944, la población infantil del oeste se redujo
al 33,1 por ciento, y la del norte al 59,6 por ciento. Cf. Kurt Pritzkoleit, Berlin, Karl
Rauch, Düsseldorf, 1962, p. 55.
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 45
* Como por ejemplo el jefe de la Gestapo, Heydrich, el doctor Mansfeld del Ministerio
de Trabajo o el delegado de Trabajo de Baviera.
E L TERCER REICH: PANORAMA GENERAL 47
piedad en el campo con las espléndidas propinas con que algunos clientes le
compraban un trato preferente. Una asistenta evacuada de su hogar a causa
de los bombardeos le mostró a su señora el certificado de prioridad en artí-
tículos de vestir —que se entregaba a todas las víctimas de los ataques
aéreos— y le pidió que le recomendara un modista donde pudiera ir a
equiparse.
Estas anécdotas son representativas de la época, aunque no de las condi
ciones del trabajo industrial. En la industria, los incentivos a la producción
habían transformado la estructura tradicional de salarios; ello significaba que
los aumentos de productividad repercutían en retribuciones desproporciona
das, mientras que el simple mantenimiento del rendimiento era castigado con
reducciones salariales.
La impresionante productividad alemana de la época de la guerra puede
atribuirse a tres factores: la racionalización del proceso productivo, el patrio
tismo y el incentivo, representado en parte por el coste en el mercado negro
de los productos escasos. Los aumentos de la productividad fueron tanto más
considerables teniendo en cuenta las circunstancias en que se producían: las
perturbaciones causadas por los ataques aéreos y por el obligatorio apagado
de las luces, una fuerza de trabajo altamente eclética con personal no cualifi
cado (compuesta, en 1944, por 13 millones de hombres alemanes y 14,5 mi
llones de mujeres, además de 7,5 millones de extranjeros)35 y un servicio de
transportes cada vez más sobrecargado. Los tranvías y ferrocarriles llevaban
cargas mucho más pesadas de las que, en teoría, podían soportar. Las aglo
meraciones en los transportes públicos alcanzaron proporciones grotescas. “En
el tren reinaba una confusión indescriptible. Casi me arrancaron el vestido,
me estropearon los zapatos y un soldado que estaba a mi lado me besó sin
que yo pudiera oponerme porque tenía los brazos pegados al cuerpo”, leemos
en el diario de una viajera.36 Otra persona escribió: “Los pasajeros del express
Zurích-Berlín se apeaban saltando por las ventanas. Desde el andén, abrí la
puerta del coche, pero inmediatamente alguien volvió a cerrarla desde den
tro. Conseguí subir a pesar de todo. La persona que está junto a la puerta se
agita y da manotazos como si se hubiera vuelto loca”.37 Esta hobbesiana lucha
de todos contra todos se producía en muchos otros aspectos de la vida. Los
soldados con permiso que acababan de dejar los rigores del frente se queda
ban “desconcertados y escandalizados” ante los malos modos de la población
civil”.* Al observar que “en las calles y en los transportes públicos, en los
restaurantes y en los teatros se ha llegado a vociferar en un tono que ataca
* Es de señalar el aumento del número de procesos por difamación, que debe ser
atribuido al creciente nerviosismo de la población, Los procesos de divorcio no dejaron de
aumentar, si bien la mayor parte de ellos afectaban a matrimonios contraídos durante
la guerra. Cf. Stimmungsbericht des Oberlandesgerichtsprasidenten von Bamberg an
des Reíchsjustizministerium del 27 de noviembre de 1943, Instituí für Zeitgeschichte,
Munich, archivo MA 430, I.
00 Véase el capítulo sobre la denuncia (p. 121).
E L TERCER REICH : PANORAMA GENERAL 49
Fue en los refugios donde expiró el Tercer Reich. Hitler preparó su final
en el bunker, Después de despedirse de él, Goebbels, quien, seis años atrás,
había dicho a los alemanes que cambiaría su nombre por el de Meyer si
algún día su país era bombardeado, se vio obligado a entrar en un refugio
antiaéreo público. Allí se presentó jovialmente como “Herr Meyer” a los reu
nidos, y éstos tuvieron la suficiente ecuanimidad para aceptar la broma,54 a
pesar del hecho de que 600.000 ciudadanos civiles como ellos habían muerto
durante la guerra. (El total de las bajas en Alemania fue aproximadamente
de diez veces esta cifra. En Berlín quedaron inhabitables el 47 por cierto de
las viviendas; en el conjunto del Reich, la proporción fue del 32 por cien
to, y este mismo porcentaje expresó la cantidad de instalaciones industriales
destruidas o dañadas.)55
Poco después, los soldados del Ejército Rojo ocupaban las villas de las
afueras de Berlín, y, pisándoles los talones, les seguían los alemanes, inten
tando llevarse todo aquello que pudiera aún ser trasladado.5® El espíritu de
comunidad del pueblo se esfumó como la sangre que se escapa de un orga
nismo hemofílico. El saqueo de propiedades alemanas por los propios ale
manes puede ser explicado por la miseria, pero ¿cómo explicar la subsiguiente
ola de denuncias? En la pintura de Brueghel Los dos vagabundos ciegos, el
que ha caído en la zanja sonríe, a pesar de su dolor, previendo la caída del
otro. La denuncia proporcionó a los individuos el mismo tipo de perversa
satisfacción que produjo a la colectividad la ocupación rusa de las provin
cias orientales (pues la tranquila existencia de éstas, parecida a la de los tiem
pos de paz, había despertado la irritada envidia de los alemanes del oeste,
que sufrían los bombardeos aliados). Era un medio de compensar la injusti
cia del destino, en particular para los delatores que estaban convencidos de
que sus víctimas se habían beneficiado más o habían sufrido menos que ellos
durante la guerra.
Ciento cincuenta años atrás, Heine había descrito así la reacción de los
habitantes de Dusseldorf ante la ocupación francesa: “Se pusieron caras nue
vas y los trajes del domingo, se miraron unos a otros en francés y se dijeron
‘Bonjour. Ahora, una mujer de un refugio berlinés, que se resistía al inten
to de violación de un soldado ruso, era airadamente reprendida por otro
por todas partes tropezaba uno con latas, cubos, barriles y pucheros de agua sucia.
Frau W. me cuenta que en su refugio prácticamente todo el mundo hace algo relacionado
con los pulmones. Tan pronto como cae la primera bomba, todos se inclinan hacia
adelante y realizan ejercicios respiratorios, oprimiéndose los costados con las manos. En el
refugio al que voy ahora, tienen la manía de las paredes: todo el mundo se sienta de
espaldas a la pared, dejando sólo un espacio ante el orificio de ventilación. Cuando caen
las bombas, les da también por los trapos: todos se tapan la boca y la nariz con un trapo
y se lo atan detrás de la cabeza”. Cf. Erich Kuby, Die Russen in Berlin, 1945, Munich,
1965, p. 179.
54 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
ocupante del refugio, que le decía: “¿Por qué no les deja que hagan lo que
quiéran? ¿No ve que nos está perjudicando a todos?”.67
En el Año Cero de Alemania, cuando era casi tan insoportable mirar al
futuro como al pasado, se podía aventurar una predicción sin gran temor a
equivocarse: la revocación de la ley según la cual se había formado el Ter
cer Reich requeriría un laborioso aprendizaje de los procedimientos parla
mentarios.
3
flexible oposición”, los mantenedores nazis del statu quo económico intenta
ron llevar la lucha a otro terreno. A fin de lograr una supuesta reducción del
poder socioeconómico de la Besüzbürgertum (burguesía propietaria), las cla
ses medias educadas fueron denigradas como “acróbatas del intelecto”,2 “bes
tias de la inteligencia con la columna vertebral paralizada”, “plantas de inver
nadero incapaces de auténtica realización, que convierten en un pantano la
tierra en que crecen”.3
Hitler les tachó de “desechos de la naturaleza”,4 Goebbels (la bestia inte
ligente de los nazis) les llamaba “hatajo de parásitos charlatanes”.6 El
Schwarzes Korps, periódico de las SS, afirmó que el coeficiente intelectual
estaba en relación inversa con la fertilidad masculina: “Los intelectuales
basan su derecho a la existencia dentro de la comunidad en su escasez de
hijos”; 0 y la principal publicación médica del país atribuyó el descenso de la
población a la obsesión por la educación y el ascenso social.7
Dado que, en una sociedad tecnológica, la denigración absoluta de la
actividad intelectual habría resultado en último término autodestructiva, se
trazó una sutil distinción entre inteligencia e intelectualismo, entendiendo
por la primera una forma sana de actividad mental y por el segundo una for
ma corrompida y pérfida. Esta ambigüedad aparecía constantemente. Hitler,
por ejemplo, rechazó el ofrecimiento de un doctorado honoris causa, mien
tras que Goebbels se hacía llamar Hefr Doktor en todas las ocasiones posibles.
La violencia verbal no era el único procedimiento utilizado por los nazis
para modificar las relaciones de los privilegiados por la educación con el
resto de la comunidad. Las asociaciones de estudiantes, en las que coincidían
ostensiblemente el privilegio social y el educacional, fueron oficialmente eli
minadas después del incidente de los espárragos de Heidelberg.* Aunque el
director de una escuela de enseñanza media que en 1933 exhortó a sus alum
nos a llamarle “tío” en lugar de Herr Studienrat en señal de espíritu de co
munidad del pueblo no consiguió crear tradición, la sarcártica frase que apa
reció por aquella época, “La esposa del profesor está limpiando los culos de
los niños”, indicaba el éxito obtenido por la Sección Femenina del partido
en su empeño de inducir a las esposas de los profesores y a otras señoras de
la clase media a realizar labor social en ayuda de las familias numerosas. Al
mismo tiempo, las clases de las escuelas y pensionados femeninos de enseñan
za media adoptaban a un niño pobre, como forma específica de trabajo social.8
Una de las primeras manifestaciones de comunidad del pueblo en los centros
de enseñanza fueron las hogueras que los alumnos de las escuelas de ense
ñanza media hacían con sus gorras de color, distintivas de cada centro, como
signo de la abolición de las clases. En el cuerpo dirigente de las Juventu
doble a la de los seis últimos años de Weimar.® Sin embargo, las personas
de origen proletario que solicitaban puestos que anteriormente hubieran sido
ocupados por miembros de la clase media, necesitaban presentar pruebas de
un compromiso político mayor, para compensar su inferioridad social.
En la industria, la promoción profesional obrera siguió siendo tan lenta
como siempre; por otra parte, la Reichsberufivettkampf (competición profe
sional) —los ganadores de la cual ganaban becas o ascensos en sus ramos
respectivos— atrajo, en 1939, a casi cuatro millones de participantes.
Algunos trabajadores eran sensibles a un cierto tipo de beneficios margi
nales que les reportaba el nazismo. Un viejo maestro artesano quedó muy
emocionado cuando la orquesta sinfónica del Reich dio un concierto en su
fábrica de Würtemberg. “¿Quién se hubiera atrevido a soñar que el Kaiser
nos enviase su orquesta a nosotros, aquí al taller? —dijo, con lágrimas en
los ojos—. Ahora, el Führer en persona nos ha enviado su orquesta; nunca
se lo podremos agradecer bastante.” 29
Hasta los trabajadores menos fáciles de engañar aprobaban la idea de
comunidad del pueblo al ver que gradualmente iban teniendo acceso a los
símbolos de status de baja clase media, tales como aparatos de radio e inclu
so automóviles.** Y otro símbolo de progreso social que cada vez adoptaron
un número mayor de obreros fue el uniforme. El doctor Ley —que definía el
socialismo como “la relación entre los hombres en las trincheras”— decretó
que todo miembro del Frente Alemán del Trabajo debía llevar el mismo sen
cillo uniforme azul. Como consecuencia, en los actos públicos no era posible
diferenciar a los patronos de los obreros. En 1934, en el desfile del Primero
de Mayo en Berlín, la representación del “Tribunal de Justicia Criminal”
consistía en una figura solitaria —el presidente del tribunal— y un grupo de
mecanógrafas y ujieres formados militarmente.30 Una figura familiar en el
panorama industrial del Tercer Reich era el Geheimrat (Consejero Privado)
Kirdorff, el octogenario magnate del carbón, partidario del nazismo, que se
entregó al fetichismo de vestir un uniforme negro de Knappschaft (corpora
ción de mineros) adornado con dobles filas de botones y con la insignia de los
martillos cruzados en las solapas.
También el ejército recibió la consigna de insuflar nueva vida al escaso
sentido de comunidad del pueblo que existía en sus filas. En 1934, el ministro
de la Guerra ordenó a los mandos de la Wehrmacht que seleccionara a los
invitados a sus cenas de gala según un criterio más amplio del seguido hasta
entonces.31 Pero habría de ser necesaria aún una guerra —concretamente,
la gran cantidad de bajas del frente oriental— para obligar a la oficialidad
a ampliar la base social de su reclutamiento.0
Cuando magnates, jueces y generales encamaban en su actuación el espí
ritu de comunidad del pueblo, los ocupantes del extremo opuesto de la esca
la social no les iban tampoco a la zaga. Al visitar el alcalde de Dresde
uno de los barrios más pobres de su ciudad, presenció la siguiente escena:
“Aquí, donde viven los desheredados de la fortuna, una familia de seis
hijos debe alojarse en dos habitaciones y una cocina. La ventana da a un
patio oscuro y estrecho. El ambiente está saturado de humedad, a causa de
los pañales tendidos a secar. La Ayuda Invernal ha entregado a esta familia
carbón y patatas. En su puerta aparecen las tres últimas placas mensuales de
la Ayuda Invernal. Aquí, entre los más pobres, aún se piensa en los compa
triotas cuya situación es quizá peor.” 32
A pesar de la falta de lógica de esta última frase, no es posible dejar de
reconocer el hecho de que la difusión de la idea de comunidad del pueblo
puso en movimiento unas ciertas reservas de idealismo. Desdeñar esta reali
dad sería formarse una imagen falsa del estado de ánimo popular bajo el
nazismo.
Cuando la madre de una entregada dirigente del Bund deutscher Mad-
chén (o BdM, Unión de Jóvenes Alemanas), señora perteneciente a la clase
media, se quejó del olor corporal que despedían las subordinadas proletarias
de su hija, ésta replicó: “¿Tú crees que la gente como nosotros huele
mejor?”.33
Prueba de comunidad del pueblo eran los mineros que hacían donación
de media jomada de salario al mes para ayudar a sus compañeros en paro,
las alumnas de las escuelas femeninas de enseñanza media que “adoptaban”
a niños pobres y los estudiantes que hacían sustituciones en las fábricas con
el fin de que los obreros disfrutaran de una mayor cantidad de tiempo libre
pagado.
Estas acciones, convenientemente adornadas e hinchadas, daban la impre
sión de que todo el país estaba encontrándose a sí mismo a través de la
ayuda mutua. Incluso personas contrarias al nazismo quedaban impresiona
das. El dirigente de la resistencia Cari Goerdeler (que habría de ser ejecu
tado) reconoció que el nazismo había “enseñado a Alemania la lección de
que las personas deben ayudarse unas á otras”.34
En el terreno religioso, el régimen llegó incluso a presentarse como im
pulsor de un ilustrado ecumenismo, como cuando presionó a los padres de
medidas tomadas por las autoridades. Los alemanes de las zonas seguras,
cuyos hogares estaban intactos, mostraron poco espíritu cívico ante los infeli
ces refugiados. En los distritos rurales, se hubieran podido instalar cocinas
de campaña, aunque fuese sólo para distribuir patatas cocidas, y se hubieran
podido reservar algunos graneros para albergar durante, la noche a las gentes
que iban de paso. Se podía haber hecho algo para aliviar su desgracia, pero
no se hizo nada”.42
Es difícil valorar hasta qué punto esta indiferencia se debió a las antipa
tías del espíritu cívico después de doce años de regimentación absoluta. La
división entre las regiones se manifestó también en otro plano. A medida que
la guerra se aproximaba a su inevitable fin, los habitantes de varias regiones
trataron de desprenderse de su condición de alemanes como si de una piel
de reptil se tratara. Los “alemanes étnicos” se procuraron banderas de sus
países balcánicos de origen; los alsacianos se llamaron franceses; los bávaros
proyectaron un Estado Libre Católico, y los habitantes de la Ostmark, que
en 1938 habían acogido con histérico entusiasmo su incorporación al Reich
alemán, descubrieron nuevamente su condición de austríacos. “Al volver
a Viena —escribía amargamente un austríaco, miembro de las SS— uno no
puede por menos de avergonzarse de que el tan cacareado corazón de oro
de Viena se haya convertido en algo tan repelente y egocéntrico. Un día
echaron del tranvía a una mujer de los Sudetes, diciendo: ‘Primero los vie-
neses, después los bohemios/” 43
El epitafio final a la comunidad del pueblo no lo escribieron tanto el “pa
triotismo local”, ni siquiera el generalizado saqueo de bienes alemanes por
manos alemanas, como la epidemia de denuncias de la posguerra, que causó
más molestias a las autoridades aliadas de ocupación que las amenazas de las
operaciones Werwolf.
4
EL PARTIDO
narios eran miembros del partido antes de 1933. En otras palabras, las “viole
tas de marzo” superaban ampliamente en número, en los puestos adminis
trativos, a los viejos nazis de probada fidelidad.4 Esta situación inspiró a un
redactor del Schwarzes Korps una forma particularmente lacrimosa de criti
car la relación de poder entre los veteranos y las “violetas de marzo”:
“El hombre del sillón oficial trata de explicarle a uno que el critei'io de
perfección ha de prevalecer por encima de todo. Uno levanta la mirada hacia
el retrato de Hitler que cuelga encima de su escritorio, en su marco dorado.
Le llora a uno el alma. En un gesto defensivo, uno estrecha contra su corazón
la foto de Adolf Hitler en la prisión de Landsberg, el tesoro de su vieja y
gastada cartera”.5
El mismo tema inspiró también al periódico de las SS un rasgo de hu
mor: “A: Nosotros, los veteranos, hemos quedado completamente relegados.
Mira las violetas de marzo, esos sí que han salido adelante. B: ¡Cuánta razón
tienes! Si el Führer hubiera ingresado en el partido más tarde, habría llega
do más lejos”.6
No eran sólo las “violetas de marzo” quienes bloqueaban desconsiderada
mente el acceso de algunos de los camaradas no cualificados a las situaciones
de privilegio, sino que la imagen que tenían de sí mismos algunos nazis que
habían obtenido puestos en la administración local sufrió también una trans
formación característica de la Alemania nazi: tendían a verse a sí mismos
cada vez más como funcionarios del estado que como funcionarios del par
tido, de modo que, en 1935, casi el cuarenta por ciento de los alcaldes nazis
y más de la mitad de los Landrate habían abandonado toda actividad en
el partido.7
El ministro del interior, Frick, un burócrata de pies a cabeza, totalmente
entregado al nazismo, apoyó al cuerpo de funcionarios en su empeño de fre
nar la ingerencia del partido. Publicó memorándums —como el dirigido a la
dirección del Reichsbank y de los Ferrocarriles Alemanes en 1935 8— afirman
do el principio administrativo según el cual el nombramiento y promoción
de funcionarios era prerrogativa exclusiva del departamento correspondiente.
Los criterios enfrentados de ideología y capacidad se resolvieron sólo cuando
el Tercer Reich, saciado de conquistas de guerra, extendió su estructura de
poder hasta el punto de poder acomodar a todos los aspirantes a un puesto.
Aun así, cada etapa de la expansión dio lugar a un nuevo conflicto. Así, des
pués del Anschluss de Austria, Bürckel, Gauleiter de Viena, hubo de aplacar
a fuerza de retórica la susceptibilidad herida de los veteranos de Austria:
“Sé que muchos de vosotros estáis irritados porque, aquí y allá, hay antiguos
enemigos del movimiento que se proponen dirigirlo pasando por encima de
vosotros, y disponen cada vez de más autoridad. Este estado de cosas debe
cambiar, pero vosotros debéis haceros cargo también de que yo no puedo
70 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
paralizar la maquinaria del estado”.0 (Lo que enojaba a los camisas viejas de
Viena, por cierto, no era sólo la visión de hombres mejor cualificados situados
en puestos que ellos codiciaban, sino también la predilección de Bürckel, que
no era austríaco, por una camarilla de funcionarios importados por él de su
provincia natal, el Saar-Palatinado.)
La irregularidad de las relaciones del partido con el estado a nivel de los
Gauleiter resultaba del hecho de que muchos de éstos detentaban simultánea
mente los puestos de Gauleiter y de Oberprasident (es decir, gobernador civil
de la región). Esta dualidad de funciones producía frecuentemente sínto
mas de esquizofrenia. Por ejemplo, mientras el Gauleiter Lauterbacher, de
Hannover, fue simplemente un dirigente provincial del partido, incitó a sus
Kréisleiter a obstaculizar al máximo la actuación de los Landrate, como cons
tante de su política. Pero, cuando asumió el cargo de Oberprasident, comen
zó a considerar al aparato del partido bajo su mando como una contra-admi-
iiistración a la que él no podía permitir más que una actuación subsidiaria.10
Además de la rivalidad social, la cuestión monetaria hacía que los Gau
leiter menos ventajosamente colocados envidiaran a sus colegas más favoreci
dos. Los salarios del partido no eran elevados, y aunque las prerrogativas
extraoficiales de un Gauleiter iban desde la expropiación de bienes de ciuda
danos judíos a la malversación de los fondos del partido (que estaba menos
extendida, porque implicaba riesgos mayores), no había apenas un funcio
nario provincial nazi que no envidiase a Julius Streicher sus considerables
ingresos privados procedentes de la tirada de medio millón semanal del Der
Stíiriner.
Entre los Reichsleiter (jefes de departamento del partido), Robert Ley
ocupaba una posición también muy envidiada como dirigente del Frente
Alemán de Trabajo, organización que sobrepasaba en magnitud y atribucio-
nés a cualquier otra de la historia occidental, pues su actuación se extendía
hasta' terrenos como el turismo de masas, las compañías constructoras y
la edición.
Julius Streicher y Ley, los más emprendedores de sus respectivos colegas,
eran también los más patológicamente incultos, confirmando así los resulta
dos de un estudio sociológico, según el cual los altos dirigentes del partido
na¡zi eran menos educados que los cuadros medios, y aún menos que los
miembros de la base.11 Esta relación inversa entre educación y poder en la
jerarquía nazi guarda relación con otra conclusión del mismo estudio: el mo
vimiento nazi estaba dominado por individuos de bajo origen social que se
habían afiliado al partido en sus primeros momentos, habían accedido al con
trol de su aparato administrativo y lo habían mantenido en sus manos a tra
vés de los años.12
Los cuadros del partido nazi se dividían en tres grupos mutuamente ex-
E L PARTIDO 71
*' Hacia la misma época, Hitler destituyó a su jefe de Estado Mayor, el general von
Fritsch; contra quien Heydrich había levantado una injustificada acusación de homo
sexualidad.
E L PAHTIDO 75
los encantos físicos de la segunda Frau Ley era tan grande que las fiestas
que daba en su residencia terminaban invariablemente con el mismo gesto
dél anfitrión: apartaba unas cortinas y deleitaba a sus visitantes con la visión
de un retrato al desnudo de su esposa, de tamaño natural.24 Pero, con el
tiempo, la confianza del jefe del Frente de Trabajo en la capacidad del arte
para reflejar la naturaleza disminuyó, y para mostrar adecuadamente los en
cantos de su mujer ante los visitantes, llegó a intentar, literalmente, arran
carle las ropas en su presencia.25
La sociedad del Tercer Reich estaba tan centrada en lo masculino que las
esposas de sus figuras más representativas no aparecían en público más que
en forma periférica. Las señoras Goering, Goebbels, Hess o Ribbentrop de
sempeñaban pocas de las funciones sociales, caritativas y decorativas que sue
len ser propias de las esposas de los dirigentes en otros sistemas políticos; no
visitaban escuelas, orfanatos u hogares de ancianos. La mujer que podía ser
considerada, a falta de expresión mejor, la primera dama de la Alemania nazi
era Emmy Goering, la escultural ex actriz esposa del supuesto heredero de
Hitler. Eclipsado sólo por el Führer, Goering era el más poderoso y el más
popular de los dirigentes nazis, y su popularidad se debía en parte a su aspec
to físico (aunque los estragos del tiempo y del vicio convirtieron pronto a
aquel Sigfrido otoñal en un malévolo Gargantúa). En gran parte a causa de
la extraña deformación de la vida pública y también debido a sus considera
bles limitaciones, Emmy Goering nunca vivió totalmente de acuerdo con su
papel de primera dama. Las únicas ocasiones en que se comportó como se
esperaba de ella fueron su majestuosa boda con Goering en 1935 y el naci
miento de su hija Edda, dos años más tarde.
Goering, hijo de un administrador colonial, ex oficial y cazador, cultivaba
la compañía de aristócratas, industriales y altos jefes militares, mientras que
el ex periodista Goebbels, de origen social bajo, introducía una nota nueva
y socialmente revolucionaria con su protección a artistas y estrellas de la pan
talla. Los dos secuaces inmediatos del Führer rivalizaban en la suntuosidad
de sus hogares y en las ceremonias y recepciones organizadas bajo sus auspi
cios. Por ejemplo, el baile de la Ópera de 1936, organizado por Goering, en el
cual los invitados de honor fueron llamados, imparcialmente, de las residen
cias principescas y de los salones bursátiles (asistieron el ex zar Fernando de
Bulgaria, Krupp von Bohlen, el ex príncipe imperial de Alemania y Werner
von Siemens), fue una lujosa fiesta que costó no menos de un millón de mar
cos. Al cabo de pocas semanas, Goebbels organizó un festival nocturno en la
isla del Pavo Real, en las afueras de Berlín. Para acceder a ella, se instalaron
pontones de la Wehrmacht. Los senderos de la isla estaban flanqueados por
jóvenes pajes portadores de antorchas, ataviados con calzones blancos ajusta
dos y blusas de satén blanco con puños de encaje y pelucas empolvadas roco
76 HISTORIA SOCIAL DEL TEHCEE BEICH
có, sacados del corps d e ballet de los teatros estatales así como de las filas
de los coros de establecimientos de Berlín menos refinados,
Como las relaciones sociales de Goebbels eran menos exclusivas que las-
de Goering, se presentó en la elegante fiesta acompañado de un grupo de
matones del partido. Aquellos corpulentos veteranos de la pelea callejera y
de la bronca de taberna quedaron tan impresionados ante la ambientación ro
cocó que se lanzaron sobre los pajes y los arrastraron a la espesura. Se
volcaron las mesas, se apagaron las antorchas, y en la confusión subsiguiente
tuvieron que ser rescatados de las aguas un grupo de viejos luchadores del
partido y sus futuras víctimas.26
El círculo personal del ministro de propaganda era, naturalmente, bastan
te más escogido. Entre sus compañeros de disipación contaba Goebbels al
retratista profesor Hommel, al decorador Benno von Arent y al boxeador Max
Schmeling y su esposa (la actriz cinematográfica Anny Ondra). Uno de los;
lugares donde acudían con mayor frecuencia era el Kameradschaftsklub
(Club de la amistad) de los artistas alemanes, en la plaza Skagerrak de Ber
lín. En el íntimo ambiente del club, Benno von Arent hacía las funciones de·
alcahuete, y el ministro encargado de limpiar la vida cultural de Alemania
de manifestaciones decadentes se sentaba rodeado de jóvenes actrices de-
generoso escote y escuchaba las suspectas melodías de jazz que interpretaba
la orquesta.27
En cambio, algunos miembros de la élite nazi —que no eran, desde Iuegor
los que inflamaban la imaginación de las masas— creaban a su alrededor un
ambiente de mejor gusto que el barroco esplendor de que se rodeaba Goeb
bels o la disipada opulencia de Goering. El ministro del Interior, Friek, ofre
cía recepciones en las que su esposa, ardiente aficionada a la interpretación
de lieder, deleitaba a los miembros de la burocracia ministerial y de la BU-
dungsbiirgertum (las clases medias cultas), los cuales, de vez en cuando,,
compraban la admisión a estos conciertos privados contribuyendo a las acti
vidades caritativas oficiales. Frau von Neurath, la esposa del lugarteniente
de Hitler, del auténticamente aristocrático ministro de Asuntos Exteriores,*
organizaba tardes de calceta a beneficio de la Ayuda Invernal, a las que asis
tían otras damas de la nobleza. La Ayuda Invernal era la suprema manifes
tación caritativa del nazismo. Wemer von Siemens, el magnate de la indus
tria eléctrica, instaló seiscientas sillas doradas en el vasto salón de música
de su residencia privada para acomodar a los auditorios que pagaban su buen
dinero para escuchar a la Orquesta Filarmónica, dirigida por él, en conciertos,
benéficos pro Ayuda Inverna).28
* Este alcohólico que predicaba la templanza y era propietario de una villa, que se
jactaba de su origen obrero y, como hemos visto, definía el socialismo como la relación
de los hombres en las trincheras, mostraba poca disposición militar: su llegada a las
zonas ocupadas de la Unión Soviética, donde inspeccionaba el trabajo de los obreros-escla
vos, era invariablemente señalada por los ordenanzas de las Fuerzas Aéreas haciendo rodar
un retrete portátil tipo silla de manos por las pistas inmediatamente antes del aterrizaje
del avión de Ley. (Entrevista a Herr Gustav Zerres, Colonia, abril de 1967.)
E L PARTIDO 79
partido funcionaba de tal manera que existía más poder real al nivel, teóri
camente subordinado, del Kreis (distrito), circunstancia que hacía que mu
chos veteranos a quienes la antigüedad había facilitado el acceso a un buen
puesto en la administración regional envidiasen a los “violetas de marzo”, los
cuales, con el instinto de auténticos servidores de los tiempos, se habían ins
talado en la administración a nivel de distrito.43
En una situación inferior dentro de la jerarquía del partido estaban los
responsables de bloque, funcionarios cuya misión consistía en mantener a
todos los residentes de un bloque de viviendas bajo la más estrecha vigilan
cia y colocarles ante la nariz las cajas de recolecta del partido en todas las
ocasiones. Debido a esto, los responsables de bloque eran considerados entro
metidos e importunos, e incluso dentro del aparato del partido los funciona
rios más altos tendían a evitar la relación con ellos. Aun así, las funciones y la
importancia local de los responsables de bloque aumentaron con el paso del
tiempo. Según órdenes del Ministerio del Interior, las delegaciones locales
del gobierno central, —oficinas de recaudación de impuestos, por ejemplo—
permitían a los responsables de bloque el acceso a los archivos confidenciales,
de modo que esos funcionarios podían completar así su información acerca de
cada una de las personas “ a su cargo”. En todas las casas divididas en
apartamentos o habitaciones, los responsables de bloque estaban encargados
de los tablones de anuncios del partido, en los que aparecían, además de ex
hortaciones propagandísticas, anuncios sobre toda una serie de temas: la di
rección de la oficina de información más cercana, detalles sobre las próxi
mas colectas, ejercicios de defensa pasiva, cambios en el sistema de seguridad
social o de racionamiento, etcétera.
Consciente de los ambiguos sentimientos con que la población miraba a
los cuadros nazis, el partido ordenó a sus funcionarios a nivel de región y de
distrito que reservaran seis horas semanales para dispensarios quirúrgicos
abiertos al público. El Gauleiter Wahl se jactaba de haber atendido perso
nalmente a treinta mil pacientes durante los doce años de su mandato.
En buena parte, la hostilidad popular hacia el partido no era de origen
político, sino que venía determinada por los privilegios de que gozaban sus
afiliados. Dado que él partido tenía sus tribunales internos, los ciudadanos
que no pertenecían a él se encontraban en desventaja al iniciar una acción
judicial contra alguno de sus miembros. Un dentista de Gelsenkirchen, por
ejemplo, quería demandar a un cirujano dental nazi, miembro de las Juven
tudes Hitlerianas, porque éste había recomendado a los jóvenes a su mando
que no se sometieran al tratamiento de nadie más que de un cirujano dental.
El demandante descubrió pronto su total impotencia: el tribunal decretó que,
puesto que la declaración objeto de litigio había sido hecha por el cirujano
dental oficialmente, en su calidad de cuadro del partido, el único aspecto del
E L PARTIDO 81
° El hecho de que el águila alemana fuese uno de los rasgos más característicos del
uniforme del partido inspiró toda una serie de motes ornitológicos para los cuadros de éste.
E L PARTIDO 83
tranvías, postes de electricidad, etc. del centro de la ciudad, para dar verosi
militud a los escenarios.55
Ningún episodio de la historia del partido tuvo tanto sabor a Renacimien
to como la boda del Gauleiter Terboven en Essen, en junio de 1934. La capi
tal del Ruhr se convirtió, toda ella, en escenario de desfiles y discursos, mien
tras los fuegos artificiales, la intensa luz de los focos y de las 20.000 antor
chas (sostenidas en alto por hombres en formación militar) iluminaban el
cielo de la noche. El alcalde de Essen brindó por la novia y la llamó “tierna
flor nacida de antepasados del más duro acero”,50 y Hitler confirió sentido
mítico a la ceremonia con su presencia. A la mañana siguiente, tomó un avión
hacia el sur para dirigir la masacre de la dirección de las SA, protagonista del
putsch de Roehm. El plan represivo había sido elaborado durante la fiesta
nupcial.
Durante la guerra, las aspiraciones renacentistas de los Gauleiter encon
traron su más clara expresión en la tendencia al particularismo territorial.
Apoyados por Rormann, se resistieron a las medidas centralizadoras de Speer
con el fin de mantener intacta la economía de sus regiones, obstaculizaron el
traslado de trabajadores cualificados a otras zonas, y difirieron el cierre de
industrias de bienes de consumo.57 En un intento de hacerse populares, elu
dieron las directrices referentes a la intensificación del trabajo y la reducción
del nivel de vida, que las autoridades centrales consideraban factores esen
ciales para la buena marcha de la guerra. Racionalizando esta sutil forma de
sabotaje aseguraban que, al mantener elevada la moral, no obstaculizaban
el esfuerzo de la guerra sino que lo favorecían. Otro aspecto importante de
la actuación de los cuadros del partido durante la guerra fue el hecho de que,
en las situaciones que desbordaban los recursos de los funcionarios —acos
tumbrados a trabajar según una determinada rutina—, los cuadros del partido
usurpaban las funciones locales del aparato estatal, tomando en sus manos la
distribución de la mano de obra, la administración de productos alimenticios,
la evacuación de refugiados y la construcción de fortificaciones. Aun cuando
los cuadros del partido introdujeron más corrupción que los funcionarios en
el desempeño de estas tareas, algunos de ellos mostraron nuevamente, en aque
lla ocasión, la energía y la habilidad que doce años atrás les había hecho
capaces de llevar a la sociedad alemana del sopor democrático a la movili
zación totalitaria.
5
* Todo esto creó un ambiente muy distinto al de los Primeros de Mayo de Weimar,
con su clima de lucha de clases y de agitación: las masas, resignadas o indiferentes,
cumplían un ritual en el que no creían desde hacía tiempo. Karl Heinz Schmeer, Die Regie
des offentlichen Lebens im Dritten Reich, Paul and Co., Munich, 1956, p. 85.
E L RITUAL Y LA ADORACION DEL FÜH RER 87
al comenzar y finalizar la jornada fue sustituido por el pasar lista.21 (Esta era
una innovación especialmente cara al jefe del Frente de Trabajo, doctor Ley.)
Una empresa modelo * de Leipzig instituyó el toque de campanas como
señal de comienzo y de conclusión de la jornada laboral, ritual pseudo-reli-
gioso que el jefe local del Frente Alemán de Trabajo justificó declarando que
el trabajo creador era la mayor bendición de que gozaban los alemanes.22
El concepto de bendición, en el sentido de que “es mayor bendición dar
que recibir” **, dominaba también el que habría de convertirse en ritual al
truista por excelencia del Tercer Reich: la Ayuda Invernal. De 1937 en ade
lante, cuando Alemania superó los efectos de la Depresión y hubo más pues
tos de trabajo que desocupados, la campaña para la Ayuda Invernal fue una
forma de actividad justificada por ella misma, y exactamente en calidad de tal
servía al objetivo del régimen de mantener una permanente mavilización emo
cional. Así un invierno tras otro, una gran máquina se mantuvo a pleno funcio
namiento de recolecta y de publicidad, bajo pretextos evidentemente falsos. In
cluso las colectas realizadas durante la guerra para ayuda a los soldados ser
vían menos de remedio a lo que, en algunos casos, podía considerarse verda
dera necesidad, que de resortes para mover los sentimientos populares y de
sencadenar una respuesta de autosacrificio. (El propio Goebbels tuvo la inge
nuidad de definir la colecta de ropas para el frente del este realizada en el
invierno de 1941 como “un plebiscito retroactivo”.) 23
En las campañas pro Ayuda Invernal se invirtió una dosis considerable
de imaginación. Como hemos visto, uno de los principales ritos que se inven
taron fue la “comida de plato único” mensual, con la cual se reducía el pre
supuesto alimenticio de un día en todos los hogares alemanes; el dinero así
ahorrado se entregaba a la Ayuda Invernal. En ocasiones, esta ceremonia, en
principio privada, se celebraba públicamente. En 1937, el desfile de carnaval
de Mainz incluyó treinta cocinas de campaña móviles escoltadas por cocine
ros y soldados vestidos de blanco. En el punto terminal del desfile, se insta
laron al aire libre grandes mesas donde el público pudo tomar un sencillo
guisado de tocino con guisantes, a los sones de la música militar. * * *
Uno de los ritos de la Ayuda Invernal cobró tal amplitud que se convirtió
e Título concedido por el Frente Alemán del Trabajo a las empresas que mejoraban
su sistema de seguridad e higiene e instalaban para uso del personal comodidades como
cuartos de baño y cantinas.
410 Esta cita de la Biblia fue usada por Goering cuando postulaba personalmente en
las calles de Berlín, durante la campaña que la Ayuda Invernal promovió en esa ciudad
en 1934. Cf. Willi Frischauer, Goering, Londres, 1950, p. 119.
* * * Esta comida colectiva con guisantes, constituía, según el Westdeutscher Beobachter
del 9 de octubre de 1935, un ritual conmemorativo, pues los guisantes exhalaban el aroma
del barracón militar. “En el granizo de los cañones enemigos y en los vapores de las cal
deras de las cocinas de campaña se formó la generación de la que han salido los actuales
dirigentes de Alemania.”
92 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
carne y hueso como símbolo de poder, le llevaba a firmar sus papeles sentado
en una silla de montar, convenientemente colocada sobre una silla corriente.
Hindenburg, el presidente tótem —adecuadamente apodado “el Titán de
madera”—, presentaba también una imagen de personajes superior a los demás.
Entre el emperador y el mariscal, la suprema magistratura había ido a
parar a manos del antiguo maestro talabartero Ebert, un presidente que de
mostró ser lo suficientemente ignorante de las susceptibilidades de sus gober
nados como para permitir que un fotógrafo de prensa le fotografiase en ba
ñador en una playa del Báltico, en agosto de 1919.48 La visión del estómago
de su primer ejecutivo dejó consternada a la psique alemana; un hombre que
descubría así su vulgar humanidad a los ojos del mundo era congénitamente
incapaz de ser un jefe.*
Desde los tiempos de Bismarck hasta bien entrada la era de Adenauer,
los compatriotas de Ebert despreciaban a los dirigentes que no eran más que
magnificaciones de sí mismos. En realidad, no deseaban tener hombres de
estado, sino ídolos dotados de cualidades sobrehumanas. No importaba mu
cho que los atributos de estas figuras de talla superior a la normal fuesen
otros que los puramente positivos; las cualidades positivas de un líder eran
motivo de identificación pasiva en los momentos de prosperidad, y las nega
tivas eran motivo de exculpación en los tiempos adversos (como ocurrió con
el Kaiser después de 1918).
En la persona de Hitler se cumplía de manera excepcional la primera
condición que los alemanes imponían al líder: el hecho de ser completamente
diferente de los gobernados. Inmune al significado de la vida para el hombre
corriente, Hitler era abstemio, vegetariano, no fumaba, era asexual, carecía
de familia y de cualquier lazo humano de amor o de amistad. Y a pesar de
estas diferencias, su personalidad reproducía aspectos del lado más enfer
mizo de la psique alemana, en especial la inextinguible capacidad para el
resentimiento, alimentada de unas reservas ilimitadas de autocompasión, pa
ranoia y manía persecutoria. De acuerdo con la leyenda popular, ejemplifi
caba también la capacidad de sus compatriotas para el trabajo duro; pero los
prodigios de resistencia de Hitler —tres discursos en una tarde, mantenimien
to de una rígida posición de firmes durante un desfile militar de cuatro ho
ras V9t>— estaban en un plano diferente de la tranquila y metódica laboriosi
dad de los alemanes. A la leyenda le venía muy bien ignorar las raíces bohe-
" No es de extrañar que, durante los cinco años que permaneció aún en su cargo
presidencial, Ebert hubiera de emprender 173 acciones legales contra personas privadas
por difamación. Cf. Der Spiegel, 20 de junio de 1966.
* * He tomado estas ideas de Sebastián Haffner, concretamente de su Germany: Jekyll
and Hyde, Londres, 1940.
* * e Como hizo en Berlín, al celebrarse su cincuenta aniversario, el 20 de abril de 1939.
E L RITUAL Y LA ADORACIÓN DEL FÜ H RER 97
mias del carácter de Hitler. Ejemplo de esto fue un incidente que, según se
dijo, ocurrió cuando algunos austríacos, originarios de la región natal del
Führer, fueron en peregrinación al Berghof para alcanzar el privilegio de
ver de cerca al todopoderoso. Pero a su llegada al santuario, la hermana (y
ama de llaves) de Hitler les informó de que Adolf estaba durmiendo y de
claró que ella no podía despertarle. En aquel preciso momento, se oyó una
voz, la voz de Hitler, que exclamaba: “¡Yo no duermo nunca!”.43
Al poco tiempo de su acceso al poder, se formaron en torno al nombre de
Hitler toda una serie de mitos. El sol que brilló en un cielo despejado
sobre los tejados inclinados de Nuremberg durante la semana de la concen
tración anual del partido pasó a ser llamado popularmente “el tiempo del
Führer”,44 adaptación de la expresión “tiempo del Kaiser”, corriente antes
de la guerra. En 1936, espectadores muy racionales afirmaban que siempre
que Hitler aparecía en el Estadio Olímpico el equipo alemán conseguía una
victoria.*
El desinterés de Hitler (basado en el hecho de que renunció a su retri
bución oficial, de la que, como autor de las obras más vendidas de Alemania,
poca necesidad tenía) y su aparentemente ilimitada dedicación a los deberes
públicos * * dieron lugar a una imagen que había de crear sentimientos de cul
pabilidad en la mente de muchos alemanes. El abstemio “mitad monje mitad
soldado”, que se negaba a sí mismo, en aras del interés del país, todo aquello
que el más humilde de sus ciudadanos consideraba esencial —la vida priva
da—, actuaba como un gigantesco super yo, como una conciencia instituciona
lizada—, (o como un factor de chantaje moral), sobre la psique colectiva
de Alemania. La personalidad de Hitler como soldado tenía connotacio
nes casi místicas. El oscuro cabo de la Gran Guerra que, según se decía, per
dió la visión en un ataque con gases (aunque algunos expertos atribuían
aquella ceguera temporal a histeria psicosomática), evocaba la figura del “sol
dado desconocido”, que pertenece simultáneamente a los muertos y a los
vivos. La conciencia pública de aquella ceguera temporal prestaba aún mayor
fuerza hipnótica a la penetrante mirada de Hitler, la cual, difundida en miles
de fotografías y expuesta por todas partes, creaba una compulsión psíquica
a la lealtad a cuantos se encontraban con ella, especialmente a los más jóve
nes e impresionables.
El aspecto monacal de la personalidad de Hitler originó una buena can
tidad de histeria sexual entre las mujeres, sobre todo entre las solteras, que
transformaban sus deseos reprimidos en lacrimosa adoración. Es característi-
7. — T E R C E R R E IC H
98 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
ca de esta situación una pequeña anécdota. Una mujer judía45 a quien ha
bían robado la mayor parte de sus pertenencias durante la "Noche de Cris
tal”, fue, poco después de aquella fecha, a comprar cubertería para sustituir
las piezas perdidas. Cuando explicó a la dependienta de la tienda la razón
de su compra, aquella mujer, ya entrada en años, rompió en lágrimas y ex
clamó: “¿Cómo puede usted decirme una cosa así? Nunca lo creeré. Yo siem
pre amaré y adoraré a mi Führer, y aunque todos los judíos intenten arras
trarle por el fango, él siempre será mi Führer, el hombre más grande que ha
existido nunca”.
Una fotografía aparecida en la prensa, en la que se veía a Hitler besando
la mano a Olga Tschechowa (en una recepción durante una visita oficial de
Mussolini), hizo que la actriz recibiera una enorme cantidad de cartas feme
ninas: “Me alegro de saber que se casará usted con Adolf Hitler”; "¡Por fin
ha encontrado la compañera adecuada!”; “|Que Dios la bendigal”; “Hágale
feliz; se lo merece”.46
Hitler recibía constantemente sacos de cartas de admiradoras femeninas,
muchas de ellas casadas, que le suplicaban que apadrinara a sus hijos; algunas
mujeres embarazadas gritaban su nombre como recurso analgésico en los dolo
res del parto.47 La extraordinaria disociación de conciencia que la adoración
a Hitler creaba en la mente femenina es ejemplificada por la reacción de la
madre de un miembro de las Juventudes Hitlerianas que fue muerto por un
miembro de las SA en una reyerta interna. Hitler le envió una corona con el
mensaje: “Lloro con usted por este joven mártir de Alemania”. Llena de
orgullo, la mujer mostraba la carta a todo el mundo.48
Además del papel que jugaba en las fantasías femeninas, Hitler era tam
bién modelo para los hombres. No había grupo importante de la sociedad
alemana que no pudiera identificarse con él en alguna manera. Los campe
sinos le veían en su calidad de miembro de una familia campesina,* los tra
bajadores le veían como un miembro de su clase, un hombre de manos enca
llecidas capacitado como nadie para comprender sus problemas; los soldados
le veían como un militar sin clase, mitad cabo y mitad comandante en jefe,
y los profesionales como un autodidacta que, pasando por encima de la ruti
na académica, se había graduado summa cum laude en la escuela de la vida.
Y además de todo esto era también musich (receptivo a las musas), pues era
acuarelista, además de arquitecto, y sentía predilección por Wagner.
Ampliamente considerado como un médium, un intermediario entre el
° El Berliner Illustrierte Zeitung informó de este episodio bajo el titular “El Führer
estuvo entre ellos”, el 27 de junio de 1935.
100 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
g e l52 expresa lo que, bajo el Tercer Reich, pasaba por un elogio moderado:
■
“Yo no contemplo el milagro de tu advenimiento con la impetuosa gratitud
de la juventud, sino que estoy abrumada de humilde reconocimiento ante el
hecho de vivir esta experiencia, de poder aún servirte y unirme con todos los
demás en el canto de tus alabanzas”.
El doctor Arthur Dix, crítico literario, trazó una analogía oftalmológica
•entre Hitler y la arquetípica figura de Fausto: 53 “Goethe hizo que su Fausto
alcanzara la clarividencia mental a través de la pérdida de la visión física.
También Hitler, después de la pérdida temporal de la visión física, ha sido
dotado de una visión mucho más aguda”. En opinión del cardenal Faulhaber,
el Führer poseía mayor finura diplomática y distinción social que un príncipe
de sangre real:
“A diferencia de los gobiernos de la época de las controversias parlamenta
rias, él no deja que los acontecimientos se presenten, sino que dirige su cur
so. Además, sabe ser solemne y casi amable, como cuando dice: Έ1 indivi
duo no es nada; el individuo muere. El cardenal Faulhaber morirá; Adolf
Hitler morirá. Esto le hace sentirse a uno recogido y humilde ante el Señor’.
■Sin duda alguna, el Canciller vive en un estado de fe en Dios.” *
Mientras los dirigentes de la Iglesia alababan los atributos seculares de
Hitler, los dirigentes del estado glosaban los espirituales:
“Hitler ama a cada uno de los miembros de la nación alemana, y perdona
•a todo cuanto hay en ellos de humanamente falible. Él nos ama a mí y a
vosotros. Él ama a todo el pueblo alemán, y es este amor el que los lleva
a todos ellos hacia él. No hay para él infierno ni purgatorio por el que no les
hiciese pasar con el fin de hacerles dignos de él”, dijo en una ocasión Robert
Ley.54 Rudolf Hess describía a Hitler como la razón pura en forma humana.
E l Gauleiter Wagner de Baviera le alababa com el más grande de los artis
tas; Goebbels, como el mejor general, y Himmler, sencillamente, como el hom
bre más grande de todos los tiempos.
La elevación de Hitler al plano espiritual dio lugar a una oleada de pie
dad, especialmente entre las mujeres.** Los asiduos de la Iglesia a quienes
dolía la negativa de Hitler a asistir a los servicios divinos rezaban por la
remisión de sus pecados y por la iluminación de su alma desencaminada. La
gente que asistía regularmente a la iglesia estaba, probablemente, en mino
ría con respecto al conjunto de la población, pero la mayoría de los alemanes
* Fritz Richard, Die Naliónale Welle, Seewald, 1966, p. 106. La cita está tomada
de un informe confidencial enviado por el cardenal Faulhaber a los obispos alemanes y al
Vaticano después de una visita de Hitler a Berchtesgaden el 4 de noviembre de 1936.
En su diario, Shirer observó que las caras de las mujeres que se agrupaban a la
entrada del hotel de Hitler, en Nuremberg, le recordaban las de los Holy Rollers al
emprender el camino de Louisiana. William L. Shirer, Berlin Diary, Londres, 1941, p. 24.
E L EITXJAL Y LA ADOBACION DEL FÜ H BER 101
e Ver East Prussian Diary, del conde Lehnsdorff, Londres, 1963, p. 10, y Tagebuch
eines Verzweifelten, Zeugnis einer inneren Emigration, de Friedrich Percival von Reck-
Malleczewen, Stuttgart, 1966.
“ El profesor Victor Klemperer se encontró, semanas después del final de la guerra,
con una de estas personas, que le dijo: “Admito los crímenes del régimen. Los otros no le
han comprendido, le han traicionado, pero yo todavía creo en él. En él todavía creo".
Ver Victor Klemperer, Lingua Tertii Imperii, Aufbau, Berlín, 1949, p. 127.
102 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LA CORRUPCIÓN
ron castillos y tierras de los nazis mostraba hasta qué punto se habían atro
fiado las tan cacareadas virtudes prusianas, y prefiguraba la rapidez con
que la nueva generación de generales de la Wehrmacht y de burócratas mi
nisteriales habrían de doblegarse ante la largueza de Hitler. De un fondo
especial puesto a su disposición por el Ministerio de Finanzas, Hitler pagó,
entre otras cosas, los gastos del divorcio del mariscal von Brauchitsch, una
asignación de 250.000 marcos al mariscal von Kluge, y más de 500.000 mar
cos, respectivamente, al doctor Meissner y al doctor Lammers, presidentes de
la Oficina Presidencial y de la Cancillería del Reich.6
El multimillonario Hitler, el alcahuete de la ambición y la vanidad de los
altos oficiales y burócratas, se complacía en su reputación de desinteresado
primer servidor del Reich. Para mantener la fachada ascética, había renun
ciado a los emolumentos que le correspondían por su cargo de canciller, un
gesto de sacrificio que el autor más vendido del Reich y copropietario de va
rios periódicos podía hacer con facilidad (buena parte de los ingresos de Hit
ler procedían del bolsillo de los contribuyentes, pues los ayuntamientos tenían
que pagar los ejemplares gratuitos de Mein Kampf que se entregaban a todos
los recién casados). La reputación del Führer estaba también por encima de
la fama de corrupción —financiera o sexual— que rodeaba a sus subordinados.
Popularmente conocido como “el sátiro de Babelsberg” (el Hollywood
alemán), Goebbels era, entre tota la élite nazi, el campeón indiscutido en ma
teria de promiscuidad sexual, pero no llegó a estar a la altura de sus colegas
en lo tocante al engrandecimiento económico, aunque se procuró un cierto
número de lujosas residencias desposeyendo a judíos y exigiendo contribu
ciones económicas al municipio de Berlín —su propio Gau—, así como a la
industria cinematográfica. Goebbels no alcanzó el calibre de un Creso porque
no disfrutaba ni de la confianza del mundo de las altas finanzas —como era el
caso de Goering o del ministro de Economía, Walter Funk— ni de control
directo sobre gigantescos imperios como el Frente Alemán de Trabajo o la
Corporación de Productores de Alimentos.
Los zares de estas colosales organizaciones, como Robert Ley y Walter
Darré, tenían incontables oportunidades de enriquecerse, puesto que el Fren
te de Trabajo y la Corporación de Productores de Alimentos no estaban suje
tos a rendiciones públicas de cuentas. La institucionalizada confusión entre,
por ejemplo, la fortuna personal de Ley y los fondos del Frente de Trabajo 0
y entre salarios y ganancias extraordinarias envolvía la actividad financiera
de aquellas gigantescas organizaciones en una niebla impenetrable. El he
cho de que el Frente de Trabajo se moviera en una semioscuridad legal se
° Se decía que, al estallar la guerra, Robert Ley se había embolsado sin más cien
millones de marcos de los depósitos efectuados para la compra de autos Volkswagen
(cf. Fritz Thyssen, op. cit., p. 211).
LA CORRUPCION 107
debía al hecho de que Ley no pudo persuadir a Hitler de dar a este Frente
un status claramente definido.
Pero incluso los líderes nazis que no poseían grandes propiedades territo
riales tenían muchas oportunidades de obtenerlas. Konstantin von Neurath,
el aristócrata de levita que dirigió el Ministerio de Asuntos Exteriores hasta
1938, “arianizó” sin más una lujosa villa en Dahlem, un suburbio de Berlín
poblado de árboles y situado junto a un lago.8 Von Ribbentrop fue más lejos
que su “conservador” predecesor: ordenó que el terrateniente Herr von Rem-
nitz (sobrino del multimillonario Fritz Thyssen) fuese enviado al campo de
concentración de Dachau y asesinado, a continuación de lo cual se apoderó
do su magnífico castillo y de sus tierras de Fuschl, en Austria.9
Tradicionalmente el cuerpo de funcionarios de Alemania era inmune a la
corrupción, pero la influencia gradual de los miembros del partido fue des
truyendo aquella inmunidad. Este cambio se precipitó cuando las institucio
nes nazis, de reciente creación, fueron injertadas en las estructuras ya exis
tentes. El Ministerio de Propaganda de Goebbels fue un caso representativo.
Eva una innovación de los nazis, y se ajustaba exteriormente a la tradición
del cuerpo de funcionarios, aunque los nombramientos, ascensos y antigüe
dades estaban sujetos a normas mucho menos rigurosas que las de otras orga
nizaciones. Una investigación interna reveló hasta qué punto aquel Ministe
rio típicamente nazi se apartaba de la ética convencional de los funcionarios:
durante el primer año de su existencia, los altos funcionarios del Ministerio
de Propaganda habían proporcionado trabajo a 192 familiares suyos sólo en
la Radio del Reich.10
Un rasgo típico del Tercer Reich era el hecho de que las investigaciones
en tomo a los casos de corrupción daban lugar a veces a un incremento de
la misma. Esto es lo que ocurrió cuando Joseph Reusch, vicepresidente de la
Asociación de Funcionarios Alemanes —que tenía 1.200.000 miembros y con
taba con unos ingresos anuales de 32.000.000 de marcos—, fue sometido a
una investigación por malversación. Reusch, que había adquirido, con fondos
de la Asociación, una villa valorada en 100.000 marcos, sobornó al juez encar
gado de la investigación, el asesor Crotogino, para que destruyese los docu
mentos acusadores. Crotogino hizo lo que se le pedía, dimitió de su cargo
judicial y asumió un puesto en la directiva de la Asociación.11 En este caso
concreto, el mismo descaro de la maniobra la hizo fracasar, pero, en general,
la frustración de este tipo de investigaciones tenía éxito.
Dos directores del periódico nazi Westdeutscher Beobachter adquirieron,
en 1933, el edificio del desaparecido Rheinische Zeitung de Colonia, mediante
una hipoteca adelantada por la Caja de Ahorros municipal de esta ciudad.
Con cheques sin fondos de la Caja de Ahorros, acumularon deudas que ascen
dían a un millón de marcos. Schacht inició un proceso contra ellos, pero, por
108 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* Cuando el jefe del Frente del Trabajo de la Prusia oriental atropelló a un mecánico
de aviación causándole la muerte, Koch ordenó a la Gestapo que presionase a la viuda del
mecánico para que no emprendiese ninguna acción legal. Preparó además el asesinato
del principal testigo para impedir un juicio anti-corrupción que iba a examinar las acusa
ciones de malversación de fondos de los talleres especiales para los mutilados de guerra.
* * La conciencia que tenía Koch, antiguo empleado de ferrocarril, de su propia
importancia, queda reflejada en su declaración referente al palacio de Krasna, su señorial
residencia, construido por trabajadores en régimen de esclavitud en la zona de Polonia
incorporada a Alemania: “He comprado el terreno al Reich de forma completamente legal;
no pienso permitir que el Reich haga donación alguna a la Fundación Erich Koch.
He usado sólo los materiales de mejor calidad, que adquirí en Varsovia” (cf. conde Fritz
Schulenberg en una carta a su esposa, invierno de 1940).
LA CORRUPCIÓN 109
* Cuando Streicher salió de la celda del profesor Steinrück con su látigo en las
manos, fue a reunirse con sus amigos del “Deutsche Hof” afirmando, satisfecho, “Jetzt bin
ich erlost” (“Ahora me he quedado tranquilo”). Posteriormente, en un mitin en la Herku-
lessaal de Nuremberg, explicó cómo había azotado a Steinrück (cf. Document PS 1757
IMT Trial of Major W ar Criminals, Nuremberg, volumen XXVIII, p. 154).
110 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
E l mariscal Brauschitsch fue uno de los más brillantes estrategas alemanes. Hitler lo des
tituyó en diciembre de 1941.
I
Bajo el glorioso Arco del Triunfo, de París, desfila el ejército alemán de ocupación en junio
de 1940.
LA CORRUPCIÓN 113
ciertas mercancías hasta que el asunto haya pasado por cinco centros pro
vinciales y haya llegado al cuartel general de Berlín. Sin embargo, hay
personas muy importantes que están en contacto con la capital y dan prefe
rencia a sus intereses particulares sin preocuparse en absoluto por la comuni
dad del pueblo”.29 Como siempre, las condiciones de vida de Alemania eran
relativamente mejores que las de la Europa ocupada. Las restricciones en la
importación y exportación de moneda y las diferencias de aprovisionamiento
y racionamiento entre el Reich y Europa ofrecían un claro incentivo al mer
cado negro, en el que participaban todas las instituciones del Tercer Reich,
incluyendo el ejército. Hasta 1942, las autoridades de ocupación de París
mantuvieron un activo tráfico de licencias de exportación ilegales y permisos
para traslados de fondos a través de la frontera con la Francia no ocupada.30
En verano de 1944, en Normandía, unos tanques alemanes hubieron de ser
abandonados por falta de combustible, mientras que en el mercado negro
de París se vendía gasolina del ejército al precio de una libra esterlina el
galón.81
Un privilegio muy apreciado —y muy valorado monetariamente— de
los tiempos de la guerra era la exención del servicio militar, de la que gozaban
la totalidad de los miembros de algunos grupos privilegiados, como los
cuadros del partido y las estrellas de cine.* Fuera de estos grupos, es decir,
en los sectores de exención parcial, como la agricultura, aparecía la corrup
ción: los cuadros de la Asociación de Campesinos Nazis, facultados para
decidir quiénes eran los agricultores indispensables al esfuerzo de la gue
rra, eran acribillados con obsequios. Los mandos regionales del ejército
de Alemania eran conocidos como “centrales de contratistas” (Lieferantenzen-
traleri); persistentes rumores aseguraban que facilitaban destinos en Alema
nia a los hijos de los industriales proveedores del ejército.32
Por otra parte, la escasez de mano de obra a que daba lugar la guerra
constituía una ventaja para los funcionarios de las agencias de orientación
laboral. “Los empresarios regalan cosas a los funcionarios de las agencias.
Yo también voy a ofrecerles dinero para poder cambiar de trabajo”, escribía
un trabajador voluntario croata a su familia en 1943, y un compatriotra suyo
explicaba a su familia: “Yo quería volver a casa y una persona se ofreció a
ayudarme por cien marcos, pero después cambió de opinión y dijo: ‘Sólo
por tres kilos de tocino’. Los que tienen tocino se van uno detrás de otro,
y los demás tenemos que fastidiamos”.33
9 Cuando se estaba decidiendo el reparto de Jud Sws —la contribución del cine
alemán a la propaganda en favor del genocidio— , Wemer Kraus se quedó con inedia
docena de papeles, mientras que Ferdinand Marian dudaba en aceptar el papel de prota
gonista. Goebbels atajó sus dudas amenazándole con revocar su exención del servicio
militar. El remordimiento por haber aceptado el papel — o el temor a ser castigado por
ello— llevó a Marian a suicidarse al terminar la guerra.
LA CORRUPCIÓN 115
LA DENUNCIA
Aunque los ciudadanos del Tercer Reich se adaptaron a los nuevos mode
los de conducta con una prontitud propia casi de autómatas, también mos
traron vitalidad e inventiva a la hora de esquivarlos. Así, la designación por
parte de las autoridades del saludo “Heil Hitler” como el “saludo alemán”-
inspiró pronto una réplica popular: la “mirada alemana”, furtiva rotación de
la cabeza y los ojos por la cual las personas se aseguraban de la ausencia
de espías antes de abordar un tema confidencial.
En el Leviathan, Hobbes define el estado natural del hombre como una
guerra de todos contra todos. Lo que hacía que la situación durante el Ter
cer Reich se aproxímase a una guerra fría de todos contra todos era la cons
tante posibilidad de una denuncia, de la que se derivaban toda una serie
de ventajas para el régimen. La denuncia creaba desconfianza mutua, para
lizaba la oposición y “estrechaba los lazos” de la comunidad del pueblo: por
humilde que fuese su posición social, todo hombre gozaba de igualdad de
oportunidades a la hora de pasar información sobre sus superiores. Aquello
ponía al servicio de los objetivos del estado importantes reservas de resenti
mientos y rencores personales.
Es difícil medir la amplitud de los efectos de la denuncia, aunque exis
ten algunos indicios significativos. Uno de ellos es la constatación oficial1 de
que el total de acusaciones no probadas que pasaron por los tribunales en
1934 era el doble del de 1933 (año éste en el que ya las cifras anteriores,
habían sido ampliamente superadas). De este impreciso dato estadístico se
pueden sacar dos consecuencias: mientras el régimen tenía buenas razones
para estar satisfecho ante la extendida disposición de los alemanes a ejercer
una vigilancia gratuita (e incluso retrospectiva) sobre sus vecinos y compa
122 HISTOBIA SOCIAL DEL TERCER REICH
los autores de cartas anónimas que las modernas técnicas criminológicas ha
rían que fuesen descubiertos inevitablemente.11
. Lo que el régimen se complacía en llamar “acusaciones infundadas” aca
bó teniendo una influencia tan negativa sobre la moral de la población civil
y de. los soldados que se ofrecieron recompensas de hasta cien marcos (el
salario mensual de un obrero no cualificado) a quien proporcionase informa
ción correcta acerca de los autores de acusaciones falsas.12
La incoherencia de la actitud oficial ante la cuestión de la denuncia se
manifestaba de diversas formas. En noviembre de 1934, el periódico Mann
heim Hakenkreuzbanner anunció, a grandes titulares, que estaba en pose
sión de un “diario erótico” perteneciente al judío Erlanger, en el que estaban
registrados por orden alfabético veinticinco “juguetes de la lujuria oriental”.
El periódico publicaba, a título de primera entrega, los nombres, direcciones
y ocupación de cuatro de ellas. En el número siguiente, después de describir
cómo "varias veces se había congregado una multitud frente a la casa de Er
langer para mostrar su indignación”, se echaba atrás de su promesa: “Helia
Lang ha conseguido probar que no tuvo tratos con Erlanger en el sentido en
que hablaba nuestro artículo, que desencadenó una oleada de sospecha y vi
tuperio. Se barajaron nombres y se formularon todo tipo de groseras conjetu
ras, pero no tenemos intención de publicar la lista completa de las mujeres
mencionadas en el diario del judío Erlanger”.13 .
Estos virajes del nuevo establishment tenían su contrapartida en la deso
rientación de los ciudadanos. En una ocasión, estaban un carnicero y un gran
jero discutiendo la venta de un cerdo. El primero ofreció pagar por encima
del precio oficial, pero, como el granjero le exigiera más, le denunció por usu
ra. Ante el tribunal, el acusado reveló la oferta inicial que le había hecho el
demandante, y ambos fueron sentenciados a penas de prisión.14
Dentro de las complejidades de la situación general, existía un cierto equi
librio entre las autoridades del Tercer Reich y los políticamente desposeídos.
Aunque los periódicos y los organismos oficiales (como los ayuntamientos que
colocaban los nombres de los donantes a la Ayuda Invernal considerados rea
cios en “tablones de la vergüenza”), así como los cuadros del partido, goza
ban de gran ventaja a la hora de calumniar a sus víctimas, el hombre de la
calle podía, ocasionalmente, devolver la pelota a los mandamases del partido.
Una oleada de rumores que atribuían graves actos de corrupción al go
bernador de Braunschweig-Anhalt asumió proporciones tales que el acusado
se vio obligado a “depositar su honor en manos de la vieja guardia”, que
había de detener a todo el que propalase rumores y calumnias.16 De ma
nera similar, la policía de Munich pidió a los ciudadanos que denunciasen a
todo aquel que hiciese comentarios sobre los asuntos financieros y la conduc
ta: marital del alcalde, Fichter.10
124 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LA JUSTICIA
° La proporción de penas de prisión largas triplicó entre 1930 y 1939 (cf. Franz
Exner, Krimmologfe, Springer, 1949, p. 106).
136 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
® Los delitos cometidos durante las alarmas aéreas eran castigados con especial
dureza. El periódico Stockholms Tidningen informó de once ejecuciones en un solo día
(19 de febrero de 1942).
*.e. Otro hecho importante motivado por la guerra en este terreno fue el considerable
aumento de la criminalidad entre las mujeres y los jóvenes.
140 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
° No debe deducirse de esto, sin embargo, que las autoridades judiciales eran
contrarias a la “intervención física”. En 1937, una conferencia en el Ministerio de Justicia
•determinó que en el curso del “interrogatorio intensivo” estaban permitidos los golpes,
.mientras éstos no excedieran de veinticinco y se restringieran a la parte posterior del
■cuerpo. Además, a partir del décimo golpe, se requería la presencia de un médico, y se
decidió el uso de un mismo tipo de bastón para todo el país, para evitar la “aplicación
.arbitraria” de estas normas (cf. Ilse Staff, Justiz im Dritten Reich, Fischer, 1964, p. 119).
9
LOS FUNCIONARIOS
a sustituir a las veletas de los edificios, pues ellos eran quienes más rápida
mente percibían en qué dirección soplaba el viento.)
Poco después, el partido cerró sus puertas a los aspirantes, pero, en 1937,
se levantó de nuevo la limitación del número de miembros y se reanudó el
proceso de conversión masiva de los burócratas, de tal forma que, a finales
de aquel año, sólo uno de cada cinco funcionarios prusianos no estaba afilia
do. En 1939, la pertenencia al partido se convirtió prácticamente en un re
quisito para ingresar en el cuerpo.1
Una purga política afectó a uno de cada cinco funcionarios en la que
había sido la socialdemócrata Prusia, y a uno de cada diez en el resto del
Reich.2 Los que no eran miembros del partido fueron purgados en número
considerable. Esta amplia purga de funcionarios que hasta el momento ha
bían parecido inamovibles sirvió tanto para estimular a sus enemigos como
para convencer al pueblo alemán, que envidiaba a los funcionarios por la
seguridad de su empleo y su derecho a jubilación, de que el nuevo régimen
no admitía la existencia de ninguna casta privilegiada. También mereció la
aprobación pública la decisión de mantener los salarios del cuerpo al nivel
en que estaban durante la Depresión (nivel resultante de las deducciones,
entre el 11 y el 19 por ciento, fijadas por el canciller Brüning en 1930-31) a
lo largo de toda la década de los treinta, mientras otros sectores iban recupe
rando gradualmente los niveles salariales anteriores a la crisis. (Las reduccio
nes de Brüning fueron compensadas en el año 1940, pero esta medida no llegó
a hacerse pública).3
Como empleados directos del estado, los funcionarios —al igual que los
maestros— estaban más expuestos a toda la gama de presiones del partido
que los miembros de cualquier otra profesión. Estaban sometidos a controles
telefónicos, al espionaje sobre sus amistades, a investigaciones acerca de su
lealtad política en el pasado, a exámenes de su conducta matrimonial e inclu
so de su comportamiento eugenésico. El siguiente diálogo ejemplifica el siste
ma que seguían los dirigentes del partido para abordar la situación demográ
fica de los empleados del estado, en este caso de un cartero que llevaba
varios años casado:
“¿Por qué no tiene usted hijos?” “Mi esposa tiene poca salud, mi salario
es pequeño y somos felices sin hijos.” “Mein Herr, usted recibe dinero del
estado y tiene que servir los intereses del estado. Le doy un año de plazo para
que engendre un hijo o bien para que lo adopte.” 4
En 1937, un memorándum del Ministerio del Interior declaraba:
“Todos los aspirantes solteros a un ascenso en el cuerpo de funcionarios
deben hacer una declaración escrita exponiendo por qué no se han casado
y cuándo se proponen hacerlo. Todo funcionario casado y sin hijos que lleve
por lo menos dos años de matrimonio debe exponer los motivos por los que
144 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
cios de tiro con armas portátiles, y la observancia del boicot a los grandes
almacenes decretado por la Asociación.
Los salarios de los funcionarios de grado inferior eran extremadamente
bajos. El salario mínimo inicial era de 150 marcos mensuales, y el máximo
(que se alcanzaba a los dieciséis años de antigüedad), de 210 marcos. Esto
en 1936, cuando el salario industrial medio era de unos 130 marcos, mientras
que la media en los ramos del metal y de la construcción era probablemente
dos o tres veces mayor. También los cuadros del partido estaban mejor
remunerados que algunos funcionarios, puesto que recibían trece pagas men
suales por año.13
La escala salarial de los funcionarios de grado medio partía de los 320
marcos y llegaba, a través de veinte incrementos anuales, a los 420 mensua
les, y la del grado administrativo pasaba, según el mismo ritmo, de los 400
a los 640 marcos mensuales.
Esta estructura salarial no sólo hacía difícil el reclutamiento de funciona
rios, sino que también desalentaba a los jóvenes funcionarios procedentes
de familias acomodadas.
Siempre atento a la causa eugenésica, el Schwarzes Korps propuso que
se estableciera una escala salarial más alta para los funcionarios al principio
de su carrera, es decir, en el momento más intenso de su vida procreativa, y
que se efectuaran posteriormente las correspondientes reducciones,14 pero
esta propuesta nunca llegó a realizarse.
No obstante, todas las desventajas que sufrían los funcionarios del Tercer
Reich —desde la vigilancia hasta la congelación de salarios— no eran más
que una parte de sus problemas. Desde el punto de vista ético, la cuestión
esencial era la naturaleza del estado en cuyo servicio residía la razón de ser
de su existencia. Juzgando desde esta perspectiva, los funcionarios de la Ale
mania nazi eran, si no tan felices como bajo el Kaiser, más felices de lo que
habían sido bajo el estado fantasma de Weimar. El régimen cosechaba éxitos
tanto en política interior como en la exterior, y había suprimido el control
parlamentario, al igual que los partidos políticos, con todo el poder e influen
cias que habían tenido en sus manos.
La contradicción que representaba el hecho de que el NSDAP gozara él
solo de mayor poder que todos los partidos de Weimar no les preocupaba,
pues el partido nazi tenía los mismos fines que el estado, y los funcionarios
estaban para servir al estado.
Otro hecho de importancia vital era que el cuerpo, lejos de ser desmante
lado y devorado por el aparato del partido, como algunos habían temido, fue
integrado en la compleja maquinaria del estado nazi, con su estructura esen
cialmente intacta. La purga de socialdemócratas, liberales y judíos de 1933
había parecido a la mayoría del cuerpo —y a la opinión pública— una ope
146 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
° Frente a las constantes interferencias del partido, algunos funcionarios eran capaces
de hacer las más absurdas racionalizaciones, “Sólo espero — dijo un alto funcionario en
octubre de 1939, un mes después de que la guerra hubiera bloqueado irrevocablemente
el camino salvador de la emigración para los judíos europeos— que el ultimo judío emi
gre pronto; así volveremos a una situación de orden. Actualmente, el partido interviene
una y otra vez en cuestiones administrativas cuando éstas guardan relación con la cuestión
judía” (cf. Dr. Wanda von Bayer-Kaethe, Autoritarismus und Nationalismus, ein deutsches
Problem, vol. II, Europáische Verlags-Anstalt, Frankfurt, p. 41).
Pero estos mismos detentadores de un doble cargo proporcionaban ejemplos de
invasión del terreno estatal por parte del partido. El 40 por ciento, aproximadamente,
de los alcaldes nombrados por el partido y más de la mitad de los jueces de distrito
estaban inactivos en 1935, situación reconocida por el código municipal de ese año, que
no permitía que un mismo hombre desempeñase a la vez cargos cívicos y del partido
148 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
(D. Schoenbaum, Hitler’s Social Revolution, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1967,
p. 236). Para más detalles, ver el capítulo sobre el partido, p. 69.
* Esto no impidió que algunos funcionarios se comportaran de forma civilizada
en sus relaciones oficiales con los judíos, conducta que resultaba extremadamente anacrónica
en el contexto nazi. Así, a un ex funcionario judío que había emigrado a Bélgica se le
devolvió su pensión después de que la ocupación le transformara en Deviseninlünder
(no extranjero a efectos monetarios), y siguió recibiéndola regularmente hasta su deportación
a Auschwitz (cf. Kurt Jacob Ball-Kaduri, Das L eben der Juden in Deutschland, Euro-
paische Verlags-Anstalt, Frankfurt, 1963, p. 199).
LOS FUNCIONARIOS 149
EL EJÉRCITO
® Esto ocurrió en los últimos tiempos de Weimar. Para los nazis, cualquier visión
humorística del ejército constituía un sacrilegio, y las comedias militares —aspecto impor
tante del cine de los afios veinte— fueron prohibidas.
152 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
los nuevos oficiales temían su predilección por las situaciones “heroicas”, más
inspiradas por consideraciones autopropagandísticas que estratégicas.
Pero la dilución social y política * del cuerpo de oficiales también condujo
a una mejora de las relaciones entre los oficiales y los soldados. Los tenientes
recién nombrados practicaban la moral comunitaria inculcada por la Bün-
dische Jugend (Juventud Confederada) y las Juventudes Hitlerianas; los pro
cedimientos de instrucción se racionalizaron con respecto a los osificados ri
tuales de la antigua Reichswehr. Se mantuvo con fanática escrupulosidad
la costumbre de la exactitud cuartelaria y el Schleiferei (literalmente la “mo
lienda”, es decir, la excesiva e injustificada instrucción de los reclutas) siguió
siendo una constante fuente de malestar; pero los miembros de las Juventu
des Hitlerianas y, sobre todo, del Servicio Nacional de Trabajo habían sido
previamente entrenados. Además, la aureola que rodeaba a los usuarios del
uniforme gris de campaña era un gran factor de compensación (y no preci
samente el menor a ojos de las mujeres).
En materia de aprovisionamiento, el personal de la Wehrmacht no sólo
gozaba de prioridad sobre la población civil, ** sino que cuando entraba en
acción tenía paridad con los oficiales. Desde luego, incluso en el frente, los
oficiales tenían mayor campo de acción para “buscarse extras”, aunque el
personal de tropa, pese a las estrictas ordenanzas generales y las órdenes esta
blecidas en cada compañía, tampoco carecía de oportunidades para obte
ner su botín.
Entre los factores sociales que hacían atractivo para muchos el servicio
en la Wehrmacht, uno era la relativa equiparidad de la relación oficial-solda
do (al contrario del ejército ruso, donde los oficiales gozaban de mayores dife
rencias de paga y aprovisionamiento, y de los ejércitos húngaro y rumano,
cuyos oficiales tenían permitido apalear a sus subordinados) y la sensación de
que el soldado raso alemán —a diferencia de su predecesor de la Primera
Guerra Mundial—■era objeto de una generosa atención oficial. La solicitud y
previsión de las autoridades * * * abarcaba desde las raciones y el equipo (los
soldados del Este, por ejemplo, estaban provistos de ropa interior de seda a
a luchar por una causa sagrada: una conducta humana, noble incluso, con el
enemigo”. En sombrío contraste, el Kaiser Guillermo II exhortó a sus fuerzas
expedicionarias que partían hacia China en 1900, para sofocar la rebelión de
los boxers: “No habrá piedad; no se harán prisioneros”. Y, una generación
más tarde, el jefe de las fuerzas armadas, Blomberg, declaraba: “La obliga
ción del oficial prusiano era la exactitud; la del oficial alemán es la astucia”.40
La putrefacción de la fibra moral del ejército alemán alcanzó un grado
casi absoluto. Los oficiales, ávidos de ascensos, denunciaban a sus compañeros
por falta de lealtad política, en tanto que entre la tropa se desarrolló una
vigilancia tan obsesiva que una anciana campesina fue procesada por un
Tribunal del Pueblo, acusada de traición, como consecuencia de una carta de
rrotista enviada a su hijo, carta que fue encontrada en la ambulancia que
trasladaba a éste a un hospital militar, en la retaguardia del frente ruso.41 Los
jueces militares actuaban con la misma diligencia y falta de escrúpulos que
sus colegas civiles, y estaban convencidos de que el castigo no tenía más
razón de ser que la disuasión. Durante la Segunda Guerra Mundial hubo bas
tante más de diez mil ejecuciones resultantes de consejos de guerra. Los jue
ces militares aplicaban la letra de la ley con pasmosa pedantería. En Rusia,
por ejemplo, fueron ejecutados dos soldados que habían sido enviados a sa
quear una remota granja colectiva, y que, habiéndose retrasado por una ave
ría en el motor y habiendo agotado sus raciones de viaje, tomaron sin autori
zación algunos productos del koljós.42
Tan característico de los consejos de guerra de la Wehrmacht como la
falta de clemencia de los oficiales era la buena disposición de los soldados
para constituir pelotones de fusilamiento. En contraste con el ejército ameri
cano, en el que fueron menester las mayores presiones, incluso las amenazas
de consejos de guerra, antes de poder ejecutar la sentencia de muerte del
soldado Slavik (el único desertor americano a quien se impuso esta pena du
rante la Segunda Guerra Mundial), las compañías de la Wehrmacht que reci
bían orden de ejecutar a uno de sus hombres invariablemente contaban con
más voluntarios de los que necesitaban.43
No obstante, hubo casos aislados de comportamientos diferentes. Oficiales
no nazis denunciados por sus compañeros fueron salvados por comandantes
de regimiento que omitían pasar la acusación por los canales establecidos. El
oficial que provocó el consejo de guerra contra los soldados que tomaron pro
visiones del koljós (véase arriba) fue trasladado a otra unidad, porque todos
sus compañeros le hicieron el vacío.44 Pero el ostracismo social como respues
ta a la inmoralidad fue, en el ejército, más bien la excepción que la regla.
Así, cuando un oficial internado en un centro de convalecencia entretuvo
a sus compañeros durante la cena con una descripción de la matanza de los
niños de una aldea ucraniana, que él había presenciado, y uno de los cinco
162 HISTOHIA SOCIAL DEL TERCER REICH
oficiales que componían la mesa se puso en pie y se retiró, los demás perma
necieron sentados, impasibles. Y fue necesario que el médico encargado del
centro redactara un informe atribuyendo el solitario gesto del oficial a un
estado de debilidad mental, consecuencia de su reciente enfermedad.45
El comportamiento de la Wehrmacht dependía también del ámbito geo
gráfico de su actuación. En el oeste, la conducta de las fuerzas de ocupación
fue bastante mejor que en las áreas habitadas por eslavos. Pero incluso en
el este, el respeto al código militar se manifestaba esporádicamente en medio
de los excesos. El oficial y el soldado que saqueaban los bienes rusos partici
paban también en transacciones “regulares”, en las que pagaban escrupulo
samente a los granjeros el precio de cada pozo y de cada litro de leche. Del
mismo modo, los soldados acusados de violación eran objeto de consejos de
guerra (aunque la pena de muerte prescrita para este delito se conmutaba
invariablemente, a veces por el traslado a un batallón de castigo); pero al
mismo tiempo, las condiciones de hambre impuestas por los nazis obligaban
a las mujeres a vender sus cuerpos por un trozo de pan 48 y algunos burdeles
de la Wehrmacht se abastecían de mujeres judías y obreras eslavas.
El oeste —sobre todo Francia, desde su capitulación hasta el día D— era
el paraíso de los soldados alemanes. El pillaje —por debajo del nivel de los
oficiales y altos funcionarios— era relativamente reprimido, pero el estable
cimiento de un índice de cambio artificial permitió a las tropas ocupantes
“pasar por las tiendas francesas como un ejército de langostas”.47 No era
raro que los soldados alemanes de origen rural pasaran sus horas libres ayu
dando a los campesinos de la localidad en sus faenas agrícolas. París, con
sus museos y burdeles, su agencia teatral de la Wehrmacht, sus espectáculos
obscenos y las oportunidades que ofrecía el mercado negro, era la Síbaris
de las fuerzas ocupantes, además de constituir una fuente de champaña ilícito
para las mesas de los oficiales de toda Europa. Respecto al pillaje y a las
prácticas de corrupción en general, las tropas de primera línea eran muy cons
cientes —aunque no siempre justificadamente— de la rígida línea divisoria
que Ies separaba del personal de las bases militares o de los “faisanes dora
dos” nazis de la administración ocupante. Tanto en las bases como en el fren
te, los oficiales disfrutaban por su condición de mayores oportunidades de en
riquecimiento que sus hombres. Un caso significativo fue la infracción de la
norma según la cual los equipajes y pertenencias de los judíos emigrados
retenidos en los puertos del Canal de la Mancha debían ser “democrática
mente” distribuidos entre las unidades navales allí estacionadas; los oficiales
efectuaron siempre el reparto entre ellos solos.48
Era habitual que los vagones de municiones y los camiones para grandes
distancias de la organización Todt hicieran el viaje de vuelta a Alemania
llenos hasta los topes de botín ilegal. Un grupo de oficiales que disfrutaba de
E L EJÉRCITO 163
judíos de Babi Yar,57 acción que indujo al comandante en jefe del grupo sur
del ejército, mariscal de campo von Rundstedt, a expedir una orden prohi
biendo a los soldados mirar o fotografiar la actuación del Einsatzkomman-
do.58 Para la mentalidad del mariscal, la realización de una carnicería masiva
era menos reprensible que la curiosidad y la toma de fotografías. Un mes
más tarde, un comunicado del SD de Ucrania informaba de 55.432 ejecucio
nes, definiendo a la mayoría de las víctimas como prisioneros de guerra judíos
entregados por la Wehrmacht.59
En otro punto del frente oriental, el cuartel general del grupo norte del
ejército estaba establecido en la ciudad de Kovno en el mismo momento en
que tenía lugar en sus calles una matanza de todos los judíos, realizada por
locos a quienes las SS habían liberado y armado con barras de hierro.60
No es ninguna exageración decir que Poncio Pilatos tuvo muchas reencar
naciones con galones dorados y gris de campaña. Un oficial que guiaba a unos
industriales en una visita a la planta de productos químicos adjunta al campo
de Auschwitz hizo el siguiente comentario: “Cabe suponer que aquí están
sucediendo cosas horribles, pero nosotros no queremos saber nada, y nos ale
gramos de que nuestro trabajo cotidiano no tenga nada que ver con ellas”.61
Menos equívoca fue la reacción del mariscal de campo Ernst Busch, coman
dante de un grupo de ejército del frente oriental, quien, al ser informado por
su pálido asistente de que en el exterior del cuartel general se estaba asesi
nando a tiros a hombres y mujeres, respondió con una breve orden militar:
“¡Corra usted las cortinas!”.82
11
EL CAMPO
que eran ya muy graves. Aunque la inflación había anulado las deudas de
posguerra de los agricultores, toda una serie de factores —el desembolso
que requerían las variaciones del consumo, los impuestos establecidos por
Weimar,* los aumentos salariales y de seguros sociales, las tasas de interés
y los efectos de la tijera de los precios— se unieron para sumir de nuevo a
la agricultura en las deudas. Cuando la Depresión vino a recortar los benefi
cios de los productos agrícolas de 10 billones de marcos (1928) a 6,5 billones
(1932), el total de la deuda agraria —a pesar de la reducción de tasas de
interés efectuada por el gobierno de Brüning— ascendía a 10,6 billones, y el
pago de los intereses consumió ya el 15 por ciento de la renta agraria de
1932.2 El efecto de la Depresión varió según los diferentes sectores de la agri
cultura. Las grandes propiedades sufrieron un duro golpe, pero los conside
rables subsidios que recibieron según el programa de Ayuda al Este, en favor
de la agricultura al este del Elba, les ayudó en alguna medida. Al otro extre
mo, los jornaleros y mozos de granja, que habían sido atraídos a la industria
por los salarios más altos, volvieron al campo, donde tenían más probabili
dades de obtener al menos unas ganancias mínimas. En conjunto, los peque
ños agricultores soportaron mejor que los grandes los efectos de la Depresión,
pues ellos dependían menos del mercado, pagaban cantidades menores en
concepto de salarios y podían adaptarse a los tiempos difíciles viviendo más
frugalmente.
Aun así, el empobrecimiento y las deudas engendraron una gran irritación
entre sectores de la comunidad agraria habitualmente pasivos. En 1932, el
descontento campesino estalló en forma violenta y se extendió desde Schles
wig-Holstein por todo el norte de Alemania. Los funcionarios de los tribu
nales que intervenían en la extinción de las hipotecas y en los desahucios
eran objeto de resistencias, y las oficinas de recaudación de impuestos o los
ayuntamientos eran volados o incendiados. Como para simbolizar la posición
central del problema agrario dentro del panorama político, el nombramiento
de Hitler como canciller se produjo un día antes de la fecha en que su pre
decesor, Schleicher, se proponía publicar los resultados de una investigación
oficial sobre el “escándalo de la Ayuda al Este” (la malversación de fondos
públicos destinados a ayudar a latifundios del este económicamente in-
viables).
La zona del este del Elba comprendía la mayoría de las grandes propie
dades de 250 acres en adelante, que constituían una sexta parte del total de
las tierras arables de Alemania, y estaba en manos de 17.070 Junkers y pro-
pietarios de la clase inedia (los cuales representaban el 0,5 por ciento de los
propietarios). Dos tercios del conjunto de la tierra arable estaban formados
por propietarios de dimensiones medias, entre los 12 y los 250 acres, que eran
trabajadas por las dos quintas partes del total de los propietarios, mientras
que las pequeñas propiedades de hasta 12 acres sumaban bastante menos de
una sexta parte del área cultivable y eran propiedad de los tres quintos del
total de los agricultores. Los minifundios predominaban en algunas áreas de
Turingia, en las zonas de viñedo de Renania y en la bolsas de atraso rural
que eran el Rhon, el Eiffel, el Taunus y el Westerwald.
En el contexto de la agricultura alemana, el concepto de atraso era alta
mente relativo. Las dos terceras partes de todas las propiedades carecían
de conducción de agua, factor que, unido a la generalizada fragmentación de
las tierras en trozos dispersos, hacía que al trabajo diario se añadiera a me
nudo una caminata de veinte kilómetros.3 A menudo, el arado era arrastrado
por bueyes, y las gavillas se hacían a mano. La falta de ayuda mecánica que
da claramente expresada en las estadísticas comparativas referentes al núme
ro de tractores. Aunque, en 1939, la Alemania nazi había casi triplicado el
total nacional de los años de la Depresión (24.000 tractores), las necesidades
se estimaban aproximadamente en medio millón.4 Mientras los agricultores
ingleses poseían un tractor por cada 310 acres de tierra, el índice de Alema
nia era de uno por cada 810 acres,5 y la superficie arada por día y por alemán
era una quinta parte de la alcanzada en Estados Unidos.® Los fertilizantes
no daban su máximo rendimiento, de modo que el aumento de las inversiones
en ellos no producía cosechas proporcionalmente más abundantes. La tenedu
ría de libros era una práctica muy infrecuente.
El relativo atraso técnico iba acompañado de atraso social, que en algu
nos lugares alcanzaba proporciones medievales. Un periódico ilustrado de
Berlín comparaba Worpswede Moor —una zona extremadamente atrasada—
con el Belén de los tiempos bíblicos, donde los humanos y los animales com
partían la misma morada.7 En la región del Rhon, los campesinos que no
podían comprar paja estaban autorizados a recoger hojas en el bosque para
utilizarlas como sustitutivo.8 Los campesinos del área de Nuremberg seguían
aún la antigua costumbre de visitar al barbero dos veces al año para hacerse
sangrar.9 No solamente seguían los campesinos viejas costumbres, sino que
además, en las áreas de economía mixta, los agricultores constituían un grupo
de población de más edad que los no agricultores. En una zona de Württem
berg que fue objeto de una estadística, los hombres de más de cincuenta años
constituían los dos tercios de la mano de obra agrícola, mientras que en la
industria y la artesanía constituían sólo un tercio del total.10
Mientras que un promedio de uno de cada ocho alemanes poseía un apa
rato de radio, sólo uno de cada veinticinco campesinos lo poseía.11 Asimismo,
EL CAMPO 169
* Feder fue un ideólogo de gran peso durante la primera etapa del partido, pero su
influencia bajó drásticamente después de la toma del poder.
00 El 13 de septiembre de 1933, la prensa alemana informó del aplazamiento sine die
del juicio del director general regional Dr. Heppel, figura central del Osthilfe-Skandal.
170 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
en el aspecto social. Aunque, a nivel superficial, los nazis mostraron una gran
consideración por los títulos de nobleza, y los planes de repoblación rural
similares al de Feder pocas veces pasaron del papel, muchos Junkers eran
consciente de que el aumento de su riqueza comportaba una pérdida de
peso social, en tanto que se convertían gradualmente en administradores más
que propietarios de sus tierras.
Para vincular la agricultura a las necesidades del estado, los nazis crearon
la Corporación de Productores de Alimentos, una gigantesca organización que
comprendía todas las propiedades agrícolas alemanas, es decir, más de tres
millones, cerca de 500.000 tiendas de comestibles y 300.000 empresas de ela
boración de alimentos.13
El programa de esta Corporación era un revoltillo de antiurbanismo, ra
cismo y pseudosocialismo. Su dirigente, Walter Darré, hablaba de sustituir
el mecanismo del mercado por un intercambio orgánico de productos.14
A nivel de medidas concretas, la Corporación, con su formidable aparato
de 20.000 funcionarios de plena dedicación y 113.000 a título honorario, fijaba
todos los precios y salarios agrícolas, establecía las cuotas de producción, de
terminaba qué productos habían de ser sembrados y distribuía los artículos
escasos (lo cual quería decir, hablando en plata, que los recalcitrantes políti
cos eran privados de recambios para su maquinaria hasta que entraran en ra
zón). Aunque existía un sector aristocrático entre los dirigentes de la Asocia
ción Nazi de Agricultores —en 1933, una docena de los nombres llevaba el
aristocrático prefijo von, de cuarenta y cinco dirigentes nacionales y regio
nales—·,1Β el poder residía básicamente en manos de los grandes propietarios.
Este sutil cambio en la estructura de poder del campo era simbolizado por
el nombramiento de Walter Darré, antiguo criador de cerdos procedente de
la baja clase media, como ministro de Agricultura, cuando existía la tradición
que ese cargo fuera ocupado por un Junker.
A pesar de la amplia convergencia de los intereses nazis y de los de los
Junker, la posición de la aristocracia terrateniente dentro de la estructura de
poder del Tercer Reich puede ser mejor descrita como tangencial. Los Gau
leiter de las regiones orientales (Koch de la Prusia oriental, Hildebrandt de
Mecklenburgh, Karpenstein de Pomerania, Kube de Westmark y Bruckner
de Silesia), donde estaban la mayoría de los latifundios, eran radikalínski
(miembros radicales o izquierdistas de la jerarquía nazi). Uno de ellos, Hil
debrandt, de Mecklenburgh, adquirió incluso notoriedad por haber instigado
el asesinato de dos propietarios. Pero, en conjunto, estos dirigentes de origen
plebeyo trataban de imitar las formas de conducta de los Junker, que eran
al mismo tiempo sus superiores desde el punto de vista social y sus subor
dinados desde el político. A principios de 1939, el Schwarzes Korps, el
incoherente portavoz del nazismo pseudorrevolucionario, quiso agitar ante
E L CAMPO 171
° A partir de 1941, esta ayuda se extendió a todas las familias; antes de ese año, se
concedía sólo a aquellas cuyos ingresos mensuales no rebasaban los 185 marcos, categoría
que incluía ya a todos los trabajadores agrícolas. Otras medidas nazis en beneficio
de los obreros agrícolas eran el pago de los días de trabajo perdidos por enfermedad, por
fallecimiento de un miembro de la familia o nacimiento de un hijo (cf. Frieda Wunderlich,
op. cit., p. 352).
* * Para las casas valoradas entre los 5.000 y los 6.000 marcos, el gobierno concedía
préstamos de hasta el 75 por ciento al 4 por ciento de interés, a pagar en sesenta y
cinco años. Así pues, el alquiler era de 12 a 16 marcos mensuales. Además, el gobierno
ofrecía préstamos a corto plazo al 3 por ciento de interés para el pago inicial de una
cuarta parte.
174 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
promulgó una ley en este sentido, pero al cabo de dos años el descontento
de dichos trabajadores, junto con las necesidades de mano de obra en la
industria, determinaron un cambio de la política oficial. La libertad de mo
vimiento que resultó de este cambio duró sólo hasta el comienzo de la gue
rra, pero ya entonces se estimaba que entre 1,000.000 y 1.500.000 trabajadores
agrícolas, junto con sus familias, habían abandonado el campo por la vida
más cómoda de las megalopolis (aunque en realidad no todos estos emigran
tes se dirigieron a las ciudades; también la construcción, las canteras, las fá
bricas de ladrillos, etc., es decir, los centros de trabajo industrial en el campo,
atrajeron una cierta cantidad de emigrantes rurales).30
Aunque la huida del campo resolvió parcialmente el problema de la falta
de mano de obra e hizo posible el cumplimiento de los programas de cons
trucción de carreteras y de rearme, enfrentó al régimen con la necesidad de
movilizar nuevas reservas laborales para la agricultura, necesidad que, en
un plano superficial, las autoridades nazis cubrieron. Fueron movilizados en
gran escala varios grupos sociales: adolescentes cuyo trabajo era barato, las
muchachas de la Unión de Jóvenes Alemanas, que realizaron servicios anua
les de trabajo en el campo, las Juventudes Hitlerianas, los estudiantes, que
ayudaban a la cosecha durante sus vacaciones, y un Servicio Nacional de
Trabajo. Pero la mayoría de estas fuerzas, a pesar de su buena voluntad
rayana a menudo en el idealismo, no resultaron ser ni muy eficientes ni muy
estables. Otras medidas de emergencia consistían en la organización, en las
fábricas, de comandos para la cosecha y en la obligación impuesta a los desem
pleados de ocuparse en la agricultura so pena de perder el derecho al subsi
dio de paro.31 Para atraer a los jóvenes al campo, se creó un nuevo tipo de
aprendizaje para trabajadores agrícolas. Sin embargo, de los 41.000 puestos
de aprendizaje ofrecidos en 1937 no fueron ocupados más que 7.000.32 Como
de costumbre, el régimen echó mano del rito y de la semántica para enderezar
la situación. La ceremonia de iniciación de los aprendices de Hesse tuvo lu
gar en el patio de un castillo medieval. Después de recibir los certificados que
les daban derecho —a ellos solos— a llamarse en adelante “trabajadores del
campo”, los muchachos allí reunidos entonaron estrofas y antiestrofas de una
composición coral, cuyo estribillo era: “El Señor da la vida y nosotros damos
el pan. Por esto, los campesinos estamos cerca de Dios”.
El servicio rural de las Juventudes Hitlerianas llevó al campo, en 1938, a
18.000 muchachos y muchachas procedentes de la ciudad, y al término de
su servicio una quinta parte de ellos decidieron quedarse en el campo para
trabajar en él. Resultados similares obtuvo el Servicio Nacional de Trabajo,
aunque hubo también equipos enteros que se negaron a permanecer defini
tivamente en el campo. En 1938, más de 100.000 trabajadores estacionales
italianos y húngaros se trasladaron a Alemania para ayudar en la cosecha, y
176 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
fue esta medida —más que todos los planes de retorno al campo de la ju
ventud alemana—■la que representó realmente la solución última que die
ron los nazis al problema de la mano de obra agrícola: es decir, el recluta-,
miento de millones de prisioneros de guerra y trabajadores-esclavos europeos
para que trabajasen en la agricultura.
A medida que la guerra iba arrancando del campo a su población mas
culina, sus esposas se veían más abrumadas por la responsabilidad de man
tener en funcionamiento la agricultura. Incluso en tiempos de paz, la partici
pación femenina en el trabajo agrícola había sido muy considerable. Las
mujeres constituían casi el 50 por ciento de la fuerza laboral del campo
(porcentaje superado sólo en las industrias de la alimentación y de la con
fección; el porcentaje global femenino en la fuerza de trabajo urbana era
del 30 por ciento), pero en sus tres cuartas partes eran miembros de las
familias de los agricultores, y por lo tanto su trabajo’ no era retribuido.33
Sus horas de trabajo, que solían ser hasta una décima parte superiores a
las de los hombres, eran como promedio 75 por semana (82 durante la gue
rra),34 además de lo cual la semana de 100 horas de trabajo era habitual en
tiempo de cosecha. El grupo de edad femenino que realizaba la mayor pro
porción de trabajo era el situado más allá de los sesenta y cinco años. En
las pequeñas propiedades, las mujeres hacían las tres cuartas partes del
trabajo; en las propiedades de extensión mediana, la mitad, y en las grandes,
una cuarta parte.25 En 1939, el secretario de Estado Pfundtner, del Ministerio
del Interior, señaló el gran aumento del número de abortos producidos entre
las mujeres del campo como resultado del exceso de trabajo, atribuible a
la escasez de mano de obra femenina en aquel sector.3® No es de extrañar
que las mujeres fuesen consideradas las principales instigadoras del éxodo
rural. De manera tan constante como inútil, los propagandistas del partido
las sermoneaban por la atracción que sentían hacia los oropeles de la vida
ciudadana. Esta responsabilidad que se les atribuía fue corroborada por un
estudio sobre las preferencias matrimoniales, realizado entre las muchachas
campesinas de la zona de Tübingen en los primeros tiempos de la guerra.
Este estudio estableció que, mientras el deseo de las hijas de propietarios
que contaban con una buena dote era el de casarse con algún nota
ble local, como el párroco protestante o el maestro, los esposos más deseables
en opinión de las campesinas pobres eran los soldados movilizados y los obre
ros industriales. Lo que convertía el matrimonio con un agricultor en una
perspectiva poco halagadora era la escasez de la mano de obra agrícola y
la carga extraordinaria que la guerra echaba sobre los hombros de las mu
jeres. En una aldea concreta, sólo 8 de 37 matrimonios celebrados entre 1932
y 1937 tenían como contrayente masculino a un agricultor.37 El informe con
cluía: “Los hombres solteros más perjudicados por esta tendencia son los
E L CAMPO 177
® La edición vienesa del Volkischer Beobachter (16 de febrero de 1944) daba noticia
de la ejecución de cuatro granjeros que habían matado cerdos ilícitamente. Otro granjero
fue condenado a veintiún meses de prisión por no vender leche. Las sentencias superiores
a un año inhabilitaban al campesino para poseer nunca más una granja.
180 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LA ECONOMÍA
tica y economía en el Tercer Reich, punto que algunos marxistas han querido
establecer pintando a Hitler como el títere de los barones del Ruhr; por otra
parte, después de la guerra, los apologistas del gran capital han presentado a
la industria como un instrumento indefenso en manos de un estado nazi su
puestamente todopoderoso. Ambas teorías son muy discutibles; pero en lo
que no puede haber desacuerdo es en que la Mittelstand fue la que salió peor
parada en esta contienda tripartita.
No obstante, a principios del Tercer Reich pocas cosas lo indicaban así,
Al liquidar su deuda con un grupo social al que tanto le debían, los nazis
aprobaron una serie de medidas que constituían un importante refuerzo para
la Mittelstand. Los sindicatos fueron aplastados; las cooperativas y los gran
des almacenes privados, aunque sobrevivieron, fueron sometidos a tales limi
taciones que parecían encaminarse a la extinción. La ley de protección del
pequeño comercio congeló las dimensiones de las cadenas de tiendas, prohi
bió que se formaran otras, y les prohibió asimismo atender a servicios como
reparación de calzado, barbería, panadería y alimentación.2 Los organismos
públicos tenían prohibido hacer contratos con los grandes almacenes y las
cooperativas.
La Ley de noviembre de 1933, que limitaba el descuento de precios al
3 por ciento, fue un golpe directo contra la política de dividendos de las
cooperativas. Pero, paradójicamente, el gigantesco Frente Alemán de Traba
jo, que había engullido las cooperativas en su inmenso buche, las mantuvo
vivas en una forma atenuada, en parte porque algunos de los “viejos lucha
dores” habían conseguido sinecuras en su administración. (En tres años el
número de locales de venta de las cooperativas descendió en más de una
cuarta parte y el de socios en más de la mitad; pero la notable disminución
del ubicuo competidor no benefició proporcionalmente a la Mittelstand,
puesto que sólo 1.000 de los 3.000 locales de ventas de cooperativas que se
cerraron pasaron a manos del pequeño comercio.) 3
Las autoridades combatieron la competencia mediante rebajas ilegales
(Schwarzarbeiten), que suponían una auténtica amenaza para las empresas
artesanales, con incursiones de la policía en los talleres. Los “trabajadores
negros” sin empleo a los que sorprendían por este sistema eran expulsados.4
La instalación de nuevas tiendas y nuevas empresas artesanas requería un
permiso oficial, que se subordinaba a las necesidades locales y la aptitud pro
fesional, personal y política del solicitante. De 1935 en adelante, el examen
de Maestría en el oficio se convirtió en obligatorio para todo el que quisiera
abrir una nueva empresa artesana. Antes, este examen había sido optativo.
En 1931, menos de un tercio de los artesanos activos tenían el título de maestro;
pero desde 1935 se obligó a los propietarios de empresas artesanales no cua
lificados a prepararse para conseguir un título de su oficio.
LA ECONOMÍA 185
Las organizaciones que otorgaban los títulos eran los distintos gremios, a
los que había que pertenecer obligatoriamente. Además de controlar todo el
proceso de aprendizaje y los programas de enseñanza profesional dé su ramo,
los gremios formaban tribunales de honor para solucionar las disputas entre
sus miembros y podían regular las dimensiones de su ramo cerrando las em
presas ineficaces.® Pese a este aumento del poder de los gremios, propuestas
fundamentales del programa gremial, como la sustitución de la producción
industrial por la artesana y la desmecanización como remedio al desempleo,
fueron inmediatamente rechazadas; tales aspiraciones de carácter ludita difí
cilmente podían tener buena acogida por parte de un régimen que volcaba su
interés en el equipamiento industrial para la guerra.
Para saldar simbólicamente su deuda con las masas de la pequeña bur
guesía, el régimen llevó a término la Mittélstandsideologie hasta donde era
compatible con las necesidades de la movilización industrial. Dentro de estas
limitaciones, el pequeño comercio salió menos perjudicado que la produc
ción artesana, siendo las artesanías de base local que cubrían las necesi
dades de los campesinos las únicas que, en último término, no se consideraron
inútiles.
No obstante, esto no significaba que hubiera una intención oficial cons
ciente de perjudicar a los pequeños productores. Las artesanías obtuvieron un
puesto seguro en la economía nazi, con la importante condición de que per
manecieran subordinadas a los intereses de la industria. Tampoco la negativa
del régimen a promover cambios cualitativos en su situación impidió que se
efectuasen diversas mejoras cuantitativas. La concesión, en 1933, de una sub
vención de 500 millones de marcos a los propietarios de viviendas (para refor
mas, instalación de lavabos y cuartos de baño interiores, conversión de los
pisos grandes en varios pequeños, etc.), fue un regalo para los constructores
que dio trabajo a casi la tercera parte de la mano de obra artesana del país.
Otro beneficio para la construcción, de menor importancia, fue el provocado
por la proliferación de instituciones nazis y sus necesidades de edificios admi
nistrativos y ornamentales: los contratos de este tipo eran invariablemente
concedidos a los constructores artesanos.
Igualmente, las organizaciones del partido tenían orden de encargar uni
formes y botas únicamente a tiendas de artesanos y pequeños comercios, y la
Organización para el Bienestar del Pueblo tenía que comprar los artículos
para sus obras benéficas en los mismos establecimientos.®
Pero la creciente ola de encargos no podía poner en marcha las ruedas
de la producción artesana sin el lubricante del crédito. Aunque el régimen
fundó instituciones especiales que concedían préstamos con un interés del
8 por ciento, de los tres motivos por los que los artesanos con insuficientes
garantías solicitaban créditos —reequipamiento, saldo de deudas y gastos
186 HISTORIA SOCIAL DEL TER C ER REICH
mercancías con que se les aprovisionaba. Las multas de la policía a los tende
ros que contravenían la legislación de precios se convirtieron en una apre-
ciable fuente de ingresos. Tales multas, además, constituían una razón po
tencial para el cierre de empresas, dentro del plan de eliminación. El miedo
al cierre no estaba en absoluto infundado. Las 350.000 empresas consideradas
superfluas en 1936 se habían reducido a la mitad en 1939.21
Por otra parte, la Mittelstand económica mostró una creciente tendencia
a la senectud. En 1933, uno de cada cinco propietarios de empresas artesanas
tenía menos de treinta años y sólo uno de cada siete superaba los sesenta.
En 1939, la proporción de los menores de treinta años se había reducido a la
mitad y la de los que superaban los sesenta se había elevado en un tercio.22
El número total de trabajadores independientes de Berlin había disminuido
en casi una cuarta parte en el mismo período, y el número de asalariados
■—en su mayor parte trabajadores de cuello blanco— había crecido en un die
ciséis por ciento.2?
Sin embargo, al mismo tiempo que la disminución de muchos ramos arte
sanos, se producía un crecimiento de otros. Artesanos como los zapateros, sas
tres, alfareros, tejedores o herreros eran vulnerables, en distintos grados, a la
competencia de las grandes empresas, mientras que los artesanos relacionados
con las modernas industrias de servicios —electricistas, mecánicos de radio,
operarios de garajes—■veían crecer tanto su número como sus ganancias.24
No debe deducirse de esto que el pequeño comercio, como tal, a excep
ción de algunas de sus ramas, resultara perjudicado bajo el Tercer Reich. El
régimen se mostró más inclinado a tomar medidas discriminatorias contra las
grandes empresas comerciales que contra las industriales, eliminando así al
gunos de los principales motivos de queja de los minoristas. El más importan
te de todos estos motivos era la existencia de los grandes almacenes que, por
el hecho de haber sido creados, en su mayoría, por judíos y estar aún en
manos de éstos, y por ser los ataques a los almacenes sustitutivos de una ver
dadera política anticapitalista, parecían casi predestinados a la extinción.
Fueron sometidos a dos métodos simultáneos de ataque: prohibiciones estata
les de algunas de sus actividades económicas (como se indicó en la p. 184) y
boicots promovidos por el partido y organizaciones filiales como la Unión de
Funcionarios. En 1935, un funcionario del Frente de Trabajo pudo amenazar
confidencialmente: “Si vuelve a verse a Frau W. comprando en los almace
nes Karstadt, tendré que suprimirle a su marido la pensión del ejército”.25
No obstante, pese al hostigamiento y al boicot, los almacenes resistieron
la crisis y, desde 1936 hasta la guerra, sus beneficios aumentaron en un 10 por
ciento anual.26 Uno de los factores que aseguraron su supervivencia fue que
la ruina de los almacenes hubiera afectado a 90.000 empleados en un momen
to en que el desempleo era todavía un gran problema, y el Frente Alemán
190 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
° Los beneficios de estas empresas eran tan exorbitantes que se promulgó un decreto
especial para el gravamen fiscal de los beneficios resultantes de la arianización. Cuando
incluso esta medida resultó ineficaz, una disposición especial del Ministerio de Finanzas
instituyó impuestos retroactivos en los casos más graves. Las arianización contribuyó
también a cambiar la estructura de la vida económica. La industria adquirió un mayor
control sobre los detallistas que se hacían cargo de empresas judías. También se infiltró
en el ámbito de la banca, donde el número de bancos privados se redujo drásticamente de
1.350 a 520 entre 1932 y 1938 (cf. Franz Neumann, Behemoth, p. 275, y Der Deutsche
Volkswirt, n.° 41, 1938).
LA ECONOMÍA 191
* E l estado aligeró la carga de su propia inversión del 70 por ciento en las Reichs-
werke obligando a adquirir acciones a los grupos como el Reichsgruppe Handwerk (Grupo
Artesano Nacional) (cf. David Schoenbaum, op. cit., p. 135).
* * Según el plan original, las Industrias Hermann Goering debían establecerse en
Hannover, pero se eligió Brunswick, aunque ello significaba invertir 40 millones de marcos
más en la construcción de un canal. Pleiger estaba asociado con el primer ministro de
Brunswick, Klagges, quien llevó a cabo las confiscaciones necesarias para poner en condi
ciones el lugar y sus comunicaciones.
LA ECONOMÍA 195
° 1938 fue el año en que la renta nacional de Alemania alcanzó nuevamente el total
de la Depresión: 76 millones de marcos. En cambio, en 1937, la Gran Bretaña había con
seguido ya superar en un 20 por ciento la cifra de 1929 (cf. Gustav Stolper, The German
Economy 1870-1940, Londres, 1940, p. 63).
e ® Aunque la defensa negó la veracidad de este testimonio presencial aportado por
Arthur Rühmann en el proceso contra Alfried Krupp, el presidente del tribunal, americano,
la aceptó.
196 HISTORIA SOCIAL DEL TERCEE REICH
LOS OBREROS
° Este fue el golpe de gracia contra una víctima ya sometida. Durante el tiempo que
transcurrió entre la toma del poder y el Primero de Mayo, Herr Leipart y otros dirigentes
sindicales ofrecieron su colaboración al régimen, con la vana esperanza de comprar para
los sindicatos el derecho a sobrevivir bajo el nazismo.
204 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* Seguro de paro: 4,5 por ciento; seguro de enfermedad y de vejez: 5-51/2 por
ciento; impuesto sobre el salario: 3 1/2 por ciento. La contribución a la Ayuda Invernal
se fijó en el 10 por ciento del impuesto sobre el salario, a pagar mensualmente, de octubre
a marzo. (Cf. Wallace R. Deuel, People under Hitler, Nueva York, 1942, p. 310.)
LOS OBBEROS 205
maban fiesta algunas tardes para ir al cine y volvían borrachos del descanso
del té. La dirección cortó el nudo gordiano reclutando mano de obra polaca
y entregando a los empleados indisciplinados a la Gestapo.8 En el tratamiento
de los problemas de la minería, el régimen utilizaba alternativamente el palo
y la zanahoria. En 1938 se congelaron los empleos a los mineros del plomo y
del zinc, aumentándose sus horas de trabajo de seis a siete y media diarias.9
Poco después, el turno de ocho horas diarias de las minas de carbón se exten
dió cuarenta y cinco minutos, a partir de lo cual se pagaban a los mineros las
horas extra un 25 por ciento más que la hora normal, además de primas adi
cionales por aumentos de productividad. La producción se aumentó aún más
pasando de tarifas sencillas a tarifas de destajo siempre que era posible, aun
que esto podía ser contraproducente ya que colocaba en una relativa desven
taja a hombres cualificados.*
Los obreros del metal y la construcción —y en menor medida los mine
ros— pertenecían a la aristocracia obrera del Tercer Reich. A fin de comple
tar el panorama industrial, debemos tener en cuenta también a los grupos
relativamente perjudicados, tales como las obreras, los trabajadores de la pro
ducción de artículos de consumo, los peones y los trabajadores en industrias
caseras (Heimarbeiter).
Las obreras recibían una tercera parte menos que los hombres de cualifica-
ción equivalente (en ,1937, la tarifa media para obreros especializados mascu
linos era 7 8 1/2 pfennigs por hora, y para las mujeres, 51 Va pfennigs),10 y
formaban así una reserva de mano de obra barata, especialmente en el cam
po. Así, las tarifas oficiales para las obreras eran, en la industria del juguete
de Turingia, 30 pfennigs, en la industria del metal 38 pfennigs y en las fá
bricas de uniformes 45 pfennigs la hora, aunque gracias al trabajo a destajo
podían llegar a un promedio de 40, 45 y 60 pfennigs respectivamente.
Se ha hecho ya referencia al hecho de que algunas ramas de la industria
del vestido redujeron los salarios durante el Tercer Reich. En 1937 se despo
jó, además, a jóvenes obreros textiles solteros, que hacían horarios reducidos,
de la ayuda por desempleo, obligándoseles a buscar otras ocupaciones.11
En cuanto a los peones y obreros no especializados peor pagados (tarifa
media por hora: 50 pfennigs), su poder adquisitivo descendió un 15 por ciento
durante los primeros años del Tercer Reich, pero más adelante las cosas me
joraron. A fin de utilizar más plenamente la mano de obra disponible, el régi
men creó programas de adiestramiento industrial, de lo cual se beneficiaron
algunos obreros no especializados, mientras otros aprovechaban las oportuni
dades de trabajo a destajo.
8 Al director de una empresa de Westfalia le fue impuesta una multa de 30.000 mar
cos por aumentar el salario a setenta y tres de sus obreros, pagarles el transporte y modi
ficar los precios a destajo para beneficiar a los obreros de mantenimiento. Las empresas
que concedían salario mayor a los recién casados para que pudiesen fundar una familia
colocaban a los delegados en un aprieto, No se sabe cómo resolvieron este dilema sin
transgredir las directrices económicas y eugenésicas del régimen.
208 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
de la mayor parte de las acusaciones. Aun así, su castigo no solía ser severo.9
En 1935, de más de 200 patronos acusados, nueve perdieron totalmente el
derecho a dirigir sus negocios.23
El tribunal de honor social funcionaba junto con los tribunales laborales
que tradicionalmente habían arbitrado en litigios referentes a despidos injus
tificados, es decir, en casos de obreros despedidos sin el debido aviso. En
1929 habían examinado más de 400.000 casos semejantes. Después de 1933,
el Frente del Trabajo monopolizó el acceso a los tribunales laborales, y como
su intención era reducir la litigación innecesaria, en 1940 los casos presenta
dos a aquellos tribunales habían descendido a un quinto de la cifra anterior
a la Depresión.24
El plazo de aviso para los obreros industriales (a partir de un año de anti
güedad) era de una semana a una quincena antes de mediados o finales de
mes. Los obreros de cuello blanco tenían derecho a seis semanas antes del
final de cada trimestre; este signo de diferenciación persistió a pesar de ha
blarse mucho sobre la comunidad del pueblo y la comunidad industrial. Los
obreros de cuello blanco —conocidos como el “proletariado de cuello de pa
jarita”— se habían mostrado neuróticamente temerosos de verse reducidos a
la verdadera condición proletaria en el momento de la Depresión. En reali
dad esto no había ocurrido, ni en términos de desempleo ni en cuanto a
reducciones de salario. Mientras la Depresión arrojó al desempleo a uno de
cada tres obreros industriales aproximadamente, “sólo” un obrero de cuello
blanco de cada diez pasó a engrosar las colas del subsidio. Las ganancias
semanales efectivas de los primeros bajaron en un 33 por ciento entre 1929 y
1933; las de los últimos descendieron de un 17 a un 20 por ciento.26
Pero la instauración del Tercer Reich dio lugar a que los camisas pardas
rivalizasen con los cuellos de pajarita en los puestos privilegiados de las ofi
cinas, puesto que la nazificación del personal asalariado (así como de otros
sedicentes grupos de la Mittelstand) era tanto una cuestión de autosuges
tión como de verdadero cambio social. A finales de 1933, el personal de ofici
na asalariado formaba casi una quinta parte y los obreros industriales menos
de un tercio del total de miembros del partido nazi, lo cual significaba que,
en comparación con su distribución por todo el país, los obreros de cuello
blanco estaban super-representados en un 65 por 100 y los de cuello azul sub-
representados en un 30 por ciento.26 (En Berlín, por ejemplo, menos de la
mitad de todos los funcionarios principales de la organización del partido
eran personal de oficina asalariado.)
° Por ejemplo, durante la guerra, a un capataz de una empresa textil le fue impuesta
una multa de 100 marcos por golpear a las obreras que desconectaban sus máquinas
minutos antes de que acabase su turno y no las limpiaban como era debido (cf. Hamburger
Fremdenblatt, 8 de mayo de 1942).
HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* De una muestra de 350 familias obreras entre las que hizo una encuesta el Frente
del Trabajo en 1937, 130 no podían gastar ningún dinero en salidas al campo en los días de
fiesta. (Cf. Theodor Bühler, Deutsche Sozlalwirtschaft, Kohlhammer, 1943, p. 47.)
* * En 1932, se produjeron 3,5 millones de registros individuales en hoteles, pensiones
LOS OBREROS 216
y fondas, con un total de 46,5 millones de noches pasadas en ellos, frente a 27,5 y 109,5
millones, respectivamente, de 1938. (Cf. Statistisches Jahrbuch für Deutschland 1939-1940,
pp. 76-77.)
216 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
EL CONSUMO
Entre 1932, último año de Weimar, y 1938, último año completo de paz
del nazismo, la producción alemana de artículos alimenticios aumentó en una
sexta parte, la de artículos de vestir y productos textiles en más de una cuar
ta parte, y la de muebles y artículos domésticos en más de la mitad,1
Estas cifras parecen impresionantes, incluso consideradas en relación con
un crecimiento demográfico del 4,5 por ciento, pero la impresión cambia
enormemente al compararlas con las estadísticas de consumo de 1928, el úl
timo año de la República de Weimar en que la situación económica fue aún
normal. Al comparar este año con 1938, se observa que, de los tres aspectos
claves del consumo anteriormente citados, sólo los muebles y los artículos do
mésticos muestran un aumento, y éste puede atribuirse, más que a un aumen
to, del nivel de vida, a la entrega que hacía el régimen de incentivos en metá
lico a los recién casados. El total de la producción nacional de 1938 excedió
al de 1928 en casi un 10 por ciento, pero el aumento de la población y los
cambios producidos en el consumo a causa de la Depresión redujeron el nivel
general de dicho año 2 (durante la época nazi, el consumo per capita de ar
tículos de calidad era menor que el correspondiente a Weimar, mientras que
el de productos de baja calidad era mayor).
Sin embargo, el ciudadano medio del Tercer Reich no era propenso a las
comparaciones estadísticas retrospectivas. En 1938, la mayoría de la pobla
ción no sólo se sabía mucho más acomodada que en 1932 sino que —invir-
tiendo el famoso axioma de Marx según el cual el ser (Sein) determina la
consciencia (Bewusstsein)— también se creía en mejor situación económica
que antes de la Depresión.
Uno de los aspectos más notables del Tercer Reich fue su éxito en dar la
22O HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
cuando se hizo usual también vender pan del día anterior (porque había que
masticarlo más y duraba más). El pan de salvado de la guerra daba lugar a
fiatulencias, fenómeno que se apreciaba desagradablemente en los lugares
públicos. Durante toda la guerra, el suministro de pan siguió siendo relati
vamente abundante, pero las reducciones (de 21/2 a 2 kg en 1942, por ejem
plo) hacían descender cada vez la moral de la población.
En 1938, los alemanes consumían solamente una octava parte más de car
ne que durante la Depresión; su consumo anual per capita era de 48,6 kg
(frente a 64 kg en el Reino Unido y 57 en Estadosi Unidos).9 La carne de
cerdo representaba más de la mitad de la cantidad total de carne consumida
■en Alemania, mientras que la proporción de ternera y buey era de menos de
la tercera parte de la norteamericana.10
Cumpliendo el deber prescrito oficialmente de “desarrollar un estómago
apolítico”, los alemanes consumieron cada vez más pescado como sustitutivo
•de la carne, y el consumo de pescado aumentó un 40 por ciento entre 1932
y 1938.11 El racionamiento de carne en tiempo de guerra no fue muy severo
«n un principio: 500 gr a la semana (algo menos que en Gran Bretaña) en
1940.12 En 1942, la ración del consumidor normal fue reducida bruscamente
a 300 gramos, o sea sólo una tercera parte del promedio del tiempo de paz.
Aun así, los 16 kg al año todavía podían compararse favorablemente con la
asignación de 12V2 kg de 1917.
Pero el consumidor medio no era una figura plenamente representativa,
apuesto que la Wehrmacht —invariablemente mejor aprovisionada que la po
blación civil—·, junto con los siete millones de obreros “empleados en traba
jos pesados”, hacían subir el promedio. Los mineros del Ruhr considerados
•como empleados en “trabajos excepcionalmente pesados” tenían una asigna
ción dos veces y media mayor que la del ciudadano normal, aunque, aun así,
su consumo de carne en 1942 era un 40 por ciento inferior al de antes de la
guerra. En otoño de 1942 hubo un aumento a 350 gramos semanales, que
elevó la moral de la población, pero en la primavera siguiente se produjo una
drástica reducción a 250 gramos; esta ración, sin embargo, era aún dos veces
'mayor que la de Francia (120 gramos) o Polonia (100 gramos).13 A finales de
1944 se produjo una enorme elevación del consumo de carne, debido a que,
en su retirada, la Wehrmacht condujo grandes rebaños de ganado al Reich
para su matanza, dejando a países como Holanda abandonados al hambre.
Es difícil valorar las cifras de consumo de mantequilla y margarina: mien
tras la margarina suele ser la mantequilla de los pobres, el afán de autarquía
de Jos nazis consiguió reducir el consumo de margarina (importada) de la
misma manera que se hacía en todos los demás países con la mantequilla.
Así pues, el aumento, entre 1932 y 1938, de una sexta parte del consumo per
‘capita de mantequilla, así como el simultáneo descenso de una cuarta parte
222 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
cadas al cultivo del lúpulo. En 1938, el consumo de 68 litros al año era com
parable al británico y excedía al norteamericano en sólo una tercera parte.
En 1938, el consumo medio alemán de vino había subido en un 50 por cien
to, a 6 litros al año (tres veces el de Gran Bretaña y Estados Unidos), mien
tras el de coñac se había prácticamente duplicado: con 1-2 litros, estaba muy
por encima del británico y era aproximadamente la mitad del norteamericano.29
La situación de la guerra se caracterizó por la gradual adulteración de la cer
veza —denominada “lavativa a la Conti”*— y por el racionamiento de alco
hol. El mercado negro, extendido por toda la Europa ocupada, y las genera
lizadas prácticas ilegales (los cafés de Berlín servían alcohol en tazas de café),
impiden una apreciación estadística precisa.
En comparación con 1932, el consumo de cigarros y cigarrillos había
aumentado casi en un 50 por ciento en 1938, y, a pesar de la elevación de
los impuestos, la guerra aceleró aún más esta tendencia al aumento, con lo
que, en 1941, se dobló la producción de tabaco de antes del Tercer Reich.
Las cifras no reflejan por sí solas la importancia del consumo de tabaco du
rante la guerra. La creciente habituación por parte de las mujeres ocasionó
controversias,30 y el tabaco asumió gradualmente la función de moneda de
reserva. La escasez de productos de consumo —especialmente en el campo—
privó al dinero de su atractivo como medio de intercambio, y los granjeros
cambiaban huevos por cigarrillos (a razón de uno por uno), libras de mante
quilla por paquetes de tabaco de pipa y libras de carne por diez cigarrillos.31
Son varias las conclusiones que se derivan de un examen del abasteci
miento de artículos de comida y bebida en Alemania durante el Tercer Reich.
Después del duro golpe que representó la Depresión, el régimen nazi logró
una mejoría general ■ —aunque bastante irregular— del nivel de vida, con au
mentos en un consumo de carne, pescado, productos lácteos, café, alcohol y
tabaco, aumentos contrarrestados por reducciones en el consumo de artículos
tales como fruta, algunas grasas, huevos, volatería, verduras y arroz. (Las re
ducciones en cantidad iban, además, acompañadas del empeoramiento en la
calidad de toda una serie de artículos.) No obstante, hay que tener en cuenta
que el empeoramiento de la calidad no reducía forzosamente el valor nutri
tivo de los alimentos. Este era el caso, por ejemplo, de la harina destinada
a la elaboración de pan, que se molía más intensamente. En comparación con
Estados Unidos y Gran Bretaña, la dieta de los años de paz de la Alemania
nazi no era ni mucho menos atractiva. Los anglosajones ·—especialmente los
estadounidenses— consumían más carne, pan blanco, azúcar y huevos, y los
alemanes más col, pan de centeno, patatas y margarina. Pero este tipo de
limitación afectaba al paladar y no a la salud del alemán medio. Esto fue así
durante la mayor parte de la guerra; sólo hasta el año 1943 la escasez de gra
sas y proteínas resultó algo más que simplemente molesta para el consumi
dor alemán.
Las estadísticas que hemos citado presentan la situación en términos gene
rales y no dan idea de los importantes aspectos sociológicos del consumo. Un
cartel editado por el Bienestar del Pueblo, expuesto en la Exposición Agríco
la de Berlín de 1943, era significativo del tipo de consumo a que había dado
lugar el desempleo masivo. El cartel, que llevaba la leyenda “Lo que quere
mos es la comida de diez pfennigs”, explicaba cómo con 50 gramos de trigo
sarraceno (que costaban 3,5 pfennigs) y con un poco de grasa y cebolla podía
prepararse una papilla que constituía una comida nutritiva. El restablecimien
to del pleno empleo eliminó la necesidad de comidas de diez pfennigs, pese
a lo cual, en 1938 —año de pleno empleo en que se duplicó el consumo de
coñac— se observó que, en las cantinas de las fábñcas, muchos obreros
preferían tomar bocadillos de salchicha o incluso pan con zumo de remola
cha o aceite de linaza (cuyo coste era de 20 pfennigs) a una comida caliente,
que costaba 45 pfennigs.32 *
La autarquía constituía un factor adicional de limitación del consumo, y
la Unión de Mujeres Nazis asumió la importante tarea de enseñar a las amas
de casa a ajustar sus recursos a los productos nacionales más abundantes y
asequibles en cada temporada. La lista de alimentos recomendados para octu
bre de 1937, por ejemplo, incluía pescado, col, mermelada, queso, leche des-
natada, uva y avena.83 Como hemos visto, los propagandistas del partido ex
hortaban al público a crearse un “estómago político”,34 versión laica de la
“comida de plato único”, conocida como el “día de ayuno y abstinencia”
nacional.
Sin embargo, el “estómago político” de la nación se mostraba en ocasio
nes menos desarrollado de lo que exigían los dietistas: la alegría con que fue
acogido el anuncio de Goebbels (hecho en la asamblea de Nuremberg de
1938) de que se elaborarían nuevamente panecillos de trigo, provocó agrias
invectivas editorales contra “aquellos que pretenden que van a morir de
hambre en cuanto les falta su provisión regular de pasteles y de nata”.85
Los tenderos —situados entre los “dietistas” y las amas de casa— eran
otro blanco de críticas. El periódico de la Corporación Nacional de Produc
tores de Alimentos les tachaba de “gruñones y alarmistas que, en lugar de
reeducar a los diecisiete millones de amas de casa con las que están en con
tacto diario, se pasan el tiempo quejándose, desde detrás de su mostrador, de
las inevitables escaseces”.30 Pero los tenderos alemanes no estaban tan absor
tos en la autocompasión como esto parece indicar. En 1935, cuando se hicie
ron sentir las primeras escaseces, se mostraron capaces de traspasar a los de
más parte de los inconvenientes, sobre todo mediante las “transacciones em
parejadas”, es decir, obligando a los clientes que pedían artículos escasos a
comprar simultáneamente otros productos cuya venta les resultaba provecho
sa. Los intentos de evitar esta práctica no tuvieron completo éxito, y la acep
tación por parte del público al comprar artículos que no eran de inmediata
necesidad se vio reflejada en la frase popular: Der deutsche Gruss ist Pflau-
menmuss (el saludo alemán —es decir, el Heil Hitler obligado al entrar en
las tiendas— es “mermelada de ciruela”).
Sin embargo, estos trastornos del sistema de distribución provocados por
la autarquía y el esfuerzo de producción de armas no eran los únicos aspectos
del panorama del consumo. La demanda y la oferta de algunos artículos de
consumo aumentaba visiblemente, y durante los últimos años de la paz los
grandes almacenes y las tiendas mostraban todos los signos de la prosperi
dad, desde las pródigas exhibiciones de mercancías y los enjambres de ávidos
compradores hasta los vendedores indiferentes (cuando no abiertamente gro
seros). Pero esta prosperidad era tan desigual como la expansión del consumo
de productos alimenticios a que nos hemos referido antes. Junto a impeca
bles artículos de cristalería, porcelana, cubertería, electricidad y relojería
(cuyos precios habían sido reducidos por decreto gubernamental),37 estaban
los productos textiles y artículos de aseo (por ejemplo, jabón Ersatz) que
habían experimentado un empeoramiento de calidad, cuidadosamente ca
muflado.
A partir de la Depresión, el consumo de artículos de vestir había aumen
tado en más de una cuarta parte, y su coste se había elevado en una pro
porción aproximadamente igual.38 Muchas de las prendas estaban confeccio
nadas con Zellwolle, material sustitutivo de la lana que resultaba relativa
mente útil pero que no protegía suficientemente del frío. Había materiales de
vestir, mantelerías e incluso pañuelos, de seda artificial, a cuyos compradores
se advertía que no los lavasen con agua caliente.39 Las sábanas escaseaban,
los cortinajes eran escasos y caros, y los precios de las alfombras eran prohi
bitivos.40
Se exhortaba a los consumidores a reducir al máximo sus compras de pro
ductos textiles. Al constatar con desaprobación que se enterraba a los muertos
vestidos con ropas caras, el alcalde de Pirmasens promulgó una disposición
en contra de tal despilfarro, que privaba a los descendientes del difunto de
prendas de vestir necesarias.41
Los propietarios de restaurantes recibieron instrucciones en el sentido de
aprovechar las sobras: “Las sobras que pueden provocar náuseas en una per-
228 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
sona normal no son aptas para el uso; pero no hay que tener en cuenta las
exigencias de los paladares hipersensibles”.42
El panorama del consumo inmediatamente anterior a la guerra era alta
mente complejo, y tan importante como la escasez y la austeridad económica
era la compra a plazos en una escala sin precedentes. Cuando se aplicaron,
en septiembre de 1939, las primeras medidas de racionamiento (que eran
poco severas, pues, con el fin de popularizar la guerra, el régimen procuró no
diferenciar demasiado el abastecimiento de guerra del habitual en la paz), se
calculó que dos quintas partes de la población disfrutaba de un nivel de vida
más elevado que antes de la guerra.43 En una importante zona del consumo
alimenicio, la mantequilla y las grasas, en la que había funcionado práctica
mente el racionamiento antes de estallar la guerra, el gobierno acudió en
ayuda de los más pobres con un sistema de cartillas que garantizaba a vein
tidós millones de personas cantidades mínimas de margarina, mantequilla,
grasas, embutidos, tocino y queso a unos precios entre el 25 y el 50 por
ciento más bajos que los del mercado.44
El hecho de que Alemania fuese el primero de los países contendientes
que racionó la ropa de mesa y de cama, los cortinajes y las alfombras da idea
de la escasez que sufría en materia de artículos textiles.45 El racionamiento
textil funcionaba a través de cartillas de racionamiento y de bonos de com
pra. La Cartilla de Artículos de Vestir, que se entregó a cada ciudadano,
tenía una asignación anual y fluctuante de puntos —150 en 1940, 80 en 1942—·
canjeables por una amplia pero no completa gama de prendas.* Los bonos
suplementarios se concedían de modo selectivo a los solicitantes que podían
demostrar que carecían de ciertos artículos, como por ejemplo, chaquetas de
hombre o abrigos de mujer, o bien que dichas prendas estaban estropeadas.
Cuatro sábanas, una funda de almohada, una manta o un edredón, un col
chón y tres toallas se consideraban suficientes. Si se concedía un bono adi
cional porque un determinado artículo estaba deteriorado, era obligatorio
entregar este último.48
Existía una gran demanda de abrigos de piel femeninos (artículo que no
En un capítulo sobre los aspectos del consumo quizá no esté de más abor
dar la cuestión general de la medida en que el Tercer Reich se aproximaba a
una sociedad de consumo. Los Estados Unidos ofrecían en aquella época un
modelo de este tipo de sociedad que, en líneas generales, puede servir como
base de comparación, ya que, aunque victoriosos en 1918 y más ricos en re
cursos," eran, desde los puntos de vista industrial y tecnológico, un país simi
lar a Alemania y habían sido afectados de manera parecida por la Depresión.
El automóvil constituía el signo de la sociedad de consumo; el hecho de que
Henry Ford personificase el “programa industrial” de Estados Unidos y
Krupp von Bohlen el de Alemania era sintomático de la divergencia entre las
dos culturas económicas. Las distintas tradiciones que llevaban a cada país
en una dirección económica e industrial diferente dieron como resultado un
dramático desequilibrio entre sus respectivas bases para el establecimiento de
una sociedad de consumo. En 1930, cuando la proporción entre las poblaciones
de Estados Unidos y Alemania era de dos a uno, Estados Unidos tenía en
circulación 23 millones de automóviles, frente al medio millón de Alema
nia.®1 La brecha entre el Reino Unido y Alemania, en el mismo año, era
mucho menor: aproximadamente un millón frente a medio millón; la propor
ción demográfica era de poco menos de dos británicos por tres alemanes, y la
disparidad en el potencial industrial estaba en la misma proporción. Durante
los años treinta, el total de la propiedad de automóviles se triplicó en Alemania
y se duplicó en Gran Bretaña, pero aun así la proporción de coches en Alema
nia antes de la guerra seguía estando un 50 por ciento debajo del nivel britá
nico de cuatro años antes.02
Es decir, que Alemania no se aproximaba de modo notable a una socie
dad de consumo. En 1936, el ex ministro del gabinete, Eltz von Ruebenach,
había calculado,63 que, dados los ingresos de los alemanes, un millón seiscientos
mil de ellos, como máximo, podrían convertirse en propietarios de un auto
móvil en un futuro previsible. La extensión óptima de esta élite propietaria
de automóvil se había alcanzado prácticamente en 1939, y el proyecto Volks
wagen había presagiado un año antes el paso a una forma auténticamente
popular de la propiedad de automóvil. Pero también este proyecto suscitó
esperanzas mayores de las que era capaz de satisfacer. Con un precio inferior
a los mil marcos (pagaderos en cuatro años), el VW habría comprometido a
los compradores a pagar plazos semanales de seis marcos sin incluir gastos
de matriculación y de seguro. En otras palabras, la inversión total semanal
en un coche habría representado entre una tercera y una cuarta parte de la
* Estos hechos fueron aún más evidentes después de 1945, sin que fueran obstáculo
para la indiscutible aparición, en la República Federal, de una americanizada sociedad de
consumo.
EL CONSUMO 233
* E n octubre de 1942, Hider había nombrado al jefe del Frente del Trabajo delegado
del gobierno para el plan nacional de la vivienda (cf. Archivo Federal de Koblenz Bestand
R 41, Reichsgesetzblatt I, p. 623).
15
LA SANIDAD
1/1351 a 1/1432— durante los años de paz.6 Y el aumento del 10 por ciento
en el número de enfermeras no implicó una mejora proporcional en la aten
ción a la salud pública. Dicho aumento provenía en parte de la fundación
de una “hermandad parda” de enfermeras, saturada de la ideología eugenési
ca de los nazis, prestaba juramento al “evangelio de la indivisible comuni
dad del pueblo”.7 Estas “enfermeras pardas” eran menos una adición que un
sustitutivo para el cuerpo de enfermeras, organizado en parte por sectas reli
giosas; por ejemplo, aceptaban, en relación con el programa de esterilización,
obligaciones que las religiosas católicas enfermeras consideraban inaceptables.
Sin embargo, el régimen consiguió ciertas mejoras en el terreno de la sani
dad. Promovió, por ejemplo, una detección más intensiva de las enferme
dades en sus comienzos mediante pruebas de adecuación, obligatorias para
todos los recién casados y solicitantes de préstamos matrimoniales y subsidios
familiares.
Posiblemente era más importante como aparato de sanidad auxiliar la dis
ponibilidad de ciertas organizaciones del partido que podían activarse cuando
surgía la ocasión. Después de haberse apoderado de un bien organizado ser
vicio de sanidad pública, el régimen disponía así de recursos adicionales para
remediar deficiencias en el funcionamiento de dicho servicio. Si, por ejemplo,
una delegación local de sanidad encontraba demasiado caro el establecimiento
en una zona poco populosa de centros de asistencia infantil, la rama local del
Bienestar del Pueblo intervenía a veces instalando un centro de asistencia
maternal e infantil, y ordenaba oficialmente a todas las madres y niños de la
zona que se presentaran a exámenes obligatorios para la prevención del ra
quitismo.8
Las organizaciones especializadas del partido estaban también en condi
ciones de efectuar exámenes masivos por rayos X (en Pomerania, provincia
de menos de 2 millones de habitantes, la unidad especial Roentgen de las SS
manifestó haber examinado por rayos X a 800.000 habitantes en el curso de
1938).9 Durante la guerra, cuando el tifus portado por los piojos se estaba ex
tendiendo por el Reich, no apareció en la prensa ningún anuncio público sobre
medidas de cuarentena —cosa que habría podido socavar la moral—, pero la
organización del partido propagó de palabra directrices respecto a medidas
preventivas.10
Por otra parte, la preocupación de los nazis por el deporte y la forma física
necesariamente había de tener un efecto beneficioso sobre la salud pública,
aunque en realidad el nivel en este terreno era ya muy alto antes y la típica
tendencia nazi al esfuerzo excesivo dio lugar también a inconvenientes. Así,
el periódico del Servicio de Sanidad Pública, citando el caso de un hombre
de mediana edad que había ganado una medalla deportiva y poco después
había solicitado una baja por enfermedad, decía:
LA SANIDAD 239
“Es dudoso el valor del deporte para los que pasan de cuarenta y cinco
años. A una reciente convocatoria deportiva se presentaron hombres de hasta
cincuenta y cinco años que lanzaban una pelota de 3 kilos de peso a una dis
tancia de 6 metros y medio, saltaban 2,80 metros y corrían 1.000 metros en
seis minutos. A la mayoría de hombres les desagrada aparecer enfermos o
débiles a los ojos de sus compañeros y convertirse así en objeto de burlas,
y se obligan por ello a esfuerzos físicos que pueden tener resultados graves.” 11
Del mismo modo, a fin de evitar “la violencia y los esfuerzos excesivos”,
la Wehrmacht prohibió competiciones tales como combates de boxeo a me
nos que tuvieran lugar bajo la supervisión de oficiales.12
Sin embargo, estos subproductos negativos de la obsesión oficial por la
educación física eran sólo parte de un conjunto. El hecho de que en el mo
mento álgido de la guerra (con muchos hombres en el frente) más de 5 mi
llones de personas poseyeron el certificado deportivo de A la Fuerza por la
Alegría13 debía evidentemente mucho a la existencia de instalaciones depor
tivas en empresas industriales, promovida por el estado, y a la instrucción
física obligatoria durante el horario de trabajo, así como a otras actitudes pa
recidas, tales como la de los ferrocarriles, que condicionaban el contrato de
trabajo permanente a la posesión de la medalla deportiva nacional.14
El horario de las escuelas incluía cinco sesiones deportivas por semana, y
los muchachos que dejaban la escuela se encontraban frecuentemente con
nuevas dosis de educación física en el programa del aprendizaje.15 Entre 1935
y 1938, el número de noches pasadas anualmente por individuo en Albergues
de Juventud aumentó en más de una quinta parte (de 7 millones a 8 y me
dio),16 y una encuesta realizada en Baviera estableció que, por cada mucha
cho que sufría pérdida de apetito en los campamentos de verano de las Ju
ventudes Hitlerianas, dos aumentaban de peso.17
Por otro lado, la salud ortopédica de los miembros de las Juventudes Hitle
rianas se vio afectada negativamente (el 37 por ciento de los muchachos re
clutados en 1936 tenían los pies planos),18 al igual que su salud mental. Las
señales de aumento de nerviosismo se diagnosticaron no sólo entre los jóve
nes, sino también entre mujeres que combinaban las responsabilidades do
mésticas con la obtención de un salario y entre los hombres, particularmente
los que trabajaban a destajo.
Por lo que se refiere a la tensión nerviosa general, el impacto del Tercer
Reich sobre la psique nacional fue bastante ambivalente. Parece indudable
que la toma del poder engendró una amplia mejoría de la salud mental;18
esto fue no sólo resultado de la expansión económica, sino de la mayor iden
tificación de muchos alemanes con los objetivos nacionales. Este efecto fue
similar al que normalmente tienen las guerras sobre el suicidio y la depresión
(la Alemania nazi conoció este fenómeno dos veces: en 1933 y en 1939). Pero,
240 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
tes por difteria era cuatro veces mayor en Alemania que en Estados
Unidos,
5. Disentería: En los años treinta, la situación era mejor que en Inglaterra
y peor que en Estados Unidos. A principios de la guerra el número de
casos era el doble que en tiempo de paz (pero —como señalaba el doctor
Conti— sólo una octava parte del de la Primera Guerra Mundial). La
mortalidad general durante la guerra fue bastante más alta que en Ingla
terra y más baja que en Estados Unidos.44
6. Escarlatina: El número de casos se dobló sobradamente entre 1932 y
1938. La cifra de casos era favorable con respecto a Inglaterra, aunque
no en relación con Estados Unidos, mientras la mortalidad era más alta
en los dos países anglosajones. Durante la guerra, la cifra de casos, así
como la de mortalidad, en Alemania se triplicó aproximadamente —casi
un millón de enfermos entre 1941 y 1943—, mientras Inglaterra y Esta
dos Unidos mostraban un constante descenso en ambos aspectos. En
1943 morían de escarlatina veinte veces más alemanes que británicos, y
seis veces más que norteamericanos.
7. Gripe: El índice alemán de fallecimientos mostró un cierto descenso tan
to durante la paz como en la guerra. Fue bastante más bajo que en In
glaterra y notablemente más alto que en Estados Unidos.
8. Meningitis cerebroespinal: El número de casos en tiempo de paz era algo
más bajo que en Inglaterra y mucho más bajo que en Estados Unidos.
Durante la guerra, la cifra alemana fue bastante menor que la británica,
y considerablemente superior a la norteamericana.
9. Poliomielitis: En la paz como en la guerra, tanto el número de casos
como el índice de mortalidad eran bastante más altos que en Inglaterra
(de ello se culpaba en parte a las Juventudes Hitlerianas, que construían
piscinas al aire libre sin protección adecuada contra una extensión de la
infección). Es difícil establecer una comparación con las tendencias en
Estados Unidos debido a las grandes fluctuaciones que se producían en
este país.
10. Pulmonía: En tiempo de paz, el índice de mortalidad en Alemania exce
día algo al británico. Durante todo este período, el índice norteamericano
de mortalidad descendió gradualmente de su nivel relativamente alto
hasta llegar a estar por debajo del de Alemania.
11. Sarampión: El índice alemán de mortalidad era bastante más bajo que
el británico, pero estaba algo por encima del de Estados Unidos.
12. Septicemia puerperal: Hubo una reducción gradual tanto de la enferme
dad como de la mortalidad en los años treinta, pero las cifras aún se
246 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LA FAMILIA
años no se casaría, y la inflación vino, por otro lado, a agravar este problema
demográfico. Era cosa aceptada, además, que las familias menos numerosas
disfrutaban de un nivel de vida más alto y podían preparar mejor a sus
hijos para la vida. Pero las medidas anticonceptivas no se practicaban de
modo uniforme por todo el país: en las zonas católicas eran objeto de activa
oposición y en los distritos campesinos tenían que luchar con arraigados
prejuicios.
El índice medio de nacimientos en los años veinte había sido de 20,3 por
1.000. Este relativo descenso —que fue acelerado por la Depresión— provocó
los funestos presagios de los nacionalistas, que simultánea (y paradójicamen
te) adoptaron el título de la novela de Hans Grimm Pueblo sin Espacio (Volk
ohne Raum) como resumen de los males del país en la posguerra.
Fue esta tradición la que llevó a los nazis a dar absoluta prioridad al
aumento del índice de natalidad al tiempo que pedían Lebensraum. Su inte
rés por la familia estaba motivado por la política de poder, pero coincidía
con generalizadas aspiraciones populares. “Restablecer a la familia en el
lugar que le corresponde” parecía ser el slogan no político alrededor del cual
podían cristalizar los anhelos de quienes se apartaban de las complejidades
del presente.
Naturalmente, este slogan era en realidad cualquier cosa menos apolítico:
el modelo familiar anterior a 1914 estaba centrado en el varón y era autori
tario. Los que sacaban partido de él vieron la liberalización de las relacio
nes familiares y costumbres sexuales de después de la guerra como un ataque
a los cimientos del orden social; aquellos a quienes desagradaba la República
atribuían a la misma causa el aumento de la prostitución juvenil originado
por la Depresión.
Pero estos hombres consideraban aún mucho más grave el descenso del
índice de natalidad que se produjo simultáneamente. El colapso económico
lo había afectado en dos sentidos: los matrimonios practicaban una limita
ción familiar mucho más estricta, y la discriminación en el trabajo en favor
de los hombres con familia dejaba a los solteros sin trabajo y sin posibilidades
de casarse. Como consecuencia, el índice de nacimientos descendió en más de
una cuarta parte —de 20,3 en los años veinte a 14,7 en 1933—.* (El índice
de matrimonios se vio afectado de manera menos drástica: descendió en una
octava parte, de 9,1 por 1.000 a 7,9 en 1932.)
El nuevo régimen demostró su afirmación de ser buen protector de la vida
familiar imponiendo fuertes limitaciones a la igualdad de la mujer, al aborto,
la manipulación del lenguaje, los rituales y las presiones sociales, así como a
través de un plan de revolución doméstica. Se efectuaban exposiciones enca
minadas a mostrar que los hombres más grandes del mundo tenían una doce
na de hermanos (o de hijos, como por ejemplo Juan Sebastián Bach),5 y se
dio valor aristocrático al término “familia” reservándolo oficialmente a los
padres con cuatro hijos o más. Se utilizaba constantemente la emotiva expre
sión Kindersegen (bendecido con hijos), mientras al deseo de una vida no
estorbada por los hijos —o incluso de una estricta limitación familiar— se le
llamaba “subproducto de la civilización del asfalto”, considerándolo tan des
preciable como la deserción en la batalla.
Se puso en movimiento un verdadero culto a la maternidad. Anualmente,
el 12 de agosto (cumpleaños de la madre de Hitler), se concedía a las madres
prolíficas la Cruz de Honor de la Madre Alemana (de tres clases: bronce para
más de cuatro hijos, plata para más de seis, oro para más de ocho).6 Las me
dallas, que llevaban grabada en el anverso la frase “El hijo ennoblece a la
madre”, se imponían en ceremonias dirigidas por los jefes de barrio del par
tido. La prolífica madre alemana debía “ocupar en la comunidad del pueblo
el mismo puesto de honor que el soldado de primera línea, puesto que los
riesgos a que somete su salud y su vida por el Volk y la Madre Patria son
iguales a los que corre el soldado en plena batalla”.7 El Volkischer Beobachter
anunció: “En agosto de 1939 serán condecoradas tres millones de madres
alemanas; en el futuro, todos los miembros de las organizaciones juveniles
del partido estarán obligados a saludar a las portadoras de la Cruz de Honor
de la Madre; así les rendirá homenaje la generación joven”.8
El reflejo del homenaje se extendió más allá de las filas del partido. En
tranvías, autobuses y metros, los hombres se ponían en pie de un salto para
ofrecer sus asientos a las mujeres embarazadas o a las que llevaban niños
pequeños. Durante la guerra, cuando la adoración nazi de la maternidad llegó
a su punto culminante con la creación del slogan “He donado un hijo al Füh
rer”, las futuras madres recibían también raciones mayores de alimentos y
cobijo más seguro contra los ataques aéreos.
Pero ¿y las esposas que no habían dado ningún hijo al Führer? Eran una
cantidad considerable: una mujer casada de cada cinco; una de cada tres en
Berlín.* A mediados de los años treinta, una comisión para asuntos eugenési-
cos formada por portavoces del partido y abogados hizo hincapié en el des
perdicio genético que representaba permitir el mantenimiento de estos ma
trimonios, puesto que las personas ahora estériles podían resultar fértiles en
15 A finales de 1938, el 22,6 por ciento de los dieciséis millones de mujeres casadas
de Alemania no tenía hijos (cf. Frankfurter Zeitung, 2 4 de mayo de 1939). En Berlín, el
3 4,6 por ciento de las 1.126.000 mujeres casadas no tenían hijos (cf. Kurt Pritzkoleit,
Berlin, Karl Rauch, Düsseldorf, 1962, p. 15).
LA FAMILIA 253
* Se requería para esto el acuerdo de una comisión de tres médicos así como el
consentimiento de la madre (cf. W allace R. Deuel, People under Hitler, Harcourt Brace,
Nueva York, 1942, p. 248).
* * E n Nordhausen, un médico fue condenado a seis años de prisión por cuatro abortos
consumados y un cierto número de intentos (cf. Frankfurter Zeitung, 2 de septiembre de
1937). En Gottingen, un colega suyo fue condenado a quince años por quince abortos
consumados (Frankfurter Zeitung, 16 de junio de 1939).
e<f* Se obtiene así la llamada Dunkelziffer (cifra negra) que utilizan los sociólogos
alemanes (como W olf Middendorff, en Soziologie des Verbrechens, Dusseldorf, 1959).
256 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
cada año de paz del régimen. (Así, en 1936, el 6,6 por ciento de todos los
niños nacidos murieron dentro del primer año; en 1938, el índice bajó al
6,0 por ciento.) 24 La guerra invirtió esta tendencia, de modo que, en 1943,
los casos de mortalidad infantil en Alemania eran el 7,2 por ciento, frente al
británico de 4,8 y al norteamericano de 4,0 por ciento. (También en tiempo de
paz las cifras anglosajonas eran bastante más bajas que las alemanas.)
Una de las razones de esta situación relativamente desfavorable era el
hecho de que los patronos y las trabajadoras alemanas se mostraban reacios
a observar las disposiciones de la “ley de protección a las madres” de 1927,
que prohibían que éstas trabajasen durante las seis semanas anteriores y
posteriores al parto. Las empleadas embarazadas preferían a menudo traba
jar hasta el comienzo de los dolores antes que verse perjudicadas por una
reducción de la paga del 25 por ciento. Por la misma razón se ocupaban de
sus hijos sólo durante unos días y después los entregaban al cuidado de otra
persona. Para combatir esta práctica, la organización “Madre e Hijo” creó
hogares de convalescencia posnatal, así como guarderías en los pueblos.25
Otro aspecto de la situación demográfica general del país era el aumento
de la esperanza media de vida en más de veinte años, entre la Guerra franco-
prusiana y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Esto significaba que
mientras antes de 1914 un tercio de la población tenía menos de dieciséis
años, en los años treinta estos jóvenes constituían sólo una cuarta parte.28
Los cambios en la cifra relativa de jóvenes y ancianos eran algo más
que una cuestión de proporciones cambiantes. Hasta 1933 los nazis se
habían presentado con éxito —y no injustificadamente— como el partido de
la Juventud con respecto a la Vejez; al tomar el poder habían declarado
de modo autoritario que se iba a poner fin al enfrentamiento generacional;
no se permitiría que ninguna cuestión conflictiva estropease la armonía interna
de la familia y el Reich. El régimen consiguió realmente rejuvenecer las cabe
zas de ambas instituciones: la edad media de los miembros del gabinete
del Reich estaba unos diez años por debajo de la de sus predecesores repu
blicanos (o de sus homólogos occidentales), mientras la edad media en la
que se casaban las parejas jóvenes se redujo de dos a tres años como re
sultado de la reactivación económica y de las medidas para promover el
crecimiento demográfico.27
No obstante, la vida familiar siguió viéndose afectada por conflictos
entre las generaciones, aunque en forma menos abierta. Al ser más suscep-
tibies al adoctrinamiento y estar más expuestos a él en la escuela y en las
Juventudes Hitlerianas, los jóvenes tendían a mostrar una mayor conformi
dad (por no decir un mayor fanatismo) que sus mayores.
Con el temor de los padres a ser denunciados por sus hijos o ál hecho
de que las conversaciones familiares pudieran ser inocentemente repetidas en
LA FAMILIA
* Sturmabteilung.
** Bund Deutscheer Madchen (Unión de Jóvenes Alemanas).
258 HISTOBIA SOCIAL DEL TERCER REICH
e L a mano de obra femenina aumentó en casi un 5 0 por ciento entre 1937 y 1939:
en 1942, su volumen era casi el doble del que había sido antes de la toma del poder.
LA FAMILIA 259
tiones de moralidad sexual, descubrían a menudo que las bases del código
que aplicaban no eran en absoluto coherentes. Así, el mismo año, dos institu
ciones jurídicas diferentes trataron casos de adulterio de manera diametral
mente opuesta. La Cámara Disciplinaria (Dienststrafkammer) de Turingia
despidió de su puesto a un profesor de escuela primaria, de cuarenta y
cinco años, que había cometido adulterio, mientras el Tribunal de la Pro
piedad Agraria (Landerhofgericht) de Celle se negó a declarar inepto para
la adjudicación de una propiedad hereditaria a un campesino acusado del
mismo delito, citando en su apoyo la opinión de las gentes del pueblo.39 *
En el caso del Tribunal Laboral del Reich, fue una misma institución
la que adoptó dos decisiones contradictorias entre sí. El tribunal defendió
el despido de una dependienta soltera por el hecho de que “la evidencia
de su estado podría ofender la susceptibilidad de los clientes”,40 pero llegó
a una conclusión opuesta respecto a una empleada industrial despedida por
motivos análogos. “Este embarazo no debe ser considerado ipso facto como
inmoral y reprochable.”41
Nada mejor como ejemplo de la incoherencia profunda del código moral
nazi que la posición de las mujeres bajo la legislación sobre corrupción ra
cial de 1935 y la reforma del divorcio de 1938. La ley sobre corrupción racial
reflejaba la visión que tenía Hitler del sexo, característicamente superficial
y anticuada, como una relación sujeto/objeto en la que el varón tenía un
papel constantemente activo respecto a los indefensos juguetes de sus de
seos. Esto daba como resultado una obvia discriminación respecto a los varo
nes procesados. Casos de corrupción racial proporcionaron el absurdo espec
táculo de que tribunales nazis favoreciesen a acusados judíos a costa de
personas de raza aria, pero sólo cuando el ario, en los casos de coito “mixto”,
■era el varón. (A este propósito, incluso el Schwarzes Korps criticó este prejui
cio introducido en la legislación sobre corrupción racial en su número del
8 de diciembre de 1938).
En la esfera de la legislación sobre el divorcio, la ley tendía a mostrar
prejuicios en el sentido opuesto. El índice de divorcios subió de modo más
vertical durante los años de paz del Tercer Reich que el de matrimonios o
nacimientos. Mientras el total de matrimonios en 1939 superaba al de 1932
° Fue este último juicio el que marcó la pauta, cada vez más, de la actitud de los
•tribunales, adoptada a menudo por deferencia a una opinión expresada en el Schwarzes
Korps. Un tribunal llegó a citar una diatriba de este periódico para justificar la revocación
d e una decisión anterior según la cual había definido como “procuring” la tolerancia
ante las relaciones sexuales de una pareja de prometidos por parte de los futuros padres
políticos (cf. Juristische Wochenschrift, 1937, p. 2, 387). Un tribunal de Berlín determinó
que el hecho de vivir en pecado constituía motivo válido para romper un contrato de
inquilinato sólo en el caso de que la pareja en cuestión suscitase la indignación de los
vecinos por su conducta escandalosa (cf. Frankfurter Zeitung, 2 3 de agosto de 1939).
LA FAMILIA 261
e Fue la promulgación de esta ley lo que dio lugar al súbito aumento del número
de divorcios entre 1938 y 1939.
* * Pero las estadísticas de divorcios que hemos citado no incluían las cifras corres
pondientes a Austria; en este país, la introducción de la nueva ley dio lugar a una cantidad
tan grande de solicitudes de divorcio que se hizo necesario imprimir formularios diferentes
para aliviar el trabajo de los funcionarios encargados de tramitarlos (cf. Frarilcfurter Zeitung,
14 de agosto de 1938).
262 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* Según la ley de 1938, las ex esposas que habían sido parte inocente en el divorcio
debían renunciar a cualquier indemnización monetaria, a menos que fuesen ancianas o
inválidas o tuviesen hijos menores.
oi> De 101.094 en 1937 a 112.339 en 1939 (cf. Statistisches Handbuch für Deutschland
1928-1944, ya citado, p. 47).
**** E n Colonia, por ejemplo, de cada mil niños nacidosvivos, 86 eran ilegítimos en
1937, y 103 en 1940 (en 1933, la cifra fue 96).
***** E l ministro del Interior decretó que las madres de hijosilegítimos tenían derecho
al tratamiento Frau. Si el nacimiento se había producido fuera del distrito de residencia
de la madre, no era necesario informar de él al registro civil local (cf. Frankfurter Zeitung,
2 8 de octubre de 1938).
LA FAMILIA 263
será muy difícil seguir siendo honesta”.52 Pero fue también por esta época
cuando Himmler publicó su notoria orden de procreación a todos los miem
bros de las SS:
“Sólo el que deja un hijo tras él puede morir tranquilo... Más allá de los
límites de las leyes y costumbres burguesas, quizá en otros casos necesarios,
y fuera de la esfera del matrimonio, la tarea sublime de mujeres y muchachas
alemanas de buena sangre, comportándose no frívolamente sino con una
profunda seriedad moral, es convertirse en madres de hijos de soldados que
parten para la batalla, y de quienes sólo el destino sabe si regresarán o mo
rirán por Alemania.” 53
Cuando una de estas madres perdió al padre de su hijo en combate,
Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler, le dirigió la siguiente carta abierta,
a la que se dio amplia publicidad:
“Me declaro dispuesto a ser el padrino de su hijo. Por lo que se refiere
al apoyo estatal, usted y su hijo serán tratados exactamente como si el
matrimonio se hubiera efectuado. Cuando haya que incluir en el registro
civil los nombres de niños como el suyo, se pondrá el término padre de
guerra’ en el espacio destinado al nombre del padre. La madre conservará
su apellido de soltera, pero al dirigirse a ella se empleará el término Frau.
Si la madre así lo desea, el partido nombrará a un tutor para el hijo.”54
Aunque es imposible informar estadísticamente del éxito de estas campa
ñas para la promoción de la ilegitimidad, puede deducirse de diversas
fuentes que progresaron durante toda la guerra. En un momento avanzado
de ésta, Himmler dijo a su médico privado, Kersten:
“Hace sólo unos años los hijos ilegítimos eran considerados como algo
vergonzoso. Desafiando las leyes existentes, yo he influido sistemáticamente
en las SS para que consideren a los hijos, sean o no legales, como lo mejor
y más hermoso que existe. Los resultados: hoy mis hombres me comunican,
con los ojos brillantes, que les ha nacido un hijo ilegítimo. Sus chicas lo
consideran un honor, no un motivo de vergüenza, a pesar de las circunstan
cias legales existentes. Se puede leer constantemente anuncios en este sen
tido en el Schwarzes Korps.”55
Y era cierto que los anuncios en todos los periódicos mostraban una
inusitada franqueza desde, aproximadamente, 1940. “Hija de profesor, de
veintisiete años, con hijo, busca caballero de hasta treinta y tres con vistas
al matrimonio. Posee dote.”56 “Fraulein con hijo, de veintinueve años, busca
compañero simpático y ambicioso con el objeto final de casarse.”57
Las esquelas necrológicas estaban redactadas en un lenguaje similar:
“Mi prometido y padre de mi hijo, Sepp Schauerhuber, cabo en una
unidad acorazada, ha entregado su vida por él Führer y por la Gran Alema
nia el 16.8.41. Sigue viviendo para nosotros en su hijo Gerhardt, En luto y
LA FAMILIA 265
LA MUJER
a las mujeres de acuerdo con su producción de hijos,* idea que Hitler expuso
menos sucintamente: “La concesión de la igualdad de derechos a las muje
res significa que éstas son objeto del respeto que merecen dentro del ámbito
que la naturaleza les ha asignado”. Para subrayar la autenticidad de esta
igualación de derechos, Hitler invistió el hecho de la maternidad de signifi
cación épica: “También la mujer tiene su campo de batalla; con cada niño
que trae al mundo y ofrece a la nación participa en la lucha por el bien
de ésta”.12 **
Otros propagandistas,' aunque también muy adictos al lenguaje pomposo,
tendían a ver a la mujer más como una criatura doméstica que rumiaba, so
ñolienta, junto al hogar, que como una amazona del mundo del trabajo.
“¿Puede la mujer —se preguntaba el doctor Kurt Rosten— imaginar algo más
bello que estar sentada junto a su amado esposo en su acogedor hogar y es
cuchar recogidamente el telar del tiempo, mientras va tejiendo la trama y
la urdimbre de la maternidad a través de los siglos y de los milenios?” 13
No se puede negar el atractivo del idilio matrimonial propuesto por Ros
ten para el subconsciente femenino colectivo, y, ciertamente, el resurgimiento
económico y las medidas nazis para promover el matrimonio prestaron algu
na realidad a este cuadro de felicidad doméstica a los ojos de millones de
mujeres que habían desesperado de casarse a causa de la Depresión.
Sin embargo, la escena idílica de Rosten encubría un buen número de
contradicciones: el tipo masculino nazi era tan contrario a la vida doméstica
que, aunque era posible que un “combatiente” de recias botas se convirtiese
en un burgués con zapatillas al entrar en su hogar, no era nada verosímil que
se transformase en un atento esposo. Además, muchas mujeres encontraban
difícil adaptar sus oídos, habituados a escuchar el telar del tiempo, al rugido
de los telares mecánicos o al tableteo de las máquinas de escribir.
Aunque se hablaba mucho de obligar a las mujeres casadas a volver a sus
hogares para dejar libres puestos de trabajo que serían ocupados por hom
bres, este proceso se dio principalmente en el campo profesional, y las fluc
tuaciones en el trabajo femenino fueron sólo de orden marginal. El hecho
decisivo era que el trabajo femenino era más barato: las mujeres cualificadas
ganaban el 66 por ciento del salario masculino correspondiente, y las no cua
lificadas el 70 por ciento, lo cual explica que durante la Depresión fuera des
pedido casi un hombre de cada tres (el 29 por ciento) y sólo una mujer de
cada once (11 por ciento).14 * * * Además, el trabajo de la mujer era indispensa
* Wilhelm Frick, citado en Dokumente der Deutschen Politik, vol. I, p. 1 7 : “Die
Frau wird nach Gebárleistung eíngestuft” .
* * Cf. Edgar Jung, en Die Herrchaft deer Minderwertigen, 1934 , p. 1 0 0 : “E l desarrollo
de la mujer no tiene lugar en el terreno social, sino en el erótico. Las realizaciones del
amor, la concepción y el parto son las cumbres heroicas de la existencia femenina” .
oeo Los obreros no cualificados ganaban más que las obreras cualificadas.
LA MUJER 271
ble. En 1933, las mujeres constituían el 37 por ciento del total de la pobla
ción laboral activa de Alemania. Uno de cada dos trabajadores agrícolas era
una mujer; además, el 75 por ciento del trabajo femenino en el campo no era
retribuido, pues era ejecutado por miembros de la familia.15 #
Dado que la absorción de mano de obra masculina por la recuperada eco
nomía alemana avanzaba a un ritmo mucho más rápido que la de trabajo
femenino —entre 1933 y 1937, 800.000 mujeres recién casadas recibieron
préstamos matrimoniales a condición de no volver a emplearse—, la propor
ción femenina dentro de la población laboral total descendió en un 31 por
ciento en 1937, aunque en realidad las cifras totales aumentaron. En 1939,
las mujeres constituían de nuevo exactamente una tercera parte de la pobla
ción laboral activa, formando casi siete millones de trabajadoras industriales
y empleadas. En el conjunto de la industria, representaban casi una cuarta
parte (el 23 por ciento) del personal, pero en algunos ramos, como la confec
ción y el textil, constituían las dos terceras partes y algo más de la mitad
del total, respectivamente. Incluso en las industrias del metal, uno de cada
ocho obreros era una mujer. En los transportes y en la producción de alimen
tos, dos de cada cinco trabajadores eran mujeres, y la misma proporción se
daba en las oficinas, donde, por cierto, las mujeres solían estar confinadas a
puestos subordinados. En la alimentación, su papel era similar al que desem
peñaban en la agricultura. Casi las tres quintas partes de todos los trabajado
res eran mujeres, pero cuatro de cada cinco de éstas no eran empleadas en
el sentido estricto de la palabra.1® Las mujeres proporcionaron también una
útil fuerza de trabajo semicualifícada y no cualificada en las industrias relati
vamente nuevas relacionadas con e'1 esfuerzo de producción de anuas y el
programa de autarquía: manufactura del caucho y elaboración de productos
químicos y eléctricos. Con esta creciente demanda de trabajo femenino, el
gobierno rescindió en 1937 su disposición de que las mujeres sólo podían soli
citar préstamos matrimoniales si decidían no volver a incorporarse al trabajo.
Dado que existía ahora una fuerte tendencia de la mano de obra femeni
na a buscar trabajos mejor pagados en el sector comercial y en las ciudades,
el gobierno instituyó un “servicio social” obligatorio, de un año de duración,
para todas las muchachas solteras o mujeres menores de veinticinco años
que fueran a trabajar como oficinistas o empleadas de la confección, el ramo
textil o las industrias del tabaco. Durante este año de servicio social debían
realizar trabajos agrícolas o domésticos (o bien dos años como enfermeras
auxiliares o asistentes sociales). Este decreto fue emitido a principios de 1938.
* E n el campo, las mujeres trabajaban 10 3 / 4 horas al día, todos los días del año.
Su total anual de 3.933 horas de trabajo superaba en mucho la media masculina de
3.554 horas (cf. Joseph Müller, Deutsches Frauentum zioischen Gestera und Morgen,
Wirtsburg, 1940, p. 14).
272 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
propuso movilizar a tres millones de mujeres entre los diecisiete y los cua
renta y cinco años.83 Sólo quedaron eximidas las madres con un hijo menor
de seis años o con dos hijos menores de catorce, y las mujeres de mala
salud. No obstante, de los potenciales tres millones de trabajadoras adicio
nales, sólo algo más de novecientas mil se incorporaron de hecho al trabajo.®
Un millón de ellas fueron consideradas no aptas, más de medio millón fueron
declaradas casos dudosos, y el resto sólo menos de la mitad podían emplear
se a tiempo parcial. (El método de cálculo utilizado era el de que dos traba
jadoras a tiempo parcial equivalían a una a jomada completa).24
Los intentos de evasión de reclutamiento laboral * * fueron muy numero
sos, y diversos los medios utilizados: fingimiento de enfermedad, asunción de
trabajo honorario del partido, ficción de empleo en la empresa de un amigo,
ofrecimiento de adopción de un niño o incluso concepción de uno,25 eto. El
salto del índice de natalidad * * * que resultó de ellos vino acompañado de una
gran cantidad de abortos, lo cual no es de extrañar en el año de Stalingrado
y de la “tempestad de fuego” de Hamburgo.26
La movilización de la mano de obra femenina provocó también enfrenta
mientos de clase. Dado que las mujeres que trabajaban por necesidad eco
nómica estaban ya en las fábricas, los decretos de Sauckel llevaron a ellas a
gran cantidad de mujeres de la clase media. Se produjeron insistentes quejas
en el sentido de que las mujeres más acomodadas eludían sus obligaciones 27
y de que los empresarios concedían a las nuevas trabajadoras privilegios que
habían negado a sus compañeras más antiguas y socialmente inferiores.28
En 1944, cuando su número alcanzaba los 14 millones y medio, las mu
jeres trabajaban a veces hasta cincuenta y seis horas a la semana, a pesar
del hecho de que la Delegación del Plan Cuatrienal constató, poco después
del comienzo de la guerra, que los factores ambientales (horarios prolonga
dos, dificultades de transporte, cambios de turno, trastornos por bombardeos)
tenían efectos negativos más intensos en la productividad del trabajo femeni
no que en la del masculino, y que los tumos femeninos de diez horas pro
ducían a veces el mismo rendimiento que los de ocho.29
Sin embargo, existían algunos atenuantes a la dureza del trabajo feme
nino, incluyendo uno en el ámbito psicológico: el antifeminismo en el mundo
de la producción suscitó un llamamiento del Frente del Trabajo contra los
prejuicios masculinos en dicho terreno,30 pero en ninguno más. Como muestra
concreta de solicitud por las trabajadoras, el Frente del Trabajo pidió a los
propietarios de casas de vecinos que instalasen buzones colectivos para todos
los inquilinos en las plantas bajas de las casas, en beneficio de los doloridos
pies de las mujeres que trabajaban como carteros.31
Las autoridades emitieron disposiciones que dispensaban a las trabajado
ras de levantar pesos superiores a los 15 kilos; 32 y algunos empresarios con
siderados concedieron a las mujeres casadas —el 40 por ciento de la mano
de obra femenina en 1942— el derecho a elegir los tumos, y otros les permi
tieron trabajar cinco días a la semana en lugar de seis.33 Pero esto no oculta
una contradicción básica: el hecho de que aquellas a quienes la retórica nazi
había destinado a la cocina y al cuidado de los hijos hubiesen pasado a cons
tituir las tres quintas partes de la mano de obra alemana durante la guerra.
El Tercer Reich mantenía una contradicción: miraba, por una parte, al
siglo xx y, por otra, al Tratado de Versalles. Su nostalgia de un pasado pre-
industriai coexistía con su rigurosa preparación industrial para la guerra.
Para ocultar la distancia entre promesas y realizaciones, la propaganda
nazi escaló nuevas cimas de la casuística. “Siempre ha sido nuestro princi
pal artículo de fe —escribía una dirigente de la Unión de Mujeres Nazis— que
el sitio de la mujer está en el hogar; pero dado que nuestro hogar es toda
Alemania, debemos servirla desde el lugar en que mejor podamos hacerlo.” 84
La propia Unión de Mujeres señalaba la paradójica situación de las mu
jeres durante el Tercer Reich, que movilizaba para funciones políticas seres
oficialmente definidos como sub-políticos, y enseñaba economía doméstica a
unas amas de casa que cada vez lo eran menos.
La máxima dirigente de la Unión de Mujeres Nazis, Gertrud Scholtz-
King, hizo ante la Asamblea del Partido de 1937 la altisonante declaración:
“Aun cuando nuestra arma sea sólo el cucharón de la sopa, sus efectos debe
rían ser tan grandes como los de cualquier otra arma”.35 Aquí se resumen
todos los ingredientes de una situación en la cual la absoluta deferencia a la
supremacía masculina y el no reconocimiento de las realidades económicas
estaban recubiertos por una ridicula imitación del lenguaje heroico. Sin em
bargo, en sus terrenos domésticos y subsidiarios, la vasta rama femenina del
partido desarrolló un considerable grado de actividad: enseñanza de técnicas
culinarias y programas dietéticos, encaminada a la aplicación del programa
de autarquía, orientaciones acerca del aprovechamiento de los restos, y cam
paña para la sustitución de aceites importados por mantequilla casera y gra
sas animales, la de tejidos importados de lana y lino por sustitutos de fabri
cación nacional, y la del algodón y la seda por el rayón. Además, los miem
bros de la organización enseñaban higiene prenatal, daban cursillos de pue
ricultura a las jóvenes próximas a contraer matrimonio y de economía do
méstica a las niñas de las escuelas. Durante la guerra, sus actividades se di
I
LA MUJER 275'
claradas ineptas para las funciones jurídicas alegando que “no pueden pensar
lógicamente ni razonar objetivamente, puesto que se rigen sólo por sus emo
ciones”.50 (Aun así, quedaron abiertas a la mujer algunas ramas de la pro
fesión legal.)
La Iglesia Evangélica se unió también a la eliminación de las mujeres dé
las posiciones dirigentes. En 1935, el obispo de Hamburgo rescindió una re
forma eclesiástica del período de Weimar según la cual las mujeres eran ad
mitidas a algunas funciones dentro de la Iglesia.61
La situación de las estudiantes experimentó dos graves reveses durante el
Tercer Reich. Uno de ellos tuvo lugar poco después de la toma del poder y
la otra durante la guerra. En 1933, las mujeres constituían, aproximadamente,
una quinta parte de la población universitaria total.52 El régimen se apresuró·
a tomar medidas para reducir la presencia femenina en la enseñanza superior,,
hasta reducirla al diez por ciento del total del estudiantado. De las 10.000 jó
venes que aprobaron el examen de la Abituar al año siguiente, no más de·
1.500 fueron admitidas en la universidad.* Mediante una severa regulación·
dd ingreso en las facultades (setenta y cinco mujeres por año en la de medi
cina, por ejemplo),53 el numems clausus del diez por ciento se aplicó a todos·
los estudios superiores, aunque un cierto número de disciplinas marginales
como el periodismo, la farmacia y la educación física, mostraron un aumento-
de presencia femenina.**
En 1938-39, hubo nuevamente algo más de 2.000 mujeres estudiantes de·
primer año, de un total de 9.000 mujeres estudiantes. Al estallar la guerra, el
numems clausus fue suprimido y el número total de muchachas estudiantes
se duplicó en el plazo de dos años, para alcanzar, en 1943-44, el máximo-
absoluto de 25.000.
Durante la guerra se produjo también un retorno parcial de las profeso
ras auxiliares despedidas,54 pero aun así, ni una sola cátedra universitaria fue·
ocupada por una mujer durante el Tercer Reich. Las cifras de empleo de las-
profesoras mostraron fluctuaciones similares a las de la población universita
ria femenina. Después de la reducción inicial, se produjo un relativo nivela-
miento (en 1938, uno de cada cuatro maestros era una mujer), y durante la
guerra aumentó 3a presencia femenina, al ingresar más jóvenes en la profe
sión y volver a ella un mayor número de mujeres que fueron expulsadas.
* Al mismo tiempo, el régimen introdujo el “año de servicio doméstico” : las jóvenes·
de 18 años debían pasar doce meses haciendo de asistentas domésticas, en el campo o con
familias numerosas. Durante este tiempo, eran alojadas y alimentadas, pero no recibían·
paga alguna. Sus patronos habían de pagar el seguro de enfermedad, pero podían solicitar -
descuentos fiscales. Las muchachas que realizaron este servicio en aquel año y en los
siguientes hasta la guerra figuran entre las principales víctimas de la discriminación nazi.
#a Su número aumentó, respectivamente, del 21 al 28 por ciento, del 28 al 30 por-
ciento y del 23 al 52 por ciento (cf. Charlotte Lorenz, Z ehn-Jahresstatistik des Hochschul- -
besuchs und der Abitursprüfung, Berlín, 1943, p. 48).
278 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
total no fue aplicado de hecho hasta un año antes del final de la guerra. Dos
meses después de Stalingrado, Goebbels señalaba aún que algunas adminis
traciones regionales, aunque desde luego no todas, habían prohibido el teñi
do del cabello y el ondulado permanente, situación que llevaba a las mujeres
de las clases acomodadas a viajar de un Gau a otro con el fin de ir a la
peluquería.71
Sin embargo, hechos de este tipo no perjudicaron gravemente la capaci
dad de las autoridades para abastecer a la población civil de los artículos
esenciales durante la mayor parte de la guerra. Los niveles de consumo de
los años de paz se mantuvieron hasta 1941; la escasez realmente penosa no
se hizo sentir hasta la última fase de la guerra.
En conjunto, las mujeres alemanas obtuvieron del Tercer Reich la reduc
ción del paro en los primeros tiempos, el aumento de la natalidad después y,
finalmente, las raciones de comida preferentes. Seguramente, ellas estaban
más dispuestas aún que los hombres en general a cambiar sus abstractos de
rechos humanos por un tangible plato de lentejas. Algunas permanecieron en
una feliz inconsciencia del hecho de que la función de “Gretchen paridora” a
la que se las había destinado era una ofensa a su dignidad humana. Muchas
otras consideraron que, a la hora del balance, la seguridad económica y el
culto a la maternidad compensaban sobradamente la discriminación sexual
y la muerte política.
Quizá tampoco fuese la discriminación sexual un problema realmente gra
ve a los ojos de muchas mujeres no profesionales.* Incluso la purga de mu
jeres de la vida pública fue compensada en parte por la salida que ofrecían
a sus energías sobrantes el trabajo en la Unión de Mujeres y el Bienestar del
Pueblo. Además, el régimen subvino a las necesidades psíquicas de las muje
res deseosas de identificación, manteniendo constantemente en la luz pública
a un cierto número de personalidades femeninas ejemplares, como la estrella
de la pantalla, convertida en productora de cine, Leni Riefenstahl, que se ganó
un lugar en el panteón nacional con sus documentales sobre la Reunión de
Nuremberg de 1934 y los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Junto a ella
se colocó posteriormene a Hannah Reitsch, la primera mujer alemana que
consiguió el título de piloto de planeador, el grado de capitán de aviación y
la Cruz de Hierro (de segunda clase).72 Otra fémina ejemplar fue Gertrud
Schiltz-Klink, la soignée ama de casa que sabía combinar la dirección de la
LA JUVENTUD
unidad total; el niño que tenía que guiar a sus mayores olvidaba su condi
ción de niño, y muchos esperanzados herederos acabaron por tener una vida
mucho más breve que sus padres.
La juventud del Tercer Reich no debe ser considerada sólo en sus aspec
tos familiar, escolar o de pertenencia a las Juventudes Hitlerianas; también
el trabajo fue un elemento esencial en sus vidas. Su importancia se deduce
de las estadísticas de 1938-1939, que registran que 877.849 niños de catorce
.años obtuvieron su certificado escolar, 88.492 de dieciséis años ingresaron en
la universidad y 45.150 se presentaron al examen final de la Abitur.1 Esto sig
nifica que, como promedio, diecisiete de cada veinte muchachos estaban edu
cativamente predestinados al trabajo y no a carreras profesionales, académi
cas o burocráticas. (Para algunos de los niños que dejaban la escuela a los
catorce años, el trabajo no era tampoco una absoluta novedad, ya que la
mano de obra infantil formaba parte integral de la producción agrícola y de
las industrias domésticas —tales como la confección de tejidos o vestidos y
la fabricación de juguetes—, de las que vivían hasta un millón de personas
*en las zonas económicamente atrasadas).*
En la industria, el trabajo infantil estaba prohibido (pero los inspectores
podían permitir el empleo de niños de más de diez años hasta cuatro horas
semanales).2 El tiempo de trabajo normal para los jóvenes (entre los catorce
y los dieciocho años) ascendía a cuarenta y ocho horas a la semana. Era obli
gatorio dar a los empleados jóvenes una tarde libre a la semana, medida que
provocó cierta oposición por parte de los patronos. En el curso de la intensa
movilización industrial, los jóvenes eran inevitablemente más explotados. Un
-decreto gubernamental de diciembre de 1938 sobre el trabajo por turnos esti
pulaba que los muchachos de dieciséis años podían trabajar hasta las diez de
la noche en fábricas de maquinaria y diques, mientras que los mayores de
dieciséis años podían ser empleados en tumos de noche. Cuando estalló la
guerra se abandonaron varias regulaciones del trabajo duro de los jóvenes,
pero ello tuvo unos efectos tan adversos sobre su salud que, en diciembre, se
fijó el horario máximo para los menores de dieciséis años en cincuenta y
■cuatro horas semanales, y para los de más de dieciséis años, en cincuenta
y seis. Sin embargo, si su trabajo se consideraba esencial para el esfuerzo
bélico, quedaba a la discreción del inspector del trabajo el extender estos
'horarios.3
A partir de 1938, los muchachos que salían de la escuela tuvieron que ins
cribirse en las oficinas estatales de colocación y fueron dirigidos hacia las
actividades prioritarias. "La meta máxima no es el enriquecimiento de la
Durante el primer año de guerra pudo aún observarse en Berlín una atmósfera casi normal,
que no tardaría ya en desaparecer.
La creciente intervención femenina en los puestos de trabajo fue un hecho palpable y no
solo en laboratorios farmacéuticos. ’ y
Colecta pública para los “Nuevos albergues juveniles” (1936) y de hecho para fabricar
armamento.
° Según el Hakenkreuz Banner del 2 2 de enero de 1942, fueron numerosos los miem
bros de las Juventudes que se ofrecieron voluntarios para el plan Wehrbauern. Las vacila
ciones y las negativas vinieron principalmente de los padres. “Pero, indudablemente, es
tentadora la perspectiva de convertirse en dueño de una hermosa propiedad a los veintio
cho años.”
290 BISTO BIA SOCIAL DEL TERCER REICH
la capacidad del Tercer Reich tanto para integrar como para reprimir la
energía criminal—. Aunque la serie de amnistías concedidas confunde el cua
dro de conjunto, es innegable la tendencia general ascendente durante el
Tercer Reich. En 1937, año sin amnistía criminal (y de pleno empleo), hubo
24.562 casos, más que en el momento crítico de la Depresión. Durante los si
guientes cinco años de creciente desintegración familiar, la proporción juvenil
dentro de la criminalidad total se triplicó (del 6 por ciento en 1937 al 17,5
por ciento en 1943, aunque aun así se podía comparar favorablemente con
el 27 por ciento de 1917—).27 En estos cinco años se registraron aumentos
del 100 por ciento en los delitos juveniles, contra la propiedad, de algo más
en los delitos sexuales y del 250 por ciento en las falsificaciones.28
Las falsificaciones solían ser de documentos de identidad, que indicaban
la edad del portador, delito motivado por el deseo de los jóvenes de acceder
a las diversiones reservadas a los adultos por severas leyes. El mismo régimen
que entregaba armas mortales a niños de diez años se esforzaba grandemente
por obligar a los jóvenes a observar una conducta decorosa, recurriendo tanto
a la exhortación como a la disuasión.
El esfuerzo de purificación de la población adolescente avanzó de mane
ra gradual. El jefe de policía de MecHenburg promulgó una ordenanza pro
hibiendo a los chicos y chicas menores de dieciocho años fumar en público,
bajo pena de dos semanas de cárcel o una multa de 150 marcos.20 Su colega
de Rreslau decretó que las chicas menores de dieciocho años que fueran en
contradas en salas de baile sin la compañía de sus padres u otros adultos res
ponsables podían ser enviadas a un reformatorio.80 Comenzada ya la guerra,
las autoridades aumentaron su severidad hacia los jóvenes con la Ley para
la Protección de Menores (promulgada el 9 de marzo de 1940),81 que prohibía
a los menores de dieciocho años estar en las calles después de oscurecer, así
como frecuentar restaurantes, cines u otros lugares de diversión después de
las 9 (de no ir acompañados por un adulto), y a los menores de dieciséis años
beber alcohol o fumar en público.* Esta limitación** de las actividades de
9 E sta prohibición referente a los lugares públicos fue acompañada de una campaña
de propaganda encaminada a extender la prohibición a los hogares y lugares de trabajo
(cf. Deutsche Bodensee Zeitung, 1 de mayo de 1940). Respecto a la extensión del hábito
de fumar entre los jóvenes, una encuesta realizada en Hannover entre 200 muchachos de
catorce años reveló que nueve de cada diez estaban familiarizados con el tabaco y que
uno de cada diez fumaba regularmente (cf. W . Hermannson y H. Lüpke, Erzieher und
Erzieherinnen: Ein Wort an Euch, Reichsgesundheitsverlag, Berlín-Dahlem, 1940, p. 13).
** E l aumento de la delincuencia juvenil indujo a las autoridades a introducir una
nueva forma de castigo: el “arresto juvenil” . Introducido en octubre de 1940, consistía en
un período de prisión determinado por los tribunales, los detalles del cual no constaban en
el expediente escolar del joven y no afectaban en nada sus oportunidades profesionales.
Las dos terceras partes de los delitos castigados de esta forma eran delitos contra la propie
dad. E l arresto juvenil fue aplicado en más de la mitad de los juicios contra menores cele-
LA JUVENTUD 291
los jóvenes en su tiempo libre estaba poco de acuerdo con las tareas que se
exigían de ellos. Era ilógico prohibir a dos jóvenes fumar en público cuando
los mensajeros de diecisiete años agregados al Servicio de Incursiones Aéreas
recibían cigarrillos como parte de su salario,32 Del mismo modo, la prohibi
ción a los jóvenes de tomar alcohol tenía poco sentido cuando los citados men
sajeros del Servicio de Incursiones Aéreas actuaban con patrullas de hombres
mayores que pasaban sus horas libres en los bares. Un peligro moral muy
tentador para los adolescentes venía dado por el hecho de que tuviesen que
trabajar junto con prostitutas reclutadas para las fábricas de armamento. La
contradicción entre la exagerada solicitud hacia los jóvenes y las realidades
de la situación quedaba resumida en esta queja que se oía frecuentemente
en boca de los muchachos de las Juventudes en 1944: “Somos buenos para
ser soldados a los quince o dieciséis años y para que nos maten, pero no po
demos entrar en los cines a ver películas ‘para adultos' hasta que tenemos
dieciocho”.83 *
Los reformatorios a los que los jefes de policía amenazaban con enviar
a las muchachas que iban al baile sin acompañantes adultos era un disua
sivo que los educadores nazis evocaban constantemente. Su importancia den
tro del sistema de educación se veía atestiguada sobre todo por el aumento
del número de jóvenes llevados a ellos: en los tres años siguientes a la toma
del poder, el número de niños prusianos “acogidos” en ellos se duplicó (cua
renta y dos por 100.000 en 1932, ochenta y seis en 1935).31 Este marcado
aumento se atribuía oficialmente a la rigurosidad con que los servicios “coor
dinados” de asistencia social, complementados por el Bienestar del Pueblo
y las Juventudes Hitlerianas, realizaban sus funciones, pero es significativo
que en una declaración oficial se dijese: “Los jóvenes necesitan cuidado y
protección, no sólo por el abandono del deber por parte de los padres sino
también porque la conmoción ideológica está minando las relaciones fa
miliares”.35
Los niños llevados a instituciones correccionales estaban sujetos a un ré
gimen del cual tradicionalmente formaba parte el azote. Tenían derecho, en
brados en 1941 (cf. 'Werner Klose, Generation im Gleichschritt, Stalling, Oldenburg, 19Θ4,
p. 218).
e Aunque las autoridades de Berlín se dieron cuenta de la falta de lógica de esta
situación y acabaron por establecer en los catorce años la edad mínima de admisión a
todos los cines, su decisión tuvo carácter excepcional. Según una orden general emitida
en 1944, los jóvenes no tenían permitido siquiera ver películas aptas para niños en las
sesiones de noche, a menos que fuesen acompañados de un adulto (cf. Volkische Beo
bachter, 2 2 de julio de 1944). Esta medida había sido ya aplicada anteriormente en
varias regiones del Reich (cf. Deutsche Bodensee Zeitung, 1 de mayo de 1940).
* * Para más detalles sobre la retirada de los niños de la tutela paterna por motivos
religiosos, ver el capítulo sobre la familia, p. 259.
292 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
teoría, a apelar contra los malos tratos, pero las apelaciones habían de ser
dirigidas al director de la institución, que era así juez y parte en el conflicto.
La enseñanza profesional que se impartía en los correccionales tendía prin
cipalmente hacia la agricultura.88 Si se consideraba que uno de los internos,
al cumplir los dieciocho años, no había aprovechado suficientemente el trata
miento correctivo, podía ser enviado a un centro de trabajo (como el famoso
de Rummelsburg, cerca de Berlín),37 Las instituciones correccionales servían
también para funciones eugenésicas. Los niños “biológicamente inferiores” eran
enviados a ellas y los directores de las instituciones podían ordenar su esteri
lización.38 Los correccionales daban acomodo también a niños abandonados,
puesto que los tribunales tutelares, por razones de política eugenésica, no per
mitían que fueran adoptados los hijos de criminales, prostitutas y bebedores
habituales,89 (Teniendo en cuenta el fin básicamente punitivo a que el régi
men destinaba los correccionales, el Schwarzes Korps era poco honesto cuan
do declaraba quejumbrosamente, en 1937: “El público mira hoy a los pupilos
de instituciones correccionales igual que hace veinte años: como jóvenes de
poca valía y de tendencias criminales”.) 40
Además de las organizaciones mencionadas hasta ahora, se creó una va
riante juvenil de la policía militar —el Servicio de Patrulla de las Juventudes
Hitlerianas— para combatir la delincuencia y la mala conducta de los ado
lescentes. Esta utilización de los jóvenes como policía de los jóvenes era una
muestra del principio “La juventud guía a la juventud”, del que se vanaglo
riaban las Juventudes Hitlerianas. El monopolio de la autonomía juvenil, que
pretendían poseer, era falso, pero aunque no eran el único movimiento juve
nil libre de jefes adultos, sí eran, desde luego, el mayor y más importante de
la historia alemana. Era la mayor organización juvenil que había existido ja
más en el mundo occidental. Iniciada por un pequeño núcleo, conoció un
desarrollo sin precedentes en un tiempo muy breve: a finales de 1932, en
unos momentos en que 13 millones de adultos votaron por el partido nazi, el
número de miembros de la Juventudes en todo Alemania apenas rebasaba
los 100.000, pero en los dos años siguientes a la toma del poder su volumen
aumentó treinta y cinco veces.41
A partir de esta fecha, la cifra siguió creciendo a un ritmo más lento. Al
estallar la Segunda Guerra, prácticamente todos los jóvenes alemanes entre los
diez y los dieciocho años eran miembros de las Juventudes Hitlerianas. De
hecho, la organización nunca consiguió la afiliación del 100 por ciento de los
jóvenes, aunque las cifras de 90 por ciento y más (proclamadas por su jefe.
Baldur von Schirach, ya en 1937) eran sin duda correctas.42 Hasta diciembre
de 1936, las Juventudes Hitlerianas representaron la ficción de ser una orga
nización voluntaria; después de esta fecha se llamaron a sí mismas Juventu
des Nacionales, y la pertenencia se hizo obligatoria. (Aun así, hubieron de
LA JUVENTUD 293
pasar dos años antes de que varios decretos ejecutivos de la Ley de las Ju
ventudes Hitlerianas cerraran definitivamente las últimas posibilidades de
evasión.) 43
De un modo comparable a la forma en que el partido nazi era parásito de
ideologías conservadoras, de la Mittelstand y socialistas, las Juventudes Hit
lerianas tomaron la suya de otros movimientos juveniles, tales como la Ju-
gendbewegung, además de absorber a sus líderes. Al eliminar la Bündische
Jugend, los boy-scouts y los grupos juveniles protestantes a los dieciocho
meses de la toma del poder (los grupos católicos subsistieron hasta 1939),
Schirach incorporó hábilmente a muchos de sus dirigentes a sus propios movi
miento. La organización resultante, con el enorme apoyo que le ofrecía el esta
do y con su mística “La juventud guía a la juventud”, mostró ser capaz de
generar una gran carga de energía y de despertar la capacidad de sacrificio
de millones de jóvenes.
La latente capacidad de la juventud para el idealismo fue hábilmente des
pertada mediante la insistencia en la anteposición de la colectividad al indi
viduo. Así, aunque las Juventudes valoraban grandemente la destreza y la
resistencia en el deporte, despreciaban a los atletas que sólo tenían interés
en batir récords y no se mostraban dispuestos a subordinarse a un equipo,.
Otro terreno competitivo en el que se procuraba desplazar el interés del in-
dividido era el de las colectas de la Ayuda Invernal. Los resultados, según
eran comunicados a las Juventudes Hitlerianas y a la Unión de Jóvenes Alema
nas, nunca hacían constar la cantidad recogida por miembros individuales*
sino sólo el total conseguido por el grupo en general. Del mismo modo, en
las excursiones, los participantes tenían que depositar sus bocadillos o dulces
en un fondo común, del cual se daba a cada uno una parte igual. El objeto
de esta práctica no era que los muchachos aprendiesen a cuidar de sí mis
mos, sino fomentar su disposición al sacrificio, y guardaba relación con los
esfuerzos hechos en la esfera más amplia de la sociedad en general para insu
flar vida en la ambiciosa idea de la comunidad del pueblo.
En una etapa anterior del Tercer Reich, como hemos visto, los chicos de
la escuela secundaria quemaban ceremoniosamente sus gorras multicolores
como símbolo de la desaparición de las distinciones de clase.44 Una expresión
poco sorprendente del espíritu de comunidad del pueblo dentro de las Ju
ventudes Hitlerianas era el hecho de que los chicos de las escuelas secundarias
que “hablaban fino” eran hostigados por los líderes procedentes de la clase
obrera.45 Pero también esto se había dado durante el periodo anterior: antes
de que la afiliación se hiciera obligatoria (y por tanto general) (1936), los diri
gentes habían sido en gran parte aprendices y dependientes. Después de esa
fecha, aproximadamente el 50 por ciento de los cuadros superiores procedía
de la burguesía; del resto, la mitad eran estudiantes y licenciados.4®
294 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
saltos acrobáticos, caminar por una cuerda tensa, marchar durante dos horas,
y nadar 100 metros.53 La Liga daba una importancia especial a las habilida
des relacionadas con los viajes. Toda Jungmadel tenía que haber participado
en fines de semana en los Albergues de Juventud, tenía que saber hacer una
cama y empaquetar equipo corriente, así como haber tomado parte en faenas
del albergue.
Después de los catorce años, la vinculación de las muchachas a la orga
nización tendía a relajarse. Los intereses de las que dejaban la escuela se cen
traban cada vez más en su trabajo, así como en el sexo opuesto, y, como las
chicas maduran más rápidamente, no encontraban gran aliciente en la com
pañía de los chicos de su misma edad de las organizaciones paralelas de las
Juventudes. Pero Fe y Belleza consiguió un éxito bastante mayor entre las
chicas de diecisiete a veintiún años, mediante un programa de cultura física,
rítmica, nociones de sanidad y economía doméstica. Fe y Belleza prestaba
también especial atención al conocimiento de la moda y a la estética feme
nina en general, aunque, como hemos visto, las posibilidades en este campo
estaban un tanto circunscritas. El tipo ideal femenino propuesto por la Unión
de Jóvenes Alemanas recogía conceptos de principios del siglo diecinueve
sobre lo que constituía la esencia de la doncella. A las muchachas que viola
ban el código establecido haciéndose la permanente en lugar de llevar tren
zas o la corona de trenzas tipo “Gretchen”, se les afeitaba ceremoniosamente
la cabeza como castigo. El aire prerrafaelista se acentuaba con las bulsas
blancas, los chales oscuros, las faldas que llegaban prácticamente hasta el to
billo y los zapatos pesados. (De vez en cuando, sin embargo, la moda impo
nía sus derechos: en 1936, la súbita difusión del moño a la Olimpia segó
miles de trenzas, y poco antes de la guerra comenzaron a ponerse de moda
las botas hasta la pantorrilla.)54
La imagen que tenía la opinión pública de las Juventudes Hitlerianas y
de la Unión de Jóvenes no fue siempre la misma. En un principio, había
la generalizada impresión de que la falta de vigilancia y de actividades con
sentido daban como resultado la pérdida de disciplina de los jóvenes. En 1933,
las unidades de las Juventudes Hitlerianas parecían bandas armadas enzarza
das en una furiosa guerra intestina con sus armas de aire comprimido, y los
padres veían, consternados, cómo sus hijos volvían a casa cojeando, con miem
bros dislocados y otras señales de la batalla. Muchas veladas de las Juventu
des Hitlerianas degeneraban en peleas de todos contra todos o en formas
completamente absurdas de matar el tiempo.55 La preocupación oficial por
la forma física llevaba a los muchachos a someterse a atrevidas pruebas de
resistencia y a abusar de su capacidad física, hecho que acabó por obligar
a los dirigentes a tomar enérgicas contramedidas.56
Asimismo, se reforzó la disciplina, se inició, en 1934, una “campaña es
LA JUVENTUD 297
tilados —una pieza para recitado coral que ha compuesto el mismo grupo—.
Los objetos principales de la sala son una estantería con obras de literatura
recomendada, con señales en los pasajes relacionados con el tema semanal
impuesto por el dirigente nacional de las Juventudes, y el receptor de la
Radio del Pueblo (Volksempfanger), por el cual se escuchan colectivamente
retransmisiones de discursos importantes y ceremonias del partido. Una cor
tina negra separa el santuario del resto del local. En esta zona sagrada, las
paredes están cubiertas de cortinajes negros y el Siegrune (el rayo rúnico
que era el emblema de las Juventudes Hitlerianas) destaca en blanco sobre
una superficie desnuda. Hay banderas colgadas de cadenas, una guirnalda,
un casco de acero, una fotografía de un miembro de las Juventudes muerto
en acción, velas goteantes y el texto de la ‘Canción de Horst Wessel’ en un
gran cartel con un slogan votivo en lo alto.”
Aunque un cubil de la Jungwolk de este tipo se aproximaba mucho al am
biente ideal de la juventud nazi, todavía le faltaba el clima total que podía
crearse en un campamento. Los campamentos de las Juventudes se caracteri
zaban * por la extrema atención que se concedía a las formas y procedimien
tos militares, que iba desde la disposición perfectamente lineal de las tiendas
a la preocupación por los deberes del centinela, dianas, contraseñas, etcétera,
que a veces podían tener consecuencias fatales. En Grimma (Sajonia), un cen
tinela disparó contra un Pimpf de diez años que no se había acordado del
santo y seña.04 Preguntado por la policía, el asesino de catorce años declaró
que se había sentido obligado a usar su pistola al encontrarse ante un espía
infiltrado en el campamento.
Las Juventudes Hitlerianas familiarizaron a los niños con las armas mortí
feras en una escala sin precedentes en la historia. Casi un millón de miembros
de las Juventudes participaron en competiciones de tiro en 1938,65 y a princi
pios de la guerra, en los hogares infantiles, se instruía a niños de diez años
en el uso de granadas de mano sin explosivo.66 El ideal era que el Pimpf
experimentase toda la génesis de las armas modernas, desde las cerbatanas y
las porras, pasando por los sables y picas, hasta los fusiles de pequeño cali
bre, observando desde las más sencillas a las más complejas con el paso del
tiempo.67 Esta forma de condicionamiento alcanzó su punto culminante
cuando —según las palabras del manual oficial—, “durante las maniobras mi
litares, los jóvenes miran con ojos anhelantes las ametralladoras haciendo·
fuego”.68
En las etapas finales de la guerra, esta frase adquirió una realidad insos
pechada, junto con sentencias de los filósofos de las Juventudes, tales como:
“Del acceso a la verdad final nos separa sólo una pequeña puerta sobre la
cual está grabada la vieja máxima de los samurais: Por la puerta de la muer'
te cruzamos la puerta de la verdadera vida”; “El que no arriesga la vida para
ganarla constantemente de nuevo está ya muerto, aunque todavía respire^
coma y beba. La muerte no es más que una partida hacia una vida más
elevada.” 160
Sin embargo, el resumen más condensado de la ética de las Juventudes lo
constituía una frase que decía simplemente: “Hemos nacido para morir por
Alemania”.70 Aun así, la muerte no estaba demasiado presente en la imagi
nación de los jóvenes alemanes, porque, aunque la preparación para la muerte·
fuese el objetivo final del entrenamiento al que estaban sometidos, se les su
perponían constantemente actividades afirmadoras de la vida, tales como el:
deporte y la música, las colectas caritativas y las recogidas de materiales de
desperdicio, la ayuda en las cosechas o la recolección de bayas, setas y fruta
silvestre. Otro aspecto importante de todas las actividades de las Juventu-
des era su asombroso volumen. Para dar un ejemplo puramente administrati
vo los folletos quincenales “noches de club”, publicados por la dirección
central, que proporcionaban orientaciones y material para las reuniones de
grupo, aumentaron su tirada de los 100.000 ejemplares en 1934 a 620.000'
en 1939.71 #
Era esta estructura gigantesca la que alineaba cada vez más a los jóvenes,,
mientras el entusiasmo y contacto personal que habían caracterizado a las pri
mitivas Juventudes Hitlerianas se convertían en la rutina despersonalizada de·
un aparato enorme. No se puede decir que aquellos adolescentes alineados-
formasen una entidad política, sino que vivían en un estado de rebelión apo
lítica contra las actividades obligatorias, tales como instrucción militar, la
educación física, los deportes y el adoctrinamiento político. Formaban pandi
llas para dedicarse a actividades tan habitualmente propias de la juventud
como bailar, escuchar discos y frecuentar cafés. En tiempo de guerra, en<
Hamburgo, el clandestino “club de swing”, que contaba con unos 400 miem
bros, fue desarticulado por la policía, que arrestó a más de sesenta de ellos,
pertenecientes en su mayoría a la clase media. Se les acusó de un triple
delito: formar una pandilla, dedicarse al baile (que era prohibido siempre que
" En este año, el cuerpo directivo de las Juventudes constaba de 8.000 funcionarios a>
jornada completa y 765.000 funcionarios a tiempo parcial y cuadros de base. (Los dirigentes
a jomada completa empezaban ganando un salario que al principio era muy austeros
80 marcos al mes.) (Cf. Werner Klose, op. cit., pp, 79 y 187.)
LA JUVENTUD 301
® Como signo de oposición, el edelweiss fue mucho más conocido durante el Tercer
Reich que la rosa blanca de Hans y Sophie Scholl, a pesar de que la rosa representaba
un programa de resistencia mucho más definido. Por cierto que los Scholl habían estado
muy influidos por el Movimiento de la Juventud anterior a 1933, al igual que otras figuras
de la resistencia tan destacadas como Stauffenberg, Trott zu Solz, Haubach y Reichwein
(cf. H. G. Adlow, Die Erfahrung der Ohnmacht, Europaische Verlagsanstalt, Frankfurt,
1964, p. 128).
* * E n 1937, unos delegados del Ministerio Británico de Educación observaron que
“los jóvenes alemanes son sometidos a una fuerte tensión nerviosa; quedamos impresio
nados ante la dureza y la seriedad de la expresión de los jóvenes, en las escuelas y en las
Juventudes Hitlerianas” (cf. The Times, 2 de julio de 1937).
302 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LA EDUCACIÓN
fesores (y entre los que fueron despedidos, algunos de los no judíos fueron
reintegrados a sus puestos durante la subsiguiente escasez) y una notable pro
porción de los libros de texto existentes siguieron utilizándose por el momen
to. Una drástica nueva medida, que, no obstante, sólo afectó a los estratos
superiores de la población escolar, fue la ley contra la excesiva concurrencia
a escuelas y universidades, que en enero de 1934 congeló al 10 por ciento de la
proporción femenina dentro de la disminuida población universitaria.1 A
nivel académico, la contracción resultante fue bastante grave. Al estallar la
guerra, la matriculación universitaria global había descendido en casi tres
quintas partes,* y el número de alumnos de escuelas secundarias había sido
reducido en casi una quinta parte.
Dentro de la enseñanza secundaria, la proporción femenina fue reducida
del 35 al 30 por ciento.* * En 1934, sólo a 1.500 de las 10.000 jóvenes que ha
bían obtenido el título de Abitur (bachillerato) se les permitió ingresar en la
universidad. Hasta el comienzo de la guerra, el número de muchachas que
pasaban el examen final de la escuela permaneció bastante por debajo del
promedio anterior a 1933.2 Cuando se crearon los internados para la prepara
ción de una élite nazi (las Nationalpolitische Erziehungsantalten o Centros
de Educación Nacional y Política, abreviado “Ñapólas”), se dio tan poca
importancia a la creación de plazas femeninas que sólo dos de las treinta y
nueve Ñapólas fundadas antes del inicio de la guerra las tenían en cuenta.3
Las chicas que pasaban a la enseñanza superior eran orientadas hacia las
ciencias domésticas o los idiomas.*** Las ciencias domésticas llevaban a
un examen llamado burlonamente “examen del pastelillo”, que representaba un
callejón sin salida académico. La inadecuación de estas disposiciones ocasionó
amplio descontento. En 1941, las chicas que habían aprobado el “examen
del pastelillo” fueron por fin consideradas aptas para estudios universita
rios, del mismo modo que sus compañeras que habían pasado por cursos de
idiomas.4 Tan grande era la competencia por las limitadas plazas universitarias
que, en ocasiones, alumnas de sexto curso de bachillerato llegaron a denun
ciar a compañeras de clase a la Gestapo.
La denuncia constituía también un riesgo profesional constante para los
profesores, ya que las notas bajas o los comentarios adversos sobre ensayos
copiados palabra por palabra de artículos aparecidos en la prensa nazi podían
9 E l 5 7 por ciento entre 1933 y 1939 (cf. David Schoenbaum, Germany’s Social
Revolution, Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1967, p. 274).
* * E n 1931 había habido en las escuelas secundarias 49 4 .9 5 0 muchachos y 255.234
muchachas. En 1940, había 441.390 muchachos y 187.809 muchachas (cf. Statistisches
Handbuch für Deutschland 1949, pp. 619-621).
* * * Las jóvenes que estudiaban idiomas estaban obligadas a aprobar exámenes de
economía doméstica (cf. Rolf Eilers, Die Natinalsoziatístische Schulpolitik, Westdeutscher
Verlag, Colonia/Opladen, 1963, p. 20).
LA EDUCACIÓN 305
* E sta medida fue acompañada de una campaña dentro de las Juventudes para per
suadir a sus miembros de que rechazasen el estudio de la religión, mientras que la
Asociación de Maestros Nazis exhortaba a sus miembros a hacer lo mismo (cf. Rolf Eilers,
•op. cit., p. 25).
Parte del material de propaganda contra las escuelas católicas era extraído de los
espectaculares juicios celebrados contra miembros de las órdenes monásticas por acusaciones
iales como homosexualidad o desfalco.
LA EDUCACIÓN 30 ®
* E n las parroquias demasiado pequeñas para ser atendidas por un sacerdote, los
maestros hacían a menudo las funciones de predicadores y pronunciaban el sermón un
domingo de cada dos (cf. Milton Mayer, They Thought They W ere Free, Chicago
University Press, 1955, p. 107).
Según este plan, toda población de más de 500 habitantes debía tener su biblio
teca. Los bibliotecarios titulados a jornada completa sólo podían atender las bibliotecas
de las ciudades de más de 20.000 habitantes (cf. Frankfurter Zeitung, 3 0 de octubre d©
1937).
310 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
en las escuelas se redujese a sesenta y dos años, a fin de crear más vacantes,
que se redujese el número de alumnos por clase y que, si un profesor esta
blecido abandonaba el trabajo por enfermedad el tiempo que fuese, se con
tratase a un Studienassessof, con paga íntegra, para sustituirlo.38
Estas sugerencias cayeron en el vacío: en 1938, las autoridades redujeron
la edad de admisión en la universidad de diecinueve a dieciocho años, y el
resultante acortamiento en un año de los cursos de escuela secundaria era
evidentemente lo contrario de cualquier mejora * en la situación de los Asses-
soren temporales. * * El empleo temporal de Studienassessoren como profeso
res supernumerarios significaba que podían ser despedidos sin previo aviso,
aunque llevaran años trabajando en una escuela. La guerra exacerbó aún más
su sensación de inseguridad, puesto que las viudas de profesores temporales
muertos en servicio activo no tenían derecho a pensión.37
Mientras las ramas superiores de la profesión sufrían de un exceso de per
sonal,* el número de profesores de escuelas elementales y profesionales era
insuficiente. En 1938-39, el número de maestros y profesores de enseñanza
elemental era inferior en 17.000 a la cifra de Weimar; 38 en zonas extremas
como la Prusia oriental, estaba vacante un puesto de enseñanza de cada
diez.39 El ejército, la empresa privada y la burocracia del partido, en cons
tante expansión, constituían otras tantas alternativas a una profesión que, al
nivel elemental, ofrecía un salario inicial de sólo 2.000 marcos anuales.40 He
chas las deducciones, resultaban aproximadamente 140 marcos al mes, o sea
veinte marcos más de lo que ganaba un obrero de los peor retribuidos.*****
Dos años antes del estallido de la guerra, el director municipal de educa
ción de Berlín advirtió que en los centros urbanos, donde las clases elemen
tales y medias acomodaban de cincuenta a sesenta alumnos, los profesores
se aproximaban al límite de sus posibilidades: “Esto lo demuestra el aumento
" También iba en contra del mantenimiento del nivel de exigencia anterior.
* w L a situación económica de sus colegas femeninos era todavía peor, pues la parcial
eliminación de la mujer en los estudios superiores aumentaba aún los inconvenientes
con que tropezaban. E n 1937, de un total de casi 4.000 profesoras ayudantes, sólo 1.600
gozaban de seguridad en su empleo; el resto eran eventuales o suplentes (cf. Frankfurter
Zeitung, 12 de octubre de 1937).
* * * Aunque, incluso a este nivel, se hacían sentir algunas escaseces; por ejemplo, en
1937, no había suficientes ayudantes de laboratorio (cf. Frankfurter Zeitung, 16 de septiem
bre de 1937).
« « * « u n maejtxo elemental con formación académica (casado y sin hijos) ganaba, al
cabo de seis meses de ejercicio, 2 6 9 marcos mensuales, de los que gastaba 76 en alquiler (de
un piso moderno), 2 0 en seguro social y suscripciones, 80 en comida, 15 en gas, luz y perió
dicos y 3 0 en limpieza y lavandería, después de lo cual le quedaban 35 para gastar en
ropa, artículos duraderos, etc. Conscientes de la insuficiencia de esta remuneración, las
autoridades educativas permitían a los maestros ganar más dinero dando clases particulares
en sus horas libres, pero si el ingreso mensual por estas actividades era superior a los
4 0 marcos debían pedir permiso a sus superiores.
LA EDUCACIÓN 313
elementales los veían como una mano de obra amorfa que perjudicaba aún
más su ya disminuida posición profesional.46 Pero no fue sólo en el campo
de la preparación de maestros donde las autoridades educativas llevaron a
cabo experimentos durante la guerra. Se instituyeron escuelas superiores
(.Hauptschulen) gratuitas con la idea de que algunos niños, que no habían po
dido ir a escuelas secundarias por motivos económicos más que educativos,
constituían una reserva potencial para las filas relativamente escasas de las
profesiones y la administración. Las reacciones al proyecto fueron diversas:
fue recibido como un regalo subvencionado por el estado para los individuos
más dotados del nivel educativo elemental, pero despertó también temores
de que la retirada de dichos individuos de talento redujese a un nivel excesi
vamente bajo la educación elemental, acelerando así el éxodo de jóvenes del
campo a la ciudad. El plan fue desechado, entre otras cosas porque la Wehr
macht unió su poderosa voz a los detractores.47
La inestabilidad y la experimentación eran también características de
otros aspectos del panorama educativo. La eliminación en gran escala de
libros de texto de Weimar, en 1933, por ejemplo, creó un vacío parcial que
no se llenó adecuadamente hasta la publicación de nuevos libros, a principios
de la guerra; entretanto los profesores dependieron de una serie de folletos de
títulos reveladores, como L a Histria en subtítulos. La carencia general de de
cisión de la política educativa nazi se reflejaba en el chiste sobre Herr Rust, mi
nistro de Ciencia, Educación e Instrucción Popular del Reich: “Un Rust es
la unidad de medida para el tiempo mínimo que transcurre entre la aproba
ción de un decreto y su abrogación”. Sin embargo, estas oscilaciones de
la política educativa no eran más que una faceta de la incoherencia gene
ral del régimen. Junto a su dinamismo sin precedentes, el Tercer Reich, con
el partido compitiendo con el estado y los jerarcas rivales empeñados en una
lucha casi a muerte, mostraba un alto grado de indecisión.
La dualidad partido-estado se reflejaba también en el desarrollo de las
escuelas de élite nazis, con las Ñapólas sirviendo de incubadoras del alto per
sonal del gobierno y del ejército, mientras las escuelas Adolf Hitler prepara
ban a futuros jefes políticos. Concebidas como sucesoras de las academias de
cadetes prusianas,* y a pesar de la asignación fija de puestos para hijos de
oficiales y de la estrecha relación con la Wehrmacht, las Ñapólas, que pasaron
bajo el control de las SS en 1936, estaban completamente nazificadas. El pro
grama era el de las escuelas secundarias ordinarias, con educación política
en lugar de formación religiosa y un gran énfasis en deportes tales como
boxeo, juegos bélicos, remo, vela, patinaje, tiro, conducción de lanchas moto-
ras y motocicletas (así como coches).48 Las clases se daban al aire libre siem
pre que era posible, y las discusiones sobre artículos editoriales del Volkischer
Beobachter formaban parte de la rutina diaria.19 El programa era comple
mentado por viajes a diversos puntos de Alemania y al extranjero; en el sexto
curso, todos los alumnos de las Ñapólas pasaban de seis a ocho semanas ayu
dando en las faenas del campo, y en el séptimo el mismo período de tiempo
trabajando en una fábrica o en una mina de carbón. Las clases se llamaban
“pelotones” y la rutina de la vida escolar imitaba la de un campamento mili
tar, con “tareas de campamento”, “diana”, un estilo de vida comunal y gim
nasia antes del desayuno.50 En estas circunstancias, no es de extrañar que el
nivel intelectual alcanzado estuviera —según palabras del miembro de las
SS y administrador de Ñapólas Heissmeyer— “no por encima sino más bien
por debajo del de la escuela secundaria alemana media”.51 Un inconveniente
adicional era la escasez de libros de texto, ante la cual la colección H ilf Mit
publicada por la Asociación de Profesores representaba sólo un sustitutivo
insuficiente.52
Los requisitos para la admisión a una Ñapóla eran muy simples: perte
nencia a las Juventudes Hitlerianas, buena salud, alto nivel de aprovecha
miento en educación física, origen ario indiscutible y apoyo por parte del
jefe de distrito del partido. La selección tenía lugar después de una semana
de prueba, durante la cual todos los candidatos tenían que someterse a exá
menes de destreza y resistencia física y estaban bajo constante observación
de los selectores de la Ñapóla. Además, los directores de estos centros inves
tigaban hasta qué punto se podía confiar en los padres mediante entrevistas
personales. La cuota nominal era de 1.200 marcos anuales, pero como muchos
meritorios veteranos del partido, así como oficiales en servicio, conseguían
plazas gratuitas para sus hijos y existía un fondo especial para subvencionar
a los matriculados más pobres, el importe pagado no excedía en realidad los
50 marcos anuales.53 Esto ayuda a explicar por qué, con el paso del tiempo,
el reclutamiento de las Ñapólas se efectuó cada vez más entre los sectores
relativamente pobres de la población, especialmente en las zonas católicas,
donde estas escuelas absorbían a muchachos que antes habrían ido probable
mente al seminario. El momento cumbre del curso de una Ñapóla eran las
maniobras que ponían a prueba hasta el máximo la resistencia física de los
participantes.* Los juegos bélicos duraban dos días seguidos y se desarrolla
ban en una zona de 140 kilómetros de diámetro. (En ellos cada participante
tenía que romper el “hilo de vida” —Lebensfaden— de su oponente.)54
Para preparar a sus alumnos para estas batallas, los directores con mayor
iniciativa idearon ejercicios de endurecimiento, en los que los alumnos lucha
ban con furiosos perros alsacianos.55 Como los profesores participaban tam
bién en estos ejercicios, se veían obligados a mantener un nivel muy alto de
preparación física, a fin de conservar su autoridad moral.
El sistema Ñapóla se mantuvo en continua expansión. Incluso durante la
guerra, mientras la creación de escuelas ordinarias estaba estancada, se esta
blecían nuevas Ñapólas, a las cuales las SS llevaban a los mejores profesores
del sector civil.56 En 1942, cuando había más de cuarenta por todo el Reich,
fueron rebautizadas con el nombre de Deutsche Heimschulen (Internados
Alemanes) y se les encomendó la tarea adicional de acomodar a los hijos de
soldados muertos en servicio, funcionarios del gobierno y científicos a quienes
su trabajo obligaba a largas ausencias.57
Aunque las Ñapólas cayeron bajo la égida de las SS, el Ministerio de Edu
cación conservó el control sobre los programas académicos. Las escuelas
Adolf Hitler rompieron totalmente este compromiso. Las dos ramas del sis
tema escolar creado por los nazis diferían también en sus métodos de reclu
tamiento. Mientras eran los padres quienes solicitaban el ingreso en las Ña
pólas, en el caso de las escuelas Adolf Hitler eran las mismas escuelas las
que solicitaban a ciertos alumnos preseleccionados por las Juventudes Hitle
rianas. Los padres solamente intervenían para dar su acuerdo al hecho con
sumado, a menos que tuvieran el valor o los recursos necesarios para no
hacerlo, Como la ideología nazi se apoyaba grandemente en el darwinismo,
a los promotores nazis de la educación —como Baldur von Schirach o Robert
Ley— les agradaba decir que las escuelas Adolf Hitler institucionalizaban el
principio de la selección continua.
Después de haber sido preseleccionados durante su segundo año en la
Jungvolk, los candidatos al ingreso en las escuelas Adolf Hitler eran examina
dos racialmente y enviados a un campamento de Juventudes durante una quin
cena antes del examen final. Un criterio básico de la selección era el aspecto
físico; después de su aceptación, los alumnos de las Adolf Hitler eran valora
dos en gran medida según su capacidad para el liderazgo. Las escuelas Adolf
Hitler evitaban muchos de los elementos de la rutina de las escuelas alema
nas ordinarias, tales como los exámenes individuales con notas numéricas,
libros de conducta, imposiciones, relegación a cursos inferiores en caso de
suspenso, e incluso expedientes. Además, los alumnos se dirigían a sus profeso
res con el familiar Du en lugar del cortés Sie. Las clases se llamaban
“escuadras”, y cada escuadra estaba mandada por suboficiales procedentes
de la escuela superior, que ejercían una vigilancia extrema sobre el nivel de
los alumnos en cuanto al arreglo de la cama, vestido, comportamiento e hi
giene personal. Las escuadras competían entre sí y eran juzgadas colectiva
LA EDUCACIÓN 317
mente durante una semana de pruebas que ocupaba el lugar de los exáme
nes.58 La extrema tendencia antiintelectual de las escuelas fue gradualmente
rectificada, especialmente a raíz de que Heissmeyer declaraba públicamente,
en 1939, que “el nacionalsocialismo no da la suficiente importancia al saber.
Los conocimientos que los alumnos pueden adquirir en las escuelas Adolt
Hitler son, en todos los aspectos, inferiores a los proporcionados por las me
jores escuelas superiores”.50
Mientras el trabajo diario consistió, en un prinicpio, en cinco sesiones de
educación física y uno y medio de actividades intelectuales, que incluían el
estudio de periódicos, el horario semanal durante la guerra constaba de vein
tidós clases de estudio y quince sesiones de educación física; en 1941, más
de la mitad de los alumnos de las escuelas Adolf Hitler habían aprobado
exámenes de ingreso común, y a partir de 1945 los criterios de aptitud inte
lectual pesaron tanto como los de capacidad física. Además, en 1942, las
escuelas Adolf Hitler recibieron poderes para conceder a sus graduados de
dieciocho años diplomas que daban derecho a ingresar en la universidad.60
No es que las universidades fueran forzosamente las instituciones a las
cuales estaban destinados los alumnos de las escuelas Adolf Hitler. El des
tino final para la élite de los alumnos de las Adolf Hitler eran los Ordens-
burgen (castillos de la orden), escuelas de perfeccionamiento para los futu
ros jefes, imbuidas de la mística de las órdenes caballerescas medievales y
aderezadas con los adornos externos de éstas. Los cuatro Ordensburgen de
Sonthofen, Crossinsee, Vogelsang y Marienburg estaban establecidos en pai
sajes remotos y románticos. Tanto su romanticismo como su alejamiento eran
acentuados por su estilo arquitectónico. Cada Ordensburg daba acomodo a
mil estudiantes, llamados “Junlcers”, más 500 instructores, además del perso
nal administrativo y criados (que servían a los Junkers con uniformes blancos
y galones dorados). Un papel dominante en el programa era el otorgado a la
equitación, no, en palabras de Robert Ley, “para perpetuar un prejuicio
social, sino porque da a los Junkers la sensación de ser capaces de dominar
completamente a una criatura viviente”. Ley, que, como jefe organizativo
del partido nazi, era el principal creador del plan Ordensburg, mencionaba
una y otra vez la comunidad del pueblo. “El Ordensburg abre la puerta del
liderazgo político al hombre de la calle”, afirmó en unas declaraciones que
llevaban el significativo titular “El bastón de mariscal en la mochila de cada
soldado”; 61 “Nosotros no preguntamos a un candidato: ‘¿Tiene usted el tí
tulo de abogado?’, sino ‘¿Que clase de Kerl (tipo, persona) es usted?’.” La
falta de importancia de la clase social llevaba también aparejado el evitar
los criterios intelectuales de selección; no en vano la admisión a los Ordens
burgen no dependía de exámenes sino del apoyo de que gozaba el candi
dato por parte de las jerarquías del partido de su distrito.
318 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
° Los Junkers eran educados a expensas del estado; las personas dependientes de ellos
recibían un subsidio mensual de 100 a 300 marcos, y el partido asumía la responsabili-
lidad de sus deudas.
LA EDUCACIÓN 319
ban. Muchos de los que entraron en el ejército fueron bajas, y un gran núme
ro de ellos no llegaron siquiera a oficiales. Otros, con la mirada fija en el
poder político, se convirtieron en administradores de los territorios orientales
ocupados —en otras palabras, “faisanes dorados”—, los corruptos y desprecia
bles parásitos y matones del folklore militar alemán de la Segunda Guerra.65
También la guerra ofreció al régimen una oportunidad para hacer que el
sector tradicional de la educación se aproximase más a escuelas específica
mente apoyadas por los nazis. Como parte del plan general para evacuar a
la población de las ciudades bombardeadas, las autoridades crearon campos
de evacuación para niños, es decir, trasladaron las escuelas diurnas a zonas de
recepción, donde seguían funcionando en forma de internados. Al estarles
negadas las visitas paternas por razones emocionales y para eliminar gastos
de transporte, los niños de los campos de evacuación estaban enteramente
encerrados en su nuevo ambiente —un clima paramilitar creado por los fun
cionarios de las Juventudes Hitlerianas (muchos de ellos veteranos de la Wehr
macht), quienes compartían tareas de supervisión con los profesores—. En
estos campos se daba mucha más importancia a la disciplina militar que a
la académica: en los exámenes, los muchachos copiaban libremente unos de
otros, mientras que un rastro de polvo descubierto en una habitación daba
lugar a un castigo riguroso.66 Inevitablemente, el estudio no despertaba el
interés de los alumnos en la medida que lo hacían los juegos bélicos, las mar
chas y los ejercicios con armas.
El descenso del nivel educativo en tiempo de guerra era un fenómeno a
escala nacional. Aunque el traslado a campos de evacuación afectaba sola
mente a los alumnos de zonas amenazadas por incursiones aéreas —los niños
cuyos padres se negaban a su evacuación a menudo no recibían enseñanza
alguna—, la educación se vio perturbada de manera similar en otras zonas
por el reclutamiento de clases superiores de escuela secundaria para servicios
antiaéreos. Los “auxiliares antiaéreos”, es decir, alumnos de escuela secunda
ria de dieciséis a dieciocho años, vivían en barracones militares y recibían die
ciocho horas de clase por semana. En estas circunstancias, no es de extrañar
que los criterios de examen se relajasen también, proceso que a veces llegaba
al absurdo. Bajo el título de “Certificado sin miedo al examen”, por ejem
plo, el Volkischer Beobachter informaba de una ceremonia, en Viena, con la
cual se había celebrado la vuelta de un grupo de miembros de la Unión de
Jóvenes Alemanas, que habían pasado diez semanas efectuando trabajos agrí
colas en Warthegau (la parte de Polonia incorporada a Alemania), y que al
hacer esto habían conseguido sus certificados escolares.07
Antes de esto se había iniciado ya una estrecha relación entre el trabajo
en el campo y la enseñanza. Lo que se llamaba Servicio Agrícola Auxiliar
consistía en el envío de clases enteras de jóvenes de más de catorce años al
320 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
LAS UNIVERSIDADES
“ Durante las guerras napoleónicas, von Stein había modernizado Prusia con una
serie de grandes reformas, preparándola así para su posterior papel en la unificación
de Alemania.
328 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
todo tipo de esfuerzos por la causa nacional. El Gauleiter Grohe escribió: “Su
conciencia de casta —a pesar de toda la erudición académica—■ surgió de
su ilimitada estupidez y su insuperable irresponsabilidad”. 23 De manera algo
diferente, Robert Ley, como ya hemos visto, diseccionaba la contribución de
la ciencia al bien de la sociedad con el escalpelo del análisis comparativo:
“Un barrendero echa mil microbios a la cuneta con un solo golpe de escoba;
un científico se jacta de haber descubierto un solo microbio en toda su
vida”.24 Mientras Ley había revelado esta idea a un auditorio de obreros de
la industria de armamento, el Gauleiter Streicher se complacía en escupir
a la cara de los mismos académicos. En el curso de una alocución ante los
estudiantes y la junta de gobierno de la universidad de Berlín dibujó en la
pizarra una balanza inclinada. Señalando el platillo inferior informó a su
auditorio que contenía el cerebro del Führer, mientras en el otro menos pe
sado estaba toda la Dreck (basura) de los cerebros de sus profesores.25 En
otra ocasión, dijo a los profesores reunidos en Munich:
“Yo estoy acostumbrado a utilizar el látigo para educar, pero aquí, entre
vosotros, profesores, supongo que la palabra tendrá un efecto mayor. Voso
tros, ancianos barbudos con gafas de montura de oro, con vuestra cara de
científicos, no valéis en realidad casi nada. Vuestros corazones están equi
vocados, y no podéis comprender al pueblo como nosotros. Nosotros no esta
mos separados de él por la llamada educación superior.” 26
Además de esta general denigración de los intelectuales, se lanzaron en
diferentes momentos ataques concretos contra asignaturas en particular. En
los capítulos correspondientes de este libro se hace referencia a la denigra
ción de la teología y los estudios de leyes. Citaremos ahora las vicisitudes
de la física bajo el Tercer Reich. Esta materia claramente apolítica se vio
implicada en una surrealista controversia, en el curso de la cual el Schwarzes
Korps llamó a personalidades científicas como Heisenberg, Sommerfeld y
Max Planck “judíos blancos del mundo de la ciencia”,27 porque estaban en
desacuerdo con el rechazo total de la física einsteiniana, iniciado por el anti
semita iLenart, Premio Nobel. Lenart defendía la existencia de una entidad
mística llamada “física alemana” y, apoyado por otro Premio Nobel, el pro
fesor Stark, y por varios ideólogos del partido, hacía la vida imposible a los
colegas científicos que apoyaban el “espíritu judío” en la universidad.
Aunque esta excéntrica aberración no impidió enteramente la investiga
ción física, no dejó de tener sus resultados nocivos ·—entre otros, la fuga de
cerebros—. Durante la guerra, por ejemplo, el profesor Joos renunció a su
cátedra en Gottingen por el cargo de director de la Zeiss-Jena, “porque —en
palabras del informe del SD—· había sido atacado de manera odiosa en el
curso de las polémicas contra la física teórica”.28
Una rama de la enseñanza que casi fue asfixiada por las miasmas de la
330 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
':3a politización de la vida escolar más que contra la política general del régi
men. En la medida en que los profesores universitarios se oponían activamen
te a la política oficial, lo hacían como académicos más que como ciudada
nos; se oponían a la perversión de sus asignaturas por el nazismo, pero no a
la perversidad del nazismo en sí. Pero se dieron múltiples matices de con
ducta y actitud entre los académicos. A un extremo estaba la figura autoexa-
gerada de Walter Frank, en quien se mezclaba un odio obsesivo hacia todas
las convenciones académicas —sobre todo hacía la objetividad académica—
junto con una utópica ambición de injertar una piel intelectual sobre el teji
do muerto del pensamiento nazi. A continuación estaba un grupo aislado de
profesores “viejos combatientes” —Lenart, Krieck, Baeumber y otros—, que
parecieron tan importantes en el firmamento de después de 1933 precisa
mente por su reducido número. Estaban flanqueados por un bloque de anti
guos partidarios del Partido Nacional y del Partido del Pueblo, y por una
serie de sectarios volkische, oportunistas y académicos puros cuya lealtad
hacia el régimen provenía de motivos de interés propio, nacional y personal.
A la sombra de todos ellos existía un grupo mucho más reducido de auténticos
.académicos puros que, en conferencias y artículos, intentaban aislar la ver
dad académica del contagio de la política. Por último, los más lúcidos o vale-
i o . t o s formaban una minúscula resistencia universitaria.
Esta resistencia, aunque pequeña en volumen, estaba muy esparcida. Hei
senberg, Sauerbruch y Carl Bosch llevaron a cabo acciones de retaguardia
contra la desmembración de la ciencia física por parte de la metafísica nazi.
En las facultades de teología, Bultmann y Soden repetían de manera más
cirpunspecta las palabras del expulsado Karl Barth. Spranger dimitió de su
cátedra y Litt desafió públicamente el concepto de alma inmutable de la
laza de Rosenberg. La revista de filosofía Philosophische Blatter, con Hart
mann como director, representaba un microscópico enclave neutral dentro de
la “coordinada” esfera intelectual. Los profesores de derecho Kohlrausch y
Mitheiss ejercían su influencia personal contra la radicalización nazi del estu
diantado. Su colega Jessen (junto con el confidente de Goerdeler, Popitz) per
tenecía al exclusivista Mittwochgesellschaft (Círculo de los Miércoles), de
Berlín, compuesto por académicos, industriales y funcionarios, que actuaba
como foro teórico de resistencia conservadora. Por último, una figura de esta
tura única dentro de la resistencia académica: el profesor Huber de Munich,
•que fue ejecutado por su participación en la conspiración de la Rosa Blanca
junto con los Scholl. El aspecto absurdo de la carrera universitaria de Huber
¡radicaba en el hecho de que personalmente se había beneficiado del Tercer
Reich, puesto que se aumentó el presupuesto para sus investigaciones sobre
la canción popular alemana; al aspecto trágico de su muerte contribuyó la
junta de gobierno de la universidad de Munich, que le despojó de todos sus
332 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
“ Ewald tuvo el Zwilcourage (“valor cívico”) de enviar cartas de protesta contra las
medidas proyectadas a Goering, al doctor Conti, presidente de la Asociación de Médicos, y-
al decano de la facultad de Medicina de Gottingen.
LAS UNIVERSIDADES 333
'ciosos se dedicaron cada vez más a elaborar dossiers secretos sobre sus
■colegas.
Así, cuando la Gestapo, después del 20 de Julio, pidió los nombres de los
sospechosos de Gottingen, el rector Drechsler estuvo en condiciones de satis
facer la petición con una lista de veinte académicos, entre los que ocupaba
un lugar preferente su inmediato predecesor. No obstante, parece que el ex
rector Biischke pudo mover influencias en Berlín y evitar el arresto mediante
~ana apresurada visita a la sede central de la Gestapo.84
Pero sería erróneo deducir de esto que el espionaje se convirtió en la preo
cupación absoluta de los académicos, o bien que la minoría disconforme vivía
•necesariamente en constante temor de la mayoría. AI igual que sus camara
das del partido “legos”, los profesionales nazis se dividían bastante claramen
te en “buenos" y “malos”, entendiendo por un nazi “bueno” un hombre que
■se identificaba con un régimen que cometía públicamente desmanes que él,
•en privado, no aceptaba.
A pesar de la generalizada inclinación hacia el autoritarismo, la comuni
dad académica había desarrollado a lo largo de décadas un ambiente propio,
que forzosamente incluía elementos de laissez faire. Esto continuó así, a ra
chas, después de la “coordinación”, e hizo que las universidades continuasen
siendo relativamente más libres que otros terrenos. Aun así, con el paso del
tiempo se produjeron restricciones cada vez más severas.
El rector Krüger de Berlín (cuyo cargo previo a la cátedra de cirugía ve
terinaria había sido la dirección del matadero municipal) decretó que todos
los profesores deberían contar con su permiso antes de colaborar en publica
ciones especializadas.35
La vigilancia minuciosa era quizá preferible a la aprensión que llevó a
una facultad de derecho del sur de Alemania a sobreimprimir la cubierta de
■una tesis doctoral con la leyenda “el departamento se ha permitido no expre
sar su opinión sobre los puntos de vista aquí expuestos”. Pero, si el departa
mento en cuestión se felicitó por su habilidad, lo hizo prematuramente: la
publicación de la Asociación Nazi de Abogados se apercibió de aquella “tram
pa” legal y publicó una filípica contra los académicos que carecían de un
sentido ideológico de la responsabilidad.36
Un método que les quedaba a los académicos para desviar las intolera
bles presiones políticas era enzarzar a los funcionarios del Ministerio de Edu
cación en una lucha con los del partido, señalando los perjuicios que activi
dades como la caza de brujas entre los profesores representaban para sus de
partamentos. Una cierta conciencia de esto llevó al ministro de Educación,
Rust, a advertir a los estudiantes, en 1936, contra el hábito de someter a sus
profesores a tests políticos, advertencia que el Berliner Tageblatt esperaba
que —al cabo de tres años y medio de la toma del poder— acabaría por fin
334 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
zas de las Juventudes Hitlerianas, dio ahora la orden de que fueran disuel-
tas y de que sus locales fueran convertidos en casas de camaradería.
Uno de los desacuerdos del Tercer Reich con las corporaciones tenía por
motivo la antigua institución estudiantil del duelo. En teoría, los nazis, con
su insistencia en la formación militar del carácter, deberían haber conside
rado el duelo esencial para la educación de un estudiante, pero un affaire
d’honneur de consecuencias fatales al que se dio amplia publicidad —cono
cido como el asunto Strunk— dio lugar a la prohibición del duelo. Se de
claró oficialmente que, dado que el Tercer Reich sufría escasez de personas
adecuadas para puestos directivos, el interés nacional era contrario al hecho
de que se expusieran a los azares del duelo; además, en la nueva Alemania,
el honor de un hombre no era ya asunto privado suyo, sino de la comunidad
entera.59
La prohibición de las corporaciones, que, en teoría, equivalía a una
total transformación del panorama social —y visual— de las universidades,
nunca fue en realidad plenamente aplicada. Las Asociaciones de Antiguos
Alumnos (Altherren Verbande), que apadrinaban las corporaciones, no fue
ron disueltas, sino que fueron convertidas en una Unión Nacionalsocialista
de Antiguos Alumnos, y continuaron actuando en tanto que tales como dis
cretos administradores de las confiscadas propiedades de las corporaciones.
Incluso el duelo continuó, aunque en una forma bastante modificada, y, du
rante los años de la guerra, se dio una parcial restauración de los rituales
corporativos, que habían dado color a la existencia de las hermandades.
Esta tendencia fue reforzada por los soldados que volvían a las universida
des en permiso de estudios, influidos por el espíritu de independencia cor
porativa que prevalecía entre el cuerpo de oficiales de la Wehrmacht. El
efecto de esta resistencia fue desigual según las zonas. Algunas universida
des, como las de Berlín, Konigsberg y Breslau, apenas se vieron afectadas
por ella, mientras que en Gottingen y Heidelberg fue muy marcada.
En verano de 1939, en un momento en que la Asociación Nacionalsocia
lista de Estudiantes parecía detentar el control absoluto de toda la pobla
ción estudiantil —su dirigente, el Dr. Scheel, podía anunciar tranquilamen
te: “Voy a ordenar la incorporación de veinticinco mil estudiantes a las
tareas de la cosecha”—,eo las prácticas de las hermandades habían revivido
en una medida considerable. En Heidelberg, se reanudó la tradicional pe
regrinación anual al Manantial de María, se celebraron de nuevo las acos
tumbradas borracheras rituales y se celebraban duelos, aunque utilizando
espadines en lugar de los proscritos sables.61 En Gottingen se había resta
blecido el sistema de “fámulos”, y los antiguos alumnos asistían a las vela
das rituales luciendo sus bandas y, más adelante, sus gorras de colores. Dada
la prohibición oficial de las Bestimmungsmensuren (duelos organizados de
LAS UNIVERSIDADES 341
® Durante la guerra, esta suma fue aumentada hasta superar en poco los 600 marcos
{cf. Deutsche Allgemeine Zeitung, 19 de junio de 1943).
21
EL HABLA NAZI
“No hay muerte más grande que la que produce vida; no hay vida más no
ble que la que surge de la muerte” era el título de un serial radiofónico.7
Goebbels describía a Alemania durante un discurso de Hitler como “trans
formada en un único lugar de culto en el cual su intercesor comparece ante
el alto trono del Todopoderoso”,8 y la esquela mortuoria de un jinete acro
bático estaba redactada en estos términos: “Otra silla de montar ha quedado
vacía. Axel Holst ha ido a reunirse con sus compañeros en el Walhalla. Los
jinetes de Germania lloran a un hombre de suprema maestría”.0 En palabras
de Hans Schemm,* los artistas eran “órganos de la nación que se elevan
hasta el cielo para tomar de él los valores eternos y dar alimento espiritual
al organismo del pueblo”.10 Cuando el presidente de un club social de
Berlín anunció el fin de la primera parte de la reunión anual, usó las
siguientes palabras: “Y si ahora pasamos a bailar, lo haremos en la concien
cia de que no caemos en lascivia foránea. Nuestra danza será una lucha por
el renacimiento de Alemania”.11
Como forma artística, este uso del lenguaje ofrecía tantas posibilidades
a los entusiastas amateurs como a los profesionales, aunque estos últimos
apenas podían superar a sus competidores legos. En un artículo de una re
vista literaria donde se trataba de la fisonomía de los principales escritores
nazis, se decía:
“La mirada de Hans Grimm muestra que la retraída taciturnidad de!
hombre nórdico ha sido rota por una dura experiencia y transformada en
varonil, amarga paciencia. En el caso de Hermann Stehr, predomina la carne
espiritualizada. En el caso de Grimm, la estructura ósea, y en el de Frank
Thiess, la frente. En la fisonomía de Hanns Johst hay una cierta suavidad
y semioscuridad. La sólida y colérica movilidad de su carne campesina
está diseccionada. La calidad rocosa de su rústica estructura ósea se ha
suavizado y transformado en algo parecido a áspera piedra caliza. El refina
miento aparece con especial claridad en sus orejas. Las intensas circunvolu
ciones de éstas, semejantes a la filigrana, denotan la sensible receptividad
de Johst para la musicalidad de la lengua. En el caso de Johst, la oreja es
cálida y claramente desarrollada hacia abajo; en el de Thiess, es más fría y
claramente desarrollada hacia arriba.” 12
Podríamos encontrar las suficientes efusiones de este tipo como para
llenar el resto de este libro, pero nos contentaremos con reproducir en último
lugar la contribución de un no profesional de la literatura, un guía que les
dijo a un grupo de excursionistas que hacían una salida en autocar organizada
por A la Fuerza por la Alegría: “Y ahora bajemos y coordinémonos (Gleichs-
chaltung) con la madre naturaleza”.13
* Los teutomaníacos no aceptaban la escritura de este nombre con ch, por conside
rarla derivada del griego y, por tanto, no alemana.
22
EL HUMOR
Los obreros de una gran factoría se ponen muy contentos porque el encar
gado de entregar los sobres se ha equivocado y les ha pagado las deduccio
nes en lugar del salario.
En el curso de la inspección a una fábrica de armamento, le presentan a
Goering a un obrero destacado. Al observar el ministro que el hombre cojea,
le pregunta, solícito: “¿Es una herida de guerra?”. “No, es que el viernes
pasado se me cayó el paquete de la paga sobre el pie.” “¿Tanto pesaba?”
“Mucho. Afortunadamente, ya habían quitado las deducciones, porque, si
no, habrían tenido que amputarme la pierna.”
Otro chiste sobre las condiciones del trabajo obrero presentaba a un tra
bajador que padecía de estreñimiento crónico, y a quien el médico del segu
ro recetaba laxantes cada vez más enérgicos, sin resultado. Desconcertado, el
doctor le pregunta en qué trabaja. “En la construcción de autopistas.” Con
un suspiro de alivio, el médico entrega a su paciente una moneda de dos
marcos. “Ya verá usted cómo le hace efecto el laxante en cuanto haya comi
do alguna cosa.”
Las dificultades financieras de la baja clase media inspiraron la historia
del criminal sanguinario sentenciado a morir en la horca. Al enterarse de la
decisión del tribunal, Hitler, airado, se dirige a Goering: “Una muerte rápida
es poco para un criminal como éste. Debería hacérsele morir de hambre len
tamente”. A lo cual responde el ministro: “Podríamos ponerle una tiendecita”.
Además de tratar de las víctimas económicas del nuevo orden, el humor
se ocupaba también de los grupos beneficiados por él.
¿En qué agrupación coral gana cada miembro más que Caruso? En el
Reichstag, cuyos diputados actúan sólo una vez al año, cantan dos cancio
nes (el Deutschland L ied y la “Canción de Horst Wessel”) y cobran cada uno
doce mil marcos.
Un viajero que pasa por un pueblo observa que unos hombres están reti
rando la veleta de la torre de la iglesia, y les pregunta: “¿Van a poner una
nueva”. “Oh, no. Vamos a sustituirla por un funcionario. Los funcionarios
saben mejor que cualquier veleta de qué parte sopla el viento y hacia dónde
va a cambiar.”
Como hemos visto, los miembros del partido que ingresaron en él cuando
la gran avalancha de entradas posterior a la toma del poder, en marzo de
1933, eran apodados “violetas de marzo”. La insignia del partido recibía el
nombre de Angstbrosche (“el broche del miedo”).
La ubicuidad de los uniformes durante el Tercer Reich (el partido no ce
saba de crear nuevas organizaciones con un “traje de batalla” distintivo) dio
lugar a la sugerencia de que el ejército adoptara el traje de paisano, con el
fin de distinguirse del resto de la población. En el marco de un partido que
veneraba el mito de la masculinidad, las mujeres afiliadas no eran tenidas en
E L HUMOR 357
LA LITERATURA
La literatura fue el campo de las artes en que la toma del poder nazi tuvo
unos efectos más inmediatamente visibles: unos dos mil quinientos escritores,
incluyendo a ganadores del Premio Nobel y a escritores de bestsellers mun
diales, abandonaron el país voluntaria u obligadamente, para constituir una
diáspora única en la historia. Su partida fue acelerada por la purga efectuada
a mediados de febrero en la Academia Prusiana de Poesía, la presidencia de
la cual Heinrich Mann (autor de la novela que dio base a la película El
ángel am i, Professor Unrat) hubo de ceder a Hanns Johst, antiguo poeta ex
presionista convertido en pintor de héroes solitarios tipo Leo Schlageter.*
La purga obligó también a abandonar sus puestos al premio Nobel Tho
mas Mann, a Alfred Doblin, Leonhard Frank, Georg Kaiser, Jakob Wasser-
mann, Franz Werfel y otros. El puesto de estos “degenerados e indeseables
raciales” * * fue ocupado por un grupo de escritores de los cuales ninguno go
zaba del renombre internacional de sus predecesores: * * * Werner Beumel-
burg, Hans Friedrich Blunck, Hans Grimm, Erwin Guido Kolbenheyer, Agnes
Miegel, Borries von Münchhausen, Hermann Stehr y Emil Strauss.
Beumelburg, un antiguo oficial, representaba la escuela literaria “la Gue-
* Schlageter fue un famoso terrorista del Freí Korps ejecutado por los franceses
durante su ocupación del Ruhr, en 1923,
* * A pesar de esto, algunos de los que no eran judíos, como Kellermann y Paquet,
continuaron viviendo y publicando en Alemania.
* * * E l crítico literario volkisch Wilhelm Stapel expuso su particular racionalización del
fenómeno: “Las novelas judío-alemanas de un Wassermann, un Feuchtwanger o del judío
asimilado Heinrich M ann... no guardan relación básica con el idioma alemán. Podrían
haber sido escritas igualmente en inglés, francés o sueco... E l lenguaje no es más que
la envoltura fortuita de estas obras” (Die literarische Vorherrschaft der Juden in Deutsch
land, Forschungen zur Juden frage, Hamburgo, 1937, vol. I, p. 188).
LA LITEBATUBA 361
* Ambos habían renunciado a sus puestos en 1931, en parte como protesta contra
la “ascendencia” cultural de Berlín y en parte por hostilidad hacia la democracia de
Weimar. Imitó su gesto Wilhelm Schafer, el autor de Trece libros del alma alemana.
ee Zweig era austríaco, pero tuvo el acierto de abandonar Alemania antes del
Anschluss.
*** También austríaco, que permaneció en Alemania hasta 1938.
LA LITERATURA 363
9 L a muy traducida novela ¿Y ahora, qué?, de Fallada, fue una de las más signifi
cativas y de más éxito en la época de la Depresión,
364 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
e Réplica de Gottfried Benn a la carta abierta polémica que le dirigió Klaus Mann
desde Francia en 1933, citada por Franz Roh en su Entórtete Kunst, Hannover, 1962, p. 109.
Borries von Münchhausen había mencionado públicamente, en 1934, la sospechosa
similitud entre el apellido del poeta y el prefijo hebreo Ben, que significa “hijo”, ante lo
cual Benn se tomó increíbles molestias para establecer su pureza racial. Sus diligentes
investigaciones dieron como resultado que: (a) Benn era el nombre de un tipo de vino
de Dürkheim, que aparecía en la lista de vinos de Kempinski, el famoso restaurante de
Berlín; (b) en Dürkheim, el término Benn denominaba el vino producido en viñas
situadas a una cierta altitud; y (c) los Benn domiciliados en Inglaterra eran nórdicos puros.
Publicó estas pruebas de la limpieza de sus orígenes en Lebensweg eines Intellektualisten,
Berlín, 1934 (cf. Loewy, op. cit., p. 335).
* * * Der W e g zu Isabelle, de Thiess, tenía resonancias incestuosas, y la protagonista
de su Frauenraub era lesbiana.
366 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
* Este episodio tuvo una curiosa consecuencia en la República Federal, cuando una
productora cinematográfica alemana encargó a Ernst von Salomon que escribiese un guión
para un film basado en la vida y la muerte de Rathenau.
E n 1937, se le prohibió publicar en Alemania. E l continuo movimiento político de
Bronnen llegó a su cumbre cuando, terminada la Segunda Guerra Mundial, salió a la luz
de nuevo en Austria convertido en comunista.
* * * Hans Heinz Ewers, pornógrafo conspicuo, había acaparado el mercado biográfico
de Horst Wessel.
370 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
hacía relativamente poco tiempo, una mística nacional que asimilaba la “ale-
manidad” con lo natural y la “extranjeridad” (especialmente la condición de
Welsch °) con lo artificial, y, en mucha mayor medida, al espíritu antimoderno
y antiurbano de una clase media tradicionalista, que se sentía incómoda en
la dinámica sociedad industrial.
Un especial atractivo de la novela regional lo constituía su escasa vincu
lación a la época contemporánea. Aunque frecuentemente desarrolladas en el
presente, estas novelas presentaban una cierta intemporalidad por el hecho
de que la vida y actividades de sus personajes venían dados por el eterno
ciclo de las estaciones. La pérdida de realismo * * que resultaba de esto era
sobradamente compensada por generosas dosis de espiritualidad o escapis
mo, como puede observarse en la grandilocuente magnificación de lo “eter
no” a expensas de lo temporal y contingente.
Los escritores —y los autores—> cristianos, especialmente los católicos,
veían y apreciaban, en este género literario, otro tipo de mérito: la afirma
ción de que la religión era un rico e importante elemento de la vida cam
pesina. (Sin embargo, esto no se aplica a todos los casos; más adelante dare
mos ejemplos de la literatura regional de carácter pagano.)
En realidad, el Karma espiritual ■—o ideológico— engendrado por la obra
de los novelistas regionales se resiste a la clasificación. En la obra Die Ma-
jorin, de Ernst Wiechert, se insistía en el aspecto terapéutico de la vida cam
pesina: las humildes tareas que determina el ciclo de las estaciones devolvían
la salud a una mente enferma. En Das Riesenspielzeug, de Emil Strauss, el
protagonista abandonaba la civilización urbana para realizar un experimento
de vida comunitaria en el campo. Habiendo fallado su intento de retorno
“inorgánico” (es decir, cerebral) a la naturaleza, se integraba finalmente a la
vida del campo con la ayuda de una “auténtica” hija de la tierra. En Ein
Arzt sucht seinen W eg, de H. ICunlcel, un inquieto estudiante hastiado de la
universidad deja los estudios de medicina y abandona su hogar para volver
a la tierra, y va a vivir con su abuelo, pastor que vive en los brezales, al
cual acaba reencarnando convirtiéndose en un herbolario capaz de realizar
curas milagrosas.
El tipo de misticismo de Kunkel, con toda su exageración, parece casi ra
cional comparado con la descripción que hace Herbert Bohme de un noviaz
go en un pueblo nórdico.19 En esta escena, el pretendiente es llamado Sancl-
° Cf. Loewy, op. cit., p. 2 9 : “Al fomentar la evasión hacia el moralismo, la intimidad
y un estéril tradicionalismo, contribuyeron (Wiechert y Carossa) a la aceptación del mal
por parte de sus lectores” .
* * Obra en la que Jünger comparaba el despliegue de todos los recursos — incluyendo
los humanos— en la guerra con el desarrollo industrial.
Ver p. 3 65; además de lo cual, Thiess habló de 1933 como el año de “la entrada
de Alemania en un nuevo espacio histórico” (cf. Der Spiegel, 2 9 de abril de 1968).
376 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
9 U n ejemplo de estas obras es Las Casas vor Karl V, que se ocupaba del enfrenta
miento entre la Iglesia y el Estado en la España del siglo xvi.
LA LITERATURA 377
° Otros autores extranjeros muy leídos por el público alemán fueron Robert Graves,
Liddell Hart, T. E . Lawrence y Esther Meynell (cf. Dieter Strothmann, Nationalsozialis-
tische Literaturpolitik, Bonn, 1960, p. 201).
Rainer Schlosser, Die Notioendigkeit des Schonen in “Wille und Macht”, vol. II,
serie séptima, 1939, p, 2. Cf. Werner Sombart: “E l militarismo es... la suprema unión de
Potsdam y Weimar. Es Fausto y Zaratustra y una partitura de Beethoven en las trincheras”
(citado por Hermann Glasser en Spiesser Ideologie, Freiburg, 1964, p. 24).
LA LITERATURA 379
EL TEATRO
* Albert Bassermann, poseedor del Ifland Ring (la más alta distinción del teatro
alemán para los actores), no era judío, pero se negó a divorciarse de su esposa Elsa, que
lo era, y marchó al exilio con ella,
* * Hay que señalar al mismo tiempo que algunos de estos artistas utilizaron su influen
cia para ayudar a colegas perseguidos.
384 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
El e s p ír it u del m al:
¿De qué sirve seguir viviendo y envejecer? Los que sobrevivieron nun
ca lo comprenderán, los que sobrevivieron nunca lo sabrán. Fue hermoso
arder hasta morir.
® Schlageter era una patriotera versión de un héroe del Frei Korps a quien los fran
ceses ejecutaron durante su ocupación del Ruhr.
390 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
de Posa para inhibir los aplausos. En 1937, el Teatro Nacional de Berlín reti
ró la obra de su escenario cuando llevaba ocho semanas en cartel, y el órgano
ideológico del partido pontificó: “Fueron hombres como el marqués de Posa
los que dieron lugar a la Revolución Francesa. La libertad unida a la obe
diencia, como Schiller la propugnó en los últimos años de su vida, era algo
desconocido para Posa”.18 Cuatro años más tarde —seguramente distinguien
do otra vez entre el Schiller joven y el maduro—, Hitler prohibió el uso de
Wilhelm Tell como libro de texto. Cabe recordar aquí que los nazis habían
pronunciado solemnemente el “juramento de Rütli” del patriota suizo, en una
bodega de Munich, antes de poner en marcha el abortado putsch de noviem
bre de 1923.
En 1944, Gründgens dirigió la obra de juventud de Schiller, Los bandidos,
como una evocación de nihilismo, y representó él mismo el personaje del vi
llano Franz Moor, con aspecto de maníaco y un peinado que recordaba el de
Hitler. El parecido físico era también importante en la puesta en escena de
Jürgen Fehling del Ricardo III, de Shakespeare. En su papel de protagonista,
Werner ICraus cojeaba, simulando tener un pie deforme como Goebbels, y
cuando sus sanguinarios secuaces se quitaban las capas mostraban camisas
pardas y negras, cinturones y correajes.17 Las palabras del funcionario del
tribunal de justicia ante la acusación contra Hastings —“¿Quién es tan estú
pido que no pueda ver este ostensible engaño? ¿Pero quién es tan valeroso
que no se atreva a decir que no lo ve?”— provocaron infinidad de aplausos
a mitad de la escena.18
En cambio, la versión de Lothar Müthel de otra obra de Shakespeare re
veló que el conocido realizador actuaba, en el terreno artístico, como propa
gandista del genocidio. Al serle encargado por el Gauleiter de Viena, Baldur
von Schirach, que dirigiera El mercader de Venecia en el Burgtheater, en
1942, año de las deportaciones masivas a Auschwitz, Müthel aceptó, “porque
encontraba fascinantes los problemas teatrales que planteaba aquel trabajo”.
Encargó al conocido crítico H. Ihering que adaptase el texto de Shakespeare
a las exigencias de las leyes raciales nazis, de modo que Jessica apareció como
fruto del adulterio de la esposa de Shylock con un hombre ario, lo cual —se
gún las leyes de Nuremberg— la acreditaba como digna esposa del ario Lo
renzo. En el papel de Shylock, Werner Kraus (que anteriormente había insis
tido en representar a todos los personajes judíos de la versión cinematográfica
de Jud Süss, a fin de evitar que, según sus propias palabras, “media docena
de actores rivalizasen unos con otros en una caricatura antijudía”) realizó una
interpretación cargada de antisemitismo.
Pero otros hombres de la escena alemana tomaron actitudes diferentes
ante estas cuestiones. En 1942, el joven actor Joachim Gottschalk se suicidó
junto con su esposa, de raza judía. Ocho años atrás, el venerable Albert
392 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
rogaba al primer ministro francés, Flandin, que no mirase tanto hacia la iz
quierda—, y también otros acerca de la política interior, como los que gira
ban en torno a la preocupación genealógica 20 o como el del jefe de estación
que anunciaba que Berlín era la capital de la Baviera septentrional y Munich
la de la Prusia meridional.
Otras iniciativas de este tipo eran más ambiciosas. En un cabaret de la
Kurfürstendamm, uno de los personajes del espectáculo era el dueño de una
fábrica que, con lágrimas en los ojos, suplicaba a sus empleados que acepta
sen un aumento de sueldo, que ellos rechazaban obstinadamente. Con un
propósito más concreto, un grupo ambulante de teatro de cabaret organizado
por A la Fuerza por la Alegría presentó un programa en el que se atacaba
a murmuradores, pesimistas, adictos a la astrologia y otros disidentes, y cuyo
estribillo de tipo agit-prop era: “Quiero que todos comprendáis que no puede
haber mayor fortuna que vivir en una patria que os da trabajo y que está en
el camino del progreso”.21
La “coordinación” del teatro de cabaret formaba parte del mismo proceso
que el decreto emitido por Goebbels en otoño de 1936, encaminado a con
vertir a los críticos en eunucos encargados de dar orientaciones anecdóticas
sobre las obras teatrales. La crítica fue sustituida por la llamada “considera
ción de una obra de arte”. Ello tuvo para el teatro unos resultados que Wer
ner Kraus describió después de la guerra: “Antes, temblábamos de miedo a
cada estreno, y a partir de aquel momento ya no volvimos a temblar, porque
nadie se atrevía a decir que no habíamos trabajado bien. Pero esta situación
se hizo aburrida, y lo más grave de todo fue que ya no aprendíamos nada.
Al final, ni nosotros mismos sabíamos si lo hacíamos bien o mal”.22 Pero, por
nocivo que resultase el decreto de Goebbels para la calidad del teatro, fue be
neficioso para la tranquilidad de los críticos, expuestos antes a un gran núme
ro de riesgos. Por ejemplo, una crítica negativa de Johann Keppler, de Reh-
berg, aparecida en el Wuppertaler Zeitung, dio lugar a que el jefe local del
partido escribiese las siguientes líneas al propietario del periódico:
“El aspecto más triste y lamentable de la situación es el hecho de que
Rehberg es miembro del partido desde 1930 (número de carnet 360.000). Qui
zá el crítico de su periódico no pertenece siquiera al partido, o bien milita
en él desde hace muy poco tiempo y no posee un conocimiento profundo de
la cultura nacionalsocialista. No estoy dispuesto a continuar tolerando en
Wuppertal el sabotaje de este tipo de descontentos. A la próxima ocasión,
denunciaré a estos individuos al ministro Goebbels y al ministro-presidente
Goering, y solicitaré que sean enviados a un campo de concentración. Por lo
que a usted respecta, he de rogarle muy cordialmente, como viejo luchador
del partido que es, que despida inmediatamente a este crítico.” 23
Goering, que, a la manera de un señor feudal, mosteaba un interés de
394 HISTOBIA SOCIAL DEL TERCER REICH
propietario por los teatros estatales de Prusia, hizo vigilar por la Gestapo al
crítico Alfred Muhr, del Deutsche Zeitung, por “sabotear la construcción del
nacionalsocialismo” con sus críticas.24
Pero la intervención personal de los jerarcas nazis en el teatro fue más
allá de la imposición de una camisa de fuerza a los críticos. Algunos de los
miembros de la élite nazi guardaban en sus cajones, junto a las pistolas, ama
rillentos manuscritos. Uno de estos diletantes era el Gauleiter Kube, que es
cribió una obra dramática acerca del primitivo rey germánico Totila (uno
de los héroes trágicos del bestseller decimonónico de Felix Dahn La lucha
por Roma). Como los directores teatrales de Berlín no mostraban interés al
guno por Totila, el Ministerio Prusiano de Cultura se vio obligado a emitir la
siguiente orden:
“El veterano luchador nacionalsocialista, el actual Oberprasident Kube,
ha escrito una pieza teatral que ha sido ya presentada con éxito en otras ciu
dades. En Berlín, no ha sido posible aún llevarla a la escena. Les ruego que
tomen inmediatamente todas las medidas necesarias para que el drama de
Kube sea representado en dicha ciudad. Límite de tiempo: tres días.” 25
Las “otras ciudades” a las que se hacía referencia estaban, naturalmente,
en ICurmark, el Gau de Kube, donde un periódico local nazi había comentado
acerca de la obra: “El Totila de Wilhelm Kube no puede ser diseccionado
con el bisturí de la anticuada crítica estética. El espectador sólo puede con
siderar Totila desde el punto de vista de la alemanidad”.28
Si Kube se veía a sí mismo como un moderno Kleist, a otros Gauleiter les
agradaba jugar el papel de Mecenas. Sauckel, de Turingia, por ejemplo, or
denó a la dirección del Teatro Nacional de Weimar —famoso por su antigua
colaboración con Goethe y Schiller— que pusiera en escena la obra de Otto
Erler El huésped de Thor a perpetuidad, todos los 21 de marzo (día del
equinoccio de primavera).27 Esta tendencia al mecenazgo colocaba a los acto
res de teatro en una situación muy ventajosa, pues los Gauleiter rivalizaban
entre sí para persuadirles a fijar su residencia en su feudo particular, por
medio de obsequios que iban desde títulos o automóviles Mercedes a propie
dades en el campo.
Pero, en conjunto, no fueron los actores el grupo social que obtuvo mayo
res beneficios (aparentes beneficios) de la manipulación del teatro llevada a
cabo por los nazis. Aunque ya antes de 1933 los trabajadores habían pasado
a formar parte del público habitual del teatro (sobre todo merced a la orga
nización Volksbühne, “Teatro Popular”, que actuaba en colaboración con los
sindicatos), el Tercer Reich movilizó a masas de público en una escala pro
pia de una revolución cultural, no tanto con el fin de someterles al teatro
propagandístico sino para convertir en propaganda su presencia en los tea
tros. ¿Qué mejor prueba de comunidad del pueblo que la presencia de aque-
E L TEATRO 395
* Los teatros pequeños siguieron siendo, por lo general, zona reservada a los abonados,
396 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
EL CINE
El cine alemán entro en una edad de oro con El gabinete del Dr. Caligari
(1919). Los sucesores de Caligari —El Golem, Siegfried, Metrópolis, El estu
diante de Praga, Destino, Vodevil, La última sonrisa— constituyeron otras tan
tas aportaciones importantes al arte cinematográfico. Después de Fausto
(1926), la brillantez de las pantallas de Weimar disminuyó un tanto, aunque
pocos contemporáneos pusieron en duda la gran calidad de Camaradería y
de algunos de los primeros films sonoros, como La ópera de tres centavos, El
doctor Mabuse, M y El ángel azul.
Sin embargo, estos clásicos no eran representativos de la producción cine
matográfica de la última época de Weimar, En ningún arte se mantuvo tanto
una continuidad, después de 1933, como en el cine, cuando menos, según una
visión de conjunto. Si un Rip van Winkel aficionado al cine se hubiera dor
mido durante la Depresión y se hubiera despertado durante el Tercer Reich,
habría encontrado en las pantallas las mismas imágenes: soldados con cascos
rematados en punta, de ojos hundidos, que salían de las trincheras para ir al
encuentro del enemigo, cortesanos con peluca marcando posturas en decora
dos rococó, cazadores furtivos cortejando a campesinas entre doradas mazor
cas y esforzados montañeros conquistando cimas rodeadas de nubes.
Esta continuidad se debía, en parte, a la coincidencia de que el ultracon
servador político prohitleriano y magnate de la prensa, Hugenberg, contro
laba además la UFA (Unwersum-Filni-Aktiergesellschaft), la productora ci
nematográfica más importante de Alemania.
Pero una causa más determinante —aunque menos fácil de explicar— la
constituía la increíble medida en que los cines de Weimar reflejaban las de
formidades resultantes de la abortada revolución alemana posterior a la gue-
398 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
clarar que la demanda de noticiarios en los que apareciesen también los sol
dados alemanes heridos y muertos merecía ser condenada como una forma
de afán de sensacionalismo.15
Durante la guerra, el hábito de ir al cine se hizo más fuerte y popular
que nunca, hecho que las autoridades fomentaron enviando equipos móviles
de proyección a pueblos remotos e incluso instalando algunos cines al aire
libre en zonas bombardeadas. Durante los últimos tiempos de la guerra,
había ante los cines de Berlín largas colas a partir de primera hora de la
tarde. La gran cantidad de público que se disputaba el relativamente redu
cido número de localidades dio lugar a la aparición de un mercado negro
de entradas. Cuando se redujo la distancia entre el frente y la capital, se
revocó la prioridad de entrada de que gozaban los soldados.
En aquellos críticos momentos, Goebbels privó al frente de 10.000 solda
dos de infantería, 1.000 de caballería y 250 cañones para que apareciesen en
las escenas de batalla de una película acerca de Napoleón, de Veit Harlan.
Kotberg, film que tomaba su nombre de la ciudad que se negó a rendirse
a los franceses en 1808, quería provocar una evocación de Dunquerque en la
psique colectiva; pero, aunque fue estrenado ante la cercada guarnición de
Konigsberg, no pudo ya proyectarse públicamente.
Kolberg fue el último de los mil y tantos films producidos durante el que
había de ser milenario Reich. ¿Mereció alguno de ellos pasar a la posteri
dad? Bien pocos. La mayoría fueron intrascendentes;* una minoría clara
mente negativos. E l resto puede incluirse en dos grupos: los que constituían
un comentario válido de la realidad nazi * * y los que poseían un mérito
artístico intrínseco. Al primero de estos reducidísimos grupos pertenece
Kleider machen Leute (El hábito hace al monje), sátira acerca del atractivo
de los uniformes, y Der Maúlkorb (El bozal), una farsa de época cuya acción
se desarrolla en una pequeña ciudad, en la cual un procurador encargado
de investigar un caso de lesa majestad descubre que él es el culpable.
Das Land der L iebe (El país del amor), de Reinhold Schünzel, era una sátira
más incisiva y contenía retazos de diálogo como este: “En este país no leemos
libros. Nadamos, practicamos el boxeo y levantamos pesos”, o bien: “Oh,
esta cárcel está medio vacía. ¿De qué sirve una cárcel vacía?” Desde luego,
estos tres films habrían pasado desapercibidos en otro contexto que no
hubiese sido el Tercer Reich.
LA PRENSA Y LA RADIO
Fue su capacidad para la retórica la que hizo posible a Hitler romper los
límites de una pequeña secta y conseguir la audiencia de casi la mitad del
país a través de su don de lenguas y del de sus seguidores.
En el principio nazi estaba el verbo; la letra impresa lo apoyaba, pero en
un plano de supeditación. Una de las principales directivas de Goebbels a los
periodistas era, en resumen, la s i g u i e n t e : “El lector debe tener la impresión
de que el que escribe es en realidad un hombre que está junto a él y que le
habla”.5 Como resultado de ello, las páginas de la prensa nazi exhalaban el
ambiente de sus mítines masivos, un ambiente de sudor, cuero y sed de san
gre, y el Volkischer Beobachter era poco más que un cartel disfrazado de pe
riódico. Por ejemplo, los titulares de primera plana eran del tipo de: E l q u e
r i d o DE LA DUEÑA DE UN BURDEL NOMBRADO PROFESOR UNIVERSITARIO,0 y U t iliz a
b a frecuentemente epítetos como “reptiles” (para los miembros del gobierno
de Weimar) y “cloaca parlamentaria” (para el Reichstag).7
Estos factores contribuyeron a la peculiar inversión de preferencias de
los lectores y votantes de la derecha antes de la toma del poder: mientras
los nazis consiguieron más del cuádruple de votos que sus aliados del par
tido nacional en las elecciones de 1932, la proporción de lectores de la prensa
nazi dentro del conjunto nacional de lectores de la prensa derechista (el 38
por ciento de todas las publicaciones del país) era menor de la cuarta parte.
La situación de Hugenberg era característica: aunque era el principal mag
nate de los medios de comunicación de masas en Alemania (por su condi
ción de presidente de la editorial Scherl y de la productora cinematográfica
UFA), su partido era, con mucho, el más débil en la alianza partido nacional-
partido nazi. En 1933, quedó totalmente eclipsado al primer recuento de
votos, mientras Max Amann se convertía en el primer magnate periodístico
de Alemania (si no del mundo entero) : en 1942, controlaba el 82 por ciento de
la prensa del país.8
El Volkischer Beobachter representó la punta de lanza del imperio perio
dístico de Amann. Llegó a ser el primer periódico de la historia del pe
riodismo alemán que fue publicado simultáneamente en Munich, Berlín (a
partir de 1933) y Viena (a partir de 1938). Además, se convirtió en el primer
diario alemán que alcanzó la cifra de venta de un millón de ejemplares y que
registró un crecimiento de diez a uno en otros tantos años (1932: 116.000;
1941: 1.192.500).9 Un hecho que contribuyó a este asombroso progreso fue
que su director, Wilhelm Weiss, transformó en parte el primitivo “periódico
de combate” en un vehículo de información. Mejoró el servicio de noticias y
amplió el alcance de éstas. Pero la mayoría de los otros planes de Weiss
para una reforma del diario se estrellaron contra las inflexibles negativas de
Amann.
Fue la obstinación de su propietario, por ejemplo, lo que impidió que el
LA PBENSA Y LA BADIO 415
primer periódico del país más poderoso de Europa no tuviera ni un solo corres
ponsal permanente en ninguna capital extranjera.10 Tampoco empleó el perió
dico, después de 1933, un vocabulario diferente, para adaptarse mejor a su
nuevo status de equivalente alemán de The Times o L e Temps. Tanto en sus
tiempos de apogeo como en los de oscuridad, el estilo del periódico consistió
en una combinación de panfletarismo y pérfida mendacidad, como puede ver
se en esta información, de 1934, del suicidio de un antiguo diputado del
Reichstag en un campo de concentración: "Aunque tratado con la misma
tolerancia que todas las demás personas en custodia protective, se comportó
de forma hostil y provocativa hacia el personal responsable”.11
La verdadera razón del rápido y constante progreso del periódico (su
circulación aumentó cada año en 100.000 ejemplares) es sencillamente el
hecho de que la suscripción al Volkischer Beobachter era a la vez consecuen
cia lógica de la afiliación al partido y signo de fidelidad política para los fun
cionarios y otros grupos sociales. Maestros de éscuela, dirigentes de las Ju
ventudes Hitlerianas, instructores de la Wehrmacht y profesores universita
rios lo utilizaban como auxiliar básico de su tarea educativa, y, como hemos
visto, los maestros no nazis se veían obligados a leerlo también, para abste
nerse de criticar las redacciones en que sus alumnos copiaban palabra por
palabra sus artículos editoriales. Los comentarios adversos acerca de tales
redacciones fueron a veces expiados en campos de concentración.
Aunque un amplio sector de la burguesía acomodada estaba ya suscrito
a la prensa nazi, Goebbels no se decidió a imponerlo de manera absoluta a
todos los sectores educados de la población. La prensa socialdemócrata y co
munista desapareció totalmente después de la toma del poder, y en este des
tino la siguieron pronto los diarios católicos, pero se permitió que siguieran
existiendo algunos periódicos liberales de gran reputación (como el Frankfur
ter Zeitung y el Berliner Tageblatt), convenientemente despojados de su an
terior relación con grupos judíos, aunque conservando su personal no nazi.
Esta decisión, en principio contradictoria, tenía como fin mantener, en el inte
rior del país, un vestigio del pasado esplendor periodístico, para dar una apa
riencia de pluralidad en aquel sistema herméticamente cerrado. Cara al ex
tranjero, la utilidad de estos periódicos consistía en su calidad de portavoces
del régimen con una cierta dignidad formal, que podían entablar con los
periódicos extranjeros un diálogo para el cual habrían sido totalmente inade
cuadas las publicaciones declaradamente nazis, por la brutalidad que las carac
terizaba. De este modo, los lectores alemanes más exigentes, a quienes con
trariaba el rudo estilo y las esquemáticas argumentaciones del Volkischer
Beobachter, podían encontrar en el Berliner Tageblatt las mismas argumen
taciones envueltas en la refinada prosa de Paul Scheffer, formado en la pres
tigiosa escuela de Theodor Wolff. Scheffer, que pasó a ser director en otoño
416 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
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Goebbels, ministro de Propaganda, lee las “amistosas manifestaciones intercambiadas entre
AL mania y Austria”, poco antes de que ésta fuera anexionada al Tercer Reich.
El compositor Karl Orff, a quien vemos a la izquierda, fue muy popular durante el período
nazi.
Hermann Goering fue ministro del Interior de Prusia, presidente del Reichstag, comandante
en jefe de la Luftwaffe y mariscal del Ejército.
Aspecto que en una de sus jornadas ofrecía el estadio berlinés donde se celebró la
Olimpiada de 1936.
El escultor Thorak en una de sus obras colosalistas, tan celebradas por los nazis.
Escultura alegórica de la
ideología nazi, en un estilo
tan del gusto de la época.
LA PRENSA Y LA RADIO 417
ingenio crítico, tanto en los temas políticos como en los culturales. El crítico
teatral del Franlcfurter Zeitung, al comentar la pieza de Moeller Rothschild
gana en Waterloo, logró impugnar la credibilidad de la misma mediante fra
ses ambiguas tales como: “El autor se preocupa menos de la autenticidad his
tórica que de las implicaciones morales”.18
Esta crítica apareció dos años antes de la promulgación del importante
decreto de Goebbels, de noviembre de 1936, según el cual la crítica debía
ser sustituida por la “consideración del arte”. Pero incluso después de este
decreto existían algunas posibilidades. Gert Teunissen, el crítico de arte del
Kolnischer Zeitung, consiguió introducir una nota irónica en sus comentarios
a las exposiciones anuales de Munich mediante el uso de expresiones como
“exactitud matemática” y “a prueba de bombas”, o de frases como “el yeso
de París permite dejar la superficie lisa como un espejo”.19 También la crítica
literaria encontró una salida para la veracidad de los comentarios a obras
sobre las figuras de César, Cromwell o Napoleón, que proporcionaban opor
tunidades evidentes de establecer implícitos paralelismos con el totalitarismo
contemporáneo.
Aunque los escritores que formaban parte de la redacción del Berliner
Tageblatt, del Kolnischer Zeitung y del Frankf urter Zeitung o de publicacio
nes periódicas como el Deutsche Rundschau se aprovechaban ocasionalmente
de estas oportunidades, los periodistas del Tercer Reich, en su conjunto, en
contraron sus privilegios en ámbitos totalmente diferentes. Los ortodoxos se
sintieron corporativamente ensalzados, ya que Hitler, a raíz de la publicación
de Mein Kampf, solía darse la calificación profesional de “escritor”. Según
una típica efusión de un escriba del partido:
“Un periodista nace de la misma manera que nace el dirigente, con el que
está estrechamente vinculado. Sólo en la actividad periodística la visión pro-
fética del diligente adquiere la forma de intuición poética... Así como el
poeta marcha junto al rey, el periodista debe marchar con el dirigente. El
dirigente adivina la esencia del alma popular por su visión intuitiva; el pe-
rodísta lo hace escuchando su lengua.” 20
Un privilegio más prosaico concedido a los periodistas se relacionaba con
el hecho de que las secretas “reglas de lenguaje” les permitían una visión
de las realidades políticas y diplomáticas que se negaba a la población en
general. Los periodistas eran los únicos ciudadanos del Tercer Reich que es
tuvieron oficialmente informados de que el órgano central del partido nazi
publicaba falsedades. El 9 de enero de 1940, se les comunicó que “el artículo
publicado en el Volkischer Beobachter de hoy acerca del origen judío de
algunos estadistas británicos es muy lamentable. Las afirmaciones que en él
se hacen son extremadamente incorrectas”.21
Otro privilegio —indudablemente mucho más apreciado— de que goza
420 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
ron unos pocos periodistas durante la guerra fue el acceso, merced a los bue
nos oficios del Ministerio de Propaganda, a los periódicos extranjeros y a los
films procedentes de los países aliados retenidos por la censura. (Antes de
1939, los habitantes de las grandes ciudades habían podido aún leer órganos
de la opinión extranjera “moderada”, como The Times, L e Temps y el Ήene
Ziircher Zeitung adquiriéndolos en los kioscos o leyéndolos detenidamente en
los cafés, aunque el ser visto comprando periódicos extranjeros no era lo más
adecuado para hacerse mirar con buenos ojos por el partido o por la Gestapo.)
El hecho de que los periodistas tuvieran mejor acceso a la información
no les daba necesariamente una visión más precisa de la realidad. Rudolf
Kircher, director del Frankfurter Zeitung, estaba, por lo que se vio, tan mal
informado, que sufrió una crisis nerviosa durante una reunión editorial, cuan
do llegó al periódico la noticia del ataque alemán a Polonia. Cuando Marga
ret Bovery fue enviada a Nueva York, en el verano de 1940, para seguir el
desarrollo de la guerra desde un observatorio neutral, sus colegas comentaron
que tal viaje no tenía sentido, pues la guerra habría terminado antes que
la corresponsal llegase a las costas americanas.22 Pero, indudablemente, el
mayor beneficio —desde un punto de vista puramente material— que el régi
men concedió a la profesión periodística consistió en borrar los efectos de la
Depresión, que había dejado a tantos de ellos sin trabajo.
Aunque las purgas y las medidas de “coordinación” crearon trastornos en
este sentido, no escasearon, para los aspirantes gratos al régimen, las vacan
tes en la prensa del partido, en continua expansión, en las secciones de pro
paganda del aparato del partido, que proliferaban sin cesar, y en los depar
tamentos de relaciones públicas de una industria floreciente. El semanario
Der SA-Mann, por ejemplo, vendía 750.000 ejemplares, cifra que no era, des
de luego, consecuencia de la calidad de su contenido, sino de la efectivi
dad de las campañas de suscripción promovidas por la SA.
Los sistemas de promoción de la prensa nazi quedan bien ilustrados por el
propio diario local de Julius Streicher, el Frankische Tageszeitung, que envió
la siguiente circular a los lectores para renovar sus suscripciones:
“Su propósito revela una actitud muy peculiar hacia nuestro periódico, que
es un órgano oficial del Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán, y espera
mos que se dé usted cuenta de ello. Nuestro periódico merece, sin duda al
guna, el apoyo de todo alemán. Continuaremos enviándole los ejemplares que
vayamos publicando, en la espera de que no deseará usted exponerse a con
secuencias desagradables en caso de cancelar la suscripción.” 23
La otra empresa periodística de Streicher, mucho más conocida, Der Stür-
mer, alcanzó un extraordinario desarrollo; saltó de un promedio de 65.000
ejemplares en 1934 a casi 500.000 en 1937.24 La cantidad de falsedades que
se publicaban en este periódico, cada ejemplar del cual leía Hitler ávida
LA PRENSA Y LA RADIO 421
mente de punta a cabo, era tan extraordinaria que, ocasionalmente, las pro
pias autoridades nazis se veían obligadas a retirarlo de la circulación.® Pero
la perversión de la verdad era sólo una faceta de la perversión general que
hizo del Stürmer un modelo de periodismo nazi. Un representativo titular
aparecido en él en 1933 decía: J u d ío m u e r t o : F r i t z R o s e n f e l d e r e n t r a e n
r a z ó n Y s e a h o r c a . Una típica “carta abierta” contenía estas palabras de un
LA MÚSICA
divisoria entre las innovaciones musicales proscritas y las permitidas era re
flejo de una situación en que nadie sabía exactamente cuál era la actitud
oficial del partido. Algunas obras eran fáciles de criticar negativamente. La
Geigenmmik de Boris Blacher podía ser impunemente desdeñada como
“maullido de gatos”, y el casi bitonal Wirtin von Pinsk, de Richard Mohaupt,
fue retirado después de ser interpretado una sola vez en el teatro de la
Ópera de Dresden. Pero en el caso de Carmina Burana, (primera parte de
una trilogía de cantatas paganas), de Carl Orff, los comentarios habían
de ser prudentes:
“Es esta una significativa expresión de nuestros tiempos, aun cuando uno
se sentiría tentado a adoptar una actitud negativa. Representa una nueva
forma de teatro... Orff puede ser acusado de tendencias brechtianas y stra-
vinskianas... En la base misma de Carmina Burana está el simbolismo medie
val de la rueda de la fortuna. Este fatalismo no corresponde a la imagen que
tiene el mundo de la Alemania de hoy.” 11
Sin embargo —merced en parte a Carmina Burana— Orff había de con
vertirse en uno de los dos jóvenes compositores más famosos del Tercer
Reich. El otro, Werner Egk, también bávaro, se benefició de un sorprendente
giro de la rueda de la fortuna cuando su Peer Gynt, una ópera modernista
de variados ritmos y atrevidos efectos armónicos, fue representada en Berlín,
en noviembre de 1938. Al bajar el telón, el público no supo si aplaudir o
protestar, y los críticos hablaron vagamente de “plagio de L a ópera de tres
reales”. Pero Hitler, que asistió a una representación posterior, mostró su
aprobación invitando al compositor a su palco. Egk recibió un encargo por
valor de 10.000 marcos y Peer Gynt fue incluida en el programa de todos los
teatros de ópera del Reich.
Aunque el carácter pseudoigualatorio del nazismo se extendió también
a las artes cuando la organización A la Fuerza por la Alegría movilizó a
un público masivo, totalmente virgen, en otros aspectos el Tercer Reich
quiso reproducir el tipo de mecenazgo de los Electores, merced al cual se
habían desarrollado las instituciones culturales de Alemania. Los hombres
fuertes del nazismo satisficieron su vanidad y compensaron sus pasadas frus
traciones artísticas actuando como modernos Electores, dispensando princi
pesca protección a las artes. Como ocurría con todas las instituciones nazis,
se daban en esta actividad gran número de rivalidades e interferencias, pero,
básicamente, el feudo cultural de Goebbels comprendía las emisoras de
radio y estudios de cine, los de Goering y Schirach, respectivamente, los
teatros de ópera y teatros importantes de Berlín y Viena, mientras que Hitler
era mecenas de Munich, Weimar, Bayreuth y Linz. Escogió la ciudad de
Linz —que habría de albergar la mayor colección de arte del mundo— como
su última morada, y la dotó de una gran orquesta (Bruckner), dirigida por
434 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
el joven Jochum. En Munich, fueron las artes plásticas las que más atoaje-
ron el interés de Hitler, mientras que su solicitud por Weimar se expresaba en
una subvención anual de 60.000 marcos (de su Fondo de Donaciones perso
nal), en consejos personales sobre problemas escénicos y de repertorio y en
el amigable trato que concedía a los artistas.
Pero Bayreuth fue el objeto de su máxima predilección. El que había
sido ya huésped de honor de Haus W ahnfried en los años veinte volvía a
ella año tras año y permanecía allí durante la época de los festivales. Hitler,
primer jefe de estado alemán, desde Luis de Baviera, que sintió un interés
personal por el festival de Bayreuth, dotó a la ciudad de una subvención
anual similar a la de Weimar, además de concederle la exención absoluta
de impuestos. Heinz Tietjen, el director del festival, quien, según Friedelínd
Wagner, no era feliz si no tenía a ochocientas personas y a una docena de
caballos evolucionando por el escenario, encontró en Hitler a un protector
tan generoso que gracias a él pudo —entre otras cosas— ampliar el coro,
compuesto de sesenta y cuatro miembros, hasta un número superior a cien.
El festival se convirtió en una fiesta señalada del calendario del Tercer
Reich y en un útil accesorio de la máquina propagandística del partido. En
mi artículo titulado “Richard Wagner y el director alemán, hoy”, en el pro
grama del festival de 1938, se afirmaba:
“La obra de Wagner nos enseña la dureza en las figuras de Lohengrin...
Con Hans Sachs nos enseña... a honrar todo lo alemán... En El anillo de
los Nibelungos trae a nuestra conciencia, con insólita claridad, la terrible
seriedad del problema racial... En Parsifal nos muestra que la única religión
que los alemanes desean es la de una lucha por una vida divinizada.” 12
Es cierto, desde luego, que estas interpretaciones no violentaban mucho
el espíritu de la obra de Wagner. El Tercer Reich dio lugar a una mayor
aproximación al concepto original de Bayreuth que tenía Wagner. Con la
gradual reducción de visitantes extranjeros, el festival se fue convirtiendo
en un acontecimiento musical predominantemente alemán. Este cambio no
se produjo sólo en lo referente al público. En 1933, dejaron de actuar en
él los cantantes judíos List y Kipnis, y también Toscanini se negó a partici
par, a pesar de haber recibido una carta de Hitler invitándole a dirigir.
Kirsten Flagstad, preocupada por su prestigio en América, dejó de aparecer
en Bayreuth poco tiempo después, y lo mismo hicieron más adelante Her
bert Janssen y Frieda Leider, ambos casados con personas de raza judía.
Aunque la ausencia de todas estas figuras se hizo sentir, fue contrarrestada
hasta cierto punto por Tietjen, antiguo director de los teatros estatales de
Prusia, que consiguió atraer a los mejores talentos de la capital. Y no hay
que olvidar que el mecenazgo del “Todopoderoso” daba a Bayreuth un clima
mágico en el que toda crítica quedaba en suspenso.
LA MÚSICA 435
correspondido del poeta romano Catulo por Lesbia. Con Die Kluge (La
mujer lista), del mismo año, se consideró que Orff había alcanzado su má
xima inspiración. Los oyentes atentos no dejaban de percibir versos como:
“Quien tiene el poder tiene también el derecho (Recht, que en alemán signi
fica también “ley”), y quien tiene la ley quebranta la ley”, y también: “Cuando
nació la lealtad, se metió en el cuerno de un cazador; el cazador sopló en el
cuerno y la hizo volar por los aires: por esto, ahora no se la encuentra”.**
Otras obras de Orff que obtuvieron gran éxito fueron Antigona y La luna
(1939), ópera mitad farsa mitad cuento de hadas, basada en Grimm.
Una ópera con elementos religiosos y fantásticos que alcanzó considera
ble éxito fue Tobias Wunderlich, de Josef Haas, compositor litúrgico discí
pulo de Max Reger. La obra presenta una anécdota de tipo Pigmalión entre
un tallista y la imagen de una santa, y tiene su momento culminante en
una escena de peregrinación inspirada por Bruckner, todo lo cual desagradó
a la camarilla pagana del partido.
También Boris Blacher era persona no grata al régimen: se consideraba
que su música no era lo suficientemente alemana. La variada inspiración
de Blacher era sensible a las influencias orientales. Compositor de óperas,
ballets y oratorios dramáticos, fue también un destacado profesor, que contó
entre sus alumnos a von Einem.
El prolífico Paul Graener, romántico tardío, siguió, durante la era nazi,
por caminos convencionales, y llegó a su opus cien con El príncipe de Hom-
burg (1935). El mismo año, el neoclásico Wagner-Regeny obtuvo un éxito
considerable con L a favorita (basada en María Tudor, de Víctor Hugo). Me
nor fue el éxito de Los burgueses de Calais (1939).**
Pasemos ahora de los nombres menos famosos al más ilustre. Richard
Strauss siguió componiendo durante el Tercer Reich. Su Arabella fue estre
nada en Dresden, poco después de la instauración del régimen. La mujer
silenciosa, estrenada en la misma ciudad dos años más tarde, fue pronto
retirada de los escenarios porque su libreto era obra del “judío puro” Stefan
Zweig. (Hoffmansthal, el libretista de las obras de Strauss Arabella, El
caballero de la rosa y Electra, era sólo “cuarterón”.)
En 1938, compuso dos óperas de un acto, que se interpretaban a menudo
juntas, la mitológica Daphne y Friedenstag (El día d e la paz), que se desa
rrolla al final de la guerra de los Treinta Años y concluye con un canto a la
paz. Esto explica, quizá, la ausencia de Hitler del estreno en Munich,
* Estos burlones versos sobre la lealtad tenían especial sentido por la frecuentísima
utilización que hacían los nazis del concepto de lealtad, como en el lema de las SS:
"Nuestro honor es la lealtad” .
Otras óperas dignas de mención son Enoch Arden (1936), de Ottmar Gerster,
El hijo pródigo (1936), de Robert Heger, y la tragicómica Schneider W ibbel, de Mark
Lothar.
LA MÚSICA 437
llevaron una vida muy precaria. La clara divergencia entre el dogma nazi y
el gusto del público se puso de manifiesto durante la fase final del concurso
“La orquesta de baile desconocida”, celebrado en Berlín en 1936. Aunque
la interpretación de Estoy en el cielo por una orquesta de Hamburgo, con
una buena cantidad de percusión, fue muy aplaudida, los premios primero
y segundo fueron concedidos a orquestas que usaban la percusión de for
ma mucho más prudente. La crónica del acto en la prensa llevaba el si
guiente titular: En u n a n o c h e d e v e r d a d e r a c o m u n id a d d e l p u e b l o , e s e n t e
r r a d o E L JAZZ NEGRO EN MEDIO DE LA HILARIDAD GENERAL .82 La publicidad de
este tipo era reforzada por una muralla de admoniciones y prohibiciones, y
los funcionarios locales del partido se adelantaban muy a menudo a las órde
nes oficiales para prohibir la “excrecencia negroide” de formas de baile deca
dentes como el swing, el paso Lambet y el “Hot Dance”.
Las raras visitas de orquestas extranjeras ponían de relieve la miseria del
panorama musical. En 1935, Jack Hylton fue aclamado en la Sala Filarmónica
de Berlín, lo cual provocó el siguiente comentario de un periódico nazi: “Todo
alemán dotado de una cierta sensibilidad debe de haber abandonado la
sala, indignado y entristecido al ver que el público mostraba tal falta de
juicio”.83 Sin embargo, dos años después, cuando la orquesta de Hylton volvió
a actuar en Alemania con ocasión del baile de la Prensa de Berlín —e
interpretó, entre otras cosas “The Organgrinders Song” y “Dinah”— Goering
y Goebbels bailaron a sus sones.84
La guerra rompió los últimos y débiles lazos que unían a Alemania con
la música de baile occidental, aunque sobrevivieron algunos oasis aislados
(como el café berlinés HollÜndisches Eck, que presentaba a orquestas de los
Países Bajos). Fue el entusiasmo de los adolescentes por el baile, que no
pudieron reprimir los severos estetas nazis, el que dio lugar a la formación
de grupos de juventud cuya irregular conducta durante la guerra fue con
siderada como una expresión de oposición al régimen o como una forma
de delincuencia.®
EL ARTE
ban los sarcófagos de piedra de los mártires de la SA. El recuerdo del roman
ticismo se manifestó en los Ordensburgen, edificios medievales que daban
una hosca impresión de ascetismo y alejamiento en el espacio y en el tiempo.
Estaban, además, los Totenburgen (castillos de los caídos), enormes mo
numentos a los soldados muertos, concebidos para cumplir la función de osa
rios paganos y de símbolos de conquista:
“En la abrupta costa atlántica se levantarán grandiosas estructuras orienta
das al oeste, monumentos eternos a la liberación del continente de la depen
dencia británica... Altas y macizas torres erigidas en las llanuras del este
simbolizarán la sumisión de las fuerzas caóticas de las estepas orientales
al disciplinado poder de las fuerzas alemanas del orden.” 25
El arquitecto que había de levantar esta red de sepulcros por todo un
continente era Wilhelm Kreis, cuya visión estética, excepcionalmente, recha
zaba el monumentalismo: “Un edificio puede tener un aspecto monumental
sin ser de dimensiones exageradas”, No es que se pueda tampoco considerar
a Kreis enemigo de Hubris, ya que declaraba que el Museo de Prehistoria de
Halle, obra suya, le hacía pensar “en una fuga de Bach”.66
Los monumentos de Kreis constituían las fronteras del plan estético de
Hitler para la Europa de posguerra. El centro era el Proyecto de Linz, enca
minado a convertir la oscura y provinciana ciudad natal de Hitler en el ma
yor museo de arte del mundo (a partir de piezas robadas a los países del
continente). Aunque el proyecto no pasó del papel, la actividad coleccionista
de Hitler avanzó lo suficiente como para que el valor de su colección alcan
zara la cifra aproximada de 100 millones de libras esterlinas. En un conti
nente asolado por la guerra, el Führer y su supuesto heredero, Goering (el
valor de cuya colección se estimaba en unos 60 millones de libras esterlinas),
se enfrentaron en una guerra de coleccionistas en la que cada uno trataba de
superar al otro en la magnitud de sus saqueos.
El gusto de Hitler reflejaba sus orígenes provincianos y pequeñoburgue-
ses. En Mein Kampf, alabó a los fáciles románticos Moritz von Schwind y Ar
nold Boecklin. Convencido de que el valor del género austro-bávaro aumenta
ría en el futuro, otorgó lugar dé honor en su museo de Linz a Defregger,
WaldmüIIer y Grutzner, cuyas pinturas de monjes borrachínes y campesinos
eran almibaradas fantasías de un mundo sereno e intacto.
El gusto estético de Goering era algo más selecto. Alabó públicamente al
frívolo V ic t o r ia n o Malear * y c o n f is c ó clandestinamente catorce obras maes
tras del “arte degenerado” (de Van Gogh, Gauguin, Munch, Marc y otros),
que fueron subastadas en Lucerna en junio de 1939 con el fin de obtener divi
sas para el Reich.
En caso de que alcanzasen el necesario grado de competencia, los artistas
complacientes podían alcanzar gran prosperidad bajo la protección nazi. Se
produjo una incesante corriente de títulos, premios, encargos y accesos a la
admiración del público. El escultor Arno Breker, cuyos relieves represen
taban paroxismos de ira y agresividad (como su conocido grupo “Cama
radería”), coincidiendo así con un rasgo fundamental de la mentalidad nazi,
¡llegó a ganar casi 100.000 marcos en 1938.2T
Su colega Georg Kolbe fue el único artista alemán destacado que se adap
tó a los deseos del régimen; compárese la introvertida timidez de su “Der
Einsame (“El solitario”, 1927) con la extraversión de Der Junge Streiter
ι(Έ1 joven guerrero”, 1934). Su estudio se convirtió en un mundo de cita obli
gado de las excursiones programadas de A la Fuerza por la Alegría. “La mujer
que mira”, de Fritz Klimsch, fue colocada en un punto visible en la falda de
los Alpes bávaros.
No debe creerse que tales privilegios eran fáciles de obtener. El meticulo
so esfuerzo invertido en muestras de arte oficialmente aprobado en el Ter
cer Reich era a menudo prodigioso. Era precisamente la minuciosa atención
a los detalles técnicos evidente en los paisajes a imitación de Breughel de
Werner Peiner, en las flores holandesas de Adolf Ziegler y en las casi obsce-
aias Venus de Sepp Hilz, lo que parecía dar a estas pinturas un halo de auten
ticidad. Los dos requisitos previos para el éxito artístico durante el Tercer
Reich eran la meticulosidad y la receptividad a las orientaciones oficiales.
La manera en que eran transmitidas estas directivas era a veces asombro
samente simple: mientras preparaban sus obras para la exposición anual de
Munich, los artistas recibían visitas relámpago * de las “autoridades estéti
cas”, que se mostraban pródigas en útiles consejos: “Esto es demasiado triste;
ponga un poco más de alegría. En Alemania, la gente ya no tiene esta ex
presión preocupada”, o bien: “¿Por qué no se distinguen bien las caras de
los personajes del fondo? El Führer insiste en que todas las cosas deben ser
representadas de forma clara y reconocible”.28 Ocurría, sin embargo, que las
nonnas que recibían de las alturas los pintores no coincidían siempre entre
sí. Por ejemplo, Baldur von Schirach declaraba: “Las pinturas que pueden
confundirse con fotografías en color pueden ser, todo lo más, milagros de la
técnica, pero no son milagros artísticos, ya que la verdad del arte es distinta
de la de la realidad”.29 Pero las periódicas manifestaciones de las liberales
opiniones de Schirach no influyeron para nada en la situación de las artes
LA RELIGIÓN
* Autor del que fue best-seller durante años La lucha por Roma, canto a los heroicos
godos en combate contra la decadente Roma.
458 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
afirmaba: “La Iglesia debe mantener los ojos abiertos ante la amenaza que
plantea el sionismo al pueblo alemán, y debe expresar sus puntos de vista
sobre tal amenaza. El servicio a la Patria es servicio a Dios”.4 Para la Iglesia
protestante, la Gran Guerra había significado una cruzada del Kaiserreich
“por la gracia de Dios” contra la blasfema Francia republicana. Cuando se
instauró en Alemania una república, ésta fue considerada al mismo tiempo
antialemana y antirreligiosa, acusación esta última que quedó irremediable
mente consolidada por la separación de Iglesia y Estado realizada por Weimar.
Los católicos, por su parte, desaprobaban la política religiosa de Weimar
porque consideraban que se concedían los mismos derechos a la verdad y al
error. El cardenal Fauhaber impugnó la misma legalidad de la República
definiendo su origen, el levantamiento de noviembre de 1918, como mancha
do por el perjurio y la alta traición.5 (Esta fue la República que dio a los
católicos una libertad de acción sin precedentes y que hizo posible la crea
ción de nuevos obispados, abadías, y más de mil nuevos establecimientos
religiosos.) 6
Aunque otros miembros de la jerarquía estaban totalmente de acuerdo
con Faulhaber, en general, las relaciones de los católicos con el nuevo estado
eran bastante más complejas. En su calidad de grupo sociopolítico que (al
igual que los obreros socialdemócratas y los liberales de la clase media) no
había dispuesto de una parte proporcionada de poder político durante el
Kaiserreich, los católicos apoyaron las vacilantes coaliciones que aseguraron
una cierta continuidad gubernamental durante la mayor parte de la era de
Weimar. El más destacado político centrista, Erzberger, que había firmado
el Tratado de Versalles en nombre de Alemania, fue una de las primeras víc
timas de los asesinos de la Fehm e; los ataques volkische a la bandera de la
República (roja, amarilla y negra) se basaban, entre otras cosas, en la asocia
ción de los tres colores con otras tantas internacionales supuestamente enca
minadas a arruinar a Alemania: la internacional roja del marxismo, la ama
rilla del mammón judío y la negra del catolicismo.
Fue en parte a causa de su vulnerabilidad a los ataques chauvinistas que
la Iglesia se esforzó por mostrar su patriotismo. Por su parte, los volkische
no se atrevieron a condenar el catolicismo per se. Hitler era muy consciente
del amor que sentían por la Iglesia millones de alemanes, en Baviera y en
otras regiones. En Baviera, concretamente, coincidían los prejuicios católi
cos con el odio de los nazis por la izquierda, la democracia de Weimar y los
judíos, como se demostró en el brusco giro a la derecha producido en la
región después del colapso del efímero Soviet de Munich de 1919. El antise
mitismo religioso era una tradición viva en Baviera, como mostraban hechos
tales como la Pasión de Oberammergau, con su insistencia en el deicidio de
los judíos, las peregrinaciones a Deggendorf, conmemorativas de un asesinato
460 HISTORIA SOCIAL DEL TEBCER REICH
0 Monseñor Kaas, que jugó un importante papel en las negociaciones para el Concor
dato, combinaba con éxito ambas funciones. Como último representante del (Partido del
Centro en el Reichstag, ayudó a conseguir la necesaria mayoría de dos tercios para que
los nazis pudiesen, “constitucionalmente”, abrogar la constitución. Más adelante, llegó a
ser alto funcionario del Vaticano, con especial intervención en los asuntos relacionados
con Alemania.
462 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
tad de ver y amar la única cosa esencial: nuestra unidad de sangre, nuestro
ser alemán, el homo germanus.” 13
Cuando la Alemania nazi sorprendió al mundo con el boicot nacional a
las tiendas judías, en abril de 1933, el Generalsuperintendent Dibelius prestó
a aquella acción su apoyo moral, declarando que el boicot serviría para redu
cir “la excesiva participación judía en la economía, la medicina, las leyes y
la cultura”.14 También los protestantes alemanes redujeron la excesiva repre
sentación judía en las Sagradas Escrituras y la liturgia: en Schleswig-Holstein,
el sacrificio de Isaac por Abraham fue suprimido del sílabo, y la Iglesia evan
gélica de Sajonia sustituyó los términos hebreos “amén” y “aleluya” por las
expresiones “así lo quiera Dios” y “alabado sea el Señor”.15
Pero los cristianos alemanes no se proponían sólo realizar modificaciones
parciales en la enseñanza y la liturgia, sino que aspiraban a reestructurar
todo el protestantismo alemán, tanto en el aspecto teológico como en el orga
nizativo. Durante las elecciones eclesiásticas de 1933, los cristianos alema
nes, con el apoyo declarado de organismos tan extraños a ellos como las SA,
consiguieron las tres cuartas partes de los votos y alcanzaron la influencia
predominante en la mayoría de las provincias, con lo cual pudieron empren
der la tarea de reformar la Iglesia a imagen y semejanza del estado nazi, es
decir, someterla al principio de autoridad.
Esta empresa fue encabezada por el pastor Hossenfelder, el doctor Krause
y el capellán Müller (confidente del general von Reichenau). Como corres
pondía, Müller fue nombrado obispo nacional, cargo que no habría de os
tentar durante mucho tiempo. Los éxitos de los otros dos reformadores fue
ron aún más breves; su carrera llegó a la vez a su cumbre y a su fin en un
mitin masivo celebrado en el Palacio de los Deportes de Berlín, en noviembre
de 1933, donde los 20.000 asistentes aprobaron la introducción del “párrafo
ario” a la legislación de la Iglesia, para ser aplicado tanto a laicos como a
sacerdotes. Pero el toque de clarín del doctor Krause para la limpieza de los
Evangelios de todo lo que no fuera alemán, como por ejemplo “la teología
de la inferioridad del rabino Pablo”, fue tan desaforado que dio lugar a una
fuerte reacción contraria, a causa de la cual él y Hossenfelder hubieron de
desaparecer de la escena religiosa.16 Hitler fue lo bastante hábil como para
no permitir que la reacción ante el “escándalo del Palacio de los Deportes”
tuviese demasiadas consecuencias. Se entrevistó con los principales dignata
rios protestantes y les persuadió de que colaborasen con el obispo nacional
Müller, encargado oficial de mantener la disciplina eclesiástica. Pero este
acuerdo no influyó a la totalidad de la Iglesia. La oposición a la colaboración
cristalizó en torno a un grupo disidente que recibió el nombre de Bekenntnis-
kirche (Iglesia confesional). Pero la Bekenntniskirche no tenía su razón de ser
en la oposición al nacionalsocialismo como tal, sino en la defensa de la integri-
LA RELIGIÓN 463
ter, Galen, publicó, en 1934, una minuciosa refutación, titulada Estudios sobre
el mito del siglo veinte. La refutación de Galen se publicó en forma de pan
fleto y de suplemento a la gaceta diocesana de Colonia y Münster, y llegó
así a cientos de miles de lectores católicos. Durante el mismo año, la circu
lación del semanario diocesano del Lago de Aachen aumentó de los 38.000
ejemplares a los 90.000. Este aumento resultó, hasta cierto punto, de la exis
tencia de los lectores “marxistas”, cuya prensa había sido totalmente elimi
nada y que se pasaban a las publicaciones católicas antes que verse obligados
a leer las nazis.20 Este tipo de oposición, significativa desde el punto de vista
político pero esencialmente débil (Hitler había asegurado al obispo Berning
de Osnabrüclc que el Mito de Rosenberg era una simple publicación priva
da),21 se daba en un terreno de semilegalidad. Así, la pastoral conjunta de la
Conferencia de Obispos Católicos de Fulda, que declaraba: “La religión no
puede basarse en la sangre, la raza u otros dogmas de creación humana, sino
sólo en la revelación divina”, fue ampliamente difundida, a pesar de haber
prohibido la Gestapo su publicación,22 y una pastoral que impugnaba el neo-
paganismo fue leída, con permiso de las autoridades, desde los pulpitos 23
El drama Wittukind, de Edmund Kiss, que, para disguto del público ca
tólico, atacaba a Carlomagno y, por extensión, al cristianismo en sí, provocó
la siguiente declaración del periódico católico Kirchenblatt: “Sin considera
ción por la verdad histórica de la fe cristiana de millones de compatriotas
alemanes, esta obra ataca a la Iglesia de la forma más brutal y repugnante”.24
Desde luego, esta queja del Kirchenblatt no modificó en nada la difusión de
Wittukind, que forma parte de la sistemática campaña contra el catolicis
mo político. En la reunión del partido de Nuremberg, en 1934, los coros de
las Juventudes Hitlerianas recitaron:
“Ningún malvado sacerdote nos impedirá sentir que somos hijos de Hitler.
No seguimos a Cristo, sino a Horst Wessel. Basta de incienso y de agua ben
dita. Por nosotros, la Iglesia puede irse a paseo. La esvástica trae la salvación
a la tierra. Yo quiero seguirla paso a paso, ¡Baldur von Schirach, llévame
contigo!” 25
Y una de las canciones preferidas de las SA tenía este estribillo: “Camara
das de las SA, colgad a los judíos y fusilad a los curas”.
En Baviera, los nazis iniciaron una acción contra la separación religiosa
en la escuela, y consiguieron, en el espacio de unos pocos cursos, obligar a
la mayoría de los padres a trasladar a sus hijos a escuelas interconfesionales.
La encíclica papal Mit brennender Sorge (1937) —cuyo borrador había re
dactado en parte el cardenal Faulhaber— lamentaba: “El ingreso de los
niños católicos en estas escuelas ha tenido lugar en circunstancias de evi
dente coacción, es resultado de la violencia y está desprovisto de toda
legalidad”.26 Aunque estas palabras se oyeron en todos los púlpitos, la
LA RELIGIÓN 465
Mein Kampf por una mayor elegancia del estilo. Por ejemplo, el bolche
vismo era definido como “despotismo de estado, que se da en Asia, al
servicio de un grupo de terroristas dirigidos por judíos”.34
El antisemitismo constituía un tentador punto de coincidencia del dogma
nazi con una arraigada animosidad de los católicos. En sus sermones de
Adviento de 1933, el cardenal Faulhaber expresó su incredulidad ante el
hecho de que el Antiguo Testamento, con sus “condenas de la apropiación
de la tierra por los usureros y de la opresión del campesino por las deudas”,
fuese un “producto del espíritu de Isarel”,35 y el periódico católico Klerus-
hlatt justificó, en 1936, las leyes de Nuremberg, calificándolas de “indis
pensable salvaguardia de la integridad cualitativa del pueblo alemán”.38
(Sin embargo, existían excepciones, como el cura rural de Westfalia que
preguntó retóricamente a sus feligreses: “¿Por qué alguna gente adora a
la Madre de Dios?”, y respondía: “Quizá porque ella no es de origen ario”.)
El patriotismo constituía otra zona de concordancia entre la Iglesia y el
Estado. Cuando las unidades de la Wehrmacht volvieron a entrar en la
desmilitarizada Renania, en 1936, fueron recibidas en los puentes del Rhin
por sacerdotes católicos que les bendecían agitando incensarios. El obispo
Galen dio las gracias al Führer por todo cuanto había hecho por el honor
del pueblo alemán y rogó a Dios Todopoderoso que bendijese sus futuras
empresas. También el obispo Grober manifestó su entusiasmo, pero se de
claró incapaz de votar “Sí” en el plebiscito acerca de la remilitarización
de Renania, por estar aquél relacionado con una elección de diputados del
Reichstag, muchos de los cuales —miembros del Movimiento Alemán de
la Fe (Deutsche Glauhensbewegung)— eran enemigos jurados de la Iglesia.
El Movimiento de la Fe, cuyos miembros eran llamados simplemente
“creyentes” (Goltglaubige), constituían la Iglesia neopagana del Tercer
Reich, si bien el término “Iglesia” es excesivamente concreto para este im
provisado anexo espiritual del nazismo. Siendo como era un cuerpo bastante
amorfo, se define mejor por sus artículos de fe de carácter negativo, el prin
cipal de los cuales era la hostilidad hacia el cristianismo y hacia las igle
sias establecidas. Con el propósito de utilizar las “conversiones” al neopa-
ganismo para complementar sus propias y más generales medidas antiecle
siásticas (como eran la asfixia de las organizaciones juveniles y la reducción
de la enseñanza religiosa en las escuelas), el partido impulsó una campaña
encaminada a persuadir a los feligreses a abandonar individualmente la
Iglesia. La “Campaña de Separación de la Iglesia” fue especialmente efec
tiva entre las profesiones que dependían directamente del estado: funcio
narios, empleados municipales, maestros, funcionarios del partido. En 1939,
el Anuario Estadístico del Reich daba la cifra de 3.481.000 Gottglaiibige, o
sea el 5 por ciento de la población.37
LA BELIGIÓN 467
profesores laicos, todos los cuales debían contar con la licencia de las auto
ridades educativas. El régimen utilizó las posibilidades de chantaje que ofre
cía la concesión de las licencias para evitar que los sacerdotes desaconse
jasen a las familias la participación de sus hijos en el año de servicio la
boral en el campo organizado por las Juventudes, en el cual —al igual que
ocurría en el Servicio Nacional del Trabajo— los jóvenes estaban inmersos
en un ambiente totalmente irreligioso. Algunos profesores de religión recién
nombrados por las autoridades eran activistas del Movimiento Alemán de
la Fe, e inculcaban el neopaganismo a sus discípulos. Además, la Asociación
de Maestros Nazis exhortó a sus miembros a que dejasen de tomar lecciones
de teoría religiosa, a fin de que la materia dejase de existir por falta de
personal docente. En los cuadernos de notas de las escuelas, donde la reli
gión había ocupado un puesto primordial, no solamente fue relegada al últi
mo lugar sino que recibió el nuevo nombre de “instrucción confesional”. Pos
teriormente, desapareció del todo de los cuadernos de notas, y las califi
caciones de “instrucción confesional” fueron anotadas aparte. El número de
clases de religión fue reducido a uno por semana. Las escuelas de comercio
suprimieron totalmente de sus programas la enseñanza religiosa, y en todas
las escuelas se ordenó a los directores que modificasen los horarios de tal
forma que la clase de religión ocupase la primera o bien la última hora de
la jornada, lo que constituía una clara invitación a faltar a ella. Por otra
parte, las solicitudes personales de exención de enseñanza religiosa formula
das por los alumnos de las escuelas superiores pasaron a tener validez legal.
Entre los doce y los catorce años, el alumno decidía junto con sus padres
si presentaba o no esta solicitud.47 A partir de 1941, fue totalmente supri
mida la enseñanza religiosa para los estudiantes mayores de catorce años.
Cuando las Iglesias organizaron clases voluntarias de religión, las autori
dades prohibieron participar en ellas a los profesores empleados por el es
tado. El plan de evacuación de escuelas de áreas bombardeadas facilitó al
régimen una excelente oportunidad para trasladar a los escolares a un am
biente totalmente descristianizado. En las escuelas evacuadas, la instruc
ción religiosa fue sustituida por lecciones de Weltanschauung, y, debido
a la ausencia de clases preparatorias de la confirmación, los jefes de las
Juventudes Hitlerianas consiguieron popularizar la Ceremonia de Consa
gración de la Juventud Nacional (Reichsjugendweihe), de signo claramente
pagano. Aun así, las victorias en la lucha por atraer a la juventud no fue
ron todas al mismo bando. Por ejemplo, una pastoral del cardenal Galen
en la que éste señalaba que los niños de los campos de evacuación no re
cibían atención religiosa alguna, pudo aún, en el tercer invierno de la gue
rra, influir notablemente en los padres en el sentido de que se negasen a
permitir que sus hijos fuesen evacuados.49
LA RELIGIÓN 471
Por razones que ya hemos mencionado (y a pesar del hecho de que una
nueva manifestación del protestantismo —la Iglesia confesional— había na
cido del enfrentamiento Iglesia-Estado), el Moloch nazi tuvo su mayor pro
blema de asimilación en el compacto y muy organizado cuerpo * del cato
licismo alemán. Las fechas de desaparición de las organizaciones juveniles
confesionales son elocuentes: mientras las protestantes fueron prohibidas
en los primeros tiempos del Reich, la Asociación de Jóvenes Católicos no
fue definitivamente disuelta hasta 1939, después de una campaña de pro
gresiva eliminación.50
Pero, durante las primeras etapas de la guerra, en unos momentos en
que las Juventudes Hitlerianas estaban un tanto desorganizadas debido a la
movilización de muchos de sus jefes, numerosos sacerdotes consiguieron, a
título individual, reorganizar los grupos de juventud de las parroquias. En
abril de 1940, el SD observaba que, en muchas zonas católicas, la celebra·'
ción de la Pascua de Pentecostés desplazaba totalmente las ceremonias de
juramento de las Juventudes.51 También la organización protestante Jugend-
werk consiguió mantener la fidelidad de algunos jóvenes a la Iglesia; en
Baviera, por ejemplo, 13.000 muchachas y 5.000 muchachos formaban parte
de círculos de juventud o asistían a clases parroquiales durante el segundo
año de la guerra.52 Pero el gradual descenso de la edad de movilización,
que llegó a ser de dieciséis años e incluso menos, era un hecho que iba
en contra del éxito del apostolado entre la juventud.
La política de los católicos con respecto al régimen combinaba la indi
ferencia en asuntos secundarios con una tenaz defensa de lo esencial. Al
tiempo que se oponía a las medidas de esterilización, la Iglesia estaba de
acuerdo con algunos aspectos de la política eugenésica nazi, como la promo
ción de la fecundidad y de la vida familiar. La intervención alemana en la
guerra civil española, del lado de Franco, obtuvo la plena aprobación de
la Iglesia, aunque, al mismo tiempo (recordemos que 1936 y 1937 fueron los
años de los espectaculares juicios anticatólicos), los obispos trazaban sutiles
paralelismos entre la política antirreligiosa del régimen y el anticlerica-
lismo de la República española. El episcopado consideró las crisis de Aus
tria y de los Sudetes de 1938, que llevaron a Europa al borde del conflicto
armado general, como importantes acontecimientos de afirmación patrióti
ca. El hecho de que 10 millones de austríacos y de alemanes de los Sudetes
“volvieran” al Reich, incrementando la proporción de católicos en la po
blación total hasta el 43 por ciento, hizo exclamar gozosamente al cardenal
Bertram: “Ahora somos verdaderamente una Iglesia del pueblo”.53
LOS JUDÍOS
créditos que sus competidores arios. Pero estos factores contrarios no fueron
sino un contrapunto a la inexorable disminución de los derechos civiles (ver
cronología en la p. 490) y a otras medidas de orden más superficial pero
igualmente insidiosas.
Los niños judíos fueron excluidos de las escuelas estatales, y se prohibió
la entrada de judíos en las piscinas públicas, terrenos deportivos y parques.
Los judíos que vivían en pueblos o ciudades pequeñas estaban expuestos a
las pedradas contra los cristales y a los ataques físicos, que llegaban a veces
al asesinato. Ello les movió a buscar el anonimato de las ciudades grandes,
como Frankfurt y Berlín. Aparte de los rasgos generales de la persecución
oficial, el antisemitismo era más intenso en algunas regiones que en otras,
y se daba con la mayor virulencia en Hesse, Franconia, Pomerania, Turingia y
Silesia. Cuatro de estas cinco regiones estaban al este del Reich; esto pone en
relación el antisemitismo con el nacionalismo, especialmente inflamado, que
preponderaba en las zonas adyacentes a Polonia, y con la distancia que sepa
raba estas zonas de las grandes concentraciones urbanas. En general, en las
áreas rurales se daba más antisemitismo que en las urbanas. En las ciudades,
la aversión a los judíos era, grosso modo, inversamente proporcional a su po
blación. Berlín y Hamburgo,* las únicas ciudades del país que sobrepasaban
el millón de habitantes, eran también las que presentaban un grado menor
de antisemitismo. Por su condición de capital y de primer puerto, respectiva
mente, estaban menos replegadas en sí mismas que las ciudades pequeñas,
en las que no había grupos importantes de burguesía de mentalidad occiden-
tay ni de obreros influidos por el marxismo.
No obstante, el caso de Nuremberg (población en 1939: 423.000) demues
tra que el tamaño no era el único factor determinante. Esta ciudad, capital
de Franconia, constituía, junto con el resto de la región, el feudo personal
del Gauleiter Julius Streicher. En Nuremberg, la tradición antisemita era en
paite resultado secundario de la existencia de una zona protestante en la
católica Baviera. A pesar de la reputación de Baviera como cuna del movi
miento nazi, las zonas católicas eran menos propensas que las protestantes al
antisemitismo como tal. Pero también aquí las excepciones son casi tan im
portantes como la regla: en la católica Austria y en los Sudetes, es decir,
en el corazón del imperio de los Augsburgo, zona de lengua alemana, el anti
semitismo había proporcionado ya una razón de ser a dos de los tres princi
pales partidos políticos,** medio siglo antes de la incorporación a la Gran Ale-
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Monumento erigido en Belsen a la memoria de los 30.000 judíos exterminados por los nazis
en esta urbe.
E n pleno corazón del actual Berlin occidental, la catedral del Kaiser Guillermo II, des
truida por los bombardeos, se alza como un aviso de lo que fue la I I Guerra Mundial.
LOS JUDÍOS 481
mente aprobados.* A esta confusión entre fines y medios se añadía una cierta
divergencia entre el antisemitismo abstracto y el concreto. El antisemitismo
tradicional, es decir, el anterior al nazismo, que formaba parte de una tra
dición cultural muy dada a la abstracción, reclamaba la eliminación del sio
nismo (de la “esencia judía”) más que el exterminio de los judíos como indi
viduos. Esta ambigüedad contribuye a explicar cómo un gobierno furiosamen
te antisemita pudo contar con el creciente apoyo de la opinión pública sin
que ello diese lugar a un clima de pogrom propiamente dicho.
El hecho de que, hasta 1938, los judíos que habitaban en las grandes ciu
dades estuviesen prácticamente a salvo del ataque físico se debe también a
la reticencia del régimen ante la idea de ofender la sensibilidad de los países
extranjeros o de contrariar la inclinación al orden de los propios alemanes.
Pero la relativa ausencia de violencia contra los judíos antes del pogrom de
noviembre no puede tomarse como prueba de ninguna inmunidad general al
antisemitismo. De la misma manera que el concepto de Dios que tenía el
hombre primitivo presuponía la existencia del Demonio, la progresiva auto-
deificación de los alemanes durante el Tercer Reich se apoyaba en la demo-
nización de los judíos. La blanca imagen que se hicieron de sí mismos —blan
ca en términos de carácter no menos que de color—■debía su nitidez a la
negrura moral y física de su contratípo judío. Tanto desde el punto de vista
metafísico como desde el material, las raíces del cielo alemán estabaíi profun
damente hundidas en el infierno judío.
Aun así, es dudoso que la mayoría de los alemanes compartiesen el obse
sivo antisemitismo de sus dirigentes. En cambio, pocas dudas pueden quedar
de que aceptaron la persecución de los judíos sin gran preocupación, tomán
dola como parte integrante de un sistema que les beneficiaba. Esta acepta
ción no se limitaba sólo a los beneficiarios más evidentes, como los “ariani-
zadores” grandes y pequeños, los deudores, explotadores del trabajo en régi
men de esclavitud y usuarios de los zapatos de los muertos. El antisemitismo
•era tan esencial para el programa nazi que todo alemán que identificaba al
régimen con el interés nacional aprobaba también la política antijudía.
Entre 1933 y el estallido de la guerra, emigró aproximadamente la mitad
de la población judía de Alemania, unas 250.000 personas. Se dirigieron en
su mayoría a los Estados Unidos, el Reino Unido y Palestina, De los restan
tes, sobrevivieron unos pocos miles. Recordando aquellos años de pesadilla,
° En ocasiones, los tenderos no entregaban siquiera a los judíos las escasas cantida
des de artículos que fijaban sus cartillas de racionamiento, identificando este acto con un
gesto de patriotismo. Las tenderas solían mostrarse en este sentido más severas que sus
colegas masculinos.
* * Las medidas antijudías del régimen dieron lugar a reacciones curiosas. Había fun
cionarios que deseaban que todos los judíos abandonasen Alemania en el plazo más breve
posible, porque su presencia daba al partido un pretexto para ingerirse en los asuntos
484 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
® En 1932, el escritor volkische Dr. Wilhelm Stapel, que no era un nazi en el sentido
estricto de la palabra, acusó a los judíos, en una emisión de radio, de socavar la comunidad
del pueblo al propugnar la abolición de la guerra, mientras que los alemanes patriotas
habían visto siempre en la guerra el origen de todas las cosas (cf. Wemer Mosse,
Entscheidungsjahr 1932, Mohr, Tübingen, 1965, p. 519).
488 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
8 Algún tiempo después, cuando la mayoría de los judíos europeos habían sido ya
exterminados, la propaganda nazi tuvo poca dificultad para seguir inflamando el anti
semitismo de los alemanes presentando a Ilya Ehrenburg y Henry Morgenthau como las
encarnaciones rusa y americana del espíritu de Sión, ansioso de aplastar a Alemania.
CRONOLOGÍA
1933
1 de abril Primer boicot oficial a las tiendas judías y a los abo
gados y médicos de este origen. Peticiones de
expulsión de los alumnos judíos de las escuelas y
universidades.
1934 El origen ario se va convirtiendo en condición in
dispensable para el ejercicio de las profesiones.
Aumenta la propaganda antijudía.
1935
15 de septiembre Promulgación de las leyes de Nuremberg para la
protección de la sangre y el honor alemanes.
14 de noviembre Ley Nacional de Ciudadanía. Primer decreto de la
Ley Nacional de Ciudadanía: definición del tér
mino “judío” y de la condición de Mischling (san
gre impura). El origen ario se convierte en condi
ción indispensable de todo nombramiento oficial.
Primer decreto de ley para la protección de la
sangre y el honor alemanes. Se prohíben los ma
trimonios entre judíos y los Mischling de la segunda
generación.
1936
verano Pierde intensidad la campaña antisemita a causa
de la celebración, en Berlín, de los Juegos Olím
picos.
1937
primavera Intensificación del proceso de arianización, por el
que los empresarios judíos pierden sus empresas,
sin ninguna justificación legal.
12 de junio Orden secreta de Heydrich referente a la custodia
protectiva de los “profanadores de la raza” (Ras-
490 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
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1. Ferdinan Friedensburg. Die Weimarer Republik, Hannover/Frankfurt, 1957,
p. 211.
2. Ibid.
3. Robert A. Brady, The Spirit and Structure of German Fascism, Nueva York, 1937,
p. 13.
4. Ferdinand Friedensburg, op. cit., p. 211.
5. Edmond Vermeil, The German Scene, Londres, 1956, pp. 82-84.
Θ. Louis R. Franck, “Economic and Social Diagnosis of National Socialism”, en la
antología The Third Reich, Londres, 1955, p. 540.
7. Ferdinand Friedensburg, op. cit., p. 243.
8. Ibid.
9. Fritz Krone, Die Soziologie der Angestellten, Colonia/Berlín, 1962, p. 196.
10. J. Nothens, “Sozialer Auf-und Abstieg im Deutschen Volk”, Kolner Viertel-
jahresheft fiir Soziologie, vol. 9, pp. 70-73.
11. Theodor Geiger, Die Soziale Schichtung des Deutschen Volkes, Stuttgart, 1932,
pp. 74, 75.
12. Heinrich Uhlig, Die Warenhauser im Dritten Reich, Colonia/Upladen, 1956, p. 25.
13. Theodor Geiger, op. cit., p. 73.
14. C. W. Guillebaud, Social Policy of Nazi Germany, Londres, 1941, p. 9.
15. Ferdinand Friedensburg, op. cit., p. 22.
16. Arthur Schweitzer, Big Business in the Third Reich, Londres, 1964, p. 89.
17. P. B. Wiener, “Die Parteien der Mitte”, en la antología Entscheidungsjahr 1932,
dirigida por Werner A. Mosse, Tubinga, 1965, p. 320.
18. Seymour Martin Lipset, Political Man, Londres, 1960, p. 148.
19. Theodor Geiger, op. cit., p. 72.
20. Ferdinand Friedensburg, op. cit., p. 218.
21. W. F. Brook, The Social and Economic History of Germany from 1888 to 1938,
Londres, 1938, p. 259.
22. Axel Eggebrecht, Volk ans Gewehr, Stuttgart, 1959, p. 190.
23. Franz Neumann, Behemoth, Nueva York, 1942, p. 392.
24. Ferdinand Friedensburg, op. cit., p. 218.
25. Ibid.
26. Ibid., p. 215.
27. Louis R. Franck, op. cit., p. 550.
28. Ibid., p. 551.
29. C. W. Guillebaud, op. cit., p. 10.
30. Ezra Ben-Natan, “Demographische und wirtschaftliche Struktur”, en la antología
Entscheidungsjahr 1932, ya citada, p. 124.
498 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
2. E l T e b c e r R e ic h
4. El partido
1. Franz Neumann, Behemoth, Oxford University Press, Nueva York, 1942, p. 379.
2. Schwarzes Korps, 15 mayo 1935.
3. David Schoenbaum, Hitlers Social Revolution, Weidenfeld and Nicolson, Londres,
1967, p. 236.
4. Ibid., p. 221.
5. Schwarzes Korps, 12 septiembre 1935.
6. Ibid., 14 noviembre 1935.
7. David Schoenbaum, op. c i t, p. 236.
S. Ibid., p. 225.
9. Frankfurter Zeitung, 8 mayo 1938.
10. Entrevista con el Sr. Thiele, Munich, abril 1967.
11. Daniel Lerner, Ithiel de Sola Pool y George K. Schüeller, “The Nazi Zlite”, eo
World Revolutionary Elites, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge,
Mass., 1965, p. 313.
12. Ibid., p. 197.
13. Ibid., p. 294.
14. David Schoenbaum, op. cit., p. 72.
15. Franz Neumann, op. cit., pp. 378-9.
16. Dr. Neusiiss-Hunkel, Die SS, Norddeutsche, Hannover/Frankfurt, 1956, p. 16.
17. Wolfgang Zapf, Wandlungen der deutsche Élite, Piper, Munich, 1965, p. 181.
18. Bella Fromm, Blood and Banquets, Harper and Bros., Nueva York, 1942, p. 86.
19. Entrevista con el conde Schwerin von Krosigk, Essen-Werden, abril 1966.
20. Entrevista con el Sr. Bausch, Berlín, abril 1967.
21. Entrevista con la condesa de Schulenburg, Munich, mayo 1966.
22. Carta del conde Schulenburg a su mujer, octubre 1940.
23. Friedrich Christian, Prinz zu Schaumburg-Lippe, Dr. Goebbels, Limes, Wies
baden, 1964, p. 236.
24. Entrevista con el conde Schwerin von Krosigk, loc. cit.
25. Achim Besgen, Der Stille Befehl, Nymphenburger, Munich, 1960, p. 183.
26. Erich Ebermayer y Hans Roos, Gefahrtin des Teufels, Hoffmann y Co., Ham-
burgo, p. 211.
27. Ibid., p. 208.
28. Ibid., p. 206.
29. Entrevista con el príncipe de Wittgenstein, Munich, abril 1967.
30. Bella Fromm, op. cit., p. 243.
31. Fritz Thyssen, I Paid Hitler, Hodder and Stoughton,Londres, 1941, p. 213.
32. Bella Fromm, op. cit., p. 222.
33. Entrevista con la Srta. Erna Hanfstengl, Munich, abril 1967.
34. Louis P. Lochner, Die Goebbels Tagebiicher 1942-1943, Atlantis, Zurich, 1948,
p. 260.
35. Berndhard Vollmer, Volksopposition im Polizeistat, Deutsche Verlagsanstalt,
Stuttgart, 1957, p. 189.
36. Frankfurter Zeitung, 6 marzo 1939.
37. Joachim Fest, Das Gesicht des Dritten Reiches, Piper, Munich, 1963, p. 404.
38. Hermann Glaser, Spiesser-Ideologie, Rombart, Friburgo, 1964, p. 86.
39. Achim Besgen, op. cit., p. 183.
40. Entrevista con el Sr. Schleif, Berlín, abril 1967.
41. Entrevista con la Sra. Woodger, Hemel Hempstad,febrero 1967.
42. Entrevista con el Sr. Thiele, loc. cit.
43. David Schoenbaum, op. cit., p. 236.
44. Frankfurter Zeitung, 18 septiembre 1937.
45. Ibid., 16 noviembre 1937.
46. Ibid., 6 enero 1938.
502 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
47. Instituí für Zeitgeschichte, Munich, Archivo MA 292, documento fotográfico 8100.
48. Schwarzes Karps, 3 febrero 1938.
49. Max Seydewitz, Civil L ife in Wartime Germany, Viking Press, Nueva York, 1945,
p. 145.
50. Die Koperkultur in Deutschland 1917-1945, Sportverlag, Berlin, 1964, p. 200.
51. Henrietta von Schirach, The Price of Glory,Muller,Londres, 1960, p. 163.
52. Hans Severus Ziegler, Adolf Hitler aus dem Erleben dargestellt, W . Schütz,
Gottinga, 1964, p. 173.
53. Ibid., p. 122.
54. Kurt Riess, Gustav Griindgens, Hoffmann y Co., Hamburgo, 1965, p. 144
55. Entrevista con el Sr. Schleif, loc. cit.
56. Essener Volkszeitung, 28 junio 1934.
57. Allen S. Milward, The German Economy at War, The Athlone Press, Londres,
1965, p. 154.
5. El RITUAL· Y LA ADORACIÓN D EL F Ü H R E R
31. Ibid.
82. Schwarzes Korps, 15 julio 1937.
33. Neue Weltbühne, 3 0 abril 1936.
34. Madeleine Kent, í Married a German, Londres, 1938, p. 173
35. Christopher Sidgwiek, German Journey, Londres, 1936, p. 96.
36. Neue Weltbühne, 30 septiembre 1935.
37. Schwarzes Korps, 17 julio 1935.
38. Erich Ebermayer, Denn heute gehort uns Deutschland, Viena, 1959, p. 196.
39. E . Hoflich, W ie benehm ich mich, Stollfms, Bonn, citado en el Schwarzes Korps,
5 septiembre 1935.
40. Frankfurter Zeitung, 9 agosto 1936.
41. Volkischer Beobachter, 15 diciembre 1933.
42. Der Spiegel, 2 0 junio 1966.
43. Hermann Stresau, Von Jahr zu Jahr, Minerva, Berlin, 1948, p. 156.
44. John Heygate, These Germans, Hutchinson, Londres, 1940, p. 179.
45. Biblioteca W iener, relatos de testigos presenciales, Sección PA, fichero de Eli
sabeth Freund.
46. Olga Tschechowa, Ich verschweige nichts, Simmer und Herzog, Berchtesgaden,
1952, p. 135.
47. Tami Oelfken, Das Logbuch, Editora de la Nación, 1955, p. 37.
4 8. Madeleine Kent, op. cit., p. 216.
49. Schwarzes Korps, 31 julio 1935.
50. Westdeutscher Beobachter, 26 marzo 1936.
51. Josef W ulf, Literatur und Dichtung itn Dritten Reich, Mohn, Gütersloh, 1963,
p. 352.
52. Dietrich Bronder, Bevor Hitler kam, Piper, Hannover, 1964, p. 188.
53. Dr. Arthur Dix, “Politik ais Staatslehve, Staatskunst und Staatswille” , en Zeitschrift
fiir Politik, Berlin, 1934, volumen 24, p. 539.
54. Reden und Aufsatze enliisslich der Tagung der Gau— und Kreisschlungsleiter der
NSDAP, Munich, 1938, p. 21.
55. Hans Jochen Gamm, op. cit., p. 160.
56. W alter Hagemann, op. cit., p. 131.
57. Wilhelm Priiller, The Diaiy of a German Soldier, Faber, Londres, 1963, p. 110.
58. Entrevista con la Sra. Heinemann de Munich, mayo 1966.
59. Entrevista con el general von Blumentritt, Munich, mayo 1966.
60. H. Trevor Roper, The Last Days of Hitler, Londres, 1950, p. 90 de la tercera
edición.
6. La c o r r u p c ió n
13. Ibid.
14. Entrevista con el Sr. Nebelung de Ludwígshafen, abril 1967.
15. Rudolf Diehl, Luzifer ante Portas, Interverlag, Zurich, 1948, p. 95.
16. Gerald Reitlinger, SS. Alibi of a Nation, Heinemann, Londres, 1957, p. 113.
17. Documento PS 1757, IMT, Trial of Major War Criminals, Nuremberg, volu
men X X V III, p. 154.
18. Ibid., pp. 150, 148.
19. Ibid., p. 150.
20. Ibid., p. 151.
21. Ibid., p. 129.
22. Ibid., p. 141.
23. Archivo Federal de Koblenz, fichero NG 670, 2 0 diciembre 1935 a 10 febrero
1936. Dr. Birkhahn, Niederschlagungsantrage in Unterschlagungsstrafsache Wil
helm. Reper.
24. Instituí für Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 2 61, documento fotográfico 9493.
Stellvertretender General Wehrkreiskommando 20 Danzig, 26 enero 1940.
25. Institut fiir Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 319, documento fotográfico
4826-4910.
26. Neues Tagebuch, 15 enero 1938.
27. Louis Hagen, Follow My Leader, Allan Wingate, Londres, 1951, p. 125.
28. Jack Schiefer, Tagebuch eines Wehrunumrdigen, Grenzlandverlag, Aachen, 1947,
p. 257.
29. Kolnische Zeitung, 2 9 diciembre 1939.
30. New York Herald Tribune, 16 febrero 1942.
31. News Chronicle, 7 octubre 1944.
32. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 5 8 /1 5 1 , informe SD, correspondiente al
13 diciembre 1943.
33. Ibid., fichero R 4 1 /2 6 8 , Akten iiber Stimmungsberitche auslandischer Arbeiter im
Reich, volumen V III, cuaderno 2, 1943, folio 1-275.
34. Die Zeitung, 17 noviembre 1944.
35. Max Seydewitz, Civil L ife in Wartime Germany, Viking Press, Nueva York, 1945,
p. 48.
36. Biblioteca W iener, archivo p Ilia, n.° 502.
37. Ibid., archivo P Illf, n.° 6.
38. Eugen Kogon, Dei' SS Staat, Europaische Verlagsanstalf,Frankfurt, 1959, p. 235.
39. Bella Fromm, Blood and Banquets, Harper, Nueva York, 1942, p. 274.
40. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 4 1 /1 5 5 , 7 enero 1939.
41. Documento PS 1208 IM T, volumen X X V II, p. 69.
42. Yolklscher Beobachter, edición vienesa, 4 marzo 1939.
43. Frankfurter Zeitung, 4 julio 1938.
44. Biblioteca W iener, archivo P Illf, n.° 535.
45. Ibid., archivo P Ille, n.“ 1186.
46. Henriette von Schirach, The Price of Glory, Muller, Londres, 1960, p. 186.
47. Gerald Reitlinger, op. cit., p. 173.
48. Roger Manvell y Heinrich Fraenkel, The Incomparable Crime, Heinemann, 1967,
p. 84.
49. Eugen Kogon, Der SS Staat, Berman & Fischer, Estocolmo, 1947, p. 315.
50. Ibid., p. 302.
51. Ibid., p. 317.
52. Ibid., p. 302.
53. Ibid., p. 307.
54. Entrevista con el conde Schwerin von Krosigk, Essen-Verden, abril 1966.
55. News Chronicle, 7 octubre 1944.
56. Institut fiir Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 341, documento fotográfico
7418-7432.
57. Institut für Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 4 3 0 /1 . Informe sobre la moral
NOTAS 505
7. L a d e n u n c ia
8, La Ju s tic ia
9. L O S FUNCIONAMOS
10. El e jé r c it o
1. Joachim Fest, Das Gesicht des Dritten Reiches, Piper, Munich, 1963, p. 32ft-
2. Elias Canetti, Crowds and Power, Gollanez, 1962, p. 181.
3. Wolfgang Drews, Die klirrend Kette, Klepper, Baden-Baden, 1947, p. 24.
4. Entrevista con el general Schimpf, Düsseldorf, abril 1966.
5. Bernard Vollmer, Volksopposition im Polizeistaat, Verlangstalt, Stuttgart, 1957,.
p. 196.
6. Ibid., p. 241.
7. Ibid., p. 285.
8. Daniel Lerner y otros, “The Nazi Élite”, en World Revolutionary Élites, Massa—
chusett, Institute of Technology, Cambridge, Mass., 1965, p. 272.
9. Decretos del 3 julio 1934 y 10 septiembre 1935. Cf. David Schoenbaum, Hitler'«·'
Social Revolution, Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1967, p. 217.
10. Gert von Klaas, Krupps — the Story an Industrial Empire, Sidgwick and Jackson,,
Londres, 1954, p, 383.
11. G. Stolper, K. Hauser y K. Borchardt, Die deutsche Wirtschaft seit 1870,.
J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tubinga, 1966, p. 194.
12. Entrevista con el general Blumentritt, Munich, mayo 1966.
13. David Schoenbaum, op. cit., p. 254.
14. Karl Demeter, Das deutsche Offizierkorps in Gesellschaft vom Staat 1650-1945
Bernard und Graefe, Frankfurt del Maine, 1964, p. 55.
15. Ibid.
16. David Schoenbaum, op. cit., pp. 259-61.
17. Entrevista con Ewald von Kleist, Munich, abril 1967.
18. Karl Demeter, op. cit., pp. 259-61.
19. Entrevista con el Sr. Lohrich, Colonia, abril 1966.
20. Entrevista con el general Blumentritt, loe. cit.
21. Hamburger Fremdenblatt, 24 julio 1944.
22. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 7X/428.
23. Ibid., fichero R 22/4003, lnformantionsdienst des Reichsministers des Justiz, pá
gina 39.
24. John Laffin, Jackboot, Cassel, Londres, 1965, p. 218.
25. Fabian von Schlabrendorff, The Secret War against Hitler, Hodder and Stoughton,,
Londres, 1966, p. 164.
26. Diarios de Ulrich von Hassel, Nueva York, 1947, p. 31.
27. Louis P. Lochner, Die Goebbels Tagebiicher 1942-1943, Atlantis, Zurich, 1948,.
p. 408.
28. Entrevista con Ewald von Kleist, loc. cit.
29. David Schoenbaum, op. cit., p. 218.
30. Institut fiir Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 261, carta de Baldur von Schirachu
al coronel von Stockhausen, jefe del regimiento de infantería Grossdeutschland,,
fechada el 14 septiembre 1940.
NOTAS 509
11. El ca m po
10. Harlod Müunzinger, “Die Arbeitsbelastung der Bauernfamilie — Ein Beitrag zur
Landfluchtfrage in Württemberg”, en Raumforschung und Raumordnung, 1940,,
n.° 10, p. 390.
11. Hans Müller, Deutsches Bauerntum zwischen Gestern und Morgen, Witzburgo,,
1940, p. 28.
12. Frieda Wunderlich, op. cit., p. 192.
13. Arthur Schweitzer, Big Business in the Third Reich, Eyre and Spottiswoode, Lon
dres, 1964, p. 167.
14. Franz Neumann, Behemoth, Oxford University Press, Nueva York, 1942, p. 394»
15. Wolfgang Schumann, “Der faschistische Reichsnahrstand”, Zeitschrift für Ges-
chichtswissenschaft, Berlín Este, mayo 1962, p. 1046.
16. Schwarzes Korps, 23 febrero 1939.
17. Ibid., 19 diciembre 1935.
18. New York Times, 14 marzo 1937.
19. Entrevista con la Sra. von Kiekebusche, Munich, 1967.
20. Entrevista con el conde Schwerin von ICrosigk, Essen-Werden, mayo1966.
21. Entrevista con la Srta. von Miquel, Colonia, mayo 1966.
22. Franz Neumann, op. cit., p. 394.
23. Hilde Oppenheimer-Blum, The Standard of Living of German Labor under Nazi-
Rule, New School for Social Research, Nueva York, 1943, p. 19.
24. Frieda Wunderlich, op. cit., p. 216.
25. Frankfurter Zeitung, 17 noviembre 1934.
26. Schwarzes Korps, 5 marzo 1936.
27. Archivo Federal de Koblenz, archivo R 43 11/528, Treuhanderbericht, febrero
1937.
28. Der Deutsche Volkswirt, 10 marzo 1939.
29. Entrevista con Terence Mason, St. Anthony’s College, Oxford, enero 1967.
30. Walter Goerlitz, Die Junker, Starke, Limburgo, 1964, p.391.
31. Frankfurter Zeitung, 24 abril 1937.
32. Elizabeth Steiner, Agrarwirtschaft und Agrarpolitik, tesis doctoral, Munich, 1939,-
p. 27,
33. Hans Müller, op. cit., p. 12.
34. Kolnische Zeitung, 11 abril 1944.
35. Universidad de Gotinga, Instituto de Dirección Agrícola y Asuntos Laborales.
36. Hauptarvich Berlín-Dahlem, RMI, fichero 320, n.° 582, p. 59.
37. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 58/149, n.° 70.
38. Institut für Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 300, documento fotográfico 3437-
3489 (Nachgeborene Kinder auf Erbhofen).
39. Gustav Stolper, K. Hauser y K. Borchardt, Die Wirtschaft seit 1870, J. C. B. Mohr
(Paul Siebeck), Tubinga, 1966, p. 162.
40. Frieda Wunderlich, op. cit., p. 193.
41. David Schoenbaum, Hitler s Social Revolution, Weindenfeld and Nicolson, Londres,,
1967, p. 171.
42. Frieda Wunderlich, op. cit., p. 193.
43. Wilhelm Rapke, Internat onal Economic Desintegration, Londres, 1942,. p. 147-
44. Hans Müller, op. cit., p. 28.
45. Karl Hopp, Erbhofrecht in Zahlen, Deutsche Justiz, 1936, p. 1566.
46. Berliner Borsenzeitung, 25 octubre 1941.
47. Max Seydewitz, Civil L ife in Wartime Germany, Viking Press, Nueva York, 194S,
p. 226.
48. Deutsche Allgemeine Zeitung, 29 abril 1944.
49. Frieda Wunderlich, op. cit., p. 194.
50. Institut für Zeitgeschichte, archivo ΜΑ 300, documento fotográfico 2955-3098j,.
Stimmungsbericht de la Regierungsprasident de Regenbburg, 11 noviembre 1943,.
51. Ibid., archivo MA 300, fotocopia 2955/3098.
NOTAS 511
52. Ibid. Informe sobre moral pública del presidente del Consejo Local de Regensburg,.
11 noviembre 1943.
12, La ECONOMIA
14. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 41/67. RAM. Treuhander der Arbeit (IIIB
14222/39), 26 julio 1939.
15. Arthur Schweitzer, Big Business in the Third Reich, Londres, 1964, p. 314.
16. Textilzeitung, 4 enero 1939.
17. C. W. Guillebaud, Social Policy of Nazi Germany, Cambridge UniversityPress,
Londres, 1949, p. 73.
18. Hilde Oppenheimer-Blum, op. cit., p. 29.
19. Volkischer Beobachter, 15 septiembre 1944.
20. Jiirgen Kuczynski, op. cit., p. 123.
21. Statistik des Deutschen Reiches, vol. VII, p. 529.
22. Hilde Oppenheimer-Blum, op. cit., p. 30.
23. W. Müller, Das Soziale Leben im Neuen Deutschland, Berlin, 1938, pp. 125, 126.
24. Hamburger Fremdenblatt, 30 diciembre 1941.
25. Hilde Oppenheimer-Blum, op. cit., p. 15.
26. Parteistatistik, 1935, vol. I, p. 53.
27. Schwarzes Korps, 22 abril 1937.
28. Neue Weltbiilhne, 11 julio 1935.
29. David Schoenbaum, op. cit., p. 108.
30. Entrevista con el Sr. Lindlar, Düsseldorf, abril 1966.
31. En Der Betriebsingenieur als Menschenfiihrer, Berlin, 1927. Cf. Robert A.Brady,
The Spirit and Structure of German Fascism, Nueva York, 1937, p. 167.
32. Wallace R. Deuel, People under Hitler, Nueva York, 1942, p. 319.
33. David Schoenbaum, op. cit., p. 111.
34. Entrevista con el Sr. Pampuch de Munich, septiembre 1965.
35. Hilde Oppenheimer-Blum, op. cit,, p. 65.
36. Hakenkreuzbanner, Mannheim, 27 noviembre 1937.
37. Hilde Oppenheimer-Blum, op. cit., p. 165.
38. David Schoenbaum, op. cit., p. 109.
39. Hans Gerd Schumann, Nationalsozialismus und Gewerkshaftsbewegung,Nord-
deutsche Verlagsanstalt, Godel-Hannover, 1958, p. 151.
40. Archivo del Institut fiir Zeitgeschichte, Munich, fichero MA 292, documento
fotográfico 8693-8719.
41. Neue Weltbühne, 15 abril 1937.
42. Alan S. Milward, The Germany Economy at War, Londres, 1965, p. 41.
43. Der Angriff, 20 febrero 1942.
44. Alan S. Milward, op. cit., p. 41.
45. Archivo Federal de Koblenz, fichero 58 126/22, 8 junio 1944.
46. Deutsche Allgemeine Zeitung, 15 diciembre 1943.
47. Stolper, Hauser y Borchardt, Deutsche WMschaft seit 1870, Tubinga,1966,
p. 194.
48. Archivo Federal de Koblenz, fichero R 58/178, 29 diciembre 1942.
14. El co n su m o
15. La s a n id a d
16. La f a m il ia
11. Infprmationsdienst des Reichsminister der Justiz, Berlín, junio 1944, Archivo Fede
ral de Koblenz, fichero R 22/4003, p. 12.
12. Münchner Neueste Nachrichten, 25 julio 1940.
13. Ibid., 14 junio 1935.
14. Hamburger Fremdenblatt, 5 diciembre 1935.
15. Schwarzes Korps, 10 julio 1935.
16. Ibid., 3 octubre 1935.
17. Dr Folbert, Klinische Wochenschrift, 1938, p. 1.446.
18. Frankfurter Zeitung, 19 mayo 1937, cita de un informe de Sajonia.
19. Gesetz für Verhinderung des erbkranken Nachwuchses del 14 julio 1933, citado
en Franz Neumann, Behemoth, Oxford University Press, Nueva York, 1942, p. 111.
20. Frankfurter Zeitung, 30 enero 1937.
21. Ibid., 13 noviembre 1938.
22. Dr W. Klein, Der Amtsarzt, Jena, 1943, pp. 14-21.
23. Statistisches Handbuch für Deutschland 1928-1944, Munich, 1949, p. 634.
24. Ibid., p. 62.
25. W. C. Guillebaud, The Social Policy of Nazi Germany, Londres, 1941, p. 100.
26. Hans Stahlinger, “Germany’s Population Miracle”, en Social Research, Nueva
York, mayo 1938.
27. Peter Heinz Seraphim, Deutsche Wirtschafts—■ und Sozialgeschichte, Theodor
Gabler, 1962, p. 238.
28. Use Staff, Justiz im Dritten Reich, Fischer, Frankfurt, 1964, p. 183.
29. Frankfurter Zeitung, 16 marzo 1937.
30. Schwarzes Korps, 4 noviembre 1943.
31. Use Staff, op. cit., p. 85.
32. Schwarzes Korps, 15 diciembre 1938.
33. Erlass des Reichsministeriums des Innern del 27 diciembre 1938, “Unterbringung
von Kindern aus politisch unzuverlassigen Familien”, Frankfurter Zeitung, 5 ene
ro 1939.
34. Decisión del Tribunal de Torgau, citado por Use Staff, op. cit., p. 188.
35. Times Educational Supplement del 26 abril 1941, citando un juicio de un tribunal
de Wilster, Schleswig-Holstein, en enero 1940.
36. Decisión del Oberlandesgericht, Munich, 3 diciembre 1937. Ver el Frankfurter
Zeitung del 2 marzo 1938.
37. Deutsches Árzteblatt, 12 diciembre 1936.
38. Umdruck FAM 397/21. Cf. Neues Tagebuch, 16 octubre 1937.
39. Frankfurter Zeitung, 7 julio y 10 septiembre 1937.
40. Schwarzes Korps, 6 enero 1938.
41. Juristische Wochenschrift, 1937, p. 3057.
42. Neue Volkszettung, Nueva York, 6 septiembre 1941.
43. Frankfurter Zeitung, 14 diciembre 1938.
44. Ibid., 26 marzo 1939.
45. Neue Volkszeitung, Nueva York, 6 septiembre 1941.
46. Felix Kersten, Totenkopf und Treue, Hamburgo, 1952, p. 229.
47. Judy Barden, “Freundin und Candy”, en laantología de Arthur Settle Das ist
Germany, Wolfgang Metzner, Frankfurt, p. 149.
48. Felix Kersten, op. cit,, p. 230.
49. Louis Hagen, Follow My Leader, Allen Wingate, Londres, 1951, p. 265.
50. Entrevista con la Srta, Erna Hanfstangel en Munich, abril 1967.
51. Volkischer Beobachter, 24 noviembre 1934.
52. Neues Volk, número 5, mayo 1940.
53. Himmler-Erlass del 28 octubre 1939, citado en Hans Jochen Gamm, Der Braune
Kult, Riitten und Loening, Hamburgo, p. 145.
54. Instituí fiir Zeitgeschichte, Munich, archivo MA 293/0546.
55. Felix Kersten, op. cit, p. 226.
56. Rote Erde, Dortmund, 23 marzo 1940.
518 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
17. La m u je r
18. L a ju v e n t u d
19. La e d u c a c ió n
58. Dietrich Orlor, “Die Adolf Hitler Schulen”, Vierteljahreshefte fiir Zeitgeschichte,
3.“ ed„ 1965, p. 272.
59. Volkischer Beobachter, 5 noviembre 1939.
60. R. Benze, “Deutsche Schulerziehung”, Jahrbuch des deutschen Zentralen Institute
für Eriiehung und Untericlit, Berlin, 1943, p. 131.
61. Volkischer Beobachter, 25 abril 1936.
62. Ernest Hearst, “Finishing Schools for Nazi Leaders”, Boletín de la Biblioteca
Wiener, julio 1965.
63. Karl Neumann, op. cit., p. 64.
64. David Schoenbaum, op. cit., p. 283.
65. Ibid., p. 283.
66. Entrevista con el Sr. Mohl en Colonia, junio 1966.
67. Wiener Beobachter, abril 1942.
68. Rolf Eilers, op. cit., p. 38, y Walter Friendlander y Earl Dewey Myers, op, cit.,
p. 212.
69. Statistische Monatshefte de las SS Erfassungsamt denoviembre, Archivos Nacio
nales, microcopia T 24, documento 15, forma 3866/28.
70. Schwarzes Korps, 18 mayo 1939, en el décimoaniversario de la fundación de
la NSLB.
71. Westdeutscher Beobachter, 28 enero 1938.
72. Münchner Neueste Nachrichten, 15 agosto 1938.
73. David Schoenbaum, op. cit., p. 276.
74. Meldungen am dern Reich, Archivo Federal de Koblenz, fichero R 58/184,
23 mayo 1940.
75. Frankfurter Zeitung, 25 agosto 1938.
76. Entrevista con el profesor Zorn, Universidad de Bonn, mayo 1966.
77. Frankfurter Zeitung, 5 marzo 1935.
78. Ibid., 23 junio 1938.
79. Hamburger Fremdenblatt, 26 junio 1941.
20. L as u n iv e r s id a d e s
1. Helmut Kuhn y otros, Die deutsche Unwersitcit im Dritten Reich, Piper, Munich,
1966, p. 26.
2. Ibid., p. 29.
3. Amos Elon, Journey Through a Hautend Land, Holt, Rinehart and Winston, Nueva
York, 1967, p. 217.
4. Ferdinand Friedensburg, Die Weimarer Republik, Norddeutsche Verlagsanstalt,
Hannover, 1957, p. 246.
5. Helmut Kuhn, op. cit., p. 41.
6. George L. Mosse, The Crisis of German Ideology, Weidenfeld and Nicolson, Lon
dres, 1966, p. 271.
7. Helmut Kuhn, op. cit., p. 77.
8. Ibid., p. 83.
9. Ibid., p. 30.
10. Joachim Fest, Das Gesicht des Dritten Reiches, Piper, Munich, 1963, p. 343.
11. Walter Frank, Kampf um die Wissenschaft, Hamburgo, s. f., p. 31.
12. Amos Elon, op. cit, p. 214.
13. Franz Schoenberner, The Inside Story of an Outsider, Macmillan, Londres, 1949,
p. 18.
14. Herman Glaser, Spiesser-ldeologie, Rohmbach, Friburgo, 1964, p. 96.
15. Profesor Reinhard Hoehn, en “Die Volksgemeinschaft als politisches Grundprin-
zip”, Siiddeutsche Monatshefte, 1934-1935, p. 5.
16. Entrevista con el Sr. Ockhart,Bonn, mayo 1966.
17. Entrevista con Margaret Boveri, Berlín, abril 1967.
524 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
21. E l h a b la n azi
22. El hum or
23. La lite r a tu r a
25. El c in e
26. La p b en sa y la b a d io
27. La m ú s ic a
28. E l abte
29. La r e lig ió n
30. Los ju d í o s
10. Victor Klemperer, Lingua Tertii Imperii, Aufbau, Berlín, 1949, pp. 94 y 183.
11. Biblioteca Wiener, archivo 9 III a.
12. Entrevista con el Sr. Lindlar en Dusseldorf, mayo 1966.
13. Ruth Andreas Friedrich, Schauplatz Berlin, Rheinsberg, Munich, 1962, p. 67.
Fragmento del diario correspondiente al 7 marzo 1943.
14. Victor Klemperer, op. cit., p. 103.
ÍNDICE ALFABÉTICO
A la Fuerza por la Alegría, organización, agricultura, 16, 17, 166, 168, 169, 176, 177,
111, 213, 214, 215, 218, 239, 345, 386, 178.
393, 395, 433, 437, 44Θ, 454. mujeres en la, 176, 205, 271, 272.
fondos de la, 111. porcentaje de población en la, 166, 169.
movilización masiva de público, 213, Agricultura, Ministerio de, 147.
433. Agricultores, Asociación Nazi de, 170, 181,
exposiciones móviles de arte, 213, 446, 182, 477.
454. y exención del servicio militar, 114, 170,
certificado deportivo de la, 239. 181, 182, 477.
promoción de la asistencia al teatro, agricultores: privados del derecho a la po
213, 218, 395. sesión de tierras por sentencias de prisión
abitur (bachillerato), 61, 285, 304, 311, 313, superiores a un año, 179.
318, 337. hereditarios (“Bauern”), 172, 179.
maestros y, 311, 313. “autoabastecedores”, excluidos del plan
mujeres y, 277, 304. de racionamiento, 45, 128.
oficiales del ejército y, 61, 153, 154, baja representación en el partido Nazi,
337. 71.
Abogados, Asociación de, Nazi, 132. bajo la República de Weimar, 16, 17.
periódico de, 333. ver también agricultura.
abogados: Ahorro, Plan de, “de Hierro”, 46, 229.
en la administración, 131, 142, 478. Aire, ministro del, 146.
judíos, 478, 479. alarma antiaérea, sirenas de, 358.
aborto, 24, 136, 248, 250, 255. Albers, Hans, actor, 405.
aborto: alcaldes, funcionarios nazis y jefes de dis
entre las mujeres campesinas, 176, 273. trito en el cargo de, 68, 69.
durante la guerra, 248. alcohol, consumo de, 39, 224, 225.
abreviaturas nazis, 346, 347. alcoholismo, 77, 240, 244.
aburguesamiento de los obreros industria alimentos:
les, 218, 395. contenido calórico de, 220, 222, 223,
accionistas, “muerte por hambre”, 193. 230.
acero, industria del, 15, 193, 194. precio de, bajo la República de Wei
acero, trust del, 193. mar, 13.
Aceros Reunidos (Vereinlgte Stahlwerke), porcentaje de ingresos invertido en,
194, 198. 220, 229.
Acta de Ayuda al Este (1931), 18. mercado negro de, ver mercado negro,
bajo el nazismo, 167, 169. racionamiento de, ver raciones, 44.
536 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Alimentos, Corporación de Productores de, arte, 382, 444, 445, 446, 447, 448, 449,
38, 79, 87, 106, 110, 170, 171, 172, 178, 450, 451, 453, 454.
179, 187, 188, 226, 355, 395, 406. crítica de, 419, 450, 451.
finanzas de, 178. Arte, Cámara Nacional de, 188, 445, 447.
periódico publicado por, 226, 406. Arte Degenerado, exposiciones de, 445, 447,
normas establecidas por, 178. 448.
almacenes, grandes, 183, 184, 189, 190, 227, Asociación Cultural Nazi, 395.
477, 479. Asuntos Exteriores, Ministerio de, bajo el
boicot a, 56, 145, 189, 462, 479. nazismo, 146, 148.
los judíos y, 189, 477, 479. atrocidades:
Alsacia, nazis en, 111. conocimiento general de, 51, 475, 486.
Amman, Max, propietario del Volkische de las unidades de comísate de las SS,
Beobachter, 113, 413, 414, 417, 423. 117, 160.
amputaciones, preferencia por, 248. August Wilhelm, príncipe de Prusia, en la
antiaérea, defensa, 319, 357. SA, 60, 72.
chistes sobre, 357. Auschwitz, campo de concentración de, 165,
escolares en la, 319. 201, 349, 358, 391, 396, 483, 485.
anticonceptivos, 249, 250. deportaciones masivas a, 391.
antimonarquismo nazi, 72, 157. I. G. Farben y, 194, 349.
antisemitismo, 24, 303, 325, 326, 327, 391, consejo de un obispo a un guardia de,
399, 458, 459, 466, 477, 479, 480, 481, 474.
482, 483, 487, 488. representación teatral para guardias de,
en las escuelas, 303, 480. 396.
de las iglesias, 459, 460, 466. Austria: anexión de, 40, 65, 85, 223.
en el teatro, 391. antisemitismo en, 325, 480, 481.
en las universidades, 325, 326, 327, Iglesia Católica y, 471.
477. divorcio en, 261, n.
aprendizaje: autarquía, política de, 202, 203, 207, 271,
de oficios, 177, 185, 286, 287. 274, 355.
para obreros agrícolas, 175. y agricultura, 355.
Arbeitertum, publicación del Frente del y consumo, 221, 226, 241.
Trabajo, 213 n. chistes sobre, 355.
Arent, Bemo von, 76. automóvil, accidentes de, 122, 240.
“arianización”, 110. automóviles, 62, 232,
en la economía, 190. ver también Volkswagen.
corrupción en, 112, 113, 116. “autoridades estéticas”, 454.
aristocracia, 197. autoritarismo:
en el ejército, 153, 154, 159, 163. en la abogacía, 131.
en el partido Nazi, 72, 73. en la familia, 250, 252, 257.
en las SS, 72. nostalgia de los funcionarios por, 142.
en la Unión de Campesinos Nazis, 170. relajación bajo la República de Wei
armamento, producción de, 186, 199, 217, mar, 20.
271. en las universidades, 22, 324.
armas, de las Juventudes de Hitler, 284, aviso, plazo del, para los empleados y obre
295, 299. ros industriales, 211.
ver también venganza, armas de. Ayuda Invernal, 36, 63, 76, 91, 92, 110, 111,
Arnhold, ingeniero, ideólogo de A la Fuer 123, 124, 172, 206, 293, 347, 446.
za por la Alegría, 213. contribuciones a, 91, 92.
Arp, Hans, pintor, 443. las denuncias causan exclusión de, 124,
arquitectura bajo el nazismo, 59, 235, 448, fondos de, 36, 91, 92.
451, 452, 453. chistes sobre, 355.
ÍNDICE ALFABÉTICO 537
clase media, 183, 184, 188, 190, 191, 192, presidiarios trasladados a, 138.
196, 197, 201, 211, 273, 293, 395. ver también campos individuales.
educada, denuncia nazi de la, 57. Consejos, representativos de los obreros en
pierde sus ahorros debido a la infla las fábricas, 210.
ción, 19. consumo, nivel de, 180, 219, 220, 221, 222,
baja, antisemitismo de la, 190, 477, 488. 223, 224, 225, 226, 227, 228, 231, 232,
cambia derechos políticos por ventajas 282.
económicas, 10. Conti, doctor Leonardo, presidente de la
los empleados aspiran a formar parte Asociación de Médicos Nazis, 225, 243,
de, 14, 245, 355.
Coburg, duque de, en el partido Nazi, 172. contratos salariales ratificados por el estado,
comercio al por menor: bajo la República de Weimar, 14.
el nazismo y, 184, 186, 189. construcción, industrias de la, beneficios bajo
durante la guerra, 196, 197. el nazismo, 185.
bajo la República de Weimar, 14. contabilidad, obligatoria para las pequeñas
“Comida de plato único”, pro Ayuda In empresas, 186, 188.
vernal, 36, 91, 226. cooperativas, sociedades, nazismo y, 183,
Complot de los Oficiales (julio de 1944), 50, 184, 196, 201.
153, 158, 486. Corinth, Lovis, pintor, 447, 448.
los industriales y el, 197. corporal, castigo:
comunidad del pueblo, slogan nazi, 28, 53, a los aprendices, 287.
56, 57, 58, 60, 66, 137, 201, 202, 214, en las escuelas, 291, 321, 322.
293, 294, 310, 317, 320, 321, 341, 394. corrupción:
en el ejército, 62, 154. chistes sobre, 355.
en el cuerpo de funcionarios, 147. en el ejército, 30, 114, 15, 162.
en el campo, 171. en los gremios, 187.
en la derrota, 53. Krupp replica a las acusaciones de, 191.
en la denuncia, 121. en el partido Nazi, 118.
en la educación, 310, 317, 320, 321. cosecha, comando para la:
en las Juventudes de Hitler, 293, 294. de las fábricas, 175.
en la industria, 211, 212. de las universidades, 175, 340.
justicia y, 138. Cosecha, Día de Acción de Gracias por la,
en la Competición Profesional Nacio 38, 84, 81.
nal, 286. cosecha, festivales de la, en los pueblos, in
en A la Fuerza por la Alegría, 214. tervención nazi en los, 87, 171.
en el teatro, 394, cosméticos, 229, 279, 280.
en las universidades, 57, 341. Cristianos Alemanes, 458, 460, 462, 463,
Comunistas: 475.
periódicos de, 415, 422. y los judíos, 462.
Rote Frontkampferbund de, 150. cruceros, organizados por A la Fuerza por
votos a (1928, 1932), 25. la Alegría, 14.
concentración, campos de, 32, 51, 52, 237,
Cruz de Honor de la Madre Alemana, 90,
330, 349, 391, 392, 393, 415, 465, 481,
252.
485.
corrupción de autoridades de, 117, 118. cueipo de funcionarios, 61, 67, 68, 69, 71,
germanización de nombres, 330. 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149,
judíos enviados a, 349, 481. 230, 278, 337, 440.
liberación de prisioneros por Hitler. 58, abogados en, 142.
médicos implicados en experimentos, corrupción en, 107, 108, 231.
237, 248, 332. chistes sobre, 142, 355, 356.
médicos, 237. judíos en, 145.
540 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
“esclavitud del interés”, ataques nazis a la, “eutanasia”, programa de, 139, 246, 332,
56. 406, 487.
eslavos: cifras, 246.
actitud de los alemanes hacia los, 42, 139. Iglesia Católica y, 473.
aumento de población de los, 2491. evacuación de la población, de las zonas
eslovacos, como trabajadores agrícolas, 180. bombardeadas, 44, 45, 65, 319, 470.
escolares, textos, 303, 304, 306, 314, 321. Ewald, Gottfried, prof., protestas contra la
carestía de los, 321. eutanasia, 332.
escasez de los 304, 314. Ewers, Hans Heinz, biógrafo de Horst Wes-
bajo la República de Weimar, 303, 314. sel, 369.
escuelas, 303, 304, 310, 311, 312, 313, 314, Ex Alumnos, Asociaciones de, 340.
466, 469, 470, 480. existencialismo, 22, 324.
cuotas de las, 313, 320. Expansión Económica, Oficina del Reich
religión en las, 307, 308, 466, 469, 470. para la:
estatales, judíos excluidos de las, 480. altos empleados de la I Farben en,
Escuelas Adolf Hitler, 314, 316, 317, 318, 194.
321. exportación de artículos acabados, Alemania
escuelas secundarias, 293, 303, 310, 311, en primer lugar (1930), 12.
312, 313, 314, 320, 321. expresionismo, 364, 445.
gorras distintivas de las, 57, 293, 340.
economía doméstica e idiomas para las
alumnas de, 304. fábricas:
número de alumnos en las, 304, 320. accidentes en, 240, 243,
profesores de, 303, 310, 311, 312, 313. trabajo infantil en, 285.
escuelas superiores, propuestas de gratuidad conciertos en, 62, 437.
de las, 304, 312, 313, 314, 470. médicos en, 237.
española, guerra civil, 471, 472. exámenes para bandas de música, 440.
Esser, Hermann, ministro de Economía de albergues adheridos a, 288.
Baviera, 113. bibliotecas en, 380.
estado, actitud del alemán hacia el, 32, 33. educación física en, 239.
Estados Unidos, actitud alemana hacia, 42. ritual en, 90, 91, 213.
esterilización, 237, 238, 241, 251, 255, 471. mujeres en, 176, 205.
de los niños “biológicamente inferio Facultad, Grupos de, en las universidades,
res”, 292. 338.
por enfermedad hereditaria, 134, 237, “faisanes dorados” del partido Nazi, 82, 120,
241. i 62, 192, 197, 319.
término popular para la, 351. Fallada, Hans, escritor, 363, 364.
Estiria, evacuación de habitantes de Rena- falsificación, de documentos de identidad,
nia a, 43. 231, 290.
estrella amarilla, para los judíos, 51, 52, 94, Familia, Unión Nacional de la, Alemana,
231, 481, 483, 485. 253.
estudiantes, asociaciones de, 57, 268, 325, familia, denuncia de miembros de la, 124,
338, 339, 340. 126, 127, 256.
Estudiantes, Asociación Nazi de, 325, 336, familiares, subsidios, 238, 251.
338, 340, 341. Farben, I. G.
esvástica, 34, 213, 311, 432, 464, 468. en Auschwitz, 193, 194, 195, 204.
eufemismos: mano de obra para, 193, 205,
chistes, 481. Faulhaber, Michael von, cardenal, 472,
en el lenguaje nazi, 481. y las escuelas católicas, 464.
Euringer, Richard, autor de Thingspiele, y Hitler, 100, 472.
384. y los judíos, 466.
ÍNDICE ALFABÉTICO 543
y la República de Weimar, 459. Frick, Wilhelm, ministro del Interior, 69,
Fe y Belleza (sección de la Unión de Jóve 76, 115, 149, 269.
nes Alemanas), 281, 295, 296. y el mercado negro, 115.
fecundidad, 251, 252. y las mujeres, 269.
funcionarios y, 143, 144. Frings, Joseph, obispo católico de Colonia,
Hitler opina sobre, 260. 473.
medallas a la, 252. Fritsch, Werner, general von, jefe del estado
en la novela, 269, 372. mayor del ejército, destituido, 30.
Feder, Gottfried, ideólogo nazi, 169, 170. Fritsche, Hans, comentarista de radio, 424.
Fehling, Jiirgen, productor teatral, 390, 391. fruta:
Feininger, Lyonel, pintor, 443, 447, 455. consumo y racionamiento de, 223, 224,
ferrocarril: 225.
accidentes de, 240. excluida de las raciones de los judíos,
medalla deportiva exigida para trabajar 483.
en, con contrato definitivo, 239. Funcionarios, Unión de (Reichsband Deuts-
festividades del calendario nazi, 34, 295, cher Beamten), 107, 144, 189, 275, 305.
438, 439, 468. Funk, Walter, ministro de Economía, 78,
Feuchtwanger, León, escritor, 360, 362, 381. 106.
Finck, Werner, humorista, 160, 392, 416. Furich, Josef von, pintor, 421.
fiscales, aumento de atribuciones de los, 195. Furtwüngler, Wilhelm, músico, 426, 429,
física, bajo el nazismo, 329. 437.
física, educación, obligatoria, 277, 306, 314,
318, 338,
en las empresas, 239. Galen, conde Clemens von, obispo católico
en las escuelas, 239, 306, 314, 317. de Münster, 464.
para los profesores, 306. cardenal, 44, 470, 473, 487.
Flagstad, Kirsten, cantante, 434. denuncia la eutanasia, 473, 487.
Flick, gran empresa, 190, 193, 194. Galland, Adolf, aviador católico, 473.
Ford, Henry, personificación del “progra Garbo, Greta, actriz, 417.
ma industrial” USA, 232. gasto público, como porcentaje de la renta
Forel, Hans Erich, dramaturgo, 258. nacional, 195.
formación profesional, durante el tiempo Gauguin, Paul:
libre en la Wehrmacht, 15Θ. quema de pinturas de, 447.
Francia: pinturas de, vendidas para obtener di
actitud alemana hacia, 41, 42, 139 n., visas, 454.
373, 459. Gauleiter, 38, 60, 70, 71, 79, 82, 83, 108.
ocupada, la Wehrmacht en, 162, 163. corrupción entre, 70, 108, 109'.
Frank, Bruno, dramaturgo, 21, 362, 382. y la justicia, 133.
Frank, doctor, presidente de la asociación de zonas Junker, 169.
de abogados, 144.
de la enseñanza, 305.
Frank, Hans, dirigente nazi, gobernador de
Polonia, 74, 120. y el teatro, 394.
Franck, James, premio Nobel de origen Gebühr, Otto, actor, 399.
judío, 327. generales:
Frank, Leonhard, escritor, 360, 362. beneficiarios del nazismo, 67.
Frank, Walter, historiador, 326, 330, 331. y los planes de población rural, 169.
Instituto de, para el Estudio de la orígenes sociales de, 72, 152, 153.
Cuestión Judía, 332. genocidio, programa de, ver “solución final”,
Frankfurter Zeitung, periódico, 31, 186, 190, 148, 235, 391, 473.
199, 261, 276, 385, 412, 415, 418, 419, George, Heinrich, actor, 382, 390, 398, 399.
420, 422, 423, 451. George, Stefan, poeta, 364.
544 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Gestapo, 25, 50, 72, 73, 124, 126, 127, 138, y la radio, 426.
141, 192, 205, 333, 376, 418, 420, 440, frases de, 224, 269, 344, 345, 347, 379,
447, 455, 464, 469, 474, 483, 486. 392, 402, 413, 414.
detención de sacerdotes, 469. fuentes de la riqueza de, 106.
y los libros, 376. hacer detener a un banquero con fin
confesiones obtenidas por, 141. propagandístico, 64.
denuncias a, 124, 125, 129, 304. y el teatro, 60, 389, 393.
y los pintores, 447, 455. Goebbels, Magda, 60, 73, 75, 92, 280, 283.
y la pastoral de los obispos, 464. Goehr, Alexander, músico, 429.
y la prensa, 418. Goerdeler, doctor Karl, de la oposición con
y Rommel, 153. servadora, 63, 330, 331, 486.
y los indeseables sociales, 138. en el Complot de los Oficiales, 198, 486.
y los obreros industriales indisciplina Goering, Emmy, 75, 283, 353.
dos, 205, 216. Goes, Albrecht, escritor, 422.
y las universidades, 333. Goethe, Johann Wolfgang:
Giessler, Paul, Gauleiter, en la universalidad dramas de, 390.
de Munich, 339. citado, 20, 32, 35, 51, 100, 142, 269,
Gigli, Benjamino, cantante, 82. 311, 327, 342, 378, 379, 390, 394,
Gleichschaltung ¡(coordinación), 132, 326, 488.
333, 345, 346, 393, 420, 445, 446, 449, Gold, Kathe, actriz, 382.
463. Gottingen, universidad de, dispersión de los
en la música, 440. físicos de, 328.
de la prensa, 420. Gottschalk, Joachim, actor, 391.
en las artes plásticas, 445, 446. Graener, Paul, compositor, 436.
Globocnik, Odilo, Gauleiter de Viena, jefe Graf, Oskar Maria, novelista, 371.
de las SS y de la policía de Lublin, 109, Gran Bretaña, actitud de Alemania hacia,
117, 122. 42.
Goebbels, doctor Josef, Ministro de Propa grasas, consumo y racionamiento de, 222,
ganda, 38, 42, 53, 56, 60, 64, 72, 73, 74, 225, 226, 228.
75, 76, 78, 86, 89, 91, 101, 106, 107, raciones económicas de, para consumi
125, 146, 149, 159, 224, 226, 269, 280, dores pobres, 228.
281, 282, 334, 344, 345, 347, 351, 352, gremial, espíritu, supervivencia del, 56- 185,
353, 369, 377, 378, 379, 380, 383, 391, 188.
392, 393, 398, 399, 402, 407, 408, 409, gremios, 187, 188, 197.
410, 413, 414, 415, 417, 419, 422, 426, pertenencia obligatoria a, 185.
432, 433, 437, 439', 440, 442, 445, 446, corrupción en, 187.
450, 465, 472, 481. reducción de salidas para los, 186.
y el arte, 82, 445, 446, 450. durante la guerra, 186.
y la Iglesia Católica, 472. Grengg, Maria, novelista, 372.
y el cine, 106, 398, 399, 402, 407, 408, Grimm, Hans, autor de Volk ohne Raum,
409, 410. 250, 303, 345, 360, 361, 363, 436.
y Hitler, 100. Grober, Conrad, obispo católico de Fréiburg,
chistes sobre, 351, 352, 353, 354. 461, 465, 466.
lenguaje de, 344, 347. Grohe, Joseph, Gauleiter, sobre los intelec
y la literatura, 369, 377, 378, 380. tuales, 108, 329.
en actos de masas, 86, 89. Groner, Wilhelm, general, ministro de De
y la música, 432, 437, 439. fensa, 25.
y la prensa, 413, 414, 415, 417, 419. Gropius, Walter, arquitecto, 443, 444, 455.
actitud pública hacia, 38, 351. Grosz, Georg, pintor, 20, 444, 447, 455.
campaña de cortesía pública lanzada Gründgens, Gustav, actor, 82, 3-82, 390,
por, 47. 391.
ÍNDICE ALFABÉTICO 545
Grundig, Hans, pintor, 456. Heil Hitler! (“saludo alemán”), 37, 94, 95,
guerra: 121, 227, 327, 357, 407.
creadora de la nación alemana, 1, 30, entre los abogados, 132.
40. entre los funcionarios, 144.
en los films nazis, 398, 400, 402, 408, en la Wehrmacht, 158.
409, 410. Heine, Heinrich, 53, 330.
en el teatro, 386, 387. Heiseler, Bern von, autor de narraciones
y la literatura, 361, 362, 363, 366, 367, bélicas, 380.
368, 380. Heisenberg, Werner, físico, 327, 329, 331.
Guerra, Ministerio de la, 152, 157, 477. Heissmeyer, en las escuelas Adolf Hitler,
Guillermo II, Kaiser, 10, 12, 27, 62, 95, 317.
96, 131, 145, 323, 443v 445. escuelas Ñapólas, 315.
exhortación a sus soldados, 161. Helldorf, Wolf von, conde, jefe de policía
films sobre, 157. de Berlín y los pasaportes de judíos, 72,
y el arte moderno, 443, 445. 115.
transformación de, de figura semidi- Hermann Goering, Industrias Nacionales,
vina en chivo expiatorio, 37. 190, 193, 194, 195, 209, 233.
Günther, Hans, profesor y esteta nazi, 444, “rehabilitación acelerada” en, 209.
445. creación de una ciudad junto a, 194,
Gurlitt, doctor Hildebrand, director del Mu 233.
seo de Dresden, 444. Hertzog, Rudolf, novelista nazi, 365, 366.
Giirtner, Franz, ministro de Justicia, 141, Heppel, doctor, en el escándalo de la Ayu
261. da al Este, 169.
Hess, Rudolf, lugarteniente de Hitler, 100,
122, 125, 264.
Haas, Josef, compositor, 436. Hesse, príncipe de, en el partido Nazi, 72,
Hadamovsky, Eugen, director de la radio 77.
nazi, 431. Hilbert, David, matemático, 328.
Haeckel, pintor, 443, 447. Hildebrandt, Friedrich, Gauleiter de Mec
Handel, G. F., alteración de la obra de, klenburg, 73, 170.
348, 431. Hilper, Heinz, productor teatral, 390.
Haniel, gran empresa, 193. Hilz, Sepp, pintor nazi, 454.
Hanke, Karl, Gauleiter de Silesia, 73, 74. Himmler, Heinrich, jefe de las fuerzas de
Harlan, Veit, productor de cine, 410. policía y de las SS, 74, 79, 100, 109,
Hartmann, K. A., compositor, 430. 117, 118, 122, 138, 159, 160, 191, 262,
Hartmann, filósofo, políticamente neutral, 263, 264, 266, 289, 422, 467, 468, 481.
331. círculo de amistades de...
Hartung, escultor, 456. vinculación entre la industria y el na
Hasenclever, Walter, dramaturgo, 20, 376, zismo, 191.
382. Lehenshorn, fundador de, 262.
Haupt, Bruno, centros urbanos planeados planes para después de la guerra de,
por, 452. 266.
Hauptmann, Gerhart, dramaturgo, 32, 33, “orden de procreación” de, 51, 264.
82, 382, 383. propone poligamia selectiva, 266.
Haushofer, Albrecht, poeta, 376. esposa de, 74, 77.
Hausmann, Manfred, escritor, 363. Hindemith, Paul, compositor, 125, 420, 432,
Heidegger, Martin, filósofo existencialista, 437.
327. 339. Hindenburg, Paul von, mariscal, presidente
Heidelberg, incidente de los espárragos de, del Reich, 11, 12, 27, 30, 96, 105, 151,
57. 157, 444.
546 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Hinkel, Hans, ayudante de Goebbels, 125. actitud popular hacia, 35, 37, 38, 50,
historia, bajo el nazismo, 306, 324, 330. 51, 52, 157.
historicismo, 22, 324. lector de Der Stürner, 109, 421,
Historische Zeitschrift, 330. retórico, 414.
Hitler, Adolf, 11, 15, 26, 27, 30, 32, 34, se rumorea que posee un gas venenoso
35, 37, 38, 30, 40, 42, 43, 49, 50, 52, 53, para librar a los alemanes de la ver
56, 57, 58, 59, 60, 62, 67, 68, 69, 72, 73, güenza en caso de derrota, 51, 101.
74, 75, 7β, 79, 81, 82, 83, 84, 87, 95, 96, frases de, 270, 355.
97, 98, 99,100, 101, 102,106, 107 109, asegura la absolución de miembros de
120, 1-24, 132,133, 140, 141, 144, 148, la SA (1932), 28.
149, 151, 152,153, 157, 158, 167, 183', y los eslavos, 249.
184, 193, 195,198, 200, 210, 215, 218, y las universidades, 326.
235, 249, 252,260, 263, 266, 268, 269, toma el té con los ganadores de la Com
270, 280, 281,283, 295, 298, 325, 326, petición de la Destreza en el Oficio,
327, 329, 346,350, 351, 352, 355, 356, 286.
357, 358, 366,370, 379, 381, 386, 391, sobre las mujeres, 268, 269, 270, 280,
398, 399, 401,413, 414, 416, 417, 418, 281.
419, 421, 423,424, 425, 426, 427, 428, culto de, 283.
429, 430, 431,433·, 434, 435, 436, 445, como escritor, 106, 419.
447, 448, 449,450, 453, 455, 459, 460, Hitlerianas, Juventudes, 31, 57, 58, 80, 98,
461, 462, 463,464, 466, 468, 472, 473, 127, 144, 175, 237, 239, 245, 257, 259,
475, 484, 485. 279, 281, 284, 285, 287, 288, 289, 291,
y la aristocracia, 72, 157. 292, 293, 294, 295, 296, 297, 298, 299,
y el ejército, 151, 157. 315, 316, 319, 340, 344, 354, 384, 395,
y el arte, 445, 447, 449, 453. 316, 319, 340, 344, 354, 384, 395, 415,
prohíbe la mención de Wilhelm Tell en 415, 428, 439, 441, 464, 465, 470, 471.
los textos escolares, 379, 391. ingreso obligatorio en las, 292, 294,
en el Festival de Bayreuth, 60, 428. 465.
intervención en emisiones de radio, 424, y el baile, 297, 300,
427. denuncias por, 259.
y la Iglesia Católica, 459. y la educación, 297, 307, 309, 310,
celebración del cumpleaños de, 51, 84, 313.
85, 42©. y la familia, 256, 259, 284.
y el cine, 399. salud de, 245, 288, 289.
muerte de, 427. en la industria, 287.
denuncia de detractores de, 124, 127, chistes sobre, 294, 354, 355.
140. saqueo de propiedades judías por, 115.
y el futuro de Berlín, 235. secciones marina y motorizada de, 295.
y la Gestapo, 141. clase media y, 293.
en Italia, 82. y la música, 300, 428.
y los judíos, 485. y la religión, 464, 470, 471.
chistes sobre, 127, 350, 351, 352, 353, año de trabajo agrícola de, 175, 288.
356, 357, 358. y la educación sexual, 297, 298, 307.
y la justicia, 132, 140, 141. en el ejército, 155.
Mein Kampf, de, 106, 381, 419, 453, y el teatro, 384, 395.
484. Hitlerianas, Juventudes, Cuerpo de Planea
y la música, 428, 430, 431, 433. dores, 295.
y el partido Nazi, 68. Hofer, Cari, pintor, 447, 455.
en la Reunión de Nuremberg, 87. Hoffmann, Heinrich, fotógrafo de Hitler y
y la prensa, 419. experto en arte, 77, 448.
ÍNDICE ALFABÉTICO 547
Hoffmannsthal, Hugo von, dramaturgo, 382, y los judíos, 461, 462, 466, 475.
436. en pueblos de las montañas, 45, 471,
hogueras rituales, 58. los nazis y la, 459, 461, 474.
de libros prohibidos, 378. prensa de, 415, 422, 464.
de pinturas, 449. religiosas enfermeras, 238.
Holanda: escuelas de, 308.
actitud alemana hacia, 41. y la República de Weimar, 45Θ.
bajo el nazismo, 160. organizaciones juveniles de la, 293, 471.
Holz, vice-Gauleiter, y la propiedad de los concordato, 461.
judíos, 115. iglesias:
Hommel, Prof., retratista, 76. y el nazismo, 459', 461, 462.
Homolka, Oscar, actor, 399. prohibición de la retransmisión radio
homosexualidad, los nazis y la, 406. fónica de servicios religiosos, 427.
acusaciones de, 136, 465. privación de papel a las editoriales de
en el cine, 405, 406. las, 380.
en la literatura, 368. Iglesia, campaña de separación de la, 466,
Honneger, Arthur, compositor, 438. 474.
horas de trabajo, 176, 208, 209, 216, 217. Iglesia Confesional, 462, 463, 470, 471, 474,
de los niños y jóvenes, 285. 475.
de la mujer en la agricultura, 176. y los judíos, 475.
de la mujer en la industria, 208. Iglesias Protestantes, 458, 459, 460.
Horst Wessel, 295, 299, 369, 386, 401, 402, y los judíos, 458, 462, 475.
428, 439, 464. organizaciones juveniles de, 293, 471,
cantata, 439. y el matrimonio, 265.
canción de, 295, 299, 369, 386, 423. y la mujer, 268, 277.
hospitales: el nazismo y, 471, 474.
para readaptación de mutilados, 242. y la República de Weimar, 277, 458,
carcelarios, 242. 459.
para enfermedades venéreas y tubercu imperativo categórico, 344.
losis, 242, 246. impuestos:
Hossenfelder, pastor, impulsor del intento de sobre la agricultura, 167, 177.
formar una Iglesia Nazi, 462. exención de, del Festival de Bayreuth
Hoven, doctor, en Buchenwald, 119. facilitados por la contabilidad obli
Hubert, Kurt, profesor, de la oposición aca gatoria, 186.
démica, 331. en la industria, 195,
huelgas, 215, 216. sobre los salarios, 204.
huevos, consumo y racionamiento de, 222, incurables, muerte de, 41, 237, 332, 473.
223, 225. indultos, para delitos leves, 135, 290.
Hugenberg, Alfred, dirigente de la produc industria, 186, 191, 192, 193, 195, 199»
tora cinematográfica UFA y magnate de 200, 202, 216, 217.
la prensa, 19, 21, 31, 397, 412, 414.
beneficiaria del nazismo, 67, 195.
humor, 350, 351, 352, 353, 354, 355, 356,
concentración de la propiedad en la,
357, 358, 359, 417.
192.
en la radio, 425.
Hungría, trabajadores agrícolas de, 175. financia a las fuerzas antimarxistas f
Hylton, Jack, y su orquesta, en Berlín, 442. posteriormente a las nazis, 16.
bajo la República de Weimar, 13.
ver también capital, fábricas,
Iglesia Católica, 104, 457, 459, 460, 461, industria química, 193, 194, 271.
464, 465, 466, 470, 471, 472, 473, 474, industriales, obreros, 13, 14, 38, 203, 204,
475. 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 212,
548 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
213, 214, 215, 216, 217, 218, 235, 247. 458, 460, 475, 476, 477, 478, 479, 480,
249, 329. 481, 482, 483, 484, 485, 486, 487, 488,
chistes sobre, 355, 356. 489.
formación profesional, 285, 286. en la medicina, 478, 479.
baja representación en el partido Nazi, en el teatro, 383, 391, 392.
201, 269. en la abogacía, 478, 479.
mujeres como, 176, 267, 268, 270, 271, en la música, 430.
273. las iglesias y, 458, 459, 460, 475.
industrialización, 13, 186. y los grandes almacenes, 56, 189, 1Θ0,
inflación, después de la primera Guerra 477, 479.
Mundial, 12, 16, 167. denuncias de personas relacionadas con
intelectuales, 334, 364. los, 124, 125, 126.
y Hitler, 100. descripciones de, como “portadores del
actitud nazi hacia los, 329, 334, 364. terror bolchevique”, 164.
interés, tasa de, 229. y como “encarnación del capitalismo”,
en las hipotecas, limitada por los nazis, 56.
167, 169, 177. divorcio de las esposas arias de los,
bajo la República de Weimar, 13, 167. 261.
Interior, Ministerio del, 143, 144, 146, 148, extorsión de propiedades de los, 115,
473. 190, 191.
Italia: en la clandestinidad, 487.
trabajadores agrícolas de, 175. casas de, 117,
actitud alemana hacia, 42. jesuitas y, 461.
chistes acerca de sí mismos, 358, 359.
la prensa y, 415, 418, 423.
Jannings, Emil, actor, 382, 398, 399. castigos por amistad con, 125, 258, 483.
Janssen, Herbert, cantante, 434. separación del cuerpo de funcionarios
Jaspers, Karl, profesor, miembro de la opo y de la actividad económica, 148,
sición académica, 339. 479.
“jazz alemán”, 41. en las universidades, 325, 327, 478, 479.
Jessen, Jens Peter, profesor, miembro de la la Wehrmacht y, 41, 162, 164.
oposición académica, 331. ver también antisemitismo, pogrom de
Jessner, Leopold, productor teatral, 125, 382. la Noche de Cristal, “Solución Fi
jesuitas, 461. nal”.
Jochum, Georg Ludwig, hijo, músico, 434. Juegos Olímpicos (Berlín, 1936), 282, 438.
Johst, Hans, poeta oficial del nazismo, 258, estadio de los, 86, 452.
345, 360, 379, 382, 389. Jung, C. G., psicólogo, 328, 416.
Joos, Jakob Christian, profesor, que pasó de Jiinger, Ernst, escritor, 160, 366, 367, 375.
la universidad a la industria, 329. Jünger, Friedrich Geórg, poeta, 88, 375.
Jordan, Pasqual, físico, 327. Jungmiidel, sección infantil de la Unión de
Jordan, Rudolf, Gauleiter de Magdeburg, Unión de Jóvenes Alemanas, 295, 296.
120. Jungvolk (Pimpfs), sección infantil de las
Jud Siiss (Oppenheimer de Württemberg), Juventudes de Hitler, 294, 295, 298, 299,
film sobre, 391, 399, 400, 402, 403, 406, 316.
476. Junkers, 17, 18, 166, 167, 169, 170, 171,
judicial, poder: 182, 317, 318.
bajo el Kaiser, 131. el nazismo y, 317, 318.
bajo el nazismo, 132, 133, 140. apoyo fiscal para las propiedades de
Judíos, 24, 25, 56, 115, 116, 117, 119, 126, los, en la Wehrmacht, 153, 318.
303, 325, 326, 327, 328, 349, 358, 359, justicia:
360, 383, 391, 392, 399, 415, 418, 430, en el ejército, 139.
ín d ic e a l f a b é t ic o 5®
Lublin, campo de concentración de, 118, rituales neopaganos del, 467, 468.
119. participaciones neopaganas de, 468.
Ludendorff, Erich, general, 152. índice de, 250, 251, 260, 261.
Luders, Maria, demócrata, 268. matrimoniales, oficinas, 253.
Ludwig, Emil, escritor, 362. Mauthausen, campo de concentración de,
Lutero, Martín, 457, 460, 488. 358.
Lutze, Viktor, jefe de las SA, 72, 77, 115. May, Karl, autor de epopeyas de pieles
Luxemburg, Rosa, dirigente socialista, 11, rojas, 380.
267. Mayo, Primero de, 62, 84, 86.
Mfccklenburgh, duque de, en el partido
Nazi, 72.
Macke, August, pintor, 443. medallas, 90.
Mackensen, August von, mariscal, 77, 105. a la maternidad, 252.
Madre, Día de la, 252. médicos, 236, 237, 247, 248.
Madre e Hijo, organización, 253, 256, 278. condenados por aborto, 255.
Magdeburg, ciudad industrial, crecimiento experimentos en campos de concentra
de, 233. ción, 237, 248, 332.
Mahler, Gustav, compositor, 432. escasez durante la guerra, 236, 237.
Makart, Hans, pintor admirado por Goering, médicos judíos, 237.
453. mujeres médicos, 236, 268, 276.
Mann, Heinrich, novelista, 360, 362, 364. Médicos, Asociación Nazi de, 225, 355.
Mann, Thomas, escritor, 332, 360, 364, 374, Mein Kampf, 342, 381, 419, 453, 466, 484.
417, 420. estilo literario de, 381.
el Dr. Fustus de, 420. entregado a los recién casados a, 106.
destituido de su doctorando honorario cargó de los ayuntamientos, 106.
de Bonn, 332, 360. Meinecke, Friedrich, historiador, 330.
Mannesmann, gran empresa, 112, 190, 193, Meissner, Otto, doctor, 106.
194. Memel, anexión de, 108.
mano de obra extranjera: Mendelsohn, Erich, arquitecto, 444, 455,
en la agricultura, 175, 180, 181, 182. mentales, enfermos, muerte de los, 41, 237,
en la industria, 182, 197, 198, 199, 332, 473.
205, 216, 235, 237. mercado negro, 46, 179, 197, 207, 224, 225,
Manstein, mariscal von, 153, 163, 164. 230, 231, 410.
mantequilla y margarina, consumo y racio de rumores, 486.
namiento de, 221, 222, 228. metal, industrias del, 193, 271.
Marahrens, August, obispo de Hannover, Miegel, Agnes, escritora nazi, 99, 360, 361.
463. Mierendorff, Cario, socialdemócrata, en el
Marc, Franz, pintor, 443, 448, 453. Complot de los Oficiales, 50.
Marcks, Gerhard, escultor, 416, 446. Milhaud, Darius, compositor, 432.
Marian, Ferdinand, actor, 114 n. militar, ideal, en Alemania, razones del, 30.
Massary, Fritzi, actriz, 382, 383. militar, servicio:
Maternidad, culto a la, 252, 282. exenciones del, 114.
matrimonio: descenso en el porcentaje de hombres
edad del, 256, 259, 278. aptos, 244.
obligatorio para los funcionarios, 143, universal, prohibido por el Tratado de
144. Versalles, 150.
de los profesores de enseñanza secun ver también reclutamiento.
daria, 311. Militar, Soberanía, Día de la Restauración
préstamos para, 251, 254, 271, de la, 85, 468.
exámenes médicos de adecuación para, mineros:
238. horario de trabajo de los, 204, 20S,
HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
41, 55, 57, 59, 60, 61, 68, 69, 71, 77, 79, Nuremberg, Leyes de (sobre los judíos), 468,
80, 81, B9, 110, 119, 123, 142, 143, 145, 475.
152, 166, 238, 250, 252, 269, 279, 304, Nuremberg, Reunión Anual del Partido en,
305, 313, 314, 318, 319, 320, 321, 328, 77, 84, 86, 103, 385, 428.
32’9, 332, 356, 392, 393, 431, 461. documental sobre la, 282, 401.
reunión anual del, ver Nuremberg, música en, 428.
Reunión Anual del partido Nazi, 77, jóvenes en, 297.
84, 86, 103, 385. obras públicas, programa de, bajo el nazis
y el mercado negro, 231. mo, 202.
y la corrupción, 103, 119.
departamento de asuntos exteriores del,
61, 146. obrera, clase, 201, 202, 203, 204, 207, 208,
días festivos del, 86. 209, 211, 212, 213, 214, 215, 216, 217,
apoyo de la industria al, 16, 113, 192. 218, 234, 235, 247, 395.
ascensos en el, 68, aburguesamiento, 21θ, 395.
persecuciones por críticas al, 135. en la universidad, 321, 325, 341.
ritual del, 87, 95. en el parlamento de Weimar, 201, 325.
votos para el, ver elecciones, 68. ver también obreros industriales, 13, 14,
exclusión de las mujeres de los puestos 203.
directivos del, 68, 72, 74, 77, 269, obreros de cuello blanco, 13, 14, 19, 43,
275, 279, 282. 211, 212, 213, 269.
neologismos nazis, 295, 346. aumento del número de, 189.
Neumann, Theresa, de Konnersreuth, 4θ. fuerte representación en el partido Nazi
Neurath, Konstantin von, ministro de Asun bajo la República de Weimar, 13, 14,
tos Exteriores, 76, 107, 146. 211.
Niemoller, Martin, pastor, 475. ocupados, países, 228.
Nietsche, Friedrich, sobre las leyes penales, mercado negro en, 114, 1Θ2.
19, 134. Krupp adquiere propiedades en, 196.
niños: mano de obra de (ver también escla
separación de, de familias políticamen vitud, trabajo en régimen de), 47,
te disidentes, 259. 175, 197, 198, 199.
año de servicio agrícola de, 319, 320. traslado de los funcionarios nazis más·
salud dental de, 239, 246. corrompidos a los, 118.
imposición de nombres, 468. saqueo de galerías de arte y museos de,
al abandonar la escuela, 285.
envíos a Alemania de productos de los,
en el trabajo, 285, 286.
41, 221, 223, 228, 283.
evacuación durante la guerra, 44, 45,
traslado de alemanes a trabajar en los,
319, 470.
43.
“Noche de Cristal”, pogrom de la (1938),
33, 40, 44, 94, 98, 110, 115, 116, 118, Oertzen, escritor, 375.
190, 327, 331, 475, 481, 482, 485. oficina de colocación, 216.
actitud popular ante, 475, 481, 482. oficios:
estudiantes en el, 327. aprendizaje para, 177, 185, 286, 287,
juicios a raíz de, 133. 292.
Nolde, Emil, pintor, 443, 446, 447, 448, 456. exámenes obligatorios para, 184, 185.
noruegos, actitud alemana hacia los, 42'. durante la guerra, 196, 197.
novelas, 360, 361, 363, 365, 369, 370, 371, subordinación a los intereses de la in
372, 373, 374, 378. dustria, 185, 286.
Nuremberg: Ohlendorf, Otto, jefe del Servicio de Inteli
film rodado en, 82. gencia de las SS, conferencias a industria
Juicios por crímenes de Guerra en, 195. les, 191.
554 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Oldenburg-Janoschau, von, eminencia gris nazis, lectura obligatoria para los fun
de los Junkers, 25 η. cionarios, 144, 415.
Ondra, Anny, actriz, 76. acciones de los dirigentes nazis en, 419,
Oncken, Hermann, historiador, 330, 375, bajo la República de Weimar, 412.
423. ver también cada periódico,
opinión pública, favorable al nazismo, 34. pescado, consumo de, 221, 225, 230.
Oranienburg, campo de concentración de, Pfitzner, Hans, compositor, 429, 430, 437.
485. Piscator, Erwin, director teatral, 20, 21,
Ordensburgen, centros de formación de la 382.
élite nazi, 60, 61, 263, 317, 318, 321, 456. Plan Cuatrienal (1936) para la movilización
arquitectura de los, 317, 452. industrial de guerra, 192, 194, 195, 273.
Orff, Cari, compositor, colaborador del ré secretaría del, 194, 195, 273.
gimen, 430, 433, 435, 436, 438. plebiscitos, 38.
Ossietzky, Cari von, premio Nobel de la Pleiger, Paul, director de las Industrias
Paz, 130, 376. Hermann Goering, 194, 200.
Pabst, G. B., director de cine, 399. población:
pacifismo, 458, 487 n. estructura de edad de la, 256.
pago del Estado a las empresas con que sus sector agrícola de la, 13, 174, 175.
cribía contratos, 199. movimiento de la, del campo a las ciu
Pallenberg, Max, actor, 382, 383. dades, 13, 174, 175.
pan, consumo y calidad del, 220, 221, 224, pogroms, en Renania en tiempos de las Cru
242. zadas, 22, 476.
Pankok, Otto, pintor, 456. ver también pogrom de la “Noche de
pantalones, mujeres en, 280, 281. Cristal”, 33.
Papen, Franz von, canciller, 25. polacos:
parlamento, ver Reichstag, 16. como mano de obra industrial y agríco
Partido Democrático, 23, 131, 201. la, 205.
Partido Nacional del Pueblo Alemán actitud alemana hacia los, 42.
(DNVP), 268, 331, 460. poligamia, propuestas de, 266.
partidos políticos no marxistes y el régi Polonia, partición de, la Iglesia Católica
men nazi, 28. ante la, 473.
Partido Popular Alemán (DVP), 16, 201, Pommer, Erich, director de cine, 399'.
460. Popitz, Johannes, ministro de Finanzas de
Partido Social Demócrata, 9. Prusia y el Complot de los Oficiales, 44,
y los judíos, 478. 198, 331.
declarado ilegal, 34. Porsche, Ferdinand, diseñador de automó
miembros del, en el Complot de los viles, 39.
Oficiales, 50.
porteros, como responsables de bloque del
periódicos del, 415.
partido Nazi, 80.
purga de miembros del, del cuerpo de
precios:
funcionarios, 145.
y las universidades, 326. de productos agrícolas e industriales,
bajo la República de Weimar, 10, 25, 17.
131. relación entre (“tijera de los precios”),
patatas, consumo y racionamiento de, 224. 17.
Pechstein, Max, pintor, 443, 447. de los productos de granja, fijados por
Peiner, Wemer, pintor nazi, 454. la Corporación de Productores de
peones agrícolas, bajo el nazismo, 172, 173. Alimentos, 17.
periódicos, 412, 413, 415, 416, 417, 418, venta al por menor, estrictamente re
422. gulada y vigilada por la policía, 227.
extranjeros, acceso a los, 420. Prestel, Josef, escritor nazi, 373.
ÍNDICE ALFABÉTICO 555
única fuente de música desde agosto de discurso de Hitler en el, 38, 50, 132^
1944, 441. 414.
comunicados de victoria por la, 428. Reichwein, Adolf, socialdemócrata, en el
aparatos de, 62, ,168, 218, 395, 423. Complot de los Oficiales, 50.
prohibidos a los judíos, 486. Reichswehr (limitada a 100.00 hombres du
propiedad de, 423. rante la República), 30, 151, 152, 153,.
Receptor Popular, 299, 395, 423. 154, 155.
Radio, emisora nacional de (Deutschland- absorción de la, por el estado nazi, 30,.
sender), 46, 49, 426, 441. Negra Secreta bajo la República de-
ver también radio, Weimar, 150.
radio, responsables de, 424, origen social de los oficiales de la, 153,.
154.
Raeder, Erich, almirante, y el mercado ne
Reinhardt, Max, director teatral, 21, 125r
gro, 115.
382.
Rathenau, Walter, ministro de Asuntos Ex
Reitsch, Hannah, aviadora, 282.
teriores, asesinato de, 11, 349, 369.
religión:
Rave, doctor, presidente de la Cámara de
en el campo, 309.
música del Reich, 439, 440.
en la escuela, 307, 308, 314, 464, 465,.
"raza”, en las novelas, 366, 373.
religiosas, conventos de, ataque nazis a las,.
Reck-Malleczewen, Friedrich von, escritor,
465.
376.
Remarque, Erich María, escritor, 22, 362,.
reclutamiento:
Remnitz, Herr von, desposeído por Ribben-
femenino (1943), 253, 272, 273.
trop, 107.
industrial, 208, 216.
rendición de cuentas, Corporación de Pro
militar, reintroducción del (1935), 151,
ductores de Alimentos y frente del Tra
337, 407.
bajo no obligados a, 106.
recreativas, actividades, 229'.
Reper, Wilhelm, portador de los regalos dé
en el campo, 169, 395.
los industriales a Goering, 110.
para los obreros de la Muralla Occiden
restaurantes, durante la guerra, 120, 229.
tal, 210 n.
retiro, edad del, en el cuerpo de funciona
para la Wehrmacht, 156, 162, 395.
rios, 147.
reformatorios, para jóvenes, 290, 291, 292.
Reusch, Josef, vicepresidente de la Unión-
refugios antiaéreos, hábitos en, 52, 53.
Exteriores, 61, 92, 146, 351, 417.
regional, espíritu:
revanchismo (después de la primera Guerra.
en la novela, 370, 371, 372.
Mundial), 42.
resurgimiento del, después de la Pri
Reznicek, Emil, compositor, 425.
mera Guerra Mundial, 66. Rhoden, escritor, 375.
rearme, 169.
Ribbentrop, Joachim, ministro de Asuntos-
favorable para la industria pesada, 183. Exteriores, 61, 92, 146, 351, 417.
Plan Cuatrienal, 186.
obtiene un castillo, 107.
mano de obra para, 174, 175.
Riefenstahl, Leni, actriz y directora de cine,
Rehberg, Hans, dramaturgo, 21, 393.
282, 399, 401, 410.
Reichenau, Walter, mariscal von, 153, 164, Rinser, Luise, escritora, 422.
462. Ritter, Gerhard, historiador, 327, 330.
Reichsbanner, Asociación Socialdemócrata Ritter, Karl, director de cine, 407, 408.
de Excombatientes, 150. ritual:
Reichstag; en el aprendizaje del trabajo agrícola,.
disolución del, por los nazis, bajo el 175.
Kaísei-, 12. en el Movimiento Alemán de la Fe,
bajo la República de Weimar, 12, 15, 467.
16, 18, 20, 268. en la industria, 90, 213.
ÍNDICE ALFABÉTICO 557
en el partido Nazi, 84, 85. sacrificio, idea nazi de la nobleza del, 35.
en los gremios, 188. sadismo, en el ritual nazi, 93, 94.
®oehm, Ernst, jefe de la SA, asesinato de, salarios:
352, 354. agrícolas e industriales, 167, 170, 172,
Roehm, purga de (masacre de los dirigentes 173, 174, 180, 203, 204, 206, 207,
de la SA que intentaron hacerse con el 209, 212, 213, 214, 216, 217, 234,
control del ejército), 37, 56, 72, 83, 136, 355, 424.
337, 416. retribuciones extraordinarias, 206.
Rogge-Berne, Sophie, feminista nazi, 276. mantenidos al nivel de la depresión
Ilohe, Mies van der, arquitecto, 444, 455. hasta 1940, en la administración y
Rohland, Walter, “Dr. Panzer”, de la Ve- algunas empresas, 143.
reinigte Stahlwerke, 198, 200. en especies, para los trabajadores agrí
Rohlfs, Christian, pintor, 446, 448. colas, 172, 174.
Rommel, general, 153. a destajo, 205, 209, 212.
Rosa Blanca, conspiración de la, 331. bajo la República de Weimar, 14, 18.
Rosenberg, Alfred, ideólogo nazi, 134, 330, femeninos, 172, 176, 205, 272.
331, 379, 413, 435, 444, 445, 463, 464. Salomon, Ernst von, novelista, 369.
anticristiano, 463. “saludo alemán”, ver Heil Hitler,
y el arte, 444, 445. saludos:
sobre Goethe, 379. a las banderas de la SA y las SS, 88.
sobre las leyes penales, 134. a las portadoras de la medalla a la
Rosten, doctor Kurt, sobre la mujer, 270. maternidad, 252,
Rundstedt, Gerd, mariscal von, 153, 165. ver también Heil Hitler.
tusos: “sangre y tierra” :
la Iglesia Católica y los, 472. en la novela, 363, 370.
actitud alemana hacia los, 43, 472, 488. en la radio, 426.
ocupación de las provincias orientales en el teatro, 387, 388, 389, 396.
por los, 53. sanidad, 236, 238, 242, 246, 247, 248.
prisioneros de guerra, 163, 164, 488, y los obreros industriales, 242, 243, 247.
Bust, Bernhard, ministro de Educación, y los jóvenes, 247, 248, 288, 289.
Ciencia, etc,, 115, 314, 320, 328, 333. Sanidad, Delegación Nacional de, 238, 241.
y el mercado negro, 115. laboratorio de dietética de, 241,
chistes sobre, 134. saqueo:
después de los bombardeos, 48.
de propiedades judías, 115, 481.
ISA (Sturm Abteilung), 25, 26, 29, 30, 31, Sauckel, Fritz, Gauleiter de Turingia y De
37, 38, 56, 60, 71, 72, 79, 81, -82, 83, 93, legado Nacional del Trabajo, 79, 120,
98, 150, 152, 158, 203, 237, 257, 337, 182, 198, 217, 272, 273, 394.
352, 384, 420, 441, 452, 455, 461, 462, utilizador de trabajo esclavo, 182, 198.
464, 481. y el teatro, 394.
asistencia a la iglesia, 461. Sauerbruch, doctor Ferdinand, cirujano, 243,
periódico de, 420.
328, 331.
oficiales de, en la Wehrmacht, 154.
Schant, Hjalmar, ministro de Economía (has
sarcófagos de los “mártires” de, 452.
ver también Roehm, purga de. ta 1937) y presidente del Reichsbank
canción antijudía de, 464. (hasta 1939), 107, 192, 215.
aristócratas en, 152. Schafer, Wilhelm, escritor, 362.
Hitler consigue la absolución de miem Sohaumburg Lippe, príncipe, ayudante de
bros de la, 28. Hiüer, 60, 72, 73.
bandas de la, 29. Scheel, doctor, dirigente de la Unión de
■en el frente, ... Estudiantes, 340,
558 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Scheffer, Paul, director del Berliner Tage- y la administración de justicia, 81, 133,,
blatt, 415, 416. 134.
Schemm, Hans, ministro de Educación de sobre el antisemitismo austríaco, 481-
Baviera, presidente de la Asociación de chantajes del, 113,
Profesores Nazis, 78, 345. sobre la ausencia de hijos, 56, 253.
Scheuermann, Presidente de la Cámara Na sobre los internos en reformatorios, 292,,
cional de Cine, 125. 393.
Schiller, Friedrich, 21, 269, 327, 344, 378, y la retribución de los funcionarios,,
390, 391, 394, 401. 145.
dramas de, 344, 378, 386, 390, 391. sobre el baile, 432.
Schirach, Baldur von, Gauleiter de Viena, sobre el servicio doméstico, 272.
82, 158, 292, 308, 309, 316, 354, 391, sobre los films, 407.
418, 433, 452, 454, 464. sobre las infracciones del racionamiento,.
y la arquitectura, 452. 188, 223.
y el ejército, 157, 158. influencia creciente del, 422.
dirigente de las Juventudes de Hitler, sobre los intelectuales, 329.
292, 293, 308, 309. y los Junkers, 170, 171.
y la pintura, 454. crítica literaria del, 366.
esposa de, 117. esquelas mortuorias de miembros muer
Schlemmer, Oskar, pintor, 443, 446, 455, tos en el curso del entrenamiento,.
456. 240.
Schlósser, Rainer, escritor nazi, 378, 379. sobre los ancianos, 247.
Schmedes, Maria von, cantante, 427. sobre la ciencia, 329.
Schmeling, Max, boxeador, 76. sobre la moral sexual, 260, 264.
Schmidt-Rottluff, Karl, pintor, 443, 447, sobre los estudiantes, 339.
448, 456. Schwede-Coburg, Franz, Gauleiter, 144,
Schnabel, Arthur, músico, 429. Schweitzer-Mjolnir, Hans, miembro del tri
Schneider, Reinhold, escritor, 376. bunal de purga artística, 446, 447.
Schnitzler, Arthur, dramaturgo, 20, 382. Schwind, Moritz von, pintor admirado por
Schoenberg, Arnold, compositor, 429, 432. Hitler, 421, 453.
Scholl, Hans y Sophie, dirigentes de la opo SD (Sicherheitsdienst: servicio de seguri
sición, 331. dad), 38, 124, 151, 230, 231, 298, 310,
Scholz, Wilhelm von, escritor, 364. 311, 329, 334, 347, 404, 406, 435, 440,,
Scholtz-Klink, Gertrud, dirigente de la 471.
Unión de Mujeres, 274, 283. informes del, sobre el Festival de Bay
Schórner, Ferdinand, general, 153. reuth, 435.
Schreiber, Otto-Andreas, funcionario del sobre el mercado negro, 230.
partido Nazi, 445, 446. sobre el cine, 404, 406.
Schreker, compositor, 429. sobre los niveles de exigencia en la:.
Schulenburg, Fritz-Dietlof, conde von der, educación, 310, 311.
sobre los efectos de los discursos de los.
en el Complot de los Oficiales, 73.
dirigentes, 37, 38.
condesa, 73.
sobre las ceremonias de las Juventudes.
Schultze-Naumburg, Paul, arquitecto nazi, y la Pascua de Pentecostés, 471.
444, 445, sobre las sentencias incoherentes de los.
Schumann, Elizabeth, cantante, 429. tribunales, 140.
Schünzel, Reinhold, director de cine, 410. sobre el asesinato de judíos en Ucrania,.,
Schwarzes Korps (periódico de las SS), 64, 165.
69, 92, 94, 113, 173, 188, 240, 247, 253, sobre las universidades, 334.
254, 258, 260, 264, 265, 272, 281, 329, sobre la conducta de las jóvenes du
339, 366, 392, 407, 422, 432, 481. rante la guerra, 298.
ÍNDICE ALFABÉTICO 559
fuerzas del, responsables del exterminio cuestión no real para la mayoría de los
de judíos, 165, 191. alemanes, 479, 484, 489.
Seeberg, Reinhold, rector de la universidad autoridades implicadas en, 485, 486.
de Berlín, 22, 458. SS encargadas de la, 117.
seguro social, 207, 208, 209, 237, 247. alto secreto, 484.
deducción del salario para el, 204. Soyfer, Jura, escritor, 376.
Seidel, Ina, escritora nazi, 9Θ, 363, 373. Speer, Albert, arquitecto oficial nazi y mag
Servicio Agrícola Auxiliar de los escolares, nate de la industria, 39, 83, 101, 103,
319, 320. 157, 199, 200, 217, 235, 452.
Servicio de Patrulla de las Juventudes de ministro de armamento, 199, 217,
Hitler, 292, 295. y Berlín, 235, 452.
Servicio de Trabajo (Reichsarbeitdienst), 31, se propone asesinar a Hitler, 50.
155, 237, 298, 306, 318, 339, 380, 395, Spitha, Heinrich, compositor protegido por
470. el gobierno, 439. ‘
campamentos del, 175, 395, 470. Spranger, profesor Eduarcl, pedagogo, 23,
exenciones del, 280'. 324, 326, 331.
estudiantes no nazis obligados a reali Sprenger, Jakob, Gauleiter de Hesse, 115.
zarlo, 339. Srbik, Heinrich Ritter von, 327.
mujeres en, 280, 313. SS (Schütz Staffel), 25, 38, 48, 51, 66, 71,
servicio doméstico, 253, 272. 72, 77, 79, 81, 92, 93, 101, 117, 118, 120,
sexuales, delitos, 136, 139, 290, 298. 124, 132, 160, 165, 237, 238, 262, 263,
sexual, educación, 24, 307. 264, 265, 314, 316, 349, 358, 467, 468,
sexual, moral, 250, 259, 260, 265, 278, 279, 485.
297, 298. aristócratas en las, 72.
en los films, 402, 403, 404, 405. católicos en las, 474.
Shakespeare, 390, 391. corrupción en las, 110, 117, 118.
Siemens, Werner von, magnate de la in- médicos en las, 237.
lustria eléctrica, y la Ayuda Invernal, 75, ejecuciones por, 48, SO.
76, 346. ritual del matrimonio en las, 467.
sindicatos, 28. escuelas Ñapóla, 304, 314, 315, 316,
el nazismo y los, 183, 184, 203, 209, 320.
215. “orden de procreación”, 51, 263, 264.
apropiación de los bienes de, 203. reservas para, 61.
bajo la República de Weimar, 15, 104. en el frente, 101, 160, 191.
“síndrome de alerta”, 89. y la Ayuda Invernal, 92.
Siodmak, Robert, director de cine, 399. Stahlhelm (Asociación Nacionalista de Ex
social, movilidad, 61. combatientes), 150.
en la industria, 217, 218. Stapel, Wilhelm, escritor volkische, 360, 487.
socialismo: Stark, Johannes, profesor, premio Nobel,
definición de Ley del, 78. 329.
“de los tenderos”, 23, 56. Stauffenberg, coronel Claus Schenk, 125
uso del término por los nazis, 127, 209, conde de, en el Complot de los Oficia
215, 217, 272. les, 49, 158.
“Sociedad para la Utilización del Derecho Stehr, Hermann, escritor nazi, 360, 362, 363.
de Propiedad Musical”, 440. Stein, Edith, religiosa y escritora, 376.
sociología, suprimida por los nazis, 326. Steinhoff, Hans, director de cine, 157, 411.
Soderbaum, Christina, actriz, 403. Steguweit, Heinz, escritor nazi, 363, 368,
Solsticio de Verano, Día del, 84, 86. 390.
“Solución Final” del problema judío, 116, Stenberg, Josef von, director de cine, 399.
348, 399, 406, 479, 484, 486. Sternheim, Karl, dramaturgo, 382.
eufemismos usados para, 348, 481. Strasser, Gregor, 23, 55, 73.
560 HISTORIA SOCIAL DEL TERCER REICH
Strauss, Emil, novelista nazi, 360, 362, 371. 67, 69, 72, 74 75, 77, 79, 82, 84 88
Strauss, Johann, compositor, 424, 425. 90, 91, 100, 103, 104, 107 108 110, 111
Strauss, Ricahrd, compositor, 82, 429, 430, 112, 114, 120, 121, 123, 130, 133, 134
435, 436, 437, 438. 135, 141, 142, 145, 149, 169, 170, 172
Stravinsky, Igor, compositor, 125, 429, 432, 174, 178, 182, 184, 186, 187, 188, 189
438. 191, 200, 201, 202, 204, 205, 208, 209
Streicher, Julius, 58, 70, 78, 109, 110, 113, 211, 212, 218, 219, 222, 224, 225, 231
157, 321, 329, 377, 420, 469, 480. 234, 235, 236, 239, 241, 243, 248, 253
ayuda a la producción de un film, 82. 255, 258, 259, 260, 262, 266, 268, 274
en la universidad de Berlín, 329. 275, 277, 278, 280, 282, 285, 286, 290
y el F rankische Tageszeitug, 420. 293, 294, 298, 308, 309, 311, 314, 318
Gauleiter de Franconia, 58, 480. 321, 325, 326, 328, 329, 331, 334, 336
ver también Der Stürmer, 70. 337, 338, 339, 340, 341, 342, 343, 349
Stuckhart, Wilhelm, 132. 351, 357, 35'8, 363, 365, 366, 367, 369
Stürmer, Der, semanario antisemita de Strei 374, 378, 3‘81, 385, 386, 387, 388, 389
cher, 70, 110, 321, 420, 421, 469. 390, 394, 395, 397, 398, 399, 400, 406
leído por Hitler, 109, 421. 407, 409, 410, 418, 419, 421, 422, 424
en las escuelas, 321. 427, 429, 433, 434, 436, 437, 444, 446
Sturmverlag Koenigsberg, editorial nazi, 108. 448, 451, 452, 454, 455, 460, 466, 467
Sudetes, anexión de los, 40. 475, 482, 485, 486, 487.
la Iglesia Católica, ante la, 471. terror, los ciudadanos y el, 50, 201.
sufrimiento, resistencia al, 243. Testigos de Jehová, 259.
suicidios, 40, 239, 240. Teunissen, Gert, crítico de arte, 419, 450.
después de la muerte de Hitler, 283. Thierack, Otto Georg, ministro de Justicia,
de judíos vieneses, 481. 138.
superpoblación, criterio de, 234. Thiess, Frank, escritor, 345, 365, 374.
supersticiones, durante la guerra, 48, 49. Thingspiele, 383, 384.
Süss, Wilhelm, vicerrector de la universidad Thomas, Geoig, general, del departamento
de Freiburg, 334. económico de la Wehrmacht, 198.
Thomas, Hans, pintor, 421.
Thorak, Josef, profesor, escultor nazi, 450.
tabaco, adición al: tiendas, licencia de establecimiento de, 184.
por parte de las mujeres, 24, 225, 279, Tietjen, Heinz, director del Festival de Bay
281. reuth, 434.
por parte de los jóvenes, 290, 291. tifus, 238, 246.
tabaco, consumo de, y comercio de, 225. Tillich, Paul, filósofo, 335.
tablón de la vergüenza, forma de dar a co títulos, inflación de, bajo el nazismo, 147.
nocer a los recalcitrantes, 123. Tocqueville, Alexis de, sobre la revolución
Tablones de la Vergüenza, para la exhibi en Alemania, 29.
ción de los nombres de quienes no contri Toch, Ernst, compositor, 429.
buían a la Ayuda Invernal, 92, 123. Todt, doctor Fritz, constructor de autopistas,
teatro, 213, 218, 362, 382, 383, 384, 385, 39, 162.
388, 389, 393, 394, 395, 39Θ. Toebbens, Walter, contratista, 117.
bajo la República de Weimar, 21, 382. Toering, Hermann, 31, 37, 38, 75, 76, 104,
Teatro, Cámara de, presidente de la, 125. 105, 106, 109, 110, 116, 120, 146, 157,
tecnología, en las universidades, 337, 342. 351, 352, 357, 392, 393, 405, 430, 433,
teología, 326, 331. 437, 442, 445, 453.
Terboven, Joseph, Gauleiter, matrimonio de, órdenes administrativas de, 116, 157,
en Essen (1934), 79, 83. 206, 226,
Tercer Reich, 26, 27, 28, 29, 30, 32, 35, 39, y el arte, 82, 443, 445.
40, 42, 43, 50, 53, 54, 61, 62, 65, 66, y el cine, 405.
ÍNDICE ALFABÉTICO 561
“cañones antes que mantequilla”, slogan traición, oposición política considerada como,
de, 39, 222. 10.
chistes sobre, 352, 353, 356’. transportes, 271.
y la música, 430, 437. denuncia de pasajeros sin billete, 122,
origen de la riqueza de, 105. sobrecarga de, 47.
actitud pública hacia, 37, 38, durante la guerra, 229.
y el teatro, 392, 393. Treitschke, Heinríoh von, sobre los judíos,
Toller, Ernst, dramaturgo, 11, 21, 362, 376, 24.
382. tribunales:
Toma del Poder, Día de la (30) enero), 26, interno del partido Nazi, 80.
84 . bajo el nazismo, 130.
tortura: ver también judicial, cuerpo, 140.
en los films, 405. tribunales de honor:
Hitler y las confesiones obtenidas por la para los abogados, 132.
Gestapo mediante la, 141. para la artesanía y el comercio, 60.
Toscanini, Arturo, músico, 429, 434. para los gremios, 185.
totalitarismo, y autoritarismo,. 131. para la industria, 210, 211.
trabajadoras independientes, fuerte represen tribunales de honor social, 173, 210, 211.
tación en el partido Nazi, 71. tribunales laborales, 81, 134, 210, 211.
Trabajo en régimen de esclavitud: Troost, Paul Ludwig, profesor, primer ar
en los talleres de artesanía, 197. quitecto de Hitler, 423, 448.
en la industria, 47, 198, 199, 216. Truppe, pintor nazi, 450.
en el campo, 175. Tschechowa, Olga, actriz, 98, 159, 399.
Trabajo, Frente del, 36, 60, 70, 79, 91, 95, tuberculosis:
106, 107, 110, 111, 115, .184, 192, 193, mortalidad por, 24Θ.
196, 201, 204, 206, 210, 211, 213, 223, ■hospitales, 242.
234, 242, 272, 273, 275, 279, 286, 287, Tucholsky, Kurt, escritor, 376.
395, 428.
y el aprendizaje, 286, 287.
concesión de medallas por, 91. Ucrania, 163, 165, 180, 476,
y las cooperativas, 201. UFA, productora cinematográfica, 397, 398,
y los grandes almacenes, 189, ISO. 411, 414.
impuestos para el, deducidos de los sa uniformes, 90, 284, 294, 313, 332, 341, 356.
larios, 111, 204. chistes sobre, 356.
fondos del, 60, 106, 110. del Frente del Trabajo, 62.
revisiones médicas del, 242. políticos, temporalmente prohibidos
(1932), 25.
viviendas del, 234, 235.
para los jóvenes, 284, 294, 313.
tendencia de los obreros a ver en él
Unión de Jóvenes Alemanas (Bund, Deuts-
un sindicato, 210.
cher Madchen), 63, 72, 175, 257, 265,
bienes de los sindicatos confiscados por, 280, 281, 293, 295, 296, 297, 298, 301,
203. 313, 319, 355, 357.
uniforme del, 62. consecución de títulos escolares por tra
y las normas salariales, 206. bajo agrícola, 175, 313, 319.
y la mano de obra para la muralla universidad, 304, 311, 317, 323, 324, 325,
occidental, 216 n. 326, 327, 328, 329, 333, 334, 337, 338,
y la mujer, 272, 273. 339, 340, 340, 341, 342, 458, 477.
Departamento Femenino del, 278, 279. edad de admisión en la, 312.
Departamento Juvenil del, 287. denuncias en, 333.
Trabajo, Ministerio de, 174, 206, 207, 272. cuotas, 341, 342.
tractores, 168. cifras, 341.
562 HISTORIA SOCIAL DEL T EB C E B BEICH
bajo la República de Weimar, 22, 23, Wachdienst (guardia nacional rural), 180.
236, 321. Wagner, Adolf, Gauleiter de Baviera, 100,
la mujer en la, 236, 268, 276, 277, 304, 450.
341. Wagner, Frau Winifred, 60, 428,
estudiantes de origen obrero, 321, 325, Wagner-Regenz, compositor, 430, 436.
341. Wagner, Richard, compositor, 19, 35, 98,
Unruch, Fritz von, dramaturgo, 382. 408, 428, 429, 434, 435, 457,^488.
vacaciones, 229, 320. Wagner, Wieland, eximido del servicio mili
de los aprendices, 287 n. tar, 82.
fiestas de la Iglesia Católica, 468. Waldeck-Pyrmont, príncipe, general de las
retribuidas, 213, 214. SS, 72, 118, 119, 120.
Van Gogh, Vincent, 418, 447, 453. Wahl, Karl, Gauleiter de Augsburg, 79, 80.
quema de pinturas de, 447. Walter, Bruno, músico, 429.
pinturas de, vendidas para obtener di Warthegau, provincia de, 43, 44.
visas, 454. “libre de iglesias” de, 473.
Varsovia, ghetto de, 33 n., 197. Wasserman, Jakob, escritor, 360, 362.
Veidt, Conrad, actor, 399. Weber, Christian, dirigente nazi, 77.
venéreas, enfermedades, 242, 266. Weber, Max, sociólogo, sobre los polacos,
venganza, armas de, 44, 49. 42 η.
retransmisión radiofónica del lanzamien Weber, Anton von, compositor, 424, 438'.
to de, 427. Wegener, Paul, actor, 382.
verduras, consumo y racionamiento de, 223, Wehrmacht, 31, 41, 45, 48, 49, 52, 61, 62,
224, 225. 106, 111, 119, 124, 125, 149, 151, 152,
vestir, artículos de, compra y racionamiento 153, 154, 156, 157, 159, 160, 161, 162,
de, 219, 227, 228, 229. 163, 164, 165, 169, 187, 192, 196, 207,
Viena: 221, 237, 239, 244, 280, 297, 298, 310,
el partido Nazi en, 69, 70. 311, 314, 318, 319, 336, 340, 392, 415,
427, 466, 486.
ataques a viviendas de judíos en, 235.
y el mercado negro, 162, 231.
“violetas de marzo” en el partido Nazi, 68,
denuncias en la, 161.
69, 80, 356.
médicos en la, 237.
vivienda, 233, 234, 235.
diversiones para, 156, 162, 395,
arquitectura de, 233, 234. ejecuciones por deserción de, 50.
destrucción de, por los bombardeos,
en los países ocupados, 160, 162, 163.
235.
oficiales de la, 61, 152, 158, 159, 161,
para los trabajadores agrícolas, 234. 162, 163, 164.
para los trabajadores industriales, 213,
reocupación de Renania, 151.
234.
como refugio contra el nazismo, 151.
subsidios para, 185. “escuela de la nación”, 297.
Volksdeutsche (alemanes étnicos), regreso de requisitos físicos y culturales para el
los Balcanes, 65, 66. ingreso en la, 154, 244.
Volkische Beobachter, periódico nazi, 58, estudiantes universitarios en, 336, 340.
134, 252, 279, 315, 319, 335, 366, 407, Weichs, Maximilian, general, 153.
413, 414, 415, 417, 419, 423, 431, 438. Weill, Kurt, compositor, 21, 429, 432.
Volkssturm, fuerzas de defensa desesperada, Weimar, Hitler mecenas de las artes en,
49. 43, 434.
Volkswagen, automóvil, 39, 206, 218, 220, Weimar, República de, 10, 11, 12, 14, 15,
232, 233, 288, 395. 16, 17, 19, 20, 22, 23, 24, 25, 26, 29, 34,
votantes, mujeres como, 275. 55, 62, 103, 104, 130, 145, 150, 151, 167,
ver también elecciones. 169, 174, 183, 201, 208, 213, 218, 219,
ÍNDICE ALFABÉTICO 563
233, 236, 250, 267, 268, 275, 277, 284, Witzleben, Erwin, mariscal von, en el Com
303, 312, 321, 324, 326, 330, 341, 342, plot de los Oficiales, 153, 1S8.
363, 366, 369, 375, 382, 397, 412, 414, Wolff, Otto, gran empresa, 190, 193.
429, 451, 452, 458, 459, 477, 478. Wolff, Theodor, director del Berliner Tage-
y los judíos, 11, 24, 477, 478. blatt, 10, 11, 413, 415.
los tribunales bajo la, 131. Wolfurt, Kurt von, compositor, 435.
escuelas bajo la, 303.
separación de iglesia y estado bajo la,
459'. X, rayos, exámenes masivos por, 238.
las universidades bajo la, 22, 23, 236,
321, 324, 325, 341.
Weingartner, Félix, músico, 429'.
Weinheber, Josef, poeta, 370. Yorclc, conde, sobre las virtudes de un sol
Weiss, Wilhelm, director del VoUdsche Beo dado, 160.
bachter, 414.
Weizsatker, von Erich, subdirector del
Frankfurter Zeitung, 146. . Zetkin, Clara, dirigente socialista, 267.
Wendel, Adolf, teólogo, director del Instituto Ziegler, Adolf, pintor, 446, 447, 449, 450,
para el Estudio de la Cuestión Judía, 332. 454.
Wendel, Udo, pintor nazi, 449, miembro del tribunal para la purga de
Wentner, Joseph, dramaturgo, 386. las artes, 446.
Werfel, Frantz, escritor, 20, 360, 362, 363, Ziegler, Severus, director del teatro de Wei
382. mar, 432, 438.
Westdeutscher Beobachter, periódico nazi, Zillich, Heinrich, oda al Führer de, 370.
107. Zuckmayer, Karl, dramaturgo, 21, 3Θ2,
Wiechert, Ernst, novelista, 363, 37,1, 374. 382.
Willrich, Wolf, miembro del tribunal para Zweig, Arnold, dramaturgo, 21, 362.
la purga artística, 446, 447. Zweig, Stefan, escritor, 362, 363, 376, 430,
Wissel, Adolf, pintor nazi, 449:. 436.
ÍNDICE GENERAL
1. — Weimar.................................................................................................. 9
2 .— El Tercer Reich: panorama g e n e r a l.......................................... 27
3. — La comunidad del p u eb lo.......................................................... 55
4 .— El P artid o .......................................................................................... 67
5. — El ritual y la adoración del Führer............................................ 84
6. — La corru pción................................................................................... 103
7. — La denuncia ....................................................................................121
8. — La ju s tic ia .......................................................................................... 130
9. —■Los fu n c io n a rio s ............................................................................ 142
10. — El e jé rc ito .......................................................................................... 150
11. —' El c a m p o .......................................................................................... 166
12. — La e c o n o m ía ................................................................................... 183
13. — Los obreros..........................................................................................201
14. — El consumo.......................................................................................... 219
15. — La sanidad.......................................................................................... 236
16. — La fa m ilia .......................................................................................... 249
17.—-La m u j e r .......................................................................................... 267
18. — La ju v e n t u d ..........................................................................284
19. —■La e d u c a c ió n ................................................................................... 303
20. — Las universidades......................................... .................................. 323
21. — El habla n a z i ................................................................................... 343
22. — El h u m o r .......................................................................................... 350
23. —' La l it e r a t u r a ................................................................................... 360
24. — El teatro ...........................................................................................382
25. —>El c i n e .................................................................................................397
26. — La prensa y la r a d io ..................................................................... 412
27. —' La m ú s ic a .......................................................................................... 428
28. —' El a r t e ................................................................................................. 443
29. — La re lig ió n ..........................................................................................457
30. —■Los ju d ío s .......................................................................................... 476
G lo s a r io ........................................................................................................ 493
B ib lio g r a fía ................................................................................................. 495
Notas ............................................................................ . . . . 497
Indice alfabético..........................................................................................535