El Trabajo y El Perezoso Elena White PDF
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“¿HAS visto hombre solícito en su obra? delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja
suerte.” “La mano negligente hace pobre: mas la mano de los diligentes enriquece.” “Amándoos los
unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros; en el cuidado
no perezosos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor.” 1
Las muchas amonestaciones a ser diligentes que hallamos tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, indican claramente la íntima relación que existe entre nuestras costumbres de vida y
nuestras prácticas y sentimientos religiosos. La mente y el cuerpo humano están constituídos de tal
manera que necesitan bastante ejercicio para el debido desarrollo de todas sus facultades. Aunque
muchos están demasiado dedicados a los negocios mundanales, otros van al extremo opuesto, y no
trabajan suficientemente para sostenerse a sí mismos y a aquellos que dependen de ellos. El Hno. *
* * pertenece a esta clase. Mientras ocupa el puesto de jefe de familia, no lo es en realidad. Deja
descansar las pesadas responsabilidades y cargas sobre su esposa, mientras él se entrega a la
indolencia descuidada, o se ocupa con pequeños asuntos que representan muy poco para el sostén
de su familia. Suele permanecer sentado durante varias horas y conversar con sus hijos y vecinos
acerca de asuntos de poca consecuencia. Toma las cosas con comodidad, goza de la vida, mientras
que la esposa y madre hace el trabajo que tiene que ser hecho para preparar la comida y la ropa.
Este hermano es un pobre hombre, y siempre será una carga para la sociedad a menos que asuma el
privilegio que Dios le dió y se haga hombre. Cualquiera puede encontrar trabajo de alguna clase si
realmente lo desea; pero el descuidado y desatento, encontrará que los puestos que podría haber
conseguido son llenados por los que tienen mayor actividad y tino comercial.
Hermano mío, Dios no quiso nunca que Vd. estuviese en la situación de pobreza en que se
encuentra ahora. ¿Por qué le habría dado ese físico? Vd. es tan responsable de sus facultades físicas
como sus hermanos lo son de sus recursos. Algunos de ellos saldrían ganando si pudiesen cambiar
su propiedad por las fuerzas físicas de Vd. Pero si se encontrasen en su situación, mediante el
empleo diligente de sus facultades mentales y físicas no pasarían menester ni deberían nada a nadie.
No es porque Dios le tenga inquina por lo que las circunstancias parecen estar contra Vd., sino
porque Vd. no emplea las fuerzas que le ha dado. El no quería que sus facultades se herrumbrasen
en la inacción, sino que Vd. las fortaleciese por el uso. La religión que Vd. profesa le impone el
deber de emplear su tiempo tanto durante los seis días de trabajo, como asistir a la iglesia el sábado.
Vd. no es diligente en los negocios. Vd. deja pasar las horas, los días y aun las semanas sin hacer
nada. El mejor sermón que usted podría predicar al mundo sería mostrar una decidida reforma en su
vida, y proveer para su familia. Dice el apóstol: “Si alguno no tiene cuidado de los suyos, y
mayormente de los de su casa, la fe negó, y es peor que un infiel.” 2
Vd. ocasiona oprobio a la causa domiciliándose en un lugar, donde permanece en la indolencia por
un tiempo, y luego se ve obligado a endeudarse a fin de proveer para su familia. Vd. no es siempre
escrupuloso en pagar esas deudas, sino que en vez de hacerlo se traslada a otro lugar. Esto es
defraudar a su prójimo. El mundo tiene derecho a esperar estricta integridad de aquellos que
profesan ser cristianos de acuerdo con la Biblia. Por la indiferencia de un hombre en cuanto a pagar
sus justas deudas, todos nuestros hermanos están en peligro de ser considerados como deshonestos.
“Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros.” 3 Esto se refiere a los
que trabajan con sus manos tanto como a aquellos que tienen dones que conceder. Dios le ha dado
fuerza y habilidad, pero Vd. no las ha usado. Su fuerza es suficiente para proveer abundantemente a
las necesidades de su familia. Levántese por la mañana, aun mientras las estrellas brillan, si es
necesario. Propóngase hacer algo, y luego hágalo. Redima toda promesa, a menos que la
enfermedad le postre. Mejor es negarse el alimento y el sueño que ser culpable de defraudar a otros
de lo que se les debe con justicia.
La montaña del progreso no se puede trepar sin esfuerzo. Nadie necesita esperar ser llevado al
premio en los asuntos religiosos ni en los seculares, independientemente de sus propios esfuerzos.
La carrera no es siempre para los veloces, ni la batalla para los fuertes; sin embargo, el que trabaja
con mano perezosa empobrecerá. Los perseverantes y laboriosos no son siempre felices, pero
contribuyen grandemente a la felicidad ajena. La competencia y la comodidad no se alcanzan
generalmente sino por ardoroso trabajo. Faraón demostró su aprecio por este rasgo de carácter
cuando dijo a José: “Si entiendes que hay entre ellos hombres eficaces, pónlos por mayorales del
ganado mío.” 4
El Hno. * * * no tiene excusa, a menos que sean una excusa el amor a la comodidad y la
incapacidad de hacer planes y ponerse a trabajar. La mejor conducta que le incumbe ahora es irse de
casa y trabajar bajo la dirección de otro que haga planes para él. Ha sido durante tanto tiempo
negligente e indolente amo propio que realiza poco, y su ejemplo es malo para sus hijos. Ellos
llevan la estampa de su carácter. Dejan que la madre lleve las cargas. Cuando se les pide que hagan
algo, lo hacen; pero no cultivan, como deben cultivar todos los niños, la facultad de ver lo que
necesita ser hecho y hacerlo sin que se les diga.
Una mujer se perjudica a sí misma y a los miembros de su familia gravemente cuando hace el
trabajo suyo y el de ellos también; cuando trae la leña y el agua, y aun toma el hacha para cortar la
leña, mientras su esposo y sus hijos permanecen sentados alrededor del fuego en agradable reunión
social. Dios nunca se propuso que las esposas y madres fuesen esclavas de sus familias. Más de una
madre está sobrecargada de cuidados, porque no ha enseñado a sus hijos a participar de las cargas
domésticas. Como resultado, ella envejece y muere prematuramente, dejando a sus hijos
precisamente cuando más necesitan a una madre que guíe sus pies inexpertos. ¿Quién tiene la
culpa?
Los esposos deben hacer todo lo que puedan para ahorrar cuidados a la esposa, y mantener alegre su
espíritu. Nunca debe fomentarse la ociosidad ni permitirse en los niños, porque pronto viene a ser
un hábito. Cuando no se las dedica a ocupaciones útiles, las facultades degeneran o se vuelven
activas en obras malas.
Lo que Vd. necesita, hermano mío, es ejercicio activo. Cada rasgo de su rostro, cada facultad de su
mente lo indica. A Vd. no le gusta el trabajo rudo, ni ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero
éste es el plan ordenado por Dios en la economía de la vida.
Los que pretenden en alguna manera llegar a la piedad deben adornar la doctrina que profesan, y no
dar ocasión a que la verdad sea vilipendiada por causa de su conducta inconsiderada. “No debáis a
nadie nada,” 6 dice el apóstol. Vd. debe ahora, hermano mío, emprender fervorosamente la
corrección de sus costumbres de indolencia, redimiendo el tiempo. Vea el mundo que la verdad ha
obrado una reforma en su vida.
Los hombres que Dios elige para que trabajen en su obra darán prueba de su elevado llamamiento y
considerarán que es su deber más eminente desarrollarse y mejorar hasta convertirse en obreros
eficientes. Luego, cuando manifiesten entusiasmo y dedicación por mejorar el talento que Dios les
ha confiado, entonces hay que prestarles ayuda juiciosamente. Pero el aliento que se les proporcione
no debiera tener apariencia de lisonja, porque Satanás mismo se encargará de llevar a cabo esa clase
de obra. Los hombres que consideran que tienen el deber de predicar no debieran ser animados a
depender ellos y su familia en forma inmediata y total de los hermanos para obtener recursos
económicos. No tienen derecho a esto hasta que puedan mostrar buenos frutos producidos por su
trabajo. Existe actualmente el peligro de perjudicar a los predicadores jóvenes y a los que tienen
escasa experiencia por causa de la lisonja y por aliviarlos de los cuidados y las aflicciones de la
vida. Cuando no están predicando, debieran dedicarse a trabajar en otra cosa para su propio sostén.
Esta es la mejor forma de probar la naturaleza de su llamamiento a predicar. Si desean predicar sólo
para obtener beneficios económicos, y si la iglesia actúa con buen juicio, pronto perderán su
inclinación a predicar, y dejarán de hacerlo para buscar un trabajo más provechoso. El apóstol
Pablo, un predicador muy elocuente, convertido milagrosamente por Dios para realizar una obra
especial, no rehuía el trabajo. Dice: “Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos
desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras
propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos”. 1 Corintios
4:11-12. “Ni comimos el pan de ninguno de balde. Antes trabajamos con esfuerzo y fatiga día y
noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros”. 2 Tesalonicenses 3:8. (1 TI 393.2)
El sabio dirige estas palabras al indolente: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé
sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge
en el tiempo de la siega su mantenimiento”. Proverbios 6:6-8. Las habitaciones que las hormigas se
construyen, demuestran habilidad y perseverancia. Pueden manejar un solo granito a la vez, pero
por la diligencia y la perseverancia realizan maravillas. *CM 181.3**
Textos Bíblicos
Proverbios 10:3-5
Proverbios 12:23-25
23 El hombre cuerdo encubre su saber; Mas el corazón de los necios publica la necedad.
24 La mano de los diligentes señoreará; Mas la negligencia será tributaria. 25 La congoja en
el corazón del hombre lo abate; Mas la buena palabra lo alegra.
Proverbios 13:4
4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será
prosperada.
Proverbios 21:5
5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se
apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
Proverbios 27:23-24
23 Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, Y mira con cuidado por tus rebaños;
24 Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas
generaciones?
Proverbios 18:9
Proverbios 19:15
Proverbios 6:5-11
5 Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma
lazos. 6 Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo
capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo
de la siega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te
levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco
las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como
hombre armado.
Proverbios 19:24
Proverbios 21:25
Proverbios 22:13
Proverbios 24:30-32
30 Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de
entendimiento; 31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya
cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. 32 Miré, y lo puse en mi corazón;
Lo vi, y tomé consejo.
Proverbios 26:13-16
13 Dice el perezoso: El león está en el camino; El león está en las calles. 14 Como la puerta
gira sobre sus quicios, Así el perezoso se vuelve en su cama. 15 Mete el perezoso su mano
en el plato; Se cansa de llevarla a su boca. 16 En su propia opinión el perezoso es más
sabio Que siete que sepan aconsejar.
Romanos 12:11