145 Temas para Retiros

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145 Temas para Retiros, Reuniones y

Crecimiento Espiritual
1. Acción de Gracias
2. Adulación
3. Afabilidad
4. Alegría
5. Amistad
6. Amor a Dios
7. Amor de Dios a los Hombres
8. Amor
9. Ángeles Custodios
10. Apostolado
11. Aridez
12. Avaricia
13. Ayuno
14. Bautismo
15. Bienes Temporales
16. Buen Pastor
17. Caridad
18. Castidad
19. Cielo
20. Comprensión
21. Comunión de los Santos
22. Comunión
23. Conciencia
24. Confesión
25. Confianza en Dios
26. Confirmación
27. Conocimiento Propio
28. Contemplación
29. Contrición
30. Conversión
31. Corazón
32. Corrección Fraterna
33. Correspondencia a la Gracia
34. Cosas Pequeñas
35. Cristianos
36. Cruz
37. Demonio
38. Descanso
39. Despredimiento
40. Devociones
41. Difamación
42. Dificultades
43. Dirección Espiritual
44. Ejemplaridad
45. Enfermos
46. Entrega
47. Enviadia
48. Escandalo
49. Esperanza
50. Espiritu Santo
51. Eternidad
52. Eucaristia
53. Examen de Conciencia
54. Familia
55. Fe
56. Felicidad
57. Fiestas y Tiempos Litúrgicos
58. Filiación Divina
59. Fin del Hombre
60. Flaquezas
61. Formación Doctrinal

¿Qué es un retiro espiritual?


Retiros Espirituales

Soledad, sosiego, silencio, serenidad. Vida interior...Un verdadero encuentro


con Dios.

Por: Javier Martínez. | Fuente: la Capellanía de la Universidad de Navarra

¿De qué se trata?

Hacer unos Ejercicios Espirituales, un Curso de retiro, es una manera


eficacísima de acercarse a Dios, una oportunidad estupenda para tratarle
con paz, con mayor intensidad. Conocerle y conocernos con la luz que El nos
da, de modo que ese conocimiento influya en nuestra vida, mejorándola,
amando más a Dios y al prójimo. Muchas veces será el inicio de una sincera
conversión.

Hay momentos en la vida en que es necesario pararse; épocas en las que


hay un nuevo despertar, en las que surgen -con la fuerza de la primera vez-,
pasiones e iniciativas, afanes nobles que necesitan un cauce; periodos en
que las necesidades espirituales se agudizan, y se mira la vida cara a Dios, y
uno se plantea las grandes cuestiones de todos los tiempos: ¿De dónde
vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Cuál es nuestro fin? ¿De
dónde viene y a dónde va todo lo que existe?

Muchas veces vamos por la vida como a galope. Más que ir nosotros, nos
traen y nos llevan las cosas, las situaciones, las circunstancias. ¡Siempre con
prisas! ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Para quién trabajo de esta
manera?… ¡Que se detenga el mundo un par de días! ¡Necesito pensar! Pues
bien, en cierto sentido un Curso de retiro hace realidad ese “milagro”.

En muchas ocasiones nos limitamos a actuar como dice San Josemaría


Escrivá en el nº 837 de Camino: “¡Galopar, galopar!…¡Hacer, hacer!… Fiebre,
locura de moverse… Maravillosos edificios materiales…

Espiritualmente: tablas de cajón, percalinas, cartones repintados… ¡galopar!,


¡hacer! —Y mucha gente corriendo: ir y venir.

Es que trabajan con vistas al momento de ahora: “están” siempre “en


presente”. —Tú… has de ver las cosas con ojos de eternidad, “teniendo en
presente” el final y el pasado… Quietud. —Paz. —Vida intensa dentro de ti.
Sin galopar, sin la locura de cambiar de sitio, desde el lugar que en la vida
te corresponde, como una poderosa máquina de electricidad espiritual, ¡a
cuántos darás luz y energía!…, sin perder tu vigor y tu luz.”
La paz de unos días de retiro sirve para pensar con calma en lo importante,
y poner un poco de orden en las ideas. Familia, trabajo, vida cristiana,
amistades… ¿Está cada cosa en su sitio? ¿Tengo que redimensionar algún
aspecto de mi vida?

Soledad, sosiego, silencio, serenidad. Vida interior

Buscar la soledad es una constante en la historia de la espiritualidad, porque


en la soledad acontece con más facilidad el encuentro del alma con Dios.

“Siempre empiezo a rezar en silencio, porque es en el silencio del corazón


donde habla Dios. Dios es amigo del silencio: necesitamos escuchar a Dios,
porque lo que importa no es lo que nosotros le decimos, sino lo que El nos
dice y nos transmite” (Beata Madre Teresa de Calcuta. Camino de sencillez).

Para oír la voz de Dios se necesita un ambiente apropiado. Un clima de


silencio, de recogimiento interior, que facilite el diálogo personal con El.
Hablarle y escucharle. Eso es la oración. Y en ese ambiente, podemos
preguntarnos sobre el sentido de nuestra vida, y preguntárselo a Dios, que
es quien nos la ha dado.

Retirarnos algunos días a un lugar solitario, para descubrir los valores del
espíritu y ejercitarlos más en nuestra vida. Para ahondar hasta llegar a las
raíces de lo que somos, de la grandeza y dignidad de ser y sabernos hijos de
Dios. Para meditar sobre nuestro destino eterno.
“Distraerte. —¡Necesitas distraerte!…, abriendo mucho tus ojos para que
entren bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencias de
tu miopía…

¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve
insospechados, las maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y
tratarás a Dios…, y conocerás tu miseria…, y te endiosarás… con un
endiosamiento que, al acercarte a tu Padre, te hará más hermano de tus
hermanos los hombres.” (San Josemaría Escrivá, Camino, nº 283).

Pegas y excusas

Sin cesar aparecerán razonadas pegas y excusas para dilatar, o no hacer un


Curso de retiro: “sería estupendo, lo reconozco, pero…” “no es que no quiera
hacerlo, es que…” Siempre habrá algo urgente que nos impida encontrar
tiempo para lo importante. Y unos días de retiro –procura que sean cada
año- son muy importantes para tu vida. Las mayores dificultades son la
pereza, no querer rectificar y evitar enfrentarse consigo mismo.
Piensa..¿No sientes que a tu vida -tan llena de ciertas cosas- le falta
sentido? Querrías cambiar y, ¿no sabes cómo? Haz un Curso de retiro.

Meditaciones y charlas

El Curso de retiro consta de distintos actos de piedad, -charlas,


meditaciones, etc.- y de muchos momentos de silencio dedicados al examen
personal y a la oración.

En las meditaciones y charlas se suelen recordar las verdades fundamentales


de la fe y de la moral cristiana, -de acuerdo con lo que el Magisterio de la
Iglesia ha declarado doctrina segura-, para que nos lo apliquemos y
mejoremos personalmente. Se procura que descubramos a Dios que se nos
da a conocer en medio del trabajo, en la vida familiar o social, por la calle…
que nos invita a participar de su felicidad, y que pide nuestra
correspondencia.

En el Curso de retiro no se plantean temas discutibles. Por eso no vamos


para opinar o a hacer debates; vamos a aprovechar el tiempo, a aprender y
a adquirir la doctrina cierta, en la que se fundamenta la vida espiritual y de
la que se desprenden los criterios prácticos de conducta.

Es posible que, en alguna ocasión necesitemos tratar con mayor


detenimiento algún aspecto de las meditaciones o charlas, o que tengamos
alguna duda que nos interese aclarar. Entonces, para no distraer la atención
de los demás, con sencillez, podemos acudir en privado al sacerdote o a
alguna de las personas encargadas de atender el Curso de retiro.

Santa Misa y Sacramento de la Reconciliación

En el Curso de retiro se celebra diariamente la Santa Misa, y tenemos la


oportunidad de recibir al Señor. La Santa Misa es lo más importante en la
vida de un cristiano; es “el centro y la raíz de la vida interior”. Porque es el
mismo Sacrificio de la Cruz. Cuando se celebra una Misa, se hace presente lo
que sucedió en el Calvario, aunque de una manera incruenta –sin
derramamiento de sangre- y misteriosa.

Para vivir esta aventura estupenda de tanta intimidad con el Señor –lo
tocamos, lo comemos, nos “endiosamos” al recibirle-, hay que estar en
gracia, haber conseguido antes el perdón de nuestros pecados. Este es otro
de los grandes dones que el Señor nos hace en el Curso de retiro.

Con la Confesión bien hecha, Cristo perdona los pecados. Cuanto mejor se
confiesa uno, más gracia recibe y más se aproxima a El. Y acercarnos a Dios
es encontrar la alegría y la paz. Por eso es muy importante aprovechar el
sosiego y el recogimiento interior de esos días, para preparar y hacer una
buena Confesión.

Visita al Santísimo y exposición con el Santísimo

En el retiro, se hace la Visita al Santísimo. Consiste en devolverle con todo


cariño, esa visita que El antes hizo a nuestra alma, cuando le recibimos en la
Comunión. Es un detalle de delicadeza humana y sobrenatural.

La ceremonia de la exposición con el Santísimo es sencilla y solemne, y


mueve mucho a la piedad. Además de la estación a Jesús Sacramentado, se
cantan diversos himnos, p.ej. Pange lingua (¡Canta, oh lengua!), Tantum
ergo (Veneremos, pues) y Laudate (Alabad al Señor), cánticos antiquísimos
y llenos de significado. Se termina con unos actos de desagravio a Dios y a
sus santos.

Lectura espiritual, Vía Crucis y trato con María

Aprovecha el Curso de retiro para conocer mejor a Jesucristo, y así poder


tratarle y quererle más. ¿Cómo? Ayudándote, en los ratos libres, de algún
libro sobre su vida; o haciendo lectura meditada de los Evangelios, o del
Catecismo de la Iglesia Católica.

Durante el Curso de retiro hará mucho bien a tu alma, dedicar todos los días
algún rato a hacer el Via Crucis. Recorrer la vía dolorosa hacia el Calvario
junto a Jesús, nos da la oportunidad de contemplar los dolores físicos y
morales del Señor y, verlos como lo que realmente son, fruto de nuestros
pecados, de los tuyos y de los míos. San Pablo lo explica con claridad
cuando dice que cada vez que el cristiano peca, renueva la Pasión de Cristo.
Por esta razón, la devoción del Vía Crucis nos ayuda a arrepentirnos de
nuestros pecados, a pedirle perdón y a desear no volver a actualizar sus
sufrimientos.

Busca modos personales para tratar a la Virgen. Es propio de buenos hijos


querer mucho a su Madre, y demostrárselo con detalles de cariño. Algunos
son tradición antiquísima de la Iglesia: como el rezo del Angelus y la Salve.
Entre las oraciones y devociones que son más gratas a la Virgen, el rezo del
Santo Rosario es, quizá, la más popular.

Hacer examen. Sinceridad. Propósitos de cambio

En el retiro te ayudará asistir a las meditaciones, charlas, lectura, etc., pero


no basta con participar en estos actos, sino que lo fundamental y prioritario
estará en examinar la conducta y la conciencia: repasar nuestra vida
reciente y pasada, con relación a Dios y al prójimo.

El encuentro con Dios en esos días, consiste esencialmente en una sincera y


profunda apertura del alma, que muestra la situación de la propia vida, la fe
y la confianza en Jesucristo, el arrepentimiento de las culpas, la rectificación
de la vida y las necesidades que agobian o pesan.
Porque no es suficiente no desear ofender a Dios, sino que tenemos que
llegar a quererle como se quieren los amigos de verdad. Si faltase la
sinceridad, desaparecería la posibilidad misma de la intimidad con Jesús, que
no puede hacer nada con la doblez, con quien se oculta, con aquella persona
que no quiere abrirle de par en par su interioridad.
“Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar vidas ajenas,
pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.” (S.
Agustín, Las Confesiones).

Véncete, y trata de aprovechar bien los días de retiro, y vendrán los frutos:
propósitos de cambio -grandes o pequeños- en algún aspecto de tu vida. Y
con la gracia de Dios -y también, si queremos, con la ayuda del sacerdote-
cambiar lo que haya que cambiar; mejorar lo que haya que mejorar.
Después vendrá la vida ordinaria, en la que tendremos que poner por obra,
luchando, lo que con la gracia de Dios hemos visto durante esos días.

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