HIRSCH. Sistemática y Límites de Los Delitos de Peligro PDF
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2 Ver las citas en Roxin, Parte general I (Allgemeiner Teil I), 4a. ed., 2006, §11, antes
de nota 146. Según la jurisprudencia permanente un peligro es un estado excepcional y
antirreglamentario, para el cual, según una sentencia experta sobre las circunstancias, se
puede suponer que la realización de un daño es muy posible, es decir que la posibilidad
del daño es de suponer. V. gr., RGSt 30, 178, 179; BGHSt 8, 28, 32 s.; 18, 271, 272 s.
3 V. gr., Hoyer, Los delitos de idoneidad (Die Eignungsdelikte), 1987; Hirsch, escrito ho-
menaje para Arthur Kaufmann, 1993, pp. 545, 557 y ss.; Hirsch, escrito homenaje para
Buchala, Cracovia, 1994, p. 151 (= Hirsch, Problemas del derecho penal [Strafrechtliche
Probleme], 1999, pp. 623 y ss.); Zieschang, Los delitos de puesta en peligro (Die Gefährdung-
sdelikte), 1998.
4 Acerca del tema y su análisis en ediciones nuevas del Código Penal comentado y
manuales, ver por ejemplo: Baumann/Weber/Mitsch, Parte general (Allgemeiner Teil), 11a.
ed., 2003, § 8, nota 43; Jescheck/Weigend, Parte general (Allgemeiner Teil), 5a. ed., 1996,
p. 264; Lackner/Kühl, 26a. ed., 2007, antes de § 13, nota 32; Roxin, nota 2, § 11, nota
153 con comentario 338 y notas 162 y ss.; Schönke/Schröder — Lenckner/Eisele, 27a.
ed., 2006, antes de § 13 y ss., nota 129; Tröndle/Fischer, 54a. ed., 2007, antes de § 13,
nota 13 a; Wessels/Beulke, Parte general (Allgemeiner Teil), 36a. ed., 2006, notas 27 y ss.
También Schönke/Schröder — Heine, 27a. ed., 2006, antes de §§ 306 y ss., notas 3 y ss.,
se ocupa poco del análisis dogmático de tales delitos en sus cometarios extensos sobre el
“delito de puesta en peligro abstracto”.
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SISTEMÁTICA Y LÍMITES DE LOS DELITOS DE PELIGRO
II
Zaczyk, ZStW 113 (2001), 192, tiene otra opinión sobre la necesidad de aclarar las
bases sistemáticas. Critica en su trabajo sobre la monografía de Zieschang (nota al pie 13)
que el autor en un primer paso analiza las estructuras de las diferentes situaciones de peli-
gro y su aparición en la legislación penal, mientras que recién en un segundo capítulo
analiza la cuestión de la compatibilidad de los tipos penales con los requisitos básicos del
derecho penal criminal (p. 192). Aparentemente tal metodología científica exacta, que
antes de evaluar aclara el objeto de la investigación y la cual no tiene ninguna relación
con el positivismo, ya no es un estándar científico.
5 Así todavía Horst Schröder, ZStW 81 (1969), 7, 10, 14.
6 Welzel, Culpa y delitos de tránsito (Fahrlässigkeit und Verkehrsdelikte), 1961, pp. 22 y
ss.; el mismo Derecho penal (Strafrecht), 11a. ed., 1969, pp. 47 y 137; Gallas, Escrito home-
naje para Heinitz, 1972, pp. 171, 173 y ss. En la actualidad Jakobs, Parte general (Allgemei-
ner Teil), 2a. ed., 1991, 6º párrafo, nota 78 s. y 86; Jescheck/Weigend (nota al pie 4), p.
264; Lackner/Kühl (nota al pie 4), antes de § 13, nota 32; Roxin (nota al pie 2), § 11, no-
tas 147 y ss., Schönke/Schröder — Lenckner/Eisele (nota al pie 4), antes de § 13, nota
129; Schönke/Schröder — Heine (nota al pie 4), antes de §§ 306 y ss., nota 3; Systematis-
cher Kommentar – Wolters/Horn, 65a. ed., 2006, antes de § 306, nota 4; Tröndle/Fischer
(nota al pie 4), antes de § 13, nota 13 a; algo difuso Wessels/Beulke (nota al pie 4), nota 28.
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7 Por ello las dudas manifestadas por Zaczyk (nota al pie 4), p. 194, no son correctas.
8 Lo manifiestan con razón Stratenwerth/Kuhlen, Parte general (Allgemeiner Teil), 5a.
ed., 2004, § 8, nota 14.
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que estos casos no son los casos generalmente denominados como delitos
de puesta en peligro abstracto.
2. El término empleado anteriormente “delitos de puesta en peligro
abstracto” se refiere al gran número de casos en los cuales no es necesario
poner un bien en peligro, sino que la acción contiene o crea el riesgo de
que uno de los bienes mencionados posiblemente se encuentre en una si-
tuación de peligro. Un ejemplo es el del conductor de un automóvil que
cruza la línea continua en una curva peligrosa. Aquí se trata del riesgo re-
lacionado con dicha acción. Aunque nadie haya sido puesto en una situa-
ción de peligro, ya que por suerte no había un vehículo en el otro carril,
existe el riesgo, es decir, la peligrosidad de la acción. Este peligro de la ac-
ción debe ser evaluado desde el punto de vista del autor. También se po-
dría pensar en una acción que cause una situación peligrosa permanente
(por ejemplo, la contaminación peligrosa del aire).9
En consecuencia, la diferenciación principal no es la diferenciación
entre puesta en peligro concreta y abstracta, algo transitivo, sino entre
puesta en peligro de un determinado bien y (mera) peligrosidad de una ac-
ción (la cual también puede consistir en la creación de una situación de
riesgo). Por tanto en los delitos de peligro corresponde diferenciar objeti-
vamente entre delitos de puesta en peligro y delitos de peligrosidad. Los deli-
tos de puesta en peligro son delitos de resultado, los delitos de peligrosi-
dad son meros delitos de acción (los cuales eventualmente pueden tener
relación con una situación permanente de riesgo).
En cuanto a la evaluación de la peligrosidad de la acción debe regir lo
siguiente: también aquí se trata de que desde el punto de vista ex ante de
una persona experta e imaginaria se debe suponer la posibilidad de una
lesión, pero solamente la posibilidad que surge de la acción y en la cual
queda abierto si realmente alguien ha sido puesto en una situación de pe-
ligro. Del mismo modo que en los delitos culposos corresponde tener en
cuenta el ámbito de la persona experta e imaginaria (conductor de un
vehículo, director de una empresa industrial de una determinada rama,
médico especializado, etcétera). Cuando se constate una situación que
9 V. gr., § 325 del Código Penal alemán. Más detalles sobre estos casos bajo III.5. En
cuanto a la diferenciación entre el peligro para un determinado bien jurídico y la mera pe-
ligrosidad de una acción existe un malentendido por parte de Koriath, GA, 2001, 51, 60.
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en que en el primer caso existe una antijuridicidad material a raíz del riesgo
concreto para bienes jurídicos de otros, mientras que en el segundo caso
existe solamente una desobediencia formal a la norma.
Desde el punto de vista dogmático dicha diferenciación es importante
en varios aspectos. Por un lado pueden existir de lege lata normas penales
que requieran una peligrosidad concreta. Por otro lado el aspecto limitan-
te de la peligrosidad concreta podría tener importancia para la problemá-
tica de la compatibilidad de los delitos aquí tratados con el derecho penal
criminal. Finalmente, cabe tener en cuenta que la peligrosidad concreta
tiene importancia en varios otros puntos de la dogmática de la Parte ge-
neral, lo que analizaré más abajo.
Hoyer advirtió que existen delitos para cuya realización no basta la pe-
ligrosidad abstracta, pero no obstante ello no debe existir la puesta en peli-
gro concreta de un bien.11 Refiriéndose a normas legales que emplean el
término “idóneo” habla de “delitos de idoneidad”. Su argumentación se
dirige en la misma dirección que mi análisis de los fenómenos de peligro
en el escrito homenaje para Arthur Kaufmann.12
Pero en cuanto a la existencia de la idoneidad Hoyer no se basa en el
punto de vista ex ante de una persona objetiva en la situación del actor,
como es el caso respecto al término de la peligrosidad, sino que emplea
características “objetivas” de la acción.13 Asimismo, trata la cuestión dog-
mática principal desde un aspecto demasiado legal-positivista. Zieschang
demostró que la palabra “idóneo” es utilizada en la ley con significados
materiales diferentes.14
En cuanto al aspecto terminológico cabe resumir que existen autores
que sostienen la opinión de que la disyuntiva “delitos de puesta en peligro
concreto y abstracto” no es correcta, pero no obstante la utilizan por cos-
tumbre.15 El hecho de mantener la tradición lleva aquí a la confusión de
11 Hoyer (nota al pie 3), pp. 197 y ss., 201; el mismo JA, 1990, 183, 188.
12 Hirsch (nota al pie 3), pp. 557 y ss.
13 V. gr., Hoyer (nota al 3), pp. 107 y ss., 201; el mismo JA, 1990, 183, 188.
14 Zieschang (nota al pie 3), pp. 164 y ss., 175 y ss. También Roxin (nota al pie 2), §
11, nota 163, y Systematischer Kommentar – Wolters/Horn (nota al pie 6), antes de § 306,
nota 18, hacen referencia al significado diferente en la ley, la cual en parte incluye delitos
de puesta en peligro concreto.
15 Schönke/Schröder – Lenckner/Eisele (nota al pie 4), antes de § 13 y ss., nota 129;
Lackner/Kühl (nota al pie 4), antes de § 13, nota 32; Münchner Kommentar – Radtke,
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2006, antes de § 306 y ss., nota 4 s.; ver también Jescheck/Weigend (nota al pie 4), p. 264
con nota 42.
Algunos autores parten del punto de vista de que los tipos penales tradicionalmente
denominados “delitos de puesta en peligro abstracto” son casos de una suposición legal de
la puesta en peligro de un objeto protegido; por ejemplo Baumann/Weber/Mitsch (nota al
pie 4), § 8, nota 43, y Wessels/Beulke (nota al pie 4), nota 29. Más allá de las dudas gene-
rales, que resultan de una suposición en contra del autor en el derecho penal, cabe aclarar
que según la redacción de la ley no se trata de la suposición de la puesta en peligro de un
bien concreto, sino de un actuar riesgoso. Más detalles en Graul, Delitos de puesta en peli-
gro abstracto y presunción en el derecho penal (Abstrakte Gefährdungsdelikte und Präsumtion
im Strafrecht), 1991, pp. 355 y ss.
16 Acerca de otro empleo del término ver las citas en Zieschang (nota al pie 3), p. 385.
En artículos anteriores utilicé los términos “delitos de riesgo” y “delitos de peligrosidad”
como idénticos, lo que no obstante lleva a malentendidos. Acerca de las diferencias entre
peligrosidad y culpa ver Zieschang (nota al pie 3), pp. 62 y ss. y Hirsch (nota al pie 3), es-
crito homenaje para Buchala, p. 161.
17 Acerca de la teoría de la peligrosidad en la tentativa ver Hirsch, escrito homenaje
para Roxin, 2001, pp. 711, 719 y ss.; el mismo en JZ, 2007, 494, 500 s. También para la
doctrina de la imputación objetiva, sobre la cual tengo mis dudas en el delito doloso, la di-
ferenciación entre peligro y peligrosidad tiene importancia. Sus seguidores hablan de la
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realización de un peligro por parte del autor, no legitimado a través de un riesgo permiti-
do, dentro del alcance del tipo penal. Peligro en realidad quiere decir la peligrosidad del
comportamiento.
18 V. gr. Horst Schröder, JZ, 1967, 522 y ss.; el mismo ZStW, 81 (1969), 7, 18 y ss.;
Maurach/Zipf, Parte general (Allgemeiner Teil), 8a. ed., 1992, § 20, nota 32; Jakobs (nota al
pie 6), 6º párrafo, nota 87; Schünemann, JA 1975, 787, 793, 798.
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ción por parte del juez, mientras que el delito de puesta en peligro abs-
tracto tiene su origen en la tipicidad creada por el legislador. En la actua-
lidad es sabido que no se puede tratar de una puesta en peligro concreto,
dado que la misma requiere que el bien afectado se haya encontrado en
una situación real de peligro. Siguiendo a Gallas19 hoy en día se manifies-
ta: cuando el resultado (concreto) de haber causado un peligro no es ne-
cesario para realizar el tipo penal, el traslado de la evaluación de la exis-
tencia del peligro al juez no modifica el carácter tipificado de una norma
de peligrosidad. Dichas normas penales deben ser interpretadas de tal
manera que la actividad del juez consista en una continuación de la gene-
ralización en base al fundamento legal. En consecuencia la doctrina ma-
yoritaria actual clasifica dichas mezclas (una mezcla sólo aparente) como
“delitos de puesta en peligro abstracto” según la terminología tradicional,
es decir, como delitos de peligrosidad abstracta.20
Esta opinión refuta con razón la argumentación de que se trata de una
mezcla con una puesta en peligro concreto. No obstante, su punto débil
es que parte de un repertorio dogmático que reconoce solamente la alter-
nativa entre el delito de peligrosidad abstracta y el delito de puesta en pe-
ligro concreto. No se tiene en cuenta que se podría tratar de una peligro-
sidad concreta. Cuando se tiene en cuenta que entre los delitos de puesta
en peligro real y los delitos de peligrosidad abstracta existe una categoría
de la peligrosidad concreta, existe la posibilidad de que luego de un análi-
sis profundo de la ratio legis de determinadas normas resulte la clasifica-
ción como delito de peligrosidad concreta.
También Zieschang21 advirtió sobre otro grupo de tipos penales, es de-
cir, las normas penales que requieren un actuar peligroso concreto, el
cual crea como resultado específico una situación peligrosa concreta. Zies-
chang habla de un “delito de puesta en peligro potencial”, dado que los
bienes jurídicos en cuestión se encuentran potencialmente en un peligro
concreto o ante una lesión. Como ejemplo menciona, entre otros, el tipo
penal de la contaminación del aire (§ 325, inciso 1 del Código Penal ale-
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III
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24 Hassemer, ZRP, 1992, 378, 383. Además cabe mencionar a: Herzog, Inseguridad so-
cial y protección por el derecho penal (Gesellschaftliche Unsicherheit und strafrechtliche Da-
seinsvorsorge), 1991, pp. 109 y ss., y Prittwitz, Derecho penal y riesgo (Strafrecht und Risiko),
1993, pp. 362 y ss. En contra Kuhlen, GA, 1994, 347, 362 y ss. Acerca de la “escuela de
Francfort” Wohlers, Tipos delictivos del derecho penal preventivo. Sobre la dogmática de delitos
de puesta en peligro “modernos” (Deliktstypen des Präventionsstrafrecht – zur Dogmatik “mo-
derner” Gefährdungsdelikte), 2000, pp. 51 y ss.
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29 Detallado Weigend, escrito homenaje para Triffterer, 1996, pp. 695 y ss. Crítico
también LIN, Tipos de puesta en peligro abstracto en el derecho penal económico (Abstrakte
Gefährdungstatbestände im Wirtschaftsstrafrecht), 1992, p. 101; Hirsch (nota al pie 25), p.
20; Zieschang (nota al pie 3), pp. 367 y ss. Diferente Tiedemann/Kindhäuser, NStZ, 1988,
337, 340.
30 Así, como también la “escuela de Francfort”, ya hace dos décadas expresamente Ja-
kobs, ZStW 97 (1985), pp. 751 y ss. Tiedemann indicó hace tiempo que en contra de es-
tas opiniones “un fin principal de los intentos de reforma” era trasladar la delincuencia
económica del derecho de infracciones y en especial al derecho penal criminal del Código
Penal; ver Derecho penal económico y criminalidad económica (Wirtschaftsstrafrecht und
Wirtschaftskriminalität), Parte general, 1975, p. 17.
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31 Así Roxin (nota al pie 4), § 11, nota 160 s., siguiendo a Schünemann, JA, 1975,
787, 798.
32 Jakobs (nota al pie 6), 6º párrafo, nota 86 y ss.; Brehm, Dogmática de los delitos de
puesta en peligro abstracto (Dogmatik des abstrakten Gefährdungsdelikts), 1976, pp. 139 y ss.
33 Hirsch (nota al pie 25), pp. 40 y ss.
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SISTEMÁTICA Y LÍMITES DE LOS DELITOS DE PELIGRO
36 La escala penal del § 306a, inciso 3 del Código Penal para delitos menos graves no
es una solución del problema, dado que no modifica la clasificación como crimen.
37 Horst Schröder, ZStW 81 (1969), 7, 16 s.; el mismo en Schönke/Schröder, 17a. ed.,
1974, antes de § 306, nota 3 a.
38 Crítico ya Brehm (nota al pie 32), pp. 38 y ss.; Schönke/Schröder – Cramer, 24a.
ed., 1994, antes de § 306, nota 4; Hirsch (nota al pie 3), escrito homenaje para Buchala,
p. 161; Systematischer Kommentar – Wolters/Horn (nota al pie 6), antes de § 306, nota 17;
Roxin (nota al pie 2), § 11, nota 154; Wohlers (nota al pie 24), p. 287; todos con más ci-
tas.
39 “Intentos de limitación” mediante el requisito de la infracción al debido cuidado de
la acción (la llamada “culpa sin consecuencias”) no pueden convencer. Se basan en
Horn, Delitos de puesta en peligro concreto (Konkrete Gefährdungsdelikte), 1973, pp. 22 y ss.,
218 y ss., y Brehm (nota al pie 32), pp. 126 y ss., y se pueden observar también en Schü-
nemann, JA, 1975, 798, a pesar de su punto de vista general, y ahora también en Roxin
(nota al pie 2), § 11, nota 155. Además de que las construcciones con estructuras difíciles
de los distintos autores difieren en varios puntos entre sí, cabe preguntarse si las evalua-
ciones subjetivas complejas podrían ser aplicadas en la práctica. Además, la estructura de
los delitos culposos es diferente a la estructura de los delitos de peligrosidad, dado que la
infracción al debido cuidado se define a través de una, aunque generalizada, exigencia al
deber. La infracción al debido cuidado es, en contraposición al criterio de la peligrosidad,
un fenómeno meramente práctico. Esta diferencia existe también cuando se considera
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respecto de todos los tipos penales de peligrosidad del derecho penal cri-
minal, dado que la infracción a la orden de la norma en principio es algo
que no tiene relación con el derecho penal criminal y que tiene impor-
tancia en el derecho de policía. Con ello se puede evitar el conflicto con
el principio de culpabilidad, en el cual se basa el derecho penal criminal.
Mientras que en el delito de peligrosidad abstracta el autor debe conocer
los elementos de la acción peligrosa tipificada de forma abstracta —o re-
conocerlos en los delitos culposos— el delito de peligrosidad concreta
requiere que el autor tenga en la situación concreta conciencia de la peli-
grosidad de su actuar o si tenía la posibilidad de tener tal conciencia. En
caso de la existencia de estos requisitos subjetivos hay una relación entre
el comportamiento del autor y el derecho penal criminal.
Sólo en caso de que la antijuridicidad del comportamiento no solamente
supere el nivel de una infracción, sino que además, independientemente de
la existencia de una peligrosidad concreta o no, el comportamiento, a raíz
de la naturaleza e importancia de una orden absoluta de la norma, debe
ser evaluado como comportamiento criminal, un tipo penal de peligrosi-
dad abstracta podría ser apropiado en el derecho penal criminal y podría
armonizar con el principio de culpabilidad. La opinión sobre el “bien jurí-
dico intermedio mental” mencionada anteriormente se refiere a tales nor-
mas, por ejemplo, al tipo penal del falso testimonio bajo juramento.40
Dejando de lado los casos poco frecuentes, en los cuales la peligrosidad
abstracta legitima la clasificación como delito del derecho penal criminal,
corresponde manifestar que se puede tratar solamente de delitos de peli-
grosidad concreta. Y también aquí deben existir razones materiales que los
eleven sobre el nivel de antijuridicidad de infracciones. Dado que el legis-
lador hasta ahora no tomó conciencia de la categoría de los delitos de pe-
que el punto de vista de la evaluación es en ambos casos el punto de vista de una persona
media imaginada en la situación del autor. Además hay confusiones en el ámbito subjeti-
vo. Si acciones concretamente peligrosas y la infracción al debido cuidado fueran idénti-
cas, el dolo de las acciones concretamente peligrosas debería extenderse a partes de la
evaluación de la antijuridicidad, por lo cual debería incluir parcialmente la conciencia de
la antijuridicidad. Dicho punto de vista no es compatible con el sistema del derecho pe-
nal, que diferencia entre dolo y conciencia de la antijuridicidad y los encasilla en diferen-
tes niveles delictivos.
40 Zieschang, por el contrario, opina que casos de peligrosidad abstracta pueden ser
excluidos totalmente del derecho penal criminal, ver (nota al pie 3), pp. 382 y ss.
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HANS JOACHIM HIRSCH
41 Zieschang (nota al pie 3), pp. 206 y ss. También Wohlers (nota al pie 24), pp. 311 y
ss., 338 y ss., 343, opina que corresponde analizar los diferentes tipos penales. Manifiesta
que no se debe partir de conceptos dogmáticos de la limitación de la “penalización de ac-
ciones generalmente peligrosas”, sino que se debería medir “la legitimidad de determina-
das normas mediante los criterios específicos para el tipo delictivo”.
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SISTEMÁTICA Y LÍMITES DE LOS DELITOS DE PELIGRO
IV
42 Tiedemann, escrito homenaje para Hirsch, 1999, pp. 765, 767. Con el hecho de se-
guir el lema “asegurar una subsistencia sin miedo” (Tiedemann/Kindhäu-Ser, NStZ, 1988,
337, 340) se abriría el camino a la implementación de más delitos de peligrosidad abstrac-
ta. Dicha opinión no tiene en cuenta que el Estado, en el hipotético caso de poder brin-
dar tal seguridad, tiene varios instrumentos para alcanzarla. El derecho penal criminal es
la ultima ratio. Tiedemann opina ahora que una “legitimación ilimitada de los delitos de
puesta en peligro abstracto es demasiado amplia”; v. gr., Derecho penal económico (Wirts-
chaftsstrafrecht), Parte general (arriba nota al pie 27), nota 60 con comentario 65.
Además corresponde observar que los límites del derecho penal criminal menciona-
dos arriba no le otorgan al legislador la legitimación de ampliar el ámbito de las infraccio-
nes de forma ilimitada. Como demuestran las razones mencionadas infra VI.1 respecto a
los delitos de peligrosidad abstracta no existen dudas. Pero dado que se trata de sanciones
estatales represivas, la implementación de las normas debe cumplir con los principios de
proporcionalidad y ultima ratio. Ya hoy en día tenemos en varios ámbitos una sobrerregu-
lación.
43 Respecto al § 265, redacción anterior, del Código Penal alemán: RGSt 67, 109;
BGHSt 11, 398, 400; 25, 261, 262; Leipziger Kommentar — Tiedemann, 11a. ed., 1996,
§ 265, notas 6 y ss. Respecto al § 265, redacción actual: Tröndle/Fischer (nota al pie 4), §
265, nota 2.
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HANS JOACHIM HIRSCH
44 Leipziger Kommentar – Tiedemann (nota al pie 43), § 264, nota 11, con más citas.
También en el derecho penal del medio ambiente el concepto de bien jurídico perdió sus
contornos y hasta fue puesto en duda. Acerca de las disputas Hirsch (nota al pie 25), pp.
13 y ss., con más citas.
45 Kindhäuser (nota al pie 10), pp. 280 y ss., 287, 290.
46 Sobre la crítica de la opinión de Kindhäuser, Seelmann, NJW 1990, 1257, 1259;
Hirsch (nota al pie 3), escrito homenaje para Arthur Kaufmann, p. 556, con nota 49; el
mismo (nota al pie 25), p. 16; Maurach/Schröder/Maiwald, Parte especial 2 (Besonderer
Teil 2), p. 88; Roxin (nota al pie 4), § 11, notas 156 y ss., y de forma detallada Zieschang
(nota al pie 3), pp. 351 y ss., y Krüger, M. La tendencia de desmaterialización del concepto del
bien jurídico (Die Entmaterialisierungstendenz beim Rechtsgutbegriff), 2000, pp. 94 y ss., con
más citas.
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47 Ver la crítica de Krüger (nota al pie 46), pp. 109 y ss., 158 y ss. A favor de acciones
lesivas Tiedemann (nota al pie 27), nota 59.
48 Ver Hirsch, escrito homenaje para Spinnelis, 2001, pp. 425, 429 y ss., con más citas.
49 V. gr. las citas sobre la doctrina mayoritaria en Schönke/Schröder – Lenckner/Eisele
(nota al pie 4), antes de § 13 y ss., nota 9 s. Ahí también se encuentran citas de opiniones
contrarias.
50 Véase Krüger (nota al pie 46), pp. 159 y ss., 161 y ss.; Hirsch (nota al pie 48), pp.
440 y ss.
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