TÍTULO II Derecho Canonico Sobre Lector y Acolito
TÍTULO II Derecho Canonico Sobre Lector y Acolito
TÍTULO II Derecho Canonico Sobre Lector y Acolito
TÍTULO II
224 Los fieles laicos, además de las obligaciones y derechos que son comunes a todos los
fieles cristianos y de los que se establecen en otros cánones, tienen las obligaciones y
derechos que se enumeran en los cánones de este título.
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§ 1. Puesto que, en virtud del bautismo y de la confirmación, los laicos, como todos los
demás fieles, están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación general, y
gozan del derecho tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje
divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo;
obligación que les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través
de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.
§ 2. Tienen también el deber peculiar, cada uno según su propia condición, de impregnar
y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico, y dar así testimonio de Cristo,
especialmente en la realización de esas mismas cosas temporales y en el ejercicio de las
tareas seculares.
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§ 1. Quienes, según su propia vocación, viven en el estado matrimonial, tienen el peculiar
deber de trabajar en la edificación del pueblo de Dios a través del matrimonio y de la
familia.
§ 2. Por haber transmitido la vida a sus hijos, los padres tienen el gravísimo deber y el
derecho de educarlos; por tanto, corresponde a los padres cristianos en primer lugar
procurar la educación cristiana de sus hijos según la doctrina enseñada por la Iglesia.
227 Los fieles laicos tienen derecho a que se les reconozca en los asuntos terrenos aquella
libertad que compete a todos los ciudadanos; sin embargo, al usar de esa libertad, han de
cuidar de que sus acciones estén inspiradas por el espíritu evangélico, y han de prestar
atención a la doctrina propuesta por el magisterio de la Iglesia, evitando a la vez presentar
como doctrina de la Iglesia su propio criterio, en materias opinables.
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§ 1. Los laicos que sean considerados idóneos tienen capacidad de ser llamados por los
sagrados Pastores para aquellos oficios eclesiásticos y encargos que pueden cumplir
según las prescripciones del derecho.
§ 2. Los laicos que se distinguen por su ciencia, prudencia e integridad tienen capacidad
para ayudar como peritos y consejeros a los Pastores de la Iglesia, también formando
parte de consejos, conforme a la norma del derecho.
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§ 1. Para que puedan vivir según la doctrina cristiana, proclamarla, defenderla cuando
sea necesario y ejercer la parte que les corresponde en el apostolado, los laicos tienen el
deber y el derecho de adquirir conocimiento de esa doctrina, de acuerdo con la capacidad
y condición de cada uno.
§ 2. Tienen también el derecho a adquirir el conocimiento más profundo de las ciencias
sagradas que se imparte en las universidades o facultades eclesiásticas o en los institutos
de ciencias religiosas, asistiendo a sus clases y obteniendo grados académicos.
§ 3. Ateniéndose a las prescripciones establecidas sobre la idoneidad necesaria, también
tienen capacidad de recibir de la legítima autoridad eclesiástica mandato de enseñar
ciencias sagradas.
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§ 1. Los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la
Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito,
mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da
derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.
§ 2. Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las
ceremonias litúrgicas; así mismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de
comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho.
§ 3. Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los
laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir,
ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el
bautismo y dar la sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho.
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§ 1. Los laicos que de modo permanente o temporal se dedican a un servicio especial de
la Iglesia tienen el deber de adquirir la formación conveniente que se requiere para
desempeñar bien su función, y para ejercerla con conciencia, generosidad y diligencia.
§ 2. Manteniéndose lo que prescribe el c. 230 § 1, tienen derecho a una conveniente
retribución que responda a su condición, y con la cual puedan proveer decentemente a
sus propias necesidades y a las de su familia, de acuerdo también con las prescripciones
del derecho civil; y tienen también derecho a que se provea debidamente a su previsión
y seguridad social y a la llamada asistencia sanitaria.