Ultimas Noticias de La Prehistoria

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Codescubridor en 1974 del célebre

australopiteco Lucy, YVES COPPENS


lleva años investigando sobre el
terreno (tanto en el valle del Rift
africano como en yacimientos de
Siberia, Mongolia o Indonesia) los
orígenes del HOMO SAPIENS y
explicando con sabiduría y
amenidad cuestiones relativas a la
genética comparada de humanos y
chimpancés, la aparición del
bipedismo, la alimentación de los
ancestros humanos, los inicios del
arte rupestre, el uso de
herramientas y el surgimiento de la
cultura o la aventura de la
expansión humana en nuestro
planeta.
Este libro surge a partir de las
populares y exitosas intervenciones
radiofónicas del autor en la emisora
francesa France Info entre 2005 y
2007, en las que aclara y comenta
de forma magistral la siempre
apasionante actualidad del pasado
humano, desde los descubrimientos
de fósiles (algunos tan
trascendentales como los del HOMO
ANTECESOR en Atapuerca) hasta los
avances revolucionarios en el
campo de la genética (que ya nos
permiten soñar con la
reconstrucción del ADN del Hombre
de Neandertal). El autor también
comenta exposiciones, novedades
literarias y coloquios donde se
polemiza en torno a los rasgos que
nos hacen humanos.
Yves Coppens

Últimas noticias
de la prehistoria
Del ADN de los dinosaurios a
las pinturas de Lascaux
Metatemas - 122
ePub r1.0
broncolin 19.04.15
Título original: Le Présent du passé au
carré. La fabrication de la préhistoire
Yves Coppens, 2010
Traducción: Nuria Viver Barrí

Editor digital: broncolin


ePub base r1.2
A Martine y Quentin
lleno de nuevas pequeñas
historias de hace mucho[1]

Este libro procede de la


reescritura que realizó Yves
Coppens de sus crónicas y
conversaciones con Marie-Odile
Monchicourt difundidas por la
cadena France Info.
Prólogo

Este libro es la continuación de Le


Present du passé, publicado en francés
por la misma editorial, Odile Jacob, en
mayo de 2009. El primer volumen se
redactó a partir de 109 crónicas
emitidas en la emisora de Radio France
Info del 14 de julio de 2003 al 15 de
agosto de 2005; el segundo se escribió
(y por entero, insisto, porque, esta vez,
las crónicas no estaban escritas) a partir
de las 103 crónicas emitidas en France
Info del 22 de agosto de 2005 al 20 de
agosto de 2007. ¿Por qué el 22 de
agosto de 2005? Porque la primera
crónica de la programación principal
del programa del año 2005-2006 se
difundió el 22 de agosto de 2005. ¿Por
qué el 20 de agosto de 2007? Porque la
última crónica de la programación del
verano de 2007 se difundió el 20 de
agosto de 2007. Se reúnen, pues, aquí
las crónicas de dos años. ¿Y por qué
estas crónicas se han escrito todavía
más que las anteriores? Porque, a partir
del 22 de agosto de 2005, la dirección
de France Info quiso que la crónica
«Historia del hombre» se tratara en
forma de entrevistas (era la primera
vez), entrevistas que aceptó realizar
Marie-Odile Monchicourt. Yo continué
eligiendo, tan libremente como durante
los dos primeros años, las actualidades
que había que presentar, estudiándolas y
preparando la exposición. Pero esta vez,
Marie-Odile Monchicourt intervino,
prestándose al juego de mis elecciones,
lanzando mis temas y animando para dar
otro ritmo a mis presentaciones y a sus
explicaciones. Se lo agradezco de
verdad muy amablemente.
Por supuesto, el presente es una
manera de hablar de la «actu», ¡cómo
dicen en una de mis «instituciones»! Y,
por supuesto, de actualidad en
actualidad, de descubrimiento en
descubrimiento, de análisis nuevo en
síntesis, es como se construyen, paso a
paso, de crónica en crónica, la
prehistoria, la paleontología humana y la
arqueología. Colocado cada vez en su
contexto de conocimiento del momento,
es divertido ver (reacción del lector) u
oír (reacción del oyente) hasta qué punto
una actualidad —un huesecillo o una
piedrecita más— puede esclarecer una
problemática, e incluso su modernidad.
La práctica de la información corta
aporta también una luz original, de pleno
derecho, a la disciplina a la que se
dedica.
Gracias, afectuosamente, a Odile
Jacob, por haber querido aceptar en su
prestigiosa editorial estos nuevos
cuentos de antaño y por haber confiado
de nuevo en un «autor de hace poco».
Gracias también con mucho cariño a
Anne-Julie Bémont-Leliévre, que, en
nombre de las ediciones de Radio
France, ha aceptado esta nueva entrega
de «actualidades del pasado» de
acuerdo, naturalmente, con el director de
la emisora Philippe Chaffanjon y con sus
directores anteriores Michel Polacco y
Patrick Roger, en función de las fechas y
de las crónicas.
Gracias, finalmente, a Monique
Tersis por haber aceptado ocuparse de
la transcripción algo ingrata de estas
grabaciones y por haberla realizado con
eficacia; gracias a Fabrice Demeter por
haberse consagrado a la investigación
de la bibliografía «perdida» con el
virtuosismo de sus manipulaciones
informáticas, y gracias, naturalmente, a
Marie-Lorraine Colas, Claudine Roth-
Islert y Dominique Renoux, que, como
en el libro anterior, han hecho
maravillas durante toda esta cocina
editorial…
Preámbulo
Los dinosaurios
El ultrapasado[2]

El ADN de los dinosaurios[3]

Lo sabemos, los fósiles en general


se epigenizan, se convierten en piedra,
porque la materia orgánica se transforma
en materia mineral. Sabemos también
que el ADN, el ácido
desoxirribonucleico portador de la
herencia, es muy frágil, se rompe muy
deprisa después de la muerte del animal
o de la planta; por lo tanto, tenemos
pocas posibilidades de recuperar largas
secuencias del mismo. Afortunadamente,
las cosas se muestran poco a poco
menos radicales. Por ejemplo, se ha
podido reconstruir el ADN del
cromañón, el antiguo Homo sapiens, y
se está trabajando en el del neandertal.
¡Cada uno representa 3000 millones de
nucleótidos que hay que ordenar!
¡Y hoy les toca el turno a los
dinosaurios! Gracias al colágeno
contenido en el fémur de un tiranosaurio,
el famoso Tyrannosaurus rex, el gran
malvado de hace 68 millones de años,
se han podido reconstituir, en efecto,
secuencias de ADN. El trabajo de la
paleogenética es ocuparse de recuperar
este ADN, unas veces a partir de
núcleos celulares (ADN nuclear), otras
veces de pequeñas organelas, las
mitocondrias, presentes en el citoplasma
de las células (ADN mitocondrial). La
reconstitución de estos dos ADN ha
hecho progresos considerables gracias a
los trabajos de investigación y también
gracias al desarrollo de técnicas que
permiten una secuenciación más rápida y
por consiguiente una mejor lectura.
Pero, me diréis, ¿por qué es
importante para los investigadores
poder leer un pedazo de secuencia de
ADN de dinosaurio? Olvidemos a los
dinosaurios un instante y consideremos
el caso de Lucy, la pequeña prehumana
etiópica de un poco más de 3 millones
de años que conozco bien. Con la
pequeña Lucy, me veo obligado a
describir y comparar los huesos para
saber cómo se inscribe en la historia de
nuestra familia, en nuestro árbol
genealógico. Si tuviera su ADN,
evidentemente sabría con mayor
facilidad dónde se sitúa en nuestra
filiación[4]. Por otra parte, el hecho de
recuperar un ADN tan antiguo despierta
una auténtica esperanza sobre el
descubrimiento de ADN de cualquier
edad, aunque cada vez es un milagro, y
sobre la consiguiente posibilidad de
descifrarlo.
Introducción
Los primos de otra
parte
El presente y el pasado de la familia.

La East Side Story[5]

Dos investigadoras estadounidenses


han publicado en la revista Nature[6] un
artículo sobre su descubrimiento de
dientes de chimpancé en Kenia, en
África del Este. Lo aprovechan para
repasar la hipótesis de la East Side
Story que propuse[7] hace una veintena
de años. Según esta hipótesis,
prechimpancés y prehumanos se habrían
separado por razones de adaptación a
entornos que, a su vez, se habrían
diferenciado hace entre 8 y 10 millones
de años, como consecuencia de un
acontecimiento tectónico, el hundimiento
del valle del Rift y el levantamiento de
su borde occidental; el lado este de
África, más seco y más descubierto, se
habría convertido en el de los
prehumanos, y el lado oeste, más
húmedo y más cubierto, en el de los
prechimpancés. En realidad, se sabe,
sabemos, que, hace entre 8 y 10 millones
de años, los ancestros comunes a los
chimpancés y los humanos se escinden
en dos poblaciones: una conduce a los
prehumanos y después a los humanos; la
otra, a los prechimpancés y después a
los chimpancés. ¡Teníamos que haber
estado separados en un momento dado,
los chimpancés y nosotros, para que
surgieran productos tan diferentes hoy!
Esta hipótesis, que defendí durante
varios años, fue puesta en duda, con
razón, a raíz de los descubrimientos de
Michel Brunet en Chad, es decir en el
oeste, descubrimientos de prehumanos
de 7 millones de años de antigüedad.
Ese es el juego de la ciencia y de la
búsqueda de la verdad. Pero que esta
hipótesis se ponga en duda por el
descubrimiento de dientes de 550 000
años es otro problema y, en este caso, un
grave error en la consideración del
tiempo. ¿Cómo una hipótesis relativa a
lo que ocurrió hace 8-10 millones de
años puede aplicarse a algo que data de
550 000 años? Se trata, como mínimo,
de una falta de discernimiento.
La East Side Story es un
acontecimiento; no es la historia de los
diez últimos millones de años. Los
habitantes tuvieron muchas ocasiones de
cambiar durante este largo episodio. En
Francia, por ejemplo, el pequeño jabalí
que vive en el bosque amplía su
territorio a la vez que se extiende el
bosque; no se detiene en el lugar donde
el bosque se detuvo el año anterior. Pues
bien, lo mismo ocurre con el hábitat del
chimpancé: ¡si su bosque se extiende, él
también se extiende!

La arqueología de los chimpancés[8]

Los hombres no son los únicos que


han dejado huellas de cultura que los
arqueólogos explotan; los chimpancés
también tienen ahora su arqueología. Y
esto es totalmente extraordinario. Por
supuesto, sabemos desde hace mucho
tiempo que los chimpancés no solamente
tienen una cultura, sino culturas. Los
pequeños chimpancés de Tanzania, por
ejemplo, extraen las termitas con ramas
que preparan quitando las hojas que
molestan. Los pequeños chimpancés de
Senegal, por su parte, cortan con los
dientes otras ramas para convertirlas en
una especie de picos con los que
masacran a los monos más pequeños, los
gálagos, para comérselos. Sabemos
también desde hace tiempo que los
chimpancés de Costa de Marfil cascan
las nueces con percutores de piedra e
incluso a veces con percutores sobre
yunques.
Justamente en Costa de Marfil, las
excavaciones realizadas en la selva de
Tai por Christophe Boestsch, que
estudiaba allí a los chimpancés,
pusieron al descubierto niveles
arqueológicos que parecen datar de hace
4300 años. Y estos niveles
arqueológicos contienen percutores
comparables a los percutores de nueces
de los chimpancés actuales. La materia
prima, el granito, es también la que
utilizan los chimpancés de hoy y no la
que utilizan los hombres en esta región
del mundo. Por otra parte, como estos
percutores llevan a la vez marcas de
percusión y marcas de almidón dejadas
por las nueces que cascaban como
llevan los percutores contemporáneos,
es extremadamente posible que nos
encontremos ante la primera arqueología
de otro mamífero diferente al hombre[9].
¡Se piensa, pues, que no se trata de
restos arqueológicos humanos, sino
claramente de restos arqueológicos de
chimpancés utilizados hace doscientas
generaciones!

Jane Goodall[10]

Jane Goodall estuvo recientemente


en París con el objetivo de sensibilizar a
la opinión pública francesa sobre la
supervivencia de los grandes monos. He
participado en todos los festejos
reservados a esta gran mujer. Una gran
mujer que conozco, porque empezamos
los dos, en los años sesenta, bajo la
misma autoridad, la de Louis Leakey, el
inmenso científico inglés de Kenia. Jane
necesitaba selva para estudiar a sus
monos, y yo sabanas para buscar mis
huesos; Louis Leakey la instaló en
Gombe y a mí en Olduvai, los dos en
Tanzania. Después no nos encontramos
muy a menudo… La idea de Jane era
intentar salvar el hábitat de los grandes
monos para salvar a la vez a los grandes
monos y, con este objetivo, creó el
Instituto Jane Goodall. El primer
establecimiento vio la luz en California;
fue en 1977. Después, una veintena de
fundaciones, en diferentes países del
mundo, completaron este primer
esfuerzo, entre ellos el Instituto Jane
Goodall Francia, creado en 2004, que
ella venía a visitar por primera vez.
Uno de los grandes descubrimientos
de Jane Goodall fue ver, un día, a un
chimpancé cortar y preparar la rama de
un árbol para ir a pescar termitas en los
agujeros de las termiteras. Era la
primera vez que nos dábamos cuenta del
hecho de que los grandes monos utilizan
herramientas. Cuando comunicó su
observación a Louis Leakey, yo estaba
con él y recuerdo que me dijo: «Es
extraordinario, porque o bien los monos
deben integrarse en la categoría de
hombres en la clasificación zoológica, o
bien hay que revisar por completo la
definición de hombre». Y se puso a reír,
porque adoraba este tipo de
descubrimientos provocadores que
trastornan un poco las formas de pensar.
Jane también hizo, por descontado,
otras numerosas observaciones. Por
ejemplo, describió chimpancés que
organizaban patrullas para vigilar su
territorio contra la posible irrupción de
los chimpancés vecinos. También vio, en
el momento de las primeras lluvias,
chimpancés machos que se entregaban a
una especie de danza delante de las
hembras espectadoras, como un ritual a
la gloria del «dios Agua» —
seguramente voy demasiado lejos en la
terminología, pero hay algo de este tipo.
Este comportamiento, evidentemente, es
inquietante y, sin embargo, si se
reflexiona bien, ¿debe serlo? Después
de todo, somos primos, esto es
incontestable, y tenemos ancestros
comunes de hace varios millones de
años, lo cual es poco, geológicamente
hablando; por lo tanto, es normal que
nos parezcamos. Ni que decir tiene, el
mérito de Jane Goodall fue observar
todo esto por primera vez sobre el
terreno y durante años[11].

El genoma del chimpancé[12]

La revista Nature acaba de publicar


la secuencia del genoma del chimpancé;
evidentemente, es un acontecimiento de
primerísima importancia[13]. De
primerísima importancia porque los
seres actualmente más cercanos al
hombre son los chimpancés. En efecto,
compartimos con ellos un ancestro
común, que situamos en África hace de 8
a 10 millones de años. Conocer el
genoma del chimpancé es, por tanto,
poder ver en qué se nos parece nuestro
primo más cercano y en qué se
diferencia de nosotros.
Después del mapa genético del
hombre, secuenciado en 2001, nos llega
el del chimpancé. Ahora podemos
compararlos leyendo los 3000 millones
de nucleótidos de cada uno: la molécula
de ADN, situada en el centro de cada
célula, está formada por una sucesión de
3000 millones de pequeños elementos.
Secuenciar el genoma es conocer el
orden con que se encadenan estos
nucleótidos. Esta distribución es
extremadamente importante, porque
basta un nucleótido menos, o diferente, o
colocado en otra parte, para que exista
una verdadera diferencia, mutación o
enfermedad genética.
En la actualidad, ya se han
observado unos 40 millones de
diferencias. Más exactamente 35
millones y 5 millones de inserciones o
deleciones. Evidentemente, sólo se trata
de una primera lectura, un punto de
partida para otras comparaciones.
Queda todavía un largo trabajo para
comprender mejor la implicación de
cada nucleótido en estas diferentes
funciones.

Un bipedismo arborícola asistido[14]

Susannah Thorpe, de Birmingham,


especialista en orangutanes, ha dado a
conocer recientemente una observación
que parece haber emocionado un poco a
nuestra comunidad. La observación es
interesante, pero la emoción me parece
excesiva. En efecto, esta investigadora
vio a unos orangutanes de Sumatra que
se paseaban de pie sobre las ramas.
Estos animales, que viven en la selva y
que disponen de largos brazos, tienen
más bien la costumbre de colgarse de
rama en rama. Ella los vio enderezarse y
pasearse de pie para poder utilizar las
manos y recoger frutos; llama a esto, y
es muy hermoso, un bipedismo
arborícola asistido por las manos. Los
ancestros de los orangutanes, primero
arborícolas, habrían descendido después
al suelo, antes de reconquistar el mundo
de la selva. En realidad, hoy están
adaptados a un cómodo arboricolismo.
Todos los primeros prehumanos son
probablemente bípedos arborícolas,
pero, aunque continúan trepando a los
árboles, no por ello dejan de ser
bípedos y bípedos permanentes. Un
bipedismo ocasional precedió al
bipedismo de los prehumanos, ¿por qué
no? Es posible que el arboricolismo
preparara, en cierta manera, para el
bipedismo. La observación es
interesante; enriquece nuestra cultura
sobre la historia del bipedismo,
forzosamente más compleja de lo que se
cree[15]. Pero no cambia nada de nada.
Los prehumanos siguen siendo los
únicos primates caracterizados por un
bipedismo permanente, a pesar de que,
en los primeros millones de años de su
historia, este bipedismo se asociaba a
cierto arboricolismo (Orrorin,
Ardipithecus, Lucy).
1
Los prehumanos
El pasado pretérito

La carrera hacia los prehumanos[16]

Los primeros prehumanos, cuya


existencia se sitúa varios millones de
años antes que Lucy, mi querido
australopiteco, son el centro de dos
obras de referencia. Primero está el
libro de Michel Brunet, D’Abel à
Toumaï, que habla de los
descubrimientos de este paleontólogo
realizados en Chad, pues Abel y Tumai
fueron precisamente dos prehumanos de
3,5 y 7 millones de años de antigüedad
respectivamente[17]. El otro libro, The
First Human [El primer humano], se lo
debemos a Ann Gibbons, periodista
científica americana muy ducha en
historia de la paleoantropología[18].
Estas dos obras tratan a la vez de
nuestra disciplina, la historia del
hombre, pero también de la historia de
las ciencias del hombre, de la manera en
que la comunidad científica, desde hace
ochenta años, se interesa por los fósiles
que preceden al género Homo y, por
ello, ha realizado excavaciones y
prospecciones, primero en África del
Sur, después en África del Este y
finalmente en África Central. Desde
hace ochenta años, he dicho… En
efecto, hete aquí que el primer
descubrimiento del primer prehumano,
un cráneo pequeño, lo realizó en 1924
en Taung, Bechuanaland, un cantero, y lo
recogió un geólogo, que lo confió a un
anatomista de su universidad, en
Johannesburgo; este anatomista,
Raymond Dart, fue el primero que
consideró que debía de tratarse de un
antepasado de nuestra familia, una
especie de prehumano… Éste es el
punto de partida de todas las
investigaciones sobre esta prehumanidad
realizadas después con el éxito que
conocemos. Por otra parte, es la razón
por la cual el libro de Ann Gibbons
tiene como subtítulo The Race to
Discover our Earliest Ancestors: «la
carrera por el descubrimiento de
nuestros ancestros más antiguos». Así se
comporta, en efecto, nuestra comunidad
científica, compitiendo, a veces
duramente, pero también con
colaboraciones y resultados de muy
buena calidad.

Lucy, treinta años después[19]

En Aix-en-Provence se celebró un
coloquio internacional titulado Lucy,
treinta años después, en el que se
imponía la presencia de los tres «papás»
de Lucy, prehumano de 3 millones de
años. Este coloquio estaba organizado
por uno de los tres, Maurice Taieb,
geólogo del equipo que la descubrió;
Donald Johanson y yo mismo, los otros
dos, estábamos invitados.
Como somos historiadores, es
evidente que siempre necesitamos
dataciones, y como también tenemos en
cuenta, claro está, la evolución del
medio, siempre buscamos nuevos
medios para comprender mejor el
entorno de estos prehumanos. Pues bien,
lo que aprendimos, respecto a las
dataciones, es que se podían utilizar, en
los lugares donde no había nivel
volcánico, las determinaciones de
berilio (10 y 11). El berilio se forma en
la atmósfera, pero precipita en los
sedimentos y, dado que es un isótopo
inestable, su disminución puede
cuantificarse. Por el momento, es una
herramienta a prueba, sobre todo en
Chad, donde no se dispone de otra
técnica de datación de los prehumanos
más que la estimación relativa de su
edad a través del grado de evolución de
los animales contemporáneos.
En cuanto al estudio del entorno,
tenemos varios medios a nuestra
disposición, por supuesto. Siempre se
pueden estudiar los pólenes, que
difieren según las plantas. Cuando los
pólenes ya no existen, porque han sido
destruidos, sabemos que el estudio de
los fitolitos, partículas de silicato con
formas variadas que precipitan en las
células de tejido vegetal, podrían
indicarnos la temperatura de la época,
pero también la transpiración y la
evaporación de las plantas, en suma, la
humedad y la manera en que se ha
implantado el medio.

Paisajes de los prehumanos[20]

El entorno de los hombres fósiles es


uno de mis ámbitos de investigación
favoritos. En un coloquio reciente, Lucy,
treinta años después, que trataba entre
otras cosas sobre el entorno[21], se habló
mucho, esta vez no de la sabana, sino de
la selva. Se observó, en efecto, que este
medio estaba un poco más presente al
principio de la historia de los homínidos
de lo que se pensaba. No obstante,
aquello nunca fue una selva húmeda, un
bosque denso. Como propuse con
motivo de este coloquio, para colocar
correctamente al prehumano en su
medio, lo más sencillo, a mi modo de
ver, es recordar tres fechas, a las que
asocié tres siglas, adaptándome lo mejor
posible a los colegas anglófonos
presentes.
— 8 o 10 millones de años: BB, de
big branching, gran ramificación,
gran separación entre
prechimpancés y prehumanos a
partir de ancestros comunes.
— 4 millones de años: GG, de
grass growing, apertura del
paisaje, desarrollo considerable de
la pradera y la hierba. Aparecen
los primeros homínidos con
bipedismo exclusivo
(Australopithecus anamensis) y, si
ya no trepan, es simplemente
porque ya no tienen grandes
árboles a los que trepar.
— 3 millones de años: HH, de
homo hunter, el hombre cazador, el
principio del género Homo, el
principio del hombre que se pone a
tallar la piedra y a comer carne.
BB, GG, HH… Estos medios
mnemotécnicos, aunque algo
estúpidos, me parecen cómodos
para recordar estos tres grandes
periodos, que dan testimonio de
una tendencia incontestable del
paisaje a abrirse cada vez más en
los últimos diez millones de
años…

Un nuevo yacimiento etiópico de


prehumanos[22]
Se han descubierto nuevos huesos
cerca de la «cuna» de Lucy. En efecto,
en la revista Nature, Tim White y
veintidós colaboradores acaban de
anunciar el descubrimiento realizado en
Asa Issie, en el nordeste de Etiopía, el
Afar[23], de una treintena de restos de
prehumanos atribuibles a unos ocho
individuos. Se trata de una forma ya
descrita en Kenia, Australopithecus
anamensis, un poco más antiguo que
Lucy.
Éstos son, ordenados por edades
geológicas, los fósiles de Homininae
encontrados en esta región de África.
Primero Ardipithecus ramidus, un
pequeño prehumano que tiene dientes
pequeños con esmalte delgado y una
edad mínima de 4,4 millones de años;
después vienen Australopithecus
anamensis, del que acabo de hablar, que
tiene 4,2 millones de años como mucho,
y Australopithecus afarensis, que tiene
como máximo 3,8 millones de años. El
individuo Lucy, de 3,2 millones de años,
pertenece a la especie Australopithecus
afarensis.
En su artículo, Tim White propone
una filiación entre estas especies:
Ardipithecus sería el ancestro de
Australopithecus anamensis, a su vez
abuelo de Australopithecus afarensis.
Personalmente, no creo que la filogenia
sea tan simple: Australopithecus
afarensis tiene codos muy estables y
rodillas inestables, mientras que
Australopithecus anamensis presenta
justo lo contrario, es decir, rodillas
extremadamente estables y codos muy
inestables. Esto significa que
Australopithecus anamensis es, desde
hace 4,2 millones de años, una forma
prehumana que ya no trepa, mientras que
Australopithecus afarensis (Lucy), más
reciente, camina pero continúa trepando.
Por lo tanto, veo mal su filiación; sin
embargo, este descubrimiento conserva,
evidentemente, toda su importancia:
siempre es valioso disponer de
elementos nuevos para intentar
comprender mejor la historia del
hombre.

Nuevas dataciones[24]

La historia de nuestra familia se


presenta en dos grandes fases sucesivas,
los prehumanos y los humanos, fases que
en parte se superponen, porque los
últimos prehumanos son contemporáneos
de los primeros humanos. Para refrescar
la memoria, recuerdo que el homínido
(prehumano) más antiguo actualmente
conocido tiene 7 millones de años, que
se llama Tumai y que el primer hombre
(humano) digno de este nombre data de
cerca de 3 millones de años.
En Sudáfrica, en 1994, un colega,
Ron Clarke, descubrió en las capas más
profundas de Sterkfontein —una cueva
bien conocida por los investigadores,
porque proporciona prehumanos desde
los años treinta— otro pequeño
esqueleto que parecía tener 4 millones
de años y que se convirtió entonces en el
fósil de prehumano más antiguo de
Sudáfrica[25]. Justamente acaban de
realizarse otras determinaciones de edad
en la Universidad de Leeds; esta vez, se
centran en las estalactitas que se
encuentran debajo y encima del
esqueleto, y sugieren una edad de un
poco más de 2 millones de años,
digamos solamente 2,2 millones[26]. Esto
no es revolucionario, cierto, pero
significa que Sudáfrica parece más bien
haber sido una región tardía en la
historia de la evolución del hombre, lo
cual confirma que unos prehumanos
dieron lugar al nacimiento del género
Homo, mientras que otros prehumanos
continuaron su evolución.
¿Descubriremos, en los próximos
años, un homínido sudafricano más
antiguo? Existe otro yacimiento en este
país (Makapansgat) que propone
dataciones de cerca de 3 millones de
años para sus prehumanos
(australopitecos), y los universitarios de
Leeds también quieren verificar las
fechas de este yacimiento…
El gen que hizo al hombre[27]

¡Se acaba de descubrir un gen que


habría desempeñado un papel clave en
la evolución del cerebro humano! Es un
avance importante para la genética, pero
también para la paleoantropología y, por
qué no, para la filosofía. Debemos este
descubrimiento al equipo de un colega
genetista americano llamado David
Haussler[28]. Ayudaría, ni más ni menos,
a responder a la pregunta: «¿Qué es lo
que hace a los humanos más inteligentes
que los demás primates?».
Sin embargo, no olvidemos que,
fuera del entorno, no hay salvación[29].
Si no hubiera habido un cambio
climático importante, en este caso una
sequía en las regiones tropicales hace 3
millones de años, el hombre no habría
aparecido y, por consiguiente, este gen
sin duda no se habría expresado. Es el
momento en que, hace 2 o 3 millones de
años, cerdos, elefantes, rinocerontes y
caballos cambian de dientes, monos y
antílopes de monte se van, prosperan
antílopes de pradera y roedores de
estepa, en que los hombres cambian su
dentadura de vegetariano por una
dentadura de omnívoro y desarrollan el
cerebro como nunca. Sometido, como
todos los demás animales, a una crisis
climática grave, el hombre pudo
disponer del gen que se necesitaba para
adaptarse adecuadamente. Se volvió
mucho más vulnerable cuando se vio
obligado a evolucionar en un medio
descubierto, pero por ello se hizo más
astuto y se puso a elaborar estrategias de
defensa frente a los depredadores, para
los que de otra manera sólo habría
representado un bocado. Encontrar un
gen, el gen, el famoso gen que nos
despertó está bien, pero no hay que
perder de vista que este gen, si existe,
no habría podido desarrollarse sin las
condiciones medioambientales
adecuadas.

Las herramientas[30]
Con motivo del coloquio
internacional de Aix-en-Provence del
que ya he hablado, el que lleva por título
Lucy, treinta años después, se dijo que
la herramienta de los primeros humanos
tenía una antigüedad de cerca de 3
millones de años y que esta herramienta
no era comparable a las herramientas
hechas por los grandes monos, que por
otra parte son herramientas de hoy[31].
Los chimpancés utilizan piedras y
vegetales, pero sólo mejoran
eventualmente las herramientas
vegetales; los homínidos, hace 3
millones de años, también utilizaban la
piedra, pero la manipulaban hasta
conseguir fabricar una herramienta
secundaria. Por el momento, nunca se ha
constatado una acción de este tipo, en la
naturaleza, con otro vertebrado que no
sea homínido.
Así pues, las herramientas de piedra
son lo que caracteriza a los homínidos.
¡Además, estas herramientas que
aparecen alrededor de hace 2,7 millones
de años —un poco antes, en mi opinión
— podrían muy bien haber sido
fabricadas por varios homínidos! Quiero
decir que varios géneros, varias
especies de homínidos, podrían haberse
ejercitado al mismo tiempo en la talla de
herramientas. En dos yacimientos, uno
en Kenia (Lokalelei) y el otro en Etiopía
(Gona), dos «talleres» contemporáneos
de talla de piedra (unos 2 millones y
medio de años), uno al lado del otro esta
vez, presentan dos niveles de dominio
de la talla muy diferentes, como si uno
de los artesanos ya conociera muy bien
la materia prima y el otro mucho menos.
En el aspecto científico, pero también
filosófico, es interesante pensar que esta
conciencia reflexiva que traduce la
existencia de la herramienta fabricada
(creaciones o imitaciones) quizá fuese
adquirida por varios «primos» al mismo
tiempo, prehumanos y humanos. La
evolución no es lineal, es mucho más
«ramificada» de lo que se cree. A
menudo hay que razonar partiendo de un
ramillete de «formas» más que de un
taxón único.
2
Los primeros humanos
El pasado muy lejano

China[32]

Pienso desde hace tiempo que el


hombre, que nació en África hace
aproximadamente 3 millones de años, se
desplegó muy rápidamente por el
territorio que se le presentaba, primero
el resto de África y después toda
Eurasia, hasta los alrededores de los
cuarenta grados de latitud norte por
cuestiones de temperatura. ¿Quién era
este hombre? No era Homo erectus, no;
sin duda, uno de los primeros, Homo
habilis u Homo rudolfensis. El hombre
llegó pues, muy pronto, tanto a Extremo
Occidente, al final de Europa, como a
Extremo Oriente, al final de Asia. Por
«muy pronto» entiendo de 2 millones a 2
millones y medio de años.
Las pruebas de esta expansión están
apareciendo poco a poco. En China, por
ejemplo, dos yacimientos arqueológicos,
el de Longgupo, 2000 kilómetros al
sudoeste de Pekín, y el de Renzidong, al
sudeste de Pekín, alcanzan o superan los
2 millones de años. Un colega, el
prehistoriador Eric Boëda, se marchó a
trabajar allí gracias a un proyecto de
colaboración con colegas chinos y acaba
de confirmarnos la existencia
incontestable de herramientas en estos
niveles tan antiguos[33]. Los
anglosajones, a los que su cultura
prohíbe reflexionar más allá de fechas
bien demostradas y documentos seguros,
¡están asombrados! A veces, basta con
imaginar un poco para prever de manera
simplemente lógica este tipo de
antigüedad. El rigor de unos no es el
rigor de los otros…

Georgia[34]
Desde 1991, fecha en la que se
descubrieron los primeros elementos
esqueléticos humanos de Dmanisi, en
Georgia, elementos datados en 1,8
millones de años, las excavaciones y el
análisis de los fósiles han continuado
con un inmenso éxito. El extenso artículo
publicado por Marie-Antoinette de
Lumley y tres colaboradores georgianos
que acaba de publicar la revista
L’Anthropologie es una prueba de
ello[35]. Trata de tres de los cinco
cráneos que se descubrieron allí y de las
cuatro mandíbulas inventariadas hasta el
momento. Me siento personalmente
orgulloso de los resultados que se han
dado a conocer, porque hace al menos
treinta años que digo que no fue Homo
erectos el que se extendió a partir de
África y llegó a Eurasia, sino el primer
hombre.
Antes de ir más lejos, quizá se
impone un pequeño recordatorio
cronológico: el primer humano está
representado por dos especies
contemporáneas, Homo habilis y Homo
rudolfensis. Los hombres siguientes se
llaman sucesivamente Homo ergaster y
Homo erectus, el cual dará lugar
principalmente a Homo sapiens. En
Georgia, los homínidos encontrados se
parecen incontestablemente mucho más a
Homo habilis o a Homo rudolfensis
(muy especialmente a Homo rudolfensis
de otros lugares) que a Homo ergaster u
Homo erectus. El estudio de los cráneos
georgianos está, pues, a punto de
demostrar que fue claramente Homo
habilis u Homo rudolfensis el que salió
de África para extenderse a través de
Eurasia. Hasta entonces, la mayoría de
paleontólogos querían que fuera Homo
erectus, el segundo humano, el que
hubiera viajado, el conquistador, el
explorador. Ahora ya no se podrá decir
que hay que poseer un cerebro de al
menos 1000 cm3 para ser capaz de
moverse, pues el de los hombres de
Dmanisi estaba comprendido entre 600 y
700 cm3, o que es absolutamente
necesario haber descubierto el fuego
para llegar a las regiones templadas,
pues el fuego no se dominó hasta un
buen millón de años más tarde…

El museo de Madrid[36]

En Madrid hay una exposición


excepcional en el Museo Arqueológico
Nacional, una exposición titulada
Atapuerca[37]. Atapuerca es el nombre
de un pequeño macizo montañoso
situado cerca de Burgos, excavado
desde hace veinticinco años. La montaña
en cuestión es de caliza y está llena de
agujeros (un karst). En este conjunto
kárstico de Atapuerca, tres grandes
cuevas retienen por el momento la
atención. La más antigua es la que recibe
el nombre de Sima del Elefante; allí se
han encontrado una mandíbula humana y
piedras talladas de 1,3 millones de años
de antigüedad, lo cual es muy antiguo
para Europa. La segunda cueva lleva el
nombre de Gran Dolina; allí se han
descubierto unos ciento treinta huesos de
seis jóvenes humanos, huesos de los que
se eliminó su «carne» con sílex, signo
de canibalismo (canibalismo quizá
simbólico). Estos huesos se han datado
en 800 000 años. Sus descubridores
españoles los han atribuido a una
especie nueva de homínido, al que
llaman Homo antecessor, el hombre
explorador[38]. Para este equipo de
arqueólogos, sería el ancestro del
hombre moderno y del hombre de
Neandertal, opinión que no comparto en
absoluto.
La tercera cueva recibe el nombre
de Sima de los Huesos. Sus sedimentos
tienen quizá 500 000 años y contienen al
menos cinco mil huesos humanos,
correspondientes a una treintena de
esqueletos enteros, lo cual resulta
evidentemente extraordinario. El
conjunto constituye una especie de pozo
funerario, que quizá recuerda un
depósito colectivo. Entre estos huesos,
se ha encontrado un solo objeto tallado.
Se trata de un bifaz, admirablemente
fabricado y rojo sangre, al que los
españoles han puesto el nombre de
Excalibur, ¡nombre de la famosa espada
mágica que se supone que recibió el rey
Arturo de la Dama del Lago de
Brocelianda!…

El hombre de Flores[39]

En 2003, la comunidad
antropológica internacional vivió un
acontecimiento importante, el
descubrimiento de fósiles pertenecientes
a una especie de hombre hasta el
momento desconocida; esta especie
vivía hace solamente 12 000 años en una
pequeña isla del océano índico, la isla
de Flores, y se caracterizaba por su
estatura muy baja. La revista Nature nos
ofrece hoy una descripción un poco más
completa, que incluye la presentación de
nuevos huesos recientemente
descubiertos. En efecto, los resultados
de las excavaciones realizadas en 2004
por dos australianos, Peter Brown y
Michael Morwood, han permitido sacar
a la luz fragmentos de los miembros
superiores del esqueleto ya descritos en
2003, una segunda mandíbula inferior de
adulto y otros restos poscraneales[40].
Todos estos restos apoyan la idea de
que el hombre de Flores estaba
totalmente «bien constituido». Su
estatura es baja, pero esta estatura baja
se justifica por su vida insular. Sin duda
es un Homo erectus que padeció un
«nanismo», un fenómeno debido a un
trastorno hormonal que se encuentra
frecuentemente en cierto número de
mamíferos, reptiles y aves de las islas.
¿Por qué? Porque, en una isla, la
diversidad biológica es mucho más baja
que en el continente y, por consiguiente,
hay menos carnívoros; esto da lugar a
una reducción del tamaño de los
primeros y a un aumento del tamaño de
los segundos; se cree que, liberados de
ciertas presiones ligadas a la búsqueda
de alimento, a la competencia y a la
depredación, los animales acceden a una
especie de ideal energético. Los
paleontólogos saben esto desde siempre
y no comprendo el debate que existe
alrededor de esta especie de baja
estatura.
Por supuesto que este
descubrimiento fue una sorpresa y puedo
comprender perfectamente la curiosidad
que despertó el hombre de Flores, de
estatura tan baja, pero es una sorpresa
que se puede explicar con facilidad: el
debate sobre el estatuto de los hombres
de Flores, individuos sanos o enfermos,
recuerda por otra parte vergonzosamente
los primeros debates sobre el neandertal
en el siglo XIX. También el neandertal se
tomó durante mucho tiempo por un
enfermo, «un artrítico al que habían
golpeado la cabeza», antes de ser
reconocido como una especie con todas
las de la ley.

Las herramientas del hombre de


Flores[41]

El hombrecito descubierto
recientemente en la isla de Flores, en
Indonesia, vuelve a dar que hablar. Su
descubrimiento ya había sorprendido en
su momento a la comunidad científica y
ahora la agitación se repite. Sin
embargo, el conflicto se ha desplazado,
ha pasado del estatuto del propio
hombre al de sus herramientas.
He dicho a menudo que el hombre
nació en África tropical, se desplegó
hace 2,5 millones de años por el
conjunto del suelo africano y después
por el suelo eurasiático, y con ello
penetró en ciertos territorios de
Indonesia. Java, toda Java, se convierte
en una isla, y nuestro hombre de Java,
que se quedó allí aislado hace 1,8
millones de años, se convierte
progresivamente, por deriva genética, en
un hombre un poco especial al que
llamamos Homo soloensis. Hace
aproximadamente 800 000-900 000
años, pasa a la isla de Flores, un poco al
este de Java. Y en esta isla es donde
experimenta una reducción de la
estatura. ¿Por qué? Porque, en las islas,
el ecosistema es más pobre, la comida
menos abundante y sobre todo los
depredadores menos numerosos. Y
cierto número de grupos zoológicos
reaccionan ante esta situación
reduciendo o aumentando su tamaño.
Y aquí viene la sorpresa, y una
sorpresa de talla, si me puedo permitir
la expresión: el anuncio, en las revistas
Nature y Science, del descubrimiento en
Flores de herramientas que datan de
hace 700 000 a 900 000 años[42]. Para
algunos investigadores, es imposible
que sean obra del hombre de Flores;
imposible porque son demasiado
«buenas» para haber sido hechas por un
hombre tan bajito (un metro de estatura)
dotado de un cerebro tan pequeño (entre
380 y 530 cm3). ¡Forzosamente son las
herramientas de otros! Y ahí, yo me
sublevo. Porque, cuando se ha estudiado
un poco de historia de las ciencias, se
sabe que, en los años treinta, cuando se
descubrieron en Zhoukoudian las
herramientas del sinántropo, la versión
china de Homo erectus, también se dijo
que aquellas herramientas eran
demasiado buenas para haber sido
fabricadas por él y que debía haberlas
hecho un Homo sapiens que todavía no
se había encontrado y que se había
comido al Homo erectus… Por más que
haya pasado el tiempo, caemos de nuevo
en los mismos errores, cuando
deberíamos haber aprendido y
recordado algunas lecciones.

Los primeros habitantes de Gran


Bretaña[43]

Los británicos están muy


«excitados» porque acaban de descubrir
las herramientas de piedra tallada más
antiguas del Reino Unido. ¡Son de hace
700 000 años[44]! Hasta ahora, el
yacimiento más antiguo de Gran Bretaña
se llamaba Boxgrove y tenía alrededor
de 500 000 años; por tanto, estos
200 000 años ganados no son
despreciables. El descubrimiento se
produjo en Elsfield, Suffolk; las
herramientas, lascas de sílex
incontestablemente talladas, se
encontraron en aluviones bajo gruesas
capas de depósitos glaciales.
Estas herramientas son obra de
poblaciones procedentes del
«continente», como se dice hoy, pero,
como en aquella época el canal de la
Mancha y el mar del Norte no existían,
llegaron del este a pie. Hay que
imaginar una Gran Bretaña que gozaba
de un clima manifiestamente suave y de
una fauna tropical, puesto que se
observan, al lado de estas piedras,
restos de hipopótamos, de rinocerontes y
de elefantes.
Para comprender bien la presencia
de este poblamiento en el lugar,
conviene recordar una vez más que el
hombre nació en África, que se desplegó
a partir de su cuna africana por África y
después por Eurasia. Al llegar a
Próximo Oriente, primero se estableció
a lo largo de las costas mediterráneas y
se quedó largo tiempo, hasta que las
condiciones meteorológicas mejoraron y
pudo desplazarse más lejos hacia el
norte.
En Bretaña, en la pequeña Bretaña,
hay un yacimiento prehistórico que se
llama Saint-Malo-de-Phily; está
encaramado en los aluviones más altos
del río Vilaine y también debe de tener
alrededor de 700 000 años. El artículo
de Nature habla de una big surprise.
Ciertamente es un big descubrimiento,
extremadamente interesante, pero no es
ni anormal ni desconcertante.

El hombre de Pekín[45]

Regreso de China, donde he asistido


a un encuentro entre la Academia China
de las Ciencias y la Unesco para discutir
sobre el futuro del yacimiento del
hombre de Pekín, Zhoukoudian. Este
hombre de Pekín es un hombre fósil de
500 000 años[46] que se descubrió en los
años veinte y treinta. El lado dramático
de este asunto es que estos restos fueron
metidos en cajas para salvarlos de los
riesgos que comportaba la guerra entre
China y Japón en los años cuarenta y
confiados a la embajada de Estados
Unidos, que las metió en un tren y las
cargó en un barco que partía hacia
América. No se sabe si el tren fue
bombardeado o si el barco naufragó, el
caso es que, al llegar, todos los restos
habían desaparecido.
En 1995, la Unesco firmó con la
Academia China de las Ciencias una
especie de protocolo de acuerdo para el
mantenimiento del yacimiento del
hombre de Pekín, su presentación al
público, la exhibición de sus
colecciones en un museo y también el
reinicio de las investigaciones. A partir
de esta fecha, visité Zhoukoudian en
calidad de experto de la Unesco con
ingenieros de la compañía eléctrica
francesa EDF y de Puentes y Caminos de
Francia; efectuamos varias misiones
largas de medidas no invasivas,
magnéticas, electromagnéticas,
eléctricas, sísmicas, gravimétricas y
microgravimétricas en el yacimiento,
para saber si, en el interior de aquella
colina, había otras cuevas susceptibles
de contener otros yacimientos y, por
consiguiente, restos de estos hombres
antiguos.
En efecto, descubrimos otras muchas
cavidades, algunas bastante importantes
y que desembocaban en valles[47].
Podría tratarse de nuevas cuevas que
fueron ocupadas por hombres antiguos.
Zhoukoudian sigue siendo, pues, un
yacimiento extremadamente prometedor,
uno de los diez yacimientos más
importantes de la paleontología humana
en el mundo entero, hábitat de Homo
erectus (500 000 años)[48] asociado a
sus herramientas, a los huesos de los
animales que consumió y a restos de
fuego, una de las primeras hogueras del
mundo.

El colombaniano[49]

Bretaña es una región muy querida


para mí por razones personales, pero
también profesionales. Excavé allí, hace
mucho tiempo, un pequeño acantilado
cerca de Carnac, Saint-Colomban.
Encontré piedras talladas que me
parecieron muy antiguas, pero el asunto
quedó aquí. Acabo de encontrar en una
revistilla que se llama La Vigie, la
revista de la Association Trinitaine de
Défense de la Pêche à Pied et de
l’Environnement, de la pluma de uno de
mis amigos, Maurice Le Lamer, un
hermoso artículo sobre la lectura de los
acantilados[50].
¿Y qué vemos en estos acantilados?
De abajo arriba, un sustrato de granito o
de micacita y después suelos antiguos
que llamamos paleosuelos, arenas que
son los restos de antiguas playas, cantos
rodados que también indican la
presencia de orillas y después paquetes
de loes, de barro y de piedras muy
angulosas que son corrientes de
glaciar… Por lo tanto, podemos leer allí
toda una historia geológica. En los
acantilados de Saint-Colomban, pero
también en los de La Trinité-sur-Mer, a
veces se encuentran también piedras
talladas. Uno de mis colegas de Rennes,
Jean-Laurent Monnier, describió a lo
largo de toda la costa sur armoricana
restos de una cultura que, hace 500 000
años, tallaba cuarzo y sílex, y dominaba
el fuego[51]. La llamó colombaniana, por
el nombre del primer yacimiento de esta
cultura, descubierto y excavado cerca de
Carnac. Estas poblaciones tenían
herramientas muy pesadas, una bolsa
para herramientas pequeñas mucho más
original que en otros lugares y algunos
bifaces, esas maravillosas herramientas
triangulares de simetría bifacial y
bilateral; pueden compararse con las
que inventó y construyó esa gran
civilización que recibe el nombre de
achelense, presente en todo el resto de
Francia y de Europa.

Terra Amata[52]

Terra Amata es el nombre de un


yacimiento que celebra sus cuarenta
años. La historia es totalmente ejemplar.
Os la voy a contar. Estamos a principios
de los años sesenta; un promotor quiere
construir un inmueble en el borde de una
cornisa de Niza y he aquí que tropieza
con un yacimiento prehistórico. Le piden
a Henry de Lumley, un colega, que acuda
al lugar. El reconoce niveles
arqueológicos antiguos y consigue
convencer a empresarios y promotor
para que den como argumento de compra
el hecho de que el lugar es bueno porque
fue capaz de atraer la atención de los
hombres de las épocas prehistóricas[53].
Como consecuencia, donde se tenía
que haber instalado la conserjería se
instaló un museo del yacimiento, con los
suelos excavados por Henry de Lumley
hace cuarenta años. Estos suelos se han
conservado tal como fueron
descubiertos, con sus herramientas en el
lugar donde estaban, sus hogueras y sus
restos de cocina, restos de elefantes, de
rinocerontes, de ciervos comunes de
inmensas cornamentas y también uros,
jabalíes… Allí hay tres suelos de
habitación, y aquellos altos se han
datado, los más antiguos, en 400 000
años.
Es impresionante disponer allí, a los
pies del monte Boron, a orillas del
Mediterráneo, de este yacimiento casi en
su estado original. Para los
antropólogos, hoy, Terra Amata
representa a la vez un museo de
yacimiento, puesto que el suelo se ha
conservado como fue descubierto y
limpiado en 1966, y un auténtico museo
que organiza de manera regular series de
exposiciones. Por tanto, es un lugar
importante para la prehistoria en esta
región de Francia[54].

Los primeros poblamientos de Siria[55]

Un equipo de investigación del


Centre National de la Recherche
Scientifique (CNRS), el de Éric Boëda,
estudia desde hace algún tiempo las
herramientas fabricadas por los hombres
fósiles que vivían en Próximo Oriente
entre hace 250 000 y 20 000 años[56].
Entre los descubrimientos sorprendentes
que este equipo ha realizado se
encuentra especialmente el del uso del
adobe hace años. El adobe, como es
sabido, es un material que se coloca
entre las piedras de construcción; el
adobe sirio estaba hecho de barro y
paja, pero también de betún, una
sustancia que existía en la región y que,
hace años, se utilizaba como cola y
como junta entre las piezas de sílex para
la fabricación de herramientas
compuestas. Siria es muy creativa;
desde hace 1,5 millones de años, ha
producido gran cantidad de herramientas
prehistóricas. También nos ha
proporcionado algunos restos de los
hombres fósiles que fabricaron estas
herramientas. En Nadaouiyeh, se
descubrió un hueso (parietal) de Homo
erectus de 300 000 años; en Dederiyeh,
restos de una quincena de individuos
neandertalenses, entre los que había
niños en sepulturas de hace 50 000
años[57].
El hombre nació en África; a partir
de África, se expandió a través de
Eurasia; este hombre, Homo habilis u
Homo rudolfensis, se convertirá en
Homo erectus y después en Homo
sapiens en África y en Asia, y ese Homo
erectus dará lugar al hombre de
Neandertal en Europa. El neandertal
refluirá más tarde hacia Próximo
Oriente, en especial hacia Siria.
Nosotros descendemos a largo plazo de
Homo erectus y, a más corto plazo, de
Homo sapiens: el neandertal, por su
parte, es una especie diferente…
3
Neandertal y sapiens:
la pareja infernal
El pasado lejano

El neandertal[58]

Hubo un tiempo en que vivían, una al


lado de la otra, dos especies de hombre:
neandertal y Homo sapiens, el hombre
moderno del que descendemos. ¿Quién
era el neandertal? El excelente libro de
Marylène Patou-Mathis[59],
Neanderthal, une autre humanité,
responde a esta pregunta.
En efecto, el hombre de Neandertal
no es totalmente igual que nosotros. Es
más bajo, con piernas y antebrazos más
cortos; también es más fornido; tiene una
caja torácica en tonel, una cabeza
grande, más larga que ancha, sin frente y
sin mentón, y fuertes arcadas encima de
las órbitas. Recuerdo que el neandertal
fue el primer fósil humano descubierto
(1830), antes del cromañón, el primer
Homo sapiens fósil que se encontró en
1868. El neandertal nació en Europa,
cuando el desarrollo de los glaciares
aisló el continente europeo. En efecto,
separada de las demás poblaciones
humanas, la población de Homo erectus
que se encontraba allí sufrió una deriva
genética; en lugar de evolucionar hacia
la forma de Homo sapiens como en Asia
o en África, dio lugar a esta especie tan
especial de humanidad, el neandertal.
El neandertal es, pues, en primer
lugar un europeo; se desarrolló en
nuestro pequeño continente —casi una
isla durante cientos de miles de años—,
antes de refluir hacia Próximo Oriente y
Oriente Medio, y hace sólo 50 000 años
que Homo sapiens llegó a Europa a su
vez. Sin duda, las dos especies se
encontraban de vez en cuando; en
cualquier caso, su cohabitación duraría
una buena decena de miles de años antes
de que una (sapiens) prevaleciera sobre
la otra…

El ADN del neandertal[60]

Aislado a partir de huesos o de


dientes, el ADN del neandertal ha
permitido realizar descubrimientos
importantes para la comprensión de
nuestro parentesco. Se trata esta vez de
la descodificación por parte de
Catherine Hanni[61] del ADN de un
diente, encontrado en la cueva de
Scladina, en Bélgica.
Como he dicho a menudo, el hombre
nació en África hace 3 millones de años
o casi; a partir de su cuna, se expandió
muy deprisa, geológicamente hablando,
y llegó a Europa hace al menos 2
millones de años; allí, aislado por los
glaciares, se puso a «derivar»
genéticamente. Según un colega de
Leipzig, Svante Pabö, el inicio de esta
deriva dataría de hace 315 000 años.
Personalmente, yo me inclinaría por
mucho más. ¡Por supuesto, los genetistas
saben lo que hacen, pero con frecuencia
les falta «generosidad» en años! El
hombre de Tautavel (Pirineos
Orientales), con una antigüedad de
450 000 años, y el hombre de la Sima de
los Huesos (España), entre 350 000 y
500 000 años, ya anuncian, por ejemplo,
la «neandertalización».
Volvamos ahora a ese diente (se trata
de un molar) descubierto en Bélgica,
porque parece que su ADN presenta
cierta originalidad. En efecto, este
neandertal de Bélgica no se parece al
neandertal del Périgord, que, a su vez,
no se parece al neandertal de Europa
central, etcétera.
Cuando la población se extiende
durante cientos de miles de años en un
territorio que, primero limitado a
Europa, se amplía después a Próximo
Oriente y Oriente Medio, esto representa
un inmenso espacio y una duración muy
larga para una demografía todavía muy
baja, quizás unas decenas de miles de
individuos del Périgord a Uzbekistán…
El entorno es diferente, las tradiciones
también e igualmente los acentos del
habla neandertal. Casi nos parece
escuchar al neandertal de Scladina
hablar una especie de paleobelga…

El neandertal, ese desconocido[62]

Se habla mucho y a menudo de los


neandertales, esos hombres que vivieron
en Europa entre hace 500 000 (al
menos) y 30 000 años y que acabaron
por desaparecer para dejar solo a
nuestro ancestro, Homo sapiens. El
neandertal es un hombre fósil famoso.
Desde su descubrimiento en 1830, ha
hecho correr mucha tinta y ha dejado una
imagen abominable en muchos escritos
antiguos. Hoy, parece que se inicia su
rehabilitación.
Pongo como prueba dos obras, la de
Claudine Cohen, Un néandertalien dans
le métro[63], y la de Jean-Luc Piel-
Desruisseaux, Les Éclats de
Neandertal[64]. El primero trata
esencialmente sobre la manera en que se
ha reconsiderado progresivamente al
neandertal. Claudine Cohen recuerda,
por ejemplo, lo que escribía sobre el
tema alguien como J. H. Rosny el
Mayor, autor de En busca del fuego, a
principios del siglo XX: «Sólo
percibíamos de su rostro una boca
rodeada de carne cruda y unos ojos
homicidas, su naturaleza fornida
exageraba la longitud de los brazos y la
enormidad de los hombros, todo su ser
reflejaba un poder rugoso, incansable y
despiadado; ignorábamos hasta dónde
llegaba su fuerza». El libro cuenta
también la historia científica del
neandertal, procedente, como Homo
sapiens, de Homo erectus, pero un
Homo erectus evidentemente europeo.
La obra de Jean-Luc Piel-
Desruisseaux, médico-cirujano
aficionado a la prehistoria, trata sobre
todo de herramientas, herramientas de
neandertales, por supuesto, pero también
de herramientas de antes (las que tienen
cerca de 3 millones de años) y
herramientas de después, las que datan
del neolítico, por ejemplo.

Una exposición sobre el neandertal[65]

En el Museo del Hombre de París se


ha organizado una exposición dedicada
al hombre de Neandertal, la especie que
coexistió con la sapiens durante una
decena de miles de años en el suelo
europeo. Se la debemos a Evelyne
Heyer, que es su comisaria[66].
El neandertal no deja de suscitar
preguntas; las de la exposición giran
principalmente en torno a su
desaparición. Nos preguntamos si
desapareció a causa del entorno en el
que evolucionaba o bien a causa de una
infección que lo habría diezmado; nos
preguntamos también si desapareció
porque ya no había suficientes medios
de subsistencia en su «hábitat» o porque
entró en competición con Homo sapiens,
el hombre moderno, cuando este llegó;
si su dominio técnico era insatisfactorio,
su capacidad cognitiva demasiado
reducida, su demografía debilitada… En
suma, no dejamos de hacernos preguntas
cuando, al parecer, no hay ninguna
necesidad de ello. Porque, cuando dos
especies viven en el mismo medio,
siempre hay una, al final, que acaba por
prevalecer sobre la otra. A menos que
las dos se mesticen, lo cual plantea otros
problemas.
La exposición es hermosa, sencilla,
muy aireada, rica y llena de humor.
¡Pienso en particular en los morphings
que se presentan y en la cabeza de
algunas personalidades de actualidad,
política o artística, a los que vemos con
rasgos neandertales!

La desaparición del neandertal[67]

El periódico Libération ha dedicado


un suplemento entero al hombre de
Neandertal, gracias al talento de Sylvie
Briet, que entrevistó a algunos
investigadores especializados en el
estudio de esta humanidad fósil, en
Francia y en Alemania[68]. Lo más
sorprendente son las diferencias de
opinión, no tanto sobre el problema de
la aparición del hombre de Neandertal,
que ya no es realmente un problema,
como sobre el de su desaparición.
Conviene recordar que el neandertal
nació de Homo erectus, igual que Homo
sapiens, pero se diferenció de él cuando
Europa se cerró por razones climáticas
al resto del Viejo Mundo. Cuando el
otro hombre (Homo sapiens),
procedente del mismo Homo erectus,
pero de otro lugar, de África y de Asia,
llegó a su vez a Europa, tuvieron que
encontrarse. Este encuentro se sitúa
aproximadamente hace de 40 000 a
50 000 años.
Por consiguiente, la cuestión que se
plantea desde hace cierto tiempo es
saber lo que hicieron juntos, cómo se
hablaron, por ejemplo. Un investigador
de Burdeos propone considerar al
neandertal como a alguien que aculturó a
Homo sapiens. ¡A pesar de todo!… El
que desapareció fue el neandertal, ¿no?
Para otros investigadores, siempre
según Libération, el neandertal no
habría tenido necesidad de la presión de
Homo sapiens; habría desaparecido él
solo a causa de un cambio climático y
de las hambrunas que este habría
producido.
Para otros, a los que sigo, el
neandertal se habría modernizado por sí
solo y su comportamiento habría
evolucionado poco a poco.
En el aspecto físico, el neandertal,
en varios cientos de miles de años,
evolucionó, es incontestable, aunque
sólo sea a través de un esqueleto más
grácil o mediante un aumento del
volumen del cráneo; en efecto, a pesar
de estar separado de otros homínidos, el
neandertal continuó desarrollando su
sistema nervioso central y, por lo tanto,
su cerebro.
La última hipótesis, y con esto
termino, es la de Jean-Jacques Hublin,
para quien se habría producido una
aculturación del neandertal por sapiens,
de manera que el primero tomó
prestados ciertos comportamientos del
segundo, el cual, a su vez, habría
modificado los suyos.

Pero ¿de dónde viene Homo sapiens?[69]

Homo sapiens es el nombre de la


actual especie humana, la que ha
terminado por eliminar a todas las
demás, en especial al hombre de
Neandertal. Pero ¿de dónde viene ese
Homo sapiens? Para la mayoría de
especialistas, Homo sapiens apareció en
África y, a partir del territorio africano,
como había hecho el primer hombre, se
desplegó hace un centenar de miles de
años, quizás un poco menos, por Eurasia
primero y por el resto del mundo
después.
Ahora bien, se acaban de hacer dos
descubrimientos cuya edad resulta
sorprendente: por una parte, un Homo
sapiens de 45 000 años, en el Don, a
400 kilómetros al sur de Moscú, así
pues, a una latitud elevada y, por otra
parte, un Homo sapiens de 35 000
años[70] en China, cerca de Pekín.
Personalmente, no comprendo cómo
«se las arregló» este Homo sapiens, que
también salió de África, con las
poblaciones que no pudo dejar de
encontrarse. En efecto, en el conjunto
del territorio asiático, ¿qué hizo con las
poblaciones ya presentes? ¿Se mestizó
con ellas? ¿Las eliminó? No sabemos
nada de esto; me sorprende que nunca se
haya planteado realmente esta cuestión.
En lo que a mí respecta, me gusta la
hipótesis que considera que Homo
sapiens desciende de Homo erectus en
África y en Asia. Homo erectus se
habría convertido en Homo sapiens allí
donde se encontrara, salvo en Europa,
evidentemente, donde habría dado lugar
al neandertal, y salvo en algunas islas de
Indonesia. Según esta hipótesis, la
cuestión de la hibridación o de la
eliminación no se plantearía, en
cualquier caso, en Asia continental.

Un nuevo cráneo de Homo sapiens


antiguo[71]

Acaba de descubrirse un cráneo de


hombre fósil de 160 000 años de
antigüedad en el sur de Marruecos. Este
descubrimiento se ha producido en el
yacimiento de Djebel Irhoud, 400
kilómetros al sur de Rabat, un
yacimiento conocido desde hace mucho
tiempo por haber proporcionado ya, en
unas minas de baritina, dos hermosos
cráneos humanos. Cuando Camille
Arambourg, profesor del Museo de
París, falleció, me legó estos dos
cráneos y yo quise devolverlos a su país
de origen; se los entregué al rey
Hasán II, que me había invitado para el
acontecimiento por su aniversario. Y
debo decir que se sintió muy
emocionado al saber que Homo sapiens
existía desde aquella época en
Marruecos, mientras que en Europa, en
especial en Francia, vivía entonces el
neandertal.
El joven investigador que continuó
con estas excavaciones y que descubrió
este cráneo, el tercero, se llama
Abdelwahad Bencer[73]. Se trata de un
descubrimiento de primera importancia,
porque nos proporcionará nuevas
informaciones. En efecto, corresponde a
los primeros Homo sapiens, aquellos de
los que ya encontramos el rastro en
África del Este (donde podrían datar de
hace 200 000 años, si las dataciones son
buenas), pero también en Próximo
Oriente (donde no tienen más de
100 000 años) y en Extremo Oriente
(donde se los data en 100 000 a 150 000
años). La cuestión que se plantea, y que
me carcome, es saber, por tanto, si
Homo sapiens nació de un solo foco, a
partir del cual se difundió a través del
mundo, o si nació de Homo erectus
donde había Homo erectus, tanto en
Marruecos, como en África oriental, en
Próximo Oriente o en Extremo Oriente.

Cuatro especies de hombres[72]

Hace 50 000 años, vivían en la


Tierra cuatro especies humanas, entre
ellas Homo sapiens, nuestra especie.
Una de las preguntas que los
paleontólogos se hacen es saber si estas
especies cohabitaron realmente y, en
este caso, si se mezclaron.
He hablado de cuatro especies
diferentes. En efecto, aunque el hombre
nació en África y se expandió desde allí
según una forma que es, sin duda, la de
Homo habilis y después Homo erectus,
también se encontró encerrado en varios
lugares del globo: en Europa por los
glaciares, en Java y en la pequeña isla
de Flores por el mar. En estos
emplazamientos aislados, Europa, Java
y Flores, adquirió los rasgos de otras
formas, los del hombre de Neandertal en
Europa, los del hombre de Java en Java
y los del hombre de Flores en Flores.
Durante este tiempo, en África y en
Asia, se convirtió en el hombre
moderno, Homo sapiens. Y después, he
aquí que, hace unos 50 000 años, nuestro
Homo sapiens de África y de Asia
vuelve a tomar su bastón de peregrino.
Entra en Europa, entra en Java, entra en
Flores y entonces tiene que cohabitar
con los hombres que lo precedieron.
Sobre la gran cuestión de la
cohabitación de las especies humanas en
un momento dado de su evolución, el
descubrimiento que acaba de hacer un
colega inglés, Paul Mellars, es
valioso[74]. Datando las diferentes capas
excavadas de la cueva de Châtelperron,
entre Allier y el Loira, estableció que el
nivel más antiguo, que se remonta a
40 000 años, comportaba restos de
neandertal en un entorno templado; por
encima, en cambio, pudo extraer restos
de Homo sapiens, pero no de
neandertal. En otras palabras, el
neandertal se había marchado cuando
sapiens se instaló en la cueva. Precisión
importante: la temperatura era entonces
ocho grados más baja que anteriormente.
Después de esto, parece claro que
sapiens también se marchó, sin duda
para calentarse, y que el neandertal
regresó hace unos 35 000 años, cuando
el clima se había suavizado de nuevo.
Así pues, hubo contemporaneidad entre
el neandertal y Homo sapiens, pero no
una auténtica cohabitación, ¡en el
sentido más íntimo!

Los collares más antiguos[75]

Se han encontrado pequeñas conchas


agujereadas de 100 000 años de
antigüedad en Próximo Oriente y en
Argelia; acaban de publicarlo en la
revista Science[76]. Hasta ahora, el resto
más antiguo de adorno a nuestra
disposición era el famoso huesecito
grabado de Biombos, en Sudáfrica; con
sus 75 000 años de antigüedad, este
elemento representa hoy la
manifestación más antigua de cierto
estado de pensamiento simbólico.
Recorriendo las diferentes colecciones
que existen en el mundo, el equipo
dirigido por Marian Vanhaeren acaba de
encontrar, tanto en Israel (yacimiento de
Skhül) como en Argelia (yacimiento del
ued Djebbana), conchas agujereadas, es
decir, pequeñas conchas que fueron
ensartadas para hacer collares,
brazaletes o tobilleras, en cualquier
caso para adornar el cuerpo. Y si se
adorna el cuerpo con formas especiales
es que se ha alcanzado un grado de
percepción formal más elevado, un
grado que no se alcanzó, como se creía
hasta entonces, hace 75 000 años, sino
hace ya 100 000 años. Nuestra ciencia
avanza en un sentido inverso del tiempo.
A lo largo de la historia del hombre,
se puede seguir la progresión de esta
percepción de la forma que asocia, en
este caso, lo útil y lo agradable. Y esta
percepción se remonta en realidad a
hace 2,5 y quizá 3 millones de años,
puesto que los primeros hombres que
golpearon una piedra para cambiarle la
forma ya habían hecho un dibujo (en tres
dimensiones). Tuvieron que comprender
muy deprisa que algunas formas eran
más útiles que otras y tuvieron que sentir
muy deprisa que algunas formas eran
más bellas que otras, y las reprodujeron.

El arco más viejo[77]

Se acaba de descubrir el arco más


viejo del mundo y debemos este
descubrimiento a Gaëlle Rosendahl[78].
Extraer de los aluviones del río Neckar,
en Alemania, esta bonita pieza de
madera de pino, que tendría entre
15 000 y 18 000 años, prueba que,
desde el paleolítico superior, se
practicaba la caza con este tipo de arma
muy eficaz; la madera está curvada,
aplanada por un lado y tiene una
pequeña ranura en un extremo para el
paso de la cuerda.
Los hombres han intentado mejorar
sin cesar sus armas, en un esfuerzo por
alcanzar a los animales de caza desde la
mayor distancia posible. Al principio,
simplemente se utilizaban las piedras
arrojadizas, pero abatir a un animal con
una simple piedra no es tan fácil…
Después, el hombre tuvo que pasar a las
hondas. Se trata aún de piedras, pero
que se pueden lanzar esta vez agrupadas
en una red; se hace girar la red para
darle impulso y se envía, por ejemplo, a
las patas del animal que pasa al alcance
de la honda… Después viene la
extraordinaria invención del propulsor,
un pedazo pequeño de asta de reno o de
ciervo, o un pequeño fragmento de
hueso, que, asociado a una lanza,
permite proyectarla mucho más lejos
que si se lanzara con la mano. Y a
continuación le tocó el turno de ser
inventado al arco.
Las primeras puntas de flecha de
sílex, pero también de hueso, de una
veintena de miles de años de
antigüedad, descubiertas en España y en
Rusia, podrían haber sido lanzadas con
arcos, pero no se sabe con certeza. El
arco de Mannheim tiene la ventaja de
existir.
Un pequeño mamut[79]

El 28 de mayo de 2007, la agencia


France-Presse anunciaba el
descubrimiento en Rusia de un bebé
mamut entero y en perfecto estado[80]. Al
recibir las fotos de este bebé, estimé su
edad en unos meses. Este bebé, que debe
medir 1,75 metros en la cruz, se
encontró en la península de Yamal.
Actualmente, se conserva en el museo de
Salejard. Para estudiarlo, se ha
constituido un comité internacional en el
que tengo el placer de figurar.
No cabe duda de que los bebés nos
permiten ver lo que es genéticamente
característico de la especie, puesto que
los observamos a una edad que precede
a cualquier adaptación, sea la que sea.
Por ejemplo, se sabe que un mamut
necesita ciertas reservas y que presenta
una especie de protuberancia encima de
la cruz, una protuberancia que, por otra
parte, le confiere una silueta muy
especial. Ahora bien, este pequeño
carecía de protuberancia. Ya se había
constatado esta ausencia en otro bebé
mamut famoso, el de la Dima,
descubierto en 1977 y expuesto en el
Instituto de Zoología de San
Petersburgo. El bebé pesaba un centenar
de kilos, mientras que un adulto pesa de
4 a 6 toneladas, y su molde llegó a París
para la exposición Mammouths del
Museo Nacional de Historia Natural.
Estos descubrimientos son tanto más
interesantes cuanto que son raros y no
abundan las ocasiones de poder estudiar
el crecimiento de los individuos, un
proceso que recibe el nombre de
ontogénesis.
4
Signos e imágenes
El pasado reciente

Vallon-Pont-d’Arc[81]

Ardecha es una región donde la


prehistoria a menudo ha ocupado un
puesto de honor; por ejemplo, allí se
presentan regularmente exposiciones
muy interesantes. Es el caso de
Vallon-Pont-d’Arc, el magnífico lugar
del que vengo. En este hermoso
municipio, se ha creado el Centro
Europeo de Investigaciones
Prehistóricas, modesto pero
extremadamente activo. Este centro es el
que concibió, hace ya unos años, la
exposición sobre la cueva Chauvet, que
depende del municipio de
Vallon-Pont-d’Arc. El visitante puede
admirar todavía hoy la reproducción de
sus extraordinarias pinturas, que datan
de hace una treintena de miles de años,
pero también las de otras cuevas de
Ardecha.
A esta exposición permanente, se
acaba de añadir otra exposición, esta
vez temporal, que se presenta en el
ayuntamiento, a su vez instalado en un
bonito castillo. Lleva por nombre: Lucy,
histoire d’ancêtres [Lucy, historia de
ancestros].[82] Cuenta la evolución de
los prehumanos y del hombre, con el
apoyo de gran cantidad de documentos,
de manera didáctica y en una superficie
que debe de tener entre 400 y 500 m2.
Esta exposición es en realidad
itinerante; inauguré la primera
presentación en Carnac, hace unos años.
Así pues, dos exposiciones
complementarias que cuentan dos
periodos muy diferentes: la primera, las
pinturas realizadas por Homo sapiens
hace entre 30 000 y 10 000 años; la
segunda, la historia de los homínidos, es
decir, más de 3 millones de recorrido
prehistórico.

Dos huesecillos contables[83]

En la República Democrática del


Congo, el antiguo Zaire, existe un
yacimiento llamado Ishango, excavado
en los años cincuenta. Este yacimiento
acaba de ser objeto de un congreso
internacional en Bruselas; de hecho, se
trata concretamente de dos pequeños
huesos, de unos 10 centímetros cada
uno, uno de león y otro humano, que se
encontraron allí y que dieron lugar a esta
reunión; en efecto, son suficientemente
extraordinarios para ser tratados ahora
como verdaderas estrellas de la
prehistoria; ¡con sus 20 000 a 25 000
años de antigüedad, estos huesos tienen
marcadas unas incisiones en columnas,
como si propusieran la escritura de un
sistema aritmético[84]!
¿Se trata de un calendario o de una
contabilidad a partir de una base 10 o de
una base 6, según se cuenten los dedos o
bien los dedos y las falanges como se
hace todavía hoy en África? Ningún otro
objeto atestigua que en esta época se
supiera contar. Es cierto que se conocen,
desde hace mucho tiempo, otros huesos
que llevan trazos de marcas, en
Bilzingsleben, en el este de Alemania,
por ejemplo (yacimiento de 300 000
años), pero también en Pech-de-l’Azé,
en el sudoeste de Francia (200 000
años); pero evidentemente no se sabe si
estas marcas son intencionadas, y en este
caso si son decorativas o los primeros
signos de una especie de discurso, de
una especie de comunicación, a pesar de
que no hay, en estos dos casos, el ritmo
de las muescas de los huesos de
Ishango[85].
Las conclusiones del congreso de
Bruselas no fueron decisivas; algunos
investigadores piensan en calendarios
lunares, otros en una verdadera
contabilidad. Se ha iniciado un debate
científico entre los partidarios de la
base 10 y los de la base 6. Es seguro
que hay que ver en ello una especie de
símbolo, pero ¿cuál?

Las pinturas de Vilhonneur[86]

El descubrimiento de una nueva


cueva con dibujos siempre es un
acontecimiento en el mundo de la
prehistoria; y estos dibujos serían, según
dicen, más antiguos que los de Lascaux
(datados en unos 18 000 años). Este
descubrimiento fue realizado el mes de
noviembre de 2005 en Charente, en el
municipio de Vilhonneur, por
espeleólogos[87], pero, por razones de
protección, no se anunció enseguida. Se
trata de media docena de pinturas, todas
situadas en una gran sala, entre ellas una
mano en negativo, en cierta manera
estarcida. Ahora bien, la presencia de
esta mano es importante porque permite
una datación relativa. En efecto, se sabe
que las manos tratadas de esta manera
no van más allá de lo que recibe el
nombre de gravetiense, es decir, de
22 000 a 25 000 años. Por otra parte, es
la razón por la cual no hay rastro de
ellas ni en Lascaux ni en la cueva
española de Altamira. Esta mano es,
pues, el testimonio de cierta antigüedad,
nos conduce a ese famoso gravetiense,
sobre todo ilustrado por la confección
de las estatuillas femeninas que
llamamos Venus.
Para mí, la percepción de la forma
está ligada a la emergencia de la
conciencia. En efecto, desde las
primeras piedras talladas, el hombre
tuvo conciencia de la forma que
realizaba al golpear una piedra con otra.
Recordó estas formas cuando eran
eficaces, pero probablemente también
muy deprisa cuando eran bellas. Las
primeras piedras talladas tienen
alrededor de 3 millones de años y las
primeras piedras talladas simétricas, 1,7
millones de años (evidentemente, la
simetría es una forma de belleza); la
elección de la materia prima se basa con
frecuencia en la búsqueda de eficacia y
de estética. Después, se puede pensar en
el periodo de un centenar de miles de
años en que el hombre recogía conchas,
fósiles y minerales porque son formas
curiosas. Finalmente, esta percepción de
las formas progresó y llegó a la
proyección de algunas de ellas en
ciertos objetos —como muestra la
piedra con incisiones cuadriculadas de
Biombos, en Sudáfrica, que tiene 75 000
años de antigüedad— o en algunas
paredes, como el reciente
descubrimiento de la cueva de
Vilhonneur[88].

Rouffignac[89]

Hace unos cincuenta años, el mes de


junio de 1956 exactamente, se
descubrieron unas bellísimas pinturas y
grabados en una cueva de Dordoña, que
después se hizo famosa, la cueva de
Rouffignac. Esta cueva estaba
frecuentada desde hacía mucho tiempo y
tenía las paredes llenas de grafitis; sin
embargo, Louis-René Nougier, profesor
de prehistoria en Toulouse, y Romain
Robert, aficionado a la prehistoria,
pudieron identificar 558 mamuts, 28
bisontes, 16 caballos, 12 cabras
montesas, 11 rinocerontes, un oso,
algunas representaciones probablemente
humanas, cierto número de serpientes y
gran cantidad de figuras menos
explícitas calificadas de abstractas[90]
En otoño de 1956, viví lo que
recibió el nombre de la «guerra de los
mamuts», que siguió a este
descubrimiento[91]. En efecto, como
cada vez que se produce este tipo de
descubrimiento, algunos
prehistoriadores dijeron: «No es
posible… Una cueva abierta desde hace
tanto tiempo… Estos mamuts son
falsos…». Además, estaba el padre
Breuil, famoso prehistoriador de la
época, que declaró: «Sólo hay una
persona en el mundo capaz de dibujar
tan bien los mamuts, ¡y esta persona soy
yo! Y yo no he realizado estos dibujos,
esta es la prueba de que son
auténticos…». Este razonamiento se
aguanta un poco por los pelos de mamut,
si se me permite, pero, en este caso, el
padre tenía razón.
Para celebrar este cincuentenario, se
ha puesto a la venta un sello postal de
0,55 euros, firmado por Jacky Rivière.
Representa a unas cabras montesas y un
magnífico mamut del gran techo de la
sala más grande de los 8 kilómetros de
galerías. Quisiera aprovechar esta
circunstancia para agradecer desde aquí
el esfuerzo de conservación realizado
por toda la familia Plassard, propietaria
de la cueva. Su abnegación no tiene
límites y su pasión tampoco, puesto que,
después de varias generaciones, el
último Plassard, licenciado por la
Universidad de Burdeos, se ha
convertido en prehistoriador
[92]
profesional .

Lascaux[93]

La imagen digital permite hoy


reconstrucciones tan precisas que
resultan muy útiles para ayudar a los
arqueólogos a comprender los métodos
de los artistas antiguos. La famosa cueva
de Lascaux, aunque ya analizada en
todos sus rincones, ha sido objeto de
este enfoque tan nuevo. Por dar algunas
cifras: se ha llegado a ¡100 000 puntos
separados por un milímetro, captados en
un segundo en 360 grados!
El autor de esta proeza se llama
Renaud Sanson y su sociedad, ZK
Production. Posee un laboratorio en
Montignac, que ha abierto al público
hace unos meses[94]. Parte de fotografías
de fragmentos de la cueva de Lascaux
hechas con una Leica digital; un
laboratorio saca diapositivas de 6 x 6.
El mismo revelado Leica le permite
reconstruir topográficamente las paredes
de la cueva; Renaud Sanson corta
entonces láminas de poliestireno, que
forman una especie de armazón que
representa las paredes en sus menores
detalles. Después de esto, proyecta en
este armazón las diapositivas y, delante
del público, con un código de colores
preparado con el ordenador, añade con
un pincel los diferentes tonos.
Renaud Sanson es también pintor y
por eso puede comprender mejor cómo
trabajaban los hombres prehistóricos,
cómo hicieron sus dibujos, cuáles fueron
sus vacilaciones, cuáles fueron sus
ensayos. La tecnología le permite entrar
en la mente de los artistas, fundirse con
ellos para intentar comprenderla y
reproducirla.

El valle del Coa[95]

En 1992, en el norte de Portugal, en


un valle llamado Coa, se preparan para
instalar una presa cuando un arqueólogo
pide la interrupción de las obras. En
efecto, en la orilla de este pequeño
valle, este señor acaba de descubrir 265
rocas grabadas, distribuidas a lo largo
de 17 kilómetros del lecho del río. Lo
comunica a la dirección de las obras y a
la dirección de antigüedades. Entonces
empieza un previsible conflicto, por un
lado, con los que se empeñan en instalar
la presa y que reducen quizás un poco
las dataciones, y, por otro lado, los
arqueólogos, que defienden este
yacimiento extraordinario. En 1995 se
da la razón a los arqueólogos; el
Gobierno portugués decide no construir
la presa y la Unesco inscribe el
yacimiento de Coa en la lista del
patrimonio mundial de la humanidad.
Después, continúan las investigaciones,
en 1999, en 2000, en 2001 y en otoño de
2005; se contabilizan en esta fecha un
total de cinco mil figuras[96].
Y he aquí que se vacía otra presa
situada aguas abajo y el nivel del agua
desciende. Los arqueólogos acceden
entonces a capas arqueológicas que
todavía no conocían y que contienen
herramientas, pero también placas que
presentan grabados comparables a los
de las rocas; como el conjunto de estos
sedimentos tiene entre 11 000 y 18 000
años, la edad de las figuras del valle de
Coa actualmente considerada es de
15 000 años[97]. Los grabados
representan caballos, cabras montesas,
rebecos, cérvidos, ciervos, ciervas y
uros, representados o bien en forma de
piqueteado, o bien en forma de ranuras
profundas. A mí me sorprendió la
extraordinaria semejanza de estos
animales grabados con los que se
encuentran pintados en las paredes de
las cuevas del sur de Francia o del norte
de España.

Sexuar las manos[98]

¿A quién pertenecen esas manos que


se pueden ver en las paredes de algunas
cuevas prehistóricas? ¿Son de hombres?
¿De mujeres? ¿De niños? Unas veces, se
trata de manos en positivo, que se
cubrían de colorante y se aplicaban
sobre la pared; otras veces, se trata de
manos en negativo, que se colocaban en
la pared y se rodeaban de color.
Naturalmente, la mano ya es un gran
símbolo en sí misma… Y, por otra parte,
en algunos yacimientos, se multiplican
de forma curiosa. Hace unos años que
los arqueólogos intentan comprender el
sentido de estos signos y su
multiplicación. Y he aquí que podrían
muy bien encontrar un principio de
respuesta gracias al formidable
programa informático creado por
Arnaud Noury.
En efecto, en el año 2002, un
investigador llamado John Manning se
dio cuenta de que el índice de longitud
entre dos dedos, el índice y el anular,
era sexuado, de manera que ganaba el
índice en la mujer y el anular en el
hombre[99]. Esto puede parecer curioso,
¡pero es así! A partir de este índice,
Arnaud Noury, informático, crea un
programa al que pone el nombre de
Kalimain. Sin perder tiempo, el
arqueólogo Jean-Michel Chazine lo
aplica a la cueva que está estudiando al
este de Borneo, la de Gua Mardua, que
contiene un mínimo de 140 huellas de
manos en negativo.
También resulta muy impresionante
de ver, porque está muy viva.
Evidentemente, como ocurre con todas
las pinturas y grabados prehistóricos,
estas manos han suscitado
interpretaciones múltiples. En especial,
algunos han hablado de iniciación…
En cualquier caso, es cierto que la
aplicación del índice del que hemos
hablado y del programa que propició
van a proporcionar nuevos datos y
nuevas interpretaciones, que esperamos
con el interés que cabe imaginar[100].

Un nuevo arte rupestre en el Sáhara[101]

Hubo un tiempo en que las grandes


extensiones actualmente desiertas del
Sáhara fueron muy acogedoras; había
allí sabanas, ríos, lagos… Jean-Loïc Le
Quellec lo sabe bien, porque ha
explorado la región del Sáhara
correspondiente al sudeste de Libia y al
noroeste de Egipto[102]. En especial, este
investigador descubrió en Jebel el
Uweynat y en la meseta de Gilf-Kebir lo
que cree que es un arte rupestre nuevo.
Este arte todavía no se ha datado
realmente, pero intriga. Parece
compuesto por tres tipos de
representaciones. La primera está
formada por una serie de pequeñísimos
personajes de 10 centímetros de altura,
algo filiformes, que él llama los
nadadores, porque parece que estén en
suspensión. La segunda engloba una
cantidad considerable de manos en
negativo, grandes o pequeñas, a veces
tan pequeñas que hacen pensar en manos
de bebés, pero también de pies en
negativo y de antebrazos tratados de la
misma manera. El tercer motivo es el de
un gran animal sin cabeza, con un
espinazo de curvatura pronunciada, un
cuarto trasero de bóvido, felino o
cánido, una cola y algunas patas —es
extraño escribir «algunas» patas, pero
es así—, sin duda, se trata de un animal
mítico…
Mezclados con estas figuras, se
encuentran a la vez animales de sabana y
animales domésticos, ganado vacuno,
corderos, cabras y perros. Su datación
no está clara. Los más antiguos, los
animales salvajes, parecen tener entre
8000 y 10 000 años de antigüedad, lo
cual corresponde al principio de las
grandes pinturas del Sáhara. En cambio,
los periodos llamados bóvido y
camélido, más recientes, si realmente
están representados, nos conducen al
límite de la prehistoria, a hace sólo unos
miles de años.
5
Neolítico
El pasado muy reciente

La higuera[103]

Se acaba de descubrir que los


hombres aprendieron a «domesticar» la
higuera antes que el trigo[104]. En efecto,
unos investigadores estadounidenses e
israelíes han encontrado en varios
yacimientos humanos, a lo largo del
valle del Jordán, restos de higos y de
semillas de higo vacías que datan de
hace 11 400 años, es decir, de
principios del neolítico, el momento de
las primeras sedentarizaciones.
Conviene recordar que los higos que
no son polinizados son los que producen
este tipo de semillas vacías. Estos higos,
en la naturaleza, caen muy deprisa. En
cambio, cuando se domestica, la higuera
no polinizada produce mayor cantidad
de higos pero, en este caso, los frutos se
recogen, por supuesto. Evidentemente, el
hombre no debió de comprender todo
esto de inmediato, sino que se dio cuenta
de manera empírica. Y como las
higueras echan renuevos muy deprisa,
empezó por el higo antes de ocuparse
del trigo. Sin embargo, hace 14 000
años, el hombre recoge y almacena el
trigo salvaje, la escanda, que no se
siembra. Y la escanda se domestica a su
vez hace unos 11 000 años, un poco
después que la higuera.
La espelta es otro trigo cultivado
que aparece hace unos 10 500 años, al
igual que la cebada y el centeno,
siempre en Próximo Oriente. En otras
regiones del mundo, el fenómeno de
neolitización, es decir, el
establecimiento de los hombres y el
inicio de las siembras, se generaliza. En
México y en Perú, lo que se cultiva es el
maíz, hace unos 7000 años; en el sur de
China, es el arroz, hace unos 10 000
años, mientras que en el norte de China,
se trata sucesivamente del mijo hace
unos 7000 años y de la soja hace unos
5000 años.

Stantari[105]

El poblamiento de Córcega
probablemente es muy antiguo, quizá
tiene 300 000 años, pero esta datación
no está confirmada en absoluto[106]. Se
habla también de la presencia de
hombres de Neandertal entre hace
60 000 y 80 000 años, pero también en
esto los arqueólogos son reticentes. Para
ellos, la primera frecuentación
incontestable de la isla debe situarse
hace alrededor de 12 000 años, fecha en
la que los pescadores nómadas,
procedentes de las costas italianas, se
instalarían, quizá de manera episódica, a
lo largo de las costas corsas,
consumirían sus peces y sus mariscos,
pero también ese conejito del tamaño de
una rata que es estrictamente indígena, el
Prolagus.
La implantación permanente de
poblaciones propiamente dicha no se
produjo hasta hace alrededor de 8000
años. Se trata de hombres procedentes
probablemente de Italia, pero también
de Provenza, y que, esta vez, conocen la
agricultura y la ganadería. Ellos son los
que, mediante la técnica de la quema,
transforman el monte bajo en campos de
cultivo. Llegan con cabras, ovejas,
cerdos, bovinos y perros. Algunos de
estos animales vuelven a su estado
salvaje y serían el origen del muflón y el
jabalí, que hoy forman parte de la fauna
de la isla.
Esta gente se manifestó sobre todo
por sus construcciones megalíticas. Las
más originales son los menhires
esculpidos, de los que existe un buen
centenar a través de toda Córcega. Con
una antigüedad de 4500 a 2500 años
antes de Cristo, estos menhires
presentan una unidad de estilo fija. Se
observan personajes, esencialmente
guerreros, que llevan dagas, espadas y
cuchillos. El estilo de las armas,
probablemente de bronce, en cualquier
caso las más antiguas, es lo que permite
datar estas esculturas. Estas estatuas
servían para señalar o bien una
sepultura, o bien un camino o un sector
particular del espacio. En otras
palabras, era una manera de hacer
comprender al vecino que allí ya no
estaba en su casa…

Stantari (continuación)[107]

La revista Stantari, de la que ya he


hablado y de la que soy un poco el
padrino, intenta preservar no solamente
el patrimonio prehistórico corso, sino
también el patrimonio natural, es decir,
los ecosistemas en su conjunto. Es una
revista muy destacable que cubre todos
los campos de exploración de esta isla
fuera de lo común.
Ahora bien, me he enterado
recientemente de que nuevas
producciones aumentarán la acción de
esta revista; se trata de una serie de
documentales. Ya se han filmado dos.
Uno trata sobre la recogida de restos de
un barco del siglo III que naufragó en el
mar de la isla, con vasos, objetos de
cerámica, ánforas y estatuas. El segundo
relata las excavaciones de la segunda
ciudad romana de Córcega, Mariana,
fundada en el siglo I antes de Cristo (por
el cónsul Mario, de ahí su nombre) y
abandonada hacia el siglo IV o el siglo V
después de Cristo.
También acaba de salir, siempre en
relación con la revista, puesto que esta
es la que lo edita, una pequeña obra que
no solamente cuenta toda la prehistoria y
los inicios de la historia de Córcega,
sino que precisa cómo acceder a los
yacimientos. En efecto, aparte de los que
son turísticos, el resto de ellos a menudo
están ocultos en la montaña y el monte
bajo. Esta pequeña guía se llama
Promenades préhistoriques[108]…

Obsidiana[109]
Una obra reciente de economía
prehistórica, de Laurent-Jacques Costa,
trata en especial de la circulación de la
obsidiana entre Cerdeña y Córcega[110].
Conviene recordar que la obsidiana es
un vidrio volcánico que corta de
maravilla. Se conocen cuatro
yacimientos en Cerdeña pero ninguno en
Córcega. Sin embargo, se encuentran
lascas de obsidiana en los yacimientos
prehistóricos corsos desde el sexto
milenio antes de nuestra era. Sigue
presente, pero siempre en pequeña
cantidad, en el quinto milenio, y se
vuelve abundante en el milenio
siguiente, antes de desaparecer en
provecho del metal. En el cuarto
milenio, la obsidiana está presente en el
75 por ciento de los objetos fabricados
en algunos de los yacimientos
prehistóricos de Córcega. En la
actualidad, estudiando
petrográficamente estos fragmentos,
estamos en condiciones de decir de
dónde proceden e incluso de qué
corriente de lava…
De esta manera procedió Laurent-
Jacques Costa con estas piedras
talladas. Pero también se dio cuenta de
que las hojas y las hojitas utilizadas
estaban allí, en Córcega, y en cambio
nunca la materia prima de origen, nunca
los restos de talla, nunca lo que se llama
el núcleo, es decir, lo que queda
después de la talla. Dedujo de ello que
sin duda había en la época artesanos
mercaderes. En lugar de mandar la
materia prima para tallar a Córcega o de
tallarla en Cerdeña y después mandarla
ya preparada, habría habido
especialistas de la talla de la obsidiana
que habrían trabajado en Córcega, a
demanda, la materia en cuestión y
después se habrían marchado con lo que
quedaba para tallar otros objetos, quizá
menos importantes, en otra parte,
etcétera. Y todo esto en el cuarto
milenio antes de Cristo…

Un nuevo alineamiento de menhires


bretones[111]

En los años cincuenta, tuve la suerte


de excavar en Bretaña, especialmente en
el norte de Finisterre, las primeras
arquitecturas monumentales del mundo;
lo hice con Pierre-Roland Giot, entonces
director de la circunscripción de
antigüedades prehistóricas de esta
provincia[112]. Unos sesenta años más
tarde, le ha tocado el turno a Stéphane
Deschamps, conservador regional de
arqueología de Rennes, de poner en un
lugar de honor a esta región. ¡En efecto,
se acaban de descubrir aquí unos sesenta
menhires[113]! Me diréis que sesenta
menhires no habrían tenido que pasar
desapercibidos durante tanto tiempo,
pero estos menhires estaban tumbados, y
esta es la razón por la que no se
descubrieron antes. En efecto, estos
menhires, que se encuentran en el
municipio de Belz, por lo tanto no lejos
de Carnac, estaban ocultos bajo la tierra
arable y la preparación de esta tierra los
puso al descubierto. Algunos sólo tienen
60 centímetros de largo, mientras que
otros llegan a 1,80 metros. Es evidente
que nos encontramos en presencia de un
alineamiento, es decir, de un templo al
aire libre.
El primer megalitismo bretón, que es
también el primer megalitismo del
mundo, se data en 7000 a 8000 años.
Los monumentos que se llaman
alineamientos son sin duda un poco
menos antiguos, de 6500 a 7000 años.
Entre el golfo de Morbihan y el río Etel,
se estima que se «plantaron» unas diez
mil piedras, es decir, alrededor de
65 000 toneladas de granito. Se sabe
cómo estos hombres desplazaban las
enormes piedras; se transportaban sobre
troncos, gracias a una mano de obra
evidentemente considerable. Se cree que
probablemente se necesitaban unas
cincuenta personas para los menhires de
3 a 4 metros de altura y entre 200 y 500
personas para los colosos. Se conocen
también las canteras donde estos
constructores encontraban la materia
prima y cortaban los menhires. Realizar
una obra tan considerable evidentemente
sólo es posible en una sociedad
poderosa, jerarquizada y provista de una
fe firme; se trata de la primera gran
sociedad agrícola de Armórica.

La arqueología armoricana y de su
desarrollo, la arqueología normanda[114]

Se acaban de publicar dos libros,


maravillosamente ilustrados, sobre la
arqueología de dos regiones por las que
siento un afecto especial. El primero,
titulado La Préhistoire dans l’Ouest,
está firmado por Romain Pigeaud; trata
sobre Bretaña, pero también sobre la
Baja Normandía, puesto que el macizo
armoricano la engloba en parte[115]. El
segundo, puramente normando, se titula
L’Archéologie en Normandie y es obra
de tres autores, entre ellos Vincent
Charpentier[116]. En estas dos bellas y
grandes provincias, la arqueología se
inicia hace alrededor de 600 000 a
700 000 años. En aquella época, el
hombre que vive allí se llama Homo
heidelbergensis, que es lo mismo que
decir hombre de Neandertal antiguo.
Tanto en Bretaña como en Normandía,
se lo encuentra un poco por todas partes,
sobre todo a lo largo de las costas. Se
sigue su historia durante miles de años
hasta su sustitución por Homo sapiens,
llamado cromañón, y después pronto por
el hombre del neolítico, que construirá
la primera arquitectura monumental del
mundo; los megalitos bretones son los
más antiguos; los normandos, también
extraordinarios pero menos conocidos,
datan de hace 7000 a 7500 años.
Estas culturas neolíticas son culturas
brillantes por sus monumentos, pero
también por sus objetos, su artesanía y
sus importaciones. Se han descubierto
sus dólmenes tanto en Bretaña como en
Normandía, perlas, anillos-discos y
hachas pulidas, que son auténticas joyas
de jadeíta y de cloromelanita, piedras
verdes magníficas, piedras importadas,
símbolos de una sociedad rica, poderosa
y muy jerarquizada.

Zacharie Le Rouzic[117]

La de Zacharie Le Rouzic es una


bonita historia: la del encuentro entre un
maestro y un alumno, James Miln y
Zacharie Le Rouzic, un alumno que
partió de cero y se convirtió en un
eminente prehistoriador, que continuó la
obra de su mentor con inteligencia y
perseverancia.
En efecto, la prehistoria de Carnac
fue estudiada por un rico erudito
escocés llamado James Miln. Fue en el
siglo XIX. James Miln recibió la ayuda
en esta tarea de un joven de Carnac, el
famoso Zacharie Le Rouzic, el mayor de
nueve hermanos, que salió de la escuela
a los diez años de edad. Miln
consideraba al muchacho apasionado,
vivo y brillante, lo hizo su asistente y,
cuando murió, en 1882, Zacharie Le
Rouzic se convirtió de forma natural en
el conservador del museo donde se
había reunido el conjunto de las
colecciones de James Miln. Zacharie Le
Rouzic tiene entonces dieciocho años y
da al museo el nombre de Museo Miln.
Pero Zacharie Le Rouzic continúa las
excavaciones y las investigaciones.
Fotografía los monumentos megalíticos,
los restaura y los hace clasificar.
Entre 1900 y 1938 —fallece en 1939—,
sólo para el municipio de Carnac, por
ejemplo, hace clasificar 119
monumentos.
Las fotografías tomadas por Le
Rouzic en los años veinte del pasado
siglo, hasta ahora inéditas, son las que
se exponen en el Museo de Prehistoria
de Carnac, convertido en el Museo
Miln-Le Rouzic[118].

Yacimiento neolítico elevado[119]

Saboya acaba de dar a conocer un


nuevo yacimiento neolítico, a una altitud
de 2200 metros, 2250 metros
exactamente, cerca de Bessans[120]. En
efecto, los Alpes, cubiertos de hielo
durante todo el último episodio glacial,
experimentaron hace 11 000 años un
fenómeno de deshielo que permitió al
hombre, progresivamente, conquistar
este espacio que se liberaba.
Este yacimiento data del neolítico
medio, es decir, de hace 7000-8000
años. Probablemente sólo se trata de un
refugio, un lugar de paso, pero se han
encontrado allí cinco cubetas de
combustión y además, por supuesto,
cierto número de piedras talladas. Los
objetos aislados ya nos habían indicado
que aquellos hombres, aunque no se
habían instalado, habían pasado por allí
y que a veces hacían travesías que los
obligaban a pasar la noche fuera. En
otros lugares, en otros yacimientos
elevados de Saboya, el interés de la
implantación es claramente mercantil,
puesto que se trata esta vez de
yacimientos de ciertas piedras
preciosas. A 2200-2500 metros, se sabe
que había, por ejemplo, una explotación
de jadeíta, una piedra verde magnífica
exportada tal cual a Bretaña. Se han
encontrado numerosas hachas de jadeíta,
cuya materia prima procedía de Saboya
pero se preparaba y pulía en Armórica,
en sepulturas de 6000 a 8000 años de
antigüedad.
Si se asciende unos centenares de
metros más, se llega, por supuesto, a un
famoso cadáver, descubierto en Tirol en
1991. El hombre de Similaun, llamado
Otzi, de unos 5000 años de antigüedad,
ascendió a 3210 metros por razones
personales, puesto que todavía tenía
huellas de heridas; quizás estaba
huyendo después de unas discrepancias
un poco violentas…

Marsella[121]

Marsella es una ciudad cuya historia


está muy ligada a la de su puerto,
famoso por sus intercambios
comerciales desde la época
grecorromana —excavaciones recientes
en el barrio de Panier hablan de una
presencia griega 500-600 años antes de
Cristo—, pero Marsella ya tenía una
existencia propia en los tiempos
neolíticos. Otro barrio, Saint-Charles,
cerca de la estación, ha revelado
vestigios que datan de hace 7000 a 8000
años[122]. Conviene recordar que los
hombres del neolítico son los primeros
que se sedentarizan. El refugio que
constituye el entorno natural de Marsella
no les pasa desapercibido; se instalan
allí por razones de protección y por
razones de negocio, como siempre que
hay una bahía, una caleta, un vado, una
confluencia o una colina en alguna parte,
sobre todo en las regiones de Europa del
Oeste, siempre muy habitadas.
Recuerdo haber excavado
yacimientos de la costa bretona,
identificados gracias a los fuertes de
hormigón alemanes de la última guerra,
cuya sucesión llamamos «muro del
Atlántico». En efecto, el muro del
Atlántico se instaló en emplazamientos
especialmente elevados, desde donde se
podía ver muy lejos, tanto por el lado
del mar como de la tierra. Pues bien, en
general, cuando se identificaba uno de
estos fuertes, se encontraban debajo
restos de un montículo feudal y, bajo el
montículo, a menudo un pequeño fuerte
romano y, bajo el fuerte, un oppidum
neolítico, un saliente de tierra en el mar,
cortado por el lado de la tierra para su
protección, e incluso a veces restos de
instalaciones mesolíticas. Como la
topografía no ha cambiado mucho desde
hace 10 000 años, una situación
estratégica en el mesolítico todavía lo
era hace cincuenta años, y lo sigue
siendo en la actualidad.

Perpiñán[123]

Un yacimiento neolítico a las puertas


de Perpiñán, excavado por el Institut
National de Recherches Archéologiques
Préventives (INRAP), nos enseña un
poco más sobre la vida de los hombres
en la época en que se organizaban en
pueblos[124] y en que inventaron la
agricultura y la ganadería. En efecto, en
el lugar llamado Le Petit Prince, las
excavaciones realizadas en una
2
extension de más de 1000 m han sacado
a la luz 40 silos de grano y, mezcladas
con estos silos, unas 250 muelas para
triturar los granos; el conjunto se ha
datado en más de 6000 años.
La tercera «paleoficción» de 90
minutos producida por France
Télévisions, después de L’Odyssée de
l’espèce y Homo sapiens, trata
precisamente sobre este periodo.
Mientras que L’Odyssée de l’espèce
contaba los diez últimos millones de
años de la historia del hombre y Homo
sapiens los últimos quinientos mil años,
Le Sacre de l’homme trata, en efecto, de
sus últimos diez mil años[125]. Evoca,
pues, esa época en que la gente se
detiene y construye aldeas que se
convierten en ciudades, en que inventa
la agricultura, la ganadería, el
almacenamiento de la carne y de los
vegetales, esa época en que la economía
de depredación se convierte en una
economía de producción. La arquitectura
monumental, los grandes monumentos
megalíticos empiezan a aparecer, se
descubren los metales y, con los
metales, pronto las aleaciones y después
la moneda, la escritura, pero también
todas las contrapartidas que acompañan
a la progresión del hombre: las guerras,
las epidemias y las hambrunas.
Evidentemente, con el tiempo, esta
cultura se complicará, se organizará,
crecerá en importancia y explotará
demográficamente, pero está claro que
es hace 12 000 años cuando entramos en
esta sociedad, en la que todavía vivimos
hoy.

Seis mil años de felicidad[126]

Reconstruir los comportamientos de


los hombres prehistóricos es también
uno de los objetivos de los arqueólogos.
Así que imaginad nuestro gozo cuando
tuvimos la suerte de descubrir, además
cerca de Verona, a una pareja abrazada.
El hombre y la mujer son jóvenes, a
juzgar por su dentadura, aparentemente
murieron juntos y los enterraron juntos,
abrazados. Sus cadáveres se encuentran
casi frente a frente. Las obras en la zona
industrial de Mantua permitieron
descubrir estos dos esqueletos[127]. Se
estima su edad en 5000-6000 años. La
arqueología es una ciencia un poco seca;
se esfuerza por clasificar y datar lo que
descubre, pero, a veces, como en este
caso, también es rica en emociones.
El estudio de las sepulturas y de los
cadáveres, la arqueotanatología, nos
proporciona informaciones muy
interesantes sobre los rituales, las
costumbres y los comportamientos de la
gente. Antes de la pareja de Verona, ya
se habían descubierto y descrito algunos
ejemplos de un pasado más antiguo; en
Qafzeh, Israel, una tumba doble de
90 000 años contenía a un adulto con un
niño a sus pies, con el esqueleto un poco
comprimido. En La Ferrassie, Francia,
otra tumba doble, de 50 000 años de
antigüedad, contenía dos recién nacidos.
Y también está la tumba de Salléles-
Cabardés, en la región de Aude, que
data de hace 5000-6000 años, como la
de Verona, en la que se ve a una mujer
que rodea con los brazos a un niño de
unos cinco años. Los hombres
prehistóricos no están tan muertos como
parece, y los prehistoriadores todavía
pueden emocionarse con sus emociones,
aunque sean tan antiguas…

Origen de los faraones[128]

Un artículo reciente de Archéologie


trata sobre el Egipto que llamamos
predinástico y que desembocó en el
nacimiento de los faraones[129]. En esta
historia hay que considerar tres
yacimientos: Jartum, Badari y Nagada.
Estos yacimientos se encuentran en el
sur del antiguo Egipto (Egipto y Sudán)
y del sur es de donde viene la monarquía
faraónica.
En Jartum (7000 años) nos
encontramos al inicio de la
sedentarización; las poblaciones, que
hasta el momento eran nómadas, se
detienen, empiezan a recolectar mejor y
a domesticar a los primeros animales.
En Badari (6500 años), los hombres son
medio sedentarios y medio nómadas,
pero ya excavan fosas para almacenar
vegetales; en estas fosas, se encuentra un
gran número de especies silvestres, lo
cual significa que la agricultura todavía
no está bien establecida. En cambio, las
sepulturas indican diferentes
tratamientos según las personas; la
sociedad empieza, pues, a jerarquizarse.
En Nagada (6000 años), a pesar de que
todavía se trata de una sociedad de
jefaturas, se establece y va creciendo
una clara diferenciación social, a juzgar
por las sepulturas de notables, que cada
vez son más ricas; en efecto, contienen
objetos valiosos, procedentes de
regiones lejanas, objetos caros y de
prestigio. Después, ese emergente
protoestado tendrá las reacciones
normales que acompañan al poder;
alimentará proyectos de expansión y
buscará la competitividad. En todo el
valle del Nilo y, más allá, en Próximo
Oriente hasta Palestina, y lejos hacia el
sur, en toda Nubia, se establecerá y se
desarrollará la gran monarquía
faraónica. Esos son sus largos
comienzos.

Los lagos Chad[130]


Hoy, los investigadores se interesan
mucho por el lago Chad, un lago que me
atrae personalmente desde hace mucho
tiempo, puesto que excavé en este país
entre 1960 y 1966. Recientemente, unos
equipos franceses del Instituí de
Recherches pour le Développement
(IRD), así como un equipo de
investigadores australianos, que parten
de imágenes de satélite, han intentado
reconstruir el lago Chad tal como era
hace 6000 años[131]. De esta manera, han
establecido que cubría una superficie de
unos 340 000 km2, lo cual es
considerable, sobre todo cuando se
compara esta superficie con la actual; en
efecto, hoy sólo cuenta con unos miles
de kilómetros cuadrados; en aquella
época, era, por tanto, del tamaño del
Caspio…
Yo llegué al mismo resultado hace
más de cuarenta años, pero de manera
mucho más artesanal, ¡recogiendo
cerámica![132] Cuando seguía los largos
itinerarios de prospección para buscar
fósiles, también encontraba yacimientos
arqueológicos y me obligaba a recoger
muestras de cerámica en cada uno de
ellos, lo cual hice en 300 o 400 lugares.
Después, al examinarlas, me di cuenta
de que algunas de estas muestras se
parecían y otras no. Reconocí media
docena de culturas sucesivas y, como a
veces había encontrado estas cerámicas
en estratigrafía (sucesiones verticales),
podía decir cuáles eran las más antiguas
y cuáles eran las siguientes; podía
ordenarlas en el tiempo. Finalmente,
cuando elaboré los mapas de su
distribución, tuve la gran sorpresa de
ver que no todos estos yacimientos
ocupaban el mismo espacio.
Observando de más cerca, pronto me di
cuenta de que los más antiguos, que
databan de unos miles de años, estaban
todos por encima de 320 metros; los
siguientes menos antiguos, por encima
de 280 metros y los siguientes, por
encima de 240 metros; los últimos, los
más recientes, estaban en el fondo de los
valles, en el fondo del lago, en cierta
manera. Por sus edades y su distribución
en altura, estas cerámicas me habían
dibujado las orillas sucesivas del lago,
¡al mismo tiempo que me informaban
sobre la manera en que el Sáhara se
secaría y la velocidad a la que lo haría!
6
Nuevo mundo y
océano Indico
El pasado de al lado

Prehistoria en Brasil[133]

La historia del poblamiento de


América plantea problemas desde
siempre a los arqueólogos, y esto no
parece que vaya a cambiar. Acabo de
regresar de Brasil, donde están
descubriendo que hay una prehistoria
más antigua que la que se imaginaba
para todo el continente americano. En
efecto, durante mucho tiempo, se ha
pensado que todos los pobladores
americanos llegaron por el estrecho de
Bering. Sobre todo teniendo en cuenta
que este estrecho, que actualmente está
ocupado por el agua, se encontraba seco
en la época de las glaciaciones; por lo
tanto, es fácil no solamente pasar, sino
pasar a pie. Según esta hipótesis, los
yacimientos prehistóricos de América
del Norte naturalmente deberían ser más
antiguos que los de América del Sur. Sin
embargo, no es así.
En el nordeste de Brasil, el
arqueólogo francobrasileño Niède
Guidon encontró en los años setenta
cierto número de hogares muy antiguos,
asociados a herramientas de piedra
tallada incontestables. Los carbones,
tomados de estos hogares, han sido
datados por tres laboratorios: en
Estados Unidos, en Brasil, pero también
en Francia, en Gif-sur-Yvette. Y los tres
laboratorios están de acuerdo: ¡algunos
carbones tienen más de 50 000 años! En
América del Norte, se llega apenas a
30 000 años y además los yacimientos
así datados son muy discutidos[134]…
Al mismo tiempo, las hipótesis se
multiplican. Algunos estiman que los
pobladores pudieron atravesar el
estrecho de Bering, pero que también
pudieron hacer cabotaje a lo largo de las
costas y llegar por la costa occidental de
América del Sur. De todos modos,
queda el problema de cruzar los
Andes… Otros proponen una llegada
por el Atlántico, pero todos los huesos
de todos los esqueletos descubiertos
hasta ahora en América son
protomongoloides; por lo tanto, tienen
todo el aspecto de proceder de Extremo
Oriente. Por otra parte, la sangre de los
amerindios actuales es portadora de
características que son claramente las
que se encuentran en Asia o en Oceania,
nunca en Europa o en África. En cuanto
a las parasitosis de los amerindios,
también son de origen asiático…

Poblamiento de América[135]

La cuestión del poblamiento del


continente americano continúa
obsesionando, como he dicho, y se han
emitido varias hipótesis. La más
ampliamente admitida es la del paso de
hombres procedentes de Asia por el
estrecho de Bering, durante los periodos
glaciales, pero surgen otras hipótesis.
Entre ellas, la de un colega de Sao
Paulo, Walter Neves, que se interesó por
los cráneos de un yacimiento conocido,
Lagoa Santa, del estado brasileño de
Minas Gerais[136]. Se trata de una
excelente serie de ochenta y un cráneos,
en parte conservados en Copenhague.
Estos cráneos no son extremadamente
antiguos, pero a pesar de ello tienen
entre 7500 y 11 000 años.
Lo que sorprendió a Walter Neves
fue la longitud y la estrechez de los
cráneos, la proyección del rostro, las
grandes órbitas y la nariz chata. Se dijo
que esta fisonomía no se parecía a la de
los amerindios actuales ni a la de los
siberianos, sino que recordaba mucho
más a los melanesios o a los aborígenes
de Australia. Por lo tanto, si el paso de
estos hombres se realizó por el estrecho
de Bering, es necesario que después
hubieran podido continuar descendiendo
a lo largo de la costa pacífica para
desembarcar en alguna parte de América
del Sur y poder llegar a los estados del
este, como Brasil. Cuando el mar
descendió, porque los glaciares
acapararon el agua, este mar, por
supuesto, liberó el estrecho de Bering,
que pudo cruzarse a pie, pero también
liberó, a lo largo de las costas, toda una
meseta continental hoy anegada; así
pues, los pobladores pudieron muy bien
desembarcar en grandes llanuras del
litoral que, en aquella época, no estaban
inundadas. Pero los hombres de
entonces, aunque viajaron mucho a pie,
sin duda también se movían mucho en
barco. Hace 7500 a 11 000 años, la
circulación por mar era corriente. Si los
hombres hicieron «cabotaje», si
recorrieron las costas de Extremo
Oriente y después las Aleutianas,
pudieron llegar a América, recorrer las
costas del Pacífico y, por supuesto,
establecerse también a lo largo de estas
costas. Cuando la arqueología
submarina se desarrolle, muchas
preguntas encontrarán sus respuestas.
Patagonia[137]
Mi trabajo me obliga a viajar
mucho. Por consiguiente, a menudo tomo
aviones de compañías locales y
entonces hojeo las revistas que ofrecen,
cosa que he hecho últimamente en mi
viaje a Patagonia. La compañía en
cuestión se llamaba Lan; vuela a Chile,
Perú y Argentina. Me encantó encontrar
en su revista mensual y su sección
«Carnet d’adresses» varias páginas
sobre los museos de paleontología,
prehistoria y arqueología del mundo
entero. Se citaban en especial el museo
de Alberta, en Canadá, el museo de
Madrid, el Museo de Historia Natural
de Londres, el American Museum de
Nueva York, el Senckenberg de
Frankfurt (aunque no el de París, lo cual
me entristeció un poco), pero también
museos más modestos, locales o
regionales, como el Museo Nacional de
Santiago. En cambio, el Museo
Paleontológico Egidio Feruglio de
Trelew, cerca de Puerto Madryn, en
Argentina, no se mencionaba.
Sin embargo, es un museo
paleontológico extremadamente bien
hecho, que presenta unos hallazgos
locales especialmente ricos y originales.
Se encuentran en él los restos animales
más antiguos de la tierra, pero también
huesos de dinosaurios y numerosos
restos de esos famosos y grandes
mamíferos, los xenartros o desdentados,
auténticos monstruos, contemporáneos
de los hombres para algunos, que dieron
fama a América del Sur y de los que hoy
sólo quedan los pequeños tatús y los
osos hormigueros. Es un museo muy
importante porque, a partir de
colecciones locales, recorre la historia
de la vida, desde las formas animales
más antiguas hasta la llegada de los
humanos hace una decena de miles de
años.

Pasos humanos en México[138]

Se acaban de descubrir en México


huellas de pasos humanos que datan de
hace 40 000 años, lo cual corresponde
en Europa a la época en que el hombre
de Cro Magnon y el de Neandertal
cohabitaban[139]. Se trata de huellas de
pasos encontradas bajo 2 o 3 metros de
sedimentos, cerca del volcán Cerro
Toluquilla, en el sur de México.
En América, 40 000 años es mucho,
¡aunque el hallazgo no me sorprende!
Soy de los investigadores que creen
desde hace tiempo en las dataciones muy
antiguas del poblamiento americano,
desde el descubrimiento, hace unos
años, en el nordeste de Brasil, de toda
una serie de hogares y de herramientas
que datan de hace más de 50 000 años.
Sin embargo, todavía hay investigadores
que piensan que la llegada del hombre a
América no pudo acaecer antes de hace
10 000 o 15 000 años.
Sabemos que este poblamiento es
muy homogéneo; el estudio de los
esqueletos a través de toda América lo
demuestra; su origen se sitúa claramente
en Extremo Oriente. También se sabe
que el paso de Extremo Oriente a
América pudo realizarse o bien por el
estrecho de Bering, puesto que allí es
donde América se une a las tierras de
Asia (en cada glaciación, el estrecho de
Bering se secaba y hacía posible que los
hombres pasaran a pie), o bien por
navegación a lo largo de las costas,
porque el hombre, desde hace al menos
60 000 años, puede que incluso mucho
más tiempo, sabe navegar (recordemos
que así fue como llegó a Australia).

Las Antillas[140]
Las Antillas, como es bien sabido,
están formadas por dos series de islas;
las Grandes Antillas, al norte, y el arco
de las Pequeñas Antillas, más al sur y
más al este. El poblamiento de estas dos
series de islas aparentemente se realizó
por separado; las Grandes Antillas
fueron las primeras en poblarse hace
entre 6000 y 8000 años, y las Pequeñas
Antillas un poco más tarde. Esto se
sabe, por supuesto, por la comparación
de los restos descubiertos en las dos
zonas.
Pero, tanto en unas como en otras,
los primeros que llegaron a la región
fueron talladores de piedra; después la
pulieron e incluso pulieron conchas y
fabricaron objetos de cerámica.
En unos trabajos en Basse-Terre, en
un yacimiento de 2100 a 2500 años,
dirigidos por el Instituí National de
Recherches Archéologiques
Préventives, se acaban de encontrar
restos importantes por su número y su
diversidad: piedras talladas, piedras
pulidas (sobre todo jadeíta), perlas en
gran cantidad, pero también cerámica
con figuritas de terracota que
representan animales o personajes
mitológicos, modelados y aplicados en
los propios recipientes[141]. Y entre
estos objetos de cerámica, había
especialmente grandes platos muy
planos destinados a contener tortas de
harina de mandioca.
Porque la mandioca en su forma
natural es un veneno y debe pasar por
una etapa intermedia indispensable —la
extracción de un jugo— para que se
vuelva comestible; si se consume
directamente, puede resultar
simplemente fatal para el desgraciado
goloso… Por lo tanto, es interesante, e
incluso impresionante, darse cuenta de
que tantas personas, a través de tantas
regiones muy separadas unas de otras,
consiguieran entender cómo manejar
esta dificultad y consumir, y en
abundancia, esta valiosa raíz[142].

Canadá[143]
En Canadá, en la región de los
Grandes Lagos, se han descubierto
pinturas rupestres que datan de hace
unos miles de años, prueba de que hubo
una prehistoria en Canadá,
contrariamente a lo que a veces se
piensa. Cuando se produjo la última
glaciación, Canadá estaba parcialmente
cubierto por un casquete glacial (como
la actual Groenlandia) de 2000 a 3000
metros de espesor. Por supuesto, este
hielo en ocasiones se fundía (durante las
glaciaciones se producen oscilaciones
de las temperaturas) y entonces el valle
de Mackenzie, comprendido entre dos
grandes bloques de hielo, el del oeste
sobre las Rocosas y el del este sobre la
Lauréntida, se abría. Por otra parte, sin
duda los hombres pasaron por allí para
conquistar el resto de América (el sur de
América del Norte, Centroamérica y
América del Sur).
La prehistoria de Canadá marca así
el inicio de toda la prehistoria
americana, por no hablar de la de
Groenlandia, cuyo poblamiento se
produjo más tarde, hace alrededor de
5000 años. Sigue habiendo debate (y
materia de debate) sobre la edad de los
primeros poblamientos de América. Los
optimistas hablan de hace 50 000 años;
los moderados, de 30 000, ¡a veces
incluso de 20 000 años!
¡Personalmente, 50 000 años no me
sorprenderían!
A su paso, estos hombres
evidentemente nos dejaron huellas de su
cultura, en forma de objetos que también
son americanos; por ejemplo, esas
puntas arrojadizas que se lanzaban,
evidentemente con mango, sobre el
animal de caza y que son absolutamente
magníficas. Están hechas o bien de sílex,
o bien de obsidiana, y reciben el nombre
de puntas de Folsom o puntas de Clovis.
Además, hace alrededor de unos miles
de años, quizá 2000 o 3000 años, estos
pobladores comenzaron a pintar. En la
Columbia Británica, en el estado de
Washington y en las grandes zonas de
bosques entre la bahía de Hudson y los
Grandes Lagos (que eran el propósito de
esta crónica)[144], pintaron figuras
geométricas, figuras humanas y figuras
de animales reconocibles, pero también
criaturas extrañas. He visto, por
ejemplo, serpientes con patas, o también
una especie de gran carnívoro de
aspecto feroz; estos seres, relacionados
con la mitología, parecen existir todavía
en la memoria de los indios actuales.

Descubrimiento de América[145]

Se continúa diciendo a menudo que


América fue descubierta en 1492 por
Cristóbal Colón, es lo que hemos
aprendido en la escuela, pero, sin hablar
de los prehistóricos, que reciben el
nombre de amerindios, y que llegaron a
América hace unas decenas de miles de
años, parece que hubo gente que abordó
las costas del Nuevo Mundo antes que
él. Se está seguro, por ejemplo, de que
marinos escandinavos, marinos
vikingos, descubrieron, hacia el año
1000, Terranova, también Labrador y
otras tierras de América del Norte.
Después, y solamente después, Cristóbal
Colón tomaría el relevo. Al menos eso
es lo que se pensaba hasta que los
chinos se metieron en medio; en efecto,
recientemente han sacado un mapa que
representa América y que dataría de
1418, es decir, setenta años antes de
Cristóbal Colón[146]. Un almirante de la
flota de Ming, un tal Zheng He, habría
señalado esta tierra y la habría hecho
figurar en sus mapas. Pero, incluso sin
los chinos, Cristóbal Colón fue
«vencido», porque un portugués llamado
Joao Vaz Corte-Real habría llegado a
Terranova en 1474… los historiadores
parecen estar seguros…
Después de Cristóbal Colón, los
descubrimientos se multiplican.
En 1498, Giovanni y Sebastiano Cabot
(se trata de padre e hijo) redescubren
Terranova, Nueva Escocia y Nueva
Inglaterra; en 1499, el famoso Américo
Vespucio alcanza una isla en la
desembocadura del río Amazonas; en
1500, Pedro Camerol acosta en Brasil;
en 1501, de nuevo Américo Vespucio
llega a las costas brasileñas hasta los 32
grados de latitud sur. Y después, en
1518, una fecha importante, el geógrafo
de Baden, Martin Waldseemüller, dibuja
un mapa del mundo en doce hojas y
llama «América» a este continente
nuevo, en homenaje a Américo
Vespucio, que para él es el primer gran
explorador que comprende que se trata
de un nuevo mundo…

Arqueología en Quebec[147]

Quebec está haciendo


descubrimientos arqueológicos,
recientes pero apasionantes[148].
Recordemos que Jacques Cartier
remontó el San Lorenzo en 1534 y que
fundó en 1541 la primera ciudad de lo
que se llamaría la Nueva Francia,
Charlebourg. Poco después, en 1608,
Samuel de Champlain funda Quebec y,
dado que él mismo practica ya la
arqueología, describe las paredes de la
casa de Jacques Cartier en las orillas
del río San Carlos. Más de tres siglos
después, en 1951, se inician
excavaciones para encontrar la tumba de
Samuel de Champlain. A cada uno su
turno, si se me permite… ¡Cada uno,
cuando le toca, se convierte un día en
objeto de estudio para su propia
disciplina!
A mitad del siglo XX, en 1959, se
fundó la Sociedad de Arqueología de
Quebec. Después de esta fecha, las
excavaciones fueron numerosas y los
hallazgos, abundantes, pero sólo hace
unos años, en 2004, que las
excavaciones se realizan en forma de
grandes obras tanto en Quebec como en
Montreal. En Quebec, se han
concentrado bajo el gran hotel llamado
castillo Frontenac, tan famoso como la
torre Eiffel de París. Se encuentran allí
vestigios del fuerte Saint-Louis,
residencia de los gobernadores de
Nueva Francia. Este fuerte, fundado en
1620 y que sobrevivió hasta 1834,
estaba destinado a asegurar la defensa
contra los ataques de ciertos indios,
como los iroqueses, que al parecer eran
terribles. Se ha encontrado la
empalizada de madera (como en las
películas del Oeste) que rodeaba tres
grandes edificios y que marca los
inicios del primer fuerte. Se ha
encontrado también, bajo la plaza
Royale, la casa de Samuel de
Champlain. Hoy, las excavaciones se
han ampliado mucho. En los alrededores
de Quebec, se conoce ahora un convento
del siglo XVII, una casa solariega del
siglo XVIII, Mauvide-Genest, que se ha
restaurado muy bien; también la iglesia
de Notre-Dame-de-Sainte-Foy, del
siglo XVIII, y después, un poco por todas
partes, en el campo, antiguos hornos de
cal donde se calcinaba la caliza para
convertirla en el mortero necesario para
las construcciones.

La isla de Pascua[149]

Siempre se asocia la isla de Pascua


a sus grandes estatuas, que no dejan de
plantear interrogantes a los arqueólogos.
Ahora bien, hubo un tiempo en que había
árboles en esta isla; hoy, ya no queda
ninguno, y esto también plantea
interrogantes a los arqueólogos.
La isla de Pascua, situada en la
Polinesia oriental, con una superficie de
apenas 180 km2, se cuenta entre las
últimas tierras pobladas. En efecto, las
primeras poblaciones llegaron
aproximadamente unos 500 años
después de Cristo, algunos hablan
incluso de 800; por lo tanto, estarían allí
desde hace solamente 1200-1500 años.
La cultura de la isla de Pascua,
relativamente reciente, no es menos
extraordinaria. Dan testimonio de ello
las esculturas que conocemos bien, entre
ellas los famosos moáis, esas
monumentales estatuas de ancestros de
toba producida por el volcán cercano; la
más grande mide una veintena de metros
de altura. A título de comparación, 20
metros es la altura del menhir más
grande (el de Locmariaquer) de
Morbihan, de 6500 años de antigüedad.
Esta cultura se extinguió alrededor
del siglo XVII, justamente por la falta de
árboles y a causa de una disminución
considerable de alimentos. Se pensó
durante mucho tiempo que el hombre
había sido el que había acabado con el
bosque para sus construcciones y sus
barcos, que había actuado de forma
descuidada y que, en cualquier caso,
había acabado consigo mismo. El
hombre se consideraba la causa
principal de los problemas encontrados
en la isla, el origen de una verdadera
revolución, e incluso la fuente de su
extinción. Ahora bien, el caso es que los
investigadores han hecho recientemente,
en los yacimientos arqueológicos de la
isla de Pascua, un hallazgo
sorprendente, el de huesos de roedores
en mucha mayor cantidad que la de
espinas de pescado, lo cual no es normal
en una isla[150]. Esto podría significar
que estos roedores llegaron al mismo
tiempo que los humanos y no se descarta
que fueran, como consumidores de las
nueces y las semillas producidas por los
árboles de la isla, responsables de la
deforestación. En cualquier caso, serían
un poco la causa de la extinción de esta
gran cultura de la isla de Pascua, que
posee, por otra parte, una escritura
propia, que todavía no se ha descifrado
por completo.

La isla Tromelin[151]

La arqueología puede ser muy


fresca, su interés no está forzosamente
ligado a su antigüedad. Es lo que ocurre
hoy con la arqueología de la isla
Tromelin, uno de esos lugares
paradisiacos para nuestra imaginación,
perdido en medio del océano índico.
Tromelin es un islote minúsculo, un
islote de arena y de coral, instalado en
un bajío volcánico de una superficie de
1 km2, situado entre Madagascar y
Reunión. En 1761, un barco francés, que
se llamaba L’Utile y que iba a entregar
esclavos, naufraga en este banco de
coral. Los náufragos se establecen en la
isla y, con los restos del barco, fabrican
otro barco, al que llaman muy
acertadamente La Providence. Después,
la tripulación, pero sólo la tripulación,
se marcha, no sin antes prometer a los
otros supervivientes que volvería a
buscarlos. Pero no volvió nadie. Quince
años más tarde, en 1776, otro barco
francés, La Dauphine, dirigido por el
alférez de navío Tromelin, de ahí el
nombre de la isla, rescata a siete
mujeres y un niño de ocho meses. ¡Son
los supervivientes de un grupo de
sesenta!
Si cuento esta historia, es gracias a
algunos archivos del siglo XVIII y del
siglo XIX, pero también gracias a las
excavaciones y a lo que han revelado.
En efecto, se ha encontrado un pozo
excavado a través de la placa de coral,
campamentos, un homo, restos de
comida… Por ejemplo, sabemos que
aquellas personas comían… lo que
podían atrapar: un poco de pescado,
pero mucho menos de lo que se podría
imaginar; en cambio, muchas tortugas, y
también aves[152].

Los dodos[153]

Las islas favorecen, por aislamiento


genético, las especiaciones animales,
vegetales y también humanas. Algunas
especies solamente existen, pues, en
islas, como los grandes pájaros elefante
de Madagascar (Aepyornis) o el famoso
dodo de Mauricio, del que se acaban de
encontrar unos setecientos huesos en un
yacimiento que lleva el bonito nombre
de Mareaux-Songes[154]. Recordemos
que el dodo es un gran palomo terrestre
de alrededor de 25 kilos, con alas
atrofiadas, pico muy robusto y patas
fuertes. Desapareció hace apenas unos
siglos bajo la presión depredadora del
hombre[155].
Además de la deforestación causada
por la llegada del hombre a la isla,
resulta que el dodo era comestible, y las
poblaciones evidentemente no se
privaron de él. Los propios marinos de
paso adquirieron la costumbre de
llevarse algunos dodos a bordo para
comer durante sus travesías. Y así fue
como esta desgraciada ave, que además
no desconfiaba de nadie, desapareció,
¡era tan poco feroz que la consideraban
estúpida! Por no hablar de que los
hombres introdujeron en la isla otros
animales depredadores, que también se
lo pasaron en grande: los gatos, los
perros, pero también los cerdos, los
ratones, las ratas e incluso los macacos
que llegaron con los que venían de Asia.
En las islas cercanas[156], que
pertenecen a las Mascareñas, también se
encuentran otros grandes palomos, pero
no dodos. En la isla de Reunión, existe
una gran ave que sólo se conoce en
forma de representaciones en cuadros y
de la que todavía no se ha encontrado
ningún esqueleto; en la isla Rodríguez,
se trata de drontes o de solitarios,
etcétera.
El dodo es una buena ilustración de
las grandes leyes de la especiación por
aislamiento genético y de la
competencia o de su ausencia. Cuando
los animales se encuentran en una isla,
evolucionan en un ecosistema
empobrecido en el que la competencia
es normalmente mucho menor; allí
pueden desarrollarse y diversificarse:
ejemplos de marsupiales en Australia,
de desdentados en América del Sur o de
lemúridos en Madagascar. Pero atención
a los depredadores, en especial,
atención al hombre…
7
De un poco antes de
Cristo a un poco
después
El pasado de ahora mismo

Burdeos[157]

En muchas ciudades, se encuentran


signos de frecuentación muy antiguos;
por ejemplo, en Burdeos, la primera
verdadera implantación se remonta al
Hallstatt, es decir, la primera Edad de
Hierro[158]. A partir de esta pequeña
aldea, que se establece en un ancho
meandro de la orilla izquierda del
Garona, se desarrollará la ciudad. Se
puede seguir su evolución a lo largo de
las Edades de Hierro y de la época gala,
pero el gran episodio glorioso de la
historia de la ciudad está
incontestablemente ligado a la
reorganización urbana a la que procede
el emperador Augusto en el alto Imperio
romano. En la época de Augusto, en el
siglo I después de Cristo, la ciudad
ocupa una superficie de 50 hectáreas,
pero todavía se desarrollará y ofrecerá
un hermoso urbanismo, bien
estructurado.
La ciudad, que se llama Burdigala,
se convierte en metrópoli en el siglo II
después de Cristo. Se establecen allí los
bituriges viviscos, una población
llegada sin duda de Berry[159] por orden
de Roma, por razones políticas. Les
siguen otras poblaciones, especialmente
después de la recesión gala. A
continuación, se abre un siglo magnífico,
el siglo IV, con la cristianización de
Burdeos, que se convierte en la capital
de la diócesis de Aquitania; se
construyen entonces grandes edificios,
como la famosa catedral de San Andrés.
Bibracte[160]

Bibracte es el nombre de una ciudad


gala, situada en el monte Beuvray, en el
Morvan, donde se vienen realizando
desde hace unos años importantes
investigaciones arqueológicas. Es un
gran centro, una gran ciudad a partir del
siglo II antes de Cristo, aunque existen
vestigios anteriores. Las excavaciones,
iniciadas en el cambio de siglo XIX-XX
y después abandonadas, se reinician en
1984, gracias al estímulo de François
Mitterrand, que vio en este gran
yacimiento un lugar fundador, no
solamente para la Galia, sino para toda
la Europa celta. ¡Gracias a esto, hubo
créditos! Ahora existe un bonito museo,
imprescindible de visitar, y un centro
arqueológico considerado europeo. En
la actualidad, una decena de
universidades europeas participan en las
investigaciones[161].
En el año 150 antes de Cristo, se
firmó un tratado de alianza entre Roma y
los celtas del lugar, los eduins. Pero un
poco más tarde, en el año 52, estalla la
guerra entre la Galia y los romanos, y
Vercingétorix es vencido en Alesia.
Bibracte es por tanto un lugar que
hizo primero alianzas con Roma y
después se convirtió en uno de los
centros de reunión de los galos para
combatir a Roma, el lugar donde
Vercingétorix se habría preparado para
la batalla de Alesia. Pero Bibracte fue
también un lugar simbólico, donde Julio
César se «retiró» después de su victoria
para escribir todo lo que pensaba de la
Galia y de la guerra del mismo
nombre[162]. Por lo tanto, no hay lugar
más emblemático, ¡aunque no haya sido
realmente todo eso[163]!

Sepulturas célticas en silos[164]

Las sepulturas célticas en el límite


de la Beauce y del Gâtinais retienen esta
vez nuestra atención. Su descubrimiento
se debe a los excelentes trabajos del
Institut National de Recherches
Archéologiques Préventives, que, atento
a un trazado de autopista, se enfrentó en
primer lugar a yacimientos agrícolas:
silos que datan de los siglos II y I antes
de Cristo, lo que se llama la segunda
Edad de Hierro[165]. Lo especialmente
interesante de este descubrimiento es
que estos silos, que por lo general sólo
contienen grano, ¡contienen también
esqueletos! Y en gran cantidad, puesto
que, de quince silos, siete los
conservarían[166].
Hasta el momento, se pensaba,
quizás un poco apresuradamente, que,
como en la época existían necrópolis, el
hecho de no enterrar a algunas personas
con los demás significaba que estas
personas eran rechazadas. Ahora bien,
en estas sepulturas «en silos», se
encontraron guerreros con sus armas,
mujeres con sus joyas y, a veces
asociados a unos u otras, animales,
como caballos, vacas o perros. Por lo
tanto, evidentemente no se trata de
excluidos sino, al contrario, de personas
que fueron seleccionadas para
beneficiarse, por intercesión de los silos
en los que se encontraban, de un vínculo
especial con el mundo de los vivos (que
cultivan la tierra) y con el mundo de los
dioses. ¡Estos muertos rehabilitan a
todos los desgraciados que tomábamos
por menos que nada y que son más que
todo! ¡Exagero, por supuesto! Sin duda
es más complicado que eso, sobre todo
teniendo en cuenta que los celtas, en
aquella época, proceden a
manipulaciones de cadáveres. En efecto,
parecen esperar que el esqueleto se
libere; entonces, los huesos se reparten
hasta el punto de que a veces algunos se
encuentran en las casas… ¡En cualquier
caso, lo esencial de este descubrimiento
es, evidentemente, haber devuelto la
dignidad a las personas enterradas en el
fondo de su depósito de granos!

Homero y Ulises[167]

Homère. Sur les traces d’Ulysse


[Homero. Tras las huellas de Ulises] es
el título de una exposición de la
Biblioteca Nacional de Francia. Es un
título que por supuesto invita a soñar
con esas historias fantásticas que
abundan en la mitología griega. Homero
vivió probablemente entre 800 y 700
antes de Cristo y probablemente
recuperó cierto número de relatos
épicos antiguos para reunirlos con el
nombre de la Ilíada y la Odisea. Estas
historias eran sin duda historias
populares, solamente contadas. Hablan
de los reinos de la Edad de Bronce, por
lo tanto, unos centenares o quizás unos
miles de años anteriores al nacimiento
de Homero. La Ilíada se compone de
15 537 versos y la Odisea de 12 109.
¡Lo escribo porque me divierte!
Se trata de obras de gran alcance,
las más antiguas de Occidente. En
efecto, es evidente que los textos están
destinados al placer de los mayores,
pero también a la educación de los
pequeños, puesto que se encuentra en
ellos una mezcla de hombres y dioses,
de lo real y lo maravilloso. Ofrecen a
los niños un aprendizaje de la vida, al
relatar el recorrido de una vida, por
ejemplo, la de un hombre que sufre, pero
que es atrevido y no pierde nunca la
esperanza. Y sin embargo, el héroe a
veces es frágil; puede equivocarse, pero
eso es también muy instructivo.
La exposición empieza en la época
del reino de Micenas, en el momento de
la historia del caballo de Troya.
Presenta recipientes, ánforas, esculturas,
textos y bajorrelieves, grabados de la
época pero también de tiempos
posteriores. En efecto, esta historia
circuló profusamente durante los siglos
siguientes, incluida la época cristiana. Y
el éxito continúa, ya que todavía hoy se
habla de ella. ¡La primera película de la
serie de «paleo ficciones» en que fui
asesor se llamaba precisamente
L’Odyssée de l’espèce!…

Lutécia[168]
Lutecia, que era el nombre del París
romano hace 2000 años, es objeto de un
número especial en la revista L’Express
[169]. Se sabe, desde el descubrimiento

de las piraguas de Bercy, que París ya


estaba poblado en el neolítico, hace
quizá 5000, 6000 u 8000 años. En
cambio, los galos, aunque sin duda
vivieron allí, aparentemente no lo
poblaron de manera estable, puesto que
no hubo una verdadera aldea gala.
Hay que esperar hasta unas docenas
de años antes de Cristo, alrededor de
30, para que Lutecia se establezca y se
desarrolle. Poco a poco, esta ciudad
galorromana acaba por reunir entre 5000
y 10 000 habitantes. Es una ciudad muy
arrogante, si se me permite decirlo, y
que, todavía hoy, conserva esta
«soberbia». En efecto, con 10 000
habitantes, se atreve, entre los siglos I y
III, a construir instituciones inmensas.
Por ejemplo, el anfiteatro, las actuales
Arenas de Lutecia, concebidas para un
aforo de 15 000 personas, es decir,
mucho más que el número de habitantes,
y donde se hacían espectáculos de
teatro, pero también de circo. Había un
teatro en la calle Racine y un foro más o
menos en el emplazamiento de la calle
Soufflot; por otra parte, allí estaba el
centro de la ciudad, con toda la
administración y el clero. También había
tres piscinas, llamadas termas: las
termas de Cluny, las descubiertas
recientemente en el emplazamiento
actual del Collège de France y las
situadas bajo lo que hoy es la calle Gay-
Lussac. Y, como faltaba agua para esta
población, iban a buscarla muy lejos, a
25 kilómetros, por medio de un
acueducto. Este acueducto, que, en
efecto, venía de Rungis, se estima que
tenía un flujo de 2000 m3 diarios, lo
cual, sin ser enorme, sí representaba un
buen rendimiento…

Construcciones bajo París[170]

A menudo se dice que París es un


queso de gruyère y su subsuelo no es
más que un entrelazado de túneles y
cavidades varias. Contiene todo lo que
puede interesar a una población diversa,
puesto que va de la rata al arqueólogo…
Actualmente se realiza una
excavación, entre la calle del Faubourg-
Saint-Jacques y la calle Lhomond,
dirigida por el Institut National de
Recherches Archéologiques
Préventives, excavación que ya ha
permitido descubrir una calle romana
que data de unos años después de
Cristo. Esta vía, rodeada de casas, no es
inmensa; tiene seis metros de ancho,
presenta un aspecto un poco abombado y
se acompaña de cunetas. Las primeras
viviendas eran de adobe con encañados
de madera y suelos de tierra batida; un
poco más tarde, las casas eran de
albañilería; se han encontrado elementos
de sus cuartos de baño, una especie de
termas privadas, con embaldosados, una
calefacción por el suelo y pinturas
murales.
La ciudad de Lutecia, como es
sabido, se construyó esencialmente en el
flanco norte de la montaña de Sainte-
Geneviève, al principio con el foro de la
calle Soufflot, un teatro en la calle
Racine y unas termas en la calle Gay-
Lussac, después en el emplazamiento
actual del Collège de France y,
finalmente, en el ángulo del bulevar
Saint-Germain y el bulevar Saint-
Michel, las famosas termas de Cluny. Un
poco más al este, se encuentra también
el anfiteatro que llamamos las Arenas de
Lutecia. La ciudad se desarrolló después
en la isla y, hacia el siglo IV, se dotó de
murallas. De todo esto, quedan las
ruinas de monumentos, de casas y de las
calles que se superponen y se mezclan.
La arqueología urbana siempre resulta
complicada, y ello es así porque las
ciudades se levantan unas sobre otras,
de modo que es admirable el talento y la
paciencia de los arqueólogos, capaces
de desembrollar este enredo de
vestigios tan difícil de leer.

El pilar de Saint-Landry[171]
Acabo de leer en la revista
Archéologie nouvelle un artículo de
Florence Saragoza, conservadora del
museo que recibe equivocadamente el
nombre de Museo de Cluny, porque se
asocia al Hôtel de Cluny, y que en
realidad es el Museo Nacional de la
Edad Media[172]. Es un artículo sobre el
pilar galorromano que se encontró con
motivo de la demolición de una iglesia;
este pilar, restaurado (un año y medio de
trabajo), enriquece desde hace poco la
exposición de este famoso Museo de
Cluny.
La iglesia en cuestión es la iglesia
de Saint-Landry (lie de la Cité). Fue
demolida en los años veinte del pasado
siglo y, de resultas de esta demolición,
no solamente se encontraron los muros
romanos sino también elementos
arquitectónicos magníficamente
esculpidos. En uno de los fragmentos se
puede admirar, por ejemplo, una cacería
de liebre.
Este pilar, que se llama el pilar de
Saint-Landry, está constituido por cierto
número de bloques, y en estos bloques
figuran representaciones divinas. Se
reconoce al dios Marte, al dios Vulcano
y una diosa (Vesta, Venus, Diana, Nox o
quizás una divinidad gala). Otro bloque
tan sólo muestra los pies de ciertas
divinidades, pero los pies tienen unas
características tales que, también aquí,
los expertos reconocen la triple
presencia de Júpiter, Mercurio y
Minerva. Se trata pues, probablemente,
de un pilar votivo que debía de
encontrarse en un contexto religioso. Por
otra parte, el estilo permite sostener con
cierta seguridad que se trata de un
elemento arquitectónico que se remonta
a la segunda mitad o finales del siglo n
después de Cristo.

El puerto de Arles[173]

Hace dos mil años, Arles era un gran


puerto romano, como acaban de
confirmar los resultados de las
excavaciones realizadas desde hace
cinco años por un equipo del
departamento de investigaciones
arqueológicas submarinas del Ministerio
de Cultura[174].
Es comprensible que los
submarinistas no lo tuvieran fácil,
porque las aguas del Ródano están un
poco turbias y a veces tuvieron que
descender hasta cerca de 20 metros de
profundidad para buscar los restos de
este puerto antiguo. El puerto habría
empezado a funcionar hacia el año 40
después de Cristo y habría alcanzado su
apogeo a principios del siglo II.
Aparentemente, había mucha actividad.
Las naves que arribaban eran barcos
marinos procedentes del Mediterráneo y
que desembarcaban su carga en
almacenes o la transferían a barcos
fluviales, que después remontaban el
Ródano y el Saona y otros ríos más al
norte. El inventario obtenido por los
submarinistas es impresionante. A título
de ejemplo, se cuentan, hasta el
momento, 2285 cerámicas y 1060
ánforas, algunas de las cuales contenían
líquidos un poco espesos y servían de
envoltorio desechable (se rompía el
cuello y la base para retirar el
contenido); por otra parte, todas estas
ánforas procedían del este del
Mediterráneo. También se han
encontrado lámparas de aceite,
columnas de piedra y sarcófagos con su
tapa, sin duda procedentes de barcos
antiguos que naufragaron…

Stantari[175]

El verano atrae a Córcega a un gran


número de veraneantes; atrae también a
los arqueólogos, que acaban de celebrar
allí el primer año de una revista
especializada, Stantari, que en corso
significa «menhir». El programa que se
nos ofreció con motivo de esta
celebración en Porto Vecchio era tan
interesante como variado. Se trató el
tema de la geología de Córcega y
Cerdeña (puesto que los destinos de
estas dos islas a menudo han estado
ligados), de los primeros poblamientos
del Mediterráneo (tanto por el lado de
las costas africanas como por el lado de
las orillas europeas, hace más de dos
millones de años) y también, por
supuesto, del poblamiento de Córcega,
que sólo tendría 10 000 años; yo creo
que es mucho más antiguo, pero hay que
demostrarlo…
Lo que esta vez me ha llamado más
la atención es la descripción de la
excavación submarina de unos restos de
naufragio del siglo III de nuestra era,
descubiertos en el golfo de Ajaccio. En
efecto, estos restos explorados desde
2001 fueron atribuidos claramente a la
época de Felipe el Árabe, emperador
alrededor de 248-249 después de
Cristo; ya han proporcionado gran
cantidad de ánforas, de quince tipos
diferentes (para salmuera, aceite,
vino…), pero también, como ocurre a
menudo, otras cerámicas y vajilla de
cristal magnífica, y también cristal de
ventanas, en gran cantidad, lo que es
totalmente excepcional. ¡De hecho, es en
el siglo III cuando se empiezan a fabricar
ventanas! Los 200 kilos que se
descubrieron en los restos eran
fragmentos pequeños; el cristal era
opaco, no había sido pulido y sin duda
era, en la época, un material valioso.
También vimos, esta vez con
nuestros propios ojos, tres estatuas, que
estaban a bordo del barco y que se
habían transportado a Porto Vecchio
para la ocasión: una cabeza,
probablemente la del emperador Felipe
el Árabe; una estatua femenina de 2
metros de altura, con un tocado muy
típico de la alta sociedad del siglo m, de
la que se aventura que podría
corresponder a la mujer de Felipe el
Árabe, y un magnífico busto de niño.

Civilización sao[176]

Chad es un país donde las


excavaciones, iniciadas hace mucho
tiempo, han terminado por revelar al
más antiguo de nuestros ancestros,
Tumai, descubierto por Michel Brunet
en 2001. También es un país que nos
hace soñar por sus paisajes de sabana y
de desierto. Viajé a Chad por primera
vez en 1960 ¡y trabajé allí durante siete
años! Entonces se hablaba mucho de la
gran civilización que llamamos sao[177].
El Museo Nacional chadiano de Yamena
le dedica actualmente una exposición
titulada Sao, le peuple de l’argile [Sao,
el pueblo de la arcilla].[178] Esta
civilización se desarrolló en Chad, más
bien en las zonas de sabana que en las
regiones desérticas, pero también en el
norte de Camerún y en una parte de
Nigeria[179]. Se inicia varios cientos de
años, quizá milenios, antes de Cristo y
persiste después de nuestra era durante
varios siglos. Es una civilización muy
famosa por su arte, que se expresa en
arcilla, pero también en bronce, y se
caracteriza, sobre todo en los periodos
más recientes, por unos personajes de
párpados y labios muy salientes,
estirados de manera excesiva. Una
escultura sao se reconoce enseguida por
este particular estilo.
En la época en la que estaba en
Chad, se descubrieron, en la región del
aeropuerto de Yamena, estatuillas
colocadas en recipientes llenos de
arena. Formaban una especie de
cementerio con pequeños personajes que
emergían de toda una serie de
cerámicas. Estas estatuillas datan
probablemente de los siglos XIII o XIV
de nuestra era, lo cual no es muy
antiguo, pero la cultura de la que eran la
expresión se parece a la de las grandes
civilizaciones del golfo de Guinea, Ifé,
Nok, Benín, conocidas sobre todo en
Nigeria y a las que debemos estas
innumerables obras de arte de bronce o
de arcilla.

Kilwa[180]

El comercio a menudo es el origen


de los grandes movimientos migratorios.
La ciudad de Kilwa, en Tanzania,
fundada hacia el año 950, da testimonio
de ello. Kilwa tiene una larga historia,
marcada sucesivamente por la
implantación de los hadrami, yemenitas
del sur, después los portugueses, los
omaneses y en la actualidad, por
supuesto, los africanos. La ciudad de
Kilwa fue incluida en el patrimonio
mundial de la Unesco en los años
ochenta y es objeto de trabajos a la vez
de investigación y de restauración
francotanzanos.
Ruinas de palacios y de residencias
principescas, restos de murallas, de
escolleras para el abordaje de barcos,
de mezquitas; los vestigios a los que el
visitante puede acceder hoy son
impresionantes. Todo esto se construyó
en caliza coralina. Además, las
mezquitas tienen cúpulas, bóvedas,
columnas; las columnas menos antiguas
son de piedra, las más antiguas, de
madera (son las que han permitido las
dataciones).
Las ruinas de Kilwa prueban que el
mar, que en cierta época desempeñaba
más bien un papel de barrera, se
convirtió entonces, en cambio, en un
auténtico medio de unión. Los cascos de
recipientes que se pueden recoger en las
playas del océano índico proceden, en
efecto, tanto de China como de la
antigua Persia. El mar favoreció, pues,
la comunicación y a la vez la extrema
prosperidad del negocio en esta factoría.
Kilwa es famosa por haber sido la gran
ciudad del comercio de oro, pero su
actividad comercial no se limitó a este
metal precioso[181]. Los dhow, esos
famosos barcos del océano índico,
comerciaban entre la costa africana y las
costas del golfo Pérsico y la India;
transportaban tanto madera de mangle
para las construcciones como defensas
de elefantes o cuernos de rinoceronte, a
los que se atribuían, y se siguen
atribuyendo, en los países orientales,
virtudes muy especiales…
8
Métodos
Lecturas presentes de algunos pasados

Datación[182]

Recuerdo que, cuando era estudiante


en la Sorbona, en los años cincuenta, el
profesor, que se llamaba Jean Piveteau,
nunca pronunciaba en su clase de
paleontología humana las palabras
«millón de años»; se llegaba a los
700 000-800 000 años por los pelos.
Cuando se descubrió Lucy, hace treinta y
cinco años, se pasó a 3,5 millones de
años. ¡Hoy, para contar la evolución de
los homínidos, nos remontamos a 10
millones de años!
La responsable de estos progresos
considerables es la medida del tiempo,
sobre todo la utilización de la
desintegración de ciertos elementos
radiactivos, y estos progresos son
recientes, puesto que sólo datan de los
años sesenta. Evidentemente, implican
encontrar materiales que contengan esos
elementos radiactivos, y los materiales
«de oro», si se me permite usar la
expresión, son los depósitos volcánicos.
Cuando se encuentran fósiles como
Lucy, bajo corrientes de lava, dado que
estas corrientes datan la capa «de
encima», se está seguro de la edad de la
capa «de debajo», aunque no siempre es
el caso. Sin embargo, gracias a estos
métodos, y a pesar del problema del
margen de error, que varía, la toma de
conciencia de la vastedad del tiempo ha
sido fantástica. Ha aportado cartas de
nobleza a la prehistoria al permitirle
ordenar sus acontecimientos en un
auténtico calendario. La prehistoria es
una ciencia histórica; ahora bien, cuando
se hace historia, evidentemente hay que
clasificar los acontecimientos en el
sentido en el que se han desarrollado; de
otro modo, no se cuenta la historia, sino
una historia[183].
Se sabe que el universo, o en
cualquier caso, el límite de nuestros
conocimientos, se sitúa entre 13 000 y
14 000 millones de años, que la Tierra
tiene entre 4500 y 5000 millones de
años, la vida 4000 millones de años, los
primeros prehumanos una decena escasa
de millones de años y el hombre, un
poco menos de 3 millones de años.

Paleodemografía[184]

En el Journal of Archaeological
Sciences, Jean-Pierre Bocquet-Appel y
su escuela han propuesto nuevas cifras
para las poblaciones prehistóricas[185].
¡Pensemos que para el periodo de
40 000 años que llamamos auriñaciense
sólo habría, por ejemplo, en toda la
superficie de Europa, 4700 habitantes!
No tenía en mente cifras muy
precisas, pero, cuando veía que, en los
inicios de la humanidad, hace 3 millones
de años, África tropical, que es
incontestablemente la cuna del hombre,
contaba (quizá) con un centenar escaso
de miles de individuos, pensaba que, a
partir del momento en que estos hombres
se extendieron por África y Eurasia, su
número aumentó deprisa. Pues bien,
estos investigadores llegan a 5800
habitantes para toda Europa a finales de
la última época glacial, hace unos
20 000 años. Después, parece que se
produjo un salto; en efecto, la glaciación
termina y el clima se hace más clemente;
hace unos 15 000 años, ya habría una
treintena de miles de habitantes en
Europa. La tendencia continúa e incluso
se acentúa en los años que siguen; en el
neolítico, un milenio escaso después de
esta explosión, se puede añadir
claramente un cero y hablar de paleo-
babi-boom; en efecto, ya no son 30 000
sino 300 000 habitantes. Los hombres no
solamente recolectan, sino que
siembran; y no solamente siembran, sino
que domestican; tienen carne en su
terreno y vegetales en sus campos y sus
silos. Para Jean-Pierre Bocquet-Appel y
su equipo, esta sedentarización es lo que
da lugar a un aumento considerable del
número de hijos, lo cual es probable,
pero la sedentarización también
comportó la aparición de la agricultura y
la ganadería, lo cual me hace dudar,
aunque la propuesta me parece
divertida…

Arqueología submarina[186]

Trésors engloutis [Tesoros


tragados] es el nombre de una grandiosa
exposición presentada en París[187].
Reúne, después de quince años de
investigaciones, los restos de ciudades
como Heraclión, Canopus o Alejandría,
hoy bajo las aguas del Mediterráneo. En
cualquier caso, la arqueología
submarina me parece una verdadera
disciplina de futuro para la
paleontología, la paleontología humana,
la arqueología y la prehistoria. Se
observa el océano y se tiene la
sensación de que es inmutable, cuando
los mares no han dejado de subir y
bajar, y los hombres, de hacer
evolucionar su hábitat en consecuencia.
Se ha encontrado, justo bajo la nariz de
Marsella, a 40 metros bajo el agua, una
cueva con grabados y pinturas de finales
del paleolítico superior, por lo tanto, de
una quincena de miles de años, la cueva
Cosquer, por el nombre del submarinista
que la descubrió.
Los mares han experimentado
cambios de nivel de más de 100 metros,
hace 12 000, 15 000 o 20 000 años.
Pues bien, si se quitan 100 metros a los
océanos, el canal de la Mancha queda al
descubierto, una gran parte del mar del
Norte se convierte en una pradera,
Bering ya no es un estrecho, sino un
continente (1000 kilómetros de norte a
sur) y el mar de Java deja de ser un mar
para convertirse en una selva. Por estos
espacios, la gente pasó, se detuvo, se
estableció y fundó pueblos. Toda esta
arqueología, por el momento, se nos
escapa. Por más que lo sepamos, no
existe una auténtica toma de conciencia
de ello. Es cierto que la investigación
submarina plantea problemas técnicos,
pero, a lo largo de las costas, en lo que
llamamos la plataforma continental,
podría empezar fácilmente. Se trata de
una arqueología del futuro que me da
vértigo… ¡el bueno, el de los sibaritas!

El aprendizaje de la conservación[188]

El 21 de octubre de 2005, se
inauguró una nueva asociación (una
ONG) de conservación del patrimonio,
Vocations Patrimoine, de la que soy el
presidente y en la que participa la
Unesco. Como todo el mundo sabe, la
Unesco fue la primera que tuvo la
iniciativa de clasificar, para protegerlos
y mantenerlos, los grandes monumentos
del patrimonio mundial, los que
fabricaron los hombres durante los 3
millones de años de su existencia.
Además, a este patrimonio cultural, este
organismo ha añadido un patrimonio
natural que incluye lugares y paisajes,
siempre con la idea de asegurar su
protección y su cuidado.
En la práctica, evidentemente la
Unesco no tiene los medios de asegurar
la conservación de todos estos
importantes lugares del mundo…
Entonces a Béatrice de Foucauld se le
ocurrió la idea de buscar entre las
empresas un mecenazgo que pretende
asegurar la formación de conservadores
de este patrimonio extraordinario. Fue
así como se creó esta asociación. Su
objetivo es buscar dinero para financiar
becas destinadas a jóvenes que quieran
aprender a conservar paisajes o
monumentos, y para crear también
escuelas destinadas a formar a estos
empresarios del mañana. La propuesta
puede seducir, creo yo, a las empresas;
al orgullo de conservar los monumentos
más importantes del planeta o sus
paisajes más bellos se añadiría también
el reconocimiento del público. Y como
las corrientes económicas se cruzan
forzosamente con las corrientes
culturales, todo el mundo, pienso yo,
tendría algo que ganar…

Patrimonio mundial[189]

La Unesco es esa magnífica


institución que, en 1972, tuvo la idea de
establecer una lista de los grandes
lugares naturales y culturales de la
Tierra. Puede tratarse de cualquier lugar,
de sitios estrictamente naturales, como
un paisaje, o de sitios culturales,
yacimientos arqueológicos, como por
ejemplo Altamira o Stonehenge, ese gran
conjunto megalítico inglés. Pero el
problema es que la Unesco carece de
presupuesto para mantener estos lugares.
La asociación Vocations Patrimoine, con
algunas personas, al frente de las cuales
se encuentra Béatrice de Foucauld, es
una asociación que busca créditos para
eso, que busca mecenas y desempeña, en
cierta manera, el papel de intermediario
entre financiamiento y conservación. En
efecto, los créditos obtenidos se ofrecen
en forma de becas a jóvenes
susceptibles de estar interesados en la
gestión de estos lugares del patrimonio
mundial.
Dos universidades, por el momento,
proponen un máster para formar en esta
conservación, el University College de
Dublín, en Irlanda, y la Universidad
Técnica de Brandeburgo en Cottbus,
Alemania. Estas dos universidades han
elegido, entre sus estudiantes, a cinco
galardonados, a los que hemos
propuesto una beca para continuar ese
curso original de preparación para la
conservación de estos lugares y su
restauración; en pocas palabras, una
beca para aprender a amar y hacer amar
los lugares en cuestión. Acaba de tener
lugar la entrega de estas becas en la
Unesco.

La anatomía[190]

El 23 de marzo pasado, doscientos


cincuenta investigadores y estudiantes se
reunieron en Créteil para actualizar los
conocimientos sobre las funciones
manducadoras del hombre fósil y del
hombre moderno. Me gustaría ante todo
felicitar aquí al consejo general de Val-
de-Marne, que creó el Laboratorio
Departamental de Arqueología, y
felicitar también, por supuesto, a este
laboratorio, que organizó esta reunión.
En efecto, se trataba de reunir a
antropólogos y paleoantropólogos, por
una parte, con dentistas que se ocupan
de oclusiones, ortodoncia y también de
posición, por otra. No es la primera vez
que se juntan personas que se ocupan de
huesos antiguos y dientes antiguos con
personas que se ocupan de salud dental.
Cuando el hombre se puso de pie, tuvo
que adaptarse al enderezamiento del
cuerpo y esto comportó un gran número
de transformaciones en la postura, la
locomoción y la organización del
cráneo, pero también en la oclusión de
los dientes y la forma de la mandíbula.
Por ejemplo, la bipedestación
produjo numerosos cambios en nuestra
circulación, puesto que la sangre tiene
que subir de los pies a la cabeza, y es un
largo recorrido; el corazón tiene que
bombear más fuerte y, a lo largo de este
recorrido, pueden producirse incidentes
muy molestos, como varices o
hemorroides. La posición erguida
genera, pues, dificultades. ¿Quién no ha
tenido aún dolor de espalda? ¡Y si
todavía no lo ha tenido, un día lo tendrá!
¿Y quién no padece todavía artrosis?
Muchos problemas dentarios tienen
relación también con este famoso
enderezamiento del cuerpo, adaptación
con una antigüedad de una decena de
millones de años, seguramente con
muchas ventajas, pero también con
muchas molestias que todavía no están
solucionadas… ¡La adaptación es
siempre un bricolaje!

El diente[191]

Ya os he hablado del coloquio que


tuvo lugar el mes de marzo pasado y que
estaba dedicado al estudio de la salud
dental. Con motivo del mismo, pude
constatar de nuevo que
paleoantropólogos y dentistas tienen
muchas cosas que decirse. El diente
desempeña un papel primordial en mi
disciplina. Ni que decir tiene que esto se
debe al hecho de que no necesita
mineralizarse; por eso, cuando se
trabaja en un yacimiento paleontológico
que contiene a la vez restos óseos y
restos dentarios, la cantidad de dientes
conservados a menudo es considerable y
la información que nos proporcionan
siempre es valiosa. Se observa la forma
del diente, la anatomía de la corona y la
de las raíces, la superficie de la corona,
etcétera. El conjunto de estos datos
informa sobre el entorno del portador, su
género de vida, su comportamiento,
incluso su sociedad. Gracias a las
técnicas desarrolladas por los dentistas,
se puede, por ejemplo, estudiar la
superficie oclusal al microscopio
electrónico y observar las estrías,
orientadas de cierta manera cuando el
portador es predominantemente
vegetariano y de otra cuando es
mayoritariamente carnívoro. También se
puede utilizar la histología mediante
cortes de los dientes y describir las
estrías de crecimiento, que informan
sobre el lugar del individuo en la
clasificación geológica (taxonomía),
sobre su estado de salud, sobre su
entorno, etcétera. Si se va todavía más
lejos, se llega al nivel molecular, para
estudiar, por ejemplo, ciertos isótopos
del carbono o ciertos isótopos del
nitrógeno, que nos dan información
sobre la alimentación. De esta manera,
se ha podido saber que el hombre de
Neandertal de hace 50 000 años adoraba
la carne y que, cuando podía elegir,
¡prefería un bistec de reno a un bistec de
bisonte!… Unos esfuerzos más y
conoceremos las opciones
gastronómicas de los hombres fósiles…

El sincrotrón[192]

El 18 de diciembre pasado, el
presidente de la República francesa
inauguró, en la meseta de Saclay, el
sincrotrón Soleil, un acelerador de
partículas de tercera generación que
permite lanzar los electrones a 300 000
kilómetros por segundo, es decir, a la
velocidad de la luz, en un campo
magnético. La radiación
electromagnética así creada se canaliza
después, lo cual proporciona una
especie de supermicroscopio que puede
sondear la materia. Gracias a Paul
Tafforeau (en el laboratorio de
paleontología de Poitiers), he tenido la
oportunidad de seguir la aplicación de
esta técnica a un ámbito que conozco
bien, la paleontología. Paul Tafforeau
tomó un pedazo de ámbar, una piedra
normalmente transparente o al menos
traslúcida, pero que en este caso no lo
era, y la sometió al sincrotrón de
Grenoble. Poco a poco, se dibujó una
especie de contorno y después el
contorno se hizo más preciso; apareció
una silueta de insecto que databa en este
caso de unas decenas de millones de
años. Paul Tafforeau consiguió
progresivamente una imagen todavía
más bella, con detalles perfectos del
insecto. Gracias a la informática, retiró
después, poco a poco, virtualmente, la
ganga del fósil, el ámbar que alteraba su
lectura; sólo quedó el insecto, en tres
dimensiones. Lo hizo girar en la
pantalla, lo aumentó y después, poco a
poco, siempre gracias a la magia de la
informática, a la que se unía la magia de
la estereolitografía, lo sacó de la
pantalla y tuvimos en las manos un
insecto virtual y aumentado, «vomitado»
por la máquina, incluso antes de haber
visto el fósil real. ¡Uno se pregunta lo
que hace ahora el paleontólogo con su
pequeño cortafríos y su martillo en el
laboratorio! Así que, en efecto,
esperamos con alegría el sincrotón
Soleil…

Adaptación natural y cultural[193]

Acabo de regresar de Monaco,


donde se realizaban las jornadas
conmemorativas del centenario de las
expediciones al Ártico del príncipe
Alberto I, ese príncipe que tanto se
interesó por la oceanografía y la
prehistoria. Esta vez, se conmemoraba
la faceta oceanográfica del príncipe. Fue
la ocasión de un coloquio científico en
el que hablamos mucho del Ártico y del
Antártico, hablamos mucho de
biodiversidad y de adaptabilidad de los
animales y las plantas al frío. Pensemos,
por ejemplo, que existe un pez que
resiste hasta tal punto el frío que
consigue vivir por debajo de los cero
grados porque tiene unas proteínas
anticongelantes…
Pero la prehistoria también tiene su
lugar en este tipo de jornadas. En efecto,
nos enseña que los cambios climáticos
siempre han existido y nos muestra la
manera en que el hombre, el que primero
sufrió estos cambios, ha sabido
modificar poco a poco su
comportamiento y su cultura para
adaptarse a ellos. Hoy, se da cuenta de
que contamina un poco su planeta y, por
ello, aunque sólo sea por precaución, se
preocupa. El príncipe Alberto II nos
informó de que él mismo estaba muy
comprometido con la defensa del
planeta, lo cual demostró viajando
simbólicamente él mismo al Polo Norte,
algo que su tátara tatarabuelo no pudo
hacer.
Además del coloquio, también se
realizaba una exposición, Monaco en
Arctique. Se organizó en el famoso
Museo Oceanogràfico, gloria de
Monaco junto con el Museo de
Antropología Prehistórica, mucho menos
conocido de momento, pero del que nos
ocuparemos.

Colecciones[194]

El Museo del Hombre, en la plaza


Trocadero de París, del que fui
subdirector y después director durante
quince años, va a ser totalmente
transformado, renovado. En suma,
quedará muy bien y no lo pierdo de
vista, porque organiza cierto número de
exposiciones para prefigurar sus
exposiciones futuras.
Conviene recordar que el Museo del
Hombre fue creado en 1937 por Paul
Rivet, entonces profesor de antropología
del Museo Nacional de Historia Natural.
Paul Rivet tuvo la idea de transportar
allí las colecciones de antropología
física y añadió las colecciones de
antropología cultural del Museo de
Etnografía del Trocadero, de manera que
el Museo del Hombre se convirtió en un
inmenso museo cuya pretensión era
ocuparse del hombre en su globalidad.
Contaba con tres grandes «capítulos»: el
hombre físico (la antropología), el
hombre cultural del pasado (la
prehistoria) y las culturas del hombre de
hoy (la etnología). Ahora bien, como el
Museo del Quai Branly fue creado en
parte gracias a las colecciones de
etnología del Museo del Hombre, este
cuenta sólo con las colecciones de
prehistoria y de antropología, aunque
esto representa dos veces treinta mil
objetos; el nuevo Museo del Hombre se
reorganizará, pues, más centrado en la
historia natural del hombre[195].
Es un proyecto magnífico, incluso
arquitectónicamente. Allí podremos
encontrar, bajo una especie de pozo de
luz de 12 metros de altura, 5000 m2 de
exposiciones, donde se presentarán los
objetos y su interpretación. Recordemos
que esta institución sigue en posesión de
una colección de hombres de Neandertal
que no tiene equivalente en ninguna
parte; también dispone del hombre de
Cro-Magnon, de la Venus de Lespugue,
esa famosa escultura femenina doble de
marfil de mamut, de 25 000 años de
antigüedad, y de otras maravillas…

Etnología comparada[196]

Hoy, en Botsuana, unas comunidades


humanas de bosquimanos todavía viven
de la caza y la recolección, como los
hombres prehistóricos de hace más de
10 000 años; por tanto, interesa en gran
medida a los prehistoriadores. Una
colega, Maryléne Patou-Mathis,
investigadora del Instituí de
Paléontologie Humaine, fue a visitarlos
y se trajo material para una excelente
obra, en la que precisa, con razón, que
entrega un trabajo no de etnólogo, pues
no lo es, sino de «visitante»; dirigió a
esta población la mirada técnica de la
prehistoriadora, que observa a los
hombres que cazan, utilizan plantas y
animales y diferentes objetos que tienen
a mano, de manera natural e ingeniosa a
la vez, y, me atrevo a decir, la mirada
sensible de una mujer y de otro ser
humano[197].
Estos bosquimanos se hacen llamar
san, porque les parece que la palabra
bosquimano, «hombre del bosque», es
un poco condescendiente; es cierto se
les ha designado así un poco con esta
idea. Y estos hombres, en un sentido por
desgracia, sufren una clara aculturación.
Se han encontrado y se han visto algo
trastornados por poblaciones bantúes,
agricultores, ganaderos, herreros o
fabricantes de cerámica. Y además han
sufrido el drama que representó, en el
siglo XVIII y todavía más en el siglo XX,
la llegada de los blancos; ahora están en
decadencia, desaparecen. La región de
Botsuana donde se encuentran
«aparcados» —hay que decir las cosas
tal como son— representa un cuadrado
de 1000 kilómetros de lado… Esta
población, de gran interés para nosotros,
evidentemente sólo tiene de prehistórica
algunas de sus técnicas; en cuanto al
resto, está claro que se trata de personas
«normales», contemporáneas, de Homo
sapiens sapiens como todo el mundo.
Respecto a ellos, y respecto a muchas
otras poblaciones de esta naturaleza, se
plantea cierto número de preguntas
relacionadas: ¿hay que experimentar
nostalgia al ver desaparecer a los
bosquimanos? ¿Hay que intentar
protegerlos, conservarlos para
«mirarlos» pero, después de todo, como
una forma de voyeurismo? ¿O bien hay
que dejarlos acceder a nuestras culturas
más modernas, en cualquier caso en su
equipamiento? Es un verdadero
problema moral para el que no tengo
solución.

Virtual[198]

La realidad virtual es una tecnología


en pleno avance que, cuando se pone al
servicio de la arqueología, permite
visitar, por ejemplo, lugares importantes
de la historia antigua ¡sin abandonar ni
su espacio ni su tiempo! Acaba de abrir
en Pessac, cerca de Burdeos, un museo
laboratorio que hace honor a estas
nuevas tecnologías; se trata del
Archéopôle de Aquitania, emanación del
Instituí Ausonius, especializado en la
investigación sobre la Antigüedad y la
Edad Media. Y este nuevo laboratorio
ha realizado una acción magistral para
su apertura, puesto que ha conseguido
reproducir una copia en tres
dimensiones de la famosa estatua de la
esfinge de Delfos, que pesa dos
toneladas…
Para conseguirlo, los investigadores
del Archéopôle realizaron un molde de
la esfinge y después escanearon el
molde en tres dimensiones; a
continuación, un robot, concebido para
la ocasión y que responde al nombre de
Marmo 6400, se encargó de tallar la
piedra, por supuesto bajo la dirección
de un ordenador, gracias a un programa
especial. En la práctica, este robot se
colocó delante de un bloque de mármol
de Carrara de seis toneladas, que
esculpió muy concienzudamente durante
tres meses. Y trabajó tan bien que uno se
cree en presencia de la esfinge
original… Así que esta técnica, por
supuesto, me interesa a mí y a todos los
prehistoriadores y los
paleoantropólogos, y hemos empezado a
aplicarla… Consideremos el cráneo de
Tumai, por ejemplo, el famoso
prehumano de 7 millones de años
descubierto en Chad por Michel Brunet;
después de tomarle gran cantidad de
medidas y haberlas analizado
científicamente, el cráneo apareció de
manera virtual en su totalidad, en tres
dimensiones, tal como era antes de su
deformación en el suelo, como si nunca
hubiera envejecido…
9
Transversales
Recorridos presentes de varios pasados

Monaco[199]

Regreso de Monaco, donde he


presidido un coloquio internacional
titulado Origine de l’homme et
peuplement de la Terre[200]. El origen de
este coloquio fue la decisión de Su
Alteza Serenísima el príncipe
Rainiero III de Monaco de crear una
comisión internacional para presidir la
restauración del Museo de Antropología
Prehistórica de Monaco. En efecto, se
trata de un museo extremadamente
importante; contiene colecciones
procedentes de excavaciones de cuevas
del propio Monaco y de la frontera
franco-italiana, excavaciones que inició
el príncipe Alberto I, a finales del
siglo XIX y principios del siglo XX. Así
pues, he aprovechado la celebración de
este coloquio para presentar nuestro
programa de restauración del museo,
pero también para exponer ante el
público de Monaco los conocimientos
de los que disponemos actualmente
sobre el origen del hombre, su evolución
y sus migraciones a través de toda la
Tierra.
Efectivamente, los trabajos
realizados por equipos del mundo entero
nos permiten explicar ahora a la vez los
inicios del hombre y el poblamiento
humano de nuestro planeta. Se sabe que,
hace una decena de millones de años, en
África, los homínidos se separaron de
los demás primates de los que procedían
por razones medioambientales. Estos
prehumanos se desarrollaron, pues,
durante millones de años, hasta que
apareció el propio hombre, también en
África, hace alrededor de 3 millones de
años, igualmente por razones
medioambientales; fue entonces cuando
empezó a desplegarse, a extender su
territorio primero por toda África,
después por Europa y Asia, y finalmente
por América y Oceanía.
Así pues, Europa se pobló al mismo
tiempo que Asia, a partir de este origen
africano, hace al menos 2 millones de
años, quizás un poco más. Después,
hubo una interrupción por razones de
glaciación y se desarrolló una
humanidad particular, la humanidad
neandertaliense. Y a continuación, al
hombre de Neandertal se le unió, hace
una cuarentena de miles de años, el
hombre moderno, que apareció en
África y en Asia, y terminó por suplantar
al primero.

¿De dónde viene el hombre?[201]

La humanidad vive una época


apasionante en lo que concierne a la
reconstitución de su historia, y el libro
de Herbert Thomas, que se titula D’où
vient l’homme? Le défi de nos
origines[202], intenta hoy una
reconstrucción de esta historia.
Herbert Thomas es un investigador
de campo, ha trabajado en el Sáhara, en
Pakistán, en Arabia y en el sultanato de
Omán, territorios que no se cuentan entre
los más fáciles. Además, ha pasado
estos cuarenta últimos años en el seno
de la comunidad activa de los
paleontólogos y, por lo tanto, conoce
perfectamente los intríngulis de los
descubrimientos que han realizado todos
estos investigadores, tanto en el ámbito
internacional como europeo y, con
mayor razón, en el francés. En su libro,
naturalmente rinde homenaje a ciertos
investigadores, pero también sabe
mostrarse crítico y sutil. Humor y
ferocidad están, pues, presentes, y no me
resisto al placer de citar algunos de sus
títulos de capítulo, porque marcan bien
la tónica del conjunto: «El cráneo que
hizo volver las cabezas», «Trifulca entre
los paleontólogos», «Fósiles o ideas»,
«El vals de los ancestros»…
Por supuesto, está la historia de los
descubrimientos, pero también la
historia de la propia disciplina. La
paleoantropología empezó de manera
teórica en el siglo XVIII y después de
manera activa, sobre el terreno, a partir
de 1830. Afortunadamente, los fósiles
fueron descubiertos en sentido inverso a
su antigüedad, es decir, primero se
encontraron los hombres de Neandertal,
que tenían alrededor de 50 000-60 000
años, y hubo muchos problemas para
admitirlos; después, a finales del
siglo XIX, se descubrieron los
pitecántropos, que hoy reciben el
nombre de Homo erectus, que tampoco
se admitieron, aunque después, poco a
poco, entraron en la familia, y
finalmente, en los años veinte del siglo
pasado, se «encontraron» los primeros
australopitecos. Hoy sabemos que la
filiación sigue el sentido contrario: del
australopiteco o de alguno de los suyos
hacia el pitecántropo u Homo erectus,
después de Homo erectus hacia Homo
sapiens y neandertal, que fueron
contemporáneos.

La familia de los homínidos[203]

El número especial de la revista


Science et Vie dedicado a los homínidos
no podía dejar de atraer nuestra
atención[204]. En la cubierta, se reconoce
de inmediato, gracias a los cinco
retratos, a la familia de los homínidos,
nacida hace al menos 7 millones de años
y de la que procedemos. Este número ha
sido redactado por diversos periodistas
de Science et Vie, lo cual da a los
artículos cierta distancia con respecto al
objeto sobre el que tratan, distancia de
la que forzosamente carecen los
especialistas. La historia de los
homínidos se cuenta de forma
cronológica, en el sentido del tiempo,
pero también por grandes temas, la
emergencia de la herramienta o el
nacimiento del arte, por ejemplo.
Es un número que recomiendo, pero
también quiero permitirme dos
observaciones. La primera concierne a
la fecha que se cita para la explosión del
arte: «33 000 años», se puede leer, ¡y
por qué no el mes de octubre, ya
puestos! Un prehistoriador no puede
permitirse ser tan preciso en sus
valoraciones de edad; simplemente
carece de los medios para ello; en
cualquier caso, por el momento…
La segunda concierne a otra fecha, la
propuesta para el inicio del despliegue
de los humanos a partir de su cuna
tropical africana. Dado que el
yacimiento georgiano de Dmanisi tiene
1,8 millones de años, se osa datar en
1,8-1,9 millones de años esta primera
salida. Os esperaba en la esquina, diría
yo… ¡Un poco de anticipación, por
favor! En efecto, hay que darles mucho
más margen: 2,5 millones de años no me
parecen excesivos.

Exposición universal de Aichi[205]

Vuelvo de Japón, donde me habían


invitado a la exposición universal de
Aichi (cerca de Nagoya). En efecto,
participé en la creación del pabellón
símbolo de esta exposición, la Global
House, la Casa de la Tierra, que rendía
homenaje a la «sabiduría de la
naturaleza». La naturaleza precede
evidentemente al hombre; después, lo
acompaña y el hombre puede insertarse
en ella sin ruptura; su cultura, sus
desarrollos sociales, económicos y
tecnológicos se encuentran en la
prolongación de la naturaleza, en
absoluto contra ella, como a veces se
oye decir. Por otra parte, he intentado
aplicar este mismo principio (con los
otros diecisiete miembros de «mi»
comisión), en la carta del medio
ambiente que entró en la Constitución
francesa en febrero de 2006.
En la Global House de Aichi, había
una vitrina especialmente emblemática
llamada «El día que el hombre nació»;
comportaba tres grandes objetos: la
reconstitución del cráneo del primer
prehumano conocido hasta el momento,
Tumai, de 7 millones de años de
antigüedad y encontrado en Chad; el
pequeño esqueleto de Lucy, que, a pesar
de sus 3,2 millones de años, sigue
siendo un gran símbolo de la humanidad,
aunque no es un ancestro del hombre;
finalmente, y muy original, un trozo de
ocre grabado, descubierto en una cueva
de Sudáfrica, la Biombos Cave, a orillas
del océano Indico, de 75 000 años de
antigüedad. En efecto, este trozo de ocre
grabado con signos geométricos, en este
caso grandes líneas cruzadas, es una de
las primeras expresiones artísticas,
simbólicas y decorativas de la
humanidad.
Exposiciones[206]

Este mes de agosto, os recomiendo


dos exposiciones. La primera se sitúa en
el Val d’Oise, en Isle-Adam; trata de
arte rupestre y se titula Sur les chemins
de la préhistoire. De hecho, es una
exposición dedicada a la memoria del
padre Breuil, llamado el «papa de la
prehistoria»; el padre Henri Breuil
trabajó mucho sobre las herramientas
prehistóricas —le debemos las primeras
cronologías—, pero también sobre el
arte rupestre, de ahí el subtítulo de la
exposición: Du Périgord à l’Afrique du
Sud. Era un gran personaje, y se fijó
tanto en los frescos de Lascaux como en
las rocas de Sudáfrica y Namibia.
La exposición en cuestión ha
producido un catálogo que es un
auténtico libro, con numerosos autores y
excelentes textos, algunos inéditos[207].
La segunda exposición que
recomiendo también tiene lugar en el
Museo Nacional de Prehistoria de
Eyzies de Tayac, en Dordoña, en el
sudoeste de Francia. Esta exposición
trata sobre «las grandes fieras de la
prehistoria» y en ella se ven felinos,
osos, hienas, pero también los famosos
macairodontes de inmensos caninos
superiores que a veces reciben el
nombre de «dientes de sable». Los
macairodontes (Machairodus,
Smilodon, Dinofelis, Homotherium,
Megantereon) eran una especie de
felinos, parecidos a las panteras o los
tigres, pero más cortos y más robustos.
En las pinturas rupestres, se encuentran
sobre todo úrsidos y felinos, a la vez en
bulto redondo, altorrelieve y grabado, y,
quizás una vez, un Homotherium. En la
cueva Chauvet, en Ardecha, lo que
figura en el suntuoso fresco descubierto
no hace demasiado tiempo son leones de
las cavernas[208]…

Salón del libro de Mans[209]

Este año, el salón del libro de Mans


había elegido teñirse con los colores de
la prehistoria. Generalmente orientado
hacia los pueblos primeros —en otras
palabras, la gente de otras partes—, esta
vez llevaba el título de Les Premiers
des premiers, es decir, la gente de antes.
Si recuerdo hoy, aunque se celebró
hace algunas semanas, esta
manifestación que tuve el honor de
apadrinar, es porque muchas de las
exposiciones continúan sobreviviéndole,
exposiciones sobre el arte de la
prehistoria, la prehistoria en imágenes,
Lascaux o las pinturas rupestres del
Sáhara. Actualmente, continúan también
en la mediateca Louis-Arago Les
Chefs-d’œuvre du Périgord, en el
Museo Verde Sur la terre des
mammouths, en la colegiata Saint-
Pierre-La-Cour Lucy, histoire
d’ancêtres. Yo mismo di tres
conferencias en Mans con motivo de
este salón, una de ellas para los niños.
El público «infantil» es muy
interesante; en efecto, en general,
pregunta sobre los temas que menos se
dominan, como si sintieran en el
discurso los lugares en los que la
ciencia todavía no está muy segura de sí
misma; en otras palabras, ¡apunta de
lleno a la zona frágil! Por ejemplo,
sobre el ancestro común a los
chimpancés y los prehumanos, el que
vivió hace aproximadamente 8-10
millones de años, pregunta cómo tiene la
cabeza y dónde lo hemos encontrado…
entonces me veo obligado a responderle
que todavía no se ha encontrado, pero
que espero que estas reuniones
suscitarán vocaciones para que algunos
de ellos viajen al terreno conmigo, a las
bellas tierras de África tropical,
saharianas, sahelianas o de la sabana,
para que por fin encontremos a este
ancestro común, ese famoso abuelo que
intriga e inquieta, para ver cómo tiene la
cabeza…

Arqueólogos aficionados[210]

Naturalmente, los aficionados


pueden contribuir a los avances de la
investigación, como vemos en
numerosas disciplinas, como la
paleontología o la arqueología. Por
ejemplo, me encontré en Le Mans, con
motivo de la 25e heure du livre, a unas
personas, aficionadas y apasionadas,
que han fundado la asociación Culture et
Archéologie, cuyos locales se
encuentran en Oisseaule-Petit, un bonito
municipio del norte de Sarthe. Me
regalaron una obra que cubre los veinte
años de prospección arqueológica
realizada por esta asociación, y los
resultados de estos trabajos son
considerables. Se extienden del
paleolítico medio, es decir, hace 70 000
años, hasta finales de la época
medieval, es decir, el siglo XV, con una
focalización en el periodo galorromano;
en líneas generales, desde 500 años
antes de Cristo hasta 500 años después.
En este pequeño territorio, consiguen
informarnos sobre la valorización de los
suelos de todos estos poblamientos, el
espacio que ocupaban y los
desplazamientos que tenían lugar, su
artesanía y sus industrias, sus ritos y sus
creencias.
Como, por supuesto, los
profesionales no tienen tiempo de ir a
todas partes, porque no son numerosos,
y los descubrimientos arqueológicos
proceden forzosamente del terreno, estos
aficionados, gracias a su pasión, aportan
a los especialistas informaciones
valiosas, que después pueden
seleccionar y explotar. Por otra parte, no
hay que olvidar que los aficionados son
los que fundaron la prehistoria y la
arqueología. La prehistoria no se hizo
profesional hasta finales del siglo XIX y
principios del XX como muy temprano,
pero ya la practicaba desde hacía
tiempo, como la arqueología, e incluso
la paleontología, mucha gente en
contacto con el terreno, médicos,
profesores, sacerdotes. Y sobre la base
de sus investigaciones, de sus
descubrimientos y de sus estudios, se
institucionalizaron estas grandes
disciplinas.

Más exposiciones[211]

A finales de este mes de agosto, os


invito a visitar algunas exposiciones.
Una me ha llamado especialmente la
atención; se titula Cent Mille Ans sous
les rails, y se puede ver en Châlons-en-
Champagne. Como todo el mundo sabe,
se está construyendo la línea de gran
velocidad del este europeo, que va de
París a Estrasburgo y más allá, y, en los
300 kilómetros de vías actualmente
construidas, ¡ya se han realizado
trescientas sesenta operaciones de
arqueología preventiva! Hay que decir
que la capa de tierra que está bajo los
pies no es muy gruesa, y como estas
regiones de Francia atravesadas por el
TGV están pobladas desde hace largo
tiempo, basta con practicar algunos
«agujeros» para hacer extraordinarios
descubrimientos… Evidentemente, el
Institut National de Recherches
Archéologiques Préventives francés es
el que realiza todas estas
operaciones[212].
La otra exposición que os
recomiendo es la que se presenta en
Concarneau, en la Casa del Patrimonio,
en una parte de la ciudad amurallada, la
Torre del Gobernador. El título de la
exposición refleja perfectamente su
contenido: L’Archéologie en pays
concarnois. También en este caso se
trata de arqueología general, de los
niveles más antiguos, 500 000 años,
hasta los periodos romano y medieval…
Por último, no me resisto al placer
de recomendaros una tercera exposición;
se organiza en el Museo de Prehistoria
del Grand-Pressigny, un yacimiento
neolítico famoso de Indre-et-Loire, y
está dedicada a los Dioses de piedra,
que se pueden ver representados en las
estatuas menhires o los menhires
esculpidos. En total, cuenta con
veintisiete moldes que proceden
principalmente del sur de Francia, en
especial del Languedoc, y que datan de
la edad de los metales, es decir de hace
3000, 4000 y 5000 años.

Los niños[213]

Estamos a 25 de diciembre y, en este


día del aniversario del nacimiento de un
bebé famoso, he venido con la foto de
otro bebé que se ha convertido en
emblema de un jabón. El caso es que
formé parte del jurado que eligió, entre
varios niños, al o la que vería su
«carita» en los envoltorios de este jabón
y esto me dio la ocasión de hablar con
los padres de los «candidatos» sobre los
niños de la prehistoria. Como primer
ejemplo, utilicé las huellas de pasos de
3,6 millones de años[214] descubiertas en
la ceniza fósil en Tanzania. Se trata de
las huellas dejadas por dos adultos y un
niño. Los dos adultos probablemente
van hacia un punto de agua, uno camina
sobre los pasos del otro, lo cual resulta
gracioso; en cuanto al pequeño, camina
al lado de uno de «sus dos progenitores»
y después se detiene, se da la vuelta,
distraído por algún ruido, y reemprende
la marcha. Esta pequeña escena, que se
lee perfectamente en la piedra, me
parece emotiva.
Después pensé también en las
sepulturas. A partir de hace 100 000
años, los hombres entierran a algunos de
sus muertos y, entre ellos, el 25 por
ciento son niños. En Teshik-Tash, por
ejemplo, en Uzbekistán, una tumba de
alrededor de 50 000 años está rodeada
de cuernos de cabra clavados
verticalmente[215]. Es la tumba de un
niño de seis a ocho años y, para ser tan
pequeño… es una tumba suntuosa.
Terminaré con una pequeña historia,
la que se puede leer en el suelo de la
cueva de Fontanet, en los Pirineos. En
efecto, allí se descubrieron las huellas
de un niño y las de un zorrillo; el
pequeño probablemente corría detrás
del zorro; después de cierto número de
pasos, las huellas del niño se detienen,
mientras que las del zorro continúan. En
este lugar concreto, a uno de mis
colaboradores, Michel Garda[216], se le
ocurrió hacer moldeados más precisos
del suelo, para intentar comprender lo
que había podido pasar, y encontró la
huella de los dedos de las manos del
niño clavadas en la arcilla; el niño se
había caído. Y los dedos mostraban no
solamente las falanges, sino también las
uñas, que, por otra parte, ¡el niño se
mordía! Por lo tanto, el pequeño corría
tras el zorro, pero lo «perdió» y se cayó
en la arcilla de la cueva…

Compasión[217]

Desde el descubrimiento reciente de


un cráneo que perteneció a un anciano
de 1,8 millones de años de antigüedad,
sabemos que los humanos muy antiguos
ya poseían el sentido de la compasión.
Un amigo y colega georgiano, David
Lordkipanidze, fue quien halló el
cráneo, el quinto, en sus excavaciones
de Dmanisi, en el Cáucaso[218]. En
efecto, se trata de un cráneo
completamente desdentado, ¡a excepción
de un diente! Ahora bien, como las
cavidades alveolares de los dientes
caídos estaban cicatrizadas, estos
dientes tuvieron que caer varios años
antes de la muerte de su «propietario»;
este hombre fue, pues, incapaz de
masticar lo que fuera durante un tiempo
y, por lo tanto, durante ese tiempo, tuvo
que recibir la ayuda de su comunidad
para sobrevivir.
Se sabía desde hacía tiempo que
algunos humanos se habían beneficiado
de la ayuda de su entorno, pero no en
una fecha tan antigua. En un famoso
yacimiento de Vaucluse, el
Baude-l’Aubésier, yacimiento de
200 000 años, ya se había encontrado
una mandíbula que había perdido todos
los dientes como consecuencia de un
proceso infeccioso (probablemente
abscesos) y ya se había pensado que,
para sobrevivir hasta los cuarenta y
cinco años, la edad aproximada de su
muerte, este hombre había tenido que ser
alimentado por su comunidad. Otro
ejemplo: hace un centenar de miles de
años, en Shanidar, Irak, un hombre,
parcialmente ciego, presentaba toda una
serie de fracturas, pero había
sobrevivido a ellas de manera
respetable y respetada, puesto que estas
fracturas estaban todas soldadas. El
descubrimiento realizado en Georgia va
en el mismo sentido, a la vez que nos
remite a una época mucho más antigua.
Yo asociaría la medicina a la
compasión. Lo que supo hacer muy
temprano fue movilizar o inmovilizar las
articulaciones cuando había que
ocuparse de ello para evitar la
anquilosis o, al contrario, para facilitar
la consolidación; lo que supo hacer
también muy temprano fueron
trepanaciones, sin duda en caso de
hemorragia cerebral. Por otra parte, en
algunos casos, se ve claramente que la
hoja de sílex se ha introducido de forma
oblicua, para no tocar el cerebro y no
lesionar las meninges. A veces, la
operación fracasaba, y los bordes de la
abertura son agudos; otras veces, tuvo un
éxito tan rotundo que el hueso volvió a
crecer y cubrió el orificio realizado por
el trépano; es impresionante… ¡muy
impresionante!

Evolución[219]

Siempre se habla mucho de


evolución; por ejemplo, nos
preguntamos cómo ha evolucionado la
especie humana y qué ha influido en el
desarrollo de su cerebro. En esta
historia, se imponen dos grandes
nombres: Lamarck y Darwin. Lamarck
vivió a caballo de los siglos XVIII y XIX;
Darwin, a mediados del siglo XIX. Hasta
ahora, la comunidad científica parecía
más próxima a Darwin que a Lamarck. Y
he aquí que Lamarck podría recuperar
sus galones, a juzgar por el título, y la
difusión en la cadena de televisión
francesa Arte, de una emisión titulada Le
Retour de Lamarek.
Conviene saber que la transmisión
de los caracteres es una transmisión
genética, lo que por otra parte no sabía
Darwin. En cambio, Darwin había
comprendido muy bien que los
caracteres eran aleatorios, es decir, que
aparecían por casualidad y que la
selección, la selección natural, era lo
que conservaba unos caracteres en lugar
de otros. Esto en cuanto a la genética.
Pero, más allá de la genética, está la
epigenética, es decir, lo adquirido; cada
uno de nosotros tiene una relación
diferente con el entorno, motivo por el
cual dos gemelos (o dos clones) que no
viven juntos se volverán diferentes con
el paso del tiempo. Estos caracteres
adquiridos, por definición, no se
transmiten, aunque… He pasado mucho
tiempo en las zonas de excavaciones y
siempre me ha impresionado el hecho de
que, cuando se producía un cambio
climático, muchas especies se
transformaban y se adaptaban en el
sentido «correcto». En efecto, como por
casualidad, la transformación ocurría en
el sentido favorable a la supervivencia.
Más allá de la casualidad, existe, pues,
la influencia del entorno, que todavía no
hemos comprendido, pero que debe de
ser muy importante y que podría
transmitirse. La respuesta quizá debe
encontrarse en la multiplicación de las
mutaciones (aleatorias) en momentos de
estrés, lo cual, evidentemente, cambia
las condiciones del azar. Por lo tanto, ni
Lamarck ni tampoco Darwin, pero algo
sí es cierto: la evolución ya no es una
teoría.
10
Partidas
El pasado demasiado temprano

Françoise Claustre[220]

La arqueóloga Françoise Claustre


falleció el 23 de septiembre de 2006 y
toda la comunidad de arqueólogos
recuerda su valor cuando fue hecha
prisionera en Chad, en 1974. Ha partido,
pues, prematuramente y yo quisiera
rendir homenaje a una buena
investigadora, a una excelente colega y a
una amiga.
Yo mismo estaba en Chad cuando
ella llegó a Fort-Lamy, que entonces se
llamaba Yamena, para trabajar en la
cultura sao, esa gran civilización que
produjo magníficas esculturas de arcilla
en ciertas regiones del sur de Chad y del
norte de Camerún. Después abandoné el
país; Françoise, que se apellidaba
Treinen, se quedó y se casó con Pierre
Claustre, que dirigía entonces el
proyecto de reforma administrativa. Ella
continuó sus investigaciones en el lugar,
trabajando sobre todo en los
yacimientos que me habían permitido
dibujar los contornos del lago Chad. Por
otra parte, fue ella la que los dató, poco
antes del secuestro de 1974 del que fue
víctima.
Estuvo prisionera durante tres años,
de 1974 a 1977. Estos años de
cautiverio se los debe a Hissène Habré,
que quería tomar el poder en Chad, lo
que terminaría por conseguir. Capturar a
esta joven occidental y a otras personas
le permitía atraer la atención de la
comunidad internacional sobre sus
reivindicaciones. Durante aquellos años
en Tibesti, Françoise Claustre utilizó sus
competencias al máximo, enseñando
francés a los pequeños tubús. Debo
precisar que no fue etnóloga en ningún
caso. Siempre se la presenta así, ¡pero
no porque uno se encuentre con personas
de otros lugares, que los frecuente o que
sea amable con ellos es etnólogo!
Françoise Claustre era arqueóloga, y
cuando regresó a Francia, sólo le
preocupaba una cosa, que se olvidaran
de ella. Se retiró a la región de su
marido, los Pirineos Orientales, y
continuó su trabajo de arqueóloga y
prehistoriadora en el seno del CNRS,
donde, por otra parte, accedió al grado
más elevado, directora de
investigación[221].

Francis Clark Howell[222]


La comunidad internacional de
paleoantropólogos está de duelo;
Francis Clark Howell ha fallecido y
quiero honrar su memoria[223]. Al
principio, era para mí un «gran
anciano», si se me permite, y, en este
sentido y en este papel, me ayudó
mucho; después, nos convertimos en
colegas, colegas de terreno, puesto que
codirigimos durante diez años la
expedición internacional del Orno en el
sur de Etiopía. Formado en la
Universidad de Chicago en la época de
los grandes nombres de la
paleobiología. —Simpson, Mayr,
Dobzhansky—, fue en Chicago donde lo
encontré en los años sesenta, donde fue
primero profesor y de donde después se
marchó hacia la Universidad de
California, en Berkeley. Allí puso en
marcha un gran centro de estudios de
geociencias y paleobiología que podía
rivalizar con Nueva York o París, antes
de convertirse sin duda en capital de
estas disciplinas.
Primero, Howell trabajó mucho
sobre el neandertal y probablemente fue
él quien se dio cuenta de la originalidad
de este hombre fósil y de su diferencia
con el hombre moderno. Después,
empezaron las grandes expediciones
multidisciplinarias e internacionales a
África, de las que era realmente el
fundador o, en cualquier caso, el
inspirador. Le conocí dos obsesiones,
ambas en su favor: la primera era la de
leerlo todo, tenía una biblioteca
extraordinaria y estaba ansioso por tener
en la mano el último libro publicado; la
segunda era la de conocer a los colegas,
en especial a los jóvenes colegas que se
dedicaban a las disciplinas que eran las
suyas, sin distinción de nacionalidad,
siempre recordaba sus nombres, su
formación, su interés y la dirección en la
que se orientaban… Howell era un
hombre de síntesis, un hombre de una
gran amplitud de miras, de gran respiro,
como dirían los italianos, un hombre
honesto, apasionado por las ciencias y
de compañía muy agradable. Honro al
científico y honro al amigo.
Para concluir

Me gustaría concluir primero con una


advertencia a los lectores, una
advertencia que tomo prestada de Daniel
Herrero: «¡Enseñas tanto lo que eres
como lo que sabes!». Estáis advertidos.
Además, necesito, por supuesto, algunas
palabras para hacer la apología del
tiempo y del tratamiento que me he
esforzado en aplicarle. Para ello, daré
con gusto la palabra a un escritor
armoricano, Pierre-Jakez Hélias, para el
que: «Sin ayer y sin mañana, hoy no vale
nada». Y después a un poeta africano,
Pacere Titinga, que tendrá la última y
hermosa palabra: «Si la rama quiere
florecer, que honre a sus raíces…».
Espero fervientemente que las palabras
de este libro sobre todas las raíces del
pasado participen, con el calor
adecuado, en el florecimiento
resplandeciente de todas las ramas del
presente, ¡France Info obliga!
Yves Coppens nació en Vannes (Francia)
en 1934 y estudió en las universidades
de Rennes y la Sorbona. Desde 1956 es
miembro del Centre National de la
Recherche Scientifique. Ha realizado
excavaciones en Chad, Etiopía, Túnez,
Argelia, Mauritania, Indonesia y
Filipinas. Miembro, entre otras, de la
Académie des Sciences y de la
Académie de Médecine, es autor
asimismo de numerosos libros y
documentales dedicados a la
paleontología y la paleoantropología, en
los que combina un gran rigor científico
con una extraordinaria capacidad
divulgativa. En 1983 obtuvo la cátedra
de paleoantropología y prehistoria en el
Collège de France, donde impartió
clases hasta 2005. Tusquets Editores ha
publicado, en esta misma colección, sus
títulos La rodilla de Lucy y La historia
del hombre.
Notas
[1] Debo esta idea a Jean-Claude
Carrière. Un día, salía con mucha prisa
de la Maison de la Radio por la puerta
B; crucé como una tromba la calle de
Boulainvilliers y la calle Franklin para
llegar lo más rápidamente posible a la
parada de taxis, delante del restaurante
Les Ondes. Jean-Claude Carrière,
probablemente con tanta prisa como yo,
seguía en el mismo momento el mismo
itinerario al mismo paso, pero en
sentido contrario. Nuestros recorridos
se cruzaron en el medio de la calle de
Boulainvilliers; lo saludé y él me
respondió en dos tiempos, separados
por unos segundos y algunos metros.
Primer tiempo, sorprendido: «Oh,
buenos días, ¿cómo va?». Segundo
tiempo, elevando forzosamente el tono y
siempre en plena carrera: «¡Hace
mucho!». Gracias, Jean-Claude
Carrière, fui muy sensible a esa
preocupación por mi salud asociada a un
homenaje a mi «especialidad». ¡Ahora
me siento muy hacemuchólogo! <<
[2]Mi crónica en France Info se llama,
en efecto, «Histoire d’homme».
(«Historia de hombre»)… <<
[3] Crónica del 18 de junio de 2007. <<
[4] J. M. Asara, M. H. Schweitzer, L.
M. Freimark, M. Phillips y L. C. Cantley
, «Protein sequences from Mastodon and
Tyrannosaurus rex revealed by mass
spectrometry», Science, 316 (2007),
págs. 280-285. <<
[5] Crónica del 3 de octubre de 2005. <<
[6]S. McBrearty y N. Jablonski, «First
fossil chimpanzee», Nature, 437 (2005),
págs. 105-108. <<
[7]Y. Coppens, «Les plus anciens fossils
d Hominidae», Recent Advances in the
Evolution of Primates, Pontificae
Academiae Scientiarum Sripta Varia,
Roma, 50 (1983), págs. 1-9; Y. Coppens,
«East Side Story: the origin of human-
kind», Scientific American, mayo de
1994, págs. 88-95. <<
[8] Crónica del 4 de junio de 2007. <<
[9]R. Mulot, «Les chimpanzés utilisent
l’outil depuis 4300 ans», Science et
Avenir, 722 (2007). <<
[10] Crónica del 30 de enero de 2006. <<
[11] J. Goodall, Through a Window. My
thirty years with the chimpanzees of
Gombe, Mariner Books, Nueva
York, 2000 [trad, esp.: A través de la
ventana: treinta años estudiando a los
chimpancés, Salvat Editores,
Barcelona, 1994). <<
[12]Crónica del 19 de septiembre de
2005. <<
[13]C. Gunter y R. Dhand, «The
chimpanzee genome», Nature, 437
(2005), pág. 47. <<
[14] Crónica del 25 de junio de 2007. <<
[15]S. K. S. Thorpe, R. L. Holder y R.
H. Crompton, «Origin of human
bipedalism as an adaptation for
locomotion on flexible branches»,
Science, 316 (2007), págs. 1328-1331.
<<
[16] Crónica del 24 de julio de 2006. <<
[17] M. Brunet, D’Abel à Tournai.
Nomade, chercheur d’os, Odile Jacob,
Paris, 2006. <<
[18]
A. Gibbons, The First Human. The
Race to Discover our Earliest
Ancestors, Doubleday, Nueva
York, 2006. <<
[19] Crónica del 19 de junio de 2006. <<
[20] Crónica del 26 de junio de 2006. <<
[21]El coloquio de Aix se celebró los
días 12, 13 y 14 de junio de 2006. Véase
la obra colectiva Lucy, 30 Years Later.
Hominids and environments in Africa
from 7 to 1,5 million years ago: new
discoveries and lines of research,
conferencia intemacional, 12-14 de
junio de 2006, Aix-en-Provence,
CEREGE, 2006. <<
[22] Crónica del 8 de mayo de 2006. <<
[23]T. D. White, G. WoldeGabriel, B.
Asfaw, S. Ambrose, Y. Beyene, R.
L. Bernor, J. R. Boisserie, R. Currie, H.
Gilbert, Y. Haile-Salassie, W. K. Hart,
L. J. Hlusko, Howell F. Clark, R.
T. Kono, T. Lehmann, A. Louchart, C.
Owen Lovejoy, P. R. Renne, H. Saegusa,
H. S. Vrba, H. Wesselmann y G. Suwa,
«Asa Issie, Aramis and the origin of
Australopithecus», Nature, 440 (2006),
pags. 883-889. <<
[24] Crónica del 15 de enero de 2007. <<
[25] R. J. Clarke y P. V. Tobias,
«Sterkfontein member 2 foot bones of
the oldest South African hominid»,
Science, 269 (1995), pags. 521-524. <<
[26]
J. Walker, R. A. Cliff y A. G. Latham
, «U-Pb Isotopic Age of the StW 573
Hominid from Sterkfontein, South
Africa», Science, 314 (2006), pags.
1592-1594. <<
[27]Crónica del 15 de septiembre de
2006. <<
[28]K. S. Pollard, S. R. Salama, N.
Lambert, M. A. Lambo, S. Coppens, J.
S. Pedersen, S. Katzman, B. King, C.
Onodera, A. Siepel, A. D. Kern, C.
Debay, H. Igel, M. J. Ares, P. Vander-
haeghen y D. Haussier, «An RNA gene
expressed during cortical development
evolved rapidly in humans», Nature, 443
(2006), pags. 167-172. <<
[29] Y. Coppens, «Evolution des
hominidés et de leur environnement au
cours du Plio-Pléistocène dans la basse
vallée de l’Omo en Éthiopie», C.
R. Acad. sc. Paris, 281 (1975), D. pâgs.
1693-1696; Y. Coppens, Le présent du
passé, Odile Jacob, 2009. <<
[30] Crónica del 3 de julio de 2006. <<
[31] Obra colectiva, Lucy, 30 Years
Later. Hominids and environments in
Africa from 7 to 1,5 million years ago:
new discoveries and lines of research,
conferencia intemacional, 12-14 de
junio de 2006, Aix-en-Provence,
CEREGE, 2006. <<
[32] Crónica del 1 de mayo de 2006. <<
[33]E. Boeda y X. Hou, «Relationship
between east and west Asia in
Paleolithic age», Quaternary Sciences, 3
(2004), págs. 255-264; «Tribulations
d’un archéologue en Chine. Origines de
l’humanité», J. CNRS, 2005, pág. 195.
<<
[34] Crónica del 29 de mayo de 2006. <<
[35]E. Boeda y X. Hou, «Relationship
between east and west Asia in
Paleolithic age», Quaternary Sciences, 3
(2004), págs. 255-264; «Tribulations
d’un archéologue en Chine. Origines de
l’humanité», J. CNRS, 2005, pág. 195.
<<
[36] Crónica del 27 de febrero de 2006.
<<
[37]La exposición Atapuerca se celebró
en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid de diciembre de 2005 a marzo
de 2006; el catálogo, escrito por J.
L. Arsuaga e I. Martinez, se titulaba
Atapuerca y la evolución humana; es un
excelente libro de 155 páginas. <<
[38]E. Carbonell y M. Mosquera, «The
emergence of a symbolic behaviour: the
sepulchral pit of Sima de los Huesos,
Sierra de Atapuerca, Burgos, Spain», C.
R. Palevol, 5 (2006), 1-2, págs. 155-160
. <<
[39]Crónica del 14 de noviembre de
2005. <<
[40] P. Brown, T. Sutikna, M.
J. Morwood, R. P. Soejono, E. Jatmiko,
E. W. Saptomo y R. A. Due, «A new
small-bodied hominin from the late
Pleistocene of Flores, Indonesia»,
Nature, 431 (2004), págs. 1055-1061.
Véanse también M. J. Morwood, R.
P. Soejono, R. G. Roberts, T. Sutikna,
C. S. M. Turney, K. E. West-away, W.
J. Rink, J. X. Zhao, G. D. Van den Bergh,
R. A. Due, D. R. Hobbs, M. W. Moore,
M. I. Bird y L. K. Fifield, «Archaeology
and age of a new hominin from Flores in
eastern Indonesia», Nature, 431 (2004),
págs. 1087-1091; M. J. Morwood, P.
Brown, E. Jatmiko, T. Sutikna, E.
W. Saptomo, K. E. Westaway, R. A.
Due, R. Roberts, T. Maeda, S. Wasisto y
T. Djubiantono, «Further evidence for
small-bodied hominins from the late
Pleistonece of Flores, Indonesia»,
Nature, 437 (2005), págs. 1012-1017.
<<
[41] Crónica del 9 de octubre de 2006.
<<
[42]A. Brumm, F. Aziz, G. D. Van den
Bergh, M. J. Morwood, M. W. Moore, I.
Kurniawan, D. F. Hobbs y R. Fullagar,
«Early stone technology on Flores and
its implications for Homo florensis»,
Nature, 441 (2006), págs. 624-628; E.
Culotta, «Tools links Indonesian
“Hobbits” to earlier Homo ancestor»,
Science, 312 (2006), págs. 1239-1241.
<<
[43] Crónica del 13 de febrero de 2006.
<<
[44]S. Parfitt, R. Barendregt, M. Breda,
I. Caudy, M. Collins, G. Coope, R
Durbidge, M. Field, J. Lee, A. Lister, R.
Mutch, K. Penkman, R. Preece, J. Rose,
C. Stringer, R. Symmons, J. Whittaker, J.
Wymer y A. Stuart, «The earlier record
of human activity in Northern Europe»,
Nature, 438 (2005), págs. 1008-1012.
<<
[45]Crónica del 21 de noviembre de
2005. Véase también Y. Coppens, Le
Présent du passé, Odile Jacob, 2009. <<
[46] Recientemente se le atribuyen
700 000 años de antigüedad. <<
[47]P. Deletie y J. P. Blais, Homme de
Pékin. Résultats des recherches
géologiques et géophysiques, Mécénat
technologique et scientifique d’EDF,
1997, informe; J. P. Blais, y P. Cote,
Geological and Geophysical
Complementary Investigations. Peking
Man Site at Zhoukoudian, Paris, informe,
EDF-LCPC, 2003 (Y. Coppens,
«Foreword», pág. 5); J. P. Blais, P.
Cote, X. Derobert y S. Palma Lopes,
Synthèse des reconnaissances
géologiques et géophysiques depuis
1996. Site de l’homme de Pékin, Colline
Ouest, Paris, informe, Fundación EDF,
2005 (Y. Coppens, «Préface», págs.
9-11); Y. Coppens, «Préface»,
Proceedings of 1999 Beijing
International Symposium on
Paleoanthropology, Acta Anthropologica
Sínica, 2000, suplemento del vol. 19,
págs. 111-1V. <<
[48] Ahora 700 000 años. <<
[49] Crónica del 15 de mayo de 2006. <<
[50] M. Le Lamer, La Vigie, 2006. <<
[51]G. F. Monnier, «An evaluation of the
Lower/Middle Palaeolithic
periodization in Western Europe»,
Current Anthropology, 47, 5 (2006),
págs. 709-744. Véase también PR. Giot
y J. L. Monnier, «Deux sites du
Paléolithique moyen en Bretagne: le
Mont-Dol et Brehat-Goareva. Nouvelles
données et comparaisons», C. R. Acad.
sc. Paris, 280 (1975), serie D, págs.
1433-1435. <<
[52] Crónica del 23 de octubre de 2006.
<<
[53]
H. de Lumley, «Les fouilles de Terra
Amata à Nice. Premiers résultats», Bull.
mus. anthropol. Préhist. Monaco, 13
(1966), págs. 29-51; H. de Lumley, «Le
Paléolithique inférieur et moyen du Midi
méditerranéen dans son cadre
géologique», Gallia Préhistoire, tomo I,
supl. 5 (1969). <<
[54] Véase también H. de Lumley,
L’Homme premier. Préhistoire,
évolution, culture, Odile Jacob, 1998
[trad. esp.: El primer hombre, Cátedra,
Madrid, 2000]. <<
[55]Crónica del 7 de noviembre de
2006. <<
[56]«Tribulations d’un archéologue en
Chine. Origines de l’humanité», / CNRS,
195 (2005). <<
[57] S. Muhesen, Le Paléolithique de
Syrie: histoire, bilan et perspectives,
habilitación para investigaciones,
Universidad Paris-I-Panthéon-
Sorbonne, 2004; T. Akazawa y S.
Muhesen, Neanderthal Burial.
Excavations ofthe Dederiyeh Cave,
Afrin, Syria, K. W. Publications,
Auckland, 2003; R. Jagher, J. M. Le
Tensorer, P. Morel, S. Muhesen, J.
Renault-Miskovsky, P. Rentzel y P.
Schmid, «Découvertes de restes humains
dans les niveaux acheuléens de
Nadouiyeh Ain Askar (El Kown, Syrie
centrale)», Paléorient, vol. 23, núm. 1
(1997), págs. 87-93. <<
[58] Crónica del 3 de abril de 2006. <<
[59] M. Patou-Mathis, Neandertal, une
autre humanité. Librairie académique
Perrin, Paris, 2006. <<
[60]Crónica del 11 de septiembre de
2006. <<
[61]
L. Orlando, P. Darlu, M. Toussaint,
D. Bonjean, M. Otte y C. Hanni,
«Revisiting neandertal diversity with a
100 000 years old mtDNA sequence»,
Current Biology, 16 (2006), págs.
400-402. <<
[62] Crónica del 28 de mayo de 2007. <<
[63]C. Cohen, Un néandertalien dans le
métro. Seuil, 2007. <<
[64]J. L. Piel-Desruisseaux, Les Eclats
de Néandertal, Dunod, «Quai des
sciences», 2007. <<
[65]Crónica del 27 de noviembre de
2006. <<
[66]Dado que el primer descubrimiento
importante de neandertal data de 1856
(valle de Neander, cerca de
Düsseldorf), otras instituciones
celebraron también, en 2006, el ciento
cincuenta aniversario del
descubrimiento de este hombre fósil. <<
[67] Crónica del 9 de julio de 2007. <<
[68] S. Briet, «Neandertal nouvelle
version», Libération, 2007, 30 de junio.
<<
[69] Crónica del 13 de abril de 2007. <<
[70]M. V. Anikovich, A. A. Sinitsyn,
J. F. Hoffecker, V. T. Holliday,
V. V. Popov, S. N. Lisitsyn,
S. L. Forman, G. M. Levkovskaya,
G. A. Pospelova, I. E. Kuzmina,
N. D. Burova, P. Goldberg,
R. l. Macphail, B. Giaccio y
N. D. Praslov, «Early upper Paleolithic
in Eastern Europe and implications for
the dispersal of modern humans»,
Science, 315 (2007), pâgs. 223-226; H.
Shang, H. Tong, S. Zhang, F. Chen y E.
Trinkaus, «An early modern Human from
Tianyuan Cave, Zhoukoudian, China»,
PNAS, 104 (2007), 16, pâgs. 6575-6578
. <<
[71] Crónica del 20 de agosto de 2007.
<<
[72]
Abdelwahad Bencer, en Sciences et
Avenir, nüm. 725 (julio de 2007). <<
[73]
Crónica del 26 de septiembre de
2005. <<
[74] B. Gravina, P. Mellars y C. Bronk
Ramsey, «Radiocarbon dating of
interstratified Neandertal and early
modern human occupations at the
Chatelperronian type-site», Nature, 438
(2005), pâgs. 51-56. <<
[75] Crónica del 10 de julio de 2006. <<
[76] M. Vanhaeren, F. D’Errico, C.
Stringer, S. L. James, J. A. Todd y K.
Mienis Henk, «Middle Paleolithic shell
seads in Israel and Algeria»,
Science, 312 (2006), pâgs. 1785-1788.
<<
[77]Crónica del 18 de diciembre de
2006. <<
[78]G. Rosendahl, K. W. Beinhauer, M.
Löscher, K. Kreipl, R. Walter y W.
Rosendahl, «Le plus vieil arc du monde?
Une pièce intéressante en provenance de
Mannheim, Allemagne, The oldest bow
in the world? An interesting piece from
Mannheim, Germany», L’Anthropologie
, 110 (2006), pâgs. 371-382. <<
[79] Crónica del 2 de julio de 2007. <<
[80]AFP, «Découverte en Russie d’un
bébé mammouth entièrement conservé»,
2007, 28 de mayo. <<
[81] Crónica del 30 de julio de 2007. <<
[82] La exposición temporal Lucy,
histoire d’ancêtres se presentó en el
castillo-ayuntamiento de
Vallon-Pont-d’Arc, del 1 de junio al 30
de septiembre de 2007. <<
[83] Crónica del 9 de abril de 2007. <<
[84]Los huesos de Ishango también han
dado pie a una exposición en el Museo
de Ciencias Naturales de Bruselas. <<
[85]V. Pletser y D. Huylebrouck, «The
Ishango artifact: The missing base 12
link», Proc. Karachi Univ. Symmetry
Congress (KUS2), 1999, Paper C11,
págs. 339-346. <<
[86] Crónica del 20 de febrero de 2006.
<<
[87]
R. Pigeaud, «La grotte Vilhonneur»,
Archéologia, 435 (2006), págs. 12-17.
<<
[88] «Dans une grotte, peintures et
squelette de 27 000 ans», Le Nouvel
Observateur, Nouvelobs.com,
«Découverte», 2 de junio de 2006. <<
[89] Crónica del 10 de junio de 2006. <<
[90]A. Leroi-Gourhan, «Rouffignac», en
A. Leroi-Gourhan (ed.), Dictionnaire de
la Préhistoire, Presses Universitaires de
France, Paris, 1988, págs. 959-960. <<
[91] L. R. Nougier y R. Robert,
Rouffignac ou la Guerre des
mammouths, La Table Ronde,
Paris, 1957. <<
[92] J. Plassard, Rouffignac. Le
sanctuaire des mammouths, Seuil, «Arts
rupestres», 1999. <<
[93]Crónica del 5 de septiembre de
2006. <<
[94]AFP, «“Lascaux révélé”, un atelier
pour sauver la mémoire d’une grotte en
péril», 2009, 6 de febrero. <<
[95] Crónica del 2 de octubre de 2006.
<<
[96] P. Bahn, «Paleolithic engravings
endangered in Côa Valley, Portugal», La
Pintura, 21 (3) (1995), págs. 1-3; J.
Clottes, «Paleolithic petroglyphs at Foz
Côa, Portugal», International Newletter
on Rock Art, 10 (1995), pág. 2; J.
Zilháo, «The archaeological context of
the paleolithic open air rock site of the
Côa Valley (Portugal)», comunicación
en el Congreso Internacional de Arte
Rupestre de Turin, 1995. <<
[97]T. Aubry, «Vallée du Côa: un art
préhistorique unique», Archéologia, 436
(2006), págs. 62-71. <<
[98] Crónica del 16 de enero de 2006. <<
[99]
J. T. Manning, Digit Rati. A Pointer
to Fertility, Behaviour and Health,
Rutgers University Press, New
Brunswick, 2002. <<
[100] «Les empreintes de mains se
donnent un genre», Le Journal du CNRS,
Vie des Labos, 192 (2006); Jean-Michel
Chazine demostró después que las
manos eran de hombres y de mujeres,
pero que estaban agrupadas en función
de su «sexo»; L. H. Fage y
J. M. Chazine, Bornéo, la mémoire des
grottes, Fage Éditions, Paris/Lyon, 2009.
<<
[101] Crónica del 5 de marzo de 2007. <<
[102]J. L. Le Quellec, Symbolisme et art
rupestre au Sahara, L’Harmattan,
Paris, 1993. <<
[103] Crónica del 7 de agosto de 2006.
<<
[104]
M. E. Krislev, A. Hartmann y O.
Bar-Yosef, «Early domesticated fig in
the Jordan Valley», Sciences, 312
(2006), págs. 1273-1275. <<
[105] Crónica del 9 de enero de 2006. <<
[106] Véase la revista Stantari, que
significa «menhir» y que se publica
desde junio de 2006, Kyrnos
Publications, Porto Vecchio. <<
[107] Crónica del 13 de agosto de 2007.
<<
[108] L. J. Costa, «Promenades
préhistoriques», Stantari, especial 1
(2007). <<
[109] Crónica del 29 de enero de 2007.
<<
[110]L. J. Costa, Questions d’économie
préhistorique. Mode de vie et échange
en Corse et en Sardaigne, CRDP,
Ajaccio, 2006; véase
también L. J. Costa, L’Obsidienne: un
témoin d’échanges en Méditerranée
préhistorique, Errance, Paris, 2007. <<
[111] Crónica del 14 de agosto de 2006.
<<
[112] P. R. Giot, Menhirs et dolmens,
monuments mégalithiques de Bretagne,
Jos Le Doaré, 1970. Véase también
P. R. Giot, Le Cairn de Barnenez, Ouest-
France Editions, 1991. <<
[113]J. P. Noël, «Menhirs. L’intrigante
découverte d’un nouveau Carnac»,
Science et Vie, 1069 (2006), págs.
84-87. <<
[114] Crónica del 11 de junio de 2007. <<
[115]R. Pigeaud, La Préhistoire dans
l’Ouest. Des mammouths aux menhirs,
Ouest-France Editions, Rennes, 2007.
<<
[116]
Charpentier, E. Guesquière y C.
Marcigny, L’Archéologie en Normandie,
Ouest-France Editions-INRAP,
Rennes, 2007. <<
[117] Crónica del 23 de julio de 2007. <<
[118] La exposición Photographies
inédites de Zacharie Le Rouzic se
celebró en Carnac en julio de 2007.
Véase también Z. Le Rouzic [1909],
Carnac, Légendes, Traditions, Coutumes,
Contes du Pays, PyréMonde,
«ARREMOLUDAS», Rennes, 2007. <<
[119]Crónica del 4 de diciembre de
2006. <<
[120] E. Thirault, «Bessans/La Teha
(Savoie): présence néolithique à haute
altitude (2250 m) sur les itinéraires
transalpins», Bull. Soc. Préhist.
Fr. 2006, 103/4, págs. 797-799. <<
[121] Crónica del 12 de marzo de 2007.
<<
[122]Le Point, «Marseille de A à Z,
Néolithique», 1830 (2007). <<
[123] Crónica del 26 de marzo de 2007.
<<
[124]INRAP, comunicado de prensa,
2007. <<
[125]J. Malaterre, Le Sacre de l’homme,
Y. Coppens y J. Guilaine, directores
científicos, DVD, France Télévisions
Distribution, 2007; J. Malaterre,
L’Odyssée de l’espèce, Homo sapiens,
Le Sacre de l’homme, Y. Coppens,
director científico, caja de tres DVD,
France Télévisions Distribution, 2007.
<<
[126] Crónica del 12 de febrero de 2007.
<<
[127]
AFP, «À Mantoue. Les restes d’un
couple enlacé enterré il y a quelque
6000 ans», 8 de febrero de 2007. <<
[128] Crónica del 17 de octubre de 2005.
<<
[129] Obra colectiva, L’Égypte
prédynastique, Dossiers d’archéologie,
2005. <<
[130]
Crónica del 25 de septiembre de
2006. <<
[131]IRD, «Le Tchad au fil du temps»,
Science au Sud, Le Journal de l’IRD, 35
(2006); M. J. Leblanc, C. Leduc, F.
Staguitti, P. J. Van Oevelen, C. Jones,
L. A. Mofor, M. Razack, y G. Favreau,
«Evidence for Megalake Chad, north-
central Africa, offering the late
Quaternary from satellite data»,
Palaeogeography, Palaeoclimatology,
Palaeoecology, 230 (2006), 3-4, págs.
230-242; M. J. Leblanc, G. Favreau, J.
Maley, Y. Nazoumou, C. Leduc, F.
Staguitti, P. J. Van Oevelen. F. Delclaux
y J. Lemoalle, «Reconstruction of
Megalake Chad using Shuttle Radar
Topographie Mission data»,
Palaeogeography, Palaeoclimatology,
Palaeoecology, 239 (2006), 1-2, págs.
16-27. <<
[132] Y. Coppens, «Les cultures
protohistoriques et historiques du
Djourab», Primer coloquio internacional
de arqueología africana, Fort-Lamy
, 1966, Études et documents tchadiens,
Mémoires, 1, Fort-Lamy, 1970, págs.
129-146; Y. Coppens, «De l’archéologie
à la paléogéographie», Bull. IFAN,
Dakar, XXI, serie A(1) (1969), págs.
263-269. <<
[133]
Crónica del 26 de diciembre de
2005.<<
[134]F. Parenti, Le Gisement quaternaire
de Pedra Furada (Piaui, Brésil),
Éditions Recherche sur les civilisations
(ERC), Association pour la diffusion de
la pensée française (ADPF), 2002, 2
vols. <<
[135]
Crónica del 11 de diciembre de
2006. <<
[136]W. A. Neves y M. Hubbe, «Cranial
morphology of early Americans from
Lagoa Santa, Brazil: Implications for the
settlement of the New World», PNAS,
102, 51 (2005), págs. 18 309-18314. <<
[137] Crónica del 16 de abril de 2007. <<
[138] Crónica del 29 de agosto de 2005.
<<
[139] S. González, D. Huddart,
M. R. Bennet y A. González-Huescac,
«Human footprints in Central Mexico
older than 40 000 years», Ternary
Science Reviews, 25, 3-4 (2006), págs.
201-222. <<
[140]
Crónica del 12 de diciembre de
2005. <<
[141]INRAP, comunicado de prensa,
2005. <<
[142]A. Delpuech, C. Hofman y M.
Hoogland, «Les Amérindiens de la
Guadaloupe: archéologie de la
Caraïbe», Archéologia, 376 (2001). <<
[143]
Crónica del 19 de diciembre de
2005. <<
[144] S. Lemaître y V. Decart,
Archéologie, noviembre de 427 (2005).
<<
[145]
Crónica del 4 de septiembre de
2006. <<
[146]M. Yamashita, Zheng He. Sur les
traces du premier navigateur chinois des
océans, White Star, 2006 y, más tarde,
E. L. Dreyer, Zheng He, China and the
Oceans in the Early Ming
Dynasty, 1405-1433, Pearson Longman,
Nueva York, 2007. <<
[147] Crónica del 24 de abril de 2006. <<
[148]S. Crançon y A. F. Marziou, «
L’archéologie historique au Québec»,
Archéologia, 231 (2006), págs. 24-39.
<<
[149] Crónica del 30 de octubre de 2006.
<<
[150]T. L. Hunt, y C. P. Lipo, «Late
colonization of Easter Island»,
Science, 311 (2006), 5767, págs.
1603-1606; Pour la science, 351 (2007).
<<
[151] Crónica del 21 de mayo de 2007.
<<
[152] M. Guérout, «L’île de esclaves
oubliés», Archéologie, 443 (2007),
págs. 30-42. <<
[153] Crónica del 6 de febrero de 2006.
<<
[154]«Le retour du dodo… en os»,
Sciences et Avenir, apartado
«Actualité», febrero de 2006. <<
[155] D. L. Roberts y A. R. Solow,
«Flightless birds: When did the dodo
become extinct?», Nature, 426 (2003),
pág. 245. <<
[156]
H. Mayell, «Extinct dodo related to
pigeons, DNA shows», National
Geographic News, 2002. <<
[157] Crónica del 22 de agosto de 2005.
<<
[158] Obra colectiva, «Bordeaux, 25
siècles d’histoire», Archéologia, 424
(2005), págs. 30-79; J. Roussot-
Larroque, «Bordeaux préhistorique: les
racines de Bordeaux, du Néolitique à la
fin de l’âge du bronze», Revue
Archéologique de Bordeaux, 2005, págs.
37-98. <<
[159] C. Sireix, «Burdigala et les
Bituriges vivisques», Archéologia, 424
(2005), págs. 33-39. <<
[160] Crónica del 5 de febrero de 2007.
<<
[161] A. M. Romero, Bibracte.
Archéologie d’une ville gauloise, Glux-
en-Glenne, Bibracte-Centre
archéologique européen, 2006. <<
[162] Julio César, Comentarios a la
guerra de las Gallas, el famoso De Bello
Gallit o, donde por otra parte se
vanagloria de manera desvergonzada…
<<
[163]
K. Gruel y D. Vitali, «L’oppidum de
Bibracte. Un bilan de onze années de
recherches (1984-1996)», Gallia, 55
(1998), págs. 1-140. <<
[164]Crónica del 6 de noviembre de
2006. <<
[165]
V. Delattre, «Rituels des Celtes»,
Archéologia, 436 (2006), págs. 48-59.
<<
[166]AFP, «Campagne archéologique de
l’autoroute A19: 30 sites remarquables
fouillés, des avancées importantes sur
l’histoire et la préhistoire de la Beauce
et du Gâtinais», 18 de junio de 2009;
INRAP, «La campagne archéologique de
l’autoroute A19», comunicado de
prensa, 7 de agosto de 2009. <<
[167] Crónica del 22 de enero de 2007.
<<
[168] Crónica del 19 de febrero de 2007.
<<
[169]«Paris au temps des Romains»,
L’Express, 8 de febrero de 2007. <<
[170] Crónica del 11 de junio de 2006. <<
[171]Crónica del 5 de diciembre de
2005. <<
[172]
Obra colectiva, «Le pilier de Saint-
Landry restauré, Musée National du
Moyen Age, France», Archéologie
Nouvelle, 81 (2005), págs. 38-39. <<
[173] Crónica del 31 de octubre de 2005.
<<
[174]
F. Chevalier, «Arles: à la recherche
du port antique», Archéologia, 426
(2005), págs. 46-53. <<
[175] Crónica del 31 de julio de 2006. <<
[176] Crónica del 16 de julio de 2007. <<
[177]M. Griaule, Les Sao légendaires,
Gallimard, Paris, 1943. <<
[178] La exposición titulada Sao, le
peuple de l’argile se presentó después
en el Museo de Historia Natural de La
Rochelle hacia la Navidad de 2007. <<
[179]
J. G. Gauthier, «La civilisation Sâo:
recherches archéologiques en pays Fali
(Nord-Cameroun)», Archéologia, 49
(1972), págs. 45-56. <<
[180] Crónica del 6 de marzo de 2006. <<
[181]S. Pradines, «Kilwa, la cité de l’or
africain», Archéologia, 430 (2006),
págs. 62-73. <<
[182] Crónica del 2 de enero de 2006. <<
[183] J. Evin, G. N. Lambert,
L. C. Langouët, P. Lanos y C. Oberlin,
Les Méthodes de datation en laboratoire,
Errance, colección «Archéologiques»,
Paris, 2005. <<
[184] Crónica del 13 de marzo de 2006.
<<
[185]
J. P. Bocquet-Appel, P. Y. Demars,
L. Noiret y D. Dobrowsky, «Estimates of
upper Palaeolithic metapopulation size
in Europe from archaeological data», J.
of Archaeol. Soc., 32/11 (2005), págs.
1656-1668. <<
[186] Crónica del 1 de enero de 2007. <<
[187]F. Goddio, Trésors engloutis
d’Egypte, Seuil, Paris, 2006. <<
[188] Crónica del 24 de octubre de 2005.
<<
[189] Crónica del 27 de marzo de 2006.
<<
[190] Crónica del 10 de abril de 2006. <<
[191] Crónica del 17 de abril de 2006. <<
[192] Crónica del 8 de enero de 2007. <<
[193] Crónica del 22 de mayo de 2006.
<<
[194] Crónica del 26 de febrero de 2007.
<<
[195]J. P. Mohen (dir.), Le Nouveau
Musée de l’Homme, Odile
Jacob/Muséum National d’Histoire
Naturelle, Paris, 2004. <<
[196] Crónica del 6 de agosto de 2007.
<<
[197] M. Patou-Mathis, Une mort
annoncée. A la rencontre des Bushmen,
derniers chasseurs-cueilleurs du
Kalahari, Perrin, Paris, 2007. <<
[198] Crónica del 10 de octubre de 2005.
<<
[199]
Crónica del 18 de noviembre de
2005. <<
[200]Los actos del coloquio se han
publicado en Origine de l’homme et
peuplement de la Terre, Musée
d’Anthropologie Préhistorique de la
Principauté de Monaco éd., 2008. <<
[201] Crónica del 23 de enero de 2006.
<<
[202]H. Thomas, D’où vient l’homme?
Le défi de nos origines, Belfond,
Paris, 2005. <<
[203] Crónica del 17 de julio de 2006. <<
[204] Science et Vie, 1066 (2006). <<
[205]
Crónica del 12 de septiembre de
2005. <<
[206] Crónica del 21 de agosto de 2006.
<<
[207]Obra colectiva, Sur les chemins de
la préhistoire. L’abbé Breuil du Périgord
à l’Afrique du Sud, Somogy, catálogo de
la exposición celebrada del 7 de mayo
al 7 de septiembre de 2006 en el Museo
de Arte e Historia Louis-Senlecq de
Isle-Adam, en Val-d’Oise. <<
[208] Les Grandes Fauves de la
préhistoire, Museo Nacional de
Prehistoria, 14 de junio a 13 de
noviembre de 2006. <<
[209]
Crónica del 13 de noviembre de
2006. <<
[210]
Crónica del 20 de noviembre de
2006. <<
[211] Crónica del 28 de agosto de 2006.
<<
[212] D. Lamotte, J. Vanmoerkerke y J.
Burnouf (dir.), Cent Mille Ans sous les
rails. Archéologie de la ligne à grande
vitesse esteuropéenne, Somogy,
Paris, 2006. <<
[213]Crónica del 25 de diciembre de
2006. La elección del bebé Cadum 2006
había tenido lugar el 13 de diciembre.
<<
[214]R. H. Tuttle, D. M. Webb y N. I,
Tuttle, «Laetoli foot prints trails and the
évolution of hominid bipedalism», en Y.
Coppens y B. Senut (ed.), Origine(s) de
la bipédie chez, les hominidés, Éditions
du CNRS, Paris, 1991, págs. 187-198.
<<
[215] A. Defleur, Les Sépultures
moustériennes. Éditions du CNRS,
Paris, 1993. <<
[216] Comunicación personal. <<
[217] Crónica del 20 de marzo de 2006.
<<
[218]D. Lordkipanidzc y A. Vekua, «The
earliest toothless hominin skull»,
Nature, 434 (2005), págs. 717-718. <<
[219] Crónica del 19 de marzo de 2007.
<<
[220] Crónica del 16 de octubre de 2006.
<<
[221] P. Claustre, L’Affaire Claustre.
Autopsie d’une prise d’otage, Karthala,
Paris, 1990. <<
[222] Crónica del 2 de abril de 2007. <<
[223]Y. Coppens, In memoriam Francis
Clark Howell, Institut de France,
Académie des Sciences, Paris, 5 de
noviembre de 2007. <<

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