Paige Warren - Cowboy Tachonado de Estrellas

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Paige Warren Cowboy tachonado

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Paige Warren

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Nota a los lectores


Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan del placer de
la lectura. Adoramos muchos autores pero lamentablemente no podemos
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No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar el trabajo de los


autores, ni el de ninguna editorial. Apreciamos la creatividad y el tiempo
que les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y por eso queremos
que más personas las conozcan y disfruten de ellas.

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que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
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Sinopsis
El veterano herido en combate, Tyson Braxton, se siente como
medio hombre desde que perdió su pierna en Afganistán. Después de
regresar al rancho familiar, se pregunta qué es lo que cualquier mujer
verá en él ahora. Sus cicatrices y dudas son profundas, y aunque se
siente desesperado, contrata a una prostituta para aliviar su tensión
sexual.

Dacey Morgan ha vivido una vida de horror desde los diecisiete


años, cuando su proxeneta la atrajo a una vida de prostitución y
depravación. Ella quiere salir, pero la última chica que intentó huir
terminó muerta en una zanja. Así que Dacey trata de hacer lo que le
dicen, pero tiene un placer culpable: las dos noches a la semana que va
a ver a Tyson.

Dacey anhela el día en que sea libre para amar al hombre del que
se está enamorando, pero sabe que la libertad tendrá un costo.

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Capítulo Uno
Dacey Morgan enderezó su minifalda y tiró de su camisa para
mostrar un poco mejor a sus chicas. No era la primera vez que venía a
Braxton Ranch, y dudaba que fuera la última. Tyson Braxton había
abandonado la tranquila ciudad de Silvercrest a los dieciocho años con
la determinación de salvar al mundo, y ocho años más tarde había
regresado como un hombre destrozado. Ella no sentía pena por él, pero
su corazón sí le dolía por todo lo que él había sufrido. Si una hora en su
compañía podía aliviar su soledad, y algo más, entonces estaba
totalmente de acuerdo.

Su teléfono sonó, y lo sacó de su pequeño bolso. Carlos parpadeó


en la pantalla y sacó la lengua al teléfono antes de contestar.

—Estoy en Braxton Ranch —dijo—. Sabes que tengo una cita


permanente aquí todos los martes y viernes.

—Te dije que había una fiesta en las afueras de la ciudad y que
necesitaba que todas estuvierais allí —dijo Carlos—. Sabes lo que pasa
cuando me desafías.

Su estómago se apretó. Sí, sabía exactamente lo que pasaba, pero


valdría la pena por pasar un tiempo con Tyson. Puede que tuviera que
cobrarle para mantener a su chulo contento, pero eso no significaba que
no pudiera disfrutar de la compañía del hombre. La trataba como si fuera
porcelana fina y no como un plato de espuma de poliestireno de mierda.
Ella era una basura de autocaravana y además una puta. Nadie le mostró
la más mínima amabilidad, excepto Tyson Braxton.

—Iré a la fiesta cuando termine aquí.

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—No. Irás a casa cuando termines ahí y me esperarás. Lo digo en


serio, Dacey. No me desafíes en esto o tu castigo se duplicará.

Sabía que podía sobrevivir a sus castigos, pero el doble no era algo
que deseara. Si él la quería en casa después de que terminara con Tyson,
entonces ahí es donde iría. Su corazón latía con fuerza en su pecho
mientras agarraba el teléfono.

—Iré a casa —dijo—. Ahora tengo que irme. Él me está esperando.

Carlos le colgó y ella volvió a deslizar el teléfono en su bolso. Sus


manos temblaban un poco mientras pensaba en lo que iba a pasar
después de llegar a su remolque, y luego soltó un suspiro para calmar
sus nervios. Lo último que necesitaba es que Tyson supiera lo que estaba
pasando. Podría ser melancólico y antisocial, pero también tenía un
sentido del bien y del mal, y ella no tenía ninguna duda de que trataría
de protegerla. No era su batalla para luchar. Era de ella.

Se pellizcó las mejillas para darle un poco de color a su cara, y


luego caminó cuidadosamente a través del camino de grava hasta el
amplio porche delantero. Sus tacones sonaban como disparos mientras
subía los escalones y se acercaba a la puerta de madera. Aunque Tyson
siempre le había dicho que podía entrar, nunca se había sentido cómoda
haciendo eso. Presionando el timbre, esperó a que él respondiera. Hubo
algunas palabrotas al otro lado de la puerta y luego esta se abrió de golpe.

Tyson la miró con el ceño fruncido, sus ojos de color chocolate se


estrecharon y sus labios se apretaron con fuerza. Abriendo la puerta
todavía más, prácticamente la empujó dentro de la casa. Dacey se
tambaleó un poco sobre sus tacones, pero antes de que pudiera caerse,
Tyson envolvió un brazo alrededor de su cintura y la levantó por encima
del hombro. Cerró la puerta de golpe, colocó el cerrojo en su sitio, y luego
la llevó a la cocina deteniéndose en la puerta.

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Dacey se agarró a sus costados, el delgado material de su camiseta


sin mangas caliente al tacto. Sus botas rasparon contra los suelos de
madera. Tyson la dejó caer en una silla de madera y ella se retiró el pelo
de la cara. ¿Había hecho él la cena?

—Pensé que podrías tener hambre —dijo mientras reclamaba el


asiento frente a ella—. Estás demasiado malditamente flaca.

Sus mejillas se calentaron, y miró su plato. Él lo había llenado con


pollo frito, puré de patatas, judías verdes y una galleta. No era culpa de
ella que no tuviera mucho peso. Después de que Carlos se quedara con
su parte, a ella apenas le quedaba lo suficiente para mantener los
servicios púbicos encendidos en su remolque. Afortunadamente, era la
dueña de esa chatarra oxidada, así que no tenía que preocuparse por el
alquiler, pero el agua corriente y la electricidad eran necesarias, como lo
era la pequeña unidad de aire acondicionado de ventana que tenía en su
sala de estar.

Dio un mordisco vacilante y luego cerró los ojos cuando el sabor


del pollo crujiente explotó en su lengua. No podía recordar la última vez
que había comido algo tan bueno, y deseaba que el momento durara para
siempre. Su estómago retumbó en agradecimiento mientras daba otro
bocado, echando un vistazo a Tyson. Su piel moca parecía aún más
oscura contra la camiseta blanca.

—No tenías que hacerme la cena. —Hizo girar su tenedor a través


del puré de patatas—. Pero gracias. Está realmente buena.

—Pensé que tal vez podrías quedarte a pasar la noche. Si tú


quisieras, claro. Seguiré pagando tu tarifa por la hora que acordamos,
pero una vez que estés fuera de horario… Pensé que tal vez te gustaría
pasar el rato y ver algunas películas o algo así.

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Su corazón se retorció ante sus palabras y deseó más que nada


poder quedarse. Si Carlos no se fuera a reunir con ella en su casa, no
habría dudado.

—Tengo que encontrarme con alguien cuando me vaya de aquí. —


Miró a cualquier parte menos a Tyson—. Si no tuviera que estar en algún
sitio, me hubiera encantado quedarme.

Ella oyó el rasguño de su silla y entonces él apareció encima de


ella. Dacey levantó la vista a su mirada tormentosa y sintió cómo se le
revolvía el estómago. Sabía que él nunca le haría daño, pero al ver sus
músculos abultados y su tic en la mandíbula, recordó que su madre
siempre le había dicho que había una primera vez para todo.

Tyson se arrodilló lentamente y cogió su mano en la suya, su tacto


suave.

—Sé que solo tenemos un acuerdo comercial, Dacey, y no tengo


ningún derecho sobre ti. Dicho esto, a pesar de que uso tus servicios, no
me gusta tu trabajo. No me gusta la idea de que otros hombres te pongan
las manos encima, o que tengas que acostarte con extraños al azar solo
para pagar tus cuentas. Una vez me ofrecí a ayudarte a cuidarte si
dejabas ese estilo de vida. ¿Por qué no me dejas?

—No soy un problema para que lo resuelvas, Tyson. Puede que mi


vida no sea perfecta, pero es mía. Mi remolque no es mucho, pero al
menos lo tengo. Y mi trabajo puede que no sea tan glamoroso como se
veía en Pretty Woman, pero tengo cuidado.

Su mano apretó la de ella.

—No me gusta, pero sé que no puedo obligarte a renunciar. Un día,


decidirás que estás lista para una vida respetable, un hogar y una familia.
¿Qué vas a hacer cuando eso suceda?

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Ella ya deseaba esas cosas, desesperadamente, pero, ¿cómo se


suponía que iba a alejarse de Carlos? Ella no era tan popular como las
otras chicas, pero todavía así le llevaba un ingreso estable, y él no la iba
a dejar ir pronto. Era su dueño, y no había nada que pudiera hacer al
respecto. Si acudiera a la policía para entregarlo, también la arrestarían
a ella por prostitución. Y no podía dejar que Tyson fuera tras Carlos, no
con su discapacidad. Puede que se hiciera el duro, pero sabía que todavía
se estaba recuperando.

—Nadie va a querer a una puta acabada, así que supongo que


nunca tendré que preocuparme por eso. Además, no creo que pueda tener
hijos. Cuando empecé a trabajar, Carlos tardó unos meses en alinear mi
método anticonceptivo, y no siempre hacía que los clientes usaran
condón. Creo que me habría quedado embarazada si fuera una
posibilidad.

Se había hecho las pruebas con frecuencia durante ese período de


su vida, y todavía así iba todos los meses. Por supuesto, también se
aseguró de que sus clientes usaran condones y se negó a servir a los que
no lo usaban. Había sido la causa de muchas peleas entre Carlos y ella,
pero saber que no estaba duplicando sus posibilidades de contraer una
ETS1 valió la pena.

—No puedes salvarme, Ty —dijo en voz baja—. Aprecio que quieras,


de verdad que lo hago, pero es demasiado tarde para mí. He estado
haciendo este trabajo desde que tenía diecisiete años. He visto cosas, y
he hecho cosas de las que no estoy orgullosa, pero he hecho todo lo
necesario para sobrevivir. ¿Crees que alguien va a querer a una mujer
que ha sido prostituta durante cinco años? ¿Alguien que nunca se graduó

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ETS: Enfermedades de Transmisión Sexual.

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de la secundaria? ¿Cuál es mi habilidad comercial? ¿Que puedo hacer


que te corras en menos de un minuto?

Él sonrió un poco a eso.

—No estoy seguro de que yo consideraría esa habilidad. Me gusta


cuando las cosas se alargan por un tiempo. La anticipación y la increíble
sensación de sentirte envuelta alrededor de mi polla son incluso mejores
que correrse.

—Sin embargo, entiendes mi punto.

Tyson acarició su mejilla y dejó un suave beso en sus labios.

—Haré lo que sea para protegerte, Dacey. Lo que sea. Si no hubiera


sido por ti, probablemente me habría volado la cabeza hace meses. Saber
que te vería dos veces por semana ha sido lo único que me ha hecho
seguir adelante, y sí, sé que pago por tu tiempo, pero también sé que
disfrutas de estar conmigo.

Ella se apoyó en su caricia. Solo pensar en que él acabara con su


vida era suficiente para hacerla llorar, y por una vez estaba agradecida
por su trabajo. Si no hubiera sido prostituta, nunca se habrían conocido.
Él había conseguido el número de Carlos de un amigo, y ella había tenido
la suerte de ser la chica que su chulo le había enviado esa noche. Ty
había hecho su vida mucho mejor, incluso si no podía pasar mucho
tiempo con él. Se habían reído y hablado, y disfrutaban genuinamente de
la compañía del otro. Él había sido tan agradable esa primera noche,
inseguro hasta el punto de negarse a quitarse los pantalones. Le había
llevado semanas conseguir que se desnudara delante de ella, y cuando lo
había hecho, ella se había tomado el tiempo de besar todas sus cicatrices,
incluyendo lo que quedaba de su pierna izquierda.

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—Me has vuelto a hacer completo de nuevo —dijo—. Nunca te


importó que yo ahora solo tenga una pierna, o que haya tenido más
agujeros en mí que un alfiletero. Mis cicatrices no te disgustan, y
finalmente pude verme a través de tus ojos y enfrentarme al cuerpo que
tengo ahora contra el que tenía antes de la explosión.

—Ty, no digas nada que no debas. —Se dio cuenta que él estaba
dando rodeos para algo más, algo que no estaba segura de querer
escuchar. Porque si él confesaba que sentía algo por ella, no estaba
segura de que pudiera irse.

—Dacey, eres importante para mí. Ni siquiera quiero pensar en


cómo hubiera sido mi vida en estos últimos meses sin ti, y me alegro de
que te enviaran a mí esa noche. Siento tener que pagar para que vengas
aquí, pero entiendo por qué no puedes desafiar a Carlos. No me gusta,
pero lo entiendo. Nunca pondría tu vida en peligro.

Dacey le instó a que se pusiera de pie, y luego se subió a su silla,


sabiendo que a él le costaba arrodillarse, y quiso mirarlo a los ojos. Sus
palabras la conmovieron, y deseaba que pudiera responderlas. No era que
ella no sintiera lo mismo por él, porque la verdad es que se había
enamorado un poco de él. Pero amar a alguien era peligroso para alguien
de su profesión. Si Carlos pensaba por un momento que disfrutaba su
tiempo con Tyson, le prohibiría ir. O encontraría una forma de explotarlo.

Pasó sus dedos sobre la suave línea de su mandíbula y sonrió


cuando se dio cuenta de que se había afeitado solo para ella. Muchas
veces ella venía, y él había estado desaliñado, pero hace unas semanas,
había notado que estaba bien afeitado durante su visita, y había estado
así en todas sus visitas desde entonces. La conmovió el hecho de que
quisiera lucir bien para ella, cuando su trabajo era complacerlo y no al
revés.

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—Llévame a la habitación —dijo en voz baja—. No nos queda


mucho tiempo, y quiero sentir tus brazos a mí alrededor antes de tener
que irme. Si llego tarde, Carlos vendrá a buscarme, y no quiero traer
nuestra pelea a tu puerta.

La besó, sus labios moviéndose contra los de ella en un baile


sensual, su lengua acariciando y bromeando. Dacey enrolló sus brazos
alrededor de su cuello y presionó sus pechos contra su pecho. Su corazón
se apresuró a anticipar lo que vendría, y su cuerpo zumbaba de emoción.
Estar con Tyson era la única vez que disfrutaba su trabajo. Hasta la
noche en que la tocó, ella no había tenido un orgasmo en años, no a
menos que fuera por su propia mano. A nadie le importaba si se divertía,
no hasta Tyson.

Dacey rompió el beso, saltó de la silla y tomó a Tyson de la mano,


llevándolo hacia el dormitorio de la parte trasera de la casa. Había
convertido la terraza en un dormitorio principal después de haber
regresado de la guerra herido e incapaz de subir por las escaleras. Sonrió
cuando vio las centelleantes guirnaldas de luces colgadas alrededor de la
habitación y olió el dulce aroma de la lavanda. Parecía que su soldado
vaquero trataba de seducirla, y estaba teniendo éxito. Si hubiera querido
que se arrastrara a su cama y nunca se fuera, ciertamente había estado
en el camino correcto para hacer que eso sucediera.

Se giró para mirarlo y lentamente se levantó su camisa sobre la


cabeza antes de dejarla caer al suelo. Había usado su mejor sostén, una
confección de encaje rosa que él había dicho que adoraba la primera vez
que se lo había visto. El material picaba, pero la mirada en sus ojos
mientras se acercaba valía más que un poco de incomodidad. Sus manos
cayeron sobre las caderas de ella mientras él se inclinaba para besar la
hinchazón de cada pecho. Sus labios se arrastraron por un camino
ardiente hasta la cinturilla de su falda, cuando se arrodilló a sus pies, y
luego se la quitó rápidamente, dejándola con su sostén y tanga a juego.

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—Tan bella —murmuró—. Me humilla que alguien tan guapa como


tú esté interesada en un hombre desfigurado como yo.

—No estás desfigurado. Eres guapo, y lo sabes, Ty. Las mujeres


jadean cada vez que pasas, lo he visto de primera mano.

Sus labios se burlaban de la sensible piel de su estómago.

—Y si me vieran sin mi ropa, tendrían asco en sus ojos. Ven una


cara bonita y una buena cuenta bancaria, y eso es todo lo que les
importa, pero a ti te gusto como soy, y eso significa más de lo que podrías
saber.

Oh, ella tenía un indicio. El hecho de que Tyson la quisiera en su


vida, a pesar de su trabajo actual, le dijo qué clase de hombre era. Nadie
la había aceptado nunca de la forma en que él lo hizo, y dudaba de que
alguien lo hiciera de nuevo. Una vez que Tyson se sintiera lo
suficientemente cómodo como para buscar una novia, su momento
llegaría a su fin, y nunca lo volvería a ver. Siempre le dolía el corazón
porque un día no pudiera disfrutar más de su compañía. El único punto
brillante de su vida desaparecería, y volvería a caer en el infierno en el
que había estado viviendo antes de su primera cita.

—Llevas demasiada ropa —le dijo sin aliento.

—Me quedaré vestido esta noche. Te quiero sobre el pie de la cama,


y es muy difícil quitarme los pantalones con esta prótesis. Comentaste lo
sexy que soy con mis botas y, ¿cómo lo expresaste?, mi gran hebilla te
excitó. Así que me aseguré de ponérmelos esta noche.

Tyson se estiró detrás de ella para usar la cama como una forma
de agarrarse mientras se ponía de pie. Estaba sorprendida de que él se
hubiera arrodillado dos veces, sabiendo lo duro y doloroso que era para
él. Sus manos eran suaves mientras la giraba para mirar hacia la cama,

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su tacto ligero mientras acariciaba los globos de su culo. Después de


decirle lo mucho que le gustaba una mujer en tanga, ella se aseguró de
que eso fuera todo lo que usaba cuando venía a verlo.

Le quitó el material por debajo de sus caderas, y ella pateó la cosa


cuando cayó al suelo. Dacey apoyó sus manos en el colchón y se inclinó
sobre el pie de la cama. Mirando por encima de su hombro, vio cómo él
se desabrochaba el cinturón y se bajaba los pantalones. La impresionante
longitud de él apenas podía ser contenida, y se lamió los labios cuando
vio la gota de pre-semen en la punta de su polla.

Dacey sintió que su corazón se descontrolaba mientras se rodaba


un condón. Había querido decirle innumerables veces que él no
necesitaba uno, pero sabía que eso no era inteligente. Sí, se hacía las
pruebas regularmente, y sí, estaba haciendo control de natalidad, pero
nada era a prueba de tontos. La semana pasada, una de las chicas había
sido golpeada y luego dejada en la alcantarilla porque había dado positivo
en la prueba del VIH. Dacey no era estúpida y sabía que eso podría
haberle pasado a ella con la misma facilidad, y un día muy bien podría
pasarle.

—Ojalá pudiera moverme un poco más fácilmente —dijo Tyson—.


Daría cualquier cosa por haber estado contigo, aunque fuera una sola
vez, como un hombre completo. Si no disfrutas de esto, dímelo en
cualquier momento y me detendré.

—Sabes que amo todo lo que me haces. —Y lo hacía. El menor


toque de Tyson y ella se incendiaba en llamas.

Sintió su mano agarrarle la cadera cuando la cabeza de su polla se


deslizó a lo largo de sus labios vaginales. Mientras él se acomodaba en
ella, estirándola de la forma más deliciosa, se apretó contra él. Tyson no
era de ninguna manera pequeño, y era casi demasiado para que lo

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tomara. Estando con él, siempre había un placer con un poco de dolor, y
a ella le encantaba cada momento.

La presión de sus vaqueros contra la piel desnuda de ella no


debería haber sido excitante, pero lo fue. Su mano se arrastró por su
columna y luego se deslizó alrededor de su cintura. Con la palma de su
mano ahuecando el vientre de ella y la otra mano agarrando firmemente
su cadera, comenzó a moverse con empujones lentos y uniformes. Su
clítoris latía de necesidad, y sabía que si lo mencionaba, gustosamente él
la tocaría allí. ¿Debería rogar? Nunca antes le había gustado mendigar,
pero con Tyson era diferente.

—¿Qué quieres, Dacey? —preguntó mientras entraba y salía de


ella, haciendo que su cuerpo cantara.

—Quiero correrme. Por favor, déjame correrme.

—¿Cuánto quieres correrte? —le preguntó.

—Mucho —dijo ella, su voz ligera y jadeante—. Tócame, Tyson.


Hazme llegar.

La mano en su vientre se deslizó hacia arriba para retorcer su


pezón a través de su sostén, y gritó mientras el placer crepitaba a través
de ella. No había sido lo que ella quería exactamente, pero ahora su otro
pezón estaba palpitando en anticipación de un poco de atención. Tyson
no la decepcionó, y le dio un pequeño pellizco.

—Jesús, te gustó eso, ¿no? Estás tan mojada, Dacey. Daría lo que
fuera por sentirte envuelta en mi polla sin nada entre nosotros. Uno de
estos días, te tomaré desnudo.

Sus palabras la emocionaron, incluso si sabía que nunca podría


suceder.

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Él empujó un poco más fuerte, un poco más rápido, y Dacey quería


pedirle más. Su clítoris latía al mismo ritmo que su corazón cuando él le
acarició el pequeño capullo, y ella no pudo contener sus gritos de pasión.
Ondas de deseo hicieron que su piel se calentara y su cuerpo palpitara.
Cuando el placer era casi demasiado para ella, se corrió gritando el
nombre de Tyson.

Tyson no cedió y continuó frotando su clítoris a medida que los


empujes de su polla se hacían más poderosos. Ni siquiera pudo recuperar
el aliento antes de que volviera a correrse y escuchó a Tyson rugir su
liberación detrás de ella. Su pene sacudiéndose y latiendo dentro de ella
antes de que se retirara y se deshiciera del condón. Dacey se desplomó
de cara sobre el colchón primero, sus piernas incapaces de sostenerla un
momento más. Cuando él se estiró a su lado, apartándole suavemente el
pelo de la cara, ella sintió que su corazón se revolvía en su pecho, y supo
sin duda alguna que se había enamorado de él.

La alarma de su teléfono sonó, lo suficientemente fuerte como para


oírla incluso desde la otra habitación, y Dacey supo que su tiempo había
acabado por esta noche. Y dependiendo de lo mal que Carlos la castigara
esta noche, era muy posible que dentro de unos días no volviera para la
próxima sesión. La mataría no ver a Tyson en uno de sus días
programados, pero no vendría a él golpeada y magullada.

—Tengo que irme —dijo en voz baja.

La besó suavemente y la abrazó.

—La próxima vez, vas a decirle que te tomas una noche libre. Te
pagaré por la hora y luego vamos a hablar. Y cuando termine de hablar,
vas a quedarte la noche.

—Me gustaría eso. —Le sonrió antes de presionar sus labios contra
los suyos por última vez—. Ahora tengo que irme. Te veré el viernes.

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Tyson asintió y luego la ayudó a ponerse la ropa. La acompañó


hasta la puerta principal y se quedó de pie, como una silueta, mientras
la observaba alejarse. Ella miró por el espejo retrovisor varias veces,
preguntándose si sería la última vez que lo veía. Dependiendo de cómo
fueran las cosas con Carlos esta noche, esta podría ser la última noche
de su vida.

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Capítulo Dos
Tyson quería atravesar la pared con el puño mientras veía a Dacey
irse. Parecía embrujada, como si estuviera a punto de enfrentarse al
verdugo, y se preguntaba si tal vez lo estaba haciendo. No había dicho
con quién se iba a reunir cuando se fue de su casa, y él había asumido
que era otro cliente. Pero, ¿y si no lo fuera? Su chulo era conocido por su
mano dura con las chicas, y más de una había sido encontrada en una
zanja a lo largo de los años, a pesar de que la policía nunca había sido
capaz de acusarlo de nada. Odiaba usar los servicios de Carlos, pero una
vez que probó a Dacey, ya no hubo vuelta atrás.

Había estado tan desesperado esa noche. Parecía que su mundo se


había acabado, y no estaba seguro de querer seguir adelante. Un amigo
le había instado a que se acostara con alguien, y él le había dicho que
ninguna mujer decente querría a un hombre sin una pierna. Ese mismo
amigo le había deslizado la tarjeta de Carlos y le había dicho que
contratara a una mujer para una noche si era necesario, y aunque la idea
le había repelido, al final, había cedido y llamado al número. Pensó que
podría ser la última vez que tuviera relaciones sexuales, y que su cuerpo
se había estado esforzando para lograr una liberación. La mano de un
hombre solo llega hasta cierto punto.

En el momento en que vio a Dacey, su corazón le había pateado en


el pecho, y había quedado hipnotizado por su belleza. Ella había dicho
que no era una de las chicas más populares, y él no podía imaginar por
qué. Su cabello era del color del trigo y sus ojos de un azul vibrante.
Suponía que las rubias de ojos azules eran una moneda de diez centavos
por docena en Texas, pero aún así le había quitado el aliento. Comparada

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con su altura de metro noventa, era una flor delicada, pero cuando la
llamó así, ella se rió y dijo que en su metro setenta no era pequeña.

Cuando sus luces traseras desaparecieron en la noche, Tyson


finalmente cerró la puerta y fue a la cocina para recoger todo. Le dolía la
pierna por haberla usado tanto. No había sido muy inteligente levantarla
y cargarla como lo había hecho, pero había tenido el impulso, y lo había
seguido. Ahora, estaría pagando el precio por unos días, pero había valido
la pena. Daría lo que fuera por tomarla en brazos y girarla, abrazarla
mientras la llevaba al otro lado del umbral como a una novia el día de su
boda.

Sonrió un poco. Sería una novia preciosa. No le fue difícil


imaginarla con un vestido blanco suelto y un velo en el pelo. Un tipo
tendría suerte de reclamarla algún día, pero ella había dejado claro que
no sería él. Se divertían cuando estaban juntos, y no creía que lo viera
como parte de su trabajo, pero por alguna razón, siempre refrenaba sus
avances. Sabía que a ella no le gustaba el trabajo que hacía, así que no
era eso. Algo la estaba reteniendo. Ya fuera por falta de sentimientos
hacia él, o por algo más, no estaba seguro.

Con los platos lavados y en el estante de secado, y las sobras


colocadas en la nevera, no le quedaba nada por hacer durante la noche.
El reloj de la pared hacía tictac en alto, recordándole que la vida le estaba
pasando de largo. Ya no es que fuera mucho de una vida. Estaba
haciendo todo lo posible, tratando de mantener un rancho familiar
funcionando, pero si no fuera por el capataz y los hombres que el viejo
bastardo malhumorado comandaba, el ganado habría sido vendido hace
mucho tiempo. No había mucho que pudiera hacer, pero se le había dicho
que con mucho trabajo y paciencia sería capaz de hacer casi todo lo que
había hecho cuando tenía dos piernas. Siempre habría limitaciones, pero
su terapeuta le había dicho que la mayoría estaban en su cabeza.

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El reloj marcó un poco más fuerte, y Tyson se agarró al mostrador.


No debería haberla dejado ir. Sabía dónde vivía, y había pasado por allí
varias veces las últimas semanas, pero nunca había dejado que lo viera.
El lugar parecía estar cayéndose a pedazos, y el parque de caravanas no
era el lugar más seguro del mundo. Había visto un negocio de drogas a
solo dos puertas de la casa de Dacey, y le había costado mucho no girar
y sacarla de allí. La quería a salvo, pero mientras ella trabajara para
Carlos, y viviera en ese montón oxidado, nunca lo estaría.

—A la mierda.

Su mandíbula se contrajo con determinación cuando sacó sus


llaves del mostrador, salió de la casa, y se dirigió a su camioneta que
estaba fuera. El motor cobró vida cuando giró la llave y estuvo a punto
de derrapar sobre la grava mientras aceleraba. No sabía a lo que se
enfrentaba ella, pero al diablo si lo hacía sola. Manteniendo un ojo en la
carretera, se acercó y abrió la guantera, sacando la 9 mm que tenía allí
dentro. El cargador completamente cargado estaba en la consola, lo tomó
y cargó el arma.

Llenó la recámara y luego puso el seguro antes de poner el arma


en el asiento del pasajero. Le tomó quince minutos llegar a casa de Dacey,
incluso con él conduciendo a treinta kilómetros por encima del límite de
velocidad. Habría tenido que dar algunas explicaciones si lo hubieran
parado, pero afortunadamente el sheriff era un amigo de la familia. Tyson
podría salirse con la suya en su pequeño pueblo, y no estaba por encima
de usar todas sus conexiones familiares para llegar a Dacey a tiempo y
sacar su culo de allí de una vez por todas.

Su coche estaba aparcado delante de su remolque, y todas las luces


estaban apagadas. La puerta estaba ligeramente entreabierta, y su
corazón se aceleró. Agarrando el arma, abrió la puerta, y luego entró en
silencio. Si todavía había alguien dentro, alguien que no fuera Dacey, no

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quería alertarles de su presencia. Con la espalda apoyada contra el


remolque, dejó escapar una respiración. Usando instintos perfeccionados
en Afganistán, entró en el remolque, sus ojos ajustándose a la oscuridad.
Había algo oscuro en el suelo y en las paredes, y un olor cobrizo teñía el
aire.

Tyson aseguró el remolque habitación a habitación, luego encendió


las luces. La vista de la alfombra empapada de sangre y las paredes
manchadas casi le hizo perder la cena. No porque no soportara ver la
sangre, sino porque no soportaba ver su sangre. Sabía sin duda que algo
malo le había pasado a Dacey, estaba decidido a encontrarla, aunque
fuera demasiado tarde para salvarla. No quería dormir hasta que supiera
lo que había pasado.

Con su pistola en la mano, salió del remolque y comenzó a golpear


puertas. No tardó mucho en convencer a los vecinos de que hacerse los
tontos no iba a funcionar y pronto tuvo una pista. Tyson se subió a su
camioneta, manteniendo el arma al alcance de su mano, y se dirigió fuera
de la ciudad por la carretera de dos carriles hacia ninguna parte. Las
nubes filtraban la luz de la luna. Sus faros delanteros atravesaron la
oscuridad mientras buscaba cualquier señal de Dacey. El adicto al crack
de al lado había mencionado que Carlos la había tirado en un maletero y
luego se había ido. El bastardo podría haber estado drogado, pero había
dicho que giraron a la derecha y salieron de la ciudad. Era la única pista
que tenía, e iba a tomarla, y rezó para que funcionara.

A unos ocho kilómetros de las afueras de la ciudad, vio algo de pelo


dorado a un lado de la carretera en una zanja cercana. Sus llantas se
bloquearon y chillaron mientras tiraba del freno para detener la
camioneta. Abriendo la puerta, corrió hacia la zanja y se agachó sobre la
figura tendida en el suelo. Su cabello estaba empapado de sangre y
enmarañado, y estaba tan pálida como la muerte. Tenía miedo de que
hubiera llegado a ella demasiado tarde, pero tocó su garganta buscando

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

el pulso y lo encontró débil, pero allí. Demasiado asustado para moverla,


por temor a lastimarla más, sacó el teléfono de su bolsillo y llamó al 9-1-
1.

—9-1-1, ¿cuál es su emergencia?

—¿Janice? Soy Tyson Braxton. Estoy en la RR 214, a unos ocho


kilómetros de la ciudad. Encontré a Dacey Morgan en una zanja y está
en mal estado.

—¿Accidente de coche? —preguntó la operadora.

—No. Le han pegado y parece que la han apuñalado. Había sangre


por toda su caravana, y su ropa está empapada de ella.

—Enviaré una patrulla a su casa y una ambulancia a tu ubicación.


Quédate en la línea.

Tyson esperó, escuchando a medias lo que Janice decía por la


radio, pero sobre todo buscando cualquier señal de que Dacey sabía que
él estaba aquí y que estaba a salvo. Haría lo que fuera necesario para
asegurarse de que no le volviera a pasar nada malo. Aunque tuviera que
atarla a su cama, lo cual era muy prometedor. Había muchas maneras
de pasar el tiempo en esa habitación en particular o en cualquier otra
habitación de la casa.

—¿Tyson? —dijo Janice—. El ETA2 de la ambulancia es de diez


minutos. El sheriff dijo que enviaría a alguien al hospital para hablar
contigo. Pensó que querrías ir con Dacey.

—Gracias. Cuando lleguen aquí, los seguiré en mi camioneta.

2
ETA.: Tiempo Estimado de Llegada.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—Aguanta, Tyson. La ayuda está en camino. Me quedaré en línea


contigo hasta que lleguen. ¿Cómo está ella?

—Respirando, pero no sé cuánto tiempo más.

—No tardarán mucho. Mantén una actitud positiva, y hazle saber


que estás allí. Tal vez pueda oírte y luche por vivir.

Tyson extendió la mano de Dacey, la única parte de ella que sintió


seguro mover sin hacerle daño. La palma estaba fría contra la de él
mientras entrelazaba sus dedos.

—Dacey, ¿puedes oírme, amor? Soy Tyson. Estoy aquí, sosteniendo


tu mano, y no te voy a soltar. Tienes que luchar para quedarte conmigo,
Dacey. Por favor, quédate conmigo —suplicó—. Tenía planes para
nosotros, ¿sabes? No estabas lista, o mejor dicho, no creía que estuvieras
lista, pero creo que ahora nos han arrinconado. Te guste o no, te mudarás
conmigo.

Oyó las sirenas a lo lejos y vio que se acercaban las luces rojas y
azules parpadeantes.

—Creo que están aquí —le dijo a Janice.

—Asegúrate de mantenerte fuera de su camino. Sé que estás


preocupado por ella, pero su mejor oportunidad de sobrevivir es que te
retires y dejes que los EMTs3 hagan su trabajo.

—Gracias, Janice.

Colgó mientras los paramédicos corrían colina abajo, con dos


ayudantes del sheriff pisándoles los talones. Tyson se quedó atrás
mientras trabajaban con Dacey, su corazón se paró cuando le dijeron que

3
EMTs: Técnicos de Emergencias Médicas o paramédicos.

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de estrellas

ella se había ido y que tenían que hacerle RCP4. La quiso viva, rezando a
Dios y prometiendo hacer todo lo que pudiera para hacer su vida más
fácil si viviera. Cuando ella dio una respiración temblorosa, la tensión en
sus hombros disminuyó un poco.

Siguió a los EMTs cuando cargaron a Dacey en la ambulancia y


luego corrió a su camioneta para poder seguirlos. Uno de los ayudantes
del sheriff tomó la delantera, mientras otro se quedó detrás. Con un
convoy de coches patrullas y una ambulancia corrieron hasta el hospital
al otro lado de la ciudad, y Tyson esperaba que llegaran a tiempo. Sabía
que los paramédicos no podían hacer mucho por ella, y que necesitaba
un médico, si no varios.

En el Mercy General, se estacionó en el aparcamiento de ER5, y


corrió al interior. Los vio llevar a Dacey a la parte de atrás, y se detuvo,
queriendo ir tras ella y sabiendo que no podía. Reclamando una silla dura
y de plástico, se dejó caer y esperó. Esperó un milagro y rezó para que se
lo concedieran. Si Dacey no sobrevivía, no sabía si él tendría la voluntad
para seguir adelante. Ella había sido todo para él en los últimos meses,
y la idea de enfrentar la vida sin ella era demasiado deprimente para
ponerlo en palabras.

Se sentó durante horas, según el reloj de la pared. Parecía que cada


minuto que pasaba lo dejaba más desanimado, y con menos esperanzas
de un final feliz. La luz del día fluía a través de las ventanas cuando un
médico vestido de verde se detuvo frente a él. Tyson levantó la vista y
deseó poder decir por la expresión del hombre si eran buenas o malas
noticias. El soportaría las buenas noticias, pero si eran malas…

—¿Cómo está? —preguntó, con la voz entrecortada.

4
RCP: Reanimación Cardiopulmonar.
5
ER: Urgencias

24
Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—Está estable. Necesitará quedarse una semana, pero después de


eso, podrá curarse en casa. Se despertó brevemente y preguntó por
alguien llamado Tyson. ¿Es usted?

Asintió.

—Bueno, ha vuelto a dormirse, pero si quiere volver en unas horas,


debería poder verla entonces. Todavía está en recuperación, pero vamos
a trasladarla a una habitación en cuanto haya una disponible.

Tyson se puso en pie y estrechó la mano al médico.

—Gracias.

—¿Ya habló con la policía?

—Todavía no.

—Hable con el sheriff y descanse un poco. La va a asustar si lo ve


así. Aséese, duerma unas horas y luego venga a verla. Sé que ella estará
feliz de verlo.

Tyson le dio las gracias al doctor y se fue a su camioneta. No sabía


si podría dormir, aunque estaba exhausto y sus ojos ardían. El
departamento del sheriff estaba de camino a casa, así que se detuvo y
habló con un ayudante del sheriff sobre lo que había encontrado, y por
qué había seguido a Dacey. Si solo hubiera corrido tras ella en el
momento en que se fue, entonces tal vez podría haber evitado que saliera
herida. Nunca se lo habría perdonado si hubiera muerto.

Después de dar su declaración al ayudante, se fue a casa, se quitó


la ropa manchada de sangre y se duchó. Cayendo en la cama, con el culo
desnudo y sin su prótesis, se quedó dormido. Cuando se despertó, habían
pasado cuatro horas, y se apresuró a prepararse para regresar al
hospital.

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de estrellas

Capítulo Tres
Todo dolía. Dolía respirar, e incluso pensar dolía. Dacey había
hablado con los médicos y sabía que había tenido un código6 dos veces.
Uno al lado de la carretera y otro durante la cirugía. Recordó haber estado
en la ambulancia y que todo se oscurecía, y que luego volvía a ser muy
brillante. La sensación de su corazón ralentizándose hasta el punto de
detenerse no era algo que probablemente olvidara pronto. Tenía la
sensación de que no le habían dicho a Tyson que ella había muerto, o de
lo contrario él nunca habría accedido a dejar el hospital. El doctor
Maddox le había informado que tenía mucha suerte de estar viva. La
habían apuñalado en el abdomen y le habían cortado la arteria iliaca
interna. Además, uno de sus ovarios estaba demasiado dañado para que
pudieran arreglarlo y su útero había sido desgarrado y tuvo que ser
reparado. El médico le había asegurado que aún podría tener hijos, pero
que sería más difícil concebir.

Las enfermeras le mostraron una mezcla de compasión y odio, por


lo que era obvio que el personal conocía la elección de su profesión, o
mejor dicho, la profesión que la había elegido a ella. Se había escapado
de casa a la edad de quince años, había vivido en la calle durante dos, y
luego había tenido la desgracia de conocer a Carlos. Él había sido
encantador, pero ella sabía que ese era su M.O.7 para atraer a mujeres
jóvenes. Le había ofrecido drogas, lo que habría asegurado su obediencia,
pero ella se negó. Cuando las cosas no habían salido como él quería, le
drogó su bebida y luego cobró a un grupo de chicos de la fiesta para que
hicieran lo que quisieran con ella.

6
Tener un código, o haber tenido una parada cardiorrespiratoria.
7
M.O.: Modus Operandi

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de estrellas

Había sido el principio del fin. Una vez que eso ocurrió, supo que
nunca podría volver a casa. Carlos la había puesto a trabajar,
convenciéndola de que la policía la arrestaría si intentaba pedir ayuda.
Había sido joven y estúpida, y rápidamente se había plegado a sus
planes. Había dormido en el sofá de él, lo que había tenido un costo, pero
al final, había ahorrado lo suficiente para comprar el remolque oxidado
que todavía llamaba hogar. Por cada cincuenta que cobraba, ella ganaba
veinte. No era un mal salario por hora, pero no era tan grande como el
que recibían algunas de las otras chicas. La favorita de Carlos, y la
favorita de los clientes, Margarite, ganaba doscientos por hora, de los
cuales se quedaba con el cincuenta por ciento.

Dacey miró al techo y se preguntó qué iba a pasar ahora. Una vez
que Carlos se enterara que seguía viva, volvería por ella. Y esta vez, no se
detendría hasta que estuviera muerta. Lo mejor sería salir de la ciudad,
pero dudaba que quedara dinero en efectivo en su casa si se le permitía
volver allí. Ahora sería la escena de un crimen.

Llamaron a su puerta, y giró la mirada en esa dirección, esperando


que fuera Tyson. Un ayudante de sheriff estaba de pie con una mano
apoyada en su arma, el sol de la ventana brillaba en la estrella clavada
en su camisa.

—Señorita Morgan, siento interrumpir su descanso, pero necesito


hablar con usted.

Ella asintió a regañadientes.

—¿Estoy bajo arresto?

—¿Por qué motivo, señorita?

—Prostitución.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—Bueno, supongo que eso depende de las respuestas que me dé.


Pero si esta es su primera denuncia, probablemente no pasará más que
una noche en la cárcel, y dado el estado en que se encuentra, dudo
mucho que lo haga. Creo que ya ha sido castigada lo suficiente por sus
pecados.

Sus labios se retorcieron. Oh, había pecado mucho, y no


voluntariamente. A Dacey le gustaría decir que si pudiera, regresaría en
el tiempo y nunca huiría de casa, pero eso sería una mentira. Su padre
había sido un malvado borracho y su madre una drogadicta. Si se
hubiera quedado, habría tenido menos posibilidades de sobrevivir. Su
vida podría estar seriamente jodida, y su chulo podría haber intentado
matarla, pero probablemente no habría pasado de los diecinueve años si
se hubiera quedado en casa.

—¿Qué le gustaría saber? —preguntó.

—¿Es verdad que trabaja para Carlos Rivera? —preguntó el


ayudante del sheriff.

—Sí.

—¿Y cómo llegaste a ser empleada del señor Rivera?

—Me conoció en una fiesta y me drogó. Después de dejar que


algunos tipos se salieran con la suya, me convenció de que iría a la cárcel
o me enviarían a casa si iba a la policía. Yo vivía en la calle en ese
momento, y él se las arregló para convencerme de que no tenía más
remedio que hacer lo que él decía. Me quedé en su sofá hasta que ahorré
lo suficiente para mi casa, pero él movía mis hilos como un titiritero.

El ayudante del sheriff tomó algunas notas.

—¿Y cuánto tiempo lleva trabajando para el señor Rivera?

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Paige Warren Cowboy tachonado
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—Cinco años.

—¿Por qué no me cuenta lo que pasó anoche? Si Carlos Rivera te


hizo esto, especialmente si hubo testigos, entonces podremos encerrarlo
por mucho tiempo. Usted sería libre, señorita Morgan, libre para empezar
una nueva vida, para hacer las cosas de otra manera.

Sonaba como un sueño hecho realidad, excepto que no tenía idea


de cómo ganaría dinero para pagar los servicios públicos y la comida. No
era como si tuviera muchas habilidades laborales, o si alguna vez hubiera
tenido un trabajo que pudiera incluir en un currículum. Aún así, trabajar
en un restaurante de comida rápida era mejor que lo que estaba haciendo
ahora, aunque pagaran mucho menos. Ser respetable solo había sido un
sueño hasta ahora. ¿Era posible que pudiera volver a empezar la vida?

Se lamió los labios y tomó una respiración.

—Anoche volvía a casa desde la de un amigo, y cuando llegué allí,


Carlos ya me estaba esperando. Había entrado por su cuenta, y parecía
que había registrado mis pertenencias. Empezó a gritarme sobre cómo yo
le pertenecía y que tenía que hacer lo que dijera.

—¿Había vecinos alrededor que pudieran haber oído los gritos?

—Creo que algunas personas estaban en casa. Es difícil de decir.


No es como si estuviéramos en nuestros porches o algo así en los
suburbios. Los habitantes del parque de caravanas tienden a ocuparse
de sus propios asuntos, a no mirar por las ventanas y a ignorar todo lo
que puedan haber oído o no. Así que buena suerte encontrando a alguien
que hable con usted. Lo más probable es que la mayoría de las mujeres
en el parque de caravanas trabajen para Carlos, hayan trabajado o estén
emparentadas con alguien que lo haga. Él tiene su lealtad.

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Paige Warren Cowboy tachonado
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—Bueno, alguien habló anoche, o Braxton nunca te habría


encontrado. Ya hemos oído su versión de la historia. Lo que necesitamos
saber es lo que pasó antes de que te encontrara a un lado de la carretera.

Su corazón se calentó al pensar en él corriendo a rescatarla, a pesar


de que podría haber resultado gravemente herido si Carlos todavía
estuviera por allí. Fue bueno que a alguien le importara lo que le
sucediera. No podía recordar la última vez que alguien se había
preocupado, si es que alguna vez lo había hecho. Solo esperaba no
defraudar a Tyson y decepcionarlo. Eso habría sido peor de lo que ya
había sufrido en manos de Carlos.

—Como dije, Carlos me estaba esperando cuando llegué a casa, y


gritaba mucho. Cuando comenzó a golpear las cosas, sabía que iba a ser
malo, pero ya me había advertido que sería castigada. Esperaba una
paliza, pero cuando sacó un cuchillo, entré en pánico. Me gustaría decir
que luché contra él, pero la verdad es que mi vida es miserable. Tyson
era el único punto positivo que tenía, y sabía que era cuestión de tiempo
que él dejara de llamarme.

El oficial se detuvo.

—¿Te rendiste?

—La muerte era preferible a la vida que tenía que llevar. Yo era un
peón, algo para que Carlos poseyera y lo vendiera, y estaba cansada de
mi vida. Nadie me querrá nunca como novia o esposa. ¿Usted se casaría
con alguien que haya sido una puta durante cinco años?

Su silencio fue respuesta suficiente.

—Eso es lo que pensaba. —Dacey miró por la ventana—. Nadie me


ha querido nunca, y ahora nunca lo harán. ¿Cuál es el sentido de vivir si
solo tienes que hacerlo?

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—¿Es eso lo que piensas? —Una profunda voz retumbó desde la


puerta.

A Dacey casi le da un latigazo cervical, por girar la cabeza tan


rápido.

—¿Ty?

Tyson se acercó a ella, deteniéndose junto a la cama.

—¿Pensaste que nadie te quería por una vida que te has visto
obligada a vivir?

—Con el tiempo encontrarás una buena chica con la que sentar la


cabeza —le dijo, con lágrimas acumuladas en los ojos—. Esperaba con
ansias nuestro tiempo juntos, pero sabía que no duraría mucho.

—Dacey. —Se detuvo y sacudió la cabeza—. Pensé que había


dejado bastante claro, en varias ocasiones, que quería más de ti. Te ofrecí
alejarte de Carlos para que tuvieras una vida diferente. Esperaba que me
dejaras se parte de eso.

—Pensé que solo estabas siendo amable.

El oficial se aclaró la garganta.

—Creo que tengo suficiente por ahora. Iré al parque de caravanas


y veré si puedo conseguir algunos testigos. Creo que ustedes dos tienen
mucho que discutir.

Tyson sonrió al ayudante del sheriff.

—Gracias, ayudante Watson.

El ayudante inclinó su sombrero a Tyson antes de salir de la


habitación. Entonces su vaquero le prestó toda su atención. Dacey se

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

lamió los labios mientras lo miraba fijamente maravillada de que él


alguna vez pudiera querer una relación con ella. Tyson era un héroe de
guerra condecorado, y a su rancho le iba bastante bien. Sería un premio
para cualquier mujer, y por alguna razón la quería a ella.

—Cuando salgas del hospital, vendrás a casa conmigo. No creo que


haya mucho en tu casa que sirva de algo. Me vas a dar tus tallas, de todo,
desde zapatos, hasta ropa interior, vaqueros, y luego vas a descansar
mientras yo me ocupo de algunas cosas. Esperaba que aceptaras
compartir mi cama cuando vuelvas a casa, pero si quieres tu espacio, hay
muchas habitaciones arriba.

Dacey se extendió y tomó su mano.

—Me sentiría honrada de compartir una habitación contigo, Ty.


Solo saber que me quieres, incluso sabiendo sobre mi pasado… —Una
lágrima se deslizó por su mejilla—. Eres más de lo que podría haber
esperado. No te merezco, pero voy a hacer todo lo posible para ser una
buena novia.

Él se inclinó y presionó sus labios sobre los de ella.

—Eso es todo lo que cualquier hombre podría pedir, cariño. Y deja


de decirte a ti misma que no me mereces. Soy un hombre destrozado,
pero nunca me has visto de esa manera, ¿verdad?

Ella sacudió la cabeza.

—Bueno, cuando te miro, no veo a una puta. Veo a una mujer joven
y vibrante, con una vida por delante. Puedes hacer y ser lo que quieras,
Dacey. Sé que no terminaste el instituto, pero con algo de tiempo de
estudio, creo que podrías pasar fácilmente el G.E.D8. Y desde allí, podrías

8
G.E.D: Significa Diploma de Desarrollo de Educación General o Educación General. El
GED es una prueba reconocida internacionalmente. Si pasa la prueba de GED, obtendrá

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

ir a la universidad comunitaria, o tal vez entrenarte para un trabajo que


te guste.

—¿Crees que puedo hacer todo eso?

Él sonrió cálidamente.

—Lo hago. Y si no quieres trabajar, entonces conozco a un soldado


roto al que le encantaría tenerte en casa todo el día. —Sus cejas rebotaron
hacia arriba y abajo—. Estoy seguro de que se me ocurrirá algo para
mantenerte ocupada.

Dacey se rió, un sonido que no había hecho en mucho tiempo.

—Ahora —dijo Tyson y agarró una libreta y un bolígrafo de la


pequeña mesa al lado de la cama—. Escribes todo lo que necesito saber,
y me iré de compras. Asegúrate de decirme cualquier preferencia en
desodorante o champú. Quiero asegurarme de que tengo todo lo que
necesitas y todo lo que quieres. No escojas una marca barata. Escoge la
que quieras.

—No sabría qué elegir, Ty. Siempre he comprado lo que podía


permitirme, lo que normalmente significaba un viaje a la tienda de dólar.
Escoge lo que creas que huele bien, y estoy segura de que me encantará,
aunque solo sea porque lo elegiste para mí.

Él le dio un beso más largo y profundo antes de darle una sonrisa


que debilitaría sus rodillas y un saludo.

—Volveré cuando el doctor diga que puedes tener visitas de nuevo.

un certificado de equivalencia de escuela secundaria. Puede ayudar a conseguir un


trabajo o admisión a un programa educativo o de capacitación.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—Me dijeron que podía irme a casa en una semana. Pero va a ser
una semana larga. Hay un límite de televisión diurna que puedo soportar.

—Me aseguraré de que estés entretenida —dijo Tyson con un


guiño—. Volveré en un rato, cariño. Sé buena, y haz lo que el médico te
diga.

Desapareció por la puerta, y Dacey sintió una punzada en su


corazón, extrañándolo ya. Nadie había sido tan amable con ella como
Tyson, y la idea de vivir con él la llenaba de alegría. No se engañó a si
misma pensando que las cosas serían perfectas entre ellos. Por lo que
había oído, todas las parejas discutían en algún momento, y sabía que
también lo harían. Pero dormiría en sus brazos por las noches y se
despertaría a su lado por las mañanas.

Por primera vez desde que se dio cuenta de que su vida era una
mierda, había esperanza en su corazón. Tyson le había dado el regalo
más precioso del mundo: el regalo de la esperanza. Ella tenía un futuro,
no solo como su novia, sino como lo que quisiera ser. Había opciones
frente a ella, opciones que tendría que tomar, y todas llevaban a una vida
más maravillosa que cualquier cosa que jamás se hubiera atrevido a
soñar.

Solo esperaba que él no se despertara y volviera a sus cabales en


un futuro cercano.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

Capítulo Cuatro
Tyson pasó la semana siguiente reuniendo todo lo que creía que
Dacey necesitaría cuando llegara a su casa. Le había comprado suficiente
ropa para sobrevivir, pero pensó que ella preferiría escoger sus cosas.
Aunque las compras de lencería habían sido divertidas. Fácilmente
podría verse a sí mismo comprándole sostenes, tangas y camisones
traviesos para los años venideros. Para cuando el médico le permitió a
Dacey regresar a casa, Tyson era un desastre. ¿Y si no le gustaban las
cosas que había comprado? ¿Y si decidiera que vivir con un lisiado a
tiempo completo era más de lo que podía soportar? Las dudas lo comían,
pero en el momento en que se detuvo en el hospital y la vio sentada en
una silla de ruedas, lista para irse, la tensión interna se alivió.

Se bajó de la camioneta y se inclinó para besarla suavemente.

—Estás preciosa.

—Lo dudo mucho, pero gracias de todos modos. No me he duchado


decentemente en una semana, y huelo a hospital. Me quitaron las grapas
esta mañana.

Tyson la levantó en sus brazos y la llevó a la camioneta, bajándola


en el asiento del pasajero.

—Me alegro de que te estés curando.

Parecía un poco nerviosa, y él se preguntaba qué es lo que no


estaba diciendo. ¿Le habían dado los médicos malas noticias? Lo último
que supo es que estaban contentos de su recuperación. ¿Había cambiado
algo desde la última vez que él habló con el doctor?

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—Yo…

—¿Qué, Dacey? Puedes decirme cualquier cosa.

—No puedo tener relaciones sexuales en cinco semanas más —dijo


en voz baja—. Si quieres que duerma en otra habitación hasta que…

Tyson puso un dedo sobre sus labios.

—No te pedí que compartieras la cama conmigo solo por sexo.


Quiero tenerte en mis brazos por la noche mientras nos quedamos
dormidos, y quiero que te acurruques contra mí por la mañana.

Vio cómo las lágrimas se acumularon en sus ojos. Una se deslizó


por la mejilla, y él se la limpió antes de presionar sus labios contra los de
ella. La sintió temblar y quiso consolarla más que nada en el mundo en
ese momento, pero no estaba seguro de cómo hacerlo. No era que Tyson
no tuviera experiencia cuando se trataba de mujeres, pero no había
tenido una novia en serio en toda su vida, y era muy serio con Dacey.
Cuando la miraba a los ojos, veía un para siempre.

—Vamos a llevarte a casa. Puedes ducharte todo el tiempo que


quieras y luego vestirte con algo cómodo. Podemos relajarnos en la sala
de estar y ver algunas películas, o puedes irte a la cama si estás cansada.
El médico dijo que todavía necesitarías descansar, pero debes asegurarte
de que te levantas y te mueves un poco también, para ayudar al proceso
de curación. —Ella asintió—. Si tienes hambre, podemos recoger algo de
camino a casa. Puse a un lado los aderezos para un pastel de carne y
puré de patatas y zanahorias dulces para la cena. Recogí algunos de esos
rollos hawaianos para acompañarlos. Y tengo tres tipos diferentes de
carne de sándwich para almorzar con tus patatas fritas favoritas.

—Cualquier cosa menos comida de hospital suena bien ahora


mismo. Mataría por una hamburguesa con queso y unas patatas fritas.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

Él sonrió un poco.

—¿Con un batido de fresa? —Dacey gimió—. Una hamburguesa


con patatas fritas y un batido en marcha. Iremos de camino a casa y
compraremos algo de comer. Después de que hayas comido, te ayudaré
a instalarte en la habitación que elijas.

Dacey se quedó callada y miró el paisaje que pasaba. A Tyson le


preocupaba que se lo estuviera pensando dos veces antes de mudarse
con él. Ella técnicamente tenía su lugar, aunque no fuera una gran cosa.
Entre su declaración, la de ella y la de los residentes en el parque de
caravanas, esperaba que Carlos estuviera fuera de las calles al caer la
noche, lo que significaría que no necesitaría su protección. Sin embargo,
no le impidió ofrecerla.

Tyson pasó por el autoservicio para coches y pidió su orden.


Después de haber pagado, dejó la bolsa en el asiento trasero y las bebidas
en los portavasos. Dacey tenía su cabeza presionada contra la ventana,
y sus ojos estaban cerrados, su cara tensa y pálida. Sabía que ella tenía
que tener dolor, y afortunadamente su receta había sido ya surtida en el
hospital. Tendría que tomar un analgésico con el almuerzo. Sabía que a
ella no le gustaba la forma en que la hacían sentir, pero no tenía sentido
su sufrimiento si no tenía que hacerlo.

Hizo el resto del viaje al rancho en silencio y trató de salir de la


camioneta sin molestarla. Llevó su almuerzo dentro antes de regresar a
por Dacey. Tyson abrió la puerta de la camioneta, con cuidado de
atraparla antes de que se cayera, y luego la levantó en sus brazos. Más
tarde, pagaría el precio por cargarla tanto, pero valdría la pena un poco
de dolor por cuidarla.

La llevó a casa y de vuelta al dormitorio, con dolores atravesándole


la pierna a cada paso. Casi se cayó en la cocina, pero se las arregló para

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

mantenerse erguido y redujo la velocidad de sus pasos hasta que llegó a


la cama. Dejándola acostada suavemente, le quitó los zapatos y la cubrió
con una manta. El calor del verano estaba sobre ellos, lo que significaba
que su termostato estaba ajustado a dieciocho grados centígrados. Los
osos polares habrían estado cómodos en su casa. Siempre había sido de
naturaleza caliente, y descubrió que le encantaba el aire acondicionado
todavía más después de haber sobrevivido a Afganistán. No era tanto que
el calor lo molestara, no después de las temperaturas sofocantes de allá,
pero no veía la razón para estar incómodo si no tenía que estarlo.

Guardó la comida y los batidos en la nevera. Se tendió en su sillón


favorito reclinable y levantó su pie hacia arriba para aliviar la tensión en
su pierna. Lo único que realmente le ayudaría era quitarse la prótesis y
sumergirse en un baño caliente, e incluso no siempre eso funcionaba
mucho. Lo llamaban síndrome de la pierna fantasma, cuando sentía
dolor donde debería haber estado su pierna. No había una píldora mágica
para mejorarlo todo, así que lo soportó lo mejor que pudo, y esperó el día
en que las cosas se pusieran más fáciles.

Tomando el control remoto, encendió la televisión y encontró


ESPN9. No importaba qué deporte estuvieran retransmitiendo. Parecía
que le gustaban todos. Esperaba que eso no fuera un obstáculo para
Dacey. Algunas mujeres no podían soportar que sus seres queridos
pasaran mucho tiempo viendo deportes en la televisión, pero él no había
tenido mucho más que hacer desde que regresó a casa, aparte de sus dos
noches a la semana con Dacey. Hizo sus ejercicios y fue a P.T.10 como se
suponía que debía hacer. Había un VA11 a tres pueblos de distancia, y

9
ESPN: Es un canal de televisión por suscripción latinoamericano, de origen
estadounidense y especializado en deportes.
10
P.T.: Terapia Física o Rehabilitación.
11
VA: Es una organización gubernamental que brinda asistencia a las personas que han
servido en las fuerzas armadas. VA es una abreviatura de "Administración de
Veteranos".

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

aunque le tomó más de una hora llegar allí, fue mejor que pagar de su
bolsillo todo lo que tendría que tener con el seguro privado.

Cuando oyó la noticia de que había perdido la pierna, Tyson pensó


que su vida había terminado. ¿Cómo se suponía que iba a dirigir un
rancho con una sola pierna? Pensó que nunca volvería a bailar con una
mujer bonita, y mucho menos tener relaciones sexuales con una. Todas
las cosas que alguna vez había podido hacer, ya no podría hacerlas más
o tendría que aprender a hacerlas con una prótesis. Los meses antes de
que recibiera su nueva pierna ortopédica habían sido los peores. No es
que caminar con la prótesis fuera pan comido, y definitivamente no era
indoloro, pero era una mierda usando muletas y saltando sobre una sola
pierna. La prótesis al menos lo hizo sentir más como un hombre completo
de nuevo. Le habían dicho que el dolor disminuiría con el tiempo, siempre
y cuando no se excediera, como cuando llevaba a su nueva novia en
brazos por ahí. Por mucho que le gustara tenerla en sus brazos, tendría
que dejarla moverse por la casa sobre sus dos piernas por un tiempo.
Definitivamente él se había pasado últimamente.

Dejó caer la pierna sobre la silla, cojeó hasta la cocina y sacó una
cerveza del refrigerador, guardando el batido para cuando Dacey
estuviera despierta. Haciendo estallar la tapa, se tomó un largo trago y
cerró los ojos mientras el sabor del lúpulo explotaba en su lengua y el
líquido frío se deslizaba por su garganta. No había nada como una cerveza
fría en un día caluroso de Texas. Con cuidado regresó de vuelta a su
sillón reclinable, casi colapsando sobre su asiento cuando llegó allí.
Después de volver a poner la pierna en alto, disfrutó de su cerveza y del
canal deportivo mientras esperaba a que Dacey se despertara.

Debió haberse quedado dormido porque lo siguiente que supo fue


que el sol se estaba poniendo. Dacey estaba sentada en el sofá junto a él,
comiendo su hamburguesa y patatas fritas. Tenía ojeras y bolsas bajo los
ojos, y se preguntó cuándo fue la última noche que había dormido de

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manera decente. En el hospital, dijo que las enfermeras entraban y salían


de su habitación cada pocas horas para controlar o cambiar su bolsa de
suero y adivinaría que antes que eso no había tenido exactamente dulces
sueños mientras estaba bajo el pulgar de Carlos.

—¿Dormiste bien? —le preguntó.

Dacey saltó y giró su sorprendida mirada hacia él.

—No te he despertado, ¿verdad?

—No —sonrió—. Necesito levantarme de todos modos, o no dormiré


esta noche.

Tyson amasó los músculos de su pierna dolorida antes de dejarla


caer del sillón. Se puso de pie y casi pierde el equilibrio. Una vez que se
sintió seguro, fue a la cocina a buscar su comida y batido. Aunque el
sillón era más fácil para levantarse y bajar, se sentó en el sofá al lado de
Dacey mientras comía, poniendo sus cosas en la mesa de café.

—Si quieres tomar el control remoto de mi sillón, puedes cambiar


de canal. Solo estaba mirando esto mientras esperaba a que te
despertaras —le dijo.

—Siempre pensé que sería divertido jugar béisbol —dijo entre


mordiscos—. Sin embargo, no entiendo las reglas de juego, así que eso
probablemente sería un obstáculo.

—El béisbol no es difícil de entender —Le sonrió—. Especialmente


para alguien tan inteligente como tú. Si realmente quieres aprender sobre
el juego, me encargaré de enseñarte lo que sé. No soy un experto de
ninguna manera, pero puedo contarte lo suficiente como para que

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disfrutes un poco más viéndolo por televisión. Supongo que entiendes


como funcionan los hits12 y las bases, ¿verdad?

Ella asintió.

—Hay nueve entradas, cada una dividida por la mitad, y cada


equipo tiene tres outs en cada mitad de una entrada. Si el bateador no la
mete en lo que llaman la zona strike, entonces se considera una bola. Si
consigues cuatro bolas, entonces se llama caminata y avanzas hasta la
primera base.

—Eso parece bastante fácil —Sonrió Dacey—. Nunca había


entendido todo el asunto de bola versus fuera. He visto algunos partidos
cuando era más joven, pero no tenía idea de lo que estaba pasando. Solo
animaba cada vez que mi equipo de secundaria llegaba a la base o hacía
un home run13.

—Bueno, si quieres saber más sobre el juego, estaré encantado de


enseñarte. Y si quieres ir a algún partido, podemos ver alguno de los del
instituto alguna vez. He estado en algunos de sus juegos antes, y son
bastante buenos. El entrenador jugó profesionalmente durante unos
años antes de romperse el manguito de los rotadores y retirarse.

Dacey recogió su basura y se llevó la de él también. Tyson empezó


a seguirla a la cocina, pero le costó mucho trabajo levantarse del sofá.
Para cuando él estaba de pie, ella ya estaba de vuelta, con aspecto un
poco dubitativo.

—He limpiado dos cajones en el vestidor para ti y he hecho sitio en


el armario. No guardé ninguna de tus cosas nuevas porque pensé que

12
Hits: Conexión efectuada por el bateador que coloca la pelota dentro del terreno de
juego.
13
Home run: Se da cuando el bateador hace contacto con la pelota de una manera que
le permita recorrer las bases y anotar una carrera (junto con todos los corredores en
base) en la misma jugada, sin que se registre ningún out ni error de la defensa.

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querrías revisarlas primero, y no estaba seguro si eras una de esas


mujeres a las que les gusta lavar su ropa nueva antes de usarla. Mi madre
era una de ellas.

—Nunca hablas de tu familia —dijo ella.

—Mamá murió cuando yo estaba en la escuela secundaria.


Probablemente fue bueno que no estuviera por aquí cuando me alisté en
el ejército. No es que no hubiera aprobado que sirviera a mi país, pero se
habría preocupado continuamente. Papá no fue el mismo después de su
muerte, pero hace unos años vino una dulce mujer y lo sacó de sus pies.
Se mudaron a Florida hace dos años para estar cerca de la familia de ella.
Se ofreció a quedarse conmigo cuando volví a casa, pero le dije que estaría
bien por mi cuenta.

Ella le colocó una mano en su brazo.

—¿Y lo estás?

Tyson se encogió de hombros. A decir verdad, no realmente. Tuvo


días en los que se hundió en una depresión tan grande que se sintió como
si hubiera caído de cabeza al océano y no supiera nadar. Y otros días,
estaba decidido a seguir adelante y ver lo que la vida tenía reservado para
él después. No le gustaban las fiestas de lástima e intentaba no sucumbir
con demasiada frecuencia, pero había días en los que las cosas eran
demasiado difíciles.

—Me las arreglo —dijo.

—Sé que piensas que debes cuidarme ahora mismo —le dijo ella—
, pero tal vez yo también pueda cuidar de ti. Podemos ayudarnos el uno
al otro, si te parece bien.

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Tyson tomó su mano y la atrajo hacia sus brazos, rozando sus


labios contra los de ella.

—Eso me gustaría. Pero ahora mismo, te sugiero que me dejes


cuidar de ti. Dijiste que querías una buena ducha caliente, y estoy seguro
de que te gustaría ver tu ropa nueva. Almorzamos tan tarde que
probablemente pospondré la cena por un tiempo.

—¿Puedo explorar el rancho?

—Por supuesto. Este es ahora tu hogar, Dacey. Todo lo que pido es


que no vayas sola a los pastos. Y si vas al granero, hay un gran caballo
negro que deberías evitar. Es mío, aunque no pueda montarlo ahora, y
es un mal bastardo la mayoría de los días. No es raro que trate de darle
un mordisco a alguien.

—Mi exploración puede esperar hasta que te sientas con ganas de


acompañarme, y ni siquiera intentes decirme que podemos ir ahora. Te
vi frotándote la pierna, y sé que tienes dolor. Lo que no sé es si hay algo
que pueda hacer para ayudarte.

—Tengo algo de crema que me froto en la pierna cuando me duele


mucho, y el terapeuta dijo que el masaje a veces me ayudaría. Pero
acabas de llegar a casa del hospital. No tienes que tratar de cuidarme
esta noche. Tomaré un baño en la bañera antes de acostarme.

—Nunca he visto tu baño.

Tyson tomó su mano y se dirigió cojeando al dormitorio. Accionó el


interruptor que había por dentro de la puerta, encendiendo las dos
lámparas en la cabecera de la cama, y luego la llevó hacia el baño. Había
una vidriera sobre una gran bañera de hidromasaje, y la luz del sol se
filtraba a través de ella. Encendió las luces sobre el tocador y la dejó ver
el espacio. Había una ducha de un buen tamaño con paredes y puerta de

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cristal, un único lavabo con un gran mostrador y varios armarios debajo.


El suelo era de baldosas, y las paredes estaban pintadas de un color
marrón claro.

—Si hay algo de la casa que no te guste, puedes cambiarlo. Tengo


una cuenta separada para reparaciones y decoración. Es más o menos
así como lo dejó mi madre, excepto esta habitación y el dormitorio aquí
abajo. El resto de la casa no ha sido tocado. Tengo una doncella que viene
una vez a la semana a limpiar, sobre todo porque no puedo subir para
asegurarme de que el lugar no esté lleno de telarañas y pelusas de polvo.

—Me gusta tu hogar, Ty. —Se apoyó en su costado, y él la envolvió


con un brazo—. Creo que es la casa más hermosa que he visto en mi vida.

Sabía que llamar a su casa hermosa era un gran salto, pero supuso
que comparada con el remolque de ella, era como vivir en un palacio. Solo
demostró que debía apreciar un poco más lo que tenía. Tal vez en lugar
de compadecerse de sí mismo por lo que había perdido, debería estar
agradecido por lo que aún tenía. Todavía estaba vivo, tenía un techo sobre
su cabeza, un próspero rancho y dinero en el banco. Eso era más de lo
que mucha gente podría decir.

—Es tu casa también, Dacey. Lo que dije en el hospital era en serio.


Esto no es solo un capricho para mí. Te he querido como parte de mi vida,
más que una relación de un martes y un viernes por la noche, desde hace
tiempo. No sabía cómo pedírtelo, o si me aceptarías si te lo pedía, y mi
ego no podría haber soportado el golpe en ese momento.

—¿De verdad me quieres como novia? —preguntó en voz baja—.


¿Incluso conociendo mi pasado… y de dónde vengo?

—Dacey, tú no eres tus padres y la vida que has vivido no fue culpa
tuya. Carlos se aprovechó de ti, tergiversando las cosas hasta que te tuvo
bajo su control, y una vez que fuiste parte de su harén, no hubo

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escapatoria para ti. No creo que la gente te culpe por la vida que te
forzaron a vivir, y si lo hacen, me das sus nombres, y les rompo los
dientes. Nadie te despreciará, ni hablará de ti mientras haya un aliento
en mis pulmones. —Sus ojos se veían un poco brumosos mientras lo
abrazaba—. Sé que Carlos hizo todo un número de ti y no sientes que
valgas la pena, pero, ¿sabes lo que he averiguado en los últimos meses?
Eres divertida, dulce, y piensas en los demás antes que en ti misma. Si
no lo hubieras hecho, me habrías dejado alejarte de Carlos antes de
ahora, pero sé que te preocupaba que él me hiciera daño. Admito que
duele que no creas que puedo manejarme en una pelea, especialmente
después de ir a la guerra, pero no puedo culparte por tratar de
mantenerme a salvo. Si nuestros papeles hubieran estado invertidos,
habría hecho lo mismo.

Ella frotó su mejilla contra su pecho, luego se apartó.

—Creo que voy a tomar esa ducha ahora. ¿Puedo usar tu champú?

—¿Qué tal si usas el tuyo? No sabía lo que te gustaba, pero


encontré algunos hechos de minerales marinos que olían muy bien, así
que compré el champú y el acondicionador. El gel para el cuerpo es solo
una fragancia a jabón normal, pero es hidratante. No sé mucho de
jabones femeninos, pero pensé que era algo bueno. Una empleada de
ventas de tu edad me ayudó a elegir el desodorante y el aerosol para el
cuerpo. Si no te gusta nada de lo que compré, podemos devolverlo, y tú
puedes elegir otra cosa.

—Estoy segura de que todo es simplemente perfecto.

Hizo un gesto hacia unas bolsas en el suelo.

—Todo, incluyendo tu ropa, está en esas bolsas. No es nada


elegante. Conseguí todo en Wal-Mart para poder hacer un viaje de

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compras de una sola parada. Podemos ir al centro comercial de Casper


cuando te apetezca y comprarte cosas más bonitas.

—El hecho de que sean nuevos significa que son más agradables
de todo lo que he tenido. Has hecho más por mí en una semana de lo que
nadie ha hecho por mí en toda mi vida, y siempre te lo agradeceré. Sé que
no quieres mi gratitud, pero la tienes. Si no hubieras venido a buscarme,
estaría muerta ahora mismo.

Tyson la silenció con un dedo sobre los labios.

—Ni siquiera hables así. Llegué a tiempo, y eso es todo lo que


importa. Me gustaría haber llegado antes y evitar que te hiciera daño,
pero estás viva y eso es lo que cuenta. Con un poco de suerte, Carlos se
pudrirá entre las rejas muy pronto.

—El ayudante del sheriff me preguntó cuánto tiempo había


trabajado para Carlos, pero nunca me preguntó mi edad. ¿Crees que
cambiaría algo si supiera que él me recogió de la calle cuando era menor
de edad?

—Oh, demonios, sí.

Ella se mordisqueó el labio inferior.

—¿Llamarás al departamento del sheriff por mí? No creo que pueda


pasar por todo eso otra vez, al menos no ahora.

—Me encargaré de ello mientras te duchas. Puede que quieran


volver a hablar contigo cuando estés lista para ello. Solo recuerda, cuanto
antes tengan todos los hechos, antes podrán arrestar a Carlos y acusarlo
de prostitución e intento de asesinato, para empezar. —Tragó con
fuerza—. Tengo que saberlo, Dacey. ¿Alguna vez te tocó cuando eras
menor de edad?

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—¿Hará que me mires de forma diferente?

—Ni un poquito.

—Así fue como pagué por un lugar para dormir hasta que tuve
suficiente dinero ahorrado para comprar mi remolque.

Se sintió enfermo y esperó que el contenido de su estómago no


volviera a aparecer fuera. Sabía que las cosas habían sido malas para
ella, pero nunca había adivinado cómo de malas eran. Si alguna vez ponía
sus manos encima de Carlos, el hombre estaba muerto. Olvida el tiempo
en la cárcel. Esa fue una frase demasiado ligera para lo que le hizo a
Dacey. No solo la forzó a una vida de prostitución, sino que mató su
infancia, sus esperanzas y sueños, y la hizo sentir como una basura sin
valor. No merecía respirar ni un momento más.

Vio a Dacey rebuscar entre las bolsas, encontrar lo que necesitaba


y encerrarse en el baño. Mientras ella se duchaba, cumplió su promesa
y llamó al departamento del sheriff. Cuando les contó que Carlos la había
recogido cuando era menor de edad y la obligó a servirle como parte para
pagar su habitación y comida, pudo escuchar la ira en la voz del ayudante
del sheriff.

—Ese lamentable saco de mierda no va a ver la luz del día si tengo


que decir algo al respecto —dijo el ayudante Watson—. ¿Cómo está la
chica?

—Mujer, ayudante. Ella es toda una mujer, y lo está haciendo bien.


El médico dijo que pasarán seis semanas antes de que esté
completamente curada, pero planeo asegurarme de que se lo tome con
calma y obtenga el descanso que necesita. Y quizás mientras tengamos
todo ese tiempo de inactividad, ella pueda averiguar qué quiere de la vida.

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—Bueno, no quiero meter las narices en sus asuntos, pero si quiere


un título G.E.D., hay una clase que empieza en la biblioteca los miércoles,
la próxima semana. Se reúnen los miércoles y viernes durante un mes, y
luego, durante la última clase, el bibliotecario ha hecho arreglos para que
se realice el examen oficial. Estará abierto a cualquier persona que quiera
tomarlos, y habrá una tarifa tanto para las clases, como para el examen,
pero si está interesada, le dará algo que hacer mientras se cura.

—Gracias, ayudante. Me aseguraré de que sepa sobre las clases.


Podría ser bueno para ella al menos intentarlo, y si no le gusta, no tendría
por qué seguir adelante.

Tyson terminó la llamada y empezó a sacar la ropa nueva de Dacey


de las bolsas. Las organizó en la cama para que le resultara más fácil
mirar en todas partes, y luego le dio un poco de espacio. La había visto
desnuda muchas veces, incluso ya había visto su cicatriz, pero eso no le
daba derecho a mirarla mientras se sentía tan vulnerable.

De una forma u otra, iba a ayudarla a recuperar su confianza. Ella


sabía que tenía todo el poder en el dormitorio, que sus habilidades podían
poner a cualquier hombre de rodillas, pero era fuera del dormitorio donde
parecía sentirse indigna del amor o del tiempo de cualquier persona.
Tyson quería cambiar eso, devolverle su libertad y su sentido de sí misma,
aunque no estaba del todo seguro de cómo hacerlo. Obtener su título de
educación secundaria podría ser un buen comienzo, si fuera algo que le
interesara, y después de eso tal vez podría convencerla para que
consiguiera un trabajo de media jornada en algún lugar. No porque
necesitara trabajar por dinero, aunque ganar dinero honesto que fuera
completamente suyo podría ser bueno para ella, sino porque un trabajo
podría darle un sentido de propósito.

Una cosa a la vez. Tenían mucho tiempo para hablar de las cosas,
excepto de la parte del G.E.D. Si las clases comenzaban la próxima

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semana, probablemente tendría que inscribirse en los próximos días.


Suspiró y se puso una mano en la cabeza. Todo esto podría esperar hasta
mañana. Esta noche era un momento para que ella se aclimatase a su
nuevo hogar y a la idea de que ya no era una esclava de Carlos.

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Capítulo Cinco
Dacey había pasado una semana maravillosa con Tyson,
conociéndolo mejor y aprendiendo a moverse por Braxton Ranch. Su
capataz y peones eran muy amigables y parecían contentos de explicarle
los mejores puntos del entrenamiento y la cría de caballos. Nunca había
sabido mucho sobre Tyson, o lo que hacía ahora que no estaba
defendiendo al país, pero parecía que Braxton Ranch era conocido por
producir Quarter Horses14 de calidad, entrenados en carreras de
barriles15 o en lanzar el lazo. Nunca en sus sueños más salvajes se
hubiera imaginado que él tenía un negocio tan grande. El rancho era
mucho más grande de lo que pensaba, y aparentemente más próspero de
lo que se había imaginado. Cuando oyó el precio de algunos de los
caballos que vendía, su mandíbula se había caído hasta el suelo.

Su primera clase de G.E.D., le había ido bien, aunque algunas


preguntas hicieron que se sintiera estúpida. Había abandonado la
escuela en el noveno grado, así que tenía mucho por hacer para ponerse
al día. La maestra le había asegurado que no era imposible, pero que
requeriría mucho trabajo. Dacey no tenía problemas para trabajar duro
y en realidad estaba deseando aprender el material y obtener su título
G.E.D. puede que no fuera un diploma de secundaria, pero se lo habría
ganado de todos modos, y le abriría más puertas.

Tyson había sido genial, asegurándole que todos sus gastos


estaban cubiertos, pero no se sentía bien pidiéndole que pagara por todo.

14
Quarter Horses: Es una raza estadounidense de caballos que se destaca en carreras
cortas. Su nombre proviene de su habilidad para superar a otras razas de caballos en
carreras de un cuarto de milla o menos.
15
Carreras de barriles: Las carreras de barriles son un evento de rodeo en el que un
caballo y un jinete intentan completar un patrón de trébol alrededor de barriles
preestablecidos en el tiempo más rápido.

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Si ella quería ir a almorzar después de sus clases, tenía que pedirle dinero
prestado, y se sentía incómoda. Había sido independiente hasta cierto
punto durante los últimos siete años, aunque no había hecho un trabajo
estelar cuidando de sí misma. El punto era que no estaba acostumbrada
a responder ante nadie, ni a tener que pedir dinero. Su dinero podría no
haber sido legal, o abundante, pero había sido de ella. Y ahora no tenía
nada. Excepto su oxidado remolque.

Había pensado en vender su remolque, pero todavía había un


temor en su interior de que de alguna manera arruinaría las cosas con
Tyson, y necesitaría un lugar dónde ir. El remolque no era mucho, pero
había sido su casa por un tiempo, y era mejor que vivir en las calles. No
había sido raro para ella el buceo en los basureros y dormir con un ojo
abierto mientras se acurrucaba en las puertas de las tiendas cerradas
para evitar a los elementos, o dormir en una caja, envuelta en papel de
periódico para calentarse en los meses más fríos.

Fue difícil, pero estaba tratando de confiar que las cosas iban a ser
mejores. Carlos había sido detenido y se encontraba actualmente en la
cárcel del condado, a la espera de un juicio. Tyson le aseguró que, debido
a sus delitos contra una menor, a saber, ella, había sido encarcelado sin
fianza y se le había considerado un riesgo de fuga. Ella no tenía dudas
de que él habría desaparecido en México a la primera oportunidad, y se
alegró de que estuviera encerrado y no pudiera hacerle daño a nadie más.
La idea de que se aprovechara de otras chicas jóvenes como lo había
hecho con ella, le revolvía el estómago.

Dacey se frotó las manos arriba y abajo de sus pantalones cortos


color caqui y alisó las imaginarias arrugas de su camisa de botones sin
mangas. Miró al Cuppa Joe y se preguntó si había tomado la decisión
correcta. No lo había discutido con Tyson, y no era como si necesitara su
permiso para conseguir un trabajo, pero sentía que debería incluirlo en
algo tan grande. Y conseguir un trabajo legítimo era un gran asunto para

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ella. Nunca había tenido uno antes, y no estaba segura de que le dieran
uno ahora, ya que todavía no tenía su G.E.D. ¿Era un requisito eso?

Dejando escapar un suspiro en el aire húmedo, empujó la puerta y


entró en el helado interior de la tienda. Grupos de mesas dominaban el
lado derecho de la habitación, mientras que la cafetería estaba a la
izquierda. Se acercó al mostrador y esperaba no tropezarse con su
lengua. No podía recordar una vez que hubiera estado tan nerviosa antes.
Se detuvo en la caja registradora, y esperó a que la barista16 le prestara
atención. Como nunca antes había pedido café en un lugar como este, se
sintió tentada de conseguir algo para llevar, pero pedir una solicitud era
más importante.

La chica se volvió hacia ella con los ojos muy abiertos.

—Eres Dacey Morgan, ¿no?

Definitivamente era una época en la que Dacey no quería ser


conocida en la ciudad. La noticia de su estancia en el hospital y de su
vida con Carlos se había extendido rápidamente. La gente del pueblo le
había mostrado una mezcla de compasión y repugnancia, y nunca sabía
a qué se enfrentaría cuando trataba con una persona nueva.

—Sí, lo soy.

Un hombre alto se acercó y la miró fijamente por encima del borde


de sus gafas.

—¿Qué podemos hacer por usted, señorita Morgan?

Ella se mojó los labios.

16
Barista: Persona que hace y sirve café.

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—Bueno, no echarme sería genial.

Él sonrió un poco.

—Comprendemos su situación aquí en Cuppa Joe. Supongo que


vino por alguna razón. ¿Una taza de café?

—Me preguntaba si podría hacer una solicitud. No tengo ninguna


habilidad laboral, pero aprendo rápido, y estoy trabajando para obtener
mi título G.E.D. Trabajaré duro, y no me importa el horario que me
pongan. Incluso trabajaré en vacaciones si quiere.

—Cerramos todos los días festivos importantes —dijo


amablemente—. ¿En cuántos lugares has solicitado?

Sus hombros se inclinaron un poco.

—He estado en seis tiendas hoy, y todas me rechazaron. Así que, si


no quiere que rellene una solicitud, lo entenderé.

El hombre metió la mano debajo del mostrador, sacó un papel y se


lo entregó con un bolígrafo. Sus ojos se abrieron de par en par cuando
leyó la parte superior del formulario. Solicitud de empleo. Su corazón le
dio una patada en el pecho cuando se dio cuenta de que él estaba
dispuesto a darle una oportunidad.

—Gracias.

—Tengo dos vacantes en este momento, y aunque necesito que


completes ese formulario, uno de los puestos es tuyo si lo quieres. La
paga no es mucho, ocho dólares por hora, pero consigues todo el café que
puedas tomar tanto en tu turno, como fuera de él. Es solo veinte horas a
la semana por lo que no ganas mucho dinero, pero después de haber
estado trabajando seis meses, podemos hablar de un puesto de trabajo a
tiempo completo, si eso es algo que decides que quieres.

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—¿Está… me está dando el trabajo? —Estaba segura de que había


escuchado mal. Todas las puertas de la ciudad le habían dado un portazo
en la cara, durante toda la tarde. Parecía demasiado bueno para ser
verdad que finalmente le fueran a dar una oportunidad.

—Sí. Y si estás trabajando en tu G.E.D., asumiré que vas a estar


tomando clases en la biblioteca. Puedo ponerte en el turno de noche, de
seis a diez, de lunes a viernes para empezar. Una vez que estés más
segura de ti misma aquí, puede que también te haga trabajar algunos
fines de semana.

—¡Gracias! —chilló, queriendo lanzarse sobre el mostrador para


abrazar al hombre.

Él extendió una mano.

—Tim Roberts. Soy el dueño de Cuppa Joe, y me encontrarás aquí


la mayoría de los días. Me gusta tener un enfoque práctico de este lugar,
aunque tengo un gerente y un personal muy competentes. Si tienes algún
problema, Dacey, ven a mí, o a Mark Stevens, él es el gerente. No
toleramos a los acosadores, incluso aunque sean clientes. —Ella asintió
para decir que entendía—. Rellena eso y puedes empezar el próximo
lunes.

Dacey se apresuró a acercarse a una mesa vacía e hizo todo lo


posible para rellenar el formulario. No tenía una copia de su tarjeta de
seguridad social, pero sí se sabía el número. Afortunadamente, a su
teléfono todavía le quedaban minutos, así que pudo poner su móvil
porque no sabía el número de teléfono de casa de Tyson. No, de la casa
de ellos. Iba a empezar a pensar de una manera positiva, aunque eso la
matara.

Tropezó en algunas preguntas, pero terminó el formulario y luego


lo entregó con el bolígrafo. Después de agradecérselo al señor Roberts

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profusamente, salió a su coche y regresó al rancho, emocionada para


compartir sus noticias con Tyson, y esperando que se alegrara por ella.
No había hablado de que ella trabajara antes de completar su G.E.D.,
pero la verdad era que estaba aburrida de estar sentada en el rancho
durante todo el día, todos los días. No es que no amara el rancho, y estar
con Tyson, porque lo hacía… solo necesitaba algo extra en su vida, y una
manera de tener algo de dinero propio. Un trabajo parecía la solución
perfecta.

La puerta estaba abierta cuando llegó a casa, y le preocupó que


Tyson se hubiera caído. Le gustaba actuar fuerte y duro, pero sabía que
tenía problemas con su pierna, más problemas de los que quería admitir.
Lo había oído caerse la otra mañana cuando se estaba metiendo en la
ducha, pero él había cerrado la puerta con llave y se negó a dejarla entrar.
¡Hombre testarudo! Le dolía que esperara que ella le permitiera echarle
una mano, pero él no aceptaría una de ella.

—¿Tyson? —llamó cuando entró en la casa. La sala de estar estaba


vacía, y también la cocina. Cuando llegó a la habitación, su corazón casi
cayó—. ¿Qué pasó?

Él miró hacia ella, y vio las líneas de dolor que fijaban su boca y se
grababan en su frente.

—Intenté montar a caballo. El terapeuta me dijo que podía volver a


subirme en la silla de montar tan pronto como me sintiera listo, así que
decidí intentarlo. El bastardo me arrojó inmediatamente y me tiró a la
valla.

—Deberíamos llevarte al médico.

—Estaré bien, cariño. Solo un poco magullado, y mi orgullo sufrió


un golpe. Ya me quité la prótesis y revisé mi pierna. Está bien, solo
dolorida. Mi espalda y mi cabeza se estrellaron contra el corral de madera,

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así que eso fue lo que más me dolió, pero tomé Tylenol, y estaré como
nuevo en un día o dos.

Ella se acomodó en el lado de la cama.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Quieres algo de comer o
beber?

—Estoy bien. —Sonrió—. Llegas tarde a casa. ¿Qué has estado


haciendo?

Una sonrisa floreció en su cara.

—¡Tengo un trabajo! A partir de la próxima semana, seré barista a


tiempo parcial en Cuppa Joe. Es solo por unas noches, de lunes a viernes,
pero me dará algo que hacer además de estudiar mientras me curo.
Prometo no exagerar, y sé que no es un gran trabajo, pero es mi primer
trabajo legal.

Tyson sonrió.

—Estoy orgulloso de ti, cariño. Sabía que cuando estuvieras lista,


tomarías el mundo al asalto.

—El propietario dijo que después de seis meses, si decidiera


trabajar a tiempo completo, podríamos hablar de ello. Supongo que este
primer semestre es más bien un período de entrenamiento. Solo ganaré
ocho dólares por hora, pero el dinero me dará para la gasolina y para
gastar un poco. Además, dijo que puedo tomar todo el café que quiera,
incluso mientras no esté trabajando.

—Eso es genial, cariño. Estoy muy orgulloso de ti.

Dacey se acostó a su lado y apoyó su cabeza sobre el hombro de él.

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—Ty, ¿crees que una noche podríamos tener una cita de verdad?
Me refiero a la del tipo en la que los dos nos vestimos bien y cenamos
bien. Nunca he probado el vino o el champán. Quiero hacer todas las
cosas que me han sido negadas. ¿Es eso egoísta?

—No, no es egoísta, solo humano. Es natural que quieras probar


cosas nuevas, y creo que una cita suena genial. Solo dame unos días para
que me recomponga y nos llevaré a Casper, y comeremos en ese elegante
lugar italiano cerca del centro comercial. Tienen manteles de lino, cenas
a la luz de las velas y todo. Recuerdo haber ido una vez con mis padres,
pero no recuerdo qué estábamos celebrando.

—Creo que el lugar más elegante en el que he estado ha sido un


McDonald’s, y ni siquiera nos sentamos a comer, solo lo tomamos para
llevar.

Tyson le frunció el ceño.

—¿Nunca has ido fuera en ningún sitio y te has quedado a comerlo?


—Ella sacudió la cabeza—. Ah, demonios, cariño. Ya te he fallado. No
importa lo mal que esté, prometo que saldremos a cenar mañana por la
noche. No será tan elegante como el sitio italiano, pero será mejor que
comida rápida. Me temo que esta noche estás atascada con pizza.

—Cocinaría para ti, pero nunca aprendí cómo.

—No tiene ningún misterio. Cuando puedas, me ayudas en la


cocina, y aprenderás un poco cada vez. Antes de que te des cuenta,
estarás cocinando por tu cuenta.

—Los perritos calientes y el ramen17 son lo mejor que puedo hacer


ahora mismo. No tenía dinero para mucho más. Cuando tenía suerte,

17
Ramen: Fideos japoneses con caldo preparado.

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derrochaba y compraba un dólar de pan francés, unos fideos de


espaguetis y un tarro de salsa.

—Si hubiera sabido lo mal que estaban las cosas para ti…
infiernos, no sé qué habría hecho, pero seguro que no te habría dejado
en esa lata oxidada sin comida.

Su corazón se calentó ante sus palabras, y se acurrucó más cerca.

—Solo verte dos veces por semana era suficiente, Ty. Fuiste mi
punto brillante en una vida miserable, y todavía lo eres. Puede que mi
vida ya no sea miserable, pero todavía eres mi punto brillante.

Él le levantó la barbilla y la besó, su lengua clavándose en el


interior para enredarse con la de ella. Se aferró a su camisa y deseó como
el infierno poder desnudarlo y montarlo como una vaquera traviesa, pero
según el médico, le quedaban cuatro semanas antes de que pudiera tener
sexo. Por supuesto… el doctor solo dijo que no podían tener sexo. No dijo
que no pudieran jugar.

Dacey se alejó y le dio una sonrisa perversa antes de separarle sus


piernas y asentarse entre sus muslos. Él se había quitado los vaqueros y
solo llevaba calzoncillos con una camiseta sin mangas. Nunca pensó que
un hombre podría verse sexy vestido como Ty, pero él era deliciosamente
sabroso. Pasó sus manos debajo de su camiseta y sobre su pecho,
sintiendo que sus músculos se tensaban y ondulaban bajo las yemas de
sus dedos. Su mirada era intensa mientras la observaba, probablemente
preguntándose hasta dónde iba a llevar las cosas.

Dacey metió sus dedos en la cinturilla de sus calzoncillos bóxer y


lentamente los bajó por debajo de sus caderas. Se movió hasta el pie de
la cama y se los quitó por completo. Su polla estaba dura y rogando por
atención. La gota de pre-semen en la punta hizo que se lamiera los labios
y se arrastrara de vuelta a la cama.

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Paige Warren Cowboy tachonado
de estrellas

—¿Qué estás tramando, cariño?

—Solo porque no podamos tener sexo ahora, no significa que no


pueda hacerte sentir bien.

Sus ojos se oscurecieron, y parecía dispuesto a devorarla. Un


zumbido de excitación pasó a través de ella mientras agarraba su polla y
le daba un apretón firme, untando el pre-semen a lo largo del eje. Cada
músculo de su cuerpo estaba tenso y sentía que él podía explotar en
cualquier momento. Dacey lo acarició un poco más antes de poner sus
labios alrededor de la cabeza de su pene. Su lengua acarició su verga
mientras ella tragaba su longitud.

Tyson gimió y apretó las sábanas en puños, sus caderas


levantándose como si suplicara más. Dacey se echó hacia atrás y giró su
lengua alrededor de la punta antes de tomarlo de nuevo en su boca. Se
tomó su tiempo, lamiendo, acariciando y bromeando. Él se hinchó en su
boca, y ella sintió sus pelotas apretarse un momento antes de que bañara
su garganta con su semen. Se tragó hasta la última gota, luego lo lamió
hasta limpiarlo antes de plantarle un beso en el pecho y volver a acostarse
en la cama a su lado.

—Maldita sea, mujer.

Ella le dio una sonrisa satisfecha.

—Feliz de complacer.

—Si no me sintiera atropellado, te daría la vuelta y te devolvería el


favor. Aunque no estoy seguro si el doctor dijo nada de sexo refiriéndose
a penetración, o porque es malo que te corras ahora mismo.

—No lo averigüemos. Además, el sexo ha sido mi vida durante tanto


tiempo, que seis semanas de descanso en realidad suenan bastante bien.

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de estrellas

Por mucho que te desee, y créeme, siempre te deseo, esto podría ser
bueno para mí.

Le pasó un brazo sobre los hombros y la atrajo hacia sí.

—Sabes que solo porque compartimos esta cama, no significa que


espero sexo todo el tiempo. Puedes decirme que no cuando quieras.

—Esa es la cuestión… Nunca quiero decirte que no. —Lo besó


suavemente—. Vamos a tener sexo como conejitos tan pronto como el
doctor me dé el alta. Estarás tan harto de mí, que gemirás y dirás: “No
otra vez” cuando me veas desnudarme.

Su pecho temblaba de risa, y sus ojos se arrugaron en las esquinas.

—No creo que alguna vez diga eso.

—Tal vez no. ¿Quieres ayuda para volver a ponerte la ropa interior?

—Eso es algo que nunca pensé que una mujer me diría. —Dacey
sonrió—. No, cariño, no necesito ayuda. Pero gracias. ¿Por qué no pides
unas pizzas para nosotros? El número está en el refrigerador, y mi
billetera en mis vaqueros. Puedes usar mi tarjeta de crédito para
pagarlas, o debería haber algo de dinero allí. Pide la que quieras y una
suprema para mí. Creo que tengo suficiente hambre como para comerme
una grande yo solo.

Ella empujó en su paquete de seis.

—Si no miras por ello, esto se derretirá y en vez de un paquete de


seis, tendrás un barril.

Tyson se echó a reír hasta que las lágrimas salieron de sus ojos.

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de estrellas

—Cariño, no veo que eso suceda, no con todo lo que paso en P.T. y
el entrenamiento que hago en casa, pero tu preocupación ha sido
debidamente anotada.

—No me digas que no te lo advertí —canturreó mientras salía de la


habitación, deteniéndose lo suficiente para recuperar la billetera de él.

La vida con Tyson definitivamente nunca era aburrida.

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Capítulo Seis
Tyson apretó los dientes y miró con ira a su fisioterapeuta. La mujer
era una sádica, y si hubiera estado armado, podría dispararle. Lo había
tenido trabajando con pesas durante la última media hora, y su cuerpo
estaba atormentado por el dolor y empujando al máximo. El sudor le
goteaba por la cara y el pecho, y se preguntaba si caminar valía la pena
todo eso. ¿Y qué si no podía montar a caballo?

Aguántate, gilipollas. Hizo diez repeticiones más y luego se


derrumbó. Si quería más de él, iba a necesitar un vaso grande de té dulce
y media hora para descansar, y él sabía que no iba a recibir ninguna de
esas dos cosas. Por mucho que apestara, esta era su vida hasta que
regresara a… bueno, no al cien por cien, porque nunca más volvería a
estar al cien por cien, pero esperaba estar realmente cerca. Y con todas
las maravillas modernas, ¿quién podría decir que no podría llegar al
ciento diez por ciento algún día?

—He terminado —dijo, jadeando para poder respirar—. Demonios,


ni siquiera estoy seguro de poder salir de aquí, y mucho menos conducir
a casa.

—Deberías haber traído a tu novia. Podría haber estado leyendo


una revista o algo así mientras te esperaba —le amonestó su terapeuta.

—Ella no necesita verme así.

—Oh, ¿lastimaría al orgullo del gran macho que su pequeña novia


lo viera sufrir? —Entrecerró los ojos a la terapeuta, pero no se dignó a
magnificar sus tonterías con una respuesta—. A la misma hora el martes.

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No llegues tarde. —Su terapeuta le hizo un saludo alegre y se dirigió a su


escritorio.

Tyson se limpió con una toalla y llevó su culo a su camioneta. Le


dolía todo el cuerpo, y estaba dividido entre querer una ducha fría para
refrescarse y una bañera de agua caliente para aliviar sus músculos. Con
un poco de suerte, el aire acondicionado de la camioneta lo refrescaría
entre el VA y la casa. El reloj del salpicadero marcaba las cuatro de la
tarde, lo que significaba que apenas llegaría a casa a tiempo para besar
a Dacey antes de que se fuera a su nuevo trabajo. Había habido un rebote
en su paso últimamente, por lo que él no le escatimó la pequeña cantidad
de ingresos, y la pequeña independencia que había logrado agarrar.

Su camioneta se comió los kilómetros entre el VA y su rancho, y


pronto estaba bajando por el sinuoso camino. Tyson estacionó cerca del
porche delantero, sin querer caminar más de lo necesario, y notó que el
coche de Dacey todavía estaba en la entrada. Se bajó de la camioneta,
asegurándose de que sus piernas lo sujetaran antes de cerrar la puerta
y entrar. Dacey estaba en el dormitorio, poniéndose sus zapatos. La había
llevado a un centro comercial el fin de semana, y le compró un buen par
de zapatillas tenis para que no le dolieran los pies en su nuevo trabajo.
Ella había protestado por el costo, pero finalmente la había agotado,
convenciéndola de que era una buena inversión, si planeaba trabajar en
el Cuppa Joe por un tiempo.

—Parece que te han montado duro y te han mojado —dijo ella, que
vino para pararse frente a él—. ¿Fue dura la terapia de hoy?

—Es dura todos los días. Creo que ese es el punto, hacerme sufrir
para que vuelva a ser fuerte.

Ella le acarició los bíceps.

—A mí me pareces bastante fuerte.

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Tyson sonrió y se acercó a ella, besándola larga y profundamente.

—Hablar así te hará volver a inclinarte sobre esa cama otra vez.

—Tres semanas.

Él suspiró.

—Tres semanas muy largas. Sabes, el día que te den el alta,


conseguiré que nos quedemos en casa veinticuatro horas, desnudos, y
bautizaremos cada mueble de la casa.

—Ahora ese es un plan con el que puedo estar de acuerdo. —Sonrió


ampliamente, lo besó de nuevo, y luego lo saludó con la mano—. Me voy
a trabajar. No me esperes despierto. Sé que estás agotado por la P.T.

Esa fue una forma de decirlo. Un animal atropellado


probablemente tendría más energía de la que él tenía ahora mismo. Se
quitó la ropa, luego la prótesis y usó sus muletas para ir al baño. Se sentó
en el banco de la ducha y comenzó a abrir el agua, necesitaba lavar el
hedor de sudar profusamente. Era un testimonio de los sentimientos de
Dacey por él que no hubiera chillado y huido de su hedor cuando la
abrazó.

Maldita sea, pero amo a esa mujer.

Bueno, tal vez no amor. No estaba seguro de sus sentimientos por


Dacey, aparte de saber que la quería en su vida el mayor tiempo posible.
Si eso era amor, considéralo a él patas arriba. Definitivamente le gustaba,
estaba lujurioso por ella, pero nunca antes había estado enamorado. El
agua golpeó su maltrecho cuerpo, y puso la cabeza en sus manos,
dejando que el agua le corriera por la espalda.

¿Dacey quería una declaración de amor? ¿O eso solo la haría correr


en la otra dirección? Si tuviera que adivinar, diría que nadie le había

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dicho que la amaban, probablemente ni siquiera sus padres. Lo que


significa que cuando él se declarara, sería especial y algo que siempre
apreciaría. A menos que la asustara muchísimo. Deseaba que Dacey
tuviera algunos amigos con los que él pudiera hablar, para averiguar cuál
sería su reacción si le dijera que sentía algo por ella.

Salió de la ducha, se envolvió una toalla alrededor de la cintura y


usó las muletas para volver al dormitorio. En el cajón de la ropa interior,
sacó una pequeña caja de terciopelo azul. Abrió la tapa y miró el rubí en
forma de corazón con una banda de oro blanco. Antes de la noche en que
Dacey casi muere, había comprado el anillo con esperanza de alejarla de
su vida de prostitución, y convertirla en una mucho más aburrida: la de
la esposa de un ganadero. Pero como estaba en su casa, le preocupaba
que si le pedía que se casara con él, se resistiría a la idea y pensaría que
era otra de sus formas de protegerla.

De acuerdo, podría ser que se tratara de protegerla un poco, pero


sobre todo la quería en su cama y en su vida todos los días hasta su
último aliento, definitivamente su último aliento, porque se negaba a
dejar que Dacey muriera primero. No estaba seguro de si duraría una
semana en un mundo que no tuviera a Dacey en él.

Bueno, si eso no es tan sentimental como el infierno.

Cerró la caja y la volvió a esconder en su cajón antes de sacar un


par de calzoncillos bóxer limpios. Se sentó en el borde de la cama y se los
puso. Había pasado un tiempo desde que comió y su estómago retumbó,
pero realmente no tenía ganas de ir a la cocina y hacer la comida. Y
seguro que no quería volver a ponerse su pierna. Su muñón lo estaba
matando, y necesitaba un descanso. Usando las muletas, se dirigió a la
cocina, donde hizo tres sándwiches y puso el plato de comida y refrescos
sobre la mesa. No había forma de que llevara todo eso y usara sus
muletas a la vez para entrar en la sala de estar.

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Comió rápidamente, apenas saboreando su comida, tomó su


bebida de un trago, y luego tiró su basura y dejó el plato en el fregadero.
En el momento en que llegó a su sillón reclinable, estaba agotado y listo
para una siesta. Sin siquiera molestarse en encender el televisor, puso el
pie en su silla y cerró los ojos. Dormitó dentro y fuera durante varias
horas, hasta bien entrada la noche. Los números en la pantalla digital de
la caja de la TV por cable se burlaron de él mientras se hacían borrosos,
sin importar lo que entrecerrara los ojos. Cuando se enfocaron, vio que
eran casi las once. ¿Por qué Dacey no lo había despertado cuando llegó
a casa?

—Dacey —gritó.

Bajó el pie de su sillón y tomó sus muletas. Abriéndose camino a


través de la casa, la buscó por todas partes, pero la casa estaba oscura y
silenciosa, excepto por la lámpara que él tenía encendida en la sala de
estar.

—¡Dacey!

Miró a través de las persianas y no vio su coche en el camino de


entrada. ¿Qué demonios…?

Tyson sacó su teléfono de la habitación y llamó al Cuppa Joe. La


línea sonó una docena de veces, y nadie respondió. La inquietud le
recorrió la espalda cuando comenzó a temer genuinamente por la
seguridad de Dacey. Se puso unos pantalones cortos de entrenamiento,
una camiseta, y se puso una zapatilla de tenis en su pie bueno. Sin
importarle una mierda lo que cualquiera pensara de su muñón, usó sus
muletas para llegar a su camioneta y condujo hasta el pueblo.

A estas alturas, casi todo estaba desierto, excepto el Wal-Mart y un


restaurante de comida rápida. Todos los demás negocios estaban
apagados y con las persianas cerradas. Rondó por las calles pero no vio

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el coche de Dacey por ninguna parte, o a Dacey para el caso. Por una
corazonada, pasó por el parque de caravanas. Su coche estaba
estacionado frente a su montón oxidado, y por la vida de él, no podía
entender por qué. ¿Había hecho algo que la molestó y que la hiciera correr
aquí después del trabajo?

Salir de la camioneta y subir los pocos escalones del remolque


requirió un poco de delicadeza, pero lo consiguió. No se molestó en llamar
a la puerta y la abrió, abriéndose paso hacia la sucia y ensangrentada
sala de estar.

Dacey estaba arrodillada en el suelo, su mano en la mancha de


sangre seca.

—Cariño, ¿qué estás haciendo? —le preguntó en voz baja, sin


querer asustarla.

—Casi me muero. Debería haber muerto.

¿Qué demonios había pasado en el trabajo? Ella había estado


sonriendo, riendo y de buen humor cuando lo dejó antes.

—Cariño, creo que no lo entiendo. ¿Por qué querrías morir? ¿No te


estoy haciendo feliz? ¿Hice algo que te molestó?

Ella se volvió hacia él, sus ojos tristes y derrotados.

—No, no eres tú, Ty. Tú eres maravilloso.

—Entonces, ¿qué pasó?

—La esposa del alcalde vino a tomar café. Me vio trabajando detrás
del mostrador, vio mi placa de identificación y le dio un ataque como
nunca antes había visto. Exigió que el señor Roberts me despidiera, o dijo
que nunca volvería a poner un pie en su establecimiento, y que se

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aseguraría de que todos sus amigos boicotearan el lugar también.


Amenazó con cerrarlo antes de fin de mes.

Él puso sus muletas contra la pared y se medio agachó, medio cayó


en el suelo al lado de ella. Diablos si supiera como iba a levantarse, pero
ahora mismo su mujer lo necesitaba. Tiró de Dacey a sus brazos,
metiendo la cabeza de ella bajo su barbilla, y frotó ligeramente su brazo.

—La esposa del alcalde es una perra malvada. Siempre lo ha sido,


y siempre lo será.

—El señor Roberts le dijo que prefería que diez empleados como yo
trabajaran en su tienda, en vez de uno como ella.

Tyson sonrió.

—Bien por él.

—No —Se lamentó—. ¡No es bueno para él! Va a perder su negocio,


y todo porque fue lo suficientemente amable como para darme la
oportunidad de llevar una vida normal. Nunca voy a tener eso aquí, Ty.
Quiero quedarme contigo, más que nada, pero tú perteneces a Braxton
Ranch, y claramente no hay lugar para mí en esta ciudad. No me dejarán
elevarme por encima de lo que una vez fui. No importa si me limpio, si
recibo una mejor educación, si consigo un trabajo normal… nunca seré
lo suficientemente buena.

—¿Qué estás diciendo, Dacey? —preguntó con el corazón en la


garganta.

—Digo que creo que debo irme, Ty. Empezar de cero en algún lugar
donde nadie conozca mi nombre o mis antecedentes. Necesito un nuevo
comienzo y esta ciudad no me va a dejar tenerlo.

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Sentía como si su corazón se estuviera desgarrando en un millón


de pedazos.

—¿Y si voy contigo? —preguntó—. ¿Querrías que lo hiciera?

—No puedo pedirte que dejes tu rancho.

—Querida, no puedo trabajar en el rancho ahora mismo. El capataz


ha estado a cargo durante años, incluso cuando yo estaba ausente en
Afganistán. Creo que puede manejar las cosas un poco más, y si surge
algo, sabe mi número de móvil. Pero hay un inconveniente. Necesito estar
cerca de VA.

—Bueno… —Lo miró—. Casper es una ciudad más grande,


¿verdad? Y está lo suficientemente lejos como para que la gente no sepa
sobre mi pasado, o incluso haya oído hablar de mí. ¿Qué tal si alquilamos
un lugar en la ciudad, tal vez cerca del VA, y tuviéramos un comienzo
juntos?

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

—Estoy segura.

Él asintió.

—Luego nos iremos a casa y empacaremos suficiente ropa para


sobrevivir por ahora, y nos dirigiremos a Casper. Podemos quedarnos en
un hotel durante unos momentos y explorar algunos lugares.

Lo miró a los ojos.

—¿Realmente harías eso por mí? ¿Solo levantarte, mudarte y dejar


tu vida atrás?

—Sí, cariño, lo haría.

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—Entonces, si puedes renunciar a todo lo que conoces para


seguirme cuando huyo, entonces tal vez pueda ser lo suficientemente
fuerte para quedarme y luchar. No quiero que esta relación sea siempre
lo que yo necesito, Ty. Tú también tienes necesidades, y quiero
asegurarme de que se cumplan. No es justo que te desarraigue solo
porque no quiero enfrentarme a los chismes de la ciudad.

Él sonrió.

—Entonces nos quedaremos y lucharemos. ¿Sabes cuál es la mejor


manera de tocarles las narices?

—¿Aparecer en la iglesia?

—Bueno, eso probablemente lo haría, pero tenía otra cosa en


mente. Algo que quería preguntarte desde hace tiempo, pero siempre fue
el momento inoportuno.

Ella miró a su alrededor.

—¿Puede esperar hasta que volvamos a casa? Quiero salir de este


lugar. Estoy dividida entre querer quemarlo o venderlo, aunque dudo que
alguien compre un remolque manchado de sangre.

—Te sorprenderías.

—En vez de venderlo, creo que se lo regalaré a las otras chicas que
tenía Carlos. Algunas de ellas tienen sus propios lugares, pero conozco a
dos que vivían con él. Si está en la cárcel, entonces no tienen hogar.

La besó en la mejilla.

—Tienes un buen corazón, cariño. Salgamos de aquí y hablaremos


más en casa.

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Fue una lucha, pero con la ayuda de Dacey, se las arregló para
ponerse de pie y moverse de nuevo. Ella lo siguió, estacionando al lado
de su camioneta frente a su casa. Para cuando Tyson estuvo dentro,
estaba listo para colapsar por el esfuerzo, pero primero tenía algo
importante que hacer. Fue al dormitorio y recuperó la cajita, con la
esperanza de que no estuviera a punto de meter la pata, y luego buscó a
Dacey.

Estaba en la cocina, guardando los platos limpios, y recargando el


lavavajillas.

—Cariño, ¿puedes dejar de hacer eso un momento? Necesito hablar


contigo.

Sacó una silla y se desplomó sobre el asiento. Ella se hundió en la


silla que estaba a su lado y lo miró expectante. Tyson nunca había estado
tan nervioso en su vida, y tomó su mano mientras extraía de forma
disimulada el anillo debajo de la mesa. Le apretó los dedos y luego respiró
para calmar sus nervios.

—Cuando dije que vendrías a vivir conmigo, no estoy seguro de lo


que tenías en mente, pero yo estaba pensando en términos de para
siempre. Antes de tu experiencia cercana a la muerte, había planeado
hacerte una pregunta muy importante. Es parte de la razón por la que
quería que te quedaras a dormir esa noche, pero las cosas no salieron
como las había planeado. Dacey, espero que sepas lo mucho que me
importas, lo mucho que te admiro, y lo mucho que… —¿Se atrevería a
decir la palabra con “A”?

—¿Cuánto qué? —preguntó ella.

—Cuánto te amo. No se me ocurre otra forma de llamarlo. Nunca


he estado enamorado antes, así que supongo que podría ser otra cosa…
pero se siente como amor. Iluminas una habitación cuando entras, de la

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misma manera que iluminas mi corazón con tu sonrisa. Supongo que lo


que intento decir es que te quiero conmigo para siempre, Dacey.

—Yo también quiero eso —dijo ella en voz baja—. He soñado contigo
todas las noches desde el día en que nos conocimos, y esos sueños
siempre terminaban cuando me quedaba dormida en tus brazos.

Él sacó el anillo.

—Quiero que te cases conmigo, Dacey. Y antes de que te niegues,


no es porque esté tratando de hacerte respetable, y no estoy tratando de
encadenarte. Quiero casarme contigo porque no puedo imaginar mi vida
sin ti.

Una lágrima se deslizó por su mejilla.

—Ty… ¿estás seguro de que eso es lo que quieres?

—Más que nada.

—Entonces sería un honor ser tu esposa.

Deslizó el anillo sobre su dedo y la besó con fuerza.

—Maldita sea, mujer. Estas tres últimas semanas me van a matar.

Ella se rió a través de sus lágrimas y enrolló sus brazos alrededor


de su cuello.

—Pasarán antes de que te des cuenta.

—Creo que este viejo soldado necesita acostarse, por mucho que
me gustaría quedarme despierto y celebrar contigo. Iremos a cenar este
fin de semana, en una de tus noches libres. A cualquier lugar que quieras
ir.

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—Te amo, Ty.

Él le acarició la mejilla.

—También te amo, cariño.

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Capítulo Siete
Dacey se giró frente al espejo, aturdida por la noche con Ty. Había
elegido el lugar italiano de nuevo y no podía esperar para que la noche
empezara. Tenía algunas noticias emocionantes para él, bueno, dos
noticias. El brillo de su anillo llamó su atención, y sonrió mientras lo
admiraba. Aunque no era un anillo de compromiso tradicional, pensó que
era absolutamente perfecto. Un corazón rojo de rubí para simbolizar su
amor y devoción el uno por el otro. Lo habían discutido y decidieron tener
un compromiso largo. Ty había discutido, queriendo que ella tuviera los
beneficios que una esposa recibiría al tener un cónyuge ex soldado, pero
al final ella había ganado.

—Estás tardando demasiado tiempo, cariño.

Los brazos fuertes le rodearon la cintura y se recostó contra el


pecho de Ty.

—Estaba convenciéndome de que no estoy soñando. Que estamos


realmente comprometidos, y que estamos a punto de salir una noche al
mejor restaurante al que he ido.

—Todo es real, cariño. Vamos. Si esperamos demasiado,


acabaremos esperando dos horas por una mesa.

El trayecto al restaurante fue silencioso. Había tanto que quería


decir, pero no quería simplemente soltarlo todo. Sus noticias iban a
cambiar sus vidas, pero en el buen sentido. En el restaurante, se
sentaron casi de inmediato, y ella se relajó contra la cabina.

Dacey se hizo esperar hasta que pidieron sus bebidas y comida


antes de hablar con Ty sobre algo serio.

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—Suéltalo —le dijo—. Parecías un zorro atrapado durante toda la


noche. Estoy esperando a que roas una pata para escapar.

La risa brotó y se derramó de sus labios ante la imagen.

—No soy un zorro a punto de roerme una pata. Solo tengo algunas
buenas noticias que compartir.

—Bueno, cuéntame.

—¿Recuerdas cómo la esposa del alcalde lo hizo tan mal para que
dejara de trabajar en el Cuppa Joe?

—No es probable que lo olvide a corto plazo. Quiero estrangularla


cada vez que la veo por la ciudad.

—Bueno, el alcalde vino a la tienda ayer. Dijo que quería


disculparse conmigo en persona por el grosero comportamiento de su
esposa, y me aseguró que no volvería a suceder. Aparentemente ella tiene
una sobrina que es acompañante en Los Ángeles, y él le recordó el hecho,
y le señaló que no somos tan diferentes. Dijo que ella se calló muy rápido,
hinchada como una gallina loca, pero que cree que va a estar callada.

Tyson se rió.

—No puedo creer que la hiciera retroceder.

—Oh, aún mejor. Le dijo que si no era amable conmigo, haría un


ejemplo con ella justo antes de que dejara su trasero. Parece que tienen
un matrimonio arreglado, y él no puede soportarla.

—Bueno, esto se pone cada vez mejor.

Dacey sonrió.

—Esa no es la mejor parte.

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Sus cejas se elevaron.

—Fui al médico esta mañana. Parece que me curé a un ritmo


acelerado.

Tyson la miró fijamente.

—Significa que… no tenemos que esperar otras dos semanas.


Podemos celebrar nuestro compromiso esta noche cuando lleguemos a
casa.

Una sonrisa tan grande le partió la cara que pensó que podría
rompérsele. Fue agradable saber que ella no era la única entusiasmada
con la próxima noche juntos. Habían pasado cinco semanas desde que
dejó su casa y casi pierde la vida, y cuatro semanas desde que se mudó.
Para su manera de pensar, ya era hora de que hicieran algo más que no
fuera dormir en esa cama grande y bonita.

Su comida llegó y ambos casi inhalaron sus cenas, ansiosos por


pagar la cuenta y regresar a casa. Su camarera tenía que pensar que
tenían los peores modales, especialmente cuando Ty vació su copa de
vino de una vez como si estuviera tomando chupitos. Dacey estaba
aturdida cuando salieron hacia la camioneta, y se deslizó hacia el centro
del asiento del banco para presionarse contra su costado en el camino a
casa.

El paisaje pasó volando, y tuvo que preguntarse cómo de rápido iba


él, pero no se atrevió a hacerlo. Sobre todo, porque tenía miedo de lo que
su respuesta podría ser. Si él iba por encima de los cien, realmente no
quería saberlo. El rancho apareció a la vista y las mariposas hicieron
erupción en su estómago. Iba a ser la primera vez que hacían el amor, la
primera vez que él no tenía que pagar por sus servicios. Sí, le había hecho
mamadas de vez en cuando durante el último mes, pero no era lo mismo
a que sus cuerpos se unieran.

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Apenas llegaron a casa antes de despojarse de la ropa.

—Sofá —dijo él con un gruñido, guiándola hacia allí.

—Te necesito, Ty.

—Cariño, esto va a ser rápido y sucio porque no creo que dure una
vez que esté dentro de ti. Prometo hacerlo mejor la próxima vez.

Ella se arrastró hasta el sofá y agarró los cojines del respaldo,


arqueando la espalda para empujar su trasero hacia fuera.

—Ahora, Ty. No necesito palabras. Solo te necesito a ti.

Él agarró sus caderas y se hundió profundamente hasta las bolas


en ella.

—Maldita sea, Dacey. No me puse condón.

—No quiero que te pongas uno. Mi método anticonceptivo es válido


por otros tres meses, y el doctor del hospital dijo que estoy limpia.

Eso parecía ser todo lo que necesitaba oír. Tyson la tomó como un
hombre poseído, con sus cuerpos pegados. La fuerza de sus empujones
casi la levantaron del sofá, y todas las terminaciones nerviosas de su
cuerpo cantaban. Ella lo deseaba tanto, tanto que le dolía. Su poderoso
cuerpo la empujó más cerca del clímax, y ella clavó sus manos en los
cojines, esforzándose por liberarse.

Ty dio un grito y eyaculó dentro de ella. Una pizca de decepción la


golpeó, pero todavía no había terminado con ella. Tyson extendió una
mano y rozó su clítoris hasta que ella se presionó contra él y gritó su
nombre. El placer se agitó a lo largo de su piel, y la fuerza de su liberación
casi la dejó sin aliento.

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Después yacían jadeando, ambos demasiado saciados para


moverse.

—Siempre supe que te sentirías perfecta envuelta alrededor de mi


polla sin nada entre nosotros. —Le besó el hombro.

—No hay barreras entre nosotros, nunca. Estamos juntos en esto,


Ty, en lo que sea que venga.

Él le dio una sonrisa torcida.

—Incluso si eso incluye el repiqueteo de pies pequeños.

—Incluso entonces.

Especialmente entonces. Una familia era algo que Dacey siempre


quiso y siempre supo que nunca tendría. Pero Ty le estaba dando una
oportunidad de ser normal, y ella iba a agarrarla con ambas manos. Iba
a ser una gran aventura.

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Epílogo
Un año después

Ty estaba de pie en la parte delantera de la iglesia, tirando de las


mangas de su traje mientras esperaba ansiosamente la llegada de su
novia. Su padre había venido en avión para la ocasión, y se había ofrecido
en llevar a Dacey al altar, ya que ella no tendría a ninguno de sus padres
presentes. El alcalde había hecho acto de presencia, con su esposa a
cuestas. Estaban sentados en el lado de Dacey de la iglesia, la anciana
con cara amargada y apretada, como si hubiera estado chupando
limones.

El órgano comenzó, y su mirada se dirigió hacia la parte posterior


de la iglesia. Su novia estaba en la puerta, su padre a la derecha. Se veía
impresionante con un vestido blanco con un dobladillo festoneado y
escote corazón. Y solo conocía esos hechos porque ella había estado
tartamudeando incesantemente sobre su vestido durante semanas, no es
que a él le importara. Su aliento se congeló en sus pulmones mientras
ella caminaba por el pasillo, sus pasos manteniéndose al ritmo de su
corazón.

Cuando su padre se la entregó a Tyson, su mano tembló.

El ministro sonrió mientras se volvían hacia él.

—Estamos aquí reunidos para presenciar la unión de Tyson


Lawrence Braxton y Dacey Angeline Morgan. Si hay alguien presente que
siente que estos dos no deberían ser unidos en sagrado matrimonio, que
hable ahora o calle para siempre.

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Tyson casi se ríe cuando su dulce novia miró a la esposa del alcalde
con la muerte en los ojos y gruñó.

—Tyson, ¿aceptas a Dacey como tu legítima esposa, para amarla y


respetarla, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte os separe?

—Sí, acepto. —Su voz era fuerte y segura.

—Dacey, ¿aceptas a Tyson como tu legítimo esposo, para amarlo y


respetarlo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte os separe?

Ella sonrió brillantemente.

—Sí, acepto.

—Puedes besar a la novia.

Tyson la arrastró a sus brazos, para diversión de la congregación,


y la besó como si fuera un hombre hambriento, y ella fuera una costilla
de primera. Los aullidos de lobo y los maullidos de gato se apagaron antes
de que él la dejara de pie nuevamente.

—Esta debe haber sido la boda más rápida en la historia de las


bodas —dijo Dacey con una sonrisa.

—Intenté que él dijera solo “marido y mujer”, pero esto fue todo lo
limitado que él estaba dispuesto a hacerlo —Sonrió Tyson—. No quería
darte tiempo para que te acobardaras, o que te dieras cuenta de que
podías conseguir algo mucho mejor que un soldado destrozado.

—Ya no eres un soldado, Ty. Eres mi guapo ranchero.

—Mientras sea tuyo, puedes llamarme como quieras.

Lo besó largo y fuerte, sin importarle lo que pensaran sus invitados.


Era el día de su boda, el primer día del resto de su vida, y ella iba a besar

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Paige Warren Cowboy tachonado
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a su esposo con la frecuencia y la pasión que quisiera. Y si a la gente no


le gustaba, como a la amargada esposa del alcalde, podían besarle el culo.

Fin

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Staff

Traductora: Mdf30y
Correctora: Pily1
Diseño: Lelu
Lectura Final: Auxa

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