A Que Jugamos
A Que Jugamos
A Que Jugamos
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Colección
Cuadernos de Trabajo
Presentación
En el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, y con la cooperación de Uni-
cef-Argentina, el Proyecto Familias y Nutrición promueve los derechos indivisibles de
los niños y niñas y desarrolla acciones orientadas a la concreción de los mismos en situa-
ciones cotidianas.
Impulsando una concepción integral del desarrollo infantil, entrelaza la nutrición con
el cuidado y atención de los niños, las relaciones familiares y sus redes de apoyo.
Para ello, ofrece acompañamiento a las familias a través de facilitadores locales capacita-
dos y comprometidos; cuya función a nivel local es brindar orientación y habilitar espa-
cios para el desarrollo de iniciativas familiares y comunitarias destinadas al bienestar de
los más pequeños.
Este cuaderno de trabajo forma parte de una colección de siete títulos pensada para leer,
compartir y aprender. La trama de cada uno de ellos hilvana ideas, reflexiones, testi-
monios, textos de autor y propuestas para la acción.
Esperamos que estos materiales sean de utilidad para enriquecer la tarea de las personas
y grupos que, comprometidos con su comunidad, trabajan para transformar y mejorar
la realidad de nuestros niños y niñas y de sus familias.
Índice
Crecer jugando....................................................................................................................................15
Juegos para.........................................................................................................................................39
Juegos de descarga..........................................................................................................................39
Juegos para desarrollar la confianza.................................................................................................40
Juegos para desarrollar la ternura ...................................................................................................42
“Mi abuela, mientras planchaba, jugaba conmigo y mi amiga Mechita al veo – veo, y
ahora yo juego igual con mis dos nietos.”
Carmen, 62 años
“Yo salía con mi papá a caminar por el campo y jugábamos a mirar las formas de las
nubes. Ahora, cuando ando sólo, hago lo mismo.”
Raúl, 56 años
“Yo jugaba a la carrera de caracoles, los ponía en el centro de una baldosa, dibujaba
un círculo y el que primero salía del círculo era el ganador.”
Raquel, 42 años
Todos hemos jugado de chicos. Con palitos, botones, piedras, hilos, a la muñeca o la pe-
lota, a la mancha, a las escondidas, a la rayuela, a tantos juegos. Algunos heredados de
nuestro grupo familiar, del lugar donde nacimos. Otros los aprendimos en la calle o en la
escuela. Hemos jugado solos, con hermanos, amigos o con algún grande que estuviera
cerca.
“Al atardecer, salíamos con un balde lleno de leche, una botella de litro a la que le ha-
bíamos hecho un pico con caucho y les dábamos la mamadera a los terneritos que se
habían quedado guachos, sin mamá. Lo más divertido era correrlos cuando se escapa-
ban con el pico en la boca. Cuando los alcanzábamos había que tironear para que lo
largaran”.
Claudia, Susana y Daniel
“El juego era juntar pastitos, flores o pétalos, diferentes cortezas y tierra. El que se ani-
maba juntaba hormigas o algún otro bichito, para preparar “comiditas” para que se las
comieran los hermanos mayores”.
Néstor y Liliana
“Y uno se cree
que las mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón...”
“A la mañana, cuando me miro en el espejo, juego que pongo caras y me pruebo pei-
nados.”
Natalia, 27 años
“Cuando voy en el colectivo al trabajo, sumo los números de las patentes de los autos
que pasan.”
Miguel, 33 años
Cada grupo, cada cultura tiene su manera de jugar. A veces heredada de sus mayores, re-
latada en historias o leyendas, extraída de su vida cotidiana. Y, aunque el tiempo pasa, el
juego se asoma en nuestra vida diaria.
Pero,
...No siempre en el juego se puede hacer “lo que se nos da la gana”, porque hay reglas
que respetar cuando se juega con otros.
...No siempre se puede ser “la reina o el rey”, por- El juego es juego, porque es es-
que alguien lo eligió primero o porque el grupo eli- pontáneo, surge de las ganas,
ge a otro. de la iniciativa, da placer,
entretiene, es divertido,
alivia tensiones.
...A veces se gana, a veces se pierde.
Tan natural es el deseo y la necesidad de jugar, tan inherente a la vida misma, que hay re-
latos de niños jugando en campos de concentración.
Una anécdota:
Yanina tiene 7 años. Está en la salita de espera del Centro de Salud esperando que le
den una vacuna. Tiene cara de preocupada. Sin embargo se pone a jugar. Mientras can-
turrea “ta-te-ti- suer-te- pa-ra- mí...” va señalando a las otras personas que están senta-
das a su alrededor... ya no tiene carita tan preocupada.
Un chico se las arregla para jugar en cualquier parte y con cualquier cosa, en todo mo-
mento y en todo lugar. Es tan natural para ellos como respirar.
Jugamos...
Por placer
Se juega porque sí. Si quisiéramos invitar a un chico a jugar ofreciéndole una recompen-
sa: “jugá tranquilo un ratito y te doy un caramelo”, es probable que “juegue a que está
jugando” o que se inhiba o se resista a jugar.
El placer de jugar tiene que ver con la decisión de “entrar en el juego”, de crear y habitar
ese mundo.
Los niños también encuentran placer en la repetición. ¿Por qué los chicos
piden que se les vuelva a contar el mismo cuento una y otra
vez... y están atentos y descubren si se hace algún cambio?
Porque en la repetición los chicos sienten seguridad. Les gusta saber lo que va a pa-
sar... y, desde esa seguridad, se atreven a probar y arriesgar.
Y así continúa. Se puede responder con palabras inventadas, con sonido raros, con movi-
mientos y caras diferentes, serias o graciosas, y nada “está mal”.
Durante el juego todo está permitido. Y eso da mucho placer.
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Un relato:
“Cuando murió el tío Antonio, Sandra y Pedro se la pasaban enterrando bichitos: esca-
rabajos, pájaros. Luego le armaban una cruz de ramas y flores y hacían como que re-
zaban”.
❥ girando y girando hasta marearse, y cada vez intentan aguantar una vuelta más o
❥ largarse corriendo por una bajadita tratando de frenar justo en el límite señalado.
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También juegan y aprenden acerca de los vínculos cuando, con gran inteligencia, se dan
cuenta que hay ciertas miradas, gestos, actitudes con las que consiguen lo que quieren
(juegos de seducción, juegos de complicidad, juegos de poder).
Porque es un derecho
En la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) se reconoce “el derecho del niño al
juego”, el derecho del niño al descanso y al esparcimiento.
Artículo 31
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Pero, aunque muchos de nuestros chicos no pueden gozar plenamente de este derecho,
aún en circunstancias desfavorables u hostiles desarrollan sus iniciativas e inventan situa-
ciones de juego.
❥ inventar
❥ imaginar
❥ reír
❥ crear, de a ratos, otras realidades
❥ tener ilusiones
❥ probar y volver a intentar
❥ imitar
❥ festejar
❥ descargar la angustia
❥ manifestar emociones
❥ disfrutar
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Crecer jugando
Los bebés empiezan a relacionarse con su entorno a través de los sentidos. Miran, escu-
chan, chupan, saborean, tocan, huelen. Reconocen a quienes los rodean por la voz, la
respiración, el olor.
Descubren y conocen su cuerpo y el cuerpo de los otros. Al abrazar al bebé no sólo le es-
tamos dando afecto, le estamos dando la posibilidad de reconocerse. El encuentro más
cercano del bebé con el cuerpo de la madre, es en el momento de amamantar. Al mamar,
toca con su boca y sus manos la teta. En esta intimidad, empieza uno de los primeros
juegos: prenderse y soltar el pezón... reemplazar el pezón por un dedo... probar... sentir
placer... empezar a decidir.
Cuando descubren sus manos pueden pasar largos ratos mirándolas, tratando de atra-
par una con otra, deslizándolas por la sabanita y el colchón... y luego, manito con manito,
juegan a atrapar su propio pie.
Para que en esta etapa el bebé se mueva con libertad, es bueno ponerlo en el piso, so-
bre una manta. La posición más aconsejable es con la espaldita apoyada en el piso. De
este modo se moverá más libre que en una cuna o cochecito.
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Pero tenemos que saber en qué momento y qué tipo de sonajero es conveniente. El refle-
jo de los bebitos de agarrar todo lo que se acerca a sus manos hará que tome el sonajero
y lo empiece a sacudir. Esto no quiere decir que esté feliz. Puede ser que hasta se asuste
por el ruido de ese objeto que no sabe cómo soltar.
Hay que estar atentos, tratar de observar cuándo los niños están disfrutando y
cuándo no.
Los bebés juegan a “aparecer y desaparecer”, cuando el proceso de darse cuenta de que
las cosas existen aunque no las vea (lo que se llama la permanencia del objeto) ya se está
construyendo.
Es importante saber que no todos los chicos disfrutan de estos juegos por igual. No todos
están preparados para comprender que detrás de la sabanita permanece su mamá.
Los adultos a cargo del niño tienen que poder registrar si este juego le da placer, diverti-
mento o angustia. Si es así, no se lo debe forzar hasta que está preparado.
Es importante:
Cuando la mamá, el papá -o quien esté criando al bebé- deba salir, es importante que lo
deje a cargo de una persona responsable y que le diga que se tiene que ir, que queda en
buenas manos y que va a volver.
Si el niño ve que los adultos cumplen con su palabra, se sentirá más confiado y
seguro.
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Moverse y jugar
Un bebé se mueve dentro de la panza de su mamá.
Desde que nace, es bueno favorecerle el movimiento poniéndolo de espaldas sobre
una mantita, en un lugar seguro, adentro o al aire libre. Esto hace que poco a poco, vaya
desarrollando movimientos y destrezas.
Este proceso necesita de adultos que estén cerca cuidándolo.
Así comienza a mover las manitos y los pies, a darse vuelta, a balancearse. Se estira, rola,
rueda, repta.
¡Tiene más posibilidades de llegar a lo que quiere! Desde esa posición el bebé, con natu-
ralidad, empieza a mover su cuerpo por su propia curiosidad de probar posibilidades de
movimientos o atraído por algún objeto.
¿Qué podemos ponerle cerca para que juegue?
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Con cuanta curiosidad miran algo que tienen a mano: lo observan, lo dan vuelta, prue-
ban qué pueden hacer con él, lo exploran, lo descubren, lo conocen.
Cuando ya controlan sus movimientos intentan tomar con su mano las cosas que tienen
cerca y tratan de moverse hacia lo que quieren y lo agarran. Lo llevan a la boca, lo gol-
pean contra el piso descubriendo sonidos y lo dejan cuando les parece.
Con estas actividades y juegos los bebés pequeños están desarrollando un gran aprendi-
zaje: conocer su cuerpo.
Se ponen de rodillas y, desde esta posición, empiezan sus intentos de pararse tomándo-
se del elemento más cercano. No es bueno forzar la postura de pie, porque sólo ellos sa-
ben cuando están maduros para intentarlo, cuando tienen la fuerza muscular suficiente
para sostenerse. Poco tiempo después, al lograr el equilibrio adecuado, darán sus prime-
ros pasos.
A veces los adultos juegan a ser campeones en la carrera de “mi nene ya camina”,
sin saber que pueden estar forzándolo a hacer algo para lo que no está prepa-
rado.
Cuando ya se desplazan con naturalidad, les atraen las rampas para trepar y deslizarse.
Les gusta arrastrar y empujar objetos cada vez más pesados, trasvasar elementos de un
recipiente a otro, apilar envases de distintos tamaños. Arrojar, tirar y tratar de embocar
una pelota con la mano o con el pie.
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Tal como se relata en el Cuaderno Crianza y Sostén, la crianza abarca todos los aspec-
tos cotidianos: la comida, el baño, el juego, los aprendizajes. En cada uno de ellos, el niño
necesita la relación con el adulto y es este vínculo el que construye la confiabilidad, la se-
guridad sobre la que el niño se constituye como persona.
Es verdad que las exigencias de todos los días son muchas pero, si los chicos tienen un
tiempo de dedicación, podrán respetar los momentos en que los adultos necesitan ocu-
parse de sus propias tareas.
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paseos, lo ponen sobre la mesa a la hora de comer y los acompaña para dormir. Les da
seguridad y compañía. Cuando hablan, le cuentan lo que les pasa. Es un acompañante
silencioso que se puede acariciar y estrujar y que también aguanta gritos, retos y lágri-
mas.
Es importante cuidar que ese juguete preferido no se pierda, que el niño disponga
de él cómo y cuándo quiera, especialmente cuando va a la cama.
Muchos adultos creen que estos juguetes deben dejarse a una determinada edad; y en-
tonces inventan todo tipo de estrategias para que los dejen. Hay que saber que los chi-
cos por su propia cuenta simplemente “lo olvidan” cuando ya no es más un so-
porte necesario.
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Los chicos imitan todo lo que ven a su alrededor. Es su manera de conocer y apren-
der a ser parte de ese mundo que les interesa y les atrae. Para comprenderlo mejor, jue-
gan a hacer lo que ven y sienten.
Una anécdota:
Carlos, de 3 años, está panza abajo en el piso, muy concentrado, jugando con diferen-
tes tapas (de botellas y de frascos de distintos tamaños). Las desliza, las levanta, las
hace avanzar como dando saltitos, mientras cambia de voces.
Para Carlos, esas tapas son personajes a los que les suceden distintas cosas. Se enojan, se
amigan, se persiguen, se atrapan. Mientras las mueve, juega con su voz y va inventando
una historia sencilla.
Les gusta crear sus escenarios. Una manta, sostenida entre dos sillas, es una carpa, un
castillo o un escondite donde estar un rato solitos o compartir un secreto con un amigo.
Compartir el juego
Les gusta y necesitan estar con chicos de su edad, imaginar y representar historias con
otros, intercambiar.
Sentadas debajo de la mesa de la cocina Gabi y María charlan y juegan a las visitas. Du-
rante un largo rato toman el té en tacitas de mentira.
Un palo o una rama es un caballo. Una silla es un colectivo o una bicicleta, una almohada
se convierte en un bebé para acunar o retar. Transforman los objetos en lo que necesitan
para desplegar su juego.
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Mariana y Oscar están cada uno montado sobre un palo, cabalgando. Galopan, se de-
tienen. Un caballo se enoja, otro se cansa, les dan agua y siguen su marcha. De pronto
los mismos palos ya no son caballos. Juegan a los pescadores, y el palo es la caña de
pescar.
Cada grupo y cada lugar tiene sus creencias, sus historias, sus cuentos y los niños se nu-
tren con los relatos que escuchan de su entorno. Les gustan las anécdotas contadas por
quienes las vivieron.
El deseo de conocer, indagar e investigar no tiene límites. Es importante que los adultos
no los desalentemos en sus preguntas o en lo que hacen.
Todo les sirve para armar historias, crear argumentos y transformarlos en jue-
gos.
En búsqueda de tesoros
De niño coleccionabas
sellos, santos o botones,
cuescos, canicas o tabas;
colecciona hoy tus canciones.
Miguel de Unamuno
A los chicos les gusta coleccionar todo tipo de objetos: papeles de colores, piedritas,
caracoles, maderitas, botones...Todo les atrae y les interesa, les da curiosidad.
Para ampliar la mi- Y, aunque a veces parezca que llenan la casa de “tonterías”- sobre todo cuando el espacio
rada, ver el Cuader-
no Leer es conta-
no es grande- hay que saber que con esos hallazgos inventan distintos juegos. Desarro-
gioso, capítulo Leer llan habilidades y conocimientos: investigan los colores, las formas, el peso, la textura, la
antes de leer. Pala-
bras al alcance de la
cantidad. Descubren, comparan, relacionan... los muestran, orgullosos, como tesoros.
mano.
Con ellos dibujan sobre el piso o sobre el papel, hacen construcciones, los convierten en
protagonistas de sus historias. Desarman y combinan hasta que inventan un nuevo jugue-
te. Conversan y preguntan, se sienten dueños del tesoro que supieron encontrar.
Los chicos necesitan que los valoremos en sus búsquedas, los alentemos en sus descubri-
mientos y los acompañemos en sus intereses.
Acuerdos y reglas
Además de los juegos imaginarios, y a medida que crecen, los chicos comparten juegos
como la mancha, saltar a la soga, las escondidas, la rayuela, el elástico y aparecen los jue-
gos de mesa.
Aunque en el juego se mueven con libertad, establecen sus propias reglas que les sirven
para:
❥ organizarse,
❥ poner límites,
❥ aumentar los desafíos,
❥ crear acuerdos.
Y una vez que las reglas están puestas, quieren que se cumplan.
Establecer reglas, llegar a acuerdos y respetarlos son aprendizajes que los ayu-
dan a relacionarse con otros.
El intercambio con otros les muestra que hay diferentes maneras de pensar y hacer, que
sus ideas crecen con las de los demás pero que también hay límites.
Este aprendizaje les sirve para socializarse, para aprender a ser y hacer para cuando sean
grandes. En los juegos suele haber, como en la vida, encuentros y desencuentros.
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Cooperación y competencia
El ser humano es naturalmente cooperativo; de lo contrario no hubiera descubierto el be-
neficio de asociarse para sembrar, cazar y fabricar herramientas. Esa actitud lo lleva a or-
ganizar cooperativas, emprendimientos autoproductivos, escuelas, comedores y centros
comunitarios que benefician a sus barrios. Y por ese modo de encuentro cooperativo y
creativo la vida continúa, se desarrolla y crece.
Pero, lamentablemente, no son las actitudes cooperativas las que en general, se desta-
can. Se enfatizan las situaciones donde la gente se ataca, no busca acuerdos, se pelea, se
enfrenta o se acusa.
El juego permite que los chicos vivan una práctica de actitud cooperativa.
En el juego de equipo, juego reglado, los chicos aprenden a buscar y valorar su lugar en
la “cancha” y el de cada uno de sus compañeros.
Cuando, por ejemplo, se reparten las tareas para jugar al fútbol están los que atacan, los
que defienden, los que se ubican en el centro para asegurar que el contrincante no avan-
ce y que la pelota se acerque al arco contrario: en el equipo todos son necesarios.
Desde “la pasión” que despierta el juego, la actitud cooperativa no necesita demasiada
explicación. Todos saben que si colaboran y cooperan aportando lo mejor de cada uno
es más fácil ganar.
Pero, del otro lado de la cancha, hay otro grupo con los mismos deseos de ganar; ahí se
genera la rivalidad.
Esta rivalidad puede ponerlos en una actitud competitiva que poco tiene que ver con apro-
vechar sus habilidades y capacidades, es decir, que los jugadores sean más “competentes”,
se ocupen de hacer de la mejor manera las cosas, para sentirse mejor... ganen o pierdan.
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Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el
final los troncos.
Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está es-
perando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida: sabrá de un modo
brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su
verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advierten su
decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no
siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber
qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían... ciertas
cualidades.
Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más
queridos. Por eso elegía siempre a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no
fueran los más capaces.
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Es bueno que los chicos sepan que en algún lugar de la casa tienen “permiso”
para jugar. No importa que ese lugar sea pequeño. Lo importante es que se les permi-
ta dejar un canasto o una caja con cosas y que, por un rato, se pueda hacer desorden. Al
contar con ese espacio se sentirán respetados y aprenderán a respetar.
Si queremos chicos activos, curiosos, inquietos en lugar de chicos pasivos, tristes, inmó-
viles, hay mucho para hacer.
Si el chico escucha: “¡¡Salí de ahí que me molestás!!”, “Siempre metido donde no co-
rresponde”, difícilmente juegue, piense o invente con libertad. Lo estamos inhibiendo,
asustando. Es importante que el adulto se tome con seriedad el juego de los chicos y les
“abra la puerta para ir a jugar”.
Anécdotas
Juan y Santiago se suben a la cama de la abuela. Santiago dice: “Éramos dos piratas
que estábamos perdidos en medio del mar y encontrábamos una isla desierta...”
Entre las dos sogas vacías que su mamá usa para colgar la ropa, Andrés, María y Lucía
extendieron una sábana y se armaron un techito. María propone:- “Mientras ustedes se
van a trabajar, yo me quedo en casa y les preparo la comida”.
¿Cómo tiene que ser ese espacio para que sea seguro?
Alejado de la cocina y los enchufes, sin manteles, colchas, cortinas, de donde los niños
se puedan colgar y se les venga todo encima. Lejos de calentadores, braseros, estufas y
todo lo que sea un peligro.
Es importante:
La mayoría de los accidentes que sufren niños y bebés, suceden dentro de la casa. Tome-
mos las precauciones necesarias.
¿Cuándo jugar?
“Quiero tiempo pero tiempo no apurado,
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto y no enjaulado
adentro de un despertador”.
Cuando los chicos están con toda su atención puesta en el juego, jugando por jugar, es
muy difícil sacarlos de ese lugar mágico. Pero hay momentos en los que hay que hacer
otras cosas: comer, bañarse...
Cuando sabemos que van a tener que dejar de jugar por alguna razón, es necesario anti-
ciparlo, decírselos de buena manera, explicándoles por qué y con un cierto tiempo para
que puedan ir terminando su juego y no se sientan arrancados de su actividad.
Avisarles, prepararlos, permitirles anticipar: “Dentro de un rato vas a tener que dejar de
jugar, porque vamos a...”
El juego es de gran importancia para el desarrollo de los chicos, por eso hay que incor-
porarlo y respetarlo como cualquier otra rutina cotidiana y darle “su tiempo” y “su mo-
mento” en el día.
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Para que un niño o niña juegue debe haber un adulto que “le abrió la puerta...” Esto
quiere decir que comenzó a jugar con él cuando era bebé y que lo sigue acompañando
de muchas maneras:
❥ con su presencia,
❥ coordinando un juego,
❥ transmitiendo los juegos de su infancia o los de su comunidad,
❥ aún sin estar, pero reconociendo la importancia de su juego.
En principio estar atentos para ver si los chicos pueden transitar solos la situación, si lle-
gan a un acuerdo y resuelven sus conflictos entre ellos. A veces simplemente se dicen lo
que se tienen que decir y siguen jugando...
Tomar partido en una discusión infantil puede agravar las diferencias entre ellos. Pero es
bueno estar cerca, para evitar que se generen situaciones de violencia.
Ponerlos en el lugar del otro los hace ver que en todas las posiciones hay venta-
jas y dificultades.
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Chicos tímidos
Sabemos que algunos chicos son más tímidos y que a veces se sienten mal, porque quie-
ren pero no se animan a participar en un juego.
En estas situaciones, el adulto tiene que sentirse con derecho a intervenir, no a imponer.
Una forma de intervención es pedir permiso para participar “dentro” del juego. Si es acep-
tado por el grupo, puede tomar de la mano al niño tímido que quedó afuera e integrar-
lo a la situación como su acompañante. En general, cuando el chico puede entrar en ese
“círculo mágico” donde se desarrolla el juego, se ha avanzado mucho en la posibilidad de
hacerlo sentir integrado.
Luego habrá que alentar sus logros y así se sentirá cada vez más
seguro y alegre con lo que hace.
Por eso hay que ponerse en su lugar, comprender su etapa de vida, su momento y lo que
puede interesarle.
Es importante dejar que sea el propio chico quien encuentre su manera de ir haciendo
contacto con las cosas. El juego espontáneo está lleno de significado porque surge de
procesos internos que, aunque nosotros no entendamos, debemos respetar.
Si se desea conocer a los niños, es necesario mirar sus juegos. Observándolos vamos des-
cubriendo cómo crecen y evolucionan, aprendemos a conocer sus inquietudes, sus mie-
dos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuen-
tran salida a través del juego.
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¿Cuáles son las mejores actitudes que pueden tener los adultos
para acompañar el juego de los niños?
Es posible que no todas las personas tengan todas estas características, pero las pueden
aprender:
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Todos sentimos miedo, rabia, alegría, tristeza por distintas situaciones que se nos presen-
tan a diario. Lo más importante es poder expresar estas emociones de alguna manera.
Cuando los chicos no pueden expresar las emociones se muestran muy tímidos, se enca-
prichan, pueden tener ataques de furia que nadie entiende... de alguna manera están di-
ciendo algo. ¿Cómo aprender a entenderlos?
En el juego los chicos expresan sus emociones. Si les prestamos atención podremos
saber cómo se sienten, qué cosas les dan alegría o tristeza, qué los enoja o les da mie-
do.
Muchos adultos se sienten mal al ver un chico triste, enojado o asustado y a veces no sa-
ben cómo ayudarlo. Algunos tratan de hacer como que no pasa nada, otros los reprimen
con un reto y están los que intentan que se distraigan de su emoción, dándoles un cara-
melo, por ejemplo, cuando lo que necesita es comprensión y contención.
En sus juegos de dramatización, en el “como si” o “dale que...”, los chicos representan
personajes de cuentos, de la tele, de la vida cotidiana. Son superhéroes, príncipes, hadas,
son los más buenos, los más cariñosos. Y también pueden transformarse en personajes
que asustan: brujas, magos, monstruos.
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Cuando los chicos pueden expresar sus emociones, les resulta más fácil entender qué les
pasa y se sienten más fuertes para enfrentar los cambios necesarios que ocurren en su fa-
milia y durante su crecimiento.
Una anécdota:
Marcela es maestra de un grupo de primer grado. Un día llevó a la escuela unos pali-
tos que repartió uno a cada chico y les dijo que, como en los cuentos, esas eran varitas
mágicas y que ellos podían convertirse en lo que quisieran. Marta decidió que ella era
un hada y con su varita mágica podía convertir “a los malos en buenos o en sapos”,
Andrés dijo que él era un “rey que vence a la oscuridad”. Y Marina, mientras revolvía en
una cacerola imaginada, preparaba “una poción para envenenar a los compañeritos
que no querían jugar con ella.”
Jugando, los temores se hacen más leves, y hasta pueden reírse de las cosas que asustan
o enojan, aún de lo más dramático.
Por eso a los chicos en general, les gustan los cuentos y las historias de miedo. También
a algunos les encanta animarse a apagar las luces y jugar en la oscuridad, aunque tengan
miedo. Precisamente lo hacen porque juegan a vencerlo.
Aunque el lugar creado por su fantasía esté lleno de peligros, sombras, monstruos o ani-
males que atacan, mientras juegan todo está bajo su control.
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Otra más:
Iván y Lucía son hermanos. Lucía se está preparando para encontrarse con sus amigas
e Iván sabe que no va con ellas, que se va a quedar sin su hermana para jugar. Después
de intentar salir corriendo con el peine para que Lucía no pueda peinarse y se quede
con él, se esconde detrás de la cortina y con voz de malo dice: “Yo soy un fantasma que
asusta a todos los que quieren salir de esta casa.”
Jugando al fantasma, Iván pudo expresar el enojo con su hermana porque lo dejaba y,
mientras hacía este juego, se divertía. Cuando la mamá lo retó porque arruinaba la corti-
na, Iván, riéndose, dijo que el que se había escondido detrás de la cortina era su herma-
no mellizo.
La mamá y Lucía se rieron por la ocurrencia de Iván y la emoción compartida fue final-
mente de alegría.
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Algunos adultos, al ver que su hijo o hija son miedosos crean juegos que los asustan, por-
que creen que de esa manera les van a sacar sus temores.
Asustar a un niño o niña que tiene temores aumenta sus miedos y suma otros problemas:
genera desconfianza del mundo de los adultos, que son quienes deben protegerlo. Estas
actitudes no favorecen el desarrollo de su confianza y autonomía.
Distinto es cuando juegan a asustarse mutuamente. También les divierte jugar a asustar a
los adultos y más cuando el adulto exagera y representa tener mucho miedo.
Actualmente vivimos una realidad muy violenta. Los chicos están dentro de ella, partici-
pan de ese entorno. Algunos viven la violencia en sus propias casas o en su barrio.
Los chicos son muy buenos “lectores” de la realidad que los rodea, la leen e interpretan
con mucha sensibilidad.
Es imposible mantenerlos alejados de todo lo que puede hacerlos sufrir. Pero sí es posible
estar presentes, acompañarlos, estar cerca y sostenerlos. En sus primeros encuentros con
las situaciones difíciles de la vida, podemos ayudarlos con una palabra, una compañía ca-
riñosa, comprensiva y protectora.
Estas escenas que muchas veces inquietan a los adultos, sirven para entender que la ex-
presión de estos sentimientos de rabia, de enojo, a través del juego, son una manera de
elaborarlos y sacarlos afuera, que es importante dejar que se expresen.
Entonces, podemos sostenerlos con una mirada cariñosa y tierna pero, además, es res-
ponsabilidad del adulto estar atento e indagar qué motiva tanta violencia.
Una anécdota:
José tiene 4 años. Desde que entraba a la salita en el jardín tiraba los juguetes de las
repisas, pateaba las construcciones que hacían sus compañeros y rayaba los dibujos de
los otros chicos. La reacción de la escuela y de su casa fue “prohibirle” que se portara
así. Entonces José empezó a golpearse la cabeza contra el piso y la pared. Cuando le
prohibieron que se portara “mal” empezó a descargar su violencia lastimándose.
Pero había que ocuparse de ofrecerle un modo de descarga más adecuado, una activi-
dad donde pudiera expresar sus sentimientos, un juego donde él pudiera sacar afuera su
agresividad y ayudarlo a poner en palabras lo que le pasaba.
Cuando la violencia está, es bueno reconocerla y tratar de darle lugar para que se mani-
fieste sin dañar a otros, ni dañarnos.
Hay actividades que ayudan a descargar la violencia. Puede ser una invitación a di-
bujar monstruos, a usar masa con toda la fuerza, a pinchar masa con fósforos usados...
Maneras de descargarse sin hacer daño. El juego y la palabra permiten la expresión sim-
bólica de la violencia: quiero ‘”matar a alguien’’, pero no lo mato, golpeo un juguete, pin-
cho la masa, hago “como si”. Para que esto sea posible es necesario que los adultos pue-
dan comprender y sostener que lo que están presenciando es un “juego”.
Si bien todos estos juegos de descarga ayudan, hay situaciones que necesitan de
la consulta con especialistas.
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Hay una actividad, creativa y divertida que propone transformar los juguetes bélicos
en otro tipo de juguete. Este tipo de encuentro se ha realizado en nuestro país y en
otros con la premisa de oponerse a la guerra. Mientras el material se transforma se
hace una elaboración y los chicos se sienten protagonistas de ese cambio.
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Juegos para...
Juegos de descarga
Cuando hay espacio al aire libre se pueden organizar distintos juegos de descarga. Si se
puede tener contacto con la tierra, con la naturaleza, hay que aprovecharlo porque ayu-
da a sentirse mejor.
Sugerencias de actividades:
❥ Caminar golpeando fuerte el piso y acompañando con un sonido cada paso.
❥ Cantar o decir rimas sencillas empezando a hablar muy despacito para ir subiendo
el volumen hasta llegar a gritar.
❥ Golpear y patear una bolsa que puede estar llena de hojas, o trapos para no lasti-
marse.
❥ Sacudir con fuerza una tela y golpearla contra el piso.
❥ Arrojarse, unos a otros, pelotas hechas de papel.
❥ “Yo tengo el poder”. Por turno uno por uno tiene el poder de mandar sobre los de-
más para que hagan o digan lo que él decide: caminar, levantar los brazos, hacer-
los soplar... En este juego todos tienen que tener el mismo tiempo para ser líder.
❥ Decir cosas prohibidas de hacer pero que en el juego no ofenden a nadie. Ejemplo:
“Mataría a alguien”. “Lo cortaría en pedacitos”.
❥ “Hacerse el muerto”. En este juego, estamos logrando que los chicos disminuyan
su ritmo respiratorio. Estar inmóvil por un tiempo permite regularizar y calmar la
respiración. Tranquilizarse. Para “hacerse el muerto” hay que tratar de respirar muy
suave, bajar la agitación y de esta manera se produce una relajación importante.
Es una excelente forma de calmar a un grupo que pueda estar excitado o con pro-
pensión a jugar juegos violentos. 39
Algunas propuestas:
El espejo
En parejas de chicos o de chico y adulto, mirándose. Uno de los dos empieza a hacer ges-
tos y movimientos que su compañero tiene que copiar con la mayor exactitud que pueda.
Todo debe hacerse lentamente para que se logre una buena imitación. Pasados unos mi-
nutos el jugador que hace de espejo pasa a ser el que se mira en el espejo.
Movimientos en cadena
Sentados en ronda. El que comienza el juego hace un gesto o un ritmo que se le ocurre,
por ejemplo tres aplausos rítmicos. El compañero de la derecha repite los tres aplausos y
suma un sonido o un gesto, que repetirá el tercero y sumará a continuación su propues-
ta. Así sumando movimientos, ritmos y gestos continúa la ronda. En este juego se com-
bina la atención a lo que hace el compañero, la memoria y la desinhibición de aportar el
gesto propio.
Saludos y saludos
Primero se acuerda, entre todos, tres o cuatro formas de saludarse: dándose las manos,
un beso en el cachete, un saludo nariz con nariz, un abrazo. El grupo camina en distintas
direcciones y cuando el organizador del juego dice, por ejemplo, “nariz con nariz”, todos
paran su caminata y con el compañero que está más cerca intercambian ese saludo. Si-
guen caminando y otra vez, otro saludo. Y así sigue, cambiando el orden de los saludos.
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Con chicos más grandes se puede complejizar la propuesta poniéndole un número a cada
saludo (1, 2, 3, y 4) y cada tanto decir un número. Acá es importante que quien dirige el
juego no diga cuál es el saludo en el momento de decir el número, para que los mismos
chicos busquen la manera de resolver esta situación; habrá quien lo recuerde y lo compar-
ta, otros imitarán lo que hace la mayoría... A medida que más se juega, más se aprende.
Me pica
El juego comienza en ronda. Un nene dice: “me llamo Pedro y me pica la cabeza” y em-
pieza a rascarse la cabeza. El segundo jugador se acerca a Pedro y dice: “se llama Pedro
y le pica aquí” y empieza a rascarle la cabeza, agregando “yo soy Marta y me pica el bra-
zo” y mientras le rasca la cabeza a Pedro se rasca el brazo. Entonces se acerca otro para
rascarle el brazo a Marta y decir dónde le pica. Cada participante dice el nombre y rasca
al otro mientras es nombrado y rascado. Se puede cambiar “me pica” por “me duele” y,
por lo tanto, la rascada por la caricia y el “sana-sana...”.
El muñeco de madera
Se juega en parejas. El nene que hace de muñeco se queda quieto y permite que su com-
pañero, con mucho cuidado mueva su cuerpo, para cambiarlo de posición. El muñeco tie-
ne que responder quedándose quietito en la posición que dibuja con su cuerpo el com-
pañero.
Avanzar de a dos
Este juego puede hacerse en un espacio abierto o cerrado. Primero hay que armar un ca-
mino con obstáculos que serán diferentes, ya sea adentro (sillas, bancos dados vuelta, al-
mohadones, sogas atadas de la pata de una mesa a la cama) o afuera (piedras, montícu-
los, gomas, ramas, etc.).
Uno de los chicos de la pareja tiene los ojos bien tapados y el otro tiene que guiarlo en
el recorrido para atravesar los obstáculos. La guía puede tomarlo de la mano y ayudarlo
a que se agache o salte usando el contacto corporal o hablándole y dándole indicaciones
sin tocarlo.
En todos estos juegos, elegidos para desarrollar la confianza, puede ocurrir que
los chicos se expresen con torpeza o quizás, al principio, con cierta agresividad
en sus movimientos. Precisamente para eso se sugieren: para aprender a cam-
biar la intención, la fuerza, el tono, para poder transformar la agresividad en ter-
nura.
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“Yo recuerdo a mi abuela, esperando al abuelo. Cocinaba, cantaba y ponía la mesa cui-
dando cada detalle.“
Haydee, 76 años
“Mi juguete preferido era un osito muy suave que había tejido una tía abuela y que es-
taba relleno con las plumas de su almohada”.
Emanuel, 24 años
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Sugerencias de juego:
Lindo gatito
Todos sentados en ronda. El que es elegido tiene que ir pasando por la ronda. Apoya la
cabeza en la falda de un compañero y maúlla como un gatito. El otro tiene que acariciar-
le la cabeza diciendo “lindo gatito” tratando de no reírse. El que se ríe es el próximo “lin-
do gatito”.
El muñeco de trapo
Se juega de a tres. Se colocan dos enfrentados y uno en el medio. El nene que está en el
medio se deja caer hacia un lado y hacia otro y es recibido por los compañeros que están
a su lado preparados para sostenerlo. Solamente podemos hacer este juego si estamos
seguros que quienes juegan sostendrán y no quitarán los brazos a último momento, por-
que en este caso, el juego mal llevado a cabo agravará el problema.
En este juego se trabaja la confianza y la responsabilidad. Los que están a los lados no
pueden distraerse porque tienen que sostener muy bien, así el que está en el centro ten-
drá confianza en que no lo dejarán caer, en que puede descansar en los demás.
Se escucha decir:
... a los nenes
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Una anécdota:
Alfredo tiene 6 años. Estaba metido en una camita improvisada con una caja y unas
sabanitas. Se hacía el bebé mientras Teresa lo mimaba y le hablaba como una mamá
amorosa. Le explicaba por qué tenía que levantarse de la camita, tomar la leche y ves-
tirse para salir mientras Alfredo la escuchaba feliz. En ese momento el hermano mayor,
12 años, interrumpió el juego diciéndole que no se hiciera el bebito, que parecía un ton-
to, que cómo no le daba vergüenza...
¿Por qué un juego que a él le daba tanto placer era tan mal vis-
to por su hermano mayor? Al escuchar a su hermano, el niño dejó de jugar y
hasta se avergonzó de lo que estaba haciendo.
Tenía que ocultar ese sentimiento porque todos consideran que son de nenas. ¿Cómo
un varón va a sentir ese placer de dar y despertar ternura?
Hay muchos elementos que se tienen en las casas, que no son difíciles de conseguir y sir-
ven para jugar. Papeles, telas, palos, hilos, sogas y cartones, todo sirve.
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Una anécdota:
Marta, Pablo y Lucía consiguieron una caja de cartón bastante grande y la convirtie-
ron en un túnel. Entran por un lado y salen por el otro una y otra vez. Antes de volver a
pasar proponen: pasar gateando, cuerpo a tierra, arrastrando los pies... O deciden que
mientras están adentro, tienen que gritar un nombre, decir una palabra determinada,
cantar una canción o contar un secreto.
❥ A esa misma caja la convierten después en una casa, en un auto, en una balsa, en
un refugio.
❥ Con un par de cajas grandes de cartón, abiertas en un lateral y paradas a modo
de biombo, se pueden hacer muchas propuestas de juego. En una de sus caras se
puede abrir una ventana para hacer títeres, en otra cara poner una tela blanca para
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jugar a hacer sombras con una fuente de luz.
Los chicos y las chicas pueden participar activamente junto a los adultos en la preparación
de los juegos que luego usarán: dibujando, pintando, abriendo ventanas en los cartones,
pegando papeles, armando escenarios.
Al aire libre, el sol es un perfecto proyector de sombras. Así que se pueden jugar carre-
ras con la sombra para ver quién gana: ¿la sombra o el que corre? Como las sombras se
alargan o se achican según la hora del día, además de divertido, es un buen juego de in-
vestigación.
Para hacer sombras con las manos u objetos en movimiento, se necesita una luz, una pa-
red o una sábana. Siempre hay que poner lo que queremos proyectar entre la luz y la pa-
red o la tela.
Hay muchas cosas que podemos descubrir cuando jugamos con sombras. Por ejemplo,
que si la luz está más lejos la sombra se agranda y que cuanto más cerca se proyecta, el
tamaño es más real. Que si la luz viene de arriba las cosas aparecen achatadas y si viene
de abajo las cosas pueden crecer hasta el techo.
Así se pueden proyectar paisajes reales o de fantasía, recortando formas y eligiendo dife-
rentes objetos que hay en la casa o que encontramos en una caminata por el lugar.
Con las manos: Empecemos con una, después con las dos... y ¿qué pasa si se su-
man otras manos?
Personajes extraños: Se pueden inventar los personajes más raros, simplemente suje-
tando al cuerpo el objeto que se nos ocurra.
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Tocarse sin tocarse: Otra cosa divertida que permite el juego con sombras es que dos
personas ubicadas una más adelante y otra más atrás, con relación a la luz, pueden tocar-
se en la sombra sin tocarse de verdad. ¿No dan ganas de probar?
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Cuando se les pueden ofrecer lápices o crayones esto brinda más posibilidades. También
se pueden hacer pinceles con pelo de animal (cola de caballo por ejemplo) y pintar con
tierras de colores y agua.
Cuando los niños producen sus propias imágenes, dibujos y objetos es de suma importan-
cia que los adultos los estimulen, no los juzguen, que estén atentos a escuchar sus pro-
puestas. Lo que los chicos y chicas hacen tiene que ver con sus imágenes mentales y re-
presentaciones. Así ven ellos las cosas. No están nunca mal, es su forma de verlos.
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El Gato Garabato
Sopa de Letras
Qué palabra está escondida en este desorden
O–G–E–A–L–R (REGALO)
A-J–P–R–O–A (PAJARO)
A–P–L–E–P (PAPEL)
TAPA ✍.........................................................................................
TORO ✍. .......................................................................................
CASA ✍.........................................................................................
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Y, por otra parte, convocar a la comunidad para que participe en la creación de este es-
pacio. ¿Quién se las ingenia para clavar, unir, asegurar? ¿Quién
tiene conocimientos y herramientas para aportar? ¿Quiénes tie-
ne ideas para crear juegos?
Algunas propuestas:
Estructuras para trepar
Pueden estar hechas con madera o caños o combinando los materiales, si están al alcan-
ce de los vecinos. (Siempre hay que pensar en la posibilidad de reciclar lo que hay.)
Puede ser una estructura con escaleras y parantes para acceder a una planta superior (mi-
rador). A este espacio los chicos también pueden acceder trepando por sogas sueltas o
por una escalera hecha con sogas. Desde el tope de la estructura al piso se puede apo-
yar una rampa o plano inclinado que hace las veces de tobogán, de cuesta arriba o cues-
ta abajo.
La altura de la estructura varía de acuerdo a la edad de los chicos que la van a usar. Al
hacerla hay que cuidar la seguridad.
Un camino de aventuras
Armar un camino colocando, a cierta distancia uno de otro, el material que sea más fácil
de encontrar en la zona. Por ejemplo: piedras, rodajas de troncos, neumáticos usados...
Para los chicos, sólo caminar de piedra en piedra, de tronco en tronco, de goma en goma
o combinados, los divierte y despierta en su imaginación diferentes aventuras.
A este camino se le pueden agregar, en algunos tramos, listones de madera utilizados
como puentes.
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Hamacas
Sostenidas en una estructura muy segura, se pueden construir distintos tipos de hama-
cas. La más tradicional es una tabla sostenida por soga o cadenas. La madera puede ser
reemplazada por cuero, loneta o cincha, bien sostenida por los costados.
También se puede colgar un neumático que quedó fuera de uso, sostenido por una soga.
Los neumáticos usados son muy buenos para jugar. Los chicos los apilan, los hacen rodar,
saltan adentro y afuera, descansan en ellos.
Túneles
Con tambores de nafta, muy bien ventilados, porque el olor es muy tóxico, se pueden ha-
cer túneles. No deben tener aristas filosas ni ofrecer ningún otro peligro.
Acostado y bien apoyado en el piso, de manera que no ruede, es un túnel para poder pa-
sar, entrar y salir. Los túneles también pueden realizarse con caños de fibrocemento.
A cabalgar
El tambor, sostenido con cadenas o sogas a cuatro palos puestos a cierta distancia desde
las bases, se convierte en un caballito trotador.
Instrumentos musicales
Enterrados en el piso, cortados a distintas alturas, los tambores se convierten en un ins-
trumento musical.
Si hay cañas en el lugar, se pueden colgar o sujetar a pilares de madera o troncos. Hacen
un hermoso sonido, no sólo al tocarlas con otra caña o una rama, sino también cuando
el viento las atraviesa.
Circuitos o laberintos
Con piedras o ramas se puede diseñar en el piso recorridos o circuitos formando un la-
berinto.
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Canchitas
Con el mismo sistema del laberinto plano, se pueden dibujar en el piso “canchitas” para
otros juegos.
Por ejemplo: Se dibuja un círculo de 1, 50m. aproximadamente y, a unos 50 ó 80cm. ha-
cia un lado y el otro del círculo y en sentido opuesto, dos círculos más pequeños, uno
para cada equipo.
¿Cómo se juega?: Se organizan dos grupos. Cada jugador tiene entre 3 y 5 piedritas. Des-
de cada uno de los círculos pequeño los jugadores intentan embocar sus piedritas en el
círculo más grande. Las piedritas que quedan afuera se pierden. Los jugadores van a re-
cuperar las que embocaron en el círculo grande y ahora, espalda contra espalda, tienen
que intentar embocarlas en el círculo que le corresponde a su equipo.
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Juegos tradicionales
Hay juegos que vienen desde muchísimo tiempo atrás. Como los cuentos populares,
siguen vivos porque se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos, con algunos
cambios, pero manteniendo su esencia.
Lo más importante de estos juegos es que se refieren a temas fundamentales para el ser
humano: la vida, la muerte, perseguir, esconderse, embocar, bailar en ronda tomados de
la mano, terminar y volver a empezar, la creencia en un más allá...
Por ejemplo, la rayuela simboliza el camino de la Tierra al Cielo, el paso por la vida, con
distintas dificultades que se presentan y con las habilidades que tienen que ir desarrollan-
do los jugadores mientras más lo practican.
Hay una gran variedad de juegos tradicionales. Algunos se basan en rondas, canciones y
rimas. Otros tienen mucho movimiento.
Canciones de cuna, adivinanzas, cuentos de nunca acabar, rimas, juegos de sorteo, boli-
tas, trompos, la hamaca, el gallito ciego, el rango, la esquinita o el patrón de la vereda...
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En algunos lugares de nuestro país se llama embope. La mancha se juega de muchas ma-
neras: mancha venenosa, mancha sentada, mancha pared, mancha congelada, mancha
cadena. ¿Cuántas más se pueden inventar?
El trompo
El trompo representa, entre otras cosas, las vueltas de la Tierra alrededor del sol, los giros
de las estrellas. Distintas culturas le atribuyeron características mágicas.
Los indios HOPI prohibían jugar con trompos a los niños y niñas durante las tormentas de
verano, porque temían que atrajeran a los espíritus del viento y se arruinara la cosecha.
En India, en cambio, donde las lluvias eran escasas, se creía que si se dejaba danzar a los
trompos, el zumbido atraería a la lluvia porque se parecía al ruido de los truenos en la le-
janía.
Las bolitas
El juego de las bolitas es tan antiguo que se encontraron bolitas en excavaciones del tiem-
po de las cavernas y en tumbas infantiles egipcias. Las hay de distintos materiales: de vi-
drio, de acero, de arcilla o de piedra.
Hay muchas maneras de jugar. En algunos casos se hacen hoyos pequeños en donde hay
que ir embocando las bolitas. O se trazan triángulos o círculos en el piso y cada jugador
trata de sacar fuera del campo a las bolitas del adversario. El que no arriesga no gana,
aunque a veces se gana y otras veces se pierde. Si se vuelve a jugar hay posibilidad de re-
cuperar lo perdido.
Para ser un buen jugador de bolitas hace falta mucha práctica. Hay que buscar la mejor
posición para estar bien apoyado en el suelo con una mano y sostener con la otra la boli-
ta, de manera que después de apuntar, se dispare hacia delante con la mejor puntería.
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La payana
La payana se juega con cinco piezas (pueden ser piedras de un mismo tamaño que que-
pan en el puño, bolitas, carozos de durazno o damasco, granos de maíz, bolsitas rellenas
de arroz o mijo). Una de ellas es la piedra, la bolsa o el carozo madre, que es la que siem-
pre se arroja hacia arriba. En la payana del uno se tira al aire la piedra o el carozo “madre”
y antes de atajarla, se toman las cuatro restantes que están en el piso. Hay variaciones:
payanas del dos, del tres, del cuatro y del cinco, cada cual con sus reglas.
La rayuela
La rayuela (en Chile la llaman luche o ma-
riola y en Colombia la llaman coroza) .Se
puede dibujar sobre un piso de baldosas
o cemento con tiza, carbón o ladrillo o
sobre la tierra con piedras o ramas. Lo
mejor es aprovechar las características
y posibilidades de cada lugar.
Hay juegos de tablero donde las historias van variando pero, en general, se trata de al-
canzar una meta con la ayuda del dado que nos dice cuánto se puede avanzar en cada
jugada. Las características y reglas de estos juegos varían de acuerdo con las edades a las
que están destinados.
Con botones, fósforos usados o piedras se pueden dibujar, sobre la mesa o sobre el piso,
laberintos y canchitas para inventar los juegos que se nos ocurran.
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Lo primero que tiene que existir es la decisión y el acuerdo entre un grupo de vecinos dis-
puestos a organizar la tarea. Por eso, antes de llevar a la práctica cualquier tipo de pro-
yecto, es necesario conocer la realidad en la que se va a trabajar. Esta es una tarea que
puede concretarse y que sólo depende de la suma de esfuerzos personales.
❥ Tirar piedritas que golpeen una tapa de olla que esté colgada de la rama de un ár-
bol.
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
❥ Jugar a los bolos con latas de tomate y pelotas.
❥ Y tantos otros.
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❥ ¿Y el rincón del arte?: podemos pensar en un espacio coordinado por alguien que
se “dé maña” para que chicos y grandes hagan artesanías, dibujen, pinten, inven-
ten juguetes....
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✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
A la rayuela, en Chile, se la llama luche o mariola; en México tejo o pijije; en Santo Do-
mingo, trúcamelo; en Colombia, coroza; en Argentina, rayuela, tejo, luche, gambeta,
tilín tuncuna y tantos otros...
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Por ejemplo:
✍ Tinenti:.................................................................................................................
✍ Elástico:................................................................................................................
✍ Soga:....................................................................................................................
✍ Bolitas:.................................................................................................................
✍ Bolos:...................................................................................................................
✍ Lotería:.................................................................................................................
¿Qué otros?
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
✍ ............................................................................................................................
Juegos Ancestrales
❥ Los mapuches jugaban al palín o viñu, que se asemeja al hockey. Se elegía un lu-
gar despejado y plano, de aproximadamente 100 metros de largo por 50 ó 60 de
ancho. Los jugadores, adornados con pinturas especiales y con birretes y borlas de
lana coloreada, se repartían en dos equipos de 10 a 12 hombres cada uno.
❥ Otro juego mapuche era el pillmatún, que se practicaba con una pelota de cuero
algo mayor que la utilizada para el palín. Se jugaba por parejas, colocados frente a
frente los adversarios, y consistía en arrojar la pelota por debajo del muslo, tratan-
do de pegarle al contrincante en la barriga, lo que equivalía a su eliminación.
❥ Los tobas y matacos del Gran Chaco practicaban, por su parte, un juego muy si-
milar, al que llamaban tol.
❥ Un juego famoso araucano era el loncoteo, que consistía en tomarse dos hom-
bres de los pelos y propinarse rudos tirones. Y el trentrikatun, en que los partici-
64 pantes calzaban zancos y trataban de voltearse.
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Piedritas en la ventana
Mario Benedetti
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